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UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE ECONOMÍA Y NEGOCIOS


ESCUELA DE ECONOMÍA Y ADMINISTRACIÓN

PROTECCIÓN AL CONSUMIDOR FINANCIERO: EDUCACIÓN FINANCIERA Y


APORTES DESDE LA ECONOMÍA CONDUCTUAL COMO COMPLEMENTOS AL
MODELO CLÁSICO DE REGULACIÓN.

Seminario para optar al título de Ingeniero


Comercial, Mención Economía

Autor: José Manuel Salinas Valdivieso

Director: Guillermo Larraín Ríos Ph.D

Santiago, Chile – 2012


UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE ECONOMÍA Y NEGOCIOS
ESCUELA DE ECONOMÍA Y ADMINISTRACIÓN

Informe Tesis: La tesis de José Manuel Salinas ataca un tema crucial en los sistemas financieros
modernos cual es la protección del consumidor de productos financieros. Para ello, examina no
solo las razones tradicionales de protección al consumidor basado en asimetrías de información
sino además respecto de lo que enseña las finanzas comportametales. Esta tesis servirá de
manera muy importante para ayudar a diseñar una agenda de investigación que permita
recolectar información, hoy inexistente, para mejorar los mecanismos de protección al
consumidor de productos financieros.

Nota: 7.0

Seminario para optar al título de Ingeniero


Comercial, Mención Economía

Autor: José Manuel Salinas Valdivieso

Director: Guillermo Larraín Ríos Ph.D

Santiago, Chile – 2012

2
ABSTRACT

La regulación de los mercados financieros tal como se lleva a cabo en la actualidad no


resulta ser suficiente para asegurar un funcionamiento óptimo de estos, particularmente de cara a
la satisfacción y bienestar de los consumidores. Existe por tanto una brecha deseable de cerrar
entre el outcome efectivo y el potencial. Teniendo este desafío en mente, el presente trabajo
busca enriquecer el debate frente al cambio de paradigma regulatorio, realzando la importancia
de la protección al consumidor, aportando visiones sobre la necesidad y limitaciones de mejorar la
educación financiera dentro de la sociedad, como también de incorporar aportes desde la
economía del comportamiento, principalmente en lo que hace referencia al rol que juega el
discutido supuesto de racionalidad dentro de la teoría microeconómica.

3
INDICE

1- Introducción……………………………………………………………………………………………………………………………….. 5
2- Funcionamiento de los mercados financieros…………………………………………………………………………….. 7
a- Funciones de los mercados financieros………………………………………………………………………….. 7
b- Fallas en los mercados financieros.………………………………………………………………………………… 9
c- Regulación.…………………………………………………………………………………………………………………….. 13
3- Primer complemento a la regulación para la protección del consumidor: Educación financiera… 17
a- Por qué es necesaria la educación financiera…………………………………………………………………. 18
b- Cuál es la situación en Chile……………………………………………………………………………………………. 21
c- El enfoque de la educación financiera……………………………………………………………………………. 23
d- Limitaciones de la educación financiera…………………………………………………………………………. 26
4- Segundo complemento para la regulación: El aporte desde la economía del comportamiento.… 33
a- Economía conductual y fallas en la regulación del mercado financiero…………………………. 34
b- Identificando aspectos que permitan nuevas instancias de regulación…………………………. 38
5- Dos tópicos relacionados al mercado de las pensiones en Chile…………………………………………………. 40
6- Discusión……………………………………………………………………………………………………………………………………. 43
7- Bibliografía…………………………………………………………………………………………………………………………………. 45
8- Anexo: Educación financiera en Chile……………………………………………..………………………………………….. 50

4
1- INTRODUCCIÓN

Los mercados financieros son herramientas que permiten a la economía gozar de una instancia
donde los recursos se distribuyen y localizan de una manera relativamente eficiente. Estos pueden ser
considerados como un eje central de las economías modernas, cumpliendo una función
macroeconómica fundamental como lo es la asignación de recursos a los diferentes sectores
productivos. Adicionalmente, en un aspecto de mayor relevancia microeconómica, los mercados
financieros son de suma importancia para los hogares, siendo para estos últimos una fuente
importante de productos y servicios financieros que permiten, en teoría, llevar los presupuestos
familiares con una mayor estabilidad y seguridad financiera. Sin embargo, como todo mercado real, en
su funcionamiento adolece de diversas fallas, las cuales le impiden llevar a cabo la tarea de una
eficiente asignación de recursos de manera correcta, pudiendo ser esta labor perfectible. Como
consecuencia de las fallas, surge la regulación y supervisión, tareas llevadas a cabo por el Estado, las
cuales buscan guiar al mercado hacia resultados que mejoren en cuanto a la eficiencia y que impliquen
un aumento en el bienestar social. Sin embargo, el diseño regulatorio no está exento de fallas en su
implementación. Ya sea por el alcance incompleto de este o por errores en su formulación y/o
implementación, los mercados financieros, con el determinado grado de regulación existente en la
actualidad, aún evidencian fallas y situaciones perfectibles que significan no solo desaprovechar la
oportunidad de cerrar la brecha entre nivel de bienestar alcanzado y el potencial, sino que también,
muchas veces, perjudicar a alguno de sus actores. Un elemento adicional que es importante no perder
de vista, es el carácter consensuado que poseen los procesos de diseño regulatorio financiero, en
donde existen ciertamente posibilidades de captura por parte de la oferta, la cual atenta contra la
intención de cerrar aquella brecha.

Ante las incidencias que se observan frente al imperfecto funcionamiento de los mercados
financieros, un tema interesante es el de la protección a los consumidores de dichos mercados. Si bien
los consumidores podrían ser considerados como el actor más importante del mercado, muchas veces
frente a las imperfecciones son los más perjudicados. Sus características, tales como el mayor costo de
coordinación, la menor experticia en temas técnicos o comportamientos distantes de la teoría de
elección racional, hacen que frente al funcionamiento, diseño regulatorio, implementación y fallas que

5
persisten, sean los que enfrentan mayores dificultades en el resultado efectivo del mercado. Esta es la
inquietud tras este trabajo, el cual intenta argumentar y enriquecer la discusión acerca de la
protección al consumidor financiero. Existe evidencia como para estar a favor de un cambio en el
paradigma regulatorio actual, por lo que este documento se enfoca en plantear dos líneas
complementarias para perfeccionarlo.

Como respuesta al problema planteado, surge la idea de una primera medida complementaria, la
cual responde a la incompleta o definitivamente pobre comprensión acerca de temas básicos
financieros. Esta comprensión es necesaria para tomar en conciencia las más fundamentales
decisiones financieras en un hogar, por lo tanto se plantea impartir conocimientos financieros en la
población y de esta forma empoderarla para una mejor toma de decisiones. Si bien se concluye que
implementar programas de educación financiera no es una herramienta tan potente como se podría
creer, sigue siendo deseable tener iniciativas en esta dirección.

Como segunda línea complementaria, se desarrolla una revisión de lo que ha sido la postura de la
economía conductual frente a las fallas existentes en los mercados financieros. Revisando los
principales aportes que esta corriente de la economía ha puesto sobre la mesa, principalmente nos
enfocaremos en las críticas hacia el supuesto de racionalidad, lo cual sugiere revisar con precaución las
implicancias de este supuesto dentro del diseño regulatorio.

El presente trabajo se estructura de manera que en la siguiente sección se analizará de forma


cualitativa el funcionamiento de los mercados financieros con un claro sesgo hacia la protección al
consumidor, en donde se expondrán brevemente las funciones que desempeñan en la economía, sus
fallas, cómo se regulan, y cuáles son también las fallas o vacíos regulatorios que hacen deseable un
cambio en la manera de conducirlos. A continuación, en la sección 3, se presenta una revisión a lo que
ha planteado principalmente la literatura en cuanto a iniciativas de educación financiera, analizando
sus ventajas y limitaciones. En la sección 4, se expone un análisis de los aportes de la economía
conductual al entendimiento de los mercados financieros y algunas propuestas que surgen a partir de
este teniendo en mente la protección del consumidor. La sección 5 analiza brevemente dos tópicos
relacionados al mercado de las pensiones en Chile. Finalmente, la sección 6 se comprende de una
síntesis de lo presentado y se sugieren ciertos campos de acción a futuro de cara a la regulación de los
mercados financieros.

6
2- FUNCIONAMIENTO DE LOS MERCADOS FINANCIEROS

Los mercados financieros tienen muchas virtudes, pero a la vez evidentes falencias. Un primer
acercamiento podría ser el análisis de su amplitud y de su calidad referente al funcionamiento de
estos. Lo anterior se resume tanto en el terreno que abarcan, es decir a cuántos actores incluyen y
benefician, como el nivel de perfeccionamiento en sus funciones, cómo convive con sus fallas y cómo
estas son reguladas. A continuación se presenta un breve análisis del desempeño de los mercados
financieros en un sentido amplio y con un claro enfoque de protección al consumidor, dentro del cual
se discuten las funciones que cumplen, sus fallas y finalmente, su regulación y las limitaciones de esta.

a. Funciones de los mercados financieros

Bajo el enfoque de la teoría del ciclo de vida, planteada por Franco Modigliani, y que
posteriormente le fue reconocida con el premio Nobel de Economía en 1986, los mercados financieros
son de gran utilidad para las personas en cuanto les permiten suavizar la trayectoria de consumo a
través del tiempo. Lo que está detrás de estos conceptos no es otra cosa que los fundamentos básicos
de la teoría microeconómica clásica, específicamente la teoría del comportamiento del consumidor
con sus supuestos de preferencias y modos de elección. Lo que postula la lógica economía es que
cuando los agentes se enfrentan a elecciones de consumo que se prolongan en diferentes períodos de
tiempo, estos optan por una senda sin grandes sobresaltos, ya que valoran la continuidad. Esta
continuidad en el consumo puede ser vista como una herramienta de estabilidad dentro de los
hogares, y su nivel lo determina en gran parte una función de restricción presupuestaria
intertemporal. El funcionamiento de los mercados financieros abre la posibilidad a los agentes de
generar trayectorias suavizadas mediante mecanismos de ahorro, desahorro, seguros y una amplia
gama de otros productos y servicios que hoy en día son ofrecidos al público.

7
Los mercados financieros son también un punto clave de las economías modernas en cuanto se
han transformado en una instancia clave de la captación y posterior asignación de recursos a los
diferentes sectores productivos de estas. Un ejemplo de esto es cómo el sistema financiero agrega
volúmenes de créditos y los canaliza a los diferentes sectores reales. Esto lo transforma en un motor
de crecimiento para las economías ya que transfiere recursos hacia proyectos e inversiones que
generarán mayores retornos que en su uso alternativo y hace posible el aprovechamiento de
beneficiosas economías de escala. En Stiglitz (1993) se define al mercado financiero como aquel en el
cual se determina esencialmente la asignación de recursos de la economía. Se propone verlo como el
cerebro del sistema económico y se alerta que en el caso de una eventual falla de este eje central de
decisiones, la performance de la economía en su conjunto se verá disminuida.

Adicionalmente, se podría afirmar que los mercados financieros permiten que en la economía se
diversifique óptimamente el riesgo. Esto se logra en la medida que el sistema financiero facilite la
transferencia de riesgos desde los agentes más aversos hacia quienes tienen una capacidad de
soportarlo mejor, o bien hacia instituciones que lo agrupen. Sin embargo, la reciente crisis financiera
global pone en duda esta tesis entregando evidencia incluso para descartarla.

En Campbell et al (2010) se plantea que las funciones que cumple el mercado financiero y que son
de total relevancia para los consumidores en particular, pueden ser definidas haciendo referencia a las
instituciones específicas que se desempeñan en este. Sin embargo, los autores se quedan con lo que
propone Merton y Bodie (1995)1 y posteriormente Tufano (2009)2. Según estos estudios, el sistema
financiero puede ser entendido en términos de una serie funciones descritas. Las tareas que cumplen
e involucran directamente a los consumidores particulares son: (i) proveer un adecuado sistema de
pago, el cual debe ser un mecanismo de transferencia de dinero por intercambios de bienes y servicios
(efectivo, cheques, pagos electrónicos, dinero plástico, etcétera, medios que dependen del adecuado
desempeño del Estado, Banco Central, instituciones bancarias y no bancarias, entre otras); (ii) la
administración de riesgo mediante mecanismos financieros tales como seguros de variadas índoles,
productos financieros, ciertas funciones estatales de resguardo de la estabilidad financiera, etcétera;
(iii) el otorgamiento de créditos de diversos tipos (securitizados o no, del sector formal e informal); y

1
Merton, Robert C. y Bodie, Zvi (1995). “A Conceptual Framework for Analyzing the Financial
Environment.” In The Global Financial System: a Functional Perspective, ed. D.B. Crane et al, chap. 1.
Boston, MA: Harvard Business Press.
2
Tufano, Peter (2009). “Consumer Finance.” Annual Review of Financial Economics 1:227-247.

8
finalmente (iv) la posibilidad de ahorrar e invertir en cuentas bancarias, fondos mutuos, ahorro
previsional, etcétera.

En suma, se puede afirmar que de cumplir correctamente las funciones recién descritas, los
mercados financieros pueden ser un aspecto a favor del desarrollo de las economías mediante el
impulso que generan en el crecimiento económico y al ser capaces de brindar opciones que mejoran la
calidad de vida y satisfacción de las personas. Sin embargo, en la realidad el funcionamiento no es
perfecto. Es más, está lejos de serlo. A continuación se revisan las fallas más recurrentes en los
mercados financieros, con un claro enfoque de protección al consumidor.

b. Fallas en los mercados financieros

Los mercados financieros no deben ser tomados como cualquier mercado, sin embargo, así como
la gran mayoría de la economía, poseen dentro de su funcionamiento diversas características que los
llevan a fallar en la eficiente distribución de los recursos. Una de las principales causas de por qué
funcionan imperfectamente es la incidencia que desempeña la recolección, distribución y el
entendimiento de la información, aspectos centrales en ellos.

Las relaciones que se dan entre oferentes y demandantes están determinadas por evidentes
asimetrías de información, las cuales se presentan en ambos sentidos posibles. En primer lugar están
las asimetrías que favorecen a la demanda. En este caso, los consumidores tienen un mayor
conocimiento de sus características personales como clientes que la oferta. Esto significa por ejemplo
que cuando son deudores, conocen mejor su nivel de responsabilidad, cumplimiento, el verdadero
valor de sus colaterales, el nivel de rentabilidad del proyecto al cual se destinarán los fondos, etcétera,
teniendo eventualmente la posibilidad de tomar ventaja de esta posición. Sin embargo, la asimetría
que consideraremos más relevante y común en el sistema económico de la actualidad, es aquella que
favorece a la oferta. Hoy por hoy, la mayor cantidad y calidad de la información y la mejor capacidad
de entendimiento y procesamiento de esta, recae en las instituciones financieras, ubicando a los
consumidores en una posición desventajosa desde un principio. Mientras las firmas tienen en su

9
interior personas formadas y especializadas en el manejo financiero, los consumidores no están
habituados a lidiar con información de carácter financiero básico, y mucho menos de carácter técnico.

En Stiglitz (1993) se presentan diversos tipos de fallas en los mercados financieros, la mayoría
de las cuales tiene relación con el rol que cumple la información en este tipo de mercados3. El estudio
plantea que existen problemas de bien público en el monitoreo de la información. Este se genera ya
que de ser efectuadas acciones de monitoreo por cualquier consumidor, presiona a una mayor
solvencia y mejor administración por parte de las instituciones financieras, lo que beneficia a todos los
que se relacionan como clientes de estas, sin exclusión ni rivalidad. Sin embargo, la inexistencia de
rivalidad y exclusión (principios básicos del dilema de un bien público) son justamente las
características que hacen que exista un nivel de monitoreo subóptimo, lo que abre espacio a malas
conductas por parte de las instituciones financieras (como por ejemplo, excesiva toma de riesgo) y a
una menor participación de consumidores en este mercado (si los individuos no tienen certeza de la
calidad de estos, muchas veces no participan) 4. Otro problema que plantea el autor son las asimetrías
de información acerca de las características de los clientes, que pueden determinar la existencia de
créditos de distintas instituciones a un mismo individuo bajo la garantía de un mismo colateral.
Mientras que en el otro sentido, información imperfecta para los consumidores acerca del sistema,
puede provocar que la caída de una institución que opera en el mercado sea vista, sin importar los
motivos, como una señal de inestabilidad sistémica que eventualmente terminará con una crisis
endógena a las expectativas y la confianza. Para profundizar en las fallas que existen en el mercado,
Stiglitz plantea que las externalidades negativas que conlleva una crisis financiera son considerables,
poniendo especial énfasis en la estabilidad macroeconómica. Siguiendo en la misma línea, se expone
que los evidentes problemas de selección adversa y de riesgo moral que persisten en las relaciones
financieras de los diversos actores del mercado pueden llevar a que los costos de transacción de estos
se eleven por sobre la disposición a abordarlos, generando un mercado incompleto o definitivamente
inexistente. Finalmente, hace referencia a la tendencia que existe hacia la competencia limitada al
menos en el sector del crédito. Un mercado donde la información no es perfecta, y el historial
crediticio de los clientes es un insumo básico de las operaciones, tiene como característica la baja

3
En su expresión más general, los conceptos del estudio igualmente se aplican a la actualidad, a pesar de la
relativa antigüedad que la rápida evolución e innovación de los mercados financieros le otorga al trabajo.
4
Sin embargo, el autor no considera lo que podría ser otro enfoque: en un contexto de riesgo de una corrida
bancaria, el nivel de monitoreo por parte de los clientes probablemente podría tender a ser mayor al óptimo,
ya que en ese caso los consumidores rivalizan entre ellos por las limitadas reservas que dispone la institución.

10
libertad de elección de quienes piden créditos sobre quién provee estos. Así, las instituciones
crediticias gozan de un poder de mercado que va en desmedro de los consumidores.

Adicional a estas fallas, Stiglitz plantea lo que considera una “cuasi falla” de mercado, que
complementa al análisis anterior. Esta consiste en la desinformación en que viven los individuos, tema
central dentro de este trabajo enfocado en la protección al consumidor. Lo anterior se refiere a que, si
bien los consumidores muchas veces disponen de información, no necesariamente la procesan del
modo correcto. La disposición de la información esta determinada por los requerimientos de
disclosure que tengan particularmente cada tipo de producto o servicio, sin embargo los consumidores
pueden carecer tanto de conocimientos de conceptos financieros como del adecuado manejo
numérico que requiere generalmente la evaluación de uno de estos.

Por otra parte, Campbell et al (2010) plantea que existen tres principales características que
hacen que los mercados financieros puedan ser ineficientes, y que por lo tanto, sea deseable la
intervención del Estado. En primer lugar, generalmente este tipo de mercados involucra en su
funcionamiento componentes de carácter temporal y de incerteza. Durante la vida de una transacción
financiera, las dos partes involucradas tienen permanentes conflictos de interés y lo común es que
existan asimetrías de información, abriendo espacios a potenciales problemas. La posible
incompletitud de los contratos también agrega dificultades adicionales a la relación. Luego, los
consumidores pueden comportarse muy recurrentemente como individuos inconsistentes
intertemporalmente y fallar en la maximización de su utilidad, es decir, es fácil observar
comportamientos al margen de la racionalidad económica que la teoría asume. Finalmente, y la
tercera característica planteada, se refiere a que en el outcome del mercado financiero se pueden
observar a menudo incidencias negativas en aspectos distributivos de la sociedad. En esta sección se
profundiza en el primer argumento pro regulación, que no son más que las principales fallas
económicas tradicionales en los mercados financieros que afectan a los consumidores. Adicional a
esto, es importante recalcar que el alcance que tiene aquel enforcement dentro de un mercado que
posee componentes de carácter temporal no deja de ser limitado. Esto debido a que las reglas de los
contratos se definen en un período inicial, pero tienen que ser efectivas para el resto de los períodos
relevantes. La evolución de las variables en el tiempo deja espacios, por ejemplo, a aumentos o
disminuciones en asimetrías de información, que se seguirán rigiendo bajo condiciones contractuales
diseñadas para las condiciones iniciales.

11
El primer argumento planteado en Campbell et al (2010) hace referencia al nivel de enforcement
que existe en los contratos financieros. El aspecto temporal de estos, abre el espacio a las firmas para
tomar conductas de riesgo moral, pudiendo impedir el funcionamiento eficiente del mercado. Los
consumidores no pueden realizar un seguimiento y monitoreo continuo en condiciones normales y
mucho menos en contratos de largo plazo, como lo pueden ser por ejemplo los fondos de previsión. En
este escenario los requerimientos de capital y otras formas de supervisión durante la vida del contrato
por parte de un ente regulador pueden ser necesarios para asegurar eficiencia.

Luego, los autores discuten el rol que juegan en los mercados financieros diversas externalidades.
Principalmente se hace referencia al hecho de que las conductas financieras individuales pueden
afectar a otros sin que esto se vea necesariamente reflejado en el sistema de precios. Existen por una
parte las externalidades positivas, tales como la acumulación de capital humano y la propiedad de una
vivienda, las cuales han sido utilizadas como justificación de subsidios gubernamentales en créditos
estudiantiles y en deudas hipotecarias. Sin embargo, también están presentes las externalidades
negativas, como por ejemplo el costo social que tiene la ejecución de una hipoteca, los cuales no están
internalizados ni por los deudores ni por los oferentes de créditos hipotecarios.

Siempre bajo la misma idea, el estudio plantea fallas provocadas por costos de búsqueda y
ejecución de poder de mercado. La dispersión de precios es una característica de mercados de ventas
al por menor o retail. Esta ha sido explicada muchas veces como consecuencia de costos de búsqueda
y comparación, lo que hace que algunos individuos estén dispuestos a pagar mayores sumas de dinero
por un producto o servicio similar al que podrían encontrar en otro lado. La existencia de estos costos
le otorga algún grado de poder de mercado a los oferentes, permitiéndoles cobrar a la demanda un
precio por sobre el costo marginal de producción. Los autores plantean que una eventual solución a
esta falla sería generar un sistema de provisión de información estandarizada de los precios de
mercado, de modo que ese costo de búsqueda y comparación se redujera al máximo.

A continuación muestran el problema que se genera con las características de bien público que
puede adoptar la información. Para tomar decisiones, los consumidores necesitan de un set de
información. En el estudio se plantea que los consumidores al generar esta información por su cuenta
no son eficientes, y destacan que la coordinación con otros consumidores para realizar una producción
de información no es fácil. Sucede que a menudo, los más eficientes en proveer la información
necesaria son las mismas instituciones financieras que operan como oferentes en el mercado. Como

12
respuesta a esta falla, los requisitos de disclosure que deben cumplir las firmas deben ser los
adecuados.

Finalmente, Campbell et al (2010) expone un último conjunto de fallas también ligadas al rol que
cumple la información dentro del mercado. Los autores mencionan que los mercados financieros son
“un ejemplo de texto” del problema de información asimétrica. Esta puede ser ejemplificada mediante
la baja provisión de seguros o créditos que se genera como consecuencia de la selección adversa y el
riesgo moral existentes. La respuesta regulatoria podría ser la provisión pública de algunos seguros,
obligación de asegurar a determinados grupos de la sociedad o subsidios a través del sistema
tributario a ciertos seguros privados. Proponen un último ejemplo de asimetría de información, el cual
se observa en la complejidad de los productos y servicios que se ofrecen en la actualidad en el
mercado y en donde las firmas tienen un mayor nivel de conocimiento y entendimiento que los
consumidores. El desarrollo de estos productos, plantean, en algunos casos puede oprimir el
desarrollo de mercados financieros robustos. En estos casos, limitar la variedad de productos puede
aumentar el bienestar social a costa de, por cierto, restringir la elección del consumidor.

c. Regulación

Ante la evidencia de diversas fallas que se producen en los mercados financieros, surge la
intervención regulatoria, la cual ha intentado disminuir las ineficiencias, o bien aminorar los efectos
negativos que estas pudiesen tener en su impacto a la sociedad. Los modelos de regulación no son de
una forma definida, más bien han ido evolucionando a lo largo de la historia sin claras estructuras a
pesar de ciertos quiebres históricos que han modificado paradigmas (como por ejemplo, la Gran
Depresión de 1929). Sin embargo, es posible esclarecer ciertas directrices que han persistido a lo largo
del tiempo. Estas son las que a continuación se intentan evidenciar nuevamente con un claro enfoque
en la protección al consumidor, en lo que llamaremos el modelo clásico de regulación financiera.
Posterior a su descripción, se presentarán sus limitaciones.

En un sentido general, el modelo clásico de regulación financiera ha estado sustentado a lo largo


del tiempo en el supuesto de racionalidad económica de los consumidores. A esto se suma la

13
constante orientación hacia medidas que incentiven la autorregulación de las partes, principalmente
por su bajo nivel de intervencionismo y como consecuencia, bajos costos. Fundamentalmente, a lo que
se apunta bajo este enfoque es a que las instituciones se ajusten a un determinado nivel de exigencias
en cuanto a divulgación de información, las cuales van desde sus estados contables hasta sus
condiciones de productos y servicios.

Haciendo una breve revisión histórica de la regulación financiera, principalmente en Estados


Unidos, Benston (2000) identifica seis objetivos en esta de cara a la protección del consumidor
financiero: (i) Mantener la confianza del consumidor en el sistema financiero y sus servicios, evitando
las externalidades negativas que provocaría un colapso del sistema y aprovechando las externalidades
positivas producto del óptimo uso de estos; (ii) asegurar que las instituciones en las cuales los
consumidores confían gocen de estabilidad, eludiendo grandes costos para la sociedad ante
eventuales caídas de instituciones importantes; (iii) asegurar que los consumidores reciban suficiente
información acerca de los productos y servicios que contratan por parte de las instituciones oferentes
y sean tratados de forma justa sin ser perjudicados por la ejecución de poderes de mercado; en vista
de la dificultad que tienen los consumidores para observar el precio y comparar entre diferentes
contratos financieros, (iv) asegurar precios justos; debido a que el estado puede alcanzar economías
de escala en la persecución de fraudes y es el responsable del enforcement de la ley, (v) proteger a los
consumidores de fraudes; y finalmente, (vi) prevenir eventuales discriminaciones no estadísticas que
podrían surgir ante diferencias de genero, raciales, religiosas, entre otras.

En Stiglitz (1993), el autor presenta lo que él denomina “principios de regulación”. Estos principios
generan un sistema regulatorio que dada sus condiciones, se basa en mecanismos de control
indirectos. Lo que lleva a utilizar estos mecanismos son la gran cantidad de variables no observables
que conviven en el mercado y su evidente dificultad o alto costo de monitoreo (es inviable para un
ente regulador supervisar que cada crédito otorgado sea prudente, cada colateral que respalda un
crédito esté bien valorado, detectar cada conflicto de interés, etcétera). Los mecanismos indirectos
son descritos como el alineamiento de incentivos entre regulador y regulado, a lo cual se suma una
serie de restricciones que buscan reducir el riesgo moral.

Por su parte, Campbell et al (2010), al hacer referencia a la estructura regulatoria de los mercados
financieros orientada al bienestar de los consumidores, sigue la línea propuesta por Jackson y Symons

14
(1999)5, en donde se plantea que el sistema regulatorio mundial, pero más específicamente en Estados
Unidos, está organizado según lo que ellos denominan los tres sectores financieros tradicionales. El
enfoque regulatorio se concentra así en la toma de depósitos, las transacciones de títulos, valores e
instrumentos y en la industria de seguros. De esta forma, al ingresar una firma a una de estas líneas de
negocios (para lo cual generalmente deben obtener una licencia de las autoridades correspondientes)
deben adecuarse a las regulaciones requeridas para cada grupo, lo cual consiste en reportes periódicos
y aceptar ser supervisados y examinados regularmente.

El mismo estudio realiza una revisión de los mecanismos empleados clásicamente para llevar a
cabo las intervenciones por parte de los reguladores al mercado. Los diferentes mecanismos se
presentan haciendo alusión a una clara característica que las intervenciones regulatorias han tenido:
las estrategias determinan que los roles recaigan mayormente en acciones de privados más que en un
accionar público o estatal activo, dándole gran importancia a la autorregulación. Lo que primero se
menciona es la educación financiera, afirmándose que muchos gobiernos han tratado de promover
esfuerzos en esta materia, a pesar de la pobre evidencia sobre su eficacia. Luego se exponen las reglas
antifraude (que se basan principalmente en castigos), disclosure y responsabilidad fiduciaria. Esta
última se refiere a la responsabilidad que adquiere una parte cuando recibe y debe administrar
recursos ajenos, debiéndose íntegramente al cumplimiento de los intereses de quien aporto ese
capital. Posteriormente se mencionan los diversos estándares y requisitos sobre los cuales se deben
regir las instituciones oferentes. Dentro de estos existen algunos de carácter obligatorio, que buscan
tener operando instituciones idóneas como también limitar ciertos productos y servicios, mientras que
otros, de carácter voluntario y generalmente a cambio de algún grado de certificación, son empleados
para dirigir al mercado hacia conductas deseables pero no necesariamente indispensables. Finalmente,
se habla de mecanismos de control de precios y tasas (que lo que buscan es evitar la usura y la
discriminación no estadística), mecanismos de enforcement y mecanismos de validaciones externas
(auditorías).

Como se desprende de lo anterior, se observa que el modelo clásico de regulación financiera se


sustenta en políticas de exposición de información, lo cual hace sentido dadas las características de
estos mercados y de dónde se originan sus fallas. A esto se le suma un complemento que busca regular
malas prácticas, específicamente abusos de poder de mercado, fraudes y discriminación. Para llevar a

5
Jackson, Howell E. y Symons, Edward L. (1999). “The Regulation of Financial Institutions: Case and
Materials.” St. Paul, MN: West Publications.

15
cabo esto, se emplean principalmente lo que Stiglitz denomina “mecanismos indirectos” de manera de
evitar tener un sistema regulatorio demasiado costoso. Esta característica en el sistema es una de las
que abre a discusiones sobre sus limitaciones e incluso en algunos casos lleva a hablar de fallas
regulatorias, las cuales se presentan a continuación.

La línea regulatoria en el contexto de economías neoliberales se ha caracterizado por la (muchas


veces excesiva) prudencia con que se interviene al mercado. La difusa separación que existe entre una
política regulatoria que inhiba el crecimiento, la eficiencia y la innovación y una que descuide la
volatilidad e intensidad de los ciclos económicos, hace difícil definir un camino a seguir. Sin embargo,
en la realidad, la gran mayoría de las economías occidentales se han caracterizado por permitirse más
holgura hacia una desregulación del mercado, temiendo que acciones contrarias limiten el progreso de
estos.

Lo cierto es que al parecer no se ha logrado establecer políticas consistentes de alineamiento de


incentivos dentro de los diversos actores de los mercados (consumidor, oferente y regulador). Prueba
de esto son los constantes abusos que se observan en la realidad en desmedro de los consumidores,
también las inconsistencias de importantes instituciones financieras que se han observado en la
reciente crisis y el a veces torpe desempeño de las autoridades fiscalizadoras. Adicional a esto, el
supuesto de consumidores racionales aún juega un papel muy importante en los diseños de
regulación, lo cual denota descuido frente a los que debiesen ser los actores más importantes del
mercado, los consumidores.

Acharya, Cooley, Richardson y Walter (2011) plantean una visión bastante crítica de cómo se
constituye el modelo de regulación financiera en la actualidad, argumentando que la reciente crisis
financiera mundial es una evidencia de las fallas de diseño del sistema regulatorio. Los autores creen
que la continua desregulación, liberación de mercados y el consiguiente traspaso de responsabilidad y
disciplina a estos mismos, terminaron por desestabilizar el sistema financiero mundial. Gradualmente
se fue desatendiendo evidentes fallas de las cuales adolecían los mercados, lo cual se transformó en
un panorama de excesivas libertades, principalmente, para las instituciones que componen la oferta.

Por otra parte, es importante destacar las trampas en que puede caer la regulación si no se dan
las instancias en un ambiente de solida institucionalidad. Benston (2000) plantea que generalmente en
el proceso de preparación y modificación de reglas regulatorias, son incluidos representantes de la
industria. Esto para evitar imponer altos costos innecesarios para los proveedores de servicios

16
financieros. Los que tienen una mayor probabilidad de participar en estos procesos son las
instituciones más grandes, las mejor posicionadas y las que mantienen mejores estándares dentro del
mercado. Sin embargo, lo que no acotan los autores es el potencial problema de captura que se
genera en estas instancias, donde por problemas de coordinación, los consumidores típicamente
quedan subrepresentados. En esta línea, en Campbell et al (2010), los autores recalcan que la
regulación financiera, como cualquier otra, está sujeta al proceso político, el cual puede
eventualmente ser capturado y utilizado para alcanzar metas políticas de corto plazo en lugar de las
metas económicamente deseadas desde un principio.

Son estas limitaciones que posee el sistema regulatorio financiero que impera en gran parte de las
economías modernas las cuales hacen deseable que la discusión frente al tema se enriquezca con
diferentes propuestas y puntos de vista. Adicionalmente a un eventual cambio en el paradigma de la
regulación financiera que mejore el funcionamiento de los mercados y el bienestar de sus
participantes, en el presente trabajo se discuten dos posibles vías complementarias y no sustitutas a la
regulación. Justamente con la intención de ampliar la discusión, se analizará a continuación la función
que pueden cumplir esfuerzos en educación financiera y, posteriormente, algunos aportes
interesantes que pueden ser recogidos del campo de la economía conductual.

3- PRIMER COMPLEMENTO A LA REGULACIÓN PARA LA PROTECCIÓN DEL CONSUMIDOR:


EDUCACIÓN FINANCIERA

Dadas las características de los mercados financieros, como ya fue analizado, existen diversos
espacios de mejora en cuanto al funcionamiento de estos y sus implicancias para los consumidores
que participan en ellos. Adicional a un eventual cambio de paradigma en relación a la forma y el rol
que la regulación financiera ha tomado persistentemente en los años pasados, la primera idea que
revisaremos como propuesta complementaria es la educación financiera, la cual hace referencia a
traspasar a los consumidores conocimientos básicos pero fundamentales acerca del funcionamiento
práctico del mercado financiero. Esto con el fin de mejorar las capacidades de los individuos pensando
en una mejor toma de decisiones y de esta forma generar aumentos en su bienestar.

17
a. Por qué es necesaria la educación financiera

Si bien es cierto que los mercados financieros cumplen un rol fundamental dentro del adecuado
funcionamiento del sistema económico, aún con el grado y estilo de regulación empleado en la
actualidad, subsisten situaciones y estados no deseables dentro de estos. Particularmente en un
enfoque de protección al consumidor, los mercados financieros evidencian resultados que se alejan de
los óptimos o de las zonas deseables. Esto, debido a las fallas anteriormente mencionadas.

Más allá de la interrogante de si estos resultados subóptimos se explican por una carencia
cuantitativa de la regulación, o bien por una falla en el diseño y aplicación de esta (carencia
cualitativa), lo cierto es que los consumidores no están accediendo en su totalidad a las potenciales
mejoras de bienestar que estos mercados en particular les podrían brindar. Willis (2008) plantea que
por diversas razones, tanto en el espacio de interacción del mercado como por ciertas características
de los participantes, los outcomes de esta instancia están por debajo respecto del potencial que
podrían entregar en aumentos para el bienestar y la autonomía de los consumidores.

Si los resultados de la interacción descentralizada más un componente regulatorio no son los


esperados, entonces adicional a la revisión del sistema regulatorio surgen visiones de esfuerzos
complementarios en pos de proteger al consumidor. La primera de las dos que revisaremos en este
documento es la educación financiera (EF). Esta iniciativa tiene como objetivo mejorar el manejo
financiero que realizan los hogares, los cuales por lo general no poseen una familiarización suficiente
con los conceptos más básicos que podrían ayudarlos al mejor entendimiento de los productos y
servicios financieros que contratan, además de tener un lento y accidentado proceso de adquisición de
experiencia en la materia. Estas dificultades se ven acentuadas en la medida que nos enfocamos en
grupos de la población con menores ingresos y nivel educacional.

En línea con lo anterior, Kozup y Hogarth (2008) define el problema como la existencia de un
ambiente adverso para los consumidores dentro de los mercados financieros, lo cual se traduce en
comportamientos que se podrían resumir como subóptimos y que no reportan el aumento de
bienestar que las determinadas transacciones tendrían potencialmente. En Lyons y Neelakantan (2008)
se presenta una visión más categórica y se explica que las decisiones financieras de los hogares serían

18
definitivamente erradas producto de que no tienen las herramientas necesarias para poder
comportarse de manera consistente con sus óptimos. A su vez, Lusardi (2008) explica con evidencia
que esta carencia en el correcto desempeño en los diversos mercados financieros por parte de los
agentes se debe a una clara falta de manejo en temas básicos como la correcta realización de cálculos
numéricos simples y el desconocimiento de conceptos de finanzas (tales como intereses simples y
compuestos, diferencia entre valores reales y nominales, etcétera)6. Apoyando las visiones anteriores,
en Campbell, Jackson, Madrian y Tufano (2011) se desarrolla la idea sobre el comportamiento muchas
veces sesgado e inconsistente de los consumidores. En referencia a esto, se muestra lo que en la
práctica los individuos realizan y cómo se comportarían si tuviesen una visión más clara de como lograr
su estado óptimo.

Haciendo referencia a la adquisición de experiencia, Campbell et al (2011) hace alusión al difícil,


lento y complejo proceso de aprendizaje que tienen los hogares en materia financiera. En primer lugar,
la dificultad del aprendizaje en la práctica (learning by doing), dada la poca frecuencia con que los
consumidores se enfrentan a decisiones tales como elegir un crédito hipotecario o planear la
jubilación, además de que sus resultados (positivos o negativos) se podrán analizar al cabo de periodos
largos de tiempo y será complejo hacerlo debido a que pueden haber ocurrido importantes shocks
aleatorios que los alteren. Segundo, la opción de aprender de terceras personas también es compleja,
debido al alto grado de heterogeneidad que existe entre los consumidores. Lo anterior se refleja en
que eventualmente lo que puede ser un comportamiento óptimo para un individuo, puede incluso
causar daños a otro. Finalmente, la rápida evolución y tendencia hacia la complejización de los
mercados producto de la constante innovación financiera reduce la relevancia de un posible efecto
hereditario de conocimientos. En otras palabras, la poca frecuencia de acciones que permiten reunir
experiencia financiera se suma a (i) la dificultad de evaluación sobre si las decisiones han sido
acertadas o erradas, (ii) la complejidad de aprender de ejemplos cercanos y (iii) a la rápida
obsolescencia de los conocimientos.

Al análisis de la evidente carencia en alfabetización financiera es interesante agregar como se


distribuye esta dentro de la población. Existen diversos estudios que plantean los detalles de lo
anterior. Dentro de los más destacados se encuentra el de Atkinson y Messy (2012), donde se realiza
un estudio con 14 países donde encuentran diferencias significativas de conocimientos básicos a través

6
Annamaria Lusardi es una de los autores que más ha investigado en iniciativas de educación financiera y que
expresamente apoya la EF como un punto clave en la protección al consumidor financiero.

19
de diferentes grupos de interés. Las pruebas realizadas en este evidencian que: (i) las mujeres tienen
peores niveles de entendimiento que los hombres; (ii) los mejores resultados se dan entre personas de
35 a 60 años (los jóvenes aún tienen poca experiencia y los adultos mayores ven como la evolución del
mercado los deja con conocimientos atrasados, además de presentar mayores limitaciones en
habilidades cognitivas); (iii) individuos con mayor nivel de ingresos obtienen mejores resultados; y
finalmente (iv) individuos con mayor educación, también obtienen un mejor desempeño. Lo anterior
se refuerza con lo expuesto en Lusardi (2008), que muestra que la dispersión de desconocimientos
financieros en la sociedad estadounidense se reduce al encontrar que mujeres, jóvenes,
afroamericanos e hispanos y grupos con menores niveles educacionales concentran la mayor parte de
los malos resultados.

Por otra parte, la creciente complejización a la cual han tendido históricamente los mercados
financieros también representa un factor clave a la hora de analizar el entendimiento con que los
consumidores se desenvuelven en ellos. Quienes defienden la postura de que la EF es lo que se
necesita para mejorar los pobres niveles expuestos, consideran que este entendimiento por parte de
los individuos es clave para mejorar el impacto en bienestar que los mercados financieros están
teniendo. Campbell et al (2011) pone énfasis en la evolución hacia estados de cada vez mayor
complejidad en los mercados financieros como consecuencia de la innovación en el área. Lo anterior
sería una causante de lo que los autores consideran comportamientos no racionales y no consistentes
de los consumidores. En la misma línea argumentativa Miller, Godfrey, Levesque y Stark (2009)
proponen que el rápido proceso de crecimiento y consiguiente complejización que los países en
desarrollo están experimentando los mercados financieros, pone en primera línea la necesidad de
junto con generar una mayor inclusión financiera, desarrollar esfuerzos por mejorar el entendimiento
de estos dentro de la población.

Tomando lo expuesto por la literatura relevante, aparentemente, los bajos niveles que arrojan los
estudios acerca del manejo de conceptos básicos, tanto numéricos como financieros, hacen necesario
un impulso en las políticas de EF. De esta forma, los niveles de conocimientos aumentarían y
eventualmente el desempeño de los consumidores en los mercados financieros tendría un impacto
positivo. Para seguir con el análisis, a continuación se revisa el estado de la situación actual para
nuestro país respecto del manejo de conceptos básicos en la población.

20
b. Cuál es la situación en Chile

Así como diversos estudios analizados en este trabajo han realizado encuestas para conocer el
verdadero nivel de EF que poseen los habitantes de diferentes países, a continuación se presentan las
características de la población chilena respecto de sus niveles básicos de conocimientos financieros y
habilidades numéricas.

Para realizar este análisis de la población chilena se utilizó la Encuesta de Protección Social (EPS)
realizada el año 2009. Esta encuesta es llevada a cabo por el Centro de Microdatos de la Facultad de
Economía y Negocios de la Universidad de Chile y se compone de una muestra de cerca de 20.000
observaciones. En la mencionada versión se incorporó por primera vez un modulo en el cual se
realizan diversas preguntas que apuntan a medir el nivel de conocimientos financieros y habilidades no
cognitivas. Dentro de las preguntas realizadas en dicho apartado, se repiten algunas empleadas por los
estudios analizados anteriormente, lo que nos permite comparar directamente ciertos niveles dentro
de Chile con el resto de los países incluidos en estos7.

Lo que muestran los datos es simple y claro: existe un preocupante bajo porcentaje de
entrevistados que posee las habilidades numéricas para hacer cálculos básicos de división (39%) y de
porcentajes (45%), que entiende y maneja los conceptos referentes a intereses bancarios (47%), que
comprende cómo afecta la inflación a sus ahorros (18%) y que conoce el concepto de diversificación de
riesgo (41%). Estas pobres cifras, cuando las separamos por género, evidencian que en promedio las
mujeres tienen un 7% menos de respuestas acertadas que los hombres, no existiendo ninguna
categoría en particular en que se desempeñen por sobre sus pares masculinos. Más aún, cuando
evaluamos cómo se comportan los resultados en diferentes grupos etarios, donde se podría esperar
que dada la mayor experiencia de algunos, estos obtuvieran un mejor desempeño, los números dicen
lo contrario. Es decir, si desglosamos los resultados y observamos grupos donde la edad es al menos
mayor a los cincuenta años, a pesar de haber experimentado etapas de la vida en donde han sido
necesarias decisiones financieras importantes, no poseen mejor rendimiento. Esto apoya el argumento

7
Para revisar cifras y comparaciones con más detalle revisar anexo.

21
de que la gente de avanzada edad pierde habilidades cognitivas además de que su experiencia se torna
obsoleta por sobre el de acumulación de experiencia y conocimientos.

Cuando contrastamos con el resto de los países para los cuales se dispone de información
comparable, se ve que Chile evidencia un evidente atraso en cuanto a niveles de conocimiento
financiero y numérico a nivel general. Particularmente, en relación al entendimiento y cálculo de
intereses, únicas cifras enteramente comparables, los resultados muestran que Chile se ubica dentro
de los peores evaluados junto con Albania, Perú y Sudáfrica con 47%, 40%, 40% y 44% de respuestas
correctas respectivamente. Situación diferente es la que evidencian Estonia y Alemania con 64% de
aciertos e Irlanda con un sorprendente 76% de rendimiento.

En tanto, cuando nos enfocamos en los grupos etarios analizados por Lusardi (2008), también se
observa que el nivel de conocimientos acerca de intereses, inflación y diversificación de riesgo son
menores, aunque en este caso la brecha que se observa con Estados Unidos (país donde se realiza el
estudio) es menor. Para este grupo de interés, la única categoría en que nuestro país tiene un mayor
porcentaje de respuestas correctas es en la pregunta referente a diversificación de riesgo (35,2%
versus 33%).

En esta línea, a comienzos de este año el Ministerio de Desarrollo Social anunció que comenzaba
con un programa de educación financiera centrado en generar buenas prácticas y decisiones sanas en
los hogares chilenos. Principalmente la medida apunta a reducir los niveles de endeudamiento al cual
se someten los individuos, sin embargo, esta iniciativa puede ser calificada como limitada, pues
beneficiaba a un grupo de 5.500 personas. A pesar de su reducido alcance, este programa pudiese ser
utilizado como un primer acercamiento o primera etapa, evaluando su impacto y beneficios, de modo
que a futuro este pudiera ser perfeccionado y, de ser exitoso, ser impartido a un espectro más amplio
de la población.

Adicional a esto, el 5 de marzo de este 2012, comenzó a regir una ley complementaria a la Ley de
Protección al Consumidor que da origen al Sernac Financiero, organismo que intenta fortalecer los
derechos de los consumidores de productos y servicios financieros, además de imponer nuevas
obligaciones a las empresas proveedoras de estos. Principalmente sus líneas de acción están ligadas a
asuntos de políticas de disclosure, teniendo como medidas insignes el “Sello Sernac”, un indicador de
la carga anual equivalente y una hoja de resumen de condiciones. Sin embargo, también se inscriben

22
nuevas exigencias para la oferta, como por ejemplo la prohibición de ventas atadas de productos y
servicios, entregándoles mayor libertad a los consumidores.

c. El enfoque de la educación financiera

Las distintas opiniones existentes en la literatura referente a EF no defieren significativamente de


cuál es el diagnóstico del problema. En general existe un consenso de que al imperfecto
funcionamiento de los mercados financieros se asocia una brecha de mejoras posibles, comprendida
entre nivel de bienestar social que generan (outcome efectivo) y el que podrían eventualmente
entregar dadas ciertas condiciones (outcome potencial). También existe medianamente un acuerdo
sobre cuál es el objetivo que persigue la EF. Sin embargo, en la discusión de cuál es el camino para
conseguir esos objetivos y finalmente subsanar los problemas diagnosticados, se aprecia una mayor
diversidad de ideas.

Es bastante claro que lo deseable sería tener consumidores financieros que se comporten de una
manera acorde a sus condiciones de óptimo. Individuos que, dadas sus características personales
(heterogéneas) y dada la gama de opciones que enfrentan, tomen sus decisiones entendiendo cuales
son las implicancias que cada alternativa tiene para su presente y futuro. En otras palabras, que cada
persona posea el conocimiento y las herramientas necesarias para tomar las mejores decisiones
financieras posibles a lo largo de su vida. Luego, donde se aprecian divergencias es en las medidas
necesarias para generar el ambiente propicio a lo mencionado anteriormente, sin embargo estas
divergencias son mayoritariamente en cómo debe ser complementada la EF.

En Kozup y Hogarth (2008) se desarrolla el concepto de seguridad financiera, hacia el cual


consideran deseable que apunten las decisiones de los agentes. Esta idea se relaciona con un manejo
financiero responsable y saludable dentro de los hogares. Para lograr este objetivo, los autores
proponen una conjugación de diversas medidas, las cuales provienen de tres actores fundamentales:
los consumidores, las instituciones financieras y los entes reguladores apoyados por el ámbito
académico. Los autores sostienen que las medidas necesarias implican esfuerzos por mejorar la EF,
una mayor estandarización y mejor manejo de la información de productos y servicios financieros y,

23
finalmente, mejores practicas empresariales. Es decir, una unión complementaria entre mercado,
regulación y educación.

Por su parte, Lusardi (2008) plantea que el diagnóstico de evidente carencia de experticia en
materias básicas financieras y de habilidades numéricas, se contrapone con la necesidad de que los
individuos estén capacitados para una correcta toma de decisiones basada en la disposición y
entendimiento de la información, intentando alcanzar con esta, mejoras en el propio bienestar8. Para
lograr este objetivo se propone tomar dos medidas que se complementen con los esfuerzos en EF.
Primero, facilitar la toma de decisiones financieras, en lo cual debe cumplir un rol fundamental el
Estado y los empleadores. El Estado a través de sus programas sociales, aprovechando lo que llama
“momentos educacionales” y que consisten en determinados eventos a lo largo de la vida de una
persona que lo hacen más propenso y mostrar una mejor disposición a educarse (por ejemplo el
nacimiento de un hijo, la compra de una casa, la decisión de un plan de jubilación, etcétera), mientras
que los empleadores, deben incentivar al empleado hacia el ahorro y la responsabilidad9. Y Segundo,
generar un diseño que permita la correcta entrega de conocimientos a quienes lo necesitan. Para lo
anterior el documento presenta, entre otros, dos ejemplos: educar a quienes solicitan servicios de
deuda (plantea emplear un sistema de certificación de conocimientos del estilo de licencias de
conducir, en el cual aquel individuo que va a tomar deuda certifique que tiene una cierta base de
conocimientos) y crear instituciones o guías certificadas de consejos e información.

La autora recalca que todo lo anterior debe ser trabajado con un punto de vista integrador, pero
teniendo en cuenta la importante heterogeneidad que existe entre los individuos, evitando que todos
se comporten financieramente de una manera determinada en lo particular. Plantea que la EF debe
enfocarse en conocimientos básicos, pero no por esto se debe caer en la tentación de creer que
esfuerzos pequeños serán suficientes para revertir la situación.

En una línea que compara y evalúa constantemente la relación entre la práctica y la teoría, Lyons y
Neelakantan (2008) plantea que la EF enfrenta tres desafíos principales: definir el éxito financiero,
ayudar a cambiar los comportamientos subóptimos para lograr el éxito y evaluar si se ha logrado este
éxito. La dificultad para lograr los desafíos expuestos surge de la gran heterogeneidad de óptimos
existente entre los individuos de una sociedad, lo cual se contrapone con el deseo constante de

8
En esta línea la autora indica la deseabilidad de que los individuos tengan comportamientos financieros
sanos tales como ahorrar y no sobreendeudarse, planear la jubilación, etcétera.
9
No debiese resultar difícil imaginar políticas que intenten alinear incentivos del empleador en esa línea.

24
estandarizar mediciones y parámetros. Evidencian además un quiebre entre la teoría y la realidad,
proponiendo que los consumidores no ven una relación clara entre sus experiencias y lo que dictan los
académicos. Los autores plantean que para poder medir el desempeño financiero de los hogares e
individuos se debe emplear cuidadosamente indicadores que no olviden las diferentes existentes entre
estos.

Una mirada más integral es la que aporta Miller, Godfrey, Levesque y Stark (2009), en donde
postulan que el concepto de EF es similar a cualquier tipo de educación. El aprendizaje se
comprendería de procesos que buscan empoderar a los individuos para que, con amplitud de
herramientas y de visión, se enfrenten de mejor manera a situaciones a partir de las cuales, a través de
un juicio crítico, decidan y actúen buscando su propio bienestar. La EF para ellos debe ser vista como
un mejoramiento en la relación información-comportamiento. Debe ser capaz de habilitar a los
consumidores para (i) una mejor toma de decisiones en materia financiera, (ii) una verdadera
apreciación sobre los derechos y responsabilidades de las partes involucradas y (iii) un correcto
manejo y entendimiento del riesgo. Los autores plantean que teniendo un esfuerzo complementario a
la regulación, como lo serían proyectos de mejoramiento en EF, se podría incorporar mayor eficiencia
y calidad a los mercados. Lo anterior se explicaría a través de los dos principales mecanismos
explicados a continuación. En primer lugar, se puede argumentar que mercados que presentan
asimetrías de información en favor de la oferta tendrán un peor desempeño. Lo que caracterizará a
estos mercados será una oferta compuesta por consumidores que no poseen las herramientas para
tomar decisiones de carácter óptimo para ellos, lo que les significará un mayor nivel de costos a
internalizar. Más aún, eventualmente habrá una porción de consumidores que no verá en el mercado
una solución factible o deseable a sus necesidades, por lo que no participará de este. Una segunda
implicancia sería que consumidores instruidos en los conceptos básicos de las finanzas ejercerían una
presión por mayor competitividad en los mercados, lo que se reflejaría en mayor transparencia y
mejores precios. También empujarían a las autoridades a mantener estándares regulatorios y de
supervisión. Adicionalmente a estos dos mecanismos, el estudio plantea que consumidores con
mejores niveles de EF se transforman en agentes que representan menor riesgo, lo cual sumaría un
factor de estabilidad para la economía en su conjunto. Finalmente se expone evidencia acerca de la
excesiva confianza que tienen los agentes a la hora de enfrentar decisiones financieras, cayendo en lo
que ellos definen como conductas imprudentes. Este tipo de comportamientos, dada la falta de
conocimientos, puede llevar a resultados que afecten directamente el bienestar de los consumidores,
lo que empeora los outcomes de los mercados financieros. Este último argumento a favor de la EF, lo

25
complementan con algo similar a lo propuesto por Lusardi (2008): existen ciertos “momentos de
enseñanza”, en los cuales los individuos pueden experimentar un proceso de aprendizaje más rentable
en términos de esfuerzo y resultados.

Luego de revisar los planteamientos referentes a la necesidad de iniciativas de EF provenientes de


los principales autores en la materia, así como los diferentes (pero no demasiado diversos) enfoques
de aplicación de estas, surge la inquietud de analizar los alcances que pueden llegar a tener estos
programas. A continuación se revisa cuáles son las limitaciones más probables de la EF como
complemento a la regulación y se ahonda en lo que pareciera ser un vacío en los argumentos a favor
de esta: la falta de evidencia acerca de su efectividad.

d. Limitaciones de la educación financiera

A pesar del carácter aparentemente favorable de las iniciativas para impulsar la EF dentro de los
distintos círculos de la sociedad, existe poca evidencia en la literatura acerca de su efectividad como
solución al problema de protección al consumidor financiero. Más aún, existen estudios que muestran
la pobre implicancia en mejoras de comportamientos financieros que la EF le reporta a los hogares.

Si bien es cierto, gran parte de la falta de sustento a favor de este tipo de iniciativas se produce
como un resultado de la falta de recursos que han sido destinados, tanto en el sector privado como en
el sector público, a la evaluación y mejoramiento de los planes de EF. Adicional a lo anterior, la
naturaleza del problema hace que las variables sean difíciles de medir por diversas razones, dentro de
las cuales se pueden mencionar las características de la población estudiada.

La discusión sobre su efectividad está dividida. Sin embargo, quienes afirman que esta no es la
solución a los vacíos regulatorios, o más bien, no es el mejor complemento a la regulación financiera
reúnen la mayor cantidad de argumentos empíricos y teóricos a su favor. Lo que arroja la revisión de
estudios al respecto es la aparente razón de los opositores a la EF respecto a su impacto en los
consumidores. A continuación se analizan algunos estudios recientes que evidencian las limitaciones.

26
Lyons, Chang y Scherpf (2006) muestra que la EF puede resultar en mejoras de comportamientos
financieros, sin embargo, los resultados sugieren que los niveles de experiencia anteriores al proceso
de instrucción son finalmente más determinantes e importantes. Los autores plantean que en el plano
de evaluación de programas de EF, no se han obtenido resultados robustamente concluyentes debido
a que es difícil recolectar información sobre individuos de bajos niveles de EF, ya que hay una alta tasa
de abandono de los programas junto con una baja tasa de respuestas a las encuestas. Por otra parte,
algo que también dificulta la evaluación es el proceso de recolección de información de impacto se
hace difícil dada la naturaleza de las organizaciones que entregan EF10. Intentando hacer frente a lo
anteriormente descrito, el estudio empírico que realizan intenta capturar el efecto de una
“capacitación financiera” para un grupo de población estadounidense con bajos niveles de
familiarización de conceptos financieros. Este estudio lo basan en un método de self-report posterior
al proceso de aprendizaje, donde los individuos revelan información acerca de hipotéticas conductas
financieras una vez internalizado los nuevos conocimientos, y de cómo se hubiesen comportado previo
al proceso de educación. A pesar de lo limitado del método, se evitarían algunos sesgos relevantes. Los
resultados arrojan que existe un impacto positivo en conductas “blandas” o modificables en el corto
plazo (por ejemplo, comparaciones en el momento de adquirir productos financieros), sin embargo, el
impacto fue nulo en comportamientos que necesiten cambios más fundamentales (tales como una
conducta crítica para enfrentar problemas con los mismos productos financieros).

Una línea similar se expone en Lyons, Palmer, Jayaratne y Scherpf (2006), en donde se expone la
limitada evidencia acerca de causalidad existente entre iniciativas de EF y comportamientos más sanos
de parte de los consumidores. Los autores plantean que una evidencia robusta acerca de las
causalidades es de vital importancia para la actual y futura sostenibilidad de los programas de EF. Sin
embargo, las generalmente pequeñas organizaciones que se dedican a generar estas iniciativas no
poseen los recursos para mejorar los estudios de impacto en sus grupos de tratamiento.

Algo relacionado con lo planteado por los trabajos anteriores es lo que se concluye en Mandell y
Schmid (2009), donde con un análisis empírico se levantan serias dudas acerca de la efectividad de
largo plazo de los cursos de EF. Se demuestra que individuos que tuvieron cursos de conceptos básicos
financieros durante su etapa educacional no tienen un mejor desempeño en pruebas para medir el

10
Por lo general, afirma Lyons, Chang y Scherpf (2006), las instituciones que se dedican a impartir programas
de educación financiera son pequeñas organizaciones sin fines de lucro, con baja dotación de personal y bajos
niveles de financiamiento, lo que hace poco probable que implementen estudios de evaluación por sus
elevados costos.

27
nivel de EF. Los mismos individuos señalan no considerarse más orientados al ahorro, además de no
tener mejores comportamientos financieros que los que no realizaron cursos de finanzas básicas.

Probablemente quien más ha desarrollado la corriente crítica a la EF como estandarte de la


protección al consumidor financiero es Lauren E. Willis, quien ha publicado diversos estudios acerca
del tema, en los cuales se puede apreciar una tendencia cronológica hacia su conclusión final: la EF es
una falacia11.

En Willis (2008a) se presenta una visión crítica respecto de los alcances reales que podría llegar a
tener la EF. En dicho estudio, se muestra cómo ciertos grupos de interés e ideologías han influido en la
insistencia de considerarla como una solución factible y positiva para mejorar las condiciones en las
que el consumidor financiero se enfrenta al mercado y participa en este. Haciendo referencia a ideas
propuestas por Alan Greenspan12, expone como se ha ampliado la creencia sobre la supuesta
capacidad que tiene la EF para transformar a los consumidores en participantes responsables y
empoderados, motivados y capacitados para desempeñar comportamientos que se traducen en
impactos positivos para su propio bienestar. Willis utiliza esta visión para contrastar que en un mundo
idealizado como el anterior, donde los consumidores pueden manejar en la individualidad absoluta sus
propios créditos, seguros, ahorros e inversiones, la regulación no sería necesaria. (Incluso esta podría
ser contraproducente). Para exponer cómo la ideología se ha manifestado en la discusión, entre otras
cosas, menciona en primer lugar como la Financial Literacy and Education Commission13
constantemente ha publicado reportes que muestran los logros que la EF puede alcanzar, a pesar de
que estos mismos mencionan escuetamente la pequeña cuota de investigación concluyente acerca de
métodos exitosos. Adicionalmente, muestra cómo los defensores de los programas de EF se enfocan
casi exclusivamente en publicar las pésimas estadísticas acerca de los conocimientos conceptuales y
comportamientos financieros, sin embargo, no abordan de manera seria el cómo la EF va a solucionar
estos problemas.

11
“The Financial Education Fallacy” (2011) es su última publicación al respecto y la más crítica sobre el
tema.
12
Greenspan, Alan (2002). "Statement of the Chairman of the Board of Governors of the Federal Reserve,
Before the S. Comm. On Banking, Housing, & Urban Affairs", hearing on S. 969 (The State of Financial
Literacy and Education in America), Washington, D.C. , en Willis (2008a).
13
La Financial Literacy and Education Commission es una comisión creada por el gobierno estadounidense,
dependiente del Departamento del Tesoro, que tiene por objetivo ser la base de los esfuerzos para educar
financieramente a la población del país.

28
En el mismo estudio, Willis plantea que los costos de oportunidad relacionados a perseguir la
solución a los problemas de los consumidores en los mercados financieros mediante la EF son, a lo
menos, considerables. Los recursos que se podrían destinar a otras políticas públicas alineadas con la
mejora del crédito, de la cobertura de los seguros, del ahorro y de las decisiones y comportamientos
financieros son sustantivos, por lo tanto, es de evidente necesidad disponer de una evaluación seria
acerca de la efectividad de los programas de EF. Haciendo una completa y critica revisión de la
literatura, menciona como los principales problemas de los estudios de evaluación de impacto (i) la
poca confiabilidad de los datos, (ii) los problemas de diseño en la investigación, (iii) los problemas de
medición y (iv) los problemas con la interpretación de los datos (muestra como los sesgos ideológicos
impulsan a sugerir efectividad ante resultados inciertos, baja significancia estadística, etcétera)14.

Finalmente, como contraparte a toda la crítica realizada, en Willis (2008a) se plantean dos
alternativas de políticas públicas a la EF. La primera, centrarse en mejorar el comportamiento
financiero de los hogares. Tomando algo inicialmente propuesto por Bernheim, Garret y Maki (2001)15
y conjugándolo con lo planteado en un estudio de Lewis Mandell16, plantea ir en la dirección de lo que
llama Financial Norms Education. Si bien la propuesta anterior también apunta a cambios en los
comportamientos de los consumidores, consiste en impartir una suerte de “normas de buen
comportamiento financiero”, tales como el ahorro, en el lugar de impartir “conocimiento financiero”.
Como segunda alternativa de política, el autor plantea crear un sistema de counselling o
asesoramiento individual, el cual podría aumentar el bienestar financiero de los consumidores,
ayudándolos a tomar decisiones que se ajusten más a sus preferencias y la realidad económica. Esta
propuesta tiene la característica de que los individuos necesitarían tener la suficiente educación como
para poder seleccionar un asesor confiable y calificado dentro de una gama de oferta regulada por el
Estado, sin necesidad de que realicen cálculos complejos o proyecciones económicas por su cuenta.

En Willis (2008b), la visión crítica se agudiza, exponiendo que si bien la idea de un mundo de
consumidores “educados” es seductiva, la efectividad de la EF carece de soporte empírico. Más aún,
esta visión es prácticamente imposible de lograr. Dada la velocidad de cambio del mercado,
constantemente se amplía la brecha entre habilidades actuales de los agentes y las necesarias para
entender los complejos y no estandarizados productos y servicios financieros. Considerando que los

14
Para un desarrollo de cada idea por separado con más detalle, ver Willis (2008a).
15
Bernheim, B., Garret, D., y Maki, D. (2001) “Education and Saving: The Long-Term Effects of High School
Financial Curriculum Mandates”. Journal of Public Economics, 87: 1487-1519, en Willis (2008a).
16
Mandell, L. (2005) “Financial Literacy: Does it Matter”. Buffalo, NY: School of Management, University
at Buffalo, en Willis (2008a).

29
conceptos básicos están muy lejos de proveer lo necesario para comprender el funcionamiento de los
cambiantes y volátiles mercados financieros, parece imposible que proyectos de EF sean capaces de
nivelar el entendimiento del mercado por el lado de la demanda. No conforme con lo anterior,
conocimientos acabados acerca del funcionamiento del entorno financiero tampoco aseguran
decisiones correctas: los mecanismos heurísticos utilizados comúnmente para elegir, sesgos
personales e influencias emocionales interfieren en un comportamiento clásicamente racional, el cual
aseguraría un óptimo nivel de bienestar. Adicionalmente, se expone que en el día a día, la oferta de los
mercados financieros le lleva una ventaja natural a los propulsores de iniciativas de EF. Esta ventaja
consiste en la amplia diferencia de recursos que la industria dispone para capitalizar en beneficios esos
sesgos e inconsistencias propios de los consumidores, los mismos que intentan corregir los
“educadores financieros”.

Como argumento culmine contra la EF, en Willis (2008b) se plantea que sin estar suficientemente
documentada su efectividad, la EF puede ser un arma de doble filo. Para algunos consumidores puede
ser un factor que les conceda una mayor confianza en sus capacidades de decisiones acertadas (y no
así una mejora real en estas capacidades), lo cual puede transformarse en potenciales decisiones
dañinas para ellos mismos. Luego, en un hipotético marco donde los programas de EF son
generalizados, ante situaciones financieras apremiantes de los consumidores, una reacción
naturalmente posible sería responsabilizarlos por sus comportamientos subóptimos y desviar así las
presiones por una mayor regulación en el mercado.

En Willis (2011), la última publicación del autor a la fecha acerca del tema y la más radical, se
plantea que existen al menos dos razones de peso por las cuales no es deseable avanzar hacia un
mundo donde los agentes sean dejados a la deriva en los cambiantes mercados financieros con la EF
como herramienta: (i) el gasto en tiempo y la invasión a la privacidad que se requeriría sería muy alto
y, paradójicamente, (ii) existiría una disminución en la autonomía individual. Estos argumentos
debiesen ayudar a inclinar la balanza hacia la búsqueda de otras herramientas que podrían
potencialmente incrementar el bienestar financiero de los hogares a un menor costo social e
individual.

Como sustento del primer argumento anteriormente presentado se exponen los costos que
implicaría una verdadera EF en la sociedad. El panorama expuesto por numerosos estudios,
independiente de si apoyan o difieren de la idea de avanzar hacia la protección al consumidor a través
de la EF, es de un bajísimo nivel de manejo de conceptos financieros y habilidades numéricas. Es por

30
esto que una mejora en estos niveles, implicaría consecuentemente dar un salto en la educación
básica general. A esto se suma la complejidad y heterogeneidad presente en las decisiones financieras,
lo que significa que de aplicar sesiones de EF, estas debiesen ser de una personalización relativamente
alta. Sin embargo, el mercado evoluciona e innova constante y rápidamente, por lo que los programas
debiesen a su vez ir actualizando los conocimientos de sus integrantes y ex-integrantes a lo largo del
ciclo de vida. Las dificultades no terminan aquí, ya que como plantea Willis, el poco interés o incluso
resistencia a participar se presenta como otro obstáculo. Para sortearlo, la solución sería plantear la EF
como una instrucción obligatoria17. Finalmente, se profundiza en lo expuesto en Willis (2008b) acerca
de la diferencia de recursos disponibles por parte de la oferta de la industria financiera para tomar la
no racionalidad de los consumidores como oportunidades de incrementar sus beneficios y también
para protegerse de eventuales campañas pro EF en las cuales se advierta de comportamientos
predatorios por parte de las empresas.

Como consecuencia de lo anterior, para que la EF funcione, Willis plantea que esta debiese ser
impartida a lo largo de toda la población, intensivamente, con alta frecuencia, de manera obligatoria y
provista en el momento exacto de la toma de decisión, y por si pareciera poco, en un modo
personalizado para cada consumidor. Bajo esta lógica, los esfuerzos necesarios para llevar a cabo todo
este plan equivalen a una inmensa cantidad de recursos, lo cual se transformaría en un costo
imposible de abordar.

Luego, desarrolla el argumento de la pérdida de autonomía. Explica que generalmente se plantea


que la regulación restringe libertades individuales, y que es esa misma lógica la que hace a muchos
abogar por la EF, la cual empoderaría a los consumidores. Sin embargo, menciona que una EF efectiva
requiere de sustanciales intromisiones en la autonomía individual. Lo anterior lo justifica explicando
que los consumidores tendrían que aceptar una reducción del control sobre como gastar el tiempo y el
esfuerzo, además de cuándo, cómo y con quién compartir información financiera y psicológica
evidentemente privada. Junto con esto, la efectividad de técnicas para eliminar sesgos de los
comportamientos financieros depende de la posibilidad de cambiar el proceso de pensamiento, los
sentimientos, motivaciones y valores de los individuos. Adicionalmente, los programas de EF deberán

17
Willis (2011) hace referencia a Brown, A., y Gartner, K. (2007) “Early Intervention and Credit
Cardholders: Results of Efforts to Provide Online Financial Education to New-to-Credit and At-Risk
Consumers” (http://cfsinnovation.com/system/files/imported/managed_documents/earlyintervention.pdf),
donde se muestra que en Estados Unidos existen diversas iniciativas de EF, las cuales se presentan como
oportunidades y no son tomadas en cuenta por el publico. Irónicamente, quienes más se presentan
voluntariamente tienen mayores conocimientos y habilidades financieras.

31
hacer juicios técnicos y normativos para elegir qué partes enseñar de una teoría sin consenso acerca
de lo que comprende un “buen comportamiento financiero”. Esto condiciona en qué medida cambia el
comportamiento de un individuo “financieramente educado”, dejando de lado su autonomía.

Como contraparte, Willis plantea nuevas alternativas a la EF. Menciona que el camino más
eficiente para aumentar la cantidad y calidad de los ahorros y mejorar las jubilaciones, consiste en
alinear los incentivos entre oferta y demanda. Finaliza sus conclusiones con la siguiente afirmación
para quienes aún no concuerdan con el: “Una pista de por qué la EF puede ser vista como un
argumento a favor del libre mercado y en contra de la regulación es la cantidad de recursos que la
industria gasta en apoyar y realizar programas de EF, siendo que por lo general, un mercado donde el
consumidor “empoderado” reduce la rentabilidad de la industria”.

Por último, y a modo de conclusión acerca de las limitaciones que presenta la EF como un
complemento factible y efectivo para la regulación financiera cabe destacar que a pesar de sus
evidentes falencias, sería deseable que la población tuviera un mejor conocimiento básico de
conceptos financieros. Este manejo básico podría eventualmente tener un impacto positivo
reflejándose en una mejor relación problema-decisión en el aspecto financiero de los hogares. Sin
necesidad de emplear planes demasiado costosos, es clara también la deseabilidad de tomar medidas
que apoyen en esta dirección a los grupos objetivos en donde la ignorancia financiera se presenta con
mayor intensidad. Un argumento simple que apoya lo anterior sería el eventual efecto en mayor
inclusión financiera que estas medidas podrían traer al familiarizar más a las personas con el
funcionamiento del mercado. No obstante lo anterior, se debe buscar otras formas de completar las
fallas en el sistema regulatorio, las cuales deben ser alternativas factibles en su implementación y con
consecuencias económica deseables para la protección al consumidor sin dejar de lado el
funcionamiento del mercado.

32
4- SEGUNDO COMPLEMENTO PARA LA REGULACIÓN: APORTES DESDE LA ECONOMÍA DEL
COMPORTAMIENTO

Paralelamente al desarrollo de la ciencia económica más clásica, en las últimas décadas la


economía conductual ha progresado como una corriente integradora de disciplinas. Principalmente,
consiste en la combinación de la economía con la psicología, intentando describir con mayor
acercamiento a la realidad los comportamientos económicos de los individuos dentro de la sociedad.
Su principal lucha la ha dado en el campo de los supuestos, argumentando que una de las suposiciones
más básicas de la economía no se cumple, pues los individuos no se comportan completamente
racionales. En Mullainathan y Thaler (2000) se menciona que la investigación de la economía
conductual ha consistido en identificar las formas en que los comportamientos difieren del modelo
estándar y en mostrar cómo estos comportamientos importan en contextos económicos. Mientras que
Splinder (2011) resalta que el enfoque de la economía conductual no pretende imponer principios
normativos, como en contraste si lo ha hecho la economía neoclásica, sino más bien centrarse en el
testeo empírico de supuestos en las conductas económicas en un marco dado, transformándose en la
única manera de verificar los argumentos neoclásicos a parte de la econometría. Sin embargo, y como
se menciona en el trabajo de Splinder, se puede argumentar que los hallazgos de esta corriente no
siempre son generalizables, lo cual sería un requisito mínimo para poder extenderla al razonamiento
regulatorio. De hecho, en Fama (1998) se crítica a las finanzas conductuales exponiéndolas como una
serie de estudios ad hoc que hacen imposible pensar en un marco teórico general. Sin embargo
Splinder (2011) plantea que la economía conductual no tiene y no tendrá un lado normativo, sino más
bien, se preocupa de modificar los enfoques tradicionales para tomar en cuenta las posibles
distorsiones de mercado obviadas. Tampoco se propone generar un modelo radicalmente nuevo. Su
objetivo es modificar o adecuar los supuestos instaurados en la economía clásica. A continuación se
intenta explicitar el marco que define la economía conductual frente a las fallas del mercado
(particularmente el financiero) y posteriormente cómo esta corriente de la ciencia puede ayudar a
definir nuevas instancias o definiciones regulatorias de cara a la protección del consumidor financiero.

33
a. Economía conductual y fallas en la regulación del mercado financiero

Uno de los supuestos clave que asume la ciencia económica para hablar de eficiencia en los
mercados es la racionalidad de los agentes. Los mercados financieros no son la excepción. Incluso,
dado sus alcances en la economía real y en la de los hogares, se torna un pilar interesante de analizar.
Dentro de los estudios realizados en la línea de la economía conductual, una parte importante de estos
se ha centrado en el enjuiciamiento del grado de adecuación que puede tener este supuesto. Milton
Friedman aseguraba que la calidad de los supuestos en un modelo no debía ser juzgada por su
realismo, sino por su capacidad de generar resultados que predigan con mayor precisión la realidad18.
Sin embargo, la economía conductual ha hecho el centro de sus estudios los comportamientos reales
de los individuos que se alejan del modelo económico clásico, y en este contexto, ha apuntado
constantemente hacia la irracionalidad con que a menudo se comportan los agentes. El resultado: un
supuesto irreal en un modelo muchas veces normativo puede hacer daño, ya que insta a adoptar
conductas y, en ocasiones, medidas regulatorias que conducen a ineficiencias perjudiciales para el
bienestar social.

En Mullainthan y Thaler (2000) se expone como diversos economistas argumentan que la


combinación de fuerzas existentes en el mercado (particularmente la competencia y el arbitraje) y la
evolución de este, producen un “mundo racional”. Los argumentos revisados proponen que en la
economía, ante una situación desalineada de la racionalidad es el mercado mediante el arbitraje y su
evolución el que tornaría a sus integrantes hacia comportamientos racionales. Sin embargo, en primer
lugar, no todos los actos irracionales están sujetos a arbitraje. Se muestran ejemplos de decisiones
personales irracionales tales como el sub-ahorro previsional, donde no hay un tercero que pueda
apostar a una ganancia cierta dentro de ese acto de modo que sea corregido. En segundo lugar, el
razonamiento de la evolución parece errado, pues no se observa en la realidad que se cumpla. La idea
anterior consiste en el ajuste a través del tiempo de comportamientos subóptimos, tales como los
sujetos a arbitraje, y que desencadenaría en mercados que en el largo plazo tiendan a
comportamientos racionales o a la desaparición de estos de quienes no actúan de esa forma. En la
práctica se observan comportamientos irracionales transversalmente en todos los mercados y a través
de los distintos grupos al interior de cada uno. El estudio plantea que estas fuerzas fracasan al

18
Friedman, Milton (1966). “The Methodology of Positive Economics.” En Essays in Positive Economics,
Chicago: University of Chicago Press, 1966, pp. 3-16, 30-43.

34
observar que dentro de los agentes que participan en los mercados existen diferentes horizontes de
tiempo y, particularmente en los mercados financieros, se menciona la dificultad de aprendizaje y los
shocks que ensucian los resultados.

En el mismo trabajo, se plantea que el modelo económico estándar incorpora (al menos) tres
reglas de funcionamiento que resultan difíciles de conciliar con la realidad. Según los autores, citando
una serie de estudios teóricos y empíricos, asumir que los agentes de la economía se comportan
ilimitadamente racionales, con plena fuerza de voluntad y con absoluto egoísmo es alejarse de una
representación fiel de la realidad. Bajo esta argumentación, es posible explicar importantes fallas en la
asignación eficiente de recursos por parte de un mercado. Más aún, posiblemente donde más ha
contribuido la economía conductual es en el área de los mercados financieros, evidenciando que las
inconsistencias de los agentes económicos se presentan muy a menudo en este tipo de mercados.

En Tversky y Kahneman (1986) se presenta una visión bastante más crítica desde la corriente
conductual hacia la economía clásica. La tesis que se plantea es que la lógica de elección en el modelo
clásico de economía no provee una fundamentación adecuada para la teoría descriptiva de la toma de
decisiones. Los autores argumentan que las desviaciones del comportamiento real desde el modelo
normativo son demasiado amplias como para ser ignoradas, demasiado sistemáticas como para ser
omitidas (como un error aleatorio) y demasiado fundamentales como para ser acomodadas mediante
la relajación del sistema normativo. En el estudio se realiza una revisión de literatura analizando las
fundaciones de la teoría de la elección racional, basando su análisis en cuatro normas básicas de esta:
cancelación, transitividad, dominancia e invarianza. A continuación, revisan y demuestran fallas en
cada uno de estos supuestos, ejemplificando situaciones donde quienes deben tomar decisiones violan
reiteradamente dichas reglas. A la luz de lo argumentado, concluyen que es imposible reconciliar el
análisis normativo con el análisis descriptivo, lo que presenta evidentes complicaciones para la ciencia
económica. Explican que la prevalencia de la teoría de la racionalidad económica se debería a que
ninguna otra teoría de juicio y elección podría eventualmente superarla en cuanto a alcance, poder y
simplicidad.

Los estudios que han buscado demostrar con evidencia empírica el comportamiento no racional de
los individuos dentro de la sociedad son variados y los resultados que arrojan son contundentes y
evidentes: en la realidad el supuesto de racionalidad no se cumple totalmente, o al menos no todo el
tiempo. Existen situaciones y contextos donde es más probable encontrar comportamientos
racionales, sin embargo, la economía conductual ha sido exitosa en lo que Mullainathan y Thaler

35
(2000) indican como su principal objetivo: identificar si los comportamientos reales difieren del
modelo estándar y si es así, cómo. Teniendo en cuenta la forma en que se comportan los individuos en
el mercado, evidentemente se generan espacios para lo que Stiglitz denominaba cuasifallas de
mercado19: en los mercados financieros existen diversos problemas con el manejo de la información
(particularmente, mucha desinformación o bajo entendimiento de esta). Es decir, independiente del
nivel de disclosure que las instituciones financieras estén obligadas a entregar, de las restricciones en
productos y servicios, los consumidores no serían capaces muchas veces de tomar las decisiones que
se acomoden de la mejor forma a sus necesidades e impliquen mejoras eficientes en su bienestar. De
esta forma surge una línea importante de investigación, la cual hace referencia a la relación entre
economía conductual y la regulación de los mercados financieros. A pesar de esto, la corriente
conductual se ha limitado bastante a describir las diferencias entre los comportamientos reales y los
de la teoría, sin explorar mayormente las posibles implicancias que esto pudiese tener para efectos
regulatorios. Este trabajo revisa lo que se ha avanzado en la dirección de la relación economía
conductual-regulación, sin embargo es preciso que se enriquezca esta área.

Splinder (2011) plantea que el tradicional paradigma para los legisladores preocupados por la
protección a los inversionistas y consumidores siempre ha sido el comportamiento racional, y en
particular, sus supuestos de participantes bien informados en los mercados. De esta forma, las fallas
de mercado y la información asimétrica se combaten con la obligatoriedad de difusión de información
por parte de la demanda. Sin embargo, plantea, la reciente crisis es una expresión clara de los
problemas que tiene este enfoque tradicional en los mercados financieros. Ese paradigma tradicional
lo resume como supuestos de agentes racionales, procesamiento eficiente de información, y por lo
tanto, decisiones consistentes con sus preferencias20. No obstante, argumenta a continuación, la
teoría neoclásica igual explicíta la posibilidad de alteraciones a la eficiencia de los mercados como
consecuencia de costos de transacción y asimetrías de información21, sin embargo no se pone en duda
el modelo de racionalidad (más aún, el problema de incompletitud o inexistencia de mercado que se
genera producto de la asimetría de información es justamente el resultado de un cálculo racional de
los individuos, surgiendo nuevamente el argumento de que ante conductas irracionales, las fuerzas del
mercado debiesen corregir la situación). Como respuesta surge el modelo de mecanismos de
19
Stiglitz (1993).
20
Los autores utilizan la definición de Camerer, C., Isacharoff, S., Loewenstein, G. O’Donoghue, T. y Rabin,
M. (2003). “Regulation for conservatives: Behavioral economics and the case for asymmetric paternalism.”
University of Pennsylvania Law Review, 151, 1211-1254.
21
Akerlof, G. A. (1970). “The market for ´lemons´: Quality uncertainty and the market mechanism.”
Quarterly Journal of Economics, 84(3), 488-500.

36
señalización22 que explica como ante asimetrías se introduce nuevamente la eficiencia al mercado.
Una vez dicho esto, el autor menciona que en la reciente crisis financiera quedó en evidencia que
aplicar estos modelos al funcionamiento de los mercados financieros puede implicar deficiencias
importantes.

Siguiendo con el mismo trabajo, se exponen los puntos clave que la economía conductual aporta al
cuestionamiento del paradigma regulatorio neoclásico. En primer lugar, los consumidores se ven
sobrepasados con la información que reciben, tanto por la cantidad como por sus características.
Segundo, los individuos poseen una gran aversión a las pérdidas, lo que los hace tender hacia una
valoración absoluta de estas por casi el doble sobre las ganancias. Por último, se menciona la
importancia que cumple la procastinación en la toma de decisiones. Esta última, hace que los
individuos dilaten las tomas de decisiones o la realización de acciones, incluso sabiendo que llevarlas a
cabo en el momento implicaría un aumento en el bienestar. La explicación más acertada sería que los
costos o beneficios inmediatos tienen una relevancia mucho mayor que los que se ejecutarán en el
futuro, produciendo lo que Phelps y Pollak (1986) denomina “hiperbolic discounting utility”,
evidentemente alejándose de la lógica racional y alterando decisiones y planificaciones23.

Por su parte, Meza, Irlenbusch y Reyniers (2008) mencionan que los sesgos que plantea la
economía conductual más relevantes para los mercados financieros son: (i) la procastinación, (ii) la
aversión a las pérdidas y las inconsistencias intertemporales, (iii) el mental accounting, dentro del cual
resalta el exceso de confianza, (iv) el sesgo de status quo o inercia, que hace referencia a la dificultad
de tomar decisiones nuevas y (v) la sobrecarga de información.

La evidencia de irracionalidad en los comportamientos de los individuos muestra como uno de los
pilares básicos del enfoque regulatorio clásicamente empleado en los mercados financieros es irreal.
En consecuencia, Brainbridge (2000) concluye que dadas las fallas existentes en los mercados,
principalmente de información como bien público, sumado a comportamientos sostenidamente no
racionales de los agentes a los cuales apunta la economía conductual, el mercado arroja un resultado
que no es eficiente dada la regulación existente. Una vez concluido esto, propone mayor discusión en
la materia y mayor apertura para poder tener un eventual cambio de paradigma regulatorio.

22
Spence, M. (1976). “Symposium: The economics of information: Informational aspects of market structure:
An introduction.” Quarterly Journal of Economics, 90(4), 591-597.
23
Phelps, E. y Pollak, R. (1986). “On second-best national saving and game equilibrium growth.” The
Review of Economic Studies, 35(2), 201-208.

37
Por último, Dawnay y Shah (2005) destacan en una revisión un poco más amplia dentro de la
economía, que la corriente conductual aporta una serie de argumentos de eventual importancia para
los hacedores de política. Sin hacer referencia únicamente a los mercados financieros, argumenta que
el análisis económico neoclásico no pone en duda el supuesto de racionalidad y maximización del
propio interés, el cual, sin obviar su poder como herramienta económica, muchas veces puede ser mal
utilizado para el análisis y decisiones de regulación.

b. Identificando aspectos que permitan nuevas instancias de regulación

Los sesgos en los comportamientos de los agentes que la economía racional deja en evidencia no
han sido abordados de manera clara por parte de los diseños regulatorios en los mercados financieros.
Las demostraciones son claras, por lo que se debe internalizar este conocimiento en los procesos e
instancias de apoyo a los mercados. Para que se lleven a cabo eventuales planes de regulación
financiera que actúen en función de comportamientos no racionales de los agentes, lo primero es
enriquecer el debate y el surgimiento de ideas relacionadas al tema. El objetivo de esta sección en
ningún caso es más que eso. Nos enfocaremos principalmente en el grado de racionalidad con que un
agente económico actúa. Una discusión pendiente acerca de esta materia es si debe primar el aspecto
positivo de este concepto, o bien, debemos ir más allá y concentrarnos en este como un asunto
normativo.

Siguiendo la línea de Willis (2008a) y Willis (2008b), e intentando atacar los espacios de
irracionalidad persistentes en los individuos, el trabajo de Meza et al (2008) propone reducir los
niveles de persuasión que posee la oferta en los mercados financieros, los cuales considera un
aprovechamiento de instancias no racionales en la demanda. La idea consiste en inculcar reglas
generales de comportamientos deseables y extenderlas a la población. Sin profundizar en detalles, la
intención que plantean es de transmitir formas de pensamiento crítico frente a lo que las instituciones
financieras les ofrecen. Una forma simple de hacerlo es atando obligatoriamente a la publicidad de
ofertas, mensajes que hagan entrar en conciencia respecto a las decisiones que los individuos deben
tomar y que se relacionan con lo ofrecido, o bien incluso en instancias decisivas de la celebración de

38
un contrato financiero. Lo que se observa de este planteamiento es la idea de que las instituciones
financieras invierten importantes cantidades de recursos con el fin de capitalizar las acciones
irracionales de los consumidores en mayores ingresos. Como respuesta para contrarrestar esto,
simplemente se propone que el aparato regulador limite la inversión en esa dirección (que no genera
valor agregado a la economía, sino sólo transferencias probablemente regresivas), o que este imponga
advertencias o sugerencias en los diferentes servicios.

De la línea planteada por estos tres estudios se desprende un concepto implícito: dentro de los
actos irracionales, existirían ciertos “momentos racionales”, dentro de los cuales sería posible apelar al
sentido de largo plazo y consistente de los individuos y en el cual las decisiones tomadas, se acercan a
las de óptimo. Estos momentos racionales, que no son más que espacios de conciencia y análisis con
más detalle, podrían estar ausentes a lo largo de el ciclo de vida de un agente, sin embargo,
eventualmente podrían ser activados. Para clarificar la idea, supongamos un individuo promedio, que
tiene comportamientos con algún grado de inconsistencia o irracionalidad, y que posee un nivel
determinado de ingresos. En algún momento deberá tomar la decisión de que fracción de ingreso
ahorrar para su jubilación (simplifiquemos el caso asumiendo que no existe una fracción de ahorro
obligatorio de previsión), la cual probablemente será subóptima dada su irracionalidad e
inconsistencia. Este sería el caso si al momento de tomar la decisión, el individuo no estuviera dentro
de un “momento racional”. Sin embargo, supongamos ahora que la sociedad formaliza una instancia a
la cual cada individuo que recibe ingresos debe acudir a tomar la decisión de ahorro previsional, y en la
cual recibe consejos e información útil para efectos de su decisión, como por ejemplo la conveniencia
de darle la importancia que merece al futuro. Este diseño favorecería claramente la activación de un
“momento racional” en la instancia indicada (la toma de la decisión), ayudando de esta forma a
corregir esa cantidad subóptima de ahorro. Ahora bien, este simple modelo puede ser aplicado a
diversas decisiones financieras, pudiendo el consejo en la instancia formal tomar diversas formas,
desde un simple aviso de advertencia junto a la firma de un contrato financiero, hasta un proceso de
coaching personalizado ante ciertas decisiones más trascendentales en la vida.

El concepto de los “momentos racionales” también es sugerido implícitamente en Lusardi (2008),


cuando menciona que para ser efectivos en una búsqueda de mayor bienestar financiero en los
hogares, se debe aprovechar lo que denomina “tiempos educacionales”, los cuales estarían presentes
ante eventos importantes en la vida de una persona, tales como el nacimiento de un hijo, comprar una

39
casa, el matrimonio, etcétera. En esta misma línea, Miller et al (2009) también utiliza el concepto de
“momento enseñable”.

Se debe tomar en cuenta ciertamente, que al proponer este enfoque, estamos apelando al
componente normativo del concepto de racionalidad, entendiendo que lo que se debe hacer es inducir
a los individuos a actuar acorde a lo que el concepto dicta. No obstante, no significa que se descarten
de la discusión puntos de vista donde prime un enfoque positivo, ni que se crea que la solución está
únicamente en buscar el comportamiento racional de los individuos. Sin embargo, se debe tener en
cuenta ante posibles divergencias que la economía neoclásica con sus supuestos de racionalidad y
maximización de utilidad se ha desempeñado como una fuerza altamente normativista, siendo la
economía conductual una corriente bastante más positiva. Lo descrito anteriormente se formula como
una idea que intenta sumar al debate del mejoramiento al modelo de regulación financiera imperante.

Adicionalmente, se debe entender que incidir en los comportamientos de los agentes buscando
que estos sean acorde con el concepto de racionalidad, supone un cierto grado de invasión en la
libertad de los individuos. Sin embargo, lo que se busca es generar comportamientos consistentes, que
mejoren el bienestar, pero sin forzar a tomar determinadas decisiones. De esta forma, la invasión a la
libertad no sería mayor en ningún caso que aplicar restricciones a ciertos comportamientos o imponer
reglas más rígidas, como lo sería prohibir determinados productos o servicios. Por lo demás, esta
invasión a la libertad podría justificarse plenamente como una intervención producto de la existencia
de un bien no meritorio, donde el “bien” en cuestión es una decisión financiera que generará un
arrepentimiento futuro.

5- DOS TÓPICOS RELACIONADOS AL MERCADO DE LAS PENSIONES EN CHILE

A continuación revisaremos brevemente el funcionamiento del mercado de las pensiones en


nuestro país, analizando qué rol juega en las causas del funcionamiento incompleto de estos los
problemas revisados y asociados a EF y economía conductual. Esta revisión intenta evidenciar con un
ejemplo real cuáles son los puntos que llaman a debatir sobre cómo mejorar determinados aspectos
en función de la protección de los consumidores dentro de un mercado financiero específico

40
(pensiones). El ejercicio puede ser replicado para diversos mercados tales como crédito, seguros,
fondos mutuos, etcétera, y puede ayudar a identificar aspectos perfectibles dentro de la regulación.

El sistema de pensiones chileno funciona en base a un mecanismo de capitalización individual


administrado por instituciones privadas. Su principal función es asegurar una pensión estable para los
trabajadores que han concluido su vida laboral, como también la prevención de pobreza en la tercera
edad o en caso de invalidez mediante un pilar solidario. Este sector está regulado por la
Superintendencia de Pensiones, dependiente del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, ente que
actúa como supervisor del adecuado funcionamiento del sistema de pensiones y garante de este. La
cotización es obligatoria para los empleados contratados y voluntaria para aquellos que se
desempeñan independientemente. Si bien, desde el año 2010 los nuevos cotizantes que ingresan al
sistema no pueden escoger su Administradora de Fondos de Pensiones (AFP), luego de 24 meses, los
individuos pueden moverse libremente y cuantas veces quieran entre las 6 diferentes AFP listadas. Las
administradoras compiten tanto en la rentabilidad que le sacan a los fondos como en las comisiones
cobradas. La ley dispone que cada AFP debe ofrecer 5 fondos diferentes (del A al E) según el riesgo que
asumen en los instrumentos de inversión utilizados, regulando estrictamente la proporción de renta
variable y fija que los compone. Los cotizantes también pueden moverse entre los diferentes fondos
de inversión cuando y cuantas veces lo deseen. Finalmente, y sólo para tener en mente las magnitudes
en torno a lo que estamos discutiendo, el número de cotizantes según cifras de la Superintendencia de
Pensiones al mes de abril del presente año es de 4.084.882 trabajadores, la fuerza de trabajo ocupada
medida para la misma fecha según el Instituto Nacional de Estadisticas (INE) es de 7.621.070 y a
diciembre de 2011 los montos de ahorros previsionales administrados según la Asociación de AFPs
sumaban $70.377.420.000.000.

Luego de haber revisado en la sección 3 y 4 posibles aportes a la regulación y desempeño de los


mercados financieros desde el enfoque de EF y de la economía conductual respectivamente, a
continuación se detallan posibles amenazas a las que se ve expuesto el funcionamiento del mercado
de pensiones tomando en cuenta dichos puntos de vista.

Dada la libertad que entrega el sistema competitivo a los cotizantes para cambiar de administrador
y de fondo, existe la posibilidad de actuar como un inversionista relativamente activo en el manejo del
fondo de pensión. Esta situación es analizada en Larraín y Repetto (2011), donde se expone de cierta
forma que la contracara a esa libertad puede tener aspectos negativos para los individuos. Cuando una
persona no tiene los conocimientos adecuados, puede tomar decisiones que resulten ser perjudiciales

41
para sus ahorros, como por ejemplo, las decisiones que se toman ante una eventual crisis. Ante este
escenario, los fondos más riesgosos (A y B) serán los que con mayor certeza caerán, mientras que los
menos riesgosos (D y E) se comportarán más estables. No es raro observar que individuos que tienen
sus ahorros previsionales en el fondo A, posterior a la irrupción de la crisis, cuando la rentabilidad ya
ha caído, traspasan sus ahorros al fondo E habiendo experimentado la pérdida de valor de sus ahorros.
Durante la crisis a menudo se quedan en el fondo conservador, para luego, una vez que ya se observan
claros indicios de recuperación, vuelven a traspasar sus activos al fondo A cuando este ya está
recuperado, lo cual impide que recuperen las pérdidas iniciales. Esta situación se observó durante la
reciente crisis financiera global.

Justamente a este problema es al que se hace referencia en Willis (2008b), donde se plantea que la
EF puede comportarse como un arma de doble filo en la medida que no entregue realmente
conocimientos o nuevas habilidades, sino solamente confianza en las decisiones propias. En la medida
que las medidas de fortalecimiento de EF en la población impartan conocimientos espurios, el efecto
que se observará será negativo, traduciéndose en que la gente se sentirá más segura al tomar
decisiones igual de incorrectas que previo al proceso de capacitación financiera. Una medida que
puede ser más efectiva en el contexto de las pensiones podría consistir en enseñar a los individuos
como funciona el sistema de pensiones y que entiendan la importancia de un ahorro “seguro”,
evitando el activismo. Sin embargo, se debe tener en cuenta que existe una contracara y esta es que
habrá una porción de cotizantes que comprenderá que dado su nivel de ingresos, inevitablemente
terminará recibiendo una Pensión Básica Solidaria, lo cual lo instará a dejar de cotizar, ahorrar en otra
parte y finalmente recibir la misma PBS por parte del sistema. Lo importante es entender que la
solución al problema de la irracionalidad parece no ser resuelto con instrumentos de regulación
tradicionales.

Por otra parte, más ligado a los aportes de la economía conductual se pueden identificar
problemas de inconsistencia dinámica a la cual están expuestos los individuos. Concentrémonos en
primer lugar en los trabajadores independientes que deciden no cotizar. Si bien el hecho de no hacer
aportes voluntarios no implica necesariamente que la persona en cuestión no esté ahorrando, sí
podría considerarse como una razón importante de sub-ahorro, o definitivamente de ahorro nulo. Esta
situación puede estar motivada por tres argumentos: poco peso del futuro en el horizonte de
razonamiento del individuo, incentivos perversos a ser una carga de la sociedad en el futuro mediante
el acceso a una pensión básica solidaria, o bien restricciones de liquidez que le impidan ahorrar a pesar

42
de un posible interés en el futuro. Por otra parte, existe también dentro de los cotizantes quienes, aun
cuando les conviene porque se ajusta más a sus características o le significa menores costos, no
deciden cambiar de fondo o de administrador, probablemente por razones de procastinación. Estas
dos situaciones están documentadas en términos generales en Meza et al (2008), Splinder (2011),
entre otros autores revisados en la sección 4.

6- DISCUSIÓN

Habiendo hecho una revisión acerca del funcionamiento de los mercados financieros en un
contexto de economías modernas (analizando sus funciones, fallas y correcciones, así como los
espacios de mejora que aún prevalecen en estos posteriormente a la implementación de medidas
regulatorias) es evidente que a futuro se deben desarrollar ideas e implementaciones que colaboren
buscando darles un mejor desempeño. Este cambio debe ser abordado teniendo en cuenta el cambio
en los niveles de bienestar que los mercados financieros proponen a sus participantes, sin descuidar ni
pasar a llevar las características naturales que este tipo de organizaciones sociales poseen. Se debe
buscar un cambio sustentable. Ante el “cambio de paradigma” en la regulación financiera que sugiere
lo argumentado, surgen dos ideas para apoyar la conducción de este, con un énfasis claro en la
protección del consumidor financiero: la educación financiera y los aportes de la economía conductual.
Adicionalmente, no se debe perder de vista la posibilidad de captura a la cual se enfrenta
constantemente el proceso de diseño e implementación de regulación, lo cual debe ser un elemento a
considerar en las instancias institucionales de deliberación.

Si bien la educación financiera posee un carácter aparentemente positivo como herramienta


empoderadora en los diferentes sectores de la sociedad, existe poca y débil evidencia de causalidad
referente a la solución al problema de protección al consumidor financiero. Más aún, existen estudios
que muestran lo débil que es mejorando los comportamientos financieros de los hogares. Estudios
como los de Lyons et al (2006), Mandell y Schmid (2009) y Willis (2008a, b y 2011) muestran la línea
más crítica a este tipo de programas, exponiendo sus pobres números. No obstante, sigue siendo
deseable que la población tenga mayores conocimientos en materias financieras básicas, pudiendo

43
aportar, por ejemplo, en una mayor inclusión y participación por parte de los hogares en el mercado
financiero, ayudando a extender los beneficios de este en sectores cada vez más amplios de la
población. Iniciativas simples en esta materia pueden ser un aporte, siempre y cuando los recursos
sean bien empleados, estén bien focalizadas y no se caiga en la tentación de transar estas por menos
control o presencia regulatoria.

Por otra parte, la economía conductual ha desarrollado una serie de aportes que ayudan a la mejor
comprensión de cómo se comportan los mercados. Este campo de investigación ha estudiado en
detalle cómo los comportamientos reales de los agentes difieren de los comportamientos en el papel,
los que describen y proyectan los modelos de la economía neoclásica. Entendiendo que el modelo de
regulación imperante (relevante para los consumidores financieros) en las economías modernas es
sostenido por los pilares de la teoría de elección racional, no se puede obviar las conclusiones de la
economía conductual. Estudios como el de Tversky y Kahneman (1986), Mullainthan y Thaler (2000) y
Splinder (2011), apuntan principalmente a que los individuos no se comportan bajo el supuesto de
racionalidad al momento de tomar decisiones, lo que hace dudar del grado de adecuación que puede
tener el actual modelo regulatorio.

Junto con repensar las directrices de la regulación financiera, se propone con un cierto grado de
normatividad, justificado por las anomalías en los comportamientos que hemos revisado, apelar a los
“momentos racionales” de los consumidores. Mediante intervenciones del ente regulador que podrían
constituirse en diversas iniciativas que van desde un control más rígido de la publicidad de productos y
servicios, hasta asesorías persona a persona a la hora de tomar una decisión financiera relevante. La
idea de fondo es lograr que los consumidores financieros dispongan de una instancia en la cual,
mientras se enfrentan a la contratación de un producto o servicio financiero, sean capaces de hacer
una pausa y reflexionar sobre los puntos más relevantes (preferencias, características personales y del
servicio financiero, horizonte de tiempo, etcétera) que se involucran y están en juego en la decisión.
Un “momento racional” que ayude a los individuos a mejorar la elección y uso de los mercados
financieros.

Teniendo en cuenta estos dos complementos al sistema de regulación financiera, lo que en este
trabajo se ha intentado realizar es un aporte que enriquezca a la discusión de cara a una mejora en
como se apoya al mercado financiero a llevar a cabo sus labores. Es por eso que en ambos casos
complementarios podría ser de gran utilidad seguir avanzando en su estudio, análisis y juicio.
Particularmente en lo que respecta a las iniciativas de educación financiera, sería deseable mejorar los

44
datos disponibles para realizar estudios de conocimientos y familiarización con conceptos financieros
básicos existentes en nuestro país. Esto puede ser abordado, por ejemplo, incorporando un apartado
del tema en la encuesta de caracterización socioeconómica nacional (Casen), lo que permitiría tener
un panorama más detallado de la situación real chilena, siendo posible identificar a los sectores más
vulnerables y donde sería más rentable socialmente hablando una intervención de este tipo, además
de cualquier otro estudio pertinente. Por su parte, para poder canalizar de una mejor forma los
conocimientos desarrollados en la economía conductual, de modo que los aportes relevantes sean
considerados en el desarrollo de políticas y diseños regulatorios, podría ser de gran utilidad también
recopilar una mayor y mejor información acerca de variables psicológicas claves, de modo de poder
hacer estudios más precisos respecto de comportamientos y causalidades. Junto con esto, la literatura
que ha desarrollado el nexo entre economía del comportamiento y regulación financiera es muy poca,
por lo que sería deseable un mayor número de estudios en el tema.

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49
8- ANEXO: Educación financiera en Chile

Las preguntas del Módulo K del cuestionario de la EPS relevante para el análisis realizado
son las siguientes:

Tabla 1

Código Pregunta Alternativas de respuesta

K1 Si la posibilidad de contraer una enfermedad es de un 10% ¿cuántas Libre, ns/nr


personas de 1000 contraerían la enfermedad?
K2 Si 5 personas tienen los n°s premiados de la lotería y el premio es Libre, ns/nr
de 2MM ¿cuánto recibe cada una?
K3 Suponga $100 en una cuenta de ahorro a una tasa del 2% anual Más, Menos o Exactamente $102,
¿cuánto tendrá al término de 5 años? ns/nr

K4 Suponga $200 en una cuenta de ahorro a una tasa del 10% anual Libre, ns/nr
¿cuánto tendrá al término de 2 años?

K7 Suponga $100 en una cuenta de ahorro a una tasa del 1% anual. Más, Menos o Exactamente $100,
Si la tasa de inflación es 2% anual, después de 1 año ¿cuánto podrá ns/nr
ud. comprar?
K8 “Comprar una acción de una empresa es menos riesgoso que Verdadero, Falso, ns/nr
comprar con el mismo dinero varias acciones de distintas empresas”
¿verdadero o falso?
Fuente: Cuestionario EPS, Centro de Micro Datos, Universidad de Chile.

50
Los resultados de las preguntas anteriores contenidos en la EPS desagregados según
género son los siguientes:

Tabla 2

Pregunta correctas incorrectas ns/nr


k1 total 44,8% 18,9% 36,3%
hombres 50,3% 16,8% 32,9%
mujeres 39,5% 20,9% 39,6%
k2 total 38,6% 26,2% 35,2%
hombres 43,2% 25,6% 31,2%
mujeres 34,1% 26,9% 39,0%
k3 total 47,4% 15,4% 37,2%
hombres 51,4% 15,7% 32,9%
mujeres 43,6% 15,0% 41,4%
k7 total 17,7% 40,2% 42,1%
hombres 19,9% 42,2% 38,0%
mujeres 15,7% 38,3% 46,0%
k8 total 40,6% 26,6% 32,8%
hombres 43,3% 28,0% 28,7%
mujeres 37,9% 25,3% 36,8%
*n = 14.463 (7.077 hombres, 7.386 mujeres).

51
Grafico 1

Porcentaje (K1)
total hombres mujeres

50%
45%
40% 40%
36%
33%

19% 21%
17%

correctas incorrectas ns/nr

*Datos EPS 2009, elaboración propia.

Grafico 2

División (K2)
total hombres mujeres

43%
39% 39%
34% 35%
31%
26% 26% 27%

correctas incorrectas ns/nr

*Datos EPS 2009, elaboración propia.

52
Grafico 3

Interés (K3)
total hombres mujeres

51%
47%
44% 41%
37%
33%

15% 16% 15%

correctas incorrectas ns/nr

*Datos EPS 2009, elaboración propia.

Grafico 4

Inflación (K7)
total hombres mujeres
46%
40% 42% 42%
38% 38%

20%
18%
16%

correctas incorrectas ns/nr

*Datos EPS 2009, elaboración propia.

53
Grafico 5

Diversificación de riesgo (K8)


total hombres mujeres

43%
41%
38% 37%
33%
28% 29%
27% 25%

correctas incorrectas ns/nr

*Datos EPS 2009, elaboración propia.

Imitando lo hecho en Lusardi (2008) para poder comparar, a continuación se presentan


los resultados de la EPS para mayores de 50 años y para quienes están entre los 51 y 56 años
(a criterio de la autora, la etapa en donde se encuentra el más probable peak de conocimiento
financiero, pues ya se ha tomado con alta probabilidad una serie de decisiones financieras
importantes dentro del ciclo de vida):

Tabla 3

pregunta correctas incorrectas ns/nr


k3 38,9% 15,6% 45,4%
k7 16,1% 35,1% 48,8%
k8 35,2% 23,7% 41,1%
*Mayores de 50 años, n = 6.746, edad promedio = 63,3 años.

54
Tabla 4

pregunta correctas incorrectas ns/nr


k1 43,7% 20,5% 35,8%
k2 38,9% 26,5% 34,6%
*Entre 51 y 56 años, n = 1.829, edad promedio = 53,4.

Luego, la comparación entre Chile y el resto de los países para los cuales se dispone
información (pregunta sobre calculo de interés):

Tabla 5

País K3
Albania 40%
Armenia 53%
Chile 47%
Czech Republic 60%
Estonia 64%
Germany 64%
Hungary 61%
Ireland 76%
Malaysia 54%
Peru 40%
Poland 60%
South Africa 44%
United Kingdom 61%
*Fuente: Atkinson y Messy (2012), para Chile, datos EPS 2009.

Tabla 6

País K1 K2 K3 K7 K8
Chile 43,7% 38,9% 38,9% 16,1% 35,2%
United States 83,5% 55,9% 50% 50% 33,0%
*Fuente: Lusardi (2008) y EPS 2009. Preguntas K1 y K2 para individuos entre 51 y 56 años; K3 a
K7 para mayores de 50 años.

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