GRECIA PARTE 4 Ok

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LA GRECIA CLÁSICA LA DEMOCRACIA ATENIENSE

PARTE 4

4. EL MUNDO DE LA ÉPOCA CLÁSICA


CIUDAD, ESTADO Y COMUNIDAD.
En el periodo clásico se da un espectacular crecimiento de la participación ciudadana en los asuntos del
Estado, que dará como resultado la democratización de la vida en la polis.
Hay una estrecha relación entre la implantación del régimen democrático en Atenas y la política exterior.
Las reformas de Clístenes conllevaron la progresiva derrota ideológica del modelo representado por
Esparta, baluarte de los círculos oligárquicos en torno a Iságoras. La victoria sobre el Imperio aqueménida,
las victorias de Maratón y Salamina, de las que se apropia pronto Atenas, aseguran la prevalencia del
gobierno de participación ciudadana, concebido como quintaesencia de las libertades civiles. La era de
Cimón y de Pericles convertirá la democracia ateniense en el sistema político más dinámico de la época.
Se crea en el Egeo una alianza bajo la égida de Atenas tomando como modelo el tipo de gobierno
democrático y reuniendo a diversas ciudades. En la Liga Ático-Délica se concreta la vocación marítima, el
afán de dominio y la concienciación democrática de Atenas, si bien Atenas impone (a veces por la fuerza)
su modelo de gobierno a otras poleis. El patrón político ateniense se convierte en artículo de exportación.
La democracia podrá ser utilizada a partir de ahora como modelo de gobierno para cualquier otra polis.
Esto incrementa su validez general. Se genera una teoría política acerca de la participación del pueblo en el
gobierno que se manifestará a través de construcciones ideológicas y míticas. Tras el rechazo de las
invasiones persas en los años 490 y 480/479 se crean las condiciones que facilitan el desarrollo del sistema
político griego en general y en particular la democracia. La polis se afianza, llegando a su madurez. La causa
principal es la ausencia de una amenaza externa a raíz del auge de la talasocracia ateniense.
POLIS E IDENTIDAD CIUDADANA.
Polis es una comunidad independiente y autodeterminada que pretende ser la unión de sus ciudadanos,
además de centro político, cultural y económico, siendo fundamentales tanto la libertad interior como la
independencia exterior. Los ciudadanos acceden a todas las instituciones (asamblea, magistratura, consejo,
tribunales), siendo el ágora el lugar de reunión, el centro de gravedad específico de la ciudad griega.
En la Grecia clásica fueron unos 300 los estados soberanos que se podrían calificar como polis. A estas
entidades políticas se aludía casi siempre mediante la referencia a sus miembros: atenienses, siracusanos…
Existía una orgullosa identidad y conciencia de sí mismos en los ciudadanos de las poleis griegas de la
época clásica. Se identificaba a las ciudades griegas por su equilibrio urbanístico, con un espacio ordenado
y simétrico, un sistema de vías y calles dispuestas de manera regular y edificios representativos para las
instituciones. Pero eran mucho más que el sistema físico y urbanístico, eran su organización interna.
La población de una ciudad antigua no constaba sólo de ciudadanos, sino que incluía extranjeros y
esclavos. Entre la ciudadanía también se contaba a mujeres y niños, a pesar de que quedaban excluidos de
derechos políticos por no prestar servicio militar. Las diferencias en el status social y económico, en el nivel
educativo y de asociación política, han de estar siempre presentes para entender la polis griega. Pero pese
a todo lo que les dividía y distanciaba, los habitantes de la polis tenían importantes puntos referencia y
preocupaciones comunes. La polis representaba a la vez espacio vital y destino común de sus habitantes.

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La isonomía sería uno de sus principales logros (igualdad política). Consistía en la suma de sus miembros
iguales en derechos, que estaban orgullosos de las proezas militares.
La participación en el proceso político, y el sustento político y económico de la polis suponía una
preocupación de gran importancia para los ciudadanos. Esto otorgaba a sus habitantes una identidad
diferente de la de sus vecinos. La polis proporcionaba seguridad y los templos y santuarios protección no
sólo religiosa sino también política a los solicitantes de asilo. La expulsión de la polis en forma de destierro
u ostracismo se consideraba el castigo más grave que podía ser aplicado a un ciudadano griego.
La libertad de la polis ateniense se basaba en la adhesión libre de voluntades ciudadanas. Este orgullo
cívico será el sello distintivo de su constitución democrática, su carácter democrático como modelo. Esto
se manifestó no sólo en la propaganda política democrática de Atenas o de sus instituciones sino también
en las construcciones emblemáticas de la ciudad, en su urbanismo y arquitectura, que destacan por su
simetría y uniformidad, reflejo de la idea política de igualdad. La polis se configura como marco histórico,
ideológico y urbanístico de la identidad griega frente a los pueblos vecinos.

LA ILUSTRACIÓN ATENIENSE.
Las Guerras Médicas dieron lugar a una dinámica expansionista de Atenas en toda la región del Egeo, con
Esparta tratando de trabar esa expansión. El efecto más claro fue la popularización del modelo
democrático ateniense y la polarización de las diversas ciudades en torno a las dos grandes potencias.
Todos estos rasgos son distintivos del siglo V (siglo de Atenas o época clásica), además de un enorme
desarrollo cultural y sin precedentes en las artes, las ciencias y, en general, la vida intelectual. Tucídides,
cronista de la Guerra del Peloponeso, será testigo del desmoronamiento del imperio marino ateniense y la
descomposición de sus instituciones democráticas. En la segunda mitad del siglo V, la Liga marítima Ático-
Délica se jugará la supremacía política y militar frente a la Liga del Peloponeso; Atenas llegará a la
consolidación de la forma de vida democrática con las reformas de Efialtes y Pericles. La ciudad se
convierte en el centro cultural de Grecia: la causa principal de su esplendor, además de sus recursos
materiales, fue la talla intelectual de las figuras creativas que viven y trabajan en esta época en la ciudad.
Se produjo un avance cultural sin precedentes en campos como el arte, la ciencia, la medicina, la literatura,
la filosofía (“Ilustración ateniense”). Se construye la Acrópolis de Atenas, pero las representaciones
artísticas de grandes dimensiones no se limitaron exclusivamente a la esfera religiosa, sino que se crean
grupos escultóricos que honraban a los personajes más sobresalientes y rememoraban sus logros para la
democracia. Los tiranicidas, los generales Milcíades y Temístocles, Pericles… las élites políticas encontraron
nuevas formas y posibilidades de expresión a través de la imagen.
En poesía trágica destacaron Esquilo, Sófocles y Eurípides, que trataban en temas de actualidad, utilizando
recursos narrativos del mito y de las grandes sagas de la antigua poesía épica. Cada uno representó un
estilo diferente en la educación política y moral de la ciudadanía ateniense, pero tenían en común temas
de la mitología y la antigua épica homérica. Se celebraban festivales públicos, como las Grandes Dionisias.
La comedia también reflejaba el pulso cotidiano de la ciudad, pero es incomparable con la tragedia.
La filosofía y la retórica de esta época vio nacer a los grandes oradores, versados en hablar bien ante la
asamblea o ante los tribunales para ser capaces de persuadir a través de argumentos, un instrumento
esencial en el sistema político participativo basado en el control del espacio público por la ciudadanía. No
se excluye la crítica al propio sistema democrático, como resultado de la libertad de expresión y la
reflexión conjunta sobre la política. Es la época también de la sofística.

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Se perfeccionan las instituciones democráticas en el gobierno de Atenas. La democracia de la época clásica
formó la plataforma perfecta para el desarrollo político, cultural, social y económico de la ciudad, y sirvió
como una justificación ideológica de la dominación política ateniense sobre otras ciudades griegas.
POLÍTICA Y RELIGIÓN EN ATENAS.
La ciudad no solo proveía de las instalaciones necesarias para la vida en sociedad, sino que también
implicaba compartir un destino. La vida cotidiana en Atenas estaba comprometida por sus conciudadanos y
por la propia ciudad.
Para los politai la vida urbana y ciudadana tenía una importancia primordial. El éxito político de la polis
significaba prosperidad económica, social y personal, mientras que el fracaso, en el caso extremo de que la
ciudad era conquistada, podía derivar en esclavitud. Muchas divinidades estaban consagradas a
salvaguardar la polis, que se consideraba residencia de los dioses que la protegían. Numerosas festividades
reguladas políticamente se celebran en su honor. Los actos de culto ritual en las sociedades del mundo
antiguo tuvieron un importante papel en la construcción y cohesión de las comunidades políticas.
Recurrir a los oráculos era evidencia de la simbiosis entre religión y política en la Grecia clásica: la propia
Atenas mandaba periódicamente una embajada sagrada al oráculo para consultar asuntos de interés
público y mantenía una representación permanente y un templete con dones para Apolo en su santuario
en Delfos. Dicho santuario no solo fue determinante para la mentalidad helénica como centro panhelénico
de la cultura, sino que también influyó en el desarrollo de la política en toda la Hélade. Grandes
potentados de Asia Menor, como Creso o Midas, enviaron embajadas y dones para el oráculo. Pese a sus
tendencias pro-espartanas, el oráculo también podía ser influido por la potencia hegemónica de turno,
sobre todo Atenas desde las Guerras Médicas a la del Peloponeso. Delfos se mantuvo en la cúspide de su
fama y poder entre los siglos VI y IV y gran parte de la actividad oracular se refería a las distintas acciones
(políticas, comerciales o militares) que fueran a emprender las diversas poleis. Era una especie de máxima
instancia en cuestiones religiosas, pero también se le consultaba a la hora de tomar decisiones de especial
trascendencia política. Ello se constata desde la época de las colonizaciones, cuando las diversas poleis
griegas acudían al oráculo antes de emprender la fundación de ciudades en la Magna Grecia y otros
lugares. También ratificaba los hechos consumados del quehacer público, como los cambios de régimen de
gobierno. La cima de su poder político y simbólico llega a las Guerras Médicas, cuando inicialmente se
mostró favorable a los persas para luego legitimar políticamente la causa griega, y en concreto, justificar la
estrategia naval de Atenas. Esta evidente parcialidad se acentuó en la Guerra del Peloponeso (431-404), en
la que Delfos apoyó abiertamente a los espartanos.
La polis depositaba en sus ciudadanos la defensa de la patria con las armas, la adoración pública de los
dioses protectores, la disposición a asumir cargas financieras para el colectivo (incluía afrontar gastos de
las festividades religiosas, etc). Cumplir estas normas se consideraba deber cívico. Para los habitantes de la
polis los preceptos religiosos eran un aspecto fundamental para la formación de su mentalidad colectiva de
ciudadanos. Las fiestas de Atenas estaban dedicadas a Atenea (patrona de la ciudad y diosa tutelar de la
Acrópolis) y a Dionisio (dios del teatro, elemento básico para la educación política y moral de la polis).
Aristófanes refleja en su comedia Las Nubes el ambiente festivo de Atenas durante los festivales sagrados.
Estos actos públicos unificaban espiritualmente a la polis en un solo cuerpo social y hacían olvidar las
preocupaciones cotidianas para otorgar la conciencia de que compartían un destino común.
El énfasis en la educación en valores no solo de los jóvenes sino de la población en su conjunto, era
característico de la mentalidad cohesionada de la comunidad política. En Atenas, esta pasión por el
aprendizaje y la enseñanza creó un ambiente en el que florecieron sobre todo las artes liberales. La “gente

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de ciudad” como fuente de experiencia y conocimiento, como expresión de intercambio social, de la
enriquecedora variedad de la condición humana, como objeto de aprendizaje continuo.
EDUCACIÓN CÍVICA EN ATENAS: EL TEATRO.
El teatro, vinculado en un principio con los festivales dedicados a Dionisio, era un elemento educativo de
primer orden. Se representaban tragedias, comedias que criticaban humorísticamente a los personajes de
la vida pública cotidiana, temas y leyendas heroicas, dramas satíricos… La tragedia, con sus tres máximos
representantes: Esquilo, Sófocles y Eurípides, marcó el desarrollo cultural del siglo V ateniense, desde la
democracia y la intelectualidad del siglo de oro hasta la decadencia del sistema a finales de siglo. Muestran
la actuación de sus héroes trágicos como quintaesencia del ser humano viviendo en comunidad, con
dilemas morales y políticos que presentaban ante el ciudadano en la escena dramática: la caída de los
grandes héroes como Edipo, la lucha por la justicia del Prometeo encadenado, la búsqueda de la concordia
tras el conflicto en la Orestíada, la exaltación de la democracia en Los Persas, la lucha de la pasión y la
razón en Medea, etc. La tragedia es la verdadera escuela de la democracia. Tal vez sea Antígona la obra
que mejor simbolice estos valores: el individuo frente al colectivo, la juventud frente a la vejez, lo público
frente a lo privado, los hombres frente a las mujeres, la ley y la moral.
La comedia también cumplía una serie de funciones, como la crítica de costumbres y de personajes
políticos tras la máscara de la subversión humorística, reflejando el estado de ánimo de la comunidad. La
comedia de Aristófanes critica el mal gobierno de los estrategos y a los gobernantes ambiciosos y sin
escrúpulos, se burla de los educadores del pueblo como Sócrates, ridiculiza las ganas de pleitear del
ciudadano medio, etc. En definitiva, el teatro en Atenas desempeñaba un papel fundamentalmente
pedagógico en la formación del espíritu ciudadano. Financiado por un impuesto público, servía para incitar
a los ciudadanos a reflexionar sobre problemas graves de la convivencia.
Los antiguos escritores que hablan de la vida en la polis clásica siempre han retratado el ajetreo y el bullicio
de la ciudad en sus diferentes actividades profesionales, sus placeres y sus pasatiempos. Lo característico
del mundo de la polis y sobre todo de la época clásica, es que el beneficio sea considerado como aceptable
en la sociedad. La lucha por la distribución de la tierra y de los poderes políticos creará a menudo facciones
irreconciliables en la ciudadanía y una tendencia a la radicalización política, generando en algunas
ocasiones guerras civiles (staseis).
Ejemplo paradigmático de ello es la lucha interna entre oligarcas y demócratas del año 435 en Epidamno
que terminará por implicar a la mitad de Grecia. Las estrecheces y la pobreza de recursos de las zonas de
asentamiento de las poleis griegas favorecían esta clase de conflictos frecuentes. El más largo y sangriento
fue la Guerra del Peloponeso. Ningún otro acontecimiento afectó de forma tan duradera el tejido interno y
externo del mundo de la polis. Aristófanes escribe Lisístrata en 411, en pleno recrudecimiento de esta
guerra, postulando que las mujeres deben tomar el poder en el estado y acabar con la plaga masculina que
supone la guerra. Atenas acaba de perder su flota tras una expedición naval a Siracusa que había derivado
en una catástrofe. Los muertos y desaparecidos se contaban por miles. La ciudadanía ateniense, sumida en
la consternación de una guerra que ya duraba casi una generación y que parecía inacabable.
Atenas, agotada y al límite de sus posibilidades, perderá la guerra. Esparta, la vencedora, sacará poquísimo
provecho a un desenlace con el que se inicia la agonía del mundo de la polis. Al final perderán todos:
Atenas su imperio marítimo y Esparta su recién lograda hegemonía.

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LA SOFÍSTICA.
Fue un fenómeno literario, político y social de indiscutible importancia para el desarrollo de la teoría
política clásica, ejerció influencia en los más emblemáticos representantes del ámbito intelectual de Atenas
de la segunda mitad del siglo V. Algunos: Protágoras, Anaxágoras, Gorgias, Hipias.
Además de la tragedia, se desarrolla una novedosa pedagogía filosófica, flanqueada por un frenético
ímpetu dialéctico, fruto de la Atenas democrática. Es una corriente de actividades intelectuales que, desde
mediados del siglo V, dominan la discusión pública en la capital cultural griega. Son pedagogos, rétores,
científicos, filósofos y teóricos de la política. Eran expertos en la expresión oral y en el uso de la palabra
escrita. Adoctrinaban a los jóvenes de las casas aristocráticas, componían discursos y tratados e
interpretaban los mitos a través de explicaciones racionales. Esto les llevará a disertar acerca de la
naturaleza de los dioses, el sentido de la religión, los orígenes de la cultura, el dominio de las pasiones, la
finalidad del estado y el método más adecuado para hacer política y triunfar en el ágora. En su conjunto,
pretendían influir en la esfera pública, sentar las bases de la democracia y del pensamiento político en la
razón, valiéndose de interpretaciones más allá del mito y de la tradición religiosa.
Mientras que para el viejo Esquilo, exponente de la ética tradicional, la continuidad de un sistema político
era imposible sin la aprobación de los dioses, para Protágoras eran ante todo pactos, estrictamente
humanos, basados en la igualdad y en el logos de las personas, lo que lo valida. El hombre es la medida de
todas las cosas, se impone una visión antropocéntrica.
Se sustrae el peso normativo a los dioses y a la tradición del mito como factores que arbitraban el destino,
se desarrolla un relativismo radical que lo cuestionaba todo o casi todo. Su resultado es la negación de los
valores absolutos. Para los sofistas, la verdad se manifestaba a través de múltiples facetas y fórmulas que
podían ser diferentes para cada individuo, cada pueblo y cada situación. Creían en la racionalización de la
política y en la idea del progreso. Apostaban por la concordia y el arte de la persuasión.
El ideario sofístico provocó un fuerte rechazo. Se les achacaba superficialidad, relativismo, inmoralidad y
afán de lucro, que sólo era capaces de criticar y ponerlo todo en duda sin presentar alternativas positivas.
Pese a la impugnación que experimentaron las ideas sofísticas y el desprestigio de que fueron objeto, su
incidencia en los ambientes políticos e intelectuales fue muy considerable. El tema más polémico era el
tratamiento de los dioses y la definición de la función de la religión con respecto al individuo y al estado.
Protágoras, en una especie de manifiesto agnóstico en donde los dioses son abiertamente cuestionados
(“la oscuridad de las cosas y la brevedad de la vida”). Los llamados presocráticos, como Jenofonte o
Demócrito, aportaron reflexiones semejantes, o el famoso “fragmento de Sísifo”.
Antropología, religión y política se mezclan y llevan a la relativización del sistema de valores tradicional. La
religión griega, de la que es parte integral el mito desde sus orígenes, plasmado en la épica y en la tragedia,
se tambalea al abandonar el área trascendental que le habían asignado Homero y Hesíodo y entrar en el
ámbito de la historia como mero factor psicológico al servicio de la cohesión social y de la finalidad de un
estado. Hay un elitismo que subyace en estos razonamientos, antítesis de un sistema religioso popular.
En la sofística, base ideológica de la democracia ateniense, se establece por primera vez en el mundo
occidental una nítida separación entre los ámbitos de la religión y de la política.

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