Aprendizaje Apuntes
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Aprendizaje Canino
Aprendizaje Canino - © AAS DISCAN
Índice
1. Introducción
2. Psicología del aprendizaje
2.1.1 La conducta
2.1.1.1 La conducta innata
2.1.1.2 La conducta aprendida
2.1.2 Aprendizaje
2.1.2.1 Tipos de aprendizaje
2.1.2.2 Factores intervinientes en el aprendizaje
2.1.2.3 Condicionamiento clásico
2.1.2.4 Condicionamiento operante
2.1.3 Tipos de reforzadores y programas de reforzamiento
3. Adiestramiento amable vs adiestramiento aversivo
3.1.1 Metodología
3.1.2 El clicker
3.1.3 La planificación en el adiestramiento
3.1.4 Material para el adiestramiento
4. Técnicas de adiestramiento de base
4.1.1 Técnicas de captura de comportamiento
4.1.2 Fases del adiestramiento
4.1.3 Comportamientos de adiestramiento de base
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1.1 Introducción
Incluso les pedimos cosas que no les hemos enseñado antes creyendo que nos pueden
entender.
Esto es muy común en nuestros hogares, “mi perro sabe que va a la calle en cuanto cojo
las bolsitas de las cacas”, o “mi perro me entiende cuando le hablo, gira la cabeza”, o por
ejemplo “mi perro es muy listo, ha aprendido a sentarse solo”.
Bien, seguramente todas estas afirmaciones, en mayor o menor medida, son correctas, de
hecho, en todos esos casos se han dado procesos psicológicos que tienen nombre y
apellidos.
Así que en este módulo vamos a tratar la psicología del aprendizaje. ¿Cómo aprenden los
perros? ¿Cómo les enseñamos?
Es vital para nosotros, como educadores, conocer la terminología específica de los métodos
y técnicas que usamos, pero más importante es conocer de dónde vienen esos métodos,
qué teorías aplicamos y qué respuestas podemos esperar al aplicarlas.
¿Qué pasa si refuerzo una conducta? ¿Cuántas maneras de reforzar existen? ¿Qué pasa si
dejamos de reforzar? O, al contrario, ¿qué pasa si castigamos una conducta?
Recordemos que todo lo que hacemos tiene un objetivo, pero en el caso de los animales,
el fin no justifica los medios, por eso debemos saber qué aplicar y cuando aplicarlo.
Este módulo nos dará la respuesta a cómo debemos hacer las cosas según el resultado que
queramos obtener, pero es sólo el principio. Son sólo teorías, básicas para poder avanzar
en el mundo del adiestramiento canino.
Por lo tanto, a lo largo de este módulo vamos a realizar una revisión de la ciencia que tiene
por objeto de estudio el comportamiento, aprendiendo a diferenciar entre los distintos
tipos que existen, las leyes que los determinan y los procedimientos y técnicas que se
derivan de estas y que conviene dominar primero en el plano teórico para después poder
intervenir con la mayor garantía posible.
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¿Y qué puede aprender el perro? Pues lo que queramos enseñarle. ¿Cómo lo aprenden?
Eso es lo que vamos a ver ahora.
Lo primero que debemos tener claro es que los perros no razonan. Pueden llegar a adquirir
aprendizajes complejos, pero no a razonar. El razonamiento es el proceso intelectual y
lógico del pensamiento humano, por lo que no se lo podemos atribuir a los perros.
1.2.1 La conducta
El estudio de la conducta es, como otros tantos, complejo. En la práctica profesional como
adiestradores nos encontraremos con infinidad de situaciones que requieren un abordaje
preciso del comportamiento humano y canino. Por eso, resulta imprescindible adquirir un
conocimiento básico acerca de las leyes que rigen la conducta para poder proporcionar un
servicio riguroso y de calidad, dejando el menor margen posible a la improvisación.
Entender esta complejidad sólo es posible si la analizamos a partir de elementos más
simples.
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Se considera elicitada (o evocada) a toda aquella conducta que se realiza por la mera exposición a
un estímulo antecedente (por ejemplo, salivar en presencia de comida).
Se considera emitida a toda aquella conducta cuya probabilidad de aparición depende de las
consecuencias que obtuvo su ejecución en el pasado (por ejemplo, dar la pata tras un período de
entrenamiento).
La conducta innata es refleja, mientras que la conducta aprendida puede ser tanto refleja
como operante.
Las respuestas que son elicitadas de manera innata ante ciertos estímulos reciben el
nombre de Respuesta Incondicionada (RI).
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Veamos un par de ejemplos que ponen de relieve el valor adaptativo de la conducta innata:
El hecho de que un organismo pueda huir ante la presencia de un ruido fuerte sin necesidad
de aprenderlo puede permitirle escapar del ataque de un depredador o de muchos otros
peligros. Si tuviera que aprender a hacerlo, las consecuencias podrían resultar fatales para
él y a la larga, acabar con la especie.
Podemos mencionar también el hecho de que un cachorro o un bebé se benefician
enormemente de su reflejo innato de succión, ya que, si no dispusieran de él, no podrían
alimentarse en su primera etapa del desarrollo.
Ya hemos comentado lo que son los reflejos innatos. Sin embargo, existe un tipo particular
de conducta innata que no se considera refleja como las demás ya que no es elicitada por
ningún EI (estímulo incondicionado).
Se trata de las pautas de acción fijas (PAF), conductas innatas que aparecen en
determinadas situaciones (estímulos desencadenadores innatos) cuya diferencia
fundamental con los reflejos es de carácter topográfico (la manera en la que se ejecutan).
Suelen ser conductas motoras estereotipadas, muy ritualizadas, formadas por pequeños
componentes y que además tienen la particularidad de que en el momento en que se
inician no se pueden detener hasta que acaban. Un ejemplo muy característico lo tenemos
en los propios perros cuando escarban en la tierra antes y después de hacer sus
necesidades, en los movimientos de cortejo en aves, en conductas de incubación e incluso
en determinadas posturas de amenaza y ataque.
Por otra parte, cabe destacar que quizás una de las mayores ventajas que un organismo
puede tener de manera innata sea la posibilidad de variar. Los organismos no necesitamos
aprender para actuar de maneras diferentes, nuestro código genético contempla la
posibilidad de que podamos variar nuestro comportamiento en ausencia de estímulos que
controlan una conducta en particular.
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Esto es un mecanismo conductual de gran relevancia adaptativa, porque actuar sin haber
aprendido, paradójicamente, nos permite aprender.
La filogenia se encarga de que esto sea posible ya que, de este modo, se van seleccionando
las diferentes formas de comportamiento en la ontogenia, es decir, a lo largo de la vida de
un individuo, lo cual le permite adaptarse al ambiente cambiante que le toca vivir y no
necesariamente estar limitado por las características invariables del mismo. De forma
innata, aprendemos.
Toda conducta que no está incluida en el repertorio innato de un organismo al nacer, debe
ser aprendida para poder ejecutarse de manera estable.
Como ya hemos dicho, dentro de las conductas aprendidas hay conducta refleja y conducta
operante.
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Gracias a ello, somos sensibles a la relación entre los distintos eventos que ocurren a
nuestro alrededor y además podemos cambiar una parte de nuestro entorno a la vez que
él nos va cambiando a nosotros.
Esto nos permite, entre otras cosas, atender a señales que indican peligro, o que indican
que podemos estar tranquilos y seguros. Señales, por supuesto, que en el momento en que
nacemos no tenían ningún significado. Además, muchos de los comportamientos que
llevamos a cabo son el fruto de una selección entre todos los que hemos ido probando.
Un proceso, claro está, que selecciona conductas en función de lo más o menos ventajoso
que pueda resultar para nosotros su ejecución. Si solo fuésemos capaces de responder a
los aspectos invariantes del ambiente, nuestra especie (y la de los perros) no podría
adaptarse a las exigencias del medio y nuestra supervivencia se podría ver comprometida.
Hemos visto una definición bastante ampllia de aprendizaje, pero lo cierto es que,
actualmente, no existe una definición de aprendizaje universalmente aceptada y
consensuada. No obstante, existen muchas que, si se analizan, ayudan a distinguir el
aprendizaje de otras formas de variación conductual sin contradecir al resto de
definiciones.
Siempre que hay aprendizaje, lo sabremos gracias a la ejecución, pero no siempre que haya
ejecución tiene por qué haber aprendizaje.
Otra manera de verlo podría ser la siguiente: para que una determinada conducta llegue a
caer bajo el control de un estímulo específico, es decir, aparezca sólo (y siempre) en
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En el siguiente punto veremos los tipos de aprendizaje que pueden tener lugar, pudiendo
considerarse que solo las conductas que cambien como resultado de la experiencia con
ellos pueden ser consideradas aprendidas.
Por último, es conveniente recordar que no sólo se aprenden nuevas conductas, sino que
también se puede aprender a dejar de realizar una que ya se encontraba en el repertorio o
a realizarla en contextos diferentes.
- Aprendizaje Uniestimular
- Condicionamiento Clásico
- Condicionamiento Operante
Por ejemplo, un perro que tiene miedo a los ruidos fuertes, puede generalizar a otro
tipo de ruidos por ese efecto de sensibilización.
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Estos fenómenos, además, están muy relacionados con lo que comúnmente se entiende
por “atención”. Este aspecto es crucial en el aprendizaje, ya que para poder condicionar
una conducta ante un estímulo (ya sea refleja u operante) es necesario que dicho estímulo
funcione como tal (que estimule al sujeto), es decir, que el sujeto le preste atención.
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Para el tema que nos ocupa es conveniente operativizar el término (definirlo de forma que
pueda medirse y/o emplearse), ya que se trata de una variable interviniente de gran
importancia.
No obstante, la motivación no es sólo eso, sino que implica el hecho de tener un motivo
para hacer algo. Además de crear las condiciones adecuadas aumentando el nivel de
privación, también debemos añadir elementos (coloquialmente conocidos como señales)
que motiven al animal a actuar. Estas señales pueden ser un EI, un EC, o un Ed (estímulo
discriminativo).
NOTA:
A partir de este punto, cada vez que leas EI, deberéis leer Estímulo Incondicionado;
cuando leas EC, deberás leer Estímulo Condicionado y cada vez que leas Ed, deberás
leer Estímulo discriminativo.
Como decíamos, el término “motivar” suele emplearse de manera poco clara. Cuando
motivamos a un perro para que aprenda un comportamiento, no nos referimos a cambiar
su “estado interno”, como suele sugerirse en muchas ocasiones.
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Hacemos alusión a este concepto para referirnos al hecho de que la aparición de estos
estímulos son los que controlan la conducta del perro en todo momento. No tiene mucho
sentido decir que la comida controla una conducta antes de haberse presentado. La causa
siempre va primero y el efecto después.
Lo que controla la conducta, y por tanto el motivo de que esta se produzca, será siempre
la aparición de algún estímulo y la historia de aprendizaje del sujeto. En función de que la
conducta sea refleja u operante, el estímulo en cuestión será un EI o un EC (refleja) o un Ed
(operante).
Como su propio nombre indica, el estímulo antecedente siempre aparece antes que la
conducta. Por eso, la motivación en términos de control por el estímulo antecedente
consiste en aplicar los estímulos correspondientes en el momento adecuado para que una
conducta tenga lugar.
Por último, tenemos la privación y la saciedad, que son los dos extremos de un continuo.
Se está más privado con respecto a un reforzador cuanto más tiempo pase desde la última
vez que se obtuvo y se está más saciado cuanto más frecuentemente se obtenga.
Es decir, cuanto más tiempo pase en darle un premio (reforzador) al perro, más
privado estará el perro de obtener el premio.
Cuantas más veces le demos un premio al perro, más saciado estará de ese premio.
En el caso particular de los perros, existen infinidad de reforzadores que podemos utilizar
para trabajar con ellos, siendo algunos primarios y otros secundarios (veremos esta
diferenciación más adelante).
Aunque alguno de ellos, como la atención social y el afecto no son tan sencillos de medir,
sí debemos saber que cuanto más frecuentemente reforcemos al perro con ellos, más
saciados están.
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Una de las claves para conseguir un óptimo nivel de motivación en nuestro perro en este
sentido sería encontrar el equilibrio entre no proporcionar constantemente el mismo
reforzador ni tampoco pasar mucho tiempo sin hacerlo. Si hacemos lo primero, el perro
estará saciado y menos motivado para trabajar a cambio de ello. Si hacemos lo segundo,
nos podemos encontrar con algunos problemas en las sesiones de trabajo por tener una
motivación demasiado alta.
Hacia finales del siglo XIX, el fisiólogo ruso Ivan P. Pavlov descubrió el fenómeno conocido
como condicionamiento clásico y sentó las bases para el estudio sistemático del mismo.
Esta es la razón por la que al condicionamiento clásico también se le llama “pavloviano”.
Como curiosidad podemos decir que, pese a que siempre se habla de la campana de
Pavlov, en ninguno de sus estudios se describe la campana como tal, sino un sonido,
un tono, sin más.
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Respuesta
Comida Salivación
Estímulo incondicionado Respuesta incondicionada
Respuesta
Respuesta
Respuesta incondicionada
Respuesta
Sonido Salivación
Estímulo condicionado Respuesta condicionada
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En la actualidad existe una gran variedad de ámbitos de aplicación que se ven beneficiados
del estudio sistemático del condicionamiento clásico:
Si nos referimos al mundo canino, veremos que en prácticamente la totalidad de los casos
de problemas de comportamiento hay que implicar un adecuado uso del condicionamiento
clásico (por ejemplo, casos de miedos, ansiedad, agresividad, sobreexcitación, etc.).
Vamos a revisar ahora las principales variables que intervienen en el proceso del
condicionamiento clásico. Se trata de aquellos factores que facilitan o dificultan que el
condicionamiento tenga lugar, por lo que es muy importante tenerlos en cuenta. Un
adecuado análisis de estas variables puede, en muchas ocasiones, permitirnos solucionar
determinados casos en los que parece que no se avanza todo lo deprisa que se debería.
En función de la probabilidad con la que uno de los eventos conduzca al otro, podrán existir
distintos grados de contingencia. Cuanto mayor sea la contingencia entre dos eventos,
mayor será el grado de condicionamiento que se produzca.
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De demora: EC
EI
De huella: EC
EI
Simultáneo: EC
EI
Hacia atrás: EC
EI
El término proactividad se refiere a que el EC ocurra antes que el EI. En el caso del
condicionamiento hacia atrás, lo que sucede es lo contrario, por eso se le llama retroactivo.
Sin embargo, si primero presentamos el EI y luego el EC, difícilmente vamos a obtener una
RC ya que lo que el EC señala es la desaparición del EI en lugar de su aparición.
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Si tomamos como ejemplo un EI aversivo muy relevante para todos los animales, el veneno,
podemos observar cómo los EC que se condicionan más fácilmente con él son los de tipo
gustativo.
Es mucho más adaptativo que se condicione aversión al sabor provocada por veneno antes
que a un estímulo visual, porque es muy probable que la causa de un envenenamiento haya
sido algo que se ha ingerido y no algo que se ha visto.
Por eso algunos estímulos tienen más facilidad que otros para señalar la aparición de
determinados EI.
Otro ejemplo, esta vez con un EI apetitivo: las palomas asocian mucho más fácilmente las
claves visuales que las auditivas con la comida. La vista de las palomas está enormemente
desarrollada y esto les permite encontrar alimento con mayor facilidad. No es de extrañar
que las señales que les indican la posible aparición de comida sean de tipo visual.
Sin embargo, para un EI aversivo, les resultan más condicionables los EC de tipo auditivo,
ya que señalan con mayor probabilidad la aparición de peligros.
En humanos también hay ejemplos. Se ha demostrado que se asocian con mayor facilidad
las fotografías de serpientes y arañas con una descarga eléctrica en comparación con
fotografías de flores y casas.
Otros aspectos que debemos tener en cuenta durante el condicionamiento son la salencia
y el ensombrecimiento.
Se asume que el aprendizaje tendrá lugar más rápidamente si se utilizan estímulos más
salientes.
Si uno de los estímulos que forman el compuesto es más saliente que el otro, interferirá
sobre este (lo ensombrecerá).
Esto significa que el estímulo ensombrecido tendrá dificultades para poder ser
condicionado.
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Teniendo en cuenta este fenómeno tan sencillo, podemos resolver muchas dificultades
prácticas que nos puedan surgir.
Hay que tener en cuenta que los estímulos novedosos suelen llamar más la atención que
aquellos con los que ya se ha tenido experiencia, aunque sea de mera exposición a ellos.
Aquí nos encontramos con dos fenómenos muy robustos y relevantes que pueden dificultar
el aprendizaje de tipo respondiente en algunos casos.
Por ejemplo, condicionamos a nuestro perro a que cada vez que cogemos su plato le
ponemos comida (salivará en presencia del plato) y cuando ya lo hemos conseguido, a
la vez que le ponemos el plato le decimos “a comer”. Si posteriormente le decimos “a
comer”, pero no le ponemos el plato, el perro no salivará. Serán necesarios más ensayos
para que lo haga si lo comparamos con que se lo hubiéramos dicho siempre.
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Ambos fenómenos son procesos muy adaptativos que se dan en la naturaleza ya que
permiten prestar atención a la estimulación más relevante y descartar selectivamente
aquella que parece no aportar información. Sin embargo, a la hora de trabajar con perros,
hay que tener en cuenta que nuestra propia conducta puede contribuir al retraso en su
aprendizaje si no manejamos con cuidado estas variables.
Condicionamiento excitatorio: EC → EI
Condicionamiento inhibitorio: EC → NO EI
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Los reflejos condicionados se extinguen (dejan de producirse) si el estímulo que los elicita
deja de emparejarse con el EI en cuestión.
Los organismos podemos desarrollar una reacción emocional de miedo ante algún estímulo
que de manera innata no desarrollábamos, es decir, estamos hablando de un miedo
aprendido.
Esta respuesta de miedo se puede manifestar de muchas maneras, siendo las más
frecuentes: la huida, el ataque y quedarse quieto.
Las tres conductas a las que nos hemos referidos son respuestas innatas.
Si observamos que estas respuestas se producen ante un estímulo que no las provocaba de
manera innata, entonces podremos deducir que han sido aprendidas. Y tal y como hemos
visto, el condicionamiento clásico explica la manera en que esto ocurre.
Es frecuente observar casos en los que se pierde un tiempo valiosísimo intentando eliminar
las conductas miedosas, pero si tenemos en cuenta las leyes del comportamiento, veremos
que se puede prescindir de castigos innecesarios simplemente cambiando la función del
EC, pudiendo realizar dos cosas:
- Emparejar aquello que da miedo con cosas agradables para el perro (lo que
conocemos como contra condicionamiento)
- Presentando aquello que da miedo repetidamente, de forma aislada y a la distancia
e intensidad adecuadas (extinción).
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Esto no sólo quiere decir que por si misma elicite una respuesta de salivación en el perro,
sino que también evoca respuestas emocionales de alegría. Se trata de distintas topografías
de la misma respuesta.
Esto es muy importante, ya que significa que a través del condicionamiento clásico
podemos obtener muchas cosas que motiven y agraden a nuestro perro si las emparejamos
adecuadamente con la aparición de comida, agua, juguetes, afecto, etc.
Habrá que asegurarse, eso sí, de que los nuevos EC que “fabriquemos” sigan cumpliendo
su función.
Si nos limitamos a reforzar a nuestro perro con ellos, pero nunca más vuelven a ir seguidos
de comida, agua, afecto o lo que corresponda, se acabarán extinguiendo y dejarán de
servirnos hasta que los condicionemos de nuevo.
Pocos años después de que Pavlov descubriese los reflejos condicionados, un psicólogo de
finales del s. XIX – principios del s., Edward Lee Thorndike, sentó las bases del estudio
sistemático del condicionamiento instrumental (operante).
Fuente: nicepng.com
La “caja problema” era una caja con barrotes de madera que tenía una puerta en uno de
los laterales la cual se podía abrir si se manipulaba un pestillo que había en la parte interna.
El gato comenzaba a dar golpes por todos lados, de modo aparentemente aleatorio, hasta
que finalmente conseguía desplazar el pestillo y salir de la caja, accediendo de esta forma
a la comida.
Lo que Thorndike observó fue que a medida que pasaban los ensayos, los gatos iban
necesitando menos tiempo para abrir la puerta (alguno de los gatos tardó casi 3 minutos
en el primer ensayo y terminó tardando 10 segundos tras sucesivos intentos).
A raíz de sus experimentos, Thorndike formuló la conocida como ley del efecto:
“Entre varias respuestas dadas a una misma situación se conectarán a ella con mayor
firmeza las que vengan acompañadas o seguidas de inmediato por la satisfacción del22
animal...” (Thorndike, 1911, pág. 244)
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Más tarde, observó un fallo en su postulado y publicó la versión truncada de la ley del
efecto, por la que:
Skinner sistematizó aún más el estudio de este tipo de conductas mediante la definición de
la unidad de medida precisa que se iba a utilizar: la operante.
Este nuevo término rompe con el anterior ya que la conducta deja de considerarse un
instrumento, para pasar a entenderse como algo que opera en el ambiente y de esta forma,
lo modifica.
Por ejemplo, una de las palomas aprendió a dar vueltas en sentido contrario a las agujas
del reloj alrededor de la caja, otra paloma pegaba su cabeza a una de las esquinas
superiores de un modo muy característico y una tercera desarrolló la respuesta de sacudir
la cabeza.
La explicación que ofreció Skinner sobre este fenómeno apelaba al reforzador recibido:
entendió que cualquiera que fuese la respuesta que el sujeto acababa de realizar justo
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Fuente: Monografías
Podemos decir que las cajas de Skinner son cajas diseñadas para que animales en el
transcurso de un experimento pulsaran una palanca o un botón que abría un
compartimento de donde salía una bola de comida.
El animal (ya hemos dicho que trabajó con palomas y ratas de laboratorio en su mayoría)
aprendía un comportamiento o condición por mediación de un estímulo, en este caso la
comida.
En el caso de la rata, esta aprendía que cada vez que pulsaba la palanquita de marras,
obtenía una bola de comida, sin importar las veces que le diera. Luego Skinner y sus
discípulos le iban complicando la vida al animal cambiando la palanca por un botón, o
cambiando las frecuencias en las que recibía la comida.
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Fuente: Psicoactiva
Skinner planteó la conocida como Ley del refuerzo, que cambia la manera de
conceptualizar lo que ocurría en los experimentos de Thorndike.
La ley del refuerzo postula que toda conducta cuando es reforzada aumenta la probabilidad
de emisión en el futuro ante situaciones parecidas, mientras que dicha probabilidad
disminuye cuando la conducta es castigada o no es reforzada.
De esta forma, la explicación no consiste en una visión asociacionista E-R si no que figura
en términos de probabilidad.
Skinner, a diferencia de lo que se cree, y como él mismo llegó a decir en varias ocasiones,
no era un psicólogo E-R. Tampoco era un psicólogo E-E (como sí eran Pavlov o Tolman, por
ejemplo).
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Ed → R → Er
Los Ed pueden ser positivos o negativos (estos últimos también se denominan “deltas”).
Los deltas, a diferencia de los Ed positivos, son aquellos estímulos en presencia de los cuales
emitir una conducta concreta es castigada o extinguida.
Si bien es cierto que prácticamente todo lo que hacemos tiene un componente de tipo
respondiente, también es verdad que podemos clasificar como operantes la mayor parte
de comportamientos que efectuamos en nuestro día a día.
Cosas como, por ejemplo, hacer la cama, preparar el desayuno, lavarnos los dientes,
conducir, trabajar, usar el ordenador, leer un libro, etc., son conductas operantes que
aprendemos debido a las consecuencias que obtenemos tras su realización.
Dentro de la psicología nos encontramos, hoy en día, con infinidad de vías de estudio de la
conducta, tales como la conducta de elección, las adicciones, la conducta de
evitación/escape, la velocidad del aprendizaje e incluso la conducta verbal humana, por
citar algunas. En medicina o biología, se estudian entre otras cosas los cambios a nivel
cerebral de los sujetos tras haber sido expuestos a distintos programas de
condicionamiento operante.
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La mayor parte de las terapias conductuales que se utilizan en psicología clínica cuentan
con un más que probado apoyo empírico para un amplio espectro de problemas de
comportamiento.
Al igual que las leyes de la física, las leyes de la conducta están presentes en todo momento.
Esto quiere decir que, aunque nosotros establezcamos una diferenciación entre
condicionamiento clásico y condicionamiento operante que nos permita catalogar una
conducta, por ejemplo, como operante, lo cierto es que el condicionamiento clásico sigue
estando ahí (y viceversa).
Si bien es verdad que en un esquema general operante (Ed - R - Er) se requiere una
conducta para que aparezca un reforzador, también lo es el hecho de que el Ed y el Er son
dos estímulos que quedan emparejados de forma clásica (EC – EI).
Las implicaciones de este análisis resultan muy relevantes porque nos señalan que cuando
nos encontramos ante una operante, el mismo organismo, a su vez, también está
respondiendo de forma refleja. Esta respuesta puede adoptar distintas topografías,
pudiendo en algunos casos interferir con la operante, ya sea convirtiéndola en
incompatible o facilitándola.
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Al igual que hemos hecho con el condicionamiento clásico, vamos a revisar las principales
variables intervinientes en los procedimientos de condicionamiento operante. Se trata de
aquellas variables que permiten que el condicionamiento tenga lugar y que además pueden
llegar a facilitarlo o a dificultarlo. No obstante, las variables que vamos a revisar no son las
únicas.
Cuanto más privado esté un individuo con respecto al reforzador a cambio del cual va a
trabajar, mayor será la motivación que tenga para realizar la conducta en cuestión. Por
el contrario, cuanto más saciado se encuentre, más difícil será que la situación le motive
a emitir dicha conducta.
Podríamos decir que:
A más privación, más probabilidad de realizar la conducta.
A más saciedad, menos probabilidad de realizar la conducta.
La contingencia R-Er puede ser de dos tipos: positiva, si el reforzador aparece con mayor
probabilidad cuando se emite la conducta que cuando no lo hace, o negativa, si la aparición
del reforzador es más probable cuando la conducta no se emite que cuando sí lo hace.
Además, puede ser positiva perfecta, si el reforzador aparece siempre que se realiza
conducta y nunca cuando no se realiza, o negativa perfecta, cuando el reforzador se
presenta siempre que no se realiza la conducta y nunca cuando se realiza.
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Los resultados obtenidos sugieren que cuanto más demorada aparezca una consecuencia,
más difícilmente puede “conectarse” con la conducta que la causó.
Una posible explicación es que entre la realización de la conducta crítica (la que se está
analizando) y la presentación del Er, el organismo sigue comportándose, interfiriendo todas
estas conductas con la anterior y por tanto dificultando que la aparición del Er pueda
reforzarla a ella antes que a las demás. Se puede disminuir el efecto negativo de la demora
mediante la utilización de reforzadores secundarios, de forma que la conducta crítica sea
señalada y así pueda relacionarse más fácilmente con el Er.
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Debemos tener en cuenta que el apelativo “positivo” (+) o “negativo” (-) no tiene nada que
ver con el carácter apetitivo o aversivo de los estímulos consecuentes.
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El perro nos muerde las manos jugando, para que deje de morder, le
C+
pegamos en el hocico.
C- El perro nos muerde las manos jugando, para que deje de morder, le
retiramos las manos (su estímulo apetitivo).
Los programas de reforzamiento continuo no tienen ramificación puesto que siempre son
iguales.
Los programas simples son aquellos en los que el reforzamiento tiene lugar atendiendo a
un único factor. Así, nos encontramos con programas simples de razón, de intervalo, y de
tasa.
Pueden ser de razón fija o de razón variable. En los programas de razón fija el
reforzamiento tiene lugar tras la emisión de un número (siempre el mismo) determinado
de respuestas.
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Por ejemplo, un programa de razón fija 3 (RF3) es aquel en el que el reforzador aparece
tras la realización de la respuesta 3 veces.
Los programas de razón variable son exactamente iguales salvo por la diferencia de que el
número de respuestas requerido para que aparezca el reforzador varía en torno a un
promedio.
Algunas veces aparecerá tras una única respuesta, otras tras 10 respuestas, y así
sucesivamente, siendo el promedio 5.
En los programas de intervalo fijo, se refuerza la primera respuesta emitida una vez
transcurrido un intervalo determinado de tiempo (siempre el mismo) desde la desaparición
del último reforzador. En un programa de intervalo fijo 30 segundos (IF30”), por ejemplo,
se refuerza la primera respuesta tras pasar 30 segundos desde el anterior reforzador.
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Los programas de intervalo variable son iguales que los anteriores, solo que el tiempo que
dura el intervalo varía en torno a un valor medio. Un programa de IV40” es aquel en el que
el intervalo de tiempo que pasa desde el último reforzador dura 40 segundos de media, es
decir, unas veces puede ser de 30, otras de 50, etc.
Los programas de tasa son aquellos en los que el reforzamiento depende del tiempo que
transcurre entre la emisión de la última respuesta y la siguiente.
El reforzamiento diferencial de tasas altas (RDA) marca un tiempo máximo desde la última
respuesta para que la emisión de la siguiente sea reforzada.
El reforzamiento diferencial de tasas bajas (RDB) lo que marca es un tiempo mínimo que
tiene que transcurrir antes de que la emisión de la siguiente respuesta sea reforzada.
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Ahora vamos a revisar los programas compuestos: son los que dependen de varios factores
para que el reforzamiento se produzca. Por ejemplo, estos factores pueden ser la
combinación de razón e intervalo.
Los programas alternantes son aquellos en los que el reforzador se presenta tras cumplir
el criterio de uno de los componentes, dando paso al otro componente u otra vez al mismo.
Puede ser, por ejemplo, un programa en el que el criterio consista o bien en RF3 o bien en
IF20”.
Si el cambio a cada componente está señalado por un Ed, reciben el nombre de programa
alternante múltiple y si no, se llama programa alternante mixto.
Los programas secuenciales son aquellos en los que la aparición del reforzador ocurre
cuando se realiza una serie completa de componentes simples que se presenta siempre en
el mismo orden. Por ejemplo, RF3 – IV10” – RF5. Si se hace la secuencia completa, aparece
el reforzador.
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Por último, están los programas concurrentes, los cuales, a diferencia del resto, tienen la
particularidad de que todos los componentes simples están disponibles al mismo tiempo.
Gracias a esto, permiten el estudio de la conducta de elección del sujeto, el cual puede
elegir entre la realización de uno o de otro.
Continuos
Intermitentes
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Todos los adiestradores que llevamos más de 15 años trabajando en el mundo del perro,
en algún momento u otro, hemos usado un collar de ahogo, o un collar de púas. Todos.
¿Por qué? Porque es lo que se conocía. Hace 20 años no existían las mismas técnicas que
existen ahora, o no estaban tan al alcance de todos.
Hoy en día, sería inviable hacer un curso de adiestramiento en el que las técnicas utilizadas
fueran dañinas para el perro.
Pero debemos conocer el por qué de todo esto. Por qué son dañinas y por qué es mejor
usar otro tipo de técnicas.
Hoy en día hay muchas corrientes, nosotros nos vamos a centrar en el adiestramiento
amable. A partir de aquí, cada uno de vosotros es el responsable de poder aplicar las
técnicas que mejor consideréis.
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Pero, por otro lado, el perro debe ser perro, y debe ser cachorro y posteriormente
adolescente. Es por eso por lo que, cuando entrenemos, deberemos ser consecuentes y
dejar que el perro disfrute de cada una de sus etapas.
El no enseñar la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal puede derivar en tener
un perro adulto con el que no es grato convivir. Por ejemplo, si se desea tener un perro que
duerma en un lugar destinado a él, lo mejor es que lo haga desde el primer día.
Por otro lado, y después de su educación más básica e inicial, nos encontramos con la fase
de adiestramiento, también llamada fase de entrenamiento, que definimos como aquella
en la que adiestramos o entrenamos (valga la redundancia) a un perro para que “haga lo
que nosotros queremos”. De ahí la reflexión inicial de para qué queremos los
comportamientos que vamos a enseñarle al perro, pero de eso hablaremos más adelante.
Podríamos decir que todos los perros deberían tener una educación mínima y un
adiestramiento de base. Hasta los más pequeños de tamaño. Un perro por ser pequeño de
tamaño (tipo chihuahua) no tiene por qué no ser adiestrado. Todos los perros deberían
tener un adiestramiento de base, aunque sea mínimo.
La fase secundaria, podría ser una obediencia avanzada, en perros que hacen obediencia
deportiva, un adiestramiento en agility, un adiestramiento específico de perro de
asistencia, etc. Es decir, estaríamos hablando de una especialización.
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Para nosotros:
Define el camino que hay entre lo que tenemos y lo que deseamos tener.
La práctica nos permitirá adquirir la fluidez necesaria para aportarnos seguridad, lo cual,
invariablemente, suele facilitar la conducta solicitada.
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Pero nunca deberemos olvidar la parte de arte que tiene toda labor creativa (y la creación
de conductas lo es). Si nuestro trabajo se convierte en algo mecánico perdería la frescura y
naturalidad necesarias para mantener la motivación. ¡Y en este trabajo es algo que no nos
podemos permitir!
Cuando hablamos de adiestramiento aversivo hablamos del adiestramiento tradicional,
aquel basado en el castigo positivo.
El castigo positivo es la forma más usada y común de castigar. Consiste en asociar algo
desagradable para acabar con una conducta específica. Al contrario de lo que muchas
personas piensan, la palabra positivo, no quiere decir que el castigo es “bueno”, quiere
decir que el castigo es adicionado (+) cuando el perro está mostrando la conducta
indeseada.
Por ejemplo, el perro tira de la correa y le pegamos un tirón de correa fuerte. Ese tirón
es un castigo (algo desagradable) que aparece después que el perro tire (es adicionado
a la conducta que no queremos).
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A partir de aquí, lo que sí debemos tener claro es que adiestrar a un perro tiene beneficios.
No sólo tiene beneficios directos para el perro, el alumno, sino también para nosotros, los
adiestradores y/o sus responsables humanos, en definitiva, los profesores.
Beneficios del adiestramiento para “el alumno”:
- Le permite controlar las consecuencias de su conducta, reduciendo los estados de
ansiedad y estrés que suele originar no poder predecir ni modificar el ambiente.
- Establece un fuerte vínculo afectivo estable con su referente humano.
- Aporta al individuo toda la iniciativa, autoestima, seguridad y confianza que nunca
debió perder.
- Le facilita su adaptación a su entorno habitual al “empezar” a entender cómo
queremos que se comporte. Permite realizar una correcta socialización del perro.
- Desarrollar comportamientos útiles para reducir situaciones incomodas
(veterinario, cepillado, manoseado, paseo con correa, visitas…)
- Enriquecimiento ambiental a través de una adecuada estimulación física y mental.
- Le facilita la comprensión de una especie tan impredecible como la humana….
… Aunque con algunos individuos esto no es fácil de cumplir
1.3.1 Metodología
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El valor del reforzador es variable, como hemos visto, y depende de las características
psicológicas de la especie y la raza, de inclinaciones individuales y distintas características
circunstanciales. Tendremos en cuenta estas cuatro variables:
Es importante recordar aquí la Ley del efecto, según la cual, cuando una conducta produce
un reforzador de forma regular; las probabilidades de que se vuelva a presentar aumentan.
Sin embargo, en el mundo natural las conductas que culminan en éxito cada vez son más
escasas y los seres vivos están hechos para perseverar a pesar de que estas no siempre den
frutos.
El reforzamiento continuo es el camino más eficiente para mostrar al perro el camino hacia
la conducta que buscamos. Sin embargo, el reforzamiento intermitente fortalece las
conductas ante la extinción, inmunizándolas ante las veces en las que la conducta no
provoque la aparición del reforzador.
Los distintos programas que podemos utilizar para la aplicación de un refuerzo son:
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Todos sabemos que lo que más le gusta a un perro es la comida, sea cuál sea. Pero debemos
tener en cuenta ciertas cosas, la comida debe ser:
En este punto, si el perro come dos veces al día (que es lo recomendable), cabe recomendar
que le podemos bajar un poco la cantidad de la toma de la noche según lo que haya comido
durante el día.
Además, debemos tener en cuenta el valor de los reforzadores secundarios para los perros,
pues hay muchos perros que trabajan muy bien con una pelota o un mordedor, porque les
motiva más que la comida.
Para saber qué le gusta al perro con el que vamos a trabajar, podemos hacer un ejercicio
muy sencillo: “la elección del reforzador”.
La idea es coger dos alimentos que le gusten mucho al perro y un juguete que de muy alto
nivel (que le motive mucho). Estos tres elementos se los presentaremos junto a un cuarto,
que seremos nosotros (o la persona de referencia).
- En un lado estará el perro, cogido por la persona que lo contiene, por el collar.
- Pasamos por al lado del perro y le mostramos el primer elemento, uno de los
alimentos, caminamos 5 metros (si pueden ser 8, 8) y lo colocamos en el suelo, en
frente de él.
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Este ejercicio lo podemos hacer sólo con diferentes tipos de comida, o sólo con diferentes
juguetes. Recomendamos que siempre sean 4 elementos y que uno de ellos siempre sea la
persona referente del perro.
Este ejercicio nos da muchos valores para tener en cuenta. Por ejemplo, si el perro nos elige
como primera opción, cuando tengamos que retirar el premio (evidentemente no siempre
vamos a estar dando premios al perro por todo) sabremos que una caricia nuestra será muy
valiosa.
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Por contra, si el juguete es su primera opción, debemos tener en cuenta que no siempre
podemos usarlo para enseñar conductas nuevos, puesto que el reforzador debe ser algo
fácil de ofrecer y fácil de quitar (sin órdenes de más), para poder realizar bien las sesiones.
Luego veremos bien esta parte.
Vamos a ver ahora conceptos necesarios antes de empezar a ver las técnicas de captura
comportamientos, como son el timing, el criterio y la tasa de reforzamiento.
Son tres conceptos necesarios para realizar y poner bajo control la conducta deseada. Para
ser un buen adiestrador la forma adecuada de utilizar estos tres elementos marcará los
resultados en una sesión de entrenamiento.
Cuando hablamos de timing nos referimos al momento exacto, es decir, el tiempo que
trascurre entre la conducta y la aparición del refuerzo.
Tener un buen timing es uno de los factores críticos del proceso de adiestramiento porque
si tardamos mucho en presentar el reforzador positivo (o negativo) el perro no podrá
asociarlo con la conducta que deseamos reforzar, dificultando el aprendizaje.
Si somos capaces de capturar ese “instante” la información le llegará de una forma clara
facilitando la asociación y, con ello, la conducta deseada.
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Para poder alcanzar el objetivo que nos marquemos, es fundamental establecer los
pasos intermedios que vamos a dar para llegar a él. Un criterio mal elegido puede echar
por tierra todos los avances logrados hasta ese momento.
Es importante que no trabajemos nunca con dos criterios al mismo tiempo y deberemos
aumentar la dificultad de forma gradual. Avanzar poco a poco nos permitirá avanzar más
rápido. A las fases del adiestramiento, es decir, a los criterios, le dedicaremos un capítulo
de este módulo.
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1.3.2 El clicker
El clickeres una simple cajita de plástico con una lámina metálica en su interior que, al
presionarla produce un sonido “click”. Actualmente, goza de gran popularidad pues su uso
se basa en la utilización exclusiva de reforzadores positivos, anulando el uso habitual del
castigo como método “educativo”.
Hay diferentes tipos de clickers, algunos más metálicos que otros, incluso alguno con
modulador de intensidad del sonido, para perros más sensibles auditivamente.
Para poder usar el clicker, debemos realizar un condicionamiento para que el perro sepa
que después del clicker vendrá un reforzador y así se convierta en un reforzador
condicionado de los que hemos hablado en el punto anterior.
Así, haremos lo que llamamos una carga de clicker, necesaria para que el perro asocie
(recordad a Pávlov) el sonido con el reforzador.
En teoría, se dice que con 20 clicks seguidos de un reforzador, un premio, son suficientes
para que el perro haya hecho la asociación.
Nosotros vamos a ir más allá, para asegurarnos, y vamos a realizar 14 clicks-premio, 3 veces
al día, durante 1 día. Este es el procedimiento:
Recuerda que “click” significa comida, así que siempre que hagas “click”, aunque te
equivoques, deberás premiar a tu perro con comida. ¡Nuestro perro no tiene la culpa
de que nos equivoquemos! Y no podemos suprimir la comida del “click” por una
caricia, ya que “CLICK” =“COMIDA”
Con el clicker podemos premiar en el momento exacto y dar la comida como reforzador
después. El mensaje ya lo hemos entregado, el premio sólo refuerza aún más la conducta.
De esta forma se utiliza el clicker para marcar el momento justo en que aparece el
comportamiento deseado, igual como lo haríamos con una cámara fotográfica, captamos
el momento preciso en que el perro realiza lo que queremos. Después del sonido siempre
viene el reforzador (premio).
A través del adiestramiento vamos cambiando los programas de refuerzos, desde uno de
intervalo fijo, en el que se refuerza todas las veces que el perro realiza el comportamiento
deseado, a uno de intervalo variable, es decir los reforzadores se presentan en algunas
ocasiones, el perro nunca sabrá cuando será premiado, lo que lo mantiene atento y
motivado, como hemos visto en los programas de reforzamiento.
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Tampoco se utiliza la orden hasta que el perro ya sabe realizar el comportamiento que
luego asociaremos a ella. El adiestramiento con clicker no se basa en las órdenes, ya que el
perro aún no conoce su significado.
El momento de introducir una palabra o señal para que ejecute algún ejercicio es, a groso
modo:
De esta forma podemos ir agregando mayor complejidad a cada ejercicio, premiando sólo
las ejecuciones del detalle que queremos mejorar.
Gracias al clicker aprendemos a fijarnos más en los aciertos que en los errores ¡que
novedad en materia educativa! El adiestramiento se centra en reforzar el comportamiento
deseado (o sucesivas aproximaciones) en lugar de castigar el comportamiento no deseado.
Con este enfoque no solamente le indicamos al perro la acción que deseamos, sino que
también le facilitamos lo que no deseamos.
La planificación define las acciones a seguir, aunque, y más trabajando con perros, durante
la ejecución puede existir necesidad de cambios respecto de lo definido originalmente.
Estos cambios nos servirán de punto de partida para un nuevo análisis y una nueva
planificación.
- Analizar el tiempo del que disponemos, o del que disponen nuestros clientes.
- Analizar el perro, lo que sabe y lo que necesita.
- Analizar el entorno del perro, para saber qué hay que mejorar.
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Características de la planificación:
- Sentido de proceso:
o La planificación es una actividad continua, un reajuste permanente entre
medios, actividades, fines y procedimientos.
- Vínculo con el medio:
o Tiene en cuenta los diferentes factores sociales y factores contingentes que
conforman el escenario donde se desarrolla. En muchos casos, este vínculo
con el medio se efectúa a través de un diagnóstico preliminar.
- Actividad preparatoria:
o La planificación se desarrolla en un escenario previo a la acción. Hay una
separación entre el espacio de planificación y el de ejecución.
- Conjunto de decisiones:
o Planificar implica la selección de algunas soluciones entre una gama de
opciones. Sin embargo, más que una decisión única, la planificación es un
conjunto de decisiones interrelacionadas y en progresión.
- Para la acción:
o A pesar de que la planificación no es ejecución, siempre va dirigida hacia la
realización de acciones.
- Sentido de futuro:
o La planificación siempre es un esfuerzo prospectivo, se busca el logro de
objetivos futuristas.
- Tiende al logro de objetivos:
o El alcance de objetivos propuestos, concretos y definidos es una de las
principales metas de la planificación.
- Teoría causa-efecto:
o Relación de causalidad entre lo decidido y los resultados esperados.
- Eficiencia:
o Para el logro de los objetivos, se busca el uso de los medios más eficientes.
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Todas estas características deberán formar parte también de nuestra planificación del
programa de adiestramiento.
Es importante que siempre que vayamos a trabajar con el perro, nos olvidemos de todo lo
demás, para poder tener un estado de ánimo neutro. No podemos ni tener prisa, ni querer
hacer demasiadas cosas, ni querer hacerlo todo a la primera.
Además, será importante dejar que el perro marque su propio ritmo de aprendizaje, para
no crearle situaciones de estrés, de fatiga o de colapso.
Por otro lado, debemos tener en cuenta nuestra postura a la hora de comunicarnos con un
perro, por eso es importante pensar en cómo nos ven ellos.
Si trabajamos con perros pequeños, estará muy bien ponernos a su nivel a la hora de
trabajar, agachándonos con la espalda recta o sentándonos en el suelo, pero siempre con
diferentes posturas para evitar la asociación de la orden a la postura del adiestrador.
- Nunca de frente
- Siempre a su misma altura
- Nunca agachados encima de ellos
- Siempre con la mano abierta para tocar la “barbilla”
- Nunca debemos tocar de entrada la parte superior de la cabeza
- Nunca gritando ni haciendo movimientos rápidos
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Necesitaremos saber el estado actual del perro para poder adaptar el adiestramiento a sus
capacidades. Por ejemplo, si sabemos que el perro ve poco, trabajaremos con órdenes
verbales y gestos mucho más grandes de los normal. Si, por el contrario, el perro fuera
sordo, deberemos trabajar con órdenes gestuales únicamente, y afianzarlas mucho de
modo que el perro no necesite de la voz.
Por otro lado, si trabajamos con un perro que es hiperactivo, sabremos que les cuesta
prestar y centrar la atención, por tanto, deberemos trabajar con ellos después de, por
ejemplo, una buena sesión de enriquecimiento ambiental dirigida a calmar al perro.
Cuando hablamos del tiempo nos referimos al tiempo que le vayamos a dedicar al
adiestramiento del perro.
Cuando adiestramos a un perro, lo que queremos es que sea un perro equilibrado, por
tanto, y como nos basamos en el adiestramiento amable, será importante dedicar un
tiempo a jugar con él, a “mirar juntos la tele”, a realizar sesiones de enriquecimiento
ambiental, a “hablar con él”, etc.… Todo esto deberemos traspasarlo a nuestros cliente,
pues serán ellos los que deberán realizar el adiestramiento día a día.
Por último, como factores externos entendemos cualquier elemento ajeno a nuestra
voluntad que interfiera en el proceso de adiestramiento: el cliente, un familiar, una
enfermedad o lesión del perro, una enfermedad o lesión propia, una meteorología
desfavorable que no nos deje entrenar, etc...
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Algo importante que debemos tener en cuenta es el material que usaremos en las sesiones,
y por supuesto, lo debemos saber antes de empezar para tenerlo preparado:
- Collar y correa: el collar debe ser fijo para que se adapte al cuello del animal y
permita introducir un par de dedos por debajo del mismo. Nunca utilizaremos
collares de castigo, ni son éticos ni mucho menos apropiados. Por no hablar de la
pérdida de confianza que su utilización suele aportar a la relación humano - perro.
La correa debería ajustarse bien a nuestra mano, con un grosor y longitud acordes
al tamaño de nuestro animal. La correa es un simple instrumento de seguridad que
nos indica el grado de confianza y motivación del perro.
- Juguetes: podemos utilizar los que nos sirvan para juegos de presa (mordedor,
cuerdas…) y para juegos de caza (pelota, frisbee, puller...)
- Premios comestibles: es interesante establecer una lista de preferencias del perro
(elección del reforzador) para aumentar o disminuir su valor como reforzador, en
distintas fases de la sesión.
- Bolsa de premios: lo ideal sería una que nos permitiera llevarla en la cintura para
dejarnos libres las manos. Si esto no es posible, un simple cuenco nos servirá.
- Objetos y bastón diana: algunos ejercicios los podemos enseñar utilizando una
“diana” (target, luego veremos a qué nos referimos) para que tenga una referencia
clara de qué tocar o seguir. Un objeto diana puede ser un pequeño felpudo, un trozo
de madera… Un bastón diana (conocido como stick-target (figura 2-6)) nos servirá
para manejar más fácilmente al perro en según qué conductas.
- Postes, conos, obstáculos...
- Hoja de entrenamiento, en la que apuntaremos tanto el criterio establecido en cada
sesión como los resultados obtenidos.
- Y, por supuesto, UN CLICKER. Si no se quiere trabajar con el clicker, se puede
trabajar con la voz, y en lugar de clickar, decimos “muy bien”. El problema será que
no siempre tenemos el mismo tono de voz o el mismo entusiasmo, sin tener en
cuenta que un “muy bien” puede ser poco preciso. El clicker siempre suena igual y
es muy preciso, siempre y cuando lo hagamos sonar cuando toca, claro.
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¿Y ahora qué? ¿Cómo hacemos que el perro se siente? ¿Esperamos a que se siente y
premiamos?
Vamos a ver las técnicas que tenemos para hacer que el perro realice los comportamientos,
y lo haremos sin tocarlo, sin obligarlo, solo con nuestros movimientos, comida y un clicker.
Si no usamos el clicker no pasa nada, cada vez que aparezca aquí la palabra “clicker”,
hablamos de un reforzador condicionado (un muy bien, un silbido...) y cada vez que
aparezca la palabra “click”, nos referimos a ese “muy bien” o ese silbido.
Antes de empezar con las técnicas propiamente dichas, es buen momento para recordar
los programas de reforzamiento.
- Reforzadores primarios, todo aquello que satisface alguna necesidad biológica (la
comida, el agua, el calor, el frio…)
- Reforzadores secundarios, es un estímulo que funciona como reforzador por su
asociación a uno primario (las caricias, el juego…)
El castigo es todo aquello que aporta unas consecuencias desagradables cuando ocurre la
conducta. Todo castigo puede ser:
Para que sea eficaz tiene que aplicarse en el momento oportuno y con la intensidad
adecuada, algo que no está al alcance de cualquiera. Un castigo mal realizado puede, no
sólo estropear la conducta, sino estropear la confianza del animal. Un refuerzo mal
utilizado sólo puede tener ciertas consecuencias negativas…. ¡Que el animal engorde!
Como podemos apreciar las diferencias son abismales, además de la ética que debe
acompañar nuestras acciones como adiestradores.
Por tanto, teniendo en cuenta las teorías conductistas que tanta importancia tuvieron por
establecer los principios que rigen el aprendizaje animal, deberemos utilizar:
Algo que debemos tener en cuenta siempre, sobre el reforzador positivo, que es el recurso
que vamos a utilizar:
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Ahora que ya tenemos todo lo necesario, ¿cómo le enseñamos al perro que se siente? ¿O
que se tumbe? Para ello necesitaremos las llamadas técnicas de captura, que son
exactamente eso, técnicas para capturar las conductas que deseamos.
LURING (Atracción)
También conocida como “guía con señuelo”. Consiste en guiar al animal, con algo que le
interesa (la comida), en dirección a la conducta deseada. Se utiliza un reforzador primario
como guía. Es útil para conductas simples, no tanto para otras más complejas.
TARGETING (Objetivo)
También conocido como target. Consiste, primero, en enseñarle a tocar un objeto diana,
normalmente nuestra mano, para, posteriormente, guiarlo hasta la conducta deseada. Es
muy útil para acomodar al animal en diferentes posiciones y para indicarle el camino a
seguir.
TARGET EN MOVIMIENTO
Es una variable del target en la que movemos la mano para guiar al perro dónde queremos
que vaya. Es muy útil para después enviarlo al sitio, por ejemplo.
STICK-TARGET
Es una variable del target en la que se utiliza un stick para realizar movimientos o conductas
a las que no llegamos con el brazo (por ejemplo, el giro del perro sobre si mismo) o incluso
para trabajar target a distancia (por ejemplo, queremos que vaya al sitio y para alejarnos,
usamos el stick-target para señalar el sitio dónde queremos que vaya).
Muchas veces, el target se usa como un criterio superior al luring, por ejemplo, primero
enseñamos un comportamiento con luring, y luego seguimos con target, hasta que ya
queda el gesto.
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resultados es imprescindible que el animal posea una gran iniciativa que le lleve a realizar
diversas conductas en tu presencia.
Para esto, una buena relación es imprescindible para lograr un estado emocional
satisfactorio que le proporcione la seguridad suficiente para desarrollar una conducta.
Además de esta implicación es un método muy efectivo pues lo que se refuerza,
habitualmente, son conductas naturales del animal con lo que el aprendizaje será mucho
más sólido.
SHAPING (Moldeado)
Por ejemplo, se puede trabajar el caminar junto con el perro hacia el lado de una pared
para que camine recto; se pueden colocar sillas u otros obstáculos para lograr que nuestro
perro camine hacia atrás por el centro, agacharnos y guiar al perro para que pase por
debajo de nuestra pierna doblada para que se eche…
Vamos a ver ahora cómo haremos los comportamientos de adiestramiento de base, paso
a paso, pero primero vamos a ver las fases del adiestramiento, es decir, los criterios de los
que hablábamos para ir consolidando un comportamiento.
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Sin embargo, nosotros consideramos la obediencia básica como, tal y como se ha descrito,
el adiestramiento en comportamientos básicos de convivencia, y estos cinco no nos
parecen suficientes. Así, entenderemos que forman parte de la obediencia básica los
siguientes comportamientos:
Pero vamos paso a paso, para empezar a adiestrar, deberemos tener claros todos los pasos
que tenemos que realizar:
Enseñar un nuevo ejercicio es conseguir la conducta básica, lo haremos con alguna de las
técnicas de captura comentadas anteriormente.
2. Perfeccionar la conducta
En este segundo paso, se intenta pulir la conducta y que esta sea precisa y rápida.
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Decimos la orden verbal escogida → esperamos 2 segundos (el perro no sabe lo que
le pedimos ya que no conoce la palabra → realizamos la orden gestual (que sí
conoce) → el perro realiza la conducta = Click + premio
Para que la orden gestual no desaparezca, realizaremos alguna sesión en la que le pedimos
las dos órdenes indistintamente (la gestual y la verbal).
6. Introducir distracciones
Le pedimos la conducta al perro estando nosotros de lado, moviendo los brazos, con
la tele puesta como distracción, en la cocina, en una habitación donde normalmente 60
no entrenamos, etc.
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Le pedimos la conducta en la calle, primero en espacios conocidos para el perro y sin gente
ni perros que puedan distraerlo.
8. Introducir distracciones
Es el proceso llamado extinción del clicker. Pensad que clicker es igual a premio, por
lo que lo primero que tendremos que eliminar es el clicker, para pasar a
reforzadores secundarios, como una caricia o un “muy bien” (reforzador verbal)
Hasta esta fase, hemos usado siempre un programa de reforzamiento fijo, es decir,
cada vez que el perro realizaba una conducta, le clickábamos y le dábamos su
reforzador.
En esta fase ya empezamos a trabajar con los diferentes programas de
reforzamientos variables e intermitentes que hemos visto, para que el perro vaya
entendiendo que a veces habrá clicker y premio, a veces premio y a veces una
caricia o un reforzador verbal.
Esta etapa es una transición en la que empezamos a usar en la vida cotidiana todo lo que
se le ha enseñado en las sesiones de adiestramiento formal.
En esta etapa seguimos llevando a cabo sesiones formales de adiestramiento canino, pero
las combinamos con prácticas informales en situaciones cotidianas. También empezamos
a utilizar reforzadores de la vida cotidiana en lugar de comida y juguetes. Por ejemplo, antes
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de abrir la puerta para ir a pasear con tu perro, le pedimos que se siente, el premio en este
caso es abrir la puerta y salir.
Estas dos últimas fases son las que llamamos generalización de la conducta. El perro
deberá interiorizar la conducta aprendida y realizarla indistintamente del lugar y las
distracciones que tenga alrededor.
Es por ello que deberemos hacer una tabla para cada una de las conductas que vamos a
realizar y poder ir rellenando los avances, son hojas de registro.
Pero para hacerlas necesitamos saber todo sobre la conducta o comportamiento que
vamos a pedir:
Es importante empezar a pensar en lo que hacemos con los perros y para qué lo queremos,
no queremos robots, queremos perros equilibrados que nos acompañen en el día a día.
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Aprendizaje Canino - © AAS DISCAN
Una primera columna de criterios, en la que pondremos las diferentes fases del
adiestramiento que hemos visto.
Una segunda columna de niveles, en la que pondremos los diferentes pasos que haremos
para conseguir cada criterio.
Debemos tener en cuenta que para pasar de un criterio a otro deberemos conseguir una
tasa de respuestas positivas del 80%, es decir, de cada 10 veces que le pedimos a un perro
que se siente, si conseguimos 8, habremos conseguido el objetivo de ese criterio.
Por ejemplo:
Así, siempre, si el perro lo hace todo a la primera, haremos dos sesiones del mismo criterio:
- No llevar gafas de sol, ni gorras, gorros o bufandas que se caigan encima del perro.
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- Mantener una postura y tono de voz agradables (los perros no están sordos)
- Empezar a trabajar con él sin distracciones: sin móviles, sin teles, sin prisas, etc.
- Conocer al perro: saber si se está frustrando, conocer sus señales de estrés, etc.
- No llevarlo al límite, siempre es mejor terminar y dejar al perro con ganas de más.
Podemos empezar con una serie de 3 sesiones de 10 repeticiones cada una, dejando 1
minuto entre sesión y sesión.
Al terminar cada sesión, le podemos empezar a integrar al perro el conceto “fin” o “ya está”
o “terminamos” o la palabra que queráis. Para ello, cuando terminemos las 10 repeticiones
realizaremos un gesto con las manos indicando que terminamos, le diremos terminamos y
le tiraremos un par de premios al suelo.
Es importante tener el agua a disposición para que el perro pueda ir a beber siempre que
lo requiera.
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