Dezaballa Del Viejo Al Nuevo Mundo
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Ana De Zaballa
Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
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She is the main researcher of project on the study of “Ecclesiastical Justice and formation of the society in the Hispanic Colonial America,”, funded by the Spanish
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Concilio III Provincial Mexicano. Celebrado en México en el año de 1585. Confirmado en Roma
por el Papa Sixto V y Mandado observar por el gobierno español en diversas Reales órdenes, primera
edición en latín y castellano, México, Eugenio Maillefert y compañía ,1859.
costumbres gentilicias de las razas aborígenes de México, notas comentarios y un estudio de Fran-
cisco del Paso y Troncoso, México ,Ediciones Fuente Cultural, 1948-1952 [la primera edición
es del Museo Nacional 1892]). En el virreinato limense son abundantes los escritos de visita-
dores de idolatrías que actuaron principalmente en el siglo xvii: Pierre Duviols, Procesos y
visitas de idolatrías. Cajatambo, siglo xvii, con documentos anexos, Lima, Instituto Francés de
Estudios Andinos, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2003. Un ejemplo concreto para
el xviii es la Colección de las Ordenanzas, que para el gobierno del Obispado de Michoacán hicieron
y promulgaron con Real aprobación sus illmos. Señores prelados, de buena memoria, D. Fr. Marcos
Ramírez de Prado y D. Juan Ortega Montañez, Reimpresa en México, por D. Felipe de Zúñiga
y Ontiveros, calle de la Palma, año de 1776, p. 177-178. [Biblioteca Condumex, Chimalistac,
México D.F.] donde trata de la vigilancia y procesos por temas de idolatrías. También en el
xviii, esta vez en Oaxaca, la actividad del obispo Maldonado es ejemplo de la existencia de
prácticas idolátricas, o a fines del mismo siglo, también en Oaxaca, la serie de ordenanzas del
obispo Ortigosa.
Justo Donoso, Instituciones de derecho canónico americano, t. iii, libro cuarto, cap. iii:
penas eclesiásticas.
Justo Donoso, Instituciones de derecho canónico americano, t. iii, libro cuarto, p. 279-283.
En estas páginas el jurista chileno recoge el Breve de Gregorio XIII (15 de mayo de 1578),
mandado cumplir y ejecutar a todas las audiencias por real cédula del 7 de mayo de 1606,
recogido en Recopilación de leyes de los Reynos de las Indias, lib. i, tít. 9, ley 10, donde efectiva-
mente se establece que por la lejanía de Roma y para evitar lo interminable de una posible
apelación a la Santa Sede, en Indias, dos sentencias iguales ya no admiten apelación. Si la
primera es de un obispo la apelación se dirige al metropolitano y si la primera sentencia es
del metropolitano, se acude al sufragáneo más cercano. Si ambas sentencias no fueran con-
formes se apela al obispo más cercano. Véase también, Pedro Murillo, Curso de derecho canó-
nico hispano e indiano, libro ii, tít.o 28: De las apelaciones, recusaciones y relaciones, p. 244 y
siguientes.
10
Recopilación de leyes de los Reynos de las Indias, lib. i, tít. 7, ley 24, donde se dice que la
visita la realicen los obispos y cuando no fuera posible nombraran un visitador “con precisa
necesidad de nombrar visitadores […] elijan personas eclesiásticas, y no seculares, de ciencia,
temor de Dios, buena vida y ejemplo…” En efecto, en la cédula de 1682 se aclara que los
obispos podían nombrar visitadores pues se demostró que la extensión geográfica hacía im-
posible que la llevara a cabo el obispo cada año.
11
La jurisdicción eclesiástica existe con seguridad desde el siglo iii. Las fuentes del
derecho canónico son el Decreto de Graciano y la Colección de Decretales, y a fines del xvi
se hace una recopilación llamada el Corpus iuris canonici. Cfr. Alfonso García Gallo, Manual de
historia del derecho español, Madrid, 1959, n. 716-724 y n. 849-852.
12
Pedro Murillo Velarde, Curso de derecho canónico hispano e indiano, p. 34, 2ª col. “En
Indias conocen de causas de Patronato entre cualesquiera personas con exclusión de otros,
los virreyes, los gobernadores y los presidentes, a los cuales como vice-patronos, les es conce-
dida por el Rey esta facultad […] si surge alguna duda acerca de la materia del Patronato no
deben los prelados eclesiásticos innovar nada”.
13
Nelson C. Dellaferrera, “Fuentes del derecho canónico indiano en los siglos xvi-xvii.
Los Confesionarios”, en Cuadernos de Historia 14 (2004), p. 49-66 (Instituto de Historia del
Derecho y de las ideas políticas Roberto I. Peña. Córdoba. Argentina), consultado en http://
www.acader.unc.edu.ar, p. 25.
14
Pedro Murillo Velarde, Curso de derecho canónico hispano e indiano.
15
Alfonso García Gallo, Manual de historia del derecho español, n. 849-852.
16
Estas fuentes sí fueron recogidas por el jurista Chileno Justo Donoso, Instituciones de
derecho canónico americano. Justo Donoso, obispo de la Ser y miembro de la facultad de Teolo-
gía y Ciencias Sagradas de la Universidad de Chile, editó por primera vez esta obra suya en
Valparaíso, entre 1848 y 1849, en dos volúmenes. El interés de la obra de Donoso es que,
además de recoger los cánones antiguos que son aplicables en América, añade la disciplina
establecida, en cada caso, por los distintos concilios o sínodos americanos.
17
Pedro Murillo Velarde, op. cit., en el lib. ii, tít. i “De los juicios”, n. 8, p. 34.
18
Ibid., p. 35: “también algunos crímenes se reservan al juicio de la Iglesia y de ningún
modo al de los laicos, aunque por los laicos sean cometidos, como la herejía, la simonía y
otros […]”, p. 38; “También al fuero y juez eclesiástico corresponden algunas causas tempo-
rales, cuando el demandado también es laico, las cuales pertenecen a ambos fueros y, por lo
mismo, son llamados de fuero mixto […]”.
19
Recopilación de leyes de los Reynos de las Indias, ley 22, tít. 2, lib. 5.
20
Recopilación de leyes de los Reynos de las Indias, ley 83, tít. 15, lib. 2.
22
Francisco Canterla y Martín de Tovar, La Iglesia de Oaxaca en el Siglo xviii, Sevilla,
Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1982, p. 26-29.
23
David Tavárez, “Ciclos punitivos, economías del castigo, y estrategias indígenas ante la
extirpación de idolatrías en Oaxaca y México (Nueva España), siglos xvi-xviii”, en Ana de Zaballa
Beascoechea (coord.), Nuevas perspectivas sobre el castigo de la heterodoxia indígena en la Nueva España:
siglos xvi-xviii, Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, 2005, p. 51-52.
24
David Tavárez, “Ciclos punitivos, economías del castigo, y estrategias indígenas ante la
extirpación de idolatrías en Oaxaca y México (Nueva España), siglos xvi-xviii”: “Maldonado
envía a Villa Alta como juez visitador a José de Aragón y Alcántara, cura de Ejutla, y experimen-
tado comisionado contra la idolatría, para recoger las confesiones colectivas de los oficiales de
república de la mayoría de los ciento cuatro pueblos de indios de la provincia —que contaban
con una población total de unas 60 000 almas— en la cabecera de San Ildefonso. Asimismo,
Maldonado coloca su pectoral alrededor del cuello de un idólatra reformado, quien recorre
varias poblaciones de la Villa Alta predicando una oferta de amnistía colectiva para todo pueblo
participante en el proceso de confesión (agi, México 880, Informe […] que hace el Maestro
Fray Antonio de Torres, Procurador General de la Provincia de San Hipólito Mártir, 1710).”
… cuales son los menores, aunque tengan curador y aunque sean ricos, con
tal, empero de que al mismo tiempo sean huérfanos, de otra manera
no; las viudas, aunque no sean pobres, a no ser que vivan impúdicamente;
las mujeres, no meretrices, aun teniendo marido, pero inútil, por el
que no pueden ser defendidas, porque está cautivo, desterrado o con-
denado a galeras; las vírgenes que carecen de padre; los ancianos decrépitos,
debilitados por una larga enfermedad […] los indios según Solórzano, De
Jur. Indiar. tom. 2 lib.1. cap. 27 N.40 (sic). Y cualesquiera que a juicio
del juez, sean dignas de conmiseración. […] Más las tales personas no
pueden usar de su privilegio contra otras igualmente miserables […]
Porque este privilegio consiste principalmente en que aunque confor-
me a las reglas ningún litigante es admitido en primera instancia en
los tribunales superiores, sino que deben acudir a su juez inmediato,
tales personas son admitidas en primera instancia en la corte real y,
por tanto, tales causas son llamadas: casos de Corte. Ya que se dis-
cuten en los tribunales reales también en su primera instancia y los
litigantes son extraídos de su foro inmediato y los jueces inferiores son
inhibidos […]. También gozan de este privilegio las iglesias, los cabildos, los
monasterios, las universidades, los colegios, las cofradías […].25
25
Pedro Murillo Velarde, Curso de derecho canónico hispano e indiano, Libro II, Título. II:
“Del Foro o fuero competente”, p. 56, n. 37. El subrayado es del autor.
26
Thomas Duve, “La condición jurídica del indio y su condición como persona misera-
bilis en el derecho indiano”. Thomas Duve demuestra que el constitucionalismo del xix fue
el que realmente tuvo consecuencias funestas para los indios, pues los dejó sin amparo. Uno
de los primeros autores que trata en profundidad sobre la calidad de personas miserables
respecto a los indios es Paulino Castañeda, “La condición miserable del indio y sus privile-
gios”, en Anuario de Estudios Americanos, xxviii (1971), p. 245-335.
27
Incluso se habla de un “pleitismo indígena”, véase el resumen de este tema en Manuel
Torres Aguilar, “Teatro de iniquidad: un escenario de abusos en la justicia de Nueva España”,
Rubbettino, Università degli Studi di Messina, Dipartimento di Storia e comparazioni degli
ordenamenti giuridici e politici, Materiali per una storia delle istituzioni giuridiche e politiche me-
dievale moderne e contemporanee, Quaderni 2, Soveria Manelli, 2001, p. 57 y siguientes.
28
Carmen Ruigómez Gómez, Una política indigenista de los Habsburgo: el Protector de indios
en el Perú. Estudios de Cultura Hispánica, Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana,
1998, p. 161-162, plantea la pregunta si la adscripción a la categoría de “menores” y “mise-
rables” trajo resultados positivos a los beneficiados de los privilegios, concluyendo: “A corto
plazo considero que si, los indios se vieron protegidos con su estatus, al menos, en el plan
teórico. A largo plazo, esta minoridad contribuyó a privarles de un afán de lucha, necesaria
para la supervivencia, que se pudo traducir en pasividad y fatalismo”. Tomado de Thomas
Duve, La condición jurídica del indio y su condición como persona miserabilis en el derecho indiano.
29
Pedro Murillo Velarde, op. cit., lib. ii, tít. 2, n. 37, p. 57.
30
Recopilación de leyes de los Reynos de las Indias, lib. ii, tít. 15, ley 81, y sigue: “Ordenamos
que los virreyes puedan conocer en primera instancia de los pleitos, que en cualquier forma
se ofrecieren entre los indios, y asimismo entre españoles en que los indios fueren reos, porque
nuestra voluntad es, que siendo actores puedan pedir ante la justicia ordinaria, o ante nuestras
audiencias, y de lo que proveyeren y determinaren los virreyes se pueda apelar para las au-
diencias, donde se conozca en segunda instancia, teniendo por primera la de los virreyes”.
31
Thomas Duve, La condición jurídica del indio y su consideración como persona miserabilis
en el derecho indiano, p. 30-31.
32
Nelson Dellaferrera, Fuentes del derecho canónico indiano en los siglos xvi-xvii, p. 28. Cita
a su vez a fray Jerónimo Moreno, “Reglas ciertas y precisamente necesarias para jueces y
ministros”. Las reglas están publicadas en facsímil en fray Jerónimo Moreno, Reglas ciertas y
precisamente necesarias para jueces y ministros de justicia de Indias y para sus confesores. 1732, Méxi-
co, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2005.
33
Archivo General del Estado de Oaxaca (desde ahora ageo), exp. 15, leg. 1, año de
1740: autos del juez eclesiástico contra indios por no cumplir el precepto anual y comprobar
después que no está instruido en las verdades de la fe.
34
ageo, exp. 19, leg. 1, año de 1751: español preso por no haber cumplido con la
Iglesia.
35
ageo, exp. 8, leg. 1, año de 1781: indio juzgado por adulterio; el párroco pide y re-
cibe delegación de jurisdicción para juzgar el caso de un indio reincidente que vive en adul-
terio que ya había sido castigado por la justicia real y por el padre cura. Interrogatorio de
testigos y lo remite al juzgado principal.
36
Hay muchos ejemplos en el archivo de Simancas (ags), como por ejemplo: ags,
es.47161.ags/19.11//sgu,7135,20. 1788, Destierro de Justo de Córdoba, preso, en la cárcel
de Cádiz. F. 62-67, “por su desarreglada conducta”. ags, es.47161.ags/19.11//sgu,7135,15.
Destierro a Puerto Rico y posterior libertad de Ángel de Cos Irriberri, natural de Valladolid.
F. 43,73-87. 1788. El delito referido era haber querido contraer matrimonio que sus padres
no aprobaban y otras cosas. El profesor de la upv, Alberto Angulo, que trabaja sobre deste-
rrados en la España Moderna, me cedió estos datos del archivo de Simancas.
Haviendo visto la relación eclesiástica, que fue traída por vía de fuer-
za, de la que el Gobernador, Alcaldes, Principales y demás oficiales
de la República del Pueblo y cabezera de Zola, jurisdicción de Zima-
tlan, dizen les haze el Obispo de la Ciudad de Antequera, Valle de
Oaxaca, y el licenciado Gonçalo de Balsalobre, como su Comisario
Cura Beneficiado del dicho Partido, en proceder contra ellos en las
caussas que les ha fuminado de idolatrías, sortilegios, hechizerías y
otras supersticiones.46
En Oaxaca, en los años treinta del xviii, los miembros del cabildo
indígena del pueblo de Yalálag y otros principales fueron acusados por
idolatrías, autoridades eclesiásticas y civiles investigaban a una veintena
de vecinos del pueblo de Yalálag, acusados de “idolatría”.47 En un prin-
cipio el obispo logró que la justicia secular destituyera al gobernador,
derechos sobre la tierra sin insertarlo en el marco general del derecho indiano”. Cfr. Thomas
Duve, La condición jurídica del indio, p. 7.
44
Guillermo F. Margadant, “ ‘Los pobres indios ¡cenicientos de la Justicia Novohispana!’
¿correcto o falso?” Un interesante litigio sobre aguas del río de Querétaro, de 1758 a 1763”,
en Anuario Mexicano de Historia del Derecho, viii, 1996, p. 283-308, 304. Tomado del trabajo
de Thomas Duve, La condición jurídica del indio, p. 6.
45
Pedro de Feria, “Revelación sobre la reincidencia en sus idolatrías de los indios de
Chiapa después de treinta años de cristianos”, en Francisco del Paso y Troncoso, Tratado de las
idolatrías, supersticiones, dioses, ritos, hechicerías y otras costumbres gentìlicas de las razas aborígenes
de México, t. i, México, Fuente Cultural, 1982, p. 381-392. Tomado de la edición digital de
Cervantes virtual (http://www.cervantesvirtual.com), p. 2 del texto digitalizado.
46
Gonzalo de Balsalobre, “Relación auténtica de las idolatrías, supersticiones y vanas
observaciones de los indios del obispado de Oaxaca”, p. 368.
47
Archivo Histórico Judicial de Oaxaca, sección Villa Alta, serie criminal, leg. 13, exp. 3.
50
agi, México 2586 (legajo facilitado por mi alumna Ianire Lanchas) recoge la copia
hecha por el cura de Santo Tomás Yxtam de la Carta cordillera, donde el obispo Ortigosa
mandaba que cada cura sacara “copia de sus providencias de visita”; se trata de veintiún
providencias que debían seguir los curas del obispado. Entre estas disposiciones encontramos
datos muy interesantes sobre la actuación de los indios: Los fiscales indios (fiscales de iglesia)
se encargaban en muchos casos de impartir la doctrina, de guardar las llaves del sagrario y
manejar los vasos sagrados; los indios del cabildo manejaban asimismo, ciertos dineros de la
iglesia (por ejemplo, lo que se recolectaba para la devoción de algún santo) o, a veces incu-
rrían en abusos como el de regir cofradías sin estar reglamentadas y por tanto organizar li-
bremente las fiestas, el nombramiento de los cargos, el cobro de contribuciones, etc.
51
Es interesante comprobar cómo desde el mismo xvi están presentes las argucias de
los indios principales en el ejercicio de su autoridad dentro del mundo colonial. Un claro
ejemplo es que en el Confesionario en lengua mexicana y castellana, con muchas advertencias muy
necesarias para los confesores”, escrito por fray Juan Bautista ofm y publicado en 1599, se en-
cuentran ya las “preguntas para los gobernadores, caciques, principales, tequitatos y mayor-
domos”, muy interesantes desde e punto de vista jurídico. Cfr. Nelson Dellaferrera, Fuentes
del derecho canónico indiano, p. 28. El subrayado es del autor.
52
Archivo Diocesano de San Cristóbal de Las Casas (adsc), Chiapas, iii, serie i, 1, 1772
(se encontraba en carpeta de asuntos indígenas, aún no clasificada por pueblos): Informa-
ción que comprueba el cacicazgo y distinguida prosapia de D. Domingo Santamaría Noti
Quiñones.
53
adsc, Jiquipilas, iii. a. 1, 1685, Autos contra Antonio Ovando indio del pueblo de
Jiquipilas. Nicolás de Santiago mulato libre vezino del y Roque Martín indio de Tusta. Por
hechizerías, brujos, nahualistas y supersticiosos.
54
A. Alcalá y otros, Inquisición española y mentalidad inquisitorial, Barcelona, Ariel, 1984;
Julio Caro Baroja, Magia y brujería, San Sebastián, 1987; Joaquín Pérez Villanueva (dir.), La
Inquisición española. Nueva visión, nuevos horizontes, Madrid, Siglo XXI, 1980; Ricardo García
Cárcel, Orígenes de la Inquisición española. El tribunal de Valencia, 1478-1530, Barcelona, Edicio-
nes Península, 1976; Ricardo García Cárcel, Herejía y sociedad en el siglo xvi, Barcelona, Edi-
ciones Península, 1980.
55
Desde comienzos del siglo xvii, Felipe III ordenaba “que sean apartados de sus pue-
blos los falsos sacerdotes de ídolos y hechiceros […] que aparten de las comunidades de los
naturales a estos supersticiosos idólatras y no los consientan vivir en unos mismos pueblos
con los indios, castigándolos conforme al derecho”. (Cfr. Federico Aznar Gil, “Regulación
Jurídica de la libertad de conciencia dentro del plan de reconversión colonial del Perú [siglo
xvi]”, en Antonio García, La protección del indio, Salamanca, Universidad Pontificia de Sala-
manca, 1989, p. 87). Por otro lado, la normativa canónica de los concilios reprobará las
prácticas de hechicería. En este estudio el profesor Aznar Gil concluye que la reprobación y
persecución de los hechiceros se llevó a cabo cuando eran realizadas por indios ya convertidos
a la religión cristiana, en cuyo caso tenían la consideración de apóstatas, y cuando eran rea-
lizadas públicamente, de forma que pudieran ser un estorbo para la religión cristiana. Fede-
rico Aznar Gil, “Regulación Jurídica de la libertad de conciencia dentro del plan de recon-
versión colonial del Perú [siglo xvi]”, p. 98-106.
56
Algunos autores, como Pedro Borges, hablan de “religión yuxtapuesta”: P. Borges,
Metodos misionales de la cristianización de América en el siglo xvi, Madrid, csic, Departamen-
to de misionología española, 1960, p. 517 y ss. Pero no tanto debido a falsos bautismos,
como a que era muy difícil que aquellas creencias ancestrales desaparecieran en la primera
generación.
57
Richard E. Greenleaf, Inquisición y sociedad en el México Colonial, Madrid, José Porrúa
Turanzas, 1985, p. 155, 157 y 168.
Pero más adelante se aclara que los obispos podían nombrar visi-
tadores a pesar de la cédula anterior. Como se sabe, el cumplimiento
de esta obligación era seguido de cerca por los virreyes como vice-pa-
tronos; incluso debían vigilar que los delegados fueran bien elegidos.61
Es ilustrativo comprobar que las cédulas reales, cuando se refieren a la
visita episcopal, se centran en los indígenas como la primordial tarea
de los prelados en su visita. Quizá, sobre todo si lo comparaban con la
situación en la península, consideraban que la situación de las ciudades
indianas era bien conocida, incluso supervisada de cerca por el obispo,
y lo difícil era el gobierno y conocimiento de los numeroso pueblos y
doctrinas de indios.
En efecto, fue frecuente que los prelados indianos se vieran obli-
gados a delegar en un vicario o “visitador” la realización de la visita
al obispado debido a la extensión territorial de los obispados. Esta
institución, la visita episcopal y sus delegados, los visitadores, han dado
lugar a muchos estudios e hipótesis sobre todo en el virreinato limense.
Parte de la historiografía considera que el visitador delegado y, más en
concreto, la serie de visitas de idolatrías organizadas en el virreinato del
Perú constituían una institución autónoma respecto a la audiencia ordi-
naria, hasta el punto de que las consideran dos instituciones distintas 62
y afirman que son dos jurisdicciones diferentes. Por supuesto también
existieron visitas de idolatrías en Nueva España, aunque no siempre se
denominaron así. La gran diferencia con el virreinato peruano fue que
no existió ni una organización tan concreta y rigurosa, ni se extendió en
el tiempo. En Nueva España se organizaron en lugares y circunstancias
puntuales, no con pretensión de permanencia o continuidad.
Sin embargo, los jueces visitadores eran avalados por el tribunal
eclesiástico ordinario, o más exactamente, en la potestad de jurisdicción
del obispo. Para velar por la ortodoxia o para extirpar la heterodoxia
—en este caso las idolatrías— los prelados americanos ejercieron su
autoridad a través de instrumentos muy variados según las caracterís-
ticas de la población indígena… y del propio obispo. El prelado en
distintos momentos “delegaba” su jurisdicción en otra persona. En el
caso de Lima, a través de una sistemática organización de visitas de
idolatrías con características que las convirtieron en originales respecto
a las comunes visitas que debía hacer el obispo a sus territorios.
61
Recopilación de las leyes de los Reynos de Indias, lib. i, tít. 7, ley 24: “Que los prelados
visiten sus diócesis, y cuando nombraren Visitadores, o los cabildos eclesiásticos en sede va-
cante, sean cuales conviene”.
62
Pierre Duviols, Procesos y visitas de idolatrías. Cajatambo, siglo xvii, con documentos
anexos, Lima, Instituto Francés de Estudios Andinos, fondo editorial de la Pontificia Univer-
sidad Católica del Perú, 2003.
63
Recopilación de leyes de los Reynos de Indias, lib. i, tít. 7, De los Arzobispos y obispos. En
la ley 27: ”Que los prelados y jueces eclesiásticos no saquen indios de sus pueblos; y si algún
delito hubieren cometido los castiguen en ellos”.
64
adsc, Asuntos indígenas, iii, a, 1, año de 1721, autos criminales contra Nicolás Fabián
por hechicero. Se indica que ejecute la sentencia el “Señor Besitador” delegado.
65
Diego de Hevia y Valdés, “Relación auténtica de las idolatrías, supersticiones, vanas
observaciones de los indios del obispado de Oaxaca”, p. 343.
66
Decreto que escribe después de la relación de Balsalobre en la que le solicita el citado
nombramiento.
67
Diego de Hevia y Valdés, “Relación auténtica de las idolatrías, supersticiones, vanas
observaciones de los indios del obispado de Oaxaca”, p. 360.
68
Diego de Hevia y Valdés, “Relación auténtica de las idolatrías, supersticiones, vanas ob-
servaciones de los indios del Obispado de Oaxaca”, p. 364. A pesar de esta delegación de
jurisdicción, indica que el fallo de la sentencia se la reserva el obispo.
69
Diego de Hevia y Valdés, “Relación auténtica de las idolatrías, supersticiones, vanas
observaciones de los indios del obispado de Oaxaca”, p. 365. El subrayado es del autor.
70
Pierre Duviols, Procesos y visitas de idolatrías. Cajatambo, siglo xvii, p. 40-41.
71
Para estos datos: Pierre Duviols, La lutte contre las religiones autochtones dans le Pérou
colonial. L’extipation de l’idolatrie entre 1532 et 1660, Lima 1971, p. 356-360; Pierre Duviols,
Cultura y represión andina. Procesos y visitas de idolatrías y hechicerías. Cajatambo, siglo xvi, Cuzco,
Centro de Estudios Rurales Andinos “Bartolomé de las Casas”, 1986; Pierre Duviols, Procesos
y Visitas de Idolatrías. Cajatambo, siglo xvii, p. 40-41. Para este tema, véase también Juan Carlos
García Cabrera, Ofensas a Dios, pleitos e injurias : Causas de idolatrías y hechicerías. Cajatambo siglos
xvii-xix, Centro de Estudios Regionales Andinos “Bartolomé de Las Casas”, Cuzco, 1994.
funcionario con poderes delegados del obispo con fuero sobre idola-
trías. Es decir, habría que hablar simplemente de actuación extraor-
dinaria y creación de una instancia para facilitar la actuación sobre
un pecado-delito que había proliferado y que por su gravedad exigía
tomar especiales medidas.
6. Reflexiones
Los indios
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publication foros_3as.in46 46 10/03/2010 12:23:54 p.m.