Generación de Cristal
Generación de Cristal
Generación de Cristal
María Julia Oliván dijo que hay una generación a la que se le muere el gato y deja
de trabajar. Su dicho fue primero título, después polémica: difundido, replicado,
maximizado, viralizado, importado, malinterpretado, trending topic, meme.
Oliván contó que publicó una oferta de trabajo con una descripción excluyente:
que no sea o no se autoperciba integrante de la generación de cristal. La muerte
de un gato como argumento para faltar al trabajo fue un caso de referencia: sirve
para ilustrar el fenómeno. No lo hizo pero pudo haber reparado en la vez en que
una potencial incorporación a Border, el medio periodístico que dirige, se ausentó
de una entrevista laboral sin avisarle con anticipación y sin contestarle los
mensajes. La razón que la joven finalmente esgrimió fueron dolores menstruales.
No lo hizo pero pudo haber reparado, también, en un pedido de vacaciones de un
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Generación de cristal 2023
Claudio Cerini comulga con las ideas de María Julia Oliván. Es dueño de siete
peluquerías, dos perfumerías y un club de caballeros. Tiene 700 personas
trabajando a su cargo. Prepara la apertura de un nuevo local. En la convocatoria,
impartió que el único requisito es tener “ganas de trabajar”.
Rescata de su memoria una primera anécdota: un empleado que le avisó “no voy a
ir porque se me quedó el auto”. Él -compara- hubiese resuelto el inconveniente sin
prescindir del deber laboral. Se rebaten, en el contraste de sus reacciones,
disidencias en la adaptabilidad a la adversidad y al valor de los compromisos
asumidos.
Considera que combatir contra este nuevo convenio sociolaboral es una batalla
perdida. Condescendiente, redujo las horas de trabajo porque interpreta que la
vida doméstica se convirtió en un bien preciado. Cree que la gente disfruta más su
tiempo libre y distingue cierto desánimo en el espíritu de vocación. “La pasión se
ha perdido un poco. Ese fuego sagrado ya no está. O estará en otro lado”,
identifica. Vislumbra un desmoronamiento de la cultura del trabajo, un culto -antes
sagrado- atravesado ahora por un sinfín de situaciones que lo alteran, lo debilitan,
lo relativizan.
“Reconozco que se impone, quizás para hablar de algo que sí se nota hoy en día,
que es un cambio en los modos de subjetivación. No creo que se pueda
generalizar de una generación de tal estilo, o atribuirle una serie de propiedades a
una generación. Sí considero que hay un cambio en el modo sociohistórico de
subjetivación y ese cambio se refleja en modificaciones psicológicas, por
supuesto”, entiende Luciano Lutereau, psicoanalista y doctor en filosofía.
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Generación de cristal 2023
No existe una juventud, no existe una generación joven de cristal -define Jorge
Elbaum, sociólogo y doctor en ciencias económicas-. Lo que sí es verdad, y quizá
a eso hace referencia la metáfora de un cristal que puede hacerse añicos, es
que en los últimos años los padres y las madres han configurado relaciones con
sus respectivos hijos de cierto temor.
Como esos saberes digitales están en bogas, están legitimados, tienen un valor
muy importante de prestigio y de mercado, los adultos se sienten un poco
ninguneados o inferiores frente a sus propios hijos”. El problema radica en el
proceso de esa transferencia de conocimiento. “Entregar el testigo -el palo que se
utiliza en las carreras de postas- a las nuevas generaciones es un pasaje muy
cauto, muy limitado y muy inseguro por parte de los adultos.
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Generación de cristal 2023
Calabrese refiere a una lectura transversal a la historia: “Lo que se está viendo es
un deterioro en las capacidades cognitivas de las últimas generaciones”. Y le
asigna al término un sentido peyorativo, casi injusto: “Son intolerantes, todo les
aburre, no se entusiasman con nada. Es una demonización de la juventud que los
adultos hacen muchas veces”. A ella -contrasta- la tildaban de hippie en su tiempo.
“Todo parte de una incomprensión”, resume.
Eso es un problema para ellos, no para los adultos. El gran problema para los
jóvenes es que uno aprende a ser adulto mirando a otros adultos, y los adultos a
los que mira no tienen nada o aparentemente tienen poco para darles o se sienten
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Generación de cristal 2023
"Las emociones ya forman parte del campo económico, del campo del mercado,
del campo laboral. Porque lo emocional sobrepasa los límites, trasciende las
diversas áreas de la vida. Lo emocional se expone en las redes de un modo
totalmente manifiesto y cotidiano", entiende la socióloga Cecilia Arizaga (Getty).
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Generación de cristal 2023
“Si existe una generación poco productiva en términos laborales, que abandona
los proyectos apenas se frustra -elementos que hacen pensar que son frágiles y
que no toleran la frustración- la responsabilidad es de la generación anterior
porque miró para otro lado o abandonó su rol. No hay confrontación: los jóvenes
no tienen con quién confrontar. Hubo una generación que estaba tan ocupada en
su mundo, sin diálogo, sin conexión, que los dejó solos”.
“Es preocupante que haya generaciones que no toleren bien la frustración y tiren
la toalla fácil. En esos casos, esos jóvenes deben concurrir a terapia”, aconseja la
psicoanalista, que no considera que se trate de una generación esencialmente
débil o frágil, aunque sí advierte “un déficit de motivación, de estimulación, de
afectos, de diálogo”.
Sostiene que los jóvenes tienen menos preparación y más dificultades para
enfrentar lo que la sociedad exige. Hace referencia a saberes, deseos,
sufrimientos que transmiten madres y padres y generan identificaciones
inconscientes en sus hijos, y a las cuestiones “no dichas” por una generación que
formó jóvenes desde la ausencia y la omisión.
Elabora, a su vez, una hipótesis contrapuesta: como si los jóvenes hubiesen parido
una reacción alérgica al estereotipo absorbido. “A veces son posiciones reactivas
a lo que mamaron de los padres, que se quejaban mucho de todo lo que tenían que
hacer y de cuánto tenían que hacer. Eso también hizo que los que se criaron con
esas quejas, los que vivieron en ese medio ambiente dijeran después „no, esto a mí
no me va a pasar, yo quiero algo diferente para mí‟”.
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Generación de cristal 2023
“¿Qué pasaba en una generación previa en la que los resultados económicos eran
lo único importante? -se pregunta y se contesta-. Pues, la verdad es que se
obtuvieron resultados. Somos personas que trabajamos muchísimo, pero, si
quieres, a base de ansiedad; somos personas que nos esforzamos por tener una
pareja y una familia estable, que no dejamos todo a la primera de cambio. Hay
fortalezas en esta crianza. Y la siguiente crianza tiene otras fortalezas: ya no
permiten que se les trate mal, sus emociones son válidas, tienen más respuestas
de defensa que antes y creo que va a haber mucho menos trauma generacional”.
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Generación de cristal 2023
Es lo que está pasando en las infancias actuales, con una crianza respetuosa y no
solo respetuosa sino consciente. Si llegamos a una crianza consciente
entenderemos que la experiencia personal no es la experiencia general, que las
emociones importan y se validan, pero no justifican las acciones.
Vamos hacia un camino en el que los jóvenes se harán más responsables de sus
actos, donde las emociones importen y también las relaciones sociales y lo que
pasa alrededor. Se regresará a querer retribuir a la sociedad, a querer crear una
cultura en la cual todos podamos ser parte siendo menos individualistas, y se
sabrá que los límites y las consecuencias son parte natural de estas crianzas”.
“La generación que nace en este siglo -coteja- transita su vida en un capitalismo
que tiene nuevas demandas y nuevos valores. No es que no haya una cultura del
trabajo, sino que, más bien, el trabajo ha mutado. En ese sentido, la cultura del
trabajo también se transforma de acuerdo a esos nuevos parámetros.
Arizaga recupera las ideas de dos sociólogos. Nombra a Alain Ehrenberg que
tituló uno de sus libros La fatiga de ser uno mismo, en relación a la demanda del
mundo moderno que ofrece un trabajo asalariado a la carta: la iniciativa individual
y la proactividad como regla.
La muerte de un gato que nada interpela a la defensa de los animales o al amor por
las mascotas sino a la presunta fragilidad emocional de una generación que tiene,
según la acepción metafórica de la filósofa española Montserrat Nebrera, la
delicadeza de un cristal.
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