Cómo Abrazar El Cambio

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¿Cómo abrazar el cambio?

Estrategias para superar el


miedo y la ansiedad ante lo
nuevo
Desprendernos del miedo al cambio es
esencial para crecer como personas.

Silvana Weckesser
13 junio, 2023 - 19:24
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Tan temido y tan esperado a veces, el cambio es algo que nos


acompaña en la vida, desde nuestros primeros momentos en la tierra
hasta en el último día. Sin embargo, siempre que podemos intentamos
evitar sus efectos. Aun cuando los cambios son programados y nos
conducen hacia situaciones agradables, también en esos momentos
pretendemos bajar la ansiedad y la impaciencia que nos producen.
El cambio es una parte inevitable de la vida. A veces, son pequeños y fáciles
de manejar, mientras que otras veces pueden ser grandes y desafiantes.
Sea cual sea el tipo de cambio que enfrentemos, nuestras emociones
juegan un papel importante en cómo llevarlo. En este artículo, hablaremos
sobre cómo reconocer y gestionar las emociones que surgen al enfrentar
un cambio de cualquier tipo.

 Te recomendamos leer: "Be water, my friend: las 7 leyes para

adaptarse a la vida"

El miedo al cambio: comprendiendo la


emoción
El primer paso para gestionar nuestras emociones es reconocerlas. A
menudo, ellas pueden ser confusas y difíciles de identificar, especialmente
cuando enfrentamos un cambio significativo para nuestras vidas. Sin
embargo, es necesario tomarse el tiempo para reflexionar sobre cómo nos
sentimos y por qué.

Una forma posible es llevar un diario emocional. Escribir nuestros


sentimientos y pensamientos puede ayudarnos a comprender mejor lo que
estamos experimentando e identificar patrones en nuestras emociones.
También podemos hablar con amigos o familiares que podrán darnos su
opinión seguramente basada en el afecto, pero tal vez poco objetiva,
justamente por estar teñida de emociones y experiencias de cada uno de
ellos. Recurrir a un terapeuta que sea objetivo puede ayudarnos a saber
cómo nos sentimos libre de cualquier tipo de vicio, escuchar otra
perspectiva puede ayudarnos a comprendernos mejor .

Es importante reconocer que las emociones son una respuesta natural y


necesaria a los diferentes estímulos que experimentamos en nuestra vida
cotidiana. Ellas nos ayudan a procesar y dar sentido a nuestras
experiencias, y nos proporcionan información sobre nuestras
necesidades y deseos y por supuesto, nos hacen humanos. Desde esta
perspectiva no hay emociones "buenas" o "malas" en sí mismas, sino que
todas tienen un propósito y una función importante.

Dicho esto, es cierto que algunas emociones pueden ser más difíciles de
manejar que otras. Por ejemplo, la ira y la tristeza pueden ser emociones
desagradables y difíciles de controlar, lo que puede llevar a
comportamientos destructivos o a sentimientos de vergüenza o culpa. Sin
embargo, esto no significa que estas emociones sean inherentemente
"malas". En cambio, la clave para manejar estas emociones de manera
efectiva es comprender su función y aprender a expresarlas de manera
saludable.

Por otro lado, las emociones agradables, como la felicidad y la alegría,


también pueden ser desafiantes de manejar. Por ejemplo, puede haber
momentos en los que nos sintamos culpables por sentirnos felices cuando
otros están sufriendo, o podemos sentirnos presionados para mantener un
estado de felicidad constante, lo que puede ser agotador y poco realista. En
estos casos, es importante reconocer que todas las emociones son
válidas y que está bien sentir una amplia gama de emociones.
Gestionando nuestras emociones
Una vez que hemos identificado nuestras emociones, es importante
gestionarlas de manera efectiva. La gestión emocional implica reconocer lo
que estamos sintiendo y encontrar formas saludables de expresarlas y
encausarlas si fuese necesario. Una forma de hacerlo es practicar la
atención plena que nos ayuda a estar presentes en el momento y a tomar
conciencia de nuestras emociones sin juzgarlas. De este modo ser más
compasivos y amables con nosotros mismos.

La atención plena, también conocida como mindfulness , se refiere a la


práctica de prestar atención deliberada al momento presente con una
actitud de aceptación y sin juzgar. Es la capacidad de estar plenamente
presente en el aquí y ahora, enfocando la atención en las experiencias
internas y externas que se están experimentando en el momento presente.
Al encontrar formas saludables de expresar nuestras emociones, podemos
reducir la intensidad de las mismas y manejar mejor el cambio que
estamos enfrentando.

Aceptando el cambio
Finalmente, es importante recordar que el cambio es inevitable y que
siempre hay una parte de él que no podemos controlar. Aceptar el cambio y
encontrar formas de adaptarse a él puede ser una parte importante de la
gestión emocional. Esto implica aceptar que el cambio puede ser difícil y
doloroso, pero también reconocer que puede haber aspectos positivos en
ese proceso. Por ejemplo, si nos mudamos a una nueva ciudad, podemos
sentirnos tristes por dejar nuestra vida anterior, pero también podemos
estar emocionados por las nuevas oportunidades y experiencias que nos
esperan.
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En resumen, reconocer y gestionar nuestras emociones es fundamental


para enfrentar cualquier cambio de manera efectiva. La idea de que hay
emociones "buenas" y "malas" es una simplificación excesiva de la
complejidad de las emociones humanas. Todas las emociones son
importantes y necesarias para nuestra experiencia humana, y todas tienen
el potencial de ser difíciles de manejar en diferentes momentos. En lugar de
categorizar las emociones como "buenas" o "malas", es más útil aprender
a reconocerlas y a partir de allí incluirlas en nuestra vida como aquello que
le da sabor y sentido a la existencia.

El proceso emocional de los duelos o cambios puede variar


significativamente de una persona a otra, pero a menudo sigue un patrón
similar en términos de las emociones que se experimentan. A continuación,
se describen algunas de las emociones comunes que las personas pueden
experimentar durante un duelo o un cambio significativo:

 Shock y negación: Después de una pérdida o un cambio importante,

es común sentir un estado similar a la desorientación y el


descreimiento. En esta etapa, puede ser difícil aceptar lo que ha
sucedido y puede haber una sensación de irrealidad.
 Dolor y tristeza: La tristeza y el dolor son emociones comunes que

se experimentan durante el proceso de duelo o cambio. Puede


haber una sensación de vacío o pérdida profunda, y una forma de
expresarlo es el llanto al que no deberíamos tenerle miedo.
 Ira y culpa: La ira y la culpa son otras emociones que a menudo se

experimentan durante el proceso de cambio. La ira puede dirigirse


a uno mismo, a otros o a la situación en sí, mientras que la culpa
puede surgir de la sensación de que se podría haber hecho algo
diferente para evitar la pérdida o el cambio.
 Negociación y aceptación: A medida que el proceso de duelo o

cambio continúa, puede haber un intento de negociar con la


situación o encontrar formas de hacer frente a ella.
Eventualmente, llega una etapa de aceptación en la que se
comienza a aceptar la situación y se busca encontrar un camino
hacia adelante.

Es importante tener en cuenta que el proceso emocional del duelo o del


cambio no es lineal y no sigue un cronograma específico. Las personas
pueden experimentar diferentes emociones en diferentes momentos y en
diferentes intensidades. Además, la duración del proceso de duelo o
cambio puede variar significativamente de una persona a otra.

En definitiva, se trata de nuestra propia aceptación como humanos llenos


de inquietudes y ansiedades, el miedo a la perdida, las sensaciones de
desesperanza, pueden teñir un momento que será inexorable transitar.
Mejor nos conozcamos a nosotros mismos y sepamos de nuestros
fantasmas logaremos acercarnos tiernamente a recorrer esos lugares
donde el cambio será una situación de aprendizaje favorable.

Si bien hay cambios que no querríamos transitar sabemos que hay


momentos donde la vida nos fuerza a hacerlo, aun allí debemos insistir en
fortalecernos a nosotros mismos, y a confiar y trabajar en ello para
entender que es posible sobreponerse. El cambio forma parte de nuestra
vida, y la vida es un constante desafío. A veces podemos sentirnos solos,
confundidos o desesperados ante el cambio. Pero no tenemos que
afrontarlo en soledad. Pedir ayuda es un acto de amor propio y de
respeto hacia nosotros mismos.

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