El Mapa de Nuremberg
El Mapa de Nuremberg
El Mapa de Nuremberg
MÉXICO 2022
Ediciones en formato electrónico:
Primera edición, inah / inehrm, 2022.
d . r . d e r e c h o s r e s e r va d o s c o n f o r m e a l a l e y
hecho en méxico
made in mexico
A la memoria de
Luis Fernando Granados Salinas.
A mi papá y mi mamá:
Marco Antonio y María del Carmen.
Gracias por ayudarme a alcanzar mis sueños
y siempre impulsarme a ser mejor.
INTRODUCCIÓN.. ............................................................................................................ 19
CAPÍT U LO I
Marco teórico........................................................................................................... 25
Objeto de estudio. . ............................................................................................ 27
La disciplina...................................................................................................... 32
Corriente teórica............................................................................................... 39
Conceptualización teórica. . ............................................................................. 46
Implicaciones metodológicas. . ........................................................................ 48
CAPÍT U LO II
Marco geográfico e histórico................................................................................. 51
CAPÍT U LO III
Cartografía a finales del siglo xv y principios del siglo xvi............................. 73
CAPÍT U LO I V
Metodología.. ............................................................................................................ 87
CAPÍT U LO V
Análisis..................................................................................................................... 93
Análisis de unidades mínimas.. ..................................................................... 96
Análisis de conjuntos glíficos....................................................................... 134
Análisis de complejos glíficos...................................................................... 137
Comparativa de la imagen............................................................................ 138
[ 9 ]
CONCLUSIONES............................................................................................................ 141
ANEXOS......................................................................................................................... 147
[ 15 ]
El historiador José Luis Martínez (1918-2007), mi padre, reconstruyó
el contexto y los momentos fundamentales de la elaboración del Mapa
de Núremberg.1 Tras la catastrófica retirada de la ciudad de México en la
Noche Triste del 30 de junio de 1520, Cortés, sus hombres y sus aliados
tlaxcaltecas lograron refugiarse en la ciudad de Tlaxcala, donde comenza-
ron a preparar el regreso y la reconquista de la ciudad de México, ciudad
lacustre, lo cual implicó aislarla militarmente, hacer alianzas con otros
señoríos contra ella y construir 11 bergantines con la madera, las piezas,
velas y cuerdas de las naves encalladas en Veracruz-Quiahuiztlan. Para
coordinar el ataque por tierra y agua, se hizo necesaria la elaboración de
un mapa de la ciudad, de las calzadas que la conectaban con la tierra fir-
me, con sus cortes, el acueducto de Chapultepec, el albarradón de Ne-
zahualcóyotl, las poblaciones ribereñas. La primera versión del mapa fue,
pues, “táctica” y la debieron de realizar pintores indígenas, según sus pa-
trones cartográficos, con glifos toponímicos. Tal vez una segunda versión
del mapa la realizó uno de los pilotos españoles de los navíos de Cortés,
que sustituyó los glifos toponímicos por los nombres y las explicaciones
escritas de pueblos y lugares. Este mapa de guerra, o una versión menos
manoseada y algo embellecida —junto con otros dos mapas, el de los lito-
rales del Golfo de México, ya conocido, y otro perdido sobre los señoríos
sometidos y enemigos de Moteuczoma—, fue enviado al rey junto con la
tercera Relación, firmada en Coyoacán el 15 de mayo de 1522, al cuidado
de Juan de Ribera, uno de los secretarios de Cortés. Al llegar a España, Ri-
bera entregó la tercera Relación, pero se quedó un tiempo con los mapas y
en 1523 se los mostró al diplomático Pedro Mártir de Anglería (1457-1526),
quien los describió en una de sus cartas. El mapa no se publicó en la pri-
mera edición de la tercera Relación de Cortés editada por Jacobo Cromber-
ger (1473-1528) en 1523, y llegó a manos del editor Federico Peypus Arthi-
mesio, de Núremberg, quien lo mandó grabar a la europea, y le agregó el
águila bicéfala de Carlos V (1500-1558), y lo incluyó en la traducción latina
realizada por Pietro Savorgnani di Forli de la segunda Relación de Cortés
(al mismo tiempo Peypus publicó la traducción al latín de la tercera Re-
lación). El último autor del Mapa de Núremberg pudo haber sido, según
el historiador Federico Gómez de Orozco (1891-1962), el grabador Martin
Plinius, activo en Núremberg entre 1510 y 1536.
1
José Luis Martínez, Hernán Cortés, México, fce/unam, 1990, pp. 304-314.
16 RO DRIGO MARTÍN E Z B A RA C S
El mapa fue atribuido a Cortés y fue copiado en muchas publicaciones
de obras sobre el Nuevo Mundo, como las de Benedetto Bordone, de 1528;
la de Giovanni Battista Ramusio, de 1556, con la relación de El Conquistador
Anónimo; la de Jorge Bruin, de 1572, de Thomaso Porcacchi da Castiglione
de 1572; y la de Bertius del siglo xvii. Fabiola Ferman Cruz repasa estos
mapas en su estudio, que van perdiendo su precisión inicial al tiempo que
va predominando, tal vez no la visión española, pero sí una visión euro-
pea, de la ciudad de México. La autora basa su análisis en una cuidadosa
observación del mapa mismo y de la ciudad de México antes de la llegada
de los españoles. Pero la parte central de su trabajo se encuentra en el
quinto capítulo de su libro, dedicado al “Análisis” de lo que llama “uni-
dades mínimas” del Mapa de Núremberg. Los autores en que se basa Fer-
man Cruz para realizar sus observaciones e identificaciones son Manuel
Toussaint, Federico Gómez de Orozco, Justino Fernández, Luis González
Aparicio, Ignacio Marquina, Ignacio Alcocer, Eduardo Matos Moctezuma,
Barbara E. Mundy, Anthony Aveny y Sharon Gibbs, entre otros.
Ferman Cruz comienza su análisis por los grandes lugares represen-
tados: el huey altépetl, gran reino, de Tenochtitlan, con la glosa Temixtitan;
sigue el altépetl de Mexico-Tlatelolco, con la glosa Forum, mercado. Siguen
otras ciudades, Chalco, Tezcoco (con la glosa Tesqua), Tepeyac, Azcapo-
tzalco, Tlacopan (con la glosa Atacuba), Tacubaya, Iztapalapa (con la glosa
Iztapalapa), Culhuacan, Coyoacan y Tlalpan.
En segundo lugar, Ferman Cruz analiza los personajes y figuras an-
tropomorfas: una cabeza con tocado, que ha sido interpretada de varias
maneras por los diversos autores; una figura decapitada con la glosa Idol
lapideum, “Ídolo de piedra”, que también ha recibido diversas interpreta-
ciones; personas navegando; personas en el zoológico de Moteuczoma,
que debieron de estar al cuidado de los animales.
En tercer lugar, Ferman Cruz analiza las construcciones de tradición
indígena y las de tradición europea. Entre las de tradición indígena inclu-
ye el Templo Mayor de Tenochtitlan; dos Tzompantli (banderas de cabezas),
con la inscripción repetida Capita sacrificatorum, “cabezas de los sacrifica-
dos”; el Templo de Tezcatlipoca; el Calmécac; y el Templo del Sol. Entre los
edificios de tradición europea, Ferman Cruz incluye varias estructuras de
la ciudad (casas, torres); seis palacios y templos; la Casa de Moteuczoma la
Casa de placer de Moteuczoma con la glosa Domus ad voluptatem D. Muteezuma;
el jardín de Moteuczoma con la glosa Viridarium D. Muteezuma; el acueducto
de Chapultepec, con la glosa Ex isto fluvio conducit aquam in civitatem, “De
N U E V O E S TU D I O S O B R E E L M A PA D E N Ú R E M B E R G 17
esta corriente se conduce el agua a la ciudad”; el albarradón de Nezahual-
cóyotl, con la glosa Aggeres ad tutelam demorum a Lacus; el embarcadero,
con la glosa Templum ubi orant, “El templo en el que oran”; el Fuerte de
Xóloc; una plaza con la glosa Platea, “plaza”.
Siguen las calzadas. La que conduce al embarcadero para navegar a
Tezcoco, pero no conduce a tierra firme; las calzadas de Tepeyac y de Te-
nayuca, hacia el norte; la calzada de Tlacopan, con sus siete cortes, hacia
el oeste; y la calzada de Iztapalapa, hacia el sur. También aparecen otras
calzadas más pequeñas en el suroeste, y las de Tlatelolco. Sigue la plata-
forma del recinto ceremonial y una calzada con puente.
En cuarto lugar, Ferman Cruz pone los rasgos geográficos del mapa,
particularmente los cerros alrededor de la ciudad; las lagunas y los ma-
nantiales; el Lago de Tezcoco, presentado mucho más pequeño de lo que
es, al igual que el Lago de Xochimilco; un manantial, canales; pedregales,
peñones, islas como la de Tepetzinco y casas flotantes.
En quinto lugar, se incluyen los elementos fitomorfos: un árbol en el
recinto ceremonial, jardines y chinampas dentro de la ciudad, el bosque
de Chapultepec; y los elementos zoomorfos, como los que se encuentran
en el zoológico, con la glosa Domo animalium, “La casa de los animales”;
y finalmente, el estandarte con el águila bicéfala de Carlos V, que, como
vimos, fue agregada por el grabador de 1524.
Enseguida Ferman Cruz analiza lo que llama los “conjuntos glíficos”,
que son el recinto ceremonial de Tenochtitlan y el conjunto de la ciudad en
el lago. Y finalmente lo que llama el “complejo glífico”, incluye el conjunto
del mapa sobre Tenochtitlan en la cuenca de México.
Al final hay una comparación entre la representación de construc-
ciones, personas y plantas en el Mapa de Núremberg (de 1520/1524) y el
llamado Mapa de Uppsala (de ca. 1555), pues mientras que en el primero
los rasgos occidentales fueron agregados en la versión de 1524 que cono-
cemos, en el segundo los rasgos occidentales ya existían en la ciudad y ya
formaban parte de la tradición pictórica de los tlacuilos de Tlatelolco.
El libro de Fabiola Ferman Cruz es una invitación a entrar y navegar
en este insustituible mapa que nos permite conocer la ciudad de México en
1520, justo antes de la conquista española.
Introducción
D urante el siglo xv, las monarquías europeas se encontraban en ple-
no expansionismo tanto político como comercial. La interrupción
de las rutas comerciales conocidas hasta la primera mitad del siglo se de-
bió a la caída de Constantinopla; esto llevó a la búsqueda de nuevas rutas,
acción que desencadenó la exploración marítima hacia el Occidente. Los
reyes católicos de Aragón y Castilla impulsaron la expedición de Cristó-
bal Colón para encontrar una nueva ruta hacia las Indias; sin embargo,
Colón llegó al continente americano en 1492.1 Este descubrimiento im-
pulsó las expediciones para controlar los nuevos territorios, así como los
recursos que había en ellos; esta situación creó la necesidad de plasmar
en documentos los conocimientos en torno a los nuevos territorios recién
descubiertos, es decir, en mapas.
La colonización inició a partir del arribo de Cristóbal Colón a las islas
del Caribe, por lo que después de esto la Corona buscó expandir este pro-
ceso gradualmente. Para 1519, Hernán Cortés llegó a las costas del actual
Yucatán; de allí empezaría un recorrido de reconocimiento por la costa del
Golfo, lugar donde los mexicas se habían consolidado, a través de acciones
militares, como el grupo dominante del centro y gran parte de Mesoamé-
rica.2
A partir de este momento, Cortés y sus huestes tendrían como objeti-
vo incursionar en la capital mexica, para posteriormente conquistarla: ese
momento llegaría en agosto de 1521. Durante este proceso, Hernán Cortés
redactó una serie de cartas que envió paulatinamente a Carlos V; en ellas
el capitán español narró los acontecimientos de su viaje. Con la segunda
carta, fechada el 30 de octubre de 1520 en Villa Segura de la Frontera y
enviada el 5 de marzo de 1521,3 se anexó una imagen que mostraba la ciu-
dad de México-Tenochtitlan. De esto se hace mención en la tercera carta
1
Alejandro de Humboldt, Cristóbal Colón y el descubrimiento de América, p. 281.
2
Alfredo López Austin y Leonardo López Luján, El pasado indígena, pp. 215-216.
3
Rafael Heliodoro Valle, “Las cartas de Cortés”, pp. 549-563.
[ 21 ]
de relación “según que por la figura de la ciudad de Temixtitán que yo envié a
vuestra majestad se podrá haber visto”.4
Con la invención de la imprenta a mediados del siglo xv, diversos do-
cumentos empezaron a ser impresos en Europa. En 1522 Jacobo Cromber-
ger imprimió en Sevilla por primera vez la segunda carta de relación de Her-
nán Cortés. Después de esta publicación salieron a la luz diversas ediciones
de la segunda y tercera cartas,5 sin embargo, ninguna de estas ediciones
contenía el referido mapa. Fue hasta 1524 que en la ciudad de Núremberg,
Alemania, Friedrich Peypus editó en latín la segunda carta de relación, con
el mapa de México-Tenochtitlan adosado.6
El documento adquirió su nombre por el de la ciudad donde fue im-
preso, y muestra la costa del Golfo con las desembocaduras de los ríos en
ella y la ciudad de México-Tenochtitlan dentro del lago y sus alrededores,
con glosas en latín. La imagen de la ciudad mexica muestra elementos que
indican muy acertadamente la visión que tenía la población indígena de
su ciudad, pero representada bajo la tradición plástica europea.
El objetivo principal de esta investigación fue realizar un análisis in-
tegral de cada una de las imágenes, así como de la relación que guardan
entre sí. De esta manera lograremos una mejor comprensión del mapa de
México-Tenochtitlan. Lo anterior permitió abordar el objetivo específico:
determinar si el mapa tiene representaciones con cargas simbólicas liga-
das a la cosmovisión indígena.
La motivación para realizar esta investigación se basó principalmente
en que el objeto de estudio es el único mapa existente que representa a la
ciudad mexica, cuya elaboración fue anterior a la destrucción de la misma
por los españoles. Debido a que este documento procede de una tradición
pictórica europea, permitió tener un acercamiento a la perspectiva espa-
ñola de la ciudad de México-Tenochtitlan.
Existen diversos estudios sobre este mapa hechos a partir de diferen-
tes disciplinas y perspectivas metodológicas, tales como los de Dominique
Gresley-Pouligny, quien retomó el mapa desde la historia de las mentali-
dades; Eduardo Matos Moctezuma hizo una reflexión de la ubicación del
escudo de armas de Carlos V y la posición del recinto ceremonial; Barbara
Mundy indagó en el origen del mapa y sus significados; Toussaint, Orozco
4
Hernán Cortés, Cartas de relación, p. 139.
5
Martha E. Venier, Fernando Villanueva y Arturo Frappe, Documentos de la Conquista,
pp. 100-102.
6
Alberto Durero, Tratado de arquitectura y urbanismo militar, p. 35.
22 FABIO LA FERMAN C RU Z
y Fernández realizaron estudios de corte histórico, urbanístico y biblio-
gráfico correspondiente al Mapa de Núremberg. Éstas son sólo algunas de
las investigaciones más completas y sobresalientes que se han realizado
sobre nuestro objeto de estudio.
Los documentos cartográficos europeos de principios del siglo xvi, en
su mayoría, se elaboraron con fines ilustrativos de nuevos territorios y
rutas. La particularidad que presenta el Mapa de Núremberg es que fue
elaborado por algún miembro de la hueste española en algún punto entre
su paso por la ciudad de Iztapalapa a su entrada a la cuenca de México
y su huida de la ciudad de Tenochtitlan, en lo que se conoce como la noche
triste. Nada se sabe de este documento tras su envío al viejo continente a
principios de 1521, hasta su publicación en 1524 junto con la edición latina
de la segunda carta de relación. Esta edición se realizó con una técnica
llamada xilografía (sobre una plancha de madera se grababa la imagen,
se entintaba y de esta manera se podía imprimir la imagen en varias oca-
siones).7
Lo anterior lleva a pensar en dos momentos cruciales para el mapa: el
primero previo a su elaboración en la ciudad de Tenochtitlan, ya que esti-
mamos que existe la posibilidad de que haya sido basado en un prototipo
indígena; si efectivamente esta premisa se cumple, podríamos confirmar,
a través de nuestro análisis de la imagen, que el mapa contiene represen-
taciones con cargas simbólicas indígenas, ya que, aunque el mapa pre-
sente una plástica europea, sería una copia de uno indígena. El segundo
momento se sitúa antes de la realización de la xilografía en Núremberg,
dado que pudieron existir reinterpretaciones pictográficas del mapa bajo
la concepción europea.
El estudio de documentos históricos-cartográficos en pocas ocasiones
se realiza a través de un análisis de la imagen. Éste pondera la identificación
e interpretación de los elementos individuales, así como la interrelación que
existe entre ellos, considerando el contexto del documento. Es por esto que se
utiliza la metodología propuesta por Jesús J. Bonilla Palmeros, donde el
análisis se realiza en tres niveles: unidades mínimas, compuestos glíficos
y complejos glíficos.8 Esta metodología nos permitirá una interpretación
integral del mapa sin olvidar las condiciones históricas de su contexto de
creación y reproducción.
7
Carl Moreland y David Bannister, Antique Maps, pp. 11-12.
8
Jesús J. Bonilla Palmeros, Tlatlatlauhtiloni Amoxtli: el libro de las oraciones, pp. 109-111.
I N TR O D U C C I Ó N 23
Esta investigación se conforma de cuatro capítulos. En el primero,
denominado “Marco teórico”, se plantean los paradigmas de la disciplina
histórica, así como la corriente teórica desde la cual se aborda el estudio
de la imagen: la hermenéutica; asimismo, se hace una aproximación a los
conceptos en los que se fundamenta este estudio. En el segundo capítulo,
titulado “Marco geográfico”, se hace una revisión de las características
geográficas de la cuenca de México que es el medio natural que está repre-
sentado, así como un recuento de los elementos constructivos de la ciudad
de México-Tenochtitlan a través de las crónicas de los conquistadores.
En el tercer capítulo, llamado “Cartografía de los siglos xv y xvi”, se refie-
ren los antecedentes cartográficos que se dieron en Europa a finales del siglo
xv y principios del siglo xvi. De la misma manera se retoman los apor-
tes de los estudios anteriores que se realizaron en relación con el Mapa
de Núremberg. En el cuarto capítulo, “Metodología y análisis”, se detalla
la metodología y los pasos a seguir para el análisis, y posteriormente se
realiza dicho análisis con la imagen de la ciudad de México-Tenochtitlan
dentro del Mapa de Núremberg.
Finalmente, se encuentran las conclusiones de la investigación; en
ellas se hace un balance de los aportes en el estudio y se establecen los
aportes aquí realizados. Se añade un apartado de anexos al final de este
trabajo donde se presentan los documentos gráficos utilizados para llevar
a cabo este texto.
CAPÍTULO I
Marco teórico
E l presente trabajo forma parte de la asignatura Experiencia recepcio-
nal de la Facultad de Historia, en la que tuve oportunidad de elegir
esta investigación basada en afinidades desarrolladas durante mi forma-
ción académica. Derivado de ello, me acerqué a los estudios de aconteci-
mientos del siglo xvi en particular, debido a que es en este periodo en el
que se da la confluencia entre las sociedades existentes en Mesoamérica
y Europa. A causa del encuentro entre aquellas sociedades, se generaron
diversos materiales culturales, lo cual me motivó a investigar acerca de
los primeros documentos que reflejaran la percepción de los españoles en
su incursión en territorio mesoamericano. Uno de los documentos que se
elaboraron en los primeros momentos de encuentro fueron las cinco Car-
tas de relación que escribió Hernán Cortés para el rey de España, Carlos V,
entre 1519 y 1526, y es una de estas cartas en la que se encontraba un mapa
mostrando la ciudad mexica. Fue proveniente de la importancia de este
documento cartográfico que encontré mi principal impulso para realizar
esta investigación ya que es el único mapa existente hasta hoy de la ciudad
de México-Tenochtitlan elaborado antes de su destrucción en 1521.
O bjeto de estudio
[ 27 ]
n[dissimi] D[omini] Ioan[nes] de Reulles Episco[pus] Vie[n]ne[n]sis Secretarium
ex Hispano Idiomate in latinu[m] versa.1 Anno Dni. M.D. xxiiii. KL. Martii:
Cum Gratia, & Priuilegio.
Por otro lado, la conquista que emprendió el capitán Hernán Cortés en
nombre de la Corona española contra las sociedades mesoamericanas con-
tiene diferentes momentos, en los que tanto las intenciones de Cortés como
las acciones que realizó en estas tierras se modificaron conforme la expedi-
ción avanzó y el capitán español obtuvo información acerca del territorio,
recursos y población. Dicha expedición llegó a las costas de Yucatán en el
año de 1519, donde Cortés se dirigió a los indígenas expresando que
no iban a hacerles mal ni daño alguno, sino para amonestar y atraer para que
viniesen en conocimiento de nuestra santa fe católica y para que fuesen va-
sallos de vuestras majestades y les sirviesen, como lo hacen todos los indios
y gente de estas partes que están pobladas de españoles.2
se poblase y fundase allí un pueblo en que hubiese justicia, para que en esta
tierra tuviesen señorío, como en sus reinos y señoríos lo tienen, porque sien-
do esta tierra poblada de españoles, además de acrecentar los reinos y se-
ñoríos de vuestras majestades y sus rentas, nos podrían hacer mercedes a
nosotros y a los pobladores que de más allá viniesen adelante.3
De manera que Cortés continuó hacia las costas del Golfo, donde “con gran
diligencia a poblar y a fundar una villa, a la cual puso por nombre la Rica Villa de
la Vera Cruz”,4 nombrando a su vez este territorio como Nueva España; esto
fue parte del reconocimiento de la misma como colonia española. Posterior
1
Alberto Durero, op. cit., pp. 35-36.
2
Hernán Cortés, op. cit., p. 13.
3
Ibid., p. 22.
4
Idem.
28 FABIO LA FERMAN C RU Z
a la fundación de aquel asentamiento, Cortés emprendió un viaje hacia
el interior del territorio, ya que había sido informado acerca de la magni-
ficencia de una ciudad en la que se hallaban grandes riquezas y que era
gobernada por un “rey” al que debían obediencia diversas poblaciones.5
A partir de este momento el capitán español concretaría su objetivo al
presentarse ante Moteuczoma soberano de los mexicas, y pedirle su obe-
diencia como súbdito de la Corona española; y es que, a través de la toma
de posesión,6 la consecuente guerra adquirió legitimidad para controlar el
territorio y a su población, pero sobre todo sus recursos económicos.
Al arribar Hernán Cortés junto con sus huestes a la cuenca de México
se produjo el primer encuentro con Moctezuma Xocoyotzin, quien era
en ese momento el gobernante mexica, aunque para ese entonces el capi-
tán español ya había concretado alianzas con varios pueblos, entre los que se
encontraban los cempoaltecas, los tlaxcaltecas y los texcocanos, entre otros. Si
bien Moctezuma se encontraba enterado de las simpatías entre estos grupos,
a su llegada a la ciudad de México-Tenochtitlan les brindó a los españoles
alojo en el Palacio de Axayácatl, donde permanecieron hasta el enfrenta-
miento con mexicas dentro de la ciudad y la posterior huida de los españoles
en lo que se denominaría “la noche triste”. Tras estos acontecimientos,
los españoles y sus aliados de poblados indígenas lanzaron un ataque en el
que asolaron la ciudad hasta su caída el 13 de agosto de 1521.7
Ahora bien, derivado de las acciones emprendidas por los españoles
que culminaron en la conquista de México-Tenochtitlan, surgieron nuevas
condiciones para ambas sociedades, sin duda alguna, las que se dieron en
territorio mesoamericano serían mucho más impactantes para su población
que las que ocurrieron en España.
A continuación, “el primer acto organizativo importante de los conquistadores
fue crear y conceder encomiendas a cada español como recompensa por su parti-
cipación en la conquista”.8 De esta manera, buscaron velar por los intereses
políticos y económicos de la Corona española en los primeros momentos
5
Ibid., p. 37
6
Toma de posesión: La toma de posesión contempla en primer lugar la tierra, su ocupación
total no es imprescindible. El rey de España integra estas nuevas regiones a su patrimonio
y a la corona real. Se incorporará a las poblaciones indígenas a continuación en un pacto de
vasallaje. En Bernard Grunberg, “Hernán Cortés y la guerra de los conquistadores”,
p. 563.
7
Ibid., p. 205.
8
James Lockhart, Los nahuas después de la Conquista, p. 47.
M A R C O TE Ó R I C O 29
de la Colonia, sin embargo, la encomienda no contemplaba únicamente el
factor de beneficio económico sino también el religioso ya que
Entre los mapas de aquellas tierras hemos examinado uno que tiene de lar-
go treinta pies, de ancho pocos menos, tejido de algodón blanco, en el cual
estaba escrita con extensión la llanura con las provincias tanto las amigas de
Montezuma como las enemigas.12
9
Guillermo Floris Margadant, Introducción a la historia del derecho mexicano, p. 77.
10
James Lockhart, op. cit., pp. 27-28.
11
Pedro Mártir de Anglería, Décadas del Nuevo Mundo, pp. 541-542.
12
Ibid., p. 542.
30 FABIO LA FERMAN C RU Z
gunas, pintado por mano de los indígenas”.13 No obstante, más allá de las
riquezas que se enviaron en un primer momento hacia el viejo mundo,
la verdadera rentabilidad de la conquista fue el control de las rutas co-
merciales entre América y Europa a través de las compañías mercantiles,
donde España fue la puerta de entrada de todos los bienes que no eran
producidos en el viejo continente.
De igual manera, España fungió como salida de mercancías tales como
harina, vino, aceite, textiles e incluso esclavos que serían comercializadas
en el Nuevo Mundo14 para consumo, en gran parte, de sus colonizadores
europeos. Para los comerciantes, estos productos representaron márgenes
de beneficios de más de 150 por ciento, una bonanza que los llevó inme-
diatamente a establecer las pertinentes medidas legislativas para proteger
sus intereses en el control de un territorio en continua expansión, tales
como la prohibición del ingreso de moros, judíos o su descendencia a las
Indias a partir de 1522.15
Teniendo en cuenta la abundancia de riquezas con las que contaban
las tierras conquistadas, los intereses políticos y personales no tardaron
en manifestarse. Entre los diversos actores de aquella situación, cabe des-
tacar las figuras de Carlos V y de Hernán Cortés en tanto les reconozca-
mos como los máximos exponentes de las relaciones entre la Corona y las
autoridades coloniales durante aquella época.16
El primero, siendo rey, se vio ocupado por diversos temas de política
en Europa, en los que se envolvió desde que asumió el trono español en
1515, lo cual no dejaba que distrajera su atención ante las inconformidades
de las demás facciones en España, que no cesaron sino hasta el año de 1519
cuando ostentó oficialmente las coronas de Castilla, Aragón y Navarra.
Posteriormente se enfrentó a la posibilidad de concretar su coronación
como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, lo cual hizo que
se ausentara de España desde la muerte de su abuelo paterno Maximiliano I
de Habsburgo en 1519 hasta 1522. Como se habrá notado, los asuntos que
concernían al monarca español conllevaban una compleja carga política
entre reinos europeos, por lo cual creemos que no fueron de su interés
13
Ibid., p. 544.
14
Monserrat Cachero Vinuesa, “Redes mercantiles en los inicios del comercio atlántico.
Sevilla entre Europa y América, 1520-1525”, p. 47.
15
Ibid., p. 30.
16
Ernesto de la Torre Villar, Estudios de historia jurídica, p. 26.
M A R C O TE Ó R I C O 31
las colonias en el nuevo continente más allá del beneficio económico que
representaban para su reino.
En cuanto a Hernán Cortés, como dirigente de la conquista, dejó mu-
cho más en claro sus intereses desde un principio ya que desde su par-
tida de Cuba demostró el deseo de no retornar sin haber llevado a cabo
la conquista de las tierras descubiertas. De esto nos podemos dar cuenta
a través de la crónica personal que escribió acerca de su expedición, a la
cual nombró Cartas de relación y que dirigió a Carlos V. Por medio de estas
misivas, Cortés se legitimó como fiel vasallo de la Corona española y buen
cristiano que velaba por los intereses de ambas instituciones sobre cual-
quier otra cosa, si bien eran sus intereses por los que velaba ya que desea-
ba ser el gobernante indiscutible de estas nuevas tierras, obteniendo las
riquezas y el reconocimiento que deseaba dentro de la sociedad española.
La disciplina
32 FABIO LA FERMAN C RU Z
espiritual en que una cultura se rinde cuentas de su pasado”.21 Es importante
resaltar el hecho de que el autor se refiera a la “forma espiritual”, de una
manera en que trasciende una disposición meramente científica de investiga-
ción y da paso a una pasión implícita en la acción de escribir acerca de la
Historia.22
Por otro lado, March Bloch nos lleva a revisar la conceptualización del
estudio histórico y sus implicaciones, y nos habla de una ciencia que tiene
la necesidad de tender puentes entre lo acontecido a los muertos y a los
vivos,23 puesto que “el objeto de la Historia es esencialmente el hombre”.24
Vemos entonces que la disciplina y la forma en la que se investiga cambia
dependiendo de qué tan alejado se encuentre el contexto que se estudia
del presente,25 ya que para abordar el fenómeno histórico en su totalidad
se tendrá que recurrir al propio estudio de su momento.26
Tales definiciones conceptuales nos llevan a reflexionar que la Historia
no sólo es una disciplina que se dedica a la revisión de hechos del pasado
en busca de un origen, sino que va más allá formando estructuras para y
por el pensamiento del ser humano, donde devela el lugar de dichos acon-
tecimientos en relación a los procesos históricos, aspectos que se enlazan
al presente de las sociedades cumpliendo una función, la de comprender
el presente desde el pasado o “el pasado desde el presente”.27
Ahora bien, ya que hemos abordado la parte conceptual de la historia,
hablaremos sobre aquellos testimonios de los que se sirve esta disciplina
para estudiar al hombre en vista de que “las fuentes históricas constitu-
yen la materia prima del historiador”,28 las cuales no son otra cosa que
“Todo cuanto el hombre dice o escribe, todo cuanto fabrica, cuanto toca
puede y debe informarnos acerca de él”.29 Y aunque todo lo que produce
el hombre es susceptible de ser un testimonio, la forma de interpretarlo es
diferente según sus características. Es por esto que empezaré por consi-
derar la clasificación de fuentes, basándome en criterios que caracterizan
21
Johan Huizinga, “Definición del concepto de historia”, p. 95.
22
Ibid., pp. 95-96.
23
March Bloch, Introducción a la historia, p. 50.
24
Ibid., p. 29.
25
Ibid., p. 51.
26
Ibid., p. 39.
27
Luis Villoro, “El sentido de la historia”, pp. 36-38.
28
Elizabeth Montanares y Daniel Rodrigo Llancavil, “Uso de fuentes históricas en for-
mación inicial de profesores”, pp. 85-98.
29
March Bloch, op. cit., p. 68.
M A R C O TE Ó R I C O 33
y determinan una posible tipología, aunque para los fines de este estudio
sólo abordaremos aquellas en las que se ajuste el Mapa de Núremberg.
Los criterios bajo los que abordaremos la clasificación de las fuentes
los retomamos de Villaseñor Rodríguez, propuesta que, aunque sólo abor-
da algunos criterios para determinar una tipología en las fuentes, éstos
no representan la totalidad de los existentes y tampoco priva del uso de
otros criterios; sin embargo, la finalidad de esta tipología es posibilitar
una investigación más sistematizada sobre las fuentes.30 De modo que a
continuación se retoma la clasificación de la autora para aplicarla a nues-
tro documento. Ahora puedo decir que el Mapa de Núremberg dentro de
las fuentes se cataloga como una fuente documental, donde se entiende
por documento “todo conocimiento fijado materialmente sobre un sopor-
te y que puede ser utilizado para consulta estudio o trabajo, siendo una
herramienta indispensable para transmitir conocimientos, ideas y dar
testimonio de hechos”.31 El Mapa de Núremberg contiene información de
naturaleza iconográfica, es decir, contiene imágenes o representaciones.
El tipo de información que nos ofrece es de localización geográfica; en
este caso particular nos referimos a un mapa, mientras que el grado de
originalidad que proporciona es el de una fuente primaria, el soporte es
tradicional, es decir, está impreso en papel. El tipo de difusión que se le
dio en su momento fue de carácter público, nos muestra una cobertura
geográfica internacional, y debido a su cobertura cronológica se le consi-
dera un documento histórico.32 Dicho lo anterior, pasaremos a analizar la
naturaleza del documento que representa por sí mismo, la de un mapa.
En cuanto a la Cartografía, es la ciencia que se ocupa de la repre-
sentación de la superficie de la Tierra mediante la comunicación gráfica,
proporcionando esta información en dos dimensiones (plano) o en tres
dimensiones (esferas).33 Es debido a su carácter de lenguaje visual lo que
remonta la existencia de la Cartografía a épocas muy antiguas en las que el
ser humano buscaba plasmar estructuras cognoscitivas capaces de explicar
30
Isabel Villaseñor Rodríguez, “Los instrumentos para la recuperación de la informa-
ción: las fuentes”, p. 31.
31
Nuria Amat Noguera, Documentación científica y nuevas tecnologías de la información,
p. 9.
32
Isabel Villaseñor Rodríguez, “Los instrumentos para la recuperación de la informa-
ción: las fuentes”, en Isabel de Torres Ramírez (coord.), op. cit., pp. 34-35.
33
Dante Alcántara y Raúl González (comps.), Introducción a la cartografía, p. 13.
34 FABIO LA FERMAN C RU Z
la percepción del espacio.34 Y es precisamente a través de los mapas, que
son la representación convencional de la superficie terrestre vista de arri-
ba,35 que logran condesar esas ideas.
Retomando el contexto de nuestro objeto de estudio, hemos de seña-
lar que “la cartografía producto de los viajes de exploración, conquista o
colonización es abundante”,36 ya que es durante las expediciones que se
hacía llegar noticias a través de cartas marinas que contenían información
expresada de tres tipos: escrita, iconográfica y geográfica. Su función prin-
cipal era la de dar a conocer los “descubrimientos de rutas, tierras y mares
hasta entonces desconocidos”.37
Estas referencias permitieron que más tarde se configuraran mapas
de territorios y litorales, siendo documentos de suma importancia para
comerciantes, marinos y jefes de Estado, debido a que representaban “un
instrumento de poder en una época marcada por la pugna entre las ca-
sas monárquicas, las guerras religiosas y las disputas por el dominio de
mares, rutas comerciales y nuevos territorios”.38 De manera que los mapas
podían llegar a representar un secreto de Estado, por lo cual estuvieron
bajo un estricto control; en el caso de España fue la Casa de contratación
de Sevilla39 la que desempeñó este papel regulatorio.
Cabe resaltar que la producción cartográfica llegó a ser de tal impor-
tancia debido a los intereses comerciales, que tanto los italianos como los
españoles se especializaron en su elaboración a través de escuelas desde el
siglo xiii. Mientras que las cartas de los italianos contenían sólo datos para
navegación, en España, la escuela mallorquina se caracterizó por abordar,
además, reseñas geográficas; por su lado, la catalana impulsó una carto-
grafía que se apartaba de la tradición medieval.40
Es por esto que “la mayor parte de las cartas o mapas que se producen
en esta época no sólo son obra de hábiles dibujantes e ilustradores, sino de
expertos, bien informados por navegantes y geógrafos”.41 Esta demanda a
su vez permitió que los cartógrafos adquirieran habilidades de navegan-
34
J. Brian Harley, “Un cambio de perspectiva”, pp. 11-13.
35
Dante Alcántara y Raúl González, op. cit., p. 14.
36
Elías Trabulse, Cartografía mexicana. Tesoros de la nación siglos xvi a xix, p. 18.
37
Paula Fernández Abón, “La cartografía como comunicación en el tiempo”, en Mar
Oceana, ufv, núm. 4, p. 125.
38
Ibid., p. 134.
39
Dante Alcántara y Raúl González, op. cit., p. 7.
40
Paula Fernández Abón, art. cit., p. 133.
41
Ibid., p. 136.
M A R C O TE Ó R I C O 35
tes y viceversa, para complementar así los conocimientos que deseaban
expresar a través de estos mapas.42
Es así como, una vez llegadas las noticias a puerto, se buscó que fueran
transmitidas de diversas maneras, la más usada por la facilidad de difu-
sión fue la escrita, lo cual permitió crear publicaciones y panfletos que en
ocasiones iban acompañados de mapas.43 Es aquí donde encontramos la
motivación de los talleres de imprentas en diferentes puntos en el mundo,
para difundir todas aquellas noticias que trataran sobre el descubrimiento
y la colonización del Nuevo Mundo, que es la naturaleza a la que corresponde
el Mapa de Núremberg.
En relación con las implicaciones que tiene el estudiar la cartografía
desde un punto de vista histórico, abordaremos los aspectos más relevan-
tes para poder hacer un análisis integral de esta fuente; asimismo se revi-
sarán las problemáticas que se presentan en el estudio de las imágenes y
en particular este tipo de documento para los historiadores.
Para poder dar paso a esta discusión se realizará nuevamente una re-
flexión acerca del concepto del mapa, pues ya anteriormente habíamos
hablado de él, pero desde una perspectiva funcional y científica, y ahora
nos adentraremos en la parte simbólica, ya que el mapa posee un “carácter
de objeto cultural, que por ser una realidad objetiva representada necesita
ser interpretado, no sólo contado o narrado”.44 El mapa es así, una cons-
trucción de la sociedad que refleja el contexto histórico-cultural en el que
fue creado, así como la intencionalidad del mensaje de quien lo elaboró,
por lo que “lejos de fungir como una simple imagen de la naturaleza que puede
ser verdadera o falsa, los mapas describen el mundo, al igual que cualquier
otro documento”.45
Habiendo dado ya una breve idea del carácter simbólico que puede
adquirir el mapa, pasaremos a hacer una breve revisión de los vicios
recurrentes de su uso como fuente de información en investigaciones de
corte histórico. Aunque es bien sabido que los historiadores pueden apo-
yarse en diferentes tipos de fuentes para realizar sus investigaciones, son
las escritas las más comunes a usar para la mayoría de estos estudios. Es
por esto que Harley menciona que: “Los historiadores tienden a relegar
42
Idem., p. 136.
43
Ibid., p. 137.
44
Irma Beatriz García Rojas, “El estudio histórico de la cartografía”, p. 21.
45
John B. Harley, La nueva naturaleza de los mapas: Ensayos sobre la historia de la cartografía,
p. 61.
36 FABIO LA FERMAN C RU Z
los mapas, junto con cuadros, fotografías y otras fuentes no verbales, a un
tipo de evidencia de menor categoría que la escrita”.46 Creemos que esto
se debe en gran medida a la iconografía que contiene el mapa y que cons-
tituye la mayor parte de su estructura, que al momento de interpretarla
puede llegar a no ser tan bien comprendida y que, como resultado, genera
que en la gran mayoría de las investigaciones los mapas sean utilizados
como fuentes de apoyo cuando en realidad constituyen por sí mismos una
fuente invaluable de conocimiento. “Cuando utilizan imágenes, los histo-
riadores suelen tratarlas como simples ilustraciones, reproduciéndolas en
sus libros sin el menor comentario”.47 Hay que destacar que la naturaleza
de los mapas ha cambiado a lo largo del tiempo, y por lo tanto su forma de
interpretarlos debe de tomar distintos criterios. Es por esto que se con-
sidera que este tipo de fuentes no han sido interpretadas de la manera
correcta, ya que los investigadores anteponen la percepción de su contexto
contemporáneo occidental al de sociedades de culturas y tiempos ajenos
a ellos. “Las imágenes son testigos mudos y resulta difícil traducir a pa-
labras el testimonio que nos ofrecen”.48 Es por esto que contextualizar las
imágenes para su correcta interpretación es fundamental para el estudio
histórico, puesto que al realizarse el análisis sin tomar en consideración la
naturaleza del contexto, se puede llegar a creer que éste contiene errores:
46
Ibid., p. 59.
47
Peter Burke, “El testimonio de las imágenes”, Visto y no visto, Biblioteca de Bolsillo,
España 2005, p. 12.
48
Ibid., p. 18.
49
G. R. Crone, Historia de los mapas, p. 28.
M A R C O TE Ó R I C O 37
en cuestión, desestimando la parte simbólica del mismo. “El estudio de la
cartografía histórica ha sido abordado ponderando la ‘exactitud’ o ‘false-
dad’ de una carta”.50 La problemática se halla en la percepción de los ele-
mentos iconográficos, en los que se busca hallar un espejo de la realidad
mediante la fidelidad de la imagen y no de la iconografía generada.
Lo que nos lleva a nuestra siguiente problemática, que se desprende
de lo anterior, ya que al observar una iconografía que no refleja la reali-
dad geográfica, de la cual no se podría suponer si la imagen es de índole
artística o fue elaborada por alguien que no reunía los conocimientos ne-
cesarios, llevó a generar desconfianza sobre los mapas, en especial los de
épocas y culturas muy distantes a la contemporánea, donde:
Textos geográficos que circularon en Europa durante el siglo xvi […] crónicas
e informaciones acerca de los descubrimientos realizados en el septentrión
novohispano, se limita a considerar que la información de ese modo recopi-
lada, resultó con frecuencia fantasiosa o inexacta y lo que llegó a saberse en
el viejo continente […] muy poco tuvo que ver con la realidad.51
50
Irma Beatriz García Rojas, art. cit. p. 13.
51
Idem., p. 13.
52
Ibid., p. 18.
53
Ibid., p. 16.
38 FABIO LA FERMAN C RU Z
dremos acercarnos a la perspectiva española de la ciudad de Tenochtitlan
antes de la conquista que quedó plasmada en el Mapa de Núremberg, por
la cual conoceremos “las estructuras de pensamiento y representación de
una determinada época”.54
Corriente teórica
54
Peter Burke, op. cit., p. 13.
55
rae: http://dle.rae.es/?id=KDXnico
56
Jean Grondin, ¿Qué es la hermenéutica?, p. 22.
M A R C O TE Ó R I C O 39
dad hasta nuestra actualidad. Sin embargo, para fines prácticos de este
estudio, sólo mencionaremos tres estadios que ha identificado Grondin
dentro del desarrollo histórico de la hermenéutica: el primero correspon-
de a la hermenéutica clásica, el segundo a la hermenéutica metodológica
y el tercero a la hermenéutica contemporánea.
Con respecto al primer punto, la hermenéutica clásica se desenvolvió
en un contexto donde la religión imperaba y la presencia del cristianismo,
junto con el Nuevo Testamento, representaba un punto focal para la com-
prensión del devenir de la humanidad. De ahí que se consideraba como
un arte y se empleaba como auxiliar de la teología en el estudio de los
textos sagrados o canónicos; su metodología era de tipo normativa y fue
inspirada mayormente en la retórica.57 No obstante, como este tipo de in-
terpretación era privativa de un sector, con la llegada del positivismo en
el siglo xix surgen nuevos planteamientos hermenéuticos para las necesi-
dades de la época.
Teniendo en cuenta lo anterior, nuestra segunda instancia, que trata la
hermenéutica metodológica, se enfoca en aplicarse a otro tipo de textos,
es decir, que se pudiera aplicar a los estudios de las ciencias del espíritu o
ciencias sociales. Además, se busca establecer un fundamento metodoló-
gico para poder otorgarle así a la hermenéutica el tan anhelado rigor que
le daba validez a los estudios de la época como ciencia.58 Fue Wilhelm
Dilthey quien expresó que el papel esencial de la hermenéutica sería “fun-
dar teóricamente la validez universal de la interpretación, sobre la que
descansa toda la seguridad de la historia”.59
Y es que para llegar a este precepto de validez, Dilthey hace énfasis
entre los conceptos explicar y comprender, los cuales son fundamento de los
estudios, por eso plantea que en las ciencias puras se explican los fenóme-
nos a partir de una hipótesis que a su vez confirma una ley; sin embargo,
en las ciencias del espíritu se comprende al objeto,60 lo que nos lleva al ob-
jetivo de la interpretación según Dilthey, el cual es: comprender61 la indivi-
57
Ibid., pp. 16-17.
58
Ibid., pp. 37-38.
59
Wilhelm Dilthey, El mundo histórico, p. 336.
60
Jean Grondin, op. cit., pp. 39-40.
61
Se entiende por comprensión: El proceso de recrear en uno mismo el sentimiento vivi-
do por el autor, partiendo de sus expresiones. En Ibid., p. 41.
40 FABIO LA FERMAN C RU Z
dualidad a partir de sus signos externos.62 Es así como buscaba concretar
una fundación epistemológica de las ciencias del espíritu.
Por último, la hermenéutica contemporánea plantea que la interpreta-
ción no es únicamente un método aplicable en las ciencias sociales, sino
que se asimila como una comprensión fundamental en el proceso propio
de la vida, por lo tanto, la hermenéutica se vuelve algo inherente al ser
humano en relación con su entorno.
Uno de sus grandes expositores es Hans-Georg Gadamer, el cual ex-
pone una hermenéutica universal del lenguaje, retomando el rasgo distin-
tivo humanista en el que se buscan resultados que contribuyan a la forma-
ción y la educación de los individuos a través del desarrollo de la capacidad
del juicio. Gadamer, exalta el hecho de que la verdad de las ciencias del es-
píritu no necesariamente debe ser metódica para ser válida o verdadera.63
Es en este punto donde empieza a cobrar fuerza la contextualización del
objeto a interpretar, dado que “La experiencia de la verdad no depende
por tanto, de mi propia perspectiva, depende ante todo de la obra misma
que me abre los ojos a aquello que es”.64
Retomando las problemáticas que enfrenta el historiador para el estu-
dio de los documentos, la hermenéutica que propone Gadamer proporcio-
na una herramienta para aproximarse a una de ellas, donde “es mi pers-
pectiva la que debe ensancharse, incluso metamorfosearse, en presencia
de la obra”,65 ya que la perspectiva del tiempo es la única que ofrece ayuda
para distinguir los prejuicios legítimos y ayudar a la compresión, hacien-
do énfasis en que los prejuicios son condiciones –subjetivas– necesarias
para la compresión, poniendo así en duda el ideal de una comprensión
totalmente desprovista de juicios u objetiva, por así decirlo.
“Comprender el pasado, no es salirse del horizonte del presente y de
sus prejuicios. Es más bien traducir el pasado en el lenguaje del presen-
te”.66 Y es que para Gadamer la contextualización tanto del objeto de estu-
dio como de quien lo está estudiando es importante dado que conforman
la conciencia histórica, que es “el privilegio del hombre moderno de tener
plenamente conciencia de la historicidad de todo presente y de la relativi-
62
Ibid., pp. 40-41.
63
Ibid., pp. 72-73.
64
Ibid., p. 75.
65
Idem.
66
Ibid., p. 83.
M A R C O TE Ó R I C O 41
dad de todas las opiniones”.67 Dentro de este tenor asimila la interpreta-
ción como todo aquel ejercicio en el que se reflexiona el conocimiento del
pasado y se comprende en el contexto de quien lo estudia, asignándole un
significado dada su propia tradición.68 Gadamer expone que “La interpre-
tación, tal y como nosotros la entendemos hoy, se aplica no sólo a los tex-
tos y a la tradición verbal, sino a todo aquello que nos ha sido entregado
por la historia”.69
Otro de los expositores de la hermenéutica contemporánea es Paul Ri-
coeur, el cual define la hermenéutica como “expresamente concebida como
un desciframiento de los símbolos, entendidos como expresiones de doble
sentido”.70 Es claro que la proyección hermenéutica de Ricoeur se dirige ha-
cia la importancia del símbolo dentro de la interpretación, ya que el símbolo
como expresión polisémica exige un trabajo de corte hermenéutico, pues el
epistémico no es suficiente para realizar una interpretación.
Para tener un panorama más claro de lo que nos plantea el autor, abor-
daremos sus concepciones de interpretación y símbolo para así llegar a
una comprensión más envolvente sobre lo que se le ha nombrado herme-
néutica simbólica y de la cual Ricoeur es uno de los principales exponentes.
El símbolo para Paul Ricoeur es “toda estructura de significaciones en las
cuales un sentido directo, primario, literal, designa para lo excedente otro
sentido oculto en el sentido indirecto, secundario, figurado, que puede ser
condesado a través del primero”.71
Por otro lado, la interpretación es “el trabajo mental que consiste en
descifrar el sentido oculto en el sentido aparente, en desplegar los niveles
de la significación implícitos en la significación literal”,72 y esta interpreta-
ción existe donde hay sentido múltiple y, a su vez, la interpretación propi-
cia que se manifieste ese sentido múltiple.73 Ricoeur plantea además dos
formas de interpretación dentro de la hermenéutica: la primera, la her-
menéutica de la confianza, y la segunda, la hermenéutica de la sospecha.
67
Hans-Georg Gadamer, El problema de la conciencia histórica, p. 41.
68
Ibid., p. 43.
69
Ibid., p. 44.
70
Paul Ricoeur, El conflicto de las interpretaciones. Ensayos de hermenéutica, fce, Buenos
Aires, 2003, p. 17.
71
Maurizio Ferraris, op. cit., p. 246.
72
Ibid., pp. 16-17.
73
Paul Ricoeur, op. cit., p. 26.
42 FABIO LA FERMAN C RU Z
En la primera “acepta el sentido tal y como se ofrece a la comprensión
y orienta la conciencia, sentido en el que se revela una verdad más profun-
da que incumbe explorar a una hermenéutica amplificante”;74 la segunda,
“desconfía del sentido tal como se le ofrece, porque puede traer engaño
a la conciencia. Lo que parece verdad puede que no lo sea sino un error
útil, una mentira o deformación”,75 y aunque cada una de las vertientes de
interpretación pueden ser aplicadas, no hay que olvidar que “es preciso
frecuentar la escuela de la sospecha si queremos destruir las ilusiones de
la conciencia ingenua”.76
Conviene subrayar que Ricoeur aborda la problemática del sentido
en la interpretación desde la experiencia humana y el lenguaje en rela-
ción con ésta, lo que nos sitúa en el umbral de los estudios de semiótica y
hermenéutica. Ambos se encuentran en la búsqueda de significación, sin
embargo, divergen cuando la semiótica formaliza el signo dentro de los
sistemas de lenguaje, mientras que la hermenéutica busca comprender el
lugar del signo en el mundo de la experiencia humana.77
La semiótica para Ricoeur “es un modelo explicativo de las relaciones
sistemáticas internas a los lenguajes y textos”,78 mientras que la herme-
néutica es “una perspectiva comprensiva que procura entender el com-
plejísimo ámbito de las relaciones entre el lenguaje y la experiencia, el
símbolo y la vida”.79 Es decir, pese a que ambas buscan una significación,
la semiótica explica, entretanto que la hermenéutica comprende.
Siguiendo con Ricoeur, se observa que pondera la experiencia huma-
na y su relación con el lenguaje debido a que el mundo “se expresa en un
lenguaje y a través de una identidad histórica que primeramente recibi-
mos”,80 y es precisamente el lenguaje el que le da cohesión a la interpre-
tación, ya que representa un vínculo para la comprensión, dado que es
“la gran institución que nos ha precedido desde siempre a cada uno de
nosotros”.81
74
Jean Grondin, op. cit., pp. 112-113.
75
Jean Grondin, Ibid., p. 113.
76
Ibid., p. 114.
77
Diego Lizarazo, Iconos, figuraciones, sueños. Hermenéutica de las imágenes, p. 23.
78
Ibid., p. 22.
79
Idem.
80
Jean Grondin, op. cit., p. 121.
81
Idem.
M A R C O TE Ó R I C O 43
Consideramos ahora que, aunque quedó demostrada la función del
lenguaje82 y del símbolo dentro de los procesos hermenéuticos, debemos
posicionar la imagen en relación con los anteriores, ya que el Mapa de
Núremberg es precisamente eso, una imagen. Nos dispondremos enton-
ces a revisar algunos conceptos básicos de la semiótica, que es “el estudio
de la conformación y estructura de los signos que componen cualquier
sistema de comunicación”.83 Por consiguiente, Pierce plantea en su teoría
de la realidad y del conocimiento, que el único medio del que disponemos
para acceder al pensamiento es el de los signos, ya que éste se codifica para
poder ser expresado mediante el lenguaje.
Pierce denomina también al signo como representamen y es “algo que,
para alguien, representa o se refiere a algo en algún aspecto o carácter.
Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo
equivalente, o, tal vez un signo desarrollado”.84 Ahora bien, el signo está
compuesto de un representamen, un objeto y un interpretante; el primero
hace la función del significado, de la imagen, mientras que el objeto es el
elemento material de donde se toma el significado y el interpretante es el signo
en su forma de sonido que representa ese objeto e idea.85
A su vez, Pierce divide el signo en categorías según los criterios fane-
roscópicos aplicables a un objeto, éstos son: el índice, el símbolo y el icono.
Se plantea que el índice “es un signo que se refiere al Objeto que denota en
virtud de ser realmente afectado por aquel objeto”,86 y aunque ya se había
hecho mención del símbolo anteriormente, retomaremos la concepción de
Pierce:
Es un signo que se refiere al objeto que denota en virtud de una ley, usual-
mente una asociación de ideas generales que operan de modo tal que son la
causa de que el Símbolo se interprete como referido a dicho objeto.87
82
Según Saussure, lengua es: “el sistema de signos que expresa ideas”, en Alejandra Vitale,
El estudio de los signos. Peirce y Saussure, p. 61.
83
Ricardo Valadez Vázquez, Análisis semiótico cultural de la poliglosia presente en las imá-
genes del exreclusorio de San Carlos, Perote, Ver., p. 3.
84
Alejandra Vitale, El estudio de los signos. Peirce y Saussure, p. 11.
85
Ricardo Valadez Vázquez, op. cit., p. 25.
86
Alejandra Vitale, op. cit., p. 36.
87
Ibid., p. 41.
44 FABIO LA FERMAN C RU Z
Por último, se concibe el icono como “un signo que entabla una relación
de semejanza de analogía con su objeto”.88 A su vez, Pierce realiza una
clasificación para los iconos, los cuales son: diagramas, metáforas e imá-
genes. Será esta última clasificación la que comprende las características
de nuestro objeto de estudio, debido a que para Pierce las imágenes son
“iconos que comparten cualidades simples del objeto, como su color, su
forma, su tamaño, etc. Son iconos imágenes, por ejemplo, los cuadros, los
dibujos, los grabados, las fotografías”.89
Basados en los anteriores argumentos, queda demostrado que, si la
hermenéutica interpreta textos, luego entonces si estos textos son parte de
un sistema de lenguaje compuesto de signos y, a su vez, las imágenes son
signos icónicos, podemos aplicar la hermenéutica a la interpretación de
nuestro objeto de estudio que es un mapa.
Finalmente, Leroi-Gourhan habla sobre la significación de los sím-
bolos dentro de un medio en el que son reconocidos por el ser humano.
Puntualiza que las representaciones sólo aparecen después de que el
ser humano posiciona y asigna una significación a un elemento. Este
reconocimiento, sobre todo de los espacios, puede ser dinámico o es-
tático. El primero se logra a través del recorrido y apropiación del mismo,
mientras que el segundo se produce por la superposición de elementos que
rodea al ser humano desde un punto fijo en el espacio.90 En palabras de
Leroi-Gourhan: “El nómada cazador-recolector interpreta la superficie de su
territorio a través de sus trayectos; el agricultor sedentario construye el
mundo en círculos concéntricos alrededor de su granero”.91
Leroi-Gourhan expone que cada época de la humanidad ha tenido
distintas maneras de entender y de representar los espacios sociales.
En el caso de la Edad Media, “Cada ciudad es, en sí, circular, al menos
idealmente, y dividida por sus cuatro calles cardinales”;92 a lo que el autor
le llama un espacio irradiante; muestra de esto lo vemos en las semejanzas
del objeto de estudio con el mapa ideal de Jerusalén, según un misionero
islandés, elaborado en el siglo xiii.
Dicho lo hasta ahora expuesto, la presente investigación supone una
hermenéutica de la imagen, dedicada a la comprensión del pensamiento
88
Ibid., p. 33.
89
Ibid., pp. 34-35.
90
André Leroi-Gourhan, El gesto y la palabra, pp. 303- 320.
91
Ibid., p. 316.
92
Ibid., pp. 327-328.
M A R C O TE Ó R I C O 45
de una época a través de la interpretación de los signos y símbolos que
contiene un documento como el Mapa de Núremberg.
Conceptualización teórica
93
Hernán Cortés, Cartas de relación, op. cit., p. 129.
94
Martha Elena Vernier, Fernando Villanueva y Arturo Frappe, Documentos de la Con-
quista, p. 100.
95
Ola Apenes, Mapas antiguos del Valle de México, p. 20.
96
Se tienen registros de que para 1480 se imprimieron alrededor de 12 287 obras, mien-
tras que para 1501 se publicaban más 12 millones de ejemplares de alrededor de 30
mil obras distintas.
97
Alberto Durero, De la medida, p. 17.
46 FABIO LA FERMAN C RU Z
Cabe destacar que la importancia del fenómeno histórico de la crea-
ción de la imprenta radica en que es a partir de ésta que surgen una gran
cantidad de documentos que contenían información de diversa índole.
Esta diversificación creó una coyuntura para el historiador, ya que a par-
tir de ese momento las sociedades tienen una herramienta –la impren-
ta– rápida, precisa y universal, con la cual pueden registrar, difundir y
conservar diversos tipos de conocimiento para la posteridad. Y aunque
esto no significa que antes no hayan existido otros sistemas de registros,
la imprenta masificó la producción de documentos que ahora son de suma
importancia histórica para investigadores de diversas disciplinas.
A pesar de que el tipo de documento que imperó en las producciones
de las imprentas entre los siglos xv y xvi fueron en su gran mayoría los de
caracteres escritos, es bien sabido que existió una inclinación por la difu-
sión de mapas debido a que la época estaba claramente marcada por un
expansionismo colonial europeo en que el conocimiento geográfico de las
tierras que se buscaba explorar, y en ocasiones conquistar, representaban
una valiosísima información. Es debido a ellos que hubo un desarrollo
importante de la cartografía. Llegados a este punto, donde se menciona
el estudio de los mapas, es decir la cartografía, se abordará brevemente
la relación entre este estudio y la Historia para llegar a una comprensión
de estudios de corte interdisciplinario, en este caso, el estudio histórico de
un mapa.
La cartografía se ha entendido como la ciencia que estudia los mapas,98
sin embargo, va más allá de eso. Este estudio se vuelve “la manifestación
de la necesidad de representar de manera visual una realidad geográfica
debido a distintos propósitos”.99 Considerando que nuestro objeto de es-
tudio es un mapa del siglo xvi, en una primera instancia es un documen-
to cartográfico: “que no sólo registra un paisaje verdadero, sino que es un
instrumento activo en producción de dicha representación considerada
‘verdadera’”.100
A su vez, se considera un mapa antiguo y un mapa histórico; el primero
se entiende como un mapa en el que su lectura y el acceso al conocimiento
válido a partir de su propia ideología contextual conserva su principal valor.
En cambio, el mapa histórico contiene información que da sentido a un
98
rae: http://dle.rae.es/?id=7keiXrA
99
Raquel Urroz Kanán, Mapas de México, p. 24.
100
Ibid., p. 15.
M A R C O TE Ó R I C O 47
estado dependiendo de la perspectiva que se le tome; no obstante, vemos
que, al asignar la categoría de histórico a un concepto, se vuelve subjeti-
va y depende directamente del sentido que le asigne el investigador; eso
significa que cualquier objeto puede ser sujeto de ser historiable.101 Lo
que nos lleva al concepto de cartografía histórica que, en palabras de Jesús
Varela, es:
Debemos señalar, asimismo, que los estudios sobre cartografía que sean
realizados con un enfoque histórico deben tomar en cuenta el contexto
cultural, ya que los mapas son “una compleja construcción social que con-
tiene un discurso que de principio lo sitúa en el contexto de poder político
y de la cultura de la sociedad que lo produjo”.103 De esta manera, podemos
ver que se extiende una relación entre el carácter descriptivo de la carto-
grafía y el interpretativo de la historia, en el cual el vínculo son los mapas,
dado que son materiales culturales de una sociedad en los que expresan
sus concepciones de espacio, y al igual que el tiempo, se le considera “una
dimensión cultural y no una categoría estática”.104 Dicho lo anterior, con-
cluimos que los mapas tienen un significado social y cultural en el que se
reconocen los procesos históricos.
I mplicaciones metodológicas
101
Ibid., pp. 16-17.
102
Jesús Varela, “La cartografía histórica”, Revista de Estudios Colombinos, núm. 4, Semi-
nario Iberoamericano de Descubrimientos y Cartografía, p. 21.
103
Irma García Rojas, art. cit., p. 11.
104
Raquel Urroz Kanán, op. cit., p. 29.
48 FABIO LA FERMAN C RU Z
investigaciones se le nombra al mapa de la misma manera, sino que recibe
nombres como: plano de Tenochtitlan de 1524, Mapa Cortesiano o mapa
atribuido a Hernán Cortés, en otros casos.
El primer estudio sobre el Mapa de Núremberg del que tenemos co-
nocimiento es del doctor Ignacio Alcocer en su obra titulada Apuntes sobre
la antigua México Tenochtitlan que realizó en 1935. En este libro hace un
trabajo único al traducir y enlistar las glosas en latín que aparecen en el
mapa, asimismo les proporciona una numeración y las sitúa donde con-
sideró que se ubicaban los puntos originalmente. Tres años más tarde, en
1938, Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández
en su publicación Planos de la ciudad de México: siglos xvi y xvii realizaron
un estudio histórico, urbanístico y bibliográfico, correspondientemente
sobre el mapa.
Casi una década después, en 1947, Ola Apenes realizó un estudio que
tituló “Mapas Antiguos del Valle de México”, en el que hace un recorrido
histórico sobre la cartografía realizada sobre la cuenca de México. Por otro
lado, Ignacio Marquina en 1960 en su obra El templo Mayor de México realiza
un estudio urbanístico del Templo Mayor utilizando las fuentes históricas,
como el Mapa de Núremberg, el cual menciona brevemente.
Posteriormente, en 1976, Anthony Aveni y Sharon Gibbs en un artículo
publicado en la revista American Antiquity y que lleva por nombre “On
the orientation of precolumbian buildings in central Mexico”, hacen una
propuesta de arqueoastronomía para el Templo Mayor, basada en la inter-
pretación iconográfica del Mapa de Núremberg. Por otro lado, el artículo
de Barbara E. Mundy, “Mapping the Aztec Capital: The 1524 Nüremberg
Map of Tenochtitlan, Its sources and meanings”, de 1998, trata de develar
el significado de la publicación del mapa de Cortés en Europa.
El trabajo de Dominique Gresley-Pouligni, Un plan pour Mexico-Tenoch-
titlan. Les représentations de la cité et l´imaginaire européen (xvie-xviiie siècles)
quizá sea el estudio más extenso que exista sobre el Mapa de Núremberg,
ya que corresponde al trabajo publicado a partir de su tesis doctoral. En
él aborda el mapa desde una perspectiva de la historia de las mentalida-
des, a través de un estudio comparativo con mapas europeos contemporá-
neos. Hacia el 2008, Olayana Sanfuentes en “Develando el nuevo mundo:
Imágenes de un proceso”, realiza un estudio de historia del arte sobre
diversas imágenes del descubrimiento del Nuevo Mundo, donde la autora
aborda brevemente el Mapa de Núremberg.
M A R C O TE Ó R I C O 49
Elizabeth Hill Boone publica en 2011 “This New World Now Revealed:
Hernán Cortés and the Presentation of Mexico to Europe”, donde analiza
el discurso del capitán español en el proceso de conquista a través de los
documentos que envió a Europa, incluido el mapa. Por otra parte, en 2016,
Eduardo Matos Moctezuma realiza un breve artículo para un homenaje
a George Baudot, en el que hace una reflexión sobre lo que presenta la
imagen del mapa en contraste con el dato histórico y el dato arqueológico.
Finalmente, en 2016, Miguel León-Portilla y Carmen Aguilera, en su libro
Mapa de México Tenochtitlan y sus contornos hacia 1550, hacen una breve
mención comparativa de un mapa creado por indígenas y uno por espa-
ñoles, que es el caso del Mapa de Uppsala y el Mapa de Núremberg.
De esta manera, podemos notar en cuanto a los estudios realizados
con anterioridad sobre el Mapa de Núremberg que, aunque existen al-
gunas propuestas de interpretación de la imagen, no hay ninguna en la
que exista una metodología delimitada y contextualizada a la época de su
creación, por lo cual nos proponemos hacer este estudio haciendo uso de
datos históricos y del discurso historiográfico para realizar una interpre-
tación del mapa y aportar al conocimiento del mismo desde la perspectiva
hermenéutica anteriormente abordada.
CAPÍTULO II
1
Alexandro Medina, Teófilo E. Salazar y José Luis Álvarez, “Fisiografía y suelos”, en
Griselda Benítez Badillo y Carlos Welsh (coords.), Atlas del patrimonio natural, histórico
y cultural de Veracruz, p. 34.
2
Leonardo López Luján, “La cuenca de México durante la época mexica”, en Linda
Manzanilla y Leonardo López Luján (coords.), Atlas histórico de Mesoamérica, p. 148.
3
Idem.
4
Teresa Rojas Rabiela, “Las cuencas lacustres del Altiplano central”, Arqueología Mexi-
cana, núm. 68, p. 20.
[ 53 ]
ILUSTRACIÓN 1.
54 FABIO LA FERMAN C RU Z
En la región noreste de la cuenca se formaron tres pequeñas lagunas:
Tecocomulco, Atochacac y Apam. Mientras que en la región suroeste de
la cuenca se encontraban los lagos que conformaban el sistema lacustre:
los lagos de Zumpango, Xaltocan-San Cristóbal, Texcoco y Xochimil-
co-Chalco.
Hay que tomar en cuenta que la ubicación de cada uno de estos espe-
jos de agua dentro de la cuenca determinó sus características, ya que se
alimentaron de diversas fuentes.5 Por lo que se refiere a los lagos de Zum-
pango y Xaltocan-San Cristóbal, éstos se encontraban en la parte superior
de este sistema lacustre y contaban con una mayor altitud que el resto de
los lagos. El lago de Zumpango se alimentaba de aguas dulces perennes,
mientras que las del espejo Xaltocan-San Cristóbal eran de naturaleza sa-
lobre pero no tan saladas como las de Texcoco.6
ILUSTRACIÓN 2.
5
Gabriel Espinosa Pineda, El embrujo del lago, p. 50.
6
Ibid., pp. 58-59.
M A R C O G E O G R Á F I C O E HI S TÓ R I C O 55
ILUSTRACIÓN 3.
7
Teresa Roja Rabiela, “Las cuencas lacustres del Altiplano central”, art. cit., pp. 23-24.
8
Se entiende por salobre: aguas en la que los niveles de sales son menores a la del agua
de mar, pero mayores a las de aguas dulces.
56 FABIO LA FERMAN C RU Z
Cabe destacar que el flujo de aguas dulces que recibe Texcoco del lago de
Xochimilco-Chalco será permanente y no estacional.9
ILUSTRACIÓN 4.
En tiempo relativamente seco, cada olla se repliega sobre sí misma, sin con-
tacto con las otras; en época de aflujos las más altas derraman sobre las más
bajas: Chalco-Xochimilco sobre Texcoco; Zumpango sobre Xaltocan-San
Cristóbal y ésta sobre Texcoco también.10
M A R C O G E O G R Á F I C O E HI S TÓ R I C O 57
ILUSTRACIÓN 5.
58 FABIO LA FERMAN C RU Z
Remontándonos a los orígenes de los mexicas, según su tradición oral,
este pueblo llegó del norte de la cuenca de México de un lugar llamado
Aztlán “lugar de las garzas”, el cual según su mito se encontraba asenta-
do en la mitad de una laguna y del cual salieron guiados por designios
divinos para encontrar la tierra prometida. No obstante, la peregrinación
que emprendieron no estuvo libre de vicisitudes, por lo cual hubieron de
trasladarse por un largo tiempo de un lugar a otro.
Pongamos por caso a Coatepec, lugar cercano a Tula, en el que se asen-
taron temporalmente y donde inclusive represaron el agua de un río
muy caudaloso para intentar recrear la ciudad mítica.11 Posteriormente, al ser
obligados a abandonar este lugar, fue en la cuenca de México donde los
mexicas encontraron materializadas las señales divinas, para asentarse
definitivamente en los islotes del lado poniente del lago de Texcoco.12
“Las ventajas de poblar los islotes de la parte occidental del Lago de
Texcoco eran evidentes: los mexicas conocían las técnicas de la explota-
ción lacustre, y calcularon que allí encontrarían abundante fauna y flora
aprovechable”.13
La fundación de la ciudad de México-Tenochtitlan se sitúa hacia 1325.
Es a partir de este momento que esta sociedad empieza una serie de cam-
bios en relación con su entorno, transformando el paisaje paulatinamente
para recrear una ciudad mítica en la que los componentes geográficos te-
nían a su vez un valor simbólico intrínseco.14
El desarrollo de esta ciudad se dio a lo largo de casi 200 años en los que
fueron los gobernantes mexicas, o tlatoanis, los que emprendieron paula-
tinamente un desarrollo planificado de obras constructivas, ya fueran de
carácter social o sagrado.
Entre las primeras obras constructivas de las que tenemos registro,
están aquellas emprendidas durante el mandato de Acamapichtli, primer
tlatoani mexica que gobernó aproximadamente entre 1375 y 1395. En este
periodo se empezó a transformar la fisonomía de la ciudad, principalmen-
te en sus calles y canales de agua que la atravesaban. Posteriormente,
durante el reinado de Huitzilíhuitl entre 1396 y 1417, se levantaron diversos
templos gracias a la disminución de tributo a los tepanecas, a quienes se
encontraban subyugados.
11
Ibid., p. 350.
12
Eduardo Matos Moctezuma, Tenochtitlan, pp. 26-40.
13
Alfredo López Austin y Leonardo López Luján, op. cit., p. 213.
14
Eduardo Matos Moctezuma, op. cit., pp. 41-43.
M A R C O G E O G R Á F I C O E HI S TÓ R I C O 59
A Huitzilíhuitl le sucedió su hijo Chimalpopoca, quien aún siendo
niño se convirtió en tlatoani en 1418. Con la avenencia de su abuelo, el
gobernante tepaneca Tezozómoc, emprendió la construcción de un acue-
ducto que buscaba solucionar el abasto de agua potable en tanto que la
del lago de Texcoco resultaba demasiado salobre y la de Xochimilco era
verdosa y maloliente. Este acueducto fue construido “con estacas de ma-
dera y barro para traer agua dulce de Chapultepec a Tenochtitlan”.15 Sin
embargo, al ser construido con materiales perecederos, al poco tiempo ce-
dió a la presión natural del agua, lo que puso en perspectiva la necesidad
de construir un acueducto de piedra que soportara el empuje del agua.
Para que esta construcción fuera posible, simultáneamente realizaron la
construcción de la calzada de Tlacopan, ya que fue sobre partes de esta
calzada que se edificó el acueducto.16
En lo que respecta al interior de Tenochtitlan, existió un espacio sacrali-
zado que identificamos como recinto ceremonial de la ciudad. En él existían
distintos edificios con diversos propósitos religiosos siendo el de mayor im-
portancia el Templo Mayor, consagrado a sus dioses principales: Huitzilopo-
chtli y Tláloc. Un edificio cuya etapa ii constructiva bien se le ha ubicado entre
los mandatos de Acamapichtli, Huitzilíhuitl y Chimalpopoca, momento para
el que el Templo Mayor ya contaba con 30 metros de lado y una altura de 15
metros.
Al ascender al trono Itzcóatl, sucedió una guerra contra los tepanecas
en 1430, en la que los mexicas se vieron en la necesidad de pactar una
alianza con Texcoco y Tlacopan, misma que posteriormente sería conoci-
da como la Excan tlatoloyan.17 Gracias a la consecuente victoria los mexi-
cas se liberaron del yugo de Azcapotzalco, consolidaron su poder y un
acelerado desarrollo de Tenochtitlan inició, lo que se hace evidente en la
etapa constructiva iii.
Desde entonces, las conquistas y el sometimiento de distintas provin-
cias jugaron un papel determinante, ya que gran parte del tributo era des-
tinado como mano de obra empleada para las obras de la ciudad y el re-
cinto ceremonial. Tal fue el caso de Xochimilco, que, tras negarse a enviar
piedra para engrandecer el Templo Mayor, fue subyugado por Itzcóatl,
15
Ibid., p. 53.
16
Enrique Vela, “Los tlatoanis mexicas”, en Arqueología Mexicana, pp. 18-31.
17
Alfredo López Austin y Leonardo López Luján, op. cit., pp. 214-215.
60 FABIO LA FERMAN C RU Z
por lo que en consecuencia también fueron forzados a construir la calzada
de Iztapalapa que unió a la ciudad de Tenochtitlan con el sur.
Durante el mandato de Moctezuma Ilhuicamina entre 1440 y 1469, la
expansión de los dominios mexicas se acrecentó considerablemente hacia
territorios fuera de la cuenca de México, lo que se ve reflejado especial-
mente en las ofrendas de la etapa constructiva v. Algunas de las proble-
máticas locales que Moctezuma resolvió fueron las relacionadas con el
agua, en especial la del abastecimiento de agua potable para la ciudad
de Tenochtitlan, renovando con éxito el fallido intento de Chimalpopoca
gracias a la asesoría de Nezahualcóyotl.
Posteriormente, en 1450, aconteció una inundación, lo cual llevó a
Moctezuma I a emprender la construcción de un dique en el lago de Tex-
coco: “Moctezuma solicitó ayuda para construir un dique –que medía casi
15 km– a Nezahualcóyotl, señor de Texcoco”.18 Esta obra más tarde sería
llamada albarradón de Nezahualcóyotl y midió alrededor de 12 km de
extensión y 20 m de ancho,19 el cual iba de “Iztapalapa y corría en línea
recta hasta Atzacualco, pasando muy cerca de peñón de los baños”.20
La función principal de este albarradón fue regular el nivel del agua del
lago, evitando inundaciones en la ciudad de Tenochtitlan.
La creación de esta obra hidráulica implicó la división del lago de Tex-
coco en dos: la parte occidental donde se encontraban los islotes mexi-
cas sería el lago de México, mientras que la parte oriental se consideraría
como el lago de Texcoco. De esta manera, las características de la parte
oeste se modificarían, ya que se convirtió en un espejo de agua dulce de-
bido a que el origen de sus aguas ahora provenía del lago de Xochimilco.21
Por lo que se refiere a las etapas constructivas iv y vi, en éstas el Templo
Mayor se amplió en sus cuatro costados.
Durante el gobierno de Ahuítzotl, quien gobernó de 1486 a 1502, los
dominios mexicas alcanzaron su máxima extensión histórica. Ello se re-
flejó en nuevas ampliaciones al Templo Mayor que constituyen la etapa
vi, donde se observan tanto las modificaciones de Tizoc –el tlatoani ante-
rior– como las de Ahuítzotl. Por otra parte, este tlatoani, en respuesta a la
inundación de 1499, emprende la construcción de un albarradón, el cual se
18
Enrique Vela, art. cit., p. 43.
19
Alfredo López Austin y Leonardo López Luján, op. cit., p. 215.
20
Margarita Carballal y María Flores, “Elementos hidráulicos en el lago de México-Texcoco
en el Posclásico”, Arqueología Mexicana, pp. 28-29.
21
Ibid., p. 29.
M A R C O G E O G R Á F I C O E HI S TÓ R I C O 61
encontraba muy cerca de la parte este de la isla, ya que fue la más afectada
por la crecida. La función principal de este dique fue prevenir inundacio-
nes, pero pudo haber facilitado también el cultivo dentro de la isla, ya que
lograba atajar las aguas salobres provenientes del lago de Texcoco. A este
albarradón se le conoce como de Ahuítzotl.22
Por otra parte, hay que destacar que la bonanza de tributos recibi-
dos llevó a Tenochtitlan a un crecimiento sostenido que desencadenó una
mayor demanda por el suministro de agua potable. Es por esto que, alre-
dedor del año 1500, Ahuítzotl decidió edificar un acueducto que pudiera
trasladar el líquido vital desde Coyoacán. No obstante, el señor de Coyoa-
cán, Tzotzomatzin, aconsejó al tlatoani mexica que no realizara la obra,
ya que la fuerza del agua era impredecible y la ciudad podría sufrir una
inundación. Pese a la advertencia del mandatario de Coyoacán, Ahuítzotl
continuó con las obras y, tal como fue advertido, Tenochtitlan se inundó,
llevándose consigo la vida de su tlatoani.23
Fue Moctezuma Xocoyotzin quien gobernara a partir de 1502; éste
sería el último tlatoani que gobernó con total autonomía antes de la llegada
de los españoles. Con él se levantó la etapa constructiva vii, la cual fue
la última de la ciudad de Tenochtitlan, ya que los españoles llegaron hacia
1519 y con ellos un cambio radical tanto para las sociedades como para el
paisaje.
Hernán Cortés y su expedición española llegaron hacia 1519 a las cos-
tas de lo que hoy en día es Yucatán. Posteriormente se trasladarían hacia
las costas del Golfo, en las cuales fundaron la Villa Rica de la Vera Cruz.
Es desde este punto que la expedición empieza a internarse tierra adentro
con la intención de llegar a la ciudad de Tenochtitlan y de que el capitán
español se entrevistara con el tlatoani Moctezuma Xocoyotzin.
La ruta que tomaron para llegar a la ciudad mexica es una primera
instancia hacia Cempoala, después de esto se dirigieron hacia el norte
de Veracruz pasando por Xicochimalco, para bajar por los valles de Pue-
bla-Tlaxcala atravesando la sierra que divide estos valles de la cuenca de
México, donde Cortés narra: “Otro día siguiente subí el puerto por entre
las dos sierras que he dicho, y a la bajada del, ya que la tierra del dicho
Muteeçuma descubríamos por una provincia della que se dice Chalco”,24
22
Ibid., p. 30.
23
Enrique Vela, art. cit., pp. 58-63.
24
Hernán Cortés, Cartas de relación, op. cit., p. 59.
62 FABIO LA FERMAN C RU Z
lo que las huestes españolas habían atravesado sería lo que hoy en día se
llama el Paso de Cortés, que va de Huejotzingo a Amecameca atravesando
entre los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl, punto desde el cual descen-
derían hacia la cuenca de México.
Es desde este punto donde los españoles contemplaron por primera
vez la cuenca de México y las ciudades que en ella había, incluyendo
México-Tenochtitlan. A medida que se adentraban en la cuenca, los es-
pañoles observaron diferentes particularidades, algunas de ellas de su
propia naturaleza, otras más derivadas de las modificaciones al paisaje
que realizaron los pueblos que en ella se habían asentado. Estas últimas
se realizaron en un lapso aproximado de 200 años, en los que principal-
mente la sociedad mexica transformó su paisaje mediante obras cons-
tructivas en la ciudad que los españoles observaron maravillados.
25
Conquistador anónimo, Relación de algunas cosas de la Nueva España y de la gran ciudad
de Temestitan México, hecha por un gentil hombre del señor Fernando Cortés, p. 42.
M A R C O G E O G R Á F I C O E HI S TÓ R I C O 63
ILUSTRACIÓN 6.
La cual dicha provincia es redonda y está toda cercada de muy altas y ás-
peras sierras, y lo llano de ella tendrá en torno hasta setenta leguas, y en el
dicho llano hay dos lagunas que casi lo ocupan todo, porque tienen canoas
64 FABIO LA FERMAN C RU Z
en torno más de cincuenta leguas. Y una de estas lagunas es de agua dulce,
y la otra, que es mayor es de agua salada.26
Entran en ella por tres calzadas altas de piedra y tierra, cada una con un lar-
go de treinta pasos o más; una de estas calzadas viene por el agua más de dos
leguas, hasta la ciudad, y otra por legua y media. Estas dos calzadas atravie-
san el lago, entran por en medio de la ciudad y allí viene a reunirse, de modo
que podría decirse que son una sola. La otra calzada viene de tierra firme a
la ciudad como de un cuarto de legua; por esta calzada viene, por espacios de
tres cuartos de legua, un caño o arroyo de agua, de la tierra firme a la ciudad,
y es dulce y muy buena; (el caño) es más grueso que el cuerpo de un hombre
26
Hernán Cortés, op. cit., p. 77.
27
Idem.
28
Fray Francisco de Aguilar, “Tercera Jornada”, pp. 50-51.
M A R C O G E O G R Á F I C O E HI S TÓ R I C O 65
y llega hasta el centro de la población; de ella beben todos los vecinos, y nace
al pie de una roca, en una colina, donde se hace una fuente grande, de donde
ha sido llevada a la ciudad.29
Todas las calzadas tenían puentes, las de curso E-O estaban compuestas
por arcillas compactadas en talud, en las que se mostraban tajos o cor-
taduras, mientras que las de orientación N-S son más resistentes y con
menos cortes, esto debido a que debían resistir el embate del agua del
lago, además de que se cree que hicieron también la función de dique al
contener las aguas de salobres de Texcoco.30 Cortés menciona estos puen-
tes sobre los cortes de las calzadas:
dos caños de tierra muy pisada, tan fuerte como la piedra, desta manera que
el agua nunca venía sino por uno de los caños, porque cuando el uno estaba
sucio e lagañoso, echaban el agua por el otro, y así corría el agua más clara
que el cristal. Desta fuente… se proveían todos los principales; y de ciertos
caños de madera por donde corría sobre las acequias, muchos indios reco-
gían el agua en canoas, que vendían a otros, y este era su trato, por el cual
pagaban ciertos derechos al gran señor Moctezuma.32
29
Conquistador anónimo, op. cit., p. 42.
30
Gabriel Espinosa Pineda, op. cit., pp. 352-353.
31
Hernán Cortés, op. cit., p. 63.
32
Francisco Cervantes de Salazar, Crónica de Nueva España, p. 31.
66 FABIO LA FERMAN C RU Z
Mientras que Hernán Cortés describe el acueducto de Chapultepec de la
siguiente manera:
Por la una calzada que a esta gran ciudad entra vienen dos caños de argama-
sa, tan anchos como dos pasos cada uno, y tan altos como un estado, y por
el uno de ellos viene un golpe de agua dulce muy buena, del gordor de un
cuerpo de hombre, que van a dar al cuerpo de la ciudad, de que sirven y be-
ben todos. El otro, que va vacío, es para cuando quieren limpiar el otro caño,
porque echan por allí el agua en tanto que se limpia; y porque el agua ha de
pasar por las puentes a causa de las quebradas por do atraviesa el agua
salada, echan la dulce por unas canales tan gruesas como un buey, que son
de la longura de las dichas puentes, y así se sirve toda la ciudad.33
hicieron a estas fuentes una presa fortísima de argamasa, que violentando el agua
le hicieron subir con mucha fuerza, porque mandaron venir los mejores maestros
que en todas las provincias se hallaron, y así acudieron… grandes maestros y
buzos que bajaban a los manantiales de agua para limpiarlos y alegrarlos y a
cerrar todos los desaguaderos y venas por donde desaguaban.34
salen por la parte de tierra y por la parte del agua en sus barquillas y canoas,
que son de un madero cóncavo, si bien hay algunas tan grandes que cómo-
33
Hernán Cortés, op. cit., p. 81.
34
Fray Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, México,
Porrúa, 1967, p. 373.
35
Roberto Ríos Elizondo (ed.), Memoria de las obras del sistema de drenaje, vol. ii, Departa-
mento del Distrito Federal, 1975, México, p. 46.
M A R C O G E O G R Á F I C O E HI S TÓ R I C O 67
damente caben dentro cinco personas en cada una, y en éstas sus barcas
y otros por tierra, conversando juntos; hay muchas otras calles principales,
que todas son de agua, que no sirven más que para transitar en sus barcas
y canoas según el uso de ellos, como se ha dicho, pues sin ellas no podrían
entrar y salir de sus casas.36
36
Conquistador anónimo, op. cit., p. 43.
37
Teresa Rojas Rabiela, La agricultura chinampera, pp. 304-305.
38
Bernardo Vargas Machuca, Milicia y descripción de las Indias, p. 142.
68 FABIO LA FERMAN C RU Z
Concretada la conquista, Cortés mandó a los indígenas a limpiar la
ciudad de todo aquello que había sucedido durante el asedio, principal-
mente de las víctimas de la guerra, para evitar enfermedades. Mientras
tanto, en Coyoacán los españoles proponían que el mejor lugar para asen-
tar la ciudad española era en la ribera del lago, empero, Cortés tuvo la
última palabra decidiendo que habría de ser sobre la ciudad de Tenoch-
titlan donde se tendría que fundar, ya que esto significaría imponer su
ideología, sobre lo que en algún momento fue el centro del poder político
y religioso mexica.
De esta manera empieza la destrucción de la ciudad de México-Tenoch-
titlan, en especial la zona del recinto ceremonial, ya que ahí se encon-
traban los edificios más representativos de su cosmovisión, en especial
el Templo Mayor. Estos y otros edificios como los palacios de los nobles
mexicas fueron arrasados para situar la capital de la Nueva España sobre
la derruida México-Tenochtitlan. En el cometido de construir una ciudad
española, Cortés manda a realizar una traza de la nueva ciudad, la cual
fue realizada por el soldado Alonso García Bravo, quien retoma como ejes
principales las calzadas que los mexicas habían construido, atestiguando
este servicio a la Corona en una solicitud de Mercedes que se halla en el
Archivo de Indias.39
Al realizar Alonso García de Bravo la traza de la ciudad, retoma varios
elementos de la ciudad de México-Tenochtitlan: tal es el caso de las calzadas
principales, las cuales prolongó hacia el centro de la ciudad, intersectán-
dolas sobre los restos del Templo Mayor. Estas grandes calzadas sirvieron
para crear las directrices de las calles que correrían de norte a sur, llama-
do en esa época Cardus maximus, siendo las que corrían de este a oeste las
llamadas Decumanus maximus. Este patrón obedeció a las ordenanzas de
Felipe II en el siglo xvi, para que la fundación y organización urbanística
de las ciudades españolas en América se realizara con un trazado en da-
mero, esto quiere decir que el diseño de las calles sería en ángulo recto,
creando cuadras rectangulares.40
Otro de los elementos a los que se le puso mayor atención fue a la crea-
ción de la Plaza Mayor, en donde en uno de sus lados se empezó la cons-
trucción de la catedral. Para 1523 Hernán Cortés ya habría empezado a
39
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, Planos de la ciudad
de México: Siglos xvi & xvii, p. 21.
40
Juan B. Artigas, México: Arquitectura del siglo xvi, p. 507.
M A R C O G E O G R Á F I C O E HI S TÓ R I C O 69
repartir solares a los españoles que habían participado en la conquista de
la ciudad mexica; los que mayores méritos tuvieron se establecieron cerca
de la Plaza Mayor.41 Cervantes de Salazar nos da algunas impresiones de
cómo se veía la ciudad algunas décadas después de la conquista.
41
Eduardo Matos Moctezuma, “La Plaza Mayor en tiempos de Tenochtitlan”, p. 25.
42
Francisco Cervantes de Salazar, México en 1554, p. 167.
43
Ibid., p. 168.
44
Ibid., p. 169.
45
Ibid., p. 168.
70 FABIO LA FERMAN C RU Z
de puentes y calzadas en 1541, lo que no fue suficiente ya que no dimen-
sionaban el alcance que podían tener las aguas dentro de la ciudad.
Es para el año de 1555 que la ciudad española tiene su primera gran inun-
dación, de lo que deja testimonio Chimalpahin: “Comenzaron los aguaceros
diluviales que inundaron México y que derrumbaron muchas casas de la
gente de México. Otros muchos a quienes el agua les tapó las casas, tuvieron
que abandonarlas así como sus tierras”.46
Ante estos sucesos, el virrey Velasco mandó reconstruir el albarra-
dón de San Lázaro en octubre de 1555, como medida preventiva ante las
inundaciones; éste se iniciaría en el arranque de la calzada de Guadalupe,
terminando en el arranque de la calzada de Iztapalapa, es decir, tuvo la
forma de un semicírculo que abrazaba la ciudad por la parte este, tal y
como lo hizo en parte el albarradón de Cuitláhuac en su momento. Empe-
ro esta obra sería una solución parcial al problema de las inundaciones,
por lo que desde 1556 se empezó a plantear la idea de desaguar la cuenca,
desviando el río Cuautitlán de su cauce natural.
En los años de 1579 y 1580 se vuelve a presentar otra inundación que
no sólo afectó a la ciudad sino también a las poblaciones que se encontra-
ban sobre la ribera del lago, por lo cual se retomó la idea de realizar un
desagüe general. Sin embargo, una vez más no se concretó esta idea, dán-
dole solución a los problemas a través de las prácticas que los indígenas
hacían desde antes de la llegada de los españoles consistentes en hacer
reparaciones a las calzadas y fortificar el albarradón.47 Aunque éste no
fue el fin de los problemas de inundaciones que tuvo la ciudad novohis-
pana, esta investigación no se extenderá más allá de lo sucedido durante
el siglo xvi, debido a que nuestro objeto de estudio se localiza dentro de
este mismo siglo.
46
Jorge Gurría Lacroix, El desagüe del valle de México durante la época novohispana, p. 38.
47
Ibid., pp. 37-64.
CAPÍTULO III
1
Paula Fernández Abón, art. cit., p. 134.
2
Ibid., p. 136.
3
Dante Alcántara y Raúl González (comps.), Introducción a la cartografía, op. cit., p. 7.
[ 75 ]
ILUSTRACIÓN 7.
Geografía de Ptolomeo.
76 FABIO LA FERMAN C RU Z
de Viano e incluye la misma imagen que nuestro objeto de estudio. La
primera alteración que sufre el mapa es con la publicación de Isolario
de Benedetto Bordone que se publicó en Venecia en 1527. De este mismo
documento existen dos versiones más para 1534 y 1557.4
ILUSTRACIÓN 8.
Juan Bautista Ramusio publicó en Venecia, a mediados del siglo xvi, una
colección de documentos titulados “Primo, (secondo e terzo) volume delle
Navigatione et viaggi; nel quale se contogno”, referentes a exploraciones y
navegaciones. Dentro del tercer tomo, que fue publicado en 1556, Ramus-
sio incluyo la segunda, tercera y cuarta cartas de relación de Hernán Cortés
junto con una imagen de la ciudad de Tenochtitlan; estos documentos se
acompañaron de una leyenda que hace referencia a que fueron escritos
por un Gentil hombre de don Hernando de Cortés. Posteriormente, fueron re-
tomados y publicados a mediados del siglo xix por Joaquín García Icaz-
balceta bajo el nombre de “Colección de documentos para la Historia de
4
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., pp. 120-121.
C A RTOG RA F Í A A F I N A L E S D E L S I G L O X V Y P R I N C I P I O S D E L S I G L O X V I 77
México” en el apartado de El conquistador anónimo. Relación de algunas cosas
de la Nueva España y de la gran ciudad de Temistitan, México; Escrita por un
compañero de Hernán Cortés.5
ILUSTRACIÓN 9.
5
Ibid., 122-123.
78 FABIO LA FERMAN C RU Z
ILUSTRACIÓN 10.
Mapa tomado de Toussaint, Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 101.
C A RTOG RA F Í A A F I N A L E S D E L S I G L O X V Y P R I N C I P I O S D E L S I G L O X V I 79
ILUSTRACIÓN 11.
80 FABIO LA FERMAN C RU Z
Conte Giorgio Triulto, Dattore Cavaliere, Conte di Melzo, Regio, e Ducal
Scuatore Con Privilegio In Venetia”.6
ILUSTRACIÓN 12.
6
Ibid., p. 122.
C A RTOG RA F Í A A F I N A L E S D E L S I G L O X V Y P R I N C I P I O S D E L S I G L O X V I 81
En 1573, George Bruin incluyó en su obra “Civitates Orbis Terrarum… Or-
telius et Hoogenberghe Antuerpiae” un mapa de la ciudad de México-
Tenochtitlan, con la característica particular de la representación de tres
personajes con lo que parecen ser vestimentas indígenas. De este documento
hay dos versiones 1572 y 1574, la que mostramos tiene los personajes al frente
mientras que la otra versión se encuentra en la parte superior.7
ILUSTRACIÓN 13.
7
Ibid., p. 123.
82 FABIO LA FERMAN C RU Z
En 1619, Pierre Bertius publicó “Introductio in Universam Geographiae” y
en el séptimo tomo, titulado Livre Septiesme Des Tables Geographiques, Au-
quel est contenue L´Amerique avec amples explicationes d´une chacune Table, par
Pierre Bertius, se incluyó un mapa muy similar al de Bruin, pero sin los
personajes antes mencionados.8
ILUSTRACIÓN 14.
8
Ibid., p. 124.
C A RTOG RA F Í A A F I N A L E S D E L S I G L O X V Y P R I N C I P I O S D E L S I G L O X V I 83
estudio comparativo entre los asentamientos señalados y los de su época
para cotejar si coinciden; el segundo hace notar que la imagen del centro
del mapa está invertida, así como una interpretación de los elementos ico-
nográficos del mismo; por último, el tercero hace un seguimiento de las
fuentes bibliográficas que publicaron mapas que retomaban el estilo del
Mapa de Núremberg.9
Ignacio Marquina, en su obra El templo Mayor de México, hace una bre-
ve mención del mapa dentro de sus antecedentes y propone los lugares
actuales aproximados de las calzadas que aparecen en dicho mapa.10 Por
otro lado, en el artículo “Reflexiones acerca del plano de Tenochtitlan pu-
blicado en Nüremberg en 1524”, Matos Moctezuma se centra en las impre-
cisiones de la imagen del recinto ceremonial en el mapa, así como en ubi-
car la posición de la bandera con el escudo de Carlos V. Uno de los aportes
de este trabajo es la comparación de las diversas propuestas existentes en
torno a estos dos elementos.11
El trabajo de Jiménez Martín es una escrupulosa descripción de tipo
cuántico sobre los elementos que se hallan en el mapa, así como de la con-
textualización de su creación y del actual estado de conservación de uno
de estos ejemplares de 1524. Finalmente, hace una comparativa con los
documentos que fueron creados posteriormente usando como prototipo
el Mapa de Núremberg.12
Mientras que Barbara Mundy empieza profundizando sobre el origen
del mapa y el estilo pictórico que éste representa, de esta manera da peso
a los argumentos en los que expone que este mapa realizado en Alemania
fue originalmente basado en uno de tradición prehispánica y es por esto
que los elementos en él representados podrían ser confusos o ambiguos
puesto que es una reinterpretación de la imagen de una ciudad simbólica-
mente representada.13
Dominique Gresley-Pouligny realizó un estudio en el que denota que
a pesar de que el Mapa de Núremberg es la representación de México-
9
Idem.
10
Ignacio Marquina, El Templo Mayor de México, inah, México, 1960, pp. 25-26.
11
Eduardo Matos Moctezuma, “Reflexiones acerca del plano de Tenochtitlan publicado
en Nüremberg en 1524”, Caravelle, núms. 76-77, Tolosa, 2001, pp. 183-195.
12
Alfonso Jiménez Martín, “El mapa de Hernán Cortés”, conferencia del ciclo Los Mar-
tes de la Academia pronunciada el día 19 de noviembre de 2013 en Memorias de la Real
Academia Sevillana de Ciencias 2013, Utrera, Sevilla, 2014, pp. 235-257.
13
Barbara E. Mundy, “Mapping the Aztec Capital: The 1524 Nüremberg Map of Tenoch-
titlan, Its sources and meanings”, Imago Mundi, vol. 50, Buenos Aires, 1998, pp. 11-33.
84 FABIO LA FERMAN C RU Z
Tenochtitlan y sus alrededores, el plano posee una fuerte carga de las con-
cepciones europeas sobre ciudades utópicas que imperaban en la época.
El aporte de esta autora reside en evidenciar el discurso que mostraba
Cortés a Carlos V y a Europa sobre sus logros, tratando de discernir entre
un plano basado en un modelo realista y una imagen utópica simbólica.14
Por otra parte, Hill Boone plantea una serie de razonamientos sobre carac-
terísticas propias del mapa como la orientación, la conformación grafica
del mapa, resaltando el hecho de que tiene tintes de concepciones indí-
genas.15
Aveni, Calneck y Hartung exponen en su artículo la viabilidad de la
existencia de una orientación del Templo Mayor con el Sol durante el equi-
noccio, apoyándose en la imagen que muestra los adoratorios principales
en el mapa.16 Ignacio Alcocer realiza una propuesta sobre el nombre de
algunos palacios y templos que vemos dentro del mapa; así mismo realiza
la traducción de algunas glosas en latín que antes no habían sido iden-
tificadas,17 y finalmente, Ola Apenes hace una breve discusión sobre la
autoría del mapa y la importancia de este mapa entre los conocidos hasta
ese momento sobre la cuenca de México.18
14
Dominique Gresle-Pouligny, Un plan pour Mexico-Tenochtitlan. Les représentations de la
cité et l´imaginaire européen (xvie-xviiie siècles), L´Harmattan, Francia, 1999, pp. 20-350.
15
Elizabeth Hill Boone, “This new world now revealed: Hernan Cortes and the presen-
tation of Mexico to Europe”, World & Image, vol. 27, núm. 1, enero-marzo, Londres,
2011, pp. 31-46.
16
Anthony Aveni, E.E. Calneck y Hartung, “Myth, Enviroment, and the orientation of
The Templo Mayor of Tenochtitlan, American Antiquity, SAA, vol. 53, núm. 1, enero,
1988, pp. 287-309.
17
Ignacio Alcocer, Apuntes sobre la antigua México-Tenochtitlan, Instituto Panamericano
de Geografía e Historia, Tacubaya, 1935, pp. 15-90.
18
Ola Apenes, op. cit., 1947, pp. 5-30.
CAPÍTULO IV
Metodología
L a propuesta metodológica que emplearemos en el estudio del Mapa
de Núremberg será la planteada por el doctor Jesús Javier Bonilla
Palmeros, y está basada en tres niveles de análisis de la imagen.1 El primer
nivel es el de las unidades gráficas mínimas, el segundo nivel correspon-
de a los compuestos glíficos y finalmente, el tercer y último nivel a los
complejos glíficos. El tipo de representaciones que analizaremos provie-
nen de la tradición plástica europea, ya que nuestro objeto de estudio fue
elaborado en Alemania, pero representa la ciudad más importante de
Mesoamérica a la llegada de los españoles: México-Tenochtitlan. Por lo
tanto, lo representado, aunque esté bajo la perspectiva europea es de tra-
dición mesoamericana.
Basados en la propuesta de Joaquín Galarza, en el primer nivel de
análisis se separará en unidades los elementos gráficos y se clasificarán
en categorías que los aglutinen por características similares; con éstas se
elaborarán fichas de análisis que contendrán datos sobre cada una de las
unidades para su comprensión e interpretación. A cada uno de estos ele-
mentos se le asignará una letra del alfabeto y un numeral para poder
identificarlos.2 Cada una de estas fichas de análisis contendrá una ima-
gen, la descripción del elemento, la discusión historiográfica sobre el
elemento, la referencia comparativa con otros documentos similares, si
existe, y finalmente la interpretación.
En el segundo nivel de análisis, “se busca comprender la relación entre
cada una de las unidades mínimas en cuanto su articulación y conforma-
ción de los compuestos glíficos”.3 Estos compuestos glíficos se definirán
dependiendo del aglutinamiento de los elementos gráficos; en el caso de
nuestro documento a estudiar será de forma concéntrica y la interpreta-
ción de éstos dependerá de los preceptos de la tradición plástica en la que
fue realizado, es decir, la europea.
1
Jesús J. Bonilla Palmeros, op. cit., p. 109.
2
Joaquín Galarza, Códices testerianos. Catecismos indígenas: El Pater Noster, pp. 24-27.
3
Jesús J. Bonilla Palmeros, op. cit., p. 110.
[ 89 ]
En el tercer nivel de análisis se abarca la propuesta general de lectura
del complejo glífico. Esto quiere decir que para analizar el documento en
su totalidad se tomará en cuenta el espacio, la significación y la relación de
los compuestos glíficos entre sí.4
Retomando el análisis, se empezó clasificando las unidades mínimas
en las siguientes categorías: topónimos, a esta categoría se le asignó la
letra A y se refiere a las ciudades que se encuentran en el documento cla-
sificándolas en función de la importancia que tenían dentro del orden so-
cio-político establecido dentro de la cuenca de México a la llegada de los
españoles; personajes, a esta categoría se le asignó la letra B y aglutina
las representaciones antropomorfas que encontramos dentro del mapa;
construcciones, a esta categoría se le asignó la letra C, y se refiere a las
obras hidráulicas representadas en el documento; rasgos geográficos, a
esta categoría se le asignó la letra D, y en ella se enlistan todos los ele-
mentos naturales que se aprecian en el mapa; elementos fitomorfos, a esta
categoría se le asignó la letra E, y muestra la vegetación representada en
el documento; elementos zoomorfos, a esta categoría se le asignó la letra
F, y en este apartado se ubican las representaciones que hacen alusión a
animales; y finalmente, misceláneos con la letra G, que reúne aquellos as-
pectos que no se identifican en ninguna de las categorías anteriores. Estas
categorías nos permitirán reconocer a los elementos por su naturaleza y
por lo tanto contribuirá a interpretar su significado dentro del documento.
Cabe destacar que el orden de lectura se realizará de adentro hacia
afuera, ya que se ha ponderado la jerarquización de los elementos. En el
análisis de los compuestos glíficos se tomaron en cuenta dos de ellos, dado
que el mapa se presenta de manera concéntrica. En el primero de estos se
analiza el recinto ceremonial en su totalidad, y el segundo compuesto glífico
se refiere a la ciudad dentro del medio lacustre. Finalmente, el complejo
glífico abarca la totalidad de la ciudad en la zona lacustre y su relación con
las ciudades ribereñas.
Otra consideración que estimamos pertinente para realizar el análisis
del mapa y de la lectura fue que la imagen estuviera orientada hacia el
norte geográfico, ya que esto facilitará ubicar y relacionar el mapa con los
espacios geográficos de la cuenca de México. Cabe destacar que la orien-
tación original con la que fue impreso el Mapa de Núremberg corres-
ponde al oeste, como se menciona en otros apartados de este trabajo.
4
Ibid., p. 111.
90 FABIO LA FERMAN C RU Z
De esta manera, se expone que a través de esta metodología se podrá
hacer un análisis detallado desde diferentes perspectivas de cada uno de
los elementos que constituyen el objeto de estudio, y de las interacciones
que surgen entre estos en diferentes niveles, dando como resultado un
análisis integral del Mapa de Núremberg.
CAPÍTULO V
Análisis
Mapa de Núremberg de 1524.
Tomado de Hernán Cortés, Segunda carta de relación, edición latina de Friedrich Peypus,
impresa en Núremberg, Alemania, en 1524.
E l documento histórico-cartográfico conocido como Mapa de Nú-
remberg se publicó por primera vez, junto con la segunda carta
de relación de Hernán Cortés editada en latín por Friedrich Peypus, en
la ciudad de Núremberg, Alemania, en el año de 1524. Este mapa se
encuentra en las últimas páginas del documento y sus medidas son
de 30 × 32 cm, por lo que se encuentra doblado. Para las impresiones de
este mapa se utilizó una técnica llamada xilografía en la que en un soporte
de madera se grabó en relieve la imagen, para posteriormente entintarlo
y así se imprimieron los ejemplares de los mapas que acompañaron a la
mencionada carta.
De este documento se publicaron dos versiones: una muestra el mapa
en blanco y negro, mientras que la otra muestra el mapa a color. Esta di-
ferencia se debe a que cada ejemplar se pintó a mano. En la actualidad
existen ejemplares de este documento en diversas bibliotecas del mun-
do, como en la biblioteca de Newberry en Chicago, Illinois, en Estados
Unidos, en la Biblioteca de la Universidad de la Nueva Sorbona, Paris, en
Francia, mientras que en México existe un ejemplar bajo la custodia del
Fondo Cultural Banamex.
[ 95 ]
i. U n i da d e s m í n i m a s
1. Topónimos
a) Huey Altepetl
96 FABIO LA FERMAN C RU Z
lugar a que la ciudad se vea en cuatro parcialidades que están conectadas
por canales de agua. Al centro se lee la glosa Temixtitan que hace referen-
cia al nombre de la ciudad: Tenochtitlan.
Antes de la conquista, se le denominaba altepetl a la forma de orga-
nización de personas dentro de un territorio determinado. Este territorio
tenía un nombre propio y un gobernante dinástico y un templo que daba
muestras de su soberanía.1 Al altepetl que tenía supeditados otros altepe-
mes se le denomina Huey Altepetl.
En el caso de esta representación, la ciudad de Tenochtitlan fungía
como Huey Altepetl de las poblaciones que se ven dentro y fuera del lago.
Cada altepetl se constituía en partes simétricas llamadas calpulli, que más
tarde fueron llamados barrios; cada uno de estos tenía su propio dios y su
jefe o teuctocaitl. Lockhart habla de los calpulli como un microcosmos del
altepetl.2 Para esta representación vemos que la ciudad está dividida en
cuatro parcialidades por las calzadas principales, en los barrios de: Atza-
coalco en el noreste, Cuepopan en el noroeste, Moyotlan en el suroeste y
Zoquiapan en el sureste.3
b) Altepetl
1
James Lockhart, op. cit., 1999, pp. 27-30.
2
Ibid., op. cit., pp. 32-33.
3
Luis González Aparicio, Plano reconstructivo de la región de Tenochtitlan, p. 76.
ANÁLISIS 97
La representación de la ciudad de México-Tlatelolco se encuentra en la parte
noroeste de la ciudad, al centro se lee la glosa Forum que se traduce como
“mercado”. Este centro se encuentra rodeado por imágenes de estructuras y
comunicado por cuatro calzadas, dos hacia tierra, la del norte y oeste, mien-
tras que dos van hacia la ciudad de México-Tenochtitlan, las del sur y este
que se unen con la calzada del Tepeyac. Ignacio Alcocer, propone que se
destaca la importancia del carácter de mercado de Tlatelolco, basado en
la presencia de la glosa de Forum,4 mientras que Toussaint expone que
los edificios noroeste corresponden al Teocali de Tlatelolco.5
Tlatelolco fue un altepetl fundado en un islote al noroeste de Teno-
chtitlan; contaba con un templo principal y una plaza de mercado, entre
otros elementos que le dieron el carácter de altepetl, como se mencionó
antes.6 Este altepetl perdió su autonomía tras una guerra en 1473 con lo
cual paso a estar supeditado a Tenochtitlan.
Por otro lado, la importancia del mercado de Tlatelolco trascendía
dentro de la cuenca de México, dado que era el más grande de la ciudad y
era en este lugar donde se daba el intercambio de mercancías y de comu-
nicación.7 Esto nos indica que en la interpretación se quiso acentuar el
carácter de centro comercial dado que era la característica más prominente
que poseía Tlatelolco como altepetl.
Chalco: A 03
4
Ignacio Alcocer, op. cit., p. 12.
5
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 97.
6
María Castañeda de la Paz, Conflictos y alianzas en tiempos de cambio: Azcapotzalco, Tla-
copan, Tenochtitlan y Tlatelolco: siglos xii-xvi, pp. 87-91.
7
Pascale Villegas, “Del tianguis prehispánico al tianguis colonial”, en Estudios Mesoa-
mericanos, pp. 93-97.
98 FABIO LA FERMAN C RU Z
Esta representación de una población en la ribera sur del lago de
Texcoco cuenta con 29 estructuras de casas, dos torres y una estructura
mayor. Las dos filas inferiores que se encuentran en el agua se conectan
con las de tierra firme con lo que parece ser un par de maderos en los
extremos. Toussaint, al igual que Hill Boone, atribuye a esta ciudad la
ubicación de Chimalhuacán Atenco y pueblos vecinos.8
Chalco fue un altepetl, formado por 11 altepemes; junto con Tenochtitlan
fue una de las ciudades que se encontraban en medio del agua y des-
pués de ser sometida por los mexicas se consideró una fuente importante
de piedra y madera, situación que perduraría en la Colonia.9 Hill Boone
en su análisis del Mapa de Núremberg hace referencia a que el mapa se
presenta con una serie de círculos concéntricos y que por lo tanto los ele-
mentos representados los ponen en distancias equivalentes.10 Lo que nos
lleva a que las ciudades representadas no necesariamente tuvieron que es-
tar próximas a Tenochtitlan, ya que este mapa es de carácter representativo
y aglutinó una perspectiva naturalista de la ciudad de México-Tenochtitlan
en la cuenca de México, aunque no veamos definido como tal el lago de
Chalco. Dicho lo anterior, aunque las propuestas de los autores se refieren
a asentamientos localizados dentro del lago de Texcoco, nosotros nos incli-
naremos por referir que esta representación corresponde a Chalco debido
a la importancia que tuvo como altepetl principalmente por sus recursos
naturales, en específico la piedra, tal y como lo muestra una representa-
ción de peñones junto a la ciudad.
8
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 102.
9
Federico Navarrete Linares, Los orígenes de los pueblos indígenas del valle de México. Los
altépetl y sus historias, p. 345.
10
Elizabeth Hill Boone, art. cit., p. 32.
ANÁLISIS 99
Esta representación del pueblo se encuentra dentro de tierra firme en el
lado norte del lago de Texcoco y muestra dos torres y 17 estructuras de
casa en dos hileras; está acompañado de la glosa Tesqua, la cual no tiene
traducción literal directa del latín, dado que es un nombre propio. Tous-
saint, al igual que Hill Boone, refiere que la glosa afirma que este poblado
es Texcoco, puesto que expone que tesqua hace referencia a ese nombre.11
Al momento de la llegada de los españoles, Texcoco era la cabecera del
señorío Acolhua y formaba parte del Excan Tlatoloyan, junto con Tlaco-
pan y Tenochtitlan, alianza político-militar que regía a los pueblos que se
encontraban dentro de su jurisdicción.12 Hallamos aquí la importancia de
representar en el mapa la presencia de este asentamiento.
Tepeyac: A 05
11
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco, Justino Fernández, op. cit., p. 102.
12
Alfredo López Austin y Leonardo López Luján, op. cit., p. 215.
13
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 102.
Esta ciudad ribereña al noroeste del lago de México está sólo tierra den-
tro con dos torres y 13 estructuras de casas en dos hileras unidas. Ignacio
Alcocer, en su primera versión del estudio, propone que la representación
de este pueblo pudiera ser Azcapotzalco; sin embargo, en una versión pos-
terior rectifica su idea a Tenayuca. Por otro lado, Toussaint, al igual que
Hill Boone, piensa que la primera de estas ideas es la correcta dado que la
importancia de Azcapotzalco era prominente durante la llegada de los es-
pañoles.14 Esta representación presenta dos posibilidades según los autores,
podría corresponder a Tenayuca o Azcapotzalco; sin embargo, dada la de-
cadencia de Tenayuca a la llegada de los españoles y la importancia que aún
tenía Azcapotzalco como señorío tepaneca hasta la guerra contra los mexi-
cas, se asume que la representación se refiere a este último y no a Tenayuca.
14
Idem.
ANÁLISIS 101
La imagen de este poblado está en tierra firme hacia el oeste del lago de
México. En la imagen se ven cinco torres y 20 casas dispuestas en dos
hileras. Está acompañado con la glosa Atacuba. Las representaciones de
poblaciones con glosa, como es el caso de ésta, no han buscado desmentir
tal aseveración y es por eso que autores como Toussaint y Hill Boone sólo
rectifican el carácter de ésta al decir que es Tlacopan. Tras la guerra tepa-
neca, Tlacopan se asumió como la capital tepaneca en 1428, ya que formó
parte de la Excan Tlatoloyan, junto con Texcoco y Tenochtitlan.15 Ésta es la
importancia de la representación junto con la glosa de su nombre.
Tacubaya: A 08
15
María Castañeda de la Paz, op. cit., pp. 77-80.
16
Ignacio Alcocer, op. cit., p. 12.
17
Eduardo Matos Moctezuma, “Reflexiones acerca del plano de Tenochtitlan publicado
en Nüremberg en 1524”, art. cit., p. 187.
18
Sergio Miranda Pacheco, Tacubaya de suburbio veraniego a ciudad, p. 21.
Esta ciudad ribereña que se halla hacia el sureste del lago de México está
representada con una parte dentro de tierra con tres torres y dos hileras
unidas de 15 casas; éstas a su vez están unidas por maderos a una hilera
de tres torres y 10 casas, las cuales están unidas con maderos a una última
hilera de 11 casas y una torre que se hallan sobre el agua. Esta imagen está
acompañada de la glosa Iztapalapa. Toussaint y Hill Boone toman literal
la glosa que acompaña a este poblado asegurando que es Iztapalapa.19 La
presencia de Iztapalapa, aunada a la glosa de su nombre, se debe muy
probablemente al hecho de que ésta fue la primera ciudad de la cuenca de
México a la que Cortés entró en su camino hacia Tenochtitlan.20
Culhuacán: A 10
19
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 102
20
Hernán Cortés, op. cit. pp. 61-62.
21
Ignacio Alcocer, op. cit., pp. 10-12.
ANÁLISIS 103
esta población pudo haber sido Churubusco, basado en las poblaciones del
siglo xx.22 Según los estudios de González Aparicio, Culhuacán era una de
las ciudades más importantes de la región por su antigüedad e importancia
histórica, además de que ésta se hallaba en la boca del lago de agua dulce.23
Esto nos lleva a concluir que esta representación corresponde a esta pobla-
ción y no a las anteriores propuestas dado que eran de menor importancia.
Coyoacán: A 11
Tlalpan: A 12
22
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 100.
23
Luis González Aparicio, op. cit., p. 87.
24
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 102.
2 . P e r s o naj e s o f i g u r a s a n t r o p o m o r fa s
Cabeza antropomorfa: B 01
25
Idem.
26
Eduardo Matos Moctezuma, op. cit., p. 186.
27
Barbara E. Mundy, op. cit., p. 16.
28
Anthony Aveni y Sharon Gibbs, “On the orientation of precolumbian buildings in
central Mexico”, pp. 510-517.
29
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 100.
ANÁLISIS 105
día en que los españoles tuvieron la oportunidad de enterarse sobre este
acontecimiento.30
Aunque la totalidad de las propuestas sobre esta representación plan-
tean que el sol antropomorfizado indica un fenómeno en el que se posi-
cionaba entre los templos gemelos del Templo Mayor, no existe evidencia
contundente que esto sucedería de esta manera ya que debido a las diferentes
fases constructivas del templo se tuvieron que haber hecho ajustes para la
coincidencia del astro en el templo en determinada fecha además de que
no se tiene una propuesta en concreto desde donde se hacía este avista-
miento tal y como mencionan Aveni, Calnek y Hartung.31 Esta situación,
aunado al hecho de que los españoles trataban de ignorar las prácticas
rituales de los mexicas por considerarlas del demonio, nos lleva a pen-
sar que este elemento antropomorfo podría referirse a que en la cima del
Templo Mayor se realizaban sacrificios, tal como la glosa lo advierte.
30
Elizabeth Hill Boone, art. cit., p. 36.
31
Anthony Aveni, E.E. Calneck y Hartung, “Myth, Enviroment, and the orientation of
The Templo Mayor of Tenochtitlan”, art. cit., pp. 294-296.
32
Eduardo Matos Moctezuma, op. cit., p. 186.
33
Dominique Gresle-Pouligny, op. cit., pp. 242-243.
34
Ignacio Alcocer, op. cit., p. 11.
35
Barbara E. Mundy., art. cit., p. 21.
36
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 100.
37
Elizabeth Hill Boone, art. cit., p. 35.
ANÁLISIS 107
antes hemos mencionado que una de las principales formas de comuni-
cación dentro de la ciudad y hacia el exterior era la navegación; existían
canales al interior de la ciudad, unos de menor profundidad que otros,
pero para los españoles esto era algo inusual y relevante, es por ello que
esta representación se halla en el lago circundando la ciudad.
Figuras antropomorfas: B 04
3. C o n s t ru c c i o n e s
a) Tradición indígena
Templo Mayor: C 01
Tzompantli: C 02
Las imágenes del tzompantli aparecen dos veces dentro del recinto ce-
remonial: la primera, que se encuentra al costado izquierdo del Templo
Mayor, es la más pequeña, ya que cuenta con cuatro filas y tres hileras en
las cuales se aprecian 12 elementos no definidos. Mientras que el Tzom-
pantli que se halla hacia el sur del templo principal es de mayor tamaño
contando con siete filas y cuatro hileras y 27 elementos no definidos entre
ellas. Ambos tzompantlis cuentan con una glosa cada uno donde se lee
capita sacrificatorum y que se traduce como: “cabezas de los sacrificados”.
Matos Moctezuma propone para el tzompantli de menor tamaño que
fue hallado al norte del Templo Mayor y que podría corresponder a la eta-
pa constructiva vi.39 Por otro lado, Mundy hace referencia a que los tzom-
pantlis no están representados propiamente por la percepción española.40
Mientras que Matos Moctezuma propone para el tzompantli mayor que
38
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco, Justino Fernández, op. cit., p. 100.
39
Eduardo Matos Moctezuma, Tenochtitlan, op. cit., p. 93.
40
Barbara E. Mundy, art. cit., pp. 21-22.
ANÁLISIS 109
fue el que se encontraba junto al Teotlachco o juego de pelota principal.41
El tzompantli tal vez es de las estructuras de uso ritual que más impresio-
naron a los españoles, ya que en ella se exponían las cabezas de los sacri-
ficados. Se sabe que éstas se atravesaban por maderos a la altura de la cien
para sostenerlas. Y aunque la imagen de las cabezas sea un poco ambigua,
la glosa ayuda a entender la representación.
Templo de Tezcatlipoca: C 03
Calmecac: C 04
41
Eduardo Matos Moctezuma, Tenochtitlan, op. cit., p. 94.
42
Ibid., p. 93.
11 0 FABIO LA FERMAN C RU Z
La representación de esta estructura es una torre sobre una plataforma
cuadriculada; se encuentra en la esquina suroeste en relación al Templo
Mayor. Matos Moctezuma propone que la posición en la que se ubica esta
representación podría ser la del Calmecac.43
b) Tradición europea
Estructuras de la ciudad
43
Ibid., p. 94.
44
Idem.
ANÁLISIS 111
Estas representaciones de construcciones se encuentran dentro de la ciu-
dad repitiéndose aleatoriamente. El primer elemento (i) se representa
como una casa sencilla con lo que parecen ser dos ventanas y una puerta;
el segundo elemento (ii) se representa como una torre con un remate se-
micircular; el tercer elemento (iii) se muestra como una torre con remate
en un cono; y la última representación (iv) es una imagen de estructura
rectangular de una casa con al menos tres ventanas.
Las representaciones de edificios y casas que encontramos en el Mapa
de Uppsala son muy similares a las representaciones de nuestro objeto de
estudio a excepción de la torre con remate semicircular que no se encuen-
tra en el mapa ya mencionado. Es claro que el Mapa de Núremberg al ser
elaborado en Alemania tiene una clara tradición europea al representar
casas y otros edificios.
Alcocer es el que único que hace propuestas para las siguientes represen-
taciones:
11 2 FABIO LA FERMAN C RU Z
Tlacopan, y propone que ahí se encontraba el Palacio de Axayácatl, lugar
donde los españoles se alojaron. El elemento C 08 se halla en la ciudad
de Tlatelolco; Alcocer propone que esta representación corresponde a un
teocali. El elemento C 09, al igual que el anterior, se halla en la ciudad de
Tlatelolco; Alcocer expresa que esta representación corresponde a templos
en el sitio donde se pudo haber localizado más tarde el cuartel general de
Pedro de Alvarado. Mientras que el elemento C 10 es la representación
que Alcocer asume como la casa de Cuauhtémoc y que fuera construida
por Ahuízotl; se encontraba al noroeste de la ciudad. Para el último ele-
mento C 11, Alcocer propone que sería la casa de la Celada, que se ubica
del lado oeste de la calzada de Iztapalapa.
Casa de Moctezuma: C 12
45
Ignacio Alcocer, op. cit., p. 12.
ANÁLISIS 113
Casa de placer de Moctezuma con glosa
Domus ad voluptatem D. Muteezuma: C 13
11 4 FABIO LA FERMAN C RU Z
para los gobernantes denotaba la posición social. Moctezuma I fundó los
jardines reales de Tenochtitlan en una residencia cerca de Chapultepec,
lugar que servía además para la cacería.47 La representación de este pa-
lacio con elementos fitomorfos alude a la idea antes expuesta, además de
que la imagen se haya muy próxima a Chapultepec.
47
William Cetzal-Ix & Eliana Noguera-Savelli, “Jardines prehispánicos de México”,
pp. 109-112.
48
Ignacio Alcocer, op. cit., p. 15.
ANÁLISIS 115
Esta representación de una construcción que separa las aguas del lago
en dos porciones, se presenta como una construcción de pilotes cimen-
tados y reforzados con un revestimiento. Éstos se observan unidos en-
tre sí y con espacios dentro de ellos para dejar fluir una parte del agua
que retenían. Ignacio Alcocer menciona que ésta es la representación
del dique de Nezahualcóyotl, ubicado al este, y que tenía la función de
evitar que la ciudad se inundara.49 Según Hill Boone, este dique se
muestra como el común de las representaciones europeas, en la que las
paredes de estacas con bajareque están rellenas con piedra y escom-
bros, recubiertas de una valla tejida de árboles jóvenes.50 Por otro lado,
se apunta que esta obra fue originalmente construida de piedra y lodo
y revestida por un muro de mampostería y una estacada que funciona-
ba como rompeolas con una extensión de 16 km que iba de Atzacoalco
a Iztapalapa.51 Aunque la representación tenga tintes de concepción
europea sobre los diques es importante destacar dentro del mapa la
existencia de esta obra hidráulica que contenía las aguas salobres de
Texcoco, evitando inundaciones y permitiendo bajar la salinidad del
lago de México.
49
Ibid., p. 12.
50
Elizabeth, Hill Boone, op. cit., p. 35.
51
Francisco de Garay, El Valle de México. Apuntes históricos sobre su hidrografía, p. 13.
11 6 FABIO LA FERMAN C RU Z
zada del este contaba con embarcaderos a la orilla de la laguna abierta.52
Por otro lado, Ignacio Alcocer relata que esta representación podría ser
el puerto de Tetamozolco, lugar de donde partía el tráfico de navegación
con el lado este del lago.53 Mientras que Toussaint refiere que en el lugar
de esta representación había un templo en el que más tarde Hernán Cor-
tés construyó un arsenal llamado Atarazanas.54 La representación que
algunos autores refieren como un embarcadero y otros como un templo,
nos lleva a la conclusión que en este lugar existieron ambos elementos.
Fuerte Xoloc: C 18
52
Ignacio Marquina, op. cit., p. 26.
53
Ignacio Alcocer, op. cit., p. 11.
54
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 100.
55
Marquina Ignacio, op. cit., p. 25.
56
Ignacio Alcocer, op.cit., p. 11.
ANÁLISIS 117
Plaza con glosa Platea: C 19
C a l z a da s
57
Ibid., p. 12.
11 8 FABIO LA FERMAN C RU Z
firme. Ignacio Marquina menciona que la calzada del oriente culminaba
a la orilla de la laguna abierta, debido a que hacia el este estaban los di-
ques que regulaban las aguas del lago de México.58 Esta calzada no se le
considera como tal dentro de los estudios del mapa o sobre la ciudad de
Tenochtitlan; tal vez esta situación se deba a que no conducía a tierra firme
sino que culminaba en un embarcadero que servía como un puerto para la
comunicación por agua, principalmente con el lado oriente de la cuenca.
58
Ignacio Marquina op. cit., p. 26.
59
Luis González Aparicio, op. cit., pp. 51-52.
60
Ibid., p. 72.
ANÁLISIS 119
Calzada de Tlacopan: C 22
Calzada de Iztapalapa: C 23
61
Ignacio Marquina, op. cit., p. 26.
62
Luis González Aparicio, op. cit., p. 56.
63
Ignacio Marquina, op. cit., p. 25.
64
Luis González Aparicio, op. cit., pp. 57-59.
ANÁLISIS 121
Calzadas de Tlatelolco: C 25
Las calzadas que partían de la ciudad de Tlatelolco al igual que las de Tenoch-
titlan tenían un aspecto cruciforme de las cuales dos, las del norte y oeste, lle-
gan a tierra firme, mientras que las del sur y el este conectan con Tenochtitlan.
Según Ignacio Alcocer, las calzadas que parten de Tlatelolco son la calzada
Nonoalco de este a oeste, que llegaba hasta Tlacopan, la que corría hacia el
noroeste culminaba en Tenayuca,65 y Toussaint le nombra la calzada de Valle-
jo.66 González Aparicio hace mención de que las excavaciones arqueológicas
indican que la fundación de Tlatelolco es anterior a la de Tenochtitlan, por lo
que las calzadas que se construyeron corresponden a intereses distintos a los
de los tenochcas. Las calzadas que partían hacia el norte y hacia el oeste per-
mitían una comunicación con Azcapotzalco, ya que los tepanecas tuvieron
bajo su domino a los tlatelolcas antes de los tenochcas.67
65
Ignacio Alcocer, op. cit., p. 12.
66
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 97.
67
Luis González Aparicio, op. cit., pp. 52-54.
68
Ignacio Alcocer, op. cit., p. 11.
69
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 99.
70
Leonardo López Luján y Alfredo López Austin, “El Coatepantli de Tenochtitlan. His-
toria de un malentendido”, pp. 64-71.
ANÁLISIS 123
la de establecer la comunicación entre Tenochtitlan y los poblados de los
lagos de Xochimilco-Chalco, principalmente Iztapalapa.71
4. R a s g o s g e o g r á f i c o s
a) Cerros
71
Luis González Aparicio, op. cit., p. 35.
Lago de México: D 02
ANÁLISIS 125
Lago de Texcoco: D 03
Lago de Xochimilco: D 04
Manantial: D 05
Canales: D 06
Ignacio Alcocer, menciona que la ciudad entera estaba atravesada por ca-
nales de agua y comunicada a su vez con el lago de México.72 Algunos
de estos canales llegaban a ser muy profundos, como el canal de Xoloc,
situado cerca de la laguna de Xochimilco, o el estanque de Amanalco, ubi-
cado en la parte noreste de la ciudad, donde Alcocer ubica la aprehensión
de Cuauhtémoc.73 Ignacio Marquina menciona que al este de Tlatelolco
72
Ignacio Alcocer, op. cit., p. 12.
73
Idem.
ANÁLISIS 127
se hallaba el canal que dividía esta ciudad de Tenochtitlan y se llamaba
Tezontlale.74
Los canales se hallaban por toda la ciudad siendo las vías de comuni-
cación más usadas, aunque algunos fueron de menor importancia ya que
no se conservan datos de su nombre.
c) Pedregales
Peñones: D 07
d) Islas
Tepetzinco: D 08
74
Ignacio Marquina, op. cit., p. 26.
Casas flotantes: D 09
75
Dominique Gresle-Pouligny, op. cit., p. 218.
ANÁLISIS 129
5. E l e m e n t o s f i t o m o r f o s
Árbol recinto ceremonial: E 01
76
Eduardo Matos Moctezuma, “Los ejes de la vida y la muerte en el Templo Mayor y el
Recinto Ceremonial de Tenochtitlan”, pp. 66-67.
Bosque de Chapultepec: E 03
77
Ignacio Alcocer, op. cit., p. 12.
ANÁLISIS 131
6. E l e m e n t o s z o o m o r f o s
78
Idem.
79
Alicia Blanco, Gilberto Pérez, Nawa Sugiyama et al., El zoológico de Moctezuma ¿mito o
realidad?, pp. 28- 39.
7. M i s c e l á n e o s
Escaleras: G 01
Tablones: G 02
80
Ignacio Alcocer, op. cit., p. 12.
81
Eduardo Matos Moctezuma “Reflexiones acerca del plano de Tenochtitlan publicado
en Nüremberg en 1524”, art. cit., p. 187.
82
Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit., p. 99.
ANÁLISIS 133
das. Ignacio Alcocer puntualiza que por encima de los canales de agua
había pasillos de agua o recios tablones de madera que ayudaban a comu-
nicar.83 Estas imágenes se hallan dentro del mapa para denotar que entre
los cortes de calzadas o entre edificios se colocaban tablones de madera
para poder pasar, mismos que se retiraban para cortar la comunicación,
como pasó durante el asedio a Tenochtitlan por parte de los españoles.
a) b)
Para el elemento (a) Matos Moctezuma propone que este edificio pudo
haber estado en donde se realizaron las excavaciones de la Casa de los
Marqueses del Apartado descrito por Jesús Galindo Villa, mientras que
López Luján piensa que podría ser el Templo de las Águilas.84 Aunque
no tenemos más elementos gráficos para corroborar la propuesta sobre el
Templo de las Águilas, pensamos que puede ser viable por la ubicación,
mientras que para el elemento (b) lo posicionamos como no identificado.
Recinto ceremonial
83
Ignacio Alcocer, op. cit., p. 12.
84
Eduardo Matos Moctezuma, “Reflexiones acerca del plano de Tenochtitlan publicado
en Nüremberg en 1524”, art. cit., 2001, p. 186.
85
Ibid., p. 184.
86
Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones, p. 18.
ANÁLISIS 135
Ciudad en el lago
ANÁLISIS 137
i v. C o m pa r at i va d e l a i m ag e n
a) b)
Fig. 2. Torres.
a) b) c) d)
a) b)
a) b) c) d)
a) b)
[ 143 ]
adaptarse a él, fue precisamente el conjunto de las obras hidráulicas en la
ciudad las que observaron fascinados los españoles a su llegada.
El tercer capítulo hace un recuento de los antecedentes cartográficos
del Mapa de Núremberg. Se hace un recorrido de los documentos cartográfi-
cos producidos durante el siglo xv y principios del siglo xvi. Esto nos per-
mitió sumergirnos en el estilo de los mapas de tradición pictórica europea
de la época, así como a entender los propósitos que llevaron a crear este
tipo de documentos. En el cuarto capítulo, que es referente a la metodología
y el análisis de la investigación, en un primer momento explicamos cómo
realizamos el análisis de la imagen en tres niveles, primero en unidades
mínimas, posteriormente en compuestos glíficos y finalmente en comple-
jos glíficos. Se explicó la estructura de las fichas de análisis, para poste-
riormente pasar a la lectura concéntrica de dos compuestos y un complejo.
Al realizar el planteamiento de esta investigación, propusimos una
hipótesis en la que se buscó saber: si la imagen de la ciudad de México-
Tenochtitlan dentro del Mapa de Núremberg pudo haber sido basada en
un mapa indígena mostrado a los conquistadores durante su estancia en la
cuenca de México, aunque la tradición plástica con la que está representado
fue la europea. Asimismo, se averiguó, si existen representaciones con
cargas simbólicas ligadas a la cosmovisión indígena, basados en el conoci-
miento espacial representado en la imagen.
Con respecto a lo anterior, durante la realización de esta investiga-
ción se concluyó que el mapa, efectivamente, estuvo basado en un pro-
totipo indígena; sin embargo, al ser plasmado por un europeo con una
perspectiva distinta, se reinterpretaron muchos elementos y se adecuaron
a la tradición plástica europea dentro del mapa. Lo anterior lo exponemos
puesto que las representaciones son fieles a su ubicación, cuestión que se
corroboró mediante datos históricos y arqueológicos, cuestión que impor-
taba detallar a los españoles. Además de esto se encontraron elementos
que para los españoles hubiera sido una trivialidad representar mientras que
dentro de la cosmovisión indígena adquirían trascendencia.
Esto lo pudimos hacer gracias a que la metodología empleada nos
permitió analizar individualmente cada una de las imágenes, teniendo
la oportunidad de ahondar en aspectos descriptivos, historiográficos y
analíticos. A su vez, nos posibilitó la comprensión de la interrelación que
guardan los elementos entre sí y en su totalidad.
Tomado de Hernán Cortés en Cartas de relación, edición en latín por Friedrich Peypus,
Impreso en Núremberg, Alemania en 1524.
[ 149 ]
ILUSTRACIÓN 16.
Tomado de Hernán Cortés en Cartas de relación, edición en latín por Friedrich Peypus, op. cit.
ANEXOS 151
ILUSTRACIÓN 18.
Tomado de Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, op. cit.
ANEXOS 153
Índice de ilustraciones
IMÁGENES
Ilustración 1.
Localización de la cuenca de México........................................................... 54
Ilustración 2.
La cuenca de México en el Cuaternario Superior....................................... 55
Ilustración 3.
El relieve en la cuenca de México.................................................................. 56
Ilustración 4.
Rasgos topográficos de la cuenca de México............................................... 57
Ilustración 5.
La ciudad de México-Tenochtitlan en 1519.. . ................................................ 58
Ilustración 6.
Distribución de poblaciones en la cuenca de México.. . ............................. 64
Ilustración 7.
Geografía de Ptolomeo...................................................................................... 76
Ilustración 8.
Mapa por Juan de la Cosa.............................................................................. 77
Ilustración 9.
Mapamundi de Diego Ribero.. . ...................................................................... 78
Ilustración 10.
Ciudad de México-Tenochtitlan de Benedetto Bordone............................ 79
Ilustración 11.
Ciudad de México-Tenochtitlan publicada en la relación
del conquistador anónimo............................................................................. 80
Ilustración 12.
Ciudad de México-Tenochtitlan por Tomasso Porcacchi de 1572.. . .......... 81
[ 157 ]
Ilustración 13.
Civitates Orbis Terrarum de 1573.................................................................. 82
Ilustración 14.
Ciudad de México-Tenochtitlan por Pierre Bertius.................................... 83
ANEXOS
Ilustración 15.
Mapa de Núremberg en blanco y negro..................................................... 149
Ilustración 16.
Mapa de Núremberg a color.. . ...................................................................... 150
Ilustración 17.
Mapa de Núremberg con interpretación de Alcocer................................ 151
Ilustración 18.
Mapa de Núremberg con interpretación de Toussaint............................ 152
Ilustración 19.
Plano reconstructivo de la cuenca de México hacia 1519... ...................... 153
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