Ausencia de Felicidad - Kenneth Wapnick
Ausencia de Felicidad - Kenneth Wapnick
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WAPNICK. KENNETH
AUSENCIA DE FELICIDAD
-J EAN 9788493727437
“pRÉc'ÍÓ'n'ihl’iriÓ'’ GARANTIZADO
□m EL GRANO
D MOSTAZA
Título original: Absencefrorn Felicity
PREFACIO 1
INTRODUCCION 17
INTRODUCCION .47
INTRODUCCION .355
APENDICE
[Párrafo
Sección
| Oración
Párrafo
Lección
I IIL. I Oración
| Párrafo
I Capítulo I Pregunta
Parte I__________
I Texto Libro de ejercicios I Manual
1. Foundation for Inner Peace, Mili Valley, CA, 1975. Para aquellos que no están fami
liarizados con Un curso de milagros, este consta de tres libros—texto, libro de ejerci
cios para estudiantes, manual para maestros—ubicados en el contexto de un currículo
de autoestudio. En el Apéndice se provee un breve resumen de sus enseñanzas.
1
PREFACIO
2
Prefacio
3
PREFACIO
4
Prefacio
5
r
Introducción
7
INTRODUCCION: “UNA ABOGADA DE MEDIANA EDAD ”
/
Introducción: “Una abogada de mediana edad”
9
I
10
Introducción: “Una abogada de mediana edad”
2. A lo largo del libro, mis adiciones a material citado se indican mediante corchetes
[ ], en oposición al paréntesis (), el cual será siempre del mismo material citado.
11
INTRODUCCION: “UNA ABOGADA DE MEDIANA EDAD ”
12
Introducción: "Una abogada de mediana edad”
13
PARTE I
17
INTRODUCCION A LA PARTE I
18
Capítulo 1
19
1
20
El cielo y Helen: Introducción
anterior al comienzo del Curso. Ahí, el contraste era entre una sacer
dotisa “buena” y “malvada”. Retomaremos a esto en un capítulo
posterior.
En raras ocasiones Helen me expresaba la dolorosa realidad de que
ella “no sabía cómo amar”. Ella sabía que su amor por mí, por
ejemplo—como discutiremos en la Parte III—era distorsionado gran
demente por sus propias necesidades de controlar su miedo a la pér
dida y al abandono, así como el defenderse contra su odio subyacente
por todos y por todo aquello de lo cual dependía.5 Tan sensible a esta
dinámica en otros, y a las trágicas consecuencias personales de este al-
batros que el ego había colgado de nuestros cuellos, Helen también
sabía que ella no podía deshacerse de estas necesidades en ella misma.
El conflicto persistente de quién era ella, fluía a lo largo de la vida
entera de Helen como fluye un tema en una sinfonía. Cuando estudiaba
la licenciatura Helen escribió una composición—probablemente un
ejercicio de redacción creativa—que trataba sobre un pececito que
quería ser pájaro, y luego, al ser capaz de volar, deseaba ser pez nue
vamente, mas a través de todo retenía una insatisfacción fundamental
con su suerte en la vida. Aunque escrito con una más que leve ironía,
empezando por el título el cual tomó prestado del segundo soneto de
Shakespeare, el breve relato refleja la incapacidad de Helen para deci
dir quién era ella. Este comienza y finaliza con una graciosa nota a su
profesor.
21
Capitulo 1 EL CIELO Y HELEN: INTRODUCCION
Así que ahí está, y en verdad puedo decirle que lo lamento mucho,
mucho. No volverá a suceder.
22
El cielo y Helen: Introducción
El pájaro azul-gris
6. Aquí y a lo largo del libro, todas las elipsis son mías, a menos que se indique lo
contrario.
23
Capítulo 1 EL CIELO Y HELEN: INTRODUCCION
24
El cielo y Helen: Introducción
25
1
I
Capítulo 2
7. Al menos este fue el nombre que Helen le dio en su autobiografía. Helen siempre
tuvo una fobia en contra de que se usaran los nombres correctos de las personas (vea
adelante, págs. 260-61) y por eso en la autobiografía no se le da el verdadero nombre
a nadie, y los nombres de sus padres nunca se utilizaron. Yo expongo los nombres rea
les aquí excepto el de la institutriz, de cuyo nombre real jamás tuve conocimiento, aun
que ella no era inglesa tal como Helen me habia informado.
27
Capítulo 2 EL CIELO Y HELEN: LOS PRIMEROS AÑOS
Podía ver las flores y las velas y las estatuas a través de un pequeño
espacio entre las dos grandes puertas. Algunas veces oía música y la
voz de un hombre diciendo cosas que yo no entendía. Había un olor
rico, también. Una vez me escabullí en una capillita que había al lado
de la Iglesia. Había allí una estatua de una hermosa señora [María], con
una luz alrededor de su cabeza y flores y velas en el jardincito frente a
ella. Todos allí tenían cuentas como las de la señorita Richardson.
Quería quedarme allí pero decidí no hacerlo porque tenía miedo de que
a la señorita Richardson no le pareciera puesto que yo no era católica.
Pero decidí ser católica cuando fuese grande de modo que pudiese qué
dame tanto tiempo como yo quisiera.
Una amiga católica de la señorita Richardson también era una ins
titutriz a cargo de una niña católica. La niña y Helen se hicieron ami
gas, y ella le hablaba a Helen de las ventajas de ser católica, de rezarle
a Dios y a la Santísima Virgen, y de recibir lo que uno quisiera. Ade
más, a Helen le dijeron, que a menos que uno no fuese católico ardería
en el infierno. Aterrada por este pensamiento, Helen habló con la se
ñorita Richardson quien le sugirió que hablase con sus padres, puesto
que los niños “generalmente tienen la misma religión de sus padres y
tal vez ellos me podrían explicar las cosas”. Sin embargo, ella trató de
consolar a Helen diciéndole que no tenía que temerle al infierno puesto
que oraría por ella.
Helen sí habló con su padre sobre el tema, pero este le dijo que él
no creía en Dios y no tenía interés alguno en la religión, y que él creía
que las personas debían tomar sus propias decisiones en tomo a la re
ligión. Helen le preguntó acerca de su mamá, quien no se encontraba
en casa en ese momento, y él le dijo que ella tenía “algún tipo de reli
gión", pero que él no sabía mucho sobre la misma. Era evidente para
Helen, sin embargo, que él no tenía muy buen concepto de ello, y que
además no le interesaba particularmente. Helen, insistió, y ella y su
padre tuvieron una de las muy pocas “conversaciones reales” que
jamás sostuvieron. El le explicó a Helen que uno podía ser religioso sin
creer en el infierno, un alivio para Helen, y que él no creía que ella
debía preocuparse por el asunto. A insistencias de Helen, él le enseñó
entonces una oración judía, puesto que Helen quería desesperada
mente ser algo, y el ser judía le hubiese bastado. La oración comen
zaba con las palabras “Señor Dios de Israel...”. Helen olvidó el resto
rápidamente. Entonces Helen le preguntó sobre la religión de su
madre, y específicamente si habría la posibilidad de que se convirtiera
28
El cielo y Helen: Los primeros años
29
Capítulo 2 EL CIELO Y HELEN: LOS PRIMEROS AÑOS
30
El cielo y Helen: Los primeros años
31
Capítulo 2 EL CIELO Y HELEN: LOS PRIMEROS AÑOS
8. Inieresante por demás—a tono con su pose como atea durante sus estudios de pos
grado. lo cual discuto más adelante—aquí Helen no escribe con letra mayúscula los
pronombres relacionados con Dios. Posteriormente, sin embargo, era muy insistente
respecto al uso de la letra mayúscula en la mayoría de las palabras asociadas con lo
Div ino. Vea más abajo, pág. 389.
32
i
El cielo y Helen: Los primeros años
Cuando era más joven solía entrar en las Iglesias católicas con bas
tante frecuencia. Me llevaba bien con la Santísima Virgen, pero no
tomaba en cuenta a Dios para nada. Siempre iba por el lado de la
Iglesia donde estaba la estatua de ella.... Me gustaban la Iglesia y las
velas y especialmente los servicios dedicados a la Santísima Virgen.
Solía unirme en los cánticos y persignarme y sentirme como todos los
demás.
Cuando decidí ser una gran poeta [vea más adelante] me compré un
rosario de plata e iba a la Iglesia católica todos los días. Me hincaba
como todos los demás y rezaba mi rosario, pero en vez de decir los
“Ave Marías”, en su lugar pronunciaba el nombre de un poeta
famoso.... Cuando... [decidí ser] una gran pintora usaba los nombres
de grandes pintores. En mi papel como una gran cantante recitaba
nombres de óperas en las cuentas.
En cuanto a su madre y las experiencias en Lourdes, Helen escribió:
Mi madre había cambiado su religión nuevamente, pero no discutía
mucho conmigo y a mí no me gustaba plantear el asunto. Todavía yo
usaba mi medalla de la Santísima Virgen pero aún no había llegado a
una conclusión definitiva sobre mi milagro. Me acordaba del mismo de
vez en cuando pero siempre aplazaba tomar una decisión firme.
La religión, no obstante, alzó su cabeza alrededor de un año poste
rior a la experiencia en Lourdes, a través de la criada de la familia,
Georgia. Georgia y Helen habían estado muy unidas por algún tiempo,
pero su amistad se hizo más profunda cuando la familia se mudó a un
apartamento más pequeño después que Adolph el hermano de Helen,
catorce años mayor que ella, contrajo matrimonio y se mudó. Georgia
procedía de Alabama y no tenía familia en Nueva York, por lo cual los
Cohns, y particularmente Helen, se convirtieron en su familia. Georgia
era una bautista profundamente religiosa, y Helen desarrolló un fuerte
interés en su religión.
Su Iglesia creía que el infiemo era real, me dijo ella, pero yo deduje
que ella misma creía en un Dios bastante amigable y que no iba por ahí
asustando a la gente con el fuego infernal y la condenación. Además,
aunque él no molestaba a sus hijos exigiéndoles cosas irrazonables no
los defraudaba, y arreglaba las cosas de modo que siempre les salieran
bien al final. Esto sonaba lo suficientemente bueno para mi. Yo no es
taba muy segura de que todo me saldría bien.
33
Capítulo 2 EL CIELO Y HELEN: LOS PRIMEROS AÑOS
9. Este parecería ser el génesis del amor que Helen sintió durante toda la vida por los
espirituales negros. Vea la pág. 441.
10. Aquí Helen se refería al fenómeno pentecostal de “hablar en lenguas”, uno de los
"dones del Espíritu Santo" descritos en el Nuevo Testamento.
34
El cielo y Helen: Los primeros años
11. Uno de los pasajes bíblicos más favoritos de Helen era la primera epístola de
Juan 3:2-3 “Queridos, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que
seremos: pero sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él; porque
le veremos tal cual es. Y todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo,
como él es puro”. Vea T-3.II.5:10; T-l 1.VIII.2; T-30.VHI.5:8-9.
35
Capitulo 2 EL CIELO Y HELEN: LOS PRIMEROS AÑOS
36
El cielo y Helen: Los primeros años
puesto que ella fue quien “le había dado a Helen su cimiento reli
gioso”, y cuánto Helen la había querido siempre. Georgia se quedó con
Helen y Louis, dicho sea de paso, hasta alrededor de 1970, cuando es
taba casi ciega e ingresó en un hogar para el cuidado de ancianos. Ella
y Helen permanecieron en contacto por un tiempo después, y luego
Helen perdió el rastro de su vieja amiga, una de las muy, muy pocas
personas en su vida hacia quien Helen no mostró ambivalencia.
La vida joven de Helen pareció deteriorarse a partir de este punto.
Al entrar en su adolescencia, un progresivo problema de peso adoptó
de pronto proporciones casi cósmicas. Ella se convirtió en el blanco de
las bromas crueles de sus amigos, y los muchachos no le prestaban casi
ninguna atención.
Me sentía bastante desdichada e hice lo que hacía siempre cuando me
sentía miserable. Comía. Mientras más comía más aumentaba de peso.
Comencé a rehusar todas las invitaciones y venía directo a casa des
pués de clases y me quedaba ahí. No había encontrado a Dios y
comenzaba a parecerme que tampoco me querían mucho en la tierra.
La madre de Helen era de gran apoyo y trataba de ser útil. Para esta
época ella había cambiado su interés religioso hacia la ciencia
cristiana, y por eso llevó a Helen con el practicante médico “más ma
ravilloso”, alguien que “le había mostrado la luz”.
Yo misma necesitaba un poquito de luz, así que accedí a hacer la
prueba con el practicante. Mi madre me dio un libro el cual debía leer
primero. No me impresionó mucho ni en una forma ni en la otra, y fui
a ver al practicante más por desesperación que por fe. Este habló mu
cho acerca de Dios, me planteó innumerables argumentos con la
locuacidad nacida de una frecuente repetición, pero no pude evitar el
pensamiento de que con su manera de argüir se puede probar práctica
mente cualquier cosa. Pronto me di cuenta de que me enfrentaba
nuevamente al viejo problema de la fe. Tienes que creer primero y
luego buscar la prueba. No tenía sentido alguno pasar nuevamente por
lo mismo.
Finalmente, sin la ayuda de Dios, Helen adelgazó, aunque su peso
fue un constante problema y preocupación a lo largo de su vida. En
sus últimos años Helen tuvo éxito en mantener su peso, pero a gran
des expensas de energía mental. Estaba constantemente preocupada
con la invasión de un exceso de calorías en su sistema, y debido a sus
37
Capítulo 2 EL CIELO Y HELEN: LOS PRIMEROS AÑOS
12. En otras ocasiones, como se mencionó antes, Helen consideró carreras como la de
una pintora mundialmente famosa y como una cantante de ópera; su maestra de canto
pudo incluso lograr una audición para un programa de radio, sin embargo Helen desa
rrollo una laringitis “que me duró tanto tiempo que mi carrera como cantante de algún
modo se hizo a un lado permanentemente”.
38
El cielo y Helen: Los primeros años
39
Capítulo 2 EL CIELO Y HELEN: LOS PRIMEROS AÑOS
13. Vea las páginas 260-68 para una discusión de cómo Helen le puso otro nombre a
Louis.
40
El cielo y Helen: Los primeros años
41
Capítulo 2 EL CIELO Y HELEN: LOS PRIMEROS AÑOS
42
El cielo y Helen: Los primeros años
43
Capítulo 2 EL CIELO Y HELEN: LOS PRIMEROS AÑOS
44
PARTE II
LA ESCRITURA DE
UN CURSO DE MILAGROS
1
I
INTRODUCCION A LA PARTE II
47
I
Capítulo 3
49
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - A
50
Preparación para el posgrado
51
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILA GROS - A
La experiencia en el subterráneo
52
La experiencia en el subterráneo
53
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILA GROS- A
54
La experiencia en el subterráneo
“No se cómo explicar esto”, dije con voz temblorosa, “pero una
cosa muy graciosa acaba de suceder. Realmente, me asustó un poco, y
es muy difícil de describir. Pero, pues”, vacilé un momento, y luego se
guí sin aliento, “vi una gran luz, y olas y olas de amor emanaban de
ella, y cuando abrí mis ojos amaba a todo el mundo aquí, tanto como
ésta me amaba a mí. Ahora todo ha desaparecido, y no entiendo lo que
pasó”.
Louis, un lector omnívoro, había leído un poco sobre el misticismo,
aunque encontraba que el tema era de limitado interés. Muy extraña
mente, él no parecía sorprendido, y me dio unas palmadas en la mano
de modo tranquilizador.
“No te preocupes”, me dijo, suavemente, y tomó su periódico nue
vamente. “Es una experiencia mística común. No pienses más en ello”.
La experiencia fue tan asombrosamente distinta de la vida cons
ciente de Helen, que ella trató de hacer lo que Louis le recomendó:
Traté de seguir su consejo y lo logré parcialmente. El episodio no
se ajustaba a mi vida consciente, la cual permaneció inalterada por el
mismo durante mucho tiempo. Sin embargo, colgaba suspendido en un
rincón de mi mente, aunque no pensé seriamente en él durante años.
Dicho sea de paso, los lectores familiarizados con Un curso de
milagros reconocerán una alusión a esta experiencia en el hermoso pa
saje del texto titulado “La canción olvidada”:
Más allá del cuerpo, del sol y de las estrellas; más allá de todo lo
que ves, y, sin embargo, en cierta forma familiar para ti, hay un arco
de luz dorada que al contemplarlo se extiende hasta volverse un círculo
enorme y luminoso. El círculo se llena de luz ante tus ojos. Sus bordes
desaparecen, y lo que había dentro deja de estar contenido. La luz se
expande y envuelve todo, extendiéndose hasta el infinito y brillando
eternamente sin interrupción ni límites de ninguna clase. Dentro de ella
todo está unido en una continuidad perfecta. Es imposible imaginar
que pueda haber algo que no esté dentro de ella, pues no hay lugar del
que esta luz esté ausente.
Esta es la visión del Hijo de Dios, a quien conoces bien. He aquí la
apariencia de aquél que conoce a su Padre. He aquí el recuerdo de lo
que eres: una parte de ello que contiene todo ello dentro de sí, y que
está tan inequívocamente unida a todo como todo está unido en ti
(T-21.I.8-9:3).
Este pasaje siempre incomodaba a Helen, por razones que por mucho
tiempo yo nunca podía entender, puesto que su hermoso lenguaje era
55
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILA GROS-X
Los sueños
El Caballero
14. La mayoría de estos sueños no se fecharon, pero creo que su cronología general se
puede indagar. Algunos de ellos se extienden más allá de sus años de estudiante de
posgrado en la Universidad de Nueva York, pero se han incluido aquí por la razón de
mantener la continuidad del tema del yo dividido.
56
Los sueños
57
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - A
58
Los sueños
59
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - A
La gallina y la olla
60
Los sueños
61
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILA GROS- A
El cachorro
62
Los sueños
63
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - A
El conejo
64
Los sueños
65
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - A
66
Los sueños
67
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - A
68
Los sueños
Sueño I
69
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - A
70
Los sueños
Sueño II
71
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - A
72
Los sueños
73
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - A
hermoso ser. Las personas no tienen que ser perfectas. Ellas sólo hacen
lo mejor que pueden, y algunas de ellas son muy amables”.
Era una actitud poco familiar para mí, y al principio no la entendía,
pero se me ocurrió de pronto. “Es respeto a mi misma eso es lo que es”,
pensé. “Me pregunto, ¿dónde habrá estado todo este tiempo? Después
de todo, jamás he hecho algo de lo que tenga que avergonzarme”.
Luego pensé, “Me estoy poniendo vieja y se empieza a notar, tam
bién. Y algún día moriré”.
Esta idea no tenía atractivo alguno para mí, pero no era excesiva
mente perturbadora.
“Al menos estoy viva ahora”, pensé. “En cuanto a morir, anoche me
deshice de mi inmortalidad, y créanme, es un placer”.22
Cuando Louis llegó a la casa, dije “hola” como de manera amigable,
sin jamás haberlo visto antes, y sintiéndome un poquito sorprendida y
complacida respecto a él.
“He ahí otra persona”, pensé. “Qué cosa tan agradable, ¿verdad?”.
Después de la cena, Louis me pidió que comenzara un catálogo
nuevo, así que busqué lápiz y papel, y comenzamos a esbozar un enca
bezamiento. Al sentarme, todo mi cuerpo experimentaba algo muy
singular. Se sentía muy agradable, pero no reconocía lo que era. Nue
vamente me surgió de improviso.
“Estoy descansando”, pensé. “No lo reconozco pero en realidad ja
más lo he hecho antes”.
Todavía más tarde, sentía algo más extraño. Interfería con mi me
talografía, pero era más bien agradable. Entonces pensé, “Me está
dando sueño. Es tarde y no dormí bien anoche, de modo que es lo que
se supone que suceda. Generalmente me acuesto cuando creo que es
hora de hacerlo, yjamás me he detenido a considerar si tengo sueño o
no, así que nunca antes lo supe. De manera que me acostaré. Eso es lo
que hacen las personas cuando tienen sueño”.
Después de desvestirme comencé a cepillarme el cabello de
acuerdo con mi inflexible regla de que se supone que me cepille el ca
bello dos veces al día. En esta ocasión la rutina me irritó, y decidí que
al infierno con ella. De pronto se me ocurrió que jamás había conside
rado el valor real de muchas cosas que me parece que son
absolutamente esenciales. ¿Yo qué sé?; el cepillarse el cabello puede
que no sea necesario en absoluto, y ciertamente no tengo que hacerlo
con tan horrible regularidad. La próxima vez que lo haga, pensé, será
cuando me dé la regalada gana.
22. Con esto Helen quería decir que ya no tenía miedo de morir; así que era innecesario
para ella el apegarse a la defensa de creer en la inmortalidad.
74
Los sueños
75
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - A
76
Los sueños
hombre espera durante toda una vida para lograr la entrada a través de
una singular puerta que lo conducirá a la Ley, su meta. Finalmente,
cuando el hombre está al borde de la muerte, el portero le dice, desapa
sionadamente: “Nadie excepto tú podría lograr entrada a través de esta
puerta, puesto que esta puerta fue destinada para ti. Ahora voy a ce
rrarla”.24 Fin del relato.
Afortunadamente, como hemos visto, había otro sistema de pensa
miento presente en la mente de Helen. Este próximo sueño, el cual llegó
muy posteriormente, refleja este otro lado de ella, más positivo.
La bruja/ángel
Durante el mes de junio del 1975, Helen soñó con una joven quien
era un cruce entre una bruja y un ángel. Como en los otros sueños, este
refleja el conflicto intemo de Helen, proyectado aquí sobre la figura de
una mujer. Sin embargo, el sueño parece anticipar una resolución más
favorable de este conflicto, al apuntar hacia una época en que el juicio
de Helen no estará contaminado, y sus considerables dones serán uti
lizados más adecuadamente. Esta resolución realmente refleja la antes
mencionada dimensión transpersonal de la vida interior de Helen
como la sacerdotisa, la cual será el tema del Epílogo. A propósito, Bill
escribió a máquina el sueño de la descripción que Helen le hizo del
mismo, de ahí su diferencia estilística de los otros. Los dos comenta
rios entre paréntesis son de Bill.
Una menuda mujer delgada, intensa y de cabello obscuro, quien es
como una niña. Es una persona impulsiva y curiosa pero Helen le ñeñe
cariño, y al mismo tiempo no tanto cariño. Esta mujer-niña tenía ciertos
talentos y dones—mucho de lo sobrenatural. Si bien “no era malvada”,
tenía poco criterio para juzgar. Ella no podía ver la diferencia.
En general, ella estaba en algún punto entre una bruja y un ángel.
Era sumamente caprichosa. Había vivido con Helen pero siempre se
separaban con una gran pelea. Ahora, no hay pelea alguna, sino que se
han despedido como amigas. Esta vez era distinto. Ya no era asequible.
Además, algo sobre guardar una habitación para ella en el futuro.
En el sueño, Helen reconocía que era esencial que ellas no tuvieran
estas terribles peleas de nuevo. Antes de eso ella había sido golpeada
en la cabeza (por Helen).
24. Franz Kafka, The TYial [Eljuicio] (Alfred A. Knopf, New York, NY, 1960), pág. 269.
77
C.wm.T.0 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILA GROS- A
E! registrador
78
Los sueños
79
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - A
que hacer es sacudir el contenedor y lo que sea que esté en el centro del
mismo saldrá con facilidad”.
El oficinista se disgusta con esto. Aparta el cilindro a distancia se
gura de mi ávida mano y dice, a modo de censura, “No puedo permitir
esos métodos de investigación no ortodoxos. No, lo siento mucho pero
el conocimiento no te ayudará”.
El regresa el cilindro al piso y se aleja de mí con desaprobación. Yo
me siento decepcionada y un poco castigada, pero después de una
breve pausa decido tratar de nuevo.
“¿Quizás podríamos tratar bajo la ‘I’ de ‘Información’?” sugiero,
esperanzada.
“Información meramente da números telefónicos”, dice el ofici
nista. “No hay posibilidad de que eso pudiese ayudarte”.
“¿O tal vez la ‘P’ de ‘procacidad’ [i.e. lascivia u obscenidad]?”,
pregunto, desesperada pero aún persistente.
“Permíteme recordarte, jovencita, que la investigación se realiza
debidamente sólo con una mente abierta y libre de prejuicios”, dice el
oficinista, severamente. “Tal palabra es indicativa de un prejuicio
emocional muy fuerte. Este no tiene lugar en tu investigación”.
“Lo siento mucho”, digo en forma contrita, retrocediendo un poco.
“Yo sólo pensé que tal vez,—” me interrumpo, y luego digo, esta vez
más bien con violencia, “¿Cómo vería bajo la ‘S’ de ‘Salomé’?”
Esta vez el oficinista está realmente enfadado.
“Ahora estás diciendo puras tonterías”, dice él bruscamente. “Yo
no tengo tiempo para sandeces y te sugiero que te marches”.
La ira del oficinista me asusta y trato de calmarlo para que recobre
un grado razonable de cordialidad.
“Por favor, no se enfade conmigo”, le suplico. “Realmente no lo
quise decir. Simplemente se me salió. Mire, para que vea;—lo olvidaré
todo si usted lo prefiere. Quizás eso sea lo mejor, después de todo”.
“Ciertamente sería más atinado”, dice el oficinista, secamente.
Luego, al ver que todavía yo estaba muy renuente a irme, añade, firme
mente. “Bien, entonces, adiós”.
Me vuelvo obedientemente hacia la puerta. El enojo del oficinista y
la brusquedad con que me ha despachado me han hecho sentir profunda
mente incómoda. Además, toda la entrevista ha sido terriblemente
decepcionante. El oficinista no me ha ayudado. Además ha puesto muy
en claro que mi problema, que nunca le interesó mucho, ahora no le in
cumbe en lo absoluto. No hay una razón real para sospechar que él me
ayudaría aun cuando quisiera hacerlo. Y sin embargo persiste el senti
miento de que de algún modo él podría ayudarme enormemente, si tan
sólo quisiera. Temo encolerizarlo más al no aceptar mi despedida, pero
80
Los sueños
también estoy renuente a permitir que el asunto termine con una nota
tan poco satisfactoria. Sigo rondando la puerta con inseguridad por un
rato, cambiando de un pie al otro tristemente. Luego regreso al salón
muy suavemente de puntillas. Al principio el oficinista finge que no
me ha visto. Al fin mueve los hombros con resignación, y dice con for
zada paciencia, “¿Todavía aquí, eh?”
“Me temo que sí”, digo en voz muy baja. “Sé que soy una terrible
molestia, pero me preguntaba si usted me diría qué está haciendo,—es
decir, si no le importa mucho”, añado rápidamente.
“Estoy llevando cuentas”, dice el oficinista, brevemente.
“¿Las cuentas de quién?”, le pregunto, con avidez, complacida de
que siquiera me haya contestado.
“Las de todo el mundo”, responde el oficinista.
“No entiendo eso”, digo yo. “¿Podría tener la bondad de explicármelo?”
El oficinista suspira. “Supongo que no tendré paz hasta que lo
haga”, dice él cansadamente. “Muy bien, pues”; en este libro mayor
hay una página de cuentas para todos los que viven, y todas sus accio
nes se registran aquí. Siempre que alguien muere, yo trazo una línea
debajo del último registro, sumo todas las cantidades, y obtengo un to
tal. Este total se lo paso a las Autoridades pertinentes”.
“Ya veo”, digo, muy interesada. “Quiere decir que usted decide
quién ha sido bueno o malo, y cosas así”.
“Por vida mía, no”, responde el oficinista. “Yo simplemente regis
tro los hechos. Bueno y malo no tiene ningún significado para mí. Eso
puede interesarle a las Autoridades, por supuesto. Yo no sabría. No es
mi departamento”.
“Estaba pensando”, digo, hablando en tono casual. “Es decir,
bueno, ¿cómo diría usted que luce mi página?”
“No lo sabría aún”, responde el oficinista sin mucho interés. “Tu
cuenta no se ha cerrado aún”.
“Lo sé, pero ya debe haber algunas cifras en ella. Yo estaba como
que preguntándome ¿cómo lo ve hasta ahora. ¿Cree usted que cuadrará
bien?”, pregunto, ansiosamente.
“Yo jamás me aventuro a especular”, replica el oficinista. “En mi
trabajo sería una pérdida de tiempo. Una y otra vez he visto a una per
sona decidirse súbitamente a hacer algo muy inesperado,—algo que
cambia el cuadro total de sus cuentas. Es bastante probable que no lo
haga hasta el último minuto. Por lo tanto, he desistido de especular de
antemano. Y más tarde, por supuesto, ya no es necesario adivinar. Te
diré una cosa, no obstante”, dice, girando repentinamente hacia mí y
hablando con un énfasis no acostumbrado, “tu cuenta final se determi
nará en gran medida por lo que decidas hacer con ese calzador”.
81
Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MIL A GROS- A
82
Capítulo 4
83
Capítulo 4 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILA GROS - B
profesor Dr. William Rockwell con los siguientes comentarios sobre cada
trabajo respectivamente:
Apreciada señora Schucman—Una de las satisfacciones de estar dedi
cado a la actividad docente es la de ser testigo de cómo un estudiante
se esfuerza y alcanza, una meta en la consecución y síntesis de su pen
samiento que es incondicionalmente admirable. Este trabajo es tan
bueno que vacilo al utilizar adjetivos de uso corriente para describirlo.
¡Felicitaciones por un excelente trabajo! ¿Qué tal si lo publica? Creo
que lo amerita. Comentémoslo algún día.
Apreciada señora Schucman—No sé si usted ha experimentado alguna
vez el orgullo y la dicha que embarga a un maestro ante una excelente
obra realizada por un estudiante. Así me siento ahora. Este es un tra
bajo extremadamente bueno.
Otro profesor también leyó este segundo trabajo, y escribió:
Si es que puedo añadir mis comentarios también, sólo me gustaría de
cirle el gran placer que ha sido en verdad leer su trabajo. Usted tiene la
clase de mente hacia la cual uno sólo puede tener la más profunda ad
miración y el más profundo respeto.
El interés profesional de Helen era la investigación y los niños con
retraso mental, una población siempre muy allegada a Helen. En ver
dad, los retrasados mentales eran probablemente el único grupo acerca
de quienes yo jamás escuché a Helen pronunciar una palabra de crítica
o poco amable. Al graduarse en 1957, una propuesta de subvención ba
sada en su estudio doctoral—“Un estudio sobre la capacidad de apren
dizaje de los niños con severo retraso mental”—le fue aprobada para
provisión de fondos por una agencia federal la cual no le había dado
fondos a la universidad desde hacía más de treinta años. El proyecto
resultó bien y la directora del Departamento le ofreció un puesto como
maestra en la universidad, basado en el acuerdo de que ella habría de
someter propuestas de investigación adicionales, una actividad en la
cual Helen era experta.
El éxito de la carrera profesional de Helen parecía asegurado, y ella
tuvo visiones de ser la directora de un gran Departamento de investi
gación. El lanzamiento adecuado de esta carrera sólo esperaba la casi
segura aprobación de sus más recientes solicitudes de subvención. El
día que las estaban considerando, el nivel de ansiedad de Helen era su
perior a su acostumbrado alto nivel, por lo cual ella se fue a dar un
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Capítulo 4 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - B
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función como la portadora de luz, para Bill así como para el mundo.
Este “otro nivel de su mente” es el hogar del Ser sacerdotisa de Helen,
la cual estaba en constante comunicación con Dios.
El trabajo “no valía mucho”, sin título ni salario impresionante.
Mas Helen lo aceptó, ostensiblemente por las razones de que el Cen
tro Médico Presbiteriano Columbia era una institución de prestigio,
ella tendría tiempo para dedicarse a una consultoría en el Instituto
Shield para niños con retraso mental, una organización que ella que
ría mucho, y de que habría fondos disponibles para proyectos espe
ciales que ella pudiese iniciar. En retrospectiva, sin embargo, Helen
escribió:
En vista de los últimos acontecimientos, sin embargo, parece probable
que en realidad yo no tuve mucha opción en el asunto. Era ahí donde
se suponía que yo estuviese.
El puesto, sin embargo, resultó ser incluso mucho peor de lo que
Helen había imaginado.
El trabajo era realmente espantoso. El hospital no proveía espacio
para el proyecto y se hacía cada vez más claro que el “nivel más alto”
lo consideraba más como un riesgo que como una ventaja. Cuando al
fin se ubicó en un apartamento cercano yo me instalé en el trabajo
más tedioso y en la situación más difícil de mi vida profesional. El
trabajo era más que rutinario; en realidad era opresivo. Además, se
llevaba a cabo en una atmósfera de sospecha y competitividad a la
cual no había sido expuesta previamente. Al conocer mejor a Bill me
enteré de que había serías dificultades en todo el departamento,
donde los fondos así como la armonía interpersonal escaseaban
depresivamente.
Al crecer la amistad de Helen y Bill, Helen se enteró de que Bill,
al igual que ella, había terminado en el Centro Médico Presbiteriano
Columbia en cierto modo para su propia sorpresa. El había estado
previamente en el Centro Médico de la Universidad de Comell al
otro lado de Manhattan, donde trabajaba bajo la dirección de Harold
Wolff, el notable pionero en el estudio de la medicina psicosomá-
tica. En una reunión profesional, a Bill se le acercó un colega a
quien él apenas conocía, quien insistió en que él metiera una solici
tud para el puesto de director de un programa de formación predoc
toral en psicología clínica, así como el de director del Departamento
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Capitulo 4 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILA GROS-B
25. Al menos ese era el recuerdo de Bill. Vea, sin embargo, la págs. 297-98 más ade
lante, donde en el dictado del Curso a Helen, el relato de Jesús sobre el nombramiento
de Bill difería del de este.
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Capítulo 4 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILA GROS-B
interés sexual de Bill hacia ella era percibido por Helen como algo que
frustraba eficazmente el deseo de ella de controlarlo sexualmente. Al
principio Helen se había sentido atraída por Bill, quien posteriormente
le preguntó retóricamente que con cuántos hombres por quienes ella se
había sentido atraída estaba implicada en el presente. La respuesta por
supuesto fue que con ninguno, y una forma sexual de su intensa rela
ción obviamente habría interferido con la transmisión de Un curso de
milagros. Helen, a propósito, a pesar de sentirse ocasionalmente atraída
por otros hombres, permaneció fiel a Louis.
Helen describía sus diferencias con Bill de esta manera:
[Bill] había llevado una vida más bien difícil, y cuando yo lo conocí
estaba en un punto muy bajo en su vida personal así como en sus asun
tos profesionales. El estaba bastante vulnerable a la ansiedad,
deprimido y algo apartado. Sin embargo, mantenía una persistente
chispa de optimismo inherente y la creencia un tanto vacilante de que
había una salida y que él se las arreglaría para encontrarla. En con
traste, yo estaba ansiosa al punto de la agitación, capaz de ser mordaz,
y trabajaba con una intensidad que Bill encontraba positivamente alar
mante. Yo trataba de mantener una fachada de esperanza y de certeza
pero el pesimismo y la inseguridad subyacentes estaban muy cerca de
la superficie. Bill y yo abordábamos los problemas del Departamento
y reaccionábamos a la presión en formas muy distintas. Bill era pro
penso a aislarse cuando percibía una situación como acuciante o
coercitiva, lo cual hacia con frecuencia; direcciones en que su percep
ción estaba bastante prejuiciada en ese momento. El raras veces
atacaba abiertamente cuando estaba enojado o se sentía irritado, lo cual
le sucedía a menudo, pero era mucho más probable que se tomase pro
gresivamente reservado y hermético, y luego abiertamente colérico.
Yo, por el contrario, tenía la tendencia a involucrarme excesivamente
y a luego sentirme irremediablemente atrapada y resentida.
Recibía muchas peticiones de ayuda durante ese período, y mi telé
fono estaba generalmente ocupado toda la noche, a veces hasta muy
tarde. Yo no rehusaba ayudar allí donde podía, aun cuando muchas lla
madas procedían de personas totalmente extrañas quienes habían
obtenido mi nombre de algún modo. En verdad, generalmente yo era
más compasiva con los extraños y con los recién conocidos que con
aquellos más cercanos a mí, tales como Louis o Bill, hacia quienes
sentía considerable resentimiento. Mi sentido de que abusaban de mí,
el cual había aumentado con los años, comenzó a alcanzar un potencial
explosivo.
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santuario. Sánalo por mí”. Ella jamás preguntaba por el nombre de na
die, ni por los detalles de su petición. Simplemente oraba por él,
sentada muy calladamente junto a la llama en el altar. Jamás se le
ocurrió que la ayuda no sería concedida. Oraba por todos en la misma
forma, y jamás abandonó realmente el lado de Dios, al permanecer
apaciblemente segura de Su presencia allí en el salón con ella. Jamás
se adentró en el mundo, y estaba muy tranquila y muy feliz. Estaba tan
cerca de Dios que siempre era consciente de El. Yo estaba segura de
que ella era yo misma, y sin embargo no estaba segura. Lo cierto era
que yo la observaba con gran amor. [La cursiva es mía]
Las oraciones en cursiva reflejan nuevamente el reconoci
miento de Helen de que la sacerdotisa era ella misma, y sin embargo
al mismo tiempo no era capaz de identificarse con la sacerdotisa. La
imagen de otro mundo de la sacerdotisa—“Yo no estaba segura de que
su cuerpo fuese enteramente sólido”; “Ella jamás entró en el mundo”;
el hecho de que ella estuviese “oculta del mundo” en un templo intemo
en el cual la gente no podía penetrar excepto a través de un interme
diario—sugiere que su Ser no estaba realmente aquí, sino que perma
necía totalmente aunado con el Amor de Dios. Así pues, ella “nunca
partió realmente del lado de Dios, y permanecía pacíficamente segura
de Su presencia allí en el salón con ella.... Estaba tan cerca de Dios
que siempre tenía conciencia de El”. Esto reflejaba el estado mental
que posteriormente Un curso de milagros llamaría el “mundo real”,
que hemos mencionado antes.
Finalmente, la oración de la sacerdotisa anticipa el primer principio
de los milagros con el cual comienza el Curso, de que no hay orden de
dificultad entre ellos (T-l. 1.1:1). Oraba por toda la gente “en la misma
forma” y “nunca preguntaba el nombre de nadie, ni los detalles de su
petición”, y “jamás se le ocurrió que la ayuda no sería concedida”.
Para Helen, la sacerdotisa era verdaderamente la persona más santa del
mundo, y la experiencia que Helen tuvo de ella era el recordatorio de
que ella era esa Persona (Ser) también. Una experiencia paralela en el
contenido, aunque no en la forma, es descrita por Helen en una carta a
Bill, la cual se presentará en el Capítulo 6. Esta visión incluía una co
rona de laurel (la cual representaba el yo de Helen) la cual desaparecía
en la luz.
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cual se nos revela a través del perdón y del deshacimiento del ego. Para
Helen, una estrella dorada era aún más específicamente un símbolo
profundamente significativo de Jesús. Puesto que yo sabía la impor
tancia que esta visión tenía para ella, pensé que tener un altar en mi
apartamento, donde pasaríamos juntos una cantidad considerable de
tiempo, seria significativo para ella. Louis ciertamente jamás lo
hubiese querido en el apartamento de ellos, y yo no estoy seguro de
que Helen lo hubiese querido tampoco.
El altar estaba ubicado frente a mi sofá-cama donde solíamos orar
juntos a menudo, y Helen y yo pasábamos muchas horas en presencia
de este. Helen me decía que a veces ella solía despertar a media noche,
pensar en el altar en mi apartamento, y sentir que del mismo salía una
atracción muy fuerte hacia ella. Ella experimentaba esta atracción bas
tante directamente como el Amor de Dios, no muy distinto de las ex
periencias de amor en el subterráneo o al sur de Francia. También yo
le pedí que escribiese un poema para el altar cuando me mudé a mi
apartamento, y ella bondadosamente me complació con estas dos her
mosas estrofas:
Dedicatoria a un altar
Son los templos donde los santos altares de Dios están,
Y El ha puesto un altar en cada Hijo
Que creó. Rindamos culto aquí
En acción de gracias pues lo que El da a uno
A todos da, y jamás toma nada.
Pues ya Su Voluntad por siempre hecha está.
Son los templos donde un hermano acude a orar
Y a descansar un poco. Quienquiera que sea él,
Trae consigo una lámpara encendida para mostrar
Que el rostro de mi salvador reside allí para que lo vea yo
Sobre el altar, y recuerde a Dios.
Hermano mío, ven y rinde culto aquí conmigo.
{The Gifts ofGod [¿05 regalos de Dios], pág. 93)
Serie 111
La serie final de cuadros fue más larga que las demás, y tenía una
trama, por así decirlo. A lo largo de la secuencia aparecía una figura
masculina de tiempo en tiempo, siempre en un papel de ayudar. Al
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"Tiene que haber otra manera”
principio Helen no lo reconocía, luego pensó que quizás era Bill. Pero
con el tiempo ella “estaba segura de que realmente era Jesús, una con
clusión acompañada de gran asombro e incluso conmoción”. En algún
punto más tarde cuando Helen estaba relatándole uno de los episodios
a Bill, él le preguntó que a quién se parecía Jesús, y ella le respondió:
“Es gracioso, pero se parece mucho a ti”. Esto les parecía sorprendente
a los dos, y aún más adelante cuando Helen le preguntó a Jesús acerca
de ello, escuchó: “¿A quién más esperabas que me pareciera?”. La
serie básicamente relata el propio viaje interno de Helen, y su agitada
aunque pacífica conclusión. El “relato” comenzó
mientras estaba vagando a orillas de un lago, y me acercaba a un bote
grande abandonado que yacía sobre un costado, con una puerta que
conducía a la cabina abierta de par en par. El bote estaba atado con so
gas muy gruesas a un ancla de metal sumergida profundamente en el
barro que cubría la mayor parte del bote también, aparentemente impi
diendo su rescate. Obviamente había sido abandonado años atrás. De
algún modo sabía que se suponía que yo lo pusiese a funcionar de
nuevo, aunque rescatarlo parecía casi imposible.
Sabía que no podía liberar el bote sin ayuda pero no obstante me
sentía impulsada a tratar. Inútilmente halaba las sogas con fuerza, las
cuales eran tan pesadas que apenas podía levantarlas. Además el barro
era tan resbaloso que hacía que me cayese. Clamé por ayuda, aunque
sabía que no había probabilidad de que alguien me oyera en un lugar
tan desierto. Cruzó por mi mente que tal vez podría telefonear pidiendo
ayuda, pero esto tampoco parecía posible puesto que no había casas en
derredor. Era una situación frustrante. Me di cuenta de la importancia
de liberar el bote pero también tenía conciencia de mi total incapacidad
para hacerlo. Y luego me llegó la respuesta. Había estado actuando de
manera equivocada.
“Dentro del bote hay un aparato emisor y receptor muy poderoso”,
decía la Voz interior. “No lo han usado durante mucho tiempo pero aún
funciona. Y esa es la única forma en que lograrás echar a caminar el
bote de nuevo”.
El primer episodio terminó ahí.
Varias cosas más bien confusas sucedieron luego. Un Hombre26 sa
lió de algún lugar, y juntos conseguimos sacar el ancla del lodo,
enderezar el bote y finalmente lanzarlo al agua. Entonces comenzó a
26. Como se discutirá más adelante (vea pág. 389), la preferencia personal de Helen
era escribir con letra mayúscula los nombres y pronombres relacionados con Jesús,
aunque esta práctica no se sigue en Un curso de milagros.
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Capitulo 5 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS - C
cosa, y me resultaba difícil darle crédito. Esto, sin embargo, era más
difícil de justificar fácilmente con explicaciones.
Quizás file mi incomodidad lo que detuvo el resto de la serie
durante algún tiempo, y cuando el próximo episodio sí apareció tomó
la forma de un sueño. De la manera característica de un sueño, el bote
se convirtió en un automóvil. Yo iba al volante cruzando un puente con
mucho tránsito. Quería hacer un viraje a la derecha pero me encontraba
en el canil equivocado y otro carro estaba obstruyendo mi camino.
Ambos estábamos atrapados, con automóviles al frente y detrás. La si
tuación era un gran embotellamiento de tránsito. Aparentemente, no
habia manera posible de que yo pudiese hacer el viraje, aun cuando era
esencial que lo hiciese.
“Si trato de virar me estrellaré contra el automóvil que está al lado
mió”, pensé, “y si este dobla hacia la derecha no voy a tener tiempo su
ficiente de hacer el viraje a la derecha antes de que el espacio se llene
y quede atrapada otra vez”.
Me sentía muy molesta con esto, y seguía tratando de pensar en for
mas de hacer el viraje. Pero todas eran inadecuadas, la mayoría
desastrosas, y una o dos podrían resultar fatales. Y entonces me llegó
la solución.
“Lo haremos juntos”, pensé, felizmente. “No habrá dificultad al
guna”. Y así nuestros dos automóviles hicieron juntos el viraje a la
derecha. “Es gracioso que jamás lo pensara antes”, me dije a mí misma
a medida que el cuadro se desvanecía.
La próxima vez me encontraba sola en el bote, consciente aún de
haber hecho el viraje a la derecha. El bote se movía fácilmente y con
lentitud a lo largo de un lindo canal estrecho. El paisaje era bastante
hernioso y muy apacible. El canal estaba bordeado por hermosos árbo
les y verdes prados adornados en la orilla con riberas floreadas, y sólo
había brisa suficiente para ayudar a que el bote se desplazase.
“Me pregunto si habrá un tesoro enterrado aquí”, pensé para mis
adentros, ensoñadoramente. “No me sorprendería que lo hubiese. Es
justo el lugar para ello”. Entonces noté un palo largo con un gancho en
la punta, el cual yacía en el fondo del bote. “Justo lo que necesito”,
pensé, lanzando el gancho en el agua tranquila y llevando el palo tan
profundamente como me era posible. El gancho capturó algo pesado y
lo levanté con dificultad. Era un antiguo cofre de tesoro, la madera gas
tada por el agua, pero con los bordes de metal y el candado aún
intactos. El fondo estaba cubierto de algas marinas. Logré subir el co
fie al bote y lo abrí con gran entusiasmo.
Me sentí amargamente desilusionada. Había esperado un tesoro en
tenado, probablemente joyas o monedas, pero en el cofre no había
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mínimo, una negativa que puso a estos dos norteamericanos en una de
cidida desventaja. De hecho, una vez Bill tuvo que literalmente supli
carle a Helen que usara su francés para ayudarles a salir de un atolladero
práctico, en el cual las personas de quienes ellos necesitaban ayuda no
hablaban inglés en absoluto. Por otra parte, fue mientras estaba en el sur
de Francia que Helen tuvo aquella maravillosa experiencia de amor ex
tático que se discutió en el Capítulo 1.
La siguiente imagen de la jovencita, la última de esta serie, fue
única. Su inocencia prácticamente no encuentra contraparte alguna en
ninguna de las experiencias de Helen, con la excepción de la sacerdo
tisa, y obviamente reflejaba a ese Ser que prácticamente no tuvo ex
presión en su vida.
En sorprendente contraste con aquella austera figura [de la monja
de Notre Dame] había una que recurría a intervalos y que aún cruza por
mi mente de vez en cuando. Esta era la única imagen que seguía retor
nando de forma completamente inalterada. Este era el cuadro de una
niña que se parecía a mi en muchas formas, aunque no parecía tener
más de dieciséis años. Su cabeza estaba echada ligeramente hacia atrás
en una feliz risa y sus brazos estaban extendidos como en una bienve
nida universal. Era totalmente dichosa; literalmente incapaz de sentir
pena o dolor. Estaba de pie sobre un prado verde brillante [una vez
más, nótese este símbolo del mundo real] y en su extraordinaria felici
dad sus pies descalzos apenas parecían tocar la tierra. Estaba vestida
con un traje azul suelto que no evocaba recuerdos de ninguna época ni
de ningún lugar, aunque tenía un aire griego. Sin embargo, ella no tenía
nada que sugiriera realmente el pasado, ni parecía preocuparle en lo
más mínimo el futuro. No creo que considerase el tiempo como lo ha
cemos nosotros.
Igual que con la sacerdotisa, Helen se reconocía a sí misma en la
inocente jovencita. Colmada de “risa feliz”, estaba “enteramente di
chosa” y no sabía nada de pena ni de dolor. Por otra parte, tenía una
cualidad intemporal lo cual sugería que no estaba realmente en el
mundo en absoluto, aunque parecía estarlo. Repito, esta era una ima
gen del Ser más allá del “Cielo y de Helen”.
A medida que estas imágenes continuaban, a Helen le era muy di
fícil explicarlas y finalmente tuvo que admitir que su mente lógica y
su formación científica no le ofrecían ayuda alguna. Esta concesión
pareció introducir un nivel nuevo de experiencias psíquicas, las cuales
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los símbolos no estén implicados, si sólo están ahí). Hay una pequeña
cruz de piedra sobre la cúspide mayor. En la esquina a la izquierda (al
estar frente a la Iglesia) hay un basurero de alambre bajo la luz de la
calle. Al principio pensé que la Iglesia era católica, pero probable
mente es luterana. La calle que queda detrás de la luz va cuesta arriba
empinadamente. Es un poco torcida. Puede que haya un área de esta
cionamiento o algún tipo de solar baldío con piedras grises en la
esquina al otro lado de la luz de la calle. Hay pequeñas tiendas por am
bos lados de la cuesta, pero ninguna a un lado de la Iglesia, ni en frente
de ésta. Creo que tal vez sólo hay yerba y arbustos”.
Los detalles sobresalían con claridad asombrosa. Parecía que yo es
taba observándolo desde arriba, en un ángulo que sugería que yo
estuviese mirando desde un avión que volaba bajo. El cuadro era tan
claro que me olvidé de tener cautela y le dije a Bill que estaba segura
de que veríamos la Iglesia cuando aterrizáramos en Minnesota al día
siguiente.
Estaba decepcionada y enfadada cuando no vimos nada por el
estilo. Me había puesto en una situación precaria, y me sentía desilu
sionada y avergonzada. En un intento por restaurar mi autoestima
herida, trataba de sonar mucho más segura de lo que me sentía. Dije,
con gran convicción, que encontraríamos la Iglesia en algún lugar en
el pueblo de Rochester. Era tarde cuando llegamos, estábamos cansa
dos y teníamos una cita al otro día temprano. En el hotel, busqué un
directorio de Iglesias, y averigüé que había bastantes Iglesias en dife
rentes partes de la ciudad, y aunque creía que la Iglesia que buscábamos
era luterana, ya no estaba realmente demasiado segura de nada con res
pecto a esto. Nos fuimos a nuestras habitaciones a tomar una siesta, y
planeamos encontramos para cenar.
No podía dormir. Tenía que encontrar esa Iglesia. Se había conver
tido en algo atrozmente importante para mí. Tomamos un taxi después
de la cena y tratamos de encontrar la Iglesia. Antes de salir yo había
seleccionado varias Iglesias del directorio del hotel que por una u otra
razón parecían ser posibles candidatas. No eran las conectas. Entonces
le describí la Iglesia al conductor del taxi y le pregunté si conocía al
guna razonablemente parecida. El no sonaba prometedor, aunque
sugirió unas cuantas posibilidades más. [Mi recuerdo del relato que
Helen y Bill hicieron fue que, de las veintisiete o veintiocho Iglesias
en Rochester, Minnesota, ellos vieron veinticuatro.] Tras un largo
tiempo Bill insistió prudentemente en que regresáramos al hotel y nos
olvidásemos del asunto. Yo odiaba rendirme, pero obviamente el con
ductor del taxi comenzaba a preocuparse por nosotros, y nos quería
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Capitulo 5 EN CAMINO H ACIA UN CURSO DE MILA GROS-C
fuera de su taxi. Además se estaba haciendo muy tarde y los dos está
bamos bastante cansados para entonces.
Yo dormité un poco, pero continuamente me despertaba en un
sobresalto, paralizada por una larga serie de pesadillas. Cuando me en
contré con Bill a la mañana siguiente ambos estábamos cansados y
teníamos los ojos enrojecidos. Apenas habíamos dormido. De algún
modo cumplimos con el cargado itinerario de nuestro día, y al anoche
cer nos dirigimos extenuados hacia el aeropuerto. Bill se fue a mirar un
puesto de periódicos mientras yo me senté y cerré los ojos. Estaba de
masiado cansada para mirar cosa alguna. Comenzaba a quedarme
dormida....
“He aqui tu Iglesia”, dijo Bill, mientras sostenía frente a mí una
foto de una guia turística [vea en la pág. 224 una foto de la Iglesia de
Helen].
“¡0, sí, esa es!”, dije felizmente, despierta por completo. “¿Dónde
queda?”
“En ningún sitio”, respondió Bill. “Aquí. Léelo tú misma”.
Bill tenia razón. La Iglesia en verdad no estaba en lugar alguno.
Una vez había ocupado la sede de la Clínica Mayo, pero la habían de
molido cuando se construyó el hospital.
“Así que es por eso por lo que yo la miraba desde arriba”, exclamé.
“Era porque pertenece al pasado. No tenía nada que ver con aviones”.
Y entonces un escalofrío me recorrió y ya no quería hablar más so
bre la Iglesia. No había mucho más que decir, realmente. El episodio
tuvo, sin embargo, una conclusión inesperada y muy real.
De regreso a casa tuvimos que cambiar de avión [en Chicago] y es
peramos una buena hora en un aeropuerto frío, casi desierto.
Acurrucada contra una pared había una solitaria mujer. Yo podía sentir
olas y olas de angustia que fluían a través de ella. Se la señalé a Bill,
quien se oponía a que yo hablase con ella. Ambos estábamos exhaus
tos, era muy tarde, y él no estaba como para implicarse con extraños
en este momento. Además, yo podría simplemente estar imaginán
dome su angustia. Ella no mostraba señales extemas de otra cosa que
no fuese sueño. Yo no podía, sin embargo, escaparme del sentimiento
de dolor que estaba recibiendo de ella. Finalmente le dije a Bill que no
podía contenerme, y fui a hablar con ella.
Su nombre era Charlotte y dijo que estaba muerta de miedo. Ella
nunca había estado en un avión antes de este día, y ya había estado
varias horas en el aire durante un viaje muy difícil. Estaba severa
mente afectada, y atenada por el miedo de ir a Nueva York hacia
donde se dirigía. ¿Podría yo sentarme junto a ella, y agarrarle la
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(el milagro). Como Un curso de milagros dijo más tarde sobre los po
deres psíquicos:
El Espíritu Santo tiene necesidad de esos dones, y quienes se los ofre
cen a El y sólo a El caminan con la gratitud de Cristo en sus corazones
y con Su santa visión siguiéndoles muy de cerca (M-25.6:9).
Helen siempre hablaba de Charlotte con mucho cariño, y recuerdo
que recibió una llamada de Charlotte en mi presencia y sostuvieron
una breve aunque cálida conversación. Por su parte, Charlotte perma
neció muy agradecida a Helen y a Bill por su amorosa y solícita ayuda.
A propósito, Charlotte finalmente abandonó a su esposo, pero le in
formó a Helen que estaba feliz y en paz.
La “fase mágica” de Helen llegó a su asombroso final con un último
“episodio de imágenes”, en el cual ella sabía que había hecho una
“elección irrevocable”, una elección de abandonar cualquier tentación
de utilizar mal el poder de su mente. Esta fue una elección sobre la cual
obviamente, al menos de acuerdo con estas experiencias del verano,
ella había estado muy ambivalente en el pasado.
Me vi a mí misma entrar a una cueva en una formación de rocas en una
costa desolada, arrasada por el viento.27 La entrada a la cueva era baja,
y la cueva era bastante profunda. Todo lo que encontré en ella fue un
gran rollo de pergamino muy viejo. Sus extremos estaban enrollados al
rededor de unos pesados palos con puntas doradas, y los dos lados se
tocaban en el centro del rollo y estaban atados con una franja de papel
de pergamino la cual se cayó tan pronto mis dedos la tocaron. Desaté los
cabos y abrí el rollo lo suficiente para exponer el panel central, sobre el
cual había escritas sólo dos palabras: “Dios es”, y nada más. Luego des
enrollé un poco más el rollo lentamente, y diminutas letras negras
comenzaron a aparecer en ambos paneles laterales. La Voz me explicó
la situación:
“Si miras al panel de la izquierda serás capaz de leer sobre todo lo
que sucedió en el pasado. Y si miras al panel de la derecha serás capaz
de leer sobre todo lo que ocurrirá en el futuro”.
Las pequeñas letras a los lados del panel se estaban haciendo más
claras, y durante varios minutos me sentí tentada a mirarlas. Luego tomé
la decisión. Envolví el rollo para ocultarlo todo excepto el panel central.
27. Algún tiempo después Helen escribió: “Cuando fui a Israel varios años después,
quedé atónita al ver esa misma costa en Qumrán, donde se encontraron los Pergaminos
del Mar Muerto”. Vea la pág. 379.
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Capítulo 5 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILA GROS-C
Este inusitado pero agotador período desde junio hasta fines del
verano había terminado ahora, y Bill sugirió que sería una buena idea
tomarse unos días libres e ir a Virginia Beach a visitar la Asociación
para la Investigación y el Esclarecimiento, la organización fundada
por Edgar Cayce. Como ya se mencionara, Bill había desarrollado
mucho interés en Cayce y en su obra, y sentía que una visita podría
ser útil para clarificar los sucesos del pasado verano. Helen, como era
de esperarse, sentía de manera distinta, aunque con renuencia estuvo
de acuerdo en ir.
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28. Este apelativo no sugiere que hubo otras versiones del Curso; sólo se refería al
último manuscrito escrito a máquina.
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29. Para evitar una posible confusión, estoy escribiendo con letra los números de los
capítulos a los cuales me refiero en el Curso, mientras que retengo los números arábi
gos cuando me refiero a los capítulos de este libro.
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Capítulo 6
Durante los siete años y medio que datan desde el discurso de Bill
“Tiene que haber una manera mejor” hasta el final de la escritura del
Curso, hubo un período en que la relación de Helen y Bill pareció cam
biar para bien. Sobrevive una serie de cartas que Helen le escribió a
Bill en el verano de 1965, y algunas notas de un diario que Bill llevaba
durante las postrimerías del verano y el comienzo del otoño de 1966.
Mediante estas cartas y las anotaciones del diario es claro cuán ardua
mente Helen y Bill se esforzaron en la aplicación de los principios que
estaban aprendiendo de Jesús. Este aprendizaje incluía no sólo las lec
ciones de Un curso de milagros en sí, sino las enseñanzas más perso
nales que estaban recibiendo de Jesús—las cuales comenzaron con
antelación al comienzo del Curso—y que abarcaban sus vidas indivi
duales así como la relación de uno con el otro. Había un sentido de es
peranza el cual no existió antes ni después, sin mencionar una apertura
a examinar verdaderamente las propias percepciones equivocadas de
sí mismos y las que cada cual tenía del otro. En este capítulo examina
mos las cartas de Helen, y dejamos el diario de Bill para el Capítulo 10.
133
Capítulo 6 LAS CARTAS DE BELEN A BILL
Una nota final: estas cartas surgen dentro del contexto del período
intenso, reducido a unas pocas semanas cortas, que inmediatamente
precedieron la escritura del Curso. Los rápidos cambios ocasionales de
Helen de un tema a otro se entienden mejor cuando se ven dentro del
contexto de este intenso examen de sí misma. Puesto que no tenemos
acceso a los acontecimientos diarios tanto intemos como extemos de
este período, parte del material encontrado en las cartas puede ser di
fícil de entender. He añadido un comentario cuando lo he creído perti
nente en un intento por explicar cómo funcionaba la mente de Helen.
Carta uno
134
Las cartas de Helen a Bill
con seguridad como 1965, pues fue entonces que se enviaron a la tierra
las fotografías de Marte a las cuales Helen hace referencia.
Pensé que era mejor cambiar la palabra antes de decirla. Estuve tentada
a corregir esto varias veces, pero lo descarté como carente de
importancia.
Este rasgo de alterar algún aspecto de la verdad, no importa cuán
pequeño, era una parte integral de los intentos mágicos de Helen por
controlar su mundo y mantener a Dios afuera. La defensa funcionaba
en ella de este modo: si la verdad se cambia y se descarta, de ese modo
se toma falsa y no-existente; el reemplazo que Helen hace de la misma
se convierte entonces en la verdad por virtud de su aceptación como la
realidad de ella. La nueva “verdad” está ahora bajo su control, mien
tras que la verdad de Dios ha sido reemplazada. Veremos otros ejem
plos de este rasgo más adelante, particularmente cuando consideremos
la edición del Curso, donde se redujo la ansiedad de Helen al ella poder
efectuar cambios muy insignificantes (tales como substituir “que” por
“el cual”, y vice versa), o estar a “cargo” de la puntuación y algunas
letras mayúsculas.
135
Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
136
Las cartas de Helen a Bill
137
Capítulo 6 LAS CARTAS DE BELEN A BILL
dicho que tenia un collar de jade que le gustaba, y había tenido la in
tención de regalármelo de parte de Bill. Le respondí que prefería otra
cosa,—o mejor aún nada,—y le repetí que no me gusta el jade. Me im
pactó en ese momento que era raro que a pesar de todo él sí me diera
el collar. Mientras le daba las gracias, y le aseguraba que me gustaba
mucho, (sobre todo por cuestión de cortesía),30 me impactó el hecho de
que él parecía haber olvidado mi repetido énfasis en que no me gustaba
el jade. Esto lo convertía en un regalo extraño, pensé. Hice que me en
sartaran las cuentas nuevamente, perojamás las he usado. Al principio,
traté de devolvérselas por varias razones aceptables, pero S no parecía
escuchar.
S puede tratar aún de darme algo para el cuello que sea realmente
hermoso. (Esto no es misterioso de por si; Bill me dijo que S quiere
darme la cadena.) Cuando escuché esto por primera vez mi respuesta
inmediata fue “no podría aceptarlo”, a lo cual añadí en silencio, “y ade
más no lo aceptaría”. Ahora se me ocurría que este regalo era
realmente una soga, que S se siente impulsado a darme, y la cual tiene
que verme usar. El cuadro de la soga que pasó por mi mente me resul
taba muy repulsivo, y sabía que si debía aceptarlo de él representaría
un símbolo de que yo lo había perdonado, lo cual él necesita tanto. Mi
reacción inmediata fue la de negarme a ser chantajeada. Dicho sea de
paso, yo he perdido mi interés en las joyas más bien repentinamente.
Tengo muchas, y no necesito precisamente más. De hecho, creo que he
comprado suficiente de prácticamente todo. (Cuando fui de compras el
sábado compré un abrigo para Bill—Bill, lo cambiaré si no te gusta,—
y algunas gorras para Jonathan [Louis]. No quise comprar nada para
mí.)
Retomando a la soga, más tarde, pensé, “pero esta vez es preciosa.
Tal vez ahí radique la diferencia”. Me pareció una idea feliz en aquel
momento, y no volví a pensar en el asunto nuevamente.
Estos comentarios parecerían referirse a una vida pasada cuando S
había colgado a Helen con una soga (o fue parte de ese ahorcamiento).
Ahora él estaba pidiendo perdón al regalarle una cadena bonita, en lo
cual “radica la diferencia”.
Helen prosigue:
30. Helen, dicho sea de paso, casi siempre era una persona socialmente propia, a pesar
de sus frecuentes sentimientos que implicaban lo contrario.
138
Las cartas de Helen a Bill
139
Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
Y ahora creo que esto ha terminado. Lo cual está muy bien, porque
tengo muchas otras cosas que hacer. Agradezco mucho el no recordar
lo que escribí, y preferiría no leerlo.
Probablemente aquí hubo una pausa en la escritura de Helen, pero
luego la carta continúa, dirigida ahora directamente a Bill:
140
■
Las cartas de Helen a Bill
bola de goma verde y roja, que aparecía en tantos sueños ella sola,
hasta que al fin ubiqué su primera aparición en un sueño del cual jamás
me he recuperado. Estaba en la cuna, al pie, y mi padre vino a la puerta
y yo estaba tendida muy felizmente pensando en cuán bonita era yo lo
calentita que me sentía. El sólo permanecía ahí y me contemplaba pero
no entraba, y yo era muy pequeña por lo cual no podía levantarme y
acercarme a él. En el sueño me vi cambiar de una niñita muy bella a
una muy fea, y él sólo miraba y luego se alejó.
De modo que sí me convertí en una niña muy fea. Era gorda y ho
rrible, y todos los muchachos me desdeñaban. Mi madre decía que yo
■ parecía un elefante, y que ella no podía soportarlo.
Muchos años más tarde Helen habló conmigo acerca de su padre y
de la bola verde y roja, pero me dijo que era un recuerdo de un hecho
real, no de un sueño. Esto es interesante dado el hecho que Helen ten
dría que haber tenido menos de un año de edad cuando el “incidente”
ocurrió. Al recordar este “suceso” para mí ella describía la fría objeti
vidad de su padre. De cualquier modo, bien friese un recuerdo o un
hecho real, la experiencia ciertamente refleja la percepción más bien
amarga que Helen tenía de la indiferencia de su padre hacia ella. La
carta pareció concluir entonces:
141
Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
una posición tonta y hace que te veas ridicula. Pero sí traté y comencé
a llorar (cosa que parece estar pasando muy a menudo) pero no es
tuvo mal. Cuando me levanté más bien dije inesperadamente en voz
alta, “Y te doy las gracias por permitirme tratar de nuevo después de
todo”. (Supongo que debe ser una “T” mayúscula.) Tenía la intención
de rezar una oración por mi madre, como tú me sugeriste, y comencé
a hacerlo, pero me resultó un tanto diferente. Creo que lo que dije
fue, “Por favor, no permitas que jamás hiera a nadie vivo o muerto”.
Hubo una breve pausa, y terminó “en el pasado o el presente o el fu
turo”. Lo dije en serio.
La sinceridad de los sentimientos de Helen es obvia aquí. Una parte
de ella no quería herir a nadie jamás, y eso nuevamente lo expresaba
en su disposición de prestar ayuda a cualquiera que la necesitase, sin
importar sus pensamientos negativos acerca de la persona, ni su expe
riencia de imposición. El amor de su Ser sacerdotisa podía liberarse de
ese modo. Helen refleja entonces su aceptación de unirse que era el
significado de la relación de ella y de Bill, así como su exhortación di
recta a Bill a que cambiase de mentalidad.
Bill, estoy feliz respecto a una cosa; muy feliz, creo. Es bonito ha
cer cosas juntos porque se supone que así estemos. Si tú aumentas tu
fe (la cual era muy pobre, dicho sea de paso) tienes que salir de la sus
pensión. Tal vez eso sea todo lo que tengas que hacer. Porque si
comienzas con eso, no tendrás que pasar por todo este embrollo para
entender. Yo siempre me he caracterizado por una marcada tendencia
a comenzar por el final y abrirme paso hacia el principio, yavecesme
encuentro hecha un lío a medio camino. Esta no es la manera fácil,
créeme, y probablemente nunca fue necesario. Pero muchos de noso
tros no apreciamos el valor de que una línea recta sea la distancia más
corta entre dos puntos. Pero lo es.
Tengo que dejar de fumar sin boquilla. Me sorprendí de que por al
guna razón he estado fumando sin ella por algún tiempo (2 semanas
más o menos), y no me molestó lo ojos en lo más mínimo. (En reali
dad). Pero la idea estaba equivocada. No hay que usar el poder de esa
manera. Es un uso erróneo de lo que puede ser una mejor clase de in
mortalidad. Con amor—Helen.
Este último comentario, el cual se emite a principios del verano de
1965, presagia la visión de la cueva que Helen tuvo, en la cual juró no
usar erróneamente el poder de su mente. Helen, dicho sea de paso, fu
maba un cigarrillo tras otro, con un promedio de aproximadamente
142
Las cartas de Helen a Bill
cuatro cajetillas al día hasta que casi se murió por asfixia mientras
hacía un viaje en algún momento durante la escritura del Curso. Aban
donó el hábito de inmediato en ese momento, y jamás volvió a tocar
otro cigarrillo. Noten también la preocupación que Helen tenía con sus
ojos, un tema importante al cual retomaremos en breve. Finalmente,
este pasaje se refiere a lo que Jesús describiría posteriormente
(T-1.1.20,23) como el error de confundir los niveles de la mente y del
cuerpo. La enfermedad proviene del nivel de la mente (aunque con fre
cuencia se manifiesta en el nivel del cuerpo), y la sanación, por lo
tanto, únicamente puede provenir de un cambio de mentalidad. El al
terar el nivel físico (como en el caso de Helen, usar o no usar una bo
quilla) para efectuar la sanación de un síntoma, constituye la magia:
“No hay que usar el poder de esa manera”. En sí y de por sí esto no es
malo ni pecaminoso (T-2.IV.4:4), pero si se toma en serio la magia
puede conducir a la antes mencionada confusión de niveles, y de ese
modo se entorpece la verdadera sanación que resulta únicamente del
perdón, que es todo el propósito del Curso.
Preferiría no añadir esto, pero creo que debo hacerlo. Digo esto con
voz muy queda, un susurro realmente, con la esperanza de que tú no
puedas oírlo. (Aquí parece haber un leve caso de sinestesia31). Tienes
razón, Bill. No tiene sentido alguno el decir “Dios está de parte mía”.
Hay que decir, “Yo estoy de parte de El”.
Esto, por supuesto, anticipa ese importante tema en Un curso de
milagros de traer la obscuridad a la luz, no la luz a la obscuridad; de
bemos venir hacia donde Dios está al cambiar nuestra mentalidad
sobre El, no exigir que El se una a nosotros en nuestras mentes enaje
nadas: nosotros nos unimos a El.
Carta Dos
31. La combinación de dos modalidades sensoriales, tales como “el oír” un color, o
“ver” un sonido. Esta combinación no es el mismo caso en la carta de Helen, razón por
la cual ella usa el calificador “leve”.
143
Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
Querido Bill:
Parece muy necesario que escriba esto antes de mañana. Espero que
tengas paciencia con ello, porque puede ser importante para los dos.
Sin embargo, trataré de asumir las responsabilidades, porque tendré
muchas. Comienza con aquel dicho que encontraba más bien singular
pero conmovedor de uno de los libros que tú me diste. Estoy cambián
dolo levemente, porque este tiene aplicación universal de cualquier
modo, si es que tiene alguna en lo más mínimo:
Un niño ve una casa como una casa.
Un adulto ve una casa como muchas cosas.
Un sabio ve una casa como una casa.
Creo que dije, de manera más bien petulante la semana pasada, que
esperaba con ansias ir a Watermill porque en un sentido siempre es
esencial regresar a “la escena del crimen”. También dije (espero) va
rias cosas mucho más positivas también, y estoy segura de que será
más de ese modo. Sin embargo, puede ser que lo más conveniente para
mi sea aclarar eso antes de llegar. Podía ser arriesgado.
Francamente, no me había dado cuenta de que Watermill represen
tará una prueba más bien severa. Ambos la hemos visto “como muchas
cosas” y es una equivocación investir a un lugar con símbolos perso
nales porque en un sentido se viola el significado real o la existencia
del lugar en sí. El resultado de esto es una pérdida de la única clase de
aprecio que es en verdad seguro, y también genuinamente gratificante.
Creo que podría adivinar tus símbolos en esa conexión razonablemente
bien, pero esa no es mi tarea ahora. Si alguna vez te interesa profundi
zar en esto, (y puede que lo quieras), bien. Probablemente yo tendría
algo que decir, aunque sólo sea porque estoy más familiarizada que tú,
quizás, con la búsqueda de lo correcto en la forma equivocada y en el
momento equivocado. Mientras tanto, permite que me limite como es
debido a mis propios problemas, porque podría tener muchas dificul
tades a menos que reaprenda esta lección en particular. Si realmente
tengo éxito, puede que sea capaz de aprenderla demasiado bien y ad
quiera protección estable para el futuro.
He odiado a Watermill probablemente por encima de todos los lu
gares sobre la faz de la tierra. No importa cuánta racionalización yo
pueda haberle aplicado a este estado de cosas tan desastroso, sigue
siendo mi responsabilidad el deshacer un símbolo de tanta maldad.
144
Las cartas de Helen a Bill
Tal vez sea útil recordar que nadie puede enfadarse con un hecho.
Son siempre las interpretaciones las que dan lugar a las emociones ne
gativas, aunque éstas parezcan estar justificadas por lo que
aparentemente son los hechos (M-17.4:l-2).
Como se ha comentado ya, y a lo cual retomaremos en la Parte III,
había en Helen una sabiduría que muy ciertamente antecede a Un curso
de milagros, y a la cual le recordaban sus experiencias con Jesús. Esta
sabiduría, la cual pertenece al Ser sacerdotisa que existía más allá del
“Cielo y Helen”, se refleja aquí en sus comentarios a Bill que provienen
de su conciencia de la naturaleza ilusoria de la forma, la cual no es nada
más que un símbolo neutro sobre el cual la mente proyecta los pecados
del ego, o la santidad del Espíritu Santo. Como enseña una de las Lec
ciones posteriores del libro de ejercicios “Mi cuerpo es algo comple
tamente neutro” (L-pII.294). Así pues, la casa de Watermill es neutra,
y Helen reconoce aquí que sus pensamientos sobre la misma provienen
de ella, y son totalmente independientes de la casa en sí. Por lo tanto,
puesto que estos son sus pensamientos, ella los puede cambiar. Como
señalaré de nuevo posteriormente, está claro por comentarios como los
que Helen emite aquí que ella no necesitaba a Un curso de milagros
para que le enseñase su sabiduría. Esta ya estaba presente en la unidad
que existía entre ella y Jesús, y antecede el comienzo de la escritura
del Curso.
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Capitulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
La carta continúa:
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Las cartas de Helen a Bill
Carta Tres
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Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
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Las cartas de Helen a Bill
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Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
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Las cartas de Helen a Bill
realmente es, como Cristo, sino como una sombra de nuestro pasado,
basada en nuestras necesidades y expectativas. Uno de los más dolo
rosos miedos de Helen, el cual se remontaba a su niñez, era el de estar
sola y abandonada, y por eso los demás—notablemente su madre,
Louis, Bill y yo—le servíamos a su ego sólo con estar allí para ella.
151
Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
razones están equivocadas. ¿Pero por qué debía preocuparme con algo
más que darle alguna alegría a una anciana sin importarme cuáles fue
sen los términos de ella? Así que decidí ir. Y entonces me dio un
verdadero ataque de ira. Subí a buscar un tranquilizante (me hubiese
tomado más de uno, pero no tenía más), y todo el trayecto hasta allá lo
pasé temblando. Jonathan fue muy atento e incluso bastante compa
sivo al respecto. Hizo las cosas para mi tan fáciles como le fue posible,
y hasta le pidió al conductor del taxi que esperara, lo cual no es nada
característico de Jonathan. (El resultado fire, que el conductor del taxi
no le cobró a Jonathan por esperar, pero Jonathan le dio una propina
generosa, lo cual tampoco es característico de Jonathan. Le tiene tirria
a dar propinas, aun cuando es muy generoso en otras cosas).
Cuando llegamos a la casa de Mamá, todo resultó muy bien. El
prado estaba hernioso, y si el conductor no hubiese estado esperando
me hubiese alegrado poder quedarme un rato más. Mamá me presentó
orgullosamente a muchas personas, pero sólo hubo tiempo para sentar
nos al sol, y estaba muy bello y en paz. Me alegré mucho de ver a
mamá también. Aun cuando sus razones sean torcidas, no quedan mu
chas personas (si es que alguna vez las hubo) que quieran verme tanto.
Se pensaría que me habría sentido agradecida por ello antes, ¿no es
así? Especialmente yo, con esta intensa necesidad de que me quieran.
Y ahí estaba ella todo el tiempo, deseando que viniera, y yo me negaba.
Un error. Me alegro de haber tenido la oportunidad de subsanarlo un
poco, y ojalá pudiera hacer lo mismo con mi propia madre. Una vez es
tuve sin verla (ni ver a mi padre) durante cerca de dos años. Algo
relacionado con el análisis, creo. No podía permanecer en la misma ha
bitación con ella. Pero sí la llamaba, y ella vino [a visitarme] antes de
morir. Y recuerdo haberle dicho que en realidad yo sí la amaba, y que
me alegraba de que hubiese venido.
La visita de Helen a su suegra y la reunión con su propia madre son
ejemplos de la corrección de viejos errores. Fue un proceso, como lo
describió Helen en su autobiografía, que comenzaron Helen y Bill, in
cluso antes de que comenzara la escritura de Un curso de milagros.
Tales expresiones abiertas de perdón eran una primera parte integral
del programa de adiestramiento mental en el cual Jesús les estaba
instruyendo.
152
Las cartas de Helen a Bill
La carta continúa:
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Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
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Las cartas de Helen a Bill
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Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
experiencia de la vida, pero la única ventaja que siempre tuve (no creo
que esto sea un asunto de orgullo tanto como una cuestión de hecho)
es que siempre fui muy buena alumna cuando trataba de serlo. Quizás
no se trate de orgullo tanto como una forma de gracia. Cuando era pe
queña, y no muy preocupada por el orgullo (eso vino después, creo,
después que me puse gorda e inaceptable) solía entender muchísimos
pasos siguientes sin que me lo hubiesen enseñado. Mi tío, (ese es el
matemático) se sorprendía conmigo en las matemáticas, una materia
que siempre me asustaba tan terriblemente que no quería asistir a cla
ses. Sin embargo, parecía que yo podía dar respuestas muy exactas
siempre que pudiese entender el nivel. Extrañamente, el nivel siempre
parecía ser muy superior de lo que yo habría sabido si hubiese enten
dido a la maestra, lo cual generalmente no era así. Todo el asunto era
bastante difícil, y muy exasperante en los exámenes.
Durante una gran parte de su vida adulta Helen le tenía fobia a la
lectura, y apenas leía un libro, como mencioné antes, excepto tal vez
la Biblia y algo de poesía. No sólo el que cursara su posgrado, sino que
fuese la primera de su clase, fue, por lo tanto, un tributo a su gran ca
pacidad para aprender. Helen siempre tuvo un extraordinario sentido
de lógica (una habilidad utilizada, por ejemplo, en la forma lógica en
que Un curso de milagros desarrolla su argumento). De modo que ella
era capaz de leer un párrafo o dos y deducir el argumento básico del
libro, o escuchar una conferencia y deducir la totalidad del sistema de
pensamiento del curso que estaba tomando mediante esa pequeña
parte. De igual manera, como psicóloga podía entender la totalidad del
sistema egoísta de una persona mediante unas pocas claves extraídas
de una aseveración aparentemente sin importancia. Esto tiene sentido
cuando se considera que el sistema de pensamiento del ego sigue una
feroz aunque consecuente lógica. Así pues, cuando se entiende una pe
queña parte del mismo, el resto se desprende inevitablemente si uno
está armonizado con la lógica subyacente, como Helen ciertamente lo
estaba.
156
Las cartas de Helen a Bill
Shakespeare la utilizó para la muerte; tal vez también sea cierto para la
vida:
“Si llegó mi hora, ya no hay que esperarla;
y si no ha de esperarse, es que es ahora;
y si no llegó la hora, ella vendrá;
siempre hay que estar dispuesto”.
A lo cual yo le añado humildemente, “y dada la disposición, puede que
no sea necesario que sufras la experiencia”. Esas, dicho sea de paso,
han sido siempre mis líneas favoritas. Detesto tocarlas, pero hemos
convenido en que el punto no es el estilo. Especialmente ya que las lí
neas concluyen:
“Si ningún hombre sabe cuándo dejará esto,
¿qué valor tiene lo que deja? Sea pues lo que fuere”.
Y así será para mí. Y sin embargo, creo que lo que fuese que escribí,
(no lo recuerdo, realmente) es la verdad.
La frase “siempre hay que estar dispuesto”, dicho sea de paso, encon
tró dos veces su lugar en la importante enseñanza de Un curso de
milagros: estar dispuesto no quiere decir que se haya alcanzado la
maestría (T-2.VII.7; M-4.IX.l:10). Uno puede estar dispuesto a perdo
nar, por ejemplo, sin que haya alcanzado la maestría para hacerlo; una
pequeña dosis de buena voluntad es todo lo que se requiere.
33. El término británico para referirse a los que padecen retraso mental; el aprecio que
Helen sentía por Inglaterra, obviamente en un nivel basado en la identificación de ella
con su madre, a menudo se reflejaba en su manera de expresarse.
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Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
Carta cuatro
Esta carta que sigue, una carta breve, trae de nuevo la imagen de la
sacerdotisa de Helen, en el contenido, aunque no necesariamente en la
forma.
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Las cartas de Helen a Bill
Carta cinco
Querido Bill, Anoche estuve muy feliz por un rato, y sintiéndome muy
descansada. Las cosas comenzaron a estropearse, pero lentamente.
Aún no me he recuperado. He tenido que ser muy cuidadosa hoy, y no
hacer nada hasta estar segura de que es lo correcto. Sí siento que debo
escribir esto ahora, pero lo que escribí anoche debe romperse [esto tal
vez explique por qué la carta sobreviviente—Carta cuatro—es tan
corta]. La forma en que comenzó está bien, pero el resto no. Por eso
comenzaré de nuevo en la misma forma.
Pensé, sí, veo visiones y siempre las he visto. Brevemente esto pa
recía real, y aunque pensé que era algo peligroso por un segundo,
cambié de opinión y pensé, es una cosa muy buena porque es una
fuente de esperanza. Había un cuadro del demonio que vi de pasada en
un libro, y pensé cuán no atemorizante. Lo que sucedió después es di
fícil de describir, pero comenzó cuando pensé que en realidad era
bastante raro que, entre todas las cosas extrañas que me están
159
Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
Así que recé una oración (como tú dijiste), y se me ocurrió que era
preferible dejar las cosas en espera. De hecho, pensé que incluso po
dría ser peligroso no hacerlo. Traté de escribir lo que estaba pensando,
pero sabía que era un error. Hasta creo que era malévolo, y la única
cosa que creo que debo escribir aquí es un curioso error de escritura de
“primigenio”, que me salió como “primer mal”. No dormí durante mu
cho rato, aun cuando estaba muy cansada, y espero poder tomar una
siesta pronto, porque vamos a salir por la noche.
Esta mañana, me prometí que sólo haría lo que me pareciera esen
cial; ser muy precisa y mantenerme cerca de la honradez incluso en los
detalles más insignificantes de lo que diga. He tratado de hacer esto.
Muchas cosas horribles cruzaron por mi mente, y la mayor parte de
lo que escribí (y he roto) era horrible. Era algo acerca de milagros dis
torsionados. Puedo olvidarlo ahora.
Esta mañana, seguía diciendo, así como sin intención y ya pasó—
“Soy un canal”, lo cual parecía tener algún significado en el momento.
Pero el canal se obstruyó, por lo cual no siempre funciona excepto
cuando las cosas pasan a través de la masa interpuesta. Aún no está
abierto.
160
Las cartas de Helen a Bill
Bill, creo no correr riesgo al escribir ahora únicamente que las per
sonas se unen en pequeños grupos de luz durante un tiempo, mientras
ese grupo sirve mejor en el análisis de síndrome.34 Pero los nodos35
cambian, y sus significados cambian según ellos lo hacen. Muchas ve
ces los grupos permanecen juntos durante mucho tiempo, hasta que el
balance se estabiliza y todas las luces brillan igualmente. Entonces otro
grupo es más conveniente para los miembros del grupo original, y el
patrón cambia.
Creo que a ti y a mí nos corresponde estar en el mismo grupo du
rante bastante tiempo. Por el momento tenemos un problema especial
de balance, el cual no sólo necesita corregirse, sino que es muy crucial
para el próximo problema de balance, para el cual creo que nos nece
sitaremos nuevamente. El sistema de peso ha sido pobre, y eso ha
obscurecido el significado real de los datos. Ambos hemos hecho cosas
muy raras en un intento por corregir esto, pero todavía se necesitan
más ajustes. Ya hemos cambiado algunos de los nombres de las dimen
siones en el análisis de factores,36 y creo que un cambio muy
importante fue el que hicimos hace tiempo al cambiar la polaridad pa
siva agresiva por la pasiva creativa. Ese fue el comienzo de una
comprensión mucho mejor de la dimensión, y todos los nombres asig
nados a los grupos son arbitrarios, basados únicamente en lo que tú
crees que significan los factores en ellos.
161
Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
Creo que nos necesitamos mucho el uno al otro ahora para restaurar
el balance en esta dimensión. Yo he utilizado mal el extremo creativo,
y tú has utilizado mal el receptivo. Ninguno de los dos ha neutralizado
bien estos impulsos, y por eso no entendemos que ninguna posición en
el continuo es peligrosa de por sí. También hemos perdido la compren
sión de que el control real radica en un sentido de proporción, porque
estamos demasiado fuera de balance para verlo.
Es curioso que, muy al contrario de lo que cualquiera de nosotros
probablemente hubiese predicho hace algunos años, cada uno ha hecho
bastante por estimular y ayudar al otro en la dirección que difícilmente
hubiésemos anticipado. Por lo menos, lo habríamos anticipado si hu
biésemos sido realmente honrados en aquel momento, lo cual no
fuimos. Estoy tratando arduamente de traerte hacia el predominio, del
cual tú estas demasiado temeroso. La razón de tu miedo es que has de
finido los extremos incorrectamente, y, por lo tanto, estás confundido
en cuanto a dónde radica la hostilidad. No radica en ningún sitio a lo
largo del continuo. Tu noción de receptividad ha sido equiparada con
el hurto, y tu definición privada de creatividad es asesinato. Mientras
creas eso, no podrás ni recibir ni crear, aun cuando tú eres realmente
capaz de ambos. Pero no des ningún paso todavía. Aún estás dema
siado atado por tus propias definiciones.
Una porción substancial del dictado de los comienzos del Curso
Jesús la dedicó a ayudar a Bill con este preciso problema de confundir
la receptividad con el hurto, y la creatividad con el asesinato, cuando
el problema se manifestó en relación con una clase que él iba a enseñar
en la Universidad de Columbia. Como se discutirá más adelante, el
miedo de Bill de hablar en público y de profesar (retruécano de Jesús
sobre el hecho de que Bill fuese profesor) un sistema de pensamiento
que surgió de su pasado mal uso del poder de su mente. Así que él
equiparaba la creatividad (o la enseñanza) con el asesinato. Por otra
162
Las cartas de Helen a Bill
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Capitulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
¿Para qué quieres proteger el cuerpo? Pues en esa elección radica tanto
su salud como su destrucción. Si lo proteges para exhibirlo o como car
nada para pescar otro pez, o bien para albergar más elegantemente tu
especialismo o para tejer un marco de hermosura alrededor de tu odio,
lo estás condenando a la putrefacción y a la muerte (T-24.VII.4:4-6).
Helen continúa entonces, y suena como la voz de Jesús, que imparte
el mismo tono de amorosa sabiduría que es tan característico de
Un curso de milagros, y con el cual, sin embargo, una vez más anticipa
la escritura del Curso. De ese modo podemos ver evidencia de la sabi
duría que estaba presente en Helen, a pesar de sus exitosos intentos por
ocultarla. Específicamente aquí, ella se refiere a lo necesario que es
para ella y para Bill cambiar los conceptos de sí mismos, y el papel im
portante que juega la unión de ambos—“nuestra reciente Alianza”—
en esta redefinición.
En nuestra reciente Alianza, has hecho mucho por cambiar tus de
finiciones, pero no puedes apreciar la magnitud del cambio porque tus
definiciones, aunque ahora son abiertas, aún no son correctas. No
puedo moverme demasiado todavía, porque aún tengo miedo de abrir
el canal y redefinir ambos extremos. Bill, esta dimensión tiene que re
solverse. Las luces en el grupo están todas fuera de balance.
Después de algún material el cual yo no he incluido aquí, la carta
continúa:
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Las cartas de Helen a Bill
Carta seis
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Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
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Las cartas de Helen a Bill
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Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
La discusión continúa:
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Las cartas de Helen a Bill
Bill, puedes ponerlo como quieras; tu casa está lista; o la puerta está
abierta; o ahora sólo hay una estrella. Tienes que escucharme con res
pecto a esto. Eres perfectamente libre ahora. No lo eras; pero lo eres
ahora. Puede llevar un poco de tiempo antes de que esto sea realmente
aceptado—por extraño que parezca, algo que tiene que ver con el
tiempo que le lleva a la luz de una estrella llegar a la tierra. Puede haber
una discrepancia real de tiempo aquí, y algunas veces incluso vemos
estrellas que ya no están ahí. Olvídalo; realmente ha desaparecido.
Cuando regrese, lo cual no ocurrirá durante algún tiempo, ésta también
será la única.
Helen le dice a Bill insistentemente aquí que él ya no es un prisio
nero de su pasado: “Eres perfectamente libre ahora”. Aun cuando pa
rece que su pasado es un factor determinante en la vida de Bill, la
verdad es que el pasado está deshecho. Los astrónomos enseñan que
hay un retraso de tiempo entre la realidad de la estrella y cuándo noso
tros en la tierra la percibimos realmente. De igual manera, podemos
percibir la luz de una estrella cuando, en realidad, la estrella ha desapa
recido ya. El conflicto de “estrellas cruzadas” de Bill ha desaparecido,
a pesar de que él continúa experimentándolo. En el mundo de la ilu
sión, todavía debe transcurrir algún tiempo antes de que el fin de este
conflicto sea experimentado por Bill, y se conozca su único Ser: “este
también será el único”.
La carta concluye:
169
Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
Carta siete
Querido Bill,
No estoy segura de que quiera escribir esto, pero tengo la idea de
que estoy obedeciendo una Orden. Estas Ordenes son bastante firmes,
y el sentimiento principal que experimento es que no me atrevería a
desobedecerlas. Esta es la segunda, y la primera me fue impartida el
jueves por la mañana cuando estaba tan convencida de que tengo que
estar segura de que sepas que estás totalmente exonerado y eres perfec
tamente libre. Me parece que despierto con ciertas Instrucciones muy
definitivas y de una Autoridad apremiante que definitivamente no
bromea.
El corazón de esta Orden es, brevemente, que ahora que tú estás
liberado, tú estás definitivamente a cargo de todo lo que tenga que ver
con Tiempos. Eso aplica a nosotros dos. No sé lo que estoy haciendo
al respecto, y no tengo ningún criterio sobre esto, tampoco. Tú eres
mtic/io más balanceado en ese sentido. Tendrás que sobreponerte con
el tiempo a tu cautela, pero mientras tanto tengo que seguir tus instruc
I
ciones en esa dimensión.
Puesto que Bill ha sido liberado de su conflicto externo, como se
discutió en la carta anterior, Helen afirma que a él se le ha puesto a
cargo (presumiblemente lo ha puesto Jesús, a quien se le llama
“Sargento Primero” en una carta posterior) de establecer el momento
oportuno para la toma de ciertas decisiones. Helen prosigue, y refleja
un cambio en la posición de su ego al decir que el “desobedecer” una
Orden no conduce al castigo, sino simplemente a la pérdida de paz.
170
Las cartas de Helen a Bill
La carta continúa:
171
Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
39. Observe el uso que Helen hace del “Este” menos amenazante en lugar de “El”; más
tarde retomaremos a esta defensa de juego de palabras en contra de Jesús.
172
Las cartas de Helen a Bill
Tal parece que he pasado muchos años vacilando entre ser una sa
cerdotisa malvada con un rasgo sinceramente religioso, y una nueva o
real sacerdotisa de alguna clase con un rasgo de maldad.40 En cual
quiera de las dos formas esto jamás funcionó, naturalmente. El dilema
no ha sido totalmente neutralizado aún, tampoco, pero lo será. Es por
eso por lo que no puedo dirigir ahora. Me atrae mucho el peligro, y no
se puede depender de mí para pedir y dar verdadera ayuda
congruentemente.
Debo detenerme inmediatamente.
Esta carta, al igual que muchas otras, era interrumpida repetidamente
por la misma Helen. Ella le hacía frecuentes apartes a Bill sobre su estilo
de escritura y errores de mecanografía (corregidos todos por mí). Estos
reflejaban su ansiedad y ambivalencia al escribirle estas cartas a Bill,
como ella misma comenta. La ansiedad de Helen está claramente rela
cionada con el grado de honradez que ella está mostrando aquí con Bill,
y su disposición a hacer lo que dice una lección posterior del libro de
ejercicios: “Me haré a un lado y dejaré que El me muestre el camino”
(L-pI. 155). El seguir la dirección de Bill sería aquí el símbolo de que
Helen siguiese a Jesús o al Espíritu Santo.
Carta Ocho
Querido Bill:
Esto es absolutamente lo último que quiero hacer ahora, pero este
ha sido un fin de semana muy extraño, y creo que esto es parte de ello.
Estaba tratando de tomar una siesta después del desayuno pero no
estaba durmiendo de todos modos y súbitamente me sentí profunda
mente consciente de que tenía trabajo que hacer (a saber, esto) y tuve
que hacerlo. El descanso es realmente la paz de Dios. Lo buscamos en
el sueño y en vacaciones y cosas como esas, y somos lo suficiente
mente sabios en hacerlo por el momento. Pero esa no es la respuesta
40. Una obvia referencia a las visiones de las vidas pasadas de Helen las cuales ella
tuvo en el verano de 1965, presentadas en el Capítulo 5.
173
Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
174
Las cartas de Helen a Bill
175
Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
como que sugiere que ella no creía en el Curso. La situación era exac
tamente lo contrario. Helen sí creía en la verdad de las enseñanzas del
Curso, sin mencionar la existencia de su autor. Sin embargo, ella no
podía aceptar emocionalmente la verdad de este en su propia vida per
sonal. Observen, además, el alcance de la lección de la carta anterior
de permitirle a Bill tener un papel de liderato; ahora incluye a Louis
(Jonathan) también.
41. Esta es una referencia obvia al discurso de Bill “Tiene que haber otra manera".
Helen y Bill, sin mencionar a Jesús en el Curso, con frecuencia substituían la palabra
“mejor” por “otra” en sus referencias a la aseveración de Bill.
176
Las cartas de Helen a Bill
muerte. La decisión que permite que tal visión llegue ocurre en el nivel
de la mente, la cual existe fuera del tiempo y del espacio, una impor
tante enseñanza del Curso a la cual retomo en el Capítulo 7. La deci
sión de Helen, como ya hemos visto, se reflejaba en sus primeros
sueños y visiones, como en la que aparece el pergamino “Dios es”.
Aquí no debo hablar por ti. Sino por mí misma. Seré capaz de amar
a las personas en la medida en que las pueda liberar de mí. Esto es par
ticularmente cierto en lo que respecta a Jonathan. El tiene un libro que
escribir, y he de ayudarlo a que se prepare para escribirlo. (Dudo si es
taré aquí cuando él lo escriba en efecto, pero creo que tú lo estarás. Por
favor ayúdale. Es para ustedes dos.) El necesita mi espíritu con él
177
Capitulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
Carta nueve
Querido Bill:
Este es el momento oportuno para hacer esto. He estado esperando
hasta que lo fuese. Iba a hacerlo ayer por la noche; llegamos a casa
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Las cartas de Helen a Bill
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Capitulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
Por favor, ten paciencia conmigo ahora, porque trataré de ser muy pre
cisa, y dondequiera que me equivoque ahora se corregirá a su debido
tiempo. Siento que debo decirte que cometeré algunos errores aquí,
pero creo que las ideas fundamentales son ciertas.
Quiero darte las gracias por salvar mis ojos, los cuales iba a perder.
Esto no fue debido a un justo castigo; no creo que la idea de la retribu
ción deba recalcarse mucho porque ésta nunca es el punto principal.
Repito, la excesiva preocupación de Helen por sus ojos se discutirá
posteriormente en varios contextos distintos. No sé el contenido real
aquí de los comentarios de Helen en tomo a que Bill le “salvase” sus
ojos, pero es importante notar la gratitud de ella hacia Bill por su
ayuda. Es interesante también ver cómo Helen se estaba apartando de
la idea del castigo, la cual juega un papel tan importante en el demente
sistema de pensamiento de pecado del ego.
180
Las cartas de Helen a Bill
aun cuando estoy empezando a captar la idea de que los planes ayudan
pero que no pueden regir ni yo tampoco puedo.)
El taxi, el cual no tomamos de inmediato, se tardó una eternidad (no
realmente). Cuando nos demoramos en el tránsito, por un momento me
puse muy inquieta. Luego se me ocurrió que no se puede establecer el
tiempo y el lugar para la meditación siempre, y estaba retrasada porque
en realidad había tratado de ayudar a Gale (la esposa de Sam), y espe
rar a Charlotte había sido una cosa buena, además. Así que realizar
cosas buenas es la mejor forma de prepararse para la meditación, y
puesto que eran casi las 6, pensé por qué no aquí mismo. Me alegro de
haberlo hecho.
Así que me desvinculé del ruido, aunque aún lo escuchaba, y pensé
en las cosas que tú me dijiste también, sobre “Mis ojos han visto la glo
ria”, y todo lo demás, y comencé a sentirme mejor, aunque el dolor no
se apartaba de mis ojos. Pensé que tal vez lo terminaría cuando llegase
a casa, pero seguí pensando, ¿por qué esperar? Por lo tanto volvía a co
menzar. Cuando salimos de la complicación del tránsito y tomamos la
entrada a la Autopista FDR que rodea el flanco este de Manhattan), ce
rré los ojos y pensé mucho.
Por favor, escucha, Bill—la parte que sigue es tan importante para ti
como para mí. Esto es realmente para nosotros dos ahora. Lo primero
que pensé fue “He estado ciega”. Luego pensé en “ojos tienen pero no
ven”. Pensé que sería hermoso ver Esto (no entiendo el Esto escrito con
letra mayúscula pero no lo voy a corregir), porque el mundo que Dios
hizo es hermoso, y es parte de mi legítima herencia. Se hizo para mí y
para todos nosotros, pero he rehusado verlo. Así que pedí tener la capa
cidad de verlo y unirme con él, de modo que todos pudiésemos proseguir
juntos. Fue un sentimiento agradable, y realmente lo disfruté.
Un curso de milagros, por supuesto, enseña que Dios no creó el uni
verso físico, pero sí un mundo de espíritu—el Cielo—el cual consiste en
Cristo y en Sí Mismo. El reflejo de Su unidad y amor dentro del sueño
que es este mundo, es a lo que el Curso se refiere como el antes mencio
nado “mundo real”, el estado de total inocencia de la mente dividida que
refleja la realidad del Cielo. Este sería el mundo al cual Helen se está re
firiendo, incluso sin el beneficio de las enseñanzas específicas de Jesús
en el Curso. Y vemos expresiones de la dicha de Helen con la idea de
que al unirse con lo que originalmente se percibía como algo que estaba
fuera de su mente (vea la Lección 30 del libro de ejercicios para un ejer
cicio que expresa exactamente esta experiencia), todos podemos retor
nar a Dios juntos.
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Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
182
Las cartas de Helen a Bill
Una vez que nuestra culpa desaparece, sin embargo, mediante el cam
bio de nuestras mentalidades y el perdonar a otros y a nosotros mismos,
la necesidad de la retribución desaparece también: “estar dispuesto
puede ser un substituto real para el desastre”. Las preocupaciones de
Helen por su ceguera, así como sus miedos de desarrollar cáncer del
seno, son pues, los efectos inevitables de esa culpa. Estas preocupacio
nes también le sirven muy bien al propósito del ego de distraer a Helen
de Dios y del propósito de su vida, dos cosas que en un nivel le resulta
ban tan aterradoras a ella.
Helen retomó luego a un tema que era muy importante para ella,
puesto que el mismo señalaba una característica particular que funcio
naba maravillosamente bien al mantener el conflicto: el no decir siem
pre la verdad, aunque pareciera distinto. Mencioné antes este rasgo, y
aquí está nuevamente:
183
Capitulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL
Así que durante todo el día siguiente trataba de decirlo todo tan ho
nestamente como me fuera posible. Suprimí varias observaciones
perfectamente inocentes pero totalmente innecesarias para el conduc
tor del taxi esa noche, no porque fuesen malas sino porque habrían sido
ligeramente inexactas. No me corresponde a mí describir ni crear la
realidad. Sólo debo mirarla. Me sorprendí posteriormente varias veces
con Phil y Mary posteriormente [viejos amigos de Helen y Louis], y
estoy asombrada de cuánto de mi vida tiene que haber sido así. Es di
fícil de corregir, pero al menos yo lo veo [ La cursiva es mía].
Y eso, después de todo, habría de ser todo lo que Un curso de
milagros nos pediría: la pequeña dosis de buena voluntad para ser ca
paces de ver en nuestras mentes lo que hemos pensado y hecho, sin que
lo protejamos con la falta de perdón. Esa visión de no juzgar es sufi
ciente para permitir que el amor del Espíritu Santo sane todas las fuen
tes de angustia y de infelicidad. En una importante aseveración hecha
posteriormente en el dictado, Jesús le dice a Helen que todo lo que se
necesita hacer para escapar del sufrimiento de cualquier índole es “ver
el problema tal como es, y no de la manera en que lo has urdido”
(T-27.VII.2:2); i.e., mediante la proyección de la responsabilidad
sobre agentes extemos.
Helen pasa ahora a un relato de una riña que ella tuvo con Louis
(Jonathan), y demuestra una vez más su tremenda apertura durante este
periodo previa al Curso para cambiar sus percepciones y aceptar res
ponsabilidad de sus propios pensamientos y sentimientos.
184
Las cartas de Helen a Bill
junto no tiene sentido. No me enojé por ello (lo cual es bastante inusi
tado en mí), sino que pensé que él tendrá que deshacer sus propias
racionalizaciones, las cuales no son ninguna amenaza para mí. Si con
tinúo atacándolo basándome en que él no cambiará mientras no vea la
intención de éstas, realmente no lo estoy ayudando, sino que estoy re
calcando mi propio odio, el cual es en realidad irrelevante para el
asunto. Además, el único resultado entonces será mayor defensión de
su parte, y yo urdiré muchísimas razones para justificar en lugar de ver
mi propia injusticia en el futuro.
El argumento prosiguió, relacionado con el cepillado de dientes de Louis.
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Capítulo 7
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44. Repito, más adelante comentaré acerca del uso que hace Helen de la letra mayús
cula para las palabras y los pronombres asociados con Jesús.
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Capítulo 7 EL COMIENZO DE UN CURSO DE MILA GROS
menos que lo mires más de cerca. No significa que al que tiene menos
se le dará menos aún. Pero si piensas en ello como una orden de darle
más a aquellos que tienen menos, entonces se convierte en una forma
de ayudar a todos los hombres a hacerse libres e iguales (lo cual puede
ser aún cómo se crearon las cosas).
El próximo párrafo es un mensaje para Bill, el tema del cual jugará
una papel importante en un segmento posterior de la escritura:
Y dile a Bill que este miedo a la enseñanza proviene de su miedo a con
trolar las mentes. El está confundido en relación con el cerebro y el
alma, así que tiene miedo de interferir.
Helen: Eso es para nosotros dos.
Jesús: La falacia es que si el cerebro es la mente (lo cual no es) no te
atrevas a tocarlo. El error es obvio.
7. El punto planteado aquí es sutil, pero, sin embargo, importante. Jesús
está explicándole a Bill que su miedo a enseñar proviene de una creen
cia fabricada de que él puede atacar a otras mentes. En armonía con las
explicaciones posteriores que Jesús le da a Helen, en un nivel esto pro
vendría de un mal uso anterior (en una vida pasada) de su mente. No
obstante, ninguna mente puede atacar a otra, a menos que esa otra
mente haya elegido ser atacada. Una vez este error se ha hecho real, y
se ha equiparado a la mente con el cerebro (el cual parece capaz de ser
enseñado por otros cerebros), la protección obvia para no cometer el
error de nuevo es abstenerse totalmente de enseñar. El miedo de Bill a
hablar en público, a lo cual retomaremos más adelante, es el resultado
del mismo pensamiento erróneo que inevitablemente conduce a defen
sas inadecuadas: la protección de algo que realmente no está ahí.
A propósito, es importante señalar aquí que el equiparar a la mente
con el cerebro es una defensa muy común, efectuada por casi todos los
investigadores, por no mencionar a los que no se han especializado en
ese campo. Se toma en una parte importante de la teoría del Curso el
que la mente no está en el cuerpo, aunque el cerebro muy definitiva
mente lo está. Tanto el cerebro como el cuerpo siguen siendo proyec
ciones del pensamiento ilusorio de la separación que está contenido en
la mente separada. Es la mente, sin embargo, la que toma las decisio
nes; el cerebro simplemente lleva a cabo sus directivas.
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Capitulo 7 EL COMIENZO DE UN CURSO DE MILA GROS
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45. Esto, el lector puede recordar, fue uno de los motivadores para que Helen retomase
a la escuela.
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46. La cita bíblica real es como sigue: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18:20).
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El comienzo de Un curso de milagros
muy abierta. ¿Está bien si pregunto por él [Bill] puesto que él quiere
que lo haga?
Esta idea de Helen de pedir ayuda por Bill (y por otros) se mantuvo
como un asunto importante para ella, y retomaremos a ello en la Parte
III.
Las notas continúan ahora con Jesús en el papel de primera persona.
El principal centro de interés sigue siendo Bill:
No puedo responder donde él [Bill] pide equivocadamente. Cuando
pide correctamente yo he respondido. El tiene una tendencia a captar
parte de una respuesta y decidir por sí mismo cuándo desconectarse.
Debe preguntar si eso es todo. Puesto que yo no sé cuándo se va a des
conectar tengo que ser muy breve e incluso críptico. El desmenuza
demasiado los mensajes.
También hay interferencia de tres áreas muy importantes.
1) El no tiene mucha confianza verdadera en que yo me comunicaré.
Jamás reclama sus derechos. Debe empezar con mucha más confianza.
Yo cumpliré mis promesas, pero tú [Helen] no actúas como si en reali
dad esperases que él lo haga ....
2) El tiene que aprender mejor concentración. Su mente revolotea de
masiado para lograr buena comunicación. Sugiere una frase muy corta
como “Heme aquí, Señor” y no pienses en nada más.47 Sólo recoge tu
mente poco a poco de cualquier otro lugar y céntrala en estas palabras.
Esto lo llevará [a Bill] además a darse cuenta de que realmente está
aquí. El no está muy seguro.
3) Dile que se asegure de no confundir tu [Helen] papel. Si él reacciona
de manera exagerada o te sobrevalora como persona, ambos estarán en
peligro [i.e., de su propia culpa].
Helen: El [Jesús] piensa que es el momento de algunas explicaciones
para las cuales es probable que ya estemos preparados. Siempre hay
riesgos en apresurar las cosas. Todo esto se emprendió debido a que las
cosas se están retrasando porque tantas personas perdieron persistente
mente más de lo que ganaron.48
Esta próxima anotación pareció escribirse por la mañana del día 21
de octubre, el día en que el Curso comenzó realmente. También ésta se
47. En otra ocasión Jesús le dio a Bill una segunda frase para ayudarle a concentrar
más su mente en él: “Jesús, hermano mío, muéstrame tu amor”.
48. Más adelante esto se convirtió en parte de la explicación que se le dio a Helen en
relación con los recientes sucesos intemos. Vea adelante, pág. 204.
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El comienzo de Un curso de milagros
ahora hasta el final del capítulo se toman, por lo tanto, de esta biografía
corregida. Comenzamos con las observaciones que ella emite sobre la
Voz interior:
Yo [no] entendía la calmada pero impresionante autoridad con la cual
la Voz dictaba. Primordialmente debido a la naturaleza extrañamente
apremiante de esta autoridad de inmediato me referí a la Voz con una
“V” mayúscula. La particular combinación de certeza, sabiduría,
amabilidad, claridad y paciencia que caracterizaban a la Voz hacía que
esa forma de referencia pareciese perfectamente atinada.
En la corrección de estilo realizada años más tarde por Helen y por
mí de la autobiografía de ella, el asunto de escribir acerca de Jesús la
ponía tan ansiosa que ella optó por omitir ese párrafo totalmente, así
como otras referencias a la autoría. Por lo tanto, dejó a discreción mía,
como lo expuse en el Prefacio en relación con uno de los propósitos
del libro, el que describiera su relación con la “Voz”.
Jesús comenzó el dictado del Curso de esta manera:
Este es un curso de milagros, por favor toma notas.
Helen siguió adelante hasta tomar cerca de una página de notas antes de
llamar a Bill en un estado de terror. Le explicó lo que estaba sucediendo,
y su impresión de que la Voz “parece querer continuar.... Estoy segura
de que hay más”. Bill sabiamente le sugirió que continuase lo mejor que
pudiera, y que se reunirían en la oficina temprano por la mañana para
discutir este asombroso giro de sucesos intemos. Durante un rato más
largo Helen prosiguió. Antes de presentar lo que ella escribió, es nece
sario dar una explicación acerca de las diferencias obvias entre el mate
rial que Helen tomó originalmente y el Curso que se publicó.
Durante el primer mes del dictado más o menos, el nivel de ansie
dad de Helen era tan alto que laforma (no el contenido) del dictado se
afectó en el sentido de que la escritura era torpe y a veces excesiva
mente tajante. Varias veces Jesús tuvo que corregirle una palabra o
frase equivocada uno o dos días después de haberla escrito, cuando la
mente de Helen estaba abierta a recibir la corrección. Se podría esta
blecer una analogía con un grifo que no se ha utilizado, por el cual
fluye agua herrumbrosa cuando se abre por primera vez. En la medida
en que el agua corre por un tiempo, el herrumbre desaparece y el agua
“retoma” a su naturaleza clara. El “moho” de la interferencia, el cual
parece resultar de un largo período de desuso, realmente se debía al
203
Capítulo 7 EL COMIENZO DE UN CURSO DE MILA GROS
204
r
del bote en la visión de Helen]. Y esa era la razón por la cual tendría
tanta dificultad para hacerlo. Sin embargo, las personas habían llegado
a un punto en que estaban perdiendo más de lo que estaban ganando.
Así pues, debido a la aguda emergencia, el habitualmente lento, pro
ceso evolucionario de desarrollo espiritual se estaba pasando por alto
en lo que podría llamarse una “prisa celestial”. Yo podía sentir la ur
gencia que yacía detrás de esta explicación, sin importar lo que pudiese
pensar del contenido, sin mencionar el hecho de que no la entendía. Se
me transmitió la sensación de que el tiempo se acercaba a su fin.
Discutiré esta “explicación” en la Parte III, cuando considere los dis
tintos niveles de la relación de Helen con Jesús.
Helen prosiguió entonces:
No estaba satisfecha. Incluso en la improbable circunstancia de que
esto fuese verdad, no me consideraba una buena candidata para un pa
pel de escriba. Expuse mi oposición silenciosa pero enérgicamente.
“¿Por qué yo?”, preguntaba. “Ni siquiera soy religiosa. No com
prendo las cosas que me han estado ocurriendo y ni siquiera me
agradan. Además, me ponen muy nerviosa. Soy justamente la elección
más pobre que podrías hacer”.
“Todo lo contrario”, se me aseguró tranquilamente. “Eres una ele
gida excelente, y por una sencilla razón. Tú lo harás”.
No tuve respuesta para esto, y me retiré derrotada. La Voz tenía ra
zón. Yo sabía que lo haría. Y así comenzó la escritura del “curso”.
Esta respuesta era típica de las muchas que Helen recibió de Jesús. Su
naturaleza práctica y lógica descartaba cualquier argumento de parte
de ella. Por ejemplo, ya Helen estaba tomando el Curso, y por eso no
podía argüir muy bien con el razonamiento de Jesús: “Tú lo harás”.
Además, por supuesto, en otro nivel ya Helen había estado de acuerdo
en ser la escriba del Curso, y por lo tanto no podía ir en contra de lo
que su mente la había comprometido a hacer.
Helen se refería a la escritura del Curso como un “dictado intemo”;
o sea, ella no entraba en un estado alterado, en un trance, ni realizaba
una escritura automática. Siempre era consciente de lo que estaba ha
ciendo, aun cuando elegía no prestarle atención. Independientemente
de su actitud, la escritura continuaría:
Lo sentía llegar casi diariamente, y a veces más de una vez al día. La
hora jamás estaba en conflicto con el trabajo o con las actividades so
ciales, y comenzaba cuando estaba razonablemente libre para escribir
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así que ella admitió que la echaba de menos cuando cesó. Este era el
caso a pesar de su percepción general de que la escritura era “una sig
nificativa y a menudo exasperante interferencia en mi vida”. Durante
uno de los ya mencionados períodos en que ella retrasó el dictado en
curso del texto durante cerca de un mes, se deprimió y se enfermó.
Louis el esposo de Helen, siempre dispuesto a apoyarla aunque delibe
radamente no se involucraba con lo que estaba ocurriendo, finalmente
le dijo: “¿Por qué no retomas a lo que estabas haciendo; siempre pare
ces sentirte mejor cuando lo haces”. Pero lo más sorprendente para
Helen a lo largo del proceso, como lo discutiría conmigo posterior
mente, fue que ella jamás pensó realmente en no hacerlo:
Mas a pesar de los períodos de abierta rebelión, jamás se me ocurrió
seriamente que lo dejaría....
Y sin embargo, incluso en medio de este sentido de imposición, Helen
experimentó momentos en que
[Yo] me sentía curiosamente transportada mientras escribía. En estas
ocasiones las palabras casi parecían cantar, y yo experimentaba un pro
fundo sentido de confianza y de dicha, e incluso de privilegio.
Posteriormente advertí que estas secciones resultaron ser las más poé
ticas. Pero estos fueron sólo breves aunque felices períodos de tregua.
Algunos de estos pasajes transportadores incluían la versión del Padre
Nuestro del Curso al final del Capítulo Dieciséis del texto, las seccio
nes “La Semana Santa”, “Pues Ellos han llegado”, y “Elige de nuevo”
(en los capítulos Veinte, Veintiséis y Treinta y Uno, respectivamente),
y el párrafo final de la Lección 157 del libro de ejercicios.
Mucho más difícil para Helen que la escritura en sí, la cual aunque
perturbadora, transcurrió de una manera relativamente fluida y fácil,
era el leerle las notas a Bill al día siguiente. Ellos habían acordado que
al final del día, o siempre que pudiesen encontrar tiempo en lo que era
entonces un horario de trabajo muy cargado, Helen le dictaría a Bill lo
que se le había dictado el día anterior. Y Bill lo escribiría a máquina,
como solía exponer más tarde en tono de broma, “con una mano sobre
Helen y la otra en la máquina de escribir”.
Detestaba escuchar lo que había escrito. Estaba segura de que sería in
coherente, tonto y sin sentido alguno. Por otra parte, probablemente
me sentiría inesperada y profundamente emocionada, y súbitamente
estallaría en llanto. Jamás podía decir de antemano cuándo ocurriría
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r
Está claro, sin embargo, de acuerdo con las cartas de Helen durante
este período, sin mencionar sus notas antes del Curso, que su fe era
muy fírme, y que su creencia en Jesús era bastante tangible. También
estaba claro que el conflicto que ella estaba experimentando era total
mente interno.
Las circunstancias externas eran sorprendentemente favorables. La es
critura aparentemente estaba calculada de modo que ocasionase una
interrupción mínima, y a pesar de su propio conflicto Bill me ofrecía re
acciones positivas congruentes y un apoyo admirablemente continuo.
Sin embargo, como psicólogos, Helen y Bill ciertamente podían expli
car la muy peculiar situación de Helen de luchar en contra de algo en
lo cual ella creía en otro nivel. Ellos entendían la dinámica de la diso
ciación, mediante la cual uno separa las dos partes del yo que están en
aparente conflicto, con lo cual le permiten que continúen su coexisten
cia en la mente. Los dos yos por supuesto son las partes de la mente
que contienen los pensamientos del ego y del Espíritu Santo. Al poner
los juntos el ego tiene que desaparecer, del mismo modo que la obscu
ridad desaparece ante la presencia de la luz. Por consiguiente, el
sistema defensivo del ego protege su pensamiento de miedo al disociar
el amor que amenaza su existencia.
De manera interesante, el Centro Médico Presbiteriano Columbia
puso de su parte para ayudar al dictado también. En 1963, Bill fue sor
presiva e inesperadamente designada para el Comité Planificador de
Investigación cuya responsabilidad era asignar los espacios en un
nuevo edificio de investigación que se estaba construyendo. El edificio
se iba a nombrar en memoria de William Black, el magnate del café
(Choc Full O’Nuts) y un donante principal del Centro Médico. Así
pues, Bill tuvo la oportunidad de diseñar una gran área encerrada y re
lativamente aislada que incluía oficinas para Helen y para él, las cuales
comunicaban con un espacio secretarial mayor (más tarde utilizado
por mi cuando me uní a ellos en el 1973). Estas oficinas estaban total
mente separadas de sus oficinas normales de psicología en el Instituto
Neurológico (Helen) y en el Instituto Psiquiátrico (Bill), y de sus se
cretarias, quienes se alojaban en estos edificios al otro lado de la calle
del Edificio Black. Bill pudo también procurarles una elaborada red de
teléfonos de modo que pudiesen estar en fácil comunicación verbal
con el resto del departamento, y no obstante mantener su espacio
privado. El Edificio Black se terminó en el verano de 1965, y Helen y
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Helen Schucman en una fiesta de vísperas de Año Nuevo
223
La fotografía en la guía turística de Bill donde se ve “la iglesia de
Helen” en la esquina inferior derecha—sitio actual de la Clínica Mayo
224
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Helen, Bill y yo en la cueva en Lavra Netofa, Israel, 1973
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Rollo de “Dios es” que mandé hacer según las especificaciones de Helen
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Helen
(La “mancha” en su rostro es del reflejo de luz en la fotografía original)
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Louis, hacia 1975
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Altar Elohím en mi apartamento, 1976
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Helen y yo, hacia 1975
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Capítulo 8
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Las primeras semanas: Los principios de los milagros
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Capítulo 8 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILA GROS- A
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Capítulo 8 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE M1LA GROS- A
Jesús: Una pista—tiene algo que ver con “heme aquí, Señor”. Bill sabe
[esta es una referencia a la breve oración que Jesús le había indicado a
Bill que rezara; vea la pág. 201].
La idea es que no quiero recalcar demasiado tu lenguaje específico.
Helen: Mis propias asociaciones aquí son muy malas; una respuesta
Rorschach de “huellas” al rojo superior en la 2.49
Jesús: No—está bien: es el arco del tiempo. No existe ninguno. Por eso
significa que los “milagros descansan en la eternidad”.
Helen: Tengo que decir que esta es la manera difícil, y estoy segura de
que esto se pudo haber hecho más directamente. No veo por qué deba
recibir un mensaje en una forma que me lleve a no entender y a tener
que entrar en un coma mental para entenderlo.
Jesús: Tú has estado haciéndolo desde el principio. Ni siquiera te has
molestado en mirar los otros que están muy claramente expresados. Yo
sólo pensé en dictarte este en tal forma que no pudieses pasarlo por
alto. Es un ejemplo del efecto de choque tan útil a veces para enseñar
a los estudiantes que no escuchan. Obliga a poner atención....
Y recuerda darle las gracias a Bill de Mi parte por su apoyo incon
dicional. Lo necesito, porque tú no quieres oír nada. Pero no te
preocupes, los tres lo lograremos. No estamos nada cerca de la final. A
propósito, tú eres un ejemplo del punto sobre la cooperación. Y no sub
estimes tu cooperación tampoco. Tú no escuchas, y te ahorrarías
muchas angustias si lo hicieras. Pero sí lograste que Chip superase sus
percepciones equivocadas de S con una integridad muy encomiable.
Helen: Así que le dije, un poco tímida de pronto y muy sorprendida,
“¿Quieres decir que tú crees que soy amable?". Y prorrumpí en llanto.
Y El50 dijo—que ha de creerlo, realmente, puesto que sigue dándome
todo, y que El no está enfadado porque yo continúe rechazándolo. Pero
lamenta que yo sufra tanto sin razón alguna. En verdad fue muy ama-
ble en tomo a esto. Le dije que realmente Lo amo, pero que tengo
49. Esta es una referencia a las diez manchas de tinta creadas por el psiquiatra suizo
Hermann Rorschach como un instrumento psicológico para ayudar a entender cómo
las personas entienden su mundo. La segunda de estas consiste, en parte, de dos man
chas rojas en la parte superior de la tarjeta.
50. Regularmente Helen escribía con letra mayúscula los pronombres relacionados
con Jesús hasta que posteriormente él le indicó que utilizara letra minúscula. El punto
de Jesús en eso era recalcar su inherente igualdad con nosotros. Tal y como él escri
biera: “Los que son iguales no deben sentir reverencia los unos por los otros, pues la
reverencia implica desigualdad. Por consiguiente, no es una reacción apropiada hacia
mí”(T-l.II.3:5-6).
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Las primeras semanas: Los principios de los milagros
51. Un término clínico para el estado psicótico mediante el cual se obstruye el mundo
extemo.
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Capítulo 8 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILA GROS-A
invertido (un punto ya te dice que los milagros invierten las leyes o el
orden físico inferior).
La materia prima, o el hierro, es pesado pero burdo, y representa al
cuerpo, el cual es una creación burda. El concepto de la telaraña se
acerca más a cómo se debe considerar el cuerpo, i.e., como un hogar
ligero y muy temporal, el cual puede fácilmente desaparecer con una
leve brisa.
Helen: Corregido de acuerdo con las instrucciones.
Jesús: El punto debe decir “Un milagro despierta nuevamente la con
ciencia de que el espíritu, no el cuerpo, es el altar de la Verdad. Este es
el reconocimiento que conduce al poder sanador del milagro”.
Luego se dictó el principio del milagro 23, seguido de una explica
ción adicional del error de la escritura:
Jesús: Dile a Bill sobre la idea...
Helen: aún confusa para mí
Jesús: ...Que la razón no es que ustedes (plural) duden, o se distan
cien,52 o que no puedan creer. Es más una formación de reacción53 en
contra de una atracción la cual ambos reconocen que es tan intensa que
temen que se les desarraigue. Pero recuerden que una telaraña es en
realidad más fuerte que el hierro, si la ven correctamente. Este miedo
es también la razón por la cual no podían captar el punto correctamente.
Jesús continúa aquí con el juego de palabras que era bastante típico
de él durante estas primeras semanas del dictado:
A propósito, no es cierto que ustedes dos sean “sólo escribas". De
ben recordar que los escribas eran hombres muy sabios y santos y que
a veces incluso se escribe con E mayúscula. Si quieren ir más allá, po
drían incluso cambiar “sólo” de “meramente” a “honrados”, un
término que se usa en la Biblia asociado con “poder”. Dile a Bill que
no podrías hacer ese retruécano si el fraseo original hubiese sido en
singular.
52. Una defensa psicológica caracterizada por “permanecer alejado” de los pensa
mientos que se consideran nocivos.
53. Una defensa psicológica caracterizada por el reaccionar en una forma opuesta a lo
que realmente se está sintiendo inconscientemente. Esta dinámica era de particular
prominencia en Helen, como lo explica Jesús.
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Las primeras semanas: Los principios de los milagros
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Capítulo 8 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS - A
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Las primeras semanas: Los principios de los milagros
Se me dijo que “no escribiese nada más esa noche”, pero que toma
ríamos el Curso nuevamente por la mañana. También se explicó que
esa clase de experiencia estaba en el nivel de la Revelación, la cual es
diferente pero no fuera de armonía en modo alguno.
Las notas continuaron entonces con una discusión de la diferencia
entre revelaciones y milagros, parte de la cual se encuentra en el
Capitulo Uno. Como un aparte, Jesús dijo:
Dile a Bill que los milagros no dependen de la Revelación. La in
ducen. El es capaz de obrar milagros ya, pero aún está muy temeroso
de las Revelaciones. Advierte que tu [Helen] Revelación ocurrió espe
cíficamente después de que en el nivel visionario tú te habías
enfrascado en un proceso de negar el miedo.... Dile a Bill que tu pro
pensión a las Revelaciones, lo cual es muy importante, es el resultado
de un elevado nivel de comunión pasada. Su naturaleza transitoria pro
viene del descenso hacia el miedo, el cual aún no se ha superado. Su
propio estado “suspendido” mitiga en contra de ambos extremos. Esto
ha sido muy aparente en el curso del desarrollo de los patrones de de
sarrollo recientes de ambos.
Los milagros son el curso de acción esencial para ustedes dos. Es
tos lo fortalecerán a él y te estabilizarán a ti.
Observa que las notas mucho más personales de lo usual que estás
tomando reflejan la experiencia Reveladora. Esto no produce la cuali
dad más generalizable hacia la cual se encamina este curso. Pueden,
sin embargo, serle de gran ayuda a Bill personalmente, puesto que tú
pediste algo que le ayudase personalmente. Esto depende de cómo él
escuche, y de cuán bien él entienda la naturaleza cooperativa de la ex
periencia conjunta de ustedes. Puedes ayudar únicamente al leer esta
nota primero. Pregúntale después si esto se debe incluir en lo más mí
nimo en la parte escrita del texto, o si deben mantener esta nota por
separado. El está a cargo de estas decisiones.
Este último punto es congruente con lo que notamos en las cartas de
Helen de un mes antes más o menos, donde ella reconocía la importan
cia de dejarle ciertas decisiones a Bill.
A la mañana siguiente, después de algún dictado adicional (el cual
incluía varios principios de los milagros) que no se incluyen aquí,
Helen despertó con miedo, al pensar en la frase bíblica, “De Dios no
se hace mofa”, y anticipar algún castigo. Jesús le explicó que la cita
tenía el propósito de tranquilizar. Tú temes que lo que escribiste ano
che fuese contradictorio, y que estuviese en conflicto con algunos
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Capítulo 8 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS -A
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Las primeras semanas: Los principios de los milagros
este asunto de estar seguro de que uno tiene razón en tomo a escuchar
la voz de Jesús o del Espíritu Santo.
Siguieron varios apartes alentadores para Bill, y luego Jesús le dio
a Helen el mensaje (“revelación especial”), el cual se citó antes en la
página 19. A este le siguió:
Esta Revelación se permitió porque tú no proyectaste sobre Bill la
culpa por tu omisión de preguntarme si debes transcribir las notas. El
hecho de que él debía haberlo hecho no te exime de tu propia omisión.
Gracias por bendecirlo con un milagro en vez de maldecirlo con la
proyección.
Encontramos aquí la misma apertura a mirar el ego que Helen mos
traba en sus cartas a Bill.
Siguieron algunas notas relacionadas con Louis (omitidas aquí), y
luego:
Jesús: Bendita eres con María como la madre de los niños.
Helen: Pedí perdón por haber tirado todo el dinero [una referencia a las
notas omitidas acerca de Louis], pero El [Jesús] dijo “Está bien. Vivías
en la escasez entonces, pero ahora estás perdonada. Por lo tanto vives
en abundancia. Ya no hay necesidad de tirar nada, ni de carecer de nada
tampoco”.
Lo que seguía a continuación no está claro en las notas de Helen,
pero parecía haber habido alguna experiencia de Jesús como un in
fante, lo cual llevó a Helen a afirmar:
Helen: Contempla a la esclava del Señor; hágase en mí de acuerdo a
Tu Voluntad.
Jesús: ¡Egocéntrica por seguro! No necesito otra madre física, y ella
[María] fue la única que concibió sin carencia alguna de amor....
En la Parte III discutiré la conexión entre Helen y María, la madre
bíblica de Jesús.
El dictado continúa entonces con palabras de estímulo para Helen
y Bill. Luego le pide a Helen que no se avergüence de él, otro tema im
portante al cual retomaremos más tarde cuando discuta la relación de
Helen con Jesús.
Dile a Bill que tan pronto ustedes dos hayan entrado completa
mente en la segunda fase no sólo desearán entrar en comunión, sino
que entenderán la paz y la dicha.
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I 54. No pude averiguar con seguridad a qué se refieren estas dos partes.
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55. Esto se refiere a William Rockwell, uno de los profesores más importantes de
Helen en la Universidad de Nueva York, a quien mencionamos antes. La propensión
de Helen a olvidar o a cambiar nombres es ampliamente discutida por Jesús más ade i
lante (vea págs. 260-61). A propósito, Helen me relató que una vez mientras tomaba l
la clase del profesor Rockwell, ella lo llamó doctor Rockhead.
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Capítulo 8 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS-A
Curso él dedicara tan fielmente su vida. Esta negación era una de
fensa particularmente importante para él.56
Jesús continuó, y el lector familiarizado con Un curso de milagros
notará nuevamente cuánto del material personal destinado a Helen y a
Bill se introdujo en el Curso en sí.
Podrías añadir que su [la de Bill] falsa idea sobre su propia exclu
sión del amor universal es una falacia en tus términos, y arrogante en
los de él. Su verdadero especialismo no procede de la exclusión, sino
de la inclusión. Todos Mis hermanos son especiales [T-l.V.3:5-6]. El
debe dejar de interpretar esto como “todos excepto Bill”. ¡Esto es
ridículo!
Dile que la implícita carencia de amor que contiene su versión está
lejos del blanco [otro retruécano], y equivoca por completo el nivel co
rrecto de pensamiento. El tiene que sanar su percepción en este
respecto. Tiene que obrar un milagro a favor de sí mismo aquí.... Dile
a Bill que cincuenta millones de franceses sí pueden equivocarse, por
que la noción está muy fragmentada. La que no puede equivocarse es
la Filiación universal de la cual él forma parte.
Siguieron notas adicionales, las cuales incluían las que se relacio
nan con la Regla de Oro (T-1.III.6), que se encuentra ahora en el
Capítulo Uno. Jesús pasó entonces a una prominente cuando no a
veces humorística defensa de Helen: su inclinación a olvidar nombres,
o a tratar de cambiarlos. El más significativo de estos cambios era el
de utilizar el nombre Jonathan para su esposo Louis, como ya hemos
visto. Además, en el momento de dar su nombre para el certificado de
bautismo a la edad de trece años, “inadvertidamente” ella dio el nom
bre de soltera de su madre en vez de dar su propio apellido. Jesús le I
explicó este fenómeno defensivo de esta manera: I
I
Recalco nuevamente que tu tendencia a olvidar los nombres no es hos
tilidad, sino un miedo al compromiso o al reconocimiento. Tú habías
malinterpretado los encuentros humanos como oportunidades para la
I
I
magia, más bien que para los milagros, y por consiguiente trataste de
I
56. En un nivel, como discutiré en la Parte III, puede decirse que Bill tenía razón al
decir que Un curso de milagros procedía de la abstracta “Mente de Cristo”. Sin
embargo, la motivación específica detrás de que él hablase de ese modo parecía ser la i
negación de su propia relación personal con Jesús como Bill. Era, pues, la voz del
miedo la que hablaba, no la voz de la sabiduría. Los frecuentes intentos de Jesús
durante este período por ayudar a Bill a desarrollar su relación con él iban dirigidos a í
reducir este miedo. I
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Capítulo 8 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS -A
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57. El lector ha de recordar el recuento de Helen en una de sus cartas a Bill sobre la
visita a la madre de Louis en la playa de Nueva Jersey. Sin embargo, el lugar de resi
dencia permanente de la suegra de Helen era Nueva York.
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Capítulo 8 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS- A
que la Expiación es una. Al ser una, ésta une a todas las creaciones
con su Creador.
Estas dos últimas oraciones fueron probablemente dictadas por
Jesús, pues las mismas llevaban a la continuación del dictado de los
principios de los milagros, así como de material el cual se ubicó des
pués de los principios, mas aún en el primer capítulo del texto. Mu
chos de éstos eran comentarios en tomo a la necesidad de permitir
que Jesús controle la expresión de los milagros, lo cual obviamente
Helen había podido hacer, como se ve en estos comentarios que Jesús
le hizo a ella:
Estuviste sorprendentemente bien hoy, después de un comienzo
más bien malo. Realmente, Dave te ayudó, pero esto no se te explicará.
(Sentí mucho temor en tomo a esto.) Es pues un ejemplo de cómo nin
gún milagro se pierde jamás, y siempre bendice al que lo hace. Esto no
tiene nada que ver con la magia. La Regla de Oro es la ley de la justi
cia, no de los hechizos. Ya hemos hablado sobre eso.
Poco después Helen escribió, al hacerle eco a su decisión de no
abusar del poder de su mente: ‘Wo quiero que los errores de la escriba
penetren demasiado en el curso. Aunque supongo que se corregirán
cuando suceda”. Entonces Jesús comentó que los escribas
tienen un papel particular en el plan de la Expiación, porque poseen la
habilidad de experimentar Revelaciones ellos mismos, y además de
poner en palabras lo suficiente de la experiencia para que sirva de base
a los milagros. ¡
Esto se remonta a la experiencia de Helen, descrita en la pág. 250, des
pués de la cual ella había escrito: “Si Tú me dices qué hacer, es mi vo
luntad hacerlo”. Ella no sabía que se había dicho “mi voluntad es i
hacerlo”, y su intención había sido simplemente escribir “Lo haré”.
Este reconocimiento, como mencionara Helen, tuvo un impacto ex
traordinario, pues reflejaba una decisión activa de parte de ella de i
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Capítulo 8 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILA GROS-A
266
I
Las primeras semanas: Los principios de los milagros
quiere más o menos que eso. Aquellos que son llamados a dar testi
monio por Mí ahora están dando testimonio por todos los hombres,
como lo estoy dando yo.
El papel de sacerdotisa era una vez el de experimentar
Revelaciones y obrar milagros. El propósito era traer a aquellos que
aún no estaban disponibles para las Revelaciones directas al centro
de interés adecuado para ellos. El atributo esencial de la Sacerdotisa
era siempre la percepción elevada.
Después que Un curso de milagros se hizo público, y que se dio a
conocer la identidad de Helen como la escriba que oia la voz de Jesús,
con frecuencia a ella se le acercaban personas para que le pidiera a
Jesús consejo por ellos. Con la sabiduría de la sacerdotisa, Helen solía
decirles que con gusto oraría con ellos, y les ayudaría a facilitar el que
ellos oyesen las respuestas por sí mismos. Con frecuencia escuché a
Helen decirles a otros que no había nada especial en lo que ella hizo;
ellos podían oír por sí mismos. Huelga decir que esta era la actitud que
Jesús promovía en el Curso. Como él dijo: “Todos Mis hermanos son
especiales” (citado previamente, vea pág. 260).
Luego Helen escribió esta importante nota, la cual obviamente hizo
posible que Jesús le hiciese a ella su próxima aseveración:
Helen: Esta mañana fue la primera vez que jamás dije que sería un ho
nor para mí que hubiese algunas notas que El quisiera que yo tomase.
Dijo que sí las había.
Jesús: Te dije que ahora estabas reintegrada a tu papel anterior en el
plan de la Expiación. Pero aún tienes que elegir libremente el dedicar
tu herencia a la Restauración mayor. Mientras quede un solo esclavo
caminando por la tierra, tu liberación no estará completa. La total res
tauración de la Filiación es la única meta verdadera de los que tienen
una mentalidad milagrosa....
Tu agudo problema anterior al escribir las cosas procedía de un uso
erróneo mucho más antiguo de las muy extraordinarias habilidades de
escriba. Estas se volvieron secretas más bien que una ventaja compar
tida, lo cual las privó de su potencial milagroso, y las desvió hacia la
posesión.
Luego Helen escribió en su libreta una revelación especial la cual
no fue transcrita por Bill. Se refiere a una de las anteriores series de
“escenas retrospectivas” con Bill, donde ella era una vez más una an
tigua sacerdotisa, ante quien Bill traía a las personas necesitadas. El
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Capítulo 8 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILA GROS- A
papel de Bill ahora sin embargo, fue asumido por Jesús, quien le dijo
a Helen: “Sacerdotisa, un hermano se ha arrodillado en tu santuario.
Cúralo a través de Mí”. Helen escribió entonces, acerca de ella misma:
Helen: Tengo la idea de que el “santuario” simplemente se referia al
“altar interior”, al cual la Sacerdotisa le servía. Me imagino que la co
municación era directa, y el “hermano” siempre anónimo. Creo que la
Sacerdotisa respondía automáticamente al orarle directamente a Dios,
de pie con los brazos en alto para que descendiese una bendición sobre
su hermano, quien permanecía de rodillas afuera. Su respuesta era
completamente automática e impersonal. Ella jamás pensaba siquiera
en verificar el resultado, porque no había duda alguna. Me imagino
que aún no hay duda, realmente. Solo que la Sacerdotisa ya no puede
pedir sola. Originalmente era “hermana”, no “Sacerdotisa” [ostensi
blemente refiriéndose al saludo de Jesús],
Esta descripción es notablemente similar a la experiencia de Helen con
la sacerdotisa a principios de ese verano con Bill, la cual presenté en
el Capítulo 5.
Helen le formuló entonces una pregunta a Jesús relacionada con
memorias pasadas, y él le respondió:
Mientras recuerdes siempre que nunca sufriste nada debido a algo que
alguien más te hizo, esto no es peligroso. Recuerda que tú que quieres
paz sólo puedes hallarla mediante el total perdón. Nunca antes quisiste
la paz realmente, por lo tanto no tenía objeto alguno el saber cómo ob
tenerla. Este es un ejemplo del principio de la “necesidad de saber”, el
cual fue establecido por el Plan de la Expiación mucho antes de la CIA.
Además de la graciosa alusión a la Agencia Central de Inteligencia y
su principio de “necesidad de saber” podemos ver aquí un breve resu
men de la enseñanza del Curso de que nuestra única necesidad es el
perdonar o que aceptemos la Expiación, lo cual nos permite saber (o
recordar) la verdad que siempre ha estado dentro de nosotros, pero que
hemos olvidado.
Las notas continuaron con material que se encuentra ahora casi al
final del Capítulo Uno, así como los dos últimos principios de los
milagros. La fecha aquí es imprecisa, pero estamos en algún punto de
principios de noviembre.
268
Capítulo 9
Enseñanzas especíñcas
269
Capítulo 9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS- B (1965)
pesar de todo, siempre estaba claro para Helen que su trabajo se hacía
en íntima relación con Jesús, el “Sargento Primero” de sus cartas.
La situación de las dinámicas complementarias de proyección y ne
gación del ego, cuando no se aceptan como un salón de clases para
aprender a perdonar, desafortunadamente se convierten en un tormen
toso campo de batalla en el cual la lección del ego de “uno o el otro”
reina suprema. A medida que pasaban los años, el campo de batalla se
tomaba en realidad para Helen y para Bill. Pero por ahora, la luna de
miel aún estaba en sesión. Volvemos ahora a un breve comentario de
Jesús. Aún después en este capítulo, así como en el próximo, este im
portante tema se repetirá.
Tú [Helen] eres más apta para la mentalidad milagrosa, y menos ca
paz de reconocer el miedo debido a tu más fuerte, pero dividida,
identificación. Bill, también característicamente es menos apto para la
mentalidad milagrosa, pero más capaz de reconocer el miedo, porque
su identificación es más consecuentemente correcta pero más débil.
Juntas, las condiciones necesarias para una mentalidad milagrosa con
secuente, el estado en el cual se ha abolido el miedo, pueden lograrse
particularmente bien. En realidad, esto ya antes se había resuelto bien.
En medio de una discusión sobre la Expiación (lo que aparece ahora
en las secciones iniciales del Capítulo Dos), Jesús respondió al evi
dente malestar de Helen:
La razón por la cual esto te está perturbando es porque la Expiación
es un compromiso total. Todavía piensas que esto está asociado con
pérdida. Este es el mismo error que cometen todos los separados, de
una u otra manera. No pueden creer que una defensa la cual no puede
atacar sea también la mejor defensa. Si no fuese por esta percepción
errónea, los ángeles podrían haberles ayudado. ¿Qué crees tú que sig
nifica “los mansos heredarán la tierra”? Ellos literalmente tomarán
posesión de ella debido a su fortaleza. Una defensa de doble sentido es
inherentemente débil; precisamente porque tiene doble filo se puede
volver en contra del yo muy súbitamente. Esta tendencia no puede ser
controlada excepto por los milagros.
El milagro vuelve la defensa de la Expiación hacia la protección del
ser intemo, el cual, a medida que se toma cada vez más seguro, asume
su talento natural de proteger a los demás. El ser intemo se conoce a sí
mismo como un hermano y como un hijo.
270
Enseñanzas específicas
Las anteriores notas fueron escritas por Helen con gran dificultad y
constituían la única serie que hasta el momento se había escrito muy
lentamente. Cuando Helen cuestionó a Jesús sobre esto, se le dijo:
No te preocupes por las notas. Están correctas, pero tú no actúas aún lo
suficiente desde tu Mente Correcta para escribir sobre la Expiación
con comodidad. Ya escribirás sobre ello con gozo.
En otras palabras, el sistema de pensamiento del ego, con el cual Helen
estaba tan identificada, encontraba que el principio de la Expiación—
la separación nunca ocurrió en verdad—era demasiado amenazante
para su propia existencia. La “pérdida” a la cual se refiere Jesús es la
pérdida del ego. Es únicamente cuando la identidad de uno cambia
hacia el sistema de pensamiento del Espíritu Santo (el pensar con la
mente correcta) que se puede aceptar la Expiación con gozo, en lugar
de terror.
Helen prosiguió entonces con una interesante experiencia la cual
indicaba sus sentimientos ambivalentes hacia Jesús. Ella misma es la
que habla:
Anoche me sentí breve pero intensamente deprimida, temporal
mente bajo la impresión de que estaba abandonada. Trataba, pero no
podía superarlo en absoluto. Pasado un momento, decidí rendirme por
el momento, y El me dijo “no te preocupes. Jamás te abandonaré ni te
desampararé”. Sí me sentí un poco mejor, y decidí que realmente no
estaba enferma, de modo que podía regresar a mis ejercicios. Mientras
me ejercitaba, tuve unas experiencias que eran visiones en parte las
cuales encontraba ligeramente atemorizantes por momentos, y en otros
momentos eran bastante alentadoras.
No estoy muy segura de la secuencia, pero comenzó con una afir
mación de amor muy clara, y un énfasis igualmente claro en mi propio
gran valor, belleza y pureza. Después de eso las cosas se tomaron un
tanto confusas. Primero, la idea de “Desposada de Cristo” se me ocu
rrió con unos “murmullos” vagamente inapropiados. Luego hubo una
repetición de la “ola de Amor”, y una reafirmación de una experiencia
anterior, como si fuese ahora de El para mí: “He aquí la Esclava del
Señor; hágase en ti según Su Palabra”. (Esto me lanzó al pánico antes,
pero en aquel momento, se expresó en el fraseo bíblico más preciso:
“Hágase en mí según Su Palabra”.) Esta vez me sentía un poco in
quieta, pero recordé que lo había percibido erróneamente la última vez,
y probablemente aún no lo veía correctamente. En realidad, es
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CapÍto.0 9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE M1LA GROS- 'ÜC 965)
58. Un tema importante en Un curso de milagros es el miedo del Amor de Dios que
caracteriza al sistema de pensamiento del ego, lo cual hace que nosotros tomemos el
amor en su opuesto: miedo, odio o maldad; en este caso, Jesús se convierte en el
diablo.
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Enseñanzas específicas
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Capítulo 9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS- B (1965)
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Enseñanzas específicas
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Capítulo9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS-3 (1965)
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Capítulo 9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILA GROS- B (1965)
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Enseñanzas específicas
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Capítulo 9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE M1LA GROS-K(\MS)
280
Enseñanzas específicas
59. Aquí, como en toda esta sección, el uso que Jesús hace de la palabra “estúpido”
refleja el uso enjuiciador que Helen hacia de la misma en sus pensamientos de ataque.
60. Esta es una referencia a una discusión anterior de este conflicto, la cual se omite
aqui porque aparece en el Capítulo Dos del texto publicado, en la sección titulada
“Miedo y Conflicto”, quinto párrafo. El conflicto se corrigió de “voluntad/comporta
miento” a “mente/comportamiento”, puesto que la voluntad jamás puede estar en con
flicto. El punto esencial es que el miedo es la consecuencia cuando lo que hacemos
está en conflicto con lo que verdaderamente queremos. Esto refuerza nuestro sentido
de separación, primero de nosotros mismos, y finalmente del Espíritu Santo y de Dios.
61. No está claro en la explicación que Helen ofrece cuál fue la “estupidez" de D.
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Capítulo 9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILA GROS - B (1965)
62. Esta es una referencia a una de las salidas del Centro Médico.
282
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Enseñanzas específicas
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Capítulo 9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILA GROS - B (1965)
Debes saber que todos los hijos de Dios son totalmente merecedores
de completa cortesía. Jamás debes unirte con uno a expensas de otro.
Cuando llamaste a Bill a unirse contigo, con G y con A a la hora
de almuerzo, debiste haber esperado hasta que Me preguntases. De
hecho, ni siquiera debiste haberle dicho a A que tú llamarías. Luego
pudiste haberle preguntado a Bill primero si él quería venir, y haber
llamado a A. Es cierto que fue mejor que él viniese, pero esto no tiene
nada que ver con el verdadero asunto. Hay maneras de tratar a los de
más en las cuales sólo se ofrece cortesía consecuente, incluso en
cosas pequeñas. Este es un hábito muy sanador el cual debe
adquirirse.
La respuesta de Bill a tu llamada era una clara aseveración de su
estado tristemente en conflicto. El dijo, “No quiero unirme a ustedes,
pero eso es descortés, así que iré”. Cada vez que cualquier invitación
a unirse a otros se ofrece de manera amable, siempre se debe recibir
con respeto, aunque no es necesario aceptarla siempre. Sin embargo,
si se recibe de manera descortés el sentimiento generado puede ser la
coerción. Esta es siempre la reacción de una voluntad dividida.65
Bill no resolvió esto al actuar amablemente. El almuerzo no tenía
que haber implicado tensión ni física ni mental para él, y no debió
haber surgido ninguna “necesidad de escapar”. Esta fue una regre
sión de la clase improductiva. Bill seguirá experimentando esta
necesidad ocasionalmente, hasta que esté dispuesto a darse cuenta de
que no hay nada de lo cual él necesite o quiera escapar.
Es muy difícil salirse de la cadena de falsa creación que puede
surgir incluso del más simple mal-pensamiento. Para adoptar una de
tus propias frases, “Esta clase de tragedia humana es mucho más fá
cil de alejar que de deshacer”.
Ustedes dos deben aprender a no permitir que esta clase de reac
ción en cadena comience. No podrán controlarla una vez que haya
comenzado, porque todo y todos serán jalados hacia esta falsa pro
yección, y por consiguiente la interpretarán de manera errónea. Nada
es hermoso para el que no ama. Esto se debe a que están creando
fealdad.
Tú, Helen, definitivamente no estabas actuando desde tu menta
lidad correcta al escribir estas notas justo en frente de Jonathan.
(Observa que escribiste su nombre como “Jonathan” esta vez, aun
que previamente en estas mismas notas te referías a él como “Louis”,
al utilizar su verdadero nombre intencionalmente. En realidad, por
65. Esta es una referencia a un conflicto entre lo que posteriormente se llama la mente
correcta y la mente errada.
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J
Enseñanzas específicas
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Enseñanzas específicas
66. Jesús está exhortando de este modo a Helen y a Bill a que no se distancien más de
él, y a que no dividan su lealtad entre él y sus egos.
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69. El uso de la palabra “derecho” puede ser confuso aquí. Lo que se quiere decir es
que no es posible que permitamos que la imagen de nosotros mismos sea cambiada
debido a circunstancias extemas, tales como la aprobación o desaprobación paterna.
Somos libres de creer que se puede, pero esto no hace que esa sea la realidad.
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71. Las referencias son las siguientes: T-3.VI.7; T-4.I.1; T-4.1.2,3,4; T-4.1.6,7;
T-4.I.13.
72. En realidad, por supuesto, Jesús (o el Espíritu Santo) no eligen por nosotros ni
asignan tareas. Nuestras mentes hacen la elección y la asignación, o con el ego o con
el Espíritu Santo como nuestro guía. Sin embargo, puesto que a menudo nuestra expe
riencia es que el Espíritu Santo estáfuera de nosotros, con frecuencia Jesús les hablaba
de ese modo a Helen y a Bill, y a todos nosotros en el Curso.
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Capítulo 9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS-B (1965)
73. Vea más arriba, págs. 87-88, la interpretación bastante diferente de Bill sobre las
circunstancias que rodearon la adquisición de su profesorado.
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74. A Helen se le indicó posteriormente que cambiase la palabra “alma” por espíritu,
para evitar cualquier confusión teológica acerca de su significado (vea C-1.3:2-3).
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Capítulo 9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS-B (1965)
75. En otras palabras, el pasado sóloparece tener un efecto en las vidas de las personas.
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Más enseñanzas específicas
76. Para una discusión más extensa de este asunto, con una respuesta ofrecida en dis
tintos niveles, vea C-in.4; C-2.
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Capítulo 9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS-B (1965)
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Más enseñanzas específicas
Bill con el tiempo que le toma a la luz de una estrella el que se le reco
nozca en la tierra.
En el contexto de la eliminación por parte del ego del intento de la
mente de formular preguntas significativas (T-4.V.4:9-10), Jesús se re
fiere ahora al sueño que Helen tuvo con “el registrador”, el cual se pre
sentó antes en el Capítulo 3. El continúa aquí con el contraste entre
Helen y Bill, específicamente en términos de los caóticos intentos de
Helen de defenderse en contra del aprendizaje del Curso, mientras que
Bill demuestra una más continua buena voluntad. Mas ambos son, no
obstante, débiles en su deseo total de identificarse con la meta del
aprendizaje. La motivación de los estudiantes de aprender sigue siendo
el ingrediente primordial de la enseñanza efectiva, y el que Helen y
Bill se perdonasen a sí mismos y mutuamente sigue siendo el medio
primordial de deshacer los obstáculos a su aprendizaje.
Si recuerdas tu sueño sobre el registrador, este era notablemente pre
ciso en algunos aspectos porque procedía en parte del conocimiento
reprimido por el ego; el verdadero problema se planteaba correcta
mente como ¿Cuál es la pregunta?”, porque como sabías muy bien, la
respuesta se podía encontrar si se reconocía la pregunta. Si te acuerdas,
habían varias soluciones que intentaste, todas basadas en el ego, no
porque tú creyeses que podrían funcionar, sino porque la pregunta en
sí no estaba clara.
Cuando la Biblia dice “Buscad y hallaréis”, no significa que debas
buscar ciega y desesperadamente algo que no podrías reconocer. La bús
queda significativa se emprende conscientemente, se organiza
conscientemente y se dirige conscientemente. La contribución principal
de Bill a la empresa de colaboración de ustedes es su insistencia en que
la meta debe formularse claramente, y debe tenerse en mente siempre.
Tú, Helen, no eres muy hábil para hacer esto. Aún vas en pos de
muchas metas simultáneamente, y esta confusión de metas, dada una
voluntad fuerte, tiene que producir un comportamiento caótico. El
comportamiento de Bill no es caótico, pues, no es que esté dividido
entre metas, sino más bien no se ve dirigido por meta alguna. Allí
donde Helen está demasiado dedicada a muchas metas, Bill se ha de
dicado muy poco a todas las metas. Tiene la ventaja de una
potencialmente mayor libertad del aturdimiento, pero no siempre tiene
el suficiente interés en utilizarla. Helen tiene la ventaja de ejercer gran
esfuerzo, pero sigue perdiendo de vista la meta.
Bill ha sugerido muy inteligentemente que ustedes dos deben tra
zarse la meta de estudiar realmente para este curso. No cabe duda
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Más enseñanzas especificas
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Capítulo 9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS - B (1965)
por eso por lo que no puede escuchar. El no tiene que pasar por el
mismo curso en represión que tú pasaste, porque él renunciará a su
principal defensa errónea después que se haya librado de las menores.
No te perturbes con la represión, Bill, pero si adiéstrate a estar
alerta a cualquier tendencia a alejarte de tus hermanos. El alejarse es
atemorizante, y tú no reconoces todas las formas que toma en ti. Helen
tiene razón en que experimentará cosas que van en contra de todas sus
percepciones debido a su sorprendente conocimiento. Tú tenías razón
en que esto ocurrirá cuando ella aprenda a reconocer lo que ya sabe y
ha disociado.
Tú, Bill, aprenderás de manera algo distinta, porque le temes a todos
los compromisos totales, y crees que te degradan. Has aprendido a tener
una visión tanto más clara sobre esto que ya debieras estar listo para opo
nerte a ello en ti mismo con relativa facilidad. Al acercarte a un
hermano, si te acercas a mí, y al apartarte de él me tomo distante para ti.
Tu paso gigante de adelanto fue el insistir en una empresa de cola
boración. Esto no está reñido con el verdadero espíritu de la
meditación en absoluto. Es inherente a la misma. La meditación es una
empresa conjunta con Dios. No se puede ser emprendida exitosamente
por aquellos que se alejan de la Filiación, porque [al hacerlo] se están
alejando de Mí.
Por esta época Helen tomó un largo mensaje para ella y para Bill
que nunca se escribió a máquina. Una vez más encontramos una ilus
tración de la naturaleza personal de la relación de Helen con Jesús, así
como de las formas específicas en que él estaba intentando ayudarles
a ella y a Bill. El principal centro de interés de este mensaje era la ex
hortación que Jesús le hacia a Helen y a Bill a que consultasen más con
él en sus decisiones diarias. Para establecer su proposición, les provee
ejemplos específicos de cómo ellos se abstuvieron de pedirle ayuda, y
por consiguiente, cuán inevitables eran las tristes consecuencias. Sigue
ahora el mensaje completo:
La razón para la reacción de miedo es bien aparente. Todavía ustedes
no han podido suspender el juicio, y simplemente han logrado debilitar
el control que tienen sobre el mismo. Puesto que tienen una infortunada
tendencia a castigarse a sí mismos, creen que el control del juicio es una
función para su propia conservación, y por consiguiente se requiere
como una defensa necesaria de su yo. El debilitar la expresión de esta
defensa se percibe entonces como una vulnerabilidad peligrosa, la cual
les aterra.
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83. Esto se refiere a la pregunta sobre el pasado; vea las notas presentadas antes en las
págs. 300-01.
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84. Vea la pág. 297, nota al pie de página 72, para una explicación del significado
de términos como “elegir”, “asignar tareas”, o “disponer” en relación con Jesús o el
Espíritu Santo.
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85. El uso de la palabra “alabanza” no refleja aquí su significado general. Más bien se
usa como una expresión del Amor de Dios, el cual nos une con El en espíritu, y tras
ciende todos los pensamientos de cuerpos—enfermos y no enfermos. Si bien la enfer
medad simboliza nuestra separación de Dios al arraigamos en nuestros cuerpos, la
rehabilitación (sanación) refleja el cambio de mentalidad que finalmente nos reúne
con El: “el alabar a Dios como El mismo conoce la alabanza".
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en conflicto, pero Bill los volvió a ambos hacia la salida. Mientras más
él enseñe esto, más lo aprenderá.
En medio de la discusión del segundo paso, Jesús hacía los siguien
tes comentarios:
Mientras tanto, la creciente claridad de la Voz del Espíritu Santo
hace imposible para el aprendiz el que no la oiga. Por un tiempo, pues,
está recibiendo mensajes conflictivos aceptándolos ambos. Este es el
clásico “doble ciego” en la comunicación, del cual escribieron en tomo
a ustedes mismos muy recientemente, y con buenos ejemplos, además.
Es interesante que Helen reclamase en el momento que ella nunca es
cuchó nada al respecto y que no lo entendía. Pensé que podría
ayudarles a ambos si les instaba a escribir juntos sobre ello. Debes re
cordar la insistencia de nuestro hermano [Bill] en su inclusión. Tú
pensabas que él se había tomado bastante exigente en este punto, pero
estaba reforzado en su mente con bastante fuerza, y por lo tanto quería
enseñarlo en su texto. Esto, por supuesto, era una forma muy buena
para tú aprenderlo.
Poco más adelante en el dictado, en medio del material que actual
mente aparece en el Capítulo Siete del texto, Jesús intercaló comenta
rios específicos sobre Helen para ilustrar el principio general que él
estaba enseñando acerca del uso que el Espíritu Santo hace de habili
dades originalmente hechas para servir al propósito del ego. Podemos
de ese modo ver aquí otro ejemplo de la naturaleza personal de la en
señanza de Jesús durante las etapas iniciales de la escritura. A propó
sito, retomaré a este pasaje nuevamente en la Parte III, cuando discuta
la función de Helen como escriba del Curso.
El Espíritu Santo te enseña a utilizar lo que el ego ha hecho para ense
ñar lo opuesto de lo que el ego ha aprendido. La clase de aprendizaje
es tan irrelevante como lo es la habilidad particular que se aplicó al
aprendizaje.
No podrías tener un ejemplo mejor del propósito unificado del
Espíritu Santo que este curso. El Espíritu Santo ha tomado áreas muy
diversificadas de tu aprendizaje pasado, y las ha aplicado a un curri-
culo unificado. El hecho de que ésta no haya sido la razón del ego para
el aprendizaje es irrelevante por completo. Tú hacías el esfuerzo por
aprender, y el Espíritu Santo tiene una meta unificada para todo es
fuerzo. El adapta los potenciales del ego para sobresalir a potenciales
para igualar. Esto los hace inútiles para los propósitos del ego pero
muy útiles para los Suyos.
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comentario de Bill de que él aún piensa que el “ego tiene algo que ofre
cer”, si bien no se refiere a esa tentación, ciertamente podría abarcarla.
Como se mencionara en la introducción a las notas de este diario, la
preocupación de Bill por el progreso (o la regresión) de Helen se puede
ver en esta primera anotación. La “liberación del aprisionamiento”, la
cual fue la respuesta a Bill en la meditación, habría llegado en el ins
tante en que él pudiese liberar a Helen de su papel de salvadora, el cual
le daba a ella el poder de afectar el propio progreso espiritual de él, y
de salvarlo o de aprisionarlo.
La importancia que tenían para Bill los cambios positivos de las
personas también se veía en esta anotación en términos de la madre de
Chip. Chip y su mamá habían estado separados por muchos años, y él
no tenía conocimiento del paradero de ella. Finalmente Helen pudo lo
calizarla en un hospital mental fuer de la Ciudad de Nueva York. Esta
fue una historia conmovedora, y Chip, paciente de Helen, le estuvo
eternamente agradecido por los esfuerzos amorosos que ella hizo en
beneficio de él.
También encontramos en esta anotación evidencia de la honestidad
de Bill al hacer esfuerzos de observarse a sí mismo y reconocer su res
ponsabilidad por sus reacciones negativas hacia Helen (“yo parecía
estar respondiendo inadecuadamente... ”).
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86. Durante este periodo Bill era director asociado de la prestigiosa revista del
American Psychological Association, la Journal ofAbnormal and Social Psychology.
Helen era su asistente en este cargo.
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87. La referencia en la Lección 15 (L-pI. 15.3:1,3) a “episodios de luz” fue puesta ahí
por Jesús para aliviar la ansiedad de Cal: “No les tengas miedo”.
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El diario de Bill
esto, a pesar del hecho de que Helen había preparado muy cuidadosa
mente el material ilustrativo apropiado para esta ocasión. Me parecía
que era de algún modo necesario en esta ocasión demostrar que no ne
cesitábamos la rígida estructura que frecuentemente se cree que es
esencial en cualquier presentación. Aunque experimentaba considera
ble ansiedad de antemano, trataba de tener presente que aquel que me
envió me diría qué hacer y qué decir. [Esto, por supuesto, es una refe
rencia al mensaje para Bill relacionado con la conferencia de
Princeton, vea la pág. 321, el cual concluía con la oración, “Estoy aquí
únicamente para ser verdaderamente útil... ”.] Por primera vez en mi
experiencia con esta clase de charla profesional, decidí que no era ne
cesario tener notas, o un bosquejo, y que simplemente trataría de seguir
lo que dice. Desde el punto de vista de la convicción, esto debería ser
muy convincente para mí, porque hablé durante 20 ó 25 minutos sin
ninguna dificultad, y creo que con razonable coherencia, y cubrí los
puntos esenciales de orientación que eran necesarios. Probablemente
sería muy difícil para mí reconstruir lo que realmente dije, pero podía
medir por la reacción de la audiencia que parecía encaminado en la di
rección correcta.
Cuando le pasé la sesión a Helen en el momento que parecía apro
piado, ella también presentó el material muy claramente y muy bien.
Si pudiésemos metemos en la cabeza que todo se puede manejar fácil
mente, de forma similar, esto seria de un enorme alivio y convicción
para los dos.
Me siento muy animado de que estemos logrando un progreso con
siderable ahora, y mucho más de lo que cualquiera de nosotros
reconoce. Helen está comenzando a ver que en realidad sólo hay dos
emociones, amor y miedo. Esto es perfectamente obvio para mi ya que
la veo todos los días. Cuando ella está tratando de negar el amor, se
siente muy atemorizada y anticipa desastre. El presente episodio de
frío ilustra esto en gran medida. Mas, lo opuesto a ello ha sido amplia
mente demostrado muchas veces, y ella está en paz, feliz y radiante y
libre de miedo cuando reconoce que existe una sola cosa que es real,
y una sola cosa que ella quiere.
A medida que veamos esto claramente y con convicción, no debe
mos tener problemas con el curso, el cual es muy explícito en cuanto a
este punto.
Esto concluye el diario de Bill. Mediante discusiones posteriores
con Helen y Bill, estaba claro que este período de sinceros intentos de
perdón y reconciliación, sin mencionar la honestidad personal que
ellos compartían abiertamente uno con el otro, fue un tanto efímero.
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nuestra cuenta sin la ayuda del Espíritu Santo.) En este caso en parti
cular, tampoco había ningún problema real externamente, puesto que
los elevadores habían continuado funcionando normalmente.
El mensaje también contenía información útil sobre la relación
entre Un curso de milagros y otros caminos espirituales, la cual el lec
tor interesado puede decidirse a consultar en el texto. Parte del men
saje contenía esta importante aseveración para Helen en tomo a evitar
el enjuiciar a otras espiritualidades, al tiempo que proseguía su propio
camino: “No aprovechas el curso si te empeñas en utilizar medios que
le han resultado muy útiles a otros, y descuidas los que se establecieron
para ti" (T-18.VII.6:5). Ese mensaje se le daría a Helen nuevamente
unos años más tarde en otra forma, como veremos en la Parte III.
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a realizar un trabajo largo y difícil, sino que resultó ser la más útil, en
cuanto a lo que el verdadero material se refiere. Este tenía una manera
de saber lo que estaba haciendo, y era mucho mejor dejarlo exacta
mente como estaba.
Cuando se terminó finalmente la escritura a máquina, le puse la cu
bierta a la máquina, respiré aliviada, y me dije a mí misma felizmente,
“Y el mido de la máquina ya no se oye más”. Disfruté mi “liberación”
por aproximadamente una semana. Luego comencé a sentirme curio
samente sin propósito alguno. Había que hacer muchísimo trabajo,
pero de algún modo ello no llenaba el vacío en mi vida que se tomaba
progresivamente inmenso y opresivo. Unos seis meses más tarde, es
taba deprimida en espíritu y físicamente enferma gran parte del
tiempo. Cruzó por mi mente, casi subliminalmente, que podría haber
algo más que tenía yo que hacer. Una vez le mencioné esa posibilidad
a Bill, y rápidamente cambió de tema. Realmente, fue a mi esposo a
quien al fin se le ocurrió.
“Tal vez no hayas terminado la escritura”, dijo muy tranquilamente
y con evidente sinceridad.
“No lo digas”, le respondí con ira. “Nada más eso me faltaba”.
“Pero tal vez sea verdad”, continuó él. No contesté. Varias semanas
más tarde, sin embargo, le mencioné a Bill, con un gran esfuerzo por
sonar despreocupada, que yo tenía una idea de que el texto tenía que ir
acompañado de un libro de ejercicios. El me dijo que eso le parecía una
idea muy buena. No volví a tocar el tema nuevamente por espacio de
unas seis semanas, durante las cuales me sentía cada vez peor. Parecía
que ciertamente había la intención de un libro de ejercicios, y en el de
bido momento comencé a escribirlo. No era tan difícil de escribir como
lo había sido el texto. En primer lugar, me gustaba el formato general
aun cuando encontraba que las primeras cuantas “lecciones” eran más
bien triviales. [A propósito, esta fue una opinión que Helen realmente
no perdió jamás, y la aparente simpleza de éstas siempre le hacía sentir
algo incómoda. Jamás pudo pasar más allá de la forma de estas leccio
nes iniciales hacia su profundo contenido subyacente.] Sin embargo,
creo que pronto adoptó un buen estilo y un verso libre muy aceptable
[a partir de la lección 99], el darme cuenta de lo cual me ayudó mucho.
Además, el proceso de la escritura de por sí ya no era particularmente
extraño para mí. Y finalmente, estuve de acuerdo con la forma precisa
de la organización del libro de ejercicios. Decía desde su inicio exac
tamente lo que iba a hacer, y luego procedió a hacerlo. Incluso su final
estaba predeterminado. Planteaba desde el principio que habría una
lección diaria por un período de un año, y esa fue exactamente la ma
nera en que resultó.
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PARTE III
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Capítulo 11
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Capítulo 11 VERANO, 1973: LA CUEVA
a Jerusalén por primera vez. Y sin embargo, en todo ese tiempo jamás
pensaba conscientemente en la figura asociada con estos lugares, sin
mencionar su lugar central en la vida monástica a la cual yo estaba as
pirando. Mientras estuve de regreso en los Estados Unidos durante este
verano de 1973, hice planes para visitar la Abadía de Getsemaní, el
monasterio trapense al cual había pensado ingresar originalmente, y
con muchos de cuyos monjes había desarrollado amistad. Además le
había prometido a uno de los monjes de Lavra Netofa en Israel que vi
sitaría a su familia en Saint Louis, no muy lejos de los trapenses de
Kentucky.
Planeaba tomar un autobús desde Nueva York hasta el monasterio,
pero en el último minuto Helen me exhortó a volar, diciéndome que
ella sentía que yo debía ahorrar tiempo. Confiaba en el consejo de
Helen, y cuando estaba a punto de salir hacia el aeropuerto, Bill me dio
una taijeta de fichero con una de las lecciones del libro de ejercicios
escrita a máquina. Llegué a Louisville tarde por la noche, y llegué al
monasterio a la mañana siguiente, el jueves de la Ascensión (el día sa
grado de los católicos en que se conmemora la Ascensión de Jesús
hasta su Padre, cuarenta días después de la Pascua de Resurrección), a
tiempo para asistir a la Bendición Abacial de la inauguración del padre
Timothy Kelly como el nuevo abad. Helen tenía razón—fue conve
niente que “ahorrase tiempo” y decidiese volar.
Terminé permaneciendo una semana en el monasterio, durante lo
cual finalmente Jesús “apareció” para mí. Ocurrió muy temprano el
domingo por la mañana. Estaba levantado una hora antes del primer
servicio de oración de los monjes, el cual habría de comenzar a las 3:00
de la madrugada, y estaba continuando con mi lectura del manuscrito
del Curso por primera vez. Esa mañana estaba leyendo las páginas fi
nales del texto. Al comenzar los párrafos que empiezan con “No me
niegues el pequeño regalo que te pido”, súbitamente alboreó en la
parte consciente, no intelectual de mi mente, quién era verdaderamente
la primera persona del Curso. Yo lo sabía, por supuesto, pero no real
mente. Y ahora repentinamente sí lo sabía. Las lágrimas brotaron den
tro de mí mientras me dirigía a la Iglesia para la oración matinal.
El abad me había dado una puesto entre los monjes para permitirme
participar directamente con ellos durante la oración, y al concluir el
servicio me quedé en la obscura y silenciosa Iglesia mientras los
monjes desfilaban hacia su período de oración privada. Pasarían
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Verano, 1973: la cueva
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Capítulo 11 VERANO, 1973: LA CUEVA
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Verano, 1973: la cueva
88. Para una breve descripción de lo que el Curso entiende por relaciones especiales y
relaciones santas, el lector puede consultar el Apéndice.
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Verano, 1973: la cueva
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Verano, 1973: la cueva
89. Vea arriba, pág. 246, nota al pie de página 50, para una explicación del uso que
Hclcn hace de las letras mayúsculas en los pronombres relacionados con Jesús.
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Capítulo 11 VERANO, 1973: LA CUEVA
366
Verano, 1973: la cueva
quiere que yo esté segura de decirte que no tires ningún hueso que
puedas encontrar. El está seguro de que tendrían un valor histórico es
pecial—bíblico, de hecho. En cuanto a mi—me sentiría satisfecha si
sólo encontrases algo. Y tal vez incluso lo que pensamos. Seria mara
villoso, ¿o no? Me temo que es bastante difícil para mí creer, incluso
cuando he visto. Después de todo, como me repito una y otra vez a mí
misma, el curso es bastante visible.
Continuamente yo le recordaba a Helen esta última aseveración en
años posteriores, como discutiré más adelante.
28 de julio
Ken querido—
...Y quiero agradecerte especialmente que oraras por mí en el santua
rio de María Magdalena. En verdad me fue muy útil.
Helen sentía una atracción especial por María Magdalena, tanto como
la que sentía por María, la madre de Jesús. Yo le había escrito a Helen
que me había acordado de ella mientras estaba frente al altar de la
Magdalena en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.
La carta continúa:
Bill y yo almorzamos y nos sentamos un rato en el parque, y entonces
sentí anhelo de ir a la Iglesia. Así que oí la misa en San Francisco
Javier. Francamente, no mucho, si acaso.
Me temo que me he sentido inquieta sobre el viaje a Israel y todo el
asunto del cáliz. Parece que no me sentiré muy feliz pase lo que pase.
Y la fe parece en buena medida un efecto secundario. Creo que la idea
es seguir la Orientación y que la fe llega porque se siguió. Eso es a
grandes rasgos lo que se hace ¿no es así?
De todos modos, me siento tan alegre de que El [Jesús] te eche el
ojo. Probablemente El llegue a todos nosotros con el tiempo. Mientras
tanto, pensamos mucho en ti y anhelamos mucho recibir tus cartas.
Hay tanta esperanza en ellas que incluso un poquito de la misma se ad
hiere a mis dedos.
Con amor nuevamenti ■Helen
30 dejulio
Ken querido,
Hay algo que me gustaría decirte acerca de la cueva. Bill creyó que
podía esperar, pero creo que eso se debe a que me dio un verdadero
367
Capítulo 11 VERANO, 1973: LA CUEVA
ataque cuando sucedió. Tal parece (noto que aún estoy teniendo un
ataque, pero relativamente menor) que Freddie me dijo la semana
pasada que él creía que María Magdalena está sepultada allí. Ahora, no
te desmayes. Yo ya lo hice. Juro que yo jamás mencioné el nombre, ni
siquiera le di indicios de nada de lo que tú y yo dijimos acerca de ella.
Además, como tú bien sabes, todo este asunto me pone tan nerviosa,
que es muy poco probable que yo aborde el tema innecesariamente. El
simplemente lo dijo, y ya. También dijo que la Cosa en la cueva expli
cará de algún modo lo que le sucedió a ella. No entiendo esa parte. De
hecho, no entiendo nada de todo esto. Pero sí creo que sólo es justo
mencionarlo. A propósito, Bill dice que podría ser un mero ejemplo de
telepatía mental, que para él es mas “mero” de lo que es para mí. El
dice que Freddie es experto en captar cosas de las personas, y que
puede haber sido así que él se enteró. ¿Es esa una explicación? Dicho
sea de paso, Freddie sí me dijo que tú volverías al interior de la cueva
el próximo jueves [esto fue cierto]. Entiendo que en eso él puede haber
tenido razón.
Todo lo que puedo decir es que esto solía ser un Departamento de
Psicología muy respetable, y jamás ocurría nada raro. Puede que haya
sido algo aburrido, pero nada inesperado tenía probabilidades de ocu
rrir y sacudir a la gente muy fuertemente. Yo casi me desmayo con ese
numerito de Freddie, pero Bill parece creer que está entre los más or
dinarios de los más recientes sucesos. ¿Qué crees tú?
...Yo no sé lo que significa cosa alguna, sin embargo, y ese no es
precisamente mi estilo de vida preferido. Estoy tratando de acostum
brarme a ello, pero considero que es difícil lograrlo. Bill quiere añadir
una nota, y no quiero acaparar todo el espacio [Helen estaba casi al fi
nal de la hoja], así que—con amor—Helen
Querido Ken—Fue tan agradable hablar contigo hoy, y luego recibir 3
cartas tuyas en la oficina... ¡Si yo sólo tuviese la capacidad de tu con
vicción sobre la orientación en todo momento! ¡La espeleología jamás
será la misma!
Con amor—Bill
La siguiente carta es importante puesto que Helen comenta sobre la
diferencia crucial entre contenido y forma (“hecho y alegoría”), y los
paralelos que Bill señalaba entre la cueva y sus experiencias anteriores
alrededor de la visita a la Clínica Mayo.
31 dejulio
Ken querido,
368
Verano, 1973: la cueva
Esta es una carta que siento que tenía que escribirse, y escribirse lo
antes posible. Esta tiene que ver con hecho y alegoría y la línea
divisoria un tanto incierta entre estos. Hemos estado pensando en el
cáliz y la cueva y todo eso en términos muy literales, y creo que estuvo
bien hacerlo. Por supuesto, no sé cuál será el resultado, y tal vez los as
pectos más literales realmente estén allí. Freddie no entiende de
simbolismos; el querido muchacho no puede entender siquiera cómo
una cosa puede representar algo más. Bill examinó esto con él, y todo
lo que pudo captar fue que si ves algo eso está ahí. No es que él sea
estúpido, el Cielo lo sabe, pero sencillamente él parece que no puede
ir más allá de los hechos, así que puede estar equivocado debido a eso.
Quiero darte el resto de su mensaje primero, antes de pasar a mis
propias preocupaciones. El vino por aquí hoy, y me pidió que me ase
gurase de decirte que la primera y la segunda e incluso la tercera vez
que trates probablemente no sea suficiente. El piensa que el cáliz (si así
fuese) está más bien profundamente cubierto por el tiempo. Diferimos
en eso, si tú lo recuerdas. También quiere que te diga que él cree que
es algo más bien pequeño, y teme que lo pases por alto porque estás
pensando en algo más grande. El no sabe que tú le estás preguntando
qué hacer a Alguien más, y yo aún me dejaría llevar más por El que por
este tipo de cosa, que puede escabullirse demasiado fácilmente. El
Otro no puede.
Esta noche llamé a Bill y le pregunté qué tenemos que hacer si no
hay nada en la cueva; o por lo menos si tú no encuentras nada allí. El
me dio una respuesta en la cual tal vez debamos pensar los dos. Incluso
me calmó un poco, lo cual requiere un poco de trabajo. Me dijo que tal
vez debemos recordar el lío de la Clínica Mayo—esa Iglesia ya no es
taba allí, tampoco, pero no cabía duda de que la imagen y el lugar en
general significaban algo incluso más importante. Creo que la idea es
no permitimos el lujo de que entre la desilusión. Estoy segura de que
siempre podemos preguntar cuál es la lección, y tiene que haber una
respuesta no importa lo que en efecto sea el resultado. Si te da la im
presión de que estoy escribiendo más para mí misma que para ti, puede
que tengas razón.
Las cosas han sido bastante deprimentes, excepto que el capítulo
está casi terminado. A sólo un día más o menos ahora. Pensándolo
bien, hubo un momento bueno; súbitamente me sentí extremadamente
dichosa y dije para mis adentros, “¡Todos nos estamos uniendo al fin.
Y qué cosas maravillosas haremos en Tu Nombre!”
En lo que posteriormente nos dimos cuenta de que había sido una expe
riencia simultánea, una tarde yo estaba leyendo el Curso en el monasterio
369
Capitulo 11 VERANO, 1973: LA CUEVA
370
Verano, 1973: la cueva
90. Una referencia al mito griego de Ariadna quien le provee un hilo a Teseo el cual le
permite escapar del laberinto.
371
Capítulo 11 VERANO, 1973: LA CUEVA
está bien si uno cree que se anota tantos por ello, pero de algún modo él
no lo veía de esa manera. Tampoco yo. Triste, ¿no es cierto? Sería tan
fácil de ese modo....
Realmente me sentí decepcionada acerca de... [la] Iglesia. Sigo
abrigando la esperanza de que ese tipo de cosa resultará de manera dis
tinta, pero tal parece que no es así. Ni tampoco tengo tu manera feliz
de ver las cosas como lecciones, aun cuando se nos ha asegurado que
lo son,—repetidamente, además. ¿Qué crees tú que está mal? Sé que
no es nada extemo, ¿pero no podría ser que algo interno se accionó de
algún modo? Jamás parece funcionar. Tal vez a ti se te ocurra una idea
mejor....
Los últimos comentarios de Helen se refieren a la esperanza mágica
del ego de que lo externo sea lo que determina lo interno, para que la
fe en Dios pudiera propiciarse con actividades externas, tales como la
asistencia a misa. La carta concluye entonces:
Esta debe ser la Semana Mayor [de mi entrada a la cueva], su
pongo. ¡Por la esperanza!, pero no sé de qué. Las cosas por lo menos
parecían estar mejor cuando yo creía saber lo que estaba haciendo. ¿Y
tú?
Con amor—Helen
Al día siguiente Helen escribió de nuevo:
6 Ó7 de agosto
Querido Ken:
Como es obvio, no estoy muy segura de cuál es la fecha. Lo que sí
sé, sin embargo, es que nos acercamos a la Semana de la Cueva, lo cual
aún encuentro muy desconcertante. Bill piensa que yo tengo nervio
sismo espeleológico, lo cual me parece muy serio ciertamente, y aún
no hay cura para eso. Esto se debe a que es muy raro, y aún no se ha
hecho mucha investigación al respecto. En efecto, prácticamente nadie
lo padece. Como puedes ver, hasta mi mecanografía se ha afectado
adversamente....
Aún es incómodo estar listo a medias para alzar vuelo. No puedes
caminar firmemente con un pie fuera de la tierra, y es realmente difícil
saber qué hacer con el otro al llegar a este punto. Hasta el momento
sólo ha habido silencio absoluto de Arriba, o tal vez deba decir Aden
tro. Tal vez los hilos estén cruzados por el momento. En parte puede
ser debido a que he estado muy renuente a volver al asunto del sonido
[vea el Capítulo 14], al no haberme recuperado aún del capítulo. Tal
vez la forma de recuperarme del capítulo sea volver al asunto del
372
Verano, 1973: la cueva
9 de agosto
Querido Ken,
... Este es el día de la C, sobre el cual me siento bastante recelosa. No es
que piense que tendrás dificultad, pero no sé qué o si, o siquiera si....92
Es una lástima que no sepas nada de tus padres, y yo entiendo más
que bien tu preocupación. Se me ocurrió por un breve momento que yo
373
Capítulo II VERANO, 1973: LA CUEVA
l
podría ayudar [Helen lo hizo; vea adelante, el Capítulo 16], pero no ha
ría nada al respecto a menos que tú estuvieras de acuerdo. Y puede ser
que ya hayas tenido noticias de ellos, y sepas que todo está bien. Sé que
es difícil para ti lidiar con esto, particularmente con tu mamá, quien si
parece tener un estilo de vida autodestructivo. Por desgracia, puede
que todavía ella crea que funcionará.
Tú tienes el más feliz don de dejarle las cosas al Piloto, así que me
imagino que sabes mejor que yo qué hacer en relación con tu familia.
Supongo que lo mismo aplica a lo que sea que pase en la cueva (o, de
hecho, fuera de ésta,) ... ¿Crees que surgirá algo definitivo? Tal vez la
cueva sea sólo una pequeña parte de algo más grande, como tú inteli
gentemente sugieres.
Estamos haciendo una lección particularmente afortunada hoy, jun
tos contigo [“La luz ha llegado”.] Parece especialmente buena para el
día de la cueva, independientemente de lo que resulte de ello.... Y
agradezco que con toda seguridad tú no te desanimes fácilmente. Ese
es un prerrequisito para todo....] [Yo te] envío mi amor nuevamente.
Helen
La carta de Helen del 10 de agosto, mi segundo día en la cueva, con
tiene una referencia al “joven en dificultad” que mencioné antes, a
quien yo estaba ayudando a salir de un arranque psicótico. Lo había es
tado discutiendo con Helen y Bill en mis cartas. Se me olvida ahora el
paralelo específico al cual Helen alude en sus comentarios.
10 de agosto
Querido Ken—
Ahora, es después del Día de la Cueva I, y desearía que pudiésemos
tener noticias. Entiendo perfectamente el problema con el teléfono que
describes, el cual Bill anticipaba. Y tal vez no haya nada que decimos.
Pero quizás con el tiempo.
Pareces estar teniendo una aventura bastante celestial por allá en el
monte. Dudo si realmente está relacionada con el lugar, no obstante.
De hecho, incluso creo que hay evidencia bíblica que muestra lo con
trario. Y entiendo que en efecto hay alguna ayuda activa muy práctica
para la cual se te ha llamado incluso allí. Puede ser que ya no haya
apartados montes donde impere la paz, si es que alguna vez los hubo.
Es interesante que te hayas encontrado con un joven cuyo problema se
asemeja tanto a los de la familia [i.e., Helen y Bill] aquí. Tal vez eso
sea algo especial para ti. ¿Quién sabe dónde terminaremos todos, o qué
estaremos haciendo allí? Estoy segura de que nos podemos ayudar mu
cho unos a otros al hacerlo, no obstante.
374
Verano, 1973: la cueva
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l
Capítulo 11 VERANO, 1973: LA CUEVA
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Verano, 1973: la cueva
17 de agosto
Ken querido—
Esta debe llegar prácticamente junto con nosotros. Ahora que he
mos tomado la decisión y que incluso hemos pagado los boletos,
lentamente estoy cayendo en la cuenta de que probablemente vamos a
ir. Una de las cosas más gratificantes para mí, dedicada a preocuparme
por vocación, es que todos los desastres que estoy anticipando som
bríamente en el camino no existe posibilidad alguna de que ocurran.
No habrá tiempo suficiente. El pensamiento no es en realidad un gran
consuelo, no obstante.
Por otra parte, existe la mera posibilidad de que pueda ser un viaje
maravilloso—incluso muy importante. De cualquier manera, lo único
que sí sé es que será hermoso estar contigo nuevamente. Y si queremos
ver tu montaña, también, y con un poco de suerte la bella estarna de
Latrún [vea más adelante, pág. 378]. Así que tal vez, con toda posibi
lidad, todo saldrá bien. Pero, ¿realmente tenías que irte tan lejos?
Creo que en realidad era un viaje inevitable, tal como tú lo suge
riste. Como que se nos vino encima a todos, ¿no es así? Todavía
estamos más o menos manteniendo las cosas bastante libres de planes,
aunque hay mucho que quisiéramos ver. Puedo escucharte decir clara
mente “Hay tiempo de sobra”. Espero que para esta fecha hayas tenido
noticias de tu otra familia, y que las noticias sean buenas.
Es gracioso decir “te veré pronto” pero así es. Con amor—Helen
(con el amor de Bill también)
El séquito de Nueva York sí llegó tal como se había programado, el
día 29 de agosto, y los recibí en el aeropuerto de Tel Aviv. Alquilamos
un automóvil y yo actué como chófer o guía turístico durante las dos
semanas que pasamos juntos. Recuerdo que una de las primeras cosas
que hice después de la llegada de ellos a Israel fue afeitarme mi barba
de “Israel” en honor a Helen. Después de pasar dos noches en Tel Aviv,
manejamos rumbo al norte hacia Haifa. Después de dejar a Louis por
el día—él no tenía deseos de ir a ascender montañas, y mucho menos
a explorar cuevas—Helen, Bill, Chip y yo fuimos en auto hasta la villa
árabe de Deir Hanna, en la base de la montaña.
Yo había hecho lo que creía que eran arreglos definitivos para la
transportación montaña arriba (el subir a pie, el medio de “transporta
ción” frecuente de la comunidad, ni pensarlo para Helen), pero un día
feriado escolar había dislocado esos planes. Sin embargo, yo me las
arreglé para convencer a un miembro de una familia árabe que yo
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Capítulo 11 VERANO, 1973: LA CUEVA
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Verano, 1973: la cueva
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Capítulo 11 VERANO, 1973: LA CUEVA
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Capítulo 12
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La edición del curso
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Capítulo 12 LA EDICION DEL CURSO
que Jesús haría del ego. Por otra parte, por supuesto, la mente de Helen
también contenía la expresión extrema del Amor de Dios, la cual re
presentaba el lado positivo de su relación con Jesús.
La edición tomó más de un año. Mi recuerdo es que comenzamos
casi a fines del 1973, y completamos nuestro trabajo a principios del
1975. Entonces el texto tenía que ser totalmente reescrito a máquina, y
esto también tomó tiempo. Encontramos a una hermana Maryknoll de
avanzada edad, quien sentía que era un privilegio escribir a máquina el
manuscrito para nosotros, aunque en efecto encontraba que algunos de
los conceptos eran difíciles de aceptar. Una experiencia beatífica, no
obstante, cuando ella escribía a máquina el Capítulo Quince—el cual
discutía el instante santo entre otras cosas—puso fin a todas sus dudas,
y ella pudo completar el trabajo de mecanografía en un tiempo razonable
y de muy buen ánimo. Casi al final yo, junto con Helen y Bill, comencé
a sentir una urgencia por completar nuestro trabajo, y por lo tanto hubo
una especie de “empujón” para lograrlo. Finalmente, a principios de la
primavera de 1975 teníamos un manuscrito terminado de Un curso de
milagros que esperaba no-sabíamos-qué (o a quién).
Encontramos el “quién” el 29 de mayo, cuando conocimos a Judith
Skutch, y dejo este segmento de la historia para el próximo capítulo.
392
Capítulo 13
HELEN Y BILL:
LA RELACION ESPECIAL Y SANTA, Y SU VIDA
POSTERIOR CON UN CURSO DE MILAGROS
Helen, Bill y yo
393
Capítulo 13 HELEN Y BILL
mí que ciertamente había una clara distinción entre los egos de Bill y
de Helen: uno proyectaba, el otro negaba. Esto en efecto hacía más
fácil que discutiese la situación con Helen, quien nunca trataba de
negar sus propias percepciones airadas de Bill (ni de hecho, de nadie
más); ella simplemente no las soltaba. Bill, por otra parte, parecía no
ser consciente del alcance total de su hostilidad hacia Helen. Parecía
convencido, una creencia que se reflejaba en las notas del diario que
cité en la Parte II, de que si sólo Helen hubiese sido diferente, la situa
ción casi imposible de ellos se hubiese aliviado grandemente. Una vez
más, lo que Bill decía acerca de Helen ciertamente era verdad, como
estuvimos de acuerdo muchas veces él y yo. Sin embargo, él nunca fue
capaz de aceptar responsabilidad por sus reacciones hacia Helen.
Una mañana los tres estábamos en la oficina de Helen, en una at
mósfera llena de la acostumbrada tensión, a la cual todos habíamos lo
grado acostumbramos. Yo estaba literalmente sentado en medio de
ellos, a propósito: Helen estaba sentada detrás de su escritorio cerca de
la ventana; yo estaba en mi asiento acostumbrado, frente al escritorio
junto a la puerta, mientras que Bill estaba sentado en la entrada de
modo que el humo de sus cigarrillos no entrase a la oficina de Helen.
Un típicamente airado intercambio tuvo lugar entre Helen y Bill, en el
cual los dos estaban uniéndose en igual medida de hostilidad. Los dos
se volvieron hacia mí en busca de substanciación a sus posiciones, y
en ese momento no tuve otra opción que decir que ambos parecían
estar atacándose mutuamente. Bill se indignó ante mi aseveración de
que él estaba siendo hostil, tanto como Helen, y se alejó furiosamente
de la entrada hacia su oficina adyacente. Helen se volvió hacia mí y
dijo, en efecto: “¿Te das cuenta del aprieto en que yo me encuentro?”.
Recuerdo una vez durante uno de nuestros viajes a California (vea
más adelante), haberle hablado directamente a Bill sobre su relación
con Helen. Bill y yo, dicho sea de paso, éramos madrugadores, a dife
rencia de Helen y Louis, y por lo tanto pasábamos juntos práctica
mente cada mañana del mes, y esperábamos que Helen y Louis se
levantasen y comenzasen su día. Me referí a la historia maravillosa
mente conmovedora de la sanación de una relación del propio Bill en
los primeros años de la transmisión del Curso, en que Bill había hecho
un esfuerzo verdaderamente devoto para pasar por alto la hostilidad de
un colega. Con el tiempo, la actitud del colega hacia Bill cambió nota
blemente, y finalmente ambos se hicieron y permanecieron buenos
394
Helen, Bill y yo
395
Capítulo 13 HELEN Y BILL
396
Helen, Bill y yo
93. Helen no recordaba estos versos con exactitud. Son del poema de Yeats "Aedo
anhela los lienzos del Cielo”, y el poema completo dice como sigue: “Si de los cielos
el bordado lienzo poseyera./Labrado con dorada y con plateada luz,/Los azules y los
tenues y los obscuros lienzos/De la noche y del día y de la media luz,/Los lienzos a tus
pies yo tenderia:/Mas, siendo pobre, sólo mis sueños tengo;/Y a tus pies yo mis sueños
he tendido;/Pisa con tiento pues tú caminas sobre mis sueños”.
397
■
Capítulo 13 HELEN Y BILL
I
Y así, al amar tanto a Helen como a Bill, llegué a aceptar la natura
leza no sanada de su relación. Mis intentos de ayudarles a cambiar en
armonía con los principios establecidos en Un curso de milagros—
dados, después de todo, para ayudar a inducir a semejante cambio—
con el tiempo se convirtieron en amorosos recordatorios. Si bien mi
preferencia personal claramente hubiese sido que ellos se perdonasen
mutuamente en el mundo de la forma, en un nivel más profundo su
aparente falta de perdón se tomaba irrelevante para la sanación que ya
había ocurrido en el instante en que ellos se unieron de común acuerdo
en junio de 1965.
Una gracia salvadora de todo este período, dicho sea de paso, era el
agudo sentido del humor que nosotros tres compartíamos. A pesar de
ja cccmua tensión subjacente nos reíamos mucho. Nuestra risa podía
etc re-cuencia expresar el propósito último de que estuviéramos jun
tes. _r amor desmentido con frecuencia por las riñas interpersonales.
A. merrdar esta época. está claro que jamás hubo duda alguna en nin-
grma de nuestras mentes de la honradez de que nos hubiésemos unido
de común acuerdo. Este reconocimiento siempre le permitió a Helen y
a Bill ir más allá de la falta de perdón hacia el amor y el compromiso
que constituía el verdadero vínculo de la relación. Y eran este compro
miso y esta fidelidad los que hacían que su relación fuera verdadera
mente santa.
Retomo ahora a nuestro relato ahora donde lo dejamos en la prima
vera de 1975, cuando conocimos a Judith Skutch.
398
Judith Skutch y los años posteriores a la publicación
94. La historia de cómo nos conocimos y los detalles de los subsiguientes avances los
cuales implicaban a la Foundation for Inner Peace y la publicación del Curso se pue
den encontrar en el libro de Robert Skutch Journey Without Distance (Celestial Arts,
Berkeley, CA, 1984).
399
Capítulo 13 HELEN Y BILL
400
Judith Skutch y los años posteriores a la publicación
niñez, en realidad Helen nunca quiso ir. Judy era insistente, y puesto
que parecía que no teníamos nada que perder—la situación en Nueva
York ciertamente no estaba mejorando—hacia allá nos dirigimos. Las
acostumbradas ansiedades de Helen respecto a los viajes aumentaban
especialmente, y las mismas no disminuyeron una vez aterrizados.
Helen, Louis y yo nos quedamos en un hotel en el corazón de la ciu
dad, y Bill y Judy se quedaron en una casa que pertenecía a uno de los
amigos de Judy. Judy y Bill llevaban a cabo la mayoría de las
reuniones con las personas, mientras que mi tarea era poco más o
menos quedarme con Helen y Louis. Louis, para quien Londres era su
! segunda ciudad favorita (Nueva York por supuesto era la primera), se
divertía profundamente, y a menudo se iba solo. Helen y yo, mientras
tanto hacíamos juntos nuestras cosas rutinarias—ir de compras, cami
nar e ir a la Iglesia. Generalmente, sin embargo, nos reuníamos con
Bill y Judy en algún momento posterior durante la tarde. Para terminar,
todos pasamos un día juntos de paseo por la hermosa campiña inglesa,
y otro día fuimos a visitar a Ina Twigg, miembro venerable del círculo
psíquico británico. Estaba bien claro, sin embargo, que Helen no de
seaba reunirse con personas para discutir el Curso y, con muy pocas
excepciones, no lo hizo. Creo que en un nivel Helen estaba intuyendo
que la mayoría de estas personas no estaban realmente interesadas en
el mensaje del Curso, y en otro nivel su comportamiento casi antisocial
reflejaba su gradual aislamiento del mundo el cual iba en aumento.
Ese habría de ser nuestro último viaje juntos, y básicamente marcó
una línea divisoria en términos de la propia implicación de Helen con
el Curso. Después de esto, ella siguió aislándose de las personas que
profesaban un interés en los tres libros. Ella sí se reunía con personas
de vez en cuando, pero las reuniones mayores se las dejaba a Judy, así
como a Bill, quien comenzó a identificarse más y más con Judy y sus
presentaciones del Curso.
Para complicar lo que ya era una situación en detrimento, Helen fue
obligada por la política de retiro obligatorio del Centro Médico
Presbiteriano Columbia a abandonar el Centro. Helen había cumplido
sesenta y cinco años en 1974, y le exigieron que se retirase. Sin em
bargo, debido a que su cumpleaños caía en julio, Bill pudo negociar un
año adicional para que ella permaneciese como miembro oficial del
departamento. Y luego por dos años adicionales, Helen continuó como
consultora voluntaria, lo cual le permitía ir al Centro Médico todos los
401
Capítulo 13 HELEN Y BILL
402
Judith Skutch y los años posteriores a la publicación
la cual ella pensó que sería ese lugar. En un nivel simbólico Helen vio
este centro como un templo blanco con una cruz dorada en al cúpula,
la cual representaría a la persona y el mensaje de Jesús. Helen siempre
sostenía que el Curso era para muy pocos, los “cinco o seis”
mencionados antes. Independientemente del número real, lo que Helen
estaba expresando claramente, con lo cual yo siempre estuve de
acuerdo, dicho sea de paso, era que Un curso de milagros no era para
las masas, por lo menos no precisamente ahora. Estaba claro para no
sotros que la magnitud de su sistema de pensamiento imposibilitaba
que el público en general lo aceptase de buen grado en su forma total.
Una de las pocas directrices que Helen recibió de Jesús con respecto al
Curso, además, fue que los tres libros—texto, libro de ejercicios para
los estudiantes y el manual para maestros—jamás debían venderse por
separado, y que no debían compendiarse de manera alguna. Así que
nos parecía claro que a pesar de lo que el mundo pudiese hacer con los
tres libros, oficialmente el Curso no debía cambiarse en su forma así
como tampoco su mensaje debía diluirse. Y, por lo tanto, nosotros sí
pensamos en un grupo “acérrimo (o duro)” (expresión utilizada por
Helen para referirse a este pequeño círculo hasta que descubrimos que
era una frase generalmente asociada con pornografía) que estaría
unido.
Por lo tanto, tal parecía que en un nivel por lo menos, Helen y Bill
estaban esperando este momento de encuentro con Judy. Aunque era
casi imposible haberlo sabido en ese momento, tanto Helen como Bill,
como hemos visto, habían decidido que el haber escrito Un curso de
milagros y haber preparado su forma final completaba la tarea asig
nada y cumplía su parte del “acuerdo” con Jesús. A excepción de algún
dictado relativamente menor (menor únicamente en comparación con
el monumental Curso), Helen hizo poco o nada más con Un curso de
milagros después de su publicación un año más tarde en 1976.
Bill, por otra parte, cuando abandonó su vida más bien aislada en
Nueva York y se mudó a California, se asimiló mucho más en la “co
munidad” de estudiantes del Curso de la costa oeste, sin mencionar su
informal estilo de vida califomiano. Siempre fue un leve choque para
mí ver a Bill usando zapatillas de lona y mahones azules, él que mien
tras residió en Nueva York casi nunca estaba sin chaquetón y corbata.
Bill murió el día 4 de julio de 1988, y durante sus últimos años, con la
escritura del Curso, Helen y la escena de Nueva York tan distantes en
403
Capítulo 13 HELEN Y BILL
su pasado, parecía estar más en paz que nunca antes. Sin embargo, Bill,
también decidió no participar en ninguna capacidad de liderato en lo
que se relacionase con el Curso. Como señalé en la Parte II, Bill era un
excelente orador quien no obstante encontraba que el hablar en público
producía demasiada ansiedad (recuerden el material anterior en el
Curso relacionado con el miedo de Bill de profesar lo que el sabía). Así
que él hablaba en muy raras ocasiones; y luego, sólo para contar su
propia historia, pero no para enseñar o “profesar” los principios del
Curso. El asistía semanalmente e incluso diariamente a grupos de
Un curso de milagros en las áreas de San Francisco (Tiburón) y San
Diego (La Jolla), los dos lugares de la costa oeste donde él vivía. En
estas reuniones, tampoco, él jamás asumió ninguna clase de función pe
dagógica, un papel en el cual él jamás se sentía personalmente cómodo.
En más de una ocasión, Bill comentaba que él sentía que él y Helen
habían completado su tarea asignada—“la sagrada encomienda” que
ya he mencionado—cuando le entregaron el Curso a Judy. La conclu
sión de que ellos habían cumplido con su “tarea asignada” fue deter
minada por Helen y Bill sin preguntarle a Jesús primero. Me estoy
refiriendo no a la decisión concreta de permitir que Judy y la Founda
tion for Inner Peace (Fundación para la paz interior) publicasen el
Curso, sino a la decisión interior y no siempre consciente de que, prác
ticamente ellos completaron su implicación con la vida externa del
Curso.
La incapacidad de Helen y de Bill de perdonarse uno al otro, y
mucho menos de identificarse con Un curso de milagros, hizo que ese
papel de liderato fuese imposible. Y esto a pesar de las repetidas ga
rantías de Jesús de los papeles importantes que cada uno jugaría, por
encima y más allá de la escritura del Curso. El lector puede recordar
las palabras de Jesús a Helen que del mismo modo en que ella había
hecho algo inesperado, asimismo Bill haría algo igualmente inespe
rado. Como ya he indicado, estos mensajes pasados y presentes apun
taban hacia un papel aún más importante para ellos dos, y el cual
definitivamente implicaba más una función de enseñanza, y ellos dos
en una capacidad de liderato. En términos de la nueva función de Bill,
Jesús les indicó que Helen le sería tan útil a Bill con la suya, como él
le sería útil a ella en su función de escriba. En conjunción con esta
“nueva” función, Helen vio un cuadro mental de Bill con audífonos
puestos. De tiempo en tiempo los tres especulábamos en tomo al sig
nificado de esta imagen, mas obviamente jamás resultó nada de esta.
404
Judith Skutch y los años posteriores a la publicación
También parecía claro que había más para que Helen hiciese, como
se vio en varios mensajes informales de Jesús a ella. Uno de estos, que
data del 22 de julio de 1978, decía:
No hay causa alguna para tener miedo. No tomes decisiones ahora.
Hay un plan para el futuro el cual no es lo que tú esperas. Dios sabe lo
que es, y tú no. No trates de descifrarlo.
En este mensaje más formal del 14 de enero de 1978 (posteriormente
incorporado a “The Gifts of God [Los regalos de Dios”]), Jesús le dijo
a Helen:
“Todavía se te necesita en el mundo, para que oigas Su Voz y compar
tas Sus mensajes de amor con aquellos que claman con tristeza (The
Gifts of God [£o.v regalos de £>105], pág. 127).
Recuerdo que Helen y yo discutimos este mensaje específico, y que
ella afirmaba enfáticamente que no había nada más que ella tuviese
que hacer. Respondí con lo que yo creía que ella (y Bill) podrían hacer
en términos de ayudar a otros con el Curso y con su relación con Jesús.
Cuando menos, le dije a ella, creo que hay opúsculos adicionales
“adentro, esperando ser dados a luz”. Sin embargo, Helen era inflexi
ble, y yo sabía que ella había tomado su decisión. Ciertamente, ella no
“hizo más”, por lo menos nada que pudiese observarse en este plano.
Casi al final de su vida se retiró más y más de su papel de escriba, y de
Jesús quien representaba su verdadero Ser, y tenía la tendencia a me
nospreciar la importancia de lo que ella había hecho. Jesús, sin em
bargo, sentía de modo bastante distinto, pues también en ese mensaje
de enero de 1978 él le decía:
Agradece Su Amor y Su cuidado, pues en este mundo se le ha conce
dido a muy pocos que le hagan a Dios un regalo como el que tú Le has
Hecho. Mas sólo pocos se necesitan. Ellos bastan por todo el resto, y
te dan las gracias juntos con su Creador y con el tuyo (The Gifts of God
[Los regalos de Dios], pág. 128).
Para resumir, la unión de Helen y Bill era esencial para esta función
futura, como lo fue para la escritura de Un curso de milagros, mas
estas dos personas notablemente fieles y dedicadas tomaron otra deci
sión. Así que permanecieron alejados uno del otro hasta el final, y, por
lo tanto, lo que pudo haber sido, se quedó únicamente dentro del ám
bito de la posibilidad y no de la realidad.
405
Capítulo 13 HELEN Y BILL
406
La relación de Helen con Un curso de milagros
presentaría al mundo. Estaba claro para ella que los temerosos egos de
las personas tratarían de evitar la aceptación del radical mensaje de
perdón y de verdad del Curso. Por consiguiente, a Helen le afligía ser
testigo de lo que estaba ocurriendo con el Curso en los primeritos años
de su publicación; sin embargo, por otra parte, como hemos visto, ella
no estaba dispuesta a asumir un papel de liderato espiritual.
Mas a pesar del tremendo nivel de miedo que la llevaba a aferrarse
tenazmente al sistema de pensamiento del ego, y al odio de si misma
al no ser capaz de elegir nuevamente—a favor de Dios en lugar del
ego—la integridad subyacente de Helen le permitía mantenerse fiel al
Curso y a la función de ella, aunque fuese a su propia manera “la
deada” (recuerden el pájaro azul-gris del sueño anterior de Helen). El
ego de Helen era tal que ella siempre tenía que ocupar el centro del es
cenario. Su personalidad dominante y absorbente hacía prácticamente
imposible que las personas en su presencia no tuviesen una fuerte re
acción ya fuera positiva o negativa hacia ella. Ella no era una persona
a quien los demás podían ignorar fácilmente. Parte de la mente de
Helen se daba cuenta de que tal situación respecto a Un curso de
milagros habría sido un desastre, pues hubiese cambiado el centro de
interés de las personas del Maestro interior hacia una figura extema,
un proceso de especialismo directamente antitético al mensaje de
igualdad y de unidad del Curso. Ella siempre tuvo claro que la figura
central del Curso era Jesús (o el Espíritu Santo), y tanto ella como Bill
eran fíeles a la posición de no asumir un papel de gurú. En un nivel yo
creo que ellos sabían que estaban estableciendo un ejemplo para otros
que inevitablemente les seguirían. Ciertamente, ya han surgido algu
nas personas y éstas le han dado paso a la tentación de establecerse
como figuras de gurú.
Así pues, puesto que no parecía posible que ella permaneciese impli
cada con el Curso sin su ego, yo creo que en otro nivel ella decidió apar
tarse del camino del Curso, en lugar de “contaminarlo” con la necesidad
de su ego de dominar. Su deterioro final, físico y emocional, fue la ex
presión última de que ella se “salió de en medio”. Claramente, para pa
rafrasear una línea del Curso que ya he citado (T-2.IV.5:4-5), este no era
el más alto nivel del cual ella era capaz para la solución de un problema.
Sin embargo, era el más alto nivel del cual ella era capaz entonces.
Ya hemos visto cómo Helen no podía evitar el sentirse amarga
mente resentida con el Curso sobre el cual una parte de su mente creía
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Capítulo 13 HELEN Y BILL
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La relación de Helen con Un curso de milagros
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Capítulo 13 HELEN Y BILL
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Capítulo 14
OTROS ESCRITOS-A
“NOTAS SOBRE EL SONIDO”; PSICOTERAPIA;
“CLARIFICACION DE TERMINOS”;
EL CANTO DE ORACION; MENSAJES ESPECIALES
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Capítulo 14 OTROS ESCRITOS - A
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Psicoterapia: propósito, proceso y práctica (1973,1975)
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Capitulo 14 OTROS ESCRITOS - A
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“Clarificación de términos" (1975)
no tenía indicio de por qué Helen lo había llamado, puesto que él había
olvidado totalmente el aviso que había solicitado que se colocara hacia
unos meses; además, él no tenía planes en ese momento de hacer su di
sertación sobre psicoterapia espiritual.
No obstante, la nota de Jon proveyó el estímulo necesario para
Helen, quien tomó el manuscrito incompleto donde lo había dejado
dos años antes, y al fin lo terminó en marzo. El folleto, repito, es un
maravilloso resumen de los principios sobre sanación que aparecen en
el Curso, al aplicarse específicamente a la práctica de psicoterapia, la
cual consiste esencialmente en la unión de dos personas en el nombre
de Cristo. Helen sentía poca conexión con el folleto, según recuerdo,
aun cuando yo siempre me sentí muy cercano al mismo. Creía yo que
su llamado al “adiestramiento especial” de los terapeutas (P-3.II.2:2)
era algo a lo cual yo estaría respondiendo en el futuro.
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Capítulo 14 OTROS ESCRITOS - A
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El canto de oración (1977)
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Capítulo 14 OTROS ESCRITOS - A
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Mensajes especiales (1975—1978)
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Capítulo 14 OTROS ESCRITOS-A
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Mensajes especiales (1975-1978)
Una semana más tarde llegó este mensaje el cual le habla directamente
a Helen sobre su papel: “Se te ha puesto a cargo de un camino hacia
Dios”(La cursiva es míaj.No está claro cuán válido sea este mensaje;i.e.,
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Capítulo 14 OTROS ESCRITOS - A
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Mensajes especiales (1975—1978)
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Capítulo 15
OTROS ESCRITOS-B
LOS REGALOS DE DIOS: LA POESIA DE BELEN
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La escritura de los poemas
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Capítulo 15 OTROS ESCRITOS - B
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La escritura de los poemas
tentación con la poesía. Más bien, sentía que era su prerrogativa mejo
rar los poemas, y con frecuencia solía cambiar palabras o frases—
aunque no en gran medida, sin duda. Por lo tanto, estaba claro que ella
sentía una clase de conexión especial con la poesía la cual no creía
haber tenido con el Curso.
Como he dicho, el proceso de escritura de la poesía no fluyó con la
misma suavidad que cuando Helen estaba ejerciendo su función de es
criba de Un curso de milagros. Ella siempre tenía libretas de taquigra
fía en las cuales anotaba el Curso, y hay una libreta la cual contiene
algunos de los poemas. En su mayoría, sin embargo, los poemas se es
cribieron en cualquier cosa que estuviese a la mano: por detrás de so
bres, papelitos de notas, y así por el estilo. Una de mis tareas asignadas
era rescatar estos pedacitos de papel, los cuales de otro modo se hubie
sen perdido para siempre en la cartera de Helen, en una gaveta de to
cador o simplemente los hubiese tirado. La ansiedad de Helen con
frecuencia la llevaba a la distracción, y siempre se le extraviaban las
cosas. Mientras tomaba el Curso, una vez dejó su libreta en un taxi,
sólo para que el conductor corriese tras ella para devolvérsela. Páginas
escritas a máquina del manuscrito del Curso de algún modo termina
ban en medio de informes psicológicos, los cuales posteriormente eran
encontrados por una secretaria avergonzada y devueltos a Helen. Y por
lo tanto, siempre que Helen escribía algo, de inmediato yo solía quitár
selo para guardarlo.
A veces los poemas se escribían durante un periodo de días. En
otras ocasiones, como ya he mencionado, Helen solía escribir frag
mentos de versos que simplemente se quedaban inconclusos por allí.
Yo los guardaba en un cartapacio, y de vez en cuando los sacaba y le
decía a Helen, “Aquí hay un poema que no has terminado. ¿Por qué no
escribes lo que falta?”. Helen tenía una voluntad férrea, y era imposi
ble lograr que hiciese algo que realmente no quería hacer, pero había
ocasiones en que protestaba y oponía una resistencia la cual yo sabía
que era superficial. Después de un rato yo podía ver la diferencia bas
tante bien. Cuando yo sentía que una parte de ella estaba dispuesta a
continuar un poema, o incluso a escribir uno, yo solía exhortarle a que
lo hiciese. Tuve mi mayor éxito cerca de la Navidad o de la Pascua
Florida, razón por la cual hay varios sobre éstas, así como los de mi
cumpleaños. Otras ocasiones que parecían prestarse para un poema
también se pondrían a prueba. Más adelante describiré algunos de los
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Los poemas
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Capítulo 15 OTROS ESCRITOS - B
nadie, incluso Jesús o yo, podía lograr que Helen hiciese algo que ella
no consintiese en hacer. Pero yo podía sentir que el poema ya estaba pre
sente en la mente de ella. Entonces una noche se me ocurrió la idea de
que lo que proveería el estímulo para el nacimiento del poema era que
yo le escribiese un poema a ella. Y rápidamente escribí lo que a duras
penas podría pasar en la historia literaria como una obra maestra de la
poesía, pero que no obstante hizo posible que Helen diera a luz uno de
sus más exquisitos poemas. El poema que yo le regalé a Helen al día si
guiente se llamó “Una petición de cumpleaños”:
Por mí, preguntas tú, qué podrías hacer,
Para mi cumpleaños que ya pronto ha de ser,
Algo que ese mi día pudiese completar,
Y que para mí fuese un regalo especial.
Es mi único anhelo con El poder estar,
Pues, ¿quién de Su presencia se podría cansar?
Es El únicamente Quien sanamos podría,
A Jesús un poema obsequiarle querría:
Que cuanto El ha hecho nos relate prolijo,
Sólo para enseñamos que de Dios somos Hijo;
A El Le dice esto todo cuanto sentimos
Y que con real amor Le hemos agradecido.
Jesús, Jesús, proclaman hoy los hombres
Todo cuanto aquí hacemos, lo hacemos en Tu nombre.
Eres nuestra esperanza, nuestra vida, nuestro amor,
Allá en las alturas, Tú, nuestro hermano mayor.
De todo esto, suplico, que hable lo que escribas
Que a El Que es nuestra luz tu poema lo diga;
Pues El es Quien a todos a nuestro hogar nos guía,
Por favor, a Jesús un poema, escribe Madre mía.
Unos días más tarde recibí “Plegaria a Jesús”, cuya estrofa final habla
por todos nosotros, y concluye con una maravillosa línea tomada del
Cardenal Newman que sería la plegaria de todos los que en verdad
aman a Jesús:
Un perfecto retrato de lo que puedo ser
Me muestras tú, que pueda yo ayudarte a renovar
La fallida visión de tus hermanos. Que al levantar sus ojos
No sea a mí a quien vean, sino a Ti nada más.
(The Gifts ofGod [Loó- regalos de Dios}, pág. 83)
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sentía más incómodo con los rituales religiosos de la clase que fuera,
mucho más con una misa católica, él, junto con Helen y conmigo, dis
frutaba este pacífico momento de íntimo compartir. Dicho sea de paso,
Michael se apartaba un poco de lo tradicional, al permitirme a mí ele
gir las lecturas de la misa en lugar de seguir el calendario litúrgico dia
rio. Así que la “epístola” procedía del Curso, y la selección del
evangelio seguía el mismo tema que se hallaba en la lectura del Curso.
De vez en cuando nos reuníamos en mi apartamento para oír la misa,
y luego teníamos una cena liviana (para la cual Louis se nos unía ge
neralmente—después de la misa). La obvia sinceridad y la devoción de
Michael hacia Dios era el contenido con el cual nosotros nos uníamos,
puesto que no estábamos de acuerdo con el dogma católico de que el
pan y el vino literalmente se convertían en el cuerpo y sangre de
Jesús.97 Helen solía bromear con Michael en tomo a esto y decía, “Des
pués de todo, Mike, el pan es pan”. Pero le sugerí a Helen que tal vez
ella no debía bromear con él de ese modo, puesto que la misa era bas
tante seria y real para él.
Michael tenía mucha confianza con la madre Teresa, y siempre que
ella venía a Nueva York, él le servía como chófer a todas partes a pe
tición del Cardenal. En varias ocasiones Michael hizo arreglos para
que nosotros nos reuniésemos con ella, una vez incluso en nuestras ofi
cinas en el Centro Médico, y Helen y ella compartían un mutuo res
peto. La madre Teresa se sintió particularmente impresionada por el
trabajo que Helen realizaba con los niños retrasados, y de manera aser
tiva le dijo a Helen un invierno que el año próximo ella (Helen) estaría
en la India prestando sus talentos a beneficio de los niños pobres. La
madre Teresa podrá haber hecho que los obispos temblasen cuando
97. En el dictado original del Curso, Jesús le hizo a Helen cuatro comentarios por sepa
rado acerca de la Eucaristía, dos de los cuales se encuentran ahora en la Segunda
Edición: “La idea del canibalismo en relación con el [Sagrado] Sacramento es un
reflejo de una visión distorsionada del compartir. Te dije antes que la palabra 'sed’ en
relación con el Espíritu se utilizaba en la Biblia debido al limitado entendimiento de
aquellos a quienes les hablaba. También te dijeque no la utilizaras.... No quieto com
partir mi cuerpo en el acto de la comunión porque no estaría compartiendo nada. ¿Por
qué iba a tratar de compartir una ilusión con los santísimos Hijos de un santísimo
Padre? Y sin embargo sí quiero compartir mi mente contigo [T-7.V. 10:7-9].... Mas,
¿iba acaso a ofrecerte a ti, a quien quiero, mi cuerpo, sabiendo lo insignificante que
es? ¿O, por el contrario, te enseñaría que los cuerpos no nos pueden separar? Mi
cuerpo no fue más valioso que el tuyo [T-19.IV-A.17:5-7]..„ La comunión viene con
la paz, y la paz tiene que trascender el cuerpo”.
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Este sería el lugar adecuado para referirme a un asunto que con fre
cuencia se trae a discusión en estos días a través de las estudiantes fe
ministas de Un curso de milagros-, su lenguaje masculino. En el Curso
en sí no aparece ni una sola referencia femenina (la única excepción
está en el apéndice del Curso, la “Clarificación de Términos”, donde
se hace una comparación entre la dulzura del milagro y “una madre
amorosa [quien] adormece con su canto a su criatura” [C-2.8:2]). Las
tres Manifestaciones de la Trinidad, a tono con el uso cristiano tradi
cional, son masculinas, como lo son los pronombres que se refieren a
Ellas. A tono con la convención gramatical, los pronombres que se re
fieren a la “persona” o al “uno” neutral se mantienen en la forma
masculina.
Finalmente está la frase “Hijo de Dios”, utilizada para designamos
a todos nosotros aparentes fragmentos del Cristo unificado. El término
se ha usado específicamente en el Curso para recalcar la unidad de no
sotros con Jesús, como se ha discutido previamente. A lo largo de los
dos mil años de historia del cristianismo, “Hijo de Dios” se usaba ex
clusivamente para referirse a Jesús, “el Hijo único de Dios”. El resto
de la humanidad fue designada (por San Pablo, Ga 4:5) como hijos
adoptivos. Puesto que Un curso de milagros recalca bastante que nues
tra verdadera Identidad es el espíritu y no el cuerpo, el uso del término
“Hijo” y los pronombres que lo acompañan claramente no tienen sig
nificado en cuanto a género.
Es importante observar, dicho sea de paso, que la disputa sexista no
tenía significado para Helen, quien jamás planteó interrogante o inte
rés alguno al efecto. De hecho, todos nos sentimos bastante sorprendi
dos cuando tras la publicación del Curso, la gente comenzó a objetar
el lenguaje. Jamás se le había ocurrido a ninguno de nosotros que este
lenguaje fuese un problema.
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Capítulo 16 JESUS: EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA
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sin importarle sus propios sentimientos personales (i.e., los del ego)
sobre la otra persona. En el más profundo nivel, además, su acuerdo de
escribir el Curso era una expresión de esta misma disposición de serle
útil a todos aquellos que deambulan “por el mundo, solos, inseguros,
y presos del miedo” (T-31.VIII.7:1).
Algunos días después de este segmento me dirigía a casa en el tren
subterráneo, y pensaba en Helen y la estrella de mar, y el hermoso re
galo que ella le estaba haciendo al mundo. Pensaba cuán hermoso sería
si alguien le escribiese a ella un poema de gratitud, al ver cómo ella le
había dado tanto a otros, y específicamente ahora con este poema que
ella estaba escribiendo. Pensaba que eso era algo que yo debía hacer
por Helen, pero no me veía como un poeta. Entonces, súbitamente,
sentado en el tren, acudió a mi mente este poema. Dudo si muchas
otras cosas que he hecho me hayan producido más dicha que este
poema. De hecho, este poema se convirtió en el primero de los que
subsecuentemente escribí para ella.
La estrella de mar
Cristo llega a nosotros como a El llegaríamos;
De vida rota un trozo lanzado hacia la orilla,
Con dolor aparente y tenebrosas ansias de muerte,
Una estrella de mar que en suelo arenoso agoniza.
Y sin embargo Su luz brota de cada punta.
Su amor por nosotros niega lo que los ojos verían
Cuando los ciega la temible garra de la ilusión,
Cual cadena que el perdón dulcemente rompería.
Tu suave mano se inclina a bendecir y a sanar
A dos trozos quebrados reúne cual uno solo.
Donde antes hubo muerte hay vida resucitada.
Cumplida la obra del perdón, se ha consumado todo.
Con gratitud te bendice la estrella de mar.
Tu gran regalo de amor al pecado viene a sustituir.
La estrella de mar en ti se une a bendecirte
Pues lo que fuera dos en Dios se ha vuelto a unir.
Helen tuvo una experiencia recurrente la cual compartía este mismo
tema. Me lo informó como un sueño, pero creo que la experiencia fue
más que probablemente una expresión de otra parte de su mente—el
hogar de la sacerdotisa—que ella generalmente reprimía con éxito.
Helen se veía a sí misma de pie junto a un portal, al final de una vasta
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2. Resistencia y vergüenza
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conocimiento de que Bill escribía a máquina las notas del Curso del
día anterior las cuales Helen le dictaba, un suceso que tenía lugar casi
diariamente detrás de las puertas cerradas de la oficina. Así pues, prác
ticamente ninguno de los amigos, colegas o familiares de Helen sabía
nada respecto al Curso o a su “otra vida”.
Un incidente lleno de humor, aunque altamente embarazoso en el
momento, ocurrió mientras estábamos en Israel. Una pareja de la cual
Helen y Louis habían sido amigos por muchos años se había mudado
a Jerusalén varios años antes, y se mantenía en comunicación con ella
mediante cartas ocasionales. Lo último que Helen deseaba era encon
trarse con ellos, sin embargo, y por consiguiente nunca les notificó de
nuestra visita: ¿cómo hubiese podido ella explicarles qué hacíamos
todos allí? Incluso habíamos bromeado en tomo a tal posibilidad,
puesto que Helen había expresado su culpa por no informarles sobre
nuestro viaje. Y luego efectivamente, una noche al entrar a un restau
ran! cerca del hotel El Rey David, nos topamos con ellos.
Jamás he visto a Helen ponerse tan nerviosa, ella que casi siempre lucía
tan serena en público. No sabía qué decir, puesto que sus amigos la repren
dieron por no haberles dicho nada sobre el viaje. Helen balbuceó algo acerca
de que este era una especie de iniciativa altamente confidencial, lo cual im
plicaba una conexión con las agencias de inteligencia del gobierno. Así
pues, ella no estaba en libertad de revelar la naturaleza del viaje, pero podría
hablar más al respecto posteriormente. La pareja tenía una cita y por consi
guiente, por fortuna para Helen, no podían quedarse más tiempo. A esto le
siguió uno de los momentos más graciosos de mi vida. Nos sentamos todos
para la cena, y entonces Bill y yo comenzamos a bromear con Helen por no
haberle dicho la verdad a sus amigos. Y por eso nos pusimos a contar la ver
dadera historia de por qué estábamos en Israel, y comenzamos con las vi
siones y experiencias de Helen en 1965, la escritura del Curso, y
continuamos con el episodio de la cueva. El contraste entre lo que nosotros
decíamos, lo cual era absolutamente cierto, y la forma en que nosotros sa
bíamos que le sonaría a una persona “normal”, lo cual incluía el círculo de
relaciones personales y profesionales de Helen, era graciosísimo.
Este círculo de los “que no sabían” se extendía también hasta mis
padres, por lo menos al principio. Sorpresivamente, puesto que eran
tan distintas, Helen y mi madre desarrollaron una amistad relativa
mente estrecha, por lo menos desde el punto de vista de mi madre. Mi
madre sentía una verdadera conexión con Helen, y casi desde que se
conocieron—en una cena en el apartamento de mis padres, en la cual
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La ambivalencia de Helen hacia Jesús
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Capítulo 16 JESUS: EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA
a mis padres. La división en su mente no era algo que ella pudiese desha
cer. El secreto culpable, para ella, permanecía como tal.
Si bien Helen era extremadamente protectora de Un curso de
milagros durante el tiempo previo a su publicación, y generalmente de
seaba que Bill y yo no lo compartiésemos con nadie, a veces solía hacer
excepciones si sentía que la persona sería receptiva al mismo. Así que
a varios amigos míos se les “permitía” que viesen el manuscrito, aunque
unos cuantos de ellos habían sido expuestos ya a muchas de sus ideas,
aunque en forma modificada. E incluso después de su publicación,
cuando la misma Helen podía hablarles a los estudiantes del Curso
acerca del material, ella a duras penas discutía a Jesús, a menos que sin
tiese que estos estudiantes también compartían una relación con él.
Para prácticamente todos los que la conocían, pues, Helen era una
brillante psicóloga investigadora, ingeniosa conversadora, una amiga
ávida de servirle de ayuda profesional a aquellos en desgracia, una
mujer inmaculada en su apariencia y propensa a salir de compras ex
cesivamente (con una debilidad por las joyas y por los zapatos), y una
persona un tanto neurótica preocupada con la enfermedad y la ame
naza de un tiempo inclemente; pero difícilmente alguien cuya vida in
tema se centrase en intereses religiosos que implicasen a Jesús
directamente: ciertamente un secreto muy bien guardado.
3. La duda y la incongruencia
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La ambivalencia de Helen hacia Jesús
pero lo suficiente para hacer que las calles de Nueva York estuviesen
fangosas y sucias. Salí de mi apartamento e iba rumbo al elevador
cuando vino a mi mente el pensamiento de que debía regresar y po
nerme mis botas de goma. Sabía que era idea de Jesús y no mía,
puesto que yo casi nunca usaba botas de goma, y entendí que esto era
para beneficio de Helen, quien siempre, siempre se estaba preocu
pando por mí.
No pensé más en ello, me puse las botas, y caminé la corta cuadra
y media hasta la casa de Helen. Cuando ella abrió la puerta de su apar
tamento, ni siquiera se le ocurrió saludarme, sino que de inmediato
miró hacia mis pies. Parecía que estaba a punto de llorar cuando me
dio las gracias, mientras me decía que Jesús le había prometido que yo
me pondría las botas. El hecho de que en efecto yo las había usado pa
recía como si Jesús hubiese pasado un examen para Helen. Y si él cum
plió su palabra con lo de mis botas, entonces quizás se podía confiar
en que también la cumpliría respecto a otros asuntos.
Todavía una forma más en la cual se manifestaba la ansiedad de
Helen era en su gran incongruencia al ir y venir entre su mentalidad
errada y la correcta. Bill solía comentarme con frecuencia acerca de
este desconcertante fenómeno, y no hay duda de que él estaba en lo
cierto. Aunque el ego de Helen generalmente estaba prominentemente
desplegado, uno nunca sabía de un minuto al otro cuando seria la voz
del miedo o la de la sabiduría la que hablaría, el ego o Jesús. Y cuando
era claramente su voz la que hablaba a través de ella, y sus palabras
reflejaban una verdad que no se podía negar, Helen podía muy rápida
mente—en cuestión de segundos—cambiar de nuevo a su ego. Así que
en un minuto se podía estar discutiendo con ella un asunto importante
relacionado con el Curso, o alguna situación que necesitase ser aten
dida con seriedad, y en el próximo minuto Helen estaría de nuevo en
su estado egoísta preocupada por un cambio de temperatura, por el úl
timo catarro de Louis, o algo por el estilo.
Esta curiosa incongruencia (o quizás “inestabilidad” sea un término
mejor) se manifestaba en algunas formas graciosas. Mi favorita
implicaba la manera de caminar de Helen, una actividad en la cual pa
sábamos muchas, muchas horas. A medida que caminábamos a lo
largo de las aceras de Nueva York, los pasos de Helen jamás se ajusta
ban a una línea recta, puesto que continuamente viraba de un lado a
otro, y a veces parecía un jugador de fútbol corriendo a campo
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4. El ir de compras
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Las defensas en contra de Jesús y del amor
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Las defensas en contra de Jesús y del amor
la ira. Una vez que ella “olfateaba” la falta de autenticidad de las personas
en lo que respecta a su “devoción” al Curso y un amor “de dientes para
afuera” por el mismo, ella se tomaba de lo más renuente a perdonar. Helen
siempre sabía lo que significaba para una persona el seguir a Un curso de
milagros, y el reconocer su llamada a una dedicación desinteresada a Jesús
y a la profundidad de sus enseñanzas de perdón. Repito, para gran crédito
suyo, ella jamás pretendió ante los otros ser un ejemplar de lo que este de
cía. En efecto, ella solía decir: “Haz lo que yo escribí, no lo que yo hago”.
Por otra parte, esta perspicacia crítica también hacía imposible para ella
el acercarse a otro. Tal vez yo era la persona con la cual ella se permitía
intimar más; la única de quien ella se permitía recibir afecto y amor, así
como poder ella ofrecérselo también. Mas sus necesidades de especialismo
le servían como una importante línea de defensa en contra de este amor,
también. Helen se había tomado tan dependiente de mí, que para ella era
psicológicamente imposible serme de ayuda, con la excepción única que
implicó a mi abuelo y que relaté en el Capítulo 15. El ego de Helen razo
naba: si ella me ayudaba a mí, quién estaría ahí para ayudarle a ella.
Recuerdo que una vez que regresábamos de hacerle una visita a mis pa
dres, le comentaba a Helen cuán enfermo lucía mi padre. El tenía un cora
zón afectado, y aun cuando con el tiempo su salud mejoró y vivió
considerablemente más tiempo de lo que los doctores habían pronosticado,
en ese momento su condición no parecía favorable para una larga vida. La
respuesta inmediata de Helen, la cual prácticamente se le salió, fue: “¿Y qué
hay conmigo?”. En otras palabras, su mente rápidamente saltó a la muerte
de mi padre, y al hecho de que yo tuviese que pasar más tiempo con mi
madre y por consiguiente menos tiempo con ella.
Así pues, si bien Helen podía ser, y de hecho lo era, extremadamente
útil para muchas, muchas personas, no podía darme nada a mi en esa
forma. De hecho, una tarde ella estaba lamentando esa situación, y excu
sándose por ser tan egocéntrica que no podía ser de más ayuda para mí en
mi trabajo. Le aseguré que yo realmente no necesitaba tal ayuda entonces,
pero—anticipando un futuro del cual yo no tenía conciencia específica en
ese momento—posteriormente después que ella muriese necesitaría su
ayuda para todo lo que yo estaría haciendo. Por lo tanto, le dije a Helen que
yo sabía que entonces, después de su muerte, ella estaría más que disponi
ble para mí. Y a lo largo de estos pasados años ciertamente he sentido la
amorosa presencia de Helen, así como también la ha sentido mi esposa
Gloria. Ambos hemos experimentado el amoroso y orientador apoyo de
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Los poemas a Jesús
99. Quiero mencionar que el uso de la letra mayúscula en la poesía es distinto al que
se utiliza en el Curso. Jesús había instruido a Helen respecto al Curso a que no utilizase
letra mayúscula en ningún pronombre que se refiriese a él, con el propósito de recalcar
su inherente igualdad con nosotros, aun cuando en las libretas y trabajos originales de
ella, los pronombres estaban escritos con letra mayúscula. Sin embargo, en los poemas
Helen se sintió en libertad de usar la letra mayúscula como ella lo desease, y por lo
tanto todas las palabras relacionadas con Jesús comienzan con letra mayúscula.
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Los poemas a Jesús
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Mas era una lucha que sabía que iba a perder al final, tal como lo había
reconocido muchos años antes cuando furiosa abandonó la Iglesia al
escuchar que Dios le “decía” que no iba a recibir las subvenciones que
ella deseaba.
Así que el poema refleja el poderoso tema de Un curso de milagros
de que nuestro miedo no es realmente a la crucifixión, sino a la reden
ción (T-13.III. 1:10-11). El “yo” que conoce al miedo es el ego, y su
existencia está garantizada mientras nosotros tengamos miedo. El
Amor de Dios, que es nuestra redención, es el mayor miedo del ego, y
una amenaza contra la cual hay que defenderse. El soltar nuestro
miedo está directamente relacionado con la decisión de aceptar el
amor de Jesús por nosotros. Esta decisión se refleja en nuestra elección
de perdonar, que es la razón por la cual Jesús le dijo a Helen el
Domingo de Ramos, y que ya hemos citado antes: “Yo era un extraño
y tú me acogiste, a pesar de que no sabías quién era. Mas lo sabrás por
tus regalos de azucenas [i.e., perdón]”. (T-20.I.4:3-4). Con ese regalo
el ego desaparece, y todo su miedo y su odio desaparecen con él. Este
cambio está simbolizado en el Curso, así como en este poema, por la
elección entre aceptar la crucifixión o la resurrección, la muerte o la
vida, al ego o a Dios. John Dunne, un teólogo contemporáneo, escribió
una línea cuya fuente no puedo localizar: “¿Acaso no sabes que lo que
murió en la cruz fue el miedo?”. Y por consiguiente este maravilloso
poema concluye con estas tres estrofas que reflejan la ahora bienve
nida noticia de la resurrección:
Señor, ¿cumpliste en realidad Tu amorosa Palabra?
¿Era yo quién estaba equivocada? ¿Otra vez resucitaste?
¿Y fui yo la que falló, y no Tú el Que fallaste?
¿Has regresado para de los muertos Tú salvarme?
Querido Extraño, que pueda yo reconocer Tu faz,
Y que mis dudas todas tengan respuesta. Muertas están
Si vives Tú. Permite que nuevamente vea,
Y que la esperanza se transforme en certeza.
Muertos están los muertos pero sí resucitan de nuevo.
Permite que tan sólo ése sea mi recuerdo. El sueño
Era todo lo demás. Ha llegado la luz.
Para mirarte a Ti mis ojos se van abriendo.
(7%e Gifts of God [Los regalos de Dios], págs. 104-05)
480
Los poemas a Jesús
100. Un curso de milagros en sí no asume una posición sobre el tema, puesto que la
creencia en la reencarnación no es pertinente a la salvación, ya que el tiempo es iluso
rio de todas maneras. Por otra parte, muchos pasajes en el Curso que reflejan nuestra
experiencia del tiempo sí sugieren la reencarnación. Además, en muchos de sus men
sajes personales para Helen, Jesús se refería a otras vidas de ella, además de las refe
rencias a las experiencias de Helen en vidas pasadas que le llegaron a ella durante el
verano anterior al comienzo del Curso.
481
Capítulo 16 JESUS: EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA
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Los poemas a Jesús
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Capítulo 16 JESUS: EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA
484
Los poemas a Jesús
El lugar de reposo
Abiertos están mis brazos. Ven, mi Señor, a mí
Y sobre mi corazón descansa. Este late por ti
Y canta en gozosa bienvenida. ¿Qué soy
Salvo tu lugar de descanso y tu reposo?
Mío es tu descanso. Sin Ti perdida estoy
En insensato vagabundear que no tiene final,
Ni meta ni significado, por camino que lleva
Por torcidos desvíos rumbo a la nada.
Ven, ahora, mi Amor, y sálvame de la desesperación.
El Camino, la Verdad, la Vida conmigo están.
El viaje se ha olvidado con la dicha
De la calma eterna y Tu beso de paz.
(The Gifts of God [Los regalos de Dios], pág. 54)
485
Capítulo 17
487
Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
101. Como se mencionara antes, Bill nunca superó su incomodidad con la persona de
Jesús, y prefería hablar de él como del Espíritu Santo como “el E.S ” o la
mayoría de las veces simplemente usaba el término más impersonal “Orientación”
488
El canto de oración: Mensaje especial
a Jesús a que fuese poco más que un informante era una excelente de
fensa en contra del amor abstracto que era su realidad mutua, y esta
realidad representaba el fin del sistema de pensamiento del ego. No
obstante, yo sí sentía que este asunto de pedir era algo importante
sobre lo cual debíamos hablar. Así que desde 1973 en adelante, Helen
y yo discutiríamos el tema del “preguntar” de vez en cuando, y nues
tras pláticas se tomaban más serias a medida que pasaban los años.
Una de esas discusiones en el otoño de 1975 condujo al mensaje es
pecial del 5 de octubre, el cual presenté en el Capítulo 14(págs.419-20).
1 Este mensaje trataba sobre el tema de pedir cosas específicas, y el lector
recordará que el mismo recalcaba, entre otras cosas, la importancia de
eliminar los juicios que interfiriesen con nuestra “audición”, y no recal
caba en absoluto lo que “oiríamos” específicamente.
Estas discusiones entre Helen y yo llegaron a su culminación una
, , y ahora sólo puedo recordar los detalles vagamente,
lunque sí recuerdo la preocupación de Helen. Poco después ella co-
enzó a ser escriba de un mensaje especial procedente de Jesús sobre
"1 tema específico del pedir y de la oración. Este constituía la base de
1 presentes páginas iniciales del folleto, que siguió poco después del
mensaje personal para Helen. Primero presentaré el mensaje en su to-
Mlidad iunto con mis comentarios, seguidos en la próxima sección por
pasajes relevantes del principio del folleto.
P Jesús comenzó refiriéndose a un asunto que iba surgiendo progre
sivamente en nuestro círculo. Además de que Bill y Judy le pidiesen a
Helen consejo específico y respuestas específicas a sus preguntas,
otros estaban exigiéndole a ella esto mismo también. Helen se sentía
Generalmente incómoda con este papel, y frecuentemente me decía
cuán molesto solía sentirse Bill si ella no podía darle una respuesta que
él quería, pues creía que ella le estaba ocultando algo a él. Si bien a
veces Helen sí oía respuestas de Jesús para otras personas, y con fre
cuencia para Bill, ella entendía intuitivamente la trampa potencial que
había en esto, tanto para ella como para otras personas. Siempre es ten
tador confundir \a forma como la respuesta en lugar del contenido de
experimentar la presencia de Jesús. Esta experiencia de su paz única
mente era la Respuesta, pues sólo esta podía generalizarse a todos los
problemas. Y por eso el mensaje comienza refiriéndose al asunto de pe
dir, y se relaciona específicamente con la importancia del unirse me
diante la armonía, en lugar de sustentar la separación que mantiene la
ilusión de diferencias, y es el corazón del sistema de pensamiento del ego.
489
Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
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El canto de oración: Mensaje especial
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Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
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El canto de oración: Mensaje especial
102. Una discusión completa de esta dinámica está más allá del alcance de este libra,
pero el lector interesado puede consultar mi libro, Lave Does Not Condena, (El amor
no condena), Capítulo 13.
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Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
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El canto de oración: Mensaje especial
Amor de Dios, mas en última instancia se fundirá con ese Amor, como
nos fundiremos todos.
Retomando ahora al mensaje especial para Helen, el Amor de
Dios—la única respuesta a cualquiera de nuestros problemas, preocu
paciones o preguntas—está más allá de todas las palabras o de todos
los pensamientos. Como afirma Un curso de milagros: “Decimos
‘Dios es’, y luego guardamos silencio, pues en ese conocimiento las
palabras carecen de sentido” (L-pI. 169.5:4). Mas este Amor de Dios sí
se refleja para nosotros en la forma que podemos aceptar, una forma
que establecemos para nosotros mismos. En lenguaje metafórico, el
proceso se le explica a Helen en el mensaje como que Cristo traduce
para nosotros: “Cristo... traduce Su [la de Dios] Respuesta”. En el
Curso en sí, esta “traducción” es una función generalmente concedida
al Espirita Santo. Se plantea metafóricamente para que corresponda a
lo que es nuestra experiencia, no porque sea realidad de por sí.
Otra analogía útil que puede ayudar a nuestro entendimiento es el
considerar nuestras percepciones de las salidas y puestas del sol.
Todos nosotros, sin excepción, observamos que el sol parece salir y
ponerse cada día. Muchas personas, de hecho, informan de profundas
experiencias espirituales o de experiencias estéticas en tomo a estas
percepciones. Sin embargo, a casi todos se nos ha enseñado que no es
el sol el que sale o se pone, o que siquiera se mueve en absoluto. Más
bien, es la rotación de la tierra sobre su eje lo que causa que el sol
“salga” y “se ponga”, mientras que la revolución del planeta alrededor
del sol causa los cambios de estaciones. Así pues, la apariencia es
realmente una ilusión que desmiente la realidad. Del mismo modo,
nuestra experiencia de que Jesús o el Espíritu Santo hacen cosas para
nosotros, o nos dicen cosas a nosotros, es la ilusión que desmiente la
realidad de que nosotros somos los verdaderos agentes de nuestras pa
labras y acciones. Es esencial que nos demos cuenta de que somos no
sotros los que elegimos alejamos de la presencia del amor y de la luz
en nuestras mentes, a la cual nos referimos como el Espíritu Santo o
Jesús. Así que somos nosotros los que tenemos que decidimos a regre
sar a esta fuente de luz estacionaria. El movimiento de la mente—el
alejarse del amor y luego retomar a él—es nuestra responsabilidad.
Por lo tanto, todas nuestras preguntas tienen su origen en que noso
tros hayamos elegido apartamos de nuestra Fuente en la mente—esa
es la razón por la cual el Curso enseña que las preguntas son del ego
495
Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
496
El canto de oración: elfolleto
497
Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
103. Vea, por ejemplo, T-ll.VIII.5:4-5; T-20.IV.8:4-7, así como las palabras persona
les de Jesús a Helen, como hemos visto en su mensaje especial para ella del 14 de
diciembre de 1965 (pág. 313 anteriormente).
104. Vea L-pI.79-80.
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El canto de oración: elfolleto
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El canto de oración: elfolleto
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Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
El lector puede recordar aquí las palabras de Jesús para Helen antes de
que comenzara El canto de oración (vea anteriormente, pág. 490), las
cuales refuerzan la unión de ella con otros al fortalecerles su habilidad
para “oír” por sí mismos. Cito nuevamente el recordatorio que Jesús
nos hace en el texto: “Todos mis hermanos son especiales”
(T-1.V.3-.6).
Comentando una vez más sobre los diferentes niveles de la oración,
podemos extrapolar los diferentes niveles en que se puede entender a
Jesús, e incluir qué significa el relacionarse con él. En Un curso de
milagros, Jesús explica que no podemos ni siquiera pensar en Dios sin
un cuerpo, o en alguna forma que creamos reconocer (T-18.VIII. 1:7).
Por lo tanto, como lo explica más adelante un importante pasaje del
texto:
Puesto que crees estar separado, el Cielo se presenta ante ti como
algo separado también. No es que lo esté realmente, sino que se pre
senta así a fin de que el vínculo que se te ha dado para que te unas a la
verdad pueda llegar hasta ti a través de lo que entiendes. El Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo son Uno, de la misma manera en que todos tus
hermanos están unidos en la verdad cual uno.... La función del
Espíritu Santo es enseñarte cómo experimentar esta unidad, qué tienes
que hacer para experimentarla, y adonde debes dirigirte para lograrla.
De acuerdo con esto, se considera al tiempo y al espacio como si
fueran distintos, pues mientras pienses que una parte de ti está sepa
rada, el concepto de una unidad unida cual una sola no tendrá sentido.
... [Por consiguiente esta Unidad tiene que] utilizar el idioma que di
cha mente entiende, debido a la condición en que esta mente cree
encontrarse (T-25.1.5:1-3; 6:4; 7:1,4).
Así pues, tenemos que hablar de Jesús en dos niveles: el primero es
el metafisico, en el cual su amor y su presencia es abstracta y no-
específica, como es conocido por la sacerdotisa, y el cual puede ser
simbolizado por el agua en nuestro ejemplo del vaso; el segundo re
fleja nuestra experiencia dentro del sueño, donde lo conocemos como
un cuerpo con una personalidad, puesto que creemos que nuestra iden
tidad está arraigada en el ámbito corpóreo. El amor y la presencia de
Jesús, por lo tanto, son transmitidos a través de nuestras mentes sepa
radas las cuales creen que estamos en cuerpos, y por consiguiente
nuestra experiencia de él como persona es determinada por la forma
particular del vaso que está constituido por nuestras propias necesida
des de aprendizaje.
502
Helen y Jesús: la ilusión y la realidad
503
Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
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Helen y Jesús: la ilusión y la realidad
dice al comienzo del dictado, en relación con las dos etapas contenidas
en cómo escapar de la obscuridad: “La primera es el reconocimiento
de que la obscuridad no puede ocultar nada.... La segunda es el reco
nocimiento de que no hay nada que desees ocultar aunque pudieses ha
cerlo”. A propósito, esta aseveración, de la cual ya he citado, en el
presente se encuentra en una forma ligeramente editada en el primer
párrafo de la sección “Cómo escapar de la obscuridad” en el Capítulo
Uno del texto.
Una de las maneras en que Helen expresaba este huir era a través
del ataque a sus ojos. La visión siempre ha sido un importante símbolo
de la espiritualidad, y Un curso de milagros no es la excepción. Por lo
tanto, sería lógico que el ego de Helen atacase sus ojos como algo sim
bólico de los intentos de ella por no ver lo que Jesús le estaba ense
ñando. De hecho, mientras Helen estaba tomando el Curso, ella pasó
por un período en el cual estaba segura de que estaba perdiendo la
vista. Presa del pánico, se hizo examinar en el Instituto de Ojos que era
parte del Centro Médico. Se le dio de alta después de un par de día
cuando todas las pruebas resultaron negativas. Poco después, recobr
la vista. Y durante muchos, muchos años Helen estuvo “meditando” ei
tomo al desarrollo de un desprendimiento de retina, puesto que su
miedo de esto era tan grande. Y, ciertamente, casi en las postrimerías
de su vida sí “logró” finalmente desprenderse la retina.
Otro ejemplo de la resistencia de Helen a compartir la visión de
Jesús llegaba en el contexto de una serie de esfuerzos que él le pedía a
ella que hiciese para contemplarlo en la cruz, presumiblemente de
modo que ella pudiese ver que él no estaba sufriendo. Muy a menudo
yo trataba de ayudar a Helen en esto, y oraba con ella mientras ella
“miraba” la cruz. Pero siempre desviaba la mirada hacia el ángulo
inferior izquierda de su campo visual, con lo cual evitaba mirarlo de
frente. No pudo nunca mirarlo como él se lo pedía.
En una escala mucho menor, pues, las “pestañas desprendidas” de
Helen pueden entenderse también como el reflejo de su resistencia a
ver lo que Jesús quería que ella viese. Así pues, en un nivel con el cual
no estaba en contacto, ella tomaba la decisión de separarse de su amor
y por consiguiente de la visión de Cristo que es la meta del Curso. Esta
decisión, procedente del miedo, era esencialmente tan no-especifica
como el amor que Jesús representaba, aun cuando se manifestaba en
formas específicas. En este caso, la pestaña en el ojo era el efecto de la
causa: la decisión de Helen de separarse del amor de Jesús. Cuando
505
Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
Helen decidía permitir que Jesús le ayudase con la pestaña, ella estaba
reflejando en este nivel corporal la decisión tomada en su mente de
acercarse más a Jesús y de unirse con su amor. Así que ella deshacía la
causa de la pestaña en el ojo—el estar separada de Jesús—al decidir
unirse a él. En este punto, con la causa deshecha, el efecto se deshacía
también, y por eso la pestaña terminaba en la mejilla de Helen.
El punto en todo esto es que en realidad Jesús no hacía nada. Helen
hacía todo el trabajo; primero al apartarse de Jesús (lo cual la conducía
a poner la pestaña en su ojo), y luego al acercarse a él (lo cual la con
ducía a sacarse la pestaña del ojo). Sin embargo, su experiencia, simi
lar al antes citado ejemplo de la salida y puesta del sol, era que Jesús
le ayudaba. En realidad, del mismo modo que el sol permanece relati
vamente estacionario mientras la tierra rota y revoluciona a su alrede
dor, el amor y la luz de Jesús permanecían quietos, mientras que Helen
se alejaba y se acercaba hacia él.
Retomando ahora a Helen y al Curso, si bien su experiencia muy
definitivamente era de que Jesús—una persona fuera de ella—se rela
cionaba con ella y que le dictaba, verdaderamente la realidad era muy
distinta. Helen podía retomar su mente a esa memoria del Amor de
Dios—su verdadera Identidad—simbolizada por ella como Jesús. Al
unirse con él, se unía con el amor. Esa unión no tiene forma ni nada
específico, pues el amor, como hemos visto, es abstracto y está más
allá de todas las divisiones del ego. Este amor, del cual Jesús era la ma
nifestación, fluía a través de la mente separada que conocemos como
Helen (el agua que toma la forma del vaso) y salió al mundo en la
forma de tres libros que conocemos como Un curso de milagros. Así
pues, fue la mente de Helen la que le dio su forma al Curso; el
contenido vino de fuera de su mente egoísta, de un amor que no obs
tante está dentro de la mente de ella, como ciertamente está en todos
nosotros. Recordemos la descripción que Helen hizo de sí misma, pre
sentada en la Parte II, de que Jesús hizo uso de sus “antecedentes edu
cativos, de sus intereses y de su experiencia, pero eso fue en materias
de estilo [i.e., forma] más bien que en el contenido”.
Al mirar los pormenores de la forma y la estructura del Curso, se
pueden encontrar paralelos casi idénticos con la propia vida de Helen.
Helen era americana y obviamente hablaba inglés, el idioma y
lenguaje del Curso. Era una psicóloga freudiana y educadora, y el
Curso contiene un sofisticado estudio psicodinámico del ego, el cual
viene dentro de un formato curricular: texto, libro de ejercicios para
506
Helen y Jesús: la ilusión y la realidad
105. Estas se discuten ampliamente en mi antes mencionado libro Lave Does Nol
Condemn (El amor no condena)
507
Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
106. El lector interesado puede consultar mi libro A Vast ¡Ilusión: Time According
to A Course m Miracles (Una vasta ilusión: el tiempo de acuerdo con Un curso de
milagros) para un trato profundo de cómo el Curso entiende el tiempo.
508
Helen y Jesús: la ilusión y la realidad
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Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
510
Helen y Jesús: la ilusión y la realidad
511
Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
Tal vez pienses que lo haces, pero ten la seguridad de que si lo hi
cieras estarías tranquila ahora y completamente impávida ante
cualquier cosa. No intentes adivinar Su Voluntad para ti. No supongas
que tienes razón porque una respuesta parezca proceder de El. Asegú
rate de preguntar, y luego permanece callada y permite que El hable.
Esta extremadamente importante advertencia en contra de creer que la
voz interior es la de Dios simplemente porque uno lo experimente así,
fue subrayada por esta aseveración en el manual para maestros: “Son
muy pocos los que pueden oír la Voz de Dios” (M-12.3:3).
Antes de proseguir, quisiera introducir una leve digresión para na
rrar una historia que señala el error de presentar a Helen (o a cualquier
otro de nuestro “santo” grupo) como un ejemplo de audición impeca
ble respecto a lo específico. Hace algún tiempo recibí una llamada te
lefónica de un hombre muy turbado, quien me relató cómo había
estado recibiendo orientación específica del Espíritu Santo durante los
últimos años. No recuerdo la mayoría de los detalles de nuestra con
versación, pero sí recuerdo que a él le habían dicho cosas muy especí
ficas relacionadas con lugares, fechas, etc. Parte de esta orientación
afirmaba que él iba a morir en una fecha específica, para la cual falta
ban tres días. Este hombre me estaba llamando el día anterior al que
debía ingresar al hospital para una cirugía menor, la cual tendría lugar
el mismo día que el Espíritu Santo le había dicho que sería el último
para él.
Le expliqué la confusión de forma y contenido, y utilicé como
ejemplo los errores de Helen, los cuales incluían errores en las fechas
de la muerte de Louis, de Bill y de ella misma. Por fortuna, él entendió,
y al sentirse aliviado, ingresó en el hospital para su cirugía. Más o
menos una semana después me llamó para decirme que estaba a salvo
en su casa, la operación fue todo un éxito, y obviamente él estaba muy
vivo. Con frecuencia les advierto a los estudiantes de Un curso de
milagros sobre esta clase de error, y les exhorto a que sospechen de
cualquier orientación específica que reciban, y mucho más aún cuando
Jesús o el Espíritu Santo suenen apremiantes o exigentes. El amor
siempre es paciente, puesto que no sabe de tiempo. El contenido puede
ser del Espíritu Santo, pero la forma siempre es el producto de la mente
separada individual.
Un buen ejemplo de esta confusión de forma y contenido es la
“explicación” que Helen recibió sobre el momento del Curso, el men
saje de la “prisa celestial” (vea arriba, págs. 204-05). Por desgracia,
512
I
La sacerdotisa inconsciente
La sacerdotisa inconsciente
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Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
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La sacerdotisa inconsciente
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Capítulo 17 LA REALIDAD DE JESUS
516
La sacerdotisa inconsciente
Esta situación con Louis, así como la situación con la señora en ta
cones altos, antecedieron al Curso. Repito, estas ilustran el entendi
miento intuitivo de Helen del importante principio de Un curso de
milagros, citado ya, de que jamás nos enfadamos con un hecho, sino
con la interpretación de este (M-17.4:1-2); en otras palabras, nuestra
ira sólo procede de nuestra percepción errónea (la interpretación) de
que nuestra infelicidad es causada por incidentes o circunstancias ex
ternas a nosotros y más allá de nuestro control. En estas dos situacio
nes, los hechos eran que la señora caminaba con tacones altos sobre un
piso de madera, y que Louis puso sus calcetines en la panera. La inter
pretación fue que estos hechos se le estaban haciendo a Helen. Y si
bien esto puede haber sido la intención inconsciente de Louis (en rea
lidad yo no puedo atestiguar a favor de esto en lo que respecta a la mu
jer), ello no tendría nada que ver con Helen a menos que ella se hiciera
partícipe de estos pensamientos de ataque. Así que ella no cambió los
hechos; simplemente los reinterpretó. Helen no necesitaba que la sabi
duría de Un curso de milagros le enseñase este principio; ella era esa
Sabiduría.
517
Capítulo 18
107. Un curso de milagros, por supuesto, enseña que toda aflicción es el resultado de
la falta de perdón—una decisión tomada en la mente—aunque las apariencias demues
tren lo contrario.
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Capítulo 18 LOS ULTIMOS MESES Y EL REQUIEM DE HELEN
520
Los últimos meses y el réquiem de Helen
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Capítulo 18 LOS ULTIMOS MESES Y EL REQUIEM DE HELEN
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Los últimos meses y el réquiem de Helen
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Capítulo 18 LOS ULTIMOS MESES Y EL REQUIEM DE HELEN
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Epilogo
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Epílogo MAS ALLA DEL CIELO Y DE HELEN: LA SACERDOTISA
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Más allá del cielo y de Helen: La sacerdotisa
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Epílogo MAS ALLA DEL CIELO Y DE HELEN: LA SACERDOTISA
tenga un ego monstruoso o sólo una astilla; una ilusión sigue siendo lo
que es, y todas ellas pueden desaparecer en un verdadero instante
santo. De hecho, este principio fue enunciado por el registrador en el
sueño de Helen (vea arriba, pág. 81), quien le dijo en respuesta a su
pregunta sobre cuán bien ella lo estaba haciendo:
Yo jamás me aventuro a especular.... En mi trabajo sería una pérdida
de tiempo. Una y otra vez he visto a una persona decidirse súbitamente
a hacer algo muy inesperado,—algo que cambia el cuadro total de sus
cuentas. Es bastante probable que no lo haga hasta el último minuto.
Los continuos esfuerzos de Helen en beneficio de los demás se pue
den entender, por lo tanto, como un reflejo y un recordatorio constante
de esta presencia de amor más profunda en su interior. No es laforma
en que ella con su comportamiento solía ayudar a aquellos que la ne
cesitaban lo que constituye el factor significativo, sino el contenido de
unirse con Jesús y, por consiguiente, con los demás en un amor que
trascendía totalmente los superficiales pensamientos egoístas de su yo
mundano. Esta presencia de amor pertenece más propiamente a la
identidad simbólica de la antigua sacerdotisa, quien en la visión de
Helen ayudaba a todos aquellos que se le acercaban, indiscriminada
mente por completo y con igual amor y devoción. Y podemos recordar
este mismo contenido expresado en el “sueño” recurrente de Helen de
pie junto al portal del Cielo, saludando a todos los que regresaban con
estas palabras: “En el Nombre de Cristo, cruza este portal en paz”.
Cuando Jesús le dijo a Helen que la próxima vez que viniese ella
sería diferente, él estaba reflejando el que Helen ya hubiese resuelto fi
nalmente el conflicto “el Cielo y Helen”. Como uno suele hacer con un
atuendo viejo, ella descartó a su ego, y sólo dejó presente a su verda
dero Ser. Este es el estado mental al cual Un curso de milagros se re
fiere como el mundo real, el reflejo dentro del sueño de la separación
de la realidad de nuestro verdadero Ser. En este sentido, por lo tanto,
el ego de Helen era un escudo que ocultaba su santidad, al tiempo que
expresaba su antiguo conflicto. El tramo final en el camino de su
Expiación de deshacer su ego se logró cuando ella eligió unirse con
Bill y colaborar en Un curso de milagros (simbolizado por el último
vestigio de cadena en la muñeca de la sacerdotisa, reflejado, repito, en
el sueño de “El registrador” con el simbolismo de su calzador). Aun
que pudo haberse hecho más en el mundo, tras la compleción de su
labor de escriba, la tarea de Helen ciertamente estaba completa. Y
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Más allá del cielo y de Helen: La sacerdotisa
529
-
.1
k
APENDICE
UN CURSO DE MILAGROS - ¿Qué postula?
*******
* Ahora se incluye como Prefacio de todas las ediciones publicadas del Curso.
533
APENDICE
534
UN CURSO DE MILAGROS-¿Quépostula?
535
APENDICE
536
UN CURSO DE MILAGROS-¿Qué postula?
537
I
!
FECHAS
Helen Schucman
* Esta es la última fecha que aparece en el original, pero es casi seguro que no fue la
última fecha del dictado, la cual probablemente ocurrió una semana más tarde más o
menos.
539
INDICES
texto
541
INDICES
texto (continuado)
libro de ejercicios
542
Indice de refencias a UN CURSO DE MILAGROS
clarificación de términos
el canto de oración
O-l.in.l:l-2 .... 497 0-114:1-2 500
0-1.in.2:1-2 .... 498 0-1.14:3-8; 5:6 500
O-1.1.1:2-3,6-7 498 O-l.I.6:l-4 501
O-l.I.2:l-3,6-9 498 0-1.11.1:3 503
0-11.2:4 511 0-1.11.1:5 503
O-1.I.3 499 0-1.11.2:1 500
543
INDICES
INDICE DE NOMBRES
Adolph (hermano de Helen) Freud 3, 164, 277-78
vea Indice de Helen Schucman y la falacia genética 315, 316
Aesculapius 113 Fundación para la paz interior 399,400,
Altman, B. (tienda) 256,471 404,510
Asbury Park 151
Gamaliel, Rabino 440
Bolen, James 406 Garrett, Eileen 408-09
Georgia 33-37, 40,41, 43-44, 50, 51
Cayce, Edgar 115, 137,314,316,318 Gilbert y Sullivan 441
Asociación para la Investigación y el Los Gondoleros 139
Esclarecimiento (Virginia
Beach) 126-28, 178 Hatcher, Cal 336-37, 342
Cayce, Hugh Lynn 115,127, 178, 383
Charlotte 122-25,180 Jampolsky, Gerald 441
Chesterton, G.K.
El hombre quefuejueves 150
Chip 7,119,139, 154, 243,246,333, Kafka, Franz 65, 68, 76
334,362,377, 378 Klein’s (tienda) 256
Claustro de Maryknoll 443-44
Cohn, Rose y Sigmund Lord and Taylor (tienda) 256,471
(padres de Helen), vea Indice de
Helen Schucman María Magdalena 367, 378
María, madre de Jesús 28, 31,44, 253,
Descartes 295 367,378,421,454-55
Diamond, David 193, 197-200,238, vea también Indice de Helen
262,263,264 Schucman: Iglesia católica
romana
Escritos inéditos de Helen Schucman, Mays (tienda) 462
Los 13 Mercy, hermana 433-34,434,471
Evelyn 520 Michael, padre 7, 8-11, 380, 414, 433-
Freddie (técnico de rayos x) 362, 366, 34,442,450-51
366-67, 368-69, 373, 376 Michal-Smith, Harold 86
Morristown 170, 177
544
Indice de nombres
545
INDICES
equivoquista 191
homosexualidad 89
546
Indice de Helen Schucman
547
INDICES
548
Indice de Helen Schucman
549
INDICES
550
La Fundación para Un Curso de Milagros1
y -
!
I
Flores de Baclt
38 descripciones dinámicas
Dr. Ricardo Orozco
Tu realidad inmortal
Cómo romper el ciclo de nacimiento y muerte
Gary R. Renart