Ebook - Descubriendo Mi Ábol Genealógico
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MI ÁRBOL
GENEALÓGICO
TA L L E R DE Á R BOL GE N E A L ÓGI C O
TA BL A D E C ON TEN I D OS
INTRODUCCIÓN 5
EPIGENÉTICA 8
LA PSICOGENEALOGÍA 15
UN SISTEMA DE REPETICIONES 31
COLUMNAS DE AFINIDAD 34
ARMAR EL ÁRBOL 42
SEGUNDA PARTE 67
LA PSICOGENEALOGÍA 72
CONCEPCIÓN 82
NACIMIENTO 87
EL PARTO 90
ETIQUETAS 92
Todos llevamos en nuestro interior parte de un dolor transgeneracional que se mani esta en lo
que somos ahora, en nuestros con ictos y en nuestras dudas.
Por eso es necesario conocer las historias, desvelarlas e incluso imaginarlas, de manera que
podamos sanar ese dolor y convertirnos en seres más libres.
INTRODUCCIÓN
Todos hemos nacido de un espermatozoide y de un óvulo.
Pero nuestra herencia no está hecha únicamente de células, carne y sangre, también es
psicológica. Frecuentemente sin saberlo, inconscientemente.
Nacemos en el seno de cierta sociedad, en una época dada, en un país particular. No seríamos el
mismo o la misma si viviéramos en la Edad Media o dentro de tres siglos. Si hubiéramos nacido
en otra civilización, en un país lejano, tendríamos otras costumbres, otros modales, otra visión de
la vida.
Para ciertos niños de hoy, ya no se puede decir que han nacido del encuentro de un hombre y de
una mujer: la fecundación se hizo por el esperma puesto en banco anónimamente o la gestación
por una madre portadora.
Sucede lo mismo con nuestra familia. Criados por nuestros vecinos, seríamos totalmente
diferentes. Las personas que nos educan bebé, niño, adolescente, nos dan un patrimonio
psicogenealógico.
Tomemos el caso más frecuente en que nuestros padres biológicos son los que velan por
nosotros.
A partir de nuestra concepción, somos objeto de proyecciones por parte de nuestra familia.
Durante nuestro crecimiento, nos identi cábamos con nuestra madre o nuestro padre. Estos
gigantes, para los pequeños que somos, representan el mundo, la realidad, la verdad. Los
imitamos, aprendiendo a través de ellos lo que signi ca ser humano, ser hombre, ser mujer, lo
que es la pareja, la familia. Descubrimos la vida a través de ellos.
Después de sufrir un conjunto de proyecciones familiares e identi carnos con nuestros padres y
ciertas personalidades de nuestro árbol genealógico, instalamos muy naturalmente un sistema
de repeticiones.
Repetimos las opiniones, los comportamientos, las relaciones, las actuaciones de nuestra
familia. Si éstos nos convienen, esto no provoca tensiones en nosotros. En cambio, algunos
adoptan sistemáticamente la posición contraria a lo que conocieron. Es lo que se llama el
“contra – guión”.
Para la mayoría de nosotros, en algunos campos de nuestra vida, estas repeticiones conllevan
con ictos interiores.
No hacemos lo que deseamos y no deseamos lo que hacemos. Se efectúa una separación entre
nuestro consciente que expresa ciertas aspiraciones y nuestro inconsciente que traduce deseos
desconocidos, oscuros, reprimidos.
Nuestras angustias, nuestros fracasos nos persiguen. ¿Cómo salir de estas trampas?
En lo más hondo de nosotros, no sólo viven nuestros padres, sino que también los padres de
éstos, o sea nuestros abuelos, incluso nuestros bisabuelos aun cuando no los hayamos conocido.
Adentro nuestro viven también amigos de la familia, adultos que amamos u odiamos durante
nuestra infancia (servicio doméstico, maestro o profesor, médico, religiosos, etc.), niños,
adolescentes que eran nuestros amigos íntimos o nuestros compañeros.
Para esto, vamos a empezar la búsqueda de nuestro yo auténtico, aprender a amarnos, a estar
en paz con nosotros - mismos para estar mejor, para actuar mejor, para amar mejor a los demás
y la vida.
Y si tenemos hijos, separaremos lo bueno de lo malo para darles lo mejor de nuestra historia
familiar y nuestra.
EPIGENÉTICA
Todos tenemos una memoria biológica, que transporta los resultados de lo que ha vivido toda la
humanidad ante situaciones de con icto biológico, y una memoria psíquica, que contiene las
vivencias, las creencias, los valores y la forma de vivir y de reaccionar de nuestro linaje.
Los impactos positivos serán nuestros recursos para a rmarnos en la vida; las tareas
inacabadas, el trabajo que tendremos a nivel personal para conseguir cerrar ciclos. En caso
contrario, volverán a transmitirse a las siguientes generaciones.
Hasta hace muy poco se creía que la transmisión biológica se realizaba mediante los genes y
que en ellos venía el “destino”, que se consideraba inamovible en cuanto a enfermedades,
síntomas o características propias de la persona.
Los estudios de epigenética (“por encima de la genética”) han demostrado la in uencia que
tiene el medio ambiente y las condiciones de vida sobre los genes; condiciones como pueden
ser la nutrición, el estrés, las experiencias o las emociones.
Estos elementos pueden modi car los genes sin alterar su secuencia de ADN y esas
modi caciones llegan a transmitirse a los descendientes. Es decir, se transmite la manera de
vivir las situaciones con ictivas.
Tomando como ejemplo este último caso, podríamos encontrar a una persona que dedica todo
su tiempo a su profesión y no es capaz de parar.
La descendencia hereda no sólo las soluciones ganadoras de su familia, sino también todas las
contrariedades no resueltas de su grupo.
Todo aquello que no ha sido resuelto se mani esta a menudo en otras generaciones con
existencias problemáticas (“no consigo tener pareja estable”, “no me quedo embarazada”, “me
enfado con facilidad”, “las reacciones con mis hijos son desproporcionadas”, “obligo al resto a
hacer cosas y no entiendo por qué”, etc.), con enfermedades o accidentes.
El estudio del genograma suele durar meses o incluso años, y se suele hacer de memoria.
Pretende investigar en profundidad todos los aspectos del clan y de cada uno de sus miembros.
Su objetivo es levantar el velo tras el que se puede descubrir los lazos inconscientes que nos
mantienen unidos a la familia y que nos perjudican o condicionan.
Conocer los comportamientos, traumas, sucesos y vergüenzas familiares nos posibilita a hablar
de ello para expresar las emociones enquistadas. De este modo podremos aumentar nuestro
nivel de libertad para decidir cómo afrontar nuestras vidas desde la nueva perspectiva.
Dicho así, podría parecer que es menos efectivo e incluso menos útil. Pero años de práctica le
están proporcionando unas altas cotas de popularidad porque supone una extraordinaria
herramienta para multitud de disciplinas.
De este modo, se posiciona como un método ideal para las personas que tienen muy claro cuál
es su problema. Es una herramienta directa y altamente efectiva. Y ahí pienso que radica el
secreto de su éxito. Pues breve y fácilmente resuelve asuntos que pueden estar
condicionándonos durante muchos años.
Es la forma más rápida de localizar nuestras programaciones familiares y tomar conciencia del
motivo por el que repetimos determinados comportamientos, y para que nos relacionamos de
ese modo con nuestra familia y nuestro entorno.
Otra ventaja del análisis transgeneracional es que no es necesario conocer la historia familiar.
Se puede trabajar con un mínimo de datos: fechas de nacimiento y muerte de los familiares de
la misma generación del consultante, de sus padres y de sus cuatro abuelos (a veces se incluyen
también a los bisabuelos).
Existen una serie de requisitos necesarios para comenzar el trabajo de sanación del árbol
familiar.
Estas capacidades, que todos poseemos y que también podemos aprender a desarrollar un poco
más cada día, nos permitirán adentrarnos en la historia familiar sin cargas o prejuicios que
di culten la tarea.
Rigor:
En un estudio psicogenealógico hay dos tipos de datos. Por un lado están aquellos que son
hechos factuales y que pueden ser veri cados en documentos. Por ejemplo, la fecha de
nacimiento de una persona, o el tiempo durante el cual un hombre ha prestado servicio militar.
Por otro lado, existen datos que forman parte de relatos familiares que no pueden ser
veri cados. Por ejemplo, las descripciones acerca de cómo era el carácter de alguien que no
hemos conocido personalmente.
Sea cual sea el origen de los datos, es esencial que seamos rigurosos con la información que
recojamos durante nuestra investigación, anotando todo lo que pueda ser de interés del modo
más preciso posible, sin quitar ni añadir nada de nuestra cosecha.
Apertura:
En una investigación genealógica, debemos permanecer abiertos a la verdad, sea la que sea. La
verdad nos hace libres y por ese motivo, hay que estar dispuestos a manejar datos que quizá no
nos agraden, que ofendan nuestras creencias o que desafíen lo que creíamos saber de nuestros
familiares.
La indagación que se propone en este libro no es para personas pusilánimes, sino para aquellos
que se atreven a conocer aquello que está oculto, para los que desean liberarse de los nudos
generacionales, sean del tipo que sean.
La recompensa de esta apertura es una vida más libre de obstáculos para nosotros y nuestros
descendientes.
No juzgar:
Esto no quiere decir que uno no pueda tener un criterio ético sobre lo que está bien o mal.
Simplemente, se trata aquí de no extender ese criterio a nuestros antepasados, a los que
podríamos llegar a juzgar de un modo demasiado severo desde una posición de comodidad que
no fue la suya.
Por ejemplo, ¿se pueden juzgar los hechos que comete un hombre que ha sido forzado a
participar en una guerra? Sería fácil hacerlo si tenemos en cuenta que nosotros no nos hemos
visto en esa situación.
Pero como es lógico, una cuestión es ver los problemas de otras personas desde una posición
neutral, y otra muy distinta, encontrarnos en esas mismas situaciones. Así, matar a otras
personas, aunque sea en la guerra, es algo deplorable.
Pero todo aquel que se haya visto obligado a cumplir órdenes bajo una severa amenaza contra
su integridad física, quizá vea las cosas de una perspectiva muy diferente.
De este modo, aunque uno pueda estar legítimamente en contra de la guerra, resultará difícil
juzgar a aquellos que se hayan visto obligados a participar en ellas contra sus deseos.
Flexibilidad mental:
Entrar en el mundo transgeneracional puede ser un buen ejercicio mental, que nos obligará a
pensar de un modo diferente al que estamos acostumbrados. Un ejemplo lo hemos visto en el
apartado anterior, con respecto a los juicios morales.
Hay que tener en cuenta que, desde el punto de vista generacional, el tiempo no existe. De este
modo, las historias de los antepasados están presentes y tienen repercusión en lo que estamos
viviendo ahora, mostrando su impacto también hacia el futuro.
La parte más positiva de este enfoque es que podemos resolver ahora problemas que vienen
arrastrados del pasado familiar, mejorando así la calidad de vida no sólo de las personas que
viven actualmente, sino de las que aún no han nacido.
Además, hay que tener en cuenta la perspectiva sistémica, de la que hablaremos más adelante.
Una perspectiva que nos obliga a mirar a los individuos no como seres aislados, sino como parte
de algo más amplio, de un sistema familiar en el que las relaciones que se establecen entre las
personas son tan importantes como las propias personas.
De este modo, todos realizamos actos que son incomprensibles si se intentan analizar desde la
perspectiva de un yo aislado del mundo, pero perfectamente razonables si se encuadran dentro
de una lealtad ciega al clan al que pertenecemos.
Un ejemplo claro de esto es cuando defendemos a “los nuestros” contra toda lógica, sólo porque
nos sentimos más cerca de ellos que de quienes les atacan. Sin una mente abierta difícilmente
podremos comenzar nuestra inmersión en el mundo genealógico.
LA PSICOGENEALOGÍA
Podemos entender la psicogenealogía como el estudio, de inspiración psicológica, de la herencia
familiar que recae sobre cada ser humano.
La idea esencial que está detrás de la comprensión psicogenealógica del ser humano es que,
detrás de los síntomas y los con ictos que vivimos en nuestra vida presente, están presentes los
problemas sin resolver de nuestros antepasados.
A través del análisis genealógico, se vuelve fácil de entender cómo por ejemplo, el nieto necesita
emigrar del mismo modo que lo hizo su abuelo, como muchos se auto-limitan para no superar a
sus progenitores, o cómo los hijos repiten patrones de comportamiento nocivos que se
remontan a varias generaciones atrás.
La visión psicogenealógica, que puede parecer extraña a nuestra percepción del ser humano,
basada en el estudio de la personalidad o el carácter individual, es muy común en casi todas las
culturas tradicionales del planeta.
En realidad, este saber no hace sino unirnos con algo ancestral, el reconocimiento de que
estamos conectados con nuestros antepasados, en otras palabras, que la historia familiar, con
sus promesas y sus amenazas, es muy importante para la construcción de lo que somos.
Entender que el colectivo tiene un poder muy fuerte sobre el individuo es algo que aún nos
cuesta asumir, pero que tiene una gran importancia cuando ese colectivo es nuestra propia
familia, representada no sólo por la in uencia evidente que nuestros padres tienen sobre
nosotros, sino por toda la historia familiar, ya que ésta tiene un peso considerable a la hora de
de nir quiénes somos y de mostrarnos cuáles son los caminos correctos o incorrectos en la vida,
como veremos más adelante.
La psicogenealogía surge y se desarrolla entre Europa y Estados Unidos durante el siglo XX,
gracias a las investigaciones de varios estudiosos, entre los que destacan nombres como el
psicólogo de Standford, Gregory Bateson, el psicoanalista Murray Bowen, el psiquiatra húngaro-
norteamericano Ivan Boszormenyi-Nagy, la investigadora Anne Ancelin Shützenberger, el artista
franco-chileno Alejandro Jodorowsky, el terapeuta Bert Hellinger, así como personajes como
Nicholas Abraham, Maria Torok, Vincent de Gaulejac y muchos otros.
Aunque existen diversas visiones dentro de esta disciplina, nosotros vamos a desarrollar, a lo
largo de este curso, un enfoque ecléctico, que toma lo mejor de cada corriente.
De este modo, acogemos tanto la idea tradicional de que una persona solo es feliz cuando está
en armonía con los deseos de su sistema familiar, como el concepto, más contemporáneo de que
todos necesitamos crear nuestro propio camino, individualizarnos y generar así un destino
propio que nos ayude a ser más felices.
Un sistema es una organización de cualquier tipo, en la cual, sus miembros tienen una
estrecha conexión entre sí. De este modo, todo lo que sucede dentro de un sistema
afecta de una manera u otra a todos los miembros del mismo.
Un NUDO SISTÉMICO es un con icto no resuelto en algún punto del árbol familiar.
En otras palabras, aquello que se soluciona, no genera dolor transgeneracional, sino los temas
que quedan pendientes, lo que se oculta, lo que se teme, lo que no se sana correctamente.
Si tenemos en cuenta que muchas veces nuestros antepasados no contaron con medios para
resolver algunos de sus problemas más graves, no es extraño que todos carguemos con algunos
nudos sistémicos en nuestro pasado familiar.
De hecho, los nudos sistémicos, los problemas no resueltos por nuestros antepasados están muy
vivos en nuestro interior en este preciso momento, y actúan de un modo insidioso en nuestra
vida actual.
En los sistemas familiares no existe el tiempo ni el espacio. De este modo, lo que sucedió a algún
antepasado lejano puede muy bien estar actuando en tu vida presente, como si fuera una
bendición o como una maldición, ya que esa persona está muy viva dentro de tu ser.
No hace falta que hayas conocido a ese antepasado, ni es preciso vivir en el mismo país o región.
Todo lo que ha existido en la familia, existe dentro tuyo, y probablemente también todo lo que
pueda existir en el futuro.
Esto tiene dos derivadas. La primera, que ya hemos visto, es que podemos estar sufriendo
con ictos en nuestra vida que no están directamente relacionados con nuestros propios actos,
sino que vienen heredados de con ictos familiares ancestrales que están sin resolver.
La segunda, de tipo positivo, es que podemos resolver esos con ictos familiares que actúan en
nosotros. En algunos casos, puede suceder que al desatar el nudo familiar que hemos heredado,
se den cambios en las personas de nuestro entorno, aunque esto no siempre se puede asegurar.
En todo caso, uno no debe trabajar en sí mismo para resolver los con ictos de otros miembros
de la familia, sino para desatar los propios nudos y acceder a una vida más plena.
Si lo que te sana a vos, sana a tu pareja, a tus padres o a tus hermanos, es una excelente noticia,
pero ese no debería ser tu primer objetivo, puesto que nadie puede hacer nada por los otros que
no haya hecho antes para sí mismo.
Hay que reseñar que existe una excepción a lo dicho. Los hijos siempre sienten la mejoría de sus
padres, independientemente de la edad que tengan.
De manera que todo lo que resuelvas en vos va a tener un efecto muy positivo sobre tus hijos, si
los tenés. Ni siquiera es preciso que les expliques nada de lo que hagás, si no lo deseás.
Ellos notarán cambios positivos en sus vidas de un modo automático y sorprendente, por lo que
se puede decir que sanar tu árbol genealógico es el mejor regalo que les podés hacer a tus
descendientes, aparte, claro está, de haberles dado la vida.
Pero ¿qué es de verdad el genograma? ¿En qué se diferencia de un árbol genealógico al uso?
Más allá de ser una mera recopilación de nombres, fechas y parentescos, tal como se observa
en cualquier árbol genealógico, un genograma puede contener datos acerca de la profesión de
los miembros del clan, de sus con ictos internos, de los subsistemas que forman, de las
enfermedades, los accidentes o los acontecimientos relevantes de la vida.
Cada persona se representa de manera individual, pero unida a aquellos miembros del sistema
con quien tiene una conexión genealógica directa (padres, cónyuges e hijos).
Las líneas de conexión son horizontales para los matrimonios y para los hermanos. Las líneas son
verticales para representar la descendencia.
Los hijos se ubican según su orden de nacimiento de izquierda a derecha debajo de los padres.
Los fallecidos se pueden indicar con una “X” o con una cruz.
Se puede simbolizar a los hombres con un triángulo y a las mujeres con un círculo.
Quien arranca el árbol (el consultante) siempre se le hace un recuadro de color para
identi carlo rápidamente.
La primera fase en este proceso de recogida de datos es puramente intelectual. Será la base
para poder interpretar después y obtener determinadas claves sobre la dinámica de la familia.
Nos centraremos en nuestros hermanos, padres, tíos, abuelos con sus hermanos y bisabuelos.
En primer lugar deberemos dedicar un tiempo a la recogida de datos sobre cada uno de ellos.
Cualquiera que sea la situación, se trata de recopilar el máximo de información posible para, así,
tener una idea muy clara de lo que se escapa –y siempre se escapará– de nuestro deseo de
conocimientos objetivos.
Sea cual sea nuestro esfuerzo, no podremos jamás conocer "toda la verdad" pues numerosos
rastros materiales objetivos pueden haber sido borrados por avatares de la vida.
Resistencia familiar:
los testigos aún vivos no pueden o no quieren contar cosas que saben por vergüenza, pudor,
agotamiento, pérdida de memoria, negarse a colaborar, etc.
En el caso contrario, ciertos miembros de la familia están tan deseosos de expresarse que su
narración subjetiva, forzosamente sesgada, se convierte en la verdad o cial del árbol.
Pero no necesariamente la verdad que recibimos nos permitirá tener una visión correcta del
linaje.
La memoria familiar se fundamenta sobre un cierto número de mitos y leyendas familiares que
son, en realidad, mentiras más o menos deliberadamente urdidas y que están destinadas a
reforzar la cohesión del clan.
Por ejemplo, se puede haber dicho a alguien que su llegada al mundo "fue muy buena" cuando
en verdad se necesitaron fórceps, dos días de parto y además nació prematuro.
Otro hecho muy corriente es que, en el momento de preguntar a una persona sobre su infancia,
responda que fue muy querido/-a y además componga un cuadro idílico de sus relaciones
familiares aunque, en realidad, estuvieran marcadas por numerosas carencias o abusos.
De una manera u otra el árbol, desde el interior de nosotros mismos, rehúsa ceder ciertas
informaciones. Si descubrimos una verdad, un hecho desconocido que choca contra nuestra
resistencia y omitimos anotarlo, puede que lo borremos como si hubiera sido sólo un sueño.
En cierta medida, estos tres obstáculos estarán siempre presentes. Pero con calma y
perseverancia podremos aprender muchas cosas sobre nuestro árbol genealógico.
Y es precisamente en ese punto donde más útil nos resulta esta fase de recopilación de
información, pues nos sirve para delimitar todo lo que humanamente es posible conocer: la
prudencia, la lucidez y el método ante todo.
He aquí los elementos que, idealmente, de mínima, deberemos ser capaces de recopilar para
estudiar el árbol genealógico.
Datos que deberían estar disponibles de todos nuestros ascendientes en línea directa
(bisabuelos, abuelos y sus hermanos, padres y tíos), así como de nosotros mismos y nuestros
hermanos y hermanas:
Básicamente, el nombre propio es una suma de sonidos por medio de la cual se nos identi ca.
Por consiguiente, el nombre es un elemento clave en nuestra identidad adquirida al que pueden
ir asociadas diversas maldiciones (en el caso de que nos hubieran puesto el nombre de una
persona enferma, muerta, loca, marginada) o proyecciones (cuando nuestro nombre coincide
con el de alguien de quien habremos de recoger su antorcha para culminar esa tarea que no
pudo nalizar, etc.).
Según la cultura de que se trate, a los niños se les pone uno o varios nombres propios al nacer.
En muchas sociedades, a los hijos se les da el nombre de alguno de sus abuelos, el de su padrino
o el de su madrina, además del de sus padres.
Estos elementos debemos tomarlos en cuenta, no minimizarlos: en todos los casos, los nombres
propios revelan algo de la transmisión inconsciente al trabajo genealógico.
Podríamos interesarnos por la fecha o la época en que se formaron las parejas, las
circunstancias en que lo hicieron, veri car si la fecha de matrimonio es anterior o posterior a la
concepción del primer hijo de la pareja, etcétera.
En realidad se trata de circunscribir la existencia de cada persona para poder tener así una
visión esquemática y concreta a la vez: ¿A qué edad murieron mis antepasados? ¿Qué edad
tenían cuando contrajeron matrimonio? ¿Los nacimientos tuvieron lugar fuera del matrimonio?
¿Quién era el mayor de todos los hermanos y quién el benjamín? ¿A qué edad tal persona perdió
a su madre? Etc.
3. Aclarar las causas o circunstancias de los fallecimientos (no limitarse a "por vejez", "por
accidente")
Sea con un diagnóstico médico preciso, sea por un caso de accidente, hay que tener una imagen
lo más precisa posible de lo que ocurrió. La muerte sigue siendo, en nuestra sociedad, un tabú
muy importante. Y más aún si se trata de una muerte prematura o accidental.
Cuando un miembro del árbol ha perdido la vida en un accidente de coche, conviene saber
quién conducía y cuáles fueron las circunstancias que rodearon al accidente en cuestión.
Si la muerte se produjo estando la víctima sentada al volante y sin que, por ejemplo, existiera
colisión, es probable que su fallecimiento haya sido parcialmente vivido como un suicidio por sus
allegados. Si, por el contrario, fue otra persona la responsable del accidente, esa muerte se
parece más a un asesinato, haya quedado aclarado o no quién fue el causante.
En el caso de las personas de edad cuya vida nos resulta escasamente conocida, es muy
frecuente que las circunstancias de sus fallecimientos nos puedan informar sobre sus
caracteres, sus heridas secretas o su nivel de conciencia.
Al igual que en la antigua China un hombre de bien, antes de exhalar su último aliento,
procuraba recitar un poema con el que sus allegados lo recordarán, se puede decir que nuestra
forma de morir es nuestro último poema, nuestro postrer mensaje a las generaciones siguientes.
4. Anotar el número de hijos que haya tenido cada pareja (si es posible, incluir también los hijos
pequeños fallecidos, los embarazos malogrados y los abortos, pues podrían permanecer en la
memoria inconsciente como hermanos o hermanas "fantasma")
Como información a recopilar: ¿Cuántas veces ha estado embarazada cada mujer? ¿Cuántos
hijos de su descendencia quedan vivos? ¿Cuántos han fallecido? ¿Cuántos abortos o embarazos
malogrados tuvo?
Estos datos resultan a veces muy difíciles de obtener, y mucho más de mujeres que, en realidad,
no están decididas a hablar de sus embarazos interrumpidos de forma voluntaria o no.
Todo hijo concebido existe en el inconsciente familiar como un miembro más de esa familia, a
pesar de que no haya pasado del estado fetal. Un hijo muerto o un aborto se transforman, con
mucha frecuencia –bien en el espíritu de la madre, bien en el de otro miembro de la familia–, en
un "ángel" o en un insuperable salvador potencial.
De ahí por qué los abortos, los embarazos malogrados o las muertes prematuras de una o varias
criaturas pueden pesar psíquicamente sobre el resto de la familia, sobre todo si la madre no
tuvo el tiempo o los medios precisos para hacer, en su momento, el correspondiente duelo.
Para las amas de casa es importante conocer las circunstancias de su vida como madre de
familia (con/sin ayuda doméstica en la casa, por ejemplo). Puede igualmente resultar muy
interesante investigar el desfase entre una vocación o los estudios realizados y la profesión con
la cual la persona nalmente se gana la vida.
6. Preguntar sobre los acontecimientos más notables de la vida de nuestros ascendientes (viajes
largos, exilios, accidentes, enfermedades, minusvalías, vocaciones religiosas, encarcelamientos,
guerras, éxitos económicos, ruinas, historias de amor paralelas sexualmente consumadas o no,
ideología política, etc.)
Una breve biografía de cada uno de sus miembros, como si se tratara de escribir una noticia
periodística resumiendo los acontecimientos más destacados de su existencia, será sumamente
útil a la hora de caracterizar las líneas de fuerza que manejan nuestro destino.
¿Somos herederos de una tradición profesional? ¿Somos, por el contrario, los responsables de
reparar alguna injusticia social? ¿Nos veremos amenazados por la repetición de una ruina o de
una enfermedad producidas ya en el pasado? ¿Qué idea tenemos sobre el exilio, según nuestro
árbol sea nómada o sedentario?
Todas estas cuestiones encontrarán una respuesta tanto más clara cuanto más intensamente
nos dediquemos a reconstruir la trayectoria de todos y cada uno de los miembros del árbol, y no
solamente de ciertos "héroes", positivos o negativos: como el tío que hizo fortuna en América, la
tía abuela prostituta y muerta en la mayor de las decadencias, el notable y respetado abuelo
que fue alcalde de su pueblo, etc.
Éstos son, con mucha frecuencia, los personajes que más atraen la atención de la familia. Pero
es bueno estar muy atentos para poder completar el cuadro.
7. Tener idea de las relaciones entre los diferentes miembros de la familia (en particular, las
rivalidades y relaciones privilegiadas que se tuvieron entre hermanos y hermanas, padres e
hijos, etc.)
Sean tabú o no, en algunas familias existen lazos predominantes de solidaridad, de complicidad,
de con icto entre padres e hijos o entre miembros de una misma estructura fraternal, etc.
Es inevitable que las a nidades electivas se mani esten en el seno de la familia, pues las redes
de preferencias y con ictos conforman una dinámica de base en la célula familiar.
En general, como todos somos conscientes en nuestra infancia de los vínculos y las oposiciones
en relación con la obra familiar, resulta crucial poder conocer la infancia de nuestros padres y
abuelos, y si fueron los "preferidos", los "marginados", los "bondadosos" o los "malvados" y cómo,
cada uno, tuvo que desempeñar su rol en la economía familiar.
9. Saber qué personas ajenas a la familia fueron importantes (sacerdote, amigo/-a de la familia,
amantes, segundos enlaces, etc.)
Puede haber personas que, aunque no estén relacionadas con nosotros por vínculos de sangre,
hayan ejercido una in uencia determinante en nuestro árbol, y es conveniente destacar su
existencia. Es el caso también de padrinos y madrinas, si han tenido una in uencia decisiva
sobre el niño.
Fuentes de las que podemos extraer una valiosa información pueden ser:
Documentos que hayamos encontrado: de identidad, libros de familia (con el estado civil),
partidas de nacimiento, matrimoniales, de defunción, etcétera.
Cuadros, fotografías o vídeos que proporcionen datos sobre la corpulencia, el carácter, los
parecidos físicos entre algunos parientes o la imagen de belleza o fealdad de quienes han
desaparecido ya.
Documentación a la que hayamos tenido acceso: cartas, diplomas, boletines de notas escolares,
cartillas de servicio militar, diarios íntimos, etcétera.
Información recibida por conversaciones con miembros de nuestra familia o personas allegadas.
–tumbas, donde suelen aparecer inscritos nombres y fechas.
Los datos facilitados por nuestros padres, primos, tíos, amigos de la familia o vecinos son, con
mucha frecuencia, el mejor de todos los recursos.
Pero si nos encontramos con personas que tienen en su poder determinada información, y que
se muestran reticentes a la hora de proporcionarla, podemos plantearles cuestiones objetivas
que estén al margen de cualquier connotación afectiva y que no les exija una respuesta de
carácter personal.
Por ejemplo:
"¿En qué fecha tuvo lugar ese acontecimiento?" "¿Qué edad tenía esa persona cuando nacieron
sus hijos?" "¿Cómo era ese negocio?" "¿La profesión de tu padre era muy absorbente o le dejaba
tiempo libre?" "¿Qué distribución tenía esa casa? ¿Había una habitación para cada hijo?"
Se pueden también reconsiderar o modi car las preguntas más personales para que no resulten
inconvenientes. Por ejemplo:
"¿Alguno de ustedes tenía una a nidad especial con su madre?" en vez de "¿Quién era el
preferido de su madre?". "¿Qué cosas tenían en común? ¿Qué prototipo de pareja crearon?
¿Hacia qué aspecto enfocaron su unión?" en vez de "¿Qué tal se llevaban tus padres?".
Cuando ciertas personas no desean manifestarse sobre hechos pasados, es de estricta justicia
respetar su pudor o silencio.
Sin embargo, se puede obtener de ellas información objetiva (fechas, lugares…) así como datos
de algunos acontecimientos relevantes (viajes, accidentes, hospitalizaciones…).
Con frecuencia, los traumas del árbol se nombran de una manera muy vaga porque, en el
momento de suceder el accidente, la ruina económica, el exilio, la agonía o el duelo, guardar
silencio sobre el hecho en cuestión era una forma de sufrir menos.
Pero diez, veinte o treinta años después resulta importante –por ejemplo, en una muerte por
accidente de trá co– saber cosas como quién conducía el coche, quién fue el responsable, si la
persona murió en el acto, quién la vio primero, etc.
El hecho de tener una imagen borrosa del acontecimiento supone, a su vez, prolongar un dolor
que ya no nos incumbe, y que, si no se expresa debidamente de una vez por todas, actúa sobre
nosotros de otra manera (como una fobia, una vergüenza, una creencia, etc.).
Para el inconsciente, y particularmente para la parte infantil del ser, una muerte prematura,
violenta o accidental es recordada como un suicidio ("La persona en cuestión se habría podido
salvar si..."), como un abandono ("¿Cómo es posible que él/ella no haya tenido la fuerza
necesaria de sobrevivir por mí?, ¿es que no me amaba lo su ciente?") o quizá también como un
asesinato ("Tiene que existir un responsable", que en el caso de una mujer muerta durante el
parto lo sería el bebé, el padre que se lo engendró o la incompetencia del médico que la
atendió).
Al n y al cabo, incluso las lagunas que pudiera haber en el árbol acaban suministrando
información: siempre revelarán una falta de transmisión (sea de conciencia, de información, de
amor, etc.) entre alguno de nuestros padres o abuelos y sus antepasados.
En el antiguo Egipto, para castigar a un faraón tiránico o injusto, no se lo mataba sino que se
borraba su nombre de las estelas: es decir, lo hacían desaparecer de la Historia.
De forma similar, las familias "castigan" a quienes ven como culpables de un con icto afectivo,
no transmitiendo su nombre u otras informaciones sobre su persona a los descendientes.
www.myheritage.es
www.ancestry.com
www.familysearch.org
www.geni.com
www.geneanet.org
www.jewishgen.org
Permite consultar on-line (GRATIS) la base de datos más completa sobre arribos de inmigrantes
a la Argentina.
www.cemla.com/buscador
Registros Civiles: En muchos casos, se puede acceder a las actas de nacimiento o de defunción,
teniendo solo los nombres y apellidos y las fechas. La importante de contar con estas actas, es
que, en general, en cada acta gura mucha información, como los nombres de los padres y
abuelos de esas personas, sus domicilios en ese momento, etc.
Grupos de Facebook sobre inmigrantes: Si bien es algo que lleva tiempo, son gratuitos y la
gente es MUY colaborativa.
UN SISTEMA DE REPETICIONES
El árbol genealógico es, ante todo, un sistema de repeticiones. Tradición, cultura, transmisión de
un nombre, herencia, conservación del patrimonio, etc.: todos estos valores forman parte
integral de la noción misma de "familia".
El clan es, ante todo, un sistema jerarquizado de solidaridad y de pertenencia en el que sus
miembros deben ser identi cables como "miembros del grupo". Un mandato que está presente
en todos los sistemas sociales y familiares: "Tenés que ser como nosotros".
Desde un punto de vista muy primitivo, si nos referimos a las condiciones de supervivencia de las
sociedades primitivas, o a la extrema dependencia en la que se encuentra un niño que todavía
es incapaz de atender sus propias necesidades, la pertenencia a un clan es una condición sine
qua non para poder sobrevivir.
Verse rechazado y expulsado del pueblo, de la tribu o del seno materno implica morir de
hambre, de frío o sufrir el ataque de bestias salvajes.
En numerosos contextos culturales de hoy, ser rechazado por la propia familia equivale a
ponerse en peligro social y económicamente.
Esta condición primaria está grabada en nuestro inconsciente y determina un terror universal
ante la perspectiva de ser excluido.
El miedo a la exclusión camina a la par con el miedo al futuro: no hay porvenir alguno si no es en
el interior del clan, y dicho porvenir no puede ser otra cosa que la repetición del pasado porque
el clan me insta, antes que nada, a perpetuar sus valores, y ello a pesar de que pudieran ir en
detrimento de los míos.
El clan nos ata y no nos permite evolucionar nada más que en una dirección dada.
Son muchas las familias actuales en las que todavía se pueden encontrar ecos de una
pertenencia forzada tipo:
Predicciones: "Si antes de los 30 años no te has casado, te convertirás en una vieja
solterona".
Maldiciones: "En nuestra familia nadie se ha ganado jamás la vida siendo artista; como
sigas con tu vocación acabarás en la miseria".
El trabajo del árbol descansa sobre una comprensión cada vez más sutil de las repeticiones.
Para comenzar a identi carlas, señalemos que las más agrantes son en general:
Sin embargo, todas estas repeticiones pueden ser todavía más sutiles con uno o más elementos
que evolucionan de una generación a otra:
Un nombre propio puede ser casi el anagrama de otro cuando todas las letras del nombre del
hijo/-a están contenidas en el del padre o la madre: ALEjAnDro crea Adela y ANGUsTIaS crea
Agustín; también puede comenzar por la misma inicial o tener el mismo número de sílabas:
Verónica, Valeria, Vanesa, etc.; o en una misma familia se pueden encontrar grupos de letras o
de sílabas que se repiten: eulALia, ALfredo, PascuAL, vALeria, vidAL, ALberto, etc.).
La fecha en que un hijo/-a fue concebido es, en ocasiones, tan elocuente como la de su
nacimiento (por ejemplo, un bebé nacido en abril había sido concebido en julio, exactamente en
la misma fecha del aniversario de su abuelo materno: inconscientemente, la madre había
incluido a su propio padre –del cual se celebraba entonces el aniversario– en el acto sexual en
el que se engendró su hijo).
La fecha de un fallecimiento puede resultar igualmente signi cativa: por ejemplo, un padre que
ha muerto el día en que su hija se casa o da a luz.
Ciertos o cios son inversos unos de otros. Esta oposición puede ser simbólicamente interesante:
por ejemplo, en un linaje de zapateros surge repentinamente un peluquero, como si cabeza y
pies buscarán unirse, o separarse.
Un opuesto que puede esconder una vinculación podría ser este caso: "Mi padre es alto, rubio, de
ojos azules y europeo, pero a mí sólo me gustan los hombres menudos, morenos de piel y
procedentes de otros continentes. Así, enamorándome de personas tan opuestas a él, no
destrono a mi padre".
Por ejemplo, si mis antepasados emigraron a España en una época en la que este país les
parecía muy remoto, es posible que las generaciones siguientes escojan América Latina como
nuevo horizonte a conquistar (la lengua que se habla es la misma).
Estos supuestos son muy numerosos, a imagen de la diversidad humana. Estamos apenas
comenzando a explorar este sistema de semejanzas y oposiciones, de herencia y de
compensación que es el árbol genealógico.
COLUMNAS DE AFINIDAD
Existe a nidad entre las personas relacionadas por fechas de concepción, nacimiento o
fallecimiento, ya que estos acontecimientos implican cambios muy drásticos que suponen una
transición informacional y energética importante.
Así pues, las fechas se relacionan por diferencias de tres, o nueve meses. Existiendo a nidad
entre los meses 1,4,7 y 10; 2, 5, 8 y 11; 3, 6, 9 y 12.
Es lo que llamamos columnas de a nidad porque, al representar los meses como en la gura que
acompaña a este texto, queda establecida una relación que visualmente forma tres columnas.
Por tanto, los concebidos, nacidos o fallecidos en enero están relacionados con los concebidos,
nacidos o fallecidos tanto en enero como en abril, julio y octubre.
De este modo, los concebidos, nacidos o fallecidos, por ejemplo, el 15 de febrero se encuentran
relacionados con los concebidos, nacidos o fallecidos el 15 de febrero, mayo, agosto y
noviembre, más menos 7 días (del día 8 al 22).
Al estudiar las relaciones, nos encontramos con dobles, yacentes y herederos universales.
EL DOBLE
El doble, dentro del árbol genealógico, es aquella persona o personas con las cuales existe una
a nidad importante (muchas veces inconsciente), a través de la cual heredamos programas
(vivencias, con ictos, creencias, enfermedades, conductas, etc.).
Cuando nos dicen que somos dobles de alguien, lo que quiere decir es que estamos en
resonancia con ese ancestro, es decir, que llevamos parte de su información inconsciente.
Como para el inconsciente no existe la dualidad, lo que vamos a heredar son programas y estos
se pueden manifestar en una polaridad o en otra.
Cuando estamos en la misma polaridad que nuestro ancestro, se dice que duplicamos el
programa y si estamos en la polaridad contraria utilizamos el término reparar.
Podemos ser doble de los que "duplican" o de los que "reparan" el programa. Esto lo voy a
explicar con un ejemplo muy sencillo.
Si duplicás el programa, ese programa te va a llevar a ser alcohólico o a tener algún tipo de
adicción.
En cambio, si reparás este programa, es muy probable que no te guste nada el alcohol, y sobre
todo no soportarás a la gente que bebe mucho.
Hay formas diferentes de reparar un mismo programa. Partiendo del ejemplo anterior podrías
reparar:
alcohólicos.
El inconsciente, a veces, tiene mucho sentido del humor y podemos vernos duplicando o
reparando programas de maneras diversas y muy sutiles.
En ocasiones, la persona de la que soy doble tuvo un con icto en vida que no solucionó, y yo
puedo somatizar ese con icto.
Pongamos que eres doble de una tía que no pudo tener hijos, porque por el motivo que sea "se le
pasó el tren", es decir, se le pasó el tiempo y no los tuvo.
Como vos sos doble de esa tía, podrías somatizar un problema de tiroides (la tiroides es un
con icto de tiempo "me falta tiempo, se me escapa el tiempo, etc.").
Podés ser doble por muchos motivos, aunque me voy a centrar en los que considero más
importantes.
Son estos:
Por nombre: Si te llamas igual que alguien de tu familia, automáticamente eres su doble.
En los nombres compuestos, puede ser que tengas el nombre exactamente igual, o que
coincidas en uno de ellos.
Ejemplo: Si te llamas María Jesús, y tu abuelo se llama Jesús, automáticamente eres su
doble. También hay que tener en cuenta que si te llamas Pepe, y tienes una abuela que le
dicen Finita y un tío que se llama José, dado que el nombre es el mismo, eres doble de
ambos.
Si tienes un parecido físico muy importante, eres doble. Todos en la familia podemos tener
cierto parecido físico, pero cuando el parecido pasa a parecer una fotocopia, seguro que
eres doble.
Por las fechas de nacimiento, muerte y concepción. Por ejemplo, cuando naces el mismo
día que nace o muere otra persona, también diríamos que eres doble.
Quiero dejar claro que ser doble de alguien no es ni bueno ni malo, simplemente quiere
decir que vamos a heredar sus programas.
Heredamos muchas cosas positivas para nuestra experiencia de vida, y otras que pueden
ser muy limitantes.
forma, es muy probable que estés duplicando o reparando algo. Es ahí cuando puedes
recurrir al árbol transgeneracional y mirar arriba.
Recuerda que el árbol no se mira de arriba hacia abajo, pensando "¿qué me puede pasar?",
sino de abajo arriba… "¿qué me pasa?, y de ahí parto a buscar la lógica de mi árbol".
Pero puede ocurrir que nuestro comportamiento sea semejante, que tengamos las mismas
manías o a ciones análogas, vivamos iguales desgracias, nos digan que nos parecemos
Respecto a la consideración de las fechas de muerte seré más especí co más adelante.
YACENTE
Existe cuando la persona nace en una fecha relacionada con la de muerte de otro familiar.
Es una condición indispensable que ambos NO hayan coincidido en vida y, que el fallecimiento
ocurra ANTES de la concepción del familiar superviviente.
Así, una persona yacente “aglutina” las emociones no expresadas de los miembros de la familia.
Se suele decir que a la persona fallecida “no se le lloró” lo su ciente y no se habla de ella, esto
se puede manifestar de diferentes modos.
La energía emocional del yacente es de las más intensas que se puedan detectar en un análisis
transgeneracional. Por eso, lo principal es localizar al muerto y empezar a hablar de él entre los
familiares y con naturalidad, para que las palabras ayuden a desbloquear las sensaciones de
culpa, tristeza, frustración o ira.
Pienso que una de las asignaturas pendientes de la cultura occidental es naturalizar la muerte y
hablar de ella. Además, la persona yacente porta los programas del fallecido y, como tal, sentirá
el impulso y la tendencia a manifestarlos.
HEREDERO UNIVERSAL
Es la relación entre una persona que fallece exactamente el mismo día de mi cumpleaños.
La condición necesaria es que el heredero debe haber sido ya concebido cuando muera su
familiar.
Es decir, si desde que somos concebidos hasta antes de morir, algún familiar muere en una
fecha relacionada (por columnas de a nidad y rango de días) con la de nuestro nacimiento o
concepción, nos transmitirá su programación.
La di cultad práctica suele encontrarse en los casos en los que el heredero ha sido concebido,
aunque no ha nacido todavía. Por este motivo es conveniente prestar especial atención, en el
momento de la muerte de un familiar, a las mujeres embarazadas de la familia.
La elección inconsciente de estas fechas es una muestra de preferencia y amor, pues el fallecido
otorga todos sus asuntos y aprendizajes pendientes a la persona viva. Es decir, confía en él o ella
como la persona más indicada para seguir sus pasos o hacer aquello que no pudo en vida.
ARMAR EL ÁRBOL
Lo primero es representar al consultante que ya hemos visto que se hace con un triángulo si es
hombre o un círculo si es mujer. Después lo rodeamos con un cuadrado.
El siguiente paso es representar a los padres con sus nombres y sus correspondientes fechas.
En caso de que los padres no tuvieran relación con el consultante dibujaremos la siguiente
generación en sentido ascendente (que es la de los abuelos) y procederemos de modo similar a
como hemos actuado con los padres para localizar a la persona más próxima
generacionalmente con la que el consultante tiene relación.
Si ninguno de los abuelos estuviera en a nidad con el cliente, pasaremos a representar a los
bisabuelos en búsqueda de la fecha que nos muestre ese lazo familiar.
Paso 1. Propósito
Ya sabés que debes especi car. ¿Es un tema de salud, dinero o amor? ¿Carencia económica?
¿Ruinas? ¿Inestabilidad laboral? ¿Inestabilidad de pareja? ¿Disputas continuas de pareja? ¿Riñas
familiares? ¿Traiciones personales? ¿Gastas todo el dinero que ganas? ¿Miedos irracionales?
¿Síntomas? ¿Tristeza? ¿Emociones bloqueadas? ¿Pensamientos repetitivos?
Recordá que el transgeneracional funciona mejor cuanto más concretes el asunto que deseas
solucionar.
Para ello suele ser importante detallar el momento en que surge el con icto personal.
Si recordás la fecha aproximada mucho mejor. ¿A qué edad sucede? ¿En qué situaciones se
mani esta el problema? ¿Con qué personas? ¿En qué época del año? ¿Ante qué circunstancias?
Especi cá hasta que no seas capaz de concretar más.
Paso 2. A nidad
Es el momento de localizar el familiar más cercano en el tiempo con el que estás relacionado.
Para ello comenzá a hacer la representación grá ca del árbol.
Recordá que podés hacerlo en un papel en blanco comenzando de modo similar al que muestra
la gura e ir construyendo la representación grá ca del árbol.
Represéntate si sos un hombre mediante un triángulo y con un círculo si sos mujer. Escribí al
lado tu nombre y fecha de nacimiento (día/mes/año). Continuá hacia arriba en la familia y
procede de modo similar con tus padres: nombre y fechas de nacimiento y defunción si fuera el
caso.
Dibujá, como mínimo, las generaciones hasta tus bisabuelos, aunque no tengas ningún dato
sobre ellos. Tu árbol debería arrancar con vos, más tus 2 padres, más tus 4 abuelos, más tus 8
bisabuelos.
En el momento en el que encuentres a nidad por fechas con algún familiar comenzá a
desarrollar el siguiente paso. Mientras, no la encuentres, seguí buscando. Analizá en este orden
a tus abuelos, bisabuelos, hijos, hermanos, tíos o cualquier otro parentesco.
¿Has localizado ya al familiar al que estás unido? Genial. Podés ser su doble, maestro, gemelo,
heredero, yacente o sustituto.
Escribe todo aquello que conozcas sobre el familiar en cuestión. Te recuerdo algunas de las
preguntas importantes
¿Vive o ha fallecido?
¿Estás relacionado con ella por nombre, fecha de concepción, nacimiento o defunción?
¿Tiene hijos?
¿Muchos o pocos?
¿Cómo se lleva o llevaba con sus hijos, padres y demás familiares?
¿Cómo la describirías?
Es interesante responder cualquier otra cuestión que surja y no esté planteada en las anteriores
preguntas.
Tal vez te parezca exagerado responder a tantas preguntas. Tomá el tiempo que necesites.
Quizá tengas que preguntar a alguien que conozca mejor las historias de tu familia.
Es importante que respondas a todas las preguntas posibles. Las primeras no suelen esclarecer
nada. Pero conforme vas respondiendo, accedés a conocimientos familiares más profundos,
aquellos de los que nadie suele hablar porque han calado hondo.
Por este motivo tomate el tiempo necesario y respondé a estas preguntas. ¿Ya tenés las
respuestas? Continuamos.
Fíjate bien. Respecto al asunto planteado en el paso 1 y en referencia a las experiencias del
familiar al que eres afín, ¿has localizado algo? ¿Asuntos económicos? ¿Amorosos o afectivos? ¿De
salud?
Vives con una continuada carraspera o dolor de garganta y descubres que tu ancestro fue
ahorcado.
Sientes un rechazo irracional comer carne y resulta que tu familiar murió as xiado
No tienes deseo sexual y descubres que eres doble de la bisabuela que era violada
continuadamente por su marido.
Tu abuela fue expulsada de casa y tú tienes sesenta años y aun vives en el hogar donde
naciste.
Tu tendencia a la parálisis, a no tomar acción, puede encontrar su paralelismo en que tu
familiar tuvo que hacerse el muerto para sobrevivir a una situación concreta en la guerra.
El hermano de tu padre murió soltero y tú tienes cincuenta años y no te has casado.
Quizá existen sucesos dramáticos entorno al dinero y tú, actualmente, eres el a una
circunstancia continua de carencia económica.
Analizando las experiencias familiares detectarás el programa que repetís y descubrirás que
surgió con una intención positiva, aunque en la actualidad no cumple su función.
Las creencias más comunes son “el dinero no da la felicidad”, “el dinero no trae nada bueno”,
“nadie se hace rico trabajando”, “no es posible enriquecerse honradamente”, “todos los hombres
son iguales”, “todas las mujeres buscan lo mismo”, “la pareja anula tu libertad”, “todos los
hombres son unos egoístas”, “los extranjeros son peligrosos”, “mi país es el mejor”, “en la vida
hay que esforzarse mucho”, "los chicos no lloran", "nadie me entiende", "el sexo es malo", "nadie
hace las cosas como uno mismo", “todo cuesta dinero”, "los favores hay que devolverlos", "nadie
da nada gratis", "es mejor no expresar los sentimientos", "los hijos te quitan libertad", "el dinero
es la causa de todos los males", “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, "no puedo, no soy
capaz" o "que van a pensar de mi".
Paso 5. Test
Una vez detectado el programa, comprendida su intención positiva y localizadas las creencias
que lo sustentan, ya eres consciente de que sigues un patrón de respuesta aprendido en familia.
Este patrón fue útil a tus ancestros en un momento particular de sus vidas. Sin embargo, en tu
momento actual no tiene sentido, es anacrónico y disfuncional. ¿Ya te has dado cuenta?
Tomar conciencia es una experiencia única, íntima y personal. Por tanto, cada persona la vive de
un modo diferente. No obstante, existen indicativos que te pueden ayudar a saber si tu toma de
conciencia ha sido real y profunda.
Es común sentir un movimiento interno similar a una sacudida o vibración energética. Esto es
consecuencia de liberar una emoción. Puedes vivir un mareo, soltar una lágrima o sollozar.
Además, en las horas posteriores a la toma de conciencia es común sentirse más cansado que
de costumbre.
Paso 6. Acción
Proceder de modo diferente respecto del asunto planteado en el punto 1 es la prueba de nitiva
de que el trabajo con tu árbol ha cumplido su objetivo. Tras la toma de conciencia hay un
cambio de perspectiva del asunto y una liberación emocional que te facilita actuar de otro
modo.
Una vez comprobado que tenés una capacidad resolutiva diferente, podrás estar seguro de que
todo va por buen camino. Sin embargo, la prueba de nitiva de la total integración y
normalización de la situación es la palabra.
7. Palabra
Observá si hablás con naturalidad sobre ese tema. Por supuesto, cuando quieras y con quien vos
quieras. Pero sin ningún tipo de lastre emocional.
Solamente vos sabrás cuando ese tema planteado en el trabajo con tu árbol ha quedado
totalmente resuelto.
Tené en cuenta que el proceso es similar a un duelo, y esto es algo MUY personal.
No es fácil saber si ha quedado resuelto. Pero si has tomado conciencia, has vivido un cambio
interior y mejora tu capacidad resolutiva ante situaciones similares, todo indica que lo has
logrado.
Quince preguntas que deberemos responder con total sinceridad si pretendemos empezar a
profundizar en el conocimiento de nuestro árbol genealógico. Añado unos pequeños
comentarios en cada pregunta a modo de aclaración.
Hay miles de posibles respuestas, desde conseguir un buen trabajo hasta conocer el
funcionamiento del Universo. Es una pregunta fundamental, que debemos responder con
valentía. Entendiendo por nalidad el objetivo que nos marcamos en estos momentos, que
puede cambiar con el transcurso del tiempo.
Pregunta difícil, pretendemos no saberlo, incluso mirar en otra dirección. Resulta doloroso no ser
esperado ni deseado. Tal vez nuestra madre intentó abortarnos, o incluso puede que seamos el
fruto de una violación. Sea como sea, debemos conocer la respuesta…
Si soy el segundo hermano y antes había un chico, con toda probabilidad mis padres deseaban
una niña. O bien, hay cuatro hermanas y de repente viene el niño, que será sin duda “el
deseado”.
Los padres mienten de forma inconsciente respecto a esta pregunta, dicen alguna obviedad
como: ¡lo importante es que venga bien! Pero sus actos posteriores los delatan cuando
empiezan a regalar balones de fútbol a esa tercera hija “consecutiva”...
Me llamo Antonio, como mi padre y mi abuelo. O por el contrario, soy chica y me pusieron el
nombre de una antigua novia de mi padre. Lo ideal es tener un nombre que nunca haya sido
usado en nuestro árbol genealógico, algo que nos concederá mayores márgenes de libertad.
5.- ¿La fecha y hora de mi nacimiento, cuál es? ¿Se asemeja a otra fecha importante para mi
familia?
Esas “casualidades” o sincronicidades: He nacido el mismo día que mi abuelo materno, o llegué
al mundo el día del aniversario de la muerte de una de mis abuelas.
¿Sencillo, o rodeado de todo tipo de complicaciones? Nací a los siete meses, antes de estar
completamente formado o a los diez, con la sensación de que me retuvieron en contra de mi
voluntad. ¿Nací por cesárea?, ¿Mi madre murió con el parto?...
Cualquier situación que se de por defecto o por exceso es un “abuso”. No tuve la experiencia de
tomar leche materna, o la tomé hasta los cinco años.
Somos como esponjas que absorbemos las emociones de ese periodo de nuestra vida. ¿Se
separaron nuestros padres cuando éramos unos niños? ¿Cambiaron de país? ¿Les afectó una
guerra? ¿Un accidente los dejó marcados?
Nuestra salud es de hierro. O tal vez, durante los primeros cuatro años de mi vida sufrí de
amigdalitis... Me rompí tres veces el mismo brazo, etc.
9.- ¿De qué personas recibí cuidados, afecto y educación en mi infancia? ¿Qué mascotas hubo
en casa?
Es posible que nuestros padres estuvieran poco y la que nos atendía era nuestra abuela
materna. O sencillamente nuestra hermana mayor, 10 años mayor que nosotros, era la que nos
vigilaba.
El octavo, o soy hijo único y tengo todo el espacio y la atención de mis padres.
11.- ¿Qué diferencia de edad existe entre mi hermano que me antecede y yo, o entre el que me
sucede y yo?
Hermanos muy seguidos son tratados como una unidad, el territorio se reparte entre ambos. Si
uno es el simpático, el otro es el serio, pero éste será listo y el otro torpe, por ejemplo. Hermanos
entre los que hay mucha diferencia de edad, son tratados como hijos únicos, e incluso el mayor,
ante un padre o una madre ausentes, puede tomar roles paternales o maternales.
12.- ¿Cuáles son los nombres de mis hermanos (incluidos abortos y fallecidos) y las fechas de
nacimientos de cada uno de ellos?
13.- ¿Cómo era la convivencia con mis hermanos mientras viví con ellos? ¿Cómo es en la
actualidad?
Rivalidad absoluta y continuas peleas por el espacio, o de cooperación y uidez. Puede que en la
actualidad la relación con nuestros hermanos sea cálida y de cooperación o alejada y distante
en todos los sentidos.
14.- ¿Hubo alguno de ellos que acaparó más atención qué los demás? ¿Por qué?
La respuesta siempre estuvo frente a nuestros ojos, tal vez no nos atrevíamos a mirarla. Se paga
un precio por ser el preferido.
15.- ¿Qué es de ellos en la actualidad? ¿Tienen pareja e hijos? ¿A qué se dedican? ¿Cómo es la
salud de mis hermanos?
Pregunta fundamental para entender el tema del territorio, del espacio, del ego corporal o
material.
Estas son unas preguntas que permitirán que tomemos consciencia sobre nuestro ego libidinal,
es decir sobre nuestro centro creativo y sexual.
1-¿Cuál es el nombre de mi madre? ¿Por qué o por quién se llama? ¿Cuál es el nombre de mi
padre? ¿Por qué o por quién se llama?
2-¿Cuál es la fecha de nacimiento de mi madre? ¿Recuerda esa fecha a otra fecha importante en
mi familia?
Cuantas veces se observa en una familia que tras la muerte de una abuela nace una niña, hija
de una de sus nietas, que consideran idéntica a la abuela desaparecida. Parece un engranaje de
una máquina que sustituye piezas desgastadas por otras nuevas a las que somete a una función
similar. Nuestro trabajo consiste en identi car y desactivar esas “monstruosidades”...
Aunque para ello primero debemos conocerlas, debemos realizar “una toma de consciencia”
Atención a este dato, si nuestro nombre coincide con el hermano mayor de nuestro padre:
¡Pueden echarnos encima a un tío en forma de proyección!
Rivalidad, celos, etc. Recordemos que nuestros padres nos marcan sexualmente. Puede que
encontremos cosas tan curiosas como dos hermanas casadas con dos hermanos, (de otra
familia) lo que signi ca que hay un nudo homosexual... (nudo que ya explicaremos)
5-¿Algunos de mis tíos maternos han enfermado, han sufrido accidentes graves o han fallecido?
Describe lo sucedido.
Es una parte importante de nuestra historia familiar que debemos conocer perfectamente. Todo
accidente grave debemos interpretarlo como un intento de suicidio. La forma de morir nos
ofrece pistas valiosas sobre lo que está sucediendo en la “trastienda” de nuestro árbol
genealógico.
6-¿Cuál es la fecha de nacimiento de mi padre? ¿Recuerda esa fecha a otra fecha importante en
mi familia?
El árbol genealógico es como un puzzle, cada fecha de nacimiento es como una pieza. Conocer
todas las piezas es disponer de una información muy valiosa para identi car patrones de
repetición.
Tal vez nuestros padres formaban parte de una familia muy numerosa, pero después nadie tuvo
hijos, o muy pocos. El árbol se estancó, es posible que se trate de un árbol que no quiere
reproducirse…
Investigar sobre el tipo de trabajo que realizan. El trabajo de funcionario, conecta con un padre-
estado que continúa suministrando dinero incestuoso y que en parte limita el crecimiento. ¿Se
permitieron superar a sus padres?
Descubrir con quienes mantienen buenas relaciones, a quienes ignoran. Incluso la rivalidad con
algún hermano. Tal vez dentro de la hermandad el mayor sea una gura paterna…
9-¿Algunos de mis tíos paternos han enfermado, han sufrido accidentes graves o han fallecido?
Describe lo sucedido.
Descubrir a qué edades ocurrieron esas muertes, ¿cómo pudo afectar esa situación a nuestros
padres? Observar el tipo de enfermedad familiar que se repite, si la hay.
(Como se conocieron, que le atrajo al uno del otro, cuántos años estuvieron de novios, como fue
ese tiempo previo a que me concibieran, si se casaron, en que fecha, como era la relación entre
ambos durante mi embarazo y mi crianza).
11-¿Qué forma de pensar tienen (o tenían) mis padres? ¿Cuáles eran sus creencias? ¿Me dejaban
libertad para pensar y decidir por mi mismo? (En esta y en las siguientes preguntas especi car si
hay diferentes respuestas respecto al padre y respecto a la madre)
Examinemos sus ideas religiosas, políticas, sus niveles de estudio. El proyecto “parental” que
tenían pensado para nosotros.
12-¿Me sentí querido por mis padres (manifestaciones de cariño, abrazos, besos, caricias,
acompañamiento, comunicación de afectos)? ¿Me apoyaron para que yo me relacionara con los
demás? ¿Me dieron permiso para salir con chicas o chicos, para elegir mis amistades y mis
parejas?
Veremos cómo se relaciona la familia a nivel emocional, y libidinal. Recordemos que lo que no
nos dieron, después nosotros lo repetimos de forma inconsciente.
Es un punto muy importante que nos permitirá evaluar las satisfacciones y las frustraciones de
nuestro árbol genealógico. Además de la forma de imponerlas...
Recordemos que a través de la alimentación obtenemos un cuerpo, “un templo” que debemos
cuidar.
Dice Alejandro Jodorowsky que las personas angustiadas esperan salir de esa situación
recibiendo un buen consejo psicológico o una cita de Freud o de Jung.
Sin embargo la base es el cuerpo, debemos ver lo que nos daban de comer en la infancia y lo
que comemos en este momento y por qué. Si continuemos “enganchados” con alimentos de
nuestra infancia, es porque sentimos un apego emocional por esos primeros alimentos y con
ellos nos encadenamos a la angustia.
Preguntarnos: ¿Cómo comemos y el qué? ¡Ser conscientes de este aspecto material de nuestra
vida!
También es un problema “heredar” la ropa, los libros y los juguetes de un hermano mayor… es
algo que, entre otras cosas, puede deformar nuestro cuerpo...
15.- Si le preguntáramos a tus padres cuales son (o eran) las nalidades de sus vidas ¿Qué crees
tú que responderían?
Con ello estamos averiguando “la trampa” a la que se vieron sometidos, que en parte puede
deslizarse hacia nosotros, sus hijos.
Tenemos niveles y límites en cada uno de nuestros cuatro egos. Debemos avanzar milímetro a
milímetro en nuestra claridad mental, buscando mejorarnos a nosotros mismos. Aceptar
nuestros límites e imperfecciones.
1.-¿Cuál es el nombre de mi abuela materna? ¿En qué fecha nació? ¿Cómo era físicamente? ¿Qué
hermanos tenía, incluidos abortos y fallecidos? ¿Cuándo nacieron? ¿Qué sé de cada uno de ellos?
(profesiones, familias que formaron, anécdotas, enfermedades, fallecimientos)
2.-¿Qué acontecimientos importantes vivió mi abuela materna? ¿Cómo fue su infancia? ¿Qué
enfermedades tuvo? ¿A que se dedicó? Si ya no vive, ¿en qué fecha murió y cual fue la causa de
su muerte?¿En que fecha se casaron, o comenzaron su convivencia, mis abuelos maternos?
¿Qué tipo de relación tenían entre ellos?
3.-¿Qué crees que hizo sufrir a tu abuela materna? ¿Qué crees que alegró más la vida de tu
abuela materna?
4.-¿Cuál es el nombre de mi abuelo materno? ¿En que fecha nació? ¿Cómo era físicamente?
¿Qué hermanos tenía mi, incluidos abortos y fallecidos? ¿Cuándo nacieron? ¿Qué sé de cada uno
de ellos (profesiones, familias que formaron, anécdotas, enfermedades, fallecimientos)?
5.-¿Qué acontecimientos importantes vivió mi abuelo materno? ¿Cómo fue su infancia? ¿Qué
enfermedades tuvo? ¿A que se dedicó? Si ya no vive, ¿en qué fecha murió y cual fue la causa de
su muerte?
6.-¿Qué crees que hizo sufrir más a tu abuelo materno?¿Qué crees que alegró más la vida de tu
abuelo materno?
7.-¿Qué crees que deseaba más tu abuela materna? ¿Qué crees que deseaba más tu abuelo
materno?
8.-¿Cuál es el nombre de mi abuela paterna? ¿En que fecha nació? ¿Cómo era físicamente?¿Qué
hermanos tenía, incluidos abortos y fallecidos? ¿Cuándo nacieron? ¿Qué sé de cada uno de ellos
(profesiones, familias que formaron, anécdotas, enfermedades, fallecimientos)?
9.-¿Qué acontecimientos importantes vivió mi abuela paterna? ¿Cómo fue su infancia? ¿Qué
enfermedades tuvo? ¿A que se dedicó? Si ya no vive, ¿en qué fecha murió y cual fue la causa de
su muerte?¿En que fecha se casaron, o comenzaron su convivencia, mis abuelos paternos? ¿Qué
tipo de relación tenían entre ellos?
10.-¿Qué crees que hizo sufrir a tu abuela paterna? ¿Qué crees que alegró más la vida de tu
abuela paterna?
11.-¿Cuál es el nombre de mi abuelo paterno? ¿En qué fecha nació? ¿Cómo era físicamente? ¿Qué
hermanos tenía, incluidos abortos y fallecidos? ¿Cuándo nacieron? ¿Qué sé de cada uno de ellos
(profesiones, familias que formaron, anécdotas, enfermedades, fallecimientos)?
12.-¿Qué acontecimientos importantes vivió mi abuelo paterno? ¿Cómo fue su infancia? ¿Qué
enfermedades tuvo? ¿A que se dedicó? Si ya no vive, ¿en qué fecha murió y cual fue la causa de
su muerte?
13.-¿Qué crees que hizo sufrir más a tu abuelo paterno?¿Qué crees que alegró más la vida de tu
abuelo paterno?
14.-¿Qué crees que deseaba más tu abuela paterna? ¿Qué crees que deseaba más tu abuelo
paterno?
15.-¿Cómo era, o/y es, la relación entre tu madre y sus padres? ¿Cómo era, o/y es la relación de
tu padre con sus padres?
El estrato de los bisabuelos es casi siempre el más desconocido, sin embargo es fundamental
llegar a él, por su relación directa con nuestras creencias, nuestras ideas locas, nuestras
limitaciones intelectuales.
¿Nos hemos parado a pensar alguna vez de que forma veían nuestros ocho bisabuelos la vida?
Cualquier dato de este estrato es útil para conocernos mejor, y sobre las probables lagunas que
existan, edi caremos con la imaginación, castillos de historias que sirvan para sanarnos.
2.-¿Cuál es el nombre del padre de mi abuela materna? ¿Cuáles son las fechas de su nacimiento
y de su muerte?¿Qué sé de la historia personal del padre de mi abuela materna?
4.-¿Cuál es el nombre del padre de mi abuelo materno? ¿Cuáles son las fechas de su nacimiento
y de su muerte?¿Qué sé de la historia personal del padre de mi abuelo materno?
6.-¿Cuál es el nombre del padre de mi abuela paterna? ¿Cuáles son las fechas de su nacimiento
y de su muerte?¿Qué sé de la historia personal del padre de mi abuela paterna?
8.-¿Cuál es el nombre del padre de mi abuelo paterno? ¿Cuáles son las fechas de su nacimiento
y de su muerte?¿Qué sé de la historia personal del padre de mi abuelo paterno?
9.-¿Qué sé de las creencias de los padres de mi abuela materna? ¿Cómo criaron y educaron a
sus hijos?
10.-¿Qué sé de las creencias de los padres de mi abuelo materno? ¿Cómo criaron y educaron a
sus hijos?
11.-¿Qué sé de las creencias de los padres de mi abuela paterna? ¿Cómo criaron y educaron a sus
hijos?
12.-¿Qué sé de las creencias de los padres de mi abuelo paterno? ¿Cómo criaron y educaron a
sus hijos?
13.-¿Cuál crees que sería la nalidad de vida de cada uno de tus 8 bisabuelos? 14.-¿Cuál es el
miembro más desconocido de tu árbol? ¿Qué le darías si pudieras?
15.-Me detengo unos instantes. ¿Qué siento después de contestar a las preguntas de este
cuestionario?
El sólo hecho de comenzar a recopilar datos, o incluso de estar leyendo este artículo, ya es dar
un paso. “Un viaje de miles de kilómetros comienza siempre por un paso”, como dejó escrito Lao-
Tsê.
Para terminar esta primera parte, te dejo una re exión de Carl Jung sobre este tema:
“Cuando trabajaba en mi árbol genealógico, entendí la extraña comunión del destino que me
une a mis antepasados. Tuve el fuerte presentimiento de que estaba bajo la in uencia de actos
y problemas que quedaron incompletos, no resueltos por mis padres, mis abuelos, y mis otros
antepasados. Tuve la impresión de que a menudo en la familia hay un Karma impersonal
transmitido de padres a hijos. Siempre pensé que tenía que responder preguntas ya hechas a
mis antepasados o que tenía que concluir, o continuar los problemas no resueltos previamente”.
1.- ¿Qué lugar ocupas en tu hermandad? sólo unos apuntes rápidos sobre lo que
llamaremos el ego material
Todos los problemas con la hermandad pueden desembocar en di cultades con el dinero, las
posesiones, el territorio. Recordemos que los problemas con la hermandad no resueltos, de
adultos, se trasladan a la pareja, los amigos, los compañeros y los vecinos.
Son tantas las variables que interaccionan en la psique de cada individuo que sería imposible
hacer correspondencias universales, válidas para todos.
Eres hijo único y tienes todo el espacio para ti. Aunque también, todos los proyectos que tus
padres tenían para “sus hijos”, recaen sobre ti. Puede que en la vida te cueste entender el
concepto de jerarquía y te cueste compartir.
El segundo hijo cuando el mayor es niño o la segunda hija cuando la mayor es niña. Tal vez te
esperaron de un sexo diferente... Normalmente el que nace el segundo acepta bien papeles
secundarios y desarrolla con ahínco sus dones para intentar alcanzar los privilegios del
primogénito.
Existe una relación directa entre el número de años de diferencia entre los hermanos y el
derecho de “ocupar todo el territorio disponible para un hijo”.
Digamos que si nacen dos hijos muy seguidos, inconscientemente la familia los trata como uno
solo, de manera que si uno es el listo, guapo, come bien, ordenado y es artista, el otro es el
cariñoso, simpático, mal comedor, despistado y trabajador, por ejemplo. ¡Pero cuidado! Que no
se le ocurra al listo tener gracia, ¡eso es territorio del otro!...
Por ello, cuando el pequeño sale de casa, el padre, la madre o ambos desarrollan enfermedades
o aceleran el proceso de envejecimiento, lo que provoca en el hijo un retorno total o parcial. Le
otorgan inconscientemente la misión de cuidador que éste acepta para expiar el sentimiento de
culpa.
Estás justo en el centro, repites cosas del mayor y del pequeño: te dieron la posición más
compleja. Muchas veces la vida es una verdadera lucha por encontrar tu lugar.
Tienes un hermano que es 10 años mayor que tú: en realidad tu hermano actúa más como un
padre o madre para ti. Al n, eres hijo único, pero con más de dos padres, lo que se traduce con
frecuencia en desobediencia a todos o con ictos de lealtad que neurotizan.
Una gran bola de hermanos, en un momento dado no había medios para subsistir y empezó el
exilio...se pierde el territorio. En la “bola” suelen suceder abusos a todos los niveles y que los
padres consciente o inconscientemente consienten.
Por encima de nuestra hermandad, toda la mitad izquierda está destinada a nuestro linaje
femenino (nuestra madre y sus ancestros) La mitad derecha es la del linaje paterno.
¿De qué parte tenemos más información? Con frecuencia, la parte de la que tenemos más datos
es aquella que ha in uido más en nuestra educación y formación. Es muy difícil que los dos
linajes estén equilibrados.
Los huecos, son fallos en la transmisión, esconden con ictos en generaciones anteriores a la
nuestra. ¿Hay secretos? o ¿cortes afectivos? Más adelante veremos que estos huecos los
debemos “rellenar” con historias sanadoras, cada laguna de información una novela llena de
sentido y de consciencia. Lo que le damos al árbol nos lo estamos dando a notros mismos.
¿Llevamos el nombre de alguno de nuestros tíos o tías? ¿De los abuelos? ¿De los bisabuelos? Si
es así tenemos un nudo narcisista, al que dedicaremos todo un capítulo para explicarlo. De
momento subraya con un color todos los nombres del árbol genealógico que sean como el tuyo.
Y puedes dar un grito de alegría si tu nombre no está repetido... ¡Enhorabuena!
En realidad, cada enfermedad y cada muerte es una fuente de información valiosísima sobre la
biografía del ancestro que analicemos y las relaciones con los que convivió.
4.- Edades a las que se casaron nuestros padres y a la que concibieron los hijos
Casi todo en el árbol es fruto de la repetición, cuando se deja de repetir es que se avanza. Las
delidades con sus propios padres hacen que los hijos repitan sus guiones de vida una y otra vez.
Cuando una madre proyecta en el hijo a su propio padre que era carpintero, el pequeño
empezará a jugar con el martillo enseguida.
Le pido a mi conciencia que deposite ahí la esencia de mi no nacido, que deposite todo lo
Entierro: EN TIERRA: No en un balcón, no en una maceta… Tiene que hacerse en la madre tierra:
En una plaza, en un parque, en el jardín de casa, la orilla de un río… Esto es fundamental.
Hago un pozo, la entierro y en total conexión me voy a expresar con ese ser: “Vengo nalmente
a despedirte, a reconocerte, a darte mi lugar, sos mi hijo nro tal… Mi hijo “fulano” no es el
primero, vos sos el primero y el es el segundo… voy a hacerte un lugar en la familia. Vas a tener
tu lugar, va a haber en mi casa un objeto que te represente, o un poema de alguien con tu
nombre…”
(Por ejemplo, si el hijo se llamaba Jorge, puedo tener en casa un cuadro con un poema de Jorge
Luis Borges, que lo represente)
Voy a decir todo lo que sienta que le tengo que decir, todo…
Fin de la ceremonia.
SEGUNDA PARTE
Rendirnos con humildad al destino de nuestros antepasados, nos brinda la fuerza para ir hacia
adelante. Sin negar el miedo y el dolor. Por el contrario, lo reconocemos, sabemos de dónde
viene. Pero cuando lo miramos de frente, pierde todo su aspecto tenebroso y ganamos
seguridad. Porque tenemos raíces fuertes en qué apoyarnos.
Ahora sabemos lo que son: Sombras del pasado. Y aunque fueron reales para nuestros
antepasados, ellos han pagado el precio y a mí me toca tomar el aprendizaje.
De esa manera realmente honro lo que han vivido anteriormente, honro las historias de dolor y
de sufrimiento.
Estás aquí y ahora, con la vida que te han pasado tus ancestros. Ellos pagaron el precio, no tenés
que seguir pagando vos. Sos el éxito de ellos, sus vidas han valido la pena. Porque ahora estás
vos acá, dispuesto y comprometido a vivir tus sueños. ¡Ha valido la pena!
Tenés el privilegio de vivir en esta época, la era de la tecnología, del conocimiento, de las redes
sociales, etc. Es una época que muchos de tus ancestros, ni siquiera lo hubieran imaginado.
Contá tus bendiciones.
Mirá hacia adelante con orgullo, porque los que han estado antes que vos, lo hicieron posible.
Soltá los reclamos y los juicios y decidite a vivir plenamente, la vida que te han legado.
Jamás niegues lo vivido por tus ancestros, no cierres los ojos a ello.
INTRODUCCIÓN
De manera que el clan familiar puede ser una trampa que nos ate y condicione por las lealtades
inconscientes que conlleva la herencia transgeneracional que recibimos de él.
Es preciso comprender y tomar conciencia de la novela familiar para liberarnos de esos legados
y lealtades.
Conocer la transmisión de las memorias del clan y el legado transgeneracional nos permite
comprender los sucesos familiares, así como nuestras actitudes y las del resto de los miembros
del clan, actitudes que antes carecían de sentido y probablemente nos habían provocado
impotencia y frustración.
El clan familiar vive dentro de cada uno. Llevamos la marca del clan desde el principio. Somos
portadores de la memoria transgeneracional de lo que han vivido nuestros antepasados,
sedimento y expresión de lo que en nuestro clan se ha experimentado, gozado, reído, llorado,
silenciado y ocultado.
Cuando nacemos, recibimos un legado transgeneracional que nos lleva a emprender acciones y
a experimentar situaciones que a menudo no comprendemos porque ignoramos que obedecen
a lealtades y vínculos inconscientes con otros miembros del clan, vivos o muertos, herencia que
nos condiciona.
El clan asigna mandatos y tareas a sus miembros a través del inconsciente familiar.
Mensajes que deben ser decodi cados para descubrir qué propósito hay detrás de las
repeticiones, proyecciones e identi caciones inconscientes.
En el útero, el inconsciente del hijo está fusionado con el de la madre y todo lo que viva ella
dejará en él una huella emocional que perdurará, afectando después a su autoestima, su
capacidad para mostrar afecto y también a la calidad de sus relaciones íntimas.
El hijo se construye a partir del referente principal que para él es la madre, sobre todo a partir
de la emotividad y la información que recibe a través de ella. Todo ello de nirá la personalidad
del hijo, su forma de ser y las actitudes que adopte en la vida.
En esta etapa inicial de la vida resultan cruciales las circunstancias emocionales que vivan
nuestros padres y el ambiente familiar.
La vida uterina constituye una etapa crucial en la que asimilamos una cantidad ingente de
informaciones y valores que se graban en nuestra primera memoria emocional, convirtiéndose
en pautas que nos acompañarán en adelante, determinando el modo de conducirnos en la vida.
A la fase uterina se remontan los primeros registros de nuestra memoria emocional, con
informaciones y sensaciones que, como ltros y creencias, se insertan en lo más profundo de
nuestro inconsciente, donde permanecen vigentes e intactas tal como fueron sentidas y vividas
entonces.
En nuestra primera memoria emocional queda registrado todo lo que ocurre en torno a la
concepción, el embarazo y las circunstancias de la vida de los padres, que nos trasmiten sus
anhelos y sus experiencias, convirtiéndonos en destinatarios de sus ilusiones y de los objetivos
que han previsto para nosotros.
El ambiente familiar y la relación afectiva entre los padres y con los padres resultan esenciales
para el desarrollo de los hijos porque constituyen el primer referente que incorporamos, con
repercusiones posteriores en las relaciones afectivas de la vida adulta.
El entorno nos condiciona y marcará aspectos tan importantes como nuestra afectividad,
autoestima y con anza hacia los demás.
Las heridas emocionales más traumáticas que recibimos a lo largo de la vida son precisamente
las que nos hieren en la etapa uterina y en la primera infancia.
Esto nos provoca heridas emocionales que probablemente nunca nadie después va a revisar;
pero que perdurarán en nuestro inconsciente.
El rol materno nos aporta nuestra sensibilidad; el rol paterno, la fuerza y la seguridad.
De cómo representen dichos roles nuestros padres dependerá nuestro proceso de maduración y
el tipo de vínculos afectivos que mantengamos en el clan y fuera de él durante la vida adulta,
porque pueden surgir proyecciones inconscientes hacia la pareja en un intento inconsciente de
sanar aquellas heridas que siguen abiertas desde la infancia.
A menudo desconocemos nuestro potencial y nuestros recursos internos por las creencias
asumidas al inicio de la vida o porque nunca nos hemos atrevido o nos han impedido hacer uso
de nuestras capacidades.
Cuando en el clan y en la familia se nos asigna un rol y nos hacen creer lo que somos es posible
que nunca descubramos nuestra verdadera identidad y potencialidades.
Comprender las heridas emocionales recibidas en la infancia y la huella que han dejado en
nuestro inconsciente nos permite adquirir el nivel de conciencia necesario para esclarecer qué
modelos, códigos y proyectos hemos absorbido de los padres y del ambiente familiar, para
comprendernos a nosotros mismos como nunca antes lo hemos hecho.
LA PSICOGENEALOGÍA
Todos tenemos una historia. Una historia de la familia de la cual somos uno de los eslabones,
llena de personajes que conocemos bien, padre, madre, abuelos, hermanos o hermanas; y otros
de los cuales sabemos poco (o nada), pero su huella subsiste en nosotros a través de los
secretos, lo callado, las alusiones, transmitidos por nuestros padres.
Este mosaico familiar ejerció sobre nosotros una in uencia, tengamos consciencia o no de ello, y
está frecuentemente en el origen de repeticiones obstinadas que constatamos sin
comprenderlas. ¿En efecto, porqué elegir a un hombre que nos hace padecer, igual como
nuestra madre eligió a un hombre que la hizo sufrir e igual como su propia madre había vivido
muerte y pasión a causa de su esposo? ¿Por qué ser víctima de la misma enfermedad que
nuestro padre a su misma edad?
Explorar este laberinto, gracias a esta psicoterapia original, nos permite comprender lo que nos
determina, nos in uencia y constituye el tejido de nuestra vida: cañamazo de guiones
genealógicos afectivos, sexuales, intelectuales, profesionales.
Encontramos los mismos cruces de caminos, volvemos a vivir ciertos acontecimientos similares
en edades idénticas, reproducimos situaciones equivalentes, formamos parejas similares…
Nacemos en el seno de cierta sociedad, en una época dada, en un país particular. No seríamos el
mismo o la misma, si viviéramos en la Edad Media o dentro de tres siglos. Si hubiéramos nacido
en otra civilización, en un país lejano, tendríamos otras costumbres, otros modales, otra visión de
la vida.
Para ciertos niños de hoy, ya no se puede decir que han nacido del encuentro de un hombre y de
una mujer: la fecundación se hizo por el esperma puesto en banco anónimamente o la gestación
por una madre portadora.
Sucede lo mismo con nuestra familia. Criados por nuestros vecinos, seríamos totalmente
diferentes. Las personas que nos educan bebé, niño, adolescente, nos dan un patrimonio
psicogenealógico. Tomemos el caso más frecuente en que nuestros padres biológicos son los
que velan por nosotros.
A partir de nuestra concepción, somos objeto de proyecciones por parte de nuestra familia.
Somos deseados o no lo somos, esperados como hijo o hija, fantasmado(a)s, soñado(a)s en
cuanto a nuestro físico, nuestro carácter, nuestras aptitudes. Primero somos un niño imaginario.
Durante nuestro crecimiento, nos identi cábamos con nuestra madre o nuestro padre. Estos
gigantes, para los pequeños que somos, representan el mundo, la realidad, la verdad. Los
imitamos, aprendiendo a través de ellos lo que signi ca ser humano, ser hombre, ser mujer, lo
que es la pareja, la familia. Descubrimos la vida a través de ellos.
Después de sufrir un conjunto de proyecciones familiares e identi carnos con nuestros padres y
ciertas personalidades de nuestro árbol genealógico, instalamos muy naturalmente un sistema
de repeticiones.
Repetimos las opiniones, los comportamientos, las relaciones, las actuaciones de nuestra
familia. Si éstos nos convienen, esto no provoca tensiones en nosotros. En cambio, algunos
adoptan sistemáticamente la posición contraria a lo que conocieron. Es lo que se llama el
“contra – guión”.
Para la mayoría de nosotros, en algunos campos de nuestra vida, estas repeticiones conllevan
con ictos interiores. No hacemos lo que deseamos y no deseamos lo que hacemos.
Se efectúa una separación entre nuestro consciente que expresa ciertas aspiraciones y nuestro
inconsciente que traduce deseos desconocidos, oscuros, reprimidos.
En lo más hondo de nosotros, no sólo viven nuestros padres, sino que también los padres de
éstos, o sea nuestros abuelos, incluso nuestros bisabuelos aun cuando no los hayamos conocido.
Adentro nuestro viven también amigos de la familia, adultos que amamos u odiamos durante
nuestra infancia (servicio doméstico, maestro o profesor, médico, religiosos, etc.), niños,
adolescentes que eran nuestros amigos íntimos o nuestros compañeros.
Para esto, vamos a empezar la búsqueda de nuestro yo auténtico, aprender a amarnos, a estar
en paz con nosotros mismos para estar mejor, para actuar mejor, para amar mejor a los demás y
la vida.
Y si tenemos hijos, separaremos lo bueno de lo malo para darles lo mejor de nuestra historia
familiar y nuestra.
El psicólogo francés Marc Frechét decía que “antes de ser concebido, el bebé es ya una idea pre-
concebida”.
La búsqueda inconsciente de los padres y de todo el árbol genealógico relacionada con el niño
está ligada con la totalidad del mito familiar, a n de sobrevivir y adaptarse lo mejor posible al
mundo que lo rodea.
El niño deberá, desde su vida intra-uterina, absorber toda la historia del linaje al que intenta
pertenecer.
Llegará al mundo con el bagaje de los sueños e ideales proyectados de manera inconsciente en
su persona, con todo lo que ello implica a veces en términos de culpabilidad, sufrimiento e
inferioridad, búsqueda de la perfección, etc.
En gran medida estos proyectos que nuestros padres nos transmiten en el momento de la
concepción de acuerdo a lo que ellos están viviendo, pensando y sintiendo, son proyectos
dolorosos y difíciles de llevar.
Puede ser el papá esté odiando a todas las mujeres, incluso sin darse cuenta que las odia; de
hecho, puede que diga con frecuencia que le encantan las mujeres y que las quiere mucho, sin
embargo, tiene pensamientos que las mujeres no valen nada, que son malas, etc.; las utiliza solo
para su placer sin importarle lo que ellas sientan, etc.
Y puede ser que la madre esté pensando en que los hombres son malos, son “sinvergüenzas”,
que son in eles, graba tanto lo que la madre y el padre piensan y sienten, como su propia
“interpretación” (sentido) que él le da a esa información.
Posteriormente va a ser leal a eso que le sucedió no sólo durante la concepción sino lo que sigue
pasando durante su gestación y nacimiento.
Si cuando la madre se entera que está embarazada siente que es un problema, que no quiere
tener un bebé, que ese bebé le está “dañando sus planes” que el estar embarazada le impedirá
hacer la vida que quiere en ese momento el bebé graba que es un problema, que está siendo un
estorbo para su madre y va a estar muy desvalorizado.
Le costará entonces conseguir lo que quiera en la vida, pues sentirá que no merece (no merece
ser amado, ser valorado, ser importante, tener sus logros), puesto que en ese momento, siente
que su madre no lo ama.
Si los padres piensan que no tiene un espacio dónde vivir, que no tiene dinero, que son muy
pobres, que la vida les es muy difícil, eso es lo que va a grabar en el bebé que está siendo
concebido en esos momentos. Posteriormente su vida estará llena de pobreza, di cultades, etc.
Al tomar conciencia de los proyectos recibidos de parte de nuestros padres, también nos damos
cuenta hasta donde nos están afectando y determinando nuestras vidas; los devolvemos. Nos
liberamos de ellos, los sanamos, y hacemos nuestros nuevos programas que sí nos ayudarán a
ser felices y tener en nuestra vida salud, bienestar, éxito, etc.
El acto biológico (sexual), no es su ciente para explicar una concepción. Hay mujeres que
quieren tener hijos y no quedan embarazadas y otras que no quieren y se quedan embarazadas,
existe algo más fuerte que el deseo consciente.
El hijo es la solución inconsciente a los problemas, deseos y con ictos de los padres. El deseo
con el cual somos concebidos va a determinar de una forma profunda nuestro carácter e incluso
nuestra profesión y nos podemos encontrar viviendo una vida que no es nuestra.
Una enfermedad, una creencia, un comportamiento o una proyección que estemos viviendo en
el momento presente y que nos condiciona la vida, puede tener su origen en esta etapa.
Es algo claro, Mi padre es notario, estaba claro en la cabeza de mi padre que quería un sucesor,
porque él mismo era sucesor de su padre, esto es un proyecto sentido explícito.
Ejemplo: Un niño de 13 años con problemas osteoarticulares. Los dos padres son gimnastas
entrenadores de equipos de alto rendimiento, ninguno de los dos logró entrar en el equipo
nacional de su especialidad, solo seleccionaban a los tres primeros y ellos siempre quedaban en
4o o 5o posición, tienen un niño y ¿qué piensan?, quieren hacer de su hijo un deportista de élite,
el niño con 13 años es campeón nacional de gimnasia deportiva, pero sucede que hasta esa edad
esta todavía in uenciado por los deseos y expectativas de los padres, con trece años a la vez
que sucede el cambio hormonal el niño se desvincula de esas expectativas, se “sale del camino”
y empieza a tener problemas osteoarticulares, porque se va a desviar del camino que han
dibujado para él, empieza con tendinitis, dolores de espalda... para dejar de practicar la
gimnasia, pero también podría suceder un accidente de moto, con consecuencias mucho más
graves.
Lo primero es preguntarnos, ¿qué es lo que habían programado mis padres para mí?
Y las soluciones son dos, o lo dejo todo y cambio, o continuo haciendo lo que hago, pero lo hago
a plena conciencia, porque de esta manera ya lo hacemos para nosotros mismos y no para la
familia, entonces tenemos éxito.
Cuando no ganamos dinero con nuestra profesión, estamos reparando para la familia. Cuando
reparamos a plena conciencia disminuye el estrés inconsciente y se hace mejor el trabajo.
El P.S es, “mientras obedezco, siento el reconocimiento de la familia, pero si me desvío, la familia
me va a rechazar” y empiezan a aparecer los con ictos particulares que nos pueden llevar a una
enfermedad o un accidente.
Por ser niña cuando esperaban un niño, o viceversa, en estos casos se dan muchos zurdos
biológicos.
Por ser una gura protectora dentro de la familia, con la misión encargada por el clan familiar
de proteger y cuidar.
Por ser yaciente, es decir que, nuestra fecha de nacimiento o concepción coinciden con la de
algún miembro de la familia fallecido, que no hemos conocido, alguien que murió antes de que
naciéramos. Uno de estos motivos es su ciente para tener un P.S de inexistencia, de no ser
esperado.
Mamá habla “no debías haber nacido”, yo hablo “no tengo derecho a vivir”.
Se trata de tomar plena conciencia del P.S, para que suceda una aceptación consciente de
nuestras tendencias y comportamientos y no una delidad familiar inconsciente.
Es el guión predominante con el que podemos resumir todo el período, una forma de medir las
emociones predominantes que solo pueden ser de dos tipos, agradables o desagradables.
Imaginate una mujer embarazada y todas las personas a su alrededor están contentas, el futuro
padre, los abuelos, la propia madre, todos contentos, hay júbilo, amor...
Este es el lado positivo. Y en el lado negativo por ejemplo un embarazo no deseado donde hay
angustia, malestar y depresión...
Ejemplo: una mujer queda embarazada poco después de la muerte de su padre, siente tristeza,
angustia depresión, y el bebé va a ser marcado por estas emociones, porque cuando estamos
angustiados aumentan las hormonas del estrés y estos elementos van a impregnar al feto, así
que, un segundo trabajo que podemos realizar es averiguar el estado emocional de nuestra
madre durante el embarazo. Si la mujer está en pleno duelo, el bebe nacerá con muchas
moléculas de tristeza.
Mi madre habla “duelo bloqueado y tristeza”, yo hablo “duelo bloqueado en la tristeza”, durante
toda mi vida.
La diferencia de una depresión de P.S y una con ictual es, que la depresión existe desde
siempre, se nace triste, se está triste desde siempre, es un fondo de tristeza, son personas que
parece que les falta energía o que no consiguen comprometerse en proyectos, es una tristeza
que no nos pertenece.
En la depresión con ictual la vida va bien, sucede algo y la persona entra en depresión, hay un
antes y un después.
Otro ejemplo: Durante mi embarazo mis padres se peleaban todo el tiempo, había mucho ruido.
Esta persona ha sido asmática desde que nació, porque uno de los con ictos del asma, son las
peleas familiares, esta persona a los 12 años sufría un asma tan intenso, que la llevan a un
hospital en la montaña y mejora, pero no es la montaña, es estar fuera del clima de peleas de su
familia, cuando la niña vuelve a casa, vuelve a sufrir asma.
Un caso es el niño que nace y le damos el nombre de un familiar que acaba de morir mientras el
niño se estaba gestando; cada vez que vemos al niño, representa ese muerto, representa el
duelo de la familia.
Cuando hacemos una profesión que no nos gusta probablemente estamos reparando.
Cuando reparamos hay dos posibilidades: o se hace con pasión, es una sublimación, o no nos
gusta nada y uno de los signos es que, trabajamos mucho y no nos ganamos bien la vida.
Una información de P.S, puede estar bloqueada desde el momento que se estableció; si es
positiva no pasa nada, pero si no lo es, nos hace repetir una y otra vez de manera automática los
mismos patrones.
Aceptando esa información, nos convertimos en más adultos, vivimos en plena conciencia el
momento presente, el malestar proviene de negar algo de nuestro pasado.
Parece que no hay P.S, todo es normal. Pero todas las memorias ancestrales del clan se
focalizarán en ese bebé, por ejemplo en el niño de sustitución, cuando nacemos después de uno
o varios hermanos que han muerto, o el síndrome del yaciente, que proviene de un familiar o
antepasado fallecido antes de nuestra concepción.
La clave de estas personas es, “sin emoción”, o se busca sentir, se buscan emociones o se
bloquean las emociones, si no siento soy el al programa, si las busco, reparo.
Pueden ser personas con atracción por la ropa oscura, con necesidad de dormir mucho, hacer
siestas muy largas de las que se despiertan cansados, les molesta la luz intensa, los ruidos
fuertes, el frío intenso, pueden ser frioleros, a menudo su mirada es triste cuando están solos,
suelen tener un fondo de tristeza y tendencia a la depresión.
Pueden presentar patologías como parálisis, apneas de sueño, bruxismo, parásitos intestinales,
diabetes, sobrepeso, niños hiperactivos...
Cuando un hijo es concebido, los secretos de los padres pueden pasar al hijo, (si imaginamos un
secreto como una energía). Esto puede dar lugar a alteraciones del comportamiento,
enfermedades y trastornos psicológicos.
Una chica de 15 años con una artrosis en las dos caderas, algo muy raro. En las caderas hay
varios con ictos, pero uno muy frecuente es la sexualidad. Siendo tan joven no has tenido
tiempo de provocarte esta enfermedad, al indagar en la familia buscando algún secreto
relacionado con la sexualidad, averiguan que el abuelo de la niña era el cura del pueblo, era un
secreto que la abuela mantuvo oculto toda la vida.
Un señor acude a consulta con un desorden amoroso, es su tercer divorcio y quiere entender
porque no le sale bien ningún matrimonio, aparentemente no hay ningún hecho destacable en el
P.S, pero dice que nació con un eccema en la nalga, el eccema tiene que ver con la separación,
cuando alguien me toca me siento protegido, sentirse querido, protegido, es existir.
Las nalgas a nivel biológico ¿quién puede tocarnos el culo? De niños los papás y de adultos la
pareja; con un eccema en la nalga nos está explicando una historia de separación carnal.
Al volver a la consulta explica que la madre estaba enamorada de un chico, pero sus padres la
obligaron a casarse con otro, generándole un dolor muy fuerte.
Se casa, tiene a este hijo, que nace con un eccema en la nalga y además un problema de
desórdenes amorosos. Es un programa de amor difícil. Cuando hay personas con muchas
historias de amor, sin conseguir formar una familia ni tener hijos, quizá llevan una historia de
amor difícil.
CONCEPCIÓN
El clima psicológico en el cual fue concebido un ser, marca las profundidades de su inconsciente.
Tomemos el caso más cómodo de vivir: los padres, tanto el uno como el otro, desean tener un
hijo y acogen con gran alegría su llegada.
Padre y madre proyectan en este bebé esperado todos sus fantasmas. ¿Qué se pre ere más o
menos conscientemente: niño o niña? ¿O bien estará bien acogido cualquier sea su sexo?
Por ejemplo, una mujer que ama a su marido quiere darle a un hijo que se le parezca, o a una hija
con los ojos azules que tanto le sedujeron. O bien aún, el padre desea volver a encontrar, a
través de su hijo(a), la belleza de su esposa o el color de sus cabellos.
Más allá de su propia pareja, los padres fantasman (crean una imagen imaginaria, o virtual, o
fantasmal) que este niño, su hijo, se parecerá a personas amadas que forman parte de su árbol
genealógico.
Una niña tan guapa como su hermana mayor, tan dulce como su madre, tan despabilada como
su abuela que hizo frente a todas las di cultades; un hijo robusto como su hermano, trabajador
como su padre, brillante como su abuelo.
Los padres esperan a un hijo en función de lo que conocieron, es decir en función de su propia
historia familiar. Esperan que herede ciertas características afectivas, ciertas dotes
intelectuales, manuales o artísticas. Son los orones, los patrones oro de su psicogenealogía.
Más aún, los padres felices de serlo intentan hacer mejor que sus propios padres.
Quieren dar a su hijo todo lo que les hizo falta. Desean ardientemente verlo realizar lo que ellos
no pudieron vivir o conseguir: estudios, por ejemplo, logro de un examen de alto nivel.
Y esto, con tanta más acuidad cuanto más padre y madre se sintieron no deseados, rechazados,
no conformes al deseo familiar. “¡Esperemos que todo vaya bien, que sea normal!”. “Esperemos
que el parto se desenvuelva lo mejor posible”. El anterior quizás fue difícil, quizás una de las
mujeres de la familia, madre, abuela, bisabuela, tía, tuvo un parto dramático o murió al dar a
luz.
Esperemos que este niño no se parezca a miembros rechazados del árbol genealógico: “Que no
sea mala como tía Agata”, “drogadicta como la prima”, ``Prostituida como la tía”, “Libertina
como la abuela Ernestina”. “Que no sea alcohólico como su abuelo Arturo”, “Homosexual como
el tío”, “Holgazán y ligón como el abuelo paterno”, “mendigo como el bisabuelo”.
Algunos padres ya temen la crisis de la adolescencia. Esperemos que no haya con ictos.
“Esperemos que hagan un buen casamiento” “cuando pienso que pertenecerá a otro hombre!”
Inevitablemente, en edad adulta, les dejará su hijo.
El ser humano pone voluntariamente niños al mundo con una sutil mezcla de amor, necesidades,
deseos contradictorios, temores. Necesita ser excepcionalmente evolucionados para dar vida a
un hijo lo más libremente posible, para concebir que su papel es aprender a conocerle tal como
es, acompañarle en su desarrollo, ayudarle a alcanzar su plenitud y dejar que construya su vida.
Este pequeño ser que viene de su carne y de su sangre no les pertenece. Se necesita mucho
valor y consciencia para no transformar al hijo en la “cosa propia” y aceptar que se marche
después de haber solicitado tanto amor, cuidados, paciencia.
¿Cuáles son los motivos por los cuales se desea un hijo? Si lo conciben sus padres por el
profundo deseo de ser madre y padre, para formar una familia, ¡cuánta suerte! Por desgracia, a
veces se le espera por razones psicológicamente menos sanas.
Hay “niños – instrumentos”, creados según una nalidad muy concreta referente a la vida de sus
padres y no a la suya.
Algunos sólo están aquí para salvar al matrimonio. Por ejemplo, la madre está embarazada para
guardar a su marido que quería dejarla, o bien uno de los padres tenía una relación que rompió y
el nacimiento se presenta como voluntad de un nuevo comienzo conyugal.
Otros han nacido para recoger la herencia: padres tienen un hijo, generalmente único, tanto
para transmitir el patrimonio como para no dividirlo.
Numerosos son los que fueron concebidos después de un fallecimiento, para sustituir a un hijo
muerto, o para continuar el linaje – uno de los abuelos, o uno de los tíos o tías acabando de
morir.
Al principio del embarazo se deseó al niño, pero suceden tantas cosas en nueve meses!
Al trabajar en psicogenealogía, hay que considerar también la vida fetal: ¿qué sucedió en el
curso de este período? Padres tuvieron impactos: un con icto grave entre ellos, inquietudes
nancieras, pérdida del empleo, una quiebra, problemas de salud, un accidente, una salida para
la guerra, la desaparición de una persona amada, di cultades con otro hijo. Inconscientemente
el feto capta el ambiente que le rodea.
La concepción puede ser inoportuna. El niño llega sin haberlo planeado. Se trata de ausencia o
error de contracepción. Los padres no están regocijados, pero nalmente se hacen a la idea y
aceptan poco a poco al recién llegado.
Algunos padres compensan esta carencia de deseo en el momento del nacimiento por un
exceso de atención, vigilancia que puede ahogar al niño y hacerlo muy dependiente o muy
rebelde. Existen embarazos dramáticos.
Antaño, para muchas madres solteras, era el oprobio y la puesta en desgracia por la sociedad,
incluso la familia. Así algunos bebés fueron abandonados. Los niños nacidos de una violación o
de un incesto también son el fruto de concepciones particularmente dolorosas.
Ahora, el estatuto de las madres solteras ha cambiado: muchas eligieron asumir solas a su hijo.
A veces, estas mujeres muy absorbidas por sus estudios, luego su profesión, cuarentonas y
viviendo solas, desean tener la experiencia de la maternidad.
Sin embargo, el niño estará privado de la presencia del padre. Otras madres solteras no han
elegido su situación: esperaban formar una pareja pero, por diversas razones, el padre no asume
a su hijo. Por ejemplo, no tiene ganas de formar una familia o su trabajo necesita una total
independencia; o bien ya está casado y no quiere divorciarse.
Puede ocurrir que la madre no se haya dado cuenta que estaba embarazada y que una
interrupción voluntaria del embarazo ya no sea posible. Hay confrontación entre lo consciente,
lleno de con ictos y el inconsciente que hace que el niño esté aquí. Un trabajo psicológico
consiste, entre otros, en desenredar las razones de esta concepción. ¿Quizás,
inconscientemente, la madre sólo trae a este niño al mundo para satisfacer a su propio padre de
quien llevará el apellido, el bebé no siendo reconocido por su genitor?
Las condiciones de interrupción voluntaria del embarazo están modi cadas. Con mucha más
frecuencia, los niños están conscientemente deseados. Sin embargo, los motivos religiosos
impiden que las madres aborten.
Los progresos de la ecografía permiten reconocer el sexo de su hijo antes del nacimiento. Los
padres se acostumbran, pues, a la idea de tener una hija en vez de un hijo y viceversa. Al ser
todo a la vez positivo y negativo, luz y sombra, este conocimiento puede también traer
con ictos psicológicos o, casos más escasos pero no obstante reales, abortos espontáneos.
Sin embargo, los padres frecuentemente se concientizan mejor de que este niño que está
creciendo en el seno de la madre ya es un ser distinto dotado de vida propia.
NACIMIENTO
El nacimiento es un momento fundamental de nuestra existencia.
En nuestra memoria inconsciente, todos hemos grabado las diferentes fases de nuestro
nacimiento: principio del trabajo, dilatación, expulsión. ¿Cómo, físicamente, hemos vivido este
acontecimiento? Nacimos a término, o prematuro o tardío? ¿Fue normal el parto o difícil?
¿Estuvo provocado el parto? ¿Fórceps? Cesárea? Presentación por el asiento? ¿Dolor fetal?
¿Riesgo de ahogo por el cordón umbilical? ¿Corrimos el riesgo de morir?
A la inversa, muchas mujeres, por haber sufrido mucho, comunican a su hijo una imagen
apocalíptica. Entonces la hija entroja el terror de dar a luz, el hijo desarrolla, más tarde, una
angustia inconsciente frente a su esperma susceptible de padecer.
La pregunta de la presencia del padre también es esencial. ¿Cómo vivió el nacimiento? ¿Estaba
presente o ausente? ¿Participó o no y en qué modo? A este respecto, las mentalidades han
cambiado profundamente. Antaño, generalmente el padre estaba excluido durante el parto.
Dicho de otro modo, varios elementos referentes al nacimiento son fundamentales: la memoria
inconsciente del cuerpo que imprime ulteriormente esquemas repetitivos con relación a la vida,
a la acción, a la conducta de los proyectos; el discurso de la madre traduciendo su vivido y la
acogida del bebé; el modo en que el padre acompañó este acontecimiento; y por n, si hay
hermanos y hermanas, la comparación entre los diversos partos.
El nacimiento, el paso de la vida fetal, fusionada con la madre a la del recién nacido en un
cuerpo independiente, constituye la separación inicial. Venimos al mundo, a rmamos nuestra
identidad, efectuamos nuestra primera respiración.
Pasos, los habrá durante toda la vida. Vivimos transformaciones sucesivas, morimos en un
estado para renacer en otro. Repetimos inconscientemente, a medida de los diversos
nacimientos simbólicos de nuestra vida el modo en que salimos a luz.
Una paciente nació muy rápidamente, en veinte minutos. Para ella, todo ha de ir rápido.
Cualquier cosa que haga, actúa con urgencia.
La madre de otra paciente tenía albúmina antes del nacimiento. El médico observaba cada
mañana el resultado del laboratorio más favorable para provocar el parto. Lo cual se hizo y el
nacimiento fue fácil también y corto. Esta persona rumía las decisiones importantes de su vida
durante cierto período y de repente, se precipita. Es así como después de haber conocido a un
hombre durante tres meses, decidió casarse con él en veinticuatro horas. Concibió a su hija tan
pronto como dejó el contraceptivo. Meditó la compra de una casa durante dos semanas y eligió
el modelo de construcción en una hora.
Otros pacientes nacidos con fórceps tienen tendencia, frente a un problema, a esperar el último
momento para resolverlo. Esperan una ayuda exterior. A veces, son “mágicamente” socorridos
antes de la catástrofe. Así, el propietario del piso que alquila Alina le obliga a marcharse. Dos
días antes de la fecha fatídica, ella aún no ha encontrado nada pero un amigo le propone una
vivienda que le conviene perfectamente.
El banquero llama a Paul para que cubra el saldo rojo autorizado de su cuenta en el plazo más
corto. Al día siguiente recibe una suma de dinero imprevista.
Otros pacientes, nacidos por cesárea, tienen muchas di cultades para tomar decisiones. La vida
actúa sobre ellos, más de lo que ellos actúan sobre ella. No es sistemáticamente el caso, pero es
frecuente.
Elena se consideró muerta al nacer. Una enfermera sin embargo intentó reanimarla
sumergiéndola alternativamente en baños de agua caliente y helada. Esta mujer es una artista.
En su vida, alternan golpes de suerte extraordinarios y golpes de mala suerte igual de intensos.
Una de mis amigas había “fallecido” ella también, en el nacimiento. Esto era muy dramático ya
que el primer hijo había muerto en estas condiciones y ella era la segunda.
En este caso también, una enfermera intentó sin embargo salvar al bebé totalmente cianosado.
Merced a una inyección y cuidados, Cristina volvió a la vida. Paso su tiempo intentando sacar a
los demás de situaciones desesperadas.
Es importante saber, comprender, asimilar, el modo en que hemos vivido nuestro nacimiento
para analizar nuestras reacciones frente a cualquier nuevo paso y para eventualmente
transformarlas.
EL PARTO
Dime cómo has nacido y te diré quién eres. Según se desarrolla el parto podemos de nir unos
patrones de conducta, vemos los ejemplos más comunes.
Parto bloqueado: Un caso bastante común, el embarazo va muy bien, se inicia el trabajo de
parto normal, pero se alarga demasiado, el parto se bloquea, hay sufrimiento fetal y se practica
una cesárea de urgencia.
Son personas que desarrollan bien sus proyectos pero siempre encuentran di cultades para
concluirlos. Siempre ocurre algo que les impide concluir con éxito lo que emprenden. La frase
clave es: “si concluyo me muero”, porque si el parto hubiera continuado se hubiese muerto.
Partos muy rápidos: sin tiempo de llegar al hospital, nacer rápidamente me salvó la vida, así que
para mí, ser rápido es una buena solución.
Son personas que lo hacen todo muy rápido, que tienen muchas ideas y llevado al extremo
pueden presentar patologías de tiroides, hipertiroidismo.
Partos muy lentos: son personas que no tienen ninguna prisa, lo hacen todo con lentitud. El
nacer despacito me salvó la vida. Son personas perezosas, en algunos casos con sobrepeso y
pueden dar patologías de hipotiroidismo.
Nacer con fórceps: En el uso de fórceps y ventosas, el bebé vive una intervención dolorosa de un
tercero, en una situación de peligro por sus supervivencia, “es gracias al fórceps que sigue vivo”.
Esto puede ocasionar con ictos en momentos clave de su vida, como cuando tiene que “nacer a
algo nuevo”, di cultad de pasar a otra cosa sin ayuda exterior, no les gusta que los controlen,
temen el dolor, sienten que no son lo su cientemente buenos, que no importa cuánto hagan,
nunca es su ciente, temen el contacto físico, sienten que cabeza y corazón están separados,
pueden sufrir falta de voluntad crónica.
Simbólicamente los fórceps son, “toma de cabeza”, se arrastra la cabeza fetal, suelen ser
personas muy intelectuales, que tienen necesidad de entenderlo todo, “mi cabeza es sólida”.
El resentir inconsciente de la madre es querer quedarse con el bebé, “no estoy preparada para
separarme de mi hijo”. Pueden existir casos en la familia de muertes de niños al nacer e
inconscientemente para la madre es “si naces te mueres”.
En la vida muchas personas nacidas de esta manera, pueden tener un ritmo lento, ser perezosos,
se sienten indefensos, piensan que no pueden conseguir lo que desean, sienten que hacen
esperar a los demás, que pueden lastimar, que la vida es dura y difícil.
Parto inducido: Generalmente en la vida las personas que han nacido de esta forma tienen
di cultades para iniciar proyectos y con el tiempo en general. Con frecuencia piensan que los
demás tienen que hacer las cosas por ellos, se sienten indefensos y esperan que alguien los
ayude. No eligen sus relaciones, generalmente son elegidos, son apáticos en las relaciones.
Tienen que ser impulsados, sienten que los demás ponen las reglas y se sienten atrapados en
sus relaciones, les cuesta salir de la cama.
Nacer por cesárea: Cuando existen problemas de salud, riesgo para la madre o el bebé,
embarazos gemelares o múltiples, se recomienda en muchos casos programar una cesárea. Hay
una preocupación real o simbólica de la madre o del ginecólogo; la madre siente miedo de dar a
luz por sí misma, o puede ver el ginecólogo que existe un riesgo para el futuro bebé.
Pueden ser niños con di cultades para hacer sus tareas solos, muy dependientes de los padres,
les cuestan mucho los cambios de curso, de ciclo, de colegio, de amigos...
De adultos pueden ser personas con di cultades para concretar proyectos por sí mismas, hay
una impronta de estrés, peligro, miedo en el momento de nacer, que se puede revivir cuando
tenga que dar a luz, materializar ideas o proyectos, en algunos casos baja autoestima, necesitan
que alguien les ayude a sobrevivir o que alguien decida por ellos.
ETIQUETAS
Cuando nacemos, nuestra familia ve en primer lugar nuestro cuerpo. Conocí un caso en que el
padre, deseando dejar a la madre, sin embargo vino a ver a su hija a la maternidad. Se exclamó:
“Dios míos! Qué fea es!”, y desapareció sin dejar rastro. Inútil decir cuanto esta mujer, sin
embargo muy bella, tuvo di cultad en aceptar y amar su físico.
En general, los guiones son por suerte menos dramáticos. “¡Qué lindo es!”, “qué guapa es!” y,
según el caso, “es el retrato de su padre”, “de su madre”, “de su abuelo”, “de su abuela”, “ de su
tío”, “de su tía”.
La familia hace suyo al bebé, luego el niño y el adolescente por los parecidos físicos más o
menos proyectados, fantasmados. Habitualmente, el cuerpo del niño está troceado. El o ella
tiene, por ejemplo, los ojos de su madre, el cabello de su padre, la tez de su abuela materna, la
boca de su abuela paterna, las piernas de su tío, las manos de su tía. En breve, el cuerpo del niño
es un cuerpo psicogenealógico.
Una de las situaciones más delicadas es naturalmente ser hija cuando se esperaba a un hijo,
caso más frecuente, o bien ser hijo cuando se esperaba a una hija. La hija esperada como un hijo
suele tener tendencia a jugar al chico travieso. Todo esto es especí co, no lo olvidemos, pero es
la respuesta más corriente a este problema.
Esta hija desarrolla mucho más intensamente su “hombre interior” que “su mujer interior”. Vive
esta polaridad masculina en función de lo que sus padres y su árbol genealógico de nen como
imagen de virilidad. ¿Qué proyectan sobre esta niña su madre quien, quizás, tiene un “hombre
interior” desarrollado, su padre, eventualmente sus abuelos? ¿Cómo actúan los padres en
función de su propia historia familiar?
Generalmente, esta hija está muy animada a desarrollar su intelecto o más bien a obtener
carreras porque se espera de ella que ejerza una profesión permitiéndole tomar su sitio en la
sociedad lo mismo que un hijo.
Antaño, existían familias en las cuales sólo los muchachos tenían derecho de cursar estudios. A
veces, esta hija privilegia el deporte de un modo masculino, basado en el desarrollo de la fuerza.
Frecuentemente, sólo lleva prendas andróginas, detestando faldas y vestidos.
Aquí también, hay que saber cómo el árbol genealógico concibe la feminidad. Algunos pacientes
están angustiados por esta herencia psicológica porque tienen di cultades en identi car y
a rmar su virilidad. Muchos hombres confunden homosexualidad y “feminidad interior”
desarrollada. Y grandes artistas, no forzosamente homosexuales, crean a partir de esta
polaridad.
Numerosas profesiones, incluso cientí cas, necesitan una poderosa intuición, parte femenina del
intelecto.
Las di cultades de estas hijas y de estos hijos aumentan en la adolescencia, cuando empieza a
desarrollarse la sexualidad.
Numerosas pacientes esperadas como hijos no tuvieron jamás por parte de su padre o de los
hombres de la familia una palabra cualquiera referente a su físico de muchachas.
Muchos pacientes hijos esperados como hijas nunca recibieron de su familia ánimos para
expresarse, a rmarse, manifestarse, atreverse a emprender.
Las comparaciones positivas son naturalmente más fáciles de asumir que las otras. No es menos
verdad que no re ejan quizás la personalidad real del niño, luego la del adolescente, y que estas
proyecciones entonces son un corsé con el cual ha de identi carse para ser amado(a).
No es seguro que querramos parecernos a nuestra abuela paterna quien, según nuestro padre,
era la dulzura, generosidad, abnegación encarnadas.
No forzosamente tenemos ganas de vivir como nuestra tía, original, independiente, soltera que,
a los ojos de nuestra madre, tuvo una existencia de ensueño porque enseñó en el mundo entero
y sin rendir cuentas a su marido naturalmente.
Nada menos seguro de que querramos parecernos a nuestro abuelo paterno, trabajador
empedernido, ahorrador, puntual, cuya única distracción consistía en tocar música.
Y sin embargo, según nuestros padres, nos parecemos tanto a él por ser amable, generoso(a) y
servicial!
Puede también que la enseñanza no sea nuestro sueño. Evidentemente somos una persona
trabajadora, seria, puntual pero, de hecho, nos gustaría de vez en cuando hacer tonterías! Las
clases de violín, están muy bien, pero nos gusta realmente esta actividad?
Son dramáticas para el niño pero los padres no se percatan de ello. De hecho, temen el fracaso
para su retoño, se preocupan, se angustian. Frecuentemente, ellos mismos están en desarmonía
con su familia y sólo tienen un temor: el que su hijo se parezca a los repudiados de su árbol
genealógico.
Más o menos incansablemente, los padres repiten: “Serás tan gorda como tu abuela”, “Ponte
recta, sino serás jorobada como tu tía”. “Eres un blando como tu tío Juan”, “Si sigues así,
acabarás en el arroyo como tu padrino”, “Te encontraremos “ejerciendo por la calle” (no se suele
precisar de cuál miembro de la familia se trata porque es un secreto vergonzoso), “Acabarás
poniendo embarazada a una chica como lo hizo tu abuelo”, “Eres malvada como mi suegra”, “Te
pareces a tu primo fracasado Pedro”, “Eres holgazán como tu abuelo”, “Eres avaro como mi
suegro”, etc.
Los mensajes negativos referentes al propio hijo destruyen aún más las comparaciones
genealógicas.
Como terapeuta, estoy abrumado al constatar en qué medida padres que piensan obrar bien,
asesinan a sus hijos con frases que matan: “ No eres ni manioso(a), ni intelectual”, “lo estropeas
todo”, realmente no se te puede con ar nada”, “Nunca lograrás nada”, “Nadie querrá estar
contigo, no te puedes casar”, “ Nunca harás feliz a un hombre”, “Tendrás fracaso tras fracaso”,
“De saberlo, no te hubiésemos tenido”, “Los hijos, qué decepción!” “Verás más tarde, deseo que
tengas una hija como tú”, “ Nos preguntamos realmente a quién te pareces para ser así”, “Es
demasiado complicado para ti”, “Eres un auténtico cesto agujereado, “Hay gente elegante con
vestidos del Lidl, pero tú, aunque vistieras de Dior, seguirías pareciendo un trapo”. “Es terrible
que haya muerto tu hermana, ella que estaba tan dotada”.
¿Por qué, pero por qué dicen esos padres estas cosas a sus hijos? Porque no se quieren a sí
mismos. Son víctimas de su propia historia familiar. Se desvalorizan físicamente, sexualmente,
afectivamente, intelectualmente.
Este hijo sale de ellos, fue creado por ellos. Entonces proyectan sobre su hijo o su hija todas las
desvalorizaciones que ellos padecen.
Para liberarse de todo esto, estos hijos e hijas deberán, en la edad adulta, aprender a conocerse
realmente con la ayuda de un terapeuta que les sirve de espejo y les devuelve su verdadera
identidad. Necesitan encontrar, por un trabajo psicológico individual y más aún por una terapia
de grupo, la aceptación, el reconocimiento, la gratitud, el amor que escasearon en su vida.
De hecho, el niño no tiene nada que hacer con el baile de las proyecciones familiares.
Quiere ser contemplado, escuchado, conocido por lo que es. Ciertamente ha nacido de una
familia, pero sin embargo es un individuo único que busca su lugar especí co. No tiene ganas de
ser amado porque es el hijo de sus padres. Tiene ganas de ser amado porque es él mismo.
Dicho de otro modo, bajo forma de broma, cualquier niño desea ser elegido como si sus padres
lo hubiesen comprado en unos grandes almacenes. Necesita que se le aprecie tal como es, no
sólo físicamente, sino con todas las características de su personalidad, sean éstas sexuales,
afectivas o intelectuales.
La educación ideal consistiría en descubrir al hijo sin referencias, considerándole como una
personalidad completa y en ayudarle a desarrollarse según sus aptitudes reales, sus gustos
reales, sus deseos reales.
Un hijo nos está con ado para ayudarle a volverse el adulto que es potencialmente. Le es
indispensable estar animado, felicitado. Esto le brinda la con anza en sí y la con anza en la vida,
haciendo de él un ser sereno, feliz y desarrollado.
El hijo de sustitución: lo vamos a hacer muy rápido, está para reemplazar a un hermano que ha
muerto antes
Los yacientes: es una sustitución vertical dentro del árbol, de alguien de una generación
anterior.
El eventual hijo de sustitución: cuando en la dinámica familiar hay un niño que no está bien, hay
un riesgo de que se muera y se hace inconscientemente, un hijo que lo pueda sustituir, es un
niño que no vive, un adulto que no vive, tiene los mismos signos del yaciente, tristeza etc. pero
además no vive, porque el otro no está muerto.
El niño medicamento: se tiene un niño para curar a otro, por ejemplo en el caso de necesitar un
trasplante de células madre. Esta persona hará como profesión enfermera, médico, terapeuta,
farmacéutico, su rol es curar a otra persona.
El bastón de la vejez: cuando la madre está embarazada ya al nal de su edad fértil, con la
intención de que ese hijo sea el que se ocupe de los padres cuando sean viejos. Son personas
que están bien, con sobrepeso solido fuerte, porque es un bastón, son personas que no
consiguen casarse, son los solteros eternos, no se autorizan a casarse, viven con sus padres
hasta que estos mueren, tienen sus historias amorosas pero dicen, tengo que volver a casa
porque mi madre está sola. Adaptan el trabajo y la vida en función de las necesidades de sus
padres.
El mosquetero de la reina: la reina es la madre y el hijo protege y de ende y ¿porque hay que
proteger a alguien? Porque está en peligro, y ¿por qué? Porque el marido no la protege, el
marido es violento, o está ausente o no hay marido, el hijo está de guardia esperando que su
madre lo llame. Mi madre está sola y tengo que protegerla. De adultos tienen vida afectiva pero
vuelven a casa de su madre.
El niño esponja: está ahí para cargar con todos los golpes, cuando aparecen problemas, es el
niño que los absorbe, gestionara todos los problemas, positivos y negativos, gestionara las
problemáticas emocionales.
Muchas veces con solo preguntarles qué les pasa empiezan a llorar, la problemática viene de
antes de los tres años, porque ahí el niño es una esponja y no puede expresarse, se lleva todas
las emociones difíciles de la familia.
La vida de estas personas es, cada vez que hay un problema ellos lo absorben, cada vez que
hablan con alguien es para que la otra persona se descargue, lo absorben todo.
Estos niños están para absorber todos los líquidos con ictuales de la familia, si alguien está en
duelo, él va a absorber su tristeza y va a estar triste, mi madre está enfadada y yo absorbo su
enfado y voy a destrozar los juguetes.
Niño basura: ¿de qué sirve la basura?, para tirar lo que no sirve, estos niños están para absorber
las cosas tóxicas, son personas que están al servicio de todos, los llaman solo cuando hay un
problema, solo los tienen en cuenta cuando hay problemas. “Solo me llaman para pedirme algo,
que les preste dinero, les solucione un problema, que les cuide a los niños......”
En este grupo, hay muchos casos de sobrepeso y obesidad, son todo casos de niños basura,
reciben todos los tóxicos de la familia, porque a nivel biológico para limpiar usamos agua, así
que retenemos líquidos, tengo tantos tóxicos que gestionar que necesito líquidos para limpiarlos.
Cuando tenemos muchos tóxicos los diluimos con agua, pero la persona no puede eliminar ese
agua retenida porque está para diluir los tóxicos, esto puede ser un con icto que bloquee los
tratamientos de pérdida de peso.
Cuando vemos un niño de un año con un cáncer, a través de su síntoma está expresando un
problema del clan cuando hay una enfermedad que se repite, quiere decir que el con icto es
enorme.
La psique infantil, tal como haría un animal doméstico, se identi ca a ese sonido con el que
constantemente atraen su atención. Termina incorporándolo a su existencia como si fuera un
órgano o una víscera más.
En la mayoría de los casos, en los nombres se desliza el deseo familiar de que los antepasados
renazcan: el inconsciente puede disfrazar esta presencia de los muertos no sólo repitiendo el
nombre entero (en muchas familias el primogénito recibe el mismo nombre que su padre, su
abuelo, su bisabuelo; si es mujer puede recibir un nombre masculinizado que pasa por ejemplo
de Francisco a Francisca, de Marcelo a Marcela, de Bernardo a Bernarda, etc.).
Este nombre, si viene cargado de una historia, a veces secreta (suicidio, enfermedad venérea,
pena de cárcel, prostitución, incesto o vicio, quizás de un abuelo, una tía, un primo), se hace
vehículo de sufrimientos o de conductas que poco a poco invaden la vida de quien lo ha recibido.
Hay nombres que aligeran y nombres que pesan. Los primeros actúan como talismanes
bené cos. Los segundos, son detestados.
Si una hija recibe de su padre el nombre de una antigua amante, queda convertida en su novia
para toda la vida.
Si una madre que no ha resuelto el nudo incestuoso con su padre da al niño el nombre de aquel
abuelo, el hijo, preso en la trampa edípica, se verá impulsado a imitar al antepasado
admirándolo y al mismo tiempo detestándolo, por ser un rival invencible.
Aquellas personas que reciben nombres que son conceptos sagrados (Santa, Pura, Encarnación,
Inmaculada, etc.) pueden sentirlos como órdenes, padeciendo con ictos sexuales.
Aquellos bautizados como ángeles (Angélica, Rafael, Gabriel, Celeste, etc.) pueden sentirse no
encarnados. Los Pascual, Jesús, Enmanuel, Cristián o Cristóbal es muy posible que padezcan
delirios de perfección y a los 33 años tengan angustias de muerte, accidentes, ruinas
económicas o enfermedades graves.
A veces los nombres dados son producto del deseo inconsciente de solucionar situaciones
dolorosas.
Por ejemplo, si un hombre cuando era niño fue separado de su madre, llamará a su hijo Juan-
María, realizando en ese doble nombre su deseo de unirse con ella.
Si un pequeño muere, al que le sigue lo pueden llamar René (del latín renatus, lo que signi ca
«renacido»).
Si un antepasado fue detenido, por vergüenza de su familia, por haber cometido una estafa o un
robo, a un descendiente directo se le puede bautizar como Inocencio.
Si una mujer con jación incestuosa se casa con un hombre que tiene el mismo nombre que su
padre, puede engendrar hijos que padezcan una confusión generacional: inconscientemente, al
vivirse como hijos de su abuelo, considerarán a su madre como una hermana, lo que les
provocará inmadurez.
Si después de una niña nace un niño al que se le bautiza con el nombre de ella masculinizado
(Antonia seguida de Antonio, Francisca seguida de Francisco, etc.), puede denunciar que el
nacimiento de la nena fue una decepción y la joven, considerándose el esquema de un futuro
hombre, puede vivir sumida en un doloroso desprecio a sí misma, sintiéndose incompleta.
Un nombre tomado de estrellas del cine o de la televisión, o de escritores famosos impone una
meta que exige la celebridad, lo que puede ser angustioso si no se tiene talento artístico.
Si los padres transforman el nombre de sus hijos en diminutivos (Lolo, Pepe, Rosi, Panchita),
pueden jarlos para siempre en la infancia.
El inconsciente, por su naturaleza colectiva, esconde signi cados en los nombres que el
individuo, sin conocerlos conscientemente, padece.
Algunas María pueden verse asediadas por el deseo de engendrar a un niño perfecto. Algunos
José pueden tener di cultad para satisfacer a una mujer. A Santa Valeria le cortaron la cabeza:
las mujeres que reciben este nombre pueden tender a la locura. Ciertas Mercedes, nombre que
desciende del latín merces (salario, pago), pueden ser tentadas por el comercio, ejercido con
honradez.
Los nombres, en el inconsciente, funcionan como mantras (versos tomados de las obras védicas
y usados como encantos). Estas palabras, por su repetición constante, originan vibraciones que
producen determinados efectos ocultos.
Los brahmanes creen que cada sonido en el mundo físico despierta un sonido correspondiente
en los reinos invisibles e incita a la acción de una fuerza u otra. Según ellos, el sonido de una
palabra es un e caz agente mágico y la principal llave para establecer la comunicación con las
entidades inmortales.
Para la persona, que desde que nace hasta que muere, repite y escucha repetir su nombre, este
funciona como un mantra. Pero un sonido repetido puede ser bené co o dañino.
En la mayoría de los casos el nombre consolida una individualidad limitada. El ego a rma «Soy
así y no de otra manera», perdiendo uidez, anquilosándose.
Los grandes adeptos de la magia, como Éliphas Lévi, Aleister Crowley o Henri Corneille-Agrippa,
a rmaron que el ser humano tenía dos cuerpos, uno físico y otro de luz (también llamado cuerpo
energético o alma) el que, por ser sagrado, no podía tener un nombre personal.
El nombre que se pronuncia, unido como una sanguijuela al cuerpo físico, sólo mani esta la
individualidad ilusoria de la persona. El cuerpo de luz forma parte del impronunciable nombre de
Dios.
Si se alcanza un equilibrio funcional del cuerpo de luz con el cuerpo físico, el ego egoísta queda
eliminado. La toma de conciencia del ser esencial abre la puerta de la libertad al dejar de estar
encadenado a su nombre de pila, si éste se vive de forma dolorosa.
Cuando bautizamos a un hijo debemos saber que junto con el nombre le pasamos una identidad.
Evitemos por tanto los nombres de los antepasados, de antiguos novios o novias, de personajes
históricos o novelescos.
Los nombres que recibimos son como contratos inconscientes que limitan nuestra libertad y que
condicionan nuestra vida. Un nombre repetido es como un contrato al que le hacemos una
fotocopia, cuando en el árbol genealógico hay muchas fotocopias el nombre pierde fuerza y
queda devaluado.
El nombre tiene un impacto muy potente sobre la mente. Puede ser un fuerte identi cador
simbólico de la personalidad, un talismán o una prisión que nos impide ser y crecer.
¿Podríamos decir que los nombres tienen una especie de frecuencia que sintoniza con ciertos
receptores? ¿Qué tipo de receptores?
Inconscientemente nos sentimos atraídos por cientos nombres que re ejen lo que somos (a
veces son exactos y otras veces están ocultos detrás de máscaras, sólo hay similitudes léxicas o
fonéticas):
Nuestra parte sana y positiva es un receptor que sintoniza con ciertos nombres, porque nos
hacen gozar y sentirnos seguros.
Nuestra parte enferma y negativa es otro receptor que sintoniza nombres determinados,
porque hay una intención supraconsciente de resolver el con icto.
Personas que se cruzan en nuestro camino por “accidente” y se llaman exactamente igual
que nuestro padre (o madre, hermano...)
Según nos cuenta Alejandro Jodorowsky, tanto el nombre como los apellidos encierran
programas mentales que son como semillas, de ellos pueden surgir árboles frutales o plantas
venenosas.
Es peligroso nacer después de un hermano muerto y recibir el nombre del desaparecido. Eso nos
condena a ser el otro, nunca nosotros mismos.
Cuando una hija lleva el nombre de una antigua novia de su padre, se ve condenada a ser “la
novia de papá” durante toda su vida.
Un tío o una tía que se suicidan convierten su nombre, durante varias generaciones, en vehículo
de depresiones.
A veces es necesario, para detener esas repeticiones que crean destinos adversos, cambiarse el
nombre.
El nuevo nombre puede ofrecernos una nueva vida. En forma intuitiva así lo comprendieron la
mayoría de los poetas chilenos, todos ellos llegados a la fama con seudónimos.
¿Hay ejemplos que nos permitan comprender la importancia del nombre? Nuestro nombre nos
tiene atrapados, ahí está nuestra “individualidad”
Barrick Gold (oro en inglés es gold) se convirtió en el mayor productor de oro del mundo.
Brontis “voz de trueno” se dedica al mundo del teatro con una potente voz…
Estudiar los nombres del árbol genealógico es igual que acceder al inconsciente. En los nombres
encontramos secretos. Es importante ver cómo funciona el nombre que nos dieron.
Algunas cuestiones:
-Lo primero es saber quien nos nombró. ¿Papá?, ¿mamá?, ¿abuelo?, ¿la hermana?, ¿el padrino?...
El que nombra, toma poder sobre lo nombrado y no es lo mismo llamarme Micaela por mi
abuela paterna, si el nombre se le ocurrió a mi padre para repetir el nudo incestuoso, o por mi
madre, para ser aceptada en la familia de mi padre, dándole una hija-clon de su suegra.
-¿De pequeño/a me gustaba mi nombre o me hubiese gustado llamarme de otra manera? Los
niños tienen una intuición especial y una fresca desinhibición que les permiten rechazar de
pleno lo que les contamina.
Si es de algún familiar, es bueno analizar su destino y los caminos que recorrió en su vida,
porque probablemente venimos a repetirlos. Llamarse René después de un hermano
Si es de algún personaje histórico, novelesco, as del fútbol o princesa de Mónaco, viviremos
frustrados y fracasados si no seguimos el guión.
Si es por algo material, adquiriremos las propiedades de ese elemento. Por ejemplo, “si me
llamo por la muñeca de mi hermana, me convertiré en su muñeca, ella jugará conmigo, me
dominará”.
Si me llamo por algo inmaterial, tenderé a nes abstractos ideados por nuestros padres,
desatendiendo lo real e incluso, por oposición a ellos, llegaré a materializar lo contrario a
lo que llevo escrito en el nombre. Llamarse Libertad, Paz, Luz, no siempre es sinónimo de
ser libre, vivir en paz y tener las cosas claras.
-Los diminutivos: “Me llamo Manuel como mi abuelo, pero me dicen Manolito”, han proyectado
en ti la gura de tu abuelo, pero tienes prohibido crecer y superarlo.
-Los nombres compuestos: “Me llamo José Luís, por mi padre y mi abuelo”. Pobre de ti si la
relación entre ellos era farragosa. “Me llamo “María José”, como dice Jodorowsky, “¡Catástrofe
sexual!”.
¿Por qué no cambiarnos de nombre cuando este va cargado por un lastre que nos inmoviliza?
Nos aterra cambiarnos de nombre ya que tememos que dejaremos de ser reconocidos por
nuestro clan. Tememos no ser reconocidos, ni identi cados, no ser amados es el mayor temor
que tenemos. Somos seres gregarios y pensamos que podemos morir si nuestro “clan” nos
abandona, lo que es una herencia de nuestro cerebro arcaico.
Metafóricamente, el nombre que nos dan los padres es como un archivo del GPS que nos va
indicando caminos digitalizados y guardados en la memoria familiar.
Al nacer, nos instalan el archivo y vamos deambulando por el mundo por rutas más o menos
pedregosas y abruptas, pero nos sentimos como en casa, porque ya fueron trazadas por el
sistema operativo del árbol.
Cambiarnos de nombre es arrojar el GPS por la ventanilla del coche y empezar a ver y a recorrer
nuevos caminos, conquistar territorios que no habían sido archivados por nuestro árbol. Es
hacernos cargo de nuestro propio destino.
Alejandro Jodorowsky a rma que cada uno tenemos un nombre (podemos hacer aparecer a
nuestro guía interior y pedirle nuestro nombre en un ejercicio de meditación o de visualización)
que viene con nosotros incluso antes de ser concebidos.
Es posible que durante la gestación, este nombre les llegue al mismo tiempo a ambos padres de
forma telepática, si tienen su ciente capacidad de percepción. Si no es así, es el niño el que
debe nombrarse más adelante.
En el caso de tener que decidir cómo llamar al bebé, el nombre no debe haber existido en la
historia de su árbol genealógico, ni haber pertenecido a personas o ideales de los que lo
nombran.
Ojo con los diminutivos y los apodos. El adulto ya no es un niño. Un diminutivo o un apodo, al
estar memorizado y al perdurar, afecta frecuentemente la percepción de nuestro yo, nuestra
imagen.
A la inversa, una paciente que ya tenía dos hermanos y que, debido a una situación afectiva muy
precisa y dramática, llevaba el nombre en versión femenina de su padre, o sea Luciana, se sintió
mucho más a gusto haciéndose llamar Lili.
Un amigo, eminente terapeuta, eligió el apodo de Je para sus íntimos. Hizo bien ya que lleva el
mismo nombre que su hermano mayor muerto al nacer y no tiene ningún otro hermano o
hermana. Y como “por casualidad”, pasa su tiempo curando a los demás!
Existe por tanto un rango que engloba a personas de diferentes generaciones, tales como los
abuelos, los padres y los hijos.
Del mismo modo, hay también un rango asociado a aquellos que forman parte de la misma línea
del árbol genealógico.
Ocupar cada espacio dentro de este rango comporta ventajas y desventajas, que vienen dadas
por el lugar dentro del orden de los hermanos y por las particularidades de cada clan.
Normalmente, la asignación de los privilegios de cada posición viene otorgada por los
progenitores. Cuando esta asignación se rige por un patrón ordenado, que tiene que ver con la
jerarquía de nacimiento, no suele ser fuente de problemas.
Ahora bien, cuando los patrones no se respetan (y hay muchas situaciones que pueden provocar
esto), es cuando surgen las di cultades entre los hermanos.
También hay que señalar que entre los hermanos se pueden originar con ictos debido a la
necesidad que tiene cada cual de diferenciarse del resto.
En el rango de la fratría, las comparaciones son uno de los elementos más destacados.
Cada hermano se analiza con respecto a los demás para así desmarcarse de ellos y encontrar un
sitio propio y privilegiado en el amor de los padres. Este comportamiento, que es normal y que
tiene que ver con la necesidad de amor, pertenencia e identidad propia, puede ser reforzado o
no por los progenitores.
Como vemos en todas las dinámicas familiares, existe también aquí una lucha entre dos fuerzas
encontradas: aquella que tiende a uni car a todos los hijos bajo un orden, y la que busca, entre
ellos, una diferenciación.
Vamos a analizar la posición de cada uno de los miembros del sistema de los hermanos:
El hermano mayor:
El hermano mayor disfruta de una temporada en la cual es un hijo único, y suele ser también la
primera experiencia como padres de sus progenitores. Ahora bien, cuando nace el siguiente
hermano, puede tener sentimientos de celos hacia aquel que le roba el interés exclusivo de los
padres, o bien puede intentar resolver el con icto convirtiéndose en defensor del hermano
menor.
Suele recibir una educación más estricta por parte de unos padres primerizos.
Puede estar sujeto a una gran carga derivada de las expectativas de los padres. Se espera
mucho de él o ella.
Puede recibir reconocimiento y respeto de sus hermanos o de los padres.
Por el mismo motivo, puede recibir duras críticas. Está muy expuesto ante los demás, es
muy visible para todos.
Puede acceder a privilegios mayores que los de sus hermanos menores.
Los hermanos mayores suelen tener un papel en el cuidado y la educación de los menores.
Esto es especialmente cierto cuando hay una diferencia de edad importante entre el
mayor y el menor o en las familias numerosas.
Puede prolongar el rol de los padres (empresa familiar, cuidar de los hermanos cuando los
Cada uno de los hermanos medianos disfruta al menos de una etapa en la que son hermanos
menores. Pero una vez que nace el siguiente miembro de la familia, el mediano queda en una
tierra de nadie, pues no destaca como el mayor ni recibe atenciones especiales como el más
pequeño.
La única excepción a esto es cuando el mediano viene a cumplir un sueño o deseo de los padres,
por ejemplo, siendo el único hijo varón entre varias mujeres, o la única chica entre chicos.
En este caso, puede llegar a tener un estatus parecido al del hermano mayor o el menor.
El hermano del medio tiene que pelear para destacar y ser reconocido entre los hermanos,
expuesto.
En caso de con icto familiar, puede camu arse con más facilidad entre los hermanos.
Puede evitar mejor las presiones que se ejercen sobre los mayores y los menores.
El hermano menor:
El hermano menor dentro de una familia posee una posición destacada, tanto como la del
mayor. Como en los casos anteriores, esta posición posee ventajas y desventajas:
Recibe las atenciones de toda la familia, y tiene a sus hermanos mayores para cuidarle y
guiarle.
Tiende a estar sobreprotegido y puede ser más inmaduro que el resto.
Despierta las envidias de los hermanos mayores y recibe un trato más indulgente por
El hijo único:
Es más independiente que el resto de los niños, pero también carece de ciertas habilidades
para la negociación.
Puede adquirir la madurez más rápido pues está siempre en contacto con adultos.
Es el único depositario de todas las esperanzas y deseos de sus padres, lo que puede ser
una carga muy dura.
Puede sentir la soledad y ser demasiado sobreprotegido.
Puede vivir demasiado inmerso en un triángulo con sus padres, siendo el cómplice de uno
de ellos o la gura mediadora.
Echará de menos a los hermanos que podría haber tenido.
El hijo adoptado:
Un niño adoptado representa un desafío para el sistema familiar. El niño trae consigo a su propio
sistema y debe insertarse en uno que no le ha dado origen. En estos casos:
Puede ser muy protegido, ya que se considera que se le ha "salvado" de un destino difícil.
En nuestro pasado, y aún en algunos países, se ha utilizado la adopción como manera de
conseguir "mano de obra" para el negocio familiar o para el cuidado de los padres en edad
anciana. Un hijo que ha sido adoptado con estas perspectivas puede sentir un normal y
justo resentimiento hacia los adoptantes.
Puede ser visto como intruso o competidor por los hijos biológicos de la pareja, si los hay.
A veces idealiza a los padres biológicos, y puede sentir un con icto de lealtad con los
adoptivos.
Puede sentir que se le trata de manera diferente, lo que es objeto de orgullo y fuente de
problemas.
Si desconoce las peculiaridades de su sistema de origen, puede sentirse aislado.
En los casos de adopciones internacionales, hay que tener en cuenta el origen étnico del
adoptado, las costumbres de su país, la religión predominante, su idioma natal, etc. Si en
algún momento revela interés por conocer estos extremos, o incluso por profundizar en
ellos, es un impulso que debe ser respetado.
Este tema que ahora abordamos fue desarrollado por varios autores, en particular Serge
Tisseron, Anne Ancelin Schutzenberger, Gérard Athias y Marc Fréchet.
Los secretos de familia son, sin lugar a dudas, uno de los elementos más tóxicos que se pueden
extender en el terreno generacional.
Los secretos crean alrededor un espacio de silencio culpable que, como veremos, se extiende
como una mancha a través del tiempo con consecuencias nada positivas.
Conviene dejar claro, antes de entrar de lleno en el terreno de los secretos familiares, que no
todos los silencios son negativos. De hecho, algunos secretos son necesarios, sobre todo en
aquellos temas que se relacionan con la propia intimidad o con cuestiones que uno conoce de
manera con dencial.
En la primera generación se produce el hecho ignominioso, que por supuesto, acaba siendo
conocido por las personas adultas del sistema. Por ejemplo, la familia descubre que uno de sus
miembros está robando dinero de la empresa familiar hasta llevarla casi a la ruina y que el
dinero hurtado se emplea para sostener a una amante.
La tercera generación, que no había nacido cuando se produjeron los hechos iniciales, es
ignorante de lo sucedido. Pero en todas las conversaciones en que surge el abuelo, se extiende
un silencio culpable entre los miembros de la segunda generación. En otras palabras, el abuelo
es alguien de “quien no se habla”.
Este silencio es siempre sospechoso, puesto que lo “no-dicho” es tan importante para la
conciencia como aquello que se dice. Así que si se habla abiertamente de otros antepasados
más “honorables”, ¿por qué en la familia no se habla de algunas personas?
Desafortunadamente, cuanto más oculto está el secreto, tanto más evidente es para todos su
existencia.
A partir de aquí, este silencio, que surge a partir del secreto, se extiende entre los descendientes
como una mancha extraña, a la que nadie se re ere, pero que está sobrevolando la convivencia
familiar en todo momento.
Los acontecimientos que suelen generar secretos generacionales suelen estar relacionados con
uno o más de uno de estos temas:
La muerte culpable, sea a destiempo, provocada, por causa de un crimen, un suicidio, la muerte
de un familiar por desatención, un accidente que se pudo evitar, etcétera.
El dinero, sea por robo, apropiación de los bienes que han sido con ados al cuidado de la
persona, mala gestión de un negocio familiar, etcétera.
Aún cuando algunos de los temas que acabamos de mencionar son ilegales, es evidente que hay
otros que probablemente no lo sean.
Pero aquí, hay que dejarlo claro, no hablamos de la moral social ni de la ley, sino de aquello que
la familia considera reprobable a partir de sus códigos internos.
Estos secretos son cosas de las cuales no se debe hablar, no hay que decirlas ni escucharlas.
Existe una ley transgeneracional que dicta que “todo aquello que no se conoce de la historia
familiar, se repite”.
Lo más probable es que todo lo que no se conoce conscientemente sí que se conozca a un nivel
inconsciente. Y también es bastante probable que todo lo que es rechazado por la conciencia,
pero conocido a un nivel profundo, necesite ser reivindicado, sacado a la luz, reconocido.
Los secretos familiares son la zona de sombra por excelencia dentro de la conciencia familiar.
Siguiendo el símil empleado por algunos autores, podemos decir que en la conciencia de la
familia hay una zona que actúa como una cripta oscura, un calabozo en el que habitan los
fantasmas ocultos de la familia.
Estos fantasmas, que no se resignan al olvido al que se les quiere obligar, gritan su dolor en
forma de enfermedades, accidentes aparentemente inevitables y repeticiones nefastas de todo
tipo.
Todo aquello que es “cripta” en una generación, se vuelve “fantasma” en la siguiente. En otras
palabras, lo que una generación esconde, la siguiente lo vive como algo amenazante,
desconocido y carente de forma de nida.
Las consecuencias de mantener un secreto son nefastas para todos aquellos que, aun
reconociendo la existencia de una zona de sombra en su relato familiar, ignoran qué puede
ocultarse detrás de todo lo “no-dicho”. Los fantasmas familiares crean en las personas que han
de vivir con ellos, una situación de ira y de miedo que estalla con violencia en todo tipo de
síntomas.
La zona oscura donde habitan los fantasmas ocultos del pasado es un lugar excelente que
funciona como un vertedero de todo lo que no se puede admitir o expresar acerca de uno
mismo.
De este modo, el individuo hace suyo el territorio gris de la familia, creando lugares donde
esconder sus propios secretos inconfesables, sus miedos, sus manías y sus obsesiones.
Al nal, esto desemboca en una dualidad dentro de la persona, con la sensación de que en ella
existe un yo oculto que orece en un entorno de culpabilidad.
El efecto práctico de esta dualidad puede ser tanto más grave cuanto más perturbador sea el
secreto.
Por ejemplo, las dudas sobre la liación de un antepasado llevan a algunos de sus descendientes
a tener la misma preocupación sobre su origen. Así, la persona que sufre el efecto de un antiguo
secreto familiar puede sentir que no es hijo de sus padres, que de alguna manera debe haber
sido adoptado o de que su padre no es quien le han dicho que es.
Aun cuando esta sospecha sea totalmente infundada, la sensación de “no pertenecer” se hace
muy poderosa en la persona, que intentará durante toda su vida remar a contracorriente,
haciendo todo lo contrario de lo que se espera de ella, y con una perpetua sensación de fracaso.
Pero si mantener el secreto tiene un coste tan alto, ¿por qué en muchas familias se opta por
seguir manteniéndolo oculto? ¿Por qué no se hace un esfuerzo por desvelarlo?
Es una ley del silencio que incumbe a todos y que, de algún modo, les revela cómo miembros
devotos del colectivo.
En el fondo, a nivel inconsciente, todos queremos ser el buen hijo que mantiene la estructura del
clan. Así que siempre son una minoría aquellos que se atreven a romper las normas, ya que
hacerlo tiene un coste muy elevado.
Pero por doloroso o desconcertante que pueda ser el hecho, conocer el secreto es algo
necesario, imprescindible para poder entender la dinámica real del sistema familiar.
Ese desvelamiento nos ayuda a comprender muchas de las cosas que se presentan como un
enigma, y sobre todo, representa el primer paso para soltar algunas cargas hereditarias que
desconocíamos.
Por ejemplo, saber que una abuela dejó morir a dos de sus hijos de hambre en un contexto de
guerra para conseguir que los demás salieran adelante, nos ayuda a entender por qué su nieta,
perfectamente sana, ha tenido dos abortos naturales y teme no poder quedarse embarazada.
O bien saber que un antepasado fue encarcelado de manera injusta nos permite entender por
qué una persona de la generación actual ha tenido que hacer frente a una acusación falsa que
le llevó a la cárcel.
Acceder al secreto familiar tiene un efecto preventivo muy importante, puesto que evita caer en
las repeticiones del árbol genealógico. Además, cada vez que un secreto sale a la luz, se despeja
una parte de la cripta interior donde habitan los fantasmas oscuros del pasado.
Sacar lo oculto a la luz, permite reuni car la conciencia, ayudando a la persona a escapar de las
dualidades nocivas y los sentimientos de disgregación interior que azotan a los herederos del
secreto.
transgeneracionales.