Paul Sartre - El Existencialismo Es Un Humanismo - 2023
Paul Sartre - El Existencialismo Es Un Humanismo - 2023
Paul Sartre - El Existencialismo Es Un Humanismo - 2023
FACULTAD DE HUMANIDADES
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El existencialismo es un humanismo1
El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se
quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este
impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el
primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama la subjetividad […].
1
Tradución de Victoria Prati de Fernández, Sur, Buenos Aires, 1973, pp. 3; 5-6; 7; 10; 14. Edición digital disponible
en:
https://www.ucm.es/data/cont/docs/241-2015-06-16-Sartre%20%20El_existencialismo_es_un_humanismo.pdf
2
“Jean Paul Sartre (1905-1980). Filósofo existencialista y literato francés. Sus obras filosóficas principales son
El ser y la nada; El existencialismo es un humanismo, y Crítica de la razón dialéctica. […] Dice que Dios es
imposible, y que el hombre es una “pasión inútil”.” (JUAN A. CASAUBÓN, Nociones generales de lógica y filosofía,
EDUCA, Buenos Aires, 2006, p. 474).
El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente, en lugar de ser un
musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este proyecto; nada hay
en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser. No lo que
querrá ser. Pues lo que entendemos ordinariamente por querer es una decisión consciente,
que para la mayoría de nosotros es posterior a lo que el hombre ha hecho de sí mismo. […]
Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u
órdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros,
en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin
excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre.
Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque
una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace. […]
Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada
instante a inventar al hombre. Ponge ha dicho, en un artículo muy hermoso: "el hombre es
el porvenir del hombre". Es perfectamente exacto. Sólo que si se entiende por esto que ese
porvenir está inscrito en el cielo, que Dios lo ve, entonces es falso, pues ya no sería ni
siquiera un porvenir.
Si se entiende que, sea cual fuere el hombre que aparece, hay un porvenir por
hacer, un porvenir virgen que lo espera, entonces es exacto. En tal caso está uno
desamparado.
[…] Ninguna moral general puede indicar lo que hay que hacer; no hay signos en el
mundo. Los católicos dirán: sí, hay signos. Admitámoslo: soy yo mismo el que elige el
sentido que tienen.
En el fondo, cuando Descartes decía: "vencerse más bien a sí mismo que al mundo",
quería decir la misma cosa: obrar sin esperanza. […]
Las situaciones históricas varían: el hombre puede nacer esclavo en una sociedad
pagana, o señor feudal, o proletario. Lo que no varía es la necesidad para él de estar en el
mundo, de estar allí en el trabajo, de estar allí en medio de los otros y de ser allí mortal. Los
límites no son ni subjetivos ni objetivos, o más bien tienen una faz objetiva y una faz
subjetiva. Objetivos, porque se encuentran en todo y son en todo reconocibles; subjetivos,
porque son vividos y no son nada si el hombre no los vive, es decir, si no se determina
libremente en su existencia por relación a ellos. Y si bien los proyectos pueden ser diversos,
por lo menos ninguno puede permanecerme extraño, porque todos presentan en común una
tentativa para franquear esos límites o para ampliarlos o para negarlos o para acomodarse
a ellos. En consecuencia, todo proyecto, por más individual que sea, tiene un valor
universal. Todo proyecto, aun el del chino, el del hindú, o del negro, puede ser comprendido
por un europeo.
[…]
De acuerdo con estas reflexiones se ve que nada es más injusto que las objeciones
que nos hacen. El existencialismo no es nada más que un esfuerzo por sacar todas las
consecuencias de una posición atea coherente. No busca de ninguna manera hundir al
hombre en la desesperación. Pero sí se llama, como los cristianos, desesperación a toda
actitud de incredulidad, parte de la desesperación original. El existencialismo no es de este
modo un ateísmo en el sentido de que se extenuaría en demostrar que Dios no existe.
Más bien declara: aunque Dios existiera, esto no cambiaría; he aquí nuestro punto
de vista. No es que creamos que Dios existe, sino que pensamos que el problema no es el
de su existencia; es necesario que el hombre se encuentre a sí mismo y se convenza de
que nada pueda salvarlo de sí mismo, así sea una prueba válida de la existencia de Dios.