Impacto Del Canal y La Zona Del Canal en Panamá
Impacto Del Canal y La Zona Del Canal en Panamá
Impacto Del Canal y La Zona Del Canal en Panamá
INTRODUCCIÓN:
Al iniciarse los trabajos de construcción del canal interoceánico, las
condiciones en el Istmo eran extremadamente difíciles. Los trabajadores
tenían que dormir en tiendas de campaña levantadas sobre el lodo o en
vagones de tren con escasa ventilación. Su alimentación era deficiente, la
atención médica resultaba inadecuada y la moral estaba muy baja.
En 1905, luego que un brote de fiebre amarilla ocasionó la muerte de
numerosos trabajadores estadounidenses y afroantillanos, se hizo
impostergable mejorar las condiciones de vida para poder atraer y retener a
mano de obra profesional. Esto implicó no sólo erradicar la terrible plaga, sino
también construir viviendas cómodas y ofrecer a los trabajadores una
alimentación semejante a la que éstos estaban acostumbrados, así como otras
comodidades similares a las que tenían en casa.
Para ello, el gobierno de los Estados Unidos de América asumió
directamente la tarea de no sólo construir el canal sino de además hospedar,
alimentar, vestir y cuidar a este ejército de obreros. Al ir cumpliendo con esta
misión fueron reproduciendo en la Zona del Canal--y en cierta medida
trasladando a las ciudades terminales de Panamá y Colón--, los patrones
culturales propios de su estilo de vida con el propósito que los trabajadores
estadounidenses y sus familias contaran con todos los elementos esenciales
para que se sintieran felices y satisfechos en el Istmo. Así, poco a poco, se fue
transformando la cultura material y la vida cotidiana en la zona de tránsito.
1
territorio de las costumbres que se percibían entre la población istmeña
radicada en la ciudad de Panamá.
Joseph Bucklin Bishop (The Panama gateway, 1913) opinaba que si
bien la Zona del Canal se había levantado bajo una estricta disciplina y
organización militar, la presencia de tantos funcionarios y empleados
civiles, así como sus familias, le daba a la comunidad un ambiente un
tanto relajado y democrático. La vida en comunidades tenía todas las
características de la vida cotidiana en los pequeños pueblos del sur de los
Estados Unidos.
Arthur Bullard (Panama, The Canal, The Country and The
People, 1914) prefirió utilizar el término “sub-urbana” para referirse la
vida social “Americana” en la cual se desenvolvía la vida cotidiana en la
Zona del Canal. Entendía por “sub-urbana” aquella sociedad que era
encantadora y, en muchos sentidos, más agradable que la que se vivía
en las grandes ciudades. “Esta tiene la intimidad, el todo el mundo
conoce a todo el mundo, de una villa rural y, al mismo tiempo, el gusto,
la cultura, los libros y la vestimenta de una ciudad.”
Pero también, este empeño por afirmar su propia identidad, los llevó a
proyectar a lo interno de la franja canalera prácticas discriminatorias y
prejuicios en contra de la masa de inmigrantes que llegaron a trabajar en la
construcción del canal. Para ello se aplicó en Panamá la política de
segregación propias del Sur de los Estados Unidos de aquella época. El
aislamiento y separación de los diferentes grupos étnicos, apoyado por la ley,
generó tensiones y situaciones conflictivas en el paraíso estadounidense.
2
edificios y se remodelaron más 1,500 edificios construidos por los franceses;
las cuales fueron utilizados para viviendas, oficinas, depósitos y otros fines.
Las casas variaban un poco de acuerdo a la posición que se ocupaba y el
salario, pero todas estaban hechas de madera de pino, con techo de zinc
corrugado y diseñadas para adaptarse al clima tropical. Además, a estas casas
se les daba un constante mantenimiento para que resistieran las inclemencias
del clima tropical, por lo cual al terminar los trabajos de construcción en 1914 la
mayoría se encontraba en buenas condiciones. Sin embargo, factores raciales
influyeron en el tipo de residencia que se ofrecía a cada persona y su familia.
3
del aseo. Las condiciones de vida eran espartanas y carecían de los atractivos
y entretenimientos que se le ofrecía a los empleados estadounidenses solteros.
Las casas construidas para las familias de los trabajadores afroantillanos
también eran de madera de pino y zinc corrugado como techo, con telas
metálicas en las ventanas, y contaban con electricidad y agua potable gratis.
Pero, distaban mucho de la comodidad y amplitud de las asignadas a las
familias del Gold Roll. Los muebles también eran escasos y de inferior calidad.
Así mismo, mientras que la Comisión del Canal tenía un jardín en
Emperador del cual proveían, sin costo alguno, flores y plantas a los hogares
de los trabajadores estadounidenses, a los habitantes de las comunidades del
Silver Roll nos se les daba la misma facilidad.
4
un tren de abastecimiento que tenía 21 carros, algunos de éstos
refrigerados para el transporte de hielo, carnes, vegetales y otros
productos perecederos. Para dar una idea del volumen de este negocio
podemos decir que la Comisión del Canal compraba en los Estados
Unidos unos doce millones de dólares de productos anualmente, por lo
cual cada día se debía descargar un vapor lleno de mercancía. (Logan
Marshall, The Story of the Panama Canal, 1913)
5
Habían, además, 17 comedores para trabajadores europeos, quienes
pagaban 0.40 por sus tres comidas diarias, pero éstos continuamente se
quejaban de la calidad de los alimentos que se les ofrecían. Para los
trabajadores afroantillanos se tenían funcionando 16 cocinas en las cuales se
les servían también tres comidas diarias por 0.27. Sin embargo, a éstos no les
gustaba la comida de los campamentos y preferían ingeniárselas ellos mismos.
William R. Scott (The Americans in Panamá, 1913) comentaba que para
1912 los afroantillanos consumían mensualmente más de 100 toneladas de
arroz, los italianos macarrones en abundancia y los españoles grandes
cantidades de pan.
6
Así, Arthur Bullard nos narra que al visitar a un médico en la ciudad de
Panamá, él y un amigo invitaron a las dos sobrinas de éste a un baile al Hotel
Tívoli, al cual las jóvenes asistieron elegantemente vestidas, como si fuesen a
un baile de graduación. Siguiendo las normas de la época, las jóvenes
doncellas fueron acompañadas por su tía, como chaperona. Allí, todos los
presentes estaban ataviados con la misma elegancia que se podría observar
en cualquier gran ciudad del este de los Estados Unidos.
En cuanto a los caballeros, si bien los ingenieros, mecánicos y capataces
estadounidenses utilizaban como uniforme para sus faenas diarias, botas
negras, pantalones kaki y camisas azules. Pero al llegar a sus casas, tomaban
una ducha y se ponían sus vestidos de lino blanco, que caracterizaban a los
estadounidenses que laboraban en el Canal.
Debido a que el clima en el Istmo no experimenta los cambios de
estaciones propios de Norteamérica, las mujeres acostumbraban usar vestidos
de telas frescas y ligeras, generalmente blancos; color que armonizaba con los
vestidos de lino blanco que acostumbraban usar sus esposos.
Aún así, las mujeres vestían y peinaban sus cabellos a la última moda,
procurando que las jovencitas y los niños vistieran apropiadamente en las
veladas sociales y en las actividades culturales. Esto se debía a que en los
Comisariatos, así como en los principales almacenes de las ciudades de
Panamá y Colón, se podían adquirir los vestidos de moda en Estados Unidos.
Su ejemplo contribuyó a que las familias prominentes de las ciudades de
Panamá y Colón siguieran su ejemplo y recurrieran a vestir de forma similar y a
usar sus cabellos más cortos y con peinados recogidos, como se estilaba en
los Estados Unidos y en las vecinas comunidades canaleras.
7
Los primeros Ingenieros Jefes del Canal comprendieron que para culminar
exitosamente la obra era necesario transformar y modernizar las condiciones
de vida en las ciudades terminales de Panamá y Colón, así como en la Zona
del Canal.
Uno de primeros problemas que debieron enfrentar era la falta de un
adecuado sistema de acueductos y alcantarillados. Hacia 1904, el agua para el
consumo humano debía se recogía de pozos o corrientes. Las aguas que
ofrecían las constantes lluvias se utilizaban para la limpieza de los hogares.
Esto hacía que las personas acostumbraran a tener cántaros y vasijas llenas
de agua en sus casas, así como barriles con agua de lluvia en sus patios. Para
mejorar las condiciones sanitarias del Istmo y erradicar a los mosquitos que
transmitían mortales enfermedades, esta situación debía terminar.
Así, se decidió construir sendos acueductos para las ciudades de
Panamá y Colón. La capital sería abastecida con agua extraída del Río
Grande, por medio de una tubería de 16 milímetros que llegaría hasta el Cerro
Ancón, de donde se distribuiría hasta Panamá. Colón sería proveído con aguas
del Río Chagres.
Igualmente se llevaron adelante los planes para la construcción del
sistema de alcantarillado de ambas ciudades y en la Zona del Canal, los cuales
estuvieron en funcionamiento para 1905.
Estas innovaciones transformaron radicalmente el paisaje urbano y la vida
cotidiana. Con la culminación de los acueductos fueron clausurados los
antiguos pozos y dejó de existir la profesión de “aguatero” o “pipotero”, que era
aquel personaje que cada día surcaba las calles de la ciudad vendiendo agua a
los residentes:
“Un barrilito y una lata
nos costaba un real de plata
que con solícito esmero
el cumplido pipotero
sin regateo ni rebaja,
derramaba en la tinaja,
montada en su tinajero,
y recogía su dinero;
mueble de invento egoísta
de algún criollo ebanista.”
(Remigio Ruiloba, “El Pipotero”, en Lotería, No 32 (julio de 1958), p.p.
38-41; tomado de Damaris Diaz Szmirnov, Génesis de la ciudad
republicana (Panamá, 2001), p. 49-50).
8
diversos poblados a lo largo de la línea por la cual se construiría el canal
interoceánico. Con estos cambios se le brindaron a las ciudades de Panamá y
Colón los beneficios de la tecnología contemporánea y la imagen de ciudades
modernas.
La División de Obras Públicas de la Comisión del Canal, presidida por el
Superintendente George H. Ruggles, era responsable de la administración del
acueducto y del alcantarillado, así como de la pavimentación y mantenimiento
de calles, y del cobro de estos servicios.
La Corporación Panameña Americana y la Compañía de Luz Eléctrica y
Hielo de Colón (luego consolidadas en la Compañía Panameña de Fuerza y
Luz) fueron las responsables de modernizar el tendido eléctrico e instalar las
nuevas plantas de energía para suministrar iluminación nocturna y energía
eléctrica a las ciudades de Panamá y Colón, acabando con la época de las
velas y las lámparas de kerosén.
En 1905 la Compañía de Teléfono de Panamá organizó la comunicación
telefónica en la ciudad de Panamá; en 1912 extendió la línea hasta la ciudad
de Colón, estableciendo comunicaciones con las líneas telefónicas de la Zona
del Canal.
En este período también se decidió reactivar el tranvía de la ciudad de
Panamá que había dejado de funcionar hacia 1894. Para ello se le otorgó una
concesión a la Compañía Eléctrica de Panamá, la cual inauguró formalmente
sus servicios el 1º de agosto de 1913, con 15 carros, que luego fueron
ampliados a 22:
“El sistema de tranvías comprendía la línea principal que se extendía
por la Avenida Central, desde el Palacio Nacional hasta el Hotel Tívoli; la
de Balboa, que partía de la Plaza de Santa Ana y terminaba en los
muelles de La Boca, y la de Las Sabanas que también partía de Santa
Ana y pasando por la Avenida Norte y por el Camino de Calidonia iba
hasta la Estación de Policía en Las Sabanas y contaba con un ramal
hacia el balneario de Bella Vista.” (William T. Scoullar, El Libro Azul de
Panamá, Panamá, 1916, p. 214)
9
toneladas de hielo diariamente-; en el primer piso se almacenaban las
carnes, hielo, leche, huevo y mantequilla; en el segundo se conservaban
las frutas y vegetales.
10
refiriera a un “ice box” o caja de hielo, la cual contaba con un compartimiento
aislado para conservar hielo y otros alimentos, equivalente a los que hoy
conocemos como neveras.
Así mismo, en Panamá, con los franceses y estadounidenses que
recorrieron el Istmo se tomaron fotos con las primeras cámaras fotográficas en
blanco y negro. A inicios del siglo XX, con la construcción del canal por los
Estados Unidos, también llegarían la cámara fotográfica a colores —inventada
en 1903 por los hermanos--Augusté y Louis Lumieré, así como las películas de
cine—también inventada por los hermanos Lumieré. En los hoteles y casas
clubes administrados por la Comisión del Canal se presentaban
ocasionalmente películas traídas especialmente de los Estados Unidos.
Algunas de ellas llegaron a ser presentadas en lugares públicos de Panamá.
Otro invento estadounidense que llegó con sus ingenieros y soldados fue
la máquina de afeitar. Esta había sido patentada por King Camp Gillette en
1901 y se comenzó a producir hacia 1903.
En 1882 Diehl and Company inventó el abanico eléctrico. En 1897, J. W.
Emerson perfeccionó este inventó e introdujo al Mercado el abanico de techo
eléctrico. En un anuncio en el Star and Herald, la Panama Hardware Co.
Ofrecía los abanicos eléctricos para techo, marca “Emerson”, sugiriendo que
eran ideales para negocios. Sin embargo, tanto en la Zona del Canal como en
las ciudades de Panamá y Colón los hombres preferían todavía asistir a las
barberías.
11
que llegaron sin novedá.
Los aeroplanos de Panamá.”
“Los aeroplanos”, tomado de Narciso Garay , Tradiciones y
cantares de Panamá (Panamá, 1930), p. 158.
5.3. Matrimonios
12
Una queja constante de los trabajadores afroantillanos que laboraban en
el Canal era la ausencia de mujeres. Sin ellas, ellos se veían forzados a comer
lo que los comedores de la Comisión del Canal les ofrecía—lo cual muchas
veces no era de su agrado--, además de tener que lavar su propia ropa.
Según Arthur Bullard (Panama, The Canal, The Country and The
People, 1914) la Comisión consideraba que era menos probable que hombres
casados y con sus familias establecidas en Panamá desertaran de los trabajos
del canal al sentir nostalgia por el terruño patrio, como ocurría frecuentemente.
Así, que si bien ésta no le trajo directamente esposas a los trabajadores,
recurrió a varios mecanismos para que fuese más barato para dos vivir juntos
en la Zona del Canal que para uno solo.
Por ejemplo, el hospedaje y alimentación para solteros era más costoso e
incomodo que para personas casadas. Si alguien encontraba esposa, entonces
se le asignaba una casa de tres o cuatro habitaciones amuebladas; el agua
potable, la electricidad y el carbón para la estufa se les proporcionaba
gratuitamente. Así, en lugar de tener sus botones rotos y su ropa de lino
quemada, sus esposas buscaban entre las mujeres afroantillanas recién
llegadas al Istmo a alguna que efectuara todo el lavado de la ropa de la casa
por mucho menos de lo que antes pagaban en la lavandería.
13
raso, pintado de color plomo. Pero nos informa que estaba pronto a
inaugurarse el Teatro Nacional de Panamá, al cual calificaba como el “más
completo y hermoso teatro que alguien podría imaginarse.”
Justamente el Teatro Nacional se habría de convertir en el escenario de
muchas presentaciones culturales para animar la vida cultural de la ciudad de
Panamá y los habitantes de la Zona del Canal. Por ejemplo, el Star and Herald
nos informa que el 2 y 3 de octubre de 1913 éste fue el escenario en el cual la
Morton Opera Company, de paso por el Istmo, presentó las obras “Madame
Sherry” y “”The Girls from Nowhere”. Esta compañía consistía 33 artistas e
incluía un harmónico coro.
El domingo los trenes extras de la Compañía del Ferrocarril estaban
repletos de viajeros que aprovechaban el día libre para visitar a amigos o visitar
algún lugar para entretenerse.
En ocasiones se aprovechaban los días libres para viajar la ciudad de
Panamá, a la Isla de Naos o a la Isla de Taboga. Para Thomas Graham Grier
(On the Canal Zone. Panama, 1908) Taboga, ubicada a unas doce millas del
puerto de Balboa, era el centro vacacional favorito de los habitantes de la
ciudad de Panamá y de la Zona del Canal por sus blancas playas, fresco
clima, hermosas flores y deliciosas frutas—aquí se cultivaban piñas, mangos,
naranjas y otras frutas. Para llegar a Taboga y a las cercanas islas de Naos,
Culebra, Perico y Flamenco—antes que el rompeolas que une estas islas a
tierra firme estuviera completo—se usaba el vapor Petit Louise.
Los días en los cuales los Estados Unidos conmemoraba una fecha
especial se celebraban con gran regocijo en la Zona del Canal.
Por ejemplo, el 4 de Julio se celebraba en la Zona del Canal, como en los
Estados Unidos, con fuegos artificiales, desfiles militares, bandas de música,
exhibiciones de los bomberos y bailes. El Día de Acción de Gracias se
festejaba con las cenas en los hoteles, restaurantes y en familia, en las cuales
nunca faltaba el clásico pavo. Para Halloween se hacían fiestas a los niños en
las escuelas, al igual que para la Navidad.
5.6. Hoteles
En la Panamá llegaron a haber dos hoteles importantes, de gran lujo y
elegancia, bajo la administración de la Comisión del Canal. En el terminal
pacífico se encontraba el Hotel Tívolí y luego en el atlántico se construyó el
Hotel Washington.
En el terminal del Pacífico se encontraba el Hotel Tívoli, que se convirtió
en uno de los principales sitios de reunión y entretenimiento de Panamá. Este
hotel contaba con todas las facilidades modernas y podía albergar hasta 500
huéspedes. Además, tenía un inmenso salón en su piso principal. Aquí, una
banda de música amenizaban bailes y fiestas los fines de semana. Según
Thomas Graham Grier (On the Canal Zone. Panama, 1908) una habitación
podía costar desde $3.50 diario, el desayuno $0.50, el almuerzo $1.00 y la
cena $1.50.
Cuando en noviembre de 1906 el presidente Roosevelt realizó una visita
de tres días al Istmo se convirtió en el primer presidente de los Estados Unidos
de América que salía del territorio continental estadounidense durante su
mandato. Al llegar a Panamá se alojó al presidente en una de las alas del Hotel
Tívoli, el cual aún no estaba terminado. Esta fue la primera ocasión que el
14
Tívoli fue usado como hotel. La habitación ocupada por el mandatario y su
esposa fue llamada “Suite Presidencial” y retuvo ese nombre cuando comenzó
a funcionar. Luego de la visita presidencial el hotel fue cerrado para culminar su
edificación, hasta que fue formalmente inaugurado el 1º de enero de 1907.
El Hotel Washington reemplazó a la antigua Washington House, que
desde 1870 hasta el 1 de marzo de 1908, cuando pasó a manos de la
Comisión, había sido para el uso exclusivo de los Directores del Ferrocarril. En
1910 se optó por la construcción de un nuevo Hotel, con planos elaborados por
la firma Cram, Goodhue y Ferguson, de New York, a un costo de $ 500.000, el
cual fue inaugurado el 29 de marzo de 1913.
Para 1912 la Comisión tenía, además, unos 20 hoteles establecidos a lo
largo de la línea para trabajadores del Gold Roll y Silver Roll. En ellos se
servían unas 200,000 comidas al mes.
Podemos considerar The Imperial un ejemplo típico de estos otros
hoteles. Según la descripción de Thomas Graham Grier (On the Canal Zone.
Panama, 1908), éste tenía tres pisos de altura. Las oficinas, el bar, el boliche,
la sal de billar y los almacenes estaban en la planta principal. En el secundo
piso se encontraban una sala de estar, el comedor, la cocina y unos cuantos
dormitorios. Tanto el segundo como el tercer piso estaba rodeado por balcones
que permiten contemplar el paisaje circundante. Las habitaciones eran de dos
estilos, interiores y exteriores. A las habitaciones exteriores se entraba por el
pasillo de los balcones. Los muebles consistían en una buena cama con su
respectivo mosquitero, una silla mecedora, dos sillas de mimbre, un pupitre,
una vasija para lavarse, una mesa de centro y varias percheros para colgar
ropa. En cada habitación había un botón para llamar a la recamarera o al
portero y un bombillo eléctrico. Una habitación de este tipo tenía un costo de
U.S. $ 2.50 diario.
6. Las asociaciones
15
benéficos y de ayuda mutua, llegando a tener unos 1,500 miembros. (Tomado
de Eyra Reyes, El Trabajo de las mujeres en la historia de la construcción
del Canal de Panamá, 1881-1914, p. 106).
16
6.3. Las Casa Clubes del Y.M.C.A.
La Comisión construyó y equipó las casa clubes, y el Comité Internacional
de la Y.M.C.A. designó a los secretarios que conducían y organizaban las
actividades de los clubes, los cuales eran pagados por la Comisión. Uno de los
más grandes fue el ubicado en Balboa. Según Logan Marshall (The Story of
the Panama Canal, 1913) hacia 1912 había otros 7 de estos clubes ubicados
en Cristóbal, Gatún, Gorgona, Emperador, Culebra, Corozal y Portobelo.
La inscripción era gratuita pero la membresía costaba cuatro dólares un
trimestre, siete dólares por seis meses y doce dólares por un año. Se cobraba,
además, 2 ½ centavos por el por uso de tacos para participar en un partido de
pool, 30 centavos por ocupar una mesa de billar por una hora, 10 centavos por
partido de boliche y los casilleros se arrendaban a un dólar por año. El
hospedajes en las Casa Clubes era gratuito para los miembros y los
ciudadanos estadounidenses de paso debían pagar un dólar por noche.
Las casas clubes se convirtieron en los principales centros sociales en la
Zona del Canal. Aquí se podían encontrar cómodas recepciones, cuartos de
lectura, salas de juego--con tableros de damas, ajedrez y otros juegos de
mesa--, mesas de billar, juegos de boliche, gimnasios, cafeterías, cuartos
oscuros para los clubes de fotografía y fuentes de soda. Una vez a la semana
se presentaban películas y en ocasiones se hacían reuniones de las logias.
Aquí se podían obtener refrescos, tabaco y comidas a toda hora. A las mujeres
se les permitía el acceso a los mismos los días martes y jueves en la tarde, así
como a los eventos públicos, aunque con privilegios limitados.
17
dándose a la tarea de formar asociaciones femeninas en cada una de ellas.
Como resultado de su labor se formaron nueve clubes femeninos, los cuales
llegaron a formar una Federación de Clubes de Mujeres de la Zona del Canal,
la cual luego se afilió a la Federación General de Clubes de Mujeres de los
Estados Unidos. Para 1907 habían aumentado a 15 el número de clubes.
Como respaldo a estas gestiones viajó a Panamá la Dra. Jeanne de la
Dossier, directiva de la Federación de Clubes de Mujeres de Nueva York, quien
se presentó ante varias organizaciones femeninas en la Zona del Canal para
explicarles cómo organizar los clubes y qué tipo de actividades podían realizar.
Según Miriam Miranda (“Las organizaciones femeninas en la Zona del Canal,
1907-1913”, 2002), para 1913 el número de clubes de mujeres, incluyendo las
asociaciones fraternales y religiosas, había llegado a 58, con una membresía
de alrededor de 695 mujeres.
Cada semana The Canal Record publicaba una columna titulada “Social
Life on the Zone” en la cual se daba noticia de la actividad de estos clubes. En
su edición del miércoles 25 de diciembre de 1907 informó de la participación de
los Clubes de Mujeres de diversas comunidades como Gatún, Cristóbal,
Culebra y Gorgona en la celebración de la navidad, ofreciendo fiestas, bailes,
música y regalos a los niños.
Otras actividades de los clubes fueron mencionadas por The Canal
Record. Así nos enteramos, por ejemplo, de que el Club de Gatún invitó a la
señorita Anna Gohrman para que hablara acerca de la conveniencia de que
madres de familia y maestras cooperaran en la educación de los niños. El Club
de Pedro Miguel organizó una entretenida velada literaria. El Club de Ancón
efectuó un Baile de Flores. En Paraíso se celebró una velada musical, con
premios para las participantes.
Para 1912 las mujeres estadounidenses había creado otras asociaciones
en la Zona del Canal. Una de ellas era la “Play Ground Association” la cual
levantó un pequeño parque infantil en Colón, desde Bottle Alley hasta Calle
Bolívar, con columpios, subibajas y cajas de arena. Otras organizaciones
formadas por mujeres eran la Cruz Roja y la Liga Anti-Tabaco.
Nos narra Miriam Miranda que en la Sexta Reunión Anual de la
Federación de Clubes de Mujeres de la Zona del Canal, realizada en el Hotel
Tívoli en enero de 1913 se acordó cesar la actividad de todos los clubes a partir
de abril de ese año, en vista de que al culminar la construcción de la vía
interoceánica, era de esperarse que muchas de las familias retornaran a los
Estados Unidos. Es decir, completada la construcción del canal, ya no se
consideraba necesaria la continuación de estas organizaciones, pues la mujer
debería volver al espacio privado de su hogar.
7. Las Instituciones
18
Hacia 1910 Frank Feuille fungía como Consejero Legal y Abogado en Jefe
y W. K. Jackson, Jr. ejercía el cargo de Fiscal.
Los casos delictivos eran atendidos en primera instancia en cortes
menores. M. C. Rerdell actuaba como Secretario de los Jueces de Distrito y
los distintos distritos judiciales eran atendidos por los siguientes Jueces de
Distrito: E. S. Garrison, Juez en Emperador; J. B. March, Juez en Gorgona; y
Thos. E. Brown, Juez en Cristóbal.
En caso de apelación, los casos se trataban en la Corte Suprema de la
Zona del Canal, la cual estaba presidida por el Juez H. A. Gudger. Lo
ayudaban a deslindar los casos los Jueces Asociados Wesley M. Owen y Lorin
C. Collins. Estos jueces actuaban, además, como Jueces de Circuito, siendo
Gudger Juez del Primer Circuito, Owen del Segundo y Collins del Tercero.
Hacia 1910 sólo funcionaba una Penitenciaría en la Zona del Canal, la
cual estaba ubicada en Culebra.
El Forense de la Zona del Canal y Marshall de la Corte Suprema y las
Cortes de Circuito era el Sr. J. P. Fyffe, quien también fungía como Jefe de la
Policía.
19
Según William R. Scott (The Americans in Panamá, 1913) la policía fue
organizada por George R. Shanton, una especie de comisario del viejo oeste,
escogido especialmente por el presidente Roosevelt.
La Policía de la Zona del Canal estaba integrada por unos 300 hombres,
en su mayoría ex –soldados que habían servido en Cuba o Las Filipinas. En
1907, cuando Thomas Graham Grier (On the Canal Zone. Panama, 1908)
visitó el Istmo, estaban organizados en ocho estaciones y 29 puestos o sub-
estaciones, además de su Cuartel Central. Éste nos dice que:
“En el año que terminaba el 30 de junio de 1907, el número total de
arrestos era de 6,236, de los cuales 925 fueron por violaciones al
reglamento sanitario, 787 por intoxicación y 1,176 por conducta
desordenada. El número total de condenas que resultaron de estos
arrestos fue de 5,193.”
Un aspecto que complicaba la labor policíaca era la diversidad racial de la
fuerza labora en la Zona del Canal, pues muchos de sus integrantes
desconocían las leyes y normas propias de la sociedad estadounidense.
Quizás ello explique—además de cierta dosis de racismo—que las personas
arrestadas ese año correspondieron a 41 nacionalidades distintas.
Para 1910 el Jefe de Policía era el Sr. J. P. Fyffe y su Asistente era C.
W. Barber. La policía estaba cuatro distritos, con sub-estaciones en los
diversos poblados de la Zona del Canal. Así el Distrito de Ancón comprendía a
Ancón, Corozal, Balboa, Miraflores, Las Sabanas y Pedro Miguel; el Distrito de
Emperador abarcaba a Emperador, Cucaracha, Paraíso, Culebra y Las
Cascadas; el Distrito de Gorgona a Gorgona, Bajo Obispo, Matachín, San
Pablo, Tabernilla y Frijoles; y el Distrito de Cristóbal a Cristóbal, Bohío, Gatún,
Mount Hope y Portobelo.
7.3. Correos
El servicio de correo era muy eficaz, debido a que diariamente llegaban
vapores de las costas de Estados Unidos, y semanalmente llegaban barcos
procedentes de Europa y el Caribe.
Los Correos estaban integrados a las Aduanas en la División de Correo,
Aduanas e Ingresos. El Jefe de la División era el Sr. Tom M. Cooke. Para 1910
existían oficinas de correo en los siguientes poblados: Ancón, Balboa, Corozal,
Miraflores, Pedro Miguel, Paraíso, Culebra, Emperador y Las Cascadas, en el
terminal atlántico; y Bajo Obispo, Matachín, Gorgona, Tabernilla, San Pablo,
Bohío, Gatún, Cristóbal y Portobelo, en el terminal atlántico.
20
Existían, así mismo, Oficinas de Cuarentena en Bocas del Toro, Colón y
Panamá que también estaba a cargo de la Comisión.
Para atender los servicios Médicos en las estaciones de la línea se habían
establecido centros médicos en Portobelo, Cristóbal, Gatún, Bohío, Tabernilla,
San Pablo, Gorgona, Matachín, Bajo Obispo, Las Cascadas, Emperador,
Culebra, Paraíso, Pedro Miguel, Miraflores, Ancón, Balboa, Corozal, Tívoli,
Nombre de Dios y Punta Toro (Colón). Igualmente, se atendían los servicios
médicos especiales en Palo Seco, el Carro Hospital y los servicios de
odontología por dos dentistas.
El principal centro hospitalario en Panamá era el hospital ubicado en el
Cerro Ancón. En el Hospital Ancón había salas separadas, tanto de medicina
general como de cirugía, para los empleados estadounidenses, europeos
blancos y negros afroantillanos. En otro edificio se tenían salas apartes para
mujeres. En total contaba con 22 salas cuando Thomas Graham Grier (On the
Canal Zone. Panama, 1908) lo visitó.
El complejo hospitalario contaba con once edificios que cumplían
diversos fines. En un edificio se encontraban el almacén para los implementos
médicos, ropas y otros utensilios. En otro se guardaban las drogas y medicinas.
Los cuartos de operaciones se encontraban en un anexo especialmente
construido para este fin, el cual contaba con lo último en implementos de
cirugía y equipo de rayos X. La biblioteca médica compartía otro edificio con el
archivo de los expedientes médicos de todos los pacientes que habían pasado
por este hospital. Había otro inmueble dedicado a los pacientes de tuberculosis
y una pequeña casa aislada para las enfermedades contagiosas. También se
encontraba aquí el manicomio que recogía a los enfermos mentales de la
República de Panamá y la Zona del Canal.
21
Emperador, Las Cascadas, Bas Obispo, Matachín, Gorgona, San Pablo,
Tabernilla, Gatún y Portobelo, las cuales fueron de gran importancia, puesto
que en varias de estas comunidades no habían Estaciones en ese entonces.
7.6. Escuelas
El gobernador Charles E. Magoon inauguró la primera escuela pública
en la Zona del Canal, bajo administración estadounidense, el 2 de enero de
1906. Para 1912 se habían levantados unas 24 escuelas que ofrecían sus
servicios educativos a los hijos de los trabajadores estadounidenses y
afroantillanos. Según William R. Scott (The Americans in Panamá, 1913)
estas escuelas eran atendidas por 46 maestros blancos y 28 educadores
negros, los cuales atendían a 1,240 estudiantes blancos y 1,524 estudiantes de
color.
Los hijos de los trabajadores blancos estadounidenses contaban con
escuelas amplías y cómodas, bien ventiladas y con mucha luz. Sus maestros
eran todos docentes graduados y con experiencia previa. Para 1910 estaban
funcionando escuelas para blancos en Ancón, Pedro Miguel, Paraíso, Culebra,
Emperador, Las Cascadas, Gorgona, Gatún, Cristóbal, Playa de Colón, Corozal
y Tabernilla.
Para los hijos de los trabajadores perteneciente al Gold Roll las escuelas
también estaban hechas de madera y con techo de zinc corrugado. Sus
maestros eran en su mayoría maestros graduados de colegios de Jamaica.
Para 1910 funcionaban escuelas para afroantillanos en Balboa, Paraíso,
Culebra, Emperador, Matachín, Cruces, Gorgona, San Pablo, Tabernilla,
Bohío, Mount Hope, Cristóbal, Playa de Flor, Las Cascadas y Gatún.
Según Frank A. Gause, Superintendente de Escuelas, el principal
problema experimentado en la organización del sistema escolar fue la
diversidad. Por un lado, los maestros blancos provenían de diversos Estados
norteamericanos (16 en total), cada uno con su propio método y plan; y los
propios alumnos reflejaban la diversidad étnica de la mano de obra que
constituía la fuerza del trabajo del canal al proceder de varios Estados de la
Unión (732 alumnos habían llegado a la Zona del Canal desde 36 Estados
distintos) y de otras 21 naciones. Los estudiantes recibían gratuitamente sus
libros de textos y útiles escolares, además eran transportados en el ferrocarril
hacia y desde las escuelas sin costo alguno. Para entonces ya había dos
colegios secundarios, uno en Gatún y el otro en Ancón.
22