Universidad de Buenos Aires Facultad de Psicología
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Facultad de Psicología
LU: 37641520-0
DNI:16.891.951
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Índice
Metodología………………………………………………………….. Pág. 9
Objetivos……………………………………………………………… Pág. 9
Desarrollo……………………………………………………………. Pág. 11
Conclusión………………………………………………………….. Pág. 21
Bibliografía………………………………………………………….. Pág. 23
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Agradecimientos
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Introducción
Aquí se indagará acerca del lugar que ocupa el psicólogo frente a aquellas
enfermedades con posible origen emocional. Para ello se abordará lo
psicosomático desde una mirada psicoanalítica resaltando el valor de la
interconsulta dentro de la institución hospitalaria e intentado desarrollar las
competencias que debe tener el psicólogo para abordar este tipo de pacientes.
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Marco teórico
Interconsulta
Lo Psicosomático
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A lo largo de la obra de Sigmund Freud pocas referencias específicas se
encuentran sobre lo psicosomático, pero a pesar de ello pueden detectarse
algunas pistas relativas a dicho tema. Freud describe el origen de las neurosis y
las divide en Neurosis Actuales (Neurastenia, Neurosis de Angustia e Hipocondría)
y Psiconeurosis de defensa (Histeria, Obsesión y fobia).
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“pacientes psicosomáticos” aludiendo a un tipo particular de enfermedad o
estructura, debido a que pacientes psicosomáticos podemos ser todos. (Ulnik,
J.2008)
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insistencia del médico y porque creen que les resultará útil para aumentar su
rendimiento laboral.
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lo cual provocaría una llega a análisis por indicación del médico y no una demanda
genuina, tendencia a pensamiento concreto con escasa capacidad metafórica y
dificultad en la capacidad de representatividad.
Metodología
Objetivos
Objetivo general
Objetivos específicos
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Determinar el rol del psicoanalista en la interconsulta
Determinar los espacios de inserción posibles dentro del ámbito
hospitalario y establecer actitud o respuesta del analista frente a la
posible demanda de los médicos.
Qué lugar ocupa el psicoanalista dentro del hospital
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DESARROLLO
¿Qué es lo psicosomático?
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Del lado del psicoanalista, éste está obligado a trabajar dentro de un marco
conceptual distinto del que fue preparado en la universidad. Se ve compelido a
familiarizarse con términos propios de la medicina, que ahora también el paciente
adoptará en su discurso. Esto le permitirá poder comprender más al paciente
cuando hable de sus molestias y entender a qué efectos se somete con la
medicación que se le ha indicado. En el trabajo dentro del hospital deberá
abandonar su técnica clásica, consultorio, diván y tiempo prefijado. Y, por otra
parte, deberá tener en claro que paciente y médico, buscarán y esperarán de él
soluciones a corto plazo, pero esto no será tan fácil de lograr desde el
psicoanálisis, ya que los tiempos de trabajo estarán marcados por el paciente y
por las posibilidades que brinde cada institución hospitalaria para trabajar. Por lo
tanto, el psicoanalista no podrá garantizar soluciones inmediatas. A su vez, el
psicoanalista se enfrentará a pacientes con escasos registros de sus malestares
debido a la excesiva adaptación al ambiente que experimentan, por lo que parte
del trabajo con el paciente será que este pueda reconocer sus malestares,
apropiarse de su cuerpo y no referirse a él como algo extraño. Así mismo, estos
pacientes vivenciarán su cuerpo de un modo particular que los diferenciará de
otros pacientes. Rodolfo D’Alvia plantea que los pacientes psicosomáticos
desestiman el síntoma somático y carecen de empatía corporal. El cuerpo aparece
en desconexión con la mente y poseen fallas en el intento de ligar la
representación pulsional con la palabra. No es frecuente que el paciente hable o
pueda hablar de su cuerpo. Entonces propone que “el paciente con síntomas
corporales debe encontrar en el psicoanálisis un método de investigación y de
diagnóstico diferencial, que permita definir un pronóstico y facilitar un abordaje de
acuerdo a la patología predominante” (D’Alvia, R. 1995. p 127). Teniendo en
cuenta que la mayoría de estos pacientes acuden al psicoanalista por pedido del
médico, y que poseen una escaza percepción del sufrimiento psíquico, será
primordial que el psicoanalista genere demanda genuina de análisis. Según
Liberman (1982) la eficacia que presentan estos pacientes para adaptarse al
ambiente los desconecta de sus necesidades y limitaciones, por lo tanto, el
psicoanalista deberá trabajar para que este sistema de vida tan arraigado se
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vuelva egosdistónico para el paciente y que el código visceral pueda convertirse
en mensajes con significados.
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representación, las descargas frente a los estímulos son contenidas por
el símbolo (Fishbein, José E. 1960. p 131).
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los médicos de cabecera y los médicos especialistas, pero también se puede
establecer con los enfermeros, los farmacéuticos, los fisioterapeutas,
los podólogos, los odontólogos, los ópticos, o los psicólogos.
Interconsulta psicoanalítica
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nuestro accionar, no radica tanto en los términos en que ésta
estaríaformulada sino en cómo ubicarnos nosotros en relación a ese
pedido y en el tipo de respuestas que ofertamos. (Gamsie, S. 2009. p
51)
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A propósito, Raimbault nos dice
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quién, qué y para quién demanda (Gamsie S. 2009). Estas preguntas permiten
reflexionar sobre nuestro accionar ante el pedido inmediato que recibimos ya que
no siempre vamos a estar compelidos en el tema. La autora nos propone aceptar
que no todo lo que no corresponde al campo de la medicina corresponde al campo
de la psicología, evitando de este modo caer en el lugar de “salvacionistas”, “no
precipitarnos a tomar cualquier pedido de “es de ustedes, no tenemos nada que
ver”, sin antes considerar todo lo que nos haga pregunta respecto de las
condiciones clínicas del paciente” (Gamsie, S. 2012).
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relaciones y su mejora (relaciones entre médico-paciente-familia). A su vez el
psicoanalista como colega de los médicos puede ser llamado a participar de
tareas de producción e investigación y dictar cursos. Por otro lado, el
psicoanalista, dentro del hospital lo que hace es escuchar a un sujeto. Así, éste
será convocado por el médico para que le brinde ayuda para una medicina
ideal, aquella que siempre puede hacer algo con el síntoma, y el médico
esperará que éste lo ayude a ser obrero ideal de la medicina, de una medicina
tan avanzada en lo que respecta al cuerpo biológico, pero desconociendo aquel
cuerpo que habita el lenguaje y que posee coordenadas específicas y
particulares en las que se inscriben sus posibilidades de placer y sufrimiento. Es
aquí donde encontramos la tarea principal del psicoanalista dentro de la
institución hospitalaria: devolverle al paciente, al que sufre, el uso de la palabra,
escuchándolo y a la vez haciendo que esa palabra sea escuchada. Habilitando
a que el paciente hable y que sea escuchado por alguien que le de valor a lo
que tiene para decir. (Raimbault, G. 1983).
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tiene nada para curar, reparar o modificar, se lo deposita al psicoanálisis
(Raimbault, G. 1985.p 23). En este sentido, el psicoanálisis, en la medicina,
ocupa un lugar de marginalidad, refiriendo a que los médicos admiten al
psicoanalista “como una suerte de ayuda externa, comparable a la de los
psicólogos y a la de otros asistentes terapéuticos.” (Lacan, J. 1966. p 8).
Podríamos entender que se lo convoca cuando la medicina no encuentra nada
para hacer, allí donde los médicos no encuentran respuestas se convocaría al
psicoanálisis.
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localizan las lesiones. Todo esto permitirá evidenciar fantasías conscientes o
inconscientes que interactúan con la enfermedad (Ulnik, J, 2011).
CONCLUSIÓN
A partir del desarrollo expuesto he llegado a la conclusión de que, para este tipo
de pacientes, la posibilidad de ser derivados a un tratamiento psicoanalítico
estaría indefectiblemente relacionado con la presencia del analista dentro del
hospital.
Las quejas que parten de sus malestares orgánicos los llevan al hospital a
consultar con un médico. Sin embargo, una vez allí, el encuentro del paciente con
el psicoanalista dependerá en gran medida del médico. Este último profesional,
por virtud o defecto, aceptará que hay algo en el paciente que va más allá de su
accionar o ante la falta de eficacia en su tratamiento, se verá resignado a
depositar al paciente en manos del psicoanalista, habilitándolo a que este
despliegue su trabajo. Ya sea por un motivo u otro, el medico será quien le dé
lugar al psicoanalista para que este entre en escena, y, para ello, será
fundamental que haga uso de la herramienta de la Interconsulta, que habilita a que
los dos profesionales se vinculen y comprometan en el abordaje del paciente
psicosomático que presenta desafíos nuevos en el trabajo de cada uno.
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BIBLIOGRAFÍA
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-Intersecciones Psi, Revista digital de la Facultad de Psicología UBA
(2016), año 6 N° 20, Ciudad de Buenos Aires. Recuperado el día 27 de
noviembre de 2017 en el link
http://intersecciones.psi.uba.ar/revista_ed_num_20.pdf#page=23
24
-Ulnik, J. C. (2011). El psicoanálisis y la piel. Buenos Aires: Edición
Paidós, 2011.
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