Todo Lo Que El Hombre

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Todo lo que el hombre sembrare...

Hoy comenzaremos el compartir con una historia muy interesante y de gran sabiduría:

EL ALMACÉN DE DIOS
Una mujer soñó que estaba en una tienda recién inaugurada y para su sorpresa, descubrió que Dios se encontraba tras el
mostrador.

- ¿Qué vendes aquí?, le preguntó.

- Todo lo que tu corazón desee, respondió Dios.

Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear.

- Deseo Paz de Espíritu, Amor, Felicidad, Sabiduría y ausencia de todo temor....

Tras un instante de vacilación, añadió:

- No sólo para mí, sino para todo el mundo......

Dios se sonrió y le dijo:


- Creo que no me has comprendido...
Aquí no vendemos frutos... únicamente vendemos semillas…

Para sembrar una planta hay necesidad de romper primero la capa endurecida de tierra y abrir los surcos; luego, desme-
nuzar y aflojar los trozos que aún permanecen apelmazados, para que la semilla pueda penetrar, regando abundantemen-
te para conservar el suelo húmedo y entonces......

¡Esperar con paciencia hasta que germinen y crezcan!

En la misma forma en que procedemos con la naturaleza hay que trabajar con el corazón humano.
Podríamos preguntarnos:
- ¿Cuál es esa capa endurecida que no deja colocar la semilla?
- ¿Hice surcos, le abrí un lugar en mi corazón a esa semilla?
- ¿Regué el corazón?
- O mejor dicho, ¿Con que regué mi corazón mientras esperaba los resultados?

Son semillas que hay que cuidar con dedicación y esmero y regarlas con sudor, lágrimas y a veces hasta con sangre,
como regó Jesucristo nuestra redención

Es un trabajo de Fe y Esperanza, de perseverante esfuerzo, mientras los frágiles retoños, se van transformando en plan-
tas firmes capaces de dar los frutos anhelados...

Hay que saber sembrar para cosechar...


Génesis 8:22
Mientras la tierra permanezca, no cesarán la cementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la
noche.

Como podemos ver, sembrar y Cosechar es una ley natural que Dios estableció para el hombre mientras exista la tierra.
Esta ley es inevitable, así como lo es la ley de la Gravedad y el hombre nada puede hacer contra ella.

Bien haría el hombre en comprender como funciona esta ley de Dios para aprender de ella y ponerla a funcionar para
nuestro propio beneficio.

Marcos 4:26-29
Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de no-
che y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego
espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha
llegado.

Veamos otro versículo en


Hechos 20:35
En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús,
que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
El dar para el cristiano, en el contexto bíblico, implica reproducir el carácter de Cristo.

Damos según el fruto que producimos, y producimos de lo que somos. Un manzano produce manzanas y no naranjas u
otra fruta. No puede producir un fruto diferente a su naturaleza. Jesús dijo que “por el fruto se conoce el árbol”.
Dado que nuestra vida es ilustrada en forma figurativa como un árbol, como cristianos necesitamos responder la pre-
gunta: ¿Qué clase de fruto hay en mi árbol? No podemos dar lo que no tenemos.

La pregunta obligatoria es:


¿Cómo es nuestro carácter… cristocéntrico o egocéntrico?

De la respuesta que demos dependerá la naturaleza de nuestro dar. Si nuestro carácter es cristocéntrico, nuestro dar esta-
rá pleno de una actitud de amor, liberalidad, generosidad, sensibilidad y empatía por las necesidades del otro; mentali-
dad de abundancia. Por el contrario, si es egocéntrico, estará lleno de egoísmo, interés y mezquindad; mentalidad de es-
cases.

La Biblia nos exhorta, con prioridad, a cultivar una actitud liberal en cuanto al dar, más que una actitud de recibir. Aho-
ra, esta actitud no emerge en forma automática; necesita ser trabajada, y aun forzada para que crezca y se desarrolle,
hasta que se haga natural; un hábito; una manera característica de relacionarnos y de orientarnos en nuestra interacción
con otros. “Jesús no dijo que sería más natural o fácil dar que recibir, sino que sería más bienaventurado”.

Recibir puede resultar más natural que dar. La vida está direccionada, por lo menos en todo el proceso de su crecimien-
to, por un continuo recibir. El bebé reclama con su llanto la comida y el afecto y atención de su madre. El esposo y la
esposa esperan mutuamente por los elogios y las caricias hacia el otro. Todos esperamos recibir. Todos anhelamos ser
reconocidos. Todos queremos ser estimados. Hay en cada pecho un corazón hambriento por recibir afecto y reconoci-
miento; y eso, en principio, no es cuestionable…
Pero la vida cristiana es fundamentalmente dar.

Proverbios 19:17
A Jehová presta el que da al pobre,
Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.

Proverbios 28:27
El que da al pobre no tendrá pobreza;
Más el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.

Aquí Dios nos marca la importancia de dar, de ayudar a quienes lo necesitan, Dios bendice al dador.

Mateo 10:42
Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo
que no perderá su recompensa.

Oseas 8:7
Porque sembraron viento, y torbellino segarán; no tendrán mies, ni su espiga hará harina; y si la hiciere, extraños la co-
merán

Aqui podemos ver claramente que Dios nos invita a ser dadores, a ayudar, a ser de bendición y nos muestra, también,
que según lo que sembremos, según lo que hagamos, vamos a tener determinado resultado: bendición o maldición. No
hay tres tipos de cosecha, solo dos.

Vamos a ver algunas características de la siembra para poder ver esta perfecta ley de dios:

Características de la siembra:

1- No puede haber cosecha sin semilla.

A su vez siempre hay semilla, cuando no hay una semilla de bendición, sin darnos cuenta estamos cosechando una se-
milla que no es bendición. Pero no olvidemos que en nuestro corazón siempre hay algo.

2- La calidad de la siembra depende de la calidad de la semilla.


Proverbios 22:8
El que sembrare iniquidad, iniquidad segará,
Y la vara de su insolencia se quebrará.

Santiago 3:18
Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz...

La mejor semilla debe ser para la siembra, porque eso será lo que luego recibamos.

3- La tierra tiene que ser preparada y cuidada.

Lucas 6:44
Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas.

¿Cuáles son nuestros frutos?.. Allí nos daremos cuenta que es lo que hay sembrado en nuestro corazón.
¿Preparamos el corazón para recibir la semilla? ¿Cómo está la tierra que recibe la semilla?

Veamos la parábola del sembrador para conocer los tipos de tierra donde una semilla puede ser plantada y los resulta-
dos.

Lucas 8:4 al 15
Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola:
El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves
del cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre
espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron.
Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que
tiene oídos para oír, oiga.
Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola? Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los
misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.
Esta es, pues, la parábola:
La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su cora-
zón la palabra, para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con
gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. La que cayó entre es-
pinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no
llevan fruto. Más la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y
dan fruto con perseverancia.

4- Los nutrientes:

¿Con que regaremos la semilla?


Vemos tres nutrientes indispensables para una siembra de bendición.

 La Palabra de Dios:

2 Timoteo 3:14 al 17
Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sa-
bido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la
Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

 La oración:

Santiago 5:16 al 18
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo pue-
de mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no
llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.

LA COSECHA ES DE ACUERDO A LO QUE UNO SIEMBRA

Gálatas 6: 7 al 10
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que
siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eter-
na. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos
oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

Job 4:8
Como yo he visto, los que aran iniquidad
Y siembran injuria, la siegan.

Cosecha va a ser un resultado inexorable de la siembra, sea esta buena o mala, es cuestión de tiempo tal como lo dice el
verso 9 de Gálatas 6 "a su debido tiempo".

Los versículos anteriores nos hablan claramente de ACTITUDES, de hacer el bien, de compartir lo que tenemos y ser
generosos con nuestro prójimo, sabiendo que hay una promesa de parte de Dios para aquel que siembra y si lo hace
abundantemente también abundantemente cosechará.

Hay una frase para pensar, que dice:


“¿No doy porque no tengo, o no tengo porque no doy?”

En la medida que procuramos el bienestar de otros, nos hacemos la vida agradable a nosotros mismos. Cuando le damos
a otros, somos satisfechos en nuestra necesidad de dar. Se ha dicho que no hay mejor manera de gozar de los bienes que
dándolos.

Somos exhortados por la Palabra de Dios a imitar a Cristo en su actitud de dar.


La expresión, “más bienaventurado es dar que recibir”, fue dicha por el hombre más dador que este mundo ha conocido,
Jesús, quien encarnó con su ejemplo el más grande ejemplo de una vida invertida en otros.

La vida y ministerio de Jesús fue un constante dar, servir y ayudar a la gente. Y en boca de Jesús, no sólo fue una frase
piadosa, una predica retórica, sino una vocación y misión de vida. Cuando Él dijo eso, iba camino a la cruz donde daría
su vida por toda la humanidad.

2 Corintios 9:10-11
Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los fru-
tos de vuestra justicia,
Para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a
Dios.

Ahora, conociendo esta ley de Dios inevitable de siembra y cosecha, podríamos preguntarnos: ¿Cuál es mi campo de
siembra? ¿Dónde puedo sembrar? ¿cómo sembraré?

Gálatas 6:10
Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

La palabra de Dios nos invita a sembrar bendición a todos, a estar presente para el hermano, a brindar amor, afecto, a
extender misericordia, y no dice a uno o a quien vos quieras, Dios nos dice: A TODOS y principalmente a los de la fa-
milia de la fe.

Veamos un versículo, donde Jesucristo nos incita a hacer el bien hasta a nuestros enemigos.
Mateo 5:43 al 47:
Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad
por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol
sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa
tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de
más? ¿No hacen también así los gentiles?

Y ahora que sabemos que nuestro fruto será el resultado de nuestra cosecha
Y si vemos que estos frutos no son de bendición, que no son la voluntad de Dios para mi vida, ¿Cómo hago para cam-
biar esa cosecha?... ¡Cambiando la siembra!

Dando quizás aquello que creíamos no tener, aquello que esperamos recibir.
El pensamiento del mundo dice: Yo no tengo, por lo tanto no doy; y Dios en su palabra dice lo siguiente.

Proverbios 11:24 y 25
Hay quienes reparten, y les es añadido más;
Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.
El alma generosa será prosperada;
Y el que saciare, él también será saciado.

No olvidemos que cada cosecha es un milagro de Dios.

Marcos 4:26 al 29
Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de no-
che y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego
espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha
llegado.

Para finalizar veamos estos versícuos en Oseas


Oseas 10:12 y 13
Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced para vosotros barbecho; porque es el
tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia.
Habéis arado impiedad, y segasteis iniquidad; comeréis fruto de mentira, porque confiaste en tu camino y en la multitud
de tus valientes.

Barbecho significa Preparación del terreno ("corazón")

Tu siembra determina tu cosecha, si es escasa tu cosecha será escasa, si es abundante será abundante. Una corazón co-
rrecto provocara que Dios te de una cosecha abundante, la queja hace que tu semilla muera y no de fruto, cuida tu semi-
lla porque es preciosa de ella dependen tus cosechas.

Tarde o temprano uno cosechará lo que siembre, sea bueno o malo, pues es imposible escapar de este principio eterno.
Tomemos el tiempo necesario para sembrar las semillas que recomienda el Señor en su Palabra y no dudemos que le-
vantaremos una cosecha de recompensas eternas con las que Él mismo premiará nuestra fidelidad.

Gálatas 6:7-9
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que
siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eter-
na. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.

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