El Proceso de Cristo - Resumen
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EL PROCESO DE CRISTO
(RESUMEN)
IGNACIO BURGOA ORIHUELA
El opúsculo que se presenta obedeció a la idea de exponer el tema del Proceso de Jesús
en vez de dictar una conferencia sobre la garantía de audiencia. En dicha exposición se
habla de las violaciones que se cometieron en tal proceso contra las disposiciones del
Derecho Hebreo y del Romano.
Capítulo primero.
Derecho penal romano
I. Observación inicial.
II. La monarquía. (Desde la fundación de roma en 753 hasta el año 224 a.c.)
En este régimen el Derecho Penal no estaba regulado por leyes positivas sino por la
costumbre. Cuando se cometía un atentado contra la cosa pública (res pública), el delito
era de carácter político, cuya persecución correspondía a dos ciudadanos (duoviri). Sólo
importaba la instrucción del proceso y la acusación contra el autor de dicho atentado ante
el pueblo (corarn populo) que tenía la facultad de juzgarlo. A los "duoviri" se les
denominaba también inquisidores (quaestores). En algunos casos graves tenían la
atribución consuetudinaria de emitir la sentencia respectiva. Todo atentado contra la res
pública era castigado con la pena de muerte.
Cuando los romanos conquistaban una región habitada por pueblos que llamaban
"bárbaros" (barbari), los jefes militares (duces) establecían guarniciones en los lugares
ocupados, encomendándose a un pretor la tarea administrativa. Cada provincia se regía
por leyes especiales que este funcionario podía expedir en virtud de una "supuesta
delegación" que había recibido del pueblo.
Los pueblos conquistados no estaban incorporados al pueblo romano ni tenían los
derechos de los ciudadanos romanos. Conservaron sus leyes y costumbres.
IV. El imperio
El sistema penal era muy severo. La pena de muerte llegó a ser frecuente, y se decretaba
en los casos en que no se impusiera al delincuente la relegación y la deportación, que
entrañaba la pérdida de los derechos civiles.
Capítulo segundo.
Derecho penal hebreo
I. Consideraciones previas.
Desde el año 6 a. de C. Judea fue regida por los procuradores romanos entre quienes
destaca Poncio Pilato.
Al Derecho Penal Adjetivo, el proceso debía normarse por diversos principios que eran
previstos en los libros bíblicos.
Además, los jueces debían “Juzgar con justo juicio", justicia con rectitud.
III. El sanhedrín
"Tribunal supremo del pueblo judío". Se afirma que se creó en el siglo II antes de Cristo,
aunque también se sostiene que sus orígenes.
Grupo de setenta ancianos y maestros en la ley, se reputó como el "Tribunal de Jehová",
cuyas resoluciones tenían el rango de "fallos de Dios". Conocía delitos graves, se
castigaban con la pena de muerte, cuyo decreto debía ser homologado por el gobernador
romano.
Capítulo tercero
El proceso de Jesús ante el Sanhedrín
I. Observación previa
Los principios cristianos, las ideas morales que involucran y los valores espirituales que
proclaman, deben ser la base de las estructuras sociales dentro de las que pretenda
lograrse el mejoramiento y la superación de los grandes sectores humanos de un pueblo.
La idea de que los cristianos, como sujetos individuales, tienen el deber de intervenir en
la cosa pública a título de ciudadanos de un Estado. Tal deber no sólo no se opone a su
condición religiosa, sino que deriva puntualmente de las exhortaciones de Jesús y de las
obligaciones que sus enseñanzas imponen a los hombres.
Hubo una especie de "prejuicio" contra Jesús en la casa de ANÁS, suegro de Caifás,
prominente personaje del "tribunal de Jehová". La tajante pregunta que se formuló al
Salvador fue ésta: "¿Quién te ha dado autoridad para hablar en nombre de Dios y contra la
ley de los profetas?" Cristo contestó que "para enseñar y predicar la ley de Dios no se
necesita ningún título ni autorización académica".
Yo he hablado sin cesar en público. He ido a predicar constantemente donde quiera que
hubiera mucha gente, y nada he enseñado en secreto.
Onkelos, afirmó: "En esta causa se atropella toda ley, toda tradición
¿Por qué no veo el pueblo apiñado en torno de nosotros escuchando con religioso silencio
todo lo que se diga en ese tribunal contra Jesús de Nazareth? ¿Por qué no nos
encontramos en la Gazith; por qué no es de día; por qué el Santuario se halla lejos de
nosotros; por qué las puertas de esta casa se hallan cerradas?
Afán por hacer justicia, ante todo debéis procurar no ser ni parecer injustos.
¿Dónde está aquí, pues, la libertad de defensa, cuando el gran sacerdote se esfuerza en
inutilizar las pruebas de la inocencia de Jesús? Pronunciais una sentencia ilegal, inícua,
improcedente.
Habéis consentido que se preguntara a Jesús de Nazareth con el objeto de que depusiera
contra sí mismo, habéis aprovechado de vuestro poder para obrar la iniquidad. La ley
prohíbe que se pregunte a los acusados, obligándoles con juramento a contestar
Otra garantía prescrita por la ley es la de llamar públicamente testigos en pró del acusado,
después de haber oído a los testigos acusadores y vosotros no solo habéis dejado de
hacer eso, sino que, para evitarlo, ¡os habéis reunido de noche en un lugar que no es e!
lugar de la administración de justicia, y con las puertas cerradas para que no entren aquí
ni pueblo que juzgue de vuestra iniquidad, ni testigos que depongan en favor del inocente
que pretendéis condenar.
En ningún tribunal del mundo se ha representado una escena tan repugnante como la que
se ha representado aquí: en nin gún tribunal del mundo, ni aun entre las naciones más
bárbaras, háse dado a criminal alguno un trato semejante al que habéis dado a Jesús de
Nazareth. Se da anticipadamente al acusado un tormento cien veces peor que la muerte
y se le da antes de juzgarle; antes de que aparezcan las pruebas de su culpabilidad o de
su inocencia; antes de que el tribunal le sentencie a lo que puede, que es a la muerte;
pero nunca a lo que puede ni debe, que el al martirio, que es a lo que Jesús ha pasado y
mucho temo o a lo que espera.
Otra de las pruebas que atestiguan la falta absoluta de ese respeto y de esa protección,
es la pregunta que Caifás ha dirigido a Jesús. No le hubiera obligado el pontífice a
contestar conjurándole en el nombre del Altísimo.
Habéis enviado agentes provocadores a Jesús yesos agentes provocadores, son jueces
del pueblo de Israel y se llaman Ananías y Achazías. Tentarle, prepararle lazos, urdir
tramas para hacerle caer en lo que vosotros llamáis crimen digno de muerte.
Las violaciones apuntadas afectaron el proceso contra Cristo por vicios in procedendo e
invalidaron la sentencia condenatoria con la que culminó, se pronunció por sesenta y cinco
votos contra seis votos absolutorios, Nicodemus y José de Arimatea.
"El Sanhedrín de Israel, reunido legalmente a la sombra del Santuario, para entender en
la causa de Jesús de Nazaret, acusado de blasfemo y de hacerse Hijo del Altísimo,
después de haber invocado la asistencia del Eterno Justiciero, fuera del cual es imposible
obrar en justicia y proceder rectamente, condena por sesenta y cinco votos contra seis, a
muerte ignominiosa de cruz, cuyo fin se pondrá desde luego en poder del Pretor de
Roma, que es Poncio Pilatos, para que después de haber revisado la causa, según el
derecho y las leyes del imperio, mande aplicarle el castigo que el tribunal del pueblo
escogido, inspirado por Jehová, ha tenido a bien imponerle, en justo castigo de sus
blasfemias y de sus trastornadoras imposturas.
I. Observación previa
Toda sentencia que impusiese la pena de muerte, pronunciada por los tribunales de las
provincias romanas, debía ser homologada por el gobernador respectivo, quien, después
de analizar el caso fallado, podía o no ordenar su ejecución.
Este personaje fungió con dicho carácter durante un período de diez años. Su
nombramiento provino de TIBERIO, emperador o "cesar" de Roma.
Cuando Cristo fue conducido ante Pilato, trató de convencerlo para que se negara a
ordenar su muerte, o sea, a otorgar el exequatur del fallo del tribunal hebreo. La mujer
ejerce una indudable y permanente influencia en el hombre, a tal punto que muchas veces
la conducta de éste, buena o mala, es el resultado de tal influencia. De ahí que, en el caso
de Jesús, el gobernador romano haya intentado salvarlo de la crucifixión.
"Pilato ¿Acaso soy yo Judío? Tu nación y los pontífices te han traído ante mí.
¿Qué has hecho?
'Jesús Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuese de este mundo, mis ministros
habrían peleado para impedir que Yo fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de
aquí abajo.
Pilato era un político pragmático imbuído en la religión politeísta greca- romana, o sea, era
un pagano. Su paganismo lo alejaba de cuestiones filosóficas y teológicas. No le
interesaba saber lo que era "la verdad" que Cristo atestiguara. En las palabras del
Salvador no encontró ningún delito y mucho menos contra el Estado romano. Si las ideas
de Jesús, su predicación y su obra pudieren implicar alguna falta de carácter religioso
contra la ley de los judíos, ello no ameritaba la intervención de Pilato. Exclamó: "ningún
delito hallo en este hombre", por lo que rehusó la homologación de la sentencia del
Sanhedrín.
b) Ante la insistencia furibunda de la turba hebrea para que ordenara la ejecución de este
fallo, a Pilato se le ocurrió una estratagema procesal consistente en declararse
"incompetente" para juzgar a Cristo.
La actitud de Herodes fue aprovechada por el gobernador romano para decir a los
judíos acusadores del Redentor que el tetrarca tampoco había encontrado ningún
fundamento en la acusación, y que "Soltaría a Cristo después de corregirlo". En
cumplimiento de esta promesa, Pilato ordenó la flagelación de Jesús y lo exhibió ante
la furia judía con la espalda manando sangre y con la corona de espinas encajada en
la cabeza con el objeto de provocar la compasión de quienes lo habían llevado al
Pretorio como prisionero. Pilato expresó la célebre frase "Ecce- Homo", que significa:
"He aquí al Hombre" y contrariamente a esta pretensión, se lanzó el grito colectivo
concentrado en esta palabra: Crucificado.
c) Pilato tuvo la ocurrencia de valerse de la festividad religiosa de la Pascua en la que
se acostumbraba a poner en libertad a un delincuente que el pueblo escogiera.
Conforme a tal costumbre, debería libertarse a Jesús inocente o al protervo Barrabás,
responsable de delitos gravísimos. El populacho exigió al gobernador romano que
soltara al delincuente y crucificara a Cristo. Esta terrible exigencia implicaba condenar
a muerte a un inocente por un delito político, la sedición, que Jesús no cometió. Tal
condena eliminó la que se decretó por el Sanhedrín, la de blasfemia. De no acceder
al clamor de los judíos, caería en desgracia ante Tiberio, exponiéndose a su vez, al
jus gladii por su infidelidad al Cesar de Roma. En este doloroso caso la política abatió
a la justicia. Cristo no murió por blasfemo contra Jehová, sino por sedicioso contra el
Imperio Romano.
El juicio ante el Sanhedrín fue inútil y atrozmente efectivo el llamado "político". Pilato
"se lavó las manos", la responsabilidad de su muerte recaía en el pueblo judío, por
haber cometido, según el pensamiento cristiano, un deicidio.
No hubo tal juicio. El juicio equivale a un proceso para dirimir una controversia "inter
partes", y tratándose de la materia penal, el hecho que lo origina es un supuesto o real
delito. Por tanto, éste es la base de la contienda entre la acusación y la defensa. En el
caso de Cristo no existió esa base sine qua non, en virtud de que el delito de sedición, por
el que se le crucificó, fue inventado por Pilato en aras de sus personales intereses y an te
el temor de ser castigado por Tiberio como traidor a Roma. El "delito religioso" por el que
el Sanhedrín condenó a Cristo a la muerte en cruz fue la blasfemia y por el que exigió la
homologación del procurador o gobernador de Judea. Hubo condena sin delito, pues el
juez que la impuso, Pilato, lo creó. No se cumplieron las reglas procesales establecidas
por el Derecho Penal Romano. Pilato incurrió en notorios vicios in procedendo que
invalidaron jurídicamente la decisión arbitraria e injusta de ordenar la crucifixión del
Redentor. Esta conducta obedeció al temor que el gobernador romano abrigó ante estas
dos posibilidades: cortar su carrera política, exponiéndose al jus gladii y soliviantar al
pueblo judío para independerse de Roma.
Capítulo quinto
La crucifixión y el destino de Pilatos
I. La muerte en cruz
b) Segunda palabra: "En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el
paraíso". El arrepentimiento implica una actitud de conciencia, que emocionalmente es la
consecuencia del remordimiento.
d) Cuarta Palabra: 'Tengo sed". Ansia de Cristo por cumplir la voluntad de su Padre
extremando sus sufrimientos y tormentos para la redención de los hombres.
e) Quinta palabra: "Padre mío, ¿por qué me has abandonado?". Jesús reveló su
condición humana, sintiendo terrible pavor ante los tremendos dolores y sufrimientos que
estaba padeciendo en la cruz.
"Por cuanto tuviste la osadía de condenar a muerte a Jesús Nazareno de una manera
violenta y totalmente inicua, no tuviste compasión de este justo, como tú le condenaste
injustamente y le mandaste matar, de la misma manera yo te voy a ajusticiar a ti con todo
derecho; y no sólo a ti, sino también a todos tus consejeros y cómplices, de quienes
recibiste el soborno de la muerte”.
Reflexiones finales
Además de las violaciones contra el Derecho Procesal, el mencionado tribunal cometió
una gravísima afrenta al profeta aludido. Por otra parte, la aludida sentencia también violó
el Antiguo Testamento al condenar al Salvador a la muerte en cruz. La crucifixión no era
una pena establecida por los hebreos. Esta se cumplimentaba por lapidación, hoguera, o
degollación según la ley judía vigente en la época de la Pasión de Jesús.
El Hijo de Dios fue víctima del interés político de Pilato envuelto en el temor de caer en
desgracia ante su jefe, el emperador romano Tiberio. Sacrificó al valor Justicia en aras de
su cobardía, que lo obligó a decretar la crucifixión de Jesús.}
CONCLUSIÓN
Cristo fue juzgado bajo dos procesos, político y religioso, sin embargo, en ambos no se
respetaron las normas procesales mas elementales, hubo una violación cínica de sus
derechos.
Existió una condena sin delito, Jesús fue sentenciado por delitos que no cometió
Cristo fue condenado por el delito religioso de blasfemia, su condena fue la crusificción, la
cual, en el Derecho hebreo no se contempla como pena de muerte. El Sanhedrín aplicó a
Jesús una pena no prevista en la ley judía. La crucifixión era una sanción que se previó
en el Derecho Romano para castigar los delitos más graves, tales como la piratería, la
sedición y la rebelión, en los que el Estado era la "parte ofendida". Dicha pena no se
aplicaba a los ciudadanos romanos y mucho menos respecto de "delitos religiosos". El
mencionado tribunal cometió dos ingentes faltas in judicando: condenar a Cristo a la
muerte en cruz sin tener competencia para decretada conforme al Derecho Hebreo, y
ordenada para un delito religioso, la blasfemia, que no existía en el Derecho Romano. Los
miembros del Sanhedrín, para que Poncio Pilato homologara la condena de "muerte en
cruz", acusaron al Salvador del delito de sedición .
REFERENCIAS