Lágrimas de Agua Dulce de Jaime Chabaud

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LÁGRIMAS

DE AGUA DULCE
(Incluye unipersonal para actriz)

Jaime Chabaud

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Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público
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LÁGRIMAS
DE AGUA DULCE
(Incluye unipersonal para actriz)

Jaime Chabaud

Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público


Jaime Chabaud (Ciudad de México, 1966), dramaturgo, peda-
gogo, periodista e investigador teatral, estudió Letras Hispánicas,
teatro y cine. Entre las distinciones por su trabajo dramatúrgico,
destacan el Premio Nacional de Dramaturgia Fernando Calderón
del gobierno de Jalisco (1990), por su obra ¡Que viva Cristo Rey!;
el Premio Nacional Obra de Teatro 1999 que otorga el inba, por Talk
Show; el Premio filij de Dramaturgia al Mejor Teatro para Niños
1999 por Sin pies ni cabeza; y el Premio de Dramaturgia Juan Ruiz
de Alarcón por su trayectoria.
Algunas de sus obras estrenadas profesionalmente son: ¡Que
viva Cristo Rey! (1992), El ajedrecista (1993), En la boca de fuego
(1993, Perder la cabeza (1995), Sin pies ni cabeza (1995), Talk Show
(2000), Divino Pastor Góngora (2001), Pipí (2005), Otelo sobre la
mesa (2006), Lluna (2007 y 2010), Oc Ye Nechca (Érase una vez)
(2010) y El Kame Hame Ha (2013). Sus obras se han traducido —y
en algunos casos publicado— al francés, alemán, inglés, búlgaro,
portugués, catalán, gallego, polaco y checo.
Es director de Paso de Gato: Revista Mexicana de Teatro, por la
que recibió en 2005 el Premio Nacional de Periodismo José Pagés
Llergo. Actualmente es becario del Sistema Nacional de Creadores
de Arte del Fonca.
Ana Zavala en el unipersonal
Lágrimas de agua dulce, dirigido por
Perla Szuchmacher (2009).

ISBN 978 607 8092 ???


® Registrada en Sogem
© Jaime Eduardo Chabaud Magnus

© Toma, Ediciones y Producciones Escénicas y Cinematográficas


bajo el sello editorial de Paso de Gato
Eleuterio Méndez # 11, Colonia Churubusco-Coyoacán, c. p. 04120,
México, D. F., teléfonos: (0155) 5601 6147, 5688 9232, 5688 8756
www.pasodegato.com
Correos electrónicos: editor@pasodegato.com, editorialpdg@gmail.com
Las autorizaciones para el montaje tanto de la obra como del uniper-
sonal pueden solicitarse en la siguiente dirección electrónica:
jchabaud1@mac.com y teatro@sogem.org.mx

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra en cual-


quier soporte impreso o electrónico, así como el montaje escénico de la
misma, sin previa autorización.
Para Marisol, Juan Sebastián e Ian Daniel.

Carne de yugo, ha nacido


más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Miguel Hernández

Lágrimas de agua dulce 3 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Índice

Nota a esta nueva edición ö 5

Lágrimas de agua dulce ö 6

Unipersonal para actriz ö 28

4
NOTA A ESTA NUEVA EDICIÓN

Esta obra fue estrenada en una comunidad rural en las


afueras del Valle del Cauca, muy cerca de la ciudad de
Cali, Colombia, en 2003. Fue pensada para muchos
actores porque el proyecto de teatro comunitario al
que iba dirigido lo requería. En 2008, la dramaturga y
directora Perla Szuchmacher me solicitó los derechos
y me pidió adaptara mi propio texto para ser actuado
por una sola actriz, Ana Zavala. Me senté con Perla a
trabajar y muy pronto terminamos la versión uniper-
sonal que ha sido vista en más de quince países his-
panoparlantes. Para esta reedición del libro que Paso
de Gato hace en el año 2014, me pareció importante
incluir las dos versiones. El lector encontrará entre
ambas diferencias interesantes.

J. Ch.

Lágrimas de agua dulce 5 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

LÁGRIMAS DE AGUA DULCE

Personajes

Sofía
Felipe
Mateo
Sara
José
Beata 1
Beata 2
Abuela
Notario
Cura
Alcalde

Espacio(s)

Transcurre en la geografía de un pequeño pueblo: parque,


pozo, árbol, casa, calle, alcaldía y curato.

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Escena 1

El parque.
Felipe corre tras Sofía, que tropieza y se hace daño.
Ella llora copiosamente. Y decir copiosamente es no
entrar en el asunto: Sofía llora a cántaros, litros.

Felipe: Quien con niños se acuesta…


Sofía: Mojado amanece… ¿Y…?
Felipe: Hoy no quiero hablar contigo.
Sofía: Ni yo…
Felipe: ¿Supiste que se murió el perro de doña
Haydée?
Sofía: Nooo…
Felipe: Y ni perro que le ladrara…
Sofía: Ni ganas tenía de llorar.
Felipe: Pareciera que te hiciste pipí…
Sofía: Sólo estoy llorando.
Felipe: Pipí… A eso huele… Puros meados de perro
cadáver o de niño bien muerto o de…
Sofía: Hoy no quiero hablar contigo.
Felipe: Ni yo, ¡qué te crees…!

Silencio.

Sofía: Deja de voltear…


Felipe: ¿Por qué?
Sofía: Me pones nerviosa…
Felipe: No te preocupes…: están justo detrás de ti…

Lágrimas de agua dulce 7 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Sofía: ¡Nooooooooooo…! ¿Ya llegaron? ¿Qué hago?


¿Y si no me aceptan en el club?
Felipe: Si te sigues portando tan babosa menos vas
a pasar la prueba. Deja de hacerte pipí por los ojos.

Mateo y Sara se acercan con curiosa maldad.

Mateo: ¿Así que ésta es la nueva recluta?


Felipe: Sí, se llama Sofía y…
Sara: Y moja la cama con tanta chilladera.
Mateo: Se puede ahogar ella solita. (Pasa un dedo
por los ojos de Sofía y prueba las lágrimas.) Además
de muchas lagrimotas y ni saben a nada.
Sara: (Lo empuja.) No te creo. (Realiza la misma
operación que Mateo.) Órale, sí, están rete insípidas.
Sofía: No tienen por qué saber a nada.
Mateo: (Golpea a Felipe, que llora.) Pruébate és-
tas, niña mensa. Saben a sal. Las lágrimas siempre son
saladas.
Sofía: No siempre porque… porque…
Sara: Tenía que ser Felipe el que trajera a una fe-
nómeno.

Felipe le pega a Sara, que se echa a llorar. Burlas de


Mateo.

Mateo: ¿No que tú muy macha y que nunca chilla-


bas?
Sara golpea a Mateo, que también llora. Eso se con-
vierte en un concierto a cuatro llantos.

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Felipe: (Prueba sus lágrimas.) ¿Pues a qué querían
que supieran?
Sara: (Saborea las de Mateo.) A sal, como todas.
Mateo: Menos las de tu amiga…: la monstruo.
Felipe: (Lo verifica.) ¡Es cierto, Sofía! Tus lágrimas
son dulces.
Sofía: No es verdad.
Felipe: Dulces como agua de manantial.
Sofía: (Sale corriendo.) Mientes.
Mateo y Sara: Lágrimas dulces… ¡Fenómeno...!
¡Fenómeno...!

Sara y Mateo se mueren de risa. Felipe hace conato de


mutis tras Sofía pero se detiene.

Mateo: ¿Te vas sin que nos enseñe su rajita mi her-


mana?
Felipe: ¿Su rajita…?
Mateo: Nos la prometió. ¿No te acuerdas?
Felipe: Bueno, entonces me quedo.
Sara: Pero ustedes me enseñan primero porque si
no salen corriendo luego luego.

Escena 2

El pozo.
El Cura, Beatas 1 y 2 hacen una rogativa. José, el
Alcalde, el Notario y gente del pueblo contemplan
respetuosos la ceremonia.

Lágrimas de agua dulce 9 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Cura: Virgen de Icuiricui.


Beatas: Ruega por nosotros.
Cura: San Goteo Goteo.
Beatas: Ruega por nosotros.
Cura: Virgen de los aguadores.
Beatas: Ruega por nosotros.
Cura: Cristo de los sedientos.
Beatas: Danos el agua.
Todos: Amén.

El Cura bendice el pozo y balbucea frases en latín. El


Alcalde se persigna y hace una señal a José para que
eche a andar la bomba extractora. Un ruido agóni-
co en el extremo de una manguera parece prometer
la abundancia de agua. Todos se amontonan expec-
tantes y entusiastas pero un precario chisguete es se-
cundado por un pedorreo estéril. Sale un chorrito de
agua sucia que se extingue de inmediato. Beatas 1 y 2
salen espantadas. La gente se dispersa decepcionada. El
Alcalde patea la bomba y ésta se para. José quiere echar-
la a andar nuevamente.

Alcalde: Deja esa pendejada por la paz, José, o te


voy a patear a ti también.
José: Sí, señor Alcalde. Yo le dije…
Notario: ¿Qué le dijiste?
José: Que estaba más seco que el cerro.
Cura: ¿Y cómo lo sabías?
José: Pues, ¿qué no me metí hasta dentrísimo el
otro día?

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Notario: Y me hicieron gastar en una bomba nue-
va. ¿Sabe el dineral que me costó?
Alcalde: No me jodas, notario, que el agua no se
fue sola y yo me conozco quién le dio una ayudadita.
Notario: Su mamá también…
Alcalde: No me insulte que sus perforaciones aca-
baron con los mantos acuíferos y…
Cura: ¿No se mueren de calor? Les invito algo de
beber en la parroquia para limar asperezas.
Notario: Pero si no le queda ni agua bendita para
tomar, padre.
Cura: Los caminos de Dios son misteriosos, hijo.
Me llegaron cervecitas.

Desaparecen entre risas el Cura, el Alcalde y el No-


tario. José los acompaña con la mirada al tiempo que
pasa Sofía a trote y con el llanto inconsolable.

José: M’ija, ¿dónde vas? ¿Qué te hicieron?

José sale tras ella.

Escena 3

El árbol.
La Abuela intercepta a Sofía que sube al árbol del
patio de su casa.

Abuela: ¿A dónde, mi niña?

Lágrimas de agua dulce 11 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Sofía: Donde no me alcancen las miradas de los de-


más, abuela.
Abuela: ¿No vas a bajar?
Sofía: ¿Para qué? Extraño a mi mamá. Ella no me
dejaría en la boca de esos…
Abuela: ¿Qué dicen “ésos”?
Sofía: ¿Por qué lloro como cubetadas de agua,
abuela?
Abuela: Porque eres la niña más sensible de este
pueblo.
Sofía: (Baja del árbol.) ¿Y tienen que ser dulces?
Abuela: ¿Tus lágrimas…?
Sofía: Lo odio...
Abuela: No digas bobadas, Sofía.
Sofía: Son dulces, de veritas.
Abuela: ¿Y desde cuándo?
Sofía: Desde siempre o... No, desde que murió ma-
má. Ahí comencé a llorar chorros y a hacer charcos. ¿Me
voy a secar, abuela?
Abuela: ¿Lágrimas dulces, eh?
Sofía: Sí, mira, prueba.
Abuela: Lo son, efectivamente. Es porque derra-
mas las del mundo. Nos naciste especial.
Sofía: No quiero…
Abuela: (La acaricia.) De ti no depende y tienes
una misión.

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Escena 4

La casa.
Entra José seguido de Sofía, la Abuela y Felipe.

José: Ora sí me corre el alcalde. Lo de ayer no me lo


perdonan aunque haya sido su culpa.
Abuela: Ya verás que no, m’ijo.
José: ¿Cómo no, madre? Don Notario gastó mucha
plata en un pozo que yo ya sabía que no iba a dar agua.
Abuela: (Sale.) Te voy a rezar muchísimo, ya verás.

Entra el Notario.

Notario: No creas que es venganza, José… Pero ne-


cesito que pagues tu crédito.
José: ¿Y con qué?
Notario: Calor de mier…, de miércoles.
Felipe: Ahora, cuando yo tengo sed, me bebo las
lágrimas de Sofía…
José: No molestes, Felipe, es plática de adultos.
Felipe: Yo sé cómo quitar el calor…
Notario: Si me quitaras este sudor, niño, le perdo-
naba a José todo lo que me debe…
Felipe: Puedo… Es Sofía…
Sofía: Ya cállate…
José: Llévese el taller. No tengo cómo pagarle.

Felipe pellizca a Sofía que llora copiosamente. Felipe


acumula en un vaso las lágrimas y las ofrece al Notario.

Lágrimas de agua dulce 13 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Felipe: Me quitan la sed. Son lágrimas de agua dulce.


Notario: (Las prueba.) ¡Qué delicia…!
Felipe: Son cien pesos.
Sofía: ¡Felipe…!

Felipe llena una jarra con las lágrimas de Sofía que


corren incontenibles.

Notario: (Saca su cartera.) Cien pesos…


José: Salga de mi casa inmediatamente.
Notario: Y más… Estamos ante la salvación del
pueblo y de su situación económica, don José…
Felipe: ¿Verdad que es dulcísima? Hasta se derra-
ma…
José: No le entiendo.
Notario: Le cancelo la deuda desde ya… Luego ha-
blamos de negocios.
José: ¿Qué negocios?
Notario: Me refiero a las lágrimas de Sofía, claro.
José: ¡Largo de aquí!

Escena 5

La fábrica.
Frente a una especie de potro de tormento al que
Sofía está atada, el Notario y José.

José: Llora, m’ijita, por favor.


Notario: Nadie te quiere.
José: Pare…

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Notario: Eres feísima…
Sofía: No es cierto…
Notario: Te odia el mundo…
José: Pare, por Dios…
Notario: (Zarandea a la niña.) Pura lástima que
das…

José toma el brazo del Notario, que se zafa furioso.

Notario: Por las buenas o por las malas, don José.


Ya hay pedidos y el primero es de cinco litros en casa
del señor alcalde.
José: Es que yo…
Notario: Pues sí, usted dirá…
José: ¿Por las buenas o por las malas…?
Notario: Si fuese necesario…

La atmósfera se enrarece y el Notario y José se apli-


can a torturar de diversas maneras a Sofía. Recogen
cubetas y tinajas de las lágrimas de la niña. Una coreo-
grafía dantesca nos ilustra cómo, conforme se reco-
lecta el agua dulce del dolor de Sofía, así de rápido
se vende al mejor postor: entran y salen personajes
demandando el preciado líquido.

Escena 6

El parque.
Mateo, Sara y Felipe contemplan con admiración
a Sofía. La actitud de los dos primeros ha cambiado.

Lágrimas de agua dulce 15 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Mateo: Vicepresidenta…
Sara: No, bobo, Sofía tiene que ser la presidenta de
nuestro club.
Sofía: Yo no quiero nada de eso.
Felipe: Entonces vamos a jugar encantados otra vez.

Inician el juego pero al poco tiempo el entusiasmo de


Sofía se acaba: está deshidratada. Felipe la apoya en
un árbol para que descanse.

Felipe: ¿Qué te pasa?


Sofía: Quiero dormir, tengo sed, me dio mucho frío.
Sara: ¿Le avisamos al doctor?
Sofía: No, por favor, siempre tiene sed.
Mateo: ¿Al cura?
Sofía: Me va a poner a llorar para tener agua ben-
dita.
Felipe: ¿Quieres que vaya por tu papá?
Sofía: (Con súbita energía y temor.) No, a él no…
Felipe: ¿O prefieres a tu abuelita?
Sofía: Tengo mucho sueño, Felipe…

Sara y Mateo salen tristes. Sofía duerme y Felipe la


acaricia.

Felipe: Desde hace unos días yo te quería decir una


cosita… Claro que yo sé que no tuve así como que mucho
que ver pero… Algo no me deja en paz, Sofía: es un pen-
samiento… Y ya sabes cómo son luego esas cosas que se
le meten a uno a la cabeza y… Y pues, son pensamientos

16
malucos que… Que no lo dejan a uno ni dormir bien…
Así como duermes tú de bien ahora… ¡Qué envidia
que me das! Traías los ojos empiyamados desde esta
mañana… Yo me digo que quién te manda tener esa
manera… Esa forma de llorar… Porque lo que hice fue
sólo pellizcarte un poquito… No me vengas ahora con
que soy el malo del cuento y que… Quería que todos te
admiraran y te respetaran y fueran tus amigos… Eso sí
lo logré y me lo tienes que reconocer… Aunque claro,
como eres de presumida… Ya te sientes la muy muy
y andas de presumida y… (Silencio largo.) ¿Me per-
donas, Sofía? Te juro que mi intención no era que te
cansaran de esa manera haciéndote chillar de la noche
a la mañana y de la mañana a la noche. ¿Puedes per-
donarme?

Sofía despierta y mira a Felipe, que pone cara de duro.

Sofía: ¿Qué estabas diciendo?


Felipe: ¿Yo…? Nada…
Sofía: Es que soñé que me decías cosas muy bonitas.
Felipe: Ja, ni que fuéramos novios…
Sofía: Sólo era un sueño, pero era lindo.
Felipe: Mejor te acompaño a tu casa.

Felipe ayuda a Sofía a incorporarse y salen del parque.

Lágrimas de agua dulce 17 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Escena 7

La calle.
Sofía camina apoyada en el hombro de Felipe
cuando se cruzan con las Beatas 1 y 2.

Beata 1: Con que de paseo, ¿eh?


Beata 2: Así son los niños, irresponsables.
Felipe: Déjenla.
Beata 1: En lugar de estar produciendo agua.
Beata 2: Que tanto necesita este pueblo.
Felipe: ¿Qué no ven que está cansada?
Beata 1: Pero el padre es más irresponsable aún.
Beata 2: Dejándola salir para que juegue.
Felipe: Está enferma.
Beata 1: Con el afán que tenemos.
Beata 2: Pero se lo hemos de decir al señor alcalde.

Entra la Abuela y da un par de bastonazos a las Bea-


tas 1 y 2, que salen maldiciendo.

Abuela: ¡Buitres! Métanse en su iglesia y no en los


asuntos de mi nieta. ¡Brujas! (Acaricia a Sofía.) ¿Qué
tienes, m’ijita?
Felipe: Casi se desmaya en el parque.
Sofía: Tengo sed.
Abuela: Vamos a la casa que allá reposarás y te
haré un caldito de gallina para que repongas fuerzas.
Sofía: No quiero ir a la escuela, abuelita.

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Salen y se ilumina el espacio de la casa de Sofía, don-
de José cuenta las ganancias satisfecho y entrega una
parte del dinero al Notario, que hace mutis entre car-
cajadas.

Escena 8

El árbol.
Sofía trepa al árbol ayudada por Felipe, que la si-
gue. Se acomodan y escuchan cómo abajo, desde la
casa, José canta una canción alegre sobre las bonda-
des del dinero.

Felipe: Todos se han vuelto locos.


Sofía: Pero de la cabeza.
Felipe: (Burlón.) Ni modo que de la cola…

Sofía comienza a llorar. Felipe la mira, muy avergon-


zado. Va a decir algo pero no sabe qué hacer. Aparece
José por la puerta del patio y, al verlos, se enoja mu-
chísimo.

José: ¡Sofía, baja inmediatamente de ahí!


Sofía: No quiero…
José: Baja o te bajo.
Felipe: Es que está muy cansada.
José: Y a ti quién te mete, chamaco tarugo.
Felipe: Es que yo sólo…
José: Seguro tú la hiciste llorar, ¿verdad?
Sofía: Déjalo en paz, papá.

Lágrimas de agua dulce 19 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

José: A ti no te quiero ver más por mi casa. ¿Me oís-


te, Felipe?
Sofía: Él es mi amigo, no tuyo.
José: Mira nada más cuántas lágrimas.
Felipe: Sólo le hice…
José: ¡Bajen de ahí inmediatamente!
Felipe: …una broma.
José: Y se están desperdiciando.
Sofía: (En grito histérico y agudo.) ¡¡¡Abuelaaaaa!!!

Aparece la Abuela, asustada.

José: Sin que se tenga beneficio.


Abuela: Qué demonios te pasa, m’ijo.
José: Nadie recogió esas lágrimas, carajo.

La Abuela mete a empujones a José a la casa.

Abuela: Te has vuelto un monstruo, José.

Felipe comienza una suerte de magia que poco a poco


atrae la atención de Sofía, que se va calmando.

Sofía: Hoy no quiero hablar contigo.


Felipe: (Se encoge en hombros.) Ni yo… (Se arre-
piente.) No es cierto, yo sí… (Saca una flor que le ofre-
ce.) Perdóname, Sofía.
Sofía: Ya no quiero llorar.
Felipe: Es que lo que te están haciendo no se le hace
a una niña…
Sofía: Ni a nadie…
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Felipe: Sí, ni a nadie…
Sofía: Pero, ¿yo qué puedo hacer? Mi papá está ga-
nando dinero y hasta un coche se quiere comprar y…
Felipe: Déjamelo a mí. Ya pensaré en algo y esto se
va a acabar.
Sofía: ¿De veras? No quiero volver a llorar nunca
más.
Felipe: De veras.

Felipe le da un beso en la frente a Sofía, desciende del


árbol y sale.

Escena 9

La casa.
En el interior de la casa de Sofía hay mucho mo-
vimiento. Una coreografía de personas entrando y
saliendo, hacen pedidos, se llevan garrafas de agua,
pagan a José. Desde un rincón la Abuela observa mo-
viendo la cabeza, reprobatoria. En su habitación, en
la planta superior, Sofía contempla el cielo.

Escena 10

La alcaldía y el curato.
Vemos los dos espacios simultáneamente. En el
primero el Alcalde observa unos planos que explica
el Notario. En el segundo el Cura y las Beatas 1 y 2
preparan una carta.

Lágrimas de agua dulce 21 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Notario: Y así, las lágrimas pasan por esta canaleta y


van directamente a la envasadora.
Alcalde: ¿Sin que gota se desperdicie?
Notario: Optimizándolo todo. Acá, vea, la nalguea-
dora: esas palas van golpeando las nalgas de la niña
para que no pare de llorar; y, si hiciera falta, con un
operador basta porque bien puede pellizcarla si algo
dejara de funcionar.
Alcalde: Con otros tres niños que lloraran lágri-
mas dulces nos volvíamos autosuficientes.
Beata 1: El niño, el tal Felipe…
Beata 2: La abuela…
Cura: En todo caso los dos… Los dos son un peli-
gro para nuestros intereses, hermanas. Pero el Santo
Padre se va a interesar muchísimo por este prodigioso
caso, ya lo verán.
Beatas 1 y 2: Amén.
Notario: No crea que no he pensado en todo. Con
tantos niños de la calle como hay podemos reclutar a
cuarenta y…
Alcalde: Pero llorarán lágrimas saladas…
Notario: Le digo que he pensado en todo. Mire, esta
otra máquina es una desalinizadora. Se ponen a hervir,
el vapor pasa por acá, se condensa y ya puede usted to-
mar lágrimas de agua dulce con una ganancia adicional:
tenemos sal para comercializar. ¿Qué le parece?
Alcalde: Maravilloso. ¿Cuánto quiere?
Notario: Cuánto y qué, señor alcalde. Primero ne-
cesitamos un edicto para expropiar a Sofía. Quitársela
a su papá…

22
Cura: Antes que nada tenemos que probar el milagro.
Beata 1: Pero, ¿cómo?
Beata 2: Hay que pedir firmas y testigos y…
Cura: Y quizá habrá que exagerar un poquito que
eso no es mentir.
Alcalde: ¿Cómo expropiarla?
Notario: José es un pobre miserable que no sabe lo
que tiene en las manos y capaz un día se le sale el amor
paternal y nos jode toda la empresa.
Alcalde: ¿Conque un edicto de expropiación?
¡¡Claro!! Le quitamos la patria potestad a José y ni la
abuela se va a poder meter. ¿Quién me va a decir algo?
Es un bien común, patrimonio del pueblo.
Cura: A ver, Cuquita, escriba: “Venerable Santo Pa-
dre: Quiero distraerlo de sus muchas ocupaciones por-
que se ha producido en este pueblo un milagro porten-
toso que no puede pasar desapercibido al Vaticano…”.

Escena 11

Interior y exterior de casa.


Por la ventana de la habitación de Sofía entran
Felipe y Sara. Al pie de la ventana cuida la escale-
ra Mateo. Sofía duerme. Felipe intenta despertarla
pero ella sigue unos momentos sonámbula.

Sofía: Está bien, pellízquenme… Sí, sí, sólo paré un


momentito de llorar… Ya comienzo otra vez pero no
me peguen…

Lágrimas de agua dulce 23 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Sara: Despierta.
Felipe: Somos nosotros, Sofía…
Sofía: (Reacciona.) ¿Qué hacen aquí?
Felipe: Venimos a rescatarte.

Sara ayuda a Sofía a vestirse.

Sara: Te vamos a esconder.


Sofía: ¿A dónde? ¿Cómo? No entiendo nada.
Sara: Hay que escapar.
Felipe: Los adultos se han vuelto locos.

Abajo, Mateo silba y Sara y Felipe se alertan. Pasa


José rumbo a la casa sin percatarse de la presencia
de Mateo ni de la escalera.

Felipe: Tenemos que irnos.


Sara: Yo bajo la maleta de Sofía.
Sofía: Pero… pero mi abuelita se va a poner triste.
Felipe: No importa, luego se pondrá contenta.

Felipe ayuda a Sofía a bajar por la escalera. Mateo


la recibe.

Mateo: Ya era hora, casi se me sale el corazón.

Terminan de bajar al tiempo que José entra a la ha-


bitación y espantado y colérico corre a la ventana.

José: Deténganse… ¿A dónde creen que llevan a mi


hija?
24
La Abuela entra a la habitación.

José: Si los atrapo los voy a moler a palos, niños


idiotas.

José va a salir en persecución pero la Abuela se in-


terpone.

Abuela: Tú no vas a ninguna parte, José.


José: Pero, ¿qué no ves que secuestran a Sofía?
Abuela: La ayudan a escapar de tus manos y de tu
ambición, m’ijo. Esta tortura a mi nieta se acabó aquí
y ahora.

Escena 12

El pozo y sus alrededores.


Juego coreográfico con música ad hoc. Se inicia
una persecución en la que intervienen el Cura, las
Beatas 1 y 2, el Notario y el Alcalde en pos de Mateo,
Sara, Felipe y Sofía. Mateo y Sara hacen tropezar y
confunden a los cinco primeros mientras Felipe y So-
fía intentan esconderse en el pozo. Frases ad libitum.
Finalmente el Notario atrapa a Sofía, que llora histé-
rica. Felipe hace esfuerzos por patear al Notario pero
las Beatas 1 y 2 lo contienen. Mateo y Sara se ven ame-
nazados por el Cura y no pueden intervenir.

Sofía: Suéltenme.

Lágrimas de agua dulce 25 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Alcalde: No, niña, tú no te mandas sola. A partir de


hoy perteneces al pueblo.
Cura: (Indignado.) ¡¿Cómo que del pueblo?! ¡¡Per-
tenece a la Iglesia!! Es una niña santa, ¿me oye?
Felipe: Un niño no es propiedad de nadie.
Mateo y Sara: Déjenla ir.

Sofía suelta un grito desgarrador y, ante los ojos de


los presentes más José y la Abuela que llegan, se con-
vierte en estatua de sal. Largo silencio y estupefac-
ción siguen al hecho. José se suelta llorando a los pies
de su hija, inconsolable. La Abuela reta a todos con la
mirada, llena de furia.

Abuela: ¿Están dementes o qué?

Los adultos agachan la cabeza avergonzados.

Abuela: Sofía les regaló sus lágrimas para que be-


bieran y calmaran su sed y… Tengo ganas de que mil
perros muertos los muerdan para que se acuerden de
mí… De mi nieta... Y los maldigo a todos...

Comienza a llover en pequeñas gotas. Todos reaccio-


nan asombrados ante el prodigio de la lluvia.

Abuela: ¿Quería su milagro, señor cura? Aquí lo


tiene, se los manda mi nieta aunque no lo merezcan.

Llueve más y más fuerte cada vez. Todos se van reti-


rando cabizbajos y sólo Felipe permanece arrodillado

26
frente a la estatua de Sofía que poco a poco empieza a
disolverse en el agua.

Oscuro final.

Lágrimas de agua dulce 27 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

UNIPERSONAL PARA ACTRIZ

Personaje

Abuela

Voces

Sofía
Felipe
José
Beata 1
Beata 2
Cura
Alcalde

Mecánica Escénica

Esta versión fue concebida para resolverse con ele-


mentos de costura y un gran tapiz montado en un
biombo. Incluso el personaje de la Abuela inicia bus-
cando su bordado. Sin embargo, la construcción del
juego escénico puede estar edificada en cualquier tipo

28
de elementos. El desdoblamiento de la actriz en los
muchos otros personajes de esta historia puede, pues,
ir desde el trabajo de fisicalidad a la manipulación de
títeres u objetos.

Elementos

Biombo, mesa y silla.


En el biombo está un gran tapiz tejido y de recortes
de tela que representa al pueblo de Icuiricui con su ce-
rro, sus casas, la iglesia y la alcaldía.
Sobre la mesa estarán los diversos materiales de
costura y bordado, grandes agujas de tejer, etcétera.
En algunas bolsas laterales se guardarán a la vista
espectador (si se desea), los personajes y elementos
que participan de la acción.

Prólogo

En la casa.

Abuela: ¿Dónde lo dejé? ¡Ay, Dios mío! Eso pasa


siempre que quieres encontrar algo y luego resulta que
lo tienes delante de las narices… O estás buscando tu
nariz y no la ves… O el cepillo de dientes… Claro que
ya no tengo dientes que cepillar. ¿Para qué carambas
quiero un cepillo de dientes? Ay, Felícitas, te estás vol-

Lágrimas de agua dulce 29 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

viendo loca… (Descubre al público.) Ustedes disculpa-


rán, los viejos siempre hablamos solos, fea costumbre,
pero muy útil para no sentir la soledad… Así somos los
ancianos, ¿no? Como extraterrestres que una nave dejó
olvidados en la tierra… Pero ya verán, ojalá lleguen a
mi edad… ¡¡Aquí estás, canijo bordado!! Es tan bonito
y no saben cómo me tranquiliza… ¿Ya vieron? Éste es
el pueblo de Icuiricui, pero quizá nunca lo hayan visto
así de lindo y de lejos y todo arrejuntado… No pues, si
no se puede, sólo en globo aerostático… Y eso sí pues
ni cómo lo sepan ustedes porque yo me subí a uno y
pude ver todo el pueblo de Icuiricui junto, todo com-
pleto, por ahí del año de la canica… No, no se vayan, no
estoy loca ni le hago daño a nadie… Si me regalan un
minutito, si no les molesta que hable y trabaje al mis-
mo tiempo, puedo contarles una historia triste de una
niña hermosa, diferente, también un poco extraterres-
tre que vivía aquí, en esta casita… Sí, aquí, en el pue-
blito de Icuiricui… Donde habitamos muchos aunque
poquitos porque Icuiricui es un pueblo chiquito… La
niña se llamaba Sofía y cuando llegó la sequía se volvió
la más importante del pueblo… Para su desgracia… y
para la mía…
Sofía tenía un amigo, Felipe, y se la pasaban juegue
y juegue en el parque…

30
* * *

La Abuela construye un parque y saca a Felipe y Sofía,


que muy pronto llevan a cabo algún juego reconocible
para el público con los elementos de costura y bor-
dado.

Felipe: Ya me cansé y tengo sed. Dame tantita


agua, ¿no?
Sofía: No traigo, vete a tu casa.
Felipe: Sí traes, no te hagas, yo sé que traes.
Sofía: No, Felipe, otra vez no.
Felipe: Ándale, tantita.
Sofía: No.
Felipe: Bueno. (Pausa larga.) ¿Supiste que se mu-
rió el perro de doña Haydée?
Sofía: Nooo… ¿El Blanquito? ¿El que era mi ami-
go? (Comienza a llorar.) Pobrecito.
Felipe: Y ni perro que le ladrara…
Sofía: Eres un… Eres un… (Llora cada vez más
fuerte. Felipe recoge las lágrimas de Sofía en una cu-
betita y las bebe.) Odio cuando haces eso.
Abuela: Aquí tengo que decirles que Sofía lloraba
copiosamente, y decir copiosamente es no entrar en el
asunto. Sofía lloraba a cántaros, a litros…
Felipe: Es que tus lágrimas son dulces, Sofía, dul-
ces como agua de manantial.
Sofía: Pero no le digas a nadie.
Felipe: ¿Por qué?

Lágrimas de agua dulce 31 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Sofía: No sé… Me da pena… No me gusta ser dife-


rente. No le digas a nadie.
Felipe: Que sea nuestro secreto. ¿Sale?
Sofía: Sale.
Felipe: Y no le digo a nadie que eres un fenómeno.
Sofía: Ya me voy, me debe estar buscando mi abue-
lita.
Felipe: Te acompaño.
Sofía: No, me voy sola. Pobrecito mi Blanquito,
tanto que lo quería yo.

* * *

Abuela: Así era la vida en Icuiricui, tranquila, pero


llegó la sequía. Todo se puso amarillo amarillo y triste
triste… Y eso se prolongó por un año y luego por dos y
luego por tres… Y ni una nube, ni una gota de agua y el
pueblo comenzó a sufrir…

La Abuela va quitando animales del tapiz. Debajo


quedan otras figuras ahora de esqueletos del mismo
animal.

Los animales se morían de pura sed. Les voy a con-


tar del día de la bomba… No… No cayó una bomba en
el pueblo… Me refiero a la bomba del agua.

En la mesa o bien en el biombo, la Abuela va colocan-


do los elementos y personajes que menciona.

32
Ahí estábamos todos… El señor cura y las beatas ha-
ciendo una rogativa, el alcalde, y José, mi hijo… Todos,
pues.
Cura: Virgen de Icuiricui.
Beatas: Ruega por nosotros.
Cura: San Goteo Goteo.
Beatas: Ruega por nosotros.
Cura: Virgen de los aguadores.
Beatas: Ruega por nosotros.
Cura: Cristo de los sedientos.
Beatas: Danos el agua.
Todos: Amén.
Abuela: El cura bendijo el pozo y dijo unas frases en
latín que nadie entendió. El alcalde se persignó y le hizo
una señal a José, mi hijo, para que echara a andar la…
la cosa esa… la bomba extractora. Se oyó un ruidito así
como: kjjjjjjj… Todos nos amontonamos para ver más
de cerquita. Ora sí ya vamos a tener agua. Otro ruidito,
kjjjjj, y que sale un chorrito de agua sucia… Un chisgue-
te, tres gotitas y ya… Los que estaban mirando se fueron
y el Alcalde que le da una buena patada y que se para la
bomba. José, mi hijo, se pone duro y dale para echarla a
andar otra vez. Y que le dice el alcalde:
Alcalde: Deja esa pendejada por la paz, José, o te
voy a patear a ti también.
José: Sí, señor alcalde. Yo le dije que ese pozo esta-
ba más seco que el cerro.
Alcalde: ¿Y cómo lo sabías?
José: Pues, ¿qué no me metí hasta dentrísimo el
otro día?

Lágrimas de agua dulce 33 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Alcalde: Y me hicieron gastar en una bomba nue-


va. ¿Sabes el dineral que me costó?
José: El agua no se fue sola…
Alcalde: ¿Y ahora tú, qué? ¿Qué te trais? ¿Desde
cuándo andas opinando?
Cura: ¿No se mueren de calor? Le invito algo de
beber, señor alcalde.
Alcalde: Pero si no le queda ni agua bendita pa’
beber, padre.
Cura: Los caminos de Dios son misteriosos, hijo.
Me llegaron cervecitas.
Alcalde: Ah, qué mi señor don Cura, siempre tan
previsor…
Abuela: Y desaparecieron entre risas. Mi hijo, José,
se quedó bien preocupado.
José: Ora sí me corre el alcalde.
Abuela: Ya verás que no, m’ijo.
José: ¿Cómo no, madre? Gastó mucha lana en un
pozo que yo ya sabía que no iba a dar agua.
Abuela: Ah… ¿Y por qué no le dijistes?
José: Pos si se me secó la boca de tanto decirle…
Abuela: Te voy a rezar muchísimo, ya verás.

* * *

La Abuela monta la casa.

Abuela: Habíamos llegado ya a la casa, José se


despidió para ir a sus labores y entonces yo descubrí

34
a Sofía trepada en el árbol del patio de la casa, donde
siempre se subía cuando estaba triste.
¿Y ora tú, mi niña, qué haces ahí encaramada?
Sofía: Felipe me dijo que se murió el perro de doña
Haydée.
Abuela: ¿El Blanquito? Si lo acabo de ver… ¿No vas
a bajar?
Sofía: ¿Para qué? Extraño a mi mamá. Y Felipe es
un tonto.
Abuela: ¿Se pelearon?
Sofía: Me dijo fenómeno… ¿Por qué lloro como cu-
betadas de agua, abuela?
Abuela: Porque eres la niña más sensible de este
pueblo.
Sofía: (Baja del árbol.) ¿Y tienen que ser dulces?
Abuela: ¿Tus lágrimas…?
Sofía: Lo odio…
Abuela: No digas bobadas, Sofía.
Sofía: Son dulces, de veritas.
Abuela: ¿Y desde cuándo?
Sofía: Desde siempre o… No, desde que murió ma-
má. Ahí comencé a llorar a chorros y a hacer charcos.
¿Me voy a secar, abuela?
Abuela: ¿Lágrimas dulces, eh?
Sofía: Sí, mira, prueba.
Abuela: Lo son, efectivamente, qué curioso.
Sofía: No quiero… no me gusta.

Lágrimas de agua dulce 35 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

* * *

La Abuela va preparando poco a poco el potro de tor-


mento. El público lo entiende hasta el momento ade-
cuado.

Abuela: Al día siguiente, que hacía un calor que


hasta las paredes sudaban, llegó a la casa el alcalde
con una carota que no presagiaba nada bueno. Y pues
sí, quería cobrarle a mi hijo un dinero que le debía…
un dinero que José había ocupado para comprar las
máquinas de su taller de carpintería. ¿De dónde le iba
a pagar…? Nomás que fuera con las mismas máquinas,
pero al alcalde qué le iban a interesar. Y le decía que no
era venganza por lo de la bomba y no sé qué. El hom-
bre gritaba y sudaba a chorros.
Felipe había estado escuchando todo muy calladito.
Fue entonces que le dijo al alcalde que cuando él tenía
sed se bebía las lágrimas de Sofía.
Primero no le hicieron caso y siguieron discutiendo,
pero como Felipe insistía ya le pusieron atención. El
chiquillo se había dado cuenta de que José iba a perder
su taller y, pos, intentaba ayudar.
Sofía le echaba unos ojotes a Felipe para que no di-
jera nada, pero él duro y dale con que sus lágrimas le
quitaban la sed.
Sofía: Lo prometiste. Es nuestro secreto.
Abuela: Felipe tuvo la ocurrencia de meterle tre-
mendo pellizco y, claro, Sofía se puso a llorar. Un vaso
enorme se llenó rápidamente con las lágrimas dulces.
36
El alcalde las bebió de un trago. Y todavía el muy cani-
jo de Felipe que le dice al hombre gordinflón:
Felipe: ¡Son cien pesos!
Abuela: ¡Cien pesos por un vaso con agua!, quién
lo hubiera visto… Y todavía peor: el señor alcalde sacó
su cartera y le dio a Felipe el billete revolviéndole cari-
ñosamente el pelo con una de sus manotas. Había un
brillo extraño en los ojos de aquel hombre…
Mi hijo, José, mudo, no sabía qué hacer y sólo inten-
taba que se fuera y lo empezó a empujar hacia la puerta.
Pero el alcalde estaba muy entusiasmado y ofreció a
José… Oigan bien, le ofreció cancelar su deuda y le dijo
que luego hablarían de negocios.
¡Quería hacer un negocio con las lágrimas de Sofía,
¿se imaginan?! Mi hijo se enfureció y entonces lo co-
rrió de la casa. (Pausa.)
Abuela: Pero la necesidad es canija, y José, mi hijo,
no quería perder su taller…

* * *

La Abuela ata a Sofía al potro de tormento sobre el


que ahora se encaraman José y el Alcalde.

José: Llora, m’ijita, por favor.


Alcalde: Nadie te quiere.
José: Pare…
Alcalde: Eres feísima…
José: Llora, tantito, por favor.

Lágrimas de agua dulce 37 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Alcalde: Todos te odian…


José: Pare, por Dios…
Alcalde: (Zarandea a la niña.) Pura lástima que das…
José: Ya basta…
Alcalde: Por las buenas o por las malas, don José.
Ya hay pedidos y el primero es de cinco litros en
casa del señor cura.
José: Es que yo…
Alcalde: Pues sí, usted dirá…
José: ¿Por las buenas o por las malas…?
Alcalde: Si fuese necesario…

El Alcalde y José se aplican a torturar de diversas


maneras a Sofía.

Abuela: Y así fue que José, mi hijo, para no perder


su taller empezó a vender las lágrimas de Sofía. Todos
en el pueblo estaban felices, ya tenían agua para beber
y para regar los campos y para lavar la ropa.

La Abuela improvisa un tendedero donde pasan un


montón de pequeñas cubetas.

Abuela: Sofía lloraba… O bueno, “trabajaba” seis


y ocho y diez horas diarias… Seis y ocho y diez horas
sin que nadie, ningún adulto, se indignara… Yo grita-
ba en el desierto… Pensé que me había quedado muda
porque aunque abriera la boca nadie parecía escuchar-
me… Y a pesar de todo, Sofía trataba de seguir con su
vida de niña.

38
* * *

Transición. La Abuela desmonta el potro de tormento


y vuelve a poner el parque.

Felipe: Ven, vamos a jugar.


Sofía: Voy, voy.

Juegan pero al poco tiempo el entusiasmo de Sofía se


acaba: está deshidratada. Felipe la detiene para que
no se desmaye y la apoya en un árbol para que des-
canse.

Felipe: ¿Qué te pasa?


Sofía: Quiero dormir… Tengo sed… Me dio mucho
frío.
Felipe: ¿Le aviso al doctor?
Sofía: No, por favor… Siempre tiene sed.
Felipe: Al cura entonces.
Sofía: No, me va a poner a llorar para tener agua
bendita
Felipe: ¿Quieres que vaya por tu papá?
Sofía: No, a él no… Con él no…
Felipe: ¿Prefieres a tu abuelita?
Sofía: Sí, por favor… Tengo mucho sueño, Felipe…

Sofía se duerme y Felipe la acaricia.

Felipe: Desde hace unos días yo te quería decir una


cosita… Claro que yo sé que no tuve así como que mu-

Lágrimas de agua dulce 39 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

cho que ver pero… Lo que hice fue sólo pellizcarte un


poquito… Si hubiera sabido lo que iba a pasar… Yo te
juro que no… Jamás habría… ¿Me perdonas, Sofía?
Te juro que mi intención no era que te cansaran de esa
manera haciéndote chillar de la noche a la mañana y de
la mañana a la noche. ¿Puedes perdonarme? Pobrecita,
hoy traías los ojos empiyamados, esos ojos tan bonitos.

Sofía despierta y mira a Felipe, que pone cara de duro.

Sofía: ¿Qué estabas diciendo?


Felipe: ¿Yo…? Nada…
Sofía: Es que soñé que me decías cosas retebonitas.
Felipe: Ja, ni que fuéramos novios…
Sofía: Sólo era un sueño, pero era lindo.
Felipe: Mejor te acompaño a tu casa.
Sofía: Otro ratito, estoy muy cansada.

Aparecen las Beatas 1 y 2.

Beata 1: Conque descansando, ¿eh?


Beata 2: Así son los niños, irresponsables.
Felipe: Déjenla.
Beata 1: En lugar de estar produciendo agua.
Beata 2: Que tanto necesita este pueblo.
Felipe: ¿Qué no ven que está cansada?
Beata 1: Pero el padre es más irresponsable aún.
Beata 2: Dejándola salir para que juegue.
Felipe: Está enferma.
Beata 1: Con el afán que tenemos.
Beata 2: Pero se lo hemos de decir al señor alcalde.
40
Abuela: Yo estaba sentada en la casa cuando me
dio un pálpito y salí corriendo. Sabía que a mi niña le
pasaba algo. Llegué al parque y que las veo regañando
a la niña y no me pude aguantar: ¡Buitres! Métanse
en su iglesia y no en los asuntos de mi nieta. ¡Brujas!
(Acaricia a Sofía.) ¿Qué tienes, m’ijita?
Sofía: Me duele todo y mucho sueño.
Abuela: Vamos a la casa que allá reposarás y te
haré un caldito de gallina para que repongas fuerzas.
Sofía: No quiero ir a la escuela, abuelita.

* * *

En la casa, José cuenta los muchos billetes que tiene


de la venta de lágrimas dulces.

Abuela: Se la estaban acabando a mi pobre niete-


cita y ni quién hiciera nada. José, mi hijo, era el peor.
José: ¡“Poderoso caballero / es don dinero”, cómo
chirriones no!

Llegan a la casa Felipe y Sofía y ven a José feliz con


su contadera de dinero. Sofía trepa al árbol ayudada
por Felipe, que la sigue.

Abuela: No hay duda de que hay unos que nomás de


subirse a un adobe se marean. Pobre José, no se daba
cuenta que perdía su mayor tesoro haciéndose rico.
¡Sofía, Felipe, ¿dónde andan que ya mero está el
caldo?!
Lágrimas de agua dulce 41 Jaime Chabaud
Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Sofía: Acá, en el árbol, platicando.


Abuela: Bueno, pero no se tarden.
Sofía: Sí, abuela.
Felipe: Cómo te quiere tu abuelita… Qué bueno
porque aquí todos los adultos se han vuelto locos.
Sofía: Pero de la cabeza.
Felipe: Ni modo que de la cola…

Sofía ríe para después comenzar a llorar.

Abuela: Y cuando las cosas están mal, todavía se


pueden poner peor.
José: ¡Sofía, baja inmediatamente de ahí!
Felipe: No quiere…
José: Baja o te bajo, Sofía.
Felipe: Es que está muy cansada.
José: Y a ti quién te mete, chamaco tarugo.
Felipe: Es que yo sólo…
José: Seguro tú la hiciste llorar, ¿verdad?
Felipe: Déjela en paz.
José: A ti no te quiero ver más por mi casa. ¿Me
oíste, Felipe?
Felipe: Yo soy su amigo y usted ya no.
José: Mira nada más cuántas lágrimas.
Felipe: Sólo le hice una broma…
José: Y se están desperdiciando. ¡Bajen de ahí in-
mediatamente!
Felipe: ¡¡¡Doña Felícitas!!!
José: Y sin que se tenga beneficio.
Abuela: Qué demonios te pasa, m’ijo.

42
José: Nadie recogió esas lágrimas, carajo amá.
Abuela: Te has vuelto un monstruo, José.
Aunque no me lo crean, metí a mi hijo a la fuerza,
jalándolo de la oreja para que dejara en paz a los niños
y para decirle cuatro verdades.

En el árbol, Felipe comienza una suerte de magia que


poco a poco atrae la atención de Sofía, que se va cal-
mando.

Sofía: Yo ya no quiero hablar contigo.


Felipe: Ni yo… (Se arrepiente.) No es cierto, yo sí…
(Saca una flor que le ofrece.) Perdóname, Sofía.
Sofía: Ya no quiero llorar.
Felipe: Es que lo que te están haciendo no se le
hace a una niña…
Sofía: Ni a nadie…
Felipe: Sí, ni a nadie…
Sofía: Pero, ¿yo qué puedo hacer? Mi papá está ga-
nando dinero y hasta un coche se quiere comprar y…
Felipe: Déjamelo a mí. Ya pensaré en algo y esto se
va a acabar.
Sofía: ¿De veras? No quiero volver a llorar nunca más.
Felipe: De veras.

Felipe le da un beso en la frente a Sofía, desciende del


árbol y sale.

Abuela: Ni cuatro ni cien verdades le hubieran


servido en ese momento a José, que ya se sentía hasta
candidato a diputado.
Lágrimas de agua dulce 43 Jaime Chabaud
Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Desfile de cubetas o grupo de personas con cubetas.

* * *

La Abuela monta una sala de la alcaldía.

Abuela: El alcalde llamó a una reunión a los nota-


bles del pueblo. Claro, a mí ni me invitaron, pero pude
oír por un agujerito lo que estaba pasando.

El Alcalde observa unos planos que explica al público.

Alcalde: Y así, las lágrimas pasan por esta canaleta


y van directamente a la envasadora. ¡Sin que gota se
desperdicie! Optimizándolo todo. Acá vean la nalguea-
dora: esas palas van golpeando las nalgas de la niña
para que no pare de llorar; y, si hiciera falta, con un
operador basta porque bien puede pellizcarla si algo
dejara de funcionar. Con otros tres niños que lloraran
lágrimas dulces nos volvíamos autosuficientes. Ah…
Pero no crean que no he pensado en todo. Con tantos
niños de la calle como hay podemos reclutar a unos
cuarenta. ¡Imaginen cuarenta zarrapastrosos pasando
por la nalgueadora! ¡¿Un sueño, no?! Ya sé qué están
pensando… que llorarán lágrimas saladas… Les digo
que he pensado en todo. Miren, esta otra máquina es
una desalinizadora. Se ponen a hervir, el vapor pasa
por acá, se condensa y ya pueden ustedes tomar lágri-

44
mas de agua dulce con una ganancia adicional: tene-
mos sal para comercializar. ¿Qué les parece? ¡Fantás-
tico, ¿verdad?! Ahh… Pero primero necesitamos un
edicto para expropiar a Sofía. Quitársela a su papá…
José es un pobre miserable que no sabe lo que tiene en
las manos y capaz que un día se le sale el amor paternal
y nos jode toda la empresa. Le quitamos la patria po-
testad a José y ni la abuela se va a poder meter. ¿Quién
nos va a decir algo? Es un bien común, patrimonio del
pueblo.

* * *

La Abuela desmonta el salón de la alcaldía y monta


una sacristía de la iglesia.

Abuela: Y si ustedes piensan que esto es una bar-


baridad, el alcalde no era el único que pensaba planes
atroces para mi pobre Sofía… Al mismo tiempo que la
reunión en la alcaldía, en la iglesia también se cocina-
ban habas… El cura y las beatas… Pero para qué les
cuento. Véanlo ustedes mismos.

El Cura y las Beatas 1 y 2 preparan una carta.

Cura: El niño, el tal Felipe y la abuela son un peli-


gro para nuestros intereses, hermanas.
Beata 1: Hay que correrlo del pueblo…
Beata 2: O meterlo a un internado…

Lágrimas de agua dulce 45 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Cura: No, hermanas… Hay que apurar el asunto


para que nos den la custodia de la niña… Por que estoy
seguro que el Santo Padre se va a interesar muchísimo
por este prodigioso caso, ya lo verán.
Beatas 1 y 2: Amén.
Cura: Antes que nada tenemos que probar el mi-
lagro.
Beata 1: Pero, ¿cómo?
Beata 2: Hay que pedir firmas y testigos…
Cura: Y quizá habrá que exagerar un poquito…
Beata 1: ¿Exagerar no es pecado?
Cura: Exagerar no es mentir, doña Doloritas. A ver,
Cuquita, escriba: “Venerable Santo Padre: Quiero dis-
traerlo de sus muchas ocupaciones porque se ha pro-
ducido en este pueblo un milagro portentoso que no
puede pasar desapercibido al Vaticano…”.

* * *

La Abuela desmonta la sacristía y regresamos a la


casa.

Abuela: Patria potestad, milagros, Vaticano… A mí


se me iban las fuerzas ante tanta tarugada. Lo que yo
no sabía es que un ángel bajaría del cielo… O bueno,
entraría por la ventana para rescatar a Sofía.

Por la ventana de la habitación de Sofía entra Felipe.


Sofía duerme. Felipe intenta despertarla pero ella si-
gue unos momentos sonámbula.

46
Sofía: Está bien, pellízquenme… Sí, sí, sólo paré un
momentito de llorar… Ya comienzo otra vez pero no
me peguen…
Felipe: Despierta. Soy yo, Sofía…
Sofía: ¿Qué haces aquí?
Felipe: Vengo a rescatarte. Te voy a esconder.
Sofía: ¿A dónde? ¿Cómo? No entiendo nada.
Felipe: Hay que escapar. Los adultos se volvieron
locos.
Sofía: Pero… Pero mi abuelita se va a poner triste.
Felipe: No importa, luego se pondrá contenta. Vá-
monos.
Abuela: En ese momento, José escuchó ruidos ex-
traños en el cuarto de Sofía pero cuando entró ya no
encontró a nadie. Trinó de rabia y, jurando moler a pa-
los a Felipe, quiso salir a perseguirlos.
Abuela: Tú no vas a ninguna parte.
José: Pero, ¿qué no ves que la secuestran?
Abuela: Felipe la ayuda a escapar de tus manos y
de tu ambición, m’ijo. Esta tortura a mi nieta se acabó
aquí y ahora.
Abuela: Yo no logré retener a José por mucho tiem-
po y la noticia de la huida corrió de boca en boca. No
tardaron en alcanzarlos en una vereda del cerro. Sofía
suplicaba que los soltaran pero ya estaban rodeados
por un gentío de gente.
Alcalde: No, niña, tú no te mandas sola. A partir
de hoy perteneces al pueblo.
Cura: ¡¿Cómo que al pueblo?! ¡¡Pertenece a la Igle-
sia!! Es una niña santa, ¿me oye?

Lágrimas de agua dulce 47 Jaime Chabaud


Cuadernos de Dramaturgia para Joven Público

Abuela: Felipe gritó con todas sus fuerzas. Un grito


tan desgarrador que todos hicieron silencio. El eco se
oía de un cerro al otro y de regreso.
Felipe: Un niño no es propiedad de nadie…
Abuela: Les dijo mientras Sofía se iba secando y
convirtiendo poco a poquito en una estatua de sal.
Felipe: Déjenla ir.
Abuela: ¿No les da vergüenza? Grité yo. ¿Están de-
mentes o qué?
Felipe: Sofía les regaló sus lágrimas para que be-
bieran y calmaran su sed y… Tengo ganas de que mil
perros muertos los muerdan…
Abuela: Les dijo el niño… Y los maldijo a todos.
Todo se quedó muy silencio… Mi hijo José lloraba
frente a la estatua de sal que ahora era Sofía… Todos
comenzaron a murmurar y a mirarse con harta culpa,
arrastrando las miradas como si fueran a hacerle sur-
cos a la tierra seca…
Y fue en ese momento que se juntaron muchas nu-
bes y comenzó a llover, primero en pequeñas gotas y
luego en torrencial tormenta.

Comienza a llover en pequeñas gotas de confeti. Todos


reaccionan asombrados ante el prodigio de la lluvia.

Abuela: ¿Quería su milagro, señor cura?


Le dije arriándole tremenda bofetada.
Aquí lo tiene, se los manda mi nieta aunque no lo
merezcan.

48
Y la estatua de sal de Sofía poco a poco, con la lluvia,
se hizo nada…
Gran relajo se armó, unos creían que era cosa del
diablo y otros milagro divino…
Al final todos fueron corriendo a sus casas para sa-
car lo que encontraran: cubetas, jarrones, baldes, ca-
cerolas… ¿Qué tal que sólo era una lluvia pasajera?
Esa misma noche, cuando todos dormían, me fui
del pueblo. Nunca más supieron de mí, ni José ni na-
die… O bueno, casi nadie porque Felipe sí… Eso pasó
hace mucho y me dicen que en Icuiricui hablan de que
yo me inventé lo de que Sofía se convirtió en estatua
de sal y eso nunca pasó. Eso me cuenta Felipe que es
el único que de pronto me visita y con eso me basta
para no extrañar… Yo hago tapices para mantenerme y
cuento la historia de mi nieta a los que la quieran oír…
como ustedes que tuvieron la paciencia de escuchar-
me. Y ahora me despido, ya me cansé de tanta plática.
Es la hora de mi siesta. Pueden seguir viendo el tapiz
pero no toquen nada.

Lágrimas de agua dulce 49 Jaime Chabaud


Lágrimas de agua dulce
se terminó de imprimir en abril de 2014
en los talleres de Editorial Innova,
Año de Juárez #343, Col. Granjas San Antonio,
c. p. 09070, Distrito Federal.
El cuidado de la edición estuvo a cargo
de Leticia García Urriza, José Pulido Mata y Abril Terreros.
Formación y diseño, Irasema Chávez Santander.
El diseño editorial es de José Bernechea Iturriaga.

El tiraje consta de 2 000 ejemplares.


C uando supe que Jai-
me Chabaud, hace ya
algunos años, se disponía
a escribir teatro para ni-
ños, me puse muy con-
tenta. “¡Qué bueno…!”,
pensé, “que un autor ya
consolidado, con trabajos
muy importantes,  quiera asomarse al mundo de la
dramaturgia para niños, donde tanta falta hace”.
En Lágrimas de agua dulce se plantea con gran
agudeza el tema de la explotación de los niños, de
aquellos que pierden su infancia por la falta de res-
ponsabilidad y la ambición de los adultos. Hay en el
texto un aroma al teatro de Óscar Liera, tan afecto a
desenmascarar a los “notables”, incluidos la Iglesia y
sus sacerdotes.
En la obra, los niños son niños de verdad, con
sus juegos, con su curiosidad acerca del sexo,
con sus crueldades, pero que, inevitablemente, ante
la magnitud del abuso perpetrado por los adultos ha-
cia Sofía, la protagonista, responden solidariamente
intentando poner orden en un mundo desquiciado
donde lo único que importa es el dinero.
La obra no tiene un final feliz. No podría tenerlo,
porque eso sería hacer una concesión para las bue-
nas conciencias. Pero no deja un sabor amargo, por-
que las lágrimas son de agua dulce y la historia tam-
bién nos habla  de la generosidad, de la solidaridad y
de los buenos amigos en tiempos de crisis.
Perla Szuchmacher

ISBN

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