Resumen de La Psicología y Terapia Cognitivo Conductual

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Universidad Católica Santa María la Antigua

Facultad de Ciencias Sociales

Escuela de Psicología

Conceptos y Modelos de Psicología Clínica

Profesor: Mgtr. Ricardo Domínguez

Autores:
Ana Gabriela González, 8-980-1941
Paola Victoria, 8-893-752
Emely Ortega, 8-999-2363
María Sofía Rodríguez, 8-976-836
Sara Pinto, E-8-157251

11 de julio de 2023
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La Psicología Cognitivo-Conductual (PCC) es una corriente de la psicología que

se enfoca en la comprensión y modificación de los pensamientos, emociones y

comportamientos de las personas. Esta aproximación teórica combina elementos de la

psicología cognitiva, que se centra en los procesos mentales y las cogniciones, con la

psicología conductual, que se enfoca en el análisis y modificación de conductas

observables.

La PCC parte del principio de que nuestros pensamientos y creencias influyen

en nuestras emociones y acciones. Se basa en la idea de que los patrones de

pensamiento y las interpretaciones que hacemos de los eventos tienen un impacto

directo en cómo nos sentimos y cómo nos comportamos. Por lo tanto, esta perspectiva

se centra en identificar y modificar los pensamientos negativos o irracionales que

pueden contribuir a problemas emocionales o conductuales.

a. Explicación de los principios básicos de la PCC, como la interacción

entre pensamientos, emociones y comportamientos.

● Pensamientos: Según la PCC, los pensamientos desempeñan un papel

fundamental en la forma en que percibimos y experimentamos el mundo.

Nuestros pensamientos son interpretaciones y evaluaciones subjetivas de los

eventos y situaciones que nos rodean. Estos pensamientos pueden ser

conscientes o automáticos, y a menudo son influenciados por nuestras

creencias, experiencias pasadas y expectativas. Los pensamientos negativos o

irracionales pueden generar emociones negativas y comportamientos


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desadaptativos. Los pensamientos desempeñan un papel crucial en la

Psicología Cognitivo-Conductual (PCC) y en nuestra experiencia diaria.

● Emociones: Las emociones son respuestas afectivas que experimentamos como

resultado de nuestros pensamientos y creencias. La PCC reconoce que los

pensamientos influyen directamente en nuestras emociones. Las emociones son

componentes fundamentales de nuestra experiencia humana. Son respuestas

automáticas y complejas que surgen en relación con nuestros pensamientos,

percepciones y experiencias.

● Comportamientos: Los comportamientos son acciones observables que

realizamos en respuesta a nuestras experiencias internas y externas. La PCC

sostiene que los pensamientos y las emociones pueden influir en nuestros

comportamientos de manera significativa. Los comportamientos son acciones

observables que realizamos como respuesta a las situaciones, estímulos o

eventos que nos rodean. La Psicología Cognitivo-Conductual (PCC) se interesa

en el estudio y modificación de los comportamientos, ya que considera que estos

son influenciados por nuestros pensamientos y emociones.

b. Orígenes de la terapia cognitivo-conductual

La segunda ola de terapias conductuales (lo que conoceríamos como terapia

cognitivo-conductual) surgió como respuesta a la insuficiencia de las terapias

conductuales para abordar trastornos que involucran el contenido del pensamiento. Se

reconoció que el pensamiento y el procesamiento de la información eran elementos


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clave en la generación de conductas, lo que llevó al desarrollo de las teorías cognitivas

y del procesamiento de la información. Estas terapias se centraron en modificar

creencias y pensamientos disfuncionales, combinando técnicas conductuales con

componentes cognitivos. En su surgimiento se dio prioridad a la eficacia del tratamiento

y se obtuvo un alto porcentaje de éxito en diversos trastornos. El objetivo era cambiar

las cogniciones o emociones subyacentes a la conducta desadaptativa. (Meichenbaum,

D. H., 1977)

La PCC se enfoca en comprender los factores que influyen en los comportamientos

problemáticos y en desarrollar estrategias de modificación de conducta para promover

cambios positivos. Algunas técnicas utilizadas en la PCC incluyen el entrenamiento en

habilidades sociales, el establecimiento de metas, la exposición gradual a situaciones

temidas, la recompensa de conductas deseadas y la prevención de recaídas.

Es importante tener en cuenta que los comportamientos son influenciados por

múltiples factores, incluyendo los pensamientos, las emociones, las experiencias

pasadas, el entorno social y cultural, entre otros. La PCC busca comprender y abordar

esta complejidad para promover cambios positivos en los comportamientos, ayudando

a las personas a alcanzar una mejor adaptación y bienestar en su vida diaria.


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2. Fundamentos de la terapia cognitivo-conductual: distorsiones cognitivas.

a. Pilares teóricos

La terapia cognitivo-conductual se fundamenta en cuatro pilares teóricos

esenciales:

● Condicionamiento clásico: Basado en las investigaciones de Pavlov y Watson,

este enfoque se centra en la asociación entre estímulos incondicionados (no

aprendidos) y estímulos neutros, lo que provoca respuestas condicionadas

aprendidas. (Vega, N 2019)

● Condicionamiento operante o instrumental: Propuesto por Skinner, sostiene que

los comportamientos se adquieren, mantienen o extinguen según las

consecuencias que les siguen. Estas consecuencias pueden ser refuerzos

positivos (agradables), refuerzos negativos (aversivos pero evitables), castigos

positivos (aversivos aplicados) o castigos negativos (estímulos agradables

retirados). (Rodriguez-Martinez, 2019)

● Teoría del aprendizaje social: Desarrollada por Bandura, destaca que el

aprendizaje no solo se da mediante experiencias directas, sino también a través

de la observación de otras personas y la información recibida a través de

símbolos verbales o visuales. (Vega, N 2019)

● Modelos cognitivos: Presentados de manera independiente por Beck y Ellis

(Beck, 1976; Ellis, 1962), se centran en la influencia del pensamiento en las

emociones y los comportamientos. Ambos modelos terapéuticos resaltan que el


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pensamiento refleja el sistema de interpretación del mundo de una persona, que

incluye creencias, supuestos y reglas subyacentes.

b. Estructura de Intervención

La intervención psicológica (Rojas, 2007) desde el enfoque cognitivo-conductual

se estructura en tres fases:

● Evaluación: es el momento en el que se formulan hipótesis explicativas acerca

de los problemas que trae la persona y se trazan los objetivos del tratamiento.

Esas hipótesis conducen a la segunda fase.

● Intervención: momento en el que se emplean técnicas terapéuticas orientadas al

logro de los objetivos planteados.

● Seguimiento: consiste en la evaluación de la aplicación de un programa

terapéutico y en la realización de los ajustes necesarios para el mantenimiento

de los cambios.

c. El modelo cognitivo (Modelo A-B-C) de Albert Ellis:

El modelo cognitivo plantea que la percepción de los eventos influye sobre los

pensamientos, las emociones y los comportamientos de las personas. (Camacho 2003)

(Duarte Garcia, 2016)

El modelo consta de tres elementos:

● A: es un evento activador, algo que sucede (un evento que desencadena una

respuesta conductual, emocional, cognitiva o fisiológica).


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● B: son los pensamientos que se crean a partir de ese evento, es decir, es la

percepción, interpretación o significado que le atribuye una persona a ese

evento activador (qué piensa acerca de ello).

● C: es la reacción o respuesta que se experimenta frente al evento activador, es

decir, son las consecuencias de dicho evento (emociones, comportamientos,

respuestas fisiológicas).

Este modelo postula que aunque el factor A puede tener un impacto directo en el

factor C (la reacción ante un evento determinado), como experimentar emociones

negativas o exhibir conductas disfuncionales, es el factor B (la percepción e

interpretación de A) el componente más relevante.

Durante la terapia cognitivo-conductual, el enfoque se dirige a modificar el factor

B, es decir, la interpretación o percepción, también conocida como "pensamientos

automáticos". Estos pensamientos automáticos son los que realmente determinan el

cambio en nuestras reacciones emocionales y comportamentales. (Duarte Garcia,

2016)

Dentro de este modelo cognitivo, el nivel más superficial del factor B son los

pensamientos automáticos, que surgen de forma disruptiva en el flujo de pensamiento y

no requieren un llamado consciente o razonamiento deliberado. (Duarte Garcia, 2016)

(Camacho 2003)

Estos pensamientos automáticos influyen en la dirección y curso del

pensamiento normal, condicionando la conducta y el afecto. Suelen ser breves,

concisos y pueden manifestarse en forma verbal o en imágenes mentales. Se imponen

a la persona, de ahí su carácter automático. Si repetimos continuamente los mismos


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contenidos (pensamientos automáticos), acabamos creyendo firmemente en su

veracidad sin someterlos a un juicio crítico. (Camacho, 2003)

d. Algunas características de los pensamientos automáticos son:

● Los pensamientos automáticos son involuntarios y entran automáticamente en la

mente. Son reacciones espontáneas ante situaciones en las que surgen fuertes

sentimientos.

● A menudo se expresan en forma de palabras como "debería" o "tendría que". Se

presentan como exigencias intolerantes que nos imponemos a nosotros mismos

o a los demás.

● Son aprendidos y reflejan actitudes y creencias que se adquirieron en la infancia

o adolescencia, provenientes de la familia, la escuela y otras influencias

sociales. Dado que en esas etapas aún no se ha desarrollado plenamente la

capacidad de análisis racional, se asimilan con mayor facilidad y se almacenan

en la memoria, esperando ser activados por situaciones emocionalmente

cargadas. (Camacho 2003) (Duarte Garcia 2016)

Las creencias (Tobar. R 2010) son teorías que comenzamos a desarrollar desde una

edad temprana y abarcan nuestras creencias sobre nosotros mismos, los demás y el

mundo en general. También son los contenidos de los esquemas, que son conjuntos

estructurados de pensamientos o ideas preconcebidas. Las creencias pueden definirse

como las cosas en las que uno cree, son como mapas internos que nos ayudan a dar

sentido al mundo, y se construyen y generalizan a través de la experiencia. Sin


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embargo, estas creencias suelen estar expresadas de manera negativa. (Ochoa. D

2010)

e. División en grupos de las creencias:

● Creencias intermedias: Estas creencias consisten en actitudes, reglas y

suposiciones que determinan cómo vemos una situación y cómo pensamos,

sentimos y nos comportamos ante ella. No están relacionadas con aspectos

centrales de nuestra personalidad, lo que las hace más susceptibles de

modificarse. (Ochoa. D 2010) Estas creencias intermedias son las instrucciones

cognitivas básicas que guían nuestro comportamiento y se transforman en

comportamientos explícitos para lidiar con nuestras creencias centrales. Por

ejemplo, "La vida siempre te da una segunda oportunidad". (Ochoa. D 2010)

● Creencias centrales: Este nivel más profundo y esencial de la cognición humana

se encuentra fuera de nuestra conciencia. Son creencias que constituyen

nuestra identidad y sentido de sí mismos, y son únicas para cada persona. Son

extremadamente difíciles de cambiar, ya que representan el núcleo de lo que

somos, nuestros valores y nuestras creencias más arraigadas. (Ochoa. D 2010)

Cuando las creencias centrales se ponen en duda, se genera una profunda sensación

de inestabilidad y angustia, ya que todo lo que conocemos se cuestiona y se mueven

los cimientos de nuestra estructura interna.

A estas creencias centrales, las podemos dividir en dos grupos:

● Creencias de desamparo: se relacionan con la percepción de debilidad o

fortaleza personal, así como la percepción de logros. Son creencias centrales

negativas que predisponen a la ansiedad, la depresión y la falta de motivación.


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Aunque generalmente no se verbalizan, la persona tiene una creencia arraigada

que la lleva a sentirse desamparada. (Tobar. R 2010) Esto afecta

emocionalmente y se traslada automáticamente a diferentes áreas de su vida,

como las relaciones sociales y el ámbito laboral, teniendo un impacto sustancial

en su desarrollo personal y profesional. (Tobar. R 2010)

● Creencias de incapacidad de ser amado: Según la terapia cognitiva, la relación

entre las creencias centrales y los esquemas cognitivos es la base de los

síntomas psicológicos, por lo tanto, trabajar con estas creencias es una parte

fundamental de este enfoque terapéutico. Estas creencias se construyen a partir

de experiencias y procesos cognitivos específicos. En la terapia cognitiva, el

terapeuta y el paciente colaboran para crear experiencias que contrastan estas

creencias y desafíen su validez. (Tobar. R 2010)

El tratamiento en la terapia cognitivo-conductual se basa en el supuesto teórico

de que la conducta y las emociones de una persona están determinadas por su forma

de estructurar el mundo. Por lo tanto, el enfoque terapéutico se centra en identificar y

modificar las creencias disfuncionales para promover un cambio positivo en la conducta

y el bienestar emocional del individuo (Beck, 1976 mencionado en Tobar. R 2010)

El esquema básico de la terapia cognitiva puede ser graficado de la siguiente

forma:
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Figura 1.

Nota: esquema básico de la terapia cognitivo conductual.

Efectivamente, los pensamientos, las emociones y las conductas están

estrechamente relacionados y tienen una influencia recíproca entre sí, ya que, un

pensamiento genera una emoción, la emoción conlleva a la realización de una

conducta. Si el pensamiento es negativo, asi mismo lo serán la emoción y la conducta

adoptada, y viceversa.

f. Distorsiones cognitivas

La terapia cognitiva plantea que los trastornos psicológicos a menudo se

originan en patrones de pensamiento distorsionados, conocidos como distorsiones

cognitivas. Estas distorsiones cognitivas son pensamientos incorrectos que

distorsionan la percepción de la realidad. Se basan en creencias personales o

significados subjetivos, que a menudo se adquieren durante la infancia y actúan de

manera inconsciente en la mente de la persona. (Glover, M 2022)

Estas creencias personales también se denominan esquemas cognitivos o

supuestos personales. Los supuestos personales son las formas en que interpretamos
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y damos sentido a nuestras experiencias pasadas, presentes y futuras. (Glover 2022)

(Ospina, A 2020) Estos supuestos permanecen latentes en nuestra memoria y se

activan en situaciones desencadenantes específicas, como eventos importantes o

situaciones estresantes. Influyen en nuestros pensamientos automáticos, lo cual

conduce a errores del pensamiento y distorsiones cognitivas que afectan nuestros

estados emocionales y comportamientos.

Existen diversas distorsiones cognitivas que pueden influir en nuestra forma de

pensar y percibir la realidad:

● Abstracción selectiva: Seleccionar un solo aspecto de una situación y pasar por

alto otros aspectos que podrían contradecir nuestra interpretación. Por ejemplo,

enfocarse únicamente en los aspectos negativos y omitir los positivos.

● Pensamiento polarizado: Evaluar los eventos en extremos opuestos, sin

considerar los aspectos intermedios. Ver las cosas como "todo o nada", sin tener

en cuenta los grados intermedios.

● Sobregeneralización: Sacar una conclusión general a partir de un solo hecho sin

una base suficiente. Por ejemplo, llegar a la conclusión de que "nunca

conseguiré un empleo" basándose en una experiencia negativa.

● Interpretación o lectura del pensamiento: Atribuir sentimientos e intenciones a

los demás sin fundamentos sólidos, a veces basándose en la proyección de

nuestros propios sentimientos y motivaciones.

● Visión catastrófica: Anticipar de manera exagerada y pesimista eventos

negativos en el futuro sin fundamentos reales. Por ejemplo, temer un accidente

aéreo antes de volar.


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● Personalización: Relacionar los eventos del entorno de manera excesiva con

uno mismo sin una base suficiente. Compararse constantemente con los demás.

● Minimización: Subestimar o menospreciar ciertos aspectos positivos, logros o

cualidades propias.

● Maximización: Exagerar o amplificar ciertos aspectos negativos, errores o

carencias.

● Inferencia arbitraria: Llegar a conclusiones rápidas o impulsivas sin una

evidencia suficiente. Por ejemplo, creer que se va a fallar un examen a pesar de

haber estudiado mucho y haber tenido buenos resultados en exámenes

anteriores.

● Sesgo confirmatorio: Interpretar la realidad de manera que confirme nuestras

creencias previas, ignorando evidencias contrarias.

● Error del adivino: Creer que se puede predecir el futuro y actuar en

consecuencia. Por ejemplo, evitar una entrevista de trabajo convencidos de que

no serán contratados.

● Razonamiento emocional: Considerar que lo que se siente emocionalmente es

necesariamente cierto. Por ejemplo, creer que si uno se siente irritado, alguien

ha hecho algo para molestarle.

● Etiquetas globales: Utilizar etiquetas generales para describir a uno mismo o a

los demás, reduciendo la complejidad de la persona a un solo aspecto. Por

ejemplo, etiquetarse a uno mismo como "tímido" y atribuir todas las dificultades

sociales a esa característica.


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● Culpabilidad: Atribuir la responsabilidad de los acontecimientos de manera

excesiva a uno mismo o a los demás, sin tener en cuenta otros factores que

puedan influir.

● Falacia de control: Percibir un grado de control excesivo o nulo sobre los

acontecimientos de la vida, creyendo que uno es responsable de todo o que no

tiene ningún control.

● Los "debería": Mantener reglas rígidas y exigentes sobre cómo deben ser las

cosas, generando alteraciones emocionales extremas cuando no se cumplen.

● Tener razón: Tendencia a querer demostrar constantemente que nuestra opinión

es la correcta, ignorando los argumentos de los demás.

● Falacia de justicia: Valorar como injusto todo aquello que no coincide con

nuestros deseos, sin tener en cuenta otros factores.

● Falacia de la recompensa divina: Creer que los problemas se resolverán por sí

solos en el futuro sin tomar una actitud proactiva.

● Falacia de cambio: Creer que nuestro bienestar depende exclusivamente de los

actos de los demás, sin reconocer nuestra propia responsabilidad.

Debido a que los pensamientos automáticos contribuyen a errores del

pensamiento y ofrecen una visión distorsionada de la realidad, es importante identificar

y desafiar estas distorsiones cognitivas para promover un pensamiento más realista y

adaptativo.
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g. Descripción de la importancia de la evaluación inicial en la terapia

cognitivo-conductual.

La evaluación inicial desempeña un rol crucial en la terapia cognitivo-conductual

(TCC) al proporcionar al terapeuta información esencial para comprender de manera

detallada las dificultades y problemas específicos que enfrenta el cliente. A través de la

escucha activa y la recolección de datos sobre la historia personal, síntomas, patrones

de pensamiento y comportamiento, así como los factores desencadenantes de los

problemas, se establece una base sólida para desarrollar un plan de tratamiento

individualizado y efectivo. (Tarrier, N., & Johnson, J. 2015)

Otro motivo importante para realizar una evaluación inicial exhaustiva en la TCC

es establecer metas y objetivos terapéuticos claros y realistas. Al entender los

problemas y las áreas específicas de dificultad, el terapeuta puede colaborar con el

cliente para identificar los cambios deseados y los resultados esperados del proceso

terapéutico. Establecer metas concretas proporciona una dirección clara para el

tratamiento y permite evaluar el progreso a lo largo del tiempo. (Tarrier, N., & Johnson,

J. 2015)

En la evaluación inicial de la TCC también se busca identificar patrones

cognitivos y conductuales problemáticos que pueden estar contribuyendo a los

problemas del cliente. Al examinar los pensamientos automáticos, las creencias

centrales y las estrategias de afrontamiento ineficaces, el terapeuta puede comprender

cómo estas cogniciones y comportamientos mantienen los problemas, y así diseñar

estrategias específicas para abordarlos. (Tarrier, N., & Johnson, J. 2015)


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Además, la evaluación inicial implica evaluar el funcionamiento y las habilidades

del cliente en diversas áreas de su vida, como en el ámbito social, laboral, académico,

familiar y emocional. Al comprender cómo los problemas afectan la vida diaria del

cliente, el terapeuta puede enfocar el tratamiento en las áreas relevantes y ayudar al

cliente a desarrollar habilidades y estrategias específicas para mejorar su

funcionamiento. (Tarrier, N., & Johnson, J. 2015)

h. Ejemplos de técnicas utilizadas, como la identificación de pensamientos

automáticos y el registro de conductas.

El registro de conductas es una técnica empleada en la terapia

cognitivo-conductual (TCC) con el propósito de recopilar información detallada sobre

las conductas de los clientes. Su objetivo principal es llevar un registro sistemático de

las conductas relevantes, incluyendo su frecuencia, duración, antecedentes y

consecuencias. Esta técnica se utiliza para identificar patrones problemáticos de

comportamiento y evaluar la efectividad de las intervenciones terapéuticas a lo largo

del tiempo. Al recopilar datos objetivos sobre las conductas, se logra obtener una

comprensión más precisa de cómo se relacionan con los pensamientos y las

emociones del cliente. (Leahy, R. L. 2003)

El proceso de registro de conductas implica varios pasos importantes. En primer

lugar, el cliente, en colaboración con el terapeuta, identifica las conductas específicas

que desea abordar en el tratamiento. Estas conductas pueden estar relacionadas con

los síntomas, los problemas o los objetivos terapéuticos del cliente. Luego, se

establece una definición clara y precisa de cada conducta objetivo, describiéndola en


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términos observables y medibles. El cliente lleva un registro de las conductas objetivo

durante un período de tiempo determinado, anotando la frecuencia, duración,

antecedentes y consecuencias de cada una. Posteriormente, el terapeuta y el cliente

revisan y analizan los registros de conductas recopilados, buscando patrones,

tendencias y relaciones entre las conductas y los estados emocionales o cognitivos del

cliente. Con base en estos hallazgos, se diseñan intervenciones terapéuticas

específicas para abordar las conductas problemáticas, las cuales son evaluadas

mediante la continuación del registro de conductas. (Leahy, R. L. 2003)

El registro de conductas en la TCC resulta beneficioso tanto para el cliente como

para el terapeuta. Proporciona información valiosa al identificar patrones problemáticos,

evaluar el progreso terapéutico y ajustar las intervenciones según sea necesario.

Además, el proceso de llevar un registro objetivo de las conductas puede aumentar la

conciencia y la autorreflexión del cliente, lo que contribuye al cambio y al crecimiento

personal. (Leahy, R. L. 2003)

En la terapia cognitivo-conductual (TCC), se enfatiza la importancia de los

pensamientos automáticos, los cuales son pensamientos rápidos y espontáneos que

surgen en nuestra mente en respuesta a situaciones específicas. Estos pensamientos

se generan de manera automática y sin nuestra conciencia consciente. Los

pensamientos automáticos suelen ser evaluaciones subjetivas de las situaciones y

pueden ser positivos, negativos o neutros, influenciados por nuestras creencias,

experiencias pasadas y esquemas cognitivos. Por ejemplo, una persona con baja

autoestima puede experimentar pensamientos automáticos negativos como "soy un

fracaso" o "nadie me quiere" cuando enfrenta un rechazo. (Beck, A. T., 1976)


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En la TCC, se otorga gran importancia a los pensamientos automáticos debido a

su influencia significativa en nuestras emociones y comportamientos. Los

pensamientos automáticos distorsionados o irracionales pueden generar emociones

negativas y conductas poco saludables. Por lo tanto, el objetivo de la terapia es

identificar, desafiar y reemplazar los pensamientos automáticos disfuncionales por otros

más realistas y adaptativos.(Beck, A. T., 1976)

El terapeuta trabaja junto al cliente para explorar y cuestionar la validez de los

pensamientos automáticos. Se utilizan técnicas como el cuestionamiento socrático y la

recolección de evidencia para desafiar las creencias subyacentes y promover una

visión más equilibrada de la situación. Además, se fomenta el desarrollo de

pensamientos alternativos y más positivos.(Beck, A. T., 1976)

A través de la identificación y modificación de los pensamientos automáticos

disfuncionales, la TCC tiene como objetivo mejorar el bienestar emocional y la calidad

de vida del cliente. Al cambiar los patrones de pensamiento negativos y distorsionados,

se puede reducir la ansiedad, la depresión y otros síntomas psicológicos, al tiempo que

se fomenta un comportamiento más saludable y adaptativo.(Beck, A. T., 1976)

3. Aplicaciones clínicas de la terapia cognitivo-conductual

Tratamiento de la ansiedad:

Exploración de las estrategias cognitivas y conductuales utilizadas en la terapia

cognitivo-conductual para trastornos de ansiedad, como el trastorno de pánico y el

trastorno de ansiedad generalizada. Varios metanálisis de ensayos clínicos bien


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controlados respaldan la eficacia de la TCC para el trastorno de pánico, el trastorno de

ansiedad social, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), trastorno de ansiedad

generalizada (TAG) y trastorno de estrés postraumático (Addis, y otros, 2004).

Trastorno de Pánico:

El trastorno de pánico se define por ataques de pánico, inesperados y

recurrentes. Al menos uno de ellos va seguido de un mínimo de un mes de

inquietud o preocupación persistente por la aparición de nuevas crisis o sus

consecuencias, y/o por un cambio significativo y desadaptativo en el

comportamiento que se relacione con los ataques de pánico (American

Psychiatric Association, 2013)

La TCC para el pánico se basa tanto en el condicionamiento interoceptivo

como en las teorías cognitivas del pánico. Las dos formas principales de TCC

desarrolladas para el trastorno de pánico han sido el tratamiento de control de

pánico del grupo de Barlow (Barlow & Craske, 2000) y la terapia cognitiva del

grupo de Clark (Clark & Salkosvskis, 1989) Ambos tratamientos destacan los

componentes de psicoeducación sobre el pánico, reestructuración cognitiva, la

exposición a las sensaciones corporales interoceptivas temidas (por ejemplo,

taquicardia, disnea, parestesia, temblor) y exposición en vivo a situaciones

generadoras de ansiedad. La TCC es un enfoque basado en el aprendizaje que

se dirige al reaprendizaje de seguridad en relación con los temores y evitación

característicos de pánico. Los modelos cognitivo-conductuales del trastorno de

pánico enfatizan el papel del miedo a los síntomas de ansiedad en el


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mantenimiento del trastorno (Smits, Julian, Rosenfield, & Powers, 2012). La TCC

utiliza una combinación de reestructuración cognitiva y ejercicios de exposición

para ayudar a los pacientes a establecer un sentido de seguridad en el contexto

de los eventos internos y externos temidos (Otto, Smits, & Reese, 2004) Las

reestructuraciones cognitivas están diseñados para ayudar a los pacientes a

identificar y reestructurar las evaluaciones de amenaza relacionadas con el

pánico. Para facilitar la reestructuración, el terapeuta diseña ejercicios de

exposición para que el paciente pueda producir pruebas desconfirmadoras y

construir una mayor tolerancia a las sensaciones incómodas sin respuestas

conductuales desadaptativas (por ejemplo, de evitación).

Trastorno de ansiedad generalizada:

El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) presenta como síntomas

principales ansiedad, preocupaciones excesivas sobre diversos sucesos que se

vuelven incontrolables, y sintomatología física asociada. Al ser un trastorno que

suele cronificase y presentar alta comorbilidad con otros trastornos mentales y

enfermedades físicas, su abordaje se vuelve complejo (American Psychiatric

Association, 2013).

Terapias cognitivas (reestructuración cognitiva), las terapias conductuales

( relajación aplicada, programación de un “tiempo de preocupación” así como

planificación de actividades placenteras y exposición controlada a pensamientos

y situaciones que se evitan), la terapia cognitivo conductual , que realiza una

combinación de aproximaciones cognitivas y conductuales, y el entrenamiento


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en manejo de la ansiedad que se compone de una combinación de relajación y

reestructuración cognitiva (American Psychiatric Association, 2013).

a. Tratamiento de la depresión:

i. Panorama general de la depresión

La terapia cognitivo conductual se ha transformado en una de las estrategias por

excelencia de tipo no farmacológico para el tratamiento de la depresión. La depresión

es un trastorno que afecta al 15% de la población mundial. (Puerta Plo & Padilla Díaz,

2011, 251-257). Los síntomas de depresión, según el DSM-V, son la falta de ánimo,

disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas

las actividades y síntomas neurovegetativos como déficit en la capacidad de

concentración, insomnio, cambios negativos en los hábitos alimenticios, pérdida de

energía, etc. (Puerta Plo & Padilla Díaz, 2011, 251-257)

ii. En qué consiste el tratamiento

La terapia cognitivo conductual hace una intervención tras la evaluación de las

características biopsicosociales del paciente, teniendo en cuenta el visto bueno,

compromiso y colaboración con el paciente. Con este tratamiento, los pacientes

experimentan una reducción considerable de los síntomas después de 4 o 6 semanas

de tratamiento. Existen varios enfoques y técnicas dentro de la terapia

cognitivo-conductual para la depresión. Algunos aplican el protocolo completo de la

terapia cognitiva de Beck, que se centra en identificar y cambiar patrones de


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pensamientos negativos y distorsionados que contribuyen a la depresión; utilizando el

cuestionamiento Socrático y la reestructuración cognitiva; mientras que otros utilizan

componentes específicos de este tipo de terapia, como las técnicas de resolución de

problemas y la activación conductual; y otros incluyen en él nuevas técnicas como la

meditación consciente (práctica que involucra la atención plena y focalización en el

momento presente). Todos estos enfoques y técnicas buscan abordar los síntomas y

patrones de pensamientos negativos asociados a la depresión, para mejorar su salud

mental y el bienestar de los pacientes. (Puerta Plo & Padilla Díaz, 2011, 251-257)

iii. Objetivos

Lo primero que la TCC hace con los pacientes con depresión, es guiarlo a

monitorear y reconocer pensamientos automáticos negativos, y cómo estos dan lugar a

conductas y sensaciones somáticas desagradables e inadecuadas. Luego, se lleva a

los pacientes a que evalúen la certeza y utilidad de estos pensamientos, a encontrar un

nuevo tipo de refuerzo y generar cogniciones más equiliabradas y adaptativas. Existen

objetivos primordiales en la TCC para el tratamiento de la depresión (Puerta Plo &

Padilla Díaz, 2011, 251-257):

● Disminuir el pensamiento disfuncional: el modelo cognitivo de depresión

predominante es el que planteó Beck, que consta de tres elementos básicos:

○ Triada cognitiva: patrones de ideas y actitudes negativas de sí mismo, el

mundo y el futuro
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○ Esquemas negativos: son los patrones de pensamientos estables y

duraderos que representan las generalizaciones de una persona acerca

de experiencias pasadas, desde las cuales juzga el presente y el futuro.

○ Distorsiones cognitivas: incluyen comportamientos como inferencia

arbitraria (llegar a conclusiones sin suficiente evidencia), abstracción

selectiva (centrarse solo en algunos detalles y pasar por alto otros), sobre

generalización (sacar conclusiones en base a un único evento),

magnificación/minimalización (exagerar o minimizar la importancia de

algo), personalización (atribuir de manera excesiva acontecimientos

externos a uno mismo) y pensamiento dicotómico (“todo o nada”).

● Incrementar las habilidades de autocontrol: en el estudio y comprensión de la

depresión, se le da importancia a la capacidad de autocontrol de un individuo

para alcanzar metas y regular su comportamiento, pensamientos y emociones.

Dicha capacidad está compuesta por los procesos secuenciales de:

○ automonitoreo: capacidad para observar y evaluar su propio

comportamiento, pensamientos y emociones; como ser consciente de los

propios estados de ánimo, pensamientos negativos y patrones de

comportamiento asociados con la depresión.

○ autoevaluación: la capacidad de una persona para evaluar y juzgar su

propio rendimiento, habilidades y logros; implica una evaluación crítica de

uno mismo, con una tendencia a enfocarse en los aspectos negativos y a

subestimar aspectos positivos.


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○ autorefuerzo: es la capacidad de una persona para recompensarse o

motivarse a sí misma para lograr metas o comportamientos deseados. En

la depresión, el autorefuerzo implica la capacidad de proporcionarse a

uno mismo refuerzos positivos y gratificantes, como el reconocimiento de

los logros y la celebración de los progresos.

● Optimizar la capacidad de resolución de problemas: esto es porque las personas

con depresión tienden a ver los problemas como amenazas, a esperar que sean

irresolubles, a dudar de la propia capacidad para resolverlos y a sentir

frustración y molestia al enfrentarlos.

● Mejorar las tasas de reforzamiento positivo y aumentar las habilidades sociales e

interpersonal: en una etapa inicial de la depresión, los círculos sociales de los

pacientes no tienen problema con las quejas que estos atraen constantemente;

pero con el tiempo, estas quejas se vuelven molestas para el círculo social, lo

que incide en su comportamiento y en la forma a la que tratan al paciente, esto

hace que haya una reducción del refuerzo y apoyo social, además de una

confirmación de autoconcepto negativo.

● Metas adicionales: como la reducción de la ideación suicida, disminuir las

recaídas y mejorar la salud física de manera general.

iv. Antecedentes

Estudios desde temprano a 1960 indican la superioridad en eficacia de la terapia

cognitivo conductual ante otros tipos de terapia para tratar la depresión. Estudios

sugieren que si se trata de farmacología sola vs. terapia cognitivo conductual sola, para

tratar la depresión, la TCC tiene una mayor efectividad. Desde entonces, la TCC
25

tradicional se ha amplificado con nuevas técnicas para favorecer el bienestar

psicológico para orientar la reactividad cognitiva (tendencia a responder al humor triste

con aumento de pensamiento negativo) y las alteraciones del funcionamiento

interpersonal. (Puerta Plo & Padilla Díaz, 2011, 251-257)

v. Alternativas

Existen otras formas de tratar a la depresión como el sistema de análisis

cognitivo conductual de la psicoterapia (SACCP) que se usa en casos agudos y

crónicos de depresión, con la herramienta de análisis situacional (técnica utilizada para

analizar detalladamente las circunstancias y factores asociados a una situación

problemática, identificando desencadenantes, patrones de pensamiento y

comportamientos que contribuyen a los problemas). En la Terapia Cognitiva de Beck,

se pueden incluir intervenciones orientadas a la conducta llamadas “activación

conductual” donde se pone cara a cara al paciente con las condiciones que puedan

estar manteniendo el trastorno. (Puerta Plo & Padilla Díaz, 2011, 251-257)

b. Otros trastornos y problemas tratados con TCC:

Trastornos de la alimentación:

La TCC ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de trastornos como la

anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón. Se centra en

identificar y cambiar los pensamientos y creencias disfuncionales relacionados

con la imagen corporal, la comida y el peso. Además, la TCC ayuda a desarrollar


26

estrategias de afrontamiento saludables, establecer patrones de alimentación

regulares y mejorar la relación con el cuerpo.

Trastornos de la personalidad:

La TCC se ha utilizado en el tratamiento de diversos trastornos de la

personalidad, como el trastorno límite de la personalidad (TLP), el trastorno

narcisista de la personalidad y el trastorno obsesivo-compulsivo de la

personalidad. La terapia se enfoca en identificar y desafiar los patrones de

pensamiento y comportamiento disfuncionales, así como en desarrollar

habilidades de afrontamiento adaptativas y estrategias de resolución de

problemas.

Trastornos del sueño:

La TCC es eficaz para abordar los trastornos del sueño, como el insomnio

crónico. Se centra en identificar y cambiar los pensamientos y comportamientos que

contribuyen a la dificultad para conciliar el sueño o mantenerlo. La terapia puede incluir

técnicas de relajación, higiene del sueño, reestructuración cognitiva y programación del

sueño (Morin, et.a., 1994).

El enfoque cognitivo conductual puede ser aplicado para los trastornos del

sueño, especialmente para el insomnio (TCC-I), de hecho se le considera como el

tratamiento de primera línea para su abordaje. La TCC-I se basa en la premisa de que

los patrones de pensamiento y comportamiento disfuncionales pueden contribuir al


27

mantenimiento del insomnio. Algunos componentes clave de la terapia

cognitivo-conductual para el insomnio incluyen:

1. Higiene de sueño: se enfoca en establecer hábitos y rutinas saludables

relacionados con el sueño, como mantener un horario de sueño regular, crear un

ambiente propicio para dormir y evitar estímulos que puedan interferir con el

sueño, como dispositivos electrónicos antes de acostarse.

2. Restricción del sueño: implica limitar el tiempo en cama solo para el sueño y

evitar permanecer en la cama durante periodos prolongados sin poder dormir.

3. Control de estímulos: consiste en utilizar la cama y el dormitorio exclusivamente

para el sueño y la intimidad, evitando actividades estimulantes o estresantes en

el dormitorio.

4. Técnicas de relajación: incluyen estrategias como la relajación muscular

progresiva, la respiración profunda y la visualización guiada para reducir la

tensión y ansiedad antes de acostarse.

5. Reestructuración cognitiva: se trata de identificar y desafiar los pensamientos

negativos o preocupaciones relacionadas con el sueño.

6. Educación sobre el sueño: brinda información y conocimientos sobre los

aspectos clave del sueño, como la arquitectura del sueño, los ciclos de

sueño-vigilia y los factores que pueden afectar la calidad del sueño.

La TCC-I se administra en un formato estructurado, generalmente a través de

sesiones semanales con un terapeuta especializado en el tratamiento del insomnio.

Esta terapia es recomendada para adultos, niños y adolescentes que sufren de

trastornos del sueño.


28

i. Adicciones

La terapia cognitivo conductual en adicciones, se centra en comprender los

patrones de pensamiento y comportamiento disfuncionales que mantienen la adicción y

trabaja para modificarlos. A continuación, se presentan algunos componentes y

técnicas utilizadas en la terapia cognitivo-conductual para el tratamiento de las

adicciones (Carroll, 2008):

1. Evaluación y establecimiento de metas: el terapeuta y el cliente colaboran en

una evaluación exhaustiva de la adicción y sus consecuencias.

2. Autocontrol y habilidades de afrontamiento: se enseñan técnicas para mejorar el

autocontrol y la capacidad de afrontamiento frente a los desencadenantes de la

adicción.

3. Identificación de pensamientos y creencias disfuncionales: se busca identificar y

cuestionar los patrones de pensamiento negativos y distorsionados que

mantienen la adicción.

4. Reestructuración cognitiva: se trabaja para reemplazar los pensamientos

disfuncionales por pensamientos más realistas y saludables.

5. Manejo de desencadenantes y prevención de recaídas: se desarrollan

estrategias para identificar y evitar situaciones, personas o eventos que puedan

desencadenar el deseo o la recaída en la adicción.

6. Terapia de exposición: se expone de manera gradual a los desencadenantes y

se adoptan habilidades de afrontamiento eficaces, para que los

desencadenantes puedan ser tolerados de manera segura y controlada.


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Es importante destacar que la terapia cognitivo conductual para las adicciones

se adapta a las necesidades individuales y se enfoca en un enfoque de tratamiento a

corto y largo plazo. Esta ha demostrado ser efectiva en la reducción del consumo de

sustancias, la prevención de recaídas y la mejora del bienestar general de las personas

que luchan con adicciones.

4. Investigaciones y evidencias

a. Resumen de los estudios e investigaciones que respaldan la eficacia de la

terapia cognitivo-conductual en diferentes trastornos y problemas de salud

mental.

La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha sido ampliamente investigada y ha

demostrado ser eficaz en el tratamiento de diversos trastornos y problemas de salud

mental. A continuación, te proporcionaré una visión general de algunos de los estudios

e investigaciones más destacados que respaldan la eficacia de la TCC en diferentes

áreas:

● Trastornos de ansiedad: La TCC ha demostrado ser altamente efectiva en el

tratamiento de trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad

generalizada, trastorno de pánico, fobias específicas y trastorno de estrés

postraumático. Numerosos estudios han respaldado la eficacia de la TCC en la

reducción de los síntomas de ansiedad y en la prevención de recaídas a largo

plazo.
30

● Depresión: La TCC ha demostrado ser un tratamiento eficaz para la depresión

tanto en adultos como en adolescentes. Varios ensayos clínicos controlados han

encontrado que la TCC es tan efectiva como la terapia farmacológica en el

tratamiento de la depresión leve a moderada, y puede ser incluso más efectiva a

largo plazo, reduciendo la probabilidad de recaídas.

● Trastornos de alimentación: En el tratamiento de trastornos de la conducta

alimentaria, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, la TCC ha mostrado

resultados prometedores. Se ha encontrado que la TCC ayuda a abordar las

distorsiones cognitivas relacionadas con la imagen corporal, los pensamientos

negativos sobre la alimentación y los comportamientos desadaptativos

asociados.

● Trastornos de adicción: La TCC ha demostrado ser efectiva en el tratamiento de

diversas adicciones, incluyendo el trastorno por consumo de sustancias y el

trastorno por juego. La TCC se enfoca en modificar los patrones de pensamiento

y comportamiento asociados con la adicción, y ha mostrado resultados positivos

en la reducción del consumo de sustancias y en la prevención de recaídas.

● Trastornos del sueño: La TCC ha sido recomendada como tratamiento de

primera línea para los trastornos del sueño, como el insomnio crónico. Los

estudios han respaldado su efectividad en mejorar la calidad del sueño y reducir

los problemas de insomnio a través de técnicas como la higiene del sueño y la

reestructuración cognitiva.

Estos son solo algunos ejemplos de los trastornos en los que la TCC ha

demostrado ser efectiva. Sin embargo, la TCC también se ha utilizado con éxito en el
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tratamiento de trastornos de control de impulsos, trastornos de personalidad, trastornos

del estado de ánimo, estrés postraumático y muchas otras condiciones de salud

mental.

Es importante tener en cuenta que la eficacia de la TCC puede variar en función

de cada individuo y de la habilidad y experiencia del terapeuta. Sin embargo, en

general, los estudios han respaldado consistentemente la efectividad de la TCC como

un enfoque terapéutico basado en la evidencia para una amplia gama de trastornos y

problemas de salud mental.

b. Mención de los resultados positivos obtenidos en comparación con otros

enfoques terapéuticos.

La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha sido ampliamente estudiada en

comparación con otros enfoques terapéuticos, y en muchos casos ha mostrado

resultados positivos en términos de eficacia. Aquí hay algunos ejemplos destacados:

● Comparación con la terapia farmacológica: En varios estudios, la TCC ha

demostrado ser igualmente efectiva o incluso superior a la terapia farmacológica

en el tratamiento de trastornos como la depresión y la ansiedad. Además, la

TCC a menudo tiene la ventaja de ser un enfoque no farmacológico, evitando los

efectos secundarios asociados con los medicamentos psicotrópicos.

● Comparación con otras formas de psicoterapia: La TCC ha sido comparada con

otros enfoques terapéuticos, como la psicoterapia psicodinámica y la terapia

humanista. En general, los estudios han encontrado que la TCC es igualmente o


32

más efectiva en el tratamiento de una amplia gama de trastornos y problemas de

salud mental.

● Comparación con enfoques de tratamiento breves: La TCC también se ha

comparado con enfoques de tratamiento más breves, como la terapia de

resolución de problemas y la terapia de activación conductual. En general, la

TCC ha mostrado resultados positivos y sostenidos a largo plazo, especialmente

en términos de prevención de recaídas y mantenimiento de los beneficios

obtenidos.

● Comparación con la lista de espera o ninguna intervención: Varios estudios han

demostrado que la TCC es significativamente más efectiva que estar en lista de

espera o no recibir ninguna intervención en absoluto. Esto sugiere que la TCC

proporciona beneficios terapéuticos específicos y supera el curso natural de los

trastornos o problemas de salud mental.

Es importante tener en cuenta que la eficacia de cualquier enfoque terapéutico

puede variar según el individuo y la naturaleza del trastorno o problema de salud

mental. Además, diferentes enfoques terapéuticos pueden ser más adecuados para

diferentes personas o situaciones. La elección del enfoque terapéutico debe basarse en

una evaluación individualizada y en la colaboración entre el terapeuta y el cliente.

En general, la TCC ha mostrado resultados positivos en comparación con otros

enfoques terapéuticos, respaldada por una sólida base de evidencia científica. Sin

embargo, la elección del enfoque terapéutico debe ser considerada cuidadosamente y

adaptada a las necesidades y preferencias individuales de cada persona.


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