7.5 Anhelando Su Dominacion
7.5 Anhelando Su Dominacion
7.5 Anhelando Su Dominacion
Jenna Jacob
Novela de los Amos del Genesis
(Amos del Genesis 7.5)
Anhelando
Su
Dominación
(Craving his Command)
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ANHELANDO SU DOMINACION
STAFF
Traducción
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ANHELANDO SU DOMINACION
CAPÍTULO UNO
Incapaz de encontrar una posición cómoda en la banca de madera afuera de
la corte, Mercy O’Connor movía la cadera. Ella no podía sentirse cómoda hasta que
esta pesadilla terminara. La espera la estaba enloqueciendo.
Todo este desastre empezó hace tres meses. Davis Walker, alias el amo Kerr,
no había parado cuando le gritó la palabra de seguridad y le golpeó el trasero
hasta hacerla sangrar en una escena de BDSM que había salido mal.
Sabía que tenía que enfrentar al cretino abusivo cuando leyeran el veredicto.
Pero no podía encontrar el valor de entrar a la sala de nuevo, para poner el trasero
en esa banca inmisericorde y esperar a que la llamaran.
La energía nerviosa que zumbaba dentro de ella amenazaba con estallar. Mercy
se frotó las manos sudorosas y se puso de pie. Apenas empezó a andar, los
tacones de sus Miu Miu de moño negro claqueaban en el piso de mármol, haciendo
eco a lo largo del pasillo como una pistola de juguete.
La puerta detrás de ella crujió. Mercy se dio la vuelta para encontrarse con
Reed Landes dirigiéndose hacia ella. Su expresión era furiosa y sombría.
“¿Qué pas…?”
La pregunta terminó muriendo en sus labios al ver a Kerr entrar al pasillo con
una sonrisa zalamera y triunfante.
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ANHELANDO SU DOMINACION
¡Maldita sea!
“Bueno, no duró. Aún tengo tiempo para comer algo y compartir las noticias de
mi victoria. ¿Debería guardarte un puesto, Symoné?”
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fue convincente, había que darle crédito, pero sus reglas inventadas del estilo de
vida y el control que le exigía le costaron mucho.
Kerr le lavó el cerebro para que creyera que él era el único amo que le daría el
máximo premio: la sumisión. Pero eso no fue sumisión, sino abuso.
Mercy había sido muy tonta y confiada. Un error que jamás volvería a cometer.
Su percepción del esplendor de la sumisión ahora estaba mancillado y manchado
de pesar. La humillación y la vergüenza picaron en sus ojos. Tragó el grasoso nudo
de culpa alojado en su garganta y apretó los dientes. Se negaba a darle a Kerr la
satisfacción de verla hecha pedazos.
Hubo una vez que ella esperaba a su salida social donde los miembros de la
comunidad BDSM – la buena, los reclutados en línea por Kerr – se reunían y
discutían el estilo de vida en medio de un almuerzo. Para su deleite, el club
Génesis, también ofrecía comidas, aunque el trabajo y prepararse para el juicio
evitaba que asistiera.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Ella le sonrió agriamente a Kerr. “Ya no vamos a comer nada. Eres el único que
queda de nuestro grupo porque ahuyentaste a todos con lo que me hiciste en ese
supuesto calabozo.”
Le temía. Si Kerr alguna vez la encontraba a solas, Mercy sabía que las
autoridades jamás encontrarían su cuerpo.
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ANHELANDO SU DOMINACION
No fue hasta que los dos hombres estuvieron fuera de vista que la ira palpable
de Reed empezó a bajar.
“Kerr y su abogado son un par de joyas, ¿No?” Dijo Mercy lentamente con
sarcasmo.
“Supongo que el juez no tuvo ninguna compasión por una mujer que
voluntariamente le permitió que la esposaran a una cruz y la golpearan.”
“El juez Graham fue el primer asignado para tu caso, pero el conocía a
Kerr…conflicto de intereses. Así que Graham declinó y asignaron a Campbell.”
Reed asintió con pesar. “Dudo que Davis Walker te moleste, pero aférrate a la
orden de restricción que expedí, por si acaso.”
“La tengo aquí.” Palmeó su bolso y puso buena cara. “No te preocupes. Kerr
solo es un bravucón. No me acercaré para que me vuelva a lastimar. Tengo un
buen gancho derecho que no dudaré usar con él.”
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“No. en verdad, está en el taller. Mi amiga Maple me trajo. Debo escribirle para
que me recoja. Estoy bien.”
“Gracias por intentarlo, Reed, pero más que todo, gracias por no juzgar el estilo
de vida como lo hizo Campbell.”
“De nada, Mercy. Jamás… o sea, no tengo experiencia con… ah…” un leve
rubor le cubrió las mejillas mientras tartamudeaba incómodo. “De nada.”
“Gracias.”
Apenas Reed se dio la vuelta para alejarse, ella bajó las escaleras al primer
piso, donde le envió un mensaje a Maple. Antes de salir, Mercy miró hacia el
vestíbulo y las premisas de la corte. Kerr no estaba a la vista. Pero recordó que
tenía una cita para almorzar con nuevas posibles víctimas. Mercy estaba segura
que el cretino generaría mucha compasión porque alguna sumisa loca intentó
enviarlo a la cárcel.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“¿En verdad creíste que te ibas a salir con la tuya arruinando mi reputación,
puta?”
Estaba sola.
Con las opciones limitadas, hizo lo único que se le pasó por la mente… se dio la
vuelta y corrió. La risa demoniaca de Kerr la siguió en el viento mientras ella corría
por las escaleras y entraba en la corte. Cuando se detuvo, los dos guardas que
cuidaban los detectores de metal la miraron con preocupación. El corazón de
Mercy se hundió. No se había dado cuenta que los hombres eran ancianos, frágiles
y tan intimidantes como gatitos recién nacidos en su primer control veterinario.
Una simple brisa podría tumbar a los dos ancianos. Juntos, no darían el nivel de
resistencia que se necesitaba para detener a Kerr.
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El juez Graham fue asignado en principio para presenciar tu caso, pero conocía
a Davis Walker…conflicto de intereses… las palabras de Landes retumbaron en
su cabeza mientras el terror rodaba por su espalda.
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Llama a Reed.
Le gritaba su subconsciente.
Mercy colocó una mano sobre su boca para evitar gritar mientras una vocecita
dentro de ella le gritaba ¡Corre!
Enceguecida por un frenesí de miedo, se giró y chocó con una enorme y negra
pared que casi le saca el aire. Unos fuertes brazos masculinos la tomaron de los
hombros.
“Whoa.” Una voz suave y profunda como el whisky vibró a través de ella.
“¿Necesita ayuda, señorita?”
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Un temblor la atravesó al ver los familiares ojos color zafiro de Sir Justice. El
alusivo e intrigante dominante del club Génesis que había llamado su atención y
había invadido sus sueños por los últimos tres meses. Por un momento, Mercy se
preguntó si esto era solo otro sueño frustrado. Pero cuando vio una serie de
emociones en el rostro de él, supo que no era otra de sus fantasías sexuales.
Pero Mercy temía que su atracción hacia Sir Justice, alias, Juez Kellan Graham
fuera unilateral. Jamás se había acercado a ella…jamás le habló. Pero cada vez
que ella lo miraba, su corazón se aceleraba y sus pantis se empapaban – tal como
ahora. Pero eso no evitaba que fantaseara con él. Cada vez que ella sacaba los
juguetes de su mesa de noche, él estaba con ella – en su mente y su cuerpo –
enterrado hasta el fondo de su resbaladizo sexo hasta que se deshacía bajo su
toque imaginario.
Su sexo se hinchó.
Su canal se apretó.
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Esto era.
El final.
El juez Kellan Graham, alias Sir Justice, la iba a ofrecer como un cordero
sacrificial, a su amigo Kerr. Incapaz de procesar la sobrecarga de terror, el cerebro
de Mercy se cerró.
¿Qué. Putas?
“¡Mierda.!”
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El dolor lo atenazó. Kellan cerró los ojos e intentó respirar mientras la agonía
asaltaba sus partes, pero su concentración fue desviada con preguntas.
Kerr.
Había empezado hace varios meses cuando Mika LaBrache, dueño del club
BDSM Génesis, revocó el contrato de Kerr y vetó al limpiaculos por ignorar la
palabra de seguridad de una sumisa. Kellan y varios otros dominantes recibieron el
honor de echar el imbécil de Kerr por la puerta. Esa había sido una de las mejores
noches de Kellan en el club.
Unas semanas más tarde, Kerr llamó e invitó a Kellan a unirse a la nueva
mazmorra del aspirante a Dom que había abierto llamada Control.
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culo a la pobre chica con una paleta de cuero. Cuando ella gritó su palabra de
seguridad, Kerr se negó a detenerse. Los cuatro visitantes, Max, Dylan, Nick y
Savannah, intervinieron. Ellos trajeron a Symoné – quien valientemente presentó
cargos de asalto contra Kerr – y siete otros sumisos de regreso al Génesis esa
noche.
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no podía resistirse a la diablilla. Sentía como si ella intentara robarle el alma, poner
a prueba su determinación y desestabilizar su control. Kellan tenía que ser más
fuerte o se desharía como un castillo de naipes. Había demasiado en juego para
que perdiera su puto carácter. Incuso desde que había mirado por primera vez a
esta descarada sumisa, ella había desafiado su mundo ordenado.
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Symoné arrugó la frente y bajó los párpados, no antes que él viera el rechazo y
la tristeza de sus ojos. De inmediato se maldijo por ser tan imbécil. Se mordió la
lengua para seguirla molestando, Kellan giró la tapa de la botella de agua. Tomó la
nuca de ella y le levantó la cabeza antes de colocar la botella en sus labios.
Cuando ella envolvió la botella con sus labios, una ridícula punzada de envidia le
golpeó las entrañas. Ella inclinó la barbilla cuando se sació, como las sumisas en el
génesis suelen hacer cuando están elevadas de endorfinas. Una ola potente de
dominación se descargó a través de él. Kellan no quería otra cosa que manejar el
placer y el dolor de esta gloriosa sumisa hasta el fin de los tiempos.
¡Concéntrate, idiota!
“Sí, lo soy.”
De nuevo ella asintió y miró nerviosa hacia la puerta. “¿Kerr aún está allí afuera
buscándome?”
“No lo sé. Entendí todo mientras estabas desmayada. No quería dejarte sola
para ir a cazar al cretino.”
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Cuando le puso la botella en los labios otra vez, ella tomó el plástico con manos
temblorosas. Kellan se puso de pie y dio un paso atrás. Observaba su garganta
funcionar mientras bebía el líquido, deseando que en vez de agua ella estuviera
tragándose la semilla que le ardía en las bolas.
“¿O sea que Reed simplemente se alejó y te dejó para que lidiaras con Kerr
sola?” Kellan podía sentir cómo se le subía la tensión.
“¿Algún problema?”
“Sí… no.” Sacudió la cabeza. “El auto de Maple tiene una llanta pinchada y está
esperando la grúa.”
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“No puedes,” protestó. Kellan arqueó las cejas y miró duramente a Symoné.
“No vas a hacer nada de eso. Te llevo a casa y es mi última palabra. Kerr
puede estar todavía recorriendo la corte. No voy a arriesgar a que te encuentre y
Dios sabe qué planea hacerte pasar.”
“¿Disculpa?”
“Me dijo que no me iba a salir con la mía humillándolo y, créeme, si las miradas
pudieran matar, ya estaría muerta.”
“Es por eso que te llevo a casa.” Respiró profundamente y soltó el aliento
lentamente mientras aplacaba la necesidad de asesinar al bastardo. “No me
importa qué tan lejos vivas, te quiero a salvo, Sym… ¿Cuál es tu verdadero
nombre?”
Un pequeño rubor le pintó las mejillas mientras extendía la mano. “Es Mercy…
Mercy O’Connor.”
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Kerr se dio la vuelta. Sus ojos se abrieron grandes antes de que una sonrisa
cínica se extendiera en su boca. “¿Así que eres un juez? Maldita sea. Ahora lo de
Justice tiene sentido.”
“Tu audiencia se acabó hace rato. Tienes treinta segundos para sacar tu culo
del edificio y de la propiedad gubernamental, o te haré encarcelar.” Kellan advirtió
mirando su reloj. “Veintinueve, veintiocho…”
“Te lo digo, como le dije a este idiota,” Kerr señaló a Dupree “No me iré hasta
que encuentre a alguien.”
“Diecinueve, dieciocho…”
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“¿Eso fue una amenaza, Walker?” una sonrisa asquerosa le curvó los labios a
Kellan.
Antes que Kellan pudiera emitir otra advertencia, el gusano se dio vuelta y se
alejó.
“No te lo discuto.”
Kellan asintió, haciendo su mejor esfuerzo por disimular la ira que hervía dentro
de él mientras se alejaba. Pasó junto a su estrado y regresó a su oficina. Mercy
ahora estaba sentada en el borde del sofá, tomando agua. Ella lo miró. Aunque
Kellan quería perderse en esos ojos aguamarina, caminó a su escritorio, se quitó la
toga, y la dejó colgada en su silla.
“Lo siento. No tenía derecho a desquitarme así contigo. Kerr sigue aquí. Acabo
de hablar con él en el pasillo. Sabe que tiene que irse o será arrestado, pero no
confío que el cretino haga caso a lo que le advertí. Así que yo te llevo a casa, y es
el final de esta discusión.”
Incluso desde el otro lado de la sala, Kellan veía el temblor que agitaba el
cuerpo de Mercy.
Probablemente.
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“El hombre está retorcido. Haré lo que pueda para mantenerte a salvo. Tienes
mi palabra.”
“Mundo pequeño.” Le sonrió de modo que le hizo querer gemir. “Creo que
puedo decirte ‘vecino’”
“Soy de Texas. Mi papá me enseñó a disparar antes de tan siquiera tener edad
para conducir.”
Kellan sabía que intentaba tomarse el asunto con liviandad, pero ella no podía
borrar el miedo que aún nadaba en su mirada. “¿Qué pasó con Kerr? Él no era así
antes de que le dispararan. Digo, siempre fue un idiota, pero nunca fue violento.”
“No lo sé. Sé que murió esa noche en el suelo del calabozo antes que los
paramédicos lo reanimaran. Tal vez sufrió daño cerebral por falta de oxígeno o
algo. Difícil saberlo. Pero sé algo… no va a rendirse, al menos no hoy. Lo mejor
que podemos esperar es que él simplemente necesite tiempo para calmarse.”
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No el suficiente cuidado.
Además, tenía un voto que mantener – uno que no le permitía acostarse con
ninguna sumisa.
CAPÍTULO DOS
El olor seductor y masculino de Kellan le llenó los sentidos y empapó su ropa
interior. Mercy aún intentaba asimilar el hecho de que el dominante poco
amigable, en serio le estaba hablando a ella. Sentía como si se hubiera ganado la
lotería diez veces. Una cosa era cierta: hablarle a él era mucho más interesante,
que él simplemente mirándole como siempre lo hacía en el calabozo. Al principio a
Mercy le pareció adorable que el atractivo dominante se interesara en ella. Su
mirada analítica solo alimentaba sus fantasías. Pero noche tras noche, él jamás se
le acercó. Su escrutinio se sentía un poco aterrador y bastante intimidante. Pero,
su extraño comportamiento no disminuía su anhelo por él. El hombre era –un
estremecimiento ondeó a través de ella – delicioso.
Al mirarlo, Mercy se encontró conteniendo una sonrisa. Sir Justice en serio era
un juez de verdad. Ella siempre había asumido que su nombre en el club era una
simple metáfora diseñada para inspirar un buen comportamiento entre las
sumisas. Su reputación en el Génesis era el de un amo bien hablado y gentil.
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ANHELANDO SU DOMINACION
ponía a Kellan de ese humor tan agrio, pero ciertamente no iba a preguntarle qué
tenía metido entre el culo. En vez de eso, ella miró al suelo. No solo porque era el
comportamiento apropiado de una sumisa, sino que también evitaba que se
quedara contemplándolo como un perrito enfermo de amor.
De repente Kellan extendió sus dedos aparentemente capaces hacia ella. Mercy
lo miró sorprendida. “Lo… siento. ¿Dijiste algo?”
“Preguntaba que si estas lista para irnos.” Su ceño se frunció más. “¿Segura
que estás bien?”
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ANHELANDO SU DOMINACION
¿Ángel?
Él se mantuvo recto como una tabla, con los hombros cuadrados, y la barbilla
ligeramente elevada. Mientras miraba fijamente al frente, Mercy absorbía cada
ademán del hombre. Desde su sexy rastrojo oscuro adornado con algunos
destellos grises delineando su mandíbula cuadrada hasta sus grandes manos y pies
enormes. Si el dicho era cierto, entonces Kellan estaba dotado como un maldito
caballo.
El puente de su nariz era señorial, como un dios griego y sus labios… Dios, ella
daría lo que fuera por presionar su boca contra esas almohadillas mullidas por
semanas… meses… años.
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“A ti.”
“¿Por qué?”
“Em, porque…” Eres divino y me muero por arrancarte del cuerpo ese
traje tan conservador, estrellarte contra la pared, y follarte hasta la
inconsciencia. “Nunca te había observado de cerca. Siempre estás oculto en las
sombras del calabozo mirándome.”
Mercy contó mentalmente hasta que llegó a una cifra. “No sé. Ocho o nueve.”
“Sí.”
“¿Por qué?”
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Mercy había ansiado obedecer sus órdenes por meses, pero el primer mes que
él la esquivara le ponía los pelos de punta. “No hasta que me digas por qué has
llevado cuenta de los dominantes que se me han acercado.”
“Afuera del club, Kellan está bien. Dentro, Señor me parece bien.”
“¿Qué hay que pensar?” ella resopló. “¿Es mi anterior asociación con Kerr tan
desagradable que no valgo ni un saludo amigable de vez en cuando?”
“¿Entonces?”
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“Claro que sí.” ella sabía que debía callarse, pero no podía evitar puyar y
presionar. “No tienes problema con hacer escenas con cualquier otra sumisa…
menos conmigo. ¿Por qué?”
“¿Así que también has estado observándome? Dime algo, ¿Por qué tú no me
has hablado nunca?”
Yo pregunté primero.
La pueril respuesta le quemaba la punta de la lengua. Mercy se la tragó y
levantó la barbilla.
“Porque se supone que no debo hacerlo.”
“¿Según quién?”
Mercy bajó la mirada a su regazo. No quería confesar que era una de las
estúpidas reglas de Kerr. A juzgar por la reacción de Kellan, ella asumió que era
otra mentira que Davis Walker le había dicho para evitar que ella buscara a otro
dominante más capaz.
“No tienes que contestar. Ya sé…Kerr.” Kellan exhaló asqueado. “Voy a darte
un consejo. Desecha todo lo que ese idiota te enseñó sobre el estilo de vida y
comienza a asistir a las clases sobre sumisión los sábados en el club.”
“Con que artista. Debes ser muy talentosa para poder tener un lugar en
Elmhurst Lake.”
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Su voz sexy cayó sobre su piel como whisky sobre terciopelo. Ella no pudo
evitar mencionar sus clientes de elite. Kellan arqueó las cejas. “Para una mujer tan
joven, has amasado una lista impresionante.”
Cuando ella se rio, las fosas de Kellan se dilataron y apretó más fuerte el
volante.
“¿Qué quieres decir con apenas? Estoy de bajada directo a los treinta.”
“Oh, pobre bebé.” Él se quejó con sequedad.
“Demasiados.”
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“Montar en patineta.”
Ella se volvió a reír. “Yo también tengo demasiados años para eso,
honestamente… ¿Quién quiere partirse la cadera?”
“No creo que tengas algo de qué preocuparte en un par de millones de años o
algo así.”
Kellan era un enigma, con toda seguridad, pero ella esperaba que su
intercambio juguetón pudiera ser el inicio de una amistad más profunda. Claro,
podría ser nada más que él persiguiendo el silencio con un jugueteo sin sentido
mientras navegaban en la autopista congestionada.
“Dijiste que eras de Texas, pero detecto un rastro de algo más en tu acento.”
“¿Cómo qué?”
“Tienes buen oído, juez. Nadie más ha encontrado la gitana dentro de mí.”
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“No, pero amo viajar. Crecí a unas horas al noroeste de Dallas en un rancho en
el medio de la nada. Y es la nada. Nuestro vecino más cercano estaba a casi
treinta kilómetros de distancia. Mi papá es lo que llamarías un barón del ganado.
Cría ganado de cuernos largos. Bueno, él y mis hermanos.”
“Una vez leí un artículo sobre esa clase de ganado. Puede ser un negocio
lucrativo.”
“Oh, ángel.” Una expresión de dolor le delineó el rostro. “Lo siento. ¿Sabías si
tenía problemas?”
“No.” Un hecho que aún la llenaba de culpa. “Siempre era el alma de la fiesta…
feliz… espontanea.”
“Sí. Dejó una nota. Su novio la había botado.” La ira de Mercy emergió a la
superficie como siempre lo hacía cuando pensaba en Mary Jo – la linda chica de
Nebraska de cabello rojo, pecas y un puto corazón de oro. “Ella se mató por un
imbécil que ni se molestó en ir a su funeral. Lo juro, quitarte la vida por un tipo es
algo estúpido y patético, ¿Sabes?”
Kellan asintió. Sus ojos estaban llenos de tristeza, pero no intentó detener el
que ella estuviera desnudando su alma.
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“No entiendo por qué Mary Jo le dio al bastardo el derecho de destruirla. Todos
nos equivocamos. Yo me equivoqué cuando le di a Kerr el poder de lastimarme,
pero ningún hombre vale el que te tragues un frasco de pastillas. Jamás le daría a
alguien tanto control sobre mi… jamás.”
“No deberías.”
“Hay una gran diferencia entre que una sumisa le dé su poder a un dominante
a que un imbécil se lo exija. Eso ya lo sabes.”
“Cierto. Pero no sé dónde o cuando trazar esa línea. Digo… hay una parte de
mí que ansía entregarlo todo, pero al mismo tiempo, no tengo deseos de perder mi
identidad en el proceso. La sumisión es una paradoja para mí. Me criaron para ser
independiente y obstinada, lo cual soy… afuera del club. Y está la otra parte de mí
que quiere apretar los pedazos obstinados y liberados de mí en una bola y dárselos
a un dominante que lo merezca.” Se le arrugó la frente. “Suena estúpido ahora,
pero cuando estaba con Kerr, creí que había encontrado esa esquiva paz que
estaba buscando.”
“TE CREO, pero cuando supe que todo lo que él me había hecho creer era
mentira, quería echar a la basura mi sueño de sumisión.”
“No lo haré.” Kellan vio como las mejillas de ella se ponían color carmesí. “Lo
siento. No sé cómo fui de Mary Jo a la sumisión.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Pero él no podía.
La tentación por ella era demasiado grande. Kellan se conocía demasiado bien.
Jamás podría quitar ni su boca ni sus manos de esa piel suave y pálida o evitar
asaltar esos jugosos labios. No podría negarle a su lengua y su polla el placer de
ese dulce coño y ese culo exuberante.
Joder, incluso ahora quería estrechar su mano… asegurarle que la llevaría por
el camino de la sumisión que tanto anhelaba. En cambio, Kellan se aferró al
volante como lo había hecho antes cuando la vibrante risa femenina casi lo deja en
llamas.
“No hay una respuesta inamovible para ti, ángel. Tienes que decidir qué
quieres de tu sumisión.”
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“No. Agradezco el ofrecimiento, pero no creo que esté lista para un amo de
tiempo completo.”
¡Joder, gracias!
“Para empezar, no era mi intención que semejante petición tan ridícula saliera
de mi boca.” Ella prosiguió nerviosa. “Debe ser el estrés del día o…”
“Si no tienes transporte, avísame. Mika y Julianna, eh, digo, Emerald viven
también cerca. Estoy seguro que pueden llevarte.”
Luego que Kellan entrara al complejo de Elmhurst Lake, Mercy lo guio hasta su
apartamento. Ella incluso señaló el Camry azul estacionado bajo un toldo.
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Los labios de ellas se curvaron en una gran sonrisa mientras se bajaba del
carro. “Lo haré. Gracias de nuevo.”
Él no pudo evitar admirar el sexy contoneo de las caderas de ella o los destellos
rojos de su cabello bajo el sol mientras se alejaba. Kellan quiso saltar del auto y
seguirla hasta su apartamento y mostrarle todas las razones por las que él era el
dominante perfecto para ella. Cuando Mercy desapareció detrás de una puerta
blanca, una ola de culpa lo cercenó. Comenzó a detallar mentalmente la lista de
todas las razones por las que no podía materializar sus sueños con ella.
Cuando Kellan salió del complejo de Mercy, dejó atrás la fugaz esperanza de
vivir de nuevo.
Farfulló una maldición cuando vio el reloj. Iba tarde. Aumentando la velocidad,
giró y recorrió las siguientes calles rápidamente. La tristeza llenó sus venas
mientras que una roca de culpa y vergüenza le presionaban el pecho. Estacionó el
auto deportivo bajo la sombra de un enorme arce japonés en el estacionamiento
de Lake Home Village, apagó el motor y lentamente bajó del auto.
Leena Graham, su esposa desde hace veinticinco años, no sabía que él había
entrado en la habitación… ya no sabía quién era él… ya no sabía ni quién era ella
ni dónde estaba. Sus ojos estaban fijos en la pared, como siempre. Kellan daría
hasta su último aliento si por solo una vez, su esposa vivaz – el amor de su vida –
se diera la vuelta y le regalara esa deslumbrante sonrisa que le había movido el
piso hace tanto tiempo.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Él luchó por aplacar el dolor que lo atacaba. Kellan no sabía por qué ahora –
luego de cinco largos años – esta magnitud de tristeza y melancolía lo golpeaban
tan fuerte. Se sentía crudo y sobre expuesto.
No, no lo hizo.
Jamás sentiría sus amorosos brazos envolverse a su alrededor al final del día.
Jamás oiría sus gemidos y quejidos mientras se brindaban amor el uno al otro
en la cama.
Todo lo que a Leena le quedaba era una eternidad de mirar al vacío lienzo del
olvido.
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ANHELANDO SU DOMINACION
¡Joder!
Se estaba ahogando en el mismo abismo oscuro del que le costó años salir.
Ninguna cantidad de tristeza o lágrimas podrían regresarle a Leena – lección que
aprendió hace mucho.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“En fin, sobre la graduación. ¿Te acuerdas de ese esmoquin tan horrible que
alquilé? Hombre, creí que era un bastardo suave con esa cosa. Por supuesto, no
vas a verme con esa cosa horrenda ahora. Pero en ese entonces… tal vez no te
diste cuenta, pero tenías a todo un galán.”
Kellan sabía que, si ella pudiera, Leena se hubiera reído de sus comentarios.
“Y tú… vaya, nena. Te veías sexy y toda esa mierda con ese vestido ceñido
azul, con todos esos vuelos abajo y esa sola manga. Te veías como el sueño
húmedo de todo hombre… especialmente el mío. Pero siempre fuiste la chica de
mis sueños, ¿No?”
Hasta ahora. Hay otra que acecha mis fantasías y no tengo idea de
cómo bloquearla de mi mente.
Él se acercó al oído de Leena. “Sé que siempre he sido tu roca… tu amo, pero
necesito que vuelvas a mí, nena… vuelve y sálvame, Leena.”
“Bueno, Sr. Kellan. No creí que lo veríamos hoy.” Lucia, la enfermera del turno
diurno que era tan alta como redonda, lo saludó entrando en la habitación con la
bandeja del refrigerio de Leena en la mano.
Tapando sus emociones, Kellan se puso de pie y tomó la bandeja de Lucía con
una sonrisa. “Me demoré en la corte. Y como me perdí el almuerzo, pensé en
pasar y asegurarme que coma su refrigerio.”
“Estoy segura que ella está feliz de que esté aquí.” Lucia sonrió mientras
colocaba un paño bajo la barbilla de Leena. “Su dama aquí ha tenido un día
ocupado. Tuvo su baño esta mañana y le lavamos el cabello. Quería verse muy
bonita para su visita.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Oh, sí. Mika también te envía su amor. Me dijo que vino a verte la semana
pasada. Te extraña…” la voz de Kellan se desvaneció hasta ser un susurro. “Todos
lo hacemos, niña.”
“¿Papi? ¿Qué haces aún aquí?” su hija, Hannah, estaba congelada en la puerta.
Su rostro se llenó de miedo. “¿Mamá… está bien?”
Hannah exhaló fuertemente. Luego que Kellan la dejara ir, rodeó la cama y
besó a su madre en la mejilla. Él miraba a su hija de veintitrés años quitarse una
lágrima de los ojos mientras se sentaba en la cama junto a Leena.
Enlazando sus dedos con el cabello rubio de su madre, Hannah sonrió. “Hola
mamá. Ambos vinimos a verte al mismo tiempo. Creo que podríamos hacer una
fiesta ahora. Siempre te gustaban las buenas fiestas, ¿Cierto?”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Bien,” Hannah contestó estudiando el rostro relajado de Leena. “Me fue bien
en el examen de biología para el que había estudiado día y noche y eso me hace
feliz.”
“Excelente.”
Oír la voz animada de su hija, Kellan no tuvo que obligarse a sonreír esta vez.
“Estoy… estamos orgullosos de ti, amor. ¿Aún tienes problemas con tu profesor
de literatura?”
“Ugh,” ella gruñó. “Es un misógino. En verdad, alardeó ante la clase que su
tasa de reprobación de mujeres ahora estaba en un noventa por ciento. Pretendo
ser una del diez por ciento que tenía una vagina más linda que la de él y pasar esa
estúpida clase.”
“Bueno, tal vez no es un misógino después de todo.” Kellan sonrió. “Tal vez
sufre de envidia vaginística.”
Hannah echó la cabeza hacia atrás y se rio como lo solía hacer Leena. “Dios,
cómo te amo, papi. Dudo que alguna de esas chicas de mi hermandad hablen de
vaginas con sus padres.”
“Espero que averigües eso pronto,” Kellan dijo riéndose. “Síguele haciéndole la
vida miserable a ese profesor, nena.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Oh, eso planeo.” Sus ojos brillaron traviesamente como lo hacían cuando era
niña. Kellan estaba agradecido que Hannah había venido a visitar a Leena. Su hija
había prevenido su lamentable viaje por los recuerdos, y pudo sacarle a Mercy de
la cabeza el resto de la visita. Fue solo después de despedirse de Leena y Hannah
y dejar el hospicio que la intrigante sumisa invadió de nuevo su mente.
Solo había pasado unas cuantas calles antes que pensar en Mercy le despertara
la polla. Temía que el único modo de sacársela del sistema fuera follando.
“No, no hay necesidad de eso. ¿Estás bien? Suenas tenso. Es un día hermoso.
Podríamos dar un paseo o hacer un picnic en…”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Aunque Leena había sido el amor de su vida, una vez aceptó el hecho de que
ella jamás se recuperaría, Kellan tuvo que buscar en su interior. Su esposa aún
poseía su corazón, pero ya no podía saciar sus necesidades sexuales. No quería
estar envuelto en algún desastroso enredo emocional. Había mucho en riesgo –
como su trabajo y su reputación – para estar buscando mujeres al azar en bares,
así que creó un perfil en un sitio de citas.
Se cernió sobre ella por un momento. “Lamento haber sido tan cortante al
teléfono…”
Con un gruñido, se enterró en ella. Natalie se arqueó y gimió. Kellan cerró los
ojos. Se movió dentro y fuera de sus paredes calientes y cómodas mientras la
mente se le llenó de imágenes de Mercy apretándole la polla. Un estremecimiento
de pánico danzó por su espalda y Kellan abrió rápidamente los ojos. Miró a la
almohada bajo la cabeza de Natalie y se concentró en la creciente fricción que
envolvía su pene. Ella metió una mano entre ellos y se tocó el clítoris hasta que
ambos se corrieron. Un rubor familiar le tiñó las mejillas y le sonrió agradecida.
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ANHELANDO SU DOMINACION
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ANHELANDO SU DOMINACION
CAPÍTULO TRES
MERCY SE MANTUVO PACIENTE de pie en el recibidor del Club Génesis,
charlando con sus amigos Woody y Maple. Mientras el trio esperaba a que Dark
Desire y su Ama, Lady Ivory les permitieran la entrada, Mercy se mantuvo callada
sobre cómo se desmayó en los brazos de Kellan. Había reglas estrictas sobre el
anonimato, así que se mordió la lengua para proteger la verdadera identidad de Sir
Justice.
“Creo que la ama Monique planea hacer una escena conmigo esta noche,”
Woody dijo alegre.
“Detente. Ahí.” Mercy levantó la mano. “Yo tampoco quería decepcionar a Kerr,
y mira lo que me trajo. Sé tú mismo, Woody. Si no te gusta algo que ella haga,
díselo.”
“Buen chico.” Lewis se giró y le sonrió a Mercy de modo expectante. “¿Y qué de
ti, sexy Symoné? ¿Estás lista para comunicarte y negociar una escena conmigo?”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Excelente,” él casi gritó feliz. “Sé lo que ese cretino de Kerr te hizo pasar.
Confía en mí. Seré tan gentil como un cordero y te llevaré lentamente al
subespacio. Hablaremos más dentro del calabozo.”
Lewis pasó al podio, y con un guiño más grande que su sonrisa, pasó por la
cortina de terciopelo.
“He estado intentando llamar la atención de Lewis por meses,” sSiseó Maple.
Una ira blanca y caliente llenó las venas de Mercy. “Espera un momento.
Primero, jamás, me robaría un dominante de ti ni de ninguna sumisa. Segundo, si
hubiera sabido que te interesaba Lewis, hubiera rechazado su ofrecimiento. Lo he
estado rechazando casi cada noche desde que comenzamos a venir aquí. Y, por
último, Kerr te usó tanto como me usó a mí.”
“Olvídate de Kerr,” ella espetó. “¿Me estás diciendo que Lewis ha estado
husmeando a tu alrededor todo este tiempo?” Maple resopló mientras se movía
hacia el podio.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“¿Y bien? ¿Qué dices, niña?” Le preguntó Lewis entusiasmado. “Vamos, no seas
tímida.”
“Lo… siento, pero no creo que esté realmente lista para una escena después de
todo.” Ella tartamudeó.
“Claro que lo estás. Solo estás nerviosa. Como dominante, te juro que honraré
tu palabra de seguridad durante nuestra escena.” Lewis se detuvo solo para tomar
aire y continuar. “¿Cuál es? Digo, tu palabra de seguridad. La debo saber antes de
empezar.”
¿Por qué?
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ANHELANDO SU DOMINACION
Kellan no aparecía.
Se zafó del agarre de Lewis, murmuró una disculpa y zigzagueó a través de los
miembros mientras se dirigía al baño de mujeres.
Temblando como una hoja, caminó hasta que casi estaba hiperventilando.
Mercy se dobló sobre el lavabo y se salpicó agua fría en el rostro mientras tomaba
bocanadas de aire. La puerta de repente se abrió y entró Samantha – la antigua
ama Sammie, que dejó su látigo de dominatriz por el collar del amo Max. Se movió
detrás de Mercy y le frotó suavemente la espalda.
“Bien. Estaba hace un rato en la oficina de Mika cuando Sir Justice llegó y le
contó lo que ocurrió en la corte hoy. Me quema el culo que ese estúpido juez no
encerrara a ese animal.”
“¿Kellan?” Samantha sonrió. “Sí, pero no he visto a Sir Justice bajar todavía de
la oficina de Mika. Tal vez siga allí. Dime qué sucedió en el calabozo que te alteró.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Antes que tan siquiera pudiera saludarlo, él le apretó el codo y frunció el ceño.
“¿Qué te dijo Lewis que te alteró?”
“Nada.”
“Quería hacer una escena conmigo, como siempre. Lewis ha estado fastidiando
desde que me uní al club. Cuando me lo pidió esta noche otra vez en el recibidor,
le dije que yo…”
“¿Así que vas a dejar que Lewis haga una escena contigo?”
Samantha no dijo una palabra. Simplemente giraba la mirada entre los dos
antes de abrir la puerta.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“No.”
“Nada, solo que adoro tu actitud.” Se puso serio rápidamente. “No deberías
permitir que ningún dominante haga lo que le plazca. Para eso son las
negociaciones. En cuanto a tu palabra de seguridad, jamás hagas una escena con
un dominante que no la conozca es el único modo en que sepan si estás en
problemas y necesiten detenerse con la escena.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Ella negó con la cabeza. “No. Solo me ordenaba que me inclinara y me callara
hasta que terminara. Ni siquiera sé cómo negociar una escena.”
Kellan cerró los ojos e inhaló profundamente. Sus fosas se dilataron mientras
sus labios se apretaban en una delgada línea. Luego de varios segundos, farfulló
una maldición y la miró de modo que no admitía ninguna negociación.
“Mañana te recojo a las siete y media para que vengas a la reunión de sumisos.
Desayunamos y venimos al club. ¿Entendido?”
Mercy asintió. El tono vehemente de su orden se deslizó por su piel como miel
tibia. Esa era la clase de control que ansiaba que él tuviera sobre ella. Los pezones
se le apretaron y palpitaron al tiempo con el creciente dolor entre sus piernas. La
abrumadora necesidad por su dominación la estaba quemando viva, pero era más
que eso. Ella ansiaba este hombre con un hambre primitiva y visceral.
Todo lo que Kellan le dijo fue que no podía entrenarla. Pero no le dio ningún
detalle… no le dio una razón tangible para su rechazo. No saber el porqué de ello
le cercenaba el alma.
Haciendo acopio de todo su valor, levantó la barbilla y lo miró a los ojos. “Dime
por qué no puedes entrenarme. Si es porque tienes calcetines más viejos que yo,
déjame asegurarte que emocionalmente soy lo suficiente madura para lidiar con tu
dominación.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Kellan envolvió uno de los senos de ella con una enorme mano.
Su clítoris palpitaba.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Pero a Kellan sí sabía lo que ella necesitaba y rozó un pezón para tragarse un
gemido de deleite.
“¿Qué. Putas?” ella maldijo “¿Me besa hasta curvarme los dedos de los pies,
me enciende y luego huye por la maldita puerta? ¿En serio? ¿Qué clase de juego
está jugando este imbécil?”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Ella había venido al club para pasar tiempo con los otros sumisos, ver y
aprender de las diferentes sesiones, y ojalá poder lograr que Kellan la saludara.
Aunque había disfrutado el beso mucho más que lo que hubiera disfrutado un
saludo, que él saliera por la puerta como si tuviera el culo en llamas
definitivamente la desconcertó.
Tocándose los labios una vez más, Mercy cerró los ojos y reprodujo el potente
beso en su mente.
“¡Maldita sea! ¿Por qué se fue?” se quejó en voz alta. “Podríamos estar
sudando y retozando ahora. Podría tener mis piernas envolviéndolo mientras metía
su enorme polla en mi… estirándome… llenándome, hasta que los dos estalláramos
gritando de éxtasis.”
Con un gruñido, abrió la puerta y avanzó por el pasillo, donde se encontró con
varias parejas que se dirigían a sus habitaciones privadas para divertirse con el
BDSM. Una punzada de envidia le atravesó el corazón. Cuando entró en la
mazmorra, las imágenes y los sonidos de los sumisos encontrando su satisfacción
no hicieron más que aumentar su mal humor.
Rápidamente se convenció que la noche era una causa perdida y decidió irse a
casa. Un baño caliente de burbujas y un par de copas de vino sonaban mucho más
atractivas que esperar, desear y rezar porque Kellan la alzara del suelo y la atara a
una cruz o a una banca de azotes.
¡Maldita sea!
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ANHELANDO SU DOMINACION
Mercy iba directo a una fiesta de auto compasión en toda regla, con torta,
serpentinas y globos llenos de helio. Lo único que le faltaba eran los malabaristas y
los payasos.
Aunque Savannah se había vuelto una amiga muy querida – luego de que ella y
sus amos, junto con el amo de Samantha, Max la habían rescatado del club de
Kerr – el hecho de que Savannah tuviera dos amos cuando Mercy no lograba ni
captar la atención de uno le irritaba.
“¿Puedo hablar unos minutos con Symoné, por favor?” Savannah miró a sus
amos con súplica. Los dos fornidos hombres asintieron a la vez.
“Te vemos adentro, gatita,” Dijo Dylan antes de que él y Nick entraran al
calabozo.
Mercy siguió a Savannah a una esquina tranquila en la parte más apartada del
recibidor, lejos de los miembros que anunciaban su llegada. En una pequeña mesa
rodeada de sillas abullonadas, las dos mujeres se sentaron.
“Bien.” Mercy sabía que era pésima mentirosa. “Lewis me acosó otra vez, solo
que esta vez acepté.”
“¿Hiciste una escena con él?” los ojos de Savannah se abrieron grandes.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Durante los siguientes minutos, Mercy le comentó a su amiga todos los detalles
escabrosos de la noche, terminando con el abrumador beso de Sir Justice y
posterior huida. Cuando terminó, Savannah se recostó en la silla con una sonrisa
come mierda.
Mercy negó con la cabeza. “No. Lo he hecho todo, menos quitarme la ropa y un
baile de striptease. No le intereso.”
Incluso antes que los ojos de Savannah se fijaran más allá de los hombros de
Mercy, ella sabía que Kellan estaba cerca. Como de costumbre, los vellos de su
nuca se levantaron y un estremecimiento se le subió por la espalda. Era como si él
hubiera activado su cuerpo con una alarma silenciosa que se disparaba cada vez
que él le clavaba su mirada analítica. Encontró la sensación perturbadora pero
extrañamente reconfortante de modos que no podía definir.
“No mires,” Savannah susurró. “Pero el Señor besa y huye está parado cerca al
podio detrás de ti, mirándote como un halcón. Vuelve al calabozo. Puedes sentarte
con mis amos y conmigo.”
Mercy negó con la cabeza de modo casi perceptible. “Gracias, pero he tenido
un día loco, confuso e infamemente estresante. Debí quedarme en casa y
acurrucarme en el sofá en pijama.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Oh, por Dios, cierto. Hoy era el juicio. ¿Qué pasó con Kerr?”
“No hay nada que solucionar aquí… pero te llamaré. Tal vez podamos almorzar
pronto.”
Cuando salió del club, el aire frio de la noche le perforó la piel como agujas.
Mercy bajó la cabeza y caminó hacia su auto, buscando las llaves en su bolsillo. Y
de la nada, sintió una mano sujetarla del brazo. Antes que pudiera procesar qué
sucedía, ella se encontró cara a cara con Kerr.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Apretó su agarre y la jaló hacia él. Mercy sintió algo duro presionándole las
costillas. Miró y vio el cañón de un arma presionándole el costado.
Mercy rezó para que Kellan viera el arma y no intentara nada heroicamente
estúpido. Fuera lo que fuera lo que Kerr había planeado para ella, quería creer que
podría sobrevivir. Pero ver cómo mataba al hombre que amaba la haría pedazos.
¿Amor?
“No va a poder obedecer tu orden esta vez, Juez.” Dijo Kerr en tono plano.
Levantó el arma apuntando a la cabeza de Mercy y sonrió. “Si no te das la vuelta y
te alejas, esparciré sus sesos por toda la acera. Es la verdad, solo la verdad, y
nada más que la verdad, con la ayuda de Dios.”
En la distancia, Mercy podía oír las sirenas ulular. Las lágrimas corrieron por su
rostro. Estaba aterrada de que ese demente la matara antes que llegara la ayuda.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Kerr se tensó. Solo que no era el Kerr que una vez ella conoció. Este hombre
era un monstruo. Un hecho confirmado por su expresión de locura. Congelada del
miedo, miró cómo más miembros salían del club. Sus jadeos y murmullos la
llenaron de mucho más miedo.
“No vales tanto para ir a la cárcel, puta,” espetó en una voz diabólica. “Pero no
te preocupes, Symoné… pronto volveré a llevarme tu vida.”
“Llévala adentro, Kell.” La voz de Mika temblaba de ira. Mercy parpadeó hacia
el propietario del club, quien permanecía de pie y se dio la vuelta para gritar.
“¡Que alguien me traiga a Brooks aquí, ya!”
Ella sabía que Mika solo intentaba ayudar, pero su grito le tronaba el cerebro
como un gong.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Kellan se puso de pie y la levantó del suelo. Mercy presionó una mano en su
frente y cerró fuertemente los ojos.
“Debería azotarte el culo hasta dejártelo rojo por salir del club sola. Me quitaste
veinte años de vida… veinte años que no me sobran,” la regañó en voz baja
mientras la llevaba adentro.
“¿Dónde te duele, Symoné?” el doctor y amo Sam Brooks – quien la curó luego
de su primer altercado con Kerr – preguntó mientras se acercaba a Kellan.
“Tenemos que dejarnos de encontrar así, amo Sam,” Siseó Mercy mientras
Kellan la acomodó en el suelo. “Tu chica va a pensar que intento coquetearte.”
“Sé que no.” Dijo Cindy, la sumisa de Sam, con una suave sonrisa. Se agachó
junto a su amo antes de colocar varios implementos en el suelo fuera de la vista
de Mercy. “Alguien debe sacar a Kerr del camino y sacarnos de esta miseria.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“No. No. No.” Savannah se abrió paso entre la multitud entre sollozos.
“Estoy bien.” lLe aseguró Mercy, viendo cómo el rostro de su amiga se bañaba
en llanto. “No hubo sangre esta vez. Estoy bien.”
“Claro que sí,” Brooks le brindó una amplia sonrisa antes de ponerse serio y
concentrarse en su cabeza.
“No quiero puntos, doc. No dejaré que nadie me afeite la cabeza,” Protestó
Mercy.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Sí. Perdió la pu…maldita cabeza,” Samantha soltó con rabia. “¿Era así cuando
eras su sumisa?”
Mercy giró la cabeza para ver quién diablos le hablaba. Cuando Mellie se
mordió el labio y negó con la cabeza, Mercy parpadeó sorprendida.
“¿Tú… estuviste con Kerr?”
“Hace años,” explicó Mellie. “Cuando vivía en Kansas. Él siempre fue un imbécil,
pero no era violento. ¿Qué le sucedió?”
Así que no soy solo yo la que notó que él cambió. Tal vez ahora está
realmente loco.
Sam oprimió algo frio y picoso en el cráneo de ella. “Esto puede que arda un
poco.”
“Ouch.” Ella enterró las uñas en el brazo de Kellan. “¿Un poco? Creo que
mucho.”
“Mal necesario,” Farfulló Sam. “Necesito limpiar esto para poder ver mejor.”
“Cuidado con las garras, gatita, o pronto estaremos sangrando los dos,” le
advirtió Kellan con una sonrisa torcida.
Una mirada de lujuria animal ardió en los ojos de Kellan, borrando las líneas de
preocupación de su rostro. “Maldita sea, ángel,” murmuró por lo bajo.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Voy a vomitar.”
Kellan tomó una toalla del suelo, unió las esquinas en un nudo flojo, y mantuvo
la tela bajo su barbilla. Mercy lo miró con expresión de me debes estar tomando el
puto pelo mientras el contenido de su cena comenzaba a ir en ascenso.
“Toma.” El amo de Savannah, Nick colocó una caneca entre las piernas de
Mercy.
“Sí, niña. Vas a estar bien,” le aseguró Brooks, ignorante de que ella había
estado hablando con Maple “Una vez lleguemos a urgencias, te daremos algo para
el dolor. ¿Puedes pararte?”
Mercy asintió, y gruñó cuando una nueva ola de dolor reverberó en su cabeza.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Antes de tan siquiera intentar moverse, Kellan la levantó del suelo otra vez.
Mercy descansó su cabeza en el pecho de él, necesitando la tranquilidad y el
consuelo que le ofrecía. Cuando llegaron al vestíbulo, Mika estaba hablando con
dos oficiales uniformados. Kellan se tensó cuando los policías lo miraron
detenidamente. Era clara la sorpresa de ellos al ver al Honorable Juez Kellan
Graham en un club fetichista.
Kellan extendió la mano y enlazó sus dedos con los de ella mientras se dirigían
al hospital. Mercy se preguntó si alguna vez se acostumbraría al calor inexplicable
que corría a través de ella cuando él la tocaba. Ojalá que no.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Cuando él giró hacia una de las calles más transitadas, las luces del tráfico le
perforaron el cráneo como un cuchillo. Mercy cerró los ojos y se durmió.
“Gracias. Es mi trabajo.”
“Ajá. Una yegua marrón y blanca llamada Abigail. Era de paso firme y tan
rápida como el viento.”
“¿Aún montas?”
“Años. Me encanta.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Ambos.”
“Puedo caminar.”
“Sí señor.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Aunque gruñó la respuesta, Mercy saboreó la orden dominante que él sin saber
salpicó sobre ella.
CAPÍTULO CUATRO
KELLAN OBSERVABA a la bella sumisa mientras yacía con los ojos cerrados en
la tenuemente iluminada sala de observación. Se veía tan frágil, tan vulnerable,
pero Mercy era una luchadora. Luego de contestar las preguntas de Amblin y llenar
otro formato de demanda por asalto contra Kerr, la enviaron a hacerse una
tomografía. Él se estuvo trepando por las paredes durante horas, aunque de algún
modo mantenía una fachada calmada. No podía apagar su cerebro… no podía
evitar las formas crueles de torturar a Kerr en caso que Kellan no hubiera salido
del club.
No ayudaba que por segunda vez hoy, estaba sentado junto a una cama de
hospital – primero junto a Leena y ahora junto a Mercy – devorado vivo por las
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ANHELANDO SU DOMINACION
Todo lo que quiera hacerle a la chica estaba mal desde todo punto de vista
moral.
Idiota.
Todo lo que terminó logrando fue avivar las llamas del deseo para que se
desatara un rugiente invierno que jamás podría apagar.
Los labios de ella eran suaves como el terciopelo. Su lengua como la seda. Él
podría vivir un millón de años y no se le borraría su sabor del alma. Ahora estaba
grabada en su mente, y nada que él dijera o hiciera lo iba a cambiar. ¿Podría vivir
solo con el recuerdo de ese único momento increíble cuando reclamó su boca sin
enloquecer?
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ANHELANDO SU DOMINACION
Habían pasado cinco crueles años desde que había besado a una mujer con
una pasión tan arrolladora. Mercy lo había hecho sentirse vivo de nuevo. Kellan
quería saborear ese despertar. Desnudarla y hundirse en su cuerpo delicioso más
de lo que quería respirar. Recordar la sensación de su pezón duro en su pulgar era
un infierno por sí solo. Pero maldita sea, no podía darle ilusiones y ciertamente no
podía seguirse jodiendo la cabeza. De algún modo, tenía que luchar contra esta
abrumadora atracción hacia Mercy.
Hace veinticinco años, él hizo un voto de amar, honrar y respetar… hasta que
la muerte los separara. Los años vacíos sin Leena lo habían debilitado. Él había
estirado su voto lo más que pudo. Aunque Kellan no estaba orgulloso de haber
redactado un contrato puramente físico con Natalie, saciar su necesidad sexual con
ella era muy diferente a la manera en que el alma se le resbaló cuando se hundió
en la boca de Mercy. No podía permitir que el fuego aún rugiente dentro de él lo
consumiera.
Casi agradeció que Mercy trajera el caos e hiciera mella en su mundo ordenado
y racional. Pero ahora debía frenar, o que el cielo lo ayudara, ella le destrozaría el
alma.
“Buenas noticias,” anunció Brooks mientras entraba a la sala. “No hay señales
de hemorragia cerebral o fracturas. Ese bulto en la parte de atrás de tu cabeza te
dolerá, pero no necesitas puntos. Sé que te alegra eso. Solo tienes una leve
contusión, lo que explica el fuerte dolor de cabeza.”
“Ya no me duela la cabeza.” Mercy arrastró las palabras. Sus ojos apenas
estaban abiertos
Kellan quiso reírse ante la sonrisa a medio torcer en los labios de ella.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Me temo que apenas te pase el efecto, dirás otra cosa.” Brooks sonrió y le
entregó a Kellan un montón de papeles y una bolsa. “Asalté el cuarto de
medicamentos. Tienes muchos analgésicos para que pase la noche. Hay más en la
bolsa si llega a necesitarlas. Pero por esta noche, debes despertarla cada cuatro
horas. Además de eso, ya puedes llevarla a casa.”
El hecho de estar pasando la noche, durmiendo bajo el mismo puto techo que
Mercy, le dio un nuevo significado a la palabra control.
Aunque su corazón intentaba salírsele del pecho, Kellan asintió hacia Brooks.
“La llevaré a casa conmigo y la tendré bien vigilada.” Aunque las palabras
salieron de su boca demasiado fácil, las entrañas de Kellan se retorcieron. Había
tomado posiblemente la decisión más peligrosa de su vida. Incluso Mercy lo miró
con ojos vidriosos que le gritaban, ¿Estás putamente loco?
Posiblemente. Pero ella era la causa de su locura.
“No tienes que cuidarme, Kellan. Puedo poner la alarma y tomarme mis
medicinas como una niña grande.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Bien.” Brooks fijó su mirada en Mercy con seriedad. “Ahora, la parte que no te
va a gustar: no puedes conducir, leer, ver televisión, usar computador u otro
artefacto electrónico por al menos una semana. Necesitas que tu cuerpo y tu
cerebro descansen.”
Kellan la estudió cuidadosamente. Puede que hayan sido las medicinas, pero
Mercy había accedido con demasiada facilidad. Si pensaba que iba a desestimar las
órdenes de Sam, Kellan le tenía noticias a su paciente / huésped.
¡Hijo de perra!
Mercy estaba tan elevada con la medicación que no dejó de divagar. Su falta
de filtro fue educativo y divertido como el diablo. Hubo momentos en que hizo lo
posible por no reírse, porque eso hubiera hecho que se callara. Y eso era lo último
que Kellan quería.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Ajá.” Él sonrió.
El gemido bajo y seductor que brotó de la garganta de ella hizo que Kellan
quisiera estacionar, bajarse el pantalón y hacerla gritar.”
Aquí tengo una carne dura y caliente que puedes meter en esa linda
boquita, ángel.
Kellan frunció el ceño ante las ideas púberes girando en su cabeza. Incluso si
pudiera materializar las ideas que le llenaban la mente, como una película porno,
Mercy no estaba en condiciones para jugar el papel estelar como él deseaba.
Una ducha caliente y su mano eran el único alivio que tenía a la mano para la
erección que Kellan tenía… luego de acomodar a Mercy en la habitación de
huéspedes y dejarla bien dormida.
“¿Cuánto tiempo has estado en este estilo de vida?” antes de que él pudiera
contestar, ella siguió. “Apuesto que toda la vida. Tienes esa total vibra dominante.
Es…” ella susurró anhelante. “De modo intimidante y deliciosamente travieso. Pero
sabes que quiero decir que tú sabes que rezumas autoridad, ¿Verdad? Aún no lo
entiendo, Kellan. ¿Por qué no me entrenas? ¿O ya tienes una sumisa escondida?”
Kellan no sabía qué decir. No iba a mentir, pero no era el momento o el lugar
de comenzar a hablar de Leena. Ojalá, si la suerte estaba de su lado, Mercy no
recordaría nada de esta conversación en la mañana.
“Ya me lo preguntaste.”
“Lo sé,” ella contestó como si estuviera pesada como un tronco. “Pero no me
contestaste. ¿Me contestarías ahora?”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“No.”
“Sí.”
“No eres más que un gran y viejo aguafiestas, juez, jurado y justicia, señor.”
Kellan se mordió la lengua para no reírse. Cuando ella sacó su labio inferior en
un puchero exagerado, él se mordió mucho más fuerte para no gruñir. Cristo,
quería chupar ese delicioso labio lleno y alimentarse de su boca por días.
“Una.”
Kellan sonrió. Ella le recordaba a Hannah cuando tenía tres años. Su hija era
una urraca que hacía más preguntas de lo usual.
“Aw, vamos. No seas aburrido. Sabes muchas cosas de mí,” dijo Mercy
arrastrando las palabras. Se retorció en la silla y se inclinó dándole una sonrisa
traviesa.
“Eres todo un enigma, Kellan Graham, pero estoy decidida a descifrarte… uno
de estos días.”
“¿Ah, sí?”
“Oh, sí. Quiero saber qué te dispara los botones, qué mantiene tu bote a flote,
y qué te hace estallar.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
¡Tú!
“¿Por qué la gente dice eso todo el tiempo? O sea, nadie estalla en realidad,”
ella reflexionó en voz alta. “Y, ¿Por qué no flotaría un bote… a menos que tuviera
un hoyo en él? Pero entonces se hundiría, ¿No?”
“Sí, se hundiría.”
Mercy se detuvo. Podía sentir la mirada de ella sobre él, pero mantuvo los ojos
en el camino.
“¿Por qué eres tan bueno conmigo? Digo… normalmente actúas como si yo te
molestara. Siempre eres amargado y gruñón… bueno, excepto cuando Kerr está
cerca. Ahí actúas como un caballero sobre un corcel blando.”
“Sí, lo eres. Tal vez no quieras serlo, pero sí. Supongo que tendrás que lidiar
con eso.” Soltó una risita. “Creo que detrás de todo ese exterior de dominante
malo, solo eres un osito de peluche para abrazar.” Se detuvo una vez más y miró
por la ventana. “No he abrazado a nadie en… bueno… una eternidad.”
Su voz bajó a un susurro apenas audible lleno de tanta tristeza que le picó el
corazón.
“Porque el tipo con el que salía cuando recién llegué aquí terminó dejándome
por una instructora de yoga. Debí alegrarme. Era un cretino. Realmente me
llamaba rara porque quería que me azotara. Está bien. Me gusta ser rara. De
hecho, estoy mejor sin él, porque jamás hubiera funcionado de todos modos. Era
demasiado estirado y muy malo en la cama. Eso sí que fue una decepción, te
cuento. Tenía una polla decente pero no tenía idea de cómo usarla.” Kellan soltó
una suave risa. Sí, si ella recordaba algo de esta conversación en la mañana,
estará mortificada.
“Ahí fue cuando me empezaron a interesar los hombres mayores, como tú,”
ella prosiguió. “Apuesto a que tienes una polla decente. Pero más importante…
apuesto a que sabes exactamente cómo usarla. ¿Cierto?”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“No se han quejado,” logró decir ahogado, soñando en todas las maneras de
demostrárselo.
¡Joder!
Cuando ella dejó salir un gemido bajo y sensual, Kellan tragó fuertemente y
agarró fuertemente el volante. Su polla se apretó contra el cierra de su pantalón
mientras palpitaba como un tambor tribal.
“Tu cama, ¿Qué clase de cama tienes? ¿Es un colchón normal? Tengo una de
esas camas de espuma. Ya sabes, la espuma de memoria. Necesito encontrar a
alguien con quien compartirla pronto, antes de que se me olvide lo que se siente
tener cerca un cuerpo masculino.”
Mercy se rio ante su propio chiste mientras Kellan se detuvo en la calle ante
una puerta de metal y soltó un suspiro pesado.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Ella dejó de reírse mientras miraba a la casa de dos pisos de ladrillo rojo con
acentos de mármol. Sus ojos se abrieron como platos, igual que su boca. “¡Jesús!
¿Esta es tu casa?”
A él le encantaba este lado sin limitaciones de ella. Con una risa silenciosa,
Kellan bajó la ventana y tecleó el código de la puerta.
“Ninguna.”
“Sí.”
“¿Por qué?” ella parpadeó. “Digo… aquí podrías tener un país en desarrollo en
este… este palacio.”
Kellan sabía por qué. Lo de Mercy no era la humillación. Ansiaba una mano
fuerte y estable, muchas cantidades de elogios y orgasmos… muchos y muchos
orgasmos. Ella era exactamente la clase de sumisa que él ansiaba guiar, reclamar
y controlar.
75
ANHELANDO SU DOMINACION
Mercy asintió con un pequeño asentimiento. Ceñuda, se tapó los ojos para
protegerse de la fuerte luz dentro del garaje. Kellan supo entonces que se estaba
acabando el efecto de la inyección que le habían dado en el hospital. Salió del auto
y ajustó su rebelde erección antes de apresurarse a ayudar a Mercy. Cuando cerró
la puerta detrás de ella, Mercy comenzó a marearse. Kellan colocó sus brazos
alrededor de su pequeña cintura y la acercó a él. Encajaba con su cuerpo como un
guante, un hecho que no podía ignorar mientras la guiaba por la cocina.
Incluso bajo la tenue luz de la cocina, podía ver la arruga entre sus cejas.
“Espera. Déjame darte tu medicina antes de subir.”
“Gracias.”
“No. Te vas a poner grogui otra vez en unos minutos. No quiero encontrarte en
unas horas desmayada y babeando en la alfombra.”
“¿Por qué no? Ya me has visto en momentos más torpes. ¿Qué es uno más? No
va a doler.”
76
ANHELANDO SU DOMINACION
“No eres torpe. Hay un lunático detrás de ti. Esa es la diferencia.” la ayudó a
ponerse de pie y sintió un temblor ondearle el cuerpo. “No te preocupes, ángel.
Estás a salvo.”
Kellan la ayudó a subir por la larga y curva escalera. Mercy se detuvo a mitad
de camino y lo miró con ojos aguamarina. “No te lo había dicho… gracias por
ayudarme.”
Kellan se obligó a dejar de mirar los labios antes de volver a cagarla besándola.
Cuando ella se tambaleó en el siguiente escalón, la tomó en brazos. Esperaba que
ella protestara, pero no fue así. Mercy simplemente envolvió sus esbeltos brazos
alrededor del su cuello y metió la nariz bajo su mentón.
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ANHELANDO SU DOMINACION
apartamento. Encontró a su hija de veinte años entre sabanas sucias, tan sin
fuerza que no podía tan siquiera rodar a buscar la caneca junto a su cama para
vomitar. Leena ya estaba en el hospital, así que Kellan hizo lo que todo padre
haría. Limpió a su pequeña y la llevó al hospital.
Se elevó su frustración.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Con cada paso irritado, Kellan se arrancó la ropa. Quería aullar como el viento
con toda esa injusticia. Cuando llegó a su habitación, se quitó el pantalón, los
zapatos y se arrancó sus pegajosos boxers. Su polla saltó libre. Roja. Rabiosa.
Goteando como un puto grifo.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Sí, pero el alivio que hoy logró con ella hizo poco por aplacar el hambre que
Mercy le provocaba. Kellan no sentía afecto alguno por Natalie. Un hecho del que
particularmente no se sentía orgulloso, pero era el único modo de retener a su
amante y vivir consigo mismo. Natalie no era más que un placebo para su
magullada y dañada alma.
Kellan estaba descubriendo rápidamente que entre más tiempo pasara con la
belleza audaz y descarada, más difícil le sería ignorar los sentimientos que
despertaba en él. Intentar echar de lado sus sentimientos por ella era como
empujar una roca por un nevado… imposible.
“Odio decirte esto, ángel, pero tu dominante grande y malo no es tan fuerte
después de todo,” se quejó.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Su camino oscuro y doloroso por el callejón de los recuerdos era tan peligroso
para él como la sumisa desnuda que dormía al otro lado del pasillo.
Sabía que pasar los siguientes siete días con Mercy a su lado sería tan doloroso
como un batazo en las pelotas. Pero era la única manera en que podía asegurarse
de que ella siguiera las órdenes de Brooks.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Se obligó a mirarla a los ojos. Segundos después, ella hundió los hombros.
Mercy respiró temblorosamente varias veces mientras acunaba su frente en la
mano.
“Lamento haberte despertado. Estoy bien ahora. Solo fue una pesadilla.” Su
voz sonaba más sensual que lo acostumbrado.
“No me despertaste, ángel. ¿Estabas soñando con Kerr… sobre lo que pasó
esta noche?”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Para que descansaras más cómoda.” Respondió tranquilo. “He visto mujeres
desnudas antes, ángel.”
“¿Sí?”
Kellan pretendía unir su alma destrozada del mejor modo posible. “Cierra los
ojos. Estaré aquí.”
“Gracias.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
dolor, y hablaron brevemente hasta que la medicina hizo su labor y ella se durmió
de nuevo.
Y él también.
Miró hacia abajo para ver un brazo de ella sobre su pecho y su cabeza acunada
en el hueco de su hombro. Su polla se despertó inmediatamente, tensando su
pantalón y la sábana.
No podía moverse.
Ese sonido erótico hizo que su polla saltara y los músculos de su abdomen se
tensaran.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Abrió los ojos y se sentó. Soltó su polla rápidamente. La voz de Mercy era tan
suave e incitante como la sábana que se deslizaba por su piel pálida. Su mirada
estaba fija en el bulto que hacía levantar la sábana.
Se sentó mientras tragaba fuertemente. “Estoy seguro que eres más que
capaz, pero no estás en forma para eso. ¿Cómo te sientes esta mañana?”
“Mejor que lo que tienes entre las piernas, sospecho.” Dijo lentamente con una
sonrisa juguetona.
“Dios mío… no tenía idea de que semejante belleza robusta se escondía bajo
esos trajes serios que vistes,” murmuró. Kellan se quedó quieto dejándose
observar por ella. “Esos hombros tan anchos… realmente no deberías esconder
esos hermosos bíceps, Kellan.”
Mercy extendió la mano hacia él, pero él se tensó y dio un pequeño paso hacia
atrás.
“Así que no me vas a dejar tocarte, ¿Eh? ¿Por qué? No voy a romperte.”
Por culpa.
“Sí, ya sé.” Ella dejó caer la mano y curvó los labios como si hubiera probado
algo amargo. “Esas razones no me incumben.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
CAPÍTULO CINCO
MERCY LUCHABA POR EVITAR MIRAR boquiabierta el cuerpo robusto de él. Su
piel besada por el sol – algo que ella no esperaba, dado que Kellan pasaba sus
días en una corte – estirada sobre cada duro músculo. Incluso esa cintura sexy y
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ANHELANDO SU DOMINACION
estrecha la llamaba de modo carnal. Pero las señales ambiguas que él seguía
enviándole la estaban volviendo loca de atar.
Su tono autoritario y paternal la hacía enfurecer. Ese dolor sordo que aún le
asaltaba la cabeza – el dolor sobre el que le mintió – la hacía sentir perezosa y mal
preparada para retarlo a una lucha de voluntades. Pero lo que más perturbaba a
Mercy era que su comportamiento compasivo se había desvanecido al amanecer.
La noche anterior se había portado tan tierno, tan… bueno, cariñoso. Pero la
magia compartida en la oscuridad ya no estaba ahí. Ya no había más sombras bajo
las cuales esconder las débiles vulnerabilidades que punzaban a través de ella.
La decepción se posó en su interior. Una parte de ella quería cubrirse con las
cobijas y llorar. Pero en cambio, levantó la barbilla. Mercy estaba decidida a dejar
la mansión del juez Kellan Graham, volver a su pequeño y acogedor apartamento,
y lamerse las heridas en privado.
Ella se dio cuenta que su tono había sido vehemente y desagradecido cuando
vio el rostro de Kellan perder color. Sus labios se apretaron en una delgada línea
antes de que él girara la cabeza y mirara por la ventana. Su expresión tierna le dijo
a ella que no estaba acostumbrada a que nadie desafiara sus órdenes, en
particular una sumisa.
La vergüenza la hizo querer retractarse. Después de todo lo que Kellan hizo por
ella, le pagó despotricando como una perra desagradecida. Pero la mujer
obstinada e independiente en ella estaba irritada de que él se hubiera tomado la
libertad de decidir su destino en vez de dejarla elegir sola.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Ahora, de algún modo, ella estaba agradecida por su contusión; podría ser lo
único que le salvaría ahora su blanco trasero después de ser tan perra. Oh, pero lo
que daría por terminar sobre el regazo de él ahora mismo.
Mercy se sintió triste y rechazada. Todos los avances que habían hecho… las
charlas juguetonas igual que la compasión cariñosa de su parte se desvanecieron
como una nube de humo. Kellan se encerró detrás de gruesos muros otra vez –
los que ella no tenía permiso de atravesar.
¡Genial!
Mercy era la única culpable. Ella era la razón por la que Kellan ahora estaba
virando hacia el lado oscuro.
¡Maldita sea!
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Lamento haber sido tan grosera. No quería hacerte enfadar. Has ido lejos por
mí, y yo… yo… me siento mal por alejarte. Agradezco lo que estás haciendo por
mí. Por favor… no… no te cierres. No puedo soportar otra vez esa pared de
frialdad entre nosotros.”
Él frunció el ceño.
“Conmigo. Sí, sí, lo sé. Me lo sigues diciendo.” La boca de ella se curvó en una
sonrisa torcida.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Mercy tenía siete días para convencer a Kellan de ser su dominante. Siete
gloriosos días para intentar también seducirlo. Las sábanas se enredaron en sus
piernas y cayó a la cama. El dolor, como cuchillas, le atravesó el cráneo. La
habitación giró de modo enfermizo. Su celebración se detuvo abruptamente
mientras se agarraba las sienes y gruñía.
Mercy podría pasar días en esa lujosa ducha, dejando que el agua golpeara la
tensión de su cuerpo maltratado, pero Kellan estaba haciendo desayuno… para
ella. No pretendía hacerlo esperar.
¿A quién pertenecían?
Kellan no había tenido tiempo de ir de compras a – miró las etiquetas – Lord &
Taylor mientras se bañaba. ¿Tendría pantalones capri nuevos y buzos angora en
verde pastel por ahí para que cualquier mujer que trajera a casa no tuviera que
dar el paseo de la vergüenza?
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ANHELANDO SU DOMINACION
Aún con la boca abierta del asombro, Mercy bajó las escaleras. Prismas de sol
se filtraban por el candelabro de cristal sobre su cabeza y se reflejaban en el piso
de mármol. A su derecha, hacia la puerta principal, descubrió una enorme oficina
decorada en amoblado en un masculino color caoba. Libros encuadernados en
cuero llenaban las pulidas estanterías que cubrían dos paredes enteras. Ella pasó
los dedos sobre el borde de un enorme escritorio y cerró brevemente los ojos
mientras inhalaba el aroma cálido, familiar y lleno de feromonas de Kellan.
Atraída por la voz de Kellan, Mercy llegó a la cocina. Bueno, decir cocina era
una atenuación. La galería culinaria avergonzaría a la mayoría de restaurantes del
canal de comidas. Un espacio de granito color claro, rodeaba los electrodomésticos
de acero inoxidable. Mercy apenas podía contener la urgencia de escarbar en las
alacenas blancas y brillantes, sacar ingredientes del enorme refrigerador, y
comenzar a hornear algo pecaminosamente malo para la figura. Cocinar no era un
hobby para ella. Era terapia. Si Mercy alguna vez necesitaba terapia, era ahora.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Estás temblando. ¿Tienes frio, ángel?” el brillo travieso que danzaba en sus
ojos le dijo que la estaba provocando.
“No. Definitivamente no tengo frio.” Mercy miró la taza de café de él. “¿Te la
caliento?”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Mientras llenaba la taza, se dio cuenta que todo rastro de humor en el rostro
de él se había desvanecido. Sin respuesta alguna para ella, Kellan se dio la vuelta y
comenzó a verter huevos en una ponchera. Sintiéndose un poco contrariada y
confundida, Mercy se preguntó cuándo o si alguna vez podría entender a este
hombre complicado. Ella bebió su café y lo estudió mientras trabajaba.
“¿Puedo ayudarte en algo?”
Tal como le gusta todo… bajo control, pensó ella sonriendo internamente.
“Si estuviera más cálido afuera, comeríamos en el patio, pero me temo que nos
congelaríamos junto con la comida.”
“Qué vista tan increíble,” se giró para decir sobre su hombro, asombrada de ver
que Kellan estaba detrás de ella.
“No por los cinco baños, ¿Ah?” Mercy se rio suavemente, luego paró de repente
confundida.
Una sonrisa astuta se curvó en los labios de él. “Hablamos de eso en el auto
anoche.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Nada malo.”
“¿Algo vergonzoso?”
“Si tienes alguna regla sobre comerme todo antes de dejar la mesa, ya sé lo
que voy a cenar".
Él no dijo nada, simplemente miró distante al vacío. Una sonrisa lenta se posó
en sus labios. Luego la miró con expresión tan dominante que la hizo temblar.
“¿Entonces qué clase de lio debo formar antes que me pongas sobre tu
rodilla?”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Una parte de ella quería irse y dejar a Kellan masticando su tocino. Pero otra
parte de ella quería levantarse y gritar a pleno pulmón. No hizo ninguna de las dos
cosas. Reaccionar ante sus emociones conflictuadas era tan estúpido e infantil
como el modo de provocarlo para que la azotara. Infortunadamente ya no sabía
cómo más derrumbar sus paredes y obligarlo a que la tomara bajo su dominante
ala. Oh, bueno, como ella decía… sin agallas, no hay gloria.
Ella asintió y se tomó la pastilla. Kellan la ayudó a ir a la sala familiar para que
se recostara en el lujoso sofá de cuero. Él la cubrió con una suave manta de
algodón y le besó la frente antes de volver a la cocina. Mercy oía el sonido de
platos, cubiertos y el correr del agua en la cocina, sintiéndose un poco culpable por
no ayudarlo. Pero pronto el medicamento hizo efecto y ella flotó en un abismo
oscuro.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Su estómago apretó.
“Lo siento, no pretendía interrumpir,” murmuró. “Oí tu voz y creí que hablabas
por teléfono.”
Mentirosa.
La rubia sonrió, con las cejas aún en alto, y miró de lado a Kellan, luego a
Mercy, luego otra vez a Kellan. Era como si la mujer no supiera a quien comenzar
a interrogar primero. Su expresión analítica fue reemplazada por una sonrisa
placida.
Sin duda la había practicado un millón de veces, pensó Mercy con cautela.
“No sabía que tenías… compañía. ¿Por qué no dijiste nada cuando llegué?”
preguntó la rubia.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Con una sonrisa falsa, digna de un Oscar, Mercy extendió la mano hacia la
mujer joven, más delgada y definitivamente más inocente. “Es un gusto conocerte,
Hannah.”
Otra mentira.
“Anoche, cuando Salí con Mika y otros amigos, hubo un altercado entre Mercy y
un antiguo amigo suyo y se puso feo.” Kellan le contó los eventos violentos,
cuidando de no mencionar las inclinaciones dominantes de él y las sumisas de ella
y el Génesis, mientras las cejas perfectamente depiladas de Hannah subían más
por su frente. “Así que, Mercy va a quedarse aquí mientras se recupera.”
Hannah miró a Mercy con compasión. “Oh, por Dios. Es terrible. ¿Estás bien
para estar de pie?”
Buen intento, perra. Estás elevada como Willie Nelson si crees que me
voy de esta oficina para poderte subir la falta y rogarle a Kellan que te
folle sobre su escritorio. Pero, adelante. Dame tu mejor golpe. ¡Te reto!
“Oh, no estoy en reposo absoluto, pero anoche Kellan fue más que
asombroso,” Mercy dijo entusiasmada.
Los ojos de él se abrieron de par en par por un breve momento como si ella
hubiera tomado demasiadas pastillas.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Claro que no.” La respuesta de Hannah era sarcástica. “Estoy segura que
fuiste todo un caballero toda la noche.”
¡Sí!
“Oh, por favor,” Hannah se quejó. “No le voy a preguntar nada, ni a ella ni a ti.
Jamás he pensado o esperado que… te volvieras monje.”
Ella miró boquiabierta a Kellan. “¿Es decir que ella… Hannah es… ella es tu…
Hija?
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Claro que es mi Hija. ¿Quién creías que era?” una sonrisa se estiró en sus
labios y un brillo conocedor en sus ojos casi gritaban ¡ Te atrapé!
¿Hannah era su hija? Mercy solo podía imaginar lo que la pobre niña estaría
pensando… nada bueno. Niña, nada; ella y Hannah parecían de la misma edad.
Sumisa o no, ella necesitaba respuestas del señor distante y evasivo, pero
ahora no era ni el tiempo ni el espacio. Luego que se fuera Hannah, Mercy
planeaba quitarle esa sonrisota de la cara.
Impulsada con su ira hacia sí misma, Mercy dejó que su valentía volara. De un
modo u otro, Kellan Graham iba a soltar la sopa de una vez por todas.
Dado que el suelo se negaba a abrirse y tragarla entera, tal como quería, Mercy
hizo lo único que pudo… apeló a la quinta enmienda y se encogió de hombros en
silencio.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“¡Espera!” Mercy gritó. “Lo siento… no fue mi intención… yo… ¡Mierda!” Mercy
tambaleó. ¿Cómo iba a salir del agujero que la estaba hundiendo? “Honestamente.
Tu papá y yo solo somos amigos y él de verdad fue un perfecto caballero anoche.
Te lo juro.”
Cambiar el tema tal vez no fue la mejor decisión, pero Mercy quería limpiar el
nombre de Kellan y las ideas erróneas que había plantado en la cabeza de su hija,
y así, si Mercy podía reparar su propia reputación para que Hannah evitara pensar
que era una puta, pues mejor.
Una sonrisa se formó en los labios de Hannah – la misma que a veces Kellan
tenía de vez en cuando. “Papá es un adulto. Él puede hacer lo que quiera con
quien quiera.”
“No seas tonta,” contestó Hannah. “No interrumpiste nada importante. Paso
por acá a molestar a papá cada vez que puedo. No te preocupes sobre lo demás.
Ya lo superé.” Ella se rio. “Gusto en conocerte también, y espero que te mejores
pronto.”
“Gracias.”
“No quiero que te tropieces en las escaleras.” El tono firme de Kellan incluía un
toque de advertencia.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Él la estudió por varios segundos antes que una sonrisa se formara en su boca.
“Descansa ahora. Yo aclaro todo con mi hija.”
“¡Buena suerte! Tal vez no haya modo de convencerla que no somos amantes
después de lo que dije. Ella obviamente cree que eres todo un galán. Supongo que
no soy la única mujer que ha visto pasearse por tu estudio un sábado en la
mañana.”
“Guarda tus garras, ángel. Tus celos ya causaron suficientes problemas por
hoy.”
“Lo sé,” ella gruñó. “Solo creí que… si Hannah no es la razón por la cual no me
quieres enseñar sobre este estilo de vida, entonces tal vez hay otra mujer hermosa
que es esa razón.”
“No.” Contestó.
“Otra vez respuestas con monosílabos. Qué lindo,” Mercy farfulló por lo bajo.
“¿Al menos me dirás por qué? Quiero ser una mejor sumisa. ¿Es eso un crimen?
No estoy pidiendo que salgas conmigo o me pidas matrimonio… diablos, ni siquiera
te estoy pidiendo un collar.”
“Ambas.”
“¡Argh!” ella gruñó. “Eres el hombre más molesto del planeta, ¿Sabes? Obtener
una respuesta directa de ti es inútil e imposible.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Su sonrisa de amplió.
“Bien. Reto aceptado. Te demostraré que puedo ser la mejor sumisa en todo el
maldito planeta,” ella resopló en un tono para nada sumiso.
Kellan se rio tan profunda y ricamente que los brazos de ella se erizaron. Sus
pezones se endurecieron. La mujer inquieta y sexualmente frustrada dentro de ella
rugió a la vida.
Sí, Mercy lo sabía. Y entre más pronto mejorara, más pronto podría
demostrarle que ella merecía su entrenamiento y su confianza.
“Te voy a demostrar que soy una sumisa y no el tigre hambriento que crees
que soy, Kellan… eh… señor.”
“Sí, señor.” Ella cerró los ojos y sintió los pasos de él desaparecer en el pasillo.
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ANHELANDO SU DOMINACION
gran y fuerte mano apretando su cabello, haciendo que el picor del glorioso dolor
se extendiera sobre su cuero cabelludo. Un estremecimiento la envolvió cuando él
recorrió el borde de su mandíbula con la punta de su dedo.
“Tú… de rodillas, lista para complacer es una imagen tan linda, ángel,” Kellan
susurró con orgullo. “Tú quieres complacerme, ¿Verdad?”
Su voz se volvió rabiosa e impaciente sin aviso. Algo iba mal. Ella de algún
modo cometió un error. Mercy se colocó de pie, temblando de miedo. Cuando él la
tomó de la barbilla, apretándole la piel entre sus dedos, ella contuvo un grito.
No. No. Esto no estaba bien. Él no estaba bien. Algo estaba mal con él. Jamás
la había hecho sentir miedo antes.
“Lo siento, señor.” Aunque no tenía idea qué lamentaba, la respuesta se le salió
de los labios.
“Tomarás cada golpe sin hacer un sonio o te golpearé hasta sacarte sangre.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“¿Quién crees que eres para cuestionarme, puta estúpida? Voy a disfrutar
castigándote por eso.”
“¿Lloras por mí? Aw, gracias, zorra. ¿Recuerdas lo mucho que me gusta oírte
llorar, Symoné? Te acuerdas de todas las cosas perversas que me gusta hacerte,
¿Verdad?”
El corazón de Mercy parecía quererle estallar en el pecho. Ella conocía esa voz.
No era la de Kellan. Era la de Kerr. El terror se apoderó de ella. Mercy luchó, pero
encontró el valor de levantar la cabeza y mirar sobre su hombro. Kellan aún estaba
ahí. Su cerebro estaba torcido por la confusión y el miedo. Mercy sabía en su
corazón que él jamás le haría algo tan vil y brutal como esto. Ella estaba segura
que Kerr le había hablado. Pero no estaba allí… solo Kellan.
“¿Qué pasa, perra? ¿Te cuesta entender todo esto?” el sonido de la malvada
risa brotó de la boca de Kellan. “Tal vez esto te ayude a entender, perra
ignorante.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Te dije que volvería a quitarte la vida, ¿Cierto, perra?” la provocó con un tono
frio. “Bueno, aquí estoy. Siempre cumplo mis promesas.”
“Primero, voy a follarte por el coño y el culo, luego comenzaré a cortar… cortar
partes de tu puto cuerpo y las pondré aquí sobre la cama para que veas
exactamente lo que te hago.” Kerr palmeó el colchón cerca al rostro de ella.
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ANHELANDO SU DOMINACION
CAPÍTULO SEIS
LUEGO DE DESPEDIRSE de Hannah con un beso, Kellan subió las escaleras
para ver a Mercy. Aliviado de encontrarla dormida y descansando su cerebro, sabía
que debía darse la vuelta e irse de la habitación, pero sus pies… diablos, todo su
cuerpo se negaba a cooperar. En cambio, se sentó en la silla junto a la cama y
contempló los rasgos pacíficos y delicados. Una sonrisa le curvó los labios mientras
recordaba lo adorable que se veía en su estudio… celosa como un diablo y el doble
de descarada. Su reacción fue un subidón para su ego anciano. Claro, si hubiera
sido la mitad de caballero, Kellan le hubiera presentado a Hannah como su hija
desde el principio. Pero era un bastardo sádico de vez en cuando y tenía curiosidad
de saber cuán lejos llegaría Mercy.
Y dejó de sonreír.
¿De qué? ¿De ser amigos, o creer que puedes en verdad ofrecerle algo
más, como… un compromiso?
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ANHELANDO SU DOMINACION
prometerle la clase de compromiso que quería darle… ese que ella también
anhelaba y merecía. Porque en su corazón, aún era el amo de Leena.
Él y Mercy solo podían compartir una amistad, pero eso era todo.
El poder que ella ejercía sobre él era frustrante. Jamás se permitió a si mismo
ser tan susceptible a otra mujer además de Leena. Kellan no sabía cómo lidiar con
su propia debilidad… la debilidad que Mercy le hacía sentir.
“¿Solo amigos?” Hannah resopló. “Papá, por favor. Ya no tengo tres años. Sé
que papá Noel y el conejo de pascua no existen. Por favor, ¡Detente! Veo cómo la
miras… cómo Mercy te mira.”
“Con un zombi.” El dolor le retorció el rostro. “Lo siento, pero es verdad. Mamá
nos dejó hace mucho tiempo, y tú dejaste de vivir, papá. Te he visto. Mamá no
querría eso. Ella querría que fueras feliz.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Hannah negó con la cabeza, con una expresión que gritaba que él estaba
siendo obtuso.
“Es obvio que tú y Mercy sienten algo. Actúa en consecuencia, papá. Solo vives
una vez.” Su voz bajó a un susurro. “No tenemos garantizado el mañana.”
Hannah desestimó la pregunta con su mano. “El verano pasado estabas afuera
limpiando la piscina. Cuando entré a buscar bebidas, el teléfono estaba sonando.
No alcancé a contestar porque se activó el contestador automático. Una mujer
dejó un mensaje recordándote que era hora de renovar el contrato del
apartamento de Natalie. Rápidamente entendí.
“Yo no.” Hannah resopló. “¿Estás enamorado de las dos… Natalie y Mercy?”
“Pero a Mercy sí. Lo veo… lo siento. ¿No lo ves? Ya estás cometiendo adulterio
papá… al menos adulterio de corazón. Si tienes miedo de que piense mal de ti por
amar a alguien más aparte de mamá, estás equivocado.” Hannah se detuvo y lo
estudió. “No es eso a lo que le temes, ¿Verdad? No, le temes a eso porque sientes
algo por Mercy… temes que le estás siendo infiel a mamá. Eso es, ¿Verdad?”
Kellan miró a su hija. Era tan lista y tan observadora. “Le hice una promesa a
ella, frente a Dios y a un montón de gente.”
“Ella también te hizo una promesa, papi. Pero ni Dios ni Satanás ni el destino
que nos jugó una pasada cruel a todos nosotros lo ha anulado.” Hannah se secó
una lágrima rápidamente. “Ella querría que fueras feliz, papá. Ella te amaba lo
suficiente para querer que siguieras adelante sin ella.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Te amo, papá. Eres mi mundo entero. Quiero que vuelvas a ser feliz. No es
sano vivir solo y aislado como lo haces. Como tú y mamá siempre me enseñaron…
la vida no es solo blanco y negro. Es hora de seguir. Realmente lo es.”
Ella se sentó de un salto, casi golpeándolo con la cabeza, y dejó salir un grito
fuerte y largo. Sus ojos rápidamente revisaron la habitación, sin duda buscando al
hijo de puta de Kerr.
109
ANHELANDO SU DOMINACION
Los ojos de ella se abrieron más y palideció. “Aléjate de mí. ¡No me toques!”
La barbilla de ella comenzó a temblar y unas grandes lágrimas cayeron por sus
mejillas.
Lo consumía verla tan perdida, tan sola, tan rota, tan asustada. La distancia
que había puesto entre ellos a propósito para calmarla lo devoraba por dentro. Él
necesitaba consolarla… calmarla y erradicar el terror de su mirada. Lentamente,
Kellan se acomodó cerca a la cama. Ella lo miró de lado advirtiéndole, pero no lo
detuvo.
“Shhh, está bien, ángel. Te tengo. Nadie te va a lastimar mientras esté cerca.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Lo que ella comenzó a describir no era para nada aterrador. De hecho, era una
de sus fantasías favoritas… ella de rodillas ante él. Pero sabía que algo más
ominoso se avecinaba.
“Mi corazón se elevaba. Estaba tan preparada para mostrarte cuánto…” ella se
detuvo ante un poderoso temblor que le sacudió el cuerpo. “Pero luego te volviste
cruel y comenzaste a tratarme como K… Kerr. Tenía miedo. Cuando te dije que no
entendía, te enfadaste más y comenzaste a arrancarme el rostro.”
“Pero entonces Kerr dijo que te había matado y tenía tu rostro de máscara.
Creo que quería confundirme, pero no eras tú… era él. Me lo dijo…” ella sollozó
más fuerte.
El reino continuo del terror por parte de Kerr sobre Mercy lo hacía querer
romper el cabecero de la cama de un golpe. Kellan no podía hablar. Estaba
demasiado ocupado conteniendo su furia mientras acariciaba el brazo de ella.
“Fue tan real,” susurró. “Él… él sacó un enorme cuchillo y me dijo que iba a
cortarme en pedazos y los iba a esparcir sobre la cama para que los viera.”
Mercy se echó para atrás. Levantó sus ojos rojos hacia él y el corazón de Kellan
se apretó. Secó las lágrimas de ella con sus pulgares y le besó suavemente la
frente.
“Tengo miedo.” Su confesión era un susurro tan suave que casi no podía oírlo.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Ver a esta mujer luchadora, segura de sí misma reducida a una cáscara rota de
terror le hervía la sangre. La necesidad primitiva de protegerla y acabar con sus
miedos lo consumía. Aunque estúpido y peligroso, Kellan no podía evitarlo; él le
acunó las mejillas y la besó suavemente en los labios.
Mercy gimió. Ella dudó por un breve segundo y luego se derritió contra él.
Su polla saltó.
Mercy le apretó los hombros, aferrándose con todas sus fuerzas a él, mientras
sus lenguas giraban y exploraban en un baile seductor y húmedo.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Estaba perdido.
Kellan metió una mano bajo el buzo de ella. El sensual calor de su cuerpo de
inmediato lo envolvió. Él rozó el sostén con su pulgar. La sensación de su pezón
endurecido hizo que un gruñido gutural saliera de su pecho. Mercy respondió con
un tono necesitado y arqueó la espalda, presionando su pecho pesado contra su
mano.
Por una vez, todas las horas de sudar y ejercitarse en el gimnasio habían dado
fruto.
Él con destreza tomó el dobladillo del suéter, lo subió por su cuerpo y lo envió
a volar a un lado de la cama. Mientras contemplaba la curva de sus pechos
blancos sobresaliendo bajo el sostén color bronce, Mercy colocó sus manos sobre
el pecho masculino y las bajó por el torso.
Cuando ella movió las manos hacia su espalda para desabrocharse el sostén, la
realidad le robó a Kellan su libido.
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ANHELANDO SU DOMINACION
¡Joder!
“Tu cerebro necesita tiempo para… no estás lo suficientemente bien para esto.”
“Estoy bien. Si crees que vas a detenerte ahora… yo seré quien te dé una
contusión, caballero.”
Aunque quería reírse ante esa amenaza, prefería mil veces haber puesto a la
fierecilla insolente sobre su rodilla y dejarle el trasero ardiendo. Kellan no
soportaba que las sumisas intentaran tomar el control. Desde que la encontró en
su sala ayer, Mercy consciente o inconscientemente había estado intentando
manipularlo. ¿Tan si quiera sabía ella que su comportamiento era inaceptable en
una sumisa? Kerr probablemente nunca se molestó en enseñarle nada del
protocolo.
Kellan no estaba listo para apostarle a algo todavía. Necesitaba tiempo para
decidir si él realmente podía seguir adelante y vivir feliz para siempre como
Hannah le recomendó.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Él miró mudo los pechos femeninos. Los pezones rosados se endurecieron bajo
su mirada. Él quiso pellizcarlos y chuparlos. El corazón y la polla de Kellan se
sacudieron a la vez. Como un telón, su sinapsis comenzó a ir en bajada. Toda la
energía se redireccionó a la polla, ahora imposiblemente apretada.
“¿Qué haces, ángel?” su reprimenda era en tono bajo y parejo. Mercy parpadeó
mientras el carmesí le coloreaba las mejillas. “No estás a cargo, pequeña. Soy el
dominante. No se te permite controlarme de ninguna manera, nunca más. ¿Está
claro?”
Mientras establecía las reglas, rozó el feroz calor del rostro de ella con un
nudillo.
Una lágrima solitaria bajó por la mejilla de ella mientras obedecía en silencio.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Mírame, Mercy.”
Ella cerró los ojos brevemente, respiró profundo y levantó la barbilla. Encontró
su mirada. Bajo las lágrimas sin derramar, Kellan vio un ciclón de emociones
girando dentro de ella: vergüenza, arrepentimiento, confusión, y deseo eran las
más predominantes.
Él no podía no ayudarla.
Kellan cuadró los hombros, unió las manos detrás de su espalda y acogió la
transición, la gloriosa paz y libertad de la mentalidad dominante.
“Manos detrás de la cabeza, ángel.” Bajó la voz a propósito para cubrir su tono
con lo que Mercy necesitaba: autoridad, control y dirección.
Ya él tenía perdida la cuenta de las veces que había fantaseado con verla ante
él así. Como en sus sueños, su sublime rendición lo hacía querer devorarla… llenar
los vacíos en su interior con el poder de ella, con su preciosa confianza. Sus manos
picaban por acunar los pechos ofrecidos y absorber su energía complaciente…
dejarla fluir a través de él y alimentar al hambriento dominante en él.
Era un subidón intoxicante saber que, con solo una orden, Mercy podía
entregarle voluntariamente todo, su poder, su pasión, su amor.
Ella le rogaría que pusiera su boca sobre los pezones duros, mover su lengua
sobre la piel arrugada. Gemir y quejarse mientras él se alimentaba de uno y luego
de otro pecho antes de bajarle el pantalón. Él le ordenaría que separara sus
pliegues desnudos y húmedos e inhalar el picante olor de su sexo, y devorarla
hasta que estuviera lista para deshacerse.
116
ANHELANDO SU DOMINACION
“Tengo tantas ganas de tocarte, señor,” Susurró Mercy sin levantar la cabeza.
Kellan cerró los ojos brevemente para aplacar la fantasía carnal que se
desataba en su mente.
“Igual que yo, ángel. Pero no siempre podemos tener lo que deseamos.”
“Y odio decirte esto, pequeña, pero jamás tendrás lo que deseas si sigues
queriendo estar en control. ¿Entiendes lo que eso significa?”
“Jamás lo haría.”
Ella levantó los ojos y lo miró boquiabierta como si fuera de Marte. “¿Cuándo?”
Él hizo acopio de todo su auto control para no sonreír. Ella era tan putamente
preciosa… tan intrigantemente inocente en el tema de la sumisión.
“Sí.”
“¿Sí, qué?”
117
ANHELANDO SU DOMINACION
“Oh,” ella susurró. Los labios permanecían redondos en una O incitante. Cristo,
quería besarla de nuevo.
“¿Continúo?”
“¿En serio?”
118
ANHELANDO SU DOMINACION
“Yo… yo…” su refutación murió en sus labios cuando él le frunció el ceño. Ella
bajó de nuevo la mirada. “Creí que no me deseabas… sexualmente.”
Ella poseía el corazón de una verdadera sumisa. Aunque ese corazón la hubiera
llevado a involucrarse con Kerr y le hubiera lanzado un mundo de mierda encima,
no estaba rota. Su espíritu, su deseo, su necesidad de someterse y complacer
sobrevivieron. Mercy tenía el mismo ánimo valiente y descarado que alguna vez
Leena tuvo.
“Una contusión mediana,” corrigió ella, luego apretó los labios rápidamente
como si se hubiera equivocado.
“Aclaremos una cosa. No quiero volver a ver que ocultes tus sentimientos. Eres
libre de decir siempre lo que piensas, pero no toleraré que quieras tomar el
control. ¿Entendido?”
119
ANHELANDO SU DOMINACION
“Las odio.”
“Me alegro, pero aún no estás lo suficientemente bien para… bueno, digamos
que tu salud física suprime todo por ahora.”
“Sí, señor.”
“Gracias, señor.”
Pero no era un mundo perfecto… era una tormenta perfecta, llamada Mercy. Y
Kellan estaba en el ojo de esta tormenta.
“Relájate y descansa si puedes un poco más. Voy a darme una ducha rápida.”
120
ANHELANDO SU DOMINACION
“De nada.”
“Nadie dijo que la vida era justa o fácil,” gruñó antes de elegir una camisa del
armario.
“Tienes razón. No debí dejar la llave ahí. ¿No lo han atrapado todavía?”
“No. Antes que Hannah llegara, llamé a Amblin. Está tan frustrado como
nosotros. Kerr parece haber desaparecido de la faz de la tierra.”
121
ANHELANDO SU DOMINACION
“Confío en ti y sé qué harás lo que esté en tus manos para mantenerlo lejos de
mí.”
Kellan levantó la mano. “No te preocupes. Todo está bien. Yo, ah, lo siento,
olvidé decirte. Las cosas estaban un poco locas anoche. Tu auto y tu llave están a
salvo. Mika me escribió cuando estábamos en el hospital. Luego de que todo se
calmó en el club, Woody salió a asegurarte que tu auto estuviera asegurado y
encontró la llave en la calle. Se la dio a Mika. Tal vez Max o Samantha lo han
llevado a casa de Mika luego de cerrar el club para asegurarse que no se lo llevara
una grúa.” Kellan le explicó mientras miraba cómo la ansiedad abandonaba el
rostro de ella.
“¿Qué?”
“No tienes que hacerlo. Somos una familia pervertida muy cercana. Nos
preocupamos por los nuestros.” Lejos en la distancia un rayo destelló en el cielo.
“Mejor entremos. No quiero que te derritas.”
Al menos no en la lluvia.
122
ANHELANDO SU DOMINACION
“Espera. La movieron.”
“¿Qué?”
Kellan tomó la llave y se puso de pie. “Espera aquí hasta que revise adentro.”
“Suelo llevarla al trabajo, pero luego de anoche, no saldré de casa sin ella.”
Ella asintió levemente antes de caminar a la entrada.
Las palabras: VAS A MORIR, PERRA estaban pintadas en la pared sobre el sofá.
“¿Qué sucede? ¿Por qué saliste tan rápido?” Mercy preguntó nerviosa mientras
se apresuraba a acercársele.
Kellan la tomó del codo y la llevó a la escalera que llevaba al segundo piso y le
indicó que se sentara. La lluvia golpeaba los paneles de cristal que enmarcaban la
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Me estás asustando. ¿Qué viste que saliste tan rápido? ¿Kerr está ahí?”
“No creo que el perpetrador esté todavía en el sitio, pero no estoy seguro.
Necesita decirle al oficial Amblin de este reporte. Tengo razón para creer que esto
está conectado con una de sus investigaciones actuales.”
“Creo que Kerr encontró la llave bajo el tapete. Él, o alguien estuvo adentro.”
“¡Ese malnacido! ¿Miraste mi estudio? ¿Mi arma? ¿Mi computador? Oh, Dios.
Toda vida está en esa cosa. Si…”
124
ANHELANDO SU DOMINACION
“¿Por qué sigues diciendo alguien más, o quien sea? Ambos sabemos que fue
Kerr quien entró.” Ella descansó los codos en las rodillas para acunar su rostro con
las manos.
“Supongo que gajes del oficio. Ya sabes… eso de culpable hasta que se
demuestre lo contrario.” Se encogió de hombros.
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ANHELANDO SU DOMINACION
CAPÍTULO SIETE
LUCHANDO POR EVITAR sucumbir al pánico que se elevaba en ella, Mercy
presionó una palma sobre su estómago revuelto y apretó los dientes. En el pasado,
ella podría inocentemente haber dejado que Kerr violara su cuerpo, pero no tenía
permiso de invadir y vandalizar su hogar, su santuario, y mancillar todo lo que
había luchado por lograr. Quería darle caza y matarlo a golpes… ponerle final a su
régimen de terror.
Sintiéndose con ganas de salirse de su propia piel, Mercy empujó a Kellan para
alejarlo de ella.
“¿Qué estás…?”
“Nada. Creí que te ibas a romper con todo esto, pero puedo ver que estaba
equivocado. Estás lista para patear traseros.”
“Claro que sí, maldición. Ese… ese… cretino no tiene derecho a atormentarme o
a toda la demás mierda que está haciendo.” Se quejó. “Está loco. De atar. Fuera
de su puta cabeza. Y escogió a la mujer equivocada para joder. Si tengo que
hacerlo, lo voy a cazar y lo haré desear jamás haber nacido.”
“Cálmate, mujer maravilla, no vas a ningún lado sin mi a tu lado y hasta que tu
cabeza haya sanado. Pero te prometo que, si Kerr resulta aparecer en la puerta, te
entrego mi arma y puedes volarle la cabeza.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Luego de que llegara la policía, Mercy pudo entrar al apartamento. Cuando vio
el daño con sus propios ojos, el vórtice de la ira la consumió una vez más.
Quiso llorar cuando vio toda la vajilla que había pasado meses explorando E-
Bay para comprar, ahora era un montón de fragmentos rotos y polvo en el suelo
de la cocina. En su habitación, la lencería de encaje nueva que compró la semana
pasada estaba hecha girones. Las lindas almohadas grises estaban abiertas y
regadas, la fibra blanca cubría su habitación como copos de nieve. Mercy revisó
rápidamente el cajón de su mesa de noche y contuvo un grito. El bastardo incluso
se robó todos sus vibradores y juguetes sexuales.
“¿Por qué? ¿Por qué hace esto?” espetó. “¿Cree que tendré tanto miedo, que
estaré tan intimidada que qué? ¿Cree que iré corriendo a él para rogarle que no
me mate?”
Ella se rio sin humor. “Como si sus amenazas y apuntarme con un arma en la
cabeza no hubieran bastado.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Incluso antes que las manos fuertes de Kellan la tomaran de los hombros,
Mercy sintió el calor de su cuerpo envolverla desde atrás. Ansiaba su consuelo,
pero a la vez no lo deseaba. No quería sentirse débil o victimizada. Kerr le había
quitado demasiado de su poder, su control, y su paz mental. Se negaba a
romperse y darle más.
Kellan se inclinó para acercarse a su oído. “Detente, cariño. Haré una llamada…
haré que limpien esto en un día o dos. Ven, sentémonos en la sala. El oficial
Amblin está aquí y necesita hablarte.
Aunque su tono era engañosamente pacifico, su orden era fuerte y audaz. Por
primera vez desde que entró a su apartamento, Mercy sintió como si tuviera suelo
bajo sus pies. Kellan no esperaba o no quería que ella lidiara con esta
enfurecedora masacre sola. Ella cerró brevemente los ojos y asintió, y luego se
paró de puntillas para presionar sus labios contra los de él.
“Gracias.”
128
ANHELANDO SU DOMINACION
“Te voy a llevar a casa para que te acuestes,” Kellan comenzó. “También voy a
conservar tu llave de repuesto conmigo. Kerr no necesita redecorar más. Dime lo
que quieres que llevemos a casa esta noche y yo lo empaco.”
Como un acto reflejo, Mercy abrió la boca para decirle que ella lo haría, pero
rápidamente la cerró.
“Bien pensado, cariño,” una sonrisa conocedora se extendió por sus labios.
“Lo estoy intentando.”
La tormenta había pasado pera cuando llenaron el baúl del auto de Kellan con
las pocas cosas que ella tenía. Las nubes grises y frías – acordes con el humor de
Mercy – se acercaban. Durante el corto viaje de regreso a casa de él, ella dobló las
manos sobre su regazo e intentó relajarse. Justo cuando cerró los ojos, sonó su
celular. Cuando lo sacó de su bolso, Kellan levantó la mano.
“Pero es…” ella cerró la boca. Sin tan siquiera mirar quién llamaba, le entregó
el teléfono.
“¿Quién es?”
“Kerr.”
Como un bombero, las palabras de Kellan extinguieron las llamas de rabia que
ardían dentro de ella.
129
ANHELANDO SU DOMINACION
“Quiero que descanses. Has tenido un día difícil. Pediré algo para comer y te
despierto apenas llegue.”
Cuando le rozó la mejilla con los dedos, Mercy atrapó su mano y colocó un
suave beso en el centro de su palma. “Gracias, por todo.”
130
ANHELANDO SU DOMINACION
“¿Dormiste bien?”
“¿Cómo lo sabes?”
“Relájate, es la cena.”
Kellan entró en la cocina y ella levantó una ceja. “¿Esta está bien?”
131
ANHELANDO SU DOMINACION
¿Servicio apropiado?
“No, señor. No sabía que eso existía, pero te agradecería si me dijeras de qué
se trata.”
Cuando estaba de rodillas junto a su silla, con la cabeza baja y los muslos
abiertos, empujando el vaso hacia él con ambas manos, a Mercy no le gustaba... le
encantaba la maldita paz que la envolvía.
Mercy no quería moverse. Quería quedarse ahí mismo, a sus pies, envuelta en
el brillo de alegría y deleitándose en la dicha de la aprobación.
132
ANHELANDO SU DOMINACION
“¿Cómo lo sabes?”
“¿Por qué tengo la impresión que dije muchas cosas que no debía?”
Oh, ella podía imaginar… podía imaginarlo haciéndole toda clase de cosas
sucias. Mercy solo esperaba que un día él hiciera realidad todas sus sucias
fantasías.
133
ANHELANDO SU DOMINACION
No sirvió.
En todo caso, saber que la sumisa intrigante estaría junto a él veinticuatro siete
por los próximos seis días lo ponían más cachondo que un adolescente.
Estaba de pie en la sala familiar bebiendo su café y miró hacia el lago mientras
otra nube horrible se acercaba. Kellan se había dormido con la visión de Mercy de
rodillas durante su lección espontanea durante la cena y se había despertado con
esa imagen asombrosa llenándole el cerebro. Aunque quiso desecharla como algo
similar a un capricho pasajero, no podía. El firme deseo de guiarla más lo
aprisionaba por completo.
La mente de Kellan comenzó a girar con temas que pretendía discutir con ella.
Cosas como palabras de seguridad, límites, responsabilidades de dominante y
sumisa, la santidad del collar, y una letanía de fetiches. Tenía curiosidad si esta
audaz sumisa tenía disparadores súper pervertidos. Dios, ojalá fuera así.
No a un dominante… ¡A él!
Pero sobre todo, Kellan quería enseñarle a encontrar serenidad, confianza y paz
dentro de su piel sumisa.
134
ANHELANDO SU DOMINACION
“Buenos días.”
Incitante.
Erótica.
Una sonrisa le curvó media boca. “Apuesto a que eso se lo dices a todas.”
Y a Leena.
Kellan sabía que debía contarle de su esposa, pero hoy no. Tenían demasiado
que hacer. La noche anterior él llamó a Mika mientras Mercy descansaba. Los dos
hombres contactaron a otros del Génesis. El plan era que todos se encontraran en
el apartamento y limpiar en unas horas la destrucción que Kerr dejó.
135
ANHELANDO SU DOMINACION
Una ola de ira le cubrió el sistema mientras miraba una foto de Mercy doblada
sobre una mesa con una polla metiéndose en su trasero.
“No mires…” sus palabras murieron cuando lo vio con la mirada fija en la foto.
“No puedo creer que ese bastardo haya tomado fotos de… esto.”
“No. ¡Diablos, no!” sus labios se apretaron en una línea fina mientras comenzó
a romper el papel.
“No hay modo en que permita que un juez o un jurado vea esto. Es demasiado
vergonzoso.”
Kellan se esforzó por aplacar la posesión y los celos que corrían por sus venas.
“No quiero que esta foto pase por una corte más de lo que tú quieres. Pero la
conservaré por si acaso…”
136
ANHELANDO SU DOMINACION
“Sí, pero a menos que el equipo de Amblin haya encontrado huellas de Kerr
ayer, no tenemos pruebas de que él haya sido el responsable de este acto de
vandalismo.”
El fuerte suspiro que salió de los labios de Mercy contenía la indignación que
ella también sentía por el sistema. Gimió derrotada y dejó caer la frente en el
pecho de Kellan.
“Solo quisiera que todo este desastre termine, en vez de estar apenas
comenzando.”
Rato después del almuerzo Mercy salió de su vergonzosa tristeza. Claro que la
obvia razón eran Savannah, Julianna, Trevor, Samantha, Mellie y Liz. De algún
modo ayudó que Trevor compartiera sus sentimientos sobre el abuso que sufrió, y
la experiencia de Mellie con Kerr. Al menos Mercy sabía que no era la única víctima
de un mundo injusto.
Luego de borrar todo rastro de Kerr del apartamiento, Julianna frotó su vientre
apenas redondo y prometió traer el computador a su casa en unos días para
ordenar una vajilla y sabanas nuevas.
“Me haré una idea de lo que ella busca para limitar el tiempo para que ella
pueda ver imágenes en cinco segundos.” Julianna sonrió. “¿Podría ser así, señor?”
“Bienvenido a mi mundo,” farfulló Mika junto a Kellan con una media sonrisa.
“Sumisas.” Kellan rodó los ojos. “Sí, niña. Es permisible, pero no mas de cinco
segundos, ¿Entendido?”
137
ANHELANDO SU DOMINACION
“Esconde todos los relojes que encuentres antes que él se vaya a la cama.”
“Olvida lo que dije,” le susurró a Mercy lo suficiente para que todos oyeran.
Aunque ella se rio con los demás, Kellan podía ver la confusión nadando en su
mirar.
“No. Bueno, digo, para algunos puede que parezca así. En términos más
sencillos, es un llamado a Drake a reforzar su autoridad. Trevor ha atravesado por
un infierno que ninguno de nosotros puede realmente entender. Ambos han
pasado momentos difíciles. No solo eso, sino que también tener un bebé en casa
demanda mucha atención. Creo que Trevor simplemente quiere la tranquilidad de
que está firme e irrevocablemente bajo el mando de Drake.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Lo que intento decir es que cada relación es diferente. Lo que funciona para
una pareja o una relación poli amorosa no garantiza que funcione para otros. Por
eso es que la comunicación es necesaria. Eso establece los parámetros que hacen
plena una relación dominante / sumisa.”
“No te preocupes. Haré mi mejor esfuerzo para que tengas una mejor idea.”
Ella se giró y lo miró con anticipación. “Entonces, ¿Estás diciendo que decidiste
entrenarme?”
Kellan sopesó la pregunta por varios segundos. “Sí, supongo que sí.”
139
ANHELANDO SU DOMINACION
Cuando oyó a Mercy lamentarse con sus amigos sobre comprar un nuevo
computador, a Kellan se le ocurrió una idea. Mientras ellos estaban en la cocina
almorzando, él se escabulló al piso superior y guardó el portátil roto en una bolsa
pequeña junto con una nota para Mika.
“Sí, señor.”
140
ANHELANDO SU DOMINACION
“No, señor.”
“Tienes.”
“Pero…”
“Esa no era una pregunta.” La interrumpió con un tono cortante y bajo. Kellan
no podía evitar sonreír mientras un estremecimiento de emoción la atravesaba. “Te
guardarás tus explicaciones a menos que te las pida. ¿Está claro?”
“Sí, señor.”
“Para asegurarme que siguieras las órdenes del Dr. Brooks, reagendé mis casos
para estar contigo. ¿Por qué supones que lo hice?”
“Sí, por supuesto. Pero hay otra razón. ¿Sabes cuál podría ser?”
“No señor.”
“Porque te conozco, pequeña. Sabía que no ibas a pasar siete días sin ver tu
teléfono o metiéndote en tu computador… ¿O tal vez, oír música a escondidas?”
141
ANHELANDO SU DOMINACION
Él jamás se cansaría del modo tan erótico en que respondía a él. Sin decir
palabra, soltó las ataduras en sus tobillos y muñecas y extendió su mano.
Mientras la atraía hacia sus brazos, Kellan cerró los ojos y saboreó la sensación
del suave cuerpo apretado perfectamente contra el suyo. Él no tenía el poder de
alterar su pasado ni el de predecir su futuro. Todo lo que podía hacer era grabar
en el fondo de su alma cada momento asombroso que pasara con esta sumisa
cautivadora y sensual. Kellan no tenía duda que cada recuerdo le daría calor a sus
noches vacías durante los años venideros.
Ella se retiró y estudió su rostro. Una gran felicidad brilló en su mirada. “Es lo
más dulce que un hombre me ha dicho.”
142
ANHELANDO SU DOMINACION
“Sí, señor.”
“¿Esta es una manera indirecta de decirme que estás tomando el papel de mi…
mi dominante ahora, señor?”
La esperanza estaba plasmada en todo su rostro. Eso le quitó el aire a él como
un puño al estómago. Su corazón quería decir que sí. Pero su consciencia no se lo
permitía.
Kellan le sonrió con melancolía. “No, ángel. No es así. Solo soy tu mentor.”
“¿Para qué?”
Kellan la guio por un rincón que separaba el comedor de la cocina. Abrió una
puerta que daba hacia un sótano y bajó por las escaleras, súper consciente de que
Mercy lo seguía de cerca. Pasó por su gimnasio, y abrió la puerta de un pequeño
calabozo.
Luego del accidente de Leena, él canalizó su miedo y frustración creando este
espacio de juegos. Convenciéndose tontamente que su esposa pronto se
recuperaría, él planeaba sorprenderla cuando regresara a casa. Pero su esposa
estaba flotando entre el cielo y la tierra, para nunca volver.
143
ANHELANDO SU DOMINACION
Traer a Mercy al calabozo que diseño a Leena le lanzó una punzada de culpa en
su consciencia. Pero los últimos cinco días que había pasado con Mercy, ella le
enseñó que moverse atropelladamente sin propósito en la vida no era vivir, sino,
puramente existir. Encontró irónico que el maestro inadvertidamente se volvió el
alumno.
Una ola palpable de aprensión emanó del cuerpo de ella mientras bajaba la
barbilla y miraba al suelo. Kellan avariciosamente absorbió su angustia y la fundió
con su poder. Quería enfatizar la importancia de obedecer direcciones mientras
liberaba el alma sumisa de ella.
“Desnúdate,” le ordenó.
144
ANHELANDO SU DOMINACION
CAPÍTULO OCHO
MERCY LEVANTÓ LA CABEZA y lo miró como un cervatillo perdido en una
carretera. No le avergonzaba quitarse la ropa. Se había desnudado muchas veces
para Kerr. Era el hecho de que Kellan le diera la orden de desnudarse lo que la
sorprendía.
“Ojos al suelo, ángel.” Su tono bajo y firme hacía que sus partes se derritieran
como azúcar disuelta.
Luego de pasar los últimos cinco días con Kellan en un constante estado de
excitación, Mercy temía que el toque más leve la deshiciera en un inmenso
orgasmo.
Mercy se había esforzado por evitar decepcionar a Kerr por miedo a sus
castigos.
“Cuando estés bajo mi control, sea en este calabozo o en el club, espero que
utilices tus palabras cuando me contestes. ¿Está claro?”
“Sí, señor.”
145
ANHELANDO SU DOMINACION
¡Diablos!
Mercy había visto a Kellan trabajar con otras sumisas en el club, pero ella
jamás había estado con él. Su dominación era fascinante… vertiginosa…
cautivadora. No perdió un solo segundo; Mercy se despojó de su ropa.
“De ahora en adelante usaré mis palabras, señor.”
“Sí. Planeo desenvolver toda la dulce sumisión como una pecaminosa barra de
dulce, la dejaré derretir sobre tu lengua, y dejaré que te des un banquete con tu
serenidad.”
Ella más bien prefería bajarle el cierro y que la dejara darse un banquete con
su polla hasta que se derritiera por completo en su lengua, pero se guardó esa
fantasía para ella misma.
“Arrodíllate frente a la cruz, niña. Aclara tu mente y prepárate para una sesión
como la que hablamos ayer.”
“Sí señor.”
Oh, sí. Mercy recordaba la decepción que se deslizó por sus venas cuando él
colocó el reproductor de MP3 en la mesa.
“¿Hay una razón por la que no intentas aclarar tu mente? Te puedo oír
pensando desde aquí.”
146
ANHELANDO SU DOMINACION
Maldita sea. Ella quería aclarar la mente, pero no podía apagarla. Oyendo sus
palabras, Mercy estaba doblemente distraída ahora. Tenía curiosidad por ver qué
juguetes había escogido él, dificultándole mucho más mantener su posición
sumisa.
“No. Estamos aquí para que puedas enmendar el haber desobedecido las
reglas. Dime, ¿Cómo te sientes por dentro sabiendo que me decepcionante?”
“¿Por qué?”
“Eso quiero.”
Mercy tragó fuertemente. Dios, ella no quería confesar la razón, pero Kellan
podía percibir una mentira a kilómetros. De eso estaba segura.
“Sigue.”
147
ANHELANDO SU DOMINACION
Mercy podía sentir la sonrisa en la voz de él. Sí, le iba a encantar lo que ella
confesaría a continuación.
¡Mierda!
“Me preguntaba lo que sería que en vez de que me dieras las buenas noches
desde la puerta, tu… bueno, te metieras en la cama conmigo.”
“Veo. Levanta la cabeza y mírame, niña. Dime lo que imaginaste que te haría.”
Mercy tragó fuertemente y lo miró a los ojos una vez más. Su expresión
alentadora fue reemplazada con un fuego carnal.
La presa entre sus piernas se abrió. Una ola de hambre le hizo apretar los
pezones y el clítoris. Un pequeño gemido salió de la base de su garganta. Ella
ansiaba rodearle el cuello con los brazos y besarlo… deslizar la lengua más allá de
sus labios llenos y alimentarse de su boca. Presionar su cuerpo desnudo contra él y
148
ANHELANDO SU DOMINACION
retorcerse por completo sobre él hasta que Kellan se arrancara la ropa y la follara
justo ahí en el suelo.
“Tú no estás aquí para placer, mi pervertido ángel. Estás aquí para castigarte.”
Las fosas de Kellan se dilataron. Su polla se lanzó contra el cierre. Una mirada
de indecisión flotó en sus rasgos antes de apretar la mandíbula y negar lentamente
con la cabeza.
“Mucho más linda de lo que imaginé,” murmuró él. “Tu coño está tan rosado,
hinchado y húmedo. Haces que se me haga agua la boca y que mi polla grite,
niña.”
149
ANHELANDO SU DOMINACION
“Oh, Dios,” gruñó ella. “Por favor... oh, sí, por favor.”
“Tu boca, tus dedos, tu polla… todo tú, señor. Necesito todo de ti.”
Kellan siseó una maldición. “¿Es para eso que estamos en el calabozo?”
“No, señor.”
“No, y es una lástima, porque no hay nada que quiera más que meter mi polla
hasta el fondo en tu brillante coño. Pero no te has ganado ese premio todavía,
¿Cierto?”
En preparación para el primer estallido de dolor, ella apretó los ojos, apretó el
trasero y sostuvo el aliento. Cuando Kellan simplemente pasó una mano sobre su
trasero, ella saltó y exhaló. Su caricia reverente se sentía como si le estuviera
adorando la piel. Pero ese era el deber de una sumisa, no de un dominante. Las
líneas entre la autoridad y la entrega se borraron. Ella no tenía idea de qué esperar
con este hombre. Mercy sintió como si la hubieran lanzado a un mar tormentoso.
Su advertencia fue música para sus oídos. Todo rastro de terror se desvaneció.
150
ANHELANDO SU DOMINACION
Para enfatizar sus palabras, lanzó otra palmada sobre la piel de ella.
Palmada.
Palmada.
“El único placer que gano castigándote es sentir tu suculento culo en mi mano.”
Palmada.
“Claro, ver tus pecaminosas nalgas ponerse tan rojas no está mal tampoco.”
Palmada.
“Tus jadeos temblorosos harán eco en mis oídos por mucho tiempo.”
Palmada.
Palmada.
“Estás tan putamente hermosa toda expuesta ante mí con tu culo rojo al aire,
mi dulce sumisa.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Envuelta en una luz blanca y brillante de paz y belleza, Mercy navegó en esta
extraña serenidad silente. No había preocupaciones revoloteando a través de su
mente. No había miedos.
Horas, minutos, o días después –no estaba segura- levantó sus parpados
pesados. Ya no estaba en la banca de azotes, sino envuelta en una suave manta
de algodón y acunada contra el pecho desnudo de Kellan mientras él subía la
escalera de caracol. Ella no sabía cuándo y dónde se quitó la camisa, y en ese
momento no le importaba. Mercy estaba demasiado cautivada con sus
aterciopelados ojos azules fijos en ella y la lenta sonrisa estirándole los labios. Su
corazón chisporroteó, y el calor que le cubría el trasero se extendía a través de
todo su cuerpo.
“Oh, sí, pero no creo que haya aterrizado todavía,” contestó con un suspiro
soñoliento.
Kellan la acostó en una suave superficie y lo sintió estirarse junto a ella. Mercy
abrió los ojos de nuevo para encontrarse en la cama de la habitación de invitados.
Mientras se le cerraban los ojos, se acurrucó cerca del tibio cuerpo masculino,
152
ANHELANDO SU DOMINACION
“Endorfinas. Has estado con ellas disparadas por un rato. ¿Lo disfrutaste?”
“Si sigues enviándome al cielo como ahora, jamás tendrás que castigarme otra
vez. Seré la mejor sumisa del planeta.”
“Ajá.” Gruñó incrédulo.
Mercy colocó una mano sobre su pecho, pasándola hacia arriba y abajo. Al
deslizar la mano más bajo, pasó los dedos por la enorme polla. Sintió los músculos
de él tensarse cuando le tomó la muñeca y alejó su mano.
153
ANHELANDO SU DOMINACION
“Oh, Dios.”
El tono de asombro en el susurro de ella lo sacó del trance carnal. Una ola de
pánico lo aplastó. Kellan se sentó y le alejó la mano cuando ella iba a agarrar su
eje. Mercy lo miró suplicante.
154
ANHELANDO SU DOMINACION
En el minuto que ella se lamio los labios, él estuvo perdido. Kellan no podía
negarse a la súplica de adorarle la polla más de lo que podía volar. Pero se negó a
acostarse y dejarla tomar el control sobre él.
Ella se acercó con la boca abierta. Su aliento cálido acarició la cresta goteante.
Cuando puso sus carnosos labios alrededor de él, sintió como si hubiera muerto
e ido al cielo. Sus terminaciones nerviosas estaban encendidas y las llamas se
extendían. La suave succión de su boca y el deslizar de la lengua de terciopelo casi
lo hicieron correrse. Cada arrastre de sus labios, el movimiento de su lengua, y el
roce de sus dientes sobre las palpitantes venas lo hicieron llegar a un nivel de
dicha mucho más alto. Luchó por contener la semilla que se revolvía en sus
pelotas. No quería avergonzarse terminando esto demasiado pronto.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Como si el elogio la volviera más audaz, ella acunó el saco, y masajeó los
pesados orbes con su mano. Kellan veía los labios de ella deslizarse arriba y debajo
de su eje brillante mientras lo envolvía con su calor húmedo y sedoso.
La habitación giraba.
Él sabía que no iba a durar mucho, pero que lo jodieran si se dejaba ir tan
pronto. Apretando la mandíbula, alargó la mano y la agarró del cabello, alejándola
de su eje.
Ella abrió la boca, preparada para rodearlo otra vez, pero Kellan le mantuvo la
cabeza firme en su sitio. Incapaz de obedecer la orden de él, Mercy gimió y lo miró
suplicante. Él solo negó con la cabeza. Un pequeño mohín le arrugó la boca antes
de sonreír y extender la lengua, cubriendo la punta de la palpitante cresta con
suaves e incitantes lamidas.
Esta mujer iba a ser su muerte. En ese momento en particular, Kellan no podía
pensar en una mejor manera de morir que con su polla hasta el fondo de la
garganta de ella. Provocado con esa idea, él empujó su eje en ella. Los ojos de él
rodaron hacia atrás mientras ella lo tragaba entero hasta la base. Aunque apenas
podía respirar, Kellan le guio la cabeza, estableciendo un ritmo seguro en el cual
ambos pudieran deleitarse en la sensación de la boca perversa de ella, pero
también para evita explotar sobre su lengua.
“Mete la mano entre tus piernas y frota tu clítoris para mí, ángel. Quiero ver
cómo te deshaces mientras lleno tu vientre con mi semilla.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Se la abrieron los ojos. El brillo desenfocado en ellos le dijo a Kellan que ella
también estaba desesperada por explotar.
Apretó la boca alrededor de él y chupó con todas sus fuerzas. Ella sintió sus
músculos tensarse antes que un grito amortiguado vibrara sobre la brillante
longitud.
Ambos temblaban con las réplicas de su éxtasis cuando ella soltó la erección.
Kellan deslizó un dedo bajo la barbilla de ella y le brindó una sonrisa saciada.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“¿Señor Graham?”
“Sí.”
¿Un derrame? Dios, no. Esto no puede estar sucediendo. Todavía no.
Hannah.
“¿Está…?”
“Aún está viva. Pero no sabemos cuánto tiempo más. Lo siento. ¿Quiere que
llamemos a su hija?”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“¿Pasa algo?”
¡Maldita sea!
MERCY QUEDÓ DE PIE en mitad del pasillo con la boca abierta, el cuerpo
tembloroso y la mente acelerada. Sentía como si le hubieran dado un puño en el
estómago y una bofetada en el rostro.
¿Esposa?
¡Esposa!
¡ESPOSA!
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ANHELANDO SU DOMINACION
Y pues qué fiesta la que se dio Kellan… jugó con Mercy a la enésima potencia.
No solo el cretino convenientemente la llevó a su palaciega propiedad, también
pretendió no estar interesado en enseñarle de sumisión. Sin duda eso había sido
parte del gran plan de hacerla sentir como si ella le debiera algo por su sacrificio.
Kellan no era estúpido. Tenía que saber que una vez Mercy se enterara que era
casado, ella se largaría y no le dirigiría ni una mirada en el club.
No tenía hechos, solo suposiciones que corrían por su cabeza de modo tan
furioso que no le hallaba sentido a este desastre.
Hablando de disfuncional.
Cualquiera que fuera el acuerdo que Kellan tuviera con su esposa respecto a
sus votos o el rompimiento de estos, no cambiaba el hecho que era casado.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Con pasos largos y decididos, entró al armario. Mercy esperaba ver la mitad del
vestidor lleno de ropa femenina de diseñador, pero no. El lugar contenía solo los
trajes oscuros de Kellan, camisas y una colección de zapatos.
No tenía sentido.
No había un resquicio de evidencia que demostrara que era casado. Pero debía
haberla. Ningún hombre en el planeta hablaba de su ex como su esposa. La
mayoría hablaba de sus ex como las reinas de la pensión, el súcubo de satanás, y
toda una multitud de términos ofensivos. Esposa era demasiado afectivo para el
divorcio más amigable.
Echando humo, Mercy se dio la vuelta para irse de la habitación. Al pasar por la
cómoda, se detuvo en seco para ver una foto de una imagen atractiva, impactante
y más joven de Kellan vestido en un esmoquin gris oscuro. Abrazada a su lado
había una rubia asombrosa – que tenía un sorprendente parecido con Hannah –
vistiendo un vestido de novia blanco y de encaje. Sus sonrisas eran
enceguecedoras… resplandecían de felicidad y amor tan profundos que eso le
rompió en dos el corazón a Mercy.
“¡Imbécil!” gritó. “¿Por qué me hiciste esto? ¿No significamos…? ¿No signifiqué
nada para ti? ¿O era esto alguna clase de chiste retorcido y cruel? Pues, adivina,
chupapollas. ¡No fue divertido!”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“¡Puto cretino! No puedo creer que jugaras conmigo. Debí haber aprendido mi
lección con Kerr. ¡Todos los hombres son cerdos sin agallas!” sucumbiendo a la
angustia que se aferraba a su interior, Mercy se desplomó en el suelo y lloró.
Vete.
“¡Me niego a derramar otra puta lágrima por este hombre!” dijo entre dientes y
con enfado, obligándose a contener las lágrimas que llenaban de nuevo sus ojos.
“A la mierda los mejores planes,” siseó mientras colocaba sus cosas contra la
reja. Unos minutos después, una camioneta negra estacionaba en la acera. Mercy
sacudió la mano a través de las barras, llamando la atención del conductor. Un
hombre enorme con tatuajes de colores adornando sus gruesos brazos caminó
hacia ella.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Sí, algo así,” Mercy se puso encantadora. “Mi novio salió por un momento, tal
vez a tirarse a alguna sucia zorra, y no nos estamos llevando muy bien. Cambió el
maldito código de la puerta, y ahora estoy atascada. ¿Crees que si… te paso mis
cosas por la reja, tú podrías…? Em…”
Luego de levantar sus cosas por la reja, escaló un muro de ladrillo y saltó en
los arbustos que delineaban el perímetro.
Casa.
El que una vez fue su seguro refugio, había sido vandalizado y saqueado.
Mercy se preguntó si alguna vez bajaría la guardia de nuevo en su apartamento.
No sabía cómo ni por qué, pero en unos pocos días, el lugar de Kellan se sentía
más su casa como el hogar de su familia en Texas.
“Lamento que esa basura no te haya tratado bien. Los ricos creen que pueden
actuar como idiotas y salirse con la suya. Pero te digo algo, sacarte de esa casa
así… bueno, esa mierda fue divertida.” El conductor sonrió.
Mercy le hizo una mueca de las mierdas pasan, mientras que por dentro sentía
morir. Cada cuadra se fundía con la siguiente hasta que la distancia de la casa de
Kellan la hizo sentir como si estuviera viajando a otro planeta. El conductor siguió
hablando, pero ella lo bloqueó. Estaba muy envuelta en los implacables brazos del
dolor y la ira.
Se preguntó qué haría Kellan una vez viera que se fue. ¿Estaría enojado porque
se fue… porque terminó con su juego? ¿O ansioso comenzaría a buscar a su
siguiente victima? ¿Alguien en el Génesis sabía que él era casado? No. Ellos no
consentirían esa clase de comportamiento… ¿Verdad? ¿La infidelidad estaba
permitida en esa comunidad?
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ANHELANDO SU DOMINACION
Será en Maurizio’s.
“¿A qué?”
“Ya sabes…lo que pregunté en el auto… tú y yo. Te trataría mucho mejor que
ese rico cretino.”
“Oh.” Ella palideció deseando haber puesto más atención. “Eh, bueno… tu
oferta es dulce, de verdad, pero necesito descansar un tiempo de las relaciones.”
“Entiendo, sí, no me gustaría ser el tipo del rebote. Pero…” sacó una tarjeta de
negocios del bolsillo y le sonrió seductor. “Si necesitas ayuda lamiéndote las
heridas, llámame.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
fresca era lo único inusual que la recibió. Rápidamente cerró con llave la puerta, y
procedió a desempacar. Mercy decidió que entre menos recuerdos tuviera
mirándola, mejor.
Una vez terminadas las tareas, se puso su pijama favorito de franela. Luego se
sirvió una copa de vino, colocó su teléfono en la estación de reproducción y puso
algo de música melosa. Sentada en el sofá con los pies debajo de ella, Mercy miró
la pantalla negra y fragmentada del televisor.
“Eso se ve como mi corazón… una red rota y fracturada de nada.” Las palabras
salieron de ella en un resoplido sin humor. “Aún no puedo creer que el bastardo
sea casado. ¿Qué putas?”
Mercy terminó el vino en dos sorbos. Empezó a rodear el borde de la copa con
sus dedos mientras pensaba en Kellan diciéndole cómo arrodillarse y servirle. Aún
podía sentir el sabor afrutado del vino explotar en su lengua mientras compartía el
primer sorbo con ella.
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ANHELANDO SU DOMINACION
CAPITULO NUEVE
KELLAN PRESIONÓ ANSIOSO el código, maldiciendo los segundos perdidos
antes que sonara el molesto zumbido de la puerta. La abrió de un jalón y corrió
por el pasillo, ignorando a todo y a todos a su alrededor.
Si Kellan hubiera estado con Natalie cuando recibió esta llamada aterradora,
hubiera fácilmente compartimentalizado su vergüenza… la hubiera guardado en un
baúl frio y sin significado. Pero estaba con Mercy. Sus sentimientos por ella
estaban muy lejos de carecer de significado, y Kellan irresponsablemente cedió
ante ese amor.
Sí, si hubiera sabido… sabido la primera vez que puso los ojos en Mercy, que su
vida organizada y disciplinada eventualmente se evaporaría. Sin embargo,
tontamente Kellan siguió reforzando los muros de su corazón, esperando mantener
su control y distancia. Pero a medida que la veía en el club, soñaba con ella noche
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ANHELANDO SU DOMINACION
tras noche, el ansia de guiarla hasta ponerla de rodillas y reclamar su puta alma
había aniquilado su control todopoderoso.
Mercy lo poseía, y no había putamente nada que Kellan pudiera hacer para
cambiar ese hecho.
“Está bien, pero llámeme de inmediato si nota algún cambio en nuestra chica.”
“Lo siento, nena. Te amo… siempre te amaré, pero estoy tan putamente vacío
por dentro. Ella me llena, tal como tú solías hacerlo. Lo sé… lo sé. Soy un cretino
egoísta, pero maldita sea, me he encerrado todos estos años, igual que tú.”
Sorbió. “Sigo pensando… ¿Y si fuera al contrario? Dios, Leena, no hubiera querido
que dejaras de vivir. El amor dentro de ti… joder… es extenso y hermoso. Jamás
querría que dejaras que se marchitara por mí.”
“No lo haría. Leena tampoco querría que tu amor se marchitara por ella.” Mika
se movió detrás de él y le apretó el hombro. “Hannah me llamó. Viene en camino.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Mika miró a Leena por varios minutos. “Es lo más difícil que tendrás que vivir,
hermano. Saber que no pienso tan… especialmente ahora, pero lo vas a
sobrevivir.”
“Lo sé,” respondió Kellan en voz baja. “Cada vez que pienso que no puedo
soportar un día más así… el dolor que pasaste con Vanessa me choca en la
cabeza.”
“No te estoy invitando al club ni nada, pero necesito que sepas algo. No he
hablado de esto nada más que con Julianna y mi padre. La noche que Dennis
McCollum me disparó, morí. Entré en paro… se apagó todo… fue el final del
camino. Pero antes de que me revivieran…” Mika se frotó su calva cabeza. “Fui a
un sitio… un sitio más allá de esta tierra. Mi madre y Vanessa estaban ahí. Me
dijeron cosas que cambiaron mi modo de pensar de la vida. Su… perspectiva,
supongo, me dio el valor de dejar a Julianna entrar a mi corazón.”
“Estaba luchando con mis sentimientos por Julianna y mi papá luchaba con los
suyos por Sarah. Mamá y Vanessa estaban enfadadas porque ambos éramos tan
tercos para dejar entrar a las mujeres que nos enviaron. La gente que nos ama…
bueno, todo lo que ellos quieren es que seamos felices. Eso es lo que quiero para
ti, hermano.”
“No dejes que la culpa te coma vivo. He estado en tu lugar, y perdí tiempo
precioso.”
Mika lo miró con compasión. “Me voy. Solo pasé para hacerte saber que estoy
para ti. Si necesitas algo, llámame.”
“¿Mercy…?”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Ella aún está en mi casa. ¡Mierda! Salí con tanta prisa que no estoy ni siquiera
seguro de qué le dije.” Kellan se pellizcó el puente de su nariz en un intento de
calmar su dolor de cabeza.
Kellan vio el cielo aclararse con el amanecer. Hannah dormía con la cabeza
puesta sobre la cama de Leena, tomando la mano de su madre. No habían surgido
cambios en la condición de su esposa durante la noche. Él quería dar un suspiro de
alivio, pero sabía que ella no estaba todavía fuera de peligro. Incluso con las
inyecciones anticoagulantes, no había garantías que su dañado cerebro soportara
otro ataque. Fue la misma espera lenta y agonizante que Kellan ya fue obligado a
sufrir antes.
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ANHELANDO SU DOMINACION
pero el grito frenético de Hannah desde el otro lado del pasillo hizo que Kellan
corriera hacia su hija.
“Me apretó la mano,” Hannah sollozó alegre. “Mi mamá… me acaba de apretar
la mano.”
Kellan abrazó a su hija y cerró los ojos. Sí, Leena también le apretó a él una
vez la mano. Ahora tenía que arruinar la ilusión de su hija, como lo había hecho el
Dr. Weaver con él y le explicó que solo era un espasmo muscular espontaneo.
Claro, Hannah no quiso creerle – diablos, él tampoco quiso creerle al doctor – pero
Kellan se las arregló para acallar la ilusión de Hannah. Maldiciendo esta mano
desoladora que les tocó jugar, la abrazó una vez más mientras Hannah se
desmoronaba.
Para la tarde, la ciudad estaba cubierta por una ligera capa de nieve. Kellan
intentó llamar a Mercy varias veces, pero aún no obtenía respuesta. Ansioso y al
borde, paseaba por la habitación de Leena, y por los pasillos. Su agitación solo fue
en aumento.
“Me estás enloqueciendo, papi. Ve a casa y mira cómo está ella. Yo me quedo
con mamá. ¿De acuerdo?”
Él estaba indeciso entre el amor que perdió y el que encontró y esa indecisión
era enloquecedora. Kellan no era de la clase de tipo que vacilaban, pero aquí
estaba, inseguro y vacilando.
Kellan volvió a la casa, entrando a la cocina por el garaje. Las cuerdas que usó
para atar a Mercy yacían en el suelo. Una ola de consuelo… de familiaridad le
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ANHELANDO SU DOMINACION
atravesó las venas, seguido por la confusión al notar que ya en la mesa no estaban
ni el computador, ni el celular ni el reproductor de MP3.
¿Por qué habría de recoger sus cosas, pero dejó la soga en el suelo?
“¡No!” es mi esposa.
“¡Joder!”
Como lo había hecho hace horas, Kellan se dio la vuelta y bajó de prisa por las
escaleras hacia el garaje. Esta vez no iba hacia el hospicio temiendo lo que iba a
encontrar… esta vez iba hacia el apartamento de Mercy con el mismo miedo
estremecedor. Conduciendo demasiado rápido en las vías granizadas, se saltó una
señal de pare y continuó. Trabajando por mantener su auto en la vía, Kellan luchó
por encontrar las palabras que quería decirle a Mercy. Sabía que tal vez tendría
una oportunidad para hacer todo bien. No iba a cagarla. Se estacionó en un
estacionamiento cerca a la puerta de su complejo y casi aterriza de culo al bajarse
del auto. Con una maldición en voz baja, se apresuró hacia el recibidor y levantó la
mano antes de golpear la puerta.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Mentirosa, pensó él ante el gélido tono de su voz. “Estoy muy bien, de hecho.
Por favor vete y no regreses.”
Tomó entre sus dedos un aro del llavero mientras una sonrisa lenta y malvada
le delineaba los labios.
Con que ducharse, ¿Ah? Tal vez estaba observando cada movimiento suyo por
la mirilla.
“Sí. Lo sé. Nada. Ya no tienes ni voz ni voto en lo que hago, caballero. Así que,
¡Vete a la mierda!”
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ANHELANDO SU DOMINACION
¡Sí! ¡Absolutamente!
Intentó abrir la puerta, pero Mercy tenía su pequeño cuerpo presionado contra
esta. Aunque no quería lastimarla, Kellan empujó la madera con el hombro y se
abrió paso al interior del sitio.
Ella tambaleó hacia atrás, con la boca abierta, los ojos rojos y dejó un grito que
le perforó los oídos.
Antes de que pudiera abrir la boca para hablar, Mercy tomó una estatua de
apariencia pesada de una repisa cerca a la puerta. Kellan soltó las llaves y le tomó
la muñeca antes que pudiera golpearlo y dejarlo inconsciente.
El fuego ardía en su mirada, pero había mucho dolor mezclado con su furia y
eso casi lo puso de rodillas. Él había provocado ese dolor. La hizo creer que él era
nada más que un adultero malviviente y depravado. Y lo era de algún modo, y
Kellan sabía que no había palabras que bastaran. Miró sus pies.
“Bien. Tienes zapatos puestos. Ve por una chaqueta. Necesito que vengas
conmigo.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“En tus sueños,” siseó. “No voy a ningún lado contigo. ¿Por qué estás aquí, tan
siquiera? Tu jueguito se terminó, imbécil. ¡Ve a casa con tu esposa!”
Exhausto.
Estresado.
Enfadado como un león con una pata lastimada, la paciencia de Kellan llegó a
su límite.
“Tócame y te abofeteo tan rápido que te dará vueltas la cabeza.” Contestó ella
con ira.
“No te creo, cariño. Veras, creo que apenas te baje, intentarás o patearme en
las bolas o iras a la cocina a sacarme un cuchillo.
“¡Argh!” ella gruñó.
“Por eso es que vas a dejar de patear, gritar y pelear y dejarás que te lleve a
mi auto.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“De todos modos, ¿A dónde es que tienes tantas ganas de llevarme?” Preguntó
ella. “No voy a volver a tu casa, así que olvídalo.”
“No es bueno. Es algo que de lo que debí hablarte hace días, pero yo… yo no
podía decidirme a contarte…”
“¿Contarme qué?”
Lo amaba.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Necesitamos entrar.”
Ella no contestó, solo asintió ante la expresión seria del hombre Mercy se paró
junto a él mientras digitaba un código en la puerta principal. Un fuerte zumbido
sonó y él jaló la manija, permitiéndole a ella entrar primero. A medida que la
seguía, ella observó varios ancianos que saludaban con la mano tristemente a
Kellan. Él devolvía el saludo con un movimiento de su cabeza, y luego colocó
suavemente su mano en la espalda de Mercy para guiarla por un largo pasillo.
Las lágrimas llenaron sus ojos cuando vio a la mujer alguna vez vibrante que
había visto en la foto de la habitación de Kellan.
“Esta es mi esposa, Leena. Sé que debí hacerte contado antes, pero…” se giró
y miró a Mercy casi suplicante. “Tenía miedo. Miedo de que me dijeras… bueno,
que me fuera a la mierda, y eso hiciste. No soy un cretino misógino que folla por
ahí a espaldas de su esposa. La amo… la amo mucho. Siempre la he amado y
siempre la amaré. Compartimos una vida asombrosa juntos…” se le quebró la voz.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“No he tenido tiempo de hablar hoy con Amblin, para ver si han encontrado a
Kerr. Por favor ten cuidado y…” su voz se quebró de nuevo.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Sí, debo hacerlo. Hice de todo esto un desastre. No tenía derecho a tocarte.
Los últimos días que he estado contigo, me has hecho sentir vivo. Tú fuiste quien
me trajo de vuelta a la vida.” Él se alejó, acunó la mejilla de Mercy y la miró a los
ojos. “Estar contigo me ha hecho querer comenzar a vivir de nuevo. Sí, estoy
casado, pero Hannah tenía razón, es hora que siga adelante. Que haga una nueva
vida… nuevos recuerdos. Aunque jamás te pediría que ignoraras tu moral o
cambiaras tus creencias – Dios sabe que he pasado años luchando con eso mismo
– me he enamorado de ti, ángel. Quiero construir una vida nueva… contigo.”
Kellan la apretó más fuerte contra sí, y ella podía sentirlo temblar. “Lamento
haberte metido en este desastre, pero no lamento amarte.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Kellan besó por última vez la mejilla e su esposa, y tomó a Hannah en sus
brazos. Se abrazaron y lloraron por mucho tiempo.
Mientras él y Hannah permanecían sentados al lado de Leena esperando a que
el director de la funeraria llegara, la mente de Kellan se llenó de recuerdos.
Aunque estaba deshecho del dolor, encontró consuelo en revivir los momentos
felices que había iluminado su mundo. El amor que compartieron fue tan único
como el amor que crecía entre él y Mercy. Ambas mujeres eran intrigantes, raras,
llenas de descaro y humor y una pasión feroz.
Había hecho las paces con la culpa por vivir y amar de nuevo; despedirse de
Leena mientras se la llevaban fue infernal.
Kellan se secó los ojos y llevó a su hija sollozante afuera del albergue. Sostuvo
su mano mientras volvían a casa de Kellan entre la nieve que caía suavemente.
“Creo que necesito algo más fuerte que café.” contestó Kellan.
Luego del guiso y las bebidas, pasaron el resto de la tarde sentados frente al
fuego mientras él y Hannah recordaban y contaban historias sobre Leena. Al
principio, a él le preocupó que Mercy estuviera incómoda con los recuerdos
divertidos y melancólicos, pero ella se rio y lloró junto con ellos.
Lo haré, mi amor.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Finalidad.
Mercy estaba en silencio acurrucada en su pecho. Sin pensarlo dos veces, ella
extendió su amor, apoyo y comprensión estos últimos días tumultuosos y
dolorosos.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Aunque él había pasado sus días y casi todas sus noches al lado de Leena, Mika
y el grupo de amigos del Génesis habían ayudado a mover a Mercy a la casa de
Kellan. Las noches al volver a casa, él estaba demasiado cansado emocionalmente
para hacer algo diferente a tomarla en sus brazos y dormirse.
Era hora que Kellan iniciara una nueva vida… aquí y ahora.
“Tú,” bromeó antes de ponerse serio. “Gracias por… por ser tú, Mercy.”
Una llama de hambre destelló en los ojos de ella. Sus pupilas se dilataron.
¡Mía!
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ANHELANDO SU DOMINACION
CAPÍTULO DIEZ
MERCY HABÍA ESPERADO lo que pareció una eternidad para que Kellan se le
lanzara así… como en sus fantasías. Pero, ¿Estaba él emocionalmente listo para
hacerle el amor? El resquicio de preocupación de que Kellan se estuviera moviendo
demasiado rápido cruzó por su mente.
Mercy lo dejó marcar el ritmo hace unos días; y confiaba ahora en su decisión.
Cerró los ojos mientras Kellan rozaba sus labios por su mandíbula, su garganta,
mordiendo su piel mientras se abría paso al punto sensible bajo su oreja. Los
cosquilleos le pusieron la piel de gallina. Un gemido se escapó de sus labios
cuando el dolor entre sus piernas creció y sus pantis se empaparon.
Luego de quitarle lentamente la ropa, Kellan pasó los dedos por su piel. Su
toque encendió ese calor conocido, el despertar del hombre que poseía su
corazón, se hundió en su alma. Sus magistrales dedos rodeaban sus areolas como
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ANHELANDO SU DOMINACION
si un ciego leyera braille. Ella se arqueó, rozando sus duros picos contra sus
manos.
Deslizando la lengua por su cuello, la presionó contra el pulso. “Tu corazón está
corriendo, ángel. ¿Estás emocionada por todas las cosas perversas que voy a
hacerte?” su voz era pecaminosamente profunda y suave como el whisky.
“Haré mucho más que mostrártelo. Voy a sacar de tu cuerpo perverso cada
gota de placer una y otra vez.”
Kellan pasó la lengua por un pezón duro. Mercy jadeó y le pasó suavemente las
uñas por la espalda. De modo implacable, devoró sus pechos, uno tras otro, hasta
que los picos hinchados se pusieron sensibles. Cada paso de sus dientes seguido
por el girar de su lengua fundían los fragmentos del dolor con un placer dichoso.
Él manejaba su cuerpo, pero no por su placer sádico. Incluso cuando pasó los
dientes por los pezones de ella, Kellan aumentó el placer con un delicioso pasar de
su lengua… fundiendo dos sensaciones opuestas en una armonía alucinante.
“Tu piel sabe tan dulce… es adictiva.” Su voz era un murmullo ronco.
Un rastro de fuego encendía su piel mientras Kellan pasaba sus labios y lengua
por todo su cuerpo.
Bajando más, mordisqueó la piel que cubría los huesos pélvicos. Su coño se
apretó ante la extraña sensación erótica. Ella rodó las caderas, incapaz de
contener su creciente necesidad o el gemido que se deslizó de su boca cuando él
colocó la tibia mano sobre el monte desnudo.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Eso es, ángel. Sí… ábrete más para mí,” la animó. “Tan amplio que pueda ver
tus lindos y húmedos pliegues.”
“Así es, pequeña. Muéstrame con orgullo lo que es mío. Disfruto viendo cada
pliegue rosado y resbaladizo… las curvas y los bordes entre mi bello y pecaminoso
coño.”
“Kellan,” gimió.
Él le dio una brutal y húmeda palmada a su coño. Mercy dejó salir un aullido y
de inmediato intentó cerrar las piernas.
“¡No!” Kellan la tomó de los muslos y la abrió una vez más. “¿Cómo debes
dirigirte a mí?”
“Creo que es hora de dejar eso de señor, ¿No crees? Dime amo, ángel.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Mucho mejor que un durazno.” Gruñó. “Más jugosa. Más dulce. Oh, sí, ángel.
Saber mucho, mucho mejor.”
“Oh, por favor… no,” ella gritó. “No. No puedo contenerme si lo haces… por
favor, amo. No lo hagas.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
“¡Amo!”
Sin decir más, Kellan hundió de nuevo su cabeza sobre ella y comenzó a
devorarla. El azote de su lengua, la embestida de sus dedos llenándola y
estirándola era demasiado. Pendía del filo de la liberación por pura voluntad. Su
cuerpo y su mente se fundieron, y los ansiosos gritos de Mercy hicieron eco a su
alrededor mientras se derretía bajo el asalto lascivo.
“Córrete para mí, ángel. ¡Córrete fuerte!” Gritó Kellan. Metió los dedos más
profundamente y le chupó más el clítoris.
Kellan siguió embistiendo a través de los apretados túneles, montando las olas
del éxtasis con ella, mientras ella gritaba y se removía. Lentamente él la trajo de
regreso y se salió de su interior. Se subió a la cama y tomó el blando y saciado
cuerpo en sus brazos.
Levantó la pierna y se movió hasta que sus pliegues envolvieron la longitud del
caliente eje.
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ANHELANDO SU DOMINACION
“Tomo la píldora. Estoy limpia.” Explicó sin aliento antes de besarlo otra vez.
Si esta era su idea de sufrir, con gusto sufriría toda la agonía que él le diera.
“Siempre, amo.”
Ella levantó los brazos y se aferró a la base del cabecero mientras lo miraba.
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“Úsame, amo… úsame para llenar todas tus necesidades,” suspiró suavemente.
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ANHELANDO SU DOMINACION
KELLAN PATEÓ LA NIEVE de sus botas, colgó la pala en el gancho del garaje, y
entró en la cocina. Mercy estaba de pie frente a la estufa y lo miró.
“Solía odiar que cada vez que te miraba, mi corazón se acelerara y me doliera
el coño.” Ella bajó la cuchara de madera que tenía en la mano y se dirigió a él con
un meneo sugestivo de cadera. “Ya no me molesta tanto.”
Le sonrió y la apretó más contra sí. “¿Qué pasa? ¿No te gusta el frio?”
“Tengo unas cadenas en el calabozo. Puedo ponerlas en la nieve por una hora
o más, y luego ponerlas alrededor de tu…”
“No lo hacía. Las cadenas frías no son para castigarte, ángel… son para
diversión… mi diversión.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Los ojos de ella se abrieron grande al igual que su boca. Kellan hizo su mayor
esfuerzo por no reírse.
Kellan se acercó a su oreja. “No tan perfecta, ángel. Como que me gusta tu
actitud descarada… dentro de lo razonable.”
“Eso está bien. Porque no tendré que morderme la lengua tan a menudo.”
Mercy rodó los ojos, y lo besó rápidamente antes de mirar el creciente charco
bajo las botas de él.
“Bien puedas tomar una toalla y secar eso,” contestó antes de volver a la
estufa.
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ANHELANDO SU DOMINACION
Kellan llegó a la cima de las escaleras y pasó por su lado. Mercy lo siguió,
intentando salirse del lío. Deteniéndose en la puerta hacia el muelle, él se dio la
vuelta y agarró la cadena en un circulo apretado.
“Creo que la voy a dejar aquí por un tiempo, pero ten cuidado, ángel. Jamás se
sabe cuándo cambie de opinión.”
“No, gracias.”
“Contéstame, esclava.”
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ANHELANDO SU DOMINACION
Al salir de la cocina para ir al segundo piso, Kellan podía oír a Mercy lanzar
furiosamente ollas y sartenes. Una sonrisa amplia y satisfecha se extendió en sus
labios mientras se sacaba el suéter sobre su cabeza y entraba a la habitación.
Kellan pasó por la cómoda y se detuvo. Una foto de él con Mercy, riéndose en
la fiesta de navidad del Genesis, reposaba ahora donde una vez estuvo la foto de
él con Leena, en un marco dorado.
Kellan respiró profundo, expandiendo el pecho. Desde el otro lado del pasillo,
oyó a Mercy corriendo hacia él. Tuvo que contener la risa cuando ella entró en la
habitación saltando en un pie mientras se quitaba el pantalón de yoga. Al
despojarse al fin de su ropa, se deslizó al suelo, bajó la cabeza – respirando
agitadamente – y separando las piernas con gracia y estilo. Su polla de inmediato
se endureció.
¡Mía!
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“¿Mi autoridad?”
Fin
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SOBRE LA AUTORA
Jenna Jacob, autora de un éxito de ventas del USA Today, pinta un lienzo de
pasión, romance y humor mientras sus hombres alfa y las aguerridas mujeres que
los aman desentrañan sus almas, curan sus cicatrices y encuentran un amor feliz
para siempre. Los libros de Jenna son conmovedores, cautivadores y apasionantes,
y seguramente te dejarán sin aliento y con ganas de más.
Portada Original
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