Argumentación Cuadernillo
Argumentación Cuadernillo
Argumentación Cuadernillo
Es muy importante tener en cuenta que la estructura de los textos argumentativos es flexible. Las
partes que aquí indicamos suelen estar presentes en la mayoría de los textos, pero en muchos
casos su ubicación dentro de cada texto varía de acuerdo a los intereses de su emisor.
Escribir una introducción al siguiente texto que cumpla por lo menos dos funciones:
Hoy, el shopping opone a este paisaje del “centro” su propuesta de cápsula espacial
acondicionada por la estética del mercado. En un punto, todos los shopping-centers son
iguales: en Minneapolis, en Miami Beach, en Chevy Chase, en New Port, en Rodeo Drive, en
Santa Fe y Coronel Díaz, ciudad de Buenos Aires. Si uno descendiera de Júpiter, sólo el
papel moneda y la lengua de vendedores, compradores y mirones, le permitirían saber
dónde está. La constancia de las marcas internacionales y de las mercancías se suman a la
uniformidad de un espacio sin cualidades: un vuelo interplanetario a Cacharel, Stephanel,
Fiorucci, Kenzo, Guess y McDonald’s, en una nave fletada bajo la insignia de los colores
unidos de las etiquetas del mundo.
Abres los ojos y miras a tu alrededor, como si fuera la primera vez: ¿qué ves? ¿El cielo
donde brilla el sol o flotan las nubes, árboles, montañas, ríos, fieras, el ancho mar...? No,
antes se te ofrecerá otra imagen, la más próxima a ti, la más familiar de todas (en el sentido
propio del término): la presencia humana. El primer paisaje que vemos los hombres es el
rostro y el rastro de otros seres como nosotros: la sonrisa materna, la curiosidad de gente
que se nos parece y se afana cerca de nosotros, las paredes de una habitación (modesta o
suntuosa, pero siempre fabricada, o al menos arreglada, por manos humanas), el fuego
encendido para calentarnos y protegernos, instrumentos, adornos, máquinas, quizá obras de
arte, en resumen: los demás y sus cosas. Llegar al mundo es llegar a nuestro mundo, al
mundo de los humanos. Estar en el mundo es estar entre humanos, vivir —para lo bueno y
para lo menos bueno, para lo malo también— en sociedad.
Pero esa sociedad que nos rodea y empapa, que nos irá también dando forma (que
formará los hábitos de nuestra mente y las destrezas o rutinas de nuestro cuerpo) no sólo se
compone de personas, objetos y edificios. Es una red de lazos más sutiles o, si prefieres, más
espirituales: está compuesta de lenguaje (el elemento humanizador por excelencia, como ya
vimos en Ética para Amador), de memoria compartida, de costumbres, de leyes... Hay
obligaciones y fiestas, prohibiciones, premios y castigos. Algunos comportamientos son tabú
y otros merecen general aplauso. La sociedad guarda por tanto información, mucha
información.
Nuestros cerebros humanos, puestos en marcha por el lenguaje, empiezan a tragar
desde pequeñitos toda la información que pueden, digiriéndola y almacenándola. Vivir en
sociedad es recibir constantemente noticias, órdenes, sugerencias, chistes, súplicas,
tentaciones, insultos... y declaraciones de amor. La sociedad nos excita, nos estimula, nos
pone a cien; pero la sociedad nos permite, además, relajarnos, sentirnos en terreno
conocido: nos ampara. La selva, el mar, los desiertos también tienen sus leyes, su propia
forma de funcionar, pero no están a nuestro servicio y muchas veces pueden resultarnos
hostiles o peligrosos, incluso letales. La sociedad se supone que está pensada por hombres
como nosotros y para hombres como nosotros: podemos comprender las razones de su
organización y utilizarlas en nuestro provecho. Digo «se supone» porque a veces en la
sociedad hay cosas tan incomprensibles y tan mortíferas como las peores de la jungla o del
mar. Probablemente los judíos hospedados por los nazis en campos de concentración o los
muchos que hoy padecen los horrores de la guerra y de la persecución (política, religiosa, la
que sea) no se imaginarían más desdichados en pleno desierto o en una isla remota, batida
por tempestades. Sin embargo, sigue siendo cierto que lo más natural para vivir como
hombres es precisamente la sociedad. No se trata de elegir entre la naturaleza y la sociedad,
sino de reconocer que nuestra naturaleza es la sociedad. En el bosque o entre las olas
podemos llegar a sentirnos a veces (por un cierto tiempo) a gusto; pero en la sociedad nos
sentimos a fin de cuentas nosotros mismos. De la naturaleza somos biológicamente
productos, pero de la sociedad somos humanamente productos, productores y además
cómplices... Ése debe ser el motivo por el que soportamos con más resignación los
inconvenientes de la naturaleza que los de la sociedad: los primeros pueden resultarnos un
fastidio o una amenaza, pero los segundos constituyen una traición...
1
¿Cuál es la tesis en los siguientes fragmentos?
Estos adolescentes que –salvo excepciones- conviven continuamente con los multimedia no se
parecen a los de décadas anteriores. A veces se sostiene que esta asociación con los medios de comunicación
produciría una estupidización, una pasivización en ellos, transformándolos en sujetos manipulables. Es una
afirmación que no puede ser comprobada experimentalmente, a pesar de los innumerables estudios que se
ensayaron durante el ´60 y el ´70. La que podríamos considerar exitosa manipulación es la que se observa en
los modos de vestir o en el consumo de determinadas bebidas. Pero, aunque sus contenidos hayan sido
adquiridos como efecto de mirar telenovelas, programas en los que se los induce a competir en juegos y
apuestas, o avisos de publicidad, no significa una pasivización total.
La aceptación de los modelos allí provistos no los conduce a eludir las discusiones acerca de temas
que les interesan y preocupan, y cuya densidad es interesante rescatar, temas, algunos de los cuales son
expresados por las letras de las canciones de rock. La amistad, la vida en familia, la justicia constituyen
problemas que –de acuerdo con los datos que se obtienen en distintas encuestas en diferentes países- sacuden
la aparente inercia de los adolescentes, los cuales no titubean en hacer escuchar sus opiniones cuando alguien
se interesa por ellas.
Para comprender la esencia de la moda actual, no se puede recurrir a motivos de carácter individual,
como son el deseo de cambiarla, el sentido estético, la coquetería, el instinto de imitación. Estos motivos
tienen influencia, sin duda, en las distintas épocas de la conformación de la vestimenta… pero la moda,
como se entiende hoy, no tiene motivos individuales sino sociales y, sólo a partir del reconocimiento de los
mismos es posible comprender la esencia íntegra de la moda. Uno de los motivos sociales es el esfuerzo de
las clases altas de la sociedad por distinguirse de las otras clases, ante todo de la media… La moda es la
barrera continuamente reconstruida, porque continuamente es derribada, con lo cual el mundo distinguido
busca aislarse de los sectores medios de la sociedad. Es la cacería de la vanidad de clase en la que se repite
incesantemente un único fenómeno: el esfuerzo de un grupo por obtener una ventaja, aunque sea mínima,
sobre el grupo que le sigue y el esfuerzo del otro por anular la diferencia adoptando inmediatamente la nueva
moda. Con esto se aclaran rasgos característicos de la moda de hoy.
El deber de educar, por su parte, consiste en el fondo en enseñar a leer a los niños, en iniciarlos en la
literatura, en darles los medios para juzgar con libertad si sienten o no la “necesidad de los libros”. Puesto
que si bien se puede admitir sin problemas que un particular rechace la lectura, es intolerable que sea –o se
crea- rechazado por ella.
Es una tristeza inmensa, una soledad en la soledad, estar excluido de los libros –incluidos aquellos de
los que se puede prescindir-.
2
LAS ESTRATEGIAS ARGUMENTATIVAS
2.- Fundamenten la siguiente opinión con una causa, una analogía y una oposición.
LA TRAMA ARGUMENTATIVA
Toda argumentación tiene una estructura básica compuesta por afirmaciones que deben ser
demostradas por una serie de argumentos. Estas afirmaciones se llaman tesis. Las partes de la
trama argumentativa son:
Tesis adversa: aquello a lo que el que argumenta se opone o intenta modificar. Un suceso
que lo actualiza sirve de punto de partida.
Tesis propia: aquello que el argumentador propone para ser aceptado por el receptor y
que se opone a la tesis adversa y la supera.
Los adolescentes deben hacer uso de su libertad responsablemente y decidir por ellos mismos
llevar o no remeras estampadas: no es ésa una incumbencia de la escuela.
Los adolescentes, al decidir por ellos mismos, hacen uso de su libertad, se autoafirman como grupo
generacional, se diferencian de los adultos en una sociedad que tiende a igualarlos para provecho
de algunos grupos.
A los trece o catorce años no es posible decidir libremente con responsabilidad. La escuela educa
para la libertad enseñando pautas de presentación en el ámbito de una institución.
No sólo en una escuela secundaria hay alumnos de trece o catorce años, también los hay de
quince, dieciséis, diecisiete y, a veces, también de dieciocho.
Además, en caso de que aún no haya un uso responsable de la libertad, la tarea de la escuela,
entonces, no consistirá en la prohibición sino en la enseñanza de una individualidad en libertad.
4
QUE SE CALLE EL DEL BOMBO.
Por Mó nica Ló pez Ocó n
Los oídos son tierra de nadie. En el país, rige má s la absoluta impunidad auditiva. Se acepta que
llenar las orejas del vecino con crema pastelera es una conducta aberrante. Pero nadie considera ofensivos
los rellenos intangibles: el audio que desborda decibeles, el partido dominguero que el señ or que lava el
auto ofrece generosamente al vecindario, el rumor de los televisores de los bares.
El silencio se ha convertido en un intruso que todo ciudadano debe expulsar de su vida. Y el que se
atreva, como en mi caso, a reivindicarlo como un derecho elemental, será tildado de amargo, insociable,
deprimido o resentido. "Ya tendrá s tiempo de tener silencio en el cementerio" alegan los ruidosos,
convencidos de que el ruido es la manifestació n vital por excelencia. Puras mentiras. El ú tero es un refugio
tapizado de algodó n para que el niñ o pueda crecer sin el sobresalto de las bocinas y de la odiosa radio de
los taxistas.
Pero a estas razones los partidarios del estruendo contraponen una que suponen má s fuerte: los
oídos no tienen parpados, lo que sería una señ al de que son basureros en los que se pueden depositar
desechos sonoros las veinticuatro horas. Quizá s, por eso, mi vecino de arriba se baja de la cama a la
madrugada y camina hacia el bañ o con paso de elefante. Debe tener los pies tan grandes como Dumbo las
orejas, a juzgar por el temblor del cielo raso de mi dormitorio. ¿Pero a quién puede ocurrírsele -salvo a mí-
hacer algú n reclamo cuando es tan gratificante tener una verdadera selva en el medio de esta jungla de
cemento?
Sí, hoy es que el silencio no tiene espacio, yo lo reclamo. Es má s, lo exijo de manera perentoria. Lo
necesito para estar a solas conmigo misma. Por eso, quiero que se calle el cantor (usted sabrá disculpar,
don Horacio Guarany). Quiero que se calle el del bombo. Quiero que se callen todos. Y si es verdad que só lo
hay silencio en los cementerios, ya mismo me preparo mi bolsa de dormir y parto rumbo a Chacarita.
Aunque dudo de que allí mis oídos puedan encontrar algú n reposo. Ahora, ni siquiera hay silencio en la
noche. Ya nada está en calma. Ni el mú sculo duerme, ni la ambició n descansa.
2.- Indicar si es un hecho (H) o una opinión (O). Son frases del texto.
Frecuentemente oímos decir que los lectores somos una especie en extinción y que cada vez se lee menos, sobre
todo los más jóvenes. No estoy completamente de acuerdo con ese dictamen pesimista. Sin duda es cierto que hoy la
lectura debe competir con otras aficiones audiovisuales fascinantes y además tan domésticas como ella. Me explico: hace
treinta años, quizá veinte tan sólo, el cine o el fútbol eran comúnmente espectáculos que obligaban a salir de casa y la
oferta televisiva resultaba bastante limitada, por lo que no era demasiado difícil para el lector encontrar tiempo libre en su
domicilio para su vicio solitario. Pero hoy cualquier hogar rebosa de incitaciones cinematográficas, deporte televisado,
Internet, videojuegos y espectáculos musicales. La butaca del lector en la tarde lluviosa está asediada de tentaciones que le
reclaman a no abrir un libro. Empeñarse en leer obliga más que nunca a renunciar a múltiples solicitaciones que no
requieren quitarse las zapatillas, humilde fundamento de toda intimidad humana.
Sin embargo, en mi opinión no faltan lectores. Incluso me atrevo a decir que son más numerosos que hace años. Hay
libros que se venden mucho, hasta alcanzar tiradas antaño impensables. Y se hace evidente la excelente noticia de que los
autores de nuestra lengua figuran siempre ya a la cabeza de los más requeridos por el público: García Márquez, Vargas
Llosa, Pérez reverte y otros nombres más recientes han conseguido un público fiel que no hace más que aumentar. Todos
quisiéramos que se leyera más, pero también constatamos que ayer se leía mucho menos. De modo que no hay razón para
atribularse en demasía, aunque todos los refuerzos educativos que puedan proporcionarse a la lectura –siempre que se
centren en contagiar el placer de la literatura y no su obligación penosa– serán pero que muy bienvenidos.
Sin embargo... sin embargo hay un tipo de lector que sí creo que está en decadencia. Quisiera yo aquí entonar un
canto en su elogio, espero que no su réquiem. La inmensa mayoría de los lectores actuales, masiva y bienintencionada, se
dirige casi exclusivamente hacia las obras consagradas por la voz publicitada de la actualidad. Todos quieren leer lo que
incuestionablemente debe leerse: el último libro del autor consagrado, la obra coronada con un importante premio literario
o esa otra que insospechadamente despierta aclamación en el boca a boca del público. Nada de malo hay en tales aficiones,
claro está, y me confieso devoto como cualquiera de ellas. Pero añoro el otro tipo de lector, el maniático, el de gustos
privados y casi perversos que practica un culto particular a escritores que pocos conocen o géneros que los demás
desconocen o desdeñan. El que rastrea por las librerías de viejo las piezas descatalogadas de una firma que ya sólo él
recuerda, ese que colecciona cuentos de fantasmas, o relatos humorísticos, o crónicas de viajes marítimos, o poemas
épicos, o... yo qué sé, vicios y caprichos que le hacen resonar misteriosamente el alma. También formo parte de esa cohorte
menguante, por eso les comprendo bien.
En cierta entrevista, el exquisito y exigente George Steiner aseguró que si uno de sus alumnos de literatura le
aseguraba que tenía la colección completa de las novelas de vaqueros de Zane Grey ya le consideraba salvado para la
lectura. A mi juicio, también el fanático que utiliza Internet para rastrear obras olvidadas de ciencia-ficción o
interpretaciones de la segunda guerra mundial es un santo, incluso un héroe, de la pasión abnegada y dominante por la
letra impresa. ¡Loor a quienes palpitan por escritores y géneros que nada tienen que ver con los gustos del día ni con los
dictados de lo literariamente correcto, por respetable que en ocasiones estos sean! Junto a los necesarios lectores que
siempre leen lo que hay que leer, ojalá que nunca perezcan del todo –aunque me temo que van disminuyendo– los que
mantienen el vicio insólito, el gusto que ya nadie comparte, el capricho idiosincrásico tan privado como la masturbación.
Son la sal de la tierra literaria, porque nunca leen para aparentar o para estar a la altura de sus vecinos, sino para colmar un
ansia casi inconfesable que los demás no entienden y que a ellos les posee. ¡Imagínense, incluso hay pervertidos que
seguimos, contra viento y marea, leyendo obras de filosofía! Aunque no expliquen cómo triunfar en la vida o como merecer
la inmortalidad rutilante...
2.- Marcar las partes de la trama argumentativa: tesis, argumentos (indicar estrategias utilizadas),
contraargumentos, contrarrefutación.
6
LA EÑE TAMBIÉN ES GENTE.
Por María Elena Walsh
La culpa es de los gnomos que nunca servicios y no ser precisamente una letra ñoqui. A
quisieron ser ñomos. Culpa tienen la nieve, la barrerla, a borrarla, dicen los perezosos
niebla, los nietos. Todos evasores de la eñe. manipuladores de las maquinitas, sólo porque la
¡Señoras, señores, compañeros, amados niños! ñ da un poco de trabajo. Pereza ideológica,
¡No nos dejemos arrebatar la eñe! Ya nos han hubiéramos dicho en los setenta. Una letra
birlado los signos de apertura de interrogación y española es un defecto más de los hispanos. Nada
de admiración. Ya nos han traducido el pochocho. de hondureños, salvadoreños, caribeños,
Y como éramos pocos, la abuelita informática ha panameños.
parido un monstruoso # en lugar de la eñe con su ¡Impronunciables nativos! Sigamos
gracioso peluquín, el ~. siendo dueños de algo que nos pertenece, algo
¿Quieren decirme qué haremos con pequeño, pero menos ñoño de lo que parece. Algo
nuestros sueños? ¿Entre la fauna en peligro de importante, algo alma y lengua, algo no
extinción figuran los ñandúes y los ñacurutuces? descartable, algo propio y compartido porque así
¿A qué pobre barrigón fajaremos al ñudo? ¿Qué nos canta. No faltará quien ofrezca soluciones
será del Año Nuevo, el tiempo del ñaupa, aquel absurdas: escribir con César Bruto. Ninios,
tapado de armiño y la ñata contra el vidrio? ¿Y sueños, otonio. Fantasía inexplicable que
cómo graficaremos la más dulce consonante de la preferimos no reanudar, salvo que la Madre
lengua guaraní? “La ortografía también es Patria vuelva a llamarse Hispania. La
gente”, escribió Fernando Pessoa. Y, como la supervivencia de esa letra nos atañe, sin
gente, sufre variadas discriminaciones. distinción de sexos, credos ni programas de
Hay signos y signos, unos blancos y de software. Luchemos para no añadir más leña a la
ojos celestes, como la W o la K. Otros, pobres hoguera donde se debate nuestro discriminado
morochos de Hispanoamérica, como la letrita de signo. Letra es sinónimo de carácter. ¡Avisémoslo
segunda, la eñe, que están por pasar al bando de al mundo! La eñe también es gente.
los desocupados después de rendir tantos
¿Quiénes son los que nos han quitado la C) a todos los hablantes del castellano
eñe? D) a los que nos han quitado la eñe
A) los países del primer mundo
B) los gnomos y los atenienses
C) los hablantes nativos ¿Por qué la autora defiende a la eñe?
D) los usuarios de la computadora A) por cuestiones de ideología política
B) porque pertenece al idioma y por lo tanto a
¿A quiénes se dirige la autora? la cultura
A) a los usuarios de la computadora C) porque es escritora
B) a las señoras y señores lectores D) por ser una purista del la lengua
2.- Completar el siguiente esquema. Se pueden utilizar palabras propias o citas textuales.
UN ARGUMENTO: _____________________________________________________________
UN CONTRAARGUMENTO: ______________________________________________________
CONTRARREFUTACIÓN: ________________________________________________________