Modelo Apelacion
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APELACIÓN
Que, vengo a darme por notificado expresamente de la sentencia de fecha 9 de diciembre de 2022, que
rola a folio 108 del cuaderno principal.
POR TANTO,
SOLICITO A V.S., tenerme por expresamente notificado.
OTROSÍ:
Que, estando dentro de plazo legal, apelo en contra de la sentencia dictada por V.S. con fecha 09 de
diciembre de 2022, la cual rechaza la excepción de prescripción extintiva y acoge parcialmente la demanda
en cuanto condena a esta parte a pagar la suma de $154.000 por motivo de honorarios docentes por la
prestación de servicios educacionales, solicitando se conceda el recurso de apelación, se ordene se eleven
los autos respectivos ante la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Santiago, a fin que el Tribunal de alzada
enmiende con arreglo a derecho la sentencia recurrida y se rechace la demanda en todas sus partes con
costas, por los fundamentos de hecho y Derecho que expongo:
Los fundamentos de este recurso de apelación, son los siguientes:
No obstante la errada aplicación de la ley 21.226 que más adelante expondremos, cabe
mencionar que al no tratarse de una relación de carácter laboral, las pruebas solicitadas por la parte
demandante para su exhibición, consistentes en registros de asistencia u otro de cualquier índole, son
inexistentes en tanto el señor Sebastián Ávila no era un trabajador de la demandada sino más bien un
prestador de servicios esporádico, al cual como está parte señaló reiteradamente nada se le adeuda, y
todo tipo de prestación para con él ya se encontraba pagada, tal como consta en autos por los
documentos acompañador por esta parte, esta afirmación es de tal consideración pues la demandante
no ha logrado probar que se le adeuda nada por concepto alguno, mucho menos de honorarios.
En este sentido debe comprenderse que nada se le adeuda a la demandante por no haberse
podido determinar fehacientemente los honorarios que este reclama.
Que, respecto de la suma de dinero alegada por el demandante en sus pretensiones con
motivo de este haber prestado servicios educacionales a la demandada y que asciende al monto de
$154.000, decimos que este razonamiento estaría errado por tanto nada se le adeuda al demandante
por encontrarse prescrita dicha acción de acuerdo al inciso segundo del artículo 2521 del Código
Civil, en tanto habrían pasado más de dos años desde que la deuda se hizo exigible hasta que la
demanda fue notificada válidamente. Según consta en la misma demanda, la deuda se hizo exigible
con fecha 17 de noviembre del año 2018 por lo que habría transcurrido el plazo de dos años y por
tanto esta acción ya estaría prescrita.
Es del caso S.S. que el sentenciador a quo aplica erróneamente lo contemplado por la ley N°
21.226, en tanto la citada norma en su artículo 8° establece como requisito que la demanda sea
válidamente notificada cincuenta días después de terminado el estado excepcional de catástrofe
dando a entender que el espíritu de la referida ley es amparar a aquellas personas afectadas
directamente por las consecuencias del estado de catástrofe que no han podido ejercer sus acciones,
dándoles la oportunidad de ejercer dichas acciones y derechos toda vez que estas han sufrido las
consecuencias directamente del estado de catástrofe, en este caso haciendo referencia a la
enfermedad del COVID-19 como bien señala la ley N° 21.226 en el segundo párrafo de su artículo
1°: “[…]La Corte Suprema cumplirá la obligación señalada en el inciso anterior cuando sea un
hecho público y notorio que, a consecuencia de las restricciones impuestas por la autoridad en el
marco del estado de excepción constitucional referido, tales como las limitaciones a la movilidad o
al ingreso o salida a determinadas zonas, o en razón de las consecuencias provocadas por la
emergencia sanitaria ocasionada por la enfermedad COVID-9, tales como medidas de aislamiento,
las audiencias no podrán realizarse, por faltar a la bilateralidad, la contradictoriedad, la
apreciación de la prueba, el impulso procesal de las partes, la publicidad y otras garantías básicas
del debido proceso, contempladas en la Constitución Política de la República y en los tratados
internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes.[…]” Como bien señala la ley, la
intención es resguardar los derechos y acciones cuyo cumplimiento se ve limitado debido a las
medidas de aislamiento hechas con la finalidad de proteger la salud pública. Vale mencionar que el
caso sublite fue llevado a cabo de manera remota sin mayores inconvenientes y tal como se sigue
utilizando el método remoto para ciertas actuaciones frente a los tribunales de justicia, debe
entenderse que la no presencialidad de las audiencias no es motivo fundado como para alegar la
afectación o perjuicios que alguien se ha visto afectado por el estado catástrofe.
Es del caso S.S. que el demandante no ha hecho uso de su derecho a demandar durante todo
este tiempo a sabiendas de la existencia del referido crédito que se le adeuda y por tanto no
correspondería aplicar el artículo 8° de la ley 21.226 y por tanto debería de declararse prescrita su
acción para exigir lo adeudado por la parte demandada. La sentencia aludida reconoce como
requisitos copulativos los de su considerando DECIMO PRIMERO y por ende no aplicable al caso
sublite. Es por ello que debe de acogerse la excepción de prescripción que esta parte alegó en su
contestación.
La presente sentencia yerra al condenar a esta parte al pago de $154.000 con reajustes e intereses
por concepto de cobro de honorarios docentes, esto debido a la mala aplicación de la norma en tanto la
parte demandante no ha podido probar fehacientemente la existencia de dicha deuda.
En efecto S.S., la parte demandante no ha podido probar la existencia de la deuda correspondiente
a las suma de $154.000 en tanto solo ha logrado probar la existencia de un contrato cuyo contenido
serían los términos y condiciones del préstamos de servicios educacionales que el señor Sebastián
Ávila prestó para la demandada en su calidad de educador, sin embargo esto no alcanza a la existencia
de la deuda invocada, pues solo se ha probado que existió un acuerdo entre las partes para prestar un
servicio, no que hayan quedado saldos impagos ni mucho menos la existencia de una deuda. En
atención al tipo de procedimiento del caso sub lite cabe destacar que al no tratarse de un proceso
laboral, no es obligación de esta parte comprobar que ha cumplido diligentemente con los pagos que se
le invocan, sino que por el contrario corresponde al demandante probar los montos que se le adeudan
en razón de lo establecido en el artículo 1698 del Código Civil, en tanto es la actora quien dice se le
adeuda y es esta quien debe probarlo.
En referencia al contrato, entendido doctrinariamente como una expresión genérica de la
obligación, este no expresa subordinación de ningún tipo y por tanto no estamos frente a una
pretensión de naturaleza laboral, sino más bien civil y por ende la carga de la prueba debe entenderse
que corresponde al demandante, que es quien en definitiva la alega que existe dicha deuda, en este
sentido no ha sido posible comprobar la existencia de la deuda que pretende, solo ha sido posible
comprobar la existencia misma del contrato, no que se le deba algo por concepto de este. Nada se le
adeuda al actor pues este alega pagos genéricos no realizados a partir del 17 de noviembre del 2018,
sin embargo esta parte si ha logrado comprobar mediante certificados de honorarios, que por los
servicios prestados por parte del educador Sebastián Ávila se ha pagado la suma de $308.000
correspondiente al total de lo alguna vez adeudado por esta parte.
Al tratarse de una prestación de naturaleza civil, la exhibición de Registro de asistencia del
profesor Sebastián Ávila, de los alumnos a los cuales enseñó y cualquier otro tipo de registro, como se
estableció, es improcedente en tanto la naturaleza misma del procedimiento del caso sublite y por ende
incompatibles con las acción intentada por la actora. Así como también la obligación de esta parte de
exhibir dicha documentación, la cual es improcedente pues esta parte reitera que no estamos frente a un
proceso de naturaleza laboral, sino civil.
En tanto a la prueba testimonial ninguno de los testigos dice o sabe más de lo aportado por la
parte demandante, pues estos reconocen la deuda de manera genérica en los mismos términos que
señala el actor, pues por él conocen de la existencia de la misma, pero en ningún caso esto consiste en
algún instrumento que acredite la deuda ni su exigibilidad, solo se ha replicado en los testigos lo que la
demandada alega sin lograr fundamentar fehacientemente que existe una deuda, siendo así pues ningún
testimonio es suficiente para contradecir las pruebas que esta parte ha aportado y que dan cuenta de los
pagos realizados. Es por ello que en razón del artículo 1698 del Código Civil y siguientes, debe
declararse que nada se le adeuda al actor por concepto de pago de honorarios.
POR TANTO, de acuerdo con lo expuesto y lo dispuesto en los artículos, 1489, 1545, 1556,
1559, 1698, 2521 y siguientes del Código Civil, artículo 8 y siguientes de la ley 21.226 y demás
normas aplicables,
SIRVASE SS., tener por interpuesto recurso de apelación en contra de la sentencia definitiva
de fecha 09 de diciembre de 2022, conceder el recurso, ordenando se eleven las piezas pertinentes
para ante la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Santiago, a fin que ésta, conociendo del recurso de
apelación, enmiende con arreglo a derecho la sentencia recurrida y se rechace la demanda en todas
sus partes con costas, acogiendo en forma íntegra las excepciones impetradas por esta defensa.