Resumen 1er Parcial
Resumen 1er Parcial
Resumen 1er Parcial
RELACIONES SOCIALES”
La adopción de un sistema económico determinado condiciona el modelo de contrato, ya que a través de éste,
circulan los bienes y servicios en la sociedad.
La primera gran división en los sistemas económicos está entre aquellos que admiten la propiedad privada y en los
que el dominio de los medios de producción, bienes y servicios pertenece al Estado.
En nuestro país, la CN adoptó el Sistema de Economía Capitalista de Acumulación Privada (SECAP): conjunto de
elementos que presentan homogeneidad (trabajo, recursos naturales, consumidores) y en el que deben verificarse
dos condiciones para constituir ese conjunto en un sistema: la interrelación de los elementos entre sí (trabajo,
producción, consumo) y que dicho sistema posea una lógica de reproducción bivalente, negativa (expulsando al
elemento ineficiente) y positiva (generando cada elemento y el sistema como un todo un excedente).
Capitalismo: El primer “valor económico” con que cuenta una persona es su aptitud de trabajo y en el “sistema
económico” eso representa un capital. Puede dividirse en física e intelectual.
Esta aptitud/capital (el trabajo) es llevada al mercado, donde las empresas y el Estado lo “contratan” para generar
los bienes y servicios necesarios para sociedad.
De esta forma cada persona, a través de su trabajo bridando a las empresas y al Estado a cambio de una
remuneración e instrumentado mediante un contrato de trabajo, puede generarse para sí y para su familia el
consumo de bienes y servicios y un patrimonio. Es decir, a través de dicha remuneración, consume y paga
impuestos y ahorra sus excedentes.
Por lo tanto el CONTRATO es (en este contexto) la institución jurídica de que dispone el derecho como herramienta
para viabilizar le hecho económico de la generación de bienes y servicios, consumo y propiedad privada. Antes de
ser un instituto jurídico, es un hecho económico: nace por la necesidad de adquirir bienes y servicios para
satisfacer las necesidades básicas.
FASES DE LA ECONOMÍA:
1. El proceso económico-artesanal de generación de bienes y servicios:
Se trataba de una relación económica artesanal entre los insumos y el trabajo. El resultado de esta conjugación
poseía un lugar geográfico: “las zonas rurales”, que luego se traslada a “las primeras ciudades”, como mutación
económica, generando talleres de maestros y aprendices.
Esta economía artesanal diferenciaba los bienes y servicios a partir de su apariencia, calidad y diseño, ya que cada
bien y cada servicio poseía un rasgo de único y su precio se ajustaba a esa realidad.
La estructura contractual empleada en esta realidad económica era la paritaria o de negociación individual: las
partes, que tienen la disponibilidad de la propiedad, se relacionan: por una parte, quien construyó el bien o
servicio y, por otra, el adquirente que posee una suma de dinero proveniente de su trabajo. Esta relación tiene
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lugar en un plano de igualdad jurídica y disponiendo las partes libremente por su voluntad en un proceso de
concesiones recíprocas arribando de esa forma, al consenso para generar el acuerdo de voluntades.
La realidad económica en realidad mostraba que las partes no eran económicamente iguales, ya que desde los
inicios históricos de las relaciones económicas existe una relación asimétrica de poder económico. Por ejemplo,
entre el señor feudal y el siervo.
Esta estructura económico-jurídica contractual hoy subsiste en los contratos interempresariales en los cuales
ambas empresas poseen el mismo poder económico de negociación (dos grandes empresas) o bien en las
negociaciones entre particulares que poseen también la misma característica (una persona que adquiere un
inmueble de un alto valor de mercado y que posee un patrimonio y liquidez suficiente para negociar en igualdad de
condiciones.
A partir de la revolución industrial se generó el aumento de los bienes y servicios y la expansión del comercio por la
rueda, el vapor y el tren, debido al descubrimiento de la máquina y su incorporación como medio de producción.
De esta manera, no solo se produjo una ampliación del lugar geográfico, sino también una fragmentación entre el
lugar de producción y el de circulación, distribución y comercialización de aquellos bienes y servicios.
La característica de este proceso era la similitud absoluta de los bienes, resultado de la fabricación en serie.
Frente a este nuevo método de producción, fue necesaria una nueva respuesta del derecho en cuanto al modo de
contratación. Surge así el denominado contrato por estructura de adhesión, en el cual el comprador no genera
ningún tipo de negociación ni participa en la formulación del contrato, sino que simplemente se involucra en el
sistema económico aceptando o no el contrato.
Ante esta realidad, el derecho reacciona estableciendo nuevos principios para proteger al contratante no
participativo. Por esto es que en la reforma de 1968 del Código Civil se incorporación nuevos principios en este
sentido.
Luego, tecnología y la robótica incorporan procesos para la mejora y aceleración de los modos de producción de
bienes y servicios.
La expansión de bienes y servicios en la sociedad hicieron que el salario del jefe de familia no fuese suficiente, de
modo que fue necesario incorporar a la mujer al proceso de trabajo para adicionar un nuevo salario. A pesar de
esto, siguió siendo insuficiente el conjunto de ambos salarios, por lo cual fue necesario generar un proceso de
facilidades de pagos, primero mediante el pago post-venta y luego con el sistema de pre-financiamiento, de
manera tal de diversificar y fragmentar el conjunto salario-dinero, para que los consumidores puedan adquirir la
totalidad y diversidad de bienes producidos.
Frente a esta nueva realidad, el derecho reacciona dictando una nueva regulación jurídica de protección de los
derechos del consumidor: la Ley 26.361. Además, se suma a este proceso la reforma constitucional de 1994 con la
incorporación de las relaciones de consumo en el art. 42 y los tratados internacionales. Y, actualmente, la
incorporación en el nuevo CCyCN de los contratos de adhesión (art. 984 y ss.) y el contrato de consumo (art. 1092 y
ss.).
De esta manera, se puede ver como las relaciones entre la economía y el derecho son constantes y dinámicas.
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EL CONTRATO COMO FENÓMENO SOCIAL:
El derecho es un elemento de control social y, dentro de él, el contrato es un instrumento de control económico
dentro de la estructura social.
o Dogmática: evita explicar el origen del contrato, su lingüística, el discurso y el poder emanado del mismo
como producto de la ideología del mercado e incluso omite explicar el conflicto social, al cual previene y
aplica su solución.
o Epistemológica: se analiza al contrato como un hecho social, económico y jurídico. Se entiende que, antes
del contrato, están los sujetos contratantes y que dicho contrato posee condicionantes estructurales y
sistemáticos, que no son más que las propiedades esenciales del hecho social.
Se concibe al contrato como una expresión de poder que desarrolla roles y funciones en la comunidad
organizada.
CONCLUSIÓN:
Existen dos formulaciones estructurales de contratación, las cuales se condicen con las formas económicas de
poder y distribución de riqueza:
Contratos de negociación individual o paritarios, donde existe real simetría de poder económico de
negociación.
Contratos por adhesión, para los bienes y servicios que son “iguales” y necesitan un “mercado consumidor
masivo”, donde existe asimetría de poder de negociación. Esta forma de comercialización es la
consecuencia de la existencia de mercados masificados.
El contrato es una institución, una herramienta, para regular la circulación de bienes y servicios en la sociedad
como hechos económicos.
PRESUPUESTOS DE CONTRATO: antecedentes necesarios para llegar a la noción de contrato. Diferente de los
elementos esenciales o estructurales del contrato.
El primero de estos presupuestos es de naturaleza económica: el hecho económico, que no es más que la
producción e intercambio de bienes y servicios en el mercado, dentro del sistema económico que adopta la CN
(sistema de economía capitalista de acumulación privada). El contrato es el instituto jurídico con el que cuenta el
derecho para viabilizar los hechos económicos.
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Los hechos se puede clasificar en:
1. Hechos naturales: van a tener relevancia siempre y cuando haya alguna porción de actividad humana, es
decir, siempre que ellos “afecten” al ser humano.
2. Hechos humanos: son los importantes para el estudio de los contratos, los que pueden constituirse en
objeto de derechos.
El hecho humano es la “causa-fuente o eficiente o jurígena” del contrato. Entonces, como antecedente del contrato
el núcleo es la conducta humana y su interrelación contras conductas.
Art. 257: El hecho jurídico es el acontecimiento que, conforme al ordenamiento jurídico, produce el nacimiento,
modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.
a) Involuntario.
b) Voluntario: cuando es realizado con voluntad jurídica, es decir, discernimiento, intención y
libertad, y exteriorizado por un hecho exterior. A la vez, estos hechos humanos voluntarios pueden
ser:
i. Ilícito: cuando va en contra del ordenamiento jurídico.
ii. Lícito: cuando se adecua al ordenamiento jurídico. El hecho humano voluntario lícito
puede ser:
Simple acto lícito: aquel acto que puede generar una consecuencia jurídica
(adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas), pero
sin que ese sea su fin inmediato, es decir, el buscado por las partes al llevarlo a
cabo (art. 258).
ACTO JURÍDICO: es el acto (hecho humano) voluntario lícito que tiene por fin
inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones
jurídicas (art. 259).
Art. 258: El simple acto lícito es la acción voluntaria no prohibida por la ley, de la que resulta alguna adquisición,
modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.
Art. 259: El acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición, modificación o
extinción de relaciones o situaciones jurídicas.
EL ACTO VOLUNTARIO:
Los elementos del acto voluntario pueden subdividirse en:
DISCERNIMIENTO:
Facultad de conocer en general. Es una aptitud genérica de conocer lo que está bien de los que está mal.
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a) El acto de quien, al momento de realizarlo, está privado de la razón:
No es necesario que la persona haya sido declarada, por sentencia judicial, incapaz o con capacidad restringida. Lo
que debe existir es una perturbación transitoria de la razón que reúna 3 requisitos:
Que provenga de una causa endógena inmediata (epilepsia, embriaguez, drogadicción, etc.).
Que la causa sea fortuita o inculpable respecto de su autor.
Que el estado de perturbación sea transitorio.
Estas dos últimas son presunciones iures et de iure que establece el legislador, es decir, que no admiten prueba en
contrario.
Art. 22: Capacidad de derecho. Toda persona humana goza de la aptitud para ser titular de derechos y deberes
jurídicos. La ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples actos, o actos jurídicos
determinados.
Es decir, que como regla general las personas humanas o jurídicas gozan de capacidad de derecho, es decir, no hay
incapacidad de derecho. Excepcionalmente, el Estado puede restringir esta capacidad
Art. 23: Capacidad de ejercicio. Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus derechos, excepto las
limitaciones expresamente previstas en este Código y en una sentencia judicial.
Las incapacidades de hecho pueden ser absolutas o relativas, mientras que la incapacidad de derecho es relativa,
nunca es absoluta.
Capacidad negocial:
El principio general de capacidad negocial es a partir de los 16 años de edad (art. 683) y se presume que
está autorizado para todos los actos y contratos concernientes al empleo, profesión o industria.
El menor que hubiese obtenido título habilitante para el ejercicio profesional podrá ejercer esa profesión
sin necesidad de previa autorización y podrá administrar y disponer libremente los bienes que adquiera
con el producto de su trabajo y estar en juicio civil o penal por acciones vinculadas con ella (art. 30).
Cuando se trata de contratos de escasa cuantía de la vida cotidiana, estos se presumen realizados con la
conformidad de los progenitores (art. 684)
Sujetos con capacidad restringida y con incapacidad: dicha restricción o incapacidad debe ser declarada por
el Juez, determinando la extensión y el alcance de la restricción y especificando las funciones y los actos
que se limitan. Debe ser inscripta en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas y se debe dejar
constancia al margen del acta de nacimiento.
Estado transitorio de pérdida de la razón: Esta perturbación debe reunir los siguientes requisitos: 1. Que la
perturbación provenga de causa endógena inmediata (epilepsia, embriaguez, drogadicción, etc.). 2. Que la
causa sea fortuita o inculpable respecto de su autor. 3. Que el estado de perturbación sea transitorio.
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INTENCIÓN:
A diferencia del discernimiento, que es una aptitud abstracta genérica, la intención es una aptitud concreta
particular o específica.
Decimos que hay intención cuando hay una correspondencia entre lo pensado, lo proyectado, y lo actuado, es
decir, cuando la persona llevo adelante el acto tal cual lo había pensado.
1. Error de derecho:
El CCyCN establece el principio de inexcusabilidad (art. 8): la ignorancia de las leyes no sirve de excusa para su
cumplimiento, si la excepción no está autorizada por el ordenamiento jurídico.
Sin embargo, es necesario coordinar el precepto de la presunción del conocimiento de las leyes con el factor
cultural, que depende de la realidad social (los recursos económicos, los centros de conocimiento y enseñanza). No
se debe medir con las mismas pautas culturales a todos los sectores de la sociedad, ya que es imposible que todos
ellos conozcan la totalidad de las leyes.
2. Error de hecho:
Art. 265: El error de hecho esencial vicia la voluntad y causa la nulidad del acto. Si el acto es bilateral o unilateral
recepticio, el error debe, además, ser reconocible por el destinatario para causar la nulidad.
Se entiende a este error como aquel en que una parte entiende celebrar un acto jurídico y su contraparte un acto
diferente.
Art. 266: El error es reconocible cuando el destinatario de la declaración lo pudo conocer según la naturaleza del
acto, las circunstancias de persona, tiempo y lugar.
Art. 268: El error de cálculo no da lugar a la nulidad del acto, sino solamente a su rectificación, excepto que sea
determinante del consentimiento.
Art. 269: La parte que incurre en error no puede solicitar la nulidad del acto, si la otra ofrece ejecutarlo con las
modalidades y el contenido que aquella entendió celebrar.
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3. Dolo:
Art. 271: La acción dolosa es toda aserción de lo falso o disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o
maquinación que se emplee para la celebración del acto. La omisión dolosa causa los mismos efectos que la acción
dolosa, cuando el acto no se habría realizado sin la reticencia u ocultación.
es grave
es determinante de la voluntad
causa un daño importante
no ha habido dolo por ambas partes.
Art. 273: El dolo incidental no es determinante de la voluntad; en consecuencia, no afecta la validez del acto.
Art. 274 y 275: El autor del dolo esencial o incidental puede ser una de las partes o un tercero. Dicho autor debe
reparar el daño causado. Responde solidariamente la parte que al tiempo de la celebración del acto tuvo
conocimiento del dolo del tercero.
El incumplimiento contractual puede ser absoluto o relativo (continúa la posibilidad de cumplir en especie). En
ambos casos se deben los daños y perjuicios: en el primero se incorpora a los daños la prestación en especie o
dinero y en el segundo los daños complementan la prestación en especie.
Para que se arribe a la reparación del daño es necesario al incumplimiento adjuntarle un factor de atribución que
puede ser subjetivo u objetivo.
Consiste en la producción de un daño de manera intencional (con la premeditación de realizar el acto) o con
manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.
LIBERTAD:
Se trata de la posibilidad de elegir entre realizar el acto o no, sin ningún tipo de coacción externa.
El elemento que obsta a la libertad y, en consecuencia, hace que el acto no sea voluntario, es la violencia:
Art. 276: La fuerza irresistible y las amenazas que generan el temor de sufrir un mal grave e inminente que no se
puedan contrarrestar o evitar en la persona o bienes de la parte o de un tercero, causan la nulidad del acto. La
relevancia de las amenazas debe ser juzgada teniendo en cuenta la situación del amenazado y las demás
circunstancias del caso.
La violencia tiene lugar cuando la persona es objeto de injustas amenazas y siente el temor fundado de sufrir un
mal inminente y grave por parte del otro sujeto.
Art. 277 y 278: El autor de la fuerza irresistible y de las amenazas puede ser una de las partes o un tercero. Dicho
autor debe reparar los daños. Responde solidariamente la parte que al tiempo de la celebración del acto tuvo
conocimiento de la fuerza irresistible o de las amenazas del tercero.
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ELEMENTO EXTERNO:
Para que el acto sea voluntario y produzca efectos jurídicos, además de contar con los tres elementos internos, es
necesario que se exteriorice.
Art. 262: Los actos pueden exteriorizarse oralmente, por escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un
hecho material.
Puede llegar a no existir coincidencia entre la voluntad real y la voluntad declarada. Si bien el CCyCN se inclina por
la voluntad real, tal principio sufre numerosas excepciones en la que se consagra la voluntad declarada con la
finalidad de dar seguridad al negocio.
Art. 263: El silencio opuesto a actos o a una interrogación no es considerado como una manifestación de la
voluntad conforme al acto o la interrogación, excepto en los casos en que haya un deber de expedirse que pueda
resultar de la ley, de la voluntad de las partes, de los usos y prácticas, o de una relación entre el silencio actual y las
declaraciones precedentes.
ACTO JURÍDICO:
El acto jurídico es el acto voluntario lícito con fin inmediato de producir determinados efectos jurídicos. Es decir, la
ley presume que en determinadas condiciones el agente ha querido enlazar su acto a determinas consecuencias
(intención inmediata).
Como antecedente deberá generarse de un hecho económico (circulación de los bienes y servicios en el sistema
económico) y conjugarse a partir de un acto jurídico bilateral (hecho humano voluntario lícito).
Art. 957: Contrato es el acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su consentimiento para
crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas patrimoniales.
Elementos de la definición:
En el contrato intervienen dos o más partes, entendiendo dicho término como focos de interés, que a su vez
pueden estar compuestas cada una por una o varias personas, humanas o jurídicas. Por ejemplo, en un contrato de
compraventa, tanto la parte compradora como la vendedora pueden estar formadas por más de una persona ya
sean físicas o jurídicas.
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Consentimiento para crear, modificar, transmitir o extinguir relaciones jurídicas patrimoniales.
La yuxtaposición de actos voluntarios dará lugar al consentimiento. Todos los contratos son consensuales, es decir,
se perfeccionan y nacen a partir del consentimiento de las partes.
El contrato tiene siempre contenido patrimonial (esto no quiere decir que no puedan haber contratos gratuitos,
por ejemplo, la donación).
ELEMENTOS ESENCIALES: aquellos elementos que tienen que estar sí o sí presentes en el contrato, tanto al
momento de su celebración como en el de su ejecución:
a) Objeto.
b) Causa (fin o motivo).
c) Consentimiento.
“ESTRUCTURAS CONTRACTUALES”
La estructura del contrato es la distribución y el orden del comportamiento de las partes en el contrato, como
sistema de interrelación. Podemos encontrar tres categorías de contratos según su estructura:
Es decir, las partes negocian, con la misma injerencia y en un pie de igualdad, las cláusulas del contrato: el contrato
se perfecciona mediante un “ir y venir” (disenso y consenso) hasta conformarse, mediante la oferta final y su
aceptación, el consentimiento.
El CCyCN establece este tipo de contrato como regla general. Aunque, la realidad nos muestra que esta estructura
de contratación es muy difícil de hallar debido a la estructura social. Podría darse, por ejemplo, en los contratos
celebrados entre empresas de similar situacion económica y posición en el mercado.
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CARACTERÍSTICAS:
Autonomía de la libertad: las partes gozan de plena libertad para negociar las clausulas y el contenido del
contrato.
Se dice que las partes crean derecho: crean las pautas que van a regir esa relación jurídica entre ellas. Son los
“legisladores particulares” de sus negocios. La norma particular se convierte en ley para las partes.
La fuerza vinculante de lo regulado por la autonomía privada es libre y faculta a cada individuo a comprometerse
en sus relaciones, en tal sentido. Pero, una vez ejercida tal libertad, es decir, una vez que las partes se inclinan por
la celebración de un negocio jurídico determinado, no podrán liberarse de la obligación a cumplir. Si una de las
partes incumple, la otra cuenta con un remedio legal mediante el cual podrá defenderse.
El negocio jurídico es causado por la autonomía privada, formada mediante la declaración de voluntad y el
comportamiento. La voluntad tiene fuerza vinculante, por lo cual es preceptiva. Desde entonces, existe como una
entidad duradera, exterior y desprendida de los sujetos; para el futuro, viviendo una propia vida, independiente de
la voluntad creadora. De allí que no pueda renunciarse a ella y, por tanto, el precepto del negocio tiene naturaleza
normativa.
Art. 958: Libertad de contratación. Las partes son libres para celebrar un contrato y determinar su contenido,
dentro de los límites impuestos por la ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres.
Excepción: está dada por las cláusulas de orden público que las partes deben respetar necesariamente (normas
indisponibles que se encuentran por encima de la autonomía de la libertad) y por todos aquellos supuestos en los
que se pueda afectar el orden público, la moral y las buenas costumbres.
Art. 959: Todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes. Su contenido sólo puede ser
modificado o extinguido por acuerdo de partes o en los supuestos en que la ley lo prevé.
Esto es solo válido para un contrato paritario ya que un contrato de adhesión o de consumo es siempre revisable
judicialmente, pudiendo el juez penetrar en su contenido negocial para posibilitar su restablecimiento económico y
evitar el abuso de poder dominante.
Facultades de los jueces: Como regla general, los jueces no pueden intervenir en el contrato, es decir, no
pueden revisarlo judicialmente. La excepción está dada en dos supuestos:
a. A pedido de una de las partes del contrato, en casos en los que lo autoriza la ley.
b. De oficio, cuando se afecta, de modo manifiesto, el orden público.
Art. 960: Los jueces no tienen facultades para modificar las estipulaciones de los contratos, excepto que sea a
pedido de una de las partes cuando lo autoriza la ley, o de oficio cuando se afecta, de modo manifiesto, el orden
público.
Carácter de las normas legales (art. 962): Las normas legales relativas a los contratos son supletorias de la
voluntad de las partes, a menos que de su modo de expresión, de su contenido, o de su contexto, resulte
su carácter indisponible (normas de orden público).
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Prelación normativa (art. 963): Cuando concurren disposiciones de este Código y de alguna ley especial, las
normas se aplican con el siguiente orden de prelación:
Integración del contrario (art. 964): El contenido del contrato se integra con (cuando tiene lagunas):
a) las normas indisponibles, que se aplican en sustitución de las cláusulas incompatibles con ellas;
b) las normas supletorias;
c) los usos y prácticas del lugar de celebración, en cuanto sean aplicables porque hayan sido
declarados obligatorios por las partes o porque sean ampliamente conocidos y regularmente
observados en el ámbito en que se celebra el contrato, excepto que su aplicación sea irrazonable.
CONTRATOS DE ADHESIÓN:
Se trata de una forma de contratación en la cual una de las partes establece las condiciones económicas del
contrato y las plasma en clausulas generales que la otra parte no puede negociar. Por esto, no hay una libre
negociación entre las partes, sino un asentimiento de la parte que no elaboró el contrato, que solo puede aceptar
o rechazar las clausulas.
Art. 984: El contrato por adhesión es aquel mediante el cual uno de los contratantes adhiere a cláusulas generales
predispuestas unilateralmente, por la otra parte o por un tercero, sin que el adherente haya participado en su
redacción.
Esta estructura contractual nace por la necesidad de las grandes empresas, productoras de los bienes y servicios
que se comercializan en masa, de diseñar condiciones generales jurídicas para la instrumentalización del contrato
como normativa básica para quienes están dispuestos a acceder a modo de situacion económico-jurídica
condicionante.
Asimetría entre las partes: las partes no están en un plano de igualdad a la hora de contratar, sino que
la parte predisponente tiene un mayor poder (económico, social y jurídico) respecto de la otra. Esta
asimetría va más allá de la posibilidad de negociar, afectando incluso el derecho a la información.
Facultad de los jueces: el juez va a poder revisar estos contratos y declarar nulas las cláusulas abusivas.
Lo que se busca es proteger a la parte débil, a la que adhiere a las clausulas. El vínculo contractual va a
continuar, pero ya sin esas cláusulas.
Art. 989: La aprobación administrativa de las cláusulas generales no obsta a su control judicial. Cuando el juez
declara la nulidad parcial del contrato, simultáneamente lo debe integrar, si no puede subsistir sin comprometer su
finalidad.
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Interpretación: las clausulas ambiguas predispuestas por una de las partes se interpretan en sentido
contrario a la parte predisponente, es decir, a favor del adherente (art. 987).
TIPOS DE CLAUSULAS:
1) Generales: son las condiciones generales, el “marco de comercialización” para la parte adherente que ésta
solo puede aceptar o rechazar, no negociar.
Art. 985: Las cláusulas generales predispuestas deben ser comprensibles y autosuficientes.
Se tienen por no convenidas aquellas que efectúan un reenvío a textos o documentos que no se facilitan a la
contraparte del predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del contrato.
2) Particulares: son los términos y condiciones que la parte adherente sí puede negociar individualmente,
siempre que eso no afecte el carácter de adhesión del contrato. Por ejemplo, lo relativo al plan de número
de cuotas que accederá el comprador.
Art. 986: Las cláusulas particulares son aquellas que, negociadas individualmente, amplían, limitan, suprimen o
interpretan una cláusula general. En caso de incompatibilidad entre cláusulas generales y particulares, prevalecen
estas últimas.
Es decir, en caso de conflicto, siempre se debe estar por la vigencia de las clausulas particulares.
Puede suceder también que las empresas cierren su metodología de comercialización, haciéndola impenetrable,
total y absoluta. En estos casos estaremos frente a contratos íntegramente predispuestos o formularios, en donde
solo se ingresan los datos personales del adquirente o usuario. Es decir, no existen ni siquiera las clausulas
particulares.
Cláusulas abusivas:
Estas son las llamadas cláusulas abusivas, las cuales pueden ser declaradas nulas por los jueces.
CONTRATOS DE CONSUMO:
Es diferente al contrato de adhesión. Se caracterizan no por la existencia de cláusulas predispuestas, sino por la
existencia de una vinculación jurídica entre un consumidor o usuario y un proveedor llamada relación de consumo.
En cambio, en los contratos de adhesión no es requisito la existencia de dicho vínculo.
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Técnicamente puede ser instrumentado a través de un contrato de estructura paritaria o de un contrato de
estructura de adhesión. Sin embargo, en la práctica la gran mayoría de los contratos de consumo son celebrados
como contratos de adhesión.
Podemos caracterizarlos como una subcategoría dentro de los contratos de adhesión. Pero no son lo mismo: puede
existir un contrato de adhesión sin que sea de consumo, por ejemplo: los contratos entre empresas (ej: kiosco que
le compra productos a Coca-Cola). A la vez, pueden existir contratos de consumo sin que sea de adhesión (aunque
en muy pocos casos).
Estos contratos aparecen y se regulan a partir del dictado de la Ley 24.240 de Defensa del Consumidor, en el año
1993. El CCyCN contiene un núcleo básico de normas aplicables a dichos contratos en subsidio de las normas
contenidas en la ley especial.
Hay que diferenciar entre relación de consumo y contrato de consumo: se encuentran en una relación género-
especie.
Art. 1092: Relación de consumo es el vínculo jurídico entre un proveedor y un consumidor. Se considera
consumidor a la persona humana o jurídica que adquiere o utiliza, en forma gratuita u onerosa, bienes o servicios
como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social. Queda equiparado al consumidor
quien, sin ser parte de una relación de consumo como consecuencia o en ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes
o servicios, en forma gratuita u onerosa, como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o
social.
Art. 1093: Contrato de consumo es el celebrado entre un consumidor o usuario final con una persona humana o
jurídica que actúe profesional u ocasionalmente o con una empresa productora de bienes o prestadora de
servicios, pública o privada, que tenga por objeto la adquisición, uso o goce de los bienes o servicios por parte de
los consumidores o usuarios, para su uso privado, familiar o social.
Es decir, es el contrato celebrado entre el consumidor o usuario final y el proveedor de algún bien o servicio.
La realidad nos muestra que la premisa es el contrato de adhesión, en segunda línea, el de consumo y, como
excepción, el contrato paritario.
Hay que diferenciar a la causa motivo del contrato, como elemento esencial de este, de otras nociones de causa:
La causa fuente del contrato: causa fuente o eficiente del contrato. Es un elemento externo: lo que le da
origen al contrato.
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Esta causa no es más que el hecho económico, la existencia del contrato se debe a ese hecho económico
consistente en la producción e intercambio de bienes y servicios en la sociedad organizada bajo el sistema
económico establecido por la CN.
Desde lo jurídico, para complementar lo económico, podemos señalar como causa fuente el hecho humano
jurídico, voluntario y lícito, es decir, el acto jurídico bilateral.
La “causa fin en las obligaciones de origen contractual” es la “razón jurídica”, abstracta, racional y genérica, que la
ley presume según la naturaleza jurídica de cada “tipo de contrato”. Por lo tanto, se trata de un concepto único e
invariable del sistema de cada tipo contractual del cual surgen obligaciones.
El CCyC establece la presunción iuris tantum de causa, es decir, se presume que la causa existe en toda relación
obligacional contractual, mientras no se pruebe lo contrario (art. 282). Incumbe a quien alegue su inexistencia la
carga de la prueba de lo contrario.
El art. 282 también aclara que aunque la causa expresada sea falsa, el acto es válido, si se funda en otra causa
verdadera.
Se relaciona con la importancia que poseen, para el contrato, los hechos económicos como acceso e intercambio
de bienes y servicios, resultantes de la necesidad de éstos para la supervivencia o la mejor calidad de vida del ser
humano.
Hace alusión a la “función social”, que responde a principios rectores tales como la buena fe, el ejercicio regular de
los derechos, el orden público económico, etcétera.
La función teleológica que debe cumplir el contrato en la comunidad es esa función económica consiste en facilitar
el intercambio de bienes y servicios.
De esta manera, la causa no abarca ningún móvil personal o psicológico de los contratantes. Solo contiene los
elementos materiales que están a la vista en cualquier contrato. En consecuencia, todos los contratos del mismo
tipo tienen la misma finalidad. Una vez que sabemos de qué contrato estamos hablando, vamos a saber cuál es la
causa fin o la finalidad de este. Esta doctrina no le quita importancia a la causa, lo sigue viendo como un elemento
esencial desprovisto de subjetividad.
2. Anti-causalismo: sostiene la inutilidad de la causa, ya que esta no es más que el objeto del contrato. El
simple acuerdo de voluntades que genera el consentimiento es el origen del contrato, por lo que la causa
fin carece de influencia para la validez del mismo.
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Si bien actualmente esta doctrina se encuentra en desuso, contribuyó a entender la causa desde un punto de vista
más subjetivo, en contraposición a lo que sostenía la doctrina clásica.
3. Neo-causalismo o causalismo moderno: Entiende a la causa como un elemento esencial del contrato, y no
un móvil psicológico interno intrascendente para el ordenamiento jurídico. Además, considera a la causa
de manera autónoma, diferenciándola del objeto.
Reconoce en la causa un aspecto objetivo (general) y uno subjetivo, asociado con los intereses personales de las
partes.
El CCyC ha receptado la noción de causa desde esta perspectiva: la causa motivo o fin es un elemento interno del
contrato, específicamente, uno de sus elementos esenciales.
El Código establece que se aplican las reglas relativas a la causa del acto jurídico:
Art. 281: La causa es el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la
voluntad.
La causa fin es la creación, modificación, transmisión o extensión de relaciones jurídicas patrimoniales. Lo que
naturalmente se desprende de cualquier tipo de contrato, de manera genérica, sin contemplar las individualidades
o intenciones personales a la hora de contratar. Es decir, es igual para todos los contratos de la misma especie.
Ejemplo: en un contrato de compraventa, la causa motivo será, para el vendedor, poder adquirir el valor del bien
en dinero y, para el comprador, hacerse de ese bien y convertirse en su nuevo dueño.
Reglas aplicables:
NECESIDAD: (art. 1013): La causa debe existir en la formación del contrato y durante su celebración y subsistir
durante su ejecución. La falta de causa (inexistencia, desaparición o frustración) da lugar, según los casos, a la
nulidad, adecuación o extinción del contrato.
PRESUNCIÓN DE CAUSA (art. 282): Aunque la causa no esté expresada en el acto se presume que existe mientras
no se pruebe lo contrario. El acto es válido aunque la causa expresada sea falsa si se funda en otra causa
verdadera.
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Ejemplo: en un contrato de compraventa, el comprador quiere adquirir el bien en cuestión para usarlo en
determinada actividad económica a la que se dedica. En un contrato de alquiler, el locatario arrenda el inmueble
para poner un negocio comercial.
El art. 281 agrega: También integran la causa los motivos exteriorizados cuando sean lícitos y hayan sido
incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si son esenciales para ambas partes.
En este sentido, la causa aparece personalizada para cada contratante. Estos motivos pueden permanecer ocultos
para la otra parte y para el juzgador sin que eso tenga ninguna consecuencia.
Pero, para que dichos fines personales adquieran relevancia de causa fuente del contrato (junto con la genérica),
es necesario que la parte los exteriorice e incorpore al contrato de manera expresa. De esta manera, la
materialización y conocimiento, por parte del cocontratante, de estos motivos permite que, en caso de frustración,
la parte pueda pedir la nulidad, adecuación o extinción de ese contrato por frustración de ese fin.
Si esos motivos no fueron exteriorizados, será más difícil lograr alguno de esos efectos en caso de frustración. Pero,
si de la propia naturaleza del contrato o de las circunstancias del caso se desprende cuáles son esos motivos, el
contrato se tiene que interpretar de buena fe considerando relevante esa causa.
De esta manera, podemos hablar de dos tipos de causas motivos del contrato:
1. Causa final objetiva: pretensión que tienen cada una de las partes de un negocio jurídico de obtener de la
otra el cumplimiento de las prestaciones prometidas.
o Es objetiva porque corresponde al tipo de negocio querido por las partes.
o Es unitaria porque no hay una causa para uno y otra para la otra parte sino una sola en la cual el
cumplimiento de cada uno constituye una causa única.
o Es tipificadora, en cuanto individualiza el negocio querido por las partes.
2. Causa final subjetiva: en este sentido se refiere a los móviles perseguidos por algún contratante en
particular. Para que esos móviles sean causa del negocio y tengan relevancia jurídica, deben haber sido
“causalizados”: que sean esenciales y exteriorizados.
Los móviles que pueden llegar a constituir causa en sentido subjetivo, son esencialmente variables e individuales,
mientras que la causa en sentido objetivo es uniforme y tipificadora.
CONTRATOS ESPECIALES:
Causa motivo en los contratos de adhesión interempresarios: Los contratos de adhesión entre empresas
tienen como causa lo obtención de la tasa de beneficio o ganancia para ambas empresas.
Causa motivo en los contratos o relaciones de consumo: La causa motivo es desde el proveedor, la
obtención de la tasa de beneficio o ganancia y desde el usuario o consumidor, es la tasa de satisfacción y
de felicidad en la obtención de un bien o el ser usuario de un servicio.
DEFECTOS DE LA CAUSA:
El negocio jurídico debe contar entre sus elementos con la causa final, de modo que el negocio querido por la
voluntad de las partes obtenga reconocimiento de derecho y produzca sus efectos conforme a lo querido por las
partes.
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Si en el contrato falta la causa o ella es falsa, ilícita o se frustra, se producirán determinados efectos jurídicos.
La causa objetiva, como finalidad económico-social del negocio en contratos típicos está dada
expresamente por la ley. Dentro del marco fijado por ella, las partes ejercerán las facultades que emanan
de la autonomía privada. La causa objetiva no puede faltar en los contratos típicos, salvo que en el caso
concreto ella sea de imposible realización.
La causa subjetiva: los móviles de las partes pueden coincidir, pura y simplemente, con la función
económica-social del negocio o puede haber móviles particulares causalizados, que resulten jurídicamente
relevantes
Efecto: Si la causa no existe al momento de la celebración del negocio jurídico de que se trate (se promete una
renta vitalicia en relación a una persona ya fallecida) se sostiene la nulidad del contrato.
b) FALSA CAUSA: tiene lugar cuando el negocio jurídico tiene una causa real distinta de la expresada en el
contrato. El negocio que expresa una causa no real, es válido si se funda en otra causa verdadera y licita. En
este caso se produce una inversión de la carga de la prueba: quien pretende la subsistencia del acto debe
probar que tiene causa y que ella es lícita (son los casos de simulación).
Efecto: la sanción es la nulidad por el vicio de error o simulación, salvo que el negocio estuviera fundado en otra
causa verdadera licita.
Lo que se requiere para que la causa ilícita provoque la nulidad del acto no es que exista un proyecto común a
ambos contratantes, pero sí que el móvil ilícito que ha motivado a una de las partes haya sido conocido por la otra.
Con esto se evita que un contratando de buena fe soporte una nulidad por una causa ilícita que ha ignorado.
Efecto: ante causa ilícita o inmoral, el negocio es nulo. Genera una nulidad absoluta y por ende el acto deviene
inconfirmable.
d) FRUSTRACION DE LA CAUSA: la causa final se frustra cuando, por alguna razón, no puede satisfacerse la
finalidad típica del negocio de que se trate o el motivo causalizado propio del negocio concreto. El art.
1090 del Código establece que la frustración definitiva de la finalidad del contrato autoriza a la parte
perjudicada a declarar su resolución, como consecuencia de una alteración de carácter extraordinario de la
causa de las circunstancias existentes al tiempo de la celebración del acto, ajena a las parte y que supera el
riesgo asumido por la parte afectada. Si la frustración es temporaria, hay derecho a resolución solo si se
impide el cumplimiento oportuno de una obligación cuyo tiempo de ejecución es esencial.
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ACTO ABSTRACTO:
Negocios jurídicos abstractos son aquellos en que se hace abstracción del convenio causal, a diferencia de los
causales en que la causa se mantiene unida o conectada con el negocio jurídico mismo. No significa que el negocio
carezca de causa, sino que ella no está presente o visible, y en principio no influye en su validez y efectos. Se trata,
principalmente, de los títulos valores, en donde se prescinde del análisis de la causa.
Art. 283: La inexistencia, falsedad o ilicitud de la causa no son discutibles en el acto abstracto mientras no se haya
cumplido, excepto que la ley lo autorice.
El objeto del contrato es “la realidad social acotada como base de operaciones del mismo”. De esta forma el objeto
del contrato está en una íntima relación con su causa fuente real, es decir, con el hecho económico.
Objeto de primer orden o inmediato: realidad social acotada como base de operaciones del mismo o
disponibilidad social contractual. En otras palabras, es el intercambio de bienes y servicios, el hecho
económico. Lo que hace el contrato es juridizar ese hecho económico y social.
Gama de realidad económica y social que el contrato juridiza, es decir, le da una estructura jurídica.
Objeto de segundo orden o mediato: es el contenido de aquel objeto; que son las obligaciones y derechos
que emanan del contrato. El objeto de estas obligaciones pueden ser conductas con prestaciones de dar,
de hacer y de no hacer. A la vez, estas prestaciones pueden recaer sobre bienes o cosas. Este es el objeto al
que hace referencia el CCyCN.
Rige el principio de autonomía de la voluntad: el objeto puede ser elegido libremente por las partes, siempre
respetando las condiciones y límites impuestos por el Código.
REQUISITOS:
Art. 1003: Se aplican al objeto del contrato las disposiciones relativas al objeto de los actos jurídicos. Debe ser
lícito, posible, determinado o determinable, susceptible de valoración económica y corresponder a un interés de
las partes, aun cuando éste no sea patrimonial.
Art. 279: El objeto del acto jurídico no debe ser un hecho imposible o prohibido por la ley, contrario a la moral, a
las buenas costumbres, al orden público o lesivo de los derechos ajenos o de la dignidad humana. Tampoco puede
ser un bien que por un motivo especial se haya prohibido que lo sea.
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1) LÍCITO: que no sea contrario a la ley (es decir, que no esté prohibido por esta), a la moral, a las buenas
costumbres o al orden público.
a. Material o físicamente: no sería posible materialmente como objeto del contrato una obligación
que consista en tocar el cielo con las manos.
b. Jurídicamente: se trata de la captación del hecho económico por la forma jurídica contractual. En
otras palabras, el derecho tiene que poseer la forma jurídica de captación del negocio,
estableciendo institutos contractuales (ya sea típicos o atípicos). Ej: no podría hipotecarse un auto
no tampoco prendarse un inmueble.
Hay que diferenciar la imposibilidad jurídica con la ilicitud del objeto: la ilicitud es una situacion que violenta el
ordenamiento jurídico y que acarrea una sanción. En cambio, la imposibilidad jurídica o legal se refiere a una
situacion que no está contemplada en la legislación, motivo por el cual no es posible.
Ej: Un objeto ilícito sería la compraventa de personas, mientras que un objeto imposible jurídicamente sería la
hipoteca de un auto.
En cuanto a los efectos, el acto cuyo objeto es imposible no tiene existencia jurídica, mientras que si su objeto es
ilícito, será susceptible de sanción con nulidad produciendo otros efectos (indemnizaciones, por ejemplo).
Art. 1005: Cuando el objeto se refiere a bienes, éstos deben estar determinados en su especie o género según sea
el caso, aunque no lo estén en su cantidad, si ésta puede ser determinada. Es determinable cuando se establecen
los criterios suficientes para su individualización.
Ejemplo: un objeto determinado sería un inmueble en la calle Riobamba 1121, piso 3°, unidad D, CABA. En cambio,
sería determinable si se dice un inmueble en el barrio de Belgrano en la Provincia de Córdoba.
Art. 1006: Determinación por un tercero. Las partes pueden pactar que la determinación del objeto sea efectuada
por un tercero. En caso de que el tercero no realice la elección, sea imposible o no haya observado los criterios
expresamente establecidos por las partes o por los usos y costumbres, puede recurrirse a la determinación judicial,
petición que debe tramitar por el procedimiento más breve que prevea la legislación procesal.
La importancia que tiene está dada por el hecho de que, a posteriori, pueda enjuiciarse la conformidad o
adecuación entre lo que quedó programado o planeado, y lo que ha sido efectivamente realizado o cumplido.
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4) SUSCEPTIBLE DE VALORACION ECONÓMICA: ya que aquello que no posee valor económico dentro del
mercado no puede ser objeto de contratos.
OBJETOS PROHIBIDOS (art. 1004): No pueden ser objeto de los contratos los hechos que son imposibles o están
prohibidos por las leyes, son contrarios a la moral, al orden público, a la dignidad de la persona humana, o lesivo de
los derechos ajenos; ni los bienes que por un motivo especial se prohíbe que lo sean (= art. 279)
CONVALIDACION (art. 280): El acto jurídico sujeto a plazo o condición suspensiva es válido, aunque el objeto haya
sido inicialmente imposible, si deviene posible antes del vencimiento del plazo o del cumplimiento de la condición.
De esta manera, el propio CCyCN determina que se puede contratar sobre bienes futuros, es decir, sobre cosas que
todavía no existen en el momento en que se celebra el contrato.
Este tipo de contratos siempre estarán sujetos a un riesgo, ya que dependerán del grado de factibilidad de que la
cosa llegue a existir en el devenir del tiempo. Esto estará ligado a criterios objetivos (el grado de adelante
tecnológico de la comunidad, la región donde se celebra el contrato) y a un grado de aleatoriedad razonable.
BIENES AJENOS:
Art. 1008: Los bienes ajenos pueden ser objeto de los contratos. Si el que promete transmitirlos no ha garantizado
el éxito de la promesa, sólo está obligado a emplear los medios necesarios para que la prestación se realice y, si
por su culpa, el bien no se transmite, debe reparar los daños causados. Debe también indemnizarlos cuando ha
garantizado la promesa y ésta no se cumple.
El que ha contratado sobre bienes ajenos como propios es responsable de los daños si no hace entrega de ellos.
HERENCIA FUTURA:
Art: 1010: La herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni tampoco pueden serlo los derechos
hereditarios eventuales sobre objetos particulares, excepto lo dispuesto en el párrafo siguiente u otra disposición
legal expresa.
Los pactos relativos a una explotación productiva o a participaciones societarias de cualquier tipo, con miras a la
conservación de la unidad de la gestión empresarial o a la prevención o solución de conflictos, pueden incluir
disposiciones referidas a futuros derechos hereditarios y establecer compensaciones en favor de otros legitimarios.
Estos pactos son válidos, sean o no parte el futuro causante y su cónyuge, si no afectan la legítima hereditaria, los
derechos del cónyuge, ni los derechos de terceros.
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Se trata de la posibilidad de que el futuro causante decida sobre quien o quienes de sus herederos forzosos van a
sucederle en los destinos de la empresa, siempre que ello no sea en desmedro de los derechos de los demás y
siempre efectuando las compensaciones necesarias para evitar una violación a la legítima.
2) Objetos contractuales materiales: El art. 16 del CCyCN alude a las cosas como objetos materiales, e incluye
dentro de esta categoría a la energía y las fuerzas naturales, susceptibles de ser puestas al servicio del
hombre. A la vez, las cosas se pueden clasificar en:
Cosas muebles: Aquellas que pueden desplazarse por sí mismas o por una fuerza externa.
Cosas inmuebles: el suelo, las cosas incorporadas a él de una manera orgánica y las que se
encuentren bajo el suelo sin el hecho del hombre (inmuebles por naturaleza, art. 225). También,
las cosas muebles que encuentran inmovilizadas por su adhesión física al suelo, con carácter
perdurable (inmuebles por accesión, art. 226). No se consideran inmuebles por accesión las cosas
afectadas a la explotación del inmueble o a la actividad del propietario.
Resulta necesario diferenciar los presupuestos del consentimiento de sus elementos: son presupuestos la esfera
jurídica o sujeto de derecho y la capacidad para poder consensuar. En cambio, son elementos del consentimiento:
la oferta y la manifestación de aceptación.
El contrato de negociación o individual o paritario enlaza dos personas jurídicas, igualmente libres o con similar o
igual poder de negociación. Por el contrario, en los de adhesión, existe una asimetría del poder económico que
determina una negociación desigual y, por lo tanto, modifica la formalidad jurídica del consentimiento.
El proceso económico del acceso a bienes y servicios se produce por el consumidor ante las empresas, que
constituyen centros de poder con estructuras propias, distribución por ramas, diversificación de productos, etc. La
empresa posee un objetivo principal que es la “maximización del beneficio”. Su existencia implica un poder de
imposición a la otra parte de sus condiciones de comercialización. Por este motivo, se dice que la empresa es el
verdadero sujeto del contrato (el consumidor será el otro), como consecuencia de la idea de concentración
económica.
En este contexto “empresarial”, el consumidor ya no es solo el sujeto receptor o necesitado de bienes y servicios,
pasa a ser el sujeto “débil” de la relación de consumo, lo que implica una mayor amplitud de protección por parte
del ordenamiento jurídico. Esto se ve reflejado en el art. 42 de la CN y Ley de Defensa del Consumidor.
Se necesita que el consumo sea “masificado”, pues lo que interesa es la cantidad vendida, para evitar stock y así
seguir produciendo, disminuyendo el costo fijo y aumentando la rentabilidad.
La intensificación cuantitativa de la producción de bienes y servicios determina el fin del consumo individual, y
conlleva su “uniformidad y masividad”, resultando esencial para mantener el esquema productivo.
En esta nueva forma de consumo masivo, la “inducción” (publicidad) juega un papel determinante.
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CAPACIDAD GENERAL PARA LA CONTRATACIÓN:
El mayor de 16 años posee la capacidad genérica de contratación. Esto implica que como esfera de afectación
posee capacidad de derecho y capacidad de obrar, a partir de lo cual, la regla es la capacidad de contratar.
Actos de conservación del bien: aquellos que surgen ante hechos o actos que atenten contra su
integridad, lo cual los clasifica como necesarios.
Actos de administración del bien: a diferencia de los de conservación, no requieren como causa
generadora que la cosa sufra algún peligro. Pueden referirse al patrimonio en su totalidad. El
concepto de administración está en conexión con el concepto de rendimiento o eficiencia económica:
un “capital” (el trabajo humano, una fábrica, una cosa, etc.) como factor de producción no puede
permanecer ocioso, ya que el desgaste natural y el acelerado avance tecnológico hacen que a corto
tiempo desaparezca no solo del ciclo productivo, sino como tal.
Actos de disposición del bien: son aquellos que producen la modificación de la situación jurídica del
bien o patrimonio.
Estas personas sin incapaces para generar todo tipo de relación voluntaria jurígena, por lo que no habría, en estos
casos, presupuesto para la contratación.
Respecto del inciso b) estas personas pueden interrelacionarse por sí mismas en el comercio jurídico de bienes
muebles no registrables, frente a ello, se establece una presunción ficticia de autorización de los padres, tutores o
cuidadores.
Art. 25: Menor de edad es la persona que no hay cumplido dieciocho años. Adolescente es la persona menor de
edad que cumplió trece años.
Art. 26: La persona menor de edad ejerce sus derechos a través de sus representantes legales. No obstante, la
persona que cuenta con edad y grado de madurez suficiente puede ejercer por sí los actos que le son permitidos
por el ordenamiento jurídico. En situaciones de conflicto de intereses con sus representantes legales, pueden
intervenir con asistencia letrada…
El art. 27 permite la emancipación por matrimonio y establece que desde el punto de vista negocial adquieren una
capacidad plena de ejercicio.
La emancipación es irrevocable. La nulidad del matrimonio no deja sin efecto la emancipación, excepto respecto
del cónyuge de mala fe para quien cesa a partir del día en que la sentencia pasa en autoridad de cosa jugada.
Si algo es debido a la persona menor de edad con cláusula de no poder percibirlo hasta la mayoría de edad, la
emancipación no altera la obligación ni el tiempo de su exigibilidad.
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La excepción a esta capacidad plena se establece en el art. 29: El emancipado requiere autorización judicial para
disponer de los bienes recibidos a título gratuito. La autorización debe ser otorgada cuando el acto sea de toda
necesidad o de ventaja evidente.
Aun con autorización judicial no puede: aprobar las cuentas de sus tutores y darles finiquito, hacer donación de
bienes que hubiese recibido a título gratuito y afianzar obligaciones.
El art. 30 admite la capacidad del menor de administración y disposición de los bienes obtenidos con su ejercicio
profesional y puede estar en juicio civil o penal por cuestiones vinculadas a ella.
Pueden ser inhabilitados quienes por la prodigalidad en la gestión de sus bienes expongan a su cónyuge,
conviviente o a sus hijos menores de edad o con discapacidad a la pérdida del patrimonio. La acción solo
corresponde al cónyuge, conviviente y a los ascendientes y descendientes.
La prodigalidad constituye una conducta de dilapidación de bienes sin sentido económico que reúna los siguientes
elementos:
acción de dilapidar
continuidad o reiteración
La dilapidación puede referirse tanto a los actos de disposición como a los de administración.
El cese de la inhabilitación se decreta por el juez que la declaró, previo examen interdisciplinario. Si el
restablecimiento no es total, el juez puede ampliar la nómina de actos que la persona puede realizar por sí o con
apoyo.
a) los funcionarios públicos, respecto de bienes de cuya administración o enajenación están o han estado
encargados;
b) los jueces, funcionarios y auxiliares de la justicia, los árbitros y mediadores, y sus auxiliares, respecto de
bienes relacionados con procesos en los que intervienen o han intervenido;
c) los abogados y procuradores, respecto de bienes litigiosos en procesos en los que intervienen o han
intervenido;
Ley 24.522 art. 107: Comerciantes fallidos: El fallido queda desapoderado de pleno derecho de sus bienes
existentes a la fecha de la declaración de quiebra y de los que adquiera hasta su rehabilitación. El
desapoderamiento impide que ejercite los derechos de disposición y administración.
Es necesaria la “aptitud cultural de negociación mínima”, sin lo cual no podemos considerar el consentimiento
como eficiente.
La capacidad negocial genérica debe estar integrada estructuralmente por ese mínimo de aptitud cultural para
negociar; de lo contrario no hay presupuesto para que surja el consentimiento. El necesitado, el inexperto, quien
trata sus negocios con ligereza, no tiene aptitud negocial como actitud cultural básica.
El código define a las personas jurídicas como los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les confiere aptitud
para adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines de su creación.
No obstante, hay que tener en cuenta la llamada teoría de levantamiento del velo societario, que deja de lado la
separación estricta entre la persona jurídica y sus miembros, para imputar directamente los efectos de ciertos
actos a quienes forman parte de ella: la actuación que esté destinada a la consecución de fines ajenos a la persona
jurídica, constituya un recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe o para frustrar derechos de
cualquier persona, se imputa a quienes, a título de socios, asociados, miembros o controlantes directos o
indirectos, la hicieron posible, quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los perjuicios causados.
Lo dispuesto se aplica sin afectar los derechos de los terceros de buena fe y sin perjuicio de las responsabilidades
personales de que puedan ser pasibles los participantes en los hechos por los perjuicios causados.
Puede decirse que el consentimiento es la yuxtaposición o superposición de dos o más voluntades que, aunque
diferenciadas entre sí, están encaminadas hacia un fin común.
Art. 971: Formación del consentimiento. Los contratos se concluyen con la recepción de la aceptación de una
oferta o por una conducta de las partes que sea suficiente para demostrar la existencia de un acuerdo.
Todos los contratos actualmente son consensuales: nacen y se perfeccionan a partir del consentimiento.
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LA OFERTA CONTRACTUAL:
Art. 972: La oferta es la manifestación dirigida a persona determinada o determinable, con la intención de
obligarse y con las precisiones necesarias para establecer los efectos que debe producir de ser aceptada.
Esta oferta contractual en los contratos de negociación individual o paritaria, no surge en forma inmediata, sino
surge luego de las concesiones recíprocas para arribar al consenso. En los contratos de adhesión no existe tal
negociación, de allí que la mayoría de estas normas no le resultan aplicables.
Puede haber más de una oferta (principalmente, en los contratos paritarios). Además, quien ofrece no es solo
quien vende, ya que generalmente se producirá un ida y vuelta entre las partes. La oferta válida a los efectos del
consentimiento es la que tiene las precisiones del caso y la que es aceptada por la otra parte, es decir, la que se
corresponde al 100% con la aceptación. Generalmente, la oferta relevante será la anteúltima manifestación de
voluntad (la última será la aceptación).
De esta manera, podemos concluir que los roles de oferente y aceptante pueden ir variando a lo largo de las
negociaciones. A modo de ejemplo, el comprador de un determinado bien puede pasar a ser el oferente si modifica
alguno de los elementos de la oferta que le había planteado el vendedor. Si en el mismo la otra parte acepta las
modificaciones entenderemos que el contrato esta aceptado y perfeccionado.
En los contratos de negociación individual, esta etapa es de suma importancia. Este acercamiento por medio de
concesiones recíprocas entre las partes debe llevarse a cabo en un ámbito de confianza recíproca. En este sentido,
el Código regula esta relación a través de principios tales como el abuso del derecho, la buena fe, la confianza, la
doctrina de los actos propios.
Art. 990: Las partes son libres para promover tratativas dirigidas a la formación del contrato, y para abandonarlas
en cualquier momento.
Art. 991: Durante las tratativas preliminares, y aunque no se haya formulado una oferta, las partes deben obrar de
buena fe para no frustrarlas injustificadamente. El incumplimiento de este deber genera la responsabilidad de
resarcir el daño que sufra el afectado por haber confiado, sin su culpa, en la celebración del contrato.
También existe un deber de confidencialidad: art. 992: Si durante las negociaciones, una de las partes facilita a la
otra una información con carácter confidencial, el que la recibió tiene el deber de no revelarla y de no usarla
inapropiadamente en su propio interés. La parte que incumple este deber queda obligada a reparar el daño sufrido
por la otra y, si ha obtenido una ventaja indebida de la información confidencial, queda obligada a indemnizar a la
otra parte en la medida de su propio enriquecimiento.
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Este deber nace en esta etapa precontractual y, si se concreta el negocio, se mantiene en la etapa de ejecución del
contrato. A veces, hasta con posterioridad al efectivo cumplimiento del acuerdo.
Es importante señalar que este periodo preparatorio no crea por sí solo un vínculo jurídico entre las partes ni,
menos que menos, perfecciona el contrato.
Art. 993: Cartas de intención: Los instrumentos mediante los cuales una parte, o todas ellas, expresan un
consentimiento para negociar sobre ciertas bases, limitado a cuestiones relativas a un futuro contrato, son de
interpretación restrictiva. Sólo tienen la fuerza obligatoria de la oferta si cumplen sus requisitos.
Art. 982: Los acuerdos parciales de las partes concluyen el contrato si todas ellas, con la formalidad que en su caso
corresponda, expresan su consentimiento sobre los elementos esenciales particulares. En la duda, el contrato se
tiene por no concluido. No se considera acuerdo parcial la extensión de una minuta o de un borrador respecto de
alguno de los elementos o de todos ellos.
Esta norma es muy criticada ya que se encuentra en contradicción con las propias normas del Código en virtud de
las cuales no existe contrato sin consenso sobre la totalidad de la oferta.
Esta fase de negociación previa, en cambio, es mucho más difícil de “atrapar jurídicamente” en el campo de
negociación por adhesión. No existe ese contacto personal, ese ir y venir es reemplazado por la publicidad como
canal de comunicación masiva que hace todo más impersonal y, por consiguiente, difícil de enmarcar como
negociación previa.
Es necesario establecer nuevos mecanismos de control, por ejemplo, la publicidad engañosa debe ser seriamente
sancionada. Se ha avanzado, en cuanto a considerar la publicidad inductiva enmarcada en el contexto contractual
posterior, de modo de evitar el desprendimiento entre una y otra frase.
Es importante distinguir a la publicidad de la información, la cual apunta a la obligación que tienen las empresas y
el Estado de poner en conocimiento del ciudadano, las calidades, insumos, condiciones de uso, precauciones, etc.,
tendientes a evitar riesgos de mala utilización del producto y, por ende, la eventualidad dañosa.
La publicidad trata de crear con el producto o servicio inducido, un estado de bienestar que no siempre se condice
con la ejecución de la prestación y el goce del bien o servicio; como inductiva de consumo, genera en el receptor lo
que se denomina la situación empática, que es la proyección imaginaria y afectiva con los personajes o
sentimientos del mensaje.
En el tráfico moderno mediante la publicidad se hacen conocer bienes y servicios con la intención de generar un
negocio jurídico masivo, con la metodología del contrato por adhesión. Se califica a la publicidad como “líneas
rectoras” en la marcha hacia la contratación predispuesta.
En estos contratos, se reemplaza a las tratativas preliminares de los contratos paritarios y se afecta la credibilidad
del público consumidor, generándole una “expectativa razonable”, con lo cual aparece la necesidad de “protección
jurídica”.
La sociedad necesita del intercambio económico y del desarrollo para la prosperidad; para ello, ha elegido la
“iniciativa privada” como motor; sin embargo, esta determinación de “política económica” no significa una libertad
a disponer de cualquier forma. Por el contrario, la perspectiva social tutelada impone criterios de actuación, para
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limitar el desvío del poder que da la libertad (por ejemplo, a través de los institutos del abuso de confianza, buena
fe y lesión subjetiva).
Por esto, la publicidad debe ser enmarcada entre los actos tendientes a la celebración, pues es el primer impacto
que recibe el consumidor respecto de la necesidad inducida de acceso a un bien o servicio.
La responsabilidad emanada de esta situación puede abarcar desde la reparación del daño, hasta sanciones
administrativas, la expansión a otros consumidores, etcétera.
Fuerza obligatoria de la oferta. La oferta obliga al proponente, a no ser que lo contrario resulte de
sus términos, de la naturaleza del negocio o de las circunstancias del caso. Es decir, la oferta es
vinculante: de ser aceptada, se perfeccionará el contrato produciendo efectos jurídicos y el
proponente quedara obligado frente a la otra parte.
La oferta hecha a una persona presente o la formulada por un medio de comunicación instantáneo,
sin fijación de plazo, sólo puede ser aceptada inmediatamente.
Cuando se hace a una persona que no está presente, sin fijación de plazo para la aceptación, el
proponente queda obligado hasta el momento en que puede razonablemente esperarse la recepción
de la respuesta, expedida por los medios usuales de comunicación.
Esta norma trae diversos conflictos ya que es muy difícil determinar que debe entenderse por el término
“razonablemente”.
Art. 7: La oferta dirigida a consumidores potenciales indeterminados, obliga a quien la emite durante el tiempo en
que se realice, debiendo contener la fecha precisa de comienzo y de finalización, así como también sus
modalidades, condiciones o limitaciones. La revocación de la oferta hecha pública es eficaz una vez que haya sido
difundida por medios similares a los empleados para hacerla conocer. La no efectivización de la oferta será
considerada negativa o restricción injustificada de venta, pasible de las sanciones previstas en el artículo 47 de esta
ley.
Art. 8: Efectos de la publicidad: Las precisiones formuladas en la publicidad o en anuncios, prospectos, circulares u
otros medios de difusión se tienen por incluidas en el contrato con el consumidor y obligan al oferente. En los
casos en que las ofertas de bienes y servicios se realicen mediante el sistema de compras telefónicas, por catálogos
o por correos, publicados por cualquier medio de comunicación, deberá figurar el nombre, domicilio y número de
CUIT del oferente.
Los plazos de vigencia de la oferta comienzan a correr desde la fecha de su recepción, excepto que
contenga una previsión diferente.
Art. 975: La oferta dirigida a una persona determinada puede ser retractada si la comunicación de su retiro es
recibida por el destinatario antes o al mismo tiempo que la oferta.
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Art. 976: La oferta caduca cuando el proponente o el destinatario de ella fallecen o se incapacitan, antes de la
recepción de su aceptación. El que aceptó la oferta ignorando la muerte o incapacidad del oferente, y que a
consecuencia de su aceptación ha hecho gastos o sufrido pérdidas, tiene derecho a reclamar su reparación.
Art. 973: La oferta dirigida a personas indeterminadas es considerada como invitación para que hagan ofertas,
excepto que de sus términos o de las circunstancias de su emisión resulte la intención de contratar del oferente. En
este caso, se la entiende emitida por el tiempo y en las condiciones admitidas por los usos.
Es decir, este tipo de oferta puede o no tener todas las pautas necesarias para que, en caso de ser aceptada, se
perfeccione el contrato. Si no tiene todas esas precisiones, será una invitación a ofertar y el contrato todavía no
habrá nacido.
Este artículo hace referencia a las ofertas masivas que hacen las empresas, pero que recién se concretan cuando,
luego de que el consumidor acepte, la misma empresa selecciona y analiza las condiciones de ese consumidor. Por
ejemplo, los contratos de crédito bancario.
De esta manera, el contrato se perfeccionará no con la mera aceptación, sino con la recepción de esa aceptación.
Art. 978: Para que el contrato se concluya, la aceptación debe expresar la plena conformidad con la oferta.
Cualquier modificación a la oferta que su destinatario hace al manifestar su aceptación, no vale como tal, sino que
importa la propuesta de un nuevo contrato, pero las modificaciones pueden ser admitidas por el oferente si lo
comunica de inmediato al aceptante.
A diferencia de la oferta, que puede haber varias, la aceptación será siempre una sola: la última manifestación de
voluntad, después de la cual nacerá el contrato.
Art. 981: La aceptación puede ser retractada si la comunicación de su retiro es recibida por el destinatario antes o
al mismo tiempo que ella.
Modos de aceptación:
Art. 979: Toda declaración o acto del destinatario que revela conformidad con la oferta constituye aceptación.
El silencio importa aceptación sólo cuando existe el deber de expedirse, el que puede resultar de la voluntad de las
partes, de los usos o de las prácticas que las partes hayan establecido entre ellas, o de una relación entre el silencio
actual y las declaraciones precedentes.
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Art. 983: Recepción de la manifestación de la voluntad: se considera que la manifestación de voluntad de una
parte es recibida por la otra cuando ésta la conoce o debió conocerla, trátese de comunicación verbal, de
recepción en su domicilio de un instrumento pertinente, o de otro modo útil.
CONTRATO PLURILATERAL:
Art. 977: Si el contrato ha de ser celebrado por varias partes, y la oferta emana de distintas personas, o es dirigida a
varios destinatarios, no hay contrato sin el consentimiento de todos los interesados, excepto que la convención o
la ley autoricen a la mayoría de ellos para celebrarlo en nombre de todos o permitan su conclusión sólo entre
quienes lo han consentido.
El consumidor está condicionado y limitado tanto por su poder adquisitivo como por las necesidades que le
inducen las empresas. Además, como las condiciones del contrato las establece la empresa, se elimina la fase
precontractual dentro de la cual era posible la expresión de voluntad del usuario o consumidor. Falta así la
formación de un verdadero y propio acuerdo en sentido técnico.
Así el consentimiento del contrato de negociación individual se transforma en asentimiento para los contratos de
adhesión, ya que el consumidor no se encuentra en libertad para maniobrar en el sistema con independencia:
asentimiento condicionado.
CONTRATOS DE CONSUMO:
Art. 1100: Información. El proveedor está obligado a suministrar información al, consumidor en forma cierta y
detallada, respecto de todo lo relacionado con las características esenciales de los bienes y servicios que provee,
las condiciones de su comercialización y toda otra circunstancia relevante para el contrato. La información debe ser
siempre gratuita para el consumidor y proporcionada con la claridad necesaria que permita su comprensión.
a) contenga indicaciones falsas o de tal naturaleza que induzcan o puedan inducir a error al consumidor,
cuando recaigan sobre elementos esenciales del producto o servicio;
b) efectúe comparaciones de bienes o servicios cuando sean de naturaleza tal que conduzcan a error al
consumidor;
c) sea abusiva, discriminatoria o induzca al consumidor a comportarse de forma perjudicial o peligrosa para
su salud o seguridad.
Art. 1102: Acciones. Los consumidores afectados o quienes resulten legalmente legitimados pueden solicitar al
juez: la cesación de la publicidad ilícita, la publicación, a cargo del demandado, de anuncios rectificatorios y, en su
caso, de la sentencia condenatoria.
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Art. 1103: Efectos de la publicidad. Las precisiones formuladas en la publicidad o en anuncios, prospectos,
circulares u otros medios de difusión se tienen por incluidas en el contrato con el consumidor y obligan al
oferente.”
Toda información suministrada por el proveedor va a ser parte de la oferta. Todo lo que se incluya dentro de la
publicidad, obliga al oferente.
Art. 1096: Ámbito de aplicación. Las normas de esta Sección y de la Sección 2a del presente Capítulo son aplicables
a todas las personas expuestas a las prácticas comerciales, determinables o no, sean consumidores o sujetos
equiparados conforme a lo dispuesto en el artículo 1092.
Art. 1097: Trato digno. Los proveedores deben garantizar condiciones de atención y trato digno a los consumidores
y usuarios. La dignidad de la persona debe ser respetada conforme a los criterios generales que surgen de los
tratados de derechos humanos. Los proveedores deben abstenerse de desplegar conductas que coloquen a los
consumidores en situaciones vergonzantes, vejatorias o intimidatorias.
Art. 1098: Trato equitativo y no discriminatorio. Los proveedores deben dar a los consumidores un trato
equitativo y no discriminatorio. No pueden establecer diferencias basadas en pautas contrarias a la garantía
constitucional de igualdad, en especial, la de la nacionalidad de los consumidores.
Art. 1099: Libertad de contratar. Están prohibidas las prácticas que limitan la libertad de contratar del consumidor,
en especial, las que subordinan la provisión de productos o servicios a la adquisición simultánea de otros, y otras
similares que persigan el mismo objetivo.
Art. 1107: Información sobre los medios electrónicos. Si las partes se valen de técnicas de comunicación
electrónica o similares para la celebración de un contrato de consumo a distancia, el proveedor debe informar al
consumidor, además del contenido mínimo del contrato y la facultad de revocar, todos los datos necesarios para
utilizar correctamente el medio elegido, para comprender los riesgos derivados de su empleo, y para tener
absolutamente claro quién asume esos riesgos.
Art. 1108: Ofertas por medios electrónicos. Las ofertas de contratación por medios electrónicos o similares deben
tener vigencia durante el período que fije el oferente o, en su defecto, durante todo el tiempo que permanezcan
accesibles al destinatario. El oferente debe confirmar por vía electrónica y sin demora la llegada de la aceptación.
FORMA DEL CONTRATO: manera mediante la cual las partes exteriorizan su voluntad de contratar.
Regla general: LIBERTAD DE FORMAS: Solo son formales los contratos a los cuales la ley les impone una forma
determinada. (art. 1015).
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Así, las partes pueden elegir la manera de celebrar el contrato: por escrito, verbalmente, en forma tácita, etc. La
excepción, son los casos en los cuales la ley, para un determinado contrato, exige una forma específica que las
partes deben respetar. Por ejemplo: la compraventa de inmuebles debe celebrarse por escritura pública.
Art. 1016: Modificaciones al contrato. La formalidad exigida para la celebración del contrato rige también para las
modificaciones ulteriores que le sean introducidas, excepto que ellas versen solamente sobre estipulaciones
accesorias o secundarias, o que exista disposición legal en contrario.
1. Contratos formales: aquellos para los cuales la ley exige una forma específica. Son la excepción a la regla
general (libertad de formas: contratos no formales).
Art. 969: Los contratos para los cuales la ley exige una forma para su validez, son nulos si la solemnidad no ha sido
satisfecha. Cuando la forma requerida para los contratos, lo es sólo para que éstos produzcan sus efectos propios,
sin sanción de nulidad, no quedan concluidos como tales mientras no se ha otorgado el instrumento previsto, pero
valen como contratos en los que las partes se obligaron a cumplir con la expresada formalidad. Cuando la ley o las
partes no imponen una forma determinada, ésta debe constituir sólo un medio de prueba de la celebración del
contrato.
a. Ad solemnitatem:
i. De solemnidad absoluta: la forma se exige para la validez del contrato, por lo que su no
cumplimiento acarrea la nulidad del mismo.
“Los contratos para los cuales la ley exige una forma para su validez, son nulos si la solemnidad no ha sido
satisfecha…”
Ej: contrato de donación de inmuebles, que debe hacerse por escritura pública.
ii. De solemnidad relativa: La forma se exige para la eficacia del contrato, es decir, para que
este produzca sus efectos propios, pero sin acarrear la nulidad en caso de incumplimiento
de la formalidad exigida.
“…Cuando la forma requerida para los contratos, lo es sólo para que éstos produzcan sus efectos propios, sin
sanción de nulidad, no quedan concluidos como tales mientras no se ha otorgado el instrumento previsto, pero
valen como contratos en los que las partes se obligaron a cumplir con la expresada formalidad…”.
Los efectos propios del contrato no se cumplen, pero nace una obligación de hacer entre las partes: cumplir con la
formalidad exigida. Si alguna no lo hace, la otra podrá pedirle al juez que lo haga él (art. 1018).
Ej: se celebra un contrato de compraventa sin instrumentarlo por escritura pública, sino por boleto de
compraventa. Este boleto obliga a las partes a escriturar formalmente la compraventa ante el escribano.
b. Ad probationem: la forma sirve solo como un medio de prueba de la relación jurídica contractual.
“…Cuando la ley o las partes no imponen una forma determinada, ésta debe constituir sólo un medio de prueba de
la celebración del contrato…”
2. Contratos no formales: no significa que ellos no haya forma, sino que rige la libertad de forma. Son la regla
general.
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Hay que tener en cuenta que, en los contratos paritarios, rigen estas normas: como principio general la libertad de
formas, salvo que para determinado contrato la ley establezca una formalidad determinada. En cambio, en los
contratos de estructura de adhesión y de consumo rige la Ley de Defensa del Consumidor, la cual establece otras
reglas referidas a la forma, por ejemplo, la expedición de ciertos documentos por escrito en algunos contratos.
LA FORMA DE INSTRUMENTACIÓN:
La forma de instrumentación puede revestir la exteriorización de pública y/o privada.
Los INSTRUMENTOS PÚBLICOS son aquellos otorgados con las formalidades que la ley establece, en presencia de
un oficial público a quien la ley confiere la facultad de autorizar, y que hacen plena fe sin necesidad de posteriores
pruebas o verificaciones.
b) los instrumentos que extienden los escribanos o los funcionarios públicos con los requisitos que establecen
las leyes;
c) los títulos emitidos por el Estado nacional, provincial o la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, conforme a
las leyes que autorizan su emisión.
La nota distinta de estos instrumentos es que requieren la presencia de un tercero en el acto: el oficial público
(escribano, mediador, etc.).
a) la actuación del oficial público en los límites de sus atribuciones y de su competencia territorial, excepto
que el lugar sea generalmente tenido como comprendido en ella;
b) las firmas del oficial público, de las partes, y en su caso, de sus representantes; si alguno de ellos no firma
por sí mismo o a ruego, el instrumento carece de validez para todos.
En cuanto a las partes, deben firmar todos aquellos que aparecen nombrados en el instrumento como
comparecientes al acto de su otorgamiento. En caso de que alguno no supiese o pudiese firmar, se permite que un
tercero firme a ruego del que no sabe hacerlo. Es susceptible de nulidad el instrumento público al que le falta la
firma de un de los intervinientes.
Entre las formalidades que la ley puede requerir para la validez de los instrumentos públicos esta la presencia de
TESTIGOS, operando como un refuerzo a la seguridad jurídica. Estos pueden ser de dos tipos:
Instrumentales: aquellos que testimonian la efectiva realización del acto y cuya presencia es exigida en
algunos supuestos de ley.
Honorarios: no son necesarios para la validez del acto, ni para acreditar la identidad de los otorgantes, sino
que solo concurren al acto por motivos sociales en honor a los otorgantes. (casamiento).
Todo testigo cuya exigencia sea requerida por el Código para la validez de un acto debe ser hábil. El Código expresa
una enumeración de quienes no pueden ser testigos en instrumentos públicos:
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o los dependientes del oficial público, conyugue, conviviente o parientes del oficial dentro del cuarto grado y
segundo de afinidad.
INTRUMENTOS PRIVADOS:
Art. 287: Instrumentos privados y particulares no firmados. Los instrumentos particulares pueden estar firmados
o no. Si lo están, se llaman instrumentos privados. Si no lo están, se los denomina instrumentos particulares no
firmados; esta categoría comprende todo escrito no firmado, entre otros, los impresos, los registros visuales o
auditivos de cosas o hechos y, cualquiera que sea el medio empleado, los registros de la palabra y de información.
De esta manera, podemos decir que los instrumentos particulares, en oposición a los públicos, se dividen en:
Particulares no firmados.
Lo que distingue al instrumento privado del público es que para el privado no se requiere la intervención del oficial
público, pues las partes lo otorgan por sí mismas.
En cuanto a la firma, la ley 25.506 establece en su art. 1: Se reconoce el empleo de la firma electrónica y de la firma
digital y su eficacia jurídica en las condiciones que establece la presente ley.
La copia o testimonio de las escrituras públicas que expiden los escribanos es instrumento público y hace plena fe
como la escritura matriz. Si hay alguna variación entre ésta y la copia o testimonio, se debe estar al contenido de la
escritura matriz.
a) los contratos que tienen por objeto la adquisición, modificación o extinción de derechos reales sobre
inmuebles. Quedan exceptuados los casos en que el acto es realizado mediante subasta proveniente de
ejecución judicial o administrativa;
b) los contratos que tienen por objeto derechos dudosos o litigiosos sobre inmuebles;
c) todos los actos que sean accesorios de otros contratos otorgados en escritura pública;
d) los demás contratos que, por acuerdo de partes o disposición de la ley, deben ser otorgados en escritura
pública.
Art. 1018: El otorgamiento pendiente de un instrumento previsto constituye una obligación de hacer si el futuro
contrato no requiere una forma bajo sanción de nulidad. Si la parte condenada a otorgarlo es remisa, el juez lo
hace en su representación, siempre que las contraprestaciones estén cumplidas, o sea asegurado su cumplimiento.
Este artículo establece que en aquellos contratos en los que se exige una forma particular para su eficacia, cuando
esta no es cumplida, el contrato constituye una obligación de hacer para las partes: de otorgar el instrumento
previsto. En caso de que una de las partes se rehúse a hacerlo (estaba obligada a firmar la escritura y no lo hace):
se acude al juez para que este firme en su nombre.
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Requisitos de validez de la escritura:
Presencia de un tercer sujeto: el oficial público, en este caso, el escribano público (art. 290). Debe firmar la
escritura.
Sí o sí tiene que estar la firma de las partes y, en su caso, de sus representantes (art. 290).
Soporte papel determinado: protocolo notarial.
Art. 300: El protocolo se forma con los folios habilitados para el uso de cada registro, numerados correlativamente
en cada año calendario, y con los documentos que se incorporan por exigencia legal o a requerimiento de las
partes del acto. Corresponde a la ley local reglamentar lo relativo a las características de los folios, su expedición,
así como los demás recaudos relativos al protocolo, forma y modo de su colección en volúmenes o legajos, su
conservación y archivo.
La escritura original (llamada matriz) queda en poder del escribano. A las partes se le entrega una primera copia o
testimonio.
Ejemplo: un escribano que tiene competencia en CABA, puede firmar escrituras solo en CABA. Puede firmar una
escritura sobre un bien ubicado en otra provincia, pero siempre que lo haga dentro de CABA. En cambio, no puede
firmar una escritura en otra provincia, incluso si se refiere a bienes localizados en CABA.
Art. 293: Los instrumentos públicos extendidos de acuerdo con lo que establece este Código gozan de entera fe y
producen idénticos efectos en todo el territorio de la República, cualquiera sea la jurisdicción donde se hayan
otorgado.
Art. 292: Es presupuesto para la validez del instrumento que el oficial público se encuentre efectivamente en
funciones. Sin embargo, son válidos los actos instrumentados y autorizados por él antes de la notificación de la
suspensión o cesación de sus funciones hechos conforme a la ley o reglamento que regula la función de que se
trata.
Dentro de los límites de la buena fe, la falta de los requisitos necesarios para su nombramiento e investidura no
afecta al acto ni al instrumento si la persona interviniente ejerce efectivamente un cargo existente y actúa bajo la
apariencia de legitimidad del título.
Personal: no puede intervenir en contratos en donde él, su conyugue, conviviente o sus parientes
hasta el cuarto grado tengan interés. Finalidad: resguardar la neutralidad del oficial.
Art. 291: Es de ningún valor el instrumento autorizado por un funcionario público en asunto en que él, su cónyuge,
su conviviente, o un pariente suyo dentro del cuarto grado o segundo de afinidad, sean personalmente
interesados.
Defectos de forma, art. 294: Carece de validez el instrumento público que tenga enmiendas, agregados,
borraduras, entrelíneas y alteraciones en partes esenciales, si no están salvadas antes de las firmas requeridas.
El instrumento que no tenga la forma debida vale como instrumento privado si está firmado por las partes.
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Procedimiento: art. 301: El escribano debe recibir por sí mismo las declaraciones de los comparecientes, sean las
partes, sus representantes, testigos, cónyuges u otros intervinientes. Debe calificar los presupuestos y elementos
del acto, y configurarlo técnicamente.
Las escrituras públicas, que deben extenderse en un único acto, pueden ser manuscritas o mecanografiadas,
pudiendo utilizarse mecanismos electrónicos de procesamiento de textos, siempre que en definitiva la redacción
resulte estampada en el soporte exigido por las reglamentaciones, con caracteres fácilmente legibles.
En los casos de pluralidad de otorgantes en los que no haya entrega de dinero, valores o cosas en presencia del
notario, los interesados pueden suscribir la escritura en distintas horas del mismo día de su otorgamiento. Este
procedimiento puede utilizarse siempre que no se modifique el texto definitivo al tiempo de la primera firma.
Idioma, art. 302: La escritura pública debe hacerse en idioma nacional. Si alguno de los otorgantes declara
ignorarlo, la escritura debe redactarse conforme a una minuta firmada, que debe ser expresada en idioma nacional
por traductor público, y si no lo hay, por intérprete que el escribano acepte. Ambos instrumentos deben quedar
agregados al protocolo.
Los otorgantes pueden requerir al notario la protocolización de un instrumento original en idioma extranjero,
siempre que conste de traducción efectuada por traductor público, o intérprete que aquél acepte. En tal caso, con
el testimonio de la escritura, el escribano debe entregar copia certificada de ese instrumento en el idioma en que
está redactado.
Abreviaturas y números, art. 303: No se deben dejar espacios en blanco, ni utilizar abreviaturas, o iniciales,
excepto que estas dos últimas consten en los documentos que se transcriben, se trate de constancias de otros
documentos agregados o sean signos o abreviaturas científicas o socialmente admitidas con sentido unívoco.
Pueden usarse números, excepto para las cantidades que se entregan en presencia del escribano y otras
cantidades o datos que corresponden a elementos esenciales del acto jurídico.
Otorgante con discapacidad auditiva, art. 304: Si alguna de las personas otorgantes del acto tiene discapacidad
auditiva, deben intervenir dos testigos que puedan dar cuenta del conocimiento y comprensión del acto por la
persona otorgante. Si es alfabeta, además, la escritura debe hacerse de conformidad a una minuta firmada por ella
y el escribano debe dar fe de ese hecho. La minuta debe quedar protocolizada.
b) los nombres, apellidos, documento de identidad, domicilio real y especial si lo hubiera, fecha de
nacimiento y estado de familia de los otorgantes; si se trata de personas casadas, se debe consignar
también si lo son en primeras o posteriores nupcias y el nombre del cónyuge, si resulta relevante en
atención a la naturaleza del acto; si el otorgante es una persona jurídica, se debe dejar constancia de su
denominación completa, domicilio social y datos de inscripción de su constitución si corresponde;
d) la constancia instrumental de la lectura que el escribano debe hacer en el acto del otorgamiento de la
escritura;
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f) la firma de los otorgantes, del escribano y de los testigos si los hubiera; si alguno de los otorgantes no sabe
o no puede firmar, debe hacerlo en su nombre otra persona; debe hacerse constar la manifestación sobre
la causa del impedimento y la impresión digital del otorgante.
Justificación de identidad, art. 306: La identidad de los comparecientes debe justificarse por cualquiera de los
siguientes medios:
a) por exhibición que se haga al escribano de documento idóneo; en este caso, se debe individualizar el
documento y agregar al protocolo reproducción certificada de sus partes pertinentes;
Documentos habilitantes, art. 307: Si el otorgante de la escritura es un representante, el escribano debe exigir la
presentación del documento original que lo acredite, el que ha de quedar agregado al protocolo, excepto que se
trate de poderes para más de un asunto o de otros documentos habilitantes que hagan necesaria la devolución,
supuesto en el cual se debe agregar copia certificada por el escribano. En caso de que los documentos habilitantes
ya estén protocolizados en el registro del escribano interviniente, basta con que se mencione esta circunstancia,
indicando folio y año.
Copias o testimonios, art. 308: El escribano debe dar copia o testimonio de la escritura a las partes. Ese
instrumento puede ser obtenido por cualquier medio de reproducción que asegure su permanencia indeleble,
conforme a las reglamentaciones locales. Si alguna de las partes solicita nueva copia, el escribano debe entregarla,
excepto que la escritura contenga la constancia de alguna obligación pendiente de dar o de hacer, a cargo de otra
de las partes. En este caso, se debe requerir la acreditación en instrumento público de la extinción de la obligación,
la conformidad del acreedor o la autorización judicial, que debe tramitar con citación de las partes del acto jurídico.
Nulidad, art. 309: Son nulas las escrituras que no tengan la designación del tiempo y lugar en que sean hechas, el
nombre de los otorgantes, la firma del escribano y de las partes, la firma a ruego de ellas cuando no saben o no
pueden escribir y la firma de los dos testigos del acto cuando su presencia sea requerida. La inobservancia de las
otras formalidades no anula las escrituras, pero los escribanos o funcionarios públicos pueden ser sancionados.
Art. 310: Actas. Se denominan actas los documentos notariales que tienen por objeto la comprobación de hechos.
La “forma” ya no será libremente elegida por las partes sino impuesta por los centros informáticos y con
metodología por adhesión.
Estas nuevas tecnologías operan en lo jurídico positivamente afianzando principios vitales del derecho:
confiabilidad, buena fe, actos propios, credibilidad, etcétera.
La Ley de Defensa del consumidor en su art. 33 reconoce las ventas por medios electrónicos o similares.
Por su parte la ley 25.506 establece principios en cuanto al empleo de la firma digital como medio de prueba en
concordancia con el art. 288 del CCyC que establece que “en los instrumentos generados por medios electrónicos,
el requisito de la firma de una persona queda satisfecho si se utiliza una firma digital, que asegure
indubitablemente la autoría e integridad del instrumento”
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Art. 2: Firma Digital. Se entiende por firma digital al resultado de aplicar a un documento digital un procedimiento
matemático que requiere información de exclusivo conocimiento del firmante, encontrándose ésta bajo su
absoluto control. La firma digital debe ser susceptible de verificación por terceras partes, tal que dicha verificación
simultáneamente permita identificar al firmante y detectar cualquier alteración del documento digital posterior a
su firma.
Los procedimientos de firma y verificación a ser utilizados para tales fines serán los determinados por la Autoridad
de Aplicación en consonancia con estándares tecnológicos internacionales vigentes.
d) A los actos que deban ser instrumentados bajo exigencias o formalidades incompatibles con la utilización
de la firma digital, ya sea como consecuencia de disposiciones legales o acuerdo de partes.
Art. 5: Firma electrónica. Se entiende por firma electrónica al conjunto de datos electrónicos integrados, ligados o
asociados de manera lógica a otros datos electrónicos, utilizado por el signatario como su medio de identificación,
que carezca de alguno de los requisitos legales para ser considerada firma digital. En caso de ser desconocida la
firma electrónica corresponde a quien la invoca acreditar su validez.
Art. 6: Documento digital. Se entiende por documento digital a la representación digital de actos o hechos, con
independencia del soporte utilizado para su fijación, almacenamiento o archivo. Un documento digital también
satisface el requerimiento de escritura.
Art. 7: Presunción de autoría. Se presume, salvo prueba en contrario, que toda firma digital pertenece al titular del
certificado digital que permite la verificación de dicha firma.
Art. 8: Presunción de integridad. Si el resultado de un procedimiento de verificación de una firma digital aplicado a
un documento digital es verdadero, se presume, salvo prueba en contrario, que este documento digital no ha sido
modificado desde el momento de su firma.
Art. 9: Validez. Una firma digital es válida si cumple con los siguientes requisitos:
a) Haber sido creada durante el período de vigencia del certificado digital válido del firmante;
b) Ser debidamente verificada por la referencia a los datos de verificación de firma digital indicados en dicho
certificado según el procedimiento de verificación correspondiente;
c) Que dicho certificado haya sido emitido o reconocido, según el artículo 16 de la presente, por un
certificador licenciado.
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CAPÍTULO 9: “LA PRUEBA EN LA CONTRATACION”
Prueba: conjunto de elementos mediante los cuales puede demostrarse, en un proceso, la existencia y contenido
del contrato.
Probar significa demostrar la existencia de un hecho pasado en el presente (el contrato) para otorgarle o no
determinados efectos jurídicos.
No debe confundirse con la forma: esta última hace a la manifestación de la voluntad, es un requisito de la
formación del contrato. La prueba, en cambio, no es un elemento del contrato y se vincula con los medios para
demostrar la existencia de un contrato más allá de cual haya sido la forma. Sin perjuicio de esto, la forma requerida
por la ley se establece a los efectos de facilitar la prueba.
REGLA GENERAL (art. 1019): Los contratos pueden ser probados por todos los medios aptos para llegar a una
razonable convicción según las reglas de la sana crítica, y con arreglo a lo que disponen las leyes procesales. Esto es
lo que se denomina principio de amplitud probatoria.
Los contratos que sea de uso instrumentar (es decir, que se acostumbra a instrumentar) no pueden ser probados
exclusivamente por testigos.
Excepción: cuando las disposiciones legales establecen algún medio especial de prueba.
Art. 1020: Los contratos en los cuales la formalidad es requerida a los fines probatorios (contratos formales ad
probationem) pueden ser probados por otros medios, inclusive por testigos, si hay imposibilidad de obtener la
prueba de haber sido cumplida la formalidad o si existe principio de prueba instrumental, o comienzo de ejecución.
Se considera principio de prueba instrumental cualquier instrumento que emane de la otra parte, de su causante o
de parte interesada en el asunto, que haga verosímil la existencia del contrato.
Los contratos formales ad solemnitatem, deberán probarse acorde a la forma que la ley exige. Esto, porque si no se
celebraron con esa forma, el contrato es nulo.
Carga de la prueba: si bien corresponde a cada provincia determinarlo, ya que forma parte de la legislación
procesal, el art. 1735 del CCyC introduce el principio de carga dinámica: más allá de que quien alega un hecho es
quien tiene a su cargo el deber de la prueba, el juez puede distribuir la carga de la prueba en función de quien esté
en mejor posición para aportarla.
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LOS CONTRATOS QUE DEBEN PROBARSE POR INSTRUMENTO PÚBLICO:
El instrumento público que es realizado por el oficial público, en plena competencia (territorial, personal y en razón
de la materia) y que guarde las formas extrínsecas prescriptas, hace por sí PLENA PRUEBA del contenido íntegro
del acto, pasado ante él. Esto quiere decir que se considerará auténtico, verídico, por aquel a quien le sea
presentado, sin necesidad de que quien lo presente deba probar es autenticidad.
Corresponde a aquel que sostiene la falta de autenticidad del instrumento producir la prueba.
Hay que diferenciar entre los actos en donde el oficial tiene intervención directa de aquellos en los que no:
a) En cuanto a que se ha realizado el acto, la fecha, el lugar y los hechos que el oficial público enuncia como
cumplidos por él o ante él hasta que sea declarado falso en juicio civil o criminal.
Todo lo que sucede ante él o lo que él mismo hace, hace plena fe o plena prueba. Ejemplo: hará plena fe la
declaración del escribano de que presenció cómo A le entregaba determinada suma de dinero a B, las
declaraciones que las partes hicieron ante él, etc.
En estos casos, la parte que quiera demostrar la falsedad o no autenticidad del instrumento, deberá llevar adelante
una acción específica en un proceso específico.
Cuando el oficial solo recibe las declaraciones o manifestaciones de las partes, pero el contenido de eso no pasa
ante él, el oficial solo acreditará la realización de la manifestación de la parte, pero no la de los hechos. Por
ejemplo: las partes manifiestan al escribano que A ya le pagó la suma de dinero a B, que ya le entregó el inmueble,
etc.
Requisitos:
Firma (art. 313): Si alguno de los firmantes de un instrumento privado no sabe o no puede firmar, puede dejarse
constancia de la impresión digital o mediante la presencia de dos testigos que deben suscribir también el
instrumento.
Reconocimiento de la firma (art. 314): Todo aquel contra quien se presente un instrumento cuya firma se le
atribuye debe manifestar si ésta le pertenece. Los herederos pueden limitarse a manifestar que ignoran si la firma
es o no de su causante. La autenticidad de la firma puede probarse por cualquier medio.
El reconocimiento de la firma importa el reconocimiento del cuerpo del instrumento privado. El instrumento
privado reconocido, o declarado auténtico por sentencia, o cuya firma está certificada por escribano, no puede ser
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impugnado por quienes lo hayan reconocido, excepto por vicios en el acto del reconocimiento. La prueba
resultante es indivisible. El documento signado con la impresión digital vale como principio de prueba por escrito y
puede ser impugnado en su contenido.
En todo proceso judicial que verse sobre un instrumento privado, debe llevarse a cabo este proceso de
reconocimiento de firmas de las partes.
Fecha cierta (art. 317): La eficacia probatoria de los instrumentos privados reconocidos se extiende a los terceros
desde su fecha cierta. Adquieren fecha cierta el día en que acontece un hecho del que resulta como consecuencia
ineludible que el documento ya estaba firmado o no pudo ser firmado después. La prueba puede producirse por
cualquier medio, y debe ser apreciada rigurosamente por el juez.
Su importancia radica en que de la fecha del instrumento pueden depender derechos de terceros, por lo que frente
a estos no vale necesariamente la fecha que exhibe el instrumento sino la que la ley considera como “fecha cierta”.
Por ejemplo: día en que muere una de las partes que lo firmo, día en que se presenta en un expediente judicial o
administrativo, día en que las partes reconocen la firma en el documento.
VALOR PROBATORIO:
El instrumento privado, al ser celebrado ante la ausencia de oficial público, no cuenta con plena fe sobre su
contenido. Por este motivo, requiere previamente el reconocimiento de la o las partes que intervinieron. Esto se
realiza a través de la autenticidad de las firmas, con la cual implícitamente se asegura la veracidad del contenido
(salvo que en el acto del reconocimiento de la firma se exprese lo contrario en todo o en parte).
El segundo tramo en importancia es la certidumbre de la fecha de celebración del acto, ella surge también del
reconocimiento de la firma, pues es parte del contenido. Al reconocer la firma, las partes reconocen que el
documento fue celebrado en la fecha en que figura.
En cuanto a la correspondencia el art. 318 establece: La correspondencia, cualquiera sea el medio empleado para
crearla o transmitirla, puede presentarse como prueba por el destinatario, pero la que es confidencial no puede ser
utilizada sin consentimiento del remitente. Los terceros no pueden valerse de la correspondencia sin asentimiento
del destinatario, y del remitente si es confidencial.
Por su parte el principio de prueba instrumental tiende a suplir la forma determinada por la ley, p. ej. Tickets,
boletos de transporte etc.
El art. 10 prevé la imposibilidad de obtener la prueba designada por la ley, la cual en sí misma es un hecho y puede
ser demostrada por cualquier medio probatorio.
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LA CONTRADICCIÓN DE DERECHOS POR DIVERSIDAD DE INSTRUMENTOS:
La contradicción de derechos devenidos por instrumentos privados o públicos de varios sujetos, debe coordinarse,
para la resolución del problema, con el instituto jurídico de la posesión y la registración. Además, hay que
diferenciar entre bienes muebles e inmuebles.
Cuando varios adquirentes poseen instrumentos privados iguales (por ejemplo, boletos de compraventa) prevalece
aquel a quien se haya hecho tradición, siempre que fuese de buena fe, la que se presume, quedando a cargo del
acreedor la alegación y prueba de la mala fe del tercero adquirente.
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CAPÍTULO 11: “LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL
DERECHO Y LA CONTRATACIÓN”
Los principios generales del derecho son conceptos fundantes y fundamentales en toda sociedad, construyen y
condicionan el comportamiento de las personas como sujetos de derecho y en sus diversos roles (empresas,
consumidores, etc.). Constituyen una forma de “medir” los derechos subjetivos de los contratantes y establecer
límites a su ejercicio.
Constituyen aquello que el legislador tiene en cuenta y en mira cuando se sanciona una ley. Actualmente, están
positivizados:
Principio de buena fe
Ejercicio no abusivo o regular de los derechos
Abuso de posición dominante en el mercado
Orden público
Art. 10: Abuso del derecho. El ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de una obligación legal no
puede constituir como ilícito ningún acto.
La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el que contraría los fines del ordenamiento
jurídico o el que excede los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres.
El juez debe ordenar lo necesario para evitar los efectos del ejercicio abusivo o de la situación jurídica abusiva y, si
correspondiere, procurar la reposición al estado de hecho anterior y fijar una indemnización.
Los derechos deben ejercitarse de acuerdo con una teleología social, es decir, sin abuso, de tal forma que,
mediante el ejercicio de un derecho propio, no sólo se resguarde al titular, sino también se contemple al otro y se
consolide el sistema jurídico en sí mismo como algo solidario entre seres humanos.
Según parte de la doctrina, el abuso del derecho está ubicado en el campo de la responsabilidad subjetiva: se
vincula al ejercicio abusivo de los derechos con la idea de culpa, es decir, el sujeto actuaria abusivamente cuando lo
ha hecho con la intención de perjudicar a otro (dolosamente) o cuando lo hace solo culpablemente.
Según libro: el abuso del derecho es un supuesto de responsabilidad objetiva, ya que apunta al resultado dañoso
del ejercicio del derecho, es decir, no respeta al orden social y sistémico del derecho.
Esta posición parte de un criterio objetivo (el que recepta actualmente el CCyCN), el cual reconoce que los
derechos son conferidos teniendo en miras una finalidad, por lo que pierden su carácter cuando el titular los desvía
de esa finalidad que justifica su existencia. Se abusa de un derecho cuando, permaneciendo dentro de sus límites,
se busca un fin diferente del que ha tenido en vistas el legislador, se desvía el derecho del destino normal para el
cual ha sido creado. También constituye ejercicio abusivo el que va en contra de los límites impuestos por la moral,
las buenas costumbres y la buena fe.
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Los derechos deben ejercerse dentro de límites de razonabilidad social, por lo que traspasados esos límites es
cuando surge el daño que deberá ser reparado integralmente.
En la lógica del sistema económico, las empresas tienen una posición dominante dentro del mercado, lo cual es
absolutamente legítimo. Pero, juntamente con ese derecho tienen la obligación hacia los consumidores de
brindarles un trato digno y equitativo. Por lo tanto, lo que la norma prohíbe no es la existencia de posición
dominante, sino el abuso de ella.
La posición dominante es aquella que ejerce una empresa cuando tiene posibilidad de comportamiento
independiente, que la pone en condiciones de actuar sin tener en cuenta los competidores, los compradores o los
proveedores. Existe abuso de esa posición cuando la empresa pretende falsear la competencia o llevar perjuicio
a los usuarios o a los proveedores, obteniendo una sobre-ganancia sin justificación, perjudicando el mercado y
dañando a los consumidores y usuarios.
Estos dos aspectos operan entre sí para dinamizar el capital, hacer a las empresas más competitivas en el mercado
y consolidar constantemente aquella posición dominante, especialmente frente a usuarios y consumidores.
Herramientas jurídicas que pueden contraponerse al abuso de la posición dominante para evitar sus efectos:
Principio de proporcionalidad: relación económica equitativa que debe existir entre las partes en los
contratos de adhesión y de consumo (contratos en donde se manifiesta la posición dominante).
Principio de no dependencia funcional: no subordinar las prestaciones (por ejemplo, de obras sociales y
medicinas prepagas) a trámites administrativos costosos en el tiempo.
No vulneración de la confianza (Art. 1067): La interpretación debe proteger la confianza y la lealtad que las
partes se deben recíprocamente, siendo inadmisible la contradicción con una conducta jurídicamente
relevante, previa y propia del mismo sujeto. Se trata de un elemento concreto de trato recíproco, que es
de mayor exigencia para quienes se encuentran en mejor posición (las empresas).
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Manifestaciones del abuso de posición dominante en relación con la Ley de Defensa del Consumidor:
Se trata de un “modelo de comportamiento” que alcanza y se aplica en todos los ámbitos del derecho, como pauta
general y en cada situacion contractual en particular.
Es un principio rector que involucra la idea de cooperación, información y cuidado con el patrimonio y la persona
del contratante en todas las etapas de la relación negocial: desde la fase pre-contractual, haciendo fe a la confianza
despertada por la otra parte, hasta el cumplimiento.
1) Buena fe como causa de exclusión de la culpabilidad en un acto y causa de exoneración o atenuación del
incumplimiento:
Tanto el cumplimiento de los contratos como el de las obligaciones se verifica comparando el proyecto de esas
conductas con el efectivo comportamiento (hecho o acto jurídico real) al momento previsto para que sucediera,
conforme a la naturaleza de la obligación, las circunstancias de la persona, modo y lugar.
Esta comparación entre el hecho o acto proyectado y el hecho o acto acaecido debe evaluarse con el parámetro de
la buena fe, de tal forma que de constatarse la conducta de mala fe como adjetivación del comportamiento, se
determinará el incumplimiento o el cumplimiento parcial y de acaecer daño, conllevará a la reparación de los
daños causados al otro contratante.
Ejemplo: el incumplimiento del deudor debe ponderarse a la luz de la buena fe (comportamiento esperado por la
otra parte), de manera tal de estar mínimamente en el escalón del incumplimiento responsable, debiendo reparar
íntegramente los perjuicios causados.
En determinadas circunstancias puede suceder que, a pesar del incumplimiento, existe en el deudor una actitud de
buena fe, por lo que podría considerarse su conducta como atenuante. Esto será ponderado en las consecuencias,
vía distribución de consecuencias dañosas o directamente en la cuantificación económica del daño.
Ejemplo: un locatario que ha pagado puntualmente siempre sus cánones y frente a una situacion de
reducción de su trabajo o encarecimiento del costo de vida, se atrasa en el pago o hace pagos parciales (daño al
capital del locador). Él realiza un esfuerzo, no actúa de mala fe, pero aun así está en incumplimiento. Por su buena
fe, podría dispensársele los intereses.
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Por lo tanto, la ponderación de buena o mala fe, en el cumplimiento e incumplimiento de los contratos, constituye
un elemento sustancial para la resolución de casos. Debe ponderarse la conducta de quien incumple, de manera de
ver si actúa de buena fe o no. Lo mismo con el acreedor, controlando si posibilita o imposibilita expresa o
implícitamente el cumplimiento o incluso colabora en la minoración de las consecuencias dañosas.
2) Buena fe como causa o fuente de creación de deberes de conducta exigibles en cada caso, de acuerdo a
la naturaleza de la relación jurídica y la finalidad perseguida por las partes expresa e implícitamente:
Art. 961: Buena fe. Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe. Obligan no sólo a lo que
está formalmente expresado, sino a todas las consecuencias que puedan considerarse comprendidas en ellos, con
los alcances en que razonablemente se habría obligado un contratante cuidadoso y previsor.
De esta manera, se establece la conducta de buena fe de los contratantes en conexión, principalmente, con las
condiciones expresas o implícitas que las partes o una de ellas entendió.
Art. 991: Durante las tratativas preliminares, y aunque no se haya formulado una oferta, las partes deben obrar de
buena fe para no frustrarlas injustificadamente. El incumplimiento de este deber genera la responsabilidad de
resarcir el daño que sufra el afectado por haber confiado, sin su culpa, en la celebración del contrato.
Art. 1061: El contrato debe interpretarse conforme a la intención común de las partes y al principio de la buena fe.
Debe tenerse en cuenta, en cuanto a los deberes de conducta de buena fe, dos estructuras:
Los comportamientos del hombre común lego, de clase baja o media, con desconocimientos
comunes sobre operatorias materiales, jurídicas y económicas. Generalmente, ocupa el rol de
consumidor.
Conductas empresariales, que por su profesionalidad y poder deben ponderarse con más rigor en el
desarrollo y la dinámica contractual.
3) Buena fe como causa de limitación del ejercicio del derecho subjetivo o de cualquier otro poder jurídico:
Los derechos y garantías de las personas siempre son limitados, por la coexistencia entre ellos, de tal forma que el
“criterio de buena fe” permite determinar cuándo una conducta es contraria a la buena fe causando daños que
deben ser reparados.
La buena fe opera como “modelo abstracto de conducta”, teniendo que compararse con el comportamiento
efectivo y real.
Buena fe en los contratos de consumo: implica proteger la confianza generada por el consumidor en cuanto a la
eficiencia y seguridad del bien o servicio adquirido, siempre en el marco de la legítima y razonable expectativa de la
parte débil, conforme a lo que las partes entendieron o pudieron entender obrando con cuidado y previsión.
o Seguridad: debe preservarse la esfera personal y patrimonial del contratante a través de la llamada
obligación de indemnidad, la cual implica la adopción de deberes adicionales de protección para garantizar
la seguridad económica y extraeconómica del individuo.
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DAÑO POR COMPORTAMIENTO ADVERSO A LOS ESTÁNDARES JURÍDICOS EN LA
CONTRATACIÓN:
La interacción social lleva a una estandarización de comportamientos denominados estándares sociales,
caracterizados por ser duraderos y permitir la convivencia social. Estos esquemas tipificadores de conducta son
aprehendidos y se manifiestan en el trato cotidiano, de tal forma de facilitar la interacción.
Estos estándares sociales, se sectorizan por roles y funciones: empresarios y consumidores; posesionales, etc. Y
comienzan a ser estructuras de relevancia para el contradictorio, así un consumidor considera cual es el estándar
de un empresario ético o que obra de buena fe y viceversa.
Los estándares son el signo de referencia de las conductas, de tal forma que a partir de ellos se restringen las
conductas de los individuos de esa actividad o sector.
Las personas tienen la posibilidad de prever cuales van a ser las acciones de los otros, sus incertidumbres y sus
riesgos, lo cual es fundamental en la contratación.
Entonces, los estándares son roles objetivados que nacieron a través de habitualidad y objetivación de la función
desempeñada, así el empresario a través de sus acciones va caracterizando el estándar de su comportamiento.
Implícita, la cual surge por analogía, a través de niveles pragmáticos o fenomenológicos de acciones
concretas.
Ambas legitimaciones son marcos de referencia objetivados, que permiten establecer categorías simbólicas, que
justifican un orden coactivo, para el propio del derecho y la reparación de los daños causados.
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Sin embargo, a veces estas estrategias solo se hacen con fines de captación de clientela, cuando los productos o
servicios no reúnen la calidad, eficiencia y la seguridad que se induce, por lo cual resultan damnificados. De esta
manera surge un nuevo daño con su consiguiente reparación.
Generar confianza implica otorgar certeza sobre algún acontecimiento futuro (ej: la eficiencia y seguridad del bien
o servicio) y hacer desaparecer la incertidumbre minimizando las situaciones de riesgo. Quien confía en una
persona espera que ella se comporte en forma predecible conforme a las expectativas que ella misma generó
como antecedente (ej: por la publicidad). Pero no conforme a cualquier expectativa, sino conforme a aquella que
sea razonable y objetivamente justificada en los antecedentes generados por factores introducidos por la empresa
(ej: la publicidad).
Entre la confianza y el futuro hay una relación de previsibilidad, por lo que cuanto mayor sea la confianza, mayor
será el grado de certidumbre acerca de un comportamiento o hecho futuro.
La confianza se objetivizada y se acumula a modo de capital económico para las empresas. Es decir, se conforma
más allá de los motivos individuales del consumidor que confía.
La confianza determina bajo qué condiciones un consumidor realizará el intercambio económico con la empresa,
precisamente porque la confianza crea expectativas y garantiza el cumplimiento de las obligaciones, convirtiéndose
en una fuente de seguridad económica y jurídica. Ejemplo: la marca o nombre comercial de un producto garantiza
que éste sea confiable.
Hay cierto tipo de actividades que convocan una mayor confianza. Por ejemplo, aquellas que se apoyan en una
posición económica o los que implican una mayor especialización, ya que se supone que al producto estándar se le
adiciona una cuota de seriedad y profesionalismo empresarial, transformándose en una mayor seguridad.
La ética contribuye a formar una imagen empresarial de confiabilidad necesaria para poder imponerse en los
mercados sumamente competitivos. Lo más grave que le puede ocurrir a una empresa es caer en el descrédito, ya
que allí se pierde la confianza, lo que puede acarrear una crisis empresarial.
El posicionamiento ético se vincula con la reputación en el mercado de una empresa, su trayectoria y línea de
conducta, la honestidad y transparencia, la preocupación por el público, etc. Estos factores activan e integran la
confianza, y marcan una diferencia paras elecciones de los consumidores.
Lo importante es lograr una imagen de la empresa, que irradie confianza, para diferenciarse de la competencia, y
acrecentar y consolidar la clientela obtenida. La confiabilidad se obtiene a través de la calidad de los productos, la
eficiencia, seguridad y otros atributos.
La publicidad es una herramienta esencial en este proceso, ya que ayuda a trasmitir esa imagen de confiabilidad y
sirve como elemento para atraer y mantener clientes. Sin embargo, dicha publicidad no puede traspasar los límites
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que marca la ética, ocultando información, engañando o apelando a herramientas y técnicas subliminales para
manipular al consumidor.
Esto es así ya que le permite posicionarse en forma más ventajosa para competir y generar clientela. Además, la
confiabilidad de la marca y la empresa posibilita diseñar otro tipo de estrategias optimizando el beneficio
económico. Ej: un empresa con un alto grado de confiabilidad puede ampliar y diversificar sus productos o servicios
de manera mucho más sencilla, ya que a través de la calidad de un producto el consumidor presumirá la calidad de
los otros.
Constituye un recurso económico para reducir la necesidad de información y ahorrar los costes que ésta implica
para el consumidor.
Es posible que la empresa se abuse de esta confianza mediante comportamientos oportunistas, esto es, conductas
que despiertan la confianza de otro pero que luego la defraudan y le causan un daño económico. Cuando esto
sucede, es decir, cuando resulta quebrada la confiabilidad que el usuario apostó en una empresa, el derecho
privado debe hacer funcionar los mecanismos de anticipación. Ej: quitar el producto engañoso del mercado, revisar
los contratos, ordenar la reparación del daño, etc.
Cuando mayor sea la confianza generada por las empresas, mayores son las obligaciones de estas últimas.
Existen muchas normas que sirven a la protección de la confianza. Por ejemplo, el derecho a la información que
tiene todo usuario o consumidor (art. 4 LDC): todas las informaciones suministradas por los proveedores (a través
de mensajes publicitarios, por ejemplo) los comprometen y obligan. Por esto es que se establece que la publicidad
forma parte de la oferta.
Por lo tanto, quien sugiera una determinada apariencia queda obligado a cumplirla en la medida en que la otra
parte razonablemente fue inducida a confiar en ella. Las razonables expectativas generadas por la confianza
constituyen una fuente autónoma de obligaciones, cuyo quebrantamiento da lugar a la reparación del daño.
Constituye un factor objetivo de atribución.
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El consumidor contrata en función de la confianza y la lealtad. Confía en la eficiencia o seguridad del producto o
servicio; y en que no se introducirán cláusulas abusivas en el contrato.
Cuando un consumidor comprueba que el contrato contiene una cláusula abusiva, se siente defraudado y afectado
en sus sentimientos, y se vulnera la confianza depositada generando un daño moral autónomo que debe ser
reparado.
La reparación de este daño estará vinculada con la índole del hecho generador del daño y las circunstancias del
caso.
Opinión del manual: la mera incorporación de cláusulas abusivas genera un daño moral autónomo,
independientemente del daño moral causado por el incumplimiento contractual que se derive del contenido de la
cláusula abusiva. Es decir, la ruptura de la relación de confianza debería ser suficiente para que exista daño a
reparar.
El Estado debe ser garante de la seguridad del sistema, situándose en una posición de aval frente a los
consumidores, quienes confían en estos dispositivos de seguridad atribuidos constitucionalmente al Estado. El
control del sistema económico es generador de confianza.
Pero, la realidad nos muestra que las funciones a cargo del ente rector del sistema, el Estado, son ejercidas
deficientemente y muchas veces omitidas. La falta de control convierte al sistema en absolutamente inseguro,
generando mayores riesgos para los consumidores y usuarios, quienes deberán soportar los daños.
De esta manera, la confianza genera el nacimiento de obligaciones tanto para las empresas como para el Estado.
En el caso de que se incumplan dichas obligaciones, ambos podrán resultar responsables de la reparación de los
daños.
El acto respecto del cual se invoque el amparo de un texto legal, que persiga un resultado sustancialmente análogo
al prohibido por una norma imperativa, se considera otorgado en fraude a la ley. En ese caso, el acto debe
someterse a la norma imperativa que se trata de eludir.
El principio de orden público conlleva la ratificación de la supremacía de la ley sobre la voluntad de las partes (lo
cual, en principio, es la regla general).
Orden público: conjunto de principios básicos sobre los que se asienta la organización social. Dichos principios son
mutables y están condicionados por los cambios políticos, económicos y sociales.
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Sin embargo, existen ciertas materias que son consideradas de orden público: las que contienen principios de
derecho constitucional, las relativas al estado y capacidad de las personas, las que se refieren al matrimonio y la
responsabilidad parental, las normas de defensa del consumidor, etc.
Principio de trato digno, art. 1097: Los proveedores deben garantizar condiciones de atención y trato
digno a los consumidores y usuarios. La dignidad de la persona debe ser respetada conforme a los criterios
generales que surgen de los tratados de derechos humanos. Los proveedores deben abstenerse de
desplegar conductas que coloquen a los consumidores en situaciones vergonzantes, vejatorias o
intimidatorias.
Principio de trato equitativo y no discriminatorio, art. 1098: Los proveedores deben dar a los
consumidores un trato equitativo y no discriminatorio. No pueden establecer diferencias basadas en
pautas contrarias a la garantía constitucional de igualdad, en especial, la de la nacionalidad de los
consumidores.
En principio, las partes están obligadas y tienen los derechos que surjan formalmente del contrato. Sin embargo, el
proceso de interpretación debe centrarse más en cuál fue la intención común y la finalidad de las partes que en
interpretar de manera literal las clausulas contractuales.
Las causas inmediatas y mediatas como proceso histórico de la negociación. Por ejemplo, en un contrato
paritario, las negociaciones previas y en uno de consumo, la publicidad de la empresa.
Cuál ha sido la finalidad de los contratantes (causa motivo general y móviles personales) y la del negocio en
sí mismo
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El rol y las funciones asignadas a cada parte e incluso a terceros
Las relaciones de poder existentes antes y durante el desarrollo contractual. Por ejemplo, en un contrato
de consumo, tener en cuenta la relación de asimetría entre las partes.
Las formas, métodos y técnicas adoptadas en la formulación del negocio y en la redacción de las clausulas
La legislación bajo la cual se formuló el negocio.
Esto nos va a permitir: determinar del auténtico significado de la voluntad declarada, salvar una omisión u
oscuridad o adecuar lo declarado por los contratantes a lo realmente querido por ellos.
El fenómeno económico-jurídico contractual, como conducta social, solo puede ser interpretado en un tiempo y
lugar acotados. Esto, por el hecho de que la realidad social es cambiante.
Por este motivo, resulta imprescindible la ubicación histórico-valorativa de la situación jurídica analizada (en
nuestro caso, del contrato).
Nunca se debe perder de vista el hecho de que el contrato es una relación económica e instrumento de acceso a
los bienes y servicios, y en este sentido, la producción y circulación de los bienes y servicios en la sociedad han
sufrido cambios económicos sustanciales.
Los cambios en la formulación de la actividad económica han afectado la disciplina jurídica y el ámbito de la
contratación.
4. El contexto social:
En la “sociedad de consumo” los medios de comunicación masivos son los portadores de las propuestas
económicas contractuales para que los consumidores y usuarios accedan a los bienes y servicios. Imponen pautas
comunes, hábitos, conductas, etc.
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El intérprete debe adecuar ese marco exógeno a la relación jurídica contractual en concreto, actuando como un
corrector del orden jurídico en el orden social, es decir, dando preeminencia solo al sentido valioso de esa cultura
social.
Deben ponerse ciertos límites al poder que involucra esta sociedad de consumo.
Los cambios sociales obligan a flexibilizar el pensamiento sistemático como pura normatividad.
Además, la interpretación debe variar dependiendo el lugar geográfico, pues nuestro país es muy extenso y diverso
culturalmente con lo cual es necesaria una adaptación más específica.
El negocio jurídico contractual era el producto de una economía individualista y de libre disposición en los bienes y
servicios en un mercado sin intervención estatal. Este esquema privilegiaba:
a) El ejercicio regular del derecho de propiedad, ya que en el Código original estaba sometido a la voluntad
absoluta del propietario.
b) El abuso de derecho que pueden surgir en el ejercicio de los derechos, conforme a una teología social.
c) La lesión objetiva-subjetiva que determina la posibilidad de nulidad o modificación de los actos jurídicos,
cuando una de las partes, explotando la necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio
de ellos una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada de las prestaciones.
Con la introducción de estos parámetros se reconoce a la desigualdad cultural como causa generadora de lucro
exorbitante o desmedido.
La metodología contractual pasó de ser individual a predispuesta (de adhesión o masiva). Esto, como consecuencia
del crecimiento de las empresas productoras de bienes y servicios en relación con los consumidores, lo que les
facilita la imposición en los negocios jurídicos. El consumidor pasa a ser la parte débil, generándose una asimetría
en el poder de negociación.
En este contexto, el marco jurídico vigente (Código de Vélez original) resultó insuficiente, por lo que pasó a ser
necesaria una reforma en el sistema. La respuesta fue la sanción en 1990 de la Ley de Defensa de los Derechos del
Consumidor.
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INTERPRETACIÓN E INTEGRACIÓN DEL CONTRATO:
Interpretar el contrato significa reconstruir la intención de las partes desde un punto de vista que esté por encima
del interés de cada una de ellas, aunque sin desnaturalizar dichos intereses y finalidades.
El juez debe interpretar los términos del contrato con equidad y prudente arbitro para así poder desentrañar lo
que verosímilmente los contratantes entendieron o pudieron entender al celebrarlo.
En principio, las obligaciones y derechos que nacen del contrato son los que expresamente las partes pactaron en
él. Entonces:
¿Por qué es necesario interpretar e integrar el contrato?: porque pueden darse dos situaciones que hacen
necesario que se lleve adelante el proceso de interpretación:
1. Las partes prevén una situacion, pero cada una le da un sentido o alcanza diferente. Es decir, interpretan la
cláusula prevista en dos sentidos distintos y, en principio, opuestos. Esta situación exige lo que se conoce
como INTERPRETACIÓN PROPIAMENTE DICHA.
2. Fácticamente, en los hechos, tiene lugar una situacion que las partes no previeron contractualmente. Esto
es lo que se llama INTEGRACIÓN DEL CONTRATO.
Puede ser que aquello que no previeron, exista en leyes supletorias que reglamentan el contrato en cuestión. Aquí
el juez realizará la integración aplicando las mismas. También puede suceder que no se prevea el supuesto
conflictivo en las leyes supletorias. Entonces, el juez realizara una integración apelando a la presunta voluntad que
tuvieron las partes.
La primera herramienta de interpretación son los principios generales positivizados en el ordenamiento jurídico:
buena fe, abuso del derecho, abuso de la posición dominante, orden público y confianza.
Ejemplo: Los sujetos se hallan en una constante interacción en la que sus expresiones, declaraciones, y sus
conductas son una actitud de mutua confianza.
Si bien el último interprete va a ser el juez, las pautas de interpretación también van dirigidas a las partes.
Los principios generales apuntan a un sujeto “ideal”, es decir, a un contratante cuidado y previsor. En la realidad no
suelen darse estas circunstancias, por lo que muchas veces estas reglas son abstractas y los contratos difíciles de
interpretar.
Art. 1061: El contrato debe interpretarse conforme a la intención común de las partes y al principio de la buena fe.
Art. 961: Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe. Obligan no sólo a lo que está
formalmente expresado, sino a todas las consecuencias que puedan considerarse comprendidas en ellos, con los
alcances en que razonablemente se habría obligado un contratante cuidadoso y previsor.
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INTERPRETACIÓN RESTRICTIVA:
Art. 1062: Cuando por disposición legal o convencional se establece expresamente una interpretación restrictiva,
debe estarse a la literalidad de los términos utilizados al manifestar la voluntad. Este artículo no es aplicable a las
obligaciones del predisponente y del proveedor en los contratos por adhesión y en los de consumo,
respectivamente.
Art. 1063: Las palabras empleadas en el contrato deben entenderse en el sentido que les da el uso general,
excepto que tengan un significado específico que surja de la ley, del acuerdo de las partes o de los usos y prácticas
del lugar de celebración conforme con los criterios dispuestos para la integración del contrato.
Se aplican iguales reglas a las conductas, signos y expresiones no verbales con los que el consentimiento se
manifiesta.
Es decir, el contrato debe interpretarse por el lenguaje usual, sin perjuicio de los términos técnicos, jurídicos o de
otra ciencia que sea necesario utilizar, cuyo sentido será el que le atribuya el lenguaje técnico aplicable al caso.
INTERPRETACIÓN CONTEXTUAL:
Art. 1064: Las cláusulas del contrato se interpretan las unas por medio de las otras, y atribuyéndoles el sentido
apropiado al conjunto del acto.
Es decir, siempre se tiene que tener en cuenta el contexto y las circunstancias en que se celebra y ejecuta el
contrato. Además, es necesario interpretar las clausulas en su conjunto y no de manera aislada.
FUENTES DE INTERPRETACIÓN:
Art. 1065: Cuando el significado de las palabras interpretado contextualmente no es suficiente, se deben tomar en
consideración:
No existe mejor forma de conocer la intención común de las partes que apreciando la conducta observada por
estas durante la celebración y ejecución del negocio jurídico, ya que dicho comportamiento evidencia lo que
quisieron verdaderamente al contratar.
PRINCIPIO DE CONSERVACIÓN:
Art. 1066: Si hay duda sobre la eficacia del contrato, o de alguna de sus cláusulas, debe interpretarse en el sentido
de darles efecto. Si esto resulta de varias interpretaciones posibles, corresponde entenderlos con el alcance más
adecuado al objeto del contrato.
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PROTECCIÓN DE LA CONFIANZA:
Art. 1067: La interpretación debe proteger la confianza y la lealtad que las partes se deben recíprocamente, siendo
inadmisible la contradicción con una conducta jurídicamente relevante, previa y propia del mismo sujeto.
Toda persona actúa conforme a su historicidad, es decir, sus conductas anteriores, de allí que la otra tendrá como
“modelo de conducta” esas pautas y obrará de acuerdo a ellas. Por lo tanto, la aplicación del principio surge
cuando una de las partes en cualquier acto opera en contradicción con sus propias conductas precedentes.
No debería existir contradicción entre lo que alguna de las partes argumenta o contradice respecto de una cláusula
contractual y su propio comportamiento.
EXPRESIONES OSCURAS:
Art. 1068: Cuando a pesar de las reglas contenidas en los artículos anteriores persisten las dudas, si el contrato es a
título gratuito se debe interpretar en el sentido menos gravoso para el obligado y, si es a título oneroso, en el
sentido que produzca un ajuste equitativo de los intereses de las partes.
Dicha ley es de orden público, por lo que es de aplicación prioritaria y estricta por sobre las cláusulas contractuales.
El art. 4 establece la exigencia de información de la empresa al consumidor o usuario durante todo el desarrollo
contractual. Este derecho hace que el consumidor o usuario posea un nivel de conocimiento sobre los bienes y
servicios y la relación de consumo existente entre él y la empresa que le permita evitar situaciones de
interpretación conflictiva.
El art. 5 establece el deber de seguridad que no sólo alcanza a lo físico y funcional de los bienes y servicios, sino
también a las relaciones de consumo institucionalizadas en la contratación. El intérprete debe ponderar la
seguridad del contratante débil.
El art. 8 establece que las precisiones de la publicidad integran la oferta. Ante el incumplimiento de la imagen
presentada en la publicidad se produce un daño moral que debe ser reparado.
El art. 8 bis establece el deber de brindar al consumidor un trato digno, el cual debe reflejarse en la eliminación de
las prácticas y cláusulas abusivas como de aquellas que prestan a confusión o restringen los derechos del
consumidor.
El art. 10 establece los requisitos del documento de venta y el 10 ter. los modos de rescisión.
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Art. 1094: Las normas que regulan las relaciones de consumo deben ser aplicadas e interpretadas conforme con el
principio de protección del consumidor y el de acceso al consumo sustentable.
En caso de duda sobre la interpretación de este Código o las leyes especiales, prevalece la más favorable al
consumidor.
Art. 1095: Interpretación del contrato de consumo. El contrato se interpreta en el sentido más favorable para el
consumidor. Cuando existen dudas sobre los alcances de su obligación, se adopta la que sea menos gravosa.
Los contratos de adhesión celebrados fuera del marco del contrato de consumo:
Es importante destacar la aplicación del principio pro consumidor a las pequeñas o medianas empresas ligadas a
contratos inter empresarios con grandes empresas, pues aquellas son la parte débil del contrato con similar
posición a la de los consumidores.
Se trata de contratos de adhesión celebrados fuera del marco de la relación de consumo incorporándose en el
código pautas interpretativas similares a los contratos de consumo.
En este sentido, el art. 987 dispone: Las cláusulas ambiguas predispuestas por una de las partes se interpretan en
sentido contrario a la parte predisponente.
El hecho económico (circulación de bienes y servicios) se institucionaliza en el contrato, siendo éste la “causa
fuente” de obligaciones y derechos, en consideración a las partes que lo celebraron y bajo determinadas
circunstancias respecto de terceros.
Las obligaciones generadas en el contrato producen sus propios efectos: cumplimiento o incumplimiento (absoluto
o relativo) sobre el que habrá que evaluar la relación de causalidad, el factor de atribución y los alcances de la
reparación.
Regla general: efectos relativos, entre partes. Es decir, el proyecto futuro de conductas, los derechos y
obligaciones, que general el contrato solo son oponibles entre las partes.
Fundamento: son las partes las que deciden libremente obligarse, en base a su autonomía de la voluntad. Por lo
tanto, esto no podría alcanzar a terceros ajenos a esos actos.
No habría, en principio, sustento jurídico para obligar a terceros. Aunque, el resto de la sociedad asume
simultáneamente una obligación tácita de no hacer, es decir, la omisión de toda conducta que interfiera con
aquella relación jurídica.
Art. 959: Efecto vinculante. Todo contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes. Su contenido sólo
puede ser modificado o extinguido por acuerdo de partes o en los supuestos en que la ley lo prevé.
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Art. 1021: El contrato sólo tiene efecto entre las partes contratantes; no lo tiene con respecto a terceros, excepto
en los casos previstos por la ley.
A la vez, el contrato debe respetar los límites impuestos por la necesidad del sistema: no puede constituirse en
conductas antijurídicas o contrarias a la moral y las buenas costumbres, etc., en cuyo caso el orden constitucional y
los tratados internacionales proveen mecanismos e instrumentos procesales para la nulidad de aquellos e incluso,
en determinados casos, obtener la reparación de los daños causados.
Lo señalado se aplica a los contratos de negociación individual o paritarios. Cuando estamos frente a contratos con
estructura de adhesión, debemos adicionar los límites señalados por el art. 332, las disposiciones relativas a los
contratos de adhesión (arts. 984 y ss.) y la Ley de Defensa de los Derechos del Consumidor.
En principio se podría pensar que son los signatarios (quienes firman el contrato). Pero no necesariamente es así,
ya que, por ejemplo, cuando un apoderado firma un contrato, estará actuando en nombre y representación del
mandante. En consecuencia, la parte del contrato es el mandante y no el mandatario.
Las partes del contrato son quienes libremente deciden contraer o asumir derechos y obligaciones, es decir,
vincularse contractualmente. La parte es quien otorga el acto.
SUCESORES UNIVERSALES:
En primer lugar, hay que hacer alusión a la situacion de los herederos y sucesores universales de las partes.
El sucesor universal es aquel a quien pasa todo o una parte alícuota del patrimonio de otra persona. A partir del
momento de la muerte de la persona, los sucesores universales pasan a ocupar el lugar del causante. Se diferencia
del sucesor particular ya que a este se le trasmite un objeto particular que sale de los bienes de otra persona.
Art. 1024: Los efectos del contrato se extienden, activa y pasivamente, a los sucesores universales, a no ser que:
a. las obligaciones que de él nacen sean inherentes a la persona (obligaciones intuitu personae).
b. la transmisión sea incompatible con la naturaleza de la obligación
c. la transmisión esté prohibida por una cláusula del contrato o la ley.
Esta es la regla general: el contrato solo produce efectos entre partes, no en relación a terceros. Estos últimos
están, en principio, excluidos del ámbito contractual.
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Pero, como excepción a esta regla el CCyCN prevé la posibilidad incorporar terceros al contrato, a través de dos
modalidades o situaciones:
Art. 1025: Quien contrata a nombre de un tercero sólo lo obliga si ejerce su representación. A falta de
representación suficiente el contrato es ineficaz.
Pero, la ratificación expresa o tácita (la ejecución del contrato) del tercero suple la falta de representación.
Este artículo contiene una regla básica: nadie puede, a través de un contrato, obligar a otra persona.
Art. 1026: Quien promete el hecho de un tercero queda obligado a hacer lo razonablemente necesario para que el
tercero acepte la promesa. Si ha garantizado que la promesa sea aceptada, queda obligado a obtenerla y responde
personalmente en caso de negativa.
Entonces, quien promete un hecho de un tercero o un bien ajeno, responderá de acuerdo a lo que se haya
obligado:
a) Si no garantiza el éxito de la promesa, solo está obligado a emplear los medios necesarios y
razonables para que la prestación se realice. Es decir, a actuar diligentemente y hacer todo lo posible
para que el tercero acepte obligarse o entregar el bien respectivo.
b) Si garantiza el éxito de la promesa, es decir, garantiza que el tercero se va a obligar y este no lo hace,
tendrá que responder personalmente indemnizando los daños causados.
2) ESTIPULACIÓN A FAVOR DE UN TERCERO, pudiendo dicha persona invocar derechos nacidos de la relación
contractual a su favor.
Art. 1027: Si el contrato contiene una estipulación a favor de un tercero beneficiario, determinado o determinable,
el promitente le confiere los derechos o facultades resultantes de lo que ha convenido con el estipulante.
El estipulante puede revocar la estipulación mientras no reciba la aceptación del tercero beneficiario; pero no
puede hacerlo sin la conformidad del promitente si éste tiene interés en que sea mantenida.
El tercero aceptante obtiene directamente los derechos y las facultades resultantes de la estipulación a su favor.
Las facultades del tercero beneficiario de aceptar la estipulación, y de prevalerse de ella luego de haberla
aceptado, no se transmiten a sus herederos, excepto que haya cláusula expresa que lo autorice. La estipulación es
de interpretación restrictiva.
Ejemplos:
1. Un estipulante, quien quiere beneficiar a un tercero y estipula la cláusula a su favor. Ej: quien contrata un
seguro de vida.
2. Un promitente, quien asume la obligación, es decir, quien se obliga a cumplir con la estipulación a favor
del tercero. Ej: la compañía de seguros.
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3. Un beneficiario, quien se beneficiará con esa contratación. Este tercero se sumará al contrato, pero NO
como parte. Ej: hijo de quien contrato el seguro.
Art. 1028: El promitente puede oponer al tercero las defensas derivadas del contrato básico y las fundadas en otras
relaciones con él.
El estipulante puede:
a) exigir al promitente el cumplimiento de la prestación, sea a favor del tercer beneficiario aceptante, sea a su
favor si el tercero no la aceptó o el estipulante la revocó;
b) resolver el contrato en caso de incumplimiento, sin perjuicio de los derechos del tercero beneficiario.
Art. 1029: Cualquier parte puede reservarse la facultad de designar ulteriormente a un tercero para que asuma su
posición contractual, excepto si el contrato no puede ser celebrado por medio de representante, o la
determinación de los sujetos es indispensable (al momento de su celebración).
La asunción de la posición contractual se produce con efectos retroactivos a la fecha del contrato, cuando el
tercero acepta la nominación y su aceptación es comunicada a la parte que no hizo la reserva. Esta comunicación
debe revestir la misma forma que el contrato, y ser efectuada dentro del plazo estipulado o, en su defecto, dentro
de los 15 días desde su celebración.
Mientras no haya una aceptación del tercero, el contrato produce efectos entre las partes.
Art. 1030: El contrato celebrado por cuenta de quien corresponda queda sujeto a las reglas de la condición
suspensiva. El tercero asume la posición contractual cuando se produce el hecho que lo determina como
beneficiario del contrato.
2) Incumplimiento: surge como consecuencia de no haberse cumplido alguno o algunos de los elementos
(sujeto, objeto, lugar, tiempo y modo), lo cual da lugar a la reparación del daño causado a favor de la parte
que sí cumplió con las prestaciones a su cargo. Hay que tener en cuenta si se trata de:
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a. Incumplimiento absoluto, es decir, si no se cumple con ninguno de los elementos, se derivará en la
sustitución de la prestación por la reparación de los daños en especie o en dinero.
b. Incumplimiento relativo, es decir, si no se cumple con alguno de los elementos, se podrá recibir la
prestación en especie por parte del acreedor y la reparación de la parte que corresponda.
3) Relación de causalidad adecuada: la causalidad adecuada consiste en las consecuencias de un hecho que
acostumbra a suceder, según el curso natural y ordinario de las cosas. En consecuencia, la causa, sería
aquella que regular y ordinariamente produce esa consecuencia. La relación de causalidad permite
establecer el alcance de la reparación.
4) Factor de atribución de responsabilidad: podrá ser objetivo (cuando la culpa del agente es irrelevante a los
efectos de atribuir responsabilidad) o subjetivo (dolo o culpa).
Si el incumplimiento es absoluto, la reparación del daño comprenderá la prestación en sí misma y todo otro daño y
perjuicio que resultare del mismo; en cambio, si el incumplimiento es relativo, comprenderá la parte de la
prestación afectada y también todo otro daño y perjuicio que resulte del mismo.
La Ley 24.240 establece la responsabilidad objetiva y solidaria de toda la cadena económica: producción,
circulación, distribución y comercialización de bienes y servicios. Es decir, de todos aquellos que intervinieron en la
cadena de producción, distribución y comercialización del bien o servicio.
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Al igual que en el marco de los contratos paritarios, la reparación de los daños económicos y extraeconómicos
debe ser integral.
Art. 1032: Tutela preventiva. Una parte puede suspender su propio cumplimiento si sus derechos sufriesen una
grave amenaza de daño porque la otra parte ha sufrido un menoscabo significativo en su aptitud para cumplir, o en
su solvencia. La suspensión queda sin efecto cuando la otra parte cumple o da seguridades suficientes de que el
cumplimiento será realizado.
Cuando el deudor de una obligación advierte (y tiene indicios suficientes) de que la otra parte no posee aptitudes
de cumplimiento, por causas propias o ajenas, puede suspender su propio cumplimiento.
o Que efectivamente se corrobore la situacion planteada por la parte. En este caso, la suspensión del
cumplimiento será legal y perdurará hasta que cese dicha situacion.
o Que no se verifique la situacion, con lo cual la suspensión es antijurídica y quien la hubiera alegado asumirá
los riesgos de su posición y los daños que se generen a la otra parte.
Es importante señalar que no se requiere el incumplimiento, sino la posibilidad cierta de que eso ocurra. Esto debe
ser analizado con prudencia, probado de forma categórica y ejercido de buena fe. De no ser aplicada con cautela,
esta norma podría generar mucha inseguridad jurídica.
Agrupamientos empresariales: reunión en una unidad económica de dos o más sociedades jurídicamente
independientes, sometidas a una dirección o poder único.
De este modo, la actividad económica ya no es realizada por cada empresa de forma separada.
Desde lo jurídico, estas estructuras empresariales se presentan a través de redes contractuales o contratos
conexados que vinculan:
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Por una parte, a las distintas empresas que lo conforman
Por la otra, a dichas empresas con los consumidores
Art. 1073: Hay conexidad cuando dos o más contratos autónomos se hallan vinculados entre sí por una finalidad
económica común previamente establecida, de modo que uno de ellos ha sido determinante del otro para el
logro del resultado perseguido. Esta finalidad puede ser establecida por la ley, expresamente pactada, o derivada
de la interpretación, conforme con lo que se dispone en el artículo 1074.
De esta manera, un mismo fin económico es instrumentado a través de un sistema integrado por varios contratos
que, desde su ropaje normativo aparecen como independientes, pero que en realidad constituyen una única
relación jurídica.
Ej: contratos de turismo, contratos de tarjeta de crédito, de financiación para el consumo, de leasing.
Hay conexidad si un consumidor compra un automóvil en una concesionaria y esta le impone un banco específico
para solicitar el préstamo y un asegurador determinado. Aunque se trate de sujetos distintos –la concesionaria, el
prestamista y el asegurador–, se encuentran vinculados por una operación económica común. En cambio, si el
consumidor compra el auto y solicita el préstamo en un banco de su elección no hay conexidad, ya que el
adquirente eligió libremente a su co-contratante en ambos casos.
Hay una finalidad económica supra-contractual: una finalidad que trasciende la individualidad de cada contrato y
que constituye la razón de ser de esa unión.
En consecuencia de la unión, se genera un ámbito común de relaciones jurídicas que, si se llega a desequilibrar,
desequilibra todo el sistema y no solo un contrato.
ELEMENTOS:
Dos o más contratos independientes y con autonomía jurídica, es decir, contratos que puedan ser
celebrados y ejecutados por las partes separadamente unos de otros.
Finalidad económica común: los contratos autónomos se celebran en pos de esta finalidad. No es
suficiente con que exista un vínculo entre los contratos, sino que es necesario que los contratos se hayan
celebrado para concretar un negocio económico común.
INTERPRETACIÓN:
Art. 1074: Los contratos conexos deben ser interpretados los unos por medio de los otros, atribuyéndoles el
sentido apropiado que surge del grupo de contratos, su función económica y el resultado perseguido.
A la hora de interpretar estos contratos, no debe interpretarse cada contrato aisladamente, sino que se los debe
interpretar los unos por medio de los otros. Cada uno de los contratos ayuda a la interpretación de los otros, ya
que justamente se encuentran conectados. Es necesaria una interpretación global ya que los contratos están
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unidos por una finalidad supra-contractual, que inspiró, motivó y fue causante de la celebración de los contratos.
EFECTOS:
Uno de los efectos perniciosos que dichos contratos pueden tener para el consumidor es la dificultad de atribuir
responsabilidad a toda la organización empresarial y no exclusivamente a la empresa que ha contratado de forma
directa con él.
Otras de las cuestiones importantes es si las vicisitudes de un contrato pueden incidir en los demás.
El CCyCN establece que en materia de conexidad, los efectos o vicisitudes de un contrato podrán expandirse a las
partes de los demás. En este sentido, los contratos conexos atraviesan el principio de efectos inter partes.
Art. 1075: Según las circunstancias, probada la conexidad, un contratante puede oponer las excepciones de
incumplimiento total, parcial o defectuoso, aún frente a la inejecución de obligaciones ajenas a su contrato.
Atendiendo al principio de la conservación, la misma regla se aplica cuando la extinción de uno de los contratos
produce la frustración de la finalidad económica común.
El objetivo es otorgar legitimación activa (y pasiva) a todos los sujetos que resulten parte de cualquiera de los
contratos que integren el sistema, para que puedan oponer excepciones de incumplimiento total, parcial o
defectuoso, aunque correspondan a un contrato del cual no es parte, cuando ese incumplimiento puede afectar la
finalidad común que motiva la unión.
Crítica: El CCyCN se refiere solo a las excepciones pero no a la acción directa: posibilidad del consumidor de
accionar contra el que formalmente no ha participado con él, pero que ha participado en el acuerdo conexo a fin
de reclamar la prestación debida o la responsabilidad por incumplimiento. De esta manera, la responsabilidad se
extendería más allá de los límites de un solo contrato.
El verdadero efecto de la conexidad debería ser colocar al consumidor frente al contratante conexo en la misma
situacion que frente a su contratante directo. Esto permitiría analizar la responsabilidad de las distintas empresas
involucradas atendiendo no a la singularidad de cada contrato, sino al marco relacional y funcional en donde
aquellas se desenvuelven, es decir, a la actividad empresarial misma desarrollada por el grupo y al interés
económico que su ejercicio satisface.
Art. 40 de la LDC: al establecer la responsabilidad objetiva y solidaria de todos los proveedores que intervinieron
en la cadena de producción, distribución y comercialización del bien o servicio que produjo un daño, muestra
claramente la conexión entre los distintos contratos en cadena.
De esta manera, se extiende la responsabilidad a todas las empresas que participan de un grupo de contratos
conexos, y no solamente al contratante directo.
La tercerización de los servicios no opera como una excepción de responsabilidad. Esto, sin perjuicio de las
acciones de repetición que las empresas tendrán entre ellas. Lo importante es que frente al consumidor, la
responsabilidad está unificada.
La causa que fundamenta la responsabilidad solidaria y objetiva es el beneficio económico que las empresas
obtienen por participar de estos contratos conexos.
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CAPÍTULO 15: “CATEGORIZACION DE LOS CONTRATOS”
FINALIDAD:
La categorización a través de la cual se agrupan determinadas formas de contratación es una manera de delimitar
el objeto investigado y asumir un conocimiento del mismo que nos permita una mejor información de sus
presupuestos, condicionantes, efectos, así como extraer una serie de caracteres o adjetivaciones, destinadas a
realizar aplicaciones fenomenológicas.
Además, la categorización es necesaria y útil ya que algunas situaciones e instituciones jurídicas necesitan tener
claramente establecidas características que poseen determinados contratos y no son fecundadas por otros modos
de contratación. Ej: la lesión es aplicable a los actos jurídicos y, por ende, a todos los contratos; en cambio, la teoría
de la imprevisión se aplica solo a algunos de ellos.
Es decir, el contrato es siempre un acto jurídico bilateral: requiere siempre la concurrencia de dos o más
voluntades.
Esta distinción entre contratos unilaterales y bilaterales obedece a la existencia o no de prestaciones recíprocas
entre las partes:
Bilaterales: cada una de las partes tiene una prestación a su cargo. Son siempre onerosos.
Unilaterales: hay prestaciones a cargo de una sola de las partes. Pueden ser onerosos o gratuitos,
pero generalmente son gratuitos.
Esto no quiere decir que la otra no tenga ninguna obligación, sino que los deberes que
tiene a su cargo no tienen relación económica con la prestación que recibe a su favor. Ej: un
contrato de comodato es unilateral, más allá de que quien recibe la cosa en uso tiene la obligación
de devolverla al finalizar ese contrato.
Art. 966: Contratos unilaterales y bilaterales. Los contratos son unilaterales cuando una de las partes se obliga
hacia la otra sin que ésta quede obligada. Son bilaterales cuando las partes se obligan recíprocamente la una hacia
la otra. Las normas de los contratos bilaterales se aplican supletoriamente a los contratos plurilaterales.
La distinción tiene que ver con si existen o no ventajas para la parte independientemente de una obligación a su
cargo.
Puede existir una contraprestación (compraventa) por la ventaja que la parte obtiene, o puede suceder que una de
las partes obtenga un incremento patrimonial sin contrapartida económica (donación).
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Art. 967: Los contratos son a título oneroso cuando las ventajas que procuran a una de las partes les son
concedidas por una prestación que ella ha hecho o se obliga a hacer a la otra. Son a título gratuito cuando
aseguran a uno o a otro de los contratantes alguna ventaja, independiente de toda prestación a su cargo.
Clasificación dentro de los contratos a título oneroso según si, desde el momento en que las partes celebran el
contrato, se conocen o no sus ventajas, de manera cierta y determinada.
Art. 968: Los contratos a título oneroso son conmutativos cuando las ventajas para todos los contratantes son
ciertas. Son aleatorios, cuando las ventajas o las pérdidas, para uno de ellos o para todos, dependen de un
acontecimiento incierto.
En los contratos aleatorios esas ventajas no son conocidas de manera cierta y clara al momento de la celebración
del contrato porque dependen de un hecho futuro e incierto. Por ejemplo, el contrato sería aleatorio cuando su
objeto es una cosa sujeta al riesgo de no llegar a existir. Ej: cosecha futura.
a) No formales: rige el principio de libertad de formas, es decir, las partes eligen la forma de manifestar
su consentimiento. Son la regla general.
Art. 284: Libertad de formas. Si la ley no designa una forma determinada para la exteriorización de la voluntad, las
partes pueden utilizar la que estimen conveniente. Las partes pueden convenir una forma más exigente que la
impuesta por la ley.
Art. 1015: Libertad de formas. Sólo son formales los contratos a los cuales la ley les impone una forma
determinada.
Art. 969: Los contratos para los cuales la ley exige una forma para su validez, son nulos si la solemnidad no ha sido
satisfecha. Cuando la forma requerida para los contratos, lo es sólo para que éstos produzcan sus efectos propios,
sin sanción de nulidad, no quedan concluidos como tales mientras no se ha otorgado el instrumento previsto, pero
valen como contratos en los que las partes se obligaron a cumplir con la expresada formalidad. Cuando la ley o las
partes no imponen una forma determinada, ésta debe constituir sólo un medio de prueba de la celebración del
contrato.
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5. CONTRATOS DE EJECUCIÓN INSTANTANEA, DIFERIDA Y CONTINUADA:
Los contratos son de ejecución instantánea cuando las prestaciones de las partes se agotan en una sola
oportunidad. Ej: compraventa en un kiosco.
Son de ejecución diferida cuando la ejecución de las partes, o al menos de alguna de ellas, debe diferirse en el
tiempo bajo la modalidad del plazo o de la condición.
Son ejecución continuada cuando las prestaciones de las partes, o al menos de una de ellas, se vayan cumpliendo
mediante una serie de prestaciones periódicas, lo que se conoce como relaciones de trato sucesivo.
Art. 970: Los contratos son nominados e innominados según que la ley los regule especialmente o no. Los
contratos innominados están regidos, en el siguiente orden, por:
La aparición de los contratos innominados o atípicos se justifica en el desarrollo incesante de los contratos y en la
celeridad de las relaciones negociales.
El CCyCN eliminó esta distinción, estableciendo que los contratos son todos consensuales: quedan perfeccionados
y comienzan a producir sus efectos propios desde que las partes manifiestan su consentimiento.
Los contratos reales eran aquellos que se perfeccionaban desde que una de las partes haya hecho a la otra
tradición de la cosa sobre la que versare el contrato.
TRATATIVAS CONTRACTUALES:
Las tratativas contractuales son aquellas conductas desplegadas por las partes durante el período de negociaciones
que llevan a la celebración del contrato y en la cual intercambian ideas, información y esgrimen sus posiciones,
tendiendo a la eventual celebración de un contrato determinado.
Se trata de un antecedente muy valioso para la vida, desarrollo e interpretación del contrato futuro.
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La regulación de las tratativas por parte del código es sumamente positiva ya que asigna previsibilidad y seguridad
jurídica al proceso de eventual formación del contrato y arroja claridad en materia de responsabilidad.
Libertad de negociación:
Art. 990: Las partes son libres para promover tratativas dirigidas a la formación del contrato, y para abandonarlas
en cualquier momento.
Art. 991: Durante las tratativas preliminares, y aunque no se haya formulado una oferta, las partes deben obrar de
buena fe para no frustrarlas injustificadamente. El incumplimiento de este deber genera la responsabilidad de
resarcir el daño que sufra el afectado por haber confiado, sin su culpa, en la celebración del contrato.
Deber de confidencialidad:
Art. 992: Si durante las negociaciones, una de las partes facilita a la otra una información con carácter confidencial,
el que la recibió tiene el deber de no revelarla y de no usarla inapropiadamente en su propio interés. La parte que
incumple este deber queda obligada a reparar el daño sufrido por la otra y, si ha obtenido una ventaja indebida de
la información confidencial, queda obligada a indemnizar a la otra parte en la medida de su propio
enriquecimiento.
Cartas de intención:
Art. 993: Los instrumentos mediante los cuales una parte, o todas ellas, expresan un consentimiento para negociar
sobre ciertas bases, limitado a cuestiones relativas a un futuro contrato, son de interpretación restrictiva. Sólo
tienen la fuerza obligatoria de la oferta si cumplen sus requisitos.
Se trata de acuerdos para negociar un futuro contrato, pero no son contratos propiamente dichos.
Esta etapa, tal como la regula el Código, es propia de los contratos paritarios. En la mayoría de los contratos de
adhesión o de consumo, no existe este contacto personal y ese ir y venir entre las partes. Esto es reemplazado por
la publicidad como canal de comunicación masiva.
CONTRATOS PRELIMINARES:
En muchos casos, las partes o quien tiene el poder dominante, deciden ir formulando algunas cuestiones previas
que serán las bases de la futura contratación. Generalmente, esto se aplica en los contratos paritarios o de
negociación individual.
Los contratos preliminares son aquellos contratos que se celebran con carácter previo a la celebración del contrato
principal, pero referidos a él. En otras palabras, es el contrato en virtud del cual las partes se obligan a celebrar un
contrato denominado “definitivo”, cuyo contenido esencial es determinado por dicho contrato preliminar.
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Tienen por característica principal la obligación que asumen las partes de celebrar ulteriormente un contrato
definitivo, existiendo ya acuerdo sobre las bases esenciales del negocio y faltando la comunión de voluntades
sobre sus aspectos secundarios. Por esto, tienen que tener todos los elementos esenciales que identifiquen al
futuro contrato.
Diferencia con las tratativas preliminares: estas últimas no son un contrato sino simples tratativas para llegar a él y
se sitúan en el período pre-contractual. En cambio, el contrato preliminar es un verdadero contrato.
Art. 994: Los contratos preliminares deben contener el acuerdo sobre los elementos esenciales particulares que
identifiquen el contrato futuro definitivo.
El plazo de vigencia de las promesas es de un año, o el menor que convengan las partes, quienes pueden renovarlo
a su vencimiento.
Es el contrato por el cual las partes se comprometen a celebrar determinado contrato. La promesa genera una
obligación de hacer, cual es la de celebrar el contrato futuro cuyo incumplimiento genera la extinción de dicho
vínculo con la correspondiente indemnización de daños y perjuicios.
Art. 955: Promesa de celebrar un contrato. Las partes pueden pactar la obligación de celebrar un contrato futuro.
El futuro contrato no puede ser de aquellos para los cuales se exige una forma bajo sanción de nulidad (contratos
formales de solemnidad absoluta). Es aplicable el régimen de las obligaciones de hacer.
Esta promesa sienta las bases del contrato futuro y definitivo, obligando a las partes a cooperar en la realización
del mismo.
Es aquella figura que faculta a una de las partes a perfeccionar un contrato, si así lo desea, generando de este
modo un derecho perfecto en favor del optante.
En este caso, la posibilidad de cumplimiento asume el carácter de opcional, toda vez que habrá cumplimiento tanto
para el caso de que el optante decida perfeccionar el contrato definitivo, como para el supuesto de que optara por
no suscribirlo.
Art. 996: Contrato de opción. El contrato que contiene una opción de concluir un contrato definitivo, otorga al
beneficiario el derecho irrevocable de aceptarlo. Puede ser gratuito u oneroso, y debe observar la forma exigida
para el contrato definitivo. No es transmisible a un tercero, excepto que así se lo estipule.
La opción deberá ser ejercida en el tiempo oportuno, por lo que será necesario fijar el plazo para optar.
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3. CONTRATO PRELIMINAR DE PRELACIÓN:
Se refiere a la obligación que asume una de las partes de contratar con una persona determinada, en caso de que
decida hacerlo.
Art. 997: Pacto de preferencia. El pacto de preferencia genera una obligación de hacer a cargo de una de las
partes, quien si decide celebrar un futuro contrato, debe hacerlo con la otra o las otras partes. Si se trata de
participaciones sociales de cualquier naturaleza, de condominio, de partes en contratos asociativos o similares, el
pacto puede ser recíproco. Los derechos y obligaciones derivados de este pacto son transmisibles a terceros con las
modalidades que se estipulen.
Art. 998: Efectos. El otorgante de la preferencia debe dirigir a su o sus beneficiarios una declaración, con los
requisitos de la oferta, comunicándole su decisión de celebrar el nuevo contrato, en su caso de conformidad con
las estipulaciones del pacto. El contrato queda concluido con la aceptación del o de los beneficiarios.
Art. 999: Contrato sujeto a conformidad. El contrato cuyo perfeccionamiento depende de una conformidad o de
una autorización queda sujeto a las reglas de la condición suspensiva.
El contrato se debe construir en el marco del SECAP y manteniendo el principio central de que la tasa de beneficio
en cualquier negociación debe ser adecuada, evitando una sobretasa de beneficio que perjudique al otro
contratante y al sistema mismo. Esto, por la necesidad de acceder a bienes y servicios.
Este acceso representa un esfuerzo económico para el ser humano, que canjea su capacidad elaborativa por valor
dinerario y con ello accede a la contratación para la adquisición de bienes y servicios. Por esto, se requiere de un
esquema económico de equivalencia (justicia contractual), donde se encuentre incluida una tasa de beneficio
adecuada y justa.
El contrato como intercambio económico de bienes y servicios debe guardar una equidistancia valorativa. Sin ella,
el contrato pierde su teleología económica, finalista y su utilidad social.
Pero, ¿cómo es posible mantener esta equivalencia entre las prestaciones de los contratantes?: Existen
herramientas que posibilitan mantenerla.
El contenido económico del contrato resultaba del libre acuerdo de partes en un pie de igualdad y libertad. Es
decir, el contrato se apoyaba en la simetría de poder cuyo resultado era ley para las partes con los únicos límites
del orden público, la licitud, la moral y las buenas costumbres.
La máxima obtención de ganancia era la meta en un mercado que se presumía competitivo y auto regulador.
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En consecuencia, no existía ningún tipo de herramienta que permitiera mantener o reestructurar la equivalencia de
prestaciones ni tampoco que posibilitara la revisión de los contratos. Las partes debían cumplir con lo pactado, por
más que fuera desproporcionado.
Sin embargo, la realidad era distinta. Los contratos se realizaban entre los grandes terratenientes o exportadores y
los gauchos, aborígenes y pequeños comerciantes, lo que desvirtuaba la simetría de poder.
El modelo de contrato que se venía desarrollando en la práctica era el de estructura de adhesión, propio de la
producción en serie y la sociedad de consumo masificada. Esto lleva a que el modelo contractual de Vélez Sarsfield
se vuelva inadecuado. Por lo tanto, la reforma trae consigo normativas de adecuación temporal económica y social.
Se empiezan a establecer límites al derecho de propiedad y al principio de autonomía de la voluntad. Esto, porque
se llega a la conclusión que la igualdad teórica y abstracta de la que hablaba Vélez no se daba en la práctica, sino
que, por el contrario, existían muchísimas desigualdades fácticas entre los contratantes. Se empieza a entender
que el poder de negociación responde a diversas situaciones: la cultura, el dinero, las condiciones socio-
económicas, las necesidades, etc.
En conclusión, Borda busca proteger al “contratante minusválido”. A la regla del capitalismo de que el contrato
debía proporcionar una ventaja económica, se le incorpora una faz o sentido ético-social.
Principio general: sigue siendo que el contrato debe cumplirse, ya que es como la ley para las partes.
Entonces, estos institutos que permiten revisar el contrato y reajustarlo (la lesión, la teoría de la imprevisión y la
frustración del fin), operan como excepciones a la regla general de cumplimiento del contrato.
LA LESIÓN:
Art. 332: Puede demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídicos cuando una de las partes explotando
la necesidad, debilidad síquica o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de ellos una ventaja patrimonial
evidentemente desproporcionada y sin justificación.
Se presume, excepto prueba en contrario, que existe tal explotación en caso de notable desproporción de las
prestaciones.
Los cálculos deben hacerse según valores al tiempo del acto y la desproporción debe subsistir en el momento de la
demanda.
El afectado tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste equitativo del convenio, pero la primera de estas
acciones se debe transformar en acción de reajuste si éste es ofrecido por el demandado al contestar la demanda.
Sólo el lesionado o sus herederos pueden ejercer la acción.
La lesión permite, a la parte que la sufrió, demandar la nulidad del contrato o solicitar el reajuste de las
prestaciones (por ejemplo, en materia de precios), cuando la otra parte se aprovechó de su necesidad,
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inexperiencia o debilidad psíquica, obteniendo a partir de eso una ventaja patrimonial evidentemente
desproporcionada e injustificada.
La desproporción evidente debe ser de grado tal que no deje la menor duda sobre su existencia. Es decir, debe ser
una inequivalencia indudable e incuestionable, manifiesta y grosera. Que exceda holgadamente cualquier
diferencia que, por diversas alternativas, puede presentarse en las negociaciones.
El Código no establece proporciones configurativas de la desproporción, sino que deja librada su valoración al juez.
Sin embargo, algunos parámetros pueden ser: que exceda toda medida de lo que habitualmente ocurre en los
negocios, que no tenga relación con los precios y oscilaciones de los mercados y con las contingencias ordinarias de
las transacciones, que sea suficiente para revelar la absurda explotación a que se refiere la ley, etc.
Los tribunales han pronunciado que no es necesario que la desproporción alcance una dimensión
matemáticamente determinada, sino que habrán de ponderarse las circunstancias del caso y los factores subjetivos
de la víctima.
No alcanza con que la ventaja sea desproporcionada, sino que se exige que no tenga justificación: falta de causa
suficiente que exprese satisfactoriamente la desproporción de las prestaciones. Por ejemplo, estaría justificada esa
desproporción, si se celebró una donación.
La idea es esta: si bien los contratos en la economía capitalismo son, por esencia, una herramienta de ventajas
patrimoniales, ellos deben guardar una necesaria conexidad con los sacrificios y la realidad económica. Toda
situación de desproporción permite señalar que el contrato que la regula no cumple la función teleológica o razón
social.
La ventaja se presume en caso de notable desproporción de las prestaciones. Luego habrá que probar el elemento
subjetivo. Esto permite el acceso a la justicia de la víctima, sin exigirle pruebas difíciles de acreditar. Por el
contrario, es el demandado quien se ve obligado a alegar y probar que la desproporción obedeció a una causa real
o está justificada.
Momento en que debe existir y subsistir: la desproporción debe existir en el momento de la celebración del acto y
subsistir al tiempo de la demanda. Este último requisito se justifica ya que si por alguna causa extraña al acto, el
objeto del mismo se hubiera valorizado, resultaría ilógico permitir la acción.
El autor no coincide con lo segundo, ya que puede suceder que, por situaciones sobrevinientes externas a las
partes, desaparezca la situación; sin embargo, el daño ya se generó y necesita una reparación.
¿Cómo se tienen que hacer los cálculos?: según valores al tiempo del acto. Si luego del acto el bien objeto del
contrato comienza a aumentar su valor o a disminuirlo, no se puede recurrir a la lesión.
2) ELEMENTO SUBJETIVO: aprovechamiento por parte del contratante que obtuvo la ventaja de la
inexperiencia, necesidad o debilidad psíquica de la otra parte.
Es decir, no basta con que el contratante haya obtenido un aventaja desproporcionada e injustificada, sino que
debe haberlo hecho por aprovecharse de alguna circunstancia de la otra parte:
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a) Necesidad: escasez, penuria, pobreza, indigencia, miseria, falta o carencia de las cosas,
principalmente hablando de lo que es preciso para la vida (ej: falta continuada de alimentos,
vivienda). Normalmente, la situación de necesidad es de carácter económico, aunque también
puede significar un peligro para la vida, la salud, el honor y la libertad.
b) Debilidad psíquica: los sujetos comprendidos son aquellos que se encuentran en una situación
patológica de debilidad mental. Se trata de alteración en las capacidades mentales.
c) Inexperiencia: falta de conocimiento que se adquiere con el uso y la práctica. Esta situación se
verifica, generalmente, en actos realizados por personas de escasa cultura o corta edad.
Se trata de una enumeración meramente ejemplificativa y no taxativa, por lo que podría haber otras causas.
LEGITIMACIÓN:
En principio, la acción puede ser ejercida por el propio damnificado o sus herederos (legitimación activa) contra el
explotador o sus herederos (legitimación pasiva).
Se discute si la acción puede corresponder a otras personas como un apoyo o incluso a terceros acreedores del
explotado. Ghersi considera que esto puede tener lugar cuando del acto devenga una situacion de insolvencia para
la persona lesionada. Incluso, cree que podría ser intentada por el síndico en la quiebra, ya que no es una acción
personalísima, sino un remedio para la recomposición del patrimonio del insolvente.
También podría ser ejercida contra terceros, cuando la ventaja patrimonial se vea reflejada en ellos.
FINALIDAD DE LA ACCIÓN:
La norma prevé que aun cuando el legitimado activo plantee la nulidad, si el demandado (contratante o tercero)
ofrece una mejora equitativa, la acción culminará con un reajuste de las condiciones contractuales.
Nulidad: sanción legal que priva al acto jurídico de sus efectos propios o normales, por adolecer de defectos
originarios, orgánicos y esenciales, a través de un proceso de impugnación y declaración.
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Importante: Lo que distingue a la lesión de los demás institutos es que habilita a pedir la nulidad (efectos
retroactivos). Esto, por el hecho de que la lesión existía al momento de la celebración del contrato. En cambio, en
los otros dos casos (imprevisión y frustración del fin) las causas que habilitan a revisar el contrato aparecen con
posterioridad, por lo que los efectos hasta entonces se mantendrán, pudiéndose pedir el reajuste o la resolución.
TEORÍA DE LA IMPREVISIÓN:
El desequilibrio de las prestaciones por acaecimiento de hechos extraordinarios, imprevisibles e inevitables.
El art. 959 impone la obligatoriedad de cumplimiento de los contratos. Sin embargo, puede ocurrir que hayan
variado las circunstancias objetivas económicas que se tuvieron en cuenta al contratar, con lo cual, se producirían
situaciones injustas.
Esta solución permite resguardar la adecuada finalidad y evitar que se lesione el principio de buena fe en la
celebración, interpretación y ejecución de los contratos.
Art. 1091: Si en un contrato conmutativo de ejecución diferida o permanente, la prestación a cargo de una de las
partes se torna excesivamente onerosa, por una alteración extraordinaria de las circunstancias existentes al tiempo
de su celebración, sobrevenida por causas ajenas a las partes y al riesgo asumido por la que es afectada, ésta tiene
derecho a plantear extrajudicialmente, o pedir ante un juez, por acción o como excepción, la resolución total o
parcial del contrato, o su adecuación.
Igual regla se aplica al tercero a quien le han sido conferidos derechos, o asignadas obligaciones, resultantes del
contrato; y al contrato aleatorio si la prestación se torna excesivamente onerosa por causas extrañas a su álea
propia.
Los acontecimientos ordinarios y previsibles, o bien anormales y previsibles, resultan irrelevantes e ineficaces para
invocar la teoría de la imprevisión
Un hecho es extraordinario cuando sucede rara vez, cuando sale de la regla común de lo que habitual y
normalmente ocurre. Las situaciones personales o particulares del deudor no permiten caracterizar a un
acontecimiento como extraordinario. Debe tratarse de cuestiones de índole general o social.
Debe concurrir la imprevisibilidad como requisito: que se trate de un hecho que exceda la prudencia que las partes
razonablemente debieron haber tenido y lo que racionalmente hubiera podido preverse. En consecuencia, toda
vez que alguna de las partes fuera sorprendida a raíz de situaciones perjudiciales que hubieran podido
contemplarse previamente tomando los recaudos necesarios, no se estará frente a un acontecimiento
imprevisible.
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Además, este acontecimiento extraordinario e imprevisible debe:
Incidir directamente sobre la prestación volviéndola excesivamente onerosa para una de las partes.
Una prestación se vuelve excesivamente onerosa cuando pierde relación con respecto al valor de la
contraprestación, lo que hace que el sacrificio supere en mucho a la ventaja y se establezca una diferencia que
beneficie notablemente a una de las partes en perjuicio de la otra. En suma, existiría un fuerte lucro para una de
ellas y una grave pérdida para la otra.
Es el criterio judicial el que determinará la cuestión de hecho, tomando en consideración la prestación a cargo de
ambas partes y no solamente aquella que pertenece a quien invoca la imprevisión. La onerosidad se juzga con
criterio objetivo, contemplando las alteraciones que el fenómeno provoco en las bases contractuales. No se tienen
en cuenta cuestiones personales y particulares del deudor (que hayan empeorado sus condiciones patrimoniales
en virtud de un aumento de sus erogaciones o una disminución de sus ingresos).
El acontecimiento deberá producir una lesión patrimonial para la parte que invoque la imprevisión, así como
también dificultar gravemente el cumplimiento de la prestación. No se exige imposibilidad absoluta de
cumplimiento ni tampoco que el quebrantamiento de las prestaciones equivalga a la ruina del afectado ni a su
empobrecimiento.
Haber ocurrido con anterioridad a la época en que se manifieste la voluntad de no cumplir con lo pactado,
pero siempre posteriormente a la contratación. Esto, porque la propia norma dice que se alteran las
circunstancias existentes al momento de celebración del contrato.
Es decir, al tiempo en que se celebra el contrato, las prestaciones de las partes son perfectamente equivalentes.
Que el acontecimiento extraordinario e imprevisible haya sobrevenido por causas ajenas a las partes.
No es posible aplicar la teoría de la imprevisión si la excesiva onerosidad es provocada por una conducta negligente
del deudor.
El hecho debe ser ajeno al riesgo asumido por la parte que es afectada.
Además, se considera que el deudor no debe encontrarse en mora con anterioridad al acaecimiento del
acontecimiento extraordinario.
APLICACIÓN:
La teoría de la imprevisión se aplica a contratos de ejecución diferida o permanente. Lo que pretende exigir el
legislador es que exista un lapso entre la celebración del contrato y su cumplimiento, que es lo que posibilita el
acaecimiento del equilibrio inicial de las prestaciones.
A la vez, como regla general, se aplica solo a los contratos conmutativos. Excepcionalmente, podrá aplicarse a los
contratos aleatorios, cuando la excesiva onerosidad se produzca por circunstancias ajenas al riesgo propio del
contrato. Ej: la sequía –como circunstancia de riesgo para la siembra– constituye un alea propia del negocio
concertado, lo que hace improcedente esta teoría.
EFECTOS:
Si resultara procedente, las partes deberán devolverse lo que en virtud del contrato se hubieran entregado, es
decir que opera retroactivamente. Se entiende que (al igual que en la lesión) cuando el afectado haya solicitado la
nulidad, el demandado puede pedir el reajuste equitativo al contestar la demanda.
En caso de los contratos de ejecución continuada, las prestaciones cumplidas quedan firmes y producen sus
efectos en cuanto resulten equivalentes, sin son divisibles y han sido recibidas sin reserva respecto del efecto
cancelatorio de la obligación.
El art. 1121 favorece esta práctica al establecer que “no pueden ser declaradas las cláusulas relativas a la relación
del precio y el bien o servicio procurado”
La ley 26.361 posee algunas situaciones que constituyen abuso de posición dominante en la conformación de
precios de mercado.
En su art. 4 establece la obligación de las empresas de proporcionar información. No cumplir con esta obligación es
una manifestación de abuso de posición dominante que convierte al precio fijo en dinámico, al hacerlo poco claro o
sumamente oscuro en la forma de la determinación del precio.
Los arts. 5 y 6 establecen la seguridad de bienes y servicios que las empresas presentan en el mercado; el
incumplimiento de esta norma convierte al precio en dinámico.
Las diferentes formas de publicidad engañosa, fraudulenta, etc. (arts. 7 y 8), que confunden al usuario y
consumidor hacen que el precio se torne dinámico.
El incumplimiento de las garantías, entrega de documentaciones (arts. 10 a 31) y la inexistencia de libros de queja,
son prácticas abusivas, que imposibilitan determinar o investigar el precio y éste se convierte en indeterminado
para el usuario o consumidor.
CCyC:
El art. 1098 considera protege a los consumidores ante el trato inequitativo que incide en la fijación del precio.
Los arts. 1101 a 1103 sobre publicidad tratan la publicidad engañosa que induzcan a errores en el precio a usuarios
y consumidores.
Los arts. 1117 a 1122 tratan las cláusulas abusivas que contribuyen a la determinación dinámica del precio.
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de su celebración, ajena a las partes y que supera el riesgo asumido por la que es afectada. La resolución es
operativa cuando esta parte comunica su declaración extintiva a la otra. Si la frustración de la finalidad es
temporaria, hay derecho a resolución sólo si se impide el cumplimiento oportuno de una obligación cuyo tiempo
de ejecución es esencial.
La causa final se frustra cuando, por alguna razón, no puede satisfacerse la finalidad típica del negocio de que se
trate o el motivo causalizado propio del negocio concreto, es decir, la finalidad tenida en miras por alguna de las
partes.
Requisitos: la frustración tiene que tener causa en una alteración de las circunstancias existentes al tiempo de la
celebración del contrato:
De carácter extraordinario
Ajena a las partes
Que supere el riesgo asumido por la parte afectada.
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