Los Movimientos Sociales
Los Movimientos Sociales
Los Movimientos Sociales
Presentación
Una vez presentados los movimientos sociales (Cap. 1), se focaliza la atención sobre las
razones que llevan a las ciencias sociales, incluyendo obviamente a la Psicología, a
convertir a los movimientos sociales en objetos de estudio (Cap. 2). ¿Qué les llama la
atención de los movimientos sociales? ¿Por qué crece cada vez más su interés académico?
Finalmente, una vez conceptualizados los movimientos sociales y justificado el interés
científico que despiertan, se tratará de analizar sus aspectos más relevantes como el porqué
de su surgimiento, las razones de su dinámica y funcionamiento y los impactos que genera
sobre la sociedad, todo ello clave para el estudio de los movimientos sociales. En este
sentido se valorará como las distintas teorías contemporáneas de los movimientos sociales
han abordado tales cuestiones, explorando sus potencias, pero también distintos elementos
adicionales que permiten explorar algunos de sus límites (Cap. 3 y Cap. 4).
Lo primera tarea que realizar consiste en aclarar el concepto movimiento social. No hacerlo
puede resultar peligroso. El de los movimientos sociales –dado el obvio interés mediático y
político- es un concepto muy permeable y por tanto excesivamente abierto a distintas
interpretaciones que llevan, no pocas veces, a desconciertos evidentes por parte de los
estudiantes que quieren acercarse a la temática. Lo hacen a trompicones sin saber
realmente que es un movimiento social: a menudo se confunde el término con una acción
colectiva, otras con una vanguardia cultural o incluso otras veces con corrientes de opinión
pública sin más.
A fin de evitar tales confusiones, proponemos una primera acotación de los movimientos
sociales de la mano de científicos sociales de primera línea en el terreno objeto de estudio.
En concreto presentamos cinco ejemplos de definición de movimientos sociales, elaborados
cada uno de ellos por autores que dedicaron una parte importante de su obra al estudio
empírico y teórico de tales formas de agregación colectiva.
La acción colectiva es propia del comportamiento humano en sus distintas facetas. Pude
adoptar formas diversas: esporádica o continuada, disruptiva o institucionalizada,
deportiva, cultural o política. Algunas veces esta acción colectiva la producen grupos que
desafían a las autoridades políticas en nombre de reivindicaciones nuevas o entendidas.
Este tipo de acción colectiva que desafía a las autoridades se la conoce como acción
colectiva contenciosa o transgresiva. No es nada excepcional. El hecho de protestar frente
y contra las autoridades es ciertamente habitual tanto en las sociedades actuales como
también desde un punto vista histórico.
Los movimientos sociales son uno de los actores que utiliza la acción colectiva
contenciosa. Tienen un corte histórico más contemporáneo y no todas las acciones
colectivas ni todas las que expresan conflictos con las autoridades dan lugar a movimientos
sociales. Los movimientos sociales es una creación colectiva, una invención, que nace
alrededor del siglo XIX para identificar acciones colectivas que dejan de ser locales para
adquirir dimensiones nacionales y/o estatales, que pasan de temas específicos a temáticas
más modulares, y que tienen pautas autónomas y autoorganizadas.
¿Por qué la acción colectiva contenciosa? La acción colectiva es el principal recurso del
que dispone la mayoría de la gente para enfrentarse a adversarios mejor posicionados,
siendo la base de los movimientos sociales. Cuando una acción genera desafíos
colectivos, genera objetivos comunes, genera solidaridad y mantiene durante un tiempo
prolongado la acción colectiva, entonces se convierte en lo que llamamos movimiento
social. Otra definición bastante consensuada de movimientos sociales es la propuesta por
Sidney Tarrow; los define como “desafíos colectivos planteados por personas que
comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción mantenida con las elites, los
oponentes y las autoridades” (Tarrow, op. cit). La acción colectiva característica de los
movimientos sociales no es cualquier acción colectiva sino la que hemos llamado acción
colectiva contenciosa. Es cierto que los propios movimientos pueden utilizar otras formas
de acción colectiva menos disruptivas, pero su característica más fundamental y singular
es desafío que generan.
Esta acción colectiva contenciosa genera crea un conflicto. Los sujetos, que producen otra
representación de sí mismos, generan a la vez conflicto político con el fin de superar una
situación que consideran injusta hacia otra mejor. Es un conflicto que, además, abre un
nuevo actor político y que usualmente utiliza formas innovadoras de protesta. Por ejemplo,
1
La tipología que se propone guarda cierta relación con la propuesta por Blumer que diferencia entre
movimientos sociales, movimientos específicos y movimientos expresivos.
Con los dos elementos introducidos, puede ofrecerse una definición ampliada de
movimiento social que sea operativa para guiarse en diferentes casos de estudio. Así, un
movimiento social es una acción colectiva contenciosa (pueden utilizar otras formas de
acción colectiva menos disruptivas, pero su características más fundamental y más
singular lo representa el desafío que generan) y continuada en el tiempo, que nace de la
insatisfacción con la actual forma de vida, valiéndose para ello de formas de organización
variables –aunque prioritariamente informales--, produciendo interacciones prolongadas
con las autoridades, el impacto de las cuáles, incluso cuando pierden, produce
transformaciones y restructuraciones en las instituciones sociales.
Con todo, en las sociedades modernas actuales existen infinidad de movimientos con
forma organizativas y objetivos diferenciables. Una forma de clasificarlos consiste en
dividirlos entre movimientos sociopolíticos, movimientos culturales o contramovimientos.
Algunos de ellos son de tipo general, esto es, movimientos en el sentido amplio del término
(movimiento ecologista, movimiento feminista o movimiento antiabortista). Y otros son
movimientos de tipo específico, esto es, organizaciones normalmente más estructuradas
que buscan cambios concretos en materias vinculadas a las del movimiento general. Por
ejemplo, Greenpeace, una asociación feminista en una universidad o un grupo local de
Pro-Vida.
Las dos últimas décadas el estudio de los movimientos sociales ha crecido de forma
importante. Han aumentado las publicaciones e investigaciones académicas focalizadas en
el tema, han aumentado también los centros de investigación y documentación tanto dentro
como fuera de las universidades y se han consolidado los programas y asignaturas, tanto en
Grados como en Másteres, que toman a los movimientos como objetos de estudio. De
acuerdo con todo ello, en las líneas que siguen a continuación trataremos de sintetizar en
tres ideas fuerza los motivos que llevan a la centralidad del estudio de movimientos en el
campo de las ciencias sociales.
Los movimientos son creaciones inéditas y a la vez recurrentes de nuevos sujetos políticos
y/o de nuevos temas políticos y, generalmente, con innovaciones en el repertorio de acción
colectiva. Dibujan una nueva realidad y lo hacen con además con creaciones innovadoras,
que se anticipan a su tiempo.
No son anécdotas pasajeras ni tampoco excepciones históricas. Son, por el contrario, una
de las variables centrales de la historia. Lo raro no es protestar, sino lo contrario. Immanuel
Wallerstein empieza uno de sus libros afirmando que “la oposición a la opresión es
consustancial a la existencia de sistema jerárquicos”. No pocas veces esa oposición, esa
indignación, se ha hecho latente a través de la creación, del construir común, del deseo de
libertad, de singularidad, de potencia como diferencia radical con el poder. La historia es un
recorrido infinito en el cuál siempre se encuentran esas agregaciones colectivas: por
ejemplo, las revueltas de esclavos e incluso con la creación de Quilombos, los movimientos
de las sufragistas, las primeras expresiones asociativas y de socorro mutuo de lo que
después se reconoció como movimiento obrero, o ya en el siglo XX, los movimientos
negros, pacifistas, ecologistas, estudiantiles o contraculturales.
Es de interés por tanto observar cómo esos sujetos inicialmente débiles se organizan, se
construyen, se narran de otros modos a los del poder y, pasado un tiempo, generan una
dinámica de acción colectiva contenciosa para modificar su situación. En este campo es de
obligada referencia la obra de EP Thompson La formación de la clase obrera en Inglaterra,
donde el autor muestra que las clases, lejos de ser fenómenos dados, surgen por la
dinámica asociativa.
La dinámica es sin duda compleja y a la vez rica para todos los interesados en la
producción de sociedad. Ofrece un plano analítico en lo que se conoce como
“subjetividad”; refiriéndose al movimiento feminista, Rosi Braidotti (2000), dice:
“(…) elaborar una subjetividad política feminista requiere como condición previa
reconocer que hay una distancia entre la mujer y las mujeres de la vida real.
Teresa de Lauretis definió ese momento como el reconocimiento de una diferencia
esencial entre la mujer como representación (la mujer como imago cultural) y la
mujer como experiencia (las mujeres reales como agentes de cambio).”
“De ahí salieron ideas y proyectos que, andando el tiempo, marcaron la forma de
pensar de la gente, sobre todo de la nueva generación que vivió el Mayo del 68 de
joven y que pronto fue la generación decisiva en la sociedad. Ideas como la crítica
del productivismo y por tanto el ecologismo. Valores como la emancipación de la
mujer y por tanto el feminismo en toda su gama de expresión. Proyectos como la
solidaridad con el Tercer Mundo y la lucha contra el imperialismo, tanto
estadounidense (Vietnam) como soviético (Checoslovaquia). Críticas de la
partitocracia política y por tanto la reivindicación de la democracia local.
Denuncia del lavado de cerebro de los medios de comunicación de masas y por
consiguiente construcción de la autonomía comunicativa, que en aquellos tiempos
eran los vídeos comunitarios y sembraron las semillas de lo que después fue el
espacio social de internet (...) lo fundamental fue el rechazo del principio de
autoridad, del ordeno y mando, de invocar la disciplina de las instituciones de la
sociedad, con la tranquilidad de conciencia de poder decir que emana de gobiernos
democráticamente elegidos.”
El siglo pasado fue testigo de las primeras teorías sobre el surgimiento de los movimientos
sociales. Sin ánimo de exhaustividad, en las siguientes líneas de ofrecen los rasgos más
sustantivos de cuatro teorías que representan las miradas principales que la academia ha
ofrecido sobre los movimientos sociales: las teorías del comportamiento colectivo, la
teoría de la movilización de recursos, la teoría de los nuevos movimientos sociales y
la teoría del proceso político. Las cuatro teorías ilustran de forma fehaciente el
conocimiento que las distintas ciencias sociales han aportado sobre la dinámica de los
movimientos. Es cierto que existen otros enfoques, pero todos ellos podrían ser
perfectamente catalogados como variaciones de uno de los incluidos.
El conjunto de estas teorías son de alguna manera una respuesta, a modo de refutación,
de los estudios pioneros del comportamiento de las multitudes elaborados desde lo que ha
venido a conocerse como psicología de las masas, representada por autores como Gabriel
Tarde y, especialmente por Gustave Le Bon con Psicología de las multitudes, que es quien
presenta una investigación más sugestiva sobre el comportamiento de las multitudes. El
interés es consecuencia del desarrollo de la democracia parlamentaria y del mundo
industrial a inicios del siglo XX en el Norte Global, que, según ellos, facilita la acción
desestabilizadora de las masas. La conducta inconsciente de las masas, así, eliminaría de
la vida social la conducta consciente de los individuos, prevaleciendo una irracionalidad
colectiva. Los individuos son racionales, las masas irracionales de acuerdo con la
psicología de las masas. Así, se lee en Psicología de las Multitudes: “la multitud está
dispuesta siempre a escuchar al hombre que, dotado de una fuerte voluntad, sabe
imponerse a ella. Los hombres, reunidos en masas, pierden toda voluntad y, por tanto, se
inclinan, por instinto, hacía quien está dotado de ella” (Le Bon, 1973, p. 128).
Es obvio que hoy son aportes refutados: las masas, las multitudes, los movimientos
sociales son absolutamente racionales, tienen una lógica de desarrollo, unos motivos que
dan a lugar a su emergencia y además pueden decirse que lo colectivo, las masas en las
➔ La perspectiva micro
➔ La perspectiva macro
El eje articulador del enfoque se basa en el estudio del potencial organizativo de los
movimientos a fin de dar forma a los intereses individuales. La cuestión radica no en los
porqués de la movilización sino el cómo. Los planteamientos básicos del enfoque son:
Los autores más conocidos son John D. McCarthy, Mayer M. Zald y William Gamson
Parten, como se apuntaba antes, del análisis de la OMS, las organizaciones de los
movimientos sociales y las estrategias que utilizan para hacer avanzar sus intereses.
Destaca el concepto “empresario político” a fin de significar la persona, o el grupo de
personas, que diseñan la estrategia a seguir. La aportación más importante del enfoque es
precisamente esta, el estudio de la parte de la dinámica de los movimientos, esto es, el
estudio del uso de la estrategia y los recursos para la movilización. Supone por tanto un
avance en el estudio de los movimientos sociales. Mientras el enfoque del comportamiento
colectivo identificaba a los movimientos con una precisión muy aceptable, ahora el nuevo
enfoque trata de identificar correctamente su actividad. Pero sobre todo es importante la
aportación del enfoque dado que cuestiona los presupuestos del comportamiento colectivo:
el carburante de los movimientos sociales no es las tensiones estructurales; lo que explica
su surgimiento radica en el uso de los recursos adecuados para la movilización.
Las críticas no tardaron en llegar. Fundamentalmente por el hecho que tiende a identificar
los movimientos con las organizaciones de los movimientos sociales. Los movimientos son
siempre más que las organizaciones que engloba. Por tanto, esa identificación, en incluso
una sobredimensión del papel de las OMS ocasiona distorsiones considerables en el
estudio de los movimientos sociales. Estudiar las OMS es importante pero siempre sin
caer en esa identificación ni sobredimensionar (la potencia de los movimientos es mucho
más que la suma de la OMS). Las OMS por contra mantienen la energía de los
movimientos cuando se llega a épocas con menos capacidad movilizadora y a la vez son
útiles para la intermediación con las instituciones.
Este enfoque nace por la necesidad de explicar los movimientos sociales aparecidos en el
último tercio del siglo XX, fundamentalmente los movimientos ecologistas, pacifistas y la
nueva oleada de feminismo. Se les llamó “nuevos” movimientos para diferenciarlos de los
movimientos más clásicos y típicos del siglo XIX y buena parte del siglo XX:
fundamentalmente el movimiento obrero, pero también el primer movimiento feminista y los
movimientos nacionalistas de las antiguas colonias. Por tanto, es un enfoque que no trata
En este contexto nacen los nuevos movimientos como formas alternativas de acción
colectiva que responden mejor al espíritu de los tiempos. Y que a la vez son novedosos en
sus objetivos, en la organización y en su composición social. Sus objetivos constituyen, en
expresión de Claus Offe, “luchas defensivas contra la irracionalidad de la modernización”.
Por ejemplo, los movimientos ecologistas, antimilitaristas o pacifistas. En cuanto a la
organización sus formas son menos jerárquicas que los movimientos anteriores, optando
por lo asambleario y por el trabajo en redes. En cuanto a la composición social los nuevos
movimientos son más interclasistas, con un protagonismo especial de las llamadas, a
finales del siglo XX, “nuevas clases medias”, muy instruidas, pero con reivindicaciones no
de un grupo social sino generalistas, esto es, reivindicaciones que caso de conseguirse
repercutirían no sobre un grupo social, sino sobre el conjunto de la sociedad.
Así pues, según este enfoque, cuando se dan oportunidades políticas en alguna de estas
cuatro dimensiones se abre un proceso político que da lugar al nacimiento de movimientos
sociales. Si además se abre una de estas dimensiones resulta más fácil que se abran las
otras y por tanto el poder y la dinámica del movimiento se convierte en un hecho real.
Todas ellas son casuísticas de la formación de movimientos sociales. Que deben tenerse
en cuenta. En general podría decirse que para la explicación del surgimiento de un
movimiento social deben atenderse a (i) primero las condiciones estructurales de una
determinada sociedad, esto es, lo que incluye y sobre todo lo que queda excluido; ii)
segundo, a las condiciones de organización de una acción colectiva, y iii) a la aparición de
una oportunidad política. Cuando se dan las tres, eclosionan los movimientos sociales,
surgen con toda su fuerza, adquiriendo lo que Sidney Tarrow llama “el poder en
movimiento”. El estudio del surgimiento de los movimientos sociales debe dar por tanto
cuenta de al menos las tres explicaciones: ¿Que sucede en las instituciones sociales?
¿Cómo se organiza en sus inicios la acción colectiva que da lugar a luego a un movimiento
Todos estos son los elementos que deberían tenerse en cuenta a fin de estudiar
adecuadamente un determinado movimiento social. Se sintetizan en la tabla siguiente:
3. Actividad
a. Dinámica acción colectiva
b. Reivindicaciones
c. Organización interna
d. Temporalidad
Todo ello enriquece la mirada sobre los movimientos sociales. Esas señales
imperceptibles, silenciosas, subterráneas, como la del operador informático que quiere
software libre, como la del migrante que ejerce su derecho a la movilidad cruzando
fronteras incluso las más militarizadas o que salta vallas, la de la mujer que quiere tiempo
para cuidar a su hijo, o como la del estudiante que quiere formarse y moverse, son
extraordinariamente informativas. Muestran un rechazo a la explotación inventando
prácticas que se escapan a la lógica del capital, que resisten a su recuperación y que en
definitiva abren nuevos espacios de libertad. Demasiado a menudo, esas señales
silenciosas son catalogadas como no políticas, como individuales, cuando por el contrario
devienen el carburante de los movimientos sociales.
La segunda línea argumental adicional para el estudio de los movimientos sociales refiere
a la necesidad de estudiarlos en plural. La mayoría de la investigación parte todavía de una
concepción del movimiento social como unidad de análisis. Ello provoca problemas que
dificultan incluso la propia comprensión de los mismos movimientos. Doug McAdam lo
expresa de forma clara; dice lo siguiente: (McAdam, 2002, p 244)
Las emociones y lo afectivo es una parte importante de cualquier acción social. Más en los
movimientos sociales. Pero también queda fuera de los registros de los enfoques tratados
anteriormente. Por ejemplo, el gran historiador del siglo XX, Eric Hobsbawm lo señaló de
forma muy clara: (Hobsbawm, 2003, p. 76).
“Después del sexo, la actividad que combina una experiencia corporal y una
emoción intensa en grado máximo es la participación en una manifestación de
masas en un momento de gran exaltación ciudadana. A diferencia del sexo, que es
esencialmente individual, aquélla es colectiva por naturaleza y, a diferencia del
orgasmo, al menos para los hombres, puede prolongarse durante horas. Por otro
lado, implica, como el sexo, cierta actividad física –marchar, gritar consignas,
cantar—a través de la cuál la fusión del individuo con las masas, que es la esencia
de la experiencia colectiva, encuentra su expresión.”
Buechler, S. [Steven] y Kurt Cylke, F. (1997) Social Movements: Perspectives and Issues,
Mayfield Publishing Company.
Castells, M. [Manuel] (2007, 19 de mayo). Mayo del 68, Mayo del 07. La Vanguardia.
Riechmann, J. [Jorge] y Fernandez Buey, F. [Francisco] (2009) Redes que dan Libertad:
Introducción a los nuevos movimientos sociales. Paidós.
Godàs, X. [Xavier] (2007) Política del Disenso: Sociología de los Movimientos Sociales.
Icària.
Hobsbawm, E. [Eric] (2003) Años interesantes: una vida en el siglo XX. Crítica.