Pulsiones y Destinos de Pulsión
Pulsiones y Destinos de Pulsión
Pulsiones y Destinos de Pulsión
Freud dice que es el elemento más importante y oscuro de la investigación psicológica. La doctri-
na de las pulsiones es para el psicoanálisis un ámbito oscuro.
Antes de este texto, incluso antes de 3 ensayos, Freud, hacia 1895 y 1900, ya utilizaba, sin nom-
brar la palabra pulsión, ciertos bosquejos que definía cómo sumas de citación endógena, estímu-
los endógenos, las representaciones afectivas, las mociones de deseo.
En «Lo Inconciente»: Una pulsión nunca puede pasar a ser un objeto de la conciencia sólo puede
ser la representación, pero tampoco en el interior del inconsciente, sino por una representación.
La pulsión debe inscribirse en el psiquismo en términos de representación.Representación puede
pasar a la conciencia o mantenerse reprimido en lo inconsciente.
Representación o moción pulsional
La pulsión no aparece en el psiquismo como tal, porque hace falta su inscripción como represen-
tante en relación a un sistema de representación, es la frontera.
La meta de una pulsión es, en todos los casos, la satisfacción que sólo puede alcanzarse cance-
lando el estado de estimulación en la fuente de la pulsión. La satisfacción de algún modo es par-
cial, nunca se da de forma completa.La meta sólo se logra cancelando el estímulo en la fuente de
la población.Siempre es parcial.
Pero si bien es cierto que esta meta última permanece invariable para toda pulsión, los caminos
que llevan a ella pueden ser diversos, de suerte que para una pulsión se presenta en múltiples
metas, más próxima a su intermediarias que se combinan entre sí o se permutan unas por otras.
La experiencia nos permite también hablar de pulsiones de meta, inhibida en el caso de los proce-
sos a los que se permite avanzar un trecho en el sentido de la satisfacción pulsional, pero des-
pués, experimentan una inhibición o una desviación. Cabe suponer que también con tales proce-
sos va asociada a una satisfacción parcial.
El objeto de la pulsión es aquello en o por lo cual puede alcanzar su meta. Es lo más variable en
la pulsión no está enlazado originariamente con ella, sino que se le coordina sólo a consecuencia
de su aptitud para posibilitar la satisfacción. No necesariamente es un objeto ajeno, también pue-
de ser parte del propio cuerpo. La pulsión se satisface contorneando a ese, objeto, se satisface en
el retorno a la fuente por el cual se alcanza la meta.
En el curso de los destinos vitales de la pulsión puede sufrir un número cualquiera de cambios de
vía a este desplazamiento de la pulsión le corresponden los más significativos papeles. Puede
ocurrir que el mismo objeto sirva simultáneamente a la satisfacción de varias pulsaciones. Un lazo
particularmente íntimo de la pulsión con el objeto se acusa como fijación de aquella, suele consu-
mirse en periodos muy tempranos del desarrollo pulsional, y pone término a la movilidad de la pul-
sión, contrariando con intensidad su desasimiento.
En ese recorrido, la pulsión fija una modalidad de goce. Se fija en cuanto se inscribe.
La fuente de la pulsión se entiende aquel proceso somático interior a un órgano a una parte del
cuerpo cuyo estímulo es representado en la vida anímica por la pulsión, sobre el cual se despren-
de esa zona erógena, algo que bordea. Es el lugar en donde parte la pulsión, dónde surge la fuer-
za constante parte del propio cuerpo, agujeros, la piel. Desde ahí uno podría entender que no solo
somos un cuerpo.
No se sabe si este proceso es, por regla general, de naturaleza química o también puede corres-
ponder al desprendimiento de otras fuerzas mecánicas, por ejemplo. El estudio de las fuentes pul-
sionales ya no le compete a la psicología.
La vuelta hacia la persona propia se nos hace más comprensible si pensamos que el masoquis-
mo es, sin duda, un sadismo vuelto hacia el propio yo y la exhibición lleva incluido el mirarse el
cuerpo propio, la observación analítica no deja subsistir ninguna duda en cuanto a que el maso-
quismo goza compartidamente la furia que se abate sobre su persona, y el exhibicionista su des-
nudez. Lo esencial en este proceso es entonces el cambio de vía del objeto, manteniéndose inal-
terada la meta.
En la constitución de cada quien hay un hacerse que nos habita en ese hacerse el sujeto no es
víctima sino es activo. Uno puede mirar a hacerse mirar o ser mirado golpeado, hacer se va a to-
mar las voces del griego, 3 acepciones, activo, pasivo o reflexivo medio
No sólo son destinos, sino que lo inscriben en la expulsión al sujeto.
Ese hacerse es lo que le corresponde a la pulsión activo inconsciente.
Entre tanto, no puede escapársenos que vuelta hacia la persona propia y vuelta de la actividad a
la pasividad converge no coinciden en estos ejemplos. Para esclarecer estos vínculos se hace in-
dispensable una investigación más a fondo. En cuanto al par de opuestos, sadismo, masoquismo
y proceso puede presentarse del siguiente modo.
a-El sadismo consiste en una acción violenta, dirigida hacia otra persona como objeto.
b-Este objeto es resignado y sustituido por la persona propia. Con la vuelta hacia la persona pro-
pia se ha consumado también la mudanza de la meta pulsional, activa en una pasiva.
c-Se busca de nuevo como objeto una persona ajena que a consecuencia de la mudanza sobre-
venida en la meta, tiene que tomar sobre sí el papel de sujeto.
A partir del pasaje por el propio cuerpo como esa meta masoquismo después sadismo. Nada que
yo haya vivenciado sobre mi propio cuerpo puedo hacerle al otro. La meta sádica de infringir dolor
al otro, se goza de esa excitación que produce el dolor.
No solo se configuran como destinos o vicisitudes, sino como defensas contra la pulsión, no me-
canismos, dado que todavía no hay una configuración del yo.
3- La represión.
4- La sublimación.
5. La angustia.