Compilación Diego Reina
Compilación Diego Reina
Compilación Diego Reina
ASESOR:
UNIVERSIDAD DE CARTAGENA
PROGRAMA DE HISTORIA
CARTAGENA DE INDIAS
2021
2
TABLA DE CONTENIDO
1. Presentación......................................................................................................................3
11. Conclusión.....................................................................................................................78
12. Bibliografía.....................................................................................................................81
3
PRESENTACIÓN
española sobre la Iglesia católica en los territorios hispanos del Nuevo Mundo. Las bulas
papales le concedieron al Imperio español, así entonces, el poder sobre la tierra, los
eclesiástica habilitada personas con méritos suficientes para obtener las vacantes de
la que las relaciones de méritos consistían un requisito primordial, se llevaban a cabo por
varias vías administrativas. Estos organismos tenían como objetivo primordial, entre otros,
ayudar al rey en sus decisiones eclesiásticas. Las dos instituciones que participaban en la
elección de personas idóneas para las vacantes de dignidades eran el Consejo de Indias -
1
Lucrecia Raquel Enríquez Agrazar, De lo colonial a lo nacional: la carrera eclesiástica del clero secular
chileno entre 1650 y 1810, México D.F., Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 2005, p. 83, en
http://historiayreligion.com/wp-content/uploads/2012/12/L_Enriquez_De-Colonial-a-nacional.pdf, consultado
el 9 de febrero de 2019. Rodolfo Aguirre, El ascenso de los clérigos de Nueva España durante el gobierno del
arzobispo José Lanciego y Eguilaz, p. 77, en
http://www.revistas.unam.mx/index.php/ehn/article/view/3515/3070, consultado el 9 de febrero de 2020.
Manuel Serrano García, El obispado de Cartagena de Indias en el siglo XVlll (iglesia y poder en la
Cartagena colonial), Sevilla, Universidad de Sevilla, 2015,
p. 116, en https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/33094/tesis
%20obispado%20Cartagena%20de%20Indias.pdf?seque nce=1&isAllowed=y, consultado el 9 de febrero de
2020.
4
poco sobre sus obligaciones. Tanto el Consejo de Indias, con su anejo la Cámara de Indias,
vigentes.2
gobierno, y justicia) y los espirituales en los territorios de ultramar. Sus funciones eran muy
diversas, en efecto. En lo que se refiere a justicia, realizaba las propuestas de las personas
que debían instruir las residencia de los virreyes, gobernadores, y presidentes de Indias, se
ocupaba de los pleitos de segunda instancia, los pleitos que concernían a la repartición de
indios, y de los procesos criminales que llegaban en apelación. En sus tareas de gobierno,
al rey para que ocupara cargos de gobierno y de administración en América, actuaba como
era la autoridad suprema de los gobiernos eclesiásticos de las Indias, concedía los pases
hacia América, asesoraba al rey en la selección de personas para ocupar un cargo en los
eclesiásticas y políticas de América sobre una cuestión en particular que tuviera que
2
Lucrecia Raquel Enríquez Agrazar, De lo colonial a lo nacional: la carrera eclesiástica del clero secular
chileno entre 1650 y 1810, p. 50.
5
funcionamiento. Estaba confirmado por un presidente, que era seleccionado por el rey sin
aumentó con el transcurso del tiempo. Contaba también con dos secretarías: una se
encargaba de administrar las tareas del Perú y tierra firme, y la otra de las de Nueva España
y las islas de Barlovento. La Secretaría del Perú estaba encargada de los asuntos de las tres
metropolitanas de América del Sur, que, encabezada por un secretario quien le daba
La Cámara de Indias jugaba un papel muy importante en la selección de personas con los
méritos suficientes para ostentar las vacantes de dignidades eclesiásticas. Fue creada en
1600 por el rey Felipe III para que, en efecto, se encargara de las consultas de las
boticas, arribar a las Indias, y ejercer labores de comercio. Su labor, en cuanto a cuestiones
eclesiásticas, era consultar las solicitudes de jubilación de los prelados, las peticiones de
renuncia a prebendas y a mitras, las permutas, y las licencias para viajar a España o
3
Lucrecia Raquel Enríquez Agrazar, De lo colonial a lo nacional: la carrera eclesiástica del clero secular
chileno entre 1650 y 1810, pp. 50-52. Mariana Moranchel Pocaterra, El Consejo de Indias y su relación con la
vía reservada en el reinado de Felipe V, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2012, p. 338, en
https://eprints.ucm.es/id/eprint/16579/1/T33976.pdf, consultado el 9 de febrero de 2020. Maximiliano Barrio,
Sociología del alto clero en la España del siglo ilustrado, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2002, pp.
38- 39, en https://core.ac.uk/download/pdf/38999264.pdf, consultado el 9 de febrero de 2020.
6
resolución de los asuntos de Estado. Este ente administrativo resolvía asuntos de justicia,
guerra, Estado, e iglesia. Desde 1711, el rey, para ayudarlo en sus asuntos sobre las Indias,
contó con la Secretaría de Estado y del Despacho en Indias. En 1740, después de varios
cambios en sus funciones, y de haber sido suprimida, un decreto real determinó que la
Secretaría de Despacho dirigiera al rey todas las consultas relacionadas con sus funciones,
entre las que se encontraban las dignidades eclesiásticas. Estos dos organismos, el Consejo
agilizar la decisión del monarca, quien era el que tenía la última palabra, entre otras cosas,
Las vacantes menores y mayores, en las Indias, en las que las relaciones de méritos
que se conocía como el pasto espiritual. Esta circunstancia podía ser conocida por los
caso, al llevar a cabo una labor encomendada por la Corona. 4 En lo que se refiere a una
vacante por muerte, en España se tenía conocimiento de ella por el aviso que daba un
virrey,
4
Muriel Vanegas Beltrán, Dianis Hernández Lugo,, “Javier Choperena: su nombramiento de visitador general
de la Diócesis de Cartagena. Su actuación como tal", en El Taller de la Historia, vol. 11, N 11, Cartagena,
Universidad de Cartagena, 2019, pp. 393-394, en
https://repositorio.unicartagena.edu.co/handle/11227/10249, consultado el 12 febrero de 2020. Diego de
Peredo, "Noticia historial de la provincia de Cartagena de las Indias", en Anuario colombiano de Historia
Social y de la Cultura, N 6-7, Bogotá, UNAL, 1972, 137, 141, en
https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/36338/37911 , consultado el 12 de febrero de
2020.
7
o un gobernador, o un obispo del rey. El documento que daba cuenta del fallecimiento, por
lo general una carta, incluía una lista de personas con los méritos para ocupar la vacante
que se generaba. En varias ocasiones, una persona que se consideraba con los méritos
El derecho canónico permitía que la autoridad que había resuelto un traslado o un ascenso
podía dar un veredicto sin consultar al Consejo de Indias. Si el rey no decidía adjudicar la
orden real, se producía una vacante por vacío, y los interesados podían presentarse para
selección permitía que participaran clérigos que residían en otras partes de los territorios
del Imperio. Para tal fin, debían presentar su pretensión de ser tenidos en cuenta para la
vacante,
profesionales.
persona para que ocupara la vacante o se le concediera un beneficio o una dignidad, previa
lista de candidatos con los méritos suficientes para un beneficio o vacante se hacía en virtud
oficios más importantes para el concurso: los listados de candidatos y las relaciones de
méritos.5
eclesiástico. Aunque la información que este documento contenía era entregada por la
oficial que se realizaba en España por parte de la Secretaría del Consejo de Indias en base a
la información remitida por el interesado. El que pretendía la vacante pedía que se levantara
un relación de méritos familiares y propios con aquellos que él quería hacer constar. Esta
relación de méritos concluía con las razones por las cuales el interesado había redactado la
y la fecha y el lugar de bautismo), los certificados de estudios emitidos por las instituciones
en donde había realizado su instrucción, su empleo, y todos los méritos familiares y los que
5
Lucrecia Raquel Enríquez Agrazar, De lo colonial a lo nacional: la carrera eclesiástica del clero secular
chileno entre 1650 y 1810, pp. 47-54.
9
algún vínculo con la monarquía, debía dejar constancia de ello en la relación de méritos. En
caso de que existiera alguna filiación de este tipo, se hacía un recuento de todos los
atribuido a sus familiares los honores que merecían, el pretendiente tenía el derecho de
Las relaciones de méritos iban acompañadas también por certificados que constataban el
idea era demostrar por todos los medios la fidelidad al rey por parte del aspirante a la
En España era suficiente con autenticar en una notaría los documentos que acompañaban
las relaciones de méritos para que fueran incluidas en ellas. En América, sin embargo,
además de las certificaciones, se llamaba a varios testigos para que dieran cuenta de la
sentido, las relaciones de méritos de Indias y de España tenían estructuras diferentes. A los
testigos aportados por el pretendiente a la vacante o beneficio se les hacían varias preguntas
padres, si sabía en qué colegio había estado el interesado, si tenía conocimiento que los
méritos de la familia del pretendiente no se les habían sido adjudicado y tenían que dárselos
Los testigos debían acudir a la audiencia en una fecha determinada, en donde eran
realizarle las preguntas a los testigos, se levantaba un acta notarial con el testimonio de
cada uno, escribiendo el nombre de la persona, el cargo que ocupaba en el momento en que
concedió el testimonio, el que había ocupado en el pasado, la edad, y se concluía el acta con
No estaban permitidos los testigos que tenían vínculo hasta de tercer grado con el
interesado. Hay que aclarar que durante el siglo XVIII las relaciones de méritos que fueron
elaboradas en la Secretaría de la Cámara de Indias no contaban con la nota que decía que
los testigos habían certificado la veracidad de la información que daba la persona que
relaciones de méritos.
Que las relaciones de méritos no sólo cuenten con la información que se pudo recoger en el
es una prueba de que las relaciones de méritos eran más bien una documentación oficial
Toda la información del interesado, entonces, llegaba a España; en la Secretaría del Perú
6
Lucrecia Raquel Enríquez Agrazar, De lo colonial a lo nacional: la carrera eclesiástica del clero secular
chileno entre 1650 y 1810, pp. 78-79.
11
méritos concluían con la enumeración de las veces que la persona había pretendido una
merced o vacante, a qué tipo de vacante aspiraba, y la razón por la que había recopilado la
Como la relación de méritos circulaba entre la Secretaría del Perú, la Cámara de Indias, los
la primera hoja las consultas a las que había aspirado el pretendiente. Como la Cámara de
Indias proponía a una misma persona en un mismo día, se le aclaraba al rey a cuál vacante
Los encabezamientos de las relaciones de méritos eran diversos. Por lo general, los
encabezamientos de las relaciones estaban vinculados con los tipos de méritos con los que
contaba el pretendiente. Los más común era encontrar relaciones de méritos tituladas de la
siguiente forma (en mayúscula): Relación de los méritos, y servicios del doctor don Joseph
Vicente de la Bárcena, cura, y vicario del hospital real de san lázaro, y su feligresía,
Relación de los méritos, grados, y literatura del doct. (dr.) don Gerónimo Marcelino del
Fierro, cura que ha sido en dos curatos, y actual cura rector de la parroquia de Santo
Toribio de la
7
Archivo General de la Nación (Colombia), sección Colonia (en adelante AGN.SC), fondo Curas y Obispos,
leg. Demandas, Ingresos, Estipendios, Permutas, Curas y Obispos.
12
segunda mitad del siglo XVIII, en las relaciones de méritos se comienza a hacer mayor
énfasis en los títulos universitarios y en los actos literarios del interesado que en los méritos
familiares.
través de un agente de negocios en la metrópoli. Una de las razones de este aspecto era que
americanos, para poder estar al tanto del desarrollo del concurso, contrataban a un agente
otorgaban un poder a uno de estos agentes de negocios con unos límites establecidos.
realizar las relaciones de méritos e imprimirlas. Hay que señalar que no podían ser agentes
de negocios los ministros ni los miembros del Consejo de Indias y de sus oficinas. Además,
que una persona que aspiraba a una vacante o beneficio eclesiástico estuviera representada
por un agente de negocios, no significaba que no pudiera tener o no tuviera otros contactos
en Madrid.9 Incluso, un sacerdote podría tener una mayor oportunidad de ser investido con
una prebenda o gracia en la medida en que mayores relaciones tenían al interior de las redes
los
8
Biblioteca Nacional de España (en adelante BNE).
9
Lucrecia Raquel Enríquez Agrazar, De lo colonial a lo nacional: la carrera eclesiástica del clero secular
chileno entre 1650 y 1810, pp. 82-85. Rodolfo Aguirre, El ascenso de los clérigos de Nueva España durante
el gobierno del arzobispo José Lanciego y Eguilaz, p. 79.
13
pergaminos estudiantiles, y una moral intachable, jugó un papel muy importante el favor de
la jerarquía eclesiástica.10
Toda la documentación de las personas que aspiraban a una vacante, o beneficio, o merced,
Cámara de Indias, y Secretaria de Despacho. Una vez que estos documentos ya se habían
resumen breve de los méritos del pretendiente, con todos los documentos: relación de
méritos, las pretensiones, las cartas de recomendación,12 se le enviaba al rey por medio de
la Secretaría de Despacho o el confesor (un asesor no oficial del rey y del que no se
parte, así entonces, el rey ya contaba con un documento en donde el Consejo de Indias
10
Muriel Vanegas Beltrán, Sergio Paolo Solano, y Roicer Flórez, “Sociedad, raza, educación y movilidad
social: Colegio Real y Seminario Conciliar San Carlos Borromeo y Sacerdotes en Cartagena de Indias (1750-
1810)”, en Historia, N°. 53, vol. II, Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2020, pp. 640, 643, en
doi.org/10.4067/S0717-71942018000200549, consultado el 12 de febrero de 2020.
11
Lucrecia Raquel Enríquez Agrazar, De lo colonial a lo nacional: la carrera eclesiástica del clero secular
chileno entre 1650 y 1810, p. 55.
12
Lucrecia Raquel Enríquez Agrazar, De lo colonial a lo nacional: la carrera eclesiástica del clero secular
chileno entre 1650 y 1810, p. 59. Manuel Serrano García, El obispado de Cartagena de Indias en el siglo
XVlll (iglesia y poder en la Cartagena colonial), p. 118.
13
Lucrecia Raquel Enríquez Agrazar, De lo colonial a lo nacional: la carrera eclesiástica del clero secular
chileno entre 1650 y 1810, p. 58.
14
del título y la media anata (impuesto a los cargos públicos), en la Secretaría de Cámara, y
recibía el título.
Las relaciones de méritos sacerdotales se elaboraban dentro del marco de un concurso para
otorgar una vacante eclesiástica, estos es: un ascenso en la carrera eclesiástica. Este ascenso
segunda mitad del siglo XIII se intentó, por parte de los sectores medios de la sociedad, que
estaban constituidos de manera básica por pobres, blancos de la tierra y mulatos, una
reconfiguración en los valores que hacían a un persona honorable y virtuosa: una persona
podría ser considerada con hora ahora, así entonces, en la medida en que tuviera estudios,
una buena mirada de los vecinos, dejando de lado, para esto, los valores tradicionales, por
llamarlos de alguna forma: la limpieza de sangre, la pertenencia a una familia que no había
Conciliar San Carlos Borromeo, por ejemplo, fue un canal para movilidad social, la que
Se puede ver, entonces, que una relación de méritos era un documento oficial, realizado en
un órgano administrativo, y hacía parte de una serie de requisitos que tenía que cumplir una
14
M. Vanegas Beltrán, S. P. Solano, R. Flórez, “Sociedad, raza, educación y movilidad social: Colegio Real
y Seminario Conciliar San Carlos Borromeo y Sacerdotes en Cartagena de Indias (1750-1810)”, pp. 635-636.
15
persona que aspiraba a una vacante eclesiástica, o política, o civil cuando se abría una
vacante. Una persona podía levantar una relación de méritos varias veces durante el
demostrar que la persona que aspiraba a la vacante tenía los suficientes pergaminos
méritos no era el único requisito que se presentaba en concurso de vacante, pues existían
padrinos en los círculos del alto clero, recomendaciones, etc., sí se constituía una prueba
15
Lucrecia Raquel Enríquez Agrazar, De lo colonial a lo nacional: la carrera eclesiástica del clero secular
chileno entre 1650 y 1810, p. 84. Rodolfo Aguirre, El ascenso de los clérigos de Nueva España durante el
gobierno del arzobispo José Lanciego y Eguilaz, pp. 79, 87. Maximiliano Barrio, El clero bajo sospecha a
principios del siglo XVlll. El informe de Macanaz y la respuesta de los obispos, p. 49, en
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2654852, consultado el 9 de febrero de 2020. Rodolfo
Aguirre, “El ingreso al clero desde un libro de exámenes del arzobispado de México, 1717-1727”, en
Fronteras de la Historia, nº. 11, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2006, pp. 215, en
https://revistas.icanh.gov.co/index.php/fh/article/view/535/447, consultado el 9 de febrero de 2020. Rebeca
Viguera Ruiz, Trayectoria religiosa de un clérigo español a principios del siglo xix. La figura de Rafael
Crisanto Alesón. p. 428, en https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=343533885013, consultado el 9 de febrero
de 2020.
16
Por los instrumentos, que se han presentado, consta, que el referido doctor don Gerónimo
Marcelino del Fierro, es natural de dicha ciudad de Cartagena, de edad de cerca de cuarenta
y un años, hijo legítimo de don Benito del Fierro, y de doña Ana Pantoja, familias de la
Que habiendo pasado a estudiar a la ciudad de Santa Fe cursó con el mayor celo, y
portándose con ellos con aplauso, y aceptación de sus maestros, especialmente en los que
Que habiéndose restituido a dicha ciudad de Cartagena, y recibido las órdenes mayores
hasta del sacro presbiterato, confiando el reverendo obispo doctor don Gregorio de Molleda
y Clerque, de la buena conciencia, literatura, y otras buenas prendas del que se hallaba
adornado el referido doctor don Gerónimo Marcelino del Fierro, le eligió, y nombró por
cura coadjutor de la iglesia parroquial de la Villa de San Benito Abad, en las sabanas de
ejerciese estos
16
BNE.
17
ministerios en lugar del cura propio doctor don Joseph Joaquín Gallegos Pacheco, que por
razón de enfermedad se hallaba imposibilitado de servirlos, para lo que le dio los títulos
setecientos cuarenta y uno, y aceptó, y juró dichos cargos el veintitrés del propio mes.
Que el doctor don Bartolomé Narváez, canónigo magistral de aquella santa iglesia, y
rectitud, y otras buenas partes, y calidades que concurrían en el dicho doctor don
Gerónimo, le eligió, y nombró por comisario particular de la santa cruzada del partido, y
Que habiendo vacado el curato del sitio de San Joseph de la Pileta, sabanas de Tolú, y
puestos edictos para su provisión en la forma prevenida por el santo concilio, y leyes de
Indias, se opuso a él el enunciado doctor don Gerónimo del Fierro, y como único opositor,
sedevacante, al brigadier de los reales ejércitos don Basilio de Gante, como vicepatrono, y
suficiencia del mencionado don Gerónimo, le aprobó, y despachó título, y presentación real
cuarenta y tres, de que se le dio colación, y canónica institución por dicho Dean, y cabildo
letras, y experiencias de citado don Gerónimo, lo nombró por vicario juez eclesiástico del
determinase, todas las causas civiles, que se ofreciese, y remitiese los autos con los reos al
provisor, y vicario general del obispado, dándole para el uso, y ejercicio de estos cargos las
almas de su cargo.
Que el reverendo obispado de aquella iglesia doctor don Bernardo de Arviza y Ugarte,
para el uso, y ejercicio de este cargo el título correspondiente el veintidós de agosto de mil
setecientos cincuenta.
Que habiendo entrado después a prelado de la misma iglesia catedral el doctor don
Gerónimo, le nombró por cura rector de la iglesia parroquial de Santo Toribio de aquella
ciudad, con las facultades, y prerrogativas, que debía gozar, y le dio el título
setecientos cincuenta y dos, cuyo empleo se halla al presente ejerciendo con el mayor celo,
ciudad.
con el motivo de la vacante del arcedianato de su iglesia por fallecimiento del doctor don
obispado, para
19
ocupar dicha silla, o su resulta, expresando por lo tocante al referido docto don Gerónimo
del Fierro, que aunque por su constante residencia en el curato de la Pileta, no había bajado
a Cartagena en todo el tiempo de su gobierno, ni dicho prelado llegado con su visita a aquel
paraje, por lo que no le había tratado familiarmente, pero que tenía íntimas, y seguras
sólida, en tanto grado, que mal ha venido con los cuidados, y escrúpulos de ajenas almas,
pensaba recogerse al puerto seguro de la religión de Jesús, pero que podría ser, que puesto
escrúpulos, y en tal caso, serviría de mucho con su virtud, y ejemplo para la común
edificación.
Formose en esta Secretaria del Consejo, y Cámara de Indias de la negociación del Perú,
informe que queda en ella. Madrid a veinticuatro de abril de mil setecientos cincuenta y
cinco.
Silvestre López
Marq.
20
Por varios documentos que se han presentado, consta que es natural de dicha ciudad de
Cartagena, hijo legítimo de don Juan Antonio Hernández, y doña Manuela del Rosario
todas las que se agregasen entonces de aquella provincia con motivo de la guerra, por haber
considerado conveniente al virrey de Santa Fé don Pedro Mesía de la Cerda se crease este
empleo, y pudiese en sujeto de la más acreditada conducta, y habilidad; el que sirvió con el
mayor celo, y vigilancia hasta el día veinte de agosto de mil setecientos sesenta y seis, que
le admitió el mismo virrey la dejación que de él hizo por los quebrantos de su salud, y
estudios, le concedió licencia el diecisiete de septiembre del propio año para poder vestir
los hábitos clericales talares el gobernador del referido obispado de Cartagena doctor don
Agustín de Moncayo y Vivanco, deán de aquella santa iglesia; e igualmente le dio las
17
AGN.SC, fondo monedas y cartas, leg. 41.
21
correspondientes dimisorias para que pasase a ser ordenado del reverendo obispo de Santa
Marta don Fr. Agustín Manuel Camacho y Rojas; quien en su vista, y habiendo sido
examinado, y aprobado, según el santo concilio de Trento, le confirió en octubre del mismo
año de mil setecientos sesenta y seis las órdenes sacras de diácono, subdiácono, y
presbítero. Que en su virtud, y con representación del correspondiente título, pidió licencia
primera misa, la que le concedió el veintinueve del citado mes de octubre, precedido del
Que en atención a su suficiencia, virtud, y celo, le dio licencia el primero de febrero de mil
setecientos sesenta y nueve el reverendo obispo que fue de Cartagena don Diego de Peredo
para confesar a todo género de personas de su diócesis, excepto las religiosas, los casos
reservados al prelado.
Que habiendo tenido por conveniente el mismo reverendo obispo de Cartagena destinar al
doctor don Anselmo Joseph Fraga, teniente cura de la iglesia catedral de aquella ciudad con
doctor don Juan Joseph Henríquez, en atención a su idoneidad, virtud, y demás buenas
costumbres, de que se halla adornado, y son precisas para el ministerio parroquial, por
viceparroquia de Santo Toribio, para que administrase los santos sacramentos, incluso el
del matrimonio, a todos los feligreses de su jurisdicción en los mismos términos que lo
hacía el citado doctor don Anselmo Joseph Fraga, durante el tiempo que este sirviese
dicha
22
capellanía; a cuyo fin le expidió título de tal subteniente de cura el once de noviembre del
En cartas del catorce y veinticuatro de julio de mil setecientos sesenta el dicho reverendo
informaron lo referido, y que el expresado don Juan Joseph Henríquez es uno de los
celo, y puntualidad cuantos encargos se han puesto a su cuidado, así en el tiempo que sirvió
los mencionados empleos militares, como después de sacerdote los que se le han fiado, y
También el propio reverendo obispo de Cartagena le expidió título el veinte de julio de mil
Toribio de aquella ciudad, para que sirviese este encargo durante el tiempo que se hallase
impedido de ejecutarlo el cura propietario de ella don Julián García, por estar ejerciendo el
encargo que el propio reverendo obispo le hizo para la distribución de nueve mil cien
pesos, y siete reales y cigarrillo que S. M. destinó a beneficio de las iglesias pobres de
aquella diócesis, como pertenecientes al tiempo que fue su prelado el doctor don Diego
Martínez Garrido.
quince de julio de mil setecientos setenta y tres; expresando así mismo la arreglada vida, y
demás
23
buenas circunstancias de dicho don Juan Joseph, y los dilatados méritos del citado su padre
don Juan Antonio Henríquez, que estuvo alistado en las milicias de la referida ciudad de
Cartagena por espacio de cuarentena año, en las que obtuvo los empleos de teniente, y
capitán, y trabajó con sumo anhelo la defensa de aquella plaza en la guerra del año de mil
setecientos cuarenta, no sólo exponiendo su persona a los riesgos que ofrecía el combate,
Asimismo consta, que por la real universidad de Santo Tomás de Aquino de la ciudad de
Santa Fe se concedieron a dicho don Juan Joseph Henríquez los grados de bachiller, y
maestro en artes liberales en los días veintidós, y veintitrés de julio del año próximo pasado
Que el veintisiete del referido mes de junio, hallándose en Santa Fe el actual muy reverendo
concediendo al expresado don Juan Joseph, por la confianza con que se hallaba de su
prudencia, celo, y buena conducta, facultad para que en todos los sitios, pueblos, villas, y
lugares de dicha su diócesis de Cartagena, por donde había de pasar de tránsito para aquella
Arjona, y pueblo de Turbaco, practicase los encargos secretos que le había confiado; y en
caso necesario procediese judicialmente a su averiguación por ante cualquier notario, dando
las providencias más oportunas, y que considerase más eficaces para el remedio de los
24
desórdenes, que tenía entendido cometían algunos curas párrocos de aquellos pueblos, y los
Y últimamente consta, que habiendo vacado por ascenso el doctor son Julián García a la
administración del curato de aquella santa iglesia, que obtenía con destino en la
maestro don Juan Joseph Henríquez todas las calidades, y circunstancias necesarias para
obispado de Cartagena el doctor don Francisco Xavier de Eguino por cura rector del
referido curato, expidiéndole el preciso título para su uso, y ejercicio el once de enero de
este año.
Perú, de los enunciados documentos, que quedan en ella. Madrid, y abril veintiocho de mil
Es hijo legítimo del teniente de infantería don Leonardo Antonio García, y doña Rafaela de
Bolívar y Escalante.
para una de sus becas en los colegios de Santa Fe, y obtuvo allí los grados de Doctores en
Fue más de 12 años director de dicho ayuntamiento de Cartagena, que por su mérito
concedió a un hermano suyo otra igual beca en Santa Fe; y también ha servido los oficios
ciudad de Cartagena.
18
Biblioteca Nacional de Colombia (en adelante BNC), fondo Pineda (P).
26
estimación en dicha ciudad de Cartagena, donde es vecino; y fue también asesor general del
difunto su obispo don Bartolomé de Narváez todo el tiempo que obtuvo aquella prelacia.
El obispo que fue de la misma diócesis de Cartagena don Diego de Peredo, en carta del 10
de noviembre de 1769 informó, además de que era sacerdote, provisor, y vicario general de
ausencias del referido prelado, con poder, y comisión para despachar en su lugar lo que se
Se halla de cura rector de la iglesia catedral de la misma ciudad de Cartagena, con destino a
El mismo referendo obispo don Diego de Peredo en otro informe del 28 de octubre de
nacimiento, y demás buenas prendas del referido don Juan García, y su cabal desempeño en
cuántos empleos, y cargos han estado a su cuidado, así en el tiempo de secular como en el
27
eclesiástico; lo cual se justifica más plenamente por una información hecha en la misma
Por una relación formada en esta secretaría de cinco de julio de mil setecientos sesenta, y
otros documentos, consta que el expresado doctor don Julián García es hijo legítimo, y de
legítimo matrimonio del teniente de infantería don Leonardo Antonio García, y de Doña
y cinco para una de las becas, de que es patrono, en los colegio de la ciudad de Santa Fe,
por concurrir en el todas las circunstancias necesarias; y que fenecidos allí los cursos
Que fue recibido de abogado por la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada; y
habiendo precedido el correspondiente examen, y entrega del importe del derecho de media
mil setecientos cuarenta y dos por director de su ayuntamiento; cuyo honroso encargo
sirvió más de doce años, desempeñándole tan a satisfacción de todos, como se confirmó
por acuerdo
19
BNC, P, fs. 374-379.
29
hermano suyo otra igual presentación de beca, en los colegios de Santa Fe, en el año de mil
setecientos cuarenta.
Que en el de mil setecientos cuarenta y seis le nombró don Sebastián de Eslava, virrey que
fue de Santa Fe, para que sirviese los oficios de curador general de menores, y defensor de
reos: y en el de mil setecientos cincuenta y tres, por elección concorde del propio
empleo de alcalde ordinario de aquella ciudad, de que fue residenciado, y declarado por
buen ministro.
Que por igual elección, y confirmación, y en virtud de orden, y en especial disposición del
virrey de Santa Fe don Josef Solís, se le nombró en el año de mil setecientos cincuenta y
seis para que sirviese el oficio de regidor, de que tomó posesión en el día seis de mayo, por
cumpliendo una comisión que se le dio por la Real Audiencia de Santa Fe, la que
ciudad de Cartagena por el guardián del convento de San Diego de Recoletos Franciscos; el
Eusebio Sánchez Pareja; y el teniente de rey de aquella plaza don Fernando Morillo
Velarde; como también, que en el referido doctor don Julián Josef García concurren,
atención a ellas, le nombró por asesor general de su juzgado el doctor don Bartolomé de
Narváez, obispo que fue de la santa iglesia de dicha ciudad; cuyo empleó ejerció
Que por tres informes de trece de diciembre de mil setecientos cincuenta y seis,
veinticuatro de enero, y dieciocho de abril de mil setecientos cincuenta y siete, uno del
ella; y otro de los oficiales reales de aquellas cajas, se califica todo lo expresado, y las
Que lo mismo se justifica por otros seis informes de fechas de cinco de febrero de mil
marzo, y quince de abril de mil setecientos sesenta y ocho, del provisor, y vicario general
que fue en sede vacante de aquella diócesis de Cartagena, el doctor don Nicolás Josef
Ramos; del convento de San Josef del Orden de Predicadores; y del de San Diego de
Cruz de Mompox, (del que fue asesor director general el año de mil setecientos y sesenta)
del reverendo obispado don Diego de Peredo, añadiendo el general concepto, y aprobación
con que desempeñaba el cargo de asesor general de su provisor, y vicario general don
Gerónimo Marcelino del Fierro, por ser este de profesión mero teólogo, y contemplándole
todo digno, y merecedor de las gracias en la real piedad de S.M. fuese servido dispensarle.
31
Que en carta del diez de noviembre de mil setecientos sesenta y nueve el mismo reverendo
obispado de Cartagena don Diego de Peredo, satisfaciendo al informe que se le pidió por
real cédula de diez y nueve de marzo de mil setecientos sesenta y ocho, sobre haber
nombrado a dicho doctor don Julián García por su provisor y vicario general, siendo sólo
clérigo de menores órdenes, expresó, que aunque no hubiese tenido la falta de sacerdote
jurista, en quien pudiese si consciencia, por estar adornado de las partes necesarias para el
desempeño del referido empleo, y los muchos ejemplares que cita, no hubiera dejado de
conferirle el provisorato a dicho García, sin otras órdenes que los menores, que había
recibido en su adolescencia, con sola la expectativa de que pasaría a las mayores, como
sucedió en el corto espacio de menos tres meses; pues habiendo sido recibido de provisor a
fine de mayo de aquel año, le confirió en los días catorce, quince, y dieciséis del mes de
acompañando un testimonio de dos cartas, la una del dean de aquella iglesia el doctor don
Agustín Moncayo, y la otra de Arcediano el doctor don Francisco Navarro, por donde se
circunspecto, y moderado entre las turbulencias ocurridas a su ingreso del oficio, que
sabiendo la pretensión de los prebendados de su iglesia, para que por clérigo minorista le
denegase el asiento del coro entre ellos, señalando a los provisores, con el conocimiento de
sus causas, no obstante saber les había denegado esta instancia, se abstuvo de concurrir al
coro, y a las procesiones públicas, hasta que fue sacerdote, queriendo excusar ocasiones de
discordia con ellos; y no obstante lo desabrido que le pudo ser aquella solicitud, se había
manejado con los mismos prebendados con tan buena armonía, como se evidencia del
expresado testimonio, añadía el obispo se hallaba cada día más satisfecho, y contento de
gran correspondencia con los ministros reales, la estimación de las religiones, y el común
aplaudo que se merecía: por todo lo cual, adelantándole sus confianzas en dos ocasiones
dignidad, que son compatibles: los cuales encargó había igualmente desempeñado, de tal
modo, que en ello había conocido la razón que tuvo su antecesor en aquella mitra, don
Manuel de Sosa, por haber solicitado, antes que él, atraerle al estado eclesiástico, y
igualmente que su predecesor, el obispado son Bartolomé Narváez, que por Patricio de
aquella diócesis, mejor que otros, pudo conocer sus buenas partes, le distinguió tanto en los
aprecios que de él hizo, cuanto manifiesta el cargo de su asesor general, en que le ocupó: y
desde los primeros pasos de su edad viril, en que entrando el propio García al manejo de los
estimaciones de los prelados sus antecesores en aquella silla episcopal, a quienes siguieron
sus provisores, y los vicarios capitulares de las vacantes, de que estaba bien informado, y
no menos de que no sólo entre las potestades eclesiásticas se había hecho tan alto lugar,
sino también entre las seculares, de donde proviene de casi continuamente se le hubiese
tenido ocupado en los primeros empleos seculares de aquella república; en cuya atención,
suplicaba el mismo obispo se le tuviese presente para premiar sus méritos, y alentar con su
que fuesen del real agrado. Y habiéndose visto dicha carta de la cámara de dieciocho de
Que el referido reverendo obispo que fue de Cartagena, don Diego de Peredo, hallándose de
su provisor y vicario general en aquella diócesis dicho don Julián García, le nombró
mil setecientos sesenta y nueve, en cuyo día ejecutó el debido juramento para el uso y
Que el mismo prelado, por su decreto de dos de octubre de mil setecientos setenta, le dio
comisión y poder bastante para que por el tiempo de su precisa ausencia de la ciudad de
Cartagena, con el fin de restaurar su salud, pudiese despachar en su lugar todo lo que se
ofreciese, así en asuntos de justicia, como de gobierno, y pudiese usar, y usase de las
especiales facultades que le competían, incluso las que tenía comunicadas para
Que habiendo vacado, por traslación del doctor don Gerónimo Marcelino de Fierro a la
don Diego de Peredo para dicho curato, con la especial facultad de que con su aprobación
deputase sacerdote idóneo que le sirviese en su lugar, respecto de no poderlo ejecutar por su
veintiocho de octubre de mil setecientos sesenta y dos a favor del mismo García,
haciéndose cargo del referido de diez de noviembre de mil setecientos sesenta y nueve,
añade, que hallándose próximo a partir de aquella diócesis para pasar a la de Yucatán, a que
frecuentemente en los varios graves negocios que se le había ofrecido de su prelacía, como
asimismo en el general gobierno del obispado en las ocasiones que había tenido que
ausentarse de la capital, no sólo no le había dado motivo para variar el primero buen
concepto con que le elevó a dicho oficio, y a los sacros órdenes, sino aumentó cada día más
El actual virrey de Santa Fe don Manuel de Guirior, en carta de treinta de junio de este año,
expresa, que cuando llegó a Cartagena estaba sirviendo de provisor, y vicario general de
aquel obispado dicho don Julián García con mucha satisfacción del referido reverendo
obispo don Diego de Peredo, que corría con general aplauso en el vecindario, y con las
demás personas de primera clase, siendo estimado por hombre hábil, y juicioso, prudente,
paz, sin ofensa de la justicia, de genio suave, quieto, y retirado, y de trato afable; que
en el tiempo que permaneció en dicha ciudad; y que aún en la de Santa Fe se halla con igual
opinión: lo que hace presente, a fin de que S.M. sea servido dispensarle las gracias que
auditor de guerra de dicha plaza de Cartagena don Josef Ignacio de Peredo, y en cartas de
veintiuno del propio mes, primero, cinco, ocho, y nueve de julio último informan el
gobernador interino de la dicha ciudad de Cartagena don Roque de Quiroga, los oficiales de
el de San Juan de Dios, y de San Juan Francisco de ella, de las virtudes, letras, notorio
distinguido nacimiento, y demás buenas prendas del referido doctor don Julián García, el
buen concepto que tuvo en todo el tiempo que siguiendo la carrera secular desempeñó los
encargaron por el reverendo obispo que fue de aquella diócesis don Diego de Peredo los
ministerios de provisor, vicario general del obispado; y cura rector de la iglesia catedral,
con destino en la viceparroquia de Santo Toribio, pues ejerció el de provisor con rectitud en
con afabilidad, urbanidad, y dulzura, de modo, que sus determinaciones eran recibidas de
todos con aplauso; y finalmente, que después que por la traslación del citado reverendo
desempeña tan cumplidamente, que parece no atiende a otra cosa que a la edificación
pobres ovejas; cuyas prendas, añaden, le hacen recomendable para que la real piedad pueda
procurador general, y autorizada por decreto del veintiuno de junio de este año, del
gobernador, y comandante general de ella, consta, que dicho don Julián García se portó en
desinterés, e integridad, de manera, que fue notorio, que sólo la justicia valía para con él, y
no empeño, ni interés; que además de esto observó una conducta suave, y quieta, sin
motivar desazones entre las personas particulares, ni con los magistrados, y demás sujetos
de dignidad: que después desembarazado del referido oficio de provisor con la ausencia de
dicho reverendo obispo don Diego de Peredo, se ha mantenido retirado del ejercicio de
corresponde a su estado sacerdotal, sin dar mala nota por ningún camino: que satisfecho el
Formose en la Secretaría del Supremo Consejo y Cámara de las Indias, por lo tocante al
Perú, de los enunciados documentos que quedan en ella. Madrid, y noviembre once de mil
doctor en teología.
Sirvió dos años de teniente cura de la iglesia de la Santísima Trinidad, ayuda de parroquia
de la catedral de Cartagena.
Llevó por oposición en aquel obispado el curato de la villa de Tolú, y le sirvió con los
Oficio. Tiene informes a su favor de los obispos, y del Cabildo secular de Cartagena; y el
reverendo don Manuel de Sosa informó asimismo ser uno de los eclesiásticos beneméritos
de aquella diócesis.
Consta de sus arreglados procedimientos, tan cabales, que jamás ha habido querella, ni
queja contra él, por donde haya merecido más leve amonestación, ni reprensión de sus
superiores; antes les ha merecido siempre el mayor aprecio, y estimación, por lo que le han
encargado,
20
BNC, P.
38
muchos, y graves negocios, que ha desempeñado con celo, y prontitud; y que es revisor de
libros prohibidos por el tribunal del Santo Oficio de Cartagena; y metropolitana de Santa
Fe. Se puso a su cuidado por el Cabildo eclesiástico de la misma iglesia de Cartagena sede
vacante el grave, e importante encargo que se refiere, para dar cumplimiento a lo mandando
por el sobre que se proveyese de sacerdote secular, o regular cada uno de los pueblos, que a
mayor distancia de cuatro leguas de la cabecera careciese del preciso pronto pasto
expresando cuanto va expuesto; y que su buen juicio, constante literatura, y arreglada vida,
con su bella, y respetable paciencia, le hacen acreedor a las gracias que la real piedad se
dignase concederle.
Por una relación formada en esta secretaría, y otros documentos, que se han en ella, consta
que el expresado doctor don Joseph Xavier de CHOPERENA es natural de la villa de Santa
Cruz de Mompox: hijo legítimo de don Joseph de Choperena, y de doña Teresa de Espinosa
y Molina: su padre de la villa de Aranaz, una de las cinco de la montaña de Navarra, de las
teologías con el mayor desvelo, y aplicación, como lo acreditaron los repetidos actos
mayores, y menores, públicos, y secretos, que ejecutó con el mayor lucimiento, aplauso, y
precedieron para los grados de maestro en artes, y doctor en sagrada teologías, que se le
confirieron por aquella universidad el veinticinco de julio de mil setecientos treinta y uno,
otro igual día del siguiente año de mil setecientos treinta y cinco.
Que le ordenó de sacerdote, a título de una capellanía, el muy reverendo arzobispo de dicha
21
BNC, P, fs. 286-289.
40
treinta y uno de agosto del mismo año de mil setecientos treinta y cinco para confesar a
Que por la propia razón se despachó título el veintinueve de marzo de mil setecientos
opuso a él; y habiendo sido propuesto por el reverendo obispo en la nómina que remitió al
término, y jurisdicción.
y cuatro informó a favor del mencionado doctor don Joseph Xavier Choperena, expresando
las tareas de púlpito, en que continuamente trabajaba, dando así mismo buen ejemplo con
Que lo mismo informaron los reverendos obispos, que sucesivamente fueron de aquella
cartas del cinco de mayo de mil setecientos cincuenta, y veintiuno de diciembre de mil
setecientos cincuenta y tres; añadiendo desempeño también con el mayor acierto el encargo
ocho, en que dio cuenta de los eclesiásticos beneméritos de su obispado, señaló a este por
uno de ellos.
También por una información recibida en Cartagena, en virtud de auto de dicho reverendo
obispo don Manuel de Sosa, de trece de marzo de mil setecientos sesenta y uno, y
certificaciones de los deanes que fueron de aquella santa iglesia don Pedro de Vivanco, y
don Agustín de Moncayo, y del Arcediano que igualmente fue de ella don Ignacio de
Barragán, de ocho de marzo de mil setecientos sesenta, y cinco, y siete del propio mes del
año de mil setecientos sesenta y uno: otra de este mismo día de don Melchor de Navarrete,
gobernador interino que fue de aquella plaza; y otra de cuatro de abril del citado año de mil
setecientos sesenta y uno, de los secretarios del secreto del tribunal del santo oficio de la
inquisición, que reside en ella; consta de los cristianos procedimientos de este eclesiástico,
tan cabales, que por ellos se han merecido la atención de todos, especialmente de sus
superiores, ante quienes jamás se ha visto, ni oído queja, ni querella alguna contra él, ni que
se le haya capitulado en asunto alguno, por el que mereciese la más leve reprensión, o
nombró igualmente en el año de mil setecientos cincuenta y nueve por revisor de libros
prohibidos; y el tres de febrero de mil setecientos sesenta le concedió licencia para leerlos,
usarlos, y tenerlo el ilustrísimo señor inquisidor general don Manuel Quintano Bonifaz.
En atención a sus distinguidos méritos, fue propuesto por la cámara en diversos lugares de
También consta, que para cumplir con lo mandado por S. M. en su real cédula de dieciocho
de octubre de mil setecientos sesenta y cuatro, sobre que se proveyese de sacerdote secular,
o regular cada uno de los pueblos, que a mayor distancia de cuatro leguas del de cabecera
del preciso pronto pasto espiritual, acordó el venerable dean, y cabildo sede vacante de la
misma iglesia de Cartagena, nombrarle por ser sujeto de las cualidades necesarias, y en
distancias, y curatos, cada uno con separación; y con información suficiente de sus
respectivas feligresías, y distancias de la propia parroquia, en todos los que encontraré con
administrarse los sacramentos por los mencionados tenientes; tanteando ante todas cosas
lo que se podía
43
principal, para que con esta ciencia se pudiese asignar dote fijo a los que se hubiesen de
proveer del modo que S. M. lo disponía, con las demás prevenciones que tuviese por
respecto de haber pasado el año de su vacante, para que pudiese sufragar los costos, y
Que el reverendo obispo que fue de Cartagena don Diego de Peredo, le nombró el veintidós
de diciembre de mil setecientos sesenta y siete por capellán, y vicario del monasterio, y
referido reverendo obispo de aquella diócesis don Diego de Peredo, en cartas de doce, y
treinta de enero de mil setecientos sesenta y cinco e informaron a favor del mencionado don
integridad, buen juicio, constante literatura, y arreglada vida, a que se agrega su bella, y
respetable presencia, le hacen acreedor de las gracias que la real piedad se dignase
dispensarle.
Y últimamente consta, que en atención los referidos dilatados méritos de dicho don Joseph
mismo año:
44
que sobre otra de nueve de diciembre de mil setecientos setenta y tres le ascendió S. M. a la
iglesia, que obtiene; para cuyo uso, y ejercicio se le ha despachado el título el once de junio
próximo pasado.
Perú, de la referida relación de méritos, y demás documentos, que quedan en ella. Madrid,
Nació en dicha ciudad el 18 de mayo de 1732: hijo legítimo de don Juan Bautista Crisón,
Fue colegial en el real de San Bartolomé de la ciudad de Santa Fe, y se graduó de maestro
Se opuso a la canonjía magistral de aquella santa iglesia en el año de 1756, y por igualdad
de votos, con otro de sus coopositores, salió propuesto para el segundo, tercer lugar.
Ha sido confesor del convento de religiosas de Santa Clara de aquella ciudad, sin más renta,
ni interés que obedecer el precepto del reverendo obispo de ella, que se lo ordenó.
22
BNC, P.
46
1761 por su predicador general; y ha sido relegido para este encargo desde dicho año hasta
el presente.
Sirvió con el mayor celo, y caridad en la cuaresma del año de 1762 de coadjutor de cura de
pueblo de Santa Catalina de Turbaco; y por haber este hecho presente al reverendo obispo,
que por el quebranto de su salud no podía asistir a sus feligreses por sí solo, le expidió
Cartagena, y fue presentado en segundo lugar por los examinadores sinodales; de los que
de los pobres del Hospital de la Obra pía de nuestro señor Jesucristo, como capellán de él,
Fue presidente de las conferencias morales, que en los jueves de cada semana se ejecutan
los correspondientes despachos el 11 de octubre del mismo año, de la que tomó posesión el
Fue teniente de cura del sagrario de aquella catedral por título que le expidió su prelado el 5
diezmos de él, y uno de los individuos de la junta formada en aquella ciudad, y provincia,
para la aplicación, y distribución de las temporalidades ocupadas a los regulares que fueron
de la compañía.
También informaron a favor el reverendo obispo que fue dicha diócesis de Cartagena don
a las dignidades de dicha santa iglesia de tesorero, y maestre-escuela, que hoy sirve.
iglesia catedral doctor don Manuel Moyano, siendo provisor, y vicario, general de diócesis,
Acevedo, deán que fue de dicha iglesia de Cartagena, certifican de su singular mérito,
literatura, y cristiandad, el esmero con que cuida de su padre, y familia, y del cumplimiento
esmerándose en observar la mejor armonía con sus compañeros, y prelados, sin que jamás
se le haya notado la más leve acción, que desdiga de su dignidad, por lo que le contemplan
Por una relación formada en esta secretaria el doce de noviembre de mil setecientos setenta
y tres, y otros documentos que se han presentado en ella, consta que dicho don Vicente
setecientos treinta y dos: hijo legítimo de don Juan Bautista Crisón, natural de la ciudad de
expresada de Cartagena, y vecinos de ella; y nieto por la línea paterna del capitán Simón
Crisón, y de doña Juana Sebastiana Costa; y por la materia del capitán don Vicente
con documentos la legitimidad, y descendencias; y por algunas líneas hasta sextos abuelos:
como así mismo lo ilustre de ellas, y que dicho don Vicente Antonio Crisón, como
descendiente por línea recta del capitán don Alonso de Mesa, uno de los conquistadores de
posee una capellanía, y vínculo de legos, que fundó en dicha iglesia catedral de Cartagena,
por su testamento, que otorgó en ella el tres de enero de mil seiscientos siete, ante Francisco
López de Morales, escribano del número de la propia ciudad; y que en la iglesia del
monasterio de Santa Clara de ella existe una losa de mármol puesta a los recto en el arco
toral al subir la grada que da paso al altar mayor, en cuya superficie se dibuja un escudo de
armas con una inscripción, que dice ser el entierro del referido capitán don Alonso de
23
AGN.SC, fondo Genealogías, leg. 28.
50
Que dicho don Vicente Antonio Crisón fue colegial en el real de San Bartolomé de la
octubre de mil setecientos cincuenta y uno, precedidos los exámenes, y demás requisitos
Que el trece de septiembre de mil setecientos cincuenta y cinco fue ordenado de Sacerdote;
y veinticuatro de diciembre del mismo año se le aprobó para confesar, y predicar en aquel
obispado de Cartagena, donde se ha empleado en estos ejercicios con tan notorio crédito,
cincuenta y seis, fue uno de los opositores; y habiendo hecho los ejercicios con el mayor
lucimiento, obtuvo igualdad de votos con otro de sus coopositores para el segundo, y tercer
Que antes, y después de ser eclesiástico se ha portado siempre con gran juicio, prudencia, y
cristiandad.
Que el gobernador que fue de la referida ciudad de Cartagena don Diego Tabares, en
informe del quince de junio de mil setecientos cincuenta y ocho hizo presente a S. M. lo
santa iglesia.
51
Que fue confesor del convento de religiosas de Santa Clara de la ciudad de Cartagena,
asistiendo a tan trabajosa ocupación de confesionario dos veces cada semana, y algunas tres
desde el primero de agosto de mil setecientos cincuenta y nueve, con el mayor celo, y
puntualidad, sin renta, ni interés alguno, solamente en virtud de la orden que a este fin le
Que fue uno de los testigos fidedignos para la asistencia al sínodo diocesana, que celebró
en el año de mil setecientos cincuenta y nueve el reverendo obispo que fue de la referida
Que el provisor, y vicario general del obispado de la misma ciudad de Cartagena informó
que tenía título de predicador del ilustre cabildo secular de aquella ciudad; y era
aceptación, especialmente en la última vacante en aquel año; pues se llevó las primeras
atenciones, no sólo del común congreso, sino con singularidad de las personas de autoridad,
Que lo propio expresaron en cartas del treinta de mayo, dos, y catorce de junio del propio
año de mil setecientos sesenta y dos los conventos de religiosos Mercenario, Dominicos, y
Que también el ayuntamiento de esta en carta del tres del citado mes de junio, refiriendo
pueblo, por su predicador general, librándoles título en el año de mil setecientos sesenta y
uno, y relegido en aquel de mil setecientos sesenta y dos; pues desempeñó el cargo de su
púlpito tan a satisfacción del ayuntamiento, que nada le quedó que desear.
Que don Joseph Patricio Herrera, cura del pueblo, y feligresía de Santa Catalina de
Turbaco, en certificación de doce de mayo del mismo año de mil setecientos sesenta y dos,
expresó haberle servido al referido don Vicente Antonio Crisón de un celosísimo coadjutor
en la cuaresma de aquel año con el mayor celo, y caridad; pues por hallarse enfermo le
de aquella diócesis don Manuel de Sosa, que por varios accidentes, y quebrantos de salud
no podía asistir a sus feligreses como correspondía, expidió al referido don Vicente Crisón
coadjutor del nominado pueblo de Turbaco, concediéndole para ello facultades necesarias.
Que don Andrés de Cerezo y Nieva, comisario general de la Santa Cruzada, y demás
gracias, le nombró para presentar, y predicar la bula de la cruzada en dicha diócesis, por
título que le libró en esta corte a trece de octubre de mil setecientos setenta y tres; a cuyo
Que en el año de mil setecientos sesenta y seis hizo oposición al curato de Santa Cruz de
Lorica en aquel obispado, y entre siete opositores fue presentado en segundo lugar en la
sinodales que asistieron al concurso, que fenecido, y convocados por el gobernador del
obispado para que declarasen en conciencia sobre la idoneidad de los sujetos, y justa
habían sido de dictamen, que el referido don Vicente Crisón, por el exceso de suficiencia,
en que se aventajaba a todos los demás, por su vida aprobada, y méritos notoriamente
calificados, era el más digno de los del concurso, y acreedor de justicia al primer lugar; en
dela referida nómina: justificándose también por otra certificación de Remigio Antonio
Valiente, notario de aquella curia eclesiástica, que habiendo pedido licencia para pasar a
estos reinos a justificar su conducta, y acreditar la sinceridad con que procedió en haber
pretendido por concordia el citado curato de Santa Cruz de Lorica, a causa de habérsele
hecho saber una real cedula, que S. M. manifestaba por ello su real desagrado, el reverendo
obispo de dicha ciudad en decreto de veintiuno de mayo de aquel año mandó que se
mantuviese en ella, y ejecutase por medio de apoderado las diligencias que pretendía, en
atención a que su habilidad, y suficiencia era muy útil, y conveniente para muchos
particulares que allí se ofrecían, estando entonces diputado para presidir las conferencias de
Que en carta de diecinueve de mayo de mil setecientos siete la ciudad de Cartagena expresó
las singulares prenda, y méritos de este eclesiástico, por lo que en seis años seguidos le
costumbres, y la constante tarea que llevaban en la diaria asistencia de los pobres del
de nuestro señor Jesucristo, como capellán de él, en virtud de título que el dieciocho de
septiembre de mil setecientos sesenta y cuatro le libró el reverendo obispo que fue aquella
diócesis don Manuel de Sosa; a quien se agregaba su afable genio, y bueno trato, que le
Que los inquisidores de Cartagena, atendiendo a que en su persona concurrían las buenas
prendas en virtud, literatura, y demás precisas para el cargo de calificador del santo oficio
de la Inquisición de aquel tribunal, le nombraron para este oficio por su título de veinticinco
de febrero de mil setecientos sesenta y siete; y para sus uso, ejercicio hizo el juramento
Que también el reverendo obispo que fue de Cartagena don Diego de Peredo, le nombró por
su despacho de siete de octubre de dicho año de mil setecientos sesenta y siete para que
presidiese, y gobernase las conferencias Morales, que en los jueves de cada semana se
Que habiéndose opuesto en el propio año de mil setecientos sesenta y siete a la canonjía
magistral de la referida santa iglesia de Cartagena, y vendo propuesto para ella en primer
lugar por todos votos en la nómina de primero de mayo de aquel año remitida a S. M. para
propio mes, y tomó la posesión el doce de mayo de mil setecientos sesenta y ocho.
55
Que el expresado reverendo obispo que fue de la referida iglesia de Cartagena don Diego
de Peredo, en carta del diecisiete de septiembre de mil setecientos sesenta y ocho dio cuenta
don Vicente Crisón, le nombró por teniente de cura del sagrado de aquella catedral, a causa
de hallarse imposibilitado de servir dicho ministerio por sus habituales accidentes don
septiembre del año antecedente de mil setecientos sesenta y siete, como también la buena
Que el mismo reverendo obispo le libró título de examinador sinodal de dicho su obispado
febrero de mil setecientos sesenta y ocho hizo el correspondiente juramento para el uso, y
general interino de la referida plaza de Cartagena don Fernando Morillo Velarde, en cartas
informaron a favor del referido don Vicente Antonio Crisón, refiriendo cuanto va expuesto;
y añadiendo aquel prelado, que como a sujeto de toda su satisfacción, y fidelidad, le había
santísimo corazón de Jesús, para que tuviese curso esta obra pía, conforme a la voluntad su
S. M. mirándola con el mayor celo, y fomentando los ejercicios de todos los domingos, a
judicatura de diezmo en uno de los individuos del Cabildo de la expresada santa iglesia de
Cartagena, aprobó dicho reverendo obispo de aquella diócesis, por su título del diecisiete de
expresado don Vicente Antonio Crisón por juez general de diezmos de aquel obispado; y
ejecutó el juramento correspondiente para el uso de este empleo el diecisiete de agosto del
temporalidades ocupadas a los regulares que fueron de la compañía del nombre de Jesús.
Que desde el año de mil setecientos sesenta y dos hasta el de mil setecientos sesenta y tres
había sido elegido, y relegido por predicador del ayuntamiento de la mencionada ciudad de
Cartagena dicho don Vicente Antonio Crisón, continuando entonces en el uso, y ejercicio
de este oficio.
Y que el venerable deán, y cabildo de la expresada santa iglesia de Cartagena, por su poder
otorgado el once de marzo de dicho año de mil setecientos setenta y tres, le confirió el
cargo de juez ordinario de la Inquisición, para que haciendo sus veces, representándole,
pudiese parecer en todos los autos que en el Santo Oficio se ofreciesen de cualquier clase, y
negocios que fuesen, siendo citado, firmando las determinaciones en el modo, y paraje que
lo haría el mismo Cabildo, con todas las demás cosas, que como a tal juez le incumbían, y
pertenecían.
Así mismo se justifica, que habiendo obtenido dicho don Vicente Antonio Crisón en los
diezmos del
57
el más claro, y arreglado método las respectivas cuentas, que de cinco años estaban
atrasadas, a cuyo fin dio las más activas, celosos providencias; de modo que considerando
por ello los oficiales reales de Cartagena lo muy útil que sería a la mesa capitular, y
obispo don Diego de Peredo, certificando al mismo tiempo serles constante por notoriedad,
políticos procederes.
mayo de mil setecientos setenta y cuatro, fue promovido a las dignidades de dicha iglesia
expidieron los respectivos títulos el trece de marzo, y once de junio del mismo año de mil
También el actual gobernador de Cartagena don Juan Pimienta en certificación del diez de
mayo de mil setecientos setenta y seis expresa, que siendo cierto, y notoriamente constante
asistir, y mantener su casa, y familia con honradez; por estas apreciables circunstancias, y
Igualmente el actual deán de dicha santa iglesia de Cartagena el doctor don Manuel
julio del
58
mismo año de mil setecientos setenta y seis, certificó que desde doce de mayo de mil
setecientos sesenta y ocho, que entró en el coro de la referida iglesia el expresado doctor
don Vicente Antonio Crisón, había ocupado las sillas de magistral, tesorero, y maestre-
escuela: que habiendo permanecido en la primera seis años, predicó por sí miso todos los
sermones de su oficio; y que así en ella, como en los dos posteriores, ha sido muy asistente
a las horas canónicas, divinos oficios, y demás cargos de obligación, observando siempre la
mejor armonía, y paz con sus compañeros, y prelados; y que en todos tiempos se ha portado
con la mayor honradez, prudencia, y cristiandad, y mucha aplicación a los estudios, con que
En acta que celebró el Cabildo de la misma santa iglesia de Cartagena el veintisiete de junio
del años próximo pasado, nombró a dicho don Vicente Antonio Crisón por juez de diezmos
para el bienio que comenzaba el primero de julio siguiente, en consecuencia del turno, que
por orden de silla se observa ente sus prebendados para esta judicatura; y por decreto del
vicario general de aquel obispado, y deán de su iglesia el doctor don Manuel Moyano y
ministerio.
Y últimamente el actual reverendo obispo de Santa Marta doctor don Francisco Navarro de
Acevedo, deán que fue de la memoria iglesia catedral de catedral de Cartagena, refiriendo
en certificación de veintitrés del propio mes julio los muchos, y distinguidos méritos de
dicho don Vicente Antonio Crisón, el esmero con que ha cuidado, y cuida de la
manutención de su padre, y una hermana doncella, a quien sin embargo de sus cortas renta
tome el estado de religiosa a que aspiraba; y que siempre se ha portado en todo con el
mayor arreglo, procurando mantener con sus compañeros la mejor correspondencia, sin que
contempla por esto capaz de desempeñar una prelacía, o cualquier otro empleo, con que la
real piedad de su
S. .M se dignase premiarle.
Perú, y a lo indiferente, de los enunciados documentos, que quedan en ella. Madrid, y julio
En el Real Convento de Santa Cruz, orden de predicadores de ella, tuvo ocho años de
estudios mayores; tres de filosofía, y los demás de teología escolástica; dos actos públicos
conclusiones sobre diversas materias de las que trata Fr. Melchor Cano, y tres años sobre
Fue cuatro años académico, en los que sustentó algunas cuestiones de artes, y de teólogos;
actos menores; leyó varias veces con puntos de veinticuatro, sobre el maestro de las
24
BNC, P.
61
En el de Cartagena sirvió interinamente los curatos de Baranoa, y sitio del Retiro, y fue en
sínodo diocesano que celebró el 26 de mayo de 1782 quien en el mismo año expidió a su
Por varios documentos que se han presentado en esta secretaría consta, que dicho don
Que fue tonsurado en el año de mil setecientos sesenta y seis por el reverendo obispo de
Segovia don Juan de Josef Martínez Escalzo, el cual, en el de sesenta y nueve le asignó a
los estudios del real convento de Santa Cruz, orden de predicadores de aquella ciudad, y
después por el obispo su sucesor don Alonso Marcos de Llanes y Argüelles fue adscripto en
el año de mil setecientos sesenta y cinco, al servicio de la iglesia parroquial de San Quirce
Que cursó en el referido convento de Santa Cruz ocho años de estudios mayores, los tres
filosofía escolástica, en los que asistió a las conferencias comunes y particulares, arguyendo
defendió en él dos actos públicos sobre las materias de que trata en su obra Fray Melchor
Cano; y cuatro de Sagrada Teología Escolástica, en los que asistió con aplicación y
25
BNC, P, fs. 286-289.
63
Que fue cuatro años individuo de la Academia de Teólogos, sita en dicho real convento de
Santa Cruz, en la que sustentó dos cuestiones de artes, y tres de Sagrada teología, un acto
menor y otro mayor, y consiguió ser teólogo de barandilla, procediendo a este ascenso el
examen de media hora de lección sobre el filósofo, con puntos rigurosos de veinticuatro, y
los argumentos de hora y media sobre las conclusiones deducidas, cuyos ejercicios le
artes, tres de sagrada teología, y dos actos menores; leyó de oposición varias veces, con
defendiendo las conclusiones deducidas de dos argumentos de cuarto de hora cada uno,
Que en el año de mil setecientos sesenta y seis le dio dicho obispo de Segovia don Alonso
Indias, como lo ejecutó de compañero asistente de Fr. Lucas Bara, del orden de
predicadores, nombrado por S.M. secretario de la vista y reforma general, y por ausencia o
enfermedades del primero, visitador principal de ella en las provincias contenidas bajo el
visita que se hizo, la que concluida, pasó en compañía de dicho padre visitador ejerciendo
Que en aquella ciudad se le confirieron en el año de mil setecientos sesenta y ocho, por la
real Universidad de Santo Tomás, los grados de maestro en filosofía, y doctor en teología,
habiendo precedido justificación de hallarse con los cursos necesarios, y haber hecho los
64
ejercicios de costumbre según estatutos de aquella universidad, todos los que le fueron
Que en los días dieciocho, y diecinueve de diciembre del mismo año de setenta y ocho fue
ordenado de los cuatro órdenes menores, y de subdiácono por el actual reverendo obispo de
Quito don Blas Sobrino y Minayo, e igualmente le promovió a diácono y presbítero en los
días veintisiete de febrero, y veintiuno de abril del año siguiente de setenta y nueve; y
veintiocho del citado mes de abril le concedió licencia para celebrar el santo sacrificios de
la misa, y para poder confesar a todo género de personas, e igualmente para predicar en
aquella su diócesis.
Que en cuatro de septiembre de dicho año de mil setecientos sesenta y nueve le dio el
arregladas costumbres.
Consta asimismo que le concedió el quince de octubre de dicho año de setenta y nueve
vicario general de ella el veintiuno de febrero del año siguiente de mil setecientos ochenta;
Que el veinte de junio de mil setecientos ochenta le nombró el reverendo actual obispo de
Cartagena don De. Josef Díaz de la Madrid por cura interino d pueblo de Baranoa, con
ministerios ejerció con cabal desempeño, hasta que hizo presente al mismo reverendo
obispo lo contrario que era a su salud aquel temperamento, por lo que le confirió en los
mismo términos el once de marzo de mil setecientos ochenta y uno el cuarto y vicaría del
Sitio del Retiro, dándole después facultad para administrar todos mis sacramentos hasta el
del matrimonio, y celebrar dos misas en los días festivos en el cuarto de San Sebastián de
iguales facultades.
Que el siete de marzo de mil setecientos ochenta y dos le mandó el mismo reverendo
mayo siguiente; y después, para que pudiese venir a estos reinos, le concedió las
Y últimamente se justifica, que por dicho obispo de Segovia don Alonso de Marcos y
familias distinguidas.
Fue colegial en el real de San Bartolomé de la ciudad de Santa fe, donde cursó las
Tiene varios favorables informe de su literatura, y arreglados procederes, y del esmero con
Tiene testimoniales expedidas a su favor por el reverendo obispo que fue de Cartagena don
26
BNC, P.
67
El actual prelado don Fr. Joseph Díaz de la Madrid le dio gracias en la visita que hizo de la
iglesia parroquial de dicho Hospital de San Lázaro, por su puntualidad, y celo; y tiene
informado a su favor.
plaza.
Tiene varios informes posteriores, que acreditan sus buenas costumbres, y el celo, y la
Por una relación formada por don Vicente Joaquín de Maturana, oficial de esta secretaría
primero de octubre de mil setecientos ochenta y uno, consta lo siguiente: “que el referido
don Joseph Vicente es natural de la misma ciudad de Cartagena: de treinta y ocho años de
edad: hijo legítimo de don Joseph de la Bárcena, y de doña Ana María de Barragán,
“Que fue colegial en el Real, y seminario de San Bartolomé de la ciudad de Santa Fe,
“Que el reverendo obispo que fue de Cartagena don Diego Peredo le confirió las órdenes
nombró por cura coadjutor interino, y teniente de vicario del referido Hospital Real de San
informado de la exactitud, amor, y caridad con que servía interinamente aquel curato, y
27
AGN.SC, fondo Curas y Obispos, leg. demandas, ingreso y egresos, estipendios, permutas.
69
“Que por haber asistido con el pasto espiritual a la tropa, que guarnece los castillos de San
Felipe de Barajas, y San Sebastián de Pastelillo, le despachó el virrey que fue de Santa Fe
don Manuela de Guirior título de capellán ad honorem de ellos el doce de enero de mil
“Que cumple con puntualidad las obligaciones de su ministerio de cura, tratando con
su socorro, no sólo las rentas que le produce el curato, sino también parte de su propio
caudal; y que vive con recogimiento, y arregladas costumbres, como lo certificaron el cinco
abril de mil setecientos setenta y seis el prior del convento de San Agustín de la referida
ciudad de Cartagena, el mayoral del citado Hospital Real de San Lázaro, el Cabildo
“En carta de primero de noviembre de mil setecientos setenta y dos informó el expresado
reverendo obispo don Diego Peredo el arreglado celo, y caritativo porte de este eclesiástico,
hacer presente a S. M. (su majestad) su mérito para que pudiese disfrutar su real
clemencia.”
70
Navarro, Deán que fue de la catedral de Cartagena: los provisores que fueron del mismo
obispado de Cartagena doctores don Julián García, y don Manuel Moyano en cartas de
abril de mil setecientos setenta y seis, expresando, que por su noble prosapia, acreditada
feligreses, de tal modo, que habiendo intentado el reverendo obispo que fue de Cartagena
don Agustín de Alvarado dar a este eclesiástico otro más descansado destino, por el
singular concepto que tenía formado de su conducta, tuvo que ceder a los clamores de los
con que asistía a estos enfermos, sin reparar en lo contagioso de sus dolencia, concluyen
todos manifestando consideran merecedor a este eclesiástico por todas sus circunstancias de
“Así mismo consta, que el reverendo obispo que fue de Cartagena don Blas Sobrino y
Minayo en sus testimoniales expedidas el siete de enero de mil setecientos setenta y siete a
favor de dicho doctor don Joseph Vicente de la Bárcena, con referencia de su dilatado
mérito, que va expuesto, añade, que por su arreglada vida, y costumbres, aplicación al
hizo el actual reverendo obispo de Cartagena don Fr. Joseph Díaz de la Madrid de la
iglesia
71
parroquial de dicho real Hospital de San Lázaro, y su feligresía, por haber reconocido el
celo, y devoción del expresado cura, y vicario de aquella feligresía doctor don Joseph
Vicente de la Bárcena en la puntualidad, y arreglo con que todo se hallaba, y en las mejores
parroquial, y justa atención al divino culto, le dio dicho prelado las correspondientes
como en su notoria caridad, y amor para con los pobres leprosos de dicho real hospital,
año de mil setecientos treinta y uno en las reales cajas de Cartagena, donde fue oficial
mayor; y por los muchos encargos que se fiaron a su instrucción, y habilidad no pudo pasar
a servir la plaza de contador oficial real de las de Santa Marta, que le concedió el virrey de
Santa Fe don Sebastián de Eslava en el años de mil setecientos cuarenta y cuatro: que ha
contador mayor, tasador general, y depositario; y que ha sido diputado por el Cabildo en la
que ha acreditado, así en la comisión que se le fio de un repuesto de víveres en tiempo que
Posteriormente con motivo de dar cuenta el actual reverendo obispo de Cartagena don Fr,
catedral, informa en carta de veintiocho de julio de mil setecientos ochenta y cinco ser el
referido don Joseph Vicente de la Bárcena uno de los eclesiásticos en quien concurren las
calidades necesarias para ser promovido a la expresada dignidad, sin que por parte de
persona alguna se haya puesto en aquel tribunal acusación, o queja contra él, ni menos haya
decaído en las constantes pruebas que ha dado de su conducta, y cabal desempeño de sus
obligaciones.
Consta así mismo lo arreglado de sus costumbres, la estimación que ha merecido a sus
prelados, y superiores, y el amor que le profesan sus feligreses, principalmente los pobres
leprosos del Hospital de San Lázaro, a quienes además del pasto espiritual socorre en sus
certifican contestes con fecha de ocho, y veinte de agosto del mismo año de mil setecientos
material con que continúa desempeñando su curato, administrando los santos sacramentos,
septiembre siguiente informa, que desde del año de mil setecientos setenta, en que empezó
a servir el curato del Hospital de San Lázaro, está dando pruebas claras, y convincentes de
su
73
caridad, y amor a los enfermos con su continua asistencia a consolarlos en las aflicciones
que les acarrea su propia dolencia, sin que le aparte de tan piadoso ejercicio, ni lo asqueroso
del mal, ni la fatiga del confesionario, y demás ejercicios de su empleo de párroco del
vecindario del Pie de la Popa, isla de la Manga, y castillo de San Felipe de Barajas, y San
Sebastián del Pastelillo, de que está encargado; por cuyos méritos, y los referido de su
Antonio de Medina
74
Estudió, por espacio de siete años, las facultades de Dios, y sagrada teología, en las que se
Fue colegial en el real de San Martín de Lima, en cuya universidad logró el grado de
bachiller en cánones, procediendo repetidos actos mayores, y menores, que ejecutó con el
mayor lucimiento.
Es abogado de la real audiencia de aquella capital, y fue asesor del consulado de ella.
También lo es de la de Chile.
Concepción.
Es igualmente abogado de la Real Audiencia de Santa Fe, en cuyo arzobispado fue cura; y
28
BNC, P.
75
Tiene informes del doctor don Pedro de Azua, que fue prelado en aquella metropolitana, de
su singular conducta, y habilidad, con la que desempeñó las varias comisiones, y visitas de
los parajes del arzobispo, que por su persona no pudo ejecutar; y le encargó los empleos, de
Tiene informes del virrey de Santa Fe, en que le propone, atendidas su particulares
circunstancias, distinguidos méritos, para cualquiera de las mitras, que vacasen en aquellos
Con motivo de haber fallecido el reverendo obispo, que fue de Cartagena, don Manuel de
Sosa y Betancur, le propone el mismo virrey en primer lugar para aquella mitra, por
En otros informes le propuso también el virrey para que fuese sucesor en el arzobispado de
Santa Fe, vacante por la muerte de doctor don Francisco Antonio Riva de Mazo.
Y últimamente, informó don miguel de Guirior, siendo virrey de Santa Fe, que había
desempeñado con general aplauso todos cuántos encargos se habían puesto a su cuidado y
Secretario de provincia.
Definido general.
Regente de estudios.
29
BNC, P.
77
Tiene informe del cabildo de la iglesia metropolitana de dicha ciudad de Santa Fe, de la real
audiencia, y del cabildo secular de ella, en que por adornar a este sujeto circunstancias nada
comunes, virtud, y literatura, lo hacen manifieste a S. M. para que las tenga presente, y le
CONCLUSIÓN
Si bien en la Cartagena colonial se creó un obispado, con una jurisdicción sobre toda la
Provincia de Cartagena, las publicaciones sobre la Iglesia o sobre el mundo eclesiástico son
escasas. Esto se ha presentado por varios motivos. Para el caso que nos ocupa, las pocas
Esta compilación, así entonces, va en esa dirección: recoge una documentación específica
durante el período de dominio español. En concreto, este trabajo contiene varias relaciones
cuales eran un documento en donde se dejaban en claro sus pergaminos morales, cívicos,
Además, el sacerdotales era un oficio que daba estatus, prestancia, reconocimiento social,
eran una especie de hoja de vida, podemos conocer varios aspectos: quiénes entraban en la
que tan flexible o rígido era subir un peldaño social en la época colonial en este oficio, qué
estudiaban
79
los sacerdotes, que qué familias provenían, cómo eran vistos por la sociedad, entre otros.
Estás cuestiones no sólo nos podrían ayudar a desentrañar la historia de la Iglesia católica
efecto, desde los primeros años del descubrimiento de América, la Corona española inició
empezar a conocer las bases con las que se erigió el conjunto social colonial.
Los sacerdotes eran uno de los actores sociales más importantes de la sociedad colonial. En
ellos se pueden leer todos aquellos principios, mentalidades, discursos impuestos por una
institución, en este caso la eclesiástica, por la Corona española. Uno de los medios para
conocer todos los sistemas de valores eclesiásticos, que también serían los sociales, pues
una de las labores de la Iglesia, directa o indirecta, es la instrucción moral, ética y cívica de
las personas, es las relaciones de méritos sacerdotales. En estos documentos, como es fácil
de constatar, señalan un buen número de datos, entre ellos la vida moral de los clérigos.
también son
80
una muestra de cómo funcionaba la sociedad colonial en el estadio eclesiástico. Pues las
relaciones de méritos sacerdotales eran realizadas por aquellos clérigos que querían obtener
una vacante ofertada en un concurso que se abría por muerte, o retiro, o escasez de
entrever que estos cargos no eran heredados, o investidos a preferencia, u ocupados por el
clérigo inferior inmediato en el caso de retiro o fallecimiento. Así entonces, las luces sobre
la historia eclesiástica que nos pueden dar las relaciones de méritos sacerdotales son
30
Idelfonso Murillo, La religión ante y después de las independencias. ¿Fuente de unidad o de conflicto?, en
Escritos, n 42, vol. 19, Medellín, UPB, 2011, p. 56, en
https://revistas.upb.edu.co/index.php/escritos/article/view/6730/6338 consultado el 5 de abril de 2021. Teodoro
Hampe, Cristianización y religiosidad en el periodo colonial (un estudio sobre la bibliografía de los años
1990), en REDIAL - Revista Europea de Información y Documentación sobre América Latina, 1998, p. 53,
en https://halshs.archives-ouvertes.fr/halshs-00828123 , consultado el 5 de abril de 2021.
81
Bibliografía
Fuentes primarias
Fuentes secundarias
Aguirre, Rodolfo, El ascenso de los clérigos de Nueva España durante el gobierno del arzobispo
José Lanciego y Eguilaz, p. 77, en
http://www.revistas.unam.mx/index.php/ehn/article/view/3515/3070, consultado el 9 de
febrero de 2020.
Aguirre, Rodolfo, “El ingreso al clero desde un libro de exámenes del arzobispado de México,
1717- 1727”, en Fronteras de la Historia, nº. 11, Bogotá, Instituto Colombiano de
Antropología e Historia, 2006, pp. 215, en
https://revistas.icanh.gov.co/index.php/fh/article/view/535/447, consultado el 9 de febrero
de 2020.
Barrio, Maximiliano, El clero bajo sospecha a principios del siglo XVlll. El informe de Macanaz y
la respuesta de los obispos, p. 49, en
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2654852, consultado el 9 de febrero de
2020.
Barrio, Maximiliano, Sociología del alto clero en la España del siglo ilustrado, Valladolid,
Universidad de Valladolid, 2002, pp. 38-39, en
https://core.ac.uk/download/pdf/38999264.pdf, consultado el 9 de febrero de 2020.
Enríquez Agrazar, Lucrecia Raquel, De lo colonial a lo nacional: la carrera eclesiástica del clero
secular chileno entre 1650 y 1810, México D.F., Instituto Panamericano de Geografía e
Historia, 2005, p. 83, en http://historiayreligion.com/wp-
content/uploads/2012/12/L_Enriquez_De-Colonial-a-nacional.pdf, consultado el 9 de
febrero de 2019.
Serrano García, Manuel, El obispado de Cartagena de Indias en el siglo XVlll (iglesia y poder en
la Cartagena colonial), Sevilla, Universidad de Sevilla, 2015, p. 116, en
https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/33094/tesis%20obispado%20Cartagena%20de%2
0Indias.pdf?sequence=1&isAllowed=y, consultado el 9 de febrero de 2020.
Vanegas Beltrán, Muriel, Solano, Sergio Paolo y Flórez, Roicer, “Sociedad, raza, educación y
movilidad social: Colegio Real y Seminario Conciliar San Carlos Borromeo y Sacerdotes en
Cartagena de Indias (1750-1810)”, en Historia, N°. 53, vol. II, Santiago, Pontificia
Universidad Católica de Chile, 2020, pp. 635, 636, 640, 643, en
https://doi.org/10.4067/S0717-71942018000200549, consultado el 12 de febrero de 2020.
Viguera Ruiz, Rebeca, Trayectoria religiosa de un clérigo español a principios del siglo xix. La
figura de Rafael de Cristanto Alesón, p, 428, en
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=343533885013, consultado el 9 de febrero de 2020.