Procesos Primer Parcial

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Procesos Primer Parcial

Procesos Sociohistoricos Argentinos (Universidad Nacional de La Matanza)

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PROCESOS PRIMER PARCIAL

Nace un nuevo orden político. Ternavasio Marcela


En 1810 se abrió una nueva etapa en la Península como en América. Diferentes formación de
juntas americanas y la convocatoria a cortes en España Redefinieron los términos de la crisis
iniciada en 1808.

Luego de la formación de la Primera Junta de gobierno provincial, en mayo de 1810 de Buenos


Aires, aparecieron diferentes autoridades y asumieron el gobierno del Ex virreinato del Rio de La
plata. La autonomía política a partir de 1810 dio lugar a una guerra entre defensores y detractores
del nuevo orden, hasta la declaración de la independencia en 1816

1810:el primer gobierno autónomo

Una semana agitada: En el cabildo abierto de mayo de 1810, los asistentes votaron por deponer al
virrey Cisneros de su cargo por haber caducado la autoridad que lo había designado. La gran
mayoría apoyo la posición de poner fin a la autoridad virreinal.

Ese mismo dia se decidió que el Cabildo de la capital asumiera el mando como gobernador y que
se encargara de formar una junta de gobierno para tutelar los derechos del rey Fernando VII.

Después de tres movimientos destinados a deponer virreyes, el tercero fue definitivo. Se trato de
una reacción más generalizada a escala imperial: entre abril y septiembre de 1810, se formaron
juntas en Venezuela, Nueva Granada, Rio de la plata y Chile. En todos los casos de invoco el
principio de retroversión de la soberanía para reasumirla provisionalmente hasta tanto el rey
regresara al trono, siguiendo el ejemplo de las juntas de España. No se puso en juego la
legitimidad monárquica pero si se cuestiono las autoridades metropolitanas que venían a
reemplazarlo. La formación de Junta provisional implico la creación de un gobierno autónomo,
que preocuro ser la autoridad suprema en todo el Virreinato.

La junta no quiso compartir el poder con el Ayuntamiento. Para instituirse en autoridad suprema
era necesario ampliar su representación, integrar al resto de las ciudades y reducir el poder de las
instituciones coloniales.

El principio de retroversión de la soberanía a los pueblos, que estaba en la base del reclamo
obligaba a la junta de Buenos Aires a buscar representación de esos pueblos. En cuanto al objetivo
de un nuevo gobierno, los problemas fueron mayores. En el acta confeccionada por el Cabildo, la
Junta asumió las atribuciones correspondientes a un Virrey (gobierno, hacienda y guerra) pero
quedo limitada por la Real Audiencia, que absorvio la causa de justicia y por el Cabildo de la
capital, que reservo las atribuciones de vigilar miembros de la junta, pudiendo destituirlos por mal
desempeños y de dar conformidad a nuevas contribuciones y gravámenes. La junta debía tener
cautela y la tuvo removiendo a los miembros de las dos instituciones destinadas a limitar su poder
y colocar en ellas personas leales al nuevo gobierno. Los oidores de La Audiencia y los capitulares.
En Ambos casos, la razón invocada fue la sospecha de convivencia con el Consejo de Regencia de

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la Peninsula. La legitimidad del Consejo de Regencia era nula. Con el revelo de los magistrados se
mantenía la legalidad

La revolución y sus incertidumbres.

Desde posible es observar un clima de agitación entre activos pobladores de la capital a partir de
los acontecimientos de 1808. Los personajes que participaron de las reuniones clandestinas en la
coyuntura en que Cisneros asumió el cargo de Virrey fueron quienes discutieron los pasos a seguir
duramente en la semana de mayo. Deliberaron figuras destacadas como Saavedra, Belgrano,
Castelli y Moreno, entre otros. La activa participación de estos no implica un grupo homogeneo
que encarna un plan de independencia. Para algunos podría representar la alternativa más radical
de cortar con todos los vínculos con España, para muchos implicaba la de formar un gobierno
autónomo, aunque no independiente de la metrópoli.

Fueron las milicias urbanas las que volcaron el equilibro a favor de la autonomía. En segundo
lugar, que el movimiento conto con apoyo popular. Los hechos de mayo tuvieron un carácter
netamente porteño, al menos al principio. Esa dimensión capitalina condujo a la Primera Junta a
buscar apoyos en el amplio territorio que pretendencia dominar. Buenos Aires se valio de su
condición de capital de un virreinato que comenzaba a explorar sus verdades dimensiones. La
convocatoria a que las ciudades eligieran un diputado para integrar esa Junta estuvo acompañada
por expediciones armadas, el objetivo era dar a conocer la nueva situación y a persuadir a las
jurdicciones.

Buenos aires a la conquista del Virreinato

Desde su sede en Buenos Aires, la nueva junta intento transformar sus milicias en ejércitos
destinados a garantizar la fidelidad de los territorios dependientes. El primer foco de resistencia a
la Junta fue Cordoba, y fue duramente reprimido, cuando se ordeno pasar por las armas a sus
responsables, en los que se encontraba el gobernador intendente de la judisdiccion. Gutierrez de
la traba el gobernador intendente de la jurisdicción, entre otros. La mayoría de las ciudades, luego
de ciertos vaivenes, fueron somentiendose voluntariamente o através de las armas.

En el litoral, las ciudades dependientes de Buenos aires, no tenían la autoridad intermedia del
gobernador intendente. Asi la situación fue menos problematica para Buenos Aires, ya que Santa
FE, corrientes y Misiones manifestaron inmediata lealtad, mientras que Entre ríos hubo
complicaciones por la intervención de la flota realista de Montevideo.

Liniers fue fusilado, junto al Gobernador de Cordoba y otros tres personajes que se negaron a
obedecer a la junta de Buenos Aires. Dada la popularidad de Liniers entre sus tropas y la plebe de
Buenos Aires, se corria el riesgo de una sublevación popular a favor si se lo llevaba prisionero a la
capital.

Lo fundamental era obtener el apoyo de los cabildos, porque el principio de retroversión de la


soberanía a los pueblos involucraba directamente a los ayuntamientos como cuerpos
representativos de esos pueblos. Los gobernadores intendentes, en cambio eran delegados

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directos del monarca y era fácilmente reemplazables en caso de no mostrarse leales a los
mandatos de la capital.

Sin embargo no en todas las juridicciones Buenos Aires tuvo éxito, en las intendencias más lejanas
y menos integradas al Virreinato de la Plata, Paraguay y el Alto Perú y la Banda oriental, donde se
expresaron las mayores resistencias. En la provincia del Paraguay, un cabildo abierto reconoció al
consejo de Regencia. La expedicion militar enviada allá al mando de Belgrano fue derrotada, y la
autonomía proclamada por Paraguay respecto de Buenos Aires constituyo un punto de no
retorno. En el alto Peru, liberado del dominio español por la fuerza militares dirigidas desde
buenos aires a fines de 1810, el avance se revelaria efimero. Montevideo, competidora comercial
y política de buenos aires, donde estaban apostadas las fuerzas navales españolas, constituyo el
foco mas preocupante para el gobierno de buenos aires.

Los rumbos políticos de la revolución:

El rio de la plata frente a la nueva nación española.

La junta previsional se mantenía atenta a lo que pasa en la península. Entre los de mayor
relevancia se encuentra la convocatoria a cortes generales. El consejo de Regencia, consciente de
su fragilidad, lanzo dicha convocatoria a través de un decreto en el que se invitaba a los territorios
dependientes a elegir diputados. La península se vio compelida a resolver la acefalia De la Corona
a través de un instrumento legal que buscaba un trono vacante, para salir de la situación de
provisionalidad bajo la cual se encontraban las autoridades. Las cortes, apenas reunida en Cadiz
en 1810 y dominadas por los grupos liberales, asumieron el carácter de Congreso constituyente en
nombre de un nuevo sujeto político: la nación española. Su misión era, dictar una constitución y
dotar a esa nación, de bases de legitimidad y legalidad.

La segunda razón era que el congreso reunido en Cadiz otorgaba representación tanto a los
territorios peninsulares como a los americanos. Así se complica con el estatus proclamado por la
Junta centra, declarando que los territorios americanos no eran colonias, sino parte de la
monarquia.

Se respeto la integración de América a la representación en Cortes, pero a su vez se mantuvo la


desigualdad de esa representación al otorgarle mayoría de diputados a la península. Esto provoco
serios descontentos y se le sumó que, la representación supletoria establecida en la península,
llevo a designar diputados suplentes entres los residentes americanos establecidos en Cadiz hasta
que sean elegidos los representantes definitivos.

El rio de la plata se opuso a participar de las Cortes de cadiz invocando como principal argumento
la desigualdad representativa. Las jurdicciones que se negaron a participar fueron consideras
rebeldes por las autoridades la Peninsuladas. America se dividia en dos grandes bloques: leales e
insurgentes.

¿Junta de ciudades o Congreso?

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Se desato un conflicto abierto: los diputados electos en las ciudades se incorporaban como
miembros de la Junta o con ellos se formaba un Congreso Constituyente.

Mariano moreno lidero uno de esos grupos, con la posición de que los diputados debían formar un
congreso destinado a dictar una constitución y a establecer una forma de gobierno. Por su parte
Saavedra, junto a nueve representantes del interior, apoyaron la moción de formar una junta
ampliada.

La primera posición planteaba una estrategia mas radical, que implicaba abandonar el deposito de
la soberanía para transformar el orden vigente y emanciparse definitivamente. La segunda era
más conservadora, porque formar una junta de ciudades implicaba mantenerse dentro del orden
jurídicos hispanico, asumiendo el deposito de la soberanía monarca.

Finalmente, triunfo la posición saavedristra y se instituyó una junta de ciudades. Quedo


conformada la junta grande en Diciembre de 1810. Moreno fue destinado a una misión en
Inglaterra y murió.

Decreto de supresión de honores

En Los festejos de la victoria obtenida por el ejercito patriota en Suipacha, se ofreció un brindis en
honor a Saavedra, que se le entrego una corona de laureles. Esto promovió la versión de que el
presidente de la Junta intentaba coronarse como el nuevo Monarca y culminó n el decreto de
“supresión de honores” impulsado por Moreno. Alli se exhibían las reglas de virtud republicana
que debían guiar las acciones de los funcionarios públicos, haciendo hincapié en la absoluta
igualdad de todos los miembros de la junta y se traspasaba el comando supremo militar, confiado
a Saavedra por el Cabildo en el acta de erección de la junta provisión a la Junta en pleno. Esto
privaba al presidente de la junta de las atribuciones de la comandancia general de las tropas.

Saavedra sufría debilitamiento de autoridad.

¿Qué hacer con las ciudades?

La junta grande debia generar y mantener adhesión al nuevo orden en regiones alejadas del
centro de poder en Buenos Aires.

El decreto dictado por la Junta grande 1811, por el cual se crearon Juntas provinciales y
subalternas fue un intento de respuesta política a este problema. Se buscaba ganar la adhesión de
las ciudades del interior, neutralizar a los cabildos como único vehículos de consenso y organizar
gobiernos territoriales bajo el control de la junta, manteniendo las jerarquias establecidas por la
Ordenanza de Intendentes de 1782. El decreto ordenaba la creación de juntas provinciales
electivas de cuatro miembros en las capitales de provincia y juntas subalternas de dos miembros
en aquellas ciudades subordinadas, con derecho a tener su diputado en la junta de buenos aires.
Las juntas estaban destinadas a garantizar el ordenamiento de cada jurisdicción y a reclutar tropas
para servir al ejercito patriota. Pero se dan algunos conflictos que mostraban dificultades para
garantizar la gobernabilidad a partir de este nuevo centro de poder. Tanto fue así, que el decreto

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se volvió efimero: al promediar el año 1811 ya no tendria vigencia, en un contexto de creciente


tensión dentro de la junta grande.

Crisis de la junta

Los picos de tensión de 1811 se desataron entre el grupo heredero de Moreno, reagrupado
después de su muerte como los “morenitas, y el “saavedristra” que dominaba la juntas. Se puso
en juego la relación de fuerzas entre los representantes de Buenos Aires y los de las ciudades del
interior en el seno del gobierno.

Una movilización se agalpo en la Plaza de La Victoria y elevó un petitorio a las autoridades por
conducto del Cabildo. En apoyo del presidente de la Junta, las peticiones exigían la expulsión de
los vocales vinculados al club morenista, su destierro de la ciudad de BAIRES y la reestitucion a
Saavedra de los poderes militares sustraídos por el decreto de supresión de honores. El gobierno
cumplió con las peticiones. Al fracaso de Belgrano en expedición al Paraguay se suma el frente de
Montevideo ocupado por fuerzas navales españolas y la derrota de Huaqui en Perú. El gobierno
saavedristra no logro acallar las oposiciones dentro de la capital.

Cuando el presidente de la Junta se dirigió al frente del Ejercito del Norte, con el objeto de
reorganizarlo, sus opositores aprovecharon para convocar al cabildo abierto que debia elegir a los
dos diputados por Buenos Aires, aun no designados. Si bien estos debian completar la
representación de La junta Grande, esta elección estuvo destinada a crear una autoridad nueva,
colegiada de solo tres miembros. Al contruirse el triunvirato con los dos diputados elegidos
(Chiclana y Jose paso) y con el mas votado de los apoderados del pueblo, Sarratea. Esto genero un
conflicto con la Junta grande, ahora llamada Junta conservadora. La junta no tardo en asumir el
desafio jurídico y elaboro el Reglamento de División de Poderes, dado a conocer en diciembre de
2011. De acuerdo con la nueva normativa, el Triunvirato quedaba a cargo del poder ejecutivo y
debia sobrdinar su gestión a la Junta, convertida en poder Legislativo. Como poder legislativo tenia
las facultades de declarar la guerra, establecer impuestos, crear tribunales o empleos
desconocidos y nombrar a los miembros del ejecutivo.

Esto fue devastadora para la propia Junta y determino su disolución por orden del ejecutivo.

El gobierno acuso a mucho de los diputados de que habían formado la Junta Conservadora de
organizar una conspiración y decreto que fueran expulsados a sus respectivas provincias.
Finalizaba la carrera política de Saavedra. El triunvirato elegido en la capital se erigio en Autoridad
suprema, mientras que las provincias quedaron sin voz en ella. La relación de BAIRES con el resto
de las juridicciones se volvía mas conflictiva.

1812: un año crucial.

1812, fue un año decisivo. La situación de la península: Fernando VII permanecia cautivo, se
sanción en España la Constitución de Cadiz, que doto a la nación española, de una monarquia
constitucional centralizada. El rey quedaba a cargo del poder ejecutivo, en el marco de un régimen

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con división de poderes. El carácter centralista quedaba en evidencia en la organización territorial,


que afectaba también a America.

Cadiz creo dos tipos de cuerpos representativos a nivel territoriales: los ayuntamientos
constitucionales y las diputaciones provinciales de carácter electivo. Dicha sanción consolido los
dos bloques ya perfilados en America. Las regiones leales, que aplicaron en sus juridiscciones la
constitución de 1812, y las insurgentes (el rio de la plata) no lo hicieron. El hecho de que las cortes
se negaran a negociar con America un régimen de autogobierno, invalido cualquier alternativa de
tipo autonomista dentro de la monarquia. Para el Rio de la plata todo se reducia a ser parte de la
nación española o ser declaradas rebeldes por la metrópolis.

La constitución de Cadis de 1812

Fue la primera en ser llamada liberal.

En este contexto, si todos sostenían no regresar a la sumisión habría que sostener la rebeldía a
través de las armas. La situación jurídica ambigua mantenida por parte del gobierno hasta ese
entonces, fue criticada por opositores. Las divisiones facciosas en la capital se profundizaron con la
creación en 1812 de la Sociedad patriótica, que núcleo a los sectores morenistas liderados por
Monteagudo y Logia Lautaro, que buscaba influir en el gobierno local para favoreces la causa
revolucionaria en America y estuvo liderada por San martin y Alvear. Se opusieron a la conducta
moderada del Triunvirato.

La opción de declarar la independencia pasaba a discutirse en el espacio publico. La prensa


periodica hizo eco de este reclamo, estimulada por el decreto de libertad de imprenta de 1811.
Por otro lado, la inquietud por reunir a un órgano representativo de todos los pueblos, luego de
un año de ejercicio del gobierno provisiorio por parte de un cuerpo que fue elegido por Buenos
Aires. La única via jurídica, legal y legitima de salir de esa provisionalidad, era convocar a un
gobierno constituyente, que representando a todos los pueblos del ex virreinato, decidiera el
rumbo político de la región.

El congreso fue finalmente convocado. Un movimiento revolucionario liderado por los miembros
de la sociedad Patriotica y la Logia Lautaro dio por tierra el primer Triunvirato y formo un nuevo
gobierno. El segundo Triunvirato, con tendencias mas radicales que proclamaban la necesidad de
declarar la independencia, fue el encargado de convocar al primer Congreso Constituyente que se
reunió en el Rio de la plata en 1813.

Congreso Constituyente sin Independencia.

La asamblea del año XIII, fue el momento mas radical de la revolución. Por haber sancionado la
libertad de prensa, la libertad de vientre, la extinción del tributo, la mita y el yanaconazgo y la
supresión de titulos de nobleza y por haber excluido la formula de juramente de fidelidad al Rey
Fernando VII.

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Los diputados electos en las ciudades llegaron a Baires con instrucciones para representar a sus
pueblos, pero el diputado Alvear propuso que todas las juridicciones juraran en nombre de la
Nación. Seguia la misma ruta de juramento de la asamblea revolucionaria francesa y de las cortes
de Cadiz, fue fuente de conflictos ya que muchas ciudades percibieron un avallasamiento a sus
derechos de representaciones particular y a sus reclamos de autonomía.

En las tensiones entre la capital y el resto de las juridicionnes, se comenzaron a definirse dos
tendencias, lo cual se vincula con el hecho de estar reunidos en una asamblea constituyente,
discutir el nuevo orden político. Por un lado, quienes defendían una forma de gobierno indivisible
y centralizada, por otro, quienes defendían una forma de gobierno con amplias autonomias para
las ciudades, a la que se le dio el nombre de: “tendencia federal”.

Para los primeros la soberanía era única e indivisible, representada en el concepto de nación y el
ordenamiento político debia ser de unidad para las provincias del Ex Virreinato. Esto suponía
preponderancia de Baires por su condición de antigua capital del Virreinato.

Para los segundos, la soberanía podía estar segmentada y colocaban en pie de igualdad a todas las
ciudades como sujetos de derechos soberanos.

El congreso rioplantense, estuvo dominado por los grupos porteños centralistas, que controlaron
las designaciones del poder ejectuvo, primero del Triunvirato y a partir de 1814, de un Director
supremo. Mientras que la posición federal tuvo su epicentro en la Banda Oriental, bajo el
liderazgo de Artigas. La situación de la provincia oriental, era compleja porque a los conflictos
desde 1808 se sumo el hecho de que en 1810 el Cabildo de Montevideo declaro su lealtad al
Consejo de Regencia, y a su vez su gobernador recibía por parte de las autoridades de la
península, la designación como Virrey del Rio de la plata. La zonas rurales de la banda Oriental se
organizo por la resistencia a las autoridades españolas, liderado por Artigas.

En 1813 Artigas reconoció a la Asamblea General Constituyente pero con condiciones: elevar la
representación de los orientales a seis diputados y respetar la futura Constitución una forma de
gobierno de tipo cofederal. La asamblea rechazo los poderes de los diputados orientales y
quedaron entonces sin representación.

En 1814 Artigas rompe definitivamente con Buenos Aires y expande su influencia sobre Santa fe,
Misiones, Corrientes, Entre ríos y Cordoba.

Alvear no colaboro con pacificar los animos y en 1815 con su caída, termino la primera experiencia
constituyente. Entonces la asamblea del año XIII No cumplio con declarar la independencia y
dictar una constitución. Se visibilizo conflictos: Por un lado, la independencia no fue declarada por
el cambio radical de la situación en la Peninsula, por otro lado, las guerras liberadas en el territorio
americano. El ejercito del norte sufrio dos derrotas, mientras que el frente oriental, se
exacerbaban las diputadas con Artigas.

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En 1815, Fernando VII vuelve al trono con voluntad de recuperar sus dominios y castigar a las
colonias Rebeldes. Por otro lado, el ejercito del Norte se autogobernaba con el apoyo de las
provincias del Noroeste, el alto peru estaba definitivamente perdido y el Norte.

De la acefalia a un gobierno provisorio.

Si bien el Ayuntamiento de la capital había visto eclipsado su poder mientras la Asambla


Constituyente estuvo reunida, en medio de la crisis resurgio y fue el encargado de formar un
gobierno provisorio y de una Junta de Observacion. Esta debia dictar un Estatuto Provisiorio para
reglar la conducta y facultades de las nuevas autoridades. Alli se asumia el comproviso de
convocar a un nuevo congreso constituyente, a realizarse en Tucuman bajo el principio de ajustar
el numero de diputados al de habitantes de cada juridisccion territorial, el estatuto aplico de
manera provisoria el principio de división de poderes. La junta de observación hacia de legislativo,
el poder judicial no sufría modificaciones y el ejecutivo quedaba muy resntrigido en sus
actribuciones y bajo el control de la junta y el Ayuntamiento capitalino.

En 1815 se concretaba las demandas: autoridades electivas para los gobiernos provinciales,
representación popular para los cabildos, representación proporcional para los diputados a
congreso. Cuando el estatuo fue comunicado a las provincias para su jura, no fue un apoyo
uninimo. Fue reconocido en Salta y Tucuman. En cuyo, recién segregada de la intendencia de
Cordoba se rechazo la jura del Estatuto provisorio por considerar que este dejaba al poder
ejecutivo en una extrema debilidad. Artigas si bien comenzó reconociendo a Alvarez Thomas,
termino rechando al director y al Estatuo, dada la negativa de admitir la segregación de Santa fe
como provincia autónoma, producida con la revolución federal de 1815. La banda oriental,
Corrientes, Entre y ríos se unieron a la política de artigas.

La independencia de las Provincias Unidas de Sudamerica.

El gobierno convoco a un nuevo Congreso Constituyente, que en 1816 declaro la independencia


de las Provincias Unidas de Sudamerica. Ni la banda oriental, ni las provincias del litoral, formaron
parte del Congreso. Mientras la guerra seguía bajo la constante amenaza del envio de tropas
desde la metrópolis, a comienzos de 1817 el Congreso se traslado a Buenos Aires para dictar una
constitución. Para esto era necesario definir cual sería la forma de gobierno a adoptar. En el plano
internacional el clima conservador impuesto en Europa despúes de la derrota napolionica hacia
difícil pensar en el reconocimiento por parte de las potencias, de una forma de gobierno
republicana. Sin esto, las Provincias Unidas tenían pocas posibilidades de consolidarerse como
entiendad política. Pese a la propuesta de Belgrano de coronar algún descendiente de los Incas y
de las misiones diplomáticas enviadas a las cortes europeas para buscar algún príncipe dispuesto a
ser coronado rey en estas tierras, la opinión punlica no estaba dispuesta a aceptar una forma
monárquica de gobierno, por otra parte, ningún príncipe europeo quiso acceder a la proposición
de los enviados diplomáticos.

La monarquia incaica

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La prensa periodica se hizo eco de las discusiones sobre la forma de gobierno.

El punto mas conflictivo del debate aparecía cuando, ya fuera en formato monarquico-
constitucional o republicano, se discutia la distribución del poder a nivel territorial. Esta disputa, se
volvió más virulenta. Por un lado porque el Artiguismo continuaba jaqueando al poder central, por
el otro porque los reclamos de formar una confederación proevnian de algunas provincias como
de ciertos sectores de Buenos Aires. Aunque en el interior de las reivindicaciones localistas y
autonomaticas eran más modestas pero no dejaban de ser perturbadores para un orden político.
La identificación entre Buenos Aires- capital y poder central condunco a muchos a percibir que
desde allí se ejercía un poder que desconocia los reclamos del conjunto de los pueblos.

El congreso constituyente, fue deslizándose hacia posiciones cada vez más centralistas. La
constitución sancionada en 1819 se abstuvo de definir la forma de gobierno y tampoco se expidió
respecto de la organización interna de las provincias.

La desidencia del litoral termino por socavar las bases del poder centras y las posibilidades de
continuar bajo un orden político constitucionalizado. Unificado bajo la liga de los pueblos Libres
con Artigas, los enfrentamientos del litoral con las fuerzas porteñas habían sido constante desde
1815.

LA VIDA POLÍTICA- GUSTAVO PAZ (Texto número 2)

Desde 1820 hasta 1852 hubo un período de “guerras civiles” entre Unitarios y Federales. Para Paz,
estos conflictos eran una lucha entre la parte más ilustrada contra la porción más ignorante. Para
Sarmiento, se trataba de la ciudad y la campaña, barbarie indígena vs. Civilización europea.

Para Paz y Sarmiento, las tendencias democráticas e igualitarias de la sociedad argentina


inauguradas por la guerra de independencia explicaban la violencia política. Las élites urbanas del
Río de la Plata vieron drásticamente disminuida su preeminencia a consecuencia de las guerras. La
adopción de las formas de representación republicanas en las primeras dos décadas de gobierno
independiente terminó con el monopolio político de esas élites. El sufragio masculino ampliado,
desde comienzo de los años 20, impuso una nueva legitimidad que implicaba una competencia
más abierta al incorporar a los sectores populares urbanos y también a los de la campaña. A la par,
la militarización de la sociedad introdujo nuevos actores políticos que compitieron con ellas por el
poder: jefes militares o caudillos.

La forma más destacada que tomó la movilización popular en el siglo XIX argentino fue la
montonera. Para las elites urbanas, los montoneros eran personajes marginales de las áreas
rurales sin respeto por el orden y la propiedad, pero no era así. La montonera se componía de
gauchos, pobladores de la campaña con variada inserción en la tenencia de tierras y la producción:
pequeños propietarios, arrendatarios, peones, agregados, agricultores, pastores o una
combinación de ambos. Los identificaba la lealtad a un jefe a quien reconocían como uno de ellos
pero en una escala superior, a quien los unía una proximidad física y simbólica, pero también la
certeza de que serían protegidos por él en caso de necesidad y, eventualmente, recompensados

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por su participación en la guerra. Ni los caudillos ni las montoneras eran exclusivamente federales.
De hecho, en su campaña contra el federalismo de 1840-1841 en el litoral, el general unitario
Lavalle contaba con una fuerza reclutada entre las poblaciones rurales, a quienes compensaba con
carneadas de ganado y permitia licencias similares a las que los federales otorgaban a sus
montoneras.

En 1827 la renuncia del presidente Bernardino Rivadavia y la disolución del Congreso


Constituyente acentuaron la exacerbación de los enfrentamientos entre unitarios y federales. El
Congreso terminó en una gran debacle provocada por el rechazo de la Constitución unitaria de
1826 por casi todas las provincias. Esto inauguró una etapa de descentralización política entre
1827 y 1852, cuando las provincias ejercieron su soberanía de manera casi irrestricta. Los
acuerdos que las unían preservaban todas sus atribuciones soberanas delegando sólo la
representación ante los países extranjeros a Buenos Aires.

El colapso del Congreso significó el triunfo del federalismo en su particular variante porteña. El
ascenso político de Buenos Aires se coronó desde la década de 1830 con la organización de una
Confederación de provincias que giraban en torno a Buenos Aires y a su poderoso gobernador,
Juan Manuel de Rosas.

La confederación rosista sobrevivió a varias reacciones de sus adversarios. En las mismas, siempre
aparecía como fuente de conflictos el poder de Buenos Aires y su relación con el resto de las
provincias. Este problema parecía haberse resuelto con el derrumbe del poder de Rosas en 1852 y
la sanción de una Constitución nacional de corte federal en 1853 que declaraba a Buenos Aires
capital de la Argentina. Pero ésta no se resignó a perder su liderazgo nacional ni sus privilegios (el
manejo de los recursos de la única aduana realmente importante, la capital provincial) y se
escindió por casi diez años del resto del país. Recién en 1862 una Buenos Aires triunfante en el
campo de batalla se puso a la cabeza de la organización de la república unificada. Entre 1863 y
1870 los poderes nacionales debieron enfrentar sucesivas rebeliones internas que impugnaban la
intromisión de Buenos Aires. La supresión de las resistencias anteriormente mencionadas
inauguró un período de expansión y consolidación del Estado nacional. Éste se construyó
mediante un proceso gradual de centralización de las decisiones políticas que implicó coerción y
negociación. Para lograr imponer su autoridad, captar el apoyo de las élites provinciales y lograr
que su autoridad fuera reconocida como legítima en todo territorio, los gobiernos nacionales
hicieron uso principalmente de tres instrumentos: el ejército, las agencias y burocracia estatales
(Justicia Federal, Correos y Telégrafos, el sistema educativo) y los subsidios económicos a las
provincias.

En la década de 1870, dos coaliciones de gobernadores provinciales impondrían a la dirigencia


porteña dos presidentes sucesivos: Nicolás Avellaneda 1874- 1880 y Julio Argentino Roca 1880-
1886, que marcarían los límites del control de BS AS sobre la política nacional. Al cerrarse la
década en 1880, el ejército nacional reprimía una rebelión encabezada por el gobernador de
Buenos Aires. Poco después, el Congreso Nacional impondría la federalización de la ciudad de

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buenos aires a la derrotada provincia clausurando una era de indefiniciones sobre la posición de la
provincia en la Nación. El Estado nacional se impuso.

Unitarios y federales (1828-1831)

Habiendo perdido el control de las provincias que impugnaron la Constitución unitaria de 1826, y
sin el apoyo de Buenos Aires que se oponía a la federalización de la ciudad capital, el presidente
Rivadavia renunció en 1827, y poco después se disolvía el Congreso. El derrumbe de las
instituciones nacionales implicó la reversión de la soberanía irrestricta a las provincias. En casi
todas las jurisdicciones provinciales reinaba el federalismo bajo la influencia de los jefes militares y
políticos que habían organizado la oposición al Congreso, entre ellos, Facundo Quiroga y
Estanislao López, en La Rioja y Santa Fe.

En Buenos Aires se restauraron las instituciones disueltas por el Congreso de acuerdo con las leyes
que la habían organizado en 1821. A fines de 1827 la Legislatura eligió como gobernador a Manuel
Dorrego, líder de los federales porteños desde 1820. Con fuerte arraigo entre las clases populares
urbanas, Dorrego era considerado poco confiable por los terratenientes y grandes comerciantes
que estaban en la búsqueda de un nuevo dirigente que garantizara el orden de la provincia.

La guerra con Brasil terminó con un tratado impulsado por Gran Bretaña en el que se reconocía a
Uruguay como país independiente. El mismo fue aceptado por Dorrego, encargado de las
relaciones exteriores de todas las provincias, quien necesitaba la paz para fortalecer a su partido.
Pero fue muy mal recibido por el ejército nacional, que temía que al regresar se licenciara a sus
oficiales sin paga ni honores.

En diciembre de 1828 el líder de los militares que habían regresado a Buenos Aires, Gral Juan
Lavalle, encabezó una rebelión contra Dorrego de signo político unitario. El otro jefe militar, José
María Paz, se dirigió al interior a organizar una rebelión en las provincias que derrocara a los
gobernadores federales. Dorrego huyó a la campaña, y Lavalle fue proclamado gobernador de
Buenos Aires por una asamblea sin ningún carácter representativo; y luego ordenó capturar y
fusilar a Dorrego.

La reacción de los gauchos no se hizo esperar. Los gauchos bajo el liderazgo de Juan Manuel de
Rosas se levantaron contra el gobernador Lavalle, a quien los federales porteños consideraban un
usurpador.

Lavalle fue derrotado en la batalla de Puente de Márquez en 1829. Luego de negociar con Rosas,
pactó su retirada de la provincia. La Legislatura federal disuelta por Lavalle en diciembre de 1828
fue restaurada, y en diciembre de 1829 el cuerpo elegía a Rosas gobernador de la provincia de
Buenos Aires con facultades extraordinarias. La Legislatura porteña lo declaró “restaurador de las
leyes”, es decir del orden institucional quebrado. Rosas contaba con una fuerza miliciana rural que
lo acompañaba desde 1820, con el ascendiente sobre la plebe urbana que había heredado de
Dorrego, y con el apoyo de los hacendados y comerciantes de BS AS que veían en él la garantia del
orden perdido desde 1827.

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La restauración de las leyes en buenos aires suponía el restablecimiento de un orden jerárquico


cuyas fuentes se encontraban en un republicanismo de corte agrario y que se tradujo en la
insistencia de Rosas en el cumplimiento puntilloso de las leyes provinciales. El orden republicano
se ponía en práctica anualmente mediante las elecciones de renovación legislativa. Dichas
elecciones eran de corte plebiscitario, no había verdadera competencia electoral. En los comicios,
los sufragantes se limitaban a elegir candidatos preseleccionados por el gobernador incluidos en
una lista única, lo cual, en lugar de distribuir poder entre fuerzas en pugna, legitimaba la única
fuerza cuya participación estaba permitida: el federalismo. La obediencia a la ley era garantizada
por un sistema judicial en cuyo nombramiento de jueces el gobernador intervenía activamente.

El predominio del federalismo en BS AS y en el litoral era un hecho, pero en el interior no era aún
así. Allí las fuerzas del general Paz habían derrotado en dos oportunidades a las milicias de
Quiroga. Desde Córdoba, envió fuerzas a las provincias del norte y oeste para desalojar a los
gobernadores federales y reemplazarlos por otros unitarios. A mediados de 1830 las provincias
bajo su control formaron una Liga del Interior que le confirió el Supremo Poder Militar. Poco
después, La Liga retiraba a Buenos Aires la representación de las relaciones exteriores que las
provincias le habían otorgado.

Atemorizados por los avances de Paz, los gobernadores federales de buenos aires, santa fe y entre
ríos enviaron representantes a la ciudad de santa fe a fin de acordar una alianza entre ellas. Así se
firmó el Pacto Federal, una alianza político-militar a la que las demás provincias podían
incorporarse a medida que se adhiriesen a la forma de gobierno federal. Uno de sus art. Más
importantes creaba una comisión representativa, organismo provisorio formado por un
representante por provincia, que prepararía la reunión de un Congreso Nacional.

A comienzos de 1831 el país estaba dividido entre la Liga del Interior, de signo unitario, y el litoral
federal, a punto de entrar en guerra. Con apoyo de los ejércitos de BS AS y Santa Fe, Facundo
Quiroga recuperó parte de las provincias interiores poco antes de que el general Paz cayera
inesperadamente prisionero de las milicias santafecinas en mayo de 1831.

La derrota final de La Liga unitaria comandada por Gregorio Aráoz de Lamadrid se dio en la batalla
de la Ciudadela de Tucumán. Luego de esa decisiva batalla, Quiroga volvió a controlar las
provincias del interior, desde Mendoza hasta Salta. Una tras otra, las provincias del interior se
unieron al Pacto Federal. Desde entonces, la uniformidad política imperó en el país por completo
en manos de los federales conducidos por una suerte de triunvirato informal formado por los tres
caudillos más importantes: Rosas, López y Quiroga. Los unitarios del interior debieron darse al
silencio o emigrar a los países vecinos.

La confederación rosista (1831- 1852)

El triunfo del federalismo en 1831 significó, paradójicamente, el triunfo de buenos aires. Desde la
primera reunión de la Comisión Representativa en Santa fe, por órdenes de Rosas, los diputados
de bs as se dedicaron a persuadir a los representantes de las otras provincias de que no era

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conveniente la inmediata reunión de un Congreso, argumentando que las condiciones para tal
reunión sólo estarían dadas después de la completa pacificación del país.

La política de Rosas era la de instituir una confederación de estados independientes (las


provincias) que, unidos mediante pactos (el Pacto Federal hacía a veces de acuerdo general)
funcionaran como entidades soberanas y delegaran sólo la representación de las relaciones
exteriores en el gobernador de una de ellas. Sin dudas la provincia más favorecida con este
régimen era Buenos Aires. Dicha provincia gozaba de la economía más próspera gracias a la
ampliación de su frontera agropecuaria, su vinculación comercial con los mercados exteriores y las
rentas de la aduana, rédito de esa vinculación mercantil. La independencia de Buenos Aires,
celosamente resguardada por Rosas, le permitia preservar las rentas de su aduana para sí y
emplearlas en el financiamiento de defensa de su sistema político. Esta postura era resentida por
las provincias del litoral y del interior. Quiroga y López, por su parte, deseaban reunir un Congreso,
pero Rosas persuadió a los gobernadores de la inconveniencia de tal reunión.

Rosas no aceptó su reelección en 1832 al serle negados por la legislatura los poderes
extraordinarios de los que había gozado hasta ese momento. En su ausencia, los federales de
buenos aires se dividieron entre quienes apoyaban su política de posposición del Congreso
Constituyente (federales apostólicos) y quienes veían con desconfianza la acumulación de poder
de Rosas y promovían la sanción de una constitución federal (los cismáticos).

En octubre de 1833 se gestó un movimiento contra los federales constitucionalistas en el poder


orquestado por los partidarios de Rosas, en cuya organización tuvo un papel muy destacado su
esposa, Encarnación Ezcurra. La llamada Revolución de los Restauradores movilizó a favor de los
federalistas rosistas a los sectores populares urbanos y a los rurales de los alrededores de bs as.
Esta movilización puso fin a la disidencia dentro del federalismo porteño, y la legislatura fue
purgada de federales cismáticos. Así, después de dos cortos periodos ocupados por gobernadores
interinos, Rosas volvió al poder elegido por la legislatura en 1835.

Para ese entonces ya había convencido a Quiroga y López de la inconveniencia de convocar un


Congreso. Tal es así, que envió a Quiroga en 1834 como mediador a una disputa entre los
gobernadores federales de Tucumán y Salta, y el caudillo llevaba consigo una carta de Rosas
donde fundamentaba las razones de dicha postergación: las provincias estaban convulsionadas
por conspiraciones unitarias (más imaginadas que reales) y se encontraban en condiciones de
extrema escasez como para costear la reunión de un Congreso Constituyente. En su viaje de
regreso a bs as(1835), Quiroga fue asesinado. Rosas presentó tal hecho como un complot unitario
y una razón más para postergar la organización Constitucional. Pero en realidad, era un ajuste de
cuentas entre jefes federales.

Este asesinato consolidó el poder de Rosas en bs as, y favoreció la expansión de su predominio


sobre las provincias del interior. En bs as la legislatura porteña le otorgó la “Suma del Poder
Público”, por lo que ejerció el poder ejecutivo, legislativo y judicial.

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La hegemonía de bs as era, hacia fines de la década de 1830, indisimulable. En 1836, como un


gesto gentil, sancionó la Ley de Aduanas, que sólo instauraba un proteccionismo muy atenuado
para algunas producciones provinciales como maíz y madera, pero que no ponía en riesgo su
privilegiado vínculo con los mercados atlánticos.

Entre 1838 y 1841 el rosismo enfrentó una seria crisis interior y exterior. En dicho periodo, una
flota francesa bloqueó los accesos al puerto de buenos aires en protesta contra las legislaciones
vigentes vinculadas a los franceses. El conflicto se resolvió con un tratado que les garantizaba los
mismos privilegios que se les habían otorgado en los años 20 a los ingleses.

La disputa con Francia se complicó con una serie de alzamientos y conjuras que Rosas se apresuró
a calificar de unitarios y parte de una gran conspiración internacional contra su régimen.

A la muerte de López, Lavalle (unitario) y su ejercito intentaron tomar el poder en santa fe, pero
sin éxito. Su derrota en la batalla de Quebracho Herrado (1840) consolidó en el litoral la posición
de Rosas, que forzó la designación de gobernadores adictos a su régimen en santa fe y entre ríos.

Entre 1837 y 1838 la Confederación Argentina entró en guerra con la de Perú-Bolivia. Las
provincias norteñas de Tucumán, y Salta y Jujuy principalmente, debieron soportar sus costos
financieros y humanos. Finalmente, los ejércitos chilenos dieron el golpe de gracia a la
Confederación Peruano-Boliviana en la batalla de Yungay en 1839.

Luego de la guerra, las tensiones políticas se exacerbaron en el interior. Entre las clases dirigentes
habían amplios sectores que no eran afectos al avance del federalismo rosista y que resentian la
guerra que habían tenido que pelear y costear. Además, en todo el interior había un fuerte
resentimiento a Rosas de sectores populares y miembros federales de las élites por creerlo
responsable de la muerte de Quiroga.

En 1840 Tucumán, Salta, Jujuy y Catamarca formaron una Liga o Coalición del norte bajo el lema
“Libertar, Constitución o Muerte”. La misma demandaba la reunión de un Congreso
Constituyente, reclamo que Rosas se apresuró a denominar unitario. Las derrotas de Lamadrid a
manos de Ángel Pacheco y de Lavalle ante Manuel Oribe sellaron la suerte adversa de la última
rebelión del interior.

La represión de las fuerzas rosistas se ejerció con inusitada violencia. Se vivieron escenas de terror
ejemplificador, y fue el momento de la acción en bs as de la Mazorca o Sociedad Popular, una
especie de policía política al servicio de la “pureza” federal. Además, se dio la imposición de
símbolos federales, la obligatoriedad del uso de prendas rojas y la exhibición de retratos de Rosas
en las iglesias, además de una gran persecución de toda oposición política.

Varios líderes de la rebelión fueron ejecutados y sus cabezas puestas en picas para el público. A
fines de 1841 la Coalición estaba desmembrada y poco después en todas las provincias del norte
se imponían nuevamente gobernadores federales adictos a Rosas.

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La derrota de la Coalición provocó una nueva oleada emigratoria hacia chile y Bolivia. A estos
grupos, se sumó el de “La nueva generación”. La generación del 37 contaba con miembros como
Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Vicente Fidel López, Juan María Gutierrez, Bartolomé
Mitre y Domingo F. Sarmiento; e intentaba ser la intelectualidad que guiara al rosismo hacia la
consecución de una organización constitucional de corte liberal.

Entre 1845 y 1848 una nueva crisis externa amenazó a la Confederación rosista: una flota
combinada francesa e inglesa, reclamando la prohibición impuesta de libre navegación de los ríos
Paraná y uruguay, que les impedía el comercio directo con provincias litorales y el paraguay. En
1848 la presión del bloqueo cesó cuando las potencias bloqueadoras percibieron que estaban
perdiendo negocios.

Para ese entonces, Rosas controlaba desde Buenos aires la situación política de todo el interior.
Sólo Montevideo quedó como un bastión de la oposición al rosismo en el Río de la Plata, punto de
convergencia de los emigrados.

La Legislatura rechazaba rutinariamente las rutinarias renuncias de Rosas a la representación de


las relaciones exteriores; los caudillos se preocupaban por no contrariar al gobernador y podían
tener rasgos de tolerancia con sus adversarios políticos locales.

La reacción contra el régimen de Rosas provino de su flanco más débil, el litoral. En el caso de
Entre Ríos, estaba experimentando en esos años (1830/40) un fuerte desarrollo de la ganadería
vacuna, por lo cual competia con las producciones porteñas, y la única forma de exportar era a
través del puerto de buenos aires, cuya política de cierre de los ríos interiores impedía el comercio
directo del litoral con los mercados exteriores. La otra salida, era el envío de ganado al Brasil,
relación comercial establecida en la década de 1840.

En 1850 entre ríos, Brasil y el gobierno de Montevideo establecieron una alianza ofensiva-
defensiva. En mayo de 1851 en un Pronunciamiento, el gobernador de entre ríos, Justo José de
Urquiza, retiraba la delegación de las relaciones exteriores a Rosas, lo que significaba el
rompimiento de su provincia con la Confederación Argentina. Poco después, Corrientes seguía a
Urquiza. A fines de ese mismo año, un ejército de entrerrianos, correntinos, brasileros y uruguayos
se ponía en marcha hacia Buenos Aires. La batalla final se dio en Caseros el 3 de febrero de 1852.
Derrotado, Rosas se embarcó hacia su prolongado exilio en Inglaterra donde falleció en 1877.

Con veinte años de manejo del país desde buenos aires, su hegemonía quedaba bien afirmada.
Rosas se situaba en la cúspide de una jerarquía de caudillos acostumbrados a brindarle apoyo y
lealtad. La economía de bs as, basada en las exportaciones pecuarias a los mercados atlánticos, se
había consolidado durante el régimen de rosas. El restaurador podía enorgullecerse del
mantenimiento del orden republicano: elecciones periódicas, funcionamiento de la justicia,
respeto y obediencia a las leyes daban testimonio de ellos según los publicistas del régimen. La
gran deuda del rosismo era la organización constitucional del país.

Un país dividido: la Confederación Argentina y el estado de Buenos Aires (1852-1861)

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Con el derrocamiento de rosas en 1852, el principal problema que debían enfrentar Urquiza y los
gobernadores era la organización política del país. Urquiza fue encargado por los gobernadores de
la representación de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina, lo que le otorgaba
una primacía entre los demás gobernadores. En uso de esas atribuciones, convocó a los
gobernadores a una reunión preparatoria de la organización institucional del país.

Según Urquiza, no habían “ni vencedores ni vencidos” y cada provincia debía procesar la herencia
del rosismo por su cuenta. Los dirigentes federales afectos a rosas tendrían la oportunidad de
sobrevivir al caudillo caído siempre que no obstaculizaran la marcha de la organización
constitucional. En la mayoría de las provincias, los gobernadores rosistas fueron derrocados por
los grupos desplazados del poder en las décadas de 1830 y 1840 que estaban retornando a
recuperar su posición.

En mayo de 1852 los gobernadores se reunieron en San Nicolás de los Arroyos (bs as) y arribaron a
un acuerdo: el Acuerdo de San Nicolás. El mismo estipulaba la convocatoria inmediata de un
Congreso Constituyente formado por dos diputados por cada provincia, y otorgaba a Urquiza el
manejo de las relaciones exteriores y el mando de las fuerzas militares, reglamentaba la libre
navegación de los ríos interiores y la nacionalización de las aduanas provinciales, incluida la de
Buenos Aires.

El acuerdo levantó la oposición furiosa de la mayoría de dirigentes políticos porteños, puesto que
amenazaba sus tradicionales privilegios. Tampoco se mostraban dispuestos a conceder la igualdad
de representación a las otras provincias (desde la independencia, su representación dependía de
la cantidad de habitantes en ella, que siempre la favorecía).

Los sobrevivientes del Rosismo y los emigrados recientemente retornados a bs as coincidieron en


su oposición a Urquiza formando una fuerza política liberal e identificada con la suerte de buenos
aires que se conoció como Partido de la Libertad. Se vivía un contexto de participación política y
libertad en relación a que la prensa manifestaba abiertamente su oposición a Urquiza.

En junio de 1852 la legislatura provincial rechazó el Acuerdo de San Nicolás, lo que provocó la
renuncia del gobernador urquicista Vicente López y Planes y el ascenso del grupo más
radicalmente opositor a Urquiza. Éste reaccionó asumiendo personalmente la gobernación de
Buenos Aires de manera temporaria. Finalmente, el 11 de septiembre de 1852 los opositores
porteños a Urquiza y al Acuerdo decidieron separarse de la Confederación Argentina mediante
una “revolución” que dio por tierra con cualquier posibilidad de arreglo entre ambas partes. La
provincia rebelde retiraba a Urquiza la delegación de la representación ante los poderes
extranjeros y reasumía su plena soberanía.

El resultado de esta separación fue la existencia de dos entidades políticas autónomas, pero que
se consideraban pertenecientes a una misma “nación”: la Confederación Argentina formada por la
totalidad de las provincias con excepción de Buenos Aires y el Estado de Buenos Aires escindido
del resto.

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Las provincias de la Confederación reunidas en Congreso Constituyente en Santa Fe sancionaron


su Constitución el 1 de mayo de 1853, y se asentaba en la existencia de pactos preexistentes entre
las provincias, en particular el Pacto Federal de 1831 y el Acuerdo de San Nicolás. Establecía la
forma de gobierno representativo, republicano y federal, la división de poderes en ejecutivo (con
amplios poderes), legislativo (bicameral con diputados elegidos por distrito a razón de la cantidad
de población, y dos senadores por provincia) y judicial (con una Corte Suprema y jueces federales),
reconocía y otorgaba derechos y garantias individuales a las personas y reglamentaba el
funcionamiento institucional del Estado. La Constitución incluía también dos cláusulas irritantes
para los porteños: la nacionalización de las aduanas y la federalización de la ciudad de Buenos
Aires.

En 1854 Urquiza fue elegido presidente de la Confederación Argentina, y las autoridades de la


misma (Congreso, el presidente y sus ministros) se instalaron en Paraná, declarada capital
provisoria en tanto durase la separación de Buenos Aires. En los años siguientes, las provincias
debieron reformar sus constituciones y adaptarlas a los preceptos de la nacional. El mismo año, el
estado de Buenos Aires sancionaba la primera constitución de su historia. La dirigencia política
porteña nucleada en el Partido de la Libertad se debatia entre dos opciones en sus relaciones con
el resto del país. Algunos, opositores a la Confederación y Urquiza, sostenían la conveniencia de
una secesión completa de Bs as del resto de las provincias (autonomistas, acaudillados por
Valentin Alsina, viejo unitario, gobernador de la provincia en 1853, 1857-1859).

Otros eran partidarios de la unificación de Bs as con la Confederación y de la formación de un


Estado nacional liderado por Buenos Aires (nacionalistas, liderados por Bartolomé Mitre,
gobernador en 1860).

Buenos Aires contaba con grandes recursos provenientes de las rentas de la aduana para hacer
frente a los gastos del Estado, y el gobierno imprimía papel moneda respaldado por las rentas de
aduana que era ampliamente aceptado por la población de la provincia. La situación de la
Confederación, por el contrario, era delicada debido a la escasez de recursos financieros para
cubrir los gastos del Estado. El gobierno confederado buscó varias soluciones: primero intentó la
emisión de papel moneda, que fracasó ante la falta de respaldo; luego, la creación de nuevos
impuestos como la contribución a la propiedad inmueble, que aumentó un poco la recaudación
pero cuyo uso era exclusivamente provincial, y también la contratación de préstamos de bancos y
casas comerciales del exterior.

En una suerte de guerra económica, la Confederación implantó en 1857 aranceles aduaneros más
altos a los productos importados que hicieran escala en el puerto de buenos aires y de allí se
embarcaran hacia Rosario; aunque los grandes comerciantes seguían prefiriendo el puerto de
Buenos Aires.

Las tensiones entre ambas partes fue creciendo por una mutua desconfianza y algunas
intromisiones en la política interna de una en la otra, hasta llevarlas a una situación de guerra. En
octubre de 1859 las fuerzas de la Confederación derrotaron a las de Buenos Aires en Cepada, y en

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1860 bs as juraba fidelidad a la Constitución nacional de 1853, aunque se reservaba el derecho de


introducirle reformas. La provincia rechazó las cláusulas de la federalización de la ciudad de
buenos aires y la nacionalización de la aduana. A cambio, se comprometia a entregar al gobierno
confederado la suma de un millón y medio de pesos mensuales, que éste tan desesperadamente
necesitaba para hacer frente a los gastos que la última guerra había incrementado. La cuestión de
la capital seguía irresuelta.

Ese mismo año, Urquiza terminaba su mandato y como la Constitución prohibía la reelección, se
abrió una feroz competencia por la sucesión entre el vicepresidente Del Carril y el Ministro del
Interior Santiago Derqui. Este último fue elegido presidente, y mientras tanto, buenos aires
también cambiaba sus autoridades: Bartolomé Mitre era elegido gobernador en 1860.

La incorporación de Buenos Aires a la Confederación nunca se concretó ante el rechazo de los


diputados porteños por el Congreso Nacional. Urquiza veía con preocupación el acercamiento de
Derqui a los hombres de buenos aires, sobre todo a la fracción de Mitre, y temía que hiciera
demasiadas concesiones políticas a los porteños.

Los años 1860 y 1861 fueron de intensos conflictos políticos entre buenos aires y la confederación
que desembocaron en una nueva guerra. En la Batalla de Pavón (17 de septiembre de 1861) los
ejércitos de buenos aires se impusieron y Urquiza se retiró del campo de batalla. Mitre se apresuró
a invadir el territorio de la confederación, y Derqui, carente de todo apoyo político y militar,
renunció y marchó al exilio. Mitre negoció con Urquiza su neutralidad no amenazando su dominio
en entre ríos y asumió el mando del país. Desde buenos aires, las tropas porteñas convertidas en
ejército nacional se lanzaron a la conquista del interior.

Buenos aires y la reacción del interior (1862-1870)

El 25 de mayo de 1862 un nuevo Congreso Nacional se reunía en Buenos Aires. Bartolomé Mitre
fue elegido presidente de una Argentina reunificada. Según él, la aplicación de su programa, era la
aplicación de la Constitución de 1853 en todos sus aspectos. Las prioridades del mismo eran la
constitución de las autoridades nacionales (presidente, Congreso y Suprema Corte de Justicia), la
nacionalización de la aduana de buenos aires y la federalización de esa ciudad para convertirla en
la sede de las autoridades nacionales.

Mitre debió enfrentar resistencias provenientes de dos frentes: Buenos aires, cuya clase política
veía con malestar que su ciudad capital pasara al ámbito político federal, y las provincias del
interior, gobernadas en su mayoría por federales que desconfiaban de los planes políticos de los
liberales de buenos aires y veían en el orden inaugurado en Pavón un nuevo intento de esa
provincia de avasallar sus autonomías.

Mitre envió un proyecto de federalización de Buenos Aires que se aprobó, pero fue rotundamente
rechazado por la legislatura provincial. Finalmente, se llegó a un acuerdo: la provincia de buenos
aires aceptaría a las autoridades nacionales como huéspedes en la ciudad, pero ésta seguiría
siendo sólo capital provincial. La negativa a la federalización de buenos aires creó la extraña

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situación de una Argentina sin capital definitiva y de autoridades nacionales sin sede fija. Esta
situación se prolongó hasta 1880, cuando un movimiento político-militar obligaría a la provincia a
ceder su capital a la nación.

En las provincias, el plan de Mitre fue aceptado sólo por una pequeña minoría. Luego del triunfo
de buenos aires en la batalla de pavón, se impusieron en varias provincias gobiernos liberales que
desplazaron por la fuerza a los federales urquicistas. Sin embargo, su situación política era
precaria y dependían de la creciente intervención de las tropas nacionales para sostenerse en el
poder. Por el contrario, en el interior el federalismo era aún la opción política de la mayoría. Para
ellos, el triunfo de buenos aires sólo podía significar una mayor ruina para las provincias. La Rioja
se destacó en la década de 1860 por la acción de dos caudillos locales que enfrentaron la
conquista de buenos aires: Ángel Vicente Peñaloza y Felipe Varela.

El gobierno enfrentó la rebelión del federalismo del interior con gran violencia.

Peñaloza y los federales del interior esperaban que su líder político, Urquiza, se pusiera a la cabeza
de un amplio movimiento que derrocara a Mitre y retaurara el predominio federal, pero el apoyo
de Urquiza nunca se hizo efectivo. En 1863 Peñaloza fue derrotado en la batalla de Las Playas. El
mismo año, fue asesinado y su cabeza puesta en una pica como símbolo de castigo ejemplar,
hecho repudiado por los federales. En cambio, los liberales porteños y provincianos justificaban el
uso de la violencia en aras de la pacificación del país.

Sin embargo, el asesinato de Peñaloza no significó el fin de las resistencias federales. Entre 1866 y
1867 el caudillo Felipe Varela se levantó contra el gobierno nacional, luchando a favor de las
autonomías provinciales y en contra de la política exterior del gobierno nacional que estaba en
guerra con Paraguay. La Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), que enfrentaba a Paraguay con
Brasil, Argentina y Uruguay, era muy impopular en el interior a causa de los reclutamientos
forzosos para las tropas nacionales de gauchos que eran enviados al frente semidesnudos y
engrilletados. Varela y sus seguidores interpretaban las alianzas externas de Mitre como una
traición a los principios republicanos con que se había fundado la Argentina. La alianza con el
imperio de Brasil y la negativa de ayuda a Chile y Perú, amenazados por una armada española,
indicaban un complot monárquico del cual era parte la administración mitrista.

Finalmente, las montoneras de Varela también fueron desbandadas por las tropas nacionales, y
este se refugió en Chile, donde murió. Era el fin de las montoneras, y poco a poco las autoridades
nacionales extendieron su control efectivo al interior del país apoyadas en la fuerza que es daba el
manejo del ejército nacional.

En 1870 se produjo la última de las resistencias federales en las provincias, en entre ríos. Urquiza
seguía siendo gobernador y hombre fuerte de la provincia, pero su legitimidad se fue erosionando
ante sus seguidores.

Ricardo López Jordán era uno de los lugartenientes de mayor confianza de Urquiza, y en 1870 se
puso al frente de un movimiento para desplazar a Urquiza del gobierno y de la escena política

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provincial. Se discutió la posibilidad de expulsarlo y enviarlo al exilio, pero en un confuso hecho,


una partida rebelde con orden de capturarlo, lo asesinó en su propia residencia. Días después, la
legislatura de la provincia elegía a López Jordán como gobernador. El mismo lamentó
públicamente el asesinato de su anterior jefe, pero reivindicó sus acciones como una defensa de
las instituciones de la provincia amenazadas por la dictadura de Urquiza.

La reacción del gobierno nacional fue rápida, Tropas nacionales enviadas para reprimir la rebelión
desembarcaron en Gualeguaychú una semana después de los hechos. El gobierno de Sarmiento
decretó el estado de sitio en la provincia, declaró a Lopez Jordan y a sus seguidores reos de
rebelión y finalmente envió la intervención federal. Fueron derrotados en Ñaembé en 1871.

La expansión del Estado Nacional: imposiciones, negociaciones y conflictos (1870-1880)

Paralelamente a la supresión de las resistencias federales, desde 1862 las autoridades nacionales
iniciaron un proceso de ampliación de su esfera de influencia sobre las provincias, incluida buenos
aires. Este proceso fue múltiple, variado y complejo. La expansión de las agencias estatales implicó
un grado considerable de coerción pero también un nivel importante de negociación con las clases
dirigentes provinciales. Para esas clases, la presencia de los ejércitos de Buenos Aires
nacionalizados después de Pavón era más tranquilizadora que disruptiva, sus administraciones
provinciales buscaron refugio en ellos, que se transformaron en la garantia de su supervivencia
política. Con su apoyo, legitimarían mutuamente el poder del Estado nacional.

Este espacio político en expansión, las agencias organizadas desde el gobierno central en el
período 1862-1880 conformaron el primer ensayo efectivo de administración nacional y de
unificación territorial. Estas instituciones aumentaban la presencia del Estado nacional en las
provincias y su capacidad de control de las cambiantes situaciones políticas.

En algunas provincias se halló la existencia de una “élite letrada”, compuesta por clanes familiares,
proveía también a las instituciones nacionales, sobre todo a la cámaras de diputados y senadores.
Cada agencia que se instalaba constituía, además, una fuente de empleos a ocupar. Los juzgados
federales, las aduanas y puestos de frontera internacionales, las oficinas del Correo y Telégrafo,
los colegios nacionales, el Banco Nacional, y luego los Ferrocarriles del Estado, encontraban su
personal en esas familias.

A esta expansión de la burocracia nacional se le sumó la unificación jurídica mediante la redacción


y puesta en práctica de los Códigos Nacionales, el Civil y el de Comercio redactados en las décadas
de 1860 y 1870. Además, las provincias sancionaron códigos rurales. El establecimiento de
sistemas de comunicación y transportes en control del Estado nacional (mensajerías y correos
primero, y más tarde el ferrocarril, telégrafo y navegación a vapor) contribuyó asimismo a la
unificación territorial. A fines de la década de 1870, el Estado nacional emprendió la expansión de
la frontera interior hacia el sur. La “conquista del desierto” significó la incorporación al territorio
nacional de toda la Patagonia, y a la vez el despojo de los indígenas de sus tierras.

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El gobierno nacional intentó también establecer fuentes de recursos financieros en las provincias.
Ya el gobierno de la confederación había establecido la “contribución directa” en las provincias. La
intención de reemplazar con este impuesto a la propiedad inmueble, las rentas de las aduanas
provinciales, no fue exitoso. Las autoridades nacionales comenzaron a enviar subsidios a las
provincias con mayores necesidades financieras desde fines de la década de 1850, que se fueron
incrementando. Estos subsidios nacionales complementaban los presupuestos de las provincias de
menos recursos, pero a la vez las hacían más dependientes del gobierno central. Los gobiernos
nacionales intentaron crear un sistema de crédito nacional, mediante la fundación del Banco
Nacional en 1872 y de un sistema unificado de moneda, que sólo se logró en 1881.

Las situaciones provinciales experimentaron una transición de la diversidad a una mayor


uniformidad política.

Entre fines de la década de 1860 y mediados de la de 1870 las provincias experimentaron la


erosión de la influencia del Partido Liberal nacionalista (mitrista) y su reemplazo por una coalición
de gobernadores que tenían raíces federales urquicistas (llamada Partido Nacional) en alianza con
el Partido Autonomista de la provincia de buenos aires. Las elecciones (con el sistema de sufragio
masculino amplio instaurado en 1821) eran un momento crucial el que se ponía en juego el capital
político de cada élite provincial. En buenos aires entre 1860 y 1870 se dio una combativa
competencia electoral entre mitristas (nacionalistas) y alsinistas (autonomistas) y sólo fue
clausurada con la revolución porteña de 1880.

La transición de la diversidad de historias provinciales a la creciente uniformidad política entre


1862 y 1880 se relaciona con tres factores: las milicias provinciales, llamadas desde 1853 Guardia
Nacional; el ejército nacional; y los conflictos políticos surgidos en momentos de sucesión
presidencial.

La Guardia Nacional enrolaba a todos los ciudadanos de más de 18 años, es decir, a aquellos que
estaban en pleno ejercicio de los derechos políticos. Su influencia en la política provincial era
crucial en momentos de competencia electoral, ya que sus fuerzas eran movilizadas por el
gobierno de turno, y eventualmente por sus opositores para controlar las elecciones.

La formación de un ejército nacional fue clave para la expansión de la injerencia de las autoridades
nacionales sobre las situaciones provinciales. Hasta 1852 no hubo ejército nacional, sino que cada
provincia contaba con pequeñas milicias propias. Entre 1852 existieron dos ejércitos, el de la
Confederación, y la Guardia Nacional del estado de buenos aires.

Luego de la derrota de la Confederación, ambos ejércitos se unieron bajo el comando del


presidente de la nación, Bartolomé Mitre. El número de tropas se amplió y el poder de fuego
mejoró notablemente con la Guerra de la triple alianza (1865-1870) cuando también se aplicó un
sistema de reclutamiento forzoso. De esa época es la fundación del Colegio Militar de la Nación,
donde se educaba a los oficiales.

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En la década de 1860, los gobiernos nacionales asentaron regimientos del ejército nacional en las
provincias para intervenir en las situaciones políticas locales. Así, el ejército se convirtió en un
factor fundamental de control de las elecciones que lograba volcar el apoyo provincial a los
candidatos que favorecían al gobierno nacional.

Al finalizar la presidencia de Mitre, carente de apoyos suficientes, se declaró neutral en la


contienda electoral por la sucesión, aunque su favorito era su ministro de relaciones exteriores,
Rufino Elizalde. La candidatura de Sarmiento (1868-1874) fue impuesta por la voluntad de los jefes
militares y por una coalición de gobernadores de provincia. Alsina también la terminó apoyando.

Ningún candidato con base en buenos aires podía hacerse con la presidencia sin el apoyo de las
provincias y los jefes militares. El sistema de elección presidencial indirecto (con colegios
electorales en cada provincia) garantizaba un peso electoral decisivo a las provincias del interior
sobre la de buenos aires. Pero a los gobernadores provinciales les era imposible que su candidato
a presidente triunfara sin contar con algún apoyo partidario de buenos aires.

La sucesión de Sarmiento fue mucho más conflictiva. Dos aspirantes porteños levantaron sus
candidaturas: Mitre por el partido nacionalista, y Alsina por el autonomista. Sarmiento apoyó la
candidatura de Nicolás avellaneda, su ministro de Justicia e Instrucción Pública. Ante una elección
que enfrentara a dos porteños, algunos gobernadores provinciales formaron una coalición o Liga
de Gobernadores del Interior, agrupados en una fuerza política denominada Partido Nacional. La
Liga consagró como su candidato a Avellaneda con apoyo de algunos jefes de regimiento del
ejército nacional. En mendoza y Jujuy los gobiernos simpatizantes del mitrismo fueron derrocados.
Alsina prestó su apoyo al candidato del interior y colocó a Mariano Acosta, un lugarteniente suyo,
como vicepresidente. La derrota de Mitre generó una revuelta armada en buenos aires, mendoza
y corrientes, que las tropas nacionales no tardaron en reprimir. Mitre y sus seguidores fueron
proscriptos y se retiraron de la escena política.

Avellaneda enfrentó al final de su mandato un nuevo levantamiento de buenos aires en ocasión


de la renovación presidencial. El candidato favorecido por el presidente era Julio Argentino Roca.
Fue ministro de guerra de avellaneda y dio el impulso final y lideró la expedición militar de
conquista de la Patagonia.

El resultado de las elecciones favorable a Roca y la imposición nuevamente de un candidato


provinciano decidieron a Tejedor (el otro candidato) a desconocer el resultado y movilizar las
milicias porteñas en contra del gobierno nacional. Avellaneda y su gabinete debieron huir, así
como también parte del congreso nacional.

Las tropas nacionales, mejor armadas y entrenadas, se impusieron rápidamente a las porteñas. La
derrota de las milicias provinciales permitió al gobierno nacional imponer a la provincia la
federalización de la ciudad de buenos aires, convertida por ley en capital de la nación. De esta
manera se terminaba un conflicto de tres décadas. La frase “paz y administración” de Roca en
1881 resumía la voluntad de clausurar definitivamente una larga época de enfrentamientos
políticos.

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El boom exportador (tercer texto)


Entre 1810 y 1914, la economía argentina experimento un desarrollo formidable. Dicha expansión
tuvo su gran motor en el aumento de las exportaciones. El incremento de la capacidad
exportadora estuvo sustentado en la puesta en explotación de las extensiones de tierra virgen de
la región pampeana y en transformación de las empresas agrarias y los sistemas de transportes.
Nuevos productos exportables, como la carne refinada y los cereales, desplazaron al cuero y la
lana. La expansión exportadora fue posible gracias al incremento en la escala de los flujos de
capital y la fuerza de trabajo que se dirigen hacia el Rio de la plata. El estado, desempeño un papel
de importancia en la expansión económica. La etapa de veloz integración de la economía global se
extendió hasta la Primera Guerra mundial le ofreció a la argentina un escenario para superas las
constricciones geográficas y económicas que habían limitado su desarrollo.

Una economía mundial más integrada.

La Argentina se convirtió en uno de los grandes exportadores mundiales de alimentos de clima


templado.

La constitución de un mercado mundial de alimentos de clima templado se sustento sobre una


transformación de los sistemas de transporte, por el desarrollo de tecnologías basadas en el
empleo masivo del hierro y el vapor. Las nuevas tecnologías de transporte supusieron un cambio
del escenario en el que se desenvolvía el sector exportador argentino. Fue posible la
comercialización a escala masiva de bienes de bajo valor unitario como el grano. Nuevas
teconologias de conservación de los alimentos abrió la posibilidad de trasladar a distancias
productos perecederos que hasta ahora solo encontraban salidas en mercados locales. El
desarrollo del telegrafo submarino, que desde la década de 1880 comunico a Baires con Europa,
posibilito un rápido y económico flujo de información, esencial para integrar los mercados de
capital y mercancías.

Una nueva infraestructura de transportes.

La Argentina debió renovar su infraestructura de transportes. En lo que a puertos se refiere, el


cambio comenzó por el del Riachuelo, modernizado en la década de 1880 y se extendió al nuevo
puerto madero(el primer puerto) en la década siguiente. Tambien se construyeron nuevas
terminales, de las cuales partio hacía Europa parte importante de la cosecha de granos. La
construcción de un moderno y extenso sistema ferroviario, permito integrar los mercados
externos de regiones del país, favoreciendo a la conformación de un mercado nacional.

El ferrocarril fue importante para estimular el cambio productivo y para desligar la producción
agrícola de los horizontes a los que hasta ahora había confinado la geografía. La agricultura, el
sector que paso a liderar las exportaciones argentinas, no podría haberse desarrollado, sin el
auxilio de este nuevo medio de transporte.

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A diferencia de las praderas canadiences o norteamericanas, los suelos de mayor aptitud agrícola
de la región pampeana carecían de ríos o canales que pudieran ofrecer una alternativa a la
carretera, por lo que el ferrocarril se volvió indispensable para expandir la agricultura, mas allá de
la costera del Paraná.

Con un orden politico más consolidado en 1880, proyectos de inversión ferroviarias, gracias a los
cuales el trazado de las vias comenzó a desbordar los enclaves que hasta entonces habían
confinado el crecimiento en la región pampeana, llevando la frontera productiva hacia las fértiles
tierras del sur y el oeste. Impulsada por fuertes inversiones británicas, las extensión de la red
ferroviaria nacional se quintuplico. Entre 1880 y 1892.

Una vez superada el parate que produjo la Crisis de los Noventa, el tendido de rieles volvió a
crecer, alentando la expansión de la producción de granos de la primera decada del siglo XX. Hacia
1914, la argentina contaba con vias, de las cuales dos tercios recorrían la región pampeana y
colocaban a las tierras agrícolas a corta distancia de estaciones ferroviarias. Tres grandes
empresas de origen británico, controlaban el sistema ferroviario.

En vísperas de la Primera guerra mundial, la argentina poseía uno de los sistemas viales más
extensos y económicos. Este logro se debia a las ventajas que presentaba un terreno llano y sin
obstáculos naturales, como el de la mapa y a que la política de las compañías privilegió la
ampliación de la red, antes que la inversión en el tipo de infraestructura. Considerando las
oportunidades abiertas por el ferrocarril, puede concluirse que su aporte al crecimiento
económico y el cambio productivo fue más importante en las pampas que en Europa o las
praderas norteamericanas.

El desarollo de la red ferroviaria

La expansión del ferrocarril en la Argentina tuvo lugar en dos grandes oleadas: de 1880 y 1900.
Para 1914 el país contaba con la red vial mas extensa de america latina.

La veloz expansión de los rieles se explica en parte porque la inversión que demando su
construcción era de las más bajas de mundo. Reducidos costos de construcción iban acompaños
de bajos costos operativos.

La construcción de la infraestructura que posibilito el crecimiento exportador, requirió un esfuerzo


financiero que excedia las posibilidades del mercado local. En las décadas de 1860 y 1870,
impulsado por la creación de bancos públicos, había empezado a tomar forma un mercado de
capitales que atendio algunas necesidades de financiamiento de la economía ovina, pero cuya
escala lo inhabilitaba para impulsar tareas de mayor envergadura.

Los recursos que sustentaron el gran ciclo de inversión de la etapa 1880-1914 vinieron de afuera,
inversores de la City de Londres y en menor medida por inversores del continente europeo, en
especial franceses.

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La inversión estranjera tuvo un impulso a comiendo de la década de 1880 cuando procesos de más
largo plazo, vinculados a la expansión de los mercados de capitales europeos, se combinaron con
circunstancias especificas que volvieron a la Argentina un atractivo para los inversores
internacionales. Entre estas se destacaba las oportunidades ofrecidas por la reserva de tierra fértil
de la región, el cambio en la seguridad jurídica para la inversión externa que se produjo a partir de
la consolidación del estado nacional.

El volumen de la inversión extranjera crecio y se volvo hacia emprendimientos productivos, entre


los cuales se destacaron los ferrocarriles. Cuando el ciclo de inversiones se cerro con la Primera
Guerra mundial. La inversión externa había crecido veinte veces más, y convirtió a la Argentina en
el principal receptor de capital externo en America latina.

La contribución de la inversión externa, resultó crucial. Hacia 1914, equivalía la mitad del capital
fijo total del país. Sin estos recursos externos, el ritmo de crecimiento de la economía argentina
habría sido mucho más pausado

El primer ciclo de inversión fue desde 1880 hasta la Crisis del Noventa , el segundo fue desde
principios del siglo XX hasta la primera guerra mundial. La Argentina se convirtió en el principal
destino de emisiones extranjeras de Londres. Esta plaza financiera fue la mitad del stock de capital
que arribo al país. Francia, ocupó el segundo lugar. Alemania, Belgica y Estados unidos con
colocaciones más pequeñas y tardías, le siguieron en importancia.

Las inversiones del Reino Unido

Se advierte un claro patron de especialización basado en criterios como la antigüedad de llegada.


Asi por ejemplo, los capitales ingleses, los primeros en desembarcar al país, alcanzaron una
posición dominante en el ámbito ferroviario, que solo desde comienzos del siglo XX se vio
atenuada por arribos de inversiones Francesas. Por su parte, las inversiones belgas se orientaron,
hacia la constitución de compañías de tierras y negocios financieros. Los capitales alemanes se
concentraron en la banca, generación de electricidad y algunos servicios públicos urbanos. Los
inversores norteamericanos, que recién a fines de este periodo comenzaron a ingresar al mercado
argentina, se enfocaron en la industria frigorífica.

A lo largo de este periodo, los ferrocarriles fueron el principal destino de inversión. A las
inversiones realizadas de las compañías de ferroviarios, también deben contabilizarse los
empréstitos públicos contraídos para financiar la construcción de ferrocarriles.

La inversión extranjera financio la instalación de una infraestructura básica, sobre todo en el


sector de transportes y comunicaciones imprescindible para la puesta de producción de las fértiles
tierras pampeanas.

La inmigración masiva.

La gran globalización de las tres o cuatro décadas previas a La Gran guerra produjo movimiento
humano. La región pampeana constituyo un área de atracción de inmigrantes a lo largo del siglo

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XIX. La revolución de los transportes, la presión demográfica en Europa y otros procesos paralelos,
aumentaron la cantidad de personas dispuestas a abandonar su país. Los años ochenta y el
decenio anterior a la Gran guerra fueron sus momentos más dinámicos. En la segunda mitad de la
década de 1880 y entre 1905 y 1915.

La inmigración atlántica

En los lugares de mayor concentración de inmigrantes, como las ciudades del litoral, eran los
nativos quienes eran minorías.

La Argentina mantuvo una política de puestas abiertas y nunca propuso restringir los arribos. Salvo
en periodos muy breve.

Las redes familiares y sociales sirvieron para facilitar el transito en el país receptor y también la
inserción del recién llegado en la sociedad. Los factores mas estructurales son aquellos referidos al
nivel relativo de los salarios y el contexto de oportunidades que esperaba a los migrantes en el
país.

Ademas la moneda nacional se encontraba muy despreciada, al superior poder de compra de los
salarios locales se sumaba un salario nominal mas elevado. Esto era relevante para los migrantes,
puesto que la diferencia del salario nominal era atractivo no solo para el desplazamiento sino que
ayudaba a mejorar su calidad de vida, y también para aquellos migrantes temporarios con el
objetivo de incrementar sus ahorros, para remitir dinero regularmente a sus familias en Europa o
para luego regresar. El hecho de que cerca de la mitad de los arribados regresara al país de origen
hace suponer que la diferencia de los ingresos nominales era un factos decisivo.

La argentina también ofrecia oportunidades de progreso económico y social mas amplias que las
existentes en otras sociedades. Estas oportunidades se vinculan con un mundo social y cultural y
con los enormes requerimientos tanto de energía como de destrezas laborales propios de la
Argentina de ese tiempo que solo la inmigración podría proveer. En el campo, y aún más en la
ciudad, una economía en veloz crecimiento pero pobre en recursos humanos ofrecia buenas
remuneraciones al trabajo y amplias posibilidades para ingresar a las filas de productores
independientes.

Los migrantes arribaban en mayor numero en épocas de expansión, aun si estas etapas no venían
acompañadas de una mejora en las remuneraciones del trabajo; del mismo modo, el flujo se
contraría en épocas de desaceleración del crecimiento e incluso llego a revertirse en momentos de
gran adversidad.

El flujo migratorio se movio al ritmo de los tres grandes ciclos económicos de este periodo: se
expandió a gran velocidad en los años ochenta, se contrajo en los posteriores a la Crisis del
Noventa, y volvió a crecer al calor del renovado ciclo expansivo de la economía que corre entre
comienzos del siglo XX y la Primera Guerra Mundial.

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El fenómeno migratorio contribuyo a erradicar en forma definitiva la escasez de fuerza de trabajo


que hasta entonces había caracterizado al mercado laboral pampeano. La llegada de europeos
potencio las posibilidades de crecimiento de la economía por tres grandes motivos: la elevada
calificación considerados desde el punto de vista de la edad y el género, se ubicaban entre los más
productivos y finalmente, la preferencia de los migrantes por insertarse en los sectores más
dinámicos de la economía. Gracias a la inmigración la economía argentina pudo incorporar
trabajadores dotados de destrezas laborales y conocimientos técnicos poco diseminados
localmente.

Sin embargo, todavía para 1914 la inmigración ofrecia una valiosa contribución a la formación de
capital humano. Gracias a la inmigración, la población económicamente activa paso a representar
un porcentaje muy elevado de la población total. En síntesis la mejora en el capital humano y en el
tamaño relativo de la población trabajadora aportada por la inmigración, tuvo un impacto sobre el
crecimiento económico de la argentina. Pues el flujo migratorio se oriento hacia las actividades y
regiones donde este era más necesario. La presencia de los extranjeros, resulto más elevadas en
las regiones dinámicas: Capital federal, Santa fé y Buenos aires, donde la demanda laboral y la
productividad del trabajo eran más alta, lo que a su vez potencio las posibilidades de crecimiento
económico.

Las importaciones

Al calor del auge inversor y de la llegada de inmigrantes, el patron de importaciones experimento


grandes transformaciones. Esta expansión importadora se explica en parte por el incremento de la
capacidad del consumo de la población y en parte por las nuevas demandas que surgían de la
construcción de una economía más compleja. Hasta la década de 1860, las importaciones se
limitaban a bienes de consumo y se pagaban con el producto de las ventas al exterior. Los textiles
en primer lugar, las manufacturas de loza y metal y los alimentos constituían los principales
articulos importados. El panorama comenzó a modificarse y otros rubros aparecieron para las
importaciones. En la década de 1880 la construcción de grandes obras de infraestructura y la
modernización de la estructura productiva dieron lugar a una fuerte demanda de insumos y bienes
de capital. Las adquisiciones de equipamiento y materias primas llegaron a superar el 50% de las
importaciones totales. Junto al material ferroviario principal responsable del incremento de las
compras de bienes de capital en el exterior, crecio también la compra de insumos y bienes de
capital para el agro, la manufactura y la construcción de la infraestructura de servicios urbanos.
Todo esto, incremento la demanda de trabajo, la inmigración y en consecuencia la demanda de
bienes de consumo.

La transformación ganadera

Hacia 1880, la ganadería ovina se consolido como la actividad ganadera dominante, en las tierras
de la llanura pampeana. Sin embargo el crecimiento ovino no suposo la eliminación de la
ganadería vacuna, sino su desplazamiento hacia tierras mas baratas o menos favorable, cuya
disponibilidad se incremento tras las campañas militares de la década de 1870. A partir de ese

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momentos, los vacunos criollos avanzaron sobre tierras de la fronteras del sur y el oeste, También
se expandieron sobre tierras de ocupación mas antigua. Estas tierras abundaron en las provincias
litorales, se convirtieron en el refugio de la ganadería primitiva. La expansión de la ganadería
primitiva hacia la periferia contributo a mantener la vigencia de rubros tradicionales en la canasta
de exportaciones. Por ejemplo las ventas de tosajo, cuero y cebo, continuaron en alza hasta la
primera guerra mundial.

El signo dominante de la evolución ganadera estuvo dado por el proceso de renovación productiva
que coloco a la ganadería pampeana cerca de la frontera internacional en materia y la consagro
como una de las mas competitivas y eficientes del mundo

La principal novedad sobrevino como resultado de innovaciones tecnológicas que tornaron posible
la explotación de carne a los mercados europeos. La mejora en la navegación atlántica y la
tecnología del frio permitieron la producción de carne, se convirtieran en la actividad dominante
en la ganadería pampeana y transformo a la región en la principal exportador de este producto.

Hasta mediados de la década de 1890, el ovino era mas fácil de transportar que el vacuno debido
a su menor tamaño y era el centro del desarrollo de carne refrigerada. Desde 1888 comenzaron a
operar empresas frigoríficas. Desde la aparición de los frigorificos, los ovejeros argentinos,
orientaron sus esfuerzos hacia razas que produjeran también carne, entre ellas Lincoln

Las exportaciones de lana, carne y otros derivados del ovino conformaron los principales rubros
de la canasta de exportación ganadera hasta la Primera guerra mundial. Sin embargo desde la
década de 1890, los ganaderos argentinos encontraron en la cria de vacunos la calidad una
alternativa mas lucrativa.La demanda externa termino consagrándola como la rama ganadera mas
rentable.

La renovación de la ganadería bovina siguió los pasos de la ovina, en gran medida se apoyo en los
recursos generados a partir del proceso de expansión productiva y cambio tecnológico. La
transformación del vacuno reservó un lugar mas relevante a la elite estanciera nativa, que
desplazo a los mercaderes estancieros europeos de la era de la lana, de su papel de grande
catalizador del cambio tecnológico. Este grupo, principal animador de la Soceidad rural argentina,
fue importante como agente de cambio. Todos los hitos de la reforma de la ganadería del bovino,
estuvieron asociados a la acción de terratenientes modernizadores nativos.

El cambio genético se acelero y permitió la constitución de un mercado local de reproductores de


raza. Durante esa fase inicial, el proceso de renovación del bovino encontró su estimulo en la
expansión de la demanda interna, provenientes de los sectores mas acomodados.

En la década de 1890 crecieron con fuerza los embarques de ganado en pie con destino a Gran
Bretaña. En la segunda mitad de esta década, se iniciaron envíos de carne refrigerada a Europa.

En el cambio de siglo, cuando las autoridades británicas prohibieron la importación de animales


por motivos sanitarios, los frigorificos alcanzaron una posición dominante en el comer
internacional de carne, se convirtieron en el único nexo entre la ganadera pampeana y su principal
mercado externo.

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El crecimiento agrícola

Hacia 1880, las exportaciones ganaderas representaban cerca de 95% de las ventas al exterior,
para 1915 su incidencia cayo producto del ascenso de la agricultura.

A comienzos de 1880, la producción cerealera pampeana se concentraba en el norte y oeste


bonaerense, y en las colonias conformado alrededor de Rosario. Desde entonces, la agricultura
santafesina se impulso por la instalación de agricultores inmigrante y las lineas ferroviarias.

En buenos aires la expansión ferroviaria y el arribo de inmigrante estimularon el avance agrícola.


Iniciativas legislativas como la Ley de Centros Agricolas de 1887 aspiro a estimular la expansión del
cultivo, pero fracasó. Igualmente desde la década 1890 se expandió la agricultura en Baires. El
cultivo de de cereales se volvió complementario de la ganadería. El éxito de la ganadería bovina
refinada dependía del reemplazo del vacuno criollo por razas con mayor masa cárnica, pero
también de la mejoras en las pasturas. Esto ultimo provoco una difusión de las praderas
artificiales, en especial de alfafa, el forraje que mejor se adaptaba a los suelos pampeanos. Como
un producto lateral se incremento la superficie sembrada con maíz y trigo, ya que la implantación
de alfafa mejoraba si las praderas eran sometidas previamente al cultivo de estos cereales durante
algunos años.

La carencia de fuerza de trabajo que el flujo migratorio había logrado mejorar, insto a los dueños a
usar modos de implantación de pasturas artificiales sin necesidad al empelo generalizado de
trabajo asalariado. La expansión de una actividad intensa en trabajo como el cultio de alfafa se
volvió dependiente del empleo de sistemas de atracion de la mano de obra como la aparcería y el
arrendamiento, utilizados en la pampa.

La demanda de energía humana suscitada a partir de la expansión de las praderas artificiales


reforzó la posición negociadora de las clases subalternas y le permitió participar de beneficios.

Mediante arreglos en los cuales una familia de agricultores extranjeros se comprometia a cultivar
cereales a lo largo de tres o cuatro años a cambio de cederle al propietario un porcentaje de la
cosecha y una vez expedido el plazo de contrato, se obligaba a dejar el predio, sembrado con
forrajes. Este sistema que articulaba agricultura y ganadería, fue la principal modalidad
contractual a través de la cual cobro forma el desarrollo agrícola en la mayor provincia argentina.

La expansión de la agricultura, comenzó a independizarse. Entre 1888 y 1914, la superficie


cultivada en la región pampeana se multiplico, dando lugar al desarrollo de empesas cerealeras,
que operaban tanto en tierras propias como arrendadas. Y muchas veces sin relación con la
ganadería. La agricultura desplazo a la ganadería de la nave insignia de las exportaciones.

Los cultivos de exportación en el siglo previo a la primera guerra mundial se apoyo sobre:
ferrocarriles, trabajo y maquinaria agrícola. Las dos grandes oleadas de construcción, colocaron la
inemensa superficie de tierra fértil y barata saqueada los indígenas en condiciones de ser
incorporada a la producción para el mercado. Al mismo tiempo, el arribo de inmigrantes, permitió
atender los requerimientos de energía humana generada por la expansión agrícola.

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Sin embargo, el desarrollo de los cultivos de exportación en el cambio de siglo fue una expansión
horizontal sobre tierras que no conocían el arado. El incremento de la superficie sembrada con
maíz, trigo y lino, fue posible a un cambio en el modo de producción, cuya base fue la introducción
y adaptación de nuevas tecnologías basa en la mecanización de la siembra y cosecha. La
incorporación de maquinaria agrícola moderna resulto imprescindible para que la argentina
pudiese explotar la reserva de tierra y creciente oferta de trabajo que fluía.

La supervivencia de un régimen de propiedad concentrada fue consecuencia de la resistencia de


propietarios a fraccionar sus propiedades, tanto como de las estrategias de los agricultores, que la
adquisición de una propiedad rural no era la estrategia mas adecuada para aumentar sus ahorros.

La emergencia de un sector contratista especializado en las tareas de cosecha contribuyo una


rápida mecanización de la recolección y procesamiento del grano. Esto hizo posible una utilización
mas eficiente de la maquina, de la que hubiese predominado en una agricultura donde los
cultivadores emplearan sus propias maquinas.

Cuando el grano argentino comenzó a llegar a Europa, cuatro firmas exportadoras internacionales,
se establecieron en el país. Desempeñaron un papel importante en la organización del mercado de
granos y en la provision de crédito a los agricultores. Resolvio muchas deficiencias en los
embarques y ayudo a afirmar la calidad y el prestigio del cereal pampeano en los mercados
europeos.

Junto a las empresas ferroviarias y proovedoras de maquinarias agrícolas, ayudaron a la


aclimatación y adaptación de nuevas semillas, y difusión de técnicas de cultivo más eficiente

El crecimiento de las exportaciones ganaderas y el ascenso de ventas de granos le permitió al país


contar con una estructura exportadora bastante diversificada, también creció la demanda interna:
los saldos exportables de bienes como la carne y los cereales experimentaron la presión de una
población que triplico su ingreso per capita sino que crecio entre 1880 y 1914.

El estado y las instituciones.

El estado desempeño un papel decisivo en la creación de un escenario capaz de promover la


migración de factores de producción y de su acción dependió, la orientación y profundidad de los
profundidad de los flujos provenientes del exterior. La argentina debió competir por la oferta
migratoria y la inversión extranjera. Los inversores cobraron entidad cuando cuando aparecieron
respaldos por un orden jurídico y un sistema político capaces de garantizar los derechos de
propiedad de los inversores y de asegurar a los inmigrantes el disfrute de sus derechos civiles.

El régimen inagurado en 1880 introdujo un cambio. La llegada de Roca a la presidencia clausuro


una etapa de disputas armadas que habían tornado lenta la autoridad estatal y creo MEJORES
condiciones para el desarrollo de la economía de mercado. Los indígenas pampeanos como las
fuerzas políticas, que desafiaron al estado cayeron derrotadas. El estado se convirtió en un
promotor del progreso material a cuyo servicio coloco porciones cada más importantes de su
presupuesto. El programa “paz y administración” PROMOVIDO POR ROCA, no cambio alguna

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legislación liberal sancionada en las tres década previas (CN, los codigos civi y de comercio, la ley
de inmigrantes etc) . El orden oligarquico se caracterizo por un cambio de inspiración ideológica,
por una superior capacidad para asegurar el imperio de la legalidad liberal o en lugares donde su
avance tenia que vencer otras culturas jurídicas rivales, y para completar la tarea de construcción
de las instituciones económicas que favorecían la economía capitalista.

En la década de 1880, el estado finamente logro imponer una moneda de curso obligatorio en el
territorio nacional. Expandio la banca publica, promovió de manera activa la inversión extranjera y
se comprometo a respetar los derechos de propiedad. Ofrecio incentivos como la concesión de
garantia de ganancia mínima para emprendimientos riesgosos e impulso la importancia libre de
gravámenes de bienes de capital e insumos industriales. Durante la presidencia de Celman,
invento en un ambicioso programa de atracción de inmigrantes. Todas estas incentivas
demandaron recursos y apoyaron sobre el avance, material y simbólico de la burocracia estatal.En
estos años los empleados estatales se expandio, las practicas administrativas ganaron consistencia
y los edificos que simbolizaban al estado incrementaron su envergadura. Gracias a la integración
política del territorio nacional que la expansión del sistema de comunicaciones, contribuyo
acelerar, el acelerar.

Las elites económicas son las principales beneficiarias de este programa pero el orden liberal logro
concitar adhesiones considerables entre los sectores y populares, en primer lugar por la expansión
económica que ofrecio oportunidades.

Un mapa para la Argentina

El ultimo cuarto del siglo XIX, el estado extendió su domino sobre nuevos territorios en el sur y el
noreste. Con la conquista del descierto y la del Chaco, somentiendo a la población indígena que
habitaba en estas regiones. La Argentina alcanzo la forma en la que conocemos.

Mercado interno e industria en la era dorada de la economía de


exportación (TEXTO TRES)
La producción manufracturera experimentó un salto cualitativo y paso del taller a la fabrica. La
expansión industrial se apoyo sobre la incorporación de recursos y destrezas aportados por la
inmigración y encontró auxilios adicionales en las políticas proteccionistas que apuntaban a
promover una mayor diversificación de la estructura productiva.

Buenos aires, la gran metropoli

El sostenido incremento de la productividad del trabajo agrario hizo posible un acelerado proceso
de urbanización, gracias al cual la proporción de habitantes de los centros urbanos crecio. Entre
1869 y 1914. Mientras que la rural aumentaba más lentamente. En 1914 la argentina se había
convertido en una de las sociedades más urbanizadas del globo.

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El factor que hizo posible que la población porteña aumentara, fue la llegada de inmigrantes
europeos, que constituyeron mas de la mitad de los residentes de la ciudad.

El despegue de la industria

A partir de la década de 1880, el aumento de la demanda de productos elaborados hizo posible un


salto en las formas y la escala de actividad manufacturera que adquirió un carácter fabril. En esos
años surgieron las primeras plantas industriales, sobre la división del trabajo y empleaban energía
mecánica y procesos de producción estandarizados.

El desarrollo industrial

El crecimiento manufacturero tuvo su gran motor en la producción para el mercado interno, su


desarrollo comenzó en los sectores de alimentos y bebidas, cigarrillos y confecciones. Con la crisis
del Noventa. El incremento de la demanda agregada volvió a tomar primacia como impulsor del
crecimiento manufacturero, entre 1900 y 1913.

La ausencia de yacimientos de carbon y hierro condiciono en forma decisiva a la metalúrgica. La


argentina no contaba con ninguna empresa, la metalúrgica nacional se concentraba en talleres de
reparación y de obra. Esto sucedia con la industria química, donde la producción importandecia
atendia casi el 60% de la demanda local. La ausencia de algodón afecto las posibilidades de la
industria textil.

La situación solo comenzaría a mejorar con la expansión del cultivo del algodon en el noroeste del
país durante del periodo de entre guerras.

El poder publico favorecio el desempeño del sector manufacturero, a través de una política
arancelaria inspirada por ideales proteccionistas. El giro liberal que tomo la política arancelaria
tras la caída de Rosas en 1652 fue revertido durante la presidencia de Avellaneda. La protección
arancelaria logro estabilidad con la sanción de la Ley de Aduanas en 1905 en cuya elaboración
participaron de manera activa figuras identificadas con el sector industrial.

En los centros urbanos surgieron talleres que reparaban la maquinaria agrícola, carpinteria,
además de restarurantes, bares etc. Tambien aparecieron empresas que construían edificios,
galpones corrales, tendrían alambrados o instalaban molinos y tanques de agua. A ello se sumaron
los servicios bancario y profesionales.

El interior

Entre 1880 y 1914, el interior experimento el influjo de la expansión económica de la región


pampeana. El avance del ferrocarril, puso a estos espacios en contacto mas estrecho. En 1876 las
vias llegaron a Tucuman y en 1886 a mendoza y en 1881 a Jujuy. Con el ferrocarril los costos y
tiempos de transforte cayeron y así se fue formando un mercado nacional.

Las elites provinciales, ocupaban posiciones de importancia en la estructura de poder de la


republica oligárquica, promovieron la expansión de las vias y de la banca publica, con cuyos

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recursos esperaban modernizar las estructuras productivas de locales para adecuarlas a los
estandares de calidad impuestos por los mercados externos. Sin embargo la capacidad de estos
instrumentos de desarrollo para transformar las realidad económicas fue desigual. Solo en
mendoza y Tucuman la integración con la economía pampeana consiguió impulsar
emprendimientos que dinamizaron distritos enteros. En algunas periferias como el chaco y la
Patagonia, que estaban bajo el control de las autoridades argentinas, surgieron economías de
enclave, integradas mas estrechamente al mercado mundial que al interno.

El Noroeste y Tucumán

Durante la década de 1880, el empuje de la economía pampeana profundizó la atlantizacion de


toda esta región. Los mercados del norte se abrieron para los productos de las pampas. El ganado
criado en Santa fe y Cordoba comenzó a comercializarse en Salta. El cereal del litoral gano
posiciones a expensas de la producción regional, la superficie destina al cultivo del trigo se redujo
en Tucuman, mientras crecia el mercado para la harina Santafecina. Las actividades artenales
debieron retroceder ante la competencia de las fabricas porteñas.

En una sociedad predominantemente campesina como la del norte, que producia los bienes que
consumia, la construcción de un mercado amplio no fue fácil. La expansión del mercado nacional
debió enfrentar obstáculos, en una sociedad con un bajo ingreso per capita y por lo tanto baja
capacidad de consumo.

El principal promotor del cambio productivo en el Norte, fue el azúcar que comenzó a cultivarse e
industrilizarse. El tendido de vias ferrearas, el proteccionismo arancelario y la oferta de crédito
oficial destinada a facilitar la instalación de modernos ingenios, sentaron la condición para el
incremento de la producción azucarera que se multiplico. Mayores costos laborales y condiciones
naturales, hicieron que el azúcar argentino tuviese costos de producción mas altos que el precio
internacional, por lo que siempre dependió de elevadas barreras arancelarias para sobrevivir y
expandirse. Incapaz de conquistar mercados externos, su crecimiento se desacelero en la década
de 1890, cuando la producción local igualo la demanda interna. Dende entonces, la demanda de
azúcar crecio lentamente, acompañando la expansión del mercado consumidor que se amplio al
ritmo del incremento de la población del país. La expansión de este cultivo hizo posible la creación
de un importante núcleo agroindustrial en el noroeste argentino, cuyo centro se localizaba en la
provincia de tucuman.

La elite tucumana fue la principal promotora del cultivo e industralización de la caña. Al ritmo
impuesto por este grupo, la economía provincial acentuo su especialización en azúcar, para 1900
reclamaba mas de la mitad de la superficie cultivada en la mayor provincia agrícola del norte.

Los grandes azucareros tucumanos controlaban el proceso de industralización pero dependían de


un grupo de agricultores independientes, propietarios de la tierra para abastecerse de caño. Estos
pequeños y medianos empresarios agrícolas, constituyeron la base de un sector medio. Esto
contribuyo a tornar mas equitativa la distribución de la riqueza.

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La presencia de estos estratos medios contribuyo a diversificar los patrones de consumo y


favorecio el surgimiento de Tucuman. La gran demanda de trabajo estacional generada por el
azúcar se resolvió mediante migraciones. En efecto, el auge azucarero y sus renovadas
necesidades de trabajo temporario supusieron un marcado incremento de la presión reclutadora
lo cual dio lugar a mejores remuneraciones pero también a la legislación represiva (leyes contra la
vagancia) que obligaba a empelarse. Recien a fines del siglo XIX las leyes represivas fueran
eliminas de tucuman.

CUYO

La expansión del cultivo de la vid sento las bases para una transformación de la economía cuyana
y doto a Mendoza de estructuras económicas y sociales similares a las que por entonces estaban
en el litoral. De hecho Mendoza, fue la única provincia no pampeana capaz de atraer inmigrantes.

El desarrollo de la viticultura requirió del crédito estatal, protección arancelaria, concedidos por
las elites gobernantes, junto con apoyos de diversos tipo e incentivos fiscales. Todo esto fue
acompañado de cambios tecnológicos, que afectaron el cultivo de la viña y la elaboración de vino.

Las vides de origen colonial cayeron ante el avance de cepas de origen francés, que crecían
alineadas sobre alambres. Auxiliado por la protección estatal y las dificultades vitivinicultora
europea enfrento en este periodo, el vino cuyano se convirtió en el principal de abastecedor del
mercado litoral.

La elite comercial mendocino jugo un papel importante, sin embargo con el paso de las décadas
este grupo fue perdiendo relevancia, porque este cultivo demandaba fuerza de trabajo calificado.
Mas que capital, una fuerza de trabajo diestra y motivada. Esto crecio gracias a los inmigrantes. De
este modo se sentaron las bases para una clase media rural, inmigrantes en su mayoría. Junto a
los viñateros nacieron los bodegueros, pero estos requerían menor inversión que la que
necesitaba para poner en marcha un ingenio.

El estado desempeño un papel importante en particular a través de iniciativas en materia de


provisión de servicios educativos y salud. Tambien mejoro la condición sanitaria de los habitantes,
en particular en las grandes ciudades. (campañas de vacunación, ampliación de los servicios de
agua etc )

La prosperidad exportadora permitió mejorar los ingresos populares y de este modo atrasar la
edad de ingreso al mercado laboral, ampliando los años de escolarización, también contribuyo al
desarrollo del mercado de consumo y con esto una mayor demanda de bienes que incidio en la
creación de oferta de servicios, que también comprendio tales como la recreación y salud. El
remplazo de agua de poso por agua de red trajo consigo una cultura de higiene.

La republica en ciernes. (TEXTO 4) EZEQUIEL GALLO.

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El marco institucional
En 1880 la argentina contaba con un conjunto de instituciones básicas que establecieron reglas
para la vida social. La constitución de 1853-1860 había establecido el sistema republicano,
representativo y federal. Fue seguida por una serie de constituciones provinciales y por una
legislación nacional complementaria dentro de la cual ocuparon un lugar destacado los codigos:
civil, comer y penal.

En 1862, se instalo la Suprema Corte de Justicia.

Entonces los problemas argentinos hacia 1880 eran de estabilidad política. La vida institucional se
halla amenazada por las revueltas provinciales y por levantamientos armados.

En 1874, Mitre había liderado una rebelión para oponerse a Avellaneda

En 1880 estallo una guerra civil que enfrento a las milicias de Buenos Aires con las tropas
nacionales. El motivo fue ola oposición del gobernados Carlos Tejedor de Buenos Aires a la
candidatura de Roca, que contaba con el apoyo de la gran mayoría de los gobernadores de las
provincias. El termino con el triunfo de las tropas nacionales.

Fueron varios los procesos políticos que se comenzaron a gestar a partir de ese momento. En
primer lugar, la derrota del ejercito provincial, significo un duro golpe para el estado de Buenos
Aires, hasta ese momento el principal opositor al gobierno central. El resultado fue decisivo en la
consolidación de las autoridades nacionales. El segundo, los eventos de 1880 inaguraron el largo
periodo de predominio del nuevo PAN y la declinación definitiva de partidos porteños
(Autonomistas y Nacionalistas)

Finalmente asumió roca (1880-1886)

Las iniciativas propuestas por Roca comenzaron desde antes pero fueron aprobadas por una
legislatura que ya estaba controlada por sus partidarios. Ese fue el caso de dos medidas
sancionadas hacia fines de 1880. La federalización de la ciudad de Buenos Aires y la supresión de
las milicias provincias. Por la primera ley, la provincia de Buenos Aires quedaba privada de su
principal ciudad, que pasaba así a depender del estado nacional. El sasgo centralista de esto, fue
percibido por Alberdi y Alem.

Con Roca en la presidencia se advirtieron otras leyes que inscribían en la misma dirección. Entre
ellas la Ley de Unificacion Monetaria de 1881, prohibia a las provincias de la emisión de dinero. La
ley tuvo dificultosa aplicación y se intento solucionar con la Ley de Bancos Garantizados de 1887.
Los problemas monetarios continuaron y solo fueron solucionados con la Ley de convertibilidad de
1899.

La ley de Territorios nacional, otorgo estatus instucional a las tierras incorporadas durante la
conquista del desierto.

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La educación fue otro de los temas que ocupo lugar destacado. Problemas: pedagógicos,
institucionales, religiosos y políticos. Todas esas dimensiones culminaron con la Ley 1420 que
estableció la educación primaria, obligatoria, gratuita y laica. La ley otorgo un papel central a las
autoridades nacionales y recorto el roll de la iglesia católica. Crear una ley neutra en materia de
religión era necesario para atraer inmigrantes.

El gobierno centrar creo instituciones que hicieran efectivo el cumplimiento de la ley, como el
“Consejo Nacional de Educación” que velaba por los temas estrictamentes educativas y
pedagógicos, al indicir en los planes de estudios y también fue una herramienta activa de la
transmisión de ideas “nacionalistas” vigentes de esa época. Luego de varias leyes sancionadas, en
1912, se aprobó la reforma electoral, conocida como La ley Saenz Peña por el presidente que
gobernaba en el momento de la sanción. La reforma tenia como objetivo principal poner fin al
fraude.Fue aprobada luego de superar reticencias de parte de algunos políticos y legisladores
oficialistas. La ley establecio el voto universal, secreto y obligatorio del sufragio. Establecia que los
comicios estarían bajo la vigilancia del poder judicial y serian custodiados por las fuerzas armadas.
La ley adoptaba el sistema de lista incompleta para las elecciones de electores de presidente y
vicepresidente y de diputados nacionales. Asi facilitaba la incorporación de las minorías al
otorgarle un tercio de la representación

Tradiciones y habitos políticos

Hay dos aspectos que hacer mención del problema de la “cultura política”. El primero, la gran
influencia del personalismo o de la gravitación de lideres o caudillos. El apoyo a un líder, por
encima de agrupaciones. Los militantes de los partidos oficialistas, no se identificabas con el
nombre de sus agrupaciones sino como “caseritas” “roquistas”, etc. En la UCR pasaba lo mismo. El
partido se dividió en dos facciones. Una encabezada por Hipolito Yrigoyen y otra por Bernardo
Irigoyen. Se denominaron “hipolistas” y “bernaderistas” respectivamente.

El segundo rasgo distintivo de la cultura política argentina fue la ausencia de alternancia en el


ejercicio del poder. Un solo partido, el Autonomista Nacional, ejercio el poder en un gran tramo.
Para estos propósitos uso el fraude electoral o la intervención federal. El exclusivismo del
oficialismo encontró su contrapartida en una actitud rigida de la URC, en la negativa de negociar, a
realizar coaliciones o acuerdo con otras fuerzas políticas. Para los radicales el termino
“intransigencia” se volvió en bandera. La intransigencia de Alem fue continuada por Hipolito
Yrigoyen cuando asumió el liderazgo continuo con esto.

El periodo de paz fue interrumpido por la rebelión de 1890, por parte de la Unión Civica, una
nueva agrupación que intento derrocar al gobierno de Celman. El levantamiento fue derrotado
pero provoco la renuncia del presidente y asumió Pellegrini (1890-1892)

En 1893, durante la frágil presidencia de Luiz Saenz Pena (1892-1895) se produjeron movimientos
armados por parte de la URC en diferentes provincias. En algunos casos derrocaron a las

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autoridades establecidas y sustituyeron por gobiernos a fines, que solo después de un tiempo
fueron reemplazados por interventores federales enviados por el gobierno central.

En 1905 se produjo el ultimo levantamiento radical, dirigido por su nuevo líder Hipolito Yrigoyen.

PARLAMENTO, PRENSA Y COMICIOS

El parlamento cumplio una función importante en las opinión publicas, vertidas en los debates
parlamentarios. La difusión del debate parlamentario se hizo a través de una prensa partidaria
como dieversa. Los diarios fueron un factor central en la disputa política. La existencia de este
mundo periodistico tan combativo fue posible por la actitud de la Suprema Corte de justicia.

La prensa partidaria se hallaba vinculada a los comités y clubes parroquiales que eran lugares
destinados al reclutamiento y al intercambio entre adherentes de una agrupación.

La década del ochenta se caracterizo por una indiferencia electoral. La primera mitad de los años
noventa, por lo contrario, tuvo un interés político, con elecciones que dieron lugar a triunfos
opositores en la Capital Federal y Buenos aires.

Hubo una ausencia en los comicios de la población extranjera, puesto que muy pocos extranjeros
habían solicitado la carta de ciudadanía argentina. La no concurrencia a los comicios no significaba
la no participación en la vida publica. Muchos lo hacían a través de : a las asociaciones que
pertenecían participaban en debates sobre temas institucionales. Los sindicatos obreros fueron el
caso mas conocido por su permanente presencia en la vida socio-politico.

Para participar en la elección era necesario inscribirse previamente, en el Registro Electoral. Existo
o fracaso de la inscripción incidia en el resultado de las urnas. La indiferencia electoral fue más
elevada en los sectores más altos de la sociedad.

Durante la primera década del siglo, se utilizo la compra de votos. Cuando la oposición no ocurria
a los comicios, los mismos se desarrollaban de forma pacifica y los candidatos oficialistas eran
elegidos unanimamente. Con fraude o sin el, las elecciones se realizaban de forma periodica. La
existencia de comicios obligaba a las agrupaciones a reclutar clientelas, tarea que se hacia en los
comités o clubes. Los caudillos eran los intermediarios entre la clientela y los dirigentes, y debían
asegurar la lealtad de los primeros hacia los segundos.

Partidos y agrupaciones políticas

El PAN, surgio a fines de la década del setenta, con el propósito de influir en la renovación
presidencial de 1880. Fue formalmente el resultado de una alianza entre sectores muy
representativo del partido Autonomista Boenarense de Alsina y una coalición de partidos
provinciales que habían apoyado la candidatura presidencial de Avellaneda en 1874.

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La nueva coalición apoyo a candidatura de Roca, que además conto con el apoy de la mayoría de
ofiales del Ejercito y destacadas figuras del mundo económico porteño. Eso hizo que se consagrara
presidente en 1880.

Durante este primer periodo presidencial, la supremacía del PAN fue indiscutbile, al punto de que
la renovación de 1886 se disputo entre candidatos del mismo partido. Celman, Bernardo de
Irigoyen y Rocha. De esa confrontración surgio Celman.

El nuevo presidente intento desplazar a Roca de la jefatura del PAN y a relegar a Pellegrini. Celman
estuvo cerca de su cometido.

La revolución de 1890 dio inicio al periodo más difícil para el PAN, Con juarez CELMAN apartado
de la vida publica, ROCA Y PELLEGRINI volvieron a ocupar oposciones influyentes dentro del PAN.
El oficialismo se hallaba amenazado, por la Union Civica y por otro el reagrupamiento de los
partidos de Celman. Para sortear esta situación, el oficialismo se vio obligado a realizar una alianza
con la parte mas moderada de la Union civica. Esta alianza impuso la candidatura de Luis Saenz
Peña. Luis era padre de Roque y su candidatura forzó la renuncia del hijo.

La presidencia de Luis Saenz Peña se caracterizo por su fragilidad. Saenz peña fue reemplazado por
el vicepresidente Uriburu (1895-1898). La figura de Roca volvió a afianzarse dentro del PAN con el
apoyo de Pellegrini, siendo elegido por segunda vez en 1898-1904.

La fuerte alianza entre Roca y Pellegrini duró poco. En 1901, el político porteño decidio quebrarla,
retirarse del PAN y fundar una nueva agrupación, que fue opositora. Esto debilito al Pan y forzo a
roca a convocar a 1904 una Asamblea de notables que consagro a Quinta como presidente y
Alcorta como vicepresidente. Quintana fallece en 1905 asi que asume Alcorta hasta 1910.

La presidencia de Alcorta marco fin del predominio de Roca en el Pan. Figueroa Alcorta apoyo la
candidatura de Roque Saenz Peña. Roque Saenz peña muerte en 1914 siendo remplazado por el
vicepresidente Victorino de la plaza, que completo el mandato hasta 1916. El pan había perdido a
sus principales dirigentes y se hallaba debilitado. Esto se reflejo en 1916 con la elección de
Lisandro de la torre

A partir de 1890, una agrupación de jóvenes dio paso a la Union Civica, que organizo formidables
manifestaciones callejeras contra Juarez Celman y que termino liderando el levantamiento militar
de 1890.

En 1891, se dividio en dos facciones: La UCN, heredada del partido Nacionalista que se lideraba
por Mitre y la UCR que se lideraba por Alem. La causa de la división fue la actitud tomada frente a
quienes habían asumido al poder después de la renuncia de Celman, Para la UCN la gravedad de la
crisis económica y política justificaba la negociación con las nuevas autoridades para llegar a una
formula compartida. Esto se reflejo en el acuerdo de Luiz Saenz Peña- Uriburu.

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Los que luego intregarian la UCR, por su parte rechazaron todo arreglo con el oficialismo y
proclamaron su propia formula (Bernado de Irigoyen- Juan Garro) Adoptando una postura
opositora al oficialismo.

El radicalismo tiene dos épocas diferentes entre sí. La primera transcurrio entre la fundación en
1891 hasta la división en 1896. En esta primera etapa la UCR reconoció el liderazgo de Alem.
Situación que se mantuvo hasta el suicidio en 1896. Comenzo por reivindicar valores prevalentes
anterior a la solución alcanzada en 1880. Considero que estos valores, comenzando con los
proclamados en la Constitución de 1853, habían sido avallasados por los autonomistas y que esta
situación justificaba la rebelión. De ahí también surgia la legitimidad del levantamiento armado,
como el que tuvo lugar en 1895.

La primera UCR utilizo los canales institucionales vigentes. Participo de los comicios en la ciudad y
la provincia de Buenos Aires, obteniendo algunos representaciones en el parlamento nacional,
desde el cual sus legisladores, junto a la prensa partidaria, explicitaron los principio que debia
seguir el partido. Los radicales alemnistas pugnaron por la transparencia del sufragio, un retorno a
la tradición federal y por el librecambio en materia económica. La UCR las tendencias centralistas.

Esta primera etapa se extendió hasta 1898. Luego de la muerte Alen, comenzaron a generarse
divisiones dentro del partido. Una basada en el Comité nacional, detrás de Bernardo de Irigoyen
(bernardistas), la otra que controlaba el Comité de la provincia de buenos aires, liderado por
Hipolito Yrigoyen (hipolistas). El motivo de la división fue que los hipolistas rechazaron la
posibilidad de un acuerdo con los cívicos nacionales, propuesto por el comité Nacional.

La facción bernadista tuvo una existencia breve a pesar de que su líder llego a ejercer la
gobernación de la provincia de buenos aires (1892-1902). La historia del Partido Radical por la
tanto a partir del siglo XX queda limitada a la evolución del sector liderada por Hipolito Yrigoyen.

El nuevo radicalismo, siguió otorgando lugar central a los reclamos por el sufragio, intransigencia,
predisposicón de rebeliones militares. El yrigoyenismo se alejo de las posiciones federalistas y se
volcó a ideas centralistas. En materia económica, también tuvieron discrepancias. Establecio que
el partido debia mantenerse neutral dentro del debate entre proteccionistas y librecambistas. La
diferencia principal con el primer radicalismo fue la declaración de abstención electoral, como
consecuencia la UCR estuvo ausente de los comicios.

El otro partido de oposición fue la UCN, denominada a partir del nuevo siglo Partido republicano.
Los mitristas, tuvieron en el plano institucional principios parecidos a la UCR pero los postulaban
con estilos moderados, y estuvieron dispuestos a establecer alianzas y coaliciones con otras
fuerzas políticas. En 1900 triunfaron en la capital federal, encabezado por Carlos Pellegrini.

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Otra agrupación fue la Lida del Sud, que además de presentar características poco habituales tuvo
una actuación que trascendio el plano regional después de la sanción de La Ley Saenz peña La liga
(Después de 1814 PDP) Tuvo su dirigente más importante a Lisandro ede la Torre, candidato y
electro en 1916. La liga propuesto entre otras cosas, el traspaso de la capital provincial de Santa a
Rosario.

La tercera agrupación nacional fue el partido Socialista, fundado por Juan B. Justo en 1896. Fue la
expresión local de un vasto movimiento internacional. En el plano institucional, los socialistas
fueron partidarios de la llamada “via parlamentaria” y participaron, activamente en los comicios.
Distinguieron entre un programa “mínimo” de aplicación inmediata y “máximo”. Que apuntaba a
la sociedad del futuro. El primero se basaba en introducir mejoras del trabajo, en el sistema fiscal,
y monetaria. Reclamaba además las mismas reformas políticas que los partidos de oposcion. Los
socialistas eran partidarios de sustituir el sistema federal, por uno más unitario.

Pero no se limitaron exclusivamente a la participación política y legislativa. Fueron, activos en la


organización y dirección de entidades coorporativas, pero su participación mas importante fue en
el movimiento sindical. La presencia de las organizaciones gremiales, fue uno de los aspectos más
importantes.

La dimensión sociopolítica.

La acción por el naciente movimiento sindical, fue dirigida según la ideología que adopten. Los
mas combativos fueron los sindicatos con orientación anarquistas, que propusieron huelgas
generales. Los gremios socialistas por lo contrario apoyaron sus campañas política y defendieron
la idea de que el parlamento era un instrumento útil para lograr mejoras en las condiciones de
trabajo.

La huelga general, en la argentina nunca abajo al conjunto del país, pero al impactar en
actividades cruciales para una economía exportadora, tuvo consecuencias económicas que iban
más allá de su dimensión regional.

El movimiento obrero modifico, aspectos importantes y afecto la actitud de algunos actores


políticos. El gobierno debió tomar decisiones frente a la demanda de las organizaciones sindicales.
Las respuestas variaron desde la adopción de medidas represivas, hasta la propuesta de normas
que incorporaban parte de las demandas gremiales: Codigo de trabajo presentado en 1904 por
Roca.

El codigo introducía la nocion de contrato colectivo pero fue rechazado por los sindicatos.

Los conflictos sociales no solo afectaron a las zonas urbanas.En 1912 estallo una inusual huelga
entre los arrendatarios del maíz que negaron a levantar la cosecha. Reclamaban que los
propietarios rebajaran el precio de los arriendos. El conflicto concluyo con la obtención de leves
ventajas.

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La ley saenz peña y sus consecuencias

Por iniciativa del presidente, el congreso aprobo en 1912 la ley electoral, que aumento la
proporción de gente que concurrio a los comicios.

La posición de los distintos partidos comenzó, a modificarse como consecuencia de aplicación de


la ley. Los partidos oficialistas se impusieron en casi todos los distritos del país, con la excepción
de Santa fe y La Capital federal, que el socialismo logro elegir a dos diputados nacionales.

En 1914, los radicales triunfaron en Entre ríos y avanzaron en cordoba y provincia de Baires, pero
en la Capital federal ganaron los socialistas. La elección repetia el resultado, por senador nacional
en 1913 y se produjo temor dentro del oficialismo y en la UCR.

A pesar de los avances de la oposición, todavía en 1914 existian ventajas oficialistas, ventajas que
hacían razonable el optimismo de Lisandro de la Torre, candidato a presidente por la coalición
oficialista para las elecciones de 1910.

En 1916, los comicios consagraron el triunfo de la UCR. La facciones reformistas del PAN habían
arribado a la Ley Saenz peña. Ya a comienzos de siglos, Pellegrini, habían fundado el Partido
Autonomista para implsar el saneamiento del sistema electoral.

Para Pellegrini la forma de modificar la situación, era a través de una competencia electoral
transparente que revirtiera la dedicación de los valores cívicos.

La posición de los pellegrinistas fue retomada por Roque Saenz Peña, en 1910. Frente a reparo de
algunos dirigentes oficialistas, Saez Peña sostuvo que la manera de encarar los problemas futuros
era constituyendo un partido solido con capacidad de competir con comicios francos. Hubo
dirigentes como Roca que consideraron que la reforma era un salto al vacio.

Desde el punto reformista, el futor dependía de la constitución de partido unificado y con los
principios claros. Hacia 1914, el intento parecio materializarse con la formación del PDP una
coalición de partidos oficialistas a lo que se agregó la Liga del Sud. El nuevo partido reunió a los
dirigentes más capacitados reformistas y ungio a De la Torre como candidato. El “partido orgánico
e impersonal” parecía una realidad con aspiraciones de éxito.

El nuevo partido no tardo en suscitar problemas de alguna envergadura. El primero, fue la


tensioon que genero entre el proyecto reformista y las tradiciones que implataron los caudillos. En
este sentido la candidatura de Lisandro de La torre no ayudaba a disminuir las tensiones. El viejo
PAN (ahora PDP) parecía estar en crisis.

En la oposición luego de superadas reticencias, la UCR decidió abandonar la abstención y


participar activamente en las elecciones que tuvieron lugar a partir de la sanción de la ley.

Ya en 1914 el radicalismo tenia una organización nacional unificada y un líder reconocido por casi
todas las facciones que integraban la agrupación. Era visible el avance ddel radicalismo en las

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elecciones. Con algunas disidencia la mayoría de los sectores más influyentes de la vida política
habían aceptado la Ley.

AUGE Y CAÍDA DEL ANARQUISMO- JUAN SURIAO (ARGENTINA 1880-1930) Texto número 4

Capítulo 1, el arraigo anarquista

Desde el nacimiento del siglo XX hasta los festejos del Centenario en 1910 el anarquismo se
convirtió en el principal actor del conflicto social y gozó del apoyo de una importante porción de
los trabajadores urbanos. Los anarquistas fueron eficaces para articular las reivindicaciones
obreras. Algunas de sus características principales son su prédica internacionalista y antipatriótica,
la heterodoxia ideológica, la dinámica de su acción y la tremenda frontalidad. Las mismas le
permitieron adaptarse perfectamente a una sociedad excesivamente cosmopolita.

Este movimiento ofreció respuestas inmediatas a las necesidades cotidianas y a las expectativas
de una vida mejor de los trabajadores. Dichas respuestas tendrían a satisfacer esas demandas y
abarcaban desde la huelga y la movilización callejera hasta la constitución de un entramado
institucional compuesto por sociedades de resistencia, círculos culturales, escuelas alternativas y
la construcción de una amplia red de prensa.

Sus prácticas asumían las características de una militancia de urgencia, en tanto el pensamiento y
el análisis teórico quedaban subordinados a la acción. En el anarquismo local predominaba el
inmediatismo y el intento de aceleración de los tiempos políticos al poner énfasis en objetivos que
iban más allá de presente, como la destrucción total del Estado (sin etapas intermedias como
sostenía el gradualismo socialista, ni mediaciones como sugería el comunismo con la dictadura del
proletariado).

Sus militantes tenían la convicción de que el movimiento espontáneo era quien creaba las
condiciones ideales para el progreso de los ideales libertarios ( ACLARACIÓN PARA MILI:
libertarios acá se refiere a anarquistas, no a los libertarios de ahora). Y esto los llevaba a
privilegiar la acción por sí misma y a golpear sistemáticamente al orden constituido. De esta
forma, en cada conflicto en que intervenían, extremaban las exigencias para llegar más lejos. En
general despreciaban la negociación y privilegiaban la idea del “todo o nada” y de alcanzar los
objetivos de manera inmediata.

El anarquismo supo interpretar con su lenguaje político la miseria y el descontento popular y


brindó respuestas al malestar y a la insatisfacción de los sectores humildes. Apuntó a darles una
respuesta a quienes verían o creían ver frustradas sus aspiraciones. Apuntaron a esa zona de
desilusión, explotando muy bien la bronca y el resentimiento de los trabajadores que no lograban
los sueños que habían motivado su desarraigo de tu terruño natal.

Ya que su interpretación excedía al marco del conflicto de clases, no sólo organizaron a los
obreros; también lo hicieron con los consumidores durante la gran huelga de los inquilinos de
conventillos en 1907; defendieron y lucharon por los presos sociales; apoyaron los reclamos de las
prostitutas; coherentes con sus ideas antimilitaristas, llamaron a desertar a los soldados y a no

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reprimir y plegarse a las filas de la rebelión a los policías. Los anarquistas realizaban un llamado al
conjunto de los oprimidos, reforzado por un estilo pasional y dramático en la forma de emitir sus
discursos.

Es en este punto donde adquiría importancia la forma de emisión del discurso libertario:
dramática, elocuente, acompañada de una gestualidad exagerada y acentuando siempre el
carácter binario de su discurso, en el que sólo había lugar para buenos (el nosotros: los oprimidos)
y malos (el otro: los opresores). Además, el anarquismo demostraba una predisposición innata a
ayudar desinteresadamente al prójimo sin tener en cuenta sus propios réditos. La solidaridad era
uno de los componentes fundamentales de la moral anarquista. Ahora bien, las acciones solidarias
tenían un doble objetivo: por un lado, estaban destinadas a obtener fuentes de financiamiento
para el funcionamiento de sus instituciones; por otro lado, existia una acción solidaria de carácter
humanitario que abarcaba el socorro a las víctimas de la represión (tanto en Argentina como en el
exterior), a los obreros, presos, desocupados.

El anarquismo fue, junto al socialismo, el que construyó ese espacio de sociabilidad pública donde
los trabajadores articularon las instituciones que los dotarían de voz e identidad. Esa red
institucional estaba compuesta de sindicatos, periódicos, hojas y folletos que conformaban la
prensa obrera, bibliotecas, escuelas, centros culturales, asociaciones mutuales, grupos
filodramáticos y musicales.

Sin embargo, las diferencias entre ambas agrupaciones fueron notables. Distinguiéndose del
socialismo, el anarquismo no era un partido político pues rechazaba cualquier forma de
organización estructurada y verticalista, especialmente el centralismo marxista, puesto que
entendía que todo partido político era autoritario y violaba la libertad individual de sus
adherentes. En ese sentido, se constituyó en una especie de movimiento político sin dirección
unificada, sin una línea de acción táctica. El anarquismo era un verdadero caos doctrinal y
organizativo que sólo actuaba en conjunto en los momentos de conflicto agudo para volver a
privilegiar sus disidencias interna en tiempos de tranquilidad social.

Una sociedad sin estado y sin fronteras

Las diferencias con el socialismo también se expresaban en torno a las formas de transformar la
sociedad. El partido de Juan B. Justo creía en el cambio social a través de la activa participación en
el sistema político parlamentario; buscaba que los trabajadores extranjeros se nacionalizaran y
pudieran ser votantes socialistas. Los anarquistas, en cambio, obstaculizaban la acción del
socialismo pues rechazaban abiertamente cualquier forma de representación política por
considerarla atentatoria de las libertades individuales. La representación política era vista como un
acto de delegación a través de la cual los individuos encomendaban sus reivindicaciones a un
tercero. En este acto, el representado perdía su libertad política en manos de un representante
que una vez en el Parlamento podía desvirtuar el mandato.

El rechazo de la representación política implicaba negar la propia existencia del gobierno. Sólo
aceptaba un cambio total de la estructura capitalista por otro sistema más justo y libre. La

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impugnación del sistema político representativo era absoluta y sin concesiones. Ante cada
comicio, los militantes anarquistas llamaban a realizar huelga de electores repartiendo volantes en
las zonas cercanas a las urnas. Rechazaba la sola existencia del estado y las manifestaciones que lo
sostenían: la ley, la patria, el ejército, y las prácticas electorales.

Basados en estas convicciones, se excluyeron de un sistema electoral que si bien era fraudulento y
restrictivo al comienzo, se transformó con la reforma electoral de 1912.

La negativa a la supervivencia del Estado se sustentaba en que su existencia no sólo legitimaba la


autoridad sino que también se trataba de una creación de los sectores dominantes con el fin de
mantener el orden y la regulación de las relaciones sociales para su provecho y el desmedro de los
individuos. La ley era indispensable para la existencia del Estado y para garantizar la subordinación
de los individuos y la regulación de los vínculos entre los hombres. La ley se concentra en
mantener la riqueza del rico y la pobreza del pobre.

La impugnación del Estado y la ley le generaba al anarquismo el problema de cómo legitimar la


conquista gremial obtenida a través de la lucha. Los anarquistas pensaban que para lograr
reivindicaciones como la jornada de ocho horas o el descanso dominical, y su aplicación normal,
era suficiente el acuerdo entre trabajadores y patrones sin la participación gubernamental. Pero el
principal inconveniente de esta concepción era que los acuerdos así logrados carecían de garantias
legales y podían ser dejados sin efecto por los empresarios. La evolución de las relaciones obrero-
patronales llevaba naturalmente hacia la intervención del Estado que se convertia en árbitro,
garante y regulador de las relaciones laborales. El anarquismo no lo aceptaba en tanto que lo
consideraba representante de los sectores patronales. Así, al no avalar la sanción legal
gubernamental, los anarquistas se encontraron inhabilitados para cristalizar las mejoras logradas a
través de la huelga.

El Estado, a partir de la emergencia del conflicto social en 1902, si bien agudizó la represión y
persecución al anarquismo, también comenzó a involucrarse en el problema tanto a través de la
sanción de unas pocas leyes obreras como con la creación del Departamento Nacional del Trabajo
en 1907.

El anarquismo, además, impugnaba la idea de patria, pues dotaba al Estado de identidad y


sentido. Sostenían que el Estado necesitaba de la patria para legitimar su existencia; por eso se
delimitaban fronteras nacionales dividiendo a los hombres no de acuerdo a los sectores sociales a
los que pertenecían sino por afinidad nacional. De esta forma, los grupos dominantes a través del
Estado utilizaban hábilmente el patriotismo inculcando en el pueblo sentimientos de amor y
adhesión a los símbolos nacionales, manipulándolo a través de rituales públicos y arrastrándolo a
una adhesión de tipo irracional a la patria. Los anarquistas se oponían a la existencia de las
naciones puesto que destruían la fraternidad universal de los oprimidos, y el tipo de opresión al
que estaban sometidos no era diferente en uno u otro país.

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Además, una noción abstracta como la patria e corporizaba en un cuerpo armado de la nación
que, con el pretexto de su defensa frente al enemigo externo, escondía el verdadero objetivo:
mantener, en nombre del bien general, el orden interior y evitar la protesta de los oprimidos.

En el entramado social de la Argentina, el ejército debía cumplir una función educadora


complementaria a la de la escuela pública.

Las acciones antimilitaristas de los anarquistas iban desde publicaciones de libros, folletos,
articulos periodísticos, conferencias y obras teatrales, hasta los llamados a desertar en las puertas
de los cuarteles del ejército. La Federación Obrera (controlada por el anarquismo) en su Sexto
Congreso formó una federación antimilitarista en la República Argentina.

A la búsqueda del proletariado

Al comenzar la primavera de 1835 tres inmigrantes italianos alquilaron un local en una esquina
porteña donde fundarían un taller de reparaciones de articulos eléctricos Malatesta, Natta, Pezi y
Cía. Eran activos militantes anarquistas que debieron huir de su país por la represión. Malatesta se
convirtió en exponente de la migración política que llegó al país.

La presencia de emigrantes políticos (italianos, españoles y en menor medida franceses y


alemanes) sentaría las bases de los primeros grupos de izquierda argentina y estuvo marcada por
la temporalidad y la fugacidad de la permanencia puesto que, generalmente, la mayoría de estos
activistas volvía a su tierra para seguir luchando por sus ideales.

Aunque los primeros grupos aparecieron a mediados de la década de 1870, fue la actividad
desarrollada por Malatesta durante los cuatro años de su permanencia en Arg. La que sentó las
bases del anarquismo vernáculo. Se creó el Círculo de Estudios Sociales, se editó el periódico La
Questione Sociale y se realizó propaganda, charlas y conferencias, lo que contribuyó a perfilar el
anarquismo local. Por otro lado y casi paralelamente, un grupo de anarquistas italianos y
españoles fundó el Sindicato de Obreros Panaderos que tendría una activa presencia en el
movimiento obrero y se convertiría en una de las instituciones libertarias más emblemáticas.

Ahora bien, el movimiento enfrentaba una debilidad producto de la escasa adhesión de los
obreros a las ideas anarquistas pero también por la propia concepción individualista que tendía a
aislarse de las masas y descreer de la organización gremial. Esto tendía a favorecer la unión por
afinidad ideológica y rechazaba la posibilidad de organizar huestes obreras, impidiendo un
crecimiento masivo del anarquismo. Desconfiaban de los agrupamientos institucionales porque
distorsionaban la voluntad de los trabajadores y los empujaban a una actitud pasiva con los grupos
dominantes. Se opusieron no sólo a la formación de sociedades de resistencia, sino también a las
huelgas pues, a su criterio, si los trabajadores obtenían mejoras perderían la iniciativa y además
serían violadas por los patrones.

En la década de 1890, cuando los conflictos gremiales se intensificaron en buenos aires y el litoral,
empezó a conformarse dentro del anarquismo local un sector partidario de la organización que se

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lanzó a organizar a los trabajadores en sociedades de resistencia (sindicatos) y a inducirlos a


defender sus derechos a través de la huelga.

Diversos factores lograron inclinar a la mayoría de los anarquistas hacia la organización de la clase
trabajadora argentina, y en torno a 1900 es cuando el movimiento anarquista local adquirió su
madurez y se lanzó a organizar gremialmente a los trabajadores en sociedades de resistencia, a
difundir sus ideas por una red de periódicos, hojas de propaganda, libros y folletos así como la
organización de escuelas alternativas, bibliotecas populares y círculos de estudio y discusión con el
objeto de construir una sociedad alternativa al capitalismo.

El anarquismo incluso fue el factor fundamental que permitió la creación de la primera federación
obrera de Argentina. En 1901 los dirigentes gremiales libertarios dieron vida, junto con los
socialistas, a la Federación Obrera Argentina (FOA). Las profundas diferencias entre anarquistas y
socialistas llevó a que el socialismo se separara de la FOA para formar la Unión Gremial de
Trabajadores (UGT). Esto marca el comienzo de un profundo desencuentro entre las diversas
fuerzas que orientaron el movimiento obrero argentino.

A partir de 1904 la FOA pasó a denominarse Federación Obrera Regional Argentina (FORA) en
clara alusión al rechazo de la idea de nación. Un año más tarde, el Quinto Congreso de la FORA
tomó una resolución duramente cuestionada por socialistas y sindicalistas: inculcar a los obreros
los principios del comunismo anárquico. Esta decisión manifestaba un fuerte sectarismo y dejaba
afuera a los gremios no anarquistas, descartando cualquier posibilidad de unificación gremial.

La FORA fue más importante que la UGT y adquirió una enorme importancia y peso político que
radicaba en el control de algunas sociedades de resistencia como los Conductores de Carros y la
Federación Nacional de Obreros Portuarios. La importancia de dirigir gremios como estos radicaba
en que podían presionar directamente sobre el núcleo de la economía agroexportadora puesto
que la paralización de estas actividades podían afectar o amenazar directamente el flujo
exportador de carnes y cereales.

Los sectores gobernantes comenzaron a percibir el poder logrado por los anarquistas al comienzo
del siglo XX cuando se produjeron una serie de conflictos que se generalizaron en buenos aires y
rosario reclamando mejores condiciones laborales, disminución de la jornada y aumentos
salariales. En Rosario, en 1901 se produjo una gran huelga en la empresa azucarera Refinería
Argentina a la que adhirió el millar de empleados de allí. Dicha magnitud provocó una dura
represión en la cual se produjo la primera víctima del movimiento obrero argentino. En respuesta,
miles de trabajadores manifestaron su repudio en movilizaciones callejeras.

En buenos aires, el generalizado malestar obrero culminó en noviembre de 1902 con la primera
huelga general realizada en nuestro país.

El estallido del conflicto social

Los anarquistas, si bien se mostraron dispuestos a negociar, no se amedrentaron frente a las


presiones patronales o policiales y trataron de impedir por la fuerza la contratación de

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rompehuelgas. Las manifestaciones de solidaridad entre trabajadores se multiplicaron y ayudaron


a sostener aquellos conflictos más prolongados. La presencia anarquista se volvió inconfundible y
los ciudadanos se acostumbraron a las innumerables y generalmente numerosas manifestaciones
callejeras por demandas gremiales, libertad de camaradas o conmemoraciones de fechas como el
primero de mayo. En ellas portaban sus estándares, hacían flamear banderas rojas y negras y
cantaban sus himnos emblemáticos.

Los sectores empresarios reaccionaron rápidamente llamando a la unión patronal y reclamando la


intervención represiva del gobierno. El gobierno lanzó una fuerte represión centrada en los
dirigentes anarquistas, y al efecto sancionó la Ley de Residencia (expulsión de extranjeros
sospechosos de alterar el orden) y aplicó el estado de sitio que le permitió silenciar a la prensa
contestataria, cerrar los locales obreros, y encarcelar y expulsar a los dirigentes más notables. Por
otro lado, el conflicto llevó al Estado a ensayar los primeros pasos en materia de legislación
laboral.

Los reclamos se relacionaban a reivindicaciones de tipo económico, mejoras laborales, derechos


sindicales. Como resultado de tales demandas se realizaron infinidad de huelgas parciales, 7
huelgas generales, la huelga de los inquilinos de 1907, las movilizaciones del primero de mayo que
fueron particularmente virulentas en 1904, 1905 y 1909. En 1905 el gobierno había prohibido el
uso de la bandera roja, orden no acatada que derivó en una gran represión con varias víctimas. En
1909, la represión provocó varios muertos y como repudio se declaró una huelga general apoyada
por todas las tendencias del movimiento obrero. El paro duró una semana. Sin embargo, los
anarquistas no obtuvieron lo que deseaban: la destitución del responsable de la matanza, el jefe
de policía Ramón Falcón, muerto en manos de un anarquista ruso meses después.

Para el anarquismo, el combate sindical era solo un pretexto para despertar las consciencias
dormidas. El verdadero objetivo era transformar el mundo capitalista para construir una sociedad
más justa y equitativa a través de un cambio cultural que convirtiera al hombre en un individuo
liberado de las trabas y prejuicios impuestos por la educación religiosa y patriótica.

CAPÍTULO 2. El proyecto cultural alternativo

La educación y las actividades culturales eran consideradas por el anarquismo como cuestiones
fundamentales para alcanzar una consciencia individual liberadora. En primer lugar, debían
contrarrestar el monopolio educativo y cultural ejercido por las instituciones dominantes.
Intentaron poner en marcha un proyecto educativo alternativo.

Cuestionaban el monopolio estatal de la enseñanza por dos razones: porque el Estado reproducía
en la escuela las desigualdades sociales con el objeto de preservar los privilegios de los grupos
dominantes y para garantizar su propia reproducción social; y por inculcar y difundir la educación
patriótica y nacionalista en contra de la existencia de una sociedad sin fronteras.

Los anarquistas confiaban en la capacidad de la razón y en el papel de la ciencia para transformar


la sociedad y eliminar la ignorancia que contribuía a agudizar la miseria popular. Confiaban que

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mediante la educación, el hombre podía y debía tomar conciencia de sus potencialidades


adormecidas por la explotación económica y la acción religiosa. Paralelamente, consideraban a la
instrucción como una buena herramienta modeladora para los militantes, que debían ser intruidos
y estar capacitados para dirigirse de manera eficaz y racional a los trabajadores para poder
incorporarlos a la causa revolucionaria.

Las experiencias que lograron concretarse fueron escasas y poco estimulantes. Por ejemplo, en
1905 los grupos libertarios más importantes con apoyo de la FORA y de La Protesta, crearon el
Comité de Escuelas Libres que elaboró un ambicioso plan de extensión educativa barrial. Tras
varios meses de trabajo, el comité se disolvió sin lograr su cometido.

En 1906 se puso en marcha la Escuela Laica de Lanús dirigida un tiempo por Julio Barcos, el más
prestigioso de los educadores anarquistas, que también creó otras escuelas. Estas no superaron el
medio millar de alumnos y fueron desapareciendo entre 1909 y 1910 con la represión posterior al
asesinato de Ramón Falcón.

Sin embargo, la represión no fue la principal causa del fracaso educativo alternativo, sino la
ausencia de una verdadera demanda social debido a la fuerte presencia de la escuela pública, que
más allá de sus limitaciones, alcanzó a cumplir con las necesidades básicas de un proceso
alfabetizador y disciplinador que se articuló en torno al lema de educación universal, gratuita y
obligatoria. Además, la escuela pública ofrecía una infraestructura que los anarquistas no podían
igualar. No sólo en referencia a lo edilicio, sino también al cuerpo docente.

Los trabajadores veían en la escuela un factor de integración

social. Los círculos libertarios

Constituían el otro aspecto central del proyecto cultural. También denominados centros de
estudios, eran los ámbitos asociativos donde debía producirse el adoctrinamiento. Debían
satisfacer allí sus necesidades de la vida social, alejados de influencias consideradas perniciosas
como el café, el bar, el circo y otros lugres públicos similares. Apuntaban a perfilar una identidad
común. Los primeros que adquirieron significación fueron el Círculo Comunista Anárquico y el
Centro de Estudios Sociales creados por Ettore Mattei y Errico Malatesta a mediados de la década
de 1880.

La experiencia más importante entre 1899 y 1902 fue la Casa del Pueblo, cuyo objetivo era
centralizar las actividades anarquistas. Tuvo un fuerte valor simbólico pues intentó demostrar la
capacidad para organizar una alternativa centralizada para los trabajadores. Sin embargo, los
problemas financieros y las constantes pujas internas llevaron al fin de esta interesante
experiencia popular.

Con el desarrollo de los círculos (ubicados en las ciudades de buenos aires y rosario, en santa fe y
la plata) y las sociedades de resistencia el movimiento anarquista estaba adquiriendo una
estructura organizativa importante y en este momento ya tenía claridad de que su mensaje debía
dirigirse principalmente a los obreros.

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Las veladas culturales eran la actividad central de los Círculos e intentaban orientar el uso del
tiempo libre de los trabajadores, buscando evitar que concurrieran a lugares considerados poco
edificantes (cafes, bares, prostibulos). Esta prédica a favor de las costumbres “sanas” se acercaba,
paradójicamente, a las recomendaciones de austeridad y templanza impulsadas por católicos
sociales y reformadores liberales. Sin embargo, los objetivos que perseguían eran absolutamente
diferentes. Estos últimos pensaban en trabajadores disciplinados y sanos para integrarse al
capitalismo; mientras que los anarquistas inculcaban estas conductas para emanciparlos. Tanto
para integrar como para emancipar se necesitaban trabajadores austeros y de conducta ejemplar.
Los anarquistas reforzaban el carácter familiar de la fiesta libertaria.

La fiesta anarquista

La fiesta no debía ser sólo un acto para pasar un momento agradable, sino que cumplía otras
funciones más importantes. Tenía un sentido solidario pues se realizaban en beneficio de
miembros o instituciones del movimiento; también era un ámbito para consolidad consciencias y
ganar adeptos para la emancipación social; y por último constituía una operación para reafirmar
simbólicamente la cultura trabajadora (el nosotros) ejemplar y diferente a la cultura de los
sectores dominantes (el otro). Apuntaba también a distanciarse de manifestaciones de la cultura
popular consideradas retrógradas e irracionales como el carnaval, que también era pecaminoso
pues atraía todas las lacras sociales (lujuria, prostitución, alcoholismo, etc).

Poco y nada se pudo hacer para impedir el normal desarrollo del carnaval, y esto ponía en
evidencia la enorme distancia entre la concepción cultural anarquista y los gustos populares. Algo
similar ocurrió con la masiva adhesión al circo, la lucha, y más tarde el fútbol.

Entonces, la fiesta anarquista pretendía convertirse en un modelo alternativo tanto a la cultura


popular como a la oferta de la elite y parecía estar más cerca de la cultura letrada de donde
tomaba sus modelos que eran resignificados de acuerdo a la doctrina anarquista.

Este espacio no creció como pretendían sus impulsores. La mayoría de los trabajadores que
seguían a los anarquistas en huelgas y movilizaciones callejeras no hicieron lo mismo con la
propuesta cultural alternativa, con el compromiso militante y la adhesión al cambo revolucionario.

Fueron varios los factores que impidieron la radicalización obrera pretendida por los anarquistas.
La permeabilidad social, ascendente y descendente, sumada al débil peso de la industria,
complicaron la formación de una identidad común obrera y la posibilidad de éxito de un proyecto
alternativo. Además, se mezclaban migrantes provenientes de diversos lugares del mundo y del
interior del país, con costumbres, experiencias y tradiciones diferentes. Los trabajadores parecían
preferir la diversión meramente pasatista a la fiesta ofrecida por el círculo anarquista.

La industria cultural sedujo ampliamente al público popular en detrimento de la construcción de


un proyecto alternativo. El bajo valor de las localidades convertia a dichos espectáculos en
entretenimientos al alcance de una amplia franja poblacional. La mencionada seducción se basaba

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en que su único objetivo consistia en divertir, distraer y hacer pasar un rato agradable al
trabajador que pretendía olvidar los problemas cotidianos del ámbito del trabajo.

CAPÍTULO 3. El declive

Los sectores dominantes vieron en la celebración del Centenario de la Revolución de Mayo una
oportunidad de legitimación como grupo social al mostrarse al mundo como los propulsores de
una verdadera potencia exportadora que estaba a la par de cualquier país europeo desarrollado.
La conmemoración debía realizarse a todo lujo en la Ciudad de Buenos Aires y se invitaron a
numerosas personalidades de la cultura y jefes de Estado. Pero temían que la fiesta se empañe
por la activa presencia libertaria. Por ello el gobierno presidido por José Figueroa Alcorta lanzó una
durísima represión sobre el movimiento anarquista. Al decretar el estado de sitio se amordazó a la
prensa de la izquierda. Pero el golpe más duro fue asentado a los anarquistas, cuyos dirigentes
fueron detenidos y muchos expulsados del país. En junio de esa año se sancionó la ley de Defensa
Social que le permitió al gobierno anular el derecho de reunión en casos excepcionales y aplicar el
extrañamiento interno para dirigentes nativos. Así el anarquismo se vio impedido de reunirse, de
usar sus símbolos y de numerosos dirigentes enviados al penal de Tierra del Fuego.

La firmeza y alcance de la represión fue novedosa, pero más novedosa y grave fue la participación
en la misma de grupos de civiles con banderas argentinas y en nombre de la patria, persiguiendo a
activistas anarquistas, socialistas y extranjeros “sospechosos”. Estos grupos nacionalistas se
dedicaron a atacar locales obreros, destruir sus bibliotecas, incendiar las redacciones, y destruir
negocios del barrio judío de Once, etc. El ministro del Interior, José Gálvez, defendió dicha
participación, dotandola de legitimidad gubernamental.

Un año más tarde, La Protesta (diario/revista *nomeacuerdo*) seguía cancelada. El anarquismo


argentino ingresó a partir de 1910 en un periodo de declive para convertirse después de 1930 en
una sombra de lo que había sido. Sin embargo, mantuvieron latentes los reclamos de la libertad de
prensa y de reunión, la exigencia de derogación de las leyes represivas (Residencia, Defensa
Social), la liberación de los presos sociales y sus detenidos emblemáticos.

La represión

La prolongada duración de las medidas represivas gubernamentales afectó las actividades


libertarias tanto en su capacidad de movilización como en la continuidad del funcionamiento de
sus instituciones. El diario La Protesta recién pudo volver a editarse diariamente en el año 1913,
año en que también se restableció la actividad gremial.

Además, el anarquismo no sólo perdió gente por la represión, sino también por una emigración a
otras fuerzas políticas, tales como el sindicalismo revolucionario.

El movimiento anarquista sin una organización ni una conducción se fragmentó y demostró serias
dificultades para rearmar su función gremial, política y cultural.

Disputas con el sindicalismo revolucionario

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En un contexto de aumento de la desocupación, a partir de 1910 se produjo una merma de la


conflictividad obrera, especialmente durante el tiempo que duró la primera guerra mundial.
Simultáneamente, disminuyó la radicalidad de las demandas de los trabajadores. Esto era
desfavorable para el gremialismo, y para los anarquistas se sumaba a la crisis provocada por la
escalada represiva; redundando en una consecuente pérdida de influencia anarquista en el
movimiento obrero frente al sindicalismo revolucionario, una corriente gremial más pragmática y
menos radical y con escasos prejuicios para asumir las demandas económicas gradualistas de los
trabajadores.

Ambos discursos tenían algunos puntos en común en tanto ambos rechazaban el rol del Estado y
el parlamentarismo (la acción de partidos políticos). No obstante, se diferenciaban en dos
aspectos centrales: por un lado, eran partidarios de la unidad y la neutralidad sindical, rechazando
tanto las injerencias del Partido Socialista en sus gremios como el finalismo impuesto por los
libertarios en la FORA. Por otro lado, rechazaban lo que ellos entendían como un exceso de
confrontacionismo y de gimnasia revolucionaria por parte de los anarquistas, especialmente
mediante la apelación reiterada al recurso de la huelga general.

El sindicalismo revolucionario, surgido de una escisión socialista en 1905 fue ganando lugar en el
movimiento obrero y en 1909 organizó la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA) en
competencia con la FORA. Los sindicalistas controlaban algunos gremios clave como la Federación
Obrera Marítima, cuyos resonantes éxitos durante la década de 1910 le otorgaron prestigio y
poder en el seno del movimiento obrero.

Desde su aparición, los sindicalistas realizaron múltiples esfuerzos orientados a lograr la unidad
gremial. Los anarquistas en la FORA resistieron varios intentos de fusión. Ante esta circunstancia la
CORA cambió de táctica y mediante una maniobra muy hábil decidió autodisolverse e ingresar con
todos sus gremios a la FORA acatando sus estatutos. Este movimiento les permitió a los
sindicalistas, durante la realicación del IX Congreso de la FORA en 1915 desplazar de su
conducción a los anarquistas, gracias al apoyo de una leve mayoría de delegados obreros, y
eliminar de sus estatutos la cláusula que recomendaba la adhesión de sus afiliados al comunismo
anárquico.

A partir de ese momento y hasta 1922 el sindicalismo revolucionario ingresó en un periodo de


crecimiento que lo convirtió en el sector predominante del movimiento obrero. Durante el
periodo conflictivo de 1917 y 1921 caracterizado por el aumento de los niveles de empleo y la
caída de los salarios, orientaron la mayoría de las huelgas, obteniendo en buena parte de ellas
importantes victorias.

En cambio, los anarquistas iniciaron con la derrota del IX Congreso un declive imposible de
revertir. Los dos principales motivos que produjeron su derrota se relacionan por un lado con su
obstinada negativa a la unidad gremial, y por el otro con el intento de conservar la declaración
finalista que sostenía la adhesión de sus gremios al comunismo anárquico.

A los delegados anarquistas les costó comprender la derrota y no la aceptaron, negándose a


convivir con los sindicalistas, a quienes aborrecían. Consecuentemente, se retiraron del Congreso,

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para abroquelarse en la autodenominada, en adelante, FORA del V Congreso, en donde sólo


conservaron la adhesión de un puñado de sindicatos, entre los que se destacaban los conductores
de carros, los panaderos, algunas agrupaciones portuarias y otros gremios menores.

ARGENTINA, LA APERTURA AL MUNDO (1880-1930) SYLVIA SAÍTTA.

La cultura

Los mismos argentinos percibían con perplejidad y fascinación los cambios que se sucedían en el
reciente Estado argentino desde la llegada de Julio Argentino Roca a la presidencia del país el 12
de octubre de 1880. En pocos años, los tiempos se aceleraron: el gran crecimiento económico, la
libertad de comercio, la radicación de capitales extranjeros, el trazado de las líneas férreas, la
rápida institucionalización de los organismos del Estado, la incorporación de los territorios a las
actividades productivas…

Por eso, narraron historias en las que la intromisión del elemento inmigratorio ponía en peligro el
capital biológico y económico de la comunidad nacional, verdadera alerta frente a los cambios
ideológicos que se sucedieron con la puesta en práctica del programa de modernización diseñado
por el liberalismo argentino. En esos mismos años, “La tradición nacional” (1888) de Joaquín
Gonzalez inauguró el regionalismo como respuesta crítica a los procesos de modernización.
Postuló un retorno a la naturaleza regional, a la vida pastoril y agrícola.

La cultura popular

La publicación de los folletines de Eduardo Gutierrez en La Patria Argentina, un vespertino


fundado en 1879, marca el comienzo de un nuevo género narrativo, la novela popular criollista.
Con los folletines se amplió y diversificó a su público porque interpelaron a los nuevos lectores
provenientes tanto de los contingentes inmigratorios como de las recientes campañas de
alfabetización.

Para los dirigentes de la población nativa, el criollismo fue la afirmación de su propia legitimidad y
el rechazo por los extranjeros; para los sectores populares nativos, fue el modo de rebelarse ante
una ciudad en constante cambio y una forma de nostalgia; para los inmigrantes, en cambio, una
eficaz fórmula de asimilación. La literatura popular de signo criollista proveyó de símbolos de
identificación y afectó las costumbres del segmento más extendido de la estructura social.

El impacto de los folletines de Gutierrez fue espectacular, sobre todo el del Juan Moreira. El texto
fue adaptado como obra teatral, dando origen al teatro criollo argentino, de inmensa popularidad
entre los sectores urbanos y rurales. Posteriormente, también se hizo una película.

En pocos años, se reemplazó la música española por la criolla. Tangos, vidalitas, compadrito.

Ya entrado el siglo XX, el abigarrado patio de un conventillo devino en el escenario privilegiado del
teatro chico: la mezcla cultural de los diferentes tipos nacionales donde prevalecía un intercambio
no conflictivo encontró su género dramático en el sainete, su expresión idiomática en el cocoliche

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(mezcla coloquial del italiano y el español) como lengua literaria del inmigrante, y en el lunfardo,
como la del criollo. La manera de hablar y de comportarse de los inmigrantes fue uno de los
principales factores de la comicidad del género chico criollo, una comicidad verbal basada en la
deformación de ciertas palabras por parte de los inmigrantes, o el simple desconocimiento del
significado de un vocablo, que abría las puertas al malentendido y al juego de equívocos.

Ser argentinos, hablar como argentinos

Prevalecieron dos nociones de nacionalidad; la que sostenía una concepción esencialista y


excluyente de nación, que consideraba la existencia de una nacionalidad ya establecida en el
pasado, de rasgos definidos y permanentes; y la que concebía a la nacionalidad como el producto
de la mezcla, del crisol de razas, cuya resultante futura incluiría rasgos provenientes de los
diferentes pueblos y de las diferentes culturas que la irían conformando. Para los primeros, la
existencia de una lengua nacional, un arte nacional, una raza nacional singular y propia constituían
la manifestación de la nacionalidad en una correspondencia unívoca entre nación, lengua y raza
nacional. Como la lengua era considerada una de las principales manifestaciones de la
nacionalidad, la pregunta sobre cuál era el idioma de los argentinos se revelaba crucial.
Enfrentados a los efectos no queridos de la inmigración, para los sectores de la élite la lengua
nacional estaba en un doble peligro: el peligro de contaminación con las hablas nativas de los
inmigrantes, y el peligro de vulgarización por el bajo nivel cultural de los recién llegados, que
tenían un alto porcentaje de analfabetismo.

Este peligro llevó al diputado por Salta, Indalecio Gómez, a presentar en 1894 un proyecto de ley,
reiterado en 1896, que establecía la exclusividad del idioma nacional en la enseñanza en todas las
escuelas, incluyendo las de las colectividades extranjeras.

Algunos sostenían que los argentinos ya tenían un idioma nacional plenamente formado, el
español, cuyas normas ya estaban definidas. Aceptar la idea de que el idioma nacional estaba en
construcción implicaba aceptar entonces que la nación misma era un proyecto del futuro. Otros,
en cambio, afirmaban que el idioma de los argentinos estaba en formación.

El Estado argentino montó un dispositivo nacionalizador destinado a construir unfundamento


simbólico estable en medio del proceso modernizador, un dispositivo cuyos objetivos principales
fueron dotar a los inmigrantes de símbolos identitarios para incorporarlos de manera homogénea
a la nación, producir nuevas identidades para limitar los efectos de la anomia de los recién
llegados y competir, de este modo, con otras propuestas identitarias como las provenientes de las
nacionalidades de origen, pero también del catolicismo o el anarquismo.

La expansión del público lector

Con Caras y Caretas, en 1898 se asiste al nacimiento de la revista ilustrada popular en Argentina,
que revolucionó el régimen de lectura anterior. Porque creó un soporte de lectura atractivo y
dinámico, concitó a multiplicidad de lectores pertenecientes a clases sociales diferentes, supo
plasmar la realidad de todos los días.

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A su vez, anticipó la aparición de una nueva figura, la del escritor-periodista, que se integró al
incipiente mercado cultural pautado por condiciones inéditas de trabajo intelectual. Hasta
entonces, quienes escribían en los diarios eran los mismos que ocupaban una banca en la cámara
de diputados, los miembros de las clases dirigentes, o quienes pertenecían a las tradicionales
“familias” de periodistas, como los Mitre, los Uriburu o los Paz. En cambio, a partir de estos años,
el periodismo comercial y masivo, regulado por leyes propias, amplió considerablemente las
fuentes de trabajo para los jóvenes escritores y poetas, sin linaje y sin dinero, que procedían delas
clases medias y populares de la capital y del interior de país.

Con La Razón se inició un proceso de autonomización del campo periodístico que hacia la segunda
década del siglo consolidó sus propias leyes de funcionamiento con la independencia formal tanto
del aparato del Estado como de los partidos políticos. En busca de captar un universo ampliado de
lectores, estos diarios y revistas ensayaron estrategias de interpelación acordes a quienes recién
llegaban al mundo de la cultura letrada: grandes titulares, textos cortos, lenguaje coloquial, el uso
de la fotografía y la ilustración. El crecimiento de la prensa popular fue un elemento crucial en los
procesos de integración de diferentes sectores sociales y culturales de comienzos de siglo, pues
reorganizó la dimensión popular de la cultura como la de la elite; reconfiguró el diálogo político y
cultural entre los diferentes sectores sociales; reformuló las relaciones entre escritores, políticos y
público, y proporcionó otros modelos de lectura y escritura. En suma, el nuevo periodismo
“comunicó” culturas, practicas y discursos que provenían de universos sociales diferentes.

El cambio de siglo

La llegada del poeta Rubén Darío a bueno aires en 1893 marcó el comienzo del modernismo en
argentina. Fueron los modernistas quienes introdujeron a la literatura latinoamericana en la
modernidad, y los que plantearon la necesidad de diferenciarse de una sociedad que ponía el
dinero y el éxito por encima de la expresión artistica.

En torno al centenario

Los festejos por el Centenario de la nación fueron considerados el momento apropiado de


mostrarle al mundo el éxito del programa civilizador puesto en marcha por el proyecto liberal de
los años ochenta. Se propusieron mostrar una imagen de prosperidad material, de grandeza
cultural y de solidez institucional. La exposición Internacional del Centenario constó de
exhibiciones dedicadas a bellas artes, agricultura, higiene, industria y ferrocarriles que se situaron
en varios puntos de la ciudad capital.

Además de numerosos monumentos hacia esas fechas, también se inauguraron grandes edificios
públicos dedicados a la cultura, el más importante fue el teatro Colón (1908).

A la pregunta sobre la existencia misma de una identidad nacional se respondió con la fundación
de una literatura y cultura nacional basada en la gauchesca. Si había una raza argentina, entonces
tenía que existir un poema de los argentinos que la expresara: el Martin Fierro es ese poema épico
porque su héroe, el payador, sintetiza la vida heróica de la raza. A partir de esta lectura, el gaucho

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dejó de ser el representante de una realidad bárbara que había que dejar atrás en la marcha hacia
la civilización, para convertirse en símbolo: símbolo de una identidad nacional cuyas bases se
encuentran en la tradición gauchesca y no en el presente inmigratorio.

LOS GOBIERNOS RADICALES

El 12 de octubre de 1916 Hipólito Yrigoyen asumió la presidencia, con el 46% de los votos;las
formaciones conservadoras de las provincias el 25, el Partido Demócrata Progresista (PDP) 13, y el
Partido Socialista 9. El Radicalismo desde antes incluso de estas elecciones se encontraba dividido
en algunas provincias, y luego de la llegada al gobierno, estas divisiones se multiplicarían
notablemente. Durante la primera presidencia de Yrigoyen se dieron peleas casi fracciosas por el
manejo de la administración o por el reconocimiento de los organismos del partido, y en las
elecciones de 1922, dos agrupaciones radicales presentaron candidatura a presidente: la UCR a
Alvear, y la UCR Principista, a Miguel Laurencena. El Principismo criticaba el estilo que Yrigoyen
imponía a la dirección del radicalismo oficial.

Los grupos conservadores habían fracasado en la creación de una fuerza unificada a escala
nacional que pudiera enfrentar a la UCR en 1916, y en los años siguientes esa unidad tampoco fue
alcanzada. Por su parte, el Partido Socialista tenía arraigo en la Capital Federal, donde logró
competir con el radicalismo con cierto éxito, pero en el resto del país su poderío era escaso.

Poco tiempo luego del comienzo de la presidencia de Yrigoyen, la Revolución de Octubre llevó a
los Bolcheviques al poder y abrió la experiencia de la Rusa Soviética, y en Argentina, el Partido
Socialista terminó dividiéndose. En principio, los disidentes constituyeron el Partido Socialista
Internacionalista en 1918, uno de los núcleos del Partido Comunista que se fundó dos años más
tarde. Ya a fines de la década de 1920, el socialismo sufrió una nueva escisión cuando varios
dirigentes crearon el Partido Socialista Independiente.

La disputa más central: la importancia de las imágenes

Luego del suicidio de Leandro Alem en 1896 Yrigoyen había ganado un prestigio inigualado por
ningún otro dirigente radical. Aún hoy llama la atención su tipo peculiar de conducción. Sin
pronunciar grandes discursos, más proclive a la charla individual e íntima, críptico en sus escritos,
construyendo de sí mismo una imagen sobria y austera, alejado de cualquier ostentación, fue
objeto de devoción de amplios grupos populares. Para él y muchos otros dirigentes y activistas, la
UCR era más que un partido político. Según esta perspectiva, los partidos eran agrupaciones
efímeras que sólo perseguían intereses sectoriales, parciales, y por eso mismo mezquinos. En
cambio, el radicalismo era concebido como la expresión de la mismísima nación, el pueblo. Su
programa de gobierno, sostenían, era la propia Constitución Nacional. Según Alvear, la certeza de
constituir la “causa” de la nación frente al “régimen”, ambas concebidas como entidades
incompatibles, excluyentes, era una pieza central de la identidad radical.

Por su parte, quienes habían manejado los asuntos públicos en la etapa anterior, consideraban
que por razones de experiencia, posición social y educación, eran quienes debían continuar en esa

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función. El proceso de transformación social (urbanización, nuevas formas de conflicto social,


grandes masas inmigrantes, etc) fue visto por muchos miembros de las elites como un fenómeno
peligroso, que contribuía a la alteración de un orden que apreciaban.

Ahora bien, no debe suponerse que la llegada del radicalismo al gobierno significó un cambio
violentisimo, ya que la dirigencia radical, al menos parcialmente, tenía procedencias sociales muy
semejantes a las de los miembros del régimen. Pero también integraron a hombres que exhibían
otros orígenes: algunos altos funcionarios y diputados fueron hijos de inmigrantes.

Entre sus adversarios conservadores, se extendió la imagen de los gobiernos radicales como
gobiernos de “los incapaces”, que se imponía sin virtudes ni méritos, sólo por el voto y el poder de
número. Otro rasgo que criticaban fue la ruptura del protocolo en las relaciones entre el poder
ejecutivo y legislativo por parte de Yrigoyen, que durante su presidencia no concurría a las
sesiones de apertura ni enviaba a sus ministros a responder las interpelaciones, y en ocasiones
trababa o desconocía disposiciones del Congreso.

Del llano al gobierno

El radicalismo enfrentaba ahora el tránsito de partido de oposición, que no dudaba en apelar


ocasionalmente a la protesta armada, a partido de gobierno. Por un lado, debía someterse
regularmente a elecciones y por otro, asumir responsabilidades de gestión. En cuanto al primer
punto, el desempeño radical fue destacable, y la UCR amplió sustantivamente el número de sus
representantes en la Cámara de Diputados, aunque luego el bloque se partiría, augurando la
división partidaria de 1924.

En 1916, la posición del gobierno no fue cómoda, dado que tanto el Congreso como muchos de los
gobiernos provinciales estaban en manos opositoras. Yrigoyen intentó desactivar estas bases de la
oposición. En el caso de las provincias, apeló a las intervenciones y en varios casos se
establecieron por decreto, con el argumento de que sus gobiernos habían llegado a esa posición
por efecto de la manipulación de las elecciones. En cuanto al Congreso, las sucesivas elecciones
consolidaron la bancada radical, aunque la Cámara de Senadores continuó siendo un bastión
opositor.

Los radicales apenas disponían de dirigentes entrenados en el manejo de la administración o con


práctica parlamentaria reciente a nivel nacional. Entre los varios frentes que debió asumir el
gobierno radical se destaca el de la política exterior, ya que la Primera Guerra continuaba su curso.
Yrigoyen decidió mantener la neutralidad, mientras que la mayoría de la oposición y la gran
prensa había optado por el bando de Francia, Inglaterra, Italia, Rusia y luego EEUU. El gobierno
norteamericano presionó para que argentina cambiara de posición, pero Yrigoyen la mantuvo.

La guerra impactó también en la economía local. Se produjo una baja en el comercio internacional,
y tanto las exportaciones como las importaciones disminuyeron. Luego, la exportación de
productos agropecuarios repuntó, mientras las importaciones continuaban deprimidas. Así, la
balanza comercial resultó favorable. El cuadro se completaba con una baja importante en los

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salarios reales. Finalizada la guerra en 1918, se produjo una recuperación parcial de la actividad
económica internacional.

Incluso en esa época, la inflación complicó la situación y en los comités radicales llegó a venderse
“carne radical” y “pan radical”, más baratos que los corrientes. A su vez, Yrigoyen intentó
solucionar el problema del financiamiento de las actividades estatales, que dependía casi
exclusivamente de los impuestos al comercio exterior. Con ese objetivo, presentó al Parlamento
un proyecto de impuesto a los ingresos personales, que no fue tratado.

En lo que refiere a la cuestión social, Yrigoyen comenzó su gestión intentando ubicar al gobierno
como árbitro frente a los conflictos obreros. Esa fue la actitud asumida, por ejemplo, a fines de
1916 ante una huelga lanzada por dos sindicatos, el de los portuarios y los ferroviarios. Al tratarse
de una economía agroexportadora, esto les otorgaba la posibilidad de instalarse en posiciones de
cierta fuerza. El presidente recibió a las delegaciones sindicales, atendió varios de sus reclamos y
se negó a reprimir, respuesta demandada por las asociaciones patronales. Dicha posición fue
criticada también por la oposición conservadora, que la denunciaba por su debilidad ante el
conflicto social cuando no por darle impulso.

La agitación seguida a la Revolución de Octubre angostó el espacio para el desarrollo de esa


política presidencia, que tendría su final en los episodios de la Semana Trágica. En enero de 1919,
una huelga de Metalúrgicos en la ciudad de buenos aires, culminó en una huelga más amplia, las
fuerzas policiales fueron desbordadas y sólo días después el ejército logró controlar la situación.

En esta época surgieron en Argentina agrupaciones peculiares, como La Liga Patriótica Argentina.
Algunas estuvieron vinculadas a las asociaciones patronales, otras se nutrieron de jóvenes de la
élite y destacados dirigentes conservadores, pero también de radicales y demócratas progresistas.
Todas se manifestaban hostiles hacia el activismo obrero y de izquierda.

Si bien no constituyeron partidos políticos en regla, intervinieron en los asuntos públicos


organizando conferencias, congresos y campañas, y también actuando como grupos de choque
que desafiaban al ejército del monopolio estatal de la violencia. En el caso de La Liga, la
convocatoria se extendió a las mujeres, quienes a través del desarrollo de tareas caritativas,
afianzaron relaciones con sectores católicos que se dedicaban a ello hace tiempo. Eran éstas las
expresiones de un nuevo tipo de agrupación de derecha, dispuesta a desarrollar activismo social y
disputa callejera para enfrentar a quienes consideraba sus enemigos.

La candidatura de Alvear

Alvear era miembro de una de las familias más connotadas y ricas de la Argentina. Era también un
radical de los primeros tiempos. En 1912, tras la reforma electoral, el radicalismo decidió volver a
presentarse a elecciones, y Alvear fue uno de los 8 diputados del partido que se incorporaron al
Congreso. Su relación con la política era irregular por sus largas estadías en París. Al llegar
Yrigoyen al poder, le ofreció el cargo de ministro de guerra, pero declinó la propuesta, y
finalmente fue nombrado ministro plenipotenciario en París. Durante la guerra y en ocasión de
las negociaciones

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posteriores a la paz, Alvear manifestó diferencias con las posiciones de Yrigoyen, pero terminó por
aceptar la línea fijada por el presidente.

Con el apoyo de Yrigoyen, Alvear fue convertido en candidato oficial en la Convención Nacional de
la UCR en marzo de 1922. En esa época, Alvear era un importante dirigente, con experiencia
parlamentaria y diplomática, de lealtad probada incluso a pesar de las diferencias de criterio, con
extensa pertenencia partidaria y relación personal con el líder.

Aunque durante las elecciones no faltaron episodios de violencia, la UCR logró imponerse en 12
distritos sobre un total de 15.

¿Un nuevo eje del conflicto político?

En los ministros designados por Alvear se leyó un primer gesto de autonomía de Yrigoyen, ya que
sólo uno de ellos sostenía contactos estrechos con el ex presidente.

Los radicales que se distanciaron de Yrigoyen lograron articular una alternativa nacional y luego de
que el bloque parlamentario se separara en los hechos desde 1923, en 1924 los disconformes
organizaron un partido diferente, la Unión Cívica Radical Antipersonalista. El rasgo en común era la
crítica a Yrigoyen acompañada por la pretensión de construir el “auténtico radicalismo”,
retomando la línea de los documentos del siglo XIX donde se denunciaba la actitud política
personalista. Más allá de esas posiciones mínimas, era difícil hallar homogeneidad.

Por su parte, los Yrigoyenistas continuaban reteniendo la estratégica provincia de buenos aires y
hacían pie firme en la Capital Federal y otros distritos. Interpretaban al antipersonalismo como
una escisión conservadora impulsada por quienes no eran “verdaderamente radicales”. Los
partidarios de Yrigoyen hicieron de su figura la encarnación de una política popular, atenta a los
más humildes, antiimperialista y de defensa dela soberanía nacional.

El Congreso fue uno de los lugares en que se libró este conflicto entre personalistas y
antipersonalistas. Gran parte de las bancas radicales en Diputados estaban en manos
Yrigoyenistas, y la obstrucción fue una práctica corriente, de la que Alvear se quejó
sistemáticamente en sus mensajes al cuerpo. A través de decretos, el presidente llegó a clausurar
en tres oportunidades las sesiones extraordinarias.

Alvear no tomó la decisión de intervenir la provincia, y en 1928 la UCR, que nuevamente


impulsaba la candidatura de Yrigoyen, triunfó de manera contundente sobre sus competidores
antipersonalistas, aliados a los conservadores.

Las líneas de acción del gobierno de Alvear

El plano del petróleo comenzaba a ser sensible. Yrigoyen a fines de su presidencia en 1922 había
creado una Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. En 1927 se creó la Fábrica
Nacional de Aviones de Córdoba. En ambos casos, una nueva preocupación militar por cuestiones
industriales asociadas a la defensa nacional determinó esas decisiones. Recuperando la iniciativa

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de Yrigoyen, Alvear volvió a proponer al Congreso la creación de un impuesto a los bienes


personales, que tampoco recibió tratamiento.

Por otra parte, el ejecutivo impulsó la sanción de varias leyes laborales. Algunas reglamentaron el
trabajo de mujeres y menores en los territorios nacionales y en CABA, mientras que en 1926 se
estableció el descanso dominical.

En un fuerte conflicto entre caeros y obreros de ingenios tucumanos vs las empresas, la


intervención de Alvear devino en la creación de una entidad provincial encargada de tratar tales
conflictos en el futuro.

En 1924 el ejecutivo envió al Congreso un proyecto que establecía el feriado del 1 de mayo, que
finalmente se estableció por decreto.

Entre la legislación referida a las cuestiones sociales y laborales, también debe considerarse el
proyecto de extender el sistema de jubilaciones, impulsado por el ejecutivo en 1924. Ni las
patronales ni las centrales obreras aceptaron el proyecto, en el último caso porque suponía la
disminución del salario de bolsillo, y terminó fracasando.

La conflictividad social tendió a descender en los años de Alvear, lo que se refleja en la


disminución del número de huelgas y huelguistas involucrados, y en cierto estancamiento del
reclutamiento sindical.

La vuelta de Yrigoyen

La UCR que permanecía fiel a Yrigoyen triunfó en las elecciones de renovación parlamentaria de
1924 y 1926. En las elecciones se dio la mayor participación hasta ese momento y el triunfo fue
contundente en todos los distritos en que se presentaron listas de electores que apoyarían su
candidatura. A su interpretación, esto confirmaba que Yrigoyen era el líder de las mayorías
populares y era un plesbicito que avalaba las políticas pasadas del caudillo y también las futuras.
Esto hizo evidente la dificultad de conseguir una derrota del Yrigoyenismo por la vía electoral.
Muchos dirigentes veían en la falta de cultura cívico popular la causa del triunfo radical. Llegaron a
cuestionarse lo atinado de la reforma electoral, y circularon rumores acerca de un golpe de estado
conducido por el general Agustin P. Justo, que lo desmintió públicamente.

Entre los opositores a Yrigoyen también se encontraron algunas agrupaciones que comenzaban a
llamarse nacionalistas. Exhibían cercanías con las franjas conservadoras más radicalizadas, algunas
coincidencias con intelectuales católicos, y con aquellas organizaciones de derecha surgidas en
tiempos de la Semana Trágica. Muchos eran jóvenes nacidos con el siglo.

El camino hacia el golpe de estado

Los primeros indicios de la crisis que finalmente llevó a la caída de Wall Street en octubre de 1929
se hicieron sentir en Argentina. Los fondos fiscales menguaron, el gasto de estado disminuyó y
afectó una de las piezas centrales de la maquinaria oficial se produjo una baja de sueldos y

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comenzó un proceso inflacionario. Ese año, el conflicto político de intensificó, ya que el oficialismo
volvió a recurrir a las intervenciones para terminar de reducir a los opositores. Pronto llegó la
violencia, que en diciembre se cobró la vida de Carlos Washington Lecinas, dirigente mendocino y
gobernador entre 1922 y 1924 y al momento de su muerte era senador nacional, que había sido
parte del antipersonalismo. Poco después, el propio Yrigoyen era víctima de un atentado fallido, a
cargo de un anarquista. Además se dieron enfrentamientos callejeros entre los grupos de choque
del nacionalismo. En la opinión pública el clima estaba cambiando y a medida que avanzaba el año
1930 se multiplicaron las movilizaciones contra el gobierno.

La violencia se intensificó en la campaña previa a las elecciones para renovar parcialmente los
diputados nacionales y se produjeron algunas denuncias de fraude y de presión de los
interventores y la policía. Los candidatos radicales pasaron del 57,4 obtenido en 1928 al 41,7.

La oposición incluía ya públicamente no sólo a los partidos sino también a órganos de prensa y en
poco tiempo a agrupaciones estudiantiles.

Desde fines del siglo XIX se había avanado en la constitución de fuerzas armadas más modernas,
con instituciones que se afianzaban, criterios más o menos estandarizados que regulaban ascensos
y jerarquías internas, y una estructura burocrática en crecimiento, ya que, desde la sanción de la
Ley de Servicio Militar Obligatorio a fines de 1901, se recibían más reclutas. El ejército se
profesionalizaba y al mismo tiempo se tornaba una corporación que tendía a suponerse
depositaria casi exclusiva de la tradición patria.

A lo largo de la década del veinte, cuando la consolidación profesional se asentó aún más y halló
en el general Agustin P. Justo, ministro de Guerra de Alvear, un importante impulsor, la división
entre oficiales que planteaban la necesidad de privilegiar los criterios profesionales y los que se
asumían radicales tomó forma: los primeros se organizaron en logias, de las cuales la San Martin
fue una de las más importantes, y en ellas creció el Antiyrigoyenismo.

En los momentos anteriores al 6 de septiembre, existian en el ejército dos corrientes implicadas


en la organización del golpe: una reunida alrededor de Justo y otra dirigida por el general José F.
Uriburu. Justo convocaba, en general, a quienes exhibían un perfil ideológico conservador
moderno y liberal, mientras que en el uriburismo se alineaban algunos antiguos conservadores
ahora virados hacia posiciones de derecha más extremas y los jóvenes nacionalistas.

Por su parte, el PS y el PDP exhibieron recelos ante la salida golpista, más allá de que algunos de
sus miembros estuvieran dispuestos a apoyarla. A pesar de tal cautela, ambas agrupaciones
compartian el diagnóstico que indicaba que el yrigoyenismo había llevado a las instituciones a una
situación crítica.

Otro factor importante es la intensa competencia interna entre altos funcionarios radicales
cercanos al presidente, que incluyó planes contrapuestos y bastante mezquinos para el reemplazo
de Yrigoyen. En los últimos tiempos, cuando las actividades de los futuros golpistas eran públicas y
visibles, mientras algunos ministros llegaron a pronunciarse a favor de la represión, otros

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entendían que la situación no lo reclamaba: fue la posición de estos últimos la que se impuso. El 6
de septiembre, prácticamente sin resistencia, triunfó el golpe en Buenos Aires, como resultado del
avance de una columna de cadetes relativamente pequeña, con apoyo civil. En el interior la
situación se repetia con menos despliegue que en la Capital.

Interpretación

Los golpistas no contaban con guarniciones importantes y muchos mandos estaban cerca del
oficialismo radical, lo que hace difícil interpretar el golpe como una acción institucional del
ejército. Por otra parte desde la propia arena política se había alentado la intervención militar,
aunque el argumento utilizado aludía a la necesidad de restaurar las reglas de juego institucional,
que habrían sido violadas por Yrigoyen.

El gobierno surgido del golpe militar fue encabezado por el general Uriburu como presidente
provisional. Una nueva disputa política se libró entre los bandos que habían participado del
movimiento. Los apoyos del presidente no eran demasiados: los nacionalistas y los conservadores
más extremos, entre los civiles, y algunos oficiales ideológicamente cercanos. En el ejército, el
sector de Justo era notoriamente más poderoso y su jefe contaba con un amplio sistema de
contactos en el mundo político, sostenido en su antigua participación en el radicalismo.

El uriburismo intentó impulsar una reforma corporativista de la Constitución Nacional y plesbicitar


su gestión a través de elecciones escalonadas, pero ambas tácticas fallaron. La disputa entre
Uriburu y Justo terminó con el triunfo del último, quien fue finalmente el candidato oficialista a
presidente en las elecciones celebradas en noviembre de 1931. Al año siguiente, se hizo cargo de
la presidencia.

De 1912 a 1930

Balance sobre la experiencia de la democracia argentina entre la sanción de la Ley Saenz Peña y el
golpe de estado de 1930. En principio se buscó promover la aparición de partidos orgánicos, pero
el sistema de partidos en conjunto asumía los rasgos de los dos actores más poderosos, radicales y
conservadores, que no exhibían aquellas características orgánicas.

Si bien en este período no se registraron objeciones masivas ni impugnaciones amplias a los


resultados electorales, no faltaron las quejas puntuales, en particular en la elección de 1930.

La democracia argentina luego de 1916 tendió a tener en su centro mucho más la exhibición de
apoyos populares en la contienda electoral que el respeto a los mecanismos institucionales. Las
disposiciones de la ley habían tornado la puja política más competitiva y abierta, y eso devenia en
esfuerzos de los partidos por lograr que más gente participara no sólo en las elecciones, sino
también en otras actividades que se desarrollaban en torno a sus estructuras y a sus locales. Tales
tareas eran por ejemplo la organización de la prensa partidaria local, las manifestaciones
callejeras, etc. En un nivel más operativo, debe sumarse a este conjunto la afiliación, la
intervención en las reuniones del partido, etc.

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De este modo, crecía la participación y se multiplicaban y se extendían los mecanismos de


expresión de las opiniones acerca de los asuntos públicos, y todo ello, por sendas que se sumaban
al valor simbólico que había asumido el ritual del voto, sostenía la expansión de la idea que
indicaba que la política no se reducía a sus espacios más formales y que, a su vez, la ciudadanía
tenía una clara dimensión política.

Por otro lado, estas mismas prácticas e instituciones pasaban a formar parte de redes clientelares
que los caudillos barriales o de la localidad tejían, a partir de la distribución de bienes, recursos,
empleos incluso, suministrados en definitiva por el estado.

Así, el objetivo de la reforma no se había alcanzado en lo que respecta al tipo de partido político
que sus autores anhelaban, ni al tipo de prácticas que habría de señalar la regeneración de la
política nacional. A pesar de estos fracasos relativos, las pautas fijadas por la ley saenz peña
funcionaban como un reglamento amplio que muy pocos se atrevían a cuestionar públicamente
todavía. Las quejas en buen número solían destacar precisamente que no se cumplían sus
disposiciones.

Las transformaciones sociales

Los grandes cambios a través de los números

Durante los años de las presidencias radicales la exportación de productos agropecuarios continuó
siendo el sector más dinámico. La inmigración se recuperó luego de la guerra y se produjeron
nuevas inversiones extranjeras. Simultáneamente, tuvo lugar un acotado desarrollo industrial,
asociado, en principio, a la producción de bienes para el mercado interno y luego, alentado
porque la disminución del comercio en tiempos de la guerra favoreció el desarrollo de algunas
industrias que sustituían importaciones.

Hacia fines de la década de 1920, la industria se convirtió en un sector más importante y activo:
entre 1920 y 1930, se radicaron en la argentina varias grandes empresas extranjeras, entre las que
se destacaron las norteamericanas. Entre ellas, General Motors. Después del cierre de este
período, hacia 1933, la industria utilizaba el 43% de la mano de obra ocupada. Cuando se produjo
la crisis de 1929 y luego el golpe de estado del 30, la economía argentina continuaba centrada en
la producción primaria para el mercado externo, en un esquema de relación comercial triangular
que la incluía junto a Inglaterra y EEUU. Los salarios reales tendieron a bajar desde el comienzo de
la guerra en 1914, hasta 1918. En 1919 se inició cierta recuperación. Por su parte, el movimiento
de fondo es el de una conflictividad social alta que se extiende entre 1917 y 1921, con un pico en
torno a 1919 y que se prolonga un tiempo más aunque con menos intensidad, para decaer luego
de 1922 hasta el final de la década.

Fuera de las ciudades

*zonas pampeanas y áreas periféricas al corazón del modelo agroexportador, como la Patagonia,
tucuman y chaco*

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Los salarios reales de los trabajadores rurales cayeron con fuerza entre 1915 y 1918-1919. A ello
se agregó un aumento de la desocupación, que devino en peores condiciones de trabajo y en la
extensión de la jornada laboral. La situación jurídica de los trabajadores solía ser bastante más
precaria que en las ciudades, y su organización sindical, más reciente y débil, cuando existia. Esas
condiciones se agravaron cuando, por efecto del fin de la guerra, arribaron nuevos grupos de
inmigrantes que aumentaron la disponibilidad de mano de obra, mientras tenía lugar un proceso
de mecanización, factores que incrementaron las dificultades para conseguir trabajo. Todo el
cuadro puso en marcha un parcial desplazamiento de población hacia las ciudades y hacia
regiones extrapampeanas.

En las zonas dedicadas a la agroeportación, los conflictos sociales de la época tendieron a


enfrentar a los chacareros, los peores y los obreros rurales con los grandes propietarios,
contratistas y arrendatarios. La Federación Argentina, surgida del conflicto de 1912 (el grito de
Alcorta), se consolidó como un actor de peso en esas disputas. Compuesta por arrendatarios, la
Federación intentó conseguir la modificación de las reglamentaciones que regulaban las relaciones
entre los dueños de la tierra y los colonos, aspecto en el que no lograron demasiados avances. Por
otra parte, a comienzos de 1919 se iniciaba una huelga de peones rurales que coincidió con un
nuevo movimiento de reclamo de los arrendatarios, que sumaron sus propias exigencias: créditos
accesibles y moratoria de las deudas, y más adelante, la reforma agraria.

En esos sucesos no faltó la violencia, tanto a cargo de las fuerzas represivas (llegó a aplicarse la ley
de defensa social de 1910) como de los propios huelguistas. Finalmente, el gobierno intentó poner
en marcha un plan de cierta amplitud, que contemplaba la satisfacción de algunos de los reclamos
–creación de organismos para regular las relaciones laborales en el campo, 3 años de contrato
como minimo para los arrendatarios, apoyo a las cooperativas, entre otras medidas- que fue
bloqueado casi por completo en el Congreso por los grupos de la oposición conservadora. Entre
los arrendatarios la agitación continuó y en agosto de 1921 tuvo lugar una marcha de chacareros a
la ciudad de buenos aires. Poco después, fruto de las negociaciones parlamentarias, fue
sancionada una ley que se limitó a regular los arrendamientos y fijar normas para la relación entre
propietarios y arrendatarios.

En lo referido específicamente a los trabajadores asalariados, también en córdoba las luchas


comenzaron en 1917, siendo 1919 el momento de tensión máxima, mientras que en santa fe la
mayor conflictividad se registró hacia 1920. Con diferentes intensidades, los procesos de lucha
incluían incendios de campos, cortes de alambrados y envenenamiento de animales, además de
huelgas. Las centrales sindicales urbanas colaboraban con estos movimientos e intentaban
aprovechar para extender la sindicalización mediante el apoyo a las organizaciones
ideológicamente cercanas. Los sectores patronales respondieron acudiendo a los rompehuelgas
de la Asociación Nacional del Trabajo y alentando la acción de la Liga Patriótica. Esos grupos se
sumaban a las fuerzas policiales para reprimir.

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Es clara la reiteración de un conjunto de reclamos en estos movimientos: aumento de salarios,


mejoras en las condiciones laborales, reducción de la jornada laboral, y en ocasiones la exigencia
de reconocimiento a las organizaciones de trabajadores.

Dos conflictos relevantes: La Forestal y La Patagonia

La Compañía La Forestal actuaba en el norte de Santa Fe y en el Chaco donde poseía amplias


hectáreas que dedicaba a la explotación del quebracho colorado en el monte, para la elaboración
de tanino en fábricas que también eran propiedad de la firma. En torno a las instalaciones de la
compañía crecieron los poblados, se crearon nuevos asentamientos de trabajadores, se extendió
el ferrocarril. Antes de la guerra, la demanda de trabajo generada por La Forestal había sido alta.

El trabajo en el monte resultaba particularmente duro: el trabajador se internaba allí, en


ocasiones acompañado por su familia, y se alojaba en chozas o vagones de ferrocarril. La paga
solía hacerse con vales, bonos o fichas de la compañía, lo que obligaba a trabajador a comprar en
los propios almacenes de la empresa. La empresa también era, en muchos casos, propietaria de
las viviendas donde se alojaban los obreros, de modo que el despido significaba la pérdida del
trabajo, la vivienda, redes sociales y amistades. El poder de la empresa era tal que ejercía poderes
policiales y judiciales, apañada por comisarios y jueces de paz corruptos.

Esta situación generó un debate en el poder legislativo en santa fe hacia 1915 aunque finalmente
no se tomó ninguna decisión.

Activistas obreros del ferrocarril y de los barcos que recorrían el Paraná contribuyeron al inicio de
la acción sindical en La Forestal, que además se vio impulsada por la instalación de un local
socialista en uno de los poblados cercanos. Finalmente, se abrió un centro sindical y los militantes
pronto fundaron un periódico. A mediados de 1919 los trabajadores presentaron sus recamos a la
compañía y lanzaron la huelga para obtenerlos: aumento de salario y una jornada de trabajo de 8
horas, fin de los despidos.

Luego de una tregua, en 1920 el conflicto tomó nuevo impulso y se sostuvo con marchas y
contramarchas, hasta comienzos de 1921. El uso de la violencia fue frecuente: represión, arresto
de los dirigentes obreros, despidos, cortes de energía a los pueblos. Por su parte, los trabajadores
apelaron al muy eficaz recurso del sabotaje a las vías del ferrocarril, entre otros. El conflicto se
cobró al menos dos muertos. En el transcurso de estos episodios, la empresa logró disminuir sus
costos por la vía de los despidos y desplegó prácticas monopólicas hacia sus competidores, y en
enero de 1921 la protesta obrera pasó a centrarse en el reclamo del derecho a trabajar. El proceso
volvió a radicalizarse y se denunciaron episodios de persecuciones y muertes de obreros en los
montes, así como el incendio de locales sindicales. Hacia abril, el movimiento fue finalmente
derrotado.

Para entonces, ya había comenzado otro conflicto en el sur. En la actual provincia de Santa Cruz, la
actividad económica central era la cría de ovejas para la exportación de lanas y carnes.

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Hacia septiembre de 1920 en rio gallegos, la Sociedad Obrera de Oficios Varios intentó realizar un
acto, que fue prohibido por las autoridades del territorio nacional. Se inició así un conflicto que en
sus primeras acciones incluyó el hostigamiento patronal a cargo de la Liga Patriótica. El activismo
obrero sumó a las demandas de los trabajadores urbanos las de los peones rurales. Apuntaban a
limitar la jornada de trabajo, conseguir mejores condiciones y eliminar el sistema de pago en vales
o en moneda chilena, que debía ser cambiada a la local. Estos reclamos fueron puestos por escrito
en un petitorio. El mismo fue rechazado, lo que desató el comienzo de la huelga. Los peones,
desplazados de los establecimientos por los estancieros, organizaron campamentos en las zonas
cercanas a la cordillera y se apropiaron de víveres y caballos. Hacia diciembre de 1920 comenzó la
represión a cargo de la policía local y los grupos de la Liga Patriótica. En el periódico Unión Sindical
se denunciaron más de 2000 trabajadores fusilados, quemados con nafta, arrojados al mar,
enterrados vivos en la estancia… etc.

Al inicio de 1921 llegaron a la zona las tropas del ejército enviado por el gobierno nacional. La
etapa siguiente del conflicto fue abierta por el laudo del gobernador del territorio, que reconocía
la veracidad de algunas de las denuncias y atendía parte de los reclamos obreros. Este resultado
fue visto como una victoria parcial por parte del activismo sindical y planteado como una derrota
en manos de los “bandoleros por ciertos sectores de la prensa y las organizaciones patronales.

El conflicto continuó, y los propios terratenientes sostuvieron una reunión con el propio Yrigoyen
en buenos aires, y arreciaron tanto las opiniones que indicaban que el conflicto estaba vinculado a
las pretensiones chilenas sobre la Patagonia, como las que subrayaban que el radicalismo había
sido desbordado por la protesta social y que se imponía el retorno del orden.

En septiembre de 1921, el conflicto volvió a tomar impulso, se extendió geográficamente y asumió


la forma de una huelga general, con la creación de grupos de huelguistas que intentaban controlar
áreas rurales. En esa oportunidad, la represión quedó a cargo de las tropas de Varela, que
estableció la Ley Marcial y en las zonas de combate fusiló en masa a huelguistas, colaboradores y
dirigentes.

Entre diciembre de 1921 y comienzos de 1922, los huelguistas fueron derrotados y en muchos
casos asesinados. Se calculaba que habían muerto unos 2000 obreros. Todos los dirigentes salvo
uno se hallaban entre las víctimas, los presos eran alrededor de 600. En el Congreso no faltaron las
denuncias socialistas, mientras los periódicos sindicales y los grupos de izquierda denunciaban a
varela como el responsable de la masacre. En enero de 1923 un obrero anarquista asesinó a
varela.

En la ciudad: la semana trágica de 1919

Los trabajadores de los talleres metalúrgicos Vasena, ubicados en CABA, se encontraban en huelga
desde diciembre de 1918. Reclamaban reducción de jornada laboral, aumento de salarios, y
reincorporación de compañeros despedidos. En enero de 1919 se produjo un choque entre los
huelguistas y quienes continuaban trabajando amparados por custodios; la policía intervino y

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provocó 4 muertos y más de 20 heridos. Una de las centrales sindicales, la FORA del V congreso
convocó una huelga general para el 9 de enero.

Ese día la policía se enfrentó con quienes intentaban garantizar la huelga y finalmente baleó el
cortejo fúnebre de las víctimas de la represión del 7 de enero. El número de muertos y heridos
aumentó.

Mientras tanto, la FORA del IX congreso, se sumaba a la convocatoria a la huelga general. El


conflicto se extendió, enlazándose además con varias huelgas sectoriales que estaban en curso. La
policía parecía desbordada y mientras tanto, tropas militares partian desde Campo de Mayo hacia
la ciudad. Por una parte, la alarma de los sectores patronales y políticos de lo que sería un
supuesto complot maximalista, en alusión a las posiciones de la izquierda más extrema, cuya
existencia era muy dudosa; y el miedo, alentado por la agitación social que también reinaba en
Montevideo, alentó la represión dura. Los grupos de lo que sería La Liga Patriótica, como también
grupos conservadores y radicales, salieron a la calle a colaborar con la policía, asaltando locales y
periódicos sindicales y de izquierda a los que insistian en considerar “maximalistas” y suponían
envueltos en aquella conspiración. Los habitantes del barrio de Once, con fuerte presencia judía,
fueron objeto de varios ataques. La violencia que usaron los trabajadores, por su parte, tuvo
objetivos fundamentalmente defensivos.

Yrigoyen intentó mantener abiertos canales de negociación con los sindicatos y también tuvo una
reunión con el propio Vasena, en la cual reclamó que cediera a las exigencias obreras. Los
incidentes duraron aproximadamente una semana, con días de paralización absoluta de toda
actividad en la ciudad, y constituyeron uno de los máximos episodios de lucha social. Se estimó un
número de víctimas de 700, pero la embajada de EEUU señaló que fueron 1300. La semana trágica
señaló, además, un cambio de actitud en el gobierno radical ante la cuestión obrera.

El movimiento obrero

Por unos años existieron la FORA del V congreso, anarcocomunista, y la FORA del IX congreso,
sindicalista revolucionaria. Esta última dio origen en 1922 a la Unión Sindical Argentina USA,
también sindicalista.

En 1926 los ferroviarios de La Fraternidad y de la Unión Ferroviaria junto a los municipales y


algunos otros gremios fundaron la Confederación Obrera Argentina COA, que se preocupó por
impulsar la organización sindical por rama industrial. Los militantes comunistas terminaron
organizando su propia central, el Comité de Unidad Sindical Clasista (CUSC) en 1929.

En 1930 USA y COA junto a otros sindicatos independientes concretarían un acuerdo de unidad
anterior y crearían la Confederación General del Trabajo CGT.

Durante la primera década del siglo XX el anarquismo había sido particularmente fuerte en el
movimiento obrero. Ya en los años 20 su presencia había menguado. El sindicalismo
revolucionario ponía al sindicalismo y la huelga en el centro y rechazaba a los partidos, era la

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tendencia dominante en 1917-1921. Los socialistas asumían plenamente su condición de


miembros del partido. Por último, los comunistas también participaban de la lucha política.

A fines de la década de 1920 la iplantación de las compañías extranjeras hizo crecer el número de
trabajadores sin calificación, difíciles de encuadrar en estos modelos. Por otra parte, las cuotas
que pagaban los trabajadores llamadas “cotizaciones” eran voluntarias y no había mecanismos
acordados con las empresas para su percepción. La legislación prácticamente no reconocía los
sindicatos.

A lo largo de 1920 se dio un comienzo de cierto diálogo con el Estado. Este había comenzado
antes de 1919, cuando el radicalismo en el gobierno intervino en algunos conflictos para apoyar
reclamos de los trabajadores, evitar la represión y establecer contactos sistemáticos con lo
sectores sindicalistas.

Las relaciones entre el radicalismo en el gobierno y los dirigentes sindicalistas permitia al primero
expandir sus bases electorales de origen obrero y al segundo dificultar el crecimiento gremial
socialista, al obtener respuestas a los reclamos de los trabajadores.

En tiempos de Alvear, la Unión Ferroviaria y La Fraternidad establecieron un modo de negociación


con las empresas y el estado que resultó exitoso, en la medida en que obtuvieron mejoras
sustanciales para los trabajadores del sector.

A grandes rasgos, durante las presidencias radicales se pasó paulatinamente de un movimiento


obrero con fuerte base artesanal y perspectivas anarquistas o anarcosindicalistas, a un
movimiento obrero cuya organización más importante era un sindicato grande, centralizado,
capaz de obtener mejoras notorias para sus trabajadores por la vía de la negociación con la
patronal y el estado, pero reacio a hacer colapsar el sistema de transporte ferroviario con una
huelga nacional.

Otra vez en las ciudades

En la década abierta de 1930 se afirmó una lenta modificación en la identidad de los grupos
subalternos urbanos, que pasó de exhibir perfiles de clase relativamente nítidos, centrados en la
condición trabajadora de sus miembros, contestatarios, con fuertes rasgos derivados de la
experiencia inmigratoria, a una identidad popular, que cobijaba diversos sectores sociales,
políticamente reformista y con fronteras más lábiles que la anterior. El desarrollo de ese proceso
de gran escala no implicó la ausencia de conflictos sociales intensos. No obstante, los modos en
que sus actores se concebían a si mismos, a sus adversarios y a la propia lucha que libraban
estaban transformándose. Varios factores incidieron en estas transformaciones, como la
movilidad social ascendente de todos esos años y la expectativa que ella generaba en los grupos
de trabajadores. Surgieron grupos “medios” integrados por empleados administrativos y otros
trabajadores calificados, profesionales, pequeños comerciantes y también maestros.

Se observó que una convocatoria rigurosamente clasista no podría incluir a ciertos sectores
populares tradicionales del interior. Por ello, el sujeto al que había que convocar para promover

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aquella transformación social era el pueblo, que cobijaría tanto a los sectores medios como a los
grupos del interior no modernizado.

Así, el gran espacio popular, conformado por trabajadores, pequeños propietarios y comerciantes,
pobladores rurales tradicionales, chacareros, incluso nuevos intelectuales, empleados y
profesionales liberales que no se contaran en las filas de los poderosos, debía ser múltiple actor de
la empresa de la reforma social.

En el crecimiento de los grupos medios también tuvo un papel decisivo la demanda de mano de
obra calificada para el sector terciario y para las actividades administrativas en la industria, así
como la extensión del sistema educativo, todavía restringido a la escuela primaria. Al mismo
tiempo, la ampliación del aparato del estado sostuvo esa demanda de personal medianamente
calificado.

De todos modos, el fenómeno no respondía al patrón de un “ascenso” inmediato de un sector a


otro en el ciclo vital del individuo; se trató de una movilidad a mediano plazo, que terminaba por
afectar a los hijos de los trabajadores.

La reconfiguración de la identidad de los sectores populares fue alentada, a su vez, por


transformaciones en la propia estructura de las ciudades. En la capital, se desarrolló un proceso de
avance desde los barrios más antiguos hacia la periferia. Se sostenía tanto a través de la venta de
lotes en cuotas así como por la implantación de nuevos medios de transporte: tranvía eléctrico,
subterraneo 1913 y ferrocarril de la zona metropolitana, y en 1920 el colectivo.

Este proceso tuvo límites. El conventillo, los hoteles baratos, las pensiones, etc, fueron lugares que
los miembros de los sectores populares habitaron con frecuencia. Hacia 1937, el 60% de las
familias obreras vivía solo en una habitación.

En los barrios se organizaron redes de sociabilidad locales. Los aún módicos avances de la
legislación referida al trabajo permitian disponer de algo más de tiempo libre. Entre 1918 y 1929
se sancionaron leyes que reglamentaban el trabajo infantil, el trabajo a domicilio y el trabajo
nocturno para algunas actividades, y fijaban la forma en que habría de pagarse el salario. Hacia
1929 se sancionó la ley de 8 horas diarias y 48 semanales de trabajo. También en 1924 en la
presidencia de alvear se decretó que el primero de mayo sea feriado y se establecieron leyes
jubilatorias para algunas actividades.

Con más tiempo libre, aparecían nuevos modos populares de utilizarlo, como el cine y el futbol. En
los barrios convivía gente con experiencias diversas y miembros de diversos grupos participaron
en importantes empresas para el barrio, como el reclamo por la instalación de servicios o de una
escuela. Muchas de estas iniciativas exigían cierta negociación con el estado, que comenzaba a ser
visto como posible proveedor de servicios y no sólo como un mero agente de represión.

Variaciones ciudadanas

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La legislación electoral de 1912 había ampliado el número de quienes gozaban de derechos


políticos. Eran las elecciones el momento en que esos derechos se ejercían de modo más visible y
masivo. Pero entre 1916 y 1930 también se extendió la convicción de que existian derechos que se
relacionaban con la vida social por distintas vías. Miembros de grupos subalternos comenzaban a
reclamar, por ejemplo, dispensarios, salas y campañas sanitarias al estado. Numerosos
funcionarios estatales y médicos comenzaron a considerar que la salud de la población era una
cuestión que afectaba a los intereses nacionales.

La creación de la imagen: construcción de las imágenes de Yrigoyen y


Alvear.
La devoción popular por los radicales e Yrigoyen eran fervorosas, reflejada en la suma de votos
como en las manifestaciones callejeras. Los primeros lideres radicales, eran políticos veteranos. La
ley Saénz Peña de 1912, cambio la naturaleza de la política. Por primera vez, la conquista del
apoyo popular era esencial para el triunfo político.

Los radicales se presentaban y presentaban a Yrigoyen, de un modo que contribuida a la


popularidad entre ciertos sectores de la población, al ponerlo en el centro de un culto de la
personalidad. La perspectiva adoptada por el ala antipersonalista de la UCR, no diferia en exceso.

El diario yrigoyenista oficial, la época, no parecía destinado a un sector popular, ni siquiera los
radicales lo leían. Habian bastantes diarios alternativos de información.

La creación de la imagen de Yrigoyen

Tanto el como su partido se beneficiaban de la imagen que ambos creaban para el. Se les atribuia
el merito de haber abierto el sistema político. La verdadra ciudadanía se debia a los radicales. El
lenguaje de inclusión y democracia se convirtió en el discurso político de los radicales. Muchos de
los miembros de las clase populares sentian que su inclusión en el sistema político, se debia a
ellos. La conquista del sufragio universal masculino tuvo un enermo efecto y envolvió al partido en
un aura especial. El individuo se convierte en algo importante.

Yrigoyen limitaba sus apariciones publicas y hablaba en publico con menos frecuencia, no
obstante fue popular y lo siguió siendo hasta después de su muerte.

Tuvo influencia en la creación de su imagen propia Según el director de La época, iban todas las
mañanas a la casa de el y en ocasiones el mismo propia ideas de articulo e incluso titulares. Se lo
representaba como abnegado y piado. Vivia en una casa alquilada y anticuada que no tenia ni
calefacción.

La época mostraba a Yrigoyen como un hombre que había sufrido la persecución en silencio, se
decía que entre sus dos presidencias algunos hombres operaban en la comisaria de su cuadra y lo
habían hostigado e incluso planeado matarlo. Tambien se habían quitado las vias de los tranvias
para que las personas no pudieran deternese frente a su casa.

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Eran habituales las referencias a el como el apostol de los radicales y también se llego a identificar
a Yrigoyen con la nación (por el himno).

Tenia una conexión con los humildes, durante su segundo mandato Yrigoyen iba caminando hacia
el despacho presidencial y saludaba a su paso a la gente e incluso anarquistas.

Se resaltaba el papel de caridad. En 1880 durante su desempeño como maestro, había entregada
su salario a entidades de bien publico. En las dos ocasiones que acepto la candidatura presidencial
prometio que donaría su salario a la Sociedad d beneficiencia. Rechazo la herencia de Alem y
todas las que le siguieron.

Se presentaba cercano a la iglesia, a su juicio el congreso no tenia que permitir el

divorcio. No obstante la jerarquía eclasiastica saludo con calides el derrocamiento de

Yrigoyen.

Los propagandistas radicales describían al presidente como extraoridariamente trabajador.

Mas allá de la imagen de Yrigoyen

La popularidad de Yrigoyen no se basaba en la imagen, la creación de lazos entre lideres es un


aspecto que incluye materiales, culturales e ideológicos

Yrigotenistas apelaban al nacionalismo. En sus campañas la UCR utilizaba gauchos a caballos e


imágenes similares. Una clave para atraer los sentimientos nacionalistas, consistia en aludir a la
postura independiente de Yrigoyen en materia de política exterior. El concepto de obrerismo era
crucial. La idea de que los radicales tenían una relación especial con la clase obrera. Yrigoyen y su
partido suscitaban la impresión de que los trabajadores eran objeto de su preocupación.

Yrigoyen dependía de sus lazos personales con los dirigentes sindicales. Con frecuencia estos se
reunian sin intermediarios con el.

La consideración en que Yrigoyen tenia a los trabajadores era importante. Los reconocia como
integrantes del cuerpo político, parte de la estrategia del obrismo era la respuesta dada a la
huelga y los sindicatos. La torelancia de Yrigoten ante algunos paros, era parte de esta táctica.

Ademas se hacían gestos a la clase obrera, tras un accident ferrioviario los sindicatos organizaron
el funeral de los trabajadores muertos y Los radicales asistieron.

El gobierno irigoyenista contribuyo a establecer una cooperativo de consumo para los empleados
ferrocarriles estatales, su partido vendia el “pan radical” más barato, establecio precios fijos para
la venta de trigo a los molineros y de harina a los panaderos, para contrarrestar la suba de la
azúcar, un decreto prohibio nuevas exportaciones del producto, conseguia zapatos baratos para
vender, hizo arreglos para que llegara carne más barata a la ciudad. El radicalismo se valio
efectivamente de gestos legistavos para garantizar su apoyo. La administración presento
proyectos de ley para regular los sindicatos como el conflicto laboral. Ninguno salió de comisiones.

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La administración de Alvear, tuvo algún éxito con la legislación laboral: la creación de una caja de
jubilaciones para los empleados bancarios, una ley que obligaba a pagar los salarios en dinero y no
en bienes, otra destinada a proteger a los mujeres y niños que trabajaban, fin nocturno a
panaderos, etc.

Alvear

Su figura era muy diferente a la de Yrigoyen. Su modo de vida distaba de ser austero. Miembro de
una familia rica, disfrutaba de su calidad de vida. Asistia a una enorme cantidad de ceremonias
oficiales porque, hacerlo costituia una parte clave de la tarea de un presidente. Alvear encarnaba
el concepto de comportamiento antipersonalista. Algunos atribuían el deseo de llevar un gobierno
de estilo “europeo”. Preferia valerse de la burocracia. En muchos aspectos, no podía apelar al
personalismo. Su base era que estaba dispuesto a compartir el poder y que el no era Yrigoyen.

Los alvearistas también intentaron usar el obrismo.La administración de Alvear fue mucho más
allá de la de Yrigoyen en el intento de establecer regular el movimiento obrero. Hixo gestos para
demostrar que se preocupaba por las clases, después de visitar los talleres estatales, ordeno que
se trazara un plan de construcción de casas para alquilarlas a precio obrerio, reuniones regulares
con delegaciones sindicales.

A diferencia de los personalistas, los antipersonalistas carecían de aptitud para lo simbólico. La


administración alvearista, no temia los grandes gestos apuntaban a complacer a los inmigrantes
de las clases populares. El aparato político, estaba a favor de la libertad de Mañesco, la cobertura
de La Acción diario antipersonalista, propiciaba liberarlo y la corte suprema se limito a reducir su
condena y luego se le otorga el indulto.

Se convoco a una serie de huelgas generales. Desde el punto de vista antipersonalista la agitación
representaba una oportunidad menor porque no podían hacer nada por Sacco y Vanzetti. Las
huelgas fueron toleradas. Las ideas obristas de la administración de Alvear, fueron saboteadas al
menos en parte por sus dirigentes. Muchos de los que los rodeaban eran miembros de la Liga
Patriotica, grupo militante de derecha y antiobrero. Muchos integrantes del movimiento sindical
consideraban inquietos estos lazos e incluso los denunciaban de vez en cuando. Las afiliaciones
complicaban las relaciones de la administración con los dirigentes obreros.

Alvear nunca intento generar popularidad personal. Aunque hubo esfuerzos por conquistar apoyo
político en las clases populares, su resultado no fue bueno. Pese a las mejores reales en las
condiciones de trabajo y un buen desempeño de la economía. Yrigoyen y sus aliados aplastaron a
los antipersonalistas en las elecciones de 1928.

Descargado por Jazmin Falcettoni (magali.brizuela@telefonica.com)

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