0717 6295 TV 62 01 0009
0717 6295 TV 62 01 0009
0717 6295 TV 62 01 0009
CARLOS MENDOZA-ÁLVAREZ
Departamento de Ciencias Religiosas
Universidad Iberoamericana Ciudad de México
carlos.mendoza@ibero.mx
https://orcid.org/0000-0002-0614-3091
INTRODUCCIÓN 2
Contar historias de vida es un acto de memoria personal y colectiva que nos
permite afirmar nuestras subjetividades en el presente, habitando una
temporalidad propia en la que, o bien nos inventamos en cada época como
humanidad abierta a la esperanza o, inexorablemente, quedamos atrapados en
interminables círculos de fatalidad, propios de un futuro que nunca llega.
En este ámbito de la memoria colectiva, es importante recordar que la
modernidad instrumental impuso su narrativa de futuro con la concomitante
idea de progreso. Un tiempo nunca alcanzado, según la advertencia de Iván
Illich 3 hace ya varias décadas, apenas entrevisto como un espejismo del sujeto
emancipado por medio de la tecnología, pero atrapado en su propia aventura
egoica que con el paso del tiempo se ha tornado devastación y caos planetario.
Sin embargo, existe otra posibilidad de contar la historia, realizada siempre
de manera discreta y como acto de resistencia: la historia desde los vencidos,
como señaló Walter Benjamin. Memoria que suele ser despreciada por los
poderes políticos y de facto en turno. En ese sentido, podemos tejer de manera
colectiva una teología de la historia desde las víctimas. Se tratará de una narrativa
contrahegemónica que surge desde sus resistencias y espiritualidades diversas.
En el fondo, se propone recuperar una memoria a partir de narrativas
abiertas a la esperanza, conscientes del presente conflictivo y del pasado
traumático –transformado por la resiliencia– que se ha heredado tras la
violencia fratricida y sororicida, pero sin claudicar ante ella. Una rememoración
que nos da la posibilidad de reconectarnos con el entorno de una casa común
devastada y en proceso de sanación: el cuerpo social herido de la humanidad,
unido al cuerpo de la hermana tierra que también es violentada por la codicia
1 Una cita de Gershom Scholem en su diario de noviembre de 1916 (Tagebücher, nebst Aufsätzen
und Entwürfen bis 1923, 419), en Peter D. FENVES. The Messianic reduction: Walter Benjamin and
the Shape of Time (Stanford University Press, Stanford 2011) 216. En cuanto a la expresión “los
justos de las naciones” son diversas las menciones en el Talmud. La más conocida es aquella
sobre los Tzadikim Nestarim (Sanhedrin 97b, Sukkah 45b), los 36 justos de las naciones que,
por su vida justa, mantienen viva a la humanidad de cara a la gloria divina. En línea:
https://www.sefaria.org/Sanhedrin.97b?lang=bi (consulta: 17/09/2020).
2 Este artículo forma parte del Proyecto interdisciplinar de investigación “Narrativas de
4 Reyes MATE (ed.), Filosofía de la historia (Editorial Trotta, Madrid 2005) 17.
5 Tal es la perspectiva literaria desarrollada en Barcelona por Noemí Acedo en torno a la
memoria feminista. Véase N. ACEDO-ALONSO, “Moradas del ser. Notas sobre arte y
testimonio en el pensamiento de Hannah Arendt y la escritura de Nora Strejilevich”, América
Latina Hoy 78 (2018), en línea: https://revistas.usal.es/index.php/1130-
2887/article/view/alh2018787386 (consulta: 27/08/2020).
12| Carlos Mendoza-Álvarez
Para buscar una fuente alterna que haga posible repensar la filosofía de la
historia, el pensador español apela a la noción benjaminiana del tiempo mesiánico,
como solución al enigma de una filosofía de la historia desde aquella
perspectiva del progreso y de los vencedores que dominó la concepción
hegeliana de la historia guiada por el Espíritu absoluto. En efecto, desde una
perspectiva marxista con trasfondo judío, Benjamin apelaba al pasado posible que
surge de aquellos sujetos que han sido aniquilados por los poderes
hegemónicos 8.
Ciertamente, debemos a Benjamin la conciencia moderna de los derechos
de los muertos y del papel crucial de la memoria para construir el presente
como una reivindicación de los vencidos. Pero, en su crítica a Nietzsche, Reyes
Mate se queda en la exterioridad de la temporalidad kairológica porque ha
asumido sin más la secularización benjaminiana de hacer de la experiencia
particular de un pueblo de esclavos un principio universal, pero sin ahondar en
el sentido antropológico y escatológico de la temporalidad mesiánica que le
devolvería su carácter universal concreto. Así explica su opción hermenéutica:
La espera en algo por-venir, eso es lo que define el concepto de escatología con
el que ahora se viste el tiempo. La plenitud o consumación de los tiempos está
en ese futuro anunciado. Ahora bien, esa novedad salvadora que está por venir
y cuya venida acaba con el tiempo no hay que entenderla como si se tratara del
final del tiempo lineal. No es el telos de la concepción lineal. Puestos en esa
tesitura habría que decir que el tiempo apocalíptico es intrahistórico. La
consumación mesiánica del tiempo sería poner fin a la lógica de los tiempos
que corren porque su curso es catastrófico y de seguir así nos llevaría a la
catástrofe; pero esa quiebra del continuum se produce dentro del tiempo
cronológico 9.
En este contexto, nosotros postulamos aquí la urgencia de recuperar un
sentido teológico –en clave posmoderna y descolonial– del tiempo mesiánico.
Consiste en afirmar que las narrativas de las víctimas sistémicas que salen de la
zona del no-ser tienen la capacidad de devenir una anticipación mesiánica de la
memoria del cuerpo herido de la humanidad que espera con dolores de parto (véase
Romanos 8,22) el alumbramiento de un mundo nuevo. Acontecimiento que
aquí evocamos como redención en tanto existencia kairológica, que hace posible
la religación de lo humano y creatural con lo divino. En efecto, ese mundo que
surge de la subversión de lo hegemónico tiene la potencia de experiencia y la
8 “A Benjamin le interesa el pasado posible, el que aún no ha tenido lugar pero que es posible
si el presente se deja asaltar por esa parte inédita del pasado que pugna por hacer valer sus
derechos; lo importante es, pues, el presente, pero no un presente visto como la última etapa
de una historia que se reconstruye desde la ciencia, sino que se construye desde la memoria”
(Reyes MATE [ed.], Filosofía de la historia, 275).
9 Reyes MATE (ed.), Filosofía de la historia, 283.
14| Carlos Mendoza-Álvarez
12 “Podemos dar un paso más e identificar ese pasado oculto con el desecho de la historia (der
Abfall der Geschichte). El historiador que es Benjamin no anda a la búsqueda y captura de lo
más valioso, ni lo más llamativo: se fija en el desecho. La mirada de quien se dirige a la parte
más oscura de la realidad recibe en premio una luz inédita para descubrir el presente” (Reyes
MATE [ed.], Filosofía de la historia, 278).
13 Reyes MATE (ed.), Filosofía de la historia, 279.
14 Reyes MATE (ed.), Filosofía de la historia, 279.
16| Carlos Mendoza-Álvarez
Marie Vincent: “como tú fuiste amado en Egipto” porque despliega la fuerza contextual y
performativa de la memoria hebrea, que le da identidad al pueblo mesiánico en proceso de
memoria y liberación humano-divina. No se trata de un amor “como a ti mismo”, sino de un
amor de redención en la memoria de esclavos liberados que reconocen a los otros como
prójimo. Véase J.-M. VINCENT, “«Tu aimeras ton prochain comme toi-même»? Lv 19,18b
dans son contexte”, Revue d’Études Théologiques et Religieuses 81 (2006/1) 95-113.
Tiempo mesiánico y narración |17
por Hermann Cohen como principio de otredad. La misma que también fue
pensada como redención por Franz Rosenzweig y como ética del infinito por
Emmanuel Levinas. Este es el corazón del argumento teológico para una
lectura no reductiva del pensamiento hebreo, una pista que desarrollaremos
aquí en su especificidad mesiánica hebrea y kairológica cristiana más adelante.
¿Cuál es entonces la intuición benjaminiana que es preciso rescatar en medio
de los escombros de la secularización de lo mesiánico que vivimos en la
segunda mitad del siglo XX? Nos parece que es la idea maestra es la
“interrupción mesiánica” de la temporalidad lineal. Pero no en el sentido de
una idea de apocalíptica judía –que apuntaba Reyes Mate, comentando a
Benjamin– entendida como la lucha revolucionaria:
El concepto de interrupción resume la pointe política benjaminiana. […] ¿Cuál
es la propuesta de Benjamin? Sustituir la noción lineal del tiempo que vacía al
presente de capacidad revolucionaria (la sociedad sin clases viene sólo al final)
por la idea de que todo presente cuenta con el Umlaut: revolutionäre y que no
es otra que la irrupción en el presente de un pasado inédito. Es la interrupción
de los tiempos que corren. En otras palabras, “la sociedad sin clases no es el
punto final (Endziel) del progreso en la historia, sino su lograda interrupción”
(1972, 1, 1.231) 17.
Se trata más bien de encontrar esa otra manera de comprensión del tiempo,
en cuanto interrupción de la fatalidad lineal de la historia de un futuro que
nunca llega, gracias a la interrupción mesiánica relatada por la apocalíptica
ciertamente, pero como narración de revelación:
En la apocalíptica judía se enseñaba que cada segundo “era la pequeña puerta
por la que podía entrar el Mesías”. Su reflexión personal [de Benjamin] sobre
esa tradición le había llevado, por otro lado, a descubrir el mecanismo de
transmisión de un bien tan escaso como es el sentido. No se produce sentido a
capricho (mediante el trabajo, que dirían los marxistas) sino que se recibe del
mito; el sentido no se desvela (Enthüllung), sino que se revela o manifiesta
(Offenbarung): no lo creamos arbitrariamente, nos es dado en el origen. Su
manifestación se produce en la “profanación” del mito que es un proceso de
universalización de su significación 18.
La idea teológica de revelación del tiempo mesiánico es, por tanto, el corazón
de la intuición hebrea que alcanzó a otear Benjamin con dificultad, pero
vaciándola de su sentido teologal. Esta inteligibilidad teológica es la que se aborda
más adelante, desentrañando su potencial metafísico y epistemológico para
nuestro contexto de resistencias, de parte de los sobrevivientes de la violencia
sistémica de nuestro tiempo.
Pero antes volvamos a Walter Benjamin y Reyes Mate, autores que han
influido de manera importante en el pensamiento latinoamericano y en los
movimientos sociales revolucionarios de décadas pasadas (y pensamiento
decolonial de años recientes). La filosofía de la historia –que surgió de esta
lectura materialista del tiempo mesiánico– solamente alcanza a otear el instante
por donde pasa el Mesías, pero sin captar la intensificación que se produce, en la
vivencia de la temporalidad mesiánica, cuando se abre una grieta –a la
experiencia de la redención– en el corazón de la historia rota de la humanidad:
Decía Benjamin que, en el tiempo judío, “cada segundo era la pequeña puerta
por donde podía colarse el Mesías”. La felicidad sólo entraba en el tiempo si
había una hendidura por donde entrar. Sin hendidura no hay tiempo, pues decir
tiempo es decir novedad y para que el novum ocurra tiene que romperse lo
mismo de siempre. La continuidad es la matriz de la soledad y el tiempo rompe
la soledad al posibilitar el encuentro de lo nuevo, es decir, de lo totalmente otro
de nosotros mismos. Y, como dice Levinas, “lo totalmente otro, es el otro”. Ni
el dominio material del mundo ni el conocimiento del mundo nos liberan de la
soledad, pues en ambos casos todo lo que encuentra es gracias a la luz del
sujeto 19.
La temporalidad mesiánica adviene, por tanto, en el “más acá” de la lucha
revolucionaria, es decir, en la (inter)subjetividad posible como un modo de
“revelación” en la historia, en tanto irrupción de la otredad del prójimo y de la
Sofía divina como diferencia para el encuentro de “lo nuevo”, que permite
superar el solipsismo del sujeto egoico. Tal experiencia de redención es posible,
en su sentido talmúdico, solamente como gesto mesiánico que anticipa la
redención en el tiempo presente. Dicho gesto ético-político-espiritual es el que
viven los tzadikim, las personas justas de la historia, por quienes la humanidad
se mantiene de pie en expectativa mesiánica, anticipando la redención. De esta
manera, la revelación de la otredad de la historia es redención precisamente
porque anticipa la justicia en la tierra como un fulgor o relámpago.
Pero ¿qué puede significar para la racionalidad moderno-tardía ese destello de
la contracción del tiempo que produce el gesto mesiánico? Al respecto
conviene recordar la influencia que tuvo Gershom Scholem en el joven Walter
Benjamin, nutriendo su idea de justicia según las fuentes del Talmud, como lo
subraya con gran precisión documental el investigador de Stanford, Peter
Fenves:
En una entrada de su Diario con fecha de noviembre de 1916, Scholem hace el
siguiente comentario sobre el concepto de esfuerzo en Benjamin: “La esencia
de la noción judía de justicia como «el esfuerzo para llevar al mundo al más alto
bien», como escribe Benjamin, revela en sí misma las palabras intraducibles de
los sabios, que [Immanuel] Hirsch cita: tzaddikim yachinu shechinah ba-aretz, que
traduce él mismo con belleza de manera que una parte del significado con
alguna precisión es reproducido, y parece que era familiar a Benjamin: «La
justicia [nosotros preferimos decir ‘los justos de las naciones’] prepara la tierra
para que sea lugar donde repose lo divino». Eso es la justicia: hacer que la tierra
sea el sitio de la Chekinah, para hacer bajar aquí la Chekinah” (S, 1: 4-19) 20.
Solamente en esta hondura de la mística hebrea del “tiempo de los justos”
es posible comprender la teología del tiempo mesiánico con sus implicaciones
ético-políticas y espirituales en su fondo teologal, es decir, en la dialéctica mythos-
logos, lo-humano-y-lo-divino, lo-develado-y-lo-revelado. Se trata de una
perspectiva distinta a aquella visión de Atenas centrada en el tiempo lineal, e
incluso diversa al eterno retorno de la racionalidad del eterno retorno, propia
de Benares, postulada por Nietzsche.
Cabe señalar que Gershom Scholem fue consciente del insuficiente
conocimiento de Benjamin sobre las raíces hebreas de la racionalidad de la
otredad y la diferencia, tal como había sido argumentado por Hermann Cohen
unos años atrás en su obra póstuma La religión de la razón desde las fuentes del
judaísmo 21.
Al respecto, Peter Fenves describe de la siguiente manera un pasaje poco
conocido de la relación de Scholem con Benjamin:
Parece que Scholem hace una sugerencia similar a Benjamin, quien responde
en la carta en la que anuncia la casi finalización de su “pequeño tratado” sobre
el lenguaje y critica el “Concepto del tiempo en la erudición histórica” de
Heidegger: “¿Qué significa Chekinah?” (GB, 1: 344). El hecho de que Benjamin
se planteara tal pregunta indica el grado en que su punto de partida para una
obra sobre la justicia difiere del de Scholem. [...] Benjamin recibe así una nota
de reprobación, tal vez porque no sabía lo que significa Chekinah, o tal vez
porque el concepto de esfuerzo se ha interpretado como un cierto
“comportamiento”. Pero, en cualquier caso, la insuficiencia de la definición de
justicia, que Scholem asocia con las palabras intraducibles de los sabios, le da la
oportunidad de comenzar de nuevo en la columna B con la declaración de que
“el concepto de justicia gana su verdadero contexto en la filosofía de la
religión” 22.
20 P. FENVES, The Messianic Reduction. Walter Benjamin and the Shape of Time (University Press,
Stanford 2011) 205-206 [traducción del A.].
21 Religion der Vernunft aus den Quellen des Judentum fue publicada en 1919. La traducción al
castellano, preparada por el pensador y traductor mexicano Andrés Ancona, fue publicada en
Madrid por Anthropos en 2004.
22 P. FENVES, The Messianic Reduction, 206 [traducción del A.]. Y en ese sentido continúa
difference becomes visible. Under column B Scholem develops his own theory of justice as
«the historical annihilation of divine judgment», whereas under column A he comments on
Benjamin’s «Notes»—but only to a certain extent. In the last of the five theses under column
A, Scholem criticizes Benjamin’s definition of the highest good: «In this sense, from the side
of ethics, defining justice as the comportment [Verhalten] that makes the world into the
highest good is thoroughly unsatisfactory.»” Dura crítica que le valdría a Benjamin el rechazo
de su tesis de habilitación.
Tiempo mesiánico y narración |21
23 E. D. DUSSEL, Filosofías del sur: descolonización y transmodernidad (Ediciones Akal, México 2015)
122-123.
24 E. D. DUSSEL, Filosofías del sur: descolonización y transmodernidad, 125.
22| Carlos Mendoza-Álvarez
30Seguimos una pista distinta, pero convergente, a la planteada por Iván Illich en esa obra
preparada al final de su vida con David Cayley sobre el humus teológico de su pensamiento. En
particular nos inspira su modo de comprender la verdad de la encarnación como una
disrupción de la historia: “Creo que la Encarnación hace posible un florecimiento inédito y
sorprendente del amor y del conocimiento. Para los cristianos, el Dios bíblico ahora puede
ser amado en la carne […] Una nueva dimensión del año se abre ante nosotros, pero esta
Tiempo mesiánico y narración |27
apertura es extremadamente ambigua debido al modo en que hace estallar ciertos supuestos
universales sobre las condiciones bajo las cuales es posible el amor. […] creo que puedo
demostrar que la encarnación del Allah bíblico, coránico y cristiano representa un punto de
inflexión en la historia del mundo, tanto para creyentes como para no-creyentes. La creencia
se refiere a lo que sobrepasa la Historia, lo que la excede, pero también ingresa en ella y la
transforma irremediablemente” (I. ILLICH, Los ríos al norte del futuro. Conversaciones con David
Cayley [Alios Ventos, México 2020] 92. 93).
31 Idea que desarrollo en el primer volumen de la trilogía sobre la idea de tradición: C. Mendoza-
Álvarez, La resurrección como anticipación mesiánica. Duelo, memoria y esperanza desde los sobrevivientes
(Universidad Iberoamericana, México 2020).
28| Carlos Mendoza-Álvarez
Esta cualidad disruptiva del tiempo mesiánico –más allá del marco sujeto-
objeto– había sido captada por Benjamin, aunque luego subordinada al ámbito
político como interrupción revolucionaria. Sobre aquella noción benjaminiana
del tiempo mesiánico, como “tiempo-tiempo” o “tiempo-por-venir” que aquí
rescatamos en su sentido teológico, explica Peter Fenves:
Si los términos filosóficos tradicionales pueden ser usados para capturar el
carácter del tiempo, sin revelar su forma, serían aquellos a través de los cuales
Benjamin determina la tarea más alta de la filosofía venidera: la de identificar
“una esfera de total neutralidad en relación con los conceptos de objeto y
sujeto” (2 :153). Así concebido, el tiempo mesiánico no es otro tiempo; es sólo
tiempo-tiempo y nada más que tiempo “plástico”. El carácter paradisíaco del
espacio, hacia el que tiende el plano pictórico, concuerda con el carácter
mesiánico del tiempo, que por lo tanto está cargado de tensión y puede llamarse
“pleno” porque cada tramo de tiempo contiene todo el tiempo. En “Mundo y
Tiempo” Benjamin dice de la primera categoría: “no hay nada continuo” (6:
99); la condición opuesta caracteriza al otro concepto considerado, a saber, el
tiempo, que, como sugiere brevemente Benjamin, debería denominarse en
realidad “el mundo venidero”. En virtud de su continuidad no direccional, el
tiempo –“convertido” en “ahora”– es el “mundo venidero” 32.
De esa vivencia de temporalidad anclada en el presente se deriva también
aquella otra idea tan sorprendente de Benjamin sobre la “plasticidad” del
tiempo mesiánico, en tanto “tiempo ahora”, como comenta con agudeza
Esther Cohen:
Benjamin emprende la construcción de un nuevo y original emplazamiento
filosófico cuya fuerza radica en la plasticidad de un concepto comprensivo de
historia que por una parte se deslinda radicalmente de la idea de progreso, del
tiempo absoluto y del continuum de la historia relato y que, por otra, adopta
como posición de discurso la “visión de los vencidos”, reivindica como
estrategia cognoscitiva la intuición instantánea (“Sólo en la imagen, que
relampaguea de una vez para siempre en el instante de su cognoscibilidad, se
deja fijar el pasado”) (117) y propone una noción de temporalidad, el “tiempo
que en articulación dialéctica actual” o “tiempo ahora”, con el “tiempo
mesiánico”: 1) “resume en una grandiosa abreviación la historia entera de la
humanidad” (140), 2) hace saltar el continuum de la historia reivindicando el
presente como tiempo único y estático y 3) restituye al futuro sus cualidades
esenciales: la indeterminación y la imprevisibilidad 33.
Con estas intuiciones, Benjamin se acercaba al tiempo teológico, pero solo
alcanzando a vislumbrarlo, como Moisés frente a la tierra prometida. No se
Si se parte del principio de que las víctimas son quienes mejor conocen su
propia historia y que la práctica ética y po(ética) de la escucha 37 son elementos
esenciales de las prácticas narrativas 38 como metodología de re-escritura de la
historia desde abajo y desde su reverso, entonces surge un fondo común con
el tiempo mesiánico-kairológico. A nuestro entender, ese fondo es la vivencia
originaria que comparten: subjetividades vulnerables y vulneradas que viven el
tiempo presente como sobrevivientes de experiencias de violencia y
aniquilación, pero en el seno de las cuales brota un manantial de dignidad,
indignación y resiliencia que, poco a poco, va transformándose en resistencia,
compromiso social y esperanza viva.
Se describe aquí, a modo de corolario, esos “momentos fenomenológicos”
de la constitución de la (inter)subjetividad que hacen posible las víctimas
convertidas en testigos. De esta manera, devienen referente de una filosofía de
la historia post-secular, que da cabida a la teología de la redención aquí dibujada
en sus referentes fundantes. Esos momentos designan, al menos, tres nudos de
relaciones: (i) vulnerabilidad, (ii) memoria y (iii) esperanza.
(i) Vulnerabilidad
La constitución de la (inter)subjetividad es un proceso relacional siempre
inacabado por el que nos vamos constituyendo personas en tanto seres-en-
relación. La cualidad ontológica de ser-abiertos a la relación de otredad fue
explorada por Emmanuel Levinas en cuanto relación ética anterior a toda
ontología y toda moral. Pero también fue pensada en su carácter mimético
violento por René Girard, en tanto proceso de deseo de imitación siempre
marcado por el doble mimético, el contagio del mecanismo victimario y la falsa
salida del sacrificio que se instituye como racionalidad violenta, consagrada por
Hegel como ley de la historia a juicio del pensador de Aviñón.
Esa vulnerabilidad se torna así subjetividad vulnerada cuando queda marcada
por la violencia sacrificial que puede expresarse en ritos diversos, animistas
como el chivo expiatorio, religiosos como la abnegación religiosa, o seculares
como la invisibilización del otro diferente. Al fin y al cabo, procesos de
negación de las subjetividades diversas en aras de una “paz” cada vez más
precaria.
De ahí que la vulnerabilidad sea el lugar fenomenológico fontal donde
acontece el tiempo mesiánico. Esto significa que la vida de los tzadikim produce
la interrupción del tiempo lineal de chronos –ese dios que devora siempre a sus
37 Véase N. A-A, “Moradas del ser. Notas sobre arte y testimonio en el pensamiento de Hannah
Arendt y la escritura de Nora Strejilevich”, América Latina Hoy 78 (2018), en línea:
https://revistas.usal.es/index.php/1130-2887/article/view/alh2018787386 (consulta:
27/08/2020).
38 Véase M. WHITE, Mapa de prácticas narrativas (Pranas Chile Ediciones, Santiago de Chile 2016).
34| Carlos Mendoza-Álvarez
hijos en aras de un futuro que nunca llega– por medio de gestos mesiánicos de
responsabilidad por el otro.
(i) Memoria
La (inter)subjetividad entonces es contada por personas y comunidades de
sobrevivientes de los sistemas de exclusión como un tejido de re-membranza de
lo des-membrado para reconstituir un cuerpo social herido. El trabajo de
memoria es más que un mero trabajo de duelo, en el que prevalece aun la
voluntad egoica como proyección del deseo subjetivo. Es más bien un tejido
comunal de re-escritura a partir del pasado maldito, pero desde el corazón de las
resistencias de quienes fueron ya aniquilados.
Las prácticas narrativas son, de esta manera, un camino de re-memoración
recorrido por quienes han sido invisibilizados por los poderes establecidos, con
frecuencia además re-victimizados por los poderes que manipular su duelo.
Nombrar a los familiares desaparecidos, por ejemplo, conlleva una
“contracción del tiempo” lineal de los verdugos con sus “verdades históricas”
para dar paso a otra narración que visibiliza lo invisibilizado.
Y aun más, la memoria de quienes han sido aniquilados, re-construida por
sus familiares en resistencia, es redimida del olvido y la injusticia como
“promesa cumplida” que se realiza para algunos cuantos rescatados del olvido
y, como primicia, apunta a la promesa de rescatar a todos los olvidados. En
este sentido, una práctica inventada por los familiares de personas
desaparecidas en México es realizar un ritual de “promesa cumplida” cuando
logran identificar algunos restos humanos y son devueltos a sus familias. En
ese acto simbólico y performativo se cumple la redención con toda su potencia
escatológica, pues abre una grieta en el muro de la violencia para dar paso a otro
modo de ser, como diría Emmanuel Levinas para hablar de la ética del Infinito.
Pero, sobre todo, esos actos de los sobrevivientes son celebración de la vida
que no cesa de clamar más vida para todas esas personas y comunidades.
(i) Esperanza
Como “centro vacío” de esa temporalidad mesiánica y kairológica insurge
entonces la esperanza.
Bien decía Illich que la esperanza mesiánica nada tiene que ver con el futuro,
invención prometeica que degeneró en la idea del progreso. Es más bien una
potencia de experiencia propia de las subjetividades resilientes y en resistencia,
que han hecho de su digna rabia un camino de dignidad, con justicia y –tal vez
algún día– perdón y reconciliación.
La esperanza llega cuando se derriba el muro del odio y del resentimiento
en la propia subjetividad, en el propio cuerpo, pero que no se cierra en la
Tiempo mesiánico y narración |35
mismidad del dolor o del resentimiento, sino que se conecta con las heridas del
cuerpo todo.
Esto posibilita la intersubjetividad como gracia de relación al otro que está
marcada por la no reciprocidad violenta. Es el per-don en cuanto
sobreabundancia del amor, no como debilidad sino como fortaleza de quienes
han ido “al fondo de la noche” y vuelven para rescatar del absurdo a las
víctimas y ofrecer un cambio de mundo a los verdugos, como Jesús en sábado
santo, según la narrativa de la tumba vacía.
De este modo, las prácticas narrativas hacen emerger del fondo del dolor
provocado por la ausencia de las personas desaparecidas un resplandor de
dignidad con esperanza: “porque si encontramos a uno, seguiremos buscando
a quienes nos faltan, hasta reunirnos de nuevo todas y todos”.