Los Subsistemas Terrestres
Los Subsistemas Terrestres
Los Subsistemas Terrestres
Un sistema puede definirse como un conjunto de elementos o partes unidas por alguna forma de
relación o interdependencia regular. Un sistema es una estructura mayor que la suma de sus partes
ya que del resultado de la unión surgen propiedades llamadas emergentes que no están presentes en
los componentes separados. Nuestro planeta Tierra puede ser considerado como un gran sistema en
donde encontramos subsistemas como las capas terrestres. En este trabajo práctico nos proponemos
conocer sus nombres y las interacciones que se producen entre ellas.
El término sistema se utiliza con frecuencia de manera ambigua o se aplica a objetos muy diferentes.
Hablamos a menudo de sistemas políticos, económicos, tecnológicos, anatómicos, entre muchos otros. Sin
embargo, debemos analizar el significado del término, para saber si es conveniente considerar al planeta como
un verdadero sistema.
Un sistema es un conjunto de elementos o componentes que interactúan entre sí, lo cual significa que
ejercen influencias unos sobre los otros como si fueran subsistemas integrantes de uno mayor. Además, tienen
la particularidad de que dichos componentes están interconectados de tal forma que los cambios que se
producen en alguno de ellos tendrán repercusiones en los otros.
En los sistemas que tienen cierta complejidad, podemos describir su composición (la enumeración y
descripción de sus componentes) su estructura (la forma en que estos componentes se articulan e interactúan
entre sí) y su dinámica (las transformaciones energéticas y los tipos de trabajo que realiza el sistema cuando
está en funcionamiento). La gran mayoría de los sistemas intercambian con su entorno materia y energía.
Partiendo de esta aproximación al significado de sistema, comencemos nuestro análisis determinando
la composición de la Tierra.
Nuestro planeta está compuesto de materia, la misma que forma el Universo. Esta materia puede
estar en los diferentes estados de agregación, es decir, sólida, líquida o gaseosa. Ahora bien, esta materia
parece tener formas características de presentarse; el aire, el agua, los minerales y las rocas, son los materiales
que conforman el planeta. Esto lo diferencia de otros astros, por ejemplo, la Luna no posee aire, aunque posee
rocas, minerales y se presume que pueda haber agua congelada en algunos cráteres de su cara oculta. Los
planetas rocosos poseen rocas, minerales y una atmósfera enrarecida, pero hasta ahora no se ha encontrado
presencia de agua en ellos, salvo en Marte que posee vestigios de canales que pudieron haber estado
ocupados por agua. Los planetas gaseosos y fríos, como su nombre lo indica, parecen estar formados sólo de
grandes concentraciones de gases y compuestos congelados. Los materiales terrestres son el aire, el agua
(sólida, líquida y gaseosa) los minerales y las rocas, que suelen estar sólidos en la superficie mientras que en
el interior de la Tierra se hallan fundidos formando el magma. De modo que la existencia de estos materiales
es una característica de nuestro planeta. ¿Habrá en el Universo planetas con materiales semejantes?
Adicionalmente, los materiales terrestres no están dispuestos de cualquier manera, por el contrario,
ocupan ciertas posiciones que son también peculiares. Si nos movemos desde el exterior de la Tierra hacia su
interior, el aire ocupa la parte más externa formando una envoltura gaseosa, el agua se ubica cubriendo buena
parte de la superficie rocosa y, por último, las rocas y los minerales, bien en estado sólido o fundidos a muy
alta temperatura, forman parte del interior del planeta. Esta disposición está dada por la densidad de los
materiales. Los más densos se encuentran en el interior de la Tierra y los menos densos en capas sucesivas. A
estas capas las llamaremos geósferas, porque se asemejan a esferas que parecen disponerse en forma
concéntrica en el planeta. En la figura 3.2 se muestra la disposición de estas geósferas a nivel superficial.
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Observa a la hidrosfera constituida por el agua, la atmósfera constituida por el aire y la litosfera por rocas y
minerales. Además puedes ver que se ha colocado otra geósfera, la biosfera que viene a ser la esfera
constituida por la vida, generada justamente por el contacto e interacción entre geósferas. La vida como la
conocemos en la Tierra necesita el aporte de cada geósfera para su desarrollo y perpetuación.
Pero además de estas geósferas hay otras que no son accesibles directamente para nosotros, pero
han sido detectadas por métodos directos como perforaciones, que tienen un alcance limitado; y métodos
indirectos, como el análisis de las ondas sísmicas, el estudio de las erupciones volcánicas, estudios
gravimétricos, simulaciones y otros modelos terrestres. Con base en estos estudios, se ha determinado que el
interior de la Tierra está formado por una serie de capas diferenciadas desde el punto de vista geoquímico,
que son: la corteza, el manto superior e inferior, el núcleo externo y el núcleo interno. Desde el punto de vista
mecánico las capas que se distinguen son: la litosfera, la Astenósfera, la mesosfera y el núcleo. En la figura 3.3
se ilustra la estructura interna del planeta.
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Como puedes apreciar en la imagen, estas capas se disponen también en forma concéntrica y se
diferencian unas de otras por su composición, densidad, temperaturas y presiones, en relación directa con la
profundidad. Mientras la profundidad aumenta también lo hacen estas variables físicas. Más adelante, en la
lectura sobre la dinámica terrestre, conocerás que adicionalmente estas capas poseen comportamientos
geofísicos y mecánicos.
Sobre las características de cada geósfera volveremos a hablar más adelante. También veremos que
se han definido otras geósferas, además de las ya mencionadas: la pedósfera que es la geósfera integrada por
la capa de suelos; la criósfera integrada por las aguas congeladas en glaciares, nieves y permafrost, e incluso
una integrada por lo construido por la humanidad que se llama la tecnosfera (también recibe los nombres de
antropósfera o sociósfera) por representar el hábitat de la especie humana. Pero en este punto, lo que nos
interesa es analizar si a partir de esta estructura en geósferas podemos afirmar que se trata de componentes
como lo señala la definición de sistema que estamos analizando.
Desde esta visión sistémica, un componente es un elemento constitutivo de un todo, que lo hace ser
lo que es y, sin el cual, dejaría de serlo. Entonces preguntémonos, ¿dejaría de ser la Tierra lo que es, si faltara
alguna de sus geósferas? ¿Funcionaría de la misma manera sin atmósfera o sin hidrosfera? ¿Es la tecnosfera
un componente exclusivo de la Tierra? Al responder estas interrogantes o cualquier otra que te plantees,
seguramente comprenderás que la Tierra es este planeta tan especial precisamente por la forma como sus
elementos constitutivos están integrados, por las proporciones en los que se encuentran y por la manera como
están dispuestas sus geósferas. La Tierra es un todo integrado por componentes.
Ahora examinemos el segundo de los atributos de un sistema: la interacción e interdependencia de
sus componentes, al punto que pueden considerarse como subsistemas del sistema mayor. Veamos si los
componentes previamente definidos son capaces de interactuar e influenciarse. ¿Se te ocurre algún ejemplo?
Pensemos por un momento en el ejemplo con el que iniciamos esta lectura, el terremoto de Japón de
2011. Un sismo o terremoto es una serie de sacudidas o movimientos bruscos de la litosfera como
consecuencia de la liberación de la energía interna de la Tierra. Pero a partir de la producción del sismo, la
hidrosfera representada por las aguas del océano Pacífico recibió la energía liberada provocando el posterior
tsunami con un enorme poder destructivo. En este ejemplo la litosfera influencia a la hidrosfera (ver figura
3.4). Pero todavía más, sabemos que un sismo como éste de gran magnitud puede ocasionar graves
perturbaciones en la biosfera y en particular en la tecnosfera, esa capa producida por la mano humana:
ciudades enteras, edificaciones, servicios, puentes y carreteras, en fin se produce un colapso frente al cual son
necesarias acciones de restauración para la recuperación posterior al evento adverso.
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Pudiéramos pensar en otros ejemplos de fenómenos violentos, pero antes pensemos en un fenómeno
menos notorio. La hidrosfera y la atmósfera se mueven, con tanta frecuencia que estamos habituados a esos
movimientos. Incluso, puede resultarnos hasta extraño ver el mar sin olas o a la atmósfera sin vientos y brisa.
¿Pero cuáles son las causas de estos movimientos? ¿Será una única causa? ¿Cómo afectarán estos fenómenos
tan recurrentes a otras geósferas?
Observemos en la figura 3.5 una escala Beaufort usada frecuentemente por los navegantes, para
determinar en forma cualitativa la velocidad del viento.
La escala Beaufort que mostramos es una adaptación en la que se ilustran los efectos del viento sobre
las plantas y las construcciones. La de uso habitual describe además la altura probable del oleaje y sus efectos
sobre la visibilidad. Este ejemplo nos podría servir como argumento para sustentar la idea de interacción o
influencia mutua entre geósferas. En los primeros cinco grados de la escala se describen vientos que pasan
desapercibidos. Sin embargo, vistos de esta manera, es indudable la interacción silenciosa que allí ocurre y la
capacidad de cada geósfera para comportarse como un subsistema integrante del sistema mayor, al generar
respuestas ante las perturbaciones. Veamos en la tabla 3.1 algunos casos donde los fenómenos son una
expresión de la interdependencia de los componentes o subsistemas del planeta.i
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Fuente: Desireé Yaguare y otros (2014). La Tierra: Nuestro Dinámico Hogar. Ciencias de la Tierra. Colección Bicentenario.
5to Año. Libro para aproximar a los estudiantes a la pertinencia social de las Ciencias de la Tierra.