Higgins James - Cesar Vallejo en Su Poesia
Higgins James - Cesar Vallejo en Su Poesia
Higgins James - Cesar Vallejo en Su Poesia
CESAR VALLEJO:
N SU POESIA
SI
CÉSAR VALLEJO EN SU POESÍA / James Higgins
James Higgins
CÉSAR V ALLEJO
EN SU POESÍA
SEGLUSA EDITORES
CÉSAR VALLEJO EN SU POESÍA / James Higgins
© JAMES HIGGINS
© SEGLUSA EDITORES
OBRA AUSPICIADA POR EL CONSEJO NACIONAL
DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA (CONCYTEC)
Prólogo
Este libro obedece a una convicción que ha inspirado todos mis trabajos sobre
Vallejo: el mejor homenaje que podemos rendir al poeta es procurar adentrarnos en
su mundo poético. El Vallejo auténtico se encuentra, no en las biografías ni en los
libros de tipo general que se valen del escritorpara desarrollar teorías personales, sino
en los poemas mismos. En las últimas décadas los estudios vallejianos han avanzado
mucho, pero aún no hemos hecho más que tocar la superficie de la obra más genial
de la poesia de lengua española de este siglo. Este estudio no pretende ser más que un
aporte humilde a la crítica vallejiana. Primero, se limita a analizar un reducido núme
ro de textos, los que a mí personalmente me han proporcionado más placer. Después,
mis interpretaciones distan mucho de ser originales, basándose en gran parte en los
aportes de otros críticos, que en la mayoría de los casos no he citado. Finalmente, mis
interpretaciones de ninguna manera pueden considerarse como definitivas, sino que
más bien se insertan dentro de un proceso que poco a poco nos va acercando a una
comprensión más completa de la obra vallejiana.
James Higgins
Institute of Latin American Studies
University of Liverpool
15
1. El provinciano desarraigado: "Ágape"
10 He salido a la puerta,
y me da ganas de gritar a todos:
Si echan de menos algo, aquí se queda!
9
Además, al ser frustrado, su deseo de dar se convierte, en la cuarta estrofa, en
sentimiento de culpa. Porque, al ser obligado a quedarse con lo que quisiera dar a a
otros, el poeta se siente incómodo, como si hubiera tomado posesión de algo que
no le pertenece. Por eso, en la quinta estrofa, sale a la puerta a invitar a los tran
seúntes a reclamar lo suyo, pero se encuentra rechazado de nuevo en la sexta,
donde todos le cierran la puerta en las narices. Aquí, nuevamente, el impacto del
poema procede de inversión de una situación normal. Generalmente son los
mendigos los que llaman a la puerta para pedir limosna al dueño de la casa. Aquí,
en cambio, es el dueño de la casa quien sale a la puerta para pedir a los transeúntes
y es, además, un mendigo que quiere dar, en lugar de recibir. Sin embargo, esta
inversión de papeles no impide que sus ruegos sean rechazados de la misma forma
humillante que se rechaza a los pordioseros. Y este repudio de sus buenas intencio
nes, deja al poeta sumido en la culpa, sintiendo que se ha apropiado de algo que es
propiedad de otros.
11
mi hermano Miguel" y "Enereida" reflejan este proceso de desintegración al tratar
dede launamuerte de su hermano y del envejecimiento de sus padres. "Agape" lo refleja
manera más indirecta al presentar al poeta alejado de ese mundo y aislado
en un ambiente urbano donde no rigen los valores en los cuales había sido formado.
Por otra parte, la reacción del poeta al medio urbano está determinada por su
formación provinciana. El contraste entre el título y el texto establece una oposi
ción entre dos mundos y dos sistemas de valores, y el hogar provinciano al cual nos
remite el título evocado como una norma para valorar la ciudad. Así, si Vallejo se
siente alienado en el ambiente urbano es, sobre todo, porque se encuentra en una
sociedad impersonal donde lo que más extraña es el sentimiento de comunidad que
había conocido en provincias.
12
15 Hermano, escucha, escucha...
Bueno, Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo naci un día
20 que Dios estuvo enfermo.
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entienden lo que pueden ver y tocar. Por su parte, el poeta no logra comunicar lo
que experimenta por dentro, porque vive sumido en la introspección obsesiva,
encerrado en su mundo interior como en un claustro silencioso, y su desolación no
llega a expresarse sino "a flor de fuego", en la forma de una intensa angustia espiri
tual.
Si el poeta sufre por ser un paria aislado de sus semejantes, subyace en el poema
cierto orgullo de ser diferente de los demás, de haber calado más hondo en la vida
que ellos, que viven satisfechos de su existencia cómoda y superficial. Así, la antíte
sis del verso 28 (Todos saben ... Y no saben) insinúa que, aunque la mayoría de la
gente abriga la ilusión de dominar la vida, en realidad son ignorantes de su verda
dera condición. En los versos siguientes la vida y la muerte están simbolizadas
16
rogando la vida auténtica que ella promete. Es la esperanza que ella plasma la que
alienta al hombre en su viaje por la tierra, pero la metáfora que convierte los brazos
de la cruz en remos sugiere que ella está moviéndose, que va retrocediendo delante
de él. Así el hombre vive atormentado por la ilusión de una redención que queda
siempre fuera de su alcance, y su viaje resulta una peregrinación hecha de rodillas.
Por eso, cansado de este viaje interminable que no parece conducir a ninguna
parte, desea llegar a la curva final del camino para poder descansar en paz al fin.
a
Así, la primera estrofa da a entender que lo que másquiere el poeta es que se acabe
esta espera interminable, aunque sea en la muerte, la cual al menos proporcionaría
un descanso.
21
resulta un "valle de lágrimas", un mundo que no está hecho a la medida de las
aspiraciones del hombre. Hemos visto que Vallejo se vale de la imagen del niño
para expresar su visión de la condición humana. Ahora, en los versos 12-16, él
mismo adopta la persona del niño para expresar la angustia que esa visión le causa.
Así, a la manera de los niños que se quejan de no haber pedido nacer, lamenta su
abandono forzado en un mundo alienante donde se siente un exiliado. Y llorando
como un niño desamparado, protesta contra esta perenne cena miserable que lo
deja siempre hambriento e insatisfecho.
En contraposición a la privación sufrida por una humanidad hambrienta, la
última estrofa evoca a un misterioso personaje – "ese oscuro" – que se distingue
por ser el único que logra satisfacer sus apetitos. Se trata de la fuerza oscura del
destino, que maneja la tumba como una cuchara para devorar a los hombres. Como
anotamos en nuestro comentario sobre la primera estrofa, el poeta, harto de vivir
frustrado, mira la muerte como una liberación que ha de poner fin a las miserias
terrestres y a esta espera interminable de una redención que nunca se realiza. Pero,
así como la vida le niega esa plenitud, también le niega esa liberación. Porque,
como un ebrio, el destino juega con el hombre, tentándolo con la promesa de la
muerte para luego retirarla. La última estrofa indica que ni siquiera el destino sabe
cuándo va a acometer al individuo para terminar con su existencia miserable. Por
eso, el poeta no tiene más remedio que seguir viviendo y sufriendo en un mundo
absurdo, un mundo cuya falta de sentido está destacada por ese comportamiento
caprichoso del destino.
22
Y el hombre... Pobre... pobre! Vucive los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
15
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Este pocma dramatiza la reacción del poeta a alguna desgracia que le ha suce
dido. Aturdido, reacciona con perplejidad, sin poder creer que la vida puede ser
tan cruel y sin lograr explicarse por qué debe sufrir sus golpes. La exclamación
inicial, provocada por el golpe que acaba de recibir, se apaga en una frase (Yo no
sé!) que expresa su incomprensión de lo que ha pasado y, sobre todo, su increduli
dad ante la fuerza del golpe. Intenta comunicar el impacto de tales golpes: es como
si Dios, el ser más poderoso que se puede imaginar, hubiera dirigido todo su odio
contra el hombre; es como si volviéramos a sufrir todo lo que hemos sufrido en el
pasado, de manera que el sufrimicnto de toda una vida está experimentado en un
solo momento. Pero es significativo que aquí Vallejo se valga de símiles, porque lo
único que consigue proporcionarnos son aproximaciones, aproximaciones que a su
vez se apagan en un "Yo no sé!" de insuliciencia, ya que en el mismo momento de
hablar el poeta se da cuenta de que sus palabras no expresan lo que está expeti
mentando.
23
alguna fuerza malévola cuyos estragos desmienten el concepto de un mundo orde
nado. Otra posibilidad, propuesta en el verso 8, es que sean una amonestación
sobrenatural que nos hace recordar nuestra mortalidad.
La tercera estrofa constituye otra tentativa de transmitir lo que se experimenta
al sufrir uno de estos golpes. Los "Cristos del alma" – frase que está aclarada por la
-
siguiente, la cual viene en aposición – son una metáfora de la fe, cualquiera que
sea, que da un sentido a nuestra vida уy nos sustenta espiritualmente. En cambio, las
"caídas hondas", al aludir a los tropezones de Cristo en el camino del Calvario,
representan negros momentos de desánimo. Así, se da a entender que con estos
golpes el Destino se burla de nuestra fe en la benevolencia de la vida, destruyendo
nuestras ilusiones y produciendo crisis de duda y desesperación. La segunda ora
ción de la estrofa refuerza la primera al manejar los motivos del pan y el hambre
para reiterar la vivencia de la desesperación. Los golpes nos producen sentimientos
semejantes a los que experimentamos cuando el pan con el que contamos para
satisfacer nuestra hambre se nos quema en el horno, dejándonos sin comer. Así se
da a entender que los golpes apuntan a una crueldad gratuita y arbitraria que
frustra nuestras esperanzas y nos arrebata toda ilusión de que la vida pueda corres
ponder a nuestros anhelos más profundos.
24
cometido que le merece este castigo. Así se insinúa que la vida es injusta no sólo
porque nos hace sufrir arbitrariamente, sino porque encima nos hace sentir que la
culpa es nuestra.
Más que cualquier otro texto de Los heraldos negros, el poema liminar revela la
plena dimensión de la crisis experimentada por Vallejo. Aquí el poeta se encuentra
ante una realidad que su mente no puede dominar, pero su experiencia vivida lo
lleva a poner en tela de juicio los valores que ha heredado. Por una parte, la
doctrina cristiana no coincide con la realidad que él está viviendo, porque los
golpes que sufre hacen burla de todo concepto de un mundo armonioso regido por
un Dios benévolo. Así, el símil del verso 2, aunque propiamente no atribuye estos
golpes a Dios, indica una actitud negativa hacia el credo cristiano, y la frase "los
Cristos del alma" (v.9) reduce el cristianismo a una fe entre muchas. Por otra parte,
el racionalismo también se ve invalidado, porque, como indica este "Yo no sé!" con
que terminan el primer verso, la primera estrofa y el poema entero, la razón no le
sirve para comprender la experiencia que está viviendo, no le sirve para explicar la
presencia del mal en el mundo. Así, este poema representa un cuestionamiento
radical de la tradición occidental en cuanto pone en tela de juicio los dos grandes
valores que forman la base de esa tradición. Pero Vallejo no sólo no llega a expli
carse por qué debe sufrir los golpes de la vida, sino que no encuentra palabras
capaces de expresar el dolor que le causan y este "Yo no sé!" reiterado refleja sobre
todo una insuficiencia para comunicar la vivencia. Así que, si los valores básicos de
la cultura occidental no le sirven para comprender la vida tal como la experimenta,
también descubre que el lenguaje que ha heredado tampoco le sirve para definir su
experiencia
Pero, si Los heraldos negros refleja una crisis aguda que aparentemente no tiene
salida, también representa una apertura en cuanto toda la obra posterior de Vallejo
parte de éste, el poema liminar de su primer libro. Porque, por una parte, la
percepción de la caducidad de los valores occidentales lleva a Vallejo a emprender
a
25
3. Una inseguridad visceral: Trilce III / XVIII
26
Aguardemos así, obedientes y sin más
remedio, la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros
25
dejándonos en casa a los pequeños,
como si también nosotros
no pudiésemos partir.
Las estrofas siguientes van dirigidas a los hermanos mayores, los cuales parecen
haber manifestado la intención de salir fuera. Pero tal idea le da miedo al niño,
porque en el silencio siniestro de la noche algo ha asustado a las gallinas y su
imaginación infantil lo atribuye a fantasmas. Las “penas” del verso 9 son almas en
pena que rondan atormentadas por los sitios que han conocido en la vida, y el
epíteto "dobladoras" sugiere que andan encorvadas en actitud de pesar. Pero si el
niño tiene miedo de salir, le asusta igualmente que los otros salgan y lo dejen solo
en casa. Por eso, les advierte de los peligros que aguardan fuera y les insta a
27
.
quedarse adentro, repitiendo el verso 5, ya no sólo para convencerse a sí mismo de
la inminente llegada de los padres, sino para convencer a los otros que no lo
abandonen.
1.
Eduardo Neale-Silva, César Vallejo en su fase trilcica (Madison: University of Wisconsin Press,
1975), p. 540.
28
recrea una situación infantil, lo que expresa es la vivencia del hombre adulto, que
siente ante el mundo la misma inseguridad que el niño. Más aún, el texto se presta
a una interpretación alegórica. Al niño le asedian dos temores: el miedo de dejar la
casa para salir fuera a un mundo oscuro y amenazante; y el de quedarse a solas en
la casa, igualmente oscura y amenazante. Elprimero se podría leer como un temor
de asumir condición de adulto, de tener que valerse por sí mismo en un mundo
que intimida. El otro sería el miedo de quedarse retardado en la infancia mientras
los otros maduran de manera normal. Y en el nivel alegórico las dos cosas temidas
se realizan. La ausencia de los padres anticipa la ausencia definitiva causada por la
muerte. La dispersión de la familia está representada por la partida de los herma
nos mayores, quienes dejan la casa para hacer vida de adultos (salvo, claro, en el
caso de Miguel, quien murió joven). El único que queda es él, prisionero de su
infancia por su incapacidad para librarse de su psicología infantil. Y como los otros
ya no están para apoyarlo, es con esta desventaja con la que tiene que afrontar la
condición de adulto que ahora se le impone.
29
Y sólo yo me voy quedando,
20 con la diestra, que hace por ambas manos,
en alto, en busca de terciario brazo
que ha de pupilar, entre mi dónde y mi cuándo ,
esta mayoría inválida de hombre.
Este poema es uno de una serie de textos basados en una de las experiencias
más cruciales de la vida de Vallejo, los tres meses y medio que pasó en la cárcel.
Pero, como en el caso de los poemas de la infancia, no se trata de un texto autobio
gráfico, ya que la historia personal no es sino la materia prima que el poeta aprove
cha para dar expresión simbólica a su visión de la vida. Así, la prisión se presenta
como símbolo del mundo cruel donde se encuentra atrapado.
La primera estrofa tiene cierto parecido con unos versos de Trilce LIII, donde
las limitaciones existenciales están representadas por los 360 grados del círculo:
Cabezazo brutal. Asoman
las coronas a oir,
pero sin traspasar los eternos
trescientos sesenta grados...
De la misma forma, las paredes de la celda, que, no importa como las mire,
siempre siguen siendo cuatro, un cuadrado sin apertura, representan las implaca
bles leyes naturales que gobiernan la vida del hombre, frustrando sus aspiraciones
de libertad y realización personales. Pero el énfasis dado al numeral cuatro también
las asocia con las matemáticas, la ciencia, la lógica y así con el frío racionalismo de
la sociedad occidental
, donde el poeta extraña las relaciones afectivas de su propia
tradición cultural y se siente despojado de la posibilidad de realizarse emocional
mente. Así, si el epíteto "albicantes" sugiere que las paredes hieren los ojos por su
deslumbrante blancura, hieren sobre todo porque esa blancura es signo de esterili
dad.
30
experimentada por el prisionero como un instrumento de tortura al cual está ahe
rrojado por las cuatro extremidades y donde día tras día sufre psicológicamente el
tormento que acabó con la vida de Túpac Amaru, el de ser estirado en cuatro
direcciones a la vez.Se trata de una tortura en la que juega un papel principal el
numeral cuatro y todo lo que representa.
En contraposición al mundo cerrado de la celda, la tercera estrofa evoca a un
personaje femenino que lleva llaves para abrir todas las puertas. Palabras claves del
primer verso de esta estrofa son los dos adjetivos, porque "innumerables" implica
que esta mujer tiene la capacidad de superar las limitaciones representadas por los
numerales y concretamente por el cuatro, mientras que "Amorosa" insinúa que es
la fuerza del amor la que le da este poder. La identidad de este personaje no está
especificada y si cabe pensar en la madre, la protectora de la infancia, podría ser
igualmente la amada que viene a sustituirla. De todas formas, no es la identidad del
personaje lo que importa, sino lo que representa: la afectividad. A continuación, se
opone al numeral cuatro el dos. Si estuviera esta mujer amada, el poeta prisionero
tendría a una aliada para ayudarlo a enfrentar las cuatro paredes, y así el numeral
dos viene a representar el amor, el afecto, la solidaridad frente a la fría inhumani
dad del cuatro. Más que eso, mientras las paredes nunca terminan de ser cuatro, la
pareja, por ser pareja unida por el afecto, escapa de la condición impuesta por los
numerales. Esto está insinuado por el hecho de que los dos se hacen "más dos que
nunca", frase donde el sustantivo se convierte en un adjetivo que resume todas las
propiedades de la solidaridad. Así, la mujer amada no se limitaría a lamentar el
infortunio del poeta prisionero, sino que se constituiría en "libertadora". Se trata,
claro está, de una liberación a nivel metafórico. Obviamente, la mujer sería incapaz
de librar al poeta de la cárcel de Trujillo, pero sí podría librarlo de lo que esa cárcel
simboliza.
31
y protegido de la
desamparo sentido por el poeta y su nostalgia del mundo seguro
, un mundo perdido definitivamente con la muerte de la madre, como
señala el
infancia
hecho de que el niño que fue también se ha alejado con la madre muerta.
Así las paredes de la celda vienen a simbolizar las barreras que lo separan del idilio
infantil y lo encierran en la dura condición de adulto.
Por eso, la persona poética adoptada en la última estrofa no es ya la del niño
sino la del huérfano. El primer verso de la estrofa destaca no sólo su soledad sino,
sobre todo, la desintegración del mundo seguro de la infancia, ya que el empleo del
adverbio "sólo" en preferencia al adjetivo "solo" indica que él es el único sobrevi
viente de aquel mundo. Y si se ve en la obligación de asumir la condición de adulto,
emocionalmente sigue siendo un niño en estado de dependencia, una dependencia
que está resumida en sus gestos manuales. Su diestra hace por ambas manos,
porque a pesar de ser ya mayor sigue siendo el niño que la madre llevó hacia el
pasado y su izquierda está extendida hacia atrás, aferrada a la de ella. La otra está
estirada en alto en actitud de desamparo y petición de amor y protección. Lo que
esta mano busca es una tercera persona que sustituya a la madre en la relación con
el niño. Pero la frase "terciario brazo" es mucho más compleja de lo que parece,
porque por una parte se trata de una sinécdoque que pone las relaciones humanas
al nivel del contacto físico, y por otra el adjetivo sugiere una síntesis que supere y
reconcilie las dicotomías, una sugestión que está reforzada por el uso de "terciario"
en lugar del humilde "tercero". Además, viene en seguida una catacresis que otorga
a este brazo la capacidad de velar por el poeta en su desamparo. El verbo "pupilar",
un neologismo derivado de "pupilo"/"pupila", da a esta tercera persona el papel de
un tutor que cuida de un huérfano y, al mismo tiempo, sugiere que ha de vigilar al
niño desamparado. La sustantivación de los adverbios interrogativos "dónde" y
"cuándo" define su existencia como una búsqueda angustiada de amparo en un
mundo sentido como inhumano, un mundo donde lo que falta son las relaciones
afectivas. Por eso, el verbo final destaca la condición adulta como un estado do
mente inválido, inválido porque él se siente inadecuado para valerse por sí mismo
en el mundo de los hombres, e inválido también porque él no acepta un mundo
donde no puede contar con el apoyo emocional de la solidaridad de otros.
32
4. La alienación urbana: Trilce XIV / XLIX / LVI
33
i) Trilce XIV
Cual mi explicación.
Esto me lacera de tempranía.
Esa manera de caminar por los trapecios.
Esos corajosos brutos como postizos.
5 Esa goma que pega el azoguc al adentro.
Esas posaderas sentadas para arriba.
Ese no puede ser, sido.
Absurdo.
Demencia,
10 Pero he venido de Trujillo a Lima.
Pero gano un sueldo de cinco soles.
Tras este preámbulo una serie de versos cortos se siguen rápidamente, presen
tando una sucesión de imágenes al estilo cinematográfico y reflejando la variedad
de impresiones nuevas que asedian al provinciano aturdido. El tercer verso intro
duce una nota de ambivalencia. La imagen de los trapecios apunta a la falsa super
ficialidad que el poeta encuentra en el ambiente urbano, ya que identifica la ciudad
con un circo y, además, sugiere que sus habitantes revolotean de una cosa a otra sin
pisar tierra. Pero al mismo tiempo el verso apunta a la aprensión sentida por el
provinciano, porque evoca también un mundo peligroso donde hay que saberse
manejar para salvar los riesgos. Esta ambivalencia vuelve a manifestarse en el verso
34
4, donde el provinciano reconoce que el machismo ostentoso de los limeños es pura
afectación, pero no deja por eso de ser intimidado por el engreimiento con el cual
se pavonean por las calles.
Los versos5-6, por su parte, evocan un mundo donde todo el orden natural
parece haber sido trastornado. La desnaturalización está simbolizada por la "goma"
del verso 5, el anticonceptivo masculino, que no sólo representa la intervención de
la ciencia en los procesos naturales, sino que evoca los prostíbulos de la ciudad y la
comercialización del amor que hubo de chocar al provinciano. Además, al pegar "al
azogue al adentro", obliga a las fuerzas vitales a quedarse estancadas y así es signo
de la esterilidad de las relaciones humanas en el ambiente urbano. Tal es el choque
cultural que significa la ciudad para el provinciano, que le parece que los ciudada
nos no sólo hacen todo al revés (se sientan con las posaderas para arriba), sino que
se mofan impúdicamente de las convenciones de la decencia en las cuales él ha sido
formado (enseñan el trasero). El asombro del provinciano ante una realidad que
sobrepasa su capacidad mental para absorberla, está evocado en el verso 7 no sólo
por su exclamación de incredulidad (no puede ser), sino por la subsiguiente trans
formación del infinitivo en participio pasado (sido) y la compresión de toda la frase
en una expresión sustantiva (Ese no puede ser, sido), las cuales indican que, en el
mismo momento en que está dudando de lo que está viendo, lo inconcebible se va
estableciendo como lo común y corriente.
Los últimos versos ya no presentan imágenes de este mundo desconcertante
sino que transcriben directamente la reacción del provinciano aturdido. Al calificar
esta realidad como "Absurdo. / Demencia", implican que su llegada a Lima repre
senta su iniciación a un mundo absurdo cuyo sentido le escapa. Buscando algo
positivo que compense esta experiencia negativa de la ciudad, el poeta se hace
recordar que al menos tiene el consuelo de haber realizado la ambición de todo
provinciano que sueña con venir a la capital para hacer fortuna. Pero la ironía del
a
último verso deja bien claro que en lo económico también su aventura en la capital
ha resultado un fiasco, ya que ni siquiera le ha proporcionado un sueldo decente.
ii) Trilce XLIX
35
Cierta guardarropía, sólo ella, nos sabrá
a todos en las blancas hojas
de las partidas.
10 Esa guardarropía, ella sola,
al volver de cada facción,
de cada candelabro
ciego de nacimiento.
36
que el poeta enfrenta tal prueba cada lunes, cuando empieza otra semana de traba
jo y nuevamente tiene que afirmar su hombría, valiéndose por sí mismo en la lucha
por la vida. Aquí, como en otros textos, el poeta vuelve a presentarse bajo la
persona poética del niño. Sumamente sugestiva, la frase "el traje largo de sentir"
evoca una serie de ideas relacionadas. Por asociación con el pantalón largo que
señala el paso a la adolescencia, simboliza la mayoría de edad que el poeta se ve
obligado a asumir. También trae a la mente la imagen de un traje que, por ser
demasiado grande, se arrastra por el suelo, yy así indica que la condición de adulto
le sienta mal. Además, por asociación con la frase coloquial "la cara larga", viene a
ser una expresión del desaliento que esa condición le causa. Finalmente, está insi
nuado que el traje se arrastra por el peso del abatimiento, el abatimiento de quien
se siente inadecuado para desempeñar el papel para el cual está vestido. Por eso, el
joven provinciano se halla roído por una ansiedad aprensiva y el ritmo entrecortado
de los dos primeros versos comunica la irresolución con la cual va por las calles de
la ciudad.
37
cósmica de donde salimos y a la cual regresamos en la muerte. Así, las "hojas / de
las partidas" son las puertas por las cuales el hombre pasa de un mundo al otro, y
son "blancas" en cuanto representan un misterio, ya que ignoramos que se encuen
tra al otro lado. Al mismo tiempo, las "hojas" son también las páginas de los libros
de registro donde se asientan las partidas que atestiguan la historia personal del
individuo, y la guardarropía viene a ser así una especie de archivo cósmico que
contiene una información total sobre la humanidad. Además, como sujeto del ver
bo "saber", la guardarropía está personificada y representa así alguna potencia
sobrenatural que posee un conocimiento omnisciente, un director cósmico que
distribuye los papeles a los actores y que es el único que comprende el significado
de la representación.
38
iluminación irrisoria y, por otra, que el esplendor asociado con la ciudad es falso.
Las púas de las verjas, ante las cuales el poeta sonríe tristemente, parecen reſerirse
a las defensas erigidas por las clases acomodadas para proteger sus propiedades y
representan así las barreras que impiden el contacto humano en una sociedad
regida por valores capitalistas. Aislado en este mundo impersonal, el poeta recorre
la ciudad en frenética búsqueda de alguna cara amiga, pero, así como en la primera
estroſa nadie lo reconoce, él tampoco encuentra a ningún conocido.
Pero, como hemos visto en la primera estrofa, la alienación que el poeta experi
menta en la ciudad lo lleva a inquietarse por el sentido de la vida. Al recorrer las
calles, no sólo busca una cara conocida que le permita reintegrarse a una comuni
dad humana, sino que procura descubrirse a sí mismo descubriendo el significado
de su existencia. El "conocido" que va buscando es el director cósmico con el cual
perdió contacto al abandonar la guardarropía, el ser superior que dirige el gran
teatro del mundo y es el único enterado de la verdadera identidad de los actores y
del significado del papel que representan. Al mismo tiempo este "conocido" es
también él mismo, su verdadero ser con el cual ha perdido contacto al vestir su traje
para asumir su papel. Pero toda la estrofa destaca la imposibilidad de llegar en esta
vida al conocimiento que tanto anhela. Los trajes que llevan los actores del gran
teatro del mundo impiden descubrir la persona escondida detrás. Las púas de las
verjas simbolizan las barreras que prohiben el acercamiento al secreto de la exis
lencia, y la niebla representada por el mantillo no sólo simboliza la ignorancia a la
que el hombre está condenado, sino que se insinúa que el cielo, lo trascendente le
está vedado, una sugestión que está reforzada por todo lo que implica el estiércol
que "mantillo" también evoca.
Por eso, como en "La cena miserable" y "Espergesia", la muerte atrae al poeta
como la última posibilidad de llegar a la revelación que tanto desea. Así, en la
cuarta estrofa, los epítetos que califican la guardarropía ya no son indefinidos, sino
que la describen como una persona bondadosa. Más aún, el poeta se dirige a ella
como si fuese una mujer amada, rogándole que le abra sus puertas como pediría a
una mujer que le abra los brazos para recibirlo en su seno. Porque lo que desca el
poeta es el conocimiento que yace detrás de esas puertas, puertas que siguen
siendo insondablemente blancas miradas desde el lado terrestre. Así, en otro nivel,
dada la ambigüedad de "hojas" que ya hemos anotado, le está pidiendo a la guarda
rropía que le abra las páginas del libro del universo donde está escrito el designio
cósmico, páginas que desde este lado son blancas, por ser impenetrables.
39
Los restantes versos de la estrofa aclaran la indole del conocimiento que el
poeta anhela alcanzar, El verbo "reconocer" retoma un motivo quc recorre todo el
poema, dando a entender que ese conocimiento sería cl redescubrimiento de algo
olvidado y así que hay una mente superior y sempiterna que dirige el destino de los
hombres.El"l" es una expresión sumamente sugestiva. Por una parte, evoca la idea
del número 1, de un jefe supremo, de un ser superior que dirige el universo. Por
otra, el empleo del numeral sugiere un principio abstracto de unidad quc armonice
todo. Y, además, evoca el yo del poeta, quicn, al descubrir o redescubrir este ser
superior y este principio de unidad, (re)descubrirá su verdadero ser y su razón de
ser. Así, lo que quiere el poeta es algo que le sirva de apoyo, algo que justifique su
vida al darle un significado. (), como lo expresa de forma más humilde en una
tercera petición, algo que autentice su existencia terrestre, haciéndole sentir que
realmente está vivo y no es un muerto espiritual.
Toda esta estrofa está basada en una ironía cruel. Porque mientras la primera
petición define un conocimiento absoluto que sólo se pucde alcanzar en la muerte,
las otras dos peticiones destacan la necesidad de tal conocimiento en la vida. Ade
más, como señala Irene Vegas García, las tres peticiones corresponden a etapas de
una progresión negativa en la cual el poeta va perdiendo confianza en la posibilidad
de llegar al conocimiento descado:
40
dad. El efecto del "Hay" con mayúscula es doble. Por una parte, al desplazarse la
mayúscula del sujeto al verbo, se confunde la expectativa del lector, realzando así la
inexistencia de la divinidad. Por otra parte, este "Hay" representa una existencia
superior, la cual está desmentida por la negación que precede al verbo. En efecto,
lo único que se encuentra en el vestuario adonde se retiran los actores al terminar
su actuación son trajes vacíos que se mueven por sí mismos. Así se da a entender
que no hay una realidad más profunda detrás de la existencia postiza que llevamos
en el gran teatro del mundo y que el hombre no tiene más identidad que la falsa que
representa en el escenario.
"
destino final del hombre funciona a varios niveles. Primero, el vocabulario culina
rio, que representa al hombre como otro ingrediente más de "un gran caldo de alas
... fritas", despoja la existencia humana de toda pretensión de trascendencia, al
reducir al hombre al mismo destino que los animales de los que se han alimentado
en vida, el de servir de alimento para que la vida se perpetúe. Esta indignidad el
poeta la subraya con un humor irónico, ya que el adjetivo "fritas" trae a la mente el
coloquialismo "¡Estamos fritos!" Al mismo tiempo, la imagen de una sopa en la cual
todo va mezclado evoca un caos informe que desmiente todo concepto de un más
allá ordenado y armonioso. Esta sopa es de un "matiz prudente" y tanto el sustanti
vo como el adjetivo que lo califica sugieren una coloración indistinguible y así
caracterizan la sopa como una masa indiferenciada. Dentro de esa masa va todo lo
que ha constituido la vida del hombre: sus aspiraciones de trascendencia, repre
sentadas por las alas, otro símbolo predilecto de Vallejo; las fuerzas deterministas
(causas) que han dictado su existencia y le han negado su libertad; las frustraciones
causadas por las limitaciones de su condición humana (lindes). Y como estas cosas
se entremezclan en la olla, se da a entender que después de la muerte todo lo que
el hombre ha ambicionado, todo contra lo cual ha luchado, todo lo que lo ha hecho
sufrir carecen igualmente de importancia o significado, ya que forman parte del
mismo gran sinsentido. Finalmente, el hecho de que se trate de un caldo más que
de una sopa implica que el destino que aguarda al hombre después de la muerte es
el de ser reducido a la no-existencia total.Esto es recalcado por el verso final, que
señala que hasta sus huesos han de disolverse en la nada. Pero este verso es ambi
guo, porque si se refiere al futuro, al destino último del hombre, expresa también la
angustia que la conciencia de ese destino le causa en el presente. Buscando algo
que dé un sentido a su existencia, el poeta llega a la conclusión de que la vida no
41
tiene sentido y que todo termina en la nada. Y esta visión desconsolada de la
condición humana le produce un dolor que lo hiere en lo más profundo de su ser,
llegando "hasta el hueso", hasta el tuétano.
Aunque este poema no hace ninguna alusión directa a la ciudad, la rutina diaria
evocada nos sitúa nuevamente en el ambiente urbano. El carácter alienante de ese
ambiente está reflejado en la forma circular de la primera oración (Todos los días...
todas las mañanas), la cual representa al poeta como prisionero de una rutina
mecánica e intrascendente que se repite día tras día. Como ha señalado Irene
e
Vegas García, el nuevo lenguaje poético de Trilce se basa en gran parte en desvia
ciones”, desviaciones que, al confundir nuestras expectativas habituales, enfocan la
3.
Ibid., p. 1.
42
realidad bajo un aspecto inusitado. Un ejemplo es la catacresis "amanezco a cie
gas", donde el verbo está modificado por una expresión adverbial que lo contradice.
La idea de luz implícita en "amanezco" está cancelada por "a ciegas", lo cual da a
entender que, al despertarse al nuevo día en el medio urbano, el poeta se encuentra
sumido en una oscuridad espiritual, ya que no percibe nada que dé un sentido a su
vida. El trabajo al cual se ve condenado por el sistema socio-económico imperante
resulta una esclavitud opresiva, ya que no proporciona ninguna satisfacción perso
nal sino que sirve sólo para que subsista. El comer tampoco tiene otro fin que el de
seguir existiendo. En la poesia de Vallejo la comida, por ser un símbolo recurrente,
siempre lleva una serie de asociaciones intertextuales. Por una parte, suele repre
sentar la satisfacción de las necesidades emocionales y espirituales del hombre y,
por otra, está identificada con la seguridad psicológica y el espíritu comunitario del
hogar serrano. Aquí en el alienante medio urbano, en cambio, el desayuno que
toma a solas carece de gusto y no es sino el comienzo de otro día gris de una vida
que ha perdido su sabor.
Como en Trilce XLIX, la segunda estrofa nos lleva de la situación personal del
poeta a reflexiones generales sobre la vida. Sin embargo, las dos primeras estrofas
están relacionadas por la asociación entre "amanezco" y "albas". Al principio se
trata de una relación de oposición, pero posteriormente la segunda estrofa se
constituye en explicación causal de la situación descrita en la primera. Mientras la
primera refiere el amanecer de un típico día miserable de adulto, la segunda evoca
el alba de una vida nueva, el nacimiento del niño y la promesa y esperanza que este
acontecimiento representa. El verso 8, una oración indirecta, expresa las esperan
zas de los padres respecto al futuro del recién nacido. Pero tales esperanzas resul
tan irrisorias, dado que ya han sido desmentidas por la relación anterior de la vida
adulta del poeta. Además, en el verso 10, se sobreentiende que al llegar el momento
cuando el niño se hace hombre y abandona la casa paternal, los padres sienten
aprensión por él.Les pesa que, por el hecho mismo de haberlo traído al mundo, no
43
puedan impedir el proceso natural que, arrancandolo de la seguridad que su amor
habla soñado para él, lo obliga a salir almundo a valerse por símismo. A continua
ción un simil equipara a los padres con Dios. Se parecen a Dios en cuanto la fuerza
de su amor los ha constituido en creadores, llevándolos a crear un hijo a su propia
imaren. Pero, así como el amor de Dios intlige dolor a sus criaturas, en cuanto los
arroja a un mundo donde su destino es sutrir, así también el amor de los padres
resulta danoso para los hijos, ya que los acostumbra a un trato afectivo que no han
de encontrar cuando salen a enfrentar el muundo adulto.
44
realza la desesperación de ambos. La imagen de los fósforos encendidos uno tras
otro representa su búsqueda de algo que aclare el sentido de la vida, pero la de las
lágrimas refleja su angustia al no encontrarlo. Los sustantivos que terminan cada
uno de estos dos versos finales destacan la cruel indiferencia del mundo al estado
emocional del individuo, ya que tanto sus anhelos como su dolor se pierden en una
oscuridad y una esterilidad envolventes. En este respecto, es de notar que el poema
acusa una progresiva despersonalización, en cuanto las dos estrofas finales no
hacen ninguna referencia directa al hombre. Tal progresión refleja la experiencia
del poeta en el ambiente impersonal de la ciudad y la situación del hombre moder
no en un mundo donde las nuevas teorías sobre la especie han despojado al indivi
duo de toda importancia.
45
5. La tiranía de las leyes biológicas: Trilce V / XXX / LIII
Jean Franco ha hecho un aporte importante al estudio de Vallejo al señalar la
influencia profunda que ejerció sobre él la lectura de Losenigmas del universo de
Ernst Haeckel, libro que divulgó las teorías evolucionistas? Tales teorías hubieron
de intensificar la crisis existencialexperimentada por Vallejo. Porque no sólo soca
varon aún más sus antiguas creencias religiosas, sino que al reducir al hombre a
otra especie más del reino animal, derrocaron la cosmovisión tradicional que lo
había colocado al centro del universo. Así, entre Los heraldos negros y Trilce se
acusa una notable evolución. Aunque expresan angustia ante un mundo donde
Dios ha muerto, poemas como Espergesia" siguen adoptando una postura román
tica que privilegia al individuo, enfocando el mundo en función de él. En cambio,
"
Trilce XLIX y LVI presentan al individuo como un ente insignificante en los proce
sos cósmicos. Bajo la influencia de las teorías evolucionistas, varios poemas de
Trilce expresan una cosmovisión desconsolada en la que la vida se reproduce ince
santemente sin otro fin que perpetuarse y el destino del individuo se limita a servir
a la especie contribuyendo a su supervivencia. En tales poemas se destaca un
abismo entre las aspiraciones personales del individuo y la tiranía de las leyes
biológicas que lo esclavizan.
i) Trilce V
1. Jean Franco. Cesar Vallejo: The Dialectics ofPoetry and Silence (Cambridge: Cambridge Univer
sity Press, 1976), pp. 9-11.
46
La creada voz rebélase y no quiere
ser malla, ni amor.
Los novios sean novios en eternidad.
15
Pues no deis 1, que resonará al infinito.
Y no deis 0, que callará tanto,
hasta despertar y poner de pie al 1.
Ah grupo bicardiaco.
47
diante el neologismo "avaloriados" que tal estado deriva su valor de la heterogenei
dad, de que representa la fusión y superación de los contrarios, de que en él los dos
sexos se completan uno en otro.
cionan "finales" con "Oberturan", para insinuar que la verdadera música de la vida
no es la de una armonía cósmica sino la de una misma pieza que se repite intermi
nablemente. Por eso, los "ohs" que expresan el éxtasis experimentado en el trato
sexual surgen de en medio de "ayes" que expresan una conciencia dolorosa de la
realidad que subyace a la ilusión de trascendencia. Asimismo, el neologismo "ava
loriados" se subvierte a sí mismo, porque acarrea un juego de palabras entre "valor"
y "abalorio", el cual implica que el valor que se atribuye a la relación sexual es
ilusorio. Porque, en efecto, la unión sexual no significa la superación y reconcilia
ción de la heterogeneidad, sino la confirmación de ella, la prueba de que hombre y
mujer están condenados a desempeñar el papel que su sexo les dicta. Por eso, la
exclamación del verso 5 expresa tristeza, la tristeza de quien reconoce que los
deleites sexuales son una trampa de la que se vale la naturaleza para hacer que el
individuo sirva los fines de la especie.
Por eso, la segunda estrofa consiste en una serie de imperativos que constituyen
un rechazo de las leyes genéricas que despojan al ser humano de su libertad indivi
dual. El verso 6 expresa el deseo de que el hombre y mujer pudieran ser ellos
mismos simplemente, sin tener que asumir la carga que les impone la especie, y el
empleo del pronombre neutro "Aquello" para referirse a la pareja refleja esta
voluntad de librarlos de su papel reproductor. En parte, el verso siguiente reitera
esa idea, pidiendo que la relación entre la pareja no trascienda lo personal, que
dando exenta de implicaciones genéricas. Pero al mismo tiempo este verso insta a
la pareja a librar una campaña de resistencia, manteniéndose en la clandestinidad
para eludir las exigencias tiránicas de la especie. Estas dos ideas las continúan los
versos 8-9. Lo que quiere el poeta es que la relación entre la pareja se manifieste y
48
florezca a escondidas, yy también que se expresc de tal forma que quede exenta de
las consecuencias que la relación entre hombre y mujer acarrea. Porque, como
indica el último verso de la estrofa, la inserción de la pareja en el ciclo de la
reproducción implica ir rodando el verbo "glisar" es un galicismo, con el sentido de
"resbalar" por una pendiente hasta caer en "el gran colapso". Así, en efecto, lo que
pide el poeta es que la pareja defienda su identidad personal rehusando ser mero
instrumento de la especie, que se niegue a colaborar en un proceso que significa el
derrumbe del antiguo mundo donde el individuo ocupa un lugar privilegiado.
La "creada voz" de la tercera estrofa es la del hombre que se levanta en protesta
contra la obligación de continuar el ciclo de creación que lo ha traído al mundo y
que es signo de su insignificancia como individuo en el proceso cósmico. El poeta
se resiste a ser prisionero de la intricada "malla" que enlaza al individuo a la espe
cie, se rebela contra la condición de mero eslabón en la perpetuación de la raza
humana. Por eso, se opone a ser amor, a someterse a las exigencias que impulsan al
hombre a acoplarse por fines de la reproducción. Así, el deseo manifestado en el
verso 13 no es que la relación amorosa sea eterna, sino más bien que la relación
entre la pareja qucde en el estado de inminencia que implica el noviazgo, sin caer
en la trampa que el trato sexual significa.
49
trata ahora de un organismo más evolucionado. Y ahí precisamente reside la trage
dia del hombre, ya que en él se libra un conflicto entre un yo que tiene una vida
interior y un organismo que obedece a dictados biológicos que ignoran por comple
to la voluntad del individuo. Por eso, este último verso del poema está introducido
por una exclamación que expresa la tristeza que la condición de la pareja humana
le causa al poeta.
Este poema es una relación del acto sexual, en la cual las cuatro estrofas corres
ponden a distintas etapas en la progresión de dicho acto. La primera evoca el deseo
sexual que se apodera del cuerpo, manifestándose en un ablandamiento de la
carne, el cual está comunicado en el segundo verso no sólo por el epíteto "tierna"
sino también por las aliteraciones y el diminutivo "carnecilla". Sobre todo, el deseo
hace arder el cuerpo, como destaca la palabra inicial (Quemadura) y reitera la
50
imagen del ají picante del verso 3. El neologismo "vagoroso" parece ser una combi
nación de "vigoroso" y "vagaroso", y así sugiere que el ají/deseo que pica el cuerpo
es fuerte y que produce excitación. Asimismo, "carnecilla" también tiene un doble
sentido y, en su aceptación de protuberancia que se forma en el cuerpo, sugiere que
todo el cuerpo se hincha bajo la influencia del deseo. La urgencia que implican
"carnecilla" y "vagorosa" aclara el significado del primer verso, porque la "Quema
dura del segundo" es, en efecto, un deseo tan imperioso que exige satisfacción en el
mismo instante en que se experimenta.
Es de notar que esta primera estrofa no hace ninguna referencia directa a los
amantes, sino que evoca las sensaciones físicas provocadas por el deseo sexual,
sensaciones que pudieran aplicarse igualmente a animales en celo. Tal enfoque es
sumamente significativo, porque implica que el impulso sexual despoja al hombre
de la humanidad que lo distingue de los animales. Sin embargo, el último verso de
la estrofa introduce un concepto que sugiere que, hasta en sus momentos de mayor
animalidad, el hombre se diſerencia por estar dotado de una mente consciente. En
Trilce XIII Vallejo envidia la libertad del animal inconsciente:
Oh Conciencia,
pienso, sí, en el bruto libre
que goza donde quiere, donde puede.
Pero justamente porque posee una conciencia el hombre no puede gozar plena
mente de la sexualidad que lo animaliza. Así, la última palabra de la estrofa, al
destacar la inmoralidad del acto que el poema refiere, lo califica como una trans
gresión de las normas ético-religiosas, y tal transgresión también es insinuada por
la ubicación de la cita amorosa a las dos de la tarde, hora en que toda persona
respetable se ocupa de los quehaceres diarios. Es posible que este verso indique
que Vallejo nunca llegó a librarse de la moral cristiana en la cual había sido forma
do y que el trato sexual le producía sentimientos de culpa. Pero en el contexto del
poema lo importante no es eso, sino el hecho de que el gozo sexual resulta socavado
por la conciencia. Como veremos a continuación, este conflicto domina todo el
texto.
51
subyace en la relación amorosa entre los sexos. Pero al mismo tiempo esta palabra
insinúa que, aljuntarse en la cópula, la pareja llega al borde de una realidad que los
trasciende. En efecto, en los versos siguientes entran en contacto con la verdad de
la existencia humana. El sexo está conceptuado como una especie de antena que
conecta al hombre con las fuerzas que gobiernan la existencia, como un momentos
que aclara "lo que estamos siendo sin saberlo", la esencia oculta que yace dens de
nuestro vivir cotidiano. Pero lejos de ser una verdad trascendente, se trata de una
verdad que se puede oler y tocar, una verdad arraigada en el trato sexual que
reduce a la pareja humana a animales en celo. Y es que, como inconscientemente
obedecemos a los dictados de la especie, la verdad revelada por el acto sexual es
a
generación en generación, perpetuada por el mismo acto que permite a los amantes
trascenderla momentáneamente. El último verso es irónico, ya que el único consue
lo que ofrece es el de poder un día escapar de esta "dura vida eterna" en la muerte,
que reproduce definitivamente la pérdida de identidad experimentada en el acto
sexual. Además, en vez de tranquilizar como pretende, no hace sino avivar la con
ciencia de la mortalidad humana provocada por la "pequeña muerte" que es la
cópula. Así la ironía resulta doble.
52
En la última estrofa las reflexiones finales del poeta sobre el acto sexual van
parejas con el clímax de dicho acto. Nuevamente se presenta el impulso sexual
como una fuerza imperiosa que esclaviza al ser humano, despojándolo de su volun
tad propia. La frase "El sexo sangre" sugiere que el deseo sexual infiltra las venas de
la amada, apoderándose de todo su ser, y el participio pasado "dulzorada" la de
muestra convertida por esa fuerza en instrumento pasivo de los designios de la
especie. La junta de contrarios "se queja / dulzorada", enfatizada por la pausa al
final del verso, destaca la conjunción de dolor y placer tradicionalmente asociada
con el acto sexual. Pero, más que eso, la frase "El sexo sangre" trae asociaciones de
un acto sacrificial, sugiriendo que la mujer es una víctima sacrificada en aras del
sexo, y así sus gemidos de placer tienen también el carácter de quejidos de una
víctima. Es víctima en cuanto tiene que soportar la violación de su cuerpo que la
cópula implica. Además, pesa sobre ella toda la carga anímica de la sexualidad, y
los versos 16-17 destacan la absurda desproporción entre la trascendencia que los
hombres atribuyen al sexo y la realidad irrisoria del acto en sí, señalando el aspecto
grotesco y ridículo del cuerpo humano y, en particular, del órgano sexual femenino
al cual se otorga tanta importancia. Más aún, este órgano es el punto donde la
mujer tiene que soportar la responsabilidad de la especic, la carga de asegurar la
perpctuación de la raza.
Retomando el motivo del verso 14, los versos 18-19 representan la cópula como
el elemento que establece la conexión entre vida y muerte, completando el circuito
entre ambos, ya que, como se ha apuntado, la experiencia de la "pequeña muerte"
nos advierte del destino que nos aguarda al final de la existencia. Tal conexión pone
de relieve el sinsentido de la vida humana, ya que implica que el único fin del
"pobre día" que es nuestra breve existencia intrascendente, es perpetuar la vida
mediante la procreación antes de desaparecer para siempre en el gran vacío de la
"noche grande". El último verso del poema repite el último verso de la primera
estrofa, pero ahora con un sentido irónico. Porque la implicación del poema es que
el acto sexual extramarital, que desde una perspectiva social es una transgresión de
las normas ético-religiosas, es la norma desde la perspectiva de la naturaleza, un
acto esencialmente amoral, ya que se realiza mecánicamente en obediencia a fuer
zas superiores al hombre. Se insinúa, además, que si hay inmoralidad, ésta consiste
en la tiranía ejercida por la naturaleza al explotar al individuo para que sirva los
fines de la especie.
53
iii) Trilce LIII
En este poema las leyes naturales que controlan la vida del hombre están trata
das en forma más abstracta. Así, en la primera estrofa tales leyes se manifiestan en
la marcha inexorable del reloj. La pregunta inicial plantca, como una verdad que
nadie se atrevería a reſutar, la proposición que "las once... son doce", en cuanto
desde el primer momento es el destino de cada hora ir acercándose a la próxima
hasta transformarse en ella. Esta idea es desarrollada en la segunda oración que
parece referirse a las dos manecillas del reloj: a las once éstas señalan el 11 y el 12
respectivamente y luego, en una confrontación parecida a una subasta donde dos
rivales van aumentando su oferta, la manccilla corta avanza conforme la larga pasa
de numeral a numeral, hasta que ambas coinciden en el 12. Así, la estrofa destaca
el dominio del tiempo en la vida del hombre. Pero más que eso, los numerales
representan lo mismo que en Trilce V: la vacua repetición de la vida, que incesan
54
temente va reproduciéndose sin sentido. Esta idea está realzada por el hecho de
que se enfoca el paso de las once a las doce, porque así la estrofa nos lleva al fin de
un ciclo y nos sitúa en el momento cuando el proceso está a punto de empezar de
nuevo.
55
a la
dad de armonizar las dicotomías de la vida. El verso 14 añade otra dimensión
imagen de la frontera, representándola como una batuta que dirige la vida de los
hombres. En los versos 14-15 adquiere otra dimensión más con la paradoja que la
caliſica de "ambulante" e "inmutable" a la vez, dando a entender que si se yergue
a
como un obstáculo inalterable, también se desplaza para bloquear los esfuerzos del
hombre por eludirla. El último verso de la estrofa, destacado por la pausa después
de "sólo" al final del verso 15, realza el imperio de las leyes naturales al modificar la
descripción anterior. Porque si la frontera/batuta nunca deja de manifestarse impe
riosa, se manifiesta cada vez más con cada gesto de director de la humanidad, el
cual significa una nueva frustración para el hombre.
En la última estrofa el poeta se dirige a sus semejantes, alegando lo anterior
como una verdad irrebatible y como una situación insoportable que el hombre no
tiene más remedio que tolerar. Los dos versos finales parecen ser una elaboración
de la frase "comerse los codos", la cual significa sufrir privaciones. Se sobreentiende
que todo lo que se ha explicado anteriormente sirve de lubricación o condimento
para facilitar el proceso de comerse los codos, o sea, que intensifica el hambre
espiritual del hombre. Así, el poema termina con una imagen de la frustración que
condensa la vivencia del hombre en un mundo donde la tiranía de las leyes natura
les le impide realizar sus anhelos de trascendencia.
56
6. El paraíso perdido: Trilce XXIII / LXV
En varios poemas de Trilce Vallejo crea una versión personal del mito del
paraíso perdido, alrededor del hogar provinciano que dejó atrás al trasladarse a
Lima y de la inſancia que terminó definitivamente con la muerte de su madre. En
tales poemas la desintegración de su mundo personal adquiere una compleja carga
simbólica. Por una parte, el hogar provinciano viene a representar una cultura de la
periſeria, cuyos valores están encarnados por la arquetípica madre amorosa y sim
bolizados por la comida de familia y, así en parte, lo que Vallejo lamenta en estos
poemas es la separación de su propia tradición cultural y, sobre todo, la pérdida de
la seguridad psicológica que esa tradición suponía. Por otra parte,la infancia repre
senta la inocencia perdida y en este sentido la desintegración del mundo personal
se presta a ser interpretada como un análogo del derrumbe de la cosmovisión
cristiana, con el cual va pareja. Así, los poemas del hogar expresan no sólo la
vivencia personal del pocta, sino la alicnación del hombre de la periferia alejado de
sus raíces en el ambiente ajeno de la ciudad, y la angustia existencial del hombre
moderno ante un mundo donde los viejos absolutos han perdido vigencia. Sin
embargo, si el hogar provinciano está recordado con nostalgia como un paraíso
perdido, también está evocado como una norma para valorar el mundo alienante en
el cual el poeta adulto se encuentra. En efecto, los poemas del hogar representan
un cuestionamiento de la civilización occidental desde la perspectiva de la tradi
ción cultural dejada atrás, cuya herencia se manifiesta en la forma de un ideal
comunitario que choca con el individualismo competitivo que impera en el medio
urbano.
i) Trilce XXIII
57
En la sala de arriba nos repartías
de mañana, de tarde, de dual estiba,
10 aquellas ricas hostias de tiempo, para
que ahora nos sobrasen
cáscaras de relojes en flexión de las 24
en punto parados.
En este poema el poeta se dirige a la madre muerta, quien está recordada como
la arquetípica figura materna que, amorosa y protectora, vigilaba el mundo feliz de
la infancia, suministrando alimento y afecto y creando una atmósfera de bienestar y
comodidad. El énfasis dado a la palabra "madre" al final de la primera estrofa la
coloca al centro del poema como al centro del mundo infantil. Sintácticamente
estos primeros versos están construidos a base de dos aposiciones: "bizcochos" está
calificado por la frase siguiente, la cual los deline como "pura yema infantil innume
rable", una equivalencia que está realzada por la supresión de la coma esperada; y
"madre" está en oposición a toda la frase introducida por "Tahona". El sustantivo
58
"Tahona", un arcaísmo usado en la sierra norte, establece desde el principio un tono
provinciano apropiado al tema. Aquí el poeta recuerda las actividades cocineras de
la madre y el horno que en la infancia era una fuente aparentemente inagotable de
bizcochos, y es tanta la identificación de la madre y el horno que en su memoria los
dos se fusionan. En efecto, el horno se convierte en emblema de la madre, quien,
difundiendo el calor de su afecto, nutría a los hijos emocionalmente al mismo
tiempo que daba sustento a sus cuerpos. Por eso, la ambigüedad de "yema" sugiere
que los bizcochos, como manifestación de ese amor, sobrepasaban los ingredientes
que los constituían, para transformarse en la esencia de la infancia.
La segunda estrofa rememora otra escena recurrente de la infancia cuando los
cuatro hijos menores rodeaban a la madre reclamando su parte de los bizcochos.
La descripción de ellos como un séquito de mendigos aclara, complementa y re
fuerza la imagen anterior de las "cuatro gorgas". Esta última palabra parece ser un
galicismo, usado en preferencia a "gargantas". Se trata de una sinécdoque que
equipara a los niños con polluelos, definiéndolos como bocas abiertas que claman
hasta que se las llene de comida. Es probable que el calificativo "asombrosamente /
mal plañidas" sea una paráfrasis de una frase que solía usar la madre para regañar
los por comportarse de una manera tan mal educada. Como tal, ilustra un aspecto
importante del lenguaje poético de Vallejo: la incorporación del habla cotidiana al
discurso poético. En el contexto de un poema que evoca el mundo intimo de la
familia el uso de tal frase es especialmente apto, a causa de los recuerdos y asocia
ciones que trae consigo. Refuerza este tono de intimidad la identificación de los
cuatro hijos por su nombre, y la posición del poeta como el más joven de la familia
-y, probablemente, el más mimado - está destacada por los dos versos que le son
otorgados al final de la estrofa. La imagen que lo representa "arrastrando todavía /
una trenza por cada letra del abecedario" sugiere simultáneamente que aún no
había llegado a la edad cuando los muchachos llevaban el pelo corto y que todavía
estaba luchando penosamente por dominar los misterios de la lectura y la escritura.
Pero, además de indicar su tierna edad, la imagen apunta a otra cosa. Porque, junto
con la imagen anterior de las "cuatro gorgas" y la reconvención de la mala educa
ción de los niños, sitúa el paraíso infantil en el período antes de que hubiera
aprendido el uso de la razón y adquirido hábitos sociales, en la etapa cuando la
existencia era todavía elemental e instintiva.
59
complemento da un énfasis climático a la frase clave de la estrofa, "aquellas ricas
hostias de tiempo". Emplcando un recurso predilecto, la catacresis, Vallejo junta
aquí un adjetivo que evoca el placer gustativo del comer, con un sustantivo de
significado religioso, para expresar la plenitud física y emocional derivada de este
ritual, en el cual los hijos absorbían la gracia del amor materno al devorar los
bizcochos. Esta catacresis está combinada con otro recurso predilecto, la paradoja.
En el mundo atemporal del niño y en el mundo atemporal de la mítica infancia
recordada por el adulto, la vida estaba regulada, no por el reloj, sino por aquellas
"hostias de tiempo", por ese rito en que dos veces al día se repartía los bizcochos,
los cuales vienen a ser así un emblema del tiempo auténtico, de la vida anterior a la
expulsión del paraíso.
60
La lectura de la oración siguiente está determinada por la frase "hasta en la
cruda sombra" del verso 21: la madre yace ahora en las tinieblas de la muerte, pero
el poeta guarda la convicción de que aun allí sigue vivo el instinto materno de darse
a sus hijos. La expresión cariñosa del verso 20 (itierna dulcera de amor!) encierra
todo lo que fue la madre en vida: la proveedora de alimento y afecto, de sustento
físico y emocional. Al hijo se le figura que hasta en la muerte sus huesos – sus
restos sagrados y la esencia de lo que fue en la vida, se habrán transformado en
harina para dar sustento a los hijos. Pero las implicaciones positivas del verso 18
son anuladas inmediatamente después por la negación del verso 19, donde las
limitaciones impuestas por la muerte impiden que se amase esa harina para con
vertirla en pan.
La vivencia de privación que implica esta frustración del instinto materno está
intensiſicada por la ironía cruel de los versos 21-22, donde la muerte está repre
sentada como una gran boca que se harta al pecho donde antes chupaban los hijos.
La inexorabilidad con que la muerte agota la fuerza vital encarnada por la madre
está sugerida por la imagen de su molar gigante, la cual evoca una voracidad
insaciable
que reduce el pecho materno a un mero "lácteo hoyuelo". Por contraste,
en los versos siguientes ese mismo pecho, hinchado de leche, desborda manos
infantiles demasiado pequeñas para contenerlo, y así está recordado como una
abundante fuente de alimento y afecto para el recién nacido. El efecto de estos dos
versos finales - acentuado por la invocación "itú lo viste tanto!" – es que terminan
la estrofa con un cambio de nota, porque el sentido de pérdida y privación resulta
desplazado por la nostalgia, una nostalgia del bienestar inconsciente de la infancia
prerracional.
Sin embargo, la última estrofa nos devuelve a la ineludible rcalidad del presen
te. Puesto que la madre ha sido reducida al silencio y ya no puede responder al hijo,
los ruegos y quejas de éste están destinados a caer en el vacío y a no ser escuchados
sino por la tierra debajo de la cual la madre está sepultada. El agravio del cual se
queja el poeta es que ahora los hijos encuentran que se les cobra lo que antes era
gratuito. Expulsado del paraíso infantil, él ahora tiene que valerse por sí mismo en
un mundo competitivo donde nada se da de baldc, donde todo ha de ser ganado y
pagado. El mundo donde la madre lo deja huérfano, abandonado a sus propios
recursos, es un mundo que exige que pague alquiler, que asuma la responsabilidad
de su existencia. El sustento, suministrado por la madre en la infancia con una
abundancia que parecía inagotable, ahora tiene que ser pagado con su propio
dinero y, asimismo, el amor, del cual la comida es una expresión, también ha dejado
de ser garantizado como antes yy ha de ser ganado y merecido. El patetismo de esta
estrofa - y de todo el poema – estriba en que, aunque es un hombre adulto quien
-
61
habla, se trata de un hombre que todavía se siente un niño y se encuentra fuera de
su elemento en el mundo desconcertante de los adultos. En efecto, la persona
poética no llega a explicarse por qué ahora exigen que pague por su existencia
cuando ésta le ha sido dada por su madre. Con el tono de un niño que se siente
agraviado, ruega a la madre que atestigüe que no ha usurpado su lugar en el
mundo, sino que lo posee por herencia legítima, le ruega que venga a su defensa
confirmando que no lo ha robado sino que lo ha recibido de ella. Desafortunada
mente, la madre muerta ya no está en condiciones para resolver sus dudas ni para
deshacer los desagraviosque ha sufrido. Así, el ruego interrogativo del corto verso
final queda suspendido sin contestar, dando sobre un futuro en el cual el poeta
huérfano no puede contar con nadie sino que tiene que valerse por sí mismo y
defenderse como mejor pueda.
Uno de los textos más ricos del libro, Trilce XXIII, es un compendio de los
motivos que hemos visto en otros poemas. Al transmutar en mito la desintegración
de su mundo personal, el poeta la convierte en representación simbólica de la
condición del hombre moderno. En efecto, la nostalgia de la infancia es una nostal
gia de una inocencia perdida y el tema subyacente es la angustia existencial del
hombre abandonado en un mundo sin sentido. Es sumamente significativo que el
poema esté construido a base de una retórica del comer, incluyendo nada menos
que 21 vocablos que se refieren a la comida. Por una parte, evoca una infancia
prerracional, cuando la vida todavía se vivía a nivel inconsciente, reduciéndose a la
satisfacción de apetitos elementales. Por otra, mediante el simbolismo de la comu
nión cristiana, las comidas de la infancia representan un pasado cuando el hombre
se sentía en armonía psíquica con su mundo. En cambio, la vida adulta está marca
da por la alienación, una alienación que nace con la conciencia, con el uso de la
razón, cuando el hombre empieza a interrogar el mundo donde se encuentra. Y,
como hemos anotado en otros textos, la angustia provocada por el raciocinio inte
lectual se ve intensificada por una inseguridad visceral, que se manifiesta en la
adopción de la persona poética del adulto-niño. Además, en el mundo de la infan
cia la madre desempeñaba un papel análogo al de Dios, y en este sentido la muerte
de la madre puede leerse como una metáfora del derrumbe de la cosmovisión
cristiana, en cuanto ha dejado de existir el ser mítico que antes era garantía de un
mundo ordenado. Así, hay un paralelismo claro entre el silencio de la madre al final
del poema y "la gran boca que ha perdido el habla" de Trilce LVI.
Al mismo tiempo, el poema expresa la vivencia del hombre de la periferia frente
a la civilización occidental, ya que en la oposición entre infancia y vida adulta hay
también una implícita oposición entre provincias y ciudad. El recuerdo de la infan
cia en el hogar familiar está dominado por la figura de la madre, que brindaba un
62
amor abnegado e incondicional, y por la imagen de la comunión, que representa las
comidas de la infancia como un rito, en el cual los hijos no sólo absorbían la gracia
del amor materno, sino que se reunían en familia para compartir el pan en un acto
colectivo. Así, el poema evoca una cultura provinciana identificada con un sentido
de comunidad, y la opone a la cultura occidental encontrada en la ciudad, cuyos
valores individualistas obligan a cada uno a valerse por sí mismo. Por eso, el silencio
de la madre muerta al final del poema significa no sólo la pérdida de un ser querido
y el derrumbe de la cosmovisión cristiana, sino un corte de raíces, la pérdida de una
tradición cultural propia.
63
Así, muerta inmortal. Así.
Bajo los dobles arcos de tu sangre, por donde
hay que pasar tan de puntillas, que hasta mi padre
para ir por allí,
25 humildóse hasta menos de la mitad del hombre,
hasta ser el primer pequeño que tuviste.
que ha viajado mucho sin llegar a ninguna parte y que no le ha traído sino desilusión
y dolores. Se trata, en efecto, del tipo de preparación espiritual que se hace antes
de emprender un peregrinaje. Así, con retrospección, estrofa adquiere otro
sentido, ya que el viaje anunciado resulta un peregrinaje espiritual que lo ha de
llevar al lugar sagrado de Santiago - pueblo que, por su nombre, adquiere en el
contexto del poema todas las connotaciones asociadas con Santiago de Composte
la - para allí recibir la bendición de la santa patrona que es la madre.
64
La segunda estrofa evoca, mediante tres oraciones introducidas por la frase
"Me esperará", lo que le aguarda al poeta al final de este peregrinaje. Primero, este
viaje espiritual lo ha de reunir con la madre muerta. Aquí nuevamente Vallejo se
vale de la catacresis, representando las emociones maternas (asombro, ansias) en
términos arquitectónicos (arco, columnas) para sugerir que fue la incansable preo
cupación de la madre por el bienestar de los hijos lo que sostenía el mundo de la
infancia. Además, el léxico arquitectónico, al evocar la imagen de una catedral,
insinúa que la reunión con la madre será como ingresar en un santuario, un santua
rio que es personificado por otra catacresis (tonsuradas columnas), la cual otorga a
la madre un carácter sacerdotal como encarnación de un amor protector. Después,
el peregrinaje lo ha de devolver al hogar, al centro de la casa familiar (el patio) y al
ambiente de fiesta que reinaba en la infancia. En parte, la última oración de la
estrofa no es sino una reminiscencia humorística del hogar provinciano. El "sillón
ayo" es el viejo sillón de cuero heredado de los abuelos y el poeta rememora la
incomodidad de sentarse en él, representándolo como un ayo que disciplina a los
menores. Pero al mismo tiempo, los vocablos – "ayo" que, además de "tutor", sugie
re "abuelo" por asociación con el francés "aieux" –, "dinástico" y "tataranietas", y la
relación generacional insinuada por la frase "de correa a correhuela", implican que
el reencuentro con este sillón significa el reingreso a una larga tradición cultural,
representada por el hogar provinciano y cuyas implicaciones hemos anotado con
referencia a otros textos.
Tras esta visión de lo que le espera al poeta al final del viaje, la tercera estrofa
retoma el motivo de los versos 3-4, describiendo sus preparativos para el peregrina
je. Para hacerse digno de entrar al lugar sagrado, el peregrino inicia un proceso de
purificación. La catacresis del verso 13 expresa este ejercicio espiritual en términos
físicos, equiparando su intento de despojarse del egoísmo con el proceso mediante
el cual se separa el grano de la paja. Pero el neologismo "ejear" – un verbo formado
a base del sustantivo "eje" – confirma que se trata de un proceso interior, de un
intento de llegar a su centro para descubrir su verdadero ser. Esta idea está refor
zada por la imagen de la sonda, y la catacresis (jadear la sonda) que personifica la
sonda comunica el esfuerzo penoso que implica esta exploración de sí. En el verso
15 otra catacresis más sugiere la inminencia de un despertar espiritual, ya que
combina la idea de impaciencia asociada con la frase "tascar el freno" y el anuncio
de un nuevo día evocado por "dianas". Los paralelismos anafóricos en que se basan +
65
1
del verbo "plasmar" sugiere no sólo que el poeta está dando forma concreta a esta
formula de amor, sino que la está moldeando, usándola como material para llenar
"los huecos de este suelo", para reparar las imperfecciones del mundo donde se
encuentra. El verso 17 es igualmente ambiguo, insinuando que el pocta llena los
vacios de su propia vida llenando los vacíos de los demás, que descubre el secreto
que confiere un sentido a la vida al darse a los demás a imitación de su madre,
a
66
--
Trilce LXV es un poema que nos proyecta simultáneamente hacia el pasado y
hacia el futuro. Como otros textos, expresa nostalgia del paraíso perdido de la
infancia provinciana. Sería un error interpretar el motivo del regreso al vientre
materno en términos freudianos, porque, como indica la segunda estrofa, la madre
representa aquí la tradición cultural de provincias que el poeta extraña en el am
biente alienante de la sociedad occidental, y en efecto lo que Vallejo expresa en
este poema es nostalgia de sus raíces, de un modo de vida basado en la afectividad
y un espíritu de comunidad. Pero a diferencia de otros textos, el poema ofrece la
esperanza de recuperar ese paraíso perdido, no volviendo al pasado, sino mediante
una reorientación de la sociedad occidental, una reorientación evocada en los
versos 18-20 por la visión de una humanidad unida por los valores que encarnó la
madre. Así, el poeta sueña con volver a encontrarse con la madre muerta, con el
hogar provinciano perdido, con sus raíces culturales cortadas, en una futura socie
dad que reproduzca en escala universal el mundo que había conocido en la infan
cia. Si por estos años Vallejo todavía no se había politizado, este poema anticipa el
pensamiento de su poesía política y explica en gran parte lo que lo hubo de llevar al
socialismo.
67
7. La búsqueda de una superrealidad: Trilce XXXVI /
LXXIII / XXXVIII / I / LXVII
68
una nueva perspectiva nos permitiría penetrar esas barreras para llegar a una
superrcalidad. En eso la poética de Trilce coincide con la de los surrealistas defini
da por André Breton en el Segundo manifiesto del surrealismo (1929):
Tout porte à croire qu'il existe un certain point de
l'esprit d'où la vie et la mort, le réel et l'imaginaire,
le passé et le futur, le communicable et l'incommu
nicable, le haut et le bas, cessent d'être perçus con
tradictoirement. Or c'est en vain qu'on chercherait à
l'activité surrealiste un autre mobile que l'espoir de
determination de ce point...
Sin embargo, si Vallejo estaba al tanto de las principales tendencias de la cultu
ra occidental y se dejó influir por ellas, lo que lo distingue de sus contemporáneos
europeos es que, mientras ellos obraban exclusivamente por reacción contra la
tradición occidental, él contó con una tradición cultural propia que privilegiaba las
emociones sobre la razón.
i) Trilce XXXVI
1. Citado por Maurice Nadeau, Ilistoire du Surréalisine (París: Editions du Seuil, 1945), p. 176.
69
Venus de Milo, cuyo cercenado, incrcado
brazo revuélvese y trata de encodarso
15 a través de verdeantes guijarros gagos,
ortivos nautilos, aunes que gatean
recién, vísperas inmortales.
Laceadora de inminencias, laccadora
del paréntesis.
70
las limitaciones se superan y todas las contradicciones se resuelven. Así, el hueco
representa un principio unificador hacia el cual todo lo vivo se ve atraído, y se da a
entender, además, que si la vida es fundamentalmente conflictiva, los choques de
contrarios representan paradójicamente una voluntad de reconciliación.
El tercer verso retoma el motivo del primero al referir otra ambición imposible,
el sueño milenario de cuadrar el círculo. Cirlot explica que el círculo y el cuadrado
son símbolos del cielo y la tierra respectivamente”, y así este sueño parece repre
sentar un anhelo de conquistar el cielo en la tierra. El neologismo "amoniacar",
creado por analogía con y como antónimo de "anestesiar", parece tener el sentido
de "despertar" o "animar". Pero el verbo está modificado por el adverbio "casi" уy así
se insinúa que la fuerza motriz de la vida es la visión de un ideal imposible que se
vislumbra sin llegar a captarlo. La última oración de la estrofa aclara que lo que
impulsa esta búsqueda es la insatisfacción inherente a la condición humana. El
hombre, ser incompleto ya que, a diferencia de la hembra de la especie, sus "prob
ables senos" quedan sin desarrollarse y "no florece" en la maternidad, se siente
impulsado a completarse en la mujer en la unión sexual. Así, esta oración retoma el
motivo del verso 2, sugiriendo que el cnfrentamiento de los contrarios representa
una búsqueda de unidad. Además, a la luz de esta última oración, los primeros
versos se prestan a una interpretación secundaria. En cfecto, el ojo de aguja puede
leerse como una imagen de la vagina, y así se evoca la tensión física y emocional de
los amantes en el momento en que el hombre se esfuerza por penetrar en la mujer,
una tensión que refleja un esforzarse muluo por llegar a otra dimensión donde los
dos se completen uno en otro. Así, el acto sexual viene a ser una expresión y una
metáfora del impulso que rige la existencia.
En la segunda estrofa el poeta interpela a la Venus de Milo, evocándola, no en
términos tradicionales como epitome de la belleza clásica, sino como imagen de lo
incompleto, de la eterna imperfección del hombre no realizado y de la lucha peren
ne de éste por trascender los límites impuestos por la vida. La pregunta inicial
(iPor ahí estás ...?) la sitúa en el contexto trazado en la estrofa anterior. Su imper
fección se manifiesta en su manquedad, ya que, como indica la frase "apenas pulu
lando", sus brazos son meros brotes, cuya falta de desarrollo está subrayada por la
imagen siguiente, que los contrasta con "los brazos plenarios / de la existencia", los
cuales la abrazan, guardándola prisionera de su condición actual. Así se da a enten
der que la Venus de Milo es incompleta precisamente porque está "entrañada" en
2. Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de símbolos tradicionales (Barcelona: Luis Miracle, 1958), pp.
160-161.
71
la existencia, ya que la imperfección es inherente a la vida, una idea que está
reiterada por los versos 11-12, donde el neologismo "todaviiza" – un verbo formado
a base del adverbio "todavía", con el sentido de "perpetuar" – representa la imper
ſección como una constante de la vida.
"paréntesis", un estado que no se sitúa en esta vida sino en los intersticios del
mundo. Además, el caliſicativo "Laceadora" resulta contradictorio, ya que sin bra
zos la estatua carece de la capacidad de lacear. Por otra parte, sin embargo, la
repetición del calificativo insiste en atribuir a la estatua una potencia que no posee
lógicamente. Además, al rechazar el concepto tradicional de la Venus de Milo, la
estrofa rechaza implícitamente la lógica convencional y se insinúa la posibilidad de
que su imperfección la capacite para captar ese estado imposible.
72
.
Esto, al menos, parece ser el argumento de la tercera estrofa, donde el poeta se
dirige a sus lectores, instándoles a rechazar los conceptos convencionales de armo
nía. Reconoce que el orden que nuestra civilización impone a la vida tiene su
atractivo, ya que nos ofrece seguridad al proporcionarnos un baluarte contra el
caos. Pero el adjetivo "dupla califica esta seguridad de engañosa, porque el orden
que el hombre occidental ha erigido como un absoluto (designado por la mayúscula
otorgada a "Armonía") falsifica la realidad, reduciendo a principios racionales lo
a
impulso hacia ese centro unificador es tan primordial e imperioso como el impulso
sexual. Por eso, el poeta nos invita a abandonar la cómoda seguridad del falso
orden creado por la civilización occidental y a participar en la lucha por otro tipo
de orden, una lucha en la cual se propone nada menos que lo lógicamente imposi
ble, el salto que nos traslade a otra dimensión existencial donde todo lo conflictivo
quede reconciliado en una síntesis total.
73
prevalece en una cultura racionalista que acepta como incontrovertibles las llama
das leyes naturales. Este meñique le hace rabiar y le avergüenza (azarea), porque
lo ve como algo impuesto, como una negación de su libertad y de su individualidad.
ly
Su única manera de acomodarse a este estado de cosas es calculando que es jueves,
reconociendo que se encuentra en el mundo práctico de todos los días, el mundo
del trabajo, de la lógica, de la comodidad burguesa. Y este reconocimiento repre
senta una salida en cuanto implica que hay otra manera de de mirar las cosas, otro
estilo de vida que repudia las "verdades" del racionalismo occidental. Además, hay
una relación entre la manquera de la Venus de Milo y este meñique que el poeta
y
rechaza por superfluo. Al escoger la Venus de Milo como emblema, el poeta está
rechazando conceplos convencionales de armonía y belleza. Pero, más que eso, la
manquera de la estatua no sólo representa la imperſección de todo lo creado, sino
que se insinúa que de alguna forma representa una liberación de la tiranía de las
leyes naturales, una liberación que quizá la capacite para lograr lo imposible y ser
"laceadora de inminencias". Asimismo, el poeta, al repudiar su meñique, está desa
liando las leyes naturales y la mentalidad que las acepta como insuperables.
La última estrofa consta de un solo verso, escindido en dos de manera que
quedan destacadas las palabras "impar", "potente" y "orlandad". El "impar" repre
senta el desorden, el caos, en cuanto designa lo que está fuera de los conceptos
normales del orden, lo que no concuerda con nuestras ideas acostumbradas de
armonía. Pero el adjetivo "nuevo" indica que se trata de otro concepto del desorden
conflictivo de la vida, un concepto que lo considera no como algo temible, sino
como el punto de partida para llegar a una armonía más auténtica, y es por eso por
lo cual el poeta nos invita a abandonarnos a él. El segundo miembro del verso/es
trofa reconoce los peligros que tal curso de acción acarrea. El impar es "potente de
orfandad" en cuanto abrazarlo significa abandonar el refugio que nos proporciona
el falso orden racionalista y arrostrar el caos sin protección, aceptando la condición
de huérfanos desamparados. Sin embargo, se insinúa que el impar puede ser poten
te en otro sentido, en cuanto esta orſandad, esta confrontación con el caos nos
puede llevar a otra realidad que confunde las leyes naturales y la mentalidad lógica
que es incapaz de ver más allá de ellas.
ii) Trilce LXXIII
74
5
Ha triunfado otro ay y contra nadie.
Oh exósmosis de agua químicamente pura.
Ah míos australes. Oh nuestros divinos.
Tengo, pues, derecho
a estar verde y contento y peligroso, y a ser
10
el cincel, miedo del bloque basto y vasto;
a meter la pata yy a la risa.
El texto anterior plantea como ideal una armonía que confunde las leyes natu
rales y da a entender que para captar tal estado hay que abandonar la seguridad del
orden racionalista y vivir la vida a la intemperie, enfrentándose con el desorden
caótico que ese orden encubre. La primera oración del poema LXXIII indica que
tal enfrentamiento resulta penoso, ya que se refiere a un grito de dolor que el
adjetivo "otro" califica como el último de una larga serie. Sin embargo, el segundo
miembro del primer verso asevera que la verdad está en ese grito, una alirmación
que resulta ambigua, ya que si, por una parte, sugiere que la vida es esencialmente
dolorosa, por otra implica que es a través del dolor como se llega a una realidad
más auténtica. Esta ambivalencia recorre toda la estrofa. El ratón, por una parte,
simboliza la crueldad de la vida, la cual roe el corazón del poeta, causándole dolor,
y por otra representa una realidad inefable que hay que abordar a hurtadillas. La
pregunta en la cual se centra la estrofa viene a ser una afirmación, sugiriendo que
el que ha emitido ese grito de dolor resulta capacitado para entrenar gatos (digiti
grados) para captar el ratón. Así se sobreentiende que el poeta, al abandonar e!
cómodo refugio de los valores aceptados, se acerca a la esencia de las cosas y,
mediante una penosa confrontación con la realidad desnuda, pasa por una especie
de iniciación que agudiza sus facultades hasta que sea capaz de superar el dolor y
de captar la armonía secreta que yace escondida detrás del caos. Sin embargo, el
hecho de que esta afirmación se formule como pregunta indica ciertas dudas y estas
dudas están reforzadas por la segunda pregunta con la cual termina la estrofa («Si
... No ...?).
damente. Se sugiere que no llegamos a percibir esta armonía absurda porque esta
mos condicionados a mirar el mundo con ojos racionales y a rechazar todo lo que
no se ajuste a un esquema lógico. Además, aun si reconociéramos el cristal como
comida, habría que aprender a abordarlo. Dado la implicación que no se puede
masticarlo, parece que los dientes son símbolo de la razón, la cual es incapaz de
77
captar la armonía representada por el cristal/pan, porque, por una parte, la reali
dad se resiste a ser dominada por la razón y, por otra, la razón procede analítica
mente y así fragmenta la unidad esencial de la vida. Este cristal que ha de ser
tragado entero simboliza una realidad que ha de ser absorbida, asimilada, más que
dominada, una realidad que sólo puede ser captada intuitivamente por un espíritu
que se haya liberado de la tiranía de la razón. Símbolo de este espíritu es la futura
boca sin dientes. Se insiste en que no se trata de una boca desdentada, una boca
distorsionada por haber perdido los dientes, sino de una boca que ha evolucionado
de tal forma que se ha deshecho de los dientes por superfluos. Así, se preconiza la
necesidad de una evolución espiritual que de una manera natural lleve al hombre a
acercarse a la realidad intuitivamente.
La segunda estrofa reitera la necesidad de abordar el cristal debidamente. Si
intentamos devorarlo, su duro exterior y sus agudos contornos nos dañarán la boca,
pero si lo tomamos cariñosamente se disolverá en la boca en un jarabe blando y
dulce que se deslizará suavemente por la garganta. El símbolo es enriquecido por
la analogía de una mujer requerida en el amor. Si intentamos tomar el cristal a la
fuerza, se pondrá rígido, se negará a darse, resistirá como una mujer que se defien
de contra la violación. Pero cuando lo cortejamos amorosamente, pierde su dureza
y, volviéndose blando y dulce, se entrega de buena gana. Al equipararlo con sustan
tivos que se convierten en adjetivos, los versos 8-9 no sólo señalan esta transforma
ción del cristal, sino que apuntan también a un nuevo tipo de relación entre el
hombre y el mundo, ya que mediante la entrega el cristal deja de ser un objeto
autosuficiente para ser una cosa que existe en y por otras. Aquí nuevamente se
sugiere que la razón es incapaz de captar el principio unificador, porque la razón
quiere dominar la realidad, forzándola a ajustarse a sus ideas preconcebidas. La
vida nos entregará su armonía sólo cuando la aceptemos como es, cuando nosotros
nos entreguemos a ella, adaptándonos psíquicamente a la realidad que nos rodea.
En la tercera estrofa el símbolo del cristal adquiere una nueva dimensión. Al ser
calificado como un individuo triste, abatido, no realizado, se convierte en un espejo
que refleja la condición del mismo poeta, y así se da a entender que mientras el
ideal que ambiciona queda sin realizarse, sólo sirve para destacar la insatisfacción
que le produce vivir en el mundo cotidiano. El poeta, en efecto, ha transferido su
propio estado de alma al cristal. En vez de hablar directamente de su propio deseo
insatisfecho de la armonía simbolizada por el cristal, desarrolla la analogía amorosa
y presenta el cristal como una mujer que languidece esperando al amante que
vendrá a reclamarla. Los versos 11-12 evocan la reacción del hombre de la calle
ante la languidez del cristal/poeta. Para este tipo de persona se trata simplemente
de una cuestión de salud y la solución obvia es que el cristal busque un remedio en
78
algún amorío o en recuerdos de un pasado feliz o en la esperanza de un futuro
(
mejor. Pero el cristal rehúsa estas tentaciones, porque no serían sino compensacio
nes. Su palidez, su falta de color, no se debe a la mala salud sino a que espiritual
mente vive irrealizado, y por eso prefiere scguir sufriendo antes que aceptar
soluciones imperfectas. Preliere mantenerse intacto para la gran ocasión cuando
pueda darse totalmente, prefiere esperar la boca futura que, como destaca la esci
sión del adjetivo "venidera" al final del verso 15, sabrá reconocer su esencia y,
habiéndose despojado de los dientes de la razón, estará en condiciones para po
seerlo.
seguridad psicológica del orden establecido. Pero, como en Trilce XXXVI, el adje
tivo "nuevos" señala que se trata de otro tipo de marginación, una marginación
abrazada voluntariamente por los que rechazan lo aceptado en su anhelo de lo
trascendente. Por eso el pocta nos advierte que no debemos compadecer al cristal
sino dejarlo que sufra a solas, ya que su actitud es heroica y su privación positiva.
En efecto, los términos "izquierdas" y "Menos" son ambivalentes, porque el rechazo
de soluciones imperfectas permite la posibilidad de alcanzar un ideal que esté fuera
de la experiencia corriente y libre de las imperfecciones y limitaciones del mundo
cotidiano. Y puesto que el cristal es el reflejo del poeta, el poema expresa la
resolución heroica de éste de abrazar el sufrimiento en espera de la plena realiza
ción de su ideal, así como su ſe en la posibilidad de conseguirlo.
iv) Trilce I
79
una realidad caótica, una realidad que puede ocasionar amargos sufrimientos, co
mo sugiere el adjetivo "salobre", pero más allá de la cual se vislumbra otra dimen
sión existencial. Es de notar también que los alcatraces producen el guano
involuntariamente, lo cual implica que no se puede forzar tales epifanías sino que
deben venir naturalmente, de por sí.
variante de "abozalada", sugiere que ha sido una experiencia tan colmada que lo
deja mudo, incapaz de expresar lo que siente. El último verso del poema, al repre
sentarlo como un funámbulo que impertérrito se aventura en un alambre, da a
entender que tales epifanías son el premio de los que se arriesgan a abandonar la
seguridad del racionalismo burgués para enfrentar el vacío de un mundo irracional.
Espejo Asturrizaga nos informa que el poema se escribió en la cárcel de Trujillo
y explica que su punto de partida fue la humillación de estar obligado a defecar en
público. Retomando estas sugerencias, Coyné y Wing argumentan que el poema
expresa el sentimiento de amenaza experimentado por un hombre interrumpido en
el acto de defecar”. Aunque limitadas, tales interpretaciones pueden justificarse,
3. Juan Espejo Asturrizaga, César Vallejo. Itinerario del hombre (Lima: Mejía Baca, 1965), p. 123;
André Coyné, "Trilce I", en Aproximaciones a César Vallejo, ed. Angel Flores (Nueva York: Las
Américas, 1971, t. II, pp. 109-111; G.G. Wing, "Trilce I: A Second Look", Revista Hispánica
Moderna, 35 (1969), pp. 268-274.
81
Así como el poema liminar sirve como introducción a la nueva poética de Trilce,
éste - el poema final – puede ser considerado como un comentario del propio
Vallejo sobre esa misma poética. Como en el poema I la tempestad es aquí un
símbolo de la vida a la intemperie, de la realidad desnuda del caos, y la imagen del
hocico la representa como una bestia salvaje que el poeta arrostra heroicamente.
La lluvia, fuerza que purifica y fecundiza, simboliza la experiencia de epifanía que
surge de esa confrontación y que vivifica espiritualmente. Esta lluvia cae en forma
de granizos, que están representados como perlas, las cuales pueden ser interpre
tadas como riquezas espirituales y también como la poesía que el poeta ha forjado
de tales experiencias. Así, la primera estrofa evoca una epifanía tan intensa que
permite al poeta incrementar las riquezas espirituales que ha venido acumulando a
través de tales aventuras, que le permite revivir y consolidar experiencias anterio
res como base de una familiaridad cada vez mayor con la armonía oculta que ha
perseguido en el libro.
Sin embargo, el ruego que inicia la segunda estrofa indica que tal éxito es sólo
parcial y que su sed de trascendencia aún no ha sido satisfecha. El resto de la
estrofa define las únicas circunstancias en las cuales aceptaría que la lluvia dejase
de caer, en las cuales se conformaría a dejar de experimentar tales momentos de
armonía. La primera es si sufriese el martirio, cayendo heroicamente en la lucha
por conquistar esa armonía. La segunda, expresada por la paradoja del agua surti
da del fuego, es si muriese completamente saturado, habiendo experimentado has
ta el máximo todas las pasiones y sensaciones que la vida ofrece, habiendo vivido la
vida en toda su plenitud.
La pregunta que inicia la tercera estrofa es ambivalente, ya que expresa, por una
parte, una voluntad de ir siempre más allá en la experiencia trascendente, de que
esta lluvia/armonía lo sature hasta lo más íntimo de su ser, y, por otra, un temor de
quedarse a medio camino del ideal anhelado. En los dos versos siguientes, es este
temor el que predomina, el temor de que se produzca una sequía, de que la lluvia
se agote antes de penetrar hasta su centro. Porque en el fondo de su ser yacen
"increíbles cuerdas vocales", cuerdas cuya función es celebrar una armonía que
sobrepasa las leyes de la lógicanyy del mundo natural. Esta facultad queda todavía sin
estrenar, porque la parte de su ser donde se encuentran esas cuerdas sigue seca y
se da a entender que necesitan ser mojadas por la lluvia para cumplir su función.
Así se aclara el temor que asedia al poeta, pero este temor se va convirtiendo en
entusiasmo en los versos 14-17, los cuales se despliegan en una descripción de esas
cuerdas. Se afirma que para cantar armoniosamente las cuerdas han de elevarse en
exaltación, pero el verso 17 contradice esa afirmación, planteando la paradoja de
que se sube bajando. Sin embargo, el cuestionamiento y la paradoja no son sino
83
aparentes, porque lo que se sugiere es que estas cuerdas vocales están destinadas a
cantar una armonía que supera las contradicciones y las abraza al mismo tiempo,
que significa a la vez un trascender el yo y un descenso hasta el fondo del yo. Así, la
pregunta que termina la estrofa se diferencia de la que la inicia, en cuanto viene a
ser una afirmación, completando una progresión de la duda al optimismo.
La última estrofa consta de un solo verso, el cual termina el poema y el libro en
una nota positiva. El poeta se representa como una "costa aún sin mar", como un
terreno árido y como un ente aislado que aún no ha sido absorbido por una realidad
mayor. Pero el imperativo que invita a la lluvia a seguir cayendo, apunta a un futuro
donde este terreno árido sea fertilizado, donde el individuo alienado se sumerja en
una armonía cósmica. Además, el verbo "cantar", destacado al principio del verso,
no sólo identifica la lluvia con la armonía secreta que el poeta persigue, sino que
apunta a una poesía que ha de cantar esa armonía.
En el último poema de Trilce, Vallejo se encuentra en la situación de un explo
rador que ha llegado a la periferia de una tierra nueva y ha vislumbrado algo de sus
maravillas pero que todavía no ha logrado penetrar hasta su centro. Al cerrar el
libro, el poema indica que su búsqueda de una superrealidad ha de continuar en su
obra posterior. En realidad Vallejo había de abandonar esta clase de poesía. En su
obra siempre había otra tendencia que en cierto sentido estaba en conflicto con
ésa. Si por una parte se sentía impulsado a dar la espalda al mundo para perseguir
otra realidad, por otra siempre tenía una conciencia muy viva del sufrimiento hu
mano y se solidarizaba instintivamente con sus semejantes desgraciados. A la larga
este lado de su personalidad había de resultar el más fuerte. Despertado cada vez
más a la injusticia social, Vallejo abandonó su búsqueda personal de un absoluto
para convertirse en un comunista militante convencido de que debía dedicar sus
energías a la tarea colectiva de construir un mundo nuevo. El ideal que anima su
poesía posterior ya no es el de un secreto orden trascendente sino el sueño de un
mundo transformado y redimido por la revolución socialista.
84
8. La experiencia europea: "Piedra negra sobre una piedra
blanca" / "El acento me pende ..." / "Ello es que ..."
El itinerario que llevó a Vallejo de Santiago de Chuco a Lima lo hubo de llevar
después a París, y así como la capital peruana fue el escenario de muchos poemas
de Trilce, la capital francesa forma la tela de fondo para la mayoría de los textos de
Poemas humanos. Vallejo abandonó Lima por las mismas razones por las cuales
antes había dejado Santiago y Trujillo, porque le resultaba demasiado conservador,
demasiado estrecho y provincial para sus ambiciones y porque necesitaba horizon
tes más amplios donde crecer y evolucionar como hombre y como poeta. Así, sigue
una trayectoria que lo lleva de la periferia al centro cultural del mundo occidental,
una trayectoria que refleja su voluntad de estar en la vanguardia de la poesía de su
época, y como buen provinciano conquista el éxito - no en su vida, como en las
novelas de Balzac, sino póstumamente-, llegando a ser reconocido como el mayor
poeta de lengua española de nuestro siglo y como una de las grandes figuras de la
literatura mundial. Pero este éxito tuvo su precio. En París Vallejo hubo de sufrir la
misma experiencia de soledad e inseguridad que en Lima, exacerbada por la pobre
za, la enfermedad y la dificultad de adaptarse al medio europeo. Y aún más que
Lima, París resulta el espacio de la alienación, porque a medida que va adentrán
dose en el mundo occidental vive más de cerca la crisis que sacude ese mundo, y a
medida que se aleja de sus raíces se ve ante un mundo cada vez más ajeno. Es
sumamente significativo que en Poemas humanos escascen las referencias directas
al medio ambiente, porque refleja a la vez la alienación del hombre occidental de
nuestro siglo y el desarraigo del hombre de la periferia ante el mundo occidental.
En los pocmas donde sí hay una ubicación más clara, también se destacan estas dos
vivencias.
85
5 Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
10 todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
Las primeras palabras de este poema son engañosas, porque aunque el poeta
anuncia su fallecimiento próximo, el verdadero tema no es la muerte sino el abati
miento que le produce el medio ambiente. Los cuatro elementos que constituyen
ese ambiente están nombrados en la primera estrofa sin elaboración descriptiva,
pero cada uno lleva una fuerte carga emotiva. El mero nombre de París evoca la
imagen de una gran metrópoli impersonal donde el individuo se siente aislado y
empequeñecido. El día jueves nos sitúa en medio de la rutina monótona y gris de la
semana laboral, y el otoño en la temporada triste cuando la vegetación empieza a
morir y se acercan los fríos del invierno. En cuanto a la lluvia que cae, no sólo
deprime e inspira melancolía, sino que representa un clima - psicológico tanto
como meteorológico – que para un sudamericano resulta ajeno y lo hace conscien
te de no pertenecer al mundo europeo.
86
porque, siendo el camino una metáfora consagrada del viaje del hombre por la
vida, se sugiere que él nunca se ha sentido tan solo como en este momento. Pero al
mismo tiempo la metáfora del camino evoca el itinerario que llevó a Vallejo de
Santiago de Chuco a París y así se insinúa que la causa de esta terrible soledad es
ese desplazamiento que lo ha dejado alienado en un medio ajeno.
1
Esta relación entre su estado de ánimo y la muerte está señalada por el título. Éste ha sido
explicado por Carlos del Río León, "El Benjamín", Caretas, 16-19 de abril, 1966, pp. 24-25. Parece
que durante un paseo Vallejo, vestido de un abrigo negro y preso de una depresión negra, se
sentó sobre una piedra blanca, la cual lo izo pensar en la tumba. El contraste entre blanco y
negro le sugirió el título.
87
ii)' "El acento me pende..."
88
como algo omnipresente e ineludible: como ruido, lo sigue por todas partes, como
si le pendiera del zapato, como si fuera una bola encadenada a su pie; y como color,
se cierne sobre su cabeza, difundiendo una "mala sombra", un aire de mal augurio.
2.
El verso 10 expresa también la ironía con la cual el poeta contempla su pene, emblema del
dominio de las leyes biológicas.
89
a la causa fundamental de la alionación experimentada por el poeta. Ésta nace, en
efecto, del choque entre sus expectativas de afectividad y la tria impersonalidad del
medio urbano,
90
más tarde, mc
me he lavado todo, el vientre,
briosa, dignamente;
he dado vuelta a ver lo que se ensucia,
he raspado lo que me lleva tan cerca
15
y he ordenado bien el mapa que
cabeceaba o lloraba, no lo sé.
35 Habiendo atravesado
quince años; después, quince, y, antes, quince,
uno se siente, en realidad, tontillo,
es natural, por lo demás iqué hacer!
¿Y qué dejar de hacer, que es lo peor?
40 Sino vivir, sino llegar
a ser lo que es uno entre millones
de pancs, entre miles de vinos, entre cientos de bocas,
entre el sol y su rayo que es de luna
y entre la misa, el pan, el vino y mi alma.
91
45 Hoy es domingo, y por eso,
me viene a la cabeza la idea, al pecho el llanto
y ala garganta, así como un gran bulto.
Hoy es domingo, y esto
tiene muchos siglos; de otra manera,
50 sería, quizá, lunes, y vendríame al corazón la idca,
al seso, el llanto
y a la garganta, una gana espantosa de ahogar
lo que ahora siento,
como un hombre que soy y que he sufrido.
92
En la segunda oración esta casa que simboliza el aislamiento del individuo en el
medio urbano --- y, por implicación, en el mundo occidental que la ciudad repre
senta - se convierte en el espacio de la introspección, donde el poeta dialoga
consigo mismo sobre sí mismo, interrogándose sobre el sentido de su vida. La
conclusión a la que llega este diálogo ha sido anticipada ya en los primeros versos,
donde la vida se reduce a una rutina elemental. Ahora, en los versos 6-7, está
expresada simbólicamente por el pan tremendo que el poeta coloca sobre un pe
queño libro: el hombre no es sino un animal evolucionado cuya vida espiritual
queda subordinada a exigencias de orden físico.
93
del poeta de ser dueño de su cuerpo, y la estrofa termina con una nota negativa, con
un no lo sé" que recuerda la insuficiencia expresada por el "Yo no sé de "Los
'
beraldos negros".
En la segunda estrofa el poeta lamenta que su casa no sea sino una casa que
carezca de las cualidades asociadas con el bogar provinciano, pero el vaso 13
representa una reacción contra la desesperación que amenaza con posesionarse de
él. Mirando el lado positivo, la describe como un suelo, una base que le proporcio
na su lugar en el mundo y un refugio contra los sufrimientos de la sida. La enume.
ración que sigue lo sitúa en medio de objetos – la cucharita con que come, 12 52343
con que se afeita – que, si bien reflejan la trivialidad de su rutina diaria , el eterno
dominio de la biología, también son una extensión de su ser, garantías de su ident
dad (la cual tiene inscrita en la cucharita) y signos de su dominio de su pequeño
rincón del universo. Sin embargo, la enumeración introducida por "stve' insanía
que este dominio y esta identidad son ilusorios, ya que dota estos objetos con una
vida independiente de él y lo califica como otro objeto más entre ellos. Además, el
verso 20 expresa su conciencia de la proximidad de la muerte, describiéndolo como
lo que ha de ser dentro de poco, un esqueleto despojado de la carne y de la cultura
que a la larga no le ha servido para sada Más aún, los objetos citados como
extensión de su ser asumen un valor simbólico ambiguo, ya que tanto la cucharita la
cual evoca la imagen de una tumba, siendo la inscripción el epitafio grabado en ella
como la navaja sugieren también la amenaza de la muerte. Los adjetivos 'anada'
querido" señalan el afán del poeta de aferrarse a la vida ante esta ameszza. pero la
imagen final del cigarro que permanentemente cuelga de su boca apunta a
angustia que se apodera de él. Así, si esta primera oración representa un intento de
alejar la angustia que asedia al poeta es la angustia la que termina imponiéndose
Los versos siguientes reflejan la tendencia dominante del poema. Dado que el
pensar provoca desesperación al enfrentarlo con la triste realidad de la vida el
poeta procura alejar el pensamiento, entregándose a actividades que lo distraes
entra en conversación con su esposa, come, sale a la calle, compra un periódico.
Así, la misma trivialidad que ocasiona su angustia se constituye en mecanismo de
defensa, ya que maneja la rutina para imponer cierto orden a su vida y así contener
la desesperación. Además, los versos 27-28 indican una voluntad de postergar la
muerte, que siente estar cerca, y ante la amenaza de la muerte tales actividades
cobran un valor que no tenían antes y representan un afán de aferrarse a la vida
Los últimos versos de la estrofa reiteran lo anterior, confesando que todos sus
esfuerzos van encaminados a controlar una angustia tan desbordante que el instinto
de abandonarse a la desesperación es casi automático. Además, todo el movimien
to de esta segunda oración ilustra el sistema defensivo anunciado, ya que a partir
94
del verso 24 las palabras generan más palabras en una disquisición que no parece
tener otro propósito que el de alejar la angustia ocasionada por el sinsentido de la
vida y la proximidad de la muerte. Pero al mismo tiempo ese movimiento indica que
sólo logra este propósito a medias. La intención de la primera parte de la oración
se ve socavada por el paréntesis del verso 29, el cual expresa su nostalgia por el
Perú, una nostalgia que, más allá de la dimensión puramente personal, apunta a
una nostalgia del paraíso perdido del hogar provinciano y todo lo que él representa.
Además, en la segunda parte de la oración, en el mismo momento en que explica
cómo y por qué procura controlarse, el poeta va perdiendo control, ya que las
palabras parecen escapársele, para terminar destacando no sólo que sus ojos son
tan propensos a llorar que ésta parece ser su función, sino que obran inde
pendientemente de su voluntad.
95
factorio en el cual el hombre se encuentra atrapado, porque al clasificar el ser
humano por facultades, cada una con su función determinada, identifican su sufri
miento con el racionalismo occidental, que no ha sabido satisfacer las necesidades
espirituales del hombre. Los versos 50-52 postulan la posibilidad de un orden
diferente donde el hombre experimente las cosas de otra forma. Sin embargo, lo
que el poeta no concibe en estos versos es la posibilidad de dejar de sufrir como
sufre ahora, y el último verso atribuye su angustia a su condición de hombre. Así, si
el texto vincula la angustia del poeta con el orden occidental y con la crisis que
sufre ese orden, es tal su desengaño que ve el sinsentido de la existencia como algo
que va más allá de sistemas y valores y es inherente a la vida misma.
"Ello es que ..." es un poema que expresa, sobre todo, la angustia de Vallejo ante
la vida, una angustia que él mismo atribuye a su condición de hombre más que al
orden social donde vive esa condición. Sin embargo, el texto refleja su experiencia
de Europa y esa experiencia constituye una dimensión importante de la vivencia
referida. Más que un simple escenario, la ciudad europea es aquí un espacio alie
nante y el contraste implícito entre la casa parisiense y el hogar provinciano apunta
al proceso de alienación sufrido por Vallejo al trasladarse de la periferia al centro
del mundo occidental. Además, ese mismo contraste supone nostalgia de una tra
dición cultural perdida, abandonada por otra que, aunque más poderosa, se en
cuentra en pleno estado de crisis. Así, si la experiencia europea no es la causa de la
angustia del poeta, cabe argumentar que es un factor que contribuye a intensificar
esa angustia.
96
iY si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
15 sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
iY si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
20 por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!
Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
25 y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... i Claro!... Entonces... ini palabra!
98
Las palabras y las alas evocadas en la primera estrofa son símbolos de las
aspiraciones del hombre. Durantesiglos los hombres han hablado, discutido, escri
to libros, elaborado doctrinas, intentando llegara la verdadera sabiduría, gastando
millones de palabras en la búsqueda de la palabra eterna, la clave mágica que les
descubra el secreto de una existencia ideal. Asimismo,los pájaros, que desde los
principios del tiempo se han lanzado alvuelo, representan los esfuerzos del hombre
por llegar a las alturas de una existencia trascendente. Este simbolismo se ve refor
zado por la oposición entre singular (palabra, pájaro) y plural (palabras, pájaros),
porque el estado ideal que anhela el hombre se caracteriza por la unidad en con
traste con la división y la fragmentación de la vida ordinaria.Si esta primera estrofa
se basa en un condicionante, éste viene a ser una afirmación, ya que se insinúa que
la condición postulada es un hechoreal. Todo indica que los hombres no han de
descubrir nunca la palabra eterna y que, así como los pájaros no encuentran reposo
en las alturas, la humanidad nunca alcanzará la trascendencia que anhela. Así, la
experiencia sugiere que la imagen de una existencia ideal que el hombre lleva
dentro de sí no es sino una burla cruel,ya que parece no corresponder a un estado
realmente existente o capaz de ser logrado. En efecto, el condicional no es sino un
recurso retórico de que se vale el poeta para justificar su argumento de que la vida
no tiene sentido. El lenguaje coloquial de última oración hace contraste con el
Jéxico literario de los versos anteriores y así rebaja el tono de la estrofa. De esta
manera, desmitifica la vida y destaca su carácter trivial e intrascendente. Además,
esta oración final rompe el esquema anafórico de la estrofa para poner de relieve la
consecuencia que el poeta saca de este estado de cosas: siendo la vida un absurdo
sin sentido, sería preferible que todo sea destruido a que el hombre siga condenado
a vivir en un mundo que no está hecho a su medida.
El primer verso de la segunda estrofa junta las tres grandes etapas de la exist
encia humana -- el nacer, el vivir, el morir – en una paradoja que vincula a Vallejo
con la tradición clásica española. La vida a que nace el hombre se vive con relación
a la muerte: todo lo que hace es minado por la conciencia de que va a morir; su
existencia no es sino unos pocos momentos arrebatados de la muerte; cada momen
to de la vida es una muerte, en cuanto vivir es morir poco a poco. Los versos 8-9
representan la vida como una serie de desengaños, ya que todos los esfuerzos del
hombre por realizar sus anhelos terminan con un desastre. Estos versos se basan en
otra paradoja, la cual evoca una metáfora convencional y al mismo tiempo la invier
te. Se evoca la imagen del hombre que se levanta al cielo en busca del ideal y que,
al frustrarse esta empresa, cae de nuevo a la tierra, pero esta vivencia está repre
sentada como un levantarse más que una caída. Así, se da a entender que tales
desengaños liberan al hombre de falsas ilusiones de carácter religioso, pero esto no
impide que le causen igual angustia. El cuarto verso, donde los sinónimos "tiniebla"
99
y "sombra" simbolizan la oscuridad de la muerte, ofrece otro ejemplo de paradoja:
la muerte extingue la muerte. Puesto que es absurda, vacía y sin sentido y nunca se
asume plenamente, la vida también es una especie de muerte, y el hombre vive
esperando ansiosamente el momento en que la muerte parcial que es la vida acabe
en la muerte total y definitiva. A diferencia de la primera, esta segunda estrofa se
basa en la exclamación, la cual expresa lo inconcebiblemente absurdo que le parece
al poeta que la vida no sea sino temor y frustración. Sin embrgo, si la forma de la
estrofa es diferente, la conclusión a la que conduce es la misma y la oración final se
hace eco de los últimos versos de la estrofa anterior, reiterando que tal vida no
merece la pena de vivirse.
final del verso para subrayar que el hombre nunca llega a tocar la esencia de la vida
sino que se queda en lo contingente. Los cuatro versos siguientes reiteran los
anteriores. De repente, en un momento de iluminación, después de haber soporta
do la trivialidad de la vida con la esperanza de llegar a trascenderla un día, el
hombre se da cuenta de que la trivialidad es la única realidad. Los astros, símbolo
del estado ideal que anhela, están fuera de su alcance y él es incapaz de llegar a
estas alturas. Se ve condenado a una existencia prosaica y mezquina, simbolizada
por el peine y el pañuelo sucio. Por eso, el estribillo reitera nuevamente la conclu
sión ineludible hacia la cual todo el poema va encaminado: dado que la vida nunca
llega a corresponder a nuestras expectativas, sería mejor que se acabe de una vez.
Sin embargo, si la frustración de sus aspiraciones más profundas lleva al poeta a
un desengaño total respecto a la vida, reconoce en la última estrofa que otras
personas pueden sacar otri consecuencia de su planteamiento. Pueden tacharlo de
pesimista, aduciendo que se visión es subjetiva, condicionada a su pesimismo per
sonal. Pueden decir que é, es un hombre que tiene mucha pena, que ha sufrido
dolores personales que lo vevan, cuando mira el mundo, a ver todo en negro. El
paralelismo anafórico de estos versos satiriza esta respuesta ritual del burgués
sensato y satisfecho, que vive contento de su comoda existencia rutinaria y se com
place en creer que todo está bien en el mundo. En el último verso el poeta recurre
100
nuevamente a la ironía, afirmando que ya no hay nada más que decir sobre el tema.
Esta ironía destaca el abismo que lo separa de tales personas, porque si a ellos les
parece que abandona la discusión vencido por sus argumentos, en realidad es
porque reconoce la inutilidad de dialogar con personas que son incapaces de en
iender su posición. Así, la estrofa final, que aparenta refutar el argumento del resto
del texto, termina reforzándolo, al parodiar el optimismo superficial del hombre
sensato,
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En tanto, convulsiva, ásperamente
convalece mi freno,
25 sufriendo como sufro del lenguaje directo del león;
y, puesto que he existido entre dos potestades de ladrillo,
convalezco yo mismo sonriendo de mis labios.
Vallejo las ideas
Con los años, la experiencia vivida hubo de confirmar para
evolucionistas que había embebido en su juventud. Así, este poema empieza con
una palabra (Reanudo) que no sólo implica que inicia otro día de su rutina normal,
sino que - conjuntamente con referencias posteriores a una convalecencia (w. 24,
27) – sugiere que vuelve a esa rutina después de una enfermedad, y el verso 3,
donde dialoga consigo mismo mientras contempla su cuerpo, indica que esa expe
riencia de la enfermedad ha intensificado su conciencia de ser esclavo de la carne.
Resaltada por su brevedad, la primera estrofa consta de dos versos paralelos
que, tanto por su forma como por su sentido, definen su rutina diaria como un ciclo
que se repite interminablemente, y así como una prisión que lo atrapa. Se trata de
una rutina en la que día y noche la vida se vive al nivel más elemental, una rutina
que no se diferencia en ningún momento de la de los animales. En un nivel general
los dos animales citados destacan el carácter elemental de la existencia diaria, pero
más específicamente funcionan como imágenes que representan distintos aspectos
de esa existencia. Así, el primer verso evoca el temor con el cual el poeta sale de la
casa cada mañana para proseguir la lucha diaria por la supervivencia en la selva
social, encogiéndose ante el mundo como un conejo cazado. En cambio, la imagen
del elefante en reposo evoca el relajamiento de su cuerpo cuando se encuentra
nuevamente a salvo en la seguridad de su refugio.
En la segunda estrofa el poeta se inspecciona, contemplando el cuerpo a través
del cual su vida se vive y sobre el cual no tiene ningún control efectivo. Mediante la
longitud y la sonoridad del sustantivo (inmensidad), el efecto intensificador de las
dos expresiones adverbiales (en bruto, a cántaros) que lo califican, y la catacresis
significada por esta calificación, la cual materializa una abstracción, el verso 4
representa el cuerpo como una masa enorme por la cual el poeta se siente aplasta
do. El verso 5, al describir esta masa como un "grato peso", reconoce los atractivos
de la carne y los placeres que puede proporcionar, pero la ambigüedad del segundo
miembro del verso apunta a la tiranía que subyace a estos placeres tentadores. Hay
aquí un juego sobre el doble sentido de "pájaro", que si, por una parte, es símbolo
de vuelo y liberación, por otra, en sentido coloquial, representa el pene. Se da a a
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