El Agente Capaz en El Código Civil Peruano (Completo)

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FACULTAD DE DERECHO Y HUMANIDADES

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

El agente capaz en el Código Civil peruano

AUTOR(ES):
Eche Eche, Frank Alexander (orcid.org/0000-0001-8669-3546)
Frias Espinoza, Karen Vanessa (orcid.org/0000-0002-7229-1252)
Vásquez Sunción, Kiara Yamelet (orcid.org/0000-0002-9852-5491)

ASESOR:
Mag. Mejia Fernández, Jesús Martin (orcid.org/0000-0002-7490-2096)

LÍNEA DE INVESTIGACIÓN:
Línea de responsabilidad social universitaria.

PIURA — PERÚ
2022
ÍNDICE

I. INTRODUCCCIÓN............................................................................................................1
II. ARGUMENTACIÓN..........................................................................................................3
CONCLUSIONES......................................................................................................................7
REFERENCIAS.........................................................................................................................9

ii
I. INTRODUCCCIÓN
Cuando hablamos de un agente capaz nos referimos a la denominada capacidad
que debe poseer uno o más sujetos celebrantes. La capacidad para el ejercicio es
la aptitud que tiene un sujeto para ejercer derechos por sí mismo. Por lo tanto, es
necesario tener en cuenta los artículos 43 y 44, que especifican quién está
involucrado en la invalidez absoluta y relativa. Pero para hablar del agente capaz
debemos saber que es la capacidad en sí según la doctrina dominante, el
ordenamiento jurídico reconoce la capacidad de las personas para gozar y ejercer
derechos subjetivos de la capacidad propia, la capacidad de disfrutar de nuestros
derechos, y la capacidad de ejercer esos derechos.

Estos elementos de goce y ejercicio de un derecho que posee el agente capaz


constituyen la plenitud capacidad de un sujeto, la capacidad para obrar o hacer
ejercicio de sus derechos.

Actualmente, en Perú, todas las personas menores de 16 años son consideradas


incapaces absolutos, tal como se define en el art. 43, mientras que los mayores
de 16 años tienen capacidad restringida según el art. 44. De acuerdo con (Castillo
& Chipana, 2018) nos dice que “la labor legislativa, para ser eficiente y adecuada,
debe mirar en primer orden la realidad y es a partir de ella donde debe adoptar
cambios o implementar medidas”.

Dicho de esta manera, con el Decreto Legislativo N° 1386 se hicieron cambios


justamente para adecuarlo mejor a la realidad nacional que vivimos y por ello,
este decreto se expresa sobre la celebración de actos jurídicos por menores de
edad.

Dada la realidad actual, la participación de todos los menores de edad, como en


la vida tanto social, familiar y económica es más fuerte, y no quedan excluidos de
los diversos comportamientos o contratos necesarios para vivir en la sociedad
moderna.

Entonces, surge la siguiente interrogante que deseamos resolver: Según nuestro


ordenamiento jurídico como lo es el Código Civil peruano, ¿es posible que una

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persona de 14 y 16 años de edad sea un agente capaz de celebrar actos jurídicos
válidos?

Como objetivos del presente ensayo tenemos uno general que es analizar al
agente capaz en el Código Civil peruano y como primer objetivo específico se
encuentra el fundamentar, si un menor de 14 y 16 años, que aún no ha cumplido
los 18 años de edad, puede alcanzar su plena capacidad de ejercicio de sus
derechos civiles y como segundo objetivo específico es conocer bajo qué
condición se encuentran estos menores para celebrar dichos actos jurídicos
válidos.

Los contenidos que va a tocar el trabajo son los siguientes: en la argumentación


se hablará del concepto de agente capaz y su relación con el acto jurídico, la
regulación jurídica del tema en el Código Civil de 1984 y demostrar que los
menores de edad si pueden realizar actos jurídicos bajo una condición que la
determina el mismísimo ordenamiento jurídico. Y para finalizar, se darán las
conclusiones del trabajo en el cual se expondrá lo más relevante de nuestro
estudio y la apreciación crítica respecto a ello.

El tema del agente capaz para estudiantes de Derecho es importante porque de


acuerdo al artículo 140 del Código Civil peruano es considerado el primer
elemento esencial para que un acto jurídico celebrado tenga validez, debido a que
si una persona ejerce por sí misma sus derechos (capacidad de ejercicio) puede
celebrar un acto jurídico porque tiene esa facultad, pero como se ha visto surge
una problemática, saber si los menores de edad de 14 y 16 años tienen esa
capacidad plena.

El presente ensayo se enfocará en el estudio de los menores de 14 y 16 años


como agentes capaces en el acto jurídico, ya que debido al constante desarrollo
en las sociedades y las nuevas realidades a las que nos estamos enfrentando, el
Código Civil peruano ha sufrido de modificaciones en algunos de sus artículos
relacionados al tema en el año 2018. Este trabajo permitirá mostrar los cambios
que tuvo en dicho año y profundizar en los conocimientos teóricos del agente
capaz.

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Como respuesta a la formulación de la problemática planteada, nuestra hipótesis
es que sí es posible determinar que un menor de 14 y 16 años de edad sea un
agente capaz que puede celebrar actos jurídicos válidos según el Código Civil
peruano bajo determinadas condiciones.

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II. ARGUMENTACIÓN

El acto jurídico según la doctrina universalmente aceptada en el Perú es “un


instrumento con el cual se da concreta actuación a la autonomía privada,
entendida esta como la libertad que tienen los sujetos de derecho de celebrar los
actos jurídicos que quieren, con quien quieren y determinar libremente el
contenido de sus actos patrimoniales” (Torres, 1998).

En términos propios y redondeando la definición del autor, podemos decir que el


acto jurídico es un instrumento para legitimar las relaciones surgidas en el plano
material de la vida elevándolas al plano jurídico, adentrándolas en un sistema
capaz de brindarles protección y legitimidad. Esta integración se realiza después
de haber cumplido con ciertos requisitos esenciales como los que estipula, de
manera general, el artículo 140 del Código Civil y de manera específica según las
normas especiales que el ordenamiento civil haya previsto para cada tipo de
relación.

Entre las normas generales contenidas en el artículo 140 apreciamos como


condicionante “la plena capacidad de ejercicio (salvo las restricciones
contempladas en la ley)” para dotar de validez al acto jurídico. La inclusión de
este condicionante se sostiene, según (Tantaleán, 2019), en una necesidad
protectora del legislador, protección que debe poner énfasis en la consolidación
de los actos jurídicos y todos sus efectos completos como han sido configurados,
pero también una especie de protección personal sobre el ejercicio de los
derechos propios en lo que respecta al establecimiento de nuevas relaciones
jurídicas.

El artículo 43 y 44 positivizan aquellas condiciones que representan el recorte en


las facultades personales y la capacidad de ejercicio (absoluta en el artículo 43 y
relativa en el 44), incidir en cada uno de estos incisos por separado no viene al
caso para los fines del presente trabajo; no obstante, hemos de identificar una
sola cuestión, los sujetos con estas características se encuentran en condición
vulnerable y no son lo suficientemente maduros o estables para respetar los
acuerdos suscritos con terceros, lejos de no cumplir con sus deberes, acciones

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posteriores por parte del afectado pueden tener efectos negativos en su vida.
Quedan claro entonces las razones detrás de la inclusión de este requisito para la
validez del acto jurídico en un intento por resguardar el orden público.

La problemática se presenta respecto al pragmatismo de esta figura jurídica;


vivimos en un mundo altamente interconectado, donde – sin darnos cuenta –
establecemos relaciones patrimoniales todos los días, actos jurídicos en los que
se involucra el derecho tácitamente, aunque no lo notemos, ¿Cómo negarle
entonces la posibilidad a los incapaces absolutos y relativos de interrelacionarse
con sus pares para satisfacer sus necesidades? La exclusión sería devastadora,
casi de similares efectos a los de la muerte; no obstante, la enmienda a esta
contradicción del derecho pareciese tomar forma a través del artículo 1358 del
Código Civil referente a los contratos que puede celebrar una persona con
capacidad de ejercicio restringida.

“Artículo 1358: Las personas con capacidad de ejercicio restringida


contempladas en el artículo 44 numerales 4 al 8 pueden celebrar contratos
relacionados con las necesidades ordinarias de su vida diaria”.

Apreciamos como este artículo incluye exclusivamente a los “pródigos, malos


gestores, ebrios, toxicómanos y sentenciados (en algunos casos particulares)”. Si
bien estos sujetos no pueden celebrar la totalidad de actos con fines de
protección personal y orden público, resulta tontamente iluso pensar que estos
individuos pueden sobrevivir sin la necesidad de establecer relaciones jurídicas
nuevas en base a su manifestación de voluntad…los ejemplos son varios y
especialmente curiosos: comprar pan para el desayuno es un acto jurídico, llamar
a un taxi, tomar el transporte público o contratar al electricista para que arreglar
ciertos problema en casa, el mundo en el que vivimos está rodeado de actos
jurídicos , no podemos escapar de ellos. Todos estos ejemplos se corresponden a
lo que según el artículo 1358 son “necesidades ordinarias de la vida diaria”, la
cuestión vuelve a ser controvertida si tenemos en cuenta como este artículo no ha
incluido al primer inciso del artículo 44 o a los casos previstos en el artículo 43…
¿No tienen estas personas el derecho a satisfacer sus necesidades de la misma
forma? La colectividad pareciese haber hecho una interpretación propia del

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derecho para estos casos, ampliando el alcance del artículo 1358 a todos los
supuestos del artículo 43 y 44.

¿Qué hay entonces del respeto a la ley tal como ha sido positivizada? Podemos
argumentar dos cuestiones fundamentales, su pragmatismo inherente (la ley es
un medio que debe ser capaz de servir a los intereses de la persona, no un fin
que demos respetar como dogma) y la separación tácita del “acto jurídico” como
concepto por la población en base a su relevancia, cuestión que examinaremos a
continuación.

Uno de los postulados principales de la ética kantiana se sostiene en la


identificación del ser humano como un fin en sí mismo y no como un medio para
alcanzar fines (Kant, 2009). En este sentido, un estado respetuoso de la condición
humana y su dignidad debe siempre procurar dotar a su población de medios para
protegerlo, el derecho debe servir a la población y no de forma contraria. Son
estas razones las que justifican la derogación de normas y el respeto al principio
de autonomía de la voluntad; si en el ejercicio de los derechos legalmente
reconocidos no se vulnera perjudicialmente los intereses del estado o de terceros
no existe razón legítima para ir detrás de estos actos.

Es en base a esto que la colectividad puede realizar sus propias interpretaciones


de la norma civil cuando estas no involucren una alteración del orden público. El
mejor ejemplo lo encontramos con el artículo 1358, donde la celebración de
contratos destinada solo a unos pocos sujetos con capacidad de ejercicio
restringida según lo positivizado en la norma se amplía sustancialmente para
todos los supuestos de los artículos 43 y 44, simplemente porque la necesidad así
lo contempla. Si fuésemos a explicar nuestro punto a través de ejemplos
podríamos pensar en un menor de 13 años comprando una gaseosa en la
esquina, ¿Por qué dicho acto jurídico (contrato compraventa) no tendría que ser
válido? Si la limitación de la ley escrita supone un interés mayor para el estado
que el beneficio de su población, entonces estamos ante un estado limitadamente
dogmático e ilegítimo según los estándares actuales; este no es el caso del Perú,
afortunadamente.

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Otra cuestión surge alrededor de lo que realmente supone un “acto jurídico”,
¿Deberíamos comprender este concepto de forma amplia o restringida? (Vidal,
2019) remitiéndose a la definición legal conscientemente constituida sostiene que
el acto jurídico es todo acuerdo de manifestaciones de voluntad con fin lícito sobre
un objeto material constituido normalmente de índole patrimonial. Esta definición
bastante amplia deja a la libre interpretación comprender si, por ejemplo, la venta
de un caramelo es un acto jurídico; al final, ¿Por qué no podría serlo si se
cumplen con todos los requisitos? Otro tipo de clasificación surge entonces,
vivimos rodeados de actos jurídicos, pero no todos necesariamente requieren de
la intervención del derecho.

(Rubio, 2015) en un análisis de esta problemática realiza un juicio un poco obvio,


pero que no todos pueden advertir; al derecho le importan aquellas relaciones
humanas que tengan relevancia social e importancia al margen de establecer la
cultura del orden, si no se cumple con esto, la intervención del derecho no se
justifica. La venta de un sol de pan, tomar un taxi o contratar al gasfitero son actos
jurídicos; no obstante, ¿El derecho debe comprenderlos como tal? Sí y no. Sí,
porque debe procurar el medio idóneo para que estos se celebren y no, porque
los requisitos que ha separado para esta figura no tienen que necesariamente
cumplirse con todos los formalismos y complejidades que esto representa.

El artículo 140 del Código Civil sostiene que para celebrar un acto jurídico se
requiere de un sujeto con plena capacidad de ejercicio; no obstante, siguiendo la
línea de nuestro argumento anterior, hemos de indicar que esta clase de
elementos solo debe respetarse con exigencia cuando se trata de actos jurídicos
celebrados sobre objetos de importancia superlativa, relevantes para la sociedad
y el orden público. Para todos los demás casos el derecho debe servirse un poco
menos exigente, dotando a la colectividad de los medios idóneos para alcanzar
sus fines.

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CONCLUSIONES

El acto jurídico es el acuerdo entre manifestaciones de voluntad con la finalidad


de crear nuevas relaciones jurídicas. El agente capaz es un elemento
indispensable según el artículo 140 del Código Civil al servir de garantía para la
efectividad del acuerdo y el orden público. Los sujetos incapaces absolutos e
incapaces relativos no son lo suficientemente sensatos como para suscribir
obligaciones legales, la diferenciación queda más que justificada.

Vivimos en un mundo rodeado de actos jurídicos al estar nuestra existencia


interconectada con la de otras personas. A diario, suscribimos obligaciones en
base a acuerdos para poder satisfacer nuestras necesidades, el artículo 1358
estipula la posibilidad de los incapaces relativos de celebrar contratos con estas
finalidades.

El artículo 1358, sin embargo, no se pronuncia sobre los incapaces absolutos


(menores de 16 según el artículo 43 del Código Civil) como desconociendo que
estos seres también poseen necesidades y la urgencia de satisfacerlas. La
solución que le ha dado la colectividad pasa entonces por interpretar de manera
amplia este artículo, dotando de efectividad a los actos jurídicos suscritos por
incapaces absolutos cuando el propósito sea la satisfacción de las necesidades
propias.

La intromisión del derecho queda justificada cuando la causa sobre la cual se


celebra el acto jurídico es lo suficientemente importante en el mantenimiento del
orden público. Si bien los actos jurídicos celebrados sobre objetos mínimos, sin
mucha relevancia social o material cumplen con todos los elementos para
otorgarles este nombre, la realidad material es que para el derecho no son
necesariamente cuestiones sobre las que deba pronunciarse. El derecho para
estos casos debe garantizar el respeto a la autonomía de la voluntad, no
obstaculizar; el derecho es un medio para alcanzar un fin y no un fin en sí mismo.

Los incapaces absolutos pueden celebrar actos jurídicos cuando el objeto material
no tenga una relevancia lo suficientemente capaz de justificar la intervención del

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derecho. Estos casos se dan, mayormente, en lo que a satisfacer las necesidades
de la vida diaria contempla; un incapaz absoluto para el derecho también tiene
necesidades de alimentación, transporte y recreo, algo que el derecho debe
garantizar y que las personas en su entorno deben procurar respetar en la medida
de lo posible. Los actos jurídicos que este incapaz suscriba con estas intenciones
deberán ser validados y respetados, aunque no exista norma positiviza que así lo
haya previsto.

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REFERENCIAS
Kant, I. (2009). Crítica de la Razón Pura. Madrid: Aldevara.

Rubio, M. (2015). El Derecho Civil. Lima: Fondo Editorial PUCP.

Tantaleán, R. (2019). La nulidad del acto jurídico y las incoherencias en su


tratamiento. Lima: Instituto Pacífico.

Torres, A. (1998). Acto Jurídico . Lima: Jurista Editores.

Vidal, F. (2019). El Acto Jurídico . Lima: Rimay Editores.

Castillo, M., & Chipana, J. (2018). La pésima nueva regulaciónde la capacidad


jurídica de las personas con discapacidad. Gaceta Civil & Procesal
Civil(65), 48.

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