La apelante impugna la decisión de otorgar la guarda y custodia de sus hijos al padre. Alega que la jueza no consideró todos los hechos y pruebas relevantes, como la violencia doméstica, su estado de salud y capacidad para cuidar a los niños. También argumenta que la jueza no aplicó correctamente los principios del interés superior del menor y la perspectiva de género. Finalmente, solicita una ampliación del régimen de convivencia.
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La apelante impugna la decisión de otorgar la guarda y custodia de sus hijos al padre. Alega que la jueza no consideró todos los hechos y pruebas relevantes, como la violencia doméstica, su estado de salud y capacidad para cuidar a los niños. También argumenta que la jueza no aplicó correctamente los principios del interés superior del menor y la perspectiva de género. Finalmente, solicita una ampliación del régimen de convivencia.
La apelante impugna la decisión de otorgar la guarda y custodia de sus hijos al padre. Alega que la jueza no consideró todos los hechos y pruebas relevantes, como la violencia doméstica, su estado de salud y capacidad para cuidar a los niños. También argumenta que la jueza no aplicó correctamente los principios del interés superior del menor y la perspectiva de género. Finalmente, solicita una ampliación del régimen de convivencia.
La apelante impugna la decisión de otorgar la guarda y custodia de sus hijos al padre. Alega que la jueza no consideró todos los hechos y pruebas relevantes, como la violencia doméstica, su estado de salud y capacidad para cuidar a los niños. También argumenta que la jueza no aplicó correctamente los principios del interés superior del menor y la perspectiva de género. Finalmente, solicita una ampliación del régimen de convivencia.
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Sexto.
Para combatir la anterior determinación la apelante
Linnet Serrano Petrzela, hace valer como agravios, en esencia, lo siguiente:
1. Que la jueza de primer grado transgrede los principios de
congruencia y exhaustividad contenidos en los artículos 519 y 520 del Código Procesal Civil, así como los numerales 61 y 62 del Código de Procedimientos Familiares al no haberse pronunciado sobre la totalidad de los hechos, las pruebas y los argumentos que se hicieron valer, pues estima que en la determinación recurrida únicamente se tomó en cuenta lo manifestado por Roberto José Díaz García en su solicitud de divorcio, y no el que éste haya apartado a los menores del domicilio conyugal, que es ella quien es apta para cuidar a sus hijos y detentar su guarda y custodia, la violencia intrafamiliar que sufrió dentro del matrimonio que tenía con el antes mencionado que generó su depresión y sus enfermedades, el proceso de fecundación del que formo parte, así como el estado de vulnerabilidad, desequilibrio económico y emocional que existía en su relación ya que nunca pudo laborar.
Que tampoco se consideró la corta edad de sus hijos, el que
siempre han habitado en el domicilio conyugal, los tratados internacionales y leyes que invoco en su contestación, así como tampoco valoro ni se pronunció sobre los documentos que exhibió, y que Roberto José Díaz García enfrenta un proceso penal sobre violencia familiar, además el hecho de que ella cuenta con familia de apoyo para el cuidado y crianza de sus hijos.
2. Señaló que la determinación recurrida, violenta los derechos
humanos de la familia y las formalidades esenciales del procedimiento, toda vez que la jueza de origen no fundo ni motivo su decisión, ya que al emitir la misma, no se invocó ningún precepto legal, considerando bajo su criterio, que es insuficiente el que dicha determinación se basara únicamente en un dictamen que desde su percepción fue valorado incorrectamente, más aún porque señala que la juez no tiene un conocimiento integral y global de la situación y que los documentos exhibidos por su contrario para intentar acreditar su estado de salud, no sirven porque provienen de terceros que al no haber sido perfeccionados no pueden tener, tal y como aduce se hizo valer en la audiencia sobre se discutió sobre las medidas cautelares, esto lo apoyo con lo dispuesto con los ordinales 462 y 513 del Código Procesal Civil.
3. Indicó que la juez pasó por alto los principios sobre el
interés superior de los menores y el de autonomía progresiva de los menores, toda vez que considera que la determinación emitida por esta debió partir de dos ideas fundamentales como son la protección del hijo menor y su plena subjetividad jurídica.
Destacó que en el asunto, los menores están necesitados de
especial protección debido al estado de desarrollo y formación el que se encuentran inmersos al tener cuatro años de edad, por lo que no existe ningún riesgo que estén con su mamá y que pensar lo contrario representa desde su percepción una discriminación y aplicación de estereotipos para descalificarla como buena madre con base a lo aseverado por su contrario, así como de una incorrecta interpretación del dictamen preliminar psicosocial emitido por la trabajadora social del Centro de Evaluación Psicosocial al concluir que los menores corren riesgo con ella por el presunto alcoholismo que padece y los estados de depresión, sin que se tomara en cuenta el que ella fue sometida a un proceso de fertilidad, a tomar medicamentos que contenían alcohol y que sufría de violencia física y emocional por parte de Roberto José Díaz García. De igual forma, adujo que la juez evito considerar que los niños son personas titulares de derechos dotados de una capacidad progresiva para ejercerlos y por ende, se debió procurar que estén con su madre y alejarlos de las personas que sean violentas como sostiene es su padre.
4. Por otro lado, dijo que la juez hizo una incorrecta
valoración del dictamen preliminar psicosocial emitido por la trabajadora social Araceli Martínez Martínez, puesto que omitió considerar diversas cosas que también informó la perito auxiliar, como lo es, que previo al proceso de fertilización existía una estabilidad emocional y se desenvolvía de forma funcional en lo social y familiar, que existe una necesidad de continuar con el lazo afectivo hacia sus hijos, que las personas que se hacen cargo de la crianza de estos es la madre y hermana de su contrario, así como las empleadas domésticas de éste, mientras que ella cuenta con familiares de apoyo. Razones las anteriores, por las que considera que el análisis del dictamen debió de hacerse de forma completa e integral junto con otras pruebas, conforme la sana critica, reglas de la lógica y máximas de la experiencia, pero que desde su percepción no lo hizo la juzgadora de primera instancia, sino que estima que solo se tomó en cuenta cierta información para perjudicarle y privarla de la guarda y custodia de sus hijos, pasando por alto la obligación de juzgar y actuar con perspectiva de género.
Resaltando que el hecho de que se recomiende que este
acompañada de sus padres y que continúe con el tratamiento médico, no constituye, desde su criterio, un impedimento para ejercer sus obligaciones paterno-filiales como madre y para el cuidado de sus hijos, ya que de estimar lo contrario, tal y como aduce lo hace la jueza, es tanto como considerarla que no es apta para ello, discriminándola por considerar que es un riesgo para sus hijos, pero incongruentemente si se le permite ver a los menores todo el fin de semana.
5. Que la jueza no tomo en consideración al momento de
emitir su resolución, el entorno social y familiar planteado por Roberto José Díaz García, ya que este desde la solicitud de divorcio se expresa de forma despectiva hacia su persona, advirtiéndose, desde su percepción, los hechos de discriminación y de vulnerabilidad en el que se encontraba cuando cohabitaba con su esposo.
Indicó que su esposo ha realizado múltiples actos de violencia
en su contra, obligándola a tomar tratamientos para embarazarse, generándole un temor de que ello, llegue a afectarle psicológicamente y por ende sea perjudicial para sus hijos.
Comentó que la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación ha determinado el deber de los juzgadores para recabar y ordenar las pruebas pertinentes para esclarecer los hechos en casos de violencia familiar donde se involucren los derechos de personas pertenecientes a un grupo vulnerable o que exista desigualdad por razón de género, debiéndose remediar por el juez de manera oficiosa, pues solo así se puede garantizar el acceso a la justicia con igualdad de condiciones a todas las personas. Para robustecer su dicho, trajo a cuenta el contenido de las tesis aisladas con número de registro 2005794 y 2008545, así como la jurisprudencia identificada con el número de registro 2011430.
6. Argumentó que es limitado el régimen de convivencias que
se determinó, puesto que no tiene la oportunidad de convivir con sus hijos en la misma medida que su padre, cuando los menores, - en su opinión-, requieren estar más tiempo a su lado para fortalecer su desarrollo emocional y su seguridad por la corta edad con la que cuentan en la actualidad, sobre todo por estar inmersos en un proceso de divorcio, deseando la ampliación de la convivencia a la mitad de los días y horarios de la semana a su lado, o una guarda y custodia compartida para que los infantes tengan el mismo tiempo de convivencia con ambos padres, esto lo apoyo con la jurisprudencia y tesis con número de registro 2000801 y 2007478, respectivamente.
(Agravio 5 y 6 inoperante en primera parte reitera lo de su
contestación + solo menciona criterios emitidos por la scjn?)
7. Señaló que de conformidad en lo dispuesto en los artículos
12 de la Convención sobre los Derechos del Niño y 37 del Código de Procedimientos Familiares, es un derecho humano de los menores de edad participar efectivamente en los procedimientos jurisdiccionales que los afectan y a dar su opinión para que también influyera en la toma de decisión de la juez de origen, por lo que se debió recibir la misma antes de resolver lo conducente, previa capacidad de madurez, para así contar con un panorama más amplio y ajustado de las necesidades de los infantes.
El agravio es infundado.
(De acuerdo a esta tesis?)
Registro digital: 175544 Instancia: Tribunales Colegiados de
Circuito Novena Época Materias(s): Civil Tesis: I.11o.C.141 C Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo XXIII, Marzo de 2006, página 2044 Tipo: Aislada MENORES DE EDAD. NO ES NECESARIO DESIGNARLE REPRESENTANTE O TUTOR INTERINO A ÉSTOS PARA EL EFECTO DE QUE SE LES ESCUCHE EN LOS JUICIOS DE GUARDA Y CUSTODIA.
De los artículos 4o. de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos; 3, apartado 1, 2 y 3, 9, apartados 1 y 2, y 12, apartados 1 y 2 de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño; 1 y 41 de la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes; 1 y 5 de la Ley de los Derechos de las Niñas y Niños en el Distrito Federal; y del 416 del Código Civil para el Distrito Federal, se desprende que debe otorgar al niño la protección y el cuidado necesarios para su bienestar, y adoptar todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para salvaguardar el interés superior de la infancia, escuchando dentro de un procedimiento judicial su opinión respecto a la controversia de guarda y custodia que tienen sus padres y con ello resolver su situación jurídica. Ahora, la garantía de audiencia, prevista en el artículo 14 constitucional, se traduce en una garantía de seguridad jurídica para los gobernados, que impone la ineludible obligación a cargo de las autoridades para que, de manera previa al dictado de un acto de privación, el cual es aquel cuya finalidad connatural perseguida es la disminución, menoscabo o supresión definitiva de un derecho del gobernado, cumplan con una serie de formalidades esenciales, necesarias para oír la defensa de los afectados, es decir, que la garantía de audiencia consiste en que todo procedimiento o juicio ha de estar supeditado a que en su desarrollo se observen, ineludiblemente, distintas etapas que configuran la garantía formal de audiencia en favor de los gobernados, a saber, que el afectado tenga conocimiento de la iniciación del procedimiento, así como de la cuestión que habrá de ser objeto de debate y de las consecuencias que se producirán con el resultado de dicho trámite, que se le otorgue la posibilidad de presentar sus defensas a través de la organización de un sistema de comprobación tal, que quien sostenga una cosa la demuestre, y quien estime lo contrario cuente a su vez con el derecho de demostrar sus afirmaciones; que cuando se agote dicha etapa probatoria se dé oportunidad de formular las alegaciones correspondientes y, finalmente, que el procedimiento iniciado concluya con una resolución que decida sobre las cuestiones debatidas, fijando con claridad el tiempo y forma de ser cumplidas. En consecuencia, la opinión del menor de edad que debe escuchar el juzgador para resolver su situación jurídica dentro de un juicio de guarda y custodia, no se traduce en garantía de audiencia, dado que el infante no reviste el carácter de parte procesal y que, por ello, tenga que ser oído y vencido en juicio, sino que únicamente se le escucha para saber su sentir respecto a la controversia; por tanto, tampoco es necesaria la intervención de un representante especial o tutor interino para que el menor sea debidamente representado y oído en juicio, en virtud de que conforme a los artículos 940 y 941 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal el Juez de lo Familiar, de manera oficiosa, debe velar por el interés del menor a efecto de que no sean transgredidos sus derechos.
** Séptimo. Estudio del agravio vertido por el abogado patrono de Roberto José Díaz García.
Señala el inconforme que la jueza al momento de emitir el
régimen de convivencia, omitió tomar en consideración que con ello, se afecta a los niños al impedirles convivir con su padre durante los fines de semana en los que cuentan con un mayor tiempo para dedicarlo a las actividades de esparcimiento y recreación.
Pues si bien reconoció que al haberse decretado a favor de
su representado la guarda y custodia de los menores implica que haya una convivencia con ellos, asegura que a causa de las actividades y tareas escolares, así como del horario laboral del padre custodio, dicha convivencia tiende a ser limitada en lo que se refiere a las actividades de esparcimiento y recreación sin la presión o preocupación de que los niños deban preparase para iniciar su jornada escolar al día siguiente.
De modo que desde su percepción, la jueza debió tomar en
cuenta dichas circunstancias para buscar un equilibrio a fin de garantizar que los niños tengan una convivencia efectiva con ambos padres, tal y como lo dispone el numeral 244, fracción I, de la Ley Para la Familia del Estado. Agregando que en aquel ordinal se hace una distinción entre la convivencia que tiene el padre custodio y sus hijos con motivo de dicha custodia y por otro lado, la convivencia que se comparte por cada uno de los padres y sus hijos para las actividades de esparcimiento y recreación.
De igual forma, dijo que la guarda y custodia en gran
medida se traduce en ejercer un deber de cuidado, asistencia y vigilancia sobre los hijos con la correspondiente convivencia por la interacción natural que se da por efecto de dicha custodia, pero en el caso, los menores de lunes a viernes se ocupan en asistir al colegio para recibir su educación preescolar y posteriormente dedicarse a cumplir con sus tareas, así como actividades extracurriculares, por lo que entre semana es poco el tiempo para realizar otro tipo de actividades con su padre. Estimando que el régimen de convivencia entre los niños y su madre debería de llevarse a cabo en una forma distinta a la determinada por la juez de origen, donde también se le permitiera convivir al padre con los niños durante el fin de semana.