Salan OAS y España
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counterpart, in reciprocity for the effective control of the OAS members, measures
against the Spanish exile organizations. The contents of the present article are
based on a review of the available bibliography and unpublished documentation
from the Castiella Fund at the Royal Academy of History and the Alicante
Provincial Police Station.
Para citar este artículo: José Luis RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: “El general Salan
en Madrid, camino de Argelia: En torno a la colaboración española con la OAS”,
Revista Universitaria de Historia Militar, Vol. 11, Nº 23 (2022), pp. 111-135.
113
El general Salan en Madrid, camino de Argelia José Luis Rodríguez Jiménez
Introducción
T
ras una larga etapa de distensión entre los gobiernos de Madrid y París, iniciada
a la conclusión de la guerra de 1808-1814, y de colaboración en materia colonial,
el decenio 1936-1946 trajo un cambio radical en las relaciones bilaterales his-
pano-francesas. Sucedió así a causa de las vicisitudes de la política interior y los
alineamientos internacionales de ambos países. La animadversión del gobierno de
Franco se debió a que el gobierno galo tuvo un papel protagonista en la condena del
franquismo por Naciones Unidas, concedió a los exiliados republicanos el estatuto de
refugiados políticos, y dio un trato favorable a los miembros del gobierno republicano
español y a otras personalidades del exilio, que fueron llegando a París. 1 La situación
mejoró a comienzos de la década de 1950, ya iniciada la Guerra Fría. Sucedió así a causa
de la derechización progresiva de los gabinetes franceses, y a que estos se centraron en
cuestiones de política interior y colonial, y, en lo referido a las relaciones con España,
en atender a sus intereses económicos con pragmatismo (importación de materias pri-
mas y exportación de sus productos elaborados); 2 y al deseo del gobierno de Franco de
normalizar las relaciones bilaterales con su vecino. No obstante, la descoordinación en
la descolonización de Marruecos y la postura española ante la guerra de Argelia (1954-
1962) volvieron a tensionar las relaciones. Inicialmente, el gobierno español apoyó la
1 Encarnación LEMUS LÓPEZ: “Las relaciones con Francia: vecinos, aliados y rivales”, en José María BE-
NEYTO y Juan Carlos PEREIRA (dirs.), Historia de la política exterior española en los siglos XX y XXI, Vol.
II, Madrid, CEU, 2015, p. 25.
2 Para la evolución de las relaciones franco-españolas en este período nos hemos guiado por Fréderic BOZO:
La politique étrangère de la France depuis 1945. Édition revue et argumentée, Paris, Flammarion, 2019; Anne
DULPHY: La politique de la France à l’ égard de l´ Espagne de 1945 à 1955, entre idéologie et réalisme, Paris,
Ministère des Affaires Extérieures, 2002; y de la misma autora “La politique espagnole de la France (1945-
1955)”, Vingtième Siècle. Revue d´histoire, 68 (2000), pp. 29-42; Pedro A. MARTÍNEZ LILLO: “La normali-
zación de las relaciones diplomáticas hispano-francesas después de la II Guerra Mundial (septiembre de 1950-
enero de 1951)”, Melanges de la Casa de Velázquez, 29:3 (1993), pp. 307-325; y Álvaro FLEITES MARCOS:
De Gaulle y España. La visión del general De Gaulle y del fenómeno gaullista en la prensa y la opinión pública
españolas (1958-1970), Avilés, Azucel, 2009.
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rebelión argelina, siendo la única nación occidental que adoptó esa postura, para contar
con la amistad del mundo árabe y para presionar a Francia. 3
Como la ocupación alemana, la guerra de Argelia, territorio que tenía el estatuto
de departamento de Francia, dividió a la sociedad francesa, mientras que la mayor parte
de la población de origen argelino se inclinaba por la independencia. A finales de 1954,
una serie de atentados contra intereses de la metrópoli y de los colonos por todo el terri-
torio fueron reivindicados por el incipiente Front de Libération Nationale (FLN). Entre
los defensores del statu quo colonial figuraban, con dudas, el gobierno metropolitano y,
sin ellas, los pieds-noirs 4 y los militares galos, que tenían muy recientes los recuerdos de
la derrota y salida de Indochina, así como la fracasada operación franco-británica del
Canal de Suez. La lucha contra los independentistas la dirigían con extrema dureza el
residente-general en Argelia Jacques Soustelle, gaullista e impulsor de la Organisation
de résistance de l´Algérie française (ORAF), y el comandante en jefe en Argelia desde
diciembre de 1956 y oficial más condecorado del ejército francés, el general Raoul Salan.
Además, ambos compartían la idea de que su gobierno no respaldaba la acción militar
y les negaba los recursos necesarios para imponerse.
La relación bilateral experimentó pronto una nueva mejora. Pues el gobierno de
Franco sabía que necesitaba la colaboración francesa en cuestiones de seguridad militar
en el norte de África; además, el gobierno formado en 1957, con presencia creciente de
los tecnócratas, tuvo claro que Francia sería un socio privilegiado en la normalización
de las relaciones de España con Europa occidental, sobre todo desde la creación de la
Comunidad Económica Europea. Así pues, el gobierno español se posicionó a favor de
Francia en su lucha contra el FLN, señalado como medio de expansión soviético, y el
francés favoreció el ingreso de España en la OECE y apoyó su aspiración a ingresar en
la OTAN. 5 Pero, de nuevo, las relaciones París-Madrid se deterioraron, ahora por la
alteración en el origen de las protestas diplomáticas, causada por la actividad de los
refugiados políticos.
Sucedió que, en 1958, el conocido como incidente de Sakiet Sidi Youssef (el bom-
bardeo por la aviación gala de esta población tunecina como castigo por la presencia en
este país de tropas del FLN) junto a la aceptación por el gobierno de París de una me-
diación internacional agravaron la crisis francesa, tanto en Argelia como en la metró-
poli, donde se sucedían los gobiernos. En Argel, los generales Salan y Jacques Massu,
3 María C. YBARRA: “España y la independencia de Argelia”, en Eloy MARTÍN CORRALES y Josep PICH
MITJANA (eds.), La guerra de independencia de Argelia y sus repercusiones en España, Barcelona, Bellaterra,
2018, p. 41.
4 Los pies negros, emigrantes e hijos de emigrantes europeos nacidos en Argelia durante el período colonial,
RRALES y Josep PICH MITJANA (eds.), La guerra de independencia de Argelia y sus repercusio-
nes en España, Barcelona, Bellaterra, 2018, pp. 22-23.
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jefe de la división paracaidista allí destacada, se posicionaron contra el gobierno del mo-
derado Pierre Pflimlin, propicio a reconocer una personalidad argelina, pero sin concre-
tar. No obstante, en mayo terminó de estallar el golpe militar del ejército destacado en
la colonia, bajo la dirección del general Massu, quien alentó y pasó a presidir un Comité
de Salvación Pública, del que también formaban parte Salan y Soustelle. A comienzos
de junio, la crisis y la presión de jefes militares destacados en Argelia y de otros en la
metrópoli se saldó con una iniciativa ajena al parlamento y a los partidos, que la Asam-
blea Nacional eligiese jefe de gobierno y concediera poderes constituyentes al general
De Gaulle, a la espera de una nueva constitución y que este asumiese la presidencia de
la República. De Gaulle dijo comprender los sentimientos de los colonos, y nombró a
Salan delegado general del gobierno con plenos poderes militares y civiles, y a Soustelle
ministro de Información, al tiempo que intentaba una paz negociada con el FLN, sin
descolonización, y, a continuación, su derrota militar, sin éxito completo. Una parte de
los militares y desde luego los pieds-noirs se sintieron engañados por De Gaulle cuando
llegaron a sus oídos las conversaciones entre el fundador de la V República y el FLN.
De los pieds-noirs más politizados y proclives a la acción clandestina contra el FLN, y a
la acción política contra el gobierno de París, surgió el Front National Français, presi-
dido por Joseph Ortiz, uno de los cabecillas de la fuerza paramilitar que asistía al ejér-
cito y a la policía en labores de mantenimiento del orden, teniendo al líder estudiantil
Jean-Jacques Susini, otro pied-noir y gaullista que gira a la extrema derecha, como ideó-
logo. De hecho, Susini y otros ultras, como Jean-Claude Perez, mantenían estrecha re-
lación con jefes militares, entre estos los coroneles Jean Gardes y Antoine Argoud. 6
Hasta entonces, la posición oficial de los gobiernos de París había sido la de negarse a
aceptar la posibilidad de una Argelia independiente, pero esto cambió a partir de la con-
ferencia en el Eliseo celebrada por De Gaulle el 16 de septiembre de 1959. Tras visitar
las guarniciones en Argelia expuso una opinión favorable a la autodeterminación y se
posicionó a favor de la asociación entre Francia y Argelia. A este discurso le siguió una
medida muy significativa: en diciembre, Salan fue relevado como jefe civil y militar de
Argelia, y designado inspector general del ejército, a lo que sumó el cargo honorífico de
gobernador militar de París. Le sustituyeron un civil como delegado general, y su hasta
entonces adjunto, el general del Aire Maurice Challe, como comandante en jefe del ejér-
cito. También fue destituido el vencedor en la llamada batalla de Argel, el general Massu,
tras unas declaraciones a un diario alemán en las que criticaba la política gaullista para
Argelia. En la colonia, la respuesta a De Gaulle llegó de forma violenta del 24 al 29 de
enero de 1960, mediante la sublevación de las barricadas: tras proclamar su adhesión al
general Massu, grupos de civiles de las unidades de autodefensa, con la colaboración de
las unidades paracaidistas, ocuparon los principales edificios públicos de Argel, con
6Rémi KAUFFER: “OAS: la guerre franco-française d´Algérie”, en Mohammed HARBI y Benjamin STORA
(eds.), La guerre d´Algerie, Paris, Hachette, 2004, pp. 663-673.
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7 Álvaro FLEITES: “¿Un caudillo francés? La percepción del general Salan por parte del régimen franquista
y de la prensa española”, en Teresa María ORTEGA GARCÍA y Eloísa BAENA LUQUE (dirs.), Taller 1
Relaciones y contexto internacional durante el franquismo, IX Encuentro de investigadores del franquismo. 80
años de la Guerra Civil Española, Sevilla, Fundación Estudios Sindicales y Cooperación de Andalucía, 2017,
pp. 32-41.
8 Anne DULPHY: op. cit. 2014, p. 308.
9 Anne DULPHY: op. cit. 2018, p. 25.
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españolas que el general Salan fuera vigilado y se le impidiera la actividad política; sin
embargo, en Madrid, Salan y Lagaillarde estarán entre los fundadores de la Organisation
de l´Armée Sécrete (OAS). También que se le impidiera viajar a Argelia, pero de nuevo,
sin éxito. En abril de 1961, poco después del inicio de un golpe en Argel, Salan viajó en
avión tras despegar del aeropuerto madrileño de Barajas.
Este artículo aporta conocimiento sobre la organización, actividades y relaciones
políticas de los miembros de la OAS refugiados en España. Asimismo, sobre la actitud
del régimen de Franco respecto a los planes de Salan y en general de la OAS: desde la
complacencia y, tal vez, colaboración, al control y persecución de sus activistas. Lo hace
revisando la bibliografía sobre el tema y con documentación inédita procedente de dos
archivos españoles.
La bibliografía en francés trata los antecedentes de la OAS, sus objetivos y la
creación en Madrid, a partir de las memorias de algunos de los protagonistas, su desa-
rrollo en Argelia y la Francia metropolitana, y también en otros países, así como sus
actos, en forma de guerrilla urbana y comandos terroristas. En cambio, en general,
atiende poco al desarrollo de la OAS en España y muy poco a la colaboración no oficial
española a esa organización y a la ayuda prestada por el gobierno de Franco, o por al-
gunas autoridades, y a la permisividad ante determinadas actuaciones, la principal el
viaje de Salan a Argelia. Dard dedica dos epígrafes al tema, “Les intrigues espagnoles”
y “La fin de l´hypothèque espagnole”. 10 Distinto es el caso de la obra colectiva dirigida
por Dard y Pereira, donde se expone la actividad internacional de la organización y se
presta atención individualizada a las ramas de la organización en Portugal, Suiza, Bél-
gica e Italia, pero no a la española. 11 También son escasas las referencias bibliográficas
a la OAS en España en la síntesis de Kauffer de 1986, y en su ampliación de 2002, sin
fuentes archivísticas españolas; 12 y lo mismo sucede en el ya citado capítulo de 2004. De
interés general son los libros de Duranton-Crabol, 13 pero no dedica ningún epígrafe a
España, de Fleury, 14 que atiende muy poco a la OAS en España, y el de Quivy, 15 que
narra, con los contenidos de memorias y entrevistas a exmiembros de la organización,
algunas cosas de su estancia en España, pero está ausente la figura principal, Salan.
Quien con más extensión ha tratado la actividad de la OAS en España es la historiadora
Anne Dulphy, que conoce bien toda la bibliografía sobre el tema y se apoya en
Riveneuve, 2013.
12 Rémi KAUFFER: Histoire d´une organisation secrète, Paris, Fayard, 1986; e Histoire de la guerre franco-
française, Paris, Éditions du Seuil, 2002.
13 Anne-Marie DURANTON-CRABOL: Le temps de l´OAS, Bruxelles, Complexe, 1995.
15 Vincent QUIVY: Les soldats perdus. Des anciens de l´OAS racontent, Paris, Éditions du Seuil, 2003.
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16 Anne DULPHY: “Les exilés français en Espagne depuis la seconde guerre mondiale: des vaincus de
la Libération aux combattants de l’Algérie française”, Matériaux pour l’histoire de notre temps, 67
(2002), pp. 96-101; “L´Algérie française et l´Espagne: regards et perceptions”, en Olivier DARD y
Daniel LEFEUVRE (dirs.), L´Europe face à son passé colonial, Paris, Riveneuve, 2008, pp. 269-287;
“L’OAS et l’Espagne franquista”, en Olivier DARD y Victor PEREIRA (dirs.), Vérités et légendes
d’une OAS internationale, Paris, Riveneuve, 2013, pp. 129-142; y Entre l´Espagne et la France. L´Al-
gérie des Pieds noirs, Paris, Vendémiaire, 2014.
17 Álvaro FLEITES MARCOS: “Un événement français dans la presse et l´opinion espagnoles: le putsch des
généraux d´avril 1961”, en Christine RIVALAN GUEGO y Denis RODRIGUES (dirs.), L´Écho de l´événe-
ment. Du Moyen Âge à l´époque contemporaine, Rennes, PUR, 2011; y del mismo autor: op. cit. 2017.
18 José Luis RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: Reaccionarios y golpistas. La extrema derecha en España: del tardofran-
quismo a la consolidación de la democracia (1967-1982), Madrid, CSIC, 1994, p. 116 y ss.; y ¿Nuevos fascismos?
Extrema derecha y neofascismo en Europa y Estados Unidos, Barcelona, Península, 1998, pp. 69-78.
19 Gastón SEGURA VALERO: A la sombra de Franco. El refugio español de los activistas franceses de la O.A.S,
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Ana TORRES: op. cit., pp. 106-107, a partir doc. AMAE, y Francisco FRANCO SALGADO-ARAUJO:
23
Mis conversaciones privadas con Franco, Barcelona, Planeta, 1976, pp. 299-300.
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24 “Situación política y Argelia”, nota 2 aneja a carta 101, 19-10-1959, de embajador Casa Rojas a MAE,
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28 “Anexo III.- Detenidos y confinados”, sin fecha, en Archivo de la Comisaría Provincial de Alicante, en
adelante ACPA.
29 Álvaro FLEITES: Un acercamiento engañoso…, op. cit; y Un événement français dans…, op. cit., p. 36.
30 “Resumen prensa francesa e inglesa”, OID. 3/4-XI-1960, 1141/2, en Real Academia de la Historia, Fondo
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34 Ibídem.
35 “Conversación de Areilza con Couve de Murville”, 25-XI-1960, 1162/5 FC-RAH.
36 Ana Torres: op. cit., pp. 103-104 y p. 110.
37 “Información muy confidencial sobre los planes del General Salan”, 28-XI-1960, 1164/1 FC-RAH.
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parte del ejército en su contra», y es «un hombre que tiene muy pocos escrúpulos». 38 La
misma fecha lleva una carta del embajador francés R. de Margerie a Castiella, centrada
en la figura de Salan; solicitaba que se mantuviera la vigilancia e información inmediata
sobre «un proyecto de partida concebido por él»: «Las estrictas órdenes que el Gobierno
español ha dado a este respecto en los puertos y en los aeródromos constituyen una ga-
rantía valiosa a este respecto, y evidentemente sería de gran interés que se mantuvie-
ran». Terminaba con el siguiente mensaje: «tenga la seguridad de que no perderemos el
recuerdo de las muestras de solidaridad que ha querido testimoniarnos en estos tiempos
difíciles». 39
El 12 de diciembre, varios corresponsales informaron de la llegada de Salan a la
capital de España. La vigilancia policial debió ser a distancia. Areilza cuenta que, pro-
cedentes de San Sebastián, Salan y Ferrandi se habían detenido a comer en Pancorbo,
cerca de Burgos, y que estando allí los dos policías de escolta les perdieron la pista. 40
Según los corresponsales, ambos se instalaron en el hotel Princesa y a continuación se
reunieron con Serrano Suñer, quien la semana anterior lo había hecho con Tixier-Vig-
nancourt, uno de los abogados defensores de los implicados en el proceso de las barrica-
das. Durante los días siguientes informaron de la llegada a Madrid de otros cuatro huidos
de París, Pierre Lagaillarde, oculto en una casa particular desde comienzos de mes,
Jean-Marie Demarquet, Jean-Jacques Susini y Marcel Ronda, estos tres recién llega-
dos, 41 y los cuatro deseosos de conocer los planes de Salan y de negociar su papel en la
conjura. Al parecer, ninguno de los cinco contactó con Joseph Ortiz, uno de los primeros
refugiados franceses, instalado en Palma de Mallorca. Los relatos de los corresponsales
varían en su extensión, no en el contenido, y citan a Serrano Suñer como una «figura
enigmática entre los bastidores de toda la escena», según el de Associated Press, mien-
tras que el de Newsweek afirmaba que «continúa siendo el hombre tras las bambali-
nas». 42
Ningún corresponsal cita relaciones de Salan con figuras del régimen. Pero todos
deducen que promovía un golpe militar, y su candidatura como jefe del mismo, que
consideraba más factible viajar a Argelia desde España que desde Francia, y que el
riesgo de golpe militar era real e inminente. La correspondencia diplomática de las se-
manas siguientes, la disponible, corrobora esta interpretación. El cónsul en Argel in-
formó a finales de diciembre de que un alcalde y consejero general de departamento de
la región Centro, de visita a la colonia, le había preguntado si «una vez lanzado el pro-
yectado alzamiento» podría contarse con una actitud de simpatía por parte del Gobierno
41 “Estancia del general Salan en Madrid y entrevistas celebradas”, OID, 12 y 14-XII-1960, 1180/7 y 1180/8
FC-RAH.
42 Ibídem.
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que no reconoce el MAE en ningún documento; más adelante dirá que el gobierno fran-
cés no había planteado entonces ni la extradición ni la expulsión «de nuestro territorio
de los refugiados ultras», que se establecieron medidas de vigilancia «para impedirles
toda actividad política» (falso) y que esas medidas se redujeron «pasado el período crí-
tico», en referencia a la celebración del referéndum; 46 como si la creación de la OAS no
fuera a tener consecuencias.
Tenemos constancia, por documentación policial, de la vigilancia de miembros
de la OAS. Posiblemente, fue el Servicio de Coordinación, Organización y Enlace
(SCOE), que era una sección del Servicio de Información en la Dirección General de
Seguridad (DGS), dedicado sobre todo a Extranjeros, el autor de varias «relaciones de
miembros de la OAS» en España; destacan dos, la primera con 46 miembros, hombres
y mujeres, todos franceses, incluyendo cuatro ex coroneles y dos ex generales (Gardy y
Franquart), y la segunda, la única en la que figura Salan (del que no se dice nada, a
diferencia de muchos otros) con 92, varios de estos españoles. 47 Todos los autores que
han tratado la OAS en España se refieren a apoyos particulares. Dulphy se refiere a un
número reducido de falangistas, en general de mediana edad y que actuaron por proxi-
midad ideológica, el principal Narciso Perales, que habría actuado sin el beneplácito del
régimen, aunque este y otros apoyos particulares sirvieron a este para «no comprome-
terse, al mismo tiempo que disponía así de elementos para negociar una contrapartida
en las relaciones futuras con el gobierno francés». 48 Segura cita a dos doctores que fueron
muy activos en el falangismo disidente del franquismo, de línea neofascista, el mismo
Perales, director general de Medicina del Trabajo, y Antonio Santos Ramila, a José Vi-
cente Insarria, empleado en los servicios de control del tráfico aéreo, y al comandante
de aviación Carlos Teixidor Rodríguez, que formó parte de la Escuadrilla Azul que com-
batió junto a la Luftwaffe en el frente ruso, y empleado ahora en Iberia, pero encargado
de reorganizar una compañía privada en quiebra, Aviaco. 49 También se refiere a Perales
el exministro Serrano. Preguntado por el contenido de un libro británico, según el cual
Serrano fue el «principal correo y financiero» de Salan, y que pretendía utilizarle como
trampolín para un comeback político, 50 Serrano respondió que le conoció en Madrid, que
él y otras personas se reunieron con Salan y le prestaron apoyo, «amigos como Narciso
Perales, el marqués de Valdeiglesias, el comandante Texidor» y también «algunos de
mis hijos». Según Serrano, Perales escondió a Salan en distintos domicilios de Madrid y,
en la etapa final, él le llevó a casa de una señora que era familia de la duquesa de Abran-
tes, donde estuvo hasta que Perales «preparó otro refugio en casa de su amigo Del
Campo, donde permaneció hasta que abandonó España». Serrano niega que fuera el
50 Benjamin WELLES: Spain, the Gentle Anarchy, Nueva York, Frederick A. Prager, 1965, p. 340.
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51 Heleno SAÑA: El franquismo sin mitos. Conversaciones con Serrano Suñer, Barcelona, Grijalbo, 1982, pp.
341-343.
52 “O.A.S. Relación de individuos pertenecientes a la organización”, con sello de Secretaría General Técnica,
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De Gaulle reaccionó al día siguiente asumiendo los poderes especiales que le re-
servaba el artículo 16 de la Constitución, y en un discurso radiado exigió a los jefes y
oficiales que desobedecieran a los generales sublevados. 55 Areilza añade que el domingo
23 llamó a Castiella, que no le localizó, que sí contactó con el general Agustín Muñoz
Grandes, entonces jefe del Alto Estado Mayor (del que sabemos que tenía competencias
de control y protección de refugiados políticos), con el que, dice, tenía amistad. A este
le habría comunicado que el golpe estaba condenado al fracaso, y que la inmensa mayo-
ría de la opinión francesa apoyaba a De Gaulle y también los principales líderes de países
democráticos. 56 En efecto, los sublevados dominaban Argel y Orán, pero no las otras
ciudades del territorio, y no tenían la posibilidad de llegar a la metrópoli. Los golpistas
fueron neutralizados y, en la noche del 25 al 26, Challe se entregó; mientras que Salan y
otros militares se refugiaron en otras zonas de Argelia. En el momento en el que el golpe
fracasaba, el gobierno español hizo el gesto tardío de impedir la salida en avión hacia
Argel de varios miembros de la OAS. Por su parte, la prensa francesa publicó abundan-
tes comentarios sobre el viaje de Salan, recogidos por la OID del MAE, en cuyo resumen
se recoge la queja de que «quizás la vigilancia del jefe militar francés no fue muy rigurosa
por parte de la policía española». 57
En su carta nº 118 a Castiella, Areilza escribió que lo sucedido había causado una
penosa impresión en el gobierno francés y que coincidía con su ministro en que «ha ha-
bido negligencia en la vigilancia por nuestra parte, y aquí queda la duda de si fue eso u
otra cosa». Señalaba también que la diplomacia española se encontraba a la defensiva,
pues el presidente De Gaulle gozaba de gran prestigio internacional y buena parte de los
países europeos y americanos tenían un sistema democrático. Solo sería posible salir de
esa situación «si S. E. el Jefe del Estado dirigiera un mensaje de buena voluntad al Pre-
sidente De Gaulle», como habían hecho los líderes de las principales democracias. A
continuación, en un telegrama, añadió que, ante la posibilidad de que alguno de los gol-
pistas intentara «refugiarse nuevamente en España permítome señalar V. E. complica-
ciones desagradables pudiera ello traer conjunto relaciones hispano-francesas». Castiella
procuró echar balones fuera, ordenando a todas las Representaciones que hicieran cons-
tar que el gobierno español había colaborado con el francés «en relación con refugiados
y con la posible utilización de nuestro país para comunicación y enlaces entre la metró-
poli y Argelia». La huida de Salan y compañía se debería a «circunstancias imprevisi-
bles», sin que pudiera descartarse «la existencia de complicidades no solo de algunos
españoles simpatizantes sino también de compatriotas de los refugiados ultras en misio-
nes oficiales en España»; 58 el teniente general Palacios había puesto al tanto a Castiella
58 Los tres documentos en “España ante el derrumbamiento de la rebelión militar de Argelia”, 25/26-IV-1961,
1344/3 FC-RAH.
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El general Salan en Madrid, camino de Argelia José Luis Rodríguez Jiménez
«de complicidades y complacencias en escalones del Ministerio del Aire», tanto del fran-
cés como del español. 59
Es difícil establecer la actitud oficial española respecto al viaje de Salan. Pues en
la documentación conservada no consta. También es extraño que, en un documento ela-
borado una década después de los hechos en el Ministerio de Gobernación, sin autoría,
se ponga como fecha del comienzo de las medidas contra la OAS la del 22 de abril de ese
año, cuando se impidió que Lagaillarde y Ronda viajaran a Argelia. Y las medidas de
control llegaron muy lentamente: el 24 de mayo hubo cinco detenidos, que fueron pues-
tos de inmediato en libertad, con la orden de no abandonar sus domicilios sin comuni-
carlo a la policía, y se dispuso «vigilancia, observación postal y telefónica, penetración
de colaboradores y control» de un domicilio en Madrid «que, con enmascaramiento co-
mercial –conocido por la Policía española- servía de centro de actividades a la OAS».
Más tarde, «a requerimiento de las autoridades francesas, se estableció la oportuna coor-
dinación de informaciones». 60
Una ayuda para Castiella, al exonerar a Franco y al MAE, fue el trabajo del pe-
riodista francés Jean Créac´h (seudónimo no identificado), que vivió dos etapas en Ma-
drid y al que la policía española incluyó en una lista de miembros de la OAS. 61 Del 8 al
12 de mayo, Créach´h publicó “Franco n´a pas aidé Salan” en Combat. Le Journal de
Paris, diario de izquierdas contrario al abandono de Argelia. Para la OID, el relato de
Créac´h era el «más cercano a la verdad», y su difusión conveniente «con objeto de dar
a conocer argumentos para la defensa de la limpia postura seguida por el gobierno espa-
ñol en relación con este asunto». Creac´h estableció el siguiente contenido y secuencia
de los acontecimientos. El gobierno puso una fuerte vigilancia policial a Salan, que se
relajó a partir de enero. Tras recibir visitas de Francia, militares y civiles, Salan buscó
ampliar sus relaciones españolas, del lado político a través de Serrano, del lado militar
«cerca de algunos generales». En marzo, oficiales miembros de la asociación integrista
Ciudad Cristiana se reunieron con Salan y unos falangistas en el monasterio de El Pau-
lar, en la vertiente madrileña de la sierra de Guadarrama. Aquí se organizó el plan para
el viaje de Salan, confiado a Perales. Entre tanto, una campaña de intoxicación, aban-
derada por ABC y Arriba, según la cual la política argelina de De Gaulle era un peligro
para Europa, era sostenida, o tolerada «por un sector preciso del régimen», no «por el
general Franco, ni por el ministro de Asuntos Exteriores, ni por los ministros militares
o económicos»; es decir, lo era por Gobernación, o por este ministerio y Presidencia. Una
vez que tuvo noticia del levantamiento en Argel, Franco, a petición del embajador fran-
cés y del ministro Castiella, en ausencia del ministro de Gobernación, ordenó al del Aire,
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que pedía confirmación, «que todo aparato con destino a Argelia sea mantenido en tie-
rra». Sin embargo, la orden de reforzar la vigilancia policial en torno a Salan y La-
gaillarde llegó tarde a la DGS. Pasadas las ocho de la mañana del 22 de abril, Salan
abandonó el hotel, esquivando el control policial gracias a la potencia de su coche. Pasó
el día y la noche de ese sábado con amigos, en una finca de Serrano, o en la casa del hijo
mayor de este en la capital. Antes de las ocho del día siguiente, Salan partió del aero-
puerto de Barajas. Teixidor embarcó a tres españoles, Perales y dos hijos de Serrano, en
un vuelo privado con destino declarado a Palma de Mallorca. Pero no despegó, sino que
detuvo el avión al final de una de las pistas, donde los tres españoles descendieron y les
reemplazaron Salan, Ferrandi y Susini, y, ya en el aire, Teixidor se desvió a Ibiza, ale-
gando a la torre de control mal tiempo, y, a continuación, a Argel, en este caso la avería
de uno de los motores. Cuando regresó a Madrid, esa tarde, Teixidor fue detenido. 62
No ha aparecido en los archivos españoles un documento en el que quede refle-
jada la posición de Franco y tampoco la de Castiella respecto al golpe en Argel. Desapa-
recida una parte de la documentación generada por Castiella, la disponible contiene ata-
ques a Serrano. En cuanto a la posición de Franco, las fuentes conocidas son exculpato-
rias, el periodista Creac´h y su primo Francisco. Lo escrito por este último, entonces jefe
de la Secretaría Militar del Generalísimo, ofrece la imagen de un dictador sin control en
muchas cosas; el 8 de mayo, le habría dicho: «no me agradó el comportamiento de parte
de la policía […] la policía y los jefes del aeropuerto no cumplieron con su deber y han
expuesto a su país a complicaciones con Francia», Serrano «se prestó a preparar la
huida», «lo que deseaba era notoriedad». 63
El fracaso del golpe en Argelia permitió a De Gaulle imprimir nuevos bríos a la negocia-
ción con el FLN y el Gobierno Provisional argelino. Para el gobierno español marcó un
cambio de tendencia en lo referido al control de los refugiados franceses. Areilza envió
varias peticiones a Castiella en ese sentido. 64 La primera medida fue responder a las
quejas francesas con la promesa de un control efectivo. De entrada, muy limitado: Ortiz
y Lagaillarde quedaron bajo vigilancia en Palma de Mallorca y en Madrid. La segunda
62 Gabinete Técnico MAE, 8-V-1961, 1351/4 FC-RAH; y OID, 1363/7 FC-RAH. Según el periodista José An-
tonio Novais, corresponsal de Le Monde en España, en el avión viajaron también el industrial Víctor Felipe y
el periodista Ángel del Campo; en Le Monde, 8 de diciembre de 1961: “Le pilote espagnol de Raoul Salan est
condamné à dix mois de prison”.
63 Francisco FRANCO SALGADO-ARAUJO: Mis conversaciones privadas con Franco, Barcelona, Planeta,
1976, p. 318.
64 Carta nº 120, 3-V-1961, 1350/3 FC-RAH.
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El general Salan en Madrid, camino de Argelia José Luis Rodríguez Jiménez
fue imponer una rectificación a los contenidos de varios diarios, como Arriba, en sentido
pro-De Gaulle. 65
A finales de junio, Salan consiguió contactar con miembros de la OAS y sumar a
otros a la organización, entre estos a oficiales procedentes de los Paracaidistas y de la
Legión Extranjera; estos oficiales instruyeron los comandos operativos. Fue entonces
cuando las esporádicas acciones terroristas de la OAS pasaron a ser una constante. Pri-
mero, discriminadas y, cada vez más, indiscriminadas, contra personas e infraestructu-
ras en la colonia, donde ocasionó la mayor parte de las muertes, casi siempre de inde-
pendentistas, pero también en el territorio metropolitano, contra personas y organiza-
ciones contrarias a su postura. 66 El gobierno francés aumentó su presión al español, y la
mayoría de los medios de comunicación franceses le implicaron en las acciones contra la
Quinta República. A finales de agosto, en rueda de prensa, el director de la Seguridad
Nacional francesa declaró que documentos encontrados en el domicilio de Paul Vidart,
jefe poujadista en el suroeste de Francia, «demuestran que Joseph Ortiz preside un Go-
bierno provisional francés para Argelia, radicado en las islas Baleares». En otras notas de
prensa figura que la policía había señalado que «otros miembros del Gobierno pueden
estar escondidos en España y que la organización ha recibido el nombre de Maquis para
la resurrección de la Patria». 67 Tal vez, las acusaciones no iban descaminadas, pues, en
sus memorias, un miembro de la OAS refugiado en España dice que se crearon campos
para formación política, entrenamiento físico y preparación militar en Arenys de Mar,
Reus, Vallfogona de Riucorb, San Sebastián y San Vicente. 68
Un episodio que pesó decisivamente sobre el gobierno español fue el atentado
fallido contra De Gaulle, el 8 de septiembre. Si medios de comunicación europeos habían
publicado que el gobierno español colaboró en el viaje de Salan a Argel, ahora incidieron
en la importancia de la rama española de la OAS en su acción terrorista. Eso era lo
mismo que pensaba el gobierno francés, y así lo expuso el secretario general de la presi-
dencia en el Elíseo al embajador Areilza, suavizando las formas con una propuesta de
encuentros entre las dos partes para adoptar medidas de control de los respectivos exi-
liados. Y hubo una segunda petición por parte francesa, de su ministro de Exteriores al
embajador español, quien cursó una petición personal de la presidencia francesa al jefe
del Estado español. 69 Desde luego, Franco quería evitar las acusaciones de implicación
65 Karima AÏT YAHIA: op. cit., pp. 16-17. Más detalles sobre la posición de los medios de comunicación
españoles, con la cadena del Movimiento e Informaciones como los más favorables al golpe en Argel, en Álvaro
FLEITES: Un événement français dans…, op. cit., p. 37; y ¿Un caudillo francés?..., op. cit., p. 41.
66 Pierre PELLISSIER: Salan: quarante années de commandement, Paris, Perrin, 2014, pp. 486-488; y Guy
PERVILLÉ: “La Guerre d´Algérie: Combien de morts?”, en Mohammed HARBI y Benjamin STORA (eds.),
La guerre d´Algerie, Paris, Hachette, 2004, pp. 704-705.
67 OID 2-IX-1961, 1454/6 FC-RAH.
68 Jean-Claude PÉREZ: Debout dans ma mémoire, Hélette, Editios Curutcher/Harriet, 1996, pp. 113-114: Anne
DULPHY: Algérie française et l´Espagne…, p. 282; y Rémi KAUFFER: OAS. Histoire de la guerre…, p. 350.
69 Ana TORRES: op. cit., p. 115.
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El general Salan en Madrid, camino de Argelia José Luis Rodríguez Jiménez
en los atentados contra De Gaulle, pero también recoger los frutos de la reciprocidad de
las autoridades francesas: mayor control de las organizaciones antifranquistas en el exi-
lio y sobre todo de las que seguían abogando por el empleo de la violencia contra obje-
tivos dentro y fuera del país.
La instrucción del sumario contra Teixidor se inició a mediados de septiembre.
En ausencia de libertad de prensa en España, el periodista que más se ocupó del tema
fue Créac´h. Lo ocurrido habría sido un «acto de indisciplina, que ha atentado al pres-
tigio y a la autoridad del Estado español». No obstante, el proceso respondía al deseo
del gobierno español de demostrarle al francés «que se considera solidario con él en lo
que respecta al mantenimiento del orden sobre su territorio», máxime al estar obte-
niendo contrapartidas: «la rapidez y firmeza con que las autoridades francesas se han
ocupado de El Campesino y de sus cómplices» después del atentado de Orbaiceta (tras
un tiroteo, consecuencia del intento de sabotaje de la central eléctrica del pantano de
Irabia, Navarra, el 9 de agosto, murió un guardia civil y otro resultó herido). Y muestra
de esa sintonía era «el telegrama extremadamente efusivo que el General Franco envió
al general De Gaulle al día siguiente del atentado del 8 de septiembre». 70
Ahora aumentó el control policial sobre el personal de la OAS y se impidió que
otros viajasen a Argelia, aunque el fracaso del golpe inclinaba a la mayoría a quedarse;
pero también se permitió que otros, procedentes tanto de Francia como de Argelia, se
estableciesen aquí. Se controló su correspondencia y, como muestra la documentación
diplomática, se entregó, al menos una parte, a las autoridades francesas. 71 El siguiente
paso, el 7 de octubre, fue la detención de los franceses de la OAS más activos en España,
Lagaillarde, Ortiz y los excoroneles Argoud y Lacheroy, los cuales fueron conducidos el
día 26 a Santa Cruz de la Palma (Canarias). En diciembre del mismo año fueron confi-
nados otros franceses: Georges d´Anthès, colaboracionista de Vichy llegado tras el final
de la guerra mundial, en Medina del Campo (Valladolid); Michel Féchoz en Úbeda
(Jaén), y Marcel Bouyer en Astorga (León), todos con la garantía de no expulsión. Ar-
goud se fugaría en febrero de 1962, lo que dio lugar a una mayor vigilancia del resto,
hasta su puesta en libertad en julio con la obligación de presentarse periódicamente en
comisaría. 72 La OID archivó con satisfacción las informaciones y comentarios de los
diarios y corresponsales extranjeros sobre los confinamientos. 73
La evolución de los acontecimientos empujaría la colaboración española en el
tema OAS. Los atentados de esta organización no estaban consiguiendo el objetivo bus-
cado, que los colonos se sublevaran contra la policía y el ejército destacado en Argelia y
este no quisiese reprimir a los suyos, de forma que el gobierno de París se inclinase a una
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negociación. Lo que avanzaba era la negociación del gobierno francés y el FLN. Tam-
bién la colaboración hispano-francesa en el tema de los refugiados. Lo sucedido invita a
pensar que España, en el verano de 1961, por decisión de Franco, tras una «política de
espera prudente», pasó a controlar la OAS y adoptó una política realista, de buenas
relaciones con la Quinta República, «a pesar de su afinidad con los defensores de la pre-
sencia europea en África». 74
Pero también cabe pensar que Franco había jugado la carta de Salan, calculando
que era una opción frente a la Francia de De Gaulle y el posible regreso de una Francia
anti-española, o, como señala Fleites, porque el gobierno español había desconfiado «de
la solidez del nuevo régimen francés y prefería guardarse las espaldas ante un posible
golpe triunfante de los militares defensores de la Argelia francesa». 75 Nos falta docu-
mentación. No cabe duda de que el proceso a Teixidor se planteó de forma que no fuera
posible aclarar las circunstancias en las que Salan salió de España. Fue condenado a
diez meses de prisión, y de inmediato se benefició de la amnistía concedida por Franco
para celebrar el 25º aniversario de su régimen. 76 Mientras, en Argel, el general Salan
hacía nuevos llamamientos a la insurrección de las tropas europeas. En una ordenanza
fechada el 14 de marzo, Salan ordenó la disolución de la OAS y su sustitución por un
Comité National de la Résistance Française en Algérie, presidido por él, con poco éxito.
Los actos terroristas de la OAS siguieron su curso. A finales de marzo de 1962, una ac-
ción de la OAS en París, con el resultado de varios muertos, decidió al gobierno a una
acción más enérgica por parte del ejército en Argel, la cual condujo a la detención de
numerosos activistas, del ex general Jouhaud y finalmente de Salan. En Argelia, los pro-
Argelia francesa quedaban descabezados. Conforme se cerraba el proceso de descoloni-
zación, el gobierno español aumentaba las medidas anti-OAS: en julio fueron detenidos
varios terroristas que habían cruzado la frontera franco-española con armamento con-
seguido en un asalto a una patrulla militar; y en agosto fue detenido en Barcelona Hick
Slabioda, sospechoso de haber participado en uno de los planes de atentado contra De
Gaulle. No obstante, muy pocos franceses miembros de la OAS fueron entregados a
Francia. La mayoría, franceses y algún italiano, un portugués y un suizo, fueron expul-
sados del país, atendiendo a una parte de las solicitudes de las autoridades francesas; en
74 Anne DULPHY: La guerra de Argelia y..., op. cit., p. 22. Sobre la evolución de las relaciones diplomáticas
entre Francia y España, y en concreto la colaboración policial, destacan dos trabajos de Victor DELA-
PORTE: “Une répression négociée. Le processus de d´emobilization des derniers militants OAS (1962-1964)”,
en Romain SÉZE (dir.), Les États européens face aux militantismes violents. Dynamiques d´escalade et de déses-
calade, Riveneuve, 1919; y “Existe-t-il un axe Paris-Madrid de la répression? Coopérations et rivalities natio-
nales et internationales au sujét des exilés politiques français et espagnole (1959-1964)”, Revue d´Histoire Mo-
derne & Contemporaine, 68:1 (2021), pp. 49-71.
75 Álvaro FLEITES: “Un acercamiento engañoso: las relaciones políticas hispano-francesas entre 1958 y
1970”, Cahiers de civilisation espagnole contemporaine, 4 (2009); y Ana TORRES: op. cit., p. 112.
76 OID, 8-XII-1961, 1544/11 FC-RAH.
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abril del año siguiente, tanto Slabioda como otros tres terroristas eligieron como destino
Asunción (Paraguay), uno Portugal y otros serían confinados en diversos puntos de Es-
paña. 77 Además, algunas de las medidas más necesarias para mermar la peligrosidad de
la OAS para con la Quinta República tardaron mucho en llegar. Es el caso de un cam-
pamento para instrucción guerrillera, formado por veinticinco comandos, situado cerca
de la frontera, en el Balneario de San Juan, en Azcoitia (Guipúzcoa), desmontado el 16
de octubre. Sus miembros fueron distribuidos en cuatro grupos de a seis con residencia
forzosa en Huelva, Almería, Málaga y Alicante. Durante las semanas siguientes, fueron
localizados varias decenas más cerca de la frontera, 47 en Guipúzcoa, detenidos por per-
sonal del Cuerpo General de Policía y la Guardia Civil y relanzados «más al sur del pa-
ralelo de Madrid». 78
Conclusiones
El objetivo de este artículo ha sido aportar conocimiento sobre las actividades de la OAS
en España y, sobre todo, indagar en la actitud del régimen de Franco respecto al plan
del general Salan para conservar Argelia para Francia. Respecto a las preguntas plan-
teadas, cabe responder que se confirma la colaboración individual de una serie de espa-
ñoles con la OAS, la principal la del círculo de Serrano. Pero hubo, además, otras cola-
boraciones españolas, que el MAE procuró ocultar. En este sentido es interesante el tra-
bajo del periodista Créac´h, por ser tan incisivo al apuntar a Serrano. 79 Que hubiera
errores de la DGS de la dictadura franquista en el control, durante varios meses, de
Salan resulta poco creíble, y dudoso que lo sucedido responda, exclusivamente, al en-
frentamiento entre Ministerios. A Salan y a otros refugiados se les permitieron activida-
des políticas en España, varias encaminadas a la comisión de atentados contra las auto-
ridades francesas y un golpe de Estado en Argelia. Ciertamente, cabe la posibilidad de
que, a la búsqueda de un gobierno más amigo en París, y habiendo evaluado errónea-
mente la posibilidad de que el golpe militar contra De Gaulle triunfara, Franco permitió
que Salan viajara de Madrid a Argel. Fue, tras el fracaso del golpe, bajo presión francesa,
pero también con ofertas francesas en la mano de control de las organizaciones del exilio
español, y con su diplomacia a la defensiva en todos los países occidentales, cuando,
paulatinamente, cambió la actitud del gobierno de Franco para con la OAS.
Entre las conclusiones debe figurar que la documentación procedente de dos ar-
chivos ha aportado conocimiento sobre el tema. Pero también que, para ocultar una
77 “Elementos de la OAS que estuvieron en las prisiones que se indican a disposición de esta Dirección General”
y otros documentos en ACPA.
78 “Medidas que, en su día…” y “Elementos de la OAS que estuvieron en las prisiones que se indican a dispo-
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El general Salan en Madrid, camino de Argelia José Luis Rodríguez Jiménez
parte de lo que sucedió, tal vez una mayor proximidad del gobierno español a Salan,
una parte de la documentación ha desaparecido de los archivos oficiales. En el MAE y
en el FC-RAH faltan cartas numeradas de Areilza a Castiella y apenas se encuentra
documentación remitida por el ministro. Peor es lo relativo al control de Salan, de lo
que no queda ni rastro en los archivos policiales: Archivo General del Ministerio del
Interior, Archivo Central de la Policía, y otros archivos. Solo han aparecido documentos
relativos a la OAS, que no a Salan, en el ACPA. En abril de 1970 y enero de 1971, la
jefatura del Servicio de Información de la DGS envió a la sección SCOE documentación
varia sobre la OAS, «al objeto de que toda esta cuestión quede centralizada en lo suce-
sivo en esa Sección». 80 La sección SCOE, cuyo trabajo se centraba en el control de Ex-
tranjeros, y que debía de mantener relación, ya que una de sus labores era la de enlace,
con los servicios de información del Alto Estado Mayor (del que sabemos, por investi-
gación en curso, que hizo labores de protección de nazis y fascistas refugiados en Es-
paña), habría realizado informes sobre las actividades de Salan en España. Pero no es-
tán en los archivos policiales, pese a que hemos mostrado un documento en el que consta
que la Comisaría General de Investigación Social vigiló a Salan en cuatro ciudades; sus
informes fueron requeridos, el 20-IV-1961, por el Servicio de Información de la DGS. 81
Destino desconocido.
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