Diablos Danzantes de Yare
Diablos Danzantes de Yare
Diablos Danzantes de Yare
y Cultura (2013); en orden de importancia son: los Diablos de Yare, como los más
famosos, danzan en San Francisco de Yare, estado Miranda, se identifican por
vestirse totalmente de rojo y cargarse de reliquias religiosas que los protegen del
maligno, entre ellas cruces de palma bendita y un collar colgado del cuello. La
estructura jerárquica de la cofradía se define por el tamaño de las máscaras y el
número de cachos que la misma posee. La única mujer de la cofradía (sayona), utiliza
una máscara con tres cachos, su función es dirigir a los nuevos participantes. El resto
de las mujeres no pertenecen a la Cofradía, solo pagan promesas vestidas de rojo y
sin máscaras.
¿Por qué a la mujer no se le permite tener el mismo rol dentro de los Diablos de
Yare?
En la antigüedad tanto las mujeres como los hombres tenían el mismo rol dentro del
baile de los diablos danzantes, tanto ellos como ellas bailaban y usaban las máscaras
para pagar su promesa y hacer su representación del bien venciendo sobre el mal.
No es sino hasta la fecha de 1687 cuando el obispo Diego Baños y Sotomayor
prohíbe las danzas de mulatas e indias por cuanto la presencia de negras, mulatas e
indias turbian e inquietan la devoción por considerarlas una provocación a instinto
sexual del hombre.
«El hombre y la mujer participando de igual manera dentro del baile de los diablos
danzantes sería como ver un baile de tambor porque el erotismo sería algo que va a
ser parte del inevitablemente y no es lo que se quiere representar.» Juan
Morgado. En vida el más antiguo artesano que elabora las máscaras de los diablos
de yare y también promesero.
Es por esto que cambian los estatutos para darle a la mujer un rol acorde a lo que la
iglesia católica considera debe tener dentro de la sociedad, actualmente ellas tienen
como tarea acompañar al hombre en el recorrido y velar por la organización del
evento.
Los Diablos Danzantes de Corpus Christi constituyen una de las tradiciones
centenarias más trascendentales de Venezuela, cuyo origen se remonta al siglo XVIII,
declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el 6 de diciembre de 2012,
por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(Unesco). Esta manifestación se vive en 11 poblaciones del país en las que el turista
que desee vivir esta tradición tendrá la oportunidad de disfrutar de una de las
festividades religiosas más importante de Venezuela. Cada una de las cofradías se
caracteriza por tener un estilo en particular, dependiendo de la región a la que
pertenezcan, en el que se destaca el uso de trajes coloridos e instrumentos de
percusión como las maracas y el tambor. Diablos Danzantes de Yare, en Miranda
Esta cofradía se caracteriza por vestirse completamente de rojo. Cuenta la leyenda
que la tradición inició en el año 1749, luego de una gran sequía que afectó el Valle de
Yare, donde fieles hicieron promesas al Santísimo Sacramento para que llegara la
lluvia al lugar; desde ese entonces los promeseros salen cada año sin interrupción. La
estructura jerárquica de la cofradía de Yare está definida por el tamaño de las
máscaras y el número de cachos que poseen. El primer capataz es el diablo más
antiguo y la máxima autoridad, y posee cuatro cachos en su máscara. El segundo
capataz tiene tres cachos en su máscara y organiza el desarrollo del baile. El
arreador usa máscara de tres cuernos y un mandador, este impone respeto y
disciplina. Los diablos son los demás integrantes, usan dos cuernos en las
máscaras y se les llama rasos. Quienes vayan a San Francisco de Yare, para vivir
esta experiencia religiosa, podrán tener la oportunidad de conocer la sede de la
Cofradía del Santísimo Sacramento de los Diablos Danzantes de Yare y la plaza que
lleva el mismo nombre. Adicionalmente, propios y visitantes podrán aprovechar la
ocasión para degustar los distintos productos típicos de la región, como conservas,
besos de coco y el tan refrescante papelón con limón, así como apreciar exposiciones
artesanales.
¿Cuando son los Diablos Danzantes de Yare?
Los diablos de Yare se celebran fielmente 8 jueves luego de semana santa de cada
año.
La Cofradía de Yare
Cada año, el día de Corpus Christi 9 jueves después del Jueves Santo los promeseros,
ataviados con trajes rojos, capas y máscaras de apariencia grotesca, adornados con
cruces, escapularios y rosarios se reúnen en la Casa de Los Diablos donde los
capataces imparten las instrucciones y se organizan en grupos que son precedidos por
el portaestandarte, el cajero, el primer capataz, el segundo capataz y la capataz.
Con el sonar del redoblante todos los Diablos Danzantes de Yare comienzan a sacudir
rítmicamente sus máscaras, danzando al son de la música en dirección hacia el altar
que está en las afueras del cementerio en honor a los fallecidos.
Bailan al ritmo de la caja, las maracas y los cencerros y sin darle la espalda al altar,
continúan su recorrido hacía la iglesia, danzan alrededor de la plaza y se sitúan en las
puertas del templo a esperar que la misa culmine.
Reverencias
En esta festividad folclórica se rinde devoción al Santísimo Sacramento del Altar. La
celebración comienza el miércoles al mediodía en la iglesia para ser bendecidos por el
padre y pedir permiso para danzar por las calles del pueblo hasta el final de la noche
donde se cantan fulías, se recitan décimas y se rezan rosarios y salves hasta el
amanecer. Al día siguiente -jueves de Corpus- los promeseros vestidos de diablos
comienzan el día rindiendo tributo a los ancestros y personas fallecidas en el
cementerio municipal, luego continúan a la iglesia para asistir a la misa, bailar hacia
atrás ante la procesión del Santísimo. Una vez que sea guardada la procesión
continúan la danza en las distintas calles del pueblo.
La Danza
Los diablos recorren las calles, con su indumentaria roja y máscaras, bailando al
ritmo que dicte el cajero constando de cuatro pasos los cuales son el corrío, el
escobillao, reposo y la bamba. El corrío y escobillao se bailan cuando están ante el
altar o en los recorridos mientras se esté tocando el tambor. El reposo cuando se
arrodillan en señal de respeto y rendición. La bamba es un toque más reverencial e
indica la bendición o renovación de la tierra con la señal de la cruz.
La mujer oye la misa como lo hacen los Diablos, además va a todos los sitios con
ellos, se encarga de darles agua, comida, cuidar a los niños y no bailan por las calles
con máscaras sino en una casa donde piden permiso al primer capataz con una
máscara prestada y bailan al frente del altar por una promesa. Todas las promeseras
visten faldas rojas y camisas blancas. En la cabeza llevan un pañuelo rojo. La Capataz
es la máxima autoridad en cuanto a las mujeres que viste totalmente de rojo y sin
máscara.
Los Diablos Danzantes de Yare es una tradición que inició en el año 1700, con la cual
los participantes rinden tributo al Santísimo Sacramento del Altar, que es la hostia
consagrada, cuerpo y sangre de Cristo. Esta manifestación declarada por la Unesco
como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el 06 de diciembre de 2012,
reúne las muestras de fe y tradición que han marcado buena parte de la evolución
histórica a lo largo de la vasta geografía venezolana.
Los Danzantes están representados por diablos y estos danzan por el pueblo al ritmo
de maracas, cajas, tambores o instrumentos de cuerda para espantar al maligno, hasta
rendirse sumisos ante el Santísimo. Herrera destaca que esta manifestación se
enmarca en esa “lucha entre el bien y el mal. Donde siempre va a prevalecer el triunfo
de Jesús de la Eucaristía sobre el demonio”.
El segundo capataz tiene tres cachos en su máscara y organiza el desarrollo del baile.
El arreador usa máscara de tres cuernos y un mandador, este impone respeto y
disciplina. Los diablos son los demás integrantes, usan dos cuernos en las máscaras y
se les llama rasos. La única mujer (sayona) utiliza una máscara de tres cachos y su
función es dirigir a los nuevos participantes.
Los Diablos Danzantes de Yare se han convertido en la Cofradía más grande del
mundo, rendidores del culto al Santísimo. “Actualmente somos más de 2500
integrantes y este año (2018) se estarán juramentando 29 nuevos promeseros”,
exclamó Ernesto Herrera, presidente de la Cofradía.
Esta tradición religiosa, es celebrada en muchos estados del país pero en el estado
Miranda ha cobrado mayor fuerza y es que al ser una manifestación “que rinde culto a
nuestro señor Jesucristo, la hace única y especial ya que es nuestro motor de vida”. Es
importante resaltar que para ser parte de esta manifestación se debe cumplir con todos
los sacramentos de la iglesia católica.
Los Diablos Danzantes se celebran desde el siglo XVIII, en un pequeño pueblo del
Estado Miranda, llamado San Francisco de Yare, esta fraternidad es la más vieja y de
seguro la mas organizada de Latinoamérica, lo más bonito de las fiesta es ver a los
Diablos Danzantes bailando por las calles del poblado al son del tambor, para luego
arrodillarse al frente, en la entrada de la iglesia principal, ubicada en el Casco Central
del Pueblo, el templo lleva como nombre Iglesia San Francisco de Paula, al
arrodillarse muestran respeto a Dios, escenificando la rendición del mal ante los pies
de Cristo, mientras el sacerdote los bendice, culminando esta celebración cuando la
iglesia al final de la tarde hace sonar las campanas.
Los Diablos Danzantes deberán bailar ante 41 altares ubicados en los alrededores del
Casco Central de Yare, mientras los devotos se agruparan en la Cruz Verde, que se
encuentra en el Sector El Empedrado, donde comienza el recorrido nuevamente, esta
vez en compañía de una medalla sagrada, que a pesar de no representar el Santísimo
Sacramento lleva consigo un valor espiritual enorme.
La medalla data del año 1911, cuando el Arzobispo de Caracas; Juan Bautista Castro
congrego a todos los sacerdotes de los pueblos del Tuy en la ciudad capital, el motivo
de este llamado era realizar una condecoración, que coincidió con la celebración del
Corpus Christi, lo que dejaría al pueblo sin párroco, impidiendo el inicio de
actividades, por lo que el Arzobispo motivado por la gran angustia de la diablada
decide pedirle a los promeseros que reciben la condecoración y venerarla como si
fuese el Santísimo, esta petición aun se mantiene vigente entre los fieles. Para iniciar
el velorio los Diablos recorren las casas del poblado en busca de alimentos, esta
tradición fue iniciada por la señora Margarita Cádiz, presidenta de la Cruz de Mayo, y
la mantuvo vigente la señora Cayetana Valdez, primera capataz de los Diablos
Danzantes de Yare desde el año 1942, lamentablemente ella murió en el año 2013.
Es importante relatar que antes de entrar a escuchar la misa oficiada por el Arzobispo
de los Teques, los Diablos dan la vuelta a la iglesia en dos ocasiones. Al concluir el
culto se juramentan los nuevos promeseros, para trasladar en procesión a la imagen
de Jesús Vivo, a la cual los Diablos Danzantes rinden tributos con sus bailes antes de
devolverla a la Iglesia, y posteriormente dirigirse al Sector El Empedrado para comer
en compañía de los lugareños un platillo venezolano, como lo es El Mondongo.
Entre los instrumentos utilizados se encuentran las maracas, las cuales eran utensilios
de los chamanes aborígenes y es llevado en la mano derecha por los promeseros para
de esta forma ahuyentar el mal, impidiendo la intervención en el ritual. El tambor,
encargado de anunciar la salida de los Diablos, además de acompañar la procesión,
también es llamado caja o redoblante, representando el origen africano. La cruz,
usada como protección, simboliza los cuatro puntos cardinales y la unión de los
opuestos; el cielo y la tierra se reconcilian en la cruz. También se puede observar
como accesorios el Cencerro, una especie de campana pequeña que va atada a la
cintura, dicen que al sonar alejan las malas influencias. El látigo, símbolo de
autoridad de los capataces para infundir respeto dentro y fuera de la cofradía. Por su
parte, el instrumento denominado cuatro es utilizado en 4 de las cofradías del Estado
Aragua, sirve para marcar el ritmo de la danza, como instrumento representativo de
nuestra música venezolana.
La Procesión