Final. Cronistas de Indias Representación Del Indigena
Final. Cronistas de Indias Representación Del Indigena
Final. Cronistas de Indias Representación Del Indigena
Cronistas de Indias
Introducción
Existe, en la historiografía americana, una enorme cantidad de textos que desde finales del
siglo XV y principios del XVI empezaron a construir simbólicamente lo que hoy día se
reconoce como América. No hay que obviar que, la construcción de un territorio, material y
simbólicamente, bajo los preceptos de una empresa colonialista se hace generalmente desde
una posición cultural de superioridad, en la cual se usan recursos literarios para legitimar,
en este caso, el proyecto imperial español. Teniendo en cuenta que fue un proyecto a gran
escala, y que fue un acontecimiento sin precedentes para la historia europea, es posible que
gran parte de las construcciones que se hicieron sobre las tierras “descubiertas” partieron de
la experiencia, del contacto directo y la asimilación inmediata de aquello desconocido. En
parte esta premisa es cierta, no obstante, es un poco ingenuo creer que las grandilocuencias
que los primeros conquistadores hicieron sobre estas tierras surgieron inmediatamente de la
ocurrencia, del ingenioso pensamiento español. Es de común acuerdo entre los
medievalistas más dedicados, entre ellos Jacques Le Goff, Robert Fossier, Paul Zumthor y
Jacques Heers, que los procesos históricos no son en esencia homogéneos, pues dentro de
los diferentes campos de la sociedad, algunos procesos pueden avanzar con una velocidad
relativamente mayor o menor que otros, o hasta cierto punto ser atemporales, aparecer y
desaparecer y volverse vigentes en diferentes épocas.1 Así, pues, las estructuras culturales
son procesos que no se sincronizan con la evolución en las estructuras materiales. Siendo
así, los autores atrás mencionados avalan la hipótesis de que las estructuras literarias de la
1
Jaime Humberto Borja, Los indios medievales de Fray Pedro de Aguado: construcción del idolatra y
escritura e la historia en una crónica del siglo XVI, (CEJA: Bogotá,2002). 4.
edad media se transmitieron directamente a la literatura de la conquista y por lo tanto le
ofrecieron ese antecedente que tanto necesitaban para describir la otredad de los territorios
que recién empezaban a conocer.
Dentro de estos preceptos, que son básicamente los relatos de viajes a tierras orientales
hechos por Marco Polo, Juan de Mandeville, la orden religiosa de los Franciscanos, etc. Se
encuentran infinidad de consideraciones de la otredad entre las cuales resaltan enormes
bestias marinas, tierras de fantasía con vegetación y fauna maravillosa, personas de
diferentes formas y tamaños, unos catalogados como monstruos, otros dentro de la lógica
de la barbaridad y el salvajismo, pero con un poco de humanidad. Todas estas
consideraciones fueron trasladadas a la literatura de la conquista a finales del siglo XV y
comienzos del XVI para darle un sentido a la nueva tierra que se estaba construyendo. Sin
embargo, cada construcción tenía un propósito diferente dentro de lo particular, en cada
nueva tierra que se iba pacificando y conquistando se iba construyendo un discurso sobre
ella en función de diferentes intereses, por lo tanto, mi intención en este escrito es dilucidar
algunas de esas tantas intenciones que tuvieron los españoles para construir en específico el
indígena de las tierras antioqueñas según los relatos de viaje de Pedro Sarmiento, Juan
Bautista Sardella y Jorge Robledo durante su travesía entre 1539-1542.
Hay que iniciar desentrañando la construcción del otro desde cuatro siglos atrás de la
conquista de América, pues es en el siglo XII, época de la baja edad media, empieza a
ampliarse el proceso de expansión europea, en el cual se vislumbran nuevos problemas en
el horizonte, tales como la proporción del espacio y quiénes habitaban ese espacio. Como
había mencionado anteriormente, en los diarios de viajes medievales existen tanto una gran
cantidad de descripciones como dibujos alusivos a los nuevos paisajes que se iban
encontrando, muchas veces monstruosos, otras veces maravillosos. Hallar grandes
distinciones en las personas que habitaban estos nuevos territorios como mínimo generaría
sorpresa, pero ¿desde dónde se empieza a caracterizar ese otro? Claramente desde la
diferencia, cuáles son los rasgos que lo distan de lo que se sabe conocido. Desde este punto
ya se empiezan a utilizar tropos literarios para poder dilucidar ese enigma que es el otro. En
el caso indígena el antecedente literario se encuentra dentro de los relatos de algunas
órdenes religiosas.
Jaime Humberto Borja en su libro Los indios medievales de Fray Pedro de Aguado Resalta
en la forma en que Aguado escribe su crónica, el hecho de que la orden a la que pertenecía:
los franciscanos, desde la edad media se mantuvieran en una “tradición de tres siglos que
relacionaba espiritualidad, viaje y escritura, lo que sitúa a la crónica en una línea de
continuidad con las narraciones que hicieron los franciscanos que viajaron a Mongolia entre
los siglos XIII y XIV”2, lo cual significa en primera instancia que los relatos franciscanos,
según Borja, fueron de los primeros en describir el allá, por otro lado, partiendo de una
tradición escrituraria estrictamente medieval usaban la retórica como recurso común en la
mayoría de sus textos para estructurar el discurso. También hay que apuntar a lo que nos
interesa, la construcción del indio Aguado lo hace desde el punto de vista de la tiranía, la
cual aplica igualmente al español, lo que quiere decir, aunque ya se pudo haber intuido por
ser una orden religiosa, que los principios de la moral cristiana se ven fuertemente
marcados.
Desde otro punto de vista, Pedro Mártir de Anglería “describe a las poblaciones nativas del
Nuevo Mundo como víctimas de la crueldad y codicia de los conquistadores españoles” 3,
2
Borja, Los indios medievales de Fray Pedro de Aguado… 6.
3
Stelio Cro, “El buen salvaje y la edad moderna: Hackluyt, Montaigne y Pedro Mártir”, Actas X, 1989, 397.
no ha de olvidarse que Las décadas del nuevo mundo, funcionó como base fundamental del
mito del buen salvaje y también de la leyenda negra. Lo importante de este texto como tal,
es que en función de una moral cristiana la escritura del otro se hace desde una retórica de
la compasión, por lo tanto, se acude a la bondad intrínseca del indígena, dejando de lado la
superioridad cultural europea.
Desde dos perspectivas similares, pero diferentes, se nota que la intención al describir al
otro, aunque proviene de la misma moral que busca la bondad en todos los seres, se
distancia por sus diferentes intereses, mientras que Aguado quería mostrar su relato bajo el
signo de la historia como magister vitae en función de supeditar la verdad ante la enseñanza
de las “buenas costumbres” cristianas, Anglería trataba de denunciar los malos tratos que
los conquistadores tenían para con los nuevos súbditos de la corona.
Pero resulta que esta descripción del otro fue plasmada en formas de hacer historia que
para la época se denominaban crónicas. Según las consideraciones de la historiografía
decimonónica “la crónica es una forma «superior» de conceptualización histórica y expresa
un tipo de representación historiográfica superior a la forma anal. Su superioridad consiste
en su mayor globalidad, su organización de los materiales «por temas y ámbitos», y su
mayor coherencia narrativa.”4No obstante Walter Mignolo define la crónica como:
“El vocablo para denominar el informe del pasado o la anotación de los acontecimientos del
presente, fuertemente estructurados por la secuencia temporal. Más que relato o descripción la
crónica, en su sentido medieval, es una «lista» organizada sobre las fechas de los
acontecimientos que se desean conservar en la memoria. En el momento en que ambas
actividades y ambos vocablos coexisten, es posible encontrar, al parecer, crónicas que se
asemejan a las historias. Y el asemejarse a la historia, según los letrados de la época, proviene
del hecho de escribir crónicas no sujetándose al seco informe temporal sino hacerlo mostrando
más apego a un discurso bien escrito en el cual las exigencias de la retorica interfieren con el
asiento temporal de los acontecimientos.” 5
De esta manera, empezamos a darnos cuenta de que existe una tajante diferencia entre los
discursos de la otredad que se hayan en una crónica y los que se podrían hallar en una
4
Hyden White, El contenido de la forma: Narrativa, discurso y representación histórica. (Paidós: Barcelona,
1992. 31.
5
Walter Mignolo, “Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la conquista”, en Historia de la
literatura hispanoamericana: Época colonial, Tomo 1. Coord. Luis Iñigo Madrigal (Ediciones Catedra:
Madrid.1982). 76.
relación de viajes del siglo XVI. Por ejemplo, si volvemos a Walter Mignolo encontramos
que las relaciones de viaje anteriores a 1574 se caracterizaban por ser la primera oleada
escrituraria que buscaba información básica sobre los nuevos territorios y que estaba
estrictamente caracterizada desde14936 con una carta que los reyes católicos le enviaron a
Colon para que diera cuenta de un informe bien estructurado. De esta manera, la diferencia
entre Relación y crónica se advierte desde los recursos literarios que se usan en cada una,
por lo tanto, la descripción del otro en una y en otra sale a relucir por una simplicidad casi
etnográfica y una decoración literaria demasiado marcada, respectivamente. Sin embargo,
este es solo el argumento de Mignolo.
Desde la perspectiva de Hermes Tovar Pinzón es claro que, aunque los jugueteos literarios
no se ven exactamente marcados en las relaciones de viajes como se podrían ver en una
crónica, hay un esbozo de ellos, también existe una parte de esa tradición literaria que
conlleva a la retórica para estructurar un discurso del otro, pues:
“Volviendo a los materiales que tocan la conquista, y que hemos descrito brevemente como
narraciones de experiencias de vida, veamos el tipo de problemas que pueden seguirse en una
lectura de los mismos. En primer lugar, hay un interés por la geografía y el paisaje, por la
población nativa, por sus recursos económicos, por la naturaleza de su organización política,
por los sistemas de parentesco y por sus creencias. Tras estos problemas, los textos dejan ver el
impacto que causó la conquista entre indígenas y europeos. Los unos y los otros por ver
hombres y seres tan extraños. Ambos se llenaron de miedo y quisieron compensarlo con la
violencia. El discurso como instrumento de sometimiento fue fundamental para los españoles y
las ciudades aparecieron como ejes de dominación y de control de las economías indígenas.” 7
De esta forma, queda claro que hay una marcada diferencia entre la construcción del otro
que se puede encontrar en una crónica y la que se puede encontrar en un relación de viajes,
por un lado, si la estructura de los relatos del siglo XVI parte desde la retórica, se haya este
recurso discursivo más avanzado y más desarrollado en la crónica que en la relación de
viajes, pues se pueden considerar a las relaciones como antecedentes de la crónica y por
este mismo motivo discursos embrionarios sobre la alteridad. No obstante, por otro lado, no
quiere decir que ese somero jugueteo literario que se encuentra en las relaciones no pueda
ser analizado en función de develar las intenciones discursivas del autor y de su época.
Lo primero que se debe señalar de las relaciones de estos tres personajes, dos de ellos
escribanos y el otro capitán de la hueste de Pizarro, es que hay un lugar común en todos
ellos en cuanto a la caracterización de los indios y la retórica bajo la cual los describen,
8
Marco Urdapilleta Muñoz y Luis Albuquerque García, “La etnografía retórica en Indias. La representación
del indígena en algunos relatos de viaje de la primera mitad del siglo XVI”, Anales de literatura chilena,
diciembre 2016, 23.
9
La relación que se nombra como Anzerma se encuentra después de la de Sardella y Sarmiento, no tiene
firma, pero se le ha adjudicado a Jorge Robledo.
con una distinción muy básica pero muy significativa: indios de paz e indios de guerra, lo
cual se puede relacionar con las antítesis generales que se planteaban en el discurso español
convencional: civilización-barbarie, vicio-virtud, humano-naturaleza. Realmente es cierto
lo que dice Borja sobre que “El verdadero triunfo de la conquista de América fue la
instauración de un imaginario. Indios salvajes y furibundos, misioneros fervorosos, épicos
conquistadores y una tierra indómita se constituyeron en los protagonistas de una historia
que, aun hoy vive y se revive entre el juego de su escritura y su lectura”.10
“A lo quial que dicho es yo el iscribano yuso is(cri)pto doy fée e verdadero testimonyo qye
halle presente con el dicho señor capitán a todo lo que abaxo yra declarado en la forma e
manera sig(uient)e.”12
Y en la relación de Sardella:
“En el descobrimiento que hizo de las provincias de Antiochia e cibdad que en ellas fundó a lo
qual yo Jan Baptista Sard€la iscrivano yuso iscripto doy fee y verdadero testim(oni)o que me
hallé presente con el dicho señor capitá(n) a todo lo que abaxo yra declarado en la forma
siguiente”13
10
Borja, Los indios medievales de Fray Pedro de Aguado… 93.
11
Luis H. Castañeda, “Personas fidedignas y palabras formales: estrategias de legitimación del narrador
historiográfico en la cuarta parte de la crónica del Perú de Pedro Cieza de León”, Review hispanic, 79-3 2011,
400.
12
Pedro Sarmiento, “Relación de lo que subcedio en el decobrimiento de las provincias de Antiochia,
Anzerma y Cartago y cibdades que en ellas estan pobladas por el s(eno)r capita(n) Jorge Robledo (1540)”, en
Relaciones y visitas a los Andes, siglo XVI, Tomo 1. Editor. Hermes Tovar Pinzón (Tercer mundo editores:
Bogotá, 1993). 236.
13
Juan Bautista Sardella, “Relación de lo que subcedio al magnifico señor capitán Jorge Robledo”, en
Relaciones y visitas a los Andes, siglo XVI, Tomo 1. Editor. Hermes Tovar Pinzón (Tercer mundo editores:
Por lo tanto, queda consignado para su público que los narradores estuvieron y vieron todas
las acciones en las que acompañaron a Jorge robledo, así pues, su credibilidad no deja lugar
a dudas y de esta manera la consideración sobre los indígenas de la zona antioqueña sobre
lo belicosos y lo pacíficos queda consignada como cierta. Sin embargo, esto no es
suficiente para determinar la concepción que tenían del otro.
Desde otro punto de vista, se deja ver en las tres relaciones que Jorge Robledo llega a la
mayoría de los poblados indígenas pidiendo paz por medio de un traductor, quizá esto le
ayudara mucho para acercarse a los que aparentemente querían paz, o que en realidad no
querían ser masacrados. Tovar Pinzón muestra que:
Así, pues queda claro que la percepción que Robledo y el resto de sus tropas, incluyendo a
los escribanos, veían la dualidad indios de paz e indios de guerra como instrumentos para
utilizar dentro de su discurso de la manera que más le conviniese, por ejemplo, los indios de
paz le funcionaban en cuanto traductores, indios de servicio o fuente de información, esto
en el plano de lo real-práctico, en el plano de lo práctico-simbólico funcionaban como
referencia al servilismo y a la disolución de la cultura aborigen, pues con la paz se forjaba
el camino para caer en la maquinaria de la industria colonial. Por otro lado, los indios de
guerra caían en lo más bajo de la animalidad, adjudicándoles los mitos del canibalismo y
las descripciones de guerreros hostiles y sin respeto por la vida humana, es decir, todo lo
contrario, a la lógica del caballero español.
idolatra y escritura e la historia en una crónica del siglo XVI. CEJA, Bogotá. 2002.
Cro, Stelio “El buen salvaje y la edad moderna: Hackluyt, Montaigne y Pedro Mártir”,
Actas X, AIH, 1989, 397-405.
Sardella, Juan Bautista. “Relación de lo que subcedio al magnifico señor capitán Jorge
Robledo”, en Relaciones y visitas a los Andes, siglo XVI, Tomo 1. Editor. Hermes Tovar
Pinzón (Tercer mundo editores: Bogotá, 1993). 263.
Bogotá. 1993.