Lectura El Control de Las Emociones
Lectura El Control de Las Emociones
Lectura El Control de Las Emociones
EMOCIONES
Elefante Gris solía visitar el Bosque de Las Emociones una vez por semana. Siempre le ocurría alguna aventura
inolvidable. Elefante Gris era el animal más viejo de todo el territorio. Se colocó su chubasquero también de
color gris y, con su lento caminar, se adentró en el Bosque de Las Emociones. La lluvia acababa de caer
abundantemente y entre las escasas nubes del cielo divisó un arcoíris intenso. Era muy extraño, el arcoíris se
movía rápidamente, cada vez con mayor velocidad, parecía viajar en un avión reactor. Los colores se
empezaron a desordenar por efecto de la velocidad. El arcoíris se iba a estrellar muy cerca de donde se
encontraba Elefante Gris. Avivó el paso todo lo que pudo sin perder de vista al arcoíris que definitivamente
había chocado contra el suelo en un claro del Bosque.
El derramamiento de colores, esparcidos por el suelo, parecía una gran paleta de pintor revuelta y abandonada a
su suerte en mitad del Bosque. Elefante Gris comprobó que en la nave arcoíris viajan varios pasajeros, siete
concretamente.
- Ya lo decía yo, ¿por qué no me harán caso? - decía Escarabajo Rojo echándose las patas a la cabeza.
- ¿Se encuentra bien? - preguntó Elefante Gris.
- ¡Claro, claro, estoy perfectamente! - exclamó con tono agresivo el escarabajo.
En ese momento, apareció Mandarina quitándose el polvo de su piel por la caída y mostrando su tono
anaranjado intenso.
- Yo soy una simple mandarina, no estoy segura de lo que ha pasado ni si tengo yo la culpa o no. ¿Qué podemos
hacer?
- Hacerme caso a mí, y nada más - volvió a gruñir Escarabajo Rojo.
- No sé, no sé... - seguía dudando Mandarina.
Elefante Gris tendió su trompa delicadamente para que se incorporara del suelo otro de los tripulantes de la nave
Arcoíris.
- Yo soy la fantástica Hada Limón Hada, ya puede ver, señor Elefante, que nada puede ser más elegante como
mi color amarillo limón.
- Eres una celosa y envidiosa - le dijo con su habitual tono agresivo Escarabajo Rojo.
- ¿Envidiosa yo? Si tuviera la trompa de este elefante te daría tu merecido, insolente. ¿Y tú qué miras,
Mandarina? ¿Te crees más dulce que yo, que soy un limón? ¡Bah!, tonterías, yo soy la más divina, el Hada
LimonHada.
- ¡Croac, croac! Calma, no pasa nada, es una aventura emocionante, nada más... ¡Qué más da ser un arcoíris o
un pastel de nata con nueces? - comentó Rana Verdosa bajándose del Arcoíris.
- No le haga caso a Rana, está completamente chiflada - expuso LimonHada -. Su color, dicen que nos aporta
serenidad, pero está completamente loca.
- Quizá en este Bosque veamos hormigas de seis cabezas y osos sin pelo, es apasionante viajar, ¿no cree señor
Elefante? Por cierto, que tiene usted una pinta de aburrido. Ya le daría yo unos retoques color verdoso para que
pudiera volar hasta la osa mayor - acabó diciendo Rana.
Elefante Gris se quedó mirando el curioso baile de Rana, que no paraba de saltar por encima de todos los
colores. Mariposa Azul se posó sobre la trompa de Elefante Gris y le dijo con tono muy suave.
- El accidente me ha deprimido. No soporto la violencia en el mundo. Me paralizo y soy incapaz de volar dos
metros. Mis alas se han quedado pegadas y solo puedo planear un par de metros.
- Pues haz como yo - intervino Pitufo Añil que acababa de aparecer en la escena-. Hay que tener sueños e
intentar cumplirlos.
- Tú eres un individualista, mucho sueño, mucho sueño, pero siempre vas a lo tuyo, yo, yo, y yo... - le
interrumpió Hada LimonHada.
- Para cumplir un sueño hay que creer en uno mismo. Solo uno puede creer y ser capaz de lograr lo que persiga;
en cuanto dependemos de los demás... - le replicó Pitufo Añil.
- Dejaos de discutir, busquemos una solución creativa. Por cierto, señor Elefante, yo soy la creativa del grupo,
me llamo Violeta.
Violeta era una linda flor del mismo color que su nombre.
- Ya llevamos mucho tiempo siendo un Arcoíris, podemos crear algo nuevo. Inventar otros colores, otras
formas, voy a hacer un proyecto nuevo a ver cómo podemos organizarnos - dijo Violeta dirigiéndose a todo el
grupo.
- Conmigo no cuentes, o se hace como yo diga, o nada - gruñó Escarabajo Rojo.
- No sé, tengo muchas dudas, yo no sé a quién hacer caso - comentó, dudando Mandarina.
- Trepemos por el mar y buceemos por la verde hierba, saltemos por los troncos de los árboles de las nubes... -
dijo Rana, que seguía saltando
Y así se pasaron discutiendo unos minutos los siete colores de lo que había sido un hermoso Arcoíris. Hasta que
Elefante Gris intervino dando un golpe fuerte sobre el suelo.
- Yo soy el animal más viejo de esta zona, no se me ocurre otra cosa que poner mi trompa a vuestra disposición.
En ese preciso instante, Elefante Gris les indicó a todos los pasajeros de la nave Arcoíris que se reunieran bajo
su trompa. Elefante Gris barritó con energía, moviendo su trompa hacia arriba. Los siete pasajeros se
arremolinaron bajo la trompa de Elefante Gris.
- Todos los colores son necesarios. Todas las opiniones son necesarias. Solo si sacáis lo mejor de cada uno de
vosotros seréis lo que realmente sois, un hermoso y único Arcoíris. Cada color, como cada animal, cada persona
o cada planta tiene que controlar sus emociones. Algo así como canalizarlas y quedarse solo con lo positivo. Mi
larga trompa ejercerá de canalizadora de emociones. Será como una antena que solo captará emociones
agradables.
Los siete colores se miraron y comprendiendo lo que les explicaba el animal más viejo y sabio del Bosque,
asintieron.
- ¿Preparados?
Elefante Gris barritó de nuevo, agitó su trompa y cada color se situó de forma ordenada formando el Arcoíris.
Escarabajo Rojo siguió con su carácter de líder, pero respetando las opiniones del resto de colores.
Mandarina ganó en autoestima y por fin dijo: sí.
LimonHada se fijó en sus encantados y supo apreciar los de los demás.
Rana continuaba con ideas alocadas, pero dando paz y serenidad a todos.
Mariposa Azul desplegó las alas y tomó su habitual vitalidad.
Pitufo Añil aportó ideas al equipo arcoíris y aprendió a ser parte de un equipo sin perder su identidad.
La florecilla Violeta pudo seguir siendo tan creativa y buscó la mayor empatía posible con el grupo.
Arcoíris despegó y se marchó del claro del Bosque de Las Emociones hasta un lugar donde pudiera ser
disfrutado por otras personas y animales. Elefante Gris se quitó su chubasquero gris y, lentamente, regreso a la
manada
Educación emocional: Actividades para reflexionar tras el cuento