Societas 12
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Año 2010 Nº 12
Comité Editorial:
Director responsable:
D. Pedro Morandé Court
ISNN-0716-9833
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EL ROL DE LA EDUCACIÓN PRIVADA SUBVENCIONADA Y
SUS PERSPECTIVAS FUTURAS: UNA REFLEXIÓN DESDE LA
EVIDENCIA HISTÓRICA Y LA EXPERIENCIA CONCRETA1
por
Patricia Matte Larraín
Académico de Número
Resulta para mí un honor inmerecido, el haber sido elegida para incorporarme a esta
ilustre academia. Estoy muy orgullosa de ser parte de este selecto grupo de chilenos,
cuyo norte ha sido no sólo la preservación de lo esencial de nuestra cultura, sino tam-
bién ha contribuido, en forma notable, a enriquecerla a lo largo de los años. Desde que
fui invitada a ser parte de ella, he participado en varios de los encuentros que men-
sualmente se convocan y, debo decir, que he quedado positivamente impresionada de
la riqueza de los análisis realizados por los diferentes miembros de número e invitados
externos y, por qué no decirlo también, de la pertinencia de los temas tratados y del
respeto en que se dan los diversos puntos de vista. No puedo dejar de recordar en este
momento, a quien me hizo conocer y apreciar el rol que las Academias han jugado
en el desarrollo de nuestro país, mi tío Pedro Lira Urquieta, quien fuera Secretario
y miembro activo de la Academia de la Lengua y parte también de la Academia de la
Historia, hasta su muerte. El tío Pedro fue muy próximo a nuestra familia y, desde
pequeña, lo escuché hablar sobre el tema con entusiasmo y fui testigo del tiempo que
le destinaba y de las satisfacciones que su participación en ésta le producían. Notable
fue su persistente empeño en incorporar al Diccionario de dicha Academia lo que él
llamaba los “chilenismos” que, lejos de escandalizarlo, consideraba como una forma
de enriquecer el lenguaje español.
Fui elegida miembro de esta Academia para ocupar la silla dejada vacante por
el distinguido Abogado Penalista Don Eduardo Novoa Monreal. No tuve el gusto de
conocerlo personalmente, pero nos tocó vivir en un período muy complejo de nuestra
historia patria y, por lo tanto, fui testigo de su trayectoria, en el período en que ésta
fue más visible y controvertida. Abogado, egresado y recibido en la Universidad de
Chile, fue profesor titular de Derecho Penal en la Universidad Católica y Profesor de
Teoría General del Derecho de la Universidad de Chile. En 1937 ingresa al último
escalafón del Consejo de Defensa del Estado, llegando en 1970 a ser su Presidente. Se
desempeña como presidente del Instituto de Ciencias Penales de Chile entre 1959 y
1971. En 1968 es designado Académico de Número de esta Academia y su Discurso
de recepción trató sobre: La Renovación del Derecho. Entre los años 1970 y 1973
se transforma en Asesor del Presidente Salvador Allende. En ese rol es el principal
redactor del texto constitucional sobre la nacionalización del cobre. Pero la razón
trabajo me habría sido difícil acceder al material histórico disponible sobre el tema.
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por la cual se hizo más conocido fue que ideó fórmulas para que sin pasar a llevar
la legislación vigente y mediante la utilización de los resquicios legales se pudiera
constituir a través de expropiaciones, lo que se llamó, el área de propiedad social del
Estado. Tanto sobre la nacionalización del Cobre, como sobre los resquicios legales, con
posterioridad publicó sendos libros fundamentando su utilización. Famosos entre los
aspirantes a abogados, son los dos tomos sobre el Curso de Derecho Penal, hasta hoy
día utilizados como textos de estudio. Fue Académico también de las Universidades:
Autónoma de México; Central de Venezuela; de Barcelona y de Buenos Aires.
Antes de referirme a la ponencia que hoy día nos convoca, deseo también agra-
decer al Sr. Rector de la Universidad Católica, Don Pedro Pablo Rosso y a la Sra.
Vicerrectora de Comunicaciones Francisca Alessandri, por permitir que este acto se
realice en esta sala que tanto significado tiene para nosotros como familia, no sólo
como ex alumna de esta casa de estudios, sino también porque lleva el nombre de
nuestro padre.
1. ANteCeDeNtes
2Mineduc 2008.
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EL ROL DE LA EDUCACIÓN PRIVADA SUBVENCIONADA Y SUS PERSPECTIVAS FUTURAS
montos, que le han permitido no sólo subsistir, sino crecer. Es verdad, que hubo mo-
mentos en que su presencia disminuyó y estos momentos coinciden con períodos en
que el Estado no sólo fue irregular en su traspaso de recursos, sino que derechamente
disminuyó este aporte hasta casi hacerlos desaparecer. Siempre me llamó la atención
que la Sociedad de Instrucción Primaria conviviera en forma bastante cómoda con
distintas ideologías y tipos de Gobierno y que, aun en los momentos que el Estado
tomaba un rol preponderante en la vida nacional, esta Institución lograra no sólo so-
brevivir, sino mantenerse en el tiempo y acrecentar su número de establecimientos y
de alumnos. No se puede negar, eso sí, que vivió altibajos, todos ellos relacionados con
temas de financiamiento, pero aun así, con recursos siempre escasos, salió adelante y
continuó jugando un rol importante dentro del sector educacional. Algunas personas,
con las que me he encontrado en diversas instancias relacionadas con mi quehacer,
me sugirieron a lo largo de los años que la SIP era una excepción dentro del sistema
privado, pero esa afirmación no coincidía con mi observación de la realidad. El país
puede constatar hasta hoy que existe, a lo largo de todo Chile, incluso en los lugares
más alejados, un pujante sector de prestadores privados de servicios educacionales y
que este sector no se explica solamente por los prestigiosos colegios confesionales.
El perfil de los sostenedores privados de hoy día llama a la reflexión: 75% de ellos
son profesores y ejercen como tal. La mayoría posee un solo establecimiento y un 65%
de los hijos de profesores asisten a colegios particulares subvencionados. En sus aulas
estudia un 30% de niños vulnerables y 40% de ellos no han ingresado a la modalidad de
financiamiento compartido y, por lo tanto, sólo perciben la subvención para operar.
Al cumplir nuestra Institución 150 años de vida, tomamos la decisión de investigar
su historia para, basándonos en ella, poderla proyectar hacia el futuro. A partir de este
esfuerzo de búsqueda, sistematización y ordenamiento de documentos históricos, actas
y memorias hemos elaborado un libro que pretendemos lanzar a la opinión pública al
comenzar el año del Bicentenario y que esperamos sea un aporte para comprender
mejor no sólo la trayectoria de esta centenaria institución, sino también, lo fructífera que
ha sido esta histórica colaboración pública-privada en el ámbito de la educación.
Deseo partir por aclarar que me he tomado una licencia que se deriva de la falta
de tiempo y espacio que tiene este trabajo: dejaré fuera de mi reflexión a la educación
privada pagada y sólo abordaré al pasar a la educación subvencionada confesional.
Eso no significa desconocer el importante y trascendental aporte que han realizado
ambos sectores a lo que hoy es nuestro país. Creo, además, que esta omisión es menos
grave, ya que la presencia de la educación privada y confesional ha sido mucho más
estudiada y documentada.
3Ibíd., p. 35.
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4Ruth Aedo-Richmond, La educación privada en Chile: Un estudio histórico-analítico desde el período colonial
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EL ROL DE LA EDUCACIÓN PRIVADA SUBVENCIONADA Y SUS PERSPECTIVAS FUTURAS
Larraín y Rodrigo Vergara (eds.), La transformación económica de Chile (Santiago: CEP, 2001), p. 648.
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cuando las escuelas del Estado sean defectuosas i entonces la fundación de escuelas particulares
será un bien”9.
Los mismos jóvenes liberales, entre ellos los hermanos Amunátegui, que habían pro-
movido el fortalecimiento del sistema público se unieron y fundaron, el 20 de junio
de 1856, la Sociedad de Instrucción Primaria de Santiago, atrayendo a su seno nu-
merosas y distinguidas personalidades”10. De esa forma, ponían en práctica las ideas
que habían promovido en sus escritos.
En ese sentido, si bien Amunátegui y los representantes del pensamiento liberal racionalista
de la época fueron fuertes defensores del Estado docente, también consideraban la libertad de
enseñanza como algo que debía ser respetado en forma seria y el trabajo de ambos hermanos fue
importante para la fundación de la Sociedad de Instrucción Primaria, pero también en el impulso
a la presencia estatal en la educación.
En 1856, entre los objetivos que propone la Sociedad en su origen, estaba el fo-
mento de la instrucción primaria para niños de escasos recursos en el Departamento
de Santiago.
Al leer los estatutos fundacionales de la SIP, y los discursos que se pronunciaron
el día de su creación, no queda ninguna duda de que su labor no debía entenderse en
oposición a los esfuerzos del gobierno, sino, por el contrario, la SIP venía a cooperar
activa y solidariamente con él para alcanzar un objetivo común: acabar con la igno-
rancia, cosa que no era posible de lograr con un esfuerzo aislado del gobierno.
A medida que avanzó el siglo y la base institucional de la instrucción se vio es-
tablecida, el gran conflicto que vivió la educación giró en torno al problema de la libertad de
enseñanza, que opuso a conservadores y liberales en la disputa por el nivel de control que el
llamado Estado docente podía ejercer en los diversos planos de ella, esencialmente en lo referente
a contenidos de estudio y a examinación (en manos del Instituto Nacional primero, el que
a su vez lo había traspasado a la Universidad de Chile).
Paradójicamente, a pesar de lo enardecidas que pudieron ser las discusiones sobre
estas materias, el tema de la presencia de particulares en la educación, y sobre todo
de particulares recibiendo subvenciones del Estado para entregar enseñanza gratuita,
fue muy poco cuestionado; incluso, un decreto de 1871, el Gobierno extendió el otorgamiento
de subsidios a la educación privada, no sólo para establecer escuelas en sectores más pobres, sino
también la creación de escuelas similares en áreas rurales11. En ese contexto, el proceso de
traspaso de recursos estatales a privados se dio en forma paralela al conflicto curricular.
Como, a diferencia de éste, la cuestión de las subvenciones no generó mayores desen-
cuentros ideológicos, un amplio sector de particulares se relacionaba relativamente
bien con los agentes estatales, y así ocurría con la mayoría de los establecimientos
9“De la Instrucción Primaria: lo que es y lo que debiera ser”, Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui.
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EL ROL DE LA EDUCACIÓN PRIVADA SUBVENCIONADA Y SUS PERSPECTIVAS FUTURAS
privados12. Sin embargo, cada cierto tiempo se producían problemas y fue así que en
el año 1879 se dictó una ley que intentó acentuar el control estatal sobre la educación
e inició un período de endurecimiento de posiciones entre aquellos que abogaban
por la libertad de enseñanza y los partidarios del Estado docente. Aún así, el aporte
de recursos a los privados continuó apareciendo en las glosas presupuestarias. Las
subvenciones en esa época más bien fueron vistas como una expresión de poder del aparato estatal
sobre la educación privada. A los privados se le continúa reconociendo su importancia
como colaboradores del Estado, pero a condición de que cumpliese una cantidad de
requisitos que, según sostenían los partidarios de la libertad de enseñanza, incluso
iban más allá de las disposiciones constitucionales13.
El siglo XX es testigo de la creciente masificación de la educación primaria en
Chile, especialmente desde 1920, cuando se dicta la Ley de Instrucción Primaria
Obligatoria, que establece la obligatoriedad de ésta en cuatro años (entre los 7 y 13
años) y que mantiene las condiciones establecidas para que los particulares perciban
subvención y se las somete a la supervisión de la Dirección Provincial de Educación.
Interesante resulta el hecho de que, aparte de las glosas presupuestarias destinadas
a subvenciones, se dictaron leyes que determinaban subvenciones especiales a instituciones
concretas. La Sociedad de Instrucción Primaria fue beneficiaria en varias oportunidades de
estas leyes especiales, lo mismo sucedió con las escuelas de la Sociedad Santo Tomás y las de los
Talleres de San Vicente de Paul.
La Ley Nº 9.864, dictada el año 1951 durante el Gobierno Radical de Don Gabriel
González Videla, es la primera que institucionaliza el aporte a privados que son, por
primera vez, nominados “cooperadores de la función educacional del Estado”. Expresa
textualmente esta ley: “las escuelas primarias y los establecimientos de educación
secundaria, profesional y normal, particulares gratuitos, tendrán una subvención
por alumno de asistencia media equivalente a la mitad del costo de un alumno de
escuela primaria para las primeras o de los liceos y escuelas respectivas del Estado,
para el segundo. Se entenderá por establecimientos de educación gratuita, aquellos
que proporcionen enseñanza no remunerada”.
Por primera vez en la historia de los aportes públicos a la educación privada, se
establece un monto que resulta ser un porcentaje de lo que se destina a los alumnos
del sector público. Se comienza a gestar el concepto de subvención por alumno atendido, que
sería tomado como referencia en la reforma de los 80. Claramente, lo que el Estado buscaba
lograr con este tipo leyes era cubrir una demanda que lo sobrepasaba, sin renunciar
al modelo educacional desarrollado centralmente.
Esta ley significó el inicio del reconocimiento oficial de la educación particular como inte-
grante del sistema nacional de educación, en un avance paulatino hacia la igualdad de derechos
con la educación fiscal. Este reconocimiento no liberó a los establecimientos privados
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EL ROL DE LA EDUCACIÓN PRIVADA SUBVENCIONADA Y SUS PERSPECTIVAS FUTURAS
hecho de que la mayoría de las escuelas en sectores más pobres, sobre todo rurales,
estaban incompletas. Estas reformas estructurales fueron un incentivo claro para aumentar
la cobertura educacional y una de las explicaciones de por qué nuestro país, en una forma tan
acelerada, superó el problema de falta de cobertura educacional, sobre todo en sectores pobres,
situación aún extendida en muchos países de Latinoamérica.
La igualdad de aportes a los establecimientos públicos y privados explica también
el fuerte crecimiento que experimentó el sector privado subvencionado. Es así que
en el año 1980 había un total de 8.846 establecimientos de educación básica y media.
De estos, eran fiscales 6.370, particulares pagados 802 y particulares subvencionados
1.674. En 1985 estos últimos habían aumentado a 2.643. En este nuevo contexto, se
permitió además que organizaciones privadas, con y sin fines de lucro, colaboraran
con la gestión educacional del Estado. Esto, la incorporación de privados con fines de
lucro, fue considerado como una innovación de esta ley. Del análisis de los documentos
históricos anteriormente expuestos vemos que esa afirmación no se sostiene, ya que
sabemos que muchas de las escuelas que surgieron al comienzo de la república per-
tenecían a educadores que vivían, ellos y sus familias, de los recursos que le generaba
la administración del establecimiento respectivo. Lo que hizo esta ley fue reconocer
en forma explícita ese derecho.
A fines de los 80 se introdujo un nuevo cambio en la Ley de Subvenciones
Educacionales y se permitió el cobro a los apoderados, por parte de los establecimien-
tos educacionales, de una tuición mensual que no debía sobrepasar las 4 unidades de
subvención educacional. El llamado financiamiento compartido, que permitió a los
establecimientos aumentar los recursos destinados a mejorar la calidad de la educa-
ción y disponer de ellos en forma más flexible, ya que los recursos provenientes de la
subvención casi en un 90% se destinaban al pago de remuneraciones y otros beneficios
previsionales. Se fijó una escala de descuentos a la subvención que alcanza a un 35%
de sobrepasar el cobro efectuado a los padres, las 2 unidades de subvención. En el día
de hoy, la mayoría de los establecimientos particulares subvencionados (un 60%) han
ingresado al sistema y el 80% de la matrícula cobra menos de 20 mil pesos al mes18.
Al mirar la trayectoria histórica de la educación privada en Chile no queda más
que concluir que, efectivamente, desde el comienzo de la república, los privados hicie-
ron un aporte importante en la prestación de servicios educacionales. Lo que más resalta
en esta trayectoria es que, independiente de la ideología de los sectores gobernantes, la presencia
de la educación privada nunca fue cuestionada, al contrario, fue consistentemente reconocida
como un importante actor del proceso educativo nacional. Es verdad que no disponemos de
suficiente evidencia científica con respecto a la calidad que ellos detentaban, pero al
parecer, por los análisis que se desprenden de estos documentos históricos, las más
de las veces entregaban una educación de mejor o igual calidad que la pública pues
eran muy respetados y prestigiados, pero por sobre todo, no hay duda, que muchas
veces se ubicaron en sectores que la educación pública no llegaba y contribuyeron en
forma importante, y probablemente a menor costo, a vencer el desafío de cobertura.
Ello es especialmente notorio en regiones apartadas y en sectores pobres de la ciudad
de Santiago, Valparaíso y Concepción.
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EL ROL DE LA EDUCACIÓN PRIVADA SUBVENCIONADA Y SUS PERSPECTIVAS FUTURAS
nuevas reglas del juego imponen también grandes desafíos a los sostenedores privados
y municipales.
Estamos seguros, basados en nuestra experiencia concreta como institución
educadora, que esa forma de abordar los problemas que aquejan al sistema educativo
es la correcta y es, por otro lado, la única forma de avanzar en esta área. Pero dicho
esto, creo que este nuevo énfasis que se está imponiendo a través de este marco legal
supone grandes desafíos para todos los actores del sector educación, tanto el particular
subvencionado como el municipal.
No hay duda para empezar, que el trabajo de apoyo pedagógico y de instau-
ración de esta cultura de la transparencia y evaluación permanente de cada uno de
los procesos de enseñanza aprendizaje va a exigir tener una cierta escala: un cierto
número de alumnos y establecimientos que provean una masa crítica y recursos con
los que se pueda trabajar. Eso impondrá a los sostenedores el desafío de organizarse
en redes en torno a proyectos educativos similares. Hoy día tenemos una excesiva
dispersión de sostenedores, muchos de ellos con un solo establecimiento y con pocos
contactos entre ellos. Desde ese punto de vista, organizaciones que representan hoy
a esos sostenedores, como la Corporación de Colegios Privados Subvencionados
(CONACEP) y la Federación de Colegios Particulares (FIDE), van a jugar un rol
trascendental en este tránsito hacia unidades más complejas de administración de esta-
blecimientos educacionales. Mirando la historia de la educación particular en nuestro
país, no tengo ninguna duda que así como abordaron, pronta y eficientemente, los
desafíos de cobertura del pasado hoy van a tener éxito, en mejorar la calidad de los
aprendizajes de los alumnos. Resulta notable como han podido responder el desafío
de acoger a un creciente número de alumnos y familias que están abandonando el
sistema municipal. ¿Qué buscan los padres al abandonar el sistema público? Para
empezar, buscan que los colegios funcionen, que los profesores estén haciendo clases,
que haya personal responsable a cargo del funcionamiento de los colegios. Un mínimo
de orden y limpieza. Probablemente, todavía los apoderados de sectores más pobres
no busquen necesariamente calidad medida por resultados SIMCE. Los privados les
ofrecen, al menos un proyecto educativo claro, es decir, saben el tipo de hombre que
desean formar y a su vez le transfieren a sus alumnos todos aquellos elementos que
tienen que ver con las destrezas blandas como disciplina, esfuerzo, perseverancia,
autoestima, templanza, elementos todos ellos que hoy día, y de acuerdo a las inves-
tigaciones recientes, han demostrado ser esenciales para tener éxito en la vida. En
resumen, usan criterios muy similares a los que utilizan los sectores con más capital
cultural, al elegir el establecimiento que desean para sus hijos. Los privados hoy día
están respondiendo mejor a esas demandas.
No hay duda, que a medida que nuestro país progrese y se vaya generando in-
formación más desagregada y entendible sobre los resultados de los establecimientos
se va a ir generando una mayor demanda por calidad. Por otro lado, la nueva insti-
tucionalidad va a exigir resultados y va a proveer las bases para que ello sea factible.
Pero además de ello, va a tener la capacidad de sacar del sistema a aquellos soste-
nedores, sean privados o públicos, que no respondan a estas mayores demandas de
calidad. El otro elemento importante a considerar, con respecto al nuevo marco legal,
es que este va a focalizar a la institucionalidad estatal especialmente creada para este
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Para terminar quisiera rápidamente mostrarles una pincelada de lo que está sucediendo en
el mundo en relación a este tipo de alianzas público-privada en educación.
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EL ROL DE LA EDUCACIÓN PRIVADA SUBVENCIONADA Y SUS PERSPECTIVAS FUTURAS
19The Role and Impact of Public-Private Partnerships in Education: Harry Anthony Patrinos; Felipe
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DISCURSO DE RECEPCIÓN DE LA ACADÉMICA
SEÑORA PATRICIA MATTE LARRAÍN
por
Sergio Molina Silva
Académico de Número
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DISCURSO DE RECEPCIÓN DE LA ACADÉMICA SEÑORA PATRICIA MATTE LARRAÍN
Patricia, bienvenida.
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El Presidente de la Academia, Don José Luis Cea Egaña, menciona a los presentes
en la ceremonia la ley del Instituto de Chile que establece los requisitos que se deben
cumplir para la incorporación de un nuevo miembro de Número a la Academia.
Expresa que Doña Patricia Matte fue nominada por la unanimidad de los miembros
presentes en una sesión de un año atrás. Luego felicita a la Académica por su discur-
so de incorporación, agradece asimismo, el discurso de recepción del académico de
Número Don Sergio Molina Silva.
A continuación, el Presidente señala que se han cumplido todos los requisitos que
establecen la ley y el reglamento de la Institución, para que doña Patricia Matte Larraín
pase a ser miembro de Número en reemplazo de don Eduardo Novoa Monreal.
Finalizando, invita al Vicepresidente de la Academia Don Gonzalo Figueroa
Yáñez para que otorgue la medalla que la acredita como miembro de Número de la
Institución.
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DISCURSO PRONUNCIADO POR EL DOCTOR ALEJANDRO VENEGAS
FRANCO EN EL ACTO DE DESIGNACIÓN COMO MIEMBRO
CORRESPONDIENTE EXTRANJERO DE LA ACADEMIA CHILENA
DE CIENCIAS SOCIALES, POLÍTICAS Y MORALES
Santiago de Chile, abril de 2009
“ANDRÉS BELLO Y FLORENTINO GONZÁLEZ”
por
Alejandro Venegas Franco
Las varias secciones de la América han estado hasta ahora demasiado separadas entre sí;
sus intereses comunes las convidan a asociarse; y nada de lo que pueda contribuir a este
gran fin desmerece la consideración de los gobiernos, de los hombres de Estado y de los
amigos de la humanidad. Para nosotros, aún la comunidad de lenguaje es una herencia
preciosa, que no debemos disipar. Si añadiésemos a este lazo el de instituciones análogas,
el de una legislación que reconociese sustancialmente unos mismos principios, el de un
Derecho Internacional uniforme, el de la cooperación de todos los Estados a la conserva-
ción de la paz y la administración de justicia en cada uno (por supuesto con las conocidas
y necesarias restricciones que imponen a la seguridad individual), ¿no sería este orden de
cosas, digno por todos títulos, de que tentásemos para verlo realizado medios mucho más
difíciles y dispendiosos que los que exige la reunión de un congreso de plenipotenciarios?”
(Obras Completas, Caracas, X, 641,642).
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Para Colombia, reconocemos con justicia, la obra de Andrés Bello fue el motor
del humanismo clásico de nuestro siglo XIX –Miguel Antonio Caro y Rufino José
Cuervo– proyectado en Marco Fidel Suárez en la siguiente centuria.
El derecho romano precedió al derecho civil y al derecho internacional en la
obra del caraqueño de visión continental. Bien decía él que la gramática latina era el
soporte de las cláusulas que definen en la obra de Justiniano las instituciones básicas
de las personas, los bienes, las obligaciones, las sucesiones y todo el derecho de la
propiedad y de la familia que aún regula la vida moderna de nuestros pueblos.
Sus dos gramáticas –la latina y la castellana– fueron soporte intelectual y estímulo
para que Miguel Antonio Caro y Rufino José Cuervo emprendieran obra semejante
en esas disciplinas posteriormente y editaran sobre ellas libros admirables.
Desde su texto Contestación a la Regencia Española el 3 de mayo de 1810 en Caracas,
muy parecido al Memorial de agravios de Camilo Torres en la Nueva Granada, pidió
Bello el sufragio libre y se expresó así:
Pero se engañan Vuestras Excelencias si creyesen por esto que se hallan igualmente prontos
a tributar su obediencia y vasallaje a las diversas corporaciones que sustituyéndose indefini-
damente unas a otras, solo se asemejan en atribuirse todas una delegación de la soberanía
que no habiendo sido hecha ni por el monarca reconocido ni por la gran comunidad de
españoles de ambos hemisferios, no puede menos de ser absolutamente nula, ilegítima y
contraria a los principios sancionados por nuestra misma legislación.
Nada más claro que el anterior texto para advertir que Bello estuvo, desde
inicios de la Independencia, primero en Caracas y después en Londres, en la dura y
larguísima batalla por la autonomía de nuestro continente.
Sobre la unidad latinoamericana, desde 1864, en el culmen de su existencia
presentó esta tesis:
En la república de las naciones hay una aristocracia de grandes potencias, que es en la que
de hecho reside exclusivamente la autoridad legislativa; el juicio de los Estados débiles ni
se consulta, ni se respeta. Lo peor es que las versiones del código internacional autorizadas
por los diferentes miembros de esa aristocracia de Estados son a veces contradictorias; hay
puntos capitales en que, siendo opuestos los intereses de los Estados poderosos es opuesta su
jurisprudencia; y en que, por consiguiente, las naciones carecen de voto deliberativo para
el arreglo de los negocios comunes, no saben a qué atenerse, o tienen que fijar con cada
Estado, por estipulaciones expresas, las reglas a que entienden sujetarse en sus relaciones
recíprocas.
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DISCURSO PRONUNCIADO POR EL DOCTOR ALEJANDRO VENEGAS FRANCO
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DISCURSO PRONUNCIADO POR EL DOCTOR ALEJANDRO VENEGAS FRANCO
– Proyecto de Código Civil, por D. Andrés Bello, reformado ya por la comisión codificadora
(Santiago: Imprenta Nacional, 1855, 669 pp.)
– Código Civil de la República de Chile (Santiago: Imprenta Nacional, 1856,
641 pp.)
Si la vida de don Andrés fue más apacible en sus últimos cuatro decenios, la
de don Florentino fue menos prolongada, más accidentada y con altibajos. Oriundo
de la provincia del Socorro (en Santander) se graduó de abogado en Bogotá, en el
Colegio de San Bartolomé. Militó en el bando liberal del santanderismo, de la mano
del intelectual y político Vicente Azuero, quien fue su profesor y acudiente.
Tras haber participado en la conspiración del 28 de septiembre de 1828 contra
El Libertador Bolívar, fue condenado a muerte y su pena conmutada por la de pri-
sión en las bóvedas de Bocachica en Cartagena, donde permaneció preso durante
18 meses. Cuando terminó de purgar la pena en 1830 viajó a Caracas donde trabajó
como editor de la Gaceta Oficial bajo el gobierno del general Páez, retornando a Santa
Fe (Bogotá) en 1832, al tiempo que Santander, quien después de la disolución de la
gran Colombia fue elegido presidente de la Nueva Granada.
Además de profesor en la Universidad Central de Bogotá, autor de obras de
derecho constitucional y de derecho administrativo, fue estadista (encargado de
la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores y de Hacienda, entre otras digni-
dades). También fue político (senador y diputado, candidato a la Presidencia de la
República en dos ocasiones, Procurador General de la Nación por voto popular) y
esta actividad le prodigó tantas satisfacciones y amistades como enemistades, disgustos
y sufrimientos.
En momentos en que la situación le era adversa y riesgosa, algunas veces don
Florentino viajó a refugiarse en Europa (Londres-París). Poco después de la muerte
de su protector y admirador intelectual, el presidente Santander, efectuó su primer
viaje en 1840-1845, lapso en el que perfeccionó sus estudios en derecho y ciencia
política (viajó en asocio de su familia: su esposa Bernardita Ibáñez, con quien se casó
en 1833, y con sus dos hijas gemelas).
Breves y casi sin solución de continuidad con su retorno de este primer viaje
fueron los siguientes tres viajes a Europa, en la coyuntura política de mitad del
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TRABAJO DE INCORPORACIÓN
DE DON HERNÁN ALEJANDRO OLANO GARCÍA COMO
MIEMBRO CORRESPONDIENTE EXTRANJERO DE LA ACADEMIA
CHILENA DE CIENCIAS SOCIALES, POLÍTICAS Y MORALES.
Santiago de Chile, junio 10 de 2009
LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
por
Hernán Alejandro Olano García
“La proposición jurídica incompleta opera en aquellos casos excepcionales en que el actor
no acusa una norma autónoma, por lo cual ésta no puede ser estudiada, por carecer de
sentido propio. Aunque se señala que la disposición acusada basada en un concepto formal
de la expresión “ley”, concepto conforme mal cual la “ley” es únicamente “aquel conjunto
normativo emanado del legislador ordinario”. Siendo que el término involucra todas las
disposiciones del ordenamiento jurídico, y agrega que resulta inadmisible limitar el alcance
de la expresión “ley” desconociendo que este vocablo tiene diversas acepciones; la demanda
resulta insuficiente teniendo en cuenta que el magistrado sustanciador no admitirá la
demanda cuando considere que ésta no incluye las normas que deberían ser demandadas
para que el fallo en sí mismo no sea inocuo. La Corte se pronunciará de fondo sobre todas
las normas demandadas y podrá señalar en la sentencia las que, a su juicio, conforman
unidad normativa con aquellas otras que declara inconstitucionales”.
1 Sobre este tema se ha presentado una versión preliminar en el artículo de: Olano García, Hernán
Alejandro. La Ley como sinónimo de ordenamiento jurídico, en: Revista de Derecho Universidad del Norte # 30.
Diciembre de 2008, Barranquilla, pp. 75 a 113.
2 Revista de la Academia Colombiana de Jurisprudencia. Índices, en Revista # 314 y en suplemento
de 2005, continué revisando la información en los demás números no incluidos en los índices.
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“Se toma, entonces, el término ley como sinónimo de norma o precepto y con referencia a
lo que significa desde el punto de vista de la teoría del proceso, esto es, como la que regula
la rama judicial y la forma como ella actúa para cumplir su función, sin considerar el
ordenamiento jurídico donde se encuentre o el órgano del cual provenga”.
“En un sentido primario se entiende por ley una norma o, más usualmente, un conjunto
de normas obligatorias que pueden ser morales o jurídicas o, al mismo tiempo, estar funda-
mentadas sea en la voluntad de Dios, sea en la voluntad del legislador, sea en el consenso
de una sociedad, sea en las exigencias de la razón, que se supone eterna e idéntica en todos
los órdenes.
En un sentido amplio, la lex está identificada con el derecho escrito (ius scriptum), en con-
traposición a la costumbre5 (ius non scriptum) comprensiva en todas aquellas normas dadas
no solamente por las asambleas populares o comicios, sino también de todos los reglamentos
que los magistrados romanos sancionaban en virtud de su imperium mediante un edicto
(edictum), así como de las decisiones del Senado romano relativas al derecho privado insertas
en los senadoconsultos (senatus consultum), para llegar finalmente a abarcar las resoluciones
de los emperadores calificadas de constituciones (constituciones principi) y la opinión de
algunos jurisconsultos investidos del ius publice respondedi (responsa prudentium).
3 Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española, tomo 6. 22ª edición, Editorial Espasa
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LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
En un sentido restringido…, la lex romana era la norma sancionada por las asambleas
populares llamadas comicios o plebiscitos que abarcaron una extensa gama de disposiciones
relativas al Derecho público y derecho privado. Gayo define al término lex como “lo que
autoriza y establece el pueblo”, y al plebiscito, “lo que autoriza y establece la plebe” (lex es,
quod populus iubet atque constitui plebiscitum est quod plebs iubet atque constituit)”.
6 Nos hemos basado en la estupenda obra que se cita: Domingo, Rafael (Director). Ortega, Javier,
Rodríguez-Antolín, Beatriz. Principios de Derecho Global. Aforismos jurídicos comentados. Cátedra Garrigues de la
Universidad de Navarra y Editorial Thomson Aranzadi, Madrid, 2003, pp. 136 a 140.
7 Suárez Franco, Roberto. Introducción al Derecho Civil. Editorial Temis, Bogotá, D.C., 2008, p. 92.
8 Ibíd., p. 93.
9 Ibíd., p. 93.
10 Ibíd., p. 93.
47
SOCIETAS
Y Roberto Suárez Franco11 nos dice, en síntesis, que “la ley está constituida por un
estatuto normativo expedido por la autoridad competente del Estado, con carácter obligatorio,
general en su aplicación a los habitantes de una nación, acorde con la Carta Fundamental y
debidamente promulgada”.
Más específicamente, encontramos en el latín del derecho romano, otras defini-
ciones, sentidos o significados de la ley:
Applicanda est lex reo favorabilior, se ha de aplicar la ley más favorable al reo, que
tiene como fundamento lo recogido en el Digesto por Ulpiano en relación con el res-
cripto de Trajano a Asidio Severo: divus Traianus Adsidio Severo rescripsit: satius enim esse
impunitum relinqui facinus nocentis quam innocentem damnari. Se dice que no se puede
condenar sólo por simples sospechas, y que es mejor dejar de condenar a un criminal
que condenar a un inocente.
Ex malis moribus bonae leges oriuntur. Las buenas leyes se hacen a causa de las malas
costumbres. Institutas, II.
Generalitati legis est standum. Se ha de estar a la generalidad de la ley.
In casibus omissis deducenda est norma legis a similibus. En supuestos de omisión,
debe deducirse la norma de la ley de los supuestos semejantes.
Leges generales non debent extendendi ad leges quae habent suma particulares provis-
sionem. Las leyes generales no deben extenderse por analogía a otras que tienen su
particular provisión. Y contrario sensu: generalia specialibus non derogant, o, lex specialis
derogat generali.
Lex Angliae est lex misericordiae. La Ley Inglesa es ley misericordiosa. Coke,
Institutes.
Lex civilis naturalia iura tollere non potest. La ley civil no puede suprimir los dere-
chos naturales.
Lex erit manifesta, secundum naturam, secundum consuetudinem civitatis, loco temporique
conveniens, iusta et aequabilia praescribens, congruens, honesta et digna, utilis et necesaria.
La ley debe ser manifiesta, y debe ser guardada según la costumbre de la ciudad, y
debe ser convenible al lugar y al tiempo, y debe tener derecho e igualdad, y debe ser
honesta, digna y provechosa y necesaria. Fuero Juzgo 1.2.4.
Lex est quod populus romanus senatorio magistrattu interrogante, velutti consule, consti-
tuebat. La ley es lo que el pueblo romano interrogado por un magistrado senatorial,
como el cónsul, sancionaba, constituía. Institutas de Justiniano.
Lex inicua non habet rationem legis. La ley injusta no tiene razón de ley. Santo
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 93, a. 3 ad 2. Donde para el Aquinate,
la ley injusta es pura fuerza (sed magis violentiae cuiusdam) apariencia de ley, por no
estar dirigida a la consecución del bien común; de ahí que la ley injusta no vinculase
al ciudadano según su parecer. El doctor Angélico pronunció también una definición
clásica sobre la ley: rations ordinario ad bomun commune ab oe qui curam communitatis habet,
solemniter promulgata, que quiere decir que es una norma jurídica y está promulgada
por un poder legítimo.
11 Ibíd, p. 93.
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LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
Lex iubeat, non disputet. Que la ley ordene y no dispute. Séneca, Epistolae 94.38.
Lex naturae est una omnium, quia preacepta eius sunt comuna. La ley natural es única para
todos, porque sus preceptos son comunes. Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae,
I-2 q. 91, a. 5 ad 3. Ante lo cual Cicerón en sus Disputaciones Tusculanas ya había dicho
Omnium consensus naturae vox est, la voz de la naturaleza es el consenso de todos.
Lex naturae haec est, ut qui nascitur sine legitimo matrimonio matrem sequatur. Es de
ley natural que el que nazca fuera de matrimonio legítimo siga la condición de la
madre. Ulpiano.
Lex neminem cogit ad impossibilia. A nadie obliga la ley a lo imposible, cuya variación
es ad absurdum nemo tenetur, nadie está obligado a lo absurdo.
Lex non extenditur contra rationem iuris communis. La ley no se aplica a nuevos casos
en contra de la razón del Derecho común; es sólo la razón de Derecho común la que
posibilita la analogía, pues es la única que tiene fuerza expansiva debido a su vocación
general. Pierre de Belleperche, Lectura Institutionum.
Lex posterior derogat priori. La ley posterior deroga la anterior. Baldo en ad Digestum
vetus. Posterior lex derogat legibus prioribus. La ley posterior deroga las anteriores.
Modestito en el Digesto. Una formulación más general en la regula de Dino: Posteriora
derogant prioribus y otra más precisa en la Burchardica de Dámaso: posteriora non derogat
prioribus, nisi in iis fiat mentio de ipsis. Lo posterior no deroga lo anterior a no ser que
se haga referencia expresa. Y también sobre el particular encontramos leges posteriores
abrogant y leges posteriores priores contrarias abrogant, las leyes posteriores derogan las
anteriores contrarias.
Lex posterior generalis non derogat legi priori speciali. La ley posterior general no deroga
la ley anterior especial. Aforismo que se deriva de ad Digestum vetus de Baldo.
Lex rebus imponitur non verbis. La ley se impone con hechos, no con palabras. Pierre
de Belleperche en Lectura Institutionum.
Lex retro non agit. No sea la ley retroactiva. Paulo y Ulpiano trataron este princi-
pio que se generalizó en el Bajo Imperio cuando, entre otros, Accursio en una glosa
a Ulpiano señaló lex in futurum vetat in praeteritum indulget, es decir, que la ley prohíbe
en el futuro y perdona en el pasado.
Lex semper loquitur. La ley siempre habla. Formulación medieval planteada por
Bartola para justificar el inexcusable deber de los jueces de resolver en todo caso los
asuntos de que conozcan, lo cual fue desarrollado en esta Academia por Gonzalo Vargas
Pubiano en su discurso de posesión titulado “El magisterio moral de la Corte”, acerca de
la preeminencia del principio de aplicación del derecho sustancial.
Priores leges ad posteriores trahantur. Las leyes anteriores se extienden en las
posteriores. Paulo en el Digesto. Con sus variaciones: leges posteriores corrigere solent
leges priores, las leyes posteriores suelen corregir las anteriores y, ad ea quae frequen-
tius accidunt iura adaptantur, los derechos deben adaptarse a aquello que sucede
frecuentemente.
Además de estas citas, y de las diversas opiniones acerca de la ley lo que sí es
una constante en ellas es el valor de ésta y su posición de superioridad frente a todo
el ordenamiento, casi hasta la época de la Revolución Francesa cuando comenzó
a asimilársele al ejercicio de su función –la legislativa– y a su subordinación a la
Constitución.
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SOCIETAS
“En su acepción más amplia, denomínase ley a la expresión conceptual de las relaciones
establecidas entre dos o más fenómenos. Esta expresión puede referirse a una relación objetiva
establecida sólo por el conocimiento, como ocurre en el caso de la ley causal o ley natural,
que es un juicio mediante el cual se enuncia, de modo constante y general, el enlace existente
entre dos o más fenómenos naturales. Pero también dicha expresión puede referirse a una
relación reguladora de los actos del hombre establecida no ya por el conocimiento sino por
la voluntad, como en el caso de la ley normativa, que es una estructura lógica, mediante
la cual se prescribe determinado modo de obrar o de pensar.
En su acepción moral, ley es, en cambio, la norma que establece, frente a cierta circuns-
tancia, determinado comportamiento ético.
Y desde el punto de vista jurídico se habla de ley en un doble sentido: uno, amplio, para
designar a toda norma jurídica instituida en determinado tiempo y lugar; y uno estricto,
para denominar a las normas jurídicas elaboradas por órganos estatales con potestad
legislativa”.
12 Enciclopedia Jurídica OMEBA. Tomo XVIII Lega-Mand, Buenos Aires, Argentina, 1982,
p. 316.
13 Cuervo, R. J. Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana. Continuado y editado
por el Instituto Caro y Cuervo. Tomo Sexto L-N. Bogotá, D.C., 1993, pp. 117 a 126.
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LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
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SOCIETAS
A las que se suman algunas “locuciones varias”, que también Cuervo agrega:
a. A ley de: a la manera de, como.
b. A toda ley: ciertamente. Se usa para reafirmar lo que se dice.
c. Con todas las de la ley: sin omisión de ninguno de los requisitos indispensables
para la perfecta realización de algo.
d. En ley de: en calidad de.
e. Ley del mínimo esfuerzo. Tendencia o inclinación para realizar algo con poco o
ningún ánimo o vigor.
“VII. Que el poder de suspender las leyes o su ejecución por cualquier autoridad, sin
consentimiento de los representantes del pueblo, es perjudicial para sus derechos y no debe
ejercerse”14.
“5° La ley no tiene derecho a prohibir más que las acciones nocivas a la sociedad. Nadie
podrá impedir lo que la ley no prohíba, y nadie puede ser obligado a hacer lo que ella no
ordene.
Andrés Bello incluyó bajo la expresión “De la Ley” en el artículo 1° del Código
Civil Chileno:
“La ley es una declaración de la voluntad soberana que, manifestada en la forma prescrita
por la Constitución, manda, prohíbe, o permite”.
14 Olano García, Hernán Alejandro. Constitucionalismo Histórico. 2ª edición, Ediciones Doctrina y Ley,
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LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
En el proyecto de 1853, Bello “el sabio pleno” como lo definió Rafael Caldera, no
incluía la expresión “manifestada en la forma prescrita por la Constitución” e inicialmente
el texto fue:
“La ley es una declaración de la voluntad soberana que, manda, prohíbe, o permite”.
De acuerdo con esta norma transcrita, el profesor Roberto Suárez Franco16 dice
que la ley, en su carácter general consiste en mandar, permitir, prohibir o castigar,
aunque de acuerdo con otros doctrinantes, como Edmond Champeau, Antonio José
Uribe, José María González Valencia y Fernando Vélez, no ha debido incluirse entre
los caracteres de la ley el de castigar, “porque este atributo es diferente de mandar o prohibir,
ya que quien habla de castigo supone la transgresión de un mandato o prohibición”.
Parecería construido el presente estudio bajo la égida de la Escuela Histórica
de Savigny, pues revisadas las Obras de Andrés Bello17, las que se refieren al Código
Civil no traen más comentarios, sin embargo en el Tomo XIV, dedicado al Derecho
Romano, es donde realiza un proemio acerca de la ley en general así:
“Las leyes romanas formaban en tiempo del emperador Justiniano una masa inmensa y
heterogénea acumulada en el espacio de trece siglos durante los cuales Roma, pequeña aldea
a orillas del Tíber, subió por grados a la dominación del mundo y pasó sucesivamente por
todas las diversas formas de gobierno: monarquía constitucional en su infancia; aristocra-
cia tiránica en su adolescencia; democracia templada por el influjo de la religión y de la
nobleza en la edad de su mayor virtud y gloria; democracia tumultuosa destrozada por las
facciones; y en fin, imperio despótico, que en el Occidente fue presa de los bárbaros, y en
el Oriente conservó largo tiempo una sombra de poder y opulencia.
Durante la monarquía y la República, el pueblo dictó las leyes. En los primeros cuatro siglos
sólo tuvieron fuerza y nombre de tales las que eran constituidas por el pueblo a propuesta
del rey, o de un magistrado senatorio, que regularmente era un cónsul. Entre éstas mere-
cen particular noticia las de las doce tablas, cuya redacción se confió a una magistratura
compuesta por diez senadores (decenviri), que recopilaron en ella los estatutos patrios,
incorporando lo que les pareció más conveniente de la legislación griega. Estas celebradas
16Suárez Franco, Roberto. Introducción al Derecho Civil. Op. cit., pp. 98-99.
17Comisión Editora de las Obras Completas de Andrés Bello, Rafael Caldera (Director). Ediciones
del Ministerio de Educación de Venezuela, Caracas, 1959, Tomo XIV, pp. 3 a 9 y 255 a 262.
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SOCIETAS
leyes se miran como la fuente del derecho público y privado de los romanos. Sancionólas el
pueblo en los años 302 y 305 de Roma.
Los plebiscitos, estatutos formados por la plebe reunida en tribus a propuesta de un magis-
trado popular, tribunus plebis, empezaron a tener fuerza de leyes entre todas las clases del
estado el año 466 de Roma.
La ley Cornelia (en el año 687 de Roma) prohibió que los pretores hiciesen alteraciones en
estos edictos durante el año de su pretura; y más adelante el emperador Adriano acabó de
desterrar del foro la arbitrariedad, disponiendo que se formase de todos ellos un edicto per-
petuo, como lo ejecutó bajo sus auspicios Salvio Juliano. La parte de la legislación romana
que se derivaba de los edictos de estos magistrados tuvo el nombre de derecho honorario o
pretorio, a diferencia de la que constituida por el pueblo se llamaba en una acepción más
estricta derecho civil.
Hasta el tiempo del emperador Tiberio que comenzó poco después de la era cristiana, conservó
el pueblo la facultad de hacer sus propias leyes a propuesta de los magistrados. Tiberio la
trasladó al Senado, que desde los primeros tiempos de Roma tuvo mucha parte en la admi-
nistración de los negocios públicos; pero que hasta entonces no había jamás dictado leyes.
Aunque el Senado desde que expiró la República no fue más que el órgano de la voluntad
imperial, no tardaron los emperadores en ejercer por sí solos del modo más amplio la potestad
legislativa. Sus leyes llamadas constitucionales son de varias especies. Denominábanse rescriptos
las que se expedían a petición de parte o consulta de un magistrado; pragmática-sanción, las
relativas a una clase o gremio; decretos, las sentencias definitivas e interlocutorias en actos de
jurisdicción contenciosa; edictos, cuando el príncipe de motu proprio definía algún punto
general de derecho; y privilegios, cuando se irrogaba a determinadas personas alguna pena o
premio extraordinario. Los decretos no constituían derecho, sino sólo entre partes, a menos que
se declarase en ellos algún punto oscuro, o que se les extendiese a todos los casos de la misma
especie: sólo los edictos tenían verdaderamente el carácter de leyes generales y perpetuas.
De estas cinco fuentes, las leyes propiamente dichas, los plebiscitos, los edictos de los magis-
trados, los senadoconsultos y las constituciones imperiales, emanaba todo el derecho escrito
o promulgado de los romanos. Pero tenía también no poca parte en la administración de
justicia el derecho no escrito, suplemento formado por el uso del foro y la doctrina de los
jurisconsultos.
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LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
de los príncipes gentiles, se compiló un nuevo código bajo los auspicios del emperador
Teodosio el joven hacia el año 438 de la era cristiana, dando lugar en él a las leyes de
Constantino y de sus sucesores en el imperio. Siguió el código de Justiniano compilado por
orden de este príncipe, por Triboniano y otros jurisconsultos y salió a luz el año 529 de
nuestra era. Redactáronse después las Pandectas o Digesto, resumen de la doctrina de los
jurisconsultos publicado en 533. Salieron en el mismo tiempo las instituciones, obras de
Triboniano, Doroteo y Teófilo destinadas a la enseñanza de la juventud. Pero observándose
gran número de contradicciones entre el código y las Pandectas, ordenó Justiniano que se
redactase otro nuevo código, codex repetitae praelectionis, que se publicó el año de Cristo
534, dando por abolido el primero.
A las Novelas se les dio también el nombre de Auténticas: Authenticae seu Novellae
constitutionis Justiniani, es el título que tiene esta parte del derecho romano. Pero este
nombre se lo apropiaron particularmente los escolios puestos, según se cree, por Irnerio,
jurisconsulto del siglo XII a las leyes del código, indicando lo añadido o mudado por las
Novelas o por la práctica del foro.
Para juzgar de la diferente autoridad de estas obras, se deben tener presente los axiomas
que siguen: 1° La ley posterior deroga siempre la anterior; 2° Las personas privadas no
hacen leyes; 3° Las leyes establecidas por la suprema potestad de un pueblo no obligan
a los otros. De ello se infiere: 1° Que las Novelas derogan las Instituciones, Pandectas y
Códigos; 2° Que el Código deroga las Instituciones y Pandectas; 3° Que estas dos últimas
obras gozan de igual autoridad, por habérseles dado fuerza de ley en un mismo día que
fue el 3 de las Calendas de enero del año 533; bien que subsistiendo entre ellas algunas
contradicciones por la negligencia de los jurisconsultos que las redactaron, se observan las
reglas que siguen: Las Instituciones ceden a las Pandectas como el original de que fueron
extractadas, y las Pandectas por el contrario a las Instituciones, cuando se descubre en estas
que el legislador ha querido innovar; 4° Que las Auténticas no tienen fuerza de leyes sino
en cuanto concuerdan con las Novelas a que se refieren, lo que no siempre sucede; 5° Que
no rige en las naciones modernas el Derecho Romano, sino en cuanto ha sido adoptado
por ellas; y 6° Que las Novelas del emperador León, insertas varias veces en el cuerpo del
derecho, no tienen autoridad alguna, aun en las naciones que reconocen la autoridad de
las leyes romanas”.
“El derecho positivo de un pueblo resulta de ciertos hechos reales, en que se manifiesta la
voluntad colectiva del pueblo, reunido en sociedad civil y Estado, relativamente a lo que ha
de valer como regla que dirija los actos de los asociados. La voluntad general se expresa de
dos modos; y las fuentes históricas del derecho son, por consiguiente, de dos especies.
55
SOCIETAS
La voluntad colectiva puede expresarse en forma de leyes; y esto es lo que sucede cuando la
autoridad constitucional encargada del poder legislativo, obrando como el órgano jurídico
del pueblo, intima una regla, y ordena que todos los miembros del Estado, o aquellos a
quienes especialmente concierne, la reconozcan en adelante y conformen a ella sus actos.
Pero la voluntad colectiva del pueblo en cuanto a lo que ha de valer como regla jurídica
puede manifestarse en el pueblo mismo inmediatamente, sin la intervención del órgano
legislativo. Así sucede cuando, sin ley preexistente que prescriba una relación de derecho,
la convicción acerca de la existencia de ésta es de tal modo profunda y general en el pueblo,
que se produce a lo exterior por actos inequívocos, voluntariamente ejecutados. La regla a
que se sujetan entonces los hombres se llama costumbre. Pero es preciso no perder de vista
que la fuerza obligatoria de la costumbre no nace de su observancia anterior, por regla
general, uniforme y antigua que haya sido, sino de la convicción que reina acerca de la
materia en el pueblo, o en las clases a que especialmente concierne; convicción de que la
práctica anterior no es más que un medio de prueba.
La voluntad general expresada del primer modo forma el derecho escrito de un pueblo (jus
scriptum); expresada del segundo modo constituye el derecho consuetudinario (mores, con-
suetudo, jus non scriptum). Uno y otro descansan pues igualmente sobre la voluntad general
(civium voluntas, omnium consensus), y producen por lo consiguiente iguales efectos.
La ley, en un sentido general es el derecho mismo; cada una de las disposiciones que lo de-
terminan es también una ley; y la costumbre, no menos que los preceptos promulgados por el
órgano legislativo, hace leyes, las modifica y las deroga. Pero se da más propiamente el nombre
de leyes a las disposiciones promulgadas por el órgano constitucional competente (…)”.
1. El hombre está dirigido por Dios a un fin, que es el mismo Dios, en el cual hallará su fe-
licidad; mas para conseguirlo es necesario que libremente ponga los medios, ejecutando ú
omitiendo ciertos actos. Esta necesidad de actos libres para tender al último fin, considerada
con relación á Dios se llama LEY; y con relación al hombre se dice OBLIGACIÓN, la cual
será grave o leve según que su infracción imposibilita al hombre la consecución de su fin19,
o solamente se la embaraza sujetándolo a una reparación.
18 Valenzuela Pieschacón, Mario, S.J., “Notas Jurídico Teológicas según el Derecho Colombiano”. Imprenta
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LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
9. La ley tal cual la hemos propuesto hasta aquí abraza también el precepto, el decreto, el
edicto, el estatuto, etc. Pero no raras veces se diferencia de ellos, porque a estos falta alguna
de las condiciones que vamos a exponer; aunque cuando no hay necesidad de distinguir,
es costumbre confundir estas palabras, porque nos fijamos únicamente en que todos estos
actos de la autoridad producen obligación. En la acepción más restringida la ley suele
definirse: Una disposición u ordenación (obligatoria y estable) de la razón al bien común,
promulgada por quien tiene el cargo de la comunidad. Las palabras son de Santo Tomás,
excepto las que por claridad hemos añadido entre paréntesis.
10. “La ley no obliga sino en virtud de la promulgación, y su observancia principia (en
Colombia y de ordinario) dos meses después de su promulgación. La promulgación consiste
en insertar la ley en el periódico oficial”, lo cual se dispone con el artículo 54 de la ley 149
de 1888.
CuAliDADes De lA ley
11. Reuníoslas acertadamente San Isidoro, en estas palabras, que cita y defiende Santo Tomás
“Sea la ley honesta, justa, posible, conforme á la naturaleza y la costumbre de la patria,
conveniente al lugar y al tiempo, necesaria, útil, manifiesta también para que la oscuri-
dad no sirva de lazo, escrita no para provecho particular, sino para utilidad común de los
ciudadanos”. Expondremos algunas de estas cualidades.
12. La ley humana debe ser –1° posible, no solo absoluta, sino aun moralmente, esto es, que no
acarree gravísimo daño o dificultad. Dios bien puede exigir actos heroicos cuantas veces le
plazca, ya que por que es dueño absoluto nuestro, ya por que da gracia para ejecutarlos;
pero la ley humana ordinariamente no puede, porque así como ordena debe también ser
ordenada; y no sería orden, antes si imprudencia y temeridad, prodigar la vida u otros
grandes bienes a no ser en casos excepcionales, en que lo exijan el bien común, el honor de
Dios, o la necesidad de evitar lo que es intrínsecamente malo. Además se ve la ley, que es
para bien de los hombres, acomodarse a su frágil condición, según la cual no es de esperar
los actos las omisiones, las cuales cuando inducen responsabilidad moral suponen voluntad positiva.
21 Non est potestas nisi a Deo. Rom. XIII –l– ln unamquamque gentern praeposuit rectorem. Eccli. XVII 14.
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SOCIETAS
que la generalidad de los súbditos se preste cada rato a actos heroicos. Con razón, pues,
las legislaciones modernas no obligan al reo a confesar su crimen. 2° Honesta, pues es
evidente que Dios no da autoridad para mandar actos malos y prohibidos por él; pero sí
se puede prescribir los que de suyo son diferentes. 3° Útil, esto es, que inmediata o remota-
mente contribuya al bien común. Si esta condición falta, podrá haber precepto, pero no ley.
4° Justa, en cuanto al fin, ordenándose al bien común: en cuanto al autor, que no exceda
los límites de su potestad; y en cuanto a la forma, guardando la debida proporción en la
distribución de los cargos. Nótese que como la sociedad es un cuerpo orgánico, y no una
agregación a manera de un saco de arena, la justicia distributiva no exige siempre, ante
muchas veces rechaza una igualdad algebraica en la distribución de las cargas sociales.
Por ejemplo, en la distribución de sangre o servicio militar, la naturaleza exige diferencia
entre el varón y la mujer, el joven y el anciano, y la organización social la impone también
y muy grande entre el soltero y el casado, el médico, el juez, el sacerdote y el que carece de
estas cualidades. Injustísima sería la ley que quisiera que todos fueran alguaciles, todos
alcaldes, todos jueces, todos soldados, todos coroneles.
13. Abusivamente acabamos de llamar ley a lo que no lo es, y en general, usando todavía del
mismo modo de hablar, toda ley a la que falte algo de las propiedades que de ella se derivan,
no es ley propiamente dicha, pues o será mero precepto o no tendrá valor alguno y por
consiguiente no produce obligación. N.B. Algunas veces obligará a hacer lo mandado, no
siendo malo; mas no por virtud de la ley, sino por evitar escándalo.
14. A las varias especies de ley corresponden varias clases de obligaciones. Hay obligación na-
tural de honra a los padres, eclesiástica de oír misa, civil de registrar los nacimientos, etc.
En materia de justicia llamamos obligación natural la que en virtud de la ley natural nace
de un hecho propio o ajeno, prescindiendo de que la ley civil la sancione o no. Obligación
civil, la que está sancionada por la ley, exista o no naturalmente. Meramente natural,
meramente civil, será pues la que es natural y no tiene sanción civil, o la que es civil sin
ser natural. V. gr.: meramente natural es la de pagar una deuda que no se puede probar,
y meramente civil la de pagar conforme a las pruebas legales y a la sentencia del juez, lo
que en realidad no se debe.
15. Dada por Dios a la autoridad, resulta la división de la ley en divina y humana; aquella
es natural o positiva, y ésta eclesiástica, doméstica o civil.
16. La ley natural es la divina conocida o que se puede conocer por la luz de la razón, que
descubre la voluntad de Dios en el orden natural de las cosas. En este orden hay algunas
relaciones tan intrínsecamente necesarias que Dios no podía establecerlas de otra manera,
como es la dependencia de la criatura respecto de su criador, de tal modo que en toda hipó-
tesis repugna que Dios críe un ser racional que no esté obligado a reivindicarle y a amarle.
Otras se conocen también por la razón, existen en la naturaleza y sin embargo absolutamente
hablando Dios podía no haberlas establecido, como son las que se oponen al matrimonio de
un padre con su propia hija. De aquí surge la distinción que en algunas disputas aparece
entre ley natural primaria y secundaria.
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LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
17. Positiva llamamos la ley que se añade a la natural, y que por tanto no puede conocerse por
solo el entendimiento. Podríamos decir que la ley natural la vemos, y la positiva la oímos.
18. Como dijo San Agustín, “no es ley la que no fuere justa, y en cuanto tiene de justicia, en
tanto tiene fuerza de ley. Pero en las cosas humanas se llama justo lo que es conforme a
la recta razón, y la primera regla de la razón es la ley natural…”. Luego toda ley, puesta
por los hombres, en tanto tiene razón de ley en cuanto se deriva de la ley natural, y si se
aparta en algo de la ley natural, ya no será ley, sino corrupción de ley. Así, pues, todas las
leyes humanas se derivan de la ley natural: pero esto puede ser de dos maneras. Algunas
se derivan de los principios comunes de la ley natural por modo de conclusiones; otras
como determinaciones de lo que es común (de reglas o formas comunes)… como el artífice
da determinación a la forma general de casa para que sea la figura de tal casa… Así el
precepto no se ha de matar se deriva como conclusión del principio que a nadie se ha de
hacer mal… La ley natural pide que el que ha obrado mal lleve castigo; pero que éste sea
tal o cual, no lo determina esa ley. “Los principios comunes de la ley natural no se pueden
aplicar de una misma manera a todos, por la mucha variedad de las cosas humanas, y de
aquí viene la variedad de la ley positiva en los diversos pueblos”.
Ley. En sentido lato es toda regla que se impone. Por lo mismo, tanto la materia como los
animales y el hombre están sometidos a leyes. En sentido concreto se entiende por leyes las
reglas obligatorias a que debe someterse la conducta del hombre. El conjunto de las leyes
relativas a éste constituye el Derecho. La palabra ley no se deriva de ligare, ligar, sino de
legere, según Cicerón, esto es, de elegir, porque el Legislador elige las reglas de conducta
obligatorias para todos.
El medio que se emplea para lograr el cumplimiento de la ley, se llama sanción. Sin ésta
las leyes positivas a nada conducirían. La sanción varía según los casos: generalmente
consiste en una pena impuesta a quien viola la ley, o en la nulidad de los actos ejecutados
contra las prohibiciones de ésta.
En cuanto a las leyes naturales que no forman parte del Derecho positivo, la sanción res-
pectiva sólo puede ser moral: remordimientos o temor de castigos en la otra vida, etc.
22 Vélez, Fernando. Estudio sobre el Derecho Civil Colombiano. Tomo I. Imprenta París-América, París,
1926, p. 1.
59
SOCIETAS
Más adelante, ya cuando avoca el estudio del artículo 4° del Código Civil, Vélez
dice que:
Y, precisamente don Fernando Vélez es quien fija seis reglas que han de servir
para la interpretación de la ley por vía de doctrina:
Pero bien se puede, para interpretar una expresión OSCURA de la ley, recurrir a su in-
tención o espíritu, claramente manifestados en ella misma o en la historia fidedigna de su
establecimiento (artículo 27).
Manda esta primera regla no desatenderse del tenor literal de la ley, para evitar interpre-
taciones arbitrarias, con el pretexto de consultar el espíritu de ella. En la interpretación de
testamentos y contratos (arts. 1127 y 1618) debe estarse más a la sustancia de las dispo-
siciones o a la intención del testador o de los contratantes que a lo literal de las palabras.
Depende esta diferencia entre la manera de interpretar la ley y los actos particulares, de que
los conocimientos actuales hacen suponer que el Legislador ha empleado en la redacción
de la ley los términos propios para manifestar su intención. No debe suponerse lo mismo
respecto de individuos que generalmente ignoran su propia lengua.
Como ahora no se consignan en las leyes, como antes, los motivos que les sirven de fun-
damento, el mejor medio de conocer la historia de una ley, es el estudio de los proyectos en
que se propuso al Congreso, de los informes que la acompañaron y de las discusiones que
precedieron a su expedición.
2ª. Las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso general
de las mismas palabras; pero cuando el legislador las haya definido expresamente para
ciertas materias, se les dará a estas su significado legal (Artículo 28).
Aplicando esta regla si una palabra tiene un sentido en el lenguaje culto o técnico, pero
se usa generalmente en otro, será este el preferido para interpretar la ley. Es natural que
prevalezca el sentido que todos dan a una palabra sobre el que puedan darle el diccionario
de la lengua o ciencia o arte que pocos conocen. Cuando el legislador define palabras
como hijos naturales, parientes, caución, presunción de derecho, etc., no habrá razón para
darles otro sentido.
3ª. Las palabras técnicas de toda ciencia o arte se tomarán en el sentido que les den los
que profesan la misma ciencia o arte; a menos que parezca claramente que sea tomado en
sentido diverso (Artículo 29).
60
LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
Esta regla se funda que nada debe prevalecer sobre la intención expresa del legislador.
Así es que cuando define lo que son medidas de extensión y peso o las pesas y las monedas,
sus definiciones son las que tienen valor legal aunque pueda equivocarse y tal vez se haya
equivocado.
4ª El contexto de la ley servirá para ilustrar cada una de sus partes, de manera que haya
entre todas ellas la debida correspondencia y armonía.
Los pasajes oscuros de una ley pueden ser ilustrados por medio de otras leyes particularmente
si versan sobre el mismo asunto (art. 30).
En una misma ley es natural que haya unidad, puesto que el pensamiento del legislador
debió ser uno. De modo que habiendo oscuridad en una parte de la ley sería absurdo in-
terpretar esa parte en sentido que destruya la debida correspondencia y armonía que deben
haber entre todas las partes de la ley, según el objeto de esta. Cuando se tratan distintas
leyes o códigos la regla tiene menos fuerza, “porque si bien las unas y las otras emanan
de una misma autoridad moral, aunque es único y permanente el poder legislativo, todas,
sin embargo, y esta es la realidad de las cosas, han sido transformadas en circunstancias
varias y mediante el concurso de diversas inteligencias”.
Esta regla, que es consecuencia de la que establece el artículo 27, tiene por objeto abolir
la antigua –odia restringi et favores convit apliari– que permita al juez extender la ley
favorable a casos propiamente no comprometidos en ella, y restringir la odiosa excluyendo
algunos de los que comprendiese, si no por su tenor literal, sí por su espíritu.
6ª En los casos a que no pudieran aplicarse las reglas de interpretación anteriores, se in-
terpretan los pasajes oscuros o contradictorios del modo más conforme parezca al espíritu
general de la legislación de la equidad natural, artículo 32.
A falta de ley positiva debe el juez para fallar lo que no puede omitir en ningún caso (art. 48,
ley 153), consultar la equidad natural, o sea los principios de justicia eterna que comprende
el derecho natural, no solo bases sino complemento de la legislación positiva.
Más adelante, Vélez vuelve sobre la aplicación de las leyes, en los siguientes términos23:
61
SOCIETAS
Según dice Baudry La Cantineire, las leyes están destinadas a conservar la paz entre
los hombres, y para lograr este objeto es necesario que se aplique por medio de una
autoridad que se llama justicia. De aquí se deduce que los jueces o magistrados no
puedan rehusarse a juzgar ningún asunto pretextando silencio, oscuridad o insufi-
ciencia de la ley, y que si se rehúsan incurren en responsabilidad por denegación de
justicia art. 48, ley 153. La denegación de ésta la castiga el Código Penal, como puede
verse en el capítulo 6, título X, libro segundo.
Al juez que conozca de un litigio pueden presentársele cuatro casos:
Primero. Hay disposición legislativa clara y precisa aplicable al asunto. El juez debe aplicarla
aunque le parezca injusta artículos 27 y 31, porque no es el llamado a modificarla, tanto
porque no es el legislador cuanto para enviar grandes abusos que resultarían de erigir su
conciencia en ley, el juez está instituido para juzgar según la ley, y no juzgar la ley.
Segundo. Hay disposición legislativa aplicable al asunto, pero es obscuro. El juez debe hacer
uso de las reglas de interpretación que antes indicamos para aplicarlas en el sentido que
juzgue más acertado teniendo además presentes las reglas que sigue la ley 153.
1ª Los principios del derecho natural y las reglas de la jurisprudencia servirán para ilus-
trar la Constitución en casos dudosos. La doctrina constitucional es, a su vez, norma para
interpretar las leyes (art. 4).
Tres dediciones uniformes dadas por la Corte Suprema, como tribunal de casación, sobre
un mismo punto de derecho, constituyen doctrina legal más probable (art. 10).
Acerca de esta regla debe tenerse en cuenta el artículo 4 de la ley 169 de 1986, que dispone
que “tres dediciones uniformes dadas por la Corte Suprema como tribunal de casación sobre
un mismo punto de derecho constituyen doctrina probable, y los jueces podrán aplicarlas en
casos análogos, lo cual no obsta para que la corte varíe la doctrina en caso de que juzgue
erróneas las dediciones anteriores”.
6ª Las órdenes y demás actos ejecutivos del gobierno expedidos en ejercicio de la potestad
reglamentaria tienen fuerza obligatoria, y serán aplicados mientras no sean contrarios a
la Constitución, a las leyes ni a la doctrina legal más probable (art. 12).
62
LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
Tercero. No hay disposición legislativa aplicable: la ley es muda. El juez, cuando hay
ley exactamente aplicable al caso controvertido, aplicará las leyes que regulen casos o
materias semejantes y, en su defecto, la doctrina constitucional y las reglas generales del
derecho (art. 8).
De modo que si el juez no halla disposición que comprenda el punto que debe fallar, para
revolverlo, puesto que no puede omitir esto según el artículo 48, buscará una disposición
semejante; si no la halla, aplicará la doctrina constitucional, y si esta nada resuelve, las
reglas generales de derecho.
Aunque la frase materias semejantes es muy vaga, citamos un caso para dar ejemplo de
ella. El art. 303 del código dispone que la autorización a que se refiere debe darla el juez
con conocimiento de causa. ¿en qué consiste este? Los artículos 483 y 1.810 indican,
en materias semejantes, que el conocimiento implica que al juez debe probársele que hay
utilidad o necesidad manifiesta en la enajenación o hipotecación que se pretenda.
Las reglas del derecho son ciertos axiomas, o principios generales, tales como “donde la ley
no distingue, no es dado distinguir al hombre, etc.”, mandados aplicar por la legislación
romana y española que se funda en la equidad.
Cuarto. En vez de una disposición legislativa aplicable al asunto, hay una anterior y una
posterior, y el juez duda cual deba aplicar. Se trata, pues, del tránsito legal de derecho
antiguo al derecho nuevo. A este caso se refieren casi todas las disposiciones de la prime-
ra parte de la ley 153, de donde hemos tomado los artículos que antes citamos. Como el
origen de tales disposiciones es una ley chilena de 1961, y cómo ésta y la 153 han sido
comentadas por los señores Cood y Fabres en sus explicaciones del Código Civil y por el
señor Angarita en la edición del Código Civil colombiano de 1988, para no alargarnos
demasiado vamos simplemente a clasificar las disposiciones pertinentes de aquella primera
parte. Por esta misma razón hemos omitido los comentarios a los artículos de la ley 153
mencionados anteriormente.
Al tratar de los efectos de la ley en cuanto al tiempo (número 48), vimos que el principio
de nuestras leyes es que la ley posterior no puede arrebatar derechos legítimamente ad-
quiridos. Las reglas que vamos a clasificar tienen por objeto establecer que ciertos actos
o hechos jurídicos no son derechos adquiridos y por lo mismo les es aplicable la nueva
ley. Pueden tenerse como reglas generales en particular las que mencionamos al hablar
en el segundo caso de la aplicación de la ley (número 117) y además las del número
120, puesto que no se refieren a determinado derecho. Las otras, o las especiales, las
indicaremos separándolas en leyes civiles, procesales, y penales.
reglAs geNerAles
Fuera de los artículos 4, 5, 6, 8, 10, 11, 12 pueden tenerse como tales, éstas:
1ª Siempre que se advierte incongruencia en las leyes u ocurra oposición entre ley anterior
y posterior, o trate de establecerse el tránsito legal de derecho antiguo a derecho nuevo, las
63
SOCIETAS
El adverbio especialmente no es aceptable porque da la idea inexacta de que son los jueces
y magistrados quienes deben observar con más fidelidad la ley, cuando lo exacto es que la
ley es igualmente obligatoria para todas las autoridades.
2ª La ley posterior prevalece sobre la anterior en caso de que una ley posterior sea contra-
ria a otra anterior y ambas preexistentes al hecho que se juzga, se aplicará la ley posterior
(art. 2).
La primera parte del artículo –la ley posterior prevalece sobre la anterior– es una regla
general que no puede arrebatar derechos adquiridos.
La segunda parte establece en definitiva que la ley no puede regir hechos pasados porque
entre dos leyes preexistentes al hecho que se juzga la posterior debe aplicarse, cosa natural
y justa puesto que no se le da efecto retroactivo.
Así es que los jueces para saber si se trata del tránsito de un derecho a otro no deben tener en
cuenta únicamente los actos legislativos que se llaman leyes sino también la Constitución.
5ª Las meras expectativas no constituyen derecho contra la ley nueva que las anule o
cercene (art. 17).
6ª Las leyes que por motivos de moralidad, salubridad o utilidad pública restrinjan derechos
amparados por la ley anterior tienen efecto general inmediato.
64
LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
“El ordenamiento colombiano está compuesto, pues, por las siguientes fuentes: la
Constitución; las leyes, incluyendo en esta categoría desde las leyes ordinarias hasta los
diversos tipos de ley; los actos administrativos, esto es, todos los actos de la Administración
que producen efectos jurídicos, y dentro de los que se destacan principalmente los de carácter
general (los denominados reglamentos).
También son fuentes, como hemos visto, aunque de carácter subsidiario, reconocidas por
la Constitución, la equidad, la jurisprudencia, los principios generales del derecho, y la
doctrina. De otra parte, la costumbre establecida y regulada en la ley (en el Código Civil)
también forma parte de éstas”.
Esto nos lleva a formular una pirámide normativa en los siguientes términos y
clasificaciones, que aquí vamos a definir y realizar un pequeño aporte a la doctrina:
a. En el ámbito nacional:
• Ley de Leyes (Constitución).
• Leyes Aprobatorias de los Tratados Públicos Internacionales sobre Derechos
Humanos y Convenios de la Organización Internacional del Trabajo,
O.I.T.
24 Sierra Porto, Humberto Antonio. Concepto y Tipos de Ley en la Constitución Colombiana. Ediciones de
65
SOCIETAS
b. En el ámbito regional:
• Ordenanzas departamentales ordinarias.
• Ordenanzas delegantes.
• Decretos del alcalde con base en los acuerdos delegantes.
• Decretos reglamentarios.
• Actos ordinarios de los gobernadores.
• Actos de los demás funcionarios departamentales según sus jerarquías.
c. En el ámbito municipal:
• Acuerdos ordinarios de los concejos municipales y/o distritales.
• Acuerdos delegantes.
• Decretos del alcalde con base en los acuerdos delegantes.
• Actos ordinarios del alcalde.
• Actos de las demás autoridades municipales según jerarquía.
• Resoluciones de las JAL.
26 Colombia. Corte Constitucional. Sentencia C-026 de 1993, M.P. Dr. Jaime Sanín Greiffenstein.
En: www.noti.net
66
LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
“Al amparo de los preceptos constitucionales que hoy nos rigen, las normas que establecen
ritualidades en el trámite de la formación de las leyes tienen la misma valía e importancia y
ocupan igual categoría y jerarquía que aquellos que regulan aspectos sustantivos, de manera
que si alguna de esas exigencias o condiciones son desconocidas por las Cámaras durante
el trámite recorrido para la expedición de las leyes, corresponde a la Corte Constitucional
previa acusación ciudadana retirar del orden jurídico las disposiciones legales que de una
u otra forma lesionen los preceptos del Estatuto Máximo”.
Y es que según Sierra Porto27, “un concepto material de ley significa que la Constitución
asigna a la ley un específico contenido, o estructura, que la diferencia de las demás normas del
ordenamiento, de manera que sólo existirá ley si la norma se adecua a dichas exigencias, inde-
pendientemente de su origen o procedimiento”.
En cuanto al artículo 150 de la Constitución vigente, que asigna al Congreso la
competencia de hacer las leyes, debemos aclarar que en su versión final fue publi-
cado el 25 de septiembre de 1991 en la Gaceta Constitucional # 125, momento en el
cual las 25 atribuciones numeradas del artículo, más la que al final dice: “Compete al
Congreso expedir el estatuto general de contratación de la administración pública y en especial
de la administración nacional”.
En la Constitución de 1886, de acuerdo con la codificación posterior al Acto
Legislativo #1 de 1979, el artículo 76 consagraba 24 atribuciones del Congreso en
cuanto a la expedición de las leyes. Por eso se ha dicho que “la ley como categoría nor-
mativa deviene singular por el órgano que la produce, el Congreso de la República, y por el
procedimiento que se utiliza para su elaboración”28.
El rango y el valor de las leyes, es decir, la posición o lugar que estas ocupan en
el sistema de fuentes supeditadas a la Constitución, sus características propias que
les dan importancia según la propia Constitución, así como la fuerza de la ley, que es
su “especial forma de relacionarse con las demás normas del sistema de fuentes”29, nos lleva a
hablar de diversos tipos legales, que a nuestro juicio, son las siguientes:
Sumada a esta clasificación, también encontramos la “legislación delegada” o “delega-
ción legislativa”, que realiza la Carta, bien a través del Congreso, con las leyes delegantes,
o bien, desde el artículo 341 Superior y que consiste en que si el Congreso no aprueba
en el plazo de tres meses (desde su presentación por el Presidente) el Plan Nacional de
Inversiones Públicas, el Ejecutivo quedará facultado para expedir dicho plan mediante
decreto ley, aceptándose así la intervención normativa del Gobierno, o lo que Sierra
Porto ha denominado “el protagonismo gubernamental en el proceso normativo”30.
67
SOCIETAS
Las propuestas de reserva sólo podrán ser formuladas a los Tratados y Convenios que
prevean esta posibilidad o cuyo contenido así lo admita. Dichas propuestas, así como las de
aplazamiento, seguirán el régimen establecido para las enmiendas en el proceso legislativo
ordinario.
Las Comisiones competentes elevarán a las plenarias, de conformidad con las normas ge-
nerales, propuestas razonadas sobre si debe accederse o no a la autorización solicitada.
¿Qué dispone el artículo 217? Sencillamente, que durante el trámite del proyecto de ley
que aprueba el tratado, puedan presentarse “propuestas de no aprobación, de aplazamien-
to o de reserva respecto de tratados y Convenios Internacionales”. Estas propuestas están
dirigidas al texto final de la ley. Dicho de otro modo: son propuestas para que, al final, la
ley impruebe el tratado, aplace su vigencia o lo apruebe sólo parcialmente. Y se repite: la
ley, en cualquiera de estos casos, una vez declarada exequible por la Corte Constitucional,
será obligatoria para el Gobierno.
En este punto es necesario hacer una distinción. Es cierto que en el ámbito internacional
sólo el Presidente de la República puede formular “reservas” a los tratados, precisamente
en cumplimiento de su función constitucional de “dirigir las relaciones internacionales”.
Pero, en el campo interno, entendiendo, como es lógico, las reservas como la no apro-
bación de alguna o algunas de las cláusulas de un tratado, es claro que bien puede
el Congreso hacer estas reservas. Y que ellas quedarán plasmadas en la ley, obligatoria
para el Gobierno si es declarada exequible. Como lo obliga también, en sentido contrario,
la declaración de inexequibilidad.
Hay que observar que el legislador fue cuidadoso en extremo, al prohibir, en el inciso segundo
del mencionado artículo 217, enmendar los tratados. Ello, porque la enmienda no puede
ser sino el fruto de la voluntad de las partes contratantes.
68
LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
Como la ley aprobatoria de un tratado, es una ley ordinaria, no sobra advertir que, aprobado
parcialmente un tratado, o aplazada su vigencia, aún queda al Gobierno la oportunidad
de objetar el proyecto de ley por inconveniente, aduciendo, por ejemplo, su inconformidad
con las reservas hechas por el Congreso en el proyecto de ley, o con el aplazamiento mismo
de su vigencia. En tal evento, se seguiría el trámite previsto en los artículos 166 y 167 de
la Constitución.
De otro lado, hay que aclarar que el “ aplazamiento” a que se refiere el citado artículo 217
es relativo a la vigencia del tratado, no a su aprobación como lo dice el demandante al
afirmar que “también es inconstitucional la facultad de aplazar la aprobación o impro-
bación de los tratados”. El Congreso tiene que tramitar el proyecto de ley que aprobará o
improbará, total o parcialmente, el tratado o aplazará su vigencia, es decir, dirá que sólo
comenzará a regir a partir de un día cierto y determinado.
ARTICULO 216. Trámite prioritario. El Congreso dará prioridad al trámite de los pro-
yectos de ley aprobatorios de los tratados sobre derechos humanos que sean sometidos a su
consideración por el Gobierno.
El Procurador General de la Nación podrá exhortar al Congreso para que expida las leyes
que aseguren la promoción, el ejercicio y la protección de los derechos humanos.
Leyes estatutarias: Como lo señala Jaime Araujo Rentería31, esta es una categoría
creada por el constituyente de 1991. Su aprobación, modificación o derogación exige
la mayoría absoluta de los miembros del Congreso, al igual que el trámite, el cual
deberá desarrollarse en una sola legislatura; luego de aprobadas por el Congreso,
deben enviarse a revisión previa en la Corte Constitucional32, para que ésta se pro-
nuncie sobre la exequibilidad del proyecto. Cualquier ciudadano podrá intervenir
para defenderlas o impugnarlas. Por medio de estas leyes, conforme al artículo 152
Superior, el Congreso de la República regulará las siguientes materias:
a. Derechos y deberes fundamentales de las personas y los procedimientos y recursos
para su protección.
b. Administración de justicia.
c. Organización y régimen de los partidos y movimientos políticos; estatuto de la
oposición y funciones electorales.
31 Araujo Rentería, Jaime. Principios de Derecho Constitucional. Serie Jurídica, Editorial McGraw-Hill,
D.C., 1997, p. 287, dice que el control de constitucionalidad de una ley estatutaria tiene como características
el ser: Jurisdiccional, automático, previo, integral, definitivo y preparatorio.
69
SOCIETAS
La sentencia C-013 de 199333, que contó con ponencia del Magistrado Eduardo
Cifuentes Muñoz, consagró los siguientes aspectos:
‘‘Las leyes estatutarias están encargadas de desarrollar los textos constitucionales que
reconocen y garantizan los derechos fundamentales. No fueron creadas dentro del orde-
namiento con el fin de regular en forma exhaustiva y casuística todo evento ligado a los
derechos fundamentales”.
‘‘La Carta se refiere a una ley que debe trazar los principios y límites para la regulación
de las referidas materias con carácter general por parte del Ejecutivo. Los reglamentos que
dicte el Ejecutivo revisten cierto grado de generalidad. Sus destinatarios serán el universo
de los trabajadores o una categoría más o menos extensa de los mismos. La regulación del
monto de las indemnizaciones y de las pensiones de jubilación de los empleados públicos
de Colpuertos, lejos de ser una regulación genérica, se circunscribe al caso específico de la
liquidación de Puertos de Colombia, decidida por el Congreso, dentro de las facultades que
le confiere el artículo 150-7 de la Carta y, por ello, perfectamente atribuible al Ejecutivo,
tanto a la luz del anterior ordenamiento constitucional como del ahora vigente”.
Leyes orgánicas: Son aquellas “a las cuales estará sujeto el ejercicio de la actividad legisla-
tiva”, como lo establece el artículo 151 Superior; “este tipo legal se distingue de las demás
leyes por su nomen específico…”34. No podrían estar incorporadas a un decreto-ley,
expedido por el Gobierno, aunque ello ocurrió en vigencia de la Constitución de
1886, por no estar prohibido (recuérdese que la Ley Orgánica del Presupuesto fue
el Decreto-Ley 294 de 1973), tal posibilidad no resulta coherente con la autonomía
que la Constitución proclama en lo relativo al ejercicio de las funciones básicas de las
ramas del poder público, pues una cosa es colaborar armónicamente con otra rama
y órgano para alcanzar los fines estatales y otra muy distinta gozar de atribución sufi-
ciente para supeditar a los propios mandatos el núcleo esencial de la función de otra
Rama, en especial si es la legislativa, aún facultado por ésta.
Por medio de estas leyes, que requieren para su aprobación la mayoría absoluta
de los miembros de una y otra Cámara, se establecerán:
a. Los reglamentos del Congreso y de cada una de las Cámaras.
b. Las normas sobre preparación, aprobación y ejecución del presupuesto de rentas
y ley de apropiaciones y ley general de desarrollo.
c. Las leyes relativas a la asignación de competencias normativas a las entidades
territoriales.
d. Define qué se entiende por gasto público social.
33 Colombia. Corte Constitucional. Sentencia C-013 de 1993, M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz.
34 Sierra Porto, Humberto Antonio. Op. cit., p. 246.
70
LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
Por su parte, el artículo 151 Superior también se refiere a la denominada Ley del
Plan Nacional de Desarrollo, la cual se aprueba cada cuatro años, ya que la anterior
pierde vigencia y también, al igual que la ley de presupuesto, posee unas fechas precisas
para ser presentada, tramitada y aprobada. Su procedimiento de aprobación posee
35 Colombia. Corte Constitucional, Sentencia C-022 de 2004, M.P. Dr. Alfredo Beltrán Sierra.
71
SOCIETAS
una ley orgánica, la 152 de 1994, que reglamentó el artículo 349 de la Constitución,
el cual establece lo siguiente:
ARTÍCULO 339. Habrá un Plan Nacional de Desarrollo conformado por una parte gene-
ral y un plan de inversiones de las entidades públicas del orden nacional. En la parte general
se señalarán los propósitos y objetivos nacionales de largo plazo, las metas y prioridades de
la acción estatal a mediano plazo y las estrategias y orientaciones generales de la política
económica, social y ambiental que serán adoptadas por el gobierno. El plan de inversiones
públicas contendrá los presupuestos plurianuales de los principales programas y proyectos
de inversión pública nacional y la especificación de los recursos financieros requeridos para
su ejecución. Las entidades territoriales elaborarán y adoptarán de manera concertada entre
ellas y el gobierno nacional, planes de desarrollo, con el objeto de asegurar el uso eficiente
de sus recursos y el desempeño adecuado de las funciones que les hayan sido asignadas por
la Constitución y la ley. Los planes de las entidades territoriales estarán conformados por
una parte estratégica y un plan de inversiones de mediano y corto plazo.
“…La actividad legislativa de expedición del Plan Nacional de desarrollo está sujeta a: (i)
las normas constitucionales que se refieren al asunto; (ii) las normas orgánicas generales que
regulan el trámite de aprobación de las leyes, contenidas hoy en día en la Ley 5ª de 1992,
Orgánica del Reglamento del Congreso; y (iii), de manera especial, a la Ley Orgánica del
Plan de Desarrollo, contenida actualmente en la Ley 152 de 1994. Todos estos parámetros
normativos deben ser tenidos en cuenta a la hora de examinar la constitucionalidad formal
y material de la ley cuatrienal del Plan de Desarrollo Económico, pues las leyes orgánicas
forman parte del bloque de constitucionalidad lato sensu, que abarca “todas aquellas dis-
posiciones que tienen un rango normativo superior a las leyes ordinarias”, aunque a veces
no tengan rango constitucional, como las leyes estatutarias y orgánicas, pero que sirven
como referente necesario para la creación legal y para el control constitucional”.
36 Colombia. Corte Constitucional. Sentencia C-305 de 2004, M.P. Dr. Marco Gerardo Monroy
Cabra.
72
LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
“Aun cuando en todas las ediciones de la Carta de 1991 aparece citado este numeral 20 del
artículo 150, que se refiere a ‘crear los servicios administrativos y técnicos de las Cámaras’,
todo parece indicar que se trata de un error de codificación y que el constituyente quiso
señalar como excluidas de las facultades extraordinarias las llamadas ‘leyes cuadros’ o ‘leyes
marco’ de que trata el numeral 19”.
Ello fue reiterado por la Corte varias veces, en especial en la Sentencia C-700
de 1999.
Leyes delegantes o de facultades: Son las que de acuerdo con el numeral 10 del ar-
tículo 150 Superior confieren al Presidente de la República, hasta por seis meses, de
73
SOCIETAS
precisas facultades para expedir normas con fuerza de ley cuando la necesidad lo exija
o la conveniencia pública lo aconseje; se conocen también como las normas del Ejecutivo
con fuerza de ley. Tales facultades derivadas de esta ley deberán ser solicitadas expresa-
mente por el Gobierno y su aprobación requerirá la mayoría absoluta de los miembros
de una y otra Cámara. Estas facultades no se podrán conferir para expedir códigos,
leyes estatutarias, leyes orgánicas, ni las previstas en el numeral 2037 del artículo 150,
ni para decretar impuestos. Sin embargo, la Sentencia C-417 de 199238 estableció que:
“Aun cuando en todas las ediciones de la Carta de 1991 aparece citado este numeral 20 del
artículo 150, que se refiere a crear los servicios administrativos y técnicos de las Cámaras, todo
parece indicar que se trata de un error de codificación y que el constituyente quiso señalar como
excluidas de las facultades extraordinarias las llamadas “leyes cuadros” o “leyes marco” de que
trata el numeral 19”.
Leyes ordinarias: La regla general es que todas las leyes son ordinarias, pero según
Diego Younes Moreno39, también se les denomina a éstas leyes comunes, ya que
prácticamente corresponden al desarrollo de las funciones que fija al Congreso el
artículo 150, salvo los numerales 10 y 19, es decir, “las que no cumplen con la exigencia
de tener un específico nomen iuris”40. Se suman a estas leyes ordinarias, las de los artícu-
los 150, numeral 21 y 334 Superior, que corresponden a las denominadas leyes de
intervención económica.
Leyes declaratorias: Son una clasificación dada por Fernando Vélez41, en el sentido
de que “cuando una ley se limite a declarar el sentido de otra, se entenderá incorporada en ella
para todos sus efectos; pero no alterará lo que se haya dispuesto en decisiones ejecutoriadas antes de
que entre a regir”. Junto a éstas encontramos las Leyes interpretativas: Clasificación que
propone Younes Moreno42 para indicar que la norma interpretativa se incorpora a la
interpretada constituyendo con ésta, desde el punto de vista sustancial, un solo cuerpo
normativo, un solo mandato del legislador. Es decir, en virtud de la interpretación
con autoridad –que es manifestación de la función legislativa– el Congreso dispone
por vía general sobre la misma materia tratada en la norma objeto de interpretación
pues entre una y otra hay identidad de contenido.
Ley de Honores: En la sentencia C-057 de 199343 del Magistrado Simón Rodríguez
Rodríguez, se dijo: ‘‘No obstante el proyecto de ley cuestionado no da a conocer los nombres
de las personas que se han hecho acreedoras a esa distinción, vale decir, que la ley de honores
se hace en forma abstracta y las personas a quienes se debe exaltar, si es por el sentido literal y
gramatical del texto del proyecto, permanecerían en el anonimato. Más sobre estas consideraciones
de carácter exegético habrán de prevalecer las de índole práctico que consulten la realidad de las
cosas y de la vida nacional”.
37 “Artículo 150: ...20. Crear los servicios administrativos y técnicos de las Cámaras”. En: Olano García,
Hernán Alejandro. Constitución Política de Colombia –comentada y concordada– Sexta Edición. Ediciones Doctrina
y Ley, Bogotá, D.C., 2002, p. 468.
38 Colombia. Corte Constitucional. Sentencia C-417 de 1992.
39 Younes Moreno, Diego. Op. cit., p. 289.
40 Sierra Porto, Humberto Antonio. Op. cit., p. 250.
41 Vélez, Fernando. Op. cit., p. 24.
42 Younes Moreno, Diego, Op. cit., p. 289.
43 Colombia. Corte Constitucional. Sentencia C-057 de 1993, M.P. Dr. Simón Rodríguez Rodríguez.
74
LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
“A pesar de la redacción que ofrece el artículo 2 del Proyecto de Ley en el sentido de ‘‘au-
torizar’’ al Gobierno Nacional para concurrir en la financiación de las distintas obras de
beneficio público que en el mismo se relacionan, en verdad lo que se hace es decretar un
gasto público y más exactamente un gasto público de inversión social, que con motivo de
la conmemoración del trisesquicentenario de la fundación del Municipio de Marmato,
consideran los legisladores que se asociaba a tan fausto acontecimiento. Se entiende el
sentido del vocablo ‘‘autorizar’’, porque de todas maneras es competencia del Gobierno
Nacional, de acuerdo con las normas constitucionales y la Ley 38 de 1987, orgánica del
Presupuesto Nacional, preparar el Presupuesto de Gastos y Ley de Apropiaciones. De esta
manera, sería una Ley de la República la que estaría decretando el gasto público y así se
ajustaría el proyecto con los artículos 150-11, 345 (no puede hacerse en tiempo de paz
ningún gasto público que no haya sido decretado por el Congreso) y 346 (es del resorte del
Gobierno Nacional elaborar anualmente el Presupuesto de Gastos y Ley de Apropiaciones
que habrá de presentar ante el Congreso). La Ley en que se convierta el presente Proyecto
de Ley sería el estatuto legal que el Gobierno habría de tener en cuenta para incluir en
futuras vigencias fiscales en el Presupuesto Nacional los gastos públicos que se decreten en
el tal proyecto a favor de obras de interés social del Municipio de Marmato’’.
Leyes del Plan Nacional de Inversiones: El artículo 341 Superior establece esta ley
con la materia reservada que de su nombre se desprende. Según Sierra Porto46: “Tiene
previsiones especiales sobre su procedimiento de elaboración, en la etapa de la iniciativa, en lo
referente a las enmiendas, y sobre todo, en la fase de aprobación: en caso de que el Congreso,
en el plazo de tres meses previsto en la Constitución, no lo apruebe, el proyecto presentado por
el Gobierno “podrá ponerlo en vigencia” mediante un decreto ley expedido por el Presidente de
la República. Pero lo realmente fundamental de este tipo normativo es que resulta ser el único
al que la Constitución le asigna expresamente efectos respecto de los demás tipos de ley, pues se
trata de un tipo legal que prevalece sobre los demás tipos de ley”.
Leyes que conceden amnistías o indultos generales por delitos políticos: Son las que
se desprenden del numeral 17 del artículo 150 Superior, donde se establece que son
leyes por medio de las cuales se conceden amnistías o indultos generales por delitos
44 Sentencia citada.
45 Sierra Porto, Humberto Antonio. Op. cit., pp. 247 a 250.
46 Sierra Porto, Humberto Antonio. Op. cit., p. 247.
75
SOCIETAS
Leyes sobre restricción a los límites del derecho de circulación en San Andrés: Es
una ley muy particular o de materia reservada, la cual, para su aprobación requiere
de mayoría de los miembros de una y otra Cámara. Está consagrada su expedición
en el inciso 2° del artículo 310 Superior.
Así llegamos a acoger un catálogo extenso acerca de la ley, que se complementa
con esta corta clasificación acerca de las normas que expide el Ejecutivo en Colombia
en ejercicio de sus funciones y facultades. Esas normas del Ejecutivo son los deno-
minados decretos, que el Gobierno Nacional expide para poder ejercer su potestad
reglamentaria, reguladora y en ocasiones supletiva del legislador.
Según los profesores Franky Urrego Ortiz y Manuel Fernando Quinche Ramírez48,
“Uno de los aspectos más problemáticos de los decretos, que son la forma preponderante de par-
ticipación del Gobierno en el sistema normativo, radica en que su expedición excluye el ejercicio
del principio democrático, en la medida en que allí tan sólo se contiene la voluntad del Presidente
de la República avalada por el Ministro o Director de Departamento Administrativo, según la
materia que corresponda, con ausencia total de debate, de deliberación. Ahora bien, si se tiene
en cuenta que el principio democrático es uno de los elementos fundantes del estado colombiano
(art. 1 C.P.), es la ley y no el decreto, la que, por regla general, tiene una mayor jerarquía dentro
del sistema jurídico, debiendo entonces el Ejecutivo someterse a la voluntad del Congreso, que es
lo que, en principio, evita que nuestro modelo de Estado sea una dictadura”.
Urrego y Quinche proponen una clasificación en (i) decretos de contenido
legislativo (decretos leyes; decretos legislativos; decreto del plan nacional de desarro-
llo; decretos estatutarios y, decretos autónomos o reglamentos constitucionales); (ii)
76
LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
Decretos legislativos. Son los que se expiden en uso de las facultades que le confiere
la Constitución en sus artículos 212 y 214 para conjurar los estados de excepción
(estado de guerra exterior y estado de conmoción interior). Su control automático
corresponde a la Corte Constitucional. Es importante precisar que estos decretos en
algunas ocasiones han sido declarados inexequibles por incumplir el requisito de
conexidad entre las causas que dieron origen a la declaratoria y las disposiciones que
con base en ella se expidan a su amparo.
Decretos de emergencia económica. El Presidente los expide en virtud del artículo 215
Superior y su finalidad es la de conjurar los hechos amenazantes, sobrevinientes o
calamitosos, que comprometan el orden económico, social o ecológico del país. Su
control automático corresponde a la Corte Constitucional.
77
SOCIETAS
Ponente: Yesid Rojas Serrano, Expediente 2073, “por el cual se reglamenta la celebración
de los contratos a que se refiere el inciso segundo del artículo 355 de la Constitución Política”.
Decretos inmarco o que desarrollan leyes marco o cuadro. También son incluidos
en su estudio por Urrego y Quinche. Según ellos, el nombre se lo asigna el profesor
Juan Manuel Charry Urueña y son los que pueden dictarse siempre y cuando se
den dos supuestos: que exista la ley marco y que los decretos se enmarquen en los
criterios y objetivos por ella definidos. En la Sentencia C-350 de 2004 de la Corte
Constitucional, así como el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo,
Sección Primera, Consejera Ponente Olga Inés Navarrete Barrero, Sentencia del 1 de
noviembre de 2000, Radicación 11001-03-24-000-2000-6686-01 (6686), han entendido,
según Urrego y Quinche, “que los decretos que expide el Gobierno Nacional para cumplir
con la función de modificar la estructura de los Ministerios, Departamentos Administrativos y
demás entidades u organismos administrativos nacionales, con sujeción a los principios y reglas
generales que defina la ley>, contenida en el artículo 189-16 de la Carta Política, son típicas
normas que desarrollan leyes marco”.
78
LAS LEYES EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
naturaleza misma de las normas agrupadas, puede ser desarrollada por cualquier particular o
entidad pública, o puede igualmente ser delegada en el Ejecutivo a través de las facultades de
que trata el numeral 10° del artículo 150 superior. Con todo, cabe en este punto precisar que la
facultad de compilar, esto es, de agrupar en un solo texto normas jurídicas referentes a un deter-
minado tema, no puede conllevar la expedición de un nuevo texto jurídico con una numeración
y una titulación propia e independiente, pues ello, de conformidad con lo expuesto, equivale
a expedir un código”. El control judicial de los decretos compiladores corresponde al
Consejo de Estado.
Decretos especiales. Son los decretos que se expiden en ejercicio de las facultades que
le confiere el Congreso de acuerdo con el numeral 9 del artículo 150 de la Constitución
para celebrar contratos, negociar empréstitos, y enajenar bienes nacionales. El control
de estos decretos corresponde al Consejo de Estado.
79
SOCIETAS
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81
CONVERSACIONES
ENTREVISTA AL ACADÉMICO DE NÚMERO
DON WILLIAM THAYER ARTEAGA
Cuando fue recibido en la Academia, el 20 de junio de 1984, Juan de Dios Vial Larraín
resumió la trayectoria del académico William Thayer como “una vida generosa y rica
en obras”. La entrevista a continuación es un vivo testimonio de lo acertada que fue
esa descripción. No sólo lo corroboran los múltiples cargos de responsabilidad pública
que ocupó, como Ministro de Estado, Rector de la Universidad Austral, Director de
la UNESCO y Senador, entre otros, sino la enorme cantidad de instituciones a las que
se integró, colaborando generosamente con ellas. William Thayer ha sido un testigo
calificado del siglo XX, tan dramático en experiencias políticas fracasadas y tan rico en
orientaciones espirituales que llenan de esperanza al siglo XXI. Su sabiduría ha crecido
con el paso de los años, la que unida a la notable lucidez de su memoria le permiten
ofrecer una visión única y equilibrada del desarrollo del socialcristianismo chileno, de
su crisis y de su aparente ocaso. Incansable y ameno conversador, la entrevista ha sido
un instrumento para registrar hechos e impresiones que no estaban escritos y eran
desconocidos. Destacan, entre ellos, las múltiples referencias a su vínculo con el Padre
Alberto Hurtado, incluida una última conversación con él en su lecho de muerte.
WT: Desearía que apuntara a aquellas cosas en que, creo, tuve una experiencia cuya
divulgación ilustre a los demás. La vida encierra momentos en que nos corresponde
algún papel, o somos testigos de situaciones o hechos interesantes para otros que
no pudieron conocerlos o nosotros los conocimos mejor. Así, por ejemplo, soy un
año mayor que la OIT y me ha cabido una relación bastante intensa y variada en el
mundo del trabajo. Diría que mi aporte específico al tema de las relaciones laborales
no proviene de ser el que más leyó, escribió, oyó o estudió sobre él, sino uno de los
que tuvo mejores oportunidades de conocerlo desde variadas perspectivas: como
empleado público y particular, empleador, abogado –independiente y dependiente–;
asesor de sindicatos grandes y pequeños, negociador colectivo, columnista, miembro
y dirigente de la Acción Católica; militante político, funcionario judicial, ministro del
Trabajo, Previsión y Justicia; rector universitario; senador y partícipe en organismos
o torneos vinculados a trabajo y educación: OIT, UNESCO, ICARE, USEC, ASICH,
mutualidades de empleadores, cajas de compensación, confederaciones de trabaja-
dores y empleadores; congresos, seminarios; conferenciante, profesor en colegios y
liceos. Fui profesor en universidades chilenas y extranjeras, consultor e informante
87
SOCIETAS
Don José de la Fuente, Guillermo Elton, Juan Eduardo Fehrman, William Thayer, Domingo Santa María.
Compañeros del Colegio SS.CC. en 1929, reunidos 75 años después.
–Ud. mencionó que es un año mayor que la OIT. ¿Por qué aparece en ese momento, 1919, y no
antes? ¿Qué cosas maduraron en la conciencia colectiva para que los gobiernos dieran este paso?
¿Cuándo oyó Ud. por primera vez hablar de la OIT?
88
ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
–Aunque nos anticipemos a otros temas, ¿Ud. conoció bien a Clotario Blest? ¿Qué imagen tiene
de él? Algunos lo admiran hasta el día de hoy, como un gran líder, como un héroe y llegan a
decir que era un santo. ¿Qué experiencia tuvo con él?
WT: Tuve bastante cercanía y contacto con él, por ser yo asesor de sindicatos, profesor
de derecho del trabajo y seguridad social; Ministro del Trabajo y Previsión; directivo de
cajas de compensación y de mutualidades de accidentes del trabajo; hombre de Iglesia;
socio de Eduardo Long (asesor de la CUT) y amigo que conocía rasgos importantes de
la vida de Blest. Pero yo era un moderador, porque Blest buscaba una solución distinta:
establecer la República Sindical Chilena y la impulsaba mediante una revolución, sin im-
portar mucho por cual vía se iba a llevar a los trabajadores organizados al poder. Blest
era profundamente cristiano y religioso, entregado al sindicalismo sin ninguna ambición
personal. Sólo quería entregar su vida al servicio de los trabajadores organizados, sin
sentirse limitado por la ley o la Constitución, pero sí, por su conciencia moral. Para mí
era un líder, un iluso, un revolucionario y un santo, atributos no fáciles de armonizar.
89
SOCIETAS
WT: No lo diría así. Clotario mismo fue principal influencia sindicalista en Chile desde
la segunda década del siglo XX. Era empleado fiscal –fundó la ANEF–1 y discípulo
del Padre Fernando Vives, el mismo director espiritual que tuvo el Padre Hurtado.
Curiosamente, éste recuerda al Padre Vives como su gran inspirador y también lo
reconoce como tal Clotario, al que le dejó un crucifijo en su testamento. Sin embargo,
no se pueden concebir concepciones de servicio al trabajador más diferentes. Dos per-
sonas, de una profunda fe religiosa, tras un objetivo similar, pero siguiendo estrategias
incompatibles en puntos clave. La historia haría bien en cotejar con profundidad la
similitud de los intentos, la diferencia de los medios usados y la magnitud de los re-
sultados entre Hurtado y Blest.
El Padre Hurtado perseguía, ante todo, hacer realidad –no sólo predicar– el
mensaje de Cristo en el mundo obrero. Para eso luchó por la libertad sindical y creó
la ASICH (Acción Sindical y Económica Chilena). Tenía una visión muy positiva del
sindicalismo, no sólo como respaldo a la negociación colectiva, sino que como escuela
de formación de líderes. Precisamente, fundó la ASICH como un centro de asesoría
y servicios sindicales y una escuela de formación de líderes obreros; no como una
Confederación de Sindicatos Cristianos, lo cual debía provenir de una libre decisión
de los sindicatos confederados y no de un acuerdo entre el Papa y el Padre Hurtado.
En cambio, establecer un centro de servicios y formación cristiana y profesional de
líderes obreros, como la ASICH, era parte de la misión de la Iglesia, para lo cual el
Padre Hurtado recibió el respaldo de Pío XII y a cuyo éxito consagró principalmente
sus desvelos entre 1947 y su fallecimiento el 18 de agosto de 1952.
WT: Sí. Pensando en la libertad sindical, el Padre Hurtado trajo a Chile, hacia 1951,
para encargarle el Departamento de Formación Social al entonces representante para
América Latina de la Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos (CISC),
el sociólogo húngaro Jorge Kibedi Barsi, quien había estado en Chile cuando aquí se
reunió el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas, a comienzo de los años
cincuenta. Yo estuve presente, invitado por Pax Romana, pero no recuerdo haber
estado con Gastón Tessier y Jorge Kibedi, líderes de la CISC, a quienes entonces no
conocía. Ellos hablaron con Ramón Venegas, como correspondía, pues era el presi-
dente de la ASICH, organismo filial de la susodicha Confederación.
Hacia 1952 debí dejar mi estudio profesional para trabajar como asesor jurídico a
tiempo completo en la ASICH, por dos hechos dramáticos, que se sumaron: enferme-
dad terminal del Padre Hurtado y, casi paralelamente, por inhabilitación escandalosa
del encargado de formación social de la ASICH, el citado Jorge Kibedi. La acusación
no era ni de faldas ni de dinero, sino nada menos que de ser espía comunista al servicio
de Moscú. El golpe hería de muerte a la ASICH, al prestigio del Padre Hurtado, gra-
vemente enfermo; a la CISC y a todos los que trabajábamos cooperando con ellos.
90
ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
Pbro. José Miguel Ibáñez, Dr. Armando de Roa, Juan de Dios Vial, William Thayer.
Académicos del Instituto de Chile, comentando una sesión.
91
SOCIETAS
fallé a su favor. Kibedi , inocente, ante el derecho y la moral, viajó a Canadá asumiendo
trabajos ajenos al mundo sindical. Transcurridos sobre veinte años, el ex presidente
de la ASICH, quien había exigido la salida de Kibedi sin poder formular cargos, por
hallarse también ligado por un secreto profesional, lo visitó para comunicarle que por
fin podía expresarle que la persecución había sido una calumnia, propia de fuentes
totalitarias; que lamentaba y se condolía por sus sufrimientos, pero todos habían sido
atrapados por una intriga internacional. Kibedi, que había vivido la resistencia a la
ocupación sucesiva de Hungría por nazis y comunistas, se alegró de la información
y sin otra recriminación siguió su vida, bendiciendo a los que lo ayudaron, pero sin
maldecir a los que le hicieron perder todo, incluso su honra. No maldijo ni buscó
revancha. ¿Pura virtud? Creo que no. El sufrimiento lo hizo virtuoso, pero la expe-
riencia del horror totalitario lo hizo cauto y no vengativo.
–Volvamos a los años 1936-1952 en que el Padre Hurtado desarrolla su apostolado en Chile,
¿cuál era la situación de los obreros?
WT: Simplemente no podían sino representar la más baja categoría dentro del mundo
laboral. De hecho eran analfabetos en un gran número. Pero lo peor consistía en que
si el obrero se cultivaba y capacitaba, dejaba de ser obrero; entraba a ser empleado
particular; se incorporaba a otro régimen y otro ambiente. Era obrero mientras era
inculto y en su trabajo predominaba el esfuerzo físico. Si predominaba el esfuerzo
intelectual, abandonaba “la clase obrera”; dejaba de ser “proletario” y se “aburguesaba”
como empleado, según el lenguaje marxista. En esa época la inmensa masa era obrera
–15 obreros por cada empleado particular a comienzos de los años treinta– estaba
destinada fatalmente a ser inculta si quería seguir siendo clase obrera. Saber leer y
escribir, cultivarse y capacitarse profesionalmente le hacía “abandonar la clase explo-
tada”. Todo obrero especializado reclamaba pronto la calidad de empleado, lo que
le daba acceso al sueldo vital y a la asignación familiar de los empleados particulares,
de montos tres veces mayor que el salario mínimo y la asignación familiar obrera. La
jurisprudencia y leyes especiales reconocieron la calidad de empleados a los choferes,
grueros, maquinistas, caldereros, electricistas, etc. Diría que una de las razones por
las que Blest, que nunca fue obrero, vestía con frecuencia el overol obrero, era por
solidaridad con ellos. Así lo recuerdo en la sala de espera del Ministro de Justicia, en
un encuentro sorpresivo, porque nunca lo habría hecho esperar.
Blest creó un grupo de acción social muy selecto, integrado por quince miembros,
llamado Germen, para el que escogió como emblema el mismo de los comunistas: “la hoz
y el martillo”, pero con la cruz de Cristo clavada al medio. ¡Típico de su devoción que
unía la revolución social y el mensaje de Cristo! Más que apolítico, Blest era apartidista
y revolucionario. Por eso provocó una grave crisis en la Liga Social –movimiento social
cristiano no político, fundado por el Padre Vives– al jugarse por el apoyo a la revolu-
ción socialista del 4 de junio de 1932, que encabezaron Marmaduke Grove (socialista),
Eugenio Matte (masón y “napista”), Carlos Dávila (ibañista) y el general Puga. Ese
movimiento derrocó al gobierno constitucional de Juan Esteban Montero elegido, a
su vez, a raíz de la caída del primer Gobierno de Ibáñez (1927-1931).
92
ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
2 Morandé, Pedro, en W.Thayer, Texto y Comentario del Código del Trabajo; Ed. A. Bello, 2002, p. 18.
93
SOCIETAS
WT: Mi padre se había formado una buena situación económica, pero un insignificante
accidente doméstico de mi hermana Laura se complicó y la puso a las puertas de la
muerte. Para salvarle la vida, debió jubilar, trasladarse a Viña, muy cerca del mar;
liquidar bienes, distanciarse de los archivos y grandes bibliotecas de Santiago, donde
investigaba historia de Chile junto a su hermano Tomás.
Me daba cuenta del esfuerzo que hacía mi familia, en los Padres Franceses, para
mantenerme a tono con mis compañeros de curso, que eran todos de buen pasar. Para el
12 de octubre –mi cumpleaños– los invitaba “a tomar té”. Los más de ellos me llevaban
como regalo un libro de la Colección Araluce, editados en Barcelona. Generalmente
consistían en resúmenes para niños de obras famosas. Así supe de El Quijote, La
Odisea, La Ilíada, Ben Hur, Marco Polo o el Rey Arturo. En el Liceo, en cambio, no
había fiestas de todo el curso, salvo “la despedida del 6º año”. Nunca advertí proble-
mas de resentimiento social, ni de mis compañeros ni de mis profesores. Se vivía un
pluralismo no estratificado ni fanático, que fue muy definitivo en mi vida. Gozaba de
cierta consideración por mis notas y el prestigio cultural de mi padre historiador, lo
que bien apreciaban el Rector y el profesorado.
94
ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
Los cuatro años en los Padres Franceses me hicieron miembro activo de la Iglesia
y me proporcionaron una formación cristiana, que agradezco, mantuve y defendí
de adulto. Me aferré a ella, pues en el Liceo teníamos clases de religión una vez a la
semana, como un ramo técnico. Por eso fue de gran ayuda mi incorporación a la Acción
Católica parroquial desde el 5º al 6º año de Humanidades, cuando ya también en el
Liceo se suscitaban debates políticos y religiosos.
En 1937 ingresé al Curso de Leyes de los Sagrados Corazones y a su respectivo
centro de Acción Católica, que presidía Jorge Barudy. A través de ese centro me inscribí
en un retiro para universitarios que dirigiría un jesuita, recién llegado de Europa,
llamado Alberto Hurtado. Fue mi primera relación con el Padre Hurtado, cuya in-
fluencia –llamémosla así– empezó entonces y no se extinguió jamás. Se acrecentó con
su muerte y su canonización.
–¿Qué influencia tuvo la enseñanza de los Padres Franceses o del Liceo en que haya escogido
estudiar Derecho?
WT: Ud. toca el tema de mi vida: la vocación, porque esa pregunta me la hice para
mí y para todos mis compañeros. ¿Por qué algunos entramos a estudiar Derecho?
¿Por qué otros prefirieron medicina, ingeniería, historia, veterinaria, arte o pedago-
gía? En aquellos años la formación en la Acción Católica (AC) siempre bordeaba el
problema vocacional. En el centro AC, de la parroquia de Viña nos reuníamos todos
los lunes, temprano después de comida y revisábamos capítulo a capítulo el Silabario
del Cristianismo, de Monseñor Olgiati. Su texto –clásico en Chile y en Roma– más los
comentarios del R.P. Félix Ruiz de Escudero y las discusiones entre los miembros del
centro parroquial e invitados especiales, actualizaron y enriquecieron los conocimien-
tos de mi infancia en los Padres Franceses, llenaron los vacíos de la escasa enseñanza
religiosa del Liceo y nos interesaron por las responsabilidades vocacionales, profesio-
nales, familiares y sociales que deberíamos asumir. En aquella época ser de la Acción
Católica era quizá más comprometedor que serlo de un partido político o de un club
deportivo. Se asumía un compromiso en virtud del cual sabíamos que algunas cosas
se hacían y otras no se hacían porque se era de la Acción Católica.
WT: La primera vez que oí hablar de ella fue en el segundo año de Humanidades
(1932), recién ingresado al Liceo. Mi profesor de religión era un teniente cura de la
parroquia de Viña del Mar, don Daniel López de Aréchaga. Unos cinco o seis alumnos
habíamos decidido fortalecer la enseñanza religiosa recibida en nuestra casa o en el
colegio anterior. Don Daniel oficiaba misa en una parroquia de Concón y lo acompa-
ñábamos a veces. Un día nos dijo que le gustaría tener un subcentro de Acción Católica
en el Liceo. Nosotros habíamos entrado a la Congregación Mariana, que nos sirvió de
preparación a la Acción Católica. El subcentro nunca se concretó, pero en el Centro de
la Parroquia aprendimos lo que era la Acción Católica, a la cual me incorporé. Supe,
entonces, que la había fundado Pio XI en 1922 y que el Episcopado la estableció for-
malmente en Chile, en 1931. La rama juvenil masculina la presidió un joven llamado
95
SOCIETAS
Eduardo Frei Montalva, unos ocho años mayor que yo. En la AC fui bastante activo
y asumí la misma presidencia que Frei, diez años después, en 1941. Frei fue en 1939
mi profesor de Derecho del Trabajo. Me impresionó como muy culto, de inteligencia
superior y un líder extraordinario de la juventud, pero no un sabio en el ramo que
recién enseñaba, aunque lo preparaba a conciencia.
–Se ha dicho que el P. Fernando Vives ejerció una influencia muy fuerte sobre el P. Hurtado,
Clotario Blest y otros jóvenes católicos, alejándolos de la vida política. ¿Qué hay de cierto en
ello?
WT: Algo hay de cierto. El Padre Vives tuvo un marcado distanciamiento de los partidos
políticos y dejó esa huella en don Oscar Larson, Alberto Hurtado, Clotario Blest, Julio
Philippi, Jaime Eyzaguirre y otros discípulos. En realidad, sabiendo que sus huestes de
jóvenes católicos no tenían más destino político que el Partido Conservador, pues no se
divisaba otra alternativa y éste no respondía al ideal social que ellos profesaban, no los
indujo a la militancia política temprana. La estrategia del Padre Vives fue distanciarse
de los partidos políticos e impulsar la Liga Social. Esto molestaba a los conservadores, a
la Jerarquía de Santiago y fue también determinante de los “exilios” del Padre Vives.
Obviamente, en esa época no tan lejana de 1925, cuando se separó la Iglesia del
Estado, inquietaba que un voto más o un voto menos en el Congreso pudiese decidir
la aprobación de la ley de divorcio vincular, de Registro Civil, de Cementerios Laicos
y otras iniciativas que menoscababan la situación tradicional de la Iglesia y el dere-
cho canónico. Faltaban treinta años para que S.S. Juan XXIII convocara al Concilio
Vaticano II (1962-1965). Por otra parte, la defensa que el Partido Conservador hacía
de “los derechos de la Iglesia” era pétrea y constituyó una fortaleza inexpugnable
para la apertura de visiones más renovadas del quehacer social y apostólico. En 1934,
todo cambió sustancialmente. Se conoció la Carta del Cardenal Pacelli, después coro-
nado como Pío XII, que garantizaba la libertad de afiliación partidista a los católicos
en cualquier tienda que ofreciera garantías a la Iglesia. Se abría camino a un Partido
Corporativo Popular o a la Falange y el PDC.
–Un pequeño paréntesis, ¿había una atracción en la Falange nacional hacia la Falange española?
¿Cuáles fueron sus primeros juicios críticos en política?
96
ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
doctrinario, se suele ser más duro con aquellos que, en alguna medida, incumplen la
doctrina. Por eso, siempre fui cauto en atacar a un movimiento o partido que hacía el
intento de servir al país haciendo un buen gobierno. Curiosamente, es la misma idea
que recoge Gisela Silva en su notable recopilación de citas de don Jorge Alessandri.
Como joven diputado, decía en la Cámara en octubre de 1926: “No deseo criticar los
actos del Gobierno: generalmente es muy fácil criticar; es mucho más difícil actuar. Por eso me
inclino siempre, cuando se trata de actos del Gobierno, tiendo a juzgarlos con benevolencia”3.
Este problema se me hizo patente cuando fui llamado por Frei a los ministerios
de Trabajo y luego de Justicia. Por ese entonces tenía cuarenta y seis años y veía clara
la diferencia entre aspirar a ser un buen católico en el Ministerio y ser un buen Ministro
(saber mi oficio).
–¿Tenían estos movimientos sociales de avanzada una vinculación con la universidad? Porque
los gremialistas y la Falange eran movimientos que nacieron en la Universidad Católica. También
nació ahí el milenarismo. ¿Qué importancia tuvo?
WT: Largo tema. Con las dos universidades hubo complejas vinculaciones. La juventud
laica-liberal y la socialista, simpatizaba con un marxismo algo de salón, pero era muy
activa. Se agrupó en la FECH, que era una especie de consorcio de radicales y socia-
listas, proyectado en cualquier sentido, menos el Partido Conservador y la derecha.
Se asentaba en la Universidad de Chile. El Partido Radical era centrista y el Partido
Demócrata lo que hoy llamaríamos de centro izquierda, pero en él se albergaban los
revolucionarios que más tarde militarían en alguna de las agrupaciones que en 1933
se integraron al gran Partido Socialista unificado, incluyendo la NAP. Los comunistas
hacían su camino dentro de la FOCH (Federación Obrera de Chile), inicialmente
una organización mutual, fundada por el conservador Pablo Marín Pinuer en 1909.
Fue un éxito de afiliación, pero penetrada a la larga por el socialismo, el marxismo,
el anarquismo y el comunismo, más las tensiones generadas por la primera guerra
mundial, la revolución soviética y el boom del salitre, se transformó desde 1921 en
una central revolucionaria, Sección Chilena de la III Internacional Comunista, que había
fundado Lenin en Moscú, en 1919.
Los movimientos que podríamos llamar izquierdistas, en general, no proponían
soluciones completas y concretas como alternativa al “sistema establecido” (establish-
ment), en gran medida –pienso– porque no tenían experiencia de “gobierno”, como
ocurría con los partidos históricos. El modelo de la izquierda era la URSS, aparecida
sólo en 1917, y para imitarla había que aplicar mucha imaginación y elevarla al Olimpo
de las utopías. Por eso, las agrupaciones izquierdistas se unían en la común reticencia,
molestia, rechazo, ataque y críticas a lo establecido, que identificaban con “el mundo
conservador”. Les ayudaban para ello las grandes críticas filosóficas de Occidente:
Descartes, Kant y Marx, todos más famosos por lo que criticaron que por las respuestas
que dieron a sus propias críticas, muy lejos en ello del realismo aristotélico y la filosofía
del sentido común. Pero aprovechaban la gran ventaja de seducir a la juventud por
3 Jorge Alessandri. Su pensamiento político.Recopilación de Gisela Silva. Ed. Andrés Bello; 1985, p. 3.
97
SOCIETAS
la validez de las fallas y defectos invocados, siempre fáciles de exponer e ilustrar con
ejemplos palpables e impactantes, que la viabilidad de la sociedad actual mejorada.
Así, los partidos que se formaron a comienzos o mediados del siglo XX unían a sus
juventudes en críticas despiadadas a lo actual e ilusiones atrayentes de un futuro, con
escenarios resueltos por el brillo de la oratoria y las emociones del fanatismo.
Por otro lado, la Constitución de 1833 establecía la mayor edad ciudadana a los
25 años, para los solteros y 21 para los casados (art.8º). La de 1925 fijó sin distingos
la mayor edad ciudadana a los 21 años (art.7º). Sólo en enero de 1970 se concedió
el derecho a sufragio a los 18 años. Hubo, pues, durante largas décadas, una brecha
importante para los egresados de la enseñanza secundaria que les exigía esperar entre
3 y 7 años para ser ciudadano con derecho a sufragio. Algunos más precoces, como
Pancho Bulnes, egresaron del sexto de Humanidades a los 16 años. De ahí que todos
los partidos políticos rondaban, como gavilanes cazando palomas, tras la adhesión
temprana de futuros votantes.
Pienso que en este marco se inserta también el “milenarismo”, el cual atrajo espe-
cialmente al grupo de desilusionados de la política encabezados por Jaime Eyzaguirre
–el milenarista epónimo–, el padre Juan Salas Infante, párroco de San Juan Evangelista,
Julio Philippi y su madre, doña Sara Izquierdo de Philippi. Gravitaban en torno a
Jaime y ese grupo, distinguidísimos amigos o discípulos como Armando Roa, Gabriel
Cuevas, el genial y versátil Mario Góngora, Juan Borchers y otros. Yo fui cariñosa-
mente “pastoreado” y alguna vez me invitaron a conversar del tema. Recuerdo una
Asistentes a sesión del Instituto de Chile bajo la presidencia de Juan de Dios Vial Larraín.
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ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
larga mañana con Jaime Eyzaguirre, que me hizo impactantes confidencias sobre su
fe religiosa y su visión del milenarismo. Otra vez, creo que en la tarde, estuve en San
Jorge un fundo en Pirque, invitado al “sancta sanctorum” del milenarismo. “Presidía”
doña Sara Izquierdo, “asesorada” por el R.P Osvaldo Lira (ss.cc) y asistían Julio Philippi
y dos o tres personas más, quizá el mismo Jaime, la Sarita Philippi y alguien más.
Menciono esta reunión porque me impresionó la profundidad de su crítica “desde
adentro” a la Iglesia del Apocalipsis, juzgada como “la gran prostituta” por la traición
de los hombres que toman su nombre y aprovechan su poder.
El ambiente era muy íntimo y religioso. Lejos de escandalizarme –yo no era un
niño y sabía la calidad cristiana y moral de los contertulios– quise penetrar más en el
milenarismo; medité en las cosas que había oído; leí León Bloy y “El que ha de venir”
de Madeleine Chasles, una pequeña “biblia” para los milenaristas; asistí a una muy
versada exposición de monseñor Alejandro Huneeus una noche, en la ANEC, etc.
Finalmente, redoblé mi afecto y admiración por esos católicos y profesores ejemplares
que eran Eyzaguirre y Philippi, pero resolví que no era ni sería milenarista. Cuando,
poco después, la Iglesia prohibió en Santiago y luego universalmente difundir esa
enseñanza, no me sorprendieron ni la decisión de la autoridad, ni el acatamiento sin
drama de los milenaristas chilenos, a los que se les limitó su prédica que enredaba a
los demás, mas no su creencia, que era asunto de su intimidad.
El milenarismo fue una doctrina que prohijó el religioso jesuita Miguel Lacunza
(1731-1801) a través de la obra “La Venida del Mesías en Gloria y Majestad” (1790). El
libro no fue un “boom” y el mismo Jaime declaró haber leído sólo el primer tomo4.
La Iglesia tomó cartas en el asunto. Advirtió que había una forma extrema y otra mi-
tigada de milenarismo. Veamos la definición que del “mitigado”, proporciona el Santo
Oficio5: “Creencia en que Cristo, el Señor, antes del juicio final, previa o no la resurrección de
muchos justos, ha de venir visiblemente para reinar en la tierra”. Esto durante un período
de completa paz y santidad, el milenio, el “quinto reino”. Era un reino muy espiritual,
no de una dominación bruta o conquista por parte del Señor o del pueblo judío. Pero
tampoco únicamente espiritual, sino asimismo político, aunque imposible de comparar
con otro reinos de la historia, pues la cabeza gobernante sería el Hombre Dios, nada
menos que la Segunda Persona de la Trinidad Santa, encabezando un gobierno muy
largo, de síntesis misteriosa entre el Reino de Dios y el Reino del César. Motivo de
sobra para que la Iglesia, aunque cuidadosa de no herir a los milenaristas, buenos hijos
de la Iglesia, debía también evitar que le complicaran la sentencia evangélica: “Dad al
César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Desde luego, los milenaristas creían que,
instaurado el milenio, los israelitas –conversos inmediatamente antes a la verdadera
fe– retomarían su lugar de pueblo escogido, instrumento predilecto de la salvación
y del Salvador-Rey. Habría un Israel más extenso que el histórico, con Jerusalén su
capital, centro de peregrinaje desde todos los confines de la tierra.
Cabría preguntar ¿por qué esta doctrina de un chileno, nacido en 1731, vino
a causar revuelo y a despertar particular fervor, 200 años después, en un grupo de
4 V. Jaime Eyzaguirre en su tiempo. Zig-Zag y Universidad Finis Terrae, de Álvaro Góngora, Alejandrina
99
SOCIETAS
WT: Me acuerdo que Eugenio Matte Hurtado, fundador de la NAP (Nueva Acción
Pública) y luego del Partido Socialista, era muy amigo de Claudio Arteaga Infante
(primo y padrino mío). La NAP fue, en sus inicios (1931), más gremial que política
y, cosa muy propia de los tempranos años treinta, buscaba formas más bien corpora-
tivas de solucionar la “cuestión social”, huyendo de las posiciones de izquierda (pro
marxistas) o derecha (pro liberal-individualistas). Hacia 1933 Matte fue llevado a una
encrucijada entre desaparecer con su NAP o reconocer la “interpretación marxista
de la historia”. Optó por el marxismo, pero la NAP se dividió. Más que eso, murió
como tal, en medio de la protesta airada de Claudia Arteaga, y menos estentórea de
mi padre, Luis Thayer Ojeda y otros que no aceptaban el marxismo.
El rompimiento de Matte con Arteaga, junto con la extinción formal de la NAP
–“quedando 200.000 napistas al garete”, según le oía decir a mi padre– conmovió
mucho las relaciones familiares, sobre todo porque los hechos eran confusos y verti-
ginosos. Pero como las divisiones políticas no debían herir en su esencia las relaciones
parentales y amistosas, la crisis afectó más bien a Claudio y Eugenio, extinguiéndose
al poco tiempo por el fallecimiento prematuro de Matte, que regresó enfermo de Isla
de Pascua, donde había sido desterrado por la dictadura de Dávila.
Mi madre, la menor de los Arteaga Ureta –Juan, Claudio, Adolfo y Laura–,
nacida en 1885, era íntima amiga de la esposa de Claudio, doña Lucía Infante Valdés
y una especie de segunda madre para Claudio hijo, Domingo, Patricio, Mario y Lucía
Arteaga Infante. Claudio Arteaga padre murió tempranamente, lo que hizo de don
Luis Thayer Ojeda también un segundo padre para sus jóvenes sobrinos Arteaga
Infante. Ellos a su vez, se interesaron mucho por los Thayer Arteaga –mi madre, mis
hermanas y yo– al fallecer mi padre, Luis Thayer Ojeda, en 1942.
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ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
Si de los parientes pasamos a los amigos más íntimos, también se tejieron otras
relaciones pertinentes a este análisis. Claudio hijo fue quizá el más estrecho colaborador
de Moisés Poblete Troncoso y funcionario de la Oficina del Trabajo que dirigía Poblete,
un asesor directo de don Arturo Alessandri Palma y alojaba en mi casa por razones de
su trabajo con Poblete. Pero no fue todo. Mario Arteaga Infante, actuario de la Caja
del Seguro Obrero, más tarde Servicio de Seguro Social, fue el principal colaborador
del equipo que presidido por Jorge Prat Echaurren, preparó el llamado Informe Prat
(21 tomos mimeografiados) para don Jorge Alessandri Rodríguez. Un equipo de la
Superintendencia de Seguridad Social condensó en dos gruesos volúmenes, publicados
por la Editorial Jurídica, el Informe Prat, llamado ahora Informe Briones, porque esta
reedición del Informe Prat no alcanzó a procesarse bajo la presidencia de Alessandri,
aunque estuvo listo cuando asumió Frei Montalva. Don Jorge quería nombrar a
Carlos Briones Superintendente de Seguridad Social, pero estimó indebido hacerlo
en los últimos días de su mandato. Lo dejó en manos de Frei, aunque recomendando
a Briones. Como era natural, Frei Montalva me consultó, como Ministro de Trabajo
y Previsión, y yo le aconsejé el nombramiento de Briones. Bien sabía que era activo
socialista, pero un técnico de excepcional preparación. Así fue que el Informe Briones lo
recibí en mis manos de parte del autor de esa acuciosa compilación muy poco después
de hacerme cargo del Ministerio.
Con esta apretada información pretendo mostrar, a manera ejemplar, cómo se
imbricaban en Chile las relaciones laborales y de seguridad social entre personas que
no profesaban iguales ideas, cuando la natural complejidad de asuntos clave para
101
SOCIETAS
la República exigía acudir a quienes conocían los temas, por encima de diferentes
opciones políticas, doctrinarias o religiosas.
Estas cosas las fui madurando a lo largo de mi vida. Muchas de ellas las internalicé,
especialmente en estos años de sobrevida que Dios me ha dado. Revisando papeles
y armonizando recuerdos dispersos aprendí mucho de mi propio pasado y entendí,
mejor que cuando los viví, algunos sucesos, pues no disponía de ciertos datos y de
la perspectiva del tiempo para evaluar su alcance. Así, siendo niño de 12 o 14 años,
veía que mi padrino Claudio Arteaga y su gran amigo Eugenio Matte llegaban con
frecuencia a mi casa y que mi hermana Laura, que manejaba el auto que le regaló
Claudio, llevaba a Eugenio a sus “choclones políticos”, donde se gestaba el nacimiento
de la NAP.
Crecí viendo sólo la superficie de este mar de relaciones. Eugenio Matte era, se
me ocurre, una especie de tutor espiritual del entonces joven Salvador Allende (diez
años menor, socialista y masón también). Allende vivía en una casa estilo colonial,
al lado de la mía, en Avenida Libertad, entre 3 y 4 Norte. Mi padre conocía a don
Salvador. La Laurita Allende era amiga de mis hermanas mayores. Mi mamá había
conocido a la mamá de Allende en el Santiago College y yo cursaba preparatorias en
los Padres Franceses cuando el joven Salvador era un estudiante universitario, al que
observaba pasearse en el jardín de su casa estudiando Medicina, hasta que un día
apareció de uniforme porque debió hacer el Servicio Militar. Cuando Laurita Allende
era candidata en algún concurso de belleza, yo no olvidaba recortar el cupón válido
por 10 votos que publicaba Zig-Zag.
Eugenio Matte se divertía preguntándome por mis cófrades de la Congregación
Mariana. Pero nunca recibí de él alguna expresión burlesca por mis creencias religiosas.
Todos sabíamos que era masón, inteligente, brillante, pero era agradable estar con él y
oír sus entretenidas explicaciones del acontecer nacional. Mi madre lo apodaba “Luis
XIV” y él la trataba de “mi patrona y correligionaria”. A raíz del golpe contra Montero,
Dávila lo desterró a la Isla de Pascua con Marmaduke Grove, Eduardo Alessandri
y el doctor Vidal Oltra. El regreso fue políticamente un éxito. Matte triunfó como
senador por Santiago en 1933 con el doble de la votación necesaria. Pero ya venía
enfermo. Así lo notaron mi madre y mis hermanas al verlo de paso, a su regreso, en
la Estación de Viña. Aunque ejerció con brillo la senaturía, no pudo reponerse bien
y falleció en enero de 1934.
Mi conciencia política fue cauta. Nuestro profesor de Educación Cívica en el
Liceo, don Enrique Rojo Céspedes, hacia 1934, apoyó al naciente Partido Corporativo
Popular que, por razones históricas, no perduró. Era de modesta clase media y pensó
encontrar cabida en ese movimiento. Delicada y confidencialmente trató de enrolarme.
Me explicó: Willy se está formando un partido corporativo popular. Esta opción corporativa
renació cuando el Cardenal Pacelli dio respuesta a la consulta que le hicieron el episcopado chileno
y la Liga Social, cada uno por su lado:¿Tienen los católicos chilenos libertad para formar algún
partido que dé garantías a la Iglesia y que no sea el Partido Conservador? La respuesta ha sido
positiva y es el momento histórico de constituir un Partido Corporativo Popular. Todavía me
acuerdo que Rojo me informó orgulloso que los estatutos los había redactado un gran
profesor de la Universidad de Chile, don Carlos Vergara Bravo. Le contesté: –Mire
don Enrique, le agradezco mucho, pero no tengo ni edad, formación ni conocimientos suficientes
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ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
para tomar una decisión como esa, aunque lealmente simpatizo con la iniciativa. Estoy en 4º año
de Humanidades, me faltan dos para egresar y me encuentro en una edad muy distante de la
vida política. Rojo, que me distinguía como buen alumno, había tenido gran cercanía
con mi padre y la NAP.
Ésta nació como un movimiento –no un partido– algo más laico y pluralista
que el Partido Corporativo Popular, pero gremialista, anticonservador, fuertemente
antimarxista, con un sentido del corporativismo tipo edad media actualizada, como
nos lo había enseñado a un grupo de liceanos, don Bartolomé Palacios, socialcristia-
no “clonado”, como diríamos hoy, de don Carlos Vergara. Le insistí a don Enrique
que no tenía una conciencia política clara para adherir a este movimiento. Tampoco
entraría al Partido Conservador. Naturalmente, las palabras que uso aquí –75 años
después– son más ordenadas y precisas que las del muchacho de 16 años que yo era
entonces, aunque reflejan bien la esencia de mi posición, muy condicionada aún por
mi contexto familiar.
Es indudable que los consejos del Padre Vives y don Oscar Larson –el segundo
asesor de la ANEC y también discípulo de Vives– estaban igualmente orientados a
aprovechar el tiempo intermedio entre el egreso del colegio y la mayor edad política en
alcanzar una seria formación social, cultural y religiosa. No es verdad que esta juventud
haya sido impulsada a rechazar la vida política. Ese fue asunto de los milenaristas, que
formaban un grupo de excelencia académica, pero muy pequeño. La Acción Católica
y la ANEC sólo querían formarlos antes de lanzarse a la acción política. Al menos, tal
era el criterio de los asesores Oscar Larson, Alberto Hurtado y Jorge Gómez Ugarte,
con quienes trabajé muy estrechamente en Santiago, desde 1939.
Aunque estoy consciente de que esta crónica improvisada se ha alargado, creo
indispensable volver, desde otra perspectiva, a las relaciones entre la ANEC y la
Universidad Católica. Según ya vimos, la Acción Católica chilena se fundó formalmente
en el 1931, aunque la rama femenina se había creado independientemente en 1921 y
en la Asociación de Jóvenes Católicos, que pronto devendría Asociación de Estudiantes
Católicos y, por último, Asociación Nacional de Estudiantes Católicos, ANEC. Esta fue
una especie de contrapartida de la FECH. Entre sus iniciadores estuvieron Ignacio
Irarrázaval, Manuel Ossa, los hermanos Larraín Tejada, Hernán Alessandri Rodríguez,
Eduardo Cruz Coke, Carlos Vergara Bravo, Francisco Castillo, Luis Pizarro Espoz,
Emilio Tizzoni, Pedro Lira, Francisco Vives Estévez, Héctor Escríbar Mandiola, Manuel
Larraín Errázuriz, Alberto Hurtado y, entre otros muchos, nuestro Enrique Rojo
Céspedes6, todos nacidos cerca del cambio de siglo. La generación de Frei, Garretón,
Palma, Alejandro Silva, Leighton y otros, nació bordeando 1910.
La Universidad Católica, por su lado, se había fundado en 1888 como respuesta
a la posición militantemente laica de la Universidad de Chile y la posición beligerante
anticlerical pero no anticristiana del Presidente Santa María, en cuyo hogar se rezaba
diariamente el rosario, según nos insistía el presidente de ANEC hacia 1941, Domingo
Santa María Santa Cruz, descendiente directo del ilustre y batallador Presidente.
La Iglesia Católica y la masonería eran inspiradoras principales, pero no ex-
clusivas, del profesorado y alumnado de ambas universidades. En ellas también el
103
SOCIETAS
profesorado era más abierto, “centrado y centrista” que los estudiantes. Hacia fines
de los años veinte, la FECH y la ANEC fundaron como órganos de batalla más com-
prometidos en las disputas contingentes, el “Grupo Avance”( pro FECH) y el “Grupo
Renovación” (pro ANEC), ambos activos en la Universidad de Chile. Entre los de
Renovación, recuerda don Jorge Gómez, fue asumiendo un liderato Manuel Antonio
Garretón Walker, apoyado por otro estudiante de ingeniería, IgnacioPalma, de larga
vida política y por un fuerte grupo de la Escuela de Medicina: Julio Santa María,
Francisco Beca, Roberto Barahona y Guillermo Labatut7.
El mundo de la ANEC tenía dos objetivos tácticos principales: a) responder con
una visión católica de avanzada a la FECH y, b) penetrar con el pensamiento cristiano
a la Universidad de Chile para no dejar abandonados a los estudiantes católicos que
no ingresaban a la Universidad Católica.
WT: No es posible una respuesta tajante. Sería errónea e injusta. En cambio, interesa
escarbar un poco más en esa rica década de los años treinta.
En 1931 se promulga en Chile el Código del Trabajo, dos días antes de conocerse
Quadragesimo Anno; cae el Gobierno de Ibáñez y se funda la Acción Católica. No es
poco decir. En 1934, se conoce la Carta del Cardenal Pacelli sobre libertad de afiliación
partidista en los católicos, se intenta fundar el Partido Corporativo Popular y, paradó-
jica pero lógicamente, ingresan al Partido Conservador –con mucho apoyo Episcopal
santiaguino, pero dentro de un “estatuto especial” para la juventud– un grupo grande
de jóvenes católicos, que lo rechazaban como voz oficial de la Iglesia, pero aceptaban
intentar una participación libre, distinta y digna dentro de él. Entre ellos estuvieron
Leighton, Frei y muchos más que fueron la base de la Falange Conservadora dentro
del Movimiento de la Juventud del Partido. Nunca fue muy clara ni plenamente
aceptada esta dualidad de Juventud Conservadora y Falange “dentro” de la juven-
tud del partido. Pero el ánimo unitario primó hasta 1938, cuando la candidatura de
Gustavo Ross provocó el rompimiento con el Partido y la separación de la Falange.
Tema conocido y debatido, ocurrido antes de volver mi familia a Santiago. No tuve,
por lo mismo, protagonismo alguno.
Entretanto, en 1936 había llegado a Chile el Padre Hurtado, ya formado como
sacerdote jesuita, según lo anticipamos en otra respuesta de esta entrevista. Algunos
años antes, el Padre Vives lo había sugerido como su sucesor en la Liga Social, pero
hacia 1936 el escenario había cambiado. Fueron elementos decisivos de este cambio
la Carta del Cardenal Pacelli, en 1934; el fallecimiento del mismo Padre Vives, en
1935; los intentos de crear el Partido Corporativo Popular; la aparición de la “nueva”
Juventud Conservadora y la Falange Conservadora, con gran estruendo y un estatuto
de especial autonomía. Varios objetivos de la Liga Social se habían cumplido y todo
aconsejaba observar con atención como se decantada el cuadro político nacional y qué
función podría corresponder en ella a la Liga Social.
7 Ibídem, p. 60.
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ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
Senadores Thayer, Siebert, Cooper, Ríos, Lane, Prat, Otero, Jarpa, Mc Intyre y Fernández,
con el Almirante José Toribio Merino (al centro, entre Otero y Prat).
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SOCIETAS
–Trascendió la información de que hubo serías tensiones entre la ANEC y la Universidad Católica
con motivo de la preparación y celebración, en 1941, del Congreso Eucarístico Nacional. ¿Qué
ocurrió realmente y qué papel jugó el Padre Hurtado en ese evento?
WT: El citado congreso tuvo especial relevancia, porque coincidía con el cuarto
centenario de la fundación de la ciudad de Santiago y la llegada formal de la Iglesia
Católica al Reino de Chile. Hubo hasta un legado pontificio. Don Oscar Larson era el
vocero oficial y todas las tardes su intervención se iniciaba con unas palabras poéticas
que todos recordamos: “Los últimos rayos del sol poniente doran la alba cruz que se levanta
en el corazón de Santiago”.
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ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
la lista con la nota mínima y seguramente vas a salir bien”. “Así lo espero, retruqué, pero con nota
uno en la prueba final, la negra no me la despinta nadie”. Así no más fue. Mi inasistencia
a esa prueba final me significó la peor nota de mi carrera, pero salvé el examen y le
evitamos un problema adicional al Padre Hurtado, a Víctor y a la UC.
WT: En rigor, sólo se suscitó un problema ridículo que acrecentaron las tensiones
anteriores y las del momento. Dentro del programa se hallaba contemplado un gran
desfile final de todos los participantes ante las autoridades y, sobre todo, ante la gran
cruz del Congreso. Desde luego, desfilarían las cuatro ramas de la Acción Católica
(hombres, mujeres, jóvenes y niñas), congregaciones, colegios, escuelas, etc. Pero esta-
ban, además, la ANEC y la Universidad Católica. Don Carlos Casanueva, que mandaba
como cuatro obispos juntos, exigía que la UC desfilara como un solo hombre, con sus
autoridades, profesores, administrativos y alumnos, desde el Rector hasta el más nuevo
de sus alumnos. La ANEC pedía que desfilaran juntos los universitarios católicos de
ambas universidades. El problema se había transformado en un incordio. Don Manuel
Menchaca, secretario general del Congreso, no conseguía un acuerdo. Entretanto,
sin meternos en el problema del desfile, Domingo Santa María, presidente de ANEC
y yo, presidente de la Juventud Católica, estábamos empeñados en sacar adelante
un homenaje a la Eucaristía, en el Salón de Honor de la Universidad de Chile. Por
fin lo arreglamos y fuimos juntos con Domingo a comunicarle la excelente noticia a
Monseñor Caro, que era Arzobispo de Santiago. Llegamos a su oficina y Monseñor,
apenas nos divisó, se levantó de su asiento y nos gritó: “Ya vienen de nuevo. Mándense
a cambiar”. Nosotros no entendíamos nada y no tuvimos oportunidad de explicarnos.
Tuvimos que irnos como un par de réprobos, echados del Paraíso, sin saber por qué.
Era tan absurdo, sorpresivo e injusto todo, que no podíamos bajar los peldaños de la
escala del Arzobispado riéndonos desatinadamente. Ocurre que al santo arzobispo le
tenían la cabeza caldeada con el cuento de la ANEC y la UC. Muy lógicamente pensó
que íbamos con el mismo cuento a tantear otra solución.
Finalmente, las cosas se desenvolvieron a la chilena. Desfiló la Universidad
Católica, pero no toda, pues algunos se unieron a la ANEC, donde ocurrió lo mismo.
Nadie se acordó más de un problema minúsculo que no se arregló, pero se disolvió
en la inmensidad de un desfile interminable. La cuestión de fondo la solucionó veinte
años después el Concilio Vaticano II con su resolución sobre el pluralismo.
Precisamente, fue en tiempos del Vaticano II cuando asumí como Ministro del
Trabajo del Presidente Eduardo Frei Montalva. En 1964 era una novedad esto de “la
revolución en libertad”, consigna que entiendo la inventó Roger Veckemans8. Yo pasé a
ser alguien de cierta significación política. En el mundo obrero y empresarial había
alguna expectación: ¿Qué iba a hacer en el Ministerio del Trabajo este abogado de
los trabajadores? Éstos me habían visto defendiéndolos en las asambleas sindicales y
negociaciones colectivas. Algunos falangistas sostenían que debía ser “el ministro de los
trabajadores”; no “del Trabajo”. Correlativamente, muchos empresarios consideraban
8 Sociólogo belga y sacerdote jesuita, que llegó a Chile poco después del fallecido el P. Hurtado.
107
SOCIETAS
mi nombramiento un peligro para las empresas. Finalmente, pienso, los más se dieron
cuenta de que mi inspiración era la misma, aunque mi función pasaba a ser otra.
Como asesor sindical luché siempre por encontrar la mejor solución posible para el
grupo que defendía, pero con un límite: no se podía ir más allá del punto en que la
empresa empezara a perder y, por lo mismo, a desestabilizarse. Había que retribuir
a quienes aportaban capital, pues no hacerlo era tan injusto y perjudicial como no
retribuir a los que aportaban trabajo. Pero muchos no lo comprendieron, porque mi
caso era poco común.
–¿Cómo vio Ud. la asesoría del P. Hurtado en la Juventud Católica? ¿Cómo fue desarrollándose
su relación con el Padre Hurtado?
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ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
tareas del santo y, de mi parte, por vivir una etapa especialísima en mi vida: cuidar
de mi familia, decidir mi futuro vocacional y profesional, preparar mi memoria, estu-
diar, rendir licenciatura, cumplir mi práctica profesional, recibir mi título profesional,
casarme en 1945 y establecerme profesionalmente.
–¿Se recuerda cuándo y cómo conoció al P. Hurtado? ¿Fue al asumir juntos, él la asesoría y
usted la presidencia de la juventud católica?
WT: No. Cuatro años antes. Como ya señalé, en 1937 el Padre fue invitado a dar un
retiro cerrado, de fin de semana, en Valparaíso. Me acuerdo, como si fuera hoy, muchas
cosas de ese retiro. En sus pláticas nos habló de esas dos estrofas que hay grabadas en
los muros de la Iglesia Catedral, hacia la calle Bandera. Una dice: “Tú que pasas mírame,
cuenta si puedes mis llagas. Ay hijo, qué mal me pagas la sangre que derramé por ti”; otra dice
más abajo: “Peregrino de esta vida vuelve hacia mí tu mirada y ve cual vierte mi herida, sangre
por ti derramada”. Aunque ambas sentencias envuelven el mismo pensamiento, el Padre
escogió y comentó estremecedoramente la primera.
También nos habló de su dramática experiencia sacerdotal, atendiendo a un
condenado a muerte. Fue el bullado asunto de Roberto Barceló Lira a quien, des-
pués, fusilaron. Distinguido dirigente de la Milicia Republicana, antes de partir a una
reunión, según cuenta él, mientras sostenía aún la pistola en la mano para enfundar-
la, se le salió un disparo al despedirse con un abrazo de su mujer. Por eso, sostuvo
Barceló, el proyectil la atravesó de arriba hacia abajo en la espina dorsal, dirección
absurda si se tratara de un homicidio. Ahora, para mayor dramatismo, la sentencia
de la Corte de Apelaciones condenaba a muerte a Barceló sólo por mayoría de votos,
lo cual hacía inaplicable el fusilamiento. La parte querellante no tenía de qué apelar
porque no hay pena mayor que la de muerte. Pero Barceló estimó que no podía, por
salvar su vida, aceptar su culpabilidad. Recurrió a la Suprema, donde fue condenado
por unanimidad, en un caso de gran expectación pública y con peticiones urgidas al
Presidente de la República para que no indultara.
El Padre Hurtado, como abogado, debía entender el asunto, pero habiendo
confesado al reo, sólo nos habló de los hechos públicos. Rezaron juntos los quince
misterios de un rosario completo. Como Barceló se quedó dormido por una a dos
horas, hubo de despertarlo cuando llegó el pelotón de fusileros. Barceló dejó una
carta cerrada para ser entregada a su hijo cuando fuera mayor de edad. Al momento
de darse la orden de fuego, Barceló gritó: Juro por Dios que soy inocente y murió.
Su hijo, siendo mayor de edad, leyó la carta y desde entonces volvió a usar el apellido
de su padre.
Recuerdo muy claramente que después del retiro el Padre habló con cada uno de
nosotros. Conmigo sostuvo una conversación de análisis, que duró dos años, discusión
sobre el tema de mi eventual vocación religiosa y mis ineludibles responsabilidades
familiares, dilema que él conocía por ciencia y experiencia.
Con el tiempo, he pensado muchas veces qué significa seguir la vocación a la
santidad desde el sacerdocio o desde la familia. A los años que tengo –90 cumplidos– lo
único que definitivamente tengo claro es que no soy santo y me duele no serlo. Como
dijo León Bloy, esa es la única tristeza razonable para el cristiano. Leí también otro
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SOCIETAS
pensamiento en uno de los libros que puso a mi alcance el P. Hurtado: “una vocación
no seguida, las más de las veces no es una verdadera vocación”. Examinados los hechos
a posteriori, creo que fue mi caso.
En todo caso, entre los años 1947 y 1952 retomé contacto nuevamente muy es-
trecho con el Padre Hurtado cuando, por circunstancias diferentes, coincidimos en el
quehacer obrero y laboral. El Padre porque, después de dejar forzadamente su trabajo
en la Juventud de la Acción Católica, se volcó primero a la fundación y puesta en marcha
del Hogar de Cristo (1944-1947) y, luego de esa gigantesca obra, al apostolado en el
mundo obrero y sindical. Para ello, en junio de 1947 firmó el acta de fundación de la
ASICH y dejó su dedicación personal a ella en compás de espera, mientras la Compañía
de Jesús, primero, y el Santo Padre Pío XII, después de su entrevista personal el 8 de
octubre de 1947, lo autorizaron para dedicar preferentemente sus ansias apostólicas
al mundo obrero y a la libertad sindical. En cuanto a mí, la Divina Providencia dis-
puso que entre un sábado y un lunes de abril de 1947 me transformara de ayudante
de Monseñor Vives para su cátedra de Filosofía del Derecho, en abogado experto en
asuntos sindicales, socio del profesor Carlos Vergara Bravo, consultor y, luego, jefe del
Departamento de Formación de la ASICH y representante para América Latina de
la Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos, hasta el bienio 1954-1955,
pasados dos años del fallecimiento del hoy San Alberto Hurtado.
–Sería interesante ampliar la información sobre qué pasó con el Padre Hurtado cuando debió
dejar la asesoría nacional de la Juventud A.C.
WT: Salió entonces de la Juventud Católica porque algunas personas y sectores, de los
que se hizo eco, en ese momento, el Obispo Auxiliar de Santiago y Asesor Nacional
de la Acción Católica, estimó imprudente una declaración del Consejo de la Juventud
Católica sobre el problema social chileno. Pero la crítica no aludía tanto al fondo, sino
porque ese tipo de críticas no era función de los jóvenes de Acción Católica, sino de los
Pastores de la Iglesia. O el blanco era el criterio del asesor de la rama de los jóvenes,
el R.P. Alberto Hurtado y nacía del Asesor Nacional de la AC, su superior directo en
la institución.
Ese era un golpe que el P. Hurtado no podía esquivar. Lo grave no residía en
que algún subalterno se hubiera apartado de la orientación del asesor, sino que ese
criterio de dar mayor protagonismo a los laicos, que fue lo que exigió veinte años
más tarde el Concilio Vaticano II, pero eso no había ocurrido aún, Hurtado estaba
entre los que presentían hacia dónde iban las cosas en la Iglesia y sufrió los problemas
anejos a quienes tienen visión de futuro y empujan los cambios atinados, calificativo
que el común de los mandos establecidos acepta mucho después. Por eso el P. Hurtado
debió renunciar en 1944. Falleció en 1952. Se le reconoció lo atinado de su criterio
en 1965 y fue canonizado el 2005.
Entretanto, el fin de la Segunda Guerra Mundial despejó algunas incógnitas y fue
un alivio para miles de millones de seres humanos, pero abrió un escenario contestata-
rio y confuso. Se produjeron tensiones donde no siempre era sencillo discernir entre
partidarios del statu quo y lo que el Concilio llamó aggiornamento; entre la evolución y
la revolución; entre cambiarlo todo, mucho, poco o nada; etcétera. Era tal la angustia
110
ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
–Ud. mismo le ha dado mucha importancia a la publicación del citado memorándum, que se
mantuvo secreto largo tiempo. Con todo, se sabe que el Padre algo le comunicó a Ud. sobre esa
entrevista con el Sumo Pontífice Pío XII. ¿Qué nos podría decir?
WT: El Padre tenía plena confianza en mí, pero yo no era su discípulo predilecto ni
su consultor. Nada de eso. Para ciertas cosas precisas que me había encargado o eran
de mi especial conocimiento, conversamos con intimidad muchas veces. Así, cuando
se entrevistó con Pío XII y hablaron de la posición de la Falange, que, a juicio del
Papa, alguna vez había ido más allá de donde debía, me lo comentó bajo secreto confiado.
Sólo treinta años después, al revisarse toda la documentación del Padre para su bea-
tificación, fallecidos ya él mismo, y Pío XII y extinguida la Falange 1957, al fundarse
el PDC, este secreto me fue levantado. Pero cuando visité al Padre dos días antes de
su muerte, me reiteró “esa opinión del Santo Padre no la sabe nadie y es un estricto secreto
para ti”. El Papa no quería, con toda razón, aparecer interviniendo en un tema com-
plejísimo que podría haber llevado a un aprovechamiento político, capaz de matar a
un movimiento político de gran trascendencia para Chile y la Iglesia. Sin embargo,
el Santo Padre juzgó oportuno que el Padre Hurtado lo supiera, y éste me lo hizo
saber en las mismas condiciones. No me pidió nada. Pero yo supuse que fui buscado
como persona capaz de influir, sin comprometer ni al Papa ni al Padre Hurtado con
mensaje alguno.
9 V. Thayer, Willian: Ni político, ni comunista. Sacerdote, sabio y santo”; Olmué Ediciones; 2004.
111
SOCIETAS
–En esa época hubo mucho debate en torno a la figura y libros de Jacques Maritain. ¿Qué supo
y sintió Ud. al respecto?
WT: Los años de la Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial y la posguerra,
mostraron a las grandes potencias empeñadas en dominar zonas de influencia, bus-
cando un espacio para sus propias propuestas pacíficas, pero siempre con riesgos de
una tercera guerra para definir el tremendo pleito entre las democracias occidentales
y la URSS, sin contar las incógnitas del Medio Oriente y el Asia.
Jacques Maritain (1882-1973) destacó entre los ilustres convertidos, que enfren-
tando abundantes críticas de todos los sectores se jugaron por una solución positiva:
el ideal de una nueva cristiandad. Ésta, en el fondo, prefiguraba la imago mundi, que
emergería, más tarde, del Concilio Vaticano II (1962-1965), impulsado por los papas
Juan XXIII y Paulo VI, y proyectado en las décadas siguientes por los 25 años del
fecundo pontificado de Juan Pablo II, admirablemente continuado por el de su más
estrecho colaborador, el Cardenal Ratzinger, hoy S.S. Benedicto XVI.
Lo primero que conocí de Maritain, fueron las seis lecciones que ofreció en 1934
en la Universidad Internacional de Santander, publicadas bajo el título de “Problemas
espirituales y temporales de una nueva cristiandad”10. Las lecciones versaron sobre:
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ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
prebendado, monseñor Luis Arturo Pérez Labra11 que acusaba a Maritain de contra-
decir la enseñanza tradicional de la Iglesia. Le contestó Javier Lagarrigue, falangista,
ex presidente de la ANEC y antecesor mío en la presidencia de la Juventud Católica.
Replicó Pérez; duplicó Lagarrigue, pero volvió a la carga el señor Pérez Labra ponien-
do en entredicho la fidelidad a la doctrina de la Iglesia del filósofo francés, a quien
acusó de seguir la doctrina del grupo católico francés de avanzada, conocido como
Le Sillon, que implicaba –a juicio de Pérez– defender una libertad absoluta de cultos
condenado por el Syllabus, de S.S. Pío IX. Maritain, advertido, decidió intervenir
directamente y envió su propia respuesta, que publicó El Diario Ilustrado el 5 de mayo
de 1944. El señor Pérez Labra persistió en sus críticas a través de nuevos artículos.
Transversalmente intervino don Rafael Luis Gumucio en una carta dirigida a Eduardo
Frei, defendiendo en forma y fondo la posición de Maritain.
–¿Cuál fue el epílogo de esta polémica? ¿Se limitó a Chile o trascendió a esferas internacionales
o de la Iglesia universal?
WT: Sería aventurado atribuir a esta polémica los hechos históricos trascendentes que
se sucedieron, por aquellos años, con relación a Maritain: fue nombrado Embajador
ante la Santa Sede por el Gobierno del General De Gaulle y recibido por el Santo Padre
Pío XII con un elogioso discurso a su labor de gran filósofo, defensor del pensamiento
de Santo Tomás. Este nombramiento facilitó su cercanía con monseñor Montini, a
cargo de la Secretaría de Estado y posteriormente elevado al trono pontificio como
Paulo VI.
Como se sabe, S.S. Juan XXIII, sucesor inmediato de Pío XII, convocó al Concilio
Vaticano en 1962 y, por su fallecimiento, correspondió a Paulo VI clausurarlo. Pues
bien, Maritain, aparte del significativo plácet de la Santa Sede para admitirlo como
embajador, fue distinguido con el excepcional nombramiento de Auditor Seglar del
Concilio Vaticano II e invitado por el propio Paulo VI para hacer uso de la palabra
en la asamblea de clausura.
En cuanto a Chile, el más destacado de los amigos de Maritain, Eduardo Frei –a
quien menciona como ejemplo de gobernante cristiano en una de sus últimas obras–12
fue elegido Presidente de Chile en 1964 y su partido obtuvo un resonante triunfo en
las elecciones parlamentarias de 196513. A mi juicio, el año 1965 fue, políticamente
hablando, el apogeo del social cristianismo en Chile.
–Fue Ud. ministro de Frei Montalva. ¿Qué significó para usted ocupar un cargo principal dentro
del gobierno democratacristiano?
WT: Es un tema importante para Chile y una experiencia central en mi vida. El año
1964 llega Frei a la Presidencia de la República. Muchos de los que habíamos sido
formados en la Juventud Católica ocupamos cargos importantes en su gobierno. De
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SOCIETAS
los trece Ministros de Estado, diez éramos democratacristianos de fila y los otros tres,
simpatizantes. Un éxito no exento de críticas y problemas. Se decía a fines de los años
treinta: la Falange “nació para purificar la política chilena”, pero nunca había tenido la
responsabilidad hegemónica de gobernar. Se la ofreció Ibáñez a Frei en su segunda
administración; Frei aceptó, pero otros se opusieron. Sin embargo, el gesto hizo his-
toria, que se concretó en 1964.
Por otro lado, el PDC había llegado al cenit en el año 1965, siendo indisimulable
el respaldo de la Iglesia a la manera sustancial de entender su pensamiento social cris-
tiano, emblematizado en Maritain, un laico casado, que en su viudez terminó siendo
religioso. Sin duda, un laico santo, pero con una conciencia muy clara de qué se debía
hacer en la tierra, iluminada por haber vivido intensamente dos ambientes clave en
esa etapa de su vida: el Vaticano, como Embajador de Francia, y Estados Unidos, como
refugiado de la invasión nazi, pues Raissa, su querida mujer, era judía de raza, aunque
convertida a la fe católica, lo que para la Gestapo bien poco importaba.
En Chile, entretanto, el PDC no aprovechó inteligentemente el plus de creci-
miento que por sobre su propia fuerza –que era mucha– le dieron los votos a Frei y su
inspiración maritainiana. Era obvio que una parte de su poderío venía de quienes en
el ámbito nacional votaron por Frei huyendo de Allende y en el ámbito internacional
huían del totalitarismo comunista que, como URSS, ocupaba un asiento entre los tres
grandes: Roosevelt (o Truman), Churchill y Stalin, y mejor aún, reconocida como una
de las dos superpotencias, junto a EE.UU.
En pocos años, el PDC volvía a una dimensión envidiable para otros, pero no para
él. En las parlamentarias de 1969, el 42,3% de su votación parlamentaria de 1965 se
reducía a 29,8% y los 82 diputados (mayoría absoluta sobre 150), se jibarizaban a 56
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ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
(algo poco más de un tercio). Todos sabían que el Partido estaba inflado con aportes
extraños para “para facilitar el Gobierno de Frei”, pero no era posible desdeñar esa
“inflación”. Frei previó que el PDC perdería su votación prestada y trató de retenerla.
Con fuerte resistencia interna designó como embajadores, por ejemplo, a un conserva-
dor en Brasil; a un liberal en Argentina y a un alessandrista en el Reino Unido, todos
excelentes. Pero el Partido se autoconvencía que la derecha, los independientes y el
alessandrismo de don Jorge habían sido barridos por mil años o había que barrerlos,
si quedaban sobrevivientes. La elección presidencial, pensaban, era un torneo en que
Tomic y Allende aplastarían a Jorge Alessandri y luego se repartirían el poder entre
“las dos más altas mayorías” conforme a la Constitución. En ese “balotaje” las tesis de
Tomic “propiedad comunitaria” y “vía no capitalista de desarrollo” se impondrían
amistosamente sobre el estatismo de Allende y juntos asistirían al requiem de la de-
recha chilena.
Sabemos el resultado: Tomic fue tercero y la DC, unida a la Derecha, terminaron
llamando a los militares en 1973 para evitar que Chile terminara siendo una demo-
cracia popular, satélite de la URSS.
Lo que ocurrió después no es tema de esta entrevista. Podría serlo de otra, pero
probablemente el entrevistado debiera ser un cientista político y no un mediano testigo
de lo que un gracioso denominó “el siglo XX chileno antes de once”.
En mi caso particular, a comienzos de 1968, siendo ya Ministro de Justicia, le
expresé francamente mi opinión a Frei en una larga reunión en su casa: Yo me siento
orgulloso de haber sido Ministro del Trabajo y Justicia de tu Gobierno, pero ya no tengo nada que
hacer en un ministerio. El período que se avecina estará dominado por las elecciones parlamenta-
rias de 1969 y éstas, por la presidencial en que se buscará el respaldo para la vía no capitalista
y la propiedad comunitaria de Tomic, que conducirán al desastre de la derrota o a un desastre
mayor si esas tesis triunfan, lo que no creo ocurra. Yo volveré al mundo universitario, que es el
mío. Aunque tú no me lo digas, sé que estás más preocupado que yo por lo que va ocurrir. Pero tu
caso es diferente y tienes que ejercer la presidencia hasta el final. Yo no quiero mentirle a nadie,
pero no tengo ganas ni estatura política para impulsar otra opción, que ojalá la encuentren ustedes
y ojalá alguien convenza a Tomic. Indaguen Edmundo Pérez, Carmona, Leighton, Valdés. Yo
me voy de la política. A mí primero y a ti después nos ha hablado un grupo de profesores de la
Universidad Austral. Si eso resulta, te ruego lo aceptes. Frei, afectuosamente aceptó.
Procuraré resumir en pocas palabras esos intensos cinco años. Había estado sólo una
vez en Valdivia. Fui con agrado a dar una charla en 1952 a un grupo de falangistas.
En esa ocasión, me llamó por teléfono el señor Eduardo Morales, a quien no conocía,
y que estaba elaborando el proyecto de creación de una universidad regional (des-
pués, fue Rector fundador de la Universidad Austral). Algo sabía de mí y “me echó
el ojo” para la institución que quería formar. Le dije que no conocía Valdivia, que era
un hombre casado, con responsabilidades en Santiago y, por esa época, no me podía
mover de ahí. Por quince años no supe más del asunto. Sin embargo, hacia 1967 hubo
una iniciativa en otra universidad, que repercutió en Valdivia.
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y demás profesores que esa es mi palabra, y que no deben albergar temor alguno de parte del
Gobierno por su destino académico en la Universidad Austral”.
Así se los repetí, sin quitar ni añadir nada. Les reiteré mi anhelo de que siguié-
ramos unidos en la UACH, pero que ellos debían reflexionar y adoptar su decisión.
Resolvieron quedarse.
Después vivimos en la Universidad un proceso de muy buena relación del Rector
con el Presidente, pero una creciente tensión con los grupos políticos socialistas que
claramente procuraban hacer imposible la función rectorial. Se creó una Comisión de
Reforma Universitaria, que intentaba situarse como cuerpo intermedio y condicionante
de las decisiones del Rector. Entretanto, como he dicho, yo había conseguido la inte-
gración a la planta del profesor Francesco di Castri, ecólogo de categoría internacional,
que se vino con su esposa, también científica de nota, y creó el Instituto de Ecología
situando pronto a la Universidad en condiciones de poder operar como sede de un
torneo mundial de Ecología, que se efectuó en Valdivia. Sin embargo, tampoco este
nivel de excelencia impidió un verdadero sabotaje político. Di Castri, que era vicepre-
sidente del SCOPE, un centro ecológico de reputación mundial, debía concurrir a una
reunión internacional con todos los gastos pagados, pero la Facultad de Ciencias, a
la que pertenecía el Centro de Ecología, le negó el permiso. Yo lo autoricé y enfrenté
el problema en el Consejo de la Universidad. Sabía que no podría imponerle a la
Facultad que otorgara el permiso, pero tampoco tenía ella poder para sancionar al
Rector por otorgar un permiso académicamente indispensable. Ante el “terror” de la
Facultad, Di Castri asistió, pero me expresó que en este grado de guerrilla científica
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ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
desastre”. Entonces me dirigí al Intendente: Creo que debemos ir solos y sin armas y
recorrer pacíficamente, a tranco de marcha, la recta hasta parlamentar con los jefes de
la toma. “Creo” que no nos van a disparar si vamos solos y desarmados. Así lo hicimos.
Mientras marchábamos, sentíamos los gritos desde la barrera: “Dispárenles a esos ...
tales por cuales”. Otros objetaban: “No podemos, porque vienen desarmados”. Con el
Intendente marchamos a paso largo y sostenido. En dos o tres minutos llegamos a la
barrera y reiteramos que veníamos sin armas a parlamentar con los jefes de la toma.
Al Intendente lo insultaron, acusándolo de traidor porque venía conmigo.
Atravesada la barrera se generó un diálogo con los jefes de la toma, los secues-
trados y el propio Intendente. Les mostré mis cartas que eran muy simples. En
una especie de arenga improvisada dije: Señor Intendente, profesores, alumnos y
trabajadores: Yo censuro las tomas, pero no creo en las “retomas”. Reclamo la liber-
tad de los que se hallan aquí contra su voluntad y con ellos quiero irme. No volveré
ni con carabineros ni con civiles a recuperar el Campus por la fuerza. Donde hay violencia
no hay Universidad. Hay sólo espacios destinados a la Universidad ocupados por la fuerza.
El uso de la Fuerza Pública para imponerse a la fuerza de la toma incumbe al Gobierno, no
al Rector. Yo he sido Gobierno, ahora no lo soy. Sólo pido amparo para irme de aquí pacífi-
camente con los que están retenidos contra su voluntad. Usted señor Intendente con los que
han decidido esta toma dirán cuándo entregan el Campus y los demás locales. Entiendo que
no hay impedimento para que nos retiremos, mientras ustedes deciden hasta cuando dura la
toma. Y nos fuimos.
Pero así no se podía seguir. El 11 de septiembre de 1973 ocurrió lo que todos
saben y, pocos días después, el 9 de octubre en la mañana, entregué el mando de la
UACH a un distinguido coronel en retiro don Gustavo Dupuis Cubillos, rector dele-
gado que, como tal, disponía del uso de la fuerza pública.
Esa misma tarde tomé el tren nocturno para mi regreso sin vuelta a Santiago.
Pero la aventura en Valdivia no había terminado. El nocturno fue objeto de un aten-
tado y chocó de frente con el tren directo que venía de Santiago, por la misma línea.
Pero ambos maquinistas –nobles servidores, que en paz descansan– temían alguna
maldad. Así, aunque al directo de Santiago le dieron vía libre para que se estrellara
con nuestro convoy, hubo algo anómalo que a su maquinista lo indujo a no partir
de la estación (creo que San Francisco). Aunque le dieron luz verde para seguir, no
le entregaron el pase escrito de comprobación. Entonces el maquinista no siguió y
esperó con el tren detenido en la estación. Pronto divisó, como a dos cuadras al tren
nuestro, que venía de Valdivia, cuyo maquinista, de inmediato, aplicó frenos, pero
no fue suficiente. Se evitó una catástrofe mayor, porque fue el choque de un tren que
intentaba frenar, con otro detenido. Sin embargo, murieron cuatro personas –entre
ellas los dos maquinistas– y hubo sobre 20 heridos. El vagón de equipaje del tren en
que viajaba se montó sobre el coche dormitorio en que yo viajaba y destrozó la zona
del impacto, incluyendo el departamento anterior al mío. Lo ocupaba una señora que
sufrió la fractura de la columna vertebral. Yo desperté con el frenazo y me preparé,
aferrado de pies y manos, para un eventual impacto, sin tener idea de lo que pasaba.
Esta elemental precaución, el haber ocupado el segundo departamento y no el pri-
mero y el misterioso designio de la Divina Providencia, me permitieron llegar ileso a
Santiago, previos los necesarios trasbordos, fuera de horario, pero al día siguiente.
121
SOCIETAS
WT: La pregunta está bien hecha, pero puede entenderse mal. Yo jamás fui nombrado
embajador de Chile ante la UNESCO. Fui elegido por la UNESCO como miembro de su Consejo
Ejecutivo lo cual me daba rango y calidad de embajador de la UNESCO ante los países
miembros de ella. El cargo era ad honorem, técnico, personal y no representativo de
Chile. Sólo me pagaban los pasajes y viático de permanencia total de cinco meses en
que sesionaba el Consejo, dos períodos (primavera y otoño) de aproximadamente dos
a tres meses cada uno.
WT: ¡Jamás! No fui nombrado, ni nadie me lo propuso. Nunca percibí sueldo ni remu-
neración de UNESCO. En París siempre alojé en el Hotel de Turenne, de dos estrellas,
situado a pocas cuadras de la Embajada de Chile y de las dos oficinas de UNESCO:
la principal y la que ocupaban los embajadores ante UNESCO. El Consejo se reunía
en el Edificio Principal. Yo, como consejero, nunca tuve oficina. Sólo mi asiento en
el Consejo, a nombre personal, Profesor Thayer, en la T., no como representante de
Chile. Caso diferente al del poeta y Premio Nobel Pablo Neruda que, además, era
embajador ante UNESCO y ante el Gobierno de Francia.
–Pero, don Patricio Aylwin dice en sus Memorias que usted fue nombrado por el Gobierno de
Pinochet embajador de Chile ante UNESCO?
WT: Es sencillamente un error, que me creó problemas serios –que pudieron ser mucho
mayores– en París, especialmente ante los exiliados, por cuya situación humana –o
inhumana– y cultural era mi deber de interesarme, fueran o no chilenos.
Precisemos:
1) Fui elegido por 89 votos a favor y 15 abstenciones, como rector de consenso, sin
contradictor, de la Universidad Austral de Chile en junio de 1968. A raíz de ello
renuncié al cargo de Ministro de Justicia del Presidente Frei Montalva (había
sido tres años y medio Ministro del Trabajo y Previsión). En junio de 1973, bajo
un régimen de reforma universitaria fui reelecto rector con el 68% de los votos
promedio en los tres estamentos;
2) Al asumir el Gobierno Militar, se nombraron rectores delegados en todas las
universidades. El rector delegado de la Austral, Coronel Dupuis, me ofreció
mantenerme en un alto cargo, lo cual agradecí, pero no estimé del caso aceptar.
Volví a hacer clases en la U. Católica como simple profesor;
3) Como se sabe, Pablo Neruda tenía tres cargos en París: a) Embajador de Chile
en Francia; b) Embajador de Chile ante UNESCO y c) Miembro del Consejo
Ejecutivo de UNESCO. Este cargo era ad honorem, aunque con gastos de pasajes
y viáticos pagados por la UNESCO y no por Chile;
4) Don Enrique Bernstein, distinguido funcionario de carrera en la Cancillería, que
había sido embajador en París durante el Gobierno de Frei Montalva, conocía
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ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
muy bien la UNESCO y pensó que yo reunía condiciones y currículo para optar
como candidato a la vacante producida en el Consejo Ejecutivo. Acepté y fui
elegido por 25 votos a favor, 6 en contra (de la URSS y sus satélites) y 9 absten-
ciones. Me apoyaron colegas de Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia, Francia,
Alemania, España. Bélgica, Italia, Holanda, Reino Unido, Australia, Estados
Unidos, Canadá, Japón y gran parte de los centroamericanos, caribeños, africanos
y europeos.
5) El ambiente respecto del Gobierno de Chile era malo, no así respecto del Consejero
de UNESCO chileno, porque mi cargo no era político, sino personal y cultural.
Por eso, también, me fue posible iniciar y encaminar la gestión destinada a obtener
la liberación conjunta de Luis Corvalán Lepe y un disidente soviético. Estados
Unidos exigió, al final, coronar bajo su responsabilidad la gestión que iniciamos
con Pablo de Berredo Carneiro, miembro del Consejo de UNESCO, pero que
había sido su presidente y presidente también de la Conferencia General.
6) En todo caso, conté siempre con el pleno respaldo del almirante Arturo Troncoso,
ministro de Educación, del Presidente, General Pinochet y del personal chileno
de ambas embajadas (ante Francia y ante UNESCO). Entre ellos menciono a
los embajadores Jorge Errázuriz, Fernando Durán, Juan José Fernández, Jorge
Berguño y sus colaboradores.
WT: Diría que pertenezco a una familia económica y socialmente de clase media acomo-
dada, sin grandes inversiones ni deudas. Mi padre era un intelectual, historiador.
WT: No. Mi padre Luis Thayer Ojeda era nieto de un norteamericano William Thayer,
que casó en Concepción con Carmen Garretón y Jofré. De este matrimonio nació mi
abuelo, Guillermo Thayer Garretón, coronel de Milicias en la Guerra del Pacífico,
residente en Caldera hacia 1874. Por eso mi padre nació ahí. En Caldera sólo pudo
seguir estudios primarios. Cursó Humanidades conforme a un programa especial de
dos o tres años en el Colegio San Agustín de Santiago. Fue reprobado en su examen
de Bachillerato por error del examinador, don Gaspar Toro, según lo recordaba mi
padre sin acritud. La pregunta clave fue: “¿De dónde era natural Bohemundo?” Mi padre
respondió: “De Tarento”. “No señor”, corrigió el examinador. Mi padre porfió: “Estoy
cierto, señor, que nació en Tarento. El examinador se molestó de esta falta de respeto e
insistencia de parte del alumno y le aclaró, junto con reprobarlo: “Bohemundo, Señor,
era natural del Ducado de la Apulia”. El joven Thayer cometió un nuevo delito al re-
trucar: “Señor: Tarento era la capital del Ducado de la Apulia”. Se dio por cerrado el
123
SOCIETAS
examen y don Luis Thayer Ojeda no fue bachiller, aunque Tarento era la Capital del
Ducado de la Apulia.
Don Luis siguió estudiando por su cuenta. Entró a la administración pública. Se
hizo historiador e investigador, hasta su fallecimiento en 1942.
Como el Código Civil, vigente desde 1857, estableció la norma de que todas
las propiedades inmuebles que no acreditaren dueño deberían inscribirse a nombre
del Fisco, se asignó al empleado de la Inspección de Bienes Nacionales don Luis
Thayer Ojeda recuperar para el Fisco los inmuebles indebidamente ocupados por
particulares. Según los datos que proporciona el Diccionario Biográfico de Virgilio
Figueroa, el monto de bienes fiscales recuperados por ese acucioso trabajo de investi-
gación para el Tesoro Público era comparable al total del Presupuesto Nacional. Diría
que esa parece ser la partida de nacimiento del hoy Ministerio de Bienes Nacionales.
Aunque personalmente no he estudiado el asunto, opino que una de las consecuen-
cias de que Chile optara por el sistema de propiedad inmueble individual e inscrita fue
el conflicto con la propiedad mapuche, que no era individual, sino colectiva y el
lenguaje mapuche no era escrito. Por eso, me parece, hasta hoy ha sido muy difícil
llegar a un acuerdo con los mapuches sobre la propiedad de sus tierras y, sobre todo,
la individualización de sus dueños, pues ellos desconocían la propiedad individual.
Evidentemente, el tema escapa a los objetivos de esta entrevista. Sólo diré que hacia
1906, el pequeño barquito de sesenta toneladas en que viajaba el empleado público
Luis Thayer Ojeda recuperando propiedades fiscales naufragó en las costas de la
Isla Navarino, lo cual casi le costó la vida. ¡Por allá iban las investigaciones de mi
recordado padre en 1906!
Después de ese accidente hubo otro, al parecer insignificante, pero que tuvo
dolorosas consecuencias para su pequeña hija Laura y toda la familia. Jugando se
lastimó una rodilla; la herida se infectó. No había penicilina entonces y la niña en-
fermó tan gravemente de osteomelitis que fue desahuciada por todos los médicos.
Una remota esperanza la ofrecía –a juicio del doctor Navarro– vivir junto del mar.
Los padres no vacilaron. Don Luis vendió su casa en Santiago y liquidó ahorros para
instalarnos en Viña. Además debió jubilar, pues requería estar cerca de su esposa,
la hija enferma y toda la familia, incluyendo el pequeño William de dos años hacia
1920. Hasta su vocación de investigador debió reacomodarse, pues en Valparaíso no
había bibliotecas como la Nacional o la del Congreso, que eran el hogar científico de
los inseparables hermanos Luis y Tomás Thayer Ojeda. Sólo Tomás pudo seguir en
ello. Mi padre optó por la Prehistoria y por trabajos que no lo alejaran de su familia.
Diversos ensayos monográficos dan cuenta del nuevo ámbito de las investigaciones
de don Luis, culminados en su Ensayo de Cronología Mitológica (1928) que lo hizo más
conocido en el extranjero que en Chile. Posteriormente, publicó numerosos y variados
ensayos de genealogía, física teórica, incluyendo estudios sobre el átomo primordial,
el sistema periódico cuerpos elementales y, entre 1934 y 1936, los cuatro tomos de
una novela en la que vuelca sus profundas reflexiones y prodigiosa imaginación. La
primera parte se tituló: En la Atlándida Pervertida y la segunda: El mundo en ruinas. La
obra total, trata del amor y las aventuras de la princesa atlante Tres Flechas y su pre-
tendiente, Prionsa. Ambos sufren los avatares del terremoto que rompió el Istmo de
Gibraltar, ocasionó el hundimiento de la enorme isla Atlándida y la inundación de la
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ENTREVISTA AL ACADÉMICO D. WILLIAM THAYER ARTEAGA
zona que hoy encierra el Mediterráneo, pero que antes de ese cataclismo ocupaban
tres grandes lagos.
No es posible extenderse en la increíble amplitud de la vocación de investigador
de don Luis. Toda esta novela está basada en los datos que proporcionan las mitos
y los datos prehistóricos, que la técnica y la ciencia modernas, incluyendo las inves-
tigaciones submarinas, constantemente confirman, corrigen y descartan, siempre
provisionalmente.
Regresada toda la familia Thayer Arteaga a Santiago en 1939, Tomás y Luis se
juntaban los sábados a conversar, mientras yo, estudiante de Derecho, con Angelina,
hija de única de don Tomás y varios amigos, conversábamos y nos divertíamos según
los usos y costumbres de los veinte y treinta años de nuestra vida, que correspondían
a los cuarenta y cincuenta del siglo XX. La sede más habitual era la casa de mi tío
Tomás, en Avenida Vicuña Mackenna al llegar a Diez de Julio. Mi padre, que por
residir fuera de Santiago, era miembro correspondiente de la Academia de la Historia, se
incorporó como titular con un trabajo propio de su nueva especialidad: “Teoría sobre el
origen de las razas y lenguas latinas” (1941). Ambos hermanos alcanzaron a compartir un
breve tiempo del quehacer académico, porque mi padre falleció a inicios de 1942. Mi
tío Tomás le sobrevivió largos 15 años. Angelina dio origen a los Merino Thayer y yo,
por matrimonio con la escritora Alicia Morel Chaigneau a los siete hijos Luis Eduardo,
Julia María, María Inés, William, Laura, Alicia y Tomás Thayer Morel, de variadas
profesiones y quehaceres, pero un marcado ADN hacia el arte y los libros.
Los bisabuelos, si Dios no dispone otra cosa, cumpliremos 64 años de matrimonio
el 1º de diciembre de este 2009, lo cual algunas juventudes del siglo XXI calificarían
como una pareja extrañamente estable. Tienen en parte razón, porque la noción de
pareja que es la base de su pensamiento no implica necesariamente que se unan un
hombre y una mujer, para que el amor sea fecundo y dure cuanto dure el amor entre
padres e hijos y los hijos de los hijos, pues el amor familiar, que es imitación de la co-
munidad del amor que une a las Tres Divinas Personas. De ahí la reveladora expresión
del Génesis: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”.
125
DIÁLOGOS EN LA ACADEMIA
LA GOBERNABILIDAD POLÍTICA EN CHILE HOY
Óscar Godoy Arcaya
Académico de Número
Paris; p. 284.
2 En las lenguas modernas, en castellano gobierno, gobernante, gobernación, etc.: en francés, gouver-
meent, gouverneur, governance; así como en inglés, govern, government, governability, etc.
3 Versión electrónica del Diccionario de la Real Academia de la Lengua.
4 J. Corominas, Diccionario Crítico y Etimológico de la Lengua Castellana (1952); Franke AG, Berna,
1952; Vol. II, pp. 733-734, menciona el uso de “gobernanza” en Cancionero de Baena.
129
SOCIETAS
Condiciones necesarias
Entre las condiciones necesarias se debe incluir el marco constitucional y el funciona-
miento adecuado de los poderes del Estado. Esto incluye la plena vigencia de un estado
de Derecho. Y en una democracia, el buen funcionamiento del sistema representativo.
En segundo término, es condición necesaria la legitimidad del gobierno y la legalidad
de sus actos y de los procesos gubernativos. Por esta razón es condición necesaria
para gobernabilidad democrática, el funcionamiento del equilibrio de poderes, el
control constitucional y parlamentario de los actos de gobierno, la transparencia y la
accountability de su accionar.
130
LA GOBERNABILIDAD POLÍTICA EN CHILE HOY
Condiciones suficientes
Las condiciones que están relacionadas con la suficiencia de un gobierno para realizar
su proyecto político, legitimado por la aprobación ciudadana, son siempre contin-
gentes, porque varían según las circunstancias del tiempo y del proceso político. Son
las condiciones que deben darse para la acción inmediata y actual del gobierno. Se
podría decir que son condiciones para ejercer el arte de gobernar de modo fluido,
expedito y eficaz.
La primera condición de este tipo, es que el gobierno se constituya a partir
de una mayoría electoral. Es decir, que disponga como parte de su legitimidad de
origen una mayoría ciudadana. En los regímenes presidenciales, esta legitimación es
directa, porque proviene del carácter plebiscitario de la elección del Presidente de
la República.
Una segunda condición que fortalece la gobernabilidad es que el Poder Ejecutivo
tenga una mayoría parlamentaria. O, en su defecto, que la mayoría parlamentaria
opositora no se baste a sí misma para impedir la marcha normal del gobierno. Y
que en cambio, la minoría que sustenta al gobierno sea de tal entidad (cuantitativa y
cualitativa) que en los asuntos más importantes esté habilitada para reunir mayorías
coyunturales y conseguir así la aprobación de determinadas leyes.
También es una condición que aumenta y fortalece la suficiencia de un gobierno,
el que su actividad se rija y ciña a un programa, que viene a ser algo así como una
hoja de ruta del proceso gubernativo. La ejecución de un programa, susceptible de
ser evaluado y juzgado por la elite y la ciudadanía en general, tiene un valor inesti-
mable en las democracias: permite encauzar la acción gobernante y a la vez someterla
a escrutinio.
En una democracia también es una condición que le concede suficiencia a un
gobierno para realizar su proyecto político el disponer de un partido o una coalición
de partidos políticos que le den un soporte constante, leal y disciplinado. Este apoyo,
en general, es normal y generalizado en los regímenes parlamentarios, pero difícil de
mantener en los presidenciales. Creo que los ejemplos abundan en América Latina. Y
es patente que los dos últimos gobiernos de la Concertación han padecido los efectos
de la ausencia de lealtad y disciplina por parte de los partidos que la integran.
Otro factor de suficiencia gubernativa viene dada por la integración en la es-
tructura del Poder Ejecutivo y en la acción gobernante de cuadros técnicos de alto
nivel, cuyas competencias le den eficiencia y buenos resultados a las aplicaciones de las
políticas públicas a la solución de problemas relacionados con la pobreza, educación,
5 En la discusión sobre este documento, el académico Sergio Molina hizo este alcance que no había
131
SOCIETAS
A la vista de las elecciones presidenciales y parlamentarias de este año, las dos coali-
ciones podrán disfrutar de las condiciones necesarias y suficientes para gobernar el
país. Es decir, ambas dispondrán de gobernabilidad.
Si recorremos una a una las condiciones necesarias, se puede sostener que todas
ellas sustentan la legitimidad democrática de la Constitución y se ciñen al principio
de legalidad de sus propios actos. La sombra de ilegitimidad política ha sido com-
pletamente superada. Los principales partidos de derecha y centro de derecha han
retornado a sus raíces republicanas y democráticas y hoy día el argumento de la
contaminación autoritaria ha perdido validez. Basta tener presente que las presiden-
cias de las dos Cámaras del Congreso Nacional están ocupadas por miembros de la
Unión Democrática Independiente (UDI). Y que lentamente se asienta en el país la
idea de la normalidad de un proceso de alternancia de poder en la Presidencia de la
República.
Por otra parte, es notable la solidez de los grandes consensos sociales, políticos
y culturales relacionados con la democracia representativa, un modelo de sociedad
liberal y la economía de mercado.
El mayor problema que enfrenta la gobernabilidad chilena es el descrédito de
los partidos y los parlamentarios. Esto se refleja en la mala evaluación que tienen, por
igual, las dos grandes coaliciones. Es claro que este descrédito afecta a las condiciones
de suficiencia gubernativa. Debe incluirse en el descrédito de la clase política, la au-
sencia de voluntad para sustituir el sistema electoral mayoritario binominal por otro
que refleje mejor los principios básicos de la justicia política.
La constitución de mayorías parlamentarias es otro problema que afecta a la
gobernabilidad. El sistema electoral tiende a general un empate de fuerzas en el
Parlamento. Pero, por otra parte, el sistema permite que si el gobierno queda en mi-
noría, éste disponga de recursos para procurarse el concurso de una eventual mayoría
opositora. Además, la Constitución otorga poderes formales al Ejecutivo para superar
los impedimentos a la gobernabilidad provenientes del Parlamento.
En síntesis, se puede decir que en general y atendiendo a las variables de gober-
nabilidad más importantes, las dos coaliciones dispondrán de las condiciones necesarias
y suficientes para gobernar el país.
6 Esta condición tampoco aparecía en el texto original de estas notas. Los académicos José Joaquín
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LA CRISIS ECONÓMICA Y SUS EFECTOS POLÍTICOS
Cristián Larroulet Vigneau
Académico de Número
Es un honor para mí tocar este tema. Como tengo el sesgo del economista, voy a re-
partir unos cuadros para que sirvan de ilustración a esta presentación.
Este tema es de suyo complejo, por razones obvias. Estamos en un período en
que se da la característica de que nuestro país y el mundo están pasando por una
crisis económica. Además estamos en un ciclo electoral, hay elecciones parlamentarias
y presidenciales a final de año.
Lo que he pretendido hacer con este trabajo, es fundamentalmente ilustrar una
conversación que posteriormente tendremos en torno a esta mesa.
Quiero señalar que hay una abundante literatura sobre los ciclos económicos y
sus impactos políticos. Esa literatura es muy rica en los países anglosajones, especial-
mente EE.UU. e Inglaterra. En nuestro país también hay unos trabajos que abordan
este tema. Hay publicaciones de Felipe Larraín, en Estudios Públicos. También hay
un reciente trabajo de Rodrigo Vergara, Profesor de la Universidad Católica, también
publicada en esa Universidad.
¿Qué dice esa literatura? Esa literatura efectivamente dice que los ciclos eco-
nómicos tienen gran relevancia en la situación política. Esto es fácil de fundamentar
teóricamente. Los ciclos económicos significan una contracción de la actividad, un
aumento en la tasa de desempleo y eso, por supuesto, tiene un impacto en las prefe-
rencias electorales. Hay, por ejemplo, una literatura que le asigna una responsabilidad
política a los ciclos económicos. Los gobiernos utilizan su capacidad económica para
tratar de producir un medio ambiente político favorable y, de esa manera, ganar las
elecciones. Parte del fundamento de la autonomía del Banco Central, que gracias a
Dios tiene Chile en el día de hoy es, precisamente, para contrarrestar esa instrumen-
talización política.
Dentro de esta vasta literatura, básicamente lo que se muestra en los estudios
internacionales es que cuando hay ciclos económicos que tienen otra causa, puede ser
una causa doméstica o externa, efectivamente los electores tienen un comportamiento
político determinado. Ahora, ¿cuál es ese comportamiento político? En esencia, lo
que muestran estas investigaciones es que un ciclo económico adverso castiga espe-
cialmente a la coalición que está en el gobierno. ¿Qué variables son las más sensibles?
El crecimiento económico, la inflación y el desempleo.
Lo otro que muestra la literatura es qué tipo de elecciones son más sensibles. En
el caso de EE.UU., un estudio que cubrió el periodo 1900-1960 concluyó que estos
ciclos económicos son más sensibles en la elección del Congreso que en la elección
133
SOCIETAS
134
LA CRISIS ECONÓMICA Y SUS EFECTOS POLÍTICOS
Considero que ese límite es mucho más relativo de lo que en el discurso público se
reconoce. Hay una contabilidad relativa que permite traspasar ese límite, por ejemplo,
en el cálculo de ese límite debiera estar el Transantiago y no está.
Mi conclusión en esta materia es que en los últimos meses se va a enfrentar el
fenómeno del desempleo, aumentando la entrega de bonos y aumentando los distintos
tipos de programas para contrarrestar el daño político.
Así, hay elementos favorables, por un lado, para la alternancia en el poder. Pero
a su vez, el gobierno tiene un activo fiscal importante, tanto desde el punto de vista
de los ahorros fiscales como de una inflación muy baja, lo que le permite seguir una
política monetaria no restrictiva.
Este es el eje central de la campaña política que vamos a observar durante los
próximos meses. El escenario económico va a ser lo principal, básicamente, por la
contracción económica y el aumento del desempleo. Frente al electorado, quien sea
capaz de demostrar mejor capacidad para enfrentar el desempleo será quien va a
ganar las elecciones.
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SOCIETAS
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CHILE Y SUS VECINOS: AMISTAD Y TENSIONES
Ernesto Videla Cifuentes
Académico de Número
Como los señores académicos conocen la historia de las relaciones entre Chile y
Argentina, me limitaré a destacar ciertos aspectos de este camino casi bicentenario
que hemos recorrido juntos, que sirvan al intercambio de opiniones que tendremos
a continuación.
Para todos los países la relación con sus vecinos, por la complejidad y sensi-
bilidad que significa la proximidad física, es prioritaria en su política exterior. La
convivencia es difícil porque cada cual busca satisfacer sus propios intereses y con
frecuencia suelen ser contrapuestos. De allí que las tensiones sean inevitables. El
desafío de los estados es lograr que ellas se manejen con inteligencia y prudencia
para evitar que deriven en situaciones que escapen del marco pacífico que debe
imperar. La definición de nuestras fronteras constituye una cuestión determinante
en el sentimiento antagónico que subsiste entre nuestros pueblos y que aflora con
singular fuerza cuando enfrentamos problemas territoriales. La controversia de
límites del siglo XIX, las crisis de 1899-1902 y de 1978 y algunos incidentes fron-
terizos lo demuestran.
Con más de 4.500 kilómetros de frontera que nos unen con Argentina es un logro
notable que siempre hayamos solucionado nuestras diferencias en forma pacífica. Más
aún si se considera que nuestro vecino es una potencia regional. Eso ha sido funda-
mental para aprovechar positivamente los beneficios de la complementación.
Desde los inicios de la gesta emancipadora la historia registra innumerables
declaraciones de paz y amistad amén de anhelos de cooperación e integración entre
ambos pueblos. Es enorme la cantidad de acuerdos que nos ligan; sin embargo, son
múltiples los hechos que demuestran lo difícil que ha sido cumplir esa voluntad pro-
clamada a ambos lados de la cordillera.
El primero que se relaciona con esta materia es el Tratado de Amistad y Alianza
de 1826 en el cual ambos gobiernos se comprometieron a garantizar la integridad de
sus territorios e impedir la acción de cualquier nación extraña que intentase modi-
ficar por medios violentos los límites de ambas repúblicas, “reconocidos antes de la
emancipación, o posteriormente, en virtud de tratados especiales”.
Aunque no entró en vigencia porque el Gobierno chileno no lo ratificó, demos-
tró voluntad de entendimiento. En esos momentos, ambas repúblicas convivían en
armonía preocupadas de inquietudes comunes derivadas de las consecuencias de la
gesta liberadora y las amenazas de reconquista de la corona española que pesaba sobre
las nacientes repúblicas.
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SOCIETAS
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CHILE Y SUS VECINOS: AMISTAD Y TENSIONES
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SOCIETAS
Con el arbitraje del canal Beagle, las partes asumieron que se ponía fin a la última
cuestión pendiente acerca de la interpretación del Tratado de 1881. Sin embargo, tan
pronto se conoció la sentencia, el 2 de mayo 1977, mientras el Gobierno de Chile la
aceptó, el argentino declaró que fijaría su posición en el plazo de nueve meses dado
por la Corte para ser ejecutada. Tres días después invitó a Chile a convenir una de-
limitación de las jurisdicciones marítimas. Así se iniciaría el Diferendo Austral. Las
conversaciones y negociaciones estuvieron caracterizadas por posiciones inconciliables
y por el aumento de la tensión en las relaciones bilaterales, situación que se vio agra-
vada el 25 de enero de 1978 cuando Argentina hizo una declaración pretendiendo la
nulidad del Laudo, posición que fue rechazada por Chile y la Corte de Arbitraje.
Nuestro país, pese a la hostilidad que sufrió, intentó llegar a un acuerdo bilateral
sobre la delimitación marítima e invitó en repetidas oportunidades a su contraparte
a recurrir a las disposiciones del Tratado sobre Solución Judicial de Controversias de
1972, cuestión que en el vecino país llegó a ser considerada casus belli. Ante la grave
crisis de diciembre de 1978 se logró la intervención de Su Santidad el Papa Juan Pablo
II. Después que su enviado especial el Cardenal Antonio Samoré lograra apaciguar los
ánimos, ambos gobiernos solicitaron la mediación de la Sede Apostólica que culminó su
acción pacificadora con la firma del Tratado de Paz y Amistad de 1984. Sin embargo,
grandes fueron las vicisitudes. Entre otras, el Gobierno argentino en 1980 no aceptó
la propuesta papal; en 1981 cerró la frontera con Chile a raíz de detenciones de per-
sonal militar en ambos países; en enero de 1982 denunció el Tratado sobre Solución
Judicial de Controversias y en abril invadió las islas Malvinas.
El Tratado de Paz y Amistad de 1984, en lo relativo a solución de controversias
establece un sistema que contempla todas las posibilidades de arreglo desde la nego-
ciación directa, pasando por la conciliación y hasta el arbitraje. Ya tuvo aplicación en
el juicio arbitral sobre Laguna del Desierto (entre el Lago O’ Higgins y el Monte Fitz
Roy) que fue fallado por sentencias de fecha 21 de octubre de 1994 y 13 de octubre
de 1995, esta última rechazando los recursos de revisión e interpretación interpuestos
por Chile.
En cuanto al resto de la frontera, en 1998 se firmó un acuerdo con Argentina
para “precisar el recorrido del límite desde el monte Fitz Roy hasta el cerro Daudet”,
región al sur del área del arbitraje de Laguna del Desierto, conocida como Campo
de Hielo Sur.
Largo sería referirse a toda la riqueza que nos ofrece la relación con Argentina,
los “períodos de amistad”, pero opté por hacer este somero relato para destacar que
los instrumentos de solución pacíficas, con todas las dificultades de su aplicación,
han sido fundamentales para enfrentar los períodos de crisis y permitir que las di-
vergencias pudieran ser resueltas pacíficamente. La concordancia entre ambos países
de tenerlos preestablecidos ha sido sabia porque en cada caso ha primado la visión
de Estado. Creo que las complicaciones para su aplicación derivan de las circuns-
tancias históricas imperantes en cada momento y que, en buena medida, han estado
influenciadas por la coyuntura. Existen voces que, en uno y otro lado, se recriminan
mutuamente porque sostienen que el vecino lo ha despojado de extensas zonas de
territorio. Pero lo importante es que nuestras diferencias siempre han sido zanjadas
a través de medios pacíficos.
140
CHILE Y SUS VECINOS: AMISTAD Y TENSIONES
En una mirada más amplia, creo que la complejidad histórica, política, diplo-
mática, física y humana que caracteriza nuestra vecindad, exige que Chile tenga
un conocimiento integral de cada uno de sus vecinos –en especial de su idiosincra-
sia– observando siempre los hechos con la dimensión de conjunto para advertir
oportunamente la que pueda existir entre ellos. Eso nos ayudará a comprenderlos
mejor. Chile no puede improvisar con ellos porque es la forma responsable de hacer
frente a su desventajosa posición geográfica y su menor poder relativo.
Estimo que el conflicto siempre rondará por el barrio. Pienso que pasado el cen-
tenario de la Guerra del Pacífico con todos los antecedentes que en aquel período se
conocieron, firmado el Tratado de Paz y Amistad de 1984 –título que reflejó los aciagos
momentos vividos con Argentina– y restituida la estabilidad democrática en los cuatro
países, había llegado la tranquilidad. Había razón para ello, porque en 1999 se acordó
dar cumplimiento a las cláusulas pendientes del Tratado de 1929 con Perú, luego se
solucionaron varias diferencias limítrofes con Argentina y hubo aproximaciones con
los gobiernos de Bolivia para acceder a otorgarle mayores facilidades de tránsito a su
acceso al Pacífico. Las cosas fueron tan lejos que Chile creyó que daba una muestra
de confianza –la palabra más usada pero más olvidada– y confió su abastecimiento
energético principal en el gas que le vendería Argentina. Después de la crisis que
había separado a ambos países, en una mirada con visión de futuro, recobrar ésta era
lo más importante.
Sin embargo, en una dinámica que revela la complejidad de nuestra relación
vecinal, esos pocos años de tranquilidad han dado paso a esta breve, pero a mi juicio
reveladora constante en nuestras relaciones. Han vuelto las preocupaciones, quizás
sin ese grado de peligrosidad que puso a nuestros países al borde del conflicto bélico
a fines de los setenta, pero que resulta innegable que afectan o afectarán nuestras re-
laciones una vez más como consecuencia del tema territorial, el principal de nuestras
tensiones. Brevemente las describo.
El Gobierno peruano desconoció la existencia de una delimitación marítima
como lo sostiene Chile, establecida en convenios debidamente sancionados entre
ambos países y puestos en práctica por más de cincuenta años, y recurrió a la Corte
Internacional de Justicia para que lo determine. Si bien eligió un medio pacífico, creó
un nuevo contencioso y echó por tierra la nueva era de entendimiento que anun-
ciaron los actuales gobiernos porque volvieron la desconfianza y las expresiones de
ultranacionalismo y antichilenismo que existen en ese país. De seguro el tema lo tra-
tará el embajador Barros. Pero además, lo que me interesa destacar es la vinculación
que tienen nuestros problemas vecinales y, por lo mismo, la atención que demanda
su tratamiento político y diplomático. La iniciativa peruana persigue, aunque de
manera indirecta, frustrar definitivamente la viabilidad de una salida de Bolivia al
mar por una franja soberana al norte de Arica, otorgada por Chile, como estuvo a
punto de ocurrir en las negociaciones de Charaña. De esa manera se evitaría tener
que responder la consulta que debe hacerle nuestro país recurriendo a subterfugios
para negar su consentimiento.
El contencioso levantado por Perú es reciente y desde sus inicios dejó en evi-
dencia su voluntad de conservar la vecindad con Chile, lo que hace inviable la salida
boliviana por Arica.
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SOCIETAS
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CHILE Y SUS VECINOS: AMISTAD Y TENSIONES
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EXPOSICIÓN DEL ACADÉMICO
José Miguel Barros Franco
Académico de Número
Academia Chilena de la Historia
Primero que todo, quiero aclarar que cuando el Presidente de esta Academia me invitó
yo no era todavía Presidente de la Academia Chilena de la Historia y, en consecuencia,
acepté con gran ligereza. Probablemente, si lo hubiera hecho después, yo le habría
dicho que, como Presidente, no me sentía en libertad, pero ahora intervengo, lisa y
llanamente como un Académico más, del Instituto de Chile.
Me comprometo a mí mismo, en el mejor de los casos, con lo que voy a decir.
Comienzo agradeciendo a Ernesto Videla por muchas de las cosas que ha dicho,
porque al referirse a Perú y Bolivia me liberó casi de la mitad de lo que yo iba a
decir.
Por otro lado, estaba pensando que, en el fondo, lo que les voy a decir lo conocen
todos ustedes de memoria, y lo único que trataré de hacer es una pincelada general
para poner las bases de una conversación que, según lo que dijo el Presidente, es lo
sustancial y lo mejor de estas reuniones.
(Parto señalando que, si digo cosas que ustedes saben, sepan que yo también sé
que ustedes las saben).
Querría comenzar mi exposición refiriéndome a lo que podríamos denominar
el sustrato histórico de la relación chilena con los países del norte. Hay que tener siempre
presente esta concatenación entre la calidad de Virreinato, que tenía el Perú, y la cali-
dad de Gobernación o Capitanía General que tenía Chile. Sin embargo, la Expedición
Libertadora la financia Chile, en buena parte, interviniendo por cierto con Argentina;
pero, ya esto da una sensación de que la vieja y pobre Capitanía, que era mantenida
muchas veces por el Perú, había adquirido categoría distinta. Sin embargo, pocos
años después se crea la Confederación Perú- Boliviana. Podrán discutirse los objetivos
que tuvo, pero un hombre visionario, que fue Diego Portales, comprendió el peligro
que iba implícito en esta Confederación, ya que él pensaba que Chile debía dominar
el Pacífico. El asesinato de Diego Portales, se dice que con alguna connivencia de
Bolivia, vino a dar un incentivo a la lucha contra la Confederación. Creo que el pueblo
chileno se movilizó, en parte, por el asesinato del Ministro Portales. Así se llega a la
derrota de Santa Cruz, quien es detenido, relegado en Quillota, y luego expulsado
del Continente Americano.
Pasan los años y hay una etapa de amistad a raíz de la invasión de las Islas
Chinchas. Luego, entre Chile y Bolivia viene el tratado de 1866, en el cual se establece,
como límite el paralelo 24°. Ambos países declaran que, al firmar este tratado, están
145
SOCIETAS
haciendo abandono de los legítimos derechos que cada uno invocaba sobre la base de
sus títulos históricos. Por lo tanto, esto no significa que Bolivia reconociera que Chile
tenía derechos más allá o más acá de determinado paralelo; y viceversa. El paralelo 24°
es el límite y, al mismo tiempo, el elemento referencial de una comunidad binacional
en ingresos por la explotación del guano y minerales, que se van a repartir entre Chile
y Bolivia. Desgraciadamente, esto no funcionó bien. Paralelamente, un poco después
los chilenos, elementos civiles, van progresivamente ocupando el litoral atacameño
que se encontraba bajo autoridad de Bolivia. Quiero señalar, aunque me salga un
poco del tema central, que en un momento dado, hacia 1876, había en el norte, en
Atacama, una especie de “Logia“ (“Lautarina”, le llamaban algunos) que eran 10 mil
chilenos que formaban parte de una asociación presidida por Don Enrique Villegas.
Este después fue nombrado Cónsul; pero, a poco andar, Bolivia le canceló el exequátur.
Esto confirma que el litoral atacameño perteneció a Bolivia desde la época colonial.
(Don Sergio Villalobos dice que la Audiencia de Charcas nunca tuvo mar, y que Chile
limitaba con Perú por el río Loa. Son fantasías sin base alguna).
El hecho es que se produjo la ocupación física del litoral atacameño por civiles
chilenos, empresas chilenas y empresas inglesas asociadas con chilenos. Grandes figuras
de la política chilena actuaban defendiendo los intereses privados y los intereses de
grandes empresas extranjeras y chilenas.
Dentro de este marco Perú y Bolivia celebraron un tratado secreto de alianza, al
comienzo de 1873. Se ha discutido mucho la naturaleza de este tratado. La mayoría
de los investigadores peruanos y bolivianos dicen que fue una alianza defensiva; pero
llama la atención que Bolivia y Perú intentaran atraer a Argentina. Incluso hay algún
documento oficial peruano según el cual, a trueque de una alianza, Bolivia estaría
dispuesta a cederle a Argentina parte del litoral del Pacífico, entre, el grado 23 y el
grado 27.
En la historia diplomática no hay nunca santos ciento por ciento o demonios
completos. (Cada uno ha tenido “sus astucias” o “diabluras”; yo no me voy a referir
aquí, a las “diabluras chilenas”). Pero lo importante es que Chile supo, al poco tiempo,
de la existencia de aquel tratado. Sin embargo, cuando al año 1879 llega el señor
Lavalle como mediador de Perú, el Presidente de Chile le dice “me han hablado de
la existencia de un tratado”; y Lavalle pregunta “¿de qué tratado”? El Presidente le
responde, y Lavalle replica “yo no creo que exista ese tratado, porque era miembro
de la comisión de RR.EE. del Congreso del Perú y, si hubiera existido un tratado
semejante, yo lo habría sabido”. Sin embargo, con los antecedentes que se conocen
hoy, se sabe que Lavalle tenía una en su poder copia de ese tratado. (Alguien dijo que
un diplomático era un hombre honesto que salía a mentir por su país… A lo mejor,
Lavalle creyó que tenía que hacerlo).
El hecho es que Chile, cuando ve que no tenía alternativa, va a la guerra con
los países del norte. Debo intercalar algo más: lo que provoca la guerra es que, el
año 1874, se había vuelto a confirmar el paralelo 24° como límite, pero se había
modificado el condominio de los derechos de explotación, aunque se estipuló una
cláusula que congelaba, por 25 años, los impuestos aplicables a las empresas chilenas
en el litoral boliviano. Cuando el Presidente Daza decide violar esta cláusula, con
el impuesto de los 10 centavos, se produce la guerra el año 1879. En este cuadro,
146
EXPOSICIÓN DEL ACADÉMICO JOSÉ MIGUEL BARROS FRANCO
otro sacrificio individual –el de Arturo Prat– galvaniza a la opinión pública chilena.
Independientemente de lo que uno piense sobre el Combate de Iquique, el hecho es
que la conducta de Prat, la forma en que enfrentó su misión, movilizó a gran parte
del pueblo chileno que entendía estar defendiendo los intereses de Chile violados
por Daza con el impuesto y amenazados por el Perú con el tratado secreto de alianza
peruano-boliviano de 1873.
Aquí quiero intercalar algo relacionado con lo expuesto por Ernesto Videla sobre
el Tratado del 1881. Este tratado con Argentina, siempre se ha dicho, significó la
pérdida de la Patagonia; además, injustificadamente se lo relaciona con Diego Barros
Arana. Sin embargo, él fue un gran defensor de los intereses de Chile.
Quiero agregar un elemento, que tampoco se ha difundido mucho, pero que
da la clave de lo que pasó. Con razón, Ernesto Videla dijo que el Tratado del 1881 se
hizo durante la Guerra del Pacífico. Eso es efectivo. Pero ¿fue una imposición argen-
tina? Ahí tengo un elemento que aportar, derivado de las actas del Senado de Chile.
El año 1881 se negocia el tratado entre Chile y Argentina, mediante la acción de los
ministros estadounidenses, y se llega a un acuerdo. Al discutirse éste en el Congreso
era canciller de Chile Don José Manuel Balmaceda quien dijo que este tratado no le
satisfacía plenamente, pero que él, como Ministro de RR.EE. de Chile, creía de su
deber recomendarlo a la aprobación del Senado, porque, hasta ese momento, Chile
estaba sometido al riesgo de un conflicto con sus tres vecinos y este tratado lo dejaba
con las manos libres para proceder en el norte.
Aunque en Chile se creyera que sus derechos sobre la Patagonia eran absolutos,
Argentina invocaba más de 14 mil documentos que demostraba su soberanía sobre
la Patagonia. Todo eso queda atrás en 1881. El hecho es que Chile decide renunciar
a sus “pretensiones” o “derechos” sobre la Patagonia, para quedar con sus manos
libres en el norte.
Y así fue. Eliminado el problema con Argentina, Chile pudo enfocarse en la guerra
en el norte. Nuestro país, por cierto, gana la guerra. Bolivia pierde su litoral, que ya
estaba ocupado por miles de chilenos que vivían ahí, por lo cual, no hubo migraciones
ni problemas con sus habitantes.
Balmaceda dijo “esto nos deja con las manos libres para proceder en el norte”.
Habrá gente que diga que por eso perdimos la Patagonia; pero hay que reconocer,
también, que los territorios que ganó Chile en la Guerra del Pacífico son los que nos
han permitido vivir hasta hoy. Todos nuestros grandes recursos (antes el guano, luego
el salitre, más tarde el cobre) están en esos territorios. A mí no me gustan los argu-
mentos economicistas pero se mira como un trueque debe reconocerse que no fue un
mal negocio. Hay que tenerlo presente cuando se analiza este tema.
Chile gana la guerra y Bolivia pierde su litoral. Esto se formaliza con el tratado
de 1904, con compensaciones dadas por Chile en ferrocarriles, dinero y facilidades
portuarias. Perú pierde Tarapacá el año 1883 y Arica en 1929.
El año 1929, al firmarse el tratado con Perú y zanjarse el problema con Tacna y
Arica, se introdujo una cláusula, según la cual, no podía cederse ninguna parte del
territorio materia de ese tratado a una tercera potencia. Obviamente, se estaba refi-
riendo a Bolivia. ¿De dónde surgió esa cláusula? Don Conrado Ríos Gallardo, siendo
canciller, impuso esta fórmula explicando que “hasta ahora Bolivia ha jugado con
Perú en contra Chile y con Chile en contra de Perú”. “Todo este juego va terminar”,
147
SOCIETAS
afirmó: ahora nosotros nos aliamos con Perú frente a Bolivia; Bolivia queda allá en el
altiplano y Chile no podrá ceder nada de Arica y Perú nada de Tacna sin la anuencia
del otro. (Y así fracasó la negociación de Charaña, porque Perú quiso mantener abso-
lutamente la vecindad con Chile. Y esto no fue sólo por capricho obedeció también a
la existencia de sentimientos revanchistas del Perú, en donde hasta hoy hay quienes
piensan que, algún día, ocupar una parte de lo que Perú perdió como consecuencia
de la guerra: no Tarapacá, quizás, pero sí Arica).
Esto no es una novela ficción. Debemos recordar que Juan Velasco Alvarado, en
momento de semi demencia –creo yo– pensó seriamente invadir Arica, el 6 de agosto
de 1973. Si fracasó, no fue por la voluntad del pueblo peruano, ni por su ejército sino
que a raíz de haberse sabido que Juan Velasco Alvarado estaba en mal estado mental
y físico, fue desplazado por Morales Bermúdez. Gracias a ello se evitó la guerra; pero
estuvo a punto de estallar por la iniciativa de una invasión. Esos elementos subsisten
hoy en cierto grado en Perú. Es el nacionalismo; pero no hay duda que es un ele-
mento que hay mantener permanentemente en vista, frente a lo que pueda suceder
en el futuro.
Por otro lado, hay declaraciones de Don Evo Morales, cuando era diputado, que
dijo que “los territorios de Atacama pertenecían al pueblo boliviano” y lo dijo con todas
sus letras, como aparece de las actas oficiales de las sesiones correspondientes.
De tal manera, que hay que poner atención en el trasfondo actual. Hay que
tenerlo en vista, cuando se habla de las relaciones Chile-Perú, Chile-Bolivia y Chile-
Argentina. Con esta última, mientras no se produzca problemas “con los campos de
hielo sur”, no existen riesgos de conflicto.
Viene después el tema de la delimitación marítima con el Perú. Hay acuerdos de
1952, 1954 y años posteriores. A algo de esto ya se refirió Ernesto Videla.
Demanda del Perú ante la Corte Internacional de Justicia. Aquí también me gustaría
decir algo que, a veces, a la gente se le olvida o a la prensa no le interesa destacar. Se
ha dicho mucho, que Perú no tiene derecho a ir a la Corte de La Haya, que esto es un
ataque a Chile, que es una falta de amistad. Sin embargo, hay declaraciones públicas
aparecidas en el más importante matutino de Chile en donde Doña Michelle Bachelet,
Presidenta de la República, con toda razón dice que “Perú tiene perfecto derecho de
recurrir ante La Haya”. Si se hace esta afirmación ¿cómo puede decirse después que
Perú ha actuado mal? Hay que tener cierta mesura en los ataques, cuando lo que ha
hecho Perú no es más que imitar lo que hizo Chile en el caso del Beagle. Además,
estamos en presencia de una falacia en que se dice que el país que inicia un pleito está
demostrando la debilidad de su causa. (“Si soy dueño de un fundo no puedo ir al juez
a pedir que reconozca mi derecho al predio”…, se argumenta). Yo creo que eso es
una mala posición, porque en nuestro sistema jurídico había una acción llamada “de
jactancia”, en la cual, cuando una persona se creía con derecho a algo tenía la facultad
de concurrir a un juez a pedirle que le reconociera su derecho. Tomar la iniciativa,
jurídicamente, nunca ha sido sinónimo de debilidad; todo lo contrario. En el caso del
Beagle y en el caso de Palena, Chile tomó la iniciativa y fue unilateralmente a los arbi-
trajes y nadie puede decir que Chile perdió el arbitraje del Beagle (salvo Don Sergio
Villalobos, que lo ha sostenido así en un artículo de una revista universitaria).
148
EXPOSICIÓN DEL ACADÉMICO JOSÉ MIGUEL BARROS FRANCO
Ahora, en el contexto actual con Perú ¿cuáles son los elementos a favor?
El tema de los límites marítimos. Desde luego, están las expresiones de acata-
miento peruano de ese límite, que se observan hasta 1986: gestión de Juan Miguel
Bákula ante el canciller Jaime del Valle, para hacerle ver el problema de la delimita-
ción marítima. Hasta ese momento, se puede decir que Perú no había exteriorizado
ningún rechazo del paralelo como límite marítimo.
¿Cuáles son los elementos en contra? Es importante mencionarlos también.
Primero el imborrable sentimiento antichileno, después de la Guerra del Pacífico.
Eso existe y va a existir siempre y será explotado. ¿Qué pasaría si en años venideros
Ollanta Humala fuera Presidente de Perú? O ¿qué diría Don Evo Morales, asociado con
Chávez, recordando sus declaraciones de que Atacama pertenece al pueblo boliviano?
Vuelvo sobre estos puntos, aunque no es asunto que deba obsesionarnos.
Ahora, a propósito de los elementos en contra de Chile, al margen del sentimien-
to antichileno, es necesario aludir al texto del tratado de 1929 y la documentación
sobre la demarcación de 1930, materia que, a mi juicio, no ha sido todavía suficien-
temente esclarecida a la opinión pública nacional. Por ejemplo, la fijación del “punto
Concordia” que es aquel lugar geográfico, en el cual, el arco de círculo, a partir de
puente del río Lluta, corta el mar. Sin embargo, la actual posición chilena parece ser
que la frontera termina ahí, en el Hito 1. (Podríamos explicarlo con un mapa, si a
ustedes les interesa ahondar en este tema; pero hay un punto difícil que nos van a
representar los peruanos).
También otro punto, negativo para nosotros, son las variaciones en la cartografía
náutica chilena. La marina suele emitir cartas náuticas, y la Carta de Arica ha tenido
modificaciones que, seguramente, será necesario explicar ante la Corte Internacional
de Justicia. (No sé si alguien está hoy preocupado de ese tema).
En cuanto a Bolivia ¿Cuáles son los elementos a favor de Chile? Por cierto, la
intangibilidad de los tratados y el predominio de los chilenos en el antiguo litoral
boliviano.
¿Cuáles son los elementos en contra de Chile? Hay que reconocer que en todo
el continente hay una simpatía visible hacia Bolivia, por la mediterraneidad de este
país. Esto, combinado con el hecho de que esa mediterraneidad se produjo como
consecuencia de una guerra, hace aparecer a Chile como un país que se apoderó de
un territorio ajeno y, además, dejó a ese país sometido a un perpetuo aislamiento. No
se recuerdan las facilidades portuarias, las prestaciones en dinero, los ferrocarriles...
El hecho es que el continente americano, en su mayoría, simpatiza con una Bolivia
privada de sus costas.
Para concluir, yo creo que Chile debe sostener que no busca un conflicto armado,
a pesar de lo que se dice, día a día, en Perú; pero que tampoco le teme. Eso es impor-
tante que se sepa, porque Chile tiene los elementos disuasivos suficientes como para
enfrentar cualquier sorpresa, sin estar buscando un conflicto.
¿Cuáles son las mejores armas? Sin duda, los tratados. A eso, yo le agregaría,
como una invariable línea de conducta, la defensa de la verdad. Esto podrá parecer
una generalidad, pero no es tal, porque a veces la verdad anda disfrazada entre los
documentos y entre las acciones de “los señores políticos”. Junto con ello, buscar en-
tendimientos y colaboración con nuestros vecinos, en todos los campos y especialmente
149
SOCIETAS
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CONSENSOS Y CONFLICTOS EN CHILE.
CONTINUIDAD Y RUPTURA
Gonzalo Vial Correa
151
SOCIETAS
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CONSENSOS Y CONFLICTOS EN CHILE. CONTINUIDAD Y RUPTURA
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SOCIETAS
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CONSENSOS Y CONFLICTOS EN CHILE. CONTINUIDAD Y RUPTURA
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CHILE Y SU RELACIÓN CON LOS PAÍSES DE LA
CUENCA DEL PACÍFICO
Enrique Silva Cimma
Académico de Número
El tema sobre el cual se nos ha pedido hacer un comentario en esta sesión es el que
se refiere a los países de la Cuenca del Pacífico.
Cuando se habló de la Cuenca del Pacífico, ustedes se recordarán, se refería a
lo que se denominó la “Comisión permanente del Pacífico Sur”, que se creó el año
1952 y que tuvo por objeto defender los planteamientos de Chile sobre las 200 millas
marítimas. Quienes la integraron fueron: Chile, Perú, Ecuador y posteriormente
Colombia. Esa Comisión se la llamaba también “de la Cuenca” que corresponde según
dice el léxico al hecho de que un determinado territorio esté rodeado de mar o río,
entonces, en aquella época se habló de la “Cuenca” de los países del Pacífico Sur para
eso. Pero esto tuvo una finalidad muy específica, que se ha estado manteniendo más
o menos rigurosamente, si bien, cuando se creó con posterioridad la APEC, que se
refiere a los países de la Cuenca del Asia-Pacífico y aquello ya se miró como algo que
podría llegar a colaborar con el APEC y efectivamente se ha hecho así, y ha sido un
organismo que ha marchado con mucha armoniosidad, especialmente en el orden de
las relaciones pesqueras y marítimas entre los países de América del Sur, o sea Chile
se ha entendido bien con Ecuador y mantenemos armonía no está de más decir que
la Corporación Permanente del Pacífico Sur está a cargo de un abogado chileno de
apellido Pereira y que tiene su sede en Guayaquil y ha habido cierta preocupación
por las cuestiones planteadas por el Perú, donde la Cuenca del Pacífico no deja de
mirar con cierto interés lo que se está planteando ahí.
Pero cuando usted presidente nos ha pedido que demos nuestra opinión respecto
de la Cuenca del Pacífico, nos está pidiendo que nos refiramos a la APEC. La APEC se
creó en 1989 por iniciativa de Australia, que previó que de esta manera los países de
la Cuenca del Pacífico, prácticamente los archipiélagos de esa región y algunos otros,
como China, pudieran contactarse con los países de nuestro continente. Pero cuando
se inició, naturalmente Australia se comunicó primero con EE.UU. y respondió de
manera estricta respecto de quienes podrían formar parte de ese continente, de esa
reunión de APEC.
Es una entidad que toma sus acuerdos por consenso, ahí no hay votación, sino
simplemente acuerdos de voluntad y cuando se trató de la incorporación de Chile a
la APEC fue por iniciativa del Presidente Aylwin, que se reincorporaba a un sistema
abierto de integración en el mundo. Las instrucciones eran que nosotros nos inte-
gráramos, y eso tuvo bastante éxito, porque durante esos cuatro años las relaciones
de Chile y sus limítrofes fueron de primer nivel y no tuvimos ninguna dificultad. Se
157
SOCIETAS
ha criticado el asunto de Laguna del Desierto, pero muy pocos sostienen que fue
porque Chile no tenía facultades de aceptar un arbitraje o no, porque de acuerdo a
las convenciones de 1884 el arbitraje era la forma obligada de solución el conflicto,
cuando no se lograra por la vía de conversación directa.
No fue fácil la incorporación de Chile a la APEC. El APEC en el fondo nació como
una entidad para dedicarse a los asuntos esencialmente económicos y de intercambio
entre los países del Asia-Pacífico, y ellos miraron a los países de norteamérica, tanto
es así, que cuando nace el APEC se incorporan tres países de norteamérica: EE.UU.,
Canadá y México.
A nosotros se nos plantea este problema porque era consecuencia de esta ini-
ciativa integracionista que nosotros habíamos planteado desde el inicio del gobierno
del Presidente Aylwin.
Tuvimos contestaciones muy gratas precisamente de países del Asia-Pacífico,
entre ellos recuerdo el caso de Malasia, Filipinas y otros; entonces, se nos planteó
esta posibilidad y la acogimos con gran interés y simpatía, porque había en ellas un
grado que significaba la incorporación de Chile, desde el punto de vista económico,
en una serie de países que correspondían a otra región y que no estaban contactados
con nosotros.
Fueron admirables las reuniones en esa época, en 1990 e inicio de 1991, con
Malasia y no sé si recuerdan que Chile recibió al Primer Ministro, al Canciller y a una
comitiva extraordinaria de empresarios y representantes salariales de Malasia que nos
visitaron en un número superior a 150 personas y empezamos a conversar sobre las
posibilidades de establecimiento de relaciones más intimas con países precisamente de
la APEC porque Malasia, Indonesia y otros países que estaban interesados en que Chile
pudiese incorporarse a la APEC miraban nuestra costa de más de 4.500 kilómetros
y se daban cuenta de que Chile podía abrir la frontera del continente sudamericano
hacia el Asia-Pacífico, cosa que hasta entonces no se había realizado.
Ahí se estableció una serie de contactos, donde había visitas de Río de Janeiro,
incluyendo Uruguay y Argentina, para que nosotros fuéramos la puerta de salida hacia
muchas cosas que llegaran del Asia-Pacífico y que por nuestras vías se proyectara a
países de la región y a otros países que estaban fuera.
Así nace esta decisión de integrarse a la APEC; pero no fue fácil, porque nos
dimos cuenta en forma casi inexplicable de la reacción adversa de EE.UU. que nos
hacía presente que la APEC debía ser una institución para el comercio del norte
pero no con el sur y que por eso no veían fundamento a la incorporación de Chile y
lo difícil fue que Australia por razones de contacto directo con EE.UU. se adhirió a
esta tesis, de tal manera que se nos hace presente que la incorporación de Chile iba a
ser difícil. Nosotros nos encontramos con la simpatía de la mayoría de los países del
Asia-Pacífico, pero el acuerdo de incorporación debía ser unánime, porque el APEC
es una institución muy curiosa, cuyas decisiones no son vinculantes pero son por
consenso y deben necesariamente incorporarse en el mundo económico y político
dentro de esos países.
En definitiva, el consejo de los países de las Islas, especialmente, del Asia-Pacífico
fue que nosotros insistiéramos en este acuerdo. Yo lo conversé con el Presidente y
me dijo que tratáramos de convencer a Australia y en una visita oficial del Gobierno
158
CHILE Y SU RELACIÓN CON LOS PAÍSES DE LA CUENCA DEL PACÍFICO
159
SOCIETAS
discriminatorias sino que se va marchando hacia delante. Por otra parte, se aconseja
que cada uno de los países del APEC suscriba con Chile acuerdos de libre comercio,
respecto de los cuales Chile ya suscribió varios de estos acuerdos. Uno es naturalmente
China y que se ha producido una expansión impredecible.
En el momento actual hay una serie de aspectos que APEC ha recomendado y es
que los miembros deben tomar ciertas medidas: Mantener el crecimiento económico
y desarrollo sustentable regional, acentuar las ganancias positivas regionales e inter-
nacionales a través del flujo de bienes, desarrollar y fortalecer el sistema de comercio
multinacional en el interés de todas las economías del Asia-Pacífico, reducir las barreras
comerciales en bienes y servicios e inversiones de los participantes. En cuanto a esto
último, Chile adopta desde el primer momento el acuerdo que es reducir los costos
de comercio en un 5% a partir del 2010, la fecha que APEC se da es entre el 2010 y
2020. Chile se considera que es un país que opera con singularidad en el orden del
respeto de esos acuerdos que allí se han ido tomando.
Para terminar quisiera decir que en Japón se celebró un acuerdo y allí se reco-
mendaron una serie de cosas, entre las cuales se insiste que debe mejorar el proceso
de liberalización, la red de compromisos voluntarios que debe existir y necesidad que
se estructure entre los líderes de APEC un conjunto de realidades que conformen esta
idea de entidad cuyos compromisos no tienen carácter de vinculante.
El presupuesto del APEC lo entrega el aporte de cada socio y tampoco existe
rigurosidad entre el porcentaje del aporte respecto de la capacidad económica de cada
país. Esta modalidad tan especial está jugando este acuerdo que para Chile se estima
ha abierto una política y que crea acuerdos económicos como es el caso de China. En
este momento hay algunos acuerdos que se tomaron en una de las últimas resoluciones,
pero que no coloca límites en la participación de los socios del APEC.
160
CHILE Y SU RELACIÓN CON LOS PAÍSES DE LA
CUENCA DEL PACÍFICO
Andrés Bianchi Larre
Académico de Número
Para abordar este tema tan fascinante como inmenso, he dividido mi presentación
en cuatro partes.
En la primera se presenta información estadística sobre las principales dimen-
siones demográficas, físicas y económicas de los 10 países de Asia-Pacífico.
En la segunda se analiza brevemente el proceso de traslación del centro de gra-
vedad y del núcleo más dinámico de la economía mundial desde el Atlántico Norte al
Pacífico y, en especial, a sus riberas asiáticas.
En la tercera se examinan algunos de los efectos que dicho proceso ha tenido en
el desarrollo económico reciente de Chile.
Por último, en la cuarta sección se ofrece una interpretación de los principales
logros alcanzados en las relaciones entre Chile y los países de Asia-Pacífico y los desafíos
y oportunidades que éstas plantean para el futuro.
Sobra señalar que, dadas las restricciones del tiempo que se me ha asignado, la
presentación de todos estos temas es muy sumaria.
La región Asia-Pacífico incluye diez países con historias, culturas y religiones muy
diversas y cuyas estructuras físicas, demográficas y económicas son también muy
diferentes.
A. Población
La población de Asia-Pacífico sobrepasa ligeramente los dos mil millones de habitantes
y representa 31% de la población mundial total.
El país más populoso es, con mucho, China, con algo más de 1.300 millones de
habitantes. El segundo es Indonesia, cuya población de 225 millones de habitantes
casi duplica la de Japón (128 millones) y es el país con mayor población musulmana
del mundo. Los demás países de la región tienen poblaciones más pequeñas, pero,
con excepción de Singapur, tienen todos poblaciones sustancialmente mayores que
la de Chile (Cuadro 1).
B. Área
La superficie del conjunto de los países de Asia-Pacífico es de casi 13,5 millones de km2
y equivale a apenas 9% del área total del mundo. Más del 70% de esta superficie
161
SOCIETAS
Cuadro 1
Países de Asia Oriental y Chile:
Indicadores básicos (2006)
pertenece a China y 15% a Indonesia. Los ocho países restantes son relativamente
pequeños y sus respectivas superficies son bastante más reducidas que la de Chile.
C. Densidad demográfica
La densidad demográfica media de Asia-Pacífico es muy alta –150 habitantes por
km2– y varía desde casi 6.900 habitantes por km2 en Singapur hasta algo menos
de 80 en Malasia. Pero incluso la densidad de este país casi cuadruplica la de Chile
(22 habitantes por km2).
D. Urbanización
No obstante la intensa migración del campo a la ciudad que ha tenido lugar en décadas
recientes, el grado medio de urbanización en Asia Oriental es todavía relativamente
bajo. En efecto, apenas 44% de la población vive en ciudades, exactamente la mitad
de la cifra de Chile. Por cierto, también en este indicador las diferencias existentes
entre los distintos países son enormes: mientras el nivel de urbanización es de 100%
en Singapur, él alcanza a sólo 27% en Vietnam.
E. Nivel de desarrollo
En términos de nivel de desarrollo, la diversidad es, asimismo, muy marcada. Si en una
primera aproximación medimos el nivel de desarrollo por el producto interno bruto
por habitante, calculado en dólares de igual poder de compra, es posible distinguir
claramente dos grupos en Asia-Pacífico.
162
CHILE Y SU RELACIÓN CON LOS PAÍSES DE LA CUENCA DEL PACÍFICO
A pesar que los niveles medios de ingreso son aún bajos en la mayoría de los países
de Asia-Pacífico, su crecimiento económico en el último medio siglo y en especial en
las últimas tres décadas ha sido excepcionalmente vigoroso.
Esta notable expansión de la actividad económica se inició en los años 50 en
Japón, donde duró hasta finales de los 80; se trasladó luego a los cuatro tigres asiáticos
–Corea, Taiwán, Hong Kong y Singapur– y se extendió algo más tarde a Indonesia,
Tailandia y Malasia, y más recientemente a Vietnam.
Pero donde el crecimiento y la transformación de la economía alcanzaron di-
mensiones colosales y sin precedentes en la historia económica mundial ha sido en
China a partir de 1978, a raíz de las revolucionarias reformas introducidas por Deng
Xiao Ping tanto en la estrategia de desarrollo como en la organización de la economía.
De hecho, en los últimos 30 años el Producto Interno Bruto de China aumentó a un
Cuadro 2
Países de Asia Oriental y Chile:
Producto Interno Bruto
(2008)
163
SOCIETAS
ritmo medio anual de 9,5%, con lo cual el tamaño de su economía en el año 2008 fue
15 veces mayor que en 1978 y el producto por habitante se multiplicó por trece en
ese lapso.
Un factor principal de esta expansión extraordinaria de la actividad económica
fue el vertiginoso crecimiento del comercio exterior, que aumentó a una tasa media
anual de 15%. Así, China –que bajo Mao era una economía semicerrada– ha pasado a
ser en la actualidad uno de los tres principales exportadores mundiales, es el mayor
acreedor de Estados Unidos, y cuenta con las reservas internacionales más cuantiosas
del mundo.
El sostenido crecimiento de la economía ha ido acompañado, entre otros cambios
mayores, por una gigantesca migración de población de las áreas rurales a los cen-
tros urbanos; por el surgimiento de numerosas nuevas ciudades y por la expansión
y modernización casi increíbles de Shanghai, Beijing y otras ciudades tradicionales;
por la reducción del número de pobres en 400 millones de personas, la emergencia
y el rápido aumento de los estratos medios, y la aparición de un número no menor
de millonarios.
Todos estos procesos han contribuido a generar enormes cambios en el nivel,
la estructura, los hábitos y las aspiraciones de consumo de la población. Para ilustrar
estos cambios, permítanme recordar lo planteado sobre la materia por el profesor de
las Universidades de Ginebra, Fudan y Tsinghua, Wei-Wei Zhang, en una conferencia
magnífica que dictó hace una semana en Santiago. En ella señaló que en China existe
la tradición de identificar tres cosas que se considera es importante tener para alcan-
zar la felicidad en un matrimonio. En los años 70 estas tres cosas eran una bicicleta,
un reloj y una máquina de coser; en los 80 lo importante era poseer un televisor
en blanco y negro, una bicicleta a motor y un refrigerador; en los 90 las tres cosas
anheladas eran un televisor en color, un computador y un teléfono celular; y en la
actualidad las tres cosas deseadas son un departamento (o una casa), un automóvil y
mucho dinero en efectivo.
Desde una perspectiva global, la consecuencia más transcendental del intenso
desarrollo de China y de los demás países de Asia Oriental ha sido la traslación gradual
del centro de gravedad de la economía mundial desde el Atlántico Norte al Pacífico
y, en especial, a sus riberas asiáticas.
Este cambio de la distribución geográfica de la actividad y del poder económi-
co mundial ha tenido y, sobre todo, tendrá en el futuro importantes consecuencias
geopolíticas.
En efecto, a estas alturas parece claro que lo que algunos analistas –tras la caída
del muro de Berlín y el desmembramiento del imperio soviético– calificaron como
el “momento unipolar” de hegemonía de Estados Unidos está llegando a su fin, y
asimismo que en las próximas décadas el orden internacional será, una vez más, mul-
tipolar. Sin embargo, los polos del sistema serán diferentes que en el pasado, pues la
supremacía mundial será compartida y disputada por Estados Unidos y China.
Así, y aunque en esta materia las proyecciones –sobre todo cuando ellas se extien-
den a períodos más lejanos– están sujetas a márgenes no menores de error, no cabe
descartar que a la hegemonía político-económica de Europa occidental durante el siglo
XIX y de Estados Unidos en el siglo XX, suceda la de China en el siglo actual.
164
CHILE Y SU RELACIÓN CON LOS PAÍSES DE LA CUENCA DEL PACÍFICO
165
SOCIETAS
a Asia-Pacífico se multiplicaron por 30, con lo cual su aumento porcentual casi triplicó
a las del resto del mundo. Entre ellas, las exportaciones que más crecieron fueron las
efectuadas a China, cuyo valor se multiplicó 77 veces (Cuadro 3).
Cuadro 3
Chile: Exportaciones por destino geográfico
(millones de dólares)
2008/1980
1980 1990 2000 2008
(veces)
América Latina 1.139 1.075 4.001 14.382 13
América del Norte 668 1.525 3.427 9.323 14
Europa 1.913 3.375 4.888 17.308 9
Asia 862 2.329 5.671 24.071 28
Asia Oriental 733 2.160 5.234 22.152 30
China 120 71 968 9.234 77
Corea del Sur 70 259 806 3.595 51
Filipinas 4 30 69 278 70
Indonesia – 56 104 210 –
Japón 507 1.388 2.549 6.423 13
Malasia – 10 58 153 –
Singapur 4 33 32 123 31
Tailandia – 33 38 157 –
Taiwan 28 280 610 1.883 67
Vietnam – – – 96 –
África 7 113 82 245 35
Oceanía – 59 64 535 –
Total 4.589 8.476 18.133 65.864 14
166
CHILE Y SU RELACIÓN CON LOS PAÍSES DE LA CUENCA DEL PACÍFICO
Cuadro 4:
Importaciones por origen geográfico
(millones de dólares)
2008/1980
1980 1990 2000 2008
(veces)
América Latina 1.258 1.736 5.977 19.018 15
América del Norte 1.541 1.598 3.850 12.519 8
Europa 1.200 2.059 3.197 8.780 7
Asia 524 967 2.950 17.080 33
Asia Oriental 505 916 2.735 16.122 32
China 51 98 1.000 8.173 160
Corea del Sur 30 123 535 3.266 109
Filipinas – – 31 79 –
Indonesia – 11 81 214 –
Japón 370 568 710 3.182 9
Malasia 4 9 71 202 51
Singapur 4 18 19 145 36
Tailandia – 7 85 415 –
Taiwan 44 82 191 356 8
Vietnam – – 12 90 –
África 290 567 514 1.788 6
Oceanía 14 43 152 375 27
Total 5.124 7.024 17.060 61.903 12
167
SOCIETAS
168
CHILE Y SU RELACIÓN CON LOS PAÍSES DE LA CUENCA DEL PACÍFICO
y perspectivas de los países de esa región; a identificar las oportunidades que ellos
ofrecen a Chile; y a promover el intercambio de profesores e investigadores asiáticos
y chilenos
Por último, en el marco del programa Becas-Chile sería conveniente crear un
subprograma especial –ambicioso pero realista, bien financiado y muy estrictamente
administrado– que estimule a estudiantes universitarios de buen rendimiento a estu-
diar chino, inicialmente en Chile y después en China.
En mi opinión, si Chile implementara en forma eficiente estas y otras medidas
orientadas a ampliar nuestra comprensión de la cultura, instituciones y tendencias
de las sociedades asiáticas y realizara esta tarea antes que lo hagan otros países de la
región, lograríamos nuevas ventajas competitivas –de naturaleza distinta a las actua-
les– las que, además de servir para enriquecer nuestros vínculos con las naciones de
Asia-Pacífico, mejorarían nuestra capacidad para enfrentar los desafíos y aprovechar
las oportunidades que surgirán a medida que ellas se consoliden como uno de los
centros principales del poder económico y político del mundo.
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ESTADO, MERCADO Y SOCIEDAD CIVIL
Pedro Morandé Court
Académico de Número
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SOCIETAS
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ESTADO, MERCADO Y SOCIEDAD CIVIL
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SOCIETAS
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ESTADO, MERCADO Y SOCIEDAD CIVIL
Sergio Molina Silva
Académico de Número
En la primera exposición realizada el 30 de marzo por don Óscar Godoy, nos habla-
ba del origen de la palabra gobernabilidad hasta llegar a la palabra poco usada de
gobernanza, definiéndola como el equilibrio entre Estado, Sociedad Civil y Mercado.
Mi exposición versará específicamente sobre esos equilibrios, poniendo énfasis en lo
económico y social.
En cuanto al Estado, no lo trataré en sus componentes clásicos, sino especialmente
en lo referente al gobierno o el Poder Ejecutivo.
Respecto a la Sociedad Civil, el término es muy genérico porque puede com-
prender a toda la población en condiciones de expresarse. Me referiré de preferencia
a quienes tienen algún grado de organización lo que hace posible que su opinión sea
escuchada. Al fin de cuenta, cuando hablamos de equilibrio entre Estado, Sociedad
Civil y Mercado estamos hablando de equilibrio entre poderes, aunque el mercado
puede considerarse como un medio que facilita las transacciones: un lugar de “en-
cuentro de poderes”.
La conversación más frecuente es sobre el papel del Estado y del Mercado, tema
siempre polémico y frecuentemente considerado como antagónico. En este sentido,
me parece muy acertado lo expresado por el Nobel de Economía (Stiglitz 2008) re-
firiéndose al consenso de Washington expresa: “Las preguntas debieron haber sido;
¿qué podemos hacer para mejorar la eficiencia tanto de los mercados como de los
gobiernos? ¿Cuál es el equilibrio correcto entre el mercado y el gobierno y cómo debe
variar ese equilibrio a través del tiempo, en la medida que los mercados mejoran y las
capacidades de los gobiernos cambian?
A raíz de estas preguntas me vino el recuerdo de dos circunstancias que ejempli-
fican lo que dice el profesor Stiglitz. En mi opinión el desarrollo de Chile fue influido
positivamente con la creación de la Corfo y las industrias básicas que surgieron de esa
institución. Al mismo tiempo me parece que fue oportuna la venta de esas empresas
a empresarios privados.
Para completar las preguntas que he comentado agregaré lo que el Papa
Benedicto XVI dice en el segundo párrafo del número 39 de su Encíclica “Veritas in
Veritate:
“Cuando la lógica del mercado y la lógica del Estado se ponen de acuerdo para
mantener el monopolio de sus respectivos ámbitos de influencia, se debilita a
la larga la solidaridad en las relaciones entre los ciudadanos, la participación,
el sentido de pertenencia y el obrar gratuitamente, que no se identifican con
175
SOCIETAS
Anticipo que no participo de las posiciones excluyentes que privilegian por prin-
cipio al Estado o al mercado, sino creo que las soluciones corresponden a situaciones
determinadas en un contexto determinado.
176
ESTADO, MERCADO Y SOCIEDAD CIVIL
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SOCIETAS
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ESTADO, MERCADO Y SOCIEDAD CIVIL
Para el análisis que nos ocupa esta distinción es muy importante, ya que la de-
terminación del ingreso autónomo es la expresión más cercana al funcionamiento del
mercado exclusivamente. En cambio, en el ingreso total se computan las transferencias
generalmente ajenas al mercado y que responden a las presiones de la sociedad civil
y a la respuesta que dan los gobiernos a las desigualdades sociales, tanto de ingresos
monetarios, como de oportunidades.
En términos genéricos la “protección social” del Estado pretende reducir por la
vía redistributiva las desigualdades que el mercado no corrige y que el Estado no ha
sido capaz de modificar en la distribución primaria del ingreso.
En síntesis, la pobreza absoluta y las desigualdades de ingreso y de oportuni-
dades son una expresión de desequilibrio entre actores que el mercado ratifica pero
no corrige. Por lo tanto, es el Estado y la presión de la Sociedad Civil los que pueden
reducir las desigualdades, ya sea actuando en la etapa primaria de la distribución o a
través de políticas restributivas.
5. Algunas sugerencias: Vuelvo a las preguntas: ¿Qué podemos hacer para mejorar la
eficiencia tanto de los mercados como de los gobiernos? y ¿qué podemos hacer para
que la sociedad civil tenga mayor representación en las decisiones públicas y privadas
que las afectan?
En la experiencia chilena la sociedad civil ha sido la parte más frágil, siendo una
de las causas su debilidad asociativa y la institucionalidad precaria donde puedan ex-
presar su opinión. Por eso algunos sugieren la creación de alguna instancia en que se
encuentren los principales actores para opinar de la estrategia de desarrollo: gobierno,
empresarios y trabajadores como representantes de la sociedad civil.
179
SOCIETAS
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MIRADA SOBRE LA JUVENTUD CHILENA
Agustín Squella Narducci
Académico de Número
“He tenido 20 años y jamás permitiré decir que es la edad más hermosa de la
vida”.
Recuerdo que tenía más o menos esa misma edad cuando me topé con esa declaración
de Paul Nizam –el pensador francés, contemporáneo y amigo de Sartre y de Raymond
Aron–, la cual me identificó entonces completamente. No es que yo fuera particu-
larmente desdichado en tiempos de juventud, pero luego de la infancia –quizás si el
único momento de la vida en que podemos ser felices, puesto que no aún no tenemos
pasado y los sucesos de nuestra vida todavía no han contaminado el futuro que nos
espera–, y pasada ya la edad algo huraña que es la adolescencia, me había instalado
en una difícil juventud que, según recuerdo, despedía una multitud de estímulos a
los que casi nunca sabía cómo responder o si acaso tenía incluso que responder.
Si recuerdo lo anterior, y en especial aquel pensamiento de Paul Nizam, es porque
creo que la juventud, cualquiera sea el momento de inicio y de término que pudiera
convenirse para ella, es una edad siempre difícil que nada tiene que ver con la cons-
tante y banal glorificación de que se le hace objeto. Aunque, claro, peor es el ingenuo o
interesado enaltecimiento que se hace hoy de la vejez, eufemista y algo ridículamente
llamada tercera o cuarta edad, casi como si se tratara del mejor momento de nuestras
vidas. La vejez es pérdida, deterioro y antesala por lo común inevitable del morir. Del
morir, digo, no de la muerte, porque la muerte es nada, mientras que morir sí es algo.
La muerte no es un estado que suceda al de la vida y en el que se encuentren quienes
pasaron ya por el trance de morir. De ahí que no tenga sentido decir de alguien que
“está muerto”, sino, cosa distinta, que “murió” o que “ha muerto”. Morir es un hecho,
un acontecimiento de la vida, aquel que marca o consiste en el término de ésta, pero
la muerte no es un hecho y, menos aún, un estado en que alguien pueda encontrarse.
El morir no nos arroja en brazos de la muerte, sino, según las creencias de cada cual,
se trata de un hecho que nos reduce a nada –salvo el recuerdo que pueda haber que-
dado de nosotros en otro ser humano– o que nos conduce a algún tipo de existencia,
mejor o superior a la que pudiéramos haber tenido antes de morir.
Excusen ustedes las precedentes disquisiciones que poco o nada tienen que ver
con el tema de nuestra reunión de hoy, y que no se originan en otra cosa que no sea
la irritación que a mí al menos me produce ese discurso algo bobo que se ha instala-
do acerca de la vejez, como si al llegar a ésta alcanzáramos el mejor de los mundos,
según pregonan esos embaucadores que venden talleres y libros de autoayuda a las
181
SOCIETAS
personas mayores, en circunstancias de que todo lo más que puedes hacer al llegar a
viejo, según creo, es procurar vivir mejor posible ese tiempo final de tu vida. ¿Cómo?
Pues contando tus bendiciones, aferrándote a los buenos recuerdos que hayas podido
atesorar a lo largo de la vida, observando mejor los detalles y las grandezas de la
naturaleza, registrando cómo nacen en tus descendientes la vitalidad, la inteligencia
y el lenguaje, ejercitando bien el cuerpo, e intentando conservar a lo menos algunas
de las rutinas que todavía pueden procurarte algún placer o, cuando menos, algún
tenue pero estimable bienestar. Sobre esto último –aquello de conservar rutinas y
aficiones–, acabo de leer en “El color prohibido”, la única de las novelas de Yukio
Mishina que no había sido traducida al castellano, una reflexión como la que sigue,
hecha por el autor a propósito del personaje central de esa novela, un escritor que ha
cumplido ya 65 años: “Pese a que ya habían transcurrido cinco años desde que dejó
atrás los sesenta, no tenía nada a lo que pudiera llamarse una afición. A decir verdad,
en cuestión de aficiones era más bien escéptico. Carecía totalmente de interés por la
relación objetiva entre sí mismo y el prójimo, que sería el requisito indispensable de
una afición”. Pues bien: eso es precisamente lo que hay que intentar evitar cuando se
llega a la edad del personaje literario de Mishima.
Ni la juventud, ni menos aún la vejez, son las mejores edades o épocas de la vida,
de manera que, puestos a hablar de los jóvenes, y puestos a formarnos y emitir juicios
acerca de cómo ellos piensan y actúan, tenemos que practicar cierta benevolencia, si
no compasión, cierta amistad incluso, cuando menos en el sentido de admitir que la
felicidad o el bienestar de los jóvenes, como los de cualquier persona, no es algo que
nos deje indiferentes.
Kant describió bien la figura de lo que él llamó “amigo universal”, el amigo filan-
trópico, el amigo cosmopolita, que no es el que se comporta como si fuera amigo de
todo el mundo –una meta tan imposible como absurda–, sino aquel que muestra una
disposición a ser amigo de cualquiera de sus semejantes que se cruce en su camino,
en quien ve siempre un igual y, desde luego, alguien digno de ser tratado siempre
como un fin y nunca como un medio. Pues bien, los jóvenes siempre se cruzan en
nuestro camino, especialmente en el caso de quienes nos dedicamos a la incierta tarea
de enseñar ¿Y qué significa tratar a otro como un fin y no como un medio, un impe-
rativo que no tenemos suficientemente en cuenta, según creo, a la hora de decidir
qué tendríamos que hacer con los jóvenes, ya sea como padres, amigos o profesores
de éstos? Tratar a otro como a un fin significa, en primer lugar, considerar que los
seres humanos, y entre éstos los jóvenes, no son una materia inerte que tenemos que
moldear según nuestras propias creencias, opciones y preferencias, impidiendo de
ese modo lo que Kant llamó “la salida de la minoría de edad”, que no es otra cosa
que llegar a valerse del propio entendimiento, sin la guía de otro, lo cual, claro está,
no excluye el necesario diálogo en que es preciso vivir con los demás en el proceso de
hacerse a uno mismo (de “hacerse”, digo, y me arrepiento casi al instante, puesto que
habría que aceptar el importante papel que el azar juega en nuestras vidas, incluida
la herencia genética de la cual somos portadores y ciertas funciones del cerebro que
están sometidas a leyes deterministas de procesos físico-químicos, según muestran
progresivamente las neurociencias, todo lo cual tiene desde luego un impacto en la
cuestión de la responsabilidad, tanto en la dimensión jurídica como moral del término).
182
MIRADA SOBRE LA JUVENTUD CHILENA
Atendida esta primera expresión de lo que significa tratar a los demás como fines, no
como medios, es que prefiero una educación que no diga a los jóvenes qué es lo que
deben pensar, sino que cree en su entorno condiciones objetivas para que éstos lleguen
a pensar por sí mismos, una educación que transmita ideas, desde luego, pero que
está más preocupada de formar la capacidad para formarse las propias ideas.
En segundo término, tratar a otro como a un fin significa considerar que los
seres humanos no están a nuestra disposición para hacer con ellos lo que nos plazca
o lo que mejor sirva a nuestros propósitos, es decir, que las personas han de ser
tratadas no como objetos, sino como sujetos, no como algo disponible, sino como
seres libres. Seguidamente, y tercero, tratar a otro como un fin importa admitir que
cada individuo es capaz de adoptar sus propios fines. Cuarto, la expresión tratar a
otro como un fin implica también que nadie debe subordinar los fines de otro a sus
propios fines. Y quinto, en su versión claramente más exigente, tratar como un fin
demanda respetar los fines que los demás se hubieren propuesto alcanzar en uso de
su autonomía, tal como si se tratara de nuestros propios fines. Y si el fin supremo
que cada cual se propone alcanzar es la felicidad –cualquier cosa que sea la felicidad,
la cual no depende de la ocurrencia de un solo momento feliz, del mismo modo que
una golondrina no hace verano, según advertía Aristóteles–, es preciso permitir que
cada individuo escoja su propio verano y que vuele hacia él sin interferencias de los
demás, contando con que éstos serán capaces de apreciar ese vuelo ajeno como si se
tratara de su propio vuelo.
Al hilo de lo anterior, lo que me gustaría preguntarme ante ustedes es si acaso el
derecho de los padres a educar a sus hijos, que está fuera de toda duda, de manera
que nada ni nadie puede reemplazarlos en la titularidad de semejante derecho –desde
luego no el Estado–, no reconoce un límite, cuando menos a partir de cierta edad,
en el derecho ahora de los hijos para formarse sus propias creencias, convicciones,
puntos de vista, y para adoptar también los cursos y formas de vida que les parezcan
mejores. Lo que me pregunto es si, llegado un momento de la educación de los jó-
venes, lo que se esperaría de los padres, y desde luego de sus maestros, no es que los
continúen pastoreando o manteniendo cautivos de sus propias creencias y modos de
vida, sino hacer lo que esté a su alcance, lealmente, para que los jóvenes adviertan la
diversidad de opciones que existen y lleguen a discriminar entre éstas merced a su
propio examen, espíritu crítico y estimativa, con la posibilidad de que tanto prolonguen
o rompan con la tradición de pensamiento, creencias y modo de vida que se les ha
transmitido. Lo que me pregunto es si ante los jóvenes resulta más justo inculcarles
temor ante la diversidad, de manera que vean ésta como un mal, o cuando menos
como una amenaza, o inculcarles, todo lo contrario, la valoración de la diversidad
como un bien, como una oportunidad.
Me concentraré a continuación en un segmento muy acotado y aun minorita-
rio de nuestra juventud, que es el que conozco más de cerca, puesto que detrás del
término “juventud” se esconde una honda diversidad. “Mirada sobre la juventud”,
se titula nuestro tema de hoy, pero ¿de cuál juventud? ¿De la juventud pobre, media
o rica? ¿De la juventud que estudia, de la que tuvo que renunciar al estudio para
ingresar tempranamente en el mundo del trabajo, o de la que ni estudia ni trabaja y
permanece en las esquinas de poblaciones donde el delito se ha transformado en un
183
SOCIETAS
oficio lucrativo y no pocas veces respetable? ¿De la que accedió a la educación superior
en un modesto centro de formación técnica, en un instituto profesional medio o en
alguna de nuestras universidades de excelencia?
El sector en que concentraré lo que sigue es el de la juventud universitaria, el del
que ha accedido a ese determinado nivel de nuestra educación superior, y cuyo número
ha ido en rápido aumento en el curso de los últimos años. En 2008 había 768.851 es-
tudiantes de pregrado en educación superior –centros de formación técnica, institutos
profesionales y universidades– de los cuales 510.112 estaban en universidades, 162.848
en institutos profesionales, y 95.891 en centros de formación técnica. Tocante a alumnos
de postítulo y posgrado, en 2008 sumaban sólo 36.130 En cuanto a la estadística tan
difundida acerca de que 7 de cada 10 estudiantes son primera generación de su familia
en educación superior, se refiere a la educación superior en su conjunto y no sólo a
universidades, y parece estar basada en los resultados del censo de 2002.
Encuentro a la juventud universitaria de la cual hablo tanto a nivel de primer
año como de último curso de una carrera apetecida y a la que en general se ingresa
con buenos puntajes, como es el caso de Derecho, lo cual me permite comprobar
todos los años lo siguiente: los jóvenes de 16 o 17 años que llegan a estudiar Derecho
y que deben cursar en primer año la asignatura de Introducción al Derecho tienen
algún interés en las materias, pero carecen del lenguaje y los conceptos básicos para
tratar útilmente con ellas, mientras que los jóvenes de 22 o más años que al término
de la carrera llegan a cursar Filosofía del Derecho han adquirido ya el lenguaje y los
conceptos para manejarse con un ramo como ese, pero no manifiestan un mayor
interés por las materias de dicha asignatura.
Ese es, pues, uno de mis dramas, o tan solo de mis dificultades: ¿Qué hacer en
primer año con jóvenes interesados que no entienden lo que se les dice y qué hacer
en último año con alumnos que entienden pero que no se interesan en aquello que
se les dice en clases o se les invita a leer fuera de ésta?
Me pregunto también si nuestros escasos logros en materia educacional, así como
algunos vicios que se observan hoy en la propia enseñanza universitaria, pueden hallar
su causa en algunas ideas, tan equivocadas como ampliamente compartidas, acerca
de qué significa educarse.
De partida, se ha exagerado hasta la majadería en la necesidad de una educación
continua, como si sólo viviéramos para educarnos, y se ha exagerado también en la
relación entre educación y trabajo, reduciendo aquella a simple capacitación, a una
suerte de precalentamiento laboral cuyo único sentido estaría dado por los puestos
a que permite acceder. Como se ha exagerado igualmente la relación entre trabajo
y riqueza, como si las personas trabajaran únicamente para aumentar sus ingresos o
hacer más rico al país en su conjunto.
La lógica del parvulario se ha extendido a los demás niveles educativos, presen-
tando la educación como si se tratara de un juego, como si ella tuviera que ser siempre
divertida, trivializando los contenidos de las asignaturas, los métodos de estudio de los
alumnos, y la disposición al trabajo que éstos deben mostrar en las salas de clases.
De la mano de la falacia de que recibir educación tiene que ser tan liviano y en-
tretenido como jugar, se ha instalado la idea de que educarse es una tarea fácil que no
requiere mayor esfuerzo de profesores y menos de estudiantes, produciéndose una
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MIRADA SOBRE LA JUVENTUD CHILENA
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SOCIETAS
Siento sobre mí el peso de aquella frase de Paul Nizam, porque quizás estoy siendo
demasiado severo con nuestros jóvenes universitarios. Pero la verdad es que no me
parece que estuviéramos hoy en la situación que denunciaba Vicente Huidobro, en
1925, en esa delirante diatriba contra Chile que fue su artículo “Balance patriótico”,
en el que escribió lo siguiente: “Entre la vieja y la nueva generación, la lucha va a
empeñarse sin cuartel. Entre los hombres de ayer sin más ideales que el vientre y el
bolsillo, y la juventud que se levanta pidiendo a gritos un Chile nuevo y grande, no hay
tregua posible”. “Que los viejos se vayan a sus casas –clamaba Huidobro–, no quiera
que un día los jóvenes los echen al cementerio”. “Que se vayan los viejos –concluía el
poeta–, y que venga juventud limpia y fuerte, con los ojos iluminados de entusiasmo
y esperanza”.
¿Dónde están hoy esos ojos iluminados de entusiasmo y esperanza que Huidobro
creyó ver en su tiempo?
Leí en alguna parte –y con esto concluyo– que en el nuevo lenguaje de las tribus
juveniles urbanas –pelolais, emos, flaites y pokemones–, se dice la posta para referirse
a algo que es verdad. La posta, y también la pulenta, la legal, la firme, la neta. En cambio,
engrupir, la chiva o meter cuento se emplea cuando algo no es verdad. ¿Cuál es entonces
la posta, la pulenta, la legal, la firme, la neta, en cuanto a lo que aquí hemos señalado?
¿Es certero o acaso equivocado mi diagnóstico sobre la conspiración contra la dificul-
tad, el esfuerzo y la autoexigencia? ¿Es sólo parcialmente certero y, por tanto, también
parcialmente equivocado? ¿A qué proporción de nuestros estudiantes universitarios se
ajusta un diagnóstico como ese, supuesto que fuere certero? ¿A una minoría? ¿A una
mayoría? ¿Cuánto de esa conspiración contra la dificultad, el esfuerzo y la autoexigencia
es responsabilidad propia y directa de los propios jóvenes, y cuánto de todo eso podría
provenir de que hemos sido los adultos quienes nos hemos sumado, mucho antes que
ellos, a esa misma conspiración? ¿Cómo saber? ¿Cómo responder a tales preguntas?
No hay otra manera que mantener la conversación con los jóvenes, una de esas
conversaciones francas, cálidas y abiertas que hombres de todas las edades pueden
mantener junto a la hoguera, hablando como quien dice con la verdad, con la firme,
a ver si del constante y fácil examen de los demás pasamos al menos frecuente y más
difícil examen de nosotros mismos, a ver si pasamos de la crítica a la autocrítica, aunque
no para quedarnos culposamente en ésta, sino para determinar, hasta donde resulte
posible en un asunto como éste, qué es lo que está realmente fallando, y quienes son
los que están o estamos realmente fallando, cuando la educación superior pierde no ya
calidad –que siempre puede ser recuperada–, sino el sentido de su propia exigencia,
el cual, cuando se desfigura o extravía, resulta tal vez imposible de recobrar.
Estoy consciente, en fin, de que estas mal hilvanadas y sobre todo muy parcia-
les palabras son, por momentos, mirada sobre nuestra juventud universitaria, y, en
otros momentos, mirada sobre la mirada acerca de esa juventud. Una distinción o
una dualidad de planos, si se quiere, que puede ser útil tanto para distinguir como
para ordenar nuestros juicios acerca de la juventud. Hay un ojo que mira a ésta, pero
hay también un segundo ojo que lo que mira no es directamente a la juventud, sino
al primer ojo, es decir, a la mirada que tenemos sobre la juventud. En el primero de
tales planos, lo que tenemos es visión, mientras que en el segundo tenemos óptica, o
sea, estudio de la visión.
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MIRADA SOBRE LA JUVENTUD CHILENA
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MIRADA SOBRE LA JUVENTUD CHILENA
Jorge Peña Vial*
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SOCIETAS
1 Gonzalo Vial Correa, Columna en diario La Segunda, “Centenario, bicentenario: (III) la triste ju-
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MIRADA SOBRE LA JUVENTUD CHILENA
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SOCIETAS
exento de ideales. Este espíritu chato es lo que la sabiduría sexual de nuestro tiempo
conspira para convertir en universal”.2
Para Bloom, las facilidades sexuales de las que gozan los adolescentes cortan el
hilo de oro que enlaza el eros con la educación. Viven experiencias fuertes para las
que se requiere un mínimo de madurez humana, moral, sentimental y espiritual.
Toman ese brebaje fascinante y acontece algo semejante a lo que pasa con la droga,
que provoca más y más sed. Al poco en el adolescente sólo hay sed, porque todo lo
demás le parece insípido. El riquísimo acompañamiento erótico, romántico, moral e
ideal que suele ir unido a la experiencia sexual, se desvanece como pompa de jabón y
es considerado como superflua y vana ornamentación. A este paso, el amor romántico
será algo tan lejano y distante como lo es la caballería andante.
Sigue presente, sin embargo, la resistencia a integrarse a un tipo de sociedad
que consideran ajena, y su individualismo (la llamada “generación del yo”) les lleva a
desconfiar de la presunta capacidad de acogida de una sociedad cuya dureza mate-
rialista les desagrada profundamente. ¿Por qué, ya desde la adolescencia, los jóvenes
prefieren la noche tardía y la madrugada incluso? Quizás se deba a que es un tiempo
vacío, libre de los convencionalismos de una sociedad aburguesada, con la que no se
identifican. Si acaban por integrarse a ella, a edad cada vez más avanzada, lo harán en
muchos casos sin grandes ilusiones, con planteamientos individualistas que raramente
incluyen proyectos ambiciosos de tipo cultural, religioso o político.
Para Alejandro Llano ninguno de estos fenómenos es casual o pasajero.
Responden a la quiebra de todo un modelo social propio del capitalismo tardío al que
se suele llamar “Estado de bienestar”: una imbricación entre Estado, mercado y medios
de comunicación, en la que los medios de intercambio simbólico son el poder, el dinero
y la influencia persuasiva. Las transacciones decisivas de tal configuración se producen
entre poder y dinero, dinero e influencia, influencia y poder. Estos son intercambios
anónimos y, ocasionalmente, opacos, lo que propicia no pocas veces la corrupción.
No es extraño que los jóvenes descubran a temprana edad la índole descarnada y
cínica de ese entramado, sientan escaso aprecio por él y teman (en lugar de esperar)
su integración en un ambiente poblado por ese tipo de personas que, a comienzos del
siglo XX, Max Weber anticipó que serían “especialistas sin alma, vividores sin corazón”.3
La vigencia de este modelo social imperante no es fatal y sin alternativa posible.
En la irrupción de diversas ONG se aprecia el paso a comunidades más humanas y
solidarias. Ese cambio de mentalidad ya viene produciéndose en las últimas décadas.
Se empieza a otorgar importancia al mundo vital y a las solidaridades interpersona-
les. Se trata de fomentar una nueva cultura de responsabilidad cívica, opuesta tanto
al estatismo agobiante como al economicismo consumista, que también rechaza el
narcisismo individual, que suele llevar a refugiarse en el cerco privado y a desenten-
derse del bien común. Una auténtica formación cívica de los jóvenes debe plantearse
desde una visión del hombre y la sociedad que valore –por encima del dinero, poder
e influencia– la dignidad intocable de la persona humana y su derecho y deber a
2 Allan Blom, The Clossing of American mind (nueva York, Simon and Schuster, 1987), trad. al cast. de Adolfo
Martin, El cierre de la mente moderna (Madrid, Paza & Janés, 1989), p. 126 (primer párrafo) y p. 138.
3 Estas ideas las desarrolla Alejandro Llano en su libro Humanismo Cívico (ed. Ariel) y en algunos ensayos
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MIRADA SOBRE LA JUVENTUD CHILENA
participar en las cuestiones sociales y políticas que a todos afectan. Los jóvenes se
hallan hoy, por lo general, casi completamente desasistidos en lo que concierne a
esa preparación ética y cultural que les capacitaría, no tanto para integrarse en una
estructura mecánica y desmotivadora, como para lanzar sus propias propuestas de
regeneración social y perfeccionamiento humano. A los jóvenes, advertía Bloom, les
faltan auténticos maestros.
El aprendizaje del oficio de la ciudadanía requiere de una serie de habilidades:
capacidad de diálogo, mutua comprensión, interés por los asuntos públicos y prudencia
a la hora de tomar decisiones. Es un conocimiento práctico que se da en el marco de
comunidades vitales cercanas a las personas, familia, universidad, capaces de valorar
a las personas por sí mismas y con objetivos de mejora ética y social. Es decir, cuando
los jóvenes se desenvuelven en un ambiente fértil, moralmente exigente, humanamen-
te acogedor, que abra horizontes para una autorrealización llena de sentido que se
encuentra en el servicio a los demás. No se trata de un conjunto de reglas de compor-
tamiento ni un artilugio pedagógico más o menos sofisticado: es un estilo de vida que
rechaza las apariencias y las convenciones típicas de una sociedad burguesa que sólo
pretende guardarlas y vivir de ellas. Como comentaba el entonces cardenal Ratzinger,
la realidad hace superflua la apariencia. Y esto no deja de tener su importancia en una
“sociedad del espectáculo” en la que vivimos, poblado de simulacros, donde se valora lo
que brilla y no lo sólido, lo que embriaga y no lo que alimenta, la prestada claridad
proveniente de fogonazos y luces artificiales y no lo que procede de una luz interior.
Si hoy se maleduca a toda una generación desde el punto de vista cívico es porque les
enseñamos el brillo del éxito y la superficial apariencia más que el resplandor de una
vida interior rica y cultivada. Les inducimos a pensar según la razón instrumental y
no les dejamos sosiego ni libertad para que ejerciten una inteligencia meditativa. Es
cuestión que examinemos los mensajes dominantes que reciben hoy los jóvenes tanto
en la familia como en los medios de comunicación: busca del éxito individual a toda
costa, y se les disuade para que se comprometan en empresas cuyo fin sea servir a los
demás en la que sí alcanzarán una vida plena y lograda.
La misma enseñanza que reciben pone énfasis en los procedimientos y se habla
de “aprender a aprender”. Los contenidos son menospreciados porque, se arguye,
pueden encontrarse en cualquier base de datos. Lo importante es que estos adolescen-
tes, llamados a vivir en la sociedad de la información, dominen las nuevas tecnologías
informáticas que van a poner a su disposición inmediata todo el saber disponible del
mundo entero. Tan vano y falso planteamiento hace cada vez más actuales los versos de
T.S. Eliot: “¿Dónde se encuentra el conocimiento que hemos perdido con la informa-
ción? ¿Dónde se encuentra la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento?”. Eliot
distingue entre información, conocimiento y sabiduría. Los jóvenes están inundados
de información, pero se requiere de conocimiento para poder cribarla, discernirla y
organizarla; de otro modo quedarán sofocados entre tanta infobasura. Para qué decir
que tampoco los muchos conocimientos conducen a una actitud sapiencial ante los
interrogantes principales de la condición humana. Puede que estén al día sobre lo
último en música pop o ropa de marca, pero ignorarán casi todo sobre Zelaya o los
problemas de la economía americana. Su horizonte cultural es algo chato y si se trata
de elegir carrera, se prepararán para Ingeniería Comercial para conseguir así una
193
SOCIETAS
buena posición económica, lo único que importa. Casi en esto se agota el panorama
cultural y social abierto ante las prometedoras inteligencias, potencialmente infinitas,
de quienes pronto tomarán el relevo en la dirección de la cosa pública y las empresas
privadas. ¿Qué se hizo de las humanidades clásicas y los grandes libros? ¿Qué fue de
los ideales para cambiar el mundo que germinan en la primera juventud? Sin embar-
go, la tierra fértil donde se asomarían los primeros brotes de una mueva mentalidad
cívica es precisamente el cultivo de las Humanidades: Historia, Filosofía, Literatura,
Arte, Lenguas Clásicas. Como Jesús de Garay ha señalado, las Humanidades facilitan
alcanzar cuatro metas educativas de la mayor importancia: la comprensión crítica
de la sociedad, la revitalización de los grandes tesoros culturales de la humanidad,
el planteamiento profundo de las cuestiones fundamentales de la vida humana, y el
incremento de la creatividad y la capacidad de innovación. Estas finalidades poseen
hoy la mayor actualidad. Padres, políticos y educadores debemos plantearnos a fondo
esta cuestión. Las mentalidades jóvenes sólo podrán formarse en la ciudadanía si su
educación es una simbiosis con las grandes creaciones de nuestra civilización occiden-
tal. Sería una lástima que ahora que existen los medios de comunicación para que
todos conozcan los fundamentos de la cultura en la que viven, dispersaran su vida en
aficiones y entretenimientos insustanciales.
El gran acervo de ideas, creencias, valoraciones y narraciones sobre la vida del
hombre en sociedad, se encuentra en los grandes libros, en los clásicos antiguos y
modernos. Al leerlos nuestra vida se abre a otras vidas, a otros caracteres y mentali-
dades, ya sea reales o imaginarias. La mayor proporción de educación cívica posible
para un adolescente se encuentra en la sosegada lectura de “Antígona”de Sófocles, de
la Ética a Nicómaco de Aristóteles, de las Confesiones de San Agustín, de El Quijote, de
algún drama de Shakespeare, de El gatopardo de Guissppe di Lampedusa, de Adán
Buenos Aires de Leopoldo Marechal… y de otras muchas obras que le hacen capaz de
entender la riqueza humana que contienen.
El conocimiento de la Literatura, la Filosofía y la Historia nos ayuda a distinguir
lo pasajero de lo permanente, lo esencial de lo accidental, lo humano de lo inhuma-
no, el bien del mal. Como suele repetir mi maestro, Alejandro Llano, la mujer y el
hombre de muchas y buenas lecturas es difícil que caiga en los extremos del dogma-
tismo o del escepticismo, del relativismo o del fanatismo. Porque aprenderá que en el
ser humano conviven una vocación sublime y una profunda miseria, que el hombre
supera infinitamente al hombre, y que no hay soluciones automáticas o puramente
técnicas para los problemas sociales.
La formación cívica está estrechamente relacionada con la adquisición de virtudes
morales e intelectuales: fortaleza, prudencia, sabiduría, templanza, arte y justicia. Las
virtudes son excelencias del carácter que no se pueden desarrollar a través de una
enseñanza meramente teórica. No se pueden enseñar: sólo se pueden aprender.
Es imprescindible que tomemos a los jóvenes en serio. A la juventud hoy se la
adula, imita, seduce, tolera… pero no se le exige, no se le ayuda de verdad, no se le
responsabiliza… porque en el fondo, no se la ama. Y esto es, en definitiva, lo que los
jóvenes sospechan y, aunque no se atrevan a declararlo, proceden en consecuencia.
El amor noble y normal de padres y maestros hacia los jóvenes se sustituye por el
emotivismo y la inundación afectiva, demostraciones de cariño tan ostentosas como
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MIRADA SOBRE LA JUVENTUD CHILENA
superficiales. La familia es algo mucho más serio que esa carga de sentimentalismo
que hoy padecemos. Es una escuela de vida personal y social, donde el modo de existir
en cada edad va aprendiendo de los modos de existir de las demás edades. El niño
aprende de jóvenes y adultos. Los jóvenes de niños y viejos. Y los viejos aprenden
de todos y a todos enseñan, si es que no han prescindido de ellos llevándolos a asilos
de ancianos.
El actual modelo de vida familiar y escolar, aunque sea más libre y menos severo,
presenta un carácter unívoco y monótono, que no fomenta las virtudes ciudadanas.
Nuestra sociedad parece pensada a la medida del adulto infantilizado, ese que compo-
ne las multitudinarias audiencias de programas televisivos con encefalograma plano.
Deberíamos tener más voluntad de aventura, más capacidad de riesgo, arriesgar la
vida en actividades más comprometedoras. Pero para ello, la virtud más necesaria es,
paradójicamente, la sobriedad, la templanza. El exceso de comodidades y satisfacciones
sensibles y materiales embota la imaginación y la facultad de emprender y sorprender.
Quien no sufre alguna carencia material se encuentra en lo que los griegos llamaban
apatheia, es decir, apatía. No sentir ni padecer es una de las mayores desgracias que a
uno le puede pasar y uno de los peores legados que se pueden transmitir a las gene-
raciones jóvenes. Con ello está íntimamente relacionada la justicia, especialmente en
su aspecto social, hacia los más pobres y necesitados. Es un auténtico escándalo que
una sociedad democrática y básicamente cristiana tolere diferencias de nivel de vida
clamorosas y crecientes.
La formación cívica ha de enraizarse en un ambiente de libertad, austeridad,
servicio, fortaleza para denunciar la injusticia y no ser cómplice de la corrupción y
estar comprometido con la verdad. “Una palabra de verdad vale más que el mundo
entero” reza el proverbio ruso que Solzyenitzin incluyó en su discurso de recepción
del Nobel de Literatura, ceremonia a la que las autoridades soviéticas le prohibieron
asistir. A la actitud de amor a la verdad siempre cabe decir que no; mientan ustedes,
pero no cuenten con mi colaboración; finjan honradez mientras son corruptos, pero
sin mi ayuda; pliéguense dócilmente a leyes inmorales, pero les anticipo mi desobe-
diencia civil. Es un bello riesgo. La rebeldía ante los poderosos de este mundo no es
posible sin la ayuda de Dios. La visión cristiana de la vida pone en el centro el amor
a los demás, la solidaridad de quienes forman un solo Cuerpo y saben que la salva-
ción no es un asunto individualista. Todos dependemos de todos en un sentido muy
profundo y esencial.
195
CUESTIONES DEMOGRÁFICAS DE LA SOCIEDAD CHILENA
Cristián Zegers Ariztía
Académico de Número
197
SOCIETAS
es más complejo del que se piensa. Una encuesta reciente detectó que el 51% de ellos
tiene educación secundaria y el 28% educación técnico-profesional. Aunque impacta
mucho –entronizada en la Plaza de Armas de la capital, y en celebraciones multitudi-
narias propias, como la del Señor de los Milagros–, lo cierto es que esta comunidad
todavía es pequeña, pese a la vecindad con Chile, si la comparamos con los 328 mil
peruanos en EE.UU.
En ella prevalece un interés pasajero –aprovechar el mejor momento económico
chileno–, ya que la mayoría no tiene intención de radicarse definitivamente. Otro es-
tudio muestra que sus expectativas son muy diferentes entre sí. Cerca del 20% desea
integrarse; el 28% quiere adoptar nuestra cultura; el 24% quiere mantener su propia
cultura, sin incorporar la nuestra, y el 29% no quiere ni lo uno ni lo otro. Según la
asociación de peruanos residentes en Santiago, la opción por Chile es fruto de la
cercanía, de la misma cultura, idioma y religión, más la valoración del crecimiento
económico y estabilidad social que ellos aprecian acá.
Pero el hecho grueso es que Chile tiene lejos más emigrantes que inmigrantes.
En la misma época del último censo, unos 85 mil compatriotas residían en EE.UU., 25
mil en Canadá y 18 mil en España, pero sólo en Argentina eran 220 mil los chilenos,
y el doble más si consideramos sus hijos.
La inmigración registra aquí un 68% de sudamericanos. Los argentinos son el
segundo grupo más numeroso (57.738 el 2006), y de éstos, entre los arribados en años
recientes, un 38% tiene educación universitaria completa y un 65% vino con familia.
Luego hay 14.716 bolivianos y un número parecido de ecuatorianos. Los europeos se
han reducido al 17%, y los asiáticos –apenas un 4 por ciento– aumentan levemente.
Otra conclusión central es que, a diferencia de lo que hicimos durante el siglo XIX,
no tenemos por ahora una concepción de Estado para atraer selectivamente a colo-
nos, académicos, ingenieros, científicos, técnicos, artesanos y artistas de valía. Se han
perdido sucesivas oportunidades para hacerlo. Por ejemplo, luego de la tragedia de
la Segunda Guerra Mundial, del colapso de los regímenes comunistas de Europa
Central o de la guerra de los Balcanes.
Quienes desean instalarse entre nosotros sufren meses de tramitaciones de sus
autorizaciones de residencias temporales, cobros muy desiguales y manifestaciones de
discrecionalidad, fruto del menor rango de la oficina dispuesta para ello en Interior, en
la cual –dicho sea de paso– no tienen ninguna injerencia los criterios de la Cancillería.
Las estadísticas de la oficina son criticadas, y su instrumento de política, las amnistías
migratorias –importantes, ya que la de 1998 legalizó a 23 mil personas, y la de 2007 a
50.705–, son meros actos administrativos que no pasan por la aprobación legislativa, y,
por tanto, no resuelven los problemas de fondo de la ley vigente (DL 1.094 de 1975),
la cual tiene 34 años, poca flexibilidad y carece de herramientas para hacer cumplir
sus disposiciones. Argentina, en tanto, ha incorporado un esquema de integración y
derechos de los inmigrantes en una moderna ley promulgada el 2004.
En consecuencia, no es favorable la comparación entre lo que ahora ocurre y lo
que encaramos, con medios económicos y dotaciones humanas precarias, pero con firme
voluntad, apenas dos y media décadas después de haber alcanzado la independencia.
En verdad, fue enorme el esfuerzo económico y organizacional que la inmigra-
ción dirigida implicó para el Estado chileno. En 1845, en efecto, el Presidente Bulnes
198
CUESTIONES DEMOGRÁFICAS DE LA SOCIEDAD CHILENA
promulgó la ley de “terrenos baldíos”, punto de partida para la llegada de los pio-
neros alemanes, suizos y de otras nacionalidades a los territorios al sur del Bío-Bío,
para cuyo asentamiento el gobierno donó 38 hectáreas por cabeza, les proporcionó
habitación provisoria y financió por un año los gastos del colono y su familia y el flete
de sus pertenencias, además de asistencia médica y medicamentos por dos años. Por
añadidura, el pionero recibía también una yunta de bueyes; 300 tablas; 46 kilos de
clavos, y semillas diversas.
Hacia 1876, unos 8 mil alemanes se habían radicado en Valdivia, Río Bueno,
La Unión, Osorno, Puerto Montt y en las riberas del lago Llanquihue. Seis años más
tarde, en 1882, el gobierno instaló en París la “Agencia General de Colonización e
Inmigración”, encargada de la propaganda, contratación y expedición de colonos.
Una cuota de ellos era directamente solicitada por la Sociedad de Fomento Fabril.
Hasta 1901 habían llegado unos 36.000 inmigrantes europeos: 24 mil contratados
por la Agencia y 12 mil por sus propios medios. Los más numerosos eran españoles
(10.637), franceses (8.264), italianos (7.740), suizos (3.087) e ingleses (1.795).
Estas cantidades parecen pequeñas si las comparamos con el aluvión migratorio
que llegó a Buenos Aires, calculado en un millón de inmigrantes netos en las dos
últimas décadas del siglo XIX y otro tanto en la primera década siguiente, lo cual
modificó para siempre el tamaño demográfico argentino. Pero, ¿será sólo la cantidad
lo que importa?
La inmigración alemana en Chile alcanzó enorme influencia, no obstante que
su número nunca sobrepasó el 5% de la población. A las ciudades y campos entre
Valdivia y Llanquihue les dio una impronta imborrable, y admirable también fue su
red de colegios, instituciones culturales y religiosas, mutualidades, clubes e instituciones
deportivas que hasta hoy perviven.
Igualmente relevante fue el influjo de la inmigración británica. En 1810 sólo
vivían en Chile 116 extranjeros, y apenas doce años más tarde, un viajero constató que
si no fuera por su diminuto y mísero aspecto, un extranjero hubiera quizás imaginado
que llegaba a una posesión inglesa y no al Cerro Alegre de Valparaíso, por entonces
un auténtico ghetto inglés. Gracias a esta inmigración espontánea, el puerto chileno
se convirtió en un dínamo comercial del Pacífico: un proceso migratorio al que se
colocó sólo ánimo receptivo y un marco institucional más seguro que en el resto de
Latinoamérica; más o menos los mismos elementos que hoy podríamos poner, con el
agregado de una mejor condición económica.
Con la excepción de la inmigración alemana y de otros apoyos esporádicos en el
siglo XX, el Estado chileno se desinteresó del fomento planificado de la inmigración.
Generalmente ha sido receptor pasivo de procesos forzados por condiciones políticas
o económicas muy adversas en los países de origen del migrante. Son los judíos que
huyen de las políticas antisemitas de la Rusia zarista, o sobrevivientes de los campos de
concentración después de la Segunda Guerra. Son árabes, estimados en unos 8 mil o
10 mil, originarios de Palestina, Siria y el Líbano, que buscaron esta tierra sofocados
por el imperio otomano. Son 2.200 los españoles republicanos que –éstos sí con apoyo
del gobierno chileno– integraron el interesante grupo del Winnipeg. Son, en fin, diez
mil los italianos arribados entre fines del siglo XIX y 1930. Muchos de ellos llegaron
acá como resultado de una cadena de parientes previamente establecidos; en cambio,
199
SOCIETAS
200
CUESTIONES DEMOGRÁFICAS DE LA SOCIEDAD CHILENA
los primeros lugares de las listas de inquietudes de los votantes. Aunque es distinto
el flujo desde Polonia a Gran Bretaña, de México a Estados Unidos, de Zimbabwe a
Sudáfrica o de Bangladesh al Golfo Pérsico, principalmente en todos ellos se trata de
migrantes jóvenes, que buscan mejorar a través del trabajo.
Según cálculos de The Economist, las remesas a los países pobres en 2006 sumaron
260 mil millones de dólares. En muchos casos, ello es más que la ayuda y la inver-
sión extranjera juntas. La gran competencia de los países desarrollados es atraer la
inmigración de calidad, que en Estados Unidos otorga desde muchos premios Nobel
científicos hasta un tercio de las empresas de Silicon Valley creadas por indios y chinos.
Naturalmente se trata, a la par, de no llenarse de inmigrantes ilegales, sobreponiéndose
a los temores xenófobos de los nativos que temen perder sus empleos y que recha-
zan el concepto de fronteras abiertas. En España, por ejemplo, son particularmente
virulentas las campañas contra los migrantes. Una de ellas, luego de describir las
ventajas concedidas a éstos por el Estado español, llama a defender “lo tuyo”, dice,
por dignidad, no por ser de derechas o de izquierdas, sino para evitar “que se rían
de nosotros”, los españoles.
El gobierno chileno últimamente anunció que quiere definir una nueva política
migratoria sobre dos bases: que somos un país receptor, y que mantenemos la políti-
ca de fronteras abiertas. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM)
parece criticar, sin embargo, lo que entiende ser una política permisiva en el ingreso de
foráneos al país, realzando el débil estatuto que permite que, en la práctica, el nuestro
sea un país de tránsito, en que se entra y sale sin restricciones. En la Conferencia Anual
Sudamericana de Migraciones, nuestro país ha obtenido mala nota. Voces responsables
indican que enfrentamos un nuevo tipo de inmigrante que no cuenta con los medios
económicos para establecerse bien y respecto del cual no se ha reflexionado sobre qué
hacer para integrarlo a la sociedad chilena.
Presidido por el subsecretario del Interior, se ha creado sin mayor repercusión
pública un Consejo de Política Migratoria, con representación de Educación, Vivienda
y Trabajo. Según la jefatura de Extranjería, “lo que se espera es poder integrar a los
migrantes en igualdad de condiciones que las que tiene cualquier chileno”, pero es
dudoso por el momento que un debate en serio sobre la política inmigratoria se haga
pronto realidad.
Falta, desde luego, definir bien todos sus objetivos. ¿Aspiramos sólo a com-
pensar la baja natalidad chilena? ¿Queremos partir por los espacios sudamericanos
y vecinales, suscribiendo acuerdos de libre tránsito y residencia, por ejemplo con
Argentina? ¿Estamos dispuestos a invertir recursos humanos y materiales en fomentar
una inmigración selectiva, adecuada a nuestras necesidades prioritarias? ¿Queremos
no sólo innovadores y científicos de calidad, sino médicos ecuatorianos en nuestros
consultorios populares? ¿Y qué criterios tendríamos para una inmigración selectiva
ahora? ¿Aceptamos buscar una mayor homogeneidad con la actual población chilena
o repudiamos el hecho de escoger por identidades de origen?
201
CUESTIONES DEMOGRÁFICAS DE LA SOCIEDAD CHILENA
Prof. Dr. Ricardo Riesco Jaramillo
203
SOCIETAS
que la población se estabilizaría en una cifra en torno a los 9 mil millones hacia la
década 2030-2040. La diferencia de 2.300 millones entre la actual población mundial
(6.700 millones) y la cifra proyectada de 9.000 millones se desagregaría en sólo unos
800 millones de nuevos nacimientos, mientras unos 1.500 millones corresponden
a población joven y de mediana edad que habita actualmente el mundo y que, en
virtud del aumento de las expectativas de vida en curso, permanecería más tiempo
con vida.
Se entiende por pacto generacional a aquel acuerdo tácito, pero absolutamente vi-
gente, suscrito en toda sociedad entre la población económicamente activa de ella y la
población pasiva joven prelaboral, por un lado, y la población pasiva poslaboral, por el
otro. El contenido del pacto señala que la población activa acepta y asume sustentar a
los dos extremos pasivos consignados. La razón de esta aceptación radica en el hecho
que la población activa actual había sido sustentada “ayer”, cuando ella ostentaba la
condición de ser pasiva prelaboral. Incluso se añade otra razón. “Mañana”, la actual
población activa será a su vez mantenida cuando ella adquiera la condición de pasiva
poslaboral.
Por consiguiente, el contenido se entiende y la razón de ser del pacto radica en
virtud de ser entendido como un pacto solidario recíproco, que opera con un efecto
de rezago y de desfase en el tiempo. Así funcionó la humanidad por siglos. Pero el
pacto generacional suponía un equilibrio entre los tres sectores de población descritos.
204
CUESTIONES DEMOGRÁFICAS DE LA SOCIEDAD CHILENA
El segundo factor que agudiza lo señalado está determinado por la crisis de la opción
de la inmigración de población extranjera, a la que por décadas se había apelado
para contrarrestar la caída de la natalidad en los países occidentales. En la actualidad
aquellos inmigrantes optan por no integrarse en el país que los convoca, en virtud
de las comunicaciones instantáneas que los mantienen en contacto cotidiano directo
con sus países de origen. Por otro lado, esas inmigraciones incluyen un amplio núcleo
familiar directo e indirecto, que además crecen en el país huésped, dado que tienen
una tasa de natalidad más alta que la población del lugar. De hecho, se han configura-
do una suerte de enclaves territoriales de hábitos culturales distintos, no integrados.
Se ha descubierto que estos inmigrantes no integrados, vale decir, donde no opera el
conocido ‘melting pot’, tan propio de los inmigrantes hacia los EE.UU., la inmigración
del tipo ‘enclave territorial’ termina demandando del Estado benefactor muchos más
beneficios socioeconómicos, dado el núcleo familiar que lo compone, que los aportes
que el trabajador hace al Estado vía sus impuestos por su trabajo laboral. Es decir,
el trade-off final es favorable al inmigrante y perjudicial para el Estado. Por consi-
guiente, el modelo supletorio de inmigraciones usado hasta ahora para contrarrestar
la caída de la natalidad ha terminado siendo absolutamente no sólo ineficiente, sino
decididamente contraproducente.
205
SOCIETAS
206
CUESTIONES DEMOGRÁFICAS DE LA SOCIEDAD CHILENA
natural como antaño, el sujeto y el agente central que genera la riqueza, el desarrollo
y el progreso de las sociedades.
Es esta condición antropocéntrica la que permitiría sostener que el mundo
es hoy, de suyo, más democrático que nunca antes, no en un sentido meramente
político-electoral, sino en la profunda y genuina convicción que es el hombre, todo
hombre, a partir de sus capacidades, el primer y principal gestor de su propio pro-
greso personal.
Conocimiento equivale a decir educación. Es esta la razón de fondo de la irrupción
de la educación como la preocupación preponderante y central en todos los países
del mundo. Esta condición protagónica ha llevado no sólo a una demanda ampliada
de ella sino, principalmente, a una incorporación masiva de la mujer a la educación
superior, en proporciones absolutamente desconocidas antes en el mundo.
A la sazón, en la educación superior del mundo entero el 50% del estudiantado
corresponde a mujeres. Ellas ingresan a estudiar con el expreso y explícito propósito
de ejercer profesional y laboralmente una vez graduadas, ya que saben que ese es el
camino más directo y eficaz para alcanzar el desarrollo y bienestar. Y es más, las mu-
jeres profesionales son conscientes que, dadas las tasas de crecimiento económico del
mundo contemporáneo, ellas logran ser beneficiarias de él. A través de su ejercicio
profesional ellas vislumbran la opción cierta de abandonar el estado de pobreza, ya
no en dos o tres generaciones futuras como antaño, sino dentro del horizonte de sus
propias vidas, ellas podrán cosechar los frutos concretos de su esfuerzo.
Por consiguiente, hoy se plantea que la razón concreta principal de la caída de
la natalidad radicaría en la masiva incorporación de la mujer al mundo del trabajo.
Sin embargo, esta incorporación se hace a través de una inserción que se pliega y se
acopla, sin más, a la actual modalidad de la estructura laboral existente.
Se genera la paradoja que la mujer se inserta al trabajo, regida por un diseño
claramente concebido y ajustado para el desempeño de una fuerza laboral-profesional
masculina. No existe una concepción ni un diseño laboral que se ajuste y recoja la
especificidad con que la mujer se inserta al mundo del trabajo fuera del hogar. Esta
situación es la que explicaría la caída de la natalidad, no por una oposición manifiesta
y decidida de la mujer a la maternidad sino, por la imposibilidad de hecho de ejercer
la maternidad, dado que la estructura laboral masculina no contempla aquella espe-
cificidad femenina que supone y exige la maternidad.
La sociedad del saber y del conocimiento no es ni masculina ni femenina, sino
universal. Está fundamentada en un acceso generalizado tanto del hombre como de
la mujer a la educación superior, donde la única diferenciación queda dada por el
nivel y la calidad del conocimiento. Por lo demás, eso es precisamente lo que sucede
hoy en las universidades de todo el mundo, donde al menos la mitad del alumnado
son mujeres. Como ocurre siempre y en todos los continentes, el mundo universitario
de algún modo “adelanta” lo que será “uso generalizado y costumbre” en todas las
sociedades más tarde.
Por consiguiente, la incorporación de la mujer al mundo laboral no sólo será una
condición necesaria, sino muy deseable para toda sociedad, y será fomentada en todos
los países. Si el recurso productivo más valioso en el mundo actual es la población, y si
207
SOCIETAS
esa población se divide en todas partes del mundo en un 50% de hombres y un 50%
de mujeres, las sociedades de todas las latitudes no pueden “desperdiciar” el recurso
productivo más preciado del mundo contemporáneo. Es así como es absolutamente
evidente que el proceso de la incorporación femenina no sólo será rápido y masivo,
sino principal y definitivamente irreversible.
No existen dos opiniones distintas para responder esta interrogante. Los estu-
dios a este respecto se restringen sólo a divergencias de interpretaciones respecto a la
velocidad con que se producirá esta adecuación. Así, algunas escuelas sostienen que
las modificaciones necesarias de introducir verán un rápido desarrollo y alcanzarán
pronto una amplia vigencia.
Otras posturas consideran que el tema es más complejo, sobre todo si se consi-
dera la larga y trágica historia que hubo de ser recorrida para lograr la validación y
legitimación legal de la actual estructura laboral masculina que rige al mundo. Algunos
datos breves son ilustrativos de la larga peregrinación por la que atravesó esta im-
portante conquista social. Por ejemplo, hasta el año 1825, la jornada laboral semanal
tenía en Europa una duración de 82 horas. Recién en 1875, vale decir, cincuenta años
más tarde, se conquista la semana de seis días con 12 horas diarias de trabajo, que
dio lugar a una jornada semanal de 72 horas. El año 1900 la jornada pasó a 60 horas,
equivalente a seis días de 10 horas de trabajo.
Tan sólo en 1918, al término de la Primera Guerra Mundial se instauró, por ley,
la jornada de 8 horas diarias. En EE.UU. esta conquista estuvo asociada a arduas y
sangrientas luchas sociales, que causaron numerosas víctimas. En el caso de Alemania,
por ejemplo, sólo en 1956 se instauró una semana laboral de cinco días, con una jor-
nada diaria de ocho horas.
208
CUESTIONES DEMOGRÁFICAS DE LA SOCIEDAD CHILENA
ePílogo
209
RELIGIÓN, ÉTICA Y ORDEN SOCIOPOLÍTICO
Jaime Antúnez Aldunate
Académico de Número
Una reflexión, por breve que sea, acerca de los tres universos que hoy se nos proponen
–religión, ética, orden sociopolítico–, vista la constante interrelación de los mismos
a lo largo de la historia humana, obliga a una mirada retrospectiva que nos pone de
lleno en la compleja riqueza de esta interrelación.
Parto en tal sentido por decir, respecto de lo primero –la religión–, que no parece
que lo que habitualmente miramos como su contrafigura, el ateísmo, sea simplemente
la negación del teísmo. El ateísmo no significa única y sustancialmente una oposición
a la tesis racional sobre la existencia de Dios. “Por el contrario, es posible que se tenga
una idea de Dios, se concluya que Él existe y ser al mismo tiempo llamado ateo”1.
Remontándonos en el tiempo, muy significativo en este sentido es el hecho que contra
Sócrates se intentara un proceso por “ateísmo”. Su posición fue juzgada peligrosa y
condenada porque minaba las raíces teológico-políticas de la religión compartida por
la comunidad. Cinco siglos después, lo mismo sucedía a los primeros cristianos.
Abocados a la necesidad de definir la figura teórica del ateísmo, descubrimos así
que, históricamente, ésta nace más bien ligada a una causa jurídico-política. Es la causa
que debe ocuparse de aquellos ciudadanos que rechazan someterse a la ley, porque
no creen ni respetan a los dioses. Quienes primeramente son definidos como ateos en
la historia son, pues, aquellos que voluntariamente se apartan de una fe compartida
y practicada por una comunidad sociológicamente relevante, así las de Atenas y de
la Roma imperial.
Importa darse cuenta que esta originaria figura histórica del ateo, basada en
un uso político de la religión, claramente revela que, en paralelo, es inherente a esa
“justificación política” de la misma, una reductiva indiferencia en relación al nexo
entre religión y verdad.
Mucho más tarde, cuando en Europa este nexo entre religión y verdad se halle
largamente posicionado, el ateísmo cambiará entonces de signo y se enfrentará ahora
directamente a la “pretensión” de verdad del cristianismo. Es quizá ocioso recordar
en una conversación como ésta, que la religión revelada no se contenta con proclamar
el deber de creer en ella por un argumento político, sino que, fundamentalmente,
reclama ser reconocida como verdadera por las mentes y los corazones. La fe es siem-
pre y simultáneamente, al menos en la tradición cristiana predominante en nuestro
1 Cfr. Y.J. Harder, Athéisme. Problémathiques philosophiques, en J.Y. Lacoste, Dictionaire Critique de Théologie,
211
SOCIETAS
hemisferio, una fe por la cual se cree (fides qua creditur) a la vez que una fe en lo que
se cree (fides quae creditur). No se puede por tanto separar, en el orbe cristiano, la libre
implicación del hombre con aquella fe que profesa, de aquel don que Dios le propone,
el logos, es decir la verdad.
En los primeros siglos del pasado milenio y hasta el comienzo de la modernidad,
la figura del ateo coincide con la de quien rechaza por principio su pertenencia a la
comunidad creyente. No obstante, a partir de los siglos XVI y XVII, el ateísmo aleja
de sí el estigma de lo impío (en sentido etimológico, aquel que no tiene fe), pasando a
partir de ese momento a ser un aliado del teísmo racionalista, significativa corriente
del Iluminismo en su lucha contra la Revelación. El peligro ya no es más el ateísmo,
sino la religión revelada. Se asiste entonces al remozamiento del argumento teológico-
político de la antigüedad, cuestión que alcanza distintas expresiones y máxima tensión
en el proceso que lleva en Francia del absolutismo a la revolución. Yendo al plano de
la filosofía, desde Bayle, que reivindica la honestidad del ateísmo y rechaza el binomio
“ateo-libertino”, este camino entronca más adelante con Feuerbach y Marx. A partir
de ellos, un humanismo a secas, primero teórico y luego práctico, provee el terreno
en el cual el ateísmo sostiene la batalla por la “liberación” del hombre de esa esclavitud
en que acusa a la religión revelada de mantenerlo prisionero. Un ulterior momento
de esta parábola, que sólo puede ser esbozada, pasa de la famosa tesis de Nietzsche
sobre la muerte de Dios, y a través de Freud y Monod, para llegar a su forma actual.
Al cabo y en consecuencia, sólo se debe reconocer lo finito, negándose todo absoluto,
llámesele Dios o de otro modo. No hay en esta vía religión ni filosofía que pueda
encontrar respuesta a la cuestión de Dios, la inmortalidad, el mal, la justicia. Sobre
estos temas más bien se debe callar, como ha dicho Wittgenstein, pues según afirma
él mismo, de ello no se puede hablar sensatamente.
En este precisa dirección y acogiéndose a la misma terminología, Augusto Del
Noce ha subrayado que “el ateísmo se hace destino de la modernidad” desde el mo-
mento en que se transforma en sinónimo de renuncia al fundamento y de radical
renuncia también a la pregunta por el sentido –para Del Noce sentido es un término
“fuerte”, abierto a un significado de verdad, antítesis de lo que otro pensador italiano
ha llamado “pensiero debole”–. Así, subraya que la in-sensa-tezza (el non sens o, en castella-
no, la in-sensa-tez) en que el hombre de hoy prácticamente vive2, viene a ser, en buenas
cuentas, la constatación del deicidio3 ya proclamado un siglo atrás por Nietzsche.
***
2 Es oportuno citar a este propósito la opinión de otro filósofo político italiano, Norberto Bobbio,
reconocido por su defensa de un sentido positivo de la tolerancia, basada en la dignidad y libertad del
ser humano, opuesta a la indebida exclusión de lo diferente. Refiriéndose al sentido negativo de dicha
tolerancia –aproximable a nuestro juicio a la consideración relativa a la insensatez– que formula Del Noce,
que no rechaza lo que es abiertamente perjudicial para las personas y la sociedad, afirma: “Nuestras so-
ciedades democráticas y permisivas sufren de exceso de tolerancia en el sentido de dejar correr (…), de
no escandalizarse ni indignarse nunca por nada” (Norberto Bobbio, “Las razones de la tolerancia”, en El
tiempo de los derechos, Madrid, Sistema, 1991, p. 252).
3 Cfr. A. Del Noce, Il problema dell’ateismo, Bologna, Il Mulino, 1964.
212
RELIGIÓN, ÉTICA Y ORDEN SOCIOPOLÍTICO
4 Cfr. Juan Pablo II, Discurso del 5 de octubre de 1995 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas para
la celebración del 50° aniversario de su fundación, en Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XVIII/2, 1995, Città
del Vaticano, 1998, 732.
5 Cfr. Jürgen Habermas (con Joseph Ratzinger), Dialéctica de la secularización. Sobre la razón y la religión,
213
SOCIETAS
***
214
RELIGIÓN, ÉTICA Y ORDEN SOCIOPOLÍTICO
Es claro que la noción que se tenga del orden sociopolítico estará en directa rela-
ción con la idea del hombre que nos inspire. Tanto los antiguos como los medievales
comprendían este orden a la luz de una noción de la naturaleza humana hoy perdida
y que Aristóteles explica en el primer libro de su Política11: el estado natural no es
un estado bruto, sino por el contrario, un estado en perfecto desarrollo. “Desde este
punto de vista, la naturaleza humana no es lo innato en el hombre en oposición con
lo adquirido. Y esta naturaleza no se opone en absoluto con lo que llamamos cultura,
polarización hoy tan recurrida. Esta idea de la naturaleza como el estado en bruto
de algo, proviene en realidad de Epicuro, y fue exhumada en el siglo XVII por los
fundadores de la filosofía política moderna, especialmente por Thomas Hobbes. Se
apoya en la ficción de un estado de la naturaleza en el cual el hombre estaría regido por
una preocupación de autopreservación, que debe asegurar mediante una guerra per-
manente entre todos los hombres”12. Mors tua, vita mea! Dicho estado, como sabemos,
debía resolverse mediante el artificio de una suerte de contrato13.
Como apunta el cardenal, ahora Papa, Joseph Ratzinger, en su libro-debate con
Paolo Flores de Arcais, de reciente edición, el ulterior y actual intento de dar una
nueva fundamentación al ethos desde el punto de vista de la teoría evolucionista14
–pretendiendo convertir esta teoría en una philosophia universalis y destilando incon-
gruentemente “lo que es racional de lo que es en sí irracional”–, con su concepto clave
en el modelo de selección (no se discuten aquí las pruebas científicas de los procesos
microevolutivos), ahonda en esa concepción de lucha por la supervivencia, victoria del
más fuerte, adaptación con éxito, y resulta lo más inapropiado, dice, para “una ética de
la paz universal, del amor al prójimo y de la necesaria abnegación de cada uno”15.
Fue Leibniz quien escribió lo siguiente: ‘Según Aristóteles, se denomina natural aquello que se ajusta más
estrechamente con la perfección de la naturaleza de la cosa; pero el señor Hobbes aplica la expresión
estado natural a aquello que posee menos arte’. Prosigue haciendo una crítica, como es habitual en él, con
aniquiladora gentileza: ‘tal vez sin tomar en cuenta que la naturaleza humana en su perfección trae consigo
el arte’”. Cfr. Leibniz, Theodicy, traducción de E. M. Haggard (New Haven: Yale University Press, 1952),
265. Citado por Rémi Brague en “Ley natural y ley divina”, Humanitas Nº 57..
14 “La teoría de la evolución se ha mostrado cada vez más como el camino para que la metafísica
desaparezca del todo, para hacer parecer superflua la ‘hipótesis de Dios’ (Laplace) y para formular una
interpretación del mundo estrictamente ‘científica’. Una teoría de la evolución que explica todo lo real de
modo global se ha convertido en una especie de ‘filosofía primera’ que, por así decirlo, constituye la base
de la interpretación racional del mundo. Cualquier intento de poner en juego otras causas distintas a las
incluidas en esta teoría ‘positiva’, cualquier intento de ‘metafísica’, tiene que parecer un retroceso frente
al racionalismo, un abandono de la pretensión de universalidad de la ciencia. Así, la idea cristiana de Dios
se considera acientífica. Ya no corresponde a ninguna theologia physica: en este sentido, la única theologia
naturalis es la teoría de la evolución, y esta no conoce ningún Dios ni ningún creador en el sentido del cris-
tianismo –del judaísmo y del islam– ni un alma del mundo o una fuerza interna en el sentido de la stoa. A
lo sumo, desde el punto de vista del budismo, podría considerarse todo este mundo como apariencia y la
nada como lo verdaderamente real, y justificar así formas místicas de religión que al menos no compiten
de modo directo con el racionalismo. (…) Nadie puede dudar seriamente de las pruebas científicas de los
procesos microevolutivos. La cuestión que un creyente le plantea a la razón moderna no hace referencia a
este asunto, tampoco al de la macroevolución, sino a la expansión de una philosophia universalis que pretende
convertirse en una explicación global de lo real y no quisiera dejar ya aparte ningún otro nivel del pensa-
miento”. Cfr. Joseph Ratzinger - Paolo Flores d’Arcais, ¿Dios Existe? (Espasa, Madrid, 2008), pp. 20-21.
15 Cfr. Joseph Ratzinger - Paolo Flores d’Arcais, ¿Dios Existe? (Espasa, Madrid, 2008), p. 23.
215
SOCIETAS
Conviene quizá concluir trayendo a nuestro tema otro fenómeno cultural con
raíces en el siglo XVII y que podemos identificar con el conocido intento del teólogo
y hombre de leyes holandés Hugo Grocio de fundamentar la ley natural “etsi Deus
non daretur”, como si Dios no existiese. No era una tesis sino una hipótesis, incluso
rechazada como “impía” por el propio Grocio, pero que servía para excluir meto-
dológicamente la religión y garantizar la paz en un contexto de guerras de religión.
Dicha estrategia para asegurar las bases de la convivencia podía contar, en todo caso,
con el respaldo de las grandes convicciones de fondo creadas por el cristianismo en
Europa. A partir de esa fundamentación se desarrolla sin embargo, gradualmente,
un proceso secularizante que acaba por separar totalmente a Dios de la conciencia
pública y relegarlo a la esfera privada. Este vuelco hacia la razón individual como
fundamento del orden público tuvo también el efecto de desligar paulatinamente a las
personas “de la tradición a la cual pertenecían y donde encontraban el significado y el
alimento de las certezas morales básicas para su vida privada y social”16. Desprovistos
los individuos de sus antecedentes históricos y culturales, la identidad moral vino a
ser puramente formal.
Este intento, hoy llevado al extremo, de plasmar las cosas humanas dejando
completamente de lado a Dios, ha encaminado a la deshumanización o incluso al aban-
dono total del hombre. “No se ha instaurado el orden radiante del antropocentrismo,
aquel que debió haberse erigido sobre las ruinas de Dios”, fue la irónica queja del
recién fallecido Lezek Kolakowski17. Habría, en consecuencia, que prestar atención a
la sugerencia de Benedicto XVI en su discurso en el Subiaco, poco días antes de ser
elegido Papa, de “poner al revés el axioma de los iluministas y decir: también quien no
llega a encontrar el camino de la aceptación de Dios debería buscar vivir y orientar su
vida ‘veluti si Deus daretur’, como si Dios existiese”18. Era éste, nos recuerda, el consejo
que ya Pascal daba a sus amigos no creyentes.
La dignidad del ser humano, muy anterior a cualquier derecho humano, fundamen-
to irrenunciable de un orden sociopolítico, reclama en nuestros días desesperadamente
–además de una presencia ancha y vital del “Logos”– esa condición de ser único e
irrepetible que le garantizó por tantos siglos la civilización judeocristiana, civilización
de la cual aprendimos que Dios nos llama a cada uno por nuestro propio nombre.
16 Cfr. Livio Melina, “El eclipse del sentido de Dios y del hombre”, Humanitas, p. 57.
17 Citado en W. Kasper, Il Dio di Gesù Cristo, Brescia, Queriniana, p. 21.
18 Cfr. Joseph Ratzinger, Una confusa ideología de la libertad, Humanitas 39 (julio-septiembre 2005)
pp. 430-443.
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RELIGIÓN, ÉTICA Y ORDEN SOCIOPOLÍTICO
José Zalaquett Daher
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SOCIETAS
218
RELIGIÓN, ÉTICA Y ORDEN SOCIOPOLÍTICO
Habiendo hecho estas distinciones iniciales, para que se pueda entender mejor
la base conceptual y de convicciones personales desde la cual hablo, conviene comen-
zar por recordar que la idea misma de un “orden socioeconómico”, en el sentido
aproximado en que se emplea esa expresión modernamente, era ajena a la moral y
la ciencia occidental hasta fines del siglo XVIII, sin perjuicio de que se puedan citar
precedentes históricos parciales y aislados. De hecho, las grandes religiones mono-
teístas o abrahámicas abordan este tema principalmente desde la perspectiva de la
caridad (entendida como un deber o virtud moral que cabe asignar o reconocer a
cada individuo, no como relacionada a un “orden” justo o equitativo). Es así como
uno de los cinco grandes postulados del Islam, es dar un porcentaje de los ingresos a
los pobres. Ciertamente, el Nuevo Testamento está imbuido de la idea de caridad y,
en las tradiciones judaicas, también se encuentra aquella noción. La idea de que estos
deberes o principios se relacionan con leyes económicas o con algún ordenamiento
socioeconómico era ajena a los conocimientos y a las concepciones de la época en que
las religiones aludidas florecieron y se desarrollaron.
Ahora bien, a partir del pensamiento de filosofía política de John Locke, en el
siglo XVII, seguido, en la siguiente centuria por Adam Smith, quien echa las bases
de la economía como disciplina autónoma y, más tarde, por el desarrollo de las cien-
cias sociales, a lo largo del siglo XIX, se fue forjando una visión, no sin ausencia de
controversias, con respecto a situaciones susceptibles de ser llamadas estructurales o
de contexto, sobre la política, la sociedad y la generación, circulación y distribución
de la riqueza.
De todos estos desarrollos en el área del pensamiento, incrementados expo-
nencialmente a lo largo del siglo XX, se desprende que los mandatos de las grandes
religiones pueden conservar relevancia espiritual, pero no cabe esperar que su rea-
lización descanse solamente en la suma de acciones virtuosas de los individuos. En
efecto, si algún economista hoy día propusiera resolver los problemas económicos de
una sociedad o del mundo, mediante la donación, por parte de quienes poseen rique-
za, de la mitad de sus bienes a los pobres, sería objeto de escarnio; o, por lo menos,
sin perjuicio de reputarse su postulado evangélico como muy noble, todo el mundo
entendería que, como ley económica, no funcionaría, porque los seres humanos, dada
la media de cómo se comportan con sus bienes, no actúan generalmente de modo
completamente desinteresado. Y, como bien se sabe, para los efectos de las políticas
públicas, las predicciones sobre la conducta de las personas en el plano económico (y
en otros planos) deben basarse en lo que cabe esperar a partir de lo que la persona
media es y no a partir de lo que debiera ser.
Debo detenerme en este punto a señalar mi propia posición sobre materias reli-
giosas. Me eduqué en la religión católica y fui creyente hasta los 20 años. Me considero,
desde entonces, agnóstico respecto de si hay o no un Ser Superior o Creador, pero
declaro mi convicción de que no existe un Dios que responda a la idea tradicional de
un ser superior que conoce el pensamiento de cada individuo, atiende plegarias y se
ocupa de cada ínfimo aspecto del universo, por decirlo así. Lo digo con todo respeto por
las creencias de los demás y por los creyentes que puedan hallarse en esta reunión.
Habiendo dicho esto, se hace evidente que pienso que cabe mirar a la religión (o
a las religiones, más bien) como un fenómeno histórico, antropológico o sociológico.
219
SOCIETAS
Desde esa perspectiva, trato de apreciar el significado de sus logros, así como de sus
falencias. Por supuesto, afirmo absolutamente la libertad de conciencia, de religión
y la libertad de adherir o no a una religión o dejar de hacerlo. La libertad de culto,
que está consagrada en los tratados internacionales y en nuestra Constitución, es una
de las grandes conquistas de la civilización moderna. Esta aceptación es parte esencial
del pluralismo.
Sobre la base de las distinciones conceptuales y aclaraciones precedentes, quisiera
intentar fundamentar dos afirmaciones sobre el tema que nos ocupa.
La primera es que hay elementos centrales de la historia del pensamiento y en-
señanzas de la Iglesia Católica que entran en pugna con la predominancia actual de
una concepción de ética política de raigambre liberal y también con el progreso de la
economía y las ciencias sociales.
¿Cuáles son tales elementos? Para referirme a este punto, seguiré de cerca la
concepción, entre conceptual e histórica, de Norberto Bobbio, en su texto sobre
la igualdad, parte de su libro “Igualdad y Libertad”. Bobbio explica que, desde el
tiempo de la Ilustración en adelante, se fueron conquistando en Occidente, a partir
de la gran corriente de pensamiento liberal que se incubó desde fines del siglo XVII,
tres grandes conceptos de igualdad: la igualdad ante la ley, consistente en prohibir
que haya ante el derecho castas, clases o estamentos privilegiados. En segundo lugar,
la igualdad jurídica, esto es, la noción que todos somos personas ante la ley y que no
es permisible que haya esclavos. (Aunque conceptualmente ésta debió anteceder a la
primera, históricamente, fue al revés, ya que el concepto de igualdad ante la ley se
introdujo antes que la abolición de la esclavitud; ya la Revolución Francesa abolió las
clases o estamentos privilegiados). Finalmente, la igualdad en derechos, en el sentido
de que se prohíbe toda discriminación arbitraria. (Tradicionalmente, las principales
causas de discriminación arbitraria han sido la religión, la raza y el sexo).
Habiéndose conquistado, en el plano conceptual y normativo, en los principales
países occidentales, estas tres grandes igualdades, el liberalismo “vio que la obra era
buena y descansó”, si me permiten una expresión que ojalá no suene irreverente.
Los liberales de cepa podrían haberle dicho a un minero de carbón, a mediados del
siglo XIX: “ahora Ud. no es esclavo, no hay clases privilegiadas ni discriminación
aceptable sobre base de raza o religión; vaya y contrate libremente con su empleador”.
Evidentemente, la observación empírica demostraba que esto no funcionaba así, que
esa fotografía de las igualdades no se hacía cargo de la película que venía desde antes,
esto es, de una larga historia de pobreza, exclusiones y discriminaciones que había
generado vulnerabilidades en grandes sectores de la población. Gradualmente, fue
brotando una conciencia sobre estas realidades dentro del propio liberalismo capitalista
(aunque siempre lenta e insuficientemente). Es así, por ejemplo, como surge, desde
fines del siglo XIX un movimiento en pro de derechos laborales irrenunciables que
pretendía desnivelar, jurídicamente, el terreno del juego entre las partes a favor de
los trabajadores, a fin de intentar compensar la desigualdad que se generaba en el
plano práctico en favor de quien tenía el poder económico.
Paralelamente, y a partir de distintos factores, filosóficos e históricos, se desarrolló,
en el mismo período de la segunda mitad del siglo XIX, una respuesta político-ideoló-
gica. Las igualdades que proclama el liberalismo, según concebía Marx, responderían
220
RELIGIÓN, ÉTICA Y ORDEN SOCIOPOLÍTICO
221
SOCIETAS
222
RELIGIÓN, ÉTICA Y ORDEN SOCIOPOLÍTICO
223
una conducta de abstención generalizada (de parte de quienes no estén casados y
sean fieles a su pareja).
En resumen, considero que las antedichas son las tensiones más importantes
entre orden socioeconómico y enseñanzas religiosas (de la Iglesia Católica, en nuestro
caso). Por una parte, enfrentar la justicia social y la igualdad de oportunidades con
una visión todavía no suficientemente emancipada de la vieja distinción esquemática
entre hacer el mal y no hacer el bien. Por otra, optar por la ética de la convicción en
lugar de la ética de la responsabilidad.
Para finalizar, digamos que todas las grandes religiones han tenido una tendencia,
históricamente, a identificarse con el poder temporal. Tratándose de las dos religiones
abrahámicas que abrigan una aspiración de universalidad, la cristiana y la musulmana,
esta dificultad siempre ha existido. En Occidente, luego de controvertidas proposicio-
nes y cruentas luchas, a lo largo de siglos (desde la Reforma de Lutero hasta Locke,
seguido del pensamiento de los Federalistas de los Estados Unidos y de numerosos
desarrollos doctrinarios, judiciales y políticos a lo largo de los siglos XIX y XX) se ha
aceptado generalmente el principio de separación entre la Iglesia y el Estado.
Siempre existirá una tensión entre la mirada moral teleológica y la deontológica.
Asimismo, cabe esperar siempre diferencias significativas entre el criterio de la ética
de la convicción (o de los fines últimos) y la ética de la responsabilidad. Pienso que
a medida que en el sistema político de las naciones (sea cual fuere la convicción reli-
giosa que la mayoría de su población abrace) se asiente definitivamente el principio
de separación entre el orden político y el orden económico social, por una parte, y
la posición de los líderes religiosos, por otra, podrán estas diferencias y tensiones
comenzar a coexistir en paz.
LA ACADEMIA EN REGIONES
Señoras y señores:
Es con especial agrado y con profunda emoción, que el Vicepresidente de la
Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile, ha
venido a Copiapó para participar en este Seminario, auspiciado y promovido por
nuestra Academia, y organizado por nuestro Académico Correspondiente en esta
ciudad, don Mario Maturana Claro, con el patrocinio de la Universidad de Atacama.
Deseo, en primer lugar, excusar la inasistencia del Presidente de la Academia, don José
Luis Cea Egaña, el que estaba especialmente interesado en compartir con ustedes el
debate académico que tendrá lugar a continuación, pero que no ha podido concurrir
por encontrarse fuera del país. Don José Luis Cea me ha encarado que haga presente
estos sentimientos, en la certeza de que tendrá un contentamiento cuando se entere
de dicho debate en nuestra revista “Societas” donde será publicado.
El presente Seminario se inserta dentro de la política de descentralización de
actividades iniciadas hace algunos años por nuestra Academia, con el objeto de pro-
mover en todas las regiones del país, a través de sus Académicos Correspondientes
radicados en ellas, actividades similares a las que hasta entonces sólo se habían realizado
en Santiago. La idea es promover, mediante estos encuentros académicos, un interés
creciente que permita crear Secciones de la Academia en cada región, con suficiente
autonomía para discutir cuestiones de interés social, económico, político, educacional,
ético o filosófico de especial relevancia en cada lugar.
Estos intentos de descentralización ya produjeron un primer fruto en esta región,
cuando se debatió aquí en 2007, acerca del tema “Derecho y Educación en el Desarrollo
Minero de la Región de Atacama”. Fueron distinguidos intelectuales de Copiapó los
que entonces debatieron acerca de los aportes de la educación, de la universidad, de
la economía y del derecho al desarrollo minero de la región.
En la presente ocasión, ustedes han querido recordar el sesquicentenario de los
movimientos sociales y políticos que tuvieron lugar aquí, y que modificaron honda-
mente nuestra historia política. Desde la perspectiva en que ahora nos encontramos,
pienso que el movimiento libertario de 1859 constituye el hito más importante de
nuestro desarrollo republicano en todo el período que se inicia con la batalla de Lircay,
que afianzó el triunfo conservador, y el ruido de sables de 1924, que puso término a
los gobiernos parlamentarios. Creo que la revolución constituyente de 1859 es la pri-
mera manifestación política de una clase media emergente que iba llegar al poder 60
años después, con el triunfo electoral de Alessandri en 1920. Pienso que es altamente
227
SOCIETAS
228
SISTEMATIZACIÓN DE LAS ETAPAS DE LA REVOLUCIÓN
CONSTITUYENTE (5 DE ENERO DE 1859 A 1863)
Prof. Guillermo Cortés Lutz*
Doctor en Teoría y Metodología de la Historia
PreliMiNAr
iNtroDuCCióN
* Ayudante; Gisselle Díaz Díaz, Estudiante Pedagogía en Historia y Geografía. Proyecto FNDR –
Universidad del Mar, Escuela de Educación.
1 Antonio Morales, curso de Doctorado, Historiografía Comparada, En Tesis Doctoral. Los Diaguitas
Historia de los pueblos de los Valles Transversales, Guillermo Cortés Lutz, Universidad de Salamanca, España,
1999.
229
SOCIETAS
Matta, Anselmo Carabantes, Pedro Zapata, José Antonio Peña, quien organiza la legión
huasquina, la gran representación de Vallenar y del valle del Huasco en la revolución.
Nos parece imprescindible afirmar que este hito generador de procesos es un movi-
miento pluriclasista y revolucionario, con sus crisis y contradicciones internas, y que
se dio en un determinado marco contextual, donde el factor económico y político son
detonantes para el estallido social y armado. La revolución vive distintas etapas, ella
presenta sus singularidades y que hacen del todo un momento de corte y de cambio
profundo en la historia chilena después de la revolución constituyente, los conserva-
dores ultramontanos (cercanos a la iglesia, y los verdaderos herederos de la oligarquía
terrateniente del valle central), como también los conservadores nacionales, oligarcas,
pero muchas veces cercanos a las profesiones liberales y al aparato público, defensores
del Estado y sus prerrogativas mediante la Constitución portaliana de 1833, denomi-
nados montt-varistas, deben paulatinamente alejarse del poder, permitir un presidente
de transición como José Joaquín Pérez; con su llegada se abre el sistema político, esto
ocurre principalmente mediante la promulgación el año 1870 de la limitación de la
reelección presidencial. “La reforma que prohibía la reelección presidencial para el
período siguiente. Fue en las postrimerías del gobierno de Pérez Mascayano”2. Desde
esta óptica, la revolución propició el fin del delfinismo decenal, generó la llegada del
período y de los gobiernos liberales, nuevas leyes laicas y el nacimiento del Partido
Radical de Chile, partido liberal avanzado; en definitiva se lograban muchos de los
objetivos que se habían propuesto los constituyentes de Atacama.
–Las etapas de la Revolución (su sistematización para su estudio y compren-
sión): Desde hace algún tiempo el tópico de la revolución constituyente de 1859, con
sus respectivos hitos y procesos ocurridos en Copiapó y la provincia de Atacama, y que
se extiende espacialmente hasta la provincia de Coquimbo y temporalmente desde el
5 de enero hasta el 8 de mayo de 1859, ha venido preocupando a los investigadores,
a profesores, autoridades, políticos (lo que es muy sui generis), pero especialmente a la
comunidad, lo que es muy importante, y genera un enorme sentido de pertenencia
y orgullo de ser atacameño.
Tampoco es de extrañar que hasta hoy muchos de los estudios realizados sobre
este hecho sean de los sempiternos mapochinos, que entre sus discusiones están si
los hechos políticos, militares, sociales, de organización y enmarcados en un contexto
económico fueron una revolución o una guerra civil. Ante esto nos decantamos por
la revolución dado que se parte de un foco guerrillero: Copiapó y Atacama, en otros
lugares de Chile no se tuvo la capacidad de realizar un levantamiento armado con
posibilidades de tomar el poder.
La revolución busca un cambio radical, profundo en las condiciones políticas y
de vida de las personas, es el derrotar las injusticias, el sometimiento al centralismo
asfixiante, al abuso de todo tipo, y su triunfo augura mayor justicia social, política y
económica, el origen de la revolución es popular y con conciencia de cambio, que es
el caso de 1859, donde los actores, líderes y seguidores son pluriclasistas, podemos
afirmar en este caso que el pueblo no es un actor menor, y se integran a las filas re-
volucionarias motu proprio y con el mayor de los intereses, como lo ha planteado Julio
2 Campos H., Fernando. Historia Constitucional de Chile, Editorial Jurídica, pp. 367 y 368.
230
SISTEMATIZACIÓN DE LAS ETAPAS DE LA REVOLUCIÓN CONSTITUYENTE
Pinto3, un ejemplo claro del carácter popular que adquiere la revolución, es el papel
de don José Sierra al autoproclamarse Intendente de la región, en oposición a lo que
deseaba la plutocracia minera. La guerra civil, sin embargo, es un enfrentamiento
en idénticas condiciones militares, en cuanto a número de personas, la guerra civil
en la mayoría de las ocasiones solo genera la modificación profunda de la sociedad,
en cuanto al cambio del poder político y de modificaciones importantes pero no de
carácter popular, un ejemplo de ello es la guerra civil norteamericana, que no cambia
el sistema solo mitiga la esclavitud. Resuelto este primer problema, nos parece nece-
sario avanzar en sistematizar o periodificar las etapas de la revolución, cada una de
ellas con sus sucesos y singularidades.
3 Entrevista realizada por Guillermo Cortés Lutz, En: Tres Cápsulas del Tiempo, Cápsula tres, El Caudillo
231
SOCIETAS
5 Carta de Joaquín Blest Gana a Diego Barros Arana, del 30 de octubre de 1859.
232
LA TEORÍA DE LAS ELITES Y LA REVOLUCIÓN DE 1859
Rodrigo Zalaquett Fuente-Alba
Facultad de Derecho, Universidad de Atacama
Será el enfrentamiento entre la elite conservadora que regía los destinos de Chile desde
1830, y la contra-elite liberal que pugnaba por lograr el poder político de la nación, la
que desde nuestro punto de vista dará inicio a la Revolución Constituyente de 1859.
Pero antes de entrar a nuestro análisis, es preciso conocer el origen y desarrollo de
estos conceptos que serán recurrentes en nuestro análisis.
El concepto de oligarquía tuvo su origen en la antigua Grecia y según su etimo-
logía quería decir gobierno de pocos (en beneficio suyo y no del bien común).
Es así como en un principio los griegos designaban a esta forma de gobierno
político, que es ostentado por unas pocas personas o familias, “la clasificación de los
gobiernos depende de dos premisas independientes, el número de personas que
gobierna y los fines que persigue su gobierno. Existe una oligarquía siempre que
unas pocas personas gobiernan en su propio beneficio”1. Para los griegos, en especial
Platón2 y Aristóteles, la oligarquía era una forma impura y corrompida del gobierno
aristócrata, en donde los oligarcas sólo se preocupan por sus propios intereses, más que
por el bien común. Su poder nace en virtud de que son los “titulares de la propiedad,
mantienen relaciones de autoridad con las otras clases, ostentan una posición social,
etc. Su poder está basado en factores militares, económicos, políticos y sociales”3.
La oligarquía será entonces “el poder supremo que detenta un pequeño grupo de
personas tendencialmente cerrado, ligados entre sí por vínculos de sangre, de interés
o de otro tipo, que gozan de particulares privilegios y utilizan todos sus medios que
el poder les da a disposición para mantenerlos”4.
Esta estructura de poder es definida por Gabriel Salazar como oligarquismo, vale
decir, “la recurrente ocupación de los roles de comando del sistema político por una
misma red social, profesional o ideológica de individuos, en desmedro de una efectiva
interacción ciudadana. Durante el siglo XIX, la clase política civil, a través de redes
1 Thomas P. Jenkin, en Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales, Ediciones Aguilar. Vol. 7, Madrid,
su velocidad ideal y de la manera en cómo lograrlo. Platón La República, L. III, Cap. 21, p. 415.
3 Thomas P. Jenkin. Op. cit., p. 425.
4 Nolberto Bobbio y Nicola Matteucci, Gianfranco Pasquino. Diccionario de Política. Editorial Siglo XXI.
233
SOCIETAS
cerradas (como el grupo estanquero, el montt-varista, los grupos liberales, etc.), man-
tuvo un control monopólico de las direcciones políticas”5.
La oligarquía no estará limitada sólo a la esfera del poder político, sino que se
extiende a otras organizaciones que no necesariamente son del Estado, por ello se
habla de oligarquías económicas, militares, burocráticas, financieras, escolares, sacer-
dotales, sindicales, etc.
Por otro lado, el término elite6, fue usado por primera vez en el siglo XVII, por
los comerciantes para designar las mercaderías de mejor calidad que eran vendidas
a la aristocracia. En el siglo XIX distintos investigadores de lo político y sociológico
ampliaron gradualmente el concepto para aplicarlo a los estratos gobernantes o pre-
dominantes de una sociedad. Así se referían a la posición de los personajes de una
sociedad determinada, que se encontraban en la cumbre de la estructura social y que
influían directamente en las grandes decisiones de los puestos más altos en la economía,
el gobierno, la religión, las organizaciones populares, la educación, etc.
Su principal característica es que son una minoría selecta “con ascendiente sobre
el resto de la sociedad en el área que se desempeña como tal. Esto implica que en cada
sociedad no existe una única elite que abarque todos los campos de acción existente
en su interior y que, por el contrario, en ella conviven numerosas minorías especia-
lizadas que cumplen el papel de rectoras –de autoridad– en sus respectivos ámbitos
de actuación”7, ya sea político, económico, cultural o religioso.
Ya en el siglo XX, algunos sociólogos de la Escuela Italiana de los Elitistas Clásicos
como Wilfredo Pareto y Gaetano Mosca, Robert Michels, entre otros, se dedican al
estudio de las formas de poder de los grupos dominantes y de las dinámicas sociales que
los crean. Sus estudios pretendían; “descubrir uniformidades en el movimiento de las
sociedades, culturas o civilizaciones, además de los principios que los gobiernan”8.
A partir de estos razonamientos nace la Teoría de las Elites y de las condiciones
fácilmente observables, de que en toda sociedad hay unos que mandan, gobiernan y
dirigen (la minoría) y otros que obedecen y son gobernados (la mayoría).
El fundamento de esta teoría está en la oposición entre quienes logran el poder,
las elites u oligarquías, y los que no lo poseen o pretenden acceder a él.
Para los elitistas, toda organización y con mayor razón el Estado no puede ser
regido más que por un número limitado de personas. “El concepto es claro, para la
5 Gabriel Salazar, Cursos de Formación General apuntes del curso Memoria Social: Historia oficial y
fue tan solo choix (elección, acción de escoger). En el siglo siguiente adquirió más que todo un sentido
comercial, para designar a los bienes de calidad especial y fue en el siglo XVIII cuando se empezó a de-
terminar mediante esta palabra a algunos grupos sociales y, con tal sentido pasó al inglés. Elite empezó a
constituirse en el significado que hoy es usual durante la Belle Epoque, y se difundió extraordinariamente al
asociarse con los autores “Maquiavelistas” en el primer tercio del siglo XX”. En S. M. Lipset y A. E. Solari;
Elites y Desarrollo en América Latina, psicología social y sociología, Introducción. Volumen XXX. Editorial Paidós.
Buenos Aires, Argentina 1971.
7 Rafael Sagredo Elites chilenas del siglo XIX. Historiográfica, Cuadernos de Historia Nº 16, Santiago,
1994, p. 344.
234
LA TEORÍA DE LAS ELITES Y LA REVOLUCIÓN DE 1859
sociología. En relación al concepto de circulación de las elites, dentro de su teoría, le da una importancia
similar, al que tiene el sistema circulatorio sanguíneo en la biología. Es por eso que pone mayor atención
en la composición psicofísica de la elite.
12 W. Pareto, “Escritos Sociológicos”, Editorial Alianza Universitaria, Madrid, España, 1987, p. 55.
13 W. Pareto. Op. cit., p. 56.
14 Wilfredo Pareto. Ibíd., p. 288.
15 Wilfredo Pareto. Ibíd., p. 47.
235
SOCIETAS
en que esa circulación asegura la movilidad de las elites, y el reemplazo entre éstas por
la posesión del poder. Como sentenciaba Pareto, la historia es un cementerio de elite.
La circulación de las elites posee un ritmo cuya velocidad puede ser rápida, lenta
o intermedia. Esto determinará la renovación o no de la elite política. Si la velocidad es
muy lenta, los titulares durarán en sus cargos hasta su muerte, más aún, si esos cargos
son de carácter hereditario pudiendo pasar de padres a hijos, el control político será
entonces exclusividad de un selecto grupo, de una elite. Por otro lado, si la circulación
es muy rápida como la producida por una revolución, el reemplazo de la elite será
brusco y repentino. Por el contrario, si la circulación adquiere un ritmo medio, el
reemplazo de estas se producirá gradualmente y sin mayores apremios.
Tenemos entonces ritmos de circulación medio, lentos y rápidos. Estos determi-
narán los períodos de calma, estabilidad o desequilibrio y revolución en una sociedad
y sistema político. En la circulación de las elites “el ciclo termina para un grupo. Lo
que el nuevo grupo trae consigo en la acción de gobernar puede ser parecido a lo del
grupo depuesto o totalmente diferente. Además, el grupo nuevo gobierna con otra
agenda de circunstancias. En resumen, el ciclo no es igual al anterior”16.
Robert Michels17 se encontraba familiarizado con la teoría paretiana, de hecho
para Michels el origen de una lenta velocidad de circulación de las elites es producto
de “la tendencia que los individuos manifiestan al permanecer en el poder, una vez
que lo alcanzaban”18. Esta tendencia fue interpretada como la Ley del hierro de la
oligarquía, o Ley Férrea de la Oligarquía. De igual forma, desarrolló la idea de la
metamorfosis psicológica del poder, es decir, “la profunda transformación que en las
intenciones y actos de los oligarcas se produce cuando pasan a ocupar los puestos de
dominación. Inicialmente, muchos de ellos llevan buenos propósitos de realizar un
programa, mejorar la situación del grupo y de sus representados. Al no lograrlo, lo
lógico (en una lógica altruista) sería dimitir; pero no cambia su psicología y todo se
convierte en el deseo de no volver abajo (...) la formación de oligarquías dentro de las
múltiples formas de gobierno es un fenómeno orgánico y, por lo tanto, una tendencia
a la que se sujeta toda organización, desde la socialista, hasta la democrática.
Gaetano Mosca19 habla de clase política, de minoría gobernante, en vez de oligar-
quía. En sus estudios, Mosca concluye que la elite está compuesta por una minoría de
personas que detentan el poder en una sociedad, y que es comparable a una auténtica
clase social, la clase dirigente o dominante.
Lo que constituye la fuerza de una elite y le permite mantenerse en el poder es
su cohesión, su estructura organizacional. “Existen, en efecto, diversos vínculos que
16 Joan Reimes, Circulación de las elites en Chile, Escuela Latinoamericana de Ciencia Política. Ediciones
dio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna. Ediciones Amorrortu, Buenos Aires,
Argentina. 1969.
18 Joan Reimer. Op. cit., p. 290.
19 Filósofo y político italiano, nacido en Palermo en 1858. Cursó estudios de leyes y dio clases de derecho
constitucional en las universidades de Roma y Turín. Periodista en Il corriere de lla sera y otros periódicos,
fue miembro de la Cámara de Diputados en 1908 y ministro para Asuntos Coloniales desde 1914 hasta
1916 y desde 1919 hasta 1928, año en el que fue senador. Sus obras más destacadas son Elementos de ciencia
política, Una constante histórica: dominados y dominadores, La circulación y el equilibrio de poderes. Falleció el 8
de noviembre de 1941.
236
LA TEORÍA DE LAS ELITES Y LA REVOLUCIÓN DE 1859
unen entre sí a los miembros de una elite dominante. Estos lazos o vínculos aseguran
a la elite una unidad suficiente de pensamiento y la cohesión propia de grupos carac-
terísticos de una clase. Dotada ya de poderosos medios económicos, la elite se asegura,
además, por su unidad, el poder político y la influencia cultural sobre la mayoría mal
organizada. Esto explica el papel histórico de la elite”20.
Mosca también habla de la renovación de la clase política, gracias a la cual repre-
sentantes de los estratos más bajos de la elite llegaban a participar del poder. Por ello,
plantea que la elite no es totalmente homogénea “en realidad, está estratificada. Casi
siempre cabe observar en ella un núcleo dirigente, integrado por un número reducido
de personas o de familias que gozan de un poder muy superior al de las demás. Este
núcleo rector desempeña las funciones de liderazgo en el seno de la elite: constituye
una especie de super-elite dentro de la elite. El liderazgo en cuestión presta a la elite
una fuerza y eficacia mayores aún”21. Mosca concluye finalmente en la posibilidad de
elaborar una explicación completa de la historia, a partir de un análisis de las elites.
Las elites chilenas del siglo XIX alcanzaron el poder mediante las leyes de la herencia,
al ser traspasado el poder social, económico y finalmente político, a sus descendientes.
Esto habría comenzado durante el período colonial, pues se afirma que “en Chile
habría existido una suerte de antigua nobleza colonial, una aristocracia rural, formada
sobre la base de las guerreras de la conquista y la propiedad de la tierra. Luego, con el
aporte de vascos del norte de la península ibérica, trabajadores y honestos, se habría
formado la llamada aristocracia castellano-vasca (...), esto habría favorecido la visión
aristocratizante, que puede asirse con relativa continuidad de las elites provincianas,
donde generaciones de una misma familia se suceden en los cargos de autoridad y
en la propiedad de bienes”22. Posteriormente, “ya en la época de la independencia,
aparece consolidada la clase alta u oligarca”23, heredera del pasado colonial. La te-
nencia de la tierra, por parte de terratenientes y latifundistas, significó paralelamente
ejercer poder sobre los grupos campesinos, indígenas y mineros que trabajaban en
las haciendas, estancias y las minas, de tal manera que el patrón era una espacie de
autoridad que se imponía por sí mismo. “El patronazgo rural como centro de poder
político y económico arranca de las encomiendas coloniales (...). Con la emancipación,
el régimen legal de tierras no sufrió modificación alguna.
La independencia sólo fue un movimiento político que no afectó la estructura
social. De suerte que el patronazgo rural, como centro de poder político, gravitó en
la vida política chilena, hasta 1925(...). Todos los hombres públicos fueron dueños
de extensos dominios rurales. Bastaría con recorrer la nómina de los parlamenta-
rios, ministros y jefes de Estado para comprobar que, hasta el término del período
p. 33.
23 Fernando Campos Harriet. Historia Constitucional de Chile, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de
237
SOCIETAS
Parlamentario, más del 90% de los dirigentes políticos eran grandes propietarios”24.
El resto de la sociedad estaba subordinado al grupo oligarca.
Las elites chilenas lograron ser oligarquía en virtud de su estrecha homoge-
neidad, solidez y cohesión social. Esto, por el reducido número de familias que la
formaban, que contribuía a dar espíritu de cuerpo al grupo. “Al llegar al siglo XIX,
muchas familias notables llegaron a formar redes a través de las cuales ellas y sus
aliados extendían su poder al gobierno de un pueblo, de una ciudad, una región o
una nación, convirtiéndose, de esta forma, en arbitrios absolutos de su dirección”25.
Esta cohesión del grupo oligarca fue potenciada por los lazos de parentesco y amistad
desarrollados por sus miembros, que les permitió implantar una serie de alianzas
familiares de tipo endogámico; como los matrimonios pactados con anterioridad,
entre parientes y amigos que “hicieron que la red fuera más cohesiva y les ayudaran
a controlar tanto el gobierno regional como el nacional (...). Las familias adquirieron
la riqueza, el poder y el estatus que resultaba de ellas”26. Por eso, no es de extrañar
que algunos apellidos y parientes se repitieran en el mando del gobierno. “En Chile
el sucesor del presidente José Joaquín Prieto, que gobernó entre 1831 y 1841, fue su
sobrino, el general Manuel Bulnes. Más adelante hubo tres presidentes de la República
de la familia Errázuriz: Federico Errázuriz Zañartu (1871 a 1876), su hijo Federico
Errázuriz Echaurren (1896 a 1901) y el primo de éste, Germán Riesco Errázuriz
(1901 a 1906). De esta misma familia salieron además varios senadores, diputados, un
obispo y empresarios”27. Refiriéndose a este pequeño pero poderoso grupo de poder,
el historiador Vicuña Mackenna decía que Santiago era una ciudad de parientes más que
de ciudadanos. Ello nos da pie para sostener que a pesar de las acaloradas disputas por
la hegemonía, las elites chilenas del siglo XIX eran relativamente homogéneas; por
ello, no es de extrañar que, a pesar de los intentos de la contra-elite por acceder al
poder político, éstas finalmente llegasen a pactos y alianzas internas sin sumirse en
una la lucha total. Asimismo, las guerras civiles de 1830, 1851, 1859 y la de 1891 son
ejemplos de: “...la capacidad de las elites para atacarse entre sí con extrema dureza
y llegar hasta el conflicto armado, pero, victorioso un grupo, no extermina al bando
contrario28 (...) terminado el conflicto no hay noche de los cuchillos largos para los líderes
derrotados (...) la herencia cívica debe ser entendida como una característica propia
del equilibrio tensión de poder que caracteriza a las elites decimonónicas”29.
Creemos que esto ocurre por la conciencia de clase que éstas tenían de sí, pues
“existía un consenso en ser la clase minoritaria llamada a manejar la república y al
24 Julio Heise González El Período Parlamentario 1861-1925. Tomo II; Editorial Universitaria, Santiago
donaba a los hombres de los bandos contrarios. Señalemos las amnistías de 1822, tras la guerra a muerte;
Los indultos y reincorporaciones militares dados de baja en 1830, que se hacen efectivos en 1838; En 1857
amnistía parcial tras las pugnas durante el gobierno de Montt; En 1861, Amnistía General inaugurada por
el Gobierno de Pérez, a propósito de la Guerra Civil de 1859 y que le permite al caudillo atacameño Pedro
León Gallo regresar a Chile, luego de huir al exilio al perder en la batalla de Cerro Grande.
29 Gabriel Salazar y Julio Pinto. Op. cit., p. 29.
238
LA TEORÍA DE LAS ELITES Y LA REVOLUCIÓN DE 1859
1990, p. 189.
239
SOCIETAS
social que tuvieron desde los tiempos coloniales, pues “muchos de sus integrantes se
mostrarán, al menos en el discurso, partidarios en reformar la estructura social del
país y, en lo político, afianzar una forma de república democrática genuina. Esto se
debió al afán de romper con el pasado colonial, español y monárquico, pero también a
una admiración por las ideas políticas liberales, republicanas y democrática existentes
en las sociedades europeas a partir de la Revolución Francesa, y la de los EE.UU. a
partir de su independencia”35.
De esta forma, la elite criolla, a pesar del espíritu de clase y la cohesión interna
que los unía, y de su valer como artífices de la república, se ve fraccionada por los
criterios políticos que pretendían implantar en el gobierno. Estas discrepancias en
el plano político generan tensiones al interior de la elite, durante el período de “los
ensayos constitucionales”, que abarca los años 1823 a 1830. Durante este período,
los grupos que llegaron al poder intentarán organizarse de acuerdo a los postulados
conservadores y liberales, diseñando y poniendo en práctica tres constituciones: La
Constitución moralista de 1823, de claro carácter conservador; las llamadas Leyes
Federales de 1826, y la Constitución Liberal de 1828. Estos ensayos constitucionales, y
las constantes tensiones políticas entre ambos bandos generadas por las elecciones de
1829, terminaron por desbordar el nivel de tolerancia de la oligarquía conservadora,
la que se levantará en armas, y logrará hacerse del poder en la guerra civil de 1830.
La batalla de Lircay fue la culminación de siete años de lucha política entre la
oligarquía conservadora y liberal por el control del Gobierno. El triunfo conservador
significó la implantación de una república autoritaria, y el nacimiento de una contra-
elite, que pugnara por llegar al poder. “La gran pugna se habría dado, entre las
intenciones díscolas y antiautoritarias de la elite aristocrática y los gobiernos fuertes y
sólidos que entregaban estabilidad al país. La aristocracia chilena era, supuestamente,
un grupo en permanente conflicto con esa necesidad de gobiernos fuertes, y la gran
batalla del liderazgo en el siglo XIX”36.
La contra-elite fue naciendo a partir del aporte de los antiguos, nuevos y exal-
tados elementos liberales; las elites del norte y sur del país que demandaban mayor
control económico y político sobre sus provincias; y los grupos conservadores clerica-
les o ultramontanos, que se habían separado del gobierno de Montt por las llamadas
cuestiones doctrinarias (esta separación será importante, pues terminará por fraccionar
definitivamente la cohesión interna del gobernante oligarquismo conservador).
Estos lograrán organizar y poner en práctica una estructura de dominación po-
lítica, social y económica exitosa, que les permitió controlar el gobierno de la nación
entre 1830 y 1860. “El sector oligárquico Pelucón se mostró partidario de conservar
lo esencial, de lo que había sido la sociedad colonial (...); quería hacer de Chile una
república bajo el control oligárquico, jerarquizada, autoritaria y conservadora (...)
pero se mostraba desconfiado con las tendencias igualitarias en lo social, el liberalismo
político, el laicismo y cualquier tendencia que significara debilitar el orden tradicional
de la sociedad chilena”37. La república conservadora se plasmará en la Constitución
240
LA TEORÍA DE LAS ELITES Y LA REVOLUCIÓN DE 1859
de 1833, obra del jurista Mariano Egaña, pero inspirada en Diego Portales, de allí el
nombre de Estado Portaliano.
El espíritu de la Constitución de 183338 era el de mantener el orden y la hege-
monía oligárquica, asegurando el control absoluto por parte de la elite conservadora
del aparato electoral y político del país, formalizando su control sobre la nación, lo
que significó orden y desarrollo, pero también la manutención de modelos sociales y
políticos arcaicos, que tuvo a la gran mayoría de los chilenos sumidos en la margina-
lidad política, social y económica. De esta forma, la hegemonía conservadora fundó
en Chile un régimen republicano muy restringido, un sistema político autoritario y
centralizado que privilegiaba el orden como valor social, defendiendo la permanencia
de una sociedad jerarquizada. De allí la afirmación de que “el constitucionalismo oli-
garca, establecido en diversos grados por Venezuela y Nueva Granada, no lo practicó
nadie con tanto éxito como los chilenos”39.
Este nuevo sistema político, esta matriz Portaliana “dio lugar a la adopción de
un sistema de gobierno muy centralizado, reflejo de la dominación de la capital sobre
el resto del país, en el cual la elite conservadora del valle central logró imponerse a
la provincias del norte y sur del país. Así, las tendencias favorables al federalismo
fueron reprimidas”40.
Hacia 1850, el poder de Santiago se verá en serio peligro por el desarrollo
económico que comenzaban a experimentar las provincias del norte y sur de Chile.
El Estado chileno se alineará en torno al oligarquismo conservador, acentuando “la
contradicción capital-provincia (...) que es el reflejo de la lucha de un sector de la bur-
guesía de provincias, como la minera del norte chico y la triguera y molinera del sur,
de una capa burguesa consciente de que más de las tres cuartas partes de las entradas
provenientes de la exportación se debían a los productos elaborados en las provin-
cias. De un sector burgués, que protestaba contra la capital, Santiago, que prefería
representar más los intereses de la burguesía comercial y de los terratenientes de la
zona central, que los de la nación, porque se quedaba con la mayoría de los ingresos
fiscales, realizaba obras públicas e inversiones que favorecían fundamentalmente a
los comerciantes y latifundistas santiaguinos y no repartía a las provincias las rentas
aduaneras y estatales en forma proporcional a las riquezas que entregaban las dife-
rentes regiones del país”41.
38 “En la Constitución de 1833, los poderes ejecutivo, legislativo y municipal se generaban por un
241
SOCIETAS
absoluto que poseía del sistema, y que se vio reflejado en el control del aparato esta-
tal. “Para las elecciones generales de 1834 y 1837, el Presidente Prieto y sus amigos
políticos confeccionaron las listas de los candidatos que resultaron elegidos, sin la
menor protesta. La renovación de las Cámaras, en el decenio de Bulnes 1843 y 1846
y 1849, se realizó también sobre la base de listas de candidatos confeccionadas por el
Ministerio del Interior. Las elecciones de 1846 se verificaron, además, bajo el imperio
del Estado de sitio (...); en el segundo quinquenio de Bulnes empieza a ser cuestionada
esta intromisión legal del Ejecutivo. Durante el decenio de Montt, la renovación del
Congreso en los años 1852, 1855 y 1858, como también la reelección del Presidente
en 1856, se realizaron en un ambiente tenso de presión moral y material”42. Además
de lo anterior, la oligarquía conservadora implantó fuertes restricciones a las liberta-
des individuales y de información entre los años 1830 y 1860, en donde “no existió
libertad de reunión, ni de asociación, ni libertad de prensa que permitieran alguna
propaganda electoral. La propia aristocracia suprimió la prensa como un arma política
al aprobar por amplia mayoría la Ley de 1846”43.
Tenemos, entonces, una estructura de poder oligárquico conservador que llegó al
poder y se mantuvo en él mediante acciones de fuerza. Esta capacidad de control, de
dominio del sistema Portaliano, la he definido como la Dominanza, que logró instaurar
el sistema político conservador en virtud de sus extremas atribuciones en la adminis-
tración y mando del gobierno, y que posibilitó su permanencia en el poder por más
de 30 años. Esto lo pudo realizar gracias al dominio absoluto de la superestructura
político-institucional, sociocultural y económica, naciendo así la “Matriz Portaliana”.
En esta Matriz, “el Presidente de la República era elegido por una ínfima minoría,
controlada por la oligarquía y gozaba de una enorme autoridad (...) este presidente-rey
tenía una amplísima gama de atribuciones, formales e informales, sobre la adminis-
tración pública y las Fuerzas Armadas. Sus poderes excepcionales de estado de sitio
y facultades extraordinarias ampliaban aún más sus prerrogativas”44. Al estilo de un
emperador romano, el sistema Portaliano logró el dominio, el Dominus del gobierno
sin que nadie pudiese contrarrestar su poder. Recordemos que “el emperador era
concebido como Dominus (señor con todas las implicaciones de este título), no como
princeps”45, o primer ciudadano, que es lo que deseaban las elites liberales con su idea
de ciudadanía y soberanía popular instaurada por la Revolución Francesa, y que
pretendía formar ciudadanos ejemplares, que guíen los destinos de la nación, bajo
los idearios del liberalismo. El definir dominus, como señor con todas las implicaciones de
este titulo, nos conduce a la Matriz Colonial, a la lógica de dominación impuesta por
el Imperio Español en sus colonias de ultramar y que se materializó con la formación
de una sociedad señorial en América Latina. Recordemos que la palabra “señor” era
sinónimo de poder y prestigio social. Los señores eran el patriciado, la aristocracia, la
elite, los terratenientes y patrones, vale decir, el grupo con mayor ascendente en la so-
ciedad. Estos señores, este grupo reducido de la sociedad chilena, eran el oligarquismo
242
LA TEORÍA DE LAS ELITES Y LA REVOLUCIÓN DE 1859
46 René León Echaiz. Evolución Histórica de los partidos políticos chilenos. Editorial Francisco de Aguirre.
1971, p.12.
47 Wilfredo Pareto. Ibíd., p. 47.
48 Simon Collier. Chile la Construcción de una República 1830-1865, Políticas e Ideas. Ediciones de la
243
SOCIETAS
Montt, que había sido uno de los ministros más destacados del gobierno de Bulnes,
se mostró muy apegado al principio del Estado Portaliano, por ello fue llamado El
hombre ley o La ley hecha carne, situación que a la larga le perjudicara, al generar resen-
timientos en el propio partido de gobierno; “La candidatura de Montt, frío y solitario,
no había despertado en un principio mayores simpatías en el Partido Conservador.
Pero el temor a la anarquía que producía la Sociedad de la Igualdad, concentró las fuerzas
del gobierno y del partido en torno a su personalidad severa e inflexible. Esta unidad
aseguró la elección de Montt en 1851 y el aplastamiento de la revolución que le hizo
su contrincante el general Cruz, en la batalla de Loncomilla. Pero desaparecido el
peligro del desorden, los grupos mayoritarios del conservantismo miraron con recelo
el personalismo de Montt y con franca hostilidad a su Ministro Varas. Por su parte, los
núcleos liberales se manifiestan cada vez más contrarios al régimen imperante”50.
La Matriz Portaliana durante los dos decenios anteriores a Montt se mostró
como una sólida y compacta estructura de dominación y poder, que logró responder
eficazmente a los estímulos perturbadores que amenazaban su gobierno, generando
formas de respuestas que lograron, en apariencia, superar los momentos de crisis.
Pero esto cambiará durante el gobierno de Montt. Este respondió a los factores per-
turbadores (Revolución de 1851 y Revolución de 1859) mediante acciones de fuerza
explícitas e implícitas, pues fue “el mandatario, que más largo tiempo hizo uso de
las facultades extraordinarias y el estado de sitio (...) El país vivió bajo el régimen de
facultades extraordinarias desde el 14 de septiembre de 1851 hasta el 1 de julio de
1853; se declaró el estado de sitio, desde el 12 de diciembre de 1858, hasta el 20 de
enero de 1859, y el Ejecutivo obtuvo nuevamente facultades extraordinarias, desde
el 20 de enero de 1859, hasta el 18 de septiembre de 1861. En total, cuatro años y
nueve meses”51.
Finalmente, llega el momento en que la Matriz Portaliana no es capaz de elaborar
una respuesta satisfactoria para controlar los elementos perturbadores que dificultan y
entorpecen la dominanaza. A principios de 1859 el umbral de tolerancia es traspasado
por la corriente revolucionaria, generando la grave crisis política que ya conocemos,
siendo allí donde “el fenómeno social, deviene relevante para la política”52, como
ocurrió con la Revolución de 1851 y más aún con la de 1859.
En efecto, en 1851 el sistema Portaliano verá peligrar su hegemonía con las
revueltas que estallaron en el sur y norte de Chile; en esa oportunidad el modelo
Portaliano fue capaz de responder eficazmente ante esta amenaza, derrotando, fusi-
lando y exiliando a los conspiradores. Ocho años más tarde, en 1859, si bien es cierto
el sistema Portaliano será capaz de crear los mecanismos de respuesta, y hacer frente
a los revolucionarios, derrotándolos en batalla, el sistema en general verá sobrepasado
su umbral de tolerancia, y será ya incapaz de ocultar los signos de su desgaste político
y social, cediendo finalmente a las presiones del oligarquismo liberal, y dando la posi-
bilidad a esta elite de participar efectivamente en las decisiones políticas del gobierno.
La hegemonía conservadora comenzaba a desmoronarse.
50 Jaime Eyzaguirre Historia de las Instituciones Políticas y Sociales de Chile, Editorial Universitaria, Santiago
244
LA TEORÍA DE LAS ELITES Y LA REVOLUCIÓN DE 1859
Será entonces dentro de la propia estructura orgánica del sistema político, que se
generarán las fuerzas de resistencia al mismo: La constante pugna ideológica, política
y económica entre los miembros de la elite conservadora y liberal, la Cuestión del
Sacristán que divide al Partido Conservador, la bonanza económica propiciada por
las exportaciones de trigo y plata, y que fortalecen a las elites regionales.
Estas fuerzas de resistencia se generan dentro de la propia estructura orgánica
del sistema político, como si dentro de la estructura de poder y producto de sus con-
tradicciones el sistema tienda a su autodestrucción.
Será entonces que gracias a la Revolución del 59 que la estructura formal del
Sistema Portaliano colapse finalmente, aunque no necesariamente el legado de su
estructura mental, manteniéndose incluso hasta nuestros días “Matriz Portaliana”.
La dominanza logró la apariencia de un sistema político chileno estable, y modelo
para los demás países del América Latina, pero recordemos que el Sistema Portaliano
mostraba en realidad “una situación de paz sistémica flotando sobre un polvorín ciu-
dadano. Estabilidad superficial con inestabilidad profunda. O bien estabilidad formal
por arriba e ilegitimidad real por abajo”53.
bibliogrAfíA
Artículos de Diarios
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246
LA REVOLUCIÓN CONSTITUYENTE Y SUS CONSECUENCIAS
Francisco Berríos Drolett*
DesArrollo
En enero de 1859 Chile era gobernado con mano de hierro por Manuel Montt (1851-
1861); sin embargo, vivía varias fisuras con los conservadores católicos, provocadas
por la crisis del sacristán en 1856. Junto con este problema los liberales buscaban
constantemente derrocar al gobierno y cambiar el sistema existente. Dentro de esta
búsqueda, encontramos el proyecto de la Constituyente que toma forma de Revolución
en enero de 1859.
Copiapó, localizado en el límite norte de Chile, era en aquella época un impor-
tante centro minero, tanto de plata como de cobre, lo cual significaba para el país
entero un gran aporte económico, pues las arcas fiscales antes de la Guerra del Pacífico
habían sido sustentadas por estos yacimientos.
“Indudablemente, estos fenómenos tuvieron una proyección en el tiempo y se
enmarcan en la tensión entre tradición y modernización que se verificó en ese espacio
entre 1845 y 1880, años más años menos. Ello no sólo hace del Norte Chico un espacio
adecuado para el estudio de las tensiones políticas del siglo XIX; además permite una
mejor comprensión de los factores endógenos que explican la pobre respuesta de los
productores de cobre de la región frente a las transformaciones tanto en la minería
internacional del metal, como en su mercado”1.
La Revolución Constituyente de 1859 para los historiadores Luis Ortega y Pablo
Rubio se puede definir como:
“La guerra civil de 1859 fue el conflicto más agudo que enfrentó la oligarquía
gobernante desde la consolidación de su proyecto político a fines de la década
de 1830.
Ese conflicto tuvo un alto impacto sobre las provincias septentrionales, y también
sobre el desenvolvimiento político general del país durante los siguientes quince años.
Una observación preliminar de esos acontecimientos sugiere que en Atacama se arti-
culó un liderazgo local que manejó ingentes recursos y un alto grado de autonomía,
247
SOCIETAS
lo que constituyó un potente desafío a los supuestos sobre los cuales se estaba aún
construyendo el Estado nacional.
Este grupo, cuya principal actividad económica era la minería, contó con
la adhesión de importantes bases sociales, lo que le permitió plantear un amplio
programa de reformas políticas y un conjunto limitado de cambios en la política
económica”2.
En la Provincia de Atacama es un fenómeno que coloca en jaque al Gobierno de
Manuel Montt. Dentro de sus aspectos más importantes podemos destacar:
La reacción del gobierno de Montt ante tamaña rebelión fue tardía y lenta.
Decreta Estado de Sitio, desde Atacama hasta el Biobío y recién avanzado el mes de
enero se trasladan las fuerzas del Ejército para detener el proceso revolucionario, para
ello envía al Ejército nacional a la provincia rebelde, como lo expone el historiador
Oriel Álvarez en su libro Atacama de Plata:
“el 16 de enero se produce el primer intento del gobierno por sofocar el foco
rebelde del norte; llegó a Caldera “La Esmeralda” con una división de 300 hom-
bres, al mando de don José Antonio de la Fuente, (….).
2 Ortega, Luis; Rubio, Pablo, “La Guerra civil de 1859 y los límites de la modernización en Atacama y
Americanas. Universidad de La Serena. Año 10, Nº 11 (La Serena. 2003), pp. 43-57.
248
LA REVOLUCIÓN CONSTITUYENTE Y SUS CONSECUENCIAS
“Cuatro días más tarde, el Jefe del Estado Mayor de las fuerzas irregulares de
Atacama vencieron a las fuerzas del gobierno en la quebrada de Los Loros, lo
que constituyó el más importante logro militar de los copiapinos, quienes con
una fuerza compuesta por 1.200 hombres de infantería, 200 jinetes y 60 artilleros
derrotaron a los 1.600 efectivos del Intendente Chávez, quien huyó a Valparaíso
a bordo de la “Esmeralda”.
4 Álvarez, Oriel, “Atacama de Plata”, Ed. Todamérica (Santiago de Chile, 1979), pp. 195.
5 Álvarez, Oriel, “Atacama de Plata”, Ed. Todamérica (Santiago de Chile, 1979).
6 Ortega, Luis; Rubio, Pablo, “La Guerra civil de 1859 y los límites de la modernización en Atacama y
Coquimbo”, p. 18, en Revista de Historia Social y de las Mentalidades Nº 10 volumen 2 (Santiago de Chile,
2006), pp. 11-39.
249
SOCIETAS
poderosa expedición militar, a las órdenes del General Juan Vidaurre Leal, que
zarpó de Valparaíso el 26 de abril a bordo de cinco navíos que transportaban a
aproximadamente tres mil soldados que formaban parte de los batallones 5º, 7º
y 8º de Línea, especialmente creados en la coyuntura”7.
7 Edwards, Agustín: Cuatro Presidentes de Chile” (2 vols., Valparaíso, 1932), vol. II, pp. 184-185, en Ortega,
Luis; Rubio, Pablo, “La Guerra civil de 1859 y los límites de la modernización en Atacama y Coquimbo”, p. 18, en
Revista de Historia Social y de las Mentalidades Nº10 volumen 2 (Santiago de Chile, 2006), pp.11-39.
8 Edwards, Agustín: “Cuatro Presidentes de Chile” (2 vols., Valparaíso, 1932), vol. II, pp. 184-185, en Ortega,
Luis; Rubio, Pablo, “La Guerra civil de 1859 y los límites de la modernización en Atacama y Coquimbo”, p. 19, en
Revista de Historia Social y de las Mentalidades Nº 10 volumen 2 (Santiago de Chile, 2006), pp. 11-39.
250
LA REVOLUCIÓN CONSTITUYENTE Y SUS CONSECUENCIAS
“Su señoría manifestó que a virtud del movimiento político estallado en esta
ciudad en la noche del día cinco del presente había tomado el mando de la
provincia llevado del interés de conservar el orden público. Fue aprobado dicho
procedimiento y ofrecieron los señores presente su cooperación.
251
SOCIETAS
9 Fondo Judicial de Copiapó (criminal). Leg. 1153, pza. 7. Primer juzgado. Causa criminal iniciada el
9 de junio de 1860 por el delito de haber tomado parte en los sucesos políticos.
252
LA REVOLUCIÓN CONSTITUYENTE Y SUS CONSECUENCIAS
negativa les hiciese sufrir vejaciones. El tesorero dice: que no tiene voz ni voto en las
sesiones, pero que habiéndosele citado, asistió como empleado subalterno de la muni-
cipalidad, para cumplir con sus acuerdos. Don José Benito Quezada dice: que sin su
consentimiento lo nombró administrador de aduana el gobernador revolucionario de
Caldera, pero se excusó de servir el destino, y que, como alcalde de la municipalidad,
en cumplimiento de su deber, sin sujeción alguna a las autoridades revolucionarias y
cumpliendo también con un deber de humanidad, pues diariamente se hacían arrestos
por faltas de policía y la municipalidad no tenía con qué alimentar a los presos, iba a
conocer de las faltas de policía.
Teniendo presente: 1º que a mas de //v.// no estar aprobada la acta testimoniada
a f. 1, los municipales procesados niegan su exactitud con lo ocurrido en la sesión y
su dicho está corroborado con el testimonio de don José E. Ocaranza, único testigo
presencial que ha declarado, y con el certificado de f. 24 vta. Del que aparece que con
frecuencia se modificaban las actas redactadas por el secretario. 2º que, según eso,
no está probada la existencia del delito de revolución o adhesión a la rebelión contra
el gobierno legítimo. 3º que no implica ese delito, ni delito alguno, la reunión de la
municipalidad con el solo fin de acordar medidas de seguridad para una población
justamente alarmada, como es notorio, porque de hora en hora veía bajar de los cerros
y minerales gran número de hombres desconocidos y de dudosa honradez, que tal
vez esperaban la pronta ausencia de las fuerzas //f. 69// revolucionadas para asaltar la
ciudad. 4º que, según consta de los oficios de f. 10 a f. 13 inclusive, don José Benito
Quezada no ha servido el destino de administrador de aduana, sino que lo rehusó en
el acto de saber el nombramiento. Y 5º que no hay prueba de que se hubiese adhe-
rido a la revolución ni de que prestase servicio alguno con sujeción a las autoridades
revolucionarias; y el hecho aislado de haber conocido, como alcalde que es, de las
faltas de policía de la manera que explica en su confesión, tampoco importa delito de
rebelión ni falta punible, con arreglo a lo dispuesto en las leyes 5ª, título 13, parte 3ª,
y 9º, título 31 parte 7ª, declaro: que debe sobreseerse definitivamente en esta causa
y cancelarse la fianza de cárcel segura rendida por los procesados. Consúltese si no
se apelara10.
Por lo tanto las consecuencias del Proceso:
• Los líderes de la revolución quedan con procesos pendientes o conmutados con
exilio permanente.
• Algunos destacados miembros de la revolución quedan libres sin ser sometidos a
procesos algunos, destacando el caso de José Sierra que no es sometido a proceso
alguno, habiendo sido elegido el segundo Intendente de Atacama.
• Procesos sobreseídos, en los casos de la mayoría de los consejeros municipales,
al no presentarse pruebas.
10 Fondo Judicial de Copiapó (criminal). Leg. 1153, pza. 7. Primer juzgado. Causa criminal iniciada
el 9 de junio de 1860 por el delito de haber tomado parte en los sucesos políticos.
253
SOCIETAS
Conclusiones finales:
• Al final del gobierno de Manuel Montt, término del periodo conservador.
• En 1861 se inicia gobierno de José Joaquín Pérez de la Fusión Liberal-
Conservadora.
• Fin de los Procesos judiciales, Amnistía general en 1861.
• Regreso de los exiliados 1862.
• Fundación de la Asamblea Radical 1863.
254
ASPECTOS CIVILES DE UNA INCIPIENTE LEY DE SEGURIDAD
INTERIOR DEL ESTADO COMO CONSECUENCIA DE LA
REVOLUCIÓN DE 1859
Teresa Reyes Aspillaga*
María José Muñoz Cortés**
255
SOCIETAS
nica legislativa, sino también caer en el injusto de crear normas dirigidas a un grupo
determinado o a promulgar leyes con nombres y apellido.
En efecto, el legislador debe siempre realizar su trabajo en frío no apremiado
por recientes circunstancia que le impidan lograr lo propio de cualquier norma jurí-
dica, esto es, el hecho de ser general y abstracta. Las buenas leyes, se dice, se hacen
a fuego lento, escuchando debates y atendiendo todos los aspectos de la materia a
regular, vertiendo opiniones en un plano de igualdad, que permitan el mejor resul-
tado normativo posible.
Esto no quiere decir que las leyes deban descansar eternamente en el sueño de
los justos, sino, que el trabajo legislativo deber ser vivaz e intenso en cuanto al debate,
y demorarse lo suficiente, no más allá de lo indebido, a fin de obtener una regulación
tan pronta como las necesidades lo justifiquen, pero no por eso menos acabada.
La norma en análisis incurre en este tipo de vicios, se trata claramente de una
norma dirigida, con un destinatario particular, que busca desincentivar conductas que
a la época y amparo del derecho vigente debían de tenerse como sediciosas, pero que
en el sosiego de la historia han de ser consideradas como tentativas de manifestación
democrática de un pueblo cansado del autoritarismo e injusticia.
Es del caso señalar que las motivaciones principales del movimiento de 1859 eran
precisamente encaminar profundas reformas a la Carta Fundamental de 1833 que no
precavía un régimen de reforma vía consulta directa. Los resultados del intento ya
se encuentran plasmados en nuestra historia, son las consecuencias de aquél las que
deben ser objeto de estudio de quienes sentimos orgullo de un hombre proveniente
de Atacama que ha sido parte del forjamiento de nuestra historia institucional.
Una vez vencido el movimiento constituyente en la batalla de cerro grande y a fin
de mantener aún su política autoritaria y represiva frente a la intranquilidad existente,
el gobierno de Montt obtuvo del Congreso Nacional dos importantes triunfos, primero
se logró que se mantuvieran las facultades extraordinarias concedidas al mandatario
hasta el término de su período. Conjuntamente a ello logró la dictación de la referida
ley sobre responsabilidad civil de los autores o cómplices de movimientos sediciosos
por los daños y perjuicios provenientes del motín.
A su respecto, bien señala Sergio Villalobos en su libro “Pedro León Gallo Minería
y Política”, refiriéndose a esta ley en el sentido que extiende la responsabilidad de
manera exagerada, en cuanto no sólo involucraba a los culpables inmediatos de los
delitos, sino también a los autores intelectuales, agregándose la solidaridad de tal
responsabilidad a todos los individuos pertenecientes a las montoneras o que hubie-
ren contribuido voluntariamente a su creación o sostenimiento aunque no hubiesen
concurrido a los actos que causaren los daños y perjuicios.
En este sentido, se debe considerar que la regla general en materia de respon-
sabilidad extracontractual se desprende en función de las normas establecidas en el
Código Civil de Bello, que entró en vigencia el año 1855 y era plenamente aplicable
en 1860, por tanto, en virtud de aquel cuerpo de leyes ya era posible establecer la
responsabilidad extracontractual de quien causara daños a otros, sea por actos de
montoneras, sediciosos o cualquier otro que cause daño, pero con la limitación lógica
de vincular el perjuicio causado directamente con el hechor, correspondiendo además
probar el dolo o la culpa en el actuar del agente del daño, exigencias que no se veri-
ficaron en la ley en comento.
256
ASPECTOS CIVILES DE UNA INCIPIENTE LEY DE SEGURIDAD INTERIOR DEL ESTADO
Efectivamente, del Código de Bello, norma civil vigente hasta nuestros días, se
desprende que el actor se encuentra en la obligación de indemnizar sólo si existe por
parte del agente del daño plena capacidad para hacer frente a los ilícitos civiles por él
cometidos, existe una acción u omisión por parte del agente cuando menos culposa
o dolosa, la que a su vez se debe encontrar confrontada con el derecho, resultando
por tanto antijurídica. Este hecho voluntario y antijurídico, efectivamente debe causar
un daño, existiendo un vínculo causal entre el hecho y el daño que permite imputar
culpa o dolo al hechor.
Es dable señalar entonces, que para que concurra la responsabilidad extra-
contractual en nuestro ordenamiento jurídico se deben verificar sus elementos
constitutivos, esto es, a) PLENA CAPACIDAD DEL AGENTE PARA COMETER UN
ILÍCITO CIVIL; b) ACCIÓN U OMISIÓN CULPABLE O DOLOSA DEL AGENTE;
c) ANTIJURIDICIDAD DE LA CONDUCTA; d) VERIFICACIÓN DE DAÑOS;
e) RELACIÓN DE CAUSALIDAD ENTRE LA ACCIÓN U OMISIÓN Y EL DAÑO
CAUSADO.
Como se aprecia, la norma de que se trata no sigue las reglas generales de la
responsabilidad extracontractual someramente reseñadas, sino en su lugar establece
una especie de responsabilidad difusa, en que el nexo causal y la comprobación del
dolo o la culpa en sede civil pasan a ser elementos prescindibles para que se verifique
la responsabilidad patrimonial.
Basta entonces, la simple condena en materia penal por actos considerados sedi-
ciosos para que se verifique la responsabilidad patrimonial, tanto de los participantes
en las montoneras, como de aquellos que hubieren contribuido voluntariamente a su
creación y mantenimiento.
En consecuencia, se era responsable del hecho de otro, que podía consistir en la
atrocidad más grande imaginable, aunque no existiera entre uno y otro más relación
que su mutua participación en un movimiento social considerado sedicioso.
Este razonamiento atenta contra cualquier lógica jurídica civil, pues en este
ámbito necesariamente la relación de causalidad o el nexo causal entre el hecho y el
daño se debe manifestar en que se atribuye a la voluntad humana un proceso causal,
destinada a un fin y que genera responsabilidad, circunstancia que no se exige en la
referida norma, lo que se traduce en un injusto y en la ampliación de la responsabi-
lidad a niveles dogmáticamente indebidos.
En nuestro ordenamiento jurídico encontramos algunos regímenes especiales de
responsabilidad extracontractual, como la responsabilidad médica, sobre accidentes
del trabajo, accidentes del tránsito, responsabilidad por defecto y ruina de edificios,
por daños al medio ambiente o la responsabilidad del Estado.
En alguno de ellos se establecen reglas especiales e incluso se consagra la respon-
sabilidad objetiva, en que se extrae el elemento subjetivo dolo o culpa de la relación
jurídica, pero ninguna y en ningún caso llega a los límites de la ley en comento en
que no es necesario establecer ni probar en juicio civil la relación causal entre el autor
del daño y el daño propiamente tal.
Lo anterior determina lo especial de la norma de que se trata, pues intenta per-
judicar económicamente a un grupo especial y determinado con un objetivo evidente,
desincentivar en la disidencia, atacando a aquellos opositores en la esfera de las ideas,
257
SOCIETAS
258
“RUMBO AL BICENTENARIO”
JORNADA EN CONCEPCIÓN
Concepción, 13 de junio de 2009
DISCURSO INAUGURAL
José Luis Cea Egaña
Presidente
Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales
Instituto de Chile
261
SOCIETAS
262
PROYECCIÓN INTERNACIONAL DE CHILE
Hernán Varela Valenzuela*
Correspondiente.
263
SOCIETAS
Quisiera, como marco general, recordar algunos conceptos del destacado histo-
riador ya fallecido, que exaltó la historia de Concepción, Fernando Campos Harriet,
quien destacaba el significado de la palabra Relaciones, explicando que “se emplea en el
lenguaje diplomático para expresar el conjunto de conexiones, correspondencia, trato o comu-
nicación de una Nación o Estado a otro”. Tenía él, de buena fe, la convicción de que en
el escenario latinoamericano, al menos, que por sobre las antiguas e interminables
controversias limítrofes, en que cada una de las partes cree tener la razón, es posible
encontrar rápidas vías de integración y complementación. Así, expresaba también que
“en el mundo moderno pareciera que la humanidad busca compensar antiguas beligerancias en
el encuentro de soluciones de conveniencias mutuas, por los caminos de la cordura y la paz”.
Sin embargo, la historia no ha sido generosa con los países de América Latina.
El devenir del continente se ha caracterizado por la permanencia de las contiendas
limítrofes, que reviven no obstante los acuerdos suscritos. Este acontecer conflictivo
mermó por largo tiempo el progreso de las naciones en esta región, convirtiéndose en
un permanente obstáculo a la integración y el desarrollo. En diversas ocasiones, por
sobre los propósitos de entendimiento y amistad entre los pueblos, tal voluntad fue
torcida por los intereses de los líderes políticos que, por mantener el poder y desviar la
atención de graves problemas internos, impulsaron a sus nacionales a la controversia
y los enfrentamientos, promoviendo artificialmente conflictos fronterizos.
A pesar de su firme voluntad de mantener permanentemente el respeto, la ob-
servancia y cumplimiento irrestricto del Derecho Internacional, Chile no ha estado
exento de enfrentar dificultades con los países limítrofes a lo largo de su historia
republicana, la mayoría de las cuales, en todo caso, encontraron solución por la vía
pacífica, pero igualmente tensionaron y detuvieron la colaboración mutua y el desa-
rrollo armónico.
En lo que respecta a nuestros vecinos, salvo algunas situaciones puntuales y pasa-
jeras, es un hecho cierto que después de superado el grave diferendo de 1978 con la
providencial mediación del Papa Juan Pablo II, de venerada memoria, y de sus asesores
inmediatos, entre los que habrá que recordar siempre al cardenal Antonio Samoré;
una vez celebrado el Tratado de Paz y Amistad de 1984 las relaciones bilaterales con
la República Argentina no sólo se normalizaron, sino que mejoraron notoriamente y
tomaron un camino decidido de cooperación y de impulso a programas conjuntos,
entre otros los impulsados por los Comités de Frontera y los programas de coordina-
ción y cooperación entre ramas de ambas Fuerzas Armadas.
Durante el actual período de gobierno, se ha ido operando también un cambio
positivo y de acercamiento más directo y práctico con Bolivia, que ha permitido esta-
blecer un diálogo abierto con miras a mayores logros de colaboración económica, sin
perjuicio de que ese país mantenga su posición de alcanzar una salida soberana al mar.
Pero se puede constatar un aumento de intercambio comercial y de diversos órdenes,
mientras se busca materializar un acuerdo que constituye un gran avance y posibilita
acceso y desarrollo a Bolivia a través del puerto de Iquique, aparte de las facilidades
establecidas por el territorio de Arica en el Tratado de 1904 que fijó los límites entre
los dos países. Otro proyecto en ejecución y que puede estar plenamente operativo a
mediano plazo es el del Corredor Bioceánico entre Brasil, Bolivia y Chile destinado
a agilizar y multiplicar el comercio entre los tres países.
264
PROYECCIÓN INTERNACIONAL DE CHILE
Las relaciones con el Perú se habían mantenido en un buen pie y con perspec-
tivas de cimentar el libre comercio en los últimos años, pero una actitud de política
nacionalista, que excede todos los marcos jurídicos internacionales, ha venido a dete-
riorar las relaciones mutuas. Nos referimos, como se comprenderá, a una posición que
recién empezó a tomar fuerza en el 2004 de cuestionamiento del límite marítimo con
Chile y que se materializó con la presentación formal de una demanda ante la Corte
Internacional de Justicia el 16 de enero de 2008 y de la Memoria correspondiente en
marzo del presente año.
Chile tiene plazo para presentar su Contramemoria hasta el 9 de marzo de
2010. Después la Corte deberá fijar nuevos plazos de réplica y dúplica de las partes y
continuar el procedimiento, que culminará finalmente con los alegatos orales, todo lo
cual implica un largo proceso, que en el mejor de los casos puede traducirse en una
sentencia a fines del 2011 o primeros meses del 2012. No es el caso de detenerse en
este Seminario a analizar la controversia planteada, pero es indudable que Chile tiene
sólidos argumentos jurídicos que hacer valer y que hacen insostenible la demanda
peruana, partiendo por los tratados de 1952 y 1954, ratificados también por el Perú,
los que fueron validados nuevamente en las Actas de 1968 y 1969 suscritas por ambos
países y que reiteraron el reconocimiento del establecimiento del límite marítimo a
partir de la prolongación de la línea del paralelo y no de una poligonal hacia el sur
como se pretende ahora. Todo ello, avalado por el hecho de que, a lo largo de 50
años, desde los tratados de 1952 y 1954, y confirmado por las Actas mencionadas, el
Perú nunca desconoció ni discutió dichos acuerdos, sino que los respetó continuada-
mente sin expresar ninguna protesta ni rechazo. Tal actitud, al ser presentada ahora
muy tardíamente planteando un desconocimiento y una posición absolutamente
contraria, no hace sino configurar un caso de stopel o preclusión por omisión de una
protesta y transcurso del tiempo, no admitiendo fundamento alguno su alegación tan
extemporánea de acuerdo a las normas reconocidas y universalmente aceptadas del
Derecho Internacional.
Sin perjuicio de lo que la Corte resuelva, es evidente que las relaciones con Perú
se han resentido y que ellas difícilmente podrán mantenerse en el próximo tiempo en
un plano de efectiva amistad y cooperación, lo que enturbia una vez más el panorama
de real integración latinoamericana. Creemos, de todas maneras, que la población
nacional debe informarse ampliamente en esta materia adquiriendo la convicción
fundada de que las normas jurídicas convenidas, la costumbre y principios generales
del derecho, así como el dominio ejercido legítimamente y sin objeciones en lo que
es nuestro mar en la frontera con el Perú, a partir de la línea del paralelo, dan la más
plena razón a Chile. De ahí también que la Facultad esté empeñada en una campaña de
difusión sobre nuestros derechos marítimos, que este año se ha traducido en diversas
actividades académicas dirigidas a los estudiantes y a la comunidad.
En lo que respecta a la región latinoamericana en general, cabe constatar que,
no obstante las buenas intenciones y declaraciones de diversos gobernantes y el
funcionamiento de organizaciones internacionales en la zona, se mantienen muchas
propuestas divergentes y el surgimiento de posiciones políticas encontradas crea un
clima que no es el más favorable para trabajar con unidad en una integración real y
que dé verdaderos frutos con miras al desarrollo en común. Lo sucedido en Honduras,
265
SOCIETAS
266
LAS COMUNICACIONES EN EL BICENTENARIO:
UN DESAFÍO ÉTICO
Mario Urzúa Aracena*
En 1810 en Chile no había imprenta, por lo que las comunicaciones eran manuscritas.
Ya sea cartas personales o lo que en los albores de la independencia fueron lo que Silva
Castro llamó canales de opinión pública. Nos estamos refiriendo a unos manuscritos,
muchas veces anónimos, que circulaban en los sectores letrados de la población y que
se han conocido bajo el nombre de pasquines o proclamas. Entre ellos vale la pena
mencionar las Gacetas de Procopio, El Primer Llanto de la Patria, éste en verso y de
tendencia realista, La Linterna Mágica y el Diálogo de los Porteros. En Concepión
circuló uno cuyo solo título invita a su estudio: Exortatio Ad Frates Jacobopolitanos.
Cien años más tarde era otra la realidad en materia de comunicación en nuestro
país. Grandes diarios circulaban en Santiago, como El Mercurio, El Ferrocarril, El Diario
Ilustrado, Las Últimas Noticias, en materia de revistas cabe mencionar, entre muchas otras
una de gran influencia en los hogares: Familia, la primera publicación femenina.
En Concepción circulaba el ya consolidado diario El Sur, La Libertad Católica, La
Revista del Sur, el semanario humorístico Chantecler. Pero, el público penquista tam-
bién podía tener acceso a otras publicaciones de la zona. En Talcahuano se editaban
bisemanalmente La Justicia y El Comercial y mensualmente El Faro Teosófico. Tomé
contaba con los periódicos semanales El Independiente y El Industrial y con el quincenal
El Infantil, en Coronel se publicaba El Liberal Democrático y en Florida el bimensual El
Puchacai, por mencionar sólo algunas publicaciones de la época.
En 1910 aún no llegaba a Chile la radio, cuyas primeras transmisiones experimen-
tales se harán en 1922. La televisión asomará en 1959, la televisión a color en 1978 y el
cable en 1984. También en los años ochenta los satélites de comunicaciones permitirán
avanzar hacia lo que se llamó la globalización porque permitieron la transmisión en
directo de eventos que impactaron al mundo, desde la llegada del hombre a la Luna y
los campeonatos deportivos hasta la muerte del Papa Juan Pablo II. ¿Cómo olvidar al
cardenal chileno Jorge Medina anunciando la elección de Benedicto XVI? A partir de
los 90 explota Internet y su uso se masifica en todo el mundo y también en Chile.
Cambia sustancialmente el modelo de comunicación, se derriban incluso insti-
tuciones jurídicas que regulan la información en el mundo, hoy hay acceso abierto a
través de la red a los medios de comunicación de todo el mundo, radio, televisión y
prensa escrita descubren nuevos canales de distribución mediante Internet, casi sin
Santísima Concepción.
267
SOCIETAS
trabas, sin concesiones radiales ni televisivas, sin uso del espacio radioeléctrico que
había sido la limitante natural de los medios audiovisuales.
Y hoy, frente al Bicentenario podemos encontrar nuevas formas de comunicación
personal en la red. Hay datos que colocan a nuestro país entre los principales países en
uso de estas nuevas formas de comunicación. Chile, por ejemplo, es el país con mayor
cantidad de cuentas de Fotolog en el mundo, con más de 2 millones de usuarios. Es
también el segundo país en América Latina en consumo de Facebook y el noveno en
el mundo con más usuarios de Facebook.
Todo lo anterior nos plantea importantes interrogantes acerca de la forma en
que los chilenos en el año del bicentenario se comunican. Por una parte está el acceso
a los medios de comunicación tradicionales, que incluye obviamente a la televisión por
cable, con cientos de ofertas programáticas. Diarios y revistas enfrentan estancamientos
en sus ventas, las radios son cada vez más especializadas y la televisión abierta compite
por menores puntos de rating que hace diez o veinte años. El cine ha creado espacios
distintos a los que conocíamos con modelos cuyo mayor beneficio económico está no
en la venta de entradas sino en el consumo permitido dentro de las salas de exhibición
y al mismo tiempo compite con las películas que se compran o arriendan en DVD.
En materia de comunicación personal hoy la telefonía celular ya no tiene límites
en cuanto a su uso, abarcando cada vez más a sectores más jóvenes. Su uso también
llega a la divulgación de imágenes obtenidas por los teléfonos por Internet, donde se
han hecho conocidos casos de uso ilícito.
Y en Internet, Facebook y las otras redes sociales asumen un importante rol
comunicativo, desde su uso por políticos hasta el público juvenil.
Y aquí se presenta una pregunta fundamental. ¿Cómo afecta su uso a la intimi-
dad y vida privada de la persona? Si bien se sostiene que los sistemas de redes sociales
tienen mecanismos de autocontrol, la verdad es que un error en su manejo puede
llevar a descubrir la propia intimidad ante un público no deseado. Las imágenes se
vuelven públicas, así como datos, hechos y comentarios.
Estos datos que hasta hoy eran parte de nuestra intimidad y privacidad dejan de
serlo y ya existen empresas en otros países que se dedican a investigarnos para luego
efectuar campañas de marketing directo, ya que conocen no sólo hábitos de consumo
sino que también factores que conforman nuestra propia personalidad.
Si en 1810 el futuro de Chile había que construirlo, en 1910 el país había en-
frentado con éxito una guerra exterior e intentaba superar las heridas de una cruenta
guerra civil al mismo tiempo que se interrogaba acerca de su institucionalidad política
ya que la Constitución de 1833 aparecía en crisis, de su sistema económico que no
lograba sacar a importantes grupos sociales de la pobreza pese a los ingresos genera-
dos por el salitre y de otros temas como la educación y las relaciones entre la Iglesia
y el Estado.
Para el 2010 Chile estará encarando la primera crisis económica mundial y glo-
balizada, en que las instituciones financieras de los países desarrollados se han visto
gravemente afectadas, la producción ha caído fuertemente en el mundo y nuestro
país ha tenido que recurrir a los ahorros del cobre para evitar el desastre económico
y sus secuelas sociales.
La globalización de la economía ha mostrado sus éxitos pero también ha dejado
en evidencia sus debilidades y Chile no ha estado ajeno a esta realidad.
268
LAS COMUNICACIONES EN EL BICENTENARIO: UN DESAFÍO ÉTICO
269
SOCIETAS
bibliogrAfíA
Casanueva Herrera, Fernando, “Prensa y Periodismo en Concepción, 1833-2000”, Escuela de Periodismo,
Universidad Católica de la Santísima Concepción. Concepción, 2002.
Retamal Favereau, Julio, “Y Después de Occidente, ¿Qué?”, Editorial Andrés Bello, Santiago, 2003.
Trueba Lara, José Luis, “La Tiranía de la Estupidez, Los Otros Rostros del Siglo XXI”, Editorial Taurus,
México, 2008.
270
IDENTIDAD Y REGIÓN EN EL BICENTENARIO
Armando Cartes Montory*
La identidad es aquello que nos distingue, nos diferencia. Aquello que nos define y
sin lo cual no nos reconocemos ¿Forma nuestra Región parte de nuestra identidad?
Parece que no; si alguno va a Santiago y le preguntan de dónde es, dirá que de Chillán
o Concepción, pero pocos responderán que de la Región del Bío-Bío. No está instalado
el concepto de biobense o biobano: he allí una primera tarea pendiente.
En segundo lugar, una interrogante: ¿Es la identidad regional una esencia que
hay que buscar, encontrar y definir? ¿O bien, es un constructo humano, una visión
compartida por suficientes personas, un consenso, al punto de formar una nueva rea-
lidad social? Parafraseando a Anderson, la Región sería una “comunidad imaginada”,
a la que todos debemos contribuir, ojalá de manera deliberada.
Antes de referirnos a la construcción de la identidad de nuestra Región, veamos
cómo se constituyó la región misma. Ingresamos a la historia de Occidente como
“Estados de Arauco”, así nos inmortaliza Ercilla en la épica universal; fuimos o somos
Obispado, corregimiento, partido, Intendencia, provincia y finalmente Región.
Claramente nuestra primera identidad fue militar; en la guerra de Arauco se forjó
una mentalidad, que tuvo influencia en la Independencia y me atrevería a decir que
también en la Guerra del Pacífico; basta cruzar los apellidos de algunos oficiales. Pero
pronto la guerra se hizo intermitente y se produjo la necesaria convivencia fronteriza;
esta tuvo consecuencias culturales, sociales, étnicas y económicas. La condición fronteriza,
con sus múltiples implicancias, es la condición más prevalente de nuestra historia.
Concepción.
271
SOCIETAS
272
IDENTIDAD Y REGIÓN EN EL BICENTENARIO
ensayo sobre la noción de Estado, plantea que en Chile la nación se constituyó a partir
del Estado. Un buen ejemplo es la Universidad; en una versión moderada por la in-
fluencia liberal escocesa de Andrés Bello, según dice Ivan Yaksic, del modelo francés,
estatal y centralizado, la Universidad de Chile supervisó el desarrollo de la educación
secundaria y terciaria en Chile; e impulsó el desarrollo de las ciencias, en especial la
ciencia histórica, con la exposición de las Memorias Históricas, de Lastarria, Tocornal,
Benavente, Santa María, García Reyes y muchos otros.
En ese proceso de construcción de identidad y nación, ya es lugar común señalar
el rol que cumplió la historiografía liberal del siglo XIX; me refiero a Barros Arana,
Vicuña Mackenna o los hermanos Amunátegui. Todos, junto a su labor de documen-
tación e historiográfica, fueron verdaderos protagonistas de su tiempo, como hombres
públicos, educadores, diplomáticos; el mismo Vicuña Mackenna se paseó entre la
candidatura presidencial y el exilio.
Muy importante, también, para construir una idea de país, fue la labor de Claudio
Gay. Contratado por el Gobierno, recorrió incansable el país, para luego producir una
obra inmensa, de geografía, fauna, botánica e historia, que contribuyó grandemente
a definir la imagen que los chilenos tienen de su propio territorio.
Surgieron los símbolos patrios, la canción nacional, el escudo, que en 1834
perdió las 3 estrellas de las provincias; pasamos de celebrar el 12 de febrero al 18 de
septiembre. Junto a lo simbólico, el Estado se fue instalando a través del territorio;
se crea la provincia de Chillán y Arauco, como dijimos y más tarde, con la llamada
Pacificación de la Araucanía, el Estado resuelve el problema de la integración y aún
de la continuidad de su territorio, incorporando las tierras mapuche, en un proceso,
no exento de conflictos que no acaban de resolverse.
¿Y qué lugar ocupa nuestra Región en este proceso nacional de construcción de
identidad? ¿En qué momento nos sorprende el Bicentenario? ¿Cuáles son las claves
de nuestra identidad y cuándo se forjan? A ello destinaré mis reflexiones finales.
Me atrevería a proponer tres claves de nuestra identidad:
Una es la condición fronteriza, que ha definido el camino de nuestra conformación
social y étnica; con la aspereza y la riqueza del intercambio y la convivencia forzada.
El segundo es el factor geopolítico. Gozamos la ventaja de situarnos a una distancia
saludable de Santiago, en la zona más poblada y rica del país, el centro del valle central.
La Región del Bío-Bío es el 4,9% del territorio del país. La hoya o cuenca del Bío-Bío
cubre 24.000 km2 y la del Itata cubre 11.200 km. Estas “condicionan los rasgos del
modelado central, los ejes de accesibilidad y asentamiento de las actividades humanas”
(Francisco Ghisolfo A.; La Región del Bío-Bío, conclusiones y recomendaciones). El río genera
una forma de relación con el territorio, con fuertes implicancias culturales.
Lo tercero es su diversidad, que aunque importa riesgos es una clave de la cual
deriva su riqueza. Hay regiones que a la distancia se perciben más homogéneas, sea
por su identidad histórica o natural: pensemos en la región de Antofagasta o Aysén.
Concepción metropolitano, que comprende 10 comunas, es urbano, industrial, ma-
rítimo, universitario. Ñuble es agrícola, mediterráneo, conectado con la zona central
y, aunque ahora parece olvidado, de tiempos inmemoriales conectado con Argentina
por 20 boquetes cordilleranos. El Alto Bío-Bío se conecta con la Araucanía del Cautín
y Malleco, es zona de frontera étnica y agrícola; Arauco fue minero, luego agrícola, es
273
SOCIETAS
y será forestal. Concepción, es la fuerza centrípeta que absorbe la energía y los recur-
sos regionales. Ese centralismo intrarregional que se denuncia, que en mi opinión es
consecuencia de los mismos males político-económico-administrativos que provocan
el centralismo del país, genera un malestar que amenaza incluso con fraccionar la
región. La provincia de Concepción, otrora la más grande, es hoy la más pequeña,
en términos territoriales de toda la Región. Es la que agrupa más habitantes e influjo
comercial. Lo importante es que todas las provincias están interrelacionadas, comercial
e industrialmente.
Tenemos una debilidad y una oportunidad. La debilidad es el bajo crecimiento.
Nuestro PIB per cápita es de apenas 4 mil dólares, mientras que el del país se empina
por sobre los 5 mil doscientos. La oportunidad es la educación. Un 35% de los jóvenes
entre 18 y 24 años del país estudian en la educación superior; en esta región, casi un
40%; allí se están gestando las capacidades del futuro. Debemos trabajar unidos para
ofrecer opciones complementarias y de calidad, de manera de constituirnos en un
polo educativo para todo el Cono Sur.
274
IDENTIDAD Y REGIÓN EN EL BICENTENARIO
bibliogrAfíA
Avila Martel, Alamiro de, Los estudios históricos en los primeros años de Chile Independiente, Prensas de la
Universidad de Chile, Santiago, 1947.
Campos Harriet, Fernando, Historia de Concepción 1550-1970, 4° Editorial Universitaria, Santiago, 1989.
Cerda-Hegerl, Patricia, Fronteras del Sur. La Región del Bío-Bío y la Araucanía chilena 1604-1883, Ediciones
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Guerrero Verdugo, Raúl, Las 52 puertas de la Región del Bío-Bío, Ediciones Universidad del Bío-Bío,
Talcahuano, 2000.
González, Tulio y Torrejón, Fernando, La Región del Bío-Bío, un espacio, una historia, Eula, Universidad de
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agraria 1600-1650, Ediciones Universidad de La Frontera, Temuco, 1998.
Louvel Bert, René, Crónicas y Semblanzas de Concepción, Municipalidad de Concepción, Concepción, 1988.
Silva A., Bárbara, Identidad y nación entre dos siglos, LOM ediciones, Santiago, 2008.
Varios autores, Región del Bío-Bío Chile, Lamas y Cía., Concepción, 1997.
Varios autores, Presencia de Concepción en la Historia de Chile, Cerro Negro Libros, Concepción, 2002.
275
“DEMANDA MARÍTIMA DEL PERÚ”
JORNADA EN ARICA
Arica, 21 de agosto de 2009
DISCURSO INAUGURAL
(INTEGRACIÓN DE LA ACADEMIA CON LA XV REGIÓN)
José Luis Cea Egaña
Presidente
Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales
Instituto de Chile
La Mesa Directiva de la Academia concurre a esta hermosa ciudad, por segundo año
consecutivo, con el fin de participar, junto a la Universidad de Tarapacá, en un semi-
nario del mayor interés e importancia para el futuro de Chile y, sin duda, también de
nuestra América y del Derecho Internacional en el mundo civilizado.
La abnegación y diligencia del Académico Correspondiente, Don Marcelo Padilla
Minvielle, ha sido determinante para el éxito que ya comprobamos de esta reunión.
Gracias a él será posible oír los planteamientos, rigurosos en su análisis y patrióticos
en sus objetivos, de personalidades distinguidas como el catedrático y querido amigo
José Rodríguez Elizondo, mi antiguo y recordado profesor Fernando Gamboa Serazzi
y el Gobernador Marítimo de Arica, Capitán de Navío Tomás Orellana Agüero.
El tema del encuentro, La Demanda Marítima del Perú, no puede ser más relevante
para nuestra Academia y el país. Permítaseme explicar, brevemente, las razones que
justifican tal afirmación.
Primeramente, en una Sociedad Civil cada día más ilustrada y alerta a los aconte-
cimientos, como es la nuestra, resulta imposible, inaceptable e inconveniente prescindir
de informarla, oportuna y transparentemente, acerca de acontecimientos que afectan
a nuestra soberanía y, con ello, al desarrollo humano en paz y con justicia entre los
pueblos que deben integrar sus esfuerzos.
Por otra parte, sabemos que Chile ha sido llevado, por Perú, ante la Corte
Internacional de Justicia de La Haya, con un planteamiento de los límites marítimos
que resulta inusitado, al menos desde el ángulo de la doctrina de los actos propios.
Esta doctrina, vinculada al estoppel o forclusión, se asocia con la costumbre, cimentada
en un acto unilateralmente resuelto por un Estado y que no ha sido interrumpida, a
raíz de alguna protesta. En nuestro caso, esa costumbre fue siendo establecida desde
el 1 de agosto de 19471.
Entre los actos propios se subsume la decisión de un Estado en asuntos como
el mencionado2. Así ha sido sostenido y consistentemente aducido por la Corte
Internacional, con fundamento en el Derecho Internacional Convencional. Así también
se halla ampliamente acogida por la doctrina nacional y comparada.
1 Revísese José Rodríguez Elizondo: De Charaña a La Haya (Santiago, La Tercera Ediciones, 2009),
pp. 33 ss.
2 Véase María Lorena Rossel Castagneto: “Los Actos Unilaterales como Fuentes del Derecho
Internacional Contemporáneo”, Revista de la Escuela de Derecho de la Universidad del Mar (2008), pp. 75 ss.
279
SOCIETAS
280
LA DEMANDA PERUANA POR LA
DELIMITACIÓN MARÍTIMA CON CHILE
Fernando Gamboa Serazzi*
En los años 40 del siglo pasado, las aguas del Pacífico Sur Oriental se agitaban por
dos problemas que afectaban nuestro mar. El primero se refería al peligro de que
naves de guerra de los países que luchaban en la Segunda Guerra Mundial pudieran
atacar también nuestras naves por creer que transportaban bienes para el enemigo. El
segundo decía relación con la preocupación que tenían los pescadores y cazadores de
mamíferos marinos chilenos, peruanos y ecuatorianos con la cada vez mayor presencia
de flotas pesqueras y balleneras de otras potencias frente a nuestras costas.
Fue Chile quien tomó la primera iniciativa con la declaración de 1947 del
Presidente Gabriel González Videla declarando la soberanía chilena sobre las aguas y
plataformas marinas en una extensión de 200 millas de sus respectivas costas.
Perú y Ecuador, aquel mismo año tomaron parecidas iniciativas unilaterales
extendiendo sus soberanías marinas hasta una distancia de 200 millas de sus respec-
tivas costas.
En 1948 Perú, por Decreto Supremo N° 781, proclama su soberanía y jurisdicción
sobre la plataforma continental y el mar adyacente “En una zona comprendida entre
esas costas y una línea imaginaria paralela a ellas y trazadas sobre el mar a una distancia
de 200 millas marinas, medidas siguiendo la línea de los paralelos geográficos”.
En 1952 los gobiernos de Chile, Perú y Ecuador firmaron en Santiago un tratado
llamado “Declaración de Santiago” en que las tres naciones formalizan la extensión
de sus respectivas zonas marinas hasta una distancia de 200 millas marinas, medidas
desde sus respectivas costas.
Los tres Estados “proclamaron como norma de su política internacional marítima
la soberanía y jurisdicción exclusiva que a cada uno corresponde sobre el mar que
baña sus costas, hasta una distancia mínima de 200 millas marinas desde las respectivas
costas”. Añadieron que “En el caso del territorio insular, la zona de 200 millas marinas
se aplicará en todo el contorno de la isla o grupo de islas. Si una isla o grupo de islas
perteneciente a uno de los países declarantes estuviere a menos de 200 millas marinas
de la zona marítima general que corresponde a otro de ellos, la zona marítima de esta
isla o grupo de islas quedará limitada por el paralelo del punto en que llega al mar la
frontera terrestre de los Estados respectivos”.
281
SOCIETAS
“La línea divisoria entre dichas dos partes y, en consecuencia, la frontera entre los
territorios de Perú y de Chile partirá de un punto de la costa que se denominará
“Concordia”, distante diez kilómetros al norte del puente del Río Lluta, para
seguir hacia el oriente paralela a la vía de la sección chilena del Ferrocarril de
Arica a La Paz y distante diez kilómetros de ella , con las inflexiones necesarias
para utilizar, en la demarcación, los accidentes geográficos cercanos que permitan
dejar en territorio chileno, las azufreras del Tacora y sus dependencias, pasando
luego por el centro de la Laguna Blanca, en forma que una de sus partes quede
en el Perú y la otra en Chile”.
En 1954 durante la segunda conferencia del Pacífico Sur entre Chile, Perú y
Ecuador, se firma un tratado llamado “Convenio Sobre Zona Especial Fronteriza
Marítima de 1954”, el cual establece “una zona de tolerancia de 10 millas marinas
al lado del paralelo que constituye la frontera marítima entre los países vecinos, en
beneficio de los pesqueros de cada país, que, inadvertidamente, se pasan al que no le
corresponde de la frontera marítima”.
Esta zona especial fue establecida “a partir de las 12 millas marinas de la costa de
10 millas marinas de ancho a cada lado del paralelo que constituye el límite marítimo
entre los dos países”.
Cabe hacer notar que este convenio de 1954 hace alusión al paralelo marítimo
en dos partes de dicho texto legal manifestando que “constituye el límite marítimo
entre los dos Estados”.
Podríamos deducir de lo anterior que los tratados de 1952 y 1954 afirman que
el paralelo “constituye el límite marítimo” y por tanto no lo crea sino que ya existe
con anterioridad a la fecha de estos dos tratados.
Es muy importante manifestar esto con mucha claridad, ya que hacer una ma-
nifestación errónea un tribunal se vería en la obligación de aclarar.
Pero si estos textos no son creadores del límite, sino que nos lo recuerdan, ¿cuándo
se estableció dicho límite con anterioridad? Si nos trasladamos a los años 40 no existía
una Convención del Mar.
Don Andrés Bello, a mitad del siglo XIX, había establecido en nuestro Código Civil
la soberanía chilena sobre una zona marítima adyacente a nuestras costas de una legua
marina de ancho, medida desde nuestras costas (3 millas marinas equivalentes).
Situaciones similares tenían Perú y Ecuador con sus mares territoriales. Lo
demás en aquella época era altamar. Por tanto, hasta 1952 o 1954 no existía preocu-
pación especial sobre delimitación marítima más allá de nuestros respectivos mares
territoriales.
Sin embargo, antes de los años 1952 y 1954, las tres naciones del Pacífico Sur
Oriental utilizaban las zonas de altamar frente a nuestros mares territoriales para
desarrollar sus actividades pesqueras y casas de mamíferos marinos (ballenas) adqui-
riendo una convicción que esas zonas contenían riquezas enormes que, con el tiempo,
282
LA DEMANDA PERUANA POR LA DELIMITACIÓN MARÍTIMA CON CHILE
283
SOCIETAS
284
LA DEMANDA PERUANA POR LA DELIMITACIÓN MARÍTIMA CON CHILE
1) Que determine el curso del límite marítimo entre los dos Estados conforme al
Derecho Internacional, según lo indicado en la sección 4 SUPRA, e igualmente
solicita a la Corte que reconozca y declare que el Perú posee derechos soberanos
exclusivos en el área marítima, situada dentro del límite de 200 millas marinas
de su costa y fuera de la ZEE y de la plataforma continental de Chile.
2) El Gobierno del Perú se reserva el derecho de ampliar, enmendar o modificar
la presente demanda a lo largo del proceso.
3) Para el propósito 31 del estatuto y del Art. 31 N1 del reglamento de la Corte
Internacional de Justicia, el Gobierno del Perú declara su intención de ejercer
su derecho a designar ad hoc.
285
SOCIETAS
Mis APreCiACioNes
Lamentablemente, creo que la litis entablada en La Haya entre Perú y Chile creará
una situación muy peligrosa para la paz en esta parte de América.
Chile puede ganar el juicio en atención a sus buenos argumentos y la fundamen-
tación de estos. No obstante, Perú podría tener alguna posibilidad de reconocimiento
por parte de la Corte, especialmente si esta opta por aplicar algunos conceptos de
equidad y se apoyara incluso, en jurisprudencia anterior del propio Tribunal en la
cual ha defendido la equidad.
Perú, si pierde el juicio, quedará en la misma situación que ha existido hasta
ahora. Chile, por el contrario, cualquier mínimo cambio en la dirección del límite,
perdería.
286
LA DEMANDA PERUANA POR LA DELIMITACIÓN MARÍTIMA CON CHILE
Creo, sin embargo, que tanto si Chile gane el juicio o lo pierda, es malo para
nuestro país.
Si Chile lo gana, en Perú estallaría una campaña dura y muy nacionalista, ali-
mentada por los sectores ultra como el que dirige el señor Ollanta Humala, o por esa
cantidad de políticos, historiadores, juristas y miembros de sus fuerzas armadas que
verían en esta derrota jurídica el cierre a perpetuidad de sus pretensiones sobre áreas
marítimas, quedándoles solamente las reivindicaciones por la fuerza que alimentan
desde la pérdida de la guerra, algunos sectores políticos peruanos.
A su vez si Perú ganara el juicio ya sea porque la Corte le hallara la razón en sus
argumentos, sintiéndose por tanto, en condición de aplicar los criterios de equidad y
equidistancia que propicia la Convención del Mar, la reacción en Chile sería tremen-
damente molesta por perder zonas marítimas en las cuales nuestro país ha ejercido
soberanía desde varias décadas. Asimismo, con cualquiera de las dos posibles defi-
niciones del fallo van a quedar sepultadas las aspiraciones de Bolivia a obtener una
salida al mar por la Región de Arica.
Si pierde Perú con mayor razón se negaría a aceptar una propuesta chilena para
ceder una salida al mar por territorios que fueron peruanos con anterioridad a la
Guerra del Pacífico y si perdiera Chile sería casi imposible buscar una salida boliviana
al mar por estos territorios, ya que al haber perdido zonas marítimas sería mucho
más difícil buscar entrega de un sector de la Región de Arica que incluyese además
un área marítima correspondiente.
Creo, por tanto, que el fallo de la Corte de La Haya se ha transformado en una
bomba de tiempo, con grave peligro para la paz entre nuestros países.
Por ello, sostengo que ha constituido o constituirá un error lamentable, que este
juicio llegue a su fin.
La tesis de que esta controversia histórica, que va más allá de lo que falle la Corte,
es un problema de solución trilateral y que, a su vez, debería contar con la garantía de
países y organismos de gran prestigio y poder que hagan de garantes de una solución
para poner fin a esta situación histórica que no ha podido solucionarse a través de
muchas décadas pasadas.
Nuestro país, históricamente, ha demostrado interés en solucionar el problema
de la mediterraneidad boliviana. Ya lo pretendió terminar en 1895 cuando ofreci-
mos a Bolivia la entrega de Tacna y Arica si ganáramos el plebiscito ordenado por
el Tratado de Ancón u otro sector costero al sur de Arica en la quebrada Vítor hasta
Camarones.
En tiempos del Presidente González Videla fracasó otra oferta de solución y últi-
mamente en Charaña se acordó la entrega de un corredor al norte de Arica paralelo
a la Línea de la Concordia y con consulta al Perú para cumplir lo establecido en el
Tratado de 1929 con este último. En esta ocasión Torre Tagle no dio su aceptación e
hizo planteamientos inaceptables tanto para Chile como para Bolivia.
Nuestro país debe saber que no puede pretender alianzas ya sea con Perú contra
los planteamientos bolivianos, ni tampoco con Bolivia contra Perú. Lo contrario de lo
anterior sería absurdo y no llevaría a ninguna solución definitiva. El acuerdo trilateral
resulta entonces indispensable agregando a ello, una garantía internacional.
287
LA DEMANDA MARÍTIMA DEL PERÚ
José Rodríguez Elizondo*
Este tema me ha tomado buena parte de los últimos diez años, como profesor, escri-
tor y periodista. Ahí está mi trilogía sobre temas vecinales y una buena cantidad de
ensayos, conferencias y textos periodísticos. Al final, toda esa actividad ha terminado
confirmando mi percepción de que nuestros ciudadanos necesitan más información.
Su interés actual revela, por contraste, una gran carencia precedente.
El tema es muy delicado y todos estamos conscientes. Pero, ojo: cuando algunos
funcionarios dicen, admonitorios, “cuidado, este tema es delicado”, da la impresión de
que, en virtud de un falso silogismo, quieren que nadie lo investigue ni opine desde
fuera de su círculo.
Por cierto, yo he preferido interpretar las luces rojas asumiendo que mi obligación
académica es investigar y opinar, pero con acopio de información y analizando el tema
desde todos sus ángulos perceptibles. Desgraciadamente, creo que muchos expertos,
independientes o de otros círculos funcionarios –quizás los chilenos que más saben
o más podrían aportar en materias como la que nos convoca– han acatado el criterio
de abstenerse. Con ello, han contribuido al silenciamiento de los errores burocráticos
cometidos, configurando un círculo vicioso: el de los errores que se callan, por callados
se olvidan y por olvidados se repiten.
Desde mi actual perespectiva, tengo la convicción de que eso no es bueno para
Chile. El amor al país exige a sus intelectuales ejercer el pensamiento crítico, lo cual
obliga a suponer –aunque sea como hipótesis– que no siempre los jefes de Estado lo
saben todo en materias de política vecinal; que pueden estar mal informados; que
pueden no tener claro que la Política y la Estrategia son un continuo, o que pueden
creerse exentos de los deberes de docencia ciudadana y de rendición de cuentas a la
ciudadanía. También uno puede suponer que las Cancillerías son menos desarrolladas
de lo que muchos creen y aquí recuerdo un texto de mi sabio amigo Luciano Tomassini.
En uno de sus libros sobre teoría de las relaciones internacionales, haciendo un enfoque
histórico, nos reveló que los ministerios de Relaciones Exteriores de América Latina
fueron los servicios menos desarrollados de la administración pública. Dio toda clase
de antecedentes sobre su dependencia de Presidentes que actuaban como monarcas y
* José Rodríguez Elizondo, su currículo se extracta: Abogado, Profesor universitario, autor de varios
libros, Analista Internacional, se desempeñó como Embajador en Israel, su reciente publicación de Charaña
a La Haya se ha convertido en una de las obras más vendidas de los últimos tiempos.
289
SOCIETAS
sobre su profesionalidad recortada. No sé hasta qué punto eso se mantiene igual, pero
el hecho es que, a nivel regional, suelen mencionarse sólo dos excepciones: Itamaraty,
en Brasil y Torre Tagle, precisamente en Perú.
Por lo mismo, sé que muchos silencios chilenos respecto a temas álgidos de po-
lítica exterior no son esotéricos. No ocultan verdades que sólo los iniciados pueden
alcanzar. Al respecto, suelo recordar un delicioso cuento de Oscar Wilde, La Esfinge
sin secreto, en el cual un señor es seducido por una dama bellísima y misteriosa, que
no quiere contarle nada de su vida, hasta que el señor de marras descubre que ella no
tenía nada que ocultar… Sólo trataba de hacerse la interesante. Cultivaba el misterio
para lucir más atractiva.
Puede que algo similar nos suceda en materias de política exterior: no hay
muchos secretos a los cuales acceder; simplemente, hay muchas cosas que debemos
investigar y/o que los gobernantes deben informar. Lo malo es que, mientras nos damos
cuenta, la política exterior, en nuestro país y en muchos países de América Latina,
ha dejado de ser una política pública, como es propio de una democracia. Y conste
que no estoy aludiendo a las materias reservadas o secretas de cualquier cancillería.
No estoy diciendo que debamos revelar, ingenuamente, nuestras tácticas o estrategias
político-diplomáticas.
En síntesis, es necesario airear temas como el que nos convoca –aunque suponga
costos personales– y me entusiasma mucho la reacción que se está produciendo en
Chile con motivo de esta demanda del Perú. Es que no se pueden defender los inte-
reses de un país si se ignoran los peligros que se corren o si se piensa, ignorando la
historia, que todo empezó ayer.
Los chilenos supimos recién en el año 2002, de manera más menos pública, que el
Perú estaba desconociendo la frontera marítima vigente. Sucedía tras más de medio
siglo de respetuosa observancia, con soporte en un sistema de tratados, declaraciones,
actas, actos y ese estoppel de que nos hablaba José Luis Cea.
Simplemente nos quedamos estupefactos, viendo cómo esa frontera, que creíamos
establecida para siempre, ya no valía para el país vecino. Ahí es donde uno se empie-
za a preguntar cómo pueden suceder esas cosas de la noche a la mañana y termina
descubriendo que el tema se arrastraba desde mucho antes del año 2002.
El Primer hito corresponde a 1977, con la publicación de ese libro al que aludió
Fernando Gamboa: “El mar peruano y sus límites”, del almirante Guillermo Faura Gaig.
En esa obra están las tesis básicas que luego asumiría el Perú: carencia de un tratado
específico, improcedencia de la línea del paralelo y necesidad de una delimitación
sobre la base de la equidad costera. Sobre tales fundamentos teóricos se estructura un
equipo convenientemente discreto, integrado por diplomáticos, juristas y marinos,
que se encarga de esbozar un plan estratégico.
El Segundo hito se produce en 1986, con la decisión política de implementar la
teoría y de actuar con base en una estrategia que comienza a afinarse. Dicha decisión
política corresponde a Alan García, en su primera Presidencia, siendo su canciller Allan
Wagner, el mismo que hoy es el agente peruano ante la Corte de La Haya. Conscientes
290
LA DEMANDA MARÍTIMA DEL PERÚ
A esta altura, cualquier observador puede asumir que el Perú ha actuado siguiendo
una genuina estrategia. Quizás imperfecta, con tiempos muertos, vacilaciones internas
y retrocesos, pero estrategia. Es decir, una sucesión de actos planificados para obtener
un objetivo en contra de otro Estado. En contra de Chile.
291
SOCIETAS
292
LA DEMANDA MARÍTIMA DEL PERÚ
iv. fe De errores
¿Y qué más nos dice a los chilenos este test de larguísimo plazo?
Lo primero que nos dice es que no estábamos prevenidos. Y tan es así, que todavía
no tenemos claro el recorrido peruano. Baste señalar que el 10 de mayo de 2009,
nueve ex cancilleres de Chile declararon que “recién en el año 2000” el Perú había
tratado de desconocer la frontera marítima que venía rigiendo desde hacía más de
medio siglo.
A mi juicio, esto se debe a que seguimos sobreconfiando, dogmáticamente, en
la metáfora chilensis de la intangibilidad de los tratados, que es como asumir que los
tratados son siempre perfectos y explícitos para todos. Al respecto, yo suelo decir a
mis alumnos que “sólo existen escritos intangibles cuando reflejan la palabra de Dios en cual-
quier religión”, que en todo texto legal puede descubrirse un resquicio y que todos los
documentos jurídicos son jurídicamente modificables, incluso las Constituciones y los
tratados. En otras palabras, no conviene confundir el pacta sunt servanda –la obligación
de respetar los tratados– con la sacralización de las normas jurídicas, so pena de ex-
ponernos a una especie de impreparación político-diplomática de tipo permanente.
Lo sucedido nos indica, además, que Chile no tuvo un sistema de alerta in-
formativo precoz. En Naciones Unidas donde yo trabajé en el sector información,
existe una oficina muy inaparente, dependiente de la Secretaría General, en la cual
especialistas muy calificados estudian las señales que, desde cualquier país, anuncian
problemas que pueden amenazar la paz y la seguridad. Se trata de que el Secretario
General esté siempre sobre aviso, para que pueda estar en condiciones de prevenirlas
o enfrentarlas.
El hecho es que o no hubo información alguna, en 1977, sobre la pretensión
marítima peruana o, si alguien leyó el libro de Faura no generó ninguna acción
significativa. Posteriormente, hubo advertencias parciales, pero todo indica que no
fueron escuchadas o debatidas. Al respecto, existe un análisis de 1994, del almirante
Francisco Ghisolfo, publicado en la Revista de Marina, en el cual se advierte que Chile
va a experimentar problemas por la delimitación marítima con el Perú, los cuales se
harían explícitos “a inicios del próximo milenio”… es decir, justo ahora.
Por otra parte, a partir de 1986, no supimos enfrentar la información producida
y recibida con la estrategia de disuasión que el caso ameritaba. No hubo respuesta y
ni siquiera un fin de non recevoir (“dése por no recibido”, sería una traducción aproxi-
mativa) respecto al texto elaborado por el embajador Bákula. Por eso, el tema pudo
ser considerado como “pendiente” por la Cancillería del Perú. Curiosamente, el Jefe
de Estado de Chile, de la época, era profesor de estrategia.
En definitiva, cuando el Presidente Toledo reflotó el tema después de 16 años,
Chile se arrinconó en una posición reactiva. Tal reactividad se manifestó negando la
existencia de una controversia jurídica, cosa que, siendo técnicamente exacta, a) no
servía para borrar la realidad del conflicto sin apellidos y b) nos dejó en posición in-
confortable cuando debimos responder el requerimiento de la Corte de La Haya.
A esta altura debo decir que comprendo la molestia que esto puede producir en
algunos tecnócratas. Pero los intereses de Chile, de las democracias y de la paz son
superiores, por definición, a los criterios de una ortodoxia técnica circunstancial, que
293
SOCIETAS
v. lA ClAve históriCA
Aquí debo decir que no tengo ningún reparo a la posición jurídica de Chile. La com-
parto y le he dedicado un largo capítulo de mi último libro. Pero, lo hago a sabiendas
de que la estrategia total del Perú no se elaboró en un taller de especialistas en Derecho
Internacional y que la estrategia jurídica de Chile no está inserta en una estrategia
general de reacción o disuasión.
Por lo mismo, sospecho que el fallo que saldrá de la Corte no solucionará el
problema real, que es un problema geopolítico o de poder entre dos Estados, con
la presencia interesada de un tercero, Bolivia. En ese sentido, alguna vez habrá que
asumir esa naturaleza real del conflicto, cuyas claves están en la historia. También por
lo mismo, no es casual que el diplomático Bákula diga, en sus textos, que el pleito
actual no tiene nada que ver con la historia, pues su clave estaría sólo en las normas
del nuevo derecho del mar, contenidas en la Convención del Mar de las Naciones
Unidas (ratificada por Chile y no firmada por el Perú).
Ahora, si osamos escudriñar en la historia, veremos que el motivo inicial o coyun-
tural del conflicto estaría en los acuerdos chileno-bolivianos de Charaña, de 1975. Fue
cuando el general Augusto Pinochet, yendo más lejos que Gabriel González Videla, se
comprometió con su homólogo boliviano, general Hugo Bánzer, a cederle un corredor
soberano hacia el mar, a través de Arica, sujeto a la posterior anuencia del Perú.
Ese compromiso, urticante para los peruanos, estuvo en la base de la elaboración
de Faura. De hecho, éste escribió su libro mientras las conversaciones se estaban pro-
duciendo y hasta las alude. El almirante sabía que, para su país, dicho acuerdo, por
primera vez formalizado, era inaceptable. En el imaginario peruano está instalada la
convicción de que el Perú fue a la guerra para ayudar a Bolivia, que este país abandonó
precozmente las acciones armadas y que sería nacionalmente humillante resarcirle su
litoral perdido con litoral ex peruano. De ahí que reivindicar parte del mar de Arica
equivalga, para el Perú, a bloquear una nueva negociación chileno-boliviana.
Cabe agregar que, cuando planteé esto como hipótesis, en un texto de 2007,
recibí una dura e inmediata crítica del embajador Juan Miguel Bákula, para quien esa
motivación jamás pasó por la mente de ninguna autoridad peruana. Si yo la plantea-
ba, sólo podía hacerlo como eventual agente (“altoparlante”) de algún secreto poder
chileno. Por cierto, esa hipótesis es hoy un hecho de la causa para el gobierno de Evo
Morales y ya no es necesario demostrarla respecto a Bolivia.
Sin embargo, la historicidad del conflicto no termina en Charaña, sino en el marco
que la hizo posible: el Tratado de 1929 y su Protocolo Complementario de carácter
inicialmente secreto. Ejerciendo la imaginación retrospectiva –la historia no son simples
papeles que se firman–, uno puede imaginar el contexto de dichos instrumentos: tras
294
LA DEMANDA MARÍTIMA DEL PERÚ
casi medio siglo, período equivalente al de la guerra fría, territorios peruanos estaban
bajo ocupación de Chile, la población chilena en ellos comenzaba a ser mayoritaria,
un plebiscito contemplado se había hecho inviable, Chile no conseguía legitimar esas
conquistas con un tratado, la opinión pública internacional pesaba en nuestra contra
y jefes de otros Estados intervenían a través de sus agentes diplomáticos. Habíamos
ganado la guerra, pero no conseguíamos ganar la paz.
La alternativa se hizo evidente: una guerra nueva o un tratado con altos costos
políticos compartidos. La firma del Tratado y su Protocolo demostraría el triunfo de
la segunda opción. Despejada la retórica jurídica, estos instrumenos decían que el
Perú asumía la pérdida de Tarapacá y Arica, mientras Chile devolvía Tacna, aceptaba
determinada presencia del Perú en Arica y se comprometía a no permitir que una
tercera potencia –que sólo podía ser Bolivia– accediera al territorio ex peruano de
Arica. Para ese efecto, se establecía un específico poder de veto a favor del Perú.
Puede decirse, entonces, que el costo para Chile fue una soberanía incompleta sobre
Arica y que el espíritu del tratado de 1929 y su protocolo descansaba en la exclusión
de Bolivia.
Por eso Augusto Leguía, el Presidente peruano de la época, dijo que “el tratado
une fraternalmente a chilenos y peruanos a la sombra de una historia forjada por
héroes comunes, y sobre un suelo cuya continuidad trazó la mano de Dios”. Por eso,
en Bolivia captaron al toque para quien eran los versos y el ex Presidente Daniel
Salamanca produjo una sentencia que hizo fortuna: “Chile puso un candado al mar
para Bolivia y entregó la llave al Perú”.
Ahí está la clave histórica del problema que estamos viviendo, hoy, chilenos y
peruanos. Consiste en el desgaste paulatino del espíritu del Tratado de 1929, en
cuanto soporte de “la paz y amistad” que entonces se prometieron y que suponía la
exclusión de Bolivia. Por cierto, tal desgaste no se produjo de manera espontánea,
sino mediante la fuerza y persistencia de los gobiernos del país excluido, que instala-
ron un sentimiento irredentista en su opinión interna y conquistaron simpatías en la
opinión pública internacional. De hecho, Bolivia quiso entender que podía negociar
bilateralmente con Chile, para obtener un corredor soberano hacia el mar a través
de Arica y, luego, obtener la anuencia del Perú. En otras palabras, luchó arduamente
para transformar su exclusión en procedimiento.
295
SOCIETAS
Desde ese mirador histórico, parece claro que el problema de fondo es haber reabierto
la discusión sobre el estatuto jurídico de Arica, instalando a Bolivia como tercero con
poder y facilitando la acción unilateral del Perú. Por eso, el actual conflicto marítimo
tiene un claro y renovado sesgo de lucha por la hegemonía en el Pacífico.
296
LA DEMANDA MARÍTIMA DEL PERÚ
297
SOCIETAS
¿Es viable todo esto que planteo? ¿Es posible que chilenos, peruanos y bolivianos superemos la
visión estrecha de los limitólogos, para instalar la visión más amplia de los estadistas?
Cuando se lo pregunté, directo, a uno de los chilenos que mejor conoce este tema, me
contestó por escrito: “comparto tus posiciones, pero me temo que por el momento no existe in-
teligencia ni valentía para actuar y sobre el futuro no existe mirada más allá de unos metros”.
Sin embargo persisto, pues es función del escritor –más que del analista– plantear
las utopías necesarias. Uno sabe que no puede alcanzar las estrellas, pero cualquier
marino sabe que se puede guiar por ellas. Por lo demás, creo que es nuestro deber
ser leales con el pensamiento político y geopolítico del padre de la patria. Bernardo
O'Higgins, en cuanto gran integracionista y buen amigo del Perú, nos enseñó que
mientras más próspero sea este importante vecino, más próspero será Chile.
Por eso, yo sigo apostando a la sensatez, aunque sepa que la política, muchas
veces, está hecha de irracionalidad.
Gracias por su atención.
298
LA DEMANDA MARÍTIMA DEL PERÚ
Tomás Julio Orellana Agüero*
299
SOCIETAS
300
LA DEMANDA MARÍTIMA DEL PERÚ
ser destruido por las aguas del océano”; es decir, el punto que se escogiera debiera
permanecer en el tiempo inalterable y resguardado de las aguas. En la proyección se
muestra, junto al faro peruano, que estuvo prácticamente instalado desde el año mil
novecientos setenta y dos hasta el año dos mil uno.
De lo mencionado ¿qué es lo que hay que enfatizar?, que las líneas de costa son
dinámicas, no son rígidas, varían con el tiempo y eso fácilmente se puede comprobar.
Los hitos, en cambio, son puntos que tienen que ser permanentes. En este sentido, la
comisión mixta que en aquellos años efectuó ese trabajo, realizó un trabajo acucioso,
definiendo un punto el cual quedara a resguardo de cualquier acaecimiento de altas
mareas que pudiera dañarlo. Tal cual lo muestra la proyección, si uno va a la zona
en estos tiempos, notará que se pueden apreciar varias líneas cercanas a la orilla de
mar que hacen pensar que en algún momento, el agua de mar pudo haber alcanzado
esos lugares.
Esta proyección muestra una gráfica del año mil novecientos veintinueve, que
está publicado en el libro de Don Guillermo Lagos Carmona, del año mil novecientos
sesenta y seis, donde se deja entrever claramente, desde la posición el Hito 1, límite
terrestre, sale y se dibuja un paralelo, el 18° 21’ 03’’. Resumiendo, el Tratado de mil
novecientos veintinueve con el acuerdo complementario de mil novecientos treinta
deja claramente delimitado el límite terrestre entre ambos países, fijando como Hito 1
el punto más cercano a la orilla del mar. Esto es lo que tenemos el día de hoy, en la
proyección podemos observar la posición actual del Hito 1, se pueden apreciar los
restos del faro peruano que estuvo instalado hasta el año dos mil uno. Existe una
distancia aproximada de unos ciento cuarenta metros en línea recta hacia la orilla de
mar; cabe mencionar que estamos efectuando un seguimiento a las variaciones que
ha experimentado la orilla de mar en esta zona, dado que es plenamente variable.
La más alta marea de un mes, que coincida con la posición de la luna o con mare-
jada, ha evidenciado desplazamientos de las aguas hasta setenta metros del Hito 1.
Ello demuestra que la línea de la más alta marea es variable. Es interesante recordar
también, que la posición nuestra es que ese punto no se puede mover, el hito parte
fijando el límite marítimo. Respecto al límite marítimo, el año mil novecientos cua-
renta y siete se esboza algo cuando los tres países, Ecuador, Perú y Chile se ponen de
acuerdo para proclamar el derecho de cada país hasta las doscientas millas. En esta
declaración de mil novecientos cuarenta y siete, cabe hacer mención que esa declaración
solamente fijaba la distancia máxima a la cual el país ribereño tenía derechos sobre
las aguas de mar. En ninguna parte se hablaba de límites entre países contiguos; sin
embargo, aquí hay un hecho excepcional dado que fue el mismo Estado peruano que
definió el paralelo como la línea que dividía las aguas, mediante resolución suprema
Nº 23, de enero del año mil novecientos cincuenta y cinco, antes que Chile. El año
mil novecientos cincuenta y cuatro, hay un hecho también importante, se establece el
convenio de una zona especial fronteriza marítima, la cual permitiría tener flexibili-
dad para aquellos pesqueros artesanales que con insuficiente capacidad para lograr
una buena posición o escaso conocimiento de navegación pudiesen sobrepasar este
paralelo geográfico que delimitaba las aguas, y poder así resolver las violaciones que
eran reiteradas. Esta área fue un acuerdo entre ambos países. Que es lo que decía el
citado convenio en su artículo 1, establecía que: “a partir de doce millas de la costa,
301
SOCIETAS
se establece una zona especial de diez millas de ancho a cada lado del paralelo que
constituye el límite marítimo entre los dos países”. Es decir, claramente ambos países
coincidían en que el límite marítimo estaba en dicho paralelo, quienes dan fe de
aquello, los delegados plenipotenciarios de ambos países, quienes representaban los
intereses de cada Estado. Posteriormente entre el año mil novecientos sesenta y ocho
y sesenta y nueve, se trabaja para lograr una enfilación mediante faros, que también
tenía como objeto dar una ayuda a la navegación a aquellos pescadores artesanales
de ambos países que operaban en cercanías de costa y con ambos faros se conseguía
una enfilación, la cual de noche permitía saber cuándo estaban sobrepasando el límite
marítimo establecido. Esta también es otra muestra clara que entre ambos países
había un acuerdo para comprobar que ahí estaba el límite. Sin embargo, hasta el año
mil novecientos ochenta y seis, Perú mantuvo esa postura y el veintitrés de mayo de
ese año, se recibe la primera manifestación oficial que el Estado del Perú no estaba
de acuerdo con la actual delimitación que se mantenía. Posteriormente, la actitud
peruana ha ido variando, generando las instancias para corregir ciertos errores para
ellos y lograr así las bases para el planteamiento actual. Lo más reciente e importante
de ello fue su nueva delimitación de líneas de base recta, donde unilateralmente fija
un nuevo punto en la proyección de los Hitos 1 y 2, con lo cual dieron sustento a su
actual demanda, al publicarla oficialmente el año dos mil seis. Resumiendo, durante
los últimos 20 años la actitud peruana respecto del tema ha tenido cambios.
En esta proyección deseo señalar dos hechos precisos, nótese, que el límite
marítimo con el Ecuador es el paralelo, el límite con Chile que se está pretendiendo
modificar es la diagonal. Según el gobierno de Perú, “ambos países no han suscrito un
tratado, acuerdo o convenio sobre delimitación de su frontera marítima” (diciembre
2000); según algunos autores peruanos, el Hito 1 fue mal emplazado y no corres-
ponde al punto en que la frontera terrestre del Perú llega al mar; “el convenio de
mil novecientos cincuenta y cuatro sólo puede ser considerado como el resultado de
un apresuramiento debido a las circunstancias”. Con ello, las comisiones con poderes
plenipotenciarios por parte del estado peruano estarían siendo desautorizadas varios
años después por lo hecho.
Esta proyección muestra el área de mar de la Demanda Marítima, pero el Perú ha
manifestado también lo siguiente; En esta otra proyección, ese es el Hito 1 reconocido
por el acuerdo del año mil novecientos treinta, no obstante, no sería el comienzo de
la frontera terrestre, sino que habría un punto más cercano a la línea de la más baja
marea que sería llamado por el Perú, punto Concordia. Esto genera otro problema,
que confunde tanto el límite marítimo como el terrestre, porque genera un área de
alrededor 6500 m2 de playa, que en teoría son tierras chilenas y con este planteamiento
deberían ser tierras peruanas. Por lo tanto, no solamente en la demanda planteada
hay un desconocimiento del límite marítimo, sino que también del límite terrestre.
Lo que vemos en esta proyección, así era el faro peruano, al respecto les quiero
hacer un comentario. Recién el año mil novecientos setenta y siete aparecen los pri-
meros escritos de autores peruanos, donde empiezan a desconocer lo que estaba en los
acuerdos, convenios y tratados suscritos entre ambos Estados. Antes de dicho año, había
una voluntad clara del Estado del Perú para solucionar sus problemas limítrofes con
Chile en forma definitiva, tanto así, que este faro peruano fue hecho en su momento
302
LA DEMANDA MARÍTIMA DEL PERÚ
303
SOCIETAS
la diferencia que existe entre el límite establecido y la proyección que se hace con los
Hitos 1 y 2, que da origen a la posición del punto concordia que Perú señala.
¿Qué es lo que hay actualmente en el área donde está el límite marítimo?, tenemos
el faro LIMAR, chileno, desde el año mil novecientos sesenta y nueve. La estructura
está tal como lo señala el acuerdo que se suscribió. Existe un puesto de vigilancia de
Carabineros de Chile, que consta de dos casetas. Actualmente una cubre Carabineros
en el sector de playa, y otra caseta de la Armada, con equipamiento de vigilancia. En
esta panorámica se observa la misma caseta más cercana, el Hito 1 con los restos del
faro, y el puente sobre la Quebrada Escritos. Existe un área cercada por la posibili-
dad de que hubiese minas y también se aprecian los restos del faro del Perú y junto
al Hito 1.
Para finalizar, brevemente algunas conclusiones, en primer lugar, la frontera te-
rrestre fue delimitada en el tratado del año mil novecientos veintinueve y demarcada
por una comisión mixta de límites en el año mil novecientos treinta, estableciéndose
el Hito 1, donde la frontera terrestre alcanza la orilla de mar.
Como segunda conclusión, decir que el límite marítimo corresponde al paralelo
geográfico del punto en que la frontera terrestre demarcada alcanza la orilla de mar,
señalada por el Hito 1, como fue establecido por la Comisión Mixta de límites en mil
novecientos treinta.
Tercera conclusión es que este límite marítimo fue inicialmente definido de
manera unilateral por Perú, en su decreto supremo Nº 781 de mil novecientos cuarenta
y siete, recogido en una norma jurídica multilateral en la Declaración de Santiago en
mil novecientos cincuenta y dos, suscrita por Ecuador, Perú y Chile, posteriormen-
te reconocido en forma explícita en el Convenio sobre la Zona Especial Fronteriza
Marítima, suscrita por los mismos países el año mil novecientos cincuenta y cuatro,
reafirmado por Perú en su resolución suprema Nº 23 de mil novecientos cincuenta
y cinco; demarcado mediante faros de enfilación cuya ubicación definió la comisión
mixta el año mil novecientos sesenta y ocho y sesenta y nueve, aceptados sin reparos
por parte de Perú hasta el veintitrés de mayo de mil novecientos ochenta y seis, y
respetado en la práctica por ambos países hasta la fecha.
Por último, el método de delimitación marítima empleado el paralelo geográfico
se ha convertido en fórmula de delimitación de los cuatro países del Pacífico Oriental
de Sudamérica, aquí posteriormente Colombia también se alineó con esta fórmula la
cual es un reflejo de que hay un acuerdo general en América del Sur, Área Pacífico,
respecto de esta materia.
Estas han sido algunas precisiones sobre la actual delimitación marítima
Chile-Perú. Muchas gracias.
304
“ACTIVIDADES NACIONALES, NACIDAS EN VALPARAÍSO
EN EL SIGLO XIX”
JORNADA EN VALPARAÍSO
Viña del Mar, 19 de noviembre de 2009
EL GOLF NACIDO EN PLAYA ANCHA
Francisco Lobos B.*
De los indicios recogidos para esta presentación, encuentro una relación escueta
acerca de los extraños juegos que practicaban ciudadanos británicos que habitaban
Merry Hills o Happy Hills en Valparaíso. Salían en grupos de cuatro o más individuos
a lomo de mula o caballo hasta las explanadas de Playa Ancha. Acarreaban bolsas de
cuero y lona marinera en las que había varas de madera o caña, similares a las uti-
lizadas por los indios araucanos para su juego de chueca. Con el auxilio de algunos
sirvientes, los visitantes daban golpes a pequeñas pelotas para hacerlas avanzar en
las áreas libres de malezas y matorrales de las mesetas y colinas. Cada cierto tiempo y
distancia se detenían en una parcela de terreno donde habían excavado un hoyo en el
cual intentaban meter la pelota. Para que se distinguiera a la distancia, los ayudantes
sostenían varas de álamo que indicaban el lugar donde habían cavado los hoyos. Eso
era golf en Chile en el año 1886. Tal práctica molestaba mucho a quienes utilizaban
esas lomas para apacentar rebaños de ovinos, caprinos y algunos ejemplares de ganado
mayor, especialmente por los gritos y exclamaciones de los jugadores, costumbre que
interrumpía el pastoreo.
La colonia inglesa había encontrado su mayor asentamiento en Valparaíso,
puerto principal de Chile. The Chilean Times, semanario fundado en 1876, estimaba
que no menos de 11.600 habitantes de la ciudad eran británicos o descendientes de
los primeros que arribaron tras la independencia del país y la apertura del comercio
a todas las latitudes y nacionalidades.
Esos inmigrantes trajeron a Chile sus costumbres, sus deportes, la religión
anglicana, su cultura y educación. Uno de esos aportes es el golf, del modo que lo
conocemos hoy.
El 2 de noviembre de 1897 los jugadores de Playa Ancha fundaron el Valparaíso
Golf Club y mediante un acuerdo con los socios del Valparaíso Sporting Club, institu-
ción de la cual muchos de los golfistas eran miembros, obtuvieron la autorización para
jugar en los potreros circundados por el anillo de pistas de carreras de caballo. Todo
ello mediante un contrato de arriendo. Nueve de las canchas se improvisaron en un
campo que colindaba con el Club, llegando así al trazado de 18 canchas reconocido
en el mundo del golf.
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SOCIETAS
308
EL GOLF NACIDO EN PLAYA ANCHA
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SOCIETAS
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LA BOLSA DE VALORES DE VALPARAÍSO
Mario Consigliere Capurro*
Esta feliz iniciativa de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto
de Chile, que hoy nos convoca, de dar cuenta de los sueños y realizaciones de quienes
hicieron de Valparaíso una ciudad singular, cosmopolita, un emporio internacionales,
con vocación a la cultura, al intercambio, al comercio y a las relaciones internacional,
nos hace también valorizar ese hilo invisible que une el pasado con el presente, la
rica historia de este viejo y noble Valparaíso, los valores de la tradición, el alma de
sus habitantes.
Valparaíso fue la puerta de Chile y un crisol de razas, y cuyo nombre y prospe-
ridad se hizo conocido en todo el orbe, a la cual convergieron miles de ciudadanos de
múltiples naciones: ingleses, españoles, norteamericanos, alemanes, italianos, fran-
ceses y otros, que se integraron a una gran familia social y cultural, lo que dio a sus
habitantes rasgos personalísimos, en cuyo seno se gestaron las más diversas iniciativas
precursoras de las empresas e instituciones que hoy dan vida a Chile entero.
Es así como Valparaíso, en la segunda década del siglo XIX, contaba ya 25.000
habitantes, era el puerto de mayor movimiento en la costa americana del Pacífico,
recalada obligatoria de todo barco proveniente de Europa u Oceanía, y se había con-
vertido en la capital comercial y financiera del país.
Como dan cuenta las exposiciones que aquí hemos escuchado, el quehacer de
esos porteños tuvo variadas facetas, pero todas ellas coinciden en el acto de fundar,
crear y consolidar proyectos, darles vida conforme a las necesidades y a la razón y
exteriorizarlos en formas asibles por la comunidad.
Los porteños que hoy rememoramos fueron hombres de acción, imaginativos,
que tuvieron ideas y supieron luchar por sus desvelos. En sus almas se coordinaron
las tres fuerzas forjadoras de caracteres; el querer, el poder y el deber; cosa no fácil,
pero cuya correcta aplicación adquirió en ellos un inmenso significado en sus vidas,
que los convirtió en los verdaderos pioneros del desarrollo social, cultural, comercial,
empresarial y deportivo de este querido Valparaíso.
Y fueron los comerciantes porteños, especialmente ciudadanos británicos, quie-
nes en la década de 1830 optaron por organizar una Bolsa Comercial, sociedad de
hecho, cuyos gastos eran sufragados por suscriptores accionistas repartidos entre el
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SOCIETAS
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LA BOLSA DE VALORES DE VALPARAÍSO
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SOCIETAS
en todas las Bolsas norteamericanas y en un futuro cercano, con el resto del mundo.
Esto permite afirmar que la Bolsa de Valparaíso es la primera en ofrecer este tipo de
operaciones, ampliando la gama de instrumentos y ofreciendo un servicio seguro,
eficiente y de bajo costo; y en el ámbito país mantiene unida también su rueda bursátil
con las de las otras ruedas de las Bolsas de Santiago, ofreciéndose así la gama completa
de los instrumentos de inversión que se transan en Chile.
Termino, agradeciendo a la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales
del Instituto de Chile, la organización de esta Jornada, confiando que ella incite a los
actuales habitantes de Valparaíso al rescate de su pasado ejemplar.
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EL CLUB ALEMÁN DE VALPARAÍSO
Dr. Jan Karlsruher S.*
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SOCIETAS
donde construyeron sus barrios y reprodujeron a menor escala la vida que conocieron
en su tierra natal.
Hicieron de Valparaíso su patria en América. Construyeron iglesias, hospitales,
colegios y un sinfín de instituciones que heredaría la ciudad, muchas de las cuales aún
existen y se mantienen activas. Se esmeraron en mantener las costumbres y la lengua,
pero respetando siempre la cultura que los había acogido.
Imaginémonos pues, a los fundadores del Club Alemán no como unos caballeros
solemnes de frac y cuello duro, sino como un grupo de hombres jóvenes, alegres y con
un gran interés por realizar un sinnúmero de actividades. El ajetreo de sus quehaceres
laborales se concentraba entre los días de la llegada y el zarpe de los barcos. En el
intermedio les sobraba el tiempo. Y es así que se valieron de sus talentos y formaban
un grupo que practicaba la lectura, el teatro y sobre todo la música clásica.
Eran en su mayoría representantes del gran comercio hanseático. Uno de los
socios fundadores cuenta que la idea de reunirse en un club social nació en el Jardín
Polanco al tomarse una botella “half and half ”, una mezcla de “porter” y “ale”, y su
fin declarado era paliar el problema del aburrimiento que aquejaba a estos hombres
en una ciudad que no ofrecía mayor esparcimiento para la gente de su condición
cultural.
La historia del Club Alemán de Valparaíso se remonta al 9 de mayo de 1838
cuando en una modesta casa situada en la Plazuela de La Matriz se reunió un grupo
de 27 alemanes, para acordar la formación de un club en cuyo ambiente, junto con
recordar a la patria ausente, se hizo el compromiso solemne de contribuir al engran-
decimiento de su segunda patria. Cabe destacar que fue en este rincón del Pacífico
donde primero se “unificó” el pueblo alemán, 33 años antes de que Otto Von Bismarck
integrara oficialmente los estados germanos en un imperio.
En los años siguientes a su fundación, el grupo creció rápidamente y se cambió
a una casa más amplia, en la Plaza Mayor, hoy Plaza Echaurren. Uno de los socios
fundadores, Franz Kindermann, nos da un testimonio de la atmósfera animada y
creativa que reinaba en esta asociación. “En esta pequeña casa en la Plazuela Matriz,
los socios del club pasaban momentos muy gratos. Se realizaba una o más funciones
de teatro por semana, en las cuales se destacaban algunos por tener más cualidades
para ser actores que para desempeñarse como comerciantes. Un socio destacado, el
señor Muchall, realizaba conciertos. Era todo un talento musical y pronto atrajo a
todos los músicos y cantantes de Valparaíso”.
En su hermoso libro sobre “Los primeros Teatros de Valparaíso”, Roberto
Hernández se refiere varias veces elogiosamente a los aportes culturales que el Club
Alemán brindaba en ese entonces a la vida cultural de Valparaíso.
Con estos hechos se puede evidenciar que este grupo traspasó los límites de su
club para compartir sus inquietudes espirituales con sectores de la sociedad porteña
que los sabía apreciar. En otras palabras: este grupo se comunicó ampliamente con
el ambiente social receptor.
En el transcurso de los años siguientes se continuó con la práctica del canto y el
ejercicio de la música de cámara al interior de sus salones y los artistas viajeros siempre
encontraban ahí una entusiasta bienvenida.
La desgracia no estuvo ausente, y en dos oportunidades, en los años 1858 y
1886, el Club Alemán fue destruido por incendios. Después de estar instalado en la
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EL CLUB ALEMÁN DE VALPARAÍSO
entonces calle del Cabo, hoy la calle Esmeralda, se trasladó a la calle Blanco, donde
permaneció hasta 1926, mientras se buscaba una sede apropiada.
Se encontró finalmente el versallesco edificio de calle Salvador Donoso, cono-
cido como el Palacio Ross, de hermosas líneas arquitectónicas, edificado en el siglo
XIX por obra del arquitecto Juan Eduardo Fehrman. Tiene características del estilo
neoclásico en su decoración, pero en su globalidad se enmarca dentro de la arqui-
tectura ecléctica. Con el apoyo de toda la colectividad alemana la idea cristalizó y se
adquirió este imponente inmueble en el año 1926, constituyéndose así en sede oficial
que ocupa el Club hasta el día de hoy. Las hermosas líneas de construcción motivaron
a las autoridades de la ciudad para declararlo Monumento Histórico en el año 1976,
por Decreto Supremo Nº 556.
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SOCIETAS
entrada. Existen además telas pintadas por Camilo Mori. Corresponden a diversas
marinas ambientadas en paisajes de la Quinta Región. Luego, en otras dependencias,
hay retratos de personalidades diversas: Conde von Spee, Hindenburg, Bismarck, el
Kaiser Guillermo, entre otros. Todas ellas constituyen históricas obras de arte.
Desde esta perspectiva, el Club Alemán de Valparaíso es un verdadero museo
de la influencia germana en la región, al cual invito cordialmente a todos ustedes a
visitar.
Sin embargo, nuestra Institución cuenta actualmente con otros atractivos adicio-
nales. Ofrece por ejemplo servicios de restoración, diseño de celebraciones y eventos,
tanto para socios como también para los habitantes y empresas de la región. Cuenta
con un Restaurante abierto a la comunidad, en el cual no sólo se puede disfrutar de
cerveza y típica comida germana, sino también de una variada cocina internacional.
Además tenemos un tradicional y acogedor Bar, y un Salón de Juegos, en el cual hay
entretenciones como Pool, Dardos, Dominó y Ajedrez. Muchos porteños han podido
disfrutar de nuestras dependencias en sus eventos y celebraciones.
De esta forma, el Club Alemán sigue íntimamente ligado a la ciudad de Valparaíso,
su historia y su desarrollo. Nuestras relaciones con autoridades locales y comunales,
universidades, cámaras de comercio y empresas navieras ha sido un motivo de cons-
tante preocupación durante todos estos años, logrando obtener y mantener socios y
clientes fieles para nuestra Institución.
Este año, el Club Alemán de Valparaíso celebra sus 171 años de existencia. Tiene
el mérito de ser el más antiguo de los clubes alemanes existentes en Sudamérica, y el
más antiguo también de todos los clubes sociales de Chile y, como club “alemán”, puede
ser considerado el más antiguo del mundo. Es sorprendente que haya sobrevivido a
las dos guerras mundiales del siglo XX, permaneciendo sus puertas siempre abiertas
y aceptando socios sin distinciones políticas, religiosas o culturales.
Si hoy damos una mirada hacia el pasado, a estos 171 años de vida, reconoceremos
que esta institución se ha ido consolidando definitivamente como un centro social y
cultural de destacada trayectoria en Valparaíso. La ininterrumpida existencia del Club
Alemán a lo largo de tantos años en nuestra querida ciudad, nos llena de orgullo y
es sin duda mérito de un incansable trabajo de muchos directorios y de un constante
apoyo de nuestros socios, de nuestra colectividad chileno-alemana residente y de la
comunidad porteña en general.
Cuando hoy día el Club Alemán se abre ampliamente a la comunidad porteña
ofreciéndole actividades culturales de la más diversa índole, se encuentra dignamente
en las huellas de aquellos jóvenes que con tanto ímpetu abrieron el paso a una grata
recreación en un entorno que los acogió favorablemente.
Continuamos desarrollando Conciertos, Grupos de Lectura, Bailes, Teatro y
Exposiciones, los cuales se ofrecen habitualmente a todo público y sin costo para los
asistentes. Mediante estas variadas manifestaciones tratamos además de cubrir los
intereses de diferentes grupos generacionales.
Cuidamos y fomentamos la cultura y las tradiciones alemanas, pero al mismo
tiempo hemos aprendido a adaptarnos a los tiempos actuales, innovando en muchos
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EL CLUB ALEMÁN DE VALPARAÍSO
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LA EDUCACIÓN ESCOLAR PRIVADA
Y THE MACKAY SCHOOL
Bernardino Muñoz Sánchez*
Juzgamos adecuado, antes de entrar al fondo de nuestro tema, destacar que en el año
1861 se habían abierto 10 grandes liceos fiscales para impartir educación primaria y
secundaria, entre La Serena y Valdivia, y además funcionaban 63 Colegios Particulares
con idéntico objeto.
El estado de cosas anotado tiene diversos antecedentes que cronológicamente
pueden sintetizarse así:
– En 1842 se implementa la primera Escuela de Preceptores para hombres;
– En 1854, durante el gobierno de Montt, se fundó la primera Escuela de
Preceptoras;
– En 1854 surgen, en paralelo con los fiscales, colegios privados como el del Sagrado
Corazón en Santiago, y en la misma ciudad, en 1856, el San Ignacio;
– En 1857 se instauran en Valparaíso el Colegio Mackay y, enseguida, el Colegio
Alemán.
Los primeros colegios privados de la capital fueron propiciados por congrega-
ciones religiosas católicas y tuvieron un carácter manifiestamente confesional.
El Colegio Mackay y el Colegio Alemán nacieron de un impulso laico, siendo
el Mackay el primer emprendimiento educacional privado de Chile de esta índole.
También, hay que destacar que en materias religiosas instauró y mantiene el principio
de que se toleran, en pacífica convivencia, las que profese cada alumno, impartién-
dose clases voluntarias de religión católica romana, por ser la que reúne más fieles
en el país.
Acerca de este aspecto, enfatizo que en el año 2005 se construyó una capilla ecu-
ménica en los recintos del Colegio de Reñaca, que es un lugar de oración y de algunas
ceremonias religiosas de todos los cultos presentes en la Institución.
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LA EDUCACIÓN ESCOLAR PRIVADA Y THE MACKAY SCHOOL
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SOCIETAS
como sus profesores disfrutaban del juego originario de la patria inglesa. De ella se
nutrieron clubes amateurs, ya desaparecidos, como el Valparaíso Fútbol Club y el
Victoria Rangers Club, e incluso el decano del fútbol nacional, el Santiago Wanderers
que derivó al Fútbol Profesional.
Pero en 1928, el colegio inglés vivió uno de los momentos más álgidos de su
historia. La escasez de profesores debido a la Primera Guerra Mundial y el delicado
estado de salud de Mr. Roberston, obligó al docente escocés a cerrar las puertas del
establecimiento. Este receso duró diez años, hasta que un grupo de ex alumnos, co-
nocidos también como Old Mackayans, se reunieron con Mr. Robertson para decidir
la reapertura de las puertas de The Mackay School.
Los objetivos planteados fueron crear una sociedad de ex alumnos, un Colegio
con una enseñanza de tradición escolástica británica y la constitución de un club de-
portivo, el cual en 1939 toma vida con el nombre de The Mackay School Old Boys
Association.
Los impulsores de este renacer, fuera de las medidas indispensables para asentar
tales directrices, designaron a Mr. George Robertson como Rector, postulando el tras-
lado del Colegio a Viña del Mar, que era lo razonable por el cambio demográfico de
la población. Mr. Robertson estuvo a cargo de la Institución hasta 1945, el año del fin
de la Segunda Guerra Mundial, que como es obvio impidió que se trajeran profesores
residentes de Gran Bretaña mientras ella perduró.
En observancia de lo acordado, se adquirió en Viña del Mar un inmueble de
gran amplitud en Av. Los Castaños frente al Sporting Club para desarrollar el pro-
yecto de construcción de un colegio que albergara a todos sus alumnos e internos,
además de canchas y áreas de esparcimiento. El traslado desde el Puerto se hizo en
1946 cuando las instalaciones en Av. Los Castaños no estaban terminadas por lo que
transitoriamente, y por el lapso de un año y medio ocupó un inmueble del Pasaje La
Paz aledaño a 7 Norte.
Sin embargo, la infraestructura del edificio recién construido resultó insuficien-
te, lo que obligó en 1950 a adquirir la Quinta Jones en Av. Los Castaños, entre 5 y 7
Norte, donde funcionaron El Internado, el Kindergarten y las Preparatorias.
The Mackay School en su nuevo emplazamiento en Viña del Mar tuvo una época
de oro en su desenvolvimiento y crecimiento. Las nuevas instalaciones permitieron
contar con más alumnos, provenientes de familias importantes de la Ciudad Jardín y
de Valparaíso, fortaleciendo el alto prestigio en instrucción que había adquirido. En lo
deportivo tomó gran auge la práctica del Rugby, en desmedro del Fútbol, que se vio
opacado por el ritmo que tomó la primera disciplina, tanto que hacia 1957, el Colegio
consiguió la posesión de Runner-up (Bice Campeón de la Asociación de Rugby).
En Avenida Los Castaños y frente a las canchas del Valparaíso Sporting Club, el
Colegio estuvo por cerca de diecisiete años, hasta que se produce un nuevo cambio.
Con una actitud visionaria, se decidió en 1963 trasladar el Colegio a la Quinta
Hamel, en el balneario de Reñaca. Un amplio espacio para la construcción de salas y
canchas propias, permitió a la institución un aumento significativo de su matrícula.
Desde ese entonces y hasta el día de hoy, The Mackay School ha estado emplazado
en el mismo lugar, donde se han vivido mutaciones a lo largo de los años, que cier-
tamente originaron un impacto en la enseñanza de los miles de alumnos que han
pasado por sus aulas.
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LA EDUCACIÓN ESCOLAR PRIVADA Y THE MACKAY SCHOOL
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LA EDUCACIÓN ESCOLAR PRIVADA Y THE MACKAY SCHOOL
éxito el cometido que me dejó. Además, conseguí en esa época la valiosa colaboración
de otras distinguidas amistades, como el ex rector don Fernando del Río Rioseco y
mi ilustre colega aquí presente, don Jorge López Santa María, quien intervino con su
eficiencia y versación de siempre ante el Ministerio de Justicia.
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SOCIETAS
bibliogrAfíA
1. The Mackay School founded en 1857, texto de Piero Castagneto.
2. The Mackay School Valparaíso Chile An Outline of its History 1857-1957.
3. Archivo histórico de The Mackay School.
4. Archivo de El Mercurio de Valparaíso.
Estos antecedentes, con excepción del último, fueron gentilmente facilitados por la biblioteca del Colegio,
y el abogado periodista don Alfredo Larreta nos facilitó el acceso al diario mencionado.
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LOS CUERPOS DE BOMBEROS VOLUNTARIOS
Gonzalo Figueroa Yáñez*
∗ Miembro de Número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto
de Chile. Profesor Titular de Derecho Civil de las Universidades de Chile, Diego Portales y Finis Terrae.
Ex Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Santiago.
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SOCIETAS
construidas generalmente con madera de alerce traída por vía marítima desde los
bosques de Chiloé; existían enormes dificultades de acceso para posibles socorristas,
y muchas veces soplaba un viento huracanado que permitía la rápida propagación del
fuego. Agréguese que no existía una red de agua potable ni grifos de donde obtener-
la. El agua para la bebida y demás menesteres domésticos se entregaba al vecindario
por unos “aguadores” que la traían desde las vertientes cercanas, en caballos o asnos
cargados con dos pequeños barriles. Eran estos mismos aguadores los que formaban
la Brigada de Zapadores Bomberos, encargada de manejar dos bombines de impulso
humano manual, que la Municipalidad les había entregado para combatir incendios.
Como señaló con mucha precisión don Ismael Valdés Vergara en su obra “El Cuerpo
de Bomberos”, “la ciudad antigua (de Valparaíso) estaba especialmente preparada
para la combustión”.
En estas circunstancias, no es de extrañarse que el incendio que se desató en el
barrio del Puerto el 15 de marzo de 1843 haya consumido trece edificaciones completas
y cerca de 3.000 bultos de mercaderías depositadas en los almacenes fiscales. Fue éste
uno de los incendios de mayor tamaño de que se tuviera memoria hasta entonces, pero
la lección tremenda no fue aprovechada en esa oportunidad, y nada se hizo entonces
para precaver otras desgracias similares. Habría de ser un segundo gran incendio el
que marcaría el cambio en la negligente actitud ciudadana.
A la medianoche del 15 de diciembre de 1850 se declaró otro siniestro de pareci-
das proporciones en una cigarrería del mismo barrio del Puerto, calle del Cabo (hoy
Esmeralda), el que se propagó con mucha rapidez a las casas vecinas y luego, afectó
los dos costados de dicha calle y siguió creciendo en absoluto descontrol. Todos los
vecinos corrieron a ayudar, pero la falta de agua hizo infructuosos todos los esfuer-
zos desplegados, inclusos los de las tripulaciones de un barco francés y de otro barco
inglés, que estaban surtos en la bahía. Concurrió incluso el Intendente de Valparaíso,
don Manuel Blanco Encalada, el que tampoco pudo dar alguna orden eficaz para
detener el avance del fuego.
La Brigada de Zapadores Bomberos llegó con media hora de retraso, pero los
bombines estaban en mal estado y las mangueras estaban agujereadas en diversas
partes. El trabajo común de vecinos, tripulaciones extranjeras y aguadores permitió
finalmente dominar el incendio después de tres días de trabajo agotador.
Esta vez, como ya se adelantó, la ciudad de Valparaíso iba a aprovechar debi-
damente el enorme impacto que produjo entre la población un incendio de estas
proporciones. En efecto, según publica El Mercurio, tan sólo durante los tres días que
siguieron al incendio, se inscribieron más de cien ciudadanos para formar parte de
una “Asociación de Voluntarios en contra de los Incendios”, como se llamó al futuro
Cuerpo de Bomberos en esa ocasión.
El día 19 de diciembre, esto es, apenas cuatro días después del siniestro, se de-
signó una Comisión Organizadora, la que sesionó arduamente hasta abril de 1851,
ocasión en que se celebró una reunión plenaria en el Teatro de la Victoria con todos
aquellos que se habían ofrecido como voluntarios. Una nueva sesión plenaria tuvo
lugar en el mismo teatro el 4 de junio de 1851, para aprobar los estatutos, y la fun-
dación oficial se realizó el 30 de junio de ese año. Los concurrentes dieron origen a
una corporación de derecho privado que denominaron originariamente “Asociación
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LOS CUERPOS DE BOMBEROS VOLUNTARIOS
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LOS CUERPOS DE BOMBEROS VOLUNTARIOS
Cuerpos –grandes o chicos, incluso aquellos de localidades remotas– cuenten con má-
quinas modernas para la extinción del fuego y el rescate de accidentados. Además, se
han organizado escuelas de perfeccionamiento y capacitación bomberil, que permiten
sostener que no son incompatibles la gratuidad con el profesionalismo. La idea de
reunir además la tradición con la modernidad parece ser aquí una idea-fuerza. No
por estar utilizando máquinas de última tecnología debe olvidarse que los Cuerpos
de Bomberos iniciaron su servicio voluntario con bombas a palanca movidas por la
fuerza humana.
Una mirada de conjunto a los Cuerpos de Bomberos del país nos muestra que
muchas colonias de inmigrantes extranjeros han creado Compañías que constituyen
a la vez un lugar de recuerdo de la patria de origen y de servicio para la patria de
adopción. Hay en Chile agrupaciones bomberiles alemanas, británicas, francesas,
españolas, italianas, croatas, israelíes y palestinas. Incluso cuando las naciones de
origen han afrontado conflictos bélicos entre sí, esas Compañías ubicadas en Chile
han conservado una unidad en el servicio, un espíritu de cuerpo, que parece digno
de destacarse. Este espíritu de cuerpo se manifiesta además, tanto en Compañías
chilenas como extranjeras, en la prescindencia de las diferencias sociales, religiosas,
filosóficas o políticas que pueden separar a los voluntarios en otras esferas de su vida
personal, constituyendo la tolerancia y la igualdad entre los voluntarios uno de los
valores fundamentales de unidad interna. Agréguese la democracia en las delibera-
ciones y en las elecciones, donde el principio “un bombero, un voto” es siempre el
gran principio rector.
Que quede constancia, entonces, que estas ideas, esta organización que hoy es
nacional, de la que Chile está especialmente orgulloso, tuvo su nacimiento aquí, en
el viejo puerto de Valparaíso.
bibliogrAfíA CoNsultADA
Encina, Francisco Antonio. Historia de Chile, Tomo XII, Editorial Nascimento, Santiago, 1949.
Figueroa Yáñez, Gonzalo. 100ª Memoria de la Primera Compañía “Deber y Constancia”, mimeógrafo, Santiago,
1963.
Fredes Aliaga, Carlos. 150 años de Honor y Gloria, Ed. Junta Nacional de Cuerpos de Bomberos, Santiago,
2004.
Rodríguez Mendoza, Emilio. Historia y estampas cromáticas, Editorial Zig-Zag, Santiago, 1941.
Valdés Vergara, Ismael. El Cuerpo de Bomberos, Babra y Cía. Impresores, Valparaíso, 1900.
333
ORÍGENES DE “EL MERCURIO DE VALPARAÍSO”
Juan Pablo Toro*
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SOCIETAS
PriMeros ejeMPlAres
* Este texto contó con el aporte de Alfredo Larreta y fue preparado con material del archivo del diario.
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FORMACIÓN DEL CLUB SANTIAGO WANDERERS
Jorge Lafrentz
Fue la cancha Los Lúcumos, en el cerro Carretas de Valparaíso, en el ya lejano año 1892
cuando un grupo de jóvenes comenzó a echar a rodar la historia del decano del fútbol
chileno.
Sus tardes de ocio hicieron que fijaran su atención en un entretenido juego de
pelota practicado por los ingleses que llegaban a la ciudad y al cual llamaban football
De a poco, fueron reuniéndose más y más jóvenes interesados en este novedoso de-
porte, tanto así que se comenzaron a fundar diversos clubes, aunque en su mayoría formados
por ingleses.
En esa misma cancha fue donde se esbozó por primera vez la idea de formar
un club.
“Yo creo que el team lo tenemos formado y lo que nos falta es darle un nombre o formar un
club como ya hay otros organizados”.
Se atrevió a decir tímidamente Pancho Avaria, uno de los muchachos. Y de inme-
diato la ilusión de todos los presentes se encendió sobre la idea, y todos asintieron.
Días más tarde un grupo de los jóvenes caminando por Plaza Echaurren comenzaban
ya a pensar en el nombre que darían al club. Había consenso en que el nombre debía
ser en inglés y para la mayoría el nombre de Wanderers era el adecuado, pero Arturo
Acuña hizo notar que ya existía un Valparaíso Wanderers, formado por extranjeros. Y
cuando ya decepcionados comenzaban la búsqueda de un nuevo nombre para el nuevo
club, Benito Cruz, otro de los presentes, insinuó sin mayores intenciones una frase que,
sin quererlo, pasaría a ser parte crucial en la vida de muchas generaciones.
“Pues si hay un Valparaíso Wanderers, a nuestro club nosotros le ponemos Santiago
Wanderers y santas pascuas. Además nuestro club será más nuestro porque llevará el nombre
de nuestra capital”.
De inmediato, todos sintieron que esa era la solución a su problema, todos
aprobaron la idea.
“Pues entonces le llamaremos Santiago Wanderers” concluyó orgulloso Cruz. Pero no
bastaba sólo con un nombre, había que organizarse, y para aquellos efectos se citaba a reunión
a todos los interesados en formar parte de este nuevo team. Corría el día lunes 15 de agosto
y la casa de los hermanos Germán y Luis Sánchez se atestaba de chicos deseosos por
ser partícipes de la actividad. Llegaron a esa histórica reunión: los hermanos Nicanor
y Benito Cruz, Alfredo Arévalo, Eduardo Pizarro, Francisco Avaria, los hermanos Eduardo y
Romeo Leal, los hermanos Carlos, Pedro y Antonio Mujica, Luis y Enrique González, Pedro y
Juan Lobos, Alberto y Alejandro Alburaín, Pedro y Aníbal Le Blanc, Sergio Arévalo, Carlos
337
SOCIETAS
Solar, Manuel Hidalgo, Arturo Acuña, Alejandro Paublides, Luis Riso, Manuel Álvarez,
Manuel Borghetti, Pedro y Carlos Fagenstrom, Ciriac Avaria, Gilberto Hidalgo y los hermanos
Vásquez, Valenzuela y Benavente.
Luego de una larga sesión, decidieron que el primer directorio quedaría inte-
grado por Gilberto Hidalgo como presidente, Vicente Lobos como vicepresidente, Germán
Sánchez como tesorero y Francisco Avaria como capitán del equipo. Y sería la cancha “El
empedrado”, cercana al Muelle Prat, donde partiría la historia futbolística del club. Once
jóvenes vestidos de impecables camisetas blancas con las iniciales SW bordadas sobre su
pecho y pantalones negros entraban a enfrentar al Club Nacional del Cerro Artillería, en
su primer partido oficial. Ya a principios del siglo XX, el club ya tenía inscrito su primer
equipo en la National Football Association, protagonizando encendidos clásicos con el
equipo del Cerro La Cruz.
lA grAN CAtástrofe
* Fuente: www.wandererspatrimonio.net
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ARTÍCULOS Y DOCUMENTOS
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE*
Luis A. Riveros Cornejo**
Universidad de Chile, Departamento de Economía
Si no aprendemos de la historia
estaremos abocados a repetirla
Alvin Toffer
i. iNtroDuCCióN
La preocupación ante la crisis financiera en actual curso (inicios del año 2009) y
sus efectos reales llevan a reflexionar sobre la historia económica de Chile. La crisis
financiera que se inicia en 1929 y que se extendiera por más de tres años, fue devas-
tadora para la economía mundial y ejerció enorme daño en la economía nacional.
Este antecedente levanta preocupaciones respecto de los efectos que podrían ob-
servarse en el caso actual, especialmente porque aquella crisis de hace casi ochenta
años se superpuso a otra también de origen externo vinculada a la disminución de
ventas del salitre en la pos Primera Guerra. El argumento para muchos observadores,
considerando la ocurrencia de la crisis asiática hace pocos años, es que ocurriría un
paralelo entre la crisis de los años 30 y la financiera actual. Ciertamente, son tiempos
distintos y distintas situaciones y nada lleva a presagiar una “repetición” de la historia.
En efecto, la situación económica mundial, tanto y como la posición de reservas de la
economía chilena y la salud de sus cuentas fiscales actuales no permiten vaticinar una
tal “reiteración” de la historia.
Sin embargo, Chile sufrirá ciertos efectos derivados de la presente crisis, tal y como
con aquellas otras que se han sucedido a lo largo del siglo XX y en toda su historia.
Precisamente, el contexto histórico de largo plazo de la economía chilena permite
caracterizar su escenario de larga duración (Braudel, 1965) en términos de sucesivas
de grandes cambios en la asignación interna de recursos derivados de violentos giros
en los términos de intercambio. Del oro a la ganadería, al trigo, a la plata, al salitre,
al intento industrial y a la fruta y los productos forestales y del mar, constituye un
tránsito variado en nuestra historia productiva, siempre dependiendo de y la situación
internacional. Tras esos muchas veces dramáticos tránsitos entre un estado productivo
y el siguiente, siempre el cobre ha sido un actor presente en forma relevante, como lo
es hoy y como su situación de mercado es parte de los síntomas recesivos que estamos
observando. El campo de las fluctuaciones cíclicas y las instituciones de larga duración,
∗ Este trabajo revisa una versión anterior, completando sus datos y adecuando las interpretaciones de
algunos desarrollos observados. Agradezco la colaboración de Patricia Asenjo, Gustavo Báez y Carmen
Valencia, como asimismo los productivos comentarios de Erik Haindl y José Yáñez sobre una anterior
versión.
∗∗ Profesor Titular Departamento de Economía Universidad de Chile, Ph.D. en Economía (UC-
Berkeley).
341
SOCIETAS
es terreno fecundo para comprender no sólo nuestro pasado sino para establecer
escenarios posibles en el futuro. Por ello, aprender de la crisis de hace ocho décadas
otorga un punto comparativo que ayuda a trazar los escenarios posibles para nuestra
actual realidad
En la segunda sección se presentan los datos atingentes a la recesión económica
chilena de pos Primera Guerra cuyos efectos influyeron en el profundo impacto pos-
terior de la Gran Depresión mundial, especialmente por las débiles finanzas públicas
y frágil posición de reservas internacionales. La tercera sección se preocupa de allegar
antecedentes relativos al período inmediatamente previo a la ocurrencia de la Gran
Depresión en Chile, con la recuperación pos 1925 y la preparación del terreno para
lo que se convertiría en un profundo problema fiscal. La sección siguiente describe el
impacto de la Gran Depresión en términos de los resultados económicos, especialmente
comerciales, cambiarios y fiscales y de sus efectos más visibles como asimismo derivados
del tipo de políticas empleadas. La última sección esboza algunas conclusiones.
1 El producto agregado cayó en 12% entre 1912 y 1915, mientras que la minería lo haría en 19%. La agri-
cultura, en contraste, crecería en 16% en ese período, con una industria estancada (Anexo 1, Gráfico 1).
2 El crecimiento económico promedio entre 1910 y 1914 había sido menor al 1% anual.
342
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE
Gráfico 1 Gráfico 2
Índices de Producción Agregada Situación Fiscal 1910-1922
y Sectorial 1910-1922 (Millones US$ corrientes)
(1929=100)
180
80
160
70
140
60
120
50
Valores
100
US$
40
80
30
20 60
10 40
0 20
10
12
14
16
18
20
22
0
19
19
19
19
19
19
19
10
12
14
16
18
20
22
Años
19
19
19
19
19
19
19
Años
Agregado Agricultura Industria Minería Total entradas fiscales Gasto fiscal total Servicio deuda pública
Las cifras de PIB preparadas por Haindl (2006), por otra parte reflejan también un
significativo crecimiento de 6,2% p.a. entre 1915 y 19818, asociado esencialmente a
los sectores minería e industria3.
La caída del producto minero entre los años 1914-1915 se asoció fundamen-
talmente a la caída de la producción salitrera derivada de la declinación de precios
mundiales cuando, al mismo tiempo, la producción de cobre, yodo y hierro estaba
experimentando un crecimiento. La producción carbonífera cayó sólo durante 1913-
1914 y la de sulfuro en 1914-1915, luego de lo cual ambas actividades experimentaron
una franca estabilidad.
Así, los índices de producción tanto agregado como sectoriales presentan en la
década una evolución caracterizada por fluctuaciones inherentes a cambios en precios
relativos. Esto, evidentemente, reflejaba la vulnerabilidad de la economía chilena,
altamente sensible a los shocks externos por la vía de cambios en los términos de inter-
cambio. Con tipo de cambio fijo, debido al sistema de patrón oro y la convertibilidad
del peso, la economía veía directamente traducido la situación del comercio exterior
en problemas fiscales y de niveles de actividad.
3 Datos de Ballesteros y Davis aseguran que en los bienios 1914-1916 y 1916-1918, el producto industrial
habría crecido en 31,2% y 16,6% respectivamente. Sin embargo, entre 1919 y 1920 éste sufrió una caída
de casi 4%, la cual se recuperó rápidamente en los dos años siguientes. El sector de vestuario y calzado y
el de la industria alimenticia fueron no sólo los más importantes en términos relativos (en conjunto repre-
sentaron más del 60% del VBP sectorial en 1914-1920) sino también los que experimentaron una mayor
expansión durante el período en cuestión.
343
SOCIETAS
el total de entradas ordinarias del Estado, hacía a éstas y al nivel de gasto que se le
asociaba altamente vulnerables ante variaciones en las condiciones del mercado ex-
terno (Gráfico 2)4. Como Humud (1968) ha destacado, existió desde temprano un
incentivo para obtener el máximo beneficio financiero fiscal originado en el cobro
de derecho sobre la importación y la exportación, lo cual constituye un rasgo de la
economía nacional cuyos orígenes se asocian a su pasado colonial.
El término de la guerra europea y la aparición del salitre sintético alemán dieron
un categórico golpe a la bullente industria del salitre. La caída de las exportaciones en
más de un 70% en 1919 provocó una fuerte contracción económica a nivel nacional,
cuya connotación más dramática fue el retorno a la zona central de muchos obreros
salitreros desocupados. Los relatos de la época detallan la situación en los “albergues”
que en Santiago recibieron a cientos de familias5, llevando a un recrudecimiento de la
llamada “cuestión social”, que había ocupado un lugar primordial en el debate político
de la primera década del siglo. Este problema y el empeño en lograr conquistas de
tipo laboral resultaron ser un vital soporte para el triunfo en 1920 del candidato de
la Alianza Liberal, Arturo Alessandri Palma.
El caos económico de fines de la guerra produjo una notoria expansión del
déficit público, pese al ajuste hacia abajo que el nivel del gasto debió de sufrir en
términos reales (Anexo 2, Gráfico 2). El país se manejó con un importante déficit
fiscal entre 1919 y 1921, en medio de esfuerzos por solventar con deuda externa el
gasto necesario para impedir la profundización de la recesión. El manejo del déficit
se fue así haciendo una tradición nacional alimentada por las necesidades de otorgar
paliativos a los problemas sociales y del empleo pero llevando a otros desajustes ma-
croeconómicos, especialmente inflación6. Otros indicadores que ponen de manifiesto
la fuerte recesión económica de postguerra son la gran disminución del número de
“oficinas salitreras” en operación –el que alcanzó en 1914 a 137 para caer en 1920 a
97 y en 1922 a sólo 53 oficinas– y la fuerte caída en el empleo salitrero que resultó
del descenso de la producción en un 37% en 1920 con respecto a 1918, mientras que
en 1922 la correspondiente caída fue de un 55%.
4 En el período 1910-1922, los derechos pagados por las exportaciones de salitre y yodo constituyeron
más del 90% de los derechos de exportación totales, llegando en algunos años a constituir su totalidad. A la
vez, los derechos de exportación constituyeron en el período 1910-1922 alrededor de un 70% del total de
derechos de aduana, los cuales contribuyeron en promedio en un 39% a las entradas totales del fisco.
5 La vida en dichos albergues dio origen a una relevante creación literaria, entre la que sobresale la
ocupación por el desajuste fiscal y el caos macroeconómico se centró en el tema inflacionario, y recomendó
la creación del Banco Central de Chile y de la Contraloría General de la República, además de políticas
destinadas a ordenar el gasto público en medio de un restrictivo marco financiero.
7 Junto con un descenso de más de un tercio en la producción minera, especialmente salitrera.
344
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE
Gráfico 3
Situación del Comercio Exterior
(1910=100)
160
140
120
Exportaciones
Valores
100 Importaciones
80
Términos
60 Intercambio
40
20
0
0
2
1
2
19
19
19
19
19
19
19
Años
345
SOCIETAS
aún mayor severidad dado que el índice respectivo cayó en 19,2% en 1920 con respec-
to a 1919. Este fenómeno cooperó decididamente al recrudecimiento de la llamada
“cuestión social”, reflejada con bríos en la lucha política presidencial de 1920.
8 Medio siglo más tarde, Chile también sufriría las consecuencias de un tipo de cambio fijo que pro-
346
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE
10 Entre 1929 y 1934 los términos de intercambio cayeron en 36% acumulado. Eso hace que la siste-
mática caída de los términos de intercambio en todo el período 1926-1934 haya sido de más de un 50%
acumulado.
347
SOCIETAS
(i) un alto grado de apertura comercial, aunque existía desde temprano cierta
preocupación por proteger la actividad industrial por medio de aranceles cuyo
nivel básico ya alcanzaba un 25%11;
(ii) un alto nivel de endeudamiento externo, lo que conjuntamente con (i) hizo a la
economía chilena vulnerable a shocks externos, sobre todo por la alta participa-
ción que habían adquirido las materias primas en las exportaciones totales con
fluctuaciones de precios que introducían alto riesgo;
(iii) un alto grado de estabilidad de precios, aunque conteniendo ciertas presiones al
alza, a lo contribuyó la estabilidad del tipo de cambio respaldada por el patrón
oro;
(iv) un alto déficit fiscal asociado a una expansiva actividad de obras públicas, lo cual
se vinculaba estrechamente al problema de deuda externa y a la necesidad de
acallar la protesta social.
11 Los aranceles fueron “particularmente proteccionistas”, anotó Ellsworth (1945) en relación al período
que comenzó en 1928, hasta cuando, en 1932, se adopta una estructura que los elevaría aún más.
348
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE
IV.1. El Escenario
Entre el 24 y el 29 de octubre de 1929 los precios de la bolsa de Nueva York se de-
rrumbaron en forma ostensible. Se estima que, por esos años, un 25% de la población
de los EE.UU. poseían acciones de una u otra forma, de modo que el pánico que
produjeron las primeras quiebras fue significativo en aquel país. El retiro de depó-
sitos llevó a innumerables quiebras bancarias y a una significativa contracción en la
cantidad de dinero. Para paliar los malos resultados de balanza de pagos el gobierno
no respaldó al sector financiero ni apoyó una política de aumento crediticio. Por el
contrario, adoptó un aumento de aranceles que empeoró la situación significativa-
mente, ya que por esa vía se transmitió el problema al resto del mundo el cual, en
un ambiente de reducción del comercio, se vio impedido de servir la deuda externa
con el propio EE.UU., así profundizando los problemas de la banca. Un esquema de
protección industrial y de restricciones al comercio se generalizó en el mundo indus-
trial, profundizando aún más la crisis. La quiebra de un importante Banco Austríaco
y el abandono del patrón oro por parte de Gran Bretaña fueron los síntomas más
visibles de una depresión que cobró gran importancia cuantitativa en todo el mundo
desde fines de 1929. Con aún limitados sistemas de comunicación internacional y
una prácticamente nula coordinación de políticas económicas y monetarias entre los
países industriales de esos años, la crisis se profundizó y prácticamente hundió a la
economía mundial por dos o tres años.
La depresión económica vivida por Chile se derivó de la magnitud del efecto
que la crisis internacional indujo en la balanza de pagos. La magnitud de éste fue
un resultado directo del alto grado de apertura al comercio, como también de la
dependencia de las exportaciones de uno o dos productos básicos, del alto nivel de
endeudamiento externo y del rezago con que aparentemente se actuó sobre varia-
bles claves del ajuste. El gobierno contrajo deuda para paliar los primeros síntomas
recesivos y se practicó una política destinada a una sistemática pérdida de reservas,
pero la duración y profundidad de la crisis echaron por tierra los efectos de esas me-
didas. Prevaleció más bien un discurso triunfalista por parte del Gobierno, ya que no
se preveía la profundidad que alcanzaría el problema externo y su impacto interno.
A mediados de 1931 se produciría el derrumbe de la economía chilena, cuando los
recursos que se usaban para promover obras públicas y paliar los efectos de la crisis no
encontraron financiamiento. Mientras tanto, el problema social que Chile arrastraba
por varias décadas se profundizó y llevó a una serie de crisis políticas. Así, en medio
de una profunda inestabilidad social y política, una débil balanza de pagos e insufi-
cientes finanzas públicas, la economía chilena sufriría severamente las consecuencias
del mayor shock económico mundial del siglo XX, cuyas consecuencias se extendieron
por casi una década.
349
SOCIETAS
Gráfico 4
Producción Agregada y Sectorial (1923-1940)
(1929=100)
160
140
120
Valores
100 Agregado
Agricultura
80
Industria
60 Minería
40
20
0
23
25
27
29
31
33
35
37
39
19
19
19
19
19
19
19
19
19
Años
Las exportaciones totales habrían caído en 1930 en un 35% con respecto a 1929;
además en 1931 y 1932 el total de exportaciones habría seguido cayendo a tasas de
29% y 63% respectivamente (Palma, 1980). Esto es, en tres años el valor de las expor-
taciones chilenas había caído en 83%, lo que se vinculaba de un modo muy directo a
lo que ocurría con las exportaciones de minerales y, particularmente, de nitratos.
Es posible sostener que la caída del nivel de actividad del sector minero fue uno
de los mecanismos fundamentales de transmisión de la crisis externa al país. El índice
de producción agregado experimentó disminuciones durante tres años a partir de
1930 (Gráfico 4, Anexo 4), reflejando una caída real a casi la mitad en 1932 compara-
do con 1929, mientras que este último nivel no se recuperó sino hasta 194012, lo cual
da una idea de la magnitud temporal del problema, su impacto social y su probable
negativo efecto en lo distributivo.
12 En esto seguimos los datos de Ballesteros y Davis (1963). Estimaciones aportadas por Haindl (2006)
indican que el Producto Interno Bruto (que incluye más sectores que aquellos considerados por Ballesteros
y Davis) habría caído en un total real de 33% entre 1929 y 1931, año este último que marcaría el piso de
la crisis. De acuerdo a Ballesteros y Davis, por el contrario, el piso de la crisis estaría en 1932 debido a la
enorme caída del producto minero entre 1931 y 1932.
350
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE
13 Según la Liga de las Naciones, Chile encabezaba la Tabla de 39 países con respecto a la disminución
351
SOCIETAS
Gráfico 5
Términos de Intercambio y Balanza Comercial
(1925-1940)
300
250
200
1927
1929
1931
1933
1935
1937
1939
-50
-100
Años
ferrocarriles, etc.) (Sanfuentes, 77). Sin embargo, en los inicios de la crisis no se in-
tentó usar instrumentos de política fiscal debido a la caída de los ingresos tributarios
y la falta de instrumentos legales que habrían permitido al fisco generar un mayor
crédito interno. Empero, a poco andar, las empresas salitreras se fusionaron en la
COSACH, la cual contaba con un 50% de participación estatal en las ganancias. Más
tarde, la COSACH pagaría al Estado en la forma de Bonos, los que éste utilizaría como
instrumento monetario por medio de su venta al Banco Central.
En la medida que la crisis arreciaba los primeros esfuerzos de política se desti-
naron a elevar transitoriamente los aranceles a las importaciones “suntuarias” y de
aquellos bienes industriales que se estaban produciendo internamente. El proteccio-
nismo se generalizaba poco a poco en medio del consenso ciudadano alertado ante
la situación del corto plazo; los aranceles promedio crecieron del 25% al 30%. Ya en
marzo de 1933, como lo describe Ellsworth, las tarifas a los “suntuarios” alcanzaban a
un 50%. Evidentemente, la definición de bienes “suntuarios” no fue fácil de establecer
y estuvo rodeada de un natural grado de arbitrariedad; el efecto sobre la producción
industrial que con esto se esperaba parece no haberse hecho sentir sino hasta cuando
los aranceles se establecieron a un todavía más alto nivel. El simplismo político utili-
zado para enfrentar la primera etapa de la crisis: pérdida de reservas, elevación de
los aranceles y endeudamiento para financiar obras públicas, hizo perder de vista
que el tema crucial era monetario y que se requería una modificación cambiaria que
permitiera educir el interés y expandir el crédito, permitiendo que de ese modo se
profundizara la incidencia de la crisis.
El problema de la deuda, por otra parte, alcanzó tal gravedad que en junio de
1931 el país hubo de declarar una moratoria general de pagos. Las importaciones
siguieron cayendo fuertemente durante 1932 y 1933, lo cual, debido a la también
enorme caída de las exportaciones, no logró traer alivio a la situación que exhibía
la balanza de pagos. El problema crucial parecía radicar en la extrema debilidad
352
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE
Gráfico 6
Tipo de Cambio
160
140
120
Tipo de Cambio
100 Pes/Lib
Valores
80 Tipo de Cambio
Pes/Dólar
60
40
20
0
1925
1927
1929
1931
1933
1935
1937
1939
Años
353
SOCIETAS
Gráfico 7
Índice de Ocupación Promedio Anual
(1929=100)
120
100
80 Índice obreros
60 ocupados en
la minería
40
20
0
25
27
29
31
33
35
37
39
19
19
19
19
19
19
19
19
Años
15 Tal mecanismo consiste en la necesaria caída del precio de los no transables respecto de los tran-
sables para alcanzar el equilibrio de balanza de pagos bajo un sistema cambiario fijo, como implicaba el
patrón oro.
16 Sobre la situación del mercado laboral, ver también Haindl (2006), pp. 134-135.
354
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE
Gráfico 8
Producción y Salarios Trimestrales
(1929=100)
160
140
120
100
Indice
80
60
40
20
1933 1.-
1929 1.-
1930 1.-
1931 1.-
1932 1.-
2
3
4
2
3
4
2
3
4
2
3
4
2
3
4
Trimestre
355
SOCIETAS
Gráfico 9 Gráfico 10
Índice Activos Precios del Cobre
Internacionales (Centavos US$ por libra)
120 20
100
15
80
60 10
40
5
20
0
0
5
25
27
29
31
33
37
39
93
5
19
19
19
19
19
19
19
192
192
192
193
193
193
193
193
1
Años
Años
Junto con la suspensión de los pagos de la deuda se evitó que se siguiera con-
trayendo el circulante, y se logró una caída en las tasas de interés entre 1932 y 1934
(Anexo 8, Gráfico 11), lo cual no significó más crédito disponible debido a la incerti-
dumbre que primaba en la economía. La drástica devaluación que ocurrió con el peso
chileno en 193219 (Gráfico 6 y Anexo 5) y la emisión que realizó el Banco Central a
partir de septiembre de 1931 para financiar el gasto público en ausencia de endeuda-
miento externo, condujeron a una creciente inflación. Este mecanismo se constituyó en
un legado hacia el futuro como una más de las consecuencias de esta crisis económica
y de los instrumentos utilizados para abordarla.
17 Hay una curiosa similitud con lo que aconteciera en la economía chilena con la crisis de 1980 en
relación al intento de mantener la paridad fijada respecto al dólar y la tardanza en intervenir por parte
de la autoridad monetaria. La misión Kemmerer había recomendado seguir el patrón oro a toda costa,
con “sus mecanismos automáticos de ajuste”. El General Ibáñez había hecho un público compromiso “en
defensa de la clase media” por mantener el valor de paridad del peso. La tardanza en actuar hizo más
prolongada la crisis.
18 La inconvertibilidad sería decretada por el radical Juan Esteban Montero, luego de la renuncia y
exilio de Ibáñez.
19 El tipo de cambio nominal (peso/libra) creció de 42,9 a 126,6, es decir se triplicó, mientras que el
356
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE
357
SOCIETAS
Gráfico 11 Gráfico 12
Tasa de Interés Emisión Total
1940(1)
12
1939(1)
10 1938(1)
1937(1)
8
1936(1)
6 1935(1)
1934(1)
4 1933(1)
1932(1)
2
1931(1)
0 1930(1)
35 )
19 (1)
19 (1)
19 (1)
19 (1)
19 (1)
19 (1)
19 1)
19 (1)
19 (1)
19 (1)
19 (1)
19 (1)
)
1929(1)
19 (1
(1
(
34
27
28
29
30
31
32
33
36
37
38
39
40
19
1928(1)
1927(1)
Semestres
0 300 600 900 1200 1500
IV.7. El Epílogo
La economía había sido devastada por una prolongada recesión. La recuperación
plena en sectores como la minería tomaría más de una década; la escasez de crédito y
las desconfianzas que generó la depresión aletargaron la recuperación que solamente
cobraría fuerza a fines de la década de 1930. El desempleo permaneció a niveles altos
con salarios deprimidos por al menos unos cinco años, a pesar de la creciente interven-
ción del sector público en la materia. La construcción fue un sector que lideró la lenta
y costosa salida de la Gran Depresión, con una tasa de crecimiento anual promedio
de casi 11% por año en el período 1934-1940, la cual estuvo fuertemente asociada a
la eliminación de impuestos sobre esta actividad implementada en 1932.
Algunas políticas implementadas para enfrentar el impacto de la Gran Depresión
constituyeron el origen de varios fenómenos que caracterizarían a la economía chilena
por casi medio siglo, aunque con distintas intensidades. En primer lugar, la política de
altos aranceles se hizo creciente en el ánimo de proteger a la producción nacional, a la
industria y al empleo, siguiendo además las tendencias internacionales que alentaron
el proteccionismo. En segundo lugar, se originó aquí una política de persistente déficit
público financiado por medio de préstamos internos por parte del Banco Central,
lo cual condujo a una inflación endémica. Tercero, una creciente intervención en el
mercado del trabajo que se animaba a proteger al más débil frente a circunstancias
económicas adversas, y que legisló sobre salarios mínimos, procedimientos contrac-
tuales y normas sobre contratación y despido.
Así, el estado de la economía empezó a mejorar a mediados de 1932, cuando el
sector industrial elevó su nivel de actividad. La salida de la crisis se marcó en 1933
cuando la minería alcanzó variaciones positivas del producto. Sin embargo, el producto
agregado de la economía y, probablemente el empleo, encontraron una recuperación
de niveles casi 10 años más tarde de comenzada la recesión. La balanza de pagos tardó
mucho más en alcanzar niveles satisfactorios de saldo comercial. Ello coincidió con la
358
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE
v. CoNClusioNes
359
SOCIETAS
refereNCiAs
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economy, 1908-1957” en Economic Development and Cultural Change, Vol. (11).
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Sanfuentes, A. (1977). Antecedentes sobre la deuda externa chilena. Conference on External Financial Policy,
OEA. Banco Central, Santiago.
360
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE
ANEXOS
Anexo 1
Índices de Producción Agregada y Sectorial 1910-1922
(1929=100)
Anexo 2
Salitre, Comercio Exterior y Déficit Fiscal 1910-1922
(millones US$ corrientes)
361
SOCIETAS
Anexo 3
Cifras de Comercio Exterior 1910-1922
Anexo 4
Índices de Producción Agregada y Sectorial
(1929 = 100)
362
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE
Anexo 5
Indicadores de Comercio Exterior
Fuente: Cols (1), (2) y (3): Ruffat (1969); Cols (4), (5) y (6): Lüders (1968); (Col (7): Cortés y D’Ottone.
Anexo 6
Índice Trimestral Producción Industrial
Anexo 7
Índice Trimestral de Jornales Reales Pagados
(1er. Trimestre 1929=100)
363
SOCIETAS
Anexo 8
Fuentes de la Emisión y Tasas de Interés
(Cifras de fin de semestre; miles de escudos)
Emisión Directa
Empresas Operaciones
Años Total Tasasa
Gobierno Públicas De Cambio Otras ∑ Redescuentos Emisión intereses
(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8)
1927 I 4 618 –50 571 33 605
1928 II 7 463 –44 426 28 454 6,5
1929 I 15 591 –83 523 2 525 9,47
1930 II 11 4 539 –69 481 17 298 9,15
1931 I 23 4 583 –170 436 81 517 8,94
1932 II 24 31 467 –65 426 80 506 9,40
1933 I 29 55 385 –55 363 86 449 9,30
1934 II 25 55 341 –52 318 101 419 9,53
1935 I 34 88 223 –60 228 113 341 9,46
1936 II 184 75 195 –83 351 77 428 9,60
1937 I 426 133 180 –79 582 21 603 9,41
1938 II 640 54 133 –43 818 0 818 8,71
1939 I 664 47 162 –14 887 1 888 7,81
1940 II 672 45 168 –95 878 1 879 7,57
I 707 57 173 –42 892 1 893 7,07
II 704 62 173 –43 881 3 884 7,21
I 701 82 154 –9 891 9 900 7,13
II 697 73 154 –19 889 2 891 7,21
I 694 89 148 2 906 11 917 7,23
II 690 82 154 27 953 16 969 7,41
I 787 120 174 –16 1.018 20 1.038 7,73
II 783 164 160 –42 990 13 1.003 7,96
I 764 218 161 –9 998 10 1.008 7,93
II 751 224 160 –16 1.015 73 1.088 8,45
I 747 264 164 21 1.096 35 1.131 8,31
II 743 148 –20 1.089 123 1.212 8,38
I 739 159 48 1.170 147 1.317 8,31
II 735 153 47 1.199 216 1.415 8,43
364
LA GRAN DEPRESIÓN (1929-1932) EN CHILE
Anexo 9
Índice de Costo de la Vida en Santiago
Anexo 10
Otros Indicadores Económicos
365
DERECHO EN LA EDUCACIÓN
La formación cívica del ciudadano no es
monopolio de ningún partido político.
Luis Bates*
i. iNtroDuCCióN
La ley y el derecho regulan gran parte de las relaciones entre los individuos entre sí y
entre éstos y el Estado, tengamos o no conciencia de ello. De modo que cuanto mayor
sea el conocimiento que de él se tenga mayores serán las posibilidades de desenvol-
vernos de manera competente en la sociedad, individual y colectivamente. Por otra
parte, la madurez y la estabilidad del sistema democrático de gobierno requiere de
un efectivo interés de participación de las personas; un genuino convencimiento de
los principios, valores e ideales democráticos y clara conciencia de sus derechos y obli-
gaciones. Dicho de otro modo, es indispensable promover la democracia participante
y activa –en oposición a la democracia espectadora y pasiva–, en la que los asuntos
de la comunidad sean tan familiares e importantes como los asuntos particulares, es
decir, en la que el bienestar de la comunidad se convierta en preocupación de todos.
Otros escritores enfatizan la necesidad de promover un clima de “virtudes cívicas” como
requisito primordial para la supervivencia de la democracia.
Nos parece esencial, por lo tanto, que la educación proporcione a adultos an-
cianos, jóvenes y niños, hombres y mujeres, las herramientas necesarias para tratar
durante toda su vida con los asuntos civiles y legales. Tan esencial como la enseñanza
de las primeras letras.
Entre las diversas modalidades que se han concebido para comunicar el dere-
cho, el presente trabajo se focaliza en la educación de niños y jóvenes porque ellos
deben constituir una prioridad política en la construcción de una nueva convivencia.
Conocimientos legales y destrezas básicas para desenvolverse de manera eficiente,
competente y responsable en los asuntos personales y públicos, son hoy impostergables
desafíos que encaran las sociedades democráticas de América Latina que, en nuestra
opinión, encuentran insuficiente respuesta en la educación escolar.
La tarea de formar cívica y legalmente es difícil y compleja. Por esta razón el
presente trabajo contiene algunas reflexiones generales y sugerencias de aproxima-
ción a esa tarea fundamental en la esperanza de que, enriquecidas por el debate y
la crítica, puedan servir de semilla que produzca múltiples y variados programas de
“DERECHO EN LA EDUCACIÓN” en todos los países de América Latina.
367
SOCIETAS
“La Revolución se efectuó antes que comenzara la guerra. La Revolución estuvo en las mentes y en los corazones
de los ciudadanos, un cambio en sus sentimientos religiosos, en sus deberes y obligaciones. Este cambio radical en
los prejuicios, opiniones, sentimientos y afectos del pueblo, constituyó la real Revolución Americana”.
John Adams
Segundo Presidente
Estados Unidos de Norteamérica
(Carta a Hezekish Niles, 15 de febrero 1818)
Lord Acton
Historiador inglés
“La única forma de proteger tus libertades en este mundo es protegiendo las libertades
de los demás hombres. Tú puedes ser libre solamente si yo soy libre”.
Clerence Darrow
Abogado norteamericano
Platón
“Los derechos humanos solo pueden asegurarse entre gente virtuosa. El gobierno nunca
podrá caer en peligro de degenerar en monarquía, oligarquía, aristocracia o ninguna forma
despótica u opresiva en la medida que existan virtudes en el pueblo”1.
1 Orrin G. Hatch, “Civic Virtud”: “Wellspring of Liberty”, publicado en National Forum, Toward the
368
DERECHO EN LA EDUCACIÓN
establecidas. En opinión de este abogado, político, y líder espiritual es fácil definir los
deberes del hombre y de la mujer relacionando cada derecho con un deber corres-
pondiente. Pensamos que los esfuerzos orientados a la protección de los derechos del
hombre en América Latina, no han estado acompañados de equivalentes esfuerzos
dirigidos a promover sus deberes y sus obligaciones con el consiguiente debilitamiento
de su sentido de responsabilidad individual y colectivo. Esta realidad se aprecia en
infinitos ejemplos de conductas u omisiones de la vida diaria en los que generalmente
la responsabilidad se traslada a otras personas. Si yo no cumplo con la obligación legal
y moral de alimentar a mi familia alguien lo hará.... Si yo no me preocupo mediante
abstenciones o conductas activas por la conservación del medio ambiente libre de
contaminaciones, alguien, tal vez el Estado, lo hará... Si no participo en la elección de
autoridades porque prefiero tranquilidad, otros lo harán..., y así indefinidamente.
Los deberes y obligaciones se vinculan a su vez clara y directamente con la liber-
tad, incluida la civil y la política, porque el disfrute de toda libertad obliga y limita,
genera responsabilidad. La preservación de la libertad depende, precisamente, del
reconocimiento que hagamos de las obligaciones y limitaciones que ella conlleva,
ante nosotros mismos, ante los terceros más o menos cercanos y ante la sociedad. Sin
ese reconocimiento la libertad degenera en las sociedades inmaduras en licencia o
libertinaje. La libertad política, dice el artículo 4° de la Declaración Francesa de los
Derechos del Hombre:
“Consiste en poder hacer cualquier cosa que no dañe a otro. El ejercicio de los derechos
naturales de cada hombre no tiene más límites que los que parezcan necesarios para asegu-
rar a los demás hombres el libre ejercicio de esos mismos derechos; estos límites sólo podrán
determinarlos las leyes”.
369
SOCIETAS
La tolerancia y el respeto a los demás, por ejemplo, son valores que tienen múlti-
ples expresiones privadas y públicas. Esos valores facilitan la vida política sin violencia,
pues las personas que participan en ella entienden que las libertades de pensamiento,
de opinión y de crítica integran un camino de doble vía que tiene sus límites en la
libertad de pensar, de opinar y de criticar de los demás; entienden que otras personas
pueden discrepar y criticar la opinión propia y que los consensos para logros comu-
nes importantes pasan por las vías de la diversidad de opiniones y opciones, de la
divergencia y del conflicto. En una democracia afirmó J. William Fulbright, senador
norteamericano, disentir es un acto de fe y la crítica, en opinión de otro escritor, más
que un derecho es un acto de patriotismo, la más alta forma de patriotismo.
No estamos seguros que los debates constitucionales consideren suficientemente
las virtudes de autogobierno de los pueblos. Más bien creemos que generalmente esas
virtudes se presumen y que es pensamiento muy extendido entre los arquitectos ju-
rídicos que los diseños constitucionales bastan para asegurar la libertad y la felicidad
de las personas y de los pueblos. Drost afirma sobre el particular:
“Los aspirantes políticos que alardean de astucia han conseguido desilusionar una y otra
vez a los pueblos con sus predicciones y plataformas, que hablaban de un orden social con
cualidades y atributos únicos, completamente distintos de los rasgos y de las facciones carac-
terísticas de las personas. Esa peligrosa ilusión de que algún día el Estado podrá establecer
un orden social que sea más noble, valioso, justo y moral que el ciudadano común conduce
a la glorificación del Estado y a la esclavitud del pueblo”.
370
DERECHO EN LA EDUCACIÓN
“En este proceso se produce una interacción educativa entre persona y grupo, en el cual
aquella aporta su grado de formación al grupo y resulta enriquecida en el contacto con
éste, es una espiral progresiva de desarrollo en que cada grado de perfeccionamiento per-
sonal provoca y exige al sujeto un mayor nivel de participación o, lo que es lo mismo, de
proyección y de realización social”.
“Una gran democracia debe ser progresiva o pronto dejará de ser una gran democracia”.
Theodore Roossevelt
26º Presidente
EE.UU. de Norteamérica
Credo pedagógico:
Yo creo que
– La escuela es sobre todo una institución social.
– La educación, por lo tanto, es un proceso de vivir y no una preparación para vivir en
el futuro.
– La educación es un método fundamental del progreso social y reforma.
John Dewey
Educador y filósofo norteamericano
Roberto Briffault
Novelista y antropólogo inglés
4 Lautaro Ríos “Derecho de Participar y Participación Universitaria”, Revista Chilena de Derecho, Facultad
371
SOCIETAS
372
DERECHO EN LA EDUCACIÓN
John Adams
John Addison
Poeta y ensayista inglés
“Para los malos gobernantes el progreso del conocimiento entre las masas
es objeto de temor; es fatal para ellos y sus designios”.
Meter Henry
Historiador escocés
373
SOCIETAS
Los efectos desfavorables que emanan del desconocimiento del sistema legal y de los
derechos y obligaciones afectan de preferencia a las personas económicamente pobres
debido principalmente a que son ajenos a los sistemas de comunicaciones jurídicas más
usados, a su falta de educación y a la carencia de recursos económicos para acceder
a los abogados. Porque, en efecto, los abogados deberían ser importantes comunica-
dores o agentes intermediarios de información de la ley, del derecho y de la justicia,
porque poseen sistemas especializados de información jurídica que los mantienen al
día sobre el estado actual de la ley y porque son las personas que histórica y monopó-
licamente intermedian entre el ciudadano y los centros de aplicación del derecho de
modo que sus servicios deberían suplir parcialmente los efectos negativos derivados
del desconocimiento de los derechos y obligaciones. El acceso a los abogados, empero,
es difícil y a veces imposible para las personas económicamente pobres o con recursos
escasos cualquiera que sea el número de abogados para una población porque cuestan
dinero. Mas la barrera económica no es la única. Las hay, además, de orden cultural,
de lenguaje y psicológicas. Es un arduo y complejo problema que aún los países más
adelantados no resuelven satisfactoriamente.
Las oficinas de asistencia legal privada o pública destinadas a satisfacer las
demandas de asesoría legal de esas personas descuidan ostensiblemente la importan-
te labor educativa que les corresponde desarrollar para con sus clientes tanto más
importante cuanto que esos clientes no tienen el mínimo punto inicial para tratar de
374
DERECHO EN LA EDUCACIÓN
obtener los servicios profesionales o para iniciar averiguaciones acerca de las leyes.
De aquí que la ignorancia de éstos los hace más dependientes de los abogados y otros
profesionales que tienen la educación de que aquél carece y, por lo tanto, la infor-
mación. Son centros de ayuda legal reactivos caracterizados por una sobrecarga de
casos, pasivos y rutinarios en el tratamiento de los casos, con atención preferente de
casos individuales, entre otras características. Por el contrario, los servicios de ayuda
legal proactivos orientan sus esfuerzos a desarrollar poder en los clientes para que
comprendan sus derechos, para que comprendan los beneficios de la legalidad y para
que minimicen las barreras que dificultan el conocimiento del derecho y el acceso al
sistema legal. Son estos servicios legales que en su relación con el cliente acentúan fines
educacionales y persiguen el consentimiento informado de sus clientes en las decisiones
profesionales que se toman y el rol activo de estos en el seguimiento legal de sus casos.
En suma, ayudan al cliente a ayudarse a sí mismo. Esta orientación de los servicios de
asistencia legal, al parecer poco desarrollada, considera la educación como esencial
ingrediente de cualquier programa de servicios legales de manera que las personas
atendidas adquieran conciencia de sus derechos y obligaciones. El “derecho preventivo”
adquiere en ellos particular importancia porque se pretende con esta modalidad de
la abogacía que el remedio legal pase a ser la excepción más que la regla.
Si se ha formulado alguna referencia a la acción educativa de los abogados y de
los servicios de asistencia legal es porque se supone que constituyen el canal natural de
acceso de la gente a los centros de aplicación del derecho y con ello debería aminorarse
el impacto negativo del desconocimiento de los derechos y obligaciones.
Mas la acción educativa de los abogados y de los centros de asistencia legal constituyen
sólo una forma de comunicación del derecho y de la ley más accesible a los adultos
que a los jóvenes y niños. El Estado, primero a través de la publicación formal de
la ley que no induce suficientemente a respuestas o reacciones y luego a través de
sus funcionarios, por ejemplo, la policía y especialmente aquellos que se mueven en
las regiones rurales, es otro importante agente comunicador de leyes y reglamentos
pero indispensable para la implementación de sus políticas de desarrollo y de cambio
dirigido.
Existe, por otra parte, un flujo de comunicaciones altamente estructurado
proporcionado por los modernos medios de comunicación social, periódicos, radio,
televisión, cine, Internet, etc. los que tienen una enorme responsabilidad que asumir
en la comunicación plena, eficiente y comprensible del conocimiento legal, en términos
de beneficiar a sectores muy amplios de la población.
Existen, asimismo, otros agentes que pueden mover la comunicación no tan solo
“hacia abajo” sino además “hacia arriba” caracterizada esta última por transmitir deman-
das populares al liderazgo político tales como asociaciones profesionales, cooperativas,
iglesias, corporaciones, instituciones recreativas, sindicatos, organizaciones de derechos
humanos, partidos políticos, centros familiares, organizaciones vecinales, etc. Todas
ellas pueden llegar a ser instituciones muy adecuadas para hacer llegar información
legal directamente a personas que de otra manera difícilmente se enterarían de sus
derechos y obligaciones legales y para implementar programas de educación cívica.
375
SOCIETAS
Los jueces, como se explica más adelante, deberían cumplir también una im-
portante función comunicadora del derecho y de la forma de operar del sistema de
justicia más allá de las resoluciones judiciales.
Finalmente, se encuentra la educación escolar como agente comunicador de
insospechadas proyecciones.
Si bien la educación cívica y las ciencias sociales han sido desde hace mucho tiempo
aceptadas como responsabilidad de la educación escolar, los programas existentes son
deficitarios en impartir conocimientos y destrezas básicas para la adecuada formación
cívica y legal requerida por la sociedad moderna. Por el contrario, ciertas conductas
desviadas y aun de violencia dentro de los establecimientos educacionales son índices
claros de una falta de respeto muy extendido por la ley y el derecho y los valores que
los sustentan.
En el ámbito de las ciencias sociales y de la formación cívica se reproduce el rasgo
predominante de la educación general ya formulado, en cuanto no acerca suficiente-
mente a los estudiantes a las realidades y problemas de la sociedad a que pertenecen.
Tanto el método como el contenido no incrementan las habilidades de los estudiantes
para analizar el fenómeno legal y el político ni les proporciona una comprensión ope-
rativa de cómo trabajan el sistema legal y las instituciones legales. Se imparten cursos
con materiales de enseñanza que proporcionan definiciones y conceptos abstractos e
información superficial y sobresimplificada sobre textos constitucionales carentes de
conexión con la realidad y con los asuntos públicos más difíciles e importantes. Se trata
generalmente de cursos narrativos expositivos, carentes de vida, tediosos, de asimila-
ción memorística, de fácil volatilización más que asimilación y comprensión. Aspectos
vitales de la vida democrática y del sistema legal son insuficientemente comprendidos
por los estudiantes por ausencia de información o información meramente teórica e
incomprensible. Por ejemplo:
a) Lo que es la ley o dicho de otro modo, la necesidad de que existan reglas de con-
vivencia pacífica en una comunidad, del mismo modo como se necesitan reglas
en los deportes y en los juegos. (En general los deportes son un vehículo natural
para introducir y reforzar en el contexto de la educación escolar una variedad
de conceptos legales):
b) Los procedimientos para generar esas reglas en una democracia y sus diferencias
con otros sistemas. Dicho de otro modo, cómo llega a existir la ley.
c) Los valores e intereses que se encuentran detrás de esas reglas.
d) La necesidad de respetar la pluralidad de ideas.
e) El concepto y contenidos del “Estado de Derecho”, cerebro y corazón del sistema
democrático.
f) Los límites de los poderes del Estado y del gobierno.
g) La importancia del modo de gobierno representativo basado en elecciones libres
y competitivas.
h) De qué manera y por qué caminos la Constitución y las leyes afectan la vida diaria
y las necesidades básicas de las personas.
376
DERECHO EN LA EDUCACIÓN
i) Cómo funciona la ley en la práctica y cómo puede trabajar para las personas el
sistema de justicia particularmente en la protección de sus derechos humanos.
j) Cómo se puede participar responsablemente en los asuntos públicos del
país, etc.
377
SOCIETAS
legal para que los apliquen en experiencias diarias y para que lleguen a ser personas
legalmente ilustradas e informadas, efectivas, competentes y participantes en una
sociedad democrática. Pretenden ayudar a entender cómo el derecho impacta la vida
diaria de las personas y los valores que están en la trastienda de nuestras estructuras
legales y cívicas. Programas de “DERECHO EN LA EDUCACIÓN” pueden contribuir
a una mejor respuesta del derecho a las necesidades básicas de las personas quienes
frecuentemente son sus víctimas en vez de ser servidas por el derecho. Programas de
“DERECHO EN LA EDUCACIÓN” pueden ayudar a la gente a prevenir o resolver
problemas e incrementar la utilización del sistema legal. Todo lo cual es fundamental
para alcanzar justicia y una mejor percepción pública del derecho, el sistema legal y
la profesión. Como objetivos más específicos de estos programas se pueden señalar
los siguientes:
378
DERECHO EN LA EDUCACIÓN
379
SOCIETAS
que a través de la aplicación de las normas legales pueden solucionarse los conflictos
entre los integrantes de la sociedad y los de éstos con el Estado. Si el sistema judicial
falla, si la justicia no puede proteger al individuo del ejercicio arbitrario de un Poder,
o si la percepción general de los ciudadanos es que no satisface las necesidades de la
colectividad, la Constitución pasa a ser insegura y se tiende a promover el imperio
de la fuerza, la violencia o la venganza, es decir, la búsqueda de soluciones propias al
margen del derecho. El debilitamiento del sistema judicial implica la alteración de la
paz y la convivencia civilizada. Dicho de otro modo, para la sobrevivencia y fortaleci-
miento de la democracia se requieren los mejores niveles posibles de justicia.
Sin embargo, para los estudiantes como para el ciudadano medio, el sistema de
justicia es el más remoto y menos entendido de los poderes del Estado. Su atención se
dirige a él por las noticias que dan cuenta de casos controvertidos y las experiencias
personales dejan la sensación de un complicado sistema judicial con procedimientos
oscuros y un lenguaje que entienden sólo abogados y jueces.
La educación escolar enseña poco y mal la ley y el sistema de justicia de sus países
y éste, a su turno, puede y debe cumplir y transferir a los colegios importantes funcio-
nes educativas. Porque en una sociedad democrática la credibilidad y la perpetración
de las instituciones públicas no pueden basarse en la ignorancia pública. Un poder
judicial independiente y fuerte depende de una ciudadanía educada y esta educación
debe iniciarse en la base. En nuestra opinión, los Tribunales de Justicia no cumplen
ningún rol significativo en la promoción de la percepción y comprensión pública de
su quehacer, en circunstancias que la publicidad de las actuaciones judiciales es de la
esencia de los gobiernos representativos. La responsabilidad de los jueces no es sólo
para con la ley sino también para con la percepción pública. Los jueces deberían ser
escuchados primero pero no solamente a través de la debida fundamentación de todas
sus resoluciones. Deberían hacer apariciones públicas, v.gr., visitas a los colegios, para
explicar en lenguaje comprensible el sistema judicial, cómo opera realmente, cómo
hacen sus decisiones, lo que hacen, lo que no les corresponde hacer, lo que no pueden
hacer, etc. Un buen camino para describir qué es un programa de “DERECHO EN
LA EDUCACIÓN” en la práctica, es precisamente dar algunos ejemplos acerca de lo
que pueden hacer los jueces para hacer del derecho algo real y comprensivo a los
estudiantes. Los jueces pueden enseñar pero también pueden aprender mucho del
público y de los estudiantes. Pueden enseñar, por ejemplo: (a) explicando su rol y su
función dentro del sistema de justicia, particularmente dentro del sistema de justicia
criminal, (b) explicando la organización y estructura de los Tribunales de Justicia y
los principales procedimientos legales, (c) llamando la atención sobre mejoramientos
en los procedimientos de administración de justicia, (d) explicando los retrasos en el
proceso legal, (e) identificando áreas de problemas y esfuerzos para resolverlos, (f) ex-
plicando los aspectos de la vida de las personas que son afectados por los Tribunales,
etc. Y no sólo los jueces. Existe una amplia gama de capital humano vinculado a la
Administración de la Justicia que pueden llegar a ser importantes agentes educativos
para los estudiantes: abogados, policías, oficiales de prisiones, médicos legistas, peritos,
etc. Los Tribunales de Justicia son, en suma, instituciones públicas particularmente
aptas para desempeñar a través de programas de “DERECHO EN LA EDUCACIÓN”
un significativo rol en la educación cívica de los escolares.
380
DERECHO EN LA EDUCACIÓN
xi. CoNClusióN
La educación cívica y legal de los pueblos de América Latina es un área que requiere
preferente atención. Las formas de comunicación del derecho en lenguaje llano y com-
prensible son múltiples y variadas. Programas de “DERECHO EN LA EDUCACIÓN”
orientados preferentemente a la educación escolar de acuerdo a las realidades e inte-
reses propios de cada país, pueden llegar a ser instrumentos útiles e indispensables
para mejorar la educación cívica que permita, a su turno, un sostenimiento activo de
las democracias.
381
HORA DE COMIENZO Y DE TÉRMINO
José Luis Cea Egaña
Presidente
Instituto de Chile*
Un antiguo refrán dice que todo principio tiene su fin. Esta hora representa eso, un
tiempo de comienzo y de término.
Termina un período en la Presidencia del Instituto de Chile y manifestamos
reconocimiento a lo que hizo el noble amigo, Servet Martínez Aguilera, en sus tres
años de labor. Las realizaciones logradas fueron recordadas momentos atrás, en la
cuenta leída por el Secretario General, amigo también Marino Pizarro Pizarro. Es una
prueba del esfuerzo aplicado y del éxito en los resultados obtenidos. A ellos, a todos
sus colaboradores y al personal administrativo les expreso nuestra gratitud.
Esta es hora también de principio o comienzo. Como siempre ocurre en la vida,
sobrevienen sentimientos y reflexiones diversas, cuyo conjunto vuelve compleja em-
prender, no solo continuar, la ruta que nos lleve a nuevas y mayores realizaciones. El
comienzo es inevitablemente difícil, porque no sabemos cómo será el futuro, tampoco
podemos caer en ilusiones, ni ignorar los recursos limitados –y limitantes– de que
disponemos. Tres años es un período breve, pero susceptible de transformarse en
muy extenso. Una y otra alternativa será juzgada por ustedes, sin disculpas de parte
nuestra.
i. bosquejo De uN ProyeCto
¿Qué hacer en estos tres años que iniciamos? ¿Cómo llevar a cabo la agenda de ac-
tividades que nos hemos propuesto? ¿A qué cambios estaremos alertas para colmar,
sin descanso, cuanto impone el objetivo matriz del Instituto, es decir, promover, en
un nivel superior, el cultivo, el progreso y la difusión de las letras, las ciencias y las
bellas artes?
Esas y otras preguntas las planteo con el ánimo de ir buscando respuestas que
impulsen mi labor en la Presidencia. Ya las compartí con el nuevo Vicepresidente,
distinguido amigo profesor Alejandro Goic Goic. Pero, cuanto diré a continuación,
es planteamiento propio, aunque creo que se enmarca en las coincidencias que tuve
con él. Espero que, además, represente las inquietudes y aspiraciones de todos los
Miembros de las seis Academias de nuestra Institución.
383
SOCIETAS
384
HORA DE COMIENZO Y DE TÉRMINO
Todos tenemos un lugar destacado en el trabajo del Instituto. Nadie está de más
y es conveniente que cada cual asuma su misión y la sirva eficientemente. Es apreciable
lo hecho pero más lo que nos queda por hacer. A todos les pido su ayuda y consejo,
su colaboración, sus ideas y proposiciones.
385
SOCIETAS
permite comenzar la tarea que he bosquejado. Nos esforzaremos, pero sobre la base
de proyectos concretos, por obtener el incremento del presupuesto institucional. Y
también me empeñaré por hallar recursos adicionales de fuentes externas. Así confío
que sea factible financiar las actividades que, cada semana de marzo a diciembre de
los próximos tres años, abran el Instituto de Chile al público a través de seminarios y
jornadas, de cursos y coloquios, de exposiciones y encuentros, de recitales y conciertos.
De algunas de esas actividades podremos obtener retornos pecuniarios, pero con el
conjunto de ellas haremos que la Corporación sea conocida y respetada, incluida la
juventud que no puede sernos ajena.
Tampoco puedo callar, por último, que me incomoda la ausencia del Instituto
en los debates nacionales en torno a la educación y enseñanza, la ciencia y la técnica,
los valores que infunden sentido al gobierno legítimo, la pureza y el uso de nuestro
idioma, la interpretación de nuestra historia y el disfrute de las bellas artes.
386
OBITUARIO
HOMENAJE AL ACADÉMICO DE NÚMERO
MARIO CIUDAD VÁSQUEZ
Marino Pizarro Pizarro*
Académico de Número
Me valgo, para iniciar este recuerdo de Mario Ciudad, de la página habitual escrita
por mi académico amigo Andrenio, en El Mercurio de días pasados.
“Muertes”
“No hay una sola muerte. Tampoco una sola forma de muerte”.
“Tal afirma Critilo ante un grupo de estudiantes. Alguno sostiene que la vida
humana es un valor intransable. Lo cual ese cierto, solamente que no se sabe si es
la vida como biología o la vida como biografía lo que realmente interesa. Porque se
puede estar vivo sin tener, en realidad, vida. Al menos vida humana”.
“Otros comentan que mantener la vida biológica a todo costo es asignarle un valor
que no tendría en comparación con el valor que para los cristianos puede tener la vida
eterna. Tal vez –aseguran–, morir no deba ser siempre motivo de pena, sino también
de alegría. A los santos se les celebra el día de su muerte, no el de su nacimiento”.
“Como sea, resulta paradójico entrar en argumentos acerca de casos públicos
si se desconocen los íntimos engranajes de las vidas que están detrás de los hechos.
Suponiendo que los hecho puedan ser conocidos en la maraña de trivializaciones que
suele acompañar a todo lo que concita interés público”.
Pero, lo cierto es que hoy recordamos aquí la vida de una vida. Y quiera quien
de nosotros interpretar ese valor intransable que guió a nuestro académico el vivir
sus íntimos deseos y el engranaje de sus hechos conocidos.
La frágil e ingrata memoria humana suele olvidar la presencia de figuras que han
contribuido a desarrollar y alentar la educación y cultura de sus pueblos. No es ajena
esa amnesia en el pueblo culto de nuestro país. Hechos a veces, más importantes del
diario acontecer, asuntos impuestos por la economía, la política, la tecnología, el des-
lumbramiento por la inefable modernidad o la moda imperante de turno, compelen
que la memoria del hombre vaya olvidando el hacer profundo del propio hombre,
como la de este hombre que evocamos hoy.
Estas palabras mías, a petición del señor Presidente, quieren contribuir a este
recuerdo sin olvido de nuestra Academia de su Miembro de Número Mario Ciudad
Vásquez.
389
SOCIETAS
390
HOMENAJE AL ACADÉMICO DE NÚMERO MARIO CIUDAD VÁSQUEZ
Ojalá que sepan todos también que este hombre singular supo situarse por encima
del conjunto de las circunstancias con postura inapreciable y que hizo de su vida un
acto de conciencia para estimular a los demás acerca de la responsabilidad del trabajo
cotidiano del hombre. No necesitamos nombrarlo, pues, para reconocer dónde está
su pensamiento, su voz, sus gestos, su presencia, porque seguirá viviendo en su obra,
ejemplo de voluntad y permanente acción.
Su vida ha sido la de un hombre sin renunciamientos. Hombre cabal en cada una
de sus acciones, igual a sí mismo. Sin claudicaciones banales y pleno de las grandes
claudicaciones que la vida impone necesariamente al hombre, pero que se compensan
con la condensación de la madurez, con el enriquecimiento de la experiencia, con
la profundización de la capacidad de comprender a los demás. Recordamos ahora
a ese hombre que supo situarse por encima del conglomerado político, con justicia,
dignidad y humanismo.
***
Aunque antes dijeran mis palabras que no aludirían a la biografía de nuestro aca-
démico, creo necesario recordar ahora parte del discurso de recepción de don Roberto
Munizaga Aguirre a la Academia Chilena de Ciencias Sociales. “Esta se siente particu-
larmente complacida en recibir hoy, 2 de mayo de 1987, como Miembro de Número
para ocupar el Sillón Nº 30, al profesor de la Facultad de Filosofía, Humanidades y
Educación de la Universidad de Chile, señor don Mario Ciudad Vásquez. Don Mario
Ciudad viene en incorporarse a la Academia tras un ciclo no inferior a cuarenta años de
compleja vida intelectual. Y ello no sólo en los dominios de la enseñanza universitaria
sino también en posiciones de alta jerarquía para el gobierno del Estado”.
“Es estimulante comprobar, cuando hoy se examinan los distintos momentos de
su trayectoria funcionaria en nuestra Casa de Estudio, que ella se cumple dentro de
una normalidad rectilínea: en efecto, Ayudante de Filosofía de 1940 a 1945, Jefe de
Trabajos, más tarde, Profesor Auxiliar enseguida, ingresa por último a la Facultad en
1949, en carácter de Profesor Ordinario, esto es, la jerarquía máxima de entonces,
titular de una cátedra ganada mediante el respectivo concurso”.
“Ha ocupado, también, el importante cargo de Director del Departamento de
Extensión Cultural de la Universidad de Chile entre los años 1964-1968, lo que iba a
permitirle organizar novedosas Escuelas de Temporada en Santiago y provincias. Fue
nombrado Decano de la Facultad de Ciencias Humanas, en el período 1978-1980. Y
conviene señalar todavía que, de 1955 a 1958, desempeñó el alto cargo de Ministro
Secretario General de Gobierno”.
Aparte lo señalado por el profesor Munizaga, hay que agregar que es Licenciado
en Medicina de la Universidad de Chile en 1941; Profesor de Estado en Filosofía;
Periodista, Miembro fundador de la Sociedad Chilena de Filosofía; Fundador y ex
Director de la Revista Chilena de Filosofía, y Director del diario La Nación. Es autor
de varios libros y estudios de su especialidad. Entre éstos: “El Instituto Pedagógico y la
educación laica”, “Viaje alrededor de una palabra”, “El miedo del hombre”, “Bergson
y Husserl”, “Schopenhauer oculto”.
391
SOCIETAS
392
HOMENAJE AL ACADÉMICO DE NÚMERO MARIO CIUDAD VÁSQUEZ
Amigas, amigos.
Así era Mario Ciudad.
En los lejanos años cuarenta en la señorial casona del Instituto Pedagógico de la
Universidad de Chile encontré por vez primera a Mario –si pudiera llamarse “hallazgo
oficial” de nuestra vidas profesionales– aunque yo aún estudiante insumiso y arrojado.
Fue en el convulsionado tiempo de la reforma de 1944 de la Facultad de Filosofía
y Educación, con renuncias de Decano, de profesores ilustres y el saldo positivo y
negativo de duras semanas de rebelde movilización. Entre estos profesores estaba mi
maestro, Pedro León Loyola, quien empezaba a entregar la levadura primera de la
filosofía, la saeta precisa para el iniciado. Él era doblemente maestro. No sólo el de la
cátedra y el libro sino el de la razón y el humanismo. Y allí, en ese ayer, Mario Ciudad,
su ayudante, en reemplazo del maestro.
Después, como ocurre en todo quehacer, bifurcados en caminos diferentes y de
distintos algunos, hicimos cada cual el oficio crecer y la amistad agrandar sin darnos
cuenta.
En la Facultad, en la Universidad, en el Instituto de Chile, en el Club de la
República, en la vida misma, con tropiezos, insatisfacciones, alegrías o esperanzas,
pasaron los años, resumiendo de modo inexplicable el sello indeleble de ese perma-
nente e inexcusable viaje a la educación, a la cultura, a la familia y a la dignidad y
respeto de la figura humana.
Así era Mario Ciudad. Y el viaje a la palabra que él dejó interrumpido y en sus-
penso, irreverentemente yo lo aproximo a la estación de término.
Y quiera quien de nosotros interpretar ese valor intransable que guió a nuestro
académico al vivir sus íntimos deseos y el engranaje de sus hechos y verdades.
No hay una sola muerte, ha dicho Andrenio.
Y yo quiero agregar al fin, que no hay una sola verdad. No todas las verdades
son precisas. No todas las verdades son vitales. No todas las verdades son eternas.
Pero hoy, en esta Academia y momento, Mario Ciudad Vásquez es una verdad
y un recuerdo.
393
DESPEDIDA DE UN ACADÉMICO Y AMIGO
Discurso del Presidente de la Academia Chilena de Ciencias Sociales,
Políticas y Morales, don José Luis Cea Egaña en el funeral
de Iván Lavados Montes
395
SOCIETAS
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RECUERDO DEL ACADÉMICO DE NÚMERO
IVÁN LAVADOS MONTES
Sergio Molina Silva
Académico de Número
397
SOCIETAS
398
CRÓNICA DE LA ACADEMIA CHILENA DE
CIENCIAS SOCIALES, POLÍTICAS Y MORALES
MESA DIRECTIVA
La Mesa Directiva de la Academia, dentro de sus facultades, decidió que las sesiones
ordinarias durante el año 2009 tendrían lugar los últimos lunes de cada mes a las 13.15
horas con almuerzo. Sus juntas ordinarias se efectuarían los últimos lunes de cada
mes según calendario aprobado. Horarios: de 13:15 a 15.00 hrs. con excepción de las
sesiones programadas para los días lunes 31 de agosto y lunes 28 de septiembre, las
cuales se iniciarían a las 12.00 M. en la biblioteca, para finalizar a las 14.00 hrs., y seguir
departiendo en el almuerzo que se serviría a continuación, hasta las 15.00 hrs.
En su oportunidad se acordaron además de la fecha los temas de las disertaciones
académicas que se presentarían en cada sesión como también sus expositores, algunos
Miembros de la Academia y se invitaría a participar a importantes personalidades
relacionadas con la materia que se analizaría en cada ocasión.
i. sesioNes orDiNAriAs
1. La Academia inició las actividades del año 2009 celebrando su primera Sesión
Ordinaria el 30 de marzo examinando el tema “La Gobernabilidad Política en el
Chile de hoy”. La introducción a este tema estuvo a cargo del Académico don Óscar
Godoy Arcaya, Miembro de Número de esta Academia.
Asistieron: 19 Académicos.
2. En la sesión del 27 de abril fue analizado el tema “La Crisis económica y sus efectos
políticos”. La introducción a este tema estuvo a cargo del Miembro de Número
don Cristián Larroulet Vignau.
Asistieron: 21 Académicos.
399
SOCIETAS
3. La sesión del 25 de mayo se destinó al análisis del tema “Chile y sus vecinos. Amistad
y tensiones”. Se contó en esta oportunidad con la intervención de los Académicos
señores Ernesto Videla Cifuentes y don José Miguel Barros Franco, Miembro
de la Academia de la Historia.
Asistieron: 18 Académicos.
5. En la sesión del lunes 27 de julio se analizó el tema “Chile y su relación con los países
de la Cuenca del Pacífico”. El tema fue expuesto por los Académicos de Número
don Enrique Silva Cimma y don Andrés Bianchi Larre.
Asistieron: 22 Académicos.
7. “Mirada sobre la juventud chilena”, fue el tema que se analizó en la sesión del 28
de septiembre. En esta ocasión el Académico de Número, don Agustín Squella
Narducci y el académico de la Universidad de los Andes, don Jorge Peña Vial
hicieron la exposición introductoria.
Asistieron: 16 Académicos.
400
CRÓNICA DE LA ACADEMIA CHILENA DE CIENCIAS SOCIALES, POLÍTICAS Y MORALES
1. En Santiago de Chile, siendo las 18:30 horas del día miércoles 23 de septiembre
se reunió en Sesión Pública la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y
Morales en el Aula Magna del Centro de Extensión de la Pontificia Universidad
Católica de Chile, para incorporar a la Academia como Miembro de Número a
la distinguida Socióloga Señora Patricia Matte Larraín.
El Presidente de la Corporación ofreció enseguida la palabra a la Sra. Matte quien
pronunció su discurso de incorporación titulado “El Rol de la Educación Privada
Subvencionada y sus Perspectivas Futuras: una reflexión desde la evidencia histórica y la
experiencia concreta” y luego pronunció el discurso de recepción el Académico de
Número, don Sergio Molina Silva.
iv. seMiNArios
El año 2009 la Academia tuvo una activa presencia en regiones que dio como resultado
Seminarios que tuvieron una convocatoria exitosa y contaron con la participación de
connotados panelistas.
401
SOCIETAS
402
CRÓNICA DE LA ACADEMIA CHILENA DE CIENCIAS SOCIALES, POLÍTICAS Y MORALES
v. CoNversACioNes
Homenaje al Académico de Número Enrique Silva Cimma, rendido por la Corte Suprema de Justicia
El 29 de octubre pasado, en reconocimiento de su dilatada y brillante trayectoria
a favor del Derecho y la democracia en nuestro país.
403
SOCIETAS
El Presidente asistió a la Reunión del 83º Plenary Meeting of the Union Academique
International, realizada en Buenos Aires los días 18 y 19 de mayo.
ix. obituArio
El 20 de diciembre de 2008 falleció el Miembro de Número, don Mario Ciudad Vásquez (Q.E.P.D.)
Dejando vacante el Sillón Nº 30. El Presidente asistió al funeral en representa-
ción de la Academia. En la sesión de marzo se rindió el homenaje de la Academia a su
Miembro de Número fallecido, a través del Miembro de Número de esta Corporación,
don Marino Pizarro Pizarro.
404
ÍNDICE
SOCIETAS 12
Academia Chilena de Ciencias Sociales,
Políticas y Morales
NÓMINA DE ACADÉMICOS
Palabras de don José Luis Cea Egaña en incorporación Sra. Patricia Matte Larraín 15
Patricia Matte Lararín: El Rol de la Educación Privada Subvencionada y sus Perspectivas Futuras:
una reflexión desde la evidencia histórica y la experiencia concreta 17
Sergio Molina Silva: Discurso de recepción de la académica señora Patricia Matte Larraín 31
Discurso de incorporación 35
Discurso de incorporación 43
CONVERSACIONES
DIÁLOGOS EN LA ACADEMIA
405
SOCIETAS
LA ACADEMIA EN REGIONES
“LA REVOLUCIÓN CONSTITUYENTE 150 AÑOS: SU IMPACTO EN EL DERECHO, LA POLÍTICA Y LA EDUCACIÓN”
JORNADA EN COPIAPÓ
“RUMBO AL BICENTENARIO”
JORNADA EN CONCEPCIÓN
406
ÍNDICE
ARTÍCULOS Y DOCUMENTOS
OBITUARIO
CRÓNICA DE LA ACADEMIA
Informe de actividades 2009 de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales 399
Índice 405
407