Convencion: Independiente
Convencion: Independiente
Convencion: Independiente
INDEPENDIENTE
POR
ATHOS
SANTIAGO DE C H I L E
IMPRENTA GUTENBERG - ESTADO 38
LA CONVENCION INDEPENDIENTE
LA CONVENCIÓN
SU O R Í J E N - S U FUERZA-SUS HOMBRES
POR A T H O S
1- t^. •
SANTIAGO DE CHILE
IMPRENTA G-UTENBEEG - ESTADO 38
I 89O
P H Ó L O G O
(QUIÉN ES ATHOS?,
(JOSÉ J O A Q U Í N LARRAÍN ZAÑARTU.)
nuel Montt y don Antonio Varas nunca tuvieron defensor más va-
liente y empeñoso que Larraín Zañartu.
Desde el Gobierno de Pérez hasta el de Balmaceda, Larraín
Zañartu casi siempre ha figurado en las filas de la oposición. E n los
puestos oficiales—de Relator de las Cortes de Justicia, de Juez Le
trado, de Redactor de Códigos,—ha sido una ave de rápido paso. Para
ser bien quisto por los Gobiernos en Chile, para tener ascensos y
llegar á los puestos suculentos, es menester seguir la corriente de las
aguas oficiales. ¡Larraín Zañartu ha sido de los temerarios que lu-
chan aguas arriba!
Olvidando la máxima del Cardenal favorito de Luis X I V : Es
menester no decir la verdad entera á los Reyes, ha dicho á menudo
verdades amargas á nuestros reyes por cinco años. E s o ha hecho que
se cierren á Larraín Zañartu las puertas del Congreso, en donde su
presencia habría sido palabra, acción, idea.
Su alejamiento de la política, lo ha llevado á dar digna consa-
gración á su tiempo, escribiendo útiles libros de comentaciones á
nuestros Códigos y oportunos opüsculos, explicando la manera de
interpretar las leyes dictadas en los últimos tiempos.
Lo mejor de Larraín Zañartu es su obra literaria. L a s letras
han sido sus dulces y constantes consoladoras. Ellas le han permitido
ser—sucesivamente—diarista de nervio, crítico atinado, y folletinista
elegante.
Ilustrado por extensas lecturas, ha adquirido un estilo propio,
que se distingue por su viveza. Su predilecta simpatía por los es-
critores franceses, ha impreso un colorido vivaz á su estilo, afeado, á
veces, por giros y vocablos extraños á la índole de la lengua caste-
llana.
S u s revistas, coleccionadas en un hermoso tomo que lleva por
título Las Semanas de Athos, son dignas de dar crédito á una pluma.
E n ellas, se muestran de relieve sus mejores cualidades de escritor.
U n crítico exigente podría reprocharle en sus Semanas un prurito
desmedido por las citas. Y en tal crítica habría justicia. El arte de
las citas oportunas, destinadas á dar gracia y esmalte al pensa-
miento propio, es tan difícil como la inscrustación de las piedras de
diversos matices que admiramos en los antiguos mosaicos venecianos.
— III —
ORÍ J E N
LAS CELADAS
L a dificultad arreciaba.
Los más expertos pilotos no se atrevían á tomar en sus manos
la caña del timón.
N o desconfiaban ni de sí mismos, ni de la nave; desconfiaban
solamente del capitán.
Por último la dificultad parecfó vencida.
Después de disputar palmo á palmo el terreno, el Presidente
de la República, había consentido, en elejir de entre las listas pedi-
das á este efecto á los grupos de oposición, los siguientes nombres:
Relaciones Exteriores, señor J. Castellón.
Justicia, señor I. Errázuriz.
Hacienda, señor P. Montt.
Guerra y Marina, señor I. Valdés V.
El Presidente daba el Ministerio del Interior al señor Donoso
Vergara, y el de Obras Públicas al señor Valdés Carrera.
Al obrar así, el Presidente separaba su acción del consejo del
partido liberal.
Así lo revelaba el mismo autor del Memorándum, narrando
in extensum, las negociaciones consecuenciales de la crisis.
Esas negociaciones, ya lo he dicho, fueron lentas y difíciles.
El origen y causa de estas dificultades, era, según el señor Ze-
gers, el hecho de haber «surgido en el Gabinete anterior, la idea de
que en el seno del partido liberal habla ya un candidato predestinado
á recibir la here?icia presidencial.»
¿Por qué creía tal cosa el partido liberal?
Por nada.
Menos que nada aún.
El único pretexto que se invocaba, era, según siempre el mis-
mo autor «la afluencia de alguna gente d la casa del candidato,
algunas imprudencias de intendentes y gobernadores, ciertas resisten-
cias á bases serias de convención electoral, y palabras intimas indis-
« — 14 —
LAS FARSAS
Como se ve pues, 110 solo el Rey, sino los mismos amigos del Rey,
creían necesario una transformación completa en las tendencias de
la política.
Fué, dominado por estas circunstancias, como el Gabinete se or-
ganizó.
E n la sesión de 24 de Octubre de 1889, el señor Vergara D o -
noso, Ministro del Interior, decía lo siguiente:
«Estimamos que en las actuales circunstancias del país, una
política de honrada neutralidad en todo lo que concierne al ejerci-
cio de los derechos electorales por nuestros conciudadanos, debe ser
nuestra principal tarea, y que, para traducirla real y verdaderamen-
te en los hechos, debemos empezar por producir en el sentimiento
del país el convencimiento de nuestros sanos y resueltos propósitos.»
E L GOLPE
SENADORES:
DIPUTADOS:
Artículo i.°
Artículo 2.°
ARTÍCULO 3.0
ARTÍCULO 4.0
ARTÍCULO 5.0
Jovino Novoa,
Senador por Colchagua.
ACLARACIONES
Presente.
Presente.
Señor:
Señor:
MANIFIESTO
siera término á toda negociación, dando por nuestra parte una con •
testación definitiva de que toda jestión quedaba ya concluida.
Al observar esta conducta, creímos interpretar con fidelidad la
opinión unánime de los miembros del partido, y nos ha sido satisfac-
torio recibir la más decidida aprobación de nuestros procedimientos.
H e m o s estimado que era urjente hacer conocer nuestra actitud
y los sentimientos dominantes del partido liberal á nuestros corre-
lijionarios de la capital y de las provincias, rogándoles observen una
conducta prescindentc y ajena á todo compromiso, hasta que el
partido liberal sancione de un modo definitivo las bases que serán
elaboradas, consultando de una manera séria y estricta la represen-
tación jenuina de todo el país, de todas las provincias, de todos los
departamentos y de todas las agrupaciones que tienen derecho á ser
representadas en los grandes actos de la vida electoral de la Repú-
blica.
El carácter provisorio que el Directorio del Partido Liberal in-
viste en estos momentos y la estación de verano que tiene disemina-
da á la mayoría de sus miembros, no nos permite proceder con más ac-
tividad, limitándonos á dar á nuestros amigos y correligionarios y a
país entero la completa certidumbre de que sus deseos quedarán
satisfechos y los derechos de todos quedarán garantidos.
Santiago, 18 de Enero de 1890.—Firmados: Pedro Lucio Cua-
dra.—Juan E. Mackenna.—José Velazquez.—José Manuel Encina.
—Ismael Perez Montt.—José Antonio Valdés Munizaga.—Lcturo
Barros.
BASE A
BASE c
BASE D
A D H E S I O N E S
Senadores
Señor D o n o s o Vergara, R a m ó n
» Toro Herrera, Domingo
Diputados
Señor Rodolfo O c a m p o
*
* *
Santiago, 18 de E n e r o de 1890.
Al señor Ministro del Interior.
« — 39 —
*
* *
Señor:
LOS D E N U E S T O S
RECTIFICACIONES
( E d i t o r i a l d e l DIARIO OFICIAL)
LOS D E S M E N T I D O S
Demetrio Lastarria.
RECTIFICACIONES
ral, pero uno de ellos manifestó que procedían por encargo del Pre-
sidente de la República.
Se ha dicho después que éste último se equivocó al hacer su
aseveración. Quiero creer que así fué y prescindo, en consecuencia,
de este pequeño incidente.
Pero, no quiero dejar de referir otro episodio que puede
tener alguna importancia para los que arribuyen algún interés á es-
tas esplicaciones.
E n la noche del Domingo 6, cerca de las 12, recibí el anuncio
de que un distinguido caballero, miembro muy influyente en el par-
tido nacional y antiguo amigo personal mío, me buscaba con urgen-
cia. La visita me causó honda extrañeza y no poco sobresalto por
que, dadas las tirantes relaciones políticas que mediaban entre el
grupo nacional y el Ministerio, llegué á imaginarme que el caballero
anunciado pudiera ser portador de una mala noticia de familia.
N o era así, por fortuna. Para cumplir un deber de caballerezca
lealtad, ese adversario político me comunicaba que sus amigos ha-
bían recibido en la mañana de aquel día tentadoras proposiciones de
parte de algunos de los sostenedores del Ministerio. M e limité á
agradecer aquel noble paso y á tomar nota del hecho que se me tras-
mitía.
Á la mañana siguiente, igual noticia llegaba á conocimiento de
my colega, el señor Lastarria, pero por conducto de otra persona.
El día 7 se reunieron los Ministros en el despacho del jefe del
gabinete y acordaron presentar la renuncia colectiva que el público
conoce.
Dados estos antecedentes, ¿puede sostenerse que en aquella
crisis hubo desacuerdo entre el que estas líneas suscribe y sus cole-
gas, los señores Lastarria, Gandarillas, Puga Borne, Konig y Ries-
co? ¿Puede sostenerse que el origen de aquellos sucesos fué una di-
sidencia personal entre el jefe del Estado y uno de sus Ministros?
¿Puede sostenerse que las medidas propuestas por el Ministerio
tuvieron la aceptación de S. E . el Presidente de la República?
L a opinión, supremo juez de los hombres que sirven á la na-
ción, dará su fallo; y lo dará oyendo no sólo á los que ya han habla-
« — 57 —
do, sino á los otros miembros del Ministerio de Junio, que estoy
cierto, han de levantar su voz en este debate.
Aquí habría terminado, si el artículo del Diario Oficial no hu-
biera hecho referencia á una conversación tenida entre el excelentí-
simo señor Balmaceda y el firmante de esta narración, á propósito
de ciertas publicaciones hechas en la prensa diaria de Santiago y
Valparaíso.
E n los primeros días de Octubre, el señor Lastarria me mani-
festó que S. E. había recibido insinuaciones de que la publicidad
dada á los sucesos que ocurrían en la Moneda era debida á indica-
ciones del Ministro de Relaciones Esteriores. E n el acto me trasla-
dé al despacho del señor Presidente y le di quejas de que prestara
acogida á insinuaciones mal intencionadas ó ligeras.
Agregué que no sería extraño que aquella falta de discreción
existiera en algún amigo adicto á su persona, á quien pudiera con-
venirle perturbar las buenas relaciones personales entre el señor
Presidente y sus Ministros, y que ello era tanto más probable cuan-
to que yo sólo había comunicado lo que ocurría á amigos políticos
acostumbrados á tener sobre sus hombros pesadas responsabilidades.
S. E . me respondió que no atribuia importancia á aquellas im-
putaciones y, dándose por satisfecho, continuó conversando conmigo
largamente. Los detalles de esta conversación política, aunque inte-
resantes, carecen de actualidad por el momento.
H e narrado y no he hecho comentarios. Séame permitido, en
cambio, iormular un voto.
Desde algún tiempo á esta parte sucede que, cada vez que
ocurre un hecho político de importancia, aparecen en la prensa y en
los círculos versiones diversas acerca de él. E s t o es profundamente
lamentable. Que los hechos sean apreciados con criterios diversos,
y hasta opuestos, se comprende; pero que se discuta la manera como
han acontecido es en extremo sensible. Ellos desprestigia á los
hombres que toman parte en el manejo de los negocios públicos.
H a g o votos porque ésta sea la última de las rectificaciones po-
líticas.»
Eduardo Matte.
Viña del Mar, E n e r o 22 de 1890.
- 58 -
El monólogo de Nabuco
*
* *
« — 59 —
LA R E S P U E S T A D E L P A Í S
LAS F A L S I A S
BANQUETE
El señor Sánchez
Señores:
Señores y amigos:
necesario recordar los tiempos antiguos para arrojar del templo sa-
g r a d o de la patria á los que abusan de su n o m b r e y p r e t e n d e n cu-
brir su egoísmo con sus eternas arengas de amor á la libertad.
O s ruego, señores, q u e prestéis completa fe á las declaraciones
hechas por el señor Ministro del Interior, porque ellas envuelven
un compromiso de honor para el Presidente de la República y para
cada uno de sus Ministros.
Q u e r e m o s y estamos resueltos á probar al país q u e hay bastan-
te patriotismo para prescindir de las personas, como habrá de cons-
tancia y de firmeza para moralizar y para corregir el abuso v e n g a
de donde viniese.
Queremos devolverle al país la plenitud de sus derechos elec-
torales, porque habrá más satisfacción para nosotros en dar este
g r a n d e ejemplo y en encaminar esta gran reforma, q u e todas las
pequeñas y momentáneas satisfacciones q u e pudiera producir la
ambición ó la vanidad cumplidas.
H a s t a la fecha los Gobiernos ó los partidos mal organizados,
han pensado y obrado á nombre del pueblo.
A h o r a nos proponemos que el pueblo piense y obre p o r sí mis-
mo, y q u e constituya sus Gobiernos y sus partidos con la más abso-
luta libertad, elevando á los q u e sean dignos de levantarse entre
sus conciudadanos por sus virtudes y su patriotismo.
Señores:
•
# *
causas combinadas hicieron hace pocos años brotar en el seno del par-
tido liberal divisiones, recelos y desconfianzas que han dado vida á
facciones que lentamente han roto su disciplina, perturbado su mar-
cha progresista, desmoralizado sus filas y que hoy comprometen s¿-
riamente su existencia.
Cuando los partidos de gobierno sucumben por la resistencia que
les opone el país, cuando dejan el mando por así exijirlo la opinión del
cuerpo electoral y cuando caen por no encontrar eco ante la mayoría
de sus conciudadanos, todos los miembros que los componen deben resig-
narse y deben acatar con respeto la voluntad de la soberanía nacional.
Pero, cuando el partido que gobierna tiene la mayoría del país
y cuando su existencia está amenazada tan sólo por la falta de patrio-
tismo y por las ambiciones personales de las facciones que nacen, se
condensan y crecen en sus entrañas, en tal caso, señores, nadie puede
conformarse y es deber da grandes y pequeños afrontar y dominar el
peligro con la enerjía de sólidas convicciones, con la f e en la causa
que .1 e defiende y con el valor moral que inspiran el amor al hogar
político á que se pertenece y á la bandera que le sirve de guía en la
batalla.
La libertad electoral no se conseguirá jamás por jamás con pala-
bras más ó menos hermosas y promesas más ó menos halagüeñas.
Desde que se ensanchó en Chile el sufragio, tengo la íntima
convicción de que la libertad electoral no se conseguirá sino por
medio de la difusión de la instrucción pública, que dá al ciudadano
la conciencia de sus derechos y la clave para distinguir lo que con-
viene ó no al progreso de las ideas, y por medio de la comuna autó-
noma que obliga á ese mismo ciudadano á vivir diariamente ocupado
en los negocios públicos, que le dá iniciativa, que lo encadena ince-
santemente á los intereses locales, que dá alas á sus pequeñas am-
biciones y que le hace sentir el peso de su personalidad moral y de
su influencia política.
El Gabinete, como veis, ofrece el único camino práctico para
llegar en el porvenir á la libertad electoral y no se limita á lanzar
frases que son como letras escritas en la arena ó en la superficie
del mar.
Las facciones entonan aquí y allá cánticos de guerra y se hala-
gan con la idea del triunfo.
Se imaginan que porque pueden llegar á conseguir la mayoría
en alguna de las ramas del Congreso, tienen á su lado á la República
entera.
Espejismo de fascinada imaginación!
Pueden y podrán tener la mayoría en parte ó en todo el Con-
greso; pero, para nadie es un misterio que la mayoría, que los dos
tercios del país están con el jefe del Estado, con el actual Gabinete y
- 78 -
con el partido de gobierno que los apoya con calor, con entusiasmo y
con f e inquebrantable.
D e aquí por que sus resistencias no encontrará eco ante la opi-
nión y las tempestades que levanten en el Congreso serán tempestades
en vaso de agua.
Al actual Gabinete se le esperan en la Cámara ardientes inter-
pelaciones, exajeradas y violentas discusiones, desconfianzas y luchas
envueltas en la humareda que levantan odios implacables, ambicio-
nes sin valla é insaciables intereses personales.
¡Mejor, mil veces mejor!
N o hay gran reforma en la historia política de pueblos y nacio-
nes que no esté santificada y sellada con el sacrificio, con el combate
y con la abnegación.
E l Gabinete debe buscar inspiración, fe y fortaleza, no sólo en
la bondad de sus doctrinas, en la grandeza de su causa, con la segu-
ridad de que la mayoría del país está á su lado y en el mérito de las
reformas qne se propone llevar á cabo, sino también en la acritud
de los ataques, en la violencia de la lucha y en la injusticia de sus
adversarios.
El porvenir y el triunfo son del partido liberal y no de las fac-
ciones.
E n presencia de las importantes declaraciones del Ministerio y
de las reformas constitucionales que propone, el deber de todos los
liberales es defenderlo, resistir, batirse y tener la constancia, el en-
tusiasmo y el calor moral de los que, como yo, tienen fe en su parti-
do y han mirado esas reformas como un ideal aconsejado por la
ciencia, exigido por el correcto equilibrio de los poderes públicos y
por la necesidad de dar á la iniciativa política de los ciudadanos, ci-
miento inamovible y dilatado horizonte.
El actual Gabinete encarna estos propósitos, se ha constituido
para emancipar al partido liberal de las facciones que lo amenazan,
y, entra en su programa de gobierno, hacer esfuerzos por salvar sus
gloriosas tradiciones, su brillante pasado histórico y la disciplina ne-
cesaria para que cumpla en la actualidad y en el porvenir su progra-
ma y sus destinos.
Hoy poi hoy la división del partido liberal es profunda y de
nn lado están los lejttimos representantes, y del otro un puñado de
facciones hetereojéneas con diversidad de miras, de anhelos y de am-
biciones.
Las situaciones definidas permiten esperar soluciones también
definidas.
Basta comparar á la lijera propósitos con propósitos, oponer bati-
dera á bandera, programa á programa, para conocer la fisonomía de
ambos contendientes y apreciar lo que el país, el progreso de las doc-
— 79 —
U
— 82 —
LA C O N V E N C I Ó N Y SU FUERZA
EN VALPARAISO
( P o r Telégrafo p a r a EL FERROCARRIL)
Señores:
Señor:
A LOS SEÑORES
BORGOÑO
Valparaíso, F e b r e r o 26 de 1890.
M E N U
I
POTAGE
C o n s o m m é aux filets de volatlle.
POISSON
C o r b i n a sauce aux huitres.
HORS DCEUVRES
Anchois, sardines, olives, saucisson, beurre, radis
PIÉCES FROIDES
G a l a n t i n e d e dinde truffée
J a m b ó n de Y o r k á la gelée
P á t é s d e foie g r a s en bellevue
L a n g u e s á l'écarlate.
ENTRÉES
ROTIS
Poules d ' I n d e - A l o y a u x de bceuf
Salades variées.
ENTREMETS
Gelées au Kirsch, au R h u m , Marasquin, Mousses au Chocolat,
Charlottes Russes, Biscuits de Savoie, G á t e a u x assortis.
PIÉCES MONTÉES
G l a c e s et Sorbets
CAVE
Sauterne, Jerez, Oporto, Rhin, Cháteau Léoville Lascases,
C h a m p a g n e Roederer,
Cognac, G r a n d e C h a m p a g n e , L i q u e u r s assorties,
Café-Thé.
Señores:
Señores:
Señores:
Señores:
'4
— io6 —
Señores:
rielo que esa satisfacción fuera aún mayor, dictando en contra del
q u e habla y dos de sus colegas un decreto de cesantía de los pues-
tos públicos q u e en nuestro carácter profesional d e s e m p e ñ á b a m o s .
N o s h a n separado en castigo de ser liberales; este será un t i m b r e de
honor en nuestra carrera.
E s e decreto de proscripción contra tres médicos liberales, acor-
d a d o en Consejo de Gabinete por un p s e u d o - M i n i s t e r i o liberal, cu-
yo j e f e — á la vez que destituye liberales—proclama como su primer
deber el respeto al partido conservador, ha sido la piedra de toque
para aquilatar el pretendido liberalismo de losactuales Ministros y dar
al país la voz de alerta contra los que, finjiendo ideas q u e no tienen,
tratan de sacrificar al país á sus desatentadas ambiciones.
E s una suerte para nosotros, q u e el mal que nos han querido in-
ferir haya redundado indirectamente en servicio de la causa liberal
y nos haya valido una palabra de aplauso y de estímulo de parte de
vosotros.
Agradeciendo sinceramente vuestra benevolencia, os p r o p o n g o
una copa por la unión de todos los liberales sinceros y por su ener-
jía y perseverancia en la lucha, todo lo cual será p r e n d a segura d e
u n a victoria eficaz en la c a m p a ñ a q u e se inicia, para a r r e b a t a r al
poder, el derecho electoral, q u e al pueblo tiene usurpado.
Señores;
Señores:
15
— 114 —
que por ardorosas que sean nuestras aclamaciones, serán tan solo
el eco de las que el país entero les prodiga.
Somos todos los ciudadanos chilenos cómplices del crimen que
se ha castigado en los empleados destituidos, porque éllos, como
nosotros, veían con asombro y con dolor que este pueblo, después
de cerca de un siglo de vida independiente y republicana; después
de tantos, tan sangrientos y tan heróicos sacrificios hechos por crear
la patria chilena, por estenderla y por engrandecerla; después de tanto
respeto y sumisión al orden y á las autoridades establecidas, no ha-
ya logrado aún arrancar á sus gobernantes la libertad de elejir; el
primero, el más elemental de los derechos de todo pueblo cons-
tituido; aquel sin el cual el gobierno no es más que una usurpación
y la representación nacional un mandato espúrio; aquel de que di-
frutan hoy hasta los ciudadanos de las monarquías sometidas á des-
potismos seculares!
E s t a dura y oprobiosa condición pesaba, señores, sobre la con-
ciencia de los empleados destituidos, como pesa sobre la del país,
con los caracteres de una afrenta. Aceptaron y suscribieron con jú-
bilo la idea de convocar una convención, de donde saliese designado
sin coacción ni influencia alguna oficial, el candidato del partido li-
beral á la presidencia de la República, porque vieron en ello el prin-
cipio de la emancipación, y el término de una usurpación vergonzosa.
H é aquí su culpa. Como lo veis, enaltece á los delincuentes y
deshonra á los jueces.
¡Y los Ministros que han arrojado á estos empleados, son hom-
bres á quienes el partido liberal recibía en su hogar y nutria con su
savia! ¡Y son los mismos que momentos después de lanzar las des-
tituciones, declaraban, bien alto, para que el país los oyese y les
creyese, que es grande y patriótico el principio que los lleva al poder,
que es de unión y de concordia su bandera, que es la unidad del
partido liberal, rota, según ellos, por la fuerza disolvente de las am-
biciones personales, lo que persiguen!
Nó, señores; el verdadero partido liberal rechaza de su seno y
rompe todo vínculo de parentesco con los que buscando en la inti-
midación las fuerzas que debieron pedir á la confianza de sus con-
ciudadanos, han subido al poder con una lista de proscripción en la
mano.
L a noble y honrosa bandera liberal debe izarse y mantenerse
al tope de la nave del E s t a d o sólo cuando haya algún progreso que
realizar, alguna reforma que emprender, alguna institución que de-
purar, algún combate leal que sostener ó alguna gloria lejítima que
recojer. Pero permitir que con esa gloriosa insignia se cubra un
ministerio que se inicia con la destitución violenta, injusta y arbitra-
ria de los buenos servidores de la nación, de un gabinete que prin-
cipia por estampar sobre la frente del j
— ii7 —
Señores:
Á los señores á quienes se trata de festejar debo muestra de estimación que apre-
cio en todo su valor. Esto sólo sería un motivo para que me asociara á esa manifes-
tación; pero reconezco ademas en élla un propósito más alto que el de dar una prueba
de simpatía personal á los referidos señores. Creo que ese banquete tiende á levantar la
opinión del país en favor de una grande idea, y á reunir en un sólo centro de acción
á la familia liberal chilena, para que por medio de una Convención, seria y honrada
designe el candidato que, llevado al gobierno por la libre y espontánea voluntad de
los pueblos, sea la expresión de ella en la dirección de los negocios públicos.
Deseando que el triunfo de esas ideas sea alguna vez una realidad en nuestra
querida patria, he firmado gustoso las bases de la convención liberal, y presto ahora
mi entera adhesión al banquete del pueblo de Valparaíso, porque veo en él un paso
dado para unificar las voluntades en favor de las resoluciones que han de salir de
aquella asamblea.
Sírvase manifestarlo así á los demás señores que con usted firman aquella invita-
ción, y aceptar la expresión con que me repito su afectísimo amigo y seguro servidor.
DIEGO BARROS ARANA.
Febre.ro 26 de 1890.
Señor Francisco Antonio Pinto.—Valparaíso.
Estimado señor:
Siento mucho que una mayor anticipación en el conocimiento del día en que
tendría lugar el banquete no me haya permitido desprenderme del cúmulo de impos
16
— 122 —
tergables quehaceres agravados con la ausencia de seis meses que en este momento
me radican aquí por algunos días todavía.
Sin eso habría sido de los primeros en acudir á esta cita de la amistad y del pa-
triotismo á alzar mi copa con los que pagan tan justo tributo á la lealtad política y á
a,doctrina liberal honradamente servida.
Estas son las palancas que en manos de los políticos de Chile habrán de remo-
ver su progreso y bienestar como medio é indispensable condición: la una de cohe-
sión y fuerza en los partidos; comofinla otra, que dé lejítima satisfacción y campo
de desenvolvimiento á todos los derechos.
¿Quiénes mejor que los Ministros salientes encaminaron en su momento el triun-
fo de la opinión y sirvieron con sus actos á su credo y su bandera?
Honor entonces á ellos que soy el primero en tributarles, y hago votos porque
el falaz espejismo que ha ofuscado al Presidente en su marcha de gobernante y que
le forman ó robustecen, el soplo malsano del adulo, la pasión ó la complacencia, desa-
parezca, dando lugar á que, para su propio honor, se restablezca en el Gobierno el
imperio de la opinión honrada, séria é independiente del país, que tiene sus formas
constitucionales de manifestación amparadas también con sanciones efectivas.
Sintiendo la imposibilidad que me detiene, te ruego que pagues á mi nombre el
tributo que debo á los amigos festejados.
T ú ANÍBAL.
DAVID SALAMANCA.
— 127 —
Santiago, febrero 25 de 1890.
Señor Alfredo Edwards.
Me comunica Ladislao Errázuriz, desde su hacienda, que no podrá ir ma-
ñana Rpor estar enfermo. „
EDUARDO MAC-CLURE
ron horarme, me cabe manifestarles que me adhiero en todas sus partes al propósito
ya indicado.
Siempre de usted afectísimo amigo y seguro servidor.
M. A. CRISTI.
S U S HOMBRES.— LOS C O N V E N C I O N A L E S
Don E d u a r d o M a t t e
Es más un luchador que un orador, pero más que todo eso, un extrategista de
primera línea.
En esta última campaña tomó á tarea colgar el cascabel al gato y á fe que
logró hacerlo real y verdaderamente!....
— i3i —
Don J o s é B e s a
Don J o s é A n t o n i o G a n d a r i l l a s
Este desconocido, después de haber subido, grado á grado, las escalas del sólio
en la magistratura judicial, ha elevado un pedestal más alto aún á su reputación desde
su bufete de abogado.
Ministro en varias ocasiones durante las pasadas administraciones, supo imprimir
á la guerra, durante la campaña contra el Perú y Bolivia, el sello de su carácter audaz,
enérgico y honrado.
NOTA.—Ese desconocido ha sido el juez partidor y abogado de la familia Balmaceda,
y es hermano del actual Ministro de Hacienda.
>»• X « <
Don D i e g o B a r r o s A r a n a
Otro desconocido para los escritores de palacio, que no han oído jamás hablar
del Littr'e Chileno, á quien el Congreso acaba de premiar otorgándole una valiosa
suma mientras la Europa i la América le envían día á día, por medio de sus cuerpos
científicos, títulos, medallas y coronas.
¡Desconocido el autor de la Historia de Chile!
— 132 —
El hombre cuyo nacimiento se disputarían las ciudades de Chile y aún de Amé-
rica, como hicieron las de Grecia con Homero!
¡Qué tiempos y qué hombres!
->-» x «<
Don Ladislao E r r á z u r i z E c h á u r r e n
Quién había de decir alguna vez al señor VARELA que su nombre inscrito siem-
pre en lugar preferente entre los protectores de la ciencia, y los bienhechores de la
humanidad; que su persona, siempre resuelta y pronta al sacrificio en aras de la
patria, de su grandeza y de su gloria, había de merecer de alguno quizás de los más
agraciados con sus dones, el vulgar epíteto de un anónimo y de un desconocido?
No obstante ello no era improbable.
Todos los Césares han tenido á sus piés una lira miéntran eran el poder y
la grandeza!
Ordinariamente esos cortesanos, eran los primeros que al primer amago de des-
gracia solicitaban las alas de Pegaso, para huir lejos del que había incurrido en las
iras del César.
El señor Varela no podía escapar á esa regla ineludible de la flaca humanidad.
Pero sus antecedentes y servicios, desconocidas hoy para el que ha encontrado
ubre más nutrida, reposan escritos en páginas inmortales y en la historia del progreso
de la República!
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— 134 —
Don P e d r o Bannen.
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Ignacio S a n t a María
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Don J o r j e Riesco
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Viejo soldado del partido radical, al que dió los primicias de su juventud y su vi-
gor, antiguo representante del pueblo en la Camara de Diputados, su mano empuña
hoy con la misma decisión el estandarte que tremolara en tantas y crudas campañas.
La franqueza de su carácter, la vehemencia de sus sentimientos se conservan con
frescura juvenil.
Lleva sangre de patriota—sangre de Palazuelos—en sus venas, y su pasado refleja
lo que será su porvenir.
»>><< «
Don Demetrio Lastarria
Don Agustín E d w a r d s
Argumento vivo, y ad terrorem de las iras del «.Jefe Supremo del Estado^ Augusto
Orrego Luco, podría con perfecta justicia decir á S. E.
Mucho antes de recibir el honor de ser elegido para representar á sus correligio-
narios en el seno del Gobierno, el Sr. Barros Borgoño habíase ya conquistado un eleva-
do puesto judicial que abandonó con el corazon lijero para desempeñar ese elevado
cargo patriótico.
Pero antes que eso, había preludiado á sus funciones políticas, por elevados y con-
cienzudos estudios hechos en el Club del Progreso, y conferencias en las que se dicta-
ba á la juventud el itinerario no solo de lo bello, sino de lo bueno.
Heredero de gloriosas tradiciones en todo sentido, el actual Secretario de la Con-
vención i iberal, sabrá y sabe perpetuarlas, representando enérjicamente con su actitud
que hay algo superior á los honores y es: el honor!
Después de una brillante prueba, el Sr. Barros Borgoño alcanzó en la aurora de su
vida profesional, un tramo bien elevado; y el de relator del primer tribunal de la Na-
ción; título que abandonó definitivamente cuando á consecuencia de la salida del Sr.
Valdés, su partido lo propuso para el Ministerio de Guerra y Marina.
Esa promoción era obra del acaso?
No ciertamente.
Sin desatender, y al contrario con un desempeño brillante de sus tareas judiciales,
el Sr. Barros Borgoño, como Director del Club del Progreso habíase preparado para
su futuro, por un sólido estudio de las cuestiones administrativas políticas.
Su corta estadía en el poder, dió ocasión sin embargo á conocer sus dotes.
Sobrio, preciso, concreto, supo enterarse á tiempo de las necesidades y convenien-
cias del ramo que desempeñaba, y hacer adoptar sus resoluciones y miras en ambas
ramas del Congreso.
Supo más; supo resistir con noble entereza á las tentaciones que á sus ambiciones
y fantasías juveniles, presentara el Beltram de la Moneda.
«Prefiero honra sin barcos á barcos sin honra,» respondió el Sr. Barros á las se-
ducciones del Palacio.
Su fidelidad en la desgracia, muestra los quilates de su alma.
Los agoreros del tiempo no son siempre infalibles.
El sacrificio del Sr. Barros no será estéril.
Hay en ese jóven muchos Marios.
— I4i —
Don Miguel L. A m u n á t e g u i R.
Don Gaspar T o r o
tado que retrato, tiene para S. E. el crimen de haber desafiado con entereza en repe-
tidas ocasiones, no solo las iras, sino las seducciones del poder.
Ha dicho en el Sebastopol de sus sinceras convicciones: aquí estoi y aquí perma-
nezco!
Si tales actos no hacen la fortuna de un hombre, hacen algo más sólido y dura-
dero: su reputación y su honor.
Don W a l d o Silva
Nieto del captor de la María Isabel, opulento rentier, Juan Villamil, hermano
del Ministro de Chile en el Brasil, ocupa un puesto distinguido entre la juventud no
solo soi disant liberal sino entre la juventud ilustrada é independiente del país.
Y, si yo tuviera algo que añadir á esta pálida silueta sería para dar al modelo, el
consejo dado al Querubín de Beaumarchais:
Atrévete á atreverte de tina vez!
» > << «
— 143 —
Laborioso industrial en las provincias del Norte, solo ocupa su curul senatorial-
en raras y solemnes ocasiones.
Pero desde el fondo de su taller presta oído atento é inteligente á las voces del
patriotismo, del progreso y de la libertad.
Afiliado al grupo nacional ha compartido con él sus viajes del Capitolio á la roca
Tarpeya, con fidelidad y abnegación inquebrantables.
Esos cortesanos de la desgracia son ordinariamente muy escasos.. ..
Por eso, los partidos destinan para ellos un lugar preferente en sus afectos.
El que posee el señor Cuadros es bien merecido, y está bien ocupado!
Sin pretensiones, y con una modestia natural, hay en ese joven muchas dotes
que realzan á un hombre; lealtad, rectitud de criterio, elevación de carácter; acriso-
lada lealtad, á su bandera, y á sus amigos.
Don Miguel G ü e m e s V.
Don Carlos R o g e r s
Don Isidoro E r r á z u r i z
Puede decirse que la vida pública contemporánea de este país se encuentra ligada
á su nombre.
Los sucesos y las multitudes obedecen á su palabra, como las olas irritadas á las
órdenes de Neptuno.
Como ese dios mitológico, conoce el dón de alzar las fuertes olas, o de humillar'
las y abatirlas á su albedrío.
Lo mismo pasa con los hombres.
Yo,—lo confieso sincera y francamente,—he estado muy pocas veces de acuerdo
con él;—muy pocas, casi ninguna, he estado contra él.
Muchas, infinitas veces, conversando íntimamente, he llegado á persuadirme que
la fantasía de Goethe; ese Mefistófeles que arrastraba á Fausto, era algo más que una
simple ficción de la fantasía, era una verdadera y positiva realidad!
Yo, yo he visto á Isidoro Errázuriz conmover, excitar ó apaciguar las multitudes,
según su capricho ó su albedrío.
Yo le he visto anonadar hombres públicos, que parecían poseer la inmortalidad
y perpetuidad del bronce ó del granito, ó elevarlos á la cúspide y las alturas con la
magia de su poderosa y volcánica palabra!
Ese dón de fascinación—si se me permite la palabra—es raro en Chile.
Por mi parte, he conocido sólo tres hombres que de él disfrutaran ampliamente;
tres hombres pertenecientes á tres tipos y tres comuniones políticas distintas: Montt,
Santa María y Errázuriz!
Yo, escapando á duras penas á ese beleño del talento, me propongo—¡escabrosa
tarea!—trazar aquí algunos rasgos de esa fisonomía.
Isidoro Errázuriz ha representado en la vida pública contemporánea un rol que
no puede perseguir ni compreder el análisis.
Ora como Demóstenes amparado por Atenas, ha perseguido á las tiranías con su
pluma, relampagueando sobre su cabeza, aturdiéndolas con los rayos de su elocuencia,
cual nuevo Moisés en Sinaí, y marcándolas con candente hierro; ora volviendo sus
miradas á la sociedad, ha tomado á tarea barrer preocupaciones, y fundar un nuevo
orden de cosas sobre las ruinas de las antiguas preocupaciones.
He visto, como lo decía poco há, muchos poderosos, muertos á sus piés ó resu-
citados al esfuerzo de su galvánica elocuencia; muchedumbres que lo aclamaban y
defendían, y la tribuna sagrada, pedestal de su fama, eco sonoro de su palabra oída
en todo el país, haciendo temblar á los abusos, y estableciendo sobre inconmovibles
bases el derecho.
Yo lo he visto producir iguales milagros con su pluma, ora implacable como el
látigo de Juvenal, ora justiciera como el fallo inexorable é imparcial de Tácito.
Pero ¿á qué hablar de las condiciones oratorias y triunfos de palabra y de tribuna
de Isidoro Errázuriz?
¿Á qué hablar de su rol político, siempre brillante, aún en medio del retiro, como
— 145 —
esas estrellas que parecen destinadas á alumbrar sólo en noches de tempestad?
Yo no conocía á Isidoro Errázuriz antes de 1868.
Alistado en esa época ele agitación en los Clubs de la Reforma, fué luego el alma
de esa asociación, y destinado por ella á esa pesca de hombres, como la llama el Evan-
gelio, que es la gloria de los misioneros y de los apóstoles.
Vamos! Señores cuerdos! ¿os acordáis de esa época de vuestros temores y vati-
cinios á lo Jeremías?
La guerra dió un nuevo giro y abrió un nuevo campo á la actividad de Errá-
zuriz, quien después de estudiar con amor en los libros que pudo haber á mano, el
medio de modificar y reformar nuestra situación militar, marchó como secretario del
Ministro de Guerra al norte, y tomó personalmente una activa é influyente parte en
los sucesos militares, sobre todo desde el desembarco de Pisagua hasta la gloriosa
victoria de Tacna.
Volviendo en seguida al campamento, tuvo la dicha de presenciar esas dos eta-
pas de gloria que se titulan Chorrillos y Miraflores, y pisar con paso de vencedor y
uno de los primeros, las calles de la vencida Lima.
Tal es, á grandes rasgos, una parte de la vida de Isidoro Errázuriz, desde la
época que lo conozco.
He dicho varias veces y lo repito: es imposible, y más para mí, el retratarlo, ni
aún con mediano éxito.
Apedreado en los palacios, aborrecido por los cortesanos, envidiado á veces,
otras maldecido por los palaciegos, Isidoro Errázuriz reaparece siempre en la política,
con vida propia, con luz propia, con ideal y entereza propia, imponiendo con los des-
tellos de su palabra, arrebatando con su talento y su audacia la caña del timón de
cobardes é inespertas manos, y dando á la nave magestuosa y feliz dirección.
Se ha podido notar muchas veces que Isidoro Errázuriz se encuentra sujeto á
accesos de exceptismo y hasta de melancolía, durante los que su actividad intelectual
parece reposar ó dormitar.
Efectivamente, el hecho es positivo.
Pero la observación queda incompleta, si á la vez no se dice que esos accesos
suceden siempre á las épocas en que ha estado en más frecuente é íntima comunica-
ción con el poder.
Esto justifica la observación que recientemente hacia álguien que yo conozco, en
un banquete: «Los hombres de ideas y pluma, hacen en la política el oficio de los
limones en la cocina: se les estruja, y en seguida se les arroja como inútiles!»
Pero necio sería quien intentara hacer lo mismo con Errázuriz.
Su jugo es eterno, y como el Niágara, no se seca jamás.
Siempre nuevo, siempre fecundo, es vano intento detenerlo.
Y cuando esas crisis sobrevienen, cuando los políticos creen ver á Errázuriz
anémico, pobre, tísico, oh! entonces él, lanzándose de cabeza en el mar de la demo,
manos de la muchedumbre, aparece cual nunca, más joven»
Tal era lo que en 1881 decía de el, {(El Ingenuo.» La elevación al Ministerio en
Octubre, su caída, y la actitud actual de Errázuriz en la oposición, han hecho de la
profecía de 1881 una realidad, y de aquel retrato una biografía.
Ha pasado por el crisol de la tentación y ha vencido, dando severa lección con
su conducta, á los pezcadores de hombres.
En la contienda actual con el Jefe Supremo, Errázuriz ha demostrado que su
dignidad y lealtad se hallaban a la altura de su talento!
Don T o m á s E a s t m a n
Juicio recto, corazón probado, miras elevadas y patrióticas, labor y honor: tal
es su lote, y su bagage.
^<< «
Don Alberto M o n t t
» x «<
— 148 —
Se dice que Litré componía en la cámara las páginas de sus inmortales obras.
Creeríase que muchos de los médicos diputados, á juzgar por la vaguedad de su
mirada, y la indiferencia de su actitud en los debates políticos, redactaran mental-
mente los recipes destinados á sus clientes.
Pero, si no asisten con frecuencia al ejercicio, y faltan no pocas á la revista, en
cambio se encuentran siempre presentes en la batalla.
El doctor Carvallo es uno de ellos, y su presencia en el campamento de los inde
pendientes revela que no escasean en él, ni la ciencia ni la lealtad.
— » > >< e «
Don T r i s t á n Aguirre
Desempeña hoy sus funciones de Diputado y partidario, con el mismo Celo, con-
tracción y elevación con que poco há desempeñaba, segdn la voz unánime de una
provincia entera, su profesión de médico.
Don E n r i q u e Mac-Iver
Don Ignacio Z a ñ a r t u
Un Hércules en vestón.
Pero no hay que equivocarse!....
La Ofale de ese Hércules, es sólo la libertad!
>» X «-<
Después de haber llenado con gloria sus deberes para con la patria imponiendo
á sus enemigos con el valor y la audacia en el exterior, los cumple hoy sirviendo con
idéntico celo al progreso y la emancipación en el interior.
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Oh ilusión adorable
Hija del cielo y de la dicha hermana!
A no ser por tu magia soberana,
Nos tnataría el tedio inexorable,
Eterno fo7ido de la vida humana.
>» x « >
— 150 —
No lo conozco, á la verdad.
Su reputación no obstante dice que, á pesar de su apellido lejendariamente go-
biernista, ama la independencia y la practica con resolución y energía.
» X X «
Yo los hice;
¿Otros aprovecharon sus honores....
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Don Ricardo P é r e z E a s t m a n
»><><«
Don H e r n á n Echeverría
Don M á x i m o R. Lira
Si lo necesitara....
Si tuviera tiempo y paciencia, podría hacer un misal nada más que con las citas
y elojios discernidos por la prensa de amigos y adversarios á la elocuencia, al saber,
á la lójica elevada, contundente, llena de vida y colorido, del actual Secretario de la
Cámara y redactor en jefe de La Tribuna.
Nacido á la vida pública en un meeting como R. Mandiola, ha tenido en ella
variada é incostante fortuna. Pero en cualquiera ocasión que se haya exhibido, si ha-
bla se hace oír, si escribe se hace leer, y siempre sabe cosechar á ámbas manos las
atenciones y los aplausos del espectador.
Su alejamiento del poder, al que se le creía atado con cadenas de gratitud y
afecto insoluble, revela que en su ánimo flota, superior á toda consideración, como la
bandera, sobre el mástil más alto de la nave, el culto y el amor de la libertad.
Don Antonio E d w a r d s
Don R a m ó n Arriagada
Don J u a n Craig
Don J o s é Letelier
Agricultor opulento á la vez que progresista, gusta del orden y buena admi-
nistración en sus fundos y en el Estado.
De trato llano, de ideas moderadas, discreto y enérjico á la vez, honra con sus
servicios su nombre, y leal á su partido, sirve en él á la causa de la democracia y de
la libertad.
Don Miguel A. V a r a s
» >< >< «
•-)>><<«
Don Cornelio 2° Saavedra R.
Carácter entero, alma cnérjica y bien templada; espíritu ilustrado, alma sensible
á todos los dictados é instintos del honor, Cornelio Saavedra—creo que toma la
sombra por la presa, al no prestar más atención á sus deberes políticos.
En todo caso, hijo de soldado, es á su turno un soldado que vale un batallón.
— 154 —
Don P e d r o J . F e r n a n d e z
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Don Rafael Montt Albano
»>><<«
Don J. M. Diaz G.
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No busca los efectos oratorios; habla como siente, y dice lo que siente.
No pertenecerá jamás al número de aquellos seres que describía Voltaire:
-» X >» >
— 159 —
Don P e d r o N. P r e n d e z
Tribuno y poeta á la vez, Prendez lleva á cabo con éxito, y merced á sus privile
giadas dotes de inteligencia, no sólo la doble misión que le asignara Nuñez de Arce,
en el cuarteto que precede, sino cuádruple, pues es ademas diputado y abogado.
Sólo un vigor de atleta podría sobrellevar esa tarea.
Pero la naturaleza no ha sido avara con Prendez, dotándolo de condiciones físi-
cas que sólo desmerecen delante de sus condiciones intelectuales.
Debo añadir además las dotes del corazón que hacen de Prendez un excelente
amigo, y un irreprochable partidario.
» X >» >
Don Julio Z e g e r s
Ese soberbio quiso medir sus fuerzas contra el soberano Jove y ahi tiene su me-
recido! . . . .
Con todo, el señor Zegers no se ha mostrado en extremo abatido con su des-
gracia . . . .
Oh! santa culpa, decía un Padre de la Iglesia; tú nos diste la Redención.
Oh! feliz desgracia, podría decirse á su turno; en vez de un Ministro nos has dado
con la caída del señor Zegers, un liberal, activo cooperador en leyes que como las
de la comisión mixta, dicen á los pueblos, como el Lábaro:
Con este signo vencerás.
NOTA.—El señor Zegers va á dar á luz un nuevo Memorándum, dividido en siete
aiadros.
No será algo como las siete palabras de la Pasión?.. ..
>» x «<
— i6d —
Don J u a n Castellón
• >» X «<
>>» X «<
Don Luis F. P u e l m a
Don Manuel A m u n á t e g u i
>< «
Don Miguel A m u n á t e g u i R.
Retoño de noble árbol, hay derecho para esperar de él, jenerosos frutos
Hay familias en que la esterilidad es un delito.
El senador que lleva este nombre después de conquistar noblemente una fortuna
en las lides del trabajo, y de fortificar sus convicciones liberales con el estudio y la
observación en las capitales del Viejo Mundo, al llegar á su patria, comprendió que
le quedaba aun una batalla por librar; la del afianzamiento del sistema liberal, ataca-
do en sus últimos atrincheramientos por la bulimía de mando del Poder Eje
tivo.
Fiel á sus convicciones de toda la vida, Gormaz, que podía aspirar honrosamente
al reposo, desnudó la espada de su juventud, y agrupado á sus amigos del Senado,
como esos Cuadros formados después de la Berezina, inmortalizados por el pincel de
Vernet, augura con su presencia lo que todos ellos dicen:
La Guardia puede morir, pero rendirse jamás/
» >»«< «
— ió2 —
Don R. S a n h u e z a Lizardi
Don Ramón B a ñ a d o s E s p i n o s a
»><><«
Don J o r j e Aninat
Joven aún, muy joven, para conocer la política y sus artes, ha tenido la intuición
de la gran política—la de la vía recta—y no ha trepidado para rendirle en sus aras, el
tributo de una jenerosa y desinteresada adhesión.
» X -><-«
Á este título, la memoria del señor Novoa tendrá en Chile una altura relativa-
mente colosal.
Desde un juzgado de letras, ha recorrido la escala administrativa hasta sus más
altas y empinadas cumbres, imprimiendo en todos los puestos por él desempeñados,
el sello de una intelijencia cTeliíe y de un vigoroso y enérjico carácter.
Ministro é Intendente durante el período de 1851 á 1861, desafió intrépido y
domó al huracán.
Más tarde, diputado al Congreso, tuvo la entereza de su responsabilidad y de sus
actos.
Representante de Chile en el Perú, hizo respetar por la diplomacia la estrella de
nuestra bandera, ensalzada por la victoria.
Luchador impertérrito, audaz, armado con la elocuencia y la lójica, desafía las
tempestades, las provoca y las vence!
El Gobierno actual cree haber arrebatado á esos hombres su fuerza y su presti-
jio, como lo hiciera Dalila con Sansón.
Se engaña tristemente!
Esos cabellos retoñan como los brotes de un árbol sano y vigoroso!
Don Uldaricio P r a d o
>» x «<
— 164 —
Don Luis E r r á z u r i z E c h á u r r e n
X <SA
Don J u a n E s t e b a n Rodríguez
Pro cónsul del decenio, como se llamaba hace mucho tiempo, ha dado en éstos tiem.
pos el raro ejemplo de preferir el honor á los honores y abandonar una pingue renta á
- i5 5 -
> » X <£<
Don M á x i m o Cienfuegos
Don Ricardo L. T r u m b u l l
Audáz, sereno, leal, ama á la libertad, y como los sajones de quienes desciende
sabe servirla con sinceridad y abnegación.
Sin ambición alguna, notable agricultor, patricio distinguido, pertenece á esa raza
de hombres á los que podría aplicarse la frase de V. Hugo:
>» X «<
» X (c >
— 166 —
Don P e d r o M o n t t
Otro desconocido más en la serie fabricada á última hora, por las plumas oficiales,
no ya ad usum Delphini, sino para entretenimiento del Jefe Supremo del Es-
tado.
Ah! qué sería de la carrera pública del Jefe Supremo, sino hubiese existido ese
desconocido, y su ilustre y venerando padre, sobre cuya tumba y hechos los escara-
bajos oficiales, tratan de imprimir la huella repugnante de sus babas
El señor Montt, olvidando esos agravios ya verificados, consintió últimamente,
por patriotismo, en aceptar una cartera.
Y á pesar de todos los anuncios, á pesar de todas las predicciones que mil voces,
imparciales las unas, amistosas las otras, hacían llegar á sus oídos, el señor Montt se
resistió á creer en la emboscada de que tanto se jacta el señor Balmaceda y su prensa
y respondía á todas esas voces con una sola frase:
Es imposible!
El amor alpaís detendrá su mano!
La corta vida Ministerial del señor Montt, en el Gabinete de Octubre, alcanzó
no obstante á dar sus resultados.
Desafiando la gula de los presupuestívoros logró escapar al derroche ocho millo-
nes de las arcas públicas.
Sus medidas en el ramo de hacienda hicieron rujir de cólera á los especuladores,
pero en cambio le obtuvieron adhesiones esquivas, y por lo mismo justas y va-
liosas.
La pluma de Zorobabel Rodríguez y la palabra de Ventura Blanco, se encarga-
ron de expresarlas en la prensa y en la Cámara.
Dos blindados!
Hoy en la oposición Pedro Montt parece otro. Ha recobrado su libertad, su
alegría, y hasta podría decirse su palabra.
Su actividad rivaliza con su entereza.
En el seno de la Convención, recuerda á aquellos cruzados que entraban en la
brecha de Jerusalem con su ¿spada en los labios, y que en seguida segaban enemigos
esclamando: —
_ i6; -
»><><«-
Don'Gregorio Letelier
Don Manuel G u z m á n V.
» >< X «
¿Por qué?
Yo no lo sé, ni podría decirlo.
Lo único que me es lícito expresar, es que Vicente Balmaceda, piensa bien, y
obra mejor.
LOS ADHERENTES
H e dicho!
Así terminan todos los discursos, y los brindis.
L a s pájinas q u e anteceden, no son ni u n a ni o t r a cosa, y en
atención á su carácter, en lugar de he dicho, creo tener derecho para
esclamar he probado!
H e probado que la convención es la necesidad lójica, inevitable,
fatal de la situación de los partidos, f r e n t e á la política de perfidias
del Presidente Balmaceda.
H e probado, q u e ella no es como lo afirman los fonógrafos de
S. E . a n t e la prensa, un movimiento oligárquico, fruto de los deso-
cupados de la capital, sino la aspiración d e todos los corazones je-
nerosos; la bandera a d o p t a d a como e n s e ñ a de c o m b a t e por todos
los patriotismos!
H e probado por último que esos desconocidos, q u e forman hoy
n o sólo la mayoría en el Congreso, sino en la sociedad y en el país,
están muy por arriba de sus calumniadores y quizás también, y no
pocos del q u e los alecciona y paga!
II
III
¿Qué más?
¿Qué promesa no ha violado?
¿Qué hombre á su servicio no ha sacrificado?
Quédale sólo en política, un cuadro de desconocidos, de ambi-
ciosos, de abogados Cotorra, de poetas d lo Ortiz, de ajentes electo-
rales en rezago; de canes ambrientos en eterno aguaite de un hueso
que r o e r . . . .
E r a esta la bandera? E r a éste el éxito?
IV
VI
VII
FIN
APÉNDICE
H e l o aquí:
( D e EL ATACAMEÑO.)
atmósfera y en la tierra legales del Congreso y de las urnas, sin catástrofe y sin deshon-
ra para nadie.
Y por que creo que la C o n v e n c i ó n de la A l i a n z a - L i b e r a l es el m e j o r v í n c u l o para
reunir á los liberales y radicales, de cualquiera d e n o m i n a c i ó n que sean, así c o m o pue-
de ser la manifestación mas solemne y mas enérgica d e los votos y los planes d e to-
dos ellos, para defender los fueros y los intereses d e l país, yo envío á U d s . m i a d h e s i ó n
en éstas líneas qué m e suministran la ocasión de felicitar á Uds. y de desearles el é x i t o
mas c o m p l e t o en su p a t r i ó t i c a empresa.
M. A. MATTA.
A los señores don José Besa, don Manuel Recabárren, don Ramón Barros Luto y
demás firmantes de la Circular de la Cotivención de la Alianza Liberal. Santiago.