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PRINCIPIOS BÍBLICOS, CREENCIAS Y De la Iglesia de

PRACTICAS Dios de la Profecía


ARREPENTIMIENTO
La Presencia y obra del Espíritu Santo en el mundo y en el corazón del hombre por medio del
evangelio de Jesucristo

Juan 16:8-11 ”Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.


De pecado por cuanto no creen en mí;
De justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis mas;
Y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.”
Este produce convicción, una conciencia y reconocimiento de que ha pecado contra Dios y necesita
confesar su culpa con un dolor que es según Dios.

2 Corintios 7:10 “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de
que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.
Es apartarse y abandonar la vida antigua,[ hábitos pecaminosos] hacia un nuevo caminar, en la
fe en Dios a través del Espíritu Santo y en compañía del pueblo de Dios.
Hechos 2: 42 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en
el partimiento del pan y en las oraciones.”
El resultado del arrepentimiento es la salvación, una obra que es tanto instantánea y vivificante.
Juan 3:3-8 “y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada
uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas,
según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones
piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y
estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y
maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos
nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?”
Comenzando con la nueva vida que el Espíritu Santo le imparte al creyente y
culminando con un cuerpo glorificado.
Hebreos 9:28 “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados
de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a
los que le esperan”. (Marcos 1:15, Lucas 13:3, Hechos 3:19)
El arrepentimiento resulta en la justificación, regeneración o lo que conocemos como
el “nuevo nacimiento”.
JUSTIFICACIÓN
Romanos 5:1-2 “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo: por el cual también tenemos entrada por la fe a esta gracia
en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”.
La justificación es tanto un estado como una acción. Por parte del arrepentido, es el
estado de vivir sin ofensa hacia Dios. Por parte de Dios, es su acto de perdonar los
pecados de los que la persona se ha arrepentido y declararle aceptada dentro de
una nueva relación. Se dice que la persona ha sido justificada por la fe en Jesucristo;
esto es, que sus pecados han sido cubiertos (expiados), y Dios ya no le considera
responsable por esos pecados. Ha comenzado una nueva ida espiritual.
2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno este el Cristo, nueva criatura es; la cosas
viejas pasaron; he aquí todas son muchas nuevas”. Un comienzo referido en
ocasiones como regeneración.
REGENARACIÓN/NUEVO NACIMIENTO
La regeneración describe la obra de Dios en proveer una nueva vida espiritual en el
creyente. Los seres humanos sin Cristo están muertos en “sus delitos y pecados”.
Efesios 2:1 “Y os dio vida a vosotros cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados”.
Y deben ser vivificados o regenerados a través del Espíritu Santo.
Tito 3:5 “Nos salvo, no por obra s de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por
su misericordia, por el lavamiento de la regenracion y por la renovación en el Espiritu
Santo”.
Esta adjudicación de una nueva vida espiritual a través de Jesucristo permite una
relación correcta con Dios, la habilidad para adorarle en espíritu y en verdad y es
simultanea con la justificación.
Juan 4:24 “Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario
que adoren”.
Es un acto de la gracia de Dios para reavivar la vida espiritual perdida en Adán.
1 Corintios 15:22 “Por que así como en Adán todos muere, también en Cristo todos
serán vivificados”.
Para que ahora uno pueda andar conforme al espíritu y no conforme a la carne.
(Romanos 8:1-11).
Por consiguiente se dice que la persona ha “nacido de nuevo” o nacido de Dios.
1 Juan 5:1 “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo
aquel que ama al que engendro, ama también al que ha sido engendrado por él”.
En respuesta a la pregunta doble de Nicodemo:
Juan 3:4, 5 “Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede
acaso entrara por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?. Respondió Jesús:
de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del espíritu, no puede
entrara en el reino de Dios”.
Nacer de nuevo, es entonces convertirse en una nueva creación en Cristo, un hijo de
Dios, justificado y regenerado como resultado del verdadero arrepentimiento y fe en
la obra culminada de Jesucristo. No hay otra forma de entrar al reino.
Esta entrada a una nueva vida de discipulado en Cristo.
Hechos 2:42 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos
con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”.
Induce al creyente a buscar activamente más de Dios, en confraternidad y adoración
con el pueblo de Dios, y obedeciendo intencionalmente la Palabra de Dios en la
medida que el creyente aprende a “tener su vaso (todo su cuerpo) en santificación y
honor”.
1 Tesalonicenses 4:4 “Que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en
santidad y honor”.
SANTIFICACIÓN
La santificación, así como la salvación, primordialmente se extiende durante toda la
vida del creyente. Inicialmente es una obra de la gracia subsiguiente a la
justificación, regeneración o el nuevo nacimiento. Es una obra instantánea, la cual
separa a uno para Dios.
1 Corintios 1:2 “A la iglesia de Dios que esa en Corinto, a los santificados en Cristo
Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre
de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro”.
Y crucifica y limpia la vieja naturaleza, permitiendo que el creyente sea libre del
dominio del pecado: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre juntamente fue
justificado con Él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, a fin de que no
sirvamos más al pecado. Porque el que es muerto, justificado es del pecado”.
Romanos 6:6, 7: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente
con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más
al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado”.
1 Corintios 6:11 “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido
santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de
nuestro Dios”.
Este derrocamiento de la vieja naturaleza, esta limpieza, separación, impone sobre el
creyente la demanda espiritual de hacer “morir las obras de la carne” a través del Espíritu.
Romanos 8:12, 13: “Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos
conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis
morir las obras de la carne, viviréis”.
Y de “amortiguad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra: fornicación, inmundicia,
malicia, mala concupiscencia, y avaricia, que es idolatría”.
Colosenses 3:5 “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;”.
En adición, 2 Pedro 3:17, 18 nos anima a creer en la gracia de Dios y conocimiento de
Jesucristo: “Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que
arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la
gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta
el día de la eternidad. Amén”.
Por lo tanto, la santificación requiere de parte del creyente que se “despoje” de
algunos hábitos y practicas, y se “vista” de otras, lo cual significa que debe haber
intencionalidad en la “santificación”. (Efesios 4:22-32)
La santificación nos empodera contra e control del pecad; el creyente responde con
una mente renovada para transformarse en la imagen de Cristo.
Romano 12:1, 2: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Y ser santos en vida y conducta.
2 Corintios 7:1 “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos
de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el
temor de Dios”.
SANTIDAD
La santidad es un mandamiento del Señor: “ Sed santos, porque yo soy santo”.
1 Pedro 1:14-16 “1:14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que
antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo,
sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed
santos, porque yo soy santo”.
El estado de estar libre del pecado (el dominio del pecado) hecho posible por la
obra santificadora y purificadora de Dios (Romanos 6:11-14, 1 Corintios 6:11), y
sostenido a demás por una búsqueda activa y de todo corazón por imitar la vida de
Cristo de parte del creyente que esta madurando.
Tito 2:11-12 “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los
hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos,
vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente”.
Hebreos 12:14 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al
Señor”.
1 Tesalonicenses 4:7 “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación”.
2 Corintios 7:1 “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos
de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el
temor de Dios”.
La santidad también debe ser la meta colectiva de la iglesia como el cuerpo de
Cristo “para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado (a nosotros) de
las tinieblas a su luz admirable”.
1 Pedro 2:9, 10 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de
las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero
que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado
misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia”.
BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO
Hechos 2: 38, 39 “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu
Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los
que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”.
El bautismo del Espíritu Santo como ocurrió en el Pentecostés y en otros lugares
subsiguientes en el libro de los hechos (8:14-17; 10:144-46; 19:2-7) es una
experiencia definida que sigue después de las experiencias de la salvación y la
santificación o que puede ir acompañado de las mismas hasta de manera simultanea.
Jesús le dijo a sus discípulos: “…porque esta con vosotros, y será en vosotros” (Juan
14:17).
Esta morada es una experiencia definida e instantánea descrita en las Escrituras por
la palabra “bautismo” y es acompañada de la evidencia de hablar en otras lenguas
según el Espíritu les da que hablen.
El bautismo también es el poder para el servicio que el Espíritu Santo le confiere al
creyente para servir en el reino, así como la iglesia fue empoderada en Pentecostés
para avanzar con el mensaje del evangelio:
Hechos 1:8 “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último
de la tierra”.
Esta experiencia no debe ser confundida con el bautismo en agua, la regeneración o
la santificación.
El Espíritu Santo “vino” (fue enviado por Cristo-Hechos 2:33)para redargüir “al
mundo de pecado, y de justicia, y de juicio”, para servir como guía y director de la
iglesia y para revelar las cosas de Cristo. (Juan 16:7-15)
Por lo tanto, es importante que los creyentes procuren recibir tanto del bautismo
Hechos 2:38, 39 “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu
Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los
que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”.
Como su plenitud (Efesios 5:18 “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución;
antes bien sed llenos del Espíritu”) para que se puedan familiarizar con su liderato y
dirección y participar cooperativamente en su obra, tanto por la madurez personal
cristiana como para servir en la misión de Cristo para el mundo.
HABLAR EN OTRAS LENGUAS
Hablar en (con) otras lenguas-lenguajes (magnificando a Dios expresando sus obras
maravillosas en lenguajes normalmente desconocidos para el que habla- Hechos 24:4-8;
10:44-46) es común en el libro de los Hechos para describir el derramamiento del Espíritu
Santo sobre los creyentes como fue claramente expuestos en los textos bíblicos anteriores.
En Hechos 19:6 también se muestra el mismo resultado (hablar en lenguas y profetizando)
cuando el apóstol Pablo impuso sus manos sobre los doce creyentes en la ciudad de Éfeso
para que recibieran el Espíritu Santo.
Al regular el orden de los dones espirituales entre los santos de Corintio (1 Corintios 12-14),
Pablo también asiente en el uso privado de las lenguas cuando se ora a Dios e indica que
esto edifica el espíritu del creyente en particular.
1 Corintios 14:2-4 “Porque el que habla en lenguas no habla a los demás sino a Dios. En
realidad, nadie le entiende lo que dice, pues habla misterios por el Espíritu. En cambio, el que
profetiza habla a los demás para edificarlos, animarlos y consolarlos. El que habla en
lenguas se edifica a sí mismo; en cambio, el que profetiza edifica a la iglesia”.
Por supuesto que cuando los dones de lenguas e interpretación de lenguas se hacen
en publico en la congregación reunida, estas deben ser distinguidas del bautismo con
el Espíritu cuando se refiere a la experiencia individual. Pablo establece esto
claramente cuando él dice: “Doy gracias a Dios que hablo lenguas mas que todos
vosotros” (1 Corintios 14:18)
Hechos 9:17-19 “Ananías se fue y, cuando llegó a la casa, le impuso las manos a
Saulo y le dijo: "Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me
ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo." Al instante
cayó de los ojos de Saulo algo como escamas, y recobró la vista. Se levantó y fue
bautizado; habiendo comido, recobró las fuerzas. Saulo pasó varios días con los
discípulos que estaban en Damasco”.
Cuando concluye su amonestación priorizando el don mas útil de todos (profecía)
para la edificación publica, el tuvo cuidado de añadir “y no impidáis el hablar
lenguas” (v. 39)
En conformidad con el patrón bíblico en el libro de Los Hechos, la Iglesia de Dios de
la Profecía y otras iglesias de tradición de Santidad/Pentecostal enseña que hablar
en otras lenguas según le Espíritu de que se hable es la evidencia inicial (observable
por otros) del bautismo con el Espíritu Santo.
Sin embargo, ésta no deber ser considerada como una experiencia “preponderante”.
El caminar diario y vivir en el Espíritu (Romanos 8:1-14) continuará edificando el
carácter cristiano (el fruto del Espíritu) y debe ser el deseo y práctica de todo
creyente.
FRUTO DEL ESPÍRITU
Como se mencionó en el párrafo anterior, el caminar diario y vivir en el Espíritu
provocará que el fruto del Espíritu se manifieste regularmente en la vida del
creyente: “Mas el fruto del Espíritu es: claridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22,
23).
Tal fruto no puede ser producido por la carne ni por la naturaleza humana. De
hecho, la naturaleza opuesta y las obras contrarias de la carne son enumeradas
parcialmente en el mismo texto que concluye con la siguiente declaración “…los que
hacen tales cosas no heredaran el reino de Dios” (v.21) “Digo pues; Andad en el
Espíritu, y no satisfagáis la concupiscencia de la carne” (v.16). “Porque en otro
tiempo erais tinieblas; más ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz
(porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, y justicia, y verdad)” (Efesios 5:8, 9).
La obra del Espíritu es esencial para la vida del creyente y para la iglesia.
COMPLETA RESTAURACIÓN DE LOS DONES PARA
LA IGLESIA
En conformidad con la obra del Espíritu, varios dones espirituales que son conferidos
a la iglesia y que están en la iglesia se manifiestan a través de personas
aparentemente de manera residente (repetidamente) y, en otras ocasiones, es
espontanea, según lo dirige la unción del Espíritu Santo en determinados momentos
(1 Corintios 12:4-11; Romanos 12:4-8; Efesios 4:7-16).
A pesar de que existen períodos históricos donde los dones espirituales no eran tan
prevalentes como en otros tiempos, no hay ningún respaldo bíblico para sostener la
idea de que estos dones hayan cesado.
Basados en los textos bíblicos anteriores y otros, la Iglesia de Dios de la Profecía
enseña que los dones espirituales existen en el cuerpo de Cristo y le pertenecen, son
distribuidos, controlados y operados por el Espíritu como a él le place.
La iglesia no reclama ser la propietaria de los dones, sino que estimula a toda
persona a reconocer humildemente y cumplir su llamado al servicio cristiano en
respuesta a la dirección del Espíritu y conforme a las habilidades que Él confiera.
Según la iglesia es restaurada al poder neo testamentario, se espera que los dones
del Espíritu sirvan para edificar el cuerpo de Cristo, en estos últimos días de la misma
manera que esos mismo dones lo hicieron en los primeros tiempos.
SEÑALES QUE SEGUIRAN A LOS CREYENTES
Siendo que los dones espirituales son la obra soberana del Espíritu Santo, señales
milagrosas y maravillas, pueden acompañar las obras y ministerios de los
verdaderos creyentes.
Marcos 16:17-20 declara: “Estas señales acompañarán a los que crean: en mi
nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas; tomarán en sus manos
serpientes; y cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las
manos sobre los enfermos, y éstos recobrarán la salud." Después de hablar con ellos,
el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Los discípulos
salieron y predicaron por todas partes, y el Señor los ayudaba en la obra y
confirmaba su palabra con las señales que la acompañaban”.
Mientras que Cristo le indicó a sus apóstoles lo que habría de ocurrir en la vida de
aquellos que creyeran, el significado de este texto, cuando lo balanceamos con otras
escrituras relacionadas con la salvación, tales como Romanos 10:8-13, no implica que
estás ocurrirán (sea simultáneamente o una por una) en cada experiencia salvífica.
Si embargo, la iglesia no encuentra ningún respaldo bíblico para el cese de estas
señales, sino que cree que las mismas han ocurrido y continuaran ocurriendo hoy.
Hebreos 2:2-4 “Porque si el mensaje anunciado por los ángeles tuvo validez, y toda
transgresión y desobediencia recibió su justo castigo, ¿cómo escaparemos nosotros si
descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente
por el Señor, y los que la oyeron nos la confirmaron. A la vez, Dios ratificó su
testimonio acerca de ella con señales, prodigios, diversos milagros y dones
distribuidos por el Espíritu Santo según su voluntad”.
SANIDAD DIVINA
La gracia soberana y misericordia de Dios, a través de a expiación de Cristo por
todos nuestros pecados y en ultima instancia por las consecuencias del pecado, provee
para la sanidad/salvación de nuestras almas así como de nuestros cuerpos mediante
su obra en el calvario.
De acuerdo al testimonio de Cristo y sus apóstoles, según parece registrado en los
evangelios y el libro de los Hechos (Marcos 3:1-5; 9-12; 14, 15; Mateo 10:8;
Hechos 5:12), la iglesia cree que la sanidad divina ocurre mediante el poder de Dios
sin la ayuda de la medicina o destrezas quirúrgicas.
Mateo 8:14-17 “Cuando Jesús entró en casa de Pedro, vio a la suegra de éste en
cama, con fiebre. Le tocó la mano y la fiebre se le quitó; luego ella se levantó y
comenzó a servirle. Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y con una sola
palabra expulsó a los espíritus, y sanó a todos los enfermos. Esto sucedió para que
se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: "Él tomó sobre sí nuestras enfermedades
y cargó con nuestras dolencias”.
Aunque es claro que Dios no siempre sana inmediatamente en respuesta a todas nuestras
oraciones por sanidad (sea bien de una persona o alguien que este orado a favor de otros-
véase 2 Timoteo 4:20), también es un claro deber bíblico de los ancianos y ministros de la
iglesia orar por los enfermos y visitarlos (Santiago 5:13-18 con Mateo 25:34-40).
Salmo 103:2, 3 “Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él
perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias”.
Este texto se refiere directamente al alma, sin embargo, toda la persona (espíritu, alma,
cuerpo) debe ser sanada divinamente por el poder de Dios. La sanidad de personas en
respuesta a la fe y la oración (Hechos 3:11-16) y por la misericordia especial de Dios (para
librar a algunos de sus siervos de más tristeza, véase Filipenses 2:25-27) es duda
confirmado en las escrituras.
Filipenses 2:25-27 “Ahora bien, creo que es necesario enviarles de vuelta a Epafrodito, mi
hermano, colaborador y compañero de lucha, a quien ustedes han enviado para atenderme
en mis necesidades. Él los extraña mucho a todos y está afligido porque ustedes se
enteraron de que estaba enfermo. En efecto, estuvo enfermo y al borde de la muerte; pero
Dios se compadeció de él, y no sólo de él sino también de mí, para no añadir tristeza a mi
tristeza”.
Tenemos el deber de continuar orando fervientemente por los enfermos, dejándolo
humildemente en las manos de Dios para que Él obre su voluntad soberana.
BAUTISMO EN AGUA
El bautismo en agua es el acto de ser sumergido en agua de acuerdo al
mandamiento e instrucciones de Cristo.
Mateo 28:19 “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
Esta ordenanza no tiene poder para lavar los pecados, sino que es la respuesta de
una buena conciencia hacia Dios (1 Pedro 3:21) y representa para el creyente
identificarse con la muerte, sepultura y resurrección de nuestro Señor.
Romanos 6:3-5 “¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para
unirnos con Cristo Jesús, en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte?
Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que,
así como Cristo resucitó por el poder* del Padre, también nosotros llevemos una vida
nueva. En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también
estaremos unidos con él en su resurrección”.
Marcos 16:16 enfatiza aun mas la necesidad de este paso de obediencia: “El que
crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado”.
En el día de Pentecostés, el apóstol Pedro le dijo a aquellos bajo convicción lo que
debían hacer: “--Arrepiéntanse y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de
Jesucristo para perdón de sus pecados --les contestó Pedro--, y recibirán el don del
Espíritu Santo.” (Hechos 2:38)
Obviamente, los apóstoles siguieron literalmente las instrucciones del Señor, y nosotros
no podemos hacer menos. Por lo tanto, el bautismo es la evidencia exterior de nuestra
sumisión a Cristo en la salvación y nuestra declaración pública de que somos sus
seguidores. Nos identifica con su pueblo en su reino.
“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados: y fueron añadidas a ellos
aquel día como tres mil personas” (2:41; véase también 10:47, 48 y 16:30-33).
LA CENA DEL SEÑOR
La cena del Señor es una ordenanza sagrada que nuestro Señor mismo instituyo la
noche que Él fue traicionado al comer la pascua con sus discípulos.
Lucas 22:14-22 “Cuando llegó la hora, Jesús y sus apóstoles se sentaron a la mesa.
Entonces les dijo: --He tenido muchísimos deseos de comer esta Pascua con ustedes
antes de padecer, pues les digo que n o volveré a comerla hasta que tenga su pleno
cumplimiento en el reino de Dios. Luego tomó la copa, dio gracias y dijo: --Tomen
esto y repártanlo entre ustedes. Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid
hasta que venga el reino de Dios. También tomó pan y, después de dar gracias, lo
partió, se lo dio a ellos y dijo: --Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes;
hagan esto en memoria de mí. De la misma manera tomó la copa después de la
cena, y dijo: --Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por
ustedes. Pero sepan que la mano del que va a traicionarme está con la mía, sobre la
mesa. A la verdad el Hijo del hombre se irá según está decretado, pero ¡ay de
aquel que lo traiciona!”.
Él mismo instruyó que debían hacer esto en memoria de Él. La misma representa nuestra
comunión y confraternidad con Él. El apóstol Pablo reiteró la instrucciones del Señor a los
corintios.
1 Corintios 11:23-25 “Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor
Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo:
"Este pan es mi cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria de mí." De la misma
manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: "Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre;
hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí." .
Añadiendo algunos detalles útiles: “Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis
esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga. De manera que, cualquiera que
comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de
la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y como así de aquel pan, y
beba de aquella copa. Porque el que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para sí,
no discerniendo el cuerpo del Señor. Por lo cual hay muchos enfermos debilitados entre
vosotros; y muchos duermen. Que si nos examinásemos a nosotros mismo, cierto no seríamos
juzgados. Mas siendo juzgados, somos castigados del Señor, para que no seamos condenados
con el mundo. Así, que, hermanos míos, cuando os juntáis a comer, esperaos unos a otros”.
(v. 26-33)
Por lo tanto, la posición de la iglesia es que este sacramento sea observado en
completa solemnidad y de manera ordenada. Nadie deberá acercarse a la mesa
del Señor con un pecado sin perdonar en su corazón, y todos deberán consagrarse
en oración antes y en cada ocasión que se observe este sacramento.
La Cena del Señor consiste de “fruto de la vid” (jugo de uva sin fermentar, como lo
es nuestra práctica), representando la sangre de Cristo, y pan sin levadura,
representando su cuerpo quebrantado en la cruz.
La iglesia recomienda que la Cena del Señor sea observada por lo menos una vez
cada trimestre; sin embargo, hacerlo mas a menudo es completamente compatible
con la enseñanza bíblica:
Hechos 2:46, 47 “No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en
casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a
Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía
al grupo los que iban siendo salvos”.
LAVATORIO DE PIES DE LOS SANTOS
El Lavatorio de Pies fue instituido por Jesús la noche de la Última Cena y la iglesia lo
considera una ordenanza neotestamentaria que se nos requiere observar. Así como
la Cena del Señor representa nuestra comunión con Jesús, el Lavatorio de Pies
representa nuestra unidad común (comunidad) de los unos con los otros como
seguidores y copartícipes junto a Él.
Jesús envió a dos de sus discípulos al hogar de una amigo especial en Jerusalén para
que prepararan la cena de pascua (Marcos 14:12-17). Estos preparativos debieron
haber incluido un lebrillo (recipiente), un cántaro de agua y una toalla para el
lavatorio de pies acostumbrado.
De acuerdo al versículo diecisiete citado anteriormente, los doce vinieron con Jesús,
pero no se menciona el Lavatorio de Pies. Lucas nos dice que hubo angustia entre los
discípulos cuando Jesús anunció que uno de ellos lo traicionaría, y también hubo una
discusión entre ellos sobre quién sería el más grande (Lucas 22:21-24).
Jesús les enseñó a ser siervos como su relación correcta (versículos 25-27) y les
demostró su postura como siervo entre ellos al lavarles los pies.
Juan 13:3-5” Sabía Jesús que el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio,
y que había salido de Dios y a él volvía; así que se levantó de la mesa, se quitó el
manto y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y comenzó
a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la
cintura”.
Al establecer este espíritu de servicio entre ellos, Cristo les dijo “…¿Entienden lo que
he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo
soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben
lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto e l ejemplo, para que hagan lo
mismo que yo he hecho con ustedes. ¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen en
práctica.” (Juan 13:12-15, 17).
La iglesia promueve que el Lavatorio de Pies sea observado en el mismo servicio que
se celebre la Cena del Señor hasta donde sea posible y en una forma honrosa y
ordenada.
DIEZMANDO Y OFRENDANDO
Diezmar significa entregar una décima parte de nuestras ganancias a la tesorería de
la Iglesia.
Proverbios 3:9-10 “Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus
cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino
nuevo.”
El primer registro bíblico de diezmar a la obra de Dios comenzó con Abraham, quien
le pagó diezmos a Melquisedec (Sacerdote del Dios altísimo) del botín de sus batallas
con los reyes.
Génesis 14:18-20 “Y Melquisedec, rey de *Salén y sacerdote del Dios *altísimo, le
ofreció pan y vino. Luego bendijo a Abram con estas palabras: "¡Que el Dios altísimo,
creador del cielo y de la tierra, bendiga a Abram! ¡Bendito sea el Dios altísimo, que
entregó en tus manos a tus enemigos!" Entonces Abram le dio el diezmo de todo.”
Continúo bajo la ley y recibió la aprobación de nuestro Señor. (Mateo 10:5-10)
Otros escritores del NT hacen referencia a que Dios indica que aquellos que predican el
Evangelio deben vivir (ser sustentado) por los oidores del evangelio (1 Corintios 9:6-14).
Lucas 10:7 Quédense en esa casa, y coman y beban de lo que ellos tengan, porque el
trabajador tiene derecho a su sueldo. No anden de casa en casa.
Vea también Hebreos 7:4-10, donde se le confiere al diezmo cierta trascendencia
generacional.
La iglesia considera que la obligación bíblica de diezmar no se cumple solamente con el
mero hecho de hacer donativos directamente a los pobres, a personas particulares o
causas nobles. Aunque la iglesia favorece y participa en toda clase de apoyo como este,
la misma entiende que la práctica bíblica de diezmar es que los diezmos son entregados a
la tesorería de la iglesia para la obra de Dios, especialmente para el beneficio de
aquellos que ministran la Palabra.
Hebreos 7:8 En el caso de los levitas, los diezmos los reciben hombres mortales; en el otro
caso, los recibe Melquisedec, de quien se da testimonio de que vive.
Las bendiciones y el favor de Dios seguirán en todas las áreas productivas de la vida
(Malaquías 3:7-12)
Dar ofrendas es diferente a diezmar y es hecho en adición al diezmo. Las dos son
parte del plan de Dios para financiar su obra en la tierra. ( Filip. 4:10-19)
1 Corintios 16:1-4 “En cuanto a la colecta para los creyentes, sigan las instrucciones
que di a las iglesias de Galacia. El primer día de la semana, cada uno de ustedes
aparte y guarde algún dinero conforme a sus ingresos, para que no se tengan que
hacer colectas cuando yo vaya. Luego, cuando llegue, daré cartas de presentación a
los que ustedes hayan aprobado y los enviaré a Jerusalén con los donativos que
hayan recogido. Si conviene que yo también vaya, iremos juntos”.
Un espíritu de generosidad siempre ha impregnado a la iglesia desde los tiempos
antiguos (Hechos 4:32-35), el apóstol Pablo citó las palabra de nuestro Señor a los
ancianos de Éfeso durante su mensaje de despedida aconsejándoles que debían “…
recordando las palabras del Señor Jesús: 'Hay más dicha en dar que en recibir.' “
(20:35).
Una vez recibido en la tesorería de la iglesia, el diezmo y ofrendas son regulados a
través de las debidas decisiones de la iglesia y administrados según las normas
autorizadas por la iglesia y su personal.
RESTITUCIÓN DONDE SEA POSIBLE
La restitución es el acto de restaurar algo que fue tomado indebidamente o de
satisfacer a alguien contra quien se haya cometido una falta. Corregir nuestras faltas
hasta donde sea humanamente posible es un resultado natural de la salvación por la
Gracia de Dios como lo vemos en la forma que Zaqueo respondió a la visita salvífica
del Señor en su hogar:
“Pero Zaqueo dijo resueltamente: --Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres
la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro
veces la cantidad que sea. --Hoy ha llegado la salvación a esta casa --le dijo Jesús--
, ya que éste también es hijo de Abraham.” (Lucas 19:8, 9)
Cuando esta es imposible hacer contacto con la persona o institución afectada, el
creyente aun debe demostrar un deseo de devolver lo que haya sido tomado,
restaurar una relación o buscar perdón.
Cuando sea necesario, aquellos que hacen restitución deben soportar pacientemente
cualquier sean las consecuencias que puedan resultar tales como sanciones legales,
costos financieros, o hasta el rechazo de las personas a las que se le haya hecho el
acercamiento.
Hechos 24:16 “En todo esto procuro conservar siempre limpia mi conciencia delante
de Dios y de los hombres.”
SEGUNDA VENIDA PRE-MILENARIA DE CRISTO
Hechos 1:11 “Galileos, ¿qué hacen aquí mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha
sido llevado de entre ustedes al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo
han visto irse.”
Nuestro Señor Jesucristo regresará a la tierra otra vez, y la iglesia entiende esta
venida en dos fases: Primero, en el aire, para resucitar a los santos que han muerto y
llevarse a los santos vivientes a encontrarse con Él para que todos los que están en
Cristo puedan estar en la cena de las bodas del Cordero:
(1 Tesalonicenses 4:16, 17) “El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando,
con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán
primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos
arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y
así estaremos con el Señor para siempre.”
Véase también 1 Corintios 15:51, 52)
Apocalipsis 19:9 “El ángel me dijo: "Escribe: '¡Dichosos los que han sido convidados a
la cena de las bodas del Cordero!' " Y añadió: "Estas son las palabras verdaderas
de Dios.“
En segundo lugar, Cristo regresará con los santos para reinar en la tierra por mil
años: “… Volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil años. Ésta es la primera
resurrección; los demás muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil
años”. (Apocalipsis 20:4,5; véase también Zacarías 14:9,9; Apocalipsis 5:10; 20:6)
RESURRECIÓN
El plan de Dios para el mundo incluye in tiempo en que todas las personas (vivos y muertos)
tendrán que rendir cuentas ante su trono de juicio. Por esta razón, todos los muertos, tanto
justos como malvados, serán resucitados.
A fin de asegurar que este juicio ocurrirá, Dios levantó a Cristo de los muertos y Lo nombró
Juez (Hechos 24:15; Daniel 12:2; Corintios 5:10; Hechos 17:30,31)
Son embargo, la resurrección de los muertos malvados y su tiempo de juicio no ocurrirá hasta
después de los mil años del reino de Cristo y sus santos sobre la tierra.
Apocalipsis 20:4-6 “Entonces vi tronos donde se sentaron los que recibieron autoridad para
juzgar. Vi también las almas de los que habían sido decapitados por causa del testimonio de
Jesús y por la palabra de Dios. No habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni se habían
dejado poner su marca en la frente ni en la mano. Volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil
años. Ésta es la primera resurrección; los demás muertos no volvieron a vivir hasta que se
cumplieron los mil años. Dichosos y santos los que tienen parte en la primera resurrección. La
segunda muerte no tiene poder sobre ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y
reinarán con él mil años”.
Pablo describió la esperanza de la resurrección de la siguiente manera: “A fin de
conocerle, y la virtud de la resurrección, y la participación de su padecidos, en
conformidad a su muerte” (Filipenses 3:10).
Esperamos al Salvador desde el cielo. Pablo dice: “l transformará nuestro cuerpo
miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete
a sí mismo todas las cosas”. (v. 21)
VIDA ETERNA PARA LOS JUSTOS
En su oración como Sumo Sacerdote, Cristo definió la vida eterna de la siguiente
manera: “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien tú has enviado.” (Juan 17:3).
El nuevo testamento enseña por todas partes que la vida eterna le ha sido
prometida a todo aquel que cree en Cristo: "Porque tanto amó Dios al mundo, que
dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga
vida eterna” (Juan 3:16).
Cuando Él regrese, aquellos que hayan muerto en el Señor y aquellos que Le estén
sirviendo le recibirán la recompensa de la vida eterna: “Pero ahora que han sido
liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que
conduce a la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6:22, 23).
CASTIGO ETERNO PARA LOS MALOS
La forma en que vivimos nuestras vidas en el mundo presente determinará nuestro destino
en la próxima, nuestra recompensa eterna (Daniel 12:2; Romanos 2:4-9).
Los incrédulos y malvados están condenados al castigo eterno del cual no hay escapatoria
–no hay liberación, n i aniquilación: “Aquéllos irán al castigo eterno, y los justos a la vida
eterna” (Mateo 25:46).
“Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los que cometen
inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los
mentirosos recibirán como herencia el lago de fuego y azufre. Ésta es la segunda muerte."
(Apocalipsis 21:8)
“Y a ustedes que sufren, les dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando
el Señor Jesús se manifieste desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos
ángeles, para castigar a los que no conocen a Dios ni obedecen el evangelio de nuestro
Señor Jesús. Ellos sufrirán el castigo de la destrucción eterna, lejos de la presencia del
Señor y de la majestad de su poder”. (2 Tesalonicenses 1:7-9)
ABSTINENCIA TOTAL DE TODO LICOR U OTRAS
BEBIDAS ALCOHOLICAS
“El vino es escarnecedor, la cerveza alborotadora; y cualquiera que por ello errare,
no será sabio” (Proverbio 20:1).
“Esa flor marchita de su gloriosa hermosura, sobre la cumbre de un valle fértil, será
como higo maduro antes de la cosecha: apenas alguien lo ve y lo tiene en la mano,
se lo traga”. (Isaías 28:4)
“No te juntes con los que beben mucho vino, ni con los que se hartan de carne, pues
borrachos y glotones, por su indolencia, acaban harapientos y en la pobreza.”
(Proverbios 23:20,21)
Debido a estos textos bíblicos, la Iglesia de Dios de la Profecía enseña abstinencia
del uso de bebidas intoxicantes.
La enseñanza bíblica es: “No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al
contrario, sean llenos del Espíritu” (Efesios 5:18).
También se nos aconseja “que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de
una manera santa y honrosa” (1 Tesalonicenses 4:4).
Véase también 1 Corintios 5:11; 6:10; 10:31; Gálatas 5:21).
CONCERNIENTE A COMIDAS Y BEBIDAS
El Nuevo Testamento no establece reglas rígidas concernientes a que comidas debe
comer o beber el cristiano con la excepción de las bebidas embriagantes y
substancias que son adictivas y esclavizan: “Así que nadie los juzgue a ustedes por lo
que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna nueva o de
reposo. Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la realidad se
halla en Cristo” (Colosenses 2:16, 17).
Por lo tanto, no tenemos ningún derecho de juzgar lo que nuestro hermano o hermana
come o bebe. Las restricciones legales de la ley mosaica concernientes a estas no se
extendieron a la Dispensación de la Gracia.
“Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y
alegría en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17).
Véase también 1 Corintios 8:8 y 1 Timoteo 4:-5.
SOBRE EL SÁBADO
El libro de Génesis nos dice que en el séptimo día Dios terminó Su obra y lo bendijo
y lo santificó.
Génesis 2:2, 3 “Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la
obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en
ese día descansó de toda su obra creadora”.
No hay duda de que esto fue parte de su plan de preparación para separar a
Israel como su pueblo especial, porque para ellos el impartió la Ley, la cual incluía la
observación del sábado.
La corrección que Cristo le hizo a la estricta observación del sábado por los fariseos
(Marcos 2:27, 28) liberada a la gente de ser esclavos de ese día y afirmaba su
señorío sobre el día.
Por lo tanto, la Iglesia de Dios de la Profecía enseña que la observación del día de
por sí no fue extendida a la Dispensación de la Gracia. El domingo no es el sábado,
sino meramente un día separado para darle atención especial a la oración de Dios.
La iglesia primitiva se refería al domingo como “el primer día de la semana” y luego
como “el día del Señor” o “el día de la Resurrección”. Por lo tanto, la adoración en
domingo es muy apropiada.
Se requiere que los cristianos mantengan cada día como un santo, en lugar de un
solo día en particular. El sábado judío también era un tipo de Jesucristo, quien es
presentado en las Escrituras como nuestro descanso (Hebreos 4:1-11).
“Así que nadie los juzgue a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a días
de fiesta religiosa, de luna nueva o de reposo” (Colosenses 2:16).
Véase también Romanos 14:5,6.
ADORNO
La Escrituras no prohíben el uso del símbolo cultural para el matrimonio por razones
maritales, sociales o culturales; ni tampoco establece su necesidad. En ciertas
situaciones, el símbolo o emblema para el matrimonio puede fortalecer el pacto
matrimonial y el orden, y de esta manera su uso no es como ornamento.
Por lo tanto, aunque puede ser que el símbolo cultural o emblema para el matrimonio
no sea necesario, puede ser utilizado por situaciones maritales, sociales o culturales
para preservar el principio de autoridad y la integridad del matrimonio (Génesis
3:16; 1 Corintios 11:8; Efesios 5:22, 23).
Las Escrituras no prohíben (de forma absoluta) ni requieren el uso de adorno
ornamental. Pero sí presentan principios de precaución firmes respecto a su uso tales
como: modestia, pudor y prudencia, y llama la atención al adorno del hombre
interior como uno de “ornato de espíritu agradable y pacífico” (1 Timoteo 2:9, 10; 1
Pedro 3:3, 4).
El ornamento no debe ser usado de ninguna manera, que se preste para practicas
idólatras, de ocultismo o lujuria.
Isaías 3:18-22; Hechos 8:9; 19:19; 1 Corintios 5:10; 6:9; Gálatas 5:19-21;
Apocalipsis 2:20-23.
también es importante recordar que el adorno incluye mas que las joyas solamente.
Para aplicar los principios prudentes de las Escrituras (tanto para los que los usan
como los que no los usan) encontramos un principio fundamental en Romanos 14:13:
“Así que, no juzguemos más los unos a los otros: antes bien juzgad de no poner
tropiezo o escandalo al hermano (hermana)”.
MEMBRESÍA EN LOGIAS/SOCIEDADES SECRETAS
La Biblia se opone a que el pueblo de Dios este unido en yugos desiguales con los
incrédulos (2 Corintos 6:14-18); se opone a actividades en sociedades secretas, y
requiere la completa y total lealtad de los hijos de Dios: “--Yo he hablado
abiertamente al mundo --respondió Jesús--. Siempre he enseñado en las sinagogas o
en el templo, donde se congregan todos los judíos. En secreto no he dicho nada”
(Juan 18:20; véase también Lucas 16:13).
Muchas sociedades u organizaciones secretas requieren tomar un juramento de
guardar secreto y los juramentos son claramente prohibidos (véase El Vocabulario
Propio del Creyente).
Efesios 5:12, 13 “porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes
hacen en secreto. Pero todo lo que la luz pone al descubierto se hace visible”.
EL VOCABULARIO PROPIO DEL CREYENTE
Tomar un juramento en vano es algo inútil y condenado en las Escrituras. Una
afirmación de la verdad acerca de algo es suficiente y con frecuencia es aceptado
aun en las cortes de justicia:
“Pero yo les digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de
Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la
ciudad del gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer que ni
uno solo de tus cabellos se vuelva blanco o negro. Cuando ustedes digan 'sí', que sea
realmente sí; y cuando digan 'no', que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del
maligno” (Mateo 5:34-37; véase también Santiago 5:12).
Al “jurar” también se puede blasfemar, lo cual es condenado por la Biblia: “Eviten
toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la
necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan” (Efesios 4:29;
véase también 5:4).
MATRIMINIO, DIVORIO Y RECASAMIENTO
•Génesis 1:26, 27; 2:18-25
•Deuteronomio 6:7
• Mateo 5:32; 14:3, 4; 19:3-12
•Marcos 10:12
•Lucas 16:18
•Romanos 7:2, 3
•1 Corintios 5:1-5; 6:9-18; 7:2,11
•Colosenses 3:18-21
EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
La Iglesia de Dios de la Profecía afirma la enseñanza bíblica de que el matrimonio es
sagrado y no se debe entrar al mismo ligeramente sin la preparación apropiada. El
matrimonio fue instituido por Dios originalmente y reconocido como una relación de
pacto de por vida entre un hombre y una mujer.
La iglesia afirma que la familia bíblica esta compuesta de un padre y una madre en
matrimonio que pueden procrear hijos.
La iglesia también afirma que el hogar, incluyendo a la familia extendida, debe ser
gobernado con amor, disciplina y otros aspectos edificantes que son enseñados en la
Palabra de Dios.
Siendo que la iglesia esta comprometida a la santidad del matrimonio y la vida
humana, diligentemente nos pronunciamos en contra del aborto, incesto, abuso,
eutanasia, adulterio, divorcio, homosexualidad y lesbianismo, los cuales creemos que
son contrarios al diseño original de Dios según lo declara su palabra.
Toda unión que sea ilegal desde un punto de vista bíblico, tales como personas del
mismo sexo, incestuosa o matrimonios polígamos no son aceptados por la iglesia, aun
si estos han sido reconocidos como legales por los gobiernos civiles.

DIVORCIO Y RECASAMIENTO
En lo que concierne al “divorcio” dentro del contexto anterior, la iglesia se opone a
la ruptura de un matrimonio bíblico, legitimo y legal y se adhiere firmemente al
principio de tales divorcios no son la voluntad de Dios, especialmente entre cristianos.
El perdón, reconciliación y sanidad deben ser procurados como una primera prioridad
para poder preservar matrimonios y prevenir el divorcio.
La iglesia también reconoce que a pesar de la enseñanza bíblica y esfuerzos humanos
honestos, ocurren divorcios, a veces en contra de la voluntad de una u otra de las
partes.
Por lo tanto, la iglesia reconoce (e el sentido pastoral) que esas causas, en adición a la
muerte, pueden ser reconocidas como concluyentes para un matrimonio que
previamente había sido válido en el sentido bíblico.
En tales casos, como los descritos a continuación, los cónyuges no serían clasificados
como adúlteros, aunque se hayan recasado:
1. Si las personas se divorciaron y recasaron por alguna razón antes de su experiencia
personal de salvación y han demostrado una disposición a buscar restitución (buscar
de parte del cónyuge ofendido) y restauración hasta donde sea posible.
2. Si el divorcio ocurrió debido a un conducta de adulterio habitual de parte de uno
de los cónyuges y los esfuerzos por la reconciliación ya no son posibles
3. Si el divorcio ocurrió por abuso conyugal o hacia los hijos como seria el caso de
una conducta incestuosa que seriamente coloca en peligro la vida y la salud del
cónyuge o la familia y viola la santidad del matrimonio santo.

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