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2022

Aprendizaje Canino
Aprendizaje Canino - © AAS DISCAN

Índice

1. Introducción
2. Psicología del aprendizaje
2.1.1 La conducta
2.1.1.1 La conducta innata
2.1.1.2 La conducta aprendida
2.1.2 Aprendizaje
2.1.2.1 Tipos de aprendizaje
2.1.2.2 Factores intervinientes en el aprendizaje
2.1.2.3 Condicionamiento clásico
2.1.2.4 Condicionamiento operante
2.1.3 Tipos de reforzadores y programas de reforzamiento
3. Adiestramiento amable vs adiestramiento aversivo
3.1.1 Metodología
3.1.2 El clicker
3.1.3 La planificación en el adiestramiento
3.1.4 Material para el adiestramiento
4. Técnicas de adiestramiento de base
4.1.1 Técnicas de captura de comportamiento
4.1.2 Fases del adiestramiento
4.1.3 Comportamientos de adiestramiento de base

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1.1 Introducción

En nuestro día a día, estamos constantemente comunicaándonos con nuestros perros, y


ellos con nosotros. De manera equivocada o no, pero lo hacemos.

Incluso les pedimos cosas que no les hemos enseñado antes creyendo que nos pueden
entender.

Esto es muy común en nuestros hogares, “mi perro sabe que va a la calle en cuanto cojo
las bolsitas de las cacas”, o “mi perro me entiende cuando le hablo, gira la cabeza”, o por
ejemplo “mi perro es muy listo, ha aprendido a sentarse solo”.

Bien, seguramente todas estas afirmaciones, en mayor o menor medida, son correctas, de
hecho, en todos esos casos se han dado procesos psicológicos que tienen nombre y
apellidos.

Así que en este módulo vamos a tratar la psicología del aprendizaje. ¿Cómo aprenden los
perros? ¿Cómo les enseñamos?

Es vital para nosotros, como educadores, conocer la terminología específica de los métodos
y técnicas que usamos, pero más importante es conocer de dónde vienen esos métodos,
qué teorías aplicamos y qué respuestas podemos esperar al aplicarlas.

Entramos en el mundo de la psicología del aprendizaje aplicada al entrenamiento animal y,


en concreto, aplicada al adiestramiento con perros.

¿Qué pasa si refuerzo una conducta? ¿Cuántas maneras de reforzar existen? ¿Qué pasa si
dejamos de reforzar? O, al contrario, ¿qué pasa si castigamos una conducta?

Os recomendamos leer con atención y hacer un listado de términos, porque al principio no


es fácil, pero cuando empecéis a querer explicar lo que hacéis, aprenderéis a usarla de
manera correcta.

Recordemos que todo lo que hacemos tiene un objetivo, pero en el caso de los animales,
el fin no justifica los medios, por eso debemos saber qué aplicar y cuando aplicarlo.

Este módulo nos dará la respuesta a cómo debemos hacer las cosas según el resultado que
queramos obtener, pero es sólo el principio. Son sólo teorías, básicas para poder avanzar
en el mundo del adiestramiento canino.

Por lo tanto, a lo largo de este módulo vamos a realizar una revisión de la ciencia que tiene
por objeto de estudio el comportamiento, aprendiendo a diferenciar entre los distintos
tipos que existen, las leyes que los determinan y los procedimientos y técnicas que se
derivan de estas y que conviene dominar primero en el plano teórico para después poder
intervenir con la mayor garantía posible.

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1.2 Psicología del aprendizaje

El aprendizaje es el proceso a través del cual se adquieren y desarrollan habilidades,


conocimientos, conductas y valores.

Si trasladamos este concepto al perro, obtenemos lo mismo, el aprendizaje sería el proceso


a través del cual el perro adquiere y desarrolla habilidades, conocimientos y conductas.
Evidentemente los valores como tal no los podemos trasladar.

¿Y qué puede aprender el perro? Pues lo que queramos enseñarle. ¿Cómo lo aprenden?
Eso es lo que vamos a ver ahora.

Lo primero que debemos tener claro es que los perros no razonan. Pueden llegar a adquirir
aprendizajes complejos, pero no a razonar. El razonamiento es el proceso intelectual y
lógico del pensamiento humano, por lo que no se lo podemos atribuir a los perros.

Cómo veremos, el aprendizaje canino se basa en la asociación, el condicionamiento. Y no


podemos perder de vista que cada perro es distinto y, por ende, también hay perros más
inteligentes que otros.

Sí, por supuesto, exista la inteligencia canina.

La inteligencia canina es la habilidad del perro de percibir información y retenerla como un


conocimiento para aplicarlo y resolver problemas.

Ahora sí, vamos a ver de qué estamos hablando.

1.2.1 La conducta

El estudio de la conducta es, como otros tantos, complejo. En la práctica profesional como
adiestradores nos encontraremos con infinidad de situaciones que requieren un abordaje
preciso del comportamiento humano y canino. Por eso, resulta imprescindible adquirir un
conocimiento básico acerca de las leyes que rigen la conducta para poder proporcionar un
servicio riguroso y de calidad, dejando el menor margen posible a la improvisación.
Entender esta complejidad sólo es posible si la analizamos a partir de elementos más
simples.

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El comportamiento puede dividirse fácilmente en dos bloques: por un lado, está la


conducta innata, aquella con la que se nace y que por tanto no es necesario adquirir, y, por
otro lado, tenemos la conducta aprendida, es decir, aquella que es necesario adquirir con
la experiencia porque no se encuentra en el repertorio del individuo cuando nace.

Podríamos clasificarla, atendiendo a los mismos parámetros, como los repertorios


conductuales que se han seleccionado en la historia filogenética (de la especie – conducta
innata) y los repertorios que se han seleccionado en la historia ontogenética (del individuo
– conducta aprendida).

A su vez, la conducta también se puede dividir en refleja y operante en función de si es


elicitada o emitida, respectivamente.

Se considera elicitada (o evocada) a toda aquella conducta que se realiza por la mera exposición a
un estímulo antecedente (por ejemplo, salivar en presencia de comida).

Se considera emitida a toda aquella conducta cuya probabilidad de aparición depende de las
consecuencias que obtuvo su ejecución en el pasado (por ejemplo, dar la pata tras un período de
entrenamiento).

La conducta innata es refleja, mientras que la conducta aprendida puede ser tanto refleja
como operante.

Así, decimos que una conducta es innata cuando:


- Está disponible al nacer
- Es refleja
- Es elicitada

Y la diferenciamos de una conducta aprendida cuando esta:


- Debe adquirirse
- Puede ser refleja u operante
- Puede ser elicitada o emitida

Tipo ¿Cómo distinguirla? ¿Por qué ocurre? ¿Cómo se realiza?

Conducta innata Está disponible al nacer Refleja Elicitada

Conducta aprendida Debe adquirirse Refleja / Operante Elicitada / Emitida

1.2.1.1 La conducta innata

Las respuestas que son elicitadas de manera innata ante ciertos estímulos reciben el
nombre de Respuesta Incondicionada (RI).

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Los estímulos que las provocan, Estímulos Incondicionados (EI).

En este punto debemos hablar de la importancia adaptativa.

A lo largo de la historia de una especie, es decir, de su filogenia, existen determinados


rasgos físicos que se van seleccionando y traspasándose generación tras generación. Lo
mismo ocurre a nivel conductual.
Por una cuestión de relevancia biológica, se seleccionan aquellas conductas que resultan
más provechosas en términos adaptativos y que por tanto contribuyen a la perpetuación
de la especie. Así, determinados estímulos acaban adquiriendo propiedades elicitadoras
que evocan respuestas incondicionadas concretas por parte del organismo de manera
innata.

Veamos un par de ejemplos que ponen de relieve el valor adaptativo de la conducta innata:

El hecho de que un organismo pueda huir ante la presencia de un ruido fuerte sin necesidad
de aprenderlo puede permitirle escapar del ataque de un depredador o de muchos otros
peligros. Si tuviera que aprender a hacerlo, las consecuencias podrían resultar fatales para
él y a la larga, acabar con la especie.
Podemos mencionar también el hecho de que un cachorro o un bebé se benefician
enormemente de su reflejo innato de succión, ya que, si no dispusieran de él, no podrían
alimentarse en su primera etapa del desarrollo.

Ya hemos comentado lo que son los reflejos innatos. Sin embargo, existe un tipo particular
de conducta innata que no se considera refleja como las demás ya que no es elicitada por
ningún EI (estímulo incondicionado).

Se trata de las pautas de acción fijas (PAF), conductas innatas que aparecen en
determinadas situaciones (estímulos desencadenadores innatos) cuya diferencia
fundamental con los reflejos es de carácter topográfico (la manera en la que se ejecutan).
Suelen ser conductas motoras estereotipadas, muy ritualizadas, formadas por pequeños
componentes y que además tienen la particularidad de que en el momento en que se
inician no se pueden detener hasta que acaban. Un ejemplo muy característico lo tenemos
en los propios perros cuando escarban en la tierra antes y después de hacer sus
necesidades, en los movimientos de cortejo en aves, en conductas de incubación e incluso
en determinadas posturas de amenaza y ataque.
Por otra parte, cabe destacar que quizás una de las mayores ventajas que un organismo
puede tener de manera innata sea la posibilidad de variar. Los organismos no necesitamos
aprender para actuar de maneras diferentes, nuestro código genético contempla la
posibilidad de que podamos variar nuestro comportamiento en ausencia de estímulos que
controlan una conducta en particular.
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Esto es un mecanismo conductual de gran relevancia adaptativa, porque actuar sin haber
aprendido, paradójicamente, nos permite aprender.

La filogenia se encarga de que esto sea posible ya que, de este modo, se van seleccionando
las diferentes formas de comportamiento en la ontogenia, es decir, a lo largo de la vida de
un individuo, lo cual le permite adaptarse al ambiente cambiante que le toca vivir y no
necesariamente estar limitado por las características invariables del mismo. De forma
innata, aprendemos.

1.2.1.2 La conducta aprendida

Toda conducta que no está incluida en el repertorio innato de un organismo al nacer, debe
ser aprendida para poder ejecutarse de manera estable.

Como ya hemos dicho, dentro de las conductas aprendidas hay conducta refleja y conducta
operante.

La Respuesta Condicionada (RC), también llamada reflejo condicionado, es toda aquella


conducta refleja (elicitada) que se ha aprendido. Tiene la particularidad de ser muy
parecida a la RI (respuesta incondicionada), siendo en algunos casos prácticamente
indistinguibles.

El estímulo que la elicita recibe el nombre de Estímulo Condicionado (EC) y el mecanismo


que posibilita su aprendizaje es el Condicionamiento Clásico, del que hablaremos en
apartados siguientes.

La Respuesta Operante (RO) es siempre una conducta aprendida. La probabilidad de su


emisión depende de las consecuencias que tuvo su realización en el pasado y el mecanismo
de aprendizaje que posibilita su existencia es el Condicionamiento Operante, del que
también hablaremos luego.

EI = Estímulo Incondicionado EC = Estímulo Condicionado

RI = Respuesta Incondicionada RC = Respuesta Condicionada

En esta ocasión, al hablar de la importancia adaptativa, debemos tener en cuenta que el


mecanismo de variabilidad conductual unido al ambiente de carácter cambiante en el que
los organismos vivimos, hace posible que podamos aprender nuevos comportamientos de
distintas formas.

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Gracias a ello, somos sensibles a la relación entre los distintos eventos que ocurren a
nuestro alrededor y además podemos cambiar una parte de nuestro entorno a la vez que
él nos va cambiando a nosotros.

Esto nos permite, entre otras cosas, atender a señales que indican peligro, o que indican
que podemos estar tranquilos y seguros. Señales, por supuesto, que en el momento en que
nacemos no tenían ningún significado. Además, muchos de los comportamientos que
llevamos a cabo son el fruto de una selección entre todos los que hemos ido probando.

Un proceso, claro está, que selecciona conductas en función de lo más o menos ventajoso
que pueda resultar para nosotros su ejecución. Si solo fuésemos capaces de responder a
los aspectos invariantes del ambiente, nuestra especie (y la de los perros) no podría
adaptarse a las exigencias del medio y nuestra supervivencia se podría ver comprometida.

1.2.2 Aprendizaje canino

Hemos visto una definición bastante ampllia de aprendizaje, pero lo cierto es que,
actualmente, no existe una definición de aprendizaje universalmente aceptada y
consensuada. No obstante, existen muchas que, si se analizan, ayudan a distinguir el
aprendizaje de otras formas de variación conductual sin contradecir al resto de
definiciones.

Tomemos la siguiente como ejemplo:

“El aprendizaje es un cambio duradero en los mecanismos de conducta que implica


estímulos y/o respuestas específicas y que es el resultado de la experiencia previa con esos
estímulos y respuestas o con otros similares”. (Domjan, 2000).

En la definición puede apreciarse claramente como se distingue el aprendizaje de la mera


ejecución.

Siempre que hay aprendizaje, lo sabremos gracias a la ejecución, pero no siempre que haya
ejecución tiene por qué haber aprendizaje.

Debemos distinguir los cambios permanentes o estables en la ejecución de la conducta


como resultado del aprendizaje de otras formas de cambio como pueden ser la fatiga, los
cambios repentinos de contexto, las alteraciones del estado motivacional (hambre, sed,
etc) o la simple maduración.

Otra manera de verlo podría ser la siguiente: para que una determinada conducta llegue a
caer bajo el control de un estímulo específico, es decir, aparezca sólo (y siempre) en
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determinadas situaciones, es necesario que se den ciertas condiciones. A estas condiciones


las denominamos procedimientos de aprendizaje (o condicionamiento) y al resultado:
Aprendizaje.

En el siguiente punto veremos los tipos de aprendizaje que pueden tener lugar, pudiendo
considerarse que solo las conductas que cambien como resultado de la experiencia con
ellos pueden ser consideradas aprendidas.

Por último, es conveniente recordar que no sólo se aprenden nuevas conductas, sino que
también se puede aprender a dejar de realizar una que ya se encontraba en el repertorio o
a realizarla en contextos diferentes.

1.2.2.1 Tipos de aprendizaje

El aprendizaje puede dividirse en tres mecanismos:

- Aprendizaje Uniestimular
- Condicionamiento Clásico
- Condicionamiento Operante

El aprendizaje uniestimular consiste en un cambio estable en una conducta refleja como


consecuencia de la presentación repetida de un estímulo incondicionado. Está compuesto
por dos subtipos, que forman los extremos de un continuo: habituación y sensibilización.

El efecto de habituación consiste en la disminución de la tendencia a responder provocada


por la presentación repetida de un estímulo incondicionado de baja intensidad. Es poco
generalizable a otros estímulos y provoca una disminución duradera de la respuesta.

Por ejemplo, habituamos a un perro a un miedo específico, como puede ser un


container.

El container sería el estímulo de baja intensidad (no es impredecible, no hace ruido,


pero por lo que sea, es un estímulo que le da miedo al perro) y, poco a poco,
pasamos por al lado cada día, hasta que el perro se habitúa a verlo ahí.

El efecto de sensibilización es el incremento en la tendencia a responder provocado por la


presentación repetida de un estímulo incondicionado de alta intensidad. Es muy
generalizable a otros estímulos y provoca un aumento poco duradero de la respuesta.

Por ejemplo, un perro que tiene miedo a los ruidos fuertes, puede generalizar a otro
tipo de ruidos por ese efecto de sensibilización.
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También puede observarse habituación a estímulos intensos (tortura) y sensibilización a


estímulos débiles (el ruido del frigorífico). Aunque no está muy claro qué produce una cosa
u otra, parece que hay algún factor que puede resultar determinante, como el tiempo de
exposición o la relevancia biológica, por ejemplo.

Ambos fenómenos resultan de gran interés para la investigación en psicología del


aprendizaje, tanto para los estudios de condicionamiento clásico como para los de
condicionamiento operante. Además, tienen un valor adaptativo crucial para los
organismos, ya que permiten focalizar y organizar la conducta en función de la relevancia
que tienen los estímulos a los que estamos continuamente expuestos.

Estos fenómenos, además, están muy relacionados con lo que comúnmente se entiende
por “atención”. Este aspecto es crucial en el aprendizaje, ya que para poder condicionar
una conducta ante un estímulo (ya sea refleja u operante) es necesario que dicho estímulo
funcione como tal (que estimule al sujeto), es decir, que el sujeto le preste atención.

El condicionamiento clásico consiste en el cambio de nuestra reacción refleja ante


un estímulo inicialmente neutro debido a su emparejamiento con otro que ya
provocaba esa reacción. Por tanto, lo que se aprende es a responder ante
determinados estímulos, no una nueva respuesta.

El condicionamiento operante es el proceso de aprendizaje que permite emitir


nuevas conductas y dejar de emitir otras ante determinados estímulos en función
de las consecuencias que se obtuvieron al hacerlo en el pasado.

Más adelante veremos cada uno de ellos con detenimiento.

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1.2.2.2 Factores intervinientes en el aprendizaje

En el aprendizaje intervienen varios factores, pero algunos de ellos son de relevante


importancia para el aprendizaje canino, son:
- La motivación
- El control por el estímulo antecedente
- La privación y la saciedad

El término “motivación” suele emplearse en la psicología popular de una forma bastante


imprecisa.

Para el tema que nos ocupa es conveniente operativizar el término (definirlo de forma que
pueda medirse y/o emplearse), ya que se trata de una variable interviniente de gran
importancia.

En el trabajo experimental con animales la motivación suele equipararse casi siempre al


nivel de privación con respecto a un estímulo incondicionado, generalmente comida.
Consideraremos que el animal está más motivado para realizar un estudio cuanto más
privado esté con respecto al reforzador a cambio del cual vaya a trabajar.

No obstante, la motivación no es sólo eso, sino que implica el hecho de tener un motivo
para hacer algo. Además de crear las condiciones adecuadas aumentando el nivel de
privación, también debemos añadir elementos (coloquialmente conocidos como señales)
que motiven al animal a actuar. Estas señales pueden ser un EI, un EC, o un Ed (estímulo
discriminativo).

NOTA:

A partir de este punto, cada vez que leas EI, deberéis leer Estímulo Incondicionado;
cuando leas EC, deberás leer Estímulo Condicionado y cada vez que leas Ed, deberás
leer Estímulo discriminativo.

Aplica esto también para el resto de abreviaturas:

CC para Condicionamiento Clásico, CO para Condicionamiento Operante, etc.

Como decíamos, el término “motivar” suele emplearse de manera poco clara. Cuando
motivamos a un perro para que aprenda un comportamiento, no nos referimos a cambiar
su “estado interno”, como suele sugerirse en muchas ocasiones.

La motivación hace referencia a que le proporcionamos al animal un motivo en ausencia


del cual la conducta objetivo no tendría lugar.

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Para ello debemos acudir al concepto de control por el estímulo antecedente.

Hacemos alusión a este concepto para referirnos al hecho de que la aparición de estos
estímulos son los que controlan la conducta del perro en todo momento. No tiene mucho
sentido decir que la comida controla una conducta antes de haberse presentado. La causa
siempre va primero y el efecto después.

Lo que controla la conducta, y por tanto el motivo de que esta se produzca, será siempre
la aparición de algún estímulo y la historia de aprendizaje del sujeto. En función de que la
conducta sea refleja u operante, el estímulo en cuestión será un EI o un EC (refleja) o un Ed
(operante).

Como su propio nombre indica, el estímulo antecedente siempre aparece antes que la
conducta. Por eso, la motivación en términos de control por el estímulo antecedente
consiste en aplicar los estímulos correspondientes en el momento adecuado para que una
conducta tenga lugar.

Por último, tenemos la privación y la saciedad, que son los dos extremos de un continuo.
Se está más privado con respecto a un reforzador cuanto más tiempo pase desde la última
vez que se obtuvo y se está más saciado cuanto más frecuentemente se obtenga.

Es decir, cuanto más tiempo pase en darle un premio (reforzador) al perro, más
privado estará el perro de obtener el premio.

Cuantas más veces le demos un premio al perro, más saciado estará de ese premio.

En el caso de la comida, el nivel de motivación en estos términos se puede medir fácilmente


restringiendo el acceso a la misma.

En la investigación básica de laboratorio se suele mantener a los animales (ratas, ratones y


palomas fundamentalmente) en torno al 80-85% de su peso ad libitum, siendo el peso ad
libitum el peso medio que alcanzan en condiciones de libre acceso a la comida.

En el caso particular de los perros, existen infinidad de reforzadores que podemos utilizar
para trabajar con ellos, siendo algunos primarios y otros secundarios (veremos esta
diferenciación más adelante).

Aunque alguno de ellos, como la atención social y el afecto no son tan sencillos de medir,
sí debemos saber que cuanto más frecuentemente reforcemos al perro con ellos, más
saciados están.

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Una de las claves para conseguir un óptimo nivel de motivación en nuestro perro en este
sentido sería encontrar el equilibrio entre no proporcionar constantemente el mismo
reforzador ni tampoco pasar mucho tiempo sin hacerlo. Si hacemos lo primero, el perro
estará saciado y menos motivado para trabajar a cambio de ello. Si hacemos lo segundo,
nos podemos encontrar con algunos problemas en las sesiones de trabajo por tener una
motivación demasiado alta.

1.2.2.3 Condicionamiento clásico

Hacia finales del siglo XIX, el fisiólogo ruso Ivan P. Pavlov descubrió el fenómeno conocido
como condicionamiento clásico y sentó las bases para el estudio sistemático del mismo.
Esta es la razón por la que al condicionamiento clásico también se le llama “pavloviano”.

Pavlov se encontraba extendiendo los estudios de Edwin B. Twitmyer sobre el proceso de


digestión en perros cuando se dio cuenta de que las secreciones gástricas que estos
realizaban ante la presencia de comida, también se producían ante la mera presencia de la
persona que les alimentaba.

Las denominó “secreciones psíquicas” y estableció la distinción entre reflejos innatos y


aprendidos, considerando estos últimos de gran importancia para estudiar el
funcionamiento cerebral.

El experimento típico de Pavlov consistió en la presentación de un estímulo que


inicialmente era neutro (EN), es decir, que no elicitaba ninguna respuesta, seguida de un
estímulo incondicionado (EI). Pavlov solía utilizar como EN un tono y como EI comida. Tras
sucesivos emparejamientos EN-EI, el tono acabó elicitando por sí mismo la salivación que
elicitaba la presencia de la comida, por eso se le pasa a denominar estímulo condicionado
(EC). A la respuesta que elicita se la denomina respuesta condicionada (RC).

Como curiosidad podemos decir que, pese a que siempre se habla de la campana de
Pavlov, en ninguno de sus estudios se describe la campana como tal, sino un sonido,
un tono, sin más.

Nadie sabe de dónde ha salido la campana. Se habla de un metrónomo.

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El experimento vendría a ser algo así:

Antes del condicionamiento

Respuesta
Comida Salivación
Estímulo incondicionado Respuesta incondicionada

Respuesta

Sonido (metrónomo) No hay salivación


Estímulo neutro Respuesta no condicionada

Durante del condicionamiento

Respuesta

Sonido Comida Salivación

Respuesta incondicionada

Después del condicionamiento

Respuesta

Sonido Salivación
Estímulo condicionado Respuesta condicionada

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El descubrimiento de Pavlov supuso un antes y un después en la historia de la psicología. A


partir de él, los reflejos condicionados han sido estudiados exhaustivamente y, hoy en día,
más de un siglo después, se siguen produciendo avances en este sentido. Algunos ejemplos
relevantes son: el condicionamiento del parpadeo, el condicionamiento del miedo y otras
respuestas emocionales, el aprendizaje de aversión al sabor, etc.

El condicionamiento clásico no sólo ha constituido por si mismo una fuente de


conocimiento, sino que ha contribuido a que se avance también en otras líneas.

Por ejemplo, gracias a la aplicación de los principios pavlovianos, se pudo desarrollar el


procedimiento experimental del seguimiento del signo, también llamado auto
moldeamiento.

En este procedimiento se aprovecha que los animales tienden a aproximarse a los


estímulos que señalan la aparición de comida, lo cual permite que puedan responder a
teclas o palancas que se iluminan (para palomas y ratas, respectivamente) y que se
emparejan con la comida. Así se consigue que el animal muestre un comportamiento que
antes no mostraba para poder exponerle a los programas de reforzamiento y condiciones
experimentales pertinentes. Veremos todo esto en el apartado dedicado al
condicionamiento operante.

En la actualidad existe una gran variedad de ámbitos de aplicación que se ven beneficiados
del estudio sistemático del condicionamiento clásico:

Si nos referimos al mundo exclusivamente humano, nos encontramos con ejemplos


aplicados en la psicología del trabajo y de las organizaciones (publicidad, marketing, etc.),
o en la psicología clínica (tratamiento de adicciones, fobias, crisis de ansiedad, etc.).

Si nos referimos al mundo canino, veremos que en prácticamente la totalidad de los casos
de problemas de comportamiento hay que implicar un adecuado uso del condicionamiento
clásico (por ejemplo, casos de miedos, ansiedad, agresividad, sobreexcitación, etc.).

Vamos a revisar ahora las principales variables que intervienen en el proceso del
condicionamiento clásico. Se trata de aquellos factores que facilitan o dificultan que el
condicionamiento tenga lugar, por lo que es muy importante tenerlos en cuenta. Un
adecuado análisis de estas variables puede, en muchas ocasiones, permitirnos solucionar
determinados casos en los que parece que no se avanza todo lo deprisa que se debería.

Contingencia, contigüidad y proactividad


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El término contingencia hace referencia a la probabilidad de que un evento ocurra


dependiendo de si ha tenido lugar otro. En el caso del condicionamiento clásico, decimos
que la comida es contingente al sonido si la comida sólo aparece después de que lo haga el
sonido. Si no se presenta el sonido, tampoco lo hace la comida.

En función de la probabilidad con la que uno de los eventos conduzca al otro, podrán existir
distintos grados de contingencia. Cuanto mayor sea la contingencia entre dos eventos,
mayor será el grado de condicionamiento que se produzca.

El término contigüidad se refiere a la distancia espacio-temporal que separa la aparición


de dos eventos.

A mayor contigüidad, es decir, cuanta más proximidad espacio-temporal exista entre el EC


y el EI, mayor grado de condicionamiento obtendremos.

Así, podemos decir que cuanta más contingencia y más contigüidad


exista entre el estímulo condicionado y el estímulo incondicionado, más
probable será que se dé el condicionamiento.

Nos encontramos con cuatro tipos básicos de procedimientos clásicos en función de la


relación de contigüidad que mantienen el EC y el EI. Son el condicionamiento de demora,
de huella, simultáneo y hacia atrás (también llamado retroactivo):

- El condicionamiento de demora es aquél en el que el EC aparece antes que el EI,


pero se retira estando este último presente.
Puede ser de demora corta o de demora larga, dependiendo de cuando tiempo está
presente el EC hasta que aparece el EI.
- El condicionamiento de huella es igual que el anterior, con la diferencia de que el
EC se retira antes de que aparezca el EI.
- El condicionamiento simultáneo es aquél en el que el EC y el EI se presentan y
retiran al mismo tiempo.
- El condicionamiento hacia atrás es todo aquél en el que el EI se presenta primero y
el EC después.
En este último, la función que adquiere el EC es la inversa a la que adquiriría en
cualquiera de los otros 3 procedimientos.

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De demora: EC

EI

De huella: EC

EI

Simultáneo: EC

EI

Hacia atrás: EC

EI

El término proactividad se refiere a que el EC ocurra antes que el EI. En el caso del
condicionamiento hacia atrás, lo que sucede es lo contrario, por eso se le llama retroactivo.

En un procedimiento estándar de condicionamiento clásico, el EC adquiere capacidad


elicitadora dado que el EI se presenta después.

Sin embargo, si primero presentamos el EI y luego el EC, difícilmente vamos a obtener una
RC ya que lo que el EC señala es la desaparición del EI en lugar de su aparición.

En el proceso del condicionamiento, debemos también tener en cuenta la relevancia


biológica.

Las reacciones biológicas y fisiológicas derivadas de la estimulación se relacionan con la


intensidad del estímulo. Por eso la RC es más fuerte cuanto más intenso sea el EC que la
elicita.

Además, no todos los estímulos son igual de condicionables.

La condicionabilidad de un estímulo inicialmente neutro, depende en gran medida del


grado de pertinencia/relevancia que mantiene con respecto al EI con el que se va a
emparejar.

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Si tomamos como ejemplo un EI aversivo muy relevante para todos los animales, el veneno,
podemos observar cómo los EC que se condicionan más fácilmente con él son los de tipo
gustativo.

Es mucho más adaptativo que se condicione aversión al sabor provocada por veneno antes
que a un estímulo visual, porque es muy probable que la causa de un envenenamiento haya
sido algo que se ha ingerido y no algo que se ha visto.

Por eso algunos estímulos tienen más facilidad que otros para señalar la aparición de
determinados EI.

Otro ejemplo, esta vez con un EI apetitivo: las palomas asocian mucho más fácilmente las
claves visuales que las auditivas con la comida. La vista de las palomas está enormemente
desarrollada y esto les permite encontrar alimento con mayor facilidad. No es de extrañar
que las señales que les indican la posible aparición de comida sean de tipo visual.

Sin embargo, para un EI aversivo, les resultan más condicionables los EC de tipo auditivo,
ya que señalan con mayor probabilidad la aparición de peligros.

En humanos también hay ejemplos. Se ha demostrado que se asocian con mayor facilidad
las fotografías de serpientes y arañas con una descarga eléctrica en comparación con
fotografías de flores y casas.

Otros aspectos que debemos tener en cuenta durante el condicionamiento son la salencia
y el ensombrecimiento.

El término saliencia se corresponde con la significación, relevancia o perceptibilidad que


tenga un estímulo para un individuo en un momento dado.

Factores como la intensidad del estímulo, su posición, el momento en el que aparece, el


resto de estímulos que estén presentes o las necesidades del organismo con respecto al
mismo, determinan el grado de saliencia.

Se asume que el aprendizaje tendrá lugar más rápidamente si se utilizan estímulos más
salientes.

Nos encontramos con un fenómeno de gran interés cuando hablamos de saliencia: el


ensombrecimiento.

El ensombrecimiento es un proceso de condicionamiento en el que se utiliza un compuesto


estimular (dos o más estímulos) que se empareja con un EI.

Si uno de los estímulos que forman el compuesto es más saliente que el otro, interferirá
sobre este (lo ensombrecerá).

Esto significa que el estímulo ensombrecido tendrá dificultades para poder ser
condicionado.
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Teniendo en cuenta este fenómeno tan sencillo, podemos resolver muchas dificultades
prácticas que nos puedan surgir.

Esto es importante ya que, como se ha podido ver, la fuerza asociativa de un EC no


depende exclusivamente de su relación con el EI, sino también del resto de estímulos
presentes y que pueden estar formando un compuesto.

Y, ¿qué pasa con la historia previa del individuo?

La historia previa que un individuo haya tenido resulta determinante en aprendizajes


posteriores.

Hay que tener en cuenta que los estímulos novedosos suelen llamar más la atención que
aquellos con los que ya se ha tenido experiencia, aunque sea de mera exposición a ellos.
Aquí nos encontramos con dos fenómenos muy robustos y relevantes que pueden dificultar
el aprendizaje de tipo respondiente en algunos casos.

El bloqueo es un fenómeno que aparece cuando se empareja un compuesto estimular con


un EI y uno de los componentes ya lo hizo por separado con el mismo EI previamente. El
resultado es que el estímulo que no fue emparejado antes es bloqueado por el que sí lo
hizo y, por tanto, no se condiciona, o al menos tiene muchas dificultades para hacerlo,
provocando un retraso en el aprendizaje.

Por ejemplo, condicionamos a nuestro perro a que cada vez que cogemos su plato le
ponemos comida (salivará en presencia del plato) y cuando ya lo hemos conseguido, a
la vez que le ponemos el plato le decimos “a comer”. Si posteriormente le decimos “a
comer”, pero no le ponemos el plato, el perro no salivará. Serán necesarios más ensayos
para que lo haga si lo comparamos con que se lo hubiéramos dicho siempre.

La inhibición latente (también llamada efecto de preexposición al EC) es un fenómeno que


ocurre cuando el sujeto es expuesto al EC aislado (sin emparejar con el EI) antes del
condicionamiento.

Si por ejemplo exponemos a nuestro perro al sonido de un clicker (en el siguiente


módulo veremos qué es) sin que después aparezca comida, cuando queramos
condicionar la aparición de esta al sonido del clicker, observaremos un retraso en el
aprendizaje.

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Ambos fenómenos son procesos muy adaptativos que se dan en la naturaleza ya que
permiten prestar atención a la estimulación más relevante y descartar selectivamente
aquella que parece no aportar información. Sin embargo, a la hora de trabajar con perros,
hay que tener en cuenta que nuestra propia conducta puede contribuir al retraso en su
aprendizaje si no manejamos con cuidado estas variables.

Otro fenómeno relacionado con la historia de aprendizaje es el conocido como


supercondicionamiento. Ocurre en aquellos casos en los que está presente un compuesto
estimular.

Consiste en un aumento en el condicionamiento de uno de los estímulos como


consecuencia de la exposición a ensayos intercalados del otro estímulo sin ir seguido del
EI.

Por ejemplo, si emparejamos el compuesto luz + tono a comida y presentamos ensayos


intercalados del tono sin ir seguido de nada, observaremos un aumento en la fuerza
de la luz como EC.

Los procedimientos también son importantes.


Cuando nos referimos al condicionamiento clásico, hablamos de una contingencia mínima
de dos términos, es decir, es necesario que haya dos o más estímulos que entren en juego
para que se produzca un condicionamiento.
En función de la relación que mantengan EC y EI, la contingencia entre ambos podrá ser
positiva (condicionamiento excitatorio) o negativa (condicionamiento inhibitorio).
En la primera, el EC señala la aparición del EI. En la segunda, el EC señala la omisión del EI.

Condicionamiento excitatorio: EC → EI
Condicionamiento inhibitorio: EC → NO EI

Así quedaría la tabla resumen de contingencias:

La aparición del EC da lugar a Aparece EI Desaparece EI

El apetitivo EC excitatorio apetitivo EC inhibitorio apetitivo

El aversivo EC excitatorio aversivo EC inhibitorio aversivo

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Los EC excitatorios también se expresan como EC+


Los EC inhibitorios también se expresan como EC-

También es importante conocer que todo condicionamiento clásico realizado puede


eliminarse mediante la extinción.

Los reflejos condicionados se extinguen (dejan de producirse) si el estímulo que los elicita
deja de emparejarse con el EI en cuestión.

Antes de hablar del condicionamiento operante, debemos conocer dos fenómenos


interesantes que se dan con el condicionamiento clásico.

El primero es la adquisición de fobias.

Los organismos podemos desarrollar una reacción emocional de miedo ante algún estímulo
que de manera innata no desarrollábamos, es decir, estamos hablando de un miedo
aprendido.

Esta respuesta de miedo se puede manifestar de muchas maneras, siendo las más
frecuentes: la huida, el ataque y quedarse quieto.

Las tres conductas a las que nos hemos referidos son respuestas innatas.

Si observamos que estas respuestas se producen ante un estímulo que no las provocaba de
manera innata, entonces podremos deducir que han sido aprendidas. Y tal y como hemos
visto, el condicionamiento clásico explica la manera en que esto ocurre.

Es frecuente observar casos en los que se pierde un tiempo valiosísimo intentando eliminar
las conductas miedosas, pero si tenemos en cuenta las leyes del comportamiento, veremos
que se puede prescindir de castigos innecesarios simplemente cambiando la función del
EC, pudiendo realizar dos cosas:

- Emparejar aquello que da miedo con cosas agradables para el perro (lo que
conocemos como contra condicionamiento)
- Presentando aquello que da miedo repetidamente, de forma aislada y a la distancia
e intensidad adecuadas (extinción).

No debemos confundir la extinción (que se produce ante el EC)


con la habituación (que se produce ante el EI).

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El segundo fenómeno es la creación de reforzadores secundarios.

Aunque veremos más en profundidad el concepto de reforzamiento más adelante, vamos


a comentar otro caso de especial interés con respecto al condicionamiento clásico: la
creación de reforzadores secundarios.

Un EI apetitivo es cualquier estímulo que de manera innata resulta agradable. El ejemplo


más representativo es la comida.

Esto no sólo quiere decir que por si misma elicite una respuesta de salivación en el perro,
sino que también evoca respuestas emocionales de alegría. Se trata de distintas topografías
de la misma respuesta.

Si, mediante condicionamiento clásico, emparejamos un estímulo neutro cualquiera, como


el sonido de un clicker (o un sonido cualquiera), con la aparición del EI apetitivo (la comida),
al final el simple sonido del clicker acabará elicitando una RC en nuestro perro, que como
acabamos de ver no va a ser únicamente la salivación, sino que también será una RC
emocional de alegría.

Esto es muy importante, ya que significa que a través del condicionamiento clásico
podemos obtener muchas cosas que motiven y agraden a nuestro perro si las emparejamos
adecuadamente con la aparición de comida, agua, juguetes, afecto, etc.

Habrá que asegurarse, eso sí, de que los nuevos EC que “fabriquemos” sigan cumpliendo
su función.

Si nos limitamos a reforzar a nuestro perro con ellos, pero nunca más vuelven a ir seguidos
de comida, agua, afecto o lo que corresponda, se acabarán extinguiendo y dejarán de
servirnos hasta que los condicionemos de nuevo.

1.2.2.4 Condicionamiento operante

Pocos años después de que Pavlov descubriese los reflejos condicionados, un psicólogo de
finales del s. XIX – principios del s., Edward Lee Thorndike, sentó las bases del estudio
sistemático del condicionamiento instrumental (operante).

A diferencia de los hallazgos de Pavlov, Thorndike no “descubrió” nada.

Los procedimientos de condicionamiento operante llevaban muchos años siendo


empleados por domadores de animales, pero sí es cierto que fue él quien permitió que esto
pudiese estudiarse de forma científica en condiciones controladas.
El famoso experimento de Thorndike (1898) surgió por su interés en estudiar la inteligencia
en animales no humanos. Consistía en introducir a un gato en lo que él denominó “la caja
problema”.
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Fuente: nicepng.com

La “caja problema” era una caja con barrotes de madera que tenía una puerta en uno de
los laterales la cual se podía abrir si se manipulaba un pestillo que había en la parte interna.

Thorndike colocaba comida fuera, junto a la caja, e introducía dentro al animal.

El gato comenzaba a dar golpes por todos lados, de modo aparentemente aleatorio, hasta
que finalmente conseguía desplazar el pestillo y salir de la caja, accediendo de esta forma
a la comida.

Una vez lo había conseguido, se le volvía a introducir en la caja, y así sucesivamente.

Lo que Thorndike observó fue que a medida que pasaban los ensayos, los gatos iban
necesitando menos tiempo para abrir la puerta (alguno de los gatos tardó casi 3 minutos
en el primer ensayo y terminó tardando 10 segundos tras sucesivos intentos).

A raíz de sus experimentos, Thorndike formuló la conocida como ley del efecto:

“Entre varias respuestas dadas a una misma situación se conectarán a ella con mayor
firmeza las que vengan acompañadas o seguidas de inmediato por la satisfacción del22
animal...” (Thorndike, 1911, pág. 244)
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Básicamente la ley del efecto, en un primer momento decía:

“Toda conducta reforzada tenderá a repetirse y toda conducta castigada tenderá a


eliminarse”

Más tarde, observó un fallo en su postulado y publicó la versión truncada de la ley del
efecto, por la que:

“Toda conducta reforzada tenderá a repetirse y toda conducta castigada tenderá a


eliminarse y/o a derivarse hacia otra”

Esta definición aún es de carácter E-R (Estímulo-Respuesta).

En un principio este tipo de aprendizaje recibió el nombre de condicionamiento


instrumental porque se entendía la conducta como un instrumento para conseguir comida.
Por eso este término acabó implicando un componente teleológico (hacer las cosas “para
algo” y no “por algo”) y fue Burrhus Frederic Skinner quien lo redefinió años más tarde,
acuñando el término “condicionamiento operante”.

Skinner sistematizó aún más el estudio de este tipo de conductas mediante la definición de
la unidad de medida precisa que se iba a utilizar: la operante.

Este nuevo término rompe con el anterior ya que la conducta deja de considerarse un
instrumento, para pasar a entenderse como algo que opera en el ambiente y de esta forma,
lo modifica.

Para el estudio de la operante, Skinner se sirvió de la conocida como “Caja de Skinner”, la


cual sigue utilizándose hoy en día en los laboratorios de conducta animal, pudiendo estar
adaptadas para roedores o para palomas.

En el famoso experimento, realizado en 1948, Skinner utilizó ocho palomas hambrientas.


Una vez en la caja, las palomas disponían de comida a intervalos regulares con
independencia de la respuesta que emitieran. No obstante, en este experimento se
observó que todas las palomas adoptaron un condicionamiento evidente, lo que constituyó
un aspecto importante de este experimento.

Por ejemplo, una de las palomas aprendió a dar vueltas en sentido contrario a las agujas
del reloj alrededor de la caja, otra paloma pegaba su cabeza a una de las esquinas
superiores de un modo muy característico y una tercera desarrolló la respuesta de sacudir
la cabeza.

La explicación que ofreció Skinner sobre este fenómeno apelaba al reforzador recibido:
entendió que cualquiera que fuese la respuesta que el sujeto acababa de realizar justo

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antes de la administración de la comida (la recompensa) resultaría reforzada al recibir la


recompensa.

Fuente: Monografías

Podemos decir que las cajas de Skinner son cajas diseñadas para que animales en el
transcurso de un experimento pulsaran una palanca o un botón que abría un
compartimento de donde salía una bola de comida.

El animal (ya hemos dicho que trabajó con palomas y ratas de laboratorio en su mayoría)
aprendía un comportamiento o condición por mediación de un estímulo, en este caso la
comida.

En el caso de la rata, esta aprendía que cada vez que pulsaba la palanquita de marras,
obtenía una bola de comida, sin importar las veces que le diera. Luego Skinner y sus
discípulos le iban complicando la vida al animal cambiando la palanca por un botón, o
cambiando las frecuencias en las que recibía la comida.

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Fuente: Psicoactiva

Skinner planteó la conocida como Ley del refuerzo, que cambia la manera de
conceptualizar lo que ocurría en los experimentos de Thorndike.

La ley del refuerzo postula que toda conducta cuando es reforzada aumenta la probabilidad
de emisión en el futuro ante situaciones parecidas, mientras que dicha probabilidad
disminuye cuando la conducta es castigada o no es reforzada.

De esta forma, la explicación no consiste en una visión asociacionista E-R si no que figura
en términos de probabilidad.

Skinner, a diferencia de lo que se cree, y como él mismo llegó a decir en varias ocasiones,
no era un psicólogo E-R. Tampoco era un psicólogo E-E (como sí eran Pavlov o Tolman, por
ejemplo).

Skinner defendía una aproximación seleccionista al estudio de la conducta operante,


estableciendo, de este modo, un paralelismo entre la selección natural (a nivel filogenético)
y la selección por las consecuencias (a nivel ontogenético) en cuanto a la manera de
funcionar de ambos mecanismos (a través de los principios de variación y selección).

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Contrariamente a lo que ocurría con el condicionamiento clásico, el condicionamiento


operante contempla una contingencia mínima de tres términos:

Ed → R → Er

“Ed” es el estímulo discriminativo, aquel estímulo en cuya presencia la emisión de una


conducta concreta (R - respuesta) tiene como consecuencia la aparición de un reforzador
(Er).

Los Ed pueden ser positivos o negativos (estos últimos también se denominan “deltas”).
Los deltas, a diferencia de los Ed positivos, son aquellos estímulos en presencia de los cuales
emitir una conducta concreta es castigada o extinguida.

La diferencia fundamental con el condicionamiento clásico radica en que, en el


condicionamiento operante, es necesaria la emisión de una conducta para que aparezcan
consecuencias. Si recordamos lo visto en el apartado anterior, en el condicionamiento
clásico tan sólo era necesario que dos eventos se emparejasen para elicitar una respuesta
por parte del individuo, sin que esta fuera necesaria para que los estímulos apareciesen o
se retirasen.

Si bien es cierto que prácticamente todo lo que hacemos tiene un componente de tipo
respondiente, también es verdad que podemos clasificar como operantes la mayor parte
de comportamientos que efectuamos en nuestro día a día.

Cosas como, por ejemplo, hacer la cama, preparar el desayuno, lavarnos los dientes,
conducir, trabajar, usar el ordenador, leer un libro, etc., son conductas operantes que
aprendemos debido a las consecuencias que obtenemos tras su realización.

En la actualidad, las líneas de investigación basadas en el condicionamiento operante están


en pleno auge y no solo en el seno de la psicología, sino también en otros campos afines
como la biología, la etología o la medicina.

Dentro de la psicología nos encontramos, hoy en día, con infinidad de vías de estudio de la
conducta, tales como la conducta de elección, las adicciones, la conducta de
evitación/escape, la velocidad del aprendizaje e incluso la conducta verbal humana, por
citar algunas. En medicina o biología, se estudian entre otras cosas los cambios a nivel
cerebral de los sujetos tras haber sido expuestos a distintos programas de
condicionamiento operante.

La importancia de este campo de estudio es enorme para el avance de la Ciencia Básica.


Pero no sólo es eso, sino que, además, el desarrollo de tecnología derivada de los hallazgos
de laboratorio se hace evidente en las distintas ramas de la psicología aplicada.

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La mayor parte de las terapias conductuales que se utilizan en psicología clínica cuentan
con un más que probado apoyo empírico para un amplio espectro de problemas de
comportamiento.

También encontramos aplicaciones en la educación, desde la optimización de los


programas académicos a nivel general hasta la atención específica de niños con
necesidades especiales por problemas de aprendizaje o del desarrollo.

Incluso dentro de la psicología de las organizaciones se consigue incrementar el


rendimiento de empresas gracias a un trato adecuado de las contingencias a las que están
expuestas los trabajadores, mejorando, además, el bienestar de estos.

Por supuesto, en el caso particular de la educación canina, el condicionamiento


operante también cobra especial relevancia a la hora de intervenir en cualquier
procedimiento de modificación de conducta.

Al igual que las leyes de la física, las leyes de la conducta están presentes en todo momento.
Esto quiere decir que, aunque nosotros establezcamos una diferenciación entre
condicionamiento clásico y condicionamiento operante que nos permita catalogar una
conducta, por ejemplo, como operante, lo cierto es que el condicionamiento clásico sigue
estando ahí (y viceversa).

Si bien es verdad que en un esquema general operante (Ed - R - Er) se requiere una
conducta para que aparezca un reforzador, también lo es el hecho de que el Ed y el Er son
dos estímulos que quedan emparejados de forma clásica (EC – EI).

Las implicaciones de este análisis resultan muy relevantes porque nos señalan que cuando
nos encontramos ante una operante, el mismo organismo, a su vez, también está
respondiendo de forma refleja. Esta respuesta puede adoptar distintas topografías,
pudiendo en algunos casos interferir con la operante, ya sea convirtiéndola en
incompatible o facilitándola.

El condicionamiento clásico y el condicionamiento operante, por tanto, se encuentran


en continua interacción y debemos ser capaces de atender a las leyes que rigen ambos
procedimientos de manera simultánea.

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Al igual que hemos hecho con el condicionamiento clásico, vamos a revisar las principales
variables intervinientes en los procedimientos de condicionamiento operante. Se trata de
aquellas variables que permiten que el condicionamiento tenga lugar y que además pueden
llegar a facilitarlo o a dificultarlo. No obstante, las variables que vamos a revisar no son las
únicas.

La privación y la saciedad son los dos extremos de un continuo motivacional. En el


condicionamiento operante los organismos se comportan de una determinada manera a
cambio de reforzadores, por lo que la motivación con respecto a los mismos es un aspecto
imprescindible para que las conductas tengan lugar.

Cuanto más privado esté un individuo con respecto al reforzador a cambio del cual va a
trabajar, mayor será la motivación que tenga para realizar la conducta en cuestión. Por
el contrario, cuanto más saciado se encuentre, más difícil será que la situación le motive
a emitir dicha conducta.
Podríamos decir que:
A más privación, más probabilidad de realizar la conducta.
A más saciedad, menos probabilidad de realizar la conducta.

De manera general, en el condicionamiento operante, las variables de contigüidad y


contingencia tienen la misma importancia relativa que tienen en el condicionamiento
clásico. A mayor contingencia y contigüidad, mayor grado de condicionamiento se
producirá.

La contingencia R-Er puede ser de dos tipos: positiva, si el reforzador aparece con mayor
probabilidad cuando se emite la conducta que cuando no lo hace, o negativa, si la aparición
del reforzador es más probable cuando la conducta no se emite que cuando sí lo hace.

Además, puede ser positiva perfecta, si el reforzador aparece siempre que se realiza
conducta y nunca cuando no se realiza, o negativa perfecta, cuando el reforzador se
presenta siempre que no se realiza la conducta y nunca cuando se realiza.

También existe la llamada “contingencia cero” o “acontingencia”, la cual se produce


cuando la probabilidad de aparición del reforzador es la misma tanto si se emite la conducta
como si no, es decir, cuando no hay correlación entre la realización de la conducta y la
presentación del reforzador.

La contigüidad también es un elemento clave en el condicionamiento.

Sus efectos sobre el aprendizaje se han investigado exhaustivamente, por ejemplo,


manipulando el valor de la demora prereforzamiento (el tiempo que transcurre desde la
emisión de la conducta hasta la aparición del Er).

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Los resultados obtenidos sugieren que cuanto más demorada aparezca una consecuencia,
más difícilmente puede “conectarse” con la conducta que la causó.

Una posible explicación es que entre la realización de la conducta crítica (la que se está
analizando) y la presentación del Er, el organismo sigue comportándose, interfiriendo todas
estas conductas con la anterior y por tanto dificultando que la aparición del Er pueda
reforzarla a ella antes que a las demás. Se puede disminuir el efecto negativo de la demora
mediante la utilización de reforzadores secundarios, de forma que la conducta crítica sea
señalada y así pueda relacionarse más fácilmente con el Er.

Es muy importante a la hora de trabajar en adiestramiento saber establecer criterios


para reforzar una conducta.
Seguir estrictamente estos criterios es lo que convertirá a la conducta objetivo en un
evento contingente con la aparición de un reforzador.
Si no tenemos un criterio claro de reforzamiento, la conducta no será contingente al
mismo.
Tan sólo será contigua (y la contigüidad es necesaria, pero no suficiente).
En la otra cara de la moneda están los casos en los que la aparición del reforzador sí es
contingente con la realización de una determinada conducta, pero, sin embargo, no son
eventos contiguos al tener lugar el reforzamiento mucho tiempo después de la
realización de aquella.

1.2.3 Tipos de reforzadores y programas de reforzamiento

Hablamos de “reforzamiento” cuando nos referimos a aquellos procedimientos de


condicionamiento operante que conllevan al aumento de la probabilidad de emisión de
una conducta.

A su vez, el reforzamiento puede ser positivo (R+) o negativo (R-):

- Reforzamiento Positivo (R+): La consecuencia que se obtiene al realizar la conducta


es la aparición de un evento apetitivo (Er+). Este procedimiento también recibe el
nombre de entrenamiento de recompensa.
- Reforzamiento Negativo (R-): La consecuencia que se obtiene al realizar la conducta
es, bien la retirada de un evento aversivo que estaba presente (Er-), o bien la
evitación de que dicho evento aparezca. Por eso a este procedimiento también se
le denomina entrenamiento de evitación/escape.

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Por el contrario, se llama “castigo” a todo aquel procedimiento de condicionamiento


operante que provoca la disminución de la probabilidad de emisión de una conducta. El
castigo también puede ser positivo (C+) o negativo (C-):

- Castigo Positivo (C+): La realización de la conducta tiene como consecuencia la


aparición de un evento aversivo.
- Castigo Negativo (C-): La realización de la conducta tiene como consecuencia la
retirada o la no aparición de un evento apetitivo. También recibe el nombre de
entrenamiento de omisión.

La emisión de la respuesta da Desaparece


Aparece estimulación
lugar a.… estimulación
Reforzamiento
Estimulación apetitiva Castigo Negativo C-
Positivo R+
Reforzamiento
Estimulación aversiva Castigo Positivo C+
Negativo R-

Tal y como puede apreciarse, la terminología utilizada en los procedimientos de


condicionamiento operante puede resultar confusa.

Debemos tener en cuenta que el apelativo “positivo” (+) o “negativo” (-) no tiene nada que
ver con el carácter apetitivo o aversivo de los estímulos consecuentes.

Positivo y negativo son términos que se aplican en función de la relación de contingencia


que mantienen la emisión de la conducta y las consecuencias.

Si recordamos el apartado “contingencia y contigüidad”, podremos comprobar que:

- En los procedimientos de reforzamiento positivo y de castigo positivo, la relación


de contingencia entre la emisión de la conducta y la aparición de la consecuencia es
positiva (el estímulo aparece cuando la conducta se realiza).
- En los procedimientos de reforzamiento negativo y castigo negativo, la relación de
contingencia entre la emisión de la conducta y la aparición de la consecuencia es
negativa (el estímulo no aparece -o desaparece- cuando se realiza la conducta).

Si quisiéramos poner un ejemplo de cada uno de estos procedimientos:

R+ Le pedimos al perro que se siente, el perro se sienta, le damos un


reforzador.

R- Queremos que el perro se siente y, para ello, apretamos el culo hacia


abajo, cuando el perro se sienta deja de tener la presión.

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El perro nos muerde las manos jugando, para que deje de morder, le
C+
pegamos en el hocico.

C- El perro nos muerde las manos jugando, para que deje de morder, le
retiramos las manos (su estímulo apetitivo).

Por norma, en el adiestramiento canino amable, utilizaremos el reforzamiento


positivo y el castigo negativo.
Por otro lado, y para tenerlo más claro, debemos tener en cuenta que los
reforzamientos los usamos para crear conductas y los castigos para que dejen de
hacer conductas.

Vamos a ver ahora los programas de reforzamiento:

Los programas de reforzamiento se dividen en dos grandes bloques en función de la


regularidad del reforzamiento. Así, dependiendo de si el reforzamiento tiene lugar siempre
que se emite la conducta o si por el contrario no siempre que se emite la conducta aparece
el reforzador, los programas pueden ser continuos e intermitentes, respectivamente.

Los programas de reforzamiento continuo no tienen ramificación puesto que siempre son
iguales.

Cada vez que el perro se sienta, le damos un


reforzador

Los programas de reforzamiento intermitente, sin embargo, pueden a su vez dividirse en


simples o compuestos.

Los programas simples son aquellos en los que el reforzamiento tiene lugar atendiendo a
un único factor. Así, nos encontramos con programas simples de razón, de intervalo, y de
tasa.

Los programas de razón consisten en el reforzamiento en función del número de


respuestas que el sujeto emite.

Pueden ser de razón fija o de razón variable. En los programas de razón fija el
reforzamiento tiene lugar tras la emisión de un número (siempre el mismo) determinado
de respuestas.

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Por ejemplo, un programa de razón fija 3 (RF3) es aquel en el que el reforzador aparece
tras la realización de la respuesta 3 veces.

Le damos un reforzador cada dos respuestas, por ejemplo:


así, le pido que se siente, se sienta, le vuelvo a pedir que
se siente y aparece el reforzador, siempre cada dos veces
(razón fija) o cada tres, o cada cuatro.

Los programas de razón variable son exactamente iguales salvo por la diferencia de que el
número de respuestas requerido para que aparezca el reforzador varía en torno a un
promedio.

Un programa de razón variable 5 (RV5), por ejemplo, es aquel en el que el reforzador


aparece tras la ejecución de la respuesta 5 veces de media.

Algunas veces aparecerá tras una única respuesta, otras tras 10 respuestas, y así
sucesivamente, siendo el promedio 5.

Le damos un reforzador cada dos respuestas, o cada tres,


o cada cuatro, el perro emite la respuesta, pero no sabe
cuando obtendrá el reforzador (razón variable)

Los programas de intervalo dependen del período de tiempo transcurrido desde la


desaparición del último reforzador.

En lugar de dar el reforzador según el número de


respuestas, deberemos tener en cuenta el tiempo desde
el último reforzador, este tipo de programa se usa más en
conductas como el quieto o el caminar en junto.

También pueden ser de intervalo fijo o de intervalo variable.

En los programas de intervalo fijo, se refuerza la primera respuesta emitida una vez
transcurrido un intervalo determinado de tiempo (siempre el mismo) desde la desaparición
del último reforzador. En un programa de intervalo fijo 30 segundos (IF30”), por ejemplo,
se refuerza la primera respuesta tras pasar 30 segundos desde el anterior reforzador.

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Aprendizaje Canino - © AAS DISCAN

Le pedimos un quieto al perro y ofrecemos el reforzador


(premiamos) cada 30 segundos, o cada 15 segundos,
siempre la misma duración.

Los programas de intervalo variable son iguales que los anteriores, solo que el tiempo que
dura el intervalo varía en torno a un valor medio. Un programa de IV40” es aquel en el que
el intervalo de tiempo que pasa desde el último reforzador dura 40 segundos de media, es
decir, unas veces puede ser de 30, otras de 50, etc.

Le pedimos un quieto al perro y ofrecemos el reforzador


ahora cada 15 segundos, ahora cada 10 o cada 20, sin
tener el mismo espacio de tiempo entre reforzador y
reforzador.

Los programas de tasa son aquellos en los que el reforzamiento depende del tiempo que
transcurre entre la emisión de la última respuesta y la siguiente.

En estos programas en lugar de tener en cuenta el


reforzador, tenemos en cuenta la respuesta.

Tenemos los programas de tasas altas y de tasas bajas.

El reforzamiento diferencial de tasas altas (RDA) marca un tiempo máximo desde la última
respuesta para que la emisión de la siguiente sea reforzada.

Le vamos pidiendo al perro que se siente y no pueden


pasar más de x segundos para volver a reforzar la
respuesta.

El reforzamiento diferencial de tasas bajas (RDB) lo que marca es un tiempo mínimo que
tiene que transcurrir antes de que la emisión de la siguiente respuesta sea reforzada.

Le vamos pidiendo al perro que se siente y no podemos


reforzar antes de x segundos.

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Aprendizaje Canino - © AAS DISCAN

Todos los programas vistos hasta ahora eran simples.

Ahora vamos a revisar los programas compuestos: son los que dependen de varios factores
para que el reforzamiento se produzca. Por ejemplo, estos factores pueden ser la
combinación de razón e intervalo.

Los programas de reforzamiento compuesto, a su vez, se dividen en alternantes,


secuenciales y concurrentes.

Los programas alternantes son aquellos en los que el reforzador se presenta tras cumplir
el criterio de uno de los componentes, dando paso al otro componente u otra vez al mismo.
Puede ser, por ejemplo, un programa en el que el criterio consista o bien en RF3 o bien en
IF20”.

Por ejemplo, primero contamos que se reforzamos cada 3


veces que se sienta (RF3 – Razón Fija 3) y luego reforzamos
cada 20 segundos (IF20” – Intervalo Fijo 20 segundos), y
vamos alternando.

Si el cambio a cada componente está señalado por un Ed, reciben el nombre de programa
alternante múltiple y si no, se llama programa alternante mixto.

Si antes de cada reforzador le pedimos la palabra sienta (que


sería el Estímulo discriminativo), estamos aplicando un
programa alternante múltiple.

Si no decimos la palabra (le enseñamos la comida que es el


estímulo apetitivo que le hará sentarse), aplicaremos un
programa alternante mixto.

Los programas secuenciales son aquellos en los que la aparición del reforzador ocurre
cuando se realiza una serie completa de componentes simples que se presenta siempre en
el mismo orden. Por ejemplo, RF3 – IV10” – RF5. Si se hace la secuencia completa, aparece
el reforzador.

Por ejemplo, primero contamos que se reforzamos cada 3


veces que se sienta (RF3 – Razón Fija 3), luego reforzamos a
los 10 segundos (IV10” – Intervalo Variable 10 segundos) y
luego cada 5 veces (RF5 – Razón Fija 5) y siempre en el mismo
orden.

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Aprendizaje Canino - © AAS DISCAN

Al igual que en los programas alternantes, si el cambio de componente es señalado por un


Ed o no, da lugar a dos subtipos: en caso afirmativo, estaríamos ante un programa
secuencial encadenado y en caso negativo, ante un programa secuencial de tándem.

Si antes de cada reforzador le pedimos la palabra sienta (que


sería el Estímulo discriminativo), estamos aplicando un
programa secuencial encadenado (igual pasaría con
diferentes conductas: sienta, échate y quieto, por ejemplo,
cada uno con su componente específico para reforzar (RF3 –
IV10” – RF5).

Si no decimos la palabra, estaremos aplicando un programa


secuencial de tándem.

Por último, están los programas concurrentes, los cuales, a diferencia del resto, tienen la
particularidad de que todos los componentes simples están disponibles al mismo tiempo.
Gracias a esto, permiten el estudio de la conducta de elección del sujeto, el cual puede
elegir entre la realización de uno o de otro.

Esquema resumen de programas de reforzamiento:

Continuos

Razón → Fija o Variable

Simples Intervalo → Fijo o Variable


Tasa → RDA o RDB

Intermitentes

Alternantes → Mixto o Múltiple


Compuestos Secuenciales → Encadenado o
Tándem
Concurrentes

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1.3 Adiestramiento amable vs adiestramiento aversivo

Todos los adiestradores que llevamos más de 15 años trabajando en el mundo del perro,
en algún momento u otro, hemos usado un collar de ahogo, o un collar de púas. Todos.
¿Por qué? Porque es lo que se conocía. Hace 20 años no existían las mismas técnicas que
existen ahora, o no estaban tan al alcance de todos.

Hoy en día, sería inviable hacer un curso de adiestramiento en el que las técnicas utilizadas
fueran dañinas para el perro.

Pero debemos conocer el por qué de todo esto. Por qué son dañinas y por qué es mejor
usar otro tipo de técnicas.

Hoy en día hay muchas corrientes, nosotros nos vamos a centrar en el adiestramiento
amable. A partir de aquí, cada uno de vosotros es el responsable de poder aplicar las
técnicas que mejor consideréis.

Lo primero que debemos saber es qué es adiestrar a un perro.

Podríamos decir que la educación canina se refiere al empleo de técnicas y métodos


adecuados, con la finalidad de que los perros aprendan y obedezcan órdenes cotidianas.
También se usa para que aprendan a convivir en casa respetando sus normas y puedan
comportarse y socializar de forma correcta con las personas que les rodean.

En cambio, cuando hablamos de adiestramiento, hablamos de un procedimiento


estructurado en el que una persona logra que un perro aprenda y adquiera destreza en
algo y mantenga esa destreza. Además, el adiestramiento canino incluye la modificación
de conductas del perro a través del aprendizaje guiado.

La educación es la formación destinada a desarrollar la capacidad intelectual, moral y


afectiva de las personas de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la
sociedad a la que pertenecen.

El adiestramiento es el proceso por el que se enseña a un animal a ejecutar


determinados movimientos o habilidades siguiendo las órdenes de una persona.

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Así, el adiestramiento requiere de alguien que esté en el aprendizaje, ya sea de forma


directa o indirecta, y es necesario mantener y perfeccionar ese aprendizaje para poder
decir que el perro está adiestrado. Como consecuencia, se puede decir que las conductas
adiestradas necesitan de práctica constante y que el adiestramiento es una actividad de
por vida.

Pero, por otro lado, el perro debe ser perro, y debe ser cachorro y posteriormente
adolescente. Es por eso por lo que, cuando entrenemos, deberemos ser consecuentes y
dejar que el perro disfrute de cada una de sus etapas.

Si hablamos de educación, es fundamental que el cachorro aprenda cuanto antes lo que se


considera como comportamiento aceptable y lo que no.

El no enseñar la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal puede derivar en tener
un perro adulto con el que no es grato convivir. Por ejemplo, si se desea tener un perro que
duerma en un lugar destinado a él, lo mejor es que lo haga desde el primer día.

Hay dos fases diferenciadas en la vida del perro: su educación y su adiestramiento o


entrenamiento.

La fase de la educación es aquella en la que aprovechamos la fase de socialización del


cachorro para educarlo según nuestras preferencias, para que sea limpio en casa, no ladre,
no tire por la calle, no se suba a la gente, etc.

Por otro lado, y después de su educación más básica e inicial, nos encontramos con la fase
de adiestramiento, también llamada fase de entrenamiento, que definimos como aquella
en la que adiestramos o entrenamos (valga la redundancia) a un perro para que “haga lo
que nosotros queremos”. De ahí la reflexión inicial de para qué queremos los
comportamientos que vamos a enseñarle al perro, pero de eso hablaremos más adelante.

El proceso de adiestramiento también tiene dos fases muy diferenciadas:

- La fase inicial, en la que el perro deberá adquirir los comportamientos del


adiestramiento de base, también conocido por “obediencia básica”.
- La fase secundaria, en la que el perro adquirirá todos los comportamientos que
nosotros queramos que aprenda, según la dedicación final del perro, sus aptitudes
y nuestros objetivos.

Podríamos decir que todos los perros deberían tener una educación mínima y un
adiestramiento de base. Hasta los más pequeños de tamaño. Un perro por ser pequeño de
tamaño (tipo chihuahua) no tiene por qué no ser adiestrado. Todos los perros deberían
tener un adiestramiento de base, aunque sea mínimo.

La fase secundaria, podría ser una obediencia avanzada, en perros que hacen obediencia
deportiva, un adiestramiento en agility, un adiestramiento específico de perro de
asistencia, etc. Es decir, estaríamos hablando de una especialización.

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Así, podemos decir que el adiestramiento o entrenamiento es un proceso de enseñanza


que permite al individuo adquirir y/o desarrollar un conocimiento, habilidad o capacidad
especial, a fin de que realice un eficiente desempeño en una determinada actividad.

De esta definición puede desprenderse que el adiestramiento constituye un aprendizaje


guiado o dirigido, mediante el cual se logra la adquisición de nuevas conductas o cambios
de conducta a observadas, por una nueva conducta deseada.

Independientemente de las definiciones establecidas al respecto, el adiestramiento animal


es,

Para nosotros:

- Que es lo que tenemos


- Que es lo que queremos

Define el camino que hay entre lo que tenemos y lo que deseamos tener.

Para los perros:


- Que es lo que me ofreces
- Que es lo que me pides
Define el valor de lo que le das en relación con lo que le pides.
En definitiva, el adiestramiento es conseguir que le merezcan la pena nuestras absurdas
peticiones.
Podemos contemplar el adiestramiento como:
- Una ciencia
- Una habilidad mecánica
- Una forma de arte
Los conductistas aportaron rigor científico a esta actividad. Las diferentes teorías sobre el
aprendizaje dan una base sólida, permitiendo eliminar el método maestro-aprendiz,
mejorando, no sólo la imagen del sector, sino la integridad física y mental de los perros.

Si no somos capaces de entender lo que estamos haciendo ¿Cómo pensamos trasmitirlo?


Pero, además, otros aspectos de la psicología aplicada, la etología, la sociobiología,
neurobiología, biología…. ponen a nuestra disposición una batería de nuevos recursos que
hace posible la erradicación del castigo como método educativo, con las ventajas que esto
nos puede suponer, especialmente en campos específicos como son los de ayudar al
hombre (perros de asistencia, terapia con perros, etc.)

La práctica nos permitirá adquirir la fluidez necesaria para aportarnos seguridad, lo cual,
invariablemente, suele facilitar la conducta solicitada.
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Pero nunca deberemos olvidar la parte de arte que tiene toda labor creativa (y la creación
de conductas lo es). Si nuestro trabajo se convierte en algo mecánico perdería la frescura y
naturalidad necesarias para mantener la motivación. ¡Y en este trabajo es algo que no nos
podemos permitir!
Cuando hablamos de adiestramiento aversivo hablamos del adiestramiento tradicional,
aquel basado en el castigo positivo.

Se llama “castigo” a todo aquel procedimiento de condicionamiento operante que


provoca la disminución de la probabilidad de emisión de una conducta.

El castigo puede ser positivo (C+) o negativo (C-).

El castigo positivo (C+) supone que la realización de la conducta tiene como


consecuencia la aparición de un evento aversivo.

Las características del adiestramiento aversivo podrían ser las siguientes:


- Está basado en el miedo y la coerción.
- Los perros tienden a presentar señales de miedo y sumisión: orejas caídas o
inclinadas hacia atrás, cola caída entre las piernas, evitación del contacto visual y/o
físico con el entrenador, ejercicios lentos y poco claros.
- La herramienta más usada es el castigo.
- Los perros trabajan en sesiones más cortas y de menos calidad.

El castigo positivo es la forma más usada y común de castigar. Consiste en asociar algo
desagradable para acabar con una conducta específica. Al contrario de lo que muchas
personas piensan, la palabra positivo, no quiere decir que el castigo es “bueno”, quiere
decir que el castigo es adicionado (+) cuando el perro está mostrando la conducta
indeseada.

Por ejemplo, el perro tira de la correa y le pegamos un tirón de correa fuerte. Ese tirón
es un castigo (algo desagradable) que aparece después que el perro tire (es adicionado
a la conducta que no queremos).

Algunos ejemplos de este tipo de castigo son los siguientes:


- Tirones de correa

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- Uso de correas de pinchos, de estrangulamiento o de choque


- Lanzamiento de objetos, directamente en la dirección del perro, a modo de
provocar miedo
- Gritar o agredir físicamente al perro
- Chorros de agua u otros productos en el hocico
- Golpear al perro con el periódico
- Restregar el hocico del perro en sus heces u orina
Recuerda que el castigo debe aparecer después que el perro realice la conducta no
deseado.
- El adiestramiento amable, sin embargo:
- Es una unión basada en la cooperación y la confianza.
- La herramienta más usada es el clicker, todo el entrenamiento se basa en el
condicionamiento clásico y operante.
- El reforzamiento positivo es el gran secreto de los entrenadores “en positivo”.
- El castigo negativo también puede ser usado sin que haya pérdida de confianza por
parte del perro hacia el entrenador. Pero no debe ser una herramienta utilizada con
mucha frecuencia.
- El objetivo del adiestramiento por reforzamiento positivo es el desarrollo del
potencial de aprendizaje del perro.
- Se incentiva la solución de problemas y ayuda a controlar los propios
comportamientos. También se fomenta que el perro ofrezca comportamientos y
descubra cuáles son los buenos.
- Las recompensas enseñan al perro a hacer lo que nosotros queremos que él haga,
actuando como motivadores. Enseñan al perro a estar atento y motivado para
agradar.
- Como consecuencia tenemos un perro siempre disponible para trabajar y aprender.
En este caso, las sesiones pueden ser más largas y de calidad.

En el adiestramiento amable, usamos el reforzamiento positivo y el castigo negativo.

Por contra, en el adiestramiento aversivo se usa el reforzamiento negativo y el castigo


positivo.

Así, podemos decir que:


- El perro entrenado mediante el método aversivo tendrá miedo a ser castigado, por
lo que no ofrecerá comportamientos tan fácilmente, y cuando los ofrezca, lo hará
con miedo.
- El perro entrenado mediante el método en positivo, por otro lado, estará encantado
de ofrecer comportamientos, por lo que nos será más fácil crearlos y buscar
comportamientos nuevos.
Esta es la gran diferencia, y es por la que nosotros elegimos el entrenamiento amable. ¿Cuál
eliges tú?
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A partir de aquí, lo que sí debemos tener claro es que adiestrar a un perro tiene beneficios.
No sólo tiene beneficios directos para el perro, el alumno, sino también para nosotros, los
adiestradores y/o sus responsables humanos, en definitiva, los profesores.
Beneficios del adiestramiento para “el alumno”:
- Le permite controlar las consecuencias de su conducta, reduciendo los estados de
ansiedad y estrés que suele originar no poder predecir ni modificar el ambiente.
- Establece un fuerte vínculo afectivo estable con su referente humano.
- Aporta al individuo toda la iniciativa, autoestima, seguridad y confianza que nunca
debió perder.
- Le facilita su adaptación a su entorno habitual al “empezar” a entender cómo
queremos que se comporte. Permite realizar una correcta socialización del perro.
- Desarrollar comportamientos útiles para reducir situaciones incomodas
(veterinario, cepillado, manoseado, paseo con correa, visitas…)
- Enriquecimiento ambiental a través de una adecuada estimulación física y mental.
- Le facilita la comprensión de una especie tan impredecible como la humana….
… Aunque con algunos individuos esto no es fácil de cumplir

Beneficios del adiestramiento para “el profesor”:


- Nos ayuda a mejorar nuestras formas de comunicación.
- Permite convocer las verdaderas necesidades del perro.
- Prevé la realización de conductas no deseadas.
- Facilita la convivencia entre especies diferentes.
- Mejora nuestra relación al eliminar situaciones conflictivas.
- Nos descubre el reforzamiento como método educativo.Nos permite conocer los
principios que rigen el aprendizaje permitiéndonos trasladar dichos conocimientos
a nuestra propia especie.
- Nos enseña la importancia de actuar siempre con seguridad, para lo cual es
imprescindible una formación adecuada.
- Favorece la estimulación física y mental ¡para el profesor!
- Despierta un sentido poco utilizado en la actualidad…
...EL SENTIDO COMÚN.

1.3.1 Metodología

Ni el reforzador ni el castigo tienen un valor absoluto, sino relativo según el individuo y la


situación en la que se encuentre. Según la naturaleza de un perro y las circunstancias en
las que se encuentra, un mismo estímulo puede elicitar valores distintos.

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El valor del reforzador es variable, como hemos visto, y depende de las características
psicológicas de la especie y la raza, de inclinaciones individuales y distintas características
circunstanciales. Tendremos en cuenta estas cuatro variables:

- Motivación: La motivación es el nivel de deseo que el animal tiene por un


determinado reforzador. Si este deseo no es lo suficientemente poderoso en
términos de depuración de energía e inclinación natural, no es posible usarlo como
reforzador.
- Situación: La situación afectará en cuanto al valor puntual de un cierto refuerzo. El
mismo tipo de reforzador puede no ser suficientemente motivante dentro de un
nuevo contexto.
- Saciedad: A mayor abundancia del motivador, menor interés. Para un animal que
acaba de comer el alimento no será el mejor motivador. Pero si es un reforzador
trófico más apetitivo que su comida habitual, seguramente le será más apetitivo.
- Privación: El valor aumenta si se ha visto privado de él por un tiempo.

Llamamos reforzador trófico a la comida que usamos como para reforzar


positivamente una conducta.

Es importante recordar aquí la Ley del efecto, según la cual, cuando una conducta produce
un reforzador de forma regular; las probabilidades de que se vuelva a presentar aumentan.

Sin embargo, en el mundo natural las conductas que culminan en éxito cada vez son más
escasas y los seres vivos están hechos para perseverar a pesar de que estas no siempre den
frutos.

El reforzamiento continuo es el camino más eficiente para mostrar al perro el camino hacia
la conducta que buscamos. Sin embargo, el reforzamiento intermitente fortalece las
conductas ante la extinción, inmunizándolas ante las veces en las que la conducta no
provoque la aparición del reforzador.

Los distintos programas que podemos utilizar para la aplicación de un refuerzo son:

- Programas de reforzamiento fijo o continuo: cada vez que se presenta la respuesta


solicitada aparece el reforzador. Este programa es muy útil al inicio del
condicionamiento pues ayuda a que se produzca la asociación. También se utiliza
en aquellos casos en los que se requiere que el individuo aprenda a discriminar
entre elementos similares o que requieran la aprobación del entrenador.
- Programas de reforzamiento intermitente: la conducta no siempre produce el
reforzador apetecido, dependiendo del programa previamente establecido por el
entrenador para la sesión conforme a los siguientes criterios:
- Programas de razón, fija o variable: el reforzador es entregado tras un número de
respuestas establecido de una forma fija o aleatoria.

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- Programas de Intervalo, fijo o variable, el reforzador se obtiene tras un tiempo, fijo


o variable, que transcurre entre uno y otro reforzamiento.
- Programas de duración, fijo o variable, la conducta debe durar una cantidad
determinada de tiempo antes de conseguir el reforzador.

En los programas de reforzamiento, a pesar de que muchas veces éste no aparezca


inmediatamente después de la conducta, mantiene vivo el condicionamiento operante.

Todos sabemos que lo que más le gusta a un perro es la comida, sea cuál sea. Pero debemos
tener en cuenta ciertas cosas, la comida debe ser:

- Apetecible, diferente y de más sabor que su alimento habitual.


- Fácil de ingerir, para que no tenga que masticar.
- A poder ser semiseco, no seco, para que no le quede la garganta seca.
- Fácil de dar, que no pringue las manos para que no resbale.
- Con poca grasa, para que el perro no se engorde más de la cuenta.

En este punto, si el perro come dos veces al día (que es lo recomendable), cabe recomendar
que le podemos bajar un poco la cantidad de la toma de la noche según lo que haya comido
durante el día.

Además, debemos tener en cuenta el valor de los reforzadores secundarios para los perros,
pues hay muchos perros que trabajan muy bien con una pelota o un mordedor, porque les
motiva más que la comida.

Para saber qué le gusta al perro con el que vamos a trabajar, podemos hacer un ejercicio
muy sencillo: “la elección del reforzador”.

Para realizar el ejercicio necesitaremos un espacio de 5 metros de ancho y de entre 5 a 10


metros de largo. Es recomendable hacerlo en un lugar que el perro conozca, para que no
se pare a olfatear en medio del ejercicio. Además, necesitaremos a una persona que
contenga al perro.

La idea es coger dos alimentos que le gusten mucho al perro y un juguete que de muy alto
nivel (que le motive mucho). Estos tres elementos se los presentaremos junto a un cuarto,
que seremos nosotros (o la persona de referencia).

El desarrollo del ejercicio es el siguiente:

- En un lado estará el perro, cogido por la persona que lo contiene, por el collar.
- Pasamos por al lado del perro y le mostramos el primer elemento, uno de los
alimentos, caminamos 5 metros (si pueden ser 8, 8) y lo colocamos en el suelo, en
frente de él.

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- Volvemos a hacer lo mismo, con el segundo elemento, que sería el juguete.


Pasamos por delante se lo mostramos y lo dejamos en frente de él, a unos 5 metros
y al lado del elemento anterior a un metro de distancia.
- Repetimos el procedimiento con el tercer elemento.
- Por último, hacemos lo propio con nosotros mismo o su referente y nos
colocaremos en una esquina, a un metro al lado del tercer elemento.

La disposición final quedaría así:

Dejaremos ir al perro y deberá ir eligiendo los reforzadores uno a uno.

Este ejercicio lo podemos hacer sólo con diferentes tipos de comida, o sólo con diferentes
juguetes. Recomendamos que siempre sean 4 elementos y que uno de ellos siempre sea la
persona referente del perro.

¿Pero para qué sirve?

Este ejercicio nos da muchos valores para tener en cuenta. Por ejemplo, si el perro nos elige
como primera opción, cuando tengamos que retirar el premio (evidentemente no siempre
vamos a estar dando premios al perro por todo) sabremos que una caricia nuestra será muy
valiosa.

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Lo normal es que el perro vaya directo, en primera opción, a la comida. Es NORMAL, no


significa nada, y nos va muy bien porque significará que estará muy motivado cuando
trabajemos con él.

Por contra, si el juguete es su primera opción, debemos tener en cuenta que no siempre
podemos usarlo para enseñar conductas nuevos, puesto que el reforzador debe ser algo
fácil de ofrecer y fácil de quitar (sin órdenes de más), para poder realizar bien las sesiones.
Luego veremos bien esta parte.

Vamos a ver ahora conceptos necesarios antes de empezar a ver las técnicas de captura
comportamientos, como son el timing, el criterio y la tasa de reforzamiento.

Son tres conceptos necesarios para realizar y poner bajo control la conducta deseada. Para
ser un buen adiestrador la forma adecuada de utilizar estos tres elementos marcará los
resultados en una sesión de entrenamiento.

Llamamos sesión de entrenamiento a los espacios en los que programamos un


número específico de repeticiones para enseñar una conducta. Normalmente, cada
sesión está formada por 10 repeticiones.

Cuando hablamos de timing nos referimos al momento exacto, es decir, el tiempo que
trascurre entre la conducta y la aparición del refuerzo.

Tener un buen timing es uno de los factores críticos del proceso de adiestramiento porque
si tardamos mucho en presentar el reforzador positivo (o negativo) el perro no podrá
asociarlo con la conducta que deseamos reforzar, dificultando el aprendizaje.

Si somos capaces de capturar ese “instante” la información le llegará de una forma clara
facilitando la asociación y, con ello, la conducta deseada.

La ventaja de trabajar con un reforzador condicionado (voz, palmada, silbido, clicker...) es


que nos facilita “capturar” ese momento e informar al perro de que parte de la acción
realizada es la que estamos premiando. Esto nos permitirá retrasar unos segundos la
entrega del premio facilitando el timing correcto. Además, un reforzador condicionado nos
permite trabajar a distancia y despreocuparnos de los premios, evitando con ello los
movimientos de intención que todos, en un inicio, solemos realizar y que tanto perjudican
a nuestro entreno. En el siguiente punto hablaremos del reforzador condicionado.

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El clicker es un reforzador condicionado que


nos facilita “capturar” el momento exacto que
queremos reforzar.

Cuando hablamos de criterio nos referimos a las respuestas específicas, es decir, es la


definición de la respuesta que buscamos en cada sesión. Son las distintas fases en la que
hemos descompuesto una determinada conducta.

Para poder alcanzar el objetivo que nos marquemos, es fundamental establecer los
pasos intermedios que vamos a dar para llegar a él. Un criterio mal elegido puede echar
por tierra todos los avances logrados hasta ese momento.

Es importante que no trabajemos nunca con dos criterios al mismo tiempo y deberemos
aumentar la dificultad de forma gradual. Avanzar poco a poco nos permitirá avanzar más
rápido. A las fases del adiestramiento, es decir, a los criterios, le dedicaremos un capítulo
de este módulo.

Cuando hablamos de la tasa de reforzamiento hablamos del número de reforzadores (de


premios) entregado en un plazo de tiempo determinado por el criterio establecido por el
adiestrador para esa sesión.

Es decir, es la cantidad de veces que el animal presenta la respuesta en un plazo de tiempo


determinado. Una proporción alta de reforzadores es crítica para entrenar con éxito, pues
garantiza la presencia de la motivación necesaria para que se produzca la conducta.

Pero no debemos confundir ser generosos en la aplicación de esta norma con,


simplemente, alimentar al animal. Si nuestro criterio no es el adecuado, en lugar de reforzar
nos limitaremos a “regalar”, lo cual no está nada mal para el perro, pero los resultados
obtenidos serán muy pobres.

Ante un problema, lo primero que debemos hacer es analizar nuestro TIMING,


examinar los CRITERIOS y repasar la TASA DE REFORZADORES.

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1.3.2 El clicker

El clickeres una simple cajita de plástico con una lámina metálica en su interior que, al
presionarla produce un sonido “click”. Actualmente, goza de gran popularidad pues su uso
se basa en la utilización exclusiva de reforzadores positivos, anulando el uso habitual del
castigo como método “educativo”.

El clicker se utiliza para marcar el instante preciso en que el perro realiza el


comportamiento que deseamos reforzar. Pasa a ser un instrumento que facilita la
comunicación entre perro y adiestrador.

Hay diferentes tipos de clickers, algunos más metálicos que otros, incluso alguno con
modulador de intensidad del sonido, para perros más sensibles auditivamente.

Para poder usar el clicker, debemos realizar un condicionamiento para que el perro sepa
que después del clicker vendrá un reforzador y así se convierta en un reforzador
condicionado de los que hemos hablado en el punto anterior.

Así, haremos lo que llamamos una carga de clicker, necesaria para que el perro asocie
(recordad a Pávlov) el sonido con el reforzador.

En teoría, se dice que con 20 clicks seguidos de un reforzador, un premio, son suficientes
para que el perro haya hecho la asociación.

Nosotros vamos a ir más allá, para asegurarnos, y vamos a realizar 14 clicks-premio, 3 veces
al día, durante 1 día. Este es el procedimiento:

- Capta la atención de tu perro para que se acerque donde estás tú.


- Haz “click” con una mano y premia con la otra casi al mismo tiempo.
- Vuelve a hacer “click” y vuelve a premiar. Entre “click” y “click” deja pasar un
máximo de 3 segundos, lo justo para que el perro acabe de tragar el premio. No
premies nunca antes de hacer “click”.
- Ves alternando la manera de dar los premios: en la boca, en el suelo, etc.… Para que
no siempre relacione tu mano con premio.
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- Haz un total de “14 clicks”.

Recuerda que “click” significa comida, así que siempre que hagas “click”, aunque te
equivoques, deberás premiar a tu perro con comida. ¡Nuestro perro no tiene la culpa
de que nos equivoquemos! Y no podemos suprimir la comida del “click” por una
caricia, ya que “CLICK” =“COMIDA”

El adiestramiento con clicker se puede parecer al adiestramiento con premios, pero no es


lo mismo. La diferencia está en que el clicker es un reforzador condicionado y el perro no
dependerá de los premios o la comida. El perro buscará el sonido “click” y realizará diversas
conductas para conseguirlo. Esa es su recompensa. A medida que se establecen las
conductas se va reemplazando la comida por caricias y el clicker por una palabra, que
siempre están a nuestro alcance. Pero esto será en el proceso de extinción.

Con el clicker podemos premiar en el momento exacto y dar la comida como reforzador
después. El mensaje ya lo hemos entregado, el premio sólo refuerza aún más la conducta.

El adiestramiento con el clicker (Clicker Training) es una técnica basada en principios


científicos. Resulta mucho más fácil de aprender que los métodos tradicionales de
adiestramiento. Con esta “nueva” técnica podemos adiestrar todo tipo de animales, de
cualquier edad y para actividades diferentes.

La base está, como hemos visto, en el condicionamiento operante o instrumental (Skinner),


mecanismo de aprendizaje en el que la conducta produce la aparición de un reforzador
(positivo o negativo, en este caso positivo) y el individuo forma parte activa de la misma.

El sonido del clicker se introduce como reforzador condicionado, asociándolo a un


reforzador primario, a poder ser trófico.

De esta forma se utiliza el clicker para marcar el momento justo en que aparece el
comportamiento deseado, igual como lo haríamos con una cámara fotográfica, captamos
el momento preciso en que el perro realiza lo que queremos. Después del sonido siempre
viene el reforzador (premio).

A través del adiestramiento vamos cambiando los programas de refuerzos, desde uno de
intervalo fijo, en el que se refuerza todas las veces que el perro realiza el comportamiento
deseado, a uno de intervalo variable, es decir los reforzadores se presentan en algunas
ocasiones, el perro nunca sabrá cuando será premiado, lo que lo mantiene atento y
motivado, como hemos visto en los programas de reforzamiento.

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Al utilizar esta técnica no esperamos que el perro realice de inmediato el comportamiento


que le pedimos, sino que premiamos cada paso que nos lleve a él, esto se denomina
moldeado por aproximaciones sucesivas, que es una de las técnicas de captura de
comportamiento que veremos en el siguiente capítulo.

Tampoco se utiliza la orden hasta que el perro ya sabe realizar el comportamiento que
luego asociaremos a ella. El adiestramiento con clicker no se basa en las órdenes, ya que el
perro aún no conoce su significado.

El momento de introducir una palabra o señal para que ejecute algún ejercicio es, a groso
modo:

- cuando vemos que el perro realiza el comportamiento aprendido en cualquier


momento esperando que hagamos sonar el clicker
- una vez hemos creado la señal se refuerza sólo cuando el perro realiza el
comportamiento después de darle dicha señal.

De esta forma podemos ir agregando mayor complejidad a cada ejercicio, premiando sólo
las ejecuciones del detalle que queremos mejorar.

Gracias al clicker aprendemos a fijarnos más en los aciertos que en los errores ¡que
novedad en materia educativa! El adiestramiento se centra en reforzar el comportamiento
deseado (o sucesivas aproximaciones) en lugar de castigar el comportamiento no deseado.

Con este enfoque no solamente le indicamos al perro la acción que deseamos, sino que
también le facilitamos lo que no deseamos.

1.3.3 La planificación en el adiestramiento

La planificación es un proceso metódico diseñado para obtener un objetivo determinado.

La planificación define las acciones a seguir, aunque, y más trabajando con perros, durante
la ejecución puede existir necesidad de cambios respecto de lo definido originalmente.

Estos cambios nos servirán de punto de partida para un nuevo análisis y una nueva
planificación.

Antes de empezar a adiestrar, deberemos planificar:

- Analizar el tiempo del que disponemos, o del que disponen nuestros clientes.
- Analizar el perro, lo que sabe y lo que necesita.
- Analizar el entorno del perro, para saber qué hay que mejorar.

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Una vez hecho este análisis, deberemos:

- Planificar cada uno de los comportamientos.


- Planificar cada una de las sesiones.

Deberemos tener en cuenta, para cada uno de los comportamientos:

- El objetivo del comportamiento, hasta donde queremos llegar.


- Los reforzadores que vamos a utilizar en cada una de las fases.
- Los diferentes programas de reforzamiento que utilizaremos.
- El tipo de señal gestual y verbal que vamos a usar.

Características de la planificación:

- Sentido de proceso:
o La planificación es una actividad continua, un reajuste permanente entre
medios, actividades, fines y procedimientos.
- Vínculo con el medio:
o Tiene en cuenta los diferentes factores sociales y factores contingentes que
conforman el escenario donde se desarrolla. En muchos casos, este vínculo
con el medio se efectúa a través de un diagnóstico preliminar.
- Actividad preparatoria:
o La planificación se desarrolla en un escenario previo a la acción. Hay una
separación entre el espacio de planificación y el de ejecución.
- Conjunto de decisiones:
o Planificar implica la selección de algunas soluciones entre una gama de
opciones. Sin embargo, más que una decisión única, la planificación es un
conjunto de decisiones interrelacionadas y en progresión.
- Para la acción:
o A pesar de que la planificación no es ejecución, siempre va dirigida hacia la
realización de acciones.
- Sentido de futuro:
o La planificación siempre es un esfuerzo prospectivo, se busca el logro de
objetivos futuristas.
- Tiende al logro de objetivos:
o El alcance de objetivos propuestos, concretos y definidos es una de las
principales metas de la planificación.
- Teoría causa-efecto:
o Relación de causalidad entre lo decidido y los resultados esperados.
- Eficiencia:
o Para el logro de los objetivos, se busca el uso de los medios más eficientes.

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Todas estas características deberán formar parte también de nuestra planificación del
programa de adiestramiento.

También, en el momento de adiestrar, deberemos tener en cuenta ciertos aspectos para


que funcione correctamente:

- Actitud del adiestrador


- Problemas genéticos del perro
- Problemas de comportamiento
- Tiempo
- Mala planificación
- Factores externos

Vamos a verlos uno por uno.

Cuando hablamos de la actitud del adiestrador nos referimos a:

Postura No avusiva ni atacante


Tono de voz Mejor suave y alegre
Estado de ánimo Mejor relajado
Paciencia No ponerse nervioso

Es importante que siempre que vayamos a trabajar con el perro, nos olvidemos de todo lo
demás, para poder tener un estado de ánimo neutro. No podemos ni tener prisa, ni querer
hacer demasiadas cosas, ni querer hacerlo todo a la primera.

Además, será importante dejar que el perro marque su propio ritmo de aprendizaje, para
no crearle situaciones de estrés, de fatiga o de colapso.

Por otro lado, debemos tener en cuenta nuestra postura a la hora de comunicarnos con un
perro, por eso es importante pensar en cómo nos ven ellos.

Si trabajamos con perros pequeños, estará muy bien ponernos a su nivel a la hora de
trabajar, agachándonos con la espalda recta o sentándonos en el suelo, pero siempre con
diferentes posturas para evitar la asociación de la orden a la postura del adiestrador.

Estamos hablando de posturas, pero… ¿Sabemos cómo acercarnos a un perro?

- Nunca de frente
- Siempre a su misma altura
- Nunca agachados encima de ellos
- Siempre con la mano abierta para tocar la “barbilla”
- Nunca debemos tocar de entrada la parte superior de la cabeza
- Nunca gritando ni haciendo movimientos rápidos

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Cuando hablamos de problemas genéticos del perro, nos referimos a enfermedades


congénitas oculares, displasia, fobias, hiperactividad...

Necesitaremos saber el estado actual del perro para poder adaptar el adiestramiento a sus
capacidades. Por ejemplo, si sabemos que el perro ve poco, trabajaremos con órdenes
verbales y gestos mucho más grandes de los normal. Si, por el contrario, el perro fuera
sordo, deberemos trabajar con órdenes gestuales únicamente, y afianzarlas mucho de
modo que el perro no necesite de la voz.

Por otro lado, si trabajamos con un perro que es hiperactivo, sabremos que les cuesta
prestar y centrar la atención, por tanto, deberemos trabajar con ellos después de, por
ejemplo, una buena sesión de enriquecimiento ambiental dirigida a calmar al perro.

Cuando hablamos de problemas de comportamiento en el adiestramiento estamos


hablando del estado de ánimo del perro: nerviosismo, tozudez, cansancio, distracción,
estrés, apatía son estados que pueden hacer que el perro no esté lo suficiente atento o lo
bien que debería estar para entrenar.

Como adiestradores, deberemos ser capaces de adaptar nuestras sesiones a cada


individuo. Es decir, no podremos trabajar igual con un perro que se asusta del clicker que
con uno al que le encanta.

Será importante no frustrarse y adaptarnos a las características de cada perro.

Cuando hablamos del tiempo nos referimos al tiempo que le vayamos a dedicar al
adiestramiento del perro.

Pero no sólo el tiempo de las sesiones, sino la constancia de estas.

Cuando adiestramos a un perro, lo que queremos es que sea un perro equilibrado, por
tanto, y como nos basamos en el adiestramiento amable, será importante dedicar un
tiempo a jugar con él, a “mirar juntos la tele”, a realizar sesiones de enriquecimiento
ambiental, a “hablar con él”, etc.… Todo esto deberemos traspasarlo a nuestros cliente,
pues serán ellos los que deberán realizar el adiestramiento día a día.

Sólo así conseguiremos un perro equilibrado.

Cuando hablamos de una mala o nula planificación como problema en el adiestramiento


nos referimos, no sólo a saber qué queremos lograr y qué comportamientos nos importan
más, sino a saber en qué momento nos encontramos de cada comportamiento.
Planificación, registros, evaluación... Nadie dijo que ser adiestrador era fácil.

Por último, como factores externos entendemos cualquier elemento ajeno a nuestra
voluntad que interfiera en el proceso de adiestramiento: el cliente, un familiar, una
enfermedad o lesión del perro, una enfermedad o lesión propia, una meteorología
desfavorable que no nos deje entrenar, etc...

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1.3.4 Material para el adiestramiento

Algo importante que debemos tener en cuenta es el material que usaremos en las sesiones,
y por supuesto, lo debemos saber antes de empezar para tenerlo preparado:

- Collar y correa: el collar debe ser fijo para que se adapte al cuello del animal y
permita introducir un par de dedos por debajo del mismo. Nunca utilizaremos
collares de castigo, ni son éticos ni mucho menos apropiados. Por no hablar de la
pérdida de confianza que su utilización suele aportar a la relación humano - perro.
La correa debería ajustarse bien a nuestra mano, con un grosor y longitud acordes
al tamaño de nuestro animal. La correa es un simple instrumento de seguridad que
nos indica el grado de confianza y motivación del perro.
- Juguetes: podemos utilizar los que nos sirvan para juegos de presa (mordedor,
cuerdas…) y para juegos de caza (pelota, frisbee, puller...)
- Premios comestibles: es interesante establecer una lista de preferencias del perro
(elección del reforzador) para aumentar o disminuir su valor como reforzador, en
distintas fases de la sesión.
- Bolsa de premios: lo ideal sería una que nos permitiera llevarla en la cintura para
dejarnos libres las manos. Si esto no es posible, un simple cuenco nos servirá.
- Objetos y bastón diana: algunos ejercicios los podemos enseñar utilizando una
“diana” (target, luego veremos a qué nos referimos) para que tenga una referencia
clara de qué tocar o seguir. Un objeto diana puede ser un pequeño felpudo, un trozo
de madera… Un bastón diana (conocido como stick-target (figura 2-6)) nos servirá
para manejar más fácilmente al perro en según qué conductas.
- Postes, conos, obstáculos...
- Hoja de entrenamiento, en la que apuntaremos tanto el criterio establecido en cada
sesión como los resultados obtenidos.
- Y, por supuesto, UN CLICKER. Si no se quiere trabajar con el clicker, se puede
trabajar con la voz, y en lugar de clickar, decimos “muy bien”. El problema será que
no siempre tenemos el mismo tono de voz o el mismo entusiasmo, sin tener en
cuenta que un “muy bien” puede ser poco preciso. El clicker siempre suena igual y
es muy preciso, siempre y cuando lo hagamos sonar cuando toca, claro.

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1.4 Técnicas de adiestramiento de base

Ya lo tenemos todo para empezar a adiestrar a un perro, tenemos el procedimiento, las


teorías, el material...

¿Y ahora qué? ¿Cómo hacemos que el perro se siente? ¿Esperamos a que se siente y
premiamos?

Bueno, quizá no es tan fácil como eso.

Vamos a ver las técnicas que tenemos para hacer que el perro realice los comportamientos,
y lo haremos sin tocarlo, sin obligarlo, solo con nuestros movimientos, comida y un clicker.

Si no usamos el clicker no pasa nada, cada vez que aparezca aquí la palabra “clicker”,
hablamos de un reforzador condicionado (un muy bien, un silbido...) y cada vez que
aparezca la palabra “click”, nos referimos a ese “muy bien” o ese silbido.

Antes de empezar con las técnicas propiamente dichas, es buen momento para recordar
los programas de reforzamiento.

Encontramos, como hemos visto, diferentes tipos de reforzadores:

- Reforzadores primarios, todo aquello que satisface alguna necesidad biológica (la
comida, el agua, el calor, el frio…)
- Reforzadores secundarios, es un estímulo que funciona como reforzador por su
asociación a uno primario (las caricias, el juego…)

Los reforzadores se pueden concebir en función de recompensas,

- Reforzador positivo: consecuencias placenteras para el animal.


- Reforzador negativo: elimina una situación incómoda previamente introducida.

El reforzamiento negativo ocurre en dos tipos de aprendizaje:

- Condicionamiento de escape, el organismo aprende a dar respuestas que ponen fin


a una situación aversiva.
- Condicionamiento de evitación, en contraste, tiene lugar cuando un organismo
responde a una señal de que ocurrirá de manera inminente un suceso
desagradable, de modo que se hace posible su evasión.

También podemos hablar de refuerzo diferencial, forma selectiva de reforzar ciertas


respuestas, de una misma conducta, más cercanas a los objetivos del entrenador.

El castigo es todo aquello que aporta unas consecuencias desagradables cuando ocurre la
conducta. Todo castigo puede ser:

- Castigo positivo, implica que algo malo aparece


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- Castigo negativo, implica que algo bueno desaparece

El castigo es la acción contraria al condicionamiento pues busca erradicar una conducta.


Pero la realidad es que el uso del castigo no hace que la conducta desaparezca,
simplemente, la hace menos predecible. Además, sus consecuencias son imprevisibles pues
dependen de la sensibilidad física y emocional de cada individuo.

Para que sea eficaz tiene que aplicarse en el momento oportuno y con la intensidad
adecuada, algo que no está al alcance de cualquiera. Un castigo mal realizado puede, no
sólo estropear la conducta, sino estropear la confianza del animal. Un refuerzo mal
utilizado sólo puede tener ciertas consecuencias negativas…. ¡Que el animal engorde!
Como podemos apreciar las diferencias son abismales, además de la ética que debe
acompañar nuestras acciones como adiestradores.

Y una vez que el comportamiento no deseado desaparece, deberemos reforzar la ausencia


de este, algo que, por desgracia, se nos suele olvidar en la mayoría de las ocasiones.

Por tanto, teniendo en cuenta las teorías conductistas que tanta importancia tuvieron por
establecer los principios que rigen el aprendizaje animal, deberemos utilizar:

- El refuerzo para CREAR conductas.


- El castigo para ELIMINARLAS.

Y tener en cuenta que:

- Positivo es DAR algo (que no tiene por qué ser bueno).


- Negativo QUITAR algo (que, por el contrario, no tiene que ser deseado).

Algo que debemos tener en cuenta siempre, sobre el reforzador positivo, que es el recurso
que vamos a utilizar:

- Para lograr el máximo de efectividad, el reforzador debe ser:


o Positivo
o Inmediato
o Contingente
- El reforzador debe ser apropiado (deseado por el perro).
- La aparición del reforzador debe depender del hecho de que el perro muestre la
conducta (contingencia).
- El reforzador debe aparecer inmediatamente después de la conducta.
Cuando se retrasa es posible que refuerce otras conductas posteriores.
- Hacer varias sesiones cortas es mejor que una larga.
- Durante el proceso de creación de la conducta, las respuestas deben ser reforzadas
cada vez que aparecen (programa de reforzamiento continuo).
- Sólo cuando una conducta ha alcanzado el criterio final y aparece con suficiente
frecuencia, esta puede ser puesta en un programa de refuerzo intermitente. Lo

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importante es ponerlo en un programa de refuerzo variable para fortalecer la


conducta ante la extinción y para aumentar la razón de respuestas.
- Al principio, los reforzadores tangibles son mejores.
- Debemos evitar encadenar respuestas indeseadas en la conducta final.
o Muchas veces el animal presenta débiles respuestas indeseadas muy
próximas a la respuesta que se busca. Al ser reforzadas toman masa y pasan
a formar parte del ejercicio en la mente del perro.
- Mantener una alta tasa de reforzamiento en todas las sesiones garantiza la
motivación necesaria para que se produzca la conducta deseada.

1.4.1 Técnicas de captura de comportamientos

Como hemos comentado, el adiestramiento con clicker difiere de otros métodos


tradicionales en diferentes puntos:

- A pesar de utilizar la comida como reforzador primario, no es necesario el uso de


las privaciones para favorecer la motivación. La variedad de reforzadores que
podemos utilizar nos permite jugar con la saciedad por el premio.
- No se utiliza el castigo, se refuerza el acierto y se IGNORA el error. Si el perro tiene
que descubrir la conducta es imprescindible la ausencia de consecuencias negativas
que debilitaría (e incluso puede anular) la iniciativa necesaria.
- Las sesiones son muy breves, de unos pocos minutos con lo que favorece la
atención, reduce la posibilidad del error y nos permite varias repeticiones sin temor
de aburrir al “alumno” (y a nosotros mismos…). Al ser cortas no es necesario
disponer de mucho tiempo pudiéndose realizar en cualquier momento.
- La señal, orden, comando definitivo no se introduce hasta que la conducta está
lograda lo que nos facilita el proceso siguiente de generalización y discriminación.
- Todo lo que aprendemos por nosotros mismos es más fácil de mantener. Las
conductas creadas con el clicker permanecen o se recuperan rápidamente.
- Acelera el aprendizaje al enseñarnos a utilizar con acierto los tres elementos
imprescindibles en todo adiestramiento, CRITERIO, TIMING, TASA DE REFUERZOS.
- Y la más importante, nos obliga a PENSAR, algo que nos ayuda a mejorar en
cualquier actividad que realicemos. Como consecuencia desarrollamos nuestra
creatividad y el repertorio de recursos necesarios para alcanzar el objetivo.

Ahora que ya tenemos todo lo necesario, ¿cómo le enseñamos al perro que se siente? ¿O
que se tumbe? Para ello necesitaremos las llamadas técnicas de captura, que son
exactamente eso, técnicas para capturar las conductas que deseamos.

Llamamos conducta o comportamiento a todo aquello que realiza el perro, en el caso


que nos ocupa, a las órdenes que le vamos a pedir.
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1.4.1 Técnicas de captura de comportamiento

LURING (Atracción)

También conocida como “guía con señuelo”. Consiste en guiar al animal, con algo que le
interesa (la comida), en dirección a la conducta deseada. Se utiliza un reforzador primario
como guía. Es útil para conductas simples, no tanto para otras más complejas.

TARGETING (Objetivo)

También conocido como target. Consiste, primero, en enseñarle a tocar un objeto diana,
normalmente nuestra mano, para, posteriormente, guiarlo hasta la conducta deseada. Es
muy útil para acomodar al animal en diferentes posiciones y para indicarle el camino a
seguir.

TARGET EN MOVIMIENTO

Es una variable del target en la que movemos la mano para guiar al perro dónde queremos
que vaya. Es muy útil para después enviarlo al sitio, por ejemplo.

STICK-TARGET

Es una variable del target en la que se utiliza un stick para realizar movimientos o conductas
a las que no llegamos con el brazo (por ejemplo, el giro del perro sobre si mismo) o incluso
para trabajar target a distancia (por ejemplo, queremos que vaya al sitio y para alejarnos,
usamos el stick-target para señalar el sitio dónde queremos que vaya).

Muchas veces, el target se usa como un criterio superior al luring, por ejemplo, primero
enseñamos un comportamiento con luring, y luego seguimos con target, hasta que ya
queda el gesto.

FREE SHAPING (Captura)

También llamado moldeado libre. Se trata de esperar a que el animal realice,


voluntariamente, la conducta deseada. Es, posiblemente, la técnica que más se acerca al
purismo en el adiestramiento. Requiere de una gran “paciencia” y para conseguir

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resultados es imprescindible que el animal posea una gran iniciativa que le lleve a realizar
diversas conductas en tu presencia.

Para esto, una buena relación es imprescindible para lograr un estado emocional
satisfactorio que le proporcione la seguridad suficiente para desarrollar una conducta.
Además de esta implicación es un método muy efectivo pues lo que se refuerza,
habitualmente, son conductas naturales del animal con lo que el aprendizaje será mucho
más sólido.

SHAPING (Moldeado)

Consiste en reforzar por aproximaciones sucesivas a la conducta final. Es la base del


entrenamiento con clicker. Mediante el moldeado es posible lograr que el animal presente
comportamientos muy diferentes a aquellos de su repertorio natural. Para que sea efectiva
es imprescindible:
- tener una visión final de la conducta deseada
- desmenuzarla en sub-conductas que nos permitan avanzar adecuadamente
- tener un criterio claro del objetivo en cada sesión y la tasa de refuerzos para
mantener animal motivado
- capturar la sub-conducta en el momento adecuado

CHANNELING (Uso de barreras)

Esta técnica consiste en inducir un comportamiento, para que podamos reforzarlo,


utilizando barreras físicas que guían el movimiento del perro, pero sin necesidad de forzarlo
físicamente.

Por ejemplo, se puede trabajar el caminar junto con el perro hacia el lado de una pared
para que camine recto; se pueden colocar sillas u otros obstáculos para lograr que nuestro
perro camine hacia atrás por el centro, agacharnos y guiar al perro para que pase por
debajo de nuestra pierna doblada para que se eche…

Es importante ir eliminando estas ayudas lo antes posible para que la conducta no se


condicione a la presencia de la barrera.

Vamos a ver ahora cómo haremos los comportamientos de adiestramiento de base, paso
a paso, pero primero vamos a ver las fases del adiestramiento, es decir, los criterios de los
que hablábamos para ir consolidando un comportamiento.

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1.4.2 Fases del adiestramiento

Los comportamientos que el perro va a tener que aprender para la consecución de la


obediencia básica son, desde hace mucho tiempo, los siguientes:

Sienta | Tumba | Quieto | Caminar en junto | Ven

Sin embargo, nosotros consideramos la obediencia básica como, tal y como se ha descrito,
el adiestramiento en comportamientos básicos de convivencia, y estos cinco no nos
parecen suficientes. Así, entenderemos que forman parte de la obediencia básica los
siguientes comportamientos:

Sienta | Tumba | Quieto | Caminar en junto | Ven


Suelta | Posición en junto | Mírame | Ir al sitio

Pero vamos paso a paso, para empezar a adiestrar, deberemos tener claros todos los pasos
que tenemos que realizar:

En entorno controlado, es decir, en casa, y sin correa ni sujeción alguna.

1. Conseguir la conducta básica

Enseñar un nuevo ejercicio es conseguir la conducta básica, lo haremos con alguna de las
técnicas de captura comentadas anteriormente.

Realizamos el movimiento con la técnica escogida → el perro realiza la conducta =


Click + premio

2. Perfeccionar la conducta

En este segundo paso, se intenta pulir la conducta y que esta sea precisa y rápida.

Perfeccionamos la conducta con la técnica escogida → el perro realiza la conducta =


Click + premio

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3. Introducir la orden gestual

En este punto, la técnica de captura desaparece y introducimos la orden gestual (que


normalmente se parece al gesto que hacemos con la técnica que usemos).

Realizamos el gesto escogido → el perro realiza la conducta = Click + premio

4. Introducir la orden verbal

Para introducir la orden verbal, seguiremos el procedimiento del condicionamiento clásico:

Decimos la orden verbal escogida → esperamos 2 segundos (el perro no sabe lo que
le pedimos ya que no conoce la palabra → realizamos la orden gestual (que sí
conoce) → el perro realiza la conducta = Click + premio

Decimos la orden verbal escogida → el perro realiza la conducta = Click + premio

5. Discriminar la orden verbal de la gestual

Para que la orden gestual no desaparezca, realizaremos alguna sesión en la que le pedimos
las dos órdenes indistintamente (la gestual y la verbal).

Decimos la orden verbal → el perro realiza la conducta = Click + premio


Realizamos la orden gestual → el perro realiza la conducta = Click + premio
Vamos alternando las dos acciones.

6. Introducir distracciones

Le pedimos la conducta de diferentes maneras y en diferentes habitaciones de la casa para


que el perro empiece a generalizar la conducta.

Le pedimos la conducta al perro estando nosotros de lado, moviendo los brazos, con
la tele puesta como distracción, en la cocina, en una habitación donde normalmente 60
no entrenamos, etc.
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En entorno no controlado, es decir, en la calle.

7. Realizar la conducta en la calle

Le pedimos la conducta en la calle, primero en espacios conocidos para el perro y sin gente
ni perros que puedan distraerlo.

8. Introducir distracciones

Introducimos distracciones en la calle pidiéndole la conducta en lugares con gente u otros


perros a la vista.

9. Eliminar el clicker y los reforzadores primarios de la escena

Esta es la etapa en la que se retira el clicker y los reforzadores primarios de la escena de


adiestramiento. Todavía seguiremos usando reforzadores para continuar y mantener el
adiestramiento del perro, pero en otras situaciones.

Es el proceso llamado extinción del clicker. Pensad que clicker es igual a premio, por
lo que lo primero que tendremos que eliminar es el clicker, para pasar a
reforzadores secundarios, como una caricia o un “muy bien” (reforzador verbal)

Hasta esta fase, hemos usado siempre un programa de reforzamiento fijo, es decir,
cada vez que el perro realizaba una conducta, le clickábamos y le dábamos su
reforzador.
En esta fase ya empezamos a trabajar con los diferentes programas de
reforzamientos variables e intermitentes que hemos visto, para que el perro vaya
entendiendo que a veces habrá clicker y premio, a veces premio y a veces una
caricia o un reforzador verbal.

10. Transferencia del adiestramiento a la vida cotidiana

Esta etapa es una transición en la que empezamos a usar en la vida cotidiana todo lo que
se le ha enseñado en las sesiones de adiestramiento formal.
En esta etapa seguimos llevando a cabo sesiones formales de adiestramiento canino, pero
las combinamos con prácticas informales en situaciones cotidianas. También empezamos
a utilizar reforzadores de la vida cotidiana en lugar de comida y juguetes. Por ejemplo, antes
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de abrir la puerta para ir a pasear con tu perro, le pedimos que se siente, el premio en este
caso es abrir la puerta y salir.

11. Consolidación de hábitos

Esta es la etapa en que la obediencia se convierte en un hábito para el perro. Algunas


conductas se automatizan y otras adquieren propiedades reforzadoras. Entonces, ya no se
necesita reforzar las respuestas correctas del perro más que ocasionalmente.

Esta etapa lleva tiempo y no se ha de esperar a alcanzarla en 10 semanas de un curso de


adiestramiento canino. Dependiendo del ejercicio y de las características del perro, puede
tardar meses o incluso algunos años llegar hasta este punto.
Se ha de tener muy presente que el adiestramiento es una actividad de por vida y no se ha
de pensar que una vez que el perro alcanza cierto nivel se puede dejar de mantener la
obediencia. Si se puede, cada día se debería realizar una sesión corta de
adiestramiento/recordatorio de aquellos ejercicios más complicados. Lo importante es que
cuando se alcanza esta última etapa, el mantenimiento de la obediencia canina es
prácticamente automático porque las conductas están muy bien establecidas.

Estas dos últimas fases son las que llamamos generalización de la conducta. El perro
deberá interiorizar la conducta aprendida y realizarla indistintamente del lugar y las
distracciones que tenga alrededor.

1.4.3 Comportamientos de adiestramiento de base

Como hemos comentado, la planificación en el adiestramiento es fundamental para poder


ir siguiendo los pasos del perro.

Es por ello que deberemos hacer una tabla para cada una de las conductas que vamos a
realizar y poder ir rellenando los avances, son hojas de registro.

Pero para hacerlas necesitamos saber todo sobre la conducta o comportamiento que
vamos a pedir:

- ¿Para qué quiero la conducta?


- ¿Dónde se la voy a pedir?
- ¿Qué gesto voy a usar?
- ¿Cuál va a ser la orden verbal?

Es importante empezar a pensar en lo que hacemos con los perros y para qué lo queremos,
no queremos robots, queremos perros equilibrados que nos acompañen en el día a día.
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¿Cómo realizamos una hoja de registro?

Para realizar la tabla, haremos:

Una primera columna de criterios, en la que pondremos las diferentes fases del
adiestramiento que hemos visto.

Una segunda columna de niveles, en la que pondremos los diferentes pasos que haremos
para conseguir cada criterio.

Debemos tener en cuenta que para pasar de un criterio a otro deberemos conseguir una
tasa de respuestas positivas del 80%, es decir, de cada 10 veces que le pedimos a un perro
que se siente, si conseguimos 8, habremos conseguido el objetivo de ese criterio.

Cuando hablamos de una sesión, hablamos de 10 repeticiones de un mismo


comportamiento, y normalmente, en un programa, realizaremos 3 sesiones de 10
repeticiones.

Por ejemplo:

Le estoy empezando a enseñar el SIENTA:

- Primera sesión: realizamos el criterio 1, en el que le enseñamos a sentarse, en este


caso con luring. Repetimos este ejercicio 10 veces.
- Descansamos 1 minuto
- Segunda sesión: Si el perro en la primera sesión realiza 8 respuestas correctamente,
realizaremos una sesión que llamamos de integración de la conducta (así
afianzamos el objetivo del primer criterio) de 10 repeticiones.
- Descansamos 1 minuto
- Tercera sesión: Si el perro y ha integrado el criterio 1, empezaremos con el criterio
2.

Así, siempre, si el perro lo hace todo a la primera, haremos dos sesiones del mismo criterio:

- Una sesión para conseguir el objetivo del criterio (8 de 10 respuestas correctas)


- Una sesión para afianzar ese objetivo (8 de 10 respuestas correctas)

Si no sale un criterio en la primera sesión, miraremos cómo se lo estamos presentando al


perro y repetiremos sesiones hasta conseguir el criterio.

Es importante cuando empezamos a trabajar con el perro tener en cuenta siempre:

- No llevar gafas de sol, ni gorras, gorros o bufandas que se caigan encima del perro.
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- Mantener una postura y tono de voz agradables (los perros no están sordos)
- Empezar a trabajar con él sin distracciones: sin móviles, sin teles, sin prisas, etc.
- Conocer al perro: saber si se está frustrando, conocer sus señales de estrés, etc.
- No llevarlo al límite, siempre es mejor terminar y dejar al perro con ganas de más.

Podemos empezar con una serie de 3 sesiones de 10 repeticiones cada una, dejando 1
minuto entre sesión y sesión.

Al terminar cada sesión, le podemos empezar a integrar al perro el conceto “fin” o “ya está”
o “terminamos” o la palabra que queráis. Para ello, cuando terminemos las 10 repeticiones
realizaremos un gesto con las manos indicando que terminamos, le diremos terminamos y
le tiraremos un par de premios al suelo.

Después de ese minuto, lo llamaremos y volveremos a empezar la sesión de 10 repeticiones


que nos toque. Durante este minuto, podemos estar con el perro sentados, podemos jugar
con él, o simplemente podemos esperar.

Es importante tener el agua a disposición para que el perro pueda ir a beber siempre que
lo requiera.

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