Mariño, M.J., 2016. Recuperar El Corazón - Interioridad
Mariño, M.J., 2016. Recuperar El Corazón - Interioridad
Mariño, M.J., 2016. Recuperar El Corazón - Interioridad
Recuperar el corazón.
La interioridad como cuestión hoy
MARÍA JOSÉ MARIÑO CM
(Salamanca)
RESUMEN Un término hoy tan utilizado en muchos campos: psicología, so-
ciología, espiritualidad, requiere ser conocido con la mayor amplitud y preci-
sión. En el presente trabajo a lo largo de diez puntos tratamos de ofrecer al
lector un contenido que se abra al pluralismo de significados al ser utilizado en
ámbitos distintos, aunque su contenido no sea equívoco, sino análogo, e inclu-
so dinámico y abierto de un espacio a otro. Por eso, hay en la presentación
que hacemos una convicción firme y profunda que recogemos en el título: “Re-
cuperar el corazón”, porque al final se trata de llegar desde ese centro perso-
nal, que cada uno puede percibir, a sus dimensiones más hondas que nos
muestran nuestra propia trascendencia y el amor como dinámica que brota del
núcleo del ser personal, su interioridad.
PALABRAS CLAVE: Interioridad, corazón, espíritu, inteligencia espiritual (mindful-
ness), identidad personal.
3
Es referencia obligada la obra de D. ZOHAR, I. MARSHALL (2000), SQ
Spiritual Intelligence. Previamente, el campo para abordar este aspecto fron-
terizo con la espiritualidad quedó despejado por D. GOLEMAN (1995), Emo-
tional Intelligence, desarrollada tomando como punto de partida la teoría de
las inteligencias múltiples (GARDNER: 1983). No es casualidad que este mis-
mo autor estudiara ya en la década de los setenta y desde la psicología temas
como la meditación y los estados superiores de conciencia en The Varieties of
the Meditative Experience (1977) o The Meditative Mind: The Varieties of
Meditative Experience (1988) según su reedición posterior. En España, ha te-
nido especial relevancia e impacto la obra de F. TORRALBA (2010), Inteligen-
cia espiritual, abordada desde un punto de vista eminen-temente filosófico.
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4
En términos de psicología, hablaríamos de la relación entre las inteli-
gencias espiritual, intra e interpersonal, respectivamente.
5
Sin necesidad de explicaciones, son ilustrativos algunos de los títulos de
SQ Spiritual Intelligence donde se nivelan afirmaciones de índole radical-
mente distinta. Así, junto al “punto divino del cerebro” y la relación que es-
tablecen entre esta inteligencia espiritual y el tipo de personalidad, hablan de
“cultura espiritualmente enfermiza” o “espiritualmente aturdidos”.
6
Cf. J. MARDONES, ¿Adónde va la religión? Cristianismo y religiosidad
en nuestro tiempo. Santander: Sal Terrae, Santander, 1996.
7
Cf. M. CORBÍ, Religión sin religión, PPC, Madrid, 2005.
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8
Tal es la opinión de un autor tan autorizado como X. MELLONI. Cf. “El
qué y el cómo de la interioridad”, en: AA. VV. (2013), ¿De qué hablamos
cuando hablamos de interioridad?, Cristianisme i Justícia, Barcelona, 2013,
pp. 12-17, aquí pp. 12-13.
9
MM. GALCERÁN, A. ROIG y J. OTÓN, “Interioridad”, en: J. M. BAUTISTA,
10 palabras sobre pastoral con jóvenes, Verbo Divino, Estella, 2008, pp. 23-
45, aquí p. 32.
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16
E. HILLESUM, Une vie bouleversée, Journal 1941-1943, Seuil, Paris,
1985, p. 179.
17
“Es urgente también que recobremos ese sentido espiritual de entre las
cenizas de nuestro inconsciente y consciente colectivo. […] Como se trata de
un sistema que se asienta sobre el tener y la acumulación de bienes naturales,
incentiva poderosamente las necesidades de tener y de subsistir del ser
humano, pisoteando dimensiones más fundamentales como las de ser y cre-
cer”. L. BOFF. Ecología: grito de la tierra, grito de los hombres. Trotta, Ma-
drid, 1996, p. 177.
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18
E. HILLESUM. Une vie bouleversée, Journal 1941-1943, Seuil, Paris,
1985, p. 39.
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21
SAN AGUSTÍN, De vera religione 39, 72.
22
J. A. ARELLANO Ovalle, o.c. p. 77.
23
Cf. AA. VV. “Noli foras ire”. Aspectos de la interioridad en san Agus-
tín. Ochoa, Logroño, 1979.
174 MARÍA JOSÉ MARIÑO
24
Sirva un sencillo ejemplo que nos sugiere la interioridad que descubre
la belleza abierta hacia la Belleza: “Exceptuado Dios, solo el universo en su
conjunto puede con todo rigor ser calificado de bello […] Todas estas belle-
zas secundarias tienen un valor infinito como aperturas hacia la belleza uni-
versal. Pero si uno se detiene en ellas, se convierten por el contrario en velos,
adquiriendo un carácter corruptor”. Simone Weil, A la espera de Dios. Trotta
19962, p.102.
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25
Las ofertas en la educación y pedagogía de la interioridad son muy
numerosas. Puesto que estamos en un estudio sobre espiritualidad, se omite
aquí el análisis y valoración de las mismas para apuntar a algunos rasgos y
criterios con los que comprender el acceso al mundo interior.
26
Resulta inevitable introducir aquí una llamada de atención ante el ries-
go de psicologizar la interioridad y sus accesos. La dimensión psicológica es-
tá involucrada, naturalmente, en este proceso y es inseparable de las demás.
Sin embargo, la interioridad es mucho más que psicología y, utili-zando sus
propios términos, más que “inteligencia intrapersonal e inter-personal”. La
psicologización de la interioridad la deja inevitablemente cuvierta e impene-
trable, clausurada la persona en sí misma.
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32
“Dios está presente en el hombre, de modo que cualquier aspecto
humano puede adquirir significado religioso, pero no de un modo contun-
dente. Irrefutable, verificable, apabullante. Se trata más bien de una presencia
que invita a que se la descubra y perciba. […] Hay que buscar a Dios en un
acto de libertad y amor. Tenemos noticias de Él, en la memoria, en el deseo,
en el sufrimiento del otro, pero hay que buscar. Y si se le busca, se le puede
encontrar en cualquier cosa o situación, porque es en el buscar donde se le
encuentra “. G. AMENGUAL. Deseo, memoria y experiencia. Itinerarios del
hombre a Dios. Sígueme, Salamanca, 2011, p. 84.
33
“La experiencia de lo sagrado remite así a la conciencia y el reconoci-
miento de esa Presencia como a su centro y a su origen. La conni-vencia del
hombre con lo sagrado […] se concreta ahora en apertura, connivencia, reli-
gación, radicación del sujeto en la Presencia trascendente-inmanente a la que
remiten en último término todas las manifestaciones de lo sagrado. Esa aper-
tura, esa religación, es la dimensión religiosa del hombre; y en nuestra tradi-
ción religiosa, donde esa Presencia es invocada como Dios, esa dimensión re-
ligiosa se torna dimensión teologal, expresión del parentesco con lo divino
que convierte al hombre en ser teándrico o cosmoteándrico (R. PANIKKAR)”.
J. MARTÍN VELASCO. El hombre y la religión, PPC, Madrid, 2001, pp. 170-
171.
34
A. GARCÍA RUBIO, “Aprender a cultivar la interioridad”, en: C. Alema-
ny, 14 aprendizajes vitales. Desclée de Brower, Bilbao, 20103 , p. 127.
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35
E. HILLESUM, Une vie bouleversée, Journal 1941-1943, Seuil, Paris
1985, p. 100.
36
Id., Lettres de Westerbork, Seuil, Paris 1988, p. 87.
37
Cf. R. PANIKKAR, La plenitud del hombre. Siruela, Madrid, 1999.
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38
B. FORTE, La eternidad en el tiempo, Sígueme, Madrid, 2000, p. 103.
39
Cf. E. STEIN, El castillo interior, en: Obras Completas III, Monte Car-
melo, Burgos, 2003, p. 1131.
40
S. WEIL, La gravedad y la gracia. Trotta, Madrid, 1994, p. 192.
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41
Íb. p. 118.
42
Cf. J. L. ESPINEL MARCOS, Evangelio según san Juan. Introducción,
traducción y comentario. San Esteban, Salamanca, 1998, pp. 178.229
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43
Cf. K. RAHNER, “<Siehe dieses Herz>. Prolegomena zu einer
Theologie der Herz-Jesu-Verehrung”, en: Sämtliche Werke 13, pp. 488-495;
“Einige Thesen zur Theologie der Herz-Jesu-Verehrung”, en: Sämtliche
Werke 13, pp. 496-514.
44
D. ALEIXANDRE, “Interioridad y Biblia. El don que se recibe en lo es-
condido”, en: AA.VV. La interioridad: un paradigma emergente, PPC, Ma-
drid, 2004, pp. 33-52. Aquí p. 52.
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49
Cf. L. MELINA, J. NORIEGA Y J. J. PÉREZ-SOBA, La plenitud del obrar
cristiano. Dinámica de la acción y perspectiva teológica de la moral. Edicio-
nes Palabra, Madrid, 2001, pp. 283.
50
Cf. Id. p. 97.
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51
JUAN DE LA CRUZ, 2 Noche 10.