Ferrer, G., Rodríguez, Y. (2017). “Andamos por fe y no por vista”: Parte 1.

Iglesia Cristiana Berea (Personería Jurídica

Especial 6026 del Ministerio del Interior. Nit 900403853-0). Barranquilla.

ANDAMOS POR FE Y NO POR VISTA

PRIMERA PARTE

Gabriel Ferrer y Yolanda Rodríguez

5 de julio de 2017

Hebreos 11: 1:

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Hoy quiero compartir algunas verdades sobre la fe de los creyentes. Se habla

mucho del tema y quizá hemos escuchado muchas prédicas al respecto; pero
hoy quiero hablar sobre varios elementos que nos ayudan a entender un poco
la fe; veamos:

(1) La fe siempre será fe y nunca se edificará en la vista ni en lo recibido.

(2) La fe se fortalece en nuestro amor hacia el Señor y hacia su Palabra.
(3) La fe se sustenta en la soberanía de Dios.
(4) La fe siempre se remitirá al tiempo futuro eterno.

Todas estas afirmaciones las desarrollaré a continuación, para que

reflexionemos y nos fortalezcamos en este día. Empecemos:
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(1) La fe siempre será fe y nunca se edificará en la vista ni en lo recibido.

En Hebreos 11: 1 la fe se define como la certeza de lo que se espera y la

convicción de lo que no se ve. También dice la Palabra que andamos por fe y
no por vista (2 Co 5: 7).

Llama atención la afirmación del autor de Hebreos que está al inicio del
capítulo 11 (versículo 1), por el final del mismo capítulo. Leamos Hebreos 11:
39 (resaltados nuestros):

39 Y
todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo
prometido…

El autor habla en primer lugar de “buen testimonio mediante la fe”; ¿a qué se

refiere? Se refiere a que solo creer las promesas de Dios testifica a favor
nuestro. Por eso es que dice la Escritura que Abraham creyó y le fue contado
por justicia. ¿Cuál fue la promesa que el Señor le hizo a Abraham la cual creyó?
Leamos Génesis 15: 5-6:

5Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar.
Y le dijo: Así será tu descendencia.
6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.

El Señor usa esta imagen de las estrellas para referirse a la descendencia de

Abraham, la cual no solo era una descendencia natural, sino también
espiritual. Cuando estemos en el Cielo, veremos a Abraham y conoceremos del
gozo que tuvo cuando le creyó a Dios. Esta fe de Abraham, por la que todos
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reciben la bendición en Cristo Jesús, la menciona el apóstol Pablo en Romanos

4: 9-12:

9 ¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión, o también para los
de la incircuncisión? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia.
10 ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la

circuncisión, sino en la incircuncisión.

11 Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando

aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que
también a ellos la fe les sea contada por justicia;
12 y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que

también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser
circuncidado.

De manera que cuando creemos, alcanzamos buen testimonio delante de

todos los que nos rodean, delante de Dios y delante de todos los ángeles.
Regresemos a Hebreos 11: 39:

39 Y
todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo
prometido;

Ya vimos que tener fe es alcanzar buen testimonio, pero el autor de hebreos

nos habla de que todos los héroes de la fe, que menciona en su capítulo 11, no
recibieron lo prometido; sin embargo, creyeron. Quiero que leamos Hebreos
11: 32-33 (resaltados nuestros):

32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de

Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas;
33 que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de

leones…
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Quiero que noten que en el versículo 33 dice “alcanzaron promesas”, pero

leímos hace un rato en el versículo 39 que “no recibieron lo prometido”; ¿se
contradice la Biblia aquí? No. Ciertamente la Palabra de Dios nunca se
contradice. Y aquí quiero que notes la diferencia entre alcanzar promesas y
recibir las promesas. Todos los héroes de la fe que cita el autor de hebreos
ciertamente alcanzaron promesas, es decir, lograron asir las promesas,
atesorar las promesas. Todos los antiguos alcanzaron las promesas y murieron
sin recibirlas, pues habiéndolas ya alcanzado, partieron llenos de fe y recibirán
todas las promesas durante el Milenio y en el Reino Eterno, aunque
ciertamente en la casa del Padre, en la Nueva Jerusalén, ya están disfrutando
parte de esas promesas, pues la presencia de Dios prometida a Moisés para
todos ellos se hizo real cuando llegaron al Cielo, a las moradas del Rey.

Esto ocurrió con los antiguos y con su fe, pero ¿qué decir de la Iglesia, tanto de
la Iglesia primitiva, la de los siglos posteriores y nosotros? Pues tenemos la
misma fe de los antiguos; la Iglesia primitiva recibió la promesa de la misma
patria que los del Antiguo Testamento, la cual dice el autor de Hebreos no era
la terrenal, sino la celestial. Leamos Hebreos 11: 13-16 (resaltados nuestros):

13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo
de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre
la tierra.
14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían

tiempo de volver.
16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de

llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

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La fe de un verdadero hijo de Dios está en perseverar hasta el final de la vida

terrenal, plenamente convencido de que Dios le dará lo prometido después de
partir. La fe de un verdadero hijo de Dios está en declarar todos los días que
es extranjero y peregrino sobre esta Tierra. La fe de un verdadero hijo de Dios
está en diariamente creer, saludar y confesar la promesa de la vida eterna, de
la llegada a la ciudad celestial, sabiendo que cuando está presente al cuerpo
está ausente del Señor, pero que el principal propósito en esta Tierra es llevar
esa promesa a muchos para que la crean, la atesoren, la saluden y la confiesen
también. Por ello el apóstol Pablo decía al final de sus días sobre esta Tierra,
que había peleado la buena batalla de fe, que había guardado la fe. Leamos 2
Timoteo 4: 6-8:

6 Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.

7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo,

en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

Las promesas que hemos alcanzado por fe y que vamos a recibir son las
coronas de justicia, de vida, de gloria, la corona incorruptible, la corona de
gozo. Muchos de la Iglesia verdadera de Cristo han partido con sus ojos
puestos en la fe, en Jesús, autor y consumador de la fe (Heb 12: 2); han partido
con las promesas en sus corazones, las cuales alcanzaron por medio de la fe y
ciertamente, como los antiguos, ya están disfrutando de esas promesas hasta
su cumplimiento pleno cuando ocurra el Arrebatamiento, la resurrección de
los muertos en Cristo, y la glorificación, la redención del cuerpo.
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Quiero que notes que el Señor le habló a la Iglesia primitiva de su regreso en

las nubes para raptar a su cuerpo santo; y todos los que creyeron, murieron
con esta esperanza. Pero una vez instalados en el Cielo, se les ha confirmado
esa promesa y saben que llegará el día y la hora señalada. En los siglos
posteriores cuando se volvió a levantar la Iglesia santa de Cristo, los fieles
atesoraron la misma promesa y también partieron sin recibir lo prometido,
aunque ciertamente lo alcanzaron por la fe. Y ahora muchos de los hijos de
Dios han partido con la esperanza del Arrebatamiento; y ya en el Cielo saben
que el tiempo está cerca y se están preparando para su regreso a sus cuerpos
resucitados, para recibir la promesa de la glorificación y de las bodas y la cena
del Cordero.

Nosotros estamos aquí ahora con la misma esperanza y nuestra fe se

fundamenta ahí, se sostiene ahí, se fortalece día a día en la pronta venida del
Señor por su Iglesia para llevarnos a la ciudad celestial, la misma que anhelaron
los antiguos de Hebreos 11.

De tal manera, mi hermano, que como dijimos al inicio de esta prédica, LA FE

SIEMPRE SERÁ FE Y NUNCA SE EDIFICARÁ EN LA VISTA NI EN LO RECIBIDO.

Recordemos que en el Cielo ya no necesitaremos la fe; que cuando venga lo

perfecto, sólo prevalecerá el amor; de manera que cuando lleguemos a la
Nueva Jerusalén, sea ahora que durmamos o si ocurre el Arrebatamiento, al
estar en la presencia del Cristo vivo, ya no habrá fe, sino la plenitud del amor
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, la gloriosa Trinidad que por su soberana
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decisión nos presentó el camino de salvación y nos guarda en este peregrinaje

hacia su casa.

Pero ese amor ya lo experimentamos aquí, porque dice la Palabra en Romanos

5: 5:

5y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros

corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Y aquí llegamos al segundo punto: la fe se fortalece en nuestro amor hacia el

Señor y hacia su Palabra.

(2) La fe se fortalece en nuestro amor hacia el Señor y hacia su Palabra.

En el versículo 5 de Romanos 5, que acabamos de leer, el apóstol Pablo

relaciona la esperanza con el amor de Dios. Desde el principio del capítulo
habla de la fe en Romanos 5: 1:

1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo…

Nos habla el apóstol de la justificación que recibimos cuando hemos nacido de

nuevo y, al haber sido enemigos de Dios en el pasado, llegamos a tener paz
por medio de Cristo. Es la misma fe que le fue contada por justicia a Abraham.
El apóstol sigue diciendo en Romanos 5: 2:

2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
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Por la fe somos justificados, tenemos paz para con Dios por medio de Cristo; y
agrega Pablo que tenemos entrada por la misma fe a la gracia en la cual
debemos estar firmes, ¿por qué?; por la esperanza de la gloria de Dios. Es la
esperanza de ver la gloria de Dios, la cual sólo podemos alcanzar cuando
lleguemos a su presencia. Esta es la esperanza de la cual, dice Pablo en el
versículo 5, no nos avergonzamos, porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones. Es el amor que nos salvó, que nos redimió, que nos
hizo hijos de Dios, que nos dio herencia entre los santificados, que nos ha
hecho partícipes de la gloria divina, del llamamiento celestial. Leamos Hebreos
3: 1:

1 Por tanto, hermanossantos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol

y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús…

Y todas estas promesas están en la Palabra de Dios la cual amamos, porque

nos produce fe para esperar las promesas, pues sabemos que son
inquebrantables, son eternas, por cuanto la Palabra es verdadera, fiel y eterna.
Cuando nuestra fe se basa en este amor de Dios y a su Palabra, las tribulaciones
no nos mueven de la esperanza. Tal como lo dice Pablo en Romanos 5: 3-4:

3Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la
tribulación produce paciencia;
4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza…

Por el amor hacia Dios, el apóstol padecía y lo sufría todo. Debemos pedirle
fortaleza al Señor en medio de las tribulaciones para que no nos movamos de
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la esperanza que Él nos ha regalado; para que podamos declarar con fe que
todo, todo, nos ayuda para bien. Leamos Romanos 8: 28:

28 Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los
que conforme a su propósito son llamados.

¿Cuántos son llamados aquí? Recuerda que tu llamamiento es celestial, que

no has sido llamado a cualquier cosa o a cualquier empresa, meta u objetivo,
a cualquier promesa. Leamos Hebreos 12: 22-24:

22 …al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de
muchos millares de ángeles,
23 a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de

todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,

24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.

¡Aleluya! Esta es la promesa que hemos alcanzado, aunque todavía no

hayamos recibido, pero está cerca, a la puerta. Y la recibiremos, ¡aleluya! La
recibiremos si permanecemos en Cristo, en el glorioso evangelio, porque si lo
hacemos, Dios cumplirá su Palabra, pues ha dicho en Romanos 8: 29-30:

29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó;

y a los que justificó, a éstos también glorificó.

Por ello debemos pelear la buena batalla de la fe, no siendo de los que
retroceden para perdición, sino de los que perseveran para preservación del
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alma (Heb 10: 39). Es la fe por la que estamos firmes y podemos declarar lo
que dice Romanos 8: 34-39:

34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el
que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o

hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

36 Como está escrito:

Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;

Somos contados como ovejas de matadero.
37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni

potestades, ni lo presente, ni lo por venir,

39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,

que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

En la siguiente prédica estudiaremos los otros puntos sobre la fe.

LA PREDICACIÓN ORAL DE ESTE MENSAJE SE ENCUENTRA EN: Berea Films

Barranquilla https://youtu.be/YwzVZkqctLQ