Ayuno
Ayuno
Ayuno
Cristo dijo que sus siervos ayunarían. ¿Qué es el ayuno? ¿Es morirse de hambre? ¿Es omitir una
comida — o más de una? ¿Es el ayuno un ritual obsoleto del Antiguo Testamento — o una
herramienta eficaz para el crecimiento cristiano? ¿Es un mandato para los cristianos de hoy?
¡Aquí están las respuestas a estas preguntas y más!
El ayuno ha sido practicado desde tiempos antiguos. Hay muchos ejemplos de éste en la
Palabra de Dios. Éstos revelan la verdadera naturaleza del ayuno.
Jonás 3:1-7 relata cómo la ciudad de Nínive reaccionó al sobrio mensaje de Jonás por parte
de Dios. Todas las personas “proclamaron ayuno…desde el mayor hasta el menor de ellos”
(vs. 5). El versículo 7 dice que el mismo rey declaró, “Hombres y animales, bueyes y ovejas,
no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua”.
En Levítico 23:27-29, Dios ordenó a los Israelitas “afligiréis vuestras almas [cuerpos]” en el
Día de Expiación. La celebración anual de este Día Santo debía mantenerse “en la tarde; de
tarde a tarde” (vs. 32). Este mismo día se conoce como “el ayuno” en Hechos 27:9 y en los
márgenes de muchas otras traducciones de la Biblia.
Todos estos versículos muestran lo que es el ayuno: estar sin comer y beber por los menos
durante un período de veinticuatro horas.
Cuando usted ayuna, lo siente; está afligiendo su cuerpo. Puede sentirse lento o con falta
de energía. Su estómago le puede doler, y sentirá sed. Si usted es un bebedor regular de
café o soda, podría experimentar dolor de cabeza a causa de la cafeína.
Incluso podría sentir como que se va a morir, pero no la hará. Usted puede sobrevivir sin
comida. Su cuerpo estará aún “comiendo”, incluso si usted no lo está haciendo; éste usará
sus reservas. Nuestro Creador sabe que es posible para usted vivir sin comida ni agua por lo
menos durante un día. Reconozca que Dios no le diría a usted que haga algo que es
imposible.
La mayoría de las personas no ven la necesidad de Dios en sus vidas. Al igual que el Rey
Nabucodonosor, creen que ellos son responsables de sus talentos y habilidades. También
se dan crédito a sí mismos por todo lo que tienen o hacen (Dan. 4:30). Debido a que son
orgullosos y enaltecidos — vanos — no entienden que Dios les da vida y aliento (Job 12:9-
10).
Incluso aquellos que pueden tratar de obedecer a Dios, que admiten que son débiles y
necesitan la fuerza y orientación de Dios, pueden no entender completamente esto. Decir
algo y comprenderlo totalmente son dos cosas diferentes.
Job se dio cuenta de esto después de un largo período de pruebas y aflicciones, cuando
dijo, “De oídas te había oído [Dios]: pero ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y
me arrepiento en polvo y ceniza” (42:5-6).
Su mente puede engañarle a pensar que está bien, que no necesita a Dios, o que está cerca
de Él, cuando lo contrario es de hecho la verdad. Dios lo resume en Jeremías 17:9:
“Engañoso es el corazón [la mente] más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo
conocerá?
Un cristiano tratando de obedecer a Dios pelea una batalla constante. El apóstol Pablo
explica: “Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya
no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en
mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Rom.
7:16-18).
Existe una mente en usted que simplemente no quiere obedecer: “Por cuanto los designios
de la carne son enemistad [enemigos] contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden” (Rom. 8:7). Tome este versículo por lo que dice. ¡Su mente física es,
literalmente enemiga de Dios!
Pero si usted se humilla a través del ayuno, Dios está listo y puede ayudarle (Sal. 34:15).
Cuanto usted siente el hambre y la sed, la magnitud de su dependencia de Dios se hace
evidente. Entonces se da cuenta de cuánto necesita lo que Él ha creado — la tierra, la
lluvia, y la comida física que nutren y producen — para sostener su vida temporal. Incluso
el aire que respiramos proviene de Dios. ¿Cuánto tiempo podría existir sin algunos de
éstos?
Cuán débiles e insignificantes nos sentimos cuando ayunamos — con mareos, falta de
energía, con mal aliento y sintiendo bastante sed después de un día. Nos damos cuenta de
lo mucho que desesperadamente necesitamos a Dios para mantener nuestra vida en todos
los sentidos.
Sólo por el ayuno puede alguien darse cuenta lo mucho que necesita a Dios. Usted podría
estar dispuesto a admitir esto sin ayuno, pero afligirse así mismo trae entendimiento —
porque usted lo SIENTE.
Humíllese
El ayuno le ayudará a acercarse más a Dios. El Rey David dijo, “Afligí con ayuno mi alma”
(Sal. 35:13) — y Dios dijo que David era “un varón conforme a su corazón” (I Sam. 13:14;
Hechos 13:22). ¿Y usted? ¿Es usted “conforme al corazón de Dios”? A menos que usted
esté dispuesto a humillarse, no podrá estar cerca de su Creador.
¡Esto es importante! Fíjese en Santiago 4: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes” (vs. 6). Si usted es orgulloso — enaltecido, dependiente de sí mismo — Dios no
va a escucharle ni a ayudarle. Él no puede y no va a trabajar con una mente orgullosa. Pero
cuando ayuna, usted se humilla. Se acerca a Dios, y Él se acerca a usted. Si confía en Él para
fuerza, Él lo exaltará.
¡Qué tan importante es esto para un hijo de Dios! Lea Santiago 4:7-10. Observe como habla
de humillarse así mismo, con llanto y lamento: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y
huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las
manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos [ayunar] y
lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos
delante del Señor, y él os exaltará”.
Todo esto es parte del ayuno. Haga esto, y en la medida en que usted se acerca a Dios, Él se
acercará a usted.
En Mateo 9:14-15, Cristo explicó el gran propósito de negarle a su cuerpo comida y bebida:
“Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos
ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que
están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días
cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán”.
Cristo era Dios en la carne. ¡Él estaba aquí mismo! Sus discípulos habían tenido contacto
cercano, todos los días con Él. Podían hacerle preguntas en cualquier momento. Y Cristo
estaba allí, enseñándoles, ayudándoles y exhortándolos. Los discípulos podían tocar e
incluso abrazar a Cristo — ¿Cuánto más cerca podrían haber estado? Por lo tanto, no había
necesidad de que ayunarán.
Pero cuando Cristo regresó a la diestra del Padre en el cielo, el ayuno se volvió necesario.
No fue tan fácil para los discípulos mantenerse sintonizados en el pensamiento de Cristo o
ver su voluntad en sus vidas. Se acordaron de la advertencia de Cristo para ayunar, y al
hacerlo, pudieron mantener y hacer crecer más allá el nivel de comprensión espiritual que
habían logrado mientras Jesús estaba en la tierra.
Por lo que debemos ayunar hoy en día. Así como se nos manda a ayunar en el Día de
Expiación, tenemos que ayunar con frecuencia (II Cor. 11:27), para permanecer en armonía
con Dios y con Cristo.
El profeta Elías había pasado muchos años testificándole al Rey Acab y la reino de Israel.
Acab era un gobernante malvado, perverso, del cual Dios dijo, “A la verdad ninguno fue
como Acab, que se vendió para hacer lo malo ante los ojos del ETERNO…” (I Reyes. 21:25).
Elías le dio una última advertencia sobre lo que le sucedería a él y a su familia (vs. 20-24).
Esta advertencia produjo resultados: “…rasgó [Acab] sus vestidos y puso cilicio sobre su
carne, ayunó, y durmió en cilicio, y anduvo humillado [afligido]” (vs. 27).
¿Cuál fue la reacción de Dios? “¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí?
Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días…” (vs. 29).
Una sincera actitud de arrepentimiento, humillarse ante Dios, y ayunar dan resultado. Si
Dios tuvo piedad del malvado Acab, ¿Cuánto más escuchará las oraciones de sus hijos
espiritualmente engendrados y les va a ayudar cuando ayunen en tiempo de necesidad?
El Rey Josafat de Judá se enfrentó a una prueba enorme. Un gran ejército, formado por
soldados de muchas naciones, invadió su reino.
¿Cómo reaccionó Josafat? II Crónicas 20:3-4 revela, “Entonces él tuvo temor; y Josafat
humilló su rostro para consultar al ETERNO, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. Y se
reunieron los de Judá para pedir socorro al ETERNO: y también de todas las ciudades de
Judá vinieron a pedir ayuda al ETERNO”.
La nación entera ayunó, buscando la intervención de Dios. Cuando vio su actitud humilde,
Dios respondió. Les dijo que no temieran, que salieran al encuentro del ejército invasor y
confiaran en que Dios iba a resolver las cosas.
Al día siguiente, Josafat y el pueblo descubrieron que Dios de hecho había intervenido.
¡Todo el ejército fue muerto! Dios en realidad volvió al ejército contra sí mismo, y ninguno
quedó vivo.
El ayuno le muestra a Dios que usted está dispuesto a confiar en Su fuerza — no en la suya
propia — para liberarle. Le enseña a usted a depender de Él para todo — fortaleza, ayuda
para vencer el pecado, liberación de las pruebas, y oraciones respondidas.
Lea Daniel 9 para que vea como Daniel se afligió y humilló a sí mismo para que Dios le
escuchara y respondiera su oración. Este gran siervo hizo una petición “en oración y ruego,
en ayuno, cilicio y ceniza” (Dan. 9:3). Dios respondió enviando al arcángel Gabriel para
ayudarle.
¿Quiere saber cuál es la voluntad de Dios — para usted o cualquier otra cosa? Entonces
siga el ejemplo de Pablo.
La actitud correcta
Las personas en el mundo ayunan por muchas razones, pero casi ninguna lo hace con la
actitud correcta. Ellos ayunan para hacer declaraciones políticas, o por ésta o aquella
causa. O ayunan para forzar su voluntad sobre Dios. Durante un ayuno, debemos buscar la
voluntad de Dios — ¡no la nuestra!
Entonces ¿Qué clase de actitud es la que Dios busca? La segunda mitad de Isaías 66:2
revela la respuesta: “…pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y
que tiembla a mi palabra”.
Isaías también registra lo que Dios pide para el ayuno: “¿No es más bien el ayuno que yo
escogí, desatar las ligaduras de impiedad [huir del pecado], soltar las cargas de opresión
[pruebas y tribulaciones]…y que rompáis todo yugo [la esclavitud del pecado]?” (58:6).
El ayuno es una gran herramienta de liberación, cuando usted está limitado por el pecado.
AYUNE CON FRECUENCIA: Lea II Corintios 11:27. Mientras más ayune, más fácil será.
Su cuerpo se irá acostumbrando a esto. En un sentido, la práctica hace la
perfección. Mientras más ayune, más eficaz será. Pero tenga en cuenta que
la actitud, no la frecuencia, es lo que verdaderamente cuenta.
HAGA EL TIEMPO: El ayuno es raras veces conveniente. Usted debe sacar el tiempo
para hacerlo. A veces, puede ser necesario llevar a cabo sus tareas diarias. Puede
ser que usted tenga que trabajar. Pero el ayuno es mejor que se produzca en el
tiempo libre. Ocasionalmente, el día de reposo puede ser utilizado como día de
ayuno. Pero esto no es ideal, porque el día de reposo es un día de fiesta.
En los versículos 1-4, Dios condena a aquellos que ayunan por motivos egoístas, toman
placer en su propio ayuno, o tiene una agenda política. Estas actitudes no son aceptables
para Él. Estos tipos de ayunos no son más que huelgas de hambre.
El ayuno siempre debe lograr un buen fin. Debe ayudarle a ver que usted no es más que
carne débil. Debe ayudarle a ver la necesidad de ayudar y servir a otros (vs. 7). Si usted
ayuna con una actitud correcta, Dios promete grandes bendiciones (vs. 8-12).
Ayune en secreto
Jesús dio instrucciones claras de eso en Mateo 6:16-18: “Cuando ayunéis, no seáis
austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los
hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando
ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a
tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.
Usted debe lavarse la cara, peinarse el cabello, parecer normal. Sólo Dios debe sabe que
está ayunando
Sin embargo, en ciertas ocasiones puede ser necesario para dos o más ayunar sobre el
mismo asunto, por lo que mantenerlo para usted mismo será inevitable. Pero en general,
sólo Dios debe saber que usted está ayunando.
Siempre recuerde que Jesús dijo, “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el
que se humilla, será enaltecido” (Lucas 14:11). El ayuno debe ser más que simple hambre y
sed. Debe ayudarle a ver más allá de lo físico, a los principios espirituales. Un cristiano no
debe “vivir sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:4; vea
también Juan 4:34; 6:26-27, 32-35, 50-51). Durante un ayuno, usted debería tener “hambre
y sed de justicia” (Mat. 5:6).
Afligirse a sí mismo debería ayudarle poderosamente a acercarse a Dios, a estudiar (II Tim.
2:15) y meditar en su Palabra (Sal. 119:15, 23, 48, 78, 148) y a orar (I Cor. 7:5). Estas tres
herramientas producen un ayuno eficaz.
El ayuno es una prueba para ver lo que usted pondrá primero — el hambre y la sed (“los
deseos de la carne”), o un deseo humilde, de corazón para obedecer y someterse a sí
mismo ante Dios y acercarse más a Él en todos los sentidos.
Observe lo que Dios dice que ocurre cuando ayuna: “Entonces nacerá tu luz como el alba,
y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria del ETERNO será tu
retaguardia” (Isa. 58:8 versión Reina Valera 1909).
Muchos han notado ciertos beneficios que acompañan al ayuno. Por supuesto, puede ser
beneficioso ayunar por razones físicas. Pero ayunos de salud, ayunos de jugos (la
abstención de alimentos sólidos), y otros ayunos no deben ser confundidos con
ayunos ESPIRITUALES. Tales ayunos físicos no son adecuados para el Día de Expiación o en
cualquier otro momento reservado para el ayuno espiritual.
Es natural para nuestro cuerpo estar sano. ¡Nuestros cuerpos no fueron hechos para estar
enfermos! Cuando ataca una enfermedad, puede ser un momento adecuado para ayunar.
Es posible que haya ingerido algunas bacterias causantes de enfermedades, tal vez de
alimentos en mal estado.
En cualquier caso, la enfermedad resulta de cualquier tipo de pecado físico. Dios hizo el
cuerpo humano; por lo tanto, Él sabe lo que es bueno para nuestro cuerpo. Dios creó leyes
de salud que dan bendición cuando son obedecidas. Si son quebrantadas, traen
maldiciones — enfermedades, dolencias y males. Con demasiada frecuencia, la humanidad
viola estas leyes perfectas — al igual que rechazan las leyes espirituales de Dios. Las
personas a menudo comen mucho de un tipo de comida y no suficiente de otras; o
comemos alimentos equivocados por completo. Romper las leyes dietéticas de Dios trae
como resultado ENFERMEDAD.
¿Por qué? Deje de comer lo que lo hizo enfermarse — deje de infringir las leyes divinas de
la salud — deje de pecar.
Pero entienda: El ayuno no sana — sólo Dios lo hace, a través Jesucristo (I Pedro 2:24; Isa.
53:5; Santiago 5:14-16). En estos casos, el ayuno hace que deje de pecar físicamente.
Arrepiéntase y Dios le sanará.
¿Por qué está usted ayunando? ¿Será para tener una renovación espiritual, para
obtener guía o dirección, por sanidad, para que se resuelvan problemas, por
gracia especial para tratar con alguna situación difícil? Pida al Espíritu Santo que
le aclare Su dirección y Sus objetivos para el ayuno y oración. Esto le ayudará a
usted a orar más específicamente y con una mejor estrategia.
A través del ayuno y la oración, nos humillamos delante de Dios para que el
Espíritu Santo mueva nuestra alma, despierte nuestras iglesias y sane nuestra
tierra de acuerdo a 2 Crónicas 7:14. Haga de esto una prioridad en su ayuno.
Haga oración acerca de la clase de ayuno que usted debe tener. Jesús enfatizó
que todos sus seguidores debían ayunar (San Mateo 6:16-18;9:14,15). Para él
esto era un asunto de CUANDO debían ayunar los creyentes, no SI los creyentes
lo harían. Antes de ayunar, desde el principio, decida lo siguiente:
Qué tanto tiempo va usted a ayunar -una comida, un día, una semana, varias
semanas, cuarenta días (los principiantes deben empezar despacio, y poco a
poco hacer ayunos más largos).
El tipo de ayuno que Dios quiere que usted haga (tal como sólo tomar agua, o
agua y jugos; qué clase de jugos tomará y qué tan seguido).
Qué actividades físicas o sociales dejará usted de hacer.
Qué tanto tiempo pasará usted cada día en oración y en la Palabra de Dios.
El hacer estos planes con anticipación, le ayudará a mantener su ayuno cuando
sienta tentación de abandonarlo, ya sea por incomodidad física o por las presiones
de la vida.
Pida a Dios que le ayude a hacer una lista completa de sus pecados.
Confiese cada pecado que el Espíritu Santo traiga a su memoria y acepte el
perdón de Dios. (I Juan 1:9)
Busque ser perdonado por todos aquéllos a quien usted ha ofendido, y
perdone a aquellos que lo han herido (San Marcos 11:25; San Lucas 11:4;
17:3,4).
Restituya, devuelva y repare según el Espíritu Santo le dirija.
Pídale a Dios que le llene con Su Espíritu Santo de acuerdo a Su orden en
Efesios 5:18 y a Su promesa en I Juan 5:14,15.
Entregue su vida completamente a Jesucristo como su Señor y Maestro;
niéguese a obedecer su naturaleza mundana. (Romanos 12:1,2).
Medite en los atributos de Dios, Su amor, soberanía, poder, sabiduría,
fidelidad, gracia, compasión, y otros más (Salmos 48:9,10; 103:1-8, 11-13).
Empiece su tiempo de ayuno y oración con un corazón dispuesto (Hebreos
11:6).
No subestime la oposición espiritual. Satanás a veces intensifica la batalla
natural entre el cuerpo y el espíritu (Gálatas 5:16,17).
Usted sentirá algunas molestias físicas especialmente el segundo día. Tal vez
sienta dolores pasajeros de hambre, mareos o tristeza. El dejar de tomar café y
azúcar le puede provocar dolor de cabeza. Otros problemas físicos pueden ser
debilidad, cansancio o falta de sueño.
Los primeros dos o tres días generalmente son los más difíciles. Al seguir en el
ayuno, sentirá una sensación de bienestar tanto físico como espiritual. Sin
embargo, si usted sigue sintiendo dolores de hambre en el estómago, tome más
líquidos.
Para poder obtener el máximo beneficio espiritual separe suficiente tiempo para
estar a solas con el Señor. Siga Su dirección. Mientras más tiempo pase con El,
su ayuno tendrá más significado.
Al mediodía
Regrese a la oración y a la Palabra de Dios.
Vaya a dar una caminata, mientras conversa con Dios.
Pase tiempo en oración intercesora por su comunidad y por los líderes de las
naciones, por los millones de personas que no han sido alcanzados, por su
familia y por necesidades especiales.
Por la noche
Si es posible, empiece y termine cada día de rodillas con su esposo (a) por un
breve tiempo de alabanza y gratitud a Dios.
Es mejor pasar los tiempos largos de oración y estudio de la Biblia a solas con el
Señor.
Es vital mantener una rutina en su dieta. El Dr. Julio C. Ruibal, nutriólogo, pastor y
especialista en ayuno y oración, sugiere un horario y una lista de jugos que le
pueden ayudar y nutrir. Modifique este horario y los líquidos que debe tomar según
sus circunstancias y preferencias.
5 a.m. – 8 a.m.
Mezcle los jugos ácidos (como la naranja y el tomate) con agua para beneficio de
su estómago.
Evite bebidas con cafeína. Evite masticar chicle o mentas, aun si su aliento es
fétido. Estos estimulan la acción digestiva en su estómago.
ROMPIENDO SU AYUNO
Toma tiempo fortalecer sus músculos de ayuno espiritual. Si usted falla en lograr
su primer ayuno, no se desanime. Posiblemente trató de hacer un ayuno
demasiado largo la primera vez, o tal vez necesita fortalecer su comprensión y su
determinación. Tan pronto como sea posible, empiece otro ayuno, hasta que tenga
éxito. Dios honrará su fidelidad.
Le animo a unirse a mí en ayuno y oración una y otra vez hasta que de verdad
experimentemos avivamiento en nuestros hogares, nuestras iglesias, nuestro país
y en todo el mundo.