Un hada llamada Aurora ayudaba a los habitantes del bosque con su amabilidad y sabiduría hasta que un día perdió sus alas mágicas al caer de un árbol. Aunque se sintió triste, el pajarito Leo y los otros animales la animaron y le recordaron que su verdadero don era su generoso corazón. Aurora descubrió que aunque había perdido sus alas, todavía podía ayudar a los demás y el bosque prosperó gracias al amor y la generosidad que ofrecía.
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Un hada llamada Aurora ayudaba a los habitantes del bosque con su amabilidad y sabiduría hasta que un día perdió sus alas mágicas al caer de un árbol. Aunque se sintió triste, el pajarito Leo y los otros animales la animaron y le recordaron que su verdadero don era su generoso corazón. Aurora descubrió que aunque había perdido sus alas, todavía podía ayudar a los demás y el bosque prosperó gracias al amor y la generosidad que ofrecía.
Un hada llamada Aurora ayudaba a los habitantes del bosque con su amabilidad y sabiduría hasta que un día perdió sus alas mágicas al caer de un árbol. Aunque se sintió triste, el pajarito Leo y los otros animales la animaron y le recordaron que su verdadero don era su generoso corazón. Aurora descubrió que aunque había perdido sus alas, todavía podía ayudar a los demás y el bosque prosperó gracias al amor y la generosidad que ofrecía.
Un hada llamada Aurora ayudaba a los habitantes del bosque con su amabilidad y sabiduría hasta que un día perdió sus alas mágicas al caer de un árbol. Aunque se sintió triste, el pajarito Leo y los otros animales la animaron y le recordaron que su verdadero don era su generoso corazón. Aurora descubrió que aunque había perdido sus alas, todavía podía ayudar a los demás y el bosque prosperó gracias al amor y la generosidad que ofrecía.
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Habia una vez
Un hermoso bosque encantado donde vivían
criaturas mágicas y seres extraordinarios. Entre ellos, se encontraba un hada llamada Aurora, famosa por sus alas brillantes y ligeras como plumas de seda. Aurora era conocida por su amabilidad y sabiduría, y todos los habitantes del bosque la admiraban y buscaban su consejo.
Un día, mientras volaba, Aurora se encontró con un
pequeño pajarito herido llamado Leo. Sin dudarlo, ella lo cuidó con ternura y paciencia, curando sus heridas y asegurándose de que estuviera a salvo. El pajarito agradecido cantaba alegremente para Aurora, y se convirtieron en grandes amigos.
En una ocasión, mientras cruzaban un río de agua
cristalina, Aurora exclamó: - ¡Oh, Leo, este río es como un espejo, refleja el cielo azul y las estrellas brillantes! Pero, emocionada con lo que veía chocó con un árbol y tuvo tan mala suerte que cayó desde lo alto. Mientras caía intentó mover sus alas, pero el impacto fue tan fuerte que sus alas se rompieron.
Aurora, el hada que ayudaba a todos perdió sus alas.
Ya no podía ayudar a otros animales del bosque. Pues, para su tristeza, no podía volar. Aurora se sintió desolada al ver que había perdido sus alas, lo que más valoraba en el mundo. Se refugió en una cueva oscura y lamentó lo sucedido.
Pero el pajarito, quien siempre había estado
agradecido por la bondad de Aurora, rápidamente, llamó al resto de animalitos que habitaban en el bosque y con palabras de aliento decían: - Vuela alto, vuela lejos, vuela con el viento, vuela libre como un pájaro en el cielo.
De pronto, el corazón de Aurora empezó a brillar como
piedras de oro que iluminaban su ser. Y así, entre los árboles del bosque, en una cueva escondida y misteriosa, se encontraba un tesoro brillante. Entonces, los animalitos del bosque junto a Leo llevaron de regreso a Aurora al centro del bosque donde todos habitaban. Allí, Aurora descubrió que su verdadero don no radicaba en sus alas, sino en su corazón generoso.
Finalmente, el amor y compasión tocó los corazones de
todos, y el bosque estaba lleno de la misma luz que antes emanaban sus alas. Aurora se dio cuenta de que no necesitaba alas para ser valiosa y apreciada, ya que su verdadera magia estaba en el amor que ofrecía a los demás. Con una sonrisa en su rostro y en su corazón, Aurora entendió que incluso sin alas, podía seguir siendo un hada especial. Desde ese día en adelante, Aurora continuó ayudando a los demás y compartiendo su amor y sabiduría. Y así, el bosque encantado floreció con la magia del hada que perdió sus alas, pero encontró su verdadero propósito en el amor y la generosidad.