La Etnografía: Una Ciencia en Constante Evolución: Tegucigalpa 27 de Marzo 2023

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 28

La Etnografía: una ciencia en constante evolución

Por: Mario Ardón Mejía

Antropólogo y Agroecólogo

(Honduras)

Tegucigalpa 27 de marzo 2023

1
Tabla de Contenido

La Etnografía: una ciencia en constante evolución

Introducción

Las influencias formativas y profesionales

El viaje al Brasil y oportunidad de ser etnógrafo

La evolución histórica americana

El enfoque etnográfico

La dinámica social en Sao Paulo

Avances sobre el territorio brasileño

La evolución del clima y paisaje

El ejercicio de ser etnógrafo

Informaciones etnográficas sobre los indígenas del Brasil

Las peripecias cotidianas del etnógrafo

Consideraciones específicas sobre el trabajo etnográfico

La diversidad étnica y complejidad cultural del Brasil

Los indígenas caduveo

Los indígenas bororo

Los indígenas nambiquara

Mirada comparativa de trópicos americanos e India

Consideraciones generales

2
La Etnografía: una ciencia en constante evolución
Por: Mario Ardón Mejía
Antropólogo y Agroecólogo

(Honduras)

Amazona, querida Amazona,

tú que no tienes seno derecho

tú nos cuentas lindezas

Pero tus caminos son demasiado estrechos.

Amazona (Lévi Strauss)

Introducción
Este artículo se fundamenta en la lectura, relectura y selección cuidadosa y articulada de
notas producto del estudio cuidadoso del libro Tristes Trópicos. Editorial Paidós,
Esenciales, 606p, España, 2017. La primera edición fue publicada en Paris en 1955. La
escritura de este libro constituye la culminación literaria de un viaje al corazón del Brasil y
una oda a la Antropología. Fue redactada 15 años después que Lévi Strauss retornara del
Brasil a Francia.
La lectura de la obra deja claro que, para estudiar la diversidad de las culturas de la
humanidad, hay que aprender a mirar a lo lejos y estar preparados para apreciar esa
frescura antigua, la cual con certeza nos llevará hacia la alta recompensa con un alto precio
de lucidez. Con Tristes Trópicos Lévi Strauss nos hace recorrer e ilustrarnos sobre los
tejidos y entretenidos de todas sus obras.
Con toda maestría y honradez es capaz de aproximarnos a la complejidad y diversidad
cultural a que se enfrentó en el día a día durante su estadía en el Brasil. Nos comparte una
visión panorámica y pone énfasis en hacer un recuento detallado de las sociedades
indígenas: caduveos, bororos, nambicuaras allá por los lejanos años de la década de 1930.
En Tristes Trópicos Lévi Strauss nos dejó evidenciada sobre la importancia y validez de
su trabajo, demostrado que la antropología no es solo una ciencia: es también un estado
de ánimo y esto debería ampliarse hacia todas las ciencias sociales, las humanidades y sus
interacciones entre la diversidad de las ciencias en general e incluso avanzar hacia una
propuesta de Ciencia Posnormal o ciencia con la gente.

Las influencias formativas y profesionales


Las influencias en la formación etnográfica de su avanzada en la compresión de la
cultura y la naturaleza en Lévi Strauss vienen desde muy antiguo, pues reconocía
en Jean-Jaques Rouseau: “es nuestro maestro, nuestro hermano, a quien cada
página de este libro hubiera podido ser dedicada”. Además, reconoce en Rousseau:
“el más etnógrafo de los filósofos, si bien nunca viajó a tierras lejanas, poseía una

3
documentación tan completa como era posible para un hombre de su tiempo, y él la
vivificaba”. En la perspectiva pedagógica de Rousseau podemos apreciar en El
Emilio toda una perspectiva para un ensayo muy temprano de educación
humanística dentro de un entorno natural.
Su abordaje sistemático y científico cuenta con las aportaciones desarrolladas por
Ferdinand de Saussure y en el bagaje etnológico afirma retomar las obras de Sir
Jemes Frazer que contaba en su momento con una obra a doce tomos, sobre ideas
y creencias de la humanidad. El registro y análisis de las informaciones, fuertemente
influenciado por Sigmund Freud y retoma los planteamientos de la corriente
filosófica que va de Kant a Hegel con quienes afirma que “todo un mundo se me
revelaba”.
En el ámbito sociológico, etnográfico, antropológico, retoma la competencia
disciplinar de la Sociología Primitiva de Robert H. Lowie y Marcel Mauss en la
Etnografía, André Cresson, Alfred Kroeber, Franz Boas, Lévy Bruhll y Rivet en lo
antropológico. Hace especial referencia al Breviario del Etnólogo de Jean de Léry
poniendo el énfasis “judío como yo”. Además de la competencia disciplinaria en la
etnografía de Marcel Mauss.
Hasta reconocer su gran admiración por Chopin, pues la inspiración del título y
redacción del libro Tristes Trópicos esta muy en relación con el Estudio Número 3
de Opus 10 de Chopin “¿Por qué Chopin y su composición más trivial, se me
imponían en el desierto?” Esta actividad de redacción tiene lugar 15 años después
de su retorno del Brasil. “Mis condiscípulos más sabios sabían los escalones; los
que, como yo antaño, se habían inclinado hacia la política, hoy eran diputados o
ministros. Y yo corría por los desiertos persiguiendo arduamente restos de
humanidad”. Se referían con frecuencia a él: “Es una cabeza hueca, que solo está
contento entre los salvajes”.

El viaje al Brasil y oportunidad de ser etnógrafo


Recordaba un domingo de otoño del año 1934 como a las nueve de la mañana fue llamado
telefónicamente por Celestin Bougle director de la Escuela Normal Superior:
- ¿Siempre tiene el deseo de practicar etnografía?”
- “Desde luego”
- “Entonces presente su candidatura como profesor de Sociología en la Universidad de Sao
Paulo. Los suburbios están llenos de indios, y usted les podrá consagrar los fines de
semana. Pero es necesario que dé su respuesta definitiva a Georges Dumas antes del
mediodía”.
Sin dilación asumió la decisión y se presentó ante el Embajador del Brasil Luis de Souza
Dantas quien le manifestó que la ascendencia india en el Brasil no era dudosa y él hubiera
podido vanagloriarse de ello tranquilamente. Pero le manifestó:

4
- “Como sociólogo, descubrirá cosas apasionantes en Brasil. Pero ¿indios? Ni lo piense, no
encontrará ni uno”.
A primera impresión un embajador con “barniz oficial y distinguido”. Pero eso escuchó de
labios del embajador. “Brasileño de exportación…había perdido hasta el conocimiento del
estado real de su país”. ¿Se cuestionaba que de donde había sacado que Sao Paulo era
una ciudad indígena, aunque solo fuera en los suburbios? Sin duda, de una confusión con
México o Tegucigalpa.
Durante el viaje, más que medio de transporte, el barco les parecía de morada y hogar, en
cuya puerta el escenario giratorio del mundo aparentaba fijar cada día un nuevo decorado.
Se navegaba de noche. Cada despertar nos sorprendía anclados en un puerto distinto:
Barcelona, Tarragona, Valencia, Alicante, Málaga, a veces Cádiz, o Argel, Oran, Gibraltar
antes de la etapa más larga, que llevaba a Casa Blanca y finalmente a Dakar. El
espectáculo de la costa de Africa, demasiado bajo y pantanosa para ser directamente
visible. Después de un largo viaje: “A las 5.30 horas entramos en la rada de Recife mientras
gritaban las gaviotas y una flotilla de vendedores de frutas exóticas, se apretujaba contra el
casco”. Un recuerdo tan insignificante ¿merece ser fijado en el papel? En el extranjero uno
no se equivoca. Hace quince años dejé Brasil.

La evolución histórica americana


Hoy estamos seguros (1955) de que las comunicaciones entre Alaska y las Aleutianas, por
una parte, y Siberia por otra, nunca se interrumpieron. Sin conocer la metalurgia, en Alaska
se empleaban herramientas de hierro hacia comienzos de la Era Cristiana; desde la región
de los grandes lagos americanos, hasta Siberia central se encuentra la misma cerámica y
las mismas leyendas, los mismos ritos y los mismos mitos.
Es un Pinzón quien dirige La Pinta durante el primer viaje y a quien Colón le gusta consultar
cada vez que prepara un cambio de ruta. Los primeros resplandores que Colón avistó, y
que confundió con la costa, posiblemente provenían de una especie marina de gusanos
fosforescentes, que desovaban entre la puesta del sol y la salida de la luna, pues la tierra
no podía ser visible aún. Son sus luces las que ahora adivino, durante esta noche insomne
que paso en el puente, atisbando a América.
No son tampoco los grandes pájaros marinos los que anuncian el fin de nuestro viaje -rabos
de junto grifones, petreles tiránicos que en pleno vuelo obligan a las plangas a devolver su
presa-, estos pájaros se aventuran lejos de las tierras. En Tobago hasta ahora existe la isla
contigua a Trinidad todavía se conoce una Isla como la isla de las aves piratas. Estas son
águilas marinas que se desplazan a grandes distancias y su especialidad es robar las
presas a otros predadores atacándolos en vuelo.
El sol era tan ardiente que la tripulación creyó que iba a ser quemada viva. Colón viene a
mi memoria, cuando señala que los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo.
¿Dónde Colón encontró a las sirenas? En realidad, vio al final de su primer viaje, en el mar
Caribe, aunque también hubiera podido ser a la altura del delta amazónico a indígenas que
para él ¿eran los descendientes de las 10 tribus perdidas de Israel? con el fin de determinar
la naturaleza de los indios -unos cien mil en 1492 y reducidos a doscientos un siglo más
tarde.

5
La Pelerine pudo llevar a Francia, junto con tres mil pieles de leopardo y trescientos monos,
seiscientos loros “que ya sabían algunas palabras en francés”. El descubrimiento de la tierra
de Santa Cruz por Cabral, en 1500. Me parece que el paisaje de Rio no estaba a la escala
de sus propias dimensiones. El Pan de Azúcar, el Corcovado, todos esos puntos tan
alabados, se le aparecen al viajero que penetra en la bahía como raigones perdidos en los
rincones de una boca desdentada.
Cuando en 1560, Montaigne encontró en Rouen a tres indios brasileños, traídos por un
navegante, preguntó a uno de ellos ¿cuáles eran los privilegios del jefe? (él dijo “el rey”) en
su país; y el indígena -que era el mismo jefe- respondió: “el de marchar primero en la
guerra”. Con la precocidad de los estragos del tiempo. Me ha extrañado lo precarias que
son las ventajas que confiere el tiempo. ¿En qué época el estudio de los salvajes brasileños
podía proporcionar la satisfacción más pura, hacerlos conocer bajo su forma no alterada?
¿Hubiera valido más llegar a Rio en el siglo XVIII con Bougainville, o en el siglo XVI con
Léry y Thevet? Cada cinco años hacia atrás me permite preservar un hábito, ganar una
fiesta, participar de una creencia suplementaria. Pero conozco demasiado los textos para
no saber que, al retroceder un siglo, renuncio al mismo tiempo a informaciones y a
curiosidades que enriquecerían mi reflexión.

El enfoque etnográfico
La intensa curiosidad que desde la infancia y juventud le impulsó a la geología, la filosofía
y a tratar problemas al azar, ya que, según Lévi Strauss, no existe problema que no pueda
ser abordado de esa manera. En el fondo todo constituía como un arte de juego de palabras.
La etnografía se ubica espontáneamente como en su propio reino y se aferró a la etnología
como a una tabla de salvación: “Yo no podía ayudar a alzar las viejas murallas justamente
cuando, con todas mis fuerzas, intentaba ampliar mi horizonte, ¿Cómo se llega a ser
etnógrafo?”
El visualizó claramente la urgencia de asumir un humanismo integral y concreto. Las
grandes manifestaciones de la vida social tienen en común con la obra de arte, el hecho de
nacer al nivel de la vida inconsciente; porque si bien en el primer caso, son colectivas y en
el segundo individuales, la diferencia es secundaria, y hasta aparente, pues las unas son
producidas por el público y las otras para el público, y ese público proporciona a ambas su
común denominador y determina las condiciones de su creación.
Los mitos y los símbolos del salvaje dejan aparecernos, si no como forma superior de
conocimiento, por lo menos como la más fundamental, la única verdaderamente común.
“Cada hombre -escribe Chateaubriand- lleva en sí un mundo compuesto por todo aquello
que ha visto y amado, a donde continuamente regresa, aun cuando recorra y parezca
habitar un mundo extraño”. Cuanto menores eran las posibilidades de las cultura humanas
para comunicarse entre sí y, por lo tanto, corromperse por mutuo contacto, menos capaces
eran sus respectivos emisarios de percibir la riqueza y la significación de esa diversidad.
Comprender consiste en reducir un tipo de realidad a otro; que la realidad verdadera no es
nunca la más manifiesta, y que la naturaleza de lo verdadero, ya se produce en el cuidado
que pone en sustraerse. A menudo supieron conseguir su armonía mental con menor
esfuerzo. ¡Cuánto desgaste, cuantas inútiles molestias nos evitaríamos, si aceptáramos

6
reconocer las condiciones reales de nuestra experiencia humana y el hecho de que no
depende de nosotros liberarnos integralmente de sus marcos y de su ritmo!
Ni que para todos los hombres la dirección este-oeste sea la de la realización, y para el
habitante de las regiones templadas del hemisferio austral el norte sea la sede del frío y de
la noche, y el sur, la del calor y la luz. Nada de todo eso se traduce en la conducta razonable
de los individuos. El conocimiento no se apoya sobre una renuncia o sobre un trueque, sino
que consiste en una selección de los aspectos verdaderos, es decir, los que coinciden con
las propiedades de mi pensamiento.
El hecho de confundir el progreso del conocimiento con la complejidad creciente de las
construcciones de la mente en su sentido fundamental, como una especie de contemplación
estética de la conciencia por sí misma. En una puesta de sol hay dos fases muy distintas.
Primero el astro es arquitecto. Solo después, cuando sus rayos ya no llegan directos, sino
reflejados, se transforma en puntos. Desde que se oculta detrás del horizonte, la luz se
debilita y hace aparecer planos cada vez más complejos. La plena luz es la energía de la
perspectiva, pero entre el día y la noche, cabe una arquitectura tan fantástica como efímera.
Con la oscuridad todo se aplasta de nuevo, como un juguete japonés maravillosamente
coloreado. Pero la aurora no predice cómo continuará el día.
Ese ritmo cósmico que, desde sus orígenes, ha penetrado a la humanidad con la creencia
inconsciente de que el sentido del movimiento solar es positivo y su opuesto negativo; que
el uno traduce el orden, el otro el desorden.
Un solo especialista era suficiente para ilustrar su país, hoy se necesita una hueste, que no
tenemos. Las bibliotecas personales se han transformado en curiosidades museográficas,
pero nuestras bibliotecas públicas, sin locales, sin crédito, sin personal documentalista y
hasta sin una cantidad adecuada de asientos para los lectores, desaniman a los
investigadores en lugar de prestarles un servicio.
La etnografía me procura una satisfacción intelectual: en tanto historia que une por sus
extremos la historia del mundo y la mía propia, revela al mismo tiempo la razón común de
ambas. Todo paisaje se presenta como un inmenso desorden que permite elegir libremente
el sentido que prefiera dársele. Marx enseñó que la ciencia social ya no se construye en el
plano de los acontecimientos, así como la física, se edifica sobre los datos de la
sensibilidad: la finalidad es construir un modelo, estudiar sus propiedades y las diferentes
maneras cómo reacciona en el laboratorio, para aplicar seguidamente esas observaciones
a la interpretación de lo que ocurre empíricamente, y que puede hallarse muy alejado de
las previsiones.
De aquí a unos cientos de años, en este mismo lugar, otro viajero tan desesperado como
yo, llorará la desaparición de lo que yo hubiera podido ver y no he visto. Víctima de una
doble invalidez, todo lo que percibo me hiere, y me reprocho sin cesar de no haber sabido
mirar lo suficiente. He visto que la verdad de una situación, no se encuentra en su
observación diaria, sino en su destilación paciente y fraccionada que el equívoco del
perfume me invitaba quizá desde entonces a poner en práctica en forma de retruécano
espontáneo, vehículo de una lección simbólica que yo no estaba en condiciones de formular
claramente. La etnografía constituye una de esas raras vocaciones auténticas. Uno puede
descubrirla en sí mismo, aunque no se la hayan enseñado.

7
La dinámica social en Sao Paulo
Una vez instalado en Sao Paulo, la ciudad se desarrollaba a tal velocidad que era imposible
trazar el plano y se iba constituyendo en algo así como un “desorden coagulado”. En verdad
era una ciudad etnográfica, los emigrantes pasaban ahí largos periodos de reclusión
voluntaria y como cada gran nación tenía su embajada en Sao Paulo, bajo la forma de
tienda. En Sao Paulo, los domingos podían dedicarse a la etnografía.
El crecimiento de las ciudades de este a oeste y la polarización del lujo y de la miseria de
acuerdo con este eje es uno de ellos, incomprensible sino se reconoce ese privilegio o esa
esclavitud de las ciudades que, como un microscopio y gracias al poder de aumento que
las caracteriza, hacen surgir en la lámina de la conciencia, el hormigueo microbiano de
nuestras ancestrales y siempre vivientes supersticiones.
En los alrededores de Sao Paulo se podía, finalmente, observar y recoger un rústico
folklore: fiestas de mayo con aldeas que se adornaban con verdes palama, luchas
conmemorativas fieles a la tradición portuguesa entre mouros y cristianos, procesión de la
nau catarineta -navío de cartón aparejado con velas de papel-. Figas (higas) un antiguo
talismán mediterráneo en forma de antebrazo terminado por un puño, la punta de cuyo
pulgar emerge entre las primeras falanges de los dedos del medio. Sin duda se trata de una
simbolización de coito.
Había algunos investigadores: Euclides da Cunha, Oswaldo Cruz, Chagas, Villa-Lobos-
pero la cultura seguía siendo un juguete para los ricos. Se quería hacer resaltar el amor de
América del Sur por Francia, se debía en parte a una connivencia secreta fundada sobre la
misma inclinación a consumir y a facilitar el consumo a otros, más que a producir. Los
grandes nombres que allá veneraban: Pasteur, Curie, Durkheim, pertenecían todos al
pasado, sin duda bastante próximo para justificar un amplio crédito.
La cultura vista como una señorita de ciertos principios y reservada a las distracciones, pero
harapienta traicionaba un cercano origen germánico. La colonia italiana había hecho
levantar una estatua de Augusto. La burguesía de Sao Paulo había instituido una función
cinematográfica semanal de precio elevado para protegerse de los contactos plebeyos. Se
medía nuestra influencia por la importancia de la pequeña corte que se organizaba a
nuestro alrededor. Sao Paulo contaba con 250,000 habitantes en 1900, 580,000 en 1920,
pasaba el Millón en 1928 y para 1935 ya se había duplicado a los dos millones. Mientras
que en el interior, las especies urbanas nacían y desaparecían; la provincia se iba
despoblando al tiempo que se poblaba.

Avances sobre el territorio brasileño


Para 1935, en Rio, el lugar que cada uno ocupa en la jerarquía social se medía con el
altímetro: tanto más bajo cuanto más alto era el domicilio. Los míseros vivían asentados en
los morros, en las favelas, donde una población de negros cubiertos de andrajos inventaba
en la guitarra esas melodías avispadas que en los días de Carnaval bajaban de las alturas
e invadían el centro de la capital junto con ellos. Curitiba, Botafogo, Paratí.
Mientras el interior del Brasil vivía solidariamente con una vida sin duda lenta pero continua.
Esa vegetación suntuosa agregaba una dignidad callada a las fachadas deterioradas de
Belo Horizonte. Hacia 1925 Marilia contaba con casi cien prostíbulos. Paulopolis, Orlandia,

8
las ciudades de Joinville y de Blumenau, circulaba el oro, los diamantes, los topacios y los
crisolitos extraídos de las Minas Gerais.
Las estradas muladas, rutas para mulas y las estradas boiadas, rutas para carros de
bueyes. Los caminos no respondían a las esperanzas que despertaban. Los pousos, aldeas
de encrucijada, y las bocas de sertao “bocas de matorral” al final de los caminos. Primero
un simple lugar señalado por un apodo, ya a causa de un pequeño cultivo en medio del
matorral -Batatas, Feijao Cru “alubia cruda”, Arroz sem-sal “arroz sin sal”-
Las ciudades mineras se extinguieron en su sitio, después de haber agotado su sustancia,
como el fuego. Mas tarde, la ciudad que naciera del capricho y la ambición se marchita y
desaparece. El decrecimiento demográfico comienza a hacerse sentir a partir de 1920, en
tanto que, desde 1854, las tierras agotadas se abandonan. Recoger en los hospitales las
ropas de las víctimas de viruela para agregarlos a otros presentes que colocaban a lo largo
de los senderos frecuentados aun por las tribus.
Esa riqueza que generaba su ruina; la explotación del suelo se pagaba al precio de la
devastación de la campiña, sobretodo la selva, cuya madera alimentaba las fundiciones. La
tea agrícola atravesó en cien años el Estado de Sao Paulo. Una agricultura de rapiña se
apoderó de una riqueza yacente y luego se fue a otra parte, después de haber arrancado
algunas ganancias. Con todo acierto, se describe el área de actividad de los pioneros como
una franja, pues como devastaban el suelo, casi tan rápidamente como lo desmontaban,
parecen condenados a no ocupar más que una banda en movimiento que de un lado
muerde el suelo virgen y del otro abandona barbechos extenuados.
La civilización representada por Manaos. Los más poderosos abandonaron el caucho para
reservarse el flete que les daba el control del sistema sin los riesgos, pues el patrón estaba
doblemente a merced del transportador, ya porque este decidía elevar las tarifas, ya porque
se niegue a aprovisionarlo. Pues un patrón cuya tienda está vacía pierde sus clientes,
desaparecen sin pagar la deuda o bien mueren de hambre en el lugar.
Las misiones protestantes norteamericanas que intentaban penetrar en el Mato Grosso
central alrededor de 1930 pertenecían a una especie particular, sus miembros provenían
de familias campesinas de Nebraska y de Dakota, donde los adolescentes eran educados
en una creencia literal en el Infierno y los calderos de aceite hirviendo.
Durante cientos de kilómetros el tren solo se detiene en “llaves” o apeaderos que hacen el
servicio de comunicación de una fazenda que reúne toda la población: Chave Bananal,
Chave Conceicao, Chave Eliza, etc. La población no tenía otra alternativa que agruparse
alrededor de la casa del amo. Un capitao de mata (“capitán del matorral”). Feijao Cru se
vuelve Leopoldina.
En los centros de transbordo, se veía nacer la vida comunal y urbana en una campiña de
latifundios: Goiás y Goiania. Se anunciaba la fundación de la ciudad de Goiania en torno de
un plano detallado, tal como si la ciudad hubiera sido centenaria, se enumeraban las
ventajas que se prometían a los habitantes; vialidad, ferrocarril, derivación de aguas,
cloacas y cinematógrafos. Visité Goiania en 1937, una llanura sin fin con algo de terreno
baldío y de campo de batalla, erizada de postes eléctricos y de estacas de agrimensura,
que dejaba ver unas cien casas nuevas dispersas en todas direcciones. Ninguna historia,
ninguna duración, ninguna costumbre había saturado su vacío o suavizado su dureza; uno

9
se sentía ahí como en una estación o en un hospital, siempre pasajero, jamás residente.
Por seguro, la evolución animal se cumple con fases más lentas que la vida urbana.

La evolución del clima y paisaje


Las transformaciones del globo terrestre transmitidas por la historia geológica. Esos vientos
cambiantes, anunciadores de una tempestad más profunda. Entre el hombre y el suelo
jamás se instauró esa atenta reciprocidad que en el viejo mundo funda la intimidad milenaria
en el curso de la cual ambos se dieron mutuamente forma. En la zona tropical y la templada,
pocos metros de desnivel corresponden a diferencias climáticas sensibles, era muy fácil
hacer crecer unas junto a otras las plantas propias del país natal y las de América, de tal
manera que, encantados con esas diversiones agrícolas, superponían, por ejemplo, el trigo
y la caña de azúcar, el lino y el café.
Los igapós (orillas inundables), los portos de lenha, los puertos fluviales a ambas
extremidades del trecho navegable. Pero el ferrocarril acabó con los caseríos fluviales. Es
cada vez mas acertado que los seres humanos, son los primeros responsables del aspecto
caótico del paisaje.

El sertón
El camino de Sau Lourenzo. Hasta 1900 la meseta septentrional seguía siendo una región
mítica, de la cual hasta llegaba a afirmarse que poseía una cadena de montañas, “la Serra
do Norte”, que la mayor parte de los mapas aún siguen nombrando.
Los indios paressí, estos salvajes habían sido bautizados beicos de pau (“hocicos de palo”)
por los discos que llevaban encajados en el labio inferior y en los lóbulos de las orejas. Uno
de sus lideres todavía utilizando algunos atuendos por cierto acompañó al Presidente Lula
Da Silva en la última toma de posesión muy recientemente.
Comprender que la noción de tiempo ya no tenía lugar en el universo donde penetraba. No
era yo quien dirigía la expedición, ni Fulgencio, eran los bueyes. Estas bestias pesadas se
transformaban en otras tantas duquesas cuyos humos, arranques de humor y momentos
de cansancio había que respetar. La acción de Campiar, cada mañana los hombres
buscaban hasta que cada buey estaba localizado en algún lugar. Una mula que no come
maíz no está lo suficientemente fuerte como para viajar. Además de atribuírseles tretas
inverosímiles: Una de las mulas, según me dijeron, se había ido al campo caminando,
primero de costado, después marcha atrás, con el fin de que sus rastros fueran
indescifrables para sus perseguidores.
Los arrieros y guías por pobres que fueran, todos poseían una toalla bordada y adornada
con encaje, regalo de una madre, de una hermana o de una novia, y durante todo el viaje
no consintieron en secarse la cara con ninguna otra cosa. Pero cuando les propuse por
primera vez poner una porción de azúcar en su café, me respondieron con orgullo que ellos
no estaban viciados. No aceptaban lavar ni un pañuelo que no les perteneciera, ya que el
lavado de la ropa era tarea de mujeres. El azúcar, las frutas secas y las conservas los
escandalizaban.
Todas las especies de abejas sin aguijón producen mieles de sabores diferentes -yo registré
trece-, pero siempre tan fuerte que, siguiendo el ejemplo de los nambiquara, aprendimos

10
rápidamente a disolverlas en agua. Encontré un equivalente en un condimento de Asia
suroriental: extracto de glándulas de cucarachas, que valía un potosí. Una pisca podía dar
gusto a un plato.
La guaraná, es una pasta dura de color marrón preparada casi exclusivamente por los indio
maué con los frutos triturados de una liana: la Paullinia sorbilis. Se ralla una salchicha
compacta de esta pasta sobre la lengua huesosa del pez pirarucú, que se guarda en una
vaina de cuero de ciervo. Estos detalles tienen su importancia, pues el empleo de un rallador
metálico o de otra clase de cuero, haría perder sus virtudes a la preciosa sustancia. Con el
mismo sentido los cubanos explican que el tabaco en cuerda debe ser desgarrado y
desmenuzado en la mano y no cortado con cuchillo, para que no se estropee al contacto
con el aire. El polvo de guaraná se echa en agua azucarada, donde entra en suspensión
sin disolverse: se bebe una mezcla, de sabor débilmente achocolatado. Personalmente
jamás sentí el menor efecto, pero entre las gentes del Mato Grosso Central y septentrional
la guaraná ocupa un lugar comparable al del mate en el sur.
Cuentan como el gran oso hormiguero el tamandúa, cuando está de pie en el campo, no
puede mantener el equilibrio, y por lo tanto es inofensivo. En la selva se apoya contra un
árbol con su cola, y con sus patas delanteras ahoga a quien quiera que se aproxime a él.
El oso hormiguero tampoco teme los ataques nocturnos, “pues cuando duerme repliega su
cabeza a lo largo del cuerpo, y ni el mismo jaguar llega a saber dónde la tiene”. En la
estación de las lluvias siempre hay que estar atento a los cerdos salvajes (caititú) que andan
en bandas de cincuenta o más y cuyo crujido de mandíbulas, se oye desde muchos
kilómetros de distancia, de aquí el nombre que se da a estos animales: quisada de queixo
(mentón). Cuando los oye, el cazador no tiene más remedio que huir, pues con que un solo
animal sea muerto o herido, todos los demás atacan.

El ejercicio de ser etnógrafo


Lévi Strauss en sus trabajos de campo abordó un universo muy diverso de grupos humanos
del Brasil: los indígenas kaingang, caduveo, bororo, paressí, nambiquara, tupí, tupí-kawaib,
mundurucú, ojibwa, menomini, winnebago, tupinamba, essais, paranawqt (“pueblos del
rio”), jabotifet (“pueblos de la tortuga”). El Igarapé do Leitao (Arroyo del Lechón”). En la
banda o en el clan takwatip (“del bambú”), los paressi los llaman uaikoakoré “los que
duermen en el suelo” a los nambiquaras. Los tarundé, parintintin, guana, tereno y los
mundé.
Los mundé hasta ese momento no habían sido jamás mencionados en la literatura
etnográfica: “por lo que sé, nadie ha vuelto a ver a los mundé después de mi visita, salvo
una misionera que encontró algunos de ellos, un poco antes de 1950, en el Alto Guaporé,
donde se habían refugiado tres familias. Pasé una placentera semana entre ellos, pues rara
vez he visto anfitriones más simples, pacientes y cordiales”.
“El término “kawaib” recuerda el nombre de una antigua tribu tupí, los cabahiba. Ellos
estaban ahí, dispuestos a ensenarme sus costumbres y sus creencias, y yo no sabía su
lengua. Sus seres, su apariencia física es muy diferente a la de los nambiquara: cuerpos
rechonchos, piernas cortas y piel clara, contribuía con los rasgos débilmente mongólicos, a
dar a algunos indígenas una imagen levemente caucásica. Los indios se depilan de manera
muy minuciosa: las pestañas, con la mano; las cejas, con cera que dejan endurecer sobre

11
ellas varios días antes de arrancarlas. Adelante el cabello va cortado, o más exactamente,
quemado en redondo, despejando la frente. Las cienes se despejan mediante un
procedimiento que no he visto en ninguna otra parte y que consiste en meter los cabellos
en el lazo de un cordel retorcido sobre sí mismo. Una extremidad se toma entre los dientes
del operador; con una mano tiene el lazo abierto, con la otra tira del extremo libre de tal
manera que los dos filamentos de la cuerda se enrollen más estrechamente y arranquen
los cabellos al encogerse”.
Crónica sobre los preparativos de visita a los casi extintos indígenas tupí-kawaib en 1938

*He querido insertar este recuadro. Porque esta gira generó los elementos para preparar el capítulo número 32 que constituye el mejor logrado del libro Tristes
Trópicos.

Estamos lejos de las vastas moradas tupí que describen los autores del siglo XVI y mas aun de los quinientos y seiscientos habitantes de la aldea de Abaitara. En
1925, Abaitara fue asesinado. La muerte de ese emperador del Alto Machado iba a abrir un periodo de violencias en una aldea ya reducida -por la epidemia de
gripe de 1918-1920- a 25 hombres, 22 mujeres y 12 niños. En el mismo año 1925, cuatro personas (entre ellas el asesino de Abaitara) encontraron la muerte en
venganzas, frecuentemente de origen amoroso. Poco después los sobrevivientes decidieron abandonar la aldea y reunirse, a dos días de piragua rio arriba, con el
puesto de Pimenta Bueno; en 1938 su efectivo solo era de cinco hombres, una mujer y una niñita, que hablaban en portugués rústico y aparentemente se confundían
con la población neobrasileña del lugar. Parecía que la historia de los tupí-kawaib había terminado, al menos en la orilla derecha del Machado, a excepción de un
grupo irreductible de Paranawat sobre la orilla izquierda, en el valle del rio muqui.

Sin embargo, al llegar a Pimenta Bueno en octubre de 1938, supe que tres años antes había aparecido en el rio un grupo desconocido de tupí-kawaib; se los vio
dos años mas tarde, y el último hijo sobreviviente de Abaitara (que se llamaba como su padre y será llamado así en este relato), instalado en Pimenta Bueno, se
había ido a su aldea, aislada en plena selva, a dos días de marcha de la orilla derecha del Machado, y sin ningún sendero que condujera a ella. Entonces había
obtenido del jefe de ese grupito la promesa de visitarlo con sus gentes el próximo año. Es decir, mas o menos en la misma época cuando nosotros llegamos a
Pimenta Bueno. Esta promesa era de gran importancia para los indígenas del puesto, pues, como no tenían mujeres (sólo una mujer adulta por cada cinco
hombres), habían atendido particularmente al informe del joven Abaitara que señalaba un excedente de mujeres en la aldea desconocida. El mismo viudo desde
hacía tiempo, contaba con que el establecimiento de relaciones con sus salvaje congéneres le permitiría procurarse una esposa. En estas condiciones fue como,
no sin resistencias (pues temía las consecuencias de la aventura), lo decidí a adelantar el encuentro y que me sirviera de guía.

El punto por donde debíamos penetrar en la selva para alcanzar a los tupí-kawaib se encuentra a tres días de piragua del puesto de Pimenta Bueno, rio abajo, en
la embocadura del Igarapé do Porquinho. Es un fino arroyo que se vuelca en el Machado. No lejos de la confluencia localizamos un pequeño claro natural al abrigo
de las inundaciones, pues la costa en ese lugar era mas alta. Desembarcamos allí nuestro material: algunas cajas de presentes para los indígenas y provisiones
de carne desecada, alubias y arroz. Instalamos un campamento un poco más sólido que de costumbre, ya que debía durar hasta nuestra vuelta. El día transcurrió
en esos trabajos y en la organización del viaje. La situación era bastante complicada. Como dije me había separado de una parte de mí grupo. Para mayor
desgracia, Jean Vellard (nació en Francia en 1901 y murió en Argentina en 1996). Se convirtió en un etnógrafo y especialista en venenos de varias regiones de
América del Sur), nuestro médico, atacado de una crisis de paludismo, había tenido que adelantársenos hasta un pequeño centro de buscadores de caucho, donde
estaba en reposo, a tres días de piragua rio arriba (cuando se remontan esos ríos difíciles hay que doblar o triplicar el tiempo). Por lo tanto, nuestro efectivo
quedaría reducido a Luis de Castro Faria (Llegó a ser un renombrado antropólogo nacido el 5 de julio de 1913 en Sao Joao da Barra, Estado de Rio de Janeiro y
fallecido el 16 de agosto del 2004). -mi compañero brasileño-, Abaitara, yo y cinco hombres, dos de los cuales cuidarían el campamento y tres nos seguirían a la
selva. Limitados de esa manera, y cada uno con su hamaca, mosquitero y frazada, amen de sus armas y municiones, ni pensar en cargarse de víveres, salvo un
poco de café, carne seca y farinha d´agua (hecha con mandioca pisada en el rio -de allí su nombre- y luego fermentada; se presenta en forma de pedazos duros
como arena gruesa pero que convenientemente empapados, desprenden un sabroso gusto a manteca). Fuera de eso, contamos con los tocari (nueces de Brasil),
abundantes en esos parajes, y de las cuales un solo ourigo (“erizo”, cáscara esférica y dura que puede matar a un hombre si cae desde las ramas de veinte o
treinta metros de altura), sostenido entre los pies y diestramente golpeado con un tercazo, proporciona a varias personas un alimento de treinta o cuarenta gordas
nueces triangulares de pulpa lechosa y azulada.

La partida tiene lugar antes del alba. Primero atravesamos los lajeiros, espacios casi descarnados donde la roca de la meseta que se hunde progresivamente bajo
el suelo aluvional todavía aflora en placa; luego campos de altas hierbas lanceoladas, los sapesais. Al cabo de dos horas penetramos en la selva.

Informaciones etnográficas sobre los indígenas del Brasil


Es frecuente que los grupos indígenas articularan sus comunidades en la oposición de las
mitades. La división en mitades también expresa esta dualidad. Por ejemplo, en la mitad
tugaré, las mujeres están excluidas de los ritos y engañadas sobre su verdadera naturaleza.
Manifestaban percepciones muy singulares sobre por ejemplo que algunos peces
minúsculos que, según los lugareños, remontan el chorro y penetran en la vejiga del
imprudente que se atreve a orinar en el agua o que el cristal no alumbra durante la noche,
sino el diamante.
Estaban reservados los misterios de la religión sólo a los hombres. Pero su credulidad real
o supuesta poesía también una función psicológica. Todo orden social se aproxima a la
muerte. Dejad que los muertos entierren a sus muertos. El bari, montura del espíritu. Los
bari constituyen una categoría especial de seres humanos que no pertenecen directamente
ni al universo físico, ni al mundo social, pero cuyo papel es el de establecer una mediación
entre los dos reinos. Se llega a ser bari por vocación. Tuvo la suerte de asistir a un

12
Roiakuriluo, gran canto fúnebre en honor a un muerto reconocido. Los atasu, espíritus
malévolos del matorral. “Mi reloj de pulsera también era un atasu”.

Las mujeres
Las mujeres provistas del cuévano que llevan durante la vida nómade y el palo de cavar
yerran con los niños a través de la sabana y recogen, arrancan, aplastan, capturan, toman
todo lo que en su camino puede servir de alimento: granos, frutos, bayas, raíces, tubérculos,
huevos, animalitos de todas clases, Al finalizar el día, la pareja se reconstituye alrededor
del fuego.

Decoraciones corporales
Su rostro estaba tatuado con el jugo azul-negro del jenipá. Actualmente utilizado en la
perfumería moderna brasileña.
Costumbres reproductivas
Los niños no son castigados y jamás he visto pegar a ninguno de ellos, ni siquiera insinuar
el gesto, a no ser en broma. Los padres de un niño no destetado no pueden participar de la
vida colectiva. Las relaciones sexuales entre los padres están prohibidas hasta que el último
hijo no se destete, es decir, a menudo hasta los tres años. Cuando la caza ha sido fructífera,
se cuecen rápidamente los trozos de los animales cazados enterrándolos en la ceniza
ardiente de la fogata familiar.

Caza y pesca
Los hombres cazan con grandes arcos de madera de palmera y flechas de varios tipos: las
de cazar pájaros, con la punta arromada para que no se claven en las ramas; las flechas
de pesca, más largas, sin penacho y terminadas en tres o cinco puntas divergentes; las
flechas envenenadas, con su extremo empapado de curaré y protegido por un estuche de
bambú; estas se reservan para la caza mediana, en tanto que las caza mayor (jaguares o
tapires) tienen una punta lanceolada, hecha con una gruesa astilla de bambú para provocar
la hemorragia, pues la dosis de veneno que lleva una flecha resultaría insuficiente.

La mandioca
Las mujeres rayan la mandioca sobre planchas incrustadas de espinas de ciertas palmeras,
y, si se trata de variedades venenosas, exprimen el jugo apretando la pulpa fresca en jirón
de corteza retorcido. Esto es similar a Rugama o culebra de fibras resistentes de la planta
de balaire (desmoncus orthacanthos) que todavía utilizan los garífunas de Honduras y
refieren que el jugo extraído resulta venenoso, para los cerdos. Pero si es aprovechado
para uso humano si se cocina y se convierte en una salsa.
Además, refiere que utilizaban rayadores para la mandioca, de madera incrustada de
espinas. Los garífunas de Honduras utilizan rayadores de mandioca, pero con
incrustaciones de pedernal con los mismos propósitos y en lengua garífuna se conocen
como eguí. Los pech de Honduras manifiestan ciertas percepciones similares con respecto
a las yucas venenosas que siempre deben procesarse extrayéndoles el jugo y cocinarse
asadas envueltas en hojas verdes de la planta de sasal al “amor del fuego directo generado

13
por las brazas encendidas y así contrarrestar los efectos venenosos de ese tipo de
mandioca.

Otras Comidas y bebidas


Los viajeros describen marmitas tan altas como hombres, donde se preparaba el líquido, y
el papel que se daba a las vírgenes de la tribu, quienes escupían ahí abundantemente para
provocar la fermentación. ¿Las marmitas de los tupí-kawaib eran demasiado pequeños o la
aldea carecía de otras vírgenes?: trajeron a las tres niñitas y se las hizo expectorar en la
cocción de los granos triturados. En la Talamanca de Costa Rica también he registrado esta
misma costumbre en la preparación de bebidas fermentadas.

El Tabaco
Tabak, es decir el mismo que empleamos nosotros, derivado de los antiguos idiomas
indígenas de las Antillas y verosímilmente de origen caribe. Un eventual resto puede
encontrarse en los dialectos del rio Guaporé, que poseen el mismo término, ya sea porque
lo han tomado del español (“el portugués es fumo”), ya porque las culturas del rio Guaporé
representan el extremo sudoeste de una vieja civilización antillano-guayánica (como tantos
indicios lo sugieren), que también parece haber dejado vestigios en el valle bajo del Xingu.

Las peripecias cotidianas del etnógrafo


Esas actitudes de renuncias radicales a los valores tradicionales, de esas desagregaciones
de un género de vida donde la pérdida de ciertos elementos trae aparejada la desaparición
inmediata de todos los otros, fenómeno del que yo acababa de ver un ejemplo
característico. Los indios hasta se niegan a dejarse ver; desaparecen durante días sin
avisar en expediciones de caza o recolección. A veces cuando trabajaba sentado en el
suelo, en medio de un círculo de informantes, sentía una mano que tiraba un faldón de mi
camisa: era una mujer que encontraba más sencillo sonarse con ella en lugar de ir a buscar
una ramita plegada en dos, a manera de pinza, que sirve normalmente para ese uso.
Lucinda era una monita de cola prensil, piel malva y pelo de ardilla siberiana, y de la especie
lagothryx, comúnmente llamada barrigudo por su característico vientre abultado. Me la dio,
a las pocas semanas de vida, una india nambiquara, quien la alimentaba y la llevaba día y
noche agarrada de su cabellera, que reemplaza a la pelambre y el lomo maternos (las
monas llevan sus crías sobre la espalda). Las mamaderas de leche condensada eran su
alimento; las de whisky, que hacían caer de sueño al pobre animal, me fueron liberando
progresivamente por las noches.
Durante el día solo pude obtener de Lucinda una promesa: consintió en cambiar mi cabello
por mi bota izquierda, de la cual se agarraba con sus cuatro miembros, por encima mismo
del pie. A caballo, esta posición era posible, y en piragua perfectamente aceptable. Pero a
pie, cada zarza, cada rama baja, cada hoyo, arrancaban a Lucinda gritos estridentes. Todos
los esfuerzos para incitarla a acepar mi brazo, mi hombro, y hasta mi cabello, fueron vanos.
Necesitaba mi bota izquierda, única protección y único punto de seguridad en esa selva
donde había nacido y vivido, pero donde le habían bastado pocos meses cerca del hombre
para que se le hiciera tan extraña como si hubiera crecido en los refinamientos de la
civilización.

14
Así fue como, cojeando con la pierna izquierda y con los oídos heridos con lascinantes
reproches a cada paso en falso, yo trataba de no perder de vista la espalda de Abaitara.
Nuestro guía avanzaba en la penumbra verde con paso corto y rápido, rodeando gruesos
árboles que por momentos, hacían creer que había desaparecido, abriendo un paso a
través de los zarzales y lianas a golpes de machete, dibujando a izquierda y derecha un
itinerario para nosotros incomprensible, pero que nos hundía siempre hacia adelante.

Consideraciones específicas sobre el trabajo etnográfico


Como etnógrafo se planteó: ¿Qué soy desde ese punto de vista, sino la postura, a cada
instante cuestionada, de la lucha entre otra sociedad formada por algunos millares de
células nerviosas que se cobijan bajo el hormiguero del cráneo, y mi cuerpo, que les sirve
de robot? El etnógrafo se constituye en algo así como el -crítico a domicilio y conformista
afuera. ¿Qué es exactamente una expedición etnográfica? La ambición primordial del
etnógrafo es remontarse siempre a las fuentes. No existe perspectiva más exigente para
un etnólogo que la de ser el primer blanco que penetra en una comunidad indígena. Su
respeto y su deber lo deben llevar a considerar a las sociedades que estudia como sabias.
Debe empeñarse con tranquilidad y agitación, para estar inadvertido pero estar siempre
presente; ver todo, recordar todo, anotar todo, dar muestras de una indiscreción humillante
e incluso hasta mendigar informaciones a los mocosuelos. Tratando hasta lo imposible de
no influir en las respuestas para asegurar la no influencia y condicionamiento del
informante. En una ocasión se encontró que llevaban un águila arpía viva y era un regalo
para sus anfitriones. El manifiesta su preocupación para mantener la calma frente al hecho
y mantener la honradez del etnógrafo.

La diversidad étnica y complejidad cultural del Brasil


Entre las comunidades bororos estaban organizados en comunidades en dos mitades y
dentro de cada mitad existe un orden jerárquico en tres grupos: superior, medio y bajo estos
tres niveles de grupos de cada comunidad establecen relaciones de matrimonio con los de
su mismo nivel en la otra mitad. Estos tres grupos sociales casi, sin saberlo, permanecerán
para siempre distintas y aisladas.
La complejidad social en San Paulo se vio incrementada por la llegada de emigración:
alemana, polaca, rusa e italiana. Una población tempranamente emigrada de Italia, de
Alemania y de alguna otra procedencia, siente necesidad de raíces y va al diccionario a
buscar los rudimentos de un nombre indígena, generalmente tupí, que a sus ojos adorna
con prestigio precolombino: Tanabi, Botuporanga, Tupao o Aymoré.
Alrededor de San Paulo Vivian también muchos japoneses. Todo estaba organizado de tal
manera para que esa gran aventura se desarrollara sin que ellos experimentaran jamás el
sentimiento de haber dejado Japón.
La fundación de la Universidad de Rio Grande do Sul, en el Estado más meridional de
Brasil, y la preeminencia que allí se dio a los maestros franceses. Francesinhas que con las
monjas constituían los dos flancos combatientes de nuestra influencia en el extranjero.
La diversidad nativa del territorio y la llegada de emigrantes europeos y asiáticos, ha vuelto
al Brasil un país donde tiene lugar una amplia diversidad racial acompañada por muy pocos

15
prejuicios, al menos en el pasado, permitió mezclas de todo tipo: mestizos (blancos y
negros), caboclos (blancos e indígenas) y los cafusos (indígenas y negros) y El caipira (es
decir, el provinciano)

Los indígenas caduveo


Los caduveo (que por otra parte se pronuncia “cadiveu”) es una corrupción del nombre con
que los indígenas se designaban a sí mismos: cadiguegodí. Los indios caduveo vivían en
las tierras bajas de la margen izquierda del rio Paraguay. Las familias estaban conformadas
por un marido frecuentemente de origen portugués y la mujer, india. La evidencia de la
presencia de estos indígenas fue reportada por el pintor y explorador Guido Boggiani -que
vivió ahí en 1892 y en 1897. En esos tiempos también la arqueología servía de pretexto
para cateos más importantes. Había evidencia de avanzadas sobre el territorio, constituidas
por los guarimpos, es decir, centro de buscadores de diamantes.
Para la época de 1935 los indígenas mbayá-guaycurú, toba, pilagá y guana del Paraguay
y los caduveo y los bororo del Mato Grosso central poseían una estructura jerarquizada,
semejante a los mbayá, estaban divididos en tres clases que, según parece, implicaban
estatus diferentes. Esas clases eran hereditarias y endogámicas. Ninguna mujer blanca que
fuera capturada por el mbayá tenía nada que temer, pues ningún guerrero pensaría en
mancillar su sangre con semejante unión. Ciertas damas mbayá reusaron visitar a la esposa
del virrey a causa de que tan solo la reina de Portugal era digna de su trato.
Los caduveo de la frontera paraguaya y los ge del sur de Brasil, protegidos por relegamiento
a regiones de difícil acceso, sobrevivieron durante algunos siglos a los tupies, que fueron
rápidamente liquidados por los conquistadores. Habían sido rechazados por invasores
recientes de lengua tupi.
Su cosmovisión estaba marcada por horizontes lejanos en el trato de las relaciones
existentes entre lo sagrado y lo profano. La madre de los gemelos, en otra al viejecito-dios
que descendió sobre la tierra y fue maltratado por los hombres, a quienes castigó, pero
salvó a la única familia en el seno de la cual encontró protección. Esta leyenda es similar a
los relatos legendarios sobre las Ruinas de Copán en Honduras que fue convertida en
ciudad de piedra, como consecuencia de una similar circunstancia. Las mujeres con el
atavío de los guerreros se enfrentaban en combates simulados.
Esta persistencia de las sociedades indígenas partidas en mitades seccionadas entre los
guana. Un corte en dos mitades que estaban divididas en estratos o clases diferenciados
(superior, medio y bajo). Si bien estaba prohibido a los miembros de clases diferentes
casarse entre sí, a las mitades, se les imponía la obligación inversa: un hombre de una
mitad debía obligatoriamente desposar a una mujer de la otra y recíprocamente. Por lo
tanto, la asimetría de las clases se encentraba, en cierto sentido, equilibrada por la simetría
de las mitades. El esfuerzo por permanecer fiel a estos principios contradictorios implica
divisiones y subdivisiones del grupo social en subgrupos aliados y opuestos. Esta situación
es un tanto similar a la mantenida entre los indígenas tolupanes de la Montaña de la Flor
en Honduras, que según Gabriel García Márquez, ha sobrevivido hasta ahora a más de 100
años de soledad.
Se producía fuego con la rotación o la fricción de dos pedazos de delicada madera de
palmito. Los vetustos fusiles y pistolas que antaño distribuyera el gobierno se encontraban

16
muy a menudo colgados en la casa abandonada mientras que el hombre caza en plena
selva con arcos y flechas con una técnica tan segura como que jamás habían visto un arma
de fuego.
Bodoque – arco utilizado para lanzar proyectiles de arcilla en la caza de pájaros- con el
carcaj de cacería que sostienen con una bandolera. Estos objetos que nos dejan pensativos
subsisten en las tribus como testigos de una época cuando el indio no conocía ni casa, ni
vestidos, ni utensilios metálicos.

Las comidas y bebidas


Los koro, larvas pálidas que pululan en ciertos troncos de árboles en putrefacción eran una
comida apreciada. Cuando se entraba de improviso en una casa india, se alcanzaba a ver,
antes de que una mano rápida pueda disimularla, una copa rebosante de la preciosa
golosina.
Utilizaban una farinha para absorber el jugo. Era pulpa de maíz o de mandioca fresca
deshidratada al calor y triturada hasta formar finalmente un polvo grueso.
El sempiterno postre brasileño: una tajada de dulce de membrillo o de guayaba
acompañado con queso.
Los recipientes eran de formas y usos diversos hechos de abobora, calabaza vaciada y
desecada. Para el mate utilizaban el chimarrao, es decir, el mate con bombilla. El hidromiel
era servido en vasos hechos con cuernos o cráneos.
El jugo del jenipapo -incoloro al principio, pero que se convierte en azul-negro por oxidación.
El jenipapo, de pesada carne y áspero sabor; guabirá de los claros que tiene fama de aliviar
la sed del viajero con su pulpa eternamente fría, o cajú, que revelan antiguas plantaciones
indígenas.
Dos hombres menos borrachos toman entonces los brazos del desesperado y lo pasean de
un lado a otro murmurándole palabras de consuelo y de afecto, hasta que se decide a
vomitar. Los heraldos enumeraban los títulos de bebedor y recitaban sus hazañas.

Prácticas reproductivas
Constituían una sociedad reacia a la procreación que, para protegerse de los riesgos de los
malos casamientos internos, llega a practicar ese racismo a la inversa que es la adopción
sistemática de enemigos o extranjeros. Un vivo asco a la procreación. El aborto y el
infanticidio eran practicados de manera casi normal. En el grupo guaycurú, cuando los niños
llegaban a nacer no eran educados por sus padres, sino confiados a otra familia (hasta los
14 años), donde aquellos los visitaban muy pocas veces; se los tenía ritualmente pintados
de la cabeza a los pies con pintura negra, y se los designaba con un nombre que los
indígenas aplicaron luego a los negros.
Los yernos se agrupaban con sus mujeres alrededor del hogar de sus suegros. Uno de los
fines principales de las expediciones guerreras era de procurarse niños. La conducta que
lo inspiraba conservaba toda su significación. Un juego de libros permitía transformar su
crédito en deuda y en este sentido toda la empresa funcionaba casi sin dinero.

El etnógrafo entre los caduveo

17
Les gustaba exigir que se les fotografiara, pero para que después se les pagara. No pasaba
un solo día sin que alguna mujer se me presentara con un atavío extraordinario y me
impusiera, de buen o mal grado, la obligación de rendirle el homenaje de un “clic” seguido
de algunos milreis. Cuidadoso de mis películas, muchas veces me limitaba a un simulacro
y pagaba. Luego de la foto salían celebrando y adjudicándose, a grandes voces, grados
tomados de la jerarquía militar subalterna (la única que conocían): cabo, ayudante,
lugarteniente o capitán.
Lévi Strauss manifiesta que en una ocasión y para experimentar como sabían las larvas de
los koro y bajo la mirada impasible del indio decapitó una presa de una larva y del cuerpo
salió una grasa blanquecina, y que probó, no sin titubear. Manifiesta que tiene la
consistencia y la delicadeza de la manteca y el sabor de la leche de coco.
¿De dónde provienen esos morteros de piedra admirablemente pulidos que encontré en las
casas indias mezclados con platos enlozados, cucharas baratas y a veces hasta restos
esqueléticos de una máquina de coser? La nietecita es inevitablemente la dueña de todos
los objetos que queremos comprar. En este caso algunas piezas de alfarería elaboradas
por una anciana indígena. La observamos -tiene tres o cuatro años- Acurrucada cerca del
fuego.

Los indígenas bororo


Desorientados con relación a los puntos cardinales, privados del plano que les proporciona
un argumento, los indígenas pierden rápidamente el sentido de las tradiciones, como si su
sistema social y religioso (veremos que son indisociables) fueran demasiado complicados
para prescindir del esquema que se les hace patente en el plano de la aldea y cuyos
contornos son perpetuamente renovados por sus gestos cotidianos. Los bororo en el Mato
Grosso Central son los más altos y mejor conformados de todos los indios del Brasil.
La diversidad de indígenas cayapos, apinayé, sherente, canela, cera, tugaré y kaingang.
Sen presentaban algunas convenciones como: Si mi madre es cera, yo también y mi mujer
será tugaré.

El poder
En el caso de los jefes, al recibir se obliga, siempre se está en la situación de un banquero:
muchas riquezas pasan por sus manos, pero él no las posee jamás. Mis colecciones de
objetos religiosos fueron hechas como contraparte de regalos que inmediatamente eran
distribuidos por el jefe entre los clanes, y que le sirvieron para sanear su balanza comercial.

Cosmovisión
Los butarico, constituyen los espíritus responsables de la lluvia entre los bororo. Persiste la
división en mitades como la única regla o condición respetada entre la sociedad bororo. Se
construían las casas familiares en muchos círculos concéntricos en vez de uno. La puerta
que da sobre el territorio cera se llama “puerta tugaré” y la que dá sobre territorio tugaré,
“puerta cera”.
El baitemannageo -casa de los hombres, donde duermen los solteros y donde la población
masculina pasa el día cuando no está ocupada en la caza o en la pesca, o también en

18
alguna ceremonia pública en el terreno de la danza -Lugar oval delimitado por estacas en
el flanco oeste de la casa de los hombres-
Aún en Europa, donde los muertos han llegado a ser apáticos y anónimos, el folklore
conserva vestigios de la otra posibilidad en la creencia de que existen dos tipos de muertos:
los que han sucumbido por causas naturales y que proporcionan un cuerpo de antepasados
protectores, y los suicidas, los asesinados o embrujados, que se transforman en espíritus
malignos y celosos. En Santa Cruz de Guazabasque una antigua comunidad indígena lenca
de Honduras, existe un cementerio especial para sepultar a las personas que no muren de
muerte natural.

El territorio y recursos
Dentro de sus territorios se localizan los ríos Araguaia, Sao Francisco, Das Garzas,
Bermelho. Cada piedra, apenas se encuentra, es identificada por su forma, su talla y color
y pasaba a ser parte de los grandes talleres diamantistas holandeses o ingleses. Había
espacios especiales denominados como guarimpos -colonia de buscadores de diamantes.
La ambición siempre era el convertirse en buscador rico de la noche a la mañana, pero
prisionero de su prontuario, está obligado a gastar ahí mismo todo lo que tiene. El
aislamiento era tal que para cruzar los ríos existía una provisión de cuerdas y de planchas
destinadas a reemplazar los puentes destruidos.

Decoración corporal y ajuares


La mayor parte se pintaba de bermellón de la cabeza a los pies con granos de urucú molidos
en grasa. (Achote, rucú, onoto, bija o benis bixa orellana). El atuendo era complementado
con varillas coronadas de plumas de águila arpía. Entre los indígenas cera, las mujeres
viven y heredan las casas donde nacieron.

Prácticas funerarias
Los funerales de un indígena cera están a cargo de los tugaré y a la inversa. Lévi Strauss
informa como en el momento de su llegada la comunidad de Kejara acababa de producirse
un deceso; desgraciadamente se trataba de un indígena que había muerto lejos, en otra
aldea. De modo que yo no vería la doble inhumación, que consiste primero en depositar el
cadáver en una fosa cubierta de ramajes en el centro de la aldea, hasta que las carnes se
pudren, después en lavar los huesos en el rio y pintarlos y adornarlos con mosaicos de
plumas pegadas, antes de sumergirlos en una canasta en el fondo de un lago o de una
corriente de agua. Dato similar es reportado por Alejandro Humbolt por el año de 1800.

Cura de piquete de raya


Había recibido el coletazo de una raya venenosa. Esas heridas son difíciles de curar. Hay
que encontrar una mujer que consienta en desnudarse y orinar sobre la llaga. Como en el
guarimpo hay solo prostitutas campesinas, ese tratamiento ingenuo implica por lo general
una sífilis particularmente virulenta.

El etnógrafo entre los bororo


En primer lugar, antes de ir al encuentro de los bororo, hay que empaparse de sus trabajos,
si bien al mismo tiempo es imprescindible confrontar sus conclusiones con otras obtenidas

19
en regiones a donde aún ellos no hayan penetrado y donde el sistema conserve todavía su
vitalidad.
En segundo lugar, en Kejara habitaba un indígena que sería mi interprete y mi principal
informador. Este hombre, de unos 35 años, hablaba bastante bien el portugués. Según él,
había sabido leerlo y escribirlo (aunque ahora fuera incapaz de ello), como fruto de una
educación en la misión. Orgullosos de su éxito, los Padres lo habían mandado a Roma,
donde había sido recibido por el Santo Padre. A su vuelta, parece que quisieron casarlo
cristianamente y sin tomar en cuenta las reglas tradicionales. Esa tentativa determinó en él
una crisis espiritual de la que salió fortalecido en el viejo ideal bororo: fue a instalarse a
Kejara, donde llevaba una vida ejemplar de salvaje desde hacía diez o quince años. Todo
desnudo, pintado de rojo, con la nariz y el labio inferior traspasado con barritas y
emplumado. El indio del Papa se reveló como maravilloso profesor de sociología bororo.

Biodiversidad apropiada
En cualquier dirección hacia donde se volviera, cantaba el ruiseñor acompañado por
millares de pájaros de especies diferentes. El pájaro japim (una oropéndola de plumaje
negro y amarillo, cuyo canto modulado parece una voz humana. Si los peces distinguen los
colores en claros y oscuros, las abejas clasifican las intensidades luminosas en términos
de pesadez -para ellas la oscuridad es pesada y la claridad liviana. La caza con el batuque,
consiste en golpear el suelo con un bastón grande, a intervalos regulares;
pum…pum…pum…Los animales creen que caen frutos y llegan, según parece, en un orden
inmutable: primero el jabalí, luego el jaguar.
Madera de brazo (de ahí Brasil). El fumo de rolo -hojas de tabaco fermentadas y arrolladas
en cuerdas de varios metros. Curioso corral donde agricultura y la cría de animales se
confunde. Varios gallineros estaban dispuestos en el espacio libre entre las habitaciones
centrales y las del perímetro. Y son las mujeres las que cuidan a los animales con ese trato
humano, propio de ciertos indios suramericanos.
Existen diversidad de frutas y verduras, Papaya por mamao, zapotilla por mangabeira,
caimita por fruta de conde el araza de fruto violáceo, gordo como una cereza, con gusto a
trementina y una acidez tan liviana que el agua con la que se la mezcla parece gaseosa. la
inga, con una vaina llena de una fina plumita azucarada; el bacuri, que es como una pera
robada de las huertas del Paraíso. Finalmente, el assai, delicia suprema de la selva, cuya
decocción, cuando se bebe inmediatamente, es un espeso jarabe aframbuesado, pero que
una noche después, se coagula y se vuelve como un queso agrio con perfume a frutas y la
pinga (alcohol de caña de azúcar, muy diferente al ron).
Un agricultor alemán lloraba de alegría mientras nos mostraba el bosque de limoneros que
había nacido de unas pocas semillas. Estos hombres del norte estaban confundidos por la
fertilidad, pero quizá más aún por la rareza de esos cultivos, que solo conocían a través de
los cuentos de hadas.

Etnoalimentación
Todos los alimentos están divididos en dos grupos: “comida quente, comida fría”. “Carne
de sol y carne de vento”. Los nambiquara no conocían ni la sal ni los pimientos. La sal
indígena era como agua oscura tan amarga que el jefe, que se contentaba con mirarnos

20
comer, tuvo que probarla en nuestra presencia para tranquilizarnos, porque se podía
confundir con un veneno. Este condimento se prepara con la ceniza de la madera del toarí
branco. A pesar de la molestia de la comida, la dignidad con que fue ofrecida me recordó
que los antiguos jefes tupíes tenían que “recibir” a menudo, según la expresión de un
viajero.
El jugo tóxico de la mandioca, fermentado durante semanas con pimientos, proporciona una
salsa fuerte y aterciopelada.
Las tocari o nueces de Brasil, cuya pulpa rayada es una crema blanca y untuosa que sirve
para espesar las salsas. Los bueyes a quienes temen mucho (mientras que matan y comen
de buen grado a las mulas. Entre los alimentos existían asociaciones maléficas: pescado y
carne, mango con bebida alcohólica o banana con leche.
Mientras la mujer esta encita no está sujeta a ninguna prohibición alimentaria. Después del
parto y durante los ocho primeros días tiene derecho a carne de pollo y de perdiz. Hasta el
cuadragésimo día, además de los precedentes, como ciervo y algunos peces (pacú, piava,
sardinha). A partir del cuadragésimo primer día puede reanudar las relaciones sexuales y
agregar a su régimen alimentario el jabalí y los peces llamados “blancos”. Durante un año
le están prohibidos el tapir, la tortuga terrestre, el ciervo rojo, el mutum, los peces “de cuero”:
jatuarama y curimata.

Salud
El piojo, en cuanto es atrapado, se revienta entre los dientes. La cura de orzuelo por la
imposición de un anillo de oro. La mujer solo es purificada después de cuarenta días. Si no
lo hace, el fin es triste. Después del tiempo de la menstruación, la mujer queda inmunda, el
hombre que anda con ella queda inmundo también; es la ley de dios para la mujer (texto en
portugués en el libro). Contraen tal grado de hábito que necesitan tomar de golpe un tubo
entero de aspirinas para calmar el dolor de muelas.

Los conflictos
Esta inspección de reconciliación señala la conclusión del conflicto. El reencuentro de los
grupos, cuando puede desarrollarse de manera pacífica tiene como consecuencia una serie
de regalos recíprocos; el conflicto deja lugar al mercado.
El levirato -herencia de la mujer por el hermano del marido difunto-. De este modo había
sido casado Abaitara, contra su voluntad, con la mujer de su hermano mayor; tuvo que
ceder a las órdenes de su padre y a la insistencia de la mujer, que “lo rondaba
continuamente”. Abaitara a pesar de sus treinta o treinta y cinco años, estaba perdidamente
prendado de su novia de dos años, quien le parecía una esposa de acuerdo con sus
sentimientos.

Los indígenas nambiquara


Lévi Strauss deja abierta la pregunta: ¿De dónde provenían los fundadores? Theodore
Roosevelt, que lo acompaño en el transcurso de una de las expediciones, y, en fin, un
encantador libro del malogrado Roquette -Pinto (entonces director del Museo Nacional)
titulado Rondonia (1912). A menudo se evidenciaban contactos transpacíficos. Las fechas

21
de los principales yacimientos arqueológicos del continente, obtenidas por la medida de la
radioactividad residual del carbono, se ubican de quinientos a mil quinientos años antes de
los que se suponía. Como esas flores japonesas de papel comprimido que se abren cuando
se las sumerge en agua, la historia precolombina de América quiere de golpe el volumen
que le faltaba.
Los genetistas afirman que por lo menos cuarenta especies vegetales, salvajes o
domesticadas por los americanos precolombinos tienen la misma composición
cromosomática que las especies correspondientes de Asia, o una composición derivada de
ella. La vida salvaje somete los objetos a duras pruebas. Lo que pasó en América tropical
no los sabremos jamás a causa de las condiciones climáticas desfavorables para la
conservación de los vestigios arqueológicos. Me doy cuenta de que el hemisferio occidental
debe ser considerado como un todo hace unos veinte mil años.
Los nambiquara, son de esas poblaciones enigmáticas que nadie había visto desde que
Rondon se había limitado a mencionarlas. El nambiquara agrupa varios dialectos.
En la costa, los viajeros del siglo XVI habían encontrado por todas partes representantes
de la gran cultura tupí-guaraní que también ocupaban la casi totalidad del Paraguay y el
curso del Amazonas, como en un anillo de tres mil kilómetros de diámetro, apenas
interrumpido en la frontera paraguayo-boliviana. Estos tupí, que presentan oscuras
afinidades con los aztecas -pueblos tardíamente instalados en el Valle de México- Cuenta
lo sorprendido que quedó, cuando presenció que “Los esqueletos, que fueron encontrados
en Brasil en las grutas de Lagoa Santa, paraje del Estado de Minas Gerais. Vi entre ellos,
con estupor, los rostros casi caucásicos de ciertas estatuas y bajo relieves de la región de
Veracruz, y que se atribuyen ahora a las más antiguas civilizaciones de México”.
Los mbayá-caduveo, ya que los guana, reducidos a la servidumbre por estos últimos,
hablan un dialecto arawak. Los arawak tienen descendientes hasta en la alta Bolivia. Este
último grupo es bastante misterioso; más antiguo y más refinado, constituía el grueso de la
población de las Antillas y había avanzado hasta la Florida; se distingue de los ge por una
cultura material muy alta -sobre todo en la cerámica y en la madera esculpida-, y era
semejante a ellos en la organización social, que parecía ser del mismo tipo. Los caribes y
los arawak parecen haber precedido a los tupí en la penetración del continente: se
encontraban concentrados en el siglo XVI en las Guayanas, el estuario del Amazonas y las
Antillas.

Cosmovisión
Se atribuyen pertenecer a un país donde no se muere y ayunando durante largos períodos
para merecerlo. Después de la muerte, las almas de los hombres se encarnan en los
jaguares; pero las de las mujeres y las de los niños, son llevadas a la atmósfera, donde se
disipan para siempre. Persistía la creencia de que en algunas partes había una tierra sin
muerte y sin dolor.

Un sentido peculiar sobre el poder


Entre los nambiquara, el poder político no es hereditario. El poder no parece ser objeto de
una ardiente competencia. Designar al jefe se define con el término Uilikandé parece querer
decir “el que une” o “el que ata juntos”. El jefe, debe tener un conocimiento consumado de

22
los territorios frecuentados por su grupo y por los grupos vecinos; visitar asiduamente los
terrenos de caza, los bosquecillos de frutales salvajes y saber cuál es el período más
favorable de cada uno de ellos; hacerse una idea aproximada de los itinerarios de las
bandas vecinas, ya sean amigas o enemigas. Al jefe wakletocu se lo ve constantemente en
misión de reconocimiento o de exploración, y más bien que conducir la banda, parece
revolotear a su alrededor.
Rara vez vi que uno de mis presentes durara más de unos días en sus manos. -“No quiero
ser jefe”- Fue para mí un motivo tanto mayor de asombro y de admiración el recibir, cuatro
siglos más tarde, exactamente la misma respuesta. El jefe wakletocu, se me aparecía como
un personaje listo y lleno de recursos, meditando siempre alguna combinación política. El
tarundé no era un hombre de acción, sino más bien un contemplativo, dotado de un espíritu
seductor y poético y de una viva sensibilidad. Tenía conciencia de la decadencia de su
pueblo, y esta convicción impregnaba sus frases de melancolía: “Antes yo hacía lo mismo:
ahora eso se acabó”

Las mujeres
Sobre el elemento femenino planea una verdadera maldición metafísica…las mujeres
nambiquara, no gozan de un estatus jurídico privilegiado. Cuando el hombre se encuentra
solo con su mujer, junto al hogar del campamento, escuchará sus quejas, hará caso de sus
pedidos y reclamará su ayuda para cien tareas. La charlatanería masculina desaparece
ante la colaboración de dos compañeros conscientes del valor especial que tienen el uno
para el otro.

La reproducción
Los nambiquara se casan preferiblemente con una sobrina hija de una hermana, o con una
prima de la especie que los etnólogos llaman cruzada, hija de la hermana del padre o del
hermano de la madre.
La primera mujer desempeña el papel habitual de mujer monógama en los matrimonios
ordinarios. Se conforma a los usos de la división del trabajo entre sexos, cuida los niños, se
ocupa de la cocina y recoge los productos salvajes. Las uniones posteriores, si bien son
reconocidos como matrimonios, son de otro orden. Las mujeres secundarias pertenecen a
una generación más joven. La primera mujer las llama “hijas” o “sobrinas”. Además, no
obedecen a las reglas de la división sexual del trabajo, sino que participan indistintamente
de las ocupaciones masculinas o femeninas. 0En el campo, desempeñan los trabajos
domésticos y permanecen ociosas, ya jugando con los niños, que de hecho son de su
generación, ya acariciando a su marido; mientras tanto la primera mujer, se afana alrededor
del hogar y la cocina. Pero cuando el jefe parte en expedición de caza o de exploración -o
a cualquier otra empresa masculina-, sus mujeres secundarias lo acompañan y le prestan
asistencia física y moral.
Pues “el hermano no es celoso de su hermano”. Por lo común, los cuñados y las cuñadas,
si bien no se evitan, observan una conducta reservada. Salvo raras excepciones, solo el
jefe y el brujo (cuando estas funciones se reparten entre dos individuos) pueden tener varias
mujeres.

La Interacción

23
Todas las amenazas se reducen a gestos que hacen intervenir las partes sexuales. Un
nambiquara testimonia su antipatía tomando su pene con las dos manos y apuntando con
él al adversario. No es raro ver a dos o tres hombres, casados y padres de familia,
paseándose por la noche, tiernamente abrazados.

Biodiversidad apropiada
Los nambiquara tienen conocimientos de toxicología. Fabrican curare para sus flechas por
medio de una infusión de la película roja que reviste la raíz de ciertos strychnos, que hacen
evaporar al fuego, hasta que la mezcla adquiere una consistencia pastosa. Emplean
también otros venenos vegetales que transportan consigo en forma de polvos encerrados
en tubos de pluma o de bambú, rodeados de hilos de algodón o de corteza. Estos venenos
sirven para las venganzas, comerciales o amorosas.

Etnoalimentación
En el folklore nambiquara la expresión “comer langosta”, cosecha infantil y femenina,
equivale a “estar en la miseria”. Esto ocurre cuando se depende exclusivamente del trabajo
de recolección realizado únicamente por las mujeres y los niños.

El etnógrafo entre los nambiquara


Mi esperanza solo se realizó en parte a causa del modo simplista con que encarábamos la
historia precolombina de América. Todo era como si los especialistas de más allá del
Atlántico hubieran tratado de imponer a la América indígena esa ausencia de profundidad
que caracteriza la historia contemporánea del Nuevo Mundo.
Las llanuras de los Estados Unidos y Canadá. Además, las civilizaciones de México y Perú
se comunicaron ciertamente en muchos momentos de su historia por el cabotaje a lo largo
de la costa del pacífico. Todo esto no ha sido tenido muy en cuenta porque los estudios
americanos, durante mucho tiempo, han permanecido dominados por la convicción de que
la penetración del continente era un fenómeno reciente, de una fecha no anterior a cinco o
seis mil años antes de nuestra era, y enteramente imputable a civilizaciones asiáticas que
penetraron por el estrecho de Bering.
En los itinerarios etnográficos, todas las mercaderías deben cumplir una doble función:
regalos y material de intercambio para los indios y medio de asegurarse víveres y servicios
en regiones apartadas donde rara vez penetran los comerciantes. Como al final de la
expedición se me habían acabado los recursos, para permanecer algunas semanas más,
abrí una tienda en una aldea de buscadores de caucho. Las prostitutas del lugar me
cambiaban un collar por dos huevos y no sin regatear.
Durante un año, paseé por todo el matorral varios kilos de anzuelos que nadie quería, pues
eran demasiado pequeños para los pescados dignos del pescador amazónico.
Un año después de la visita a los bororo, yo había satisfecho todas las condiciones
requeridas para ser un etnógrafo: bendición de Lévy Bruhll, Marcel Mauss y Paul Rivet.

24
Mirada comparativa de trópicos americanos e India
Hacia el 80 a. C. se instalan los escitas, quienes a su vez abandonan el terreno a los partos,
cuyo imperio se extiende, hacia el año 30 d. C., desde Táxila hasta Dura Europos. Cada
soberano había querido construir su propia ciudad, abandonando y demoliendo la
precedente para utilizar los materiales. No había una sino doce o trece Delhi y el gran
templo de Krishna, a orillas del Ganges.
Como la separación de la India y Paquistán, se hizo según la línea de demarcación religiosa,
se ha asistido a una exasperación de la austeridad y del puritanismo. El arte, se dice aquí,
“se ha refugiado en lo clandestino”.
¿Cuál es la razón profunda de esta indigencia en la que se adivina el origen del actual
desdén de los musulmanes por las artes pláticas? Lamentablemente perseguidos por los
musulmanes. Un pelo de la barba del profeta fijado por una pastilla de cera en el fondo de
una caja de vidrio llena de pétalos de rosa, y sus sandalias.
La izquierda es impura porque está reservada a las abluciones íntimas. Existían barrios
residenciales de un confort sólido y desabrido. En Dacca las habitaciones y el baño, con un
simple grifo eran de cemento desnudo y el mobiliario más insignificante que el de una
habitación de jovencita.
Los trópicos vacantes y los trópicos abarrotados. Esa arena sin hombres y esa humanidad
sin suelo. Las industrias lastimosas. Esta desvalorización sistemática del hombre por el
hombre se va extendiendo.
El khichuri, arroz y lentejillas llamadas pulse en inglés. El ninkorma, guisado de ave; el
chingri cari, guiso aceitoso y aderezado con camarones gigantes. Finalmente, el postre firni
o sea arroz con leche.
La confusión se pinta en sus rostros. Tiempo de crecida, tiempo de miseria. La tierra
cultivable, lavada por las lluvias, huye hacia el mar. E0l ganado hambriento se reproduce
con menos rapidez que los hombres y debe su supervivencia a que estos prohíben
alimentarse de él. Con el día los cultivos se sueldan y presentan una superficie continúa
rosada y verde, como los colores exquisitos y marchitos de una tapicería muy antigua y
desgastada por un largo uso y zurcida sin descanso. Así es la India.
Cada cesto refleja la originalidad de su titular. Calles liquidas. Las vacas recién compradas
se dejaban transportar, en pie en las barcas, mientras desfilaban ante un paisaje que las
contemplaba. Sin duda, la India se europeizó alrededor de 1900 y ha conservado esa marca
en su vocabulario y sus costumbres victorianas. El “período hindú” de Occidente: lujo de los
ricos, indiferencia frente a la miseria. Para rendirse bajo el peso de esta civilización hay que
ir a Agra.
“Un sueño de mármol”, se dice del Taj Mahal. El templo de la diosa Kali, el más antiguo y
venerado santuario de Calcuta.
En Langalbund, toda una comarca se dedica a la fabricación de botones de nácar del tipo
que se utiliza en nuestras prendas interiores masculinas. Hace apenas un siglo sus
esqueletos cubrían los campos; en su mayor parte tejedores, habían sido llevados al

25
hambre y a la muerte por la prohibición de ejercer su oficio tradicional, impuesta por el
colonizador con el fin de abrir un mercado a los algodones de Manchester.
Las posibilidades comparativas para narrar dos regiones tropicales diferenciadas, pero con
argumentos comunes. Parecen trasponer al plano humano la profusión enmohecedora de
los trópicos. Extraña humanidad que vive embebida en agua más que en aire.
La América amazónica, región de trópicos pobres, pero sin hombres (esto compensa
parcialmente aquello) se opone el Asia del Sur, también tropical y pobre, pero super poblada
(esto agrava aquello), de la misma manera que, en la categoría de los países templados,
América del Norte, con sus amplios recursos y su población relativamente restringida,
corresponde a una Europa de recursos relativamente restringidos, pero con una cifra de
población elevada.
Un Asia de ciudades obreras y de H.L.M. que será la de mañana, que renuncia a todo
exotismo y que reencuentra, luego de un eclipse de cinco años, ese estilo de vida taciturna
y eficaz que quizás inventó en el tercer milenio y que se desplazó después por la superficie
de la tierra, inmovilizándose provisionalmente en el Nuevo Mundo en la época
contemporánea hasta el punto en que nosotros aun lo identificamos con América, pero que
desde 1850 retomó su marcha hacia el oeste, ganando Japón, y encontró hoy su lugar
originario después de haber terminado la vuelta al mundo.
Cuando una sociedad llega a ser demasiado numerosa, a pesar del genio de sus
pensadores, sólo se perpetua segregando servidumbre. Este hábito de servidumbre. A cada
instante rondan implorando una orden. Hay algo erótico en esta angustia de sumisión. En
efecto, el mendigo es mi hermano: en este sentido, sobre todo, compartimos fraternalmente
la misma aprobación de la desigualdad que nos separa. El plano de las aldeas visto desde
el avión sorprende más aun que el paisaje. El mundo comenzó sin el hombre y terminará
sin él. Los recursos aumentaban con más rapidez que los consumidores.

Consideraciones generales
Solo el trabajo pionero, abnegado y honrado de Lévi Strauss hizo posible construir a partir
de estas lecturas y relecturas de la obra científica y novelada de Tristes Trópicos, ha hecho
posible identificar una secuencia de consideraciones y por seguro, no las únicas pero si
fundamentales para la comprensión y valoración de las contribuciones a la ciencia y la
literatura aportadas por Levi Strauss a la humanidad en el pasado, presente, pero
fundamentalmente frente al futuro:
1. Las fuerzas que han animado a nuestros lejanos antepasados aún están presentes
entre nosotros.
2. En el neolítico, el hombre hizo ya la mayor parte de los inventos indispensables para
su seguridad.
3. La fraternidad humana adquiere un sentido concreto cuando la tribu más pobre, nos
presenta nuestra imagen confirmada, y una experiencia cuyas lecciones podemos
asimilar, junto a tantas otras. Y hasta encontraremos en ellas una frescura antigua.
Pues, sabiendo que desde hace milenios el hombre no ha logrado sino repetirse,
tendremos acceso a esa nobleza del pensamiento que consiste, más allá de todas
las repeticiones, en dar por punto de partida a nuestras reflexiones la grandeza
indefinible de los comienzos.

26
4. La cultura material, que de ninguna manera emparentaba a los nambiquara con las
más altas culturas de América Central o septentrional.
5. El Chibcha que fue la lengua de una gran civilización de la actual Colombia.
6. La presencia de un grupo de tribus sin tabaco en el sur de Brasil plantea un enigma,
sobre todo si se considera que los antiguos tupís hacían gran uso de ese producto.
7. El trabajo etnográfico jamás es unilateral.
8. Una armonía perturbada. El esfuerzo y sacrificios de Lévi Strauss al realizar la más
difícil de sus incursiones para visitar a un grupo humano en riesgo de extinción, con
seguridad aportó los elementos para que nos regalara en el capítulo 32 de tristes
trópico el relato más emocionante y contundente de su libro.
9. Donde el oído y el olfato, esos sentidos más próximos al alma, encuentran
satisfacción. Renacen bienes que se creían desaparecidos: el silencio, el frescor y
la paz. La intimidad con el mundo vegetal concede aquello que el mar ahora nos
rehúsa y que la montaña hace pagar demasiado caro.
10. En cuanto a las creaciones del espíritu humano, su sentido solo existe en relación
con este y se confundirán en el desorden cuando hayan desaparecido. Así, la
civilización, tomada en su conjunto, puede ser descrita como un mecanismo
prodigiosamente complejo donde nos gustaría ver la oportunidad que nuestro
universo tendría de sobrevivir, si su función no fuera la de fabricar lo que los físicos
llaman entropía, es decir, inercia. Cada palabra intercambiada, cada línea impresa,
establece una comunicación entre los dos interlocutores, equilibrando un nivel que
caracterizaba antes por una diferencia en la información, y por tanto una
organización mayor.
11. Su horizonte, menos extenso que el de las grandes cadenas, rápidamente tapado,
encierra un universo reducido que aísla tan completamente como las perspectivas
desérticas. Un mundo de hierbas, de flores, de hongos y de insectos continua allí
con libertad, una vida independiente en la cual solo se nos admite por humildad y la
paciencia.
12. A esos pisos aéreos responden otros, bajo los mismos pies del viajero y se apresura
a tapar las huellas de su paso.
13. Las fantasías de los habitantes de la selva son más ricas que las de los habitantes
de la sabana.
14. Una Francia de 45 millones de habitantes (más o menos a 1955) se abriera
ampliamente sobre la base de la igualdad de derechos para admitir a veinticinco
millones de ciudadanos musulmanes, en gran proporción analfabetos, no daría un
paso más audaz que aquel al que América debe el hecho de no ser una pequeña
provincia del mundo anglosajón.
15. La mayor parte de los países europeos dejan que en sus costas se obstruyan con
villas, hoteles y casinos.
16. ¿Qué sería hoy de Occidente si la tentativa de unión entre el mundo Mediterráneo
y la India hubiera tenido un éxito durable?
17. Conozco etnógrafos conformistas. Lo que se hizo y se frustró puede ser rehecho. A
su modo, y en su plano, cada uno corresponde a una verdad.
18. En efecto, ¿Qué otra cosa he aprendido de los maestros que he escuchado, de los
filósofos que he leído, de las sociedades que he visitado y de esa ciencia misma de
la que Occidente se enorgullece, sino mendrugos de lecciones que, unas junto a
otras, reconstituyen la meditación del sabio al pie del árbol?

27
19. Un nuevo tipo de sociología que nacerá algún día. La vida, de desprenderse y que
consiste -¡adiós salvajes¡, ¡adiós viajes!-, durante los breve intervalos en que
nuestra especie soporta suspender su trabajo de colmena, en aprender la esencia
de lo que fue y continúa siendo más acá del pensamiento y más allá de la sociedad:
en la contemplación de un mineral más bello que todas nuestras obras, en el
perfume, más sabio que nuestros libros, respirando en el hueco de un lirio o en el
guiño cargado de paciencia, de serenidad y de perdón reciproco que un acuerdo
involuntario permite a veces intercambiar con un gato.
20. Antes que “Antropología” habría que escribir “Entropología” como nombre de una
disciplina dedicada a estudiar ese proceso de desintegración en sus
manifestaciones más elevadas.

(Tegucigalpa 27.3.2023).

28

También podría gustarte