Convencion: Independiente

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CONVENCION

INDEPENDIENTE

POR

ATHOS

SANTIAGO DE C H I L E
IMPRENTA GUTENBERG - ESTADO 38
LA CONVENCION INDEPENDIENTE
LA CONVENCIÓN

SU O R Í J E N - S U FUERZA-SUS HOMBRES

POR A T H O S

1- t^. •

SANTIAGO DE CHILE
IMPRENTA G-UTENBEEG - ESTADO 38

I 89O
P H Ó L O G O

(QUIÉN ES ATHOS?,
(JOSÉ J O A Q U Í N LARRAÍN ZAÑARTU.)

«Deseo, mi querido Robinet, que m e escriba usted, para maña-


na mismo, un prólogo ó un retrato á la pluma para un libro político
q u e t e n g o en prensa, N o he hecho igual ruego hasta hoy sino á J u s t o
A r t e a g a Alemparte. A h o r a se lo dirijo á usted: quiero, así, ligar su
nombre, no sólo al mío, sino al de nuestro querido Justo, de quien
fué usted hasta su postrer instante noble amigo. Si usted no escribe,
nadie escribirá al frente de mi libro.»
C o n estas palabras, tan sentidas para la memoria de un ilustre
a u s e n t e y tan honrosas para mí, me fueron pedidas, ayer, las líneas
q u e siguen, en las cuales, con pluma rápida, he pretendido trazar los
perfiles de la figura política y literaria de Joaquín Larraín Zañartu.
¿Quién es Athos?—Atkos es el seudónimo más transparente, em-
pleado por Joaquín Larraín Zañartu, escritor activo y fecundo q u e
lleva largos años de nobles servicios prestados á la causa de
la libertad y que no ha obtenido j a m á s el premio á q u e tienen legí-
timo derecho los buenos defensores del progreso y del derecho,
N a c i d o en h o g a r opulento, con títulos de limpia nobleza,
L a r r a í n Z a ñ a r t u h a ennoblecido su abolengo con un amor decidido
por las letras, q u e nació en los albores de su infancia, y g u a r d a vivo
hoy, q u e ya ha comenzado á caer sobre su cabeza la nieve q u e hiela
y m a t a las más bellas esperanzas.
P o r su edad, no pudo tomar cartas en política d u r a n t e la A d m i -
nistración M o n t t ni gozar de sus favores; p e r o aprendió en su h o g a r
á tener religioso resDeto Dorios h o m b r e s q u e la formaron. D o n M a -
— II —

nuel Montt y don Antonio Varas nunca tuvieron defensor más va-
liente y empeñoso que Larraín Zañartu.
Desde el Gobierno de Pérez hasta el de Balmaceda, Larraín
Zañartu casi siempre ha figurado en las filas de la oposición. E n los
puestos oficiales—de Relator de las Cortes de Justicia, de Juez Le
trado, de Redactor de Códigos,—ha sido una ave de rápido paso. Para
ser bien quisto por los Gobiernos en Chile, para tener ascensos y
llegar á los puestos suculentos, es menester seguir la corriente de las
aguas oficiales. ¡Larraín Zañartu ha sido de los temerarios que lu-
chan aguas arriba!
Olvidando la máxima del Cardenal favorito de Luis X I V : Es
menester no decir la verdad entera á los Reyes, ha dicho á menudo
verdades amargas á nuestros reyes por cinco años. E s o ha hecho que
se cierren á Larraín Zañartu las puertas del Congreso, en donde su
presencia habría sido palabra, acción, idea.
Su alejamiento de la política, lo ha llevado á dar digna consa-
gración á su tiempo, escribiendo útiles libros de comentaciones á
nuestros Códigos y oportunos opüsculos, explicando la manera de
interpretar las leyes dictadas en los últimos tiempos.
Lo mejor de Larraín Zañartu es su obra literaria. L a s letras
han sido sus dulces y constantes consoladoras. Ellas le han permitido
ser—sucesivamente—diarista de nervio, crítico atinado, y folletinista
elegante.
Ilustrado por extensas lecturas, ha adquirido un estilo propio,
que se distingue por su viveza. Su predilecta simpatía por los es-
critores franceses, ha impreso un colorido vivaz á su estilo, afeado, á
veces, por giros y vocablos extraños á la índole de la lengua caste-
llana.
S u s revistas, coleccionadas en un hermoso tomo que lleva por
título Las Semanas de Athos, son dignas de dar crédito á una pluma.
E n ellas, se muestran de relieve sus mejores cualidades de escritor.
U n crítico exigente podría reprocharle en sus Semanas un prurito
desmedido por las citas. Y en tal crítica habría justicia. El arte de
las citas oportunas, destinadas á dar gracia y esmalte al pensa-
miento propio, es tan difícil como la inscrustación de las piedras de
diversos matices que admiramos en los antiguos mosaicos venecianos.
— III —

E s lástima q u e un escritor q u e tiene en su paleta tánta riqueza de


tintas, como Larraín Zañartu, acuda con tan constante asiduidad e n
busca de pinceladas a j e n a s para dar vida á sus cuadros.
E l libro q u e hoy ofrece al público nuestro autor está destinado
á ser leído con avidez.
E s la historia de la Convención de la Alianza Liberal, de su
origen, de-sus fuerzas y de sus aspiraciones. L a Gran Convención
Liberal,—la m a s prestijiosa de las q u e h a tenido C h i l e — p o r las
doctrinas q u e encarna, y la calidad y número de los h o m b r e s de liber-
tad q u e la f o r m a n , — h a encontrado en Larrain Zañartu su m a s entu-
siasta cronista. L a completan los retratos políticos de sus m i e m b r o s .
E l g é n e r o de los retratos políticos ha sido cultivado con acierto
por Larraín Zañartu. Sin odios, con espíritu de justicia distributiva
para todos, sus retratos son casi siempre imparciales y, sus juicios,
benévolos con los caídos y los débiles, son severos siempre, y, algu-
nas veces, hasta crueles con los poderosos. N o obstante, j a m á s se en-
cuentra en sus juicios políticos esa crítica q u e se encariña á cierra
ojos con las obras y los hechos de los amigos.
L o s espíritus ilustrados é independientes como los de L a r r a í n
Zañartu, n o son de los destinados á surgir en Chile en la época q u e
vivimos. Los h o m b r e s q u e tienen algunos méritos q u e exhibir, como
los metales preciosos—el oro y la plata,—se van al fondo, v,"sólo sur-
g e n y flotan, los espíritus livianos,—los corchos y los calabazos vacíos!
Carlos T. Robinet

Santiago, 21 de Abril de 1890.


PRIMERA PARTE

ORÍ J E N
LAS CELADAS

A u n q u e nacido en horas de pasión, el trabajo actual no se p r o


p o n e ni aspira á ser una o b r a d e pasión.
Q u i e r e y se p r o p o n e tener una vida más dilatada y m á s tranquila.
E s su o b j e t o dar á conocer el oríjen y la historia de uno d e
los acontecimientos más notables en la vida de la nación chilena; las
causas q u e lo produjeron, y los h o m b r e s q u e lo concibieron y lleva-
ron á cabo.
E s e acontecimiento es la Convención de 1890.
Q u i é n concibió tal idea?
F u é el Presidente Bá'imaceda.
Q u i é n la combatió á muerte?
E l mismo Presidente B a l m a c e d a . . .
P e r o para p r o b a r esta tésis histórica, es necesario volver atrás
muchas fojas de la historia contemporánea.
L o h a r e m o s así, sin embargo.
Ante omnia vertías.
L a administración Balmaceda, había ya cumplido dos años; y
g a s t a d o muchos hombres.
H i j a d e la audacia, habíase visto sostenida por la necesidad.
S e n t i m i e n t o s d e lealtad y afecto personal de parte de algunos d e
«— 6 —

los más esclarecidos miembros del partido nacional, habían arrastra


do como el alud, á la masa del partido, y formado con ella, y los li-
berales fieles á Santa María, una poderosa, y á la vez, valerosa falanje.
H a b í a allí la base de un partido de gobierno.
Desgraciadamente el carácter inquieto, voluble, y ambicioso del
Presidente de la República, había de hacer bambolear su propia
obra.
Semejante á los niños que abren el vientre á sus muñecos para
extraer de su seno el resorte que les daba vida y movimiento, el ac-
tual mandatario ha pretendido introducir el fórceps en el cuerpo de
todos los partidos, dejándolos sin más movimiento, vida y alma que
la que su voluntad avasalladora quisiera por gracia concederles.
N o soy yo; es uno de los aliados y auxiliares de esa administra-
ción, el que así se expresa.
El señor don Julio Zegers, á quien tendré que citar muchas veces
aun, en el curso de esta narración, decía en un Memorándum que no
se atrevió á atacar ni la pluma del DIARIO OFICIAL, lo siguiente, alu-
diendo á la caida del Ministerio Lillo:
«En realidad esa crisis no fué sino la primera manifestación del
cáncer que debía corroer y debilitar hondamente la administración
del señor Balmaceda, llamada á tan altos destinos por la extraordi-
naria prosperidad de nuestras finanzas, y por la elevación de miras
de su jefe.»
Pero cuales eran esas miras?
El señor Balmaceda, no hay que olvidarlo, había sido durante
su Ministerio el más activo, el más incansable, audaz y tenaz agitador
de las reformas civiles y teolójicas. Su programa de Presidente, tenía
como base el desarrollo y ensanche de ellas.
Pero apenas hubo escalado el poder, ese objetivo del candidato,
ese programa del Presidente, desaparece, como las muletas de
Sixto V.
«Creyendo, añade el señor Zegers, que las reformas civiles ha-
bían avanzado lo bastante, deseaba rematarlas y alejar toda nueva
cuestión que agitando al partido conservador, hiciera de él un obs-
táculo para sus fines patrióticos,»
«— 7 —

E s t a era su consecuencia con las i d e a s . . . .


E r a distinto siquiera con los partidos?
El señor Zegers retrata con mano maestra esta situación:
« E n cuanto á los grupos liberales y nacionales que lo habían
acompañado como caudillo y se creían con derecho á gobernarlo
como jefe, él tenía un propósito equitativo, el de mantenerlos á su
lado, más cerca qtie á cualquiera otro grupo y satisfacer sus apetitos,
pero sin entregarles las riendas del gobierno, ni aceptar su espíritzi
de exclusión ¿ intransigencia respecto de los demás grupos. >
Tal era la situación creada ó divisada por el presidente Bal-
maceda.
Ella se reasume en la célebre y vulgar frase del florentino: «di
vidir para reinar.»
Pero el señor Balmaceda ha aspirado en vano á desempeñar el
papel del autor del «Príncipe.»
H a tenido de éste el corazón y los sentimientos, pero no la in-
teligencia ni la sagacidad.
La prueba de ello por entonces consistió, en que coincidiendo en
opiniones y sentimientos con el señor Zegers que no aceptaba, según
él espone, «la dirección ni una participación excesiva» del grupo
nacional en el gobierno, el Presidente concluyera la c r i s i s . . . . acep-
tando como base del nuevo Ministerio dos representantes del parti
do n a c i o n a l ! . . . .
i. e r Cuadro!
* * *

Viene en seguida el Ministerio de 1887, «noble evolución en la


que cupo el honor de tener una pequeña parte» al señor Zegers.
El propósito de ese Gabinete, fué la unión, la unión leal entre
vencidos y vencedores de 1886, dice el mismo autor. Y, no obstante
tan generosos móviles, el gabinete después de un mes, concluyó por
eliminar á los representantes más caracterizados de ese programa á
lo Tito; al señor Mac-Iver y al señor Zegers.
Y, como una corroboración más del generoso olvido que bajo
la influencia sincera y bienhechora del señor Balmaceda, se había
encarnado en todos los corazones, el referido autor cita estos hechos:
«— 8 —

«Forma el gabinete el señor Cuadra, liberal, en cuya persona no


veía el autor nada que representase de un modo absoluto los intere-
ses políticos; el candidato es felicitado por el señor Amunátegui, á
causa de no ser ministro; el elemento liberal suelto, queda en manos
de los señores Amunátegui (que acepta) y del señor García de la
H u e r t a €ni uno ni otro, hombres de carácter ni convenientemente
preparados para resistir el empuje invasor de la fracción nacional; la
representación del partido liberal queda debilitada con la exclusión
de representantes caracterizados que fueron sostituidos por liberales
vacilantes sujetos á las corrientes de todo género de influencias, y
la abstención y derrota del mismo señor Zegers, no refleja sorpresa
alguna ni menos contrariedad, en el semblante del Presidente de la
República/»
Y esto se llama habilidad, talento, tino político, elevación de
miras?
Y esto se denomina sinceridad?
#
* *

Se sabe ya [cómo Su Excelencia rompió con el señor Zañartu


al que en un momento de entusiasmo ofreciera la banda, y en otro
de furor olímpico amenazara con expulsar por un e d e c á n ! . . . .
E s a recompensa del denuedo con que el señor Zañartu espusie
ra sus días para no dejar caer á fondo la candidatura de señor Bal-
maceda, no era sino un prólogo del libro que llevará por título; LA
GRATITUD DE BALMACEDA, y cuyos capítulos serán: Besa—Montt—
Edwards—Santa María—etc.
E s e libro iba á comenzar.
El hombre que aspiraba á la unión leal y sincera de los libera-
les, sin distinción de vencidos y vencedores, transforma al señor
Cuadra, en un esforzado campeón, y cual Faraón, en otro tiem-
oo, le intima haga salir á los judíos del Egipto, ó lo que dá tanto en el
caso actual, á los nacionales del Palacio
E s t o pasaba en Agosto de 1888.

# *

E n Abril de 1889, los proscritos son llamados de nuevo al


poder.
Se les halaga, se Ies inciensa, se pretende embriagarlos á fuerza
de adulación.
Pero en la cesta que llevaba esos presentes, como en la condu-
cida por la esclava de Cleopatra, iba envuelta una víbora.
L a súplica á los nacionales, llevaba como punto principal el de-
bate, y la organización de una c o n v e n c i ó n . . . .
Recuérdese que esto sucedía en Abril de 1 8 8 9 ! . . . . y que en
E n e r o de 1890 se ha combatido como prematurassta misma con-
vención.
El grupo nacional rehusó los presentes de Artaxerges, declan-
do:— i.° que no entraría al poder sino en compañía de las demás
agrupaciones políticas; — 2.0 que para ello necesitaba una garantía
especial del Presidente de la República;—3."que creía muy anticipa-
da la formación de la convención.
Se formó entonces un ministerio de combate que pidió la liqui-
dación del partido liberal.
Pero, cuando ese gabinete, después de cruda campaña contra
el grupo nacional, organizada, inspirada, combinada y aplaudida en
palacio, creía haber llegado á la meta de la victoria, tocóle saber por
sus mismos enemigos, que el Presidente de la República, había vuel-
to á entablar negociaciones rechazadas, tendentes á llevar de nuevo
al grupo nacional al poder, á condición eso si, de ir sin la cooperación
de los demás grupos liberales.
El gabinete, sorprendido, dimitió.
La celada era demasiado insidiosa.
Comenzó de nuevo la crisis, que fué lenta y penosa.
El Presidente quería ganar tiempo y hombres.
Tarea inútil!
El tiempo se consumia, pero los hombres, en vez de venir, se
ahuyentaban más y más lejos de los alrededores de palacio.
Todos los círculos fueron tentados, pero no vencidos.
Parecía existir un complot entre ellos para dar una lección de
lealtad al que contaba con su división y a n a r q u í a . . . .
Caracterizados personajes de la política fueron llamados á pala-
ció, y celebraron entrevistas con el objeto de resolver el conflicto.
Pero, como los pretendientes de Penélope, encontraban á la
tarde, desecho el bordado que habían visto terminado en la m a ñ a n a . . .

L a dificultad arreciaba.
Los más expertos pilotos no se atrevían á tomar en sus manos
la caña del timón.
N o desconfiaban ni de sí mismos, ni de la nave; desconfiaban
solamente del capitán.
Por último la dificultad parecfó vencida.
Después de disputar palmo á palmo el terreno, el Presidente
de la República, había consentido, en elejir de entre las listas pedi-
das á este efecto á los grupos de oposición, los siguientes nombres:
Relaciones Exteriores, señor J. Castellón.
Justicia, señor I. Errázuriz.
Hacienda, señor P. Montt.
Guerra y Marina, señor I. Valdés V.
El Presidente daba el Ministerio del Interior al señor Donoso
Vergara, y el de Obras Públicas al señor Valdés Carrera.
Al obrar así, el Presidente separaba su acción del consejo del
partido liberal.
Así lo revelaba el mismo autor del Memorándum, narrando
in extensum, las negociaciones consecuenciales de la crisis.
Esas negociaciones, ya lo he dicho, fueron lentas y difíciles.
El origen y causa de estas dificultades, era, según el señor Ze-
gers, el hecho de haber «surgido en el Gabinete anterior, la idea de
que en el seno del partido liberal habla ya un candidato predestinado
á recibir la here?icia presidencial.»
¿Por qué creía tal cosa el partido liberal?
Por nada.
Menos que nada aún.
El único pretexto que se invocaba, era, según siempre el mis-
mo autor «la afluencia de alguna gente d la casa del candidato,
algunas imprudencias de intendentes y gobernadores, ciertas resisten-
cias á bases serias de convención electoral, y palabras intimas indis-
« — 14 —

cretamente reveladas, 6 deliberadamente propagadas que, daban acen-


tuación á la existencia de una candidatura oficial.»
«El Ministerio alarmado, discutió la necesidad de hacer mani-
festaciones oficiales y cambios en el personal administrativo q u e
restablecieran la fe de q u e no habría intervención en las futuras
elecciones.
A n t e s de q u e esta g r a v e cuestión llegara á su desenlace, el
presunto candidato, y algunos de sus amigos, salieron del c a m p o del
partido liberal, y llevaron bandera de parlamento al campo e n e
migo...»

LAS FARSAS

C o m o se ve, no había ningún motivo serio de alarma.


N o existía más q u e un candidato, que recibía mucha jente; go-
bernado! es é intendentes que cometan imprudencias; palabras que
daban acentuación a la existencia de tina candidatura.
H a b í a también algo más. H a b í a un candidato nomiuatim,
q u e con sus amigos llevaba bandera de parlamento á campos ene-
migos»
Por ello, se reunía el partido liberal, y organizándose, y dándo-
se representación con prescindencia de los intereses personales poco
há en lucha, ofrecía en la medida de lo posible garantía eficaz de su
resistencia á las candidaturas oficiales.
E n t r e los que hacían tal protesta, estaban los señores:
Cuadra, P. L.
Vergara Donoso, R.
SAnchez F.,'Mariano.
Vergara A., Aniceto.
San/nenies, Enrique S.
Velásquez, José,
quienes por unanimidad declaraban q u e tercian justo y respetable el
movimiento que se había producido contra las candidaturas oficiales.»
E s e comité iba más allá aún.
Declaró q u e «pesaba sobre el partido liberal que acompañaba al
Gobierno el deber de romper el régimen constitucional, y que el Jra-
caso de las negociaciones entabladas llevaría necesariamente 6 á la
alianza con el partido conservador ó á un golpe de Estado.
F u é todavía más allá, declarando que: «para el caso de recha-
zarse esas proposiciones, el Presidente debía poner el Ministerio en
manos de la oposición parlamentaria con absoluta prescindencia del
partido liberal.»

Como se ve pues, 110 solo el Rey, sino los mismos amigos del Rey,
creían necesario una transformación completa en las tendencias de
la política.
Fué, dominado por estas circunstancias, como el Gabinete se or-
ganizó.
E n la sesión de 24 de Octubre de 1889, el señor Vergara D o -
noso, Ministro del Interior, decía lo siguiente:
«Estimamos que en las actuales circunstancias del país, una
política de honrada neutralidad en todo lo que concierne al ejerci-
cio de los derechos electorales por nuestros conciudadanos, debe ser
nuestra principal tarea, y que, para traducirla real y verdaderamen-
te en los hechos, debemos empezar por producir en el sentimiento
del país el convencimiento de nuestros sanos y resueltos propósitos.»

Y después de encarecer la urgencia y pronto despacho de las


leyes de elecciones y de Municipios, y la necesidad de estimular el
progreso intelectual y material del país, agregaba estas expresivas
y elocuentes frases:
«Nada está, más léjos de nuestro ánimo que emprender ó asociar-
nos á una política de combate, pues ella no corresponde á los propósitos
que se han tenido en mira en la presente organización ministerial, y
á la consideración que debemos á lodos aquellos que militan en parti-
dos políticos distintos del que forma la familia liberal.
Tanto la política de prescindencia electoral que ha proclamado
el Jefe de la Nación y que en gran parte ha servido de base á la evolu-
ción que termina, con la organización de este Ministerio, así como las
leyes de elecciones y municipalidades, y las que se refieren á importan-
— 13 —

tes progresos de reorganización administrativa, ó de progresos materia-


les, nos ofrecen á todos un campo de acción en el cual podemos unir
nuestros esfuerzos sin menoscabo de las ideas escritas en nuestras
banderas respectivas.
« T o d a nuestra voluntad y nuestra acción de todos los instantes
quedarán desde hoy consagradas á la realización de este p r o g r a m a
para h o n r a del Jefe del E s t a d o y para la satisfacción legítima de
cuantos contribuyan con nosotros á realizarlo.»
A estas palabras, ratificadas y repetidas a n t e el S e n a d o en la
sesión de O c t u b r e 28 de 1889, el leader del partido conservador, el
noble y patriota señor Irarrázabal, respondía con las siguientes:
«Desearía señor Presidente q u e haciendo honor á la palabra
últimamente e m p e ñ a d a por el Presidente de la República y por los
miembros del Ministerio, q u e por primera vez en Chile, se presentan
al C o n g r e s o como designados directamente por éste—designación
que diré de paso es un buen augurio para las elecciones próximas
que nos darán los señores Ministros—acordaramos sesiones semana-
les para el d e b a t e d e la ley electoral»
Pocas, m u y pocas serán las páginas de la historia política d e
Chile q u e contengan un h o m e n a j e como éste, rendido por la oposi-
ción á un G a b i n e t e . . .

E L GOLPE

Pero, esto mismo, lejos de dar vida al Ministerio, iba á ser la


señal de su ruina.
H a b í a en ese Gabinete, personalidades acentuadas, h o m b r e s de
palabra, de acción y de consejo; políticos que podían decir á Balma-
ceda, como los aragoneses al Monarca, «nosotros q u e j u n t o s valemos
m á s q u e vos, é individualmente tanto como v o s . . . . »
¿ Q u é se haría entonces su gloria, su iniciativa, su acción?
¿Cómo esa vanidad inverosímil, podía tolerar á su laclo, aceptar
como cooperadores y colaboradores, á planetas de luz y brillo pro
pios?
La envidia mordió el alma del Presidente quién desde ese ins
t a n t e decretó la disolución del Gabinete.
U n a sublevación de párvulos fué el pretesto.
D u r a n t e la crisis el P r e s i d e n t e había, de por sí, solucionado el
asunto.
E l Ministro quiso á su turno imponerse d e él y sin c h o q u e
previo, sin pugna, sin causa, un día süpose con sorpresa q u e el mi-
nistro Vergara, el impuesto por Balmaceda, d e j a b a su p u e s t o . . . .
Sin e m b a r g o el golpe no t u v o t o d o el efecto q u e d e él a g u a r -
d a b a su autor.
S e eligió al señor Sánchez Fontecilla en lugar del señor D o n o s o
V e r g a r a y el señor Barros B o r g o ñ o en lugar del señor Valdés.
E l requisito técnico de la caída total de los gabinetes, n o había
sido incubado aún, b a j o la melena presidencial

P e r o ¿qué contenía ese p r o g r a m a ratificado p o s t e r i o r m e n t e por


el señor Sánchez Fontecilla?
N a d a más q u e la variante de lo a c o r d a d o por el g r u p o liberal
y lo p r o m u l g a d o por el señor Balmaceda en el DIARIO OFICIAL, di-
ciendo:
« i . ° Q u e todo el gobierno político de la República d e b e obser-
var una neutralidad absoluta en lo que se refiere á la designación por
los partidos políticos del futuro candidato á la presidencia de la
nación;
2° Q u e los g r u p o s liberales llamados á realizar la unión d e b e n
proceder con el espíritu de equidad y la prudencia q u e facilite el
acuerdo y, sobre todo, animados del propósito de procurar real y
verdaderamente la neutralidad electoral del gobierno;»
E l mismo día q u e tal declaración salía á luz, el p a r t i d o liberal
q u e apoyaba al gobierno, celebraba una reunión.
Asistían á ella los siguientes caballeros:

SENADORES:

Don Pedro Lucio Cuadra. Don Eduardo Cuevas.


Ramón Donoso Vergara. n Luis Rodríguez Velasco.
Mariano Sánchez Fontecilla. i< Vicente Sanfuentcs.
Aniceto Vergara Albano. » Adolfo Valderrama.
Claudio Vicuña. „ Ramón Vial.
Agustín Baeza. „ f . Antonio Valdés Munisaga.
fosé Bunstir. „ Ramón Rozas Mendiburu.
— i5 —

Don Rafael Casanova. Don José Manuel Encina.


ti Carlos Correa y Toro. » Miguel Castillo.

DIPUTADOS:

Don Eulojio Atiendes. Don Bernardo Paredes.


H José Arce. H R. Pérez Eatsman.
n José María Balmaceda. ti Alcibiades Roldan.
ti Rafael Balmaceda. H Agustín del Río.
ii Julio Bañados Espinosa. ii Enrique Sanfuentes.
it Lauro Barros. H Juan Luis Sanfuentes.
ii Ramón Barros Luco, •i Vicente 2.° Sanfuentes.
ii Daniel Bernales. ii Raimundo Silva Cruz.
i. A. Blanlot Holley. ii Miguel Silva Ureta.
ii Antonio Brieba. n Marcelo Somarriva.
•i Onofre Bunster. ii Nicanor Ugal de.
ti Francisco P. Concha. n José M. Valdés Carrera.
n Eduardo Cortínez. ii Gabriel Vidal.
n A cari o Cotapos. ii Benjamín Videla.
ii F. Cabrera Gacitúa. ii Julio Zegers.
•i Eduardo Castillo V. M Julio 2.° Zegers.
ii Lucio Concha. •i Agustín Baeza Espiñeira.
ti Vicente Dávila Larraín. ii Ricardo Waddington.
H Tomás Eatsman. ii Juan de Dios Peñafiel.
n L. Errázuriz Echáurrcn. •i José Anionio 2.° Valdés.
ii Juan N. Espejo, n Manuel García Collao.
ii V. Eeháurren Valero, n José Agustín Verdugo.
•i Enrique Figueroa. ii José Miguel Ugalde.
H Alberto Gandarillas. •i José Ramón Ravest.
ii B. García Huidobro. ii Blas Ossa.
ii J. García Huidobro. ii Ruperto Pinochet Solar.
n Alejandro Gorostiagi. n Mateo Martel.
M M. Irarrázaval Vera. •i Wenceslao Varela.
ti Ramón L. Irarrázaval. ii Rodolfo León Lavín.
M Ramón Larraín Plaza, ii Baldomero Farias Collao.
ii Miguel Lazo, ii Félix del Solar,
it Máximo R. Lira, n Rodolfo 0campo.
ii Juan E. Mackenna. n Guillermo Barros.
ii Alejandro Maturana. ii Manuel Jesús Solar,
n Ruperto Murillo. n Domingo S. Oliva,
n H. Pérez de Arce. •i José Velasquez.
— i6 —

Don S. Pérez Eatsman. Don Daniel Barros.


•i Samuel Pérez Montt. n Ricardo Vial.

Pues bien, ese numeroso grupo de senadores y diputados cele-


bró los siguientes acuerdos que copio íntegros del acta que los mis-
mos firmaron:
«El señor Presidente don Ramón Barros Luco, manifestó que
el objeto de la citación era para constituir un comité parlamentario
que representara al partido liberal en sus intereses políticos y espe-
cialmente en la discusión de la ley de elecciones y en la preparación
de las bases según las cuales se organizaría la convención encargada
de designar el candidato del partido liberal para Presidente de la
República.
«Aceptada esta idea por acuerdo unánime de los concurrentes
se la consignó en los términos siguientes:
«Los senadores y diputados liberales que suscriben han acorda-
do nombrar un comité parlamentario que represente al partido libe-
ral en todos los actos que se relacionen con sus intereses políticos,
y expecialmente en la discusión de la ley de elecciones, á fin de que
ésta consulte las más eficaces garantías de la libre emisión del su-
fragio.
«El comité redactará también un proyecto de bases para la con-
vención que debe designar al candidato del partido liberal á la Pre-
sidencia de la República.
«El comité citará al partido siempre que lo estime necesario, y
en Noviembre próximo para la discusión de las bases expresadas.»
#
* *

A la vez que estos movimientos de opinión tenían lugar en


el campamento presidencial, el partido ministerial, á su turno agita-
ba las mismas cuestiones electorales dentro de su propio campa-
mento.
Después de largas y detenidas discusiones, todas las agrupa-
ción es de los distintos matices liberales, acordaron por fin, las si-
guientes bases de convención.
CONVENCION DE LA ALIANZA LIBERAL
P a r a la designación del candidato á la presidencia de la República

E l natural y legítimo anhelo de q u e los h o m b r e s y agrupacio-


nes del liberalismo puedan tener y la participación que les correspon-
de en la designación de la persona q u e h a y a de desempeñar la
presidencia da la República en el próximo período constitucional,
nos h a determinado proponer á la aceptación de nuestros correli-
gionarios y conciudadanos las bases de una convención electoral q u e
esponemos en seguida.
No constituyen ellas una serie de reglas del todo conformes
con los principios que deben rejir lina sociedad democrática; pero
permiten organizar una asamblea q u e indudablemente representa-
rá las ideas, las aspiraciones y los intereses del liberalismo chileno,
y q u e podrá expresar el querer de este g r a n partido en la desig-
nación de un candidato presidencial, y dar eficacia en las urnas á tal
designación.
Por esto los representantes de todas, ó casi todas las agrupa-
ciones políticas que obedecen á los principios de libertad, han acep-
tado el procedimiento q u e sometemos á la sanción del país, reserván-
dose cada una. de ellas sus ideas y opiniones propias, en orden á la
organización de convenciones electorales.
Reivindicar para los ciudadanos, para los partidos, para el pue-
blo el derecho constitucional de designar á sus candidatos los pues-
tos niíhlicos electivos, y el derecho de elejirlos, ó siquiera de influir
3
— iS —

en su elección, h a d e considerarse siempre como o b r a de patriotismo


y de progreso, cualquiera q u e sea el p r o c e d i m i e n t o ó el m e d i o que,
d e n t r o de la moral y d e la ley, p a r a ello se emplee.
N o solamente el propósito d e d e s i g n a r un c a n d i d a t o á la presi-
dencia d e la República u n e á las a g r u p a c i o n e s y partidos de liber-
tad; les u n e n t a m b i é n otras aspiraciones c o m u n e s q u e servirán d e
b a n d e r a política á la Convención misma.
E n t r e ellas señalaremos como primordiales las q u e se contienen
e n las proposiciones siguientes:
1. a Prescindencia absoluta del P r e s i d e n t e de la República y de
sus a g e n t e s en las contiendas electorales;
2. a Creación del municipio autonómo;
3. a Afianzamiento del sistema parlamentario de gobierno; y
4. a M a n t e n i m i e n t o de las leyes secularizadoras del E s t a d o .
Confiamos en q u e el país acojerá f a v o r a b l e m e n t e la C o n v e n -
ción q u e con sus bases proponemos, afirmando así su d e r e c h o y
abriendo u n a n u e v a política en nuestra historia nacional.

Artículo i.°

T e n d r á n derecho para tomar parte en la C o n v e n c i ó n y votar


en la designación del candidato los q u e firmen las p r e s e n t e s B a s e s
y se encuentren comprendidos en alguna de las categorías si-
guientes:
i . ° L o s q u e h a y a n figurado como m i e m b r o s del C o n g r e s o en el
carácter d e propietarios ó de suplentes;
2° L o s m i e m b r o s de la U n i v e r s i d a d ;
3. a L o s abogados, médicos, ingenieros, agrimensores, f a r m a -
céuticos y dentistas;
4. 0 Los m a y o r e s contribuyentes q u e funcionaron e n las elec-
ciones de 1888, en conformidad con las sentencias del p o d e r ju-
dicial;
5. 0 L o s electores de P r e s i d e n t e en la última elección p a r a P r e -
sidente de la República;
6.° L o s Presidentes y secretarios de las sociedades d e A r t e s a n o s ,
cuyos estatutos h a y a n sido publicados con un a ñ o de anterioridad, á
lo menos, á la fecha de estas Bases.
— 19 —

Artículo 2.°

U n a j u n t a directiva provisoria, compuesta de los señores:


Eulojio Altamirano Gregorio Pinochet
Eduardo Matte Ladislao Errázuriz
José Antonio Gandarillas Vicente Grez
Diego Barros Arana Luis Martiniano Rodríguez
José Besa Manuel Recabárren
Pedro Nolasco Marcoleta Federico Varel a
Agustín Edwards Juan Agustín Palazuelos
José Manuel Infante Pedro Bannen
Gregorio Urrutia Demetrio Lastarria
Eduardo Mac-Clure Ramón Barros Luco
Aníbal Zañartu Jorge Riesco
Augusto Orrego Luco Ignacio Santa María
Luis Barros Borgoño,
Secretario general
q u e d a autorizada para dictar los reglamentos y m e d i d a s q u e reclame
la ejecución,del artículo anterior, fijar el número de los miembros de
q u e constará el Directorio de la Convención y dictar las medidas q u e
estime conducentes al propósito electoral q u e se persigue.

ARTÍCULO 3.0

E l 25 de Octubre, reunidos en el local q u e designe la J u n t a


Directiva provisoria, procederán los convencionales á designar por
voto acumulativo, los miembros de la J u n t a Directiva de la Con-
vención.

ARTÍCULO 4.0

Al día siguiente se procederá á la designación del Candidato,


en votación secreta, depositándose los votos d e n t r o de un sobre
dado por la J u n t a Directiva.

ARTÍCULO 5.0

L a mayoría requerida para la proclamación del Candidato, será,


á lo menos, los dos tercios de los votos de los convencionales pre-
sentes, computados en la forma prescrita por la ley para las corpo-
raciones de derecho público.
ARTÍCULO 6.°

S e procederá á la votación en la f o r m a siguiente:


E n la p r i m e r a votación se p o d r á s u f r a g a r por cualquiera d e las
p e r s o n a s q u e h a y a n firmado estas bases d e convención, y si n i n g u n a
obtuviese la mayoría requerida, se repetirá la votación e n t r e los tres
n o m b r e s q u e hubiesen obtenido m a y o r n ú m e r o d e sufrajios. Si el
resultado de esta s e g u n d a votación no diere á n i n g u n o d e los tres
candidatos la mayoría necesaria se repetirá la votación entre los dos
n o m b r e s q u e h a y a n obtenido m a y o r n ú m e r o d e sufrajios en esta
votación. Si el resultado de esta tercera votación no diere á favor
d e u n o d e los dos candidatos la mayoría requerida, se repetirá por
cuarta vez e n las mismas condiciones d e la tercera votación.
E n caso q u e e n la cuarta votación no se p r o d u j e s e la mayoría
requerida en favor de u n o de los candidatos se s u s p e n d e r á la vota-
ción para continuarla al día siguiente.
E n la p r i m e r a votación del s e g u n d o día se podrá s u f r a g a r p o r
cualquiera de las personas q u e h a y a n suscrito estas bases, y si no se
llegase al resultado se repetirá la votación por s e g u n d a y h a s t a ter-
cera vez, entre las dos personas q u e obtuvieren m a y o r n ú m e r o d e
sufrajios en la p r i m e r a votación.
Si fuere necesario continuar la votación el tercer día se obser-
v a r á n las mismas reglas del día anterior.
E n caso q u e en el tercer cha no se llegase á producir la mayoría
se continuará la votación mientras lo a c u e r d e la J u n t a Directiva p o r
mayoría de votos, en f o r m a q u e á ella fije y q u e d a n d o autorizada
p a r a proceder en sus acuerdos con las m á s ámplias facultades.
Joaquín Rodríguez Rozas, Tcodosío Cuadros,
Senador por Atacama. Senador por Coquimbo.
Waldo Silva, Vicente Reyes,
Senador por Atacama. Senador por Coquimbo.
Miguel A. Varas, Juan Estéban Rodríguez,
Senador suplente por Coquiml». Senador por Curicó.
Rodolfo Hurtado, Aristóteles González Julio,
Senador por Aconcagua. Senador suplente por Talca.
José Besa, Manuel Amunátegui,
Senador por Valparaíso. Senador por Nuble.
Eulojio Altamirano, Cornclio Saavedra,
Senador por Valparaíso. Senador por N u b l e .
Agustín Edwards, Aníbal Zañartu,
Senador por Valparaíso. Senador p o r Concepción.
Joaquín Valledor, Manuel Recabárren,
Senador por Santiago. Senador por Concepción.
Elcodoro Gormáz, Miguel I. Collao,
S e n a d o r por Santiago. Senador por Concepción.
José Letelier, Pedro N. Marcoleta,
Senador suplente por O ' I I i g g i n s . Senador por Bío-Bío.
Carlos Valdés, Rafael Montt Albano,
S e n a d o r por Colchagua. Senador por Bío-Bío.

Jovino Novoa,
Senador por Colchagua.

Luís Barros Borgoño.


Diego Barros Arana. Juan Agustín Palazuelos.
Federico Varela.
José Antonio Gandarillas,
Miguel Luís Amunátegui R., D i p u t a d o por Freirina.

D i p u t a d o suplente por Pisagua. Juan Craig,


Gaspar Toro, Diputado suplente por Freirina.

D i p u t a d o por T a r a p a c á . Ricardo Espinosa,


Enrique Cazotte, D i p u t a d o por la Serena.

D i p u t a d o suplente por Tarapacá. Alejo Barrios,


Vicente Dávila Larraín, Diputado por Elqui.

D i p u t a d o por Antofagasta. Máximo del Campo,


José A. Bravo, Diputado suplente por Elqui.

D i p u t a d o suplente por Antofagasta. Francisco Carvallo Elizalde,


Vicente Gréz, D i p u t a d o por Coquimbo.

D i p u t a d o por Taltal. Darío Zañartu,


Antonio Edwards, D i p u t a d o por Illapel.

D i p u t a d o por Copiapó y Chañaral. Pedro Montt,


Abraham Kdnig, D i p u t a d o por Petorca.

D i p u t a d o por Copiapó y Chañaral. Vicente Aguirre Vargas,


Telésforo Mandiola, D i p u t a d o por la Ligua.

D i p u t a d o suplente por Copiapó y Manuel A. Cristi,


Chañaral. D i p u t a d o suplente por la Ligua.

Miguel Güemes V., Manuel F. Valenzuela,


D i p u t a d o suplente por Vallenar. D i p u t a d o por Curicó.

Federico Fuga Borne, Tristan Aguirre,


D i p u t a d o por San Felipe. D i p u t a d o suplente por P u t a e n d o .

Benjamín Vergara, Pedro N. Prendez,


D i p u t a d o p o r S a n Felipe. Diputado suplente por Constitución.
Alberto Edwards, Emeterio Letelier,
D i p u t a d o por Valparaíso. D i p u t a d o por I t a l a .
Ramón Barros Luco, Pedro Javier Fernández,
D i p u t a d o por Valparaíso. D i p u t a d o por San Carlos.

Luís Felipe Puelma, Rafael Sanhueza Lizardi,


D i p u t a d o por Valparaíso. D i p u t a d o por Chillan.

Isidoro Errázuriz, Ignacio Zañartu,


D i p u t a d o por Valparaíso. D i p u t a d o por Chillan.

Augusto Orrego Luco, Juan Guillermo Valenzuela,


D i p u t a d o por Quillota. D i p u t a d o por Chillán.

Tomás Eastman, Bernardo Paredes,


D i p u t a d o por L i m a c h e . D i p u t a d o suplente por Bulncs.
Alberto Montt, David Salamanca,
D i p u t a d o suplente por Casablanca. D i p u t a d o suplente por V u n g a y .

José Joaquín Aguirre, Carlos Rogers,


D i p u t a d o por Santiago. D i p u t a d o por Coelemu.

José Manuel Infante, Nolasco Reyes,


D i p u t a d o por Santiago. D i p u t a d o suplente por Coelemu.

Enrique Mac-Iver, Ladislao Errázuriz,


D i p u t a d o por Santiago. D i p u t a d o por Concepción y T a l c a h u a n o .
Eduardo Matte, Juan Castellón,
D i p u t a d o por Santiago. D i p u t a d o por Concepción y T a l c a h u a n o .

Gregorio A. Pinochet, Ricardo L. Trumbull,


D i p u t a d o por Santiago. D d o . Ste. por Concepción y T a l c a h u a n o .

Máximo Cienfuegos, Pacífico Encina,


D i p u t a d o por la Victoria. D i p u t a d o suplente por Puchacay.

Juan Ignacio Alcalde, Juan Villamil B.,


D i p u t a d o por Mclipilla. D i p u t a d o suplente por Rere.

Demetrio Lastarria, Comelio Saavedra R.,


D i p u t a d o por R a n c a g u a . D i p u t a d o por L a u t a r o .

Valentín del Campo, Pedro Bannen,


D i p u t a d o por Cachapoal. D i p u t a d o por L a u t a r o .

Jorje Riesco, Hermán Echeverría,


D i p u t a d o por Caupolicán. D i p u t a d o por L a u t a r o .

Luís Errázuriz, Jorje ^ninat,


D i p u t a d o por S a n F e r n a n d o . D i p u t a d o por L a j a .

Ismael Valdés Valdés, Agustín Montiel Rodríguez,


D i p u t a d o por S a n F e r n a n d o . D i p u t a d o por M u l c h é n .

Alberto Gandarillas, Ramón Bañados Espinosa,


D i p u t a d o por Curicó. D i p u t a d o por L e b u .

Angel C. Rodríguez, Ventura Carvallo E.,


D i p u t a d o suplente i>or Curicó. D i p u t a d o suplente por C a ñ e t e .

Alberto Romero H., Marcelo Somarriva,


D i p u t a d o suplente por V i c h u q u c n . D i p u t a d o suplente por A n g o l .
Elias Fernández A., Eduardo Mac-Clure,
D i p u t a d o por Lontué. D i p u t a d o por Traiguén.
Valentín Letelier, Gregorio Urrutia,
D i p u t a d o por T a l c a . D i p u t a d o por Collipulli.
Francisco Puelma T., Gregorio Letelier,
D i p u t a d o suplente por Talca. D i p u t a d o suplente por T e m u c o .
Ramón Amagada, Ignacio Santa María,
D i p u t a d o suplente por Curepto. Diputado por Valdivia.
Nicolás Herrera, Víctor Korner,
D i p u t a d o por San Javier d e Loncomilla. D i p u t a d o por Valdivia.
Julio 2.0 Zegers, Ricardo Perez E.,
D i p u t a d o suplente por San Javier. D i p u t a d o suplente por Osorno.
Julio Zegers, Luís Martiniano Rodríguez,
D i p u t a d o por Linares. Diputado por A n c u d .
José Florencio Valdés Cuevas, Manuel Guzmán Velazquez,
D i p u t a d o por Linares. Diputado suplente por A n c u d .
Máximo R. Lira, Carlos Besa,
D i p u t a d o por Parral. Diputado por Castro.
José Miguel Tagle A., José María Díaz G.,
D i p u t a d o por Constitución. D i p u t a d o por Castro
David Mac-Iver, Uldaricio Prado,
D i p u t a d o por Constitución. Diputado por Quinchao.
J. Letelier, José F. Valdés Cuevas,
Senador por O'Higgins. Diputado por Linares.
Miguel I. Collao, Benjamín Montt,
Senador por Concepción. Diputado por Cauquenes.
Ricardo Espinosa, David Mac-Iver,
D i p u t a d o por la Serena. D i p u t a d o por Constitución.
Telésforo Mandiola, Pedro Montt.
Ricardo Perez E. Isidoro Errázuriz,
Manuel A. Guzmán V. Juan Ignacio Alcalde.
Juan Castellón. Juan N. Espej'o.

A u n interrumpiendo el orden cronológico de los acontecimien-


tos, parece indispensable acompañar ese documento del Manifiesto
q u e v a á continuación y q u e lo explica y completa:
Santiago, 20 de Enero de ¡890.
Señor:
N o creemos necesario, para nuestro propósito, recordar á U d .
con todos sus detalles los antecedentes q u e h a n venido f o r m a n d o la
actual situación política.
Los debates habidos en el Congreso, la discusión diaria de la
prensa liberal y el exámen que ha hechos de todos y de cada uno de
los actos que han venido produciéndose, le habrán ¡lustrado suficien-
temente; y ya tendrá resuelto Ud. cómo ha de cumplir los deberes
que le impone la defensa de nuestra común bandera.
N o s limitamos, pues, á reseñar á grandes rasgos la marcha de
los acontecimientos.
Á pesar de reiteradas protestas en contrarío que, por venir des-
de muy alto, debían ser consideradas como muy serias y respetables,
llegó un día en que no fué posible dudar de que, en esta vez, como
antes, y como siempre, existía el propósito de imponer al partido
liberal un candidato, y á la nación un Presidente de la exclusiva de-
signación de S. E., el actual jefe del Estado.
El Ministerio que presidió el honorable señor Lastarria, se apre-
suró á denunciar el peligro, tan pronto como se convenció que exis-
tía realmente aquel propósito; y como no se aceptaran las medidas
que indicó como necesarias para tranquilizar al país, se apresuró á
presentar su renuncia colectiva.
L a crisis que esta renuncia produjo fué larga y difícil.
E l Congreso, interpretando fielmente la voluntad del país, exi-
jía serias garantías* Los partidos políticos tomaron por su parte una
actitud resuelta.
E n esta nueva y grave situación, S. E . aseguró, desde las colum-
nas de el Diario Oficial, que, en presencia de la cuestión electoral,
sería completamente prescindente y absolutamente neutral.
Como garantía de esta promesa, aceptó la organización de un
Ministerio en que estaban representados casi todos los grupos en que
se divide el partido liberal.
El efecto buscado se alcanzó con estas medidas. La opinión se
tranquilizó, y se pudo creer que íbamos al fin á ser testigos y acto-
res en una elección popular, entregada leal y sinceramente á la reso-
lución del país.
Para preparar esa elección, ha sido necesario ocuparse de for-
mular las bases de la Convención que le adjuntamos, y que han sido
ya aprobadas por considerable mayoría de Senadores y Diputados.
« — 25 —

Esperamos que en Ud. y en los demás amigos de ese departa


mentó encontrarán la misma resuelta y entusiasta aceptación.
La forma de Convención, que recomendamos á nuestros corre-
ligionarios y amigos, da ámplia representación á todas las clases, á
todos los intereses sociales, á todos los departamentos de la Repú-
blica.
Sus bases fundamentales revelan el propósito ostensible de dar
un lugar en ella á todos los hombres que, por su ilustración, por los
servicios prestados al país ó por su fortuna, se han formado una po-
sición que les asegure independencia.
Para prestijiar todavía más sus resoluciones y dejar bien de
manifiesto que no se trata de asegurar ni el éxito de un hombre ni
el de un grupo, se exije que el voto sea secreto, y que no pueda ser
proclamado como candidato de la Convención sino el ciudadano á
quien apoyen los dos tercios de sus miembros, á lo menos.
Bases tan ámplias y tan noblemente desinteresadas merecen sin
duda la adhesión de todos los liberales, pero, hasta este momento, no
las acepta desgraciadamente el grupo que rodea á S. E. el Presiden-
te de la República y que recibe, sus inspiraciones.
El país ha tenido casi al mismo tiempo la noticia de este recha-
zo y de la desorganización del Ministerio que se habia formado para
servir de juez imparcial y severo en la contienda electoral.
Ese Ministerio contó siempre con segura mayoría en ambas
Cámaras y, sin embargo, ha sido disuelto con procedimientos de que
no había noticia entre nosotros.
Estos hechos son bien importantes y reveladores. Son suficien-
temente elocuentes para que el país pueda estimarlos en su signifi-
cado y alcance, sin necesidad de nuestros comentarios.
La misma mano que escribió la solemne promesa de neutralidad
acaba de borrarla; y como no era fácil explicar tan extraña inconse-
cuencia, se ha decretado la clausura de las sesiones del Congreso en
el momento de aceptar la renuncia que hacían de sus cargos los se-
ñores Ministros.
L a situación queda así bien definida, y los propósitos que se
abrigan muy claramente manifestados^
Estamos seguros de que el país, desde luego, y el Congreso
4
más tarde contestarán dignamente al reto que, en momento inespe-
rado, acaban de recibir.
L a Convención era ayer un procedimiento interno de partido,
un gran tribunal destinado á fallar entre diversas y legítimas aspi-
raciones.
Hoy es una bandera á cuyo alrededor deben agruparse todos los
hombres que estimen en algo su dignidad, todos los que aman d su
patria y quieran verla libre y emancipada de la humillante tutela.
Pongámonos á la acción con resolución y enerjía.
Nunca la buena causa ha dispuesto de tan poderosos elementos
como ahora.
Ni usted ni los amigos de ese departamento deben olvidar que
las bases de Convención que les recomendamos, están ya suscritas
por la gran mayoría del Senado y de la Cámara de Diputados. Pue-
de decirse entonces que son la obra del Congreso Nacional.
N o deben olvidar tampoco que si la Convención es un medio
para alcanzar una correcta presentación del candidato, para hacerlo
triunfar en las urnas necesitamos de una nueva ley que dé eficaces
garantías de libertad á todos los partidos, y entrave la intervención
de gobierno hasta hacerla imposible.
Para ejecutar esta obra de redención con entera libertad é inde-
pendencia, el Congreso tiene fuerzas suficientes y nadie puede dudar
de que se pondrá en la obra con decisión y con voluntad resuelta.
Su Excelencia el Presidente de la República ha prometido solem-
nemente convocarlo á sesiones extraordinaria para el r.° de Abril
cuando más tarde.
Esperamos el cumplimiento de esta promesa;y en todo caso, puede
usted estar seguro de que la Comisión Conservadora pedirá la convo-
catoria, llegado que sea el momento, á fin de dotar á la Repiíblica de
esa ley indispensable.
La situación es sin duda grave y solemne; pero confiando en el
patriotismo de Su Excelencia, esperamos todavía, y á pesar de los
recientes sucesos, que no ha de querer patrocinar y dirigir una lu-
cha, que ya no es contra tales ó cítales hombres, contra tales 6 cuales
grupos, sino contra un poder soberano, el primero de lodos, el poder
Legislativo.
Si esa lucha llegara, no caerían sus consecuencias, sin duda de-
plorables, sobre los hombres que se han puesto de pie, para pedir
únicamente corrección, legalidad y libertad en los procedimientos
electorales.
Cumplamos nuestro deber, y la nación nos hará justicia.
Procure usted, señor, que en ese departamento se organice á la
brevedad posible una junta que dirija los trabajos y pida adhesiones
para la Convención de la Alianza Liberal; una junta que principal-
mente se ocupe de contrarrestar la propaganda de los que llamándose
liberales, en realidad sólo buscan el medio de consolidar la antigua
y oprobiosa servidumbre.
El Directorio Provisorio de la Convención se ha constituido
nombrando una comisión ejecutiva compuesta de los señores don
José Besa, don Manuel Recabárren, don Ramón Barros Luco, don
Aníbal Zañartu y don Eulojio Altamirano, debiendo presidir el pri.
mero de los nombrados.
Oportunamente se nombrará el secretario al cual habrá de diri-
girse la correspondencia de la Convención; y mientras esto no se
haga y se publique, puede usted dirigir sus comunicaciones al señor
presidente del Directorio.
Nos será grato mantener con usted y la Junta que en ese de-
partamento se organice, una constante comunicación que será pro-
vechosa para todos.
D e usted amigos y correligionarios.
José Besa. Ladislao Errázuriz.
Manuel Recabárren. Pedro Bannen.
Ramón Barros Luco. Juan Agustín Palazuelos.
Aníbal Zañartu. Augusto Orrego Luco.
Eulojio Altamirano. Gregorio Pinochet.
Diego Barros Arana. José Manuel Lijante.
Pedro Nolasco Marcoleta. Jorge Riesco.
Eduardo Matte. Gregorio Urrutia.
Agustín Edwards. Lgnacio Santa María.
José A. Gandarillas. Luis Martiniano Rodríguez.
Demetrio Lastarria. Vicente Grez.
Eduardo Mac-Clure.
« — 28 —

El señor Federico Varela, miembro del Directorio se encuentra


ausente de Santiago.
PARODIAS

E n esta situación de cosas, los emisarios del partido presidencial,


ó más propiamente hablando los amigos del rey, como hoy se les
llama, entraron, ó propusieron entrar en negociaciones, sobre bases
de convención.
Grotesca farsa!
Lo único que con ello se pretendía visiblemente era introducir
la discordia y el desorden, en las filas de los partidos indepen-
dientes.
l'ara dar la prueba de esta afirmación basta recorrer á la ligera
los documentos que damos á continuación:—
Decia un diario lo siguiente:

ACLARACIONES

E n un manifiesto que dirije el 18 del actual á sus correligiona-


rios de la capital y de las provincias, el directorio del partido liberal,
avanza afirmaciones ocasionadas á perturbar la correcta apreciación
de sucesos políticos recientes.
Creemos, por nuestra parte, necesario restablecer la verdadera
fisonomía de los hechos, á la luz de documentos que estén fuera de
toda discusión.
Principia por afirmar el directorio del partido liberal que sólo á
última hora ha sido invitado á discutir las bases de convención «ya
acordadas y publicadas por las fracciones coaligadas», olvidando, al
hacer esta afirmación, que desde el primer momento invitamos á esa
agrupación política por intermedio del señor don Julio Bañados Es-
pinosa.
Debió, pues, recibir el partido liberal una oportuna invitación,
de que prescinde al reprocharnos una incorrección de procedimien-
tos ofensivas.
Mas adelante, á pesar de la actitud y declaraciones que el señor
Bañados Espinosa nos había hecho, en su propio nombre y en el
de todos sus amigos políticos, creímos conveniente poner en su co-
« — 29 —

nocimiento el proyecto de bases de convención elaborado por noso-


tros, para saber si sobre esas bases podíamos abrir discusión con él
y sus amigos.
Después de consultar esas bases nos dió el señor Bañados Es-
pinosa una repuesta vacilante y evasiva, y quedó toda negociación
interrumpida hasta el día 12 del actual en que el señor don José Mi
guel Valdés Carrera volvió á reanudarlas dirijiéndose personalmen
te al señor don José Besa para averiguar si estaríamos dispuestos á
abrir discusión sobre las bases.
Después de consultar el señor Besa á sus amigos políticos en
vió al señor don José Miguel Carrera la siguiente carta:

Santiago, Enero 12 de 1890.

Señor don José Miguel Valdés C.

Presente.

Estimado señor mío:

Á consecuencia de lo que conversamos, he hablado con algunos


amigos y todos ellos me han manifestado verdadera complacencia al
saber que los liberales á quienes Ud. se refiere, tienen el deseo de
concurrir desde luego á formar las bases de convención.
Me lisonjea la esperanza de que esta conformidad de miras en
orden al procedimiento que convenga seguir para designar el candi
dato, haría afianzar y estrechar la armonía que debiera existir entre
los diversos grupos que tienen principios análogos. Etc., etc.'—-
J . Besa.

T r e s días después á consecuencia de las negociaciones entabla


das recibió el señor Besa la siguiente carta:
— 3° —

Club del partido liberal.

Santiago, Enero 15 de iSgo.

Señor José Besa.

Presente.

Señor:

Á virtud de la invitación que por intermedio del señor Valdés


Carrera se trasmitió al Directorio del Club Liberal, se reunió el par-
tido anoche y nos honró con el encargo de llevar su palabra en las
conferencias á que dicha invitación dé lugar. Tenemos, pues, el ho-
nor de ponernos á sus órdenes en el lugar y á la hora que tenga
Ud. la bondad de indicarnos, órdenes que esperamos en el local del
Club.
Quedamos de Ud. A. S. S . — P . L. Cuadra.—Gabriel Vidal.—
J. E. Mackenna

El mismo día contestó el señor Besa:

Santiago, Enero 15 de 1890.

Muy señores míos:

H o y he tenido el honor de recibir la carta que se han servidc


ustedes dirijirme, y para poder contestar á ustedes de una manera
autorizada me voy á tomar la libertad de citar mañana á una reunión
á los caballeros que forman parte del directorio recién nombrado,
ya conocidos por haberse publicado su nombramiento.
Abrigo la esperanza de que habrá de encontrarse un medio que
nos permita trabajar unidos en esta obra de verdadero interés na-
cional.
M e apresuraré á comunicar á ustedes la resolución del direc-
torio, etc., etc.—-José Besa.
El 16 de E n e r o el directorio acordó comisionar á los señores
Besa, Altamirano, Errázuriz, Bannen y Lastarria para que concu-
— 31 —

rrieran al arreglo propuesto, dándoles instrucciones que facilitarían


su cometido.
El mismo día 16, don José Besa puso en conocimiento de los
señores Juan E . Mackenna y Gabriel Vidal que los comisionados
estaban prontos para conferenciar, y convinieron que á las ocho y
media P. M. se reunían en uno de los salones de la Cámara de Di-
putados.
E s t e acuerdo tenía lugar en la misma Cámara, después del in-
cidente habido en la elección de mesa, y cuando ya las bases de la
Convención se habían publicado, pues su publicación tuvo lugar la
noche antes en La Libertad Electoral.
Sin embargo, recibió en la tarde de ese día el señor Besa, las
dos cartas siguientes, que le fueron entregadas juntas, momentos
antes de la reunión ya convenida.

Santiago, Enero ró de rSgo.


Señor José Besa.

Muy señor nuestro:

Publicadas ya las bases de convención que los partidos coaligados


han acordado, y hecha esta publicación en los mismos momentos en
que se jestionaba un arreglo amistoso con los demás miembros del
partido liberal, estimamos de nuestro deber poner en conocimiento
de usted que ya no nos consideramos autorizados en esta circunstan-
cias para seguir adelante en estas jestiones.
Quedando en nuestro poder su favorecida de anoche, somos de
usted A. y S. S.—-J. E. Alackenna.

Santiago, Enero 16 de i8go.

Señor don José Besa.

Señor:

E n la mañana del día de hoy habíamos suscrito la carta que ahora


« — 32 —

acompañamos á usted, no habiéndola remitido á su destino por una


consideración de prudencia, aconsejada por las circunstancias.
Después de los sucesos ocurridos hoy en la Cámara de Dipu-
tados, con motivo de la elección de mesa, reunido el directorio del
Club del partido liberal, considera que ha quedado terminado nues-
tro cometido, y sin efecto, en consecuencia, las gestiones para que
habíamos sido autorizados.
N o s apresuramos á poner esta resolución en conocimiento de
Ud. quedando de Ud. A. S. S.—Gabriel Vidal.—P. L. Cuadra.—
J. E. Mackenna.
E n presencia de estos documentos nos limitaremos á trascribir
la declaración que hace el directorio del partido liberal para que se
desvanezca por completo el reproche que dirige á los procedimien-
tos observados y en que exclusivamente basa su actitud política.
Dice así:
Ajeno el partido liberal, que tenemos el honor de representar,
al movimiento activo que se ha desarrollado recientemiente sobre
convención, é invitado sólo á. última hora para discutir las bases ya
acordadas y publicadas por las fracciones coaligadas, se apresuró el
partido en reuuión general de fecha 14 del actual á redactar bases de
convención que venían á modificar en puntos sustanciales las ya con-
venidas por los grupos coaligados.
Entretanto, en las conversaciones entabladas mientras las ne-
gociaciones se desenvolvían con un carácter oficial, se principió a
tratar privadamente sobre los puntos de diverjencia que existían en-
tre las bases presentadas por nosotros y las que el directorio libera'
nos proponía.
Esas diverjencias giraban al rededor de puntos secundarios y
el arreglo no parecía ofrecer dificultades.
Aún cuando creyéramos que la representación popular estaba
debidamente constituida en nuestras bases, no podíamos hacer difi-
cultad para que en vez de admitir solamente en la convención á los
presidentes y secr e t arios de las sociedades de artesanos, se diera en-
trada al directorio íntegro de las sociedades de obreros, reduciendo
con- esa concesión la diverjencia á un sólo punto, á la inclusión de
los miembros de las municipalidades en actual ejercicio, en que, nos
« — 33 —

a t r e v e m o s á esperar, q u e en obsequio á la sociedad, la i n d e p e n d e n -


cia y el propósito de sustraer la convención á las influencias oficiales,
habría sufrido u n a modificación semi-considerable, la exijencia del
directorio del partido liberal.
Disidencias de carácter secundario y en q u e no había ni d e
una ni d e otra parte un a n t a g o n i s m o d e ideas insalvable, era p u e s
t o d o lo q u e impedía en apariencia llegar á un completo acuerdo d e
partido.
Y consideraciones completamente extrañas al negocio mismo ó
d e s p r e n d i d a s del más evidente olvido de los hechos, es lo q u e el
directorio del partido liberal exhibe al país como una justificación d e
la violenta ruptura de las negociaciones entabladas.—A. Orrego
Luco.
E l manifiesto ó parodia de Convención á q u e se alude e n las co-
municaciones precedentes, es el q u e se inserta á continuación:

MANIFIESTO

QUE EL DIRECTORIO P E L PARTIDO LIBERAL DIRIJE Á SUS CORRELIGIONA-

RIOS D E LA C A P I T A L Y D E LAS PROVINCIAS

Consultada la opinión d e los miembros del partido liberal q u e


a c o m p a ñ a á la administración en su obra de progreso y de reforma
de nuestras instituciones, el directorio del partido se a p r e s u r a á cum-
plir para con sus amigos y correlijionarios de la capital y d e las pro-
vincias con uno de los primordiales deberes q u e las circunstancias
reclaman, p r e s e n t a n d o a n t e el país la situación y la m a r c h a f u t u r a
del partido.
U n levantado sentimiento de patriotismo hace á todos d e s e a r
u n a n u e v a era en la constitución d e los poderes públicos, p a r a q u e
su jeneración represente con fidelidad el sentimiento del país, ha-
ciendo desaparecer malos hábitos y d a n d o garantías á todos d e q u e
la voluntad del ciudadano elector será respetada.
Empeñado el Congreso Nacional en el estudio de las bases que
puedan servir de fundamento á una reforma electoral y ya nom-
bradas las comisiones del Senado y de la Cámara de Diputados que
deben formular el proyecto de ley que la opinión pública reclama*
« — 34 —

figurando en ellas representantes distinguidos de todos los partidos


políticos, se ha dado vida entre tanto á bases de convención que han
sido ya publicadas y autorizadas con las firmas de miembros de di-
versas agrupaciones políticas, para preparar la elección del futuro
candidato á la Presidencia de la República.
Ajeno el partido liberal, que tenemos el honor de representar,
al movimiento activo que se ha desarrollado recientemente sobre
convención, é invitado sólo á última hora para discutir las bases ya
acordadas y publicadas por las fracciones coaligadas, se apresuró el
partido en reunión jeneral de fecha 14 del actual á redactar bases
de convención que venían á modificar en puntos sustanciales las ya
convenidas por los grupos coaligados.
Daba este paso sólo como un medio de manifestar la armonía
y la prudencia que se deseaba dominase en la familia liberal ya que
por lo demás era acentuada la opinión de estimar el momento dema-
siado prematuro é inoportuno, desde que, aún no existia la ley que de-
bería servir de base y de amparo para los derechos de todos.
Para hacer resaltar las graves diferencias que existen entre las
bases de convención formuladas por los grupos coaligados y las que
el Directorio del Partido Liberal sometió á la consideración de sus
miembros, nos bastará recomendar á nuestros correligionarios la lec-
tura de las unas y de las otras, teniendo por nuestra parte la profun-
da convicción de que en nuestras bases se consulta con mucho más
fidelidad la opinión del país, el respeto que se debe á la autonomía
local, representada por las Municipalidades, y la consideración debi-
da á la numerosa clase obrera que se encuentra representada por las
diversas sociedades legalmente constituidas.
E r a base indeclinable por nuestra parte hacer figurar en la con-
vención á los Municipios de cada departamento, como órganos au-
torizados de la opinión comunal y desde que, elegidos ellos por el
voto directo del pueblo, tienen tanto derecho como los senadores y
diputados para formar parte de la convención que debiera designar
libremente al primer magistrado de la República.
E r a también base indeclinable de nuestro partido dar injerencia
en la convención á los directorios íntegros de todas las sociedades
« — 35 —

de obreros, y no, como se ha propuesto por los grupos coaligados,


sólo á los presidentes y secretarios de esas asociaciones.
H e m o s estimado indispensable dar á la clase obrera del país e 1
papel que le corresponde y hacer desaparecer los temores y aprecia-
ciones, más ó menos fundados, de que estas convenciones por su
modo de organizarse y de funcionar no interpretan de una manera
correcta las aspiraciones del país.
Dando participación á todo el personal de las sociedades de
obreros satisfacíamos en cuanto era posible esta justa exigencia'
consultando así un carácter verdaderamente republicano y democrá-
tico á las bases que habíamos formulado.
Aún en nuestras bases exijíamos que la comisión directiva en-
cargada de preparar la convención fuese elegida por voto acumula"
tivo de los miembros firmantes de la Cámara de Senadores y Dipu-
tados, para dar representación legítima en esa comisión á las fuerzas
respectivas de los partidos políticos, sin incurrir en el error de hacer
una distribución personal y antojadiza en la manera de organizar esa
comisión, como aparece de las bases de los grupos coaligados.
E n este estado las cosas, defraudado nuestro partido de las
consideraciones que tenía derecho á esperar, publicadas las bases d e
los grupos coaligados en los mismos momentos en que se nos invi-
taba á conferencias amistosas, se produjeron hechos de la mayor
gravedad que hacían considerar difícil todo convenio y todo aveni-
miento.
L o s grupos liberales sin excepción, vivían unidos á la sombra
de unos mismos propósitos y prestaban su apoyo al Ministerio bajo
esta situación. Pero cuando menos se esperaba, cuando estaban pen-
dientes proposiciones de arreglo, cuando se hacían esfuerzos para
conciliar las divisiones que asomaban en el seno de la alianza y cuan-
do nadie ponía un escollo al curso regular de los hechos, las agrupacio-
nes que se habían concertado para formar una convención y que
habían publicado ya las bases, negaron sus votos al único represen-
tante nuestro en la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados,
llegando hasta elejir uno de distinto círculo, y perteneciente á la
coalición.
E s t e conjunto de hechos dolorosos, fueron causa de que se pu-
- 36 -

siera término á toda negociación, dando por nuestra parte una con •
testación definitiva de que toda jestión quedaba ya concluida.
Al observar esta conducta, creímos interpretar con fidelidad la
opinión unánime de los miembros del partido, y nos ha sido satisfac-
torio recibir la más decidida aprobación de nuestros procedimientos.
H e m o s estimado que era urjente hacer conocer nuestra actitud
y los sentimientos dominantes del partido liberal á nuestros corre-
lijionarios de la capital y de las provincias, rogándoles observen una
conducta prescindentc y ajena á todo compromiso, hasta que el
partido liberal sancione de un modo definitivo las bases que serán
elaboradas, consultando de una manera séria y estricta la represen-
tación jenuina de todo el país, de todas las provincias, de todos los
departamentos y de todas las agrupaciones que tienen derecho á ser
representadas en los grandes actos de la vida electoral de la Repú-
blica.
El carácter provisorio que el Directorio del Partido Liberal in-
viste en estos momentos y la estación de verano que tiene disemina-
da á la mayoría de sus miembros, no nos permite proceder con más ac-
tividad, limitándonos á dar á nuestros amigos y correligionarios y a
país entero la completa certidumbre de que sus deseos quedarán
satisfechos y los derechos de todos quedarán garantidos.
Santiago, 18 de Enero de 1890.—Firmados: Pedro Lucio Cua-
dra.—Juan E. Mackenna.—José Velazquez.—José Manuel Encina.
—Ismael Perez Montt.—José Antonio Valdés Munizaga.—Lcturo
Barros.

Bases de Convención acordadas por los miembros del partido liberal,

reunidos en Junta General el 14 de Enero de 1890

BASE A

La Convención de 1890 se compondrá de:


i.° Los electores del Presidente de la-República en 1886;
2° Los diputados y senadores presentes y pretéritos, compren-
diéndose propietarios y suplentes;
3.° Los mayores contribuyentes de la elección última;
4.0 Los miembros de las Municipalidades en actual ejercicio;
5. 0 Los directores de las sociedades de obreros legalmente
constituidas, antes del i.° de Marzo del presente año.
6.° Los que tengan un título profesional, entendiéndose por
tales, los abogados, ingenieros, arquitectos, agrimensores, médicos,
farmacéuticos y dentistas;
7. 0 Los miembros de la Universidad;
Para tomar parte en esta Convención suscribirán estas bases.
BASE B

Para ser proclamado candidato se requieren los dos tercios de


los sufrajios.
Si repetida una votación tres veces consecutivas, no hubiese
candidato que hubiere obtenido la mayoría expresada, se repetirá la
votación al día siguiente.
Si repetida la votación por una vez no se obtuviese la mayoría
de los dos tercios, bastará para constituir mayoría la votación de
sesenta por ciento de los sufragios á favor de un candidato, ó sea
disminuyendo un seis por ciento de los dos tercios.

BASE c

Los senadores y diputados propietarios y suplentes en actual


ejercicio, que firmen las bases de esta Convención elejirán por voto
acumulativo quince individuos encargados de formar la mesa direc-
tiva y organizadora de la Convención.
La mesa directiva podrá acordar por mayoría sesión permanen-
te hasta que se obtenga la mayoría á favor de un candidato en la
forma estipulada en la base B.

BASE D

La Convención tendrá lugar en Santiago el i.° de Diciembre


del presente año y la proclamación del candidato elegido se hará en
asamblea pública.
- 3» -

A D H E S I O N E S

Senadores
Señor D o n o s o Vergara, R a m ó n
» Toro Herrera, Domingo
Diputados
Señor Rodolfo O c a m p o
*
* *

E s t e resultado victorioso de la Convención independiente, y el


fracaso estrepitoso de la Convención gobiernista y oficial hicieron
desbordar el vaso de la indignación cesárea.
Cazando al vuelo como pretesto de ruptura, la elección recaida
en don Vicente Grez, para el puesto de V i c e - P r e s i d e n t e de la Cá-
m a r a de Diputados, en lugar del señor Vial, miembro de las filas d e
los amigos del rey, el Presidente ordenó la disolución del gabi-
nete.
F u é el Ministro de O b r a s Públicas, don J. M. Valdés C a r r e r a
quien tomó á su cargo esta tarea, y sin previa discusión, sin acuerdo
ni esplicación alguna, el 18 de Enero, enviaba á su colega del Inte-
rior, la nota que se lee á continuación:
Señor Ministro:

L o s últimos acontecimientos políticos que son perfectamente


conocidos de V. S.' y del país, m e colocan en la situación ineludi-
ble de renunciar el honroso puesto de Ministro de Industria y O b r a s
Públicas.
D e b o dejar constancia que m e retiro del Gobierno d e s p u é s de
hacer el último esfuerzo en el sentido de la conciliación y armonía
de los diversos g r u p o s parlamentarios.
E s p e r o q u e V. S. al elevar al conocimiento de S. E . el Presi-
dente de la República la presente renuncia, se sirverá manifestarle
mi agradecimiento por la confianza q u e siempre m e h a dispensado.
Dios g u a r d e á V. S.
J. M. VALDÉS CARRERA.

Santiago, 18 de E n e r o de 1890.
Al señor Ministro del Interior.
« — 39 —

Sucesos posteriores han venido á revelar que el Ministro dimi-


sionario así como el Presidente de la República estuvieron tan
lejos de tomar á lo sério ese acto que al contrario, no solo el primero
siguió ejecutando actos de Ministro en su ramo, si no que verdadero
gourmand de mando, tomó á su cargo, igualmente y sin su anuen-
cia, la de su colega de la Guerra.
E s igualmente un hecho constatado y no desmentido que el
señor Balmaceda hablaba la víspera de vastos proyectos con sus
Ministros, á quienes había ofrecido convocar el Congreso en Abril,
esponiéndoles que como á buen pagador no le dolían prendas.
Existen y son conocidos, además, numerosos detalles que reve-
lan la insidiosa duplicidad, con que se había preparado este golpe,
de que hoy se jacta día á día y con lujo de audacia, á nombre de S. E.
la prensa del Gobierno.
Cedo la palabra en este punto á un expectador que ha pasado
á ser no ya parcial, sino casi aliado del partido presidencial.
H é aquí su versión:
Dice el INDEPENDIENTE:
" Renuncia del Ministerio.—Los motivos.—Palabras de Su Excelencia.—
Texto de la renuncia colectiva.—Clausura del Congreso.—La si-
tuación.
Ayer á las tres de la tarde llegó al despacho de S u Excelencia
el Presidente de la República la siguiente renuncia colectiva de cinco
miembros del Gabinete:
«(Copia).—El señor Ministro de Industria y Obras Públicas se
ha servido comunicarnos con fecha de hoy que, como consecuencia
de alteraciones ocurridas últimamente en la situación respectiva de
las agrupaciones políticas que contribuyeron á la formación y man-
tenimiento del actual Ministerio, él se encuentra en la necesidad
ineludible de hacer dimisión de su puesto.
Cualquiera que sea la significación y gravedad de las alteraciones
referidas, los infrascritos estiman oportuno congratularse en esta
ocasión por el concurso que han merecido de la mayoría de ambas
Cámaras y consideran que, elevando á manos de V. E. la renuncia
que hacen de sus respectivos cargos, habrán contribuido á poner de
manifiesto la voluntad que les anima de apartar en la resolución de
— 40 —

los problemas de la hora presente, toda consideración á la cual pu-


diera darse carácter personal.
Procediendo asi, creemos también observar la práctica seguida
en otras ocasiones durante la administración de V. E . — D i o s guarde
á V. E . — M a r i a n o Sánchez Fontecilla.—Juan Castellón.—Isidoro
Errázuriz.—Pedro Montt.—Luis Barros Borgoño.h
¿Cómo llegó á producirse esta renuncia colectiva de los cinco
caballeros que firman el oficio anterior?
H é aquí lo que vamos á contar en breves frases.
Después del acuerdo tomado en el Club Liberal por el grupo
presidencial para abstenerse de tomar parte en la Convención de los
coaligados, no le quedaba que hacer en el Gabinete al señor Valdés
Carrera, y de ahí que ayer mismo presentara á Su Excelencia la
renuncia de su puesto de Ministro de Obras Públicas.
El señor Valdés Carrera comunicó la noticia de su dimisión á
su colega don Mariano Sánchez, quien inmediatamente pasó á con-
ferenciar con los demás ministros sobre el particular. S e acordó en
esta reunión celebrar otra el lúnes próximo con el fin de redactar la
renuncia colectiva que había de presentarse á S u Excelencia ese
mismo día.
F u é también el señor Sánchez Fontecilla el encargado de llevar
á la Moneda la palabra oficial de los cinco señores ministros.
Su Excelencia el Presidente de la República recibió al ex-Minis-
tro de lo Interior con su habitual cortesía, y después de saber cuanto
ocurría, dijo al Señor Sánchez:
— « C o m o se ha hecho costumbre que renuncie todo el Gabinete
cuando se retira uno de los señores ministros, no me sorprende la
determinación de ustedes.»
— E n efecto, contestó el señor Sánchez Fontecilla, mis colegas
y yo hemos acordado presentar el lúnes esta renuncia colectiva.
— E n cuanto á eso, agregó Su Excelencia, no tengo inconve-
niente para aceptar ahora mismo las renuncias
S e comprenderá el efecto que hizo en el señor Sánchez esta
frase inesperada de Su Excelencia.
El ex-Ministro dejó la Moneda apresuradamente y comunicó
sobre la marcha á los cuatro ministros restantes lo que S u Excelen-
« — 41 —

cia le había significado en orden al tiempo en que presentarían la


renuncia.
N o hay para qué agregar que en el acto se acordó firmar esta
renuncia colectiva. Se encargó de su redacción el señor Barros
Borgoño.

L a narración que antecede, era confirmada al día siguiente por


un órgano de la prensa independiente, en esta forma:
«Sorpresa general ha causado hoy la noticia esparcida por todas
partes, con la mayor rapidez, de que el Ministerio entero cesaba
en sus funciones.
S e comprendía, en vista de la actitud de los amigos del señor
Valdés Carrera, que éste se retirara del Gabinete, pues allí no podía
ya representarlos, desde que ellos por su conducta en la Cámara y
su resistencia á entrar en la convención organizada por las demás
agrupaciones liberales, se declaraban de oposición al Ministerio, y
se encontraban en la Cámara en muy reducida minoría.
Por eso es que hoy se esperaba esa renuncia, y debía ser aisla-
da, puesto que los motivos determinantes de ella no alcanzaban ó
afectaban á los demás señores Ministros.
E n efecto, los amigos del señor Valdés Carrera habían dejado
de concurrir á las sesiones de la Cámara de Diputados, y sólo se
habían presentado durante la discusión del protocolo sobre arreglos
con el Perú, para el pago de su deuda externa, y habían ido á com-
batir ese acto, ya sea de un modo indirecto proponiendo que pasara
á comisión, ya indirectamente negándole su voto y esforzándose por
aumentar el número de votos contrarios á ese arreglo.
Por lo que respecta á que ellos entraran á formar parte de la
convención, suscrita el 14 del presente por representantes de las d e .
más agrupaciones, el proceder del grupo del Club de la calle de la
Moneda era calculado para hacer imposible todo avenimiento.
N o se limitaban las pretensiones de ellos á que se introdujeran
en las bases orgánicas modificaciones á que no habría sido posible
ó por lo menos fácil, asentir, sino que tenían una exigencia del todo
6
— 42 —

absurda respecto del persona! de la Junta Directiva nombrada en


esas bases.
Ellos pedían que desapareciera enteramente esa junta de veinti-
cuatro miembros para ser sustituida por otra nombrada por voto
acumulativo por el actual Congreso.
Á la vista está el propósito que con esta exigencia se perseguía,
y que habría de dejar subordinado á la voluntad exclusiva del Pre-
sidente de la República el resultado de la convención.
Convencidos los miembros de ese grupo de que no obtendrían
tan enorme como injustificada concesión, resolvieron definitivamente
en reunión celebrada anoche en el Club de la calle de la Moneda,
no entrar en negociación alguna para formar parte de la conven-
ción.
Como pretexto de esta determinación daban por razón que la
publicación de las bases de convención y la separación del señor
Vial de la mesa de la Cámara de Diputados eran actos de hostilidad
que hacían imposible todo avenimiento, y en consecuencia acorda-
ban presentar separadamente sus bases de convención.
Dada esta situación del grupo presidencial en la Cámara res-
pecto de la convención, y siendo una minoría tan reducida, al señor
Valdés Carrera, representante de ellos en el Ministerio, no le que-
daba otro camino que retirarse.
Pero, distinta era la situación de los demás señores Ministros,
pues la estabilidad de ellos se hallaba consolidada por el arreglo so-
bre bases de convención y por el concurso de la mayoría de ambas
Cámaras. Prueba de esto último habían ellos dado en la discusión
y aprobación de los presupuestos.
Así estaban las cosas, cuando el señor Valdés Carrera manifes-
tó hoy á medio día al señor Ministro del Interior que llevaba ade-
lante su resolución de separarse del Ministerio.
Después de una entrevista entre ambos, el señor Sánchez F o n -
ecilla reunió á sus colegas de Gabinete para imponerles de lo que
ocurría. F u é entre ellos opinión unánime que si podía haber moti-
vos, en concepto del s ¡ñor Valdés Carrera para su separación, no
lo había para que el Gabinete se disolviera, sino que debía procu-
rarse el reemplazo de él.
« — 43 —

Ninguna de las razones alegadas por el señor Valdés Carrera


afectaban á los demás señores Ministros.
Adoptada esta resolución, el señor Sánchez Fontecilla se tras
ladó al despacho de S. E . á poner en su conocimiento la dimisión
del señor Valdés Carrera. No le tomó de nuevo, y estaba preparado
para dar su respuesta, pues, á la vuelta de unas cuantas banalidades,
que tan propias son de su estilo, le indicó al señor Sánchez Fontecilla
que durante su administración había sido práctica que cuando un
Ministro renunciaba por consideraciones de orden político, los demás
también debían presentar su renuncia.
Volvió el señor Sánchez á dar cuenta á sus compañeros de la
disposición de ánimo en que se encontraba S. E., y en el acto acor-
daron elevar su renuncia colectiva, redactándola en los términos que
aparecen en la sección editorial
Los cincos señores Ministros se presentaron al despacho de
S. E.; y de nuevo repitió éste las frases de estilo sobre la situación
difícil en que se encontraba, las amarguras que le asediaban y la es-
terilidad de sus esfuerzos para alcanzar la unión del partido liberal,
cuya dolorosa división él deploraba muy sinceramente. Momentos
después de las tres de la tarde los señores Ministros se retiraban de
la Moneda.

*
* *

Apenas se tuvo conocimiento en la Cámara de diputados de la


insólita manera como el Presidente de la República hacía cesar en
sus funciones al Gabinete, se formuló por varios diputados la si-
guiente presentación:

Santiago, iS de Enero de 1890

Los diputados que suscriben, usando de la atribución que el


reglamento les confiere, piden á V. E. se sirva citar á sesión extra-
ordinaria para mañana domingo 19 del presente, á las 2 P. M., con
el objeto de tratar de asuntos políticos de actualidad.

Francisco Carvallo Elisalde. Miguel dientes V.


Augusto Orrego Luco. Carlos Besa.
« — 44 —
Ladislao Errázuriz. Enrique Cazzotte.
Máximo del Campo. Antonio Edwards.
Enrique Mac-Iver. José Miguel Tagle A.
filan N. Parga. Rafael Sanhueza Lizardi.
Jorje Riesco. Ramón Bañados Espinosa.
Vicente Dávila Larrain. Manuel A. Cristi.
Pedro Bannen. Ignacio Z a fiar tu.
José Manuel Infante. Eduardo Mac-Clure.
Gregorio Urrutia. Vicente Grez.
Benjamín Vergara E. Nolasco Reyes.
Luis Martiniano Rodríguez. Bernardo Paredes,
José María Díaz G. fuan Guillermo Viüenzuela.
Hernán Echeverría. Anjel C. Rodríguez.

E n virtud de ella el señor presidente Barros L u c o ordenó se


repartiera la siguiente citación:

Santiago, 18 de Enero de 1890.

Señor:

D e orden del señor presidente de la C á m a r a de diputados,


tengo el honor de citar á U S . á sesión para m a ñ a n a 19, á las dos
de la tarde.
Dios g u a r d e á U S . — R . Blanco, p r o - s e c r e t a r i o . — A l señor di-
putado d o n . . . .

Mas, como una hora después llegó á la secretaría de la C á m a r a


el oficio de clausura del Congreso, q u e sigue:
«Conciudadanos del S e n a d o y de la C á m a r a de diputados:
T e n g o el honor de poner en vuestro conocimiento q u e con esta
fecha he resuelto clausurar el actual período de sesiones extraordi-
narias del C o n g r e s o Nacional.
Santiago, 18 de E n e r o de 1890.—J. M. BALMACEDA.—M. Sáji-
chez Fontecilla.
L o que p o n g o en conocimiento d e los señores diputados, pre-
viniéndoles, de orden del señor presidente de esta Cámara, que
queda sin efecto la citación hecha para la sesión del día de mañana.
Santiago, 18 de Enero de 1890.—^. Blanco, pro-secretario,

LOS D E N U E S T O S

Luis X I V no habría obrado de otro manera


Pero Luis X I V , tenía grandes títulos si así puede decirse, al
despotismo: la grandeza, la victoria, la tradición; Colbert, Louvois,
Mazarino, B o s s u e t . . . .
S. E. qué títulos podría invocar?
Qué nómbres?
Por eso, en el vacío de su impotencia social y política, creyó,
que después de expulsar, debía injuriar á s u s adversarios, y despeda-
zando su púrpura, vistiendo el hábito de guerrillero de la prensa, el
Presidente de Chile con la pluma de O'Higgins, d e Portales.de
Montt, Errázuriz y Pinto, descendió á ocupar las columnas del DIA-
RIO OFICIAL, destinadas á los debates patrióticos y cuestiones inter-
nacionales y dirijió á sus adversarios la insolente provocación que
copio en seguida:

RECTIFICACIONES

( E d i t o r i a l d e l DIARIO OFICIAL)

Enero 21.—El directorio de los cinco círculos parlamentarios


que se han reunido bajo la dirección del jefe del partido nacional,
señor don José Besa, ha publicado un manifiesto que debe ser rec-
tificado.
Dice el manifiesto que existía antes de Octubre, ó sea de la
renuncia de! Ministerio del señor Lastarria, «el propósito de impo-
ner al partido liberal un candidato y á la nación un Presidente de
la exclusiva designación de S. E. el actual jefe del Estado.»
Y agrega: «el Ministerio que presidió el honorable señor Las-
tarria, se apresuró á denunciar el peligro, tan pronto como se con-
venció de que existía realmente aquel propósito; y como no s e
- 4 6 -

aceptaron las medidas que indicó como necesarias para tranquilizar


al pais, se apresuró á presentar su renuncia colectiva».
Estas fueron versiones interesadas de la prensa anónima en el
mes de Octubre, que hoy amparan los directores de los cinco circu-
ios, y que requieren por lo mismo sérias rectificaciones.
El Ministerio del señor Lastarria discurrió una sola vez con S. E.
el Presidente sobre la conveniencia de adoptar medidas dirigidas a di-
sipar juicios ó aprehensiones sobre la existencia de un candidato oficial.
E n ese consejo de Gobierno el tínico en que se trató la materia,
no Imbo desacuerdos que produjeran la ruptura ministerial, ni menos
motivos para que los señores Ministros presentaran su renuncia.
Por el contrario, la discusión fué franca y animada, y después de
ella quedó entendido que, enviando el señor Lastarria ttna circular á
los intendentes y gobernadores, proveyendo las Intendencias que antes
se había acordado proveer, y renovando un intendente, se haría lo bas-
tante para que el AI misterio impugnase en el Congreso, próximo á
abrirse, los juicios de aq uellos que pretendiesen agredirlo por esta
cazisa.
El motivo de la crisis fué posterior á aquel consejo, y de ca-
rácter personal entre don Eduardo Matte y el jefe del Estado.
Al dia siguiente del consejo enunciado, supo S. E . las opiniones
y las medidas propuestas por don Eduardo Matte en la reunión
previa que los señores Ministros tuvieron en el Ministerio del Inte-
rior. Y lo que es más grave, supo lo ocurrido por personas extrañas
al Gobierno, y que daban publicidad á aquellas intimidades.
El señor Presidente llamó al Ministro de Guerra, señor Konig,
y le preguntó por la efectividad de la actitud del señor Matte, y la
confirmó. Entró al despacho en esos momentos el señor Lastarria,
y hubo de confirmarla también, deplorando la falta de reserva que
se observaba en los negocios de gobierno, y que todavía se les en-
tregase á la crítica ó á la maledicencia de la prensa.
S. E . declaró en ese instante al señor Lastarria y al señor Ko-
nig, que la situación entre el señor Matte y él era imposible. Los
dos Ministros fueron á decirlo al señor Matte, y éste vino á confe-
renciar con el señor Presidente. Declaró el señor Matte que no es-
taba en relación con los nacionales, que la conversación con el señor
« — 47 —

Aníbal Zañartu no había tenido el carácter que se le atribuía, y en


resumen, que él quería alejar el peligro de un candidato oficial y la
vuelta de los nacionales al gobierno. Agregó que discurría como po-
lítico, y que en la reunión del Ministerio del Interior nada había di-
cho ó hecho que pudiera estimarse como ofensivo al jefe y al amigo.
Al día siguiente, Domingo, el señor Lastarria vió al Presidente
y le preguntó si había quedado tranquilo con las explicaciones del
señor Matte. S. E . contestó que los desagrados de gobierno que se
guardaban en la reserva de la intimidad eran siempre tolerables y
dignos de olvido; pero que, entregados al público, hacían imposible
la armonía, ó desdorosa la acción en común de funcionarios tan alta-
mente colocados.
Comprendiendo el señor Lastarria que don E d u a r d o Matte no
podía quedar en el Ministerio, manifestó al Presidente que si el se-
ñor Matte renunciaba, los demás Ministros tendrían que hacer lo
mismo por compañerismo y por excusar juicios personales y mo-
lestos.
El señor Presidente estimó esto grave y dijo al señor Lastarria
que meditaría hasta el día siguiente. E n efecto, el Lúnes á las doce
del día expresó el Presidente al señor Lastarria que el señor Matte
no podía, por las causas enunciadas, permanecer en el Ministerio,
y que por más sensible que ello fuese, puesto qne ningún desacuer-
do existía entre él y el Ministro del Interior y los señores Puga,
Konig, Gandarillas y Riesco, si los Ministros creían que la renuncia
del señor Matte traería una crisis general, la aceptaría como inevi-
table.
S. E . tuvo desacuerdos con el señor Matte, y no los tuvo con
el Ministro del Interior, ni con los señores Puga, Konig, Gandari-
llas y Riesco. Estos señores renunciaron arrastrados por la situación
creada por el señor Matte.
Estos son los hechos.
Del contexto general del Manifiesto aparece también la impu-
tación al Jefe del Estado de que tiene un candidato que ampara con
los agentes del Ejecutivo y el poder oficial. Nadie en Chile, sea éste
ex-Ministro de Estado, intendente, gobernador, miembro del Congre-
so, ó individuo particular, podrá decir que S. E. el Presidente de la
- 48 -

República ha dicho una palabra, escrito una letra, ó ejecutado un acto


dirigido á imponer un candidato, ó d entregar los elementos oficiales
en favor de persona alguna determinada. La afirmación sin pruebas
del Directorio de los cinco círculos parlamentarios, gratuita é injus-
tificada contra el primer magistrado, de la nación que representa
siempre la dignidad de Chile en el exterior y el fundamento de uno
de los poderes constitucionales elegidos por el pueblo, es una mani-
festación de la perturbación de criterio qtie hoy se produce en hombres
t>or otros títulos dignos de respeto.
Creen por fin los directores de la Convención encabezada por el
señor don José Besa, que el Congreso es un tpoder soberano, el pri-
mero de todos,Ir y en consecuencia, que el Poder Ejecntivo le está rela-
tivamente subordinado.
Es este un error de derecho público que menoscaba el prestigio
técnico y personal, que fué la tradición constante de los hombres que
hicieron la política y el gobierno de la República de Chile.
El artículo 4. 0 de la Constitución dice: «La soberanía reside
esencialmente en la Nación que delega su ejercicio en las autorida-
des que establece esta Constitución.»
E s decir, el único soberano es la nación, ó lo que es lo mismo,
el pueblo, al cual, según parece, se pretende excluir del derecho ac-
tivo de designar al candidato á la futura presidencia de la República.
El artículo 59 de la Constitución dice que «el Presidente de la
República es el Jefe Supremo de la nación.»
N o existe, pues, más soberano que el pueblo.
El Congreso no es soberano, ni es el primero de los poderes del
Estado. El Congreso como el Presidente de la República, son autori-
dades que ejercen la parte de soberanía que les está, confiada por la
Constitución. Cada uno de ellos tiene su esfera de acción y de respon-
sabilidad, y ambos tunen un mismo origen: la Constitución y elpueblo.
Basta la enunciación de la sana y vulgar doctrina para estahle
cer regularmente los principios y sus lógicas consecuencias.
Del respeto recíproco, y del ejercicio pleno y completo de las atri-
buciones conferidas á ambos poderes por la Constitución y las leyes,
resultarán la libertad de acción de cada uno de ellos, y el alejamiento
« — 49 —

de toda perturbación ó menoscabo en el funcionamiento activo y cor-


recto de las instituciones.
H e m o s creído q u e debíamos hacer estas rectificaciones, p a r a la
j u s t a apreciación de la actualidad política y el mejor conocimiento
de los hechos.

LOS D E S M E N T I D O S

A n t e s de analizar ese documento, plagio de las proclamas d e


Boulanger, antes de desmenuzar esas doctrinas d e derecho público
q u e producirían la indignación, si antes no p r o d u g e r a n la lástima,
es preciso ocuparse de los hechos.
Y, á este respecto, he aquí lo q u e los señores D e m e t r i o L a s t a -
rria y E d u a r d o Matte, Ministros del señor Balmaceda r e s p o n d í a n á
las afirmaciones de este funcionario:
* -
* *

« E l editorial del Diario Oficial, titulado Rectificaciónes, me


impone el deber de publicar unas cuantas palabras, p a r a esclarecer
puntos sustanciales que se han omitido en esas rectificaciones, con
relación á la crisis de Octubre.
N o tengo el ánimo de provocar polémicas ni contradicciones.
Serían ellas inconvenientes d a d a la elevada procedencia del artículo
á q u e aludo, la cual debe quedar siempre fuera de las luchas y con-
troversias de la prensa.
L a primera observación q u e debo hacer es q u e tínicamente
atioclie, y por la lectura del artículo he tenido conocimiento de que
hubiera quedado entendido en el Consejo de Gobierno, el 3 de Octu-
bre, que estaban aceptadas las medidas ideadas y propuestas por el
Gabinete para disipar juicios ó aprehensiones sobre la existencia de
un candidato oficial.
L a segunda observación es relativa á la conferencia del D o •
mingo 6 de Octubre, en la cual S. E . el P r e s i d e n t e d e la República
m e hizo el honor de invitarme á continuar en el g a b i n e t e e x i g i e n d o
sólo la renuncia del señor Matte.
M y opinión esplícita fué q u e podría dársele un carácter perso-
nal á la salida del señor M a t t e únicamente si S. E. tenía á bien aco-
7
— so —

jer las medidas propuestas por el Ministerio, y muy particularmente


la de influir en nuestros amigos para que se entendieran sobre bases
de convención, indicación á la cual atribuíamos grande importancia y
que aparece omitida entre las medidas de que hablan las Rectifica-
ciones del Diario Oficial.
S. E. contestó que no seria posible tal procedimiento en vista de
la publicidad que habían tenido las discusiones de los Ministros, pu-
blicidad con la cual toda, concesión aparecería como desdorosa.
Además, expresó que sus amigos se negarían á toda inteligen-
cia en vista de los hechos que se habían publicado.
Ofrecí entonces la renuncia de todo el Gabinete porque su per-
manencia, saliendo el señor Matte, sin que se tomaran aquellas me-
didas, implicaba la autorización oficial de los juicios y aprehensiones
que se procuraba disipar.
El señor Presidente aplazó la resolución del asunto para el día
siguiente.
El Lunes muy de mañana, y mucho antes de tener el honor de
ser recibido por S. E., supe que el Domingo había tenido lugar en
casa del señor Valdés Carrera una reunión y conocí los pasos que ya
se habían dado por los amigos de S. E. cerca de los nacionales y de
los liberales llamados mocetones, para acordar los medios de una
reorganización ministerial.
S e comprenderá que ese procedimiento ponía término á toda
deliberación entre el Presidente y el Gabinete acerca de la situación
política y personal de los Ministros ni respecto á la salida del señor
Matte sólo ó acompañado.
E n una breve entrevista, en la cual el señor Presidente me co-
municó el ánimo de algunos de sus amigos del Congreso de negar-
nos apoyo mientras estuviera el señor Matte, y su propósito de bus-
car otros elementos de gobierno quedó convenida la disolución del
Ministerio, debiendo agradecer nosotros únicamente la cortesía per-
sonal con que nos favoreció S. E.»

Demetrio Lastarria.

Santiago, Enero 22 de 1890.


— 5i —

Los señores E d u a r d o Matte, A b r a h a m K o n i g y G o r g e Riesco,


Ministros de E s t a d o en el gabinete del señor Lastarria se encuen-
tran ausentes de Santiago.»

A su turno, el señor M a t t e hacía a n t e el país las revelaciones


gravísimas que aparecen de la siguiente comunicación:

«Santiago, 23 de Enero de 1890.

RECTIFICACIONES

Con este título ha publicado el DIARIO OFICIAL del 21 de este


m e s un artículo editorial enderezado á hacer conocer de la opinión
las causas que produjeron la crisis ministerial de O c t u b r e último.
Ignoro los móviles á q u e h a y a obedecido esa publicación; pero,
cualesquiera que estos sean, puedo asegurar q u e ella contiene g r a v e s
errores.
N o me incumbe tampoco dar juicio sobre el tono de polémica
en q u e ese artículo está redactado.
E s a tarea corresponde al público. É l resolverá si es correcto, si
es serio, si es siquiera tolerable que en las columnas editoriales del
DIARIO OFICIAL de la Repiíblica aparezcan publicaciones como aque
lias de que vengo octipándome.
E l redactor del artículo h a sido mal informado c u a n d o a f i r m a
q u e la caída del Ministerio Lastarria fué ocasionada, no p o r causas
políticas, sino por una desinteligencia de carácter m e r a m e n t e perso-
nal e n t r e Su Excelencia el Presidente de la República y el q u e esto
firma, Ministro entonces de Relaciones Exteriores.
E s éste un error tan profundo como inexplicable. Aquella crisis
f u é e m i n e n t e m e n t e política, y la mejor p r u e b a de ello está en las
consecuencias q u e han sido su lógico é inevitable resultado. Sería
a b s u r d o suponer q u e una cuestión personal e n t r e el j e f e del E s t a d o
y uno de sus ministros pudiera producir cambios y combinaciones
políticas tan g r a v e s y trascendentales como los ocurridos en los últi-
mos tres meses.
« — 52 —

Narraré los hechos, que confirman m¡ apreciación, con los me-


nos detalles posibles.
Los ministros que entraron en funciones el n de Junio del año
pasado, á poco de haberse hecho cargo de sus carteras, principiaron
á apercibirse de que existía una causa que pertubaba los planes po-
líticos de prescindencia electoral que habían ido á servir en el go-
bierno. Débil y casi impalpable al principio, esa causa perturbadora
fué acentuándose más y más hasta producir un profundo malestar en
el seno del partido liberal, al cual pertenecían esos ministros. Las
noticias de que se estaba forjando una candidatura presidencial lle-
gaban de todas partes: de amigos y de adversarios políticos, de
hombres dedicados á los negocios públicos y de individuos alejados
por completo del terreno de la política.
. ¿Eran aquellas simples é infundadas aprehensiones? ¿Podía ser
producida aquella uniforme apreciación por un error que, con carác-
ter de epidémico, se hubiera apoderado de todos los espíritus?
Semejante suposición era inadmisible, tanto más cuanto que la
apreciación pública coincidía con la propia apreciación de los mi-
nistros.
U n a multitud de hechos de diversa importancia y de distinta
índole, manifestaba á las claras que existía real y positivamente la
causa perturbadora á que he aludido. N o sería conducente narrar
esos hechos, sobre todo hoy, cuando la existencia de una candidatura
oficial es poco menos que un dogma de fe para la opinión pública.
Sería ocioso y talvez pueril abrir discusión sobre este punto.
Lo evidente no se demuestra: se vé. Y la candidatura oficial ha sido
vista, y de cuerpo entero, por todos los hombres que en este país
tienen interés próximo ó remoto por los negocios públicos.
N o de otro modo se explican los anormales acontecimientos
parlamentarios que han ocurrido en los últimos cien días. H a habido
luchas porfiadas y ardientes; ha habido un ministerio cuya organiza-
ción costó dieziete días de rudos combates entre los grupos que for-
man el partido liberal; ha habido, por fin, una crisis que ha puesto
de un lado al jefe del Estado y del otro á la mayoría del Congreso
Nacional.
E s t e extraño fenómeno, y los que el país habrá de presenciar
en un próximo porvenir deben tener una causa seria y trascendental
y demostrada, y la tienen: es la candidatura oficial.
Pretender explicar estos hechos atribuyéndolos á influencias
personales ó de círculos ó al poder de ambiciones demasiado impa-
cientes y audaces, es sostener que en el alma de los hombres que
han envejecido en el servicio del país sólo se anidan mezquinas y
ruines pasiones.
La existencia de una candidatura oficial es, pues, un hecho in-
discutible y comprobado por el juicio público. Á esa prueba no aña-
dirían fuerza ni las declaraciones de testigos ni la exhibición de do-
cumentos.
Á fines de Septiembre el Ministerio Lastarria, representado,—
no por alguno ó algunos de sus miembros,—sino por los seis minis-
tros de que se componía, llegó á persuadirse de que esa era la situa-
ción, y trató, en consecuencia, de ponerle remedio pronto y eficaz.
E n los últimos días de ese mes, tuvo el Ministro del Interior una ó
dos conferencias con Su Excelencia el Presidente de la República;
y en ellas le manifestó la opinión, mas bien dicho, la convicción q u e
tenían él y sus compañeros acerca de la situación política.
Su Excelencia contestó que creía conveniente tratar el asunto
en consejo de ministros.
E l 3 de octubre los ministros se reunieron en el salón de des-
pacho del Ministerio del Interior, y resolvieron trasladarse á la sala
de Su Excelencia, después de una deliberación de dos horas, en la
cual estuvieron los seis de acuerdo, tanto respecto de las premisas
como de la solución que deberla sostenerse como indispensable.
De conformidad con lo acordado unánimemente, la cuestión fué
planteada ante S. E . en los siguientes términos:
E r a un hecho innegable que en la opinión pública existía la
convicción de que se estaba formando una candidatura oficial á la
presidencia de la República; de igual apreciación participaban casi
todos los miembros del Congreso, senadores y diputados; el minis-
terio, por su parte, creía que aquellas ideas no eran hijas de una
aprehensión infundada; para pensar así había muchos hechos dema-
s i a d o s elocuentes, tales como la actitud pública de algunos funcio-
« — 54 —

narios del orden político y el desembozo con que trabajaban en favor


de esa candidatura algunos altos empleados administrativos.
Dados estos antecedentes, el Ministerio no podría permanecer
impasible ante aquella situación; los deseos sinceros de sus miem-
bros y los compromisos solemnes que habían contraido al aceptar
sus carteras, le imponían el deber ineludible de mantener hasta el
fin una política de completa prescindencia electoral; era, en conse-
cuencia, necesario adoptar medidas enérgicas que, curando el mal
de raíz, devolvieran al gabinete el prestigio que merecía por sus in-
tereses é intenciones.
Estas medidas deberían ser de dos especies: unas tomadas en
su carácter de gobernantes y las otras como miembros de un parti-
do. Las primeras serían represivas de los funcionarios comprometi-
dos de un modo ostensible en favor de cualquiera candidatura, y las
otras encaminadas á dar á los liberales seguridad de que el gobierno
les dejaría completa libertad de opinión y de acción para elegir
el candidato que mejor los representara. Estas últimas consistirían
principalmente en estimular á los amigos políticos para que pensa-
sen en organizar una convención llamada á fallar, como tribunal ina-
pelable, entre las diversas pretenciones que pudieran levantarse
dentro del partido.
Se concluyó por manifestar que el Ministerio Lastarria no abri-
rla las sesiones extraordinarias del Congreso, si antes no había
conseguido tomar las medidas de represión indicadas ú otras igual-
mente serias y eficaces.
T o d o lo anterior fué expuesto en lenguaje profundamente cor-
tés y respetuoso, pero á la vez franco y claro.
S. E. manifestó que, en su concepto,carecían de fundamento las
afirmaciones de que. se había hecho eco el Ministerio; que los hechos
denunciados, en caso de ser verdaderos, carecían de importancia y
eran aislados: que el gabinete deberla hacer una declaración solemn-
ne de prescindencia ante el Congreso; acto que podría ser acompa-
do del envío de una circular á los funcionarios políticos, en la cual se
les recomendaría la más completa neutralidad electoral. Agregó que,
por su parte, no había inconveniente para que se proveyesen los
puestos vacantes de intendentes y gobernadores.
« — 55 —

Replicósele que las declaraciones, por circulares 6 ante las Cá-


maras, estaban totalmente desacreditadas; que se habían hecho mu-
chas veces sin que jamás los actos hubieran correspondido á las
promesas, lo que había traído como consecuencia su absoluto des-
prestigio ante la opinión pública; que el país tenía hambre de hechos
y saciedad de palabras; que, si el Ministerio se contentaba con éstas
dudarían de su sinceridad hasta sus más benévolos amigos, lo que
no podía ser aceptado por los hombres que lo componían, los cuales
se preciaban de ser serios y de merecer el aprecio de los demás.
El consejo terminó con la súplica que hicieron los Ministros al
señor Presidente de que se tomara tiempo para darles respuesta, ya
que el día de la apertura del Congreso estaba aun lejano.
Los días 4, 5 y 6 trascurrieron sin que esa respuesta fuera
dada.
Pero algunos de los Ministros supieron que el 4, en la noche,
había habido en la Moneda un inusitado movimiento. Varios dipu-
tados, y tal vez algunos senadores, habían celebrado en el Palacio
conferencias reservadas.
El 5, en la tarde, unos pocos diputados de la mayoría eran in-
vitados, por medio de una esquela confidencial, á una reunión que
debería tener lugar al día siguiente, en una casa particular, á fin de
tratar negocios políticos de actualidad.
La reunión se verificó; y en ella se tomó el acuerdo de buscar
la cooperación de los grupos liberales que hacían oposición al gabi-
nete, para organizar una nueva situación política en consorcio con
esos grupos. Este acuerdo, del cual los Ministros no tenían noticia
alguna, fué fielmente ejecutado el día 7, si mal no recuerdo, por
una comisión de cuatro caballeros, dos senadores y dos diputados.
Los representantes de los grupos solicitados hicieron á la co-
misión dos preguntas: ¿El Ministerio había hecho su renuncia? ¿Á
nombre de quién hablaban los caballeros aludidos?
A la primera se contestó que la renuncia no estaba presentada,
pero que esa circunstancia no podía ser inconveniente para tratar
ya que ella había de venir pronto. E n cuanto á la segunda, algunos
de los comisionados declararon ser representantes del partido libe-
« — 56 —

ral, pero uno de ellos manifestó que procedían por encargo del Pre-
sidente de la República.
Se ha dicho después que éste último se equivocó al hacer su
aseveración. Quiero creer que así fué y prescindo, en consecuencia,
de este pequeño incidente.
Pero, no quiero dejar de referir otro episodio que puede
tener alguna importancia para los que arribuyen algún interés á es-
tas esplicaciones.
E n la noche del Domingo 6, cerca de las 12, recibí el anuncio
de que un distinguido caballero, miembro muy influyente en el par-
tido nacional y antiguo amigo personal mío, me buscaba con urgen-
cia. La visita me causó honda extrañeza y no poco sobresalto por
que, dadas las tirantes relaciones políticas que mediaban entre el
grupo nacional y el Ministerio, llegué á imaginarme que el caballero
anunciado pudiera ser portador de una mala noticia de familia.
N o era así, por fortuna. Para cumplir un deber de caballerezca
lealtad, ese adversario político me comunicaba que sus amigos ha-
bían recibido en la mañana de aquel día tentadoras proposiciones de
parte de algunos de los sostenedores del Ministerio. M e limité á
agradecer aquel noble paso y á tomar nota del hecho que se me tras-
mitía.
Á la mañana siguiente, igual noticia llegaba á conocimiento de
my colega, el señor Lastarria, pero por conducto de otra persona.
El día 7 se reunieron los Ministros en el despacho del jefe del
gabinete y acordaron presentar la renuncia colectiva que el público
conoce.
Dados estos antecedentes, ¿puede sostenerse que en aquella
crisis hubo desacuerdo entre el que estas líneas suscribe y sus cole-
gas, los señores Lastarria, Gandarillas, Puga Borne, Konig y Ries-
co? ¿Puede sostenerse que el origen de aquellos sucesos fué una di-
sidencia personal entre el jefe del Estado y uno de sus Ministros?
¿Puede sostenerse que las medidas propuestas por el Ministerio
tuvieron la aceptación de S. E . el Presidente de la República?
L a opinión, supremo juez de los hombres que sirven á la na-
ción, dará su fallo; y lo dará oyendo no sólo á los que ya han habla-
« — 57 —

do, sino á los otros miembros del Ministerio de Junio, que estoy
cierto, han de levantar su voz en este debate.
Aquí habría terminado, si el artículo del Diario Oficial no hu-
biera hecho referencia á una conversación tenida entre el excelentí-
simo señor Balmaceda y el firmante de esta narración, á propósito
de ciertas publicaciones hechas en la prensa diaria de Santiago y
Valparaíso.
E n los primeros días de Octubre, el señor Lastarria me mani-
festó que S. E. había recibido insinuaciones de que la publicidad
dada á los sucesos que ocurrían en la Moneda era debida á indica-
ciones del Ministro de Relaciones Esteriores. E n el acto me trasla-
dé al despacho del señor Presidente y le di quejas de que prestara
acogida á insinuaciones mal intencionadas ó ligeras.
Agregué que no sería extraño que aquella falta de discreción
existiera en algún amigo adicto á su persona, á quien pudiera con-
venirle perturbar las buenas relaciones personales entre el señor
Presidente y sus Ministros, y que ello era tanto más probable cuan-
to que yo sólo había comunicado lo que ocurría á amigos políticos
acostumbrados á tener sobre sus hombros pesadas responsabilidades.
S. E . me respondió que no atribuia importancia á aquellas im-
putaciones y, dándose por satisfecho, continuó conversando conmigo
largamente. Los detalles de esta conversación política, aunque inte-
resantes, carecen de actualidad por el momento.
H e narrado y no he hecho comentarios. Séame permitido, en
cambio, iormular un voto.
Desde algún tiempo á esta parte sucede que, cada vez que
ocurre un hecho político de importancia, aparecen en la prensa y en
los círculos versiones diversas acerca de él. E s t o es profundamente
lamentable. Que los hechos sean apreciados con criterios diversos,
y hasta opuestos, se comprende; pero que se discuta la manera como
han acontecido es en extremo sensible. Ellos desprestigia á los
hombres que toman parte en el manejo de los negocios públicos.
H a g o votos porque ésta sea la última de las rectificaciones po-
líticas.»
Eduardo Matte.
Viña del Mar, E n e r o 22 de 1890.
- 58 -
El monólogo de Nabuco

Sigue el señor Balmaceda diciendo:


«Nadie en Chile, sea éste ex-Ministro de Estado, intendente,
gobernador, miembro del Congreso, ó individuo particular, podrá
decir, (dice de sí mismo) que S. E. el Presidente de la República
ha dicho una palabra, ó escrito una letra ó ejecutado un acto diriji-
do á imponer un candidato, ó á entregar los elementos oficiales, en
favor de persona alguna determinada.»
Y, bien! Excmo. señor, por qué cayó el Ministerio Lastarria-
Matte?
¿Por qué derribó V. E. el Ministerio de Octubre?
¿Por que V. E. creía conveniente adoptar medidas dirijidas á di-
sipar juicios 6 aprehensiones sobre la existencia de un candidato
oficial?
¿Para qué entonces esa circular á los gobernadores é inten-
dentes?
¿Qué objeto tenía en esos momentos la provisión de las inten-
dencias, y la renovación de un intendente?
¿Por qué ese temor de que el Ministerio se viera agredido en
el Congreso por causa de un candidato oficial?
Vamos, Excmo. señor; no juegue V. E.!
Dice V. E. que nadie cree en Chile en la existencia del candi-
dato oficial.
Pues bien, S. E. puede estar seguro que los únicos que no le
creen, son actualmente los pensionistas de la Casa de Orates, ó los
asilados del H o s p i c i o . . . .
Y de no qué significan los desmentidos y hechos que ante-
ceden?
¿Qué significa el hecho de una convención destinada á barajar
ese golpe, y el de otra destinada á ampararlo y encubrirlo?
¿Qué revela la circunstancia de que los organizadores de esa
convención, y sus negociadores, figuren todos los actuales Ministros
y sólo sus a m i g o s ? . . . .

*
* *
« — 59 —

Pero esos mentís, que queman la frente de un hombre, y mar


can la de un magistrado, no son sino una parte de la refutación de
esa curiosa pieza.
H a y en ella, tanto de candor, como de cinismo é ignorancia.
E n ella confiesa S. E., que discurriendo una sola vez, con el
Ministerio del señor Lastarria, sobre «la conveniencia de adoptar
medidas dirijidas á disipar juicios 6 aprehensiones sobre la existencia
de un candidato oficial», encontró el remedio en que «enviando el se-
ñor Lastarria tina circular d los intendentes y gobernadores, prove-
yendo las intendencias y renovando un intendente, se haría LO BAS-
TANTE, para que el Ministerio impugnase en el Congreso, próximo á
abrirse, los juicios de aquellos que pretendiesen agredirlo por esta
causad
¡Qué candor ó qué cinismo entre los amigos del Rey y sean hoy
sus Ministros y Secretarios?
Excmo. señor: cuando Mirabeau quería sinceramente salvar á
la monarquía y al monarca, decía á Luis X V I estas palabras:
«Inspirad confianza Sire. ¿Quién podrá resistiros, cuando la
confianza se haya restablecido? T o d o el poder que se rehusa á un
gobierno sospechoso, es restituido á un gobierno sincero y leal» . . .
Y, ahora bien ¿á que partido, á que grupo, á que hombre político,
inspira hoy confianza la palabra y el juramento de S. E . ? . . . .
Si las afirmaciones de ciento cuarenta hombres, sacados de las
filas de los Ministros y Consejeros de Estado que han servido á
V. E.; si los hechos corroborados por la inmensa mayoría del Con-
greso elejido por V. E . son, como S. E . lo afirma, pruebas sólo de
una perturbación de criterio como V. E. lo afirma, que nombre dar
á la arrogante aseveración del Presidente de la R e p ú b l i c a ? . . . .

Después de la arrogancia la ignorancia.


Cree el señor Balmaceda que por que la Constitución lo llama
«Jefe Supremo del Estado» lo coloca en grado superior al Con-
greso?
E r r o r y craso error! L a palabra Jefe, no implica respecto del
— 6o —

país mayor gerarquía que la de Gerente, respecto á los accionistas de


un Banco ó asociación cualquiera.
E s verdad que el Gerente administra, reparte favores, nombra
y remueve empleados, representa al Banco respecto á la justicia y
á terceros.
Pero los accionistas son y valen más que él.
Pueden acusarlo, suspenderlo, hasta destituirlo según la forma
de sus Estatutos; pueden cerrar y tomar la llave del arca, y dejarlo
reducido á la impotencia y á la nada.
E n donde está pues la prepotencia?
Que valor real tiene esa decantada Jefatura el día que el nú-
mero ó la mayoría de accionistas requerida, le retira su confianza?
El Administrador no es el amo; es sólo el administrador, Exmo.
señor; y la Constitución revistiéndolo hasta ciertos límites del dere-
cho de resistencia, no ha querido ungirlo soberano, puesto que le
impone un Fiscal y un auxiliar forzado: el Congreso!

Pero ese freno constitucional es inadmisible para el E x m o se-


ñor Balmaceda, quien, como indómito potro, no se satisface con de-
rribar, sino que necesita golpear al domador caido.
E n un editorial de la Nación, á que dió acogida el Ferrocarril
y que lleva por rubro «Los últimos acontecimientos» se pasan en re-
vista por el señor Balmaceda todos sus gabinetes.
Comenzando por el del señor Zañartu se pregunta i¿qudpasó
dentro de ese Ministerio de coalición?
Y la respuesta que se dá, y el cuadro que exhibe es el siguiente:
«Los recelos, y las perturbaciones asomaron por do quiera,
sirviendo de disfraz (!) á claras ambiciones de predominio de círculo
á círculo, de agrupación sobre agrupación.»
«Lo que al principio fueron sonrisas y esperanzas, se tornaron
muy luego en amargas desconfianzas en divisiones mal conteni-
das» . . .
¿Por qué? preguntará acaso el lector.
E l señor Zegers lo dice en su Memorándum-, el Ministerio tenía
— 6r —

por base la duplicidad y la intriga, y la cosecha de los vientos se


llama tempestad!.
Qué sucedió en seguida?
El señor Balmaceda dice:
«Sospechas más que actos, ilusiones más que realidades, espejis-
mos más que hechos, y astucias de táctica, más que sinceras convic-
ciones, sirvieron de pretesto para decir á la faz del país con más
audacia que sinceridad, más como un ardid de guerra que como
corrección de procedimiento, y más como elemento de discordia, que
por respeto á la ley, y á las buenas prácticas electorales, que había
un candidato oficial y que entre las paredes de la Moneda, los ma-
gos adoraban ya á un Mesías recien n a c i d o . . .
Bastó este parto de imaginaciones enfermizas para que hubiera
quienes se creyeran autorizados para levantar bandera de rebelión
en el seno del vivac.
Bastó esta cábala sostenida con instancia é ideada por el G r a n
Galeoto del mundo político, bastó este parto de imaginaciones enfer-
mizas, para que hubiera quienes se creyeran autorizados para levan-
tar bandera de rebelión en el seno del vivac y bruscamente se rompiera
una situación política que trajo por única inmediata consecuencia la
constitución de una extraña é insólita coalición, sin programa fijo,
que reclutaba A cualquier soldado y que no tenía otro objetivo real, al
través de la careta del ataque á soñada candidatura oficial, que arre-
batar al Jefe del Estado sus prerogativas constitucionales, que trasla-
dar la Moneda A la Secretaría del Congreso, y que transformar el
Poder Ejecutivo, poder de origen popular como el Legislativo, respon-
sable y como tal con acción é iniciativa, en simple máquina de firmar
decretos inspirados y ordenados por otros.
U n poco más adelante dice literalmente:
<iLa coalición tuvo por cuna una injusticia y un violento ataque
A la equidad» . . . . Los grupos personales y las facciones tomaron
por asalto, el solio del poder público Se ha procurado engañar
al país con las a p a r i e n c i a s . . . .
Tal era la situación de los espíritus al organizarse el actual Ga-
binete, compuesto de los señores Ibáñez, Mackenna, Rodríguez Ve-
lasco, Gandarillas, Velásquez y el señor Valdés Carrera.
Formado él, S. E . partió á su residencia de Viña del Mar.
— 62 —

LA R E S P U E S T A D E L P A Í S

L a opinión sin e m b a r g o no dormía.


S o r p r e n d i d a por el golpe de audacia del Presidente de la R e p ú
blica, alzó su voz con energía para reprobarlo y combatirlo de frente.
E n Valparaíso, atalaya perpetuo de las libertades públicas, del
patriotismo y de todas las buenas y nobles causas, el pueblo alzó voz
cortés, pero enérgica y resuelta, contra el atentado y sus autores.
S e invitó á un meeting en esta forma:
«Los q u e suscriben, miembros de las diversas fracciones del
p a r t i d o liberal, se permiten invitar á sus correligionarios del pueblo
de Valparaíso á un g r a n meeting que tendrá lugar en el T e a t r o N a -
cional de esta ciudad el día 24 del actual, á las 8.30 P. M., con el
objeto de prestar nuestra adhesión al programa y á las bases acorda-
das últimamente en Santiago por los representantes liberales del
C o n g r e s o Nacional para reunir una convención que elija libremente
y en conformidad con las aspiraciones de la opinión pública, el can-
didato á la presidencia de la República en el próximo período cons-
titucional.
L o s q u e suscriben no dudan de q u e el pueblo de Valparaíso
acudirá á esta invitación, ya que se trata de secundar con su adhesión
y sus aplausos uno de los movimientos más importantes y de más
trascendentales resultados q u e se hayan realizado en la vida política
de este país.—Valparaíso, 18 de E n e r o de 1890.»
Juan de Dios Arlegui B. A. Echeverría
C. G. Huidobro Antonio Martínez
V. G. de Lafuente Ignacio 2.0 Prieto
Francisco Javier Riesco Salvador Bustos
Enrique López Várgas Dr. Rafael Viancos
Carlos Lorca F. E. Trocelli
Francisco A. Pinto Elíseo Gutiérrez
Benjamín Squella P. Bartels
Alfredo Edwards Dr. José R. Garrao
Eulogio Várgas José Manuel Garín
Pablo Cuevas R. Gómez C.
Arturo Besa Antonio Aeta
Tomás Délano Julio Villanueva
Manuel M. Achurra Benigno Dueñas
- 6 3 -

E. Valdés Vergara A. Seguel


Alfredo Délano Francisco Canales
Cornelio Saavedra R. P. Ponce León
U. González A. Guarello
Jorge Délano Urbano Alzamora
J. B. Billa Antonio F. Covarrúbias
J. R. Albano Federico Gacitúa
Arturo Gutiérrez C. Enrique Ferreira
E. Barredo Francisco Rocuant
Eduardo Délano Manuel Paredes
Tomás Julio González Bartolomé Navarro
Antonio Váras Máximo Cubillos
M. Ramírez C. Heraclio Martínez
Josué Waddigton Enrique Silva
Federico Pinto Izarra Manuel Acevedo
Onofre Sotomayor Gaspar Barrera
Carlos Crande Carlos A. Rodríguez
A. Gacitúa Agustín Olavarría M.
Tristán García Dr. Manuel Gundelach
F. S. Leighton Guillermo 2.° Linacre
Ricardo Cumming Emilio Herrera Besa
Manuel Waddington César A. Vivanco
Luis Waddington Juan J. González
Federico Navarro Pedro Canciani
Antonio 2.° Cornish Manuel Leverett C.
Alvaro Besa Antonio González E.
J. A. 2.° Bustamante Luis Izquierdo
E. del Río P. Andrés Sálas G.
Agustín M. Chavez Florencio Rodríguez I.
Adolfo Zegers Manuel de Sarratea
Dr. M. S. Ramírez Julio Prieto U.
Juan M. Chavez B. Alfredo Osandón C
Miguel E. Morel Victoriano Soffia
Federico Santa María Antonio D. López
Carlos García L. Silvestre A. Montt
Enrique García L.
Manuel A. Caro
E. Guerra P. Máximo 2.° Barra
Román Vial Juan de la C. Bastías
Juan G. Searle Serapio Díaz
F. Zúñiga Dr. Daniel Herrera
- 04 -
F. R. Goñi Rodríguez Demetrio Concha B.
Rafael Waddington Juan de Dios Leiva
José M. Várgas L. Pascual Rodríguez O.
Carlos Lorca Prieto Manuel González
Belisario Barros Pablo José Castro
Eduardo Lorca Prieto Severo Silva
R. Abrines Daniel Toro G.
Arturo Givovich Fernando Orozco
M. Fernández López José M. Ibañez
Julio Gacitúa C. Pascual Góngora
Lino Castro Ramón Opazo
R. B. Briceño Santiago Ferrer
R. S. Tornero Valentín Pérez
Alfredo Cabezón Adolfo Mondaca
Oscar Herrera Santos Labarca
Manuel A. Guzmán A. Juan de D. Cepeda
Dr. Juan de Dios Pozo H. Fructuoso Gallardo
Dr. Joaquín Talavera José Miguel Soffia
Manuel González L. Ernesto del Pozo
Manuel Ruz Rengifo Eduardo Frederic
José Flores Palma Ramiro Rodríguez
Mariano Román Luis Jara E.
Rafael 2.° Cornejo Antonio Sánchez M.
*
* #

Pocos, m u y pocos nombres de los conocidos en Valparaíso, se


echarán de menos en la lista de invitantes que precede.
E l Gobierno lo conoció así, y despechado, ciego de ira, al com-
p r e n d e r que, no podría, ni á costa de todos sus esfuerzos, oponer
manifestación á] manifestación, decretó ahogarla con un elemento
anónimo.
Y las fuerzas de policía, y los jornaleros del gremio, alistados,
inspirados, y revisados por sus jefes, y los de la intendencia, reci-
bieron la consigna de ir en n o m b r e del P r e s i d e n t e de la República,
á sellar los labios de los ciudadanos, con la mordaza de la chacota,
y el chivateo del escándalo.
N o meses, días, horas a p e n a s habían trascurrido de ese a t e n t a -
do, cuando sus autores, después de pomposos elogios, recibían un
- 65 -

puesto en el escalafón oficial de los empleados, en premio d e esa


deshonrosa hazaña.
Pero no obstante, la voz del país se había h e c h o oír, y el ana-
t e m a lanzado por ella repercutía con extrépito en los ámbitos d e la
Nación.
LOS F A V O R E S

Pocos días después, se leía con espanto en el Diario Oficial el


decreto siguiente:
«Santiago, iS de Enero de 1890.—Vistos estos a n t e c e d e n t e s ,
decreto:
L a Tesorería Fiscal de Santiago abonará al jeneral de b r i g a d a
don J o s é Velásquez la suma de dos mil cuarenta y dos pesos diez
centavos ($2,042.10) que, según la liquidación practicada por la Co-
misaría General del Ejército y lo informado por la Inspección Ge-
neral del ramo, le corresponde por sus h a b e r e s d e v e n g a d o s d e s d e
O c t u b r e de 1879 hasta el 26 inclusive del mismo mes de 1880, y
por la gratificación de tres pesos (•$ 3.00) diarios en el tiempo tras-
currido d e s d e el mes de Junio de 1879 y Abril del a ñ o 1880, en q u e
permaneció á cargo de los trabajos de fortificación de A n t o f a g a s t a y
reparaciones de Pisagua é Iquique.
D e dicha suma deberá descontarse la cantidad de u n mil tres-
cientos setenta y seis pesos noventa y n u e v e centavos ($ 1,376.99),
por deuda en contra del expresado general existente en el r e j i m i e n t o
n ú m e r o 2 de Artillería, la q u e q u e d a cancelada.
I m p ú t e s e el gasto ascendente á seiscientos sesenta y cinco pe-
sos diez centavos ($ 665.10) al suplemento concedido por ley de 17
del actual á la partida 39 del Presupuesto d e G u e r r a vigente en
1888.
Refréndese, tómese razón y comunique.—BALMACEDA.—-J. M.
Valdés Carrera.^
¿Por q u é firma el señor Valdés Carrera, Ministro de O b r a s Pú-
blicas un decreto correspondiente al Ministerio de la G u e r r a ? — s e
preguntó.
— P o r q u é el Ministro titular estaba a u s e n t e — r e s p o n d i ó la
prensa o f i c i a l . . . .
9
— 66 —

—Mentira!—replicó á su turno la prensa independiente.


Y en apoyo de este desmentido, exhibió, sacándolos del Diario
Oficial del mismo día 18, los dos decretos siguientes:

«Santiago, 18 de enero d e 1 8 9 0 . — H e acordado y decreto:

N ó m b r a s e , por el presente año, miembro de la comisión encar-


g a d a de reconocer en S a n t i a g o á los jefes y oficiales del ejército y
d e m á s empleados dependientes del Ministerio de G u e r r a q u e solici-
ten licencia para atender al restablecimiento de su salud, á q u e se
refiere el artículo 33 del decreto d e Junio d e 1889, al cirujano del
rej ¡miento de Cazadoras á Caballo, don Marcial G u z m a n .
T ó m e s e razón, comuniqúese y publíquese.—BALMACEDA.—Luis
Barros Borgoño.l)

«Sa.ntiago, 20 de enero de 1890.—Vista la cuenta que precede,


decreto:
Declárase de a b o n o á la Tesorería fiscal de F r e i r i n a la suma de
cincuenta y ocho pesos noventa y cinco centavos ($ 58.95), q u e h a
p a g a d o por pasajes para diversos jefes y oficiales del ejército y por
conducción de dos cajones con tiros á fogueo para la brigada cívica
de esa ciudad.
Dedúzcase el gasto de la partida 36, ítem 1 del presupuesto de
G u e r r a vigente en 1889.
Refréndese, tómese razón, rejístrese y comuniqúese.—BALMA-
CEDA.—Luis Barros Borgoño.»

P o r un sentimiento de decoro nacional y patriótico, no p u e d e


p e n e t r a r s e en el fondo de este desgraciado asunto, objeto hasta hoy
día d e penosos comentarios.
L a torpeza y falsedad g u b e r n a t i v a q u e d a r o n no o b s t a n t e á to-
d a luz.
L a u n a m a n c h ó de nuevo las páginas del Diario Oficial; la otra
- 67 -

salpicó aparentemente el glorioso uniforme de uno de los mas bravos


combatientes del ejército.
Bajemos el telón!
#
* #

Batido en el terreno de los hechos; impotente en el de la calum-


nia, derrotado en el de la lójica y el derecho; viendo sus acusaciones
contra la Convención y el Ministerio de Octubre surtir el mismo
efecto que las estocadas en el agua, S. E. acudió al empleo del terror.
Sólo el 6 de Febrero de 1890, después de cuatro años de pre-
sidencia, y otros tantos ó más de Ministerio y caudillaje, el Exelentí-
simo señor Balmaceda, vino á encontrar en la administración tíos
primeros gérmenes é indicios de indisciplina y relajación de la obe-
diencia de parte de los inferiores, necesaria para conservar la uni-
dad en la marcha delgobierno.»
Sólo en esa fecha vino á notar que:
Hay empleados que asisten á reuniones destinadas á atacar d
sus jefes constitucionales; hay otros que dan datos falsos para despres-
lijiar á respetables servidores de la nación, tío faltan quienes sean los
que más minan los servicios públicos; y todavía hay otros que ocupan
el tiempo de la oficina en escribir libelos contra sus superiores jerár-
quicos.
Apesar de que, á juicio del escritor Exelentísimo.
«Para felicidad del país, el carácter y la energía moral todavía
se conservan intactos en el alma de muchos de nuestros hombres pú-
blicos.1t
¿Quién es el culpable de esta situación?
¿El Ejecutivo que elije esos empleados?
E s t o era lo lógico; pero ¿qué tiene que hacer S. E. con la
lógica?
El culpable es, S. E., lo afirma, y hé aquí sus propias frases:
«El Congreso de Chile que no es un foco de luz, un torneo de
luchadores caballerosos que no se baten con otra bandera que la de
doctrinas elevadas y la del amor á la patria; sino una feria donde se
exponen las más abyectas pasiones de la ambición humana, un campo
de^/¡£ramatüi^^onde^ cada cual quiere vencer por cualquier medio;
— 68 —

un centro de difamación universal; un caos que nadie comprende y


nadie puede descifrar, y un poder que todo hace menos lo que corres-
ponde á su naturaleza orgánica, menos lo que le ordena la Constitu-
ción del Estado.
Por ello, y para ello, S. E. dicta desde las columnas de La
Nación, el siguiente draconiano decreto:
<iNingún funcionario público debe ser molestado por las opinio-
nes políticas individuales que profese. Pero la acción pública de los
mismos funcionarios, atacando las autoridades constituidas y procu-
rando el desprestigio público de los jefes superiores de los ramos ú
oficinas á que están consagrados, es un acto de deslealtad personal,
de inmoralidad administrativa y de escándalo político, que debe ser
severamente corregido y castigado.

Pero á la vez hace la siguiente declaración:


«Hoy por hoy habrá un dique á estas corrientes corruptoras que
brotaban aquí y allá del cuerpo político del país; hoy por hoy habrá
á despecho de la insolencia y de las calumnias de la coalición, valor
bastante para castigar á los que pretendan romper las sanas y glorio-
sas tradiciones de Gobierno que constituyen el mayor crédito y el más
fundado orgullo de Chile; y hoy por hoy no quedarán impunes los
atentados de los que, teniendo un depósito de confianza de sus superio-
res jerárquicos, se creen autorizados, no sólo á expresar individual-
mente y por medios regulares sus opiniones, lo que es lee;al y digno de
respeto, sino á embarcarse en procedimientos y maquinaciones ilícitas,
perturbadores de la seriedad administrativa, de la disciplina en las
esferas del Gobierno y de la marcha regular de las instituciones del
Estado.»
E n fe de lo cual, distituye sin fundamento alguno, á los docto-
res Orrego Luco, Talavera y Gundelach, y busca una querella de
alemán, al Comandante General de Marina, al segundo de la Esme-
ralda el 21 de Mayo, al glorioso marino don Luis U r i b e ! . . . .
Oh! cuán exacto es el dicho de Lamartine, en su Historia de
los Girondinos:
Hay épocas en que la pureza parece ridicula, y en que se reserva
el desprecio para el pudor!
- 6 9 -

¿ E r a este el medio de cumplir la palabra presidencial e m p e ñ a d a


en Octubre?
¿ E r a así como se cumplía el deber de todos, de c o n s a g r a r s e al
servicio de una política de trabajo, y de concordia patriótica?
¿ E r a así como todo el gobierno político de la República iba
á observar una neutralidad absoluta en lo que se refiere á la desig-
nación de los partidos políticos del ftituro candidato á la Presidencia
de la Repiíblica?
¿ E r a este el ejemplo q u e debían seguir los g r u p o s liberales lla-
mados á realizar la unión y proceder con espíritu d e equidad y la
prudencia que facilita el acuerdo, y sobre todo animados del propó-
sito de practicar, real y verdaderamente, la neutralidad electoral del
Gobierno?....

A h ! para S. E . esas promesas n a d a importan!


Cuantas no ha v i o l a d o ! . . . .
E m p e r o era menester cambiar de e s p e c t á c u l o . . . .
Después del drama el saínete.
Después de la amenaza, el alhago.

LAS F A L S I A S

E l 12 de Febrero, el Intendente de Valparaíso ofrecía al Mi-


nisterio un banquete. E s e banquete era un programa, y como tal,
como todo documento oficial, debe ser conocido en toda su integri-
dad.
U n diario porteño, ligado á la Intendencia hacía de ese banque-
te la siguiente descripción:

BANQUETE

A y e r á las siete de la tarde ofreció el señor I n t e n d e n t e el ban-


q u e t e anunciado á los señores Ministros del actual G a b i n e t e y á
otros miembros del partido liberal gobiernista.
L a s viandas eran exquisitas y la ornamentación del comedor,
elegante. U n a banda, la de Artillería de Costa, ejecutó d u r a n t e la
manifestación.
L a s personas asistentes y su colocación eran como sigue:
— 6o —

Á l a derecha del señor I n t e n d e n t e los señores Ibañez don Adol-


fo, Ministro de l o Interior; Rodríguez Velasco d o n Luís, Ministro
de Justicia; Velásquez d o n José, M i n i s t r o d e l a G u e r r a ; y los seño-
res Luís Uribe, J o s é A n t o n i o Villagrán, Guillermo Carvallo, Jelacio
Dávila, R o b e r t o Lyón, G u s t a v o M u n i z a g a , F e r n a n d o Manterola,
Clodomiro Pérez Canto, Marcial Pinto Agüero, Guillermo Blest
Gana, A l f r e d o Lyón, Salvador Bustos, Nicolás M e n a y J o s é G r e -
gorio Cuitiño.
Á la izquierda, los señores don J u a n Mackenna, Ministro de
Relaciones Exteriores; don Pedro Nolasco Gandarillas, Ministro de
H a c i e n d a ; y los señores Marco Aurelio Arriagada, J u a n Williams
Rebolledo, Z e n ó n Freire, Julio Bañados Espinosa, E d u a r d o de la
Barra, J u a n de Dios Merino Benavente, Ricardo Vicuña, Francisco
Villagrán, D e m e t r i o M u r d a Pérez, José R a m ó n Vidaurre, Felipe de
la F u e n t e , T o b í a s Díaz, Braulio M o r e n o , Liborio Sánchez y M a -
nuel A n t o n i o Velásquez.
E l señor I n t e n d e n t e ofreció el banquete, cuando se sirvió la
primera copa de champaña, y sucesivamente hicieron uso de la pala-
bra los señores;
D o n Adolfo Ibañez.
» Julio Bañados Espinosa.
» J u a n Mackenna.
» Jelacio Dávila.
» J o s é Velásquez.
» Guillermo Blest G a n a .
» Luís Rodríguez Velasco.
» P e d r o Nolasco Gandarillas.
» E d u a r d o de la Barra.
» J u a n Williams Rebolledo y
el señor Sánchez, q u e declaró cerrado el b a n q u e t e como á las 10 y
cuarto de la noche.
H é aquí algunos de estos discursos:

El señor Sánchez

Señores:

L a resolución del E x c m o . señor Balmaceda de separarse de la


llamada Alianza-Nacional-Liberal n o m b r a n d o un Ministerio neta-
m e n t e liberal, h a sido un acontecimiento político q u e los liberales d e
esta ciudad hemos aplaudido con entusiasmo, porque esperamos de
él la unificación estable y el predominio del verdadero gran partido
liberal, q u e h a de continuar a c o m p a ñ a n d o al señor Presidente á lie
— 71 —

var la patria querida á su constante engrandecimiento; y como los


amigos liberales de la Administración desearan conocer la disposi-
ción en q u e se presenta el nuevo Ministerio á cuyos honorables
miembros se les reconoce el patriotismo con q u e correspondieron
debidamente al llamado del Excmo. señor Balmaceda en la difícil si-
tuación creada por los que jactanciosamente se titularon El Cuadri-
látero; creyendo yo, propicia la ocasión de los gloriosos recuerdos
del día de hoy para ofrecer una oportunidad á los señores Ministros
de E s t a d o de hacer públicos sus propósitos, m e determiné á invitar-
los, así como á los demás señores y amigos aquí presentes, á esta
modesta mesa, en que con la franqueza que brinda la comida en u n a
reunión, puedan comunicarse, explicarse y reconocerse todos; y por
mi parte expreso mi sincero agradecimiento tanto á los señores M i -
nistros como á los demás señores q u e han favorecido mi propósito
con su asistencia

El señor Ibáñez (Ministro del Interior)

Señores y amigos:

E l 12 de F e b r e r o es una fecha memorable en nuestra historia


y su recuerdo nos traza, á gobernantes y gobernados, el camino del
honor nacional, del trabajo sin tregua, de las ideas nuevas y del sa-
crificio por la República.
E s el día en que el deber público habla al patriotismo, y en el
cual voy á confiaros ideas y propósitos q u e desearía conociesen todos
mis conciudadanos.
Llamados al Ministerio por la confianza del Presidente y por el
deseo de nuestros amigos del partido liberal, hemos creído necesario
marcar un rumbo político claro y bien definido.
D e b e m o s respeto al partido conservador q u e fundó la Constitu-
ción de 33, q u e consolidó el orden público y robusteció el principio
de autoridad, q u e tiene un pasado histórico; y a m p a r a r e m o s en nues-
tra legítima esfera de acción al partido liberal q u e desde hace treinta
años viene reformando instituciones, y a caducas, leyes opresivas,
dictando otras más en armonía con el progreso del siglo, y ejercien-
d o el poder para realizar el engrandecimiento interior y exterior de
la nación.
L a s desegregaciones del partido liberal, ó sean los partidos per-
sonales, tiene fatalmente una existencia efímera. Carecen de doctrina
y de ideas, porque si las tuvieran formarían, un sólo partido, y no
*r-hr. Hv-"d:dor r o r denominaciones diversas, con caudillos distin-
— 72 —

tos, con ambiciones é intereses diferentes, y hasta con afecciones y


desafecciones opuestas.
E n el mundo moderno, ya sean las naciones monárquicas ó re-
publicanas, el progreso se elabora por la activa contradicción, ó por
el Gobierno alternativo de liberales ó conservadores.
Los partidos personales son entidades que flotan en el movi-
miento político, ya sea plegándose á los liberales, ya á los conserva-
dores y que se dividen y subdividen según las circunstancias y los in-
tereses particulares en actividad.—Son los eternos perturbadores de
los partidos de ideas y los zapadores infatigables que minan sorda y
alevemente los hombres y las instituciones.
N o nos disimulamos la gravedad de las circunstancias políticas
que atravesamos. Ni queremos ser injustos, atribuyendo la inusitada
violencia de nuestros adversarios únicamente á la malicia y á la pa-
sión que: los domina.
El régimen centralizador y absorbente que constituye la índole
de nuestras instituciones vigentes, no corresponde ya al anhelo de
libertad pero de verdadera libertad, que hoy brota de los labios en
todas partes.
E n consecuencia, y este es el fondo de toda nuestra política,—
es necesario derribar las instituciones que embarazan la implantación
de un gobierno de verdadera libertad, y concluir con los partidos
personales.
Será muy útil dictar una ley de elecciones que resguarde y
afiance el derecho electoral de los chilenos. Será muy conveniente
una ley de Municipalidades que organice la autonomía del poder
local.—Pero, á juicio de Su Excelencia el Presidente de la Repiíblica
y de su Gabinete, ni estas leyes, ni otras que pudieran dictarse con
»l carácter de secundarias, desvirtuarán la centralización administra-
tiva, ni atenuarán la suma de poder y de influencia directa que la
Constitución y sus conciudadanos han puesto en manos del Jefe del
Estado.
El Presidente cree que ha llegado para él la hora solemne de
cumplir un alto deber cívico despojándose de una gran parte de sus
atribuciones constitucionales, de todas aquellas que no sean absolu-
tamente indispensables para el Gobierno general de la Nación; pero,
no prácticamente ó de hecho, en favor de los partidos personales
que pretenden el poder para tomar en beneficio propio las influencias
del Presidente, sino en beneficio del pueblo, por medio de la reforma
radical de la Constitución; y en beneficio del pueblo, señores, porque
S u Excelencia no cesa de recordarnos, que el pueblo es el soberano,
el sólo que hace justicia y el único que agradece los servicios verda-
deros á la República.
L a reforma de la Constitución sobre la base de la libertad, la
independencia y la responsabilidad de los poderes fundamentales,
— 73 —

produciéndose la armonía por el respeto recíproco de los tres poderes,


por el funcionamiento sin desviaciones ni invasiones que pertur-
ben ó desnaturalicen sus fines propios, será la paz política verdadera,
sino dentro de los partidos y de los hombres, porque esa es al fin la
vida humana, dentro de la acción de cada uno de los poderes cons-
titucionales, y de estos entre sí. E s preferible á una suma de poder
que impone tanta responsabilidad y de aquellos que los ambicionan,
atribuciones moderadas, las solas necesarias para dirigir el E s t a d o
en sus intereses generales, y dejar, no á la voluntad incierta y mu-
dable de los mandatarios, sino á la organización constitucional y
legal, inmutable y segura, el libre juego de los partidos en las con-
tiendas por hacer el bien y probar su habilidad y patriotismo.
Emprenderemos la obra sin miedo y sin preocupaciones. Dare-
mos á la reforma constitucional proporciones dignas de la cultura y
del progreso político de Chile, y en ella organizaremos definitiva-
mente la Comuna autónoma.
U n a última palabra.
Se habla hoy de convenciones, y de candidaturas, y de candidato
oficial. Los partidos personales santiaguinos se dieron hace poco, bases
de Convención, para designar condidato y, al lanzarlas fuera de la
capital, cayeron en el vacío político y en la indiferencia pública. El
programa de aquella pretendida Convención está fundado en esperan-
zas de reformas que sus autores pudieron hacer en el Gobierno y que
no realizaron, y en el arrepentimiento de una intervención electoral
que todos ellos practicaron durante toda su vida.
En cuanto á la pretendida candidatura oficial, debo declarar
que no la tenemos hoy ni la tendremos después. Esta es una declara-
ción anterior solemne del Presidente de la República que nosotros
también hacemos nuestra, como políticos y como caballeros. Nuestra
candidatura, nuestra sóla candidatura, es la reforma constitucional.
Á ella consagraremos toda la energía de nuestras convicciones, toda
la actividad de nuestro poder y de nuestra influencia política.
Cuando la reforma se haya planteado en el seno de la Repre
sentación Nacional y pueda ser apreciada por todos los chilenos,
cuando sea ella conocida, y más propiamente cuando sea discutida y
aprobada, entonces habrá llegado el momento de que el partido libe-
ral acuerde bases de Convención; entonces sería el instante para alzar
la reforma como bandera de la Convención; entonces el partido libe-
ral por sí y con entera independencia de la influencia y sugestiones
oficiales, escogería al ciudadano que mejor haya servido la reforma,
que mejor encarne 1a universalidad de las simpatías de los miembros
que formar el partido, que sea segura prenda de que la reforma se
ratificará con exactitud, y se cumplirá con lealtad; y entonces, y solo
entonces, el partido podría hablar á las provincias, y á los departa-
mentos y á los pueblos, en nombre del bien realizado, de candidato
— 74 —

á la presidencia de la República y de candidatos al Congreso N a


cional.
E s t a es y será obra digna de un partido serio, de un partido coi
ideas, con doctrina, con tradiciones y honor.
Señores: D e j e m o s á nuestros adversarios envueltos en el polvi
q u e levantan las violencias y las ambiciones de los círculos persona
les santiaguinos, y alcemos nosotros la bandera de las ideas, par;
q u e á su sombra se fortifiquen nuestros correligionarios y se acojat
todos los ciudadanos de buena voluntad, q u e á las asperezas infecun
das de las reyertas personales, prefieran las nobles lides por los prin
cipios, q u e á muchos nos acercan y levantan y q u e h a r á n la h o n r a )
la dicha de esta patria conquistada en aniversarios como el d e hoy
á la ignorancia y opresión de otros siglos.

E l señor Mackenna (Ministro de Relaciones Exteriores)

L a s palabras, señores, q u e acaba de pronunciar mi distinguidc


colega, el señor Ibáñez, representan con fidelidad los sentimiento'
del P r e s i d e n t e de la República y de su Gabinete.
H a sido u n a feliz coincidencia que en este día de recuerdos glo-
riosos para la patria, se inicie en la política y en la a d m i n i s t r a d o r
pública de nuestro país una vida nueva, que sustentada con todo e'
calor de un sano patriotismo y con toda la energía de espíritus levan-
tados, está llamada á producir en la República bienes inapreciables
Y o m e felicito q u e el señor Ministro del Interior h a y a hechc
de su brindis un p r o g r a m a político, para que él sea conocido y a p r e
ciado en todo el país y para q u e se comprenda q u e la g r a n d e y úni
ca aspiración del Gobierno actual, no es engolfarse en la pequeñe;
d e las personas y de las pasiones q u e perturban á los hombres, sinc
levantar á las nubes del porvenir de la patria, sirviéndola de buen;
fe, amándola con honradez en el alma, y sacrificándose por ella )
p a r a ella.
T o d o era triste, todo era pequeño, alrededor de esto q u e entre
nosotros se llama política.
Una tormenta desencadenada de odios, de rivalidades, de aspi
raciones, de conveniencias personales, de alianzas que se atan y si
desatan, de juramentos de fidelidad que se rompen para maldecirse i
continuación, programas, exclamaciones, promesas vacias de toda ver
dad y de toda sinceridad, es así como se ha vivido durante largo,
años, haciendo del pueblo y del país una víctima inocente sacrificado
á la vanidad y á los caprichos de unos cuantos.
Basta, basta, señores, de estas situaciones q u e d e g r a d a n al es
píritu h u m a n o y q u e ofenden la dignidad del hombre. S e hace yí
— 75 —

necesario recordar los tiempos antiguos para arrojar del templo sa-
g r a d o de la patria á los que abusan de su n o m b r e y p r e t e n d e n cu-
brir su egoísmo con sus eternas arengas de amor á la libertad.
O s ruego, señores, q u e prestéis completa fe á las declaraciones
hechas por el señor Ministro del Interior, porque ellas envuelven
un compromiso de honor para el Presidente de la República y para
cada uno de sus Ministros.
Q u e r e m o s y estamos resueltos á probar al país q u e hay bastan-
te patriotismo para prescindir de las personas, como habrá de cons-
tancia y de firmeza para moralizar y para corregir el abuso v e n g a
de donde viniese.
Queremos devolverle al país la plenitud de sus derechos elec-
torales, porque habrá más satisfacción para nosotros en dar este
g r a n d e ejemplo y en encaminar esta gran reforma, q u e todas las
pequeñas y momentáneas satisfacciones q u e pudiera producir la
ambición ó la vanidad cumplidas.
H a s t a la fecha los Gobiernos ó los partidos mal organizados,
han pensado y obrado á nombre del pueblo.
A h o r a nos proponemos que el pueblo piense y obre p o r sí mis-
mo, y q u e constituya sus Gobiernos y sus partidos con la más abso-
luta libertad, elevando á los q u e sean dignos de levantarse entre
sus conciudadanos por sus virtudes y su patriotismo.

El señor Velásquez (Ministro de Guerra y Marina)

C o m o militar y como h o m b r e de sentimientos, no puedo per-


manecer indiferente ante las ideas manifestadas por mis colegas de
Gabinete, encaminadas á la unificación del partido liberal.
Así únicamente podremos alcanzar la realización de los nobles
y sinceros propósitos expresados por el honorable Ministro del In-
terior.
E n mi calidad de miembro de! Ejército de Chile, y e n recuer-
do de esta fecha memorable, pido una copa por los antiguos milita-
res q u e nos dieron la unión nacional, precursora d e la unión no me-
nos legítima q u e el Ministerio y el país reclaman: la unión noble y
gloriosa del partido liberal.

E l señor Blest Gana, improvisadamente, manifestó q u e habla-


ba como patriota y como liberal. S u s palabras, q u e sentimos no
publicar íntegras, daban también á conocer al inspirado poeta.
E l señor Rodríguez Velasco, hizo u n a improvisación franca.
- 7 6 -
El señor Gandarillas (Ministro de Hacienda)

Señores:

U n a copa por el 12 de febrero, aniversario de hechos históri-


cos, trascendentales y gloriosos para Chile, y por q u e esa fecha sea
la inicial de reformas constitucionales q u e nos coloquen á la altura
d e los progresos realizados como nación libre é independiente, y por-
q u e esta política p u e d a poner término á la lucha ardiente, acre y pe-
nosa en q u e están e m p e ñ a d o s los g r u p o s q u e dividen al partido li-
beral.


# *

E l señor E d u a r d o de la Barra tomó en seguida la palabra.


S e r í a más difícil reflejar en estas líneas su discurso.
E n t r e otras cosas, dijo q u e tenía f e profunda en las promesas
del Gabinete liberal antiguo é independiente, jamás dominado por
el interés particular, q u e confiaba sinceramente en el espíritu liberal,
e n el patriotismo y en la honr adezpolítica del Presidente de la Repú-
blica y de sus Secretarios de E s t a d o .

Don Julio Bañados Espinosa,

L a s importantes declaraciones políticas q u e acaba de hacer el


señor Ministro del Interior, m e obligan á decir unas pocas palabras
de aliento y de esperanza.
L a situación política por q u e atraviesa el partido liberal es gra-
ve y de alta trascendencia.
S u f r e la crisis q u e esperimentan, aquí como en todos los países
que gozan del sistema representativo, los partidos q u e están algún
t i e m p o en el poder y q u e por largos años han tenido la responsabi-
lidad de la dirección de los negocios públicos.
L o s quince años q u e el partido liberal e m p u ñ a con m a n o vigo-
rosa el timón de la nave del E s t a d o ; las luchas q u e h a tenido q u e
resistir para aplicar su p r o g r a m a de ideas; las graves reformas que
ha empujado en favor de la emancipación de la conciencia; las pertur-
baciones q u e se ha visto obligado á resistir ocasionadas por el em-
b a t e d e las pasiones y odios de sus adversarios; las ambiciones que
con tanto mayor ardor se desencadenan en las alturas y en el Gobier-
no; y las diverjencias q u e orijina la contradicción de opiniones acer-
ca de los r u m b o s q u e conviene imprimir á la política:—todas estas
- 77 -

causas combinadas hicieron hace pocos años brotar en el seno del par-
tido liberal divisiones, recelos y desconfianzas que han dado vida á
facciones que lentamente han roto su disciplina, perturbado su mar-
cha progresista, desmoralizado sus filas y que hoy comprometen s¿-
riamente su existencia.
Cuando los partidos de gobierno sucumben por la resistencia que
les opone el país, cuando dejan el mando por así exijirlo la opinión del
cuerpo electoral y cuando caen por no encontrar eco ante la mayoría
de sus conciudadanos, todos los miembros que los componen deben resig-
narse y deben acatar con respeto la voluntad de la soberanía nacional.
Pero, cuando el partido que gobierna tiene la mayoría del país
y cuando su existencia está amenazada tan sólo por la falta de patrio-
tismo y por las ambiciones personales de las facciones que nacen, se
condensan y crecen en sus entrañas, en tal caso, señores, nadie puede
conformarse y es deber da grandes y pequeños afrontar y dominar el
peligro con la enerjía de sólidas convicciones, con la f e en la causa
que .1 e defiende y con el valor moral que inspiran el amor al hogar
político á que se pertenece y á la bandera que le sirve de guía en la
batalla.
La libertad electoral no se conseguirá jamás por jamás con pala-
bras más ó menos hermosas y promesas más ó menos halagüeñas.
Desde que se ensanchó en Chile el sufragio, tengo la íntima
convicción de que la libertad electoral no se conseguirá sino por
medio de la difusión de la instrucción pública, que dá al ciudadano
la conciencia de sus derechos y la clave para distinguir lo que con-
viene ó no al progreso de las ideas, y por medio de la comuna autó-
noma que obliga á ese mismo ciudadano á vivir diariamente ocupado
en los negocios públicos, que le dá iniciativa, que lo encadena ince-
santemente á los intereses locales, que dá alas á sus pequeñas am-
biciones y que le hace sentir el peso de su personalidad moral y de
su influencia política.
El Gabinete, como veis, ofrece el único camino práctico para
llegar en el porvenir á la libertad electoral y no se limita á lanzar
frases que son como letras escritas en la arena ó en la superficie
del mar.
Las facciones entonan aquí y allá cánticos de guerra y se hala-
gan con la idea del triunfo.
Se imaginan que porque pueden llegar á conseguir la mayoría
en alguna de las ramas del Congreso, tienen á su lado á la República
entera.
Espejismo de fascinada imaginación!
Pueden y podrán tener la mayoría en parte ó en todo el Con-
greso; pero, para nadie es un misterio que la mayoría, que los dos
tercios del país están con el jefe del Estado, con el actual Gabinete y
- 78 -
con el partido de gobierno que los apoya con calor, con entusiasmo y
con f e inquebrantable.
D e aquí por que sus resistencias no encontrará eco ante la opi-
nión y las tempestades que levanten en el Congreso serán tempestades
en vaso de agua.
Al actual Gabinete se le esperan en la Cámara ardientes inter-
pelaciones, exajeradas y violentas discusiones, desconfianzas y luchas
envueltas en la humareda que levantan odios implacables, ambicio-
nes sin valla é insaciables intereses personales.
¡Mejor, mil veces mejor!
N o hay gran reforma en la historia política de pueblos y nacio-
nes que no esté santificada y sellada con el sacrificio, con el combate
y con la abnegación.
E l Gabinete debe buscar inspiración, fe y fortaleza, no sólo en
la bondad de sus doctrinas, en la grandeza de su causa, con la segu-
ridad de que la mayoría del país está á su lado y en el mérito de las
reformas qne se propone llevar á cabo, sino también en la acritud
de los ataques, en la violencia de la lucha y en la injusticia de sus
adversarios.
El porvenir y el triunfo son del partido liberal y no de las fac-
ciones.
E n presencia de las importantes declaraciones del Ministerio y
de las reformas constitucionales que propone, el deber de todos los
liberales es defenderlo, resistir, batirse y tener la constancia, el en-
tusiasmo y el calor moral de los que, como yo, tienen fe en su parti-
do y han mirado esas reformas como un ideal aconsejado por la
ciencia, exigido por el correcto equilibrio de los poderes públicos y
por la necesidad de dar á la iniciativa política de los ciudadanos, ci-
miento inamovible y dilatado horizonte.
El actual Gabinete encarna estos propósitos, se ha constituido
para emancipar al partido liberal de las facciones que lo amenazan,
y, entra en su programa de gobierno, hacer esfuerzos por salvar sus
gloriosas tradiciones, su brillante pasado histórico y la disciplina ne-
cesaria para que cumpla en la actualidad y en el porvenir su progra-
ma y sus destinos.
Hoy poi hoy la división del partido liberal es profunda y de
nn lado están los lejttimos representantes, y del otro un puñado de
facciones hetereojéneas con diversidad de miras, de anhelos y de am-
biciones.
Las situaciones definidas permiten esperar soluciones también
definidas.
Basta comparar á la lijera propósitos con propósitos, oponer bati-
dera á bandera, programa á programa, para conocer la fisonomía de
ambos contendientes y apreciar lo que el país, el progreso de las doc-
— 79 —

trinas y el adelanto de nuestras instituciones pueden esperar de los


unos y de los otros.
El cuadrilátero, ó sea la unión de las facciones, ofrece á la Re-
pública como acto fundamental las bases de una convención aristo-
crática, fundada en la evclución de los lejltimos representantes del
pueblo liberal, y como promesas el mantenimiento de reformas que
la mayor parte de los miembros que lo componen las resistieron en
su hora inicial, la autonomía de los municipios que la estrangularon
cuando tuvieron en sus manos el poder, y la libertad electoral que
siempi-t la sacrificaron cuando tuvieron la responsabilidad y el ejer-
cicio del gobierno.
E n cambio el partido liberal de gobierno presenta hoy, por
conducto de su Gabinete, un programa político y de acción, el más
trascendental que jamás se haya expuesto á la faz del país.
Como objetivo político se trabajará obstinadamente por concluir
con las facciones, y como plan de reformas se modificará de raíz la
Constitución del Estado y para implantar de un modo profundo y
completo—la comuna autónoma—fuente de la descentralización ad-
ministrativa; el establecimiento del sistema propiamente representa-
tivo, punto de arranque de la verdadera independencia de los poderes
públicos y freno contra ¡as invaciones que éstos se hacen recíprocra
mente en el réjimen parlamentario.
La diferencia radical que existe entre ambos programas, no es-
tá solo en lo que ellos significan para el adelanto político del país,
sino en las agrupaciones que los presentan.
El cuadriláiero hace sus promesas desde el campo irresponsa-
ble de la oposición, campo donde todo se habla y promete en la
confianza de que se traducen en inmediatas medidas de gobierno y
en que son simples oriflamas para encender la imajinación popular.
El jefe del Estado y el Gabinete prometen la reforma de la
Constitución desde la cima del poder público, centro de las grandes
responsabilidades históricas, de la iniciativa, de acción práctica y de
influencias bastantes poderosas para llevarlas á cabo.
El cuadrilátero promete al país la libertad electoral con palabras
que se las lleva el viento garantizada con políticos que incesantemen-
te la han conculcado y pisoteado, con frases escritas sobre arena y sin
ninguna prenda que permita á la República creer que hay seriedad
en la intención y seriedad en los fines.
Soy el primero en reconocer que mucho falta al país para lle-
gar al ideal en materia de libertad electoral.
Alo ha existido, pero tengo esperanza de que exista».
— SO —

El señor Jelacio N. Dávila

L a benévola invitación de algunos amigos m e obliga á romper


el silencio q u e por costumbre m e impongo en circunstancias como
la presente.
Efectivamente, como lo ha insinuado uno de los señores Mi-
nistros, es una coincidencia feliz esta q u e nos permite unir al recuer-
d o de una de las fechas más notables de nuestra historia patria,
nuestros aplausos á la evolución política q u e con tanta claridad nos
acaba de caracterizar el señor Ibáñez.
E l 12 de F e b r e r o , a p a r t e del glorioso recuerdo de Chacabuco
nos trae á la memoria el g r a n día en q u e nuestro país j u r ó romper
la dura cadena del coloniaje y formar un pueblo libre é independien-
te. E s t e acto, en presencia de un enemigo, dueño todavía de u n a
g r a n parte del país, importa la manifestación pública de más tras-
cendental importancia q u e h a y a realizado nación alguna y e n v u e l v e
una saludable lección de política q u e nuestros h o m b r e s de E s t a d o
no deben echar en olvido.
S e recordará que durante el período que se h a llamado de la
patria vieja, la revolución de la independencia aparecía hecha en
h o m e n a j e del monarca legítimo de E s p a ñ a y con el propósito osten-
sible de conservar á la corona de Castilla una de sus más ricas joyas.
L a batalla de Chacabuco señala el principio de una p r o f u n d a
transformación. U n a idea q u e hasta entonces había sido patrimonio
sólo de los p r o h o m b r e s de la revolución, la idea de la independen-
cia, empezó ya á manifestarse de u n a manera más franca y abierta
p r e s e n t a n d o horizontes completamente nuevos al patriotismo. E n
S e t i e m b r e de 1817 el gobierno de la revolución comprendió q u e sin
u n a conciencia perfecta de los propósitos que. el país debía perse-
guir no era posible templar el espíritu público en el elevado senti-
miento q u e requería la colosal hazaña de sacudir el yugo de la colo-
nia y pidió al mismo pueblo que se pronunciara resueltamente sobre
el particular. Y el pueblo en votación directa declaró, por unanimi-
dad, q u e quería ser libre y el 12 de F e b r e r o de 1818 selló con so-
lemne j u r a m e n t o su decisión inquebrantable de r o m p e r las cadenas
q u e le ligaban á E s p a ñ a .
Si la historia es fuente de enseñanza para las generaciones, el
12 d e F e b r e r o d e 1818 es una lección fecunda para nuestros po-
líticos.
Sí, señores, las ambigüedades, los equívocos, las vacilaciones
son la m u e r t e de las ideas. Sólo un propósito fijo, claro, bien defi-
nido y f r a n c a m e n t e confesado, es capaz de producir esas conviccio-
nes profundas, esas adhesiones apasionadas y entusiastas q u e for-
m a n las corrientes d e opinión q u e da vida y vigor á los g r a n d e s par-
tidos y p r e p a r a n á los ciudadanos para las duras luchas del derecho
y la libertad.
— 81 —

E s t a necesidad de expansión franca y sincera, se imponía hoy


con más urgencia que nunca, en la situación política que la actual
administración está llamada á solucionar.
Por primera vez aparece en nuestros debates de prensa un sis-
tema de política que se ha bautizado con el pomposo nombre de
parlamentarismo, según el cual los tres poderes reconocidos por
nuestra Constitución deben refundirse en uno sólo y depositarse en
manos del Congreso.
Pero órganos de la prensa que se precian de ser los únicos
intérpretes de la opinión pública, declararon que el partido liberal
ha muerto y á ciertos presuntos herederos que se han ligado en una
empresa que titulan: «Convención de los partidos liberales», los de-
claran únicos depositarios de la confianza del país.
Entretanto, es bien extraño que esos herederos necesiten justi-
ficar su entroncamiento con el supuesto difunto y se vean precisados
para pasar por tales herederos á darse apellidos, tan significativos
como éstos: liberales nacionales, liberales mocetones, liberales suel-
tos, liberales descontentos y lo que es más curioso, liberales de Pe-
dro, liberales de Juan, etc., etc.
E s t o no se comprende en partidos de ideas, en partidos forma-
dos por personas que persiguen la realización de un ideal político
noble y levantado, esto cuadra sólo á agrupaciones de individuos á
quienes no liga otro vínculo de unión, que un mezquino interés ó el
despecho de las ambiciones contrariadas.
Mas, como quiera que sea, el hecho es que el liberalismo sin
apellido ha burlado cruelmente las esperanzas de sus herederos, y al
verse libres de sus interesados cuidados se presenta hoy en todo el
país más sano y vigoroso que nunca.
Sería de creer que el mal de que durante los últimos años ha
aquejado al partido liberal, es una de esas enfermedades insidiosas
que, dando al paciente las apariencias de una salud exuberante, va
minando sordamente su organismo y destruyendo su fuerza vital.
Los señores médicos que en este momento nos acompañan podrían
darnos el nombre de esa enfermedad. Por fortuna nuestro enfermo
ha conseguido eliminar de sus entrañas los gérmenes morbosos que
lo esquilmaban y ganar así en lozanía y vigor lo que ha perdido en
volumen.
Al saludar, señores, el glorioso aniversario del 12 de Febrero
de 1818, hagamos votos porque nuestros hombres de Estado sigan
inspirándose en la cordura y elevación de espíritu de que nuestros
padres dieron tan relevante testimonio y que mediante una política
franca y decidida eviten que el partido liberal vuelva á ser víctima
de la enfermedad de que hoy ha salvado con tan rara fortuna.
E n las doctrinas que consagran este novísimo invento, gober-
nar ha dejado de ser el arte de impulsar el progreso de un país des-

U
— 82 —

de las alturas de una elevada concepción política, y se ha convertido


en el arte de ser el instrumento ciego de los caprichos irresponsa-
bles de las mayorías de ocasión que consigan hacer preponderar en
el Congreso sus intereses de círculo.
Esto es desquiciar por completo el orden constitucional y abrir
franca entrada al desgobierno y la anarquía. Y el partido liberal,
partido de legalidad y de doctrina, al protestar contra tal sistema, y
prestar su más decidido apoyo al Gabinete encargado de mantener
los fueros de la autoridad, se manifiesta fiel á sus tradiciones y á sus
principios.
SEGUNDA PARTE

LA C O N V E N C I Ó N Y SU FUERZA

L a prensa de gobierno seguía entre tanto su tarea, y disparaba


toda clase de proyectiles sobre la Convención.
Pero sus piezas disparaban por la culata, hiriendo d e m u e r t e á
los artilleros.
U n día parodiando la frase presidencial la d e n o m i n a b a la con-
vención de don José Besa, al otro día la convención montt-varista, al
subsiguiente una reunión de facciosos.
Los loros de palacio repetían la enseñada pero no m u y bien
aprendida lección.
U n o de ellos, sorprendido en abierta y monstruosa contradic-
ción con teorías emitidas con un mes de diferencia en libros y discur-
sos parlamentarios, recurría al arbitrio de crear para su persona, u n a
especie de trinidad, de profesor, diputado y publicista, á semejanza
d e las tres personas de la T r i n i d a d católica.
Los otros se afanaban en g a n a r su pan por medio de violentos
y atronadores ladridos.
L a Convención avanzaba entre tanto, majestuosa y solemne,
desafiando esas iras, á m a n e r a q u e un tren avanza en medio de los
mujidos del g a n a d o esparcidos por los campos.
P r o n t o iba á llegar el m o m e n t o de exhibir sus fuerzas a n t e el
país.
— 84 —

E n efecto, el 26 de F e b r e r o tenía lugar esa revista en medio


d e un b a n q u e t e descrito por un espectador imparcial, El Ferrocarril,
en la f o r m a q u e sigue:

EN VALPARAISO

EL BANQUETE D E LAS AGRUPACIONES LIBERALES

( P o r Telégrafo p a r a EL FERROCARRIL)

Valparaíso, F e b r e r o 26 d e 1890.—Señores E d i t o r e s del FE-


RROCARRIL:—En conformidad á la invitación q u e había circulado
oportunamente, esta tarde h a tenido lugar en el Salón de la Socie-
d a d Filarmónica el banquete á q u e hacen referencia las invitaciones
q u e trascribimos á continuación:

Valparaíso, Febrero 20 de 1890.

Señores:

N u m e r o s o s amigos y correlijionarios de esta ciudad, después


de apreciar d e b i d a m e n t e el alcance político de la última crisis Mi-
nisterial, han concebido el proyecto d e ofrecer á ustedes u n a mani-
festación q u e signifique nuestra adhesión y simpatía al p r o g r a m a
q u e ustedes representaron en el Gobierno, y nuestros aplausos á la
m a n e r a leal y desinteresada con q u e sirvieron á esos propósitos, q u e
son los de la inmensa mayoría de los liberales del país.
H a llegado el m o m e n t o d e realizar esta manifestación, y c o n
este objeto nos permitimos rogar á ustedes se sirvan concurrir á un
b a n q u e t e q u e tendrá lugar e l M i e r c o l e s 26 del corriente e n el Salón
d e la Sociedad Filarmónica de este puerto, á las 6.30 P. M.
T e n e m o s el honor de ofrecernos de ustedes atentos y S. S. S. S.
Carlos García Huidobro José Besa
Agustín Edwards Federico Varela
David Mac-1ver Alejo Barrios
Miguel E. Morel Federico Santa María
Jorje Délano Francisco Javier Riesco
Juan B. Billa Manuel Pardo Correa
Cornelio Saavedra R. Agustín Monticl R.
Francisco Antonio Pinto Antonio Covarrúbias
- 85 -

Onofre Sotomayor Arturo Besa


Enrique Valdés V. Federico Pinto Izarra
Antonio Varas Alfredo Edwards
Heriberto Ducoing Daniel Carvallo
Alfredo Délano Luis Waddington
Tomás J. González Alfredo Cabezón
Emilio J. Herrera B. Enrique del Río
A los señores Juan Castellón, Isidoro Errázuriz, P e d r o M o n t t
y Luis Barros Borgoño.

Valparaíso, 20 de Febrero de 1890.

Señor:

E n representación de los amigos y correlijionarios políticos d e


Valparaíso, tenemos el honor de invitar á usted, á un b a n q u e t e q u e
tendrá lugar en esta ciudad el Miércoles 26 del actual, á las 6 y me-
dia P. M., en el salón de la Sociedad Filarmónica, en obsequio á
los señores Ministros que representaron en el último G a b i n e t e á las
agrupaciones liberales unidas, y como una manifestación q u e signi-
fique nuestra adhesión y simpatía al p r o g r a m a q u e con tanta lealtad
y desinterés sirvieron.
E s p e r a n d o que se sirva h o n r a r usted este b a n q u e t e con su asis-
tencia, tenemos el honor de suscribirnos de usted Attos. Obs.
S. S. S. S.
Carlos García H. José Besa
Agustín Edwards Federico Varela
David Mac-Iver Alejo Barrios
Miguel E. Morel Federico Santa María
Jorje Délano Francisco J. Riesco
Juan B. Billa Manuel Pardo C.
Cornelio Saavedra Agustín Montiel R.
Francisco A. Pinto A. Covarrúbias
Onofre Sotomayor Arturo Besa
Enrique Valdés V. Federico Pinto I.
Antonio Varas Alfredo Edwards
Heriberto Ducoing
Daniel Carvallo
Alfredo Délano
Tomás J. González Luis Waddintong
Emilio J. Herrera Alfredo Cabezón
Enrique del Río

Poco antes de la ó.30 P. M. de hoy se encontraban reunidos y


se dirijían los invitados, a c o m p a ñ a d o s de los señores Ministros sa-
lientes, don J u a n Castellón, don Isidoro Errázuriz, don P e d r o
— 86 —

M o n t t y don Luis Barros Borgoño, á la sala del banquete, arreglada


en el salón de la Sociedad Filarmónica.
D e s d e la llegada de los invitados, la orquesta del T e a t r o de la
Victoria comenzó á tocar escojidas piezas.
E l comedor estaba a d o r n a d o con m u c h a elegancia, p r e s e n t a n d o
el más h e r m o s o golpe de vista, gracias al artístico arreglo de los
g r u p o s de plantas, d e las b a n d e r a s y escudos.
Los invitados ocuparon los asientos q u e se les había designado,
presidiendo el b a n q u e t e el señor Carlos García H u i d o b r o . H e aquí
la lista de los caballeros asistentes y a d h e r e n t e s á la manifesta-

Altamirano Eulojio Frederik Eduardo


Amunátegui R. Miguel Luis Frederik Alejandro
Alcalde Juan Ignacio Ferreira Enrique
Arriagada Ramón Faez José Miguel
Besa José Ferrari Ricardo
Barros Luco Ramón Gundelach Manuel
Barros Borgoño Luis Givovich Arturo
Barros Alejo Guzmán José Roberto
Campos Máximo del García Huidobro Carlos
Cazotte Enrique González Formas J.
Castellón Juan González Urbano
Edwards Agustín Guerra Eusebio
Errázuriz Isidoro Gormaz Eduardo
Grez Vicente García Tristán
Gandarillas José Antonio Gana (doctor)
Hurtado Rodolfo Gacitúa Antonio
Letelier Valentín Garroa José R.
Letelier Gregorio Guarello A.
Letelier José García L. Carlos
Matte Eduardo García L. Enrique
Montt Pedro Gallardo Fructuoso
Garfias F. Manuel
Montiel Rodríguez Agustín Guerrero Ramón
Mac-1ver David Guevara Luis
Mac -Clure Eduardo Gacitúa Anjel Antonio
Orrego Luco Augusto García Isidro L.
Prendez Pedro N. Galindo Rafael 2.°
Riesco Jorje Garrao Belisario
Rodríguez Anjel C. González J. José Bruno
Romero Herrera Alberto Herrera B. Emilio J.
Rodríguez Luis Martiniano Ilenríquez Manuel A.
Silva Waldo Hesselbalt Emilio
Zañartu Ignacio Lémus Horacio
Alamos González Simón Linacre Guillermo 2°
Abrines Ricardo Lara José Miguel
Aguilera José E. Luco Huici Manuel
Achurra Manuel M. Leverett Juan
Aeta Antonio Leverett Manuel
Aninat Arturo Leightón Francisco S.
Alamos González Atilio Letts Arturo
Aspillaga Vicente
8; -

Barrera Gaspar López Antonio


Billa Juan B. Larraín Zañartu Joaquín
Besa Arturo Montt Silvestre A.
Bravo Bernardino Mackcllar Pedro E.
Bustamante José Antonio Morris Carlos
Barredo Eduardo Martínez Heraclio
Besa Alvaro Munich Guillermo 2.°
Besa José V. Martínez Díaz Ramón 2o.
Burton Carlos E. Montt Carlos
Briceño Ramón B. Mora Juan H.
Bartels Pablo. Navarrete Grimwood Carlos
Barros Belisario Navión Alejandro
Barra Máximo 2.° Nieto Jcrmán
Bascuñan Adolfo T. Orozco Fernando
Barros Luco Nicolás Olavarría Agustín M.
Borcosque Edmundo Opazo Ramón
Bolton Marco A. Ossa Manuel
Buzcta Emilio Ponce de León Ramón
Cubillos Máximo Pozo H. Juan de Dios
Castro Pablo José.
Price Ricardo
Castro Luis E.
Castro Salvador Pinto Francisco Antonio
Cubillos Pedro Prieto Urrutia Julio
Cruz Elias C. de la Pinto I zarra Federico
Covarrúbias Antonio E. Pozo Ernesto del
Canciano Pedro Puelma Domingo F.
Cabezón Alfredo Pino Nicolás del
Ceardi Salvador Paulsen Fernando
Carvallo Daniel Riesco Francisco Javier
Castro Cao Antonio Rodríguez Carlos A.
Castro Lino Río Enrique del
Cubillos Vicente Rodríguez Luis Enrique
Carmona Plácido Reyes Carlos A.
Castelblanco Javier Ríos González Carlos
Dueñas Benigno Robinson Alberto
Dávila Larraín Benjamín Ramírez Manuel S.
Délano Eduardo Renjifo Absalón
Délano Roberto Rodríguez Ojeda Ambrosio
Danto José Antonio Rodríguez Rodolfo
Délano Alfredo Río Pedro del
Ducoing Heriberto Sánchez M. Antonio
Devoto Luis Soffia Victoriano
Devoto Santiago Santa María Federico
Dueñas Carrera Javier Sotomayor Onofre
Donoso Eduardo Saldías Miguel
Edwards David Stuven Juan
Escobar Cerda Gregorio Soruco Ruperto
Echeverría Alejandro Schroder Adriasola Tomás
Escobar Martín 2.°
Somavia Segundo
Fernández López Miguel
Feliú Daniel Talavera Joaquín
Ferrer Santiago Tupper Felipe
Figueroa Exequiel 2.° Urbistondo Zenon
ligarte Gutiérrez Issac
Vial Román
— 88 —

Valdés Vergara Enrique Waddington Manuel


Varas Antonio E. Waddington Luis
Vial J. Nicolás Waddington Rafael
Viancos Rafael Izquierdo Luis H.
Vargas Lago Eulojio Ivol Enrique
Vives Wenceslao Stuven G. Juan.
Varela Julio Muñoz A. Ernesto
Vicencio Emilio Montt Luis
Viscaya Luis Echeverría Pedro
Velásquez Francisco J. licrnard Carlos
Waddington Josué Soruco Rómulo
Julio Juan Antonio.

L a comida fué espléndida. E l Menú, impreso en raso blanco,


lacre y azul, tenía la siguiente dedicatoria:

A LOS SEÑORES

J U A N CASTELLÓN, ISIDORO ERRÁZURIZ, PEDRO M O N T T Y LUIS BARROS

BORGOÑO

Sus amigos y correligionarios políticos de Valparaíso

Valparaíso, F e b r e r o 26 de 1890.

M E N U
I
POTAGE
C o n s o m m é aux filets de volatlle.
POISSON
C o r b i n a sauce aux huitres.
HORS DCEUVRES
Anchois, sardines, olives, saucisson, beurre, radis
PIÉCES FROIDES
G a l a n t i n e d e dinde truffée
J a m b ó n de Y o r k á la gelée
P á t é s d e foie g r a s en bellevue
L a n g u e s á l'écarlate.
ENTRÉES

Bouchées de Prince á la Maréchale


G r e n a d i n s á la financiére
P i g e o n s aux petits pois
Filet á la Périgüeux, sauce Madére.
LÉGUMES
Petits pois á la francaise
A s p e r g u e s en branche
Haricots verts á l'anglaise. •
P U N C H A R.A ROMAINE

ROTIS
Poules d ' I n d e - A l o y a u x de bceuf
Salades variées.
ENTREMETS
Gelées au Kirsch, au R h u m , Marasquin, Mousses au Chocolat,
Charlottes Russes, Biscuits de Savoie, G á t e a u x assortis.
PIÉCES MONTÉES
G l a c e s et Sorbets
CAVE
Sauterne, Jerez, Oporto, Rhin, Cháteau Léoville Lascases,
C h a m p a g n e Roederer,
Cognac, G r a n d e C h a m p a g n e , L i q u e u r s assorties,
Café-Thé.

D u r a n t e la mesa reinó la más franca alegría y pronunciaron


brindis, q u e fueron m u y aplaudidos por todos los invitados, los si-
guientes señores:
Don Carlos Garcia Huidobro Don Agustín Edwards
Isidoro Errázuriz Juan Castellón
David Mac-Iver Luis Martiniano Rodríguez
Pedro Montt Eduardo Matte
Enrique Valdés Vergara Agustín Montiel Rodríguez
Ramón Barros Luco José Besa
Eulojio Altamirano Luis Barros Borgoño
Augusto Orrego Luco Francisco A. Pinto
Federico Pinto I zarra Alejo Barrios
Joaquín Talavera. Alfredo Cabezón.

L a siguiente es la lista de caballeros q u e se adhirieron á la ma-


nifestación y enviaron cartas asociándose á ella:
Don Vicente Reyes Don Miguel Varas
« Cornelio Saavedra « José A. Bravo
« Manuel Paredes « Vicente Aguirre VArgas
« Carlos Valdés « Máximo R. Lira
12
— 9o —

* Elcodoro Gormáz « Ismael Valdés Valdés


H Juan E. Rodríguez « Joaquín Vallcdor
« Rafael Montt A. « Ricardo Espinosa
« Julio Zegers « F. Carvallo Elizalde
« Vicente Dávila « Gregorio A. Pinochet
/ Julio 2.° Zegers </ N. Hederra
« J. F. Valdés C. « Ladislao Errázuriz
« R. Sanhueza Lizardi « Julio Villanueva
« Tomás Eastman « Aníbal Zañartu
f Hernán Echeverría « Adolfo Guerrero
€ David Salamanca « Diego Barros Arana
€ Ramón Bañados Espinosa a Benjamín Vivanco
« M. Somarriva « Juan Viliamil Blanco
« Manuel Amunátegui « Gregorio Urrutia
<( J. Joaquín Aguirre « J. Jesús Carvajal
« M. Recabárren « Luis Felipe Puelma
« F. Puga Borne « Demetrio Lastarria

1 .legado el m o m e n t o se pronunciaron los specch q u e van á con-


tinuación:

Don Pedro Montt

Señores:

L o s gobiernos libres no son tiendas levantadas para el sueño,


son c a m p a m e n t o s en q u e dominan la vigilancia, la actividad y el
trabajo. E s t a s virtudes robustecen la energía del carácter y despier-
tan sentimientos generosos, q u e no se ponen en acción cuando no
hay una noble causa q u e los invoque.
L a o b r a en q u e estamos e m p e ñ a d o s es de las más g r a n d e s q u e
pueden ocupar á un pueblo.
E n nuestro suelo se batieron la civilización y la barbarie, triunfó
la civilización. Lucharon también la independencia y el vasallaje,
venció la independencia.
H o y se baten el gobierno parlamentario y el gobierno personal,
¿de quién será la victoria?
L a respuesta d e p e n d e de la voluntad de nuestros conciudadanos,
de su cultura y patriotismo, q u e tienen tan numerosos y legítimos re-
p r e s e n t a n t e s en esta escogida reunión.
Y no se trata, señores, de aniquilar el poder ejecutivo. E l go-
bierno parlamentario consiste en q u e la unión de las miras políticas
del ejecutivo con las miras políticas del Congreso, es u n a condición
indispensable de la marcha de los negocios públicos. E s a unión, q u e
se ha destruido, es lo q u e d e b e restablecerse p a r a volver á la letra y
— gi —

al espíritu de la constitución y para respetar la voluntad bien pro-


nunciada del país.
El próspero estado de la H a c i e n d a Pública debe aprovecharse
para fomentar el progreso nacional, aliviar las cargas de los contri-
buyentes, en especial de los más menesterosos.
Y h a de tenerse presente q u e las rentas fiscales son el producto
del trabajo de los ciudadanos, para que se considere deber primordial
todo el celo y diligencia que asegure su discreto y correcto empleo.
L a s cantidades que no han de invertirse con el d e b i d o estudio
y vigilancia en vista de los recursos y elemento del país, en n i n g u n a
parte se hallan más seguras que en el bolsillo de los contribuyentes,
allí fomentan el trabajo y es donde dán un producto m á s a b u n d a n t e
y beneficioso oara la República.
Presupuestos excesivos enjendran g r a v e s peligros, despiertan
ambiciones de todas clases, debilitan el espíritu de trabajo, relajan
la administración y disminuyen el vigor y energía de los caractéres.
Si por fortuna necesitamos todavía mirar fuera del país para
hallar la confirmación práctica de estas consecuencias, no cerremos
los ojos a n t e el peligro que nos amenaza y siguiendo el r u m b o tra-
zado por el Congreso en sus últimas sesiones, u n a m o s nuestros es-
fuerzos y pidamos la cooperación de nuestros conciudadanos para
q u e la próxima elección sea el legítimo resultado de la opinión po-
pular, para q u e se respete el gobierno parlamentario g a r a n t i d o por
la Constitución, y para que la República lo defienda y lo conserve
mediante las virtudes y el patriotismo de sus hijos.

Don Juan Castellón

C u a n d o se organizó el Ministerio de Octubre, d á n d o s e repre-


sentación en ¿1 á todas las agrupaciones liberales del Congreso, con
el noble propósito de unificarlas para la labor común, el país creyó
q u e había sonado para Chile la hora feliz de los gobiernos parla-
mentarios, de tal manera que su sorpresa no tuvo límite al ver el 18
d e E n e r o q u e ese mismo G a b i n e t e contando m á s q u e nunca con la
mayoría de ambas C á m a r a s y hallándose tranquilo, leal y honrada-
m e n t e consagrado al cumplimiento de su p r o g r a m a de pureza admi-
nistrativa y de libertad electoral, era arrojado de la M o n e d a por el
P r e s i d e n t e de la República y sustituido por otro q u e d e s d e el pri-
m e r m o m e n t o no ha enarbolado mas que una sola bandera: la de la
más audaz y más peligrosa intervención q u e se haya visto jamás.
P o r q u e debeis saber, señores, q u e esta intervención v á mucho
m á s allá de las irritantes destituciones y de los abusos de todo géne-
ro q u e denuncia la prensa diaria, como q u e vá también dirigida esta
vez en sistema general á campos hasta d o n d e no había llegado antes
— g a -

sino por casos de excepción: al campo vedado de la Hacienda Pú-


blica, y al más vedado aún del Poder Judicial.
E n efecto, señores, no son ya tan sólo los intendentes y gober-
nadores, el jefe de explotación de los ferrocarriles y los mil otros
agentes conocidos, son hoy además los visitadores de oficinas fiscales
quienes se han repartido á los cuatro vientos con la palabra de orden
del Gobierno para los tesoreros y para todo el mundo, premunidos
con tarjetas de un alto personaje que los acreditan y los ponen á
salvo de responsabilidad, y lo son también los jueces letrados a quie-
nes en persona han estado solicitando y comprometiendo los señores
ministros en su tristísima gira política por las provincias del sur.
Bien comprendéis, señores, que si esta nueva faz de la inter-
vención oficial llegara á echar raíces, las consecuencias no tardarían
en producirse y veríamos pronto, para vergüenza de la República,
las defraudaciones fiscales sin severo correctivo y la justicia arras-
trada sin freno por la presión política lejos, muy lejos, de la serena
región de la ley y del derecho.
Por fortuna, en el exceso mismo de los males, que asombrada
presencia la nación, se encontrará el correctivo, y si he de juzgar
por lo que he visto en la provincia de Concepción y sé por referen-
cia de los vecinos, no obstante los desengaños de las pasadas cam-
pañas electorales, no obstante la voz ó consigna propalada en todo
los tonos, de Presidente abajo, que ahora sólo se trata de una opo-
sición santiaguina, sin interés para las provincias y debida á mezqui-
nos móviles personales, no obstante la peligrosa rivalidad que por
estos y otros medios igualmente reprobados se procura levantar
entre las provincias y la capital y entre el pueblo y sus representan
tes independientes del Congreso, ese pueblo, señores, no presta cré-
dito á tales consejos cuya hilaza descubre hasta el más ciego y en
esta ocasión tiene fe en la campaña política electoral que se prepara
por que sabe que la mayoría de las Cámaras, pensando como él y
ajena á las influencias gubernativas, amparará el libre ejercicio de
sus derechos y con sólo ello, lo pondrá por primera vez en Chile en
situación de luchar y vencer en campo abierto.
Desde luego, y en prueba de esto, las jentes del sur han reci-
bido con indiferencia y desconfianza las confidencias y promesas de
los agentes electorales, se han mofado cruelmente de un ministro
que en Chillán y otras partes tuvo la audacia de decir (la palabra
quema mis labios, pero en ninguna parte sé hacer el papel de corte-
sano y la pronunciaré, aun cuando sea desagradable) tuvo la osadía
de decir, agregando que respondía de ello, que el gobierno se había
«ganado» á varios de nosotros y que contaba con mayoría segura en
el parlamento; esas jentes han mirado con el más profundo desprecio
á todos y cada uno de los tres ministros porta-voces de la interven-
ción, sin que nadie les haya creído, nadie haya querido oírlos, ni
— 93 —

nadie se h a y a asomado siquiera á la ventana para verlos pasar; y


esas jentes, por fin, señores, ó sean los pueblos del sur, e s p e r a n
tranquilos y confiados los primeros actos de las Cámaras, d e las
cuales todos comprenden q u e vá á depender el éxito de la campaña,
para lanzarse con decisión y entusiasmo á la acción y el t r a b a j o pre-
cursores del triunfo.
Señores;
Alcemos la copa á la unión inquebrantable, á la comunidad de
miras y propósitos de la alianza liberal en el Congreso, sin olvidar
q u e en la lucha que se inicia será esta unión la única que, salvando
á la patria de un abismo, podrá abrirle un porvenir seguro d e liber-
tad y de grandeza.

Don Eduardo Matte

T u v e el honor, señores, de formar parte del Ministerio Lasta-


rria, y ahora m e cabe el de agradecer cordialmente, á n o m b r e de
mis colegas y el mío propio, las benévolas palabras q u e el señor
presidente de este banquete se ha servido dedicar á aquel Minis-
terio.
E l G a b i n e t e Lastarria se limitó á cumplir con su deber. O r g a -
nizado sobre la base de eliminar toda candidatura oficial, m u y pron-
to se apercibió de que su tarea era harto difícil. U n a m a n o oculta y
en e x t r e m o poderosa ponía en j u e g o los resortes de la administra-
ción para forjar con ellos una candidatura á la presidencia de la
República.
E l G a b i n e t e combatió enérgicamente esos procedimientos cu-
yas huellas eran numerosas y visibles.
L o demás es sabido de todos; el Ministerio cayó como había
de caer en E n e r o por las mismas causas de su sucesor.
Y ahora, señores, permitidme proponeros un brindis.
H e m o s alzado la copa en honor de los h o m b r e s q u e en el Ga-
binete de O c t u b r e representaron la noble causa de la no interven-
ción del Gobierno en las elecciones populares; la hemos alzado en
h o m e n a j e á los miembros de la mayoría del C o n g r e s o que, lejos de
toda influencia oficial, han de designar el candidato del partido libe-
ral á la presidencia de la República, y contrajeron a n t e el país el
compromiso solemne de hacer triunfar e s a . g r a n d e idea; yo os invito,
señores, á q u e la levantemos de nuevo para enviar u n a palabra de
calorosos aplausos á los luchadores q u e en la prensa defienden la
gloriosa bandera á cuya sombra estamos reunidos.
E l más formidable enemigo q u e t e n e m o s q u e derribar en esta
— 94 —

trascendental jornada, es u n a vieja preocupación arraigada, por des-


gracia, en m u c h o s espíritus, la de q u e el poder del presidente d e la
República es invencible.
¿ C ó m o o b t e n e r la victoria con un ejército q u e d e s d e antes de
la batalla cree c i e g a m e n t e e n su derrota?
Gracias á los sucesos políticos q u e vienen desarrollándose desde
O c t u b r e y q u e t a n t a resonancia han tenido en la opinión, y gracias
t a m b i é n á la difusión tenaz q u e del alcance y trascendencia de esos
sucesos h a h e c h o la prensa d e la alianza liberal, esa fatal preocupación
está ya considerablemente debilitada. Y así tenía q u e suceder. M u c h o
h a p o d i d o el Presidente de la República cuando ha contado con el
a p o y o del C o n g r e s o para m a n t e n e r en los sillones ministeriales á
h o m b r e s dispuestos á ser los instrumentos de su omnipotencia; mu-
cho ha podido cuando los representantes del pueblo, olvidando q u e
son j u e c e s del Ejecutivo, se han convertido en sus cómplices ó cor-
tesanos; mucho ha podido cuando ha contado con el C o n s e j o d e
E s t a d o para cubrir con un m a n t o de indemnidad á los funcionarios
políticos arrastrados a n t e ese alto tribunal por sus faltas y abusos;
mucho h a podido, por fin, cuando la opinión pública, fatigada ó de-
sencantada, le h a dejado libre el campo para imponer su voluntad.
Por fortuna, esa situación d e g r a d a n t e y vejatoria para todos,
h a cambiado por completo.
E l C o n g r e s o está resuelto á tomar en el Gobierno de la R e p ú -
blica la influencia q u e por la Constitución y las leyes le correspon-
den, y á reprimir con mano vigorosa todo avance del E j e c u t i v o ; el
C o n s e j o de E s t a d o no será en lo sucesivo escudo impenetrable para
los funcionarios culpables; la opinión pública, ¡lustrada y disciplina-
da por la prensa, comprende q u e se acerca para ella u n a era de
libertad y de poder.
Y o bebo y os invito á beber, señores, por los diaristas d e la
alianza que, aplicando la luz de su linterna al fantasma de la omni-
potencia presidencial, han conseguido despojarlo de sus fantásticas
proporciones.

Don Ramón Barros Luco

L a s agrupaciones liberales del Congreso, q u e han acordado las


bases de la convención del mes de O c t u b r e del a ñ o actual, h a n creí-
d o corresponder á un anhelo común á todos los partidos políticos; la
independencia del poder electoral. P a r a conseguirlo, será indispen-
sable reformar la ley de elecciones, poniéndola en armonía con las
modificaciones q u e le han h e c h o á la Constitución del E s t a d o para
o b t e n e r ese mismo objeto.
— 95 —

E s natural que la reforma encuentre más de una dificultad; p e r o


también es indudable q u e ella se abrirá camino p o r q u e se trata, se-
ñores, de dictar la ley de las leyes.
L a reforma de la Constitución, la creación d e la comuna autó-
noma y aún la satisfacción de esta g r a n necesidad, el establecimiento
d e una corte de apelaciones de Valparaíso, tendrán q u e ceder su
primer puesto á la reforma electoral. T e n e m o s plena confianza en
que no será el tiempo un obstáculo para realizar aspiraciones, acon-
sejadas por un deber de patriotismo.
El carácter de la reforma en que estamos empeñados, es volver
á la constitución liberal de 1828 que organizó la provincia sin las
trabas ya insostenibles, establecidas por la carta de 1833.
E s una feliz coincidencia q u e la constitución de 1828 dictada
p o r un Congreso q u e funcionó en esta ciudad, reciba d e este pueblo,
hoy tan ilustrado, las manifestaciones de adhesión, debidas á los
fundadores de los principios liberales en Chile.
U n a g r a v e tarea está encomendada al actual C o n g r e s o : dictar
la ley y vigilar sus observancias hasta conseguir u n a elección d e los
poderes públicos, que representa la opinión de la mayoría d e nues-
tros conciudadanos.
Sería un g r a v e error creer que haya un solo m i e m b r o del Con-
g r e s o que, en el cumplimiento d e aquellos deberes, faltare á la cita
d a d a en el campo del honor.

Don David Mac-Iver

Señores:

N a d a más justo, nada más oportuno q u e esta h e r m o s a mani-


festación, que es merecidísimo y espontáneo aplauso á la digna y
discreta conducta observada por los ministros que, con tanto acierto
como patriotismo, supieron representar en el G o b i e r n o las aspiracio-
nes y propósitos de las agrupaciones liberales q u e los designaron.
T e n í a n ellos la amplia confianza de esas agrupaciones q u e son
mayoría en el Congreso y tienen hoy, á más, su aplauso más entu-
siasta.
Subieron al poder y bajaron de él en las más honrosas condi-
ciones.
Su salida del Gobierno, d o n d e ellos eran g a r a n t í a d e legalidad
y concordia, h a sido un acontecimiento inesperado é injustificado
q u e hace t e m e r días de intranquilidad y perturbación para los inte-
reses públicos.
D e aquí viene la patriótica inquietud con q u e el país se pre-
g u n t a s i es verdad q u e el Presidente de la República, d e s o y e n d o la
— 9 6 —

voz de la ley, la del interés nacional, y acaso la de su tranquilidad


y prestigio, p r e t e n d e hacer triunfar, á todo trance, u n a candidatura
q u e comenzaron por rechazar sus amigos más distinguidos y q u e
hoy rechaza la inmensa mayoría de la nación.
Si esto es verdad, como v e r d a d lo creen todos los q u e m e escu-
chan, como v e r d a d lo cree el país, deber y d e b e r s a g r a d o es p a r a
todo ciudadano q u e algún a m o r sienta por su patria y por sus insti-
tuciones republicanas, esforzarse p o r q u e el v o t o del pueblo, no el
d e un solo hombre, sea el q u e designe y elija al futuro Presidente.
Y es tanto más sagrado el deber q u e se impone á los ciudadanos
de hacer valer, en la cercana elección presidencial, su v o t o hasta hoy
supeditado, cuanto q u e en la próxima administración h a b r á n de ser
solucionados interesantísimos problemas políticos, internacionales y
económicos.
E n t r e estos últimos, la cesación del curso forzoso y la implan-
tación de la más amplia libertad d e industria en la explotación de los
territorios del norte, ocupan el primer lugar. E s el curso forzoso un
cáncer q u e debilita las fuerzas sociales, d e estirpación é impotencia
q u e sólo beneficia transitoriamente á unos pocos.
Su vijencia, tras las constantes oscilaciones d e nuestro cambio
internacional, fomenta el ajio y la especulación, produciendo á la
larga, considerables perjuicios á los negocios.
N i n g u n a situación más propicia para salir d e él q u e la q u e ha
v e n i d o y v a a t r a v e s a n d o el país. L o s a b u n d a n t e s recursos q u e flu-
yen á T a r a p a c á , esa cólquide q u e encierra las riquezas q u e en vano
buscaron J a s o n y los argonautas, han b a s t a d o y sobrado p a r a pagar
al pueblo la d e u d a s a g r a d a q u e la nación contrajera en hora a m a r g a
y angustiada. D e b e m o s a p r o v e c h a r j e n e r o s a m e n t e esas riquezas,
q u e como las del Pacto lo h a b r á n de tener su término. N o h a b r á n
descendido muchos d e los q u e m e escuchan al valle d o n d e termina
la vida cuando habrá acaso q u e aplicar á T a r a p a c á los versos que
el célebre poeta cantara á Itálica famosa.
¿Y q u é se habrá a p r o v e c h a d o hasta entonces de las g r a n d e s
riquezas de T a r a p a c á , q u e h a visto sus montañas, sus p a m p a s y sus
m a r e s r e g a d o s por la s a n g r e j e n e r o s a de nuestros valerosos marinos
y soldados? Y al llegar á este punto, séame permitido felicitar al ex-
ministro de hacienda porque, sin dejarse d e s l u m h r a r con la prospe-
ridad q u e lanza á otros al derroche, puso m a n o firme á la supresión
de m u c h o s g a s t o s inútiles y á la reducción de contribuciones q u e gra-
van á las clases pobres.
S e ñ o r e s : á los señores Castellón, Errázuriz, Montt, Barros Bor-
goño, á los ministros del cuadrilátero q u e existió, no como el de la
historia para oprimir la libertad de un pueblo, sino p a r a dársela; á los
ministros q u e cayeron h o n r a d a m e n t e del poder por d e f e n d e r las li-
b e r t a d e s públicas.
— 97 —

Don Eulojio Altamirano

Señores: E s t a b a muy lejos de este lugar c u a n d o recibí la invi-


tación con q u e m e honró la comisión e n c a r g a d a de p r e p a r a r este
espléndido banquete y, como es natural vacilé en aceptarla por razón
de la distancia que nos separaba. P e r o p e n s é luego q u e e r a Valpa-
raíso el pueblo que se levantaba para tomar su puesto en las filas de
los q u e buscan para la patria más libertad, m á s verdad, m á s altura,
m á s dignidad en la política, más seriedad, más prudencia en la ad-
ministración de los intereses nacionales, y a n t e esta consideración
mis vacilaciones desaparecieron.
C u a n d o Valparaíso marcha á la vanguardia, no p u e d o yo que-
dar entre los rezagados ó entre los poltrones. Q u i e r a Dios no pro-
longar tanto mi vida q u e pueda llegar un día en q u e Valparaíso se
levante en defensa de una causa noble y j u s t a como lo hace ahora y
que no m e sea dado á mi, su viejo servidor, llegar siquiera arras-
trándome á sus asambleas, á sus meetings, á sus plazas, p a r a decir
como en este momento: «señores, h é aquí un soldado más, y, como
vosotros, entusiasta, firme y resuelto.» Feliz idea ha sido, señores,
la de esta reunión. Con ella se ejecuta un acto de justicia, con ella
p a g a m o s nuestro tributo de aplausos á los dignos repúblicos q u e
fueron á la M o n e d a en los brazos y sobre el escudo q u e le f o r m a b a n
sus amigos y correlijionarios.
Caídos, reciben en este m o m e n t o la más gloriosa r e c o m p e n s a á
q u e p u e d e aspirar uñ hombre público.
Caídos, he dicho, y no es esa la palabra consagrada: han sido
arrojados con desdén del Olimpo, han sido precipitados desde la al-
tura, pero no pudieron extrellarlos sobre las frías lozas del parlamen-
to, p o r q u e han caído sobre nuestros pechos, y allí h a n sentido el la-
tido de nuestro corazón, q u e la indignación inflama, y allí h a b r á n
encontrado la fuente de las resoluciones q u e la situación reclama,
prudentes, tranquilas, serenas, pero firmes y altivos. N o h a y motivo
alguno que nos aconseje ocultar q u e la situación es delicada, q u e
p u e d e ser grave, porque es más q u e g r a v e y delicada, es interesan-
tísima para el país. T e n g o el convencimiento m á s p r o f u n d o de q u e
esta situación, tan p r e ñ a d a de tempestades, v a á resolverse en u n a
lluvia de oro para nuestras libertades.
T o d a s las barreras q u e a n t e s detenían la reforma, están cayen-
do: hay h a m b r e de n u e v a vida.
E l llamado Ministerio de E n e r o , conociendo la insubsanable
irregularidad de su formación, dándose cuenta cabal de q u e su exis-
tencia al frente de los negocios públicos, importa el desconocimiento
m á s ultrajante de los fueros del Congreso, cuya mayoría indiscuti-
ple en a m b a s C á m a r a s h a sido pisoteada, cuya opinión, claramente
manifestada, h a sido despreciada; sintiendo temblar la tierra q u e
•3
— 9 8 —

pisa, se ha dirigido al país con la esperanza de tranquilizarlo, y le


han dicho que no debe alarmarse; pues si se presenta armado, no es
para amordazarlo, sino para libertarlo.
«Dejamos, ha dicho, la vieja política personal á los ambiciosos
de Santiago; nosotros no tenemos más candidato que la reforma de
la Constitución, para dar cabida en ella á la comiína autónoma.»
Yo no quiero, señores, desautorizar el programa ministerial; contras-
tando la jenerosidad de sus conceptos con la pequeñez de las obras
que, en este momento, preocupan á los señores Ministros en sus
viajes y correrías. El velo que los cubre es demasiado trasparente
para que necesite levantarlo ante vosotros.
Pero sí, es necesario contestar á S. E . el Presidente de la Re-
pública, y por mí parte yo lo haría en estos términos, señores: Sin
la cooperación de un Congreso prestijioso y respetado no hay posi-
bilidad de realizar las reformar ofrecidas. Lo primero es dar ejem-
plo de respeto al poder lejislativo, apresurándose á organizar un Mi-
nisterio que refleje su opinión ya que es la opinión del país liberal.
Y después contad con la aprobación inmediata de vuestros pro-
yectos, si es que realmente consultan la completa independencia del
Congreso, la verdadera independencia del poder judicial, la creación
del poder comunal municipal con vida, recursos y facultades propias
con real y verdadera autonomía, contad sobre todo con la adhesión
del Congreso y del país si os resolvéis, por fin, á rendir acatamiento
á la opinión de vuestros conciudadanos, que reclaman su derecho á
elegir al magistrado que habrá de sucederos y que resisten la candi-
datura que pretendéis imponerles. E s t a demostración práctica de
vuestro respeto al derecho valdría más que todas las promesas de
reforma, que para muchos son polvos de oro arrojados á los ojos del
pueblo para cegarlo ó adormecerlo. Esto le diría á S. E . hoy mismo
si lo pudiera, y en todo caso se lo diré desde mi asiento responsable
de senador.
A vosotros, amigos y correlijionarios, os digo que en esta cam-
paña se juega la suerte y el porvenir del partido liberal. Ser ó no
ser, esta es la consigna del día para el partido liberal.
Estamos obligados á restablecer el réjimen parlamentario, con-
siguiendo que S. E . respete la autoridad del Congreso, y si no lo
alcanzamos debemos ceder el puesto á otros que sean más activos
y dignos representantes del pueblo. Estamos obligados á dotar al
país de una ley electoral que mate la intervención del Gobierno y
que sea garantía de libertad para todos; necesitamos crear el munici-
pio autónomo como medio único de llegar á la República, poniendo
término á la reyecia electiva y temporal que hoy nos rije. Y sobre
todo, señores, necesitamos ganar la batalla de nuestra independencia
electoral con enerjía y resolución. Los señores Ministros aseguran
que esto no sucederá y andan diciendo por todos los pueblos del
— 99 —

sur, á quien quiere oírlos, que ya la mayoría les pertenece, pues ha


tenido quince ó más miembros del Congreso que, después de firmar
las bases de la convención han ido á la Moneda á hacer protestas de
adhesión al réjimen imperativo.
Los señores ministros no se fijan en la injuria que hacen al país,
circulando especie tan denigrante. El día que el Congreso de Chile
cuente en su seno un número de hombres tan olvidadizos de su dig-
nidad y de su decoro, habrá llegado el momento de sembrar sal en
esta tierra, que en los albores de la independencia fué regada con la
sangre de nuestros padres. ¿Esa sangre habría sido estéril?
Pero, como la especie circulada es falsa, ha habido quienes han
dicho á los señores ministros que el deseo de escapar á una muerte
inevitable los engaña, que desde el día en que suscribimos las bases
de convención, los adherentes han aumentado en vez de haber dis-
minuido, que hoy, en abril y en junio será la mayoría.
¿Sabéis lo que han contestado? Que nada les importa, que po-
drá el Congreso negar la ley de contribuciones, negar los presupues-
tos, dar votos de censura, sin que ellos los tomen para nada en cuenta.
E s t o no es serio, es una simple baladronada.
Yo hago al patriotismo de los señores ministros más honor del
que ellos mismos se hacen.
Presentarán sus renuncias el mfimo día en que el Congreso de-
clare que no merecen su confianza. Y si olvidaran de cumplir ese
deber de hombre de Estado y de caballeros, S. E. se vería obligado
á señalarles la puerta.
¡Ah señores! imajinar que en el año en que vivimos, en esta
tierra de América que ayer no más ha visto desplomarse un trono
que la virtud sostenía, que en Chile pudiera sostituirse el cesarismo
sin máscara, y que estuviéramos destinados á oír en este siglo de
luz, de libertad y de emancipación, la frase de los reyes de derecho
divino: «El estado soy yo».
Señores, eso es demencia. No quiero seguir abusando de vues-
tra bondad. Hemos abrazado la defensa de una gran causa, tenemos
una hermosa bandera y para llevarla á la victoria no se necesita del
heroísmo de Prat, bastará que seamos caballeros, bastará que sea-
mos honrados y que cumplamos con nuestro deber de resistencia en
el Congreso y en las urnas, y que una vez por todas, formemos el
propósito de no abandonar nuestra actitud, hasta que el país goce de
1a libertad electoral en la misma condición . con que hoy disfruta de
la libertad de imprenta.
La República será entonces una i verdadera; Chile será grande,
y á vosotros señores, os corresponderá el honor de haber hecho la
gran campaña, marchando siempre á la vanguardia.
— 100 —

Don Luis Barros Borgoño

Señores:

Asistimos en este m o m e n t o al primer acto de la g r a n j o r n a d a


política q u e e m p r e n d e el país en reivindicación de sus fueros y de
sus libertades públicas.
E n esta h e r m o s a y espléndida manifestación de la ciudad de
Valparaíso, h a y más q u e la aprobación de la política de un ministe-
rio, la esplícita y solemne aclaración de los principios q u e el partido
liberal h a sabido conquistar después de cien combates en las urnas
electorales y después de cien gloriosas campañas en la urna parla-
mentaria.
H o y , cuando t e n e m o s todavía entre nosotros á los g r a n d e s y
esforzados luchadores de aquellas lides, hoy, cuando está aún fresca
y vigorosa la voz de los oradores formidables del liberalismo y cuan-
do todavía no se pierde el eco de las palabras enérjicas y varoniles
con q u e liberales y conservadores, todos los h o m b r e s honorables del
C o n g r e s o de Chile, se apresuraban á condenar aquellos actos de in-
tervención electoral, q u e en hora desgraciada pudieron acaso tole-
rar altos dignatarios dí^la nación; hoy cuando nos sentíamos orgu-
llosos de nuestro n o m b r e de ciudadanos de un país libre y democrá-
tico, acabamos de sentir por esas calles de Dios el chasquido del
látigo con q u e el mayoral dirije las blandas acémilas de su h e r e d a d
patriarcal.
¡Ah! señores: cuánto se e n g a ñ a n los q u e no creen en la fuerza
de]la dignidad humana! ¡Cuánto se equivocan los q u e no son capaces
d e medir el g r a d o de espansión patriótica q u e p u e d e alcanzar un
p u e b l o q u e se levanta indignado para defender su herencia de hon-
radez y de probidad política.
E s t e pueblo d e Valparaíso, el primero en los torneos del traba-
jo, el más f u e r t e en los azares de la guerra, y el más p u j a n t e en las
lides políticas se apresuró há poco á lanzar en una inmensa asamblea
pública el veredicto de su enérjica y justiciera condenación.
Y al p r e s e n t e encontrándonos de n u e v o invitados á tomar parte
e n e s t e importante movimiento de la iniciativa individual, no pode-
mos sino levantar m u y en alto nuestra voz para pediros confianza y
fe en el éxito d e la contienda q u e está t r a b a d a e n t r e el derecho y la
violencia, la ley y el abuso, el C o n g r e s o y el Ejecutivo.
L a convención, organizada para designar de u n a m a n e r a hon-
rada y libre á la persona del candidato á la presidencia de la R e p ú *
blica, q u e el partido liberal considere digna d e p r e s e n t a r á sus con-
ciudadanos, h a pasado á ser, d e s d e el día en q u e se le arrojó el
g u a n t e á la plaza pública, el centro p o d e r o s o de nuestra vitalidad
política, el h o g a r común de todos los liberales del país, la encarnación
ienuina de la voluntad nacional.
— ioi —

L a convención llevará á cabo su o b r a con la tranquila p e r o in-


quebrantable resolución que saben inspirar la conciencia de la b u e n a
causa y el ejercicio lejítimo de su derecho soberano.
P a r a llegar á su término la convención t e n d r á q u e e n f r e n a r de-
b i d a m e n t e á los segadores mercenarios q u e se h a enviado á recojer
las gavillas más lozanas de nuestros propios cercados, t e n d r á q u e ha-
cer caer la acción inexorable de la justicia sobre todos los culpables
q u e se hayan comprometido en esta empresa criminal d e reacción
contra las libertades públicas, de a t e n t a d o audaz contra las g a r a n t í a s
constitucionales y de verdadero desenfreno político; tendrá q u e apre-
tar todos los tornillos y hacer funcionar todas las piezas q u e compo-
nen la poderosa máquina llamada Constitución del E s t a d o , hasta
que se quiebren allí todos los audaces que han imajinado p o d e r so-
breponerse á los derechos que reconocen la carta fundamental de
nuestras libertades públicas. L a obra de la convención será de mo-
ralización política, de reparación pública y de desagravio constitu-
cional.
Para cumplirla y realizarla eficazmente, cuenta con el derecho
y con el poder, sí señores, con el poder, porque lo es tal en Chile,
como en cualquiera nación organizada, la voluntad del cuerpo lejis-
lativo; y vosotros y el país entero saben s o b r a d a m e n t e q u e esta vo-
luntad está en el seno de la Convención, f o r m a d a por la i n m e n s a
mayoría de las dos ramas del Congreso Nacional.
C u e n t a también, para cumplirla, con el concurso y la decidida
cooperación de pueblos tan enteros y varoniles como el d e Valparaí-
so. Allí están á su lado, para no designar sino á aquellas provincias
q u e hasta este momento nos han enviado el testimonio de su adhe-
sión y de su confianza, la invicta y gloriosa Atacama, la opulenta
Concepción, T a l c a la indomable, Colchagua, Linares, Ñuble, y por
fin, Santiago, la capital, esa ciudad de la cual tratan de escapar los
h o m b r e s q u e hoy se llaman del Gobierno, y á la q u e miran con es-
panto deseando sacudirse hasta del polvo de sus calles. Bien, señores:
en n o m b r e de esos veteranos de la política santiaguina, invito en
vosotros á los nobles correlijionarios de todas nuestras provincias
liberales, á beber á la salud de la Convención, q u e es y será el go-
bierno de la República.

Don Isidoro Errázuriz

Señores:

M e inclino, en n o m b r e de los q u e fueron mis nobles y dis-


tinguidos compañeros de trabajo ministerial, y en el mío propio,
con vivo agradecimiento, a n t e esta g r a n d i o s a manifestación de las
t
— 102 —

simpatías de Valparaiso. Las heridas de la política las cura la polí-


tica, y las caídas del poder causan poco daño, son apénas caidas,
cuando un pueblo como éste recibe entre sus brazos á los hombres
á quienes la intriga y el capricho han derribado. Vosotros habéis
poseído siempre el privilejio de resentir ante que nadie los quebran-
tos que sufre el patriotismo, así como sabéis adivinar sus glorias; por
eso, os habéis levantado periódicamente á tributar aplausos entu-
siastas á los buenos servidores de la nación. Por eso, también, ha-
béis tenido, á veces, crueles censuras y habéis tenido silencios más
elocuentes que la censura misma, silencios que han debido producir
escalofríos y estremecimientos como los de la conciencia culpable.
Por otro lado, la circunstancia de encontrarse reunida en sus
hogares la sociedad porteña, en estos momentos de vacaciones en
que el Congreso Nacional no funciona, y en que los habitantes de
las demás ciudades del país se hallan ausentes, hace de vosotros el
centinela avanzado de la libertad, de la ley y de la dignidad nacional.
Así como en febrero de 1879 estuvisteis de pié para responder con
inolvidable enerjía al reto del extranjero, os levantais, este año, á
denunciar el peligro que amenaza las instituciones. E s esta la pri-
mera ocasión en que los que fuimos miembros del gabinete organi-
zado en octubre nos encontramos en presencia de una reunión con-
siderable de nuestros conciudadanos y la aprovechamos con gusto
para darles cuenta de los propósitos que perseguimos en el poder,
de los elementos hostiles ó amigos con que tuvimos que contar y de
las causas y peripecias de la singular catástrofe que puso término
á nuestra acción ministerial.
Se formó el gabinete de octubre á la luz de la más amplia pu-
blicidad. Desde principios de 1889 se pronunció, en los círculos li-
berales parlamentarios, el convencimiento de que estaba funcionando
un sistema de política perturbador y disolvente, á costa de la inte-
gridad y del prestijio del partido liberal y del país.
Al paso que se entonaban himnos á la unión de los liberales, se
esplotaba sin piedad las divisiones, los rencores antiguos, las rivali-
dades del día. Se hacía servir á un grupo contra los demás grupos,
y recíprocamente. Se contenía y amenazaba al grupo gobernante
por medio de negociaciones más ó menos veladas con el grupo de
oposición. Y á favor de esta táctica, se había logrado implantar un
réjimen de arbitrariedad personal sin ejemplo en nuestros anales
patrios, y se preparaba el campo á la usurpación del derecho elec-
toral, no ya en beneficio de los caudillos y de los buenos servidores
del partido, sino en favor de un recien llegado con méritos de inteli-
jencia ó de honorables antecedentes.
A mediados del año, la mayoría del liberalismo parlamentario
se había lanzado á una evolución salvadora. A la unión de aparato
oponía la unión séria, estrecha y fecunda, destinada á amparar el de-
— 103 —

recho del partido y el derecho del país' y á sostituir el personalismo


dictatorial por el gobierno de la opinión pública representada y ser-
vida por el Congreso
Fruto de este movimiento fué la organización del gabinete de
octubre.
Nuestra fuerza y nuestro encargo fueron conocidos desde la
primera hora.
Nuestra fuerza estuvo en el Congreso y de ella recibimos el
encargo solemne de mantener en el Gobierno la unión de los ele-
• mentos liberales como barrera contra las tendencias dictatoriales, de
cumplir y hacer que se cumpliesen las leyes y de ahuyentar de la
Moneda la candidatura oficial.
Se ha dicho, en son de reproche, que no fuimos Ministerio de
brillo... Sin duda no lo fuimos. Ante que nosotros, habían estado
otros que hicieron correr á torrentes el tesoro nacional; y en vez de
continuar en esa vía preferimos adoptar una política de severo reco-
jimiento en la inversión de los caudales del Estado y estancar, por
medio de medidas de discreta y cautelosa administración, las heridas
causadas por alarmantes y peligrosos procedimientos. N o fuimos,
tampoco, Ministerio de combate.
E n tres meses no conseguimos ventaja ninguna sobre los anti-
guos adversarios. No negamos esto, y casi no hacemos mérito de
ello. Obedecimos al propósito de obligar á los partidos que viven
fuera de la atmófera oficial, á la neutralidad. De esta suerte, esperá-
bamos encontrarnos más fuertes para el combate contra la inter-
vención.
¿Esta política tuvo éxito? Básteme recordar que la observancia
fiel de las leyes de administración regular financiera y la leal neu-
tralidad en asuntos electorales, que fueron la norma de nuestra con-
ducta, encontraron en todas partes favorable acojida. Ganamos
terreno en el Congreso, en donde no se logró desarrollar contra el
gabinete una sola interpelación de carácter político.
Pudimos, de esta suerte, ver formarse en torno nuestro una at-
mósfera de simpatía y respeto, y logramos envolver en ella la perso-
na y la dignidad del jefe del Estado, que no fueron siempre acaricia-
das por el aura del prestijio popular y del acatamiento parlamentario
durante la época anterior de su administración.
Se ha dicho por otros que fuimos inocentes y crédulos. E n rea-
lidad, vivimos en el gobierno con la confianza que es propia de hom-
bres de honor en el levantado puesto que ocupábamos. Ceder á
impulsos del recelo y de la sospecha habría importado tanto como
declarar que había felonía en el jefe de la suprema autoridad de
Chile.
N o negaré que descubríamos aquí y allá síntomas alarmantes.
N o s parecía singular que un grupo político que hizo profesión de fe
— 104 —

de su ciego sometimiento á la' voluntad y las inspiraciones del jefe


del Estado, asumiese, por momentos, actitudes hostiles á la política
proclamada por S. E . y manifestase veleidades de oposición; pero
¿qué importancia podíamos atribuir á síntomas como éste, cuando
las palabras del primer majistrado lo desautorizaban por completo,
cuando á la manifestación de nuestro deseo de que se convocase el
Congreso en abril á sesiones estraordinarias, contestaba aquél que,
si el funcionamiento del Congreso era considerado por nosotros como
un medio de tranquilizar la opinión y como una garantía para el
derecho electoral, se hallaba él dispuesto, á fuer de buen pagador,
á quien no dolian prendas, á mantener las cámaras en función hasta
el último día de su administración?
Tocó al número de adictos al Presidente, á que me he referido,
desempeñar un papel muy importante en la catástrofe en que desa-
pareció el Ministerio formado en Octubre.
Los excelentes señores que pertenecen á ese grupo debieron
sentirse muy confundidos y perplejos al desempeñar el encargo que
les fué asignado en la crisis.
Ejecutar amagos de oposición, aparentar enojos y esplosiones
de propia cólera, manifestarse resentidos por quiméricos agravios y
gastar el lujo de desautorizar á un Ministro y de promover una cri-
sis, debió parecer sorprendente y audacísima evolución á estos polí-
ticos, por mucho que el actual Gobierno los hubiera acostumbrado á
ejecutar saltos mortales.
E n presencia del descalabro del Ministro, que representaba in-
jenuamente el grupo presidencial, los cinco miembros restantes del
Gabinete nos dijimos que aquella dificultad no podía tener sino el
carácter de una crisis parcial. Podía salvarla ésta mediante la desig-
nación de un nuevo Ministro que contara con las simpatías del gru-
po en pronunciamiento, más seguramente que el anterior, ó si esto
no era posible, el Gabinete se sentía con apoyo suficiente en el Con-
greso y en el país para continuar al frente de los negocios. Sucedió
entonces, lo que supo caracterizar con mucha finura y exactitud nues-
tro estimado compañero del Interior, á quien quisiera hacer llegar,
desde el seno de esta reunión, la expresión del respeto y el aprecio
que la corrección, cortesía, enerjia y el patriotismo de su actitud
inspirará siempre á sus colegas.
N o se veía motivo para una crisis, pero al medio día del 18 de
E n e r o fué preciso convencerse de que nos hallábamos en crisis, por
la muy sencilla y poderosa razón de que estábamos en ella.
L a verdad era que los cinco miembros del Gabinete unidos en
un común propósito, no habíamos contado con un detalle técnico del
funcionamiento ministerial de estos tiempos. Habíamos perdido de
vista la muy importante circunstancia de que, según parece, ha sido
— 105 —

regla de esta administración q u e las crisis de G a b i n e t e t e n g a n el ca-


ráter de crisis generales.
A q u í estuvo la catástrofe.
El país y la victoria juzgarán sí, en verdad, el G a b i n e t e s o s t e -
nido por el Congreso resbaló en un resorte técnico d e la m á q u i n a
administrativa. Los que sufrimos la caída tenemos nuestra opinión
formada sobre la materia, y esta opinión es digna sin d u d a de res-
peto, porque es la de los pacientes q u e no resbalamos en otra cosa
q u e en la candidatura oficial.
E s t a m o s convencidos de que la candidatura oficial,—que lográ-
bamos auyentar y mantener alejada d u r a n t e el día, se paseaba, en
las horas cíe los espectros y de las sombras en pena, por los claustros
de la Moneda,—estamos convencidos de q u e ella fué retirada en
O c t u b r e temporalmente, por vía de h o m e n a g e forzado á la voluntad
del Congreso y el país, y con el ánimo de hacerla reaparecer en
E n e r o sobre las ruinas de la coalición, y en todo caso, a favor de la
dispersión universal y de la clausura del Congreso.
Los que han asestado al reginien parlamentario este golpe, sa-
ben, mejor que nosotros, en dónde está para ellos la conveniencia; á
ellos toca resolver si, después de huir el bulto á la lucha en Octubre,
cuando la mayoría de resistencia en la C á m a r a de D i p u t a d o s se ha-
llaba en vía de formación, les conviene provocar el combate, en estos
momentos, cuando la mayoría de a m b a s C á m a r a s está pronunciada
contra ellos y cuando resuena el país e n t e r o con el escándalo de la
bancarrota afrentosa de la confianza en el poder.
D e todas maneras, es una situación solemne, t r e m e n d a y peli-
grosa la q u e han desencadenado sobre el país los autores cíe esta
audaz calaverada.
T o d o el régimen de nuestras instituciones, elaborado d u r a n t e
medio siglo, está sometido á dolorosa prueba. E l buen sentido d e
Chile será apenas suficiente para contener el d e s b o r d e de las influen-
cias desmoralizadoras puestas en j u e g o y de los elementos de desor-
den llamados en su auxilio por el poder.
O s he manifestado agradecimiento por esta manifestación es-
pléndida en n o m b r e de los q u e fuimos miembros del G a b i n e t e par-
lamentario.
Debo, al concluir, tributároslo en n o m b r e de la causa s a g r a d a de
la ley y de la libertad y felicitaros por haber encendido en nuestras
colinas el primero de los fuegos de alarma, que, en pocas semanas,
estará encendido en todo el país anunciando el peligro público y ha-
ciendo saber á los h o m b r e s de patriotismo y de honradez, á los q u e
confían en el porvenir de Chile, á los q u e tienen algo q u e t e m e r y
q u e perder, q u e h a llegado la h o r a de a r m a r s e y de acudir á la de-
fensa de todo lo q u e es querido y s a g r a d o al ciudadano y contener y
castigar la insolencia de la e m p r e s a Catilinaria.

'4
— io6 —

El señor don Agustín Edwards

Señores:

C o m o r e p r e s e n t a n t e de esta provincia, q u e no solo es la colme-


n a cosmopolita q u e fomenta el progreso material é intelectual de la
República, sino q u e también en materia política es la celosa g u a r d a -
dora de tradiciones liberales, alzo mi copa para saludar con cariñoso
afecto á los honorables caballeros q u e en el último g a b i n e t e represen-
taron los intereses jenuinos del liberalismo chileno.
Los principios q u e en el g o b i e r n o sostuvieron los señores Cas-
tellón, Errázuriz, M o n t t y Barros Borgoño, fueron, á mi juicio, los
mismos q u e en el campo de la oposición defendieron, y a sea en la
tribuna parlamentaria ó en la prensa, ya en las reuniones de partido
ó en los círculos sociales.
Si su pátriótica obra de regeneración no se realizó sino en pe-
q u e ñ a escala, demasiado sabéis q u e de ello no son culpables. Su her-
mosa y fructífera labor, fué bruscamente cortada por la omnipotencia
presidencial, q u e en aquella ocasión no g u a r d ó siquiera la forma ex-
t e r n a de cortesía q u e los h o m b r e s se deben entre sí.
L o s caballeros á qpienes está dedicada esta manifestación, fue-
ron los que, cumpliendo con el deseo de la g r a n mayoría de los chi-
lenos, buscaron como base angular de su p r o g r a m a , el hacer práctica
la libertad electoral y como primer paso estimularon la formación de
u n a convención que designara el candidato del partido liberal para
el próximo período presidencial.
L a s bases de esa convención fueron establecidas con absoluta
prescindencia de los miembros del Ejecutivo, y esas bases, garanti-
zando á todos y á cada u n o su derecho, á nadie excluyen ni á nadie
benefician. D e esa Convención necesariamente nacerá, prestigiado
por el voto de concientes electores, el p r ó x i m o P r e s i d e n t e de la
República, y ya no podrá en lo futuro surgir aquel q u e directa ó in-
directamente nazca con el a b r u m a d o r peso de la intervención de Ios-
h o m b r e s de gobierno porque Chile h a llegado á su mayoría de edad
y á reconquistar su derecho de elegir libremente á sus mandatarios.
Bebo, señores, por los Ministros q u e en el g o b i e r n o tuvieron
por n o r m a de conducta el estricto cumplimiento d e las disposiciones
constitucionales y leyes reglamentarias; por Castellón, Errázuriz,
M o n t t y Barros Borgoño que, r e p r e s e n t a n t e s en el G o b i e r n o de las
distintas fracciones del liberalismo independiente, fueron respetuosos
del derecho ageno, fieles servidores de su m a n d a t o y en todos sus
actos se. ajustaron al cumplimiento estricto del deber. Bebo también
p o r el p r o g r a m a que ellos en el g o b i e r n o r e p r e s e n t a r o n y q u e vinien-
do á unir bajo la sombra de u n a común b a n d e r a á todos los liberales
independientes, nos llevará sin miedo ni vacilaciones á la conquista
d e la amplitud de nuestros derechos civiles.
— 107 —

El señor don Augusto Orrego Luco

N o s encontramos, señores, en una situación e x t r a ñ a y feliz, en


q u e se presentan unidos todos los grupos liberales, quizás por pri-
mera vez en nuestra historia, y en que se presenta en plena luz la
verdadera cuestión q u e ha dominado la política chilena.
L a cuestión que ahora asoma á la superficie, q u e se levanta clara
y desnuda, es el conflicto entre el poder presidencial y el p o d e r d e
la opinión pública encarnada en los partidos.
D e s d e la administración Pérez, esa cuestión viene avanzando,
velada y envuelta por la habilidad de los que tenían en sus m a n o s
las riendas del Gobierno.
D e s d e entonces, señores, vemos constantemente aplicado el po-
der presidencial á la disolución de nuestros partidos políticos.
L o vemos constantemente e m p e ñ a d o en levantar las personali-
d a d e s que se aislan, los hombres q u e rompen con la disciplina del
partido y que sólo llevan lazos personales al gobierno.
Y al mismo tiempo vemos cubrirse con todas las caretas, esa
política de la ambición presidencial, tristemente c o n s a g r a d a á man-
tener siempre vivos los rencores del pasado y á lanzar u n o sobre
otro los grupos liberales levantando entre ellos la b a r r e r a de los
odios.
Señores: H a sido triste ese espectáculo d e nuestra historia po-
lítica en que sólo ha habido horas de t r e g u a para los odios de partido
cuando el poder presidencial se sentía tranquilo y seguro, c u a n d o
dominaba nuestra situación sin contrapeso.
Pero apenas se principia á ajitar la opinión pública p a r a sacudir
ese imperio desastroso, volvía de nuevo la m a n o del p o d e r á derra-
mar el fermento de los viejos rencores, á a r m a r á los unos en contra
de los otros, para consolidar sobre las ruinas de todos los partidos su
vacilante omnipotencia.
E s e ha sido el resumen de una triste y larga historia á q u e la
situación actual ha puesto término descubriendo á todas nuestras
agrupaciones políticas el secreto de esa astuta comedia del poder.
H o y , señores, se pueden evocar i m p u n e m e n t e los viejos fantas-
mas q u e hasta ayer conservaban el poder de dominarnos.
H o y todos sabemos lo q u e se oculta en realidad d e t r á s de las
sombras de los viejos rencores y d e b e m o s a g r a d e c e r á un c o n j u n t o
escepcional de circunstancias, favorecida por la t o r p e duplicidad de
la política imperante el q u e haya caído g a s t a d o y hecho pedazos el
poderoso instrumento de nuestras antiguas divisiones; d e b e m o s agra-
decerle esta situación extraña y feliz en q u e la duplicidad del G o -
bierno, no sólo ha asociado á todos los g r u p o s liberales en el más
vivo y sincero propósito de unión; en q u e 110 sólo h a d a d o á cada
uno d e esos g r u p o s una hermosa oportunidad para m o s t r a r la honra-
dez y la lealtad con q u e e n t r a b a en esa unión, sino también ha arro-
— io8 —

jado en nuestro campo una grande y hermosa bandera de partido,


presentándose abiertamente á combatir el poder parlamentario, á
negar al Congreso, á los partidos á la opinión pública, la interven-
ción que la Carta Fundamental Ies ha otorgado en la dirección de
los negocios públicos.
Avanzamos, pues, señores, á una lucha en que de un lado se
levantan los que van á defender el regimen de derecho que nuestra
Constitución ha establecido, el regimen de justicia que nuestra dig-
nidad de pueblo libre nos impone, y de otro lado, señores, se levan-
tan los que creen que sobre ese derecho conquistado con heroicos
sacrificios por nuestros padres, y sobre esas soberanas exijencias de
la dignidad humana, debe colocarse la voluntad de un hombre, la
avasalladora y humillante dictadura de un Jefe del Estado, que posee
el privilegio de conocer nuestros propios intereses y llevar en sus
manos la balanza de la justicia y del derecho.
E n esa lucha, señores, el país va á presenciar un espectáculo
que tendrá conmovedora resonancia en nuestra historia.
Va á ver si las disposiciones de nuestra Carta Fundamental son
ó no son suficientes para amparar la libertad de un pueblo. Vá á ver,
si los hombres á quienes los partidos de Chile han confiado el tesoro
de su dignidad y de su derecho, son ó no son dignos de esa honrosa
distinción. Va á ver, si falla la coraza que forjaron los padres de la
patria en el yunque ardiente de sus grandes luchas, ó si falla el cora-
zón de los hijos al defender esa herencia de! pasado.
Situación grandiosa, señores, en que dos generaciones se pre-
sentan ante ese gran jurado de la historia.
N o podemos disimularnos ni las dificultades, ni los sacrificios
de esa lucha en contra de un poder á que la Constitución da una
fuerza exhorbitante y á que nuestros hábitos y tradiciones políticas
dan una fuerza monstruosa, y en que nosotros solos tenemos para
defendernos el terreno del derecho en que pisamos.
Pero más grande que ese poder presidencial es la inmensidad
solemne del océano, más pcqn ño que ese terreno del derecho es la
roca que se levanta de su seno y todos los días estamos viendo en
nuestras playas esa luclia entre e r océano y la roca; todos los días
estamos viendo retroceder la omnipotencia humillada delante de la
enérjica resistencia del granito.
Y señores, desde ese terreno del derecho podemos seguros y
tranquilos decir á nuestros adversarios políticos lo que un orador
ingles decía á los suyos: «es inútil que ustedes nos pretendan com-
batir;» yon cannot fight the future! Ustedes no pueden combatir el
porvenir!
Sí, señores, el tiempo está de nuestro lado. T o d a s esas gran-
des fuerzas sociales que empujan á los pueblos y que el tumulto de
las luchas políticas no pueden ni siquiera por un momento detener
— iog —

ni perturbar; todas esas g r a n d e s fuerzas sociales están en contra de


nuestros adversarios: están atadas al carro q u e nos lleva. Y si la
b a n d e r a q u e llevamos ahora á este combate p u e d e por un m o m e n t o
parecer caída sobre nuestras cabezas hundidas, m a ñ a n a la vereis fla-
mear á la altura del cielo, sostenida por los brazos firme de un pue-
blo unido. M a ñ a n a la vereis avanzar á una victoria q u e talvez no
será fácil, pero q u e será segura y no estará distante. *
Ahora, señores, permitidme q u e os invite á b e b e r por el muni-
cipio de Valparaíso, por los hombres q u e en el g o b i e r n o local se han
mostrado celosos y dignos representantes de este pueblo de la leal-
tad enérjica y valiente. Señores, por los h o m b r e s q u e aquí encarnan
el espíritu de la resistencia legal.

Don Luis Martiniano Rodríguez

Manifestó q u e era de felicitarse de la política d e s a t e n t a d a y des-


leal del jefe del E s t a d o y su círculo, porque ella había d a d o oríjen
al movimiento de opinión más serio y levantado de q u e había ejem-
plo; q u e los distintos matices del liberalismo habían llegado á uni-
ficarse, rechazando los halagos del poder, y resueltos á no subir á la
M o n e d a sino en el momento en q u e fuera o p o r t u n o p a r a realizar el
programa, que diera sólidas garantías á los derechos d e los ciuda-
danos.
C o m p a r ó el movimiento político actual con el q u e o p e r a r o n Iso
clubs de las reformas, y manifestó la íntima convicción d e q u e en la
c a m p a ñ a presente no se habían de e n c o n t r a r t r á n s f u g a s políticos
como los fjue habían escalado el poder p a r a desautorizar los com-
promisos que habían contraído mientras necesitaban los sacrificios y
el voto del pueblo.
E x p r e s ó q u e en momentos solemnes como los presentes era
necesario que la más sincera fraternidad dominase e n t r e todos los
ciudadanos, debiendo dar el ejemplo los q u e estaban llamados por
su posición á dirijir el movimiento en el C o n g r e s o ó en las provincias;
q u e era necesario q u e las clases d e s h e r e d a d a s d e la fortuna y sobre
todo el respetable gremio de obreros é industriales palpasen con los
hechos q u e no se trataba hoy de una lucha interesada para hacer
negocio político de unos pocos, sino precisamente de p r o p e n d e r á
realizar reformas que establezcan de hecho la igualdad a n t e la ley
q u e reconoce la Constitución.
Recojió para desvanecer los cargos q u e se habían h e c h o al par-
tido democrático, y llamó la atención al h e c h o de q u e después de
las persecuciones q u e el gobierno había o r d e n a d o c o n t r a dicho par-
tido en todas las provincias, y después también del m o d o descortés
como el Presidente había recibido á las comisiones q u e se le habían
— iio —

presentado, hoy se t r a t a b a de quererlo convertir á dicho e l e m e n t o


en reemplazante obligado y sin sueldo de los aplaudidores q u e poco
há se recojían por medio de contratistas de obras públicas ó de jefes
de policía.
P e r o esto no sucederá, dijo el señor Rodríguez, p o r q u e el par-
tido democrático se compone de ciudadanos honorables y patriotas
q u e conocen y saben ejercitar sus derechos así como no se escusan
del cumplimiento de sus deberes.
Concluyó pidiendo una copa por la unión franca, desinteresada
y leal de todos los ciudadanos y agrupaciones q u e ambicionan un
réjimen de h o n r a d a libertad.

El doctor Joaquín Talavera

Señores: (Jno de los más penosos deberes de nuestra profesión


es aquel q u e obliga al médico á prevenir á la familia del paciente
y á veces á este mismo, q u e su estado es grave, q u e los recursos or-
dinarios de la ciencia no bastan para devolverle la salud y q u e será
necesario proceder á una operación delicada y riesgosa q u e ocasio-
nará sérias perturbaciones funcionales y q u e comprometerá talvez
su vida.
Alejados de la política militante, pero o b s e r v a n d o con interés
la salud de la patria, los médicos de Valparaiso q u e h e m o s merecido
a t r a e r n o s las iras del gabinete actual, hemos creído q u e la g r a v e en-
fermedad q u e hoy aqueja al país—el absolutismo presidencial—ha
llegado á su período áljido y amenaza concluir con la s o m b r a de ré-
j i m e n republicano q u e aún nos queda.
N o hemos vacilado entonces en dedicar toda nuestra atención
al g r a n paciente—á nuestro país—y uniendo nuestra voz á la de
tantos distinguidos ciudadanos, le h e m o s dicho con nuestra habitual
franqueza: vuestro estado es grave, gravísimo, p e r o aún es tiempo
d e salvaros. Si no quiereis sucumbir alzaos contra v u e s t r o s opreso-
res y manifestadles que no estáis dispuestos á sacrificar vuestra vi-
talidad y vuestro porvenir de nación libre é independiente en obse-
quio de ambiciones q u e sólo contemplan su interés privado.
E s t e penoso deber es el que hemos cumplido al firmar las b a
ses de la convención del partido liberal y unir nuestros esfuerzos á
los q u e quieren q u e haya en fin un presidente de Chile q u e sea ele-
j i d o por la nación chilena.
E l valioso aplauso de la p r e n s a independiente y el no menos
prestijioso de los representantes del partido liberal aquí reunidos,
nos dicen con elocuencia q u e h e m o s procedido bien.
Esto, unido á la voz d e nuestra conciencia, habría bastado para
n u e s t r a satisfacción más completa. P e r o el — — * • - - ' L- —
— 115 —

rielo que esa satisfacción fuera aún mayor, dictando en contra del
q u e habla y dos de sus colegas un decreto de cesantía de los pues-
tos públicos q u e en nuestro carácter profesional d e s e m p e ñ á b a m o s .
N o s h a n separado en castigo de ser liberales; este será un t i m b r e de
honor en nuestra carrera.
E s e decreto de proscripción contra tres médicos liberales, acor-
d a d o en Consejo de Gabinete por un p s e u d o - M i n i s t e r i o liberal, cu-
yo j e f e — á la vez que destituye liberales—proclama como su primer
deber el respeto al partido conservador, ha sido la piedra de toque
para aquilatar el pretendido liberalismo de losactuales Ministros y dar
al país la voz de alerta contra los que, finjiendo ideas q u e no tienen,
tratan de sacrificar al país á sus desatentadas ambiciones.
E s una suerte para nosotros, q u e el mal que nos han querido in-
ferir haya redundado indirectamente en servicio de la causa liberal
y nos haya valido una palabra de aplauso y de estímulo de parte de
vosotros.
Agradeciendo sinceramente vuestra benevolencia, os p r o p o n g o
una copa por la unión de todos los liberales sinceros y por su ener-
jía y perseverancia en la lucha, todo lo cual será p r e n d a segura d e
u n a victoria eficaz en la c a m p a ñ a q u e se inicia, para a r r e b a t a r al
poder, el derecho electoral, q u e al pueblo tiene usurpado.

Don Enrique Valdés Vergara

Señores;

L a impotencia y el despecho son peligrosísimos consejeros á


quienes debe negarse en absoluto la e n t r a d a á los palacios de go-
bierno.
Sin embargo, ellos predominan en la M o n e d a d e s d e la pérfida
actitud de S. E . con el G a b i n e t e á cuyos miembros festejamos. La
carencia de razones se suple con audacia y la falta de elementos d e
lucha con doctrinas absurdas, cuyo alcance no han m e d i d o los es-
critores palaciegos, ni sostendrán el día de mañana.
E n t r e esas doctrinas, entre esas enseñanzas d e la soberbia im-
potente ninguna reviste tanta trascendencia como la p r o p a g a n d a he-
cha contra el Congreso Nacional, base de nuestra Constitución y
g a r a n t í a de las libertades públicas amenazadas.
E l réjimen parlamentario en sus diversas formas h a sido fruto
de conquistas graduales é incesantes alcanzadas por h o m b r e s celosos
de sus derechos contra las usurpaciones del absolutismo; en un prin-
cipio el parlamento no tuvo otra prerrogativa q u e la d e conceder ó
negar subsidios, cstraordinarios exijidos por el estado de g u e r r a d e
— 112 —

las naciones ó por el derroche de los reyes, y al presente ejerce so-


beranía real y positiva en todos los países civilizados del mundo.
E l Parlamento cambia el gobierno de los partidos en Inglaterra
tantas cuantas veces las variaciones de la política forman mayorías
contra los gabinetes; en Francia arroja del poder á los partidos y
hace abdicar á presidentes que se llaman Thiers, Mac-Mahón y
Grevy, vencidos los primeros por sus adversarios políticos y aplas-
tado el último por la corrupción de un deudo, no por su propia
corrupción.
E n Bélgica han caído los liberales y los conservadores sucesiva-
mente por los votos del Congreso y en la absolutista Alemania
imperial, el omnipotente canciller necesitó solicitar el auxilio de
León X I I I para alcanzar el voto del Congreso en la ley del sep-
tenado.
Nuestra Constitución política establece que Chile es gobierno
popular representativo y entrega al fallo del Congreso desde los
gastos públicos hasta los ministros de Estado y el Presidente de la
República que sólo pueden ser ajusticiados y condenados por su con-
ducta funcionaría ante aquel soberano cuerpo.
Todos los gobierno han reconocido esta legítima preponderan-
cia del Congreso en la dirección del Estado. El señor Montt se do-
blegó ante la mayoría del Senado, el gobierno Pérez por un voto de
censura de la cámara alteró el rumbo que se dirigía hacia los libera-
les moderados y dió el éxito á los enemigos de ellos en el seno del
gobierno.
Mas, ¿para qué esforzarse en probar este derecho del Congreso
y el respeto que ha merecido á todos los gobiernos de este país?
¿No hemos visto ayer no más al esforzado adalid de la comuna autó-
noma en el Senado reconocer que todos nuestros gobiernos, liberales
y conservadores, han intervenido en la elección del Congreso para
tener libertad y marchar según su capricho?
Los gobiernos de este país hubieran violado las leyes y asumido
ese odioso papel si el Congreso no fuese la llave de toda situación y
garantía segura de victoria?
Se trata de dar confianza en el éxito de la aventura quijotesca
iniciada el 18 de E n e r o declarando que el actual Congreso, hijo de
la intervención, no tiene derecho á influir decisivamente en el país,
y en nombre del Presidente de la República, verdadero responsable
de ese delito, se formula la acusación con el objeto de allanarle el
camino para ejercer una vez más otra intervención más desvergon-
zada que aquella.
El cargo que desde palacio se lanza contra el Congreso de hoy
no sirve sino para probar la firmeza del cerebro del primer magis-
trado que lanza él mismo su propia condenación y no por noble arre-
pentimiento, sino para repetir el delito que proclama. U n Congreso
— H3 —

constituido y en funciones tiene el valor de una ley sancionada y


promulgada, sin que sea lícito investigar si hubo un vicio originario
en su aprobación.
Y cuando el Gobierno alza bandera ámplia d e reforma radical,
trata de destruir la autoridad del Congreso, único f r e n o q u e detiene
al E j e c u t i v o y que suprimiéndose nos dejaría inermes, maniatados á
disposición de las pasiones ó los crímenes ó la conveniencia d e un
hombre.
Y suprimido el Congreso ¿en q u é se fundaría la existencia y los
derechos del Ejecutivo?
E s a s pretensiones no son, pues, sino frutos enfermizos de la
soberbia impotente, q u e si por desgracia llegasen aquellos h o m b r e s
á tratar de ejecutarlos impondrían á los ciudadanos a m a n t e s de su
patria y de las libertades públicas un t r e m e n d o sacrificio y sin duda
del norte, del sur ó del centro del país acudirían h o m b r e s patriotas
á llenarlo.
Señores representantes del pueblo: llenad leal y r e s u e l t a m e n t e
vuestros deberes y el país cumplirá el suyo.
Por el Congreso Nacional!

Don Alfredo Cabezón

Señores:

M e levanto á nombre de la j u v e n t u d de Valparaíso q u e sustenta


los principios que han servido de bandera al partido radical en Chile,
sin q u e mi voz lleve el prestigio de la experiencia q u e se a d q u i e r e
en las luchas políticas ó como fruto de largo estudio y vasta ilus-
tración.
N o puedo presentar otro título q u e el de la apreciación exacta
de los hechos históricos que representan el desenvolmiento de los
partidos q u e han influido en estos últimos tiempos en el desarrollo
de nuestras instituciones, así en el orden social como en el orden
político.
L a historia contemporánea nos enseña q u e c u a n d o un g r a n
h o m b r e de Estado, rompiendo con todas las tradiciones del pasado,
inicia resueltamente la reforma de nuestras instituciones en el sentido
de libertad y progreso, que reclamaba nuestro estado social, todos
los h o m b r e s de ideas liberales se a g r u p a r o n en esa b a n d e r a y ella
nos dió revisión de nuestras instituciones en el interior, advenimien-
to al poder s u p r e m o d e un republicano cuya pérdida p r e m a t u r a no
p o d r á j a m á s ser bien sentida, y aliento, esfuerzo heroico y s u p r e m o
tríiinfor" Uo '•"tibates á q u e nuestra patria f u é provocada.

15
— 114 —

Pero necesidades indispensables en las luchas políticas han po-


dido modificar y retardar la unión de todos los liberales en un solo
partido político, cualquiera que sea la designación que lleve y el par-
tido radical, que en el orden social se compone de los que aspiran á
la reforma de las leyes, al mejoramiento de las instituciones, á la
administración honrada y entendida, al desenvolvimiento prudente
de los intereses materiales en el terreno político, en el campo de la
lucha ó combate electoral, tiene forzosamente que ejercer una acción
limitada, pues para que su solo esfuerzo trajera el triunfo en una ¡dea
ó principio que pudiera significar verdadero progreso en la democra-
cia, sería necesario que nuestros hábitos sociales hubieran adquirido
el desarrollo que sólo puede servir de una larga práctica del sistema
republicano, de la más estricta moralidad en los actos políticos, y de
la difusión completa de la instrucción y aún diré de la ilustración en
todas las clases sociales.
Si aquella alianza, evolución política, llevada á cabo por emi-
nentes hombres de Estado, por austeros y probados demócratas, no
ha producido todas las consecuencias que de ella debieron esperarse;
si hemos visto formarse del seno de ella misma diversas agrupacio-
nes políticas, cuando llega el momento de luchar por el afianzamien-
to de un alto principio, deben encontrarse unidos todos los hombres
que desean la constitución de nuestra República bajo las verdaderas
bases de la democracia.
Y de las ideas que constituyen el programa del radicalismo en
Chile, así como de todos los partidos liberales, la más importante es
sin duda la que proclama la libertad electoral.
Y si no hemos llegado aún en nuestro desarrollo social al punto
de que la designación del primer magistrado del Estado y de los
representantes del pueblo puede ser la libre expresión de la opinión
pública, un alto deber de patriotismo nos impulsa á trabajar por que la
designación de uno y otros no sea la expresión de una sola voluntad,
por alta y poderosa que sea, por grande que sea la influencia que
nuestras leyes y nuestros hábitos sociales hayan depositado en ma-
nos de un solo magistrado.
E s por esto que proclamado por los grupos liberales el combate
á la intervención oficial en la designación, la juventud radical de Val-
paraíso se asocia á este propósito, sin más ambición que la de con-
tribuir al triunfo de una idea que significa el mantenimiento de las
libertades que el país ha conquistado hasta ahora en el terreno polí-
tico y que sería garantía de engrandecimiento en el porvenir.
H e dicho.
— 115 —

Don Pedro del Rio

N o podemos, con vivo sentimiento de nuestra parte, reproducir


la brillante improvisación con q u e este distinguido j o v e n d e la socie-
d a d porteña se asoció á los conceptos políticos tan repetida y tan
brillantemente manifestados d u r a n t e la noche.
Pero, sí, podemos recordar algunas frases q u e el f u e g o de su
palabra dejó grabada en la mente de los señores q u e asistieron al
b a n q u e t e y q u e fueron recibidas, á pesar de q u e se oían en la h o r a
postrera, con un entusiasmo nuevo y vigoroso.
D i j o el señor del Río que había detrás de los luchadores políticos
q u e emprendían la actual campaña en contra de las intemperancias
y de las ineptitudes del poder, un sentimiento poderoso q u e fluía del
país y q u e daba á los combatientes el prestijio de las causas popula-
res y la fuerza de una victoria más ó menos remota, pero h e r m o s a y
segura.
A g r e g ó que los caballeros que tenían asiento en la espléndida
manifestación de anoche habían conquistado en la historia política
del país un nombre que bastaba para hacer perderse en la s o m b r a a
los tristes mandones que acompañan al Júpiter de zarzuela q u e nos
gobierna, en sus locas aventuras actuales.
E s t a s palabras del señor del Río fueron objeto de u n a verda-
dera ovación, que le acompañó hasta que dió término á su a r e n g a
ardorosa y brillante.

Don Federico Pinto Izarra

L o habéis oído ya, señores, están rotas las hostilidades y tra-


b a d o el combate entre los que radican la soberanía nacional en el
P o d e r E j e c u t i v o y los q u e aspiramos á q u e de los derechos secues-
trados desde antiguo al pueblo, se le devuelva hoy siquiera la liber-
tad del sufragió.
Al empezar una lucha, un reto nos lanzan nuestros adversarios,
y es la destitución de los empleados públicos afectos á la convención
liberal, esto es, de los q u e creen q u e la presidencia de la República
debe ser en Chile electiva y no hereditaria.
¡ Respondamos, señores, á este reto, c o r o n a n d o d e aplausos y
de simpatías á las víctimas!
Aclamemos en los m o m e n t o s en q u e t r a t a m o s de organizar y
de a r m a r las huestes liberales para una nobilísima contienda, á los
empleados q u e han tenido la honra de ser destituidos por el actual
gabinete,'—á los intendentes, á los gobernadores, á los médicos,—
— n6 —

que por ardorosas que sean nuestras aclamaciones, serán tan solo
el eco de las que el país entero les prodiga.
Somos todos los ciudadanos chilenos cómplices del crimen que
se ha castigado en los empleados destituidos, porque éllos, como
nosotros, veían con asombro y con dolor que este pueblo, después
de cerca de un siglo de vida independiente y republicana; después
de tantos, tan sangrientos y tan heróicos sacrificios hechos por crear
la patria chilena, por estenderla y por engrandecerla; después de tanto
respeto y sumisión al orden y á las autoridades establecidas, no ha-
ya logrado aún arrancar á sus gobernantes la libertad de elejir; el
primero, el más elemental de los derechos de todo pueblo cons-
tituido; aquel sin el cual el gobierno no es más que una usurpación
y la representación nacional un mandato espúrio; aquel de que di-
frutan hoy hasta los ciudadanos de las monarquías sometidas á des-
potismos seculares!
E s t a dura y oprobiosa condición pesaba, señores, sobre la con-
ciencia de los empleados destituidos, como pesa sobre la del país,
con los caracteres de una afrenta. Aceptaron y suscribieron con jú-
bilo la idea de convocar una convención, de donde saliese designado
sin coacción ni influencia alguna oficial, el candidato del partido li-
beral á la presidencia de la República, porque vieron en ello el prin-
cipio de la emancipación, y el término de una usurpación vergonzosa.
H é aquí su culpa. Como lo veis, enaltece á los delincuentes y
deshonra á los jueces.
¡Y los Ministros que han arrojado á estos empleados, son hom-
bres á quienes el partido liberal recibía en su hogar y nutria con su
savia! ¡Y son los mismos que momentos después de lanzar las des-
tituciones, declaraban, bien alto, para que el país los oyese y les
creyese, que es grande y patriótico el principio que los lleva al poder,
que es de unión y de concordia su bandera, que es la unidad del
partido liberal, rota, según ellos, por la fuerza disolvente de las am-
biciones personales, lo que persiguen!
Nó, señores; el verdadero partido liberal rechaza de su seno y
rompe todo vínculo de parentesco con los que buscando en la inti-
midación las fuerzas que debieron pedir á la confianza de sus con-
ciudadanos, han subido al poder con una lista de proscripción en la
mano.
L a noble y honrosa bandera liberal debe izarse y mantenerse
al tope de la nave del E s t a d o sólo cuando haya algún progreso que
realizar, alguna reforma que emprender, alguna institución que de-
purar, algún combate leal que sostener ó alguna gloria lejítima que
recojer. Pero permitir que con esa gloriosa insignia se cubra un
ministerio que se inicia con la destitución violenta, injusta y arbitra-
ria de los buenos servidores de la nación, de un gabinete que prin-
cipia por estampar sobre la frente del j
— ii7 —

justicia reserva para la inepcia ó la corrupción, sería, señores, como


consentir en q u e se lance á los mares, e m p a v e s a d a con el tricolor
de la patria, u n a nave pirata!
¡A la salud, señores, de los empleados destituidos!

Don Alejo Barrios

Señores:

E l señor Pinto nos ha hecho escuchar un h e r m o s o discur-


so en favor de la autonomía municipal, y ha tenido la cortesía
de recordar la actitud de la Municipalidad de Valparaíso. S é a m e
permitido decir algunas palabras á este respecto.
C u a n d o se aprobó la ley de 12 de setiembre d e 1887 sobre or-
ganización y atribuciones de las municipalidades, el país se congra-
tuló del paso que se d a b a en obsequio de la libertad municipal.
L a reforma, aunque deficiente, había tenido la fortuna de ser
sancionada por el voto unánime del Congreso. E s t o hacía esperar
q u e la ley en su aplicación, contaría con apoyo decidido, á fin de pres-
tijiarla y hacerla servir en bien de los intereses locales.
E s t a convicción se sentía con mayor fuerza al recordar q u e el
señor Balmaceda en el discurso q u e pronunció en la convención de
17 de enero de 1886, consignaba en su p r o g r a m a la independencia
del poder municipal.
Pero, por doloroso q u e sea reconocerlo, los hechos han v e n i d o
á manifestar q u e el gobierno, en vez de prestar su concurso á los
municipios y á los alcaldes, impartía instrucciones en sentido m u y
diverso, salvo para los q u e se convirtieran en instrumentos d e su ab-
sorbente poder.
A este propósito obedeció la memorable circular d e 12 de julio
de 1888, dirijida por el ministro del interior don P e d r o Lucio Cua-
dra á los intendentes ó gobernadores. E l ministro se consideró au-
torizado para interpretar la ley, d e s t r u y e n d o la o b r a del C o n g r e s o
é iniciando á la vez una reacción e n t e r a m e n t e a j e n a á las aspiracio-
nes del país.
Aquella circular, q u e con tanta razón indignó á toda la repúbli-
ca y q u e mereció la censura unánime de la prensa, d e s e m p e ñ ó un
papel muy importante en esta ciudad, pues f u é puesta en práctica
con verdadero lujo de violencia.
D e s d e ese m o m e n t o la munipalidad d e Valparaíso y su alcalde
tuvieron q u e resistir los avances del i n t e n d e n t e y sostener una lu-
cha constante en defensa de los fueros y derechos de la corporación.
N o e n u m e r a r é estos hechos, puesto q u e son m u y recientes y
están en la memoria de todos; pero sí manifestaré que me asiste la
satisfacción de que la contienda sostenida por la municioalidad ha
dado benéficos frutos, pues ha contribuido á manifestar de una ma-
nera palpable la necesidad de establecer la independencia de los ca-
bildos.
Para llenar, pues, esta aspiración del país y hacer desaparecer
los conflictos que diariamente se producen, se hace preciso que el
congreso actual lleve á efecto la reforma de la ley municipal, esta-
bleciendo la libertad absoluta de los municipios. E s indispensable
que el poder local pueda ejercer libremente su vasta acción y que
en consecuencia sea emancipado por completo de la perturbadora
tutela del ejecutivo.

El señor García Huidobro puso término al banquete con estas


palabras:
«Al poner término, dijo, á la presente manifestación, permitid-
me, señores expresar un deseo, una esperanza, y una aspiración que
de seguro estará en el corazón de todos vosotros, y es que el eco de
nuestra voz repercuta en el corazón de todos los chilenos á fin de
que se vean unidos en un solo cuerpo y que la sombra de esta pura
y bella bandera que cubrió tantas glorias en la tierra y en el mar,
cobije también la conquista de nuestros derechos civiles.»
ADHESIÓN AL BANQUETE EN HQNQB
DEL MINISTERIO DE OCTUBRE

Santiago, Febrero 24 de 1890.


Señor don Francisco A. Pinto.—Valparaíso.
Estimado amigo:
Honrosa y justiciera para los señores Ministros que en el Gabinete anterior re-
presentaron las ideas y los intereses del partido liberal, es la manifestación que maña-
na hacen algunos de sus amigos políticos, la que es realzada, ante todo, por la adhe-
sión que contará en todo el país.
Aplaudiéndola yo muy sinceramente, nada me sería más grato, que tomar parte
en ella; pero inconvenientes que no he podido salvar, no me permiten, como habría
sido my más vehemente deseo, trasladarme á Valparaíso.
Le saluda su afectísimo amigo.
ADOLFO GUERRERO.

San Francisco de Limache, Febrero 23 de 1890.


Señores Carlos García Huidobro, José Besa, Agustín Edwards, etc.
Señores:
He tenido el honor de recibir la amable invitación de ustedes para el banquete
que tendrá lugar en esa ciudad el 26 del presente, en obsequio de los señores Minis-
tros que representaron en el último Gabinete á las agrupaciones liberales unidas y
como una manifestación que signifique nuestra adhesión y simpatía al programa que
con tanta lealtad y desinteres sirvieron.
Siento mucho que una larga enfermedad que me tiene todavía en cama, me pri-
ve del placer de estar con ustedes el 26, y tomar parte más de cerca en una manifes-
tación á la cual me asocio con entusiasmo.
Tengo el honor de suscribirme de ustedes muy atento y seguro servidor.
TOMÁS EASTMAN.

San Bernardo, 22 de Febrero de 1890.


Señor don Francisco Antonio Pinto Cruz.—Valparaíso.
My estimado amigo:
Si circunstancias absolutamente extrañas á my voluntad, no me permiten trasla-
darme á Valparaíso para asistir al banquete político que debe celebrarse en esa ciu-
dad el 26 del corriente, estoy en el deber de expresar, por el órgano de usted, my
sincero agradecimiento á los distinguidos caballeros que firman la invitación, y que se
han servido honrarme con una de ellas.
— 120 —

Á los señores á quienes se trata de festejar debo muestra de estimación que apre-
cio en todo su valor. Esto sólo sería un motivo para que me asociara á esa manifes-
tación; pero reconezco ademas en élla un propósito más alto que el de dar una prueba
de simpatía personal á los referidos señores. Creo que ese banquete tiende á levantar la
opinión del país en favor de una grande idea, y á reunir en un sólo centro de acción
á la familia liberal chilena, para que por medio de una Convención, seria y honrada
designe el candidato que, llevado al gobierno por la libre y espontánea voluntad de
los pueblos, sea la expresión de ella en la dirección de los negocios públicos.
Deseando que el triunfo de esas ideas sea alguna vez una realidad en nuestra
querida patria, he firmado gustoso las bases de la convención liberal, y presto ahora
mi entera adhesión al banquete del pueblo de Valparaíso, porque veo en él un paso
dado para unificar las voluntades en favor de las resoluciones que han de salir de
aquella asamblea.
Sírvase manifestarlo así á los demás señores que con usted firman aquella invita-
ción, y aceptar la expresión con que me repito su afectísimo amigo y seguro servidor.
DIEGO BARROS ARANA.

Señor don Francisco A. Pinto.—Valparaíso.


Muy estimado amigo:
Acabo de llegar del sur, donde he andado de vacaciones, de suerte que sólo en
este momento recibo la invitación para el banquete del 26.
Mi regreso antes del primero de Marzo ha sido debido á razones personales que
exijían mi presencia en Santiago y esas mismas son las que me impiden ausentarme
aunque sólo fuera por un día para tomar parte en la manifestación de que van á ser
objeto los Ministros que representaron en el último Gabinete á las agrupaciones li-
berales unidas.
Así, pues, aunque ya está fuera de tiempo, me permito rogarle que escuse mi
inasistencia y mi falta de respuesta oportuna ante los demás caballeros que suscriben
la invitación, y que agregue mi nombre á los de las demás personas que se adhieren
á los propósitos de la mencionada manifestación.
Aprovecha esta oportunidad para saludarlo atentamente su seguro S. S. y
amigo.
M. R. LIRA.
Santiago, á 24 de Febrero de 1890.

Santiago, Febrero 23 de 1890.


Señor don Enrique Valdés Vergara.—Valparaíso.
Señor y amigo:
Al regresar hoy á ésta he tenido el gusto de encontrar la invitación que usted y
otros honorables caballeros me hecen para concurrir al banquete que se dará en ésa
en honor de los honorables que formaron el antiguo Gabinete.
Si asuntos muy urjentes no me obligaran á salir hoy mismo para Talca, me haría
un deber y sería para mí muy grato y honroso concurrir á tan justa y patriótica mani-
festación á los honrados hombres públicos que interpretando fielmente los deseos del
país y de la mayoría del Congreso pugnaron por resistir cuanto les fué posible, la in-
tronización y predominio absoluto de la voluntad presidencial que hoy todo lo malea
y desorganiza en el país.
Deseando que esa manifestación tenga el más brillante éxito, me suscribo su muy
afectísimo, servidor y amigo.
BENJAMÍN VIVANCO.
— 121 —

Valparaíso, Febrero 23 de 1890.


Señor Alfredo Edwards.—Presente.
Señor y amigo:
Motivos de familia, independientes de mi voluntad, me impiden aceptar la invi-
tación con que se me ha honrado, al banquete que se ofrece á los señores ex-minis-
tros que representaron en el último Gabinete á las agrupaciones liberales unidas, pero
esto no basta á que me adhiera á la manifestación que con tanta justicia se les hace.
Saluda á usted atentamente su servidor y amigo.
JULIO VILLANUEVA.

Santiago, Febrero 23 de 1890.


Señor Alfredo Edwards.—Valparaíso.
Señor:
Acabo de recibir la invitación para el banquete que tendrá lugar el miércoles 26
del actual, en obsequio á los señores Ministros que nos representaron en el último Gabi-
nete. Y aunque enteramente de acuerdo en el motivo y propósito de la manifestación
tengo sin embargo el sentimiento, de no poder concurrir, por atenciones ineludibles.
Esperando que será disculpada mi inasistencia, tengo el honor de suscribirme
de usted atento y obsecuente S. S.
J. E. RODRÍGUEZ.

Pudagüel, Febrero 23 de 1890


Señor don Francisco A. Pinto.—Valparaíso.
Estimado amigo:
Siento encontrarme en la imposibilidad de concurrir al banquete ofrecido por
miembros de las agrupaciones liberales á los Ministros que las representaron en el úl-
timo Gabinete.
Habría deseado asociarme personalmente á esta manifestación.
Agradezco á usted la invitación y me es grato ofrecerme su amigo y S. S.
VICENTE DÁVILA LARRAÍN.

Chatiqueahue, Febrero 21 de 1890.


Señor don Francisco A. Pinto.—Valparaíso.
Acepto con placer la invitación que usted y otros amigos liberales me hacen al
banquete que, en muestra de simpatía y de adhesión ofrecen ustedes á los Ministros
del último Gabinete parlamentario.
Ni mi salud, ni el lugar apartado en que me encuentro sólo con mi familia me
permitirán tener el gusto de acompañar á ustedes en ese día, pero mi corazón sentirá
las mismas ajitaciones aquí que el entusiasmo patriótico hará producir allá en ustedes.
De usted afmo. amigo.
M . RECABÁRREN.

Febre.ro 26 de 1890.
Señor Francisco Antonio Pinto.—Valparaíso.
Estimado señor:
Siento mucho que una mayor anticipación en el conocimiento del día en que
tendría lugar el banquete no me haya permitido desprenderme del cúmulo de impos
16
— 122 —

tergables quehaceres agravados con la ausencia de seis meses que en este momento
me radican aquí por algunos días todavía.
Sin eso habría sido de los primeros en acudir á esta cita de la amistad y del pa-
triotismo á alzar mi copa con los que pagan tan justo tributo á la lealtad política y á
a,doctrina liberal honradamente servida.
Estas son las palancas que en manos de los políticos de Chile habrán de remo-
ver su progreso y bienestar como medio é indispensable condición: la una de cohe-
sión y fuerza en los partidos; comofinla otra, que dé lejítima satisfacción y campo
de desenvolvimiento á todos los derechos.
¿Quiénes mejor que los Ministros salientes encaminaron en su momento el triun-
fo de la opinión y sirvieron con sus actos á su credo y su bandera?
Honor entonces á ellos que soy el primero en tributarles, y hago votos porque
el falaz espejismo que ha ofuscado al Presidente en su marcha de gobernante y que
le forman ó robustecen, el soplo malsano del adulo, la pasión ó la complacencia, desa-
parezca, dando lugar á que, para su propio honor, se restablezca en el Gobierno el
imperio de la opinión honrada, séria é independiente del país, que tiene sus formas
constitucionales de manifestación amparadas también con sanciones efectivas.
Sintiendo la imposibilidad que me detiene, te ruego que pagues á mi nombre el
tributo que debo á los amigos festejados.
T ú ANÍBAL.

Santiago, Febrero 26 de 1890.


Señores Alejo Barrios, Francisco A. Pinto y E. Valdés Vergara.
Acabo de recibir hoy, que llego del fundo, la invitación al banquete. Siento que
la falta de tiempo me impida asociarme á la manifestación personalmente, pero les
ruego que cuenten con mi adhesión.
DEMETRIO LASTARRIA.

Valparaíso, Febrero 24 de 1890.


Muy señores míos:
Por motivos de salud me hallo en la imposibilidad de asistir al banquete á que
ustedes se han servido invitarme y que debe tener lugar el 26 del corriente.
Doy á ustedes las gracias por su honrosa invitación y me es grato suscribirme de
ustedes atento y seguro servidor.
MANUEL AMUNÁTEGUI.

Á los señores Carlos García Huidobro, Agustín Edwards, etc.

Santiago, Febrero 24 de 1890.


Señor don Alfredo Edwards.
Muy señor mío:
Sólo hoy llega á mis manos la invitación al banquete, que tendrá lugar el miér-
coles 26, en obsequio á los señores ministros que representaron, en el último Gabi-
nete, á las agrupaciones liberales unidas. Esta circunstancia no me ha permitido dar
antes del día 24 el aviso á que alude la nota puesta al pie de ella.
Excusado me parece expresar á usted cuánto deploro que, consideraciones de
carácter esencialmente doméstico, me impidan corresponder, con la forma debida, á
la honrosa invitación que he recibido. Puede usted tener la certidumbre de que me
habría sido altamente grato acompañar á ustedes en la manifestarían tan mroríria
— 123 —

como oportuna, á la lealtad y desinterés con que esos hombres sirvieron.


Soy de usted atento y seguro servidor.
MIGUEL A. VARAS.

Chillán, Febrero 23 de 1890.


Señor Alejo Barrios.—Valparaíso.
Muy señor mío:
Correspondiendo á la invitación y al propósito del banquete que tiene lugar el 26,
uno mi adhesión á la de los amigos políticos que forman la alianza de las agrupacio-
nes liberales, dando estímulo á los que lealmente han tratado de mantener esa alianza,
sirviendo honradamente los intereses del Estado y cooperando al progreso de la Re-
pública.
De usted afectísimo amigo,
L u i s F. PUELMA.

Santiago, Febrero 22 de 1890.


Señor don Francisco A. Pinto.—Valparaíso.
Estimado amigo:
He recibido una invitación al banquete del 26, que agradezco.
Aplaudo esa manifestación y habría asistido con gusto al banquete si circunstan-
cias de familia no me impidieran salir de Santiago.
Sintiendo perder esta oportunidad para conversar contigo, te ruego excuses mi
inasistencia y me creas siempre tu afectísimo amigo y correligionario.
JULIO 2. 0 ZEGERS.

Viña del Mar, Febrero 22 de 1890.


Señor don Francisco A. Pinto.—Valparaíso.
Estimado señor y amigo:
Agradeciendo el honor que se me hace invitándome al banquete que los amigos
y correligionarios políticos de Valparaíso ofrecen á los señores ministros que repre-
sentaron en el último Gabinete á las agrupaciones liberales unidas, le ruego se sirva
dar mis excusas á los señores invitantes por no poder asistir por causas muy indepen-
dientes á mi voluntad aunque mis deseos son manifestar en cualesquier momento mi
adhesión á la actitud de esos señores.
Me es grato ofrecerme de usted muy atento y seguro servidor.
JOSÉ FLORENCIO VALDÉS.

Santiago, Febrero 23 de 1890.


Señor don Francisco A. Pinto.—Valparaíso.
Querido amigo:
Ocupaciones impostergables me privan del placer de ocupar un asiento en el
banquete de la amistad y de la comunidad de ideas.
Usted sabe que soy fiel soldado y que los acompaño con el corazón, no ignoran-
do tampoco las estrechas relaciones que cultivo con algunos de los festejados.
Ordene á su afectísimo amigo y seguro servidor.
R. BAÑADOS ESPINOSA.
— 124 —

Santiago, 23 de Febrero de 1890.


Señor don Alfredo Edwards.—Valparaíso.
Estimable señor:
Sintiendo que mi salud no me permita concurrir á la justa manifestación que se
trata de tributar al Ministerio que, con intelijencia y patriotismo, sirvió los intereses
del país, me adhiero á élla deseando que tan satisfactoria recompensa sea estímulo
para los servidores de la nación.
Con consideraciones de aprecio, me suscribo de usted su atento y seguro servidor.
ELEODORO GORMÁZ.

Santiago, Febrero 24 de 1890.


Señor don Francisco A. Pinto.—Valparaíso.
Estimado amigo:
r
Siento no poder asistir al banquete, tengo que estar por Chillán necesariamente
el 26.
Lo saluda atentamente su afectísimo,
F. PUGA BORNE.

Talca, Febrero 24 de 1890.


Señor Alfredo Edwards.—Valparaíso.
Muy señor mío:
Llegado hoy á medio día á ésta, después de alguna ausencia, he recibido la in-
vitación que se me hace para el banquete que se dará el 26 en ese puerto en obsequio
de los señores ministros que representaron en el último ministerio á las agrupaciones
liberales unidas. Por esta causa no he podido avisar con mas oportunidad no serme
posible asistir á esa manifestación á que me adhiero cordialmente.
Sírvase hacer presente mis excusas á los señores firmantes de la invitación con
mi más expresivo reconocimiento y aceptar las consideraciones con que tiene la honra
de suscribirse de ellos, de usted atento y seguro servidor.
NICOLÁS HEDERRA.

Cunaco, Febrero 22 de 1890.


Señor don Alfredo Edwards.—Valparaíso.
Muy señor mió:
Con verdadero sentimiento participo á usted que no me es posible asistir al ban-
quete que tendrá lugar en ésa el miércoles próximo, al cual habría deseado asistir co-
mo manifestación de simpatía al Ministerio de las agrupaciones liberales unidas.
Sírvase hacerlo así presente á los señores invitantes y creerme su atento servidor.
CARLOS VALDÉS.

Santiago, Febrero 22 de 1890.


Señor don Enrique Valdés Vergara.—Valparaíso.
Estimado amigo:
Acusando recibo de la honrosa invitación que se me ha hecho para que tome
asiento en el banquete con que el pueblo de Valparaíso obsequiará á los señores ex-
— 125 —

ministros que representaron en el último gabinete á las agrupaciones liberales unidas,


hago presente á usted que consideraciones de salud me impiden darme el placer y el
honor de tomar parte personalmente en esa merecida manifestación, á la cual me ad-
hiero aunque sea á la distancia, con suma satisfacción.
Aprovecho esta oportunidad para suscribirme de usted seguro servidor y amigo.
R. SANHUEZA LIZARDI.

Fundo Perales de Tapihue, Febrero 23 de 1890.


Señor don Alfredo Edwards.
Muy señor mió:
He recibido ayer la invitación de usted y demás correlijionarios políticos para
asistir al banquete que en honor del último gabinete han dispuesto ustedes dar á los
ministros que representaron las agrupaciones liberales unidas.
Siento sobre manera que circuntancias personales de mala salud no me permi-
tan tener el honor de concurrir oportunamente en esta ocasion á coadyuvar en unión
de ustedes á tan execelente propósito.
Deseo y espero que la influencia moral de esta manifestación, resulte en definitiva
en beneficio de la querida patria.
Agradeciendo con toda cordialidad la invitación de ustedes, soy de ustedes aten-
to S. S.
RAFAEL MONTT A.

Buin, Febrero 23 de 1890.


Señor Alfredo Edwards.—Valparaíso.
Señor:
Contesto la atenta invitación con que ustedes, conjuntamente con varios hono-
rables miembros del partido liberal, me han honrado para asistir á un banquete que
tendrá lugar en esa ciudad el 26 del corriente en obsequio de los señores ministros
que en el último gabinete representaron á las agrupaciones unidas del liberalismo.
Considero aquella demostración como necesaria especialmente para acentuar el
inquebrantable propósito que la mayoría del partido liberal viene desde algunos años
persiguiendo: la reivindicación de los derechos políticos del pueblo y de los partidos
que lo representan, ántes y hoy dia supeditados por la ya legendaria omnipotencia
presidencial. Omnipotencia que es la absorción de casi todo el poder público de la
nación y que ahoga toda virtud cívica en el ciudadano; que ha sido denunciada y
condenada por todos nuestros hombres de Estado, y confesada por todos sus usu-
fructuarios: los presidentes de Chile.
Omnipotencia acrecentada, mas que por la ley, por el servilismo de los que an-
helan los dineros y los honores que el Presidente de Chile tiene á manos llenas, y
por la complicidad inconsciente ó culpable de los que por inercia ó cobardía, entre-
gan la jestión de todos sus deberes políticos al último mandón de departamento.
Hoy día esa omnipotencia presidencial contará con un aliado más: lo forman
los que ayer hacían fuego contra ella, pero que hoy se suben á los balcones y aún ha-
rán fuego de mampuesto contra los defensores de la libertad, porque esperan usufruc-
tuar de la victoria que obtuviera la prepotencia presidencial. Según su vieja táctica,
elfinjustifica los medios.
No importa! Solos ó acompañados queremos independencia política y la obten-
dremos! Hoy como ayer, como mañana, los liberales que amen á su patria y al pro-
greso, esto exigirán y esto han de obtener sin que los tropiezos, ni aún los descalabros
sean parte á disminuir la fé y la energía que imprimen en los corazones la verdad la
— 126 —

He'querido dejar esto estampado ante mis correligionarios políticos, ya que no


me es dado poder asistir al banquete.
Ruego á usted que reciba y trasmita á los demás señores invitantes mis agrade-
cimientos y un cordial saludo.
JOSÉ ALBERTO BRAVO.

Santiago, febrero 22 de 1890.


Señor don Enrique Valdés Vergara.—Valparaíso.
Mi estimado primo:
He recibido la invitación que los liberales de Valparíso se han servido dirigir
me para que concurra al banquete que el 26 del presente ofrecerán á los miembros
del último gabinete que representaban en el gobierno las aspiraciones y propósitos de
la mayoría liberal del Congreso. Siento que un compromiso anterior á la invitación
no me permite concurrir á él, pero puede usted asegurar á los señores invitantes m
sincera adhesión al altofinpolítico que persiguen.
Saluda á usted su muy atento i seguro servidor y primo.
HERMÁN ECHEVERRÍA.

Rancagua, febrero 23 de 1890.


Señor don Alfredo Edwards.—Valparaíso.
Muy señor mió:
He tenido la honra de recibir la invitación al banquete que el miércoles 26 del
actual será ofrecido por los amigos y correligionarios políticos de Valparíso á los seño-
ñores ministros que representaron en el último gabinete á las agrupaciones liberales
unidas y como una manifestación que signifique nuestra adhesión y simpatía al pro-
grama que con tanta lealtad y desinterés sirvieron.
Sincera y profundamente me asocio á la expresada manifestación, que considero
una obra de justicia y de patriotismo, una prueba de que viven intactos, en medio de
nosotros el aprecio por el verdadero mérito y la estima por los hombres que se sacri-
fican en pro de los intereses y de los altos destinos del país.
Lamento que dificultades invencibles y motivos de salud no me permitan con-
currir á esa manifestación, y suplico á usted se sirva así expresarlo también á los de-
más caballeros que firman la invitación.
De usted atento y seguro servidor.
V . AGUIRRE V

Santiago, febrero 22 de 1890.


Señor don Alfredo Edwards.—Valparaíso.
Señor:
Me encuentro gravemente enfermo y postrado en cama desde hace más de un
mes. Por consiguiente no podré concurrir al banquete político que tan merecidamen-
te se está preparando para el miércoles próximo, en obsequio á los señores ministros
que representaron á las agrupaciones liberales unidas en el últims Gabinete:
Tengo el honor de suscribirme de usted atento y seguro servidor.

DAVID SALAMANCA.
— 127 —
Santiago, febrero 25 de 1890.
Señor Alfredo Edwards.
Me comunica Ladislao Errázuriz, desde su hacienda, que no podrá ir ma-
ñana Rpor estar enfermo. „
EDUARDO MAC-CLURE

Santiago, febrero 26 de 1890.


Señor Agustín Montiel R.
Lamento que una dificultad me prive á última hora de asistir á la grande y
justísima manifestación de hoy, que no dudo será expléndida.
Lo acompaño desde aquí con mi entusiasmo y con mi corazón.
JUAN VILLAMIL B .

Serena, febrero 24 de 1890.


Señor Enrique Valdés Vergara.
No me es posible asistir al banquete.
R. F. ESPINOSA.

Santiago, Febrero 24. de 1890.


Señor Francisco Antonio Pinto.
Tengo encargo del doctor den José Joaquín Aguirre de comunicar á usted que
no puede asistir al banquete á causa de estar enfermo en cama.
R. L . CARVAJAL.

Santiago, Febrero 26 de 1890.


Señor Francisco A. Pinto.
Sólo hoy recibí invitación. No me es posible concurrir. Carta correo.
G. URRUTIA.

Santiago, i.° de Marzo de 1890.


Señor don Enrique Valdés Vergara.—Valparaíso.
Muy señor mió:
Estando ausente de Santiago, solamente hoy ha llegado á mis manos la invita-
ción al banquete del 26; siento no haberme encontrado en el número de los asisten-
tes, para manifestar mi adhesión á las ideas sustentadas por las honorables personas
á quienes fué dedicado.
De usted, seguro servidor.
V . CARVALLO E .

Santiago, 3 de Marzo de 1890.


Señor don Enrique Valdés Vergara.—Valparaíso.
Estimado amigo:
Lamento que con motivo de hallarme ausente de ésta no me haya sido posible
concurrir al banquete con que ustedes, en representación de los amigos políticos de
Valparaíso, significaron su simpatía al programa que el último gabinete sirvió con
tanta lealtad y desinterés.
Mas. hov oue de represo á ésta encuentro la invitación con que ustedes se s
— 128 —

ron horarme, me cabe manifestarles que me adhiero en todas sus partes al propósito
ya indicado.
Siempre de usted afectísimo amigo y seguro servidor.
M. A. CRISTI.

Santa Fe 2 de Marzo de 1890.


Señor don Francisco A. Pinto.—Valparaíso.
Mi estimado amigo:
Por haber estado en viaje en los últimos días del mes pasado, llegó con atraso
á mis manos la invitación al banquete, lo que he sentido porque me faltó aun así la
oportunidad de enviarte mi adhesión en tiempo; no por eso he dejado de asociarme
de corazón á la manifestación que ha hecho el pueblo de Valparaíso al último gabi-
nete parlamentario.
Agradezco la invitación y te saluda tu amigo servidor.
J. A. ANINAT.

Santiago, Marzo 4 de 1890.


Señor don Alfredo Edwards.—Valparaíso.
Mi estimado señor y amigo:
Primero por mi salud y después por la de uno de mis hijos, he estado ausente
de Santiago por más de dos meses. Recien llegado ahora, me encuentro en casa con
la invitación que se me hizo para concurrir al banquete dado á los señores Castellón,
Errázuriz, Montt y Barros Borgoño.
Siento que mi ausencia me impidiera recibir oportunamente la invitación, por-
que, ya si hubiera podido concurrir al banquete, ya por medio de una carta sino hu-
biese sido posible trasladarme á Valparaíso, habría tenido oportunidad de expresar mi
adhesión á la política que con tanto patriotismo representaron en el ministerio los
caballeros a quienes se ha dedicado esa merecida manifestación.
Saluda á usted su muy atento servidor y amigo afectísimo.
JOVINO NOVOA.

Se han adherido también, escusándose de no haber contestado oportunamente,


por haber estado ausentes, los señores Ricardo L. Trumbull, diputado por Concep-
ción, y Telésforo Mandiola, diputado por Copiapó.
Aclaración

Sinceramente no llegué á creer jamás que mi humilde nombre y persona, hubieran


podido ser objeto de observación como asistente o nó al banquete de Valparaíso.
Pero, ya que haciéndome inmerecido honor, se me cita, y hasta se pretende colo-
carme como protestando contra los propósitos á que esa manifestación obedecía, debo
en obediencia al lema de mi vida ante omnia veritas, manifestar que si es cierto
que no asistí realmente a esa manifestación, fué solo por causas súbitas é indepen-
dientes de mi voluntad, y que los directores tenian derecho para contar con mi nom-
bre y mi asistencia, que ya les había sido anunciada aceptando su invitación.
Inútil es, después de esto, decir que aplaudo los programas enunciados, y que
son los que he defendido durante mi vida entera, y que me asocio al justo homenaje
rendido al Ministerio de Octubre, al que no me liga vínculo alguno de gratitud per-
sonal, (bien léjos de eso, como ya lo he dicho); pero del que reconociendo sus méri-
tos, puedo decir que, á mi juicio, no cometió otra falta que su exceso de confianza y
buena fe.
Santiago, Marzo 4 de 1890.
J. JOAQUÍN LARRAÍN ZAÑARTU.
TERCERA PARTE

S U S HOMBRES.— LOS C O N V E N C I O N A L E S

« L o que el país espera es que se le diga, si el C o n g r e s o


representado por una mayoría helereogenea é híbrida, en
que todas las figuras son cariátides, en que todas las ambi-
ciones son personales, y en que todos los talentos y todos
los méritos tienen en sí mismos sus únicos admiradortsx
está en su derecho para imponer su voluntad al Podes
Ejecutivo, ó si á su vez éste hace obra d e deber y d e pa,
triotismo, manteniendo la integridad d e sus legítimas fa-
cultades, y ejercitando correctamente sus atribuciones y
prerrogativas.
«Ló que al país conviene saber todavía, es saber (!) si
los elementos que componen esa discutible mayoría del
Congreso, tienen derecho, por sus antecedentes, por sus
aspiradones y sus programas á llamarse los representantes
de la opinión, si encarnan con seriedad propósitos d e liber-
tad y progreso, y si, finalmente, usan con honradez d e su
pretendida investidura popular.
«Quieren los señores de la coalición a c o m p a ñ a m o s en la
discusión y examen d e estos diversos trópico?»
(Editorial d e EL COMERCIO d e Marzo 18 d e 1890).

Sí, queridos señores.


P e r o con una c o n d i c i ó n . . . .
Recojiendo el g u a n t e lanzado, con respecto á los organizadores
y premotores de la Convención quedan excluidos del d e b a t e y de
las represálias, los organizadores, y los dos ad/ierentes retirados d e
la Covención de Diciembre.
N o es del caso analizar aquí la consecuencia é independencia
de esa b u e n a j e n t e y sus prosélitos y defensores.
D e s d e luego, el Excelentísimo señor Balmaceda, sus defensores
y secuaces, son los únicos q u e carecen de la facultad d e discutir y
p o n e r en duda, «si los elementos q u e componen la mayoría del Con-
greso, tienen derecho por sus antecedentes, por sus aspiraciones y
'7
— 130 —

sus p r o g r a m a s á llamarse los representantes de la opinión, si encar-


nan con seriedad propósitos de libertad y de progreso, y si, final-
mente, usan con honradez de su p r e t e n d i d a investidura popular.»
D e s d e luego ellos son los elegidos por el país (con la venia del
señor Balmaceda) y entre ese número, se encuentran dieziseis hom-
b r e s de los que el señor Balmaceda h a llamado en várias ocasiones
á compartir con él la tarea de la administración en el elevado puesto
de Secretarios de E s t a d o .
H a y no menos de veintiún miembros del S e n a d o y sesenta y
cuatro diputados.
E s a mayoría es, pues, tan discutible, respecto á las fuerzas pre-
sidenciales, como es en matemáticas discutible cuál es la suma pro-
ducto de dos unidades.
E n cuanto á sus antecedentes personales y políticos, podríase,
á la v e r d a d prescindir de ellos; tan notorios son!
P e r o por pleonástico q u e sea, los breves a p u n t e s biográficos
q u e se insertan á continuación, recordarán al país servicios y méritos
q u e éste no h a olvidado, ni podría olvidar jamás.

Don Eulojio Altamirano

Juez, Intendente, Ministro de Estado durante las administraciones de Pérez y


Errázuriz, Ministro de Chile al fin de la guerra Perú-boliviana, Altamirano añade á
estos títulos y glorias, la de ser una de las más elocuentes voces que hayan sonado
bajo la cúpula del Parlamento.
Culto, y esmerado en su dicción, posee el brillo de la imagen, la fuerza del racio-
cinio, y el calor del convencimiento y la pasión.
Sus servicios á la causa del progreso y de la libertad, han sido sobre todo en la
última época, tan numerosos como brillantes.
H> >< <í<

Don E d u a r d o M a t t e

Es más un luchador que un orador, pero más que todo eso, un extrategista de
primera línea.
En esta última campaña tomó á tarea colgar el cascabel al gato y á fe que
logró hacerlo real y verdaderamente!....
— i3i —

Independiente, audaz, ilustrado, Matte sabe combatir y conquistar.


Su propaganda en favor de la Convención, tan activa, dentro como fuera de pa-
lacio, ha merecido, como se ve, el éxito más brillante.
Ha ido á ella de buena fe, y ha triunfado.
El palacio dispara sobre él sin cesar, creyendo exterminarlo Eduardo Matte
recoje las balas, y las devuelve en forma de rectificación y la artillería oficial en-
mudece.
¡Qué triunfo el de la verdad!

Don J o s é B e s a

Después de haber sido el paño de lágrimas, hoy es la bcte noire de Balmaceda.


Antiguo Diputado, Senador y Consejero de Estado, Presidente por largos años
y hasta el día del Banco Nacional, ex-Presidente en Valparaíso y Santiago del cuerpo
de bomberos, ha ejercitado con brillo y dejado huella imperecedera de actividad,
talento, discreción y alta honorabilidad en todos esos múltiples y difíciles cargos.
Es el Ulises de los partidos independientes, y el viejo marino, y lobo de mar, en
cuyas manos el timón conduce siempre la nave al puerto.
Su lealtad es como la armadura de Aladino, pero ese blindaje es más poderoso
en el interior que exteriormente; es que allí está su corazón!

Don J o s é A n t o n i o G a n d a r i l l a s

Este desconocido, después de haber subido, grado á grado, las escalas del sólio
en la magistratura judicial, ha elevado un pedestal más alto aún á su reputación desde
su bufete de abogado.
Ministro en varias ocasiones durante las pasadas administraciones, supo imprimir
á la guerra, durante la campaña contra el Perú y Bolivia, el sello de su carácter audaz,
enérgico y honrado.
NOTA.—Ese desconocido ha sido el juez partidor y abogado de la familia Balmaceda,
y es hermano del actual Ministro de Hacienda.

>»• X « <

Don D i e g o B a r r o s A r a n a

Otro desconocido para los escritores de palacio, que no han oído jamás hablar
del Littr'e Chileno, á quien el Congreso acaba de premiar otorgándole una valiosa
suma mientras la Europa i la América le envían día á día, por medio de sus cuerpos
científicos, títulos, medallas y coronas.
¡Desconocido el autor de la Historia de Chile!
— 132 —
El hombre cuyo nacimiento se disputarían las ciudades de Chile y aún de Amé-
rica, como hicieron las de Grecia con Homero!
¡Qué tiempos y qué hombres!
->-» x «<

Excelentísimo señor: señores escritores de palacio:


Tengo el honor de presentar á V. E. y á ustedes á otro anónimo de la sociedad
y la política:
Don Aníbal Z a ñ a r t u
¿No es verdad qué no lo conocían?
¿Cómo y por qué podrían conocerlo?
Es verdad que fué Diputado y Embajador feliz de Chile ante el Ecuador; pero
¿qué se sabe del extranjero?
Es verdad que, cual esos campeones de la Edad Media descritos por Walter
Scott, que salían á combatir en apoyo de las mujeres, los débiles y los indefensos,
arriesgó su vida en el campo del honor para salvar la candidatura y la política del
actual Jefe Supremo del Estado.
Pero eso fué una calaverada, i . . . . nada más!
Es un hecho que fué en seguida Ministro del Interior; que firmó y elaboró la
actual ley de Municipalidades, aurora de la emancipación de estos- cuerpos; que hizo
parecer los registros robados en Curepto y elevó en cuanto pudo el nivel de la mora-
lidad electoral....
Pero en cambio no ha escrito un libro por año, ni recojido el premio en concur-
sos preparados por sus usufructuarios
¿Qué nombre tiene? ¿Cuáles son sus programas?
Es hijo del Ministro de O'Higgins, del Enviado de Chile en el Perú, del socio
de Zenteno en la redacción del acta de la Independencia Nacional.
¿Su programa?
Es el mismo que firmara y predicara en los Clubs de la Reforma, el actual Pre-
sidente de la República.
¿Que más títulos para ser desconocido ante los escritores palaciegos, que ayer pre-
conizaban su nombre, y mañana, si una vuelta de rueda lo elevara al poder, se arras-
trarían de nuevo á sus piés?.. .
>» X «<

Don Ladislao E r r á z u r i z E c h á u r r e n

Otro desconocido más, es don LADISLAO ERRÁZURIZ ECHÁURREN.


Joven, muy joven aún, ese retoño de un robusto árbol liberal, caído en hora
temprana, lleva en su mente la inteligencia; en sus nervios el vigor; en su alma la
lealtad, herencia sin mancha que le legara su glorioso padre.
Ese desconocido, ha brillado con luz propia desde tiempo há en los combates
— 133 —
políticos repitiendo sin quererlo por medio de la actitud que expontáneamente ha
asumido, las palabras del jefe vendeano á sus soldados:
Si avanzo, seguidme; si retrocedo, motadme; si muero, vengad me!
¿Hay alguno entre sus detractores que osara decir por sí tales palabras?
>» X «<

Don Manuel Recabárren

Vamos! MANUEL RECABÁRREN, Senador y ex-Ministro de Estado, patricio y


descendiente de patricios, sucesor en el Parlamento, de la franqueza y sinceridad, de
ese tipo de benevolencia, de sinceridad y de nobleza que se llama FRANCISCO MARÍN,
vos que desde 1851, llevastes el sacrificio en pro de vuestras ideas hasta la cumbre
de la abnegación, vos Bayardo de la sociedad y de la política, creíais, ser con estos
títulos, algo 6 alguien, en vuestra patria?
¡Qué error!
Esos antecedentes, esos sacrificios, esa constancia, nada importan, y nada tam-
poco valen.
Los turiferarios del poder, en caza de adjetivos para encomiarlo, os reputan una
nulidad, y sobre la lápida que cierra vuestra tumba, ellos los probados en cien com-
bates de antesala; ellos.... los eternos vencedores.... en toda lucha d e . . . .
presupuesto, han resumido vuestra biografía en una sola frase: desconocido!
Pero el país y la historia os guardan un lugar entre los hombres que amaron á
su patria, y trabajaron con anhelo por su progreso y por su libertad.
>» X «<

Don Federico Varela

Quién había de decir alguna vez al señor VARELA que su nombre inscrito siem-
pre en lugar preferente entre los protectores de la ciencia, y los bienhechores de la
humanidad; que su persona, siempre resuelta y pronta al sacrificio en aras de la
patria, de su grandeza y de su gloria, había de merecer de alguno quizás de los más
agraciados con sus dones, el vulgar epíteto de un anónimo y de un desconocido?
No obstante ello no era improbable.
Todos los Césares han tenido á sus piés una lira miéntran eran el poder y
la grandeza!
Ordinariamente esos cortesanos, eran los primeros que al primer amago de des-
gracia solicitaban las alas de Pegaso, para huir lejos del que había incurrido en las
iras del César.
El señor Varela no podía escapar á esa regla ineludible de la flaca humanidad.
Pero sus antecedentes y servicios, desconocidas hoy para el que ha encontrado
ubre más nutrida, reposan escritos en páginas inmortales y en la historia del progreso
de la República!
x «<
— 134 —

Don Ramón Barros L u c o

¿De qué sirve la celebridad?


RA M Ó N BARROS Luco, Ministro diez veces, Presidente de la Cámara quince, jefe
casi de partido infinitas, inmiscuido desde 1861, en todas las evoluciones políticas y
liberales que se han efectuado en esta tierra, aparece hoy, oscuro, sin nombre, sin
prestijio, sin historia, sin antecedentes, ni programa político, ante los jefes, caudillos,
publicistas y oradores del novísimo partido liberal!
La madre de los gracos, decía que sus hijos eran sus joyas más preciosas.
Si Ramón Barros Luco, necesitara alguna vez de pergamino alguno, ahí estarían
á la mano el Boletín de Sesiones y el de Leyes, para proporcionárselo abuntante, au-
téntico y glorioso!
» X «

Don Vicente Grez

VICENTE GREZ es el hijo de sus obras


Escritor humorístico, ha sido, puede decirse el fundador de una escuela en Chile.
Alma de artista, ha sabido hermanar el vuelo de sus aspiraciones con los deberes
de su cargo, de empleado laborioso y distinguido.
Corazón leal y generoso; político leal, noble y sincero, á él son aplicables las fra
ses del poeta:
Yo amaba todo; un noble sentimiento
Exaltaba mi ánimo, i sentía
En mi pecho un secreto sentimiento
De grandes hechos, generoso guía:
La libertad con su inmortal aliento
Santa Diosa mi espíritu encendía
Continúo imaginando en mi fé pura
Sueños de gloria al mundo y de ventura.
X «<

Don P e d r o Bannen.

Hábil abogado, intelijente y abnegado educacionista, leal amigo, independiente á


toda prueba, el Sr. Bannen ha contraído el habito de entrar al Parlamento por la ancha
y gloriosa portada, no de lo que se llama, sino de lo que es en sí, verdaderamente una
elección pura de toda intervención oficial.
Desde años ha, el Sr. Bannen libra esas batallas en el Sur, y de su barca pero no
de su conciencia altiva y digna, puede decirse el exergo de las armas de París:
Fluctuat nec mergitur.
Se sacude, más no se hunde jamás!
»>><<«
— 135 —

Jeneral Gregorio Urrutia

Audaz, abnegado, impérterrito ante el enemigo, ya extrangero, ya político, el Jene-


ral Urrutia, ocupa un lugar prominente entre sus amigos, y un blanco no poco consi-
derable ante sus adversarios.
Vastísima ilustración, no solo militar sino política, trato ameno y jovial, decisión i
entusiasmo, representa en nuestro ejercito el papel que el duque d' Aumale desempe-
ña en el ejército francés, con la única diferencia que aquel lleva el estandarte de una
dinastía, y éste empuña el pendón de la libertad!


Ignacio S a n t a María

Hijo de gato, caza ratones, dice, y no sin razón, el adajio vulgar.


Ignacio Santa María, parco en la palabra, pero resuelto en los hechos, observador,
ilustrado, paciente á sus horas, impetuoso en otras, participa en no pocas condiciones
del caracter de su progenitor.
Parece no tener una irresistible afición á la política....
Pero en cambio, demuestra un caracter demasiado inclinado á la sinceridad, pu-
diéndose aplicar á él, la conocida frace del poeta: Jamais tu nyimitáis V exmple de
tant d a n tres;
Et (Tune lache té tu nefispas un port.

v» X «<

Don J o r j e Riesco

Diputado, miembro de la mesa directiva de la Cámara, Ministro de Obras Públi-


cas, durante el ministerio Lastarria-Matte, Jorje Riesco, supo desempeñar esas diversas
funciones con celo, intelijencia, actividad y energía.
Víctima de la celada política que trajo á tierra ese Ministerio, Jorje Riesco sin jac-
tancia ni altivéz, pero con sinceridad y firmeza, ha apoyado con convicción el movi-
miento convencionista que sostuvo bajo los artesones de palacio.

-> » X «v

Don. J . Manuel Infante

Empeñoso, activo, ilustrado y entusiasta, el actual y desde ya largos años á, Secre-


tario del primer Tribunal de la República, ocupa un lugar distinguido en el seno del
Parlamento y en el afecto de sus amigos.
Propagandista de línea, llega á rivalizar con el Jeneral Urrutia en extrategía
- i36 -
Como él, ha peleado una á una, sin desmayar, todas las batallas de su partido y
de su convicción.
Ha sabido respetar su palabra, y hacer respetar su nombre y sus principios.

Don. J u a n Agustín Palazuelos

Viejo soldado del partido radical, al que dió los primicias de su juventud y su vi-
gor, antiguo representante del pueblo en la Camara de Diputados, su mano empuña
hoy con la misma decisión el estandarte que tremolara en tantas y crudas campañas.
La franqueza de su carácter, la vehemencia de sus sentimientos se conservan con
frescura juvenil.
Lleva sangre de patriota—sangre de Palazuelos—en sus venas, y su pasado refleja
lo que será su porvenir.

Don P e d r o Nolasco Marcoleta

Las páginas de la caridad han inscrito su nombre en caracteres indelebles.


Há diez años decía de él estas palabras que repito complacido:
«La naturaleza negándole sucesión, Dios dándole una fortuna no obraron á cie-
gas. Daban á los menesterosos y á los pobres un padre y un banquero.»
Fiel á sus tradiciones, abnegado ante la amistad, el señor Marcoleta reúne en
torno de sí numerosas y valiosas adhesiones.
La pasión política podrá alguna vez tratar de oscurecer sus cualidades; el sol de
la verdad las alumbrará perpétuamente.
»>><<«
Don E d u a r d o Mac-Clure

Es un bohemio de la política, y con razón podría aplicarse á sí propio el lema


del antiguo caballero:
Mi descanso son las armas,
Mi reposo es el pelear.
Infatigable en la labor, audaz é intrépido en el ataque, experto y sagaz atalaya y
observador el Asmodeo, creado por el romancista ha demostrado que, cuando la pa-
sión lo inflama sabe cosechar aplausos en la tribuna y dominar á la par de los mejores,
en las columnas del diarismo batallador.
Tiene la fe que sostiene, y posee la convicción que arrastra.
»>><<«
Don Gregorio Pinochet

El actual Vice-Presidente de la Cámara de Diputados, tiene una foja de servicios


bastante notoria para que necesite reproducirla latamente en este sitio.
— 137 —
Posee la tenacidad y la paciencia de Catón pidiendo la destrucción de Cartago.
Impertérrito en el ataque, ha olvidado alguna vez que era ministerial, recordando
únicamente que era representante del pueblo, y custodio fiel de sus derechos y de su
libertad.
Joven aún, el país tiene derecho á esperar mucho de él, y . . . . no es poco lo que
ya le ha dado!....

Don Luís M. Rodríguez

Antiguo y decidido soldado de las huestes formadas en el Club de la Reforma,


Luis M. Rodríguez dió en esa sala sus primeras batallas y obtuvo á la vez sus primeros
y más gloriosos triunfos.
Intendente de Chiloé un poco más tarde, su administración tuvo el privilegio de
los pueblos que no tienen historia, como decía el ilustre De Maistre.
Pero en cambio, su acción parlamentaria sí la tiene.
Ávido de detalles, impertérrito ante el ataque, vivo en la réplica, tiene el privile-
gio de provocar tempestades, aunque no siempre el de calmarlas.
Su tarea en favor de la Convención ha sido tenaz y fructuosa á la vez, y el puesto
que ocupa le impone serios deberes, que como siempre llevará á cabo con abnegación
y con el éxito que corona las grandes y sólidas empresas.

»>><< «
Don Demetrio Lastarria

El tipo de Cabrión, creado por E. Sue en los Misterios de París ha pasado ya á


la leyenda.
Demetrio Lastarria es el Cabrión de S. E. don J. M. Balmaceda.
Desde su salida del Ministerio, á cada aclaración de Balmaceda, responde una
rectificación de Lastarria.
Esto como se comprende, no debe haber producido un aumento de corriente
simpática entre ambos....
Sea de ello lo que fuere, y por más que los plumarios del Capitolio hayan afir-
mado en las columnas de El Comercio, que la administración de Demetrio Lastarria,
fué el «cinismo elevado al cubo,» el hecho refleja directamente sobre el Gobierno que
sucesivamente permitió, con corto período, esas ascensiones.
Partidario decidido de la Convención, Demetrio Lastarria tiene no obstante un
laurel más preciado en su corona; es su labor asidua é inteligente en las Comisiones
que bajo la dirección del ¡lustre patricio señor Irarrázaval, organizaron la ley electoral
y la ley municipal.
Eso solo aquilata su liberalismo, y sirve de pedestal á su reputación de liberal y
de estadista.
» >. > < < «
T8
— 142 —

Don Agustín E d w a r d s

Ha sido la cabeza de turco de los plumarios de Gobierno.


No hay injuria tabernaria, epíteto de mercado, dicterio de mujerzuela que no se
haya disparado sobre sus cienes
Y todos ellos habían participado de sus dones y solicitado su amistad y ser-
vicios!
Y, S. E. no ignora quizás, que entre todos los que durante el corto período del
Ministerio de Octubre, auguraban el desenlace que realmente tuvo, y predecían la
conducta que con él iba á observar, él, la víctima propiciatoria de las iras olímpicas,
era el único que—inocente!—afianzaba la verdad y la lealtad presidencial!
Secretario de Estado bajo la actual administración, Agustín Edwards, que había
nutrido su espíritu en el estudio y la observación, durante su travesía en el Viejo
Mundo, supo imprimir al ramo cuya administración le correspondía, el sello de la hon-
radez y del acierto.
Como político, su carrera comenzó por un golpe de brillo, poniendo bajo el taco
de su bota, poderes manchados por la intervención.
Alejado del Ministerio ha tenido una influencia desiciva en los actos políticos
posteriores.
Se dice que esa influencia es la del oro
Es natural!
Los que tal dicen, dan una vez más razón al axioma vulgar que asegura que
todo ladrón cree á los demás de su condición.
Lo que hace afluir los hombres á la casa de Agustín Edwards, no es su oro—
los deudores no buscan á sus acreedores—es su exquisita lealtad, sus atenciones, la
franqueza de su trato y la abnegación en favor de la causa á que sirve, y de los amigos
que lo acompañan.
Lo que llena sus salones, no es, como lo dicen sus enemigos palaciegos, que no
han llegado jamás más allá de la despensa en los banquetes del amo—la provisión de
su cantina, sino la libertad de discusión, la variedad de temas tratados ahí, en medio
de libros de ciencia y de objetos de arte, con ámplia independencia, sin que jamás
haya que plajiar á los cortesanos, que dicen al Jefe Supremo como el Ministro de
Barbe-Bleu—mi reloj no señala otra hora que aquella que agrade á S. M.I
El horror que inspira Edwards á Balmaceda es lójico por otra parte; no ha po-
dido, no podrá vencerlo en adelante.
En su maquiavelismo de entremes; en esa diplomacia cosida con hilo blanco de
que tanto consumo ha hecho S. E., Edwards no ha caido vez alguna en las mallas de
la red!
Ha tenido más que la conciencia, el noble instinto de la lealtad innata del co-
razón!
Podríase á este respecto referir mucho, y con infinitos testigos.
Pero, lo que importa no es eso.
— 139 —
Lo que importa por el momento es constatar que si los adversarios de Edwards
carecen de justicia, y de verdad, en cambio no carecen de lójica.
Atacándolo aunque estérilmente, atacan una de las piedras angulares de la Con-
vención de Octubre.
No es con el oro, es con la fe, con la abnegación, con el entusiasmo, con la sin-
ceridad, como Edwards golpeando el suelo como Pompeyo, ha puesto de pie, y hecho
surjir esas legiones que con el soplo de sus labios, bastan para derribar ese fantasma
creado por los cortesanos del César, y que se llaman la omnipotencia presiden-
cial.
Edwards, empapado en los progresos de la ciencia económica, á la que ha dedi-
cado su principal atención y esmero, no ha presentado como Ministro de Hacienda,
un solo punto vulnerable en su coraza, ni durante, ni después de su administra-
ción.
Su iniciación política fué un acto de honrosa probidad.
Posteriormente sus actos han marchado en consecuencia con ese orijen....
Yo no he querido en esta ocación narrar lo que todos saben, ni tampaco descu-
brir actos que, como la violeta, viven abrigados bajo el velo de la modestia y de la
caridad.
Diseño solé la silueta poética de mi modelo, y creo que podría repetir con justi-
cia entera antes del país, las mismas palabras que Aparisi y Guijarro dirijía á la Cá-
mara de España:
«Digo desde ahora para siempre, digo que yo no tengo pretenciones, que no
tengo obligación de ser orador; pero tengo obligación de ser hombre de bien; y si
todo se corrompe la de permanecer incorruptible, y si todo se doblega ante el poder
y el capricho de un hombre ó muchos hombres, la de permacer en pie, inquiebranta
ble y entero».
»><<<«
Don Augusto Qrrego Luco

Argumento vivo, y ad terrorem de las iras del «.Jefe Supremo del Estado^ Augusto
Orrego Luco, podría con perfecta justicia decir á S. E.

Los muertos que vos matais


Se portan todos muy bien.
Tenáz y constante, con una pluma que vale un escalpelo, el redactor de Actualida-
des Políticas en la Epoca, y de Editoriales en el Mercurio ha tenido el singular privilegio
que según la Biblia fue concedido á Moisés: cuando alzaba sus brazos los Judíos eran
vencedores; si ellos bajaban, la victoria abandonaba álas huestes judaicas.
No es éste el lugar ni la hora, y sobre todo no es ésta la mano destinada á descri
bir sus méritos literarios reconocidos por aclamación entre sus contemporáneos.
, .Es.sol.am.ent^sy rql político,el que he intentado débilmente diseñar.
— 140 —
1 en ese campo, son sus enemigos los que con sus guijarros le han erigido un alto
pedestal, en cuya cúspide se encuentra el laurel, conquista del talento, del patriotismo,
y la lealtad.

Don Luis Barros Borgoño

Mucho antes de recibir el honor de ser elegido para representar á sus correligio-
narios en el seno del Gobierno, el Sr. Barros Borgoño habíase ya conquistado un eleva-
do puesto judicial que abandonó con el corazon lijero para desempeñar ese elevado
cargo patriótico.
Pero antes que eso, había preludiado á sus funciones políticas, por elevados y con-
cienzudos estudios hechos en el Club del Progreso, y conferencias en las que se dicta-
ba á la juventud el itinerario no solo de lo bello, sino de lo bueno.
Heredero de gloriosas tradiciones en todo sentido, el actual Secretario de la Con-
vención i iberal, sabrá y sabe perpetuarlas, representando enérjicamente con su actitud
que hay algo superior á los honores y es: el honor!
Después de una brillante prueba, el Sr. Barros Borgoño alcanzó en la aurora de su
vida profesional, un tramo bien elevado; y el de relator del primer tribunal de la Na-
ción; título que abandonó definitivamente cuando á consecuencia de la salida del Sr.
Valdés, su partido lo propuso para el Ministerio de Guerra y Marina.
Esa promoción era obra del acaso?
No ciertamente.
Sin desatender, y al contrario con un desempeño brillante de sus tareas judiciales,
el Sr. Barros Borgoño, como Director del Club del Progreso habíase preparado para
su futuro, por un sólido estudio de las cuestiones administrativas políticas.
Su corta estadía en el poder, dió ocasión sin embargo á conocer sus dotes.
Sobrio, preciso, concreto, supo enterarse á tiempo de las necesidades y convenien-
cias del ramo que desempeñaba, y hacer adoptar sus resoluciones y miras en ambas
ramas del Congreso.
Supo más; supo resistir con noble entereza á las tentaciones que á sus ambiciones
y fantasías juveniles, presentara el Beltram de la Moneda.
«Prefiero honra sin barcos á barcos sin honra,» respondió el Sr. Barros á las se-
ducciones del Palacio.
Su fidelidad en la desgracia, muestra los quilates de su alma.
Los agoreros del tiempo no son siempre infalibles.
El sacrificio del Sr. Barros no será estéril.
Hay en ese jóven muchos Marios.
— I4i —

Don Miguel L. A m u n á t e g u i R.

Su nombre solo constituye una biografía.


Nobleza obliga, dice el axioma, y no será el diputado por Pisagua quén en este
la desmienta.

Don Gaspar T o r o

Su biografía es breve pero goloriosa.


Secretario de la Cámara de Diputados y del señor Barros Arana, posteriormente
diputado ante el Congreso, profesor de luengos años en el Instituto Nacional, ha sa-
bido en esos diversos puestos imprimir el sello de su talento, de su independencia, y
de su noble y altivo carácter.
» >< X «

Don Enrique Cazotte

Primer alcalde de la Municipalidad de Quillota, supo dar á esas funciones, antes


oscuras, el realce y relieve que realmente merecen.
Diputado ante el Congreso, ha mostrado con su conducta que no ha decaído en
él la noble sangre de sus antepasados.
» >< >< «
Don Vicente Dávila Larraín

Ministro de Balmaceda, resistió a firmar el contrato Lord—hoy Bernstein—bajo


las bases que se le presentaron.
Esto solo sería ya un título á la estimación y aprecio del país, pero por felicidad
no es único.
La Intendencia Jeneral del Ejército en las más duras crisis de la guerra, la colo-
nización, las exposiciones, el progreso en fin, bajo todas sus fases, cuenta entre sus
servidores más activos, más desinteresados y celosos el nombre de Vicente Dávila La-
rraín.
Desconocido, hoy para los escritores de palacio, es sinónimo de notable ante sus
conciudadanos y la historia del país.
»><><«
Don Darío Z a ñ a r t u

Ministro diplomático en Bolivia, alto empleado en la dirección de finanzas, es-


píritu nutrido de eruduxión, carácter de puritano en delicadeza y en honor, el dipu-
— 142 —

tado que retrato, tiene para S. E. el crimen de haber desafiado con entereza en repe-
tidas ocasiones, no solo las iras, sino las seducciones del poder.
Ha dicho en el Sebastopol de sus sinceras convicciones: aquí estoi y aquí perma-
nezco!
Si tales actos no hacen la fortuna de un hombre, hacen algo más sólido y dura-
dero: su reputación y su honor.

Don W a l d o Silva

De un carácter enérjico y bien templado, de un criterio elevado y seguro; de un


cerebro nutrido en las más sanas nociones del derecho, de un espíritu perseverante
en las tareas de la libertad, después de haber servido con brillo, celo é intelijencia al
partido nacional en duras y azarosas crisis, desempeñando elevados puestos en la ad-
ministración y en la jnsticia, semeja hoy á esos sarjentos que enseñan á los reclutas
en el combate, como se alcanza la victoria con el denuedo, ó la muerte con la in-
mortalidad.
* » > > < < «

Don Alberto Gandarillas

Es en política lo que el Gavroche, entre los revolucionarios de 1830, descrito


tan majistralmente por V. Hugo en sus Miserables.
De sus labios suelen escaparse verdades que no habrían quizás venido á la mente
ó no se habrían atrevido á emitir muchos hombres graves.
<iHijo de gato caza ratones,» dice el adajio, y Alberto tiene en sus antecesores y
en su propia familia muchos seres de larga vista y de no menos alcance en materia de
política.
Hermano del actual Ministro de Hacienda, pero á pesar de ello, un desconocido.
» >> < < «

Don J u a n Villamil Blanco

Nieto del captor de la María Isabel, opulento rentier, Juan Villamil, hermano
del Ministro de Chile en el Brasil, ocupa un puesto distinguido entre la juventud no
solo soi disant liberal sino entre la juventud ilustrada é independiente del país.
Y, si yo tuviera algo que añadir á esta pálida silueta sería para dar al modelo, el
consejo dado al Querubín de Beaumarchais:
Atrévete á atreverte de tina vez!

» > << «
— 143 —

Don Alejo Barrios

Como Ambrosio Rodríguez Ojeda en Santiago, Barrios en su puesto de Alcalde


Municipal en Valparaíso, ha sido el Colón de esc cargo público, desdeñado, y de pura
fórmula hasta entonces.
Uno y otro han tenido la actividad que exige su desempeño, la abnegación que
requiere su ejercicio; la enerjía y honradez de que necesita su elevación.
¡Honor á ambos!
» >>< C «

Don Teodosio Cuadros

Laborioso industrial en las provincias del Norte, solo ocupa su curul senatorial-
en raras y solemnes ocasiones.
Pero desde el fondo de su taller presta oído atento é inteligente á las voces del
patriotismo, del progreso y de la libertad.
Afiliado al grupo nacional ha compartido con él sus viajes del Capitolio á la roca
Tarpeya, con fidelidad y abnegación inquebrantables.
Esos cortesanos de la desgracia son ordinariamente muy escasos.. ..
Por eso, los partidos destinan para ellos un lugar preferente en sus afectos.
El que posee el señor Cuadros es bien merecido, y está bien ocupado!

Don Angel C. Rodríguez

Sin pretensiones, y con una modestia natural, hay en ese joven muchas dotes
que realzan á un hombre; lealtad, rectitud de criterio, elevación de carácter; acriso-
lada lealtad, á su bandera, y á sus amigos.

Don Miguel G ü e m e s V.

Hijo de un notable magistrado, padre intelectual de la actual generación que


brilla en' el foro, y bajo el solio, el señor Güemes, sin seguir la carrera profesional
hace recordar por las elevadas dotes de su carácter, muchas de las condiciones que
han hecho inmortal la memoria de su distinguido antecesor.

Don Carlos R o g e r s

Tipo sajón; alma chilena, franqueza, sinceridad, y corazón.


— 144 —

Don Isidoro E r r á z u r i z

Puede decirse que la vida pública contemporánea de este país se encuentra ligada
á su nombre.
Los sucesos y las multitudes obedecen á su palabra, como las olas irritadas á las
órdenes de Neptuno.
Como ese dios mitológico, conoce el dón de alzar las fuertes olas, o de humillar'
las y abatirlas á su albedrío.
Lo mismo pasa con los hombres.
Yo,—lo confieso sincera y francamente,—he estado muy pocas veces de acuerdo
con él;—muy pocas, casi ninguna, he estado contra él.
Muchas, infinitas veces, conversando íntimamente, he llegado á persuadirme que
la fantasía de Goethe; ese Mefistófeles que arrastraba á Fausto, era algo más que una
simple ficción de la fantasía, era una verdadera y positiva realidad!
Yo, yo he visto á Isidoro Errázuriz conmover, excitar ó apaciguar las multitudes,
según su capricho ó su albedrío.
Yo le he visto anonadar hombres públicos, que parecían poseer la inmortalidad
y perpetuidad del bronce ó del granito, ó elevarlos á la cúspide y las alturas con la
magia de su poderosa y volcánica palabra!
Ese dón de fascinación—si se me permite la palabra—es raro en Chile.
Por mi parte, he conocido sólo tres hombres que de él disfrutaran ampliamente;
tres hombres pertenecientes á tres tipos y tres comuniones políticas distintas: Montt,
Santa María y Errázuriz!
Yo, escapando á duras penas á ese beleño del talento, me propongo—¡escabrosa
tarea!—trazar aquí algunos rasgos de esa fisonomía.
Isidoro Errázuriz ha representado en la vida pública contemporánea un rol que
no puede perseguir ni compreder el análisis.
Ora como Demóstenes amparado por Atenas, ha perseguido á las tiranías con su
pluma, relampagueando sobre su cabeza, aturdiéndolas con los rayos de su elocuencia,
cual nuevo Moisés en Sinaí, y marcándolas con candente hierro; ora volviendo sus
miradas á la sociedad, ha tomado á tarea barrer preocupaciones, y fundar un nuevo
orden de cosas sobre las ruinas de las antiguas preocupaciones.
He visto, como lo decía poco há, muchos poderosos, muertos á sus piés ó resu-
citados al esfuerzo de su galvánica elocuencia; muchedumbres que lo aclamaban y
defendían, y la tribuna sagrada, pedestal de su fama, eco sonoro de su palabra oída
en todo el país, haciendo temblar á los abusos, y estableciendo sobre inconmovibles
bases el derecho.
Yo lo he visto producir iguales milagros con su pluma, ora implacable como el
látigo de Juvenal, ora justiciera como el fallo inexorable é imparcial de Tácito.
Pero ¿á qué hablar de las condiciones oratorias y triunfos de palabra y de tribuna
de Isidoro Errázuriz?
¿Á qué hablar de su rol político, siempre brillante, aún en medio del retiro, como
— 145 —
esas estrellas que parecen destinadas á alumbrar sólo en noches de tempestad?
Yo no conocía á Isidoro Errázuriz antes de 1868.
Alistado en esa época ele agitación en los Clubs de la Reforma, fué luego el alma
de esa asociación, y destinado por ella á esa pesca de hombres, como la llama el Evan-
gelio, que es la gloria de los misioneros y de los apóstoles.
Vamos! Señores cuerdos! ¿os acordáis de esa época de vuestros temores y vati-
cinios á lo Jeremías?
La guerra dió un nuevo giro y abrió un nuevo campo á la actividad de Errá-
zuriz, quien después de estudiar con amor en los libros que pudo haber á mano, el
medio de modificar y reformar nuestra situación militar, marchó como secretario del
Ministro de Guerra al norte, y tomó personalmente una activa é influyente parte en
los sucesos militares, sobre todo desde el desembarco de Pisagua hasta la gloriosa
victoria de Tacna.
Volviendo en seguida al campamento, tuvo la dicha de presenciar esas dos eta-
pas de gloria que se titulan Chorrillos y Miraflores, y pisar con paso de vencedor y
uno de los primeros, las calles de la vencida Lima.
Tal es, á grandes rasgos, una parte de la vida de Isidoro Errázuriz, desde la
época que lo conozco.
He dicho varias veces y lo repito: es imposible, y más para mí, el retratarlo, ni
aún con mediano éxito.
Apedreado en los palacios, aborrecido por los cortesanos, envidiado á veces,
otras maldecido por los palaciegos, Isidoro Errázuriz reaparece siempre en la política,
con vida propia, con luz propia, con ideal y entereza propia, imponiendo con los des-
tellos de su palabra, arrebatando con su talento y su audacia la caña del timón de
cobardes é inespertas manos, y dando á la nave magestuosa y feliz dirección.
Se ha podido notar muchas veces que Isidoro Errázuriz se encuentra sujeto á
accesos de exceptismo y hasta de melancolía, durante los que su actividad intelectual
parece reposar ó dormitar.
Efectivamente, el hecho es positivo.
Pero la observación queda incompleta, si á la vez no se dice que esos accesos
suceden siempre á las épocas en que ha estado en más frecuente é íntima comunica-
ción con el poder.
Esto justifica la observación que recientemente hacia álguien que yo conozco, en
un banquete: «Los hombres de ideas y pluma, hacen en la política el oficio de los
limones en la cocina: se les estruja, y en seguida se les arroja como inútiles!»
Pero necio sería quien intentara hacer lo mismo con Errázuriz.
Su jugo es eterno, y como el Niágara, no se seca jamás.
Siempre nuevo, siempre fecundo, es vano intento detenerlo.
Y cuando esas crisis sobrevienen, cuando los políticos creen ver á Errázuriz
anémico, pobre, tísico, oh! entonces él, lanzándose de cabeza en el mar de la demo,
manos de la muchedumbre, aparece cual nunca, más joven»

"'STUÍifáBBaSSÉBi A'* »' "v


- i46 -

más enérgico, vigoroso y omnipotente, diciendo y probando con su actitud que 1


naturaleza y su talento lo han colocado entre esos seres....

que le ciel a fait naltre


Pour commander aux rois et pour vivre sans mditre.

Tal era lo que en 1881 decía de el, {(El Ingenuo.» La elevación al Ministerio en
Octubre, su caída, y la actitud actual de Errázuriz en la oposición, han hecho de la
profecía de 1881 una realidad, y de aquel retrato una biografía.
Ha pasado por el crisol de la tentación y ha vencido, dando severa lección con
su conducta, á los pezcadores de hombres.
En la contienda actual con el Jefe Supremo, Errázuriz ha demostrado que su
dignidad y lealtad se hallaban a la altura de su talento!

Don T o m á s E a s t m a n

Respecto a ese noble ciudadano, caído durante la lucha, he aquí su biografía:


«El señor Eastman era acreedor á la estimación general por su caracter levantado-
y porque los actos de su vida llevaron impresos el sello de esa rectitud y honorabili,
dad que deja siempre recuerdos imperecederos.
Numerosas obras públicas atestiguan la inteligencia y el trabajo del señor East-
man, y en esas tareas de rudas, y á veces de ímproba y silenciosa labor, jamás se pu-
sieron en duda sus procedimientos de perfecto caballero.
Durante la guerra desempeñó interinamente el puesto de intendente de Valparaí-
so, atrayéndose, en ese delicado cargo, los aplausos de sus gobernados y el expecial
aprecio del Presidente de la República en aquella época, señor don Aníbal Pinto.
El comercio de Valparíso mantenía escrito su nombre en sus páginas más honro-
sas, considerando su criterio como elemento indispensable para la marcha de nuestras
grandes instituciones de crédito y es por esto que se vió siempre figurar al señor
Eastman en el Consejo Directivo de los primeros bancos del país.
Preocupó constantemente la atención del señor Eastman todo lo que significaba
progreso industrial, y los trabajos emprendidos por él, en el departamento de Lima-
che, atestiguan su amor por los adelantos de esa localidad y justifican lo poderosa
influencia que en ella dignamente ejercía.
Como diputado al Congreso Nacional mantuvo con independencia sus opiniones
políticas, y fué de los primeros en firmas las bases de la Convención, sinceramente
convencido de la necesidad de dejar al país la libre elección de su primer mandatario
— i47 —

Don Vicente Reyes

Cuando la Escuadra Española al mando de Mendez Nuñez, comunicó oficial,


mente su resolución de bombardear á Valparaíso, un extremecimiento eléctrico puso
de pie á Santiago entero, y enormes avalanchas de hombres se dirigían al palacio, pi-
diendo armas y venganza.
Una de esas masas se acercó á una casa de la calle de Agustinas, y se encaminó
de nuevo á palacio acompañada esta vez de un anciano de porte erguido, ojos de
águila y que llevaba en sus facciones impreso el sello de la nobleza y del valor.
Aquel hombre en medio de esa muchedumbre, representaba un estandarte.
Era el ilustre Almirante Blanco, el captor de la María Isabel, el artillero de Mai-
po, que iba á pedir al Gobierno el favor de derramar su última gota de sangre por la
patria retando en caballeresco combate al Jefe enemigo y su armada.
Se dirá lo que quiera pero no puede desprenderse de mi espíritu esta evocación
de un hecho ya lejano, cuando veo á Vicente Reyes, tomar ufano y enérgico su
puesto de guerra, entre los defensores de la mayoridad del pueblo, y los adversarios de
la intervención electoral, y la omnipotencia presidencial.
Sus servicios á esa noble causa son tan importantes como dilatados y numerosos
Le ha sacrificado sin vacilar, ambición, lucro, y esa falsa gloria que tanto seduce á los
espíritus débiles, esos hombres de poca y?, como los llamaba el Cristo.
Vencida ó victoriosa, es siempre honroso para un hombre caer al pié de la bande-
ra de sus entusiasmos y de sus convicciones, y es una dicha á la vez para una causa,
tener entre sus servidores á hombres de la talla moral, y de la firmeza de principios
que el país entero reconoce en el actual Presidente del Senado de Chile.

Don Carlos Besa

Juicio recto, corazón probado, miras elevadas y patrióticas, labor y honor: tal
es su lote, y su bagage.

^<< «
Don Alberto M o n t t

No ha manifestado hasta aquí una entrañable pasión por la política.


Pero creo que se equivocaría grandemente quien tomara esa frialdad por impo-
tencia.
Un buen día el volcán encubierto bajo su manto de nieve estallará!....
Cuidado entonces con los vecinos!

» x «<
— 148 —

Don V e n t u r a Carvallo Elizalde

Se dice que Litré componía en la cámara las páginas de sus inmortales obras.
Creeríase que muchos de los médicos diputados, á juzgar por la vaguedad de su
mirada, y la indiferencia de su actitud en los debates políticos, redactaran mental-
mente los recipes destinados á sus clientes.
Pero, si no asisten con frecuencia al ejercicio, y faltan no pocas á la revista, en
cambio se encuentran siempre presentes en la batalla.
El doctor Carvallo es uno de ellos, y su presencia en el campamento de los inde
pendientes revela que no escasean en él, ni la ciencia ni la lealtad.

— » > >< e «

Don T r i s t á n Aguirre

Desempeña hoy sus funciones de Diputado y partidario, con el mismo Celo, con-
tracción y elevación con que poco há desempeñaba, segdn la voz unánime de una
provincia entera, su profesión de médico.

- — » •> > < < «

Don E n r i q u e Mac-Iver

¿Es también un desconocidot


¿Carece también de antecedentes y de programa?
¡Puede ser!
Los escritores con consigna, pueden así decirlo....
El país, no.
Bastaría uno sólo de sus magistrales discursos—el que versa sobre la separación
entre la Iglesia y el Estado por ejemplo—para hacer la reputación sólida de una cen-
tena de oradores—par decret du roi.
Sus arengas, dotadas de una perfecta corrección literaria, adornadas con todos
los encantos del acento y de la voz; con todos los títulos de una convicción absoluta,
desnudas de todo charlatanismo, de todo artificio de mala fe, bastan para seducir y
arrastrar un auditorio.
El personaje no se deja, sin embargo, seducir tan fácilmente.. . Ha resistido en
repetidas ocasiones á seducciones, ante las cuales ceden de ordinario, espíritus que se
dicen bien templados.
Y sobre todo tiene unas indiscreciones q u e . . . . ni Athos.
¿Creerán Uds. que encuentra superior en talento, José María á José Manuel BaU
maceda y que así lo ha dicho!!!!
— 149 —

Incauto Enrique! tu Marcellus non eris.


Consuélete, sin embargo, el ser lo que eres! es decir:
Vir bonus dicendi per i tus.
¿Lo crees poco?
>» X «*.

Don Ignacio Z a ñ a r t u

Un Hércules en vestón.
Pero no hay que equivocarse!....
La Ofale de ese Hércules, es sólo la libertad!

>» X «-<

Don Emeterio Letelier

Después de haber llenado con gloria sus deberes para con la patria imponiendo
á sus enemigos con el valor y la audacia en el exterior, los cumple hoy sirviendo con
idéntico celo al progreso y la emancipación en el interior.

»>><< «

Don J o s é Alberto Bravo

Espíritu cuerdo, prudente, ilustrado, ama la libertad y el progreso con un culto


platónico y elevado, mientras no llega el momento del sacrificio.
Sonada la hora Alberto Bravo no falta jamás á la lista!

» > > >< «


Don Bernardo P a r e d e s

Abogado estudioso, inteligente é ilustrado, ama á la libertad con el amor de Ro-


meo por Julieta.
Hoy entrega su porvenir—joven como es—en aras de esa diosa inmortal, aunque
severa de ordinario con sus adoradores, repitiendo á justo título la reflexión del poeta:

Oh ilusión adorable
Hija del cielo y de la dicha hermana!
A no ser por tu magia soberana,
Nos tnataría el tedio inexorable,
Eterno fo7ido de la vida humana.

>» x « >
— 150 —

Don Pacífico Encina

No lo conozco, á la verdad.
Su reputación no obstante dice que, á pesar de su apellido lejendariamente go-
biernista, ama la independencia y la practica con resolución y energía.

» X X «

General don Cornelio Saavedra

El famoso combatiente de 1851; el conquistador militar y civil de la Araucanía,


el Ministro de Guerra en 1879; e l J e f e militar á quien tocó la suerte de hacer clavar
nuestra bandera en el palacio de Pizarro; el bravo soldado, el abnegado y leal amigo»
el Bayardo sin tacha ni miedo; en las luchas de la política no es hoy para los Álvarez
de la nueva corte, otra cosa que un desconocido vulgar?
Oh! con cuánta razón el noble guerrero, el brillante patriota podría decir de la
prosperidad de la patria lo que el poeta romano de sus versos:

Yo los hice;
¿Otros aprovecharon sus honores....
»>>><«

Don Ricardo P é r e z E a s t m a n

Ha tenido la felicidad y el acierto de hacer coincidir la aurora de la vida parla


mentaría, con la de su vida política activa.

»><><«

Don H e r n á n Echeverría

Pertenece á una familia en que la fidelidad á los principios, el amor al trabajo y


al progreso y el entusiasmo por todo lo jeneroso y grande, constituyen sus mejores
blasones.
El vástago hace honor á esos antepasados y esas tradiciones.
— i5i —

Don Valentín Letelier

Hizo, puede decirse, su educación en Alemania, y, al revés de lo que es frecuente,


hizo una completa educación.
Sus artículos sobre este tema en la prensa periódica, y los lauros alcanzados en
los certámenes literarios en que ha concurrido, lo prueban superabundantemente.
Su trabajo de Recopilación de Sesiones honra á la vez á su laboriosidad y su
criterio.
No recuerdo haberlo oído en el Congreso, pero aunque no haya usado ni abu-
sado de la palabra, su labor revela que es un hombre en el presente, y una esperanza
mayor para el porvenir.

Don M á x i m o R. Lira

Si lo necesitara....
Si tuviera tiempo y paciencia, podría hacer un misal nada más que con las citas
y elojios discernidos por la prensa de amigos y adversarios á la elocuencia, al saber,
á la lójica elevada, contundente, llena de vida y colorido, del actual Secretario de la
Cámara y redactor en jefe de La Tribuna.
Nacido á la vida pública en un meeting como R. Mandiola, ha tenido en ella
variada é incostante fortuna. Pero en cualquiera ocasión que se haya exhibido, si ha-
bla se hace oír, si escribe se hace leer, y siempre sabe cosechar á ámbas manos las
atenciones y los aplausos del espectador.
Su alejamiento del poder, al que se le creía atado con cadenas de gratitud y
afecto insoluble, revela que en su ánimo flota, superior á toda consideración, como la
bandera, sobre el mástil más alto de la nave, el culto y el amor de la libertad.

Don Antonio E d w a r d s

Ocupa ha tiempo un lugar en la Cámara como representante del partido ra-


dical.
Moderado por temperamento, trata las cuestiones políticas con idéntica frialdad
y seguridad que las de Bolsa.
Leal y amable en su trato familiar, modesto en su vida pública, se hace querer de
sus amigos; estimar y respetar de sus adversarios.
— 152 —

Don R a m ó n Arriagada

Influyente vecino en su provincia, en la cual ha sabido obtener una estimación


universal, ha creído, adhiriéndose á la Convención, que el medio más eficaz para
continuar su jenerosa propaganda, era el de ponerse al servicio de la independencia
electoral.

Don J u a n Craig

La forma escrita de su adhesión á los propósitos de la Convención, indica clara-


mente que hay en él indpendencia, patriotismo y corazón.

Don J o s é Letelier

Agricultor opulento á la vez que progresista, gusta del orden y buena admi-
nistración en sus fundos y en el Estado.
De trato llano, de ideas moderadas, discreto y enérjico á la vez, honra con sus
servicios su nombre, y leal á su partido, sirve en él á la causa de la democracia y de
la libertad.

Don Miguel A. V a r a s

Su padre era Ministro casi antes de ser un hombre—en la acepción legal.


Miguel Varas ha sido hombre, cuando era un niño, pero no ha querido ser Mi-
nistro hasta hoy día, y es de temer que no lo será tampoco j a m á s . . . .
Porque cuando él dice no.... no es nunca si.
Y dice sí tan pocas veces!....
Ha sido Rector del Instituto Nacional, Diputado, Senador, Codificador
hubiera podido ser cuanto hubiera querido....
Tiene talento y aptitudes para ello.
Su voz, clara y arjentina; su lójica siempre impetuosa é irresistible; su erudición,
su estudio, su nerviosidad misma, lo colocan entre los^oradores de primera talla en el
Congreso.
— 153 —
Mas, cuanto no cuesta hacerle hablar! Como los viejos robles, es menester
que el aquilón sea muy fuerte para que se deje sacudir.
Pero una vez que el sacudón empieza Santo Dios!
Como decía un español por Cánovas del Castillo «en ese ataque emplea toda su
trastienda que es mucha; todo su talento que es grande; toda su habilidad que es
consumada, y el bulto se viene á él. Lo coje, lo mira desdeñosamente, le dá vueltas
juega con él, lo pone en un fanal y lo arroja por la ventana, y guiñando ó torciendo
la boca se eleva sobre el nivel de la discusión.»
Tal es el orador En cuanto al político es de una sola pieza. Si ó no como
reza el catecismo.
Es una hoja de Toledo en vulgar vaina.
Pero no hay que tomarla por el filo.. .. porque corta!

» >< >< «

Don Telésforo Mandiola

Antiguo y celoso edil de Copiapó, adhiere á la convención, y le presta un con-


curso de celo, desinterés y abnegación.

Don Marcelo Somarriba

Sin conocerlo personalmente, y á virtud de informes sobre él recibidos, puedo


decir que, interpretando el voto del pueblo que lo llevó al Congreso, defenderá los
fueros de éste con enerjía y con lealtad.

•-)>><<«
Don Cornelio 2° Saavedra R.

Carácter entero, alma cnérjica y bien templada; espíritu ilustrado, alma sensible
á todos los dictados é instintos del honor, Cornelio Saavedra—creo que toma la
sombra por la presa, al no prestar más atención á sus deberes políticos.
En todo caso, hijo de soldado, es á su turno un soldado que vale un batallón.
— 154 —

Don P e d r o J . F e r n a n d e z

laborioso, tenaz, emprendedor; buen abogado, leal y convencido partidario.


Es autor de un trabajo sobre lejislación penal que honra al foro, y que durará en
su éxito muchos años.
Sabe lo que dice, aunque no dice siempre lo que sabe!....

Don Federico P u g a Borne

Doctor: V. también es desconocido!


Desconocido para Balmaceda que lo ha tenido á su lado en dos períodos como
Ministro laborioso, inteligente y ante todo digno y honrado; para el redactor del Co-
mercio, que tuvo en V. su rival en el Liceo de Valparaíso; para el redactor de la Na-
ción, cuyos planes desveló y pulverizó V. en la prensa y ante el Consejo de Instrucción;
para el país, en cuyo servicio no ahorró V. sacrificio alguno durante la epidemia del
cólera!
Oh Doctor! el anónimo de V. lo envidiarían muchas celebridades!

Don J . Miguel T a g l e Arrate

Abogado laborioso y tenaz; carácter recto, ilustración macisa, posee el vigor de


sus convicciones, i la franqueza de sus ideas se refleja como en una fuente en la severa
llaneza de su estilo.
Como político hace poco, pero lo hace bien.

< » X «-> .

Don Manuel A. Cristi

Mocetón, resuelto y audaz, lleva en su físico el reflejo de su carácter moral.


No sabe, no puede retroceder.
Irá por el contrario á donde el deber lo impela, sin mirar ni hácia atrás por can-
sancio, ni hácia adelante por miedo ó vacilación alguna.
Está uno de los primeros en la lista de castigos, dictada por Julio Bañados, y
refrendada por Balmaceda.
— 155 —

Don David Salamanca

Las condiciones de bondad, de caridad i de hidalguía que se encierran en su


alma, son el negativo, i la antitesis más perfecta de los razgos de su fisonomía.
Roquelaure chileno, tiene de ventaja sobre aquel, no solo la audacia sino princi-
palmente el corazón.

Don Abraham Kcenig

Si su vida ministerial fué íugáz y efímera, su vida de abogado, de escritor, de


luchador, ha sido dilatada y fecunda.
Carácter entero, espíritu altivo, es de los que creen que como el caballero es-
pañol:
Al rey se le debe todo.
Todo? Menos el honor!

»>><< «
Don Rafael Montt Albano

Senador y ex-Intendente. Es en el seno del grupo nacional, algo semejante á lo


que fué don Francisco Marín por su lejendaria sinceridad en el grupo liberal.
Menos ideólogo, sin embargo, su sentido práctico lo conduce siempre por las
vías del patriotismo mas recto y mas fecundo.

» > > < < «—


Don Francisco Carvallo Elizalde

Ex-juez de Ovalle, secretario del Senado, oficinista distinguido y celoso, parti-


dario abnegado y de una lealtad pasada ya por el crisol de la ira presidencial,
Francisco Carvallo, con su aire de Quevedo, ocupa brillantemente un puesto de cari-
ño y preferencia marcada, en el seno de sus amigos, y en el grupo de su partido.

Don Miguel Ignacio Collao

Distinguido vecino y propietario de la altiva Concepción, aunque poco afecto á


la política y á sus artes, hase apresurado á unir sus esfuerzos y su voz en el concierto
unánime en que Chile pide emancipación é independencia!
- i56 -

Don Agustín Montiel R.

Su nombre se encuentra escrito en casi todas las páginas en que Valparaíso in


serta sus actas de ciudad progresista, patriota y liberal.
Su obra parlamentaria ha sido más modesta, pero no menos útil y fecunda.
Hombre de partido, tiene no sólo la lealtad sino el amor á su bandera!
» > ><< «

Don Vicente Aguirre V.

Los escritores de palacio, suelen ser misericordiosos, en ocasiones y sin saberlo


quizás!
En cambio de los no escasos apuros en que con frecuencia los ha colocado le
pluma incisiva, la erudición legal y la lógica de acero del Procurador Municipal de
Santiago y redactor de La Epoca, se limitan á apellidarlo desconocido!
Pobres gentes!
Cuánto hacen recordar al filósofo que decía:
Los jactanciosos son gentes que no se encaraman sobre zancos sino porque saben que
son más pequeños que su reputación!

Don Alberto Edwards

En 1881, el Ingenuo lo retrataba en estos términos:


«Es uno de esos hombres de los que puede decirse lo contrario de lo que el ma-
riscal Le Beuf decía de los soldados franceses:
Ama más el cuartel que la parada.
Esta apreciación es exacta, y Alberto Edwards lo ha probado suficientemente.
Parco de palabra y hasta de asistencia á su banco de diputado, cada ocasión que
ha hecho uso de una y otra, ha podido acreditar que su inasistencia y su mutismo,
eran como el temblor de miembros de Bailly, no por miedo, sino más bien por frió.
Audáz pero á la vez prudente, no se lanza jamás al combate sino cubierto con to-
das las piezas de su armadura.»
Es como lo profetizaba el mismo autor un laborioso obrero, una conciencia, y un
convencimiento.
— 157 —

Don Aristóteles Gonzales J.

Laborioso industrial en el suelo y en el subsuelo como decía una famosa circular,


ha heredado y cultiva con honor las tradiciones de lealtad, patriotismo y progreso que
hicieron imperecedero el nombre de su padre.
Es en el Senado, una columna que no se desplomará jamás!

»>><<«

Don Nicolás Hederra

Un día en un momento de camanchaca política, se hacía entre el Sr. Presidente y


algunos'de sus auxiliares la lista de los diputados que podían hallarse presentes en una
sesión decisiva y próxima.
—Hederra no vendrá, dijo S. E. El trafico está interrumpido.
—Hederra vendrá, contestóle uno de sus secretarios.
—Pero el Maule está invadeable
—Lo pasará á nado!
—Le aseguro que no.
—Puedo asegurar á Ud. lo contrario.

Poco después, el Secretario telefoneaba á S. E. desde la Cámara:


«.Elprimero de los diputados que he encontrado en la sala, es Hederra,» le decía
Verdad es que se le había creído ahogado entre las ondas del Maule.
Esto pinta al partidario.
En cuanto al hombre, su vida se compendia en breves palabras:
Labor, abnegación 7 patriotismo!

Don J. M. Diaz G.

Ilustrado y laborioso, cumple sus deberes de partidario en política, con el mismo


celo, abnegación, entusiasmo y brillo, con que desempeña sus deberes en el foro.
- I58 -

Don Juan G. Valenzuela

Desempeña desde 1881 el cargo de diputado por la provincia del Ñuble.


Inteligente y moderado en sus maneras y forma, activo, ilustrado y discreto, sabe
hacerse querer de sus amigos y estimar de sus mismos adversarios.

» X >< «

Don Julio 2.0 Zegers

Aunque hasta ahora no ha tomado parte sino en cuestiones incidentales, y qui-


zás hasta cierto punto personales en el seno de la Cámara, ha mostrado en esos deba-
tes, despejo, erudición, soltura y caracter.
Promete y creo que cumplirá....

» X X «

Don Victor Kórner

Su liberalismo es de tan buena ley como su intelijencia y conocimientos en la ca-


rrera que desempeña.

» >< X «

Don Francisco Puelma Tupper

No busca los efectos oratorios; habla como siente, y dice lo que siente.
No pertenecerá jamás al número de aquellos seres que describía Voltaire:

Disant de riens cTun ton de perroquet


Profondement remplis des bagatelles,
Hun air hautain, (Tune bruyante voix

En cambio, su espíritu investigador, su alma recta y levantada le señalan con


distinción entre los hombres de probidad, de progreso y sobre todo de verdad.

-» X >» >
— 159 —

Don P e d r o N. P r e n d e z

Los tiempos son de lucha!—¿Quién concibe,


El ocio muelle en nuestra edad inquieta?
En medio de la lid canta el poeta,
El tribuno perora, el sabio escribe—

Tribuno y poeta á la vez, Prendez lleva á cabo con éxito, y merced á sus privile
giadas dotes de inteligencia, no sólo la doble misión que le asignara Nuñez de Arce,
en el cuarteto que precede, sino cuádruple, pues es ademas diputado y abogado.
Sólo un vigor de atleta podría sobrellevar esa tarea.
Pero la naturaleza no ha sido avara con Prendez, dotándolo de condiciones físi-
cas que sólo desmerecen delante de sus condiciones intelectuales.
Debo añadir además las dotes del corazón que hacen de Prendez un excelente
amigo, y un irreprochable partidario.

» X >» >

Don Julio Z e g e r s

El Memorándum citado profusamente en las primeras páginas de este libro, re-


vela cuan inmensa cooperación, quizas podría llamarse colaboración, prestó el señor
Zegers, á la administración actual, en su aurora, y en su crisis!
Y sin embargo, hélo ahí, confundido en la muchedumbre de esos indiferentes
delante de los que el Dante pasaba apresurado, pudiéndose decir de sus pasadas
grandezas, lo que el mismo Dante decía del ángel caído:

Questo superbo voll essere sperto


Di sua potenza contra 7 sommo Giove.

Ese soberbio quiso medir sus fuerzas contra el soberano Jove y ahi tiene su me-
recido! . . . .
Con todo, el señor Zegers no se ha mostrado en extremo abatido con su des-
gracia . . . .
Oh! santa culpa, decía un Padre de la Iglesia; tú nos diste la Redención.
Oh! feliz desgracia, podría decirse á su turno; en vez de un Ministro nos has dado
con la caída del señor Zegers, un liberal, activo cooperador en leyes que como las
de la comisión mixta, dicen á los pueblos, como el Lábaro:
Con este signo vencerás.
NOTA.—El señor Zegers va á dar á luz un nuevo Memorándum, dividido en siete
aiadros.
No será algo como las siete palabras de la Pasión?.. ..

>» x «<
— i6d —

Don J u a n Castellón

Arrancado á las labores industriales para ocupar un puesto en el Gabinete de


Octubre, lo desempeñó con la elevación, la probidad y la lealtad que se adivinan en
los contornos de su fisonomía franca y animada.
Pero esta era la mitad de la tarea, y los hombres de su temple, la llenan por
completo, ó perecen en ella,
Un poco más atrás los lectores de este libro habrán visto como el señor Caste-
llón, cual un heraldo del pueblo, delató los planes, y arrojó a nombre del país inde-
pendiente, su guantelete de guerra al rostro de la intervención.
Esa generosa actitud, retrata de cuerpo entero, al diputado y al ciudadano.

Don J . Joaquín Aguirre

Joaquín Aguirre, Rector hoy de la Universidad, y diputado, firma la convención


y se adhiere á ella.
Y se dice que la convención está muerta;... que vá á morir?
Ilusos! El diagnóstico de ese médico no se equivoca; la rectitud, la lealtad y el
patriotismo de ese hombre lo salvarían en todo caso.

• >» X «<

Don David Mac-Iver

Dotado de una superabundante ilustración, fortalecida con un estudio tenáz y


persistente, favorecido por los dones de la fortuna—que alguna vez—rari quomdam
suele favorecer al trabajo, David Mac-Iver—es uno de aquellos hijos de sus obras,
que por su propia experiencia aman á la libertad como la exclusiva generatriz de los
grandes hechos, y á la vez de los hombres de firmeza y de principios.

>>» X «<

Don Luis F. P u e l m a

Laborioso e ilustrado, amigo decidido en un tiempo del actual Presidente de la


República, ha debido comprender, aunque tarde y no sin amargura, que hay algo su-
perior al cariño de los hombres, y es la lealtad á los principios
Luis F. Puelma, lo ha comprendido.... y marchará siempre en pro de las solu-
ciones que den más realce á la emancipación de los hombres, de las ideas, y de la
sociedad en general.

Don Manuel A m u n á t e g u i

Después de una laboriosa carrera administrativa, educacionista eximio, amante


de la belleza en el arte y en la ciencia, Manuel Amunátegui, parecía haber penetrado
en la política con la indeferencia característica de un simple espectador.
Pero como esos corceles á quienes entusiasma el son de la trompeta, ha sentido
el clarín de la batalla, y animoso ha ido á formar sin vacilación en las filas en que
ocupó un puesto irreemplazable su distinguido hermano don Miguel Luis.
Querer es poder; no lo olvide el señor Amunátegui.

>< «

Don Miguel A m u n á t e g u i R.

Retoño de noble árbol, hay derecho para esperar de él, jenerosos frutos
Hay familias en que la esterilidad es un delito.

» > c. > < ce

Don Eleodoro Gormaz

El senador que lleva este nombre después de conquistar noblemente una fortuna
en las lides del trabajo, y de fortificar sus convicciones liberales con el estudio y la
observación en las capitales del Viejo Mundo, al llegar á su patria, comprendió que
le quedaba aun una batalla por librar; la del afianzamiento del sistema liberal, ataca-
do en sus últimos atrincheramientos por la bulimía de mando del Poder Eje
tivo.
Fiel á sus convicciones de toda la vida, Gormaz, que podía aspirar honrosamente
al reposo, desnudó la espada de su juventud, y agrupado á sus amigos del Senado,
como esos Cuadros formados después de la Berezina, inmortalizados por el pincel de
Vernet, augura con su presencia lo que todos ellos dicen:
La Guardia puede morir, pero rendirse jamás/

» >»«< «
— ió2 —

Don R. S a n h u e z a Lizardi

Abogado discreto é ilustrado, viajero observados yfilosófico,liberal probado y de


buena fe, amigo leal y consecuente, don Rafael Sanhueza Lizardi, ha sabido mediante
estos preciosos dones, recojer abundantemente no solo los de la fortuna, sino los que
son más escasos aun y difíciles de alcanzar: los de un aprecio sincero y entusiasta de
sus amigos, de sus correlijionarios y de la sociedad en jeneral.
Político avizor y astuto, sabe, no solo derrotar sino preveer, los asaltos y embos-
cadas, y su voz solo suena animada por el poderoso soplo de la lealtad y de la li-
bertad.

Don Ramón B a ñ a d o s E s p i n o s a

Reposado, estudioso, tranquilo, modesto, Vice-Presidente de la Cámara de Di


putados, redactor de La Patria, mi modelo actual, tiene un mérito raro en los actua-
les tiempos.
Sabe lo que dice, y hace lo que sabe.
Profundamente convencido de la necesidad de instituciones libres y democráti-
cas, ha prestados celosos é intelijentes servicios á esa causa en el seno del Congreso
y de las comisiones mixtas.
Es el buen siervo del Evanjelio que tiene su talento y lo fructifica abundante-
mente.

»><><«

Don J o r j e Aninat

Joven aún, muy joven, para conocer la política y sus artes, ha tenido la intuición
de la gran política—la de la vía recta—y no ha trepidado para rendirle en sus aras, el
tributo de una jenerosa y desinteresada adhesión.

» X -><-«

Don Jovino Novoa

Un ilustre escritor, poco ha fallecido, decía:


Las piedras que se arrojan sóbrela reputación de un hombre célebre indican por
su número, como las piedras que se reúnen en la tumba de un israelista, mantas almas
y acontecimientos ha podido remover ese hombre.
- i63 -

Á este título, la memoria del señor Novoa tendrá en Chile una altura relativa-
mente colosal.
Desde un juzgado de letras, ha recorrido la escala administrativa hasta sus más
altas y empinadas cumbres, imprimiendo en todos los puestos por él desempeñados,
el sello de una intelijencia cTeliíe y de un vigoroso y enérjico carácter.
Ministro é Intendente durante el período de 1851 á 1861, desafió intrépido y
domó al huracán.
Más tarde, diputado al Congreso, tuvo la entereza de su responsabilidad y de sus
actos.
Representante de Chile en el Perú, hizo respetar por la diplomacia la estrella de
nuestra bandera, ensalzada por la victoria.
Luchador impertérrito, audaz, armado con la elocuencia y la lójica, desafía las
tempestades, las provoca y las vence!
El Gobierno actual cree haber arrebatado á esos hombres su fuerza y su presti-
jio, como lo hiciera Dalila con Sansón.
Se engaña tristemente!
Esos cabellos retoñan como los brotes de un árbol sano y vigoroso!

Don J u a n Ignacio Alcalde

Amante de la verdad, de lo bello y lo bueno, heredero de nobles y gloriosas tra-


diciones en la causa de la República, Juan Ignacio Alcalde, á quien no tientan los
lauros de la ambición, ha demostrado que no es insensible á los instintos de su raza,
haciéndose adalid de la libertad.

Don Uldaricio P r a d o

Decano de la Facultad de Matemáticas en Chile, alumno distinguido de las Univer-


sidades alemanas, don Uldaricio Prado, obedece en política al axioma de su profesión:
la via recta es no solo la más corta, sino también la que ofrece mayor seguridad!
La bondad" de su trato, sus múltiples y profundos conocimientos le han dado un
lugar considerable en la sociedad.
Su patriotismo y la rectitud de sus intentos le proporcionan igual puesto en la po-
lítica.

>» x «<
— 164 —

Don Valentín del Campo

No ha ocupado, por motivos de salud un lugar considerable en la tribuna parla


mentaría, peí o sí lo ocupa, y á justo título, en el aprecio y estimación de sus amigos y
correligionarios.
De una instrucción nada común, de un espíritu pronto siempre para los arranques
jenerosos, figuraría siempre con brillo entre los hombres dotados de inteligencia y
corazón.

Don Luis E r r á z u r i z E c h á u r r e n

Vice-Presidente de la Cámara de Diputados; carácter enérgico, bien templado y


de una lealtad á los principios liberales que nada puede entibiar, puesto que la heredó,
y la lleva en las venas de su noble sangre, Luis Errázuriz, es de aquellos hombres que
sin decirlo, hacen práctica la noble divisa:

Fais ce que dois


Advienne que pourra

Haz tu deber, suceda lo que suceda.

Don Alberto Romero H.

Inteligente y láborioso hasta el exeso, si así puede decirse, ha conquistado ya en


corto tiempo un nombre envidiable en el foro, y si quisiera.... podría hacer otro tan-
to en la política.
¿Por qué no lo ha hecho aún?
Lo ignoro.
En todo caso su actitud presente, revela que no ha olvidado ni su educación, ni
los instintos de su sangre.

X <SA

Don J u a n E s t e b a n Rodríguez

Pro cónsul del decenio, como se llamaba hace mucho tiempo, ha dado en éstos tiem.
pos el raro ejemplo de preferir el honor á los honores y abandonar una pingue renta á
- i5 5 -

trueque de representar á su país en el Senado, con la frente alta y una reputación á


todos títulos, noble y distinguida.

> » X <£<

Don M á x i m o Cienfuegos

Había tomado la política como una amenidad.


Hoy comprende que es un deber.
Desde ese momento ocupa su puesto, y en él sus hechos y sus actos no desdecirán
de los que ha obtenido á justo título en su carrera profesional.

Don Ricardo L. T r u m b u l l

Audáz, sereno, leal, ama á la libertad, y como los sajones de quienes desciende
sabe servirla con sinceridad y abnegación.

Don Carlos Valdés

Sin ambición alguna, notable agricultor, patricio distinguido, pertenece á esa raza
de hombres á los que podría aplicarse la frase de V. Hugo:

Yo tengo un amo: el deber


Un juez: la conciencia

>» X «<

Don Joaquín Valledor

Su retrato es el símil del de Don Pedro N. Marcoleta.


Leal á su partido; fiel á sus amigos; no rinde tributo sino á dos divinadades: la liber-
tad en política; la caridad en el hospital.

» X (c >
— 166 —

Don Nolasco Reyes

Su tipo físico, revela su naturaleza moral.


Leal, honrado, progresista y liberal.

Don P e d r o M o n t t

Otro desconocido más en la serie fabricada á última hora, por las plumas oficiales,
no ya ad usum Delphini, sino para entretenimiento del Jefe Supremo del Es-
tado.
Ah! qué sería de la carrera pública del Jefe Supremo, sino hubiese existido ese
desconocido, y su ilustre y venerando padre, sobre cuya tumba y hechos los escara-
bajos oficiales, tratan de imprimir la huella repugnante de sus babas
El señor Montt, olvidando esos agravios ya verificados, consintió últimamente,
por patriotismo, en aceptar una cartera.
Y á pesar de todos los anuncios, á pesar de todas las predicciones que mil voces,
imparciales las unas, amistosas las otras, hacían llegar á sus oídos, el señor Montt se
resistió á creer en la emboscada de que tanto se jacta el señor Balmaceda y su prensa
y respondía á todas esas voces con una sola frase:

Es imposible!
El amor alpaís detendrá su mano!
La corta vida Ministerial del señor Montt, en el Gabinete de Octubre, alcanzó
no obstante á dar sus resultados.
Desafiando la gula de los presupuestívoros logró escapar al derroche ocho millo-
nes de las arcas públicas.
Sus medidas en el ramo de hacienda hicieron rujir de cólera á los especuladores,
pero en cambio le obtuvieron adhesiones esquivas, y por lo mismo justas y va-
liosas.
La pluma de Zorobabel Rodríguez y la palabra de Ventura Blanco, se encarga-
ron de expresarlas en la prensa y en la Cámara.
Dos blindados!
Hoy en la oposición Pedro Montt parece otro. Ha recobrado su libertad, su
alegría, y hasta podría decirse su palabra.
Su actividad rivaliza con su entereza.
En el seno de la Convención, recuerda á aquellos cruzados que entraban en la
brecha de Jerusalem con su ¿spada en los labios, y que en seguida segaban enemigos
esclamando: —
_ i6; -

¡Dios lo quiere! ¡Dios lo quiere!


Y esta vez como la otra se dirá con el bardo:
¡Caerá, caerá Jerusalem en ruinas!

»><><«-

Don'Gregorio Letelier

Denodado partidario de las ideas radicales, las sostiene hoy en la Convención,


con igual empuje y conciencia que ha tenido siempre para apoyar en el seno de la
Cámara, y de la sociedad.

Don Manuel G u z m á n V.

Honrado radical, ha sabido mantener su credo y convicciones á una altura ma-


yor que las seducciones del palacio.

» >< X «

Don M á x i m o del Campo

Orador facilísimo y distinguido.


Su oratoria es tan vehemente y sincera como la lealtad que guarda á su partido
y á sus amigos.
Ha tenido en la Cámara bellas inspiraciones de que han nacido bellos y eruditos
discursos.
Como lo decía Fígaro de Lindoro:
Fara di sé.

Don Vicente Balmaceda

Bulwer Lytton, observaba que en Inglaterra, ordinariamente, los Príncipes de


Gales, son los adversarios más corteses, es verdad, pero á la vez más decididos de la
política que domina en la monarquía reinante.
— i68 —

¿Por qué?
Yo no lo sé, ni podría decirlo.
Lo único que me es lícito expresar, es que Vicente Balmaceda, piensa bien, y
obra mejor.

Don Ramón Rosas Mendiburu

Luz! luz! decía Goethe al expirar.


En su ancianidad, el noble patricio que lleva esta nombre, repite como la nación
entera: como sus gloriosos antepasados; Independencia y libertad!

LOS ADHERENTES

Por las listas correspondientes al banquete y meeting de Valparaíso, los lectores


podrán ver el gran número de personas que se adherían á esas manifestaciones de la
opinión liberal é independiente.
Sería imposible revisarlas en detalle.
Pero no es posible cerrar estas líneas, sin una mención siquiera de esos valientes
adalides que desde las provincias envían su alerta á los batalladores del campamento
central.
Entre ellos, y desde el extremo norte se encuentra Daniel Feliú, el incansable
campeón del radicalismo y del progreso.
Desde las breñas de Copiapó, domina la voz de don Manuel Antonio M a t t a
que escribe en caractéres de fuego, la síntesis de una situación, y la vida entera y el
carácter de un hombre, con los caractéres de perpétuo fuego que servían de tinta á
las inscripciones trazadas por Daniel en el festín del rey asirio.
En pos de él, se encuentra don Antonio Alfonso, fiel siempre á su bandera y
sus propósitos, y de cuya adhesión á ellos puede decirse lo que de la guardia del gran
Napoleón: Mucre, mas no se rinde.
En Valparaíso existen y se desarrollan dos tipos iguales de nobleza, de delica-
deza y de lealtad, los señores J u a n de Dios Arlegui, que pelea las batallas del
derecho y de la libertad, con la misma hidalguía que los marqueses de Luis XIV y
Luis XV, disputaban sus querellas de amor, y don Carlos G. Huidobro, que á
semejanza de sus gloriosos antepasados, batalla en favor del progreso con la misma
entereza que los otros en favor de la civilización, y en contra de la barbarie,
- i6g -

En la capital misma, la Convención cuenta con el vigor nunca amortecido del


viejo pero aún formidable atleta de las ideas don Francisco Puelma, y el modesto
pero abnegado concurso del desinteresado é incansable campeón de la clase obrera:
don J u a n Agustín González.
La provincia de Talca, ostenta con orgullo, bajo este título el prestijioso nombre
de Teodosio Letelier y la de Concepción enarbola ufana, á su turno, el del deno-
dado patricio de la libertad: don Víctor L a m a s .
Del nombre de estos campeones puede decirse lo que Pompeyo: al sonar de su
espada la tierra brota hombres!
R E S U M E N Y CONCLUSIÓN

H e dicho!
Así terminan todos los discursos, y los brindis.
L a s pájinas q u e anteceden, no son ni u n a ni o t r a cosa, y en
atención á su carácter, en lugar de he dicho, creo tener derecho para
esclamar he probado!
H e probado que la convención es la necesidad lójica, inevitable,
fatal de la situación de los partidos, f r e n t e á la política de perfidias
del Presidente Balmaceda.
H e probado, q u e ella no es como lo afirman los fonógrafos de
S. E . a n t e la prensa, un movimiento oligárquico, fruto de los deso-
cupados de la capital, sino la aspiración d e todos los corazones je-
nerosos; la bandera a d o p t a d a como e n s e ñ a de c o m b a t e por todos
los patriotismos!
H e probado por último que esos desconocidos, q u e forman hoy
n o sólo la mayoría en el Congreso, sino en la sociedad y en el país,
están muy por arriba de sus calumniadores y quizás también, y no
pocos del q u e los alecciona y paga!

Resta aún una sola consideración.


E n uno de sus discursos de caudillaje, el entonces Ministro del
Interior, y hoy «Jefe S u p r e m o del E s t a d o » , como se h a c e llamar,
daba á sus fieles este grito de g u e r r a :
La bandera y el éxito!
Pues bien, la hora de la liquidación h a s o n a d o y es llegado el
caso de preguntarle ¿cuál es esa bandera?
— 171 —

N o es la bandera nacional, sobre la cual, olvidándose que sirvió


de techo á su cuna, ha ordenado arrojar cieno y lodo.
N o es la bandera reformista, la que hizo servir de tapiz en la
escala de sus ambiciones.
N o es la bandera liberal, que ha enarbolado solamente, en los
casos que lo hacen los corsarios y piratas: para seducir y apresar al-
gún botin.
N o es la bandera radical, que permanece aún en la firme mano
que la alzara por vez primera en Chile.
Todos esos partidos, todos esos grupos, forman hoy un haz de
esos estandartes; haz que llamea orgulloso en la tienda jeneral de
la Convención.
Todos esos grupos, como los nobles de Ferrara, anatematizan
y maldicen, cual lo hicieran con Lucrecia Borgia, las falsías de que
fueron víctimas y su autor.

II

La administración se desploma bajo su mano.


H a proyectado ferrocarriles, y los injenieros u n o á uno, los con
denan en nombre de la ciencia, y sobre todo de la probidad!
H a pretendido reformar la Majistratura, y una influenza fatal
pesa sobre e l l a . . . .
Metió mano traviesa en la instrucción y en vez de luz ha hecho
el caos.
Los intendentes son espulsados en notas que manchan las no-
bles pájinas del Boletín.
H a derrochado inmensos caudales en inmigración, y apenas
pisan este suelo los inmigrantes se transforman en emigrantes....
Gastó injentes caudales en reformar naves, y las naves vuelven
peor después de la reforma.
Combatió el militarismo, y hoy los empleos civiles son su presa
y la indisciplina crece, y el cadalso se multiplica.
Prometió atender á la Marina, y la convirtió en un foco de in-
trigas e n que s ó l o se premia la adulación y el favor.
— 172 —

Ofreció la vuelta al sistema metálico y con sus derroches y pro-


digalidades, ha creado y mantiene cada día más robusto y vigoroso
el ajio.
Dijo que iba á atender á las prisiones, y los detenidos mueren
como perros en las cárceles. . . .

III

¿Qué más?
¿Qué promesa no ha violado?
¿Qué hombre á su servicio no ha sacrificado?
Quédale sólo en política, un cuadro de desconocidos, de ambi-
ciosos, de abogados Cotorra, de poetas d lo Ortiz, de ajentes electo-
rales en rezago; de canes ambrientos en eterno aguaite de un hueso
que r o e r . . . .
E r a esta la bandera? E r a éste el éxito?

IV

Con ese cuadro de rezagados, amenaza aún.


Amenaza con la dictadura; amenaza con el castigo del magister
al niño; del Mayoral al esclavo!
Espejismos! como dice el redactor de la Nación.
Con esas huestes se marcha unas veces á la derrota; otras veces
al saqueo; nunca á la victoria grande y pura!
Como lo decía profundamente el Duque de Broglie en su dis-
curso de recepción en la Academia:
«Dios, por una justa compensación, ha querido que los poderes
sin contrapeso, fueran también sin cimiento, y en el día del peligro
quedarán sin defensores. Una nación formada de hombres supers-
puestos de esta manera, sin otro vínculo que los una que el poder de
un amo, es, como una montaña formada de granos de arena que des-
deña un día el cansancio de los vientos, pero que al día siguiente dis-
persa el primer soplo del huracán.»
— 173 —

Se ha visto ya que el Jefe Supremo, y su montonera, carecen


de todo estandarte, á no ser que hayan rejido, y exhiban como tal, y
para este caso la tradicional falda de ña Chepa la loca.
E n cuanto al éxito.... ahí e s t á . . . .
Sólo que ese éxito según el lenguaje oficial, se denomina ban-
carrota, en el lenguaje universal.
Bancarrota, en política, y bancarrota en administración; en
todo.
— P e r o ahí está mi partido, el partido liberal,—dice S. E !
Libre Dios á Chile del triunfo de ese partido; sería su muerte,
y muerte rápida!
Es, no mi voz, sino la de un elevado hombre público amigo de
Chile.
Emilio Castelar, el Crisóstomo de la libertad, hablando de Chi-
le, y su guerra, en su última obra «Anales políticos'!) nos dirije estas
palabras:
«No, no conviene á ninguna democracia organizar sistema tal que
pueda necesariamente convertirla en una oligarquía de pretoríanos.
No le conviene, no, ese réjimen de f uerza, contrario de todo en todo
al réjimen de la libertad y el derecho.»

VI

El triunfo de los pretoríanos sería la desaparición por muchos


años de los gobiernos correctos, legales, parlamentarios; sería la
perpetuidad del derroche y del desórden: sería la ruina del sistema
republicano;
Si esa hipótesis llegara á realizarse, tendría perfecta oportuni-
dad, dirijidas á los hombres de libertad en Chile, las terribles pala-
bras dirijidas por el Conde de Montalembert á los católicos de
Francia:
«Dormid desde luego si podéis hacerlo, ilotas voluntarios, pero,
cesad de quejaros al dormir, y sufrid en silencio la suerte que os ha-
béis complacido en elejir.l>
— 174 —

VII

L a historia tiene crueles venganzas.


Como acaba de verse, la voz de orden, el canto de guerra de
un Tirteo, ha pasado á ser por los acontecimientos, la inscripción
funeraria de un gobierno.

SIN BANDERA Y SIN É X I T O

E n cuanto á los Jefes y soldados de la Convención, marcharán


al combate como buenos y nobles, diciendo á los que han presajiado
tenazmente su dispersión y ruina, las nobles frases que Voltaire
pone en labios de Tito.

Quand la cause commune au combat nous apelle,


Rome, au cceur de ses Jils, eteint toute querelle.
Vainqueurs de nos débats, nous marchons réunis.
El nous ne connaissons que vous pour ennemis.

Si la causa común nos llamara al combate, Roma, estingue en


el corazón de sus hijos toda querella. Vencedores en nuestros deba-
tes íntimos, marcharemos reunidos, no reconociendo otro enemigo
que vosotros!

Santiago, Abril de 1890.


ATHOS.

FIN
APÉNDICE

T e r m i n a d a ya esta obra viene á mis manos, el i m p o r t a n t e do-


c u m e n t o que vá á continuación.
C o m o tributo al gran ciudadano, y como final de mi humilde
pero bien intencionado trabajo, lo inserto esperando q u e lo cubrirá
con su justo prestigio.
ATHOS

H e l o aquí:

Adhesión á la convención de la alianza liberal

( D e EL ATACAMEÑO.)

Copiapó, febrero g de iSgo.


Señores y correligionarios:
Aún cuando creo que la circular firmada por ustedes sobre la próxima Conven-
ción de la alianza liberal haya sido dirigida á cada cual, sin exigir ni esperar de él una
contestación, yo me juzgo en el deber de darla á ustedes, no sólo en obsequio de las
personas, con algunas de las cuales he compartido tareas y esfuerzos en pró de las li-
bertades y de los interses de Chile, miéntras que con otras, estoy ligado por antiguos y
queridos vínculos de amistad y de correligión política, sino también en prosecución y
en testimonio de la propaganda de buenas doctrinas y de buenas prácticas de gobier-
no, empezada tantos años ha, por el partido radical, á cuya acción, aceptada ó recha-
zada, vencedora ó vencida, pero siempre favorable y provechosa al país, he tenido el
honor de contribuir, en el puesto y con el contingente que las circunstancias me han
deparado.
La adhesión y la cooperación que ustedes me piden y que tienen el derecho de
exigir á todo aquel que, con razón, se llame y merezca llamarse radical ó liberal, en
Chile, las tendrán ustedes, sintiendo yo tan sólo que ellas no sean de mayor influjo
— 176 —

y de mayor eficacia en esta contienda, aparentemente provocada con suma indiscre


ción por el presidente de la República, entre su criterio y sus propósitos personales y
la voluntad y los intereses del país, representados por casi todas las fracciones del li-
beralismo y del radicalismo chileno, y que es, en realidad, la consecuencia lógica de
los errores y corruptelas que, en nombre de doctrinas y agrupaciones de libertad, han
dominado, cunden y quieren echar raíces en las regiones oficiales, desde hace algunos
años, merced á los poderosos resortes que han puesto en juego los señores Santa Ma-
ría y Balmaceda.
Cuando empezó la administración del primero y mientras estuviera sin solucio-
narse las graves cuestiones de política externa, consecuenciales á la guerra perú-boli-
viana, tuvo la desgracia el liberalismo, y el señor Santa María, con él, de creer que la
supresión de los grupos ó partidos de libertad, no sólo era posible sino necesaria, para
constituir un gobierno eficazmente liberal; y agravándose y extendiéndose este error
con el deseo, con el interés y con la ambición del círculo que más inmediatamente lo
rodeaba, inicióse y llevóse adelante la empresa, con una tenacidad y una habilidad
mayores que las que ese círculo desplegó en otras más sérias, hasta que, en 1885,
empezó á producir, en las elecciones, alguno de sus peores y más asquerosos frutos.
El éxito oficial en esas elecciones, apenas contrastado por el radicalismo y por
uno que otro liberal, hizo que ese funesto error se robusteciese y casi se prestigiase,
disculpándose con la necesidad de contener los avances del partido conservador, con-
vertido en facción clerical furiosa.
Las buenas intenciones de los que seguían ó instigaban una tan errónea y funes-
ta política, se las probaba y demostraba, no sin exhibir vacilaciones y contradiciones
censurables y sospechosas, con formular proyectos de ley ó promulgar leyes que ve-
nían á dar en parte siquiera, satisfacción á las aspiraciones de libertad, de justicia y
de progreso, manifestadas siempre por los pueblos, i siempre invocadas por los hom-
bres de libertad de Chile.
No necesito—y muy fácil sería el hacerlo—acotar nombres propios y fechas deter-
minadas, para comprobar y justificar lo que asevero; lo cual, además y mejor, está justi-
ficado y comprobado con lo que se hizo para la designación de la candidatura y para
la votacion presidenciales que recayeron ámbas, por medios y por agentes, conocidos
y no olvidados, en el señor Balmaceda.
La segregación de casi todos los radicales y de muchísimos liberales de importan-
cia que, rompiendo con la política oficial, emprendieron la defensa de los derechos
cívicos tan innecesarios como desachatadamente conculcados, apénas hizo notar,
merced á la aviesa y torticera conducta de los llamados jefes del partido conservador,
la protexta que los buenos y verdaderos ciudadanos formulaban, no en su foro interno
—como es de regla colonial i sacerdotal que se haga en Chile—sino en el Congreso,
en las urnas, en la prensa, en las plazas y en las calles.
El señor Balmaceda, quien desde |i 881 y como agente activo y personage muy
favorecido, fuera uno de los más conspicuos en esa obra que él y muchos otros cre-
yeron de buena fé que era obra de liberalismo porque propendía á concentrar en un
— 177 —

sólo hombre, revestido de casi omnímoda autoridad, el poder de promulgar é im-


plantar las reformas que el país reclama, no adquirió, con su elevación á la presiden-
cia, luces mas claras que le hicieran ver, ni impulsos mas generosos que le hicieran
sentir, Q1 funesto regemén á que él venía sirviendo y que tan eficazmente le ha ser-
vido para la satisfacción de sus ambiciones.
Continuándo y agravando las pretenciones de concentrar las fuerzas y las volun-
tades del liberalismo en la mano presidencial, que había abrigado y hecho prevalecer
el señor Santa María, no ha habido ardid, no ha habido resorte que, durante la admi-
nistración Balmaceda no se haya empleado para llegar á la disolución de todo grupo
que no esté sometido ó dispuesto á someterse al capricho voluntarioso de los transi-
torios habitantes del palacio de la Moneda.
Cuando, de pronto no se lograba de dividir un grupo, se inventaba el modo de
reemplazarlo, y á fuerza de constancia en insidiosas perfidias mientras no se ponía
otra menor en hacer promesas de reformas y confidencias de peligros por conjurar, el
liberalismo—en todas sus gradaciones, desde las del liberal miedoso hasta la del
radical sin miedo—quedó más fraccionado, más dividido que lo que por su propia
naturaleza y sus propias tendencias, ha estado y propende á estar en todas partes y en
todo tiempo.
Y así lo que fué quizá instigaciones, al principio, de ambiciones que no se confesa
ban y de especuladores que no se exhibían tales cuales despues se mostraron—la re-
presentación y aún la incorporación del liberalismo en la persona y en los agentes-
mismos del Presidente de la República—llegó á ser doctrina poética, escuela negocio
y aún escala de gobierno.
Divididos y desmigajados todos los' grupos de libertad, los agentes descubiertos
y los solapados que realizaban los planes secretos de la intemperante política ofi"
cial que había, con una falacia incalificable, traicionados sus compromisos más sérios
por congraciarse con una fracción del partido clerical á quien quería también dividir,
hicierón, en 1888, la propaganda de la necesidad y de la conveniencia de que, tanto
los partidarios cuanto los adversarios de la administración Balmaceda, llevarán, para
entrar al Congreso, si no la cooperación, la aquiecencía del Presidente de la República.
Así se coronó la obra, ya adelantada en 1885, y que hoy está próxima á producir
sus postreros y más trascendentales resultados.
No me atreveré á afirmar que esta obra no haya sido intentada y llevada á cabo
con entera buena fé; pero sí afirmo que ella no es la que los hombres de libertad pue-
den autorizar con su conducta ni favorecer con su inercia, siendo ella tanto más peli-
grosa cuanto más sincera é indiscretamente sus principales factores la emprendierón y
la defienden.
Á menos de vencerlos y dejarlos en la imposibidad de reaccionar contra los que
los venzan, el señor Balmaceda y los que lo instigan, lo explotan y lo sirven, no se
convencerán de que están en el error y de que siguen un rumbo funestos para ellos
y para el país, pues hasta hoy todo les induce á creerse que son, no sólo la luz y la
vida, sino también la fuerza i el prestigio del gobierno en Chile.
- i78 —

El desmigajamiento de los grupos de libertad y la ninguna popularidad de los


grupos de reacción, á alguno de los cuales la política oficial se ha atraído halagándolo,
no sólo con promesas, sino con inexperadas é inmerecidas concesiones—prueba y
testimonio de ello es lo sucedido en Copiapó desde 1886—son los factores, muy nota-
bles de la situación actual, con extorbos y con recursos muy numerosos, pero preñada
de males y desprestigio ó de bienes y prestigio, para nuestros pueblos y nuestras ins-
tituciones, según sea, del presidencialismo usurpador ó de la Alianza Liberal emanci-
padora, el triunfo ó la derrota.
Contra esta peligrosa situación y todos aquellos que, de buena ó de mala fé,
pretenden robustecerla, se han alzado unidos los cinco grupos parlamentarios, en
cuyo nombre la junta directiva y la comision ejecutiva de la Convención de la Alianza
Liberal, llaman á todos los liberales y radicales á una acción y un exfuerzo comunes
y uniformes; y es de esperar que pocos sean los que no respondan sincera y patrióti-
camente á ese sincero y patriótico llamado.
La segregación, el fraccionamiento, la posición aislada de los liberales y radica-
les, efecto, en alguna parte, de idiosincracias personales, pero en mucha mayor, de
influencias oficiales que servían á planes de predominio absoluto de uno sólo, y que
han traído las dificultades y conflictos de la actualidad, cesarán y quedarán destrui-
das, si no todas, sus principales y perniciosas consecuencias, oponiendo al plan y al
esfuerzo de separación y de discordia, los de unión, uniformación y concordias deli-
beradas i que tendrán su resumén y su órgano respetables y respetados en la próxima
Convención, fruto, obra y arma del patriotismo, del derecho y de la legalidad.
Y así á la obra de tan funestos resultados, como es la que hoy se está viendo y
que neutraliza los buenos propósitos y debilita los esfuerzos sinceros hácia el bien, tan-
to de los gobernantes cuanto de los gobernados, se opondrá la de nobles aspiraciones
que quieren la verdad y la sinceridad en la aplicación de nuestras leyes y en el ejercicio
de nuestros derechos; y todos los buenos ciudadanos que anhelan la práctica del go-
bierno representativo correcto, si no logran estirpar las corruptelas y los abusos que
tanto se han desarrollado al influjo, conciente ó inconciente, de los últimos huéspe-
des de la Moneda, conquistarán á lo ménos, para los ciudadanos y para los pue-
blos, individual ó colectivamente, las armas, los recursos y las garantías del libre y
eficaz ejercicio del sufrajio, con el cual todo puede perfeccionarse, á medida de las
necesidades y de las aptitudes sociales.
Si se tratase de discutir modos de formar una convención, haría yo valer opinio-
nes que he sostenido y mantengo, y que mas de una vez he publicado; pero hoy en los
momentos de acción y de esfuerzos comunes para contrarestar la prepotencia presi-
dencial, no se trata ni puede tratarse de lo que cada cual de nosotros puede escojitar
de mas lójico y mejor, sino de lo que todos debemos y queremos hacer para refrenar
esa prepotencia.
Y en ese sentido y con esa mira, creo que las bases y reglamentación de procedi-
mientos de la convención de la Alianza-Liberal son de las mas aceptables y adecuadas.
— 179 —

El resúmen que Uds. hacen del programa pólitico de la Alianza-Liberal, que


constituirá su órgano en la futura convención, formulado en estas cuatro proposiciones:
«i. a Prescidencia absoluta del presidente de la República y de sus agentes en las
contiendas electorales;
2.a Creación del municipio autónomo;
3 a Afianzamiento del sistema parlamentario de gobierno;
4.a Mantenimiento de las leyes secularizadoras del Estado.»
Siendo parte del programa del partido radical, al cual tengo y he tenido el honor
de pertenecer no pueden sino imponerme la mas decidida adhesión á lo que ustedes
han iniciado y sabrán llevar á cabo.
La obra de dispersió/i y discordia de los grupos de libertad, fomentada siem-
pre y llevada hoy hásta sus últimos estremos por el absolutismo presidencial, nunca
satisfecho, puede y debe ser destruida, ó por lo ménos, subsanada, por la acción co-
mún y uniforme de todos los individuos que componen esos grupos y quienes, sin
prometer ni exijir renegacion de simpatías ni antecedentes personales y sin mirar á
otra cosa que al propósito de reconquistar ó amparar derechos y fueros usurpados,
pueden reclamar y obtendrán el concurso de todo un buen radical ó liberal de Chile,
La honrosa tarea, con ser tan patriótica y muy hacedera, no deja de tener estor-
bos y riesgos, por haber de llevarse á cabo en un terreno y contra agentes que son
—por una desgraciada y lójica necesidad de la política oficial—los del mismo presi-
dente de la República, á quien todos habríamos querido encontrar léjos y por encima
del recinto escandescente de la contienda, y que ha querido provocar y sostener el
combate, presentándose armado y á descubierto, sin siquiera la discreta nube que,
en los tiempos y en los cantos de Homero, velaba á los dioses cuando descendían á
compartir la lid entre griegos y troyanos.
Enunciar ésto, es ya señalar los conflictos ó peligros contra que se habrán, sin
amedrentarse y sin empañarse,de estrellar el alma alentada y el claro criterio de todo
los que, en el Senado y en la Cámara de Diputados, como en la capital y en las pro-
vincias, emprenden con madurada decisión y con planes bien calculados unas de las
campañas mas necesarias como mas fecundas y gloriosas para nuestro país y para
nuestras instituciones.
El señor Balmaceda—se puede asegurarlo, sin la menor duda—no se cree sin
derecho ni está sin poder para sostener con el candor y la pertinacia de un ensimis-
mamiento, talvez insconciente, pero visible en todo y para todos, la temeraria empre-
sa iniciada; y, Faetonte de la omnipotencia presidencial, ha de rejir y hacer rodar el
carro de ella sin mirar lo que se les opone, hácia adelante, ni lo que deja hacia los la-
dos ó hácia atras, atendiendo solo á los brios de su cuadriga y á los impulsos de su
ambición, hasta que las aguas de otro Eridano ahoguen caballos y cochero.
Para que ello no suceda, apenas bastarán la unión, la habilidad y la energía de to-
dos los liberales y radicales, decididos á detenerlo, desviándolo y desilusionándolo de
su temeridad, manifestada á toda hora y en toda forma, hásta conseguir el éxito, en la
— i8o —

atmósfera y en la tierra legales del Congreso y de las urnas, sin catástrofe y sin deshon-
ra para nadie.
Y por que creo que la C o n v e n c i ó n de la A l i a n z a - L i b e r a l es el m e j o r v í n c u l o para
reunir á los liberales y radicales, de cualquiera d e n o m i n a c i ó n que sean, así c o m o pue-
de ser la manifestación mas solemne y mas enérgica d e los votos y los planes d e to-
dos ellos, para defender los fueros y los intereses d e l país, yo envío á U d s . m i a d h e s i ó n
en éstas líneas qué m e suministran la ocasión de felicitar á Uds. y de desearles el é x i t o
mas c o m p l e t o en su p a t r i ó t i c a empresa.

M. A. MATTA.

A los señores don José Besa, don Manuel Recabárren, don Ramón Barros Luto y
demás firmantes de la Circular de la Cotivención de la Alianza Liberal. Santiago.

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