Talcott Parsons Con Actividades
Talcott Parsons Con Actividades
Talcott Parsons Con Actividades
El Sistema Social
Capítulo I
Por ello, la participación de un actor en una relación interactiva de este tipo es, para
muchos fines, la unidad más significativa del sistema social. Esto es lo que puede ser
llamado su estatus, que es su lugar en el sistema de relaciones considerado como una
estructura, la cual es un sistema pautado de partes. De otro lado, existe el aspecto
procesual, que es lo que el actor hace en sus relaciones con otros, 20 considerado en
el contexto de su significación funcional para el sistema social.
Tenemos, pues, tres unidades diferentes de los sistemas sociales en relación con el
actor individual, que van desde la más elemental a la más compleja. La primera es el
acto social, realizado por un actor y orientado hacia uno o más actores como objetos.
La segunda es el estatus-rol, como el subsistema organizado de actos del actor o
actores que ocupan estatus recíprocos dados y actúan recíprocamente dentro de los
términos de orientaciones recíprocas dadas. Finalmente, tenemos una unidad compleja
que es la colectividad, como actor y como objeto, entrecruzándose con el actor
individual.
Las relaciones interactivas, analizadas dentro de los términos de estatus y roles, tienen
lugar, como hemos visto, en sistemas. Procede una breve exposición de estos
prerrequisitos funcionales, porque proporcionan la base para un análisis más amplio de
los puntos de referencia para analizar la estructura de los sistemas sociales. Nosotros
proponemos aquí empezar por el nivel más general y, por tanto, más formal de la teoría
de la acción, y proseguir presentando las especificaciones paso a paso.
Desde el punto de vista del funcionamiento del sistema social, no son las necesidades
de todos los actores participantes las que tienen que ser comprendidas, ni todas las
necesidades de uno cualquiera de ellos, sino solo una proporción suficiente de una
fracción suficiente de la población. Para citar un caso muy simple, una guerra no puede
ser ganada sin bajas, y la aceptación de la guerra es, a veces, una condición para la
supervivencia de un sistema social como tal sistema independiente.
Esto es así porque una de sus condiciones es que la necesidad de satisfacer las
necesidades mínimas de los actores constituye un prerrequisito absoluto.
El prerrequisito de la motivación adecuada se subdivide, a su vez, en dos aspectos
principales, positivo el uno, negativo el otro. El negativo lo constituye el mínimo de
control de la conducta potencialmente lesiva; es decir, de una acción que interfiere la
acción de otros en sus roles dentro del sistema social. Puede implicar o acción agresiva
hacia otros o simplemente acción que tiene consecuencias deletéreas para otros o para
algún aspecto del sistema, sin intención agresiva. Este campo es muy complejo, pero
acaso alguno de sus aspectos particulares pueda ser individualizado. Acontece que
dentro de los términos de la significación funcional de un sistema social la significación
de una acción o clase de ellas tiene que ser entendida no directa y primariamente sobre
la base de su motivación, sino sobre la base de sus consecuencias efectivas o
probables para el sistema. En este sentido, la persecución del «interés privado» puede
ser enormemente lesiva en ciertas circunstancias, aún cuando el contenido de los
intereses (por ejemplo, religiosos) pueda ser, en cuanto tal, éticamente aprobado en
general. De un modo similar, el conflicto en sí puede ser enormemente lesivo. Si llega a
ser suficientemente agudo, el problema funcional para el sistema se traduce en el
control del conflicto mismo. En tal caso, los méritos del «caso» de una u otra de las
partes pueden llegar a ser de importancia secundaria.
Pero a pesar de su relatividad, existe una distinción importante entre la acción que es
positivamente lesiva para un sistema en marcha de relaciones sociales y el simple
abandono por parte del individuo de la realización de sus obligaciones. La posibilidad
de abandono define, de hecho, una de las direcciones más importantes de conducta
desviada y penetra, como veremos en sus más importantes manifestaciones, dentro de
la estructura de los problemas y mecanismos de control social. La enfermedad es, por
ejemplo, uno de los tipos más importantes de conducta de abandono en nuestra
sociedad, lo cual será expuesto por extenso más adelante. Una vez más, en relación
con el abandono como tipo de fracaso en motivación para la realización adecuada de
un rol, hay que aclarar que el aspecto negativo del abandono no se define en términos
motivacionales, sino en términos funcionales relativos al sistema social.
Apuntemos ahora una nota final sobre la orientación del problema general. La cultura
puede estar «incorporada», desde luego, en forma física con independencia de los
actores particulares (por ejemplo, el conocimiento en los libros), pero es un principio
cardinal de la teoría de la acción que la cultura no es meramente «situacional» en
relación con la acción, sino que llega a ser directamente constitutiva de las
personalidades, en cuanto tales, a través de lo que los psicólogos de la personalidad
suelen llamar ahora «internalización». Los prerrequisitos culturales mínimos de un
sistema social se puede decir, por ello, que operan, al menos en parte, a través de las
funciones de la cultura para la personalidad. Sin los recursos culturales requeridos que
tienen que ser asimilados a través de la internalización, no es posible que surja un nivel
humano de personalidad y, en consecuencia, que se desarrolle un tipo humano de
sistema social. El otro aspecto del problema de los prerrequisitos culturales lo
constituyen los recursos y organizaciones culturales adecuados para el mantenimiento
del sistema social. Sobre esto ya hemos dicho algo anteriormente, pero se pueden
añadir algunas notas.
Se puso de manifiesto antes que las tendencias a la conducta desviada por parte de los
sectores componentes plantean «problemas» funcionales para el sistema social, en el
sentido de que estas tienen que ser contrarrestadas por mecanismos de control, a
menos que tengan que seguirse consecuencias disfuncionales. El caso paralelo, en el
lado cultural, lo constituye el mantenimiento de ciertas pautas culturales, como partes
integrantes del sistema de acción en marcha, que impone ciertas tensiones. De un
modo particular, un ideal utópico, cuando es aceptado e institucionalizado, impone
tensiones en el sistema social. Aunque los límites en este caso como en los otros casos
no sean en general conocidos, se puede decir que el sistema social tiene que ser capaz
de mantener un mínimo de cultura en marcha, pero viceversa, cualquier cultura dada
tiene que ser compatible con un sistema social en un grado mínimo si sus pautas no
han de extinguirse y si el sistema social tiene que continuar funcionando como tal.
Generalmente, en la medida en que los criterios normativos sobre cuya base están
interactuando el ego y el alter son compartidos y claros, la acción del ego estimulará
reacciones favorables por parte del alter, de acuerdo con los criterios en cuestión, y
desfavorables, desviándose de ellos . El resultado de esta circunstancia es la tendencia
a coincidir de la dimensión conformidad-desviación y de la favorable-desfavorable o
gratificación-deprivación. Dicho de otra manera, la condición básica para que pueda
estabilizarse un sistema de interacción es que los intereses de los actores tiendan a la
conformidad con un sistema compartido de criterios de orientación de valor. En primer
lugar, en virtud de la internalización del criterio, la conformidad con este tiende a ser
para el ego de significación personal, expresión o instrumental, o ambas cosas.
En segundo lugar, la estructuración de las reacciones del alter ante la acción del ego,
como sanciones, es una función de su conformidad con el criterio.
Esto implica el análisis cuidadoso de los puntos de referencia respecto de los cuales los
roles llegan a estar diferenciados. Porque solo mediante un análisis sistemático de
estos puntos de referencia es posible cualquier derivación ordenada de las bases y
órdenes de esa diferenciación.
Debe ser evidente, a partir de la naturaleza del rol como unidad, que el foco estructural
más crucial de la diferenciación de los tipos de rol tiene que encontrarse en las
diferenciaciones entre las pautas culturales que están institucionalizadas en los roles.
Pero la clasificación de las pautas culturales en sus aspectos relevantes no puede ser
realizada sin relacionarla con el sistema general de puntos de referencia que es
inherente a la estructura de la acción. Por ello, la presente sección se ocupará de este
sistema general de puntos de referencia que son relevantes para la estructuración de
los roles, es decir, de las relaciones sociales.
En primer lugar, según hemos visto en el capítulo 1, lo que hemos llamado puntos
primarios de referencia para la organización de las orientaciones de la acción, consiste,
por una parte, en tres modos de orientación motivacional (cognitivo, catético y
evaluativo) y en las diferenciaciones básicas de la estructura de la situación. En relación
con esta última, la más importante ahora es la distinción entre objetos sociales y no-
sociales, siendo los sociales aquellos con que el ego se encuentra en interacción, en el
sentido específicamente social. La razón fundamental de este tratamiento especial
consiste en que las pautas culturales tienen una doble relación con la acción: estas
pueden ser objetos de la situación o pueden encontrarse internalizadas hasta llegar a
ser componentes de la pauta de orientación del actor.
Supuesto que las pautas culturales pueden llegar a estar internalizadas como parte del
sistema de orientación del actor, la base primera de su diferenciación que nos interesa
aquí es la de su relación con los tres modos de orientación básicos. Tenemos aquellas
pautas culturales que funcionan primariamente como formas simbólicas para la
organización de la orientación cognitiva del actor, las que desempeñan una función
similar en relación con el aspecto catético de esta orientación y, finalmente, las que
median o estructuran sus orientaciones evaluativos.
Lo que define a cada tipo es la combinación de la primacía de uno de los tres modos de
orientación motivacional y la primacía de un tipo de pauta cultural.
Ahora bien, los objetos sociales son particularmente estratégicos en este respecto a
causa del carácter complementario del proceso y pauta de la orientación. Esta
significación especial de los objetos sociales quizá pueda ser traducida a los términos
de la significación total y, por ello, de la primacía evaluativo que se presenta en la
orientación motivacional y en la cultura, en el contexto de las relaciones sociales.
La acción puede estar orientada hacia el logro de una meta, la cual es un estado futuro
de las cosas anticipado; se siente que promete gratificación el alcanzarla; un estado de
las cosas que no se logrará sin la intervención del actor en el curso de los sucesos. Esa
orientación instrumental o hacia una meta introduce un elemento de disciplina: la
renunciación a ciertas gratificaciones inmediatamente potenciales, incluyendo las que
pueden derivarse de «dejar que las cosas pasen» pasivamente y esperar el resultado.
Se renuncia a esas gratificaciones inmediatas en interés de mayores ganancias
posibles que se deriven de alcanzar la meta; logro que se siente que se relaciona con el
cumplimiento de ciertas condiciones en los estadios intermedios del proceso.
Este tipo secundario se diferencia del tipo de la primacía de los intereses catéticos
como tales en la clasificación primaria en que la orientación no lo es hacia el problema
específico del ajustamiento como tal, sino en un nivel más alto de la organización de la
acción, hacia un orden evaluativo entre potencialidades de gratificación.
De ahí que pueda haber un auténtico sistema de valores instrumentales, del mismo
modo que puede haber en este sentido un auténtico sistema de valores expresivos; es
decir, la definición de un orden en que los intereses de gratificación tienen primacía,
pero, sin embargo, un orden que organiza los diferentes componentes de la orientación
de la acción en relaciones determinadas recíprocas.
En este sentido, las pautas que están institucionalizadas implican por naturaleza un
elemento de orientación de valor sobre el nivel del sistema social; es decir, implican
obligaciones morales de parte de los actores, en el sentido social-integrativo, en cuanto
que distinto del ego-integrativo. Pero las pautas de valor institucionalizadas pueden ser
también clasificadas sobre la base de los diferentes modos de relación de las
obligaciones en cuestión con el sistema de relación social mismo.
Esta última tiene intereses que, dentro de ciertos límites, pueden variar con
independencia de la estructura relacional como tal, con respecto a la cual las pautas
institucionales básicas del sistema social son más condicionales que constitutivas.
2. Catético.
3. Evaluativo.
1. Cognitivo.
2. Apreciativo.
a. Ego-integrativo (personal)
b. Colectivo-integrativo (social-relacional)
3. Moral.
a. Ego-integrativo.
b. Colectivo-integrativo.
a. Creencias cognitivas.
El foco de orientación puede ser, pues, lo que el objeto es en este sentido: sea el padre
del ego, un médico, o una persona de alta estatura. Roles orientados por la adquisición
son los que ponen el acento en las realizaciones del incumbente; roles adscritos en sus
cualidades o atributos, con independencia de las realizaciones específicas esperadas.
Estas ramificaciones se refieren a su aplicación a la definición de estados ideales de las
cosas cuando difieren de un estado inicial dado. Cuando las realizaciones son el foco
de la orientación de valor se puede subrayar la meta como la «expresión» del proceso
de adquisición valuado.
Queda por considerar la cuestión relativa a la dimensión del «interés» del ego en el
objeto. Se ha señalado antes que la diferenciación de los modos de orientación de la
acción y el correspondiente problema de tipos de orientaciones (sobre la base de las
primacías) tiene una importancia crucial. Ello será una definición de la dimensión de la
significación del objeto (del alter) para el ego. Esto siempre implica un elemento moral
porque por definición ello implica el problema de la integración evaluativa de los
diferentes componentes de la orientación total con el objeto
Como en los casos de las otras parejas de alternativas, es esencial aquí retener la idea
de la relatividad de esta conceptuación. Al igual que en las otras, esta se aplica al punto
de elección de las direcciones de la orientación. Al llegar a este punto se presenta el
problema de reducir la relevancia y de ahí la obligación hacia un interés específico
(definible en varios niveles de generalidad) o de admitir la relevancia posible en los
términos de una evaluación integrativa y sometida a una escala de prioridad, de
cualquier contingencia que pudiera surgir.
Para mayor comodidad del lector, estas cinco parejas de conceptos que serán
llamadas las
variables-pautas, pueden ser esquematizadas de la siguiente manera:
I. El dilema gratificación-disciplina.
Afectividad frente a neutralidad
afectiva.
II. El dilema interés privado frente a interés de la
colectividad. Auto-orientación frente a orientación
colectiva.
I. La elección entre tipos de criterios de orientación
de valor. Universalismo frente a particularismo.
II. La elección entre «modalidades» del objeto
social. Adquisición frente a adscripción.
III. La definición de la dimensión del interés en el
objeto. Especificidad frente a difusividad.
Por estas razones, en el cuadro dos se da primacía a las posibles combinaciones de las
variables universalismo-particularismo y adscripción-adquisición dando lugar a la
clasificación de orientación de valor social.
Las relaciones que tienen este carácter serán examinadas más adelante con más
detalle. Pero aun así, es importante situar estas pautas culturales ideales en su
contexto adaptativo en relación con los problemas funcionales de los sistemas sociales.
Las estructuras sociales efectivas no son tipos de pauta de valor, sino que son
resultados de la integración de pautas de valor con otros componentes del sistema
social.
Actividad del capítulo 3: La estructura del sistema social.
1. ¿De donde se deriva un aspecto de la lealtad?
1. SISTEMAS FAMILIARES
La familia es el modo primario de adscripción inicial de estatus del niño recién nacido y
la socialización tiene lugar principalmente dentro de la unidad familiar. Además, hay una
relación universal entre las estructuras familiares y la regulación de las relaciones
eróticas entre los sexos, donde el incesto y las relaciones sexuales dentro de la familia
están prohibidos. Aunque la familia tiene muchas variaciones, todas caen dentro de un
sector limitado del orden total de variabilidad estructural de los tipos de colectividades.
¿Cuáles son los dos modos de organizar las unidades familiares dentro de
agrupamientos más extensos?
1.- Complejos ecológicos de división del trabajo sin organización como colectividades
2.- Subcolecticidades instrumentalmente orientadas
3.- La economía instrumental del sistema social como un todo considerado como un
sistema ecológico
Asignación
Capítulo VI
Paola Ramírez Torres, Maria Fernanda Olvera Medina e Isis Dione Becerra
Domínguez
Uno de los rasgos más interesantes del proceso de socialización del niño, es la
jerarquía de capacidad para recibir y modo de incidir de las principales variables-
pautas. Desde este punto de vista, las orientaciones afectivas son las primeras y las
más fáciles de adquirir debido a su relación directa con la dependencia y gratificaciones
infantiles. La neutralidad afectiva es más difícil y necesita ser motivada por unas
vinculaciones afectivas difusas. La actividad-pasividad, que se relaciona con la
adscripción-adquisición, y por otra parte la especificidad-difusividad, no se relacionan
tan directamente con esta escala jerárquica, salvo que quizá pueda decirse que la
pasividad es más «primitiva» que la actividad, y que la especificidad afectiva es más
primitiva que la difusividad afectiva, puesto que implican un nivel más bajo de
generalización. Es de una importancia muy fundamental para comprender la gestión de
los tipos de sistemas sociales.
En esta transición es necesario para el actor adquirir orientaciones más específicas con
respecto a las situaciones y expectativas concretas de sus roles adultos (carrera
profesional); se da un nuevo proceso de socialización en un nuevo nivel. Las pautas de
orientación de la personalidad básica son en realidad una función del sistema social en
que el individuo se socializó. Son demasiado generales (propenso a aumentar) para
encarnar la estructura específica de la situación como un complejo de oportunidades de
rol alternativas. Toda sociedad, pues, posee los mecanismos que se han denominado
especificaciones situacionales de los roles en las orientaciones y que actúan a través
de la imitación y las identificaciones secundarias. La primera es la especificación de
pautas motivacionales de orientación más generalizadas hasta tal punto en que se
conecten con la definición suficientemente concreta de la situación en el sistema social
real en orden a mover a la conformidad con expectativas de rol concretas. La segunda,
unida al sistema de sanciones y mecanismos de control social, consiste en contrapesar
la variabilidad estructural básica de la personalidad.
La «determinación» del carácter en el proceso primitivo de la formación de la
personalidad básica no constituye una predeterminación de toda la conducta futura en
detalle, sino sólo de una orientación direccional básica. Finalmente, se debe de
considerar los procesos implícitos de cambio social, que sean pronunciados a lo largo
de la vida adulta activa que las expectativas de un período anterior tendrán que
ajustarse sensiblemente para cumplir con las metas y demandas de otro. Esto muestra
que el proceso sólo puede tener éxito a través de la actuación de nuevas
especificaciones de roles en las orientaciones.
b) En una colectividad, que como unidad se halla orientada al lucro, el lucro tiene la
máxima primacía obligación suprema de los altos roles directivos. Pero en uno y
otro de los casos citados, la obtención de un lucro se convierte en la obligación de
rol, de un rol que va en beneficio de la colectividad; no se trata de la orientación
hacia o personal» en el sentido usual.
La orientación personal hacia el lucro puede actuar con respecto a las organizaciones
del mundo laboral. Existe lógicamente una conexión entre el «valor» de los servicios
que un hombre puede prestar a una colectividad y las condiciones que se asegura en
virtud de ellos.
Capítulo VII
Paola Ramírez Torres, Maria Fernanda Olvera Medina e Isis Dione Becerra
Domínguez
Los cuatro casos pueden agruparse si tanto el predominio como la sumisión son
expresiones de una necesidad de dependencia compulsiva que tiende a evitar perder el
alter como objeto, en tanto que la agresividad y la independencia compulsiva pasiva
tienen en común el que se encuentran motivadas por una necesidad compulsiva de
independencia. En los casos en que la pauta normativa constituye el foco primario del
conflicto, por el lado conformativo podemos establecer una diferenciación con arreglo a
la actividad o pasividad, y de ahí una necesidad compulsiva de hacer cumplir la norma
al alter, y una necesidad compulsiva en pro de una observancia perfeccionista por parte
del propio ego.
El primer punto a subrayar es el de que las formas en que se ejerce la «presión» sobre
el sistema de motivación del actor variarán en función del tipo de pauta con la que se
espera se conforme. Es decir, que un foco de tensiones radica en la dificultad de
conformarse con las expectativas implicadas en el tipo particular de pauta en cuestión.
Esta dificultad entrañará elementos de ambivalencia y de conflicto. Existe una segunda
e importante gama de problemas que se refieren a la dificultad de conformidad con una
pauta normativa que tiene su foco en la naturaleza de la pauta misma. Tropezamos
aquí con la cuestión de hasta qué punto las expectativas de conformidad son o no
específicas y detalladas. En la misma proporción en que la pauta llega a generalizarse
más y, por tanto, se «abstrae», se acentúa el problema de la interpretación». En otras
palabras, el actor se encuentra con el problema no solo de estar a la altura de las
expectativas de su rol, suponiendo que sepa exactamente cuáles sean, sino de saber
qué se espera de él. En ciertas condiciones el sistema interactivo actúa organizando los
sistemas motivacionales de los actores en orden a crear una motivación hacia la
conformidad con las expectativas de un sistema compartido de pautas normativas, y
que en este caso «normal» las sanciones vienen a reforzar tal motivación. De ahí que la
cuestión sea la de si el sistema de sanciones actúa para reforzar este elemento de una
estructura ambivalente de disposiciones de necesidad o para debilitarla o reforzar el
componente alienativo, o ambas cosas.
En el hecho de que todo actor tiene una pluralidad de roles hay inherente una cierta
potencialidad endémica de conflicto de roles, ya que al implicar pautas diferentes,
acarrean también diferencias de relaciones con alter cuyos intereses y orientaciones se
mezclan con los del ego de diferentes maneras. La fuente del conflicto puede no tener
su origen en el ego, sino serle impuesta al actor como consecuencia de la falta de
integración del sistema social mismo. De lo antes señalado debe quedar en claro la
significación del conflicto de roles como factor en la génesis de la motivación alienativa.
Encontrarse en un conflicto de roles constituye una fuente indudable de tensión y
frustración al crear una situación incompatible con una integración armónica entre la
personalidad y el sistema de interacción.
Se observará que este paradigma se basa en dos de las variables fundamentales que
formaban parte del cuadro de direcciones de desviación que dábamos más arriba, o
sea, la conformidad y la desviación, por una parte, y el en foque sobre el objeto social y
sobre la pauta, por la otra. Si se introduce la tercera de las variables incluidas en el
cuadro, tendrá el efecto de subdividir en dos subtipos cada uno de los cuatro tipos de
desviación que proceden de la pauta óptima de actitud respecto al control social.
El análisis de las direcciones de la desviación bajo la presión de las tensiones surgidas
en la relación interactiva, y el análisis de las condiciones de reducción de las tensiones,
han venido a implicar, cada uno por su lado, un mismo paradigma fundamental, La
diferencia entre la forma de tratar ambos casos radica al desarrollar el paradigma de las
direcciones de la desviación, siguiendo a Merton. Ambos son formas de expresar tanto
las condiciones bajo las que la tensión se impondrá en una relación interactiva, como
aquellas en que tal tensión se mitigará, Uno expresa las condiciones de la tensión y el
otro las condiciones necesarias para reequilibrar con éxito Sistema interactivo cuando
se encuentra sujeto a condiciones de tensión.
Capítulo VIII
Los sistemas de creencias y el sistema social son dos conceptos interrelacionados que
juegan un papel importante en la formación de la identidad y el comportamiento de las
personas en una sociedad. Los sistemas de creencias se refieren a las ideas, valores y
actitudes que una persona tiene sobre sí misma, los demás y el mundo que la rodea,
mientras que el sistema social se refiere al conjunto de normas, valores y estructuras
que rigen la interacción entre las personas en una sociedad. Estos son influenciados
por varios factores, como la cultura, la religión, la educación, la experiencia personal y
otros aspectos del entorno social. Por ejemplo, una persona que crece en una cultura
que valora la honestidad y la integridad es más probable que internalice estos valores y
los integre en su sistema de creencias. Además, los sistemas de creencias pueden
influir en la forma en que las personas interactúan dentro del sistema social. Si una
persona cree que la violencia es la mejor forma de resolver conflictos, es probable que
actúe de manera violenta en situaciones conflictivas.
Por otro lado, el sistema social también puede influir en los sistemas de creencias
individuales a través de la socialización y la exposición constante a ciertas normas y
valores. Por ejemplo, si una persona crece en una cultura que valora la educación y el
trabajo duro, es probable que internalice estos valores y los integre en su sistema de
creencias. Del mismo modo, si una persona vive en una sociedad que discrimina a
ciertos grupos, es posible que internalice esta discriminación y la integre en su sistema
de creencias.
Es importante tener en cuenta que los sistemas de creencias y el sistema social no son
estáticos, sino que están en constante evolución y cambio. Las ideas, valores y
actitudes que se consideran aceptables en una sociedad pueden cambiar con el tiempo,
lo que a su vez puede influir en los sistemas de creencias individuales. Por ejemplo, en
muchos países, el movimiento por los derechos de los LGBTQ+ ha llevado a un cambio
en los sistemas de creencias y en la aceptación de la diversidad sexual y de género en
la sociedad.
El que deba haber un sistema común de creencias compartido por el ego y el alter es,
tan importante como el que las creencias deben adecuarse a la realidad fuera del
sistema particular de interacción de que se trate.
Por otro lado, las creencias no empíricas se basan en la fe, la intuición, la experiencia
personal o la tradición, y no se pueden verificar mediante métodos
Hoy en día, está altamente institucionalizada en todo el mundo, con una amplia gama
de organizaciones dedicadas a la investigación en diferentes campos y disciplinas. Las
universidades y los centros de investigación son algunos de los principales lugares
donde se lleva a cabo la investigación científica, y las revistas científicas son utilizadas
para la difusión de los resultados de la investigación.
Las creencias empíricas y el sistema social están interconectados en varias formas. Las
creencias empíricas son aquellas que están basadas en la observación, la evidencia y
el método científico, mientras que el sistema social se refiere a la estructura y las
prácticas que rigen las relaciones sociales y la vida en comunidad.
Por un lado, las creencias empíricas son fundamentales para el funcionamiento del
sistema social, ya que proporcionan una base para la toma de decisiones y la creación
de políticas públicas. Por ejemplo, la creencia empírica de que la vacunación es una
forma efectiva de prevenir enfermedades ha llevado a la implementación de políticas
públicas de vacunación obligatoria en muchos países.
El sistema social también puede influir en las creencias empíricas al determinar cómo
se lleva a cabo la investigación científica y cómo se utiliza la evidencia en la toma de
decisiones. Por ejemplo, la financiación de la investigación científica puede estar
influenciada por intereses políticos o económicos, lo que puede afectar la objetividad y
la confiabilidad de las conclusiones de la investigación, también interactúan en la
formación de las creencias y valores culturales en una sociedad. Las creencias y
valores culturales son una parte integral del sistema social y pueden influir en las
creencias empíricas de una sociedad. Por ejemplo, En una cultura donde se valora la
medicina tradicional, puede haber una menor aceptación de la medicina occidental
basada en la evidencia empírica.
Es una parte importante de la vida humana, que proporciona una estructura para la vida
moral, ética y espiritual. Pueden variar ampliamente en todo el mundo y
Marco
La acción expresiva ocupa un lugar paralelo a la del tipo instrumental. Como toda
acción, se halla pautada o formada culturalmente. Los símbolos expresivos, pues, son
los sistemas de símbolos a través de los cuales la acción expresiva se orienta a la
situación. En la acción expresiva como tal los sistemas de símbolos expresivos,
incluyendo las normas apreciativas relevantes, poseen un lugar homólogo al de los
sistemas de creencias en una acción orientada instrumentalmente.
Así, son el elemento cultural que mayor primacía tiene en la formación de las pautas de
los procesos concretos de acción.
Los símbolos expresivos concretos que son parte del proceso de interacción sirven para
una función triple, como todo elemento de la cultura:
Constituye una abstracción irreal el considerar solo que el acto simbólico posee una
significación gratificatoria para el ego y una significación simbólica para el alter, ya que
dada la naturaleza del proceso interactivo deberá adquirir ambos tipos de significación
para el ego y para el alter. Podremos referirnos a esto como la internalización del
simbolismo expresivo en un sentido completamente paralelo a aquel en que hemos
hablado de la internalización de las normas morales.
En segundo lugar, los cuerpos del ego y el alter, como una clase especial de objetos
físicos que son, se encuentran indudablemente asociados de manera tan estrecha con
su actuación que sus rasgos inevitablemente adquieren una significación simbólica y
llegan a quedar catectados. En esto se incluyen rasgos físicos, como estatura, forma
del cuerpo, color del pelo, caracteres faciales y demás. En este contexto entran también
aspectos fundamentales de la significación de las diferencias anatómicas entre los
sexos. Esto es muy probablemente lo que ocurre con el simbolismo erótico básico que
tan importante papel ha desempeñado en la teoría psicoanalítica.
En tercer lugar está todo el reino de los objetos físicos que rodea a los organismos del
ego y de los alter relevantes. Estos son los objetos físicos que constituyen el medio
ambiente físico inmediato del proceso de interacción y que están implicados en él
instrumentalmente o de otro modo. Uno de los ejemplos más obvios es el vestido.
Debido a su directa relación con el cuerpo y al hecho de que las impresiones visuales
del cuerpo incluyen el vestido este se convierte en uno de los principales focos de
sentimientos que van asociados a aquel. Además, el vestido es mucho más susceptible
de modificaciones por manipulación de lo que es posible con los rasgos corporales, y,
por tanto, ofrece un medio muy adecuado a efectos expresivos. Consideraciones muy
similares se aplican al lugar en que se producen actividades importantes, como el
hogar, así como a los muebles, utensilios y demás.
Por consiguiente, podemos hablar de una entidad simbólica cualquiera, como un acto,
una cualidad de la personalidad o del organismo, un objeto físico o una pauta cultural,
en el sentido de que simbolizan uno cualquiera de estos cuatro tipos básicos de
actitudes. Podemos ilustrar esto contemplando dos tipos de relación: una relación
amorosa erótica y una relación organizada en torno a actitudes de estima.
Así pueden darse elementos comunes de estilo en los mobiliarios de muchas casas
distintas sin que esto simbolice en modo alguno la solidaridad de estas casas como
miembros de la misma colectividad. En segundo lugar, puede haber un simbolismo que
sea esencialmente un simbolismo de la colectividad como tal, y no meramente el
simbolismo común de sus subunidades. Este, no obstante, precisa subdividirse en dos
clases, según que sea «puramente expresivo» o bien evaluativo en su acento, es decir,
con arreglo a la variable afectividad-neutralidad. El tipo puramente expresivo constituiría
entonces la «exteriorización» de las disposiciones de necesidad que forman la
colectividad, el «sentimiento de solidaridad» de sus miembros, pero sin una implicación
directa de consideraciones moralmente evaluativas, excepto en cuanto, a través de la
institucionalización, la participación de tal simbolismo, llega a convertirse en una
obligación de la calidad de miembro de la colectividad.
Pero desde el punto de vista expresivo estos fenómenos deben situarse en un contexto
aún más amplio. Al igual que todos los fundamentos de la orientación de la conducta,
estos ritmos llegan a formarse en el seno de la estructura de sistemas sociales, de
manera que algunos de estos fenómenos de relajación predominantemente afectivos
llegan a compartirse colectivamente, y el simbolismo expresivo requerido se
institucionaliza sobre las bases antes expuestas. Es precisamente esta esfera de fusión
de las creencias religiosas con el simbolismo expresivo del ajustamiento afectivo lo que
constituye la esfera religiosa del simbolismo expresivo como tal. Por consiguiente,
podemos tener un simbolismo religioso que exprese la solidaridad de las colectividades
institucionalizadas fundamentales.
Tenemos también un simbolismo religioso que sirve como canal institucionalizado para
el ajustamiento de las tensiones emocionales en las zonas de discrepancia.
Pero, sea como sea, la significación simbólica expresiva de los roles tenderá a seguir
las líneas principales de divergencia que, por lo general, son inherentes a las
diferenciaciones de la estructura social. El primer tipo de caso hacia el que podemos
dirigir nuestra atención es el aspecto expresivo de los roles de liderazgo.
Las posesiones son bienes en tanto en cuanto su significación primaria para los actores
radica en sus usos instrumentales, mientras que las posesiones son recompensas en
tanto en cuanto su significación es expresiva, es decir, en tanto constituyan objetos de
gratificación directa sin consideración a sus usos instrumentales. Inútil es señalar que
unos mismos objetos concretos pueden ser a la vez, y por lo general lo son, bienes y
recompensas. La distinción es analítica, no concretamente clasificatoria.
Finalmente, afirmamos que todas las demás recompensas deben tender a integrarse
simbólicamente con las posesiones relacionales. Esto no quiere decir en absoluto que
muchos objetos distintos a los actores no tengan una significación catética que puede
variar independientemente en relación con la de las actitudes de los actores. Las
actitudes de las personas de quienes uno recibe alimentos, a quienes se les dan, y con
quienes se come, forman parte integrante del complejo simbólico relacionado con los
hábitos alimenticios. Así, por ejemplo, es bien sabido hasta qué punto una extensa
comensalidad sirve de símbolo de solidaridad, y su negación como símbolo de falta de
solidaridad. El estudio inicial del simbolismo expresivo en el presente capítulo partió en
esencia de estas consideraciones. Se recordará que afirmamos que el foco de todo el
sistema de simbolismo expresivo es el acto simbólico relativo a uno o más alter, y que
la referencia simbólica primaria del acto simbólico es la actitud del actor que lo realiza.
CRUCIGRAMA
Horizontal:
• Sistemas de símbolos a través de los cuales la acción expresiva se orienta a la
situación.
• Componente cultural primario en toda forma de acción expresiva.
• Tercera función de los símbolos expresivos concretos que son parte del proceso de
interacción.
• El simbolismo expresivo va implícito de una forma u otra en todos los tipos de
acción.
Vertical:
• Elemento cultural que mayor primacía tiene en la formación de las pautas de los
procesos concretos de acción.
• Sirven para una función triple, como todo elemento de la cultura.
• Organizan el proceso de interacción a través de una regulación normativa.
Capítulo X
Págs. 307-340
Nosotros nos enfocaremos en una tercera serie de problemas: los que se refieren a los
procesos de cambio del sistema mismo, es decir, los procesos que dan como resultado
cambios en la estructura del sistema.
Definir un sistema como sistema que mantiene sus límites es un modo de decir que, en
relación con su medio ambiente, es decir, con las fluctuaciones de los factores del
medio ambiente, mantiene cierta constancia de su pauta, sea esta constancia estática o
móvil.
Se trata simplemente del hecho de que estas constancias –descritas sobre la base de
un marco de referencia dado—acontece que existen con frecuencia, y la teoría puede,
en consecuencia, enfocarse a los problemas que presenta su existencia. Las
constancias pueden cesar de existir, pero el hecho de que existen, en tiempos y lugares
concretos, sirve todavía como foco teórico del análisis.
El punto esencial consiste en que para que exista una teoría del cambio de la pauta,
dentro de estas presunciones metodológicas, tiene que existir una pauta inicial y otra
terminal que puedan ser utilizadas como puntos de referencia. La característica crucial
de la teoría estructural-funcional reside en su utilización del concepto de sistema sin un
conocimiento completo en las leyes que determinan los procesos dentro del sistema.
Cuando decimos que una estructura en el sistema social es empíricamente dada (por
ejemplo, el tipo «conyugal» de estructura familiar) queremos decir que los procesos
dentro del subsistema relevante de la sociedad se puede presumir que se encuentran
en un estado de equilibrio suficientemente estable, hasta el punto de que dentro de un
orden definido de variación en otros respectos esta estructura (esta «pauta de
sistema») se puede presumir que es constante. Pero si esto no fuera cierto, no
podríamos referirnos en absoluto a un tipo de sistema que mantiene sus límites.
La naturaleza general del cambio en los sistemas sociales Podemos dar por sentado,
pues, que cuando hablamos de la teoría del cambio en los sistemas sociales hacemos
abstracción, a nuestros fines, de la influencia de la variabilidad en la constitución
biológica o en el medio físico. Aunque en un sentido estricto, incluso dentro de estas
limitaciones, hemos afirmado que no es posible una teoría general del cambio de los
sistemas sociales, podemos decir, sin embargo, algunas cosas empíricamente
relevantes acerca de la naturaleza general de estos procesos, que proceden del hecho
de que son procesos que acontecen dentro del sistema social. La primera
consideración implica lo que podemos llamar el fenómeno de los intereses creados
(vested,); deriva de la naturaleza de los procesos de equilibrio en un tipo de sistema
que mantiene sus límites. La aplicación especial de la idea de equilibrio que nos
concierne es un aspecto del fenómeno de la institucionalización. Las pautas de valor
institucionalizadas permiten y directamente promueven el cambio en el contenido
cognitivo de la parte relevante de la cultura. Aquí la resistencia al cambio del cual
estamos hablando se enfocaría en este caso a cualquier intento de parar el proceso
equilibrado de cambio, estabilizando no el proceso de acción, sino el contenido cultural.
Aunque no sea un proceso de cambio en la estructura del sistema social general, el
segundo tipo puede ejemplificarse en la socialización. Hemos presumido que en varios
estadios el niño alcanza una pauta relativamente estabilizada de interacción con los
padres; por ejemplo, en las primeras vinculaciones amorosas con la madre. Claramente
comprende el interés que está de acuerdo con las expectativas institucionalizadas, de
tipo afectivamente neutral y, con frecuencia, moral. Comprende también, desde luego,
el interés en las recompensas relacionales de amor, aprobación y estima. El fenómeno
de los intereses creados puede ser tratado, en consecuencia, como parte constante del
telón de fondo del problema del cambio social. Con excepción de los procesos de
cambio institucionalizado, el cambio en el sistema social solo es posible mediante la
operación de los mecanismos que superan la resistencia de los intereses creados. En
consecuencia, es siempre explícitamente esencial analizar la estructura del interés
creado relevante, antes de formular ningún juicio sobre el resultado probable de la
incidencia de fuerzas que operan en la dirección del cambio. Estas consideraciones
llevan con frecuencia la respuesta a las cuestiones de por qué los procesos de cambio
o bien no acontecen en absoluto, o bien no producen los resultados predichos sobre la
base del sentido común. Sobre todo, el tratamiento de la sociedad deliberada y
sistemáticamente como un sistema social, teniendo cuidado de considerar todo
problema indicando por el esquema conceptual como estado relacionado con el
funcionamiento de un sistema social completo, constituye un instrumento
extremadamente poderoso de análisis en esta conexión y en muchas otras. Nos
permite movilizar y aplicar, en su propio orden y lugar, el conocimiento empírico y
teórico que poseemos. Pero, con la misma importancia, nos fuerza a reconocer las
lagunas de nuestro conocimiento, a localizar los problemas no resueltos, y a intentar
establecer con precisión lo que son estos problemas, y lo que necesitamos saber para
resolverlos. En este sentido, mientras repetimos que no tenemos una teoría completa
de los procesos de cambio en los sistemas sociales, tenemos un canon para
acercarnos a los problemas que comporta la construcción de esa teoría.
El primer ejemplo principal de procesos de cambio a gran escala presentando antes --el
de los procesos de cambio que surgen de la institucionalización de la ciencia y la
tecnología-- sirva para convencer al lector de que el autor es consciente del hecho de
que vivimos en lo que a veces se ha denominado una sociedad «dinámica».