El Rompecabezas Sobre Jesús
El Rompecabezas Sobre Jesús
El Rompecabezas Sobre Jesús
Jesús.
¿Acaso no hubo un Jesús Histórico?
Por Earl Doherty
PREÁMBULO
A medida que se aproxima el año 2000, el interés en el Jesús histórico está creciendo
dramáticamente. En los medios, en libros bestsellers, en la Internet, Jesús, como una
figura histórica en vez de un objeto de fé está siendo sometido a una investigación y
reinterpretación sin precedentes. La investigación sobre los orígenes Cristianos ha
llegado al conocimiento público como nunca antes y sus nuevos hallazgos radicales,
junto con la tendencia liberal de "aterrizar" a Jesús ha fascinado y perturbado a
creyentes y no creyentes por igual. Estamos viviendo tiempos interesantes.
Tal vez, por primera vez en su historia, el campo de la investigación del Nuevo
Testamento está en confusión. El círculo académico más progresista en este campo, el
grupo conocido como el Seminario de Jesús, recientemente ha llegado a la conclusión
de que el cadáver de Jesús, lejos de haber resucitado de entre los muertos,
probablemente se descompuso en alguna fosa desconocida, y que el movimiento
Cristiano no empezó con la convicción de que Jesús hubiera resucitado corporalmente
de su tumba. Los grupos más conservadores están resistiendo fieramente dichas
tendencias, y aún publicaciones populares como Bible Review se han convertido
ocasionalmente en campos de batalla de una "guerra civil" en la cual los académicos
Cristianos de ambos bandos están atacando la competencia e integridad de sus
oponentes "sin tomar prisioneros".
Pero en la nueva búsqueda del Jesús histórico, el tópico más importante de todos está
siendo ignorado. ¿ Ha sido victima la sociedad occidental de la más grande
equivocación en la historia ? ¿ Podría ser la razón por la cual cada generación es capaz
de reinventar a Jesús en su propia imagen, por la cual una multitud de académicos puede
salir con imágenes radicalmente diferentes del fundador del Cristianismo, que no
hubiera un hombre real por ser descubierto, que no hubiera figura histórica para ejercer
control sobre la búsqueda sin fin ? Si el registro es tan caprichoso, tan abierto a la
interpretación, ¿ no debería estar ésto posiblemente en la prioridad de la agenda ? El
Seminario de Jesús, en el comienzo de sus deliberaciones en la mitad de los años 80,
afirma haber discutido la cuestión, pero esto se redujo prácticamente a una votación
levantando las manos. Si estos académicos hubieran revisado el registro cristiano
temprano desde este punto de vista, con tanto entusiasmo e intensidad como la que ellos
dedicaron en varios años al estudio de la autenticidad de los dichos y ahora a la de los
hechos de Jesús, ellos podrían haber llegado a reconocer que las bases de su trabajo son
sorprendentemente tenues y podrían haber llegado a entender por qué la cuestión de si
Jesús realmente existió se resiste a alejarse.
La idea de que el cristianismo pudiera haber empezado sin un Jesús histórico empezó a
flotar por primera vez a fines del siglo 18 entre ciertos filósofos de la revolución
francesa. En Alemania, unas décadas después, D.F. Strauss y Bruno Bauer fijaron una
base para la teoría etiquetando mucho de la historia de Jesús como "Mitología" y los
evangelios como "invenciones literarias" ; Bauer llegó a dudar de la historicidad de
Jesús. Pero fué a la vuelta del siglo 20 que el examen detallado del tema empezó con
seriedad. Desde entonces unos pocos académicos respetables en cada generación han
negado totalmente cualquier existencia para el Jesús de los Evangelios : entre ellos J.M.
Robertson en Gran Bretaña, Arthur Drews en Alemania, Paul-Louis Cvouchoud y
Prosper Alfaric en Francia, seguidos por muchos otros. Más recientemente, G.
A.Wells, Profesor de Alemán en la Universidad de Londres (ahora retirado), ha
publicado cinco libros sobre el tema, una reveladora disección de la literatura Cristiana,
especialmente de los Evangelios, que revela cuán vaporosa y evasiva es la base histórica
que yace detrás de la historia de Jesús de Nazareth.
Mi propia investigación en este campo se remonta a 14 años atrás, cuando encontré por
primera vez una presentación seria de la teoría por parte del Profesor Wells. Aunque mi
preparación universitaria no fué en estudios del Nuevo Testamento, tengo un grado en
Historia Antigua y Lenguajes Clásicos, dándome un conocimiento práctico del Griego y
el Latín, que complementé con algo de Hebreo y Siríaco básico. Además del Nuevo
testamento (junto con muchas partes del antiguo), he investigado profundamente todos
los documentos cristianos no canónicos, los apologistas del 2o. y 3er. Siglo, todos los
pseudoepígrafos Judíos de la era junto con los Rollos del Mar Muerto, y mucha parte
del Gnosticismo Cristiano y no Cristiano. A ésto le adicioné un estudio de Filón de
Alejandría, Platonismo Medio y otras filosofías, historias antiguas relevantes, cultos de
Misterios helénicos y el pensamiento religioso general de la era. Aunque nunca
afirmaría ser experto en todas estas áreas, aquéllos que se enfocan exageradamente en
los Evangelios en un esfuerzo para descubrir el Jesús histórico o para probar su
existencia están siendo ingenuos.
La Parte Dos, "Quién era Cristo Jesús ?", es el núcleo del la serie, porque intenta fijar el
concepto del Cristo espiritual que era el objeto de la fé para Pablo y gran parte del
movimiento cristiano primitivo. Esta fé surgió de las ideas religiosas y filosóficas
prominentes de la época, tanto Judías como Griegas, acerca de una fuerza intermediaria
entre Dios y el mundo, un "Hijo" espiritual ; él obraba al interior de concepciones del
universo que han sido descartadas hace mucho tiempo. También comparo el Cristo de
Pablo con los dioses salvadores de los cultos de mistéricos grecorromanos, y aunque no
ya no es válido sostener que mucho de lo que es distintivo del cristianismo se derivó de
los misterios, ambas expresiones religiosas son en parte, ramas del mismo árbol. Ver el
cristianismo bajo esta luz nos lleva un largo trecho hacia el entendimiento del
pensamiento de Pablo. Al mismo tiempo se examinan las palabras de Pablo acerca de
Cristo para mostrar que los apóstoles como él mismo están ofreciendo una fé basada en
la revelación de parte de Dios principalmente a través de la interpretación de la
escritura, en una época de inspiración divina que no tenía que ver con el reciente
desempeño de un hombre histórico. El segundo artículo termina con un breve vistazo a
otra conclusión: que como lo demuestra su gran diversidad en el período temprano, el
cristianismo no surgió en un único instante y lugar o de un único movimiento
misionero, sino que se expresó a sí mismo de diferentes formas en muchas sectas y
lugares. Ofrezco una definición de los términos "Jesús" y "Cristo" según eran usados
durante este período inicial.
La Parte Tres, "La evolución de Jesús de Nazareth", comienza con una búsqueda en los
Evangelios. Estos documentos, que los académicos han admitido que son expresiones
de fé y no historia, fueron escritos por etapas y probablemente no tan temprano como
tradicionalmente se supone. En última instancia todos ellos son dependientes, para la
imagen que dan de la vida de Jesús, de una única fuente: la versión más temprana de
Marcos. Pero tampoco hay señal alguna de ellos en el más amplio panorama cristiano
hasta bien entrado el segundo siglo. Seguidamente , examino en detalle el documento
conocido como "Q" en el cual se creó por primera vez el núcleo del Jesús como
maestro, taumaturgo y profeta apocalíptico histórico -algo bastante alejado del Cristo
cúltico de Pablo. Aquéllos que ahora afirman que el movimiento cristiano surgió de las
enseñanzas de Jesús como se presentan en los Evangelios sinópticos, están forzados a
basar dicho Jesús educador casi exclusivamente en este documento Q perdido, del cual
sólo podemos tantear su naturaleza original y sus etapas de desarrollo. Las afirmaciones
de corroboración en el recién redescubierto Evangelio de Tomás se basan también en
fundamentos inciertos. El artículo concluye con un vistazo a cómo Marcos compiló el
Primer Evangelio partiendo de elementos separados, a sus ingredientes escriturales y
sus características sectarias. (Esta imagen de Marcos necesita ser complementada por el
análisis de John Shelby Spong en su recient libro "Liberando los Evangelios", como se
describe en mi Reseña de Libros.)
La serie original requería un "Post escrito", primero para cubrir el elemento más
importante por el cual fui criticado anteriormente, al haber omitido, a saber : el los
testigos no cristianos de Jesus, o la ausencia de estos. (Es asombroso cuánta energía del
la que se gasta en la cuestión de la existencia de Jesús se enfoca en este tópico
subordinado acerca de Josefo, Tácito y compañía -que en el mejor de los casos no es
concluyente- sabiendo que el material más diciente yace en los mismos documentos
cristianos.) Entonces, haciendo caso a los comentarios recibidos a lo largo del proceso,
trato lo que yo llamo "Cinco Falacias"contenidas en el análisis académico tradicional de
los orígenes cristianos y de los registros cristianos primitivos.
Poco tiempo después, siguió un quinto artículo en la serie, este último examinando a
"Los Apologistas del Siglo Segundo". En esta área menos conocida de los escritos
cristianos encontramos un silencio sorprendente sobre el Jesús de Nazareth Evangélico
que se extiende a varios autores, e incluso a algún material diciente de Justino Martir,
quien es el único apologista importante antes del año 180 que incluye un Jesus histórico
en su defensa del cristianismo contra los paganos. Examino detalladamente a la más
fascinante de de todas las apologías, "Minucius Felix", el cual, en su tratamiento de la
idea de un hombre crucificado y su cruz, se constituye en una verdadera "pistola
humeante".
También empecé a adicionar estudios separados sobre una variedad de temas del Nuevo
Testamento, desde documentos problemáticos hasta cuestiones de interpretación y
características del movimiento cristiano primitivo. Éstos se pueden alcanzar por medio
del encabezamiento "Artículos Complementarios" en la Home Page, el cual conducirá a
la página Complementaria que contiene una corta introducción, seguida por una lista de
estos artículos, con enlaces. Finalmente, una sección del "Feedback del lector" donde se
colocan comentarios enviados, inquietudes y mis respuestas a ellas, muchas de las
cuales constituyen por sí mismos, mini-artículos sobre varios tópicos importantes. Un
índice a estos temas de respuesta, con enlaces, aparece en el inicio de la Sección de
Feedback. Espero algún día proveer de un índice comprensivo con estilo de libro sobre
el tema en cuestión acerca de todo el material en este sitio de la red. (Puesto que varios
de mis archivos se expanden paulatinamente, le aviso al lector y al mismo tiempo, a
todos los sitios de la Red, de asegurarse de esperar hasta que un archivo sea totalmente
cargado antes de tratar de proceder con él.)
Para aquéllos que hagan un comentario o presenten una inquietud razonables ( hay una
opción de Comentarios ligada a la Home Page), Hare lo mejor que pueda para
facilitarles una respuesta, aunque pueda no ser siempre inmediatamente. Espero que el
lector pueda darse cuenta de que en un tema tan complejo y detallado como éste, no
siempre es posible cubrir cada tópico de la discusión con toda profundidad en la
presente serie de artículos, aunque frecuentemente los Artículos complementarios
estarán diseñados para lograr eso. Mi investigación continúa. Hay dos manuscritos
sobre la teoría del Mito que están cerca de ser completados - uno con detalles
"académicos", el otro más simplificado, ambos orientados al lector promedio-pero
también estoy finalizando una novela contemporánea que se enfoca en una
investigación de la cuestión del Jesús Histórico, enfrentada con una conspiración de
trasfondo de la lucha actual con el fundamentalismo : vea la respuesta a Jan en la
sección del Feedback del Lector, donde hago un breve comentario acerca de élla, junto
con un extracto.
Pienso que lo que cualquier "místico" recibiría con aprecio de la mayoría de los
académicos sería un examen enérgico de la teoría de Jesús como Mito y un intento
honesto de tratar con sus argumentos. Pero esto requerirá más sustancia que la debil y
desdeñosa atención que ellos se han dignado prestarle en el pasado. El Seminario de
Jesús podría encontrar que está reordenando sillas en la cubierta no del Titanic, sino en
el Mítico Galeón del Holandés errante.
Alrededor del año 107, el obispo cristiano de Antioquía hizo un último y penoso viaje.
Bajo escolta militar, Ignacio viajó por tierra desde Antioquía hasta Roma, donde en su
brutal arena iba a morir una muerte de martir. A lo largo del camino él escribió a varias
comunidades cristianas.
A los Tralianos el dijo : "Cierren sus oídos entonces si alguien les predica sin hablar de
Jesucristo. Cristo fue del línaje de David. Él era el hijo de María ; él verdaderamente
nació, comió y bebió, fue realmente perseguido bajo Poncio Pilato, fué realmente
crucificado....Él fué también realmente levantado de entre los muertos.
Pero hay algo muy curioso acerca del hecho de tales ideas en las cartas de Ignacio.
Dejemos de lado los Evangelios por ahora, excepto para decir que no hay buena razón
para fechar ninguno de ellos antes de muy avanzado el primer siglo, y miremos el
cuerpo remanente de escritos cristianos supervivientes en la época de Ignacio.
El plano incluye las cartas genuinas de Pablo, escritas en los años 50; cartas escritas más
tarde bajo su nombre : Colosenses, Efesios, 2 Tesalonicenses, las tres pastorales(1 y 2
de Timoteo & Tito); otras espístolas del Nuevo Testamento : Santiago, Hebreos, Judas,
1 y 2 de Pedro, 1, 2 y 3 de Juan; Revelación. También están incluidos escritos no
canónicos: 1 de Clemente, la Didaché (Más tarde llamada las enseñanzas de los 12
Apóstoles), las cartas de Ignacio, y la epístola de Bernabé. Las fechas de muchos de
estos documentos (todos originalmente escritos en griego) son difíciles de fijar y aquí
son sólo tratadas de forma aproximada.
Muchas veces en sus cartas, Ignacio enfatiza su creencia en Jesus como el hijo de
María, como un hombre que había vivido
en la época de Herodes, que había sufrido y muerto bajo Poncio Pilato. Cada Cristiano
estaría de acuerdo de que estos son
elementos esenciales de la historia del Evangelio junto con el retrato de Jesús como un
maestro ético, como ejecutante de milagros, un predicador apocalíptico de la llegada del
Reino de Dios. Y aún así, cuando pisamos por fuera de aquellos Evangelios en la mucho
más enrarecida atmósfera de las epístolas del primer siglo, encontramos un gigantesco
rompecabezas.
Este extraño silencio sobre el Jesús de los evangelios que impregna casi un siglo de
correspondencia cristiana pide a gritos una explicación. No puede ser ignorado como
algún capricho inconsecuente, o por la observación descuidada hecha por el
academicismo Neotestamentario de que los escritores cristianos primitivos "no
mostraban interés" en la vida terrenal de
Jesús. Algo está pasando aquí. En este primer artículo de una seria de tres, vamos a
examinar detalladamente esta "conspiración de Silencio" en la cual Pablo y todos los
demás escritores cristianos del primer siglo parecen estar confabulados.
El cristianismo nació dentro del Judaísmo, cuya enseñanza teológica básica fué : Dios es
Uno. La más grande blasfemia para un judío hubiera sido asociar cualquier hombre con
Dios. Aún así, ¿Qué hicieron estos primeros cristianos? Aparentemente, ellos tomaron
alguien visto como un criminal crucificado y lo convirtieron el el Hijo de Dios y
Salvador del Mundo. Le dieron títulos y roles previamente reservados únicamente para
Dios. Le hicieron preexistente: compartiendo la divinidad con Dios en el cielo antes de
que el mundo fuera hecho. Esto no fué algo que hubiera evolucionado con el tiempo.
Todo este pensamiento altamente espiritual y mitológico es la más temprana expresión
acerca de Jesús.
No obstante, hay un profundo silencio en Pablo y los otros escritores del primer siglo.
Lo podríamos llamar "La Ecuación Perdida". Ninguno de estos escritores afirma en
ninguna parte que este Hijo de Dios y Salvador, este Cristo cósmico del cual todos están
hablando, era el hombre Jesús de Nazareth recientemente enviado a la muerte en Judea.
En ninguna parte hay una defensa de esta proposición descabellada y blasfema, el
primer elemento necesario (presumiblemente) en el Mensaje cristiano: que un hombre
reciente era Dios.
Dicha defensa hubiera sido requerida aún para una audiencia de Gentiles. Los griegos y
Romanos tenían sus propias filosofías religiosas, que incluían la idea de un Hijo divino,
de un intermediario entre Dios y el mundo, pero dichos conceptos espirituales nunca
habían sido igualados con un ser humano.
En contraste, miremos los Hechos de los Apóstoles, escritos bien entrado el segundo
siglo. En el capítulo 2, Pedro se representa hablando a los judíos así : "Hombres de
Israel, escuchen mis palabras : Jesús de Nazareth, un hombre "probado ante ustedes por
Dios..." Y sigue predicando acerca de éste Jesús, a quien "Dios ha hecho Señor y
Cristo".
Aquí está la ecuación perdida en las epístolas del primer siglo. Empieza con el Jesús
humano y le declara que fué divino o que fué hecho divino. Pablo y otros escritores
primitivos, sinembargo, parecen hablar exclusivamente de un Cristo divino. Él es una
especie de don, nunca identificado con un ser humano reciente. Se estipulan creencias
espirituales acerca de éste Cristo e Hijo de Dios divino.
1 Corintios 8 :6, por ejemplo, dice: "Para nosotros hay un Dios, el Padre, del cual
proceden todas las cosas y hay un solo Señor, Jesus Cristo, por quién son todas las cosas
y por quien somos nosotros." De la misma carta, Pablo recita el evangelio que predicó
(15 :3-4) : "Que Cristo murió por nuestros pecados de acuerdo con las escrituras; que
fue enterrado; que fué levantado en el tercer día de acuerdo con las escrituras." ¿Por qué
la igualación de este Salvador divino con el reciente Jesús de Nazareth no sería una
parte necesaria y natural de al menos algunas de las declaraciones de fé o aún, de
argumentos y discusiones simples que encontramos en todas las epístolas del primer
siglo? Esta igualación está perdida de forma notoria en 1Corintios 1, 18 y ss, donde
Pablo está defendiendo la sabiduría de Dios y la aparentemente absurda doctrina
Cristiana, aunque no siente necesidad de incluir una defensa del sinsentido de que un ser
humano ha sido elevado a la divinidad. Dejaré al lector que mire cuidadosamente otros
pasajes, como Filipenses 2 :6-11, Colosenses 1 :15-20, el primer capítulo de la Epístola
a los Hebreos (La lista podría crecer indefinidamente), para que se pregunte dónde está
el reciente Jesús de Nazareth en todo ésto, el hombre que supuestamente había
caminado sobre la misma tierra en que estos escritores también habían asentado el pie,
en muchos casos, durante sus propias vidas.
Considere otro gran silencio: sobre las enseñanzas de Jesús. Las epístolas del primer
siglo regularmente dan máximas morales, dichos, admoniciones que en los evangelios
son pronunciadas por Jesús, sin atribuírselas nunca a él. El bien conocido "Ama a tu
prójimo", originalmente del Levítico, se cita en Santiago, La Didaché, y tres veces En
Pablo, aunque ninguna de ellas apunta que Jesús hizo de ésto una pieza central de su
propia enseñanza. Pablo (1 Ts. 4 :9) y también el escritor de 1 Juan de hecho, atribuyen
dichos mandamientos de amor a Dios, ¡y no a Jesús !
Cuando Hebreos habla de la "voz" de Cristo hoy ( 1, 2 y ss; 2,11; 3,7; 10,5 ), ¿Por qué
todo eso es extraído del Antiguo Testamento? Cuando Pablo en Rom 8 :26, dice que "no
sabemos cómo debemos orar," ¿significa ésto que no está enterado
de que Jesús enseñó El Padre Nuestro a sus discípulos? Cuando el escritor de 1 Pedro
insiste en , "no devolver mal con mal, sino que devuelvan bendiciones," ¿ha olvidado el
"Enseña la otra mejilla" de Jesús? Rom 12 y 13 es una letanía de ética cristiana, como lo
es la epístola de Santiago y partes de la instrucción de los "Dos Caminos" en la Didaché
y en la epístola de Bernabé; pero aunque muchos de estos preceptos corresponden a las
enseñanzas evangélicas de Jesús, ni una única alusión se hace en su dirección. Dichos
ejemplos podrían multiplicarse por docenas.
De pasada, debe notarse que esa media docena de "palabras del Señor" que Pablo
promulga como guías para ciertas prácticas en sus comunidades cristianas no son de
algún registro de pronunciamientos terrenales hechos por Jesús. Es una característica
reconocida de los movimientos cristianos primitivos que los predicadores carismáticos
como Pablo se creían a sí mismos en un estado de comunicación directa con el Cristo
espiritual en el Cielo, recibiendo instrucción e inspiración de él .
El cristianismo y otras sectas Judías creían que el fin del mundo y el establecimiento del
Reino de Dios estaba a la vuelta de la esquina. Pablo le dice a sus lectores : "El tiempo
que vivimos no durará mucho", y " Ustedes saben que el Día del Señor viene como un
ladrón en la noche." ¿Pero puede estar Pablo desinformado acerca de que Jesús mismo
había hecho casi idénticas predicciones apocalípticas, como se registra en pasajes como
Mc.13,30 y Mt. 24,42 ? El no hace ni una alusión de ésto.
Él y otros igualmente parecen ignorantes de la postura de Jesús con respecto a la
limpieza de alimentos, sobre la cuestión de aceptar la totalidad de la ley Judía, sobre el
tema de predicarle a los Gentiles, incluso en situaciones donde están enfrascados en
encarnizados debates sobre dichos tópicos.
Ni siquiera hay alguna referencia en las epístolas a Jesús como el Hijo del Hombre, no
importando el hecho de que los Evangelios están llenos de esta autodesignación favorita
de Jesús. Esta figura apocalíptica, tomada del Libro de Daniel (7,13), aparece en un
cúmulo de documentos sectarios Cristianos y Judíos alrededor del final del primer siglo,
incluyendo los Evangelios, donde Jesús mismo se declara ser quien llegará al final de
los Tiempos en las nubes del cielo para juzgar al mundo y establecer el Reino. Parece
inconcebible que Pablo, con toda su preocupación acerca del fin inminente (ver 1
Tes.4, por ejemplo) estuviera, ya sea desinformado o decidiera ignorar, el rol declarado
por Jesús como el Hijo del Hombre, .
Pero el silencio se extiende más allá de los pronunciamientos individuales del ministerio
de Jesús como un todo, y en ninguna parte es más asombroso que en Rom.10. Pablo está
ansioso de mostrar que los Judíos no tienen excusa para no creer en Cristo y ganar la
salvación porque ellos han oído la buena nueva acerca de él de parte de mensajeros
señalados como Pablo mismo. Y él contrasta los apáticos judíos con los gentiles que lo
han recibido. ¡Pero seguro que Pablo ha olvidado lo deslumbrantemente obvio ! Porque
los Judíos -o al menos algunos de ellos- supuestamente habían rechazado ese mensaje
directamente de los mismísimos labios de Jesús en persona, en contraste con los gentiles
que habían creido de segunda mano. En el verso 18 Pablo pregunta dramáticamente :
"¿Pero puede ser que ellos nunca lo hayan oído (es decir, el mensaje)?" ¿Cómo pudo
fallar en enfatizar el rechazo de la misma persona de Jesús por parte de sus
coterráneos ? Así, todo a lo que se refiere son los apóstoles como él mismo, quien ha
"predicado hasta los confines del mundo."
Entonces, en Rom.11, Pablo continúa componiendo este increíble silencio, describiendo
la extensión del rechazo de Israel,
en donde el cita las palabras de Elías de 1 Reyes acerca del supuesto hábito de los judíos
(realmente un mito infundado)
de matar sus propios profetas. Aún así, ¡Pablo falla en adicionar a este registro la
atrocidad culminante de matar al Hijo de Dios mismo! (Para 1 Tes.2 :15-16, ver el
siguiente artículo.)
Lea pasajes como Rom.16,25; Col.1,25-27; Ef.3,5-10 y pregúntese Ud. mismo ¿dónde
está el papel de Jesus en revelar el por largo tiempo oculto Plan Secreto de Dios para la
salvación ? ¿Por qué en 2 Cor.5,18 es Pablo quien ha recibido el ministerio de
reconciliación entre el hombre y Dios, y no Jesús en su ministerio? (La críptica y ubicua
pequeña frase : "en" o "por medio de Cristo" que Pablo a menudo inserta en pasajes
como éste, difícilmente compagina con dicho significado, y hablaré acerca de qué si lo
hace en el siguiente artículo.)
La perspectiva de Pablo del presente período conduciendo al fin del mundo parece no
tomar en cuenta la actividad reciente de Jsús en la tierra. El no da ningún "intermedio",
ningún período entre la muerte y resurrección de Cristo, y su futura venida. Pasajes en
Rom. 8 y 13, y especialmente 2 Cor. 6,2 no conciben ningún impacto de la reciente
carrera de Jesús en la progresión desde la era antigua a la nueva; en cambio, es la
actividad actual de Pablo la que es una parte integral de este proceso. Él tampoco toca
nunca la pregunta que hubiera reflejado las expectativas populares: ¿Por qué la
verdadera llegada del Mesías no produjo por si misma la llegada del Reino ? (En las
epístolas, nunca se habla de la esperada Venida de Cristo al final de los tiempos como
de un "Regreso" o segunda Venida; la impresión que ésto produce es que ésta sería su
primera aparición en persona en la tierra.)
Ninguna epístola del primer siglo menciona nunca que Jesús ejecutara milagros. En
algunos casos el silencio es impactante.
Tanto colosenses como Efesios ven a Jesús como el Salvador cuya muerte ha rescatado
la humanidad de los poderes demoníacos que se creía inundaban el mundo, causando
pecado, enfermedad y mala fortuna. Pero ni siquiera en estas cartas hay alguna mención
de los milagros de sanación de los cuales están llenos los Evangelios, aquellos
exorcismos que pudieron haber mostrado que Jesús había subyugado dichos demonios
aún mientras estaba en la tierra.
En 1 Cor.15, Pablo está ansioso de convencer a sus lectores de que los humanos pueden
ser resucitados de la muerte.
Entonces, ¿Por qué no apunta a cualquiera de las tradiciones de que Jesús mismo había
levantado a varias personas de la muerte? ¿Dónde está Lázaro?
En varias cartas, Pablo trata con acusaciones hechas por ciertos rivales no nombrados de
que él no es un apóstol legítimo.
Incluso Pedro y Santiago disputan su autoridad de hacer ciertas cosas. ¿Podemos creer
que en tales situaciones ninguno
hubiera usado el argumento de que Pablo no había sido un seguidor verdadero de Jesús,
mientras que los otros si lo fueron ?
Pablo nunca discute el punto. De hecho, el afirma (1 Cor.9,1 y 15,8) que él ha "visto" al
Señor en la misma forma que Pedro y todos los demás lo han hecho. Ésta es una
referencia obvia a las visiones, una de las formas estándar de revelación religiosa en
éste período.
Y ¿Cómo pudo Pablo, en Gal 2,6 desdeñar con tal falta de interés a aquéllos que habían
sido los verdaderos apóstoles de
Jesús mismo? Pero él no está solo en no concederles ningún estatus especial. El
verdadero concepto de "apóstol" en los escritos cristianos primitivos es amplio,
significando simplemente un predicador del mensaje (es decir, el "evangelio") acerca de
Tampoco hay ningún concepto de tradición apostólica en los escritores del primer siglo,
ninguna idea de enseñanzas o
autoridad pasada en una cadena, yendo hacia atrás hasta los Apóstoles originales y Jesús
mismo. En cambio, todo es
desde el Espíritu, significando revelación directa de Dios, con cada grupo alegando que
el Espíritu que han recibido es el genuino y refleja el verdadero evangelio. Ésta es la
base de la afirmación de Pablo contra sus rivales en 2 Cor. 11,4. El escritor de 1 Juan,
en su declaración (4,1 y ss) de que el Hijo de Dios ha venido en la carne, no se basa en
ninguna tradición apostólica ni en ningún registro histórico sino que debe exigir validez
por su propio Espíritu, como opuesto al falso Espíritu de los disidentes, inspirado por
Satan. En el capítulo 5, él declara que es el testimonio de Dios a través del Espíritu el
que produce la fé en el Hijo, no varias décadas de predicación cristiana remitiéndose
hasta Jesús mismo. ¿Cómo pudo este escritor en la comunidad de Juan, que más tarde
produjo el cuarto evangelio, decir (5,11) que es Dios quien ha revelado la vida eterna, e
ignorar todos aquellos memorables dichos de Jesús como "Yo soy la resurrección y la
vida" que aquél Evangelio tan ricamente registra?
Al igual que el gran señalamiento de Pedro por parte de Jesús como la "roca" sobre la
cual su Iglesia iba a ser construida, nadie en el primer siglo (incluyendo los escritores de
1 y 2 de Pedro) lo cita alguna vez en los constantes debates sobre autoridad.
El agente de toda la actividad reciente parece ser Dios, no Jesús. Pablo habla de "el
evangelio de Dios", "el mensaje de Dios".
Es Dios apelando y llamando al creyente cristiano. 2 Cor. 5,18 nos dice que "desde el
principio hasta el final, ésta ha sido la obra de Dios" (Nueva traducción inglesa de la
Biblia). En Rom.1,19 el vacío es alarmante. Pablo declara : "Todo lo que puede ser
conocido de Dios por los hombres... Dios mismo se lo ha revelado a ellos." ¿ No fué
Jesús quien reveló a Dios?, ¿dónde los atributos no visibles de Dios en Jesús ? ¿Cómo
pudo cualquier cristiano expresarse de ésta forma en que lo hacen tantos cristianos
primitivos?
También merecen mención unas pocas omisiones secundarias . Ninguna epístola del
primer siglo, aún cuando discuten el butismo cristiano, menciona alguna vez, ya sea el
propio bautismo de Jesús, o la figura de Juan el Bautista. 1 Clemente 17,1 habla de
aquéllos que proclamaban la venida del Mesías, pero incluye unicamente a Elías, Eliseo
y Ezequiel. El architraidor
Judas nunca aparece, ni siquiera en un pasaje como Hebreos 12,15 donde el autor, al
advertir contra los miembros venenosos en medio de la comunidad, ofrece la figura de
Esaú como un ejemplo, quien "vendió su herencia por una única comida". ¡Seguro que
vender al Hijo de Dios por treinta piezas de plata hubiera sido una comparación
muchísimo más dramática !
Esto nos deja con 1 Cor. 11,23 y ss, la declaración de Pablo acerca de las palabras de
Jesús en lo que él llama la Cena del Señor. Tocaré ésto en el próximo artículo, al igual
que unos pocos tópicos en varias cartas que parecen llegar a a acercarse ambiguamente
a un referirse a una vida reciente de Cristo.
En todos los escritores cristianos del primer siglo, en toda la devoción que muestran
hacia Cristo y la nueva fe, ni uno de ellos expresa alguna vez el más pequeño deseo de
ver el lugar de nacimiento de Jesus, de visitar Nazareth, su lugar de nacimiento, los
sitios de su predicación, el segundo piso donde asistió a su Última Cena, la tumba donde
fué enterrado y surgió de entre los muertos. ¡Estos lugares nunca son mencionados !
Más aún, no hay una sugerencia de peregrinar al mismo Calvario, donde se consumó la
salvación de la humanidad. ¿Cómo fué posible que dicho lugar no se hubiera convertido
en un santuario ?
Incluso Pablo, este hombre tan emocional, tan lleno de inseguridades, quien declara
(Fil.3,10) que "Lo unico por lo que me preocupo es por conocer a Cristo, por
experimentar el poder de su resurrección, de compartir sus sufrimientos", aún él parece
inmune al atractivo de dichos lugares. Tres años iban a pasar despues de su conversión
antes de que hiciera una por cierto, corta visita a Jerusalén. Y ésta -así nos dice en
Galatas- unicamente para "ir a conocer" a Pedro ; y no volvería allí durante otros 14
años.
¿Es concebible que Pablo no hubiera querido recorrer la colina del calvario, para
postrarse él mismo en el suelo sagrado que recibió la sangre de su Señor asesinado?
¡Seguramente el hubiera compartido una experiencia emocional tan intensa con sus
lectores! ¿No hubiera sido conducido al Jardín de Getsemaní, donde se reporta que
Jesús había pasado a través del horror y la duda que Pablo mismo había conocido? ¿No
se hubiera regocijado al permanecer de pié delante de la tumba vacía, la garantía de su
propia resurrección? ¿Hay, de hecho, en esta extensa tierra tan recientemente llena con
la presencia de el Hijo de Dios, algún lugar sagrado, alguna zona de terreno donde dicha
presencia persistiera aún, santificada por el paso, toque o palabra de Jesús de Nazareth ?
Ni Pablo ni ningún otro escritor de cartas del primer siglo exhala un susurro de ninguna
cosa semejante.
Los académicos del nuevo testamento son muy rápidos en mantener que el "argumento
del silencio" no es válido, pero seguro se vuelve poderoso cuando el silencio es tan
invasivo, tan inquietante. ¿Por qué escritor tras escritor falla consistentemente en
mencionar al mismo hombre que fué el fundador de su fé, el maestro de su ética, la
encarnación del Cristo divino que ellos adoraban y en el cual esperaban la salvación ?
¿Por qué cada escritor cristiano, en la atmósfera altamente polémica durante aquellas
primeras décadas de la expansión de la fé, falla en avalarse a sí mismo con el soporte de
su posición ofrecido por las mismas palabras y hechos del Hijo de Dios mismo mientras
estaba en la tierra ? ¿Qué pudo posiblemente explicar este desconcertante, enloquecedor
y universal silencio ?
Trataré de responder esa cuestión en el siguiente artículo : "Quién fué Cristo Jesús"
Primero, debemos entender la era para entender sus ideas. Después de que Alejandro
Magno conquistara la mitad de la tierra conocida a fines del siglo 4o AC, el lenguaje y
la cultura Griega (Llamada Helenismo) inundó la totalidad del mundo mediterráneo
oriental.; incluso los Judíos, quienes siempre resistieron la asimilación, no fueron
inmunes a su influencia. El imperio de Alejandro pronto se fragmentó en pequeños
imperios guerreros y finalmente Roma rigió el oriente e impuso su propia legislación
absoluta
Era un tiempo pesimista y convulsionado. Los Estoicos, Epicúreos, Platónicos y otros
ofrecieron nuevas formas morales e intelectuales de enfrentarse con la vida y con el
impredecible mundo. El entender la Deidad suprema y el establecer la ética personal
eran preocupaciones centrales de todos estos movimientos. Los filósofos errantes se
volvieron una especie de clero popular, frecuentando los mercados y las casas de la
gente. Dioses sanadores, misticismo Oriental, una completa parafernalia de magia y
astrología fueron adicionadas a la marmita para tratar con otra dimensión el dolor del
mundo: la vasta panoplia de espíritus y demonios invisibles y de fuerzas del destino que
ahora se creía impregnaban totalmente la atmósfera en la cual hombres y mujeres se
movían, perturbando e incapacitando sus vidas. La palabra de moda era “salvación”; y
para el creciente número que creía que no podía conseguirse en el mundo, se convirtió
en salvarse del mundo, El redimir al individuo se volvió una industria Helénica.
Muchos miraron a los Judíos como proveedores de una alta moral y un estándar
monoteísta, y los Gentiles se volvieron hacia el Judaísmo en varios grados de
conversión. Pero incluso aquí había fuertes corrientes de pesimismo. Durante siglos los
Judíos como una nación esperaron la salvación de una larga sucesión de conquistadores,
hasta que muchos se convencieron de que únicamente una intervención divina y
violenta podría traer el establecimiento del Reino de Dios y su propia y destinada
elevación al dominio sobre las naciones de la tierra. Dichas perspectivas fueron
mantenidas por un mosaico de grupos sectarios, cada uno viéndose a sí mismo como un
elegido, que floreció en la periferia de la “corriente principal” del Judaísmo (Templo y
Fariseos). El cristianismo fue una de estas sectas, impulsada por una intensa espera
apocalíptica del fin del mundo, que se veía inminente.
Entre los Judíos y entre los Paganos había un distanciamiento del racionalismo y una
vuelta a la revelación personal como la única fuente de conocimiento acerca de Dios y
de los caminos a la salvación. El misticismo, la inspiración visionaria, prácticas
espirituales maravillosas, se volvieron el terreno abonado de nuevas creencias y sectas.
Y nadie poseía un invernadero más enriquecido para todo esto que los Judíos, en su
colección de escritos sagrados sin paralelo, de cuyas páginas podían ser levantadas
verdades recién percibidas acerca de Dios y las realidades supremas.
Sobre dicho estado en las décadas de la mitad del primer siglo, entre lo que un
académico ha llamado “una burbujeante masa de sectas y cultos de salvación”,
surgieron los apóstoles de un nuevo movimiento. En Gálatas 1:16 Pablo dice: “Dios
eligió revelar su hijo en mí, y a través mío predicarlo a los Gentiles”. Pablo afirma que
él es el instrumento de la revelación de Dios. El predica el Hijo, el recién descubierto
medio de salvación ofrecido a Judíos y Gentiles por igual. ¿Pero es este Hijo un hombre
histórico reciente? ¿Ha sido él revelado al mundo a través de su propia vida y
ministerio? No, por lo que vimos en el primer artículo, ni Pablo ni cualquier otro
escritor de cartas cristiano primitivo nos presenta alguna vez tal idea.
Más bien, el Hijo es un concepto espiritual, justo como Dios mismo lo es, y todas las
demás deidades de la época. Ninguno de ellos está fundado en figuras históricas. La
existencia de este Hijo divino había sido desconocida hasta ese momento; él había sido
un secreto, un “misterio” oculto con Dios en el cielo. La información sobre este Hijo
había sido incorporada en la escritura. Sólo en esta era final Dios mismo (por medio de
su espíritu) había inspirado a apóstoles como Pablo para aprender- de la escritura y
experiencias visionarias- acerca de su Hijo y lo que había hecho para la salvación de la
humanidad. Y este Hijo estaba próximo a llegar desde el cielo, en el fin inminente del
mundo.
Las palabras de los escritores del primer siglo nunca hablan de la venida o de la vida de
Jesús en la tierra. Más bien, ellos hablan de su revelación, de su manifestación por Dios.
1Pedro 1:20 dice: “Predestinado desde la fundación del mundo, (Cristo) fue
manifestado para vuestro beneficio en estos últimos tiempos”. Aquí el escritor usa la
palabra Griega “Phaneroo”, significando manifestar o revelar. Romanos 3:25 dice:
“Dios lo ofreció (Cristo Jesús) como un medio de redención por su sangre, efectiva por
medio de la fe”. Aquí Pablo usa un verbo que, en este contexto, significa “declarar
públicamente”, “revelar a la luz pública.” Dios está revelando a Cristo y la redención
que él ha hecho disponible a aquéllos que creen. Otros pasajes, como Romanos 16:25,
Colosenses 1:26 y 2:2, Tito 1:2-3 contienen similares acerca de el develar actual de
secretos divinos largamente ocultos, el ojo cuidadoso que las lea puede ver que no hay
espacio para una vida y trabajos recientes de Jesús.
Pablo y otros predicadores cristianos están ofreciendo la salvación, pero es por medio de
un Cristo que es una especie de medio espiritual, uno que ha ejecutado un acto de
redención (el “reparo por su sangre”) en un ambiente mítico. Miraremos tanto al medio
como al acto en un momento, pero ese acto no es parte de lo que ha sucedido en el
tiempo presente. Más bien, el presente es cuando están siendo revelados y aplicados los
beneficios disponibles de este acto: el perdón del pecado y la garantía de la
resurrección, “efectiva a través de la fe” en el evangelio. Todo esto es la forma de
expresión universal en las epístolas cristianas del primer siglo, y aún mas; una forma de
expresión que ignora cualquier carrera reciente de Jesús y enfoca toda la atención en
aquellos elegidos para llevar el mensaje de Dios recién develado.
El monoteísmo era posesión no sólo de los Judíos, sino también de gran parte de la
Filosofía Griega. El pensamiento antiguo había llegado a un supremo Dios principal
quien había creado y gobernado el universo. Pero se tenía que enfrentar un problema.
Como dicho Dios fue hecho aún más digno, más perfecto, él también se volvió más
trascendente. Cualquier forma de contacto con el mundo inferior de la materia se
opinaba que no era apropiada y , de hecho, imposible, y así surgió la idea de que
cualquier relación entre Dios y el mundo debía tomar lugar por medio de alguna forma
de intermediario.
La solución griega fue el Logos, una especie de dios subsidiario o fuerza divina, una
emanación de la Deidad. En la escuela de pensamiento más influyente, el Platonismo, el
Logos era la imagen de Dios en forma perceptible y un modelo para la creación. El
revelaba el, de otra forma inaccesible, Dios supremo, y a través de él -- o eso, puesto
que el Logos era más un ser abstracto que uno personal – Dios actuaba sobre el mundo.
Sabemos de sectas religiosas Helénicas basadas en el Logos.
Ahora podemos ganar un entendimiento más claro del Cristo Jesús de Pablo y de la
esfera de su actividad. La pseudopaulina 2Timoteo nos dice (1:9) que Dios( !) nos ha
salvado a través de su gracia, “la cual nos fue dada en Cristo Jesús en tiempos eternos”.
Aquí hay dos frases clave. Primero, el término “en Cristo” (o algunas veces “por
Cristo”) que Pablo y otros usan más de un centenar de veces a través de las epístolas:
ésta difícilmente puede llevar sobre sus débiles hombros el amplio significado que
algunos académicos tratan de darle, a saber una especie de referencia compacta a la
vida, ministerio, muerte y resurrección de Jesús. Verifique su uso en otros pasajes como
Efesios 1:4, 2 Corintios 3:14, y especialmente Tito 3:6: “(Dios) envió el Espíritu sobre
nosotros plenamente a través de Cristo Jesús nuestro Salvador”.
¿Pero dónde y cuándo este mismo Hijo intermediario había ejecutado el acto redentor?
Ésta es la última gran pregunta que vamos a tocar.
Dichas ideas son, para nosotros, extrañas e incluso exóticas, pero eran una parte integral
del pensamiento mitológico del mundo antiguo. Para obtener una mejor comprensión de
ellas, haremos una comparación entre el Cristianismo y otra expresión religiosa
prominente del mundo grecorromano de su tiempo. También nos ayudará a entender la
evolución de la idea de la redención por el sacrificio de Cristo (aunque esto no será
totalmente resuelto hasta el siguiente artículo).
Por el primer siglo de la era cristiana el Imperio tenía varios cultos de salvación
populares conocidos como los “misterios”, cada uno con su propio así llamado dios o
diosa salvador, tal como Isis, Atis y Mitras. Ha sido un debate como un sube y baja el
cuándo estos cultos estaban totalmente formados y cuánto ellos pudieron haber influido
sobre las ideas cristianas, pero al final podemos decir que el cristianismo, en algunos de
sus aspectos era la expresión Judía de este fenómeno religioso ampliamente distribuido.
Cada uno de estos dioses salvadores de alguna forma tenía que sobrellevar la muerte o
ejecutar algún acto cuyos efectos garantizaran al iniciado una feliz vida después de la
muerte. El dios salvador del cristianismo, Jesús Cristo, había sufrido la muerte y había
resucitado como un acto redentor (1 Corintios 15:3-4), dando la promesa de
resurrección y vida eterna al creyente. Esta garantía involucraba otra característica del
pensamiento del mundo antiguo, íntimamente relacionado al Platonismo: la idea de que
las cosas y eventos en la tierra tenían sus paralelos en el cielo; esto incluía figuras
divinas que servían como paradigmas para las contrapartes humanas terrenales. Lo que
las primeras sufrían en el ámbito espiritual reflejaba las experiencias y determinaba los
destinos de aquéllos que estaban ligados a ellos en la tierra. Por ejemplo, el original
“uno como un hijo de hombre” en la visión de Daniel (7:13-14) recibió de Dios poder y
dominio sobre la tierra, y esto garantizaba que su contraparte humana, los santos o los
elegidos de Israel, estaban destinados a recibir estas cosas cuando el Reino de Dios
fuera establecido. El Hijo del cristianismo era también un paradigma: La experiencia de
sufrimiento y muerte de Cristo reflejaba aquéllas de los humanos, pero su exaltación
tendría similarmente su paralelo por sus propias exaltaciones. Como Romanos 6:5
declara: ”Seremos uno con Cristo en una resurrección como la suya”.
Los dioses salvadores también conferían ciertos beneficios en el mundo presente. Ellos
proveían protección de los espíritus demoníacos y de los destinos. Los devotos de Cristo
también afirmaban esto de él (ver Colosenses y Efesios). Ritos de iniciación en los
misterios, que incluían especies de bautismo, conferían renacimiento y llevaban al
iniciado a una relación especial con el dios o diosa. En el bautismo de Pablo, el
converso moría a su vida presente y surgía a una nueva; de este nuevo estado, Pablo
dice: “Nosotros somos en Cristo y Cristo es en nosotros”
Todo esto no es para decir que no había diferencias significativas entre las ideas y
rituales de los misterios y aquéllos del cristianismo, si fuera únicamente porque
surgieron de entornos culturales diferentes.****
Los griegos, por ejemplo, no tenían deseos de ser resucitados en la carne; ellos
generalmente encontraban la idea repugnante, y la salvación después de la muerte era
una cuestión de pura liberación del alma misma de la impureza de la materia y de
reunirse con lo divino en el mundo eterno. No había necesidad para sus dioses de ser
resucitados en la misma forma en que lo fue Jesús. Sinembargo, debe notarse que el
cristianismo más primitivo concebía a Jesús resucitado únicamente en el espíritu,
exaltado al cielo inmediatamente después de la muerte (e.g. Filipenses 2:9, 1 Pedro
3:18, Hebreos 10:12, etc.). Una travesía corporal en la tierra con los apóstoles vino
solamente con los evangelios. De hecho, la totalidad del evento de la Pascua como los
Evangelios lo presentan está perdido de las epístolas del primer siglo.
Pero, ¿cómo pudo toda esta actividad redentora de parte de los dioses salvadores, en los
misterios y en el cristianismo por igual, ser concebida como teniendo lugar “en el
mundo”, o incluso “en carne”, aunque no en un momento y lugar histórico específico?
Esto, por supuesto, es la naturaleza del mito, pero depende de ciertas concepciones del
mundo sostenidas por los antiguos. Una de éstas no veía una distinción rígida entre lo
natural y lo sobrenatural. Los dos se mezclaban uno en el otro. La tierra no era sino una
capa de un sistema en niveles que progresaba desde la materia base donde los humanos
vivían hasta el nivel puramente espiritual donde residía Dios. Las esferas entre los dos
niveles contenían otras partes del “mundo”, pobladas por clases de ángeles, espíritus y
demonios. Esta visión estaba especialmente difundida en el pensamiento apocalíptico
Judío, que veía varias figuras y actividades involucradas en la inminente llegada del fin
del mundo como localizada en estos niveles sobre la tierra.
Aquí hemos cruzado hasta una línea de pensamiento algo distinta del universo en
niveles continuos recién descrito. La forma en que Salustio pone las cosas es
esencialmente platónica: lo que se percibe por contemplación y revelación en la tierra es
sólo un reflejo imperfecto de verdades eternas y procesos espirituales en el mundo
superior de la realidad suprema. Varios escritores cristianos primitivos muestran
diferentes mezclas del universo en capas y del platónico, y todo esto fue construido
sobre la base antigua de una más primitiva visión creadora de mitos, una forjada
alrededor de el mundo. Esta perspectiva colocaba figuras y procesos divinos en un
pasado obscuro, primordial: aquí los dioses habían planeado y establecido cosas que
daban significado a las creencias y prácticas del momento actual, y desde este pasado
sagrado los humanos obtenían beneficios e incluso, redención. Todas estas ideas
contribuían a los mitos de la era en
la cual el cristianismo nació.
Para el pagano y el judío promedio, la masa de procesos del universo ocurría en el vasto
e invisible reino espiritual que empezaba en el nivel más bajo de el “aire” y se extendía
siempre hacia arriba a través de las varias capas del cielo. Aquí un dios salvador como
Mitras podía matar un toro, Atis podía ser castrado, y Cristo podía ser colgado en un
árbol por “el dios de ese mundo” significando Satán (Ascensión de Isaías 9:14). La
interpretación más plana de la Epístola a los Hebreos 9:11-14 es que el sacrificio de
Cristo tuvo lugar en un ambiente no terrenal y en un tiempo espiritual; 8:4 virtualmente
nos dice que el nunca había estado en la tierra. Pablo en 1 Corintios 15:45f y en toda
parte puede hablar de Cristo como “hombre” (anthropos), pero él es el hombre ideal,
celestial (un tipo de idea ampliamente difundida en el mundo antiguo) cuyo “cuerpo”
espiritual provee la imagen del cuerpo celestial que los cristianos recibirán en su
resurrección. Para mentes como la de Pablo, dichos prototipos del mundo superior
tenían una existencia tan real como los seres humanos de carne y hueso alrededor de
ellas en la tierra.
Es en el mismo sentido que Pablo en Romanos 1 y Gálatas 4, declara que Cristo tenía
que haber sido “del linaje de David”, nacido bajo la Ley. La fuente de dichas frases es la
escritura, no la tradición histórica. Los escritos sagrados eran vistos por algunos como
proveedores de un cuadro del mundo espiritual, de las realidades en el cielo. Puesto que
el Cristo espiritual era ahora identificado con el Mesías, todos los pasajes en la escritura
que se presumía trataban sobre el Mesías tenían que ser aplicados a él, aún si eran
entendidos en un sentido mítico. Varias referencias predecían que el Mesías descendería
de David: por tanto lo de Romanos 1:3 (y todas las otras partes).Note que 1:2 apunta
inequívocamente a la escritura como la fuente de esta doctrina. (Al igual que como lo
hace Corintios 15:3-4 para la fuente de la muerte y resurrección de Jesús). Isaías 7:4,
para dar otro ejemplo, supuestamente habló del Mesías como nacido de una doncella, y
así Pablo en Gálatas 4:4 nos dice que Cristo fue “nacido de mujer”. (Note que el nunca
da el nombre de María, o cualquier cosa acerca de esta “mujer”. Ni siquiera identifica
alguna vez el momento o el lugar de este “nacimiento”.) Los misterios pueden no haber
tenido el mismo rango de los escritos sagrados para suministrar sus propios detalles,
pero los mitos de dioses salvadores contenían elementos igualmente humanos que eran
entendidos enteramente en un entorno mítico. Dioniso también había nacido de una
mujer, en una cueva.
Era en dichas dimensiones mitológicas, espirituales, que el Cristo Jesús de Pablo había
sido “encarnado” y había ejecutado su acto de redención. Así era el secreto intemporal
que Dios había escondido durante largas eras y sólo recientemente reveló a visionarios
como Pablo. Y todo estaba por descubrirse en la escritura, o al menos, en la nueva
forma de leerla. Es muy difícil para nosotros hacer entrar nuestra mente dentro de este
tipo de pensamiento, porque en nuestra era científica y literal, simplemente no tenemos
equivalente. Este es uno de los mayores obstáculos que hacen tropezar en el
entendimiento y aceptación de la teoría de Jesús como Mito.
Hay unos pocos pasajes en las epístolas que parecen hablar de una venida reciente de
Cristo, notablemente en Gálatas 3 y 4. Pero en 3:23 y 25 Pablo enfatiza que es la fe la
que ha llegado en el presente, mientras que el verso 24, ignorando una traducción
amañada frecuente, es literalmente “conduciéndonos a Cristo” que puede significar
tener fe en él. En 3:19, son los gentiles quienes pertenecen a Cristo (verso 29) los que
están en mente. En cualquier caso, cualquier referencia al envío o venida de Cristo
pueden ser tomadas en el sentido de la revelación de Cristo por Dios en el momento
actual. (En el caso de Gálatas 4:4, “nacido de mujer”, etc. es descriptivo de este Hijo, no
ligado al envío actual, que en el verso 6 se especifica como sólo en “espíritu”.) Los
cristianos primitivos vieron el Cristo espiritual como habiendo llegado en una forma
real,
activo en el mundo y hablando a través de ellos mismos. Este es ciertamente el sentido
de pasajes como 1 Juan 5:20, “Sabemos que el Hijo de Dios ha venido” y Hebreos 9:11
y 26.
Finalmente, de Gálatas 1:19 viene la tradición de que Santiago era el hermano de Jesús,
considerando que la frase “hermano del Señor” pudo perfectamente haberse referido a
su posición preeminente como cabeza de la hermandad de Jerusalén. Por todas partes, se
cita a los apóstoles como “hermano” (e.g. Sostenes en 1 Corintios 1:1), y los 500 que
recibieron una visión del Cristo espiritual en 1 Corintios 15:6 difícilmente eran todos
familiares de Jesús.
Antes de que vayamos a los Evangelios en el artículo siguiente, se debe responder una
pregunta. ¿Dónde y cómo empezó el cristianismo? La postura tradicional, por supuesto,
es que empezó en Jerusalén entre los Doce Apóstoles en respuesta a la muerte y
resurrección de Jesús. Pero esto es insostenible, y no sólo por una carencia de un Jesús
histórico.
Pablo constantemente encuentra rivales que están interfiriendo con su trabajo, cuyos
puntos de vista está tratando de combatir. Los “falsos apóstoles” contra los cuales se
enfila en 2 Corintios 10 y 11 están “proclamando otro Jesús” y ellos ciertamente no son
del grupo de Pedro. ¿De dónde vienen todos ellos y de dónde sacaron sus ideas?
Debemos darnos cuenta de que “Jesús ” (Yeshua) es un nombre hebreo que significa
Salvador. Al comienzo del cristianismo se refiere no al nombre de un individuo humano
sino (como el término Logos) a un concepto: una figura divina, espiritual, quien es el
mediador de la salvación de Dios. “Cristo”, la traducción griega del “Mesías” hebreo, es
también un concepto, significando el Ungido de Dios (aunque enriquecido por mucha
connotación adicional). En los círculos sectarios Judíos a lo largo del Imperio, que
incluían muchos Gentiles, estos nombres habrían disfrutado un amplio rango de uso. La
creencia en alguna forma de Salvador Ungido espiritual—Jesús Cristo—estaba en el
aire. Pablo y la hermandad de Jerusalén eran simplemente una corriente de este
fenómeno ampliamente diseminado, aunque una importante y finalmente muy
influyente. Más tarde, en un proceso de fabricación de mito por su cuenta, este grupo de
misioneros llegó a ser visto como el punto de origen de la totalidad del movimiento. El
siguiente artículo mostrará como todas estas diversas corrientes fueron englobadas por
el Jesús de Nazaret que entró a la vida por primera vez en los Evangelios.
Moverse de las epístolas del N.T. a los Evangelios es entrar a un mundo completamente
diferente. En los dos artículos previos de esta serie, hice notar que virtualmente cada
elemento de la Biografía Evangélica de Jesús de Nazareth está perdida de las epístolas y
que Pablo y otros escritores primitivos nos presentan sólo un Cristo divino, espiritual,
en el Cielo; uno revelado por Dios a través de la inspiración y la escritura. Su Jesús
nunca se identifica con un hombre histórico reciente. Como los dioses salvadores de los
cultos mistéricos griegos, el Cristo de Pablo ha ejecutado su acto redentor en una arena
mítica. Así, cuando abrimos los evangelios no estamos preparados para la figura de
carne y hueso que vive y habla en sus páginas, una figura que caminó por las arenas de
Palestina y murió en el Calvario en los días de Herodes y Poncio Pilato.
Los académicos están acercándose cada vez más a la comprensión de como y cuándo se
escribieron los evangelios. Se acepta que los nombres Marcos, Mateo, Lucas y Juan son
atribuciones tardías; los autores reales son desconocidos. Ahora es aceptado casi
universalmente que Marcos escribió primero y que fué reformado por "Mateo" y
"Lucas", agregando material adicional. Algunos de los problemas que pusieron la
prioridad de Marcos en duda, como aquéllos pasajes en los cuales Mateo y Lucas
concuerdan en redacción pero difieren de la de pasajes similares en Marcos, han sido
resueltos por otro revelador hallazgo: que cada uno de los Evangelios Canónicos es el
resultado final de una temprana historia de escritura y reescritura, incluyendo adiciones
y escisiones. Se piensa que el Evangelio de "Juan" ha pasado a través de por lo menos
cinco etapas de construcción. Así, Mateo y Lucas, escribiendo independiente y
probablemente desconociendose el uno al otro, usaron una edición (o ediciones)
primitiva de Marcos que fuera conforme a sus concordancias. No se puede sostener ya
más el concepto de un documento del Evangelio unificado, escrito por un único autor,
dejando de lado, obviamente, el concepto de uno producido por inspiración.
Nos enfrentamos con la misma pregunta en Hechos. Por qué sólo un escritor, y ésto bien
entrado en el segundo siglo, decide componer una historia del origen y crecimiento de la
iglesia cristiana? Ningún otro escritor menciona alguna vez a Pentecostés,¡esa visita
colectiva del Espíritu a los Apóstoles que de acuerdo con Hechos empezó la totalidad
del movimiento Misionero! Pero si en cambio, este movimiento fué muy diverso y
ampliamente diseminado, algo descoordinado y competitivo (Como sugieren las cartas
de Pablo), expresando una gran variedad de doctrinas dentro de la amplia inspiración
religiosa de la época, es más fácil entender cómo un grupo, deseando imponer la unidad
misionera y darse a sí mismo autoridad, pudo crear su propia única imagen de los
comienzos de la Cristiandad.
¿Cuándo fueron escritos los Evangelios -o sus más tempranas versiones? Usualmente se
asigna una datación a Marcos por su "Pequeña apocalipsis" del capítulo 13, que nos
habla de grandes disturbios y la destrucción del Templo, dicho como una profecía de
Jesús. Se afirma que esto se refiere a la primera Guerra Judía (66-70); así, Marcos
escribió durante o un poco después de ésta. Pero incluso se asume que Marcos se basó
en algunos elementos fuente, y algunos piensan que esta Pequeña Apocalipsis pudo
haber sido originalmente una composición Judía (sin referencia a Jesús), una que
Marcos más tarde copió y adaptó. O, si el capítulo 13 es de Marcos, perfectamente pudo
haberse formado en un período posterior porque otros documentos muestran que las
vívidas expectativas apocalípticas persistieron al menos hasta el final del siglo. De
hecho, Mc 13:7 muestra a Jesús alertando a sus escuchas acerca de no ver el Fin
inminente incluso aunque los vientos de guerra lleguen. Nada en Marcos nos fuerza a
datarlo antes de los años 90.
Las fechas asignadas a Mateo y Lucas (e incluso Juan) están influidas por el cuadro que
ellos presentan de "la separación de caminos" entre el cristianismo y el más amplio
establecimiento Judío. Esto se reconoce como un desarrollo posterior, uno que los
Evangelios leen retrospectivamente de forma anacrónica en el supuesto tiempo de Jesús.
Lucas también ha abandonado la expectativa de un inminente fin del mundo,
colocándolo incluso más tarde. Ninguno de estos factores son inconsistentes con fechas
alrededor del final del siglo o un poco después.
Sólamente en Justino Martir, escribiendo entre el 150 y 160, encontramos las primeras
citas identificables de alguno de los evangelios, aunque él los llama simplemente
"memorias de los Apóstoles", sin nombres. Académicos como Helmut Koester han
concluído que cualquier alusión más antigua a material tipo evangélico son realmente
tradiciones flotantes que encuentran ellas mismas su camino hasta los evangelios
escritos. ¿Es concebible que la recopilación más temprana de la vida y muerte de Jesús
pudiera haber sido consignada en escritos tan temprano como los 70 (algunos lo fechan
incluso antes) y aún así, le tomara casi un siglo al más amplio mundo cristiano para
recibir copias de ésto?
De otro lado, si la "biografía" de Jesús de Nazaret era algo inusualque iba contra la
tendencia de la creencia y el conocimiento actual, se puede entender cómo las versiones
primitivas de los evangelios, escritos alrededor del cambio de siglo, pudieron haber
disfrutado únicamente de uso limitado y reescritura aislada por al menos una
generación. También empieza a parecer que Marcos, Mateo y Lucas originalmente
vinieron de un grupo de comunidades ligadas.
Con respecto a Hechos, escrito por el mismo autor que escribió la versión final de
Lucas, no hay referencia a él antes del año 170—¡más de un siglo después de la fecha
que a menudo se le asigna! Resulta claro que era desconocido incluso para Justino.
Algunos como John Knox, ven a Hechos como una respuesta al punto de vista del
Gnóstico Marción, por parte de la Iglesia de Roma, en la mitad del siglo segundo. El
autor de Hechos se basó en núcleos de tradición acerca de la iglesia palestina primitiva
pero estos han sido remodelados para encajar en la nueva línea del esquema. Hay una
gran cantidad de discrepancias entre Hechos y lo que Pablo nos dice en sus cartas. La
academia ha sido forzada a admitir que gran parte de Hechos es una absoluta
fabricación . Con su desacreditación, los verdaderos inicios del cristianismo caen en una
nebulosa penumbra.
El núcleo del Jesús histórico precede los evangelios y nació en la comunidad o en los
círculos que producieron el documento actualmente llamado "Q" (del Alemán "Quelle",
significando "fuente"). No ha sobrevivido ninguna copia de Q, pero los académicos han
sido capaces de reconstruirlo como la fuente del material común que se encuentra en
Mateo y Lucas y que ellos no extrajeron de Marcos.
Q no era un evangelio narrativo, sino una colección organizada de dichos que incluían
enseñanzas morales, admoniciones proféticas e historias controversiales, mas unas
pocas anécdotas y milagros. Era el producto de un movimiento sectario Judío localizado
en Galilea que predicaba un reino de Dios que se acercaba. Los académicos se pueden
dar cuenta de que Q fue compilado en el tiempo y en distintas etapas. Han identificado
el estrato más primitivo (que llaman Q1) como un conjunto de dichos de ética y
discipulado; estos contenían ideas notablemente poco convencionales. Muchas se
encuentran en el Sermón del Monte de Mateo: las bienaventuranzas, ofrece la otra
mejilla, ama tus enemigos. Recientemente los académicos han notado una estrecha
similatud entre estas máximas y la escuela filosófica griega conocida como Cinismo, un
movimiento de contracultura de la época diseminado por predicadores Cínicos errantes.
(¡Burton Mack ha declarado que Jesús era un sabio de estilo Cínico, cuya conexión con
pensamientos Judíos era más bien tenue!) Tal vez en sus inicios, la secta Q, adoptó una
fuente griega con alguna remodelación que vieron como una ética adecuada para el
reino que estabanpredicando. En todo caso, no hay necesidad de imputar tales dichos a
Jesús; ellos parecen más el producto de una escuela o estilo de vida, formulados a lo
largo del tiempo y difícilmente serían la súbita invención de una mente individual.
Hay buena razón para concluir que incluso en esta etapa no había Jesús en el
pensamiento de la comunidad de Q. Esto significa que la sabiduría y los dichos
proféticos en su forma original no habrían contenido mención de un Jesús como fuente
o proclamador de éstos. Ellos eran pronuciamientos de la comunidad misma y sus
enseñanzas tradicionales, vistas como inspiradas por la Sabiduría de Dios. Mientras que
Mateo y Lucas a menudo muestran una redacción o una idea sobre un núcleo de un
dicho dado, cuando ellos rodean esto con líneas y contextos de preparación que
involucran a Jesús, cada evangelista ofrece algo muy diferente. (Compare Lucas 17:5-6
con Mateo 17:19-20). Ni siquiera los dichos apocalípticos del Hijo del Hombre (acerca
de su futura venida) se identifican con Jesús, que es la razón por la cual, cuando ellos
fueron puestos en su boca más tarde, Jesús suena como si estuviera hablando de alguien
más.
Los más grandes especialistas en Q, como John Kloppenborg, reconocen que en sus
diversas etapas, Q ha sufrido una redacción considerable (edición, adición y
reordenamiento de material para crear una totalidad unificada con unos temas y una
teología identificables). Pero su análisis de Q3, el estrato que ellos llaman la "revisión
final", no va lo suficientemente lejos. Porque fué únicamente en esta etapa, yo arguiría,
que se introdujo un Jesús histórico, una figura que era ya concebida como el fundador
de la comunidad. Cierto material pasado habría sido reescrito y todo habría sido
atribuído a este Jesús, incluyendo dos "milagros" de sanación que habían sido parte de
la actividad de los mismos predicadores de Q. Para las enseñanzas, probablemente no se
suministró más que un "Jesús dijo", que es la razón por la cual Mateo y Lucas tenían
que inventar sus propias situaciones. (Este tipo de adición esquelética es lo que
encontramos en el Evangelio Gnóstico de Tomás que se cree que empezó como un
retoño de una etapa temprana de Q). Este nuevo Jesús se posiciona como superior a
Juan, el cual sirve ahora como su heraldo. En este estado algo más posterior, él es
identificado con el esperado Hijo del Hombre. En la más tardía etapa de Q encontramos
los motivos de la biografía y una tendencia a divinizar a éste Jesús. La historia de la
Tentación (Lucas 4:1-13) pertenece a este estrato..
También sospecho que la existencia de una secta rival afirmando que Juan el Bautista
era su fundador pudo haber inducido a la comunidad Q a desarrollar uno de los suyos,
uno proselizado como superior a Juan. Es ciertamente curioso, en vista de la imagen
presentada por los evangelios, el que pudiera haber habido alguna vez una inquietud en
la mente alguien acerca de quién era el más greande, Jesús o Juan, pero Q3 tenía que
tratar este punto en particular (ver Lucas 7:18-35).
Una explicación adicional para el desarrollo de este fundador se sugiere por el mismo
Q. La figura de la Sabiduría celestial (Sophia), una vez que se ve trabajando a través de
la comunidad, parece haber evolucionado en la figura de su enviado, uno que había
empezado el movimiento y pronunciado sus dichos. Loa mitos acerca de la Sabiduría
viniendo al mundo habían perdurado en el pensamiento Judío y habrían jugado un papel
aquí. Lucas 7:35 llama a Jesús un hijo de la Sabiduría, y Mateo en su uso de Q refleja
una actitud que evoluciona evoluciona hacia Jesús precisamente como la encarnación de
la Sabiduría misma. Muchos de los dichos de Jesús en Q se reconocen como dichos
reformados de la Sabiduría.
La sabia y sutil enseñanza de Q1, los apocalípticos truenos de perdición de Q2, el Hijo
del Hombre del Tiempo del Fin, el "Hijo" que surge tardíamente en el desarrollo de Q ,
todo constituye una mezcla bizarra, no la menor porque todo viene en capas
secuenciales. (Si se suponen auténticos, ¿en qué limbo estaban almacenados los dichos
de Q2 hasta que la comunidad estaba lista para ellos? Estos no aparecen en ninguna otra
parte.) Sólo una inclusión tardía de todos estos elementos dispares bajo una figura
artificial, en una etapa en la cual el pasado de la comunidad estuviera suficientemente
nublada (debido en parte a las interrupciones causadas por los disturbios de la guerra
Judía), puede explicar el proceso.
Pero la característica más diciente del Jesús de Q ha probado ser la más inquietante,
porque ¡parece no tener relación con el Jesús de Pablo! Los académicos continúan
danzando alrededor del hecho de que Q no contiene el concepto de un Jesús sufriente,
una divinidad que ha sufrido la muerte y la resurrección como un acto redentor. Q puede
hacer de la muerte de profetas un tema central (e.g. Lucas 11:49-51) y aún así ¡nunca
referirse a la propia crucifixión de Jesús! Sus parábolas no contienen una sugerencia al
asesinato del Hijo de Dios. Q no exhala un suspiro acerca de la resurrección,. Jesús no
hace profecías de su propia muerte y elevación, como lo hace en otras partes de los
evangelios. Note que en un pasaje de Q en Lucas 17, el evangelista tiene que insertar en
la boca de Jesús una profecía de su propia muerte (verso 25); ésta no está en el uso que
hace Mateo del mismo pasaje (24:23f). Más asombroso que todo, ¡el Jesús de Q no tenía
un significado obvio para la salvación! Los académicos admiten que aparte de los
beneficios obtenidos de las enseñanzas mismas, no hay soteriología en Q; ciertamente
no hay nada acerca de una muerte para la redención de los pecado. El "Hijo que conoce
al Padre" (Lucas 10:22, una reformulación tardía de un dicho primitivo de la Sabiduría)
funciona como un mediador de la revelación -simplemente personificando lo que la
misma comunidad Q hace. (De forma similar, un retoño de Q, el Evangelio de Tomás,
está vacío de cualquier referencia a la muerte y resurrección de Jesús.)
Si el fundador de la secta había sido asesinado por los líderes Judíos, si la totalidad del
movimiento cristiano había empezado de su muerte y resurrección desde la tumba, es
inconcebible que Q no lo habiera dicho. Por ejemplo, en Lucas 13:34-5 Jesús está
profetizando. Justo acabando de escribir que Jerusalén es la ciudad que asesina los
profetas que le envían, ¿ cómo se pudo haber resistido el compilador de Q a poner una
referencia al mayor asesinato de todos? Así como el dicho de Lucas 14:27 acerca de
discípulos "tomando su cruz" y siguiendo a Jesús, éste es reconocido como una
expresión Cínico-Estoica, también posiblemente de los Zelotes Judíos, no una referencia
a la propia cruz de Jesús. D. Seeley resume la situación: "Ni en un solo pasaje se
menciona la muerte de Jesús. Dicha referencia debe ser asumida". Seeley empieza a
construir un argumento basado en esta suposición, que es una ilustración clásica de
cómo procede gran parte de la investigación Neotestamentaria.
¿Cómo se explica esta radical divergencia entre Pablo y Q? Los académicos dicen que
esta muestra la diferencia en las respuestas al hombre Jesús de Nazareth por parte de
círculos diferentes. Pero se hunden cuando tratan de racionalizar cómo pudo haber sido
posible tan extraño fenómeno. Más aún, los documentos revelan muchas más que sólo
dos"respuestas". Estamos a punto de creer que la cristiandad primitiva era
frenéticamente esquizofrénica. Primero, Pablo y otros escritores de epístolas abandonan
todo interés en la vida e identidad terrenal de Jesús, convirtiéndolo en un Cristo
Cósmico que ha creado el mundo y lo ha redimido por su muerte y resurrección. La
comunidad Q, de otro lado, decide ignorar la muerte y resurrección y preserva las
enseñanzas terenales de Jesús, un predicador del advenimiento del fin del mundo. Entre
estos dos polos yacen otras concepciones incongruentes. En el estrato más primitivo del
evangelio de Juan, Jesús es el mítico Redentor Descendente y Ascendente del cielo, que
salva siendo el revelador de Dios; más tarde es igualado con el Logos griego. Jesús es el
Altísimo Sacerdote celestial de la Epístola a los Hebreos, el no sufriente sirviente
intermediario de la Didaché, la mística Sabiduría-Mesías de las Odas de Salomón. Pablo
alude a grupos divergentes en lugares como Corinto, quienes "predican otro Jesús". En
las diversas corrientes del Gnosticismo, Jesús (o Cristo) es una parte mítica del pleroma
celestial del Dios principal, a veces un revelador similar al de Juan, a veces apareciendo
bajo otros nombres como Derdekeas o el Tercer Iluminador. (El Jesús Gnóstico
finalmente interactuó con ideas más ortodoxas y absorbió la nueva figura histórica en sí
mismo.) ¿ Pero todo esto de un criminal crucificado? ¿De algún ser humano?
Una solución mucho más sensata sería que todas estas expresiones de la idea de "Jesús"
y "Cristo" eran destilaciones separadas de los conceptos que estaban flotando en las
corrientes religiosas de la época ( como se bosquejó en el segundo artículo). Los
académicos admiten ahora que "Los comienzos del cristianismo fueron
excepcionalmente diversos, variaron dramáticamente de región a región, y eran
dominados por individuos y grupos cuya práctica y teología sería denunciada como
"herética"." (Ron Cameron resumiendo a Walter Bauer). Sólo intereses confesionales
continuarían insistiendo que dicha diversidad -la mayoría de ella descoordinada y
competitiva- explotó súbitamente de un humilde predicador Judío y de un único
movimiento misionero. (Nota: Más de ésto en el Post scriptum).
Fué inevitable que estas variadas expresiones gravitaran unas alrededor de las otras. En
algún momento al final del primer siglo, dentro de un entorno predominantemente
Gentil, probablemente en Siria, algún erudito o un círculo de cristianos combinaron el
Jesús de Q con el mítico Jesús sufriente del tipo de culto Crístico Paulino. El resultado
fué "Marcos". Marcos parece haber trabajado partiendo de tradiciones orales o de
tradiciones Q incompletas, porque su Evangelio falla en incluir las grandes enseñanzas
de Jesús y los pronunciamientos proféticos que Mateo y Lucas han heredado. (La
relación entre Marcos y Q es uno de los problemas más espinosos en la investigación
del Nuevo Testamento.)
Más aún, él tuvo que elaborar la historia de la pasión de Jesús. Algunos (como J.D.
Crossan) sugieren que Marcos usó una adaptación anterior, más primitiva del juicio y
ejecución de Jesús, una que más tarde también usó Juan. Otros (como Burton Mack)
piensan que todos los famosos elementos de nuestra historia de la pasión son
invenciones puramente Marcanas: la escena en Getsemaní, Judas el traidor, la negación
de Pedro, los detalles reales del juicio y crucificción de Jesús, la historia de la tumba
vacía.
Primero, algunas observaciones generales. Los eruditos han reconocido desde hace
mucho que los Evangelios están hechos de unidades más pequeñas, del tipo de las
encontradas en Q: dichos individuales o conjuntos de dichos, anécdotas de milagros,
historias controversiales. Ellas han sido encadenadas como "cuentas en una cadena" con
material de relleno adicionado, detalles narrativos para comunicar cierto tipo de
impresión secuencial: Jesús fue allí, luego fue allá. Alguien entra en escena y hace una
pregunta para que Jesús pueda dar la respuesta. Se pensaba que las unidades separadas
eran piezas fiables de tradición que habían pasado a través de transmisión oral, muchas
yendo atrás hasta Jesús mismo, otras formuladas dentro de la iglesia primitiva en
repuesta a él. Pero gradualmente se entendió que los evangelistas habían alterado o le
dieron sustancia a estas unidades en formas que servían a sus propios propósitos
editoriales y teológicos; muchos simplemente las escribieron ellos mismos. No puede
haber garantía de que algo de ésto pueda venir originarse en Jesús.
Como vimos en Q, muchos de los dichos eran máximas morales y parábolas populares
Helénicas y Judías; algunas salieron de la enseñanza de la sabiduría Judía. Las historias
controversiales y las instrucciones para el discipulado reflejaban la condición de las
comunidades cristianas tardías. Las "palabras del Señor" de Pablo (ver primer artículo)
representan un tipo de predicación común a los profetas del cristianismo primitivo:
comunicaciónes inspiradas del Cristo Espitual en el cielo. Éstas habrían sido
preservadas y finalmente entraron en los evangelios como pronunciadas por un Jesús
histórico. Eran comunes en el mundo antiguo las recopilaciones de historias milagrosas
atribuídas a famosos filósofos y taumaturgos, incluso a deidades como el dios sanador
Asclepio e Isis. Muy a menudo, los mismos profetas Cristianos eran sanadores y
taumaturgos cuyos prodigios se convertirían más tarde en los de Jesús.
Ahora se reconoce que los evangelios son escritos absolutamente sectarios. Estos eran
una respuesta a la "condición de vida" de los grupos que los produjeron, que servía a sus
necesidades. Estos crearon un pasado sagrado para la fé, uno que se remitía a una
fundación divina. Ofrecieron una defensa contra ataques externos. Legitimaron las
creencias de la comunidad y sancionaron sus prácticas. Por ejemplo, el tópico candente
de la asociación y la membresía legal, de si los Judíos podían mezclarse con los
gentiles, de si los ritualmente puros podían comer alimentos con los impuros, se
resolvió representando a Jesús haciendo una condenación sobre los Fariseos por su
obsesión con la pureza, representándolo como alguien que había convivido con los
rechazados y los Gentiles. El tópico de si la Ley Judía aún se aplicaba se trató
representando a Jesús legislando sobre ella y así sucesivamente. Es fácil ver cómo
dichos intereses sectarios, cuando fueron involucradas varias comunidades diferentes y
épocas diferentes, conducirían a las muchas contradicciones que hallamos en las
acciones y pronunciamientos de Jesús entre uno y otro evangelio.
Más bien, ellos estaban enzarzados en una especie de midrash. El Midrash era una
antigua práctica Judía de interpretar y aumentar pasajes individuales o combinaciones
de ellos, extraídos de la Biblia, para extraer nuevos significados y relevancia para ir más
allá de las palabras superficiales. Una forma de hacer esto era incluirlos en nuevas
historias con contextos actuales. En las mentes de los evangelistas, los evangelios
exponían nuevas verdades espirituales por medio de una reedición de la escritura. Así,
muchas historias del Nuevo Testamento son simplemente recomposiciones de historias
registradas en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, Jesús fué personificado en historias
tales como las de Moisés, presentándolo como el Nuevo Moisés para las épocas
contemporáneas. Al mismo tiempo, considerando a Q, es muy posible que los escritores
como Marcos vieran su trabajo como algo que apuntaba a historia real, a una figura
anunciada en precedentes escriturales. En cualquier caso, los Gentiles que no entendían
las raíces Judías de dichos evangelios prontamente los empezaron a ver como registros
puramente fácticos y en vez de entenderla como su fuente, la escritura comenzó a
entenderse como la profecía de dichos eventos "reales".
Justo como anteriormente la escritura había suministrado una imagen del Cristo mítico
de Pablo, estas mismas escrituras (usando pasajes sacados de contexto y sin nada que
ver con su sentido original) suministraron ahora el entorno y los detalles de una reciente
vida terrenal de Jesús. Marcos culminó un proceso ya casi listo y adicionó aquellos
elementos "biográficos" que encontró en las tradiciones de Q. De dichos componentes,
con la Biblia abierta ante él, diseñó su historia del ministerio y pasión de Jesús.
Jesús tenía que haber ejecutado milagros porque se esperaba que esto sucediera en los
días que precedían al Reino. Por ejemplo, Isaías 35:5-6 dice: "Entonces los ojos del
ciego serán abiertos y los oídos del sordo se destaparán; entonces el inválido saltará
como un ciervo y la lengua del mudo cantará de Júbilo".
Así, Jesús hizo caminar al paralítico y al ciego, ver. Se esperaba incluso que el Mesías
levantara a los muertos. Los detalles de muchas de las historias milagrosas están
modelados en los milagros ejecutados por Elías y Eliseo en 1 y 2 Reyes.
Tanto Mateo como Lucas colocan el nacimiento de Jesús en Belén porque el profeta
Miqueas (5:2) había declarado que éste sería el lugar de nacimiento del futuro legislador
de Israel. Aparte de eso, las historias de la Natividad de los dos evangelistas no
concuerdan virtualmente en nada. El Midrash escritural puede ser una cosa muy
irregular y aleatoria.
El recuento evangélico del juicio y muerte de Jesús muestra la más fuerte dependencia
en la escritura. Virtualmente cada elemento de la historia de la pasión de Marcos,
comenzando con la entrada de Jesús en Jerusalén, se basa en pasajes Bíblicos. He aquí
algunos ejemplos:
El profeta Oseas (9:15): "Por sus hechos inicuos los expulsaré de mi casa". Más
Zacarías (14:21): "Ningún mercader se verá en la casa del Señor." Jesús expulsa los
comerciantes del Templo.
Salmos 41:9: "Incluso el amigo en quién creí, que comió en mi mesa, se regocija en mi
infortunio." La traición de Judas. Conflictos con el establecimiento Judío habría
suministrado fuerte motivación para traer a colación la figura de Judas para representar
todos los Judíos hostiles y no creyentes.
Isaías 53:12: "Y fué contado con los criminales." Jesús es crucificado entre dos
ladrones.
Salmo 22:18: "Ellos dividieron entre sí mis vestiduras, y se sortean mi túnica." Los
soldados apuestan la ropa de Jesús a los pies de la Cruz.
Pero la historia de Jesús reside en la escritura más que en una recopilación de pasajes
aislados. El concepto total de la Pasión, Muerte y Resurrección ha emergido de un tema
incorporado una y otra vez en anécdotas a lo largo de toda la Biblia Hebrea y en escritos
relacionados. Esta es la historia que los eruditos han caracterizado como El Sufrimiento
y la Justificación del Justo Inocente. La encontramos en la historia de José en Génesis;
en Isaías 53 con su Esclavo Sufriente; en Tobías, Ester, Daniel, 2 y 3 Macabeos, Susana,
la historia de Ahiqar, la Sabiduría de Salomón. Todas cuentan la historia de un hombre
justo falsamente acusado, quien sufre, es convicto, condenado a la muerte, rescatado al
último momento y elevado a una alta posición, o, en la literatura más tardía, exaltado
después de la muerte. Es la historia de cómo los Judíos se vieron a ellos mismos: los
piadosos perseguidos por los poderosos, la gente de Dios subyugada por los impíos. Fué
una imagen facilmente absorbida por la secta Cristiana.
La historia de Jesús sigue este mismo patrón: llevando el verdadero mensaje de Dios,
sufrió en fiel silencio, fue hecho convicto aunque era inocente para ser finalmente
reivindicado y exaltado a la gloria y presencia de Dios. El rol redentor de Jesús era un
paradigma por el tema Judío recurrente del sufrimiento, reparación y predestinada
exaltación, introducida en una potente mezcla con el Hijo (Logos) Helenístico y las
filosofías de dioses salvadores. El cristianismo emergió como una genuina síntesis de
las ideas religiosas dominantes del mundo antiguo, y fijó el curso de la fé occidental por
los siguientes dos milenios.
POST SCRIPTUM
Después del primer artículo en mi serie, se me llamó la atención por dejar de lado los
testimonios no cristianos de Jesús, pero estos hacen todo, menos soportar su existencia.
Hasta casi el final del primer siglo, no hay ni un murmuro de él en los registros paganos
o judíos. El filósofo judío alejandrino Filón, quien vivió hasta el 50 D.C. y escribió
acerca de sectas inusuales como los Terapeutas y los Esenios, no tiene nada que decir
acerca de Jesús o los Cristianos. Se dice que Justo de Tiberíades, un historiador Judío
que trabajó en Galilea en los años 80 (sus trabajos se perdieron), no había hecho
mención alguna de Jesús. Plinio el Viejo (muerto en el 79) recolectó datos de todo tipo
de fenómenos astronómicos y naturales, incluso aquéllos que eran legendarios y que él
mismo no veía necesariamente como fácticos, pero no registra ningún prodigio asociado
con las creencias de los cristianos, como un terremoto o un oscurecimiento del
firmamento en la crucifixión, ni ninguna estrella de Belén. El primer satirizador romano
en desdeñar una secta que creía en un fundador judío crucificado que había sido un dios
fué Luciano en los años 160, y Epícteto, el gran filósofo estoico del inicio del siglo
segundo, quien predicó la hermandad universal a las masas pobres y humildes no
muestra conocimiento de un precursor Judío.
El famoso pasaje acerca de Jesús en las Antiguedades Judaicas de Josefo, capítulo 18,
(publicado cerca del 93) es ampliamente reconocida, tal como nos llegó, como una
interpolación Cristiana tardía. Habla ingenua y devotamente de Jesús y le declara como
el Mesías. Orígenes en el tercer siglo nos dice que Josefo no creía en Jesús como el
Mesías (Tal vez porque Josefo había dado dicho título al emperador Vespaciano),
mostrando que este pasaje no existía en su copia. Pero, ni Orígenes ni ningún otro antes
del siglo cuarto menciona alguna vez cualquier referencia a Jesús. Esto debería ser
suficiente (y hay otras razones también) para descartar la réplica de que incluso aunque
los cristianos más tarde lo hayan modificado, el historiador judío debe haber insertado
algo acerca de Jesús en Antigüedades 18. Y acerca de la nota fugaz en Antigüedades 20
de que Jesús era el hermano de Santiago, Orígenes nos muestra que éste pasaje también
fué alterado en alguna parte a lo largo de la línea. Si existía alguna referencia a Jesús en
el original, pudo haber sido al Cristo espiritual, como en Gálatas 1:19 (ver mi segundo
artículo), y fué cambiado más tarde en términos más históricos. (Para una discusión
posterior sobre Josefo, vea Respuesta del Autor a Steven en la sección Feedback del
Lector)
El historiador Romano Tácito, en sus Anales escritos alrededor del 115, hace la primera
referencia pagana a Jesús como un hombre ejecutado en el reinado de Tiberio. No es
probable que esto sea resultado de la búsqueda en algún archivo, porque los romanos
difícilmente mantenían registros de las incontables crucifixiones alrededor del imperio,
remontándose a casi un siglo atrás . (No había Software). Además, Tácito no es
conocido como un investigador profundo, que se ilustra por el hecho de que se equivoca
al asignarle el título a Pilato. Algunos eruditos reconocen que la "información" de
Tácito probablemente vino de rumores populares e interrogatorios policiales de
cristianos; esto habría sido en un momento en el cual la idea de un fundador histórico
había obtenido arraigo en Roma. La bien conocida Carta a Trajano de Plinio el Joven,
escrita desde Asia Menor alrededor del 112 y pidiendo consejo acerca de la persecución
a los cristianos, no dice nada acerca de un Cristo que fué un hombre histórico reciente.
Y la referencia de Suetonio cerca del 120 es tan breve e incierta que puede ser que ni
siquiera se refiera a los Cristianos.
* * * *
Los comentarios y objeciones generales que he recibido acerca de mi serie hasta aquí,
pueden agruparse bajo el encabezamiento de "Las Cinco Falacias" de las cuales ha sido
culpable la investigación del Nuevo Testamento . (Asumiré la familiaridad del lector
con los primeros tres artículos.) La Primera Falacia es la idea de que los judíos, tanto en
Palestina como en el resto del Imperio, pudieran haber teminado creyendo -o haber sido
convertidos a la idea por otros- de que un ser humano era el Hijo de Dios. Sabemos de
comunidades cristianas por todo el Mediterráneo oriental a los pocos años de la
supuesta muerte de Jesús, la mayoría si no todas, dentro de círculos predominantemente
Judíos. Dichos cristianos eran numerosos y lo suficientemente problemáticos en Roma
¡para ser expulsados por Claudio en los años 40!. La visión cristiana tradicional nos
haría creer que dichas comunidades eran el producto de discípulos polvorientos de
Judea que se desplazaron a centros grandes y pequeños y casi de repente, lograron
convencer a un gran número de Judíos (al igual que Gentiles) de que un humilde
predicador del cual ellos nunca habian oído y que nunca habían visto, ejecutado en
Jerusalén como un subversivo, había resurgido de la muerte y era, de hecho, el Hijo
preexistente de Dios que le había ayudado a crear el universo. Ésta es una proposición
cómicamente absurda.
En mi primer artículo dije que la enseñanza teológica fundamental del Judaísmo era:
Dios es uno. Es cierto que los primeros cristianos judíos, como Pablo, estaban flirteando
con un compromiso al monoteísmo al postular un Hijo divino en el cielo, incluso
aunque fuera totalmente espiritual en naturaleza y se concibiera como parte de Dios;
este Hijo fué derivado de la escritura y fué una expresión de la prominente idea
filosófica de la era de que la Deidad Suprema emitió emanaciones de sí mismo que
servían como intermediarias con el mundo. Pero esto está muy lejos de convertir un
hombre reciente que había caminado por las arenas de Palestina en una parte del Dios
Supremo. (eran esencialmente Gentiles quienes más tarde iban a crear tal idea, y ésto
produjo la "separación de caminos " entre el movimiento cristiano y sus raíces judías.)
Cualquier judío se habría paralizado ante el mensaje sin precedentes de que un hombre
era Dios. En una sociedad en la cual la separación absoluta entre lo divino y lo humano
era una obsesión, el Dios Judío no podría ser representado ni siquiera por la sugerencia
de una forma humana y miles descubrieron su nuca ante el filo de las espadas de Pilato
simplemente por protestar contra las imágenes humanas en los pedestales romanos
elevados sobre las paredes de la fortaleza que miraba al templo. El creer que judíos
ordinarios iban a rendir culto a cualquier ser humano, no importa cuán impresionante
fuera, ni cuántos títulos de divinidad e identificación plena con el antiguo Dios de
Abraham tuviera éste, es simplemente inconcebible.
No sólo se asume que Pablo hizo esto, sino que lo hizo sin decirnos nunca que alguien
lo haya retado en esto, que él hubiera tenido que defender una proposición tan
Blasfema. Su comentario en 1 Cor.1:23 de que la cruz de Cristo es un "escáncalo" se
refiere a la idea de que el Mesías espiritual divino hubiera sido crucificado (en un
entorno mítico), no a que un hombre reciente fuera Dios.
Tales escenarios fracasan en proveer alguna explicación convincente al por qué habría
tenido lugar dicha fragmentación inmediata, por qué el movimiento cristiano empezó
como "fluido y amorfo" (James Robinson). Mack admite que "gran parte de la evidencia
es de segunda mano, y toda ella es tardía." Precisamente. De un registro de
multiplicidad, los eruditos cristianos han deducido un único fundador y punto de origen
que se basa en una etapa tardía: la historia del Evangelio, formada por la denominada
reconvergencia de los hilos divergentes originales. Pero ningún documento registra este
postulado fenómeno inicial de "respuestas" diferentes al hombre histórico, este
rompimiento de Jesús en sus partes componentes. Dado un registro cuya manifestación
más primaria no es sino la diversidad, el sentido común nos obliga a asumir la
probabilidad de que, de hecho, éste fuera el estado incipiente y que la nueva fé surgió en
muchos lugares diferentes con muchas expresiones diferentes. (Algunos elementos,
como las enseñanzas, podrían no haber tenido conexión con Jesús en sus etapas más
tempranas.) La mayoría de esta diversidad iba a ser reunida y remoldeada más tarde
bajo una nueva figura compuesta, cortesía de los evangelistas.
El anterior tipo de escenario involucra una tercera falacia. Los académicos se han hecho
preguntas como la de Elizabeth Schlüsser-Fiorenza durante mucho tiempo: "¿Por qué
los himnos (cristológicos) usan el lenguaje del mito para hablar de Jesús de Nazareth,
quien no fue una figura mítica sino una persona histórica concreta?" Ya anoté en el
primer artículo que la más temprana expresión de Jesús que encontramos en el registro
cristiano lo presenta exclusivamente como una figura cósmica, el creador preexistente y
encargado del universo (Pablo y su escuela), un Sumo Sacerdote celestial y una entidad
del tipo del Logos Platónico (Epístola a los Hebreos), un redentor que desciende en el
reino espiritual (Himnos prepaulinos) y continúa así. Se dice que todas estas
representaciones de Jesús son las formas que varios círculos adoptaron para
"interpretar" al hombre Jesús de Nazareth – de acuerdo con la escritura y con conceptos
míticos y filosóficos de moda. Pero ayudaría si alguno de estos escritores primitivos nos
diera aunque fuera una pista de que dicha intención estuviera en algún lugar en sus
mentes. ¿Cómo vamos a entender una "interpretación" cuando el objeto que
supuestamente está siendo interpretado no se menciona nunca? John Knox señala a
Efesios 1:3-10 como una especie de drama mitológico creado para explicar a Jesús, en
términos enteramente sobrenaturales. Knox habla de "el hombre Jesús recordado" y "la
maravilla de sus hechos y su palabra." ¿Pero dónde están estas cosas en Efesios 1:3-10,
o en las demás partes? El dice que el mito ha sido creado basado en recuerdos del Señor,
pero ¿dónde están estos recuerdos? No podemos aceptar la afirmación de Knox de que
el mito en Efesios se construyó sobre "datos históricos" cuando los datos nunca son
señalados y ni siquiera se les hace alusión. Una mejor explicación sería que los datos
históricos han sido añadidos al mito en un tiempo posterior. La totalidad del concepto
de que los escritores cristianos primitivos están "interpretando" a Jesús de Nazareth
sabiendo que nunca lo mencionan es una descarada "lectura" del texto de parte de
aquéllos que deben ver la supuesta figura histórica detrás de toda esta presentación
escritural y mitológica.
Buscando una explicación para el silencio sepulcral de Pablo sobre el Jesús histórico,
los eruditos nos han brindado una cuarta falacia. Ellos racionalizan que Pablo "no tenía
interés" en la encarnación terrenal de Jesús, que su teología no lo requería. Esto es
difícil de comprender. La fe de Pablo está centrada en la crucifixión. ¿Qúe bizarros
procesos mentales podrían posiblemente haberle conducido a desencarnarla, a desligarla
de su tiempo y lugar histórico y de la vida que culminó en el Calvario? ¿Por qué
transplantaría el gran acto redentor a algún entorno mitológico de poderes demónicos
que fueron responsables de "crucificar al Señor de gloria"(1Cor.2:8)? ¿Por qué le daría a
Cristo "significado sólo como un ser divino trascendente?"(Herman Ridderbos)
¿ Y qué acerca de los detalles de la vida de Jesús? ¿No podría haber servido Pilato como
un ejemplo de la "sabiduría del mundo" que no pudo entender la "sabiduría de Dios"?
Para Pablo, el bautismo es el principal sacramento del ritual Cristiano; por medio de él
(entre otras cosas) los creyentes recibían el Espíritu y eran adoptados como hijos de
Dios. Y aún así, tenemos que asumir que Pablo, al presentar su rito bautismal (como en
Romanos 6) no le importó nada el propio bautismo de Jesús por parte de Juan, ni las
tradiciones de que él había recibido el espíritu en forma de paloma, que había sido
adoptado como Hijo por el Padre en la voz que se oyó del cielo. Tenemos que asumir
que en todos los debates cáusticos en los cuales estuvo envuelto en sus cartas, como el
de la validez de las leyes judías sobre la dieta, Pablo nunca sintió necesidad de
introducir las propias acciones y enseñanzas del Señor con respecto a los tópicos en
disputa. ¿ Tenemos que aceptar, también, que los signos y maravillas terrenales de Jesús
no hubieran sido una vitrina de valor incalculable para los Gentiles, inmersos como
estaban ellos en tradiciones paganas populares del "hombre divino" que ejecuta actos
maravillosos, un concepto que fijó la carrera terrenal de Jesús a una "T"? ¿Y tenemos
que creer que, incluso si Pablo hubiera expulsado de su propia cabeza la vida humana de
Cristo, sus audiencias y conversos igualmente no sintieron interés y no lo presionaron
por detalles de los dichos y hechos terrenales de Jesús – algo de lo cual no muestra ni un
signo en sus cartas? En cualquier caso, las explicaciones para el silencio y la carencia de
interés de Pablo tendrían que aplicarse a todos los otros escritores primitivos de
epístolas, quienes son igualmente silenciosos – una situación tan extraordinaria como
para desafiar la racionalización. En medio de éstas consideraciones, el argumento del
silencio se vuelve legítimo y convincente.
Finalmente, muchas personas hoy dia encuentran cada vez más aceptable la dirección
que la academia más liberal está siguiendo recientemente: Que Jesús fue sólo un
Hombre, un predicador Judío que de alguna forma fue divinizado después de su muerte,
una muerte que no terminó en una resurrección. Pero me parece que aquí enfrentan un
dilema insalvable, una Quinta Falacia. Primero que todo, dicha divinización en la escala
que Jesús experimentó hubiera sido absolutamente sin precedentes, y no hay un entorno
cultural más improbable para que esto hubiera sucedido que un entorno Judío. Tampoco
es gradual esta divinización, una línea gráfica que asciende a medida que su reputación
crece, a medida que las cosas que hiciera en su vida tomaran un tomaran mayor altura y
fueran reinterpretadas. Más bien, no podemos encontrar al inicio ninguna evidencia de
esto, Jesús ya está en el punto más alto posible, formado en una figura enteramente
mitológica: totalmente divino, preexistente antes de la creación del mundo, moviéndose
en esferas celestiales y enfrentándose a fuerzas demónicas. Aquellos hechos de su vida
que pudieron haber contribuído a tal elevación no son evidenciados en ninguna parte.
Pongamos el dilema de esta forma: Si este hombre Jesús hubiera ejercido en sus
seguidores y en los miles de creyentes que respondieron tan fácilmente a su mensaje, el
efecto explosivo que se afirma que de él, dicho hombre hubiera tenido que haber
brillado en el firmamento de su tiempo. Aquél impacto hubiera estado basado en la
fuerza de su personalidad, en las cosas únicas que dijo e hizo. No hay otra forma.
Si, de otro lado, Jesús fue solamente un ser humano ordinario, un modesto (si algo
carismático) predicador Judío, quien realmente dijo poco de lo que se le ha imputado,
que no ejecutó verdaderos milagros, y que por supuesto, no surgió de entre los muertos
– todo lo cual puede explicar por qué no atrajo gran antención y por qué su vida pudo
haber sido ignorada como intrascendente por sus seguidores tardíos – ¿cuál, entonces, es
la explicación para que dicha personalidad pudiera haber dado origen al amplio rango
de respuestas que postulan los académicos, a la teología cósmica acerca de él, a la
convicción de que él había surgido de entre los muertos, al imparable movimiento que
los cristianos primitivos parecen haber sido? Éste es un dilema sin solución.
Si todo lo que tenemos en el registro cristiano más primitivo es esta figura divina
cósmica que se mueve en esferas mitológicas – justo como todas las otras deidades
salvadoras del momento – ¿no nos vemos empujados a aceptar, por principios
científicos, que éste y no otro, fue el objeto de la adoración cristiana primitiva? Si
podemos presentar un proceso lógico para sustentar esto, por medio del cual se ve cómo
dicha figura toma una biografía y un lugar en la historia, ¿ tenemos alguna justificación
para continuar manteniendo que el Cristo cósmico, divino, surgió del Jesús de Nazareth
humano?
****
"Como historiador, no sé con certeza si Jesús realmente existió, si él es algo más que
una quimera de algunas imaginaciones hiperactivas... Desde mi punto de vista, no hay
nada acerca de Jesús de Nazareth que podamos conocer más alla de cualquier posible
duda. En la vida mortal que tenemos sólo hay probabilidades. Y el Jesús que los
eruditos han aislado en los antiguos evangelios, evangelios que están hinchados de la
voluntad de creer, puede llegar a ser sólo otra imagen que únicamente refleja nuestros
más profundos anhelos." Robert W. Funk, Fundador y Copresidente del Seminario de
Jesús (De La Cuarta R, Enero-Febrero 1995.)
Los primeros 100 años del cristianismo han recibido la mayor atención por parte de los
Especialistas cristianos. Convencionalmente se piensa que Jesús, los orígenes de la
Iglesia y los documentos que terminaron en el canon del Nuevo Testamento yacen
dentro del período que va hasta los años 130. También están incluídos los escritos
supervivientes del variado grupo conocido como los Padres Apostólicos, los cuales
revelan algunas de las condiciones y conflicos al interior del movimiento en desarrollo.
El período subsiguiente con una duración de otros 100 años o más, fue la edad de los
apologistas. Estos eran hombres como Justino Mártir, quien presentó y justificó el
Cristianismo frente a un mundo exterior que era fuertemente hostil a la nueva fe.
Esta situación, junto con el hecho de que los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles
no se vislumbran en ningún otro escritor cristiano hasta la mitad del siglo segundo,
soporta la conclusión de que la figura de Jesús de Nazaret fue un desarrollo en el
pensamiento cristiano que nació a la vida únicamente en los evangelios, y de forma
gradual, a lo largo del curso del siglo segundo, imponiéndose a sí mismo en la totalidad
del movimiento.
Justino, el apologista del cual más sabemos, llegó al cristianismo después de haber
investigado todas las demás filosofías populares de su época: Estoicos, Peripatéticos
(Aristóteles), Pitagóricos. Finalmente, hizo escuela en Platonismo Medio, la perspectiva
filosófica predominante en esa era, la cual coloreaba todo lo demás, especialmente en
sus fuertes preocupaciones religiosas con respecto a la naturaleza de la Deidad y sus
relaciones con la humanidad. Cuando Justino encontró el Cristianismo, juzgó que era la
mejor versión de la filosofía contemporánea. En Roma, parece no haber tenido ninguna
conexión con ningún cuerpo eclesiástico, pero fundó su propia escuela para enseñar
filosofía cristiana de la misma forma en que lo hacían los filósofos paganos de ese
tiempo.
¿Y en qué consistía esta "filosofía Cristiana", según era presentada por los apologistas
como grupo? No hay duda de que tenía sus raíces en el Judaísmo. Predicaba la
adoración monoteísta del dios Judío, un dios que se proclamaba como superior a los
dioses de los paganos. Se examinaban las escrituras hebreas para obtener información
sobre este dios. Se le daba mucha importancia a un modo de vida basado en la ética
judía; que asímismo, se proclamaba como muy superior comparada con la filosofía ética
de los paganos. Al mismo tiempo, esta filosofía derivaba del Platonismo el concepto de
un Hijo de Dios, un "segundo Dios" o Logos (Palabra), una fuerza activa en el mundo y
que servía como un intermediario entre Dios y la Humanidad. Esta idea del Logos
estaba flotando en el ambiente de la mayoría de las filosofías griegas e incluso, en el
judaísmo helenista.
Justino y quienquiera que haya reformado el Evangelio de Juan para incluir el prólogo,
con su himno que iguala el Logos con Jesús, llegó a la convicción de que la Palabra
intermediaria, el Hijo de Dios espiritual, se habìa encarnado en una figura humana como
se relataba en los Evangelios. Pero, ¿es esto cierto con respecto a la totalidad de los
apologistas?
El hecho asombroso es que, de los cinco o seis principales apologistas hasta el año 180,
exceptuando a Justino, ninguno introduce un Jesús histórico en sus defensas del
cristianismo ante los paganos. (Después de eso, Ireneo, Tertuliano, Clemente de
Alejandría y Orígenes se basan todos firmemente en la tradición Evangélica)
Pero para Teófilo, ¿Cuál es el significado del nombre "cristiano"? El Autolico del título
le hizo esta misma pregunta. Él responde (I.12): "Porque somos ungidos con el aceite de
Dios." (El nombre "Cristo" significa simplemente "el ungido" debido a los reyes
ungidos de Israel.) De hecho, ¡Teófilo absolutamente nunca menciona a Cristo o a
Jesús! No hace ninguna referencia a ningún maestro fundador; en cambio, los Cristianos
obtienen su conocimiento de Dios a través del Espíritu Santo. Junto con los
pronunciamientos de los profetas del Antiguo Testamento, el incluye "los evangelios"
(III.12), pero estos también son la palabra inspirada de Dios, no un registro de los
hechos y dichos de Jesús. Cuando cita máximas éticas correspondientes a las
enseñanzas Evangélicas de Jesús, las presenta (II.14) como la enseñanza de estos
evangelios, no de Jesús mismo.
Y para Teófilo, ¿qué es el Hijo de Dios? Es la Palabra a través de la cual creó Dios al
mundo, que fué engendrada por el junto con la Sabiduría. (II.10). Es el principio
gobernador y Señor de toda la creación, inspirando a los profetas y al mundo en general
hacia un conocimiento de Dios. Aún así, Teófilo no tiene ni una sola cosa que decir
acerca de la encarnación de esta Palabra en la carne o de cualquier hecho ejecutado por
él en la tierra. De hecho, se apresura a decir (II.22) que este no es un Hijo en el sentido
de la procreación sino como un innato en el corazón de Dios. Parece que aquí, el cita
parte de las lineas de apertura del Evangelio de Juan, la Palabra como Dios e
instrumento en la creación, pero nada más. Fué extraído esto del Evangelio de Juan
completamente formado o tal vez del Himno del Logos en el cual se basó Juan? (El
nombre "Juan", el único evangelista que se menciona, podría ser una glosa marginal
tardía insertada en el texto; no obstante, ver más abajo. ) Dichos escritores, dice Teófilo,
son hombres inspirados y no testigos de un Jesús histórico.
Asímismo, para la redención, ganarán la vida eterna todos los que son obedientes a los
mandamientod de Dios (II.27). En Teófilo no existe el concepto de una una muerte de
Jesús en sacrificio expiatorio, muerte que además, nunca menciona. Y cuando se le reta
su doctrina con respecto a que los muertos serán resucitados (Autolico ha exigido:
"¡Señáleme aunque sea uno que haya sido resucitado de entre los muertos!"), este
cristiano no tiene una sola palabra que decir acerca de la propia resurrección de Jesús.
Incluso acusa a los paganos de adorar "hombres muertos" (I.9) y los ridiculiza por creer
que Hércules y Asclepio fueron levantados de entre los muertos (I.13). Todo esto, en
respuesta a un Autolico que preguntó: "Enséñame tu Dios."
La Epístola anónima a Diogneto a menudo se incluye con los Padres Apostólicos. Pero
realmente es una apología, una defensa del Cristianismo dirigida probablemente a un
emperador, ya sea Adriano o Marco Aurelio. La mayoría de los académicos se inclinan
hacia una datación temprana (c. 130). El escritor llaga hasta el punto de decir que el
Dios supremo envió a la tierra al Logos, a su Hijo pero no se aporta ni un lugar,
momento o identidad para esta encarnación. El nombre Jesús nunca aparece. El Hijo
reveló a Dios, pero no se presenta como un maestro humano.
Encontramos una alusión (9) a la redención: "Él (Dios) tomó nuestros pecados sobre sí
mismo y entregó su propio Hijo como un rescate por nosotros," pero su descripción de
este acto se basa en la escritura. No se menciona ningún detalle Evangélico, ninguna
forma de muerte del Hijo (si realmente es una muerte lo que se describe) y ninguna
resurrección. Todo esto en respuesta a las "profundas y cuidadosas preguntas" de
Dioogneto acerca de la religión Cristiana. (Se ha identificado que los dos capítulos
finales del único manuscrito superviviente, que contienen una referencia a los apóstoles
y los discípulos de la Palabra, pertenecen a un documento aparte, probablemente una
homilía de mitad o finales del siglo segundo.)
***
Aquí está ocurriendo algo extremadamente irregular. Si se deja de lado a Justino, entre
los apologistas del siglo segundo hay un silencio sobre el tema del Jesús histórico que es
casi igual al que se encuentra en los escritores de epístolas del siglo primero. Los
comentaristas de estas obras, como los estudiosos de las epístolas primitivas, han
escarbado y se han rebuscado para tratar de aportar explicaciones.
Por supuesto, la anomalía flagrante que se debe explicar es esta: ¿cómo puede un
apologista estar dando a sus lectores paganos una imagen significativa de la fé cristiana,
si a su vez deja de lado el elemento más central de todos, la figura de Jesús y lo que
había hecho por la salvación? ¿Cómo podría el lector entender la historia y los orígenes
del movimiento sin Él?
¿Y a quién estarían engañando? Cualquier pagano que conociera lo mínimo acerca del
cristianismo seguramente estaría familiarizado con la figura de Jesús de Nazaret como
fundador del movimiento. Una "Apología" de la fe que lo dejara por fuera rápidamente
se vería como el fraude que es, frustrando así por completo la finalidad del ejercicio.
Además Justino, el más prominente de los apologistas, no sintió tal aprensión por poner
a Jesús al centro de su exposición. Tatiano fue alguien a quien no le importaban un
rábano las objeciones o sensibilidades de cualquier pagano. Y después del año 180
ningún escritor cristiano sintió la necesidad o presión de suprimir a Jesús.
Esto bien podría ser una referencia a los Evangelios cristianos. Pero si puede aludir a la
encarnación de esta forma, ¿por qué no la trata abiertamente y en profundidad? Su
comentario difícilmente es una sonada afirmación o una declaración de que dichos
relatos deban ser aceptados como historia. La forma en que Tatiano los compara con los
mitos griegos implica que él los considera del mismo nivel. Ciertamente, él no se
apresura para puntualizar que las historias cristianoas sean superiores o, a diferencia de
las Griegas, fácticamente verdaderas. Tampoco podemos evadir el hecho de que Tatiano
ignora reiteradamente esas historias evangélicas en el resto de su Apología. (El iba a
cambiar de opinión por la época en que compuso el Diatessaron.) Más aún, las ignora
incluso aunque su lenguaje implica claramente que los paganos estaban familiarizados
con ellas.
Sólo parece haber una forma de interpretar todo esto. Podemos asumir que los
apologistas filósofos estaban familiarizados con la historia del Evangelio y su figura de
Jesús de Nazaret. Pero, con la excepción de Justino, escogieron no integrarla en su
propia fe; decidieron no identificar este supuesto maestro fundador histórico con su
Logos divino e Hijo de Dios; optaron por no considerarlo como la fuente de las
enseñanzas Cristianas.
Esto es posible sólo si la religión del Logos a la cual estaban suscritos los apologistas,
especialmente en el momento de sus conversiones, carecía de la figura de Jesús de
Nazaret. Sólo si pudieran ver la historia del Evangelio y su personaje central como un
injerto reciente, como un relato ficticio como los de los Griegos, sólo así les resultaría
posible rechazarlo y sentir que podrían presentar la fe cristiana legítimamente. Sólo si
ellos hubieran sentido que era posible que los paganos aceptaran la historia de Jesús
como un mito como el de sus propios mitos religiosos, hubiera sido posible para los
apologistas el presentarles un cristianismo que ignoraba o rechazaba la figura de Jesús.
A los apologistas les hubiera resultado aceptable el presentar a los Griegos un
cristianismo que ignoraba o rechazaba la figura de Jesús, sólamente si hubieran sentido
que era posible para éstos el aceptar el relato de Jesús como un mito, en la misma forma
como aceptaban sus propios mitos religiosos.
Dicha imagen respalda la perspectiva de que el Cristianimso, durante sus primeros 150
años, fue un mosaico de expresiones descoordinadas. Fue un organismo diversificado
que enraizó y floreció a lo largo del panorama del Imperio, una mezcla ampliamente
divergente de características Judías y Griegas. A medida que transcurrió el tiempo, la
destilación de Jesús de Nazaret a través por ciertos poros en este organismo se diseminó
inexorablemente a lo largo de la totalidad de su superficie, hasta que para el año 200
estaba firmemente atrincherada en cada aspecto de la fe.
Incluso Justino da evidencia de esta imagen. Despues de llegar a Roma en los años 140,
encontro algunos de los Evangelios y acogió al hombre-dios histórico del cual hablaban.
En sus escritos apologéticos redactados en los años 150, Jesús y los evangelios
ocupaban un pael central. Para Justino, la Palabra/Logos "Tomo forma, se hizo hombre
y fue llamado Jesús Cristo" (Apología, 5). Sinembarg, inodvertidamente nos dejó un
registro acerca de la naturaleza de la fe a la que se convirtió anntes de su encuentro con
el relato del Jesús humano.
En las proximidades del mar cercano a Éfeso, Justino encuentra un anciano, un filósofo
Cristiano. Después de una discusión de los gozos y beneficios de la filosofía, el anciano
le cuenta acerca de antiguos profetas judíos que hablaron por el Espíritu Divino. Estos
profetas, dice, habían proclamado la gloria de Dios Padre y su Hijo, el Cristo. (Esta era
la interpretación de la Biblia Hebrea en términos platónicos.) La sabiduría sólo podría
llegar a aquéllos que la hubieran recibido por parte de Dios y su Cristo.
En este punto, dice Justino (8: 1), "se encendió una llama en mi alma; y un amor de los
profetas y de aquéllos que son amigos de Cristo me poseyó." Justino ni siquiera dice (no
obstante los mejores intentos de algunos comentaristas) que hubiera sentido an amor por
Cristo mismo, porque en el Cristianismo al cual se convirtió, Cristo era un concepto
filosófico. Era parte del Dios Supremo que estaba en el Cielo, una entidad del mismo
tipo del Logos. Este Cristo es un Salvador por virtud de la Sabiduría que imparte (8:2).
Éste es el concepto de Salvación que Justino tiene aquí, porque prosigue para concluir la
historia de su conversión, diciéndole a Trifón: "Si estás buscando ardientemente la
salvación y si crees en Dios, puedes familiarizarte con el Cristo de Dios y, después de
ser iniciado, vivir una vida feliz." (Posteriormente, bajo la influencia de los Evangelios,
Justino hizo un énfasis creciente en el valor redentor de la muerte y resurrección de
Cristo, pero en la religión del Logos básica, el Hijo salva al revelar a Dios.)
¿Dónde está Jesús de Nazaret en todo esto? El viejo filósofo no tenía ni una palabra que
decir acerca de él o de cualquier encarnación del Hijo. Somos afortunados de que
Justino no hubiera remodelado el recuerdo de su experiencia de conversión a la luz de
sus posteriores creencias basadas en los Evangelios. En estos capítulos de apertura del
Diálogo con Trifón, podemos ver que todo lo que los apologistas llegaron a la misma fe
cristiana: una filosofía religiosa platónica basada en el Judaísmo Helenista que deja de
incluir a un Jesús histórico.
Trifón mismo puede ser una invención literaria, pero Justino pone en su boca (8:6) una
acusación muy reveladora, una que debe haber representado una opinión extendida en
esa época: "Pero Cristo- se de hecho hubiera naccido y existiera en algún lugar - es
desconocido... Y ustedes, habiendo aceptado un reporte sin base, se inventan un Cristo
para ustedes mismos... " Trifón también expresa la opinión de que la encarnación es
increíble y que los cristianos son locos al colocar a un hombre crucificado en segundo
lugar después de Dios. Como veremos, incluso los cristianos pudieron estar de acuerdo.
****
He dejado para el final la más fascinante de todas las apologías, un documento que bien
podría ser llamado "una pistola humeante". El pequeño tratado Octavio se escribió en
Roma, o posiblemente en África del Norte, en Latín. Toma la forma de un debate entre
Cecilio, un pagano, y Octavio, un cristiano, presidido y narrado por el autor, Minucio
Félix, por cuyo nombre se suele hacer referencia al tratado.
Ha habido un largo y alternado debate sobre cuándo se escribió Minucio Félix. Existe
una relación literaria clara con la mucho más larga Apología de Tertuliano, escrita
alrededor del año 200. ¿Pero quién copió a quién? Una buena regla general dice que el
escritor posterior tiende a expandir y no a recortar drásticamente lo que escribió el
escritor anterior, especialmente porque en este caso hubiera significado que Minucio
Félix hubiera recortado muchos dogmas cristianos importantes y todas y cada una de las
referencias al Jesús de los Evangelios - y esto, bien entrado el siglo tercero, cuando
nadie más tenía reparos para hablar de dichos temas. Con esto y otros argumentos en
consideración, la datación temprana entre el 150 y el 160 es mucho más preferible.
En este diálogo nunca se usan los nombres de Cristo y Jesús no obstante que la palabra
"cristiano" aparezca a lo largo de todo el trabajo. Tampoco hay ninguna alusión al Hijo
o al Logos. El cristianismo de Octavio se centra en la Unidad y Providencia de Dios y el
rechazo de todas las deidades paganas, la resurrección del cuerpo y su futura
recompensa o castigo. Considerando lo último, no se hace ninguna alusión a la propia
resurrección de Jesús como prueba de la capacidad e intención de Dios de resucitar a los
muertos. Ni siquiera en respuesta al reto (11): "¿En particular, ¿Qué individuo ha
retornado de entre los muertos, en el cual podamos creer como un ejemplo?" Gran parte
del argumento de Octavio se dedica a refutar las calumnias contra los cristianos que
Cecilio enumera, representando la opinión pagana general: todo desde concupiscencia
hasta canibalismo de infantes e incluso conspiración y esperanza de una destrucción
mundial.por fuego.
Pero aquí es donde se vuelve interesante. Porque ningún otro apologista excepto Justino
había proclamado y tratado con una acusación particular que el escritor pone en la boca
de Cecilio. La lista de calumnias en el capítulo 9 corre así (parcialmente parafraseadas):
Recuerde que este pasaje está siendo compuesto por un cristiano. (La frase en itálicas
fué traducida plenamente.) El ha incluído los elementos centrales y la figura de la fé
cristiana, la persona y la crucificción de Jesús, dentro de una letanía de ridículos y
calumnias inimaginables levantadaen contra de su religión - sin ninguna indicación, por
su lenguaje o su tono, de que esta referencia a un hombre crucificado deba ser vista de
alguna forma distinta que al resto de los tópicos: acusaciones difamatorias que necesitan
ser refutadas. Podría ser capaz un autor cristiano, que creía en un Jesús crucificado y su
divinidad, ser realmente capaz de hacer esta forma de presentación?
Ridiculizando los mitos griegos acerca de las muertes de sus dioses, tales como Isis
lamentándose sobre el desmembrado Osiris, él dice (22): "¿No es absurdo lamentase por
lo que ustedes adoran, o adorar lo que ustedes lamentan?" En otras palabras, está
criticando a los griegos por lamentarse y adorar un dios que es asesinado.
Posteriormente dice (23): "Los hombres que hayan muerto no se pueden convertir en
dioses, porque un dios no puede morir; tampoco pueden (volverse dioses) los hombres
que hayan nacido... Yo digo, ¿por qué no nacen hoy los dioses, si en alguna ocasión lo
han hecho?" Entonces pasa a ridiculizar la totalidad de la idea de que los dioses se
procreen ellos mismos, lo que incluiría la idea de un dios engendrando un hijo. En todas
partes (20) desdeña a aquellos que son lo suficientemente crédulos para creer en
milagros ejecutados por dioses.
¿Cómo pudo un cristiano expresar tales argumentos de esa manera, sin hacer ninguna
aclaración? Esto hubiera confundido refutado y confundido en su propia mente las
creencias cristianas ensenciales, y lo hubieran dejado expuesto al cargo de hipocresía.
Una cosa es que un comentarista desconcertado afirme que los silencios de loa
apologistas se deben a un deseo de no desanimar o irritar a los paganos con tratados
teológicos largos y complicados en temas en los cuales ellos tenían ya sus prejuicios en
contra o que se debieran a que sus intenciones no eran proveer de una imagen detallada
de la fé. Pero cuando un apologista se pronuncia con afirmaciones que contradicen
absolutamente e incluso calumnian ideas que deberían estar en el mismísimo corazón de
sus propias creencias y de su devoción personal, entonces, dichas explicaciones quedan
totalmente desacreditadas.
¿Y cómo hace frente Minucio Félix a la acusación de que los cristianos adoran a un
criminal crucificado y a su cruz? Como hizo en la diatriba de Cecilio, el autor inserta su
respuesta en medio de su refutación de otras calumnias acerca de banquetes incestuosos
y de adoraciones a los genitales de los sacerdotes. Aquí está la forma y el contexto en el
cual el trata con el cargo de adorar a un criminal crucificado (29, con números de los
versos señalados):
"(1) No deseamos escuchar estas y otras indecencias similares, es vergonzoso tener que
defendernos de dichos cargos. La gente que vive una vida casta y virtuosa es difamada
por ustedes con hechos que no consideramos posibles, excepto porque los vemos a
ustedes mismos haciéndolos. (2) Más aún (nam), cuando ustedes atribuyen a nuestra
religión la adoración de un criminal y su cruz, se descarrían de la verdad al pensar que
un criminal merecería ser digno de fé como Dios o que pudiera ser posible creer en un
mortal como en Dios. (3) De hecho, es miserable el hombre cuya esperanza depende
totalmente en un mortal, porque dicha esperanza cesa con la muerte (de este)..."
Antes de seguir, primero debemos señalar que el verso 2, que continúa los sentimientos
expresados en el verso 1 (lo cual es enfatizado por la palabra Latina nam), deja explícito
que el escritor ve esta acusación como si fuera del mismo estilo que las otras
"indecencias" que dolorosamente tiene que refutar. ¿Y cuál es la refutación que da?
Consiste en acumular escarnio y desdén sobre aquéllos que que pudieran creer que un
criminal crucificado, un mortal, pudiera ser profesado como un dios. ¿Dónde está la
indispensable aclaración acerca de la cual, ningún cristiano hubiera permanecido en
silencio? ¿Dónde está la la defensa aclaratoria de que, de hecho, este hombre
crucificado no ra un mortal, sino que en efecto era Dios? Ciertamente, Octavio no la
provee, aunque el lenguaje aquí presentado implica que el escritor sabía de algunos
cristianos que creían tales cosas, aunque no simpatizaba con ellos.
Es divertido el encontrar que el traductor de este trabajo en la colección de Padres
Antenicenos del siglo XIX incluyera la siguiente frase en su prefacio del resumen al
inicio del capítulo 29: "Porque ellos creían no sólo que el era inocente, sino que con
razón, él era Dios." Dicha idea no se puede encontrar en ninguna parte del texto. Y al
verso 2, el traductor ofrece nota de pie de página que desearía que dijera el texto: "A
una reverente alusión al Crucificado, en el cual se creía y al cual se adoraba como
Dios." Lo que uno no puede concebir que falte, uno lo leerá en el texto, no importando
lo que diga.
En este pasaje, Minucio continúa citando la locura de las gentes paganas quienes
"escojen un hombre para su adoración", pero no hace tales admisiones para los
cristianos. Así, para la acusación de la adoración de cruces el dice despectivamente :
"No las adoramos, ni les hacemos peticiones." Y prosigue advirtiendo a los paganos por
ser culpables de usar signos de cruces es su propia adoración y en su vida cotidiana. No
hay ni un solo indicio de que, para Minucio, la cruz tuviera algún significado sagrado o
requiriera defensa en un contexto cristiano.
Para el observador imparcial, Minucio Félix es un cristiano que no tendría nada que ver
con aquéllos, en otros círculos de su religión, que profesaban la adoración de un Jesús
que fue crucificado en Judea bajo el gobierno de Poncio Pilato, de lo cual habría llegado
rumores a oídos paganos y hubieran generado mucho desdén y reprobación. Alegar que
toda una generación de apologistas hubieran transmitido dicha apariencia a aquéllos que
deseaban ganar como adeptos, que deliberadamente hubieran cedido a esta especie de
engaño Maquiavélico, no es sino una de las medidas desesperadas que han sido
adoptadas forzosamente por los académicos modernos en sus esfuerzos para tratar con
un registro cristiano que obstinadamente se refuta a presentar el cuadro que todos ellos
desean ver.
***
Los apologistas no eran tontos. Sus talentos literarios y polémicos eran considerables.
Estaban versados en un amplio rango de conocimiento antiguo, en las intrincadas
sutilezas de la filosofía contemporánea. No es factible que ellos hubieran diseñado
piezas de escritos apologéticos tan cuidadosa y elaboradamente y que a su vez,
contuvieran omisiones y debilidades tan devastantes como las que hemos visto en
Minucio Félix, en Teófilo, en Atenágoras y en Tatiano.
Si un autor como Minucio Félix se mantiene en silencio por razones políticas, ¿por qué
hubiera escogido poner en boca de su portavoz pagano las acusaciones acerca de lo cual
guarda silencio deliberadamente? ¿Por qué hubiera permitido hacer a su oponente unas
declaraciones tan críticas y derogatorias acerca del objeto central de adoración cristiana,
si ya había decidido que no se daría el lujo de responderlas? ¿Por qué habría colocado
precisamente en la propia boca del cristiano, como lo hace en el capítulo 21 y el 23.,
unas afirmaciones tan abrumadoras y despreciativas que van en contra de elementos de
la fe cristiana, sin ninguna posibilidad de ofrecer una aclaración? No hay ni siquiera un
intento de apaciguar al lector cristiano "conocedor" por medio de lenguaje o
implicaciones veladas, para mostrar que dichas excepciones están presentes en su propia
mente. De hecho, su tratamiento de estos temas de fe es equivalente a una negación de
ellos.
Esto también es cierto con respecto a Tertuliano, el cual escribió su apología cerca del
año 200, copiando o por lo menos, usando como inspiración, algunas partes del trabajo
de Minucio Félix. Tertuliano no cede a tan críptico encubrimiento. En su propio
momento, la hostilidad al Cristianismo no era menor que la que había una generación
antes, cuando escribió Félix, o sólo dos décadas desde que Atenágoras y Teófilo habían
escrito sus defensas. El trabajo de Tertuliano está lleno de vívidas referencias a la
encarnación de Cristo, a su muerte y su resurrección. Finalizando su recuento de "ese
Cristo, el Hijo de Dios que apareció entre nosotros," declara: "no dejen que nadie piense
que es de otra forma que la que hemos presentado, para que nadie pueda dar una
exposición falsa de su religión ... Decimos, y ante todos los hombres lo decimos, y
destrozados y sangrando bajo vuestras torturas gritamos "¡Nosotros adoramos a Dios a
través de Cristo!". " Obviamente, si vamos a creer a los comentaristas, el grueso de los
apologistas del siglo segundo no poseían tal convicción ni tal coraje. Tertuliano
ciertamente no hubiera simpatizado con su política de encubrimiento. La cita anterior
podría ser incluso una acusación velada para ellos, si es que él hubiera estado
familiarizado con los del estilo de Atenágoras o Tatiano o Teófilo. O incluso podría
estar dirigida al mismísimo Minucio Félix, por cuyo trabajo se sintió empujado a
expandirlo y a llenar los espacios dolorosamente faltantes.
Como una nota final, podríamos preguntar: ¿Dónde están los escritores (pues
deberíamos esperara que hubiera algunos) que abierta claramente rechazan la figura de
Jesús, sin posibilidad de ambigüedad? Hasta que nos damos cuenta de que ningún
documento de este estilo nos hubiera llegado a través de 2000 años de censura Cristiana.
Probablemente por la misma razón, no poseemos ningún escrito pagano que discutiera
el caso del rechazo del Jesús histórico. Incluso Celso (que no hace esto) sobrevive sólo
en pedacitos en la gran refutación de Orígenes. De otro lado, es probable que incluso los
pensadores paganos prominentes como Celso ni hubieran tenido forma alguna de
verificar o refutar la historia cristiana y los relatos narrativos de Jesús de Nazaret
circulantes, ni hubieran tenido las herramientas y habilidades exegéticas para refutar las
afirmaciones cristianas por medio de un estudio de los documentos mismos. En
cualquier caso, dado el pobre estado de comunicación y de disponibilidad de materiales,
todos estos documentos difícilmente hubieran estado accesibles a alguien que hubiera
pensado en llevar a cabo dicha tarea.