Acumulacion Originaria
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de las ciudades, característico del siglo XV, permitieron esa riqueza
popular tan elocuentemente descrita por el canciller Fortescue en su
"Laudibus legum Angliæ, pero excluían la riqueza capitalista.
El preludio del trastocamiento que echó las bases del modo de producción
capitalista se produjo en el último tercio del siglo XV y los primeros decenios
del siglo XVI. Una masa de proletarios libres como el aire fue arrojada
al mercado de trabajo por la disolución de las mesnadas [898] feudales que,
como observó correctamente sir James Steuart, "en todas partes colmaban
inútilmente casas y castillos" [8]. Aunque el poder real él mismo un producto
del desarrollo burgués en su deseo de acceder a la soberanía absoluta aceleró
violentamente la disolución de esas mesnadas, no constituyó, ni mucho
menos, la única causa de ésta. Por el contrario, el gran señor feudal,
tenazmente opuesto a la realeza y al parlamento, creó un proletariado
muchísimo mayor al expulsar violentamente a los campesinos de la tierra,
sobre la que tenían los mismos títulos jurídicos feudales que él mismo, y al
usurparles las tierras comunales. En Inglaterra, el impulso directo para estas
acciones lo dio particularmente el florecimiento de la manufactura lanera
flamenca y el consiguiente aumento en los precios de la lana. Las grandes
guerras feudales habían aniquilado a la vieja nobleza feudal; la nueva era hija
de su época, y para ella el dinero era el poder de todos los poderes. Su
consigna, pues, rezaba: transformar la tierra de labor en pasturas de ovejas. En
su "Description of England. Prefixed to Holinshed's Chronicles", Harrison
describe cómo la expropiación del pequeño campesino significa la ruina de la
campaña. "What care our great incroachers?" (¿Qué les importa eso a nuestros
grandes usurpadores?). Violentamente se arrasaron las viviendas de los
campesinos y las cottages de los obreros, o se las dejó libradas a los estragos
del tiempo. "Si se compulsan", dice Harrison, "los más viejos inventarios de
cada finca señorial, [...] se encontrará que han desaparecido innumerables
casas y pequeñas fincas campesinas [...], que el país sostiene a mucha menos
gente [...], que numerosas ciudades están en ruinas, aunque prosperan unas
pocas nuevas...[9] Algo podría contar de las ciudades y villorrios destruidos
para convertirlos en pasturas para ovejas, y en los que únicamente se alzan las
casas de los señores." Los lamentos de esas viejas crónicas son
invariablemente exagerados, pero reflejan con exactitud la impresión que
produjo en los hombres de esa época la revolución operada en las condiciones
de producción. Un cotejo entre las obras del canciller Fortescue y las de
Tomás Moro muestra de manera patente el abismo que se abre entre el siglo
XV y el XVI. La clase trabajadora inglesa, como con acierto afirma Thornton,
se precipitó directamente, sin transición alguna, de la edad de oro a la de
hierro.
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apliquen también sus métodos privados menores e independientes [31] 32. La
forma parlamentaria que asume la depredación es la de los "Bills for Inclosure
of Commons" (leyes para el cercamiento de la tierra comunal), en otras
palabras, decretos mediante los cuales los terratenientes se donan a sí mismos,
como propiedad privada, las tierras del pueblo; decretos expropiadores del
pueblo. Sir Francis Morton Eden refuta su propio y astuto alegato abogadil en
que procura presentar la propiedad comunal como propiedad privada de los
latifundistas que remplazan a los señores feudales , cuando exige una "ley
general parlamentaria para el cercamiento de las tierras comunales",
reconociendo, por tanto, que se requiere un golpe de estado
parlamentario para convertir esas tierras en propiedad privada, y por otra parte
cuando solicita al legislador una "indemnización" para los pobres
expropiados [33].