Cuentos de Navidad

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IES AXULAR (SANTURTZI)

DBH 2.A-B
LA CENA DE NAVIDAD

Ésta es la historia de un cocinero que


debía preparar una sabrosa cena de Nochebuena.
Había trabajado tanto durante los meses
anteriores que se vio abandonado por la
inspiración, precisamente en la época más bonita
del año. Se pasaba el día pensando en menús
navideños, sin que ninguno de los que se le
ocurrían lograra satisfacerle. Así llegó la víspera
de Navidad y él seguía sin tener ninguna idea.

Como estaba tan cansado se quedó dormido sobre la mesa de la cocina. Al


abrir los ojos se vio convertido en Papá Noel con un gran saco de regalos al hombro
y viajando en un trineo que se deslizaba por la nieve sin renos ni nada. Una vez
finalizado el viaje, el trineo se paró delante de una bonita casa rústica.

Entró en la casa y se encontró con un bonito salón navideño adornado con


todo detalle. El cocinero dejó el gran saco de juguetes en el suelo y se dispuso a
abrirlo. Lo primero que apareció fue una
deliciosa sopa de crema, hecha con una gallina
entera, con unos diminutos tacos de pechuga.
Lo segundo que se encontró fue un delicioso
pavo con ensalada y con patatas. Su tercer
hallazgo fue una tarta de nata y chocolate con
fresas por encima. Apenas podía creer lo que
le estaba sucediendo, se sentía lleno de
emoción.

El menú tocaba a su fin y comprendió que era hora de abandonar aquella


cálida casita y se dispuso a repartir los manjares de su saco. Como toque final a su
visita, llenó los calcetines de la chimenea con figuritas de mazapán, polvorones,
turrones…
De pronto le despertó el ruido de un caldo que había dejado en el fuego y
estaba a punto de salirse del puchero. Era ya de madrugada, pero aún tenía tiempo
de ponerse manos a la obra y elaborar el menú de la casita del bosque.

Haidée Fdez Sánchez

DBH 2.B
CUENTO DE NAVIDAD
 
Era de noche. Hacía frío. Tenía miedo. Llovía. Yo era peludo y pequeño.
Tenía dos meses y estaba solo. Tenía una familia que me quería pero, como
no podía alimentarme, me había abandonado.

Llevaba un día fuera de casa. Estaba muy mojado. No tenía dónde


resguardarme. Iba por los callejones y otros animales más grandes que yo
me mordían, me arañaban, me picoteaban la cabeza y me ladraban. Era un
inofensivo cachorro. En mis dos meses de vida nunca había tenido tanto
miedo.

Estaba cerca del ayuntamiento del pueblo, cuando de repente


aparecieron dos gatos. Les saludé y se empezaron a reír. Me di la vuelta y
me empezaron a arañar. Pasó un rato y una chica muy maja me cogió en
brazos. Me llevó a donde sus padres y les preguntó a ver si me dejaban vivir
con ellos. Al principio dijeron que no, pero al verme más detalladamente
cambiaron de opinión.

Me llevaron a su casa. Me curaron, me lavaron y me mimaron. Salimos


del baño y entramos a la sala de estar. Vi un árbol gigante. Era precioso.
Estaba decorado con serpentinas, luces y bolas. Miré hacia arriba y vi una
estrella en la punta del árbol. Bajo el árbol había cuatro nombres: Laura,
Luisa, Carlos y Beethoven. Conocía a todos menos al último. Vino la niña, es
decir, Laura, y me dijo que a partir de ahora me iba a llamar Beethoven.

Era tarde. Nos dormimos felices. Mi cama estaba junto a la de Laura.


Nos despertamos y Laura echó a correr hacia la sala de estar. La seguí.
Había un montón de regalos para todos. Abrí el mío. Era precioso. Era un
hueso gigante. Salté y eché a correr alrededor del árbol. Fui a donde Laura
y me dijo: "Feliz Navidad, Beethoven".
Entonces entendí el auténtico espíritu de la navidad. Ese día fue el
mejor de toda mi vida. Desde entonces, vivo con Laura, Luisa y Carlos y
celebro con gran entusiasmo la navidad. ¿Qué me tocará este año?
 

Aketza Romaniega =P
2.B
GRACIAS PAPÁ NOEL

Era diciembre y como siempre en Finlandia hacía mucho frío.


Quedaban diez días para la carrera de trineos y yo seguía sin trineo y mi
perro jefe seguía sin curarse.

Faltaban cinco días para navidad. Yo no es que creyese en Papa Noel


puesto que nunca me había traído nada, supongo que será porque Finlandia le
queda lejos, pero año tras año yo había ido perdiendo la confianza. Pero este
año era distinto esperaba y confiaba en que Papa Noel me trajese un trineo
y un perro que tuviese la suficiente fuerza para mandar.

Llegó el día de Nochebuena, lo pasé como otro cualquiera con mis


padres. Llegó la noche, me fui a la cama y le expliqué a Papa Noel el porqué
de mis peticiones en una nota para que él, cuando pasase por mi casa, la
pudiese leer. La nota decía lo siguiente: “Querido Papa Noel: Ahora que ya
sabes lo que quiero te diré porqué. Lo quiero porque me divertiría mucho
jugando con él, además si ganase la carrera, el premio económico sería tal
que podría sacar a mi familia de la pobreza. Ya sabes lo que quiero y porqué,
así que todo está en tus manos.”

A la mañana siguiente me
desperté como de costumbre,
bajé a la cocina, todo estaba
igual salvo porque había algo
haciendo ruido detrás de una
manta. Levanté la manta y miré,
me quedé alucinado. Papa Noel
había venido y me había dejado
un perro enorme. Fui a la cuadra
para decírselo a mis padres.
Entré y allí estaba, el trineo de
mis sueños, el que nunca habría
podido comprar. El mejor trineo del mundo.
Fui a casa, desayuné y me puse a entrenar para que el perro nuevo se
hiciese líder del grupo. Pasaban los días pero no lo conseguía.

Llegó el día del torneo y todavía no lo había conseguido, pero yo me


presenté. Me puse en la línea de salida. Y cuando la carrera empezó todos
mis perros trabajaron en equipo habían aceptado al nuevo como líder y ya no
había ningún problema.

Cuando estaba llegando a la línea de meta levanté la cabeza para


mirar cuántos habían llegado ya. Crucé la línea, me bajé del trineo y
pregunté a ver cuántos habían llegado y dónde estaban, porque yo no les
veía. El juez se rió y me dijo que no había llegado nadie que yo había ganado.
No me lo podía creer.

Mis padres llegaron y mi padre como de costumbre estaba enfadado.


Se puso a gritarme. Me preguntó a ver por qué no había ido a trabajar. Me
dijo que me habían echado y que moriríamos de hambre si no encontraba
rápido un nuevo trabajo. Yo medio llorando le dije que había ganado y que no
tendríamos que trabajar, que éramos ricos. A mi padre le cambió la cara y
me pidió perdón.

Al final todos vivimos bien no como multimillonarios pero nos llegaba


para vivir bien con mi padre trabajando a media jornada.

Gorka Carrasco

2.B
CUENTO DE NAVIDAD

Como cada año en Navidades todos los niños y niñas empiezan a mirar y
pedir regalos, todos quieren algún juguete. Todos empiezan a portarse bien. En
esta época todos los niños y niñas piden algún premio por su buen comportamiento.

Hace algunos años, en esta misma época, una niña empezó a escribir su carta
para Papá Noel:

“Querido Papá Noel:

Este año me he portado muy bien, mejor que los demás años. Espero que
tengas en cuenta esto que te acabo de decir, porque ya sé que quiero para
Navidades. Ya he mirado todas las revistas
de juguetes y he estado buscando juguetes
que me gustaran, pero no he encontrado
nada.

De todas maneras tengo dos grandes deseos


para que me puedas dar:

1º- Me gustaría pasar las vacaciones contigo


y conocerte

2º-Quiero que me enseñes a volar, quiero


volar como tus renos.

Ya te he dicho mis únicos deseos para Navidad, espero que puedas


cumplirlos”.

La niña se llevó un gran disgusto cuando en Navidad recibió un par de


calcetines en vez de un viaje al Polo Norte. 10 años después, la niña ya con 17 años
seguía todavía mandando esta misma carta a Papá Noel, pero nunca había suerte.

Siguió mandándola hasta sus 80 años de vida. Cuando estaba a punto de


morir, al cerrar los ojos, no acabó con una vida sino que empezó otra en el cuerpo
de un reno que estaba en el Polo Norte volando junto a Papá Noel.
ANE OCÉN (2ºA)

LLEGÓ LA NAVIDAD

Me desperté, noté frío en mi habitación, entraban unos rayos de luz


entre las persianas de mi ventana. Me levanté como loco a ver cómo hacía y
para mi satisfacción me encontré con un paisaje blanquecino, me quedé
asombrado.

Me apetecía salir, pero mi estómago decía lo contrario, así que me fui


a desayunar. Mis padres ya estaban despiertos, me senté en la mesa y
enseguida mi madre me trajo el desayuno. Después de desayunar, me vestí y
me fui a la calle.

Al volver y abrir la puerta de


casa, me llegó el olor de la comida. Mi
madre todos los años hacía por Navidad
torrijas. Después de comer yo también
me puse a ayudar a mi madre con los
canapés y los pinchos, abrí la mesa del
comedor, la adorné y empecé a colocar
las bandejas ya terminadas con mi toque
personal.

La tarde se me pasó enseguida y empezó a llegar mi familia. Cuando


vino todo el mundo nos sentamos en la mesa para empezar a picar y luego, el
plato fuerte. Como era Nochebuena, después de cenar nos pusimos a jugar,
algunos a las cartas y otros, a los juegos de mesa.

Al día siguiente de Navidad, fui a ver qué regalos me había dejado el


“Olentzero”, siempre había alguna sorpresa. Los demás días me quedé con
mis amigos y bajamos al “Pin” de Santurtzi, siempre hay alguna atracción
divertida.

Llegó la noche Navidad, ese día lo pasamos en casa de un familiar, nos


volvemos a reunir todos para cenar y atentos a la hora. Solo quedan dos
minutos, las uvas estaban preparadas, un minuto. Mi familia se empezó a
sentar, treinta segundos, pelando las uvas, doce segundos, Ramón García
dando las campanadas 1,2,3,4,5,6,7,8,9,10,11,12 ¡Feliz año nuevo! gritó todo
el mundo menos mi primo que tenía la cara blanca, yo le pregunté:

-¿Qué te pasa?

Y me di cuenta de que se había tragado una uva y no podía respirar.


Rápidamente mi padre le dio unos golpes en la espalda y se le pasó, nos
abrazamos y brindamos.

Aquella noche en la vida se me va a olvidar. Así que tened cuidado con


las uvas. Acabamos como siempre, bailando, jugando y lo más importante,
reuniéndonos todos por “Navidad”.

Eneko Marcos

2.B
Erase una vez una mujer llamada Eva. Tenía unos 39 años y
trabajaba de enfermera en un hospital.

Eva adoraba su trabajo y a las personas que tenía que cuidar en el


hospital. Era paciente, amable y siempre tenía una sonrisa para todo el
mundo.

Trabajaba a turnos mañanas, tardes, noches y hasta los días festivos.


Nunca la había importado, incluso los dos últimos años había trabajado el
día de Navidad. Era lo que peor llevaba, no poder comer con sus familiares
ese día.

Este año Eva estaba segura de que sí iba a ir. Estaba muy contenta y
feliz, pero justo tres horas antes de salir hacia la casa de sus padres, la
llamaron por teléfono de urgencias, tenía que trabajar.

Ella se puso muy triste. Cuando llego al hospital sus compañeros la


preguntaron qué la pasaba, su cara no tenía aquella sonrisa tan especial.
Eva les contó lo importante qué era aquella comida junto a su familia.

Sus compañeros decidieron entre ellos hacer la parte del trabajo de


Eva. Ella se puso muy feliz, no dejó de darles las gracias casi se le pasó la
hora de salir….

Eva llegó a casa de sus padres, allí estaba toda la familia reunida,
habían conseguido reunirse en total 10.

La cara de Eva había vuelto a ser la de siempre, una sonrisa enorme


ocupaba su cara.

Eva era la mujer más feliz del mundo.


Joseba Zamanillo

2.B

NAVIDAD
Había una vez dos hermanitos de unos ocho años, Paula y Carlos. Los dos
vivían con sus abuelos, porque sus padres habían desaparecido hacía varios años,
cuando un terremoto destrozó su casa. Pero no había habido rastro de ellos. Ni
siquiera la policía les había encontrado ni con los perros policías.

Pero ellos aún no habían perdido la esperanza de que algún día pudiesen
encontrarlos. Todo eso ocurrió el 25 de diciembre
del 2008, en Navidad. Sus abuelos y ellos en esas
fechas siempre ponían velas con la esperanza de que
apareciesen, pero no servía para nada.
Normalmente en las cartas del Olentzero en vez de pedir regalos, pedían que
trajeran de vuelta a casa a sus padres. En cambio siempre les traía regalos y nunca
a sus padres. Entonces pensaron que en vez de poner en la carta “traer a mis
padres” si ponían alguna cosa o algún juego…… igual traían a sus padres. Y ese año
así hicieron.

Por la mañana se fueron a las barracas del parque cerca de su casa. Después
fueron a casa a comer y después hicieron unos pocos deberes. Sobre las cinco los
terminaron y merendaron. Su abuelo siempre solía dar un paseo con ellos por el
pueblo para contemplar los adornos navideños. Pero al salir vieron una carta en el
felpudo, la cogieron y empezaron a leerla. Así decía: “Tenemos una sorpresa para
vosotros pero antes de dárosla necesitamos que nos hagáis un favor: tenéis que
poneros guapos”.

Y así hicieron. En la carta también ponía que fueran al parque que había cerca
de su casa. Cuando llegaron vieron a cuatro personas. Dos tenían uniforme y se
imaginaron que serían policías. Los otros parecían ser vagabundos por su ropa y su
estado físico.

Se acercaron y…….. ¡eran sus padres! Al verse se abrazaron todos juntos. Luego
sus padres les contaron que habían conseguido salir, pero durante esos dos años
tuvieron que alimentarse de lo que les daban sus vecinos o de lo que encontrasen
para poder sobrevivir.

Los niños estaban enfadados pero después de oír todo eso les perdonaron.
Pensaron que lo que había pasado no lo podían cambiar y que ese no era el momento
de andar enfadados, porque al fin y al cabo ¡ya era Navidad! Y además ya tenían
todo lo que deseaban. Nerea Rodríguez (2ºA)

CUENTO DE NAVIDAD
Era la noche de Navidad, todo era como siempre. No pasó nada especial
hasta que empezó a nevar. Todos los niños se asomaron a las ventanas saltando de
alegría. Y desde ahí, aunque no lo parezca, todo empeoró.

Como toda la gente estaba muy ocupada divirtiéndose no se daba cuenta de


que los niños desaparecían. Lo sé porque, aparte de ver menos niños en la calle, vi
como la nieve se tragaba a mi hermano. Lo intenté salvar, pero no llegué a tiempo.
Entonces descubrí que los niños eran tragados por unos agujeros que se hacían en
la nieve y que después se cerraban solos.

Gracias a mi ingenio logré unirme a un grupo de niños supervivientes que se


refugiaban en una cueva. Pero al cabo de unos días unos muñecos vivientes nos
encontraron.

Y cuando nos creíamos acabados salió el sol y los muñecos se derritieron, al


igual que toda la nieve. Cuando vi a mi hermano fui a abrazarle.

De repente me desperté. Todo había sido una pesadilla, pero para terminar
bien, le di un abrazo a mi hermano que aún dormía.

Gorka Pérez (2ºA)

CUENTO DE NAVIDAD
Era una noche fría, días antes de Navidad. Yo, como siempre, iba con mis
amigos de compras hasta que de repente vimos en la calle un cachorro abandonado.
Me lo llevé a casa, le di cobijo y comida.

Decidí enseñárselo a mis padres, ellos


aceptaron al perro, pero el perro se sentía solo.
Era un cachorro marrón clarito, precioso, pero
muy triste. Un día, tres días antes de la noche
de navidad, mis padres salieron de compras y
regresaron muy tarde.

Por fin llegó la noche de navidad. Tenía muchas ganas de a la mañana


siguiente recibir todos mis regalos. Me regalaron una
cachorrita blanca que al ver al cachorro se puso a jugar
con él.

- ¿Qué nombres les vas a poner? —


preguntaron mis padres.
-
- Al cachorro Tobi y a la cachorrita Blanquita
porque es blanca como la nieve—contesté yo
con mucha alegría.

Pasaron los años y yo vivía feliz junto a mis padres y a mis perros. Cada vez
que era la noche de tres días antes de navidad pasaba por la calle donde había
encontrado a Tobi para recordar los buenos momentos.

FIN…

Aitziber Cabezas

2.A

ANTTON
Era un día antes de Navidad, Antton se fue al colegio muy contento
porque era el último día.

Era la tercera hora de clase y de repente tocó la sirena y se fue al


patio. En el patio jugó al escondite, un amigo suyo se escondió con él. Antton
le preguntó a su amigo a ver qué iba a hacer por Navidad. Su amigo le
respondió que iba a ir a esquiar con sus padres. Después volvieron a clase y a
Antton se le pasaron las tres horas volando.

Cuando llegó a casa le dijo a sus padres a ver si podían ir a esquiar. Y


los padres dijeron que no, que el día de navidad no iban a ir a esquiar.
Antton se fue a su cuarto a llorar.

Los padres discutieron y al final decidieron ir a esquiar. Se


encontraron con el amigo de Antton y a sus padres y esquiaron juntos.

Unai Uribarri

2.A

¿QUÉ ES LA NAVIDAD?
Erase una vez una niña llamada Seni. Era una de las chicas que no
creía en la Navidad. No sabía ni lo que era eso. Siempre que hablábamos de
la Navidad, Seni decía que eso no existía y que, fuera lo que fuera, era un
rollo. Decía que el mejor mes era el verano y que qué era eso del invierno,
un modo de pasar el tiempo. Nosotros creíamos que lo decía en bromas,
pero aquel año nos dimos cuenta de que lo decía de verdad.

Queríamos que se diera cuenta de lo divertida que era la Navidad.


¿Cómo demostrarlo? ¡¡¡ Con nieve!!! Pero en Madame nunca había nevado.
Tendríamos que ir a otro pueblo a esquiar y que Seni se divirtiera.

Quedamos a las 7 de la mañana TODOS, incluso Seni, para coger el


autobús para ir a Dry. Fueron dos horas de viaje, sin parar ¡puff! Era
imposible aquello. Con tanta gente en el autobús… Yo no me habría
levantado un sábado a las 7. Pero ese día lo hice…mi hora habitual de
levantarme eran las 11 como mucho.

Salimos del autobús. Hacía frío. Era precioso aquello. Cuando bajó
Seni, se quedó alucinada. Todo este tiempo sin creer en la Navidad. Decía
que había sido tonta y que teníamos razón desde el principio. Estuvimos
todo el día en la nieve. Seni se divirtió mucho, pero eso no era todo. Seni no
sabía que en esa época venían los Reyes Magos. Planeamos una fiesta pijama
en mi casa y antes de irnos a dormir, colocamos el belén y el árbol de
Navidad. Quedó precioso. Nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente Seni
fue la primera que se despertó y dijo:

- ¡Pero si estos regalos no estaban ahí por la noche!

Y nosotros nos levantamos y dijimos:

-¡¡Los Reyes Magos!!

Desde ese momento Seni celebra la


Navidad y nos reunimos todos para poner el
árbol de navidad y el belén en la casa de Seni.

Maitane Andrés (2ºB)

UNAS NAVIDADES SIN MAMÁ


No soy una niña corriente y lo sé. No me refiero al aspecto físico,
sino a mi forma de pensar. Mis pensamientos son distintos a los de una niña
de mi edad, por cierto tengo 8 años.

Estas Navidades no van a ser iguales a todas las demás, porque no


tendré a la persona que me trajo al mundo. Siempre estuve a su lado, pero
su enfermedad acabó con ella.

En cuanto a estos pensamientos quiero que sean mi regalo. No quiero


ninguna muñeca, aunque me encanten; no quiero la consola ni nada. Un único
regalo me haría más feliz que todos esos. El de volver a tener a mi mamá.
Lloro por ella noche y día, por querer morirme yo también y volverla a ver.
¿Qué es una niña de mi edad sin una madre a la que pedir consejos? ¿Con la
que ir de compras? Me responderé yo misma a las preguntas, simplemente
nada.

Hoy es el día esperado por todos los


niños. Hoy llega Papá Noel, y me encantaría
que me trajese a mi madre, ya que él es
mágico. No sé si lo conseguirá, pero por
intentarlo no se pierde nada.

Cada nube que pasa, veo la cara de


mamá, mi reflejo en el espejo no soy yo, sino
ella. Cuando sea mayor quiero ser como ella: guapa, inteligente, feliz... mi
madre era una persona especial, y no lo digo yo por ser su hija, todos los
amigos, vecinos y los que la conocían lo dicen.

Mi padre siempre ha sido una persona fuerte, pero con la muerte de


su mujer se ha ido debilitando, ya ni siquiera se levanta de la cama; se pasa
todo el día llorando, parece que vivimos en un mar de lágrimas. Pero no, mi
madre no querría que estuviésemos así. Pero, ¿qué podemos hacer? Yo solo
llorar. No puedo más...

Karmele Rodrigo (2ºA)

Una Navidad Diferente


Yo soy Gumersinda, la pequeña de
tres hermanos. El mayor es Felipe y el
mediano es Cody. Vivimos en el Polo Norte
junto a mi padre, Santa Claus y mi madre,
la señora Claus.

Un día mi padre nos reunió a mis hermanos


y a mí.

- Siento daros esta mala noticia, pero ya soy muy viejo para seguir con
este trabajo tan duro – nos dijo apenados.
- ¿Y qué vamos a hacer? No podemos dejar a todos los niños sin regalos –
le dije asustada.
- Tendremos que tomar una decisión. Uno de vosotros tiene que ser el
nuevo Santa Claus.
- Yo quiero – dijo mi hermano mayor Felipe.
- Yo, también – dijo mi otro hermano Cody.
- Yo, también quiero – dije yo.
Mis hermanos me miraron.

-Tú no puedes, eres una chica y Santa Claus tiene que ser un chico

- ¿Por qué no puede ser una chica?

- Porque Santa Claus siempre ha sido un hombre y tengo que ser yo que soy
el mayor.

- Eso no es justo.

En ese momento nuestro padre nos hizo callar y dijo:

- Es verdad que siempre ha sido un hombre pero eso puede cambiar. Me


tenéis que demostrar los tres que estáis preparados para hacer mi
trabajo. Tendréis que hacer tres pruebas. La primera consiste en entrar
silenciosa y rápidamente por la chimenea. La segunda cómo reaccionar
cuando un niño te descubre. Y la última quién hace mejor el Jo Jo Jo de
Santa Claus.
Por la tarde empezamos con la
primera prueba. Empezó el mayor. Lo hizo
bastante bien, tardó poco y no hizo ruido.
Mi otro hermano entró por la chimenea. Mi hermano era regordete, no podía
bajar rápido, ya que se quedaba atrapado y hacía bastante ruido.

Yo estaba muy nerviosa, tenía que hacerlo mejor que mis hermanos.
Tomé aire, pensé en los niños que ese día me estarían esperando para
llevarles los regalos. Entré por la chimenea decidida. Lo conseguí, me sentía
orgullosa de mí misma.

Empezamos a preparar la segunda prueba. Mi hermano mayor dijo las


típicas palabras de mi padre.

- Soy Santa Claus y he venido a traerte regalos y tienes que irte a dormir
y no decir a nadie que me has visto porque si no, el próximo año no tendrás
regalos.

Mi hermano mediano, era un mandón.

- Vete a la cama o no tendrás regalos.


Yo de nuevo me puse nerviosa pero aunque me temblara la voz podía hablar.

- Mira, sé que el sueño de todos los niños es ver a Santa Claus entrar
por su chimenea, pero no puedo dejar que vayas diciendo por ahí que me has
visto, porque si no, ningún niño dormirá .Así que vete a la cama y duérmete y
no digas nada a nadie. Que sea un secreto entre Santa Claus y tú.

La segunda prueba hecha. Ahora la del saludo de Santa Claus. Esa


prueba no era difícil, pero yo tenía miedo, mi hermano mayor lo había hecho
todo perfecto. Llevaba más años que yo admirando a mi padre. Pero yo no
podía dejarlo ahora, tenía que hacerlo y por los menos estar orgullosa de mí
misma.

Vino mi padre donde nosotros. Nos llevó donde estaban los renos.

- Bueno, es la última prueba y consiste en que os subáis a los renos y les


hagáis andar y cuando estéis arriba gritar: Jo Jo Jo. Se os tiene que oír y
tenéis que llevar bien los renos.

Mi hermano Cody fue el primero. Los renos los manejaba demasiado bien,
y con la voz tan fuerte que tiene se oía bastante bien.
Ahora iba yo. Me monté en el carro y tiré de los renos. No los manejaba muy
bien, pero cogí el truquillo. Cuando llegué arriba, grité, dejé sonar mi
cantarina voz.

Bajé. Era la hora de mi hermano mayor. Él no sabía manejar muy bien los
renos. La última prueba terminada. Ahora mi padre tenía que tomar una
decisión.

Después de dos días de nervios mi padre nos reunió a todos.

- Bueno ya tengo a la o al nuevo Santa Claus, tiene que ser…


Mis hermanos me miraron sonriendo, como diciéndome que yo no era.

- Soy yo – dijo mi hermano mayor


- No, es tu hermana, Gumersinda.
Fui a abrazar a mi padre.

El día de Navidad por fin pude cumplir mi


sueño, pude dar regalos a todos los niños del
mundo y lo más importante les pude dar el regalo
más bello y grande que es la ILUSIÓN.

Iraide Sánchez 2ºB

EL MEJOR REGALO DE UN POLICÍA

El 25 de diciembre del año pasado estuve con mi familia en la pista de


esquí más grande del mundo. Fue un día que no olvidaré nunca.
Aquel día madrugamos mucho, porque teníamos que coger entrada y
allí iba un montón de gente dentro de la pista, pero aun así pudimos conseguirla.

Mi hermano y yo nos pusimos rápido los esquís nuevos que nos había n
regalado nuestros padres. Mis padres se lo tomaron con más tranquilidad.
Empezamos a andar por nuestra cuenta hasta que cogimos la fo rma de andar.
Entonces le dije a mi hermano que echáramos una carrera, y él me contestó
que sí y nos pusimos en la línea de salida.

Empezamos la carrera y, tras un


rato, vi que me sacaba mucho.
Entonces, a mi izquierda, vi otro camino
y fui por ahí. Era la única forma de
poder ganarle. Parecía un camino
normal pero, de repente, empezaron a
salir árboles. Los esquivaba como podía,
hasta que me choqué con uno. Caí al suelo y después de unos segundos de estar
inconsciente, me levanté. Vi enfrente de mí una casa.

Entré en ella para pedir ayuda y no vi a nadie. Entonces sospeché que


era una casa muy extraña, porque estaba la puerta abierta. Fui a salir de ella
pero se interpuso en mi camino una anciana. Me invitó a un té. Yo como no me
fiaba de ella, lo tiré cuando no miraba. Ella me preguntó lo que buscaba y yo
le conté la verdad. Ella se levantó y me cogió de las manos y me las ató con
una cuerda. Luego me dijo que me iba a matar pero, de repente, se abrió la
puerta. Entró un policía y me salvó.

Me contó que todo el mundo me estaba buscando y que mis padres


estaban muy preocupados. Cuando volví, mis padres se pusieron contentos pero
me castigaron y pasé todo el día sentado en un banco.

Erik Álvarez

2ºB

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