Contexto Social en Guatemala

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CONTEXTO SOCIAL EN GUATEMALA

Guatemala sigue siendo un país predominantemente rural, de población joven y

con altos porcentajes de pobreza (57 %). Un 21.5 % de la población se encuentra

en pobreza extrema, ya que no alcanza a cubrir el costo del consumo mínimo de

alimentos (o calorías mínimas).

Guatemala concentra más del 36% de la población de Centroamérica, así mismo

concentra el 39% de la población desnutrida de todo Centroamérica, y muchos

niños mueren por problemas relacionados con la desnutrición. Los indicadores

clasifican a Guatemala como uno de los países más vulnerables y de mayores

índices de inseguridad alimentaria en toda Latinoamérica, como consecuencia de

los bajos ingresos, baja escolaridad, baja capacidad para producir alimentos, altos

niveles de desnutrición, y alta vulnerabilidad a fenómenos climáticos.

Las niñas, los niños y adolescentes conforman más del 50% de la población

guatemalteca. El 50% de la población menor de 18 años (alrededor de 3,7 millones

de los niños, niñas y adolescentes) vive en la pobreza. La situación es

radicalmente peor en las zonas rurales e indígenas, donde el 76% y el 80%,

respectivamente, vive en la miseria.

A pesar de la gratuidad de la educación decretada por el gobierno, la cobertura y la

calidad… así como la retención, deserción y repitencia escolar siguen siendo

problemas graves en el ámbito educativo, a lo que hay que agregar la débil

infraestructura escolar con la que debe atenderse a los niños y niñas. En el área

rural el niño y la niña, se incorpora a labores familiares o de generación de


ingresos desde temprana edad, lo que provoca que no concluya su nivel pre

primario, o en todo caso no acceda al sistema de educación

El sistema educativo guatemalteco se distribuye en dos subsistemas: el escolar y el

extraescolar. En el primero el desafío es incrementar la cobertura en los niveles de

preprimaria, ciclos básico y diversificado; mientras en el nivel primario se requiere

promover el acceso de la niñez en edad escolar, en especial quienes viven en

familias condicionadas por la pobreza y extrema pobreza, que sacrifican sus

oportunidades educativas para satisfacer las necesidades de sobrevivencia. Esta

población no encuentra opciones de apoyo como la refacción escolar, el fondo de

gratuidad, el programa de útiles escolares y la valija didáctica

Guatemala es un país de ingreso medio-alto y la economía más grande de América

Central, por población y actividad económica. En 2021, su población superó los 17

millones y su producto interno bruto (PIB) total y per cápita fue de US$86 mil millones y

US$5,025, respectivamente. El país ha experimentado un ritmo estable de crecimiento

(3,5 por ciento en promedio durante el período 2010-2019), respaldado por una gestión

fiscal y monetaria y una postura macroeconómica prudentes.

Luego de un fuerte repunte en 2021 (8 por ciento), la economía de Guatemala creció

aproximadamente un 4 por ciento en 2022, impulsada por el consumo privado, la

inversión y el consumo público. Se espera que el crecimiento del PIB se desacelere a 3,2

por ciento en 2023.

Aun así, el país enfrenta importantes desafíos de desarrollo: las tasas de pobreza y

desigualdad de Guatemala se encuentran entre las más altas de la región de América

Latina y el Caribe (ALC), debido a la existencia de una numerosa población desatendida,

en su mayoría rural e indígena y empleada en el sector informal.


Un estado pequeño e ineficaz, la falta de educación y oportunidades laborales y los

frecuentes eventos naturales adversos son algunos de los factores clave que han

contribuido a la pobreza en Guatemala. Las simulaciones para 2019 sugieren que

alrededor del 54 por ciento de la población estaba ese año por debajo del umbral de

pobreza, solo un poco por debajo del 55,4 por ciento en 2014, la última estimación oficial

de pobreza.

Guatemala, sin embargo, tiene un enorme potencial para generar crecimiento y

prosperidad para toda su población. El país es rico en recursos naturales, es uno de los

países megadiversos del mundo, posee riqueza cultural y tiene una economía

diversificada y con proximidad a Estados Unidos, lo que ofrece importantes oportunidades

de turismo y de “nearshoring” (deslocalización cercana).

Aprovechar esta riqueza potencial requerirá que Guatemala brinde efectivamente

servicios a su población, como salud, educación, gestión de riesgos de desastres e

infraestructura, mientras amplía gradualmente las fuentes de ingresos fiscales. La

construcción constante de las credenciales ambientales, sociales y de gobernanza

también ayudará al país a atraer una mayor inversión extranjera directa y tener acceso de

manera más efectiva a los mercados de capitales globales.

En Guatemala, el 75 por ciento de la población es considerada pobre y de ese grupo el 54

por ciento es extremadamente pobre. Este hecho repercute en la solidez de la vida

familiar ya que el total del ingreso absoluto nacional se concentra sólo en el 10 por ciento

de la población. El 76 por ciento de los niños sufre de desnutrición y el 36 por ciento de

desnutrición severa y la tasa de mortalidad infantil es una de las más altas de la región. A

lo anterior se suma el desempleo y una infraestructura social altamente deficiente. La tasa


de fecundidad es de 5,8 hijos por mujer, lo que dificulta su mantenimiento, y la proporción

de madres casadas que puedan asegurar el soporte económico de la familia a través del

esposo es de sólo 40.3 por ciento. El número anual de divorcios es progresivo y dificulta

la armonía económica y emocional del hogar con las consiguientes consecuencias

negativas para sus miembros 

CRISIS POLITICA

“¿Dónde está el dinero?” es una de las principales preguntas de los manifestantes que

llegaron el sábado a exponer su rechazo a Giammattei, haciendo referencia a los fondos

de emergencia por la covid-19 que supuestamente nunca llegaron a la población.

El Congreso guatemalteco, con mayoría oficialista de la agrupación política de

Giammattei, Vamos, añadió desde marzo 2,200 millones de dólares al presupuesto de


2020 para auxiliar a la población afectada económicamente por la covid-19, financiados

con base en créditos internacionales.

Sin embargo, ocho meses después del primer contagio en marzo, la ayuda ha sido

irregular según diversas fuentes.

Uno de los métodos de ayuda fue denominado “Bono Familia” y prometía entregar 390

dólares en tres cuotas a familias de escasos recursos, pero una evaluación de la

organización no gubernamental Paraíso Desigual certificó que finalmente solo se

entregarán 292 dólares en total, priorizando las ayudas para la región central del país y

olvidando los departamentos con más pobreza.

“Esto es un desastre… muertos, empleados públicos y municipales, miles que no son

pobres y miles que están fuera de Guatemala cobraron el ‘Bono Familia’ y el bono para la

economía informal”, denunció el 16 de noviembre en sus redes sociales el legislador

Carlos Barreda, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).

El 16 de octubre, la Fiscalía Contra la Impunidad del Ministerio Público (los remanentes

de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala) decomisaron 15.7

millones de dólares en efectivo (en diversas divisas) en una casa particular en Antigua

Guatemala.

El supuesto dueño del dinero es el exministro de Comunicaciones de Jimmy Morales

(2016-2020), Jose Luis Benito Ruiz, a quien las autoridades intentaron sin éxito capturar

después de encontrar su nombre en una de las maletas con el efectivo (por un viaje

realizado recientemente).
Diez días después, el 26 de octubre, un funcionario del Ministerio de Comunicaciones del

Gobierno de Giammattei indicó en el Congreso que desconocía el destino de 17.5

millones de dólares, en un hecho actualmente bajo investigación del Ministerio Público.

Entre el decomiso de los 15,7 millones de dólares y la ‘pérdida’ de los otros 17,5 millones

de dólares por el Gobierno de Giammattei no hay relación, pero ambos generaron

malestar dentro de la población tanto en redes sociales por la normalización de la

corrupción, la misma que llevó a la cárcel al expresidente Otto Pérez Molina en 2015.

Los huracanes Eta e Iota causaron estragos y destrucción a su paso por Centroamérica

durante los primeros 15 días de noviembre. Entre ambos causaron la muerte de 59

personas, 99 desaparecidos, 1.5 millones de afectados, 211.000 evacuados y miles de

millones de dólares en pérdidas por cultivos inundados e infraestructura.

El presidente Giammattei intentó responder a la catastrófica emergencia pero recibió

críticas por la falta de advertencias por las autoridades de protección civil a las

poblaciones en riesgo, mientras algunas comunidades aún siguen inundadas.

No tuvo tampoco buena recepción dentro de algunos sectores la respuesta de Giammattei

en el interior del país a un periodista que lo cuestionó por la falta de ayuda a un poblado

aislado, sin comunicación y con carencia de alimentos en el norte del territorio: “Que me la

pidan. Adivino no soy. Que nos lo pidan. Esta es la primera vez que me la están diciendo.

Si están incomunicados, tal vez no están tan incomunicados porque lo sabe usted”.

La crisis política abierta en abril de 2015 con la presentación del caso “La línea” por parte

de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Ministerio


Público (MP), parece haber perdurado hasta 2019 con las elecciones generales en las

que gana Alejandro Giammattei del partido Vamos, así como el cese del mandato de la

CICIG en septiembre de ese año. Si bien la crisis se abre a partir de hechos puntuales

como la presentación del caso y el comportamiento de figuras políticas como la entonces

vicepresidenta Roxana Baldetti, el malestar se fue gestando desde mucho tiempo antes y

ha implicado una serie de procesos de carácter político, social, económico, legal y

psicosocial que suponen un fuerte impacto en la realidad social guatemalteca. En este

trabajo se busca presentar un recorrido sobre la crisis política 2015-2019, las disputas de

poder que le caracterizan y ciertos discursos que se emitieron en el período e influyeron

en su desarrollo. Adicionalmente, se presenta una discusión teórica que pueda servir

como introducción a diversos temas y conceptos relativos a la crisis política y los

discursos. Para lograr estos fines, se hizo una revisión bibliográfica de los trabajos que ya

se han escrito al respecto, una revisión hemorográfica y entrevistas a estudiantes y

personas relacionadas con los medios de comunicación y la vida política del país. Se

puede proponer que en 2015 se produjo una crisis en el régimen político, que incluye el

andamiaje de instituciones y reglas políticas que regulan la disputa por el poder político y

su ejercicio, así como los actores participantes (Aguilar et al., 2016), influye en

acontecimientos posteriores como las protestas de septiembre de 2017 y 2018 y todos los

eventos que conducen a la conformación del llamado “Pacto de Corruptos”.3 Otra forma

de considerar el impacto de esta crisis es el porcentaje de población que participó en las

protestas. De acuerdo a la encuesta del Instituto Nacional Demócrata (NDI por sus siglas

en inglés, 2016) un 12.7 % de la población mayor de 18 años en el país participó en una o

más manifestaciones producidas en “La Plaza”, como se denominó a la Plaza de la

Constitución, antiguo parque central de ciudad de Guatemala. Mientras que el dato de la

ya mencionada encuesta de LAPOP, sube este número a un 16.1 % (Azpuru, 2018).

Ambas cifras constituyen un número extraordinario, puesto que el número de participantes


en movimientos sociales y protestas es mucho menor, tanto a nivel de país como en

relación a otros países latinoamericanos. La relevancia e impacto que ha tenido esta crisis

hace que sea merecedora de distintos estudios, como en efecto se han hecho en torno a

sus causas, desarrollo, significado y consecuencias. Dos conceptos resultan muy útiles

para entender lo que pasó en la crisis. Los conceptos de hegemonía y de discurso que,

como se verá en la discusión, pueden relacionarse para analizar un proceso como el de la

crisis política y las protestas. En el caso de la hegemonía, ésta se refiere a la dirección

intelectual y moral de una clase social que es capaz de difundir sus ideas (e intereses)

sobre otras clases sociales y así lograr su apoyo (consenso activo o pasivo). Pasa por el

tema de la elaboración y difusión de una “filosofía”, en el sentido amplio que le da

Gramsci (1967), que se arraigue en la vida práctica de los grupos sociales y que es parte

del “sentido común” de la gente

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