Dar Una Buena Clase 1
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LA EXPRESIÓN CORPORAL
Con la expresión corporal se transmite cualquier estado de ánimo, por ello es importante la
postura que se adopta, y los movimientos y gestos que se hacen mientras se comunica.
Durante una presentación hay que evitar dar pasos cortos, ya que éstos transmiten nerviosismo, así
como evitar exagerar movimientos; la clave está en el punto intermedio, ni excesivo movimiento ni
totalmente rígido.
Pasear lentamente por el escenario permite un mayor acercamiento con el público y que éste esté
más atento al mensaje que se da, así que hay que evitar los movimientos descontrolados que no
obedecen a ninguna expresión corporal clara, porque transmiten nerviosismo y hará que el público
se distraiga.
Las manos es otro factor importante a tener en cuenta. Es clave en la expresión corporal. Sólo con
las manos una persona es capaz de comunicarse. El uso correcto de las manos puede llegar a
reforzar el mensaje que se quiere transmitir.
Hay que evitar tener las manos ocupadas, por ejemplo, sosteniendo un lápiz, un micrófono, etc. a
menos que sea necesario. Pero siempre intentando dejar las manos libres.
Las posturas que hay que evitar son: meter las manos en los bolsillos, ya que transmite indiferencia
y no ayuda a reforzar el mensaje que se quiere transmitir; y cruzarse de brazos, ya que refleja una
actitud defensiva y de separación.
Hay que estar siempre de pie y erguido, no sentado tras una mesa, porque esto también transmite
separación y recelo. Hay que trasmitir seguridad y energía.
LA VESTIMENTA
La vestimenta es otro factor importante que hay que tener en cuenta. No solo basta con hablar
correctamente y dominar las técnicas de comunicación, la forma de vestir es un factor crítico que
hay que considerar, ya que la primera impresión dice mucho de una persona.
La vestimenta que se elija para el discurso debe estar acorde con el tema del mismo, con la
audiencia, con el lugar, etc. Debe ser discreta y nada extravagante, para que el público no esté más
atento a la vestimenta que al mensaje y evitar distracciones.
Si se va a hacer una presentación formal, para el hombre lo más recomendable es un traje formal, si
es oscuro mejor, y acompañado de una corbata. Para una mujer, un vestido de color oscuro
acompañado de algún accesorio es lo más adecuado. Hay que vestir lo mejor posible
En cambio, si la presentación es más informal se puede vestir con un estilo más casual, pero
siempre correctamente y en función del público y del lugar.
En cualquier caso, es recomendable no utilizar colores demasiado vivos y vestir de forma sencilla
pero elegante.
LA EXPRESIÓN FACIAL
El lenguaje facial transmite emociones y estados de ánimo al igual que la expresión corporal.
Las partes clave de la cara a la hora de transmitir son: las cejas, los ojos y la boca.
Las cejas dan mucho juego, puede transmitir sorpresa, desconfianza, incertidumbre, etc.
Los ojos son muy comunicativos, pueden transmitir distintas emociones según la forma de mirar. A
veces es difícil mantener el contacto visual con el público durante el discurso, así que es algo que
hay que trabajarlo y mejorarlo para no transmitir inseguridad o timidez, y conseguir influir más en
el público.
Con la boca sonreímos, y con ello transmitimos simpatía, naturalidad y hará que la charla sea más
amena y entretenida.
La cara siempre tiene que estar a la vista de todos, evitar taparnos con las manos, con el pelo, etc. Si
hay algún obstáculo en la sala como por ejemplo, columnas, hay que procurar movernos para que
todo el público pueda vernos la cara.
La expresión facial tiene que ir acompañada del discurso y hay que tratar de mostrar gestos de
cordialidad y nunca reflejar tristeza.
Al igual que con la expresión corporal, no conviene exagerar la expresión facial, porque puede
resultar poco natural, y tampoco hay que mantener un rostro inexpresivo, porque no ayuda nada a
transmitir el mensaje y puede resultar aburrido para el público.
LA PREPARACIÓN DE LA PRESENTACIÓN
La preparación de la presentación es muy importante para conseguir un discurso con éxito. Hay que
preparar bien tanto el contenido del discurso como la forma en que se va a exponer.
Para exponer sobre un tema, tenemos que informarnos bien previamente sobre éste, de manera que
esté totalmente dominado. Pero a la hora de recabar información hay que estar seguro de que las
fuentes son fiables, hay que contrastar la información desde distintas fuentes.
Algo que le dará más valor al discurso serán nuestras propias conclusiones. No basta con repetir lo
que hemos leído, sino aportar y transmitir nuestras propias ideas tras reflexionar sobre el tema, con
ésto se logra mayor notoriedad y originalidad, además de conseguir mayor seguridad en uno mismo
y motivación.
Durante la preparación es recomendable escribir algunas notas de los puntos clave del discurso,
pero sin caer en el error de memorizar, ya que hay que realizar la presentación de forma espontánea
para ganar credibilidad.
El ensayo de la presentación se puede hacer ante el espejo o grabándote en vídeo para ver tus
propios fallos, o incluso delante de un grupo de amigos para que ellos hagan valoraciones y críticas.
Esta parte es fundamental, ya que a veces no somos conscientes de nuestros propios errores.
LAS DIAPOSITIVAS
Ante todo, las diapositivas tienen que ser claras y sencillas. El diseño de las mismas se debe hacer
de forma que el mensaje que se quiere dar esté apoyado por éstas, para ello tiene que ser atractivo
pero sin distraer al público con demasiados colores o imágenes. Tiene que existir un equilibrio.
El contenido de las diapositivas debe ser coherente y homogéneo, las frases deben ser claras y de
fácil lectura, con un estilo sencillo e imágenes.
Las frases deben reforzar lo que estamos diciendo durante el discurso, para ello tienen que estar
siempre bien estructuradas, y si somos ingeniosos mejor.
Un aspecto importante a tener en cuenta son los colores usados en las diapositivas. Hay que evitar
ciertos colores, por ejemplo, el rojo, porque es un color saturado que se ve muy mal al proyectarse.
Y nunca hay que emplear más de tres colores en los textos, pues se perdería cierto equilibrio.
Nunca hay que leer las diapositivas, sino adornar las frases con información adicional que aporte
valor. Si se van a presentar datos numéricos no es conveniente leerlos, simplemente decir a la
audiencia que pueden ver los datos en la pantalla; como mucho leer el dato más relevante para
resaltarlo.
No hay que sobrepasar el número de diapositivas, pero tampoco quedarse corto. Lo recomendable
es una diapositiva por minuto, aproximadamente.
El uso de fotos e imágenes es muy importante porque hay que tener en cuenta que las personas
retenemos mejor una imagen que los números y las letras. Así que escoger buenas fotos para
completar los mensajes añadirá mucho valor al discurso.
Otra opción para la diapositiva es añadir un vídeo que aporte ejemplos o testimonios, que además
de enriquecer el discurso da un respiro tanto al público como al ponente.
EL TIEMPO
Pasarse del tiempo previsto solo puede indicar cosas negativas: que no se haya preparado bien la
exposición, que se tenga falta de experiencia o bien que se tenga poca consideración hacia la
audiencia. Así que hay que cumplir los tiempos.
Un consejo para no pasarse de límite de tiempo es, por ejemplo, si se va a dar un discurso de 30
minutos, prepararlo para 20 minutos, de manera que en ese tiempo restante se tiene para desarrollar
algún punto en concreto y responder preguntas.
Por otro lado, es importante la cuestión del número de diapositivas. Es recomendable que en un
minuto no se pase más de una diapositiva, así que como máximo una diapositiva por minuto es lo
adecuado
Siempre hay que tener un reloj a la vista para controlar el tiempo, así se pueden plantear las
conclusiones sin prisas.
Si vemos que tenemos poco tiempo para realizar la presentación hay que huir de frases como “seré
breve” o “no les quiero aburrir” porque conseguirá que contagiemos al público y acaben
aburriéndose. Tampoco se debe hablar más rápidamente para que dé tiempo a contarlo todo, porque
así el público quedará saturado de tanta información en tan poco tiempo, se pondrá nervioso y no
nos entenderá bien.
Si hay menos tiempo del previsto lo que hay que hacer es intentar resumir hablando sólo de lo
realmente importante, evitar datos innecesarios y no explicar aquello que sea evidente.
Es mejor que al acabar la presentación al público le haya parecido corta en lugar de larga, eso
querrá decir que no se han aburrido y habremos creado expectativas.
LA EMPATÍA
Tener empatía implica ponernos en el lugar del público e identificarnos con ellos. Si se tiene
empatía será más fácil la comunicación.
Referirnos al público y al ponente junto como “nosotros”, esto hace que haya mayor
complicidad.
Acercarnos al público, acortar las distancias y pasear al lado de ellos mientras se expone hará
que se cree un ambiente de confianza.
Hay que adaptar el estilo de comunicación al tipo de público que tengamos delante. Por ejemplo, si
estamos en foros grandes frente a gente que no conocemos de diferentes edades debemos de
tratarlas de usted. Tutearemos al público sólo cuando se trate de pequeños foros de personas
conocidas, y en caso de duda, los llamaremos siempre de usted.
Hablar de forma coloquial genera confianza y que la audiencia se sienta cómoda, pero no hay que
utilizarlo de forma excesiva, siempre hay que buscar un equilibrio.
Si tenemos delante a un público joven también hay que aplicar este equilibrio, no se les puede tratar
como si no supiesen nada porque así reaccionarán con una actitud de rechazo hacia el ponente. Pero
tampoco conviene tratarlos como amigos, hay que tratarlos de forma coherente y natural.
DESPERTAR INTERÉS
¿Cómo despertar interés en el público? ¿Cómo hacer que la audiencia se interese y quiera
saber sobre lo que estamos hablando?
Una buena forma de empezar la charla es, por ejemplo, con anuncios, con la noticia del día o
con cosas que al público le guste, como las nuevas aplicaciones de un producto.
A la hora de contar algo a la gente le da más curiosidad el hecho de que se hable de alguien que de
algo. La gente se interesa por lo que le pasa a los demás. Así que una buena forma de hacer el
discurso es hablar del tema utilizando un personaje ficticio al que le pasan cosas bastante curiosas
con actividades relacionadas con el tema del discurso, pero sin mencionarlo más de dos o tres veces
para que despierte el interés del público
Si el ponente conoce a miembros del público será mejor, porque ahí existe otra oportunidad de
despertar el interés. La gente está más atenta cuando mencionan su propio nombre, así que una
buena forma es hablar directamente con las personas que conozca del público para que aporten
comentarios.
Otra técnica para despertar el interés es ser muy ilustrativos y descriptivos. El hecho de contar algo
de forma detallada y gráfica hará que el público construya la imagen en su mente y sin darse cuenta
lo estarán visualizando; siendo por tanto, otra forma de que el público esté atento e interesado en el
discurso.
CONVENCER
Convencer es algo que, en general, resulta difícil. La forma más habitual de convencer a alguien de
algo es dando argumentos, pero para que verdaderamente sea eficaz los argumentos deben ser
sólidos, sostenibles, importantes e influyentes.
Hay que asegurarse de que los argumentos no se vuelvan en nuestra contra por ser erróneos, hay
que contrastar bien la información y los datos que se den. No deben transmitirse en forma de
ataque, prepotencia o fraude. Hay que ser sincero y honesto ante todo.
Si se van a dar varios argumentos, hay que dejar el argumento que tenga más peso para el final,
porque será el que el público retenga en su mente más fácilmente. El argumento que tenga la
segunda razón de peso es recomendable darlo en primer lugar.
Lo que el ponente ofrece al público debe contener un mensaje que realmente tenga un valor para la
audiencia, que les aporte algún beneficio. ¿Y cómo presentarlo? Lo más eficaz es el método AIDA:
Otra forma de convencer es aportar el testimonio de alguien de renombre, que sea conocido, de
alguien con quien el público se sienta identificado. Esto hará que sea más creíble.
Por último no hay que olvidar que una forma muy eficaz de convencer es repetir insistentemente las
ideas, aunque sea utilizando distintas palabras o distintas frases, pero decir lo mismo una y otra vez
para que quede retenido en la mente del público. Aquello que se repite más de tres veces es lo que
la mente del ser humano retiene con mayor facilidad.
En primer lugar hay que analizar las preguntas, porque se pueden clasificar en dos grupos, las que
son simplemente informativas, y las que son críticas o incluyen solicitudes para solucionar un
problema.
Para responder las preguntas que son simplemente informativas es aconsejable ser muy breve y
ceñirse únicamente a lo que se ha preguntado, sin alargarse.
Por otro lado, para responder las preguntas del tipo crítica, hay que decir que puede llegar a ser
bastante difícil. Lo primero que hay que hacer es prestar la máxima atención, tener empatía,
entender bien lo que están preguntando poniéndonos en el lugar de quien hace la pregunta para
llegar a comprender su punto de vista, respetando siempre sus ideas, y analizar las opiniones, para
así, finalmente, poder responder de forma eficaz, tratando de ser sincero y cordial.
No hay que olvidar que, a veces, el ponente se puede encontrar con gente del público que le haga
preguntas malintencionadas o engañosas. Para que el mensaje no quede en entredicho y no dañe la
imagen del ponente hay varias formas de responder, en función de si las preguntas son sinceras o
no.
Si la persona que realiza una queja resalta por su mala educación, hay que ser prudente, estar sereno
y contestar con argumentos serios; pero siempre manteniendo la calma y siendo educado.
PRACTICAR Y MEJORAR
Una vez que hemos acabado una presentación no ha finalizado todo el trabajo. Este es un proceso
cíclico donde cada vez que se hace una presentación se consiguen mejores resultados y se va
mejorando. Este proceso cíclico consiste en varias etapas:
Con toda la información recopilada sabremos qué tenemos que mejorar y qué debemos mantener.
Explorar las alternativas: estudiar varias opciones para resolver los puntos problemáticos
que hemos identificado para, así, mejorar la presentación en futuras situaciones.
Ensayo.