Los Movimientos Sociales

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Los movimientos

sociales: ¿Qué son?


¿Por qué estudiarlos?
¿Cómo estudiarlos?
Índice

Presentación

1. Los movimientos sociales como formas de agregación


humana

1.1 Primeras aproximaciones a la definición de los movimientos


sociales

1.2 La acción colectica contenciosa

1.3 Tipologías de movimientos

1.4 Recapitulando: una definición operativa de movimientos


sociales

2. ¿Por qué estudiar los movimientos sociales?

2.1 Recurrencia histórica como producto de los sujetos


gobernados

2.2 Productividad como inductor de cambio social

3. Los enfoques teóricos de estudio de los movimientos


sociales

3.1 El enfoque del comportamiento colectivo

3.2 El enfoque de la movilización de recursos

3.3 El enfoque de los nuevos movimientos sociales

3.4 El enfoque del proceso político


3.5 Propuesta modesta de para el estudio de movimientos
sociales

4. Elementos adicionales para la investigación en movimientos


sociales

4.1 La atención a lo imperceptible y a lo micro político

4.2 La no conveniencia de tomar el movimiento social como


unidad de análisis

4.3. La escucha como superación de la mirada academicista

4.4. Lo afectivo en los movimientos sociales

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Este material docente ha sido elaborado por Tomàs Herreros
Sala.
Ha colaborado en su edición: Emerson Vicente-Cruz.
Coordinación: Míriam Arenas.
Barcelona, Septiembre de 2022.

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qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
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Presentación

En el Módulo que sigue a continuación se pretende presentar una singular forma de


agregación colectiva y de proceso grupal que ha venido a conocerse, en el campo de las
ciencias sociales, bajo el nombre de “movimientos sociales”. Se tratará así de explicitar sus
principales rasgos y sus diferencias en relación con otras formas de acción colectiva. Se
utilizarán, a modo de ejemplo e ilustración, algunos de los casos de movimientos más
reconocidos históricamente.

Una vez presentados los movimientos sociales (Cap. 1), se focaliza la atención sobre las
razones que llevan a las ciencias sociales, incluyendo obviamente a la Psicología, a
convertir a los movimientos sociales en objetos de estudio (Cap. 2). ¿Qué les llama la
atención de los movimientos sociales? ¿Por qué crece cada vez más su interés académico?
Finalmente, una vez conceptualizados los movimientos sociales y justificado el interés
científico que despiertan, se tratará de analizar sus aspectos más relevantes como el porqué
de su surgimiento, las razones de su dinámica y funcionamiento y los impactos que genera
sobre la sociedad, todo ello clave para el estudio de los movimientos sociales. En este
sentido se valorará como las distintas teorías contemporáneas de los movimientos sociales
han abordado tales cuestiones, explorando sus potencias, pero también distintos elementos
adicionales que permiten explorar algunos de sus límites (Cap. 3 y Cap. 4).

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qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
1. Los movimientos sociales como formas de
agregación humana

1.1. Primeras aproximaciones a la definición de los


movimientos sociales

Lo primera tarea que realizar consiste en aclarar el concepto movimiento social. No hacerlo
puede resultar peligroso. El de los movimientos sociales –dado el obvio interés mediático y
político- es un concepto muy permeable y por tanto excesivamente abierto a distintas
interpretaciones que llevan, no pocas veces, a desconciertos evidentes por parte de los
estudiantes que quieren acercarse a la temática. Lo hacen a trompicones sin saber
realmente que es un movimiento social: a menudo se confunde el término con una acción
colectiva, otras con una vanguardia cultural o incluso otras veces con corrientes de opinión
pública sin más.
A fin de evitar tales confusiones, proponemos una primera acotación de los movimientos
sociales de la mano de científicos sociales de primera línea en el terreno objeto de estudio.
En concreto presentamos cinco ejemplos de definición de movimientos sociales, elaborados
cada uno de ellos por autores que dedicaron una parte importante de su obra al estudio
empírico y teórico de tales formas de agregación colectiva.

i. En la Psicología Social uno de los pioneros en la conceptualización de los movimientos


sociales en la primera mitad del siglo XX fue Herbert Blumer. Los definió como
“empresas colectivas que buscan establecer un nuevo orden de vida. Se inician en una
condición de inquietud, y obtienen su fuerza, por un lado, de la desafección con la forma
de vida actual, y, por otro lado, de los deseos y esperanzas de un nuevo esquema o
sistema de vivir” (Blumer en Buechler y Kurt Cylke, 1997).
ii. Ralph Turner y Lewis M. Killian, también psicólogos sociales, añadían que la acción
colectiva, para equipararse a un movimiento social debía tener continuidad durante un
cierto tiempo. Así, según los dos autores un movimiento social “es una colectividad
actuando con alguna continuidad en el tiempo a fin de promover o resistir a un cambio
en la sociedad o en un grupo” (Turner, R/ Killian, 1972, p. 256).
iii. La definición siguiente corresponde a Joachim Raschke, un sociólogo alemán. Recoge
las aportaciones anteriores, aportando dos elementos que marcan la singularidad de los
movimientos sociales: su baja especialización de roles y las formas variables de acción y
organización que exhiben. En sus palabras “un movimiento social es un agente colectivo
movilizador que busca el objetivo de provocar, impedir o anular un cambio social
fundamental, trabajando para ello con cierta continuidad, un alto nivel de integración

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simbólica y un nivel bajo de especialización de roles, valiéndose de formas de acción y
organización variables” (Raschke, citado en Riechmann y Fernández, 2009).
iv. La definición de Charles Tilly subraya otro aspecto destacado de los movimientos: la
interacción que se produce entre ellos y las autoridades. Dice: “los movimientos reales
son interacciones prolongadas entre las autoridades y los oponentes. En los
movimientos sociales, diversos oponentes tratan de crear un actor coherente, o al
menos su apariencia. Todavía más, los movimientos sociales reales siempre implican
una conversación simbólicamente restringida entre múltiples actores, en la cuál la
habilidad para desarrollar símbolos y expresiones afecta significativamente el
surgimiento de la interacción” (Tilly, 1984).
v. Manuel Castells, recogiendo las aportaciones de Alain Touraine, profundiza todavía más
el aspecto sugerido por Tilly. Según Castells, la interacción entre movimientos y
autoridades tiene un impacto sobre la sociedad y sus instituciones; define a los
movimientos sociales como “acciones colectivas conscientes, el impacto de las cuáles
tanto en caso de victoria como de derrota, transforma los valores y las instituciones de la
sociedad”. (Castells, 1999)
Obviamente todas las definiciones citadas, además de correctas, se aportan unas a otras.
Efectivamente, los movimientos sociales son empresas colectivas que “nacen de la
insatisfacción con la forma actual de vivir”, tienen una “vida larga”, “se valen de formas de
acción y organización variables”, produciendo “interacciones prolongadas con las
autoridades”, “el impacto de las cuáles, ganen o pierdan, transforma los valores y las
instituciones de la sociedad”. Con ellas, se avanzó bastante en lo que podría ser una
definición compuesta de los movimientos sociales. Cabría no obstante añadir dos nuevos
rasgos para aumentar la precisión.
En primer lugar, se debería especificar “las formas de acción variables”. Es cierto, con
Raschke, el hecho que los movimientos se caracterizan por el uso de formas de acción
variables de tipo muy diverso. Pero no es menos cierto que esencialmente –en el sentido
que por eso son movimientos sociales- utilizan formas de acción que sobrepasan, y a veces
incluso cuestionan, las acciones más formales y convencionales. Dicho en otras palabras,
sus formas de expresión no son las propias de los actores políticos institucionalizados
(grupos de presión, sindicatos, ONG’s, etc.). La de los movimientos sociales es
fundamentalmente una acción informal, no institucionalizada. En palabras de Sidney Tarrow,
es una acción colectiva contenciosa, esto es, una acción colectiva “utilizada por gente que
carece de acceso regular a las instituciones, que actúa en nombre de reivindicaciones
nuevas o no aceptadas y que se conduce de un modo que constituye una amenaza
fundamental para otros” (Tarrow, 1997, p. 19).
En segundo lugar, se debería especificar también la existencia de diferencias no menores
dentro de la categoría movimientos sociales. Existen, por ejemplo, movimientos que tienen
reivindicaciones que afectan a la parte económica o política de una sociedad. Otros
movimientos atienden a cuestiones culturales. En otro nivel, algunos de estos movimientos
pretenden cambios sustanciales –que transforman las instituciones y estructuras de una
sociedad--, mientras las reivindicaciones de otros movimientos pretenden solo modificar

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aspectos concretos de una sociedad sin modificar ni instituciones ni estructuras sociales.
Finalmente existen también formas de movimiento social cuyas reivindicaciones son casi
exclusivamente contra movimientos sociales previos.
Así, en los siguientes epígrafes se atenderá a estos dos rasgos a fin de poder ofrecer una
definición más exhaustiva y comprensiva de los movimientos sociales.

1.2 La acción colectiva contenciosa

La acción colectiva es propia del comportamiento humano en sus distintas facetas. Pude
adoptar formas diversas: esporádica o continuada, disruptiva o institucionalizada,
deportiva, cultural o política. Algunas veces esta acción colectiva la producen grupos que
desafían a las autoridades políticas en nombre de reivindicaciones nuevas o entendidas.
Este tipo de acción colectiva que desafía a las autoridades se la conoce como acción
colectiva contenciosa o transgresiva. No es nada excepcional. El hecho de protestar frente
y contra las autoridades es ciertamente habitual tanto en las sociedades actuales como
también desde un punto vista histórico.
Los movimientos sociales son uno de los actores que utiliza la acción colectiva
contenciosa. Tienen un corte histórico más contemporáneo y no todas las acciones
colectivas ni todas las que expresan conflictos con las autoridades dan lugar a movimientos
sociales. Los movimientos sociales es una creación colectiva, una invención, que nace
alrededor del siglo XIX para identificar acciones colectivas que dejan de ser locales para
adquirir dimensiones nacionales y/o estatales, que pasan de temas específicos a temáticas
más modulares, y que tienen pautas autónomas y autoorganizadas.
¿Por qué la acción colectiva contenciosa? La acción colectiva es el principal recurso del
que dispone la mayoría de la gente para enfrentarse a adversarios mejor posicionados,
siendo la base de los movimientos sociales. Cuando una acción genera desafíos
colectivos, genera objetivos comunes, genera solidaridad y mantiene durante un tiempo
prolongado la acción colectiva, entonces se convierte en lo que llamamos movimiento
social. Otra definición bastante consensuada de movimientos sociales es la propuesta por
Sidney Tarrow; los define como “desafíos colectivos planteados por personas que
comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción mantenida con las elites, los
oponentes y las autoridades” (Tarrow, op. cit). La acción colectiva característica de los
movimientos sociales no es cualquier acción colectiva sino la que hemos llamado acción
colectiva contenciosa. Es cierto que los propios movimientos pueden utilizar otras formas
de acción colectiva menos disruptivas, pero su característica más fundamental y singular
es desafío que generan.
Esta acción colectiva contenciosa genera crea un conflicto. Los sujetos, que producen otra
representación de sí mismos, generan a la vez conflicto político con el fin de superar una
situación que consideran injusta hacia otra mejor. Es un conflicto que, además, abre un
nuevo actor político y que usualmente utiliza formas innovadoras de protesta. Por ejemplo,

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el sujeto que se forma en el siglo XIX y se autonarra como clase obrera, produce formas de
conflicto que se inician con la creación de las sociedades de mutuo socorro y de las
primeras, por tanto, asociaciones netamente obreras que inicialmente son ilegales y
perseguidas por las autoridades; inventa y desarrolla la huelga y el sindicalismo como
formas de conflicto, como máquinas políticas para obtener menos explotación y por tanto
más derechos. Otro ejemplo. El movimiento por los derechos civiles, de los EE.UU. de la
década de 1960, reactualiza la desobediencia civil y a través de un uso estratégico de los
medios de comunicación y de la invención de repertorios de protesta innovadores –por
ejemplo, las sit-in [sentadas] frente a los espacios de discriminación racial— que suponen
formas de conflicto, máquinas políticas para obtener menos discriminación y exclusión y
más derechos.
Es importante constatar que la creación de conflicto puede y deber ser leída como el
momento donde se pasa al ejercicio de un derecho sin que este forma parte de la
legalidad: los obreros se declaran en huelga antes de reconocerse la huelga, las
sufragistas tomaban voz política antes de reconocerse su derecho a voto; los negros
entraban en las cafeterías y restaurantes segregacionistas antes que les fuera permitido o
Rosa Parks ocupó la parte del autobús que correspondía a los blancos antes que la ley se
modificara. Es importante, y eso nos lleva a un argumento que desarrollaremos líneas más
abajo: el conflicto que generan los movimientos sociales ha sido extraordinariamente
productivo.

1.3 Tipología de Movimientos

A fin de especificar la existencia de diferencias no menores dentro de la categoría


movimientos sociales, puede establecerse una tipología de movimientos sociales1 basada
tanto en el patrón de reivindicación propuesto por el movimiento como también en la forma
organizativa que exhibe:

● Movimientos sociopolíticos. Cuando la reivindicación y el cambio propuesto por


el movimiento se focaliza en cuestiones políticas o económicas, se considerarán
como movimientos sociopolíticos.

● Movimientos específicos: proactivos y reactivos. Caso de tener una


reivindicación concreta se conocen como movimientos específicos; será a su vez
un movimiento específico proactivo si proponen una nueva normativa social a las
autoridades políticas. Será, por contra un movimiento específico reactivo cuando se
opone a una decisión concreta de las autoridades. Un buen ejemplo de movimiento

1
La tipología que se propone guarda cierta relación con la propuesta por Blumer que diferencia entre
movimientos sociales, movimientos específicos y movimientos expresivos.

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específico reactivo ha sido el movimiento contrario a la ampliación del aeropuerto
de Barcelona que durante la segunda parte de 2021 organizó diferentes acciones
colectivas y que, en consecuencia, una vez descartada la ampliación el movimiento
se desintegró.

● Movimientos sociales generales: Caso de tener un conjunto mucho más variado


de reivindicaciones que afectan no a una decisión de las autoridades sino a una
determinada visión del mundo, se utiliza el concepto movimientos sociales
generales: por ejemplo, el movimiento feminista, el movimiento obrero o el
movimiento pacifista. Tratan de obtener cambios graduales y generalizados en los
valores de la gente, esto es, en las auto concepciones y específicamente en todo lo
relacionado con sus derechos y privilegios. La creación de nuevos valores y nuevas
concepciones de la vida de las personas se convierte en la motivación fundamental
de los MSG por su inconformismo por la situación actual.

● Contramovimientos sociales: En la teoría de movimientos sociales se encuentra


también otro concepto importante para identificar a la dinámica de los movimientos:
cuando aparece un movimiento social y tiene cierta repercusión social y política no
es para nada inusual raro la aparición de otro movimiento social que se le opone.
Un ejemplo claro lo tenemos en la reivindicación abortista del movimiento feminista
y la aparición, a posteriori, del movimiento antiabortista de mucha actualidad hoy
por ejemplo en los EE.UU. A este movimiento social que nace de la oposición a un
movimiento social previo, se le conoce como “contramovimiento social”. Así, el
movimiento y el contramovimiento se disputan influencia social, cultural y política.
En general puede decirse que mientras los movimientos tratan de incidir en
cambios sociales que apoyen sus propias opiniones, por la parte de los
contramovimientos tratan de incidir en el mantenimiento de las estructuras sociales.
Tal y como han señalado diferentes estudiosos (Godàs, 2007), podemos decir que:
mientras los movimientos son generalmente una invención colectiva de personas
que no pertenecen a las élites, sin acceso regular a las instituciones y que
cuestionan intereses establecidos; por contra los contramovimientos que, en
esencia, son una respuesta a los movimientos, se vinculan a organizaciones e
intereses establecidos. Incluso, no pocas veces, la relación de los
contramovimientos con el orden establecido tiende a dotarlos de recursos para la
acción no institucional.

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1.4 Recapitulando: una definición operativa de
movimientos sociales

Con los dos elementos introducidos, puede ofrecerse una definición ampliada de
movimiento social que sea operativa para guiarse en diferentes casos de estudio. Así, un
movimiento social es una acción colectiva contenciosa (pueden utilizar otras formas de
acción colectiva menos disruptivas, pero su características más fundamental y más
singular lo representa el desafío que generan) y continuada en el tiempo, que nace de la
insatisfacción con la actual forma de vida, valiéndose para ello de formas de organización
variables –aunque prioritariamente informales--, produciendo interacciones prolongadas
con las autoridades, el impacto de las cuáles, incluso cuando pierden, produce
transformaciones y restructuraciones en las instituciones sociales.
Con todo, en las sociedades modernas actuales existen infinidad de movimientos con
forma organizativas y objetivos diferenciables. Una forma de clasificarlos consiste en
dividirlos entre movimientos sociopolíticos, movimientos culturales o contramovimientos.
Algunos de ellos son de tipo general, esto es, movimientos en el sentido amplio del término
(movimiento ecologista, movimiento feminista o movimiento antiabortista). Y otros son
movimientos de tipo específico, esto es, organizaciones normalmente más estructuradas
que buscan cambios concretos en materias vinculadas a las del movimiento general. Por
ejemplo, Greenpeace, una asociación feminista en una universidad o un grupo local de
Pro-Vida.

2. ¿Por qué estudiar los movimientos sociales?

Las dos últimas décadas el estudio de los movimientos sociales ha crecido de forma
importante. Han aumentado las publicaciones e investigaciones académicas focalizadas en
el tema, han aumentado también los centros de investigación y documentación tanto dentro
como fuera de las universidades y se han consolidado los programas y asignaturas, tanto en
Grados como en Másteres, que toman a los movimientos como objetos de estudio. De
acuerdo con todo ello, en las líneas que siguen a continuación trataremos de sintetizar en
tres ideas fuerza los motivos que llevan a la centralidad del estudio de movimientos en el
campo de las ciencias sociales.

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2.1 Recurrencia histórica como producto de los sujetos
gobernados

Los movimientos son creaciones inéditas y a la vez recurrentes de nuevos sujetos políticos
y/o de nuevos temas políticos y, generalmente, con innovaciones en el repertorio de acción
colectiva. Dibujan una nueva realidad y lo hacen con además con creaciones innovadoras,
que se anticipan a su tiempo.
No son anécdotas pasajeras ni tampoco excepciones históricas. Son, por el contrario, una
de las variables centrales de la historia. Lo raro no es protestar, sino lo contrario. Immanuel
Wallerstein empieza uno de sus libros afirmando que “la oposición a la opresión es
consustancial a la existencia de sistema jerárquicos”. No pocas veces esa oposición, esa
indignación, se ha hecho latente a través de la creación, del construir común, del deseo de
libertad, de singularidad, de potencia como diferencia radical con el poder. La historia es un
recorrido infinito en el cuál siempre se encuentran esas agregaciones colectivas: por
ejemplo, las revueltas de esclavos e incluso con la creación de Quilombos, los movimientos
de las sufragistas, las primeras expresiones asociativas y de socorro mutuo de lo que
después se reconoció como movimiento obrero, o ya en el siglo XX, los movimientos
negros, pacifistas, ecologistas, estudiantiles o contraculturales.
Es de interés por tanto observar cómo esos sujetos inicialmente débiles se organizan, se
construyen, se narran de otros modos a los del poder y, pasado un tiempo, generan una
dinámica de acción colectiva contenciosa para modificar su situación. En este campo es de
obligada referencia la obra de EP Thompson La formación de la clase obrera en Inglaterra,
donde el autor muestra que las clases, lejos de ser fenómenos dados, surgen por la
dinámica asociativa.
La dinámica es sin duda compleja y a la vez rica para todos los interesados en la
producción de sociedad. Ofrece un plano analítico en lo que se conoce como
“subjetividad”; refiriéndose al movimiento feminista, Rosi Braidotti (2000), dice:

“(…) elaborar una subjetividad política feminista requiere como condición previa
reconocer que hay una distancia entre la mujer y las mujeres de la vida real.
Teresa de Lauretis definió ese momento como el reconocimiento de una diferencia
esencial entre la mujer como representación (la mujer como imago cultural) y la
mujer como experiencia (las mujeres reales como agentes de cambio).”

Este plano de producción de diferencia, de creación de otra representación, es clave en


todos los movimientos. Estudiarlo en detalle es sin duda tema central en las ciencias
sociales. ¿Cómo las mujeres empiezan a pensarse y autopensarse de forma diferente a la
que lo hace no solo el poder sino incluso ellas mismas? ¿Cómo lo hicieron los obreros del
siglo XIX? ¿Cómo lo hacen los indígenas en Chiapas que hasta hace poco tiempo se

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bajaban de la acera cuando pasaba un blanco? A modo de fábrica de porcelana surgen
procesos constituyentes lentos, multicausales, de discusiones de tú a tu, que, a través del
contagio, generan en un determinado momento, tal vez por factores desencadenantes, una
voz pública, otra representación, un nuevo sujeto ---llámesele obrero, mujer, negro,
indígena, gay, lesbiana o queer-- que ya no admite ser un nadie, que se subjetiviza, que
deviene un actor público, político, y que recurre a una herramienta, la herramienta, que
tienen los sujetos gobernados: juntarse con otros y empezar una ruta de movilización que
haga su vida mejor.

2.2 Productividad como inductor de cambio social

Los movimientos sociales son extraordinariamente productivos en el sentido que son la


agregación colectiva que produce más cambio social, en su sentido más extenso –esto es
cambio político, pero también cultural, de valores-- y que además desarrolla esa labor con
la singular disposición organizativa informal propia de los movimientos.
Efectivamente los movimientos contemporáneos han generado cambio social y lo han
hecho como pocas instituciones sociales. Operan en diversos planos y su efectividad es
asombrosa. Lo que conocemos como derechos sociales (derecho a la huelga, derecho al
voto, derecho a la asociación, derecho a la igualdad, …) no son derecho otorgados por el
poder, sino que son derechos arrancados al poder a través de luchas y movimientos, las
más de las veces mediante conflictos extendidos en el tiempo y en la geografía. En un
plano más micropolítico también su efectividad es manifiesta como productores de cambio
de valores. Manuel Castells (2007), tomando como dato el Mayo del 68, un movimiento
aparentemente derrotado, señala casi cuarenta años después su victoria en el plano de los
valores. Dice lo siguiente:

“De ahí salieron ideas y proyectos que, andando el tiempo, marcaron la forma de
pensar de la gente, sobre todo de la nueva generación que vivió el Mayo del 68 de
joven y que pronto fue la generación decisiva en la sociedad. Ideas como la crítica
del productivismo y por tanto el ecologismo. Valores como la emancipación de la
mujer y por tanto el feminismo en toda su gama de expresión. Proyectos como la
solidaridad con el Tercer Mundo y la lucha contra el imperialismo, tanto
estadounidense (Vietnam) como soviético (Checoslovaquia). Críticas de la
partitocracia política y por tanto la reivindicación de la democracia local.
Denuncia del lavado de cerebro de los medios de comunicación de masas y por
consiguiente construcción de la autonomía comunicativa, que en aquellos tiempos
eran los vídeos comunitarios y sembraron las semillas de lo que después fue el
espacio social de internet (...) lo fundamental fue el rechazo del principio de
autoridad, del ordeno y mando, de invocar la disciplina de las instituciones de la
sociedad, con la tranquilidad de conciencia de poder decir que emana de gobiernos
democráticamente elegidos.”

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qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
Podemos decir, de esta forma, que indagar sobre los movimientos sociales permite
anticipar desarrollos futuros de la sociedad. Generan, promueven, inducen a cambio social,
y al cambio social que refieren no sólo a leyes o instituciones, sino también a la creación de
nuevos valores, de nuevas formas de cooperación. Los movimientos sociales además de
ser una de las creaciones políticas más recurrentes en la historia contemporánea, y
además una creación política ciertamente singular al generar otras representaciones, son a
la vez inductores de una parte sustancial del desarrollo societario posterior. Investigar todo
ello es también tarea ineludible en el estudio de los movimientos sociales.

3. Los enfoques teóricos de estudios de los


movimientos sociales

El siglo pasado fue testigo de las primeras teorías sobre el surgimiento de los movimientos
sociales. Sin ánimo de exhaustividad, en las siguientes líneas de ofrecen los rasgos más
sustantivos de cuatro teorías que representan las miradas principales que la academia ha
ofrecido sobre los movimientos sociales: las teorías del comportamiento colectivo, la
teoría de la movilización de recursos, la teoría de los nuevos movimientos sociales y
la teoría del proceso político. Las cuatro teorías ilustran de forma fehaciente el
conocimiento que las distintas ciencias sociales han aportado sobre la dinámica de los
movimientos. Es cierto que existen otros enfoques, pero todos ellos podrían ser
perfectamente catalogados como variaciones de uno de los incluidos.
El conjunto de estas teorías son de alguna manera una respuesta, a modo de refutación,
de los estudios pioneros del comportamiento de las multitudes elaborados desde lo que ha
venido a conocerse como psicología de las masas, representada por autores como Gabriel
Tarde y, especialmente por Gustave Le Bon con Psicología de las multitudes, que es quien
presenta una investigación más sugestiva sobre el comportamiento de las multitudes. El
interés es consecuencia del desarrollo de la democracia parlamentaria y del mundo
industrial a inicios del siglo XX en el Norte Global, que, según ellos, facilita la acción
desestabilizadora de las masas. La conducta inconsciente de las masas, así, eliminaría de
la vida social la conducta consciente de los individuos, prevaleciendo una irracionalidad
colectiva. Los individuos son racionales, las masas irracionales de acuerdo con la
psicología de las masas. Así, se lee en Psicología de las Multitudes: “la multitud está
dispuesta siempre a escuchar al hombre que, dotado de una fuerte voluntad, sabe
imponerse a ella. Los hombres, reunidos en masas, pierden toda voluntad y, por tanto, se
inclinan, por instinto, hacía quien está dotado de ella” (Le Bon, 1973, p. 128).
Es obvio que hoy son aportes refutados: las masas, las multitudes, los movimientos
sociales son absolutamente racionales, tienen una lógica de desarrollo, unos motivos que
dan a lugar a su emergencia y además pueden decirse que lo colectivo, las masas en las

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qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
expresiones de Tarde y Le Bon, han sido muy productivas contemporáneamente en inducir
cambios sociales que mejoran nuestras sociedades (el movimiento sufragista, por
ejemplo). Por tanto, nada de irracionalidad, sino más bien una racionalidad bien clara que
podrá o no compartirse, pero racionalidad, al fin y al cabo.
Pero pese a todo ello, fue importante la aportación que supuso la Psicología de las Masas.
Principalmente por el hecho que fue el primer intento a fin de aplicar las herramientas y los
conceptos de una ciencia social, en concreto la psicología, al campo de estudio de la
conducta colectiva.
Necesariamente por tanto las formulaciones posteriores habrían de enfrentarse con esta
primera aportación. En el desarrollo del siglo XX se inició un trabajo más sistemático para
descubrir esa “otra racionalidad”, esto es, un trabajo más sistemático de análisis de los
movimientos, elaborando estudios y dando forma a los primeros enfoques teóricos.

3.1 El enfoque del comportamiento colectivo


El eje articulador del enfoque radica en el estudio de las diversas formas de
comportamiento colectivo en el interior de las sociedades modernas. En este marco se
inscribe su interés por los movimientos sociales como una de las posibles formas de
comportamiento colectivo, deviniendo así objetos de investigación. Por tanto, el elemento
que permite diferenciar este enfoque en relación a la “psicología de las masas” radica en la
identificación clara de “movimiento social”, cuestión que hasta entonces no se había
producido. Los movimientos sociales, según el enfoque, se diferencia de otras formas de
comportamiento colectivo dado su énfasis en la acción y la movilización social a partir de
creencias e ideologías que le dan forma. Además, son considerados como formas de
acción colectiva situadas en los márgenes de las democracias representativas, subrayando
su no institucionalidad.
Podría resumirse los planteamientos fundamentales del enfoque de la manera que sigue:

i. El desplazamiento de la “psicología de las masas” a fin de explicar el


comportamiento colectivo de los movimientos sociales. Donde prevalecían las
patologías sociales, el potencial destructor y la amenaza, o el contagio como factor
clave para explicar la disposición de los individuos a participar, ahora emergen con
fuerza otro tipo de explicaciones para dar cuenta de la formación de movimientos
sociales: la racionalidad que guía y da cuenta de las movilizaciones, la capacidad
de creación de nuevas formas de vida y nuevas normas, junto a la necesidad de
incorporar en las explicaciones los déficits de funcionamiento de las instituciones y
estructuras sociales que conforman y reglamentan el funcionamiento de una
determinada sociedad.

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ii. La existencia de dos formas de acción colectiva analíticamente diferentes: la
institucional y la no institucional. La acción colectiva no institucional, la propia de los
movimientos sociales, supera las normas desarrollándose algunas veces frente a
situaciones estructuradas, u otras veces a situaciones dónde la estructura social
penaliza a determinados grupos.
iii. Las situaciones que precipitan a los movimientos se precipitan como “roturas”,
causadas por cambios estructurales que se producen o bien en los órganos de
control social o bien en la adecuación de la integración normativa. Las tensiones
resultantes llevan a los individuos a participar en un determinado comportamiento
colectivo, en este caso el de los movimientos sociales.
iv. este comportamiento colectivo no institucional exhibe un ciclo de vida, que permite
un análisis de las causas desde sus primeras etapas con la aparición de acciones
colectivas espontáneas y/o escasamente organizadas, hasta sus etapas más
maduras con la formación de movimientos sociales y públicos, de largo recorrido y
con formas establecidas de causar impactos, modificaciones o cambios en el
sistema político, social o cultural.

No obstante, estos planteamientos fundamentales, dentro del enfoque cohabitan dos


perspectivas que se explican a continuación.

➔ La perspectiva micro

Es una perspectiva vinculada con el interaccionismo simbólico. Las nuevas normas o la


innovación en el comportamiento colectivo de los movimientos sociales centran sus
intereses analíticos. Entre los autores más conocidos y destacados que han analizado a los
movimientos bajo esta perspectiva cabe señalar a Helbert Blumer, Ralph Turner, Lewis
Killian o a Ted Gurr.
La aportación de Blumer, Turner y Killian consiste en la identificación inequívoca de los
movimientos sociales con relación a otras formas de comportamiento colectivo. No
obstante, éstos tres autores no ofrecían explicaciones del porqué de la creación de los
movimientos sociales, esto es, de las situaciones sociales posibilitaban su surgimiento.
Ted Gurr, en cambio, sí intentó encontrar repuestas a ello en una obra que llevaba por título
Why Men Rebel?: su hipótesis era que la intensidad de las frustraciones eran el
“carburante” de los movimientos sociales. La obra de Gurr ha dado lugar a una serie de
investigaciones conocidas como “privación relativa” dónde los movimientos son producto
del descontento de algunas personas o grupos sociales, produciéndose una relación
causal entre frustración y surgimiento de una respuesta en forma de movimiento. La
frustración se genera por una privación relativa económica o social, situación de desventaja
que da lugar a un conflicto político. Con esta contribución emerge un modelo de acción
colectiva: la frustración de expectativas genera movilización.

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Como es obvio el modelo de Gurr recibió importantes críticas. Por un lado, muchos
movimientos no se inician por motivos económicos y/o de privación relativa: los
movimientos pacifistas y ecologistas, por ejemplo, no podrían explicarse por esos motivos
sino más bien por objetivos universalistas, en el sentido que sus reivindicaciones no son
mejoras para sus participantes sino para el conjunto de la humanidad. Por otro lado, y
centrando la atención en situaciones, ahora sí, de privación relativa se constata que la
conexión de causalidad entre frustración y movimientos sufre de algunos problemas a fin
de explicar por qué algunas frustraciones y descontentos se transforman en movimientos y
otros no. Si la causa de los movimientos lo representa la frustración de expectativas, ¿por
qué no desafían al poder todos los individuos con expectativas frustradas? Uno de los
rasgos más relevantes de las sociedades modernas y posmodernas es, tal y como
destacan la ciencia social e histórica, la cantidad considerable de expectativas frustradas.
Entonces si la hipótesis de Gurr fuera plausible, ¿dónde están la cantidad de movimientos
sociales que deberían existir?

➔ La perspectiva macro

La perspectiva macro es la propia del estructural funcionalismo. La causa del surgimiento


de los movimientos se encuentra en las tensiones estructurales que surgen dentro de una
sociedad. El autor de referencia es, obviamente, Talcott Parsons. No obstante, fue Neil
Smelser, en Teoría del Comportamiento Colectivo, quien dio su versión más elaborada con
la llamada teoría de la tensión estructural –o teoría del valor agregado. En esta teoría se
ofrecen seis condiciones indispensables para el surgimiento de los movimientos sociales.
Son los siguientes:

i. Conductividad estructural: se produce cuando un grupo de personas


problematiza aspectos de las instituciones y estructuras sociales, señalando por
tanto que la sociedad tiene problemas (por ejemplo, el acceso a la vivienda)
ii. Tensión estructural: las personas experimentan privación.
iii. Crecimiento y difusión de una solución: se propone una solución a los
problemas que las personas experimentan y se extiende.
iv. Factores precipitantes: el descontento generalmente requiere un catalizador (a
menudo un evento específico) para convertirlo en un movimiento social.
v. Movilización: este es el componente organizador y activo real del movimiento; la
gente hace lo que hay que hacer.
vi. Falta de control social: la entidad que se va a cambiar debe estar al menos algo
abierta al cambio; si el movimiento social es reprimido rápida y poderosamente,
puede que nunca se materialice.

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 17


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
La aportación de las dos perspectivas, esto es, del enfoque en su conjunto, ofrece
aspectos para el estudio de los movimientos sociales. Primero, permite identificar de forma
muy convincente a los movimientos sociales: se puede decir que es el resultado más
satisfactorio del enfoque, invalidando por tanto a la “psicología de las masas”. Segundo,
trata de explicar las razones que propician el nacimiento de un movimiento social. Pese a
la claridad analítica de los planteamientos es sin duda una aportación menos convincente.
Desde la perspectiva micro, Gurr defendía que la frustración de expectativas causa el
nacimiento de los movimientos. Y desde la perspectiva macro, Smelser afirmaba que los
movimientos surgían como respuesta a las tensiones estructurales y a las falencias en el
funcionamiento del control social. Una y otra explicación no daba cuenta de los
movimientos de los años 60 y 70 del siglo pasado (el ecologismo, pacifismo, nuevo
feminismo) que apelaban a causas universalistas. Pero sobre todo el hecho que hacía
tambalear las aportaciones teóricas de Gurr y Smelser era que, siguiendo a sus aportes,
debería decirse que en las sociedades modernas tan solo existen los conflictos que tienen
expresión pública – a través de movimientos sociales u otras formas de acción colectiva.
Cuestión que, obviamente, no es cierta. Solo algunos conflictos de las sociedades
modernas adquieren voz pública. Por tanto, la pregunta que debería hacerse un mejor
enfoque sería del tipo: ¿Por qué algunos de los conflictos, frustraciones de expectativas o
tensiones estructurales devienen movimientos sociales y otros no? ¿Es el entusiasmo, la
audacia y la capacidad organizativas de sus activistas lo que permite que ese conflicto se
convierta en movimiento social?

3.2 El enfoque de la movilización de recursos

El eje articulador del enfoque se basa en el estudio del potencial organizativo de los
movimientos a fin de dar forma a los intereses individuales. La cuestión radica no en los
porqués de la movilización sino el cómo. Los planteamientos básicos del enfoque son:

i. los movimientos sociales han de ser explicados y comprendidos en función de una


teoría de la acción colectiva;
ii. no existe ninguna diferencia fundamental entre la acción colectiva institucional y la
acción colectiva no institucional. Ambas presuponen la existencia de conflictos de
intereses construidos como relaciones institucionales de poder o como extensión
suya;
iii. la acción colectiva implica la persecución racional de intereses por parte de
individuos y grupos;
iv. la existencia de conflictos, frustraciones y tensiones es una característica
permanente del desarrollo de las relaciones de poder en las sociedades, y por tanto
no puede servir como explicación causal de la formación de los movimientos;

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 18


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
v. los movimientos, por contra, se forman por la variación en los recursos
organizativos. Esta es el carburante real de los movimientos: si se dispone de
capacidad para movilizar recursos, entonces el conflicto toma voz pública e incluso
puede convertirse en movimiento social;
vi. la movilización supone la existencia de una organización formalmente estructurada,
que viene a conocerse como OMS (Organización de un Movimiento Social), que
impulsa y es determinante para la suerte del movimiento social. Por ejemplo,
GreenPeace sería una OMS del movimiento ecologista.

Los autores más conocidos son John D. McCarthy, Mayer M. Zald y William Gamson
Parten, como se apuntaba antes, del análisis de la OMS, las organizaciones de los
movimientos sociales y las estrategias que utilizan para hacer avanzar sus intereses.
Destaca el concepto “empresario político” a fin de significar la persona, o el grupo de
personas, que diseñan la estrategia a seguir. La aportación más importante del enfoque es
precisamente esta, el estudio de la parte de la dinámica de los movimientos, esto es, el
estudio del uso de la estrategia y los recursos para la movilización. Supone por tanto un
avance en el estudio de los movimientos sociales. Mientras el enfoque del comportamiento
colectivo identificaba a los movimientos con una precisión muy aceptable, ahora el nuevo
enfoque trata de identificar correctamente su actividad. Pero sobre todo es importante la
aportación del enfoque dado que cuestiona los presupuestos del comportamiento colectivo:
el carburante de los movimientos sociales no es las tensiones estructurales; lo que explica
su surgimiento radica en el uso de los recursos adecuados para la movilización.
Las críticas no tardaron en llegar. Fundamentalmente por el hecho que tiende a identificar
los movimientos con las organizaciones de los movimientos sociales. Los movimientos son
siempre más que las organizaciones que engloba. Por tanto, esa identificación, en incluso
una sobredimensión del papel de las OMS ocasiona distorsiones considerables en el
estudio de los movimientos sociales. Estudiar las OMS es importante pero siempre sin
caer en esa identificación ni sobredimensionar (la potencia de los movimientos es mucho
más que la suma de la OMS). Las OMS por contra mantienen la energía de los
movimientos cuando se llega a épocas con menos capacidad movilizadora y a la vez son
útiles para la intermediación con las instituciones.

3.3 El enfoque de los nuevos movimientos sociales

Este enfoque nace por la necesidad de explicar los movimientos sociales aparecidos en el
último tercio del siglo XX, fundamentalmente los movimientos ecologistas, pacifistas y la
nueva oleada de feminismo. Se les llamó “nuevos” movimientos para diferenciarlos de los
movimientos más clásicos y típicos del siglo XIX y buena parte del siglo XX:
fundamentalmente el movimiento obrero, pero también el primer movimiento feminista y los
movimientos nacionalistas de las antiguas colonias. Por tanto, es un enfoque que no trata

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 19


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
de dar una explicación de todos los movimientos, sino de unos bien concretos y
delimitados cronológicamente.
Esos movimientos sorprendieron a las democracias –y también a las dictaduras-- en una
época de crecimiento económico continuado y de relativa redistribución económica.
Sorprendieron dado que desafiaron el consenso que surgió después de la II Guerra
Mundial y que ha venido a conocerse como “los treinta años gloriosos” (1945-1975). Esos
nuevos movimientos pusieron en entredicho ese consenso: para ellos la riqueza, el
crecimiento de la producción o el bienestar material ya no serían la fuente última y principal
de felicidad. Defendían en su lugar los valores culturales, la calidad de vida, la igualdad
entre sexos, la no discriminación racial o sexual, el pacifismo o las formas más directas de
participación democrática.
El desarrollo de los “nuevos” movimientos estaría estrechamente ligados a una serie de
factores clave que tomaron relevancia en el último tercio del siglo XX. El primero, la
amenaza nuclear que en el periodo de la llamada Guerra Fría implicaba la política de las
grandes potencias y que suponía un auténtico desafío para la vida en el Planeta Tierra. El
segundo, la constatación que el crecimiento económico debía limitarse en mundo de
recursos finitos a fin de no llevar al mundo hacia su autodestrucción. Y tercero, ni las
democracias representativas ni las políticas de bienestar parecían cumplir las expectativas
que habían creado sobre la igualdad y la libertad. Estos factores dieron como resultado:

i. la pérdida de la centralidad explicativa de las clases sociales: los ciudadanos y las


ciudadanas ya no se definían exclusivamente por sus relaciones de producción,
sino que emergieron otros elementos de identidad tan o más explicativos, como el
género, la nacionalidad o la formación.
ii. la incapacidad de los movimientos hasta entonces existentes para dar repuesta a
unos problemas que, hasta el momento, les eran muy ajeno. Por ejemplo, para el
movimiento obrero y sindical era muy reacio a las propuestas anticrecimiento del
movimiento ecologista. Por tanto, en la crítica de los nuevos movimientos también
se incluían muy a menudo a los “viejos” movimientos.

En este contexto nacen los nuevos movimientos como formas alternativas de acción
colectiva que responden mejor al espíritu de los tiempos. Y que a la vez son novedosos en
sus objetivos, en la organización y en su composición social. Sus objetivos constituyen, en
expresión de Claus Offe, “luchas defensivas contra la irracionalidad de la modernización”.
Por ejemplo, los movimientos ecologistas, antimilitaristas o pacifistas. En cuanto a la
organización sus formas son menos jerárquicas que los movimientos anteriores, optando
por lo asambleario y por el trabajo en redes. En cuanto a la composición social los nuevos
movimientos son más interclasistas, con un protagonismo especial de las llamadas, a
finales del siglo XX, “nuevas clases medias”, muy instruidas, pero con reivindicaciones no
de un grupo social sino generalistas, esto es, reivindicaciones que caso de conseguirse
repercutirían no sobre un grupo social, sino sobre el conjunto de la sociedad.

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 20


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
Entre los “nuevos” movimientos más importantes encontramos el movimiento pacifista que,
como se ha dicho líneas arriba se desarrolla en el contexto de la Guerra Fría y como
respuesta a la carrera armamentística que protagonizaron las dos potencias de la épica
(EEUU y URSS) y sus respectivos aliados. Otro “nuevo” movimiento social importante fue
el movimiento ecologista, que alertaba contra los peligros del llamado desarrollo, centrando
sus objetivos en el necesario cambio de la relación entre el ser humano y la naturaleza.
Otro “nuevo” movimiento importante fue el movimiento feminista: pese a contar con
precedentes importantes como el de las sufragistas, los años 70 del siglo pasado fueron
testigo de una nueva oleada de feminismo que se extiende a los hasta entonces privados
de la vida social con su lema “lo personal es político”.
El impacto de esos nuevos movimientos ha sido muy importante en las décadas siguientes.
Hicieron emerger debates sobre cuestiones antes no contempladas, consiguiendo que la
opinión pública se hiciera eco de muchos de sus planteamientos y, en consecuencia, han
motivado que las instituciones políticas tuvieran que estudiar y establecer medidas dirigidas
a dar satisfacción a las “nuevas” demandas.

3.4 El enfoque del proceso político

Este en un enfoque que trata de explicar no unos determinados movimientos sociales


(como si presuponía el enfoque anterior), sino la emergencia y el impacto de gran parte de
los movimientos sociales. Parten pues de las carencias del enfoque del comportamiento
colectivo y del enfoque de la movilización de recursos y del hecho que la emergencia de la
mayoría de los movimientos sociales presentes en la historia moderna no puede atribuirse
ni a las necesidades de la gente, ni a la desorganización de las sociedades ni tampoco a la
capacidad estratégica de los primeros activistas.
Por contra, el carburante y la energía de los movimientos sociales surge de la existencia de
un proceso político que da lugar a la apertura de una oportunidad política que los
movimientos entonces saben utilizar. Los movimientos por tanto se relacionan más con las
oportunidades y menos con las privaciones y dificultades. Toca pues tratar de las
dimensiones de las oportunidades políticas para los movimientos sociales, de la mano de
Sidney Tarrow y Charles Tilly, dos de los analistas más influyentes de este enfoque.
Ellos dos hablan de estructura de oportunidad política para referirse a las dimensiones del
entorno político que ofrecen incentivos para que la gente participe en movimientos sociales
dado que afectan a las expectativas de éxito o fracaso. Lo hacen cuando se producen
cambios en la estructura de oportunidad política que facilitan la dinámica de los
movimientos sociales. En concreto las dimensiones del proceso político que favorece el
crecimiento de las oportunidades políticas son las siguientes:

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 21


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
i. La apertura del acceso a la participación. Los movimientos aparecen no cuando
las oportunidades para participar están cerradas, sino cuando existe un acceso
parcial, esto es, cuando existen posibilidades, difíciles, pero no imposibles, de
franquear los muros de la participación.
ii. Los cambios en los alineamientos de los gobiernos. Cuando hay inestabilidad
política y electoral es más fácil que surjan movimientos sociales. La inestabilidad es
un factor que fomenta la acción colectiva.
iii. La disponibilidad de aliados influyentes. La presencia de aliados influyentes
también es otro de los factores que incentiva a la emergencia de movimientos
sociales, sea dentro del sistema político, judicial o mediático. Sin ellos es muy
dificultosa el nacimiento de un nuevo movimiento social
iv. Las divisiones entre las élites. Estas divisiones incentivan a los grupos con
menos recursos a utilizar la acción colectiva contenciosa. Encuentran en el mejor
de los casos aliados o, en otros, terceros contendientes que pueden mediar entre
ellos y las autoridades.

Así pues, según este enfoque, cuando se dan oportunidades políticas en alguna de estas
cuatro dimensiones se abre un proceso político que da lugar al nacimiento de movimientos
sociales. Si además se abre una de estas dimensiones resulta más fácil que se abran las
otras y por tanto el poder y la dinámica del movimiento se convierte en un hecho real.

3.5 Propuesta modesta de para el estudio de


movimientos sociales

Los elementos de indagación para con los movimientos sociales corresponden a la


identificación de los propios movimientos, el estudio de las razones que llevan a su
surgimiento, la actividad que realizan y el impacto que ejercen. Las tres primeras
cuestiones (identificación, surgimiento y actividad) podrían ser agrupadas en una sola,
llamada la lógica de los movimientos sociales. La última cuestión, el impacto de los
movimientos sociales, merece un tratamiento específico y diferenciado. Por tanto, de
acuerdo con la propuesta que se elabora en este apartado, la tarea de las ciencias sociales
consistiría en aportar conocimiento sobre los dos aspectos, la lógica y el impacto.
Los diferentes enfoques planteados, pese a sus diferencias, han supuesto avances en el
estudio de los movimientos. Cada uno de ellos ilustra aspectos diversos. Obviamente no
todos han tenido el mismo éxito a fin de resolver aquello que se planteaban. En primer
lugar, mucho de estos enfoques no analizan toda la exhaustividad de los movimientos, lo
que aquí ha venido a llamarse lógica e impacto. En segundo lugar, alguno de los enfoques
pretende explicar alguna de las tipologías de los movimientos, no su conjunto. El ejemplo
más claro se corresponde con el enfoque de los “nuevos” movimientos sociales, que trata

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 22


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
de explicar los movimientos que aparecen en las democracias occidentales en el último
tercio del siglo XX. Otro ejemplo: la teoría de la movilización de recursos estudia casi de
forma exclusivamente las organizaciones del movimiento social, lo que hemos venido a
llamar movimientos específicos.
Por tanto, los enfoques por sí mismos no son suficientes para el estudio de campo de los
movimientos. Se necesita además una propuesta de síntesis, modesta pero útil para ese
estudio de campo. En la propuesta de síntesis modesta se combinan tres factores: i) los
aspectos ya resueltos por los enfoques; ii) otros que se apuntan para su resolución futura;
iii) aspectos que provienen del estudio de las instituciones políticas y sociales y que
refieren al estudio del cambio social en esas propias instituciones.

3.5.1. La lógica de los movimientos

Identificación. La tarea implica precisar que efectivamente la agregación humana se


corresponde a un movimiento social, el tipo de movimiento que es y cuál es la composición
social de su base. La primera cuestión fue resuelta bastante adecuadamente por la
perspectiva micro del comportamiento colectivo, en especial por la obra de Blumer. Con los
complementos, la definición propuesta en el apartado 1.4 sería válida. Así, una agregación
humana es movimiento social cuando ejerce una acción colectiva continuada que nace con
la insatisfacción con la forma actual de vida, valiéndose de formas de acción y
organización variables –prioritariamente informales--, produciendo interacciones
prolongadas con las autoridades, el impacto de las cuáles, ganen o pierdan, produce
transformaciones y restructuraciones en las instituciones sociales, políticas y/o culturales.
La segunda cuestión obliga a precisar las diferencias entre los movimientos en relación al
cambio social al que aspiran. Así, existen infinidad de movimientos con objetivos diversos.
Por tanto, es indispensable atender a una clasificación como la propuesta en el apartado
1.3.. Esto es, debe aclararse si el movimiento objeto de estudio es un movimiento
sociopolítico o un movimiento sociocultural y a la vez si son movimientos específicos
reactivos o proactivos.
La tercera cuestión refiere a la identificación de la composición del base social del
movimiento objeto de estudio. Parece, como sugieren los estudios del enfoque de los
“nuevos” movimientos sociales, que existe un contraste entre la base de los movimientos
clásicos (movimiento obrero, movimiento vecinal o el movimiento sufragista) y la base de
los movimientos que surgen a partir de los años 70 del siglo pasado. Si en los primeros, la
base social guardaba vinculación estrecha con la clase social (esto es, eran movimientos
de una clase social), en los segundos la vinculación se debilita. Como señala Claus Offe,
en los nuevos movimientos se encuentra una amalgama entre posiciones sociales
diversas, una composición social más heterogénea que incluyó la entonces nueva la nueva
clase media, el precariado e identidades definidas más allá de estructuras económicas (por
ejemplo, mujeres, LGTB, minorías, etc.).

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 23


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
Surgimiento. Este es uno de los aspectos más trabajados por los distintos enfoques.
Siguiéndoles, puede decirse que las cuatro interpretaciones posibles de por qué surge un
movimiento social serían: i) aparecen cuando se dan tensiones estructurales y/o
expectativas no cumplidas; ii) aparecen cuando algunos seres humanos están dispuestos
a invertir tiempo y esfuerzo para dotar de voz pública a un problema social; iii) aparecen de
acuerdo a los desarrollos societarios y a los cambios en las sociedades más avanzadas; iv)
aparecen cuando en el contexto político de da una oportunidad política.
Ninguna de las explicaciones es errónea. Tal y como demuestra la investigación de
movimientos contemporáneos, la aparición de un movimiento nuevo se relaciona con la
presencia de problema político y/o social que no encuentra solución presente, o cuando las
expectativas de un grupo social no se cumplen. Es necesario también que algunas
personas, en el inicio de la formación del movimiento, estén dispuestas a invertir un tiempo
considerable de su vida cotidiana y a desarrollar una estrategia política virtuosa a fin de dar
voz pública al movimiento. Si se suman los rasgos macroestructurales de una sociedad (el
avance por ejemplo de las tecnologías de la información), todavía puede conocerse más
del surgimiento del movimiento social. Y todo ello se acelera cuando se da una oportunidad
política favorable. Por tanto, un planteamiento de investigación debe tenerlas en cuenta
como hipótesis para señalar lo siguiente:

● a más tensiones estructurales y expectativas no cumplidas, más posibilidades que


surjan procesos que den lugar a movimientos sociales;
● a más personas dispuestas a invertir tiempo para diseñar una estrategia que haga
visible una causa social, más posibilidades que surjan procesos que den lugar a
movimientos sociales;
● a más cambios en la organización societaria, más posibilidades que surjan
procesos que den lugar a movimientos sociales;
● a más cambios y realineamientos en las estructuras políticas existen más
oportunidades, más posibilidades que surjan procesos que den lugar a movimientos
sociales.

Todas ellas son casuísticas de la formación de movimientos sociales. Que deben tenerse
en cuenta. En general podría decirse que para la explicación del surgimiento de un
movimiento social deben atenderse a (i) primero las condiciones estructurales de una
determinada sociedad, esto es, lo que incluye y sobre todo lo que queda excluido; ii)
segundo, a las condiciones de organización de una acción colectiva, y iii) a la aparición de
una oportunidad política. Cuando se dan las tres, eclosionan los movimientos sociales,
surgen con toda su fuerza, adquiriendo lo que Sidney Tarrow llama “el poder en
movimiento”. El estudio del surgimiento de los movimientos sociales debe dar por tanto
cuenta de al menos las tres explicaciones: ¿Que sucede en las instituciones sociales?
¿Cómo se organiza en sus inicios la acción colectiva que da lugar a luego a un movimiento

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 24


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
social? ¿Cómo reacciona el contexto político y social a la emergencia del movimiento, esto
es, encuentra solo adversarios o, por contra, encuentra algunos aliados?
Actividad política y social. Los distintos enfoques lo han resuelto parcialmente,
especialmente los más contemporáneos. Destaca especialmente la aportación del enfoque
de los “nuevos” movimientos que, pese a referirse específicamente a unos movimientos
con un corte histórico determinado, han aportado elementos muy significativos para el
estudio del tipo de actividad de los movimientos: el trabajo en red, la democracia interna, el
enfoque hacía los valores nuevos dentro de una sociedad, por poner algunos ejemplos
ilustrativos.
No obstante, a ello, debe señalarse que analizar satisfactoriamente la actividad de los
movimientos cubre un abanico más amplio que implica prestar atención al estudio de las
siguientes áreas: su dinámica de acción colectiva, el tipo de reivindicaciones que
defienden, las demandas que realizar al sistema político y/o social, incluyendo a otros
grupos sociales; la organización interna del movimiento; y a la continuidad en el tiempo y
los mecanismos que la posibilitan.

3.5.2 El impacto de los movimientos sociales

Analizar el impacto de los movimientos significa determinar dónde el movimiento ha


pretendido generar influencia y por tanto modificar parcial o totalmente las instituciones y
estructuras sociales. ¿Ha pretendido influenciar -y lo ha logrado o no- en la opinión pública
y en la sociedad? ¿Ha pretendido, además -y lo ha logrado o no- influenciar a las
instituciones y estructuras sociales que “organizan” las sociedades a fin de acometer
cambios en ellas?
El estudio, por tanto, del impacto es sumamente interesante para dar cuenta de la
estabilidad y el cambio social en una determinada sociedad. Pero no por ello fácil. Cuando
se producen transformaciones en los sistemas sociales, culturales, políticos o económicos
usualmente no es tan visible el papel de los movimientos en esa transformación. No
siempre cuando se aprueba la ley de dependencia, la ley contra la violencia de género, el
matrimonio no heterosexual, el reciclaje de las basuras o el aumento de los tramos
impositivos a las rentas más altas sabe encontrarse en el inicio un movimiento social
emergente que dio voz pública a esa problemática. Como en, dando un salto histórico
hacia atrás, sucedió con la jornada de trabajo de 8 horas o el voto de las mujeres, dos
cuestiones que un día se aprobaron por parte de los distintos sistemas políticos pero que
en sus inicios fue una demanda de movimientos nuevos en su época. En resumen, o, dicho
en otras palabras, a menudo los movimientos cuando tienen impacto ya no son
propiamente movimientos, sino que algunos, o todos, los actores políticos han hecho suyas
sus demandas. Esta es la situación que más se repite en las sociedades contemporáneas.
No obstante, algunas veces también tenemos otros impactos. En las líneas que siguen a
continuación se tratará de sintetizarlas. Las más esenciales son:

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 25


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
i. el surgimiento de nuevas demandas. La actividad de los movimientos sociales
origina la aparición de nuevas demandas en una determinada sociedad. El
movimiento por los derechos civiles en los EE.UU. de la demanda de igualdad
efectiva entre negros y blancos. El movimiento LGTB, en el conjunto del planeta y
con especial fuerza en las dos últimas décadas, ha generado demandas de
reconocimiento de formas de afectividad y sexualidad diferentes a las
heterosexuales. El movimiento antimilitarista de la década de los 90 en España
hizo surgir la demanda de la objeción de conciencia. Todos ellos, y mucho otros,
ilustran la emergencia de demandas, las cuáles a partir de entonces requerirán
respuesta por parte de los sistemas sociales y/o políticos.
ii. el surgimiento de nuevos actores sociales y/o políticos. Paralelamente al
surgimiento de las nuevas demandas y a los nuevos temas, aparecen nuevos
actores sociales y políticos que pretenden, en algunos casos, impugnar a los viejos
y, en otros casos, ser partícipes de las asociaciones que merecen ser escuchadas
por los actores políticos ya establecidos. Estos nuevos actores son, utilizando de
nuevo a Tarrow, fantasmas de la ópera, esto es, personas y grupos que no
proceden de las élites convencionales.
iii. la colisión con los actores políticos “tradicionales”. Los nuevos actores
colisionan con los tradicionales (normalmente partidos políticos y otras
organizaciones y asociaciones previamente existentes), disputándose la
representación de una zona de la realidad social.

Todos estos son los elementos que deberían tenerse en cuenta a fin de estudiar
adecuadamente un determinado movimiento social. Se sintetizan en la tabla siguiente:

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 26


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
Elementos de Estudio de los Movimientos Sociales

LÓGICA DEL MOVIMIENTO IMPACTO DEL MOVIMIENTO

1. Identificación 1. Sobre la sociedad: Nuevas demandas


a. ¿Por qué ser un MS?
b. ¿Qué tipo de MS?
c. Composiciones sociales

2. Surgimiento 2. Sobre el Sistema Político y/o social:


a. Condiciones estructurales nuevos actores y /o colisión
b. Acción del movimiento
c. Oportunidad política

3. Actividad
a. Dinámica acción colectiva
b. Reivindicaciones
c. Organización interna
d. Temporalidad

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 27


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
4. Elementos adicionales para la investigación en
movimientos sociales

El conjunto de enfoques y teorías tratadas en el capítulo anterior abre una perspectiva


interesante de estudio de los movimientos sociales. No obstante, no cubre toda la riqueza
que en el campo de la psicología y las ciencias sociales en general aporta el estudio de los
movimientos sociales. A fin de aportar una mayor exhaustividad cabría señalar algunos
elementos que siendo muy interesantes el campo de estudio queda fuera del marco que
operaban los enfoques anteriores. Es lo que trata este apartado final.

4.1 La atención a lo imperceptible y a lo micro político

Es demasiado común en los estudiosos de movimientos atender únicamente a sus señales


más ruidosas y ensordecedoras, esto es, a lo que manifiestamente es un movimiento
social. Por ejemplo, a las grandes movilizaciones planetarias contra la guerra, a lo que
sucedió durante tres semanas de mayo del 68 en París o las manifestaciones más
contemporáneas a favor del derecho a la vivienda. Es necesario superar ese
encorsetamiento. Solo atendiendo a esas señales no se obtiene la riqueza, la diferencia,
que de esas protestas emanan. Esta fijación únicamente en las señales ruidosas lleva a
simplificaciones enormes: o bien son una manifestación más sin ninguna novedad, o bien
es una manifestación incomprensible –apolítica e incluso antipolítica.
Una metodología más precisa de estudio de los movimientos sociales debe atender
también a las señales más silenciosas e imperceptibles, a lo subterráneo, a lo que
acontece fuera de los focos. Tres escuelas de la última parte del siglo XX han sabido
captar esa importancia. Son las siguientes:

● el feminismo a través de su lema lo personal es político y su atención en lo micro


político y en el partir de sí mismo;
● los subaltern studies, con su declinación posterior a los que se ha conocido como
literatura poscolonial, y que supone una crítica sin paliativos a los que Ranahit Guha y
otros han llamado “estatismo”, esto es las voces altas, fuertes de la historia, y en
cambio una sustitución por las voces bajas que quedan sumergidas por el ruido de los
mandatos estatistas/nacionalistas;

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 28


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
● el operaismo y el posoperaismo italiano con su noción de composición de clase, a
través de la cuál significan la existencia de un conflicto subterráneo y silencioso
protagonizado cotidianamente por hombres y mujeres contra la organización capitalista.

Todo ello enriquece la mirada sobre los movimientos sociales. Esas señales
imperceptibles, silenciosas, subterráneas, como la del operador informático que quiere
software libre, como la del migrante que ejerce su derecho a la movilidad cruzando
fronteras incluso las más militarizadas o que salta vallas, la de la mujer que quiere tiempo
para cuidar a su hijo, o como la del estudiante que quiere formarse y moverse, son
extraordinariamente informativas. Muestran un rechazo a la explotación inventando
prácticas que se escapan a la lógica del capital, que resisten a su recuperación y que en
definitiva abren nuevos espacios de libertad. Demasiado a menudo, esas señales
silenciosas son catalogadas como no políticas, como individuales, cuando por el contrario
devienen el carburante de los movimientos sociales.

4.2 La no conveniencia de tomar el movimiento social


como unidad de análisis

La segunda línea argumental adicional para el estudio de los movimientos sociales refiere
a la necesidad de estudiarlos en plural. La mayoría de la investigación parte todavía de una
concepción del movimiento social como unidad de análisis. Ello provoca problemas que
dificultan incluso la propia comprensión de los mismos movimientos. Doug McAdam lo
expresa de forma clara; dice lo siguiente: (McAdam, 2002, p 244)

“…la persistencia de ciertas convenciones metodológicas y conceptuales en este


campo continúa oscureciendo, a mi juicio, varias verdades simples que para los
activistas son evidentes desde hace ya mucho tiempo. Estas verdades incluyen los
cuatro enunciados siguientes: 1) los movimientos sociales no son entidades
discretas, semejantes a organizaciones; 2) en general los movimientos sociales son
inseparables de las familias de movimientos, más amplias e ideológicamente
coherentes (della Porta y Rucht, 1991), en la que están enclavados; 3) como ya hace
tiempo ha dicho Sydney Tarrow (1983, 1989), lo que tendríamos que tratar de
explicar es el surgimiento y la caída de estas familias o ciclos de protesta; 4) la
mayor parte de los movimientos sociales tienen como causa otros movimientos
sociales y las herramientas tácticas, organizativas e ideológicas que proporcionan
a luchas posteriores”

Los movimientos sociales: ¿Qué son? ¿Por 2022 pàg 29


qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
Tomar seriamente las verdades sugeridas por McAdam implica focalizar la atención, no en
los movimientos sociales como unidades de análisis, y sí en los ciclos de protesta en los
cuáles se inscriben. Los denominados ciclos de protesta forman parte sustancial del
enfoque teórico propuesto por Sydney Tarrow. Los entiende como una oleada de acciones
colectivas –y las reacciones que suscitan —cuya frecuencia, intensidad y formas primero
crecen y después declinan con una cierta proximidad cronológica, extendiendo el conflicto
a través de todo el sistema social desde los sectores tradicionalmente más movilizados a
los menos movilizados e induciendo a la vez una renovación de los repertorios de acción
colectiva. El primero de los modernos ciclos de protesta surge alrededor de 1848 y finaliza
en el período entreguerras, siendo el movimiento obrero su máximo protagonista y el
inductor de una parte sustancial del desarrollo societario posterior. El segundo ciclo
moderno de protesta transcurre en su fase de apogeo entre la década de 1960 y los
primeros años 80, período en el que emergen los llamados nuevos movimientos sociales.
Finalmente, en la segunda mitad de los noventa se constata los inicios de un nuevo ciclo
de protesta que llega hasta las primaveras árabes, los 15M y los movimientos de
indignados alrededor del planeta.
Este segundo elemento indica que deben ubicarse los movimientos dentro del ciclo de
protesta, una familia de movimiento más amplia y situada cronológicamente en sus
alrededores. Esta teoría nos permite entender de una forma positiva el contagio dentro de
los movimientos: es más fácil la emergencia de nuevos movimientos cuando previamente
han surgido otros en un período relativamente corto de tiempo.

4.3 La escucha como superación de la mirada


academicista

Un tercer elemento adicional trata de aprender y escuchar a los movimientos y a las


personas que deciden optar por este tipo de agregación humana. Los movimientos ofrecen
en sus propios espacios, o en diversas instituciones culturales, cursos, seminarios,
elaboran publicaciones, imparten talleres, realizan documentales, diseñan sus propias
webs y blogs, que facilitan informaciones y reflexiones muchas veces más interesantes que
las que ofrece la academia, que en demasiadas ocasiones se pierde en una suerte de
vacío teórico con poco o nulo aterrizaje a la realidad.
Los movimientos empiezan a convertirse también en productores de conocimiento. La
construcción de una teoría crítica por parte del feminismo, y su desafío a la ciencia
convencional es buen ejemplo de ello. En esa misma lógica cabe situar al ecologismo, al
software libre, a la web 2.0 o a las diversas iniciativas de autoformación que generan los
movimientos sociales. No cabe duda de que quien desee acercarse a la temática de los
movimientos sociales encontrará en estos espacios información más útil, más práctica y
por tanto más posible de generar nueva teoría. Es evidente, a la vez, que las reflexiones
que desde allí emergen parten de la escucha: los activistas conocen mejor la temática, lo

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qué estudiarlos? ¿Cómo estudiarlos?
que los ha llevado a participar en un movimiento social. Y por tanto la tarea de quien sienta
curiosidad por los movimientos sociales es, antes que nada, conocer a sus participantes,
escuchas sus problemáticas y sus razonamientos.

4.4 Lo afectivo en los movimientos sociales

Las emociones y lo afectivo es una parte importante de cualquier acción social. Más en los
movimientos sociales. Pero también queda fuera de los registros de los enfoques tratados
anteriormente. Por ejemplo, el gran historiador del siglo XX, Eric Hobsbawm lo señaló de
forma muy clara: (Hobsbawm, 2003, p. 76).

“Después del sexo, la actividad que combina una experiencia corporal y una
emoción intensa en grado máximo es la participación en una manifestación de
masas en un momento de gran exaltación ciudadana. A diferencia del sexo, que es
esencialmente individual, aquélla es colectiva por naturaleza y, a diferencia del
orgasmo, al menos para los hombres, puede prolongarse durante horas. Por otro
lado, implica, como el sexo, cierta actividad física –marchar, gritar consignas,
cantar—a través de la cuál la fusión del individuo con las masas, que es la esencia
de la experiencia colectiva, encuentra su expresión.”

Sorprendentemente, no obstante, la mayor parte de la teoría de los movimientos sociales


les han prestado poco o nula atención tanto a emociones como a afectos. Pero es evidente
que la activación de los componentes emocionales ha facilitado tanto la solidaridad interna
como la adhesión externa al movimiento y, en definitiva, ha favorecido la sostenibilidad en
el largo plazo de un movimiento.
Por ejemplo, Ane Larrinaga (2018), en un trabajo sobre movimientos señala, como las
emociones son un factor motivador de la acción colectiva, dado que poseen un fuerte
impacto en la construcción de la cohesión interna de los grupos movilizados y nutren de
energía a la acción colectiva del movimiento, proporcionándole adhesión social y ayudando
a su sostenibilidad del en el largo plazo. Los activistas por tanto tratan de reforzar las
lealtades de grupo, tratan por ejemplo de inspirar orgullo y tratan también de calmar los
temores por los efectos negativos que el uso de la acción colectiva contenciosa pudiera
tener sobre ellos. Estudiar la creación de esos afectos y emociones en el interior de los
movimientos es también un elemento que permite tener una mirada más exhaustiva.
Recapitulando podemos sintetizar afirmando que la metodología de estudio de los
movimientos sociales incrementa su eficacia en la medida que atiende a lo micro político,
en la medida que concentra su atención no tanto en los movimientos sino en las familias o
ciclos de movimiento, en la medida que supera las rigideces academicistas y aprende de

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los movimientos y también finalmente cuando atiende a los afectos que se crean dentro de
un movimiento social.

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Referencias

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Larrinaga, A. [Ane] (2018) Los movimientos sociales como contextos emocionales: el


impulso emocional en la evolución del movimiento lingüístico vasco. Athenea Digital.
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