El POLITICO Y EL CIENTIFICO.
El POLITICO Y EL CIENTIFICO.
El POLITICO Y EL CIENTIFICO.
Como consecuencia de esta relación, ciencia-política, aparecen dos fenómenos que afectan a
la ciencia y que Weber describe:
- La responsabilidad de los científicos. Los medios de destrucción se han hecho tan
desmesurados que los sabios se interrogan sobre sus responsabilidades.
- Intervención del Estado en la ciencia. Que éste pretenda imponer a la ciencia sus
temas de estudio o las leyes de su actividad es la raíz del totalitarismo. La resistencia de
las ciencias sociales a la intrusión de la política ha sido siempre más difícil que la de las
ciencias naturales.
En cuanto a la acción, considera que presenta una antítesesis entre dos formas morales: la
moral de la responsabilidad (consecuencias) y la moral de la convicción (principios). La moral
del hombre de acción es la moral de la responsabilidad. Como ejemplo de hombre de acción,
Weber sigue el desarrollo de una categoría social, el político profesional, el que vive de y para
la política y considera que los partidos son organizaciones que aspiran al ejercicio del poder.
Para el profesor que quiere entrar en política, la dificultad proviene de la disciplina y de la
doctrina de los partidos. Weber expresaba ya sus inquietudes sobre la cualidad del
reclutamiento democrático.
Al cuestionarse la legitimidad de una dominación, Weber afirma que el Estado necesita para
subsistir que los dominados acaten la autoridad y se cuestiona sobre qué medios internos y
externos se apoya esta dominación. Y describe tres tipos de justificaciones internas por las que
alguien acepta ser dominado:
1. La legitimidad tradicional: La del eterno ayer.
2. La del carisma personal: Autoridad carismática.
3. Legitimidad basada en la legalidad: Obediencia a las obligaciones legalmente
establecidas.
Al mismo tiempo, señala que la obediencia de los súbditos está condicionada por muy
poderosos motivos de temor (a la venganza del poderoso) y de esperanza (a una recompensa
terrena) y también por diversos intereses (idealistas o egoístas).
En cuanto a los políticos profesionales los define como personas que actuaban al servicio de
jefes políticos. Se puede hacer política (es decir, tratar de influir sobre la distribución del
poder) como político ocasional (lo somos todos al votar, aplaudir o protestar) como político
semiprofesional (delegados o directivos de asociaciones políticas sin vivir de ella) o como
político profesional. Describirá dos formas de hacer de la política una profesión: o se vive para
la política o se vive de la política, generalmente se hacen las dos cosas. La diferencia se sitúa
en el nivel económico, si se necesitan los ingresos que la política pueda proporcionarle. Para el
hombre adinerado la preocupación por la seguridad de su existencia es su principal motivación
política. El idealismo político totalmente desinteresado es propio de los sectores que, a
consecuencia de su falta de bienes, no tienen interés alguno en el mantenimiento del orden
económico de una determinada sociedad.
El político profesional puede ser un puro prebendado (tasas y derechos por servicios
prestados) o funcionario a sueldo. Lo que los jefes de partido dan hoy como pago de servicios
leales son cargos de todo género. Toda lucha entre partidos persigue, ante todo, el control sobre
la distribución de los cargos. Los partidos, cada vez más, son vistos por sus seguidores como
un medio para lograr el fin de procurarse un cargo. A esta tendencia se opone el funcionario
altamente especializado mediante una larga preparación y con un honor estamental muy
desarrollado, cuyo valor supremo es la integridad. Cazadores de cargos frente a funcionarios
íntegros. Sin este funcionariado se cernería sobre nosotros el riesgo de una terrible corrupción
y una incompetencia generalizada. En todas partes se produjo esta lucha latente entre la
autocracia y el funcionariado profesional.
Weber identifica al periodista como un tipo de político profesional, porque considera que el
demagogo es la figura típica del jefe político en occidente. La demagogia moderna se sirve
también del discurso y su instrumento permanente es la palabra impresa. El publicista y el
periodista son los representantes más notables de la figura del demagogo en la actualidad. Sin
embargo, el trabajador del periodismo tiene cada vez menos influencia política, en tanto que el
magnate capitalista de la prensa tiene cada vez más. Sólo la empresa periodística y la sesión
parlamentaria son empresas políticas permanentes.
Enumera tres cualidades como las más decisivamente importantes para el político: pasión
(entrega apasionada a una causa), sentido de la responsabilidad (para con esa causa) y mesura
(saber guardar las distancias). También enumera dos pecados en el terreno de la política: la
ausencia de finalidades objetivas y la falta de responsabilidad. La vanidad, la necesidad de
aparecer siempre en primer plano, es lo que más lleva al político a cometer estos pecados. Así,
el político tiene que vencer cada día la vanidad (ansia de poder), enemiga de la entrega a una
causa y la mesura.
El lugar ético de la política remite a las causas y motivaciones. Estas pueden orientarse
conforme a la ética de la convicción o a la ética de la responsabilidad. En definitiva, se trata de
una tensión entre medios y fines. En este sentido, Weber afirma que ninguna ética del mundo
puede eludir el hecho de que para conseguir fines buenos hay que contar en muchos casos con
medios moralmente dudosos. La santificación de los medios por el fin quiebra la moral de la
convicción. La ética de la responsabilidad y la ética de la convicción son elementos
complementarios que han de ocurrir para formar al hombre con vocación política.
En cuanto a la vocación científica del hombre de ciencia, considera que está condicionada, en
primer lugar, por el hecho de que la ciencia ha entrado en un estadio de especialización que le
da plenitud al científico al considerar que ha hecho algo que perdurará. Sin embargo, el trabajo
del científico está inmerso en la corriente del progreso, y todo quedará anticuado, todo logro
científico implica nuevas cuestiones y ha de ser superado y envejecer. En esta situación,
muchos científicos se niegan a considerarse como simples especialistas queriendo decir cosas
que nunca nadie ha dicho antes y se cuestionan porqué tienen que entregarse a crear algo
destinado a envejecer. Weber se cuestiona qué es lo realmente positivo que aporta la ciencia
para la vida práctica y personal, siendo la respuesta:
1. La ciencia proporciona conocimientos sobre la técnica que, mediante la previsión,
sirve para dominar la vida, tanto las cosas externas como la propia conducta de los
hombres.
2. La ciencia proporciona métodos para pensar, instrumentos y disciplina para hacerlo.
3. La claridad, suponiendo que el profesor la posea, en la selección de los medios. El
maestro puede ayudar al estudiante a la toma de decisiones, a crear claridad y
sentimiento de responsabilidad evitando imponer o sugerir su propia postura personal.