Reseña Académica Sobre La Apología de Sócrates.
Reseña Académica Sobre La Apología de Sócrates.
Reseña Académica Sobre La Apología de Sócrates.
Reseña Académica.
Platón.
Apología de Sócrates.
Que las acusaciones presentadas sean tomadas como lo suficientemente validas para
llevar a juicio, no es razón suficiente para que Sócrates sucumba de manera condescendiente,
sin antes dar cuenta de las inexactitudes que dichas injurias contienen. Con vehemencia
nuestro protagonista proclama que “descansa en la confianza de que él dice la verdad, y que
eso es lo único que se debe esperar de él” (Apología, 1962). Dejando en claro las intenciones
detrás de sus discursos, procederá a su defensa partiendo con una interpelación a uno de sus
acusadores. Sus acusadores fueron tres sujetos en específico: Anito, Licón y Melito. El
primero en ser abordado es Anito, de quien se dice que encabezaba las acusaciones. De
dichas acusaciones se cuentan las siguientes: de que presta más atención a las cosas que se
hallan en los cielos y en las entrañas de la tierra, y que sabe convertir en buena una mala
causa (Apología, p. 3). Acusado de impiedad, Sócrates se ve obligado a responder, y para eso
suscita que su caso sea tomado de manera holística si se puede decir, es decir, entender el
panorama total que aquellos elementos explicitados, como también aquellos factores que
integran y orbitan contextualmente. Estos elementos tienen que ver con los antecedentes que
desembocaron en el hecho de que Sócrates fuera enjuiciado.
Pues bien, Sócrates fue un ciudadano muy admirado. Por medio de la técnica
discursiva de la mayéutica, invitaba a todos a quienes contactaba en el espacio público, a
exponer sus saberes, a que se sometieran, e implícitamente inducirlos, a cuestionar
introspectivamente los postulados epistémicos que representaban. Se nos narra en todos los
diálogos platónicos que una vez Sócrates hacía que su interlocutor se adentraran en el
diálogo, estos comenzaban –según nos cuenta la tradición filosófica antigua– a incomodarse,
a rehuir a causa de las contradicciones y aporías que surgen sobre sus propias creencias y
prejuicios de valor; se manifestaban dudas y desaciertos sobre aquellos saberes de los cuales
se hacían acreedores. A Sócrates en su locuaz actividad dijimos que atraia admiradores,
Desde un comienzo, nuestro protagonista nos advierte de la difícil tarea que tiene que
llevar a cabo, ya que no es solo defenderse de las acusaciones explicitadas en el juicio, sino
contra todo el conjunto de sucesos previos que lo convocaron a dicha situación. Nos dice:
“Considerad atenienses, que yo tengo que habérselas con dos suertes de acusadores, como
os he dicho; los que me están acusando a mucho tiempo y los que ahora me citan ante el
tribunal”2 ¿Quiénes eran esos que lo venían acusando desde hace tiempo? Para Sócrates son
aquellos conciudadanos que tras un primer contacto con él, y tras haber sucumbido antes los
envites discursivos del maestro, adoptaron la aversión hacia él. Y es aquí lo curioso de esta
profesión de sabio que ejercía Sócrates –lo que es también la idea transversal de la obra. El
nunca se presentó como alguien que sabía, siempre profeso que era un servidor público que
admiraba la virtud del saber, y que en esa admiración residía su amor por conocer, por
aventurarse a desentrañar lo verdadero del conocimiento.
Su presentación como buscador del saber, y no como poseedor de uno, le valió una
reputación controversial. Todo esto parte de un acontecimiento puntual, el cual involucra la
idiosincrasia religiosa de la cultura ateniense, y la opinión pública de ésta, la cual era
resultado de la primera. El oráculo de Delfos era el centro de congregación espiritual de
Atenas, el lugar sagrado desde donde se desprendían los dictámenes a los cuales la estructura
social de Atenas debía acotar y aceptar indiscutiblemente. Es en este contexto donde asoma la
temática central de la obra: la divinidad afirmando la sabiduría de Sócrates. Se cuenta que
Querefón –seguidor y amigo de Sócrates–, “un día habiendo partido para Delfos, tuvo el
atrevimiento de preguntar al oráculo (...) si había en el mundo un hombre más sabio que yo;
la Pythia le respondió que ninguno”3. Esta revelación por parte de la divinidad, fue el punto
coyuntural que dio paso a esta serie de acontecimientos. ¿Sócrates era el más sabio de todos?,
¿qué es lo que quiso decir el oráculo con esta afirmación? El propio Sócrates cuenta la
inquietud que le causó esta aseveración, la cual estimuló en él la necesidad por indagar,
investigar sobre cuáles serían esos fundamentos que están detrás de esta afirmación.
“Me parece, atenienses, que solo Dios es el verdadero sabio y que esto ha querido
decir por su oráculo, haciendo entender que toda la sabiduría humana no es gran cosa, o
por mejor decir, que no es nada; es el oráculo que ha nombrado a ¨Sócrates, sin duda sea
válido de mi nombre como ejemplo y como dijese a todos los hombres: “El más sabio entre
vosotros es aquel que reconoce como Sócrates que su sabiduría no es nada.”5
Bibliografía.
6 Platón. Apología de Sócrates. Ed. Porrúa (1962)., Obras completas, Tomo I, pp. 13-14.