LOS CICLOS Y LA HISTORIA, Guenón

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LOS CICLOS Y LA HISTORIA  

El proceso histórico de las civilizaciones y las


culturas está signado en realidad por las leyes
de los ciclos y de los ritmos que como sabemos
son las mismas que rigen en todos los órdenes
de la manifestación universal. El simple hecho
de comprobar que una civilización, como todo
ser, nace, crece, decae y muere, es un ejemplo
más, y bastante gráfico, de que ésta sigue y
repite a su nivel correspondiente la ley
cuaternaria en que se fragmenta todo ciclo.

Sirviéndonos una vez más de las analogías y


correspondencias simbólicas podemos
comprobar que los ciclos de las civilizaciones
están todos ellos comprendidos dentro de un
ciclo mayor que abarca el de la existencia
completa de la humanidad, que se divide en
cuatro períodos o grandes edades, que los
hindúes llaman un Manvántara, y que
comprende la Edad de Oro, la Edad de Plata, la
Edad de Bronce y la Edad de Hierro, según
términos que tomamos de la antigüedad greco-
latina. Siguiendo con la misma ley analógica, los
ciclos históricos están inexorablemente
vinculados al flujo y reflujo del tiempo cósmico
en su perpetua recurrencia. En este sentido las
eras astrológicas, en las que un signo zodiacal
domina con su influencia un determinado
período histórico, verifica lo que decimos.

Considerada globalmente, la historia de la


humanidad se nos presenta como un inmenso
decorado o escenario (el teatro del mundo) en
el que se puede observar cómo pueblos enteros
aparecen y desaparecen obedeciendo a una ley
inexorable. Igualmente podemos ver a la
historia como un gran cuerpo (al igual que el
cosmos mismo) cuyos órganos, y la indefinidad
de células que lo componen, tienen la misión de
hacerlo funcionar. Y así como el cuerpo físico
está animado por un corazón que le insufla la
vida, de igual manera la existencia y la propia
razón de ser de las sociedades humanas ha sido
posible gracias a que han albergado en su
interior el depósito sagrado del Conocimiento y
de la doctrina metafísica, que no es otra que la
Ciencia Sagrada.

Sin la presencia de los símbolos, ritos y mitos


reveladores de lo suprahumano –y mediante los
cuales se puede escapar de la recurrencia cíclica
de los nacimientos y muertes signados por el
Dios Tiempo que todo lo abarca– la historia
carecería de sentido y no sería sino un absurdo,
pues le faltaría lo más esencial, que es el
Espíritu; o bien devendría una mera formulación
de datos y fechas encasillados en
compartimentos estancos sin relación entre sí,
cuando en verdad es todo lo contrario: una
poética donde queda impresa el alma de
hombres y pueblos.

Si el cosmos entero obedece a un plan y a un


orden que responde a los designios divinos y en
el que todo desempeña una función y un
destino específico, es obvio que las
civilizaciones y las culturas tradicionales
participaron en la realización y cumplimiento de
ese plan, perpetuándolo en cada ciclo particular
con sus formas y características propias,
avivando y manteniendo así el fuego
inextinguible de la Sabiduría de los orígenes. En
este sentido existe necesariamente un hilo de
continuidad sutil e invisible entre todas las
civilizaciones y especialmente entre aquéllas
que se han manifestado en una misma área
geográfica o continente.

Cuando una civilización, al agotar sus


posibilidades existenciales, está a punto de
perecer, otra, más joven y con elementos
nuevos viene a sustituirla, produciéndose con
frecuencia una especie de ósmosis espiritual o
transferencia de los principios sagrados de una a
otra.

70 JANO  
Janus-Bifrons, dios romano, de origen babilónico-asírico, y que se encuentra
también en otras tradiciones muy arcaicas, mira con su rostro dual en las
direcciones opuestas del espacio y del tiempo calendárico. Espacialmente marca el
eje Norte-Sur, temporalmente el solsticio de invierno y de verano. Es pues un
mediador entre cielo y tierra, en cuanto a que al cielo se le ha hecho corresponder
con el Norte e inversamente a la tierra con el Sur. Igualmente es la deidad que abre
en el hemisferio Norte la puerta del año en invierno –movimiento ascendente del
Sol– y la cierra en el solsticio de verano, cuando el astro comienza su carrera
descendente. Desde un punto de vista iniciático el solsticio de verano corresponde
a la puerta de los hombres y constituye la entrada a los misterios menores de la
antigüedad, mientras que el de invierno se vincula con la puerta de los dioses y los
llamados misterios mayores. Astrológicamente, el verano, asociado al mediodía, se
corresponde con el signo de Cáncer, mientras el invierno lo hace con el de
Capricornio. La Navidad cristiana (uránica) se celebra el 24 de Diciembre, y el 24 de
Junio se festeja la noche de brujas (ctónica). En estas mismas fechas en la
Masonería se recuerda a los dos San Juan, al que abre la historia evangélica y al
que recibe el mensaje testamentario.

fig. 20

Toda clase de hechos asombrosos y heroicos atribuyeron los romanos a Jano, uno
de los más grandes dioses de su panteón. Entre otras cosas habría gobernado
Roma en una edad de oro, donde todo era perfecto. También era el protector de la
ciudad y en tiempo de guerra las puertas de su templo se dejaban abiertas para
que pudiera acudir a ayudar a sus habitantes. Deidad intermediaria que con su
doble faz todo lo señala, símbolo de la ambivalencia, en particular del hombre, sus
atributos eran la llave y la barca, heredadas por los pontífices católicos.

Su rostro central, invisible, está vinculado con el no-tiempo, o tiempo primordial de


los orígenes, y se corresponde en lo espacial y constructivo con el eje de simetría, y
por lo tanto con una vía o camino de unión, de permanente conjunción de
opuestos, lo que explica que presidiera en los Collegia fabrorum, los gremios e
iniciaciones de los artistas y artesanos romanos.

71 SOBRE LA GRAMATICA, DIALECTICA Y RETORICA:  


Precedentemente hemos tocado el tema de las siete artes liberales (Nº 57-58). Allí
decíamos que al  Trivium  (la triple vía) le corresponde la Gramática, la Dialéctica y
la Retórica, o sea las palabras, voces y nombres de las cosas y que en el esoterismo
cristiano se asimilaban respectivamente a las esferas de la Luna, Mercurio y Venus.
Para Alfonso X, el Sabio, la primera de estas ciencias "limpia la lengua tartamuda"
para que hable en forma recta, la segunda "lima el orín de la falsedad", la tercera
"entalla la obra necia y compónela de hermosuras"; igualmente, la primera "da al
hombre el entendimiento", la segunda "le induce en la creencia de las cosas", a
saber: en la verdad, la tercera "amonesta y trae las otras a acabar los hechos que
ellas quieren" o despiertan; del mismo modo: "la primera nos enseña a hablar
derechamente, la segunda a ser útiles y agudos; la tercera a decir amonestando y
apuestamente".

Con respecto a la Gramática decía Aristóteles que ella era "escribir lo que se
enuncia"; en todo caso esto tiene poco que ver con lo que hoy se entiende por
gramática. Y está bien claro que ella existía antes que su mera codificación, como
es obvio  –para establecer una similitud–  que el derecho ha existido antes que las
leyes romanas. La pretendida ciencia moderna incluye ciertas rigideces que es
preciso destruir; la gramática castellana, tal cual la conocemos, nace en el siglo
XVIII y es contemporánea de Descartes y el racionalismo. Este problema viene de
lejos: Horacio afirmaba que el uso es el árbitro y señor de las lenguas y las normas
un artificio auxiliar. Esta misma crítica es válida respecto a la lógica, tomada como
ciencia, y su asimilación, ora a la dialéctica, ora a la retórica, y puede pensarse con
razón que este error de la manía clasificatoria viene desde lo hondo de la filosofía
griega, en gran parte iniciado por el propio Aristóteles, lo que ha dado lugar a los
"sistemas" de los modernos (en especial después del siglo de "las luces") y que
desgraciadamente hoy se identifican con la "filosofía".

72 CABALA  

La Cábala da fundamental importancia a la aparente contradicción entre la


trascendencia infinita de Dios y su presencia inmanente en la tierra. En su
trascendencia el Supremo no puede ser comprendido ni conocido; su inmanencia,
su creación de este mundo y su habitación en él, es explicada por la Cábala, como
hemos estado viendo a lo largo de este manual, por una serie de emanaciones
sucesivas que constituyen el cosmos y el Arbol de la Vida Sefirótico, o sea los
atributos divinos conformando el Universo.

Pero esas emanaciones, enseña la Cábala, han sido a su vez originadas por la Tsim
Tsum. Para hacer sitio a la creación Dios se retira y deja un espacio descubierto, en
el que brilla un pequeño punto luminoso, la concentración de la luz divina que hará
posible la primera emanación, Kether, y de allí en más el flujo permanente de las
emanaciones creativas y reveladoras. Esta es la teoría (en el sentido etimológico del
término) de la Tsim Tsum cabalística. Una "contracción" en el espacio interno de la
deidad, la que al retirarse deja un residuo de sí (reshimu), el que se convierte por
dilatación en su fuerza expansiva y creadora, y las emanaciones que de ella se
desprenden son las que explican la creación entera, el despliegue de lo
manifestado, y por lo tanto la presencia de Dios en el Mundo, la inmanencia divina.

73 ASTROLOGIA  

Como ya sabemos hay tres signos zodiacales asignados a cada uno de los
elementos, a saber: fuego, tierra, aire, agua. Así al fuego corresponden los signos de
Aries, Leo y Sagitario, a la tierra Tauro, Virgo y Capricornio, al aire Géminis, Libra y
Acuario y al agua Cáncer, Escorpio y Piscis, como puede apreciarse en el precioso
grabado de más abajo. 

fig. 21

Algunas especulaciones astrológicas y herméticas consideran que los signos


zodiacales correspondientes a un elemento se dividen a su vez en tres tipos de
energías o cargas energéticas: positiva, negativa y neutra; así, por ejemplo, de los
tres signos zodiacales asociados al fuego, Aries sería el positivo, Leo el negativo o
pasivo y Sagitario el neutro. Damos a continuación una tabla de los signos, su
vinculación con el elemento y su carga energética dentro de ese mismo elemento. 

Aries Fuego Activa Libra Aire Activa

Tauro Tierra Pasiva Escorpio Agua Pasiva

Géminis Aire Neutra Sagitario Fuego Neutra

Cáncer Agua Activa Capricornio Tierra Activa

Leo Fuego Pasiva Acuario Aire Pasiva


Virgo Tierra Neutra Piscis Agua Neutra

En los signos vinculados con la tierra Tauro es pasivo, Capricornio activo y Virgo
neutro; en los de aire Libra es activo, Acuario pasivo y Géminis neutro y en los de
agua Cáncer funge como energía activa, Escorpio como pasiva y Piscis como energía
neutra.

74 LA CONFUSION ENTRE METAFISICA Y ASCETISMO:  

Muchas personas sufren un pecado que es preciso aclarar, que puede ser la raíz de
muchísimos otros males, y que, incluso, les sea un impedimento para su realización.
Este equívoco trata de la tremenda limitación de comprender lo sagrado tan solo
como santidad, y por lo tanto como algo inalcanzable del que sólo son dignos
aquellos pocos elegidos completamente fuera de serie, llamados "Santos" (ya sean
de una u otra tradición, en particular si lo demostraran con fenómenos, milagros o
cuestiones paranormales), con toda la carga devota, piadosa, beata y supersticiosa
que esa idea trae aparejada. Estos santos o santones  –y tanto mejor si fueran
ascetas–  serían los auténticos "maestros" y no los sabios o los guerreros y menos
aún los artistas o comerciantes, que desde luego son apreciados, y hasta
respetados, pero a los que no se les da una categoría más que secundaria  –casi
profana–  por el hecho de que en última instancia estas gentes a las que nos
estamos refiriendo asocian "espiritualidad" exclusivamente con "santidad", y aun
con castidad y otras cosas peores, a saber: con lo "religioso" y lo "moral" y no con
lo metafísico.

Se quiere dejar sentado que las vías de realización espiritual son varias y distintos
los caminos que a ella llevan. Y no sólo son distintas las formas tradicionales sino
que dentro de cada una de ellas hay caminos diferentes de iniciación. Este manual
nos da numerosos ejemplos de ello. Lo que interesa es la realización del
Conocimiento y la obtención de la Sabiduría, lo que no excluye lo emocional, ni
ninguna otra experiencia encaminada a ese fin, y tampoco se opone a lo
"religioso", y menos aún a lo moral, siempre y cuando estos conceptos no
pretendan usurpar el territorio de lo metafísico y tratar de reducirlo, en el mejor de
los casos, a un mero "misticismo", y en el peor, a una moral basada en ciertas
normas de conducta convencionales que son juzgadas oficialmente como "buenas".
Normas que darían su aprobación hipotética a lo que se debe entender por sagrado
de acuerdo a parámetros que ésta fija, basada en la mojigatería derivada del error
de pretender conocer lo sagrado, cuando en realidad se lo suplanta por lo religioso
y lo moral y por desconocimiento se lo identifica siempre con la "santidad" o con el
"ascetismo", los que no son sino algunas de las sendas, cuando lo son, en el viaje
del Conocimiento.
 

75 LOS CICLOS Y LOS RITMOS  

Hemos puesto énfasis reiteradamente en la necesidad de percibir el tiempo no en


forma lineal –que es la ordinaria– sino de modo circular, o cíclico, que nos permita
ampliar nuestra visión. Aun más, recomendamos simbolizarlo en forma de espira, o
como una doble espiral que nos haga percibir su movimiento desde el centro a la
periferia, y desde ésta nuevamente a la unidad. Las tradiciones antiguas así
concibieron al universo: como el resultado de una "explosión" (producida por un
sonido o verbo) de una minúscula partícula de energía que contenía dentro de sí
todas las posibilidades latentes de ese universo. A partir de ese hecho original el
mundo se expande hasta sus propios límites, llegando a un punto en que
finalmente "el tiempo se detiene" para emprender un recorrido en sentido inverso,
contrayéndose, en busca nuevamente del origen central, desde el cual "explota"
nuevamente. En verdad, desde la perspectiva de ese mismo centro, que es eterno,
ese doble movimiento es simultáneo y siempre presente, y es en ese punto donde
debemos tratar de ubicarnos cuando hagamos nuestras meditaciones al respecto.

El nacimiento y la expansión hasta llegar al límite y su retorno o contracción en el


origen, también percibida como una muerte o nuevo nacimiento, es una ley natural
que regula no sólo al universo como un todo, sino también a cualquier ser o
manifestación particular. La célula, la molécula, cada entidad de los variados
géneros de la naturaleza, el hombre, las civilizaciones, la tierra, el sistema solar, la
galaxia etc., son una unidad en perpetua armonía y ritmo. Cada cual en su propia
dimensión vive ciclos cuaternarios que se expresan claramente en las fases del día
y de la luna, las estaciones del año, las etapas de la vida del hombre, los animales y
las plantas, los ritmos todos de la naturaleza y la historia, y, en términos más
amplios, los del cosmos en el que los antiguos pudieron concebir –y calcular– las
grandes eras.

Los ciclos astronómicos, como sabemos, son enormes; pero dentro de esos ciclos
están insertos otros menores, que a su vez contienen otros, y así sucesivamente,
hasta llegar a los más pequeños. Veremos luego dos de estos períodos que
tomaremos como "módulo" para entrar al tema de lo que la tradición ha llamado
"las cuatro edades de la humanidad".

76 ANGEOLOGIA I  

Es por la intermediación angélica que el Absoluto se nos hace visible. "A Dios, nadie
le ha visto jamás" dice el texto sagrado; pero hay un rostro que Dios muestra al
hombre y ese es el Angel de la Faz en el que reposa el Nombre Divino Supremo.

Los Angeles son el soporte de los Nombres del Innombrable. Son Dios y al mismo
tiempo son cognoscibles; habitan, o son, el lindero entre lo visible y lo invisible y es
por ello que se les llama mensajeros (en hebreo Malakh).

El mundo angélico es 'Dios en función'; Dios como sujeto activo. La creatividad


divina se manifiesta por su intermedio, determinando la diversificación de los seres
que, sin separarse de Dios, garantizan la presencia de lo Divino en la tierra
(Shekhinah). Es por ello que su función es teofánica. Y así como la Geometría
describe el 'orden de la tierra', el 'orden celeste' está constituido por el mundo
angélico y su estructura invisible gobernada por Metatrón.

Proporciones geométricas y armonías musicales nuevas (equilibrios y conjuntos de


significados) son las primeras manifestaciones perceptibles al hombre que toma
contacto con su ser esencial: con su ángel. Un Angel es la realidad esencial de
cualquier ser, o sea, su 'siendo' en su grado más elevado; y es por ello que se puede
hablar del ángel de un paisaje o de cualquier obra creativa. "Tu Señor Divino y
personal, es tu Angel por el que Dios te habla de boca a oído"; es también el
nombre propio y el 'aroma', la 'melodía' personal.

Los Arcángeles, como arquetipos que son, habitan el mundo beriyáhtico (o plano


de la Creación) en el que se desarrolla el primer capítulo del Génesis. La
denominación de 'ángel', aunque es genérica, se da a los espíritus revestidos de
ropaje formal que habitan el plano de Yetsirah (o Mundo de las Formaciones).

Los cuatro arcángeles que se suelen mencionar (Miguel, Rafael, Gabriel y Uriel)
surgen de y son movilizados por el Verbo creador, para llevar a cabo el
desdoblamiento de la palabra en los cuatro mundos que fluyen de las cuatro letras
del nombre de YHVH, y mantienen igualmente en guardia los cuatro puntos
cardinales o "cuatro campos de la Shekhinah".

77 LA TRADICION UNANIME:  

Muchas veces el lector a lo largo del Programa se ha encontrado con la idea de una
Tradición Unánime y Universal, que manifestándose por medio de las culturas y
civilizaciones adquiere distintos modos y conforma diferentes historias particulares,
pese a lo cual, y más allá de la disimilitud de sus aspectos y de una lectura literal y
chata de los mismos, se encuentra una identidad esencial. Eso se debe a que esa
Tradición Universal y Unánime, que se presenta como algo anterior y horizontal en
la historia, es desde otro punto de vista algo vertical y arquetípico que ha existido y
existirá por siempre, o sea como algo a-histórico. En ese orden de realidades la
Tradición estará viva perennemente, pues se halla entretejida en la trama misma
de la vida y es consubstancial con el hombre, amén de los distintos ropajes en que
se expresa, de acuerdo a las diferentes coordenadas y variables de tiempo y lugar.

Uno de los ejemplos más nítidos de esta "coincidencia" es la correlación macro-


microcosmos, es decir la inversión (exterior-interior) y conjunción indisoluble
siempre presente entre el hombre y el mundo, sustentada por todas las tradiciones.
Esta perspectiva y convicción, que hace del hombre un pequeño todo, un reflejo de
las energías divinas, se manifiesta también a lo largo de su organismo físico,
recipiendario y contenedor de las emanaciones cósmicas, las que se encuentran
potencialmente vivas en su espacio corporal. Sin embargo hay que tener presente
que cuando las distintas formas tradicionales nos hablan de estas
correspondencias, no se están refiriendo exclusivamente al cuerpo humano en su
nivel más denso y elemental, sino a los cuatro planos y lecturas en que se dividen
todos los seres y cosas existentes, de la cual el mero organismo físico, su salud y su
musculatura, es la parte más periférica y superficial y por lo tanto casi un objeto de
culto de la extraviada mentalidad contemporánea.

78 ARITMOSOFIA  

La aritmética tradicional prestaba gran importancia a los números


"proporcionales", es decir a aquellas cifras que los caracterizaban, sin importar,
salvo en forma secundaria, el agregado de uno o más ceros. Así los números
26.000, 2.600, 260 y 26, siendo el primero de ellos la cantidad "redondeada"
correspondiente a la precesión de los equinoccios (ver "Astrología", Nº 43), cuya
mitad es 13.000, o sea la cantidad de miles de años del Gran Año Caldeo y Griego.
En cuanto a 260, esta es la cifra del calendario ritual mesoamericano; con respecto
al 26, recordaremos que este número es la suma de las letras Iod  = 10, Hé  =
5, Vau  = 6, y Hé  = 5, componentes del sagrado Tetragramatón hebreo IHVH (el
nombre de Iahvé, o Iahveh equivalente al de Jehová o Jehovah), nombre que por
respeto, o sea por temor de Dios, no puede pronunciarse, sino tan sólo escribirse,
de acuerdo a la tradición cabalística.

De otro lado, y siempre con referencia a estos números "proporcionales",


señalaremos que multiplicar por cinco es lo mismo que dividir por dos. Vgr.: el
número veinticinco mil novecientos veinte (correspondiente a los años exactos de
la precesión equinoccial) dividido entre dos, da doce mil novecientos sesenta
(25.920 ÷ 2 = 12.960); multiplicado por cinco nos da ciento veintinueve mil
seiscientos (25.920 x 5 = 129.600). Sólo hay un cero de más. Inversamente,
multiplicar por dos es igual que dividir entre cinco: (25.920 x 2 = 51.840); (25.920 ÷
5 = 5.184). Aquí la diferencia es un cero quitado a la cifra-raíz numérica.

Queremos dar un ejemplo de trabajo numérico, partiendo de la base de que se


entiende que los números son sagrados y por lo tanto nada hay de arbitrario en
ellos, ni tampoco en las operaciones que con ellos se efectúan, las que producen a
veces resultados que asombran, los que la mente primitiva o tradicional vive como
mágicos, o cargados de una energía especial por algún motivo. Ello se debe a que
de acuerdo a esa mentalidad todo en el universo es solidario y está unido por una
serie de relaciones, a veces invisibles, por lo que nada hay de "casual" en este
mundo.

Ejemplo: la práctica más sencilla a observar referida a lo expresado anteriormente


es, sin duda, una comprobación geométrica, a saber: que el radio de un círculo
divide a la circunferencia, siempre, en seis partes iguales. Imagínese lo que es para
la mentalidad tradicional esta comprobación efectuada con un simple cordel con el
que se traza la circunferencia, cuya longitud está contenida seis veces exactas en el
perímetro trazado. Sin duda esto obedece a una realidad mágica, o mejor,
metafísica, y tiene una razón profunda de ser, y no son simples datos sin ningún
sentido. Este hecho es excepcional para el primitivo y esta comprobación
asombrosa aparece cargada de significados.

Podemos ahora hacer unos ejercicios numéricos, sólo con el ánimo de mostrar
algunos aspectos curiosos o sorprendentes de la cábala numérica, aritmosofía o
numerología: si al citado número veinticinco mil novecientos veinte lo dividimos
entre dos, obtenemos el doce mil novecientos sesenta (25.920 ÷ 2 = 12.960). Si a
ese mismo número lo dividimos por cinco obtenemos el cinco mil ciento ochenta y
cuatro (25.920 ÷ 5 = 5.184). Y si sumamos este número con el mil doscientos
noventa y seis (proporcional del doce mil novecientos sesenta) obtendremos el seis
mil cuatrocientos ochenta (5.184 + 1.296 = 6.480). Si a ese resultado lo dividimos
por cinco nos da ¡oh sorpresa!, nuevamente el mil doscientos noventa y seis (6.480
÷ 5 = 1.296). Pero lo curioso de este ejemplo es que el número seis mil
cuatrocientos ochenta es proporcional al sesenta y cuatro mil ochocientos, que
según la tradición hindú es el número correspondiente al gran ciclo de
un Manvántara, el que se subdivide en cuatro subciclos relacionados
proporcionalmente con las cuatro edades de la humanidad: la de oro dura 25.920
años, o sea la cifra de la precesión equinoccial o el "año" de la tierra; la segunda, o
de plata, dura 19.440 años; la tercera de bronce, 12.960; y la última, de hierro
o Kali Yuga, 6.480 años. Es interesante observar que esta proporción numérica
corresponde a la de la Tetraktys pitagórica: 4 + 3 + 2 + 1, lo que por cierto da 10 de
resultado.

79 ASTROLOGIA  

En el Nº 63, dábamos la correspondencia de los signos zodiacales con respecto a los


cuatro elementos, y al mismo tiempo la carga energética que cada uno de ellos
posee en relación a los otros dos signos con los que comparte dicho elemento.

Queremos ahora agregar una tabla de origen medioeval donde se asocian los
signos zodiacales con las características de determinadas piedras presentes en la
entera naturaleza. Deseamos destacar así la asimilación tradicional entre la
Astrología y la Alquimia, y recordar que los metales y las piedras son la maduración
de las energías de los astros y estrellas sobre la faz de la tierra, y analógicamente
comparten unas mismas propiedades y características.

Caliente y seca  piedras de Aries 


Fría y seca  piedras de Tauro 
Caliente y húmeda  piedras de Géminis 
Fría y húmeda  piedras de Cáncer 
Caliente y seca  piedras de Leo 
Fría y seca  piedras de Virgo 
Caliente y húmeda  piedras de Libra 
Fría y húmeda  piedras de Escorpio 
Caliente y seca  piedras de Sagitario 
Fría y seca  piedras de Capricornio 
Caliente y húmeda  piedras de Acuario 
Fría y húmeda   piedras de Piscis

Así por ejemplo, al signo de Escorpio corresponden treinta piedras de


características frías-húmedas, cada una en relación con un grado de ese signo y con
una estrella especial que tiene poder sobre ella. Igualmente es muy importante el
planeta que rige el signo, en este caso Marte, como característica energética
fundamental de todas las piedras frías y húmedas asociadas a Escorpio. 

fig. 22

80 MEMORANDUM  

La disciplina fortalece el carácter y preludia la fecundación y la realización


espiritual. El abandono del medio y la más profunda soledad se hacen necesarios,
hasta tornarse imprescindibles en determinados momentos, donde el silencio es
auténtico refugio y el aislamiento protector castillo interior. Para ese entonces se
habrá ya advertido la impostura de considerar a la soledad como un tabú
angustioso, o como la ausencia de una "felicidad" tan inexistente como codiciada,
sino por contra, como la predecesora de un mundo encantado de imágenes
mágicas, de sombras y luces de la memoria del universo, reflejadas en el escenario
de la conciencia. (¿Es que todo esto es algo nuevo o sencillamente estaba aquí y no
éramos capaces de verlo porque teníamos una descripción distinta y equivocada de
la vida?).

Pero a la par de ir descubriendo estas maravillas el aprendiz observará que el


medio tratará de marginarlo, tal vez en proporción directa con su interés en hacer
partícipes a los otros, indiscriminadamente, del real contenido espiritual de sus
nuevas experiencias, hallazgos y conocimientos. Motivo por el que el silencio, no
sólo como disciplina, sino como norma efectiva y práctica de comportamiento, ha
sido siempre recomendado en el trabajo hermético. Esto choca con la necesidad de
expresar la doctrina en la época en que vivimos, donde se ha convertido en algo
casi imprescindible dada la ausencia de voces que se alzan para hacer conocer,
difundir y defender la ciencia sagrada, prácticamente olvidada por el hombre de
hoy, y desconocida por la mayor parte de los contemporáneos.

Esperamos que hayan podido seguir con atención el desarrollo de la Enseñanza y


que ella haya producido sus efectos en cada cual. Igualmente nos felicitamos de
que hayamos podido conjuntamente llegar a un punto que constituye un jalón en
nuestra meta. Nos proponemos profundizar y ampliar los temas que se han ido
esbozando y destacando con el fin de lograr los frutos que este manual se propone.
Para ello debemos contar necesariamente con la participación espiritual activa del
lector y su sed renovada de conocimientos, así como con su voluntad decidida, su
pasión por lo que hace, y el equilibrio y la paciencia requeridos para la
efectivización de la labor alquímica.

Por otra parte debe señalarse que a veces los neófitos, sumidos en sus profundas
labores de realización metafísica, mágica y espiritual, olvidan lo exiliados que están
en esta tierra, y pueden llegar a creer que los demás, que todo el mundo, participa
de la realidad de sus creencias, cuando esto obviamente no es así, sino que por el
contrario muchas de las cosas ligadas a la Tradición son miradas por el mundo
moderno con un odio revulsivo, una repugnancia irracional, o un desprecio
olímpico, tan exactamente invertidas están las cosas entre el mundo sagrado y el
profano, entre el Conocimiento y la ignorancia.

Fin del Módulo II

Indice de Contenidos Módulo II

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